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HISTORIA DE EUROPA
DESDE LAS INVASIONES HASTA EL SIGLO XVI
HENRI PIRENNE
LIBRO I
EL FIN DEL MUNDO ROMANO
DE OCCIDENTE
(Hasta la Invasión Musulmana)

CAPITULO III
LA INVASIÓN MUSULMANA

I. La Invasión. muchos menos habitantes que la Germania. Pero este


No existe en la historia del mundo un hecho compara- pueblo acaba de ser convertido por un profeta que nació
ble, por la universalidad y la instantaneidad de sus con- en su seno. Ha roto sus viejos ídolos para pasar brusca-
secuencias, al de la expansión del Islam durante el siglo mente al monoteísmo más puro, y tiene de sus deberes
VII.
para con Dios una concepción extraordinariamente sim-
La fulminante rapidez de su propagación no es menos ple: obedecer a Alá y obligar a los infieles a obedecerle.
sorprendente que la inmensidad de sus conquistas. La guerra santa constituye para él una obligación moral
Desde la muerte de Mahoma (632), sólo ha necesitado que lleva en sí la recompensa. Los guerreros caídos
setenta años para extenderse desde el mar de China al con las armas en la mano gozarán de dulzuras beatífi-
Océano Atlántico. Nada se le resiste. Al primer encuen- cas en el paraíso. Para otros, el botín de los ricos trafi-
tro, derriba el Imperio persa (637-644), después arreba- cantes, que rodean por todas partes la pobre Arabia,
ta sucesivamente al Imperio bizantino todas las provin- será el premio legítimo de tal apostolado militar. No pue-
cias a las que pone sitio: Siria (634-636), Egipto (640- de dudarse que el fanatismo, o si se prefiere, el entu-
642), África (698) y España (711). Los visigodos habían siasmo religioso, ha sido el resorte que lanzó a los mu-
reconquistado España, que estaba en poder de los bi- sulmanes sobre el mundo. Entre las invasiones de estos
zantinos. Su último rey, Rodrigo, desaparece en la bata- sectarios que se ponen en movimiento invocando a Alá
lla de Cádiz (711). y las de los germanos que sólo abandonan sus hogares
Este progreso invasor sólo tendrá fin en los comien- para adquirir tierras más fértiles, la oposición moral re-
zos del siglo VIII, cuando el gran movimiento con que sulta singularmente esclarecedora. Es cierto, sin embar-
amenaza a Europa por los dos lados a la vez fracasa go, que la constitución social de los árabes los hacía
junto a los muros de Constantinopla (717) y ante los sol- maravillosamente aptos para desempeñar este papel.
dados de Carlos Martel, en la llanura de Poitiers (732). Pobres y nómadas, estaban bien preparados para obe-
Entonces se detiene. Su primera fuerza de expansión decer las órdenes de Dios. Les bastaba ensillar sus ca-
está agotada, pero le ha bastado para cambiar la faz de ballos y lanzarse a la aventura. No son, como los ger-
la tierra. A su paso, las raíces de los viejos Estados que manos, emigrantes que arrastran tras ellos mujeres, ni-
se extendían hasta lo más profundo de los siglos fueron ños, esclavos y ganado; sino jinetes habituados desde
arrancadas como por un ciclón; el orden tradicional de la infancia a las algaras y a quienes Alá obliga a lanzar-
la Historia fue trastornado. Allí acabó el viejo Imperio se en su nombre a la depredación del Universo.
persa, heredero de Asiría y de Babilonia; esas regiones Importa reconocer, por otra parte, que la debilidad de
helenizadas de Asia que constituyeron el Imperio de sus adversarios facilitó prodigiosamente la tarea. Ni el
Alejandro Magno, y que gravitaron luego en la órbita de Imperio bizantino, ni el persa, sorprendidos uno y otro
Europa; este antiguo Egipto cuyo pasado se conservaba por lo imprevisto del ataque, estaban en condiciones de
aún bajo el sedimento griego que le protegía desde los resistir. Después de Justino II, el gobierno de Constanti-
Tolomeos; esas provincias africanas que conquistó Ro- nopla no había cesado de languidecer, y en ninguna
ma a Cartago. En lo sucesivo todo esto queda sometido parte, desde Siria hasta España, los invasores encon-
a la obediencia religiosa y política del más poderoso se- traron ejércitos con quienes combatir. A su ímpetu sólo
ñor que ha existido: el Califa de Bagdad. se opuso el desorden. Desde 698, únicamente subsistía
Y todo ello es obra de un pueblo de nómadas, hasta Italia de todas las conquistas de Justiniano. El cristianis-
entonces casi desconocido en sus desiertos pedrego- mo, que había reinado en todas las costas del Medite-
sos, despreciado por todos los conquistadores y con rráneo, sólo conservaba las del Norte. En las tres cuar-
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tas partes de su extensión, las orillas de este mar, que No sucede lo mismo si se encara el asunto desde el
había sido hasta entonces el centro común de la civiliza- punto de vista económico. Aquí los árabes han sido,
ción europea, pertenecían al Islam. gracias a su contacto simultáneo con el Occidente y el
Y no sólo por la ocupación, sino también por la absor- Extremo Oriente, preciosos intermediarios. Desde la In-
ción religiosa y política. Los árabes no respetaron, como dia transportaron la caña de azúcar a Sicilia y a África,
los germanos, el estado de cosas que encontraron entre el arroz a Sicilia y a España (desde donde los españo-
los vencidos. Ni podía ser de otro modo. En efecto: les lo llevarán a Italia en los siglos XV y XVI), el algodón
mientras que los germanos, abandonando su religión a Sicilia y a África; aclimataron en Asia la fabricación de
por el cristianismo, fraternizaron en seguida con los ro- la seda que los chinos les enseñaron; son ellos también
manos, los musulmanes aparecían como propagandis- los que descubren y extienden el uso del papel, sin el
tas de una nueva fe exclusiva e intolerante, que todos cual la invención de la imprenta hubiera sido inútil o,
debían acatar. La religión, en todos los sitios que ellos mejor dicho, no se habría realizado, e importaron la brú-
dominaron, fue la base de la sociedad política, o por jula. Por lo demás, estas y otras muchas innovaciones
mejor decir, la organización religiosa y la organización sólo pasan mucho más tarde a los pueblos cristianos.
pública son idénticas para ellos; la Iglesia y el Estado En un principio sirvieron únicamente para hacer del Is-
forman una sola unidad. Los infieles no pueden practi- lam, en relación con sus vecinos de Europa, un ene-
car su culto más que como simples individuos, privados migo sumamente temible, pues era más rico y se en-
de toda clase de derechos. Todo fue cambiado a fondo contraba mejor provisto. Del siglo VII al XI será sin duda
y en conjunto, de acuerdo con los principios del Corán. el amo del Mediterráneo. Los puertos que construye (el
De la administración, justicia, hacienda y ejército, no Cairo, que sucede a Alejandría, Túnez y Keruán) son las
quedó nada. Cadíes y emires reemplazaron a los exar- etapas obligadas del comercio que circula entre el
cas del lugar. El derecho musulmán substituyó en todas estrecho de Gibraltar y el mar de China, por los puertos
partes al derecho romano y, a su vez, la lengua árabe del Egipto que se comunican con el mar Rojo, y por los
desalojó a las lenguas griega y latina, ante las cuales de Siria, donde concluye la ruta de Bagdad y del Golfo
habían desaparecido desde hacía tanto tiempo los vie- Pérsico. La navegación cristiana se reduce a un tímido
jos idiomas nacionales de las costas de Siria, África y cabotaje a lo largo de las costas del Adriático, de la
España. Italia del sur y entre las islas del Archipiélago.
En estos dos elementos, la religión y el idioma, con- Todas las grandes vías marítimas pertenecen a los
siste la aportación árabe a la civilización musulmana. musulmanes.
Por lo demás, por brillante que fuera durante los prime-
II. Las Consecuencias.
ros siglos del Islam, resulta, en último término, poco ori-
ginal. Los pueblos vencidos estaban más civilizados que UN acontecimiento imprevisto apareja siempre una ca-
sus vencedores nómadas y estos se aprovecharon a tástrofe proporcionada a su importancia. Se arroja, por
manos llenas. Tradujeron las obras de sus sabios y de decirlo así, a través de la corriente de la vida histórica,
sus filósofos, se inspiraron en su arte, y se asimilaron interrumpiendo las series de causas y de consecuencias
sus procedimientos agrícolas, mercantiles e industriales. que la constituyen, las hace refluir en cierto modo, y por
La extensión y la diversidad de los países y de las na- sus repercusiones inadvertidas, trastorna el orden natu-
ciones que dominaron, les ofrecieron un sinnúmero de ral de las cosas. Esto es lo que aconteció en tiempos de
influencias que, mezcladas las unas a las otras, hicieron la invasión musulmana. Desde hacía muchos siglos, Eu-
de la civilización musulmana algo sumamente matizado, ropa gravitaba en torno al Mediterráneo. Gracias a él
pero sin gran profundidad. De estas influencias, la del fue propagada la civilización y sus diversas partes se
helenismo rivalizó con la de la Persia. Esto no puede comunicaron las unas con las otras. En todas sus cos-
asombrarnos, si se piensa que los árabes ocupaban jus- tas, y en sus caracteres fundamentales, la existencia
tamente las partes más ricas y más pobladas del mundo social era la misma, la religión la misma, las costum-
griego de entonces: el Egipto y Siria. Su arquitectura da bres y las ideas las mismas o muy próximas a serlo. La
una idea bastante exacta de la variedad y de la impor- invasión germánica no había modificado nada esencial
tancia relativa de sus "asimilaciones". En la decoración de esta situación. A pesar de todo, puede decirse que, a
se encuentran caracteres que proceden evidentemente mediados del siglo VII, Europa constituía aún, como en
de Persia o de la India, pero la concepción general y las tiempos del Imperio romano, una unidad mediterránea.
partes esenciales del monumento no evidencian menos Pero, bajo el impulso subitáneo del Islam, tal unidad
un parentesco palmario con la arquitectura bizantina. El se rompe de pronto. En la mayor parte de su extensión,
predominio griego se manifiesta más aún en el dominio este mar familiar y casi doméstico, este mar que los ro-
del pensamiento. Aristóteles es el maestro de los filóso- manos llamaban mare nostrum, se hace extraño y hos-
fos árabes, que, por otra parte, no le añadieron nada e- til. El intercambio que se realizaba hasta entonces entre
sencial. En suma, dentro del orden intelectual, la civili- Occidente y Oriente fue interrumpido. Se separan brus-
zación musulmana no ha ejercido una profunda influen- camente el uno del otro. La comunidad, en la que ha-
cia sobre los pueblos europeos y esto se explica muy bían vivido durante tanto tiempo, cesa por muchos si-
sencillamente por lo que hay en ella de artificial, y por el glos, y la Europa de hoy se resiente aún de tal ruptura.
hecho de que las fuentes en las cuales se ha abrevado Obligado a enfrentarse con el este, el Imperio no pue-
con preferencia eran en su mayoría fuentes europeas. de permanecer en el Danubio. Los búlgaros, los servios
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y los croatas se extienden por los Balcanes, y única- despecho del contacto material, la unión del espíritu.
mente las ciudades continúan siendo griegas. No se Por primera vez, desde la formación del Imperio roma-
mezclan con la población como los germanos. El Impe- no, la Europa occidental se encontraba aislada del resto
rio bizantino cesa de ser universal y se convierte en un del mundo. El Mediterráneo, mediante el cual se había
Estado griego. relacionado hasta entonces con la civilización, se cerra-
En 677, los búlgaros someten a las tribus eslavas y se ba ante ella. Éste fue quizá el resultado más importante,
funden con ellas en Mesia. A mediados del siglo IX, su para la historia universal, de la expansión del islamis-
príncipe Boris es convertido por Metodio y toma el nom- mo.1 Porque el cristianismo de Occidente, detenido en
bre de Miguel. sus relaciones tradicionales, se convirtió en un mundo
El Imperio bizantino, desde entonces confinado entre aparte, y no pudiendo ya contar más que con él mismo
la costa de Iliria y el alto Eufrates, consagrará lo mejor se verá obligado a desenvolverse con sus propios me-
de sus fuerzas a resistir la presión del Islam. Su larga dios. Desviado del Mediterráneo, dirigirá sus esfuerzos
historia, hasta el día en que, ya a mediados del siglo XV, hacia las regiones aún bárbaras de más allá del Rin y
sucumbirá, por fin, bajo los golpes de los turcos, tendrá hacia las orillas del mar del Norte. La sociedad europea
aún momentos de esplendor y verá desenvolverse una va a engrandecerse y a sobrepasar por fin las antiguas
civilización cuya originalidad consiste en la mezcla de fronteras del Imperio romano. Con el Imperio franco se
las tradiciones antiguas con el cristianismo ortodoxo y constituye una Europa nueva con la cual se elaborará
una orientalización creciente. Pero casi todo el tiempo esa civilización occidental llamada a ser la del mundo
esta historia será ajena a la de la Europa occidental. Só- entero.
lo Venecia conservará contacto con Bizancio, encon-
trando en su papel de intermediaria entre el Occidente y
el Oriente, el punto de partida de su futura grandeza.
Por lo demás, si Bizancio deja de intervenir en Occiden-
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te, no dejará de ejercer por eso una influencia que ha- Consúltese a este propósito: Henri PlRENNE, Mahomet et Charlemagne.

brá de sobrevivirle a través de los siglos. Ella cristianizó


a los eslavos del sur y del este: servios, búlgaros y ru-
sos, y es su pueblo el que, después de haber sufrido el
yugo turco durante cuatrocientos años, reconstituyó en
el siglo XX la nacionalidad griega.
HISTORIA DE EUROPA
DESDE LAS INVASIONES HASTA EL SIGLO XVI
Al Occidente, su separación de Bizancio le coloca en
una situación absolutamente nueva. Parecía relegarle al HENRI PIRENNE
margen de la civilización, porque desde el origen de los LIBRO I
tiempos fue del Oriente de donde le llegaron todas las EL FIN DEL MUNDO ROMANO DE OCCIDENTE.
CAPITULO III
formas de la vida civilizada y todos los progresos socia-
LA INVASIÓN MUSULMANA
les. Con los árabes, establecidos en España y en la
costa de África, el Oriente, en verdad, se acercaba a él. México.
Pero entre su pueblo cristiano y este Oriente musulmán Fondo de Cultura Económica.
la diferencia de las confesiones religiosas impedía, a 2.003.

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