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ante lo indecible
y lo inenarrable
(una ética de la escucha)* nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 20-33
El artículo desarrolla un análisis acerca de las cuestiones ético-metodológicas que subyacen a la investigación en
ciencias sociales en torno a situaciones límite que han degradado y atentado contra la dignidad humana. Sitúa una serie de
consideraciones teóricas en torno a la escucha, el silencio, la rememoración y la posibilidad de resignificación de los hechos
de violencia, a partir de una deconstrucción de la noción de entrevista, de una puesta en tensión de los lugares de poder que
guían el conocimiento social y del reconocimiento del lugar político del investigador.
Palabras clave: violencia, sufrimiento, ética en la investigación, lenguaje.
O artigo desenvolve uma análise sobre as questões éticas metodológicas que subjazem à pesquisa em ciências sociais
em torno de situações de limite que tem degradado e atentado contra a dignidade humana. Situa uma série de considerações
teóricas em torno da escuta, do silêncio, da rememoração e da possibilidade de resignificação dos acontecimentos de
violência, a partir de uma desconstrução da noção de entrevista, dos lugares de poder tensionados que guiam o conhecimento
social e de reconhecimento do lugar político do pesquisador.
Palavras-chaves: violência, sofrimento, ética na pesquisa, linguagem.
This article analyses the underlying ethical-methodological questions in social sciences investigation, specifically around
some extreme situations that have diminished human dignity. It states some theoretical considerations about listening, silence,
memory and the change of meaning of violence acts, starting from a deconstruction of the interview notion, a questioning to the
power positions which are leading social knowledge, and the acknowledgement of the researcher political posture.
Keywords: violence, suffering, ethics in investigation, language.
E nfrentado al terreno
ignoto de descifrar el horror
narrable, el investigador
también empieza a ser inva-
dido por el dolor de los de-
con una suerte de valentía más. Tendrá que pensar en
y arrojo, dispuesto a entre- cómo describir con pudor y
ver el padecimiento con la dignidad los actos que han
prudente distancia de un degradado y humillado a mi-
supuesto objetivismo, de una les de personas, porque ha-
asepsia metodológica, de brá podido entrever que las
una congruencia concep- narraciones del otro, con sus
tual; curtido en la indagación silencios, sus huecos y sus
de experiencias que bordean vacíos, irrumpen también en
los límites de la humanidad, la conciencia ética de quien
de algunas franqueadas por la los escucha.
ignominia y la crueldad, y de
otras que sólo lo son en una Esta escucha que se
pequeña medida; cargado de des-centra y se re-sitúa, no
trizas de afecto, de trozos de podrá ser más una reflexión
sufrimiento, de agonías e crítica surgida de la revi-
impunidades, fragmentos de sión de la investigación
narraciones incipientes, silen- acabada, sino un punto de
cios y silenciamientos, huecos partida, una condición de
y vacíos de una memoria ca- posibilidad del encuentro
prichosa, de un lenguaje in- con el/la otro/a. Tampoco
suficiente. Enfrentado así. seguirá siendo una suerte
de “toma de conciencia”
Situar la pregunta de in- del investigador quien, tras
vestigación en torno a las un giro retórico, descubri-
formas subjetivas de reme- ría su lugar ético y político,
moración de experiencias de sino la gestión abierta y de-
dolor y sufrimiento, supone liberante de dicho lugar,
que el investigador se en- capaz de confrontar los efec-
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), General Cruz.
frente a la fractura del len- Museo Nacional de Colombia. tos de poder y verdad de un
guaje, a la ruptura de las cientificisismo que sostiene
disposiciones del enunciado, a inten- gencia del silencio para preservar la los estatutos de lo universal a través
tos fallidos por gestionar lo indecible, intimidad o el anonimato, el hueco, de exclusiones y silenciamientos. No
a todo eso que de incomunicable tie- el vacío, el mismo dolor. La pregun- será más, el grupo de lecciones
ne el horror. Este enfrentamiento pone, ta, por lo tanto, no puede abrirse aprendidas, ni el despertar epistemo-
de un lado, al investigador con sus camino en el trasegar de una inves- lógico a una evidencia empírica.
marcos de interpretación, sus nece- tigación en ciencias sociales sin an- Será más bien un descentramiento
sidades de indagación, sus urgencias tes haberse considerado la necesidad de dicha episteme, surgido desde la
de producción académica y su narra- de que el investigador re-sitúe su base de la investigación misma, des-
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de los postulados que sostienen el ta a situar la necesidad de recono- porque quien testimonia no puede
quehacer del investigador, condi- cer los rasgos de subjetivad del de- hacerlo en representación de los que
ción que obliga a partir desde otras venir histórico. Este “enfoque no sobrevivieron. Enfrenta, por el
metodologías. biográfico” ha dado pie a diferentes contrario, la desesperación para dar
indagaciones sobre la identidad, cuenta de ello, tal como lo narra
Intento proponer en este artículo2 que han tomado como referencia Primo Levi al hacer referencia a los
algunas consideraciones metodoló- aquellas situaciones que ponen a los hundidos y los salvados en el caso
gicas para un abordaje de situaciones individuos en situación de ruptura del exterminio judío (Levi, 2005), o
límite vinculadas con el testimonio con su mundo habitual. Sin embar- como lo expresa Catela cuando ha-
de personas que han padecido expe- go, este escenario de investigacio- bla de los ex detenidos-desapareci-
riencias de dolor y sufrimiento en con- nes sobre la identidad en situaciones dos en Argentina:
textos de violencia política. Recurro límite ha planteado que son estas
para ello, en la primera parte, a la condiciones de ruptura las que, jus- Ellos cargan sobre sus espaldas el
discusión sobre las condiciones de tamente, les impediría a las víctimas hecho de haber “sobrevivido”, es-
enunciabilidad de tales testimonios, dar cuenta de su experiencia (Pollak, tigma que moviliza ideas ambiguas
reflexionando sobre sobre la “suerte” o
la relación entre las la sospecha de “por
formas de “acceso” al algo será”. Están
pasado y los estatutos vivos para relatar
de verdad, así como aquello de lo cual
sobre los silencios y “es mejor no ha-
silenciamientos que blar”: por un lado
subyacen a estas ex- la lucha armada y
periencias. En la se- la militancia de los
gunda parte, discuto setenta, por otro,
sobre los límites que las aberraciones
traza la indecibilidad de la tortura, la
de estos hechos, en deshumanización
virtud de las fractu- de los centros clan-
ras del lenguaje y de Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Un abanderado mal herido.
destinos de deten-
las condiciones éti- Museo Nacional de Colombia. ción, las respuestas
cas, sociales y políti- individuales ante
cas de quien testimonia y de quien 2006: 55). Los límites de posibilidad una situación límite (Catela, 2000:
escucha. Así, en la parte final pro- y de enunciabilidad estarían dados, 73-74)
pongo un esbozo para construir una por lo tanto, por esta situación de
ética de la escucha que convoque la quiebre y, en consecuencia, en los En segundo lugar, y justamente
experiencia corporal en tanto reso- diferentes enunciados y narraciones, por lo dicho hasta aquí, porque no
nancia del(os) sentido(s). testimonios escritos, biografías e his- es la selección del investigador la
torias de vida u otras situaciones en que ha de determinar quiénes se-
las que distintas personas planteen rán sus “testimoniantes”, ni la con-
Lo inenarrable su interés o necesidad de “contar su dición de investigador audaz, ni otro
historia”, el investigador se hallará tipo de características propias son
Al proponer la oralidad como ante silencios, huecos y vacíos. condiciones suficientes para el tes-
puerta de entrada a las experiencias timonio. Ello da cuenta de que el
de dolor y sufrimiento, ya sea desde Estos límites de la enuncia- enfoque del modelo cientificista,
el testimonio, o desde otra de las po- bilidad remiten al hecho de que no según el cual, sería necesario impo-
sibilidades dentro de la gama que puede haber una suerte de muestra ner un distanciamiento ante el “ob-
ofrecen las fuentes orales, la inves- representativa cuando de situacio- jeto de investigación” como si el
tigación en ciencias sociales apun- nes límite se trata. En primer lugar, investigador pudiera operar a la dis-
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mente, las polémicas sobre el testi- posibilidad de enterarse de su ocu- del discurso, articulándose, por lo
monio de Menchú han dado pie a rrencia, pero a partir del cual, sin tanto, como entramados históricos.
consideraciones de orden teórico embargo, en el “hombre común” El discurso histórico tradicional su-
sobre la verdad, de orden metodo- quedaría el recuerdo de que había pondría que, sigue White, “hay una
lógico sobre la entrevista, e incluso ocurrido algo indefinido. Al respec- diferencia crucial entre una ‘inter-
de orden ético sobre el lugar del to Friedlander considera que: pretación’ de los ‘hechos’ y un ‘rela-
entrevistador (Burgos, 2002). Sin to’ sobre los mismos, una diferencia
embargo, poco se ha ahondado so- […] por un lado, nuestras tradi- que se aprecia en la recurrencia de
bre aquello que estaría en el fondo cionales categorías de conceptua- las nociones de relato ‘real’ (opuesto
de la episteme moderna y que pon- lización y representación bien a ‘imaginario’) y relato ‘auténtico’
dría en debate el lugar de las cien- pueden ser insuficientes, y nues- (opuesto a ‘falso’)” (Ibíd., 72). En ese
cias sociales como legitimadoras de tro lenguaje mismo bien puede sentido, desde el punto de vista de
un cierto régimen de verdad. Se tra- ser problemático. Y por otro lado, White, y al reflexionar sobre el
ta, sin duda, de un punto que con- frente a estos sucesos sentimos la negacionismo del holocausto Nazi, la
voca más a una reflexión de orden necesidad de contar con algún condición para entender un relato
político sobre la gestión del conoci- relato estable; un campo infinito como inaceptable es justamente en-
miento, y que atañe a las responsa- de discursos posibles plantea la tenderlo en sus tramas de lenguaje.
bilidades del investigador como cuestión de los límites con mar-
legislador y experto (Bauman, cada severidad (Friedlander, Ello lleva a entender además
1997). 2007: 27). que “lo inaceptable” aparece como
tal en una valoración ética o moral
No se trataría ya más de seguir Sin embargo, esta necesidad de y, no necesariamente, como un pro-
sosteniendo la diferencia entre lo un relato estable opaca la posibili- blema de verdad. Así, un relato so-
verídico y lo verdadero, sino justa- dad de una crítica a las formas au- bre una experiencia límite contado
mente de la ruptura de este esque- toritarias de conocimiento sobre el en forma “cómica” puede ser empe-
ma de juzgamiento y de la supuesta pasado (y que reclaman dentro de zado a considerarse como “válido” o
autoridad que dispondría de los cri- esa estabilidad una verdad hege- ser rechazado, si el sistema de valo-
terios para calificar el grado de ver- mónica y un pasado al cual sería res morales de la sociedad en la que
dad que entraña cada testimonio. posible acceder a través de ciertos se inscribe dicho relato lo permite.
La mirada crítica a este esquema “métodos”) y niega con ello la posi- De igual forma, un relato contado
del juez supremo puede permitir que bilidad de la multiplicidad de sen- en forma solemne pero que atente
el acercamiento al testimonio de las tidos y de la interpretación 6 . Al contra la dignidad de las víctimas
víctimas sea considerado no por ser respecto, Hayden White (2007), en puede ser rechazado o validado.
la versión más fiel al pasado5 , sino la misma compilación hecha por
por la relevancia ética que plantea Friedlander, plantea algunas cues- Empero, justamente por lo dicho
su escucha. tiones que amplían la discusión. hasta aquí, es posible pensar que no
son las tramas de lenguaje subraya-
Saúl Friedlander, en la introduc- White parte de la idea de que das por White (2007) lo esencial
ción a una compilación de textos “en toda representación de fenóme- para que un relato sea “aceptable”
sobre los límites de la representación nos históricos hay una relatividad en una sociedad, sino las valoracio-
(publicada en inglés en 1992 y lue- irreductible. Dicha relatividad es nes que dicha sociedad hace sobre
go en español tan sólo hasta 2007), una función del lenguaje que se usa el relato, el lugar que ocupa el rela-
analiza el clásico y discutido texto para describir –y por ende para cons- tor y la postura ética y política que
de Lyotard (1988). Lyotard reflexio- truir– sucesos del pasado en tanto guía su actividad. Acaso se podría
na sobre el Holocausto judío como posibles objetos de explicación y de pensar que dependería en mucho,
si este hubiese sido un terremoto comprensión” (2007: 69). Arguye del poder de persuasión de cada re-
capaz de destruir todos los elemen- que, al igual que las afirmaciones lato para posicionarse en ese régi-
tos de medición, por lo que los in- objetivas, los relatos son entidades men de aceptabilidad (Aranguren,
vestigadores no habrían tenido lingüísticas y pertenecen al orden 2007); pero acaso se podría también
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referencia a episodios relacionados te, importante tan sólo en su forma: estás ahí, existes porque me oyes, y
con la situación límite. su presencia incesante nos recuer- yo existo porque te hablo’” (Ibíd.: 4).
da que el mundo sigue y seguirá exis-
tiendo” (Le Breton, 2006: 4). Inserta Sin embargo, la palabra también
Lo indecible en la comunicación en tanto que puede constituir un poderoso antídoto
contra el autoritarismo y la
El silencio puede cons- represión que busca imponer
tituirse como expresión de el silencio –el silenciamien-
un límite para acceder a to– de voces disidentes. Un
una supuesta necesidad del recurso ante las intenciones
investigador social que an- de los totalitarismos que res-
hela la comunicabilidad de tringen la circulación co-
sus entrevistados, justamen- lectiva de significados y
te porque parte de que el pensamientos. Es este otro
silencio es nada, vacío. silencio, el impuesto con
Evidentemente, con ello el violencia y terror, el inscrito
imperativo de comunicar con dolor y sufrimiento, el
cuestiona la legitimidad del que impone límites a lo de-
silencio, y erradica cual- cible; su emergencia es tam-
quier posibilidad de recono- bién diciente de las barreras
cer allí una interioridad. Tal impuestas a la palabra. La
imperativo presencia de este silencio
igualmente testimonia. De
no deja tiempo para la re- ahí que el silencio no sea el
flexión ni permite divagar sobrante del testimonio, el
[…] reclama urgencia, trans- vacío incómodo de la entre-
forma al individuo en un vista por llenar, sino conte-
medio de tránsito y lo despo- nido de las condiciones de
ja de todas las cualidades producción del relato.
que no responden a sus exi-
gencias […] La ideología de Tales condiciones de
la comunicación asimila el producción incluyen tan-
silencio al vacío, a un abis- to la liberación del “ruido
mo en el discurso y no com- de la comunicación mo-
prende que, en ocasiones, la derna”, la restauración de
palabra es la laguna del silen- la palabra silenciada y la
cio (Le Breton, 2006: 2). restauración del silencio
en la disposición de una
De ahí que perfecta- escucha abierta, como las
mente la palabra pueda condiciones personales
emerger una y otra vez en del testimoniante. El su-
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900),
un ciclo monótono y repeti- Don Eloy - Proveedor del Ejército Liberal. Museo Nacional de Colombia. jeto que testimonia bien
tivo sin tener la posibilidad puede retener su palabra
de ser escuchada, asimilada y res- “ideología moderna”, se convierte en también como una forma de man-
pondida, pues ante el ruido del mun- “ratificación de las posiciones –emi- tener ciertas condiciones psíquicas
do, la palabra se torna incluso, sores y receptores– de los individuos, o morales o como una manera de
insuficiente. La palabra se convier- delimita, como si de un servicio pú- mantener el control de la inter-
te así en monotonía: “un murmullo blico se tratara, los espacios en los acción con el otro que escucha.
permanente y sin contenido relevan- que pueden sentirse seguros: ‘Tú Como bien lo expresa Le Breton,
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Gabriel Gatti, poniendo en ten- Gatti opta por recurrir entonces análisis: “ah, ya entiendo” 13 . Esta
sión la posibilidad de captar el sen- a la noción de vacío: “algo que es puesta en cuestionamiento de la in-
tido de la desaparición forzada de pero no se puede ver, algo que exis- teligibilidad, convoca a la emergen-
personas y analizando lo que impli- te, en donde hay cosas, pero cosas cia de una ética de la escucha que
caría pensar en que esta captación que siempre escapan del estatuto que deja de enfrentarse a lo indecible y
de sentido fuera atribuida al lugar le damos a las cosas y que siempre lo siniestro, explorando a tientas una
del “ex detenido- desaparecido” escapan de los instrumentos que in- oscuridad que se iluminaría de pron-
como una forma de hacer visible lo ventamos para pensar las cosas. Un to con una nueva representación,
invisible, señala que en esa atribu- espacio habitable; pero a todas lu- con un nuevo juego de lenguaje, y
ción de sentido al no-sentido, el ces irrepresentable” (Ibíd.: 31). Este más bien se pone ante el otro, ante
rasgo distintivo de la experiencia lí- lugar del vacío, existe pero es su dolor, reconociendo los límites de
mite –su no sentido– se pierde: irrepresentable; no es la inexisten- lo inteligible. Invadido en su con-
cia de sentidos, sino “la existencia ciencia ética, podrá situar la impo-
Si los subalternos se centran; si los de cosas que rehúyen del sentido” sibilidad de hacer comprensible
balbucientes empiezan a hablar (Ibíd.: 32). El lugar del vacío invoca tanto dolor y muerte. La inconmen-
claro; si los deslenguados hablan no la imposibilidad de narrar, sino surabilidad será la puerta de entra-
en lenguas oficiales; si los dese- la posibilidad de dar cuenta de la da de su análisis, el conjuro contra
xiliados o los insiliados se hacen incomunicabilidad. Las palabras sólo el olvido. Es, con ello, también la
ciudadanos o, en fin, si las tensio- podrán dar cuenta del borde, del lí- dirección para dejar de enfrentar al
nes que rodean a la figura del mite; una frontera que puede ser testimoniante a la reiteración del pa-
detenido-desaparecido se resuel- transitada pero no traspasada por lo decimiento ante el fracaso del len-
ven, estas peculiares y (desde el narrable, que bordea las costas de guaje; es, por lo tanto, otro diálogo,
punto de vista sociológico) mons- ese inaprehensible mar de horrores sostenido en otras formas de pregun-
truosas entidades serán, es cierto, y de lugares imposibles. Tendrán tar e incluso en otros contenidos del
más fácilmente entendidas, pero, que ser dicientes de esa imposibili- interrogante: nuevas pausas para el
también lo es, serán entendidas dad, porque no hay una inteligibili- silencio, nuevo lugar para abrir ca-
con menos rigor: dejarán de ser lo dad capaz de dar sentido al horror, mino al vacío.
que son (Gatti, 2006: 31). no hay palabras con tal “virulencia
expresiva”: “Hasta las palabras más Con todo, tal como hemos dicho,
En ese sentido, Gatti plantea duras no alcanzan esos límites, ex- el silencio no es, estrictamente, va-
que, si bien hacer visible lo invisi- presan una realidad a la medida del cío, nada. El silencio también es la
ble es un acto de “justicia política”, hombre, en los confines de su en- respiración entre las palabras, la con-
no será tanto de “justicia episté- tendimiento” (Le Breton, 2006: 83). dición de posibilidad de entablar un
mica”, pues vínculo comunicativo, la apertura
Al dar cuenta de esta “catástrofe momentánea de una mirilla que per-
lleva el fenómeno más allá –o lo lingüística”, en consonancia con los mite entrever la indecibilidad. El
deja más acá– de la lógica que le planteamientos de Gatti, el testimo- silencio, de tal forma, es como el lap-
corresponde; visibiliza lo que no nio no estaría renunciando a su uti- sus del lenguaje, la emergencia de
puede serlo. Al eliminar de la fi- lidad jurídica, política y social. Al una pequeña ventana al inconscien-
gura del detenido-desaparecido contrario, justamente por ello, por te (Nasio, 1996). Pero en este caso,
uno de sus datos característicos – su vacilación y su límite, sería ex- emergencia del intersticio, límite de
las tensiones que introduce en la presivo de la fuerza misma del he- la palabra y, a su vez, condición de
representación– no sólo se los con- cho violento, reflejo de la magnitud posibilidad de lo narrable. Un enun-
vierte en otra cosa, sino que, y de una ruptura efectuada en el te- ciado que “nace del silencio inte-
sobre todo, se obvia que en esa rreno mismo de lo representable; rior del individuo, de su diálogo
tensión, en esa pelea con los dis- puesta en cuestión de la razón, pues- permanente consigo mismo” (Le
positivos hechos para representar ta en evidencia de la incapacidad Breton, 2006: 7), completado por los
las cosas, está buena parte de su para que el otro en su escucha pue- ritmos del intercambio conversa-
naturaleza (Ibíd.: 31). da proferir desde la atalaya de su cional, “la voz, las miradas, los gestos
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las posturas éticas y políticas que cia es, como la aisthesis de Aristóteles, nancia de una remisión” (Ibíd.: 30).
guían las reflexiones del investiga- un sentirse sentir: Estar a la escucha es una “presen-
dor, sobre el lugar de poder que lo cia de sí”, no en tanto que acceso al
constituye como “legislador”, “exper- Un sujeto se siente: esa es su pro- sí mismo, sino como la realidad de
to” o “traductor”. Y sobre todo, so- piedad y su definición. Es decir ese acceso, “una realidad, por lo tan-
bre la reflexión crítica que pueda que se oye, se ve, se toca, se gus- to, indisociablemente ‘mía’ y ‘otra’,
hacer en relación con todo lo ante- ta, etc., y se piensa o se represen- ‘singular’ y ‘plural’, así como ‘mate-
rior, considerando los límites y limi- ta, se acerca y se aleja de sí, y de rial’ y ‘espiritual’ y ‘significante’ y
taciones que trazan los significantes tal modo, siempre se siente sentir ‘asignificante’” (Ibíd.: 31).
que, como lugares comunes, se ins- un “sí mismo” que se escapa o se
criben y se escriben a lo largo de parapeta, así como resuena en
informes de investigación o artícu- otra parte al igual que en sí, en Conclusiones
los académicos.
Escuchar supo-
La considera- ne, en consecuen-
ción de estas fronte- cia, ingresar a una
ras implica entonces suerte de espacio
que el investigador, del otro y al mismo
ante la escucha, tiempo ser invadido
descubra que no es y penetrado, abier-
posible decirlo todo to, por dicho espa-
de sí mismo, ni sa- cio. El silencio 15
ber todo del otro, hace de sí una vi-
que hay una intimi- bración y una reso-
dad que se reclama nancia, y dispone
siempre. Secretos, la posibilidad de la
dignidades y memo- invasión y la aper-
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Cadáver de un revolucionario en la trocha
rias que no son “co- de Ocaña - Bon “Libres de Ocaña”. Museo Nacional de Colombia. tura, como en el
municadas” por la encuentro de un
necesidad de ofrecer la posibilidad un mundo y en otro (Nancy, diapasón ante otro. La resonancia
de un mundo distinto al que vemos. 2007: 24). de (los) sentido(s), cuando se está
El sujeto ante la escucha, descubre a la escucha, es la del propio
en la resonancia de su(s) sentido(s) De ahí que, y siguiendo con cuerpo (los sentidos) ante la vibra-
–en su cuerpo y su comprensión– los Nancy, estar a la escucha sea siem- ción de otro cuerpo, y el del senti-
límites de lo inteligible. No sólo en pre estar tendido hacia un acceso do de sí ante la vibración del otro
el relato del otro, sino en eso que al sí mismo o en él. Lo que resuena, (el sentido).
en sí resuena para sí como doloroso en este sí mismo, es también un sen-
y sufriente o como intimidad y se- tido en relación con el cuerpo que Una ética de la escucha podrá
creto, o como silenciamiento impune. vibra y en relación con el régimen erigirse en el reconocimiento de una
de lo inteligible. En esta última resonancia tal; condición de posibi-
Esta puesta en resonancia, acaso acepción –la del sentido como lo in- lidad para empezar a pensar en el(los)
emerja del lado de la escucha como teligible– es también necesario re- sentido(s) de la escucha y en la for-
preferible a la puesta en evidencia que conocer su resonancia; su marco de ma en la que el otro también vibra y
emerge en la mirada (la clínica, la posibilidad viene dado por el reso- resuena en mí16 . Es pues, una puesta
científica, la colonial), aunque “cada nar de sí en el otro. Sin embargo, el en vibración de todo el cuerpo, de
uno de esos lados también toca al otro “sí mismo” (el del otro y el de sí) no todo(s) (los) sentido(s) y, por lo tan-
y, al tocar, pone en juego todo el régi- es algo “disponible (sustancial y sub- to, una posibilidad de reclamar para
men de los sentidos” (Nancy, 2007: sistente) en el que se pueda estar esos momentos en los que se está ante
13). Es así que el sentir de la resonan- ‘presente’, sino justamente la reso- la escucha, una experiencia que
ARANGUREN ROMERO, J. P.: EL INVESTIGADOR ANTE LO INDECIBLE Y LO INENARRABLE (UNA ÉTICA DE LA ESCUCHA) N ÓMADAS 31
14 En ese sentido vale la pena reflexionar lismo global”, ponencia presentada en las GATTI, Gabriel, 2006, “Las narrativas del
sobre los planteamientos de Susan Jornadas internacionales biopolíticas des- detenido-desaparecido (o de los pro-
Sontag en relación con la fotografía que pués de Foucault, Buenos Aires, Univer- blemas de la representación ante las
expone y ofrece el dolor de los demás. Al sidad Nacional de San Martín/Centro catástrofes sociales)”, en: CONfines de
respecto dice: “la exhibición fotográfica Franco Argentino de Altos Estudios. Relaciones Internacionales y Ciencia Po-
de las crueldades infligidas a los indivi- lítica, Monterrey, Tecnológico de Mon-
BAUMAN, Zigmunt, 1997, Legisladores e in- terrey - Departamento de Relaciones In-
duos de piel más oscura en países exóti-
térpretes, Buenos Aires, Universidad Na- ternacionales y Ciencia Política, Vol. 2,
cos continúa con esta ofrenda, olvidan-
cional de Quilmes. No. 4, agosto-diciembre, pp. 27-38.
do las consideraciones que nos disuaden
de semejante presentación de nuestras BLANCHOT, Maurice, 1969, L’entretien GROSSO, José, 2007, “El revés de la trama.
propias víctimas de la violencia; pues al infini, París, Gallimard. Cuerpos, semiopraxis e interculturalidad
otro, incluso cuando no es un enemigo,
BURGOS, Elizabeth, 1983, Me llamo Rigo- en contextos poscoloniales”, en: Arqueo-
se le tiene por alguien que ha de ser vis- logía Suramericana/Arqueologia Sul-Ame-
to, no alguien (como nosotros) que tam- berta Menchú, La Habana, Casa de las
Américas. ricana, Popayán y Catamarca, Universi-
bién ve” (Sontag, 2003: 86) Ello va en dad del Cauca - Departamento de An-
consonancia con lo que hemos reseñado ________, 2002, “Memoria, transmisión tropología y Universidad Nacional de
de Castillejo (2005) para el caso e imagen del cuerpo”, en: Nuevo Mun- Catamarca - Doctorado en Ciencias So-
surafricano. do Mundos nuevos, No. 2, disponible ciales, Vol. 3, No. 2, 184-212.
15 El silencio para Nancy, se entiende no en: <http://nuevomundo.revues.org/
document537.html>. IZQUIERDO, Jesús, 2008, “La memoria del
sólo como una privación, sino como una historiador y los olvidos de la historia”,
disposición de resonancia: “un poco –y CASTILLEJO, Alejandro, 2005, “Las textu- en: Jesús Izquierdo y Pablo Sánchez
hasta exactamente– como cuando, en ras del silencio: violencia, memoria y los (eds.), El fin de los historiadores. Pensar
una condición de silencio perfecto, uno límites del quehacer antropológico”, en: históricamente en el siglo XXI, Madrid,
oye resonar su propio cuerpo, su aliento, Empiria. Revista de Metodología de Cien- Siglo XXI, pp. 179-208.
su corazón y toda su caverna retumban- cias Sociales, Madrid, Universidad Na-
te” (Nancy, 2007: 46). En un sentido cional de Educación a Distancia - Facul- JELIN, Elizabeth y Susana Kaufman, 2006,
similar, ver: Agamben (2003). El mismo tad de Ciencias Políticas y Sociología, “Diálogos intergeneracionales en un gru-
Agamben proclama como problema po- Departamento de Sociología, No. 9, ene- po de investigación sobre memorias: al-
lítico esencial, cómo es que se hace posi- ro-junio, pp. 39-59. gunas reflexiones”, en: Elizabeth Jelin y
ble cierto hablante, cómo es que éste lle- Susana Kaufman (comps.), Subjetividad
ga a emerger bajo los imperativos norma- CATELA, Ludmila, 2000, “De eso no se ha- y figuras de la memoria, Buenos Aires y
tivos de un Otro que está en constante bla. Cuestiones metodológicas sobre los Nueva York, Siglo XXI/Editora Ibero-
cambio, según el devenir histórico. límites y el silencio en entrevistas a fami- americana/Social Science Research
Agamben considera que el testimonio liares de desaparecidos políticos”, en: Council, pp. 183-197.
puede ser pensado entonces por sus efec- Historia, Antropología y Fuentes Orales,
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