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SALMO 1

1. Ashré haísh ashér lo haláj baatsát reshaím, ubdérej jataím lo amád, ubmosháb letsím
lo yasháb.
2. Ki im betorát Adonáy jeftsó, ubtorató yegué yomán valáyla.
3. Vehayá keéts shatúl al palgue máyim, ashér piryó ytén beitó vealéu lo yból, vejor
asher yaasé yatslíaj.
4. Lo jén harshaím, ki im kamóts ashér tidefénu rúaj.
5. Al ken lo yaqúmu reshaím bamishpát, vejataím baadát tsadiquím.
6. Ki yodéa Adonáy dérej tsadiquím, vedérej reshaím tobéd.
1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de
pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Sino que en la ley de YHVH está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.
3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y
su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.
4 No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento.
5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación
de los justos.
6 Porque YHVH conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá.

Está, por supuesto el texto literal, que no precisa comentario. Vamos a ver otros
niveles de significación:
Todo en el texto es relevante, incluido el número de versículos, de palabras y de
letras. En este caso tenemos seis versículos, un número de Tiféret, el centro del ser
humano. Hay 67 palabras, guematria de Biná, , y 248 letras, el número de
Abraham, , y también por tradición el número de mandamientos positivos de la
Torá (248 positivos y 365 negativos: 613 en total) correspondiendo simbólicamente con
el número de huesos y tendones del cuerpo humano (en general de las partes blancas).
Podemos ver entonces el marco de Providencia (Biná) sobre el Tsadiq (Abraham –
Jésed) como ser humano arquetípico (248).
¿Quién sigue el camino de los justos? Aquél en quien la Torá de YHVH es su
delicia y en ella medita de día y de noche. Es decir, que se deleita en lo espiritual y está
en un estado de conexión constante.
La palabra Hagah es uno de los términos clásicos para designar “meditación”. R.
Aryeh Kaplan, en su obra Meditación y la Biblia (pág. 135 y ss.), estudia en
profundidad este concepto y llega a varias conclusiones interesantes. Empieza
estableciendo que para Rashi, el gran comentarista bíblico, hagáh es sinónimo de
contemplación (hitbonenut).
Contemplación es sinónimo de unión (o fusión) con el objeto de meditación. El
versículo 6 establece que YHVH “conoce” el camino de los justos. Pero conocimiento
en la Torá indica cópula y unión, como está escrito: Y Adam conoció a Eva.
Kaplan afirma: “Si tenemos en cuenta todo esto [todo el estudio filológico que
ha realizado antes], parece que la principal connotación de la palabra Hagah es “la
Existencia Dirigida”. El individuo sosiega su mente hasta un estado de existencia puro,
al tiempo que la dirige a un único propósito [meditación dirigida]. Los métodos de
meditación Hagah implican la repetición de sonidos, palabras, frases y melodías y, por
tanto, están íntimamente relacionados con las distintas formas de meditación mantra.”
El salmo nos está invitando, entonces, a una práctica espiritual constante.
Mediante el estudio meditativo y una repetición asidua de la Torá como foco de
meditación, el individuo llega a un estado de unificación; hace de la Torá espiritual
segunda naturaleza, y eso es como decir que actualiza la conexión con la Mente Divina
(Biná) lo que le lleva a ser el maestro de su propia vida: “Será como árbol plantado
junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que
hace, prosperará”.
Esta es la fórmula de la Torá: Los objetivos, incluso personales, se alcanzan por
la conexión con lo espiritual. Es Dios quien se une a nuestro camino (“conoce” nuestro
camino) y somos alimentados por las corrientes de aguas que hacen que nuestro árbol –
nuestra estructura sefirótica – fructifique y prospere.
Esta idea fundamental trasciende, aunque no contradice, los posibles objetivos
concretos de aplicación del salmo. Algunos son una expresión concreta de la literalidad
del texto. Por ejemplo, leemos en Simush Tehilim, el manuscrito medieval de uso
mágico de los Salmos, que este salmo se utiliza para prevenir un aborto – que el
embarazo culmine en su tiempo – lo cual es una expresión concreta del versículo 3,
citado antes. Podemos aplicar lo mismo a otras intenciones: iniciar cualquier proyecto,
negocio o empresa, enderezar y/o confirmar el propio camino, estar en sintonía con la
Ley de Dios, separarse de energías dañinas, desarrollar la cualidad de la integridad, e
incluso para preparar un cultivo, en particular de árboles frutales. Y un largo etcétera.
Además hay que tener en cuenta los nombres – las fórmulas metafísicas –
criptografiadas en el salmo. Así, un principio hermenéutico establece que en donde se
dice algo en sentido literal, hay oculto un nombre, Divino o angélico, para realizarlo.
Por ejemplo, del fragmento: , “y todo lo que hace
prosperará” se deriva el Nombre de sus iniciales: . Podemos meditar sobre este
Nombre para llevar adelante cualquier asunto.
Esto es válido para cualquier versículo o significado implicado en el salmo.
En otro orden de cosas podemos preguntarnos quiénes son los Reshaím, los
malvados. Vemos que el valor numérico de esta palabra es 620, , que es la
guematria de Kéter, la primera sefirá, emblema de la Unidad Esencial Divina de todas
las cosas. Si nos desconectamos de la Unidad (Karet: corte, separación = 620), somos
presos de la multiplicidad, de la fragmentación, de la divergencia de las partes. Somos
entonces como paja que lleva el viento, es decir, nos vemos entonces sometidos a las
leyes del azar. Dejamos de tener el control y manejo de nuestras vidas.
Y es interesante observar que la primera palabra del salmo, y de todo el salterio,
es Ashré, , bienaventurado, con el significado de felicidad, dicha, satisfacción,
ventura (Asher). Hay que tener en cuenta que esta palabra, Asher, forma parte del
Nombre de Dios Eheieh Asher Eheieh, en el que se toma su valor de relativo, Yo Soy
Quien Yo Soy, pero que también puede interpretarse como el estado de conciencia
Divino de Gozo como nexo de unión entre la esfera del puro Ser (primer Eheieh) y el
devenir (segundo Eheieh).
Y este estado de conciencia de gozo beatífico es el que hemos de generar, entre
otras cosas, para la lectura de todo el salterio. El salmo establece que el modo de
alcanzarlo es viviendo la Torá.
Notamos además que la expresión Asher también se encuentra presente en el
fragmento de versículo que hemos señalado antes: Vejol Asher Yaasé Yatslíaj: “Y todo
lo que hace prosperará”. Todo lo que se realiza en ese estado de dicha prosperará, que
por tanto hemos de generar en la proyección de nuestra voluntad como una de las claves
del éxito.
Este gozo (Ashré) nos pone en conexión con nuestra naturaleza superior:
Podemos contemplar la letra Yod en nuestro corazón como el punto central de nuestra
conciencia, la Resh (que significa cabeza) en nuestro Kéter sobre la cabeza (como
centro de nuestra identidad trascendente), la Shin en el Dáat (en el firmamento)
estableciendo el puente con el mundo espiritual, y la Alef en el Kéter de nuestra Chispa
Divina a su vez un cuanto de la Luz Infinita del Creador.
Ciertamente los salmos están escritos con Rúaj HaKódesh, Espíritu Santo, y su
estudio y lectura meditativa nos preparan para la recepción del espíritu.
La guematria de Ashré es 511, el mismo valor que la expresión EL DEOT,
, Dios de Conocimiento, que se encuentra en el exultante canto de Jana
(Samuel 2:3).
Es en Dáat en donde, en la prñactica de meditación, contemplamos las letras, un
Dáat que se abre en un firmamento de luz.

Para ayudar a contemplar el salmo como una matrix energética (cuyo potencial
apenas hemos arañado en nuestro análisis anterior), hay que ir letra a letra, tal como
establece Dov Baer, el gran maguid, discípulo directo del Baal Shem Tov:
“Al rezar, hay que poner toda la intensidad en las palabras, yendo de letra en
letra hasta olvidarse por completo del cuerpo. Pensando cómo las letras se permutan
entre sí se obtendrá un gran deleite. Y si esto es un gran placer físico, con mayor razón
será un gran deleite espiritual.
“Nos encontramos entonces en el universo de Yetsirá, [el mundo de las
palabras].
“Entonces las letras entran en los pensamientos y ni siquiera escuchas las
palabras que estás pronunciando. Este es el universo de Briá, [el mundo del
Pensamiento].
“Se llega entonces al nivel de la Nada, en el que [todos los sentidos y] facultades
físicas están anuladas. Este es el Universo de Atsilút, [que es el paralelo de] el atributo
de Jojmá-Sabiduría”.1

Vamos entonces a organizar las letras de este salmo según la siguiente fórmula:

Se trata de ocho filas de 31 letras (Nombre de Dios EL = 31), según el valor de


Abraham (248 = 31 × 8), que además establece la conexión con Biná (67 palabras)
según exponíamos al principio de este apartado. Cada línea corresponde a una sefirá, de
Biná a Maljut.
Podemos simplemente contemplar las letras en sucesión (idealmente
visualizándolas en el firmamento en fuego blanco) o leer cada línea pronunciando las
letras con su vocal natural. Esto es una forma de singularizarlas y abrir así todo su
potencial. Así, la primera línea sería:
AShiReYoHeAYoShiAShiReLaAHeLaJaBeATsaTaReShiAYoMeVaBeDaReJaJe.
Después podemos volver a leer el salmo en su semántica literal.
Invocamos así toda la Gracia y Bendición que derrama el salmo.

1
Maggid Devarav LeYaacov # 97. Citado de Meditación y Cábala. Kaplan. Pag 323.

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