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Patrología
Según los relatos de la carta, en su tercer capítulo dice, que fueron condenados a
muerte once habitantes de Filadelfia, entre los cuales menciona, por ejemplo, a Germánico
que fue devorado por un animal en la arena de circo y al frigio Quinto, el cual abjuró de su
fe delante del procónsul pues se acobardó al ver a las fieras. Cuando murió Germánico, los
presentes saltaron a la arena gritando: “fuera los malvados, busquemos a Policarpo”. El
santo estaba en ese momento en Esmirna y no quería ocultarse aunque finalmente fue
convencido para que se refugiase en una casa de campo cercana a la ciudad dedicándose a
la oración. Allí, tres días antes del martirio, tuvo una visión que le hizo saber que moriría
quemado vivo.
Traicionado bajo tortura por un criado, fue descubierto y fue llevado ante el capitán
de los gendarmes llamado Herodes (coincidiendo con el mismo nombre de aquél otro
Herodes que se narra en la pasión del Señor), el cual lo llevó al estadio donde lo tentaron
para que negara a Cristo. Por el camino, una voz del cielo lo tranquilizó diciéndole: “Sé
fuerte y valiente, Policarpo”. En el estadio, la muchedumbre le exigió que maldijese a
Cristo, a lo que el santo respondió: “ochenta y seis años le he servido y no me ha hecho
mal alguno, ¿cómo puedo maldecir a mi Rey, que es quien me ha salvado?”. Después de
una discusión con el procónsul, fue finalmente condenado a ser quemado vivo.
La orden fue cumplida rápidamente para el deleite de cuantos clamaban, entre ellos
un gran número de judíos. Mientras se llevaba a cabo la ejecución de la sentencia, y en
medio de las llamas que no consumían el cuerpo del santo, este proclamó una oración a
Dios que quienes la escucharon les llenó de emoción. Luego de esto, al ver que el fuego no
cumplía con su misión, el santo de Dios fue traspasado en su pecho con un puñal que,
desangrándole, le arrebató la vida. Finalmente, el cuerpo del santo fue quemado y los
cristianos recogieron lo que quedó de sus huesos.
Qué nos enseña esta historia? Creemos que lo principal es la sumisión de Policarpo
a la voluntad de Dios, esencial en nuestras vidas. Esta pasión, el martirio, tiene parecidos al
martirio de Jesús en la cruz. El amor con el que los cristianos, especialmente Policarpo,
vivían hasta tal punto, es incomparable. Ese amor a la voluntad del Padre, Jesús, nos lo
enseña en todos los evangelios. No debemos buscar realizar nuestra voluntad, sino
someternos a la voluntad de Dios.
Por otro lado, siendo esta carta tan corta, contiene mensajes bastante importante de
cómo vivir el cristianismo, es uno de los mensajes más importante y que logra captar mi
atención, pues en él hay mensajes de esperanzas y serenidad, rescatando el capítulo 4 donde
se nos habla de la conducta cristiana y se nos invita en el versículo 24 a: “y revístanse del
hombre nuevo, creado a imagen de Dios con justicia y santidad”, una bonita exhortación a
lo que hoy sigue siendo motivo de nuestro estilo de vida, la búsqueda de la santidad. Es una
exigencia a hacer un corte radical con nuestro pasado, abriendo campo a una nueva vida,
dejando atrás oscuridad, tristeza, pecado (palabras fuertes del autor). Se nota la necesidad
que hay en el autor de buscar la unidad y poner a cristo como centro de nuestra fe,
mostrando así, que eta carta va dirigido a una comunidad pagana, a la cual se le invita a
abrirse a la buena noticia, a formar parte de la unidad de la iglesia.