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15/3/2019 Nueva cavilación del ajolote | Nexos

Nueva cavilación del ajolote


Sara Sefchovich ( )
2015 - Nexos - www.nexos.com.mx

Sara Sefchovich es autora de Ideología y ficción en la obra de Luis Spota (Editorial Grijalbo, México,
1985.)

Roger Bartra: La Jaula de las melancolía. Identidad y metamorfosis del mexicano. Editorial Grijalbo,
México, 1987.

A Roger Bartra le interesa, desde hace varios años, indagar la cultura política en México, esa que ha
mantenido y legitimado al Estado y a las clases dominantes y que ha permitido que los mexicanos
toleren un sistema de injusticia, desigualdad y explotación. Algunos de sus libros anteriores están
centrados en esta búsqueda, así como varios de sus artículos. En La jaula de la melancolía Bartra se
propone un objetivo: descalificar nacionalismo mexicano que impide o dificulta la relación de los
mexicanos con su pasado y con la historia del mundo y que ha uniformado a la cultura política. El
origen de esta preocupación esta en el hecho de que dicha cultura política ya no corresponde a las
necesidades de expansión del propio sistema de explotación y por tanto da pie a que surjan los
cuestionamientos sobre sí misma de parte de sus intelectuales.

Para entender esta cultura política, esta poderosa red de mediaciones legitimadoras, Bartra parte de
una pregunta que obsesivamente ha recorrido la historia intelectual de México, primero en razón de
la conquista y después por la independencia y la revolución, y cuyas respuestas han intentado por
igual extranjeros y mexicanos: ¿Quien es el ser que habita estas tierras? ¿Cuáles son sus características
particulares y sus diferencias con los seres de otros lugares? Lo que interesa a Bartra es dar cuenta de1/6
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algunos
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de los principales mitos y estereotiposNueva
quecavilación
los intelectuales han elaborado como respuesta a
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esta pregunta. La suya es una voluntad de mostrar los lugares comunes que han sustentado y
reproducido estos mitos (lo que si logra); demostrar cómo ellos prolongan por otros medios los
conflictos sociales (lo que también logra, pero en menor medida) y conocer la lógica del proceso (lo
que no consigue).

El trabajo tiene el objetivo de demostrar que esta búsqueda ontológica es falsa. La suya es la idea de
Julio Caro Baroja según la cual la invención del carácter nacional es una actividad amenazadora y
peligrosa y que hablar de eso es contribuir a una entelequia artificial cuya única existencia es literaria y
mitológica, elaborada para favorecer la dominación del Estado. La idea de un alma nacional, de un
carácter típico del mexicano es falsa de principio a fin y sólo tiene que ver con la cultura política
dominante y con su poderosa ilusión unificadora y cohesionadora que pretenden encontrar un
sujeto único de la historia nacional y una textura especifica que le corresponda.

El método para demostrar sus tesis consiste en un corte transversal de las ideas que han sustentado
los intelectuales mexicanos en este siglo respecto a ese modelo del mexicano típico, y demostrar
cómo esa preocupación viene de otras épocas y de un modo de pensar de larga tradición intelectual.
Esto lo hace uniendo el análisis y la crítica del mismo modo en que enseñaron Novo, Cuesta y
Monsiváis, es decir, con sentido del humor y mezclando todo lo que sirva para apuntalar la
interpretación: poesía y canciones, filosofía y ciencia.

El libro sigue dos ejes. Por un lado, el de una metáfora (otra más, pero esta vez en burla) explicativa
del mexicano: la del axolote, viejísimo animal exclusivo y típico de este país, no del todo desarrollado,
que nunca cumple su ciclo total de metamorfosis, que es el ejemplo vivo de la sociedad y que lleva
en si mismo una dualidad: es a un tiempo el camino a la síntesis y la negación de la contradicción.

En los capítulos dedicados a esto, alternados con los del ensayo, Bartra narra lo que ha sido dicho
sobre este animal para mostrar no solo cuánto sorprende este anfibio a propios y extraños sino
también una analogía con la evolución cultural del hombre y con las actitudes políticas en México.
Aquí su camino es deliberadamente tradicional y va desde Quetzalcóatl hasta los científicos franceses
y los escritores como Alfonso Reyes o Cortázar, retomando las ideas de Paz y Fuentes sobre nuestro
supuesto fundamento prehispánico y nuestras supuestas máscaras.
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segundo eje, que es el ensayo interpretativo,Nueva
da cuenta de los mitos principales, de los estereotipos
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inventados por los pensadores:

1. El de la melancolía del campesino, su tristeza y soledad. Dice el autor que la piedra clave del edificio
cultural de este país son los campesinos y el mundo rural, seres de otra época que sobreviven en esta
para reiterarnos el sueño del paraíso perdido, del edén mítico que fue necesario inmolar para lograr lo
que somos hoy.

2. El de una concepción del tiempo y el espacio como inexistentes, que dan por resultado a un ser
perezoso (pasivo, inactivo, acurrucado, lento, manso, indiferente, fatalista, incluso sin temor a la
muerte).

3. El de que los mexicanos llevan adentro a un indio, a un bárbaro, o a un niño y que por tanto son al
mismo tiempo modernos y antiguos, occidentales y primitivos.

4. El de que simultáneamente existe el mexicano de la fiesta, la violencia y la agresión, producto del


surgimiento del proletariado urbano moderno. El resultado de tantas contradicciones por culpa de la
imposición de la historia moderna sobre el ser tradicional, es un personaje resentido, despechado y
rencoroso que pasa de la violencia a la emotividad, de la emoción al resentimiento y, por despecho,
de nuevo a la violencia.

5. El de que este es un pueblo en el que la emoción está sobre la razón, lo romántico sobre lo clásico,
la intuición sobre la disciplina (lo latino sobre lo sajón), de modo que la modernidad y el capitalismo
no se rechazan pero se aceptan con desgano.

6. El de que el mexicano es un ser que huye, se evade de la realidad, disimula, elude, se escabulle, da
vueltas, alburea, hace la finta, va siempre por el camino indirecto.

7. El de que es un ser que echa relajo, es decir, que aprovecha el aflojamiento de las normas que
permite una insubordinación limitada, un divertimento local y domesticado para divertirse y
oponerse a la figura del apretado, el que es digno, fino, cortés y reservado. Nace así la idea de la
hipocresía y las máscaras como defensa y protección.

8. El del culto a la madre buena y al mismo tiempo a la mujer mala, que encarnan en las figuras de La
Virgen de Guadalupe y la Malinche.

En síntesis, según estos estereotipos, el mexicano es un ser dual preñado siempre de su contrario, uno
que pasó de ser indígena a campesino tradicional y por fin a proletario mestizo urbano moderno, lo
que le hace ser al mismo tiempo agachado y violento, pasivo y agresivo, que “entre dos aguas vive la 3/6
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tragedia
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del fin del mundo agrario y del inicioNueva
de lacavilación
civilización industrial”. Es pues un anfibio, un
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axolote, un ser todo contradicciones y ambigüedades: melancolía-desidia-fatalidad-inferioridad y


también violencia-sentimentalismo-resentimiento-evasión.

El de Bartra es un tema viejo al que se le da una forma nueva. Se trata de un libro hecho con la
voluntad muy clara de desafiar y polemizar, tanto por el tema que toca (pues la preocupación
ontológica aún existe en este país ya que la cultura sigue siendo, según la tesis de este autor, lo
suficientemente insegura como para todavía hacerse este tipo de preguntas), como por la visión
política y de búsqueda ideológica que recubre su interpretación (que hoy día es la forma de lectura
de la sociedad que privilegian los intelectuales). Sobre todo por la forma en que lo hace (eso que se la
ha celebrado tanto, su tono de narrativa y su no academicismo y eclecticismo en las fuentes que no
son nuevos, pero sólo ahora es el momento cultural en que ya se les aprecia). Filosóficamente el
ensayo se refiere menos a las ideas y a rastrear sus orígenes y sus porqués que a describirlas y explicar
lo que quieren decir en el contexto de cierta línea del pensamiento occidental.

Metodológicamente elabora un juego que los lectores deben descifrar pero que por momentos se
vuelve peligroso porque reconstruye el mito que se quiere desconstruir. Un ejemplo basta para esto:
en un capítulo el autor se hace la pregunta irónica: ¿tiene sentido ser mexicano?, que remite a la
tradición decimonónica y romántica y a la idea de Ramos de “entonces, ¿por que vive el mexicano?”.
Sin embargo, en la contraportada, esta pregunta que no tiene sentido fuera del juego bartriano, se
anuncia como el eje en torno al cual se plantean los problemas. Y es que es difícil jugar con la ironía y
no deslindarla bien del análisis en un país de código tan formalista como el nuestro. Esto podría
haberse subsanado con la forma de presentación del texto. Bartra quiso separarse de una línea de
pensamiento y criticarla, pero en su modo de hacerlo la reprodujo. La suya es una preocupación
típica de nuestro tiempo, hecha también con una mirada muy de hoy: la de una perspectiva
globalizadora y descalificadora que asume sus propias ambigüedades o, como afirma el autor con
frase de Berman con “la conciencia de vivir en un mundo en el que todo esta preñado de su
contrario”. Bartra aprovecha incluso las contradicciones: un tema viejo se reviste de formas nuevas,
juega pero habla en serio, se burla pero crítica y lo hace desde el mismo lugar privilegiado y hasta
consentido que ocupan los intelectuales en México y que por momentos es prepotente: “los
intelectuales harían bien en volver a leer a…”. O maniquea, por ejemplo cuando afirma que las clases
dominantes se apropian de la cultura como si hubiera deliberación en eso y como si clases
dominadas y dominantes fueran dos mundos separados. En síntesis, este libro no es como el ajolote,
no se “rebela tercamente a la lógica científica de la época”, sino que, al contrario, la sigue cabalmente.

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ensayo de Bartra se plantea un problema interesante aunque se queda trunco en darle respuesta.
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Describe pero no propone. Como ha dicho el crítico Christopher Domínguez, es un diagnóstico sin
tratamiento. Sin embargo, ahí están algunas ideas que el autor no desarrolla y que dan claves de
propuestas. Por ejemplo la idea de que los estereotipos creados por los pensadores a su vez influyen
en el comportamiento de los habitantes de una nación. Esta mirada dialéctica sobre el problema abre
una veta muy rica. Otra es la que explica cómo los estereotipos se crean por condiciones sociales. Por
ejemplo: la indiferencia hacia la muerte como forma de trascender la miseria de la vida. Una mas es la
idea de que también los occidentales, a los que Weber creía tan racionales, neutrales y libres, son seres
llenos de mitos, entre ellos el del progreso y que también están agobiados por la tecnología y
necesitan de rituales. Pero el libro no desarrolla todas estas ideas. Ese es el problema del juego que
intenta hacer: al repetir los esquemas y al describir los estereotipos en lugar de analizarlos, no llega al
centro del problema. En efecto, si el libro de Bartra es un preguntarse desde las urgencias y los modos
de pensar de hoy sobre nuestra historia, se quedó corto, no llegó al fondo del modo que tenemos
hoy de cuestionarnos por qué esa obsesión ha caracterizado al pensamiento filosófico en México, por
qué ha sido eso lo que se han preguntado nuestros pensadores, por qué les ha interesado explicarnos
y diferenciarnos de otros y por qué ese problema sigue vigente y desvela aun a los intelectuales de
hoy. Por ahí el autor da algunas claves cuando afirma que “Para crear el mito del hombre moderno es
necesario reconstruir al hombre primordial y originario, es necesario crear una conciencia trágica de la
oposición entre el bárbaro y el civilizado, es indispensable crearle al hombre moderno un pasado
mítico para que la propia modernidad pueda -aparentemente- despojarse de mitos y enfrentar
racionalmente la construcción del futuro”. Es decir, que los intelectuales crearon estos estereotipos
para poder pasar a la modernidad porque, como afirma el autor, este pueblo indio y mestizo les
resultaba ingobernable y ellos tenían que reinventarlo como les convenía y les tranquilizaba.

Y en este pensar en el mañana es donde aparece con más claridad la posición de Bartra pues en
medio del análisis y del humor nos deja conocer su utopía: una que supone que en México es posible
usar las armas de la crítica, que es posible la disidencia y la libertad, que es posible negarse a aceptar la
metáfora del ajolote que no se transforma y pensar en un México que, en el fin del milenio, si va a
cambiar y a salir de la miseria, el autoritarismo y la explotación.

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ENSAYO Alejandro Rossi: Manual del democracia * Natalia Saltalamacchia Hugo Vargas. Escritor y editor. Coordinador
distraído (1978). Jorge Aguilar Mora: La Ziccardi de publicaciones del Instituto MoraRoger
divina pareja. Historia y mito en Octavio Paz Cuando en septiembre de 2006 (dos meses BartraOficio MexicanoGrijalboMéxico,
(1978). Antonio Alatorre: Los 1001 años de la después de las elecciones presidenciales) 1993208 pp.Como la obra de un radical,
lengua española (1979). Hugo Hiriart: Roger Bartra publicó su ensayo “Fango sobre ajeno tanto a "las presiones del ambiente
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115/3/2019
enero, 2003 la democracia”, Nueva
tirios ycavilación
troyanos del
prestaron
ajolote | Nexos 1 octubre, 1993

In “2003 Enero” 1 julio, 2007 In “1993 Octubre”


In “2007 Julio”

1987 Noviembre.

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