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probable que esta respuesta sea acertada, ya que fuera de toda estructura creada por el ser humano
para responder a la pregunta anterior, no hay nada salvo una especie sobreviviendo.
Desde la primera proposición -y el texto en general- se puede observar cómo opera el
intelecto además de nombrar las cosas mismas (y hacer que los individuos se sientan con el poder
de creer que sus verdades son universales). Existen conceptos y criterios de veracidad y falsedad en
primera medida; dentro de la realidad creada entre las dos primeras partes existen -por ejemplo-
ideas, objetos, sentimientos, etc. También existe la ciencia, la cual intenta explicar desde las mismas
estructuras creadas al mundo que experimenta a través de las experiencias. Dice Nietzsche respecto
de lo afirmado anteriormente: Como hemos visto, en la construcción de los conceptos trabaja
originariamente el lenguaje, más tarde la ciencia. Y así como la abeja construye las celdas y
simultáneamente las rellena de miel, así también la ciencia trabaja sin cesar en ese gran
columbarium de los conceptos.1 A partir de esta cita es posible afirmar que el conocimiento del ser
humano no construiría una realidad desordenada, sino fundamentada desde y para sí misma, y
además explicada -por la labor de las ciencias-. La primera proposición mostraría entonces que el
intelecto humano haría su trabajo acorde a su objetivo en tanto logra que la especie humana pueda
preservar su existencia; existencia que mostraría un impulso por mantenerse según lo visto en el
párrafo anterior.
El intelecto y la voluntad de vivir tendrían entonces para Nietzsche el nexo en ser el
primero una herramienta para la segunda, de este modo entonces la especie humana asegura su
existencia, la cual nace del impulso de querer vivir, construyendo -o falseando en palabras del
autor- la realidad.
Ahora bien, Nietzsche afirma una naturaleza ligada al impulso de vivir en la humanidad, la
cual es: vivir en sociedad. El autor en este punto explica: Pero, puesto que el hombre, tanto por
necesidad como por aburrimiento, desea existir en sociedad y gregariamente, precisa de un tratado
de paz, y conforme a éste, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum
omnium contra omnes2 La proposición del filósofo declara que por naturaleza el humano tendería -
bajo el tratado de paz que establece con otros- a buscar la verdad, es decir, a desviar el objetivo del
conocimiento hacia la búsqueda de algo universal; y si se recurre a la postura de Nietzsche respecto
de la búsqueda de universales, se halla que está él en desacuerdo con esto ya que no aportaría a la
humanidad a preservarse como especie.
El intelecto y la voluntad de vivir tendrían entonces dos relaciones evidentes, la primera
sería que la voluntad de vivir de la humanidad se daría a través del intelecto, pues este es la
herramienta que poseen los humanos para poder sobrevivir, y en tanto el ser humano intente
sobrevivir la ocupará. La segunda relación sería que la voluntad de vivir se daría a través de
individuos en conjunto, y no cada uno por separado; esto porque -para Nietzsche- sería en primer
plano una necesidad. El problema se encontraría en que como la humanidad se preserva a través del
intelecto y en comunidad, el impulso por la verdad se daría inevitablemente debido a que estarían
los factores combinados (intelecto y sociedad), lo que desviaría al intelecto de su objetivo, pero el
1
necrópolis de las intuiciones; construye sin cesar nuevas y más elevadas plantas, apuntala, limpia y renueva
las celdas viejas y, sobre todo, se esfuerza en llenar ese colosal andamiaje que desmesuradamente ha apilado
y en ordenar dentro de él todo el mundo empírico, es decir, el mundo antropomórfico. (pág. 11)
2
Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese enigmático
impulso hacia la verdad (pág. 4).
Diego Ticchione Sáez
intelecto al ser de humano tendría quizá esa naturaleza de enceguecerse frente a la propia
sobrevivencia de la especie a la que pertenece (la humanidad).
Trabajos citados
Nietzsche, F. (1873). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.