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Los proyectos dirigidos por el gobierno colombiano para la reintegración a la vida civil de los

desmovilizados menores de edad en el Proceso de Paz con las FARC-EP fueron ineficientes

Paula Alejandra Orozco Leal


porozco@unal.edu.co
Enfermería
Adriana Patricia Díaz Cuevas

El conflicto armado colombiano que tuvo lugar durante los últimos 50 años entre grupos
paramilitares, guerrillas y fuerzas armadas estatales comprometieron en diferentes modalidades y
en gran medida a la población civil. Entre la población más afectada se encuentran los colombianos
menores de edad, niños, niñas y jóvenes como víctimas directas o indirectas del desplazamiento
forzado interno o externo (como inmigrantes en países cercanos a Colombia), como víctimas de
desaparición, asesinato, perseguimiento y como víctimas de distintas formas de explotación. Caso
es el del reclutamiento ilícito, fenómeno que aumentaba considerablemente en épocas de mayor
confrontación entre grupos paramilitares y guerrilleros, porque estas luchas demandaban un
continuo y sostenido flujo de combatientes para incursionar en los territorios del enemigo o
defender los propios (CNMH, 2018, p. 57-58). La característica principal para que esto suceda es que
desde que la guerra inicia, los menores de edad son un blanco fácil de reclutamiento para los grupos
armados ilegales, principalmente por las desventajas físicas y emocionales en las que los menores
de edad se encuentran.

En estas circunstancias, en los últimos 50 años del conflicto armado colombiano, el


reclutamiento ilícito de menores de edad llega a registrar 16.879 casos de reclutamiento y
utilización de niños, niñas y adolescentes con fines bélicos, según el Centro Nacional de Memoria
Histórica (CNMH) en su informe Una guerra sin edad (2018). Esta cifra resulta alarmante, pues el
reclutamiento de menores de edad, incluso en épocas de guerra internacional, se ha prohibido por
el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el Protocolo II adicionado en 1977 a los Convenios
de Ginebra de 1949, a los cuales Colombia está adscrito. Las razones de tal prohibición son claras:
las condiciones de la guerra privan a los niños y niñas de los derechos fundamentales que
pertenecen a su edad y así mismo entorpecen su desarrollo.

Con base en lo anterior, en el presente ensayo se busca realizar un seguimiento del proceso de
reinserción a la vida civil de los menores de edad desmovilizados en el Proceso de Paz realizado por
el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo
(FARC-EP) entre el 2012 y el 2016. Dos razones son las que han llevado a la toma de esta
problemática nacional como eje principal. La primera de ellas gira en torno a que para el 2005, entre
las guerrillas colombianas, las FARC-EP contaban con el índice más alto de reclutamiento infantil con
un 54% de los 8.701 casos registrados por CNMH (2018, p. 54) o 11.556 menores reclutados desde
1975 hasta el 2014 según Fiscalía General de la Nación (CINEP y CERAP, 2018, p. 92), lo que lleva
preguntarse por la situación actual de los excombatientes menores de edad en el postconflicto. La
segunda razón es que en 2019, a la fecha de la publicación de este ensayo, el gobierno colombiano
se encuentra en negociaciones de proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional
(organización guerrillera ELN), quienes para el 2005 poseían entre las guerrillas, el segundo lugar en
el reclutamiento nacional de menores de edad con un 10% del total (CNMH, 2018, p. 54). En estas
circunstancias, se ve necesario que las medidas de protección infantil que se discutan en el actual
proceso de paz, tenga en cuenta el cumplimiento y efectividad de las hojas de ruta que se llevaron
en el proceso de paz anterior con las FARC-EP en la misma materia. Esto en función de que el
gobierno colombiano, como garante de los derechos de los niños y niñas del país y como co-líder
del acuerdo de paz, tome medidas que garanticen la integración efectiva a la vida civil de los niñas
y niños víctimas del conflicto armado colombiano.

Para ello, aquí se ve necesario que los proyectos de integración no solo se dirijan a que los
excombatientes se acoplen a las dinámicas sociales, culturales y económicas del país, sino que el
Estado también brinde “apoyo psicológico, entre otras formas de asistencia necesarias para la
reinserción de los niños en la vida social normal” (CICR, 2010, p. 1). Medida primaria para que
Colombia busque una comprensión de la situación mental y emocional en la que se encuentran los
menores de edad al salir de un conflicto armado en el que han tenido una doble participación: han
sido víctimas y victimarios. Orozco & Galindo afirman que:

(...) por un lado, el niño, niña y adolescente es víctima al ser reclutado, al verse obligado o
al hacerlo de forma voluntaria sin importar si es por convicción propia o influenciado
ideológicamente por el grupo o entorno; pero a la vez, esta condición de víctima se torna
gris cuando los niños, niñas y adolescentes cometen actos ilegales y violentos en contra de
la población porque no solo hay un colapso en roles asumidos, sino que también aparece
una zona gris donde el sujeto, sin dejar de ser víctima, también es victimario (como se citó
en CNMH, 2018, p. 50).

La comprensión de estos tejidos de significado es necesaria para la construcción de la memoria de


la que nos habla Ana Pizarro (2014), cuando le da una doble función: una acumuladora de
información y otra transformadora de la cultura.

Teniendo en cuenta estas características que se consideran necesarias para una reinserción
efectiva de los excombatientes menores de edad, este ensayo pretende demostrar que los
proyectos dirigidos por el gobierno colombiano para la reintegración a la vida civil de los
desmovilizados menores de edad en el Proceso de Paz con las FARC-EP fueron ineficientes. Al
contrario de lo que Christoph Harnisch, jefe de la delegación del CICR en Colombia, cuando afirmó
que “Con el segundo grupo de menores de edad que sale de las ZVTN, avanza con éxito el
cumplimiento de lo acordado sobre este punto entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP” (CIRC,
2017, párr. 3). Para defender esta tesis haremos una revisión de los puntos en el Acuerdo de paz
que se dirijan a la población objeto de este ensayo, específicamente el apartado 3.2.2.5
Reincorporación para los menores de edad que han salido de los campamentos de las FARC-EP y el
Comunicado Conjunto #70 sobre la ruta de acción y el tratamiento de los excombatientes
menores de edad en el posconflicto. Se hará una recopilación de los apartados 2.4 Reincorporación
de menores (A.F. 3.2.2.5) de los cuatro informes dirigidos por la Comisión de Seguimiento, Impulso
y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final - CSIVI. Estos informes serán contrastados con
la información publicada por la prensa colombiana para hacer una evaluación de los programas
Camino diferencial de vida y Restitución de Derechos de los Niños Desvinculados del Conflicto.
Finalmente, daremos las conclusiones a las que se han llegado con esta investigación.

En primer lugar, Gran parte de los compromisos acordados en el Comunicado Conjunto #70
emitido en conjunto entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP para dar respuesta a las
necesidades de los desmovilizados Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) no se llevaron a cabo. En
primera medida, nos encontramos ante el incumplimiento de mayor gravedad: las FARC-EP no
presentaron antes ni después del acuerdo final de paz la cifra exacta de NNA que se encontraban
dentro de su organización (CINEP y CERAP, 2018). Por lo que, al inicio del proceso de
desmovilización, se presentaron declaraciones que buscaban disminuir de sobremanera las cifras
de reclutamiento de las FARC-EP. Entre ellas se encuentra la del líder excombatiente Pastor Alape,
donde “había asegurado que tan solo 23 menores estaban en sus filas” (El Tiempo, 04 de abril de
2018). Sin embargo, en diciembre de 2017, al final de la desvinculación, fueron 135 adolescentes y
jóvenes quienes dirigidos por UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) salieron de
las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y pasaron a formar parte del programa
Camino diferencial de vida (CINEP y CERAP, 2018a).

Por otro lado, según los cuatro informes del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP)
y al Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), este primer grupo de 135 menores
de edad fueron los únicos NNA que han formado parte del programas Camino diferencial de vida.
Ante tal situación, más de un año después del acuerdo de paz, según El Espectador (20 de marzo de
2018), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizó un llamado al gobierno colombiano y a
las FARC-EP ante el incumplimiento del compromiso de seguimiento y apoyo a todos los menores
de edad que militarizaran dentro de la exguerrilla, pues se encontraban indicios de que el número
de NNA era mayor y de que algunos de ellos se encontraban siendo reclutados por disidencias de
las FARC-EP o por otros grupos armados ilegales (CINEP y CERAP, 2018b). Para ello, Paula Gaviria,
alta consejera para los Derechos Humanos, realizó un segundo llamamiento, donde afirmaba que
de los 135 menores desvinculados, tan sólo 124 tuvieron el acompañamiento de las organizaciones
señaladas por el Comunicado Conjunto #70 y que los otros 11 menores de edad fueron
desvinculaciones irregulares especialmente de los departamentos de Cauca, Caquetá y Meta (El
Tiempo, 04 de abril de 2018). Aquí vemos que estos incumplimientos del acuerdo de paz,
permitieron que menores de edad dejaran las armas de manera extraoficial, privándoles de los
beneficios a los que tendrían acceso en el caso contrario y permitiendo que fuera mayor el riesgo
de revictimización y de un nuevo reclutamiento en grupos al margen de la ley.

En segunda instancia, la planeación y la realización de las rutas de acción y los programas


Camino diferencial de vida y Restitución de Derechos de los Niños Desvinculados del Conflicto
fueron procesos con retrasos considerables que repercutieron negativamente a la situación de los
niños, niñas y adolescentes desmovilizados. En primer lugar, debe mencionarse que la Secretaría
Técnica del Componente Internacional de Verificación realizó recomendaciones al gobierno
colombiano para que garantizará “la sostenibilidad y presupuesto de los programas encaminados a
asistir y proteger a los jóvenes y adolescentes que salieron de las filas de las FARC-EP” (CINEP y
CERAP, 2018b, p. 113); sin embargo, en el Presupuesto general de la Nación (2018), se dirigieron $
637.259.872 a Servicios de asistencia técnica para la elaboración de diagnósticos participativos
sobre factores comunitarios en promoción de convivencia, la reintegración y la reconciliación sin
especificar a qué programas ni a qué poblaciones se dirigiría el presupuesto ni cuánto de este le
destinaría a cada una. Como consecuencia de una situación similar en el caso de los excombatientes
mayores de edad, la falta de recursos para la implementación de proyectos productivos afectaron
el proceso de reincorporación de miles de ellos, ampliando la desconfianza en el acuerdo de paz,
ante los escasos resultados de los compromisos establecidos en materia de reincorporación (CINEP
y CERAP, 2018b); desconfianza que se busca evitar en los procesos con los menores de edad.

En segundo lugar, hay tres tipos de casos sobre las repercusiones que tuvieron los retrasos en la
implementación de los programas anteriormente mencionados. El primero de ellos gira en torno a
que en el primer años después de la desvinculación (iniciada el 10 de septiembre de 2017), 70 de
los 135 adolescentes y jóvenes que salieron de las FARC-EP, cumplieron la mayoría de edad a inicios
del proceso (CINEP y CERAP, 2018a, p. 93). Esto tuvo como consecuencia que los adolescentes no
pertenecieran por tiempo suficiente al programa Restitución de Derechos de los Niños Desvinculados
del Conflicto liderado por el ICBF, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y que por lo tanto, no
gozarán de la ayuda y de los beneficios que presta el programa, pues estos fueron administrados
tardíamente. El segundo caso es el de aquellos menores de edad que después de la desvinculación
con las ZVTN optaron por mudarse inmediatamente con sus familias. En su caso y algunos en
condiciones de pobreza extrema, “después de un tiempo no han podido acceder a los beneficios del
programa en materia de educación, salud y apoyo económico” (CINEP y CERAP, 2018b, p. 113),
aunque en un principio en el acuerdo de paz (República de Colombia, 2016) se aseguraba que el
acceso a la salud y a la educación se mantendrían como prioridad en todo el proceso. Finalmente,
está el grupo de niños, niñas y adolescentes que se encuentran enlistados en el comunicado que
emitió El Consejo Político Nacional del partido FARC, donde informaban de un número desconocido
de menores desmovilizados irregularmente que buscaban ser parte del programa Camino
diferencial de vida, ya que para noviembre de 2018, fecha del último informe del CINEP, ellos no se
encontraban haciendo parte de ningún programa gubernamental. En todos los casos anteriormente
mencionados, los compromisos que apuntaban al restablecimiento de los derechos básicos de la
niñez, entre ellos vivienda digna, salud, educación, alimentación no fueron garantizados por el
gobierno colombiano, a pesar de las constantes recomendaciones que la Secretaría Técnica del
Componente Internacional de Verificación realizaba no sólo en los informes, sino en comunicados
de prensa, donde se reconocía el papel que juega la reconstrucción de la niñez en un proceso de
posconflicto.

En la planeación o la realización de los programas presentados por el gobierno colombiano


para atender a los menores de edad resultantes de los Acuerdos de Paz, Restitución de Derechos
de los Niños Desvinculados del Conflicto y Camino diferencial de vida, se dejó de lado el
acompañamiento psicológico. Primeramente, se debe explicar que la comprensión de la realidad y
las redes de memoria histórica que construyan los participantes del conflicto armado alrededor de
éste son indispensable para “transformar las condiciones que han permitido el origen y la
persistencia de la violencia en el territorio nacional” (República de Colombia, 2016, p. 68). Por lo
que, el punto de vista de los niños como víctimas directas de la guerra proporcionan una fuente
inestimable de información para la búsqueda de la no repetición ni la reinserción. A pesar de ello,
en el Comunicado Conjunto #70, donde se dieron las características base en las que se tendrían que
enfocar los programas referidos en párrafos anteriores, no se hace ninguna mención por la
preocupación del estado mental o emocional de los menores de edad. Por otra parte, en la
presentación oficial de los dos programas antes citados, sí se hace mención de que en ellos se
buscará permanente “Brindar acompañamiento, atención y orientación psicosocial para favorecer
la estabilidad emocional “(Gobierno de Colombia, 2018, p. 38) de los NNA. A pesar de esto, en el
último informe del CINEP y CINAP “A septiembre de 2018, varios jóvenes que hacen parte del
Programa “Camino Diferencial de Vida” no han recibido el apoyo necesario para la reconstrucción y
consolidación de sus proyectos de vida” (2018b, p. 112), debido a que no se encuentran en las
inmediaciones de las instalaciones del ICBF. Esto nos lleva a pensar que en la medida en que el
proceso vaya avanzando con los menores que se encuentran bajo la tutoría del estado colombiano
y pasen a vivir con los padres, el apoyo de las entidades disminuirá y se presentará en condiciones
precarias como anteriormente se mencionó, es la situación de miles desmovilizados mayores de
edad.
En conclusión, los proyectos dirigidos a los menores de edad desmovilizados en el proceso de paz
y creados en mutuo acuerdo en la mesa de negociación de la que participaban el gobierno
colombiano y los ex comandantes de las FARC-EP descuidaron de sobremanera la creación de una
ruta de financiación, de logística y de pronta atención, detalles fundamentales que asegurarían una
efectiva prestación de los programas dirigidos a los menores de edad desmovilizados y que así
mismo les garantizaría en primer lugar, una integración a la vida diaria de la ciudadanía y en segundo
lugar, el acompañamiento psicológico que les ayudaría a una comprensión de la realidad que
llevaban antes y la que llevan en la actualidad desde su desmovilización. Donde el gobierno
colombiano podría intentar replicar, no sólo en este proceso de postconflicto sino también
plantearlo en los diálogos de paz que lleva actualmente con el ELN, programas con objetivos de
reconstrucción de memoria histórica tales como aquel del que nos habla Aguilar, el programa Hijos
e hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, H.I.J.O.S. Programa liderado por
hijos de personas que sufrieron algún muestra de violencia política y que por medio de la idea de
las contradicciones entre las memorias de una realidad a otra, se entretejen significaciones que de
alguna manera

Se comienza a construir, así, una comunidad política desde el sentimiento de fraternidad y


complicidad producido por el hecho de reconocerse como parte de una misma historia de
vida, de encontrarse con otros que se perciben como iguales porque han pasado por las
mismas situaciones (Aguilar, 2017, p. 44).

Finalmente, en vista de un proyecto mal llevado como este, nos vemos enfrentados ante la
amenaza de una posible reincidencia de los menores no solo a otros grupos armados al margen de
la ley y a bandas emergentes resultantes de anteriores procesos de paz fallidos (CINEP y CERAP,
2018b), sino también a la iniciación el crimen común como ruta de supervivencia a una vida diaria
que le exigiera desarrollarse económica y socialmente

Referencias
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