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¿Escribir? ¡Cosa de adultos!

Por: Laura Alejandra García Zambrano

El dilema que tenemos sobre qué escribir. Sobre cómo hacerlo. Sobre qué
estudiar, que leer, qué comer y un montón de cuestiones que nos lleva a
preguntarnos, ¿qué hacer con nuestras vidas?

Y es que puede sonar como algo exagerado y extremista para algunas personas
el comparar una estupidez como la de sobre qué podemos escribir, a qué hacer
con nuestra vida, pero la verdad es que nosotros, en la edad, nos encontramos
en una etapa crucial en la qué dominan los sentimientos y no el racionalismo.
Cuestiones que otros no comprenden, a veces ni nosotros mismos. El cómo una
idea o pregunta tan pequeña nos puede llevar a otra tan grande.

Nos damos cuenta que no sabemos nada. Y no quiero entrar en redundancia,


pero en realidad, es que ésta es la etapa en la que entramos en una “crisis
existencial” gracias a tantas preguntas que nos hacen querer reventar la cabeza,
más preguntas de las que puede hacer un niño de 4 años; por qué el cielo es
azul, por qué el chocolate tienen un sabor dulce, por qué esto es grande y aquello
pequeño, por qué, por qué, por qué.

Tal vez es por la presión que ejercen los adultos y en sí la sociedad sobre
nosotros, tal vez sea por el ambiente en el que nos encontramos, tal vez sea por
lo que creemos conocer pero que a la hora de la verdad no conocemos, por lo
incomprendidos que nos sentimos, por lo que vemos, por lo que escuchamos o
tal vez simplemente por los complejos que tenemos con nosotros mismos. La
autoestima, la confusión, preguntas.

No sabemos lo que queremos, no conocemos lo que creemos conocer, vemos,


pero no con nuestros ojos, si no con los propios sentidos. La rabia, la tristeza,
la melancolía, la nostalgia y la alegría son las que predominan en nuestro ser.
No nos queremos preocupar de nada si no de descubrir, entender y resolver cada
una de las cuestiones que plantea no nuestro ser racional, si no nuestro ser
sentimental. Tampoco nos queremos empeñar en encontrar un culpable, por que
sabemos que el culpable es el que está parado frente a éste espejo, solamente
queremos saber el por qué.

Esto se basa en una crítica al ser que se encuentra sentado frente a una ventana,
observando cada gota de lluvia caer, en el que comienza a hacer una reflexión
acerca de su vida. De sus problemas, sus sueños no cumplidos, metas que ve
inalcanzables, su forma física, sus defectos más que cualidades y es ahí cuando
comienza a plantear las posibles respuestas, a cada cuestión. Todo empezó
cuando se preguntó sobre qué podía escribir.

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