Você está na página 1de 24

ENSAYO

BURGUESÍA Y
PROLETARIADO
(Estructuras mentales)

Leyder Lasprilla Barreto

29/3/2019
Leyder Lasprilla

“Es mejor trabajar unos años

tratando de crear un activo que estar toda

la vida creándolo para otro”.

Robert Kiyosaki

“Tienes que actuar y estar

dispuesto a fracasar. Si tienes miedo de fracasar,

no vas a llegar muy lejos”.

Steve Jobs

“Escucho con atención a

la gente que cree tener la razón… Pero

prefiero seguir a la gente que

tiene los resultados”.

Donald Trump

“Las personas ricas trabajan por

la libertad. No están trabajando para artículos

de comodidad; no para un fin de semana.

Están trabajando por la libertad”.

Grant Cardone

“El tamaño de tu mente determina

el tamaño de tus ingresos”.

Harv T. Eker
2
Leyder Lasprilla

Introducción
Burguesía es un término que deriva del latín burgus, que a su vez viene del germánico baurgs, que
significa fortaleza o ciudad fortificada1. Se puede definir como la clase socioeconómica dueña de
los medios masivos de producción y de distribución en el modo de producción capitalista. De
acuerdo con Karl Heinrich Marx Pressburg, es la clase dominante, tanto material como
inmaterialmente, en una población (ciudad, departamento, Estado, continente o la totalidad del
globo terráqueo), pues tiene el control de la estructura (modo de producción) y, por lo tanto, de la
superestructura (política, derecho, religión/ideología, academia, además de la moda). La burguesía
es la clase socioeconómica que tiene el poder (no necesariamente la autoridad).

La burguesía define los métodos de producción y las formas de distribución (estructura).


Igualmente, determina la forma de gobernar y legislar (política), la forma de sancionar y los
motivos de sanción (derecho), el modo como debe ser visto el hombre, su fin ultérrimo y el universo
(religión/ideología), las formas de estudio y sus contenidos (academia) y establece los tipos de
consumo que determinan lo que significa estar in o estar out a todo nivel (moda)2.

Por otro lado, proletariado es una palabra que deriva del latín proletarius, que a su vez viene de
prole, que significa hijo3. Se puede definir como la clase socioeconómica que, al no ser dueña de
los medios masivos de producción y de distribución, vende su fuerza de trabajo para poder
sobrevivir al burgués o a su propia y pequeña clientela de manera independiente. De acuerdo con
el escritor de Das Kapital, es la clase dominada, tanto material como inmaterialmente, en una
población, ya que no tiene el control de la estructura ni de la superestructura. El proletariado es la
clase socioeconómica inserta activamente en el mercado que no tiene poder4.

El proletariado, normalmente, trabaja acatando órdenes en los métodos de producción y/o en las
formas de distribución que establece y controla la burguesía (estructura). Está sometido a las formas
de gobierno y legislación (política), los motivos y los modos de sanción (derecho), el modo en que
debe ser visto el hombre, su fin ultérrimo y el universo (religión/ideología), las formas de estudio y
1
Burgués, etimológicamente, es el que pertenece a la ciudad. No por casualidad, en alemán citadino se dice bürger.
2
La burguesía decide, también, quiénes serán los actores concretos de la gobernación y de la legislación; quiénes serán
los supuestos “mesías” de la religión que deben seguirse (como el papa); cuáles serán las tendencias arquitectónicas a
tomar en cuenta y los tipos de muebles a considerar como valiosos; cuáles deben ser los pensamientos y paradigmas
científicos dominantes (lo que se traduce en controlar qué investigaciones hacer y cuáles no); cuáles son los deportes
que deben remunerarse mejor y presentarse en los medios masivos de información para saturar la mente de los
espectadores; qué titulaciones son las apropiadas para “salir adelante en la vida”; etc.
3
Proletario, etimológicamente, es el que solo es “dueño” de sus hijos; el que solo es patrón de su descendencia. Los
romanos llamaban así a los que tenían pequeños negocios o eran esclavos y no tenían activos poderosos, solo
aportaban mano de obra con su descendencia.
4
En un litigio en el que se estaba defendiendo ante el jurado de Colonia, en 1849, Karl Marx expresó:

Pero la sociedad no descansa en la ley. Eso es una quimera jurídica. No, es al contrario; la ley es la que tiene que descansar
en la sociedad, la que tiene que ser exposición de intereses y necesidades comunes, derivados del régimen material de la
producción existente en cada época, contra el despotismo individual...

El burgués… halla en la ley, como en Dios, a sí mismo, y por eso la ley es sagrada para él… El obrero sabe demasiado bien,
con excesiva frecuencia lo ha experimentado, que la ley es para él un látigo trenzado por la burguesía… Los obreros no
respetan la ley, solo se subordinan a ella cuando carecen de fuerzas para modificarla”.
3
Leyder Lasprilla

sus contenidos (academia) y a los tipos de consumo que debe tener para estar in (moda) que le
impone la burguesía5.

Ahora bien, además de estas dos clases socioeconómicas, existe otra: el lumpemproletariado (o
subproletariado). Esta expresión deriva del alemán lumpenproletariat, que significa proletariado
andrajoso6. Es la clase que no tiene si quiera empleo. Es decir, la clase que pasa las peores penurias
por no tener ingresos por la venta de su fuerza de producción. Normalmente, recibe colaboración de
la clase proletaria que gana lo suficiente, ya que la mayoría de proletarios no pueden. Están
marginados de la estructura y de la superestructura de la comunidad7. Por ello no se tomará en
cuenta en el desarrollo del texto.

Resumiendo, se tienen tres clases socioeconómicas: la burguesía, que tiene el poder en la estructura
y la superestructura; el proletariado, que vende su fuerza de trabajo a los dueños de la estructura o a
una pequeña clientela de manera independiente, y el subproletariado, que está marginado del modo
de producción.

--------------------------------------

De acuerdo con Robert Kiyosaki, existen cuatro grandes formas de generar ingresos (matriz de
Kiyosaki). Estas son: empleo, autoempleo, construcción de empresa e inversión. Empleo alude al
proceso de vender la fuerza de trabajo a una persona natural o jurídica por cumplimiento de
menesteres dentro de horarios específicos. Autoempleo se refiere al proceso de vender bienes o
servicios de manera independiente a baja escala. Construcción de empresa significa la conformación
de un activo con cientos de empleados que genere ingreso pasivo. Inversión alude a la sola
inyección de capital, con nulo o mínimo esfuerzo de trabajo, en un activo ya formado o por crear
que genere ingreso pasivo.

Según Donald Trump, un empleado no puede convertirse en inversionista sin hacer el proceso
psicoeconómico de transformación paulatino de empleado a autoempleado, de este a empresario y
de empresario a inversionista. El orden de sucesión es inalterable.

5 El proletariado escoge los candidatos a la rama legislativa y a la rama ejecutiva del poder político que le presenta la
clase dominante; se identifica con los supuestos “mesías” que le impone la burguesía, así como también lo hace con las
tendencias arquitectónicas, las teorías y paradigmas científicos, los deportes, las tecnologías y las maneras de “salir
adelante” presentados como los únicos viables por esta última.
6
Etimológicamente, el lumpemproletariado es el sujeto que se viste con harapos y es miserable (lumpig en alemán es
miserable, andrajoso). Fue un término acuñado por Friedrich Engels y Karl Marx entre 1845 y 1846 en su libro La
ideología alemana.
7
Desafortunadamente, hay muchos proletarios que están en el límite para empezar a ser lumpen: tienen pésima
presentación personal y descuidan mucho su higiene corporal. Algunos se presentan en sus lugares de trabajo con
harapos, otros con halitosis y otros tantos con problemas de mal olor en las axilas (ahora, nunca falta que el que se
presenta con todos estos “poderes” reunidos).
4
Leyder Lasprilla

Matriz de Kiyosaki

Empleado Empresario
60 % de la población 4 % de la población

Autoempleado Inversionista
35 % de la población 1 % de la población

Los cuadrantes de la izquierda son los cuadrantes del proletariado. Los de la derecha, los de la
burguesía. El 95% de la población inserta en la economía mundial, de acuerdo con la empresa
dominicana Trading Waves, pertenece a los cuadrantes proletarios y se reparte el 5 % del capital
mundial, mientras que el 5 % de la población restante pertenece a los cuadrantes burgueses y se
reparte el 95 %. Ahora bien, si el 5 % de la población reparte ese 95 % de la riqueza que posee con
el 95 % que no la tiene, en pocos años el dinero vuelve a las mismas manos, pues el problema no es
de dinero, sino de estructura mental (como se verá en el ensayo).

Los ingresos del empleado y del autoempleado son lineales: si trabajan más, ganan más; si trabajan
menos, ganan menos. Los ingresos del empresario y el inversionista son no lineales: no dependen de
la cantidad de trabajo, sino de la inteligencia con la que desarrollen el mismo; por eso en una sola
transacción pueden generar millones de dólares sin consumir exhaustivamente su fuerza de trabajo y
su tiempo, mientras que los dos primeros actores no pueden hacer esto.

Físicamente una persona puede estar en un cuadrante y estar psicológicamente en otro. Por ejemplo,
Steve Jobs, después de su despido del puesto de presidente de la compañía que fundó y de la que era
socio mayoritario, trabajó como repartidor de pizza. Su estructura mental, obviamente era
empresarial, pero su oficio era proletario (tanto como presidente de la compañía como repartidor de
pizzas)8.

-------------------------------------

8
Este desfase psicofísico (la mente en un cuadrante y la actividad productiva en otro) es frecuentemente encontrado
en las redes de mercadeo. Sujetos con mentalidad de autoempleados buscando materializar redes empresariales. Esto,
como es de esperarse, termina en fracaso. No por casualidad dichos sujetos no mantienen el nivel de facturación en su
red (no recalifican). Otros, con mentalidad de empleados, entran a gerenciar y no a liderar, lo que origina
problemáticas interpersonales serias en su red, como explica Richard Poe.
5
Leyder Lasprilla

El presente ensayo tiene como finalidad definir, explicar y ejemplificar cómo es la estructura mental
mayoritariamente dominante (porque hay excepciones) en las dos primeras clases socioeconómicas9,
en virtud de que no todo el que está inserto en la clase burguesa tiene estructura mental burguesa, ni
todo el que vende su fuerza de trabajo tiene estructura mental proletaria, aunque sea así
estadísticamente visto, y poco de esto se habla. De esta manera, quien lea este escrito podrá ubicarse
psicológicamente y definir si piensa, siente y actúa como proletario o como burgués.

Post scriptum: de antemano adelanto que, una gran cantidad de proletarios sentirán disonancia con
las reflexiones que a continuación desarrollaré, pues sé que golpearán el conglomerado de
identificaciones que dan estabilidad a sus identidades personales y a sus lugares funcionales en las
comunidades a las que pertenecen. No obstante, a ellos les digo: dura veritas, sed veritas10.

Desarrollo

Estructura mental burguesa


La mentalidad burguesa está fundamentalmente enfocada en la libertad. La libertad entendida
como la potestad de utilizar el tiempo (el día, la semana, el mes o el año) para llevar a cabo las
actividades que determinen sus valores11 y no las que otro mande. Para ella, el tiempo es un activo
muy valioso y que no es renovable e, ipso facto, busca a toda costa la manera de desligarlo de
actividades obligatorias que no le permitan la autorrealización 12. Por ello, el burgués es un
emprendedor nato: trabaja duro unos años para construir activos que le den el suficiente ingreso
pasivo para sufragar sus necesidades y deseos sin comprometer mucho su tiempo.

El medio a través del cual esta estructura mental logra su fin, como se acaba de decir, son los
activos. Pero no cualquier tipo de activo. Son los activos que generen ingresos pasivos; es decir, los
activos pasivos. Estos activos son entes económicos que generan entradas de dinero sin la presencia
del dueño. Negocios que funcionan en piloto automático, como diría Juan Diego Gómez Gómez.

9
Robert Kiyosaki dijo: “El activo más importante que tenemos es nuestra mente”.
10
“Las palabras agradables no son verdaderas. Las palabras verdaderas no son agradables”, dijo Lao Tse.
11
En la axiología, un valor es aquello que regula el sentir sin mandato externo y sin imposición mental. Cuando la
imposición mental o el mandato externo están presentes, no hay valor, sino pseudovalor. El hipócrita vive enajenado
en falsos valores, por eso no es digno de confianza. Infortunadamente, son muchos los mojigatos (un tipo específico de
hipócrita) que se consideran con altos niveles de inteligencia emocional (y pretenden dar cátedra de ella), pues hacen
sinónima esta bella virtud con ese asqueroso vicio que tanto mal les ha hecho a las relaciones interpersonales. Si hay
alguien realmente bruto, emocionalmente hablando, es el hipócrita.
12
Esto era lo que buscaban Marx y Engels en la sociedad comunista: que la producción para la gratificación de las
necesidades básicas fuese equitativa y trajera como consecuencia la emancipación de la esclavitud laboral, de tal
suerte que los hombres tuviesen (sin preocupaciones económicas) la posibilidad de desarrollar sus más elevados
potenciales. Desafortunadamente, eligieron el camino equivocado (el socialismo/comunismo), con la mejor intención,
por desconocer los niveles de desarrollo de la consciencia (que se tienen a la mano gracias a la psicología evolutiva).
6
Leyder Lasprilla

Por esta razón es que el burgués puede trabajar de lunes a lunes, doce horas al día o más, para lograr
su cometido: construir el activo pasivo. Esto no lo comprenden la mayor parte de las personas, de
ahí que se burlen del emprendedor con esta estructura mental y consideren que este vive en el
mundo de las fantasías. Estos liliputienses no pueden ver que dicho emprendedor tiene en mente una
sola cosa: la libertad, y por ello, así fracase en sus proyectos, volverá a levantarse hasta lograr las
cumbres. El burgués es un ser perseverante.

Todo esto implica autonomía. La mentalidad burguesa se rige por sus propios criterios. Si bien
escucha sugerencias, es consciente de que su vida depende de sus decisiones y que estas son de su
entero dominio. De acuerdo con Inmanuel Kant, un sujeto es adulto cuando ejerce la autonomía: se
rige a sí mismo y se sostiene a sí mismo sin depender de otro que lo cobije como lo hace un padre
con el hijo pequeño13. Y la autonomía, a su vez, le sirve de pivote para la interdependencia, valor
supremo para Steven Covey (el gurú de los hábitos de las personas altamente efectivas) y que se
puede definir como la capacidad para unir fuerzas entre personas autónomas, de tal suerte que
cada una, con su autonomía, aporte lo que la otra no. Esta es la razón por la cual los ricos se
asocian para generar más riqueza.
El hecho de levantarse de cada caída muestra que en su mente cada fracaso es una oportunidad de
aprendizaje. De esta manera, solo concibe dos opciones en su psique: lograr el éxito o aprender
(nunca ve el fracaso como una pérdida). Y sabe que si desarrolla nuevas competencias (aprende),
tanto más cerca estará de su cometido pues sin competencias nada es posible en esta vida. Así,
mientras el vulgus le dice que ‘se olvide de sus fantasías’ y se burla de él, este, al asumir las
consecuencias de su fracaso, se capitaliza en sabiduría, ya que ha comprendido que la propedéutica
del éxito es el fracaso14, porque los fracasos le darán las lecciones pertinentes para llevar a feliz
término sus proyectos.

La mentalidad burguesa comprende que el dinero deriva del desarrollo de competencias


psicoafectivas e interpersonales y, por ello, se apasiona en el desarrollo de las mismas. Es decir, la
mentalidad burguesa sabe que, como dijo Jim Rohn, el éxito financiero es el producto de haber
logrado internamente los niveles de desarrollo que merecen dicho éxito. No por casualidad uno ve
a los emprendedores de verdad estudiando todo lo relacionado con su negocio (por su cuenta; a
través de cursos, conferencias, seminarios, entrevistas individuales, debates o vicariamente) y todo
lo relacionado con las competencias teórico-prácticas y axiológicas necesarias para lograr la
consolidación del activo y, así, conseguir su libertad15.

La mentalidad burguesa nunca se queja de lo que debe aprender y del tiempo que debe dedicar a
ello. No escatima gastos para optimizar sus conocimientos sobre el tema de sus proyectos porque
entiende que la mente es su activo más valioso. Por ello, la mentalidad burguesa jamás se asocia

13
La mayoría de proletarios carecen de autonomía; psicológicamente hablando, según Kant, no son adultos. Por eso
les aterra emprender y andan pendientes del qué dirán.
14
Sabe que después de todo camino de espinas, aparece un camino de rosas; sabe que después de los sacrificios
vienen los disfrutes, pues tiene visión a largo plazo.
15
Donald Trump, por ejemplo, se ha hecho un experto en geomorfología, en virtud de su apasionado y lucrativo gusto
por la inversión en la finca raíz.
7
Leyder Lasprilla

con personas escasas de mente (aunque puede emplearlas en los menesteres puntuales requeridos o
solo verlas como clientes). Comprende que son un peligro para la construcción y la estabilidad del
activo. Desafortunadamente, hay muchas personas que se presentan con mentalidad de burguesas
(pseudoburgueses)16 y, a la hora de la verdad, no son eso ni nada que se le parezca; por eso se debe
tener afinado el “ojo clínico” para escoger a los socios. Esto es algo muy pero muy delicado que no
debe tomarse a la ligera y la mentalidad burguesa lo sabe muy bien.

Y, precisamente, como esta mentalidad comprende que la mente es lo más valioso que tiene,
primero estudia el tema en cuestión y después emite su concepto; primero se da el tiempo de
conocer el asunto y luego lo juzga; primero prueba la fruta y después habla de ella. Es decir, habla
después de la experiencia (a posteriori) y no antes de ella (prejuicio)17. Lo primero es sabio; lo
segundo, necio. El burgués tiene claro que “the proof of the pudding is in the eating” (el pudín se
prueba comiéndolo), por eso ante lo que no sabe o no conoce guarda silencio, se toma el trabajo de
saberlo o conocerlo y si en ese trabajo ve que todavía no comprende o no entiende nada, entonces
busca lo que le permite tener claridad, para luego sí tomar una decisión18. Para esta mentalidad no es
viable eso de que “Yo no sé, pero….”, “En mi ignorancia creo que…”, “Nunca he leído del tema,
pero pienso que…”, “Nunca he vivido eso, sin embargo…”…, esas muletillas propias de quien
nunca ha salido de la zona de confort (zona de pereza y cobardía) son la antítesis de la zona de
transformación en la que vive la mentalidad burguesa (una zona de acciones y riesgos, donde el
coraje y el afrontamiento de dificultades vivenciales es lo frecuente).
El burgués empoderado no conoce de perezas; hace lo que tiene que hacer en el momento requerido,
así esté cansado físicamente de toda su actividad: la pasión por lo que hace se lo permite. No padece
la “enfermedad” de los que no logran nada valioso en sus vidas: la excusitis (como le llama David
Schwartz, el gurú del pensamiento en grande). Si tiene que madrugar, madruga; si tiene que estudiar,
estudia; si tiene que pagar por una asesoría, paga; si debe trasnochar, trasnocha; si debe postergar los

16
Hay muchos sujetos con mentalidad de autoempleado que se presentan como si tuviesen mentalidad de
empresarios. Analizan las grandes oportunidades afines a la burguesía desde el sillón, pero nunca invierten. Su mente
está reducida a los pequeños negocios que dan para la supervivencia, pero se muestran como intelectuales del
mercado (más si tienen postgrados financieros) con “serias” intenciones de crecimiento financiero. Son más verbum
que acción. En su praxis cotidiana (y en la acción es en donde está la realidad de la vida) uno ve el miedo a arriesgarse,
la visión de supervivencia limitada al mes o a la semana, el poco interés en superar sus límites, la imposibilidad de ver
los potenciales de ingreso en las oportunidades que se les presentan, etc., justificando todo esto con aquello de que
saben para dónde van y están enfocados en ello (puras pamplinas, pues quien ve la oportunidad la aprovecha). El
verdadero burgués tiene a metros a este tipo de individuos y, si los tiene en cuenta, es para subordinarlos en un
contrato laboral.
17
De acuerdo con Paramahansa Yoganada, el prejuicio deriva de la ignorancia. Ignorancia es ausencia de sabiduría y
esta deriva de la vivencia comprendida (no de la vivencia sola). Nadie puede saber lo que no ha vivido. A lo sumo, podrá
conocerlo, pero jamás saberlo. El conocimiento es correlativo a los mapas del territorio; la sabiduría es correlativa a los
territorios mismos, no a sus mapas. Sigmund Freud escribió: “Solo la propia y personal experiencia hace al hombre
sabio”. Escuchar consejos sobre el matrimonio de personas que nunca han estado casadas o nunca han convivido en
unión marital de hecho con nadie es perder el tiempo.
18
Ahora bien, si es mucha la experiencia que ya tiene el sujeto en el tema, ahí sí es posible que él mismo emita un
juicio con una vista a vol d’oiseau y tome una decisión. Pero esto no es muy común. Incluso los grandes magnates se
toman el tiempo de escuchar o leer las propuestas que les llevan cuando son novedosas, pues saben muy bien que el
mundo de los negocios se autoperpetúa en la novedad (lo desconocido).
8
Leyder Lasprilla

alimentos, los posterga; si debe viajar, viaja; si debe esperar, espera, etc. Nada lo detiene en la
consecución de sus metas19. Está determinado a cumplirlas y así lo materializará; por eso es
disciplinado20

Por ello el emprendedor burgués desarrolla el carácter, la segunda habilidad más importante del
liderazgo. Con el carácter puede soportar todas las adversidades que se le presenten en el camino y,
más que vivir quejándose, vive realizando acciones para obtener resultados concretos en la
superación de las primeras. Asimismo, con el fortalecimiento del carácter metaboliza los problemas
de su vida de tal forma que la tranquilidad no lo abandona y su salud no peligra. Puede ser un
auténtico consejero para la asimilación y superación de adversidades en la vida, pues tiene la
vivencia de ello y por lo tanto, sus palabras tendrán el respaldo de la práctica21.

La burguesía emergió revolucionariamente (dirían Engels y Marx) del modo de producción


feudalista gracias a los riesgos que se atrevieron a asumir algunos siervos y vasallos, rompiendo así
las cadenas del vasallaje y la servidumbre en el campo para emprender, en total incertidumbre y con
total valentía, en las incipientes ciudades (burgos)22. Y, con esa valentía, tomaron las riendas de la
vanguardia social. No por casualidad Marx y Engels le reconocen muchos méritos a la burguesía,
a pesar de haber sido apologistas del proletariado en su utópica revolución socialista23. La
modernidad fue posible gracias a la burguesía -y la postmodernidad, también-.
La mentalidad burguesa corre riesgos, asume las consecuencias de ellos y, si fracasa, incrementa su
sabiduría; si no, disfruta del éxito adquirido. Es por ello por lo que la vida de los empresarios
exitosos está llena de anécdotas que suenan increíbles para el proletario. El lema que rige la vida del
burgués emprendedor es menos palabras, más acciones.24 Sabe que la vida es una escuela en la
que primero te hacen el examen y después de te dan la lección.

19
El burgués se orienta por el cumplimiento de metas (resultados), no por horas de trabajo. Si en las horas de trabajo
no consigue resultados, no espera contraprestación en la construcción de su activo pasivo.
20
Los japoneses dicen que al final la disciplina terminará venciendo a la inteligencia.
21
No como muchos psicólogos proletarios, que enseñan lo que no han vivido (y la mayoría ni siquiera leído) y
pretenden dar cátedra de lo que no han trascendido. Los ve uno asesorando sobre cómo no perder el norte en la vida
cuando se presenta un divorcio en otras personas y luego resultan con la vida destrozada (sin sentido) porque su
cónyuge los abandonó. Predican, pero no aplican y en la vida real vale el ejemplo, no la retórica; vale la acción, no el
verbum. Quien predica lo que no aplica o lo que desconoce es un farsante de pura cepa (charlatán).
22
No se puede negar que, en aquellos tiempos, hubo burgueses que venían de ser señores feudales; es decir, ya venían
con poder y lo que hicieron fue adaptarse a la nueva modalidad capitalista. Sin embrago, la mayoría fueron
emprendedores hartos del vasallaje y la servidumbre que pusieron por encima su libertad para una vida digna que la
seguridad de su manutención.
23
Marx y Engels escribieron: “La burguesía, desde su advenimiento…, ha creado fuerzas productivas más variadas y
colosales que todas las generaciones pasadas tomadas en conjunto. La subyugación de las fuerzas naturales, las
máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación a vapor, los ferrocarriles, los
telégrafos electrónicos, la roturación de continentes enteros, la canalización de los ríos, las poblaciones surgiendo de la
tierra como por encanto. ¿Qué siglo anterior había sospechado que semejantes fuerzas productivas durmieran en el
seno del trabajo social?”
24
En esto la mentalidad burguesa es afín a las siguientes palabras de Osho: “La vida sólo florece en el peligro, jamás en
la seguridad. Si vives respetablemente estás perdido para la Existencia”.
9
Leyder Lasprilla

La mentalidad burguesa no está enajenada en el consumo de bienes y servicios que no le aportan


nada a su proyecto de vida25. No pierde su tiempo viendo con pasión telenovelas, reality-shows y
noticieros totalmente destinados a desinformar a las masas y, mucho menos, matándose por clubes
deportivos de los que no reciben ni un céntimo26. Tampoco está al servicio del qué dirán, razón por
la cual no vive pendiente de adquirir bienes y servicios solo para que sus vecinos, familiares y
amigos la vean. Su meta es la libertad temporal con dinero suficiente para hacer todo lo que le dé
autorrealización.

Para el burgués de pura cepa, las escuelas y universidades no son requisitos si ne qua non para el
éxito en la vida. Ellos entienden que un título no hace a nadie competente en la vida real y que las
economías de mercado ameritan competencias comerciales, financieras, interpersonales e
intrapersonales que en los claustros formadores de empleados jamás encontrarán27. De este
modo, se puede comprender por qué Richard Branson, dueño del Grupo Virgin (un imperio
empresarial y de inversiones), se retiró de la escuela en noveno grado y Bill Gates dejó sus estudios
universitarios para volverse uno de los hombres más ricos del mundo (y terminar dando empleo a
excompañeros de universidad que sí estaban titulados)28.

25
Bill Gates y Steve Jobs pusieron serias restricciones en sus respectivos hogares para el uso de la tecnología que ellos
mismos comercializaron. Sabían del peligro alienante que tenían y por eso educaron a sus hijos de tal manera que
comprendieran el valor del encuentro cara a cara con las personas y el valor de las reuniones familiares.
26
Condición vergonzosa en la que viven la mayor parte de los proletarios y los lumpemproletarios.
27
Por eso el burgués estudia constantemente cualquier tipo de avance que tengan la economía, la psicología del
liderazgo y la administración. Valora sobremanera la educación psicoeconómica aplicada.
28
Dentro del mundo del conocimiento y del arte en general, las escuelas y universidades nunca han sido
determinativas para que los científicos, filósofos y artistas, en general, hagan avanzar la cultura. Michael Faraday solo
llegó hasta cuarto de primaria, aprendió a leer a los doce años y se convirtió en un científico al que la vida moderna le
debe mucho; Friedrich Engels llegó a hablar 18 idiomas, ser un periodista consumado, un empresario textil exitoso
(que ayudó a Marx económicamente por casi 20 años), conocedor profundo de prácticamente todas las ciencias de su
época y un consumado escritor (también practicaba natación y otros deportes); Giuseppe Verdi fue rechazado por la
academia de Milán (que hoy le hace honor a él llevando su nombre) y, prácticamente solo, con la ayuda de algunos
maestros de música individuales, antes de los 30 años ya era un reconocido genio de la música y antes de los 60
compuso majestuosas obras como Nabucodonosor, Rigoletto, La Traviata, Il Trovatore y Aída, con su bella e imponente
marcha triunfal; Ludwig van Beethoven, el genial sordo de Bonn, a los 17 años se ganó los aplausos de Wolfgang
Amadeus Mozart (el niño prodigio de la genialidad musical, que a los dos años ya leía el pentagrama, a los tres años
hizo su primera composición musical y a los seis años ya era un pianista reconocido que tocaba con los ojos vendados)
estudiando música casi que completamente solo, superó con facilidad las competencias musicales del maestro de
composición de su adultez temprana, Franz Joseph Haydn (otro genio de la música clásica) y dejó un legado musical
insuperable, siendo hipoacúsico (primero) y totalmente sordo (después), por su profundidad (coronando su obra la
más bella de todas sus sinfonías, la Novena, que hace apología de la hermandad entre los hombres con su coral
“Freude schöner götterfunken…”). Sigmund Freud desarrolló el psicoanálisis en su consultorio, no en una universidad y
Albert Einstein elaboró (en 1905) el trabajo que le valió el premio Nobel de Física, en 1921, en la Oficina de Patentes
de Suiza (además de sus trabajos sobre la relatividad del tiempo, la masa y el espacio en virtud del estado de
movimiento del observador y el efecto fotoeléctrico); entre otros casos. José de Jesús Bobadilla, quien fue rector
universitario y hoy es un gigante de las redes de mercadeo, llegó a decir que la “educación tradicional genera retraso
mental”, y Osho, que fue docente de filosofía por diez año, escribió que era “un hecho poco frecuente encontrar gente
inteligente en el mundo académico”. En mi experiencia personal, como estudiante de pregrado, estudiante de
postgrado y profesor universitario, solo puedo decir que las academias dan tristeza y vergüenza (sobre todo las
colombianas, que están carcomidas por la corrupción).
10
Leyder Lasprilla

La mentalidad burguesa hace nupcias con la grandeza: todo lo piensa en grande y hace proyectos
en grande. No se conforma con mediocridades y, mucho menos, con pequeñeces. Por eso se hace
rica. Y si lo que pretende hacer supera su marco mental actual, pues se dedica a superarse a sí
misma: utiliza el proyecto como apalancamiento del kaizen japonés (autosuperación de los propios
límites)29. En su mente no cabe eso de que “Yo no nací para esto o aquello”, “Así soy yo y nunca
podré dejar ser así”, etc.30 Esas excusas, que buscan justificar el apoltronamiento holgazán en la
zona de confort, jamás forman parte de sus cadenas de pensamiento, pues en su ser vive un ganador
y no un perdedor. Ella tiene claro que la práctica hace al maestro.

Al burgués empresario se le deben todos los empleos que permiten llevar el pan de cada día a
muchas mesas31. El trabajo creativo de él para poner en funcionamiento nuevos activos es lo que
permite a un ingeniero (en una fábrica) o a un médico (en un hospital) ganarse la vida. Sin las
vacantes que él crea, los que venden su fuerza de trabajo para comer no tendrían de dónde
derivar ingresos32.

Una de las herramientas más potentes de la estructura mental burguesa es el apalancamiento: la


capacidad de lograr cada vez más haciendo cada vez menos. Por eso utiliza los créditos bancarios,
si carece de capital en el momento (D.O.P., dinero de otras personas) y se apalanca en la delegación
de responsabilidades (T.O.P, tiempo de otras personas). De esta manera, logra más de lo que sola, y
con más trabajo, lograría. Los empresarios e inversionistas son totalmente dados al uso del
apalancamiento crediticio, pues se enfocan más en las oportunidades que en los riesgos. En ellos,
eso de que prestar en bancos es meterse en problemas o adquirir dolores de cabeza innecesarios no
existe. Asimismo, al delegar responsabilidades en otro (como a un gerente), libera su tiempo a la vez
que genera empleo.

La estructura mental burguesa busca oportunidades con potenciales grandes. Desea hallar lo que
no solo le dará hoy para sufragar gastos de supervivencia y diversión, sino aquello que, además de
esto, le dé a futuro (a mediano o largo plazo) libertad financiera. Ella no está pendiente de negocios
que den dinero mensual, pero que no permiten avanzar hacia lo grande. Todo lo que sea oportunidad
y que con apalancamiento en cinco años o menos lleve a lograr las cumbres, será valorado por esta.
Ahora, si la riqueza se verá en más de cinco años, pues igualmente toma la oportunidad, porque su
base de acción es la visión a largo plazo para obtener la libertad. Su prioridad no es la
supervivencia; su prioridad es la libertad, y por ella está dispuesto a esperar y hacer los sacrificios
que sean pertinentes.

29
“Si de todos modos hay que pensar, más vale pensar en grande”, dijo Donald Trump (actual presidente de Estados
Unidos).
30
La neurociencia ha puesto al descubierto la neuroplasticidad: la capacidad que tiene el cerebro de crear nuevas
sinapsis para adaptarse a cualquier situación. La neuroplasticidad deja claro que el encéfalo del homo sapiens sapiens
no tiene límites de aprendizaje.
31
Carlos Slim es el más grande empleador de México, no el Estado mexicano.
32
Lo paradójico de todo esto es que los que salen a vender su fuerza de trabajo mediante el marketing de repartición
de hojas de vida, porque su pequeña mente no les da para más, son los que se burlan de los “castillos en el aire” que
hace el burgués emprendedor cuando está en sus inicios y todavía no puede mostrar riqueza. Albert Einstein dijo: “Dos
cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo, aunque de la segunda dudo un poco” (es decir, que de la
primera está totalmente convencido).
11
Leyder Lasprilla

En síntesis, desde el Renacimiento, es la burguesía la que hace evolucionar la sociedad. Incluso si


de ella no emerge la idea innovadora, ella es la que hace el patrocinio para estabilizarla en el
mercado y optimizar las condiciones sociales.

Por todo lo dicho hasta aquí, se comprende fácilmente la razón por la cual los burgueses se dan
vacaciones y comodidades a lo grande: su estructura mental opera espontáneamente así, además de
que bien merecidas las tienen33.

33
Es pertinente acotar que la valentía para asumir riesgos, la capacidad de capitalizar en sabiduría los fracasos, el
hábito de estudiar primero y hablar después, el empeño en el kaizen y el aprender vicariamente son características
afines a las que se necesitan en la espiritualidad, no en la religión. La espiritualidad es la realización de Dios (la religión,
la realización de nada). Swami Vivekananda escribió: “Contados son aquellos que se atreven a ir al encuentro con Dios,
pues para lograrlo se requiere un temple de acero y plena determinación”
12
Leyder Lasprilla

Piensa en grande

Dsiciplinada

Emprendedora

Se enfoca en la
libertad

Piensa en activos
pasivos

Tiene carácter

Trabaja por metas


Estructura mental

Practica el kaizen
burguesa

Hace evolucionar la
sociedad

Se apalanca en
D.O.P. y en T. O. P.

Es autónoma

Es interdependiente

Genera empelo

Enfatiza la acción
sobre el discurso

Tiene visión a largo


plazo

Es perseverante

Habla a posteriori

Se arriesga
13
Leyder Lasprilla

Estructura mental proletaria.


La mentalidad proletaria está fundamentalmente enfocada en la seguridad. La seguridad
entendida como la certeza de garantizar ingresos para la supervivencia. Por ello no da valor a la
libertad y sacrifica su tiempo (un activo muy valioso, no renovable) para obtener los recursos de su
supervivencia y la de su familia. Esto lo lleva a vender bienes y servicios (fuerza de trabajo)
directamente para dicho fin sin darle valor a la libertad que deja de disfrutar34. En esto, el
proletario es exactamente igual al animal: vive para sobrevivir. Nada más.

Como para sobrevivir debe utilizar su tiempo, la mentalidad proletaria utiliza como medio el activo
activo. Este activo es aquel que genera flujo de efectivo con la presencia de su titular y, por lo tanto,
no puede decirse que funciona cabalmente en piloto automático, ya que si el sujeto se retira por
varios meses, muy probablemente quede en la quiebra.

Por esta razón es que el proletario puede trabajar toda su vida, incluso con pocos descansos al
mes, para lograr su cometido: mantenerse con vida y darse pocos o moderados gustos, si le es
posible. Él no puede ver más allá de sus narices y da, a cambio de dinero, su tiempo. Tiempo que
no puede usar para autorrealizarse en lo que realmente le gusta, compartir con su familia,
compartir con sus amigos, viajar, divertirse, descansar, etc., ya que el tiempo les pertenece a sus
clientes (si es autoempleado) o a su empleador (si es empleado), lo cual ve como lo más normal y
necesario del mundo, haciendo caso omiso de la libertad que viven otros individuos (los burgueses)
o ignorandola (mayoritariamente).

Todo esto implica heteronomía, total en el empleado y parcial en el autoempleado. La mentalidad


del empleado se rige por lo que diga su empleador o superior directo. Debe escuchar y acatar las
órdenes que se le dan, dejando la responsabilidad de dichas acciones en el dueño de su tiempo.
No tiene realmente tomadas las riendas de su propia vida. Por esto, desde la óptica kantiana, no es
un sujeto adulto, pues sobrevive gracias a la heteronomía, tal como el hijo pequeño lo hace con
sus padres35. Y donde hay heteronomía es poco probable que haya hábitos altamente efectivos. Ello
explica el por qué, normalmente, los empleados casi no evolucionan en el tiempo: uno los deja de
ver 15 años y son casi que exactamente los mismos, pero con más canas, arrugas y patologías.
Por otra parte, la parcial heteronomía/autonomía del autoempleado le permite tomar un poco más
control de los derroteros de su vida: él decide, si tiene su propio consultorio, por ejemplo, qué días
atender y hasta qué horas; si tiene clientes que atiende a domicilio, puede decidir qué días estar
disponible y qué jornada (matutina, vespertina o nocturna); si tiene una tienda, puede decidir qué
productos vender, qué clientes atender y cuáles no. No obstante, estas decisiones están limitadas por
la posibilidad de ingresos que genere o deje de generar (he aquí la heteronomía).

34
Precisamente era esto lo que Marx y Engels deseaban eliminar del proletariado: la poca disponibilidad de su tiempo
para el ejercicio de su libertad en actividades de autorrealización. Desafortunadamente, hoy por hoy, los proletarios
están más interesados en seguir siendo esclavos laborales que sujetos libres con poder adquisitivo. Si esos gigantes
del pensamiento estuviesen vivos hoy, ¿qué pensarían de los proletarios? Tanto trabajo de revolución proletaria para
nada.
35
No por casualidad, con poca probabilidad abandonan esa zona de confort, así estén tristes en ella: malo o bueno
comen, pagan sus facturas y salen los sábados por la noche a divertirse (itero, si pueden).
14
Leyder Lasprilla

El hecho de madrugar cada día laboral para ir a cumplir sus deberes hasta la vejez muestra que el
proletario, prefiere nunca correr riesgos para llegar a disfrutar verdaderamente de la vida en
libertad y quedarse en una estrecha rutina insípida de vida que no va más allá de la animalidad en
su esencia (la supervivencia). Para él un fracaso en una nueva actividad iniciada es el fin del
mundo. No puede ver las valiosas lecciones de vida que dicho fracaso encierra; no puede
capitalizar en sabiduría el dolor de no haber logrado la meta para reiniciar mejor preparado. No
comprende que cuanto más aprende de los errores cometidos tanto más cerca estará de las
competencias que requiere para llevar a feliz término sus proyectos. Además, presta total atención a
lo que dicen los demás sobre sus “fantasiosos” intentos de superación, lo que termina
incrementando el deseo de desistir y el miedo de reemprender36.

La mentalidad proletaria no comprende la dinámica del dinero y del mercado (por esto es un
peligro dejar en manos proletarias, generalmente, un activo pasivo, como lo pretendía el
marxismo)37. Ella considera que el dinero es algo escaso y que solo los que trabajan duro (como
burros) toda su vida pueden lograr tener un poco de él, ya que las “grandes fortunas solo son para
seres privilegiados desde el nacimiento”. No puede ver que el éxito financiero es el producto de la
transformación interna de su ser, ya que primero hay que SER para HACER y luego hacer para
TENER. Por ello no se interesa en lo más mínimo por superar sus propios límites. No por
casualidad los proletarios son, frecuentemente, ajenos al autodidactismo38, la asistencia a cursos,
conferencias, seminarios y al aprendizaje vicario. Sienten que el universo llegó con ellos hasta
donde tenía que llegar; piensan que nada valioso hay más allá de lo que han alcanzado; consideran
que desarrollar más competencias teórico-prácticas y axiológicas de las que tienen es perder el
tiempo, ya que no conectan el nivel de ser con el nivel de tener39 y su vida se consume en el trabajo,
pues viven para trabajar y no trabajan para vivir40.

36
No sabe que después del camino de espinas viene el camino de rosas y por ello prefiere quedarse en el camino de
piedras de su actividad laboral que no lo conduce, generalmente, a nada grande en la vida.
37
Aquí es importante resaltar que los proletarios, con inusitada frecuencia, consideran que mucho dinero es malo o
que interesarse seriamente por acumular grandes capitales es algo, per se, malvado. De ahí sus dichos: “Pobre, pero
honrado” (como si todos los ricos fueran deshonestos) o “No soy rico, pero vivo tranquilo” (como si la riqueza fuera
fuente de perturbaciones por sí misma). Esto los lleva a rotular de ambiciosos y enfermos a todos los que manifiesten
un serio y apasionado deseo por llegar a la riqueza. Obviamente, esto es un conjunto de prejuicios propio de la
ignorancia financiera y no es para nada una realidad, ya que no todos los ricos son avaros con el dinero. De hecho, el
burgués de pura cepa no va por el dinero; va por la libertad, que es otra cosa asaz diferente.
38
Y si les gusta la lectura, lo que leen no les permite dejar esa estructura mental; por el contrario, la estabiliza todavía
más.
39
De esta forma, cuando se les recomienda leer libros o escuchar conferencias sobre emprendimiento, liderazgo,
superación personal y administración espetan, neciamente, que eso es información basura y que no están para perder
el poco tiempo libre que les queda, por su esclavizante trabajo, en esas “carretas para bobos”, cerrándose así a la
oportunidad de iniciar el camino hacia la abundancia material e inmaterial. Definitivamente, la ignorancia es atrevida.
40
Por ello es tan frecuente ver en el proletario (y más si está ya pensionado) un terrible estancamiento en su psique.
Parece un fósil del museo de la consciencia. Detienen su desarrollo mental alrededor de los 30 años, a pesar de las
arrugas que ostentan con orgullo por la “experiencia de vida acumulada”. Llegan a la vejez siendo totalmente
heterónomos; es decir, siendo menores de edad psicológicos (a decir de Kant). Es triste ver el nivel espantoso de
ignorancia sobre la realidad política, jurídica, económica, sociológica, psicológica, biológica y filosófica que reina en los
proletarios mayores y pensionados (sobre todo en estos, que normalmente viven en un anacronismo, incluso, sobre su
propia actividad laboral). Su vida, llena de una tibia monotonía y sin el ingrediente de la vida auténtica, cual es, por
15
Leyder Lasprilla

La estructura mental proletaria se queja de lo que debe aprender y del tiempo que debe dedicar a
ello, si le es impuesto en su dinámica de trabajo. Tiene mil y una excusas para no optimizar sus
conocimientos en el tema, pues es totalmente inconsciente de que la mente es su más valioso
activo41. Por ello no siente la más mínima molestia por perder su tiempo asociándose con sujetos
que nada valioso aportan a su vida, al tiempo que huye de los que sí pueden hacerlo (muchas
veces carcomidos por la envidia, el peor de los males de la especie). Igualmente dicha inconsciencia
sobre el valor de su mente la lleva a considerar que su empleador (el burgués) tiene las mismas
estructura mental y dinámica de vida que ella. El proletario se imagina que su empleador, dueño del
activo, piensa como él, le gustan las mismas cosas que a él y tiene las mismas prioridades que él.
Nada más lejos de la realidad, como quedó claro en el pasado segmento sobre la mentalidad
burguesa. El burgués, si bien tiene un cuerpo físico con las mismas necesidades fisiológicas que
el proletario, vive en un universo vital totalmente diferente del de este último42.

En el mismo sentido, como dicha estructura infravalora el activo mental, no le da la suficiente


importancia como para nutrirlo con contenidos serios: generalmente vive llena de prejuicios y desde
ellos juzga, comunica primero y estudia después, da su concepto sin haberse tomado primero el
trabajo de entender el tema de turno, da por sentado lo imaginado, evita así investigar y
despotrica de una fruta sin haberla probado. No es de extrañar que ante temáticas prácticas,
teóricas o axiológicas que no maneje, dé cátedra desde el “Yo no sé, pero…”, “Nunca he leído del
tema, pero pienso que…”, “En mi ignorancia creo que…”, etc. irrespetando los oídos de sus
interlocutores, haciéndoles perder el tiempo escuchando locuras productos de una nesciente
imaginación apoltronada en la zona de confort43, donde reina la involución consciencial. Ella
considera que tener ingresos que garanticen la supervivencia es sinónimo de saber sobre la vida o
cualquier otra dimensión de la realidad (y por eso se ofende cuando le recuerdan que es proletaria,
no sabia e, ipso facto, no tiene derecho a predicar de lo que no sabe). Esto constituye una total
insensatez a la vez que una perfecta materialización de la charlatanería.

El proletario, una vez consigue estabilidad económica en su intercambio de dinero por tiempo, tiene
todas las excusas del mundo para no hacer lo que le permite optimizar sus condiciones de vida
(padece excusitis). Si le piden que a proveche una nueva oportunidad de inversión, tiene una excusa
para decir que no; si le piden que aprenda un nuevo proceder para ampliar la cobertura de su
actividad laboral, dice que no lo necesita; si se le sugiere aprender sobre la biología de las

antonomasia, el riesgo (como diría Erich Fromm) les impide el acceso a la sabiduría, pues esta deriva de la vivencia
comprendida. Así, terminan siendo viejos, pero ignaros: la peor combinación psicológica que puede darse en una larga
vida. Canas sin universidad de la calle (sabiduría) constituye un irrespeto a las canas.
41
Y si destina recursos para hacer diplomados, cursos o postgrados, no lo hace por motivación intrínseca (ser cada vez
mejor como autorrealización personal), lo hace para obtener un ascenso y así incrementar su seguridad sobrevivencial.
42
Carl Gustav Jung decía: “Vemos el mundo no como es, sino como somos”. El mundo que ve el proletario no se
parece en nada al mundo que ve el burgués, a pesar de ser el mismo planeta (continente, país, departamento o
municipio), ya que ambos tienen estructuras mentales diferentes.
43
Esta es la zona neurotermodinámica en la que viven los animales, de los que el hombre, en general, tanto se ufana
de manifestarlos como inferiores a él. Sin embargo, el proletario con su enfoque absoluto en la supervivencia no se
diferencia mucho de él. Es muy común escucharlo decir: “Después de que haya dinero para comer, dormir tranquilo y
tener familia, todo está bien”. El proletario viene a este mundo con un gran potencial, sin embargo él mismo se
encarga de atrofiarlo (como muy bien deja claro el “padre rico” de Robert Kiyosaki).
16
Leyder Lasprilla

enfermedades, para que sepa qué hacer en caso de enfermarse, expresa que “Para eso está la platica
que tiene destinada para casos de mala salud”; si le piden que aprenda filosofía para que entienda
el significado y el sentido de su vida, dice que no porque ya “tiene su vida resuelta” etc. Nada lo
saca de su zona de confort y está totalmente determinado a morir en ella. Dios le da una mente con
posibilidades infinitas y el proletario la desperdicia44.
Todo esto conlleva en la mentalidad proletaria el poco o nulo desarrollo del carácter que la
identifica. Esto hace al proletario débil para afrontar dificultades y miedoso respecto de la asunción
de riesgos, por las adversidades que ello trae. Por esto el proletario soporta indefinidamente abusos
de todo tipo en la organización en la que trabaja, cuando es empleado. Y, como no tiene otra
forma de ganarse la vida que vendiendo su fuerza de trabajo, le produce terror asumir el riesgo de
exigir respeto laboral ante su opresor. Esto lo hace un ser indigno; reducido a una caricatura de
hombre (así tenga dos maestrías y tres doctorados); no merecedor de ningún tipo de respeto como
adulto, pues revela que por apego a la seguridad de su supervivencia, permite que le vulneren sus
derechos, olvidando que el opresor es opresor hasta cuando el oprimido se revela. Así, el empleado
explotado se convierte en un camaleón que se acerca al árbol que más sombra le dé, traicionando
la confianza de sus compañeros de trabajo, con tal de permanecer en el puesto. Pierde todo
recato; se deshace de todo escrúpulo; renuncia a la honestidad, convirtiéndose en una lacra con
ropaje de santo45, por no tener el coraje de emprender un nuevo camino financiero. Deja de ser un
sujeto de derechos para convertirse en un objeto de explotación para el beneficio económico de la
organización en la que su sentir queda anulado ante los ojos de la directiva y retorcido ante los
ojos de los demás empleados.

El proletariado emergió de la enorme cantidad de siervos del modo de producción feudalista que
emigraron a las ciudades para hacer en las manufactureras lo que ya sabían hacer: trabajar para otros
(los burgueses) anulando su autonomía. Al proletariado no se le debe la salida de la Edad Media
hacia la modernidad, pasando por el Renacimiento46, que tuvo la especie. Dicha clase social solo
fue la mutación que sufrió la servidumbre medieval cuando llegó a los activos ya construidos por
los emprendedores burgueses.
La mentalidad proletaria es reacia a asumir riesgos, pues carece del carácter para afrontar las
consecuencias de ello; por esto se pierde de la oportunidad de conocer la satisfacción de vivir las
cumbres del éxito. En virtud de esto, en la vida del proletariado brillan por su ausencia anécdotas

44
De ahí que reduzca sus sueños a sus ingresos y no incremente sus ingresos al tamaño de sus sueños, como hace el
burgués.
45
Termina por ser un hipócrita de tiempo completo, que esconde sus antivalores cual lobo vestido de oveja, para así
dar el golpe por la espalda a quien le represente peligro por sus méritos o a quien pueda mancillar para quedar bien
con la cúpula del poder organizacional y así conservar su puesto. Toda esta dinámica es 100 % salvaje, pues así viven
los animales en la selva. No por casualidad Charles Darwin planteó la supervivencia del más apto en el mundo natural
basándose en los trabajos de Robert Malthus sobre el mundo económico. Él expresó que así como en la sociedad todo
es a base de las arbitrariedades del más poderoso, en el mundo natural manda el más fuerte. No dijo que así como en
el mundo animal sobrevive el más fuerte, en el mundo social sobrevive el más poderoso.
46
Al proletariado también ingresaron vasallos que llegaron a las ciudades buscando mejores oportunidades, pero no
para emprender, sino para subordinarse al mandato de otro en una mejor posición que la del siervo (tal como sucedía
en el campo).
17
Leyder Lasprilla

extraordinarias que den color intenso a la vida y estén cargadas de grandes enseñanzas. El lema del
proletario es más seguridad, menos riesgos47.

Por otra parte, la estructura mental proletaria, en virtud de la cárcel de su rutina laboral, busca
olvidarse de sí misma alienándose en el consumismo48: una condición que no la deja avanzar
financieramente y, por ser un vicio, no nutre su vida de virtudes. Le encanta perder el tiempo viendo
cuanta telenovela y reality-shows estrenan en los canales nacionales e internacionales; le fascina
desinformarse con las distorsionadas noticias de los telediarios más populares; y expresa su
máximo nivel de enajenación en lo relativo al fanatismo por los clubes deportivos, llegando a
matarse con el prójimo por diferencias en sus percepciones de los mismos49. Asimismo, dicha
estructura mental está al servicio del “¿qué dirán?”, razón por la cual, con sus limitados recursos,
está pendiente de qué bienes y servicios consumir para que sus vecinos, familiares y amigos la
vean a la moda (que está in) y que no carece de dinero, olvidando la paremia “Dime de qué haces
alarde y te diré de qué careces”. Su meta es garantizar la supervivencia en la seguridad sin riesgo,
aprovechando los tiempos libres para olvidarse de sí misma alienándose en lo que sea. Una
condición vital que da pesar.
Para la mentalidad proletaria el tránsito por la escuela y la universidad con buenas calificaciones es
el camino ideal que condice al éxito. Para ella quien no tiene estudios de este tipo (pues no
legitima otro tipo de estudios, como el autodidactismo50), no tiene prácticamente ninguna
probabilidad de salir adelante en la vida, ya que “ninguna empresa buena o grande lo contratará”.
Por eso es muy común escuchar a los proletarios quejarse de no haber podido cursar estudios
superiores si no son profesionales o quejarse de no poder hacer postgrados si lo son51. De esta

47
Respecto de esto, acota Jiddu Kirhsnamurti: “Una mente temerosa no se atreve a desviarse de su condicionamiento
y ello engendra hipocresía”; alguien escribió una vez: “No existe cosa más arriesgada que no arriesgarse”; Lessing dijo:
“Muchos se equivocan por miedo a equivocarse” y Osho comentó: “El que tiene miedo a equivocarse no crece jamás”.
Por ello, es muy, pero muy poco probable que un proletario pueda ser espiritual.
48
Llamando poderosamente la atención el hecho de ser, mayoritariamente, una clase socioeconómica con mucho
menos poder adquisitivo que la burguesa. Malgasta lo poco que tiene.
49
Es increíble ver que el proletario, comúnmente, da prioridad al deporte (no remunerado) sobre la consecución de
sus metas para la autorrealización en la vida y sobre dimensiones de la realidad tan importantes como la política y la
salud. Sabe más de delanteros de un club deportivo que del sistema de pensiones en el que cotiza o recuerda con
mucha facilidad las fechas de los partidos más aclamados en detrimento del recuerdo de las fechas en las que se dieron
escándalos políticos por corrupciones de la peor estirpe. Con inusitada frecuencia, el proletariado es una clase sin
memoria política, por eso elige a los mismo bandidos de siempre para legislar y gobernar. Es la clase social donde
cobra vida la expresión “pan y circo” de los romanos.
50
“Ser autodidacta es, estoy convencido, el único tipo de educación que existe”, dijo Isaac Asimov.
51
Es sorprendente ver cómo los proletarios con acceso a los estudios universitarios infravaloran a quienes no los
tienen (terminan una maestría o un doctorado y se sienten dioses de la inteligencia), como si la vanguardia del
conocimiento estuviese en las universidades. Cosa totalmente falsa, pues, en promedio, las universidades (sobre todo
las latinoamericanas) viven desactualizadas unos 30 años respecto del conocimiento producido y manejado por los
verdaderos científicos, filósofos e intelectuales en general. Las universidades son los espacios de la inferioridad y la
mediocridad, por ello allí pisotean, hasta más no poder, a las mentes realmente avanzadas que se atreven a cuestionar
y hacer temblar el status quo. Por ello, el médico Julio Cesar Payán escribió: “A nosotros en las escuelas de Medicina
cuando se nos ocurre algo, inmediatamente todo el establecimiento se nos viene encima: ‘¿En dónde lo leyó?’. Es
decir, se nos está diciendo: ‘A usted no se le puede ocurrir nada. Usted es incapaz de pensar’” y el profesor y políglota
Ángel María Camargo Lugo dijo una vez: “En las universidades reina la brutalidad”.
18
Leyder Lasprilla

manera, es fácil verlos sacando pecho por haber terminado una carrera universitaria, como si el
mundo fuese a ponerse a su pies por ser profesionales. Nada más lejos de la realidad, pues en el
mundo real las personas valen en el mercado por lo que pueden producir y no por los títulos que
tienen (cuánto tienes, cuánto vales). Además, con el advenimiento de la era informacional y su
globalización, el avance vertiginoso de las tecnologías está dejando sin empleo a cada vez más
empleados (es mejor, en términos de costos y efectividad operativa, un software contable que veinte
auxiliares contables).

El proletario, con inusitada frecuencia, hace nupcias con la mediocridad si es de clase media y
con la inferioridad si es de clase baja. Desconoce totalmente lo que es la magia de pensar en
grande; todo lo que piensa lo hace en término de pequeñez y con eso se conforma. Esto lo convierte
en un conformista de primera línea y un liliputiense a carta cabal52. Por ello nunca llega a
conocer la riqueza: la suma del ilimitado poder adquisitivo y la libertad temporal para hacer con su
vida lo que le venga en gana. Él solo se autorrealiza porque va a buenos restaurantes y discotecas,
en donde se toma fotos para exhibirlas en las redes sociales y mostrar ambas “proezas”. De esta
forma, el kaizen japonés brilla por su ausencia y las justificaciones del tipo “Yo no nací para más” o
“Este soy yo y así moriré” para permanecer estancado abundan como las estrellas en el cosmos53.
En su ser vive un perdedor, no un ganador54, generalmente. No comprende que, a cualquier edad,
la práctica hace al maestro.

A los proletarios, cuando son autoempleados55, no se les deben las grandes vacantes y, mucho
menos, la generación masiva de las mismas. No son los motores de la economía de un país; ni si
quiera de un pequeño municipio. No colaboran, a gran escala, en la posibilidad de llevar la comida a
la mesa de miles de familias. Su estructura mental no da para tanto; no tendría con qué soportar
semejante responsabilidad.

La estructura mental proletaria no entiende prácticamente nada sobre el apalancamiento, por eso
cree que solo matándose en el trabajo es que puede generar algo de ingresos. Le aterran los créditos
bancarios (apalancamiento en D.O.P.), porque solo cuenta con sus ingresos lineales para
pagarlos. No puede ver las enormes posibilidades para la construcción de activos pasivos que un
crédito bancario le ofrece, pues se enfoca más en los riesgos que en las oportunidades. Igualmente,
no se confía del apalancamiento interpersonal (T.O.P.), ya que para ella nadie puede hacer las
cosas como ella las hace y por eso no ve a nadie apto como para delegar responsabilidades. Y si
delega es porque la responsabilidad es de poca monta o porque va a estar allí vigilando (por eso

52
Aunque, claro está, considera que sus aspiraciones son gigantes y su tamaño mental es enorme. Pobre, no tienen ni
la más remota luz sobre su realidad.
53
En el proletario es muy común encontrar una total falta de uso del recurso llamado neuroplasticidad. Vive como
autómata, realizando mecánicamente todo lo que necesita para sobrevivir y divertirse: se levanta, desayuna, se viste,
va al trabajo, almuerza, continúa trabajando, llega a casa, cena, ve las noticias, “arregla el mundo”, ve programas
basura para entretenerse, disfruta de unas “canitas al aire” antes de dormir y reinicia al día siguiente la misma rutina.
Parece que tuviese el cerebro solo como un lujo.
54
Los ganadores imponen las reglas; los perdedores las sigues (como dice José de Jesús Bobadilla).
55
Del empleado ni se hable, pues desconoce totalmente cómo generar empleo. Él solo sabe hacer marketing personal
para que lo contraten en un empleo ya constituido.
19
Leyder Lasprilla

expresa que “el ojo del amo engorda al caballo”). Esto le impide el acceso a la libertad. El
proletario es su propio carcelero.

La mentalidad proletaria, comúnmente, busca pequeñas oportunidades o, a lo sumo, medianas


(aunque no es muy común). Desea hallar solo lo que le dará día por día, semana por semana o mes
por mes para sufragar sus gastos de supervivencia y diversión los fines de semana. Está solo
pendiente de menesteres a pequeña escala que den para comer, pagar los estudios de sus hijos y
darse uno que otro espacio de esparcimiento. Ella no quiere saber nada de inversiones con retorno
de inversión a largo plazo, así le den la oportunidad de vivir en abundancia. Su prioridad es la
supervivencia, no la libertad.

En síntesis, no es el proletariado lo que hace evolucionar la sociedad. Incluso, si de él derivan


ideas innovadoras, no es con él como se implantarán en la sociedad. Por eso es común ver que los
proletarios creativos buscan patrocinio para llevar al mercado sus innovaciones.
Por todo lo dicho hasta ahora, se comprende fácilmente la razón por la cual los proletarios no se dan,
normalmente, vacaciones y comodidades a lo grande: su estructura mental opera espontáneamente
con lo reducido y la cárcel de la rutina y, por ello, no merecen disfrutar de esa forma.

20
Leyder Lasprilla

Consideraciones finales
Es posible encontrar, por ejemplo, empleados con serias intenciones de volverse burgueses, por lo
que ya habrán avanzado bastante en su transformación psicológica. También, lo es encontrar
inversionistas con mentalidad de autoempleados: todo lo quieren hacer ellos mismos (están como
inversionistas porque alguien, con mentalidad de inversión, los apalancó, no porque tengan esa
estructura mental). Igualmente, se han visto casos de hijos de ricos, que al no desarrollar la misma
mentalidad de sus padres, despilfarran las fortunas burguesas de sus padres.

Por otra parte, si bien es verdad que muchos burgueses aprovechan la ignorancia financiera, la
cobardía, la ausencia de carácter y la falta de visión de sus proletarios, explotándolos hasta decir no
más (cosa con la que no comulgo), materializando el capitalismo salvaje (en el que la ética brilla por
su ausencia), esto no le quita a la mentalidad burguesa sus méritos. Por eso son dueños de las
entidades financieras (como los bancos), donde el proletario hace sus pequeños créditos.
Ahora bien, por la actual crisis del mercado laboral (mucho potencial empleado y pocas vacantes),
producto del énfasis de la era industrial en crear empleados y no empresarios (creadores de vacantes
para suplir la demanda de empleo de los proletarios), existen muchas personas desempleadas con
ganas de emplearse y no por ello podemos decir que su estructura mental es la de los
lumpemproletarios, así físicamente estén por fuera de la productividad. Son proletarios
(psicológicos) en una condición física de lumpen (por estar sin trabajo).

Por último, es importante resaltar que existen (aunque no muchos) proletarios muy bien
remunerados y con cargos de poder burocrático. Ellos, por sus enormes sueldos (o por el peculado
que practican si son burócratas del Estado), pueden llegar a darse algunos lujos que se dan los
burgueses. Sin embargo, así físicamente visiten los mismos hoteles o utilicen los mismos yates, la
estructura mental de estos individuos es proletaria, no burguesa. Por eso Donald Trump expresa que
no ve nunca como iguales a un proletario con libertad financiera y a un burgués con riqueza56.

56
El burócrata es un vampiro financiero: desangra los activos que encuentra ya formados. Se adhiere a la yugular de
estos para darse vida de burgués, sin serlo. El peor es el que trabaja con las instituciones públicas: practica el hurto
descarado importándole un bledo el daño social, a todo nivel, que causa. Su lema es: robar para vivir como rey. Salta
de un activo a otro como garrapata financiera. Es la escoria de la economía. No sabe construir activos, tiene
mentalidad proletaria, es un adulador de primera categoría y es un fanático del hacer poco y ganar mucho mediante el
latrocinio. Por ello justifica su actuar diciendo que, por su trabajo, además del sueldo, le corresponde un porcentaje del
dinero utilizado para proyectos (coima). Posa de caballero (o de dama), pero en el fondo es un hampón más.
21
Leyder Lasprilla

Piensa en pequeño

Indisciplinada

Trabajadora

Se enfoca en la
seguridad

Piensa en activos
activos

Le falta carácter

Trabaja por horas


Estructura mental

Vive en
estancamiento
proletaria

No es motor de
evolución social

No comprende el
apalanacamiento

Es heterónoma

No maneja la
interdependencia

Casi no genera
empleo

Enfatiza el discurso
sobre la acción

Tiene visión a corto


plazo

Es inconstante

Prejuzga

Le teme al riesgo
22
Leyder Lasprilla

Conclusiones
 La mayor parte de la población es proletaria; la minoría, burguesa.
 La mentalidad burguesa habla a posteriori; la proletaria, parlotea desde el prejuicio.
 La burguesía tiene poder; el proletariado, no.
 La estructura mental burguesa es emprendedora; la proletaria, no.
 La burguesía tiene las riendas de la vanguardia social; el proletariado, no.
 El mundo que ve y en el que vive la burguesía no se parece en nada al mundo que ve y en el
que vive el proletario, ya que tienen estructuras mentales diferentes.
 La burguesía inicia retos a gran escala; el proletariado, a pequeña escala.
 La mentalidad burguesa comprende y utiliza en grande el apalancamiento; la proletaria, no.
 La burguesía crea millones de empleos; el proletariado, no.
 La estructura mental burguesa es superior; la proletaria, mediocre; y la subproletaria,
inferior.
 La mentalidad burguesa vive en el riesgo y en la libertad; la proletaria, en la seguridad y en
la rutina.
 La burguesía crea activos pasivos; el proletariado, activos activos.
 La burguesía comprende la dinámica del dinero y del mercado; el proletariado, no (así haya
estudiado economía).
 La estructura mental burguesa hace caso omiso de la excusas; la proletaria vive haciéndoles
caso a las excusas.
 La mentalidad burguesa desarrolla el carácter; la proletaria, no.
 La burguesía vive emancipada del consumismo enajenante; el proletariado se realiza en él
(de ahí su absurdo fanatismo por los clubes deportivos y que erróneamente llama pasión).
 La burguesía valora el autodidactismo y el emprendimiento a gran escala; el proletariado, el
heterodidactismo y el empleo (o los pequeños negocios).
 La estructura mental burguesa vive autosuperándose; la proletaria vive estancada.
 La mentalidad burguesa vive en la zona de transformación; la proletaria, en la zona de
confort.
 La estructura mental burguesa promueve la autonomía y la interdependencia; la proletaria, la
heteronomía y, con menor frecuencia, la autonomía parcial.
 El emprendedor burgués sueña con la riqueza y vive en los cuadrantes que la producen
(palabra y acción están unificadas); el proletario fantasea con la riqueza y vive en los
cuadrantes que no la producen (palabra y acción están divorciadas) y, lo peor, es que no se
da cuenta.
 Definitivamente, hay que ser burgués, no proletario (pero burgués practicante del
capitalismo humanista, no burgués resonante con el capitalismo salvaje).

23
Leyder Lasprilla

Este ensayo está dedicado al sargento


condecorado Ismael Enrique De Aguas Lasprilla,
en virtud de su énfasis, en los últimos años, sobre la importancia
de abandonar hábitos proletarios en las diferentes
esferas de la vida.

24

Você também pode gostar