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El investigador

ante lo indecible
y lo inenarrable
(una ética de la escucha)* nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 20-33

Juan Pablo Aranguren Romero**

El artículo desarrolla un análisis acerca de las cuestiones ético-metodológicas que subyacen a la investigación en
ciencias sociales en torno a situaciones límite que han degradado y atentado contra la dignidad humana. Sitúa una serie de
consideraciones teóricas en torno a la escucha, el silencio, la rememoración y la posibilidad de resignificación de los hechos
de violencia, a partir de una deconstrucción de la noción de entrevista, de una puesta en tensión de los lugares de poder que
guían el conocimiento social y del reconocimiento del lugar político del investigador.
Palabras clave: violencia, sufrimiento, ética en la investigación, lenguaje.

O artigo desenvolve uma análise sobre as questões éticas metodológicas que subjazem à pesquisa em ciências sociais
em torno de situações de limite que tem degradado e atentado contra a dignidade humana. Situa uma série de considerações
teóricas em torno da escuta, do silêncio, da rememoração e da possibilidade de resignificação dos acontecimentos de
violência, a partir de uma desconstrução da noção de entrevista, dos lugares de poder tensionados que guiam o conhecimento
social e de reconhecimento do lugar político do pesquisador.
Palavras-chaves: violência, sofrimento, ética na pesquisa, linguagem.

This article analyses the underlying ethical-methodological questions in social sciences investigation, specifically around
some extreme situations that have diminished human dignity. It states some theoretical considerations about listening, silence,
memory and the change of meaning of violence acts, starting from a deconstruction of the interview notion, a questioning to the
power positions which are leading social knowledge, and the acknowledgement of the researcher political posture.
Keywords: violence, suffering, ethics in investigation, language.

ORIGINAL RECIBIDO: 21-VII-2008 – ACEPTADO: 09-IX-2008

* El artículo hace parte de la propuesta metodológica de mi tesis doctoral:


“Inscripciones significantes de la violencia en el cuerpo: tortura, subjetivi-
dad y memoria en el contexto de violencia política en Colombia (1977 –
1985)”, la cual realizo gracias a una beca del Consejo Nacional de Investiga-
ción, Ciencia y Tecnología (Conicet).
* * Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia e Historiador de la Uni-
versidad Javeriana. Candidato a Doctor en Ciencias Sociales de la FLACSO–
Argentina y becario del Conicet. E-mail: arangurenjuanpablo@gmail.com

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Introducción tiva diluida en menor o mayor grado perspectiva ética y re-descubra su
en los regímenes del discurso cien- lugar político, es decir, cuando el in-
tífico; del otro, la ruptura de las vestigador ha sido sacudido por la
Una palabra sin presencia no logra ningún condiciones de posibilidad de la com- indecibilidad de lo siniestro1 . Con-
efecto concreto ante el oyente sin rostro. prensión de hechos de degradación frontado con el silencio del “testi-
David Le Breton y muerte, la necesidad de hablar, la moniante”, enfrentado a las rupturas
urgencia de ser escuchado, la emer- de las disposiciones mismas de lo

E nfrentado al terreno
ignoto de descifrar el horror
narrable, el investigador
también empieza a ser inva-
dido por el dolor de los de-
con una suerte de valentía más. Tendrá que pensar en
y arrojo, dispuesto a entre- cómo describir con pudor y
ver el padecimiento con la dignidad los actos que han
prudente distancia de un degradado y humillado a mi-
supuesto objetivismo, de una les de personas, porque ha-
asepsia metodológica, de brá podido entrever que las
una congruencia concep- narraciones del otro, con sus
tual; curtido en la indagación silencios, sus huecos y sus
de experiencias que bordean vacíos, irrumpen también en
los límites de la humanidad, la conciencia ética de quien
de algunas franqueadas por la los escucha.
ignominia y la crueldad, y de
otras que sólo lo son en una Esta escucha que se
pequeña medida; cargado de des-centra y se re-sitúa, no
trizas de afecto, de trozos de podrá ser más una reflexión
sufrimiento, de agonías e crítica surgida de la revi-
impunidades, fragmentos de sión de la investigación
narraciones incipientes, silen- acabada, sino un punto de
cios y silenciamientos, huecos partida, una condición de
y vacíos de una memoria ca- posibilidad del encuentro
prichosa, de un lenguaje in- con el/la otro/a. Tampoco
suficiente. Enfrentado así. seguirá siendo una suerte
de “toma de conciencia”
Situar la pregunta de in- del investigador quien, tras
vestigación en torno a las un giro retórico, descubri-
formas subjetivas de reme- ría su lugar ético y político,
moración de experiencias de sino la gestión abierta y de-
dolor y sufrimiento, supone liberante de dicho lugar,
que el investigador se en- capaz de confrontar los efec-
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), General Cruz.
frente a la fractura del len- Museo Nacional de Colombia. tos de poder y verdad de un
guaje, a la ruptura de las cientificisismo que sostiene
disposiciones del enunciado, a inten- gencia del silencio para preservar la los estatutos de lo universal a través
tos fallidos por gestionar lo indecible, intimidad o el anonimato, el hueco, de exclusiones y silenciamientos. No
a todo eso que de incomunicable tie- el vacío, el mismo dolor. La pregun- será más, el grupo de lecciones
ne el horror. Este enfrentamiento pone, ta, por lo tanto, no puede abrirse aprendidas, ni el despertar epistemo-
de un lado, al investigador con sus camino en el trasegar de una inves- lógico a una evidencia empírica.
marcos de interpretación, sus nece- tigación en ciencias sociales sin an- Será más bien un descentramiento
sidades de indagación, sus urgencias tes haberse considerado la necesidad de dicha episteme, surgido desde la
de producción académica y su narra- de que el investigador re-sitúe su base de la investigación misma, des-

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de los postulados que sostienen el ta a situar la necesidad de recono- porque quien testimonia no puede
quehacer del investigador, condi- cer los rasgos de subjetivad del de- hacerlo en representación de los que
ción que obliga a partir desde otras venir histórico. Este “enfoque no sobrevivieron. Enfrenta, por el
metodologías. biográfico” ha dado pie a diferentes contrario, la desesperación para dar
indagaciones sobre la identidad, cuenta de ello, tal como lo narra
Intento proponer en este artículo2 que han tomado como referencia Primo Levi al hacer referencia a los
algunas consideraciones metodoló- aquellas situaciones que ponen a los hundidos y los salvados en el caso
gicas para un abordaje de situaciones individuos en situación de ruptura del exterminio judío (Levi, 2005), o
límite vinculadas con el testimonio con su mundo habitual. Sin embar- como lo expresa Catela cuando ha-
de personas que han padecido expe- go, este escenario de investigacio- bla de los ex detenidos-desapareci-
riencias de dolor y sufrimiento en con- nes sobre la identidad en situaciones dos en Argentina:
textos de violencia política. Recurro límite ha planteado que son estas
para ello, en la primera parte, a la condiciones de ruptura las que, jus- Ellos cargan sobre sus espaldas el
discusión sobre las condiciones de tamente, les impediría a las víctimas hecho de haber “sobrevivido”, es-
enunciabilidad de tales testimonios, dar cuenta de su experiencia (Pollak, tigma que moviliza ideas ambiguas
reflexionando sobre sobre la “suerte” o
la relación entre las la sospecha de “por
formas de “acceso” al algo será”. Están
pasado y los estatutos vivos para relatar
de verdad, así como aquello de lo cual
sobre los silencios y “es mejor no ha-
silenciamientos que blar”: por un lado
subyacen a estas ex- la lucha armada y
periencias. En la se- la militancia de los
gunda parte, discuto setenta, por otro,
sobre los límites que las aberraciones
traza la indecibilidad de la tortura, la
de estos hechos, en deshumanización
virtud de las fractu- de los centros clan-
ras del lenguaje y de Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Un abanderado mal herido.
destinos de deten-
las condiciones éti- Museo Nacional de Colombia. ción, las respuestas
cas, sociales y políti- individuales ante
cas de quien testimonia y de quien 2006: 55). Los límites de posibilidad una situación límite (Catela, 2000:
escucha. Así, en la parte final pro- y de enunciabilidad estarían dados, 73-74)
pongo un esbozo para construir una por lo tanto, por esta situación de
ética de la escucha que convoque la quiebre y, en consecuencia, en los En segundo lugar, y justamente
experiencia corporal en tanto reso- diferentes enunciados y narraciones, por lo dicho hasta aquí, porque no
nancia del(os) sentido(s). testimonios escritos, biografías e his- es la selección del investigador la
torias de vida u otras situaciones en que ha de determinar quiénes se-
las que distintas personas planteen rán sus “testimoniantes”, ni la con-
Lo inenarrable su interés o necesidad de “contar su dición de investigador audaz, ni otro
historia”, el investigador se hallará tipo de características propias son
Al proponer la oralidad como ante silencios, huecos y vacíos. condiciones suficientes para el tes-
puerta de entrada a las experiencias timonio. Ello da cuenta de que el
de dolor y sufrimiento, ya sea desde Estos límites de la enuncia- enfoque del modelo cientificista,
el testimonio, o desde otra de las po- bilidad remiten al hecho de que no según el cual, sería necesario impo-
sibilidades dentro de la gama que puede haber una suerte de muestra ner un distanciamiento ante el “ob-
ofrecen las fuentes orales, la inves- representativa cuando de situacio- jeto de investigación” como si el
tigación en ciencias sociales apun- nes límite se trata. En primer lugar, investigador pudiera operar a la dis-

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tancia ante hechos que, por el con- cientista social a la hora de reflexio- jetivas y sociales tanto del “testimo-
trario, suscitan todo tipo de afectos nar sobre la actividad que desarro- niante” como de su escucha.
y convocan su cercanía y su involu- lla. Esta responsabilidad será mucho
cramiento, no responde a las deman- más demandante donde el dolor y Esto plantea la necesidad de re-
das y retos de la escucha. el sufrimiento se han instalado por flexionar sobre las relaciones que
años, a través de impunidades per- cada sociedad establece con su pa-
Ahora bien, es importante con- petuas y con permanentes afrentas sado, interrogando además el lugar
trastar este lugar de cercanía e contra la dignidad humana. En esa mismo de la oralidad en dichas re-
involucramiento al que convoca la medida, es una extrañeza que no laciones (Joutard, 1999: 14). Como
escucha, con lo que supondría fa- emerge del distanciamiento en re- se sabe, ya desde el siglo XIX esta
miliarizar un pasado traumático. lación con una pretendida objetivi- relación ha estado mediada por el
Como han señalado Izquierdo y dad, sino del reconocimiento del relato “oficial” que apunta a la cons-
Cruz, las prácticas de familiarización lugar ético y político del investiga- trucción de homogeneidad y unidad
con el pasado traumático “poco con- dor, posible a través de su invo- alrededor de la historia nacional. La
tribuyen a que las víctimas se lucramiento y cercanía con la oficialidad del relato de nación y la
apoderen del horror no sólo recor- alteridad. Si la invitación de Izquier- presunción de cientificisismo que lo
dándolo sino también entendiéndo- do es a avivar el malentendido y a validaba, funcionaban en un esque-
lo” (Izquierdo, 2008: 200; Cruz, no enterrar el pasado bajo la lápida ma de valoraciones de los relatos
2005). Y es que Izquierdo invita a de una interpretación definitiva, sobre el pasado en el cuál éstos eran
la extrañeza y al distanciamiento, habrá que reconocer que esto será considerados o excluidos por ser o
no frente a la víctima, sino respecto posible, siempre y cuando se pueda no funcionales a los intereses de las
al pasado como condición para una entrever que el dolor y el sufrimien- elites decimonónicas o a las presun-
elaboración de los traumas preceden- to del otro también impactan a ciones del objetivismo historio-
tes3 , postura que va de la mano con quien lo escucha4 . gráfico. Si bien ahora, terminando
una deconstrucción tanto de la fun- la primera década del siglo XXI, los
ción de legislador del historiador, Este panorama remite así a una relatos sobre el pasado son un poco
como de la concepción de la identi- reflexión sobre las condiciones de más heterogéneos, el esquema de
dad como a-histórica: posibilidad de lo testimonial, y abre valoración perdura junto con los
la pregunta por los factores que in- anhelos de una verdad más incólu-
Concebir el pasado como un lu- tervienen en la enunciabilidad, en me, más real, más verdadera.
gar habitado por interlocutores general, y por aquellos que materia-
implica abrirse a la otredad, es lizan la disposición de las víctimas Esta lógica de valoración queda
decir, reconocer la alteridad del de hechos de situaciones límite para en evidencia en el largo trayecto de
antecesor […] Incentivar esa hablar, en particular. Tal como ha discusiones en torno a los usos de
alteridad es un primer paso para señalado Pollak, el carácter del los testimonios de víctimas de vio-
que la víctima pueda hacerse car- enunciado varía según las distintas lencia política en América Latina en
go de la dimensión temporal de formas de lo testimonial: “desde la la investigación en ciencias socia-
su identidad […] Desde esta po- exposición judicial hasta el relato de les. La discusión se expresa bien en
sición que niega la existencia de vida solicitado, pasando por la obra los avatares de la publicación en
un sujeto unificado en el tiempo o el artículo autobiográfico, o aún 1983 de la entrevista de Elizabeth
es plausible que la víctima histo- las entrevistas recabadas en el mar- Burgos Debray, Me llamo Rigoberta
rice su dolorosa experiencia y co- co de una investigación cualitativa” Menchú, las polémicas suscitadas por
mience a capturar reflexivamente (Pollak, 2006: 55) plantean escena- David Stoll (1999), quien acusara a
su pasado (Izquierdo, 2008: 204). rios de encuentro entre la disposi- Menchú de tergiversar la verdad, y
ción de la víctima a hablar y sus las revelaciones que hiciera el his-
La invitación a entablar una re- posibilidades de ser escuchado. Es toriador guatemalteco Arturo Tara-
lación de extrañeza con el pasado, así que este marco de narrabilidad cena (1999) sobre las omisiones que
supone el reconocimiento de la de las experiencias límite estaría habría efectuado Burgos Debray en
responsabilidad del historiador y del constituido por las condiciones sub- la entrevista a Menchú. Evidente-

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mente, las polémicas sobre el testi- posibilidad de enterarse de su ocu- del discurso, articulándose, por lo
monio de Menchú han dado pie a rrencia, pero a partir del cual, sin tanto, como entramados históricos.
consideraciones de orden teórico embargo, en el “hombre común” El discurso histórico tradicional su-
sobre la verdad, de orden metodo- quedaría el recuerdo de que había pondría que, sigue White, “hay una
lógico sobre la entrevista, e incluso ocurrido algo indefinido. Al respec- diferencia crucial entre una ‘inter-
de orden ético sobre el lugar del to Friedlander considera que: pretación’ de los ‘hechos’ y un ‘rela-
entrevistador (Burgos, 2002). Sin to’ sobre los mismos, una diferencia
embargo, poco se ha ahondado so- […] por un lado, nuestras tradi- que se aprecia en la recurrencia de
bre aquello que estaría en el fondo cionales categorías de conceptua- las nociones de relato ‘real’ (opuesto
de la episteme moderna y que pon- lización y representación bien a ‘imaginario’) y relato ‘auténtico’
dría en debate el lugar de las cien- pueden ser insuficientes, y nues- (opuesto a ‘falso’)” (Ibíd., 72). En ese
cias sociales como legitimadoras de tro lenguaje mismo bien puede sentido, desde el punto de vista de
un cierto régimen de verdad. Se tra- ser problemático. Y por otro lado, White, y al reflexionar sobre el
ta, sin duda, de un punto que con- frente a estos sucesos sentimos la negacionismo del holocausto Nazi, la
voca más a una reflexión de orden necesidad de contar con algún condición para entender un relato
político sobre la gestión del conoci- relato estable; un campo infinito como inaceptable es justamente en-
miento, y que atañe a las responsa- de discursos posibles plantea la tenderlo en sus tramas de lenguaje.
bilidades del investigador como cuestión de los límites con mar-
legislador y experto (Bauman, cada severidad (Friedlander, Ello lleva a entender además
1997). 2007: 27). que “lo inaceptable” aparece como
tal en una valoración ética o moral
No se trataría ya más de seguir Sin embargo, esta necesidad de y, no necesariamente, como un pro-
sosteniendo la diferencia entre lo un relato estable opaca la posibili- blema de verdad. Así, un relato so-
verídico y lo verdadero, sino justa- dad de una crítica a las formas au- bre una experiencia límite contado
mente de la ruptura de este esque- toritarias de conocimiento sobre el en forma “cómica” puede ser empe-
ma de juzgamiento y de la supuesta pasado (y que reclaman dentro de zado a considerarse como “válido” o
autoridad que dispondría de los cri- esa estabilidad una verdad hege- ser rechazado, si el sistema de valo-
terios para calificar el grado de ver- mónica y un pasado al cual sería res morales de la sociedad en la que
dad que entraña cada testimonio. posible acceder a través de ciertos se inscribe dicho relato lo permite.
La mirada crítica a este esquema “métodos”) y niega con ello la posi- De igual forma, un relato contado
del juez supremo puede permitir que bilidad de la multiplicidad de sen- en forma solemne pero que atente
el acercamiento al testimonio de las tidos y de la interpretación 6 . Al contra la dignidad de las víctimas
víctimas sea considerado no por ser respecto, Hayden White (2007), en puede ser rechazado o validado.
la versión más fiel al pasado5 , sino la misma compilación hecha por
por la relevancia ética que plantea Friedlander, plantea algunas cues- Empero, justamente por lo dicho
su escucha. tiones que amplían la discusión. hasta aquí, es posible pensar que no
son las tramas de lenguaje subraya-
Saúl Friedlander, en la introduc- White parte de la idea de que das por White (2007) lo esencial
ción a una compilación de textos “en toda representación de fenóme- para que un relato sea “aceptable”
sobre los límites de la representación nos históricos hay una relatividad en una sociedad, sino las valoracio-
(publicada en inglés en 1992 y lue- irreductible. Dicha relatividad es nes que dicha sociedad hace sobre
go en español tan sólo hasta 2007), una función del lenguaje que se usa el relato, el lugar que ocupa el rela-
analiza el clásico y discutido texto para describir –y por ende para cons- tor y la postura ética y política que
de Lyotard (1988). Lyotard reflexio- truir– sucesos del pasado en tanto guía su actividad. Acaso se podría
na sobre el Holocausto judío como posibles objetos de explicación y de pensar que dependería en mucho,
si este hubiese sido un terremoto comprensión” (2007: 69). Arguye del poder de persuasión de cada re-
capaz de destruir todos los elemen- que, al igual que las afirmaciones lato para posicionarse en ese régi-
tos de medición, por lo que los in- objetivas, los relatos son entidades men de aceptabilidad (Aranguren,
vestigadores no habrían tenido lingüísticas y pertenecen al orden 2007); pero acaso se podría también

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suponer que no depende plenamen- plantea Lang (Ibíd.) es que sólo una lla una problemática que elabora
te de este entramado discursivo, crónica de los hechos tendría la au- un “saber decir” todo lo que el otro
sino de lo que “el relator” considera toridad para narrar este tipo de calla, y que garantiza el trabajo
que debe ser puesto en esa trama de acontecimientos, pues de lo contra- interpretativo de una ciencia (“hu-
discurso. La postura ética y política rio, se caería en los peligros de la mana”) al establecer una frontera
del constructor de ese relato, será narrativización y la relativización de que la separa de la región donde
significativa en la definición de la la narración. Sin embargo, Lang se- la espera para darse a conocer
trama y el contenido de su narra- ñala una suerte de tercera vía, e (1993: 17).
ción. La capacidad de persuasión es invocando el concepto de escritura
posterior a la elección del lugar des- intransitiva de Roland Barthés8 , pro- Ahora bien, la problematización
de donde se elige narrar –escribir– pone que el autor no escriba para de esta inteligibilidad que “sabe
esta historia. Aunque no por ello es dar acceso a algo que es indepen- decir” lo que el otro calla, es parti-
irrelevante. diente tanto del autor mismo como cularmente significativa cuando se
del lector, sino que “se escriba a sí analizan las condiciones de posibili-
Michel de Certeau, en las pri- mismo”: dad de lo narrable en torno a situa-
meras páginas de La Escritura de la ciones límite. Está vinculado con el
Historia (1993), plantea justamente En la visión tradicional se piensa hecho de que la eventualidad del
que esta escritura y esta historia –la que el escritor primero mira un enunciado testimonial acerca de la
historiografía– se construyen y se objeto con ojos ya expectantes y experiencia en torno a situaciones
sostienen en las inscripciones de un estructurados, y luego de haber límite está cargada de silencio. La
discurso de poder que hace del otro mirado, representa lo que vio en emergencia del silencio, lejos de
–lo narra como si fuera– terreno su propia escritura. Para el escrito entenderse como el olvido, conlle-
colonizado. Lo que subraya De que se escribe a sí mismo, en cam- va una forma de representación de
Certeau es, por lo tanto, el proble- bio, el hecho de escribir se vuelve lo traumático ante la insuficiencia
ma político que entraña la escritura en sí el medio del mirar o del com- de las palabras para dar cuenta de
de la historia en tanto silencia- prender, no un espejo de algo la magnitud de una situación lími-
miento, rechazo, exclusión y ficcio- autónomo, sino un acto y un com- te. Al mismo tiempo, puede ser ex-
nalización del sujeto, de su cuerpo promiso, una actividad y una ac- presión de las formas de inscripción
y de la enunciación de su palabra. ción antes que un reflejo o una de los hechos violentos, y reflejo así
descripción (cit. White, 2007: 83)9 . del poder de las intenciones delibe-
Con todo, los planteamientos de radas de los perpetradores de tales
White (2007) remiten a varios Sin embargo, las perspectivas de hechos, en cuyo caso, se podría ex-
niveles de discusión sobre la posibi- White y Lang pierden de vista lo plicar como el éxito del silen-
lidad de representatividad del Ho- que Michel de Certeau subraya con ciamiento a través de las prácticas
locausto en particular, y de las vehemencia, y es que la escritura de dolor, muerte y desaparición. En
experiencias límite en general. Así, está aunada al silenciamiento de un sentido similar a este, el silencio
White reflexiona en torno a la pos- otras formas de sentido, paradójica- puede ser el resultado de la vigen-
tura según la cual, las experiencias mente como forma de hacer enun- cia de las situaciones de violencia,
como el Holocausto son irrepresen- ciable “el mundo” del “otro”: ante lo cual entrará a reflejar mie-
tables en el lenguaje. Ello lo lleva a do y la necesidad de preservar la
analizar ampliamente los plantea- Una estructura propia de la cultu- propia vida. También, y aunado a las
mientos desarrollados por Berel ra occidental moderna se indica situaciones ya descritas, el silencio
Lang (cit. White, 2007), quien se- sin duda en este tipo de histo- será una forma de protección, ya
ñala que en lo que respecta al riografía: la inteligibilidad se esta- ante las amenazas de una violencia
genocidio, habría que contar sola- blece en relación al “otro” [sic], se vigente, ya ante la necesidad de pre-
mente los hechos, pues de lo con- desplaza (o “progresa”) al modifi- servar unas condiciones psíquicas,
trario se caería en un discurso car lo que constituye su “otro” […] morales o sociales alcanzadas a tra-
figurativo y en una estilización o A través de variantes, heteró- vés de una historia personal que se
esteticisismo del suceso 7 . Lo que nomas entre ellas […] se desarro- narra sin hacer necesariamente

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referencia a episodios relacionados te, importante tan sólo en su forma: estás ahí, existes porque me oyes, y
con la situación límite. su presencia incesante nos recuer- yo existo porque te hablo’” (Ibíd.: 4).
da que el mundo sigue y seguirá exis-
tiendo” (Le Breton, 2006: 4). Inserta Sin embargo, la palabra también
Lo indecible en la comunicación en tanto que puede constituir un poderoso antídoto
contra el autoritarismo y la
El silencio puede cons- represión que busca imponer
tituirse como expresión de el silencio –el silenciamien-
un límite para acceder a to– de voces disidentes. Un
una supuesta necesidad del recurso ante las intenciones
investigador social que an- de los totalitarismos que res-
hela la comunicabilidad de tringen la circulación co-
sus entrevistados, justamen- lectiva de significados y
te porque parte de que el pensamientos. Es este otro
silencio es nada, vacío. silencio, el impuesto con
Evidentemente, con ello el violencia y terror, el inscrito
imperativo de comunicar con dolor y sufrimiento, el
cuestiona la legitimidad del que impone límites a lo de-
silencio, y erradica cual- cible; su emergencia es tam-
quier posibilidad de recono- bién diciente de las barreras
cer allí una interioridad. Tal impuestas a la palabra. La
imperativo presencia de este silencio
igualmente testimonia. De
no deja tiempo para la re- ahí que el silencio no sea el
flexión ni permite divagar sobrante del testimonio, el
[…] reclama urgencia, trans- vacío incómodo de la entre-
forma al individuo en un vista por llenar, sino conte-
medio de tránsito y lo despo- nido de las condiciones de
ja de todas las cualidades producción del relato.
que no responden a sus exi-
gencias […] La ideología de Tales condiciones de
la comunicación asimila el producción incluyen tan-
silencio al vacío, a un abis- to la liberación del “ruido
mo en el discurso y no com- de la comunicación mo-
prende que, en ocasiones, la derna”, la restauración de
palabra es la laguna del silen- la palabra silenciada y la
cio (Le Breton, 2006: 2). restauración del silencio
en la disposición de una
De ahí que perfecta- escucha abierta, como las
mente la palabra pueda condiciones personales
emerger una y otra vez en del testimoniante. El su-
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900),
un ciclo monótono y repeti- Don Eloy - Proveedor del Ejército Liberal. Museo Nacional de Colombia. jeto que testimonia bien
tivo sin tener la posibilidad puede retener su palabra
de ser escuchada, asimilada y res- “ideología moderna”, se convierte en también como una forma de man-
pondida, pues ante el ruido del mun- “ratificación de las posiciones –emi- tener ciertas condiciones psíquicas
do, la palabra se torna incluso, sores y receptores– de los individuos, o morales o como una manera de
insuficiente. La palabra se convier- delimita, como si de un servicio pú- mantener el control de la inter-
te así en monotonía: “un murmullo blico se tratara, los espacios en los acción con el otro que escucha.
permanente y sin contenido relevan- que pueden sentirse seguros: ‘Tú Como bien lo expresa Le Breton,

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esta retención “concede un cierto ciencias sociales, si bien fractura las Puede entonces emerger el si-
distanciamiento a la espera del barreras de los silencios, puede ter- lencio o miles de palabras, pero am-
momento más favorable, sin tener minar recolonizado, desfigurado y bos pueden ser insignificantes por la
que exteriorizar la eventual vul- desterrado, haciendo del “recono- ausencia de oyentes, por el ruido del
nerabilidad o las propias dudas” cimiento” de las víctimas y de su mundo, por no encontrar nada que
(2006: 59). De igual manera pue- dolor “una realidad vaga, una se- autorice social y moralmente a tes-
de constituir la protesta, la timoniar. Las vibraciones de
resistencia a entrar en un la palabra del testimoniante
orden comunicacional que chocan ante la imposibili-
lo violenta, lo burla o lo dad de resonar en el otro su
humilla y, por lo tanto, es silencio tampoco hace eco
diciente de otro orden sim- en la escucha. La buena vo-
bólico 10 a través del cual luntad de la escucha, en
se gestiona lo indecible. todo caso, no es suficiente
para hacer inteligible lo ini-
Indudablemente, el lu- maginable: “El silencio en-
gar del otro que escucha se sordecedor que rodea el
torna determinante para escenario del suceso y su
comprender lo que el silen- memoria supone una con-
cio estaría expresando: bien frontación con lo indecible,
puede dar cuenta de la im- con la retorsión de la pala-
posibilidad del testimo - bra, que se va diluyendo en
niante de encontrar en ese un silencio que no es más
otro un interlocutor válido que la forma extrema del
para su narración, o bien grito” (Le Breton, 2006: 82).
puede reflejar la resisten-
cia a ser usado en la extrac- Si las condiciones que
11
ción de historias de vida, hacen posible el sentido han
de relatos de dolor y sufri- sido destruidas por lo que
miento para beneplácito supone esta experiencia lí-
del recolector y para la mite, es decir, si justamen-
construcción de un saber12 . te por ser una experiencia
En un escenario donde pre- que traspasa los límites de
domina esta perversa lógi- la comprensión, se fracturan
ca de la sustracción, pero las posibilidades de lo narra-
donde a la vez existe una ble y la viabilidad de una
necesidad de la palabra, se lengua inteligible, no emer-
crea, como bien retrata gerá otra cosa sino “el abis-
Castillejo para el caso de mo insondable que compele
Suráfrica, “una profunda al hombre al mutismo ante
ironía y una tragedia: la de Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Una trinchera
tal cantidad de horror”
querer hablar para sanar y tomada - Bucaramanga. Museo Nacional de Colombia. (Ibíd.: 82), es decir, el vacío.
al mismo tiempo evitarlo, la Ya Blanchot (1969) había he-
de querer ser reconocido mante- rie de dispositivos inventados por el cho referencia al hecho de que, dado
niéndose en la invisibilidad” (2005: experto para legitimarse, en la cual que en este tipo de casos lo único que
55). En este tipo de casos, poco aje- las voces de los sobrevivientes –a entra en el marco de la narrabilidad
nos a las situaciones latinoamericanas, menudo fuera de contexto– llenan es del orden de lo incomprensible, es-
el testimonio que se “recolecta” co- los ‘vacíos’ dejados en sus textos” tas experiencias sólo pueden ser cap-
mo parte de la investigación en (Ibíd.: 55). tadas en su indecibilidad.

ARANGUREN ROMERO, J. P.: EL INVESTIGADOR ANTE LO INDECIBLE Y LO INENARRABLE (UNA ÉTICA DE LA ESCUCHA) N ÓMADAS 27
Gabriel Gatti, poniendo en ten- Gatti opta por recurrir entonces análisis: “ah, ya entiendo” 13 . Esta
sión la posibilidad de captar el sen- a la noción de vacío: “algo que es puesta en cuestionamiento de la in-
tido de la desaparición forzada de pero no se puede ver, algo que exis- teligibilidad, convoca a la emergen-
personas y analizando lo que impli- te, en donde hay cosas, pero cosas cia de una ética de la escucha que
caría pensar en que esta captación que siempre escapan del estatuto que deja de enfrentarse a lo indecible y
de sentido fuera atribuida al lugar le damos a las cosas y que siempre lo siniestro, explorando a tientas una
del “ex detenido- desaparecido” escapan de los instrumentos que in- oscuridad que se iluminaría de pron-
como una forma de hacer visible lo ventamos para pensar las cosas. Un to con una nueva representación,
invisible, señala que en esa atribu- espacio habitable; pero a todas lu- con un nuevo juego de lenguaje, y
ción de sentido al no-sentido, el ces irrepresentable” (Ibíd.: 31). Este más bien se pone ante el otro, ante
rasgo distintivo de la experiencia lí- lugar del vacío, existe pero es su dolor, reconociendo los límites de
mite –su no sentido– se pierde: irrepresentable; no es la inexisten- lo inteligible. Invadido en su con-
cia de sentidos, sino “la existencia ciencia ética, podrá situar la impo-
Si los subalternos se centran; si los de cosas que rehúyen del sentido” sibilidad de hacer comprensible
balbucientes empiezan a hablar (Ibíd.: 32). El lugar del vacío invoca tanto dolor y muerte. La inconmen-
claro; si los deslenguados hablan no la imposibilidad de narrar, sino surabilidad será la puerta de entra-
en lenguas oficiales; si los dese- la posibilidad de dar cuenta de la da de su análisis, el conjuro contra
xiliados o los insiliados se hacen incomunicabilidad. Las palabras sólo el olvido. Es, con ello, también la
ciudadanos o, en fin, si las tensio- podrán dar cuenta del borde, del lí- dirección para dejar de enfrentar al
nes que rodean a la figura del mite; una frontera que puede ser testimoniante a la reiteración del pa-
detenido-desaparecido se resuel- transitada pero no traspasada por lo decimiento ante el fracaso del len-
ven, estas peculiares y (desde el narrable, que bordea las costas de guaje; es, por lo tanto, otro diálogo,
punto de vista sociológico) mons- ese inaprehensible mar de horrores sostenido en otras formas de pregun-
truosas entidades serán, es cierto, y de lugares imposibles. Tendrán tar e incluso en otros contenidos del
más fácilmente entendidas, pero, que ser dicientes de esa imposibili- interrogante: nuevas pausas para el
también lo es, serán entendidas dad, porque no hay una inteligibili- silencio, nuevo lugar para abrir ca-
con menos rigor: dejarán de ser lo dad capaz de dar sentido al horror, mino al vacío.
que son (Gatti, 2006: 31). no hay palabras con tal “virulencia
expresiva”: “Hasta las palabras más Con todo, tal como hemos dicho,
En ese sentido, Gatti plantea duras no alcanzan esos límites, ex- el silencio no es, estrictamente, va-
que, si bien hacer visible lo invisi- presan una realidad a la medida del cío, nada. El silencio también es la
ble es un acto de “justicia política”, hombre, en los confines de su en- respiración entre las palabras, la con-
no será tanto de “justicia episté- tendimiento” (Le Breton, 2006: 83). dición de posibilidad de entablar un
mica”, pues vínculo comunicativo, la apertura
Al dar cuenta de esta “catástrofe momentánea de una mirilla que per-
lleva el fenómeno más allá –o lo lingüística”, en consonancia con los mite entrever la indecibilidad. El
deja más acá– de la lógica que le planteamientos de Gatti, el testimo- silencio, de tal forma, es como el lap-
corresponde; visibiliza lo que no nio no estaría renunciando a su uti- sus del lenguaje, la emergencia de
puede serlo. Al eliminar de la fi- lidad jurídica, política y social. Al una pequeña ventana al inconscien-
gura del detenido-desaparecido contrario, justamente por ello, por te (Nasio, 1996). Pero en este caso,
uno de sus datos característicos – su vacilación y su límite, sería ex- emergencia del intersticio, límite de
las tensiones que introduce en la presivo de la fuerza misma del he- la palabra y, a su vez, condición de
representación– no sólo se los con- cho violento, reflejo de la magnitud posibilidad de lo narrable. Un enun-
vierte en otra cosa, sino que, y de una ruptura efectuada en el te- ciado que “nace del silencio inte-
sobre todo, se obvia que en esa rreno mismo de lo representable; rior del individuo, de su diálogo
tensión, en esa pelea con los dis- puesta en cuestión de la razón, pues- permanente consigo mismo” (Le
positivos hechos para representar ta en evidencia de la incapacidad Breton, 2006: 7), completado por los
las cosas, está buena parte de su para que el otro en su escucha pue- ritmos del intercambio conversa-
naturaleza (Ibíd.: 31). da proferir desde la atalaya de su cional, “la voz, las miradas, los gestos

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y la distancia que se mantiene con incorporados en el proceso de inves- suena para intentar hacer enun-
el otro también contribuyen al fluir tigación mismo” (Jelin y Kaufman, ciables los límites de lo decible.
de los significados” (Ibíd.: 14). 2006: 187).
Jelin y Kaufman dan cuenta de
La necesidad de una ética de Una incorporación tal, como se ello cuando señalan que el grupo de
la escucha no es pues un punto ha señalado hasta aquí, supone una investigadores, ya desde el inicio de
menor en este escenario. Es real- reflexión sobre las dinámicas –las su trabajo, empezaban a entrever el
mente el punto de partida “reto” de “cómo describir y
de una propuesta de inves- transmitir el sufrimiento,
tigación que persigue refle- cómo reconocerlo y hacerlo
xionar sobre las experiencias visible, tratando de transfor-
subjetivas en torno a situa- mar algo de lo ‘indecible’ en
ciones límite. Esta ética re- palabras y sentidos” (Ibíd.:
sitúa los lugares comunes de 187). Entre las opciones y
las entrevistas y abre la re- reflexiones que propone el
flexión sobre la necesidad de grupo liderado por Jelin, se
decolonizar epistémica y considera la observación, el
metodológicamente14 el “tra- análisis y la narración en
bajo de campo”. primera persona, como una
forma de incluir la subjeti-
vidad del investigador.
Ante la escucha
de sí o de la Con lo dicho en este tex-
resonancia de to, hablar de una inclusión de
(los) sentido(s) la subjetividad del investi-
gador connota de por sí una
En la reflexión que brin- cierta contradicción, o aca-
dan Elizabeth Jelin y Susa- so una cierta imposibilidad,
na Kaufman acerca del ya que esta no puede ser
trabajo realizado en el mar- excluida o desprendida de
co del proyecto de investi- todo el proceso de investi-
gación “Memorias de la gación, por lo que, realmen-
represión”, en relación con te, no habría nada que
la forma en que se involucra incluir. Sin embargo, a lo
el lugar de la subjetividad que hacen referencia Jelin
de los investigadores que y Kaufman –y de por sí este
participaron en el proyecto texto– es a la propuesta ante
sobre la memoria en escena- dicha imposibilidad de estar
rios de terrorismo de Esta- fuera o en frente del otro
do, las autoras subrayan que cuando de situaciones lími-
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), El morretón donde
frente a temas como la re- hospedó el B. Bogotá. Museo Nacional de Colombia.
te se trata (y tal vez también
presión y la violencia políti- en todas las situaciones), de
ca, las pérdidas y las experiencias posibilidades y los límites– del profundizar en la reflexión sobre el
dolorosas, esta “subjetividad” no involucramiento. El sujeto ante la lugar que esta subjetividad juega
puede ser omitida: “Estamos en pre- escucha, también queda expuesto en allí. Y no sólo entendiendo dicho
sencia de investigaciones ancladas ese encuentro con el otro, algo de sí lugar como el memorial de las
en el compromiso político y afectivo se ofrece para entablar ese diálogo metodologías y los conceptos emplea-
[…] Los sentimientos, los límites per- y, en la palabra o en el silencio de dos, sino también como la reflexión
sonales y la involucración debían ser quien testimonia, su propio ser re- sobre los afectos involucrados, sobre

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las posturas éticas y políticas que cia es, como la aisthesis de Aristóteles, nancia de una remisión” (Ibíd.: 30).
guían las reflexiones del investiga- un sentirse sentir: Estar a la escucha es una “presen-
dor, sobre el lugar de poder que lo cia de sí”, no en tanto que acceso al
constituye como “legislador”, “exper- Un sujeto se siente: esa es su pro- sí mismo, sino como la realidad de
to” o “traductor”. Y sobre todo, so- piedad y su definición. Es decir ese acceso, “una realidad, por lo tan-
bre la reflexión crítica que pueda que se oye, se ve, se toca, se gus- to, indisociablemente ‘mía’ y ‘otra’,
hacer en relación con todo lo ante- ta, etc., y se piensa o se represen- ‘singular’ y ‘plural’, así como ‘mate-
rior, considerando los límites y limi- ta, se acerca y se aleja de sí, y de rial’ y ‘espiritual’ y ‘significante’ y
taciones que trazan los significantes tal modo, siempre se siente sentir ‘asignificante’” (Ibíd.: 31).
que, como lugares comunes, se ins- un “sí mismo” que se escapa o se
criben y se escriben a lo largo de parapeta, así como resuena en
informes de investigación o artícu- otra parte al igual que en sí, en Conclusiones
los académicos.
Escuchar supo-
La considera- ne, en consecuen-
ción de estas fronte- cia, ingresar a una
ras implica entonces suerte de espacio
que el investigador, del otro y al mismo
ante la escucha, tiempo ser invadido
descubra que no es y penetrado, abier-
posible decirlo todo to, por dicho espa-
de sí mismo, ni sa- cio. El silencio 15
ber todo del otro, hace de sí una vi-
que hay una intimi- bración y una reso-
dad que se reclama nancia, y dispone
siempre. Secretos, la posibilidad de la
dignidades y memo- invasión y la aper-
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Cadáver de un revolucionario en la trocha
rias que no son “co- de Ocaña - Bon “Libres de Ocaña”. Museo Nacional de Colombia. tura, como en el
municadas” por la encuentro de un
necesidad de ofrecer la posibilidad un mundo y en otro (Nancy, diapasón ante otro. La resonancia
de un mundo distinto al que vemos. 2007: 24). de (los) sentido(s), cuando se está
El sujeto ante la escucha, descubre a la escucha, es la del propio
en la resonancia de su(s) sentido(s) De ahí que, y siguiendo con cuerpo (los sentidos) ante la vibra-
–en su cuerpo y su comprensión– los Nancy, estar a la escucha sea siem- ción de otro cuerpo, y el del senti-
límites de lo inteligible. No sólo en pre estar tendido hacia un acceso do de sí ante la vibración del otro
el relato del otro, sino en eso que al sí mismo o en él. Lo que resuena, (el sentido).
en sí resuena para sí como doloroso en este sí mismo, es también un sen-
y sufriente o como intimidad y se- tido en relación con el cuerpo que Una ética de la escucha podrá
creto, o como silenciamiento impune. vibra y en relación con el régimen erigirse en el reconocimiento de una
de lo inteligible. En esta última resonancia tal; condición de posibi-
Esta puesta en resonancia, acaso acepción –la del sentido como lo in- lidad para empezar a pensar en el(los)
emerja del lado de la escucha como teligible– es también necesario re- sentido(s) de la escucha y en la for-
preferible a la puesta en evidencia que conocer su resonancia; su marco de ma en la que el otro también vibra y
emerge en la mirada (la clínica, la posibilidad viene dado por el reso- resuena en mí16 . Es pues, una puesta
científica, la colonial), aunque “cada nar de sí en el otro. Sin embargo, el en vibración de todo el cuerpo, de
uno de esos lados también toca al otro “sí mismo” (el del otro y el de sí) no todo(s) (los) sentido(s) y, por lo tan-
y, al tocar, pone en juego todo el régi- es algo “disponible (sustancial y sub- to, una posibilidad de reclamar para
men de los sentidos” (Nancy, 2007: sistente) en el que se pueda estar esos momentos en los que se está ante
13). Es así que el sentir de la resonan- ‘presente’, sino justamente la reso- la escucha, una experiencia que

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pone en cuestionamiento nuestra finales. Al profesor Grosso y a los/as com- pasa por alto que Barthes la empleó para
pañeros/as del seminario les hago extensi- caracterizar las diferencias entre el esti-
propia corporeidad. vo este agradecimiento. lo dominante de la escritura modernista
y el estilo del realismo clásico, de allí
3 En relación con este tema ver el intere- que White plantee que las falencias que
Esta ética de la escucha se sitúa sante trabajo de Beatriz Sarlo (2005). se encuentran al intentar analizar la re-
también como una postura delibe- presentación de experiencias límite
4 Nathan Wachtel, al comentar un libro
rante y crítica frente a un cienti- de una escritora francesa que recolecta como el Holocausto, son el producto de
ficismo que ha colocado al cuerpo relatos autobiográficos de mujeres y hom- “una concepción del discurso demasia-
en el silenciamiento, y que opera en bres que durante su infancia habían per- do apegada a un realismo que resulta
dido a sus padres en los campos de exter- inadecuado para representar sucesos que
la narración y en la escritura de la minio, se pregunta “Un libro escrito con son en sí de carácter ‘modernistas’ como
historia. Entra en tensión con la lágrimas que sólo se puede leer a través el Holocausto” (2007: 86) Evidente-
entrevista, pues descentra el en- de las lágrimas, ¿es un libro de historia? mente, con ello White omite dar res-
¿Lo vivido, lo puro y trágico vivido, se puesta al debate sobre los límites de la
cuentro con el otro del ver y el de- puede (y se debe) conceptualizar?” representación.
cir, para situarse en una experiencia (Wachtel, citado por Joutard, 1999: 10 El lugar de lo simbólico y su imposibili-
corporal, ya como una semiología 184). Philipe Joutard comenta a Wachtel dad de ser gestionado, es desarrollado,
práctica (Grosso, 2007), ya como el y señala que dicho libro “nos propone para el caso Colombiano, por María Vic-
una lección de método: por medio de la toria Uribe (2004), en especial en el ca-
retorno de lo rechazado, “de todo encuesta oral, hace comprender un fe- pítulo: “Las masacres como síntoma so-
aquello que en un momento dado nómeno que ciertamente conocíamos, cial”. De igual manera, pero en relación
se ha convertido en impensable para pero que ningún documento escrito per- con el arraigo del dolor en el terreno sim-
mitía hasta el presente analizar: el trau- bólico y la consecuente potencia de la
que una nueva identidad pueda ser matismo infligido a una generación e in- acción simbólica en el “debilitamiento”
pensable” (De Certeau, 1993:18). cluso a varias generaciones”, y agrega que del dolor, es trabajado por Le Breton
“ninguna historia de vida puede ser leída (1999: 90).
como un simple libro de historia”
Las reflexiones sobre las condi- (Joutard, 1999: 184) 11 Al respecto, es importante considerar los
ciones de posibilidad de la escucha planteamientos desarrollados por Alejan-
5 Tal como subraya Joutard, el desinterés dro Castillejo en relación con el papel
en resonancia, han sido puestas en en la historización de las memorias se del antropólogo cuando se enfrenta al
consideración en este texto como mueve en la misma lógica que la de aque- silencio y al dolor de los demás. Las re-
significativas para una entrada a las llos que niegan las torturas, las desapari- flexiones de Castillejo, desarrolladas en
ciones y los genocidios (1999: 10). Al el marco de su experiencia de trabajo en
investigaciones que abordan expe- respecto, Lyotard también dirá que una Suráfrica, apuntan a señalar la necesidad
riencias en situaciones límite. Estas búsqueda de totalidad y consenso al esti- de reflexionar éticamente sobre el lugar
reflexiones no pueden ser más las lo de una verdad termina siendo el fun- que ocupa como académico en este esce-
damento mismo de los emprendimientos nario y sobre las prácticas extractivas de
evaluaciones de una investigación fascistas (Lyotard, 1988). voces, historias y testimonios que han
acabada, sino los cuestionamientos enmarcado el escenario contemporáneo
6 En ese sentido, es interesante analizar la
que surgen en el punto de partida posición de Jenkins quien señala que lo surafricano. La propuesta de Castillejo
de ésta. que en último extremo determina la in- apunta a una ética de la colaboración
(Castillejo, 2005: 55). Ludmila da Silva
terpretación va más allá del método y la
Catela, por su parte, recuerda la impor-
evidencia, y descansa en la ideología
tancia de “devolver” el relato de las en-
(Jenkins, 1991).
trevistas a los entrevistados (Catela,
7 Sontag, reflexionando sobre la fotogra- 2004).
Citas fía de hechos de violencia, subraya como
12 Bien lo señala Michel de Certeau: “En
ésta ofrece señales encontradas, pues dice
Occidente, el grupo (o el individuo) se
1 Sobre lo siniestro puede analizarse el con- a un tiempo: “Paremos esto, nos insta.
da autoridad con lo que excluye (en esto
cepto de haecceidad abordado por Deleuze Pero también exclama: ¡Qué espectácu-
consiste la creación de un lugar propio)
y Guattari (2000). lo!” (2003: 90).
y encuentra su seguridad en las confesio-
2 Agradezco los valiosos comentarios de Elsa 8 Barthes ofrece una tercera posibilidad nes que obtiene de los dominados (cons-
Blair y Ludmila da Silva Catela, así como frente a las voces activa y pasiva: la voz tituyendo así el saber de otro o sobre otro,
las recomendaciones de lecturas de Gabriel media del griego antiguo: mientras que o sea la ciencia humana)” (1993: 19).
Gatti y Pablo de Marinis. Las discusiones en la voz activa y la pasiva se supone que
13 Algo similar es señalado por Sontag en
teóricas surgidas en el seminario “Semio- el sujeto del verbo es externo a la acción,
relación con la fotografía cuando dice:
praxis y discurso de los cuerpos: moderni- ya sea como actuante o como objeto de
“Las fotografías objetivan: convierten un
dad social, relaciones interculturales y po- la acción, en la voz media se supone que
hecho o una persona en algo que puede
líticas del conocimiento” de la Facultad de es interno a la acción (Barthes, cit. White,
ser poseído. Y las fotografías son un gé-
Filosofía y Letras de la Universidad de Bue- 2007: 84)
nero de alquimia, por cuanto se las valo-
nos Aires, dictado por José Luis Grosso, 9 La lectura que Lang hace de la escritura ra como relato transparente de la reali-
fueron de gran ayuda para las reflexiones intransitiva, como bien recuerda White, dad” (2003: 94).

ARANGUREN ROMERO, J. P.: EL INVESTIGADOR ANTE LO INDECIBLE Y LO INENARRABLE (UNA ÉTICA DE LA ESCUCHA) N ÓMADAS 31
14 En ese sentido vale la pena reflexionar lismo global”, ponencia presentada en las GATTI, Gabriel, 2006, “Las narrativas del
sobre los planteamientos de Susan Jornadas internacionales biopolíticas des- detenido-desaparecido (o de los pro-
Sontag en relación con la fotografía que pués de Foucault, Buenos Aires, Univer- blemas de la representación ante las
expone y ofrece el dolor de los demás. Al sidad Nacional de San Martín/Centro catástrofes sociales)”, en: CONfines de
respecto dice: “la exhibición fotográfica Franco Argentino de Altos Estudios. Relaciones Internacionales y Ciencia Po-
de las crueldades infligidas a los indivi- lítica, Monterrey, Tecnológico de Mon-
BAUMAN, Zigmunt, 1997, Legisladores e in- terrey - Departamento de Relaciones In-
duos de piel más oscura en países exóti-
térpretes, Buenos Aires, Universidad Na- ternacionales y Ciencia Política, Vol. 2,
cos continúa con esta ofrenda, olvidan-
cional de Quilmes. No. 4, agosto-diciembre, pp. 27-38.
do las consideraciones que nos disuaden
de semejante presentación de nuestras BLANCHOT, Maurice, 1969, L’entretien GROSSO, José, 2007, “El revés de la trama.
propias víctimas de la violencia; pues al infini, París, Gallimard. Cuerpos, semiopraxis e interculturalidad
otro, incluso cuando no es un enemigo,
BURGOS, Elizabeth, 1983, Me llamo Rigo- en contextos poscoloniales”, en: Arqueo-
se le tiene por alguien que ha de ser vis- logía Suramericana/Arqueologia Sul-Ame-
to, no alguien (como nosotros) que tam- berta Menchú, La Habana, Casa de las
Américas. ricana, Popayán y Catamarca, Universi-
bién ve” (Sontag, 2003: 86) Ello va en dad del Cauca - Departamento de An-
consonancia con lo que hemos reseñado ________, 2002, “Memoria, transmisión tropología y Universidad Nacional de
de Castillejo (2005) para el caso e imagen del cuerpo”, en: Nuevo Mun- Catamarca - Doctorado en Ciencias So-
surafricano. do Mundos nuevos, No. 2, disponible ciales, Vol. 3, No. 2, 184-212.
15 El silencio para Nancy, se entiende no en: <http://nuevomundo.revues.org/
document537.html>. IZQUIERDO, Jesús, 2008, “La memoria del
sólo como una privación, sino como una historiador y los olvidos de la historia”,
disposición de resonancia: “un poco –y CASTILLEJO, Alejandro, 2005, “Las textu- en: Jesús Izquierdo y Pablo Sánchez
hasta exactamente– como cuando, en ras del silencio: violencia, memoria y los (eds.), El fin de los historiadores. Pensar
una condición de silencio perfecto, uno límites del quehacer antropológico”, en: históricamente en el siglo XXI, Madrid,
oye resonar su propio cuerpo, su aliento, Empiria. Revista de Metodología de Cien- Siglo XXI, pp. 179-208.
su corazón y toda su caverna retumban- cias Sociales, Madrid, Universidad Na-
te” (Nancy, 2007: 46). En un sentido cional de Educación a Distancia - Facul- JELIN, Elizabeth y Susana Kaufman, 2006,
similar, ver: Agamben (2003). El mismo tad de Ciencias Políticas y Sociología, “Diálogos intergeneracionales en un gru-
Agamben proclama como problema po- Departamento de Sociología, No. 9, ene- po de investigación sobre memorias: al-
lítico esencial, cómo es que se hace posi- ro-junio, pp. 39-59. gunas reflexiones”, en: Elizabeth Jelin y
ble cierto hablante, cómo es que éste lle- Susana Kaufman (comps.), Subjetividad
ga a emerger bajo los imperativos norma- CATELA, Ludmila, 2000, “De eso no se ha- y figuras de la memoria, Buenos Aires y
tivos de un Otro que está en constante bla. Cuestiones metodológicas sobre los Nueva York, Siglo XXI/Editora Ibero-
cambio, según el devenir histórico. límites y el silencio en entrevistas a fami- americana/Social Science Research
Agamben considera que el testimonio liares de desaparecidos políticos”, en: Council, pp. 183-197.
puede ser pensado entonces por sus efec- Historia, Antropología y Fuentes Orales,
Barcelona, Departamento de Historia JENKINS, Keith, 1991, Re-thinking History,
tos políticos en virtud de la relación con Londres, Nueva York, Routledge.
ese Otro. El testimonio será pensado Contemporánea de la Universidad de
como el “sistema de las relaciones entre Barcelona, Arxiu Històric de la Ciutat de JOUTARD, Philippe, 1999, Esas voces que
el dentro y el fuera de la langue, entre lo Barcelona y Universidad de Granada, nos llegan del pasado, Buenos Aires, Fon-
decible y lo no decible en toda lengua; o Vol. 2, No. 24, pp. 69-75. do de Cultura Económica de Argentina.
sea, entre una potencia de decir y su exis- ________, 2004, “Conocer el silencio. En- LA CAPRA, Dominick, 2007, “Represen-
tencia, entre una posibilidad y una im- trevistas y estrategias de conocimiento tar el Holocausto, reflexiones sobre el
posibilidad de decir” (2000: 151-152). de situaciones límite”, en: Oficios Terres- debate de los historiadores”, en:
16 Al respecto, es interesante confrontar al- tres, La Plata, Universidad Nacional de Friedlander, Saúl (comp.), En torno a
gunos de los planeamientos de La Capra la Plata - Facultad de Periodismo y Co- los límites de la representación, Buenos
(2007) en relación con el concepto de municación Social, Vol. X, Nos. 15-16. Aires, Universidad Nacional de Quilmes,
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