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El 29 de octubre de 1957, hace exactamente 60 años, el

entonces presidente Hernán Siles Suazo decretó Estado


de sitio en Bolivia con el objetivo de reprimir “peligrosas
reacciones de carácter regionalista que ponen en peligro
la soberanía de la nación”, argumentaba que se estaba
gestando “una conspiración alentada por el exterior”.
El presidente se refería concretamente a los sucesos en
Santa Cruz de la Sierra. Los cruceños reclamaban, y con
justicia, el pago adeudado del 11% de regalías a la
producción petrolera al departamento.
Desde la promulgación de la ley del 15 de julio de 1938,
en la que se establece el pago del 11% de regalías a los
departamentos productores de petróleo, el Estado
boliviano no había desembolsado ni un solo peso a Santa
Cruz por este concepto. Un nuevo Código de Petróleo,
promulgado en 1955, eliminaba el pago de regalías al
departamento productor. Por ello el diputado cruceño
Virgilio Vega propuso una ley interpretativa al artículo
104° del mencionado código que proponía una
participación justa de los beneficios del hidrocarburo.
Esta ley interpretativa fue sancionada por el Parlamento,
en diciembre de 1956, pero que el presidente Siles Suazo
se negaba a promulgar.

Ante la crítica situación por la que pasaba el


departamento por la pérdida de ese beneficio, se
reorganizó el Comité Cívico pro Santa Cruz. En
septiembre de 1957, su nuevo presidente, el Dr. Melchor
Pinto Parada, envió una carta al mandatario Hernán Siles
Suazo para exigir la promulgación de la ley interpretativa
de las regalías petroleras. El pueblo cruceño y las
instituciones ratificaron esta solicitud, ya que todos
sabían que de las obras públicas dependía el desarrollo
del departamento.
Presión
Llegado el mes de octubre y sin ninguna respuesta del
Gobierno central, los cruceños trabajaban en una
comisión para definir el monto de la deuda de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) al
departamento desde 1938. Un incidente con la
maquinaria de esta empresa, que debía ir a Cochabamba,
desató el conflicto. Los jóvenes de la Unión Juvenil
Cruceñista, creada el 7 de octubre por Carlos Valverde
Barbery, decidieron tomar esa maquinaria y hacerlas
trabajar en el arreglo de calles de la ciudad, situación que
alegró a la población de Santa Cruz, pero molestó aún
más al Gobierno central, que vieron en estas acciones un
peligro de separatismo.
El Estado de sitio y la acusación contra Santa Cruz, de
conspirar contra la unidad del país, indignaron a los
cruceños que se reunieron en la plaza principal en un
cabildo abierto y definieron un paro cívico de 24 horas
para el 31 de octubre.
El día del paro, las autoridades de Gobierno intentaron
obligar al comercio cruceño a abrir sus puertas, por lo que
una comisión de cívicos se reunió con el alcalde. Al
retirarse la comisión, el Control Político, aparato represor
del Gobierno, disparó por la espalda a las personas que
salían del edificio; en el ataque fue asesinado Jorge Roca
Pereyra y resultaron heridos otros cuatro jóvenes. El
alcalde de la ciudad, Adán Weber, renunció al cargo en
repudio a la masacre del Control Político por “haber
burlado los derechos de mi pueblo, acallándolo con
ametralladoras en la misma casa comunal”.

Ese mismo día, la Dra. Elfy Albrecht creó la Unión


Femenina Cruceñista, que actualmente se conoce como
Comité Cívico Femenino. A través de esta organización
las mujeres se incorporaron en la lucha por la justa
demanda del 11% de las regalías petroleras.
El asesinato de Roca Pereyra fue el detonante del mayor
conflicto que enfrentó a Santa Cruz con el Estado central
en el siglo XX. El conflicto conocido como Luchas Cívicas
se extendió desde ese momento hasta diciembre de
1959, cuando el entonces presidente del Senado, Rubén
Julio Castro, promulgó la Ley Interpretativa de las
Regalías Petroleras.
Milicias
El Gobierno de Hernán Siles Suazo movilizó parte del
Ejército nacional a las cercanías de Santa Cruz, por el
norte a Montero y por el oeste a Tarumá; en el interior de
Bolivia fueron alistadas las milicias armadas del MNR.
El 2 de noviembre de 1957, el presidente Siles Suazo vino
a Santa Cruz de la Sierra con el fin de negociar con el
movimiento cruceño, pero mantenía su posición de no
promulgar la ley interpretativa. Por su lado, el Comité pro
Santa Cruz estableció una comisión negociadora
conformada por Elfy Albrecht, Humberto Vázquez
Machicado, Lucas Saucedo Sevilla, Ángel Sandoval y
Hernando Sanabria; la comisión viajó a La Paz para
consensuar una solución.
El 23 de noviembre se logró un acuerdo, por el que el 11%
de las regalías que debía recibir el departamento se
dividiría en 5% para la renta departamental y 6% para el
Estado, que debería invertir los recursos en Santa
Cruz. El acuerdo alcanzado estaba muy lejano a lo
establecido por la ley de regalías de 1938 y por la ley
interpretativa de 1956. Este arreglo no dejó satisfechos ni
a unos ni a otros, se buscaba pacificar la ciudad; sin
embargo, los sectores del Gobierno, dirigidos por Luis
Sandoval Morón, atacaron una fiesta de promoción en el
Club Social 24 de Septiembre. Este hecho provocó que el
6 de diciembre las mujeres cívicas iniciaran una huelga de
hambre -la primera huelga de mujeres en la historia
boliviana- exigiendo la salida de Sandoval Morón.

Al día siguiente, el 7 de diciembre, los jóvenes unionistas


se enfrentaron al Control Político, en esa lucha murió
Gumercindo Coronado y otros siete jóvenes resultaron
heridos. El presidente Siles Suazo envió a Santa Cruz al
canciller Manuel Barrau para negociar con la dirigencia de
la región, después de unos días regresó a La Paz y el jefe
de Estado se comprometió a restablecer el pago parcial
de las regalías.
En mayo de 1958, después de una revuelta de la Falange
Socialista Boliviana (FSB), el Gobierno central aprovechó
ese levantamiento para tomar Santa Cruz, enviando al
Ejército y a las milicias armadas, compuestas por
campesinos de Cliza y Ucureña, además por mineros de
Huanuni y Colquiri. El 16 de mayo tomaron la ciudad.

Tres días después se produjo la denominada Masacre de


Terebinto, en la que murieron cuatro jóvenes: Felipe
Castro Parada, Romer Mercado Ordóñez, Gabriel Candia
Ribera y José Cuéllar Achával; asimismo hubo varios
heridos.
El 26 de mayo el Dr. Melchor Pinto Parada fue exiliado a
Argentina, donde permaneció hasta la amnistía de julio
de ese mismo año. El regreso de Pinto apaciguó los
ánimos, pero la situación se mantenía tensa.
A finales junio de 1959, la muerte de un policía en
extrañas circunstancias, no aclaradas hasta el presente,
provocó que el Gobierno instruya a sus tropas cercar
Santa Cruz. Los jóvenes de la Unión Juvenil Cruceñista,
ante la superioridad de las tropas gubernamentales,
decidieron una retirada estratégica hacia el río Surutú
donde fueron capturados más de 300 de ellos y
conducidos a La Paz. El 9 de julio de ese año, el Dr.
Melchor Pinto Parada fue exilado a Perú, donde
permaneció por cinco años hasta la caída del Gobierno
del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Las
organizaciones cívicas fueron también clausuradas; en
1965 el Comité pro Santa Cruz se restableció.
El dinero proveniente de las regalías se consiguió gracias
a la lucha del pueblo cruceño dirigido por el Dr. Melchor
Pinto. Las regalías hicieron posible que el Comité de
Obras Públicas, entre 1964 y 1978, trasformara y
modernizara para siempre esta ciudad y el
departamento.
Melchor Pinto Parada decía que las regalías constituyen
“la única base firme para que un día no lejano se realicen
las obras públicas de esta ciudad olvidada, se satisfagan
las necesidades de las provincias y se inicie el desarrollo
económico de todo el departamento”, y no se equivocó.

A 60 años del inicio de esas luchas, los cruceños debemos


rendir homenaje a los jóvenes muertos, a los perseguidos
y encarcelados y fundamentalmente a esos hombres y
mujeres anónimos que con su determinación y
convicción resistieron durante dos años los embates del
Gobierno que se negaba a reconocer sus derechos.

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