Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
FUNDAMENTOS DE CIRUGÍA
ABRIL 2002
La presentación y disposición en conjunto de FASCÍCULOS DE ENSEÑANZA FUNDAMENTOS DE CIRUGÍA.
Son propiedad del autor, ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida, mediante
ningún sistema o método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier
sistema de recuperación o almacenamiento de información) sin el consentimiento del autor.
Derechos Reservados.
1a ed. 2002 J.P. Ciriaco Tista Olmos
C. Urbano P. Maestros Int. 39 Ciudad Universitaria D. F.
Índice
Fascículo I
Práctica de inyecciones intramusculares, endovenosas, cateterización y técnica de intubación
endotraqueal.
Fascículo II
Laparotomía exploratoria.
Fascículo III
Ovariohisterectomía.
Fascículo IV
Castración y vasectomía.
Fascículo V
Esplenectomía.
Fascículo VI
Nefrotomía y nefrectomía.
Fascículo VII
Cistotomía
Fascículo VIII
Gastrotomía
Fascículo IX
Enterotomía
Fascículo X
Clavo Intramedular de Steinmann
Fascículo XI
Resección estética del pabellón auricular en perro.
INTRODUCCIÓN
Se han desarrollado los presentes fascículos tipos atlas, conteniendo las técnicas quirúrgicas del programa
oficial de la materia Fundamentos de Cirugía, con la finalidad de que los alumnos de nivel licenciatura
para la carrera de Médico Veterinario Zootecnista, encuentren una guía práctica, que les facilite el
desarrollo de las mismas. Para su elaboración se ha considerado que sean didácticos, por lo que se
incluyen fotografías y algunos esquemas. También se presentan otros temas que no aparecen en el
programa oficial, sin embargo pueden ser de utilidad ya que no existe otra cátedra que los considere,
además de ser temas de “terapéutica quirúrgica” que se presentan con frecuencia en la vida profesional
de la cirugía en pequeños animales.
En las primeras páginas aparecerán algunos pasajes históricos sobre la Anestesia. Se ha considerado este
tema, por ser uno de los más importantes de la cirugía y también con la finalidad de que los alumnos
puedan ampliar su acervo en este importante tema.
Otro tema anexo, y de necesidad básica en el aprendizaje de la cirugía es el de “Asepsia”, mismo que
permitirá a los alumnos fundamentalmente una actualización en lo referente a fármacos antisépticos.
En este primer fascículo y como en todo tratado didáctico, se incluye la bibliografía recomendada sobre
los tópicos más comunes de la cirugía, permitiendo con ello a los lectores de estos y otros temas
quirúrgicos que puedan ampliar su aprendizaje.
Agradecimiento y dedicatoria
Estos fascículos, se han elaborado con el objetivo principal de facilitar una guía práctica y didáctica para
los alumnos que cursan la materia de Fundamentos de Cirugía.
Se agradece la participación de estos fascículos a los profesores Alfredo Cortes Arcos, Decano del
Departamento de Medicina, Cirugía y Zootecnia para Pequeñas Especies, al M. V. Z. McV Eduardo Téllez
Reyes Retana y a la responsable del Área de Enseñanza Quirúrgica del propio Departamento. Estos
fascículos, revisten un trabajo sencillo, pero realizado con el interés docente, por tanto siempre que se
menciona algo sobre la "enseñanza de la cirugía", se cita con agradecimiento especial a los profesores,
Dr. M. V. Z. Horst Richter Plate y el M. V. Z. Mc. Isidro Castro Mendoza, así mismo recordamos con
respeto y admiración a los maestros de todos nosotros, y primeros “cirujanos de la época moderna”: MVs.
Augusto Manrrique, Alonso Alexander Hernández y Bernardo Izaguirre Romero, a quienes como un
sencillo homenaje se dedica este trabajo.
Sabemos que la medicina es única, que su principio más importante es conocer y curar los males
o enfermedades que aquejan a todo ser vivo.
De ahí se desprenden las dos principales ramas, una que se ha dedicado a los seres humanos,
(medicina humana) y otra al resto de los animales (medicina veterinaria)
Las materias básicas en que se dividen los estudios de estas grandes e importantes profesiones,
tratan aspectos muy semejantes, sobre todo, y aunque en forma comparativa, la anatomía, fisiología,
patología, farmacología y muchas otras más.
El punto de interés aquí, es que el médico para humanos solo estudia una especie, mientras que
el médico veterinario se ocupa del resto de la fauna, ¿no son muchos?
Sin embargo, el aspecto importante de la medicina en forma general, es que su objetivo
fundamental es y será, encontrar las causas (etiología) de los padecimientos (patología) para con ello
buscar la forma de resolverlos, debido a esto se formularán los tratamientos convenientes, dando por
resultado la terapéutica médica, es decir que mediante “fármacos” aplicados por todos los medios o
vías al organismo, se tratarán de resolver tales padecimientos, sin embargo existen otras circunstancias
patológicas, en donde su tratamiento solo será posible mediante la cirugía, es decir la terapéutica
quirúrgica.
En la historia de la cirugía, aparecen muchos médicos e investigadores, que han realizado
“tratamientos” en animales como un fin, mientras que otros han utilizado a los animales de manera
inversa como un medio para encontrar los fármacos y técnicas quirúrgicas con la finalidad de resolver los
padecimientos de los humanos, así en uno de los pasajes de la historia el rey Hammurabi de Babilonia,
divide en sus actividades a los médicos de humanos y a los médicos de bueyes o animales,
procurando en un código perfectamente redactado, las funciones de cada uno de ellos así como sus
emolumentos.
Sin lugar a duda, el avance más importante de la medicina durante todos los siglos, aparece
hasta 1800, y que actualmente es conocido como el siglo de la cirugía, o también denominado como el
siglo de la cirugía moderna, ello es debido a los avances que se logran al descubrimiento de la
anestesia inhalada (éter, cloroformo y óxido nitroso) así como la anestesia mediante fármacos químicos
aplicados por vía endovenosa, como son los barbitúricos.
Otro avance importante, es el descubrimiento de los microorganismos, que permite el identificar a
los agentes que provocan las enfermedades infecciosas, y que dentro de la cirugía son la base de la
Asepsia, aunados a estos principios importantes, se anexan el manejo cuidadoso de tejidos donde
con nuevos instrumentos quirúrgicos, permiten el paso a la tecnología para favorecer la hemostasia, así
como la creación de nuevos materiales y métodos de sutura para lograr el cierre y cicatrización adecuada
de los tejidos dañados.
Por tal circunstancia, la cirugía actual considera a todos estos apartados como “principios
básicos de la cirugía moderna” que permiten llevar a cabo las técnicas quirúrgicas actuales más
precisas no solo para fines curativos en animales, sino que también permitan un avance a la medicina
veterinaria, en el área genética dando paso a la cirugía zootécnica.
Como se ha mencionado anteriormente, la historia de la medicina y la cirugía revisten muchos
aspectos importantes que no debemos olvidar, ya que sin ellos no podemos aplicar con más capacidad las
técnicas actuales, que no solo son “técnicas manuales e instrumentales”, sino también existen aspectos
“humanos” que nos permiten conocer y agradecer a todas las grandes personalidades que iniciaron sendo
descubrimientos que permiten la historia actual.
Uno de los aspectos que permitieron mayor avance en la cirugía moderna fue sin lugar a duda la
anestesia, sin ella no es posible realizar la cirugía con toda su delicadeza, debido a ello y tomando en
consideración algunos datos históricos obtenidos de investigadores y médicos destacados como es el caso
del Profr. Hans Killian, anestesista de prestigiada calidad mundial, se han considerado de gran
importancia, para que los alumnos que cursan la cátedra de Fundamentos de Cirugía, puedan conocer
algunos de ellos, con la finalidad de que cada vez que realicen algunas de sus prácticas recuerden que
atrás de las experiencias que están llevando a cabo, hubo cientos de personas en el pasado, que tuvieron
también éxitos y fracasos al aprender y aplicar de esta importante rama de la medicina.
La aparición y desarrollo de la narcosis así como de la anestesia local (1842), se caracteriza en la
práctica desde sus inicios, por una cadena de acontecimientos trágicos que difícilmente se encuentran en
otra rama de la medicina. Sus antecedentes se remontan al siglo III a.C.
En todas las épocas se han curado heridas, se han realizado dolorosas operaciones, se han
reparado fracturas de hueso y dislocaciones, y siempre se ha intentado alcanzar un estado de relativa
ausencia de dolor, a través de cierto sopor, por ejemplo provocado mediante la ingestión de los más
diversos tipos de drogas o la inhalación de vapores narcóticos.
En investigaciones históricas realizadas, se encontró el beleño, la mandrágora, el estramonio, la
cicuta, el cáñamo y la adormidera, sobre la utilización de bebidas alcohólicas con adición de opiáceos,
sobre la belladona y las solanáceas, también se intentó averiguar métodos de administración así como
dosis adecuadas.
Hojeando el famoso texto del siglo XIII, la Chirugía de Roger de Salerno, se encontró a un
maestro de arte médico que aparece sentado sobre un trono ricamente ornamentado y sostiene la cabeza
de un joven, que sufre un fuerte dolor de muelas, sobre un barreño del que se elevan vapores de una
infusión de beleño. Más tarde se descubrió, en la crónica gráfica de Lucerna en el año de 1593, un
grabado que permitió reflexionar. Representa la anestesia de un hermano lego por obra de unos monjes
dominicos de Berna. Uno sostiene una bola de cristal, llena de un líquido misterioso, frente a la boca del
hermano, a fin de calmarle o suprimirle los dolores mientras le marcan con fuego las llagas. No se sabe si
le hicieron beber el líquido o si le dejaron inhalar los vapores.
Hasta la fecha no se conocen claramente los detalles de la técnica de anestesia, adoptada de la medicina
árabe, en la que se empleaban esponjas embebidas en soluciones de productos narcóticos y analgésicos,
probablemente Hyaasynaminus y belladona. Las mismas drogas se empleaban también para la “bebida de
los condenados”, que se les administraba antes de la ejecución. No se sabe si bebían pequeños sorbos de
líquido de las esponjas o si se introducían trozos de esponja empapados del líquido en las fosas nasales,
de manera que las mucosas pudieran absorber las drogas, incorporándolas a la sangre en circulación.
En escritos de médicos árabes, griegos y romanos se encuentran abundantes menciones de
drogas de origen vegetal con propiedades narcotizantes y sedantes de tipo general. Así por ejemplo se
encuentran referencias en las obras de Esculapio, de Hipócrates y de los médicos de la legión Romana, en
las colecciones de recetas de Dioscórides, de Fontino, de Celsio, de Trajano Orebasio y finalmente del
gran Galeno.
Avicenna, que ejerció la medicina alrededor del año 1000, empleaba la savia de la mandrágora
mezclada con vino para preparar a los pacientes antes de una operación dolorosa. En el siglo XII, todavía
seguían empleándose estos métodos y otros parecidos en la escuela de medicina de Salerno, la más
famosa de la época y de ahí se transmitieron a las posteriores generaciones de médicos. De este modo, la
ciencia y la técnica de las esponjas narcotizantes llegaron en el siglo XIII a Bolonia y su famosa
universidad, dotada de unos estudios de medicina únicos en la época, donde fueron introducidos por
Nicolás Salernitano y Ugo y Teodorico Borgognoni.
Uno de los últimos que todavía pudo utilizar las esponjas narcotizantes, fue el maestro de cirugía
francés, Guy de Chauliac (1383) en París. Sin embargo, este tenía noticias de congestiones, colapsos
respiratorios e incluso accidentes mortales. Las esponjas narcotizantes, así como los productos en que
estas se embebían, empezaron a caer así en el descrédito y pronto una y otros quedaron relegados al
olvido.
Albrecht von Haller conocía igualmente el uso de drogas a partir de beleño, el estramonio y el
opio, que se empleaban para inducir el sueño, y se tienen noticias que las utilizó para tranquilizar y
calmar el dolor de sus enfermos. Otro tanto dicen los informes sobre el renombrado maestro alemán,
Lorenz Heister, (1730), el cual prefería los brotes de adormidera. En cambio el cirujano berlinés
Scaarschmidt, los rechazaba, aproximadamente el la misma época, el uso de hipnóticos en la preparación
de los enfermos para operaciones.
Sin duda, la significativa interrupción histórica del uso de estos productos, aproximadamente a
partir del siglo XV, debe estar relacionada de algún modo con la influencia religiosa de la Inquisición y la
lucha contra la herejía, así como la persecución a la superstición, la magia negra, el culto al diablo y la
brujería, pues quien manipulase productos venenosos como la mandrágora y el beleño podría ser
acusado.
La historia de la anestesia en sentido estricto solo pudo comenzar cuando se hubo logrado
progresos decisivos en el terreno de la química. Los hechos más notables se desarrollaron en Inglaterra,
después de que el cirujano parisiense Sassard empezara a arriesgarse a emplear nuevamente productos
analgésicos con fines operativos, en 1781. En cualquier caso, todo indica que a principios del siglo XIX el
interés primordial no residía tanto en atenuar los dolores con ayuda de productos calmantes, como sobre
todo evitar o controlar el temido shock traumático.
También se investigó en busca de otros métodos que pudieran sustituir el recurso de las drogas.
Así por ejemplo, en aquella época se recurrió durante un tiempo al mesmerismo y la hipnosis, como
método de embotamiento psíquico. También se ensayaron sistemas mecánicos para mitigar el dolor,
entre ellos las ligaduras y estrangulamiento de la sangre con torniquetes, aplastar o incluso cercenar los
nervios antes de la operación. Pero curiosamente, no se hizo uso del frío, a pesar de que el barón
Dominic Larrey, cirujano de Napoleón, había realizado una serie de amputaciones y desarticulaciones
prácticamente sin dolor utilizando temperaturas de menos de treinta grados Celsius en el campo de
batalla en 1807.
Los verdaderos inicios de los modernos estudios sobre la anestesia corresponden a la época del
descubrimiento y obtención de diversos gases en estado puro. Un paso previo, que marcaría un cambio
definitivo de rumbo, fue el descubrimiento del oxígeno, obra del reverendo Josef Priestley (1765) y del
investigador sueco C.W. Schede (1773), quienes lograron aislar el gas que denominaron dephogisted air.
Dos años más tarde, Priestley descubrió también el peróxido de nitrógeno y reconoció su carácter no
respirable. Siguió luego la identificación del hidrógeno, que Josef Black descubrió en 1751, con el nombre
de fixes air, y que Henry Cavendisch descubriría posteriormente. También más adelante se comprobó que
el famoso Lavoisier descubriría al mismo gas como ázoe.
A partir de entonces, los acontecimientos empezaron a cobrar cada vez mayor interés, pues en
Inglaterra se construyó un núcleo dedicado al estudio de la química neumática.
Para entonces el famoso Priestley sugería que se debía estudiar algún día la posibilidad de
emplear los gases con fines curativos de afecciones pulmonares.
Por fin, el Instituto Neumático se convirtió en un centro de atracción y dio un impulso decisivo al
desarrollo de la anestesia. El joven químico Humphrey Davy observó ahí a través de experimentos sobre
los efectos del protóxido de nitrógeno en animales, hombres y en su propia persona, que la inhalación de
este gas hacía desaparecer todo tipo de dolencias, como ejemplos los dolores de cabeza y muelas, y
también a veces inducía la pérdida del conocimiento durante un breve período.
Humphrey decía: “vista la aparente capacidad del peróxido de nitrógeno para eliminar los dolores
físicos, es de suponer que pronto podrá emplearse provechosamente en las operaciones quirúrgicas”.
Este podría haber sido un primer paso, pero no tuvo mayores consecuencias, porque nadie creyó
en sus palabras y no hubo alguna persona dispuesta a recoger su idea y darle una aplicación práctica. H.
Davy ya había observado incluso que, poco después de inhalar las primeras bocanadas de protóxido de
nitrógeno, empezaba a producirse un estado de agradable embotamiento, una pérdida de inhibiciones,
una sensación de ingravidez y una alegre exaltación, que desencadenaban una cierta intranquilidad
motora, con movimientos inmotivados y repentinos accesos de risa. Por ello bautizó al gas con el nombre
de gas hilarante. Alrededor del año 1800, un tal doctor Allen llegó a demostrar con éxito corroborando los
hallazgos de Davy, los efectos narcotizantes del gas ante el famoso cirujano inglés Astley Cooper, en el
Guys Hospital de Londres. Pero al parecer Cooper no supo comprender la importancia del procedimiento y
el gas hilarante quedo relegado al olvido por lo que respecta a la medicina, aunque los químicos, magos y
artista no tardaron en utilizarlo para sus propios fines.
La fama del Instituto Neumático fue de corta duración y éste experimentó progresiva
decadencia, pues Humphrey Davy no se interesaba demasiado por la medicina y sin duda la poca
resonancia que tuvieron sus esfuerzos, así como los dudosos resultados logrados en el tratamiento de las
afecciones pulmonares, debieron causarle un profundo desengaño. La grave epidemia de tifus del año
1800 precipitó la desaparición del Instituto.
En cualquier caso, no cabe la menor duda de que debemos a Thomas Beddoes la introducción del
oxígeno en la medicina, como gas sustentador de la vida, y a Davy, el descubrimiento de los efectos
anestésicos del peróxido de nitrógeno.
II- Henry H. Hickman, William T. G. Morton, Horace Wells y otros importantes hombres de la
anestesia.
Un accidente en 1823, estimuló los ánimos nuevamente. Mientras el químico Stockmann hacía
una demostración sobre los efectos del gas hilarante sobre los seres humanos, se produjo una filtración
de un contenedor lleno de peróxido de nitrógeno y un hombre quedó inconsciente a su lado. Cuando lo
sacaron al aire del medio ambiente, no tardó en despertar sin manifestar ningún tipo de efectos
secundarios. Sin embargo, nuevamente se pensó solo en un envenenamiento, sin advertir que lo ocurrido
era una anestesia reversible, que se había desarrollado sin causa daño alguno.
No se consideraron las consecuencias pertinentes de lo ocurrido y volvieron a transcurrir
inútilmente otros once años. Solo en 1883, un joven médico inglés empezó a experimentar en el máximo
secreto los efectos del gas carbónico; su nombre era Henry Hill Hickmann (1800). Es muy posible que
sufriera una tuberculosis pulmonar crónica, como tantos hombres de su época. Poseía grandes dotes
intelectuales y cuando solo tenía veinte años ya era miembro del Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra.
Hickmann residía en Shropshire y le hacía sufrir mucho los lamentos, los gritos y los insoportables
aullidos de los pacientes durante las intervenciones quirúrgicas.
Esta preocupación no menguó con el tiempo y después de pasar el mismo por esa experiencia,
intentó encontrar algún medio de atenuar o eliminar el dolor de la incisiones y heridas. Ello le llevó a
iniciar experimentos con gases, de cuyos efectos narcóticos tenía noticia, experimentos que desarrollo
entre 1820 y 1829.
Decidió empezar con el gas carbónico. Introdujo diversos animales en una campana de cristal
que contenía una elevada concentración de gas carbónico. Tal procedimiento, puede asimilarse a una
especie de narcosis por asfixia. Solo últimamente se ha investigado que las propiedades narcóticas de
este gas son escasas. Cuando tenía a sus animales dormidos o totalmente inconscientes los sacaba de la
campana y en breve periodo antes de que despertaran, consiguió practicar amputaciones sin reacciones
dolorosas visibles. Sorprendido y profundamente impresionado, seguro de haber hallado lo que buscaba
se abocó a repetir los resultados positivos con seres humanos y trató de encontrar la aceptación para su
idea entre colegas de profesión. Pero solo consiguió burlas, le tomaron por loco y le negaron todo tipo de
ayuda.
Los círculos profesionales no tomaron en serio el extenso informe de Hickmann sobre sus
experimentos, ni tampoco algunos artículos en los que sugería que se aplicaran los resultados obtenidos
en los seres humanos.
Hickmann murió deprimido y desilusionado, en 1839, cuando solo contaba con 29 años. Pasaron
muchos años después de su muerte sin tener noticia de sus experimentos hasta que hallaron informes
sobre ellos, mismos que actualmente se conservan como piezas valiosas en el Wellcome-Museum de
Londres.
Se considera que Hickmann fue la primera víctima trágica de la investigación sobre anestesia. Sus
ideas cayeron en el olvido, y en l839 el cirujano parisiense Velpeau todavía afirmaba sin reparo que era
una locura pensar que algún día se podría operar sin dolor. No tenía sentido continuar ocupándose del
problema. Sin embargo, aun así se hicieron progresos. Sobre todo, se empezaron a conocer cada vez
mejor las peculiares propiedades de aquel gas que el joven Davy había denominado “gas hilarante”, por
sus efectos eufóricos. Alrededor de 1806, el profesor de química Thompson había demostrado en Glasgow
los efectos de una inhalación de peróxido de nitrógeno en estado puro, ante un auditorio de estudiantes y
otros espectadores; en 1831, el profesor doctor William Parker repitió la experiencia en la escuela de
Medicina de Woodstock; para continuar más adelante con otros experimentos.
A continuación, aparecen dos nuevos hombres en la historia de la anestesia: Horace Wells y
William Thomas Green Morton. Wells pertenecía a una familia de colonos y granjeros de la pequeña
ciudad de Windsor, en Connecticut. A lo largo de sus estudios en Amhurst y Walpole siempre destacó por
su inteligencia. Su apariencia física no era parecida a Hill Hickmann.
En 1834, cuando tenía 19 años, inicia sus estudios para dentista. En aquella época, 1841, conoce
e inicia su amistad con Morton. En efecto ambos adoptan la técnica de elaborar coronas de oro para
dentaduras, intercambiando sus experiencias.
En consecuencia antes de aplicar los dientes nuevos o prótesis era necesario extirpar los que ya
estaban con caries o en mal estado, lo que provocaba mucho dolor sobre todo cuando existía inflamación.
Ambos pasan por la mala experiencia de ver partir asustado a más de un paciente, acobardado por los
gritos de dolor. En vista de lo cual, los dos están muy interesados en cualquier posibilidad de eliminar el
dolor.
En la pequeña ciudad de Hartford no puede lograrse gran cosa, de modo que se trasladan a Boston, en
apariencia para estar cerca de la escuela de Medicina de Harvard que acababa de establecerse ahí, con
todas las personalidades e instalaciones, pero también para iniciar la consulta conjunta.
William T. G. Morton demuestra en todo ello un carácter distinto, a diferencia del bonachón Wells.
Sabe todo lo que desea y persigue sus objetivos con tenacidad.
La experiencia bostoniana no salió bien, las diferencias de carácter entre uno y otro eran
excesivas y volvieron a separarse. Morton permaneció en Boston, mientras que Wells regresaba al
ambiente más reposado de su pequeña ciudad natal, donde llegó a ser muy respetado por la población.
Pronto entraría a formar parte del grupo de notables y adquirió mucha fama. Entonces un buen día, cayó
en sus manos el sensacional anuncio de una próxima actuación de un actor ambulante, un mago y un
charlatán llamado Colton. El hombre tiene previsto realizar unos experimentos físicos en el Union Hall de
Hartford, y como culminación de la velada hará una demostración de los efectos del gas hilarante sobre
algunos caballeros. Se aceptan voluntarios para la prueba gratuita. Todo está previsto. Colton dispone de
cuarenta galones de protóxido de nitrógeno para las inhalaciones y asegura que varios hombres fornidos
permanecerán alerta alrededor del escenario para evitar que alguno de los narcotizados pueda hacerse
daño o caer del podio durante el trance. Previsoramente, ya cuenta con un joven voluntario que en cierto
modo serviría de señuelo para atraer a los demás. Es un muchacho pálido y delgado llamado Samuel
Colley. A continuación, todos los honorables caballeros que están dispuestos a someterse a la prueba
podrán inhalar personalmente el gas y experimentar las mismas sensaciones de desinhibición e
ingravidez, y el estado de embriaguez que lo acompaña. Una demostración especial más íntima reservada
a las damas queda anunciada para el día siguiente. La exhibición de los maravillosos efectos del gas
hilarante tendrá lugar el día 10 de diciembre de 1884 y el precio de la función será de veinticinco
centavos.
El señor Gardener Quinzy Colton era un tipo curioso. Había empezado trabajando como cestero y
vendedor, posteriormente intentó estudiar medicina con el doctor Williard Parker, en Nueva York, pero no
tuvo el dinero necesario. Sin embargo, se las arregló para adquirir de algún modo unos vastos
conocimiento de química, con los que bien que mal fue saliendo del paso. Su mujer, Lissi, le dio doce
hijos; y no era cosa de broma mantener a tan numerosa familia. Un buen día, Colton tuvo noticia del
peróxido de nitrógeno, estudió su obtención, su manipulación y sus efectos, y se le ocurrió la idea de
montar un espectáculo ambulante e inició una gira de representaciones en las que demostraba los efectos
del gas hilarante. Ello le reportó buenas ganancias, lo que le permitió alimentar sin problemas a sus
numerosos hijos. Una de esas giras le llevó hasta Hartford, pues también en las ciudades pequeñas
podían ganarse buenos billetes.
Naturalmente, Wells no quiso perderse semejante exhibición. Incluso llevó a su joven esposa, a
pesar de que esta no estaba demasiado convencida del asunto. La noche del 10 de Diciembre, la sala del
Union Hall se hallaba llena a rebosar de expectante público. Colton inicia el espectáculo con un par de
interesantes trucos de física, luego hace subir a Colley al escenario y le invitó a instalarse en una silla. Le
proporciona un delgado globo, aparentemente una vejiga de cerdo, dotado de un tubo para inhalar y un
grifo regulador. El grifo está cerrado y el globo aparece hinchado rebosante de gas hilarante. Colley debe
introducirse ahora el tubo en la boca, al mismo tiempo que se tapa la nariz, Colton abre el grifo y hace
respirar profundamente a su señuelo. Esto lo hace sin dificultad, pues el gas es totalmente inodoro y no
irrita en absoluto las mucosas. Al cabo de escasas inhalaciones, el pálido Colley ya empieza a estar un
poco embriagado, comienza a removerse intranquilo, tiene un inmotivado ataque de risa, empieza a
patalear, a agitarse. Se golpea con estrépito contra el canto de una silla, se levanta, y se pone a bailotear
totalmente enloquecido. Es un espectáculo divertidísimo; la gente se muere de risa. Apenas a empezado a
calmarse el muchacho, cuando otros animosos caballeros se presentan en el escenario, aceptan sendos
globos, inhalan el gas y comienzan a actuar con grotesca desinhibición; cantan y braman como danzantes
y emiten todo tipo de ruidos. Mientras tanto los vigilantes cuidan atentamente de que ninguno pueda
hacerse daño o causarlo a los demás. La sala vitorea entusiasmada. Desde luego, resulta gracioso ver a
algunos dignos notables de la ciudad en ese desinhibido estado natural. La satisfacción de la población no
tiene límite, el espectáculo ha tenido éxito fenomenal.
Wells también quiere subir al escenario para inhalar el gas. Su mujer intenta detenerlo por todos
los medios, pues considera que se trata de un engaño y lo considera poco digno para la elevada posición
de su marido. Pero el no se deja disuadir, inhala también el gas hilarante y experimenta personalmente
los efectos eufóricos, la sensación de bienestar. Cuando se recupera, regresa tambaleante a su asiento y
no tarda en recobrar la lucidez. De pronto se queda mirando sorprendido al joven Colley que tiene una
pernera del pantalón ensangrentada; la sangre incluso empieza a gotear sobre el suelo. Debe haberse
hecho una buena herida en la pierna. Ese detalle pica la curiosidad de Wells: sube nuevamente al
escenario y se acerca al muchacho.
Sam, ¿Estás herido? Le dice.
El otro niega enérgicamente con la cabeza.
Pero, sí, estás herido, mira como te sangra la pierna derecha, debes tener una herida abierta.
Sam se queda mirando sorprendido el charco de sangre en el suelo, se sube el pantalón y
descubre una herida abierta en la pantorrilla. Casi no puede creerlo; en su estado de trance, no
ha notado nada. ¿No has sentido ningún dolor?
Colley vuelve a mover la cabeza negativamente, Wells está fuera de sí de satisfacción, sus ojos
relampaguean.
Creo que a un hombre que haya inhalado este gas podría arrancarle un diente o incluso
amputarle una pierna sin que sintiera dolor alguno –declara, volviéndose hacia su vecino David
Clark.
A partir de ese instante, Wells empieza a actuar como un poseído. Es prácticamente imposible
dirigirle la palabra, tan absorto y obsesionado está con su idea. Casi no puede esperar a que termine el
espectáculo y cuando este toca a su fin, se precipita de inmediato a hablar con Colton. Quiere estar
completamente seguro; para ello desea hacer un experimento en su propia persona, que le demuestre la
ausencia de dolor durante la intoxicación. No puede hacer solo esta experiencia y, en consecuencia, le
ruega a Colton que acuda a su consulta al día siguiente para anestesiarle con gas hilarante. Luego su
ayudante Riggs le arrancará la muela del juicio enferma. Colton comprende en el acto las intenciones de
Wells y promete ayudarle; a el mismo jamás se le había ocurrido tan original idea. Quedan en encontrarse
en la consulta de Wells el día 11 de diciembre de 1844, esto es, el día después del gran espectáculo.
Aquella misma noche, Wells todavía va en busca de su ayudante Riggs, le pone al corriente de su
proyecto y le ruega que, en el momento oportuno de la intoxicación proceda a extraerle la muela.
Una tercera persona estará presente en calidad de testigo. Se trata de Morton, que ha ido a visitarlo
desde Boston. Todo se desarrolla según las previsiones. Colton se presenta puntualmente en la consulta,
Wells se instala en el sillón de curas y Colton le hace inhalar el gas hilarante con la nariz bien tapada.
Wells empieza a perder contacto con la realidad y al fin queda totalmente narcotizado. Riggs prepara los
alicates, le arranca la muela del juicio enferma y la exhibe ante los ojos de Wells cuando se despierta.
I didn’t feel so much as pick of pain ( no he sentido ni una punzada de dolor) declara
enfáticamente Wells en cuanto recobra la razón.
Con estas significativas palabras, la diversión de la inhalación de gas hilarante adquiría una
aplicación útil, que hacía abrigar grandes esperanzas.
Horace Wells, que por cierto era pelirrojo aprende en seguida a manipular el gas hilarante, y al
día siguiente lo emplea para efectuar otras quince extracciones dentarias. Solo en dos ocasiones no
consigue narcotizar al paciente, sin que nadie pueda explicarle la causa. Sin embargo, Wells ya está
finalmente convencido de la fiabilidad de su método y está ansioso por realizar de inmediato una
demostración pública. Tal vez temía que otro pudiera arrebatarle la paternidad del procedimiento.
Entretanto, Horace Wells también ha observado que inmediatamente después de inhalar el gas en
estado puro, primero se produce un estado de excitación , precisamente la intoxicación, desorientación y
exaltación que aprovechaban en sus espectáculos los saltimbanquis y magos. Si se sigue aumentando la
dosis de gas inhalado, el organismo entra en una fase de trance profundo, o pérdida del conocimiento,
único momento adecuado para sus fines, pues solo en ese estado desaparecen brevemente los dolores y
las reacciones defensivas.
Convencido de la importancia histórica de su descubrimiento, Wells se traslada entusiasmado a
Boston para en contacto con el famoso cirujano Warren del Hospital General, con la esperanza de recibir
autorización para efectuar allí una demostración pública de su método. No conoce a ninguno de los
grandes de la medicina que ejercen en Boston, pero a fin de cuentas allí vive también su antiguo
compañero Morton. De modo que se dirige a él primero y le expone confiadamente la idea y su deseo de
efectuar una demostración en la cátedra del profesor Warren. Morton, pese a sus estudios de medicina,
debe reconocer que tampoco tiene contacto directo con Warren o ningún otro profesor del Hospital
General. Sin embargo, conoce a un químico llamado Jackson, que goza de gran reputación.
Se tiene noticia de que ambos visitaron juntos a Jackson y Wells le expuso su proyecto.
Aparentemente Jackson reaccionó con gran escepticismo y les señaló las muchas tentativas
fracasadas para la supresión del dolor realizadas a lo largo de los siglos. También se dice que declaró
irónicamente, que para resolver un problema de ese calibre sin duda se requerían de más conocimientos
y experiencia de los que podía poseer un dentista.
El profesor Warren, un hombre imponente y reposado, con un firme carácter y una gran fuerza
de voluntad, sin duda debió intuir las posibilidades de un auténtico progreso e invitó a Wells a realizar una
demostración en su auditorio de Hospital General. Allí efectuaría cara al público la extracción indolora de
una muela bajo narcosis con gas hilarante. Se fijó una fecha y Warren decidió llevar el mismo un paciente
idóneo.
El 15 de enero de 1845, a la hora prevista, el auditorio lleno de estudiantes y médicos, pues ha
corrido la noticia rápidamente de que un dentista va a efectuar una demostración. Todos observan con
curiosidad a Wells, que ya sueña con el éxito y la fama, mientras prepara su anestesia. Morton también
está presente, pero no se deja ver.
Warren permanece de pie junto al paciente, que está sentado en una silla. Ya ha presentado a
Wells ante el público y ha expuesto brevemente lo que este se propone a hacer. Este caballero afirmaba
ser capaz de extraer una muela sin dolor bajo los efectos anestésicos del gas hilarante y ahora le tocaba
demostrarlo ante todos ellos. La desconfianza de Warren es manifiesta. ¿Sin dolor ha dicho? Esto es
imposible, piensa la mayor parte de ellos, pero aguardan expectantes una sorpresa.
El joven inhala pacientemente el gas; ya debería estar anestesiado, pero la cosa no funciona,
Wells se encuentra en dificultades, no consigue dormir de inmediato al paciente. Finalmente, tras una
breve fase de excitación, este se calma y Wells cree que ya puede empezar. Retira el tubo y la bolsa de
gas, abre rápidamente la boca de su víctima y prepara los alicates. Entonces el hombre reacciona
vigorosamente y comienza a dar gritos aterradores. Las risas y murmullos empiezan a llenar al sala hasta
convertirse en sonoras carcajadas. Los espectadores piensan que todo ha sido una farsa.
Morton lo ha visto todo y ha desaparecido a fin de evitar verse envuelto en ese fracaso.
En fin, todo el mundo esperaba que ocurriera precisamente lo que ha pasado. La cara de Warren está
llena de ironía, burla e indignación; se considera engañado y abandona la sala sin decir palabra. Wells
permanece anonadado junto a su paciente, incapaz de comprender por que ha fracasado su método.
Profundamente deprimido, abandona la ciudad: se han disipado todas sus esperanzas.
En aquel momento, nadie estaba en condiciones de explicar las causas del fracaso; se pensó que
a Wells le había tocado un alcohólico resistente al gas. Actualmente, podemos suponer que debió tratarse
de un simple fallo técnico. Cualquiera que tenga alguna experiencia clínica en el uso técnico del protóxido
de nitrógeno sabe que cualquier pequeña filtración en el sistema de inhalación impide una completa
narcosis, pues el gas hilarante en realidad es un anestésico muy débil.
Horace Wells, no ceja en su empeño y continúa en gran secreto los experimentos con el famoso gas, y
también con otros gases. Se esfuerza por perfeccionar técnicamente el procedimiento. Pero no se le
ocurre sustituir el gas en estado puro, con sus breves efectos narcóticos, por una mezcla de protóxido de
nitrógeno y oxígeno, aproximadamente en una relación de 80 a 20 por ciento, tal como aparecen en el
aire. Durante largo tiempo, nadie tendría esa idea, pese a que ello habría permitido lograr una anestesia
tanto tiempo como se deseara.
Wells continua extrayendo dientes después de hacer inhalar gas hilarante a sus pacientes y
además también consigue efectuar una primera amputación indolora.
Más adelante, le llaman la atención los efectos del éter sulfúrico, que los estudiantes utilizaban
entonces para hacer numerosas bromas pesadas en sus noches de juerga. De hecho, se trataba de un
éter dietílico, obtenido a partir del alcohol y ácido sulfúrico o cloruro de cal. Cuando los estudiantes
encontraban una víctima propicia, ataban al pobre tipo a una mesa, le cubrían la boca con un paño
húmedo sobre el que iban vertiendo éter. La víctima no tenía más remedio que inhalar los vapores hasta
que quedaba intoxicada y empezaba a vociferar como un loco, con gran regocijo de los presentes. Wells
reprodujo la experiencia, pero pronto volvió a abandonar las inhalaciones de éter debido a al
desagradable irritación de las vías respiratorias y a los posteriores efectos que causaban.
Se tienen noticias de estas experiencias a través de un informe de Wells, publicado en la Revista
de Medicina y Cirugía de Boston en 1847. En Febrero de 1848, aparece inesperadamente la noticia de su
repentino fallecimiento. Nadie sabe como ocurrió y empezaron a correr las rumoraciones de que, presa
por la desesperación se metió en un baño caliente y se corto las arterias de la muñeca desangrándose
hasta morir. Sin embargo, según las últimas investigaciones realizadas por Jurgen Thorwald y su equipo
de colaboradores, esto no se ajusta a la verdad, que es aún mucho más espantosa.
Impulsado, no tanto por el dolor de la fama pérdida, sino por un simple y puro desánimo, Wells al
parecer intentó calmar primero su malestar con ayuda del alcohol. Más tarde, posterior a realizar
innumerables experiencias en su propia persona, también empezó a inhalar o beber éter y desarrollo una
adicción. Sus células cerebrales estaban dañadas y sufrió una alteración de su personalidad que le llevó a
abandonar a su familia. Llevó una vida solitaria en Nueva York, donde ejerció su profesión, limitándose
solo a dar unas clases sobre métodos de anestesia. Finalmente su deterioro fue acentuándose
progresivamente y, cuando cobraba conciencia de su estado, sufría terribles depresiones, interrumpidas
solo por breves fases de lucidez.
Está comprobado con certeza que el 21 de enero de 1848, Horace Wells fue detenido en
Broadway a resultas de una escandalosa escena callejera y quedó internado en la prisión de la ciudad de
Nueva York. Por la mañana le encontraron muerto en su celda en medio de un charco de sangre. En el
suelo, junto a su cuerpo, había una pequeña botella que todavía contenía algunas gotas de cloroformo.
Wells lo había utilizado para librarse del dolor, antes de seccionarse las arterias de ambas muñecas.
Horace Wells fue la segunda víctima en la investigación de la anestesia. Poco antes de suicidarse,
este hombre singular todavía mandó una carta de despedida a la redacción del diario neoyorquino Journal
of Commune, en la cual explicaba las razones que le impulsaban a quitarse la vida voluntariamente. En
esa carta Wells declara que lo que le lleva a la autodestrucción no es tanto la decepción y el desespero,
como el hecho de haber comprendido que su alma y su espíritu estaban enfermos.
Horace Wells, como tantos otros creadores e innovadores, recibiría más tarde grandes honores
póstumos.
A partir de entonces, la anestesia con gas hilarante tendría un destino muy cambiante. Su uso
solo se generalizó cuando fue posible construir instrumentos que permitieran regular al administración de
protóxido de nitrógeno y oxígeno, a fin de poder establecer una narcosis duradera controlable, en vez de
la breve intoxicación lograda hasta entonces.
En los Estados Unidos continuó utilizándose intensivamente el gas hilarante como anestésico. El
mismo Magier Colton, que anestesió por primera vez a Wells, volvió a trabajar afanosamente en 1863
para imponer la aplicación práctica del protóxido de nitrógeno en odontología y cirugía. Se asoció con un
dentista de New Haven llamado Smith para efectuar extracciones dentarias de rutina. En cuanto al éter,
se negaban a emplearlo por los fenómenos de irritación de las vías respiratorias ocasionados, y todavía
tenían menos interés en utilizar el cloroformo, mucho más peligroso. De un modo u otro, al cabo de tres
meses los dos socios ya habían conseguido efectuar 3,927 extracciones indoloras bajo los efectos del gas
hilarante. A continuación, Smith estableció un Instituto de Anestesia en Nueva York dedicado a los mismo
fines y en el curso de tres años y medio alcanzó la importante cifra de 17,601 extracciones dentarias
indoloras sin complicaciones y sin un solo accidente mortal (frente a una mortalidad de 1 sobre 10,000
para la anestesia con éter y de 1 sobre 2,600 para la anestesia con cloroformo, en aquella época). Otros
dentistas imitaron su ejemplo y el método de Wells quedó así implantado en los Estado Unidos. Colton
también fundó una Asociación de Dentistas para la generalización de la analgesia y anestesia mediante
gas hilarante.
Su discípulo Evans introdujo el método en Londres y París, en 1864, y efectuó anestesia de este
tipo para muchos cirujanos. El resultado una división natural del trabajo y la responsabilidad en el
quirófano que pronto llevaría a la nueva profesión de Anestesista en Inglaterra y Estados Unidos. Hasta el
año de 1866, se efectuaron 90,000 anestesias con gas hilarante.
En Alemania, todavía tardaría mucho tiempo el implantarse la anestesia con gas hilarante. Solo la
empleaban algunos cirujanos aislados, la mayor parte de los cuales pronto volvieron a preferir el éter y el
cloroformo.
III- Éter sulfúrico o votriolo ¿fabuloso descubrimiento?
La introducción del concepto de "anestesia base" y la reducción de las dosis de avertina dieron
buenos resultados. Con ello parecían evitarse los riesgos mas importantes y el número de muertes
decreció considerablemente. Pero con ello no quedaba resuelto, ni mucho menos, el problema de
encontrar un anestésico no excitante (que actuara sin una fase de excitación), psíquicamente inocuo. En
las nuevas condiciones de aplicación, con dosis no superiores a 0.08 gramos por kilo de peso del paciente,
todavía se producían narcosis totales en las personas de edad enfermos sensibles, con la inevitable
cianosis, había accidentes a veces incluso paros respiratorios, imposibles de remediar. Algún paciente
falleció a resultas de alteraciones del intercambio gaseoso, a consecuencia de una depresión
excesivamente prolongada de la función respiratoria y víctima de un grave colapso irreparable.
El largo sueño postoperatorio tras las anestesias con avertina también suscitaba grandes reparos
en los hospitales, pues obligaba a emplear demasiado personal para la supervisión postoperatoria de los
pacientes. En el fondo, no habían desaparecido los problemas. No, esa actitud de compromiso no podía
considerarse la solución definitiva; en eso estábamos de acuerdo Helmuth Weese y yo. Era preciso
encontrar un procedimiento mas adecuado.
El rubio Weese, bajito y de constitución gruesa, no procedía del sur de Alemania, pero había
pasado su juventud en Berna con su padre, un estudioso especializado en historia del arte. Nos
entendíamos muy bien a todos los niveles; tenía imaginación e inventiva, apreciaba las montañas y el
arte. Sus opiniones eran siempre claras y concisas; detestaba las formulaciones vagas. Cuando tenía
alguna idea nueva, la mantenía con tenacidad y sin dejarse amilanar por las circunstancias. En eso nos
entendíamos de maravilla, pues yo tengo un carácter bastante parecido. En realidad, en aquella época yo
era mucho mas inquieto, mas impetuoso que el y mas de una vez tuvo que frenarme. Pero fue una suerte
que así fuera, pues cuando numerosos colegas de profesión empezaron a rehuirme y atacarme
nuevamente a causa de mis estudios sobre anestesia, el me tranquilizó. "No, esa clase de gente no nos
interesa", le dijo en cierta ocasión un famoso catedrático de cirugía, cuando yo me empeñaba en solicitar
que se impulsara el estudio independiente de la anestesia. Resulta en cierto modo irónico que
precisamente ese mismo cirujano fuera uno de los que as se aprovecharon de los nuevos métodos de
anestesia especializada y de técnicas de intubación para sus operaciones de pulmón.
Weese y yo estábamos decididos a atacar de frente la avertina e intentar superar el uso de la
anestesia rectal. ¿pero como hacerlo?
-No pregunte el por qué-, preocúpese únicamente por el como me dijo en un memorable
momento Walter Straub, maestro inolvidable para ambos. En definitiva, nadie puede responder al porque.
En cambio preguntarse por el como es siempre fructífero.
Y tenia razón. Solo quien sabe hacerse las preguntas correctas, tiene posibilidad de encontrar una
respuesta útil y correcta, independientemente de que esta sea afirmativa o negativa. En nuestros
esfuerzos por resolver un enigma, partimos siempre de una noción preconcebida siempre existe una
intuición en el origen de la búsqueda de una salida a una situación apurada. Un -No- bien definido nos
hace avanzar tanto como un Si. Lo único malsano es la duda, la ambigüedad.
En aquel momento, la situación no nos era demasiado desfavorable, en el extranjero se habían
fijado en nuestros trabajos y los seguían con curiosidad y expectante interés. Infinidad de ideas me
rondaban la cabeza, me adentraba cada vez mas en el secreto de la anestesia. Pero no me sentía bien,
grandes preocupaciones me agobiaban en aquella época. Cuando no conseguíamos adelantar, era presa
de una desconcertante tristeza, una depresión: la desconsoladora noción de nuestra impotencia, el
reconocimiento de que era imposible apartar a la humanidad de su destino, ni a los sacerdotes que creían
poder transformar una humanidad perversa en otra bondadosa, ni a los poetas, pues se creían capaces
de hacer bello un mundo feo, ni tampoco a los médicos, pues estaban empeñados en dar salud a una
humanidad enferma. Mi estado físico tampoco era bueno. Con que un día volví a sentir la necesidad de ir
a ver a Weese, para comentarle alguna observación concreta que había hecho y también para distraerme
y tranquilizarme un poco.
El vivía en una casita bastante apartada de la ciudad cerca del bosque. Tenia instalado su cuarto
de trabajo, pequeño pero acogedor, en una buhardilla. Una buena botella de vino en su bodega nos
ayudó a romper el hielo. Mi tristeza iba desvaneciéndose gradualmente mientras charlábamos. Luego
fuimos al grano.
Yo me paseaba arriba y abajo por el cuartito, porque el problema me tenia inquieto, el
permanecía sentado en su gran sillón y fumaba un gigantesco Virginia. Cada vez que me acercaba a la
ventana contemplaba el cielo cubierto de nubes, me sobrecogía una inconsolable sensación de
desamparo. Todo el asunto de la anestesia había acabado convirtiéndose en una trágica aventura que me
robaba la paz interior y que ignoraba adonde me conduciría. si cuesta arriba o cuesta abajo. También
Weese se distraía de vez en cuando y permanecía absorto en sus pensamientos. Nos costaba encontrar
las palabras. pero ambos experimentábamos una curiosa tensión. Era como si nos enfrentáramos con una
crítica decisión. lo cual en cierto modo también era cierto. Me detuve frente a él y declaré:
Hace tiempo que me preocupa la fase de excitación de la anestesia y siempre vuelvo a topar con
ese problema -. Los farmacólogos y también los fisiólogos. todo sea dicho. consideráis normal e inevitable
que una fase de embotamiento esté precedida. dado el caso. por una fase de excitación y que antes de
una narcosis deba producirse. por tanto. una excitación.
Así es- masculló Weese y dio una fuerte chupada a su puro. y precisamente ahí está el error. En
mi opinión. toda la calamidad de la excitación provocada por el éter tiene su origen en la zona superior de
las vías respiratorias; yo al menos. con el tiempo. he llegado a esa conclusión. En efecto. si se administra
muy lentamente el éter. con gran cautela, empezando con concentraciones mas bajas. es decir. con
vapores todavía respirables. puede evitarse la excitación. la intranquilidad motora. Se que os negáis a
aceptar este hecho, pero es lo que se desprende de nuestra experiencia práctica. Cuando quieras. estoy
dispuesto a hacerte una demostración.
Weese me había escuchado con atención; ya totalmente concentrado dejó el puro y me preguntó.
¿quieres decir que es posible evitar la excitación?
Sí. exactamente. Si se trata con cuidado las vías respiratorias, puede evitarse. Hace poco, para
ampliar mi experiencia, repetí una anestesia con éter oleoso según el procedimiento de Gwathmey, con
fines comparativos. y no observé ninguna muestra de excitación. igual como ocurre con la aplicación
rectal de la avertina. Y tampoco en ese caso se observa ninguna excitación antes del embotamiento. ¿tu
que opinas? Realmente parece como si todos los problemas de la excitación tuvieran su origen en la
irritación de las terminaciones nerviosas sensibles de las vías respiratorias superiores y los lóbulos
pulmonares.
Weese guardó silencio. prácticamente se le oía pensar. Yo reanudé mis paseos por la habitación,
llegué a la ventana y, de pronto. el cielo ya no me pareció tan gris.
El interrumpió bruscamente el silencio:
Por tanto, al iniciar la anestesia es preciso evitar en la medida de lo posible la irritación de los
canales respiratorios.
Sí. es imprescindible. Ten en cuenta también que gases indiferentes como el gas hilarante, que no irritan
as vías respiratorias. tampoco provocan excitación. Esta solo se produce cuando el paciente se tiñe de
azul por carencia de oxígeno y corre peligro de asfixia.
Ahora empiezo a verlo más claro. Puede que tal vez tengas razón.
Claro que tengo razón. Fíjate que cuando se inyecta un narcótico o un hipnótico, un somnífero
por tanto, por vía subcutánea o intravenosa, tampoco se produce una fase de excitación, los animales o
las personas duermen sin dificultad. Lo cual, por otra parte, no constituye una novedad. La gran ventaja
de inducir el sueño sin una fase de excitación ya se reconoció en el año de 1872. En aquella fecha, Oré,
en Lyon, consiguió inducir artificialmente el sueño mediante una administración intravenosa de hidrato de
cloral, sin duda debes recordarlo, y poco después Krawkov empleó una inyección intravenosa de hedonal
con el mismo fin. La propia anestesia con hedonal, la llamada anestesia rusa, debe su origen sobre todo a
la imposibilidad de obtener éter puro durante la sangrienta Revolución rusa de 1917, mas que a un
propósito intencionado, pero lo cierto es que también era psíquicamente inocua y no presentaba una fase
de excitación.
Weese me había escuchado con atención.
Sí dijo a media voz, estos datos históricos me hacen comprender muchas cosas. Tus afirmaciones
coinciden, por otra parte, con algunas experiencias farmacológicos, como por ejemplo los experimentos
de Burckhard para transformar los anestésicos por inhalación como el cloroformo o el éter en soluciones
acuosas que permitan la administración intravenosa, a fin de inducir un estado de narcosis evitando la
inhalación. Tampoco el, que yo sepa, observó ninguna fase de excitación. El hecho de que su método
fracasara obedeció a otros motivos; en efecto, los glóbulos rojos de la sangre quedaban dañados o
incluso empezaban a desintegrarse con concentraciones muy bajas de tales soluciones. De ahí que el
método nuca pudiera llegar a aplicarse en la práctica.
Habrían tenido que emplearse otros narcóticos o hipnóticos, que no provocaran alteraciones en la
sangre.
¿Como que habría tenido? Me interrumpió el impaciente. Ya se intentó utilizar somníferos como el
hidrato de cloral, somnifén, hedonal, luminal y otros con el mismo fin.
De hecho ya se había intentado administrar por vía intravenosa el isopral, un alcohol triclorado,
hasta que por fin a alguien se le ocurrió inyectar auténticos somníferos, compuestos puros de la serie de
los barbitúricos. Esto se logró después de que Emil Fischer y Mehring descubrieran, en 1903, el radical
básico de todo el grupo de los hipnóticos, el veronal, y después de que el famoso Horlein, un
incomparable genio matemático, sintetizara el luminal en 1917, en Elberfeld, con la colaboración de los
químicos Kropp y Taub. Ambas sustancias químicas actuaban durante varias horas, lo cual apuntaba hacia
una descomposición muy lenta dentro del organismo.
Prosiguieron las investigaciones y finalmente, en 1924, se empleó el Dial con el mismo fin,
mientras los franceses Frédet y Perlis utilizaban una solución de Somnifén. Aunque se logró dormir sin
problemas al paciente sin que apareciera una fase de excitación. también se tuvo la sorpresa de ver que
algunos pacientes ya no volvían a despertar. Un científico llamado Keller hizo experiencias similares con el
Allional, y en los Estados Unidos, Cerfas y McCallus intentaron efectuar anestesias con Amythal. En
Francia, Deplas y Chevillon siguieron el mismo procedimiento con el Soneryl, pero con ninguno de estos
productos se obtuvieron resultados satisfactorios. El procedimiento parecía peligroso.
Y acabo de recordar que el hijo del famoso ginecólogo berlinés Bumm nos hizo hace poco una
demostración de su método, que consiste en preparar una anestesia con éter y una dosis de Pemokton,
destinada a reforzar los efectos de la anestesia y a evitar una excitación. Esta narcosis preparatoria o
preanestésica le permitió reducir considerablemente la angustia del paciente, lo que sin duda ya
representa un cierto progreso. Por desgracia, se constató que el Pemokton puede provocar sin embargo
estados de excitación, intranquilidad motora e incluso convulsiones en algunas personas. Tales reacciones
son muy desagradables y los cirujanos no podemos permitir que se produzcan. Finalmente, también hay
que tener en cuenta los nervios del cirujano que efectúa la intervención. Le pregunté a un colega que es
muy partidario del Pemokton si no le preocupaban estas convulsiones y espasmos musculares. "Verá me
respondió", "nosotros no le damos ninguna importancia. Tenemos una cama con barandillas acolchadas
para dejar que los pacientes inquietos se desfoguen".
Los somníferos conocidos como el Veronal, el Luminal y otros no nos sirven, es evidente. Los
pacientes tienen un sueño demasiado largo y mas de uno ya no vuelve a despertar después de una de
estas narcosis con somníferos.
Weese repitió lentamente estas últimas palabras. Luego se incorporó bruscamente y habló con excitación:
Pero, claro, Killi siempre me llamaba Killi a secas, de momento el problema es exclusivamente
químico y basta. Habría que encontrar un somnífero que no solo fuera fácilmente soluble en agua, sino
que además empezara a actuar inmediatamente después de ser inyectado en la vena y se desintegrara
muy rápidamente, de manera que solo tuviera un efecto narcótico pasajero que se desvaneciera muy
pronto.
Nos miramos uno al otro; cada uno tenía la sensación de que nos estábamos aproximando,
cautelosamente pero finalmente a la realización de uno de nuestros sueños. Habían logrado localizar el
problema central, habíamos conseguido formular una pregunta concreta.
A continuación, determinamos que la sustancia que buscamos debía poseer cinco propiedades
básicas:
1. un corto período de acción;
2. un gran margen de seguridad, esto es, un margen lo suficientemente amplio entre el efecto narcótico y
el efecto mortal;
3. un efecto hipnótico inmediato inyectado por vía intravenosa.
4. Un efecto mínimo sobre los centros respiratorios y circulatorios así como sobre el corazón.
5. Total inexistencia de efectos irritantes y absoluta tolerancia por parte de los tejidos.
Lo teníamos todo muy bien formulado, cuando de pronto fui presa otra vez de graves dudas:
Supongamos, que tenemos una sustancia de estas características...supongamos que tu has
encontrado y que inyectamos la solución por vía intravenosa, lo cual nos permite inducir un sueño
narcótico, sin fase de excitación, en un plazo de dos o tres minutos ¿De que nos serviría? Continuaría
siendo imposible controlar el método en el sentido tradicional. No podemos reducir la profundidad del
sueño. No podemos eliminar la sustancia del cuerpo a voluntad. ¿no es así?
Si, así es, pero al mismo tiempo no es del todo exacto, pues no es preciso dosificar de antemano
el preparado de acuerdo con el peso del paciente. En realidad, podríamos vacilé un momento... , sí,
seguramente podríamos rayos y truenos...
¿que te ocurre?
Una vez alcanzado un sueño lo suficientemente profundo podríamos interrumpir la inyección,
cerrando el grifo como si dijéramos. ¡naturalmente, eso es! Exclamé entusiasmado... ¡esta es la solución!
Una vez alcanzado el estado de relajamiento e insensibilidad al dolor deberíamos interrumpir la inyección.
¡De este modo podríamos establecer la dosis de acuerdo con los efectos obtenidos! Naturalmente. ¡Esta
es la formula mágica: una dosificación de acuerdo con los efectos! ¡Si lo consiguiéramos!
Sería increíble. Podríamos descartar la avertina, sin necesidad de renunciar a sus ventajas
psíquicas.
Weese se había levantado rápidamente. Permanecimos de pie uno frente al otro, mirándonos fijamente.
De pronto caímos en la cuenta de cuán importante era todo lo que acabábamos de decir. Weese dio
media vuelta sin decir palabra y llenó nuestros vasos. Acabábamos de vivir un momento memorable los
dos juntos.
Después de esta decisiva conversación, Weese empezó a investigar sistemáticamente en busca de un
barbitúrico con las propiedades necesarias. Transcurrieron casi dos años hasta que un día me telefoneó a
Dusseldorf para decirme que acababa de encontrar una sustancia que posiblemente sería adecuada para
una anestesia intravenosa .
¡Tráela en seguida! Grité a través del aparato.
Los químicos Kropp y Taub de Elberfeld le habían proporcionado un barbitúrico.- el Evipán para
someterlo a prueba. Sus experiencias con el producto habían dado resultados muy favorables. Los
animales se dormían muy rápidamente durante la inyección intravenosa y se despertaban al cabo de poco
rato sin que se observara tipo alguno de secuelas desagradables.
En el hospital empezamos a realizar a diario anestesias intravenosas con Evipán-Natrium, primero
para intervenciones leves y de corta duración, mas adelante también para operaciones de mayor
envergadura, en parte sin recurrir a otros procedimientos y en parte en combinación con el gas hilarante
o éter y oxígeno, y comparamos los resultados obtenidos con los de otros hospitales donde también se
estaba ensayando el Evipán. Muchos cirujanos reconocieron las ventajas de la anestesia intravenosa y
aprendieron a utilizar la nueva técnica, con lo cual se fue difundiendo cada vez mas su aplicación. Si el
sueño resultaba demasiado superficial, siempre se podían administrar dosis adicionales sin peligro alguno.
Únicamente procurábamos evitar realizar anestesias generales de varias horas de duración con el Evipán.
En general, no superábamos una dosis máxima de un gramo de Evipán.
El Evipán -Natrium abrió el camino para la difusión de la anestesia intravenosa por todo el mundo
civilizado en una marcha triunfal extraordinaria. Desaparecieron los temores ante la anestesia, fue
disipándose el miedo de los pacientes, lo que constituyó una gran victoria.
Hellmuth Weese alcanzó fama duradera con su descubrimiento.
Su nombre permanecerá imborrablemente grabado en la historia de la lucha contra el dolor.
Pero no debe suponerse que la autorización oficial y la difusión de la anestesia intravenosa con Evipán no
topó con ningún tipo de dificultad. El nuevo procedimiento también tuvo que pasar por una difícil fase de
rodaje. Los cirujanos debieron adaptarse al nuevo sistema, tuvieron que aprender a emplear el método
intravenoso y a conocer sus ventajas y riesgos. Por este motivo, durante los primeros meses se
produjeron varios accidentes, algunos de ellos mortales incluso, que habrían podido evitarse fácilmente. El
factor decisivo en estos casos no residía tanto en el procedimiento mismo como en unas instrucciones
peligrosas en aquellas circunstancias. En efecto, se indicaba que debía empezarse administrando cuatro
centímetros cúbicos de la solución original de Evipán al diez por ciento, inyectándolos prácticamente "de
golpe" como si dijéramos para iniciar después la dosificación gradual de acuerdo con los efectos
obtenidos. Ello podía dar lugar a desagradables sorpresas, entre ellas un parto respiratorio. Hasta qué
punto era peligroso este proceder queda bien patente si tenemos en cuenta que yo mismo inicié la
anestesia de un paciente ya viejo, para una importante intervención torácica, con un total de 3,5 mI de
solución de Epiván. Cuando, gracias a nuestras protestas, conseguimos que se redujera finalmente la
dosis indicada en las instrucciones, mejoraron de manera considerable los resultados obtenidos con este
procedimiento. Los accidentes y los casos mortales quedaron relegados a la categoría de raras
excepciones. En cualquier caso, lo cierto es que era imposible interrumpir del todo la anestesia.
Así se desprendía de la naturaleza misma del procedimiento. La experiencia de los cirujanos
enseña que no existe ningún error imposible de cometerse. Pronto tendría ocasión de comprobarlo yo
mismo. Mientras efectuaba la ronda de mi pabellón, en el panel indicador se iluminó la señal indicando mi
número de identificación. Sin darme tiempo a precipitarme sobre el teléfono más próximo, una enfermera
acudió a mi encuentro y me anunció que debía acudir rápidamente al quirófano. El médico-jefe quería
operar a un paciente ya anciano que sufría un carcinoma de estómago, pero no podía efectuar la
intervención, pues el hombre se había puesto cianótico y estaba al borde de la asfixia. Salí corriendo y,
cuando entré en el quirófano, me encontré al médico-jefe despotricando unto a la mesa de operaciones.
Su paciente sufría un paro respiratorio total y su piel ya tenía una coloración preocupantemente azul.
¿Que había ocurrido? Su ayudante había inyectado demasiado aprisa los 10 mI de la ampolla de Evipán
destinada a inducir la anestesia intravenosa, pese a que debía saber que las personas de edad,
físicamente debilitadas, y sobre todo si se trata de enfermos de cáncer, son sumamente sensibles a la
anestesia. Sin embargo, había administrado una increíble dosis durante los primeros minutos, con
resultados desastrosos. Cogí de inmediato, uno de nuestros aparatos de anestesia y apliqué la respiración
artificial al paciente, administrándole oxígeno hasta que se hubo recuperado. Fue una suerte que el
Evipán se desintegrara tan rápidamente dentro del organismo,. Gracias a ello, pude superar la crisis,
aunque después de lo ocurrido fue preciso renunciar a operar.
En la misma época, también recibimos con espanto la noticia de dos accidentes mortales
particularmente trágicos, ocurridos bajo la anestesia con Epiván durante la incisión de unas grandes
abscesos en la amígdala palatina tras unas anginas.
Un otorrinolaringólogo todavía joven quería efectuar la intervención aplicando una anestesia
intravenosa con Epiván. Casi no tuvo tiempo de abrir el absceso cuando se produjo la catástrofe y el
paciente se le murió encima de la mesa.
Algunos días mas tarde se comprobó que el colega mismo se había contagiado y sufría de anginas
purulenta, las cuales le habían provocado un absceso en la úvula del paladar, que era preciso vaciar. El
médico solicitó que le aplicaran una anestesia intravenosa con Evipán... y también él se quedó en la mesa
de operaciones.
Estos fracasos constituían un enigma para nosotros; no sabíamos como explicarlos Weese solo
logró averiguar que en ambos casos no se había alcanzado una anestesia total, sino que ya se había
iniciado la incisión del foco purulento durante la fase de instauración, adelantándose a la anestesia y sin
una preparación con atropina para bloquear el nervio vago. Yo le escribí diciéndole que era posible que la
inflamación hubiera sensibilizado excesivamente los elementos nerviosos del seno de las carótidas en su
punto de bifurcación. En vista de lo cual decidió efectuar experimentos de control con animales, les
provocó artificialmente abscesos y pudo corroborar nuestras intuiciones. En tales casos era preciso
proceder, por tanto, con gran cautela y mesura al administrar Epiván y seguramente también en el caso
de otros narcóticos.
Con todos los narcóticos surgen dificultades iniciales durante el período de inducción. Estas no
pudieron frenar el éxito alcanzado por el Evipán. Poco después, mas del sesenta porciento de todas las
anestesias se realizaban con Evipán y la intravenosa se volvió con ello en el procedimiento estándar de
anestesia y anestesia de base. Por mi parte, yo solo sufrí un accidente mortal durante una anestesia
intravenosa, y este se produjo en circunstancias particulares.
En 1945, inmediatamente después de la catástrofe de la segunda guerra mundial, nuestros
hospitales militares no disponían de otros narcóticos intravenosos aparte del Eunarcón, un producto de la
competencia que contenía bromo. Con ayuda de dos estudiantes, me ocupaba de intervenir
quirúrgicamente a los heridos que todavía no se habían recuperado de los daños sufridos durante la
guerra, entre ellos muchos con graves lesiones de los vasos sanguíneos, los huesos y las articulaciones.
Había dado rigurosas instrucciones de no superar nunca la dosis de 10 mI, es decir, un gramo de
Eunarcón, igual como se hacia con el Epiván. Si la profundidad del sueño y el grado de relajamiento
alcanzados resultaban insuficientes, debía completarse la anestesia con éter.
Al principio fuimos prisioneros de los Estadounidenses, luego de las unidades rusas a las que fuimos
entregados. Las operaciones continuaban. Mi enfermera anestesista empezó a administrar una inyección
intravenosa de Eunarcón para una cirugía plástica facial. El paciente dormía reposadamente sin alterarse,
de modo que decidí iniciar la intervención. Pero al cabo de cinco minutos empezaron a producirse unas
extrañas contracciones musculares en todo el cuerpo, el paciente sufría temblores y espasmos, que se
fueron haciendo cada vez mas intensos, obligándome a interrumpir la intervención. El hombre, todavía
joven, siguió haciendo fuerza, todo su cuerpo acabó por sufrir fuertes espasmos, mientras un paro
respiratorio teñía de azul su piel. Estuvimos luchando durante una hora hasta el agotamiento en nuestro
empeño por salvarle la vida, pero por desgracia todo fue en vano. Tenía las pupilas cada vez mas
dilatadas, el corazón empezó a fibrilar y luego se detuvo, la circulación se interrumpió por completo.
Finalmente murió sobre la mesa de operaciones, con los músculos contraídos. Nosotros le rodeábamos sin
comprender lo ocurrido. A juzgar por los síntomas clínicos podía tratarse de una intoxicación. Mi mirada
se posó entonces en la mesita con el material para la anestesia. Encima había dos ampollas abiertas de
Eunarcón. Una estaba vacía y la otra a medio llenar.
¿que significa esto enfermera? Pregunté. Entonces se aclaró todo.
Al observar que el sueño no era suficientemente profundo y que el paciente empezaba a ponerse
tenso y a temblar, impidiéndome operarle, la enfermera consideró que no había logrado inducir una
narcosis suficientemente intensa, abrió con la mejor intención una segunda ampolla y le inyectó 4.5 mI de
Eunarcón en la vena. Con lo cual sólo se agravaron los espasmos, hasta llegar a un punto en que ya nos
fue imposible controlarlos.
La enfermera se echó a llorar desesperada allí mismo; le corrían las lágrimas por las mejillas. ¿que hacer
con ella? La sobredosis no podía ser la única causa de estos fenómenos de intoxicación o de una
intolerancia anormal, no era el único factor desencadenante del trágico proceso, de eso estaba seguro.
Hice guardar de inmediato en un lugar seguro el paquete de Eunarcón del que procedían las dos
ampollas, a fin de efectuar un estudio químico. Sin embargo, por desgracia, en las caóticas circunstancias
de aquel verano de 1945 no había donde poder efectuar las pruebas y esa muerte inesperada quedó sin
explicar.
También debo señalar que no todo fueron alabanzas para Weese. Una vez participó en una
conferencia sobre la anestesia intravenosa con Ferdinand Sauerbruch en la Charitée . Sauerbruch no
manifestó ninguna comprensión hacia el nuevo procedimiento; por el contrario, en seguida lanzó un
ataque temperamental contra el método, aparentemente porque había tenido noticia de aquellos
accidentes mortales ocurridos tras las tonsilectomías y, sin duda, también porque todavía conservaba un
doloroso recuerdo de las muertes ocurridas en su propia clínica con la anestesia avertina. Dejó cortado a
Weese con una intervención molesta e insultante, sin motivos sólidos que justificaran su ataque. Weese
se sintió vejado, con razón, y después de muchos años todavía me declaró amargado que era imposible
hablar con Sauerbruch.
El pentotal se impuso muy rápidamente en los Estados Unidos, y también en Inglaterra, y Weese empezó
a trabajar otra vez sin reposo. Intentó perfeccionar de diversas maneras su método y un día, cuando ya
hacía tiempo que nos habíamos trasladado de Dusseldorf a Friburgo, me mandó las primeras muestras de
un producto que llevaba el nombre de la fábrica de Narcogén. Estudiamos muy detenidamente los efectos
del Narcogén experimentando con animales y realizamos mas de dos mil anestesias clínicas tomando
notas exactas de todo lo ocurrido. El nuevo producto era realmente extraordinario. Tampoco presentaba
la desagradable propiedad del Epiván en cuanto a la ocasional inducción de leves espasmos musculares,
era de acción muy rápida y permitía obtener un relajamiento mas completo. Era al menos equivalente, si
no superior, al pentotal. Entonces surgió una dificultad: Weese me telefoneó y me rogó que me trasladara
a Colonia, pues era preciso patentar el Narcogén. Todo estaba perfectamente preparado. Accedí gustoso
a su petición y, ya en Colonia, le acompañé al consulado, donde debía complementar las formalidades
necesarias. Las conversaciones con los laboratorios de Elberfeld también se desarrollaron positivamente.
Teníamos buenas razones para confiar en que todo se resolvería sin el menor problema.
Entonces ocurrió lo inesperado. Por alguna razón de orden químico era imposible patentar el
Narcogén; los estadounidenses se habían protegido de manera muy eficaz. De modo que todos nuestros
esfuerzos y trabajos fueron en vano. Aunque, mas adelante, el Narcogén sería el punto de partida que
llevó a la obtención de los narcóticos de acción ultrarrápida de la gama de los barbitúricos, como el
Baytinal. Entretanto se ha ampliado notablemente el número de narcóticos endovenosos disponibles.
Es de esperar que continuaran obteniéndose nuevos productos con un campo de acción específico
y una tolerancia aún mejor. ¡y todo comenzó con una pregunta y una idea!
Fin
La anestesiología, como ocurre con la cirugía en el aspecto técnico, es un gran arte de tipo artesanal
tanto en su indicación como en su aplicación y realización, pero por sus propias característicos está
considerada como un poder misterioso y precisamente por ello la persona que la realiza tiene las máximas
responsabilidades en el aspecto ético, moral y jurídico. Quien se mueve tan cerca de los ámbitos
.santificados de la humanidad nunca debe perderse en consideraciones exclusivamente técnicas, nunca
puede ser solo un médico práctico o un investigador, sino que también debe dispensar consuelo, ahora y
siempre. Es mi mas profunda convicción.
Hans Killian.
Fascículos de Enseñanza
Fundamentos de Cirugía
En esta práctica, se revisarán los sitios en que deben aplicarse las inyecciones, tanto
intramusculares como intravenosas, en este caso, para la aplicación de distintos fármacos utilizados para
la “tranquilización” así como para la inducción de los anestésicos barbitúricos, con la finalidad de
mantener al paciente (perro de práctica) durante un tiempo quirúrgico, suficiente para realizar las
diferentes técnicas operatorias.
Al mismo tiempo de observar los sitios de aplicación de las inyecciones, como los distintos tipos
de agujas hipodérmicas, catéteres, aparatos de venoclisis y otros elementos o instrumentos más, es
recomendable que cada “equipo quirúrgico” formado por los alumnos, apliquen diferentes fármacos,
(tranquilizantes y anestésicos), en cada caso, con la finalidad de observar las diferentes reacciones
neurofisiológicas que son causada por ellos, así como los tiempos de duración que permite cada uno, para
que como acto final de la práctica, los alumnos formulen una “evaluación” de todos los resultados
obtenidos.
En lo referente a la aplicación de el traqueotubo, es conveniente que los alumnos conozcan y
practiquen la colocación correcta de la “sonda”. Es importante considerar que dicha sonda, es un
implemento fundamental para la administración de la “anestesia inhalada” ya que es el puente de enlace,
entre el paciente (pulmones) y el aparato de anestesia, sin embargo aún sin utilizar tal método
anestésico, es necesario que en toda ocasión que sean aplicados los anestésicos barbitúricos, se debe
colocar la sonda traqueal como método seguro para la ventilación adecuada del aparato respiratorio.
Desde luego, todo lo referente a clasificación y dosificación de fármacos, no será tratado aquí ya que eso
lo revisará cada alumno durante su clase teórica sobre este tema, por tal razón aquí solo se lleva a cabo
la “práctica” de aplicación y utilización de agujas hipodérmicas y vías de entrada al organismo.
AGUJAS Y JERINGAS
El Dr. Praváz, médico Inglés, al realizar estudios sobre los indígenas peruanos, observaba que dentro de
las actividades “pagano-religiosas” se “aplicaban” el extracto de la “coca” (Erythroxylon cocca) (cocaína)
por vía “subcutánea” mediante un “popotillo”, tal hecho lo llevó a la idea de hacer dicho popotillo pero
metálico, esto dio por resultado el invento de la “jeringa y aguja hipodérmica”, muy importantes ya que a
partir de entonces ha sido factible aplicar en distintas formas como son las vías: subdérmicas,
subcutáneas, intramusculares, intravenosas, intraperitoneales e intracardiacas, un gran número de
fármacos.
Jeringas
Fundamentos de Cirugía
II Laparotomía exploratoria
2001
Fascículo II
Laparotomía (laparo-tomia)
(apertura de la pared abdominal)
Como en muchos actos de la vida, se ha considerado que el aprendizaje de cualquier disciplina se debe
iniciar de lo más sencillo o fácil, para continuar de manera progresiva, hasta lograr los grados mayores de
dificultad, de forma especial en los aprendizajes del área psicomotora, tomando en cuenta que no todo
individuo presenta la misma habilidad manual.
Por tanto, desde ese punto de vista, las prácticas iniciales en el aprendizaje de las bases quirúrgicas, un
grupo de profesores de esta cátedra, han considerado que las que reúnen tales requisitos, son los accesos
a la cavidad abdominal, siendo la primera de ellas una laparotomía exploratoria.
Tal práctica cumple con dos objetivos principales.
El primero es, que el alumno realiza por primera ocasión una incisión quirúrgica, que es de gran longitud
(toda la cavidad) y que posterior a ello realizará ampliamente su primer práctica de suturas ya que deberá
cerrar dicha cavidad, mediante los patrones clásicos para tal fin.
El segundo objetivo, es que al realizar la mencionada operación, también le permitirá “explorar” e
identificar todos los órganos contenidos en dicha cavidad, así como su localización, posición e irrigación
arterio-venosa, y que a diferencia de sus prácticas de anatomía en cadáver, en esta ocasión inspeccionará
los tejidos “vivos”.
Las vías de acceso a la cavidad abdominal, son varias, dependiendo de la zona en que se encuentre el, o
los órganos a intervenir, por tanto y en forma breve se describen las nomenclaturas de tales sitios o
zonas.
Con la finalidad de no repetir la posición del paciente, es conveniente decir que la mayoría de accesos se
llevan a cabo en posición decúbito dorsal, exceptuando la que se utiliza para la nefrectomía que es
decúbito lateral o decúbito costal.
Para el acceso a la cavidad ventral por la línea media, se toma como punto de referencia la cicatriz
umbilical, en variada literatura para cirugía veterinaria, dicha nomenclatura se describe como laparotomía
supra-umbilical, medial o infero-umbilical. (arriba o abajo del ombligo).
Tal nomenclatura, describe más la posición del humano, ya que su posición normal es de pie o
bipedestación. Sin embargo para los animales, la posición es diferente ya que se sostiene sobre los cuatro
miembros es decir, en cuadripedestación, por tanto, la descripción más adecuada será: si la incisión
comienza antes de la mencionada cicatriz, se describirá como: laparotomía anteroumbilical, (Fig. 1-a) en
el caso de que la incisión sea sobre la cicatriz, se describirá como laparotomía medial, (Fig. 2-b) y si la
incisión se realiza posterior a la cicatriz umbilical, su nomenclatura será postumbilical. (Fig. 3-c).
Otras vías de acceso son: laparotomía lateral izquierda (para extirpación del bazo) (Fig. 4-d), laparotomía
inguinal (para resolución de hernia o ruptura del anillo inguinal) (Fig. 5-e), laparotomía paracostal derecha
(para hígado y vesícula biliar o ambas para nefrectomía según el caso) (Fig. 6-f).
Laparotomía anteroumbilical, se inicia la
incisión adelante de la cicatriz
umbilical, la longitud hacia atrás no es
importante, puede ser del tamaño que
el cirujano requiera, dependiendo de la
técnica operatoria a realizar. Fig. 1-a.
Fundamentos de Cirugía
III Ovariohisterectomía
Anatomía básica.
CONSIDERACIONES GENERALES pequeñas fibras de músculo liso.
Y recordatorio anatómico. Otro aspecto que participa en la
Con la finalidad de facilitar esta técnica suspensión es el ligamento redondo.
operatoria, es conveniente considerar Es en su inserción a nivel de la unión del
algunos aspectos importantes de la mesovario con el mesometrio. Así
anatomía es decir, la situación entonces la bolsa que cubre el ovario,
topográfica de los ovarios, y otras corresponde al mesosalpinx, dentro del
estructuras anexas. cual se aloja la trompa de Falopio, hasta
Los ovarios se encuentran situados a el sitio donde se une con el cuerno del
nivel de la cicatriz umbilical, hacia el útero. El riego sanguíneo del ovario
extremo craneal de ambos cuernos proviene de la arteria ovárica, rama
uterinos. Su forma es elíptica, poseen directa de la aorta abdominal; antes de
un polo caudal y otro craneal, dos llegar al mesosalpinx hay una rama que
bordes y dos superficies, una dorsal y se anastomosa con la arteria uterina.
otra ventral.
En la perra mide de 0.5 a 1.5 cm según
su talla, y edad.
Se observa que la superficie de dichos
ovarios es lisa antes del estro, y
posterior a la ovulación tiende a ser
ligeramente rugosa, nodular y en varias
ocasiones de consistencia dura.
El ovario posee una cubierta,
denominada bolsa ovárica, misma que
corresponde a un pliegue del mesovario,
que a su vez se encuentra unido al
ligamento suspensorio del ovario.
Hacia la región craneal del mesovario se
continúa el ligamento ancho y se
encuentra formado por tejido conectivo
con pequeñas fibras de músculo liso. El
ligamento suspensorio, se inserta en la
región sublumbar media, lo forman el
borde craneal del mesovario, y está
constituido por tejido conectivo y
Técnica.
Una vez preparada la antisepsia de la
paciente, se coloca sobre la mesa de
operación en posición de decúbito
dorsal. (Fig. 1)
Fundamentos de Cirugía
Anatomía básica.
Fundamentos de Cirugía
V Esplenectomía
Fundamentos de Cirugía
VI Nefrotomía y Nefrectomía
Fundamentos de Cirugía
VII Cistotomía
Fundamentos de Cirugía
VIII Gastrotomía
seromuscular invaginante.
peritoneal.
Fascículos de Enseñanza
Fundamentos de Cirugía
IX Enterotomía
Anatomía básica.
Fundamentos de Cirugía
Introducción
Las lesiones y fracturas de huesos y
articulaciones se han presentado en
toda la historia del tiempo, tanto en
humanos como en animales, buscando e
ideando para su resolución una serie de
técnicas y recursos de todo tipo para
cada caso, desde luego, tomando en
cuenta que toda fractura siempre es
diferente según el hueso o articulación
afectada.
El paciente, (perro) una vez bajo
anestesia general, será colocado en
posición decúbito lateral presentando el
hueso (fémur) frente al cirujano.
Se colocan campos quirúrgicos y se aisla
la parte correspondiente a la línea de
incisión sobre la cara anterior del fémur,
se realiza sobre la piel una incisión de
25 cm y se incide la fascia femoral.
(Fig. 1)
Nota. En las fotografías aparecen los
campos quirúrgicos muy lejanos a la
herida, hecho preconcebido con la
finalidad de dar mayor campo didáctico
a la fotografía.
Fundamentos de Cirugía
XI Corte de orejas
Historia
Durante muchos siglos la cirugía se vio limitada ante el temor de la infección de las heridas y no se podía
avanzar con nuevas técnicas.
Luis Pasteur (1822-1895) fisicoquímico inicio sus investigaciones a partir de los problemas que
enfrentaban los fabricantes de vino en esa época ya que sus productos se .acidificaban o se les
azucaraban, descubriendo así la presencia de microorganismos que causaban la alteración del vino,
después vino el descubrimiento de Pasteur y sus discípulos Roux y Chamberland del cólera aviar y de la
elaboración de la vacuna de esta.
Al igual que la bacteria del ántrax, el virus de la rabia y su vacuna, entre otros descubrimientos.
El descubrimiento de la anestesia a mediados del siglo XVIII, ayudó a la cirugía a tener nuevos avances
como el del doctor Ignaz Semmelweiss que concluyó que la pus en las heridas era causada por las manos
de los cirujanos publicando que era conveniente lavarse las manos con cloruro de calcio antes y después
de cada cirugía; otro cirujano el Dr. Joseph Lister propuso el uso de fenol para lavado de las manos previo
alas cirugías y haciendo pulverizaciones con ácido fénico en la sala de operaciones para purificar el
ambiente, creando así la asepsia a partir de 1865.
Definición
Asepsia: Conjunto de procedimientos físicos y químicos por medio de la cual se eliminan los gérmenes en
superficies inanimadas, como material e instrumental por medio de la esterilización.
Esterilización: Es el proceso de eliminación de todos los microorganismos mediante el uso de agentes
físicos o químicos.
Antisepsia: Es la ausencia de microbios patógenos en el tejido vivo.
Desinfección: Es el método por el cual se logra la eliminación parcial de microorganismos en objetos
inanimados como; paredes pisos, techos.
Esterilización.
Agentes físicos:
• Vapor de agua: Las bacterias se destruyen por medio del calor húmedo su acción es sobre las
proteínas desnaturalizándolas y precipitándolas esta se realiza en el autoclave (autocierre) ya sea de
desplazamiento descendente o desplazamiento de gravedad. El primero. consiste en introducir vapor
a presión en la parte alta de la cámara de esterilización y dejar salir el aire que contiene la cámara
mediante una bomba. Se debe de lavar previamente el material a esterilizar, secarlo. envolverlo con
lienzos y sellarlos. La temperatura ideal para eliminar los microorganismos es de 120° C por 15 min.,
en caso de urgencia se necesita una t° de 131° C por 3 min. Los paquetes grandes necesitan 120° C
por 30 min. Teniendo un tiempo de almacenado dependiendo el material utilizado para envolver.
• Aire caliente: esta se realiza en el horno Pasteur.
• Ebullición.
• Fuego directo (flameado).
• Irradiación: esta solo es útil en contra de gram negativos que no esporulen utilizando 2540 a 2800
A de longitud de onda.
Agentes químicos:
Oxido de etileno es el agente mas utilizado para la esterilización química, sin embargo es inflamable y
explosivo, excepto cuando se mezcla con dióxido de carbono. El dióxido de etileno puede destruir
bacterias, hongos y esporas su eficiencia va depender de:
- La concentración del gas siendo la mas optima la de 450 a 1.500 ml/L
- La temperatura, optima 21° C a 60° C.
- Tiempo de exposición debe de ser de 45 min a mas dependiendo de la Tm.
- La humedad que debe estar aprox. 40%.
Después de concluido el ciclo es necesario dejar el materia en una zona donde le de el aire, es necesario
tomar el instrumental con guantes ya que el oxido de etileno produce irritaciones sobre la piel.
Esterilización fría:
Aldehídos. Provienen de la oxidación simple de los alcoholes reaccionan con los grupo amínicos libres de
las proteínas precipitándolas dentro de este grupo están la formalina, el formaldehído este se utiliza en
diluciones 5:1 en agua el paraformaldehído entre otros.
Yodados. Los yodados inorgánicos son agentes bactericidas efectivos sin embargo tiñen las telas y el
material, incluso producen corrosión sobre el instrumental:
Fenoles o ácido carbólico es el agente germicida mas antiguo. Se utiliza cono esterilizante frió en
combinación con detergentes o jabones para aumentar su espectro.
Compuestos de cuaternario de amonio, como el cloruro de benzalconio son detergentes catiónicos
sintéticos que actúan sobre superficies disolviendo lípidos en las paredes y membranas celulares de las
bacterias.
Antisépticos y desinfectantes
Agentes tensoactivos (detergentes): Son agentes con baja tensión superficial, aumentan la
permeabilidad de la membrana celular facilitando la entrada de agua a la célula hasta que esta estalla.
Dentro de este grupo se encuentran los detergentes aniónicos y los catiónicos.
Aniónicos: Dentro de estos se encuentran los jabones, estos se disocian para formar iones de sodio mas
iones de ácidos grasos al haber esta unión estos ácidos forman un precipitado que flota en la superficie
del agua (saponificación de las grasas). Los cationes de estos detergentes pueden neutralizar los aniones
de los jabones al unirse químicamente. La acción del jabón ayuda a eliminar las bacterias y residuos en la
superficie de un cuerpo, sin embargo no poseen acción antibacteriana definida y necesitan la ayuda de
agentes antibacterianos mas fuertes. Ejemplo: sulfato de cetilio y sodio .
Catiónicos: Tienen acción contra gram positivos y gram negativos los últimos solo reaccionan a
concentraciones altas, su toxicidad es baja, mantienen aséptico el material previamente esterilizado, se
utilizan sobre la piel cuando se mezclan con soluciones alcohólicas a manera de tinturas, como
promotores de crecimiento en el alimento y como germicidas en tapetes sanitarios. Ejemplo cuaternarios
de amonio.
Alcoholes: Posee afinidad por las partes lipoideas del germen y destruye su cubierta lipídica de la
membrana celular, en concentraciones mas altas coagula las proteínas. Entre estos se encuentran el
alcohol etílico, el propilenglicol en asociación de desinfectantes como los halógenos.
Aldehídos: (ya explicado en la esterilización fría)
Halógenos: Estos agentes actúan oxidando y liberando el oxígeno proveniente de los tejidos entre estos
están: flúor, cloro, bromo, yodo, astato. El cloro actúa como tóxico potente para los protoplasmas vivos,
antes se utilizaba para lavar las heridas y tratar tejidos necróticos, atacando a formas vegetativas y
esporas. En la actualidad se utiliza muy poco el cloro para tratar las heridas ya que su efecto irritante
estimula el desarrollo de tejido de granulación, la actividad del cloro disminuye conforme el pH aumenta.
El yodo se combina con el alcohol y actúa contra la flora bacteriana de la piel, existen preparaciones de
yodo que tienen efecto amortiguador del pH. Estas soluciones carecen de acción antimicrobiana.
El bromo se utiliza para preparar colorante e indicadores, es poco soluble en agua, soluble en alcohol,
humectante y corrosivo.
Agentes oxidantes: Produce oxidación y liberación de oxigeno de los tejidos inactivando la materia
orgánica al igual que los halógenos. liberando también cloro o yodo. inhiben por breve tiempo la
proliferación de microorganismos anaerobios. no destruyen esporas. Entre estos se encuentran el ozono.
el peróxido de hidrógeno. el permanganato de potasio y el clorato de potasio entre otros.
Fenoles: Este grupo se obtiene de la destilación del carbón de hulla. Su acción es sobre las proteínas ya
que las coagula. también en presencia de oxigeno la molécula se reordena perdiendo 2 moléculas de
hidrógeno formando agua con el oxígeno. otro mecanismo de acción es dañar la permeabilidad de la
célula e interviene en el metabolismo de la glucosa y el succinato de sodio. En Temperatura ambiente es
sólido. soluble en agua en una proporción de 1:10. además de soluble en alcohol y éter. Localmente tiene
acción antiséptica, bactericida y fungicida. En caso de concentraciones altas (mas del 2%) penetra con
facilidad en los tejidos produciendo envenenamiento agudo. el único método para retirarlo es con
torundas de alcohol. debido a que éste lo atrae por su gradiente de concentración y lo solubiliza.
Desventajas costoso. los alimentos absorben rápido el a olor, actúa en presencia de materia orgánica. útil
en pisos techos etc.
Cresoles y sus derivados: de naturaleza fenólica pero con un radical metil. Su acción es semejante a la
del fenol pero menos irritante, recién preparado el cresol es liquido e incoloro, después de estar expuesto
a la luz adquiere un color rosado, su acción bactericida es mucho mejor que la del fenol (10 veces mas)
sobre todo contra bacterias acidorresistentes, es buen parasiticida. no actúa contra esporulados y es poco
viricida. La adición de materia orgánica reduce la actividad de estos. La creolina es un liquido denso. rojo
oscuro, con olor a alquitrán que al mezclarse con agua forma una emulsión lactascente, se utiliza en
instalaciones como desinfectante y desodorizante.
Álcalis: La cal al combinarla con agua forma hidróxido de calcio posee un alto poder desinfectante al
liberar gran cantidad de calor. Sin embargo se recomienda mezclarla con creolina (2%) y formol (3%) ya
que esta mezcla es bactericida esporicida y desodorante, se utiliza en pisos de laboratorios y lugares
como cuarentenas su concentración debe ser no mas del 2% ya que causa serios problemas en el
subsuelo.
Desinfectante Nombre comercial Concentración Usos Recomendaciones
Jabones aniónicos
Jabones catiónicos-
cuaternarios
Aniónicos:
Jabón de sodio Jabón de sodio Limpieza de locales, Fácil uso y relativamente
equipo y vehículos barato.
No es muy recomendable
en esporas contra hongos,
virus y microorganismos
acidorresistentes.
Jabón de potasio Jabón de potasio Limpieza de locales, equipo
y vehículos. Se usa
principalmente contra
microorganismos gram
positivos.
Catiónicos:
Cloruro de benzalconio Benzal 1: 1 00 Antiséptico local Su actividad disminuye en
Zejirán 1: 1 000 Desinfección de equipo presencia de materia
lechero e instrumental. orgánica. Es menos
quirúrgico, empacadoras activo en pH ácido e
de carne y plantas de incompatible con jabones
manejo de alimentos. y detergentes aniónicos.
Dodecil-dimetil Septasel 2.5 a 5 g/10 L H2O Desinfección en general, Eficaz contra bacterias,
instalaciones, equipo y hongos y
Amonio carbamil 0.5 g/10 L H2O
utensilios para alimentos,
Clartrato de bromuro ubres y manos
Cetrimida 1% Antiséptico local Usado en altas
0.1 % Equipo lechero y manos concentraciones, es
0.5% Crema para sellar tetas irritante Si se usa para
tratar otitis externas es
ototóxico
Aldehídos y alcoholes
Formaldehído, 37% de gas Formaldehído 1 a 2% 50 ml cada 30 m3 Viricida rápido y eficaz. Exposiciones
Fumigación de edificios prolongadas son dañinas.
Mata el epitelio escamoso,
produciendo
desensibilización.
Formaldehído al 8%; en Formaldehído Desinfección instrumental Irrita tejidos y ojos.
alcohol al 70% Causa endurecimiento y
arrugamiento de tejidos.
En solución alcohólica es
inflamable. Casi nunca se
usa.
Desinfectante Nombre comercial Concentración Usos Recomendaciones
Alcohol Alcohol No se emplea solo. No se usa solo. No se usa solo.
Alcohol + agua Alcohol 90°, 70° Tópicas Antiséptico y germicida. El alcohol de 70% es el
más eficaz.
Formol + sulfato de cobre Formol + sulfato de cobre 3% Lavado de cascos y Muy eficaz para controlar
pezuñas. laminitis y
2%
Gabarro.
Formaldehído con Paraformaldehído Para eliminar el virus del El gas es tóxico e irritante
permanganato de potasio. Parvovirus canino (en gas) el para piel y ojos. El líquido
y para controlar y tratar es Irritante; también su
gabarro. (líquido, 200° C).
efecto en pezuña dura
una semana.
Glutaraldehído 2% Desinfección y esterilización Es más eficaz a 70°C;
de instrumental delicado. para esterilizar se necesitan
Viricida eficaz 10 a 12 h.
Oxidantes:
Fenoles sintéticos 20.5g de Ambietrol 4 ml/L H2O Actúa contra bacterias, Actúa en presencia de
concentración 12 ml/L VIRUS y hongos causantes materia orgánica. Jabones,
Detergentes 9.6 g de las principales detergentes, aguas duras y
enfermedades en bovinos, en medios ácidos o
porcinos, equinos, ovinos, alcalinos; no es cáustico,
caninos, felinos, aves, corrosivo o volátil. Es
conejos, etc. atóxico.
Cresol (Lisol) 2% Desinfección de locales y
equipo.
Solución jabonosa de cresol Solución jabonosa de cresol 2 % Desinfección de locales y
al 50 %. al 50 %. equipo.
Timol Timol 1 a 10 % Desinfección de locales y
equipo.
Desinfectante Nombre comercial Concentración Usos Recomendaciones
Ácidos para antisepsia y
desinfección (orgánicos
e inorgánicos)
Ácido clorhídrico HCl Solución al 4 % En brotes de salmonelosis Alto costo, difícil aplicación
H2SO4 1: 1 000 solución. y toxicidad.
Ácido bórico Ácido bórico 2 % en solución en agua o Acción contra bacterias En concentraciones altas es
polvo. menos resistentes. Se sumamente tóxico. Puede
emplea de manera ilegal producir quemaduras de
como conservador de primer grado.
alimentos.
Ácido salicílico Fungicida en piel Se usa sobre todo en tiñas
y Enfermedades producidas
por hongos.
Ácido mandélico 12 g diarios Contra infecciones de vías
urinarias.
Ácido benzoico 0.1 % Conservador de alimento Los ésteres de este
ácido se emplean como
conservadores
antimicrobianos de otros
medicamentos.
Ácido carbólico 1 a 5%. Solución templada Desinfección de establos, Son venenosos y no pueden
o Caliente. Cuadras y gallineros. Usarse en la desinfección
de utensilios para manejo
de alimentos.
Ácido fosfórico
Con yodóforos de pH ácido 800 mg/L/h a 25°C durante Desinfección de Casetas de
(3 a 5) 20 h. aves contaminadas contra
salmonella.
Antisépticos y
desinfectantes
halogenados
Yodo Yodo Aplicación tópica No se usa como tal Es cáustico e irritante.
Yodo al 2%
Desinfectante Nombre comercial Concentración Usos Recomendaciones
Yoduro de sodio en alcohol Tintura de yodo y yodoformo Aplicación tópica Desinfectante, más eficaz para Dermatitis en individuos
piel intacta. hipersensibles.
(2.4)
Betadine (povidona- yodo) Betadine Aplicación tópica Desinfectante de piel y de Se inactiva en presencia de
instrumentos. material orgánico.
Yodo + agua Yodo diluido 5 000 mg/L H20 Desinfección de tetas
(Staphylococcus aureus)
Complejo yodo-etanol Nonil- Vanodine Desinfectante yodado para
limpieza y desinfección de
fenol- polioxietilenpileno y
locales y equipo de las
(2.5% de yodo disponible) instalaciones pequeñas.
21.95g ácido fosfórico al 100%
12.489 Vehículo cbp 100 ml.
Complejo yodo- Yodo domado 30 ml/10 L Poderoso desinfectante y Recomendado en: avicultura,
detergente de amplio espectro. porcicultura. Industria lechera,
alquilenoxipolioxietilenetanol
No tóxico. Actúa en presencia rastros, empacadoras, barcos
Ácido fosfórico 3g de residuos orgánicos, los pesqueros y frigoríficos.
Vehículo cbp 100 ml elimina, penetra en grietas y
Ácido sulfúrico superficies porosas.
Nonil- fenoxipolioxietilen- Yodo-Germ-4 1 L/600 L de agua Desinfección de superficies de
etanol yodo (4% de yodo edificios, instalaciones e
disponible) 20 g implementos de plantas
Ácido fosfórico 1g avícolas y ganaderas
Vehículo cbp 100 ml
Complejo de polihidroxiclina Xenodine 0.3 a 0.9% Antiséptico local para antes de En concentraciones de 1: 10 es
la cirugía, vaginitis, úlceras
irritante.
corneales.
Cloro Cloro 0.2 a 20 ppm Desinfección de agua potable, Utilizar derivados porque causa
aguas negras, piscinas, manos envenenamiento grave en
de ordeñadores, ubres de concentraciones de 1: 1000000
vacas, vasos, platos, etc. menos. Se. inactiva en
Brotes de salmonelosis, presencia de materia orgánica
Staphylococcus aureus.
Desinfección de huevos.
Hipoclorito (NaOCl) NaOCl 0.5% Mismo uso que el anterior. Mismas recomendaciones.
Tiene efecto según la cantidad
de materia orgánica.
Fascículo anexo II: Bibliografía básica recomendada para cirugía.
Alexander A. Técnica quirúrgica en animales domésticos. 5a ed. México: Interamericana, 1983.
Allen AR, Knetcht, CD, Williams DF. Fundamental techniques in veterinary surgery. Philadelphia: W.B.
Saunders Company, 1987.
Ametler RE. Educación quirúrgica básica. México: Ametler Reventos, 1982.
Amman K. Métodos de sutura en cirugía veterinaria. 2a ed. Barcelona: C.E.C.S.A.
Annis JR. Atlas de cirugía canina. México: Unión tipográfica hispanoamericana, 1975.
Bedford PGC. Atlas de técnicas quirúrgicas caninas. España: Acribia, 1990.
Berge E, Westhues M. Técnicas operatorias veterinarias. 5a ed. Madrid: Labor, 1978.
Betts. Manual de terapéutica quirúrgica en pequeños animales. México: Salvat, 1988.
Binnington AG. Toma de decisiones en cirugía. México: Intermericana, McGraw- Hill, 1991.
Birchard SJ, Sherding RG. Small animal practice. Philadelphia: W.B.. Saunders Company, 1994.
Brinker WO, Piermatei DL and Flo GL. Handbook of small animal orthopedics and fracture treatment
Philadelphia: W.B. Saunders Company, 1983.
Brinker WO, Hohn RB, Pieurm WO. Manual of internal fixation in small animals. New York: Springer-
Verlag, 1984.
Bjorab MJ. Current techniques in small animal surgery. Philadelphia: Lea & Febiger, 1990.
Bojrab MJ. Diseases mechanisms in small animal surgery . Philadelphia: Lea & Febiger, 1993.
Bojrab MJ. Medicina y cirugía en pequeñas especies. México: CECSA, 1980.
Bojrab MJ. Pathophysiology in small animal surgery. Philadelphia: Lea & Febiger, 1981.
Bojrab MJ. Técnicas actuales de cirugía en animales pequeños., Buenos Aires, Argentina: Intermédica,
1993.
Castro M. Cirugía en perros y gatos. México: Dirección General de Publicidad, UNAM,1984.
Evans. Disección del perro. 2a ed. México: Interamericana, McGraw-Hill, 1991.
Ezquerra LJ. Anestesia práctica en pequeños animales. México: Interamericana; McGraw-Hill, 1992.
Fossum T. Small animal surgery. St. Louis- Missouri: Mosby, 1997.
Gourley IM. General small animal surgery. Philadelphia, Pennsylvania: JB Lippincott, 1985.
Gourley IM. Atlas of small animal surgery. Philadelphia: JB Lippincott, 1991.
Hall LW. Veterinary anesthesia. 9th ed: London: Baillior Tindall, 1991.
Hickman J. Atlas de cirugía veterinaria: México: Continental, 1976.
Izquierdo P, Olvera A, Pérez G, Téllez E. Cirugía básica del caballo. México: CECSA, 1988.
Jennings P. Texto de cirugía de los grandes animales. Barcelona: Salvat,1989.
Jurgen T. El triunfo de los cirujanos. Barcelona: Destino, 1980.
Jurgen T. El siglo de los cirujanos. Barcelona: Destino, 1979.
Kencht CD, Allen AR, Williams D, Johnson JH. Técnicas fundamentales en cirugía veterinaria. 3a ed.
Philadelphia: W. B. Saunders Company, 1987.
Leonard EP. Cirugía en pequeñas especies. México: Científico Médico, 1972.
Lumb WV, Jones EW. Anestesia Veterinaria. México: CECSA, 1979.
Markowitz J. Cirugía experimental y fisiología quirúrgica. México: Interamericana, 1967.
Orthon. Small animal thoracic surgery. Baltimore: Williams & Williams, 1994.
Pavletic MM. Atlas of small animal reconstructive surgery. Philadelphia: JB Lippincott, 1993.
Petrik. Cirugía ocular veterinaria. España: Acribia, 1985.
Piermateii DL, Greeley RG. An atlas of surgical approaches to the bones of the dog and cat. 2nd ed.
Philadelphia: W. B. Saunders Company, 1979.
Pistani. Orientaciones, trabajos, prácticas técnicas quirúrgicas. 2a ed. Buenos Aires Argentina: Hemisferio
Sur, 1960.
Plajotin MB. Manual de cirugía veterinaria. Moscú: Mir, 1982.
Rangel QM. Manual de cirugía. Aparato genital en el perro y en el gato (tesis de licenciatura). México
(DF): México: Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. UNAM, 1979.
Schebitz. Cirugía y patología quirúrgica general veterinaria. Buenos Aires Argentina: Hemisferio Sur, 1975.
Sevestre J. Elementos de cirugía animal. Bases biológicas y técnicas anestésicas. Reanimación y
postoperatorio. Vol. I . México: CECSA, 1984.
Sevestre J. Elementos de cirugía animal. Cirugía abdominal. Vol II. México: CECSA,1985.
Slater DH. Texto de cirugía de los pequeños animales. Barcelona: Salvat,1989.
Slater DH Textbook of small animal surgery. Philadelphia: W.B. Saunders Company, 1995.
Smith MM. Atlas of approaches for general surgery of the dog and cat. Philadelphia: W. B. Saunders
Company, 1993.
Smythe RH. Clínica quirúrgica veterinaria. México: Continental, 1962.
Stegman SJ. Cosmetic surgery of the skin: Principles and techniques. Philadelphia: BC Decker, 1991.
Sumano LH, Ocampo CL. Anestesia veterinaria en pequeñas especies México: McGraw-Hill.
Summer-Smith G. Bone in clinical orthopedics: a study of comparative osteology. Philadelphia: W. B.
Saunders Company, 1982.
Summer-Smith G. Toma de decisiones en cirugía ortopédica. México: Interamericana, McGraw-Hill.
Téllez RE.. Atlas de cirugía en bovino. México: CECSA, 1984.
Tista O. Fundamentos de cirugía en animales. México: Trillas, 1993.
Tista O. Atlas de cirugía oftálmica en animales domésticos. México: CEC5A, 1983.
Tista O. Anatomofisiología comparada en oftalmología. México: UNAM, 1991.
Talen M, Bojrab MJ.. Small animal oral medicine and surgery. Philadelphia: Lea &. Febiger, 1990.
Tracy DL. Small animal surgical nursing. St. Louis Missouri: CV. Mosby, 1983.
Uson. Atlas de técnicas quirúrgicas por Stapler. Madrid: Marban, 1992.
Whittick WG. Canine orthopedics. 2a ed. Philadelphia: Lea & Febiger, 1974.
Yael AS. Manual de cirugía. Los cinco principios básicos (Tesis de licenciatura). México (DF) México:
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. UNAM, 1978.
Yager. Color atlas and text surgical pathology dog and cal dermapathology. St. Louis: CV. Mosby, 1993.
Publicaciones periódicas: