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Seminario Arquidiocesano “Ntra. Sra.

del Rosario” Franco Alcaraz


Teología Sistemática III: Eclesiología Ciclo de Teología
Prof.: Pbro. Lic. Marcelo De Benedectis

TRATADO DE ECLESIOLOGÍA

Para comenzar esta breve síntesis es oportuno traer a colación una breve reseña histórica
sobre el tratado de eclesiología para conocer los orígenes y comprender cuál es nuestra situación
actual. Por ello haremos una recorrida por la etapa de la Patrística para finalizar en la recepción
del Concilio Vaticano II.

Breve reseña histórica: “La Iglesia existía antes de que hubiese eclesiología”

Hay que decir en primer lugar que un tratado de Eclesiología no existió sino tardíamente
en el pensamiento cristiano

-Eclesiología patrística: los padres no elaboraron un tratado sistemático de eclesiología. Para


ellos la Escritura entera habla de Cristo y de la Iglesia, a la que ellos ven a través de las
imágenes bíblicas (pueblo, cuerpo, templo, casa, esposa, rebaño, viña, ciudad, reino, campo,
red) y de las interpretaciones tipológicas del Antiguo Testamento. Los principales temas que
aparecen son:

 Espíritu y eucaristía.
 La maternidad de la Iglesia entera por la fe, el amor, la oración, la penitencia, el
testimonio.
 Amor y paz. La concordia entre las Iglesias locales.
 La colegialidad del episcopado
 El Papa como custodio de la caridad de la Iglesia universal.
 Hay también importantes principios eclesiológicos: apostolicidad y sucesión apostólica
(Ireneo); episcopado (Cipriano); catolicidad, validez de los actos sacramentales
independientemente de la santidad personal del ministro (Agustín), etc. Además, desde
los siglos III-V, los papas reivindican su papel de cabeza en el cuerpo de la Iglesia y sus
prerrogativas en el campo del magisterio y de la jurisdicción (cf. León Magno).

-Eclesiología en la Edad Media: en primer lugar tenemos que destacar la obra de Santo Tomás
de Aquino, que siendo fiel al espíritu patrístico, aborda la cuestión eclesiológica dentro del
misterio de Cristo.

 El primer tratado específicamente sobre la Iglesia fue quizás De regimine christiano, de


Jaime de Viterbo.
 El primer escrito realmente completo fue la Summa de Ecclesia de Juan de
Torquemada que proponía una eclesiología papista frente al conciliarismo ya que el
cisma de Aviñón dio lugar a muchos escritos sobre la Iglesia.
 En los siglos que siguieron al Concilio de Trento el principal interés de la eclesiología
se centró en la apologética, específicamente, las notas de la Iglesia.

-Modernidad – Renovación teológica: Después de las grandes crisis del siglo XVIII y de la
revolución francesa, al lado de una corriente de restauración, orientada hacia la autoridad, que
desemboca en el concilio Vaticano I, se desarrolla en el siglo XIX una corriente de renovación
de la eclesiología por el retorno a las fuentes patrísticas y medievales. Es importante destacar la
encíclica Mystici corporis, de Pío XII que vio en la Iglesia, la cual tiene a Cristo por cabeza, su
autor y Señor, su columna angular. Una realidad social, visible y orgánica, cuyo principio
último de acción es el Espíritu Santo.
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Nos encontramos en la antesala del Concilio Vaticano II que vino a ser el culmen de la
gran renovación teológica. Pese a la renovación impulsada por Pio XII en su encíclica, la
concepción predominante antes del Vaticano II era la de la societas perfecta1: la Iglesia, como el
Estado, es una sociedad perfecta en el sentido de que contiene en sí todo lo necesario para
alcanzar su fin. El gran mérito del Concilio Vaticano II, a través de la constitución Lumen
Gentium es haber abordado la reflexión en torno a la Iglesia partiendo de la noción de
misterio. La Iglesia es misterio. Luego, en un segundo momento, reflexiona sobre la realidad
visible de la misma.

Concilio Vaticano II

En la eclesiología del Concilio Vaticano II, vemos claras opciones metodológicas para
abordar este tratado. Como se dijo anteriormente la elección fundamental del Concilio a la hora
de abordar la reflexión de la Iglesia es la categoría: misterio. Cabe destacar que la constitución
dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, es la “columna vertebral” de todos los documentos
de dicho Concilio. Esta constitución expone la comprensión que tiene la Iglesia de sí misma ad
intra (el ser de la Iglesia) y ad extra (relación con el mundo y misión).

Tres opciones metodológicas:

 El retorno a las fuentes: la fuente hace referencia a lo original y fundante. No un


retorno al mero pasado. Es una vuelta a la Palabra de Dios contenida en las Sagradas
Escrituras y en la Tradición de la Iglesia. En el quehacer teológico las Sagradas
Escrituras ocupan un lugar fundamental (punto de partida para la reflexión) y no un
mero loci probandi como tampoco implica degenerar en puro biblicismo. Por ello se
dice que la Escritura es como “el alma de la teología”.

 El misterio de la Iglesia desde una perspectiva trinitaria es el punto de partida de


la Lumen Gentium: el Concilio Vaticano II abandona la perspectiva puramente
horizontal, de la realidad social, y opta por el misterio: partir del centro (de su ser) para
luego, en un segundo momento, ir hacia lo exterior (su misión). De esa manera se
supera la dialéctica entre la visión mística y la visión socio-jurídica. Se busca una
síntesis eclesiológica: recuperar la dimensión mistérica junto con la dimensión histórica.

 La Iglesia en la perspectiva de la Historia de la Salvación (historia salutis):


partiendo de la Iglesia como misterio se exige, por lo tanto, el abordaje de la
eclesiología desde una perspectiva histórico-salvífica dejando de lado esquemas muy
abstractos. Se tienen en cuenta, por lo tanto, la cristología y la escatología. De esa
pueden distinguirse las diversas etapas en la realización de la Iglesia a lo largo de la
historia. En este sentido la Iglesia aparece como misterio de convocación por parte
del Padre, que se realiza en Cristo y se manifiesta en el Espíritu Santo. Aquí, por lo
tanto, adquiere relevancia la categoría “Pueblo de Dios”, pueblo que es llamado por
Dios a caminar en la historia pero peregrinando hacia la patria celestial.

1
Traducción: Sociedad perfecta

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Recepción del Concilio Vaticano II

Se colocan a continuación nuevas instancias metodológicas en la eclesiología


postconciliar.

Es necesaria la utilización de las tres opciones metodológicas descritas anteriormente


aunque se muestran insuficientes para alcanzar la síntesis eclesiológica. Esto se debe a que se
manifiesta cierta incoherencia en el abordaje de la relación Iglesia-Mundo (entre Lumen
Gentium y Gaudium et Spes): ello tiene su origen en una mirada muy optimista sobre dicha
relación en contraposición a la situación de los países del Tercer Mundo. Ella es distinta de los
países europeos ya que en aquellos abundan estructuras sub-desarrolladas e injustas. Como
consecuencia la Iglesia en Latinoamérica buscan hacer oír su voz a través de los sínodos de
obispos y asambleas (por ejemplo: Medellín, Puebla)

Aparecen exigencias de método en la teología de la Liberación: reflexión teológica que


coloca en su centro al pobre, al marginado, al que es víctima de estructuras injustas, para
elaborar una correspondiente praxis que ayude a la liberación del ser humano de tales
situaciones. Algunas de sus tesis son:

 Dialéctica de la teoría y praxis


 Reflexión científica de la fe en un contexto histórica
 Reflexión sobre el ser y el actuar cristiano y el papel de la Teología
 Se da valor universal al principio, en este caso, la praxis: la teología es una reflexión a
partir de la praxis, sobre la praxis y ordenada a la praxis.

Un gran cuestionamiento que surge ¿Cómo se complementan teoría y praxis?. Algunos teólogos
de la liberación colocan el punto de partida (el primado) en la praxis. Otros teólogos por el
contrario colocan el punto de partida en el Logos.

El Magisterio los Papas posterior al Concilio Vaticano II ayuda a clarificar y profundizar la


doctrina de la Iglesia. Sobre todo frente a los errores de interpretación de los textos conciliares
que tuvieron lugar años después

Pablo VI

En el Credo del Pueblo de Dios podemos ver expresado aquí una primera recepción de la
eclesiología conciliar y un deseo de reafirmar la fe

“Creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, edificada por Jesucristo sobre la
piedra, que es Pedro. Ella es el Cuerpo místico de Cristo, sociedad visible, equipada de
órganos jerárquicos, y, a la vez, comunidad espiritual; Iglesia terrestre, Pueblo de Dios
peregrinante aquí en la tierra e Iglesia enriquecida por bienes celestes, germen y comienzo del
reino de Dios, por el que la obra y los sufrimientos de la redención se continúan a través de la
historia humana, y que con todas las fuerzas anhela la consumación perfecta, que ha de ser
conseguida después del fin de los tiempos en la gloria celeste”

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A pesar de la declaración de FE del Papa Pablo VI (hoy San Pablo VI) hubo errores en la
recepción conciliar en sus contenidos doctrinales y, en consecuencia, en su aplicación. Sobre
este tema se volverá más adelante con los Pontífices que sucedieron al Papa Pablo VI. A
continuación se examinará la “DECLARACION SOBRE LA DOCTRINA CATÓLICA
ACERCA DE LA IGLESIA PARA DEFENDERLA DE ALGUNOS ERRORES
ACTUALES” de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. A continuación se verán
algunos aspectos sobre los cuales la Declaración busca iluminar:

 La única Iglesia de Cristo: la Iglesia que fundó Cristo es una y la dejó al cuidado de
Pedro y los Apóstoles de los cuales los Obispos son sucesores. Y esta Iglesia que fundó
Cristo subsiste en la Iglesia Católica y ella goza de la plenitud de los medios de
salvación. Sin embargo ello no quita que en otras comunidades eclesiales, aunque de
manera no plena e imperfecta, se hallen elementos de verdad y santidad. Por lo tanto
los fieles católicos al tiempo que deben profesar que pertenecen a la Iglesia fundada por
Cristo deben reconocer y apreciar estos elementos presentes en otros cristianos.

 La infalibilidad de la Iglesia universal: Dios que es infalible ha querido dotar a la


Iglesia de cierta infalibilidad participada. Esto está expresado en el Concilio Vaticano II
cuando se dice que la universalidad de los fieles, ungidos por el Espíritu Santo, no
puede equivocarse cuando cree y manifiesta esta prerrogativa peculiar suya mediante el
sentido sobrenatural de la fe. Además, si bien los fieles también participan en cierta
medida de la misión profética de Cristo, solo a los Pastores, sucesores de Pedro y los
Apóstoles, pertenece por institución divina enseñar a los fieles auténticamente con la
autoridad de Cristo. Los fieles están obligados a recibir y adherirse a lo que los pastores
enseñan.

 La infalibilidad del Magisterio de la Iglesia: Jesús ha querido dotar a la Iglesia, en lo


que se refiere a la fe y a las costumbres, del carisma de la infalibilidad, asistidos por el
Espíritu Santo, a los pastores para que puedan cumplir su misión. Esta situación se da
cuando el Papa habla ex cathedra y cuando los Obispos, enseñando en comunión con el
Papa, están de acuerdo en considerar como definitiva una sentencia (en los Concilios
por ejemplo).

 No minimizar el don de la infalibilidad de la Iglesia: de lo dicho anteriormente se


sigue que de ninguna manera está permitido a los fieles admitir en la Iglesia sólo una
“fundamental” permanencia en la verdad, que, como algunos sostienen, se puede
conciliar con errores diseminados por todas partes en las sentencias que enseña como
definitivas el Magisterio de la Iglesia, o en lo que profesa sin duda de ningún género el
Pueblo de Dios en materia de fe y costumbres. Por ende los dogmas que la Iglesia
proclama también deben ser creídos por los fieles. O dicho de otro modo, no se pueden
despreciarse o negarse los dogmas de la Iglesia que expresan otros misterios además de
los centrales como por ejemplo, la plenitud de la revelación divina en Jesucristo.

 No corromper la noción de infalibilidad de la Iglesia: las fórmulas dogmáticas del


Magisterio de la Iglesia han sido aptas desde el principio para comunicar al verdad
revelada y, mientras se mantengan, serán siempre aptas para quienes las interpretan

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rectamente aunque el significado de los dogmas pueda posteriormente ser aclarado o


mejor comprendido. Por lo tanto, los fieles no pueden aceptar la postura según la cual
las fórmulas dogmáticas no pueden manifestar la verdad de modo concreto.

 La Iglesia, asociada al sacerdocio de Cristo: Jesús ha hecho participar de su


sacerdocio a la Iglesia mediante el sacerdocio común de los fieles (en virtud del
sacramento del Bautismo) y el sacerdocio ministerial o jerárquico; estas dos formas del
sacerdocio, que difieren esencialmente y no sólo en cuanto al grado, se ordenan
recíprocamente en la comunión de la Iglesia. Si bien el sacerdocio común de los fieles
los habilita para la participación del culto, es propio del sacerdote el llevar a cabo la
edificación del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, mediante el sacrifico eucarístico.

Juan Pablo II

Con respecto a Juan Pablo II, cabe destacar el Sínodo de Obispos del 7 de diciembre de
1985 cuyo nombre es “La Iglesia, a la luz de la Palabra de Dios, celebra los misterios de
Cristo para la salvación del mundo” y que tuvo como tema central, a 20 años del Concilio
Vaticano II, su celebración, verificación y su aplicación. En efecto, durante el período de 20
años se constataron varias dificultades en torno a la aplicación de las constituciones, decretos y
declaraciones. Entre algunas de las causas de las dificultades, hay que notar la lectura parcial y
selectiva del Concilio y la interpretación, superficial de su doctrina en uno u otro sentido. Por lo
tanto para su correcta recepción de nos recomienda:

 Conocer el Concilio más amplia y profundamente.


 Asimilarlo internamente, con amor, llevándolo a la vida. De esa manera los documentos
del Concilio resultarán vivos y vivificantes.
 La interpretación teológica de la doctrina del Concilio tiene que tener en cuenta todos
los documentos en sí mismos y en su conexión entre sí, para que de este modo resulte
posible exponer cuidadosamente el sentido integral de todas las afirmaciones del
Concilio, las cuales frecuentemente están muy relacionadas entre sí.

Por ello hay que prestar atención de manera especial a las cuatro Constituciones mayores
del Concilio2 que son la clave de interpretación de los Decretos y Declaraciones. Por último:

 La índole pastoral no se puede separar de la fuerza doctrinal de los documentos: no es


legítimo separar el espíritu y la letra del Concilio. No puede desacreditarse su doctrina
en nombre de “una simple finalidad pastoral”.
 Hay que entender el Concilio en continuidad con la gran Tradición de la Iglesia; y a la
vez debemos recibir de la doctrina del mismo Concilio luz para la Iglesia actual y para
los hombres de nuestro tiempo. La Iglesia es la misma en todos los Concilios.

Se destacan cuatro grandes temas en este texto del Sínodo:

1. El misterio de la Iglesia
2. Las fuentes de la que vive la Iglesia
3. La Iglesia como comunión

2
Lumen Gentium, Sacrosanctum Concilium, Dei Verbum, Gaudium et Spes

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4. Misión de la Iglesia en el mundo

Al abordar la realidad de la Iglesia como misterio, Iglesia de la Trinidad (Lumen Gentium,


cap.1) no podemos dejar de recordar que la importancia de la Iglesia deriva de su unión con
Cristo, Él es la “Luz de los Pueblos”. En este sentido podemos comprender el misterio de la
Iglesia desde distintas categorías, complementarias entre sí, no contrapuestas: Pueblo de Dios,
Cuerpo de Cristo, Esposa de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Familia de Dios. Por la unión de
la Iglesia con Cristo se entiende la índole escatológica de la misma Iglesia (Lumen Gentium,
cap. VII). De este modo, la Iglesia peregrinante en la tierra es el pueblo mesiánico, que ya
anticipa en sí mismo a las nueva creaturas. Sin embargo, la Iglesia, que abarca en su seno a los
pecadores, permanece santa y siempre necesitada de purificación. Y dado que es un misterio en
Cristo; ella debe ser considerada como signo e instrumento de santidad: es por esto que el
Concilio enseñó la vocación de todos los fieles a la santidad (Lumen Gentium cap. V). En este
sentido podemos afirmar que la Virgen, por estar unida estrechamente unida a Cristo, por ser la
Toda Santa, es tipo y modelo de la Iglesia y nuestra Madre en el orden de la Gracia. De ahí que
la constitución de la Iglesia le dedique un capítulo a la Virgen María (cap. VIII).
Plasmado el ser de la Iglesia, podemos clarificar cuál es su misión: predicar y testificar la
buena y alegre noticia de la elección, la misericordia y la caridad de Dios, que se manifiestan en
la Historia de la Salvación y que llegan a su culmen en la plenitud de los tiempos por Jesucristo,
y ofrecerlas y comunicarlas a los hombres como salvación por la fuerza del Espíritu Santo. De
allí que la fuente primaria de la predicación de la Iglesia sea la Palabra de Dios (Dei Verbum),
presente en las Sagradas Escrituras y en la Tradición viva de la Iglesia e interpretada
auténticamente por el Magisterio de la Iglesia. El anuncio de la Palabra, la misión, forma parte
de la naturaleza de la Iglesia (aquí se comprende el decreto Ad Gentes). La otra gran fuente de
la que vive la Iglesia es la Liturgia (Sacrosanctum Concilium). La misma no consiste sólo en la
actividad externa, sino ante todo en la participación interna y espiritual, en la participación viva
y fructuosa del misterio pascual de Jesucristo. Precisamente la liturgia debe fomentar el sentido
de lo sagrado y hacerlo resplandecer. Debe estar imbuida del espíritu de reverencia y de
glorificación de Dios.
Otro aspecto muy importante de la comprensión del misterio de la Iglesia y que es
central en todos los documentos del Concilio es la eclesiología de comunión: la Iglesia como
comunión. Se trata de la comunión con Dios por Jesucristo en el Espíritu Santo. Esta comunión
se tiene en la Palabra de Dios y en los sacramentos. El bautismo es la puerta y el fundamento de
la comunión de la Iglesia; la Eucaristía es la fuente y el culmen de toda la vida cristiana. Desde
esta perspectiva se comprende la importancia que se le da nuevamente a las Iglesias orientales
con sus ritos y tradiciones (Orientalium Ecclesiarum). Por ello la eclesiología de comunión se
vuelve fundamento de la Colegialidad y de la responsabilidad asumida en el diálogo ecuménico
(Unitatis Redintegratio)
Por último no podemos dejar de destacar que la Iglesia buscó tomar una nueva postura
con respecto su relación con el mundo en el cual se encuentran las religiones no cristianos y nos
lo creyentes. Otra cuestión es la inculturación del Evangelio. De allí la importancia de la
Constitución Gaudium et Spes.

 Juan Pablo II – El Presbítero en la Iglesia misterio, comunión y misión. (Pastores


dabo vobis)

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Un aspecto importante en la reflexión magisterial del Papa Juan Pablo II es la identidad del
presbítero y su formación para su ministerio en el contexto histórico actual. Partiendo de la
realidad de la Iglesia como misterio, el Papa afirma que es esta realidad eclesial donde el
presbítero encuentra su identidad. Porque, por la consagración que recibe con el sacramento del
Orden, es enviado por el Padre, por medio de Jesucristo, con el cual, como Cabeza y Pastor de
su pueblo, se configura de un modo especial para vivir y actuar con la fuerza del Espíritu Santo
al servicio de la Iglesia y por la salvación del mundo. Es de esa manera cómo se comprende la
naturaleza y misión del sacerdote. Hay en la identidad del presbítero un aspecto esencialmente
relacional.

Benedicto XVI

El Papa Benedicto XVI, en el discurso a los miembros de la Curia romana el 22 de


diciembre aborda también, al igual que aquel Sínodo de 1985 la problemática de la recepción
conciliar. El Papa dice que ha habido dos hermenéuticas del Concilio que se han confrontado
entre sí. Si bien se ha provocado mucha confusión, se han dado muchos frutos:

 "Hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura": a menudo ha contado con la


simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna.
Corre el riesgo de acabar en una ruptura entre Iglesia preconciliar e Iglesia posconciliar.
Afirma que los textos del Concilio como tales no serían aún la verdadera expresión del
espíritu del Concilio sería necesario ir más allá de los textos, dejando espacio a la
novedad en la que se expresaría la intención más profunda, aunque aún indeterminada,
del Concilio. En una palabra: sería preciso seguir no los textos del Concilio, sino su
espíritu.
 “Hermenéutica de la reforma”: es la reforma conciliar tal como la presentaron
primero el Papa Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio el 11 de octubre de
1962 y luego el Papa Pablo VI en el discurso de clausura el 7 de diciembre de 1965. La
finalidad es transmitir la doctrina en su pureza e integridad, sin atenuaciones ni
deformaciones. Es necesario que esta doctrina, verdadera e inmutable, a la que se debe
prestar fielmente obediencia, se profundice y exponga según las exigencias de nuestro
tiempo.

Según el Papa Benedicto XVI, en la época en que se llevó a cabo el Concilio Vaticano II,
había que responder a tres grandes interrogantes:

1. Relación fe – ciencias modernas: no sólo la relación con las llamadas ciencias duras y
naturales sino también con las ciencias de la historia. En efecto, había entrado en el
movimiento bíblico la pretensión de querer interpretar las Sagradas Escrituras
únicamente con el método histórico-crítico. La cual en muchos aspectos que se oponía a
la interpretación que la fe de la Iglesia había elaborado.
2. Relación Iglesia - Estado moderno: éste concedía espacio a ciudadanos de varias
religiones e ideologías, comportándose con estas religiones de modo imparcial y
asumiendo simplemente la responsabilidad de una convivencia ordenada y tolerante
entre los ciudadanos y de su libertad de practicar su religión.
3. Relación fe cristiana-religiones del mundo: aquí aparece la cuestión de la tolerancia
religiosa. En particular, ante los recientes crímenes del régimen nacionalsocialista y, en

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general, con una mirada retrospectiva sobre una larga historia difícil, resultaba
necesario valorar y definir de modo nuevo la relación entre la Iglesia y la fe de Israel.

Nos explica el Papa que en todos esas problemáticas podría emerger una cierta forma de
discontinuidad y que, en cierto sentido, de hecho se había manifestado una discontinuidad, en la
cual, sin embargo, hechas las debidas distinciones entre las situaciones históricas concretas y
sus exigencias, resultaba que no se había abandonado la continuidad en los principios. Los
cuales según la intención del Concilio, permanecen inmutables no así en la manera de
expresarlos. En este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes niveles consiste
la naturaleza de la verdadera reforma.

Por lo tanto, para el Papa la Iglesia tiene que entrar en diálogo con los desafíos actuales con
apertura mental pero con gran capacidad de discernimiento tal como lo hizo el cristianismo en el
primer siglo cuando tuvo que enfrentarse al pensamiento helénico y la posterior definición
dogmática o cuando el pensamiento aristotélico entró en contacto con la cristiandad medieval.
Esta Iglesia es para el Papa Benedicto esa comunidad de vida con Él y de uno para con
el otro, que está fundada en el Bautismo y se profundiza cada vez más en la Eucaristía. "Yo soy
la verdadera vid", significa en realidad propiamente: "Yo soy ustedes y ustedes son yo"; una
identificación inaudita del Señor con nosotros, su Iglesia. Tomando la alegoría de la vid y los
sarmientos del evangelio según San Juan el Santo Padre nos dirá que permanecer en Cristo
significa, como ya hemos visto, permanecer también en la Iglesia. Toda la comunidad de los
creyentes está firmemente unida en Cristo, la vid. En Cristo, todos nosotros estamos unidos. En
esta comunidad, Él nos sostiene y, al mismo tiempo, todos los miembros se sostienen
recíprocamente. Ellos resisten juntos a las tempestades y se protegen mutuamente. Nosotros no
creemos solos, sino que creemos con toda la Iglesia. La Iglesia como mensajera de la Palabra de
Dios y dispensadora de los sacramentos nos une a Cristo, la verdadera vid.

Durante el pontificado de Benedicto XVI, la congregación para la Doctrina de la Fe, elaboró


una nota doctrinal sobre algunos aspectos de la evangelización. Este documento en primer
lugar nos recuerda que la evangelización no significa solamente enseñar una doctrina sino
anuncia a Jesucristo con palabras y acciones. Se suma a ello el permanente mandato de
evangelizar y el derecho que tiene toda persona a escuchar el Evangelio. Sin embargo, hoy en
día, hay una confusión creciente que induce a muchos a desatender y dejar inoperante el
mandato misionero del Señor (cf. Mt 28, 19). A menudo se piensa que todo intento de
convencer a otros en cuestiones religiosas es limitar la libertad. Sería lícito solamente exponer
las propias ideas e invitar a las personas a actuar según la conciencia, sin favorecer su
conversión a Cristo y a la fe católica. Por ello el documento buscar arrojar luz sobre esta
situación teniendo en cuenta algunos aspectos:

 Algunas implicaciones antropológicas: si el hombre no puede negar su capacidad


fundamental de conocer la verdad, si se hace escéptico sobre su facultad de conocer
realmente lo que es verdadero, termina por perder lo único que puede atraer su
inteligencia y fascinar su corazón. Por otro lado, estimular honestamente la
inteligencia y la libertad de una persona hacia el encuentro con Cristo y su
Evangelio no es una intromisión indebida, sino un ofrecimiento legítimo y un
servicio que puede hacer más fecunda la relación entre los hombres. Por lo tanto, la
actividad por medio de la cual el hombre comunica a otros eventos y verdades

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significativas desde el punto de vista religioso, favoreciendo su recepción, no


solamente está en profunda sintonía con la naturaleza del proceso humano de
diálogo, de anuncio y aprendizaje, sino que también responde a otra importante
realidad antropológica: es propio del hombre el deseo de hacer que los demás
participen de los propios bienes. Acoger la Buena Nueva en la fe empuja de por sí a
esa comunicación. La Verdad que salva la vida enciende el corazón de quien la
recibe con un amor al prójimo que mueve la libertad a comunicar lo que se ha
recibido gratuitamente.

 Algunas implicaciones eclesiológicas: hoy en día el permanente anuncio misionero


de la Iglesia es puesto en peligro por teorías de tipo relativista, que tratan de
justificar el pluralismo religioso, no sólo de hecho sino también de y de principio).
Desde hace mucho tiempo se ha ido creando una situación en la cual, para muchos
fieles, no está clara la razón de ser de la evangelización. Hasta se llega a afirmar
que la pretensión de haber recibido como don la plenitud de la Revelación de Dios,
esconde una actitud de intolerancia y un peligro para la paz. Sin embargo, de esa
manera, ignora que la plenitud del don de la verdad que Dios hace al hombre al
revelarse a él, respeta la libertad que Él mismo ha creado como rasgo imborrable de
la naturaleza humana: una libertad que no es indiferencia, sino capacidad para elegir
bien. Y, el respeto a la libertad religiosa y su promoción, no deben convertirse en
indiferencia ante la verdad y el bien. En realidad., la propia caridad exige el anuncio
todos los hombres de la verdad que salva.

 Algunas implicaciones ecuménicas: el escándalo que provoca la división entre los


cristianos es un obstáculo para la evangelización. Sin embargo, el ejemplo de Jesús
es otro: el reza, en el momento decisivo de su vida (en la Última Cena), para que
todos seamos uno. La misión de la Iglesia es universal y no se limita a determinadas
regiones de la tierra o determinados grupos: La evangelización se realiza en forma
diversa, de acuerdo a las diferentes situaciones en las cuales tiene lugar. En sentido
estricto se habla de «missio ad gentes» dirigida a los que no conocen a Cristo. En
sentido amplio se habla de «evangelización», para referirse al aspecto ordinario de
la pastoral, y de «nueva evangelización» en relación a los que han abandonado la
vida cristiana.

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