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Me he decido a escribir sobre este síndrome a raíz de la experiencia que tuve con un
paciente que acudió a rehabilitación tras un accidente cerebrovascular. Tuve la “suerte”,
entiéndanme ustedes cuando digo suerte, de encontrarme con este caso tan interesante
desde el punto de vista de un Neuropsicólogo, obviamente, no quiero faltarle al respeto a
nadie, el paciente tuvo una experiencia muy distinta a la mía.
Imagínense no poder controlar un miembro de tu propio cuerpo, tener una mano que coge
y toca todo lo que tiene a su alcance sin ningún control, ni pudor. Tu mano se mete en los
bolsillos ajenos, agarra objetos por sí misma, o agarra la mano de alguien sin tu
aprobación, y luego, no los puedes soltar voluntariamente, o al menos, no antes de estar
un rato concentrándote en soltarlo o hasta que aparezca otro objeto que llame de nuevo
su atención. Realizar las tareas del día a día, incluso las más sencillas, se vuelven todo un
mundo. Tratar de sacar una botella de agua de la nevera es una aventura, mientras tu mano
derecha, bien controlada por ti, va sacando el agua, tu otra mano saca dos manzanas, el
chocolate y la leche, de forma compulsiva y sin ningún motivo, o al menos, sin ningún
motivo consciente para el sujeto. O, por ejemplo, en algo tan simple como quitarse las
gafas y guardarlas en su estuche, la mano extraña agarra las gafas y no quiere soltarlas,
lo que produce un momento de lucha entre el paciente y esa mano testaruda que no
colabora lo más mínimo, haciendo de esta sencilla tarea algo muy complicado. Lo mismo
ocurre para vestirse y desvestirse, o subir una persinana. No quiero ni hablar de lo que
tiene que suponer manejar un cuchillo a la hora de cocinar o conducir un vehículo, aunque
en realidad, estas tareas más complejas serían imposibles de llevar a cabo. Espero que
con estos ejemplos sencillos se puedan hacer una idea de lo que supone este síndrome
para el que lo padece.
El síndrome de la mano ajena, mano anárquica, o alienada, que no mano alienígena (como
he leído por ahí, como si nos la controlaran desde el espacio exterior) es una consecuencia
bastante infrecuente de una enfermedad neurológica (no una enfermedad mental) o de un
daño cerebral adquirido. De hecho, éste síndrome es tan raro que desde que Goldstein lo
describiera por primera vez en 1908 tan sólo se han registrado en la literatura unos 40
casos en todo el mundo. La causa más frecuente es un accidente cerebrovascular
isquémico o hemorrágico que involucre a la arteria cerebral anterior, aunque también se
han descrito casos a partir de intervenciones en tumores o en epilepsias refractarias que
impliquen lesión callosa, y también en casos de degeneración corticobasal.
– Forma callosa, asociado a lesiones predominantemente del cuerpo calloso con o sin
lesión frontal. En este subtipo nos encontramos con que el paciente muestra conflicto
intermanual, es decir, los movimientos que realizan cada una de las manos entran en
conflicto y pueden realizar movimientos o acciones contrarias, por ejemplo, el paciente
intenta vestirse, y a la vez, su mano anárquica le intenta desvestir. En ocasiones se
acompaña de apraxia.
– Forma frontal, es la más frecuente de las tres y aparece cuando hay lesiones en el área
motora suplementaria, el giro cingulado, el córtex prefrontal y la parte anterior del cuerpo
calloso. Aparecen una serie de reflejos patológicos como el grasping, donde el paciente
intenta agarrar cualquier estímulo que se encuentre próximo a su mano, sin necesidad de
estimulación táctil, el groping, que consiste en realizar movimientos de búsqueda con la
mano a tientas (van palpando la mesa o la superficie que tengan delante), y además,
conductas de utilización, y restricción del movimiento del miembro afectado al ser
sujetado por el miembro normal.
Suele observarse que el control sobre la mano ajena sufre fluctuaciones, perdiéndose
control sobre ella en situaciones de ansiedad, cansancio, y momentos de menor control
atencional. También, es común que el paciente sea consciente del comportamiento
extraño de su mano, que reconocen como suya, aunque no sepan o no puedan explicar la
falta de control sobre ella, lo que puede llevar a situaciones donde el paciente pase
verdaderos apuros o se pueda sentir “avergonzado” por la conducta de su miembro. No
se me olvidará jamás la cara de este paciente mientras me agarraba la mano de forma
involuntaria y no era capaz de soltármela, era una mezcla entre incredulidad, sorpresa,
rubor, y disculpas.
Goldberg trató de dar una explicación a la aparición de este fenómeno, según él, los
lugares claves que se deben dañar para que se dé este síndrome son el Área Motora
Suplementaria y el Cuerpo Calloso. Según Goldberg, la causa radicaría en la desconexión
entre el sistema mesial premotor (responsable de los movimientos intencionados en
respuesta a las demandas del medio interno) y el sistema lateral premotor (responsable de
movimientos automáticos en respuesta a estímulos externos), lo que produce un
desequilibrio entre la actividad de ambos sistemas, haciendo que la mano responda de
modo automático ante cualquier estimulación ambiental. En condiciones normales, el
Área Motora Suplementaria debería inhibir estas respuestas automáticas siempre que
interfieran con las acciones en curso o cuando contradigan las demandas y necesidades
del medio interno. Hay pocos estudios de neuroimagen hechos con este tipo de pacientes,
pero alguno de ellos, empleando una Resonancia Magnética Funcional refuta el papel del
Área Motora Suplementaria propuesto por Goldberg.
En realidad, he simplificado el tema de la mano ajena para que pudiera caber en una
entrada de blog, el tema es mucho más largo y complicado. Por ejemplo, empezando por
la clasificación de los tres subtipos de mano anárquica, hay quien considera que dicha
clasificación no es del todo correcta y plantean una nueva en función de la lateralidad de
la lesión cerebral. Tampoco hago mención al Tálamo, y hay indicios que podrían indicar
que éste juega un papel destacado en dicho síndrome, ya que se han documentado algunos
casos de mano anárquica con daño talámico y sin afectación del cuerpo calloso. También
he podido leer una discusión acerca de si en realidad el caso de la mano ajena constituye
un síndrome o por el contrario es un signo, ya que se puede presentar en formas muy
diversas.
En cualquier caso, se trata de un trastorno interesante en cuanto que expone de forma
clara el funcionamiento necesariamente coordinado del cerebro, en el que participan de
modo conjunto mecanismos de activación e inhibición de sistemas y conductas. Hay que
recordar que en el cerebro no todo es activación, aunque sea de lo que más se habla. De
hecho, la conducta suele ser el fruto de una cadena o secuencia de activaciones e
inhibiciones de unas regiones sobre otras, y la alteración del preciso equilibrio en dicha
secuencia puede llevar a la aparición de conductas patológicas, como por ejemplo, que
una parte de nosotros mismos, como es un miembro, deje de estar bajo nuestro control y
actúe de forma anárquica.