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Marx
Wiliiam A. Hiliix
SISTEMAS Y TEORIAS
PSICíXO G íCO S
C O N TEM PO R A N EO S
EDICION REVISADA
PAIDOS
Vexico
Buenoc AJr«s
Bvcd'cna
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Ptefack)
PriiineTa parte
s is t e m a s
1 Sistemas pEicalógicos 15
2 La apailciún. de la pskDlogía 31
3 AsdclactotiJAmo 53
A Lstructunlítanai' S7
5 E[ funciúaalUaiD 119
6 Conduittisnia ISS
"J F\ifo1o£Ía de la Gestatt 199
S Psjcüaaalisi$ '239
Segunda porte
TEORIAS CONTEMPORANEAS
9 Teoría paicalógiiea 2S3
10 Vaiiedadesde la teor/a E-R 306
11 Variedades de la teoría del campo 353
12 Variciladu de la teoría de la pe^oittlidad 401
13 Influencia de la Ingeniería y la matemática sobre
la p ^o lo g ía 454
Epílogicí. El presente y el futuro de la psicología 4S8
iTltMSrin 491
Refeiencias bibljográScac 52S
PREFAOO
que todo estudiante avanzado debe poseer. Este libro se propone ayudar a los
estudiantes e integrar algunos de los diferentes materiales y enfoques que han
recibido eo otros curaos. Algunos de nuestros alumnos se lameutaion por no ha«
ber tenido antes el curso sobre sistemas y teoifas> sosteoieodo que habriai
entendido mejor todo lo demás de haberio heclu> asi. Sin embargo, seguimos
pensando que e! curso pertenece al nivel avanzada. No se puede integrar bien
hasta que se tiene algo para integrar, y nuestro libro presupone cierto ^ d o
de conocimiento previo.
En la presente edídóo. la primera parte se concentra en los sistemas clisi*
eos. Los dos primeros capítulos preparan e] escenario, proporcionando un marco
de integración y ubicando la aparición de la psícologfa en un contexto histó
rico. Los capítulos 3 ai 8 presentan las escuelas clásicas de psicología, o al me
nos las seis que con mayor frecuencia los psic^ogos norteamericanus conado-
ran como clásicas.
En la segunda parte se examina una pequefta muestra de teorías contempo
ráneas. Hemos procurado incluir novedades que «atisfagan el doble criterio de
ser importantes y de revelar la transición entre las escuelas nvis antiguas y los
puntos de vista actuales. Es imposible presentar más que una pequefU ftaccito
de los trabajos de trascendencia. Sin embargo, nuestro interás primordial no ra
dica en famÜiariaar a los estudiantes con los detalles de un área dctenfiinada.
Presentamos un panorama general y tratamos de ponerlos eo contacto cem los
principios generales del desarrollo teórico.
La compilación de textos prometida, en el prefacio de la anterior edición
ya ha sido publicada (Hiliix y Marx. 1974). Servirá tambián como complemen
to de esta edición para los profesores y alumnos que deseen leer parles más ex
tensas de los trabajos oríginaies de los grandes autores de la psicología, a quie
nes expresamos nuestro aprecio por hacer posible ese libio y todos los seme
jantes.
Asimismo, deseamos expresar nuestro particular reconocimiento a Jon
Meeter, qtiten noi demostró cómo se debía organizar el libio; a John Thomas.
que nos ayudó a iniciaflo, y a David U ltíe, quien contribuyó para que lo termi
náramos. Como es habiniaJ, nuestras esposas se encargaron <¿ poner orden en
nuestro manuscrito y en todas partes, además de ayudamos de ianunvectbles
maneras. Llegue un espedid agradecimiento a nuestro sagaz editor, lUchard
Wright, profundo conocedor de las coatumbres de los autores, quien aíenpre
dispondría de algún recurso más para ahorrar tiempo de producdóiu^de en
contramos ante un última alazo de entrega.
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SISTEM AS
SISTEMAS PSICOUXJICOS
EL ESTUDIO DE LA HISTORIA
La infoiroadón que recoge la prensa diaria ea la historia vista a través de una e&>
trecha rendija; Igual ocune con lo» noticiarios dé ía tetevisíón. la m b ió los/na-
Duaíca de psicología son historia e^edalJzada. aunque en este caso la rendija
ae ensancha hasta abarcar unos cuarenta años. Si bien hasta hace un tiempo so
lía ser necesario demostrar que las personas dedicadas al estudio de la psicología
debían ampliar su penpectlva temporal, esto tal vez ya no sea así. Todavía a
veces pensónos en los Estados Unidos como en una nación joven y temeraria,
demsdado ocupada con el presente c ^ o para interesarse mucho en d pasado,
pero este punto ás vista es mib dírfc0 de aceptar hoy, cuando liemos celebrado
nuestro bicentenario. El libro Roots ERaíoes] de Alex Haley (1976) ha suscita
do la necesidad de un sentido del tiempo y el espacio en la conciencíi de ne
gros y blancos, y las genealogías aeeslin vendiendo como pan caliente. Estamos
entrando en una era en la que ya no se precisa de excusas para ocuparse de la
historia.
Durante más tiempo del que podemos recordar, loa psicólogos han citado con
cierto afecto el cmnentarío d t Ebbínghsus aegtm el cual piicciogía tiene un
largo pasado pero una historia breve". Esta afiiinacióa está perdiendo vigencia,
por cuanto la psiC(0ogí8 celebró su centenario oticid en 1979. SI bien un rigió
no es suficiente ctHUO para hablar de una historia larga, es demasiado tiempo
como p an servir de excusa a la falta de prc^reao. Creemos, afortunadamente,
que loa lectores de este libro comprobarán que hemos hecho progresos.
A la psicología de Estados Unidos le han faltado más historiadores profério*
nales que historia proptamenfe dicha, pero ae advierteft siptes de que el estu
dio de esta materia se está convirtiendo en una disch^lina activa. Uno de estua
signos lo constituye el hecho de que 77ie Jutjnul c f rhe History o f the Behavio-
ral SderK€i inició su p u b lic a b a en 1964 y s i ^ hoy proporcionando tm ade
cuado medio de expresión a los artículos sobre nuestra hbtoria. Otro signo es
que la International Society for the Histoiy of the Behavioral and .Social Scien
ces, creada en 1969, celebre reunianes en la.s que aumentan, aho tras año, tanto
la caotUiad de asistentes como c! entusrásmo.
Incluso quienes no son psio^ogos están empezando a interesarae en el estudio
de la historia de esta ciencia, ^o^ ejemplo, Miehae] Sokal, un historiador e ^ c la -
Uzado en historia de la psicolt^ía, ha escrito una obre sobre lames McKeeo Ca-
ttell, uno de los primeros grandes psic^ogos de Estados Unido», d e^u és de
haber encontrado un verdadero tesoro en trabaos y documentos tie valor his
tórico en el desván de éste (1971).
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Slíleaiiíi > reorfai puíaf^giiíoi! i;iúntfinpvrújitxíi
pasando ptir las teorías particulaint sobre Ja materia, que incluyen, de modo es-
peclAl, detatmiiudoi ejemplo* de probleniai»süelt(M(qenipliM paradipníticüa).
Un puadlgma ea, rin duda, un orden muy amplio. Pero Kubn exigía todavía
m is da los suyos; los logros del paradigma debían serlo bastante noiables como
paifl captar el fiel apoyo tle práctk:amenté Lodos loa pro&áotules de la ditfipll-
na correspondirnte. Pam que así ocurriera, los preblenmB que el paradigma
había lemeito tenían que ser ojemplos convincertie» de fU podsi. Lo* proce
dimiento» debían iei coniunicadeB de mancffl chira y precisa. Las prethecin-
nes del paradigma tenían que ler evidente& e inequívocas.
Un paradigma asi sería muy útil cu verdad, pue* indicaría al dentífico qué
pioblernaa nirrcoen ser estudiados y cómo ae los debería estudiar. Cada expo-
aeute dcl paiadígma dppondrfa de utu multitud de proyectos de íavestiea-
d á n , pucalo que niogúit peradigma ofreoe soludonies para cada problema de
interés. Cunm dice Kuhn, el paradigma plantea acerüjos, muy j^ c d ilü s a Jas
palabras cruzadas que aparecen en los diadeu y en otraí publicadones, y d1 pa
radigma, como el creador de las palabras cruzadas, ‘‘garantiza" que d prabie-
nifl tiene una solución. El cáentíBca, sin embargo, obtiene una mayor recom-
pen u cuando uno de estos acertijos es resuelto, pues locibe entonces im dac-
torario que puede facilitaile eonaeguii lui empleo o publicar unu obra, lu que
de todos modos Is serf útil para ascguraise un trabajo. Si se considera que él
problema posee gran iraportancii, la recorapciiaa quizá sea un aumento de
m ddo ü la inamovilidad cu el carago-
Como es compteriáble, Un pafadiema puede Usgar g ser visto con cierto
afecto pof sns beneficiailos. Los manuales y Iiüs libros de historia Uegjrin o
dar explicaciones lacionoles y a gluttñcaT el paradigma, aunque no de un mudo
intenciaiial. íiespués de torio. Ja bis Loria debe concentrarse an aquellos acwi-
tedmieiito* que conducen hacia nuestra actual opinión “ conecta”^ ¿no es
así? Y ¿a qlrión le preocupan las partidas en íy soí L oe manuateí risnen lam-
btón el deber de reiumif de manera eflcieaite el cnrncnrtietito aoLual, y otra
vez aquí parece lencT p^ca o ninguna utilidad Ja in fo rm a d ^ conceiuieiite a
las opinirmea inferiores o justiiutlvas.
Dados estos inteceilBnLcs, no es soiprendcnie que quienes se han íorma-
do dentro del paradigma lleguen a aceptarlo tin preocuparao mucho por los pre-
conCCptO» qut COntíenHja aceptarlo, por asi riecír, d i mfiflífainconsciente. Tam
poco Bcrprenrie quí ao sea fádl abandonar el pandigrria; ri alguno; descubri-
mienlos ocasioiialffii no ooocuerdan con la* expectativas qtje el paiaJigiia dci-
pieita-, se loa hace a un lado, taubindolos de errores cApciimeiLtales, yerma de
übfiarvncióü o , como último itcurao. de exj;Epcianca de poca monta que no afee-
tan su exactitud.
Cuando se acepta im paradigrua y los científico* pueden realiiai su trabajo re-
cuitinado a este cómodo modo de “ resolver problemas'’ la ciencia, según K uIul,
se encuentra en lo que él Usina un período “ nonuai’’. DEsafitítunadameote para
kis ilefetuore; de la vida fúcd, e) panriigma contiene en n' lo» gétmeneE de su
propia dCEtiUMÍón. Estos gérmenís st nutran de la uBCesarin precisión del paia-
digma. Por un lado, la preciajún es Una caracíBrística absolutamente necesaria
porque ije afírroaníone» imprecisas y que no encieiran predicciones no audsu
IS S ü lc n w / Kfyiof pücol(>g¡<i\js comern^útántvv
inteicsai a los científicos. Por otra parte, jamás cuerpo ilgunci de teorías y
prjeticaa cfcntfñcai ha sido tan perfecto como para no incurrir eo errortn ile
pr^iccÍGD. Estos resultuduí inesperados, a to& q w Kiika denomina “ juionia-
lúis" se vuelven ol final tan frecuentes y tan evidentes que, no sin tener que su-
perai pdmero fuertesij^iistanuias, rennlnan por imponene a la condenda de
quienes profca&u el paradigma. En este punto, ai puiadienin entra en una fose
de “crisis". Durante la crisis, sus partidarios trataran desesperadamente de rv-
mendaf el viejo paradigma y tal vez aiegucii aiún la realidad de loa rciuitadoi
no queridos. Otros cíentifleos, la iiiavoría recjdn iLe^^dcs a 3a cifijicia o prove
nientes de otiiu diseiplinas, empezarán a proponer puisdi^pnas sustittiüvos.
Al fui, uno de los nuevos paradigmas Iriunfará gracias al hacho de liaboi
resuelto con dxito aigunos de Jos ptubLemas planteados por Ib9 anomalías.
Puede que no resuelva todos los problemas y probable que tampoiw e5té tan
bien desarrollado, en un coimeozo, cumo lo estaba el viejo. No obstante, como
el viejo paradlgnia ya no os defendible., el nuevo r e ^ t a mucho máí proirtetednr
y aeaha por triunfetr- No es eumcial, a Ud efecto, que couvierta a todos los sos
tenedores del antiguo; sin embarj$o, el nuevo paradigma ejetcBra su atracciúii
sobre los ledéu llegados a eale cninpo, y los viejos científicas., después de todo
irán iDurierdo uno tm i otro.
La aatranomfa toleimtica - s e ^ n Ja cual la Tierra etaci centro cte nuestro sis
tema planetaria— ei uri ejempla paiíble de estas paradigmas, sustiluidos, pues
fue reemplazada por la ustroncmia eapcaiÚEana, que ubica al Sal en el (centro
del sistema. Otro ejemplo podifa ser la física newtonianu frente a la einstenii-
ua. Ln ambos casos hubo grandes diflciiltades para fm zsj la aceptación del
nuevo paiadlgam y aólo a causa de las aaümalías evidentes, según la opinlán de
Kuhn, se produjo el cambio de pirailítiiBi. Estos cambios en las creeociua fun-
dameotalea de toda una ciencia ci?Mliluyeii lo que Kuhn llama una rcvuludún
denti'fica; de ahí el título que egoqgiú pura su libro.
Puede ahüia verse con claridad pnr qiií la obra de Kuhn produjo tal alboiD-
to cntie los hiBüuiiedDTes de 3n ckncia. La idea que se había tenido siempre de
Is deneia es que £sia se descuvuelvi en uu nivel peifectamente objetivo. Se su
ponía que los deutífieDs ócstenfan tus opiniartei muy a k Ügera y que las abarr
dnnabau a la primeia aefiai de emar (^Oíi, tí, veo que aus observaciones no
coneiierdan con mi tenría. Supongo que tendré que elaborar aíra nueva'*).
Cualquiera que caté familiarizado con les ásperas contraveraias cutis ios cien
tíficos reconoceri la fiase precenenle como una parodia humorística del ver
dadero coiuporUinijenlD de éstos, Shi «mbarga, de álguna manera,, aitlea de Kuhn
sólo unos pocos habían llegado a rsconocet lo subjetivo y conAnrador de núes-
tros procedimieritos. Atinqui todavía subaste uaa fuerte controversia, acema
de la importuicíji de esta subjetiviÉari, Karl Foppex (1970), imo de Iq? pctrici-
palea icatcnedoies de la cancepócm anterior, más idedliali, ha dedafario que
Kuha le bdzci comprender que ^go dmílar a lo que éste Eamn "cJendiiiarnial''
desempeflabh uu papel Trucho más Énporuntc de Id que él había sospeufiado
previamente.
El cuadro de la ciencii qje nos presenta Kuhn tiene lirabién otras iitiplica-
(dnes fúndame mulos. Y, lo que es m£a rm pm ante.él encuentra una grao difi'
Jüíe?7Bí pri«i/íJí?tW( ¡9
CandrO 2 . Cofitinuación
pMífetiallHno-ceiitíalisiiHj (el accatu recae sobre Isi íiechoi pduDlogicDi que tienea
lugar en la pañfeiia del euapg —dentro de! cuerpo)
las cortinas de lut siglus XVII y XVIIÍ pata ecMr una rápida Jtuíaila a suk rasgos
irids fascin antas.
¿Loi pniceptos de Wobson son loi únicos que putdcn eAtra^iae del rcUito
hlit6rieo7 No, por stipueitu. Watson sería el primcio en negarlo. Sñsnprt fray
algo de arbitiaiiedad en cualquier lista de este tipo, y Waliuu debe haberse pre
guntado si convenía o no agrEgar otras dimensiones. Nuestia candiiíam favori-
tu sería una duneiiüiófl roliiladu “La gente es LntrínseuauiBnte m ala-la gEnte
ea ífitrínícMinente buena", cofl uiii cxpliuaoiániientre paríntesís que dijese algo
B»f como "las personas adblcccii del pecado urigüial, g son litnatiiiíieQte iioati-
les y agresivas—las personas son nablas salv^es cíorrDimpLdjCfl por la suciedad’’.
Por cierto, los desacuerdos sobre esta ciiestión se rtm ontan a luí tiempos bíbli
cos y la psicología ha contribuido, aportando parla menos su parte, a la contro-
veisía, 'Loe betures están en plsiia übcjlad para sugerir su propia djmensiúii la-
vorha, o todo un nuevo Mnjunto de dluiepsiianes. No obsiantH, la lista de lVs.1-
Son representa un urálisis útQ y meduloEO. Sirvo para (Urígjr nuestra utencHbn
harria algunos de los temas, pemuiiienLes t Impartiutljea, de khs que se ocupa la
psicología.
Resulta más difícil i> probkmátícu claaificur loa apininnes de las ewudas
Según eslaS dimensianes que clasfiicai las de los individuos. £s de suponer qüc
un iadividuo tiene s ^ o una opfaiidn, aimque puede ser basiaate dtffeCI deddir
cuál es exactantenpe, inclcisa cuando el Individuo os uno mÓEina. Si el algún otro.
CQnocido sólo B través de íus escritos, e.s mucho díffed, y cuando K tiali
de daslílCAr una escuela entera sotntiueata de mucihos indívidum con drvercaiS
opiniones, ¡no habría que tarja r demasiado en sedólos («Añtmlas!
^ í^ i-a fc^ r*^ m r-* -ot "íi. "y^ ‘4¡>*
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24 SlfíemM y f*orÍMs psicotógkcf etmtempormtoi
**Así que ustedes han admitido que en la psicología hay algo más que el conjunto
de preceptos de Watson. ¿Qué es eso más?", ae ñus podría preguutai.
Incluso Kuhn, que llegó a negar los paradigmas, señaló que las cienciis prepa
radigmáticas estaban guiadas por algo ism&ta a un p a ra d in a , a bien no aclaró
qué era. A esto ^‘similar a un paradigma" se le ha dado, típicamente, el nombre
de escuela psicológíc& (cuando li atencióa recaía sobre un grupo de psicólogos
asociados) o de sisiema psictdúgicu (cuando se trataba de un grupo de ideas uni
das en una opinión coherente sobre la psicología). Estas escuelas o esto* siste
mas, por lo tanto, guardaban gran sm illtud con loa paradignus de KuHn en lo
que se refiere a facilitar los p ^ c ip io s iodJspenaablet para dirigir Jo* esñiei7os
del psicólogo y ni estudio de la mateda de uo modo que promueva eficazmen
te el conocinniento.
En conseoienda, una escuela de este tipo tendría que proporcionar enun
ciados con respecto a lo que es o debería ser la materia en cuestión. Lns ded-
siooes sobre ésta se relacionarían eoo las posturas que se refienn a lu* temas
más Glosóñcos. como aquello* que in t^ ran los preceptos de Watson (consdé-
rese. por ejeropio, su segundo precepto) También será preciso decirle al psi
cólogo cómo se debe estudiar el lema. ¿Qué organiunu* serán útEes pisn reve
lar lo* principios generales? ¿Qué métodos generales y especfíkoi ayudarán a
descubrir sus secretos? /.Estos método* d e b e ría apEcine en el laboratodo o
en el campo? ¿Qué dase de equipe hace falta? Y continuar a ií a lo largo
de una Krie rnteTminable de preguntas y respuestas. Como en el casa del para
digma , hay toda una gama de incenogantes que abarca desde los problemas más
iiKlafísicos liasta las preguntas m ^ triviales sobre ios tipos preferidos de diseño
experimental o d m e^r lugar paca obccncr ratones de liboralodo sanos.
Las directivas de las escuelas no están expresadas de manera tan raanifleita
como podemos haber dado a entender artes. £ 1 proceso de ssñnibáón en la psi
cología. como en la cultura genecal, es mucho más sutil e inccsiscjeate. (U n vez,
Q nunca, se le dice al estudiante: su maestro, say fundooalista y vuy a
tratar de que usted también lo sea" EJ psicoanálisis es, por supuesto, ln excep-
cíóa a la regla, pues se trata de una escuela de pensamiento que adoctrina de m o
do muy ex]^ícuo. Por lo general, el estudiante se limita a observar oómo se
hacen las cosas y gran parte d d enCüenaiiiiento incluye la imitsciór d u ró te una
especie de apicnJizaie. Pespué» de este ciilrenanácntu, la mayuría de losncem-
Sisíemas p^cotógicot 25
g)o a los principios directivos de ésta. A veces los descubrimientos incluso pie*
ceden y dan origen a esos principios y no a la inversa, l a psicolr^ia guestaltls-
ta. por ejemplo, se convirtió en una **escuela'' sólo después que los resultados
de algimoe experimentos sobre el movimiento apiircnte fueron interpretados
de modo singular por sus fundadores. Los enunciados empfrícoa, teóricos, me
todológicos y 61osófíco» tienden a interrclacíonarse (o quizá lólo a cooftsndíisc),
de tal manera que la amalgama se convierte en el '‘sistema’'. este respecto,
el proceso parece análogo a lo que Kuhn tenia en mente cuando formuló su
primitiva concepción amplia de los paradi^nas.
Hasta ahora hemos puesto más eJ acento en los similitudes entre los sistemas
psicológicos clásicos y los paradigmas de Kuhn que en las diferendas. Para so
ofrecer una perspectiva distorsionada, debemos examinar más de cerca la jerar-
quta de compromisos, desde los más abstractos, ubicados en la parte superior,
hasta los más concretos, en la parte inferior, y observar dónde es más probable
que s u r ^ las diferencias entre los paradigmas y los sbtemas.
En !a parte superior encoatnxnot, en ambos casos, presupuestos muy gene
rales y en los dos puede ser diffcÜ o imposible probarlos. Algunos de los presu
puestos pueden hasta ser comunes a U física y a la psicología; por ejemplo, es
probable que los cientíHcos de ambas disciplinas crean que el universo está
gobernado por leyes que el ser humano puede ccoiocci y que estas leyes no
varían en cí e ^ c í o ni en el tiempo. No es improbable que este tipo de presu
puesto se mantenga inconscieate, a causa de su atractivo y por set de todo
punto necesario para el trabajo ctentíflco. Hn estos casos, estos preritpnestos
recibirían el nombre de metafisicos, porque no « los puede confinriár ¿irec-
taniente mediante la obscrvaciini física y, por cicrlu, ac los Oaiiiaría tn i'ta te ü -
ricos, porque se encuentran por encuna de las teorías de cualquier campo de
terminado. El de suponer que cada disciplina aceptaría estos presupuestos y
que b s disciplinas más maduras, que poseen paradigmas, no se diferenciarían
en lo fundamental de las rtwnos maduras en lo que a sus presupuestos as re-
ñere.
En uu nivel de abstracción ligeramente inferioi se encuentra un giupo de
presupuestos adaptados a una mau»ia determinada, pero todavía a u i nivel
demasiado elevado de abstracción como para ser parte de coalquíes teoría da
esa. materia. Los preceptos de Watson. o las posiciones adoptadas coO respec
to a ellos, servirían como posibles ejemplos de este nivel. Una vez más. bs ríen-
cias más iiiacuraa neceSLian y emplean presupuesius áiiiilares, y los paradig
mas y los sistemas no descrían diferir drásticamente en U “bondad" de sus
suposiciones metateórícis-
Es en el nivel teórico donde encontramos la gran dilerencia. JUis ciencias ma
duras poseen teorías lo bastarte e ^ c íf ic a s y con el sufícieate valor predictíve
como para que |>jcdan d*rse grandes éxitos o lerdbtcs iracusua (anomalíus). Sin
estas teorías no pueden e.xbtir .*if ciencia normal ni crisis. En las ciencias menos
evolucionadas, por lo ^ n eral las teorías no son lu bastinte precisas como para
Kf refutables: por lo tanto, tampoco pueden ser correctas al raenoc de tm modc
«gnificativo.
A los ainemas no les 'altan datos Los paradigmas los crgar<izan mejor y las
Sistemas ptícológicog 27
ciencias más evolucionadas pueden recoger información más c<mñable. Sin em
bargo, las diferencias en este nivel extremadamente concreto no son tan llama-
Üva$ CIKHÜ las que »c observan en el nivel teórico. Por lo tanto, podemos con
cluir que los sistemas y los paradigmas se diferenciar) primordúlnicnte en que
los primeros carecen de la fuer?a uniítcaüora de las teorías bien desarrolladas,
sólidas y precisas.
Los historiadores existen desde hace largo tiempo, ya en el siglo V a. C.,c] ate
niense Tucídides se hizo famoso por sus obras. En consecuencia, e n de esperar
que antes de Kuhn y de Watson gran cantidad de hisloriadores hubiesen desa
rrollado ideas sobre cómo debían enfocar ni materia y sobre qué es k> que de
termina la dirección del cambio histórico.
En lo que se refiere al enfoque, debemos distinguir tí hisiortciua del pn~
sentista. Loa historicistas están interesados en comprender cada períudu en sus
propios témúnoe, aplicando sólo los conceptos, las creencias, t u actitudes y
las posibilidades de que se disponía entorsces. EJ interés de loe presentístas se
centra, como es obvio, en el presente; lo que desean es emplear el conocimien
to de la histoda a (in de entender el presente. I.os liistnricistas tienden a su
poner que el enfoque presentlsta es ingenuo y que probablemente descuide ím-
poTlantes diferencias entre el pasado y el presente al hacer sus iiilcrpieluciones.
Un ejemplo extremo es el chiste sobre cl turista recién llegado de Grecia que
se jactaba de una fabulosa moneda antigua que había comprado por una bicoca
en el mercado negro de antigOedades en Atenas; la había sacado astutamente
del país guardándola en un berilio del pantalón, junto con cl dinero común.
“No tiene precio**, alardeaba, “ ¡es de oro puro y fue acuñada en el año 469
antes de Cristo?” , “ ¿Cómo puedes saber cuándo la acuñaron?” , le preguntó un
amigo escéptico. '* ¡Fácflí", fue la rápida respuesta, “ jsí tenía la fecha grabada?”
Pocos de nosotros sanos tan preaentistas como para no advertir que ningún
griego del siglo V a.C. podía saber que Cristo nacería 469 anoe de^ués. No táem-
ífse es tan f í á l . sin embargo, mauteircr las interpretaciones históricas Ubres de
error. Por ejemplo, alguien podría olvidar que Charles Daiwin experimentó
grandes problemas con la teoría de la evolución porque desconocía por com
pleto los principios genéticos ya descubiertos por Mendel. Otros problemas de
erudición histórica pueden resultar mucho más difíciles, sobre todo cuando
un traductor se interpone entre el autor original y el historiador. Si el traductor
no es a su vez un historiador experto, al efectuar la traducción de alguua pab-
bra quizás atribuya al escritor conceptos que no fueron elaborados riño hasta
muchos años después.
Hacemos confesión de nuestro presentismo. Nuestros inicreses y nuestras
capacidades primordiales se encuentran en el presente; el verdadero historie)»-
mo es demasiado absorbente. No obstante, haremos lo posible poi no com
prar demasiadas monedas intelectuales con la inscripción ”a.C.’*. Se puede
sostener que el historicismo cuenta con su propia trompa para incautos; no
es nada difícil dejarse seducir por lui anticuaiismo necrófOo y sumergirse en
3S S ü fe /n u }' teor/ás pacatógicos rjjntempotátte<M
cologia. Coincidimos con Bering cuando dice: “ Los griegos eran tan ínteligen-
les como nosotros: no hay pruebas de qoe dos miteoios de evolución hayan me
jorado al hombre en aquella dimensión en la que supera a los grandes monos'*
(1950, pág. 6). Ni siquiera hay pruebas de que nuestra Inteligencia k s supe
rior 8 U del hombre de CrOnMagnon, cuyo cerebro era al menos tan grande co
mo el nuestro. Debemos nuestra superioridad a U inteUgrncia del hombre de
Cro-Magnon y a los logros de la cultura humana resultantes de ella, el principal
de los Cuales es el progreso de la ciencia.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
LA ,'VPAJLICION DE L r\ PSIC O L O G ÍA
Hemos visto que Kuhrt distingue tres fisaes en la evolucidn de la d E iid a : la pr«-
paiaJigníiáUcs, la itormaJ y la revoljutiianHria En nuestro aatudlD da li paierfo-
gía TtcoQúceremos también tres fases de desairdlu que se superponen parda!-
mente: tuia píímers, durante la cual k pjácolngía no existió como dkd|:düia
de per diente; una íeguiida, cknimeate prcpaiadigindtica en «I sentido qtic da
Kühn a esa palabra, y una torcer*, iniciada td vei a fines de h Segunda Guetft
Mundial y en la que, según creernos, sc bs pfúducidtk un moviiiuBnto percep
tible hacia el logro de algo muy pr6xtfno ■ nn pafxdjgma en algunas de las áreas
que abaiua.
Nuestras rapices se encuentran en el período mis antiguo y, en canseeuanoui.
debemo* empcz:ar nuestra lucha para en leader dónde ertomos, in v e stl^ d o pn-
rneiu 1* evolución de dertas ideas que, al pamoer, rcudlajt necesarias a finí de
que la pdcnJdgí* cmcija como una <fiicipflina independiente, Gasquejarctuos en
to n a » al¡íunflí de los probleiiias mis específicos y concritos que motiva ron y
prestaron una fomia determinada a la nueva ciencia.
FO oB ofít
C ie a c ú
Cuadro 4. Csfrilinuúdóp
''m ente” . En 1628. Harvey describió la drculactón de U sangre, unos 250 años
antes de que Ehhinghaiu realizara su trabajo pionero sotm la memuria.
Se han dado muchas razones para este persistente desinterés de los cientí'
heos respecto de la conducta humana. Una de éstas es la inviolabilidad del ser
humano, sostenida por mudias institucioiies que se uptxn'an a considerar a una
penona como un fenómeno natural. Otra causa es la complejidad de (o« hoov
b«e&, como ki han sebalado la m ayor» de quienes han tratado de estuciailoa de
manera cientiOca. Una tercera podría ser que con turna frecuencia ei más fácil
ser objetivo con lo que nos interesa menos, y estamos muy interesados en Deso
íros mismos. Finalmente, es fiel) creer que. siendo nosotros nusmos seres hu*
manos, ya sabemos todo lo que hace falta saber sobre la gente. D e ^ é s de to
do, ¿acaso DO hemos leído a los que saben sobre la humanidad, desde Shakes
peare hasta Schulz. en cuya historieta [“ Rabanitos” ! Luey ofrece apoyo psi
quiátrico a cambio de dinero? Por lo tanto, al afirmar que se ha descuidado el
estudio de las personas, lo único que queremos ibeir es que el estudio cicniíflco
de los hombres, como disciplina formal, empezó tarde. Veamos ahora en pane
la preparación intelectual que hizo posible el surgimienlo de esa disciplina.
Aunque hay todavía personas que explican los desastres en función de "la
ira de Dios” , la explicación cWnt/fíca no puede tecurrir a tales descripciones.
Suele atribuinw a Tales, un fllótofo griego del «glo sexto antes Cristo, la ini
ciación de los íntcntoe por explicar los sucesos naturales en fuiición de otros su
cesos naturales; explicó la natiiraleza de la oijuteña en térmmos de un eltinen-
to básico y único, de carácter naturaí: el agua. Poco después Demócrito explicó
la materia en términos de partículas básicas llamadas átomos, y el hombre mo
derno sostiene todavía una concepción úinilai. Carece de importancia, sin em
bargo. ei que esos hombres hayan ado realmente los iniciadores de la tentbncia a
la explicación interna; lo importante es que la ciencia, tal como la conocemos,
depende del uso de explicaciones que se reílecen a observables pertenecientes al
mismo marco natural que los observables a ex]dicar.
Con el tiempo, la cultura que desairoUú c su idea desapareció. Es pro
bable que el escepUcixmo idealista de Sócrates y Platón, ingenioso como era, ha
ya contribuido a su desaparición. La Edad Media demostró poco interés por lo*
tipos interne» de explicaciones o por los problemas cienlirico*: quizá se creye
ra que un inttsis en \ía sucesos naiurries era m ^o para el alma. Lo que
había de ciencia durante el período medieval se lucalúaba en gran parte on
Oriente. Coiresponclió al Renacimiento, a partir de Galileo y sus contemporá
neos (según la convención más extendida), renovar el interés europeo por la cien-
d a natural. Un ejemplo de! pensamiento externo predominante en esa época es
el típico tratamiento de las convulsiones con azotes; se pensaba que esa acción
expulsaba del cuerpo a los demonios o malos espíritus, a quienes se consideraba
responsables de la conducta convuláva. Eu la actualidad, por supuesto, no se
empica ese tratamiento, porque se considera que la conducta convulsiva está
generalmente determinada por condiciones orgánicas del cuerpo (una expli
cación interna). Las explicaciones sobre la efícacia dcl elcctrocboque convulsí-
vanie que le emplea en el tratamiento de la psicosis son apenas más satisfac
torias q u t los de los malos e ^ iiitu s; pero buscamos una explicación Intoma.
Al denigrar las explicaciones extemas no damos por sentado que las iinpU-
caciuiies de la ex p lic a d ^ conducen necesariamente a tratamiento* ineficaces.
La gente con frecuencia "acierta por las razones erróneas” . Por qemplo, los
trabajo* actuales demuestran que el castigo puede servir para un propósilu al
eliminar las conductas indeseables. Esto podría llevamos a creer que d trata
miento medieval de administrar azotes toda vez que un “espíritu maligno” afec
taba la conducta de alguiai podría cmiducii a la eliminación aparente del pre
sunto espíritu. Watson (1963) cita uo caso muy interesante del cual se podía
extraer una conclusióa más conecta de un tipo de pruebas a las que conside-
rarántos totalmente inaeeptables. mientras que, tratándose siempre de igual pro
blema. derivaríamos una concIuBóo inferior de un üiteato de explicación "inter
na” basado en testimonios provenientes de la ubaervactón. Dice Wataoo. refírién-
dose a las opiniones de Aristóteles:
Con/hnsa en le ohsenación
KankwU. Lus enunciaJui» ilc KaiU »(>bre lo que está dado antea de la ex()e-
ríencia —espKio, tietnpo, unidad, etc. dejaron de tener mucha importancia.
Sin embargo, el problema que planteó sigue sin solución. Lo* psicólogos como
Piaget, que trataron de determinar cómo se desarrolla la mente infantil, los otólo
gos, que procuran dcscubiir de que manera el hombre y los anímales organizan la
experiencia, y los psicofísiólogos, que tratan de averiguar qué tipo de Informa-
cióu extraen las redes nerviosas, están todos trabajando en nuestra versión mo
derna del problema kantiano.
Como dijimos antes, no existe un enfoque puramente racionalista o pura
mente empirísta ni tampoco hay una nítida línea de demarcación entre ambos
enfoques. Prancis Bacoo tuvo que hacer uso de los métodos racionalistas en sus
argumentos, sí bien había 'Mescartado'* el enfoque raciurialista. Aun los cien
tíficos más ‘'realistas** y de ideas m is empíricas terminan por hacer enunciados
basados en sus observaciones, y, en consecuencia, dependen del método racioiui-
lista. Por otra parte, es más que prohaNe que tos l^ósofos racionalistaa tomen
ios supuestos piawáblea d t loa cfuc parten de alguna clase de observación empí
rica. La utilidad dem ífíca de las conclusiones derivadas de manera radonaHsta
depende de que estén en consonancia con las ubtcrvacionei. Aunque no existe
un enfoque puro ni un método claro para clasificar como más empíricas o co
mo más racionalistas las técnicas de determinados individuos, consideramos ra
zonable dedr que h ciencia ha tendido a poner el acento mát sobre lo empírico
que sobre lo racional Para un científico el árbitro definiUvu de la verdad no es
lo que debería ser raciontlmcntc sino lo que es desde el punto de vista de la ob
servación. Incluso esa afirmación es una grave sobresimpHncación, porque ja
más existe un árbitro deünhiva de la verdad y puede haber preguntas muy se
rías con r e c e t o a ‘lo que es**. No obstante, en alguna parte debemos teortirrar
la consideración de esta cuestión. Es evidente que la ciencia se apoya rnucho en
la observación.
Simpii/Jcaciún
Le» griegos parecen haber considerado que los seres humanos no tenían ningún
status especial distinto dcl resto de la naturaleza. Muchos filósofos griegos pro
bablemente convendrían en que la conducta de lot humanos está sujeta a leyes
y puede predecirse, de la misma manera que la conducta de la natuñaüeza inani
mada. Sin embargo, en la Edad Media privó una perspectiva difecenLe. Se consi
deraba a los seres humanos como criaturas con un alma, poseedores de una vo
luntad líbre que los ponía fuera dei alcance de las leyes naturales ordinarias,
quedando sujetos sólo a su propio libre albedrío y quizás al gobierno de Dios.
Semejante criatura, dotada de Ubre albedrío, no podía ser un objeto de investi
gación científica. Incluso se consideraba sacrosanto el cuerpo humano. Los ana
tomistas tenían que actuar también como ladrones de tumbas, lo que hacía de
40 SitfeiTw iy ita rm i ptÍC(tlf>gii-'t‘S a>nteiiiptiráivi(rí
jlica. La evolución misma uq cta una ifiea nueva, pero Darwin apuntaló la teoría
de la evolución can lajitas pruebas que tomó pur asallo a la comunidad cientí
fica. La cvoiuciÓTi reítableció la cGntinulded entre eJ hombre y loi animales,
quc había sida negada por Descurtes cuando atribuyó alma Búlo al ser humano.
También eutió en contradicción con el relato bíblico de la creación; la opoíi-
cí&íi teológica dio lugrir a una acalorada coFitroversia que se prolongó hasta e!
siglo veinte y dio la vudla a] mujido. Hoy csül uo se discute la coirección de loa
Ebieanúenlos generales de Is teoría cvaluciuiibi<(; la evolución es un hecho pana
la comunidad" cientíñea, si no para la comunidad liegn. Su aciptación hs hecho
más admisible la ciencia de la psicología. Tambléü hÍMi del eatudío de Ins anfana-
Isí una parte importante de esa ctencia; ¡a supuesta continuidad entre airiniíles
y seres humanos sirve de apoyo n la creeudfl de que el conociiTuerito logrado en
el estudio de loe animaks tendrá significada para la conducid Iiuiuüiiü.
Dediquemua un momento a repasar la primera paite de ítte cipítuln. Hemos
visto que la psicedegía ic dcsaitolló tardíamente, quiz.ú por SU CDinplojidad. pe
ro timbién poique la gente ha tendido a considerarse un objeto sagrado, a aer
sut^tiva y a pensar que conocía a la humanidad por el mctü hecho de ser huma
na. La ciencia ha tendido a desarrollarse alrededor die las ideas do explicación
Interna, uuiiñanza en la observación y simpIificBdÓQ, Cuando se ubicó a loa
seres huntaro» en lá □aturtJc^a al corsíderarlqra desde un punto de vista más
ietamnoisla Jf si atribuirles mayor 'ctHitínuldad con las otras formas de vida ani
mal, se hizo posible aplicar a su estudio las demás ideas CKiitfficas, y se limpió
de obstáculos el seudero que conducía a la psicología. Sin embaijitLi, una aiMen-
d a de obstáculos uu constituye una d enda. Tiene que haber razones para iniciar
una nueva j-Ijisp de cíludlo. Estas razones las proporcionó la exiuteoeia de un
conjunto de prohlemaí, alas que ahora nos abocaremos.
Las fantasmales aparKÍonca de los aneflos pueden hiber convííicido por piim en
vez q1 hombre de que había algo mía ds te que veían sus ojos. Le* escriMS de
42 JÍÍIírfW í> ’ lüfíríss píijiulásv-'ort-'iínlempursntnjí
las. El caqucnas no es ni siquiera exliiustiiru: ¿quién diju que había sólo dos
rcalidedcis? ¿Qué pasaría sí hubiera coaas mnteiíaleü, mente conscieiitc y mentie
inccnscíente. raL¿ioraílas enlre ai de tedas las rnaneias poaiblea? Tal vez cua
dre a la fantasía de algunos aleg ar la supercoiiciieDcia o uit alma íntnoruJ. Hs-
taa poslciCMCS ctm más de dos tipos de realidad recibirían el aumbre de plura-
r Íisffííis. Pero el ptobleioa ya es bástanle cumpliüudo come está, dejemos en
p02 a loa dcgniBS domudos.
DUALISMO"
WONISMO**
SOLUCIONES DE COMPROMISO
* Cualquier pauta de zbti que hupUque uoa liTereAcia báska entre la meiiK y eJcLitrpo, y
per le TU1CHuna relaaión que debe enpU«n«.
** Cualquier punta de neta que í|rt)ic U míenle u el eucipD,a que luí Lneluye tujo un tiiüh
ino tUlHD.
Diferencias indmduales
Dos campos de estudio que han mantenido su extrema importancia hasta el pre
sente son las diferencias individuales y la estadística, a la que en un primer mo
mento la psicología tomó a su cargo y desanoQó como un método para estudiar
cs'tar di/erencias La aceptación de la psicología por los noneamericsuios se pue
de atribuir en gran medida a bt efectividad de tos tests de aptitudes, que forman
parte del estudio de las diferetteias inóividielcs.
Sir PraiKss Gallón fue un pionero en el desanollo tanto de la estadística co
mo de! estudio de ta& difeiuncias individuales. Desarrolló la técnica de U cocre-
lación, en conexión con sus estudios sobre la herencia, l o condi:jo a ella la
observación de que en general ios túhes, por comparación con sut 3)adrei, re
gresan hacia la media en características tales como la altura y la :nteligenda;
esto es, que los hhus de padres extremadamente altos o b^oa, brillantes o es
túpidos, tíenden a estar más cerca de la norma en esas características. La o o
TTcIaciÓQ se simboliza ntediantc una r a causa precisamente de esta vinculación
inicial con di fenómeno de la regreáóa.
El principal factor subyacente en el üosairollo de los intereses de Uaitnn fue
la teoría darviniana de U evolución. Calcen. que era primo de Darwti, estaba In
¡■4eperictdn de te pstcotofííe 47
gícos significativos. Wauon pág. 249; 1971. págs. 275-276) observa que
Wundt verificó efccóvamenle el pulso y el dtm o respiiatorío en k» estudios
sobre la seaslhitidad; sin embargo, esus medictones oo desempeAao ningún rol
perceptible en su sistema.
Quizás la principal razón por la que en un comienzo la psict^ogía sintió ne
cesidad de recurrir a la fisiología haya sido el prestigio de que gozaba esta úl
tima. Con frecuencia los psicólogos han invocado a la ffsica y a la niaiemitica
por idénticas razones y se han desencadenado co n u o v ers^ acerva de si la prc^
tendida dependencia db U psicología r e c e t o de las disciplinas más antiguas
es buena o mala. En cualquier caso, Wundt parece haber hecho bien en se
ñalar una supuesta continuidad con la fisK^ogía, m k n tn s ai mismo tiempo tra
bajaba en problemas tan diferentes que no cabía duda de que la psicología era
una disciplina independiente.
Wundt podfa justificaise por nu hacer experimentación fisiológka debido a
su posición filosófica líente al problema mcntc-cucipo. Creía que la mente y
eJ cuerpo siguen cursos paialdos, pero que no ae puede decir que los aconted-
mientes corporales causan los acontecimientos mentaiea; sbnplemente, ios acon
tecimientos externos hacen surgir ciertos procesos corporales y, si mismo tiem
po, procesos meoiaJes panlelus (véase el cuadro 5). Pensaba que la tarea pri
mordial de la psicología era descubrir los elementos constitutivos de los proce
sos conacietues, la manera «n que esos elementos se relacionan entre sí y las le
yes que rigen esa conexión. Puesto que la mente y el cuerpo siguen cursas paca-
telus. ia rruinera más sencilla de Devar a cabo esa tarea, según W’m dt, era hacer
un estudio diyccto de los acontecimientos mentales aplicando el niétodo de la
rntruspeccióA. Posteñormenia la jüoicolugía podría encarar la cuestión de cuá
les son los proceso* coiporiks que acompañan a determinados procesos men
tales, pero este problema era secundario.
Wundt incorporó así a la psicología cierto tipo de problemática dualista. Tam
bién incorporó una fuerte creencia en el método experimental. Su investigación
se basaba en el trabato de laburaluiiu, nu en la introspección caseti. Intentó e.x-
cluir la especulación metafísica de la psicología. Coiutantcnuntc buscaba mane
tas expeiimcntaJcs de abordar los procesos mentales. El experimentaliano de
Wundt impbcaba que había aceptado las ideas necesarias desarrolladas en el seno
de ía ciencia, ideas que detfíaa aceptarle anles de que la psfcolo^a pudiera sur
gir como Líencia: la necesidad de explicaciones mtemas. la conflana en la ob
servación V la ubicación del ser Lumanu dentro del reino de lo científicamente
cognoscible. Su búsqueda de elementos de la coiKiencia muestra también sus in
tentos de simplificación, o d« reducciontmio, sí m prefiere.
El laboratorio de Leipzig^ lutidsidD oficialmente en 1879. se hizo cargo tan-
bién de muchos problemas específicos que esperaban una p s ic o ic ^ Se ha
mencionado ya el problema del üempo de reacción. Los problemas de la sea-
sación y la pcivcpcíáu se esoiisoron lomándolos de Helmhcátz, Fechnec y otros
Poco había en Leipzig que ífevura a peruur en lofi pr9C<u3txei de Ja pácolo-
gia del otr»3 lado dsi canal S-^3 por inHuencia de un impetuoso estudiosa nor
teamericano, lames McKeen Carttell. el laboratorio se ocupó en parte del pro
blema galloniirx) de as difereixlis indivlduaies. Con exactitud pioféUta, Wuudl
¿a ¿ipdrfcñin de ie pstcafu$U 49
RESUMEN Y CONCLUSIONES
LECTURAS RECOMENDADAS
Loa libros que se mencionan a continuación son obras clásicas sobre el tema de
la historia general de la dcncia: On urulerstanding Science: A historicat approach
(1947) y iianiard case hUtories in experimental K‘/«rtce(195?)de Cooant; Orí-
gi/is o f niodem Science: 1300-1800 (1957) de Butterfield; Guide to íhe kisto»
ry o f Science (19S2) de Sarton. Como fuentes de mfoiroación sobre la historia
Je la psicología recomendamos e ^ c ialm en ie Hiswry o f experónental psycho-
¡ogy (1950), de Boring. y The great psychohgats (1971), de Wafsoo; sin em
bargo, han aparecfdu y s^uen saliendo iiatos irábajos excelentes que el mejor
consejo sería consultar en las bibliotecas las secciones destioadas a la historia
de la paicólogía, y seleccionar los libros que uno prefiera. Los seis volúmenes de
so Sátemas y teorías psicoíúgicos contemporáneos
AsocUcionistaa
Inílueitcúis Fundador DesaxiúUadore^ Represes untes
antecedentes contemporineos
Aristóteles David Hartiey Thomas Brown WílUim K. Es-
(384-322 a.C.) (1705-1757) 0 778-1830) teB-Rockereller
Jamos MIU 0919- )
(1773-1836)
Hivraiis Hobbe« John S. MUI
(1588-1679) (1806-1873)
John Locke AJexander Bain
(1632-1704) (1818-1903)
George Berkeley Ilermann Ebbinxbaus
0685-1753) (1850-1909)
David Hume ívan P. Ptvlov
(1711-1776) (1849-1936)
Vladímir M- Bechteiev
<1857-1927)
Edsk’ard L. Tbomdike
(1874-1949)
Columbia
Edwin R. Guthhe
(1886-1959)
Washington
Capítulo 3
ASOCIACrONISMO
**A)á*\ puede usted dedr, '‘resulta que loa aut<HCS han hecho toda esta reseña
histórica que conduce hasta el primer laboratorio, iniciado evidentemente por
Wundt, y ahora, de repente, sé apartan del tema y pasan a hablar del asocia-
donum o” . Este punto está bien estudiado. En la edición aoierior abordamos
primero la escuela estructunilisu de Wundt. Sin embargo, el a&ociadonlsmo fue
anterior como fuerza unitaria y muchos de sus principios fueron adoptados
por otras escudas, sobre todo por la de Wundt. En consecuencia, llegamos a la
conclusión de que no tenía sentido hablar primero sobre Wundt, puesto que
tendríamos que hacer referencia al asociacionismo y discutirlo, a fin de expli
car lo que Wundt estaba haciendo. Por tal razón, en esta oportunidad nos ex
playaremos sobre el largo desarrollo histórico de la tradición asociacionista antes
de concentramos en Wundt y Leipzig.
El cuadro 6 contiene los ncxnbres de las principales figuras en esta tradición.
Más que una escuela de psicología, el asociacionismo es un principio psico
lógico. E) principio de la asociación deriva de protriemas cdstemológicoe plan
teados en U filosofía. A la pregunta epistemológica “ ¿cómo coaocemot?” ,
los filósofos empiristas responden “por medio de los sentidos” . Inmediata
mente surge la preg;unta siguiente: “Entonces, ¿de dónde vienen los ideas c<Mn-
{^ejos, que no son directamente sentidas?” La respuesta a esta segunda pregun
ta nos proporciona el primer principio de la asociación: “Las ideas complejas pro
vienen de la asociación de otras más simples'*.
Estando así el asociacionismo am igado en la filosofía, su historia se remon
ta a la Antigüedad; adviértase que en el cuadro 6 hemos incluido a Aristóteles
como el primer asociacionista. Mo obstante, U influencia del asociacicutlsmo se
extiende hasta el presente y algunos de sus principios orientadores sobreviven ca
si sin cambios.
Probablemente los empiristas ingleses constituyeron lo más próximo a una
“escuela” asociacionista. aunque se trató de una escuela más filosófica que psi-
c o l ó l a . Sus intentos de explicar la actividad mental llevaron a la enunciacito
de los diversos factores que hacen a la formación de asociaciones. Al describir
el desanollo del empirismo ing^ós. trataremos de mostrar la continuidad de pen-
samknto entre el empirismo y el asociadonismo. Aunque estos filósofos esta
ban más interesados en los problemas cpistemoló^cos que en los psicológicos,
ontídparoo categóricoanente los desarrollos psícoló^cos ulteriores en stu in
tentos de aplicar, de manera más directa, los resultados de la observad&i em
pírica a la serfudón de los problemas filosóficos.
Históricamente, tos conceptos asodacionistas han servido para reemplazar
teorías más detaUadas del apicrtdizaje. Entre los que contribuyeron a este as-
J-f StiteTTuií y teorísí p íím íó g íco í Cúnfemparwíem
EL EMPIRISMO INGLES
Los empiristof iugk^jr utilizaron loa raismos prttidpios de asociación qut ha
bía sugerida Arijtótielea siglos atrás. Sc^ún ¿ate, los itein!i sirnilájus, opuestos
o cústiguos tienden a asodaisc entre sí. El últfana principio, el de Is contl*
güidfld, es el que goza de una mayor ocept&dán unlvetsaJ: si dos cosas se ex
pe rimen tan próximas cu el tiempo, prohablcmente ambas se asocíerL La si
militud y el contraste son aceptailús por alfunos y rechazados pnr otros. El
único prifictpiú de asodacidn que aetegaruii tu» empirísras Ingleses a la Esta
de Aiistúleki fue al de causalidad, sugerida pot Üerkeley y examinado cou
amplitud porH tune.
El cuadro resume Jos princJpkia de asoctadún aceptados pot las figuras
más impoftaalcs del movimiento ;u!aoiadoiitsta.
Cuadra 7. FríncipiaidelasociociónisrrtO
Principinn
ñero para hacerlo. Como consecuencia de cUo. Berkeky pasó bastante tiempo
de este lado dcl Aliánlico, y durante tres años vivió en Newport, Rhode island.
Jorge II nunca pagó el dinero, de modo que Berkeley malgastó su tieropo. al
menos en lo que se refiere a sus planes ori^nales. Sin embargo, hubo quienes
se beneficiaron; Berkeley dejó su casa, sus tierras y su biblioteca en los Estados
lintdos a Yale, y sus Ubros a Harvard. La nación agradeció sus esfuerzos dando
su nombre a una ciudad de California, en la que ae levanta justamente una de
las Uiiíveisidades más grandes dol Nuevo Mundo. Berkeley llegó a ser obispo de
Cloyne, de conformidad con sus profundas convicciones religioaas, e hizo pocas
coeas de interés para la historia de la psicología después de su manifestación
inicial.
Filosóficamente. Berkeley era un idealista subjetivo. Para él, la mente era la
realidad fundamental. Tal posición está representada por la famosa frase latina
esse est percipi (ser es ser percibido). Para Berkeley el problema principal no era
la relación entre mente y materia (Descartes) o el de cómo la materia genera
la mente (Locke), sino el de cómo la mente genera la materia. Este tipo de po
sición, llevado hasta su conclusión lógica, conduce a un solipdsmo 0* creencia
de que sólo hay una mente, la propia, en la cual todo lo demás -incluso las
otras mentes existe sólo en forma de ideas).
Berkeley fue un pensador activo e ingenioso en el tem n o cte la psicoiogla.
Utilizó las sensaciones táctiles y Idncstésícas para destruir la distmeión que
había hecho Locke entre cualidades primarias y secundarias. También señaló
que las llamadas cualidades piimariai también, en realidad, fundones de la
percepción. Este argumento es congruente con tu idealismo filosófico. Creía
que la percepción de la profundidad visual dependía de la experiencia. Desta
có la tensacioaes táctiles y kinestéscas, y su asociación con los movimientos
oculares que ae producen al m in r objetos cercanoe y lejanos; esa comideja
asociación daba como resultado la “profundidad''. Se trataba de un intento
p slc o l^ c o espoeffico de responckr su pregunta filosófica general con respec
to a cómo la mente genera la materia. Berkeley invierte aquí la práctica del
materialismo de prcsuponei el inundo exterior y preguntar cómo llegamos a
conocerlo. Consideraba que los datos de la crmciencia estaban más aDá de toda
dudo y que e! problema radicaba en dilucidar ideas complejas, como el espacio
y los objetos externos.
De acuerdo c<m su trasfondo teológico, Berkeley intentó explicar la estabi
lidad, independencia y orden de los objetos externos mediante la apelación i
la mente omniperdpiente de Dios. Su posición metafíúca está expresada en los
siguientes versos humorísticos, citados por Russell, (1945 p ^ . y atribui
dos a Ronald Knox:
Re^Mes/a:
AU estimado sef^ar:
Lo extraño, en reaiidad, es su estupor.
Yo todo lo estoy viendo:
luego, el árbol sigue siendo
pues tiene su observador.
Atentamente,
Dios
cipal fue Observatíons on man (1749). Fue muy ioUuido por \ew ton y Lccke.
Su teonzación e n algo süm kr a la especulación anterior y menos elaborada de
Hobbes sobre el movimiento como concepto explicativo de le ecrividad oeie>
bral; Hartky postulaba ia exfotonda de acciones vibraloiias en el sistema nervio
so, que correspuuilerfan a las ideas e imágenes. Las vibraciones más intcnus se
rian las sensaciones, y las menos inlensas las ideas. Propoedonb asi una ínter-
pietación fíaioló^ca para la distinción, introducida paz Hume, entre impresión
e idea. Como las vibraciones tardan un tan teen desaparecer, las sensaciones per
sisten luego de la supresión del estimulo; esto se ofreció cumu una alternativa
distinta del punto de vista más corriente por entonces, que sostenía el flufo de
espíritus animales a lo largo de nervit» tubulares. Puso el énfasis en la conti
güidad. como principio de asociación, y utilizó principios asociacionislas para
explicar la percepción de la profundidad visiial -siguiendo a Berkeley-. Loe
niíffiK» principios se emplearon para expbcar otros diversos fenómenos, cunio
el placer y el dolor en las emociones, y c! sigaiTicado de las palabras.
Luego de Hartiey, el siguiente (ksarrollo importante en el asociadonismo
ocurrió en Escocia. Thomas Brown (177B-1820) reformuló los principios de
Hartley como principios de la su^stíón, para superar li objeción de la eacue-
b escocesa ortodoxa al asociaci<mismo y sus tendencias analíticas; sin embar
go, no había dU'erencta real entre la sustancia de lo que decía Brown, y lo que
los empiristas ingleses habfan estado diciendo respecto de los principios bá
sicos de la actividad nienial.
El aspecto más notable de Brown es su insistencia en los principios secun
darios de la asociación. Le interesaba el problema de b selección: ¿cómo se iie-
leccionaba, en una serie de asociaciones, la ssociacióo que ocurría realmente,
cuando h ab ú varias que podrian ocurrir? Bu este sentido, estaba interesado en
el problema de mejorar la predicdóti. Presentó virios factores susceptibles de ex
plicar la selección de b asociación particular: el número de veces que se había
asoebdo con el cemtenido mental precedente, cuán lecientemente se había pro
ducido la asociación con anterioridad, b vivide? de la asociación original, su
duración, y b cantidad de ideas presentes eo el momento de la selección que
tuvieran conexiones con la idea siguiente y cuntribuyeron asi a su fuerza aso
ciativa. Principios análogoa a varios de los de Urown aparecen en teorías del
apreadizaje mucho m is recieotcs. Conceptos como el de cantidad de ensayos,
proximidad temporal, dinanrisnio de la inierKsidad del estímulo y mmn de es
tímulos, guardan evidente similitud con los prinapiuc secundarios de Brown
lames Mili (lT73-1836ri presentó una de las pusivtuuea asociadoiiistts más
extremas. Su Anaiysá o f fhe phenamena cr/ A f hum im m inó n B Í9 ), publica
do tras siete arios de escribir en las vacaeJotres, presenta b “mecánica mental"
de MUI. Este sostenía que la ley de asociacíór p ^ í a dar razón de la experiencia
mental más compleja. La idea de ‘'todas las cosas", por ejemplo, contiene pre-
sumiUemente todas las ideas menores y es simplemente su suma. Suponía que
las ideas simples se unían para formar las más zomplejas, las c i i k s con el uso
se consolidarían hasta el punto de parecer una idea única. Una vez así, la idea
compleja m uniría a su vez con otras ideas pora fo m ar ideas m is complejas
aun. La posición de MiJ era la. más acabada cuanto a stmpbcidad - l i no en
Ásoeíaetonismo 6¡
Las leyes de los lénómenr» de la mente son a veces análogas a las me
cánicas. pero otras veces lo son a tas químicas. Cuando están en ac
ción muchas impresiones o ideas juntas, a veces tiene lugar un proceso
de tipo similar al de la combinacirái química. Cuando las impresio
nes han sido experimentadas en conjunción con tanta firecucncia
que cada una de ellas provoca répicb e iastantineameníe la aparición
de todas las ideas del grupo, esas ideas suelen mezclarse y unirse en
tre sí, apareciendo no c<»no varías ideas sino como una; de la mis
ma manera en que, al presentar al ojo en rápida sucedóo los siete
colores dcl prisma, le produce la sensación de blanco. Pero co e&te
último caso es correcto decir que cuando los siete cdores se siguen
rápidamente los unos a los otros, eneran el Manco; de modo que.
seg^n mí parecer, cuando ia Idea Compleja formada por la mezcla
de varias ideas simplea parece realmente simple (esto es, cuando los
elementos separados no ae pueden distínguir conscientemente), debe
decirse que aquélla remita de o es ienerada por tas ideas simples, y
no que consiste en ellas. . . Estos aon casos de química mental, donde
es posible decir que las ideas simples generan, más q ^ componen, las
complejas (1956, pág. SS8;pub[tcaadn a r i^ id 1843).
El mis joven de ios Mili abordó también el problema de cómo la mente crea
la mstería, problema formulado por Berkeley. MQl estaba dispuesto a admitir el
poder que üene la expectatíva p a n la mente humana. De esto se deduce que
Uno podria llegar a esperar que ciertas sensaciones Kan posiblct, de darse otras
sensaciones que surgen de un determinado “ objeto**. Mili denominó a este coo-
Jumo de expectativas posibilidades permanentes déla sensación. bl creía que es
62 Sistemas y teorías psicot^icos contetnpoweos
Ivan P. Pavlov (1849-1936) fue un distinguido fisi^ugu ruso, director del labo
ratorio de fisiología del Instituto de Medidna Lxperimeatal desde 1890 hasta
su muerte. En 1904, ganó el premio Nobel por susinvestigacítmes sobre los fac
tores glandulares y nerviosos en la digestión. Sin embargo, un poco antes había
hecho un deacubiímicnlo accidental, destinado a modifícai por entero la di-
iTcción de su carrera científica, y a ejercer un efecto profundo y duradero so
bre el desarrollo de la czencia psic<^ógíca.
Pavlov había derarrollado un a p e alo que pemúria rocoftet y medir la can
tidad de saliva segregada por nn peno bajo diferentes condiciones de aíimerrCa-
ción. En esencia, se trataba de un tubo de vidrio calibrado, insertado a través
de una fístula en el canillo del anima! Pavlov ^ g u r ó un grado muy alto de
coniml sobre los est±irjlc« amtnentaks en la situación de liboraludu; al ani
mal se lo enjaezaba en el apaialo dentro do jna cámara experimental iclaüva-
mente aislada y pnrvieti de inslrumcntos de registro en su exterior. El descu
brimiento de Pavlov consistió en percitarse de la ocurrencia peifistenU de un
flujo salfvál anríesparario. Esto es. :as eilímulce asociados previamente con
la alimer.tadén del animal (poi ejeoiplo, el acercamicalu JeJ asi>teflte. o b
vista del plato de k tu tu d a) tlegaben sn un m oaento dado a provocar la sali
vación.
Aaodadonismo 65
Ahora que hemos deaciipto de qué modo Pavlov descubrió el reflejo condi
cionado, debemos agregar que no fue la priment peraone que lo observó. Otra
de tas lecciones que nos da la historia es que casi nunca ocurre que alguien des
cubra algo completamente nuevo. Roben Whytt (1763) había observado la
existencia de los reflejos condicionados mucho antes que Pavlov, y también los
había descubierto l\viUnyer (190S) en Estados Unidos, sólo que este pensa
ba que carecían de interés y nunca continuó la investigación ^ su descubri
miento. Pavlov sabía tambícu de los trabajos de Scchenov (1S29-190S), quien,
en 1863, tiabk publicado un libro, Refle/os del cuerpo, en el que explicaba
la conducta compleja de una maneta bastante sinulii a como Degó a hacerlo
Pavlov
Poi lo tanto, la grandeza de Pavlov radica, como lia ocurrido muchas ve
ces. en gran parte en su tenacidad y en su capacidad para advertir la impor
tancia de un feuómeno que en la superficie carecía, al parecer, de trascenden
cia. Su juicio r e c e t o de las consecuencias de sus descubrimientos sobre la
conducta adaptatíva del anima] lo llevaron finalmente a formular un progra
ma de investigación activa destinado fundamentalmente ■ alcanzar una nue
va comprensión de la fisiología dcl cerebro. Habida cuenta de la naturaleza
adquirida de la relación cstímulo-icspuesta, se utilizó el ténnino reflejo con^
dkionado. El continuo interés de Pavlov per las fundemes corticales aparece
indicado en su clecctón de otroa términos referentes a los procesos que investi
gaba; por ejemplo, el de irrodiaoión, que implicaba una presunta fuodóQ exd-
tatoiia del cerebro y que dudía a los fenómenos que en la actualidad se lla
man más conúnm ente generalización. Dedicó todo su programa de investí-
gaciófi a un análisis exhaustivo de los factores comprendidos en el condido-
namieato, suponiendo que a través de la investigación de este tipo relativa
mente simple de aprendizaje reflejo podría penetrar algunos de los misterios
de los llamados procesos mentales superiores.
l^vtov prosiguió la investigación del reflejo condicionado a lo largo de los
muchos años que le restaron de vida. Su énfasis sobre el medio concordaba
extremadamente bien con la ideología m arxbti, por lo que recibió continua
mente un fuerte apoyo por parte del régimen comunista que siguió a la Revo
lución Rusa. Pudo desarrollar un sistema de psicología muy completo, que
ccHnpiendíi induso al lenguaje como ‘V gundo sistenu de señales", siendo ol
reflejo condicionado el primero. En sus últimos años, Pavlov dirigió también
su atención hada ios problemas de la conducta anormal. Consideraba, por
ejemplo, que la esquizofrenia catatónica era una cuestión de inhibición con
fines protectores, que se prodirc/a para evitar que el organismo íueni aobrees-
ümutado. Similares explicaciones especulativas x ap/ícaroo también a otras
formas de psicosis.
Resulta algo irónico que U gran influenda de Pavlov se haya hecho sentir
en la pticología, una dhciplina hacia la cual no parece haberse sentido muy
favorablemente predispuesto (véase 1932), más que en el área de la fisiología
cerebral, que era su interés prímano. Esta ironía no fue el resultado de una de
liberada maldad de parte de los íbiólogoa o los psic^ogoi. La razón por la cual
Pavlov fue m is reverenciado por estos últimos es senciDamente que estaba rea-
66 Siitcmai y leoriat ptlcotógk<» eonfemp0rin«H
EL CONEXIOvnSMO DE THORNDIKE
Poítulados
P o s ic ió n J r t n t e a lp r ttb ie m a m e n te -c u e rp o
Fiini'ipios de la conííídfl
La cuntribucióii mejof ctxiücida y que más cantraversias iig aiscitado enire to
das ]u que tuzo Tbomdike a la tvorm psicológica es su lt!y det efecto. E r sus
primeros inyestigacíuncs con onimdes en las cojas de trucu, le hobfa Tlan arin
Ja ¡(tención d aprendizaje ^ d u a t de la rcspiiests correcto y lo clmíoacióri 310-
diial de la incoTTecta, Aunque con el tiempo se denonJná este tipo ce apren
dizaje ensayo y error, en realidad l’homdLkE reDanocía el papel primotdíal del
éxito sscdücnbil en la fijación de las respires las. Se aMirdaron dertoe poderes
fartaJecedoiíS al sjerdeio, o frecuencia de ocurrencia; pero no tiJiTD como era
el caso euanio se añadía el éxito. Este e.s un enunciado íurmgi de Thomiiihc;
Todo acto que en una siruadón dada produce satisfacción, se asocia
cfiu esa situaciéui,. di ioüd,o que cuando la iltuadón le reproduce Ij
prubabitiddLl die uua TEpeticiíiíi d d acto es mayor que ajites. A la in
versa, todo airto que en una sltuacjón dada praclLtco dcaplecBr se des
liga de la snbuacfñn, da tnodo que cuando la shuadón recurre la pro
babilidad de repetición ¿el acto es ntiijiorque ¡uiLes n 9 0 5 .p á g -203).
AunqÍe los dsto? empíricos que apoyan la cslfiwncia (fel fenómeno han
sido ampüamsate verlíjcados, la interpietación Je Thomdike no tECibió una
acepiadún general (véanse Marx, 195b; Hilgard y Bov/oi 1975). Wo » d o
naron l3s expUaciones suatitvtivas basadas en secuencias de adivmanzrü u otros
tinos de psreiaEdad. Si TmalinciUe se demostrara ¡a existencis de uji efecto for-
taleeedor autornáüco, que no dependa de famorea cognitivüs (racionales), la
72 SisítmoM y tforios pñctAóficos comempomieos
Principios de la seiección
CRITICAS AL CONEXIONISMO
Klementatimo
Ensayo y error
h'^rcicio
D e te n f}in is m o m e ca n icisa
Nuestro ejemplo final se relaaoaa oon la última crítica. E>ui se basa en el ajcplú»-
mente difundido sentiiitxnlo ic cuc Isdcnciti mecanicisiz del tipo representado
por el conextoniauo de Thomdike destruyo los valores hunuuuM. Thomdike
tenia una respuesta cacaoteiútica para este tipo de o l^ d ó n . He aquí cómo
pltnteiba él el problema
Asochcionfimo 77
LAS c o n t r ib u c io n e s DE THORNDIKE
í
7JÍ Siitrnuis y íüs¿\rjci psicofé^Cí?s Ctmfemporá/tífíS
iraQifomnú en lírfar activo en íl citnpo dic los tests mentales y nrácTicai edu
ca áOTtal^n; fuie piunero en Is aplJcadón de irtediucnes cuüutiláüvus a cieiLos
prublicniiHs sociopsteülcgfcos, y ton tribuyó d desairolla de nuevas técnicas er el
campo de la leicicografia:. ¡Todo esto dentro de los ILiútes de una aula vida!
Thunulikc Ilevfi a todos esos campos oJ mismo lip j de enfoque directo y
r^EícD tan característico de SU persamierito, bra capaz de fr directamente t Ici
qufi él consideraba el corazúfi de un prohlEma. can muy poca de la verbOEtdad
que puede encongarse en muchos autoieS'- No úcipurU: lu que se piejise de ai-
¡iUjjas de sus ideas ni su destino ímai, no podemos dejar de admirar la frescura
y perscvemiicia de fltjuiuc que aportó a la disciplina.
Desde un punto de vista sisteni^tieo, la influencia de Tliorndike Ira 'dedi-
Ttádo, primero ante el avanOe del toaductisinOj itlSs ¡riirrerir>lo,- en la décjrria
de 1920, y «citti teniente al stirgir íi-'! vertfonea irtás cumple jas úoL ncoconduc-
tiano. l'ero su obra continúu sJendu u[i bstluartc del a&üciaciuiiánip, especiaf-
menle eti los campos cfcl aprendizaje anlnaJ y liurnaro, y e¡ de k psieoío'
gía cducajeimi&l. Todavía en Í07S, Hilgard y Bowpr dediearon si wjjutndo capí-
rulo de su popular libro sobre la teoría dcl aprEtidiv^e al coreiictoísmo de Thom-
dilcE, si bien recofiocífln la declinación, dentro de la psinulogi'a, díl intíiÉs por
d sistema. Con respocto a la importaücia de Tltonidüte :omo modelo, citan a
Tolman:
Ahora que liemos examinado los orígenes del asoaacUmisnio y hemos aborda
do la figura del teórico que lo ejemplificó en aa acabada versión bortcamcii-
caiiii, corresponde vet si lo podemoa describir en función dc4 sistema dimensio
nal pxopcrctoitado por R. I. Watson. A fiti de esclarecer nuestro pensamieiitc
con respecto a cómo se deben aplicar las dimcnjiucios, ¿iscuriremot hrevemsn-
te ia clasiticación media en cada dimensión y la raoóit por la cu ¿ U consideta-
mofi ur.a c'.asifícación razocable. En cada díiiM.*o^úu la pcsócii^ ntás a la iz-
qmerdb. caraclerí/ada por ía prímere ^ahbn en lapoter.diad de Watson, recibe
\
AtociacHmipno 81
RESUMEN Y CQNCUíStONES
Bstruc^JTBJil^
ESI'RUCIL'HALISMO
ANTECEDENTES DELESTRUCTLíRALISMO
v«9ti°acion 0s fíalfias del Ki^bro. Vl^undt sentía que d cítudio de Ji ftieuif tic be
ser ujia dco-cia de 1* expsiifliKia (y sn eíto co[>?oidalifl con Loa fEQumBluuiii-
gos).
Sin embalso. Wündt creía que l i psicolofila detiia ser Espeiimíiita]. achuLlz
(1^69) dice, citando a BoringL **La aplicacíún det mdíodo experinneittai el pro-
bleiria de la nmefite es un aeontecimienTo de sitigular importaniaii co k hkiode
ik la psicoJogíat un suceso que no puede compararse a ningún díid "' fcpíjiufe).
Tenemoi una fuan deLuJi con Wundt por haber instituido la psiefJfNgta coíTíO
jua ciencia eiípanmenta]. Citamos un pai^e de lo que él tieie que decir so
bre el tema;
inuti] p an lüs íines cieotíficos. Wundt aclgiú su posición eii el prólogo a Ptln-
íiipioi de psicohgia friw/íípicj:
Wundt c itíJ que U mente y el cueipc eran sisteinaí pataklos, pero no ínte-
ractuiuilcs. De este modu la mente no dependía del cuerpo, y podía astudiir-
sela iiirectamcnrc con provecho. FocmaliheotE se hablaba de '‘psíccdogii fi-
ajoíógíica” , pero la expUcacióiTde la mente por medio del estudio de la Elsiolo-
gía vendría más larde. Wnridt no pensaba, sin embargo, que Ja inErospeccion
fuem 1,1 única fuente del conocimiento pticologicoL
que adjudicaba una imporiaucii tiiuchu menor a esos aspectos <tc la psicología.
Aunque existen algunas irregularidades en su tratamiento de la p^ulogia,
hay muchas más en el cuadro que tiene el psicólogo modcnio de la psicología
wundüana Muchas veces tendemos a estereotipar o parodiar la posición de ca
si todas las figuras históricas, pero con Wiindl y Titchener el tratamiento ha
sido particularmente injusto. Anderson (1971) presentó una lista con enuncia
dos de Wundt a un grupo de estudiantes de nivel avanzado y les pidió que aparea
ran las citas a los nombres de un grupo de figuras destacadas en la historia de
la psicología, entre las cuales figuraba Wundt. Por cierto, cci ningún caso el
nombre de Wundt fue el a s ila d o con mayor Irecuencia a ninguna do las citas,
aun cuando todas le pertenecían. Era evidente que los estudiantes consldera-
baii que muchos de los enunciados eran demasiado modernos o tenían una
urícntadem demasiado experlmentai o conductista como pam provenir de di.
Wundt concebía el problema de la psicología experimental bajo lies aspec
tos; descomponer los procesos conscientes en sus elementos, descubrir cómo
están conectados y determinar las leyes de su conexión. La actitud de Wundt
hacia la cosa analizada y hacia la conciencia daba cabida a cierta ambigüe
dad. De manera explícita hablaba de procesfíi mentales y no de contenidos
mentales (11^44); “ Bn realidad, tas ideas, al igual que todas las demás expe
riencias mentales, no son objetos sino procesos, acontecimientos" (pág. 2.16).
$in embargo, era difícil ver a la psicología como la a e n d a que buscaba los
elementos de un proceso. El resultado de la falta de claridad fue la acusación
de elemenialismo estático: de considerar a los contenidos de conciencia como
si fueran elementos estáticos, estructurales. Se asignó a la escuela el nombre
de "existencialismo” , porque parecía que consideraba los elementos de la con
ciencia tan existentes como los objetos físicos. £1 uabajo experimental en Lei
pzig parecía a veces justificar las acusaciones de ios críticos, a pesar üc la ais-
temática oposición de Wundt a esa manera de ver su psicología. No obstan
te, la descripción que hizo Boring (1950) sobre la dononünación de la psico
logía estntcluralista es un hermoso resumen del tratamiento general acordado
a esta psicología en los Estados Unidos: ‘l-os enemigas de esta psicología
ortodoxa la nombran, pero siempre de acuerdo con lo que más les disgusta
en ella’* (pág. 431).
Bringmann, Balance y Evans (197.5) atribuyen al último ayudante de Wimdl.
Friedrich .Sander, haber dicho que éste, en su ancianidad, era un hombre ablan
dado pur el tiempo, cansado de controversias y afecto a las anécdotas: la cla
se de abuelo que a todos nos hubiese pecado tener; y. hablando como psi
cólogos, él fue el “abuelo” profesional que en efecto tuvimos. A él probable
mente no le habrían importado las opiniones de tus críticos y cuando pensara
en el asunin, podría sentirse orgulloso del hecho de haber enseñado a 24.000
estudiantes. En el verano (te 1977, mi esposa y yo (Hillix) estábamos junto
al hermoso sepulcro de Wundt y su familia, cuando un pequeño pájaro se po
só sobre la mano de ella. Wundt. que nos da la bienvenida” , exclamó.
¡Es de esperar que el experimentalista Wundt ^cnta se haya ablandado tanto
como para aprobar
Ktíructuralismo 93
EL ESTRUCTURALISMO DE TITCHENER
húiaD e30S elementos, cuílei son las ¡eyes que gobiernaíi su eumbina-
ci6n, y 3) coiifictíiilos con sus contlidoiifs Rsiodógicas (eorporalcsV
fromamos aquella parte de due^lra esperte usta que ooune siempre cuanfío otros
emplean la palabra mexi. Por Ju tanto, párete imposible crear un lenguaje, o
uso de! Ictigiiajc, ücl tipo re querido por ios estmcturalistas. Sin eíiibargu, debe
ser íiácíl correlacionar laa pafabras cod objetos que con cxpcrÍDiidas, ya
que dentro de la a e n d i loi lenguajes de obj-etus que tenemos son mis útiles que
los lenguajes de e^periet)cias. Para quien praoticn la introspeccifin, la tarca ^Ic
aldur aquel aspecto de su müjpple experiencia al cual se aplica una palabra par
ticular puede wr muy difícil. Ciertanieiite, Jos mlroapecLores no pueden poiicr-
íti de áüuírdq sobre el aapeeto coricspandienie mediante el expediente Je se
ñalarlo, ct}ino í t hace eii el caso de los objetos. Los dedos de ly niaJiD no se adap-
Laidn a los alcances mús remotus del mundo de la expetícncia. No siempre hubo
acuerdo en tomo a los hallajE&os de la intruspección, íuii con un control muy
cuidadoso de laj crjudidunes. Si hubiera sido posible asegurar el suficitíute acuer-
do uíentíñcQ para los haliiTgoJ de la intiospeccirtíij la escuda estmcturalisía ae-
giiúrra siendo aún hoy una fueras vitiii.
Luego veremos que eso no fus posible. Mientras tanto, intentemos desciibu
la infTtjspeccjúii, examinando aquellos de sus rasgos que puede compríodei un
paioólugD no introspectivo de hoy. Aunque pucJe ser inái que eso, !a intrnspei-.-
cián es por lo riicnos un tármino genérico que reúne varioi tipos de observaejón
llevados a Cabo en Ib pslcologi'a. [nvestrgadores diterentei, petr ejemplo los Je
Coriell y los (It WuizbuigO| tendieron a utOí^ai subvariedudes diferentes. La va
riedad de ubservaclfin vigente en Cotnell se llevaba a cabo bajo condiciones de
taburdtoDu, donde el investigador determinaba cuidadosamente la situacidn es-
timulajite, iticluyendo las instrucciones. Silo se utilizaban sujetos que hubieran
sido cuidadosamente entrañados por el mismo fiiveítigador □ por atrio investi
gador versado en el m ítado. Entre otras cosas, clcntrenamienp} incluía la admo-
nlción de observar las con ten idos de Ja experiencia e informar sobre ellos, Tam
bién indui'a castigos cuando d observador utilizaba lo que pndrííurifis llamar
“pilabfiM-Hiptiíicada'' a “paiabros-LoaLis" tal como noíottos CQncebímos or
dinariamente este tipo de palabraa. Sin duda, se recompensa ha el eiiipku de las
palabrexconsidínidju como descriptivas de los estados conscícntei.
Para dar al lector algo del sabor del método introspectivo tal camo lo desa
rrolló Titchener, reproducimos parte de un informe snbre iin experimento de
intr(3specci6n. Se liabia instruido a los observadores (fís) C. y f . para que ínfor-
rnanm sobre sus im ág^et tnnéskas, los estímulos utilizadus fueron formas geo-
metticaí Jg diversos colores. El informe de Murray dice así;
PROPOSICIONES EMPIRICAS
ciiMerto” . La adrnisdón de ifli cutídad tiubleia exigida una revisión de] ptuilo de
vista de Títclteucf (a sai>er, que las imágenes eran los eleumitos de los pensa
mientos). De modo que Titchenei rechazó las opuiioncB de Külpe y sus discípu
los de Wurzhurgo, a quienes se untó, an la defensa de un pensamiento sin imáge
nes, Bincl cu Fmuda y Woodwoith. de orientadóu iunciouiilista, en la Universi
dad de Cglumbia. TUdhener sospecliaba qi« todos estos leaultados podnaii Jia-
bcrse oiigiiiailo en una intruspeotiún imperfecta; es decir, incompleta. No en-
címirú ninguna prueba evidente de U cxísteTicií. de este eJemento advenedizo,
este pendxuuento sin imágenes. Sus sujetos no ctHifirmiifoii los hallazgos de
Woodwflrlh, El veredicto de Titcbener fue que el llamado elemento de pensa-
TUTcrto ers probablemerte un complejo no analizado de sensaciones e imágenes
Iduestiésicas. a las que sienipíe ca difícil encootiar en la conciencia. También ex
cluyó el elerneutu de “volumad". Un acto de volun^d em simplemente un com
plejo de bnágcncs quc forman ideas aulioipadoma dt La acción.
Titchcrer pudo incluir la steneión en au sialema, mediante el inmple espe
diente de asimilarla a k claridad de U sensiclón. Er alguros sujetos encontró
sqIq dos tipoi de claridaíl: uno central y claro, y ot.rn periférico y nscuio. En
ouoB sujetos tiabfa uiie progresión multteBcaloiiada de lo claro a lo oscuro.
Tichener rechazó la teoría liidíiiiciiiiuiial dd «eutiiiriciitu formulada pur
Wundi, De las tms dímensioncí íplacer-disflicef, tenítón-relajacióii, txdca-
cicu-calraa) retuvo idam ente la prim en. Las otras dos las redujo a seusaciones
e imágone», sobío todo kínesiésicjis. Por lo tanto, no debíjn ecmsídcraiite como
cancterístScas especiales del sentimiento; de hecho, no eran sentimientos en
absoluto.
Posteriormente Nafe ti 927), un discípulo de Trtchenef, redujo tambiiu
eiic únicíi atributo de scntimieTitu a «uwelones: d placer era una ' ‘ptEsi5u
aguda” localizada en el tronco a un nivel superior que la "presión sorda” del
dispiacíír. Sugirió que loe responsables ele ciítas scnsacittiies pudrían ser cierio*
cambios vxseulores. Si se aceptara el piriitD de vísta de Nafe, hasta el afecto se
leduclría a la sensación.
Hasta aquí hiomos e.xaminado la» propoiicioücs mía [iireCtajnEulc crup in
cas <euiincÍBdones de resultados expeiimentales) que aceptau generalniEute
los estnicttifaliatas; aifitiiisii de ellas son flais.temáticflí, y cualquier psicólogo
puede aceptnrlur no importan sus ciMiiieias sisiematicas, Por ejemplo, el primer
capitulo ‘•empírico” d* Titcheriei en /!« autUnñ o f ( 1899) se tltu-
Id "La cualidad Je k aeniacLún” . Allí se csainiran k a cualidades de la* scnia-
cíone» visuales, auditivas, olfativas, gustativas y otras. Dada examen de esas
cualidades .te haía en un experimento o demostríitión.
Ppítutaduí bdsitOí
sido Síop lados por los eatructuralbtaa ¡nJuyen los doii m¿iodüS hásicoi áü In
cieDCia: ei control y el atiúlisk. Cuncedi'ín gran impcirtancii a la oxpcTinietita-
cion y exíduiMi (jiros métodos por no t*r científicos, y ruó pod/m afirmar con
tEemasiflda JlncieiiEi que .a la psicdoüj'a ¡e habían crecido íus propias alas y era ya
j^ p e n d ic n te Je Ii nietafísiia. El conocí miento era empírico, no a priori,
Besde luego, se dat* pur senUdo que la rncute y la conciencia Cían conceptos
Utiles y cunstítUÉau el cajiipo propio Jel estudio piicológico. Se su^itonía ssímií-
rao que Ta intruspección en. un rtidlodo váJidu para e » estudio-, ufimétodu que
csJgfg uu máximo de entreiiantientn para lograr uii rendimiento efieicntc. Se
presumía que la coJiereiiJa y la ley ptesfdíati el reinn de lü conciencia y que la
tltente y a| euerpg eran lútemas paralelos.
Por pim plo, de acuerdo con esa opinión ¿dónde tenniria el cuerpu y
dónde empiezíi fa mente? ¿Lúa sentidos pEirtcneoefi a la raen re u ¿
cuerpo'.’ ¿La mcfUe siempre es activa y el cuerpo ea siempn: pasivo" ¿Li
liKiEti; y el cuerpo actúan siempre índependíentetrtcnta uno dej otm'^
Preguntas como dstaa iupjen de ir mediato, pero no éj nada fácil con
testarla!; lil piTüíeUtniO no tiene cscdUcb li^ict» de este Upo flfllO
p t f £ . J 4 j.
I0£ Sfsttmaty If.nríia píir.niAgii^ íantÉ/npOfáHCOS
Fríncipitís de conejcíán
Titcbener nunca pudo dai esas leyes, peuque nunca terminó su primera
tarca de análisis,
OHT) tipo dfi coíiexión que debía explicar Titchener cm el problema d d sig
nificado; ¿cómo llega a conectarse el significado con Ja sciisadúnl til conside-
rflba que e! problema era ajeno íl la psicdogi'a, pero de lodos modos desanoUó
una explicación: su famusa leerúi caritextitíii. Para Tilcbener, al signilicsda de
una wiisHCtón era simpltirenla el cunicxto de ctMicÍEncia en el que ocuiríi.
Uitm sensicLón simple no tieiije- si^Lficado; séJa lo adquiere de Jas otrns sepsa-
EslfuclaraUsmo }Ú 9
Prífictpios de sciscciúií
CRÍTICAS AL ESTHUCrUKALISMO
Este era ct sis tema llamado fiíítue/uniíúiTiw. Hl7o muchas con rrihiictoittís positivas
1 la cíEticia de la psicología: la liberé d« la metafísica, le dio un fUfdadoso mé
todo experimental y un uüdeo cu tomo al cual oigan izarse, y coiitiibuyó ctm
hechas experimentales. Perq quizá su mayor coíitrihLiCi6n 1 3apsicología fueron
las criticas que provocó,
íníH7ipceici(Wi
El ataque más severo fue dirigido al corazón mismo del estmeturaJisma, el mé
todo intiospecrivo. Muchas de las criticss fuírim Ticonacidaa coniíi pnabletriM
p(>r Wundt y Tltchenei, quienes tomarcni medidas para astgumnie de que Las
críticaK no conservafíir su validez. Los que sisiien son problemas clave que tur.,
ruu liODSidemdas.
En realidad, la introspección debe ser siempne retrospección, ya que iiifur-
mar sobre un estado de conciencia requiere tiempo. £1 olvido es rápido, en es
pecial LiuTKdiatarnente después de tener una experimicja, de modo que tnl vez
se pierda inadvertidaníetiEe algo esta. También es poisible que la Tificesidad de
íeirujpecciórt Heve a hacer agíegaíJoa o a criar, espeeiaJmanLe si quien practica
la Liitrospeccíún tiene algún interés en una teoría a la que pudieran afectar los
resultados experimen udei.
A esta objeción re respondió en parte utilizando solfimenu; observadores bien
entrenados que trabajan con inlervaloi de tiempo Jü íuñdentementE cortos co-
rñü para líduíilr el olvido, y en parre mediante la postulación de una
mnésica primam, una cipecle de eco mental que preserva U experiencia basta
que el introspector pueda informar aobie ella. SI se hace el iofuime dentro de
los limites de esta mEmoria inmediata, antes de que cambie la atención conscícn-
te, entonce* se pierde ptx:o que sea de valor.
Una íEgjnda dificultad reconocida por estnicturahí-tas y erftieoses que la in-
tfospección puede modificar drásticaniEiitc la Expertencia. El ejemplo clásico
nna introspección de h ira; si se presta atención al estado, ésle rápidamente
tiende a dcsintegnrse y puede Degar a desaparecer por completo, E>e iriwlu que
la técnica ds medición Interfiere con la expcricit'eíJi, tal c-miio Id hace con los
(ItcLfOties en t í caso de] iTíieo. Situación en cierto modo análoga a la dd antro-
pótí>£¡o ciiíhiral que quiere otoíefvar en detalle los hábitos y costumbíei de otiú
cultura. Su misina presencia en una familia sirve para contaminar la cimducla
de sus sujetos. Los defectos indeseable* de tal Intrusión pueden minimizarse si
i'ííTucíanifismtj Jll
el observador llega a vivir en la familia y lennina poi ser aceptado; Jfl cnniiLic-
ta de Jus sujetos, se hará progresivamente más nufjnal y su intrusión dejará de
afectarla. Pero este prtKíSO, a1 igu»t que el de cniiíjnatstí para aceptar d acto de
tntrospecciuiiar efl la familia mtmtal, sólo puede logíarse mediarte un prolon
gado y arduo esfuerzo. En el ciso de la familia mental, el esindu de cosai^puede
verse afe-ctado por el proceso- de entre naraiento. Wundl postulaba una indepen
dencia de la cosa observa ds. que se daría cor la experiáncta, pero Titdisjier
aparenteJTieiite no tenía una posición tan fltme; slmplernente creía que, cou la
práctirai. el observadOJ esperimentado no tenía concifincis del acto de obaer-
vación.
Una Icreera dificultad radica en que los psitólogos que practicaban el rtiélo-
do Introspectivo cii diferentes laboiíitorios, nu obtenían lestiUados compara
bles; más bien, los científicos de un laboratorio anrmaban cosas que cuutrude-
cíbh lüs rcsullttdoa ubtenióos por cien tíficos en otra lugar fUuriiie, llíS3). En
nuestra discusión previa dijimos que d Bcuerdo sobre un lenguaje que describa
la experiencia tal como la observa el introspecLor, no e s Imposible sh yirÍHc^ío,-
sin íTiibargo, ^ólo vería posible sobre ffl hase de un crmtrol de las causas Cile-
ñores de la sensación. Parece haber sidu emp/ncamefíie. imposible elaborar un
lenguaje irtrospectivo an el que ie conviiiiers y que resultara útil. Titchener
continuó sostenKHdo que ese itcuerdo se alcanzaría a su debido tifmpo, proba-
blcmentc cuando todos los introepectores hubiesort apretidjdíj a realizar su tra
bajo con la miama exiietílud y el miínio cuidado que él y Sus dlícípuhvt. líl
acuerdo nü llegó nunca.
El cuarto argnmeuto fue quizás ei más decisivo. Habñi cada vez más pruebas
de que existíais dalos que fiertenecíars, en sentido estricto, a Is psicologíi pero
que no atan accesibles a U ¡TítroapcLción. El propio Titciicner reconocía los !ig-
uifietidos Inconscientes. La uscuúlú de Wurzburgo piesiofió a favor dul cceuno-
cinuento de los pensamiontoE stri imágBnES. (ic carácter cícmctital; dsha torta la
apariencia de que el pBiraamientü cofitifiuaba, despreocupadamerte olvidado
del "becho*’ de que nu podfi hacerlo con independeisda de las BlEaiumtos que
el Bii-álisis iiitrLiapecTivo había tevelario. Los psicoaiiBlistas sosletiíaii que habían
demoitrado, máa aflá de cualquier duda razotsable. que las ínílueiicias irtt'rmíi-
titn tsx desenijsüíSan un papel en la madapta-ción y eo la inntivacíán cotidiana.
Ird u sa los psicólugos de Is vida aíiimal se npiisiemn. pues estaban obte
niendo iitTe resantes resultados sin cfiipleatla tnirospeccíOn. La marea creciente
que había estado ocumetiendo el riiuto de la ortcfdoxia terminó par derribar-
lo. y Ifl íntroí]>ccci6n no fue ya el único método psicológieü aceptado.
Según parece, mueiios ériíüco» lleeaion íte un salto a la cundusíóii de que,
puesto que la ínlrospección no lu era todo, por con.qi^uietite no era nada, es
rledf, catBüíu de valor como método psiedógicü. Ya hemos visto lo difícil que
es definir la introspección. Nu deberm Jíetarse un* condena de coiáctei univex-
sal ccmtrH algo que DO está definido. Siotuprc. inclusú durante nuestra fase más
conducta], la psicolugía ha heúlici uso de datos que parecen haaaise en L in
trospección, de acuerdo con su deímicLóti mfii (sn. Katoa datos han hécbo con
frecuencia posible aprendci alga sobre los procesos ftsiológicos c inclusa las es-
iriJCiüFaSjfl veces mucho antes de que se pudieran hacer ubservaeloiies de las jjrw-
JÍ2 ■^itícmmy íeñ¡fíí¿¡i finiit/lúidcos tC/íItfHp(iíaiii^
pías estructuras. Por ejemplo, Thomas Y ouni (130^) propuso una tíuria Je ]a
víSflón en tres c ni ores y Helmhaltz la ikaairnlIJ en dttlalt más tic ld ágia intcs
de qoe las tiJcnJcas rrútrosicJpi'Caí hahieran prjgiEsaclo lo ajíicíente ccsno pim
revelar loa inss tipos fuudiuMiitales de receptores del íc Ilf en la film a. Cana-
Járamos que la uiiKdad dt ajgün tipo tfe ¡ntrospcociún está lejos Je habeiiíe
agotado y que, en consecuencia, no se la Jebü ixlegar aJ destiníj sufridu ñor el
sistema qtie se apoyñ tanto en ella como únieg sgjtdn. Si por inlraspeeciún en
tendemos e! empico Je li experiencia y riel tiso de ÍDfnrmesserfcales basados en
esta experiencia, entonces la intiwpecciün, tal como lo mJicñ Tirchener, tún-
pleinnoic w cwxü'cndc con la ciencia y es de suponer que sifimpre será utada.
Boríng (1^53) hiio un rísLimen de Jas disitritaa formai conieHipúrdjusaji c:e la
ifttiíJSpección, y QLroi autores perióditarrifitlle desempolvan rd tema para pre
sentar rm nuevo aspecto.
OTRAS OBJECIONES
mientu m iada, y pur fí kay que ím.p?£U, aii:i]jjcáiidolo primero que to
da. Si dtsptrés se demue&tra que lai sensuftmieB estjji esi coittira de loi
eientíntúB dd petuarníerla. EK> CsCaremOí peor que Si i¡i3 hubiésemoB
dadú por sentadas desde d eomiejiza. (ÍS9D, pág. 224,)
RESUMEN Y LUNLUILIONES
LECTURAS RECOMENDADAS
Como se ha podido ver en Las citas de este capitulo, el libro de Wuiidt CFund-
lüge títef pkvsioiogisotien J^ychoiogie (la . ed., ie73-lB7A; 6 a,cd., 1908*1911;
versión Inglesa, 1904) proporciona un buer cuadro de la posición sfetemitica
gene ral dcl cstructuralismo. EsLc libio, complementado con ’T hc postúlales of
a stnictuai paycholofiy" [1898) de Titdwner y “A lustoty of introspection”
(1953) de Boiijig, sirve adectiaddineúlie para una buena Cumpiieiisión del lenoi
d* la paicolojíía ostructuralista de principios de síeJo, Pueden también consultar
se los números del Arf\ericait Jüumai a f /Vycíifj/esy publicados antes de La mucr-
tE de Titchenei en 1927, cuando Sea posible L;0nscgijirios. Estos núraeroa ofre-
ficrt una perspectiva objetiva de las consecucnnas experimentales cotidianas
de la rnetateoría estructuratista, que no se puede obtener fádimeirte de ningu-
na otra numera. El 2>jcr-¿íMt o/piycóo/tJigy (1910) de TitEhener, TTte pAyifíCíLÍ
dónenstofií o f conxiousnesi (1933) de Boring, y im aitíeulo breve peto de t í
tulo largo, “ A psychologjtít] fuJictitin is thc relation of sucoessive differen-
tiaíions nf even^ in the oiganism’' (1937), también de Boring, completarán el
cuadro, mostrando córiio « desarrolló el estmcturaliamo y por qué desapaie-
ríó. Gfe^lt píychofíJiiiJíi (197L) de R, E Watson ofrece unaievista, a vuelo de
pájaro, de cada uno de los .sisternas analiüadns en arie libro; sobre este rnúmo
tema puede couíultarse también, por supuesto, la /flsicfty o f exp^fimenmi
pfjichoiosy (1950) de Boring.
Otaiko 9. Figuras im porronue (a ptícoiogta funciona/ista norteamericana
Funcionanstas nurteuoericancH
InnuflndA*
8ncecc<l»n(6$ britinicu Fioneros Fandadores Deiarrolladores
Diferencias individiu-
ics. testa, estadísticas
Sír FriiiciiGaUon George T. Ladd John Dewey Roben S. Wood«orth
(18221VU) (1842-1921) (1859-1952) (1869-1962)
Tale Chkafo ColUfubla
Ed«vard W. Scrlpture ((bhunbia)
(1864-1945)
Vale
Jantes McKeen CatieQ
860-1944)
Cfdumbia
C. Stanley ElaJl
(1844-1924)
Clatk
Teoría evniudontsta
Chirtet Dsrwin James Mark Baldwin James R. Angel) lUrvey Car»
(1809 1882) (1861-1934) (1869-1949) 0873-1954)
Princeton Chicago ChicaBo
WjUtani Jantes
(184M910)
Haivard
Conducta animal
OeotBC Joha Romanes Ed/ard 1. Thomdike
(1848-1894) (1874-1949)
C. Uoyd M o t^ CnHimbis
(1852-1936)
Capítulo 5
EL FUNOONALISMO
CoTtio era típica de ÍU Darwin fue incapaz de rsBQhrer por j í mismo el dile-
ma que se te piejentó al tveítir al tiibaju''Je Wallace, Düü do sui amigos, LyeH
y Hooksr, Jo ítsoJvíertm por él mediante el recurso de leer, en una rnismaiesfór
de la Nnnenn Society, el 1iformo de Wállace y un esbozo do laa ideas Jo Daiwiu,
Es digno ds destacar q|ue tanto Darwin como Wailace fueron arnigoa toda su vida
y que d respeto mutuo emergió incólume de una situación que podría halícr lle
gado a 3CT áspera y amarga fin extremo,
D a r™ no pudo tesponctoT pcraonaltncnií a las iracuodai; criticas qiic JíscTt-
cadenó su trabajo y que llegaron ¡, su punto cLdminante en 1859, con la publica
ción die TTttí Of¡0n o f SfiÉCies. La batalla le cupo cu suerte a Tliomas Heury
riusley (1825-1S95), d IñóJogo que fue implacable y briliimte amigo y colega
de Darwin, E] que Huxfey term inan fioalmcDlD por g;anirla victoria para U evo
lución (al mcnüi dentro dd marco de la comunidad cien tifies) ya es bistoría.
Cuando las cosas s'e ponían dificílES Darwin síemprE sentía la necesidad de rctj-
laise d Un balneario por ptobletnas de salud.
A pesar de sus excentricidades, este peno de presa científico fue uno de loa
imic medentes más impuibiutea J d rundoiiiilisiuu. Era un agudo ubscrvadur de In
conducta y tainhién de Ja morfoJogíi anirnai. Su teoría eatebJecia luiaccuvttruj-
dad entre los seres humaros y los aníntale& que era neoeiaría p m juitificai el
intenao esJudio de la psicologri aniiiiiJ. FinaJmeüte. el acento evclucJoniata so
bre Ja adaptación al medio ñie introducido de modo direclú como una "expllca-
d ó r ” de la conducta por víh dcI instinto, y quizá de tnadu indirecto como prin
cipie] de refuerzo.
Sir Fnineis CaltDii (1822-1911), inttpitudci por su primo Daiwin, estudió el
pTOblema d* la herencia en los seres humanos. Su aristocrática aspíraciór era
oantfolii Ja herencia, pero ptiimera tenía que demostrar su eficaicia ooina agen
te de cambio. Esta necesádad lo condujo a estudiar Ja herencia de ]a inteligencia
huinaiia, justitrietite algo quít wgün se decfaj él poseía en grado sumo (w Je
eatinuba ün CI de 200; véase Boring, l9S0.pág, 461). Par supuesto, estas es
timaciones ctiasi cuantitativas son nna tontería. Sin ennbatiga, mientras no se lís
tome demaiiado en serio resultan divertidas y nofi peimitóa rccotilai. ona vez
que si estudiar historia estamos estudiando Iqs hazaJios de personas bri
llan tea.
ffefeditory ganítu (1869) de Gal ton contenía estudias sobre los diferencias
indisidualEs de inteligencia. Ya hemos observado, sinlitieameate, de qué modo
Usitell continuó las invesfígucionesen esta anea,poco ttempn antea de que empe
zara i abrirse el campo de los rests mentales, para llegar a su plenitud durante ta
T
122 Sisumas y Teorías ptícológkos coaiemporéneos
A pesar de sus exiiavagandas, de las que lo que antecede es sólo un leve indi
cia, Spencer produjo la primera psicología coiii|detai»enlc cvuIuünu. Darwin
menciona expresamente Tire principies o f psychoiogy (I8SS) de Spencer > seña
la que trazó los Uneamíentos que debe seguir el desarrollo de la psicología evo
lutiva. Lo cual es un tanto extraño puesto que Darwin hace este comentario
en ITie origin o f i^ecies (18S9), jque fiie la primer» exposición comfdela de la
pruma teoría darviniana.’
Además, como lo hemos visto, Spencer iio titubeó, como el cauto Darwin,
en hacer amplias caracteiizaciones de la teoría evolucionista y en trazar analo
gías con la sociedad (véase Spencer, 1961; publicado por primera vez en 1863).
En consecuencia, su influencia se hizo sentir -aurique no fue siempre favora
blemente acogida- en el pcnsajnienlo social, la sociología y la psicología social
(véase Hofstadter. 1955). Spencer vio con claridad que los tipos de cambios que
se producen oo la vida de) individuo por nwdio dcl aprendizaje podiitui ocurrir,
mediante la selección, en la vida de tas especies. Lamentablemente, decidió que
las asociaciones adquiridas por el organismo individua] se podían transnitir
genéticamente; es decir, creí» que I amarek estaba en lo exacto. Se había per
suadido de la exactitud de Lamaick leyendo los argumentos en contra de su
teoría, lo cual indica que la testarudez de Spencer no siempre le dio lesullado.
Sí Spetreer hubiese rechazado a Lamarck. o siquiera no bubicic abierto juicio,
podría haber sido considerado un gran psicólogo en lugar de ser uno más entre
los muchos antecedentes de) funcionalismo. Aun así, la idea de atribuir los
cambios evc^uiivos y l(xs cambios con el aprendizaje a un marco de referencia
común, p)cro con una escola de tiempo diferente, es muy iiiipuriaiitc (véase en
Ftsher, 1966» un estudio de) temo). Podemos esperar que la psicología y la
biobgía modernas sean capaces de demostrar que incluso intervienen materiales
comunes -quizá con la particrpactón dematcrialesgenéticoscomoel .4DN (ácido
desoxírribonucleico) oel ARN (ácido ribonucleico) en el proceso de aprendizaje.
¡2 4 üiitem ín f ítw/fm ?ücoU>^ícQ^contimp<3r6ft^s
LA PSICOLOGÍA DE JAMES
waUam Jartirs (1 K4'2-l'í 10) fue el principal anceccdeme aorleartJiCriCitnQ dfil fun-
aonaliím o, á piererímoA no con^dsTarlD au fundador. Su obra en doj voídme-
nes, The principias o/psycholíJ£y (lR 90)jeraun dbiicü vjrtjaLncnu; antes de su
publicación, yu que gran parte de| libro habfa apuieEÍdD en forma periódiea, a
medida que se iban completindu los capítulos. Walson (19íi8) figuru entm [os
qiK? han íífialado que esta obra es todavía leída por quienes no tienen necesidad
de hacerlo, |un raro tributo para un libro de testo! Jamea ñie tamblíii tullido
coniu el más jíraiidv de luí pstcdloj^ rtorteamer]canos por sus colchasen una en
cuesta realizada después da £950. ¡Lo que n a está nada irtol para im hombre
que oaeribíú uii aoJo libro y que no hizo nada en. pslcxrlDgi'a después de 1S90!
Parte de la popularidad de James se debe a la personalidad amable y en
tusiasta qus aflora en sus escritos. Joncich (1968) afiFina de Janief que "elúlti
mo libro que leía era siempre una gran obra y la última peiauna que veij, un
lioinbre iJiiaravilloso'* (pág. 434), Considerando lo que James dijo con respecto
al üpü de psieoJogía fcchncnana (algo que examinaremos con más do talle en
un nwmentó) hay que pensar que iondeh debe haber estado hablando de mnne-
ra un tanto hiperbólica. Jaotics Degh incluid r llamar a Herhert Spencer ignoran
te, y dijo que' no tenía habilidad para elaborar nada en detalle. Pero Joncich es
taba correcto en lo esencial; JaijiES tenía errtuáasno incluso por las cosas que
le desagradaban, y sin duda tía feliz toda ver, que encontriiba sigo sóbrelo cual
podía entusiasmurw.
Esta peiaonaúdad no le peraiitiú a Junes ser un gran experimentaliata. Su
contrihiioiún aJ Jeaarmlto de la pfSíología se riiehih a su capacidad para sinteti
zar los principios psíDológicüs sugeridos por loi experinietitos de otros, para
efectuar conjeturas intuitivas allí donde faltaba el conocimiento y para pre-
s ín tu los resultados en un envoltorio verbal increíblemcjite atractivo. Durante
aüos, el dicho ravoríto de [os psicólogos ha sido que WíULani James era un pá-
códogo qUE escribía tom o un niwrlüla, en tanto que su hcrmtno Henry ers nn
novelista que escribía como un psiculügo.
CrumulógicaniEiLlc, James estd entre Wundt (die?, afloi mayor) y Tltcbener
(veinúciiico años menor). Como ha Btfífllado lieidbicdcr (1933), Jamos píect-
de y sucede a Titchener. en e! sentido de que sus ideas Feconoceo laíces meta
físicas más antignas, y aJ iriiamo tiempo han perdido tan pnen de su ínescutia que
aún ahora no Sólo es agradable Je arlo sido que resulta wrpretidÉntemente mo-
demir, aunque necesariameibte paaadu de moda en muchos temas. Jantes tenía
ur talento poco usuaJ que lo hacia práctico, fácil de leer, intEicsante y popular,
imponjendt) al miümo tiempo rtípíto den tifien. De ninguna manera sus escri
tos ñieroji una meta divulgajCióii; por el contrario, incluyeran muclio pensamien
to &interpre tadfiai ofigínaíes.
Jantes perrenedó a una conocida EonUta de Nueva ínglarEm. Desde bastan
te temprano curuEnzó a manifestar SU iBlcntu para descuhrii to que rio era; es
tudió irte Jurante un arto, y decidió que no era ortisU; recogió luego especíme
nes con el gran naturalista Louis Agassiz, y descubrió que no servía para esa, si-
El fiáocstinttis/nír
Pero ssría terrible que un andajlo Ean querido pudiera en trístecar núes-
tnt cienida para sUrupre uun sus piuáente; eatiav agencias, y cd un mun
do tan llena de objetos de itendón más outritivos rorzoraa Lodos los
estudinios futuros a tranátar las dificultades, nn sóíci de sus propios
trabajos, siró de los otros,, más áridos aun, escritos para refutarle
(1890, l,pág. 549).
ias minúsculai ganadas dfa y noche por Jas fiienai qutí la «rcaíi se su*
marin hasta obtener su rendiciím. Hay potu de i &¡aa e ^ o rn « to s
nuevos fdbaoftfl del prisoiEL, d p in iu lo y d ürojiúnietro. Les mlettsati
IflS jieg&cios, no Jai proezas. Lo q,'ie tío han hecho la generosa adiviita-
ciún, y esa superioridad de virtud que, cono enseñaba Liceror_, da a
un hombre la mejor Lontpfenddti de la naunrjleza, lo realizaran sm
duda algún día ín constante espiar y raspar, su teiiflffidad implacable y
su destreza casi diabólica Ii í'^^- 1'^* y sip-)-
E ! prugtantn positiva
Sería errünco suponer que James no fue itife que un críüco imelieeTite del ele-
mentalisTiio y el intiospeceionismo wundtiuiio, I»oí el contrano, formuJfi un
extenso progiairLa positivo para la psicología. Aunque personalmente prefería
no eiperimentaf, reconocíi el valor y la necesidad del mdtode experimental,
tanta para la psicología cíhiiü para las diaciplinaa iiiái antiguas. Sm embaígo,
hablando ea tíniiiitos más amplios, (a nota clave de sn prügTflmaessu acento on
d pragniatimo, que implica que la vnlidacióíi de cualquier eonoamtento debe
hacerse en términoi de sus cansecmcncías, valares o utilidad Según James, el
oonocimkntü útil para la psicología piuvcndría de estudiar pof igual la con
dénela, las diferencias ¡ndiridudea y los primñpiua líeueialixadoa. lo emocuSn
y Ins impulsos IrraciondeSi _v las capacidades intokctualea.
En el fondamento de Ludos estos tipos de estudio, estaba el ^puesto gene
ral de que In psicología de he estudiar/fírtc/wiei. que la psicologLa es una paite
de le ciencia biológica y el hombre debe ser ímisiderado en su adaptaci^ y tm -
daptadóti al ambiente. De acuerda coa la nueva e Influyente teoría de la evolu
ción James opinaba que Ja rmndiictB del hombre, y especialmente su uiciiEe, e-
be tener alguna funcídtt que justifique su supervivencia. A lo largo de sus cBoli
tas se lineen evidentes tambiín los efectos de la fonnacián médica de James,
por ejemplo cuando acentúe la importan d a de las eondimones de la menic y la
ootiductiu; para él, "condiciones" significaba "sistema nervioso . James maniu-
vo un activo ¡nterés, al menos en un nivel literario, por la tcoriaaJóu neura-
fisioiógica. Su contabuciúci original m is famosa au teoría (fe la em ocifm -ci
un buen ejemplo de esta tendencia, ya que James hace de la ríüHmentacion
sensoria] provcnifime de lai acciones corporales, el pumo central del proceso
emocional
I
Í2S Siaitima’ y lecvfeá ptieofí/yíeM ¡rtmleTrifíoranií»
HIONhFiOS l>KI.HIJNMONA!,lSVinNDF:TEAhíERlCAND
JamesMcKeen C'^tteli
John Dewey
John Devi^ey (18S9'19S2), filósofo, educador y psic^ugo. fue uno de los nortea
mericanos más ilustres de los últímo.s tiempos. Estudió con Hall en Hopkins, se
doctoró allí y enseñó en Mtdiigan y Minnesota antes de ir a Chicago. Huc l)ou>cy
qiticn envió a Angel! do Michigan a Harvard ))ard que estudiara con James. Algu
nas veces nos sorprende la cantidad de interrelaciones que el estudio deiolladu
revela entre las figuras prominentes de la tüstoría de la psicología. Probable
mente DO sea tanto así en lo qiic respecta a los hombres que acabamos de men
cionar, que pertenecían a una tradición común, como lo eseo el caso de Watson
y Titchener, sobre loa que hablamos en ei capitulo anterior. Nuestras catego
rías conceptuales pasecen hacemos visualizar las reuniones de la American Psy
chological Association en ol pasado como si hubiesen tenido lugar en un enomie
salón con carteles en los que re leyera: “ Estructuralistas, inscribirse y reunirse
aquf*, "Funcioaalistas. inscribirse y reunirse aquí", etcétera. Sin embargo, en
reguida advertimos que si tal reunión se celebrara hoy. los psicólogos se harían
visitai sin tornar en cuenta, para nada, sus convicciones sistemáticas. Así lo ha
cía la última generación; si bien los psicólogos se asociaban, lissta cierto pumo,
de manera selectiva, había mucha mezcla y tus psicólogos conueiden estaban al
tanto del trabajo de los demás.
De todos modos, nunlcner separados a los erjpos no habría ayudado a las re-
laciuiies personales. Titchener oo habría podido encontrarse con su amigo Wat-
son (dejando de lado el hecho de que Titchener no tuvo nada que ver cem la
.ónericon Psycholo¡^cal Association después de los prínieroe; años y por lo tanto
no habn'a asístído a esas reunieres que imaginamos). Dewey habría tenido que
encontrarse con G Stanley Hall, su maestro y colega funcionalista, pero ambos
se tenían una profunda aversión. Deu«y no habría tenido oportunidad de
compartir sus sentimientos con Wundt, que estaba muy orneado con Hall pues
éste había escrito una biografía sobre él. que Wuiiüi calificaba de "una inven-
132 Sbtfn^s y f^crias piicclhti^nt contcmporiaxtot
ciAn rte cabo a rabo” . ;Por lo tanto parece justo que nunca nos hayamos se
gregado por razones de sistema’
Vítiviendo a Dewcy, en 1886 lo encontramos muy feliz por la pubHcadón
de su nueva obra, ? ^ h o \o f^ . Su felicidad oslaba justiñeada. porque el libro
fue muy popular d e s ^ el principio; aunque fue effmero, por cuanto, como sa-
bemos. en 1890 James habría de puUlcar sus /Vinc^/es, un libro contra el cual
ningún otro podía competir.
Dk/. aAu« después de ia apeiidón de su libro, Dewey hizo una contribución
m is influyente, en un breve escrito titulado “ El concepto del arco reflejo en pñ-
cotogfa” (1896). El articulo se tisnsfonnó en un clásico, y se lo considera el
mojón más significativo en el comienzo del movimiento functonaüsta. Dewey
objetó el análisis de) v eo reflejo, que cortaba la conducta en unidades de estí
mulo y de respuesta separadas y por lo tanto suponía que los nervios sensoria
les y motores que participaban on los leflcjos actuaban de modo separado. Se
gún el esquema del arco reflejo, la cadena conductal puede dividirse en: 1) un
componente aferente, o sensorial, iniciado por el estímulo y mediatizado por
los nervios sensoriales; 1) un componente de control, o asociativo, mediatiza
do por la médula espinal y el cerebro, y 3) un componente eferente, o motor,
mediatizado por lus nervios motores y que culmina en una respuesta.
Dewey tomó ejemplos de James y de Balüwín para mostrar el carácter ina
decuado de sus formuladcmcs de la conducta en función de reflejos. Desarro
lló una posición organísmica, entendiendo la conducta como una coordina
ción total que adapta el organismo a una situación. Siguió el espíritu de James
cuando éste Insistía en la ccmtinujdad de la conciencia, más que cuando habla
ba sobre ia acción refleja. Dewcy consideraba que estímulo y respuesta eran
abstracciones convenientes más que realidades, y señalaba la necesidad de tener
una respuesta antes de que podanios decir con sentido que tenemos un estímu
lo; el reflejo total no es un compuesto formado por un estímulo y una respuesta
sucesivos, porque no existe tal relación sucesiva. La disiíndón entre estímulo y
respuesta es aftificial; es un resultado de seguir s<»teniendo el antiguo dualis
mo mente-cuerpo. (¡Dewcy decía esto en IS9ó!) Loa doe puntos principales
de la ítHmulación de Dewey son; a) que debe considerarse la conducta tal como
funváona, y b) que deben emplearse unidades molares para prevenir un exceso
de análisis elementafista. £1 primer punto marcó el comienzo de la psicología
funcionalisia, y el segundo fue una ifiiinacíón gueatiltAtta formulada veinte
años antes de que existiera la psicología de la Geatalt.
El aspecto funcionalista del artículo de Dewey k revela en el siguiente párrafo:
Uno de los hombres sobre los que más influyó Dewey fue J. R. Angelí (1869-
1949). H1 interés de Angelí en la vida académica se despertó por primera vez
leyendo la Fsychoiogy de Dewey, y posteriormente fue discípulo de él en la Uni
versidad de Michigan. El padre de Angelí era presidente de esalnstitudón y fue
allí donde Angelí recibió su rm tter con e^pecialización en filosofía.
Después de estudiar con Dewey, fiie a Harvard a estudiar durante algún
tiempo con James, después de lo cual partió bada Alemania. Esperaba estudiar
con Wundt, pero el laboratorio estaba completo, por lo que cursó un semestre
en Berlín e hizo de^ués otro en Halle con Eidinann. Cuando su tesis en filo
sofía estaba casi concluida, recibió la oferta de asumir de ínmedUto una cáte
dra en la Universidad de Minnesota. Aceptar el cargo significaba para él poder
casarse después de cuatro aAo$ de noviazgo. En este punto Angelí demostró su
herencia realmente evoíucfanicrA, por cuanto retom ó a toda prisa a Minnesota;
nunca luvo tiempo en su vid% turbulenta de volver por eí doctorado en filoso
fía, aunque posteriormente recibió títulos huiioiú causa. Angelí pasó uo aflo
en Minnesota antes de recibir una oferta de la Universidad de Chicago, donde
volvería a reunirse con su amado maestro, John Dewey. Se trataba natural
mente de una oferta que no podía rechazar y una mudanza que daría por re
sultado una escuela de paicologia.
Angelí Degó a Chicago cu 1894. Su pnmer trabajo en colaboración coo A. W
Moore (1896) apareció en el mismo volumen de \zPsychoÍoglcaÍ Review que el
134 SUienm y leorías pakológieos eontemporántot
artículo dt Dewey sobre el arco reflejo. Era un estudio experimental de los tiem
pos de reacción. Hi trabajo de An^D y Moorc intentaba resolver la controversia
entre Titchener y Baldwin. Títchener sostenía que los tiempos de reacción
eran más ripidos cuando el sujeto se concentraba en la respuesta (condición mo
triz)', Baldwin sostenía que, por el contrarío, eran más rápidos cuando el sujeto
se concentraba en el estímulo (condición fensorial). Angelí y Moore infonntron
que había amplias diferencias individuales en los tiempos de reacción entre su
jetos principantes, siendo en algunos de éstos más rápidos los tiempos sensoria
les, pero que con la práctica conunuada generalmente se luteían más rájiidos los
tíerrrpoa motofps. Esta solución schalabi la diferencia básica entre la posición es-
tnicturalista, con su énfasis en el observador muy entrenado, y la posición fuD'
donalista en desarrollo, con su aceptadón de datos de observadores tanto prin
cipiantes como entrenados.
En el escrito en que replicó a las críticas sobre su tipo de psicología, Titche
ner tomó prestado de James el término psicohgúz estructuralista como opuesto
a psicoiogta funcionailsta. Los térmíncrt estructural y funcional se emplearon
como base para ios recientementt definidos '"ismos” en psicología. Tticltener
fue así el responsable de la denominadón de amhos sistemas
Como ya hemos observado, Titchener estaba peleando y perdiendo la batalla.
Al tcniiinar el siglo, )os desarrollos en psícologta educadonal, psicología ani
mal, testa mentales y campos rcladonados, ayudaban a fortalecer la posición
funcionaüsla básica. Eue James Angelí quien se transformó en el campeón de la
nueva tendencia. Pudlcó un trabajo sobre tas relaciones entre !a psicología e.s-
iructuralista y la funcionalbta (1903). un manual (1904) y nnabneme la ex
presión más clara de la posidón funcionalista eu su discurso (1906) como pre
sidente de la American Ptychdogical Aasociation titulado **E1 campo de la
psicología functonalista” :
cierto dolüUe, (>or cuitsklerarlo el representante mis amplio y completo del fun
dón alismo.
La actitud de Chicago mientras Can estuvo allí fue tal que no alcni6 peque
ñas disputas ni problemas coa respecto a los sidemas. Se consideraba que lo
que se hacía en Chicago era ia psicología de la época, y aparentemente no le
sentía la necesidad de una sistematización fonnal. Marx 0 9 6 3 , págs. 14y sigs.)
había ubicado la teorización fuiidonalista cnüe el enfoque deductivo en gran
escala, en un extremo y ei enfoque puramente inductivo en el otro, La tenden
cia fundtmalttta ha sido la de ctmstniir teorías muy limitadas y restriñidas a
los datos. A este respecto, los funcionaUstas antíciptron la tendencia moderna
hada los sistemas nutemáticos en miniatura. Puesto que los funcionaHstas no
intentaron elaborar un sistema cohesivo, no tuvieron necesidad de in o ra r nin
gún dato en particular ni ningún enfoque de la psicología.
Los funcionaUstas tendían también a compartir el sentimiento de que las
otras potidooes sistemáticas **nuevas” , como el conductismo, la psicología de
la Gestait y el p&ienanálisK. tenían poco que o fiec » . ^ pensaba que estos mo>
vbnlcmos eran desarrollas exagerados y muy dramatízados de aspectos relativa
mente limitados de la pskolc^ía. Así por ejemplo el conductísta, con su insis
tencia en el empleo de mediciones de la conducta manÜksta, estaba mcrunen-
te atacando allí donde ya loi funcionaUstas, de un modo más tranquilo, habían
abierto las trincheras. El psicólogo de la (festalt acentuaba las cuestiones rela
tivas al campo de estimulación, que el fu n c ia n ^ ta ya había estado investigan
do durante mucho tiempo. El psicoanalista señalaba la giyji importancia de la
motivación, un concepto que había sido básico en todo momento para la insis
tencia funcionalísta en la conducta intencional y adaptatíva. Los funckmalis-
tas opinaban que las nuevas escuelas agregaban poco a lo que su propia psicolo
gía onuiicomprensíva había incluido siempre.
Examinaremos sucintamente el funciunalísmu de Carr tal como fue expues
to en su libro físycho/ogy, publicado en 1925, siguiendo una vez más el bos
quejo derivado de los criterios de McGeoch pora los sistemas de la psictdogía.
El lema central de Carr es el de It adaptación del organismo, que lo define como
a un funcionalista en el sentido más amplio de la palabra.
de fa psicoiogia
Posntlados
Al igual que en los otros sistemas psicológicos de los primeros tiempos, los pos
tulados del ñincionaliimo no se enunciaran explícitamente. embargo, se ha
cen rridentes vanos supuestos: I) La conducta es intrínsecamente adaplativa
e intencional. 2) Todos los estímulos sensoriales afectan a la conducta, no sólo
los motivos, tal como se loe definió m is arriba. Para Carr, no había una dife
rencia absoluta entre un motivo y cualquier otro estímulo; un motivo podría
volverse un estímulo ordinario después de haber ildo resuelto c<nno motivo.
3) Toda actividad es iniciada por algún tipo de estímulo sensorial; ninguna re.s-
poesta ocune sin su estímulo. 4) Cada respuesta modifica la situación estimu
lante. Como lo señalara antes Dewey, la conducta es esencialmente un proceso
continuo y coordinado.
Como todos los demis listeroas, el Amdonalismo tuvo también su cuota de
preferencias metodológicas, a las que cabría considerar como cuisl postutadoa
Doi de tas que parecían características de la escuela de Chicago - aunque al pa
recer 00 provienen de una perspectiva evolutiva- eran las que establecían que
se debía ckiamente preferir el experimento a la o b serv ad ^ naturalista y que
el aprendizaje era el área clave para el estudio. Por ccniiguieote, el fuodonalis-
138 Slstem aty nrarw pticoiógicoí contemporá»eot
mo, tai como de hecho se desarrolló históricamente en ios Estados Unidos, ten
día hacia el ambientalistno, cuando filosóñcaroeme podiíanios haber esperado
que se Inclinara hacia ci iunatlsmo.
Principios de conexión
Los pnncipios de conexión son los principios áeí aprendizaje, y cuino Udes cnin
el coisizón del programa de investigación funcionaliJla. Básicamente el sptendizz-
je era un proceso de establecer concxionei asociativas o de organizar eiemonius
de la conducta a través de la asociación en unidades nuevas y mayores. Muchos
funcionalistas, como Canr. se inclinaban a adoptar principios asociadonistas en
sus tfxplicaduiies ikl aprendizaje. La mayor parte del trabajo que continuó la
tradición de Chicago prácticamente no se diferenciaba del que siguió la tradidón
asocdacionista. Notables ejemplos de esto son el trabajo sobre aprendizaje verbal
hecho por McGeoch, Mellon y Underwood (véase después). Su trabajo sobre las
silaba* sin sentido es la consecuencia lógica dcl trabajo de Ebbinghaus, que mi
litaba en las filas del asociadonisfno. ¡Con frecuencia resulta difícil distinguir
caire las difusas “escuelas” del íisodadtwiissmo y el funcionalismo f
Por lo general, lo* funcionalistas preferían el enfoque relativo en la inlerfire-
tsdón del aprendizaje. Evitaban lo que Carr llamaba la búsqueda de constantes
y destacaban en cambio un análisis dimensional, estructurando una situación
de aprendizaje total en continuos específicos que eventiialmentc podían medir
se. Underwood dice ai respecto (1949): ■‘Cuando se puede demostrar confiable
mente (ccHigrucntemente) que cualquier fenómeno varía cuantitativamente con
respecto a alguna característica específica, tenemos una dimensión” (pág. 7).
Sus libros sobre pácología experimental (1957, 1966) ejemplifican en general el
enfoque fundonalista. Un discípulo y amigo de C a rrJ . A. McGeoch (McGeoch e
Irion, 1952), proporciona también un excelente ejemplo del enfoque funcionalis-
ta de los problemas del aprendizaje. Es repreaeiitaliva la posidón adoptada ante
el problema de la curva dcl aprendizaje, tema de controversia que evidentemente
estimulaba a las primeras generaciones de psicólogos experimentales. El fundo-
nalista se indinaba a aceptar que mientras no se completara el análish dimen
sional. ninguna curva podría llamarse la curva del aprendizaje: los resultados de
penden demasiado de la influencia de la situación específica.
Bq una carta inédita en la que responde a una pregunta sobre grafología
(1934), McGeoch expresó una vez la vduntad fundonalista de suspender eí jui-
d o hasta conocer bien los hechos:
Ame su ansia de infonnación concerniente a la grafi^ogía, confieso mi
inorancia. . . pero hasta que lo sepa, albergaré serias y francas dudas.
Irn el ínterin, me aferraré a mi prejuicio de que, cuando haya iranscucri-
do otro siglo ds trabajo fundamental sobre las cwnplcjidadcs de esas
fundones entrelazadas que fiamameu mente, será tiempo de abordar las
regiones apartadas donde mocun la profecía motar y fa nigrtTmaffda pro-
ximaJ. Pero para ese tiempo es más que probable que Robert se haya
convertido ya en un santo y el scúor Rhóie, que hace poco esparció sal
sobre la cola de la ieiepatia,sea un arcángel, mientras que yo estaré ha
ciendo rodar los tambores de la memoria en el iofíetno, para diversión
de ellos.
La investigación fundonalista se ocupó de loa factores que influyen en la
vetoddad y el curso del aprendizaje, mée que de la naruraleza básica del proceso;
140 Sísl&mt y /íw iflip rifflfñ g ífC 'í npntemporáneoi
Principios de selección
E¡ piognnna espdTwiieíifliJ
ron llevados a Chicago durante períodos breves, especiibnente durante las se
siones de verano, de modo que durante la década de 1930 la universidad se (Jasa-
rroUó como uno de los centros lectores de psicología, si no d ceutno rector,
SI) ErtudoG Unidos.
Hay una anécdota, quizás apócrifa, sobre un cuiega cue cti cierta opt^<
tunidad regañó afablemente al profesor Woodwor^ haber airtuado
como un mero espectador “sentado en la cerca" durante gran parte de
su vida profesión^, en lugar de biijar»: y cuiiiprurneterse en la contiu-
versia prevafecíente. A lo cual se dice que respondió Woodworth. des
pués (k un momento de reflexión: “Supongo que. como ustcc ¿ice.
he estado sentado roudio tiempo en la cerca. Pero debe usted admitir
que desde allí se tiene una buena perspectiva, ¡y además es más freí-
co!" (1959, pág. 129 .)
Este punto de vista puede do tener vigencia en su último libro (19^8). pero
cácnamente la tiene en cuanto d eclecticismo temprano de Woodworth; éste
tendía a aceptar contríbudonei síii. preoeupaise por sus orígenes. Iricluso en
la última obra de Woodworth (Woodworth y Sheehan, I964j se tiene la im
presión de que evaluaba los nuevos experimentos ce la siguiente manera: “Si
el trabajo es bueno, entonces es funcim al, y si es funcicmal. es accpláble".
La psjet^ogia dinámica de Woodworth difirió del fúncíonaliamo de Chici-
go en cuanto a la fuerza de la protesta contra el estructuralismo de Titchenei.
Woodworth aceptó en mayor medida las técnicas introspectii-as, y por momen
tos fue BSimisroo un finne defensor de la introspección. Sin embargo, recha
zó tanto el estruclunüismu cumo d cunducUsanu en cuanto u sus posibilida
des de proporcionar una metodología adecuada a la psicología. Fue menos
innuiiio por el asociactonismo y por los enfoques estrictos del tipo estimulo*
respuesta. Los teóricos del estímulo-respuesta sodían hablar como si el esti
mulo llevara directamente a una respuesta, sin mediación del organismo ni
dependencia respecto de éste en k deU;rnuiaci6n de la respuesta; ésta es U
bsK de la queja de que grsi parte de la psicología se ocupa dcl “ organismo
vacio” . Woodworth acentuaba la importancia de considerar il o^arJsm c, e in
sistía en incluirlo en la fóiniula básica que expresaba las relaciones de que se
ocupaba la pccologia. Asi, él no escribía b - R sino E - 0 R. Como cotoU*
lio a esta Icisisteaúa en e\ organ'isno, Woodwurlh dio más énfasis que les fun*
donalistas de Chicago a la motivación. Can podría definir la m otívaci^ co
mo un estimulo persistente, pero Woodivorth insistía en considerar los even
tos fisiológicos que mbyacen a la metívadón.
bl corazón del sistema de Wnodwnrth es el concepto de mecanivry:, que
tiene más o menos el mismo sgcificadu que el acto oíiap!aih\> de C'-arr. Para
Woodwoiüi. lus mccauiunu^ son resouests:» u conjuntos de respuestas iiiteu-
cicmales. Hacia la misma d slb c ió n que Sherringtou <1906} entre reacciones
preparatorias y leacciosies coniumalorias; las primeras preparan paralas reac
ciones próximas, mientras ¡as últimas Eevai: a cabo la intención. A&Ú zbri-
mox nuestras bocas (acción preparatnrki} a n a s de que piidamns recibir la co
mida y iragaria (reaccii^ oocsuniturlsl.
Según WouCworth. los áncclsos s relac.oaaban estrechamente con los me-
E l fiínrimuiismo 143
canismus. Aunque por lu general loi impulsos se ttefinen como tas condiciones
internas que activan luí mecanismos, Wouüwurth prcrcria pensar que los pro
cesos impulsivos internos son en sí rrüsmos tipos de respuestas. También lo in
verso era cierto; los mecanjmios, los modos conductalosnuniíiestüs que dan sa
tisfaedón a los impuisos. ipodían traasíoimaise en impulsosf Woodworth opi
naba que prácticamente tt^ o s los mecanismos podían transformarse en impul
sos, coriiendu por cuenta propia, pur asi decirlo, .^ p u it (1937) postularía más lar
de una Qoción ssmüar ensu teoría sobre la “ autonomía /uncionai de los motivos” .
Una contribución posterior de W'oodworth ofrece otro ejemplo de su tipo de
pensamiento. Se trata de su sugerencia de que el acto de percibir es intrínseca-
mente reforzante, sugerencia que fue propuesta en un escrito poco pretencio
so titulado “El reforzamiento de la percepción** (1947). La percepción es inter
pretada aquí como una conducta adaptaüva cuya etecución exitosa es reforzada
sin que operen condiciones impulsivas o condiciones t^oiv.pcnsantescxtrinse-
css. Este cscñlo y su último libro parecen ubicarlo más en el campo cognitivo
que en el del refoivamienro estímulo-respuesra, ya qu« no ve ninguna necesi
dad de operaciones reforzantes externas para que se mantenga la conducta.
CRITICAS AL FUNCIONALISMO
Dejinkión
Se dijo que el funcionalismo no era una posición lo suficientemente bien defi
nida como para constituir un sistema significativo. Un psicólogo formado por
Titchener, C. A. Ruclunick (1913). objetó lo que según él era un empleo vago
y vadlitrite dei término función. Encontró que se lo utilizaba en dos sentidos;
primero, como una actividad o un uso, v segundo, en el sentido matemático,
indicando la dependencia de una variable respecto de otra (una relación funcio
nal). Aunque puede ser cierto que hubo cierta vaguedad en el uro funcionalista
de ia palabra función, no hay en o r en emplear una palabra en dos modos dife
rentes. en tanto ambos usos sean gcnuralmcnte aceptables y no se tos íuifttcvtv
bie Uc^íUmuwcnte. l*itA>ab\emente, los fundonalistas estaban tratando de con
servar las mejores partes de dos mundos en sus múltiples definiciones; retuvie
ron en efecto un punto de vista generalmente evcducioní&ta (primera definición
de arriba), pero deseaban hacer hincapié en ni ennfian/a “ científica” en la ex-
pcrimcflttción, que nos proporciona reladooes funcionales entre variables de
pendientes e bidé pendientes (segunda definición de arriba). Can decía, y cree
mos que correctamente, que se podfa demostrar que <1 significado matemáti
co Induía a los demás. Este significado de Ii “fundón" en realidad es tan ge
neral que no hay nada particularmente funcional (en el aentído de la psicología
funcional) respecto de á .
Cienc ia aplicada
El hecho de que los fundúnalistas, con sus múltiples intereses en actividades utí-
htarm . no disfinguieran cuidadosamente entre Ib esencia pum y la aplicada, per
t*4 Sisttrms y teorías pticolágícoi contemporátiaot
Teleología
presume que es mediatizado a través de los etéctos sobre la actividad que son
contemporáneos o siguen al refuerzo.
Puesto que el problema de la teleología se presenta con tanta frecuencia en
cudquicr discusión sobre lis adaptaciones maravillosas de los organismos a sus
ambientes, tratamos de examinar la cuestión con el empleo de una analogía
proveniente de otro campo. Supongamos que alguien que cree en la teleología
señala al cielo y nota ia prodigiosa adaptación de los planetas a su tarea de dar
vueltas alrededor del sol.“ ¿Cómo podría esto ocurrir." preguntaría tal vez esta
persona, “a menos que las órbitas estuviesen diseñadas para cumplir con ol pro
pósito final, la revolución alrededor de una estrella central?*' La respuesta de
un no teleotólogo coherente sería fácil en este caso. Todos los planetas o todos
ios ccimpoffeflfev poíenctalmente planetarios que no Sc adaptaron a esta tarea
cayeron dentro del sol o fueron despedidos fuera de su campo de atracción.
Los planetas más apios sobrevivieron. Eran los más aptos sólo en el sentido de
que eran tos más a propósito para dar vueltas alxededc^ dd durante un largo
período; es decir, sólo dado un criterio para la adecuación y sólo dado un con
junto de leyes de la gravitación que determinen cuál satisface el criterio
Igual ocurre con los organismos. Vemos sólo a los aiipervivientes y éstos es
tán maravillosamente adaptados al medio; pero, una vez más. no podemos dedu
cir que se neceritó ele uo n>ecanúutK) teleolúgicti para cundudrlos a su actual
adaptación. Los resultados indican que la mayoría de las conductas do los orga
nismos sobrevivtentfs son o bien adaptativas o bton no totalmente inadaptadas,
pero esto es consecuencia de la selección y no de la teleqlogfa.
ECLECTICISMO
RESUMEN Y CDNCLUSlONES
fucToii Jolm Ctewey y Jame* AneeU, Bua repre unían lea madunoB fixiion Ilarvey
Can, en Ja Univoríidad <ie Chicago, dtMide se día el mayor dtEaiTúUo formal, y
Roben S. Woodworth, en 1» Univeiadad líc Columbia, donde floreció nna lá-
ma cdatcial con el nombre de patofugía dinámica. Como movJniientü sistemá-
tÍLO, ei ñmdonalisnio auigió cti opnsftióa a la paleología estiuetuialiiia de Tlt-
uhener. Puso tío fuerte acerlo en ei apiondiz^e, loa tests mentalDS y otro? te
mas utilitarirK. La importancia sistemática del funcionalismo dedinó junto eun
ia necesidad de oponerse al estrncturaiismo. Sin embargo, sus caracleriitlcas con-
viniEron a mnblioe psicúlugüs, y p o rlo tanto el fundonalisnio tontínuó su ca-
minOj modesto en pretea$i<nies, incluso despula de su dedinadúa sistem átla.
En k actualidad existen fuertes indiclüs de que un funciDnalismp modificaiJo,
mas perfeccionado y moderno, asti resurgiendo de una manera espectacular.
Se ha caratrtetizado el funcionaifsmo, espedalnifirile tal como está reprasen-
ladu por Isa psfgqiogías de Curr y Vtmdworth. como bisjdanieiite experimen
tal; jalertsado más en las interEeladuiies funcionales de variables que en Jas su-
perertruc turas teúiiCBS; aceptando tanta los datos introspeutivos como los con-
ductaiea, pero utilizatido sobre todo estos últimos; poniendo el énfasis en laeou-
duela sdaptativa y en la actividad lutencioiial, motivada, tanto dentro de un
marco E—R (Carr) eomo E -O —R (Woodworth), y revelando siempre un aotivo
eclecticismo sistemático en combinaición con un enfoque severo de los proble
mas experliDc Otales. Ha hedió y caotínjará haciendo una contribudón muy
impártanle d prugrcao de la psicología como ciencia, a pesar de su ausencia de
pretensiones sis temáticas.
LECTURAS RECOMENDADAS
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Cuadre 1Ü. Í''iguriís T/njHtríantes deí conduclímo
CaruluiTilsCB
EpflaBncúi
a n td b iije n tc i Fkhuefús FandadoK S DEBunoDajd'ares
T^vatucíáii y
cdiií 1j i : éii
a iim iil
D unb] J u n t s M cKeeii Jo h n 3 . W alxon A lh ert F , Wci*s
(1 8 6 0 -1 9 4 4 ) (1 3 7 5 -1 9 5 8 ) ( IB 7 5 M 9 3 J )
CclufTiliia H frp tjn : É sbfdo d t O liin
C. M ut^ t E dw B id L . T h n tn d U u V^ütBT S. K iu itu r
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C h ico te
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D e s c u te s [v in P, PMVIdV E di^-ud C, T o b n sn
< l í 9 e ’lS ÍQ ) (1 B 4 9 -1 9 3 * ) I l { t 8 í - J 9 6 |)
5 an F e ttx lb iU ;^ CaUfüDiB
L a M e ttiic V U ílü iif U. Bfcciiietiev E d n in tL G u th ife
l i ™ - l 7SJ> (1157-1 « 7 ) (1 3 8 6 -1 9 5 5 ')
San P e i» rib u r£ o W a i'iln i loa
CdljfnÍB J u n e : R . A ngelí
(1 T Í7 -1 S 0 S Í 11H 59J^9)
C h íc a lo
P o a itiv ism )
A ligúele C o n Be hliiK M e>ej C k jk L H u U
fl 7 5 3 -1 B5 7> (1B 73-L 567) (1 3 8 4 -1 9 5 2 )
M jssdori T n le
Jl. F . S k ía m r
(1 9 0 4 - )
U u v a rd
C a p ítu lo 6
CXDNDUCTISMO
LjVS p r im e r a s t e n d e n c ia s h a c ia
EL OBJETTVTSMO EN PS [COLOCHA
LA PSICOLOGIA .-^NJMAl
HeniGs visto ya lá nrinD itaiicía qiie Píto la Icoría evuiucúráfla darviniano para
el deaarrolki üe lu nticolL^'u eumo denjua, y en panncular cuona fjctnr lie tras>
Coitiiuffismii ÍJS
filosofía con Deiffty. Sin enibar^o, Anj¡oll acaparó su interés y lo condujo hacia
la psicología experimental. Estudió también fisiolngfa y nenrolo^fa con H. H.
l>jnqjdion y Jaeques Loe|>. Pensó cu Ja posibilidad de liacer su tesis con Loeb,
pera este último no fue eoiisiücrado lo bástame “ seguio" por Angsll y Donald-
son, por lo que ellos tnismos supervisaron hj trabajo. Watsoa concluyó su te
sis pitra el doctoTgrtri e i filusoiía en 1903, exactamenlr después de tros años y
ües verartoa, y se canvinió en rí graduado más joven que recibía ese título en
Chicago iiaata ese jijunicjilu (Waibun, 1936),
Aunque antes y despuís di graduarse « interesó en la filosofía, eso no du
raría, Waíaon mianio lo explicaba brevemente,
Estando en Cliicago. Wdtson Irabajó sobre todo con sujetoa animales. Línea
lies décadaa después, describía sui seníimientos al respecto:
La teas doctond de Watson. por con siguiente, versó sobre sujeios animales.
Realüada bajo la dirección conjunta de Donaldson y Aiigefl, se reté ría a la carre-
láciún entre la ctimplejidari cieciente de Je ccinduefa en la rafa albina joven y el
progreso de la medulacJón en el sistema nervicaio central. Una pieza de Ins-esiíga-
cióri tnejoi conocida, de las completadíts cii Cliicagü, es su análisis de las claves
sensoriales empleadas por Ifl rala en d apiendiraje de un laberinto. Aquí Watson
siguió las técnicas (Je Smsll, Morgan y ITiorTtdiíffl.y después de cUminDr siateinS-
ücaiitenlc los diversos seoTidos llagó q laconduíión de que la kirieslcaa Ique no
pudo eliminar complelamente) ers lo mis básico para el aptendizaje.
Eii mOtí Watson acepto un cargo ie pjrcifesur Je psicótugía^ la Unlveriidad
de Juhiij Hoplcins. Allí continuó su investigadón experúnentaJ de laboratorio
con animHki; colaboró (ion Yerke* (quien estuvo par un breve Inpsü en la es
cuela médica de Hopl((Tu)cn la uimstrucciori de mi aparato para probarlas ca
pacidades visuafci de lo4 animales, ijguiú cuisíis c hlra trabajo He Iahoraforio
üon Jennín^. y aparen [enteu te piogicaó de luia mane te atisfacTütia en su pro
fesión.
Ife acuerdo con su propia arirmatión, ya en épocoa tempransi comenzó a pen
sar tie una TTianerá cabalmentE objetiva. Sus invcstigacinnea anJjnoJes en Cbíría
it2 y teoríaspvicolóffeoK eonte.mf¡oréneiivi
£1 primer escrito sobre el ronductísmo fue seguido a corto plazo por un se
gundo escrito sobre los conceptos de imagen y afecto 0913a). Watson reducía
las inidgcacs a respuestas verbales implícitas, y el afecto a leves cambios vascu
lares en los genitales. Veremos más adelante que fue muy cdtícado a raíz de es
tas reduedones. Estos dos ptámetos escritos aparecen combinados en el capítu
lo üUroduclorio del primer libro de Watson. Behavior: An ifitroáutm n to com-
panlive piycUology, publicado en 1914. Este Uhn> Wa sido reedUado (1967) con
un prólogo de R.J.Herrnslein, que muestra con tutal claridad c¿ono Watson ig-
uoró príriero y adhirió después a Pavlov, Herrnstein Umbiéii perBla muy bicii lu
relación entre el pensamieiilo de Wíilsuii y el de Tulroan, HuU y Skinner.
En 1919 Wauon publicó otro libio, P&ychoiogy from the sumdpcint o f a
behaviorist. Este volumen CDm|i2eta el programa bosquejade en sus escritos an-
teriores. ABi extiende los mélodoe objetivos, de una manera definida, a loa pro
blemas conducíales humanos. La conducta verbal pudo ser aceptada corno dato,
pero la introspección fue rechazaca. (Esta (LstúiciÓD I k ^ a sus críticos a formu
larle acaloradas acusaciones de ircohsrenda). El acento recaía sobre los facioies
de desarrollo y ia revisión de 1924 ícck ia resullacos ¿eiallados del trab^o efec
tuado p(K Wal<;cn en el Hospital c« Johm IJoplrbs sobre las emociones infan
tiles y el condicionamiento emocional.
Coaductismo 16Í
Para ffal3(5n la psicología erj (192S): "'la parte de la cienaa ratiual tuyo obje
to de cstüilio ella condutU Ilumina, las acciones j vcibslizBeiDiKs, tanto apjitji-
didaa coma no aprendidos^ de los peisanas” (pá^. 4), Mo cj ftceeultiR ningUHi
mención de la vida psíquica o la conciencia; son **puros siipuasbos". Wat-
son incluía expresamente la verholkicián comn im tipo de enndutra (19^5)’
C9 hacer, en oua& palabias, es conchicrs, ¿labhr de una juincra maiiífíea-
ta, o hablsiTiDs a ncisatrcis misnios (penaat), es un tipo de tond'iKta Lan objetiva
como el bíiabol” (pígr 6).
El cOndlicüaiiio die Wat^'OD téDia doi atgetivüs espcciTkos: predecir la ica-
pueita, Güfiüclcíido el estimólo, y piedocií (en mdlidad, ^o:trín;ír) el Esiímulo.
CQnocietiüo la respuesta. Los términos estimula y respuesta repte sen ta han para
Wstsor conceptea más amplios que las Teconocidos por sus dsrtnlciottes usuales.
Así, decía:
FcíTíufaóíJS
I
Watsor formuló sua lupuesToa de ufia mwiers dilecta y cuidadosa, iutique no
uceesarfameIrte b ^o La ronna de pcstuladus. Los piizidpalts sqn los sígnieiitesr
]) La cunduela se compone de eleme/iírn de respuests, y puede ECi atkliisa-
da con íx ito mediatite Ine iTiftodois objetivos d t U ¿fcricia natumi.
La conduela se conpojic por eníera de sectvclones glandulares y ?n.í)ri-
mietfíoj musc^jlares; por lo cual es en última instanaa rcductiUe a pniueurs fí-
slco-químlCEM.
3} Anle lixlo cstíoiulo cfectiyo hay una respuestB Eiunediata de itlsCui lipo;
toda i?spue!li obedece a algún tipo de tstíirmls. H a/ entonces m estrieto
jípfíTTHíMtííio ffc r.íiasa y efecto en la conduela.
4j Loi peoresios ds b Conciencia, sí es que exfe ten, no f iioiieíi s tj estudia
dos c íe n rtjím v fu s. Los llégalo» cunaumiftnrBs n I3 cmiziefiCLa T'Cnregerchui
tendoTicias »obrarj£.rjralos, y dado que ctrnslituyiCE icmanmccs de lea fases tro
lógica pie^nlilloa!. De la psicalogíu es ueDeuno ignorarlDE.
}
CfméuL'ti^rrKí /tfj
Existe una cantiflfld d t supuefitra secundarios, que tienen que vet con Ja na
turaleza dcl pensanijentio, el papel del ambiente y otros temas iimilarei; se 1m
jumUzaíd er una acción ulterior, porque no aon esenciales para la aigumen-
tfeción central del conductistno.
iVflíHwíéM d e ¡ m d a ío s
í’riTícipíai de e fm e x i^
Ftíncipios de jeUcción
más □ menos seguiría el coriom u ttü] obieto ffsicci (cuerpoj con el cual se «Ip.
ci(wia, piüro en sí misnui no (endría suaiaacia alguna, y no ejoruería efectos cau
sales subre Jes ol^ctoi fíucos que j» producen fesíO es. no iutcractuaríaj. Esta
analogía, cojiio todas las :5n9legíae, es imperfecta; pero sirve pata aclarar la na-
turaJuza ^neral del punto de vista epifenomenista.
^En segundo lugar, uji unjuisinu conpleíanicnte fi'sico negaría la exñtencia
misma de la mentn, de modo que wrvlrín pcrfectamenic a los fines del cor due
lista.
LüS primeros pronunciamientos de Wafson fueron de un tipo menea extre
mo. PoT ejemplo:
lUcia 1924 Wat$on parec« haber llegado a «ua alternativa. Por sjcniplo. en
su debate con McDougaU (J. B. Watson y McDougaU, 1929), decía que la con
ciencia “ nunca se ha visto, tocado, olido, gustado o movido. Es lisay llanamen
te un supuesto, tan tnverífícable como el viejo concepta de alma'' (pig. 14)
Y .en un pasaje másexrenso:
Este punto de Wsta reduce por completo la mente a las funciones iisio ii^ a s,
y representa así una posídóQ conductista radical.
lYesentaremos ahora varios argumentos conductistas contra la existencia de la
conciencia, aunque no nos pronunciamos en cuanto a su validez. En primer
lugar, ios críticos preguntaban cómo podían explicarse las “ lagunas” de la con
ciencia, tales como las que supuestamente ocurren durante el sueóo. ¿Qué es lo
que se pierde? ¿Qué es lo que vuelve? No parece haber una pérdida mensurable,
física. En cambio, hay diferencias en la conducta. Les conductistas respondían
que la inconsciencia (tal como se. da en el sueflo o en la anestesia) signíñea slm-
^ e n e n fe que ciertos senderos ncurales están bloqueados, de modo que la perso
na no puede informar sobre la estimulación.
En segundo lugar, los conductistas sostenían que lo importante en la intros
pección e r e los estímulos, y no sus presuntos correlatos conscientes. La intros
pección es simplemente una manera de infunnar lo que se ha aprencido. por
medio del lenguaje. Son instnictivas al respecto las atiiacíones en (|je se
aprenden los términos “erróricos” : por ejemplo, si una persona ciega a los co
lores llana “gris" a un estímulo “rojo” , eso es eiróneo por:;ue au concuerda cun
la mayorix. de los otros informes vocales sobre el estímulo.
Ln tercer lugar, y como argumento más importante, el supuesto de que loa
hechos ro físicos interactúan con los físicos es para los ocnductístas una clare
violación del principio de conservación de la energía. La física nos dice q'ue en
ConekiCtiamo ¡69
CARACTERISTICAS SECUNDARIAS
DFX CONDUCnSMO WATSONIANO
1
mulos condidcc^dos audílrvos Yu tn d terrenu de to nc-nnal, el conductista
Conductipno ¡73
puede aludir también a la media lengua que utilizan conienlemenle los padres
para comunicarse con sus hijos.
En todo esto, ínsí&te el conductista, no hay más que conexiones y recone
xiones cerebrales; no son occcsahos loa sucesos mentales. El niño aprende a
decir 02ul, rojo o verdt, o ruidosa, a ^ d o o grave, debido al condicionamiento
de los hechos cerebrales, y no a experíeocias sensoriales. Watson prefería evitar
la vieja terminología, contaminada de connotaciones mentaüstas. pero Weiss y
otros conductislas menos radicales procuraron utilizar los viejos términos do-
UiiduloS de nuevos siguincados cuuduciisUts.
Watson extendió esta interpretación al pensamiento que sería u iu conducta
implícita o encubierta. Esta consiste en tendencias a los movimientos muscu
lares o loa aeciedones que no se pueden observar directamente mediante las
técnicas usuales pero que desempeñan un papel importante en la activación o
mediatización de otras conductas, m is maniftesias; es d caso, por ejemplo, de
las corrienies de acción que pueden descubrirse en la musculatura mediante
recursos electrónicos, en ausencia de movimientos maiiíricataznente obscrvablca.
A medida que se dcsareollan las funcior : del lenguaje —a partir de loa dos
años—, el niño tiende a acompañar gran parte de su actividad motriz con una
descripción verbal más o menos completa. Por ejemplo, cuando come tiende a
dedi “Sarita come” o algo así. Bajo la p re si^ de tos padres y de los otros
adultos, en quierres esto provoca una reacción dcsTavuraiblc, la criatura se vv obli
gada a reducir gradualmente la vocalización manifiesta. Esta tiende entonces
a transformarse en el habla silenciosa - o pensamiento- de la adultez.
El aprendizaje previo en forma át coodidaiam iento puede explicar tanto
las conductas corporales manifiestas como las respuestas de lenguaje manifies
to e implícito. Sí se inhiben los aspectos manlfiestus de la conducta, pueden
subsistir las respuestas verbales implícitas. El pensamiento, de este modo, resul
ta ser ante todo una conducta del mecantamo laríngeo, del tipo ensayo-error;
(al decir de un humorista,“ut0izando su tráquea para pensar, Watson deci
dió que no tenía mente'*). Sin embargo, Watson señaló luego que bajo ciertas
condiciones podría no haber siquiera una crmducta verbal de este Upo, y en
tonces el penauvúento ccmtlmuaría en forma de actividades corporales manifies
tas o de reacciones viscerales. La posición watsoniana acría entonces que pen
samos con todo nuestro cuerpo. Debido a las pocas conexiooes existentes entre
la serie de cambios viscerales y la de cambios musculares laríngeos, las respues
tas de pensamiento visceral son en gran parte no verbalizadas. Por lo tanto tie
nen fundamental importancia en el pensamiento no verbaiúado (tendencias de
terminantes, barmntos e intuiciones, sentimientos de familiaridad, extrañeza,
cuasi fcfniliaridad, certidumbra, etc.). Aunque el pensamienco ac da fundamen-
talmeote en términos verbales, puede darse en otras formas.
La siguiente afirmación resume la posición de Wauon reelecto del control
del pensamiento no verbalizadu;
ií
Cun-diií'tismct 17S
Querría dar un paso más esta noche, y decirles esto; dénme una doce
na de niños sfliüdihles, bien formadas, y un ambiente parn cha ríos tuc
yo mismo espctiilcaió, y pnHneio loruai iniu al azar y prepirarlq para
cualquier tipo de eípeciálidad que se pueda seleccionar, sean cuales fue-
ren sus tendencias, aptiludís, vucauicnies. talenlu y ra^n dC sus ante
pasados. . . Tonicn nota, por favor, de C|ue en caso de real izarse este
experimenLO se me pemJtLrá eapcctficai el rao-do en que se los cri&ri
y el tipo de am bien te en que habrán de vivir ( 192f5a, pág, Tü)
Er lo que hace al viejo desacuerdo entre la ciencia, que postula un m urdn na
tural cstilctajieiite deteiminado, y lu luolugía y diversos tipos de filosofía, que
aceptnn en general el libre albedrío, no ¿áben dudes sobre la posición del cou-
ductísmo watsoíiiano-. Va que toda la conducta, ¡ncluyendo la dcncmínida
vnluii taris y las cleed tatos, se inteipreti en términos físicoa, todoa los act(»
esiJn dCEcnmiiiadus físicamente de antemano.
El irrteiés de Watson iiu cataba tmito en el problema leúrica d d cleiermínis-
mo, en sf mismo, sino en su consecuencia □ Cürulaiio: la respflnsabiUdad per-
aonll. Junto con muchos otros paleólogos y sociólogos de ¡rclüiacionica conduc-
tlstas, 5C npiiso finncrntnte al supuesto de que los indlvid-lioS son persnrslmon-
le lEspoiisabIfs de sus acciones* en el «entidu liel Mhre Blbedría. E*to adquiere
especial inipurtanuía en rclauiún con piobJemas sociales ules como el ciimen.
El con duelista aceptaría el C9i£i.igu de los ciiminales con^o parte ik uu sigutma
general de control social, pero no sobre I4 bas« dc lina teoría da la retrthuciófl.
En Jugar de un tratamiento retributivo mediante el cual a: liana pagar al JnJivi-
duo desviailo sus vinlfldones a la ley, Watsort postulaba un tratamiento basüdo
en la necesidad de reeducación dcl individuo. Concedía que encaso de que los
ciiritinalEs no pudienin ser Balvados para la sociedad esto es, si no ptidifiia In-
graiM un recojidícioniiniicnto Satisfactoria bahía qi4C mantenerlos ercerrados
o díatruiilos.
Wntson ffliiniu desarroQó un viíionariü prüsrama de progreín social, una ática
ExpertmentaJ bisada eji el condJiietismo. Así. sii temprano entrenamientc fun-
donalista {paia aplicai una conccptuáUzanón conducráta a la cairurn del propio
Watsoii) stf manifiesta particularme ntiC al Giial de lu riífftai'rfirj'ím:
ficEisD que el canductistnp establece las base} pnn LIQI vida más sana.
Debe ser ura ciejicia que prepare 1 los hombtrs y mujeres pira la corrí'
ptansiúri de los principios fiuidiriicjitdlei lic su propia tojiducta. Debe
1
176 Sfftematy ieoiiaspñt<ííógic<itnanteinpori/iÉOS
Aunque Witsun fue, sin JiBCusiür., el prim etoy ttiAs sistemátioo de luí tonduc-
tistas, tuvo importantes defensores, slgujios de ellos muy veNemeníes. AlbertP.
l^'elsa nadó en AJcmaiiiu, perú De{56 u Eitadus Unidos u temprana celad. Fue
asistenle de Max Meyer, quien a aia vez. se hebÍR trasladado desde ía Uniuensi'
dad de Berlfr para fundar el laburatoria de psicología de la L'nivB.'itdad de
Missouri, en 190Ü. ílamos iiieüctonaíiti ya a Meyer como una de tus prinuerDi
objetivistw, cuya '‘psicalngja del ntrrii*' pre cedió al cnndiicí.istno de Watsítn.
Weiss se do cio ti en filtiaofia con Mayer en Missouri, en 1316, y desanrollo una
jcü v j carreia cii Ja üliiu State Uiiivcrsily. Su [ibiu 77iat;ep|j'üí¿ btiita o f humaft
heTioviar fue [rablicado por priniEra vea er 1925, Fiara Weias, la conducta era
un último táiminu redactibie a fírm inol fLacD'qafTiiícüs. La psicoiogfa, por
lo tanto, eri una rama de la física, t i primer Capítulu del Hbio se ■titula"'L(M
elementos riiTiciuinenlBÍe3" y corsiste en uti Bnállsis lic la «sinjcliirn J t la nía-
tena, la naturafeíA úr la Eotraía, H ioncepto de fufiriE, etcétera.
No debe pensarse qu« Wcíbí fuera un mero teuiizadur aJambicado y prKO
realista. Por el contrario, fue uno dE los más cuidadosos c ingen¡oe.os entre los
priiricTOS C'Snduclistaíi, dertamentE, mucho jtiííb Euiriadoso que Watsm en cuan
to R la definición de lermiriaE y el de ¡arrollo de cenoeptos. Bastará un ejem-
plu para mdicir esta Cialidad de su pensamientn teñrioü. n i fTitento rta explicar
la actividad voiurtarií (un problejna cuya resolucíÉC: no iriteresó a Wationj.
Para Weiss, al problema consistía en determinar qué cipo de conducía csld COii-
dJeinuadn a le. aabhra yahiníinio. Mientras d ittenuiJistüt di« que la mente liacc
laelacción, el condiictíirta dies qtifi üperaii csladot firitilújjicos ■Tv'tebrakís y que
el tÉnnino rau n ísrío aplicB eiiando bsy algún couniclo, -il Píenos en priten-
cia. entre las tendencias a la acciÓJi asgei^das con dif^rístes grupos de estfmu-
loí, A eu tiempo, un ^ a p o de bslíeiuIus luára un canal ñiiiuliiscu uliiro y d in
dividuo haci una '^Elwtión” . l'ct nipueitu, tilo e&ti deienumada por Ja espe-
riencia pdsitda, qjir ha modelado Tas conexiones cErebiales. El “ poder lie la vo
l'jfilad’' q j í ^uflLefftame.me se ejerceríj en lia elEZ-dcnts difíciles, no es pira
Weísi inds que ¿J ilcihorrisr rü Jas extiLL±nOiiis cerebrales en iss teíisi'.'xics nv>
frioes, íjue crecen poeque no se les permite tina fdiiLi irmediiLUi. El esiuerKo
¿E iu “ v-JuiiaiT CL^iatte ,íirii|Jcinente en ennu»cioj>f:s nrusculaics, que a su
Corubjctigito 177
CONUUCI'IÍITAS t'ONTEilí’OR.ANEOS
Una lista de luí psicááogol con temporáneos que sceptau el punto de vista me
todológico d-ct conJuctJimo jeríti cicrlanicnti; muy larga. Hay ctulro tiumbiEs,
iln ertlbar^, que han servido de puente untre Watson y el picscnlc; fueron im
porta ufes en vida (le Waísun. y Jo siguen siendo en la aotualidLid. Estos cuatro
hombres sun E. C. Tolman, E- R. Guthrie, C. L. fluQ y fl. F. .Skinner. Su impor
tancia contEnipnfinca es i;iuillIib, lanío que ntis adelanee. en este mismo libro,
analiüaniDii sua aiatcmaa Su papel en d pasado ha sido el de discernir lo bueno
quE había en el coíiduetistno warsonlanaj v agregar sus propias cpnttibueioncs.
Adeiiiís, síáaleinos d papel importante de autanes tales como C. ll. Graham
(1951. 195S) y W. R. Gamer tUamcr. llaiie y Eriksen, I9.5fi), que aplicarou
lai iiüdrmes Líjnductutas básicas u ],a psicoJogía expcihucnctl de la pencepcitin
visual, y D. 0. Hebh (1949) y R., C. Davis (1903), que lücicroii lu prupiu en el
cninpo de Ir psiculogíu r¡siolú[(tea. La psicologÍB que ha resultado de lus ct-
fuerzos L-reativus de estes hombres ei imidlo más sutil que cualquiera Je
cojilrihucírtnei! del propio Watsen.
Ooni!m;iisfTKi f7j£ti/dfjiágicu
En época ¿Un más neciotiie. (J'Pleil (lyóS) lia procuradu estdaiiecer la posi
ción dcl cisiductiSTa respecto de la conducta niedientE una relacJiVi etiire d ooa-
QuetisruQ y el reaJiinio en la lUusoíi'a, y efectivamente demueirtra con éxilo que
Ja ConEienda no constituye uji problema para los corductlstas riddicalea, aun
que tal vez lo siga sferdo para los Jemis.
Los intentos inídnles de Watson por traduíir algunos cancepins íiiaütaliHtaB
dfll len^iije con duelista limi sido ciiticíiiios (tesde dos puntos dé vista. Por una
parta. hay quienes sosüfinen que la aceptación de cualquier itínníno menta lis
ta debilita un siatema estrictaniente ubjetivu. Por otra parte. He ilibre de r obje
ta a Watiun:
.^ nnqUf esliiraoí de aetiendo con llcldbnidcr en que Waisoji hoto poco con
esai traduccicniifs, peinaitiüs que puede cGnEiderérscis^ Ctcn-D punr-js di pitrlidd
e.'l \i úbjeLiiación de los pmblemaE bien es cé rto q u Watínn pe-
Cntííiiictixma J ÍJ
Conductismo mela/isico
L)e manera similar, el conductista Hunter (1924) expresaba sus dudas sobre
la posición radical, al concluir que ‘la mera negación de que la ‘ooncicn:ia' exis-
u no puede disfrutar de una aceptación duradera entre los psicólogos^ (pág. 4).
Esta predicción de Hunter resultó bastante acertada, ya que la posición con-
duelista radical nunca ha goizado de aceptación general
Algunos de los ataques al cuaductisino metodolágicc pueden rastrearte, más
o menos directamente, hasta la Mipoúcióu subyacente de la posición metafísi
ca monista. Un buen ejemplo es la crftica de Hcidbredcr. Ella señalaba que
d el conductisla hace una negacida Usa y lian.*) do la conctenda:
Ha habido una plétora de ataques contra las posiciones más especificas que
adoptó Watson ante problemas psicológicos. Hay un tema, en particular, que
tiene la generalidad y el Interés suficientes como para justificai un tratamien
to detallado. Es el que se refiere ai dcteiuiiubmo y la responsabflidad perso
nal, y su relación con la defensa watsoníana de la ética experimental.
En primer lugar, se diju, resulta paradójica la situación de un detexminisU
estricto que intenta decir a la gente lo que debe hacer - jcomo si la gente pu-
die/a elejw por sí misma!- Una argumentación emparentada cen ésta es la que
se refiere al supuesto de m s estricta interpretación b - R de la conducta, inter
pretación a la que se considera mccauicísla y por lo tanto de w? valor explica
tivo dudoao en problemas prácticos. McDougall, por ejemplo, decía;
i
IS9
. . .cKmiíiflji dft un &oJpe muchos ptobLcruas pénceos que los más gran
des intelictos b ar enfrejLtsiLjn con eslto sólo parcial. . . mediante el
audaz y sírt.ple eLtpciliciitc de invitar al estudiante b cerrar los ojos,
aparLir% Je oquillai y cdviJarte de lu existencm. Naturalmente, esto
Injspiia jn sajUJin'enlo ie pioñirjla ^ t i t u d « i -el pedio de ir uchoa
jóvenes, s t esp e rií qaizás en quienes tienen que iprobatr exámenes
iWatsm y HcDougaU, 1929, pS^s. 41-áÍ).
gd>a. Era c o s o a d ^ ra ; “Es mejor encender usa vela que maldecir en la os
curidad; es mejor hacer estudios conducíales en loa que podemos estar segu
ros de lo que hemos encentrado que efectuar inttospecciím para tal vez no
llegar a nada” .
Como hemos visto, Bergnwin pensaba que la contribución m is importan
te de Watson era su insistencia en que no existen mentes interactuantcs. Es
tamos de acuerdo, pero la aflrmaciÓD de Bergmann debería ser mejor expli
cada, pues tanto podría tígniltear que I) no hay mentes que interactilen con
1m cuerpos, como que 2) no hay mentes que se interactúen directamente unas
con otras. üerKinann y Watson coincidirían cii aiiniiar que los dos enunciados
son verdad. Incluso los críticos del conductismo probablemente aceptarían el se
gundo; las mentes no pueden interactuar directamente salvo mediante algún
tipo de percepción extrasensortáí, que ao sería conáótnda con seriedad por
muchos psicólogos. La otra alternativa, la primera, resulta refutada cuando
consideramos el principio de conservación de la energía. En consecuencia, tal
como Etcfgmann lo expresa, en principio debe existir la posibilidad de prede
cir la conducta de los organismos si se (icoe el suficiente conocimiento de las
tres clases de variables antecedentes; las conductalei, las fisiológicas y lai am
bientales. Las variables “ mentales" no están incluidas.
Margaiel Washbum consideraba la conciencia un concepto útil y la intros
pección un método útil. No obstante, habría coincidido con el punto de vis
ta de la discusión anterior en el hecho de que reconocía que la exislencta de
la conciencia en cualquier otro organismo debe fundaiac en una analogía. Es
decir que |no hay mentes interactuantes! La mente debe seguir siendo una
inicrencia basada en observaciones conduct^es.
La gran importancia de la revolución watsoniana en la pskcdogía radica en
que e^larcció y elaboró este punto: la única interacción entre las mentes se
da por medio de acontecimientos físicos como laa palabras, u otras formas
de señales conductales manifiestas. Puesto que Wauon deseaba terminar radi-
caímcncc con lar mentes místicas, le haremos más justicia limitándonos a decir
que los organismos interactúan sido a través de procesos físicos. Ya que t h cien-
cía la hacen oiguuismos humanos y puesto que ellos la han de fbüilo como conoci-
miento púbtico, el objeto de estudio de la cienda debe ser observable por m is
de un miembro de la especie. Debe ser obfctivo.
Por último, resultan interesantes loe propios comentarios de Watson sobre
sus contribuciones. Las citas pertenecen a su primera forTmilación polémica y
a lo que probablemente es su última palabra profcstonal.
Para cuncluir, debo confesar uní marcada preferencia por estas cues
tiones. He dedicado casi doce años a la experimeotacito con anima
les. Es natural que haya llegado a una posición teórica que armonioe
cuo mi trabajo experimenté. Posiblemente he cemstruido un muñe
co de paja y estoy luchando contra él. Puede no hsber uns falta ab
soluta de armonta entre la posición ^ u í bosquejada y la de la psicolo
gía ruociiMialiata. Sin embargo, me indico a pensar que las d rs posi
ciones no pueden arm oniur con facilidad. Ciertamente, la ponción que
194 üistemai y teatiax p tic o lh ^o i nfmttmporéntot
RESUMEN Y CONCLUSIONES
LECTUIIAS RECOMENDADAS
J
Spetic?. “T h í methodU and postulates of beha^itMisrn'^ ( 194S). ercamina eI con-
ductismú' deaik un punto tic %1sfa muy favorable. En el capítulo 10 se citan otras
obras más recientes.
i
C ftp ^ rv 11, F lg u r ^ f irn p o rta n íe jf de Ut pneotogía. t/e ta G e s ía ll
CuaH oltistaJ
I n tlu e e d u
uitec«tl«iatei FiOucnja FututAdHin:ii U í^ n o U id o n a
PSIOOLOGTA de la ge ST A L T
LOS a n t e c r d e k t e s d e l m o v im ie n t o g l ie s t a l t is t a
Parte y todo
Pjetnpiíys íífii pmbl&m. La aciitud de los guestaltiatas frenle a los todos es una
de fas mas difíciles de compiender en todo el campo de la psieoltígfa. Por Jo
taiitü, debemos dedicgile 1* m ástuldaiosa atencJúit, Cíeiiamente, ía dislJDCiún
qiue fiasen entre un todo y la suma de sua paites ro es nueva, hacia al ÓOO a.C.^
según nientaít, el labio chino L bo-T sí expresó la noción de que ia suma de
las paites ea diferente del todo (Dartmaiiri. 193S, pág. 9). También ^kinuer
[1931!, pj^. 29) lia sostenido que li cuestión de si el todo es diferente a la suma
de sus p a rt« ts un aeudoprotiJexna, Por üffm parte, Weiss (1967) ütuló un aj-
tfcula krgo y muy bien ilustrado “ ] i- 1 f= 3 (Uiui más uno no e* igual a dos>” ,
y nq cabe duda alguna de que lu eonsíiicra un problema kgDiílcaíJvD. Mudiosse
han intciesldD en él. y puede justificai tirita inveatigacíóii cücno aquel otro
enigma el problema nieiile-:iierfn>, a Jin ife detemúnai ai es o no útil plantear-
iíe esta ppegimtJ.
hfax IVerUicnDci uburáó el problemei, al Fcfetlise a la dado en la e,'tperJeJicla
(Wcrth'eimet, 1938): “L e dado está en si tiáimo eítruciunuJo [CicitahcnjeTT itb-
d?i variables; címsiste et\ todos y procesos totaks nitnicturaíkíS mis o menm
208 S i t t t m a s y t e a r i ñ t p trc o /^ ^ ro f c o i^ te m p o r á n e o i
Para que no queden dudas d« que Smith está hablando sobre d problema
todo-parte, veamos un fragmento posterior;
Conáderemos las condiciones bajo las cuales ’-m sistema físico alcan
za un estado independiente dei tiempo (esto es. un estado de equili
brio o un estado de los llamados estacionarios). En general, podemos
decir que ese estado se alcanza cuando se satisface una cierta condi
ción para el sistema como un todo. La energía potencial debe haber
alcanzado un mínimo, la entropía un máximo, etcétera. La solución
del problema no e x i^ que las fuerzas o potenciales alcancen valores
particulares en las regiemes individuales, sino que la disposición total
en el sistema, de unas fuerzas co relación a las otras, sea de un ckrio
tipo definido. Por lo tanto, el estado del proceso en cualquier lugar
depende en principio de las condiciones existentes en todas las otras
partes del sistema. Si para cada parte inóróróuiA pueden fomiularse
independientemente las leyes del equilíbdo o del estado eslaciona-
rio, entonces esas partes no constituyen en conjunto un sistema fí
sico singular, sino que cada parte es un sistema en sí misma.
Un circuito eléctrico es un sistema físico, precisamente porque las
condiciones que prevalecen en cualquier punto dado están determi
nadas por las que rigen en todas las otras parles. Por el contrario,
un grupo de circuitos eléctricos comfrietamente aidados entre sí cons
tituye un complejo de sistemas sin^ilares Independiemes. Este com
plejo sólo es un "todo” en la mente de quien quiera pensarlo como
tal; desde un punto de vista físico es una suma de entidades intle-
pendientes Í K ^ e r , 1920,en EJlís. 1938, pág*. 18-19).
Weiss (1967) brinda varios ejemi^oa muy sencillos de tos sistemas compleja
mente intcricUckxuiüus m qor conaidciados como todos. Uno es la telaraña.
Los cambios que la araña realiza cerca d d centro de la tela tienen efectos que
2Jt) Siil^niety Ifarisi pBCOl&fiías rrmtnjipofiiTKüv
dfi li Cóstílt sostiene que les campos o íiaienias están aiTipliament-o dífhnditlos
en la psicología, y que el análisis elementaiisla del estructuraLUsma o el conduc-
tinna destruye lus relaciones significativas que pudieran guardar esos campos
entre sí. Ai inñano tiempo, lo® guestaltistaa no niegan la necesidad de un anili-
sis jdecuado. ¿Clámo deienrrinar si Lm caitipo particulu puede ser objeto de
jii análiüj ulterior sb que ístó destruya ]ai relaciones miSiivM que prccuramcs
estudiar? Parccicmi rer que el único camino es intentar ambos análisis, y utEi-
T^r el caimpo no anali/sdo en la eunstmcción de tas leyes psácoldigtcas. Lit deci
sión Sobre el tipo de análisis a emplear debe hacerse finalmeníe sobre ima base
pragmática. Si el cufoque molar, guestaJtijta, lleva a leyes más útiles, y si no es
nccesaiic fiiiigún análísii ultenor. cntmiues se adoptará ente enfoque para esos
Finen particulares Por el u-udiraiiu, sá óJC enfoque no tiene éxito, ertienees con
vendrá efectuar nuevos análisis.
Una herramienta muy importante para determinar el grado y la dase de sis
tema que se tiene delante es el aniüiáíH íactoríaJ. Si se pueden lojiiar varias me
did es -de la conducta del sistema, la m atiii de íntcrconelaciones puede revelar
aspectos ¿grüficarivos de Ja esiruetura de éste. Actualmente parece eiustir en
los psicólogos alemanes un* tendencia a «Iornar algvmoj de los problemas cuar
Jitativos (le Ea (jestaJt usando el análisis multivariable. Thurstone, aunque por
cieno no era un guegiíltista, fue muy bien conocido por su análisis muliivifU-
btc. Dice de él GuUiksen:
Kcdüer (1958) no creía que los procedimientos de Lashiey hubiesen sido los
adecuados para poner en corto circuito las corrientes corticales, pero de lodos
modos estaba máí interesado en la Interferencia más completa que « había pro
ducido en los experimentos de Sperry. Sin embargo. K&hJer sostenía que estos
últimos resultados no eran congruentes con n in ^ m teoría de los mecanismos
corticales, pul cuanto la lesión había «do tan extensa que la discriminación vi
sual se debería haber deteriorado. Sospechaba que algunas señales extrañas bien
podrían explicar estos resultados, sin que. en lo esencial, hubiera intervenido
ía discrúmnación visual.
El inlenlo de explicar la acción cerebral sin recurrir a un concepto de campo
no ha «do abandonado 0*«bb, 1949, 1959). y, no importa cuál « a ta explica
ción final, lo cierto es que en el presente no existe ninguna explicación basada
en ese concepto que goce de aceptación. La descripción de los campea cerebra
les ofrecida por l‘« guertaltistas depende en gran porte de los datos provistos
por los experimentos pcrceptualcs y no por lus fisiológicos. Prenticc (1959,
pág. 451) cita investigaciones fisiológicas que representan la cxocpción a la re-
gla anterior, pero hasta el momento los resultados fiáológtco* no son contun
dentes.
Debemos concluir que los enunciados fisiológicos de ios guestaltistas son mo-
214 SiuteHiat)! teoríatpsicotógicos rnntemfyjfáneys
/jwmrv/rwm
Seifa muy lamentable que al Degar a este puníu ae lejani de lado el pro
blema, como si no fuera mds que utio caso de influencia de la ekperiert-
cía pasada. Nadie duda de qm la experiencia, pasada sea mi fafteu inpor-
tante en algunpí casüs, pero el intento da explicar todas las percepcione*
en estüí términos está condenada oJ fracaso, porque es fácil masrrar casos
en ios cuales 1* experlencii pasada no influye en ahjoliito aobfe ta percep
ción. Un ejemplo es la figura 1, Vemos un grupo de tíCtáreulos; pero lam-
bién pcdrlkn verse dos H con otras lincas agiegadas. A pesar de nuestra
extensa experiencia p:isada con la letra H, es Ja articubciún de! Qhfeiop/E-
sentado la que dtlennina lo que vanos (193ÍI, pSg. S8).
Esta es ía figura I de KüIJer;
■ÍD n
oce oQ ü C o^ . 0 % Qo o
i 5> :t) le;
O G C C C C O Q ü G 0 0 ü C O C O O
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O u Lí O C C O O G o o O O C
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A
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i E jís ip J n lie & r™ * i p e r ip tin J e a trt b jsiinjljDe-fi.de la (l<íUH
Pdc^Iogío ds te Gttíatt 319
relación al problema planteado. Por ejemplo, a uno de loa diimpancés <^un loa que
experimentaba Kóhler se le dieran dos palos que podían unirse, y que en osas
condiciones permitían alcanútar una banana que no pod/a obtenerse de ninguna
otra manera. Después de muchosintentosvanos por alcanzar la banana coo un to-
lo palo, el chimpancé desistió y se dedicó a jugar con lee palos. Cuando acciden
talmente (o por lo menos en un momento de ocio) untó los dos palos, tomediata-
mente alcanzó y obtuvo la banana. Había suqpdu <! ingrediente perccplual que
faltaba para la solución; el campo perceptuaJ se reestnicturó.
El guestaJiista querría que advirtiésemos que el ingrediente íoltante en la so
lución no es un elemento faltante. Todos los elementos estuvieron siempre pre
sentes, aunque no se los '*vio** de la manera correcta Nuestro propio lenguaje,
al emplear la palabra 'Wer” en este contexto, nos dice cuin estrecha es la analo
gía existente entre la percepción y !a solución de problemas.
Asi Como lasfíguraspefceptuaJcs**buenatí*son estables, también lo es el apren
dizaje. una vez que se lo ha logrado mediante esta itstructuración por introvisión.
Los guestaltistas consideraban que algunos tipos üe aprendizaje requerían un úni
co ensayo y que la ejecución era susceptible de ser repelida íácihneate sin más
práctica.
La mayor parte del trabajo de los guestaltistas se refiere a la solución Je pro
blemas y no tanto al aprendizaje. Puede establecerse una distincióc aproximada
entre las dos áreas. La solución de problemas implica que ciertos elementos ya
conocidos se combinen de un modo tal que permiisn alcanzar la solución. El
aprendizaje por lo general se refiere a la adquisición de respuestas relativamen
te m is sámples, m is discretas. La distinción es hasta cierto ptiiitu arbitrarid: los
experimentos de Kóhlcr c<m monos pueden considerarse como casos de apren
dizaje o casos de solución de problemas
En Productive thinking (1945). Werlheiner sugmó métodne efectivos para
la solución de problemas. Wertheimer aplicó los principios gucstaltisias del
aprcfiJiziqe del peurainiento creador humano. Según él, debe pensarse en to
talidades. Es necesario tener un amplio panorama general de la situación,
sin perderse en los detalles. Si no se pueden evitar los errores, serán por lo me
nos errores buenos, errores con una posibiidad de éxito, y no errores ciegos co
metidos sin coflsideiar las limitaciones de U situación como un todo. Así como
q u ita aprende debe tiunsitien» la sátuauóci como uii lodo. Uuiibiún el maestro
dsbc presentar la «iluación como un todo. Xa debe esconder la soIocím o el
camino correctos, ni instar al error, coeno hacia Thomdüce. A nadie debe ins
társele a dar un solo paso a ciegas; ni siquiera se le debe permitir. Más bien hay
que instarle a no perder de vista las metas y los requistos para el éxfto.
Las técnicas más modernas de mstrucefón ptt^ramada, o individualizada,
eslin concebidas para etíminar errores, de acuerdo con la sugerencia de Werthei-
meu. Estas técnics no están basadas en la teoría gucstáltíca sino las reiteradas
experiencias con aquello que funciona mejor. Se podría señalar incluso, con un
p o tro s o esfuerso, q ix *Ta discriminación Ubre de errores” tal como U desa-
rrnUó Terrace (196ri> es u \ modo muy efecUyo de enseñar distinciones senso
riales simples y está tsmbién concebida para élijcinar errores Se puepua un po-
deiueo esfuercu psLi relacionar esto con las sugerencias de Weiüiejntei, iMique
hicohgía d t h Gestah 27¡
Definición de h psicotogfa
Postulados
Aquí presentamos sólo unos pocos postulados, los que a nuestro entender son
h á^ o e , e incluso los dividimos en un grupu rundamcntal y otro secundario. lÜ
lector puede encontrar una lista más completa en Helson (1933) o en las fuentes
origindes.
A semejanza del conductismo. la psicología de la Gestalt parece tener sólo
un postulado realmente fundamental, que se relaciona con su nombre y que ha
terminado por imponerse. Se trata del postulado sobre las relacionen entre las
paites y el todo. Hemos tratado ya el tema en este capítulo, de modo que aquí
noe limitaicmoa a indicar la actitud guestaltísU en dos enunciados: 1) El todo
domina las partes y constituye la realidad primaría, el dalo primario de la psi
cología. la unidad m is provechosa para el análisis; 2) £1 lodo no es la suma, ni
el producto, ai una sntiple función de sus partes, sino un campo cuyo carácter
depende príncipalmen^ de sí mismo.
Los postulados «ecuodarios, tal como ocurre con el conductúuiiu, no son
necesarios para una psicología guestallísta, aunque los fundadores hicieron de
ellos una parte de la psic<^ogía. guestaltúta que cUos habían desarrollado. El
más importante es el principio del isomoriixmo. Un principio conexo, o qui
zá corolario dd anterior, es el de contemporaneidad. Las leyes Je organiza
ción son principios má< específicos, relacionados con la actitud hacia el todo
y las paitos. También hemos mencionado, entre los principios secundarios,
d postulado de la discontinuidad del aprendizaje.
Ninguno de los postulados guestaltistas fue completamente nuevo. Incluso
el postulado básica había sido formulado anteriormeme. Lo que hizo de la psi
cología gucstaltista dgo nuevo, fue precisamente una Gestalt. La oiganUación,
el patrón, la estructura de la cosas que dijeron los guestaltistas r e c e t o de la
relación parte-todo, fue lo que lo& distinguió de sus precursores fílosófícos (que
habían hablado ya de emergencia) y de nis precursores psicológícoa (que ha
bían hablado ya de fenomendogía).
Psimtngia de la Geatalt 225
cxperícntia. es fácil perder de vista que ambas escuelas aceptaban los mismos ti
pos ele dalos, y que las batideras de tas dos convergieron en un mismo criterio
de aceptabilidad para los dalos. Los conductistas, aunque rechazaban la cun*
ciencia, aceptaban U conducta verbal como dato cuando había coherencia y
acuerdo dentro de la condiciif»! experimental dada. Los Rueslaltistas, aunque
aceptaban la experiencia y la conciencia, rechazaban un cierto tipo de análi
sis de esa exf>erieticía. Reicnisn lo dado en la conciencia. Ahora bien. “ lo da
do" era por lo general prácticanícntc coexicnsivo con )u clase de conducta ver
bal que aceptaba el Conductísta. Cuando Wcrlhcimct hablaba de lo dado, ha-
Waba de árboles y ventanas. Cuando Watsim quería mostrar que la conciencia
no era parte de la ciencia, la contrastaba con las cosas que s í )o eran: conte
nidos de los tubos de ensayo, cosas que podían verse, sentirse o levamarsc. Am
bos hombres utilizaron (irelereiiUrmcnte un lenguaje objelal. Una larga histo
ria del uao ha demostrado que podemos coincidir con r«si>cctü al significado
de este lenguaje. De modo que aunque las dos escudas arrancaron de puntos
de vista completamente diferentes, el tipo de datos aceptados era el mismo en
ambos casos. Los guestaltisUs fiterrm m is tolerantes; reconocían cierto tipo
de realidad en los resultados de la vieja introspección; los conductlstas, cuya
existencia misma se basaba en su posición metodológica, no podían hacerlo.
fírífwiptos de seiccción
Para el psicólogo guestaltista, cada parte del campo de.sempehaba algún papel
en la estructuración perceptuai. Ln consecuencia, el problema para dJ no era
lauto cómo se seleccionaba lo dado cuanto de qué modo era estructurado.
¿Por qué, de todas las altemaiivss posibles, emergió la estructura real'^ Uno de
ioé principios dice que dado un todo perceptuai, parte de la percepción será fi
gura y el resto fondo, la s leyes dt Ruhtn, que gobiernan la selección de la
figura, establecen a ^ ü sm o cómo se produce esta selección. En este sentido,
las leyes de organización de Wertheimer son leyes de selección: explican U
forma particular que adopta la figura. Ni Rubín ni Wcnhcimcr elaboraron en
detalle las leyes, como ya lo hemos visto en el caso de este último. £n su tra
bajo posterior (1966), J. J. Gihson ha hecho mucho más para especificar cuá
les son las propiedades de los estímulos que los hacen asequibles como inva
riantes para su procesamiento por el organiiauo. Maturana y otros (1960) es
tudiaron respuestas fisiológicas objetivas para descubrir algunas de las propie
dades de los estímulos a los que responde ol ojo de la rana. Ctxnprobaron así
que el ojo de la rana contiene células que responden sólo a objetos curvados
pequeños en movimiento dentro de un área circunscripta de receptividad; es
decir, estas células “seleccionan" únicamente aqueOos objetos que poseen el
con/unto adecuado de propiedades complejas. Gibson sostiene que esas “ in
variantes" tan complejas constituyen los estímulos primarios de la rnayor par
te de la percepcíi^ humana. Esto trabajo se adecúa a la perfección a la tradi
ción gucsialtisla. Nada de esto Ilev'a a negar el papel de la experiencia en la
determínacit^ da cuál percepción o cuÜ conducta se ha de seleccionar. Sin
Pwicohgi* d* la Cesteit 777
embargo, pone más énfasis en la situación actual y exige que se presa aten
ción 9 las propiedades relaciónales más complejas üe la situación al deiermi-
nor la recuesta a ésta.
Frindpios de cm exión
La leona de la Gestalt ha sido criticada sobre todo por su carácter nebuloso. Mu
chos científicos obstinados han sostenido que en realidad esa teorfi no afinna
nada. Esta crítica parece tener al menos una Justificación parcial. La actitud de
22Ü le rn a s y íío n tu aMiít>npor¿tieiu
Se cdticñ mucho la teoría de la Geatait por el empleo que hace del tér
mino “ otsafliZBCiún” , que hasta aiiüra ro ha tenido una detinícíún ri
gurosa que saListaga las exigencias de muchos psicúlugoti. Y si ae ataca
la vaguedad y la a m b i c i a d de la teoría eo ol campo de la pcrecpcíán
donde hasta ahora se la ha empleado prcúorainati temar te , Klifi incipifin-
tes incjurstonea |K)i el campa de los procesos mentales supenutes están
mucho más expuestai a la crítica,
A pesír (le lodo, dejamos úelíbcradaTtiente sin dermición precíja ese
término, porque creemos con Dew?y que "las dciinjciofiesuo suu fines
en sí ttilsniaa. sino instnimcntDs que raciliian ti desarrolJo' do un con
cepto hada formas donde pueda veiiflcifSf su iplicabifiílad a determi
nados hechos” . Y como creemos que el concepto ya ha alcanzado una
fpima que lo hatc apiicahle a nuestrios hechos, pusltrgjimoa una defini
ción más precisa hasta tanto la pcniiitan otros resultados experíitienla-
leí {1932, pág, 57).
pleum ente nuevo, es natuial que los experimentos realizados resulten a menu
do de un tipo preliminar, de ensayo. De todos modos, esta crítica a la experi
mentación. aunque válida en algunos casos individuales, no es una crítica a la
psicología de la G e^alt sino a psicólogos guestaitistas particulares. Ciertamen
te. la psicología de la Gesdait no abogaba por un diseño experimental medio
cre. Experimentos defectuosos se han realizado bajo U égida de todas las es
cudas. pero sin la .sanción favorable de ninguna
Podemos considerar muy brevemente otras críticas. Una sostiene que la
psicología de la Gestalt no es nueva. Esto siempre puede deciiae pero 1) ía psi
cología de la Gestalt es tan nueva emno puede serio cualquier exuela, y 2) la
crítica no afecta en absoluto los méritos del sistema, tal C(»no éste es actual
mente. La crítica de que la psicología de la Gestalt erige figuras de paja para
atacar cada uno de los sistemas anteriores también está fuera de lugar; alcanza
a las posturas críticas de la Gestalt ante los otros sistemas, pero no a su progre
so positivo.
las computadoras, pero es fácil advertir las similitudes intelectuales. Por con*
siguiente, la gran actividad actual en csUs áiea¿ fortalece nuestro cunvenci-
miento de la importancia de las concepciones presentadas urigioalmente por
los KUcsCaltistas.
Por último, tas contribuciones de la Ge&tait a la psiculog/a abarcan incluso
sus principios rechazados. Sus agudas criticas obligaron a reexaminar y reha
cer los plantcoa de todo sistema que quisiera oponerse a ellas. Señaló fenó*
menos que loa sistemas existentes no podían incorporar; la crítica y la compe
tencia obligaron a esos sistemas a vigorizarse, cosa que de otra manera quizá
lio hubicia ocurrido.
lUauUa bastante claro que las más importantes de las dimensiones de Waison,
en lo que a la psicología de la Gestait se rcfica*, es la polaridad müIarismo>mo>
iecularlsmo. El estudio de nuestros alumnos puso el centralismo eo segundo
lugar, y por cierto es una buena elección cuando se toma en cuenta el énfasis
guestaltisia sobre la percepción, que e$ un proceso central. 1*1 purismo quedó
en tercer lugar, pero una clasifícaci^m muy moderada. O tru alecciones
razonables de dimensiones importantes podrían incluir el dinamismo fíente
a! cstaticismo, puesto que ios gu^staltistas hicieron tanto hincapié en la rees
tructuración de tos campos como en el aprendizaje subyacente, y en la es
tructuración dinámica que presumiblemente organiza nuestras percepciones.
Sin embargo, afírmaríamos que la psicología de la Gestait tiende hacia el es-
taticismo cuando esa dímerudón se opone al evolucionismo, por cuanto los gues-
taltistas se opusieron i contiar exdusivamenie en la experiencia pasada para
explicar de modo sufícieme la organización perceptual y la capacidad para
aprender.
Una dimensión que presenta algunas dilicultades es la compleja polaridad
nomotéticcH-idiográiieo. El enfoque idiográfico tiende a implicar cierta insis
tencia sobre el “ realismo” por lo tanto, a eswóiaT Kituaemnes en las cuales
muchas variables tienen libertad de actuar, en contraste con una situación de
laburaturíü ajustadamente contrulaüa. La poskióu iüíogránca se inclina tam
bién a examinar de cerca ios datos individuales, en lugar de ir rápidamente a
los resúmenes estaüfstlcos de las caraccerísticss colectivas. En estos doi sen
tidos, la psicología de la Gestait parece idiográbea. Sin embargo, la diierencta
es que el notnoteiicismo busca leyes generales, en tanto que el idiogra-
íicismu procura explicar a loe individuos, comprenderlos en su unicidad. En
este sentido, loa gucstaltístas son tan nomotéticos como los estructuralistas con
su 'Amonte humana generalizada” , y por lo tanto, “satisfacen” loi requisitos del
nomofeticismo. Por lo tanto, il examinar el cuadro de las clasificaciones de
los autores, el lector probablemente debería cemsíderar que nuestra clarifi
cación en esta dimensión es demasiado idkigráílca
Pticotogío de la Gttíaü 7JÍ
RESU5AEN Y CONCLUSIONES
LECTL'RAS REC(»(EKDADAS
J’siuaA iuJisla;
PSÍCO A N A LISIS
H.li pticuanílisis cayó sobre el mundo como una bomba. Ll impactíi provoca-
ikt |iur jdguíioe de sus princípiuts y cuncEptus Fue iu i grnnde, que para miichL»
rain litó cumplotameiite nufrvq. Sin embargo, también ej psicoanálisis tuvo diu-
t'liM^ jn [«USden lee, obligándDintjs a r^catiocer, una vez m is, que dJfídlinenLe
liayiB iit|;0 CQinpletiinieiite nuevo ¡jn el mundo de las ideas.
Iiri vi díutnollo d«! púcowáiisis hubo dos clases de inílucncias. For una
FmitIb, nni tmdjLiún íntehcLmi] en lu que se piicdc colucar a Freud, coitig ] o
nlglrtó Ha kan y por le otra un coi^íinto de influencias pcrs^nsles m is
dlitwfas, C'onsklarvRios el primer íijpü,
A cofitlnnzoi dal ógjo XVIIÍ^ Leibniz elaború una teoría ¡obre elemen-
Im tlp li realidad, de una clase diferente de k mayor parte du k s tcorks pi«-
vina IkTionnnú irrf/fiflttíT a sus elementos, muy dlferenteí de les itom os meca-
nlrltllKBde Otmócrltc. Ni síquidra ecin elementas maU ríale sen el sentido usubI
240 Sitíem^ty teorías pñcoldgicos eontempormeot
dcl término: eran más bien centros de coerza. Cada uno de esos centros era
independiente de Im oíros, y tenia en sí una fuenie de impulsos; podía consi
derarse la mónada como un centro de motivación, una eniidad automoviente.
La activíclad es la condición básica i^ara ser. Kreud dio un paso decisivo en su
carrera cuando abandonó la tradición mecanicista en la que se había forma
do y adoptó la tradición m ái dinámica representada por Lejbniz.
Leíbniz también señaló el inconsciente y los grados de conciencia. Un siglo
después. Uerbarl retomó algunas de las ideas leihní^íanas y elaboró una ma-
lemátlc) dei conflicto que se produce entre las ideas cuando pugnan por ha
cerse conscientes. De modo que no fue Freud el primero en “ descubrir*' el
inconsciente, su contribución fue caracterúar detalUdameme el inconscien
te y su modo de funcionar. Freud (1938, pág. 939) también reconoció que
Schoperihauer había formulado antes que él la idea de represión en el inccHis-
cíente y la de rerislcncia contra e! rtconucimiento del material reprimido;
sin embargo, aclaró que por su parte había desarrollado las mismas ideas sin
haber leído a Schopenhauer
Freud asistió a las conferencias de l-'ranz Brentano, por esa época muy po
pular como conferenciante en Viena. Indudablemente, Brentano le introdujo
en el modo de penjuimiento Ieihni7íann, porque él mismo basaba sus propias
ideas psicológicas en la aenvijatj más que en los elementos.
La tradición científica romántica alemana desempeñó un papel algo más
directo. Dos de las fíguras más importantes de esta tradición fueron S^elling
y Goethe. Freud contaba que se había decidido por una carrera científíca
después de escuchar un poema de (inethe tiTulado “Naturaleza*'. Jones (1953)
sugiere que Freud enctrnuó d camino para su propia afírmación en una com-
piensión muy piofunda de U naiuialcza.
La preparación formal de Freud lo áluó en otra tradición completamente
distinta: la escuela de Helmholtz, mis mecanicista. En io que hace a Freud,
el representante dilecto de esta escuela fue Emst Briicke, con quien aquél
mantuvo una estrecha y duradera relaciórt en el Iirstituto F isio ló ^ o de Vie-
na. Cuando Brücke. Ludwig y Du Bois-Reymond tenían veinte años, habían
concertado un pacto antíritilista con fielntholtz (Boring, Í950, pág. 7081.
Intentaban imponer la noción de que en los cuerpos vivientes no hay otras
fuerzas que las que pueden encontrarse en los no vivientes. Parte de la mo
tivación que llevó a llelmiroitz a escribir su primer trabajo sobre el principio
de conservación de la energía hie el deseo de mostrar que en el organismo
considerado corno un aiaicma físico no hay una energía diferente e inex
plicada. Quizás el contacto de Freud con esa tradición contribuyó a su pos
terior afirmación de que los sueños y fantasías, el ir a n io y los errores de
los seres humanos están determiiudos, y a que formulara su propia versión
sobre la determinación de la conducta luonaim: el cleterminismo psíquico.
bs posible que cicrio grado de familiaridad con el concepto de Helmholtz
sobre la “inferencia iucuftbcknte'', empleado para describir cr^no llegamos
a conclustones respecto de la percepción en ausencia de procesos cognitivus
ídonüfíciblcs. puede haber servido para señalar a Freud, de un modo más di
recto, la importancia de loe procesos inconsciente»
Ptícoanálisi» 24¡
mismo su vida merece un examen más detenido que el que hemos dedicado
a U nuyoriá de “ fundadores” .
Freud nació en lo que aciuabiicntc es Pribor (Checoslovaquia), el 6 de ma
yo de I85Ó. Su padic, Jakob, trabajaba por entonces en el negociu Je teflir
y aprestar tejidos de lana; no exiate ninguna constancia directa de lo que húo
para mantener a su familia después, cuando se mudaron a Vicna, via Leipzig.
£n ese tiempo, Príbor se llamaba Frcibcrg y perteneefa a Auslría; la faniiiia
se estableció en Vieiia cuando el pequeho Slgmund tenía cuatro años.
Pronto resultó evidente que S i^ u n d poacía una gran capacidad pata el es
tudio. A sil tiempo, se decidió por la medicina, aunque no Ic gustaba su prác
tica y s\ui\ca identificó con la profeñón. Posponía sus exámenes, mientras
se dedicaba por entero a trabajar con briicke en problemas puramente cien-
lífíctM y por lo tamo más acordes c<m su tcmpeiamenco. Mis que médico,
aspiraba a ser profesor de analonua. Finalmente abandonó sus esperanzas de
una carrera académica, dio sus exámenes de medicina y se preparó en un hos
pital para poder dedicarse a la práctica privada. Es posibie que su condidón
de judío le haya Impedido seguir adelante, pero evidentemente hubo otro fac
tor: como académico, hubiera demorado mucho tiempo en hacerse una po-
sciótt.
Ya antes de dar sus exámenes para el doctorado en medicina. Freud se in
teresó especialmente en neurolog/a y psiquiatría. El hospital reforzó esa in
clinación. A partir de 1880 osciló cutre el estudio de la anatomía del sistema
nervioso y el de la psiquiatría. Publicó muchos artículo$ sobre anatomía; en-
lie eili», un nuevo método para leflir el tejido nervioso, y un escrito que con
tenía el germen de la teoría de la neurona. En una época fe interesó la cocaína,
y sugirió su eficacia a uno de sus colegas, quien a su vez descubrió sus propie
dades anestésicas. Freud se sintió profundamente desilusionado pues había per
dido la oportunidad de hacer este descubrírmeato y ¿cacizar U que lo
acoiiipailaba. Freud parecía más interesado en su potencia tranquilizante, y re
comendó utilizarla a sus amigos. Dno de estos sustituyó una adicción previa
por la adicción a la cocaína, y la actitud algo imprudente de Freud le valió re
primendas de sus colegas, que sospechaban los peligros de la dre^S^-
Durante la década de 1870 y comierizos de la de 1890. Freud estuvo bajo
la protección de otro médico: Joiief Breuer. Kreuer dio dinero a su empobre
cido colega, además de consejo y amistad. Estos últimos aspectos de la rela
ción se diluyeron cuando Freud inició su tnlíma amistarl con Wílhebn Fliess.
también médico. Con él mantuvo Freud una relación inu^tadamente eslreclia,
por los años en que comenzaba a fonnular sus nociones sobre psicoanálisis.
En 1X85 Kmid obtuvo una beca para estudiar en París. Estudió con Charcot,
un famoso hipnotizadot, maestro y autoridad en cuestiones de histeria. Freud
estaba ya algo interesado en la hipnosis como método de (ratamienlo, y Char
co! fortaleció ese interés. De vuelta a Viena, bifounó a sus colegas de lo que
había visto y aprendido sobre la histeria y la hipnosis. 8u informe no fue reci
bido como una revelación por la Asociación Médica Je Vierta, y el joven pio
nero se sintíó amargado. .Sin embargo. Ellenberger (1970.págs. 4 4 8 y sig$.)no
cncuentia ^nieba alguna de que Freud haya sido rechazado o aídado y ennai-
Psicoanitixis 243
Jeta que pur aqueha é(n>Cd sub kailbnientos hayan sido algo neuró
ticos
Ei joven Freud siguió empieando la hipnosis en sus prácticas, cotio comple
mento de los masajes, los hahoft y la electroterapia moderada, de moda por en
tonces. Posteríomjcntc abandonó esta última, aclarando que la única razón por
la que no estaba de acuerdo con quienes airibuíun sus efectos a la sugestión era
que no observaba ningún resultado que o.xplícar. Esta suerte de aceptación iró
nica de h realidad era típica del enfoque de Freud respecto de la vida y de sí
mismo.
Hacia habla perdido el interés por la anatomía. Junto con Breuer
[Hjblicó los Estudios sobrt la hisrena. obra que marcó el comienzo de la escue
ta psicoanalítica. No escribió ya artículos o libros sobre neurología, a cxccp-
ción de un artículo para una enciclopedia, en 1897.
Hacia esa ¿poca, también, Freud se apartó de Breuer: Fliess pasó a ser su
mentor, a pesar de que era dos años menor que ¿I, e inferior intelectualmen
te. Freud dependió mucho de Fliess durante este período de su vida, el más
neurótico; era excesivamente deiwmlkute, celoso, a veces dominador, excesF
vamente preocupado por la muerte, e hipocondríaco: esto último nunca llegó
a superarlo por completo.
En 1897, Freud comenzó un autoanálisis en gran escala. Gracias a él pudo,
entre otras cosas, empezar a pararse sobre sus propios pies. KlicffS y Freud tu
vieron un entredicho en 1900. quizás a propósito de algunas ideáis muy especu
lativas del primero, sobre la periodicidad de la cumJucla. Posteriormente. Freud
atribuyó su alejamiento a un análisis que hiciera él de la elección vocadonal
de Fliess. La separsetón final sobrevino varios arlos después: Freud había sido
indircoTamente icq>onsable de que uno de sus propios pacientes plagían las
ideas de Ríess sobre la bisexualidad. y ae uegó primeso a ttconocti cualquier
responsabdiüad y luego a disculparse.
Quizás el hilo más importante en la carrera de Freud haya sido la publica
ción de La interpretación de los sueños, ert 1900, dos años después de la muer
te de su padre. Según Jones (FiS3. pág. 324), y según la propia interpretación
de Freud. la necesaria liberación del inconsciente sólo puede ocurrir una vez
que el padre w: ha ido. Poco después de esa publicación comenzó a ser reco
nocido, y pronto reunió en su tomo a un grupo de colaboradores- Su papel co
menzó a ser el de padre, no ya el de hijo. Jung, Adler, Rank y Ferenezi fue
ron primero discípulos y luegp wbelde». \.a «beliím comenzaba por lo general
con diversas dificultades en la interacción personal, y el joven grupo de pxtcoa-
ualbtas no toleraba el desacuerdo entre sus filas. En determinado momento se
formó un comité de los fíeles, compuesto por Abraham, Eitingon, Fereiiczá,
Rank. Jones y Sachs. Su misión consistía en promover el trabajo analítico.
Por rrtediactón del comílé y de un cuerpo de publicaciones cada vez ma
yor. Freud alcanzó el éxito y fue ampliamente conocido. Uno de los prime
ros indicios de reconocimientü üitcmaciooal fue la invitación que le formu
ló G. Stanley Hall para hablar en li Universidad de Clark durante las celebra
ciones de VI vigétitno «t\\ver%ask> en I9Q9. Además de Freud. habló también
Jung; entre los analUtas presentes figuraban Fereoezi, Jones y Brill, en canto
244 S á teínai y itorías pgicoíósicas arntam parúnfos
que es más impórtame. Aniu O. distaba mucho de estar curada cuando Breuer
suspentU6 el tratamiento, como se informa en una historia dú\ic« ücfconc»cv
i)a antes y que Ellenbcrgcr descubrió rccicnieuicnlc en un sanaiono de Krvuz-
lingeo. Sui7a, donde Anna O. recibió tratamiento después de que Breuer dejó
de verit. Este iiccho arroja sombras sobre los orígenes más remotos del psi-
co anátí^, por cuanto se hahia considerado a Anna O como el prototipo de
una “cura*' caiirlica.
Anna O., cuyo verdadero iiwnbcc era Bectii» PaupeniiCón. posteriormen-
te llegó 3 ser tan conocida que Alemania emitió un aello postal conineinora'
livo en reconocimientP por su labor en favor de los niños, las prosütutas y las
entidades de beneticencU judfas. Incluso, Luey Frceman (1972) ha escrito, en
idiumt inglés, una biografía algo novelAda. Por lo tanto, aunque Breuef no la cu
ró (kl todo, mejoró después lo suficiente corno para llevar ima vida digna de sor
destacada.
Freud se interesó mucho en este caso, y uigó a Breuer a publicarlo. Sin em
bargo. los ¡Estudios (l$9S ) completos aparecieron 13 año* después de cerrado
el caso (por Breuer), e incluso un infontie prctiininar llevó 11 años.
Mienttas tanto, en 1885, Freud pasó medio año con Charcm. Este era famo
so por su tratamiento hipnótico de la histeria y de otras enfermedades nervio
sas funcionales. Después de vanos Tnews, Fieroá regresó a Viena y reasumió
la práctica privada. Por esta época abandonó la cleclrolerapia También ob
servó que no todos sus pacientes podi'an icr hipnotizados, y juzgando quizás
que su técnica era deficiente, fue a estudiar a Nancy con Bomheim durante
unas pocas semanas. Uevó consigo a un paciente en el que no hahfa podido
inducir un trance profundo, pero tanibicn Betnlieiiu fracasó. Sjn embargo, a
Freud le trapeesionó posteiWad de )a.s sugestiones posthlpnóticas, que los
sujetos no recordaban en el mojnenio; probablemente también le impresiemó
el iicchu de que el paciente pudiera recordar la sugestión ai ei hipnotizador
in.ustia lo suficiente.
Freud comenzó entonces a modífícar su técnica en los casos en que no era
posible inducir ia hipnosis. F.suba determinado a salvar !a cura de charla; in-
á ití» en q\vt z\ pácteme recordara el origen de los síntomas aun sin hipnosis,
y reforzaba esa insistencia sugiriendo que el paciente lo recorüan'a cuando
Freud presumara su frente, esta etapa. Kreud orientaba mucho Jois pro
cesos de asociación de sus pacientes. Uno de ellos le Jijo que estaba interrum-
piendo demasiado y que debiera quedarse callado. Esta sugerencia fue lo r)ue
llevó I Freud a reemplazar el trance hipnótico por la asociación libre como
método de tratamiento.
Hacia la época en que aparecieron los Euuúios. Breuer y Freud poseían ya
muchas de las ideas que habrían de proporcionar U base para el psicoanálisis;
muchas de ellas provenían de las observaciones de Breuer en el caso de Anna O.;
otras, de lat observociones de Freud sobre pacientes histéricos. La primera de
esas ideas se refe na a la ímpúriancia de los procesos inconscieuüsx ct\ la cUolo-
gia de las neurosis. L'sta convicción se apoyaba parciatmcnce en la observa
ción de que los síntomas parecían a menudo expresiones de sucesos que el pa
ciente no podía iwurdar, o de impuistxv de los que no era consciente. La in
247
tado hacia otra gente, en especial sus padres. Kn alienas etapas de U rciación
terapéutica esos sentimientos podían adoptar un signo fuertentenie positivo,
incluso sexual; más adelante, podían ser muy negativos. En cualquiera de los
dos casc« podía vivir, resolver ios impulsos que hasta entonces no habi'a podi
do expiesar. La Transferencia tesullaba entonces una de las herramientas más
útiles del terapcuhi.
Por otra parto, la transferencia podía Uegar a hacer estremecer el conuón
de un tímido. Probablemente, la ansiedad de Breuer ante la transferencia que
había producido en Anna O. lo llevó a abandonar el csn p o que estaba comen
tando I abrir con Freud. Existía, además, la controversia con respecto a la
importancia atribuida a ía aexuaíidad. como 3ntucr no podía decidir si real
mente la sexualidad era importante o no. eligió dejar el psicoanálisis a Freud.
EL SISTEMA DE FREUD
Saltearemos ütora las fases dei desarrollo p v a presentar un resumen muy sin
tético del sistema fieudiano en su forma final. E)ebemos distinguir entre la es
tructura de las construcciones que desarrolló -q u e es lo que nos interesa pri-
moiüúlnienic y las técnicas psicoaiialíücas enfocadas como terapia o como
fuente de datos empíricos. Estas facetas del psicoanálisis deben evaluarse poi
separado; gran parle de la cunfusión respecto de la crítica al psicoanáiUis pro
viene de no separarlas. Por ejemplo, las críticas metodológicas al sistema no
se aplican necesariamente a la lempia, y a la inversa, los resultados positivos
de la terapia no avalan necesariamente el sistema.
Debe tenerse en cuenta que Freud ao desar/cUó súbitamente sus Ideas; ni
tampoco continuó adhiriendo a una idea cuando ésta parecía contradecir las
pruebas recogidas por él mismo en su trabajo. Por ejemplo, hubo una profun
da modificación en su posiciem sobre la histeria, cuando descubrió que en mu
chos casos los incidentes sexuales traumáticos relatados por sus pacientes no
habían ocurrido; en cambio había resistido todos los míenlos de sus colegas
por htKerle cambiar de posición. R .!. Watson dice de este incidente;
El dfxitaíu psíquico
Como ya hemos visto, Freud creía haber encontrado dos "estados" o "pro
vincias" en el "país": lo consciente y lo inconsciente. Diferentes cipos de le
yes determinan lo que ocurre en esos dos estados: Lo inconsciente opera de
acuerdo c<mi lo que Freud denominó proceso primario, lo ccxisciente de acuer
do con el proceso sccum/ario. ha Jó^ca ordinaria se a|dica a este último pero
no al primero; loa mecanismos que pueden observarte en los sueftos caraefen-
zan la acción del proceso primario. Algunos de esos mecanismos son la con-
densación de varios pensamientos en un único símbolo, el desplazamienío de
un impulso o afecto de un símbolo a otro, la caxacten'stica aiemporui de los
suchos, la conversión de un impulso en su opuesto, etcétera. La ilogicidad del
sueño es tma cancterística de todo el proceso primario.
lina parte de la energía para el aparato mental ae denomina libido, su fuen
te está en Us tenziooes biológicas, de las cuales la m is importante para la eco-
Dcxnía mental es ctertamente la sexual. La mayor parte de la energía sexual
deriva de las zonas erógenas, áreas corporales e^cialm en te sensibles a la es-
tímulacióii. El ello es el principé reservoilo de esta energía, y siendo incons
ciente, opera de acuerdo con el proceso primario. Los diversos instintos que
Ksideci en el ello presianan hacia la descarga de su enei^'a Hbidinal. Cada ios-
tinto, por lo tanto, tiene una Juente en las tendones biológicas, una/rnoíiz&rJ
de descargarse en a lg ^ a actividad, y un obfeto que servirá para facilitar la
descarga.
250 Sistemes y teorfas psicoU^^icós contemporáneos
LOS REBELDES
Aifreil ^dier
.Mirad A(Uer ^lS70-l‘i37), uji inúdifo víujuis, se unió al grupo que en 1903
CoiTicnüó a reunirá con Frcild (los viernes par la noche) para hablar de psi-
coaná.[¡sÍ3. Adler y Stekd fueron Los nrás anl¡|iuos Jitorpulus de Freud Uibando
namn la .sociedad en años sucesivos (JfJ 11-1912J. Stelcel hiüo coíltribucianes
Cñ el campo del simbolismo, pero según Jones Í19S5, pág. 135) rm tenía con-
cieiicia ojentíljcn y nu formó escuela después da abandonar d psicoanálisU,
El caja de Adler fue muy distinio: su contóbuciór al p$icoaiiálisii fue im-
portante, pues farmuló una teoría de la conducta hasta cierto punto indepen
diente, y estableció una escuela rivaJ.
Las dificultades enUe Fteud y Aiiler se intensificaron luego de que b reiiij in
sistí Eia en e1 uLHnbre de Jung como presidente de la Asücíaciüii Tmernacíonal;
loa vkncses eran celosos de sus pasiciones. ya que había It ^du los priinerus se-
giddotei. Luego, al año siguiente de Ijs leunionici intcinacianiles de 1910. se
decidió üi&curir y debatir Lis teorías de Adler. FtnaiJjiadas las didcnaiDnes, te-
Miltjmn fvidetiLes ios rfesaciierdos con respecto a la leona, y Adler abandunó
con su rancian la Saciedad de los Viernes antes de que lerniiniira el año 1911.
Formó una e.ítuda rival a la ifuc rmainienUí ¿saüíoint psicoloffia det inditiiiJiJif.
F.n un primer tnomento f'reijd lalcró c incluso dio la bietiveujila u Itócoiiiri-
hucJones de Adler. Este destacaba la htiporLancia de la Inferioridad orgánica en
los ílemóÜCos. A primera vísta, parece una poficiún rnás bialugistu aun que b
de KreinJ. üin embargo, an este caso las apaiieocias engañan, porque Adler po
nía el acento en k leaccíóm psicológícs ante uua inferlariiLid orgánica real o
¿ittiigdujtJa, más que en Lus liccbus biulóidcas mismos. de esta
Inferinridad Mplica la naturaleía tk muchas síntaínas neurólicoa y conliibuye
a deltnñjnar el esü h de vida del individuo, U nmtwrí aumo enfronta en general
los problemas. El encamen de los mecuniianDi campen sato nos sería,, para AJIer,
la tatúa fundamental del análisis, (ajito desde el punta de vista teórica .como
práctjinr.
Aunque Adler destacaba la Lnpruiüncja deí cunílictn entre ¡a masmliiiidad
y la feminidad, sus putiitoe de vista sobre Ja sexualidad eran muy ijfbrerites de
loe df Fréud, Fara di* lo importante era la superación de 1.a feminidítd. (arta
por parte de lus hambres como ¡3c la» mujeres ‘■protesta maacLdina” )i y no
la sesujlidad en sí imam a. La voluntad de poder seria la fuerza motiva dora más
importinta cu las vidas de loE hombres^ en ocasiones, el sexo es Uñ sin turna
de esa vyluíilad, y el acto üenual reptegenta entonces k dominación de h uno-
jer maB qlie Una SXpneaión dc impulsos reabnente seniiulcs,
Psirfianúlisif
Cari (jUsiiivJurm
Rilaciún co n i '^vud. Cari UiiSlav Jung i 1875-1961) fue un psiquiatrg suizo que
« ííitrrMó.en IwjC.uíí'íii dcj^teuii ^ s p u ís de l « t Cs mícrpretuciOH de h a w í-
ñi7s, que apareció en 1900. Jung viritó a Freud en su Sociedad de los Viernes
en Viens, en J,y0.7j t inrpediatanteDte si^hfcieron muy amiüüs. Jutig nó lardó
en ser, a los ojo.'! de Freud,, el príncipe del movimiento paicoanalítTco, En 19(19
atonipailú a Fteud en las amlfetcDCias de la Universidad de Clark y posteriiír-
merte regresó solíi a .Amdrica para d icur conferencias adiciunaics. En la prí-
rrteri relmíóra de La nueva Asocjaclón Fsicoanah'titra Irttsmaclonil, Freud in
si ülíó —ffflnte^fl lá opotición vieneta- m qur le isligieru prtaidcTiie á Jup¡i. Quí-.
S iite m a i y teo ria i con(emptJr¿nev!i
ri 4 quo ol nue'fo movimiento íuese enííabezído por ini hombre joven y nojn-
di'o, porque sentía qLie la resistencin a los judíos podía impedir el progreag díl
uuuvu inuvimtejito. bii eaas condiciones, parecía la elección lúgica. Loi
vJeneses, que en su casi totalidad eran judíos, estaban celosos de su prioridad
en al movimjenio, y tambkti icsciitídoii hacía J'ing porque lo suponían ajiü'
semita. Pero Freud superó las objecigiies y Juiig fue electo,
1‘üco despuís .Cüiiienzó a dePtUtsr^ la leladón entre ambos, J uíie no dí-
sejiipeñuba sus deberes presidenciales tan bien como Freud espembís; restaba
importancia al seko en sus ootifereriejíis y. el) jSus ajióljEÍ$ terai^uticos, y mo-
díBc^elIcüiicéplo de libido, ta s fnccionus perBonalet liideioii tirantes las re-
l!(í:iones entre los dó¡ hürnbn:s¿ en privado se acusaban el uhü al otro do neu
rótico y la rivalidad fue crecierido n medida que amboc interesmon, casi al
rnisiiio üenipü, en la psfcotogín de la religión, Bn enero de 1^13 convinkion
en interrumpir su correspondencla pefSüuaJ. Hacia 1914, Jung sé retiró por
eomploto del movimii&TUCi; nunca miniejó su ajnifUd con Freud, Prooto fun
dó ,una nueva escuelij a li que Jlamó píícflijfw ífitalítica,
Actltuüeí büíLicifS y enelacloiagia. En los Cüniieiízos de su caritía, Jutig ha
bí» paaluJado la existencia de algunos carnblos fískoa que explicaría el de
sarrollo de la esquJüDlíunia. .Acentuaba así un factor cOntemporincD, en lu
gar de los factores históricos que solía deatacár Freüd. Aunque por esa época
Freud estaba de acHerrín enn Jiing en ese punto particular, no debe de haber
lo estado en general con la tendencia de Juits a conceder mía importancia al
presente que al pasado, cu el estudio de los nturoEísL Ln e^te aspecto, Jung
6c pRjcefu m is a los gucstaJtlítas y Frieud a tos cunductistas. lung no sólo seña-
taba la importancia del p7esrntn, sínn que también creía necesario coiiipren
der el futuro, las potencialldadbi del hombrí, para poder hablar con áehtTdB
de él. En la dijeccióíi de la oamjuct», jiigi'm lung, lis metas i; intenciones de¡
ser huma fio tienen tanta importan cía como ai historia personal. iJej^próJa
(citdeqcia^-da.iireud a cstudÍBj la causalidad eAdu!¿vaniente_ba^diaae.cii ei pa
sado^ y aím i^ajai le orla ación fieüdlana da red u ^v s j_Ttn;caEÍclau. Jung su
frió* posteriormsiite (Jutig y PítIIí,~í95S] üiTprtiicipio Damado de síníTtiní-
cicíoii, que valdría .para l&s sücmqi que ocurren juntos éfi el iiériVpó“p erolio
* cansan los ijLnas .a.Lua .otros; la ledlzación de sus arquetipos (imigoncs'píi-
moidialcs que implican tendencias de respuesta heredadas! «n el mundo real
sería sunullúncamente psíquica y física, sin que Ijjs dos maciirestacioiies se
relacionen causolmentc. Esto presenta üemejartaa can la qjc sostenía Hume,
quien reducía .lu causalidad a Jn contemponmeidad, y tambié^ con la doctri
na d d paniJebsmo paicoíTsko.
Con el transcLirsa dgl tiempo, /ung modificó su lotiiad hacia la mciodolú-
gíft científica. En un pdnier momemo, estaba inuresado en cubrir la brecha
entre la pslcolo^a académica y ci paicDiuiitisis, por vía del Experimento de aau-
ciacióii. Dü esta maneta c ioeraba hacer más científico el pricoafiiti^^. Ulta-
rlom ente. Jung perdió el interés por “ prob'ir^ el análisis a través~de experi-
mentas concebidos a la usanza tradicional. Bl.y. su ^ seguidores se dóiücaton.a[
estudlu de !a mitología y el arle, comométodq4 m arótilespara reveJ-or lu foncia
A w tjw íflftiíí 2S 7
arbitrario fijar el número de íuncioncs en cuatro, para ¿I, era una cuestión de
hecho. Por lo general, predontinan dos de las fundones a expensas de las otias
dos; estas últimas se desarrollan entonces en el inconscíeiilc, al igual que la ac*
ütud reprimida. Si K describe a ios individuos sobre la base de función y acti
tud, se obtiene una especie de tipología: así, un pensador-intuitivo-introvertido
puede ser proteta o monje. Faru vivir con éxito son necesarias todas las funcio
nes y las dos actitudes; de modo que no hay tipos puros. £1 individuo total
aiiiioiii&a tudus estos factures. En la medida en que nos acercamos a los lipes
puros, nos acercamos a la patología.
Contribución y efíduaciótt Ea particularmente difícil evaluar a Jtuig. Cuando
vivía Freud, su nombre ocultaba a Jung y a todos los demás analistas, .\demis,
con frecuencia se ha seflalido que Jung es difícd de comprender; como ha di
cho Jones (1957); *'De modo que su mentalidad adolecía de un serio defecto;
carecía de claridad. Recuerdo que en una oportunidad me encontré con alguien
que había sido condiscípulo de Jung en la escuela y le pregunté cómohaVia
sido él de tviño. Su respuesta me impiesioAO; T enía una mente confusa’. No
era yu, cmunces, el único que había hecho c&a observación" (pág. 32).
Aunque posiblemente la afirmación de Junes haya sido un tanto parcial,
debido a su amistad C(hi Freud. parece tener cierta justificación. Recientemen
te. alguien que revisó la traducción inglesa de las obras de Jung decía que la
afirmación de éste sobre uno de sus trabajos parecía aplicarse a muchos. Esa
aiinoadón es la siguiente (Jung, 1956); "Fue escrito a toda velocidad, en me
dio de la prisa de mi práctica médica, sin atención al tiempo o el método. He
tenido que volcar mi material piecipitadamente, tal como lo encontré. No h u
bo oportunidad pard dejar que mis pensamientos maduraran. La totalidad de
la co&a vino hacia m í como un alud incontcniblG” (pág. xxiíi). Un libro es
crito de cita luaiiera, no puede resultar fácD para el lector. Además del proble
ma del estilo, para U mayoría do los lectores que no conocen alemán está el pro
blema de la traducción, pues, por ejemplo, sólo en 1966 se tradujo al idioma
inglés el último de los dieciocho volúmenes de su obra.
Aun cuando se supere el difícil problema de leer y comprender a Jung, sub
sisten muchas otros. El eseaso afecto que siente Jung por la metodología cien
tífica tradicional hace que su tipo de exposición resulte extraña a
los p s ic d lo ^ que gustan de las pruebas estadísticas o de laboratorio. ¡>i se exi
ge este tipo de pruebás, puede deácanarsc inmediatamente a Jung.
Incluso es difícil encontrar algún sistema lógico para evaluar, porque Jung
no fue un sistematizador. Si hay un sistema, debe destilárselo de -sus escritos
y luego acomodarlo; Jung no presentó postulados o derivaciones. Esk rasgo
lo comparte con los otros analistas.
I:n 1929 el propio Jung ofreció una evaluación del status de la psicología,
incluyendo la de su propio sistema; “NueaCia psicología es una confesión for
mulada con mayor o menor éxito por algunos Individuos, y, en U medida en que
cada uno de ellos se ajusta más o menos a un tipo, se puede aceptar su confe
sión cuma una descripción bastante válida de una gran cantidad de personas"
(reimpreso en llíUix y Marx, 1974, p áp . 372-373). Jung pone en claro qi*e in
tenta aplicar este comentario tanto a) psicoanálisis como lo desairdlaron Freud
PskotmHúds 261
y Adler como a su propio sistema. Por lo tanto, habría por lo menos tres clases
de peisonas, cada una razonablemente bien dcscripU y explicada por una teo
ría psicoaoalítica diferente
A primera visu, ésta parece ser una clase especial de ciencia, sin leyes gene
rales Sólo hsy leyes iimíCadas que $e aptican a un conjunto adecuado de per
sonas. Sin embargo. l>iesíng (1971) describe con exactitud este procedimiento
como uno de sus cuatro “méiudos de descubriiiiieiUo'* en las ciencias sociales.
Es parte dcl método halístico, que comienza con datos concretos, descubre
temas en los datos, constmye después tipologías (que son teorías de alcance
limitado) y termina por desarrollar una teona general que exjdíca todos los
tipos, ftentro de este contexto, se podría considerar que el psicoanálisis es
una eU])a intermedia que podría llevar Analmente a una teoría general det tipo
que la mayoría de los científicos aspiran.
Aparentemente, Jung ha cobrado mayor importancia en ios últimos años.
Sobrevivió a Preud veintidós años, y la totalidad de sus trabajos ha sido ya pu
blicada en inglés. Las ideas de Jung son novedosas y provocativas. Su idea del
hombre pioporciona un refrescante antídoto para la de Freud: es optimista y
compatible con una per^>ectiva religiosa. Jung mismo estaba interesado tanto
en los mitos como en l u leügionea, sobre todo en las orientales. Su posici^
proporciona un lugar de descanso cómodo y compatible para quienes están ya
hartos del enfoque cíentíAco y sus resultados l.a psicologú junguiana es una
compañera agradable para el existenciaJista (variedad moderna), t i hecho tal
vez fortuito de que el interés hacia estos temas —religión orionuil, misticismo,
cxistencialismo- haya repuntado, ha fortalecido la posición de Jung.
Resulta ágniflcativo que su capacitación cientíAca no tea ni tan larga ni tan
intensa comn la de Freud. Por lo tanto, Jung pudo aceptar Analmeme un punto
de vista Qnnemente anticientinco. Preud había enfrentado muchas terribles
prueba5 de coraje —la sexualidad infantil y su propio error de creer en las his
torias que sus pacientes le contaban sobre episodios sexuales, por ejemplo-
pero nunca concibió la posibOidad de escapar total y deliberadamente ante la
ciencia organizada. Jung lo hizo. Hrto será su salvación o tu tuina. Sung e n un
etudiío y un entutiasia, y sus seguidores eran leales y quedaban imprestonados
una vez que lo comprendían. No nos interesa apostar sobre lo que los años
por venfr harán con la popularidad de su psiculuyía.
Estos dos hombres pueden ser consideradas en conjunto, porque han publica
do juntos y porque sus defecciones están de alguna manera relacionadas. La
separación entre Rank y Freud A»e anterior a la de Ferenezi, y también más
severa y más cmnpleia. Ninguno de ellos alcanzó la estatura de Freud, Adler
o Jung, aunque amboc han hecho sigaificativas contribuciones a la teoría o a
la práctica del psicoanálisis.
En 1922 Otto Rank (1884-1939) comenzó a presentar sus Ideas sobre «I
trauma del nacimiento Además, él y FerenezJ colaboraban en un libro titulado
The devel^ptnent o f psychot/ntdysis (1923). Freud reaccionó muy poeitlvajiwu-
262 StSKjnasy xntríu pjkvíitgicos (.-vntempfirineos
Postulados básicos
Según Munroe (1955). casi todas las variedades de analataa aceptan cuatro su
p i s t e » básicos. Primero, la vida psíquica está determinada. Segujtdo. el in
consciente desempefta un papel predominante en la determinación de la con
ducta del hombre (por i^osición a U creencia anterior de que el hombre seguía
patrones de determinación racionales). Tercero, los conceptos explicativos mis
importantes son mofrvacionaies (es decir, dinámicos). Muchas iiijuiífcslacio-
nes conducíales diferentes se pueden expUcai por un único concepto motiva-
cional subyacente: se pone el énfasis en la mlencionalidad de b acción, mis
que en las conexiones mecánicas dcl tipo E R. ru a rtn , la historia del orga
nismo es de extrema importancia en la determinación de la conducta comem-
poránea.
Además de estos cuatro postulados primaríos, los analistas más ortodoxos
aceptan por lo general varios otros, I) el Impulso básico es sexual y tiene sus
bases en la biología del organismo, 2) Esta energía bídógica primoidial se ma
nifiesta en los diversos instintos. 3) Hay un conflicto básico entre los instin
tos de vida y de nwerlc (hemos visto ya que éste es uno de los postuladc»
menos aceptados). 4) Para explicar la actividad inconsciente es necesario up
modelo estructural, topográfico; las estructuras generalmente oceptsdas son
el ello, el yo y el superyó de Fteud. 5) Las relaciones entre el niño y sus pa
dres explican las neurosis. 6) El individuo atraviesa diversas etapas de desa
rrollo libidinal; oral, anal, fáüca. de latencb y genital. 7) El individuo se defien
de del daño psicológico mediaiitc el empleo de los mecanismos de defensa que
controla el yo. 8) Por último, los sueños, los lapsus Hngme, los chistes y los
diversos errores, tienen un significado simb^ico qüc se relaciona con conte
nidos sexuales reprimidos.
Aunque hemos incluido estos supuestos bajo b denomiiiaeiún de postu
lados, Qo debe interpretarse esto literalmente. Freud era un pensador induc
tivo. por lo menos en su concepción del proceso. No le veía a sí mismo for
mulando postulados, sino simpleirtente informando o resumiendo los resul
tados de sus observaciones. Su reacción ante b declaración de Janet de que el
ínconaciente era una manera de liaUlar, muestra que a Freud no Je agradaba
PtieoeniilsiM 265
Los datos básicos del psícoanáUos han tido recogidos en situaciones tCTspeú-
licas. Son datos provenientes de Infonnes verbales o de la introspección. F1
tipo de huioqiección es muy diferente al tipo clásico, pero mantiene las miv
mas dificultades, a menudo agravadas. Si se supone que b lntroH>«cción psi-
coanalíUca da infomiacíón sobre acontecimientos pasados, entonces los estí
mulos originales para el infoime verbal lian ocurrido metes o años atrás. Mu
chas d i las hipótesis psicoan^íticai * cefitten a relacvuwa CTitie sucesos de la
historia del páctenle y su conducta presente. De hecho algunos críticos (por
ejemplo, Skteiner, 1954) han opinado que una de las principales contrihu-
ciones del psicoanálisis radica en su acentuactón de ta importancia causal de los
sucesos de la vida dcl individuo. Pero esos sucesos no ban sido mayormente es
tudiados de una manera directa. Los datos son las produccicnei verbales pre
sentes dcl paciente. Freud mismo quedó perplejo cuando al cotejar los infor
mes de sus pacientes con loa do otros miembros de la tamiJia. encontró que mu
chos de los sucesos informados no podían haber ocurrido. Decidió que no te
nía importancia el que hubiesen ocurrido o no; el hecho de que « loa hubie
ra fantaseado los h ¿ ía importames para la terapia. Sobre la base de ese razo
namiento, Eírlel (1951) ha sostenido que el análisis no es un método histórico;
lo cual parece ser conecto. En realidad el analista trabaja sobre la base del su
puesto de que los informes sobre el pasado son importantes; en términos ope-
racionales. el analista no tiene nada que hacer con él pasado dcl paciente. Es
tudia la personalidad dcl individuo obrervando su hiléracción con otra perso
na (el mismo analista), y no reconstruyendo su pasado. El psicoanálisis es un
método dinámico, y no un método genético; trabaja con datoa contempori-
ireos triát que coa datos genéticos.
De modo que la relación entre los datos y la teoría psicoaoalitica está le
jos de ser clara. SI la teoría se refiere a lo* factores genético®, entonces ta ma
yor parte de los dalo® es muy cuestionable. Los suceso® pasado» deben inferir-
los datos recogidos. Recordamos, de la» cnticas a la psicología estructural,
que los psicólogoa no confían en Is memoria human* más allá de uno® poco*
segundos, y b ^ o condiciones estrictamente controladas Si te reconocen los
dato» por lo que ton -e s decir, si se los utiliza sólo para formular enunciados
sobre el presente - , entonces parecería necesario modificar la forma de la leo-
ríi fteudiana. Por supuesto, este tipo de crítica c* menos aplicable a Juog o
incluso a .Adier, y* que ambos reconocían más explícitamente la importan
cia del presente. Sin em b aió , también en sus caso» la mayoría de las hipóte
sis se reñoicn al pasada; en el caso de Jung. incluso al pasado filogenético. del
cual n o h ^ en ibr^usto datos disponihIeR.
Una segunda dificultad surge de la naturaleza de la relación terapéutica.
266 ^itíen m y reorias pacoiogíenj rontí^mporáneos
taciones Como los pskoaiuiísus! Además, L uarus (J9 7 I) halló que de veinte
conduchstaa que se hallabdu en tratamiento, diez estaban en terapia psicoana-
lítica. cinco en terapia gucslaltista, tres en bioeoerfética, cuatro en terapia
existencial y uno en dinámica de grupo. ;Ningunc> en terapia conductista!
(Puesto que las cantidades suman más de 20. es de suponer que algunos le-
lapoutss estaban en más de nna clase de terapia). Todo esto parece leroizai
nuestra opinión de que la terapia, tal como existe cu la actualidad, no puede
servir como medio de prueba de la teoría.
Hay dalos observacionalcs provenientes de otra» sitoacione». Kardiner{l939).
Mead (1950) y Malinowskt (I9S0) han tecoleclado datos perlinenie» en algu-
ñas sociedades primitiva». Esto» datos sirven de apoyo al astema en algunas
oportunidades, y en otras exigen su modificación; por ejemplo, los dalos no
conünflamn la supuesta universalidad del complejo d« Edipo (Toulrnin, 1948),
Hilgard (1952), entre otros, ha infocmado so b » algunos datos recientes,
tomados de sujetos humano» en situaciones de laboratorio o escolares. Estos
datos son forzosanvenie fragmentarios. Se relacitman con porciones aijadas
de la teoría psicoanalítíca, como corresponde a cualquier estudio bten contro
lado que quiera realizarse en cl presente. Todavía caieceino» del estudio lon
gitudinal meticuloso que sería necesario para apuntalar sólidamcnie lo» supuesr
los genéticos del psicoanálisis. Pumpian-MindÜn (1952) e» un representante
típico de los autores que consideran necesario crear un instituto psicoanalí-
tk o para llevar a caboesa investigación.
Sears (1943) ha revisado las investigaciones objetivas aiiierioies a 1942, que
intentan verificar los conceptos psicoanalíticos. Mucho» de esos estudio» ae
han realizado con animales, y una cantidad desproporcionadamente grande
han sido pruebas de fijación o regresión. Horwitz (1965) señala que los psi
coanalistas muy a menudo demuestran un sublime desinterés por esos expe
rimentos. Con harta frecuencia las hipótesis investigadas son Iríviales, o cl in
vestigador experimental no se ha tomado la molestia de lograr algo más que
un coflociniienlo superficial de la teoría que está tratando de poner a prueba.
En esta» condickMies, la actitud del analista c», por cierto, comprensible. No
obstante, los expecimentos t^ tin reSativamente bien controlados e indican una
saludable preocupación por la aceptabilidad científica de los conceptos so
metidos a prueba. El interés excesivo por Jos conceptos Ibniudos indica pro-
hahletnentc una debilidad de la Icoiía; la mayoría de los enunciados analíti
cos son demasiado generales o demasiado ambiguo» como para pennitir una
prueba fácfl. Bn la mayoría de los casos no es posible someter a prueba Us
predicciones derivadas de varios postulados, porque nunca hay un enunciado
cuantitativo -y raras veces hay siquiera un enunciado cualitativo- sobre Ja
importancia relativa do tos diversos factores que podrían conducir a un re
sultado conducta]. De modo que la* condiciones de la teoría limitan parcial
mente ei tipo de datos y su importancia para la te o jú misma.
Posición frente ai problema mente<uerpo
Freud era moderno en este aspecto; no se preocupó dwiiasiado por d proble
ma jones (1953. pág, 367) ha didio que se podrían citar pasaje» de Preud que
2 6 lf a/stefnai y tñnrtae Jflltosósicoi COñísTítyarin^s
PríH£-ípíiy(4c L'on-Enióíi
f.omo lo* psicoanqlisias estin fuera da la psicologr'd académijCd, lea resulta inne
cesario ocuparse del pnobiema de la coneúón como uü. Sin embargo, su rní-
rodo tiaaico es e] de k ascciaeión libre, y podri'iainos pregunínmos edmo suce
de que las asociaciones se conecten do manera tal que propnreinran según de
cía Freud i proposito de los sueños— "un camino real hácra el inconsciente” .
I jos principios de ocmexíón son de dMerentei tipos.
f u primer lugar, estSit los princjpióe cMsicos de contigüidad, limilitudy oj>o-
.sicíón. Los filemerTos que han sido contiguos en Ja e^petieiijcia d d individua
liendcE Inego a conectarse en una serie asacíativ«. Los elementos ion itmila-
rca u opuesteri pora ur individuo, pueden también erocarie o sustituirse muTUa-
fnefite. aunqüt la acíptición de esios principios clásicos pemiUe disponer de
una rudimentaria teoría del aprendiz^c, Rapaporl JcRala de modo eirplfcito
(1953); -‘ÍÜ [lobemos escoger Luia limitacián notihls de la afiimacJón de este
teoría cor respecto a su campo de acción, degjríamos entonces su carencia de
un 5 teoría específica del uprundizaje" íjás, 73),
Lub principios de conexión m ái Importantea son aquellos que se relacioniin
cün fícto iís motivacjonales. En una asociacidn, la simllrtud u oposiciúu puede
Kr más de motivos o sentimientos que de estíiímlo» ubjetivos. El recanw:!.
miento de esK hecho permite al analista reennocer cop«?(itmca que no son evi
dentes para los p>siculugos acadámiCQí. El hecho ds que Tas ssociaciones se de-
terminen por Ejtoa factorts enpllca tamblín que las asociaciones "librea" del
paciente líonteflEaU malBríal imporiante para sui problemas básicos; estos pro-
biemas suscitan motivos que a su v íi control«i Jas ajocigeiones.
Para triplicar complétame rite por qud de los problemai aurgen ciertas r/n-
tomas, y por que de ioB contenidos latente a del lueflo iuige un cierto corte-
nido manífiejto. Son necesarios aidn utnos prircipJos. más complejüs. Se trata
de Iní principios cspecldos del simbolismo, que ya hemos menciónedo; la dis
torsión. el dcsplaífarnren(o, k orradensación. Finalmente, están Jos mecsniibnus
dft defensa del yo fracionarizacíón. proyeccián, etc.l, que explicau taa carre-
xionea entre ciertas ctmductaa minifíeitas y sus bases niutlvaciQnalfis. La con-
plcjidad de estos principios de símbotisn .0 y dcfenaa es tal. que han sida ob
jeto de una prolongada investigaclfin pírcoandítica-
Frifíí^ípfoí de selecpíóti
anverso di los otrus. Li>s jwi alistas- han dealacaiit) la wlectívídad en cJ movi-
fuierto de] matírial desde el pieconscifinte o írcunsciHile liacis la conciencia,
m is que la aeletcióji de eitónulDs en t í ambicütti. U selección de ui» ideo o
recuenta dapende del equilibrio diaémico entre lat fuerzas «presoraa y las fuer
zas iflBtintivas que pugnan por la expresión del imterial leprimidp. La repre-
e16h actúa selectivamenle. filíminnfirtn material de la cariCieocia. y la» tesisLed-
ciaj niartíenen alejado el material de caiga emocional. La Latea dcl aíiallata
es lediatiíbuír la eneigía libiülnal dlspoiublc, de modo que las fuerzan repre
soras del yo u el auperyú diatrünuyari en relación a loa Fuetzas expiesivaa, A
menudo la libido ligada al malerial reprimido es tan fuerte que impone su
propia selBCcióti, para actuar de una manera disfrazada; por ejeinplo, la hos-
tílJdad reprimida puede expresarse a través da su proyección entre oirai |>ef-
sonas, a las que acusa antiruces de hoatilEs. El yo selecciona continuamenU
materiales rcpirmidus adecuados, para esa expresión aimbólieaL También en
la selección catán implicados li» principios da conexión; el yo debe seíeício-
íKj/^ de acuerdo Can los principios de eonpjffOri. los aímholüs necesarios para
Jar salida a los impulsos reprrmidüs.
Vemos en estos ejemplos que un aspecto consitlerahle de la contribución
de Freud Fue el desarrollo detalledo de los prircipicis de cutrcxióit y «lección,
apUcados a casos en loi que antei se veíj arbitrariedad y desorden- Extendió
Jos principias al iúconsciente,. donde se requieren leyes düertntcs; esa anipSií-
ción es f u n d a m e n t a l en su sistema
Las Investigaciones rilaiciüin.adas con el denúmlnado nuevo en Foque Incrv
¡ookl de la percepción, que ya nu es lan nuevo, se han ocupado de los efectos
de la mutivatíúii sobre Is- percepción de los eslímuloa -objctrWüSj Esa jiercep-
ción selectivn se ha demostrado en el laharalurio, y representa una Extensión
del pensamiento pricoanalfticD. Aunque lá hnlerpretación que se dio i los ex-
perimentaj; está sujeta a dudas [por ejempló, Goldiamond, 1958), lo cierto
ís que actunlmeniE se estudia en la percepción un grupo de vajiahles que antes
5S consideraba inadecuado. Un ejeiiipiu de los resultados observados es el ba-
Uazgu de que re requiere más tiempo oaia percibir una palabra que suscita
culp-a. que para pemibir una palabra neutral. La interiíiietación analrticj diría
que actúa un mecanismo de defensa dsl yo. d cual tiende a repriimr cs^ per-
cepcLáiiL
CRITICAS AL PSJCOANAUSIS
lnftlí>Ta¡idiid
El público lego y el reljEiosa fucrüji muy severos para con Freud y d pskoa-
niJiais debido a su carácter irreligioso y amoral y a la peantuación de lo sexual.
Se ha dicho que Freud injurió y pmfanó ¡a religión y Ja infanclB. Freud no e n
lelJ^uio. e ñilEptó explicar la telrgÍDriilad en términos cientíticus naturídes-
Tambíén M cierto qiif extendió el concepta de sexualidad hasre Ji inFaiicíu,
7t0 Sittematy ttvriat pticótítgicot ayntemporáneos
Orígenes
Teoría
Ninguno de los sistemas que hemos expuesto hasta ahora proporciona una teo
ría adecuada. El psicoanálisis no es la excepción. Sólo ea un sentido muy amplio
del término puede decirse que hay una teoría psicoanalfttca. Hay una gran canti
dad de gciicraUzacioucs empíricas, y hay al^nmas partes que constituyen mode
los rudimentarios. Walker (1957) ha delineado, de manera muy claia, la iiulu-
Ptteoanilitis 27¡
raleza del inccmsctentc como modelo científico. Rapaport (19S9) presenta cua
tro modelos separados y un modelo combinado.
Q propio Freud se consideraba un mero Iniciador, y lo mismo pensaba de
BU «siema. Quizá la analogía enire el psicoanálisis y la frenología (vease Da-
llenbach, 1955) no « a tan desacertada como pudiera parecer a primera vista,
ambas disciplinas dieron importantes pasos iniciales en su camino hacia la cien
cia. y Bakan (1968) ha defendido la virtud de la frenología, por lo que ya no
es más necesario sentirse ofendido por una comparación entre el psicoanálisis
y ese carácter científico de reputación cuestionable.
Puesto que ninguna teoría psicológica, cualquiera sea su campo de acción,
resulta completamente satisfactoria, las únicas preguntas razonaUes que se
pueden plantear se refieren a ^ es probable o no que una determinada teoría
flegue a ser una buena teoría. Rapaport (1959)expresó su pesimismo ponien
do en duda que la teoría pudiera confirmarse alguna vez mediante cl expedrén-
te de generar predicciones y someterlas a prueba. Horwltz (1963) es m is opti
mista y no advierte ninguna razón por la que esto no pueda hacerse. Ford y
Urban (1967) efecluaroo en una revisióo crítica una afíimacidn condenatoria,
de seguir skndo cierta;
De igual modo, aunque se hen examinado de treinta a cuarenta artícu
los y libros sobre el psicoanálisis, no se hace aquí hincapié en ellos.
Nuestro examen de esa bibliografía nos da una profunda ímpiesión de
ts poco el desanoUo positivo y esencial que está en camino . .
Hay pocas n o v e d a d sustantivas en estos escritos y es probaUe que
sólo interesen a los partidarios del particular punto de vista en ellas re-
picbciitado.. . Estos libros, la bibliografía psicoanalítíca de este aAo,
y nuestra lectura de ese Upo de bibliografía durante los últimos arios,
nos llevan a la conclusión de que la energía Innovadora se ha extingui
do en el movimiento psicoanalítico. Los principales progresos técni
cos y teóriccM del futuro provendrán tal vez (te otras orientaciones,
aunque las contribuciones teóricas del pasado seguirán cjcKíciido in
fluencia (pág. 333).
narran historias que contienen estímulos para impulsos agresivos o sexuales so-
ctalmeme inaceptables, y durante la sugestión posthipnótíca se hace hincapié
en palabras clave Con posterioridad, se evalúan las perturbaciones conducta-
les como una función de la presentación de palabras-estímulo seleccionadas,
algunas de las cuales (precisamente las palabras clave) están relacionadas.cem
impulsos, en tanto que otras, las seóalea de control, no lo están. En estos es
tudios constantemente se da cuenta de diferencias, confiables desde el punto
de vista esUdislicu, quo apoyan la proposicióu pstcoanalitica. £1 éxito conti
nuo en esfuerzos de este tipo nos forzaría a volver a valorar el lugar de la leo
n a psicoanalítica en la psicología.
Toulmin (194b) dice que “si una expiicactóu analítica muy bien dcsanullada
no es parle de una cura satisfactoria, no la consideramos una explicación 'co
rrecta*; el fracaso terapéutico et tan fatal para una explicación psicoanalítica,
como lo es el fracaso predictivo para una explicación física" (pág. 29). ÍHs-
crepimos erm Toubnin en este punto. Aun cuando la explicadón psicoanalí-
tica sea correcta, el curso de la enfermedad puede ser irreversible, porque el
analista no siempre tiene bajo su control las variables indepenttientes cuya ma
nipulación permitiría la curación. Sería lo mismo que desaHar at físico a modi-
ftcar la órbita de Marte y negarse a aceptar su explicación del movimiento de
los cuerpos en caso de que no sea capaz de modtfícaria. 1.a falta de remitados
terapéuticos favorables, por lo tanto, puede servir de base para criticar la prac-
tiddad o utilidad de la terapia, pero no puede ser en sí miaña una critica a la
teoría Sólo podría critkorx la teoría sobre U baie de (os resultados terapéu
ticos si pudiera demostrarse: á) quo la teoría era aplícibltf al caso y se la apli
có perfectamente, y b) que el terapeuta pudo manipular todas las circunstan
cias a voluntad.
Faiía de control
Esta crítica ha estado implícita en muchas de las demás H control del que
«quf hablamos no es el control que les faltan'a a los ffúcos si quisieran mo-
díAcai la órbita de Marte; es el conliul de las variables a fin de aislar lúe fac
tores que intervicoen en una observación dada. Es decir, en el lenguaje de la
psicología experimenUl, el analista debe trabajar con demasiadas variabies in
controladas. No se pueden aislar una por una Us posibles inílucncias que actúan
sobre un paciente, pero se debe intentar desentrañar las relaciones de la com
pleja matriz de la vida tal como la vivió et paciente, bl analista no puede estar
seguro de que las deacripciooes del pasado, o iacluvo óel presente, son adecua
das, pertinentes o txactua. Resulta imposible retroceder y ver qué habría pa
sado a Las cosas hubieran sido distintas; no se puedo probar el efecto de algu
na manipulación singular lo b ^ la conducta lutura del paciente, porque no
hay modo de aislar a la gente de una multjmd de otras icfluencias. ;No es sor-
prendeute que se liayacaUficado de üiconirulada U ricuaciúo!
274 SiKHfnusy leor/as psicotAgiíot coHtemp<»iMos
Una r«spuc:íii ccmiún a esta crítica es que los anahstas han aplicado la valida-
den clínica. Esto parece si^ificar que las conlmnaciones sucesivas de una pre
dicción teórica, llevadas a cabo en una situación clínica, constituyen demoS'
traciones aceptables de la exactitud de los principios en cuestión Este a l i
mento falla por su base. Sería necesario saber qué explicaciones alternativas
son posibles, y eliminar esas alternativas por medio de adecuados cambios
controlados de la situación. De otro modo, a pesar de una cantidad inrmita
de validaciones ciíntcas. ea posible que los resultados coherentes con las pre
dicciones teóricas obedezcan a artificios no reconocidos. En realidad, aun cort
los recaudos indicados ei muy improbable que la validación clínica llegue al>
guna ^ z . a sei muy sistemática y cuidadosa; es difícil imaginarse a un clínico
encontrando la cantidad de casos suikiem es como para repetir una y otra vez
la prueba de alguna hipótesis clara y definida opcracionalmente.
No es fácil sugerir mejoras en los métodos para probar las proposiciones psi-
coanalíticas. Evidentemente ello se debe al estado de la teoría. Un poso previo,
que implica una cantidad inmensa de trab^o. e ingenio, es mejorarla definición
de los términos y formalizar i« leun’a. Hast^ ahora, los componentes miamos
de la teoría no parecen haber sido objeto de la verificación necesaria para que
el intento de verificar la teoría resulte provechoso. Es necesario, entonces, co
menzar por definir irracionalm ente los términos incluidos en tas proposicio
nes aisladas, para que éstas puedan probarse experimentalmente. Mullahy (1948.
págs. 316 y Sigs.) ha mostrado en varios ejentplos la necesidad de aclarar y eli
minar contradicciones. Ya hemos expresado nuestra opinión con respecto a que
esto seria malgastar un esfuerzo. No obstanté, es probable que muchos deseen
hacer este esfuerzo. Para ellos, sugeriremos la dirección que la conrirmacíón o
el intento de confirmación- de la teoría podría tomar.
La teoría psicoanalítica y su verificación comprenden varios niveles de ob
servaciones de la conducta y sus corre^ondienRs universos de discurso. La ma
yoría de la* observaciones ortodoxas se refieren a materiales verbales. Las inves
tigaciones en eflie nivel de observación se pueden mejorar mediante la utiliza
ción de mediciones más objetivas do la conducta verbal del sujeto, por ejem
plo, con tests psicológicos de diversos tipos. Stephenson (1953) ideó una téc
nica, la dasíficaciOn Q, que es un término medio cutre la situación analítica
totalmente Ubre y un test de personalidad estrictamente objetivo, y demos
tró que puede utilizarse para someter a prueba prupusiciones analíticas. Esta
técnica tiene la ventaja de tratar en forma cuantitativa algunas dímenriunes
actitudinaies relacionadas con la teoría psicoanalítica.
Un segundo nivel de investigación de las proporickMies psicoanalíticaa es
la conducta cotidiana. Los asistentes socíiies pueden observar las caracterís
ticas de U vida real del individuo y relacionar sus observaciones con lo que
ocune en la terapia. Estos datos exceden lo que usualmenie tiene a su dispo
sición el analista. Ya hemos sugerido que también son necesarias las obser
vaciones de conductas no lelactonadfls con la terapia; aunque Freud opina
ba que la mejor manera de obtener informacrón sobre el aparato psíquico era
estudiar los casos en que funcionaba mal. ntceaítamos m is información sobre
los hechos gAnéticoi en las vidas de la gente nomuü.
Ptkoenáíisis 27S
Dogmatismo y cuito
Ya heme* locado este punto en otros contextos; por ejemplo, hemos visto en
qué sentido Freud era dogmático y en qué sentido no la era Vimos que ‘‘el
comité*' se conqionía de hoiübtcs a los que casi podría llamarse discípulos;
Kítíiigim, poi ejemplo, hacía siempre una peregrinación para ver a Freud en
276 üisteiTUMy tenrüts psicotóficos contemporúwoj
SU cumpleaños. Hay otros indicios de culto. S61o los anaJs/ados pueden ana
lizar, como fit fuera necesario iniciarse [lersuniilmenie en una prueba de fue*
go para poder (ransnlUr la palabra.
bstas características indican por qué el paicoanálisis, visto desde afuera,
parece una religión casi tanto como una ciencii. Una vez mis, este argumen
to no tiene relación lógica con el valor <fe U teoría, pero »í la tiene con la acep
tación de la teoría por parte de los cientíncos, quienes opinan que la ciencia no
es un culto. El acuerdo con un evangelio, o las evaluaciones subjetivas de las
personas, no deberían tener nada que ver con la evaluación de \as proposicio
nes científicas; ai parecer, el p«co«i4fiais ba utilizado en algunas oponunida-
des aquellos ciiteiius.
Una forma interesante de dogíiiaüsmo c i la crítica de los psicoanalistas a
quienes no aceptan el psicoanálisis. Del crítico que se niega a aceptar algún as
pecto del psicoanálisú se dice que está manifestando una “resisicncia” al res
pecto. Podemos encontrar este dogmatismo en el mismo Freud. Cuando quiso
mostrar por qué estaba equivocado Adier dijo (Freud, 1938); **Por lo tanto,
utilizare el análisis sólo para mostrar cómo entre los aniiistas pudo haber des
viaciones del análisis” (pág. 964). Sin duda alguna, Adlcr analizó a su vez a
Freud para mostrar por qué Freud re icsístia a las nuevas teorías.
RESUMEN Y CONCXL'SIONES
£1 psícoanálish es más un arte, una fOosofía y una práctica, que una ciencia.
La (eofta os vaga y nebulosa, a veces hasta le autocontradice. La terapia no ha
demostrado una efectividad mayor que otros tipos dé terapia, y sOlo reciente
mente se han acumulado pruebas suficientes como para demostrar que es me
jor que ningún tratamiento en absoluto. Los datos y la meloüolugía que die
ron tugar a la teoría uialfüca son evidentemente inadecuados, desde el punto
de vista de la ciencia natural tradicional. Con frecuencia los analistas han mos
trado poco interés por mejorai !ai pruebas de la teoría- Sin embargo, la teoría
analítica ha cambiado a menudo en respuesta a las nuevas observaciones en la
terapia, y recieniemente han aparecido las primeras pruebas experimentales
de labotatorío de las ideas psicoanalfltcas fundamentales.
Muchas de las variaciones modernas de la teoría frcudiana han seguido a Adler
en su acentuación de los factores culturales, restando en cambio importancia a
los factores biológicos. Se dedicó una buena cantidad de erfuenos iBvaUticcjs a
especificar mejor )a naturaleza y génesis dd funcionamiento del yo; esta área
de estudio probablemente sea la mejor promesa de rcacercwniento a la psícolo-
gia académica. Jung es un representante típico de quienes insisten en la unidad
y el potencial creador del sionismo. El iccliazo del instinto de muerte es co
mún entre los analistas modernos, que muestran una p e r^ c tiv a menos pesi
mista de la naturideza humana. La leoria pstcoanaKtica ha sido una fuerza
poderosa desde 1900. y algunas de sus ideas básicas están recibiendo desde en
tonces una aceptación cada vez. más amplia, tn ir e estas ideas se encuentran el
modelo del inconsciente y la importancia de la sexualidad. Existen todavía
mudios institutos de capacitación p an analistas en Estados Unidos Sin em
bargo, no tallan quienes dicen que el psicoaniUiis está muerto o agoniza. Sus
defecto^ sistemáticos y científicos son muy conspicuns
Para que el psicoanálisis siga siendo una fuerza viable y unitaria dentro de
la psicología científica, deberá remediar pronto esoi defecto», de lo contrarío
será desplazado, mediante una efkaz competencia, por las teorías y terapiu
que están surgiendo del estudio de. la conducta dentro de la Iradkd^ni acadé
mica. No obstante, hemos visto que incluso las terapias basadas en tos princi
pios conductistas registran vaciaáonesdcl \cma anatlúco. por io que la desapa
rición de la escuela psicoanalítica no indicaría, de modo alguno, la desapari
ción de la uiHuencta del psicoanálisis, incluso dentro dé la psiccdogi'a.
Por cierto no menosprecumoa la contribución positiva del psicoanálisis
Abrió nuevas áreas de investigación, tale» como el inconsciente y el sexo; dio
ímpetu a la investigación motivacional; señaló la ünporlancja de la infancia
y de los factores genéticos en ta deiemiinacióii de 1» personalidad; propor
cionó obscivaciuncs empíricas valiosas y exhaustivas, y determinó la natu
raleza de lo» mecanismos de defensa. Todas estasconliibuciones son a menu
do objeto de agradecida aceptación por parte de psicólogos que. por lo de
más, nú tienen una actitud nada amistosa hacia el psicoanálisis.
2H9 SisÍEmijj ¡I Iforfttí psíi;ni6j;ictis canleaipíTr^neía
LECTURAS RECOMENDADAS
TEORIAS CONTEMPORANEAS
T E O R ÍA PSICO LO G IC A
i¥Cen más coinpiejai y abSEractas en guiri parte poique dairuis cotí ellas en
jnu etapa posterior de nuestra vida.
hxistoTi por lo tanto muchos pamleJos enlie Jas teuiias cientriicas y las
añrmaeiones urdtnarías de uno coiyiunilCilciún Cüüdiuna. £3 cocinero que cuil-
recciona, consumé y comuDÍca una nueva receta en el lenguaje de todos Leí
días tiene mucho parecido’con un cíentffico. Tanto el cocitiero como el teóri
co aspiran a crear y compartir un nueva conociniíeiitú. EJ oonncimierito lo
cuniriarlBíi [lui riLcUiu üd lenguaje. La meeta lítii., a| ^ a l que la teona úül,
debe especificar correctamente el rtísjiljdo de ciertas ope me ion es, a.uniqtitr
eKistan algunis ditciejicka Miperficialei entre operaciones cunto djcrictir man
teca y, digamos, crear un carupo magii^tico poderoso Casi con soguiidad en
anibos casos será necesniio nteurrit a En.rtrumentos, qttJjíás una batidora en un
caso y un ddotrori en d otro (o. un taquistüsccipio ai se trata de psicología).
Tanto cocineros ccmiú cicntílrcoe pueden necesitar ertreriannJeutu especial
en el campo de la cbservoción i^Híervi laa verduras hasta que estén tkrnaa
pero coTLsútertes todavía’' o con el eatnmiuniento hasta que la tasa de
respuesta se cstabñice"). Para quienes nti sor cocinems y para quienes no son
psicólogos estas ínstrucciartes pueden resuitat desconcertantes, aunque el ex-
pcrlo las vea como casa de rutina. Por último, tanto el tociu)cri> cuino el léo*
rico apelan a la expedeucie del observador f“ ¿No quedó de rechupe te'’’ o
“ j^Ve esa posttimflíjíii a/ul dotando a través de su caniptj yisual?*’).
Es Evidente que hay mucíiM diferencias de dutalle entre el uso teórico y
lüü deinás uios dfiE kngtiaje, y bosquejan:mos alonas de ellas más adelante. An
tes de hacerlo, sin emlargo, exaoiíjiemus con más atención algunos de los pro
blemas gencmJcs que se deben afrontar en cualquier estudio de la actividad
lingtiístka, y dearralleTirioa Un pequerio vocabularia que nos será úti] pora re
ferimos alas diferen^s subáieaxdel estuJiu lingüistico.
Sprnafítlre
n a hicn poca qU4 decir! Podrranios seíIalaT un c-sciitoria y una s3Jb, pero d
sígnifiendo de wncsTw quednrfa en el niíifaña pora siempre, por cuanto sen-
taise ita e t un objeto-
Se bflfi escrito varias obras sobre el tema de la «mántica. No es sencillo aiig-
nar un signíficanio induso a una palabra aparen terne ote ton sírupl» tum o la pie-
pasicián da, aunque quienes hablon nucaliD idioma como lengua m ttem a poseen
un buen conocimiento uituidvD de lo que aigairtca. Todo un “ movinuenta” en
!tt dosuffa de la claiicia se desarrolló alrededor deJ problema ds asignar «ertifi-
calo a los conceptos cientíJieus, Esc jmovirniento recibió d nombre du ttpefa-
ríonüíní? debido a que BrídErnan (1^271 insistía en que el significado de nn con
cepto científico se debu poder reducir a uniconjiinto de operaciones, [Unilariio
opcraciünismo, ecarici una solución propuesta «1 problema da cómo establecer
reglaí seniinticas que estftbleinan conexionea síitre lofi sígnoay los o t^ to s o los
acontEclmiBrtoi, estimuló Ifl apañeión de un torrente de libros para esdareocr-
lo, defenderlo o atacario. En la sctuaM id, probablemente la opinlún general
indica que. en el mejor de lúa Cítsos. el operaclanistvio es una solución inconi'
plata para el piobleffli de determinar el caiáeter signilicetivo de loa enunciii-
dcs, y que tal vez haya sido domaBiado restfictivo. Gran parte de la actividad
teórica se puede produílj en un nivel muy abstracto, [íianipulatido signos ca-
rentes de significado desde el punto de vista empírico. SLcl operaduoiinio li
mitara Id Lherrad dd teórico para proceder sobre usta base, e^iar/a i>e4ullcíii-
du u le c itrd a .
Por o tn partí, se puede ampliar el concepto de optímeiéfí lissui incluir cji
él aperad anea de papel y ISpíi con stmboíot puramenle abitroctoa. Con po*-
terioridad, Bridgman {(952) puso en clara que consideraba eaaa operHciones
"al.tstractas” tan admisibles Como las íigrtiricativaí. Pero cuando te admilcn es-
te tipo de operaciones abstractas, spareji temen te es poco d contenido ejtdu-
dvü que le tjueda il opefacionismo. Nos queda el mandato de Hume de elinii-
nar todo* los libioa sobre aictafÍBica de nuestmE blbliuiccsE y conservar sólo
Los que K ocupan de la observación o del razonamiento lógica. Finalmente, el
npcracinnistno terminó por promover un gran Interés en Jos p entile cu s Semán
ticos. Lns cientíÜiCQS tíüdieron a preocuparse m is ponjue sus té m inos tuvie
ran un significado empírico específico, c por tetiei uo íundamicnlci rotiuniii
pam deteiider el uso, dentio de una tcona, de tennlnns csreittes de delícJción
empírica. Si hemoa ido más allá del operaclanía-.io, es porque nos hemos vk-
lo forrados a atravesado. Leu prüblfliiifis di Ift semántíea no eitin resuéUos,
pero se ItM comprende mejor, fjuíen eitudie la historia de Li psicdlogte debe
recDTioceT alguflos hechos básteos con respecto i la semániícB puesto que se re-
Laciuna con la levrla pitcclóglca en particulu.
Prime rn. 3as deíÉtíciones ctinstituyín un intento de aslgnade significados
a los términos. El djeciudotio e í un mstrumentiG semántica, y tan ótO que
hfotos llegado n pensar que nc padriamos picscindii de di* Antes íc que apuinc-
cieran lo* diccionarios, había gente que ks decía a los demfo qué significa-
batj los si|iiiüs óraleí y escritos. Hay una diteoenda entre cstm dot d o s s Je
‘^diccionario’' sobre la que Jcbemoi explayamos: d dJccionifi&csccítis es com-
pIctBiriente ñisuficiente por sí misino, y el ilieclm uio viviepta e i btiluntr sur
266 SiMtctnn y uortas ptÍcotógk<» conumpurúneos
ñciente. Las demás persúius pueden icltrar los significados de Ifts palabras
mediante toda suerte de curaciones ^ n a s a un diccionano, tales como se
ñalar. demoeirar. etcecera. Sin referencia exterior un diccionario es bastante
inútil. Para aprecitriu, trate de usar un ilicck)naiio en un idioma extranjero
que no conozca. Aunque todas las palabras que figuran en están definidas,
a usted no le sirve para nada, por cuanto carece de los referentes externos de
cualquiera de las palabras que puedan servirle de punto de partida. Usted se
maneja fácilmente con un diccionario en su propio idioma porque ya conoce
bastantes palabras indepenttíenttímentt del diccionario, de modo tal que pue
de eitiplearias para entender el resto.
No se pudo traducir el lenguaje de ios a n d a o s egipcios sino hasta que se des
cubrió la piedra Rosettaen 1799. Esta piedra contiene jeroglíficos e inscripcio
nes en griego; puesto que se conocía el griego, se pudo por fin descifrar el egip
cio. La definición operscional es la piedra Rosettade la teorfa cientíl'ica Sin
definiciones externas, al menos de algunos de sus idtminos. la teoría parece tan
carente de significado como los jeroglíficos egipcios ames d d descubrimiento
de la piedra Rosetta. Sin embargo, no hizo falta coordinar todos los jeroglífi
cos C(m las palabras griegas; se pudo determinar el significado de otros símbo
ios usando las relaciones internas para deducir los significados de los signos adi
cionales. algo similar a lo que hacemos para deducir dcl contexto el significa
do de una palabra que no Conocemos. La ciencia moderna permite la libertad
de emplear alan o s términos teóricos que no guardan relación directa con la
observación empírica, siempre y cuando otros términos conecten la teoría con
las observaciones.
Retomaremos algunos de cstiM temas más adelante. pue.sto que el estudio del
lenguaje, como la mayoría de los estudios, constituye una unidad, en cierto sen
tido. Los problemas de la semántica están últimamente relaciixiados con los de
la p ra ^ á tic a (son quienes usan el lenguaje los que establecen conexiones entre
los símbolos y las cosas) y cem los de la sintáctica, que expondremos ahora.
Sintóciica
La sintáctica es la parte del estudio dcl le^uajc que se concentra en las relacio
nes de los símbolos entre sí En realidad, por supuesto, ^ los ii.suarios dol len
guaje quienes lelacioaan los símbolos entre sí; tas relaciones simbóticas que les
interesan estarán determinadas por el empleo que se pueda hacer de ellas al
comprender y controlar objetos y acontecímientoi Sin embargo» la sintáctica
procura aislar del estudio total del lenguaje una parte que incluye sólo los sím
bolos y su manipulación.
Es decir, la sintáctica supone un intento de manejar los sistema.<i abstractos.
En cierto sentido, es un estudio que p<me cabeza abajo el mundo pues jlos ob
jetos ^concretos*' que aborda este estudio son las '‘abstracciones'' que la cien
cia tiene el hábito de usar pora comprender el icito del mundo! En consecuen
cia. la sintáctica es un claro ejemplo de metaíeona. puesto que es una teoría
que se ocupa de lo que son o deberían ser las teorías como sistemas abstractos.
Tcarie ptícoiógica 267
El stcdrcz. al Igu^ que otros juegos, posee algunas de las propiedades del
sistema lógico y del matemático que se usan para desarroHar las teorías de U
ciencia. En el caso det ajedrez, no ni siquiera el intento de relacionar los
^'símbolos" del sistema, por lo general convenientemente representados median
te piezas físicas de material, con un mundo ‘*más real*’ exterior al juego. La
representación fíatca de los símbolos dcl ajedrez carece de importancia; cuan
do vemos problemas de ajedrez en tos diarios o en las revistas, o cuando se jue
ga por medio de computadoras, fft los representa mediante marcas sobre el pa
pel en lugar de usar las piezas verdaderas. El ajedrez es. en consecuencia, un
juego abstraeiu. También otros sbtciuds, conK> el álgebra de los números reates,
se pueden considerar de igual manera, como juegos simbólicos con reglas para
los “ movimientos" y cuya meta es producir combinaciones nuevas que tengan
un atractivo estético. En d caso del ajedrez, las combinaciones más caiitivanres
se agrupan bajo el Unico nombre de ¡¡aque matul En el caso de los “juegos"
matemáticos y lógicos, cualquier cuiiibbiucióii nueva tiene un atractivo [lOieii-
cial; sin embargo, lo que parece ejercer más atracción es la capacidad de hacer
una secuencia de “movimientos" legales que resulte en la “ pmeba" üc una **ccm
jetura” o de un importante “ teorema" nuevo.
Para aprender a jugar al ajedrez sólo hace falla comprarse un juego y un libro
de regias, que especificará cuáles son los ntovíntienios permitidos, hsios movi
mientos definen, de Iwclio. qué puede hacei un “ peón", un “ caballo", etcétera.
La apariencia exterior de las piezas carece de significado para ci juego. También
es necesario detinir la naturaleza del tablero y las reglas para capturar piezas. Por
supuesto, no basta conocer las reglas para ser un buen jugador. Los "buenos"
mQvhniento& constituyen si^o una pequeila parte de los movimientos permitidos.
Similares consideraciones valen también para oíros juegos sintácticos como
el "álgebra booleana". !a “ topología diferencial", la "teoría psicológica'', et
cétera Las reglas dcl juego se pueden encontrar en ios libros apropiados, pero
aquí tampoco conocer las reglas lo hace a uno buen jugador. En ningún caso
({uistéramos llamar científico a un manipulador de símbolos, a menos que use
las piezas del ajedrez (o los símbolos teóricos) para modelar algún aprecio del
mundo externo al luego. Lu ciencia en su esencia cslablcce nuevas relaciones
entre los símbolos y el mundo exterior a ellos. Los científicos pueden inven
tar stmhtrics nue^'os con una nueva sintaxis, pero su tarea no queda concluida
xi sólo hocen eso. Se liinitan, » han inventado un ristema nuevo o demostrado
un nuevo teorema dentro de un sistema establecido, a ser “meros*' lógicos o ma
temáticos. Para convertirse en un científico se debe definir símbolos, y opera-
cirvws con ellos, sobre la base de los objetos o acontcdmicDtos externes ol sis
tema simbólico. Es decir, se debe trabajar con la semántica. Para tener éxito, un
científico debe demostrar que un nuevo sistema empíríco-sónbólícu tiene al
guna utilidad para los “hablantes" del lensusje científico; por lo tanto, un cien
tífico debe interesarse en la pragmática
Los estudiosos de ^ntáctica se pueden divorciar de estas preocupaciones
científicas Para ellos, “c! juego es la cosa". Lo advierta o no. quien trabaja en
un problema de ajedrez es tm especialista en «tnláctica puro. H1 problema se
presenta como unoicrioordenamicalodc la; piezas sobre el tablero, al que acom*
Sútftfm y ¡«Orias psicoióghos coníempefrántos
pana un mensaje ilgo misterioso: ‘‘Mueven las blancas y dan mate en (algún
número)’'. El mensaic y el problema se pueden dceodificar en términos ánUc-
üeos de la siguiente manera: "Se (c ha ofrecido un mücmuaicnto de sfmboioí
que podría provenir de una secuencia de movimientos slnticticdzncntc lícitos
(es decir, acordes con las reglas) dentro de este sistema simbólico. Le Coca aho-
ra a usted doniostrar una secuencia to más de una) de movimientos -legales se
gún las reglas de la sintáctica de las blancas, de modo tal que, no importa cu¿>
les sean los movimícotos legales líc las negras, la secuencia (o secuencias) conclu
ya dando mate a éstas” .
Rn el ajedrez, las ctmilguiaciones deseadas de símbolos generalmente tienen
la propiedad de que cualquiera de las dos partes puede dar mate. Kn los pro
blemas :^edreetsticos, una posición dada puede transformarse en la deseada con
sólo hacer unos cuantos movimiento.^ peiiiiitidos. En lógica y en malciiiálica,
ii dasaciófí no « tcrrütiemonte diferenre en principio, pero en la práctica las
díHailtades pueden ser mucho mayores. Con frecuencia hay una solución desea
da definida, similar al jaque mate en el ajedrez; esa solución deseada se denomina
a merjudo cow/e/uw q cs simplemente un problema que necesita solución. (I.as
conjeturas w '"pnicban" más que ae resuelven) t n cualquiera de leseases, un
matemático, o al menos el primor matemático que trata de probar una coníetura,
no recibe, cchuo el que resuelve problemas de ajedrez, una posición inlomiedia.
Ei matemático empieza desde el principio, con los elementos del sistema y las
re^as para su manipulación. Al igual que el ajedrecista, puede recuirir al cuerpo
(Ic teoremas demostrados dentro Jei sistema (el ajedrecista recurre a su conoci
miento de partidas anteriores y problemas previos que han sido resudtois).
ü n ejemplo moderno sirve para comunicar alienas de las dificultades y el
entusiasmo que suscita fa versiOn matemAzk:» écf ¡ttego sinláctko {Koht&, 1^*77)
Un matemático húngaro. Paul Erdós. estaba Un entusiasmado con una crmjetu-
ra planteada por él y otro matemático, que ofieció 1000 dólares a qufen la pudie
ra demostrar. Cuarenta años después, otro matemático húngaro. E, Szemerddí
cobró el dinero por su prueba, ;quc requirió 100 páginas escritas a méquinal
No resulta sorprendente que. según se infonna, muy pocos hayan leído la demos
tración completa. Una segunda prueba inde^iendientc, basada en suposseiones hab
lante diferentes, “sólo” requirió 85 páginas. ;y es más que probaUe que narlfc
haya verificado hasta :diora las dos prueba»!
Lo significativo es que el informe que acabamos de citar apareció en Sciertce.
lo cual parece contradecir nuestra afirmación con respecto a 4)ue quienes se inte
resan cfl la mera "m eta'' riniáciica jio son ckmjficos. Aquí el uso no tiene ver
daderamente irnportancia; los sistemas simbólicos »un uua parte integral de la
actividad cícntiTica. y la única razón por la que resultaría útil clasificar a los
lógicos y los tnaremálicoi indcpcndrénlertionu: de los científicos sería que la
separación puede ilu dam os a mantener en duro, desde un punto de vUta con
ceptual. los diferentes aspectos de la actividad crentífica. Los científicos bien
pivpandos, ya x*an psicólogos u ffsicos. nu pueden permitirse dejar de lado ol
estudio de ios sistemas simbólicos desarrollados por los lógicos y los matcmáií-
COi.
Trarfa psir-olAgiea 389
l*ragmáUca
í)e alguna manera, casi todos los a.spec(06 de la actividad cíenlííica se relacio
nan, en et fondo, con el lenguaje. Los científicos procuran Incluso describir ca
da uno de sus procedimientos con ta n u minuciosidad que sti^ observaciones
pueden ser repelidas por cual<|uJer observador competente. Sin embargo. Kuhn
(1970) es imo de los que han señalado que los científicos, poi logeneral.no tie
nen mucho éxito en transmitir de un modo tan completo sus actividades por me
dio Jcl lenguaje. El estudiante no se puerle convertli en un científico simple
mente leyendo manuales o incluso infónucs. no importa aiántos lea. Se Deca
a » r científico cijmenzando ccmio aprendiz de un clenifflco al que se pueda
observar e Imitar. El estudiante debe aprender observando y haciendo.
¿Cuáles son las cosas indescriptibles que tiene que aprender d ejentífico
treóíito'* Una es aprender a disciiminar. A$i cómo el jefe de cocina puede saber
si algo está bien cocido observando el color, la textura y d grado de blandura,
el científico debe aprender qué es lo que hay que observary cuáles ob.scrvacio-
ne.s Indican que se está logrando el resultado requerido. Al aprender qué obser
var. se está aprendiendo a dirigir la atención a los rasgos pcrtfnenlcs e ignorar
otros que podrían parecer más importantes al no iniciado, liste tipo de spren-
dizaje se resume a veces diciendo que un científico tiene una mente “entrena
da o “preparada” . La mente de Roentgen estaba preparada cuando vio bri
llar un tubo eo un momento en que no tenía que estar brillando, y de inmedia
to usó esa observación para descubrir los rayos X. jTal vez uno de los puntos
débDcs de los infonnes escritos sea c! hecho de que no pueden contener todo lo
que no debería verref
Los científicos deben aprender hábitos de manipulación y de observación.
Deben aprender qué aparatos usar y cómo hacerlo. En ocasiones necesitarán des
trezas para la manipulación equiparables o superiores a las de un piloto de hc-
licóplcrus. Ks difícil producir fenómenos nuevos sin alguna.^ habflidades técni
cas. y parle de las tareas de la ciencia consiste en la creación de fenómenos com
pletamente nuevos; los biólogos probablcsnente nos surtirán con una cantidad rfc
ejemplos mediante la recombiiiacióti de genes y la producción de nuevas formas
Teoría ptiaAóeica
UN ESQUKMA HE TEOlilA
Heihcrt pneseiifí upiniones ( t ‘>70j que preservan a]go del punta de vista
elásii;!) respecto dt que ínn las teon'as cienlfiléis, lunque recunütje lan tritl-
Cüj modernas al <i;iti>iuu asquema de la leona. En la ügLra 3 reproducimos el
críít];iji-s simpIJfkaíiQ Je l'cígl de la natnirale^a de b te aria cíentíñea, pues per-
sumoí que cutin l.iUjyerjnclQfftpuntotk pBrtjJd.
f.’oiisídBrumos primera la relación entre el diagrama de Foigl y las. ramas cd
estudio (Id IciijíLiaje. £1 con ¡un tu de paítuladiirs de Feij;l, mis ios teürcmas quí
de él se derivan, pcrtcDece cíaramentE al doniiuto de la sin lile tita. Loi c fruir los
y loí triángulos que reprusentan Ion elcmcnton del sistema sirtaelios ion aAto
términos o sñnbHjlos dentro dc1 Sistema sintáctiieui
M eundru que Feij:l ofrece dt la teoría fls ¡;cniiinameTite clásicu; el señal 1 que
Campbell ( desarrolló oseaeialrtrer le lo m isna apmiún ti ace algún tiempo,
Fcííd ílESuribe acertad a mente ene concepto. calirKindolu de ‘‘pintCFitsí:o"t
por ctiajito ''un cále uto iiu iíitürpietarln“ e*tá suspendido, o Üota IFhremen lo,
sobre el plano déla ohserviiciñi].
Pd-KrulALlas
Oüiieeptüí
primiriioí
ti'[jn n p lc a
dctlnirlcn
Cmi«pEoi
Lni piezas (Jd Retire?, mj crprnesponden hastante híen con los cífciilDg ert el
cálculo de I'eisd. Tanto tas pieza» como los elementos del cálculo de Feie! s
defifiefi por medio de ivjilaa relacionan a los elemento* entit sí, Ningdri
clcincDto ttecsiitsi de una definidún que lo lelsdoneeat) el m ujidoesteiiorpara
tener significado; « decir, se puede canferii srgniñeado a los elementos es,
trictamientE por víB de las deflnicionés mreríiíís. Cuando sabemos t|iie un alñl
puede moverse a To largo de laá dtagünalc!;, no puede saltar sobre las piezas de
su mismo ctdoi, puede capturar tólo la pieza tmemiga que está dentro lk^ ale Ho
ce de SUS movljujeruos legales, puede i t r comido por cualquiei picia ttjeitii|ü
que pueda llegar hflsts m posición, b(c., aabflmoi lo que sijinifica uti alfil. No
hace falta definir las Funciones del alfil sobre la base de las guerras, las activi
dades burtiátiles o las postirnágenea visuales pata qtre tenga significada en el ní-
vd del jOEgo. El significado es casi purameníe sintáctico. Si el ajedres fuese
üaiiífofmado en luie ceoría científica, habría que esublecer coordinopionisi
entre ios elementos del juego y los conceploa empíricos. Feig) intiíCB CílaS Mor*
dinacionci en su diagrama por medio de líiicís que enalzan el sisleraa sintác-
ticQ ñotBiite con loi concepto*empíricos
En EOíisecnencia. ios cíeme o ios y las nri^as del Juego de ajedrez se corres
ponden etjn los eleintintoí def cálcuJo de Fejgl y con loa pDatuladoS qttí lai
concciau. Ivn ambos casos, la cbución dcl sistema ántácljcii puede ser bastan.-
te arbitrario en un principio. Con frecuencia se inventan nuivos juegos, y tam
bién imevoB riatemas siii¿i?ticcjs que nada tienen qur: ver con el juego. La ma
yor paite de loi juegos y de los sistemas sintácticos deipíertan muy poco íq*
terís; pero algunas veüet aparece algo como el ciílculu mCiiiteaiiiidl y deipiet-
ta tanto interés que ¡n; producen debates respecto de la pritíridad. de si la mayor
parte del m ítito iorrespunda a Ncwtoii □ a Leibniz,o talvc* al macslio de Neiv-
tan. ísaae líaiTow, .Auuque la invEnfiíón de Ilíí jutijüa y de los otros sistemas sin-
tái;tica4 pueda wr arhitraiía, estos Alomas ss sclecrfonan fundamentalntentc
sobte lí hase de conáderacioíies eatrssinticticas como el Interíi que ptBesm
o su utüídad.
EstttUiiieute lo mJjmo vale para las definiciones externas de los tdntiino» de
la teoría. Se puede;'por ejemplo, definir un alfil como una p o s tlm ^ ti viauaJ
azuJ, y la captura del alfil polría conwertlrBe en lo desapnrictóii de la poftíima-
gen. De numera siniilar, « podría definir aulas deiaís piezas en función de oíros
renómenos visuales, y el ajedrez proporcionaría así la pmtu siniáctica de una tea-
ría visual pnJiruestfl, Podríamos cucstionai Ib utilidad de tal teoría, y scn'B iie-
ccsafio cuntar Cite dcnniclone* rauy in^oiosafi ti I b teoría llegase a tener que
proporcionar pre (ticcion.es o expUcacione¡r conectas'. Sia eiubBigi>, o o debo-
IT105. ctieStionar el deTecbn del teórie-o u dieílrtii les elementos a víiluntad, Pu-
demos tEcbazai la teoría- ya coiripletada si o o s^iLisftiiu: nuestros criterios de
utilidad, iricíusv pudemíos üegaman a CollíidiftítHi si no nos latiarace la clari
dad de sua definiciones o sus postulado». Sin sm b a i^ , no parece qtm « deba
reijflitíar u n í teoría sohie la base iLbI cíuittfiid (0 de sue postulados o de la natu-
ralv?z2 de lu» definícirtecs.
En el cuadjfo de Feigl no » raptetenta Ja íleriiiición .como tipo dE prucusu
(3e uFi solo paso suguritu aimis, cuíuidit piopualmíM definir un. oltd (un cletiiett-
294 iSsfWJfljjí Itófíat p^fAógicfHt ciintEmpfrrárxm
l. Estrusturs de id teoría
En esta primera parte ¡b MI.I plantea aquellas preguntas que deben conducir
a una cfescí^7díi de la empresa teórica en su conjunto. Las secciones posterio
res se ocupan de la evaluación y Igs logros d a la teoría. Sin embaído, ya hay
cierta evaluación implícita en la manera de formulai Jas primeras preguntas,
ForejcTTiplu. la primera pregunta completa es. “ j,EJ lerlguaje de lus datuaesEX-
plícito y teóricamente neutral?” l,os autores de este Lbro, la ULT y el lector
eoLneiifin sin duda en que un lenguaje de las datos deibeiia ser explícito y
tffunque y a riu tm ta seguridad) en que uq tendría, que eítai cufitutrinad o por pre
supuestos teóflccB, Las tres pjeguittas quE ¡d.n'jcn puEcen ealjr mis exentas
de críticas implí-situs y se cHrupiin de los niveles inferiores (JbJ dta¿ramsde Fcig),
aunque la última p te ^ r ta de esto jfivpti da u entender qut puede cxbtir Lut efcc-
to “ desde abajo” en la forma de la esituclura postulacianal que parece, en el
cuadro d t FeítL tan felizmente independiente de la realidad mumlana a la que
puede estar conectada.
O k.
ICzi.
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29S Sátemaxy leowijis ptieoUgícas c p n f e m p o f iÍF t c t jf
Md$ pairee q u í aboiadan loa casios intGrmcdji:)i «ntre la£ constnicciaiieii cao
este tipn especia] de exceso de aig^ificadc] y aquellm que "síiln cumplen una
fuDCiún compenliadoía". Si la coustrucclún raima parte de una tegría, au de-
ñnlcJÓD iuipLiciti. que la irlacigna con Lai djcméa construcciones teóricas, ]e con
fíele un gran «xceso de slgriJicada no contenido en su condensadón de las
reUciioneí empíricas ya observadas. Cgmo niúilmo. K supone que casi todas
las cofiilnjcciones te úricas poseen ilm cualiJad atcrnpoiá] y aespacial; □ sea.
se supone que san capaces de compendiar la "misFna” relación entre observa-
idea, en cualquier tiempo y lugar en que ella exista.
Bu IsK teorías más coínpleiaa, una determinada conslrucdún puede desem-
peSai un papel en la dedticcíón de otuervacicnes de un tipo absolutamente
angina]. Tados estamos familiariíados con d hecho de que la teoría de Einstein
prudiio la ílicxióu de la luz en ius pruxiniüades dirl Sol y la posibilidad de li
berar la energía del átomo. Al parecer, son raras las sugerencias respecto de que
las coaatrucciones de Einstein deblexon haber cumplido uólo una ñindón com
pendiadora. Si bian « BeguTD. no resulta nada emiKignanle Limitarte a los con
ceptos cstiictsmcnte defldidos desde el punto de vista operadnnál, aplicahias
solo u la que ya sp ha observado; eJ comenurio de Darwit), citado a coctlcnzos
de cato capítulo, lo cxpicaa mejor que lo que podríamoa hacerlo nosotros.
Al preguntar sobre las mlactones Rupuestns entre las cnnstruccionos Ja MLT
necurre a un ejsantsn pormenorizado de la estructura de la teoría, lo cual re
quiere un estudio de LaestFuctumde loa postulados que FcigJ ha ubicado en deli
cado equilibrio en el otro mundo abstracto. La pregunta con mapéelo a cómo
se eonatruyep tas intenielaoiünes a partir de la base de obacrvaciún de La teoría
vuelve a suponef la ccmstcucciión de la teoría desde abajo y no desde arriba.
El hecho d t que se oomtniya parcialmcate desde abajo, no debe cegsmrK hflAta
el punto de no perniLtimotj ver que ]gs teóricos se dedican a una gran cantidad
de actividades puiamente racionalístBS. Ef. decir, aprenden en efectu sistciiins
Jógicos y jnalemjiiicos, y el esfuerzo teódeo e i urui continua adaptacián de es
tas sistemas ahstractus a litseaígeociBS déla observación empírica.
Una vez que se ha desarrollado una teoilíi, se piodui:e tumbién lo que se lla
ma Ja corrección dcst^ utriba, en la cual el teórico puede decirle ul observador
qué deba observar y cómo debe hace río. Sin la de la leorta de la relltivl-
Jad, es difícil únagúiar U idzón por la cual io& físicas ax.perimentalct denarídn
buscar alga tan inveTusímll y aparentemente tiwíaí etjmo una ñexián mínima
de la luz en el campo gravitatoro del sql. Laicatos flÓTO) liescribe cómo New-
ton CDiregía de cuctíituo las observacjones de Flamsteod, el pdirici astrünumo
leal. Como dice Laicatos: ^'Se puede eolcndcr la humíDacióii constante y la la-
djgnarrión ea lenta aumento experimentadas por este gran oburvadai d ver
que sus datos eran critiaadgs y peTreccíonados por un hombre que, según pro
pia confesión, no se dedicaba a hacer obseivat;iones: fue este sejitñnfcnto -aos-
pechoío— íl que desencadenó tiitalmente una viiulcntu controversia períODaJ”
tpig;;. 13íh]31), Kuhu nos dice que quienes prafesan un paradigma buscan be-
choj que dehen'iiD ayudar a revelar de acuerdo cuu el pandlgruQ—Ib naturale
za del mundo, t'feemos q w sin la guía de umi teoría o un paradigma ei impra-
Tewidpsíatlífgics 299
U. CarScteríslicaímftOiíolágíais
Aquí la MLT procede a efeciuor todas las clases de preguntas que ur lógícn
rornial desearía piegunur con reiapectu a la parte ubstnacta de Ja teoría. Lá
primera picgunta es si h a y o no algún enunciado explícito de la estructura bá
sica de Ja teo ría Hasta hace muy poco. Ja lespuesta a esta piegonla era, en el
caso de las teorías pisicológícas, casi siernpie un ampie do.
Los teódODs exigentes suponen por io general, al menoü apamoteniiente,
que SCO pteferlbLcs los sistemas compJetamentje axjomaüzados. Bn realidad, es
difícil estar en desacuerdo con este punto de vista, pero la axioaiutiíauión com
pleta es rara, y pocas voces práctica.
Eara demastmj algunas de las limitactonea del enfoque axiomático, k ¡ con-
tojemos los verdaderos aventunta de Notherto, un brillante y Joven matero áti
co que asistía a una escticJu de estudios avanzados. Su precocidad rnateroática
era objeto da admiiación por parte de todos quienes lo conocían, iaduycnduia
su amigo Claudio (por supuesto, ae han carnfaiada los nombres). En loque se re-
fieic B las TYiujues, Norberto era una planta de ñoraclon tardía. Sin emho/go,
Claudio (cuya perseveraste dciUcaclón ol bello sexo rivalizaba con la de Notber-
to a la m i temática) Ic presentó una muchacha y Norberto enfrentó el probkm a
así planteado con el mismo fervor inteoH que había reservulo previamente pa
ro los problem itinateniétkot.
Unos ií¡a después. Claudio descTÍbÍB Ins progresos de Norberto como seduc-
toi. Aürmaba que Norberto ya había "elaborado todos los axiomas y la ma-
yorúi de los teoremas de la conducta remenlna*'. 51 la evaluación de Claudio
era correcta, algo terrible debía haber pasado con La capacidad de Norberto
pare Bontralar Iss entradas de su sistems axiomático. Noibcrtu, en lugar de lle
var a h duna a la c ^ a , fue llevado porclU h1 a ltu y , poco después, dejó la ma
temática para dedjcuse a la físk i aplicada, un campu que DÍrecúi mayor segu
ridad de un buen ingreso, tonto para la nueva pareja eamo para su futura piole-
Gaudio, m ientra tanto, se djvoiuiaba de su tercera mujer, la o-ual sólo pulo
ohiencí uo acuerda respecto de los bienes, puesto que Claudio ya estaba pa
sando alimeatOE Ansui dos primelaaesposos.
La cuestión no e« que h ^ a algo «róncD en U expUcadón de loi salemos
BxiotDBüccii siiH m ú bien que puede haber sietAmas empúiiCEu tan comple
jos que la axñmatización do rea factible «n si laouLento. Como mateináticos,
Gaudío y Norberto hacían bien en tralai ¡le pilcar sus títnicfls a la vida leaJ
tal conio los pslcólogoi haceo bien al tratar de aplicar las suyas, incluyendo
aquellas que Ju a pedido prestidla a tos mateml^coe. Nluguao de nasoiroi de-
300 SüiemoMy leurtat pticalógtcos contempofifieos
mos los esfueizos pioneros de Claik HuU para construir una teoría general
do U conducta, rigurosa y foimal. Aunque no logró producir una teoría du*
radera. se coostítuyó en el ‘'eslabón p er¿do‘’ mis representativo de U palco-
logia entre pensadores sistemáticos como Wundt y Titcheoer y los pensado
res teóricos de la actualidad, de los cuales Estes es un ejemplo.
Segdo WatsoQ. e t probable que en cualqujor período histórico las posi-
clones dominantes se dividan a fkvor y en contra de muchos preceptos. Aun
que no hay un precepto que <^>onga lo formal a lo informal, existe una opo
sición dominante coit respecto a la conveniencia de u iu teoría focmal en esta
época. Parte de esa oposición proviene del gjrupo tidniteriaoo. En esencia, este
grupo apm» que al dedicarse excesiva atención a U teoría formal, probablemen
te K pierda de vista la cuestión principal, el estudio empírico, que conducirá
I una teoría mejor y más confiable que un enfoque más racionalista. Skiimet
y sus seguidores aceptan un enfoque baconiano e inductivo, tanto de la ciencia
como de la construcclte de teorías.
Esta oposición a U teoría fonnal se ve complementada por una oposición
que, en su m ^ o r parte, proviene de afuera de la tradición de la pskologta aca-
^ tn tca. La ^'tercera Aterza” en patcede^a, integrada por una alianza inderinida
de humanistas, exlstencialistas y fenomcnólogoi, p rc ^ o d e a rechazar todo t^)0
formal de teoría. Opinan que los teóricos formajes están tratando de modelarse
aervflinente a imagen y semejanza de sus admirados cientíñeos físicos, cuando la
psicología debería ser tratada como algo muy diferente de la íúica. Este grupo
comidera que el ser humano es un producto cultural dinámico y en evolución
cuyas leyes de conducta están, en cierto sentido, autocoosiiuidas y $cm poten
cialmente variables de tiempo en tiempo y de lugar a lugar. Cualquier intento
de formalizar estas leyes fluidas carece de sentido y es una pérdida de tiempo;
debemos desarrollar una ciencia menos definida y más humana.
Nuestros propios prejuicios nos Uevm a dedicar más atención a ios esfuerzos
trodkioiuks para desarroffar teorías fomtahrj y precisas, 5in embargo, creemos
que tanto el k ctor como nosotros debemos ser rmparciales y también toleran-
tea. tanto con los fracasos de los intentos por lograr una buena teoría formal co
mo con quienes rechazan toda la empresa.
RESUMEN
LECTURAS RECOMENDADAS
Marx y Goodscm (1976) han compilado muchos artículos útiies relacionados con
d tema de este capítulo en su Theoríes in contemponry psychology. Steveosy
Fei^ prerentan allí su enfoque clásico, y Feyerabend y Marx dos versiones de
las correcciones necesarias, a la luz de las críticas modernas y de la experiencia.
Vale la pena leer el prólogo a Modem ¡eaming theorieíi, de Estes y otros (1954),
como explicacióa adicional de su esbozo. O iticivn and the gmwth o / Jotow-
ledge, compflado por Musgrave y Laicatos (1970), aborda algunos intrincados
probkmas de la ítlosoffa de la ciencia y proporciona una clara cuooxióo entre
loa temas sútcmáticos generales y ios problemas más e^)ecíricos de la coos-
trucdési y corrección de tas teorías. Stephen Touhnhi prerenta en Human un-
derstand/^ (1972) un panorama muy atractivo de la ciencia como un proceso
evohstivo. usando las ideas de variación y selecciófi para sjrficartas, de un modo
rerio y ponneaorizado. a üt evolocjón de Jos conceptos ciealíflcos. Cada una
de estas fuentes incluye una multitud de fuentes adicionales para aquellos
que deseen iniciafM en el mundo de la fílosofía de la ciencia.
Capítulo 10
VARIEDADES DE LA TEORIA E -R
darle L. HuE estableció las líneas prirrcipales de la moderna teoría del refuer
zo. Para el desaireólo de su esfuerzo sistemático contó con la lyuda de mu
chos pflc^ogos, en especial Kenoeth Speoce y Neal Mdfer. Ambos esiurie-
Ton Viudos a Huál durante muchos tf o s en la Univoriidad de Vale, y cuntii-
Varínladef de b feorfs B-/t 309
La carrera de Huü
bio de ideas” de 1929, que todavía planea hacer **un gran experimento en
enonne escala** (1962, 827), con la intención de coiutm ir una batería
de aptitud uni'verui. La expotíción de HoJ} a})í ¡m sm itt Ja clara impretión
de que -timpleiTientc está posponiendo el trabajo sobre la aptitud para una fecha
posterior porque pensaba que era la clase «k trab^o que podría hacer cuan
do fuese m is viejo y menos creativo.
Luego HuU se interesó mucho por la invettigación de la sugestibilidad. Ello
fie debió a que tuvo que dictar conferencias acadómicas ante estudiantes de
medicina, y hacer trabajos de laboratorio con ellos. Dedicó diez productívoe
afioi a la investigación de la sugestión, nipervisando una gran cantidad de tesis
uníversiiarias. Según su propia cuenta, imervinieron unas 20 personas en la in
vestigación, sobre la cual se iufonuó cu 32 escritos. Al trasladarse a Yale, el
interés de HuU por la investigación de la hipnoiis no prosperó debido a la opo-
á c i ^ médica, con la que no había tro p ez^o en el Medio Oeste (HuU, 1952).
Su publicación del libro que resume ía investigación, ffypn<?us ¡sr<í su ^ z/fh í-
Uty (1933) marcó el fin de esta fase de su carrera de investigador.
El tercer y ülümo interés principal en materia de investigación, fue la teo
ría dcl aprCQ(lÍ2ajc. Estudió a Pavlov en la traducción de Anrep {Conditíoned
reflexes, 1927) y se interesó cada vez más poi «I aprendizaje y la teoría gene
ral do la conducta. En 1929 era profesor de investigacián en el Instituto de
Psicología de Yale (que a corto f^azo se transformaría en el Instituto de Re.
lacíones Humanas). De ahí en adelante se dedicó a desanoUar una teoría am
plia de la conducta. Continuó trabajando celosa y devotamente eu ésta, su con-
tribucíM mas importante a la psicología, a pesar de su salud declinante, hasta
su muerte, ocumda en 1952. Ik jó tras de sí un grupo de discípulos tan devo
tos a éJ como él lo había sido a ellos.
Hull publicó durante la década de 1930 una serie de escritos teóricos sobre
el condicioaamiento. de brfllante concepción. Quizás el mejor conocido de
todos sea su discuno presidencial ante U American Psychdogkal Aasociation,
al que tituló. ‘*Mente, mecanismo y conducta adaptatíva** (1937). El propó
sito general de esos escritua, indicado en el título, era mostrar cómo podían
extenderse los principios básicos dcl condicionamiento a loe procesos conduc*
tales complejos. Como conductista metodológico más que metafísíco (véa*
capítulo 6), Huí) no negó la existencia de los fenómenos mentales. Sin em
bargo, pensaba que era necesario eypJicai-lnsy no creía que túeian útiles en sí cq.
mo mecanisnos; explicatorioa. Se propuso, en consecuencia, ofrecer una ex
plicación de la acción lo más cunipleta posible, en la esperanza de que algún
día pudiera contribuir a explicar la conciencia. HulJ ofúnaba que el enfoque
conductista de los fenómenos mentales no había sido puesto a prueba concien-
zudamente, y deseaba hacerlo a fin de que o bien pudiera confirmarse o bien ae
demostrara que no servía.
A este temprano trabajo teórico siguió una breve excursión por el campo de)
aprendizaje verbd mecánico. Aquí HuU requirió la ayuda de un grupo de mate-
yériedatíei é t ég teorie 311
La m tlodok/fía de Muü
N ______
A l
------------ ■*íiu
E ---------- * V
W _____ . -K
Íb 1
Cuestiortes lííííTmrffieai
Cualqidem que oeplre i conAnLir una teoría de la conducta como la de H iiH dC'
be hacer te n te a una cantidad de p ro b k m u muy difíciles. SI en la octuaUdad
sea muy eacsBB loa pasIbjUdadei de poder nsahier estos ptoblemao, ni hable
mos de lo que e n cuando HuS vivíh. Sin embargo, podemos dejar pan. después
l a c rític a de las aspiraciones de Htil y coocsatramos ahora en la naturaleza
de los problem n que esa* npdracíaiiet lo Uevaion a enfrentar.
Uno de loa ptinutoa problemai es decidir cuAes varinbles dependienteH e
Independientes k utibíarin cji la teoría. La experieiicis piicti:* ptopondoiiia
íífl Shítrnaa y learíst psicolá^caa a m tfm p w in eo i
cicrUs gufai, pero de todoi m od« snbaiiiteD m uchu decütfotui. Por ejempli:),
¿cm vendii (ratir <fe piedeíir todas lia vadabtu de respueata de la ntim a leo-
ííflT HulJ hijo hlncip^ en la p tetlk d ár de !■ latencia, ti amplitud, la cantj.
dad de leupucit» hasta la extincH^ y la pmbabilklad de lesptiesta. Skimier
cree que la m qor nudida es la ta&a de feipveSita; di estudia piimordlBliiieiite las
úp^autes übios, l u respucítaj que oí mlntal tiem Kbertad de repetir "a ¥oíuu-
tad". Hull eitudló fkudimeotalmente la» operantes eontraUdas, en donde el
expeiimentador eantrola la» oportunidades pare la emjsldn de la respuesta, co
mo en una pista de aterrdzaje. Su deciaido de telaciocinr su vahahle interíiaien-
íe ñnal —potenci»! de reacetón geutralizudu neto— tson cuatro medidas de la
respuesta hiao que fuera legitimo preguntar li estas medidas estaban de verdad
comeUokiaadu cmhq la teoría decía qu# debían estarlo. Hull pudo haber evi
tado problemas emharazostK de este tipo hadendo piedicítiiosiei de tilo una
medicU de respuesta, pero habría perdido muchísinu generalidad de hacerlo asi.
Sirtükjra ion It» problejiii» que han de enfrentarse en eJ nivel de la» vaiia-
Ues intervínjedlta. Por ojcinplD, tomemo» el caso de ia decisión de HnH de te
ner una única canatmcciún de aprendizaje excitador , Si un tconzidor
e»tuvle«e trabajando en este rnomeiita, podría conslderaj Scesario contar con
distintas conamiccicineB (o distintas teorías) para los diferentes tipos de apren-
d k ije ; por ejemplo. üsatiD de I» teoría se podrí» distinguir el apiendisaje mo
tivado en la comida del aprendizaje moÜTedo en el sexo.
Un problema muy general conectado eoo las variables kitarvíiiietitea ea d
neíérida a lo que pckdríamos denoitiour ststus de realidad. Hull y rus colegas
sosturieioD sin duda multitud de discuñores con respecto a si era o no sen
sato dar una interpretacián fÍsiolúgl£a a Iqs connrucciones de la teoría. Hemos
caractecizsdc a la» variables tntervíiijentss de Hull como "'oiganíutiicas", lo
cual implica cierto compromiao' tislológico. Una dcacnpcióa rnds neutral rería
simplemeote que las va^ble» iolervialeotea son más Intrateóricas -lo que ia-
dudaldeiiieaie son—que intrsoigadJamicu, que pueden serlo.
Incluso después de haber Birlado las construceioaes de un sistema y haber
tomado uoa decitión con respecto a su tipo general, resta todavía el pmtilema
de la detialpióp de cada una de las cunitnicciones y la especilkación de la$
reinejone» enríe lea coostrucejanes. Como qomplo de estos probleinas, po
dríamos tomar el apateolBfneiilie úiocuo N, el número ^ easayos icfarziidas.
¿Qué 8S un e n s ^ o reforzado?
Hull especilicó pitmcro que si Uegaba a ser necesario nforzai un ensayo,
lo teaia que segirii U reducción de la necesidad. Hubo dificultades con esta
definición. En piuirei tugnr, era probable que la reducclóa db la uecesidad füe-
sc b u ta n lí lento, y , por lo tanto, na puecín ptopoicicnai la inmediata CBiti-
gliidad temporal entre li respuest» y el refuerzo que ae supúDia necesario para
un fortaleciniiieiito efectivo. En segunda lugar, no e n nada riicdl saber sí la
reducctúu de U necesidad se había producido o no. Podía lesultoj tentador
postular la redvcciás de la cecosidad tod» vez que se hsbíe furtuleLÍdo una
teapuesca. En teicsi lugar, cmuacuencias como le maiUptilación o d e«ape
fbrtalecíaii Ja» recuesto», a pesar de do poseer propiedades evidentes de re
ducción de lanece^dod.
Vnrieáaáet * iátM üisE-S
- 1 -1 0 ^
S B
HuU hl£0 í^uc lo3 di^sacuerdqi tc^ íjubii abicrlBiiiHiití. La;i''COiiln>versi^, cttno
la dtsatajli alie dedal de la contlJi.ujded y la no continuitUd o In polémica sobre
d aprtndlz^e latanta, continimran durante añeri.
í y i t i e a i a l s iíie fn a d e H b í¡
junto a k)t que no tenían miedo. De esta manera bastante peculiar. Inscribió
su nombre en la historia, flanqueado por los sistemaiizadoies anteriores y por
los seguidores que han de construir mejores teorías de la conducta.
L ot discípulos de HuU
la naturaleza de la acción del reforzador. Por último, fue mucho más cauto
que HuU al no ''aiiesgar un conjunto de postulados teóricos sobre la baae de
un mínimo de datos empíricos" (1956, pág. $8). ^ n c e señaló también que,
on lo que hace a U cuestión de la generalidad, pretendía que su propio ira-
b ^o ae restringiera a las situaciones experimentales partículaies de las cua
les provienen los datos. Spence adoptó el enfoque bulHano básico y muchas
de las construcciones teóricas, pero puso menos énfasis en el enfoque postula-
ciooal y modificó algunos de los postulados que sí aceptó.
Spence trató las variables motívacionales clave de una manera un tanto
diferente a la que lo hizo HuU. Ambos daban por sentado que existía una re
lación multiplicativa entre la motivación y el hábito en la producción de la
r e s c a t a (potencial de reacción). Spence. sin embtigo, formuló la teoria de
que los factores del incentivo y la privación se sumaban para producir la mo
tivación; Huí) sostenía que el inceativo y U privación estaban en una relación
multiplicativa. La fonnulactóa de Spence tomaba en consideración la p a r i
ción <fe una respuesta aun cuando el incentivo o el impulso estuviese en cero,
siempre y cuando el otro factor no fuese cero. La relación multiplicativa de
HuU requeria un valor cero de cuando el incentivo o el impulso era cero;
sin embargo, es difícU poner en p rie to s a Hull sobre este punto, puesto que
no es fácil estar aeguro de que el impulso está ausente por completo. Tam
poco es fácil elegir entre los supuestos aditivos y loa multiplicativoe mediante
un estudio paramétrico en el cual ae varíen bn y K. La razón es que se supo
ne que K está relacicmado con las re.pue8tax fracciónales de anticipacito de la
meta y loe estímulos producidos por éstas. Bn consecuencia, la moüvadón tiene
un componente prendido, y la relación entre el impulsa, ei incentivo y el po
tencial de reacción to c<RnpUca aun más. En un sentido, se ha dado a las dos
teorias una "cadena lateral’* que debe tomarse en cuenta al hacer prediccio
nes. b$ decir, supcuigamos que computamos para una respuesta después
de varios ensayos. Su cantidad dependerá de K. U cantidad de K dependerá,
a su ve^, del de las respuestas fraccicsiales de anticipación de la meta con
dicionadas 8 las señales presentes. Por lo tanto, debemos computar dos
veces, la primera vez en U cadena lateral teórica que determina un valor para K.
El punto de vista de Spence sobre el refuerzo era también bastante dife
rente del de HuU. En su trabiyo posterior, dio por sentado que la fonnación
de hábitos no dependía del refuerzo. Sugirió una teoría bífactorial del prendí-
zaje que es precisamente la in^'ersa de la usual. Por lo común, se supone que
los factores de la contigüidad explican el condicionamiento clásico, y los <fel
refuerzo, el coodicioairmento instrumental. La explicación contigülsta p a n
el condicionamiento instrumental de Spence no necesita cambio alguno eo lo
forma bárica de la teoría; simplemente cambia la definición de lo que cons
tituye un ensayo a loa fines de la teoría. Para Hult, un ensayo era un ensayo
reforzado. Para Speocer, en cambio, el refuerzo no Importaba, lo único que
importaba era que la repuesta se efectuara co la presencia del esttinulo. En
esta materia la podción de Spence era similar a la de Tolman (véase capítu
lo 11); Spence estaba interesado en la teoria rival de Tolman y se aproxima
ba a éste en algunas de sus actitudes metodológicaa(ICeiKfler. 1967).
m y tm rks psieoló^ot eontemporántot
K^E' 9 ^ ^ teona determinaba ioe valores de todas las medidas de las res
puestas dependientes: probabilidad, amplitud, cantidad de ensayos hasta la
extinción, etedtera. Desafortunadamente, estas medidas de la respuests no
muestran, por lo ^neral, grandes correlaciones, como deberfan hacerio aegúo
la teoría. Logan propuso un enfoque **micromolar*' para resolver este pro
blema. Sugirió la necesidad de tomar en cuenta todas las propiedades de las
respuestas, cuinu su amplitud y su velocidad, en la definición de lo que cuns-
titufa la respuesta bajo estudio. Una función de los términos {tam s function\
podría definir hiego de qué manera las propiedades de la req>u*^l* estaban
relacionadas con el refuerzo. Por ejemplo, la función de los términos podría
exigir que las respuestas tengan una amplitud bofa para ser recompensadas.
Bn tal caso, a medida que Bvanzira el aprendizaje, serfa probable que ia am
plitud promedio de la disminuyese conforme aumenta la proba
bilidad de la respuesta y su resistencia & la extinción. E c m lelaciones entre
las medidas de las reqiuestu dependientes serún insolubles dentro de los lí
mites de la teoría hulliana Iradicionai, pero no constítuyemn un problems
para Logan.
También Abram Amssl (1965, por ejemplo) ha efectuado trabiqos dentro
de la tradición huUiana. El principal interés de Anisel te ha centrado en el
«nilL-d» de la extinción, para lo que propone una ex|4tcaci6n basada en loe
r a s ^ frustrantes de la no recompenu. Así. adv'ertimos en la explicacite de
Amtel cierto énfasis en los rasgos de estímulo del proceso de extinción Amwi
(1967) ha extendido también tñ e tipo geiKral de análisis al aprendizaje de
la discriminación. El, al igutil que L o ^ i . ha logrado derivar prediociunes deta
lladas de esta teoría. Tal vez la derivación y la confirmación de estas predic
ciones constituyan el recordatorio más bt> ptedo d^l le ^ d o de HuU.
La contra de Skinner
Contribuciones fimdamentaíes
ltdad” (pig. 14). Se da cuenta también de que las conductas supeisüciosas sur*
gen de relaciones respuestaKeHierzo no especificfldas por el experimentador, y
ha generalizado esta concepcidn a las condiciones contingentes (1966): “Es ca
racterístico de la mayoria de las cooüngencias la falta de un control preciso;
en cualquier caso, sólo son eficaces en combinación con la conducta que el or
ganismo trae al experimento" (págs. 20-21).
En consecuencia, el interés de Skinner por Is conducta supeistícioaa está re
lacionado de manera bastante directa con su trabqo anterior y permanente so
bre el problema de la programación de los refuerzos en el condidonainientu
operante. $u énfasis primitivo sobre el refuerzo (1938) culminó en el exhaus
tivo Scfwduies o f rtínforcement (Ferster y Skinner. 1957). Trabajó primero con
la rata en la caja de Skinner, posteriormente con la paloma en una cámara simi
lar y por último con sujetos humanos. El empico de niños como sujetos, en es
tudios del condicionamicoto operante que abarcan varios programas de refuer
zos, se ha convertido en un rasgo muy importante de la iuvesügación cunductal,
en la que participan pricólogps con una muy amplia gama de adhesión a los
principios alunne nanos.
Se puede citar una buena cantidad de ejemplos de situaciones de la vida dia
ria p a n ejempUncar la eñcscia del lefueno intermitente en e) control de la con
ducta. Uno de los más adecuados es el coitrol de la conchicia ejercido por el
premio ocasional de las máquinas cngamoneüas o por otros dispositivos de jue
go. El examen de otras situaciones indica que es característico programar el re
fuerzo de manera intermitente y no continua, como por lo general se lo ha pro
gramado en los experimentos de aprendizaje. Asf, la crniducta del nifio produce
probación en el padre, pero no de manera invariable; el estudiante tiene éxito
en los exámenes, pero también fracasa o se equivoca en detenuinadus temas; y
el pescador típico vuelve a su casa con las manos vacias la mayor paite de
las veces.
En las investigaciones de laboratorio sobre los electos de los diferentes pro
gramas de refUerao, se han empteado cuatro tipos principales. Son el de Inter
valos fífos (IF), en el que se rehierza la primera respuesta producida después
de cierto período el de intervalos variables (IV). en el que se refuerza la
primera respuesta producida después de cierto período variable; el de razón
fíi'o (RF), en el que se refuerza la primera req>uesta producida después de cier
to número de respuestas, y el de razón variable (RV), en el que se refuerza
la primera respuesta producida después de cierta cantidad variable de respues
tas. Los dos programas variables (IV y RV), y el programa de razón fija (RF),
comparten la característica de producir tasas de respuesta altos y fumea. El
programa de IF produce idealmente curvas de desempeño acumulativo más
cfclicas, con característicos estallidos de respuest» que preceden inmediata
mente al momento usual del refuerzo, con pautas o tasas áo respuestas muy
bajas inmediatamente después d d refuerzo. Esta pauta de respuesta confie-
r e a la curva acumulativa su aspecto "festoneado".
Schoenfeld, Cumming y Hearst (1968) han sugerido un esquema de clasi
ficación para los programas de refuerzo basado en variables estrictamente tem
porales; las propiedadea críticas de los programas abordados eran la duración
Vanedades de te teorie E-R 535
En una abertura del pequefio iq>arato se veía una pregunta coa cua
tro respuestas opcionales; los estudiantes tenían que presionar la te
cla cone2g7uadiBnle a la respuesta que cocsiderabau conecta. Si lo
e n , p arecía la siguiente pregunta, pero ai no lo era, tenían que vol
ver a Intentarlo hasta encontrar la respuesta correcta, mientras un
contador llevaba un registro acumulativo de sus intentos. Además,
(dos rasgo* que desde entonces ningún aparato ha tenido) ai se le
vantaba una palanca, el aparato se transformaba en una máquina
examinadora capaz de evakiai y reconpentar poc sí misma, no hn-
porta cuál teda fuera presionada, aparecía U siguiente pregunta, pero
Vertedadet de la teoría S R 337
Criticas a Skinner
q^u« la Soilu ieCoIi9(fclári de hechor preconizada, por SkinriSr tlD podri alcranzar
nunca.
M¿B aun, 3e lia cuestionado tarrih^n la cfirana del Cnlbqije aleóiicu. Se tía
usado el libro Schedules o / rsínfortcement (1^57) comn ejernpio de los pcli-
MIOS de un enfaque demastado Inductivo y poajtivisla. Allí se resumen aproxi-
madámente 70.CKX] honfl de conducta de paJoinas individuales —registradas
de modo cgntinun-, tiempo durante d cual las pal cenas ernLtleron aproxima-
damenfe 2H0 millones de respuestai. Estos datos se presentir en un total de
931 cuadros distintos, con una ausencia casi total de inteipretacionea n íncJiiso
rcsijineiici, Este prucedimientio annoiiiza bien con la Idea de Slcinncr il^59ai
respecta de que s; debería poner al ckntíñcc en contacto dlrecig con 1(3$ da
tos, pera no cuncuerda tan bien con el tempe raniento djcntífjco de aquellos
para quienes el Interes Inmediato radica en los principios generales.
Stinner tiene varias ríplicas a mano. Bu primer lugar nn es gnlLfcdriCiOj
está contra cierLos tipos de teoriosH aquellas que son pneinaTUraa o la& que
únkamente se pmpunen hacer innecesaria' el trabajo empírico o la cxpUcaclAu
germina. Cree de verdad que las teorías pueden conducir a Los investigado res i
esfuerzos estériles para con fumarlas o rfbflürlaa, ctiondo sena mejor que se de
dicaran a la cxploiaciáh de situaciones empíricas In te re ^ te s. Leu leorfas de
berían ser inductivas ante todo, y no basane en conjetura!; I ^ ^ a s . Las teorías
[JeftpnLUT Set el producto Ünal de una empresa efentifica, pero Itabria que pro
ponerlas sólo cuando se dispone de datos peim apoyarlas. En begundo lugar,
Skinner InsisilTÍa probablemente en la necesidad de mantener súlo im míni
mu de presupuestos. La especulación prematura, aimqiic no sea errónea nn sir
ve para otra cosa que no sea despcnlicisu el tiempo, fin el peor de Itjs casos,
llevará a errores, baid perdei tiempu —directa c indirectamente— y cousíltiii-
r£ una fUCOtc dc disputas y dificultades personales.
feri/hrisliífno. Este tipo de argirmento contra Skjnrer liemc dos lacetas princi
pales^ Una incluye SUS IncJlnacionea afistcdogktsa, esto es en gran parce cues
tión de guato. Si alguien prefiere no pensar en lénEÜnos (isjulúgiccR;, cierta-
menle está en Su dEiíutio. La otra implica su rethaxo a ioi procesos intervi-
nientcs de tipo psicológico (como ta fuerza del hábito g la inbibiclófi de KulI,
la niotivación iacegdva de Spence. EScétera). Tambiía aquí se Irala de una cues-
tión de piu ferenda persuiral; la$ difiicultades Auigen cuando uno üe Los dos
biuidoi kitcnta imponer au punuo de vista al otro,
Y j bemus observado al expresar los arguLneri.tus deJ piupiu Skimici que no
L'Slá en contra de una verdadera pslcúlügíu fiuológjica. Sólo ac opone a la prác-
bCA de tefugiane en la termjhokhgía fifiiolúgíca cuando fracaann la$ explicacio
nes conductales. Skinner desfllienta el einpleu de meras expiesionei vetbfliej,
ücan fisiotólñcaE, mentallstas o cualesquiera-ntras.
En alguitos casos, Shimter o sus stguiilores pueden haberse excedido en su
cntuH a^D por purificar el Icngu-eje pskológjkiCi eELtiinaiidu exprusionei: como
£7?j:3e»cjn, motii'acióft y percepción. Es probable que estos términos, de los que
tanto le abusa, a pesar de variar mucho eonscrvcii todavía un núcleo de
ulficado útil. De ter así. los críticos tendrían razón cuan da sostienen que v
desajídargn ciertos problemas a causa de una rndstencia pnsitis'lsta en la piiFc-
VáHeduPis dt ta ttotie E-R 339
A m b k n ía lis r M a .
Con ñecueacia se Tía ínterpreladD que la posiciDii de- Skinner en Tbe beha-
víof a f tjrpHíTJsntJ (1938) ea muy ambientaliata. El liízo giim [ilocapié en la
ubi£u)daid de laa euiiduelas apícndldaa, y paiccía tener tnncKa fe en el poder
de loa procedimientos operunlefl, una fe en graíi parte Juitifieadi por JübIim Jioí ,
Sin embargo, en el cuiao del entrenarnieiito de louchaa especies de animales,
el matrimonit) Bieland eíectnó algunas observatinnes que lo llevó a apar-
lame en cierta medida de loa puntos dft vista sidnnefíflnos sobre el eondíciora-
tniento operan te, Los Brelird observaron (1961) numerosos iqempJua de fin-
puBos en la enseñanza de las cGoductas operantes deseadas. Por ejemplí} (véa
se Breland y Breland, 1966, pá^. 67-68), tanto a los m apaches como a los cer
dos, los tilica y oltoa anim^cs les suele resuJtir difícil soltar la ficha que es-
idn aptendienílü a Insertar en un distiibuidur automático de cornída, tal cn-
mo los ieics humaiios insertan tngiiedas en ciertas máquinas. Lo? Breland creían
que las conductaa máa pTimilivus relucioiiadas con la comida se activabar eri los
pdinieTos ensayos y que estas conductas md» priinítivas interferían con la eje
cución de la respnesti operante. Ifesciibitron este “desífeainientti hacia lo ins
tintivo'' de la siguiente manera:
El principio general parece ser que cuando un jnirüul tiene fuertes con-
ducLu instinlivas eti el área ds la nspuosts cofldíckniada, después de
un íuneíonainliento comíinuadn el o r g a i r s e desviará hacia la con
ducta instintiva, vn Jciiiinieiitu de la conducta condicionada, ioclustp
hasta el punto de causar la postergación del nefueino o volveflo impo
sible (1961, pág 6Í(4>
Hablando desde uir punto efe tiata cjentifioo, lólo se necesitatoi] do*
mfonuaclúnes para introdiicii la condiicta en Ja aíntteia moderria de
la Dikeva b io lo ^it el hecho de que la cmtdíieCa tenga una base gené
tica, por lo que se puede hcíedai y está, por lo tanto, snjeta s la selec
ción natural; y el himbo do qiK U oondúcta, o meJoT dich-u. las íon-
ductas ladlvlduáles sdo aifeptativaa, eá decir, guardan una íntima re
lación con pojinenorei del ambiente de la. qus tesulti alptln tipo de
343 S ifte in u ty latirías fnifutúgicui ttuniirin¡mrii¡ft>!
Asi' como emie 194S y 195U no hubo un grupo de psicólogos más entusias
tas que los que trabajaban dentro del maico sdatemdtfeo de HuU y Spenoe, en
la actualidad se puede- decir lo siüsíiio de loa skinneiianos. Adcmát del gnpo
lie SkitLiier en líanfard, ha escistido durante años otro muy compiicto prepara
do por Fted Kflfer y WUliam Schoenfeld en U Universidad de Columbia. Loi
p^Dlogos sklnnerianos, descoriten tos con las restricciones ortodcfnas de las
revistas de la American P^cbdogicál Associatiorr (en particular las tegulado-
nes no esciílaa comcemiMites al tamañu ife las muestras y s las pruebas esta
dísticas), fundaron en 1958 su propia «vista; J oiutíoí for the Expcrímeatal
o f Behavior. Las t-foijcas skinnerianas se aceptan i:asi uon-ersalmeiitc
para cisrtoi fines, e b d u so las aceptan qiifeDes se opoíten b1 punto de vista
skinnedanu. Jóvenes pskúlisgúfl ansiosos de a^Tidar a hacer del estudio de Ja
conducta una, cienda exacta siguen reimiíndose cu luruo de la bindcra stinne-
riana, con frecuencia para desconcierto -de loa que -sostienen ideas contianai.
La prensa popular estú empezafldo a re-Krtiocer en SJrinnei al m is grande de
los ccMtductijtaa contnnipütdneos (por ejemplo. lÁrt-f, i9íí9) y a conssderai
su punto de vista leóiico cwno un serio oonipetidor del de Fieud. Ha revivi-
tioado y ampliado la paaiEJón EaLrioLiiueiiU: coüducEiata. Como se señala en
luiji reseíu (MacLeod, 1959}: *‘E espíritu ¡fe Watson es indeatiuctible. üm pio
y puriíjeado, lesptia a través de los escritos ife B. F. Sklnner" (pág. 34).
No cioetnos que SLinner eituvicra o debiera estar endesto con es» evaJuBoión.
S44 Stnem gsy leortev pñcoi^icof contemporáneos
La carrero de Guátrie
üuthrie creía que unos pocos prindptos bisícos bastan para explicar loa he
chos fundamentales del ap ren d iz^. Su principio m&t famoso se conoce popu-
lamiente ctxno t^remiiza¡e por im ensayo. Guthrie sostenía que las asociacio
nes E -R , base del aprendizaje, se establecea mediante la cemtiguidad per se en
un único apareamiento de estímulo y respuesta. Ponnuló este principio tem
pranamente 0 9 3 5 ): **Uoa combinación de estímulos que ha acompaflado a un
movimiento, tendeci % ter tnguida pos e«e morisnvenlo toda vez que se tepita*^
(pág. 26). Un principio conexo (1942) dice: “ Una pauta de csiímiilos alcanza
su plena fuerza asociativa en ocasión de su primer apareamiento con una res
puesta*' (pág. 30). Una última verdón sbnpliÁcada dice (1959): “ Lo que se es
tá observando deviene una sefial para lo que se está haciendo" (pág- 186). Este
enunciado refleja su interés por el p ^ l activo del organismo (el viejo pioblc-
Variedades de h leuria E-R 345
Evaiu^cíím de Guthfie
T e o r ía i d e d ú s f a c r o p e í
Durante largo üeiupo fue evidente que Inpa proi;edimientoa para estudiar el
apiundizaj« d« Thomdikc y Pavlor diferíut cu lia operecionei empleadas. En
el proccdimiCAto pavlovianOf el estíraula incondicionada idguc al condicio
nado, no Importa ¡o que haga el suje^ cu d experimento. En el prDoedimjieiv
to thorndikiano. aíilti se presenta la recumpeitsa si el sujeto se ha dedicado
pieviaments a Ja conducta requerida por el expeiimentidar. La diferencia
básica de procedlmlieiUD implica algunas difereiicias de corolario. En el pa
radigma pavioviano, el estímulo condiciODado, que llega a suscUgr k ftsputs-
ta condicjDn.ada si se produce el aptvndiz3j«, es un estíiruilo identiñcable y lo
manipula el experimentador. £1 estímulo incoudicJunadci provoca una rts-
pijcsta incondicianadia jdnnttílicable. En los estudios pavlovianoa, la r c ^ e s t a
íncondlcloaadB era skmpte, o casi siempre, una respuesta involuntaria me
diatizada por el sistema ncnricto autánomo. Lo caraclerísiica es que la res-
puesta condicionada mantenga urta estrecha reJadán con la incondjjCioiiBdB,
rj na es iddnüCA s ella, tal coom Se la midió en el expeiimeritiD- El procedimien
to thomdildano es diferente en todos lo* aspectos antes tnaneíonados. No exis
te un estímulci condicionado identificado oxpenmenláliTiientie; la respuesta
susciiada por k tecompenaa carece de gran mterés, y Lumpoixr loa planes expe-
rimontalcs "üierZBn'’ la ojccudóti de la mspucstu incondicianada a la lecom-
pensa; Ja respuesta a ser aprendida puede no estar relacionada en fomia al
guna con la res^iesta dada a la rtcomipenaa, y las respuesta* de úiterév est&n
íuediatjzsdasporeL sistema oendotc "*volunt9iÍD".
El examen de estas difereoclas opetuciunaks entre el Dondicionamíento pBv^
loviano (dasica) y d aprenditi^ thorndikúno finstnunentál) nos Jlova de
Una ítmnsTa casi natural a preguntar ai en l u dos shiuiBiones participan leyes
dlfcreates de k ntodifkaciÓQ de U conducta. Por ejemplo, se podría pregun
tar si las aBocíactones de estimúlela, coma en el [^on4fciel^»ninnto pqvJovümn,
y las asodaciomes del cttím ulo-rt^uesta, tal como k& destaca el piDCednruen-
to fhomdtklama, se faruan rnedjaniie procesos básicos diferentes. Rescorla y
Salomón (1967), en bu icacna de la btbQjogiafía dedicada s laj teorías *^do dos
factores* d d apreadizaje, afiim m que quÉacs piensan que don prootsca
bisiuimetite diferentes implican, por lo gerrera), tres conjuntcis dislliitos d*
variables. Estos tms coajuntos ton la clase de respuestas aAotados por eJ pro-
f
Variedades tfe l í !*Ofía fi-fi J49
ceso, los refoizadorej efectivos mcluidos, y los resultados de] ptoceso de apren
dizaje .La diferfiadaciOn más ooinún, basada cd las caiacleristicAS de la les-
puesta, ha üdo que el «mdicioiieiitieiito büsícd abarca Lu reipuextaE autóno-
Tififls, en tanto que di apriendiz^e mstniinetital comprenda las ruspuestúB so
máticas (esqueléticas), pero tambiéii se han Sugerido otras distincícures. Es
más difícil hallar una base para distinguir los tipos de refoizadares, perú se
ha BUferido que las "recompensaa” utflizgdns en el aprerdiza(e instrumental
deben tcDci un carácter afectiva, lo que no ocurre con los loforzadocrs pavlo
víanos; aquí de nuEYo se han propuesto muchas bases para hacer una distin-
ciía entre los lefonadores. Por dltimo, entre las itiuchaj difenendac iones po-
sHble»entre los “prodirctoa” del aprendizaje, Figura la siiECTírcia de que eJ con-
dicloiiamJenlo clásica implics conexiaitea esiímulo-csfímulo, mientras que el
aprendizaje mstmmentsl produce cooejtlones fiitimuJo'iiespueBta, No hay prue
bas empíriCBs r&almenta convincentes que impulsen a adherir y alguna ^ cstai
dlstinciioiiea tdoiicas, pero tampueo hay pniebu stiflciieDtes como para recha
zarlas.
La eauutugk teórica más generalizada lia sida al intauto da redudr los dos
prücedJmientfls Dperscionalinentfi diferentes a un marco de referencia teóri-
00 común que pueda explicar emboa. HuU, por ejemplo, aceptá como báalcai
las leyes del Con-diciananiieníD pavloviano, pero m o^ficú la concepción más
común del proceso al poner el acento en la acoesldad de que se produjese la
reducción de los impulsas para que di apreudizaje tirviera éxito. La solución
más cumpicjá, y por euJe la lineaos popular, es supuuei que Jiay dos procesos
difcTEiites implicados y pioporier una teoría que los relacione. Si st opta por
este enfoque, es uatliml suponer que el CundicionaiDiento clásico abarca la coa-
tigüidad como proceso básico y que el apiejidizaje instnim eatd induye la le-
compensa cemo cmnponente básiCG.
Kíiuble (1961) infonua que Millery JComoisti presenturon uní verelún tBin-
preña de la teoría de do* factores en 192B, y losstguieian en ese campo SchJos-
boig (1937) Y Skinner (1938). La distinción de Skiuner entre condÍElnaaniitii'
to tipo E y coadjcionsmieitto tipo R se ha convertido desde entonces en parte
de Is jerga de Auestia [iiseiplina; b1 primero era esencislioente pavlovíano. y el
segundo, ihomúilüano. Stiimer estaba mucho mis interesado en la voiieílaid
operante de Tbonidilce. y socitenía que las pruebas del condldanim lcato pav-
lovÍHito puro toan CUestiDoableS.
Mowrer lleg^ a ser posteriomiínte, y hs contitmado siendo, el tcúrico mái
conocida en esta campo a causa de lo ceñidD de su TozonBmknto, el trabajo
empírico que ío«tie5i9 suü íiigíTenctas, y la extensión y niinaeto de sus publí-
cgcíortes sabie el tema 0 9 4 7 . 1951. 19S4). Mowrer contmstabs el condicíona-
iilicoto Cun. bI ypieodizaje de sulucioncs. La idqüLiKiüa ele emotiunus.
ficadüs, actitudes, eic-, st realiza í . través de k lirnple ^itttgiiidad de los estí-
niiilos (condlclonainieiilo). El ap ren d iz^ tnstrumeatsl manifleato (aprendiza
je de sedudonas) ocurre mediiütie el reñjorzo, o U ley ttel efecto. El cambio
de Moi™r es impórtame, por cuanto origijialrieiitif ftie un decLdüdo partida
rio del iríucizu buSíiau. Su iaterpretjia'ún fue criticuda, eiitrt: oLro&, por un
antiguD colaborador, Neal Mflloi (1951),
Siffenmt y ttariat ffsUxti^tgicus í^otUttnpotúiteüa
los aniniülGS aprenden Jas lespueatas autónomas índuao cuando están bajo la
Inñuenda del curare que, según * supone, bloquea todas lüs lespuestas so-
máticaa. Pero Black (1967) infonna que también puede d uw el aprendizaje de
evjtBcicHi InatrumentHl bajo L:}a eieetop clcl curare ¡aunque el animal esté rnipoil-
bdltado d i producir la respuesta de evitación durante la seáón ifc apitndiiaje! Y
Goeáling y Breñar (1972) lian demaatradú que los efectaí del aprendizaje somátiEG
previo a 1n admin^traejón del curare se Tniniftestan en el aprendiz^ autúno-
mo ífe¥tt«ÍT de U cuiarlzsción. Contidcisndo todai catas complejidades —y
todavía falta agrega efectoi cogriftivus— en verdad parece más ccarvcniEn-
te suspender ct juicio itíspecio de la cunddad de tipos fundamentales de apren
dizaje mieütiaí esperamoK nofl clatiftcación lutura.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
LECTURAS RECOMENJJADAS
Por supuesto, como psicótíiEíw debemos estar prontos a conoide tai la post
hílídad de estar aquí simplentenbe ante d caso de un rísicu inTructuoso que
levanta de piisd. una defensa alrcdedai de su propio territorio. Sin ei>ihargo,
podríamos no tardar en eneootramos engrosando indebidaniente Ua Tdas de
los infoictuosos que signen apllcandn este rótulo a ícmíos aquellos que cuestio
nan esta analogía en partteulaf. Por ejemplo, uno de lo» nuestros (fil psicólo
go WlUiam K. Estes) dijo acerca de su análisis de U teoría de Kurl Lcwlti;
hifin a ias tEOfiaa E—R, por cjeinplo, tÉrmínDi como üiñániica y mülrípiemen-
tí' iitrf^mütuuío.
De las objacíonfE di Pppenhetmer y Entes so puoflcn extraer dos puntos.
Primefo, no fiay una intima relación íonnal o (doofca entre la UJotía del cam
po en físicii y la teoría del campo en psicolD^ja. Vefemos que [.ewin desaíro
tló la IcoTÍB del campo mja romializdda de k psicología y que en ella se tiace
USD de un iistema foimal y un conjunto de vajkblcs comple turnen Le dife ten-
tei de los empleado! en cuali^uier leorfa del cunpD eslstontc en el dominio de
la física.
El segando punto radica en que d ptü^rania metateófico que sa supone di
rige los esfuerzos de los teáricos del cumpo en psicolog/a oo produjo teorías
que UevAran el signo dúlintivo de una Tuetateoifa. Un examen a fondo de esta
cuestión noí alejaría demaaiaido de nuestros futes presentes y, por otta parte,
Este i (1954) ya ha riocutnentado «ste aserto.
Entoiioes, ¿qu¿ nos queda por discutir sobre k teoría del catripo' flay tres
cosaa. En primer lugar, fiudemua examinar la analo^a existente entre la teoría
física dd Campa y k looríu paicológici dtl campo en un nivd metaieóricG, y 3
que no parece existir ninguna analogía vóliik en un nivel más técnico. En se
gundo lu£ar, podemos discuüi la naturaleza de las teorías que fian reeibídQ
el itombne de rtscWíiJi dei cempo en psicología, dejando dt lado el hecho de sl
realmente se parecen más a los campos (er el aeiitido de la física)que aus eoni'
petidoras. En tercer lugar, podemos revisar eJ trabajo empírico realii-ado por
los teúricüs del campo pata ver qu¿ efecto tiene su punto de vista sobre las
observaciones, Trataiemos de adoptar una actitud amiataen hacia k lEoría del
campo, y de evaluatla más sobre la base de sus propias aspiraciorca que en re-
kuiúu cun ks aspiraciones de quienes k critican dcstls afuEra, Uonsideramcis
que [os teúrkoa del campo han hecho bnpoitariea coíitribuciones teüticas,
metodnlógicBS y cmpúricaíl a b psicología, por lo que se justifica un examen
CüidadcKo tanto do sus cuntribuciones cam odo tus críticas jnecjbidas.
LA TEORIA v e c t o r ia l DE LEWN
tAQta, Lewiii era un* espede de semjguestidtista. ¡y tal vsz haAtu Je haya eentidD
más íiiiembrn dol ^ i p o cuaíldo lú estaba criticando! Los primeros esJuerzoi
de Líwín Se dedicaiun en gran parte a ptohtenias rtmlivaEionaJei del sujeta in-
divldtial, ío que 1ü llisvú » interesarse en lo^ problemas de la organización de la
perEDnaLdad; sus esfueizot ulteriotes se ccdicBion fundamen calmen te a una
amplia variedad de problemas de psicalogíí social, incluyendo la ínteiacidn del'
movimtentci de la dinámica de grupo y su contribución al desarrollo dé la iflve?-
ligacióii activa (o sea. Ja investigaci&n orientada a píoctucir cambios sociales).
Eli el ínterin, « ocupó coíateralmcDte de problemas taks como la natuíaÍEZa
deJ sprerdizaje, lo» faetores cultuialea un U cstiuLtuia de la personalídadj y el
desanoDo infantil. Pero er todas cria? divoisas ¿rtas Lewin aportó el mismo en
foque fundamental^ destocó deiupie los factorei psicológicoJ de la situación
(o can^o}, más que los rimplei factotcs ambíentaleB, Esto puede com pirust
eon la antorior distinción gpestaltiitji, forjrjulada cxplícitaínente por Koffka,
antte el ambiente "cüüductal” y el "'geográfico” . El punto central de La dis
tinción es que el significado efectivo dn las cundidunes ambientales depende
de algo más que de los atiibutoa meramertte físicos; es decir, que una descrip
ción hecha exchiai7amente en función de estos factoiea es inadecuada. Ej la
pnKepriñn que tíctie un individuo de los atributos físicns lo que detemiina
cómo TCiiccioiiajá.
Lú carrera de Lewin
R-oger Baric&í le contó a Marrow que Lowtn no tenía la menor Idea sohre
cuándo parar una v t í que £C zambuUiJ en una discusión e3tiniulani)i’. S ó lo h
excusa de qie teiifa que llevar a ju cspoui de vuellu u cttsa «vUó que Bar)<;er
i^a>eríj e\iiauato m ú de una vez. Quiñis ese nivel de íntenyidad explica en parte
la muerlE trágicamente prematura de Lotvüi, causada por un ataque al cora-
cóit, cuando sólo tenia cincuenta y seia a3oc.
Las publicacioties principales de Lewiii jtm bifonnes en revistas y contri-
buciunes a diversas seleccione: de escnltn. Sus prupJus escritas lian sido leco-
pilados eu cuatro votúmccies. Los dos prim en», ,d dynamic ikeiiry o f perícna-
fity (L935) y Principies a f tapoiopicíli ptychology (1936)^ representan la ffflc
europea de m carrera; las dos úitjmtu caleccúines, Rssohíttg socio/ ímíi^ ítíjí'
(194H) y F idd tkenry in süciúi seisnee {1951), corresponden a h fase aineiícana.
Tupologia y e l i s i o h o d o ló ^ a
E ^a eío vitai
(ít)
(■ 'fsuja S- Sítnuciún ve quv Un nifta quiere iJi:aa)»r im juguete qne cili. dontro de una
bsftejH etreular, a) Situación tfsiu; b) situociSa pncelóalcB; N, airlo: J,Ju(wrte;D, bauvia;
C,mBilrtliM,rnrta;Wj^, (ThAue; Lewbi, pie- 147.)
con una bañera producida, por una resLfIodán veihal, sobre todo si se trata
de un nlfio Eirayor. O, en aituacioDes en parte similares, la barrera pueile consis-
tii en factores peraonalca a JatraoiganianlCDS tales coidd k “ buena educación^
en un nifio preparado para no tomar cosas sin preguntar, ola timidez, o induso
el temor en alg]ún otto nífio Kc erdos Casca el cuadro físíoo QO moscrerfa ninguna
barrera, pero la representación psicológica re parecería muchu y lu mostreda
en la figura.
En la figura 6 s muestra un «jamp]o algo mas coreplelo: aquí Lewta dea-
cribe uno relie de tocoreociones en relación con la ekccióa octjpECíaiiij de un
JovcQ. Lewin (193ó) reñala. que al hecho de aprobar Icfi exámenES d« iapeso,
aunque no constituye luia loccnnoción fjTs&a, representa un "cambio ibeiI de
Jgo S m tntúsy Icftríai ftMÍcotdiíCía ei»ttiinparínfOí
ttot comienzBi s planear para el futuro, así como también a responder más elw-
tivamente eu uuidailjea ttuiipurales icityorea. Ademds, cotnlieiizaii a usar la ima-
ginacihn y la fantasía, y poi lo tanto a vivir por jnauientos en un n i^ l ide Irrea
lidad; aquí gu enndueta está meaos lestdagida por Ibe bomifas udualet del mun
do real.
estar pióictrna o bastante distautE del espacio vital lál como In canCcplLializá
el psicólogo. Aunque el espacio vital se preupone representar li realidad con
creta en la que el individuo está Inroeifo. Cüitipárte laiubién una cuabdaid ebs-
trseta con leoriits como U de Hull.
íTTíi'jíeiíiff de ¿ewín
CVitícos a Leyvin
La mayoría de las críticas contra Lewin se han relacionado con su enfoque teó
rico del campó- London (1944) lo ha acusado de h ^ t s e ^ro p ia d o indebida
mente y de haber hecho mal u»o de los conceptos topolúgicoa. Lo(Ld<;m «esto
nia que en su pretendido uso de la topología, Lewin se había limitado a tomar
prestado de esta geometría la terminología y algunas de las conceptualiza-
ciones gruesas y había sido incapaz de usar algo como el conjunta total de las
relaciones topológicas fundameotales. En respuesta a esta objeción, Lewin ha
argüido que lo único que puede exigíraele a un psicólogo que intenta aplicar el
Variedtdei de la teoría ürí campo S65
modelo nuiem ático, es que coordine algunas relaciones conceptuales con pro
cesos empíricos (19S1): “ No puede haber otro significado ni dtni prueba de la
splicabüidad de estas gcometnas a la psicolr^ía, que el carácter fructífero de
las predicciones basadas en esá coordinación” (pág. 22). El problema entre
London y Lewin ae puede enuncUi eficreiileniente de la siguiente manera:
**¿£1 modelo topológico dcl que Lewin se apropió retiene lo suOcienie de su
estructura lógica como para conservar algún p o ^ r deductivo^* Si no lo hace,
la crítica de London tiene razón de ser, y realmente no hay predicciones basa
das en la coordinación de la topología con la psicología. El total de las pruebas
parece indkar que las predicciones de Lewin se basaron más bien en argumen
tos informales y en obxrvaciones previas que en deducciones dentro de la to
pología. Sin embargo, incluso en el caso de ser conecto este juicio, la analogía
topológíca puede hat^r tenido un gran valor motívacional y heurístico para
Lewin y sus discípulos. Marrow (1969) añrma que a menudo $ostenían anima
das discusjunes en casa de Lewin con la ayuda de papeles y lápices de colores
esparcidos por todas partes jy que usaban para hacer diagramas topológtcosl
Bate pcocedúniewto tosin duda estimable, aunque le falte rigor formal.
Otra crítica, tbrniulada tanto por algunos simpatizantes de Lewin como por
sus críticofi menos amistosos, ha sido que no ha podido especificar cuál era su
interpretación de cierlus lénninos clave (por ejemplo persona) o relaciouos cla
vo (j>or ejemplo entre persona y espacio vital), que admitan varias interpreta
ciones posiblea. Una crítica conexa pero mucho más fundamenUl (Estes, 1954)
ba sido la de que en general Lewin no pudo indicar la base empírica de sus
conceptos psictdógicos por ejemplo el de espacio vital— a pesar de su admi
rable insistencia en la necesidad de definiciones opcradonales estrictas que es
tablezcan coordinaciones entre los conceptos.
Como corolario de esta observación se objeta a Lewin que, t i destacar los
aspectos cognitivos centrales de la conducta, tendió a ignorar loa aspectos m o
lotes^ ? n r lo general los teóricos deí campo, con su orientación perceptual y
cognitiva, han tendido a subestimar el lado de la respuesta en la foim ulací^
E - 0 - R.
En una crítica frecueotemeiite citada, Brunswik ha ido aun más lejos al
afírmar que “el cocapsulsmíento de Lewin en ci estrato central” súmilica que
su espacio vital es “posperoeptual” y “preconducttl” (1943). La réplica de
lawin a este comentario particular ha sido que él no cree que U psicología ne
cesite estudiar los factores físicos y sociciógjcot objetivos que no tienen cooae-
cueucias para la conducta. Sto embargo, estaba dispuesto a incluir el estudio
de factores objetivos tales como loa dotenninantes potenciales del e^ a cio vi
tal; este tipo de estudio lo denominó ecología pñcotógica (Lewin, 1943a). El
trabajo de Cartwright contiene una fomiulndón cuidadosamente detallada de
este problema de la “ zona liroítroíe” del espacio vital (I959,págs. 69ysig8.).
En Leeper (1943) y Cartwright (1959) se pueden encontrar otras evdua-
ciones críticas de los aspectos más técnicos de la teoría del c&mpo lewiniana.
Las leviticmes completas de Deutach (1954) y Eacaluua (1954) cubren las con-
tribudonee de Lewin a la psicología social y i la pticoiogía infantil, ie^>ecti-
vamenre.
3é6 Sifíemat y iroríaí pliM liglcai confetnporinsín
Por úLtíitiü, üna seria nt^eciór a L^win ha sídn Ib de que nn pudo preciigar
y especíñcar üuficNntieniEnte su sistema conceptuaJ gencisJ, de modo que pu-
diem Tohitaise mediante piuebaa experioacntiilies. Por ejemplo, dice Estes;
desanotlo lewüUano. Sin embargo, la teoría ile Lewiu y lo» primeras desarro
llos de Berlín fíieron abandonados casi por completo. Había carnbiado sus
propios intereses «n los últimos afios, y su trabajo anterior era de difícil ac
ceso y, ni qué decir, de difícfl comprennón en Estados Unidos. Un libro de
de Rivera (1976) puede cambiar esta situación. De Rivera ha reunido las pri
meras dlsertadcmes <k Berlín, las ha relacionado con eJ tra&fondo teórico y ha
agregado sugerencias propias. Si se vuelve a estimular el trabajo empírico de
de Rivera o de otros, tal vez los intereses de Lcwin, antes ignorados, gocen de
un renacimiento.
La carrera de Totmmi
E l sistema de Tolman
sútema hulliano. lUsla cierto punto, esta int^rrelación lógica de los conceptos
fue inducida por la forma de presentación que requería el compilador del libro
Esta ciase de formalización se puede haber visto alentada tam ban por el ante
rior esfuerzo de MacCorquodale y Meehl, quienes habían expresado el pensa-
miciitu de Tolman de una manera casi huUiana Sbi embargo, Tolman había
empleado mucho antes un ordcuaiiiiento tabular similar, aunque mucho mas
sencillo (por ejemplo, 1936,1938).
En segundo lugar, y esto es m is imporunne, la formulación ñnal de Tul-
man muestra el pifiel central desempeñado en su teoría por Ia& conslrucciones
cognitivas. Aquí es necesario un pequero detalk explicativo. Dus constniccio-
lies cov;uiUv&» fundamentales están implicadas. La disposición medios-fín es
una disposición cogniüva adquirida, relativamente pura, en el sentido de que
perdura iodependicntcincnte del estado motivacional presente del organismo;
es decir, el organinno puede saber dónde hay comida, estd o no hambriciilu.
La expectativa, por otra parte, es el producto concreto de la disposición me-
dios-fín, un acontecimiento cognitivo que ^ aplica directa y específicamente
a la situación piexnte. Tolman resumió los dos conceptos:
preseiiiacioues del ambiente que hacen posible el conocimiento latente, los ata
jos. etc.; los modos de cognición del campo, que aun las funciones de orden su
perior que producen expectativas de campo a invés de los procesos perceptua-
les, mnéacos e inferenciabs; las diKriminacionei de impulsos^ que son l u capa
cidades de loa animales para comportarse diferenciaimen te en diferentes condi
ciones de pitvacitte, y lai pautas motricet. q\w son las respuestas y las combi
naciones de las tespuestas (habUidades) mismas.
Sédo de una manera muy esquemática intentó Tolman indicar el Upo de le
yes, o relaciones empíricas entre variables, que podrían relacionar estos diver
sos tipos de aprendizaje. Por ejemplo, no formuló sugerencias serias sobre le
yes para los modos de cognición del campo, ni para las discrímtnacloDes de im
pulsos. P an las pautas motricet. aceptó un simple principio de contigüidad,
siguiendo a Gutbiie. La recbicctón de la neceádad, propuesta por HuU. sería
al menos parciabnente rc ^o o u b le de las catexias y las creencias de equiva
lencia. No ofreció imerpretaciooes definitivas para el concepto clave de las ex
pectativas del campo, aunque afirmó e^c ífícam en te que el principio del re
fuerzo no tenía m is que un p ^ l incidental.
El modelo de Tobnan (l9 S lb ) incluía tres construcciones principales, el
stsíema de necesidades, estrechamente relacionado con las nociones ortodo
xas sobre loi impulsos; el especio de la conducta, estrechamente relacionado
con el e^acio vital de Lewin. ya descrípto en este capítulo, y la matriz de
creencia-vaior, que consiste en jerarquías de expectativas aprendidas respec
to de los objetivos ambíeutalcsy de su papel en relación con la conducta.
Estos breves esbozos del enfoque de Tolman indicarían la naturaleza caen-
cialmente experimental y preUminai de su sistema. Rara vez se sintió lo bas
tante seguro del terreno que pisaba como para sugerir reladones legales, o si
quiera ló ^ a s , entre las variables de su sistema El propio Tolman era muy cons
ciente del status cuestionable de algunos de susaspec(os(l959): “ . ..Cceoquelos
días de aquellos sistemas grandiosos que todo lo cubrían en psicología, cemo
el m ío intentó ser, están ai menos por ahora- bastante anticuados. . . Tengo
una tendencia inveterada a qite mis ideas sean en extremo complicadas y exal
tadas. de modo tal que cada vez son menos uisceptibles de prueba empírica*'
(págs. 93-94).
Tobnsi no produjo la clase de sistema que produjo a causa de sus princi
pios metateóricoa o de su ignorancia metodológica, sino porque era la clase de
persona que era. En sus primeroa trabajos(1936, 1938), había especificado con
algún detalle las variables particulares que ¿I consideraba signincativas en la
conducta y había indicado el tipo de situación experúnentai “estándar" en
la que Se podn’an determinar n u valores. Se interesó también desde un princi
pio en un prototipo de diseño experimental cuyo pcopó«áto era identincar U&
interrelaciones funcionales de las variaWes depecuUentes, intervinieotes e inde
pendientes. Por lo tanto, Tobnan adoptó una metodología empírica estricta
destinada a dejar al descubieiio las relaciones legales entre las variables, pero
no siempre puso en práctica sus ideas. Bien puede ser que el tedio que este pro
grama implica lo iiagu impracticable. Por cierto que no era la clase de diver
sión que le gustaba a Tolman.
sn Sistemas 7 ieorist jaicól^iíeoi o c i n ( e / » í P « * i « M
La eipíráTtfífíof!íVi ú t robno»
» sospecha que opeiafi üivenas fuentes sutiles de refuerzo (por ejemplo, d re
tirar iü anima) dcl laberinto), la mayor parte de los resultados parecen susten
tar la posición origina] de Tobnan. (Véanse Kitnbb, 1961; MacCorquodak y
McehI, 1951, y TTiútlethwaite, 1951.)
Críticas a Tolman
Los cum entaii» de Kuo sobte Tolman Uegonon cuarenta y cuatro arios des
pués de haber dejado Berkeiey para retomar a China. Poco más es lo que *e pue
de agregar con re^ecto u Ja oprnjón que sobrs Totnran tenían aus discípulos.
L a carrars de B fu n s w tk
i a irti^cjitigecián de PrunwíA
lior lobie peiíepciÓD, eo eJ quf si interés primario & (Entraba también úti el
grado en que el BtjstD logm donnalmeiite un tipo de relación de conatancia.
E¡ sistema de Brunswik
Seatcnciu
In^tuiliniitei
de
Flauta 9. Esuuhiu del organiioio y sos ohededuias. i/)tenie: Pnnuwilc, 19'39a. pig. 37.)
Medlicióa vlctite
Flgar* 10. G modelo de U lena; coadro compueito que leprescoU la unidad fUn-
m ÍI de ta conducta. (Pumtt:
c ío m Btunnrik. 1952. pá¿. 20.)
VariablBA Diceño
lieadas it lB U líÜ t U
Oum.po
vetidt
M guií 11. Di»(lo H steiititko nn *1
estudio da li ccXlft4iicÍM dií la em i^C ta.
Véise U Dipücacifio en fll (cito, (fbífr
re; Brunenlk. 1955». i»Íe. 194.) Sur
ía cmera de Barker
Barker no gozó Jamás de las ventajas que implica eer un miembro de dos cul-
tums. como lo fueron Bnuiswik y Lewin. Recibtú sus títulos acarkmloos en
la linfvcnidad de StanFord (»e doctoró en Hlqsofia en 1934). Conoció a Lewin
cuando ¿ale llegó como profesor visitante ea 1932, y poste rtonn ente estuvo
con él en lowa i mía de habar neibidD un í beca para estudias posdoctoraJos.
Su asocisción los Llevó a publkjir el cidatco estudio de laboratorio sobre la
frustroEtóa y la regterióu en loa nülos (Barker, Demboy Lewia, 1941), que eica-
Dtiniinimus más adelante, Después de actuar como instructor «n Flarvard des
de 1937 a 1938, pcofeaoi srudlW enUDDiverfijdadLJellhnoiiideHlG 1938 a 1942,
profesor adjiunto en Stunford desde 1942 a 1945, y ptofetor titular ea k Gni-
vetsldad de rlaik deede 1945 a 1947, se estableció como prafesot ea k Uaiversi-
dad de Kjotijas. Barker y su cokga Herbert F, Wright creETon el Instituto de] Cam-
Vsriecíadi:! Je ¡i tsaria del campo
ducta, y los aJretledores puedon sor obra doJ haanbic (coiiid 1ü & edificios) o
iiatmaieiL (cuiqu Jus ¿rboíos, pur ejomptu). TcfLíelo, el inodici es drcunyaceii-
te a la conducta, o sea, que el loedio rodea t la eandjcta y no viceversa. IuyE'
tamos al lector biteresado a consultar en Rarkiar (196£) iai lestajites caroc-
fenstlcas detiiüturias, asi carao los detalles de los demás aspectos de sus da
tos y su teona.
Fur últiinu, Bailier coiiáderii las üiteraooiuiics cutre lüs eacuadies coaducta-
les y las canductas de lis peraonas que los habitan. PodrianiDS cíp crij que vie-
ra el encuadre conductal corno un campo y la» persojias en él como part/cn-
la&, Sobre la basa de una analogía con la física. En lugar de e9o, tadiB prestada
de Hcidar una atialo^'a casi opuesta, y oqu^ars el encuadie conducta] a una
“cosa" y Ja gente que Ip habita a un “medio''. EjimiplD de cosa as una piedra,
que 3C puede atrojar a un estanque, el medio. El medio, aunque tiene euract£‘
iisticas propias, es más fienjbie que la cosa y por eso se adopta a eUa. La
te Se adapta en ^neroJ o Lod encuadrts CúndUCtales, en p u le graCiaJ o la in-
terveaei&a de las “unidades de fuerza ambi^ntales". Pero ésta es ya otra par
te de la historia, y no k podeniuis contar toda. Condiilremafi con el comen-
taiiu de que el trabajo de E artei cotnbini co tara Corma el enfoque Liuagina-
tlifo del teórico del campo coa el empirismo persistente que parece haberse
coflechido con más Cncuencía a la imagen d d psicólogo asociicionista. Tanto
sus esquemas descriptivos como au teoría de los encuadres conductalea constl-
tuyeu una gran promesa de estimulan tes trabajos en los que se profundice aun
más la psfcclogfa «oolúgica. La dlapoajbllidad de categotíaa descriptivas utül-
aables Itacc de Barket uno de lu$ pocoa paleólogos lo bastante ticos como para
poder ofrecei, en una sota página, citas '*golDalnaa"', entre otras 09ÉB, pog.
141): Las perturbaciones u producen en la expe [únela ínTantí] cao una fre
cuencia promedia de ó,4 por hora, y la mitad de ellas lai provocan loi adul
tos; las unidades de las nidos d d Medio Oaste aon máa cortas en proiucdiiü
que las de los ñiños de “Yorediíe'’ compBrpblei; los niflos de YonedaJe reciben
de luy adultos urta eiLlroda devaluaUva cuatro veces supeiioi a la de loe niños
del Medio Oeste.
C o n ír ib u c io n íS d e B a r k e t
LA NEUROPSiCOLOG! A DE LASHLEY
(Beach y otios. 1960) que: “Durante los cuarenta años siguientes. Lashley
había de ser el psicólogo más frecuentemente elegido por los neurólogos y los
psiquiatras para que viniera a nuestras reuniones a leer un escrito o a discutir
ios escritos de otros" (pág. x v m ). Concluía diciendo (Beach y otros, 1960):
“Y así, al rendir nuestro homenaje a KtH Lashley, reclamamos pot (omencM
un diezmo de su trabajo para la neurologii" Ipág. x x ).
Pero pos supuesto, no es sólo por sus contribuciones neuroiógicas que se hon
ra a Lashley en la psicología. En una introducción al volumen de obras selec
tas de Laslüey (Beach y otros, 1960), E. G. Boring reviu sus contribuciuues
sistemáticas a la teoría psicológica. Ciertas citas seleccionadas por Boring ejem
plifican el sabor a teoría del campo de las ínteipretaciones de Lashley. Por
ejemplo, Lashley escribió que . Jo que determina el efecto funcional es el
patrón y no la locaUzación de energía en el órgano sensorial’* (pág. 492) y
refiriÓDdose a la acción cerebral, que . todas las células del cerebro están
constantemente activas y participan, mediante una especie de suma algebraica,
en cada actividad" (pág. SOO).
La orientación de campo Je Lashley aparece también ejemplificada en su
apoyo a una interpretación reaocionsJ. o conriguracicmai. del aprendiziqe
de la transposición, por opostcicm a la actitud cemexionista, o E -R . En su
discurso presidencial ante la American Psychologícal Association en 1930,
atacó el punto de vista conexionista simple. Posteriormente presentó una al
ternativa novedosa para la interpreuci6n E -R onodoxa del aprendizaje de
la discriminación y la generalización, l a hipótesis de Lashiey-Wade dice que
para que ocurra la generalizacíófi es necesario el entrenamiento diferencial
con varios valores de h dimensión Je esiímulos, ncgaiiJo así el supuesto co-
nexionista fundamental, de que el refuerzo de un único valor del estímulo
produce un ^ d ie n te de generalización por el cual los valores similares del
estímulo obtienen automáticamente una potencia «milar pero reducida para
provocar ía re^uei^a condicionada. La controvenúa así creada ha estimulado
una gran cantidad de invesiigacioocs. Rimble (1961, págs. 369 y liga.) presenta
una reseña del tema Tcrrace (1966) llegó en una fecha más reciente a una con
clusión que favorece a La^diley y a Watfe: “ Se requiere un procedimiento de re
fuerzo diferencial para que emerja el gradiente de generalización típico" (pág.
339). FInalnxjntc, Kalish Í1969) llegó a una suerte de posición de compromi
so después de un análisis meditado y exhaustivo de las pruebas.
Lashley hizo además otras comilbuciooe& experimentales y metodológicas.
Respecto üe las primeras, su larga serie de investigaciones sobre la discrimina
ción visual y el análisis de la corteza visual (vclsc Beach y otros. 1960), es quizás
el mejor ejemplo, en lo que hace t laa segundas, su invención del ‘‘trampolírí’,
que obliga a un animal como U rata a avanzar o saltar de un placafnnria a una
de dos puertas dücrininables. es ptobableraentie Vncontribución más impórtame.
Este nuevo d lip ^ ü v o experimentil ÍKÚlitó eoonucniente el aprendizaje de la
discriminacióQ co la rata, presinniblemente por forzar al animal a atender más
directamente las señales visuales pertinentes. Entre los muchos que utilizaron
luego este recurso, debe mencioaarse en el presente contexto a Noanm R. F.
.Maier. Xo sólo ha sido responsable de la m is ccotiovertlda utilización d d
Í9 6 y teorioa psicoiógkot conttmporáneot
ElESUMEN Y COí^CUJSíONES
En este eapíiulo heirius examlnjidQ los puntos de vista de seis teóricos deJ cam
po, y el trabajo de varios teóricos con ajctitudes afines Estos teÓTicosporlo ge
neral tiacen hjncqpld en las pautas de or£aiil7,aciúii uexpEuiías de lus^-canexjDTies
discretas, SigulcndG esta actitud gcnenil hiy una tendencja notable aeslndlar
las variables molares y una [endencia a recunir a las obúrvaeionei del campa a
fin dií obtener una víala global ds La conducta y de las leyes cnn-flnctslci.
El enfoque de la teona del campo revela cierta inclJnacüji a alejar a li gente
de la cuiicepciúri simple Je causa-y-efcclu a causa du la gran cantidad de varia
bles pote riciales en Jos campos o los tados-- Algunos experlmentaduces han scit-
Lido rechazo hacia la teon'a del campo a causa úc que Liende a perderlos en un
lahcrinío de complejidad y puede paralizar las investigaclonBS emp/ricas. Esto
es consecuencia de la ioBistencia en la importancia de una cantidad tan granfie
de varialjles. con sus interatciories potenclalmEntE complejas. Ademfls, la in-
vestlgaciún puede parecer difícil debido oJ c u ic tc i irdcinlmcntc vago y no ope
rativo do algunos concoptú^ del campn, por ejemplo loit de Lewin. Sin embar
go. las puntos metate óticos establecidos por teóricoi cumu Lewio y Brunswlk
stui cxtrcinadamentic peistiaíivua.
En nn nivel abstracto, personas como Kanior pueden indicar cóma salir del
atciUadejiQi, pues á bien mantieneu una orientación geiiciiil de campo, sumi-
nblran también un fuerte aniídoiti contra la subjetividad y eJ dualismo que pue
dan estar asgcJadcn con ella. Concrétamentei LeiviUj ürunswik y Bailwr hmi
mostrado la salida. Todos ellos han lievEido i cabo investígactOfleE íngeniuEas y
tructift!ras inspiradas inicialmente tn la íeoria del campo. Podríamos consídetai
que Baiker en particular adquirió cierto tipo de coloración E—R, poicuanto sus
cuidadusas y per«iatentea ubservocionra pcriericoeii nía eJuse de cusas que per lo
general vineniamos con loa investigadores asocUcioniijtaSt Willcmi picSCD'
ta una manera de pensar cun rsspceto alitit actividades de investigación que debe
ría ayudamos a reccnicUlaj nuestm disoaancia cognitñ'a en esoj casas. Colócala
investigación on un espacio bidlmensloflal. Uoa dimensión es el grado de manipu-
laclón de los condiciones antecedentes, Ea otra, es el grado de imposición de las
unidades. Los teóricos del campo iuui leiiilido a efectuar Investigadcmes en las
cuales ambas dintcnaíones son bajas^ en tanta que los teóricciia del E -R se haD la-
cHiisdo por iuvestlgaciauea ao las que estas dos dimcnaiones son altas. El espacio
da Wülerns nos ohUga a lecanocer que existe una contiiiuidad entre teu tlp-oa de
actividades de inveitigación, y quí en el espado hidimeiiaQnjrllifly aidcíentc lu
gar para lodos. Los lirvostigadoreE cotitemporáueos suelen ocupai mucha; Inte-
r^santes posícionos mtcrmEdlaa en el espacio, adctrii; de las ubiciudones Ira-
diiriormles.
La creciente popularidad dcI análuis multivaiiablo, que combina el rigor tí
pico del psicólogo E -R con la tenÉativa de ocuparse de las oarnplejaa interie-
laclones que exige el teórico del campo, representa un aaercgmiejito adicio
nal.
Brunswílc y Birirer lu c ru t los t^órieoí del campo que ínsistiei-ati de m anen
Viríedaiií^ df lo Uarii lííf J.SS
LECTURAS RECOMENDADAS
me final {1959). Vale U pena leer U fonnalización del tísteroa de Tobnaa lealt-
znda por MaoCorquodále y Meehl (19S4). en parte porque muestra al lector
cómo Cevat a cabo U enrpresa de la formalizadón.
No existe ningún modo simple de entender el pensamiento de Brunsn'ilc,
pero lo que m is conviene es eaq>ozar con 77ie ptychology o f Egon Bnm s^ik
(1966), de Hammoad. Contiene los trabajos de Brunswik y sirve como ffiía
p a n eüoi. Perception the representatkm design o f piychoíogical experi-
menís (1956X de Rrunswík, contiene ii parte esencial de su contiibuci6n me-
todoló^ca. Postman y Tolman (1959) examinan lambión en profundidad el
sistema de Brunswik. Barker se eonera en su interesante Ecohgical psychology
(1968). de lectura fddl y amena. L a ^ y está bien representado en The neu-
rop^chotogy o f L ú M ^ (1960), compilado por F. A. Beach y otros, ¡nterhdtü’
vioral p:ychotogy (1958), de Kantor, es la mejor introducción a su pensamien
to sistemático.
Capítulo 12
VARIEDADES DE LA TEORIA DE LA PERSONALIDAD
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406 Siítsrms y ílW ÍJi ptícoibticot eemtetnparánros
sui teui'ias dute lus dato^ empíricas, Resulta dirícil cneer que con el
tíempoi esta actitud no Ucvc hicis cambias piag^slvas que se tra>
dujjcati en leoríüs mis efieaces (pág, 595);
lis alenUdoi dar luh utu ítctitud optimista hacia el futuro de laj tearíai de
la pcj^nalidad, pues éstas a veces son débiles incluso en el írta. de su mayar
fuerza: su calidad Je completas, Pocaí teqrfas han intentado iiiuncjar todas
Tas ¿reas que se cansáderan eseucialea en una teoría mdusiva. El cuadro 14,
adaptado de C. S, UaU y Lmdzay. indica la evaluatiúii que éstos hacen del
¡prado de atención prestado a diferentes f'actoies por aquellos teóricos de la per
sonalidad que abordan en su libro. Inctuso ¡as teorías mas inctusivas preíd^m
poca atención a algunai ptoblcmas,
¿Y qué hay rcapECto de las funciones positivas de la tecuíii de la peisoirali-
dad? CuriüsameutE, su fuef7a deriva a menudo de las miflnas caracterfjtiCBa
que motivan su debilidad. Gracias a sti rebeldía y i sus inremos de integraciúr
i inclusividad, ¡ifl Uariíado lu atención sobre problemas a loa que antes no se daba
Importancia. La motivacíOíi, que solo cccíeiitejTientJí recibió una amplia aten
ción de parte de los psltólDgas, hu sido soatenida durante jnucho tiempa por
loK teóricos de la personalidad, como básica para la comprensión de Id conduc
ta. Además, las teorias de la iiersonalídad batí generado lirvcBtl^acianes empi-
liica*. Sí nofl pemtititdüi por un momento una actitud levemente menos prác
tica, podramos descubrir todavía otras virtudes en laa teorfas (n concepciones,
si re picik ic) de la personalidad. Cada punía de vista importante Huma algún
eleirtentiQ persuasivo a nuestro acervo de conaciiTiieDtaj sobre i a cuuduuLa fiu-
mana. iil grado de compicitsión que álcanzamoa nos ayuda a mantener nuestra
fe en la capacidad esencial de la psiedogía para hacer frerUc i importantes pro
blemas humatios, a pesar de la frecuentE imperfección e imprecisión del enten-
dúnieiito. I'or últinich estas teurius ufrecen, para algunas preguntas, "la útiioa
respuesta disponible", y ya se ha vuelta una tradición uurteamericana rECiirrir
a este tipo de respuesta, aunque sea uu tanto cuestionable.
Teorías E -R
nuer y de sus opiniones en el capítulo 10, y íus punto» (te vista sobra la p e n o
naUdad w aproximan mucho i sus púnica de vista sobre la conducta en general.
P dj ccniaEtdjtínte, fiirriplcmente remitiiemui al Ifictoi a nuestra exposición pre
via para cualquier infoirnaciún sobre la "teoría de la persoralídad de Stbinet.
lo mismo vale para Lewin. Freud y algproi otros de los prinreíos psicoanalistas.
En consecuencia, tomarenios la teuría de DoUaiJ y Miller conuj nuestra
“iiiueslra de una teoria da la penonalíJod” . E«o* autores, al igual que loa ski-
nnofianoa, han tratado de (Ljaortoflar una explicación de la poüúnsJidad basada
en los datos expeTimentalst y agregando u n cantidad mfciima. de conoeptos a
[os principios básicos ddl ^nendiisije y la conducta. Este lipo de teoría, asiiniSr
nto. se Inteicsa menos en Ja evaliiaeiñíi y más en el cambio que el tipo ctáaico de
teoría de Ja peisonaiidad.
Muchos (fe sus tr ^ q o s importantes han sido recogidos en The penon i» psy-
chtAogy: Selected essays (1968). Por último, en el áica de Ii constnicción de
tests, Allport colaboró Con su hermano Floyd en el desarrollo del A Sreacñon
smdy (1928) y con P. h. Vemon en A írwdj' o f valúes (1931).
Allport reconoció que hay muchos factores que detenninan la conducía.
Estos forman una jerarquía desde lo más específico a lo más general: reflejo
condicionado, hábito, actitud, ra s ^ , lí-mismo (ae//) y personalidad. Loa fac
tores más generales dominan lípicamontc a los más especíñeos. El factor más
generé, la personalidad, fue definido por Allport de la siguiente manera (1937):
“ La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de los ¡áv
temas psteofísicos que determinan su singular adaptación a su ambiente” (pig.
48).
A medida que fue desarrollando ni pensamiento. Allport incorporó una
actitud cada vez más humanista, en deuwnento de u/ia actitud más funcional
con la cual había empezado. Desde uu comienzo había recibido la influencia
dcl personalismo de los psicólogos alemanes Wilhelm 6tem y Eduard Spranger.
Allport fue cu seguidor en lo que se reíiere a la importancia que dio a la unidad
y la creatividad del individuo. Con el paso del tiempo, aceptó también las ideas
de otros, como Abraham Maslow. quien hacía hincapié en la tendencia humana
a aitonealizanie y elcvan$e por encima de la naturaleza animal. Una definición
de la personalidad que puliera todo el acento sobre la ‘'mera” adaptación al
ambiente contradecía en realidad el núcleo de las ideas de Allport. En conse
cuencia, años después (1961) reüeflnió la per^mahdad como: ‘í a organización
dinámica dentro del individuo de los sistemas pxicofísicos que determinan su
conducto y pensamiento caraciertsUcos’' (pág. 28; la bastardilla es nuestra).
Esta deOnición es, a su vez, muy culicieiite con la propia conducta y el pen
samiento de Allport en relación con la teona de la persooilidad.
A pesar de la posición dominante de la personalidad en la jerarquía de ios
factores. Allport creía que el nivel que más fe conviene estudiar al teórico de
la personalidad es el rasgo, cuya definición mejor cixiocidi justamente fue dada
por él (1937): “Un síscema neuropsíquico (peculiar al individuo),
y focaliz«do, con la capacidad de otorgar equiviüenciB funcioiui] a muchos es-
túnulos y de inictai y guiar formas coherentes (erfuivafentes) de conducta
adaptativa o expresiva'*.
Esta dellnición, amplia, aunque vaga, señala clarainenie el papel dcl rasgo
como determinante de la coherencia en la cimducta y revela la insistencia de
Allport sobre la individualidad, así como también su interés en la conducta
adaptativa y expresiva. Sus estudios de la conducta expresiva (G. W. Allport
y Veroon, 1933) han proporcionado pruebas de la coJicrencia. La conducta
expresiva es un aspecto de la conducta que se relicioAa con un estilo de com
portamiento propio del individuo, más que con la función de U conducía en
la adaptación; por ejemplo, dos individuos que esenben o dicen las mismas
palabras en respuesta a una pregunta, pueden bacciio de maneras muy dife
rentes. y tus maneras individuales expresan sus propias personalidades.
.Allport y Vemon estudiaron los aspectos expresivos de varios tipos de C(xi-
ducta. y obtuvieron 38 medidas. Üeteiminuon que había una contiabilidad
414 y fforias pskclógieas conítmporánetta
Es fácil ver que este concepto invite al ataque crítico. Allport no puede decir
que toda conducta ac hace fúndonalmente autónoma; si así fuera, nunca se ob
servaría la ex lioción. De modo que tendrú que explicar por quÓ algunas conduc*
tas o motivos se vuelven auttooinas y otros no Allport intentó hacerlo
Su explicación de las razones de la autonomía funcional parece cunsiituir una
posición nuU moderada que la que asumió origmahiiciiu;. Fara una clase de
conductas autónomas, acepta una explicación basada en mccaiiisnos bastante
tradicionales, como la resistencia inusual a la extinción. Para una segunda clase
de conductas autónomas, sostiene que las conductas continúan porque son cohe
rentes con la estnjctura adquirida de la perécaia. Al parecer, la posición poste
rior de M p o rt armoniza más cm las opiniones de los teóricos del aprendizaje.
Allport ha logrado una vez más Uarnar la atención sobre uu serio problema joe-
diante el expediente do exagerar sus aigumentos. La mayor parte de los psi
cólogos aceptarían ahora que por lo menos se debe prestar alench^ a la dhiá-
mica conten^oránea de cualquier conducta; no se puede confiar exclusivamen
te en un bilorme de ios motivos que actuaban cuando la conducta fue adqui
rida onginaimente.
Hemos señalado los modos en que Allport se opuso a veces a la opinión pre
valeciente . Con lodo, en muchos aspectos su teoría es un prototipo de la mayor
parte de las teonas de la personalidad. Destaca la estructura y el ordenamiento
jerárquico de la personalidad. Insiste en la complejidad e individualidad de la
personalidad y en la detenninación múltiple de la conducta. Se opone a los
métodos de laboratorio y a los estudios nomútéticoa. prcñhendú cierta laxi
tud en la cunceptualización antes que U sobresimplíficación. Para ios más se
veros, esto es un serio defecto; para los menos severos, las mismas actitudes
son fuentes de inspiración y sabiduna.
Después de ocuparse de la contribución de Allport, Sahakian (1977) conclu
ye que el futuro de la psicología de la personalidad está asegurado. Esta parece
una conclusión sensata, y por cierto Allport fue un pimiero de la psicología
penonalístka en los Estados Unidos. Uegó a ser parle de la Tercera Fuerza de
psicólogos que no eran ni conductistas ni analistas fieudianos. Antes de que
fuera reconocido u ae le diera un nombre, Allport dirigía a los psícólogoi per-
son^ísticos en ta exacta dirección que el movimiento tomaría posteriormen
te. Fue un humanista, destacó la importancia de la libertad y la creatividad
humanas, y aceptó una metodulugia gencniiincnte fenomenuiógica. En suma,
fue un líder tranquilo e involuntario de lo que se ha convertido en un gran mo
vimiento actual. Paradójicamente, el hecho de que estudió personas normales,
no fundó ninguna escuela y de que se adaptó tan bien a la corriente del Zeilgeist,
conspiraron para hacerlo casi desaparecer como una entidad precisa y diferente.
Las ideas Innovadoras de Allport seguirán ejerciendo innuencia. pero quizás
quienes las usen lleguen a olvidar toda conexión con su nombre.
Teoriai factoriales
t e o r ía s ORCANTSMICAS
La tipologüi de Sheldon
dad utu inf]uenda dirtctriz ¡tabre nuei^tra pcjionaLd^, Aden^ás, Shitldon liji
sembrado de pkdras innee^sarlas jm propio canitno. h a sugerido que thos de be
ldarnos asegkjrei de que s^lo se repmdujtseri aquellos que estin constitucio-
uidments dotados de las inejuies ctiaJldades dei tenapeTaitienta htimano^ La re
producción, afirma, debena quedar en manos Je Jos espeoiaJistas. Las visiones
de les pragimnaE d¿ eKterminio nusiis y las de los ¡{TUpt» reproductivos especia-
libados, como lis reinas teimitae —penTunentemente píen arias- bastan para
que mudiQs se opnngftn a 3a íoncepciór da SJieldon sin pensado dos veces.
A pesar de esta itsisÉieiicia, ha seguida siendo evidente painel hombre Jp la
calle que hay asocíaojones cutre Jas factotes cansiitucionales y la personalidad.
Faia el abiervador ingenug, los gordos parecen alegres, > el flacuthtn con anteo
jos sigue siendo uu retraídú tragalibros. No es sorprendente, entonces, que d
bomhTE que reforzó estas ercenCraí populares kr^jiuneme sosteiüitds sea uno de
los teóiicos mejor conocidos.
Sheldun es lam ban coñac ido por los esiudiantes de psieoíogj'a que se inician,
qukd porque sobresale cn iit los teóricos dt la personalidad ourna un hombre
que ha dicho alga comprensiblí para el piincipiajiic. Lameniahlemente, a veces
se le kan atribuida fnrmulacibnes Jocosas o imprudentes. Puede haber defendi
do algo impopular o su5ieptibie de malaí interpretaciones, pero no algo Joeoso.
El sistema de SltelJou es una versión Tnodcirta de fonriulaciúnes que se re-
montan por la menos a HjpócratCi, quien ciefa que había asocjacianes entre
los fluid oi eorporalfií y los tempérame ritos., y que h^bía dm tipos básicos de
cuerpo: ha]01 y j^ordos o altos y delgados. Emsi Xnírachmer, muchoa años des
pués, agregó un tercer tipo corporal, e¡ museular, entre los dus extremos, y los
degjgrtó: picniicu, bajo y gruesa; atlética, ancho y muscular, y asiéitíco. alto y
didgado. Luego estudio k icladón en [re esos tres tipos y Las variedades de psí-
cosía. La eontinuidad de Shcldon coh sus antecedentes tipoláglcus probable
mente tainbién haya con tribuid o i sus dificultades para lograr ser o/do con
impatoklidad par li?« pácólogos de Estados Luidos. Es muy fácil rei'ise de loa
temperamentos biliosos de Hipúccatics, y algo de esta actitud hacía los humores
se transfirió también bstcia Shddon. La psicología ha desconfiado de la tipolo
gía por eonsiderarJa una solución dennisiado sencilla; inclusu no eKtá lihns de
sospechas k descripción de k pCT3analidad basada en ks pautas de rasgcK, Quie
nes esfán farniliarizadüs con la triste historia de la frenología rectiftaccn su
íbnilitvd tenia con la psicologfa de los rasgas como con U tlpologi'a constitu-
cíjuniü, ¿acaso la frendagLa y la tipulogía constítiicional nc evalúan k perso
nalidad tTtcdiaíntc mediciones [ísicas'f Es fficíl comprender la razón de que ei
sendero pioresional de Shelriun estuviere sembrado de piedras. Afortunada
mente, Slieldoo parece estar tan bien equipado para distribuiré] castigo cotiio
para ledbirln. No sólo escribió criticas mordaces contra tos demás; tambidu
defendió su propia poslctón.
Las contri bu cioiitj ifc Sbelrian han consistido fUEdíL’iiemahnerTje eri la ela
boración y caaaoEidactón de los tipos físicos básicos ik Kretschmcr, y en un tra
bajo empírico ulterior peía tekcionar esos tipos con variables conductales. bxis-
te una irtiportante difetvjicia entre su tiabajo y la teorización autaiior dcl tipo
1
de la de Xretschjtier, fihetdoíi ha recímneidn qiis a cualquier individuo deter-
VífifdlKifS 4^ íif ítn ™ <h fff ¡J fíW B jíü iiíÉ Í « f
luiTiadü correapoflde un citinD grado ds cada tipo, y que en ette sentido siem
pre es una meycla de tipo* más que un tipo puno.
El intenta de Shddon por establecer una InterrelaclOn coiiitltucionaJ entre
k cuiiilucta y la estructura corporal, ae apoya en la creencia de que la aparien
cia física cstcmHii(cl fenotipo) talá dcttrminidfl y auinda por un hipowtkg pro
ceso bialóííico (el fnorfügenü.íipü). SliEldon utiliza Ii medición del cuerpo en
un intento por evaluar üidiiccfámente la lunciófi dcl mrtrfogptiúiitm. l os rfn-
tos ob ion idos caen en tres cotegorias de tipos corpotales: endomorfia, meso-
morfia y ectomorfia.
Esta tricotomía fue de temí ¡nada por la evaluación de cuatro mil fotogra-
IVflí egtíindarizadoa toniadas en tres ángulo!; frente, espalda y costado. Es^iU
fotografías fueron seleccionadas en 17 partes [bheldon, líJAO, pág- 55). de las
cuálós 9C poílíiTi obteirei rttedidas intrópométricas. De modn que SheJdon es el
único entre los teóricos de la pei'sonididad que ha trabajado can variable a que pue
den ser, y fueron, medidas con una regla. L>espuds de iiialiiftí loí datos, £hel-
don concluyó qtte todas las curtctcrfeticas físicas se podían agrupar en tres
cgiíiponerites, de acuerdo con el arigpn embrionario piesurto de la mayor par
te del tejido indivídüah en el estrato cxterkir íectomórficn). mejio (mpsomór-
llco) o ¡Ti Efirio I (bftdotn órficn).
El endomorfo tiende a ser suave, caniuso y redondo; el íiiesontofl'o es cua
drado. sólido, muscular, denso y atlético, el ectom orfocs alto, delgado, frágil
y de huesos pequeñui. Los endomorfta son masivos en relación con au íteu de
Euperlkíel loe mesüínorfoi, ín ten medios, y Igs ectomorfos, más es puestos al
rnutTílü debido a su ajta proporción de área superficial en relociún. cun la masa.
Además de los componentci primsiios dcl tipo corporal, hay varios que se
cEBSiflcan como secundarios. Ellos son la displssia fdisamiunía entre laa partes
toipoiaics), la ginandromorfia (hisesuilidad aprsciiible en el cuerpo), y la lea-
tura (por ejemplo, la pUosidad del cuerpa)(líí40, pSg. 7).
Según Sheldon, los tres componenlcs primario a dcl cnerpu cüíiespoitden a
tres compcfíicntes dcl temperamentos la visceiotofila, la somatntonía y lacere-
brotonía. El individuo vijuerotóníca u m aii cumuílídud, la cuiiiJdi y el afee tu,
y iítqo buen humof. La persona somatotóníca es acriva, vigorosa y agresiva,
El individuo ceiebíotanko ea ud individuo esludio&o, se Drible, tímido, que
huye de tos contadlos sociales,
Suponiendo qiie existan estüs cumponcnljei idcitüflcabks de la constitu-
d&n y de la personalldíd; ¿se tielacionaíi o no7 Sheldon tlM 4í. píg. 400), ha
lla una correlaciór notablcmccilc alta antee leu uomprncnlea qltc pUdÍEran as-
ptraríc asociados; cndomoTfia-visceíí>toiifB; fncaomQTfjí-wmatoiDiifa, y Ecto-
rnorfia-cerEbrotonía. ¡Estas corre [aciones oacHian todas alrededor de 0,RO!
Rara vez Jos teórsuD® de la períoaalidail cncuentran ur;a cfirpohnradftn tan gri-
tífiuaii te para SUS í x pect ativaa.
Es ficU que se dude de los tüinp unen tes de k personalidad que propone
Shddon, por « r tan próximoi a lo¡ caLeteotipoB legos-, feso. hasta que se dasr
cubre que loa racimos ric tssgos ñaeron dErivado! de cu idados m eetudíot uorre-
ISCInpales que utilizaran una gran cantidad ííc rfisgos originales, y uo delasuro-
(Lindidides de un rillón (Shúlriorii 1^44. pig?:. f.'ada uno de 1d! com-
4 i0 Siitenus y tforiat pticoibtícos COMtmpor^t>os
la conducía que imcrcsan al psicólogo. Muiray scopt* más que Frcud Jos cam
hio» de personalidad por acontecimientos posteriores. Sin em b alo , reconoce
la posibilidad de que los efectos de Iss expcrícnctai infantiles puedan ser tan
g ra d es que lleven a complejos diversos en la adultez. Respecto del punto
filológico, Muiray coincide con Frcud al reconocer la independencia de la
ciencia psicológica respecto de la fisiologia. señalando al mismo tiempo que
hay una relación de dependencia necesaria entre los dos tipos de sucesos: sin
prr^cesos fisiológicos, no puede hobct procesos psícolúgícod. Todo proceso cons
ciente particular ae accanpaña skmpre de alguna particular cunGguiiclón domi
nante de los procesos cerebrales.
Otro tema de la te o riz a d ^ de Murray es su clara y recunenle formulación
de que los conceptos de su leona son constiucctones. entidades hipotéticas, y
no realidades. M u ir^ no cree que insertando un nombre en el flujo del proceso
se pueda hacer que éste se o se comporte como una estructura conveniente
y tratable para el cienti'fko. Murray es más bien cl tipo de hombre que constru
ye un mapa transparente c<m toscas lincas y sombreados, a través del cual pue
de ver la realidad de una manera más conveniente; construye y reconstruye sis
temas de clasificación, analiza y reanaliza los procesos a medida que au compren
sión se va enriqueciendo. Su teoría es una herramienta y una descripción.
Murray ha presentado una de las más elaboradas taxonomías de las necesi
dades (19.18). No intenta hablar de las necesidades como cosas aisladas dei con
texto de la conducta Aunque las necesidades ae relacionan con estados inter
nos. se lelaciunan también con la presencia de estímulos e.xtemos valorados que
impelen a la acción (preaimcs). La necesidad dirige la conducta hada los ob
jetos que pueden llevar a un estado deseado; aunque este estado puede a menu
do implicar la reducción de la tensión, a veces puede implicar un aumento en la
tensión. Murray no cree que la persona normal busque siempre el adormecimien
to de la no tensión. La mayor parte de las necestdfldes tienen como acompañan
tes ciertas emociones y sentimientos.
Murray ha redefinido el término freudiano vaifxia, utilizándolo para deacri-
hir los objetos relacionados con una necesidad; un objeto puede tener una cate-
xia positiva o negativa, de acuerdo con su capacidad para presionar al individuo
hacia respuestas de acercamiento o eviración. Lo que el individuo sknte por el
objeto le llama sentimiento. La catexta y el scntimienlo se refteren por lo tanto
a la minna relación entre persona y objeto; la primera es aplicable cuando nos
interesan las propiedades del objeto, el otro cuando uos interesan las de la per
sona. De este modo, Murray ha subdividido el coni^epto freudiano de caie.xin en
dos panes.
Las necesidades están imenelacionadas, y también enclavadas en procesos en
curso. Algunas necesidades son subsidiarias de otras necesidades supcr<Hdína-
d ts más Róbales, y la satisfacción de una necesidad subsidiaria no es una satis
facción en sí misma sino en la medida en que representa un paso hacia ia satis
facción mayor. En el individuo pueden ocurrir diferentes neceádades al mismo
(krnpu. lo cual engendra un conflicto; una de las necesidade.s será o devendrá
más fuerte, en cuyo caso ac llama y demandará satisfacción antes
de que se pueda atenóet a las neceádades cemcurrentes.
Variedteht teoría de la penoaatided 4S9
vista impopulares puede haber contribuido, como di pensaba, a que tuviera que
esperar hasta los cincuenta y cinco años para alcanzar la inamovilidadenel car
go. De todos modos, en los ültimos tíeropor le preocupaba la posibilidad de ha
berle vuelto demasiado respetable (1967): ni debido tiempo, la práctica de
la intiuspección y el concepto de fuerza del motivo, formas ligeramente
modificadas y disfrazados con nuevos rótulos, volvieron a ganar, subrepticia
mente, su respetabOidad perdida; y después de la Segunda Guerra Mundial, la
(eorfa fieudiana en su totalidad invadió vastas áreas de la psicología nortea
mericana, tal como Napoleón invadió Europa. . . Munay se encontró ocupan
do una posición de incómoda re n ta b ilid ad ” (pág. 295).
Detafortunadantents, oí aquieta la atracüvi jKÜíiíd iconoclasta de Murray
ni lo peituasívo de sus escritos inspiró muchas investlgaciuues que pusieran a
prueba su teoría. Esto uontrasta de un modo absoluto con el hecho de que su
Test de apercepción temática haya sido empleado literalmente en cieniofi de
experimenios. ¡Al menos su concepto de thema ha demostrado su valor heu-
nstico! Sin embargo, de no disponerse pronto de más investigaciones relacio
nadas con su punto de vista general, nu debemos en e ra r que continúe duran
te mucho tiempo el interés d e b i t a d o por el concepto de personalidad de
Murray. Cotxtni (1977b. pág. 410) informa que Murray está trabajando en su
teoría, sin embargo, y una obra de importancia podría infundii nueva vida a
su sistema.
Han>' !>taclc Sullivan (1892-1949) fue primero y ante todo un psiquiatra; aun
que es innegable su contn'bución a la psicolo^a a través de su teoría de la
personalidad, fue también un influyente politícc^ogo y educador. De<q)ués de
graduarse en Chicago, Sullivan fíie médico oficia] «u el Consejo Federal de
Educación Vocactonal. Posteriormente se adscribió ai servicio de Salud Pública
de los Estados Unidos, al Hospital Saint Elizabeth en Washington, D. C. y a la
Escuela de Medicina de U Universidad de Maryland. donde dirigió investigaciones
sobre esquizofrenia.
Como politícólogo, SuQivan fiie consejero del “Sclcctivc Service System” , y
del Proyecto de Tensianes de la UNESCO. Ayudó a planear el Congreso Intema-
cim al de Salud Mental. Díripó tambiénP^chiatry. uru revista cuya publicación
fue estimulada fundamentilinente por la necesidad de dar a publicidad su teo
ría.
El neuropsiquiatra Wiliiam Alansun White ejerció una influencia permanen
te sobre Sullivan, qukn poeteríoimente flie pieddente de la Fundación WllUam
Ahmson White y creó y dirigió su institudón formadora. la Escuela de Psiquia
tría de Washington. También pueden discernirse en la teoría de Sullivan las in
fluencias psicoanalíticas de Si¿nund Freud y de .Adolph Meyer. Sullivan publi
có sólo un libro «n el áma de la teoría de la personalidad: Conceptions o f
modem p^chiatr)’ (1947). Después de su muerte, su influencia creció; se han
publicado desde entonces cinco libros basados en sus notas y conferencias gra
badas (Í955. Í9S4 ,1 9 S 6 ,1962, 1964).
Vtmdaiies áe la teoría de la penotuUidoU 441
ha sido una antigua y difundida fHosoíía cuyo dogma principal es que el ser
humano constituye el centro de interés de nuestro universo. No inlentuno*
reseñar su historia cuma movuníeato. El humanismo ha reconocido que lacón-
ciencia parece ser una de las características más distintivas del ser humano. Por
consiguients, esta tercera corriente coincide con las otras dos al enfocar su
atención en los fenómenos de ta conciencia y su significado para la gente.
Ei humanúmo dttMasiow
mano líbre y lin estorbos lucha por realizarse, superarse y sostenerse. L » li
ncas posibles de redizaclón son establecidas por la herencia, y el organismo
tiene como parte de su dotación Innata- una necesidad de creación. Los se
res humanos, sin embargo, no se pueden reaUzar cfectiv^enie si no simboli
zan sus experiencias y escogen caminos que llevan a la propia superación.
La imposibilidad de simbolizar toda la experiencia nace unportante la dis
tinción que establece Rogers entre el mundo o t^ iiv ü y el mundo tal como
lo percibe el individuo. Los individuos re.qmnden al inundo tal como lo per
ciben y no directamente al mundo objetivo; eo consecuencia, es esencial para
su adapuciüu que estos dos mundos sean lo más similares posible.
Cad Rogsrs es un clínico de clínicos. Ha pasado gran porte de su vida pro
festona! en el papel de turapeuta. y difícilmente su teoría pudiera no estar es
trechamente relacionada con su terapia. No esperamos que la teoría sea sim
ple. estática, dogmática o completa. Es el opuesto de lodos estos términos.
Su icoríí es y será Inductiva.
Un aspecto sorprendente de la recría de Rogen, ea su insistencia en los pro
cesos conscientes. Al igual que Snygg y Combs (1949). sostiene que el mundo
cxpcrienciado, tal como tiene vigencia para la conciencia del individuo, desem
peña un papel preponderante en la determinación de su conducta. De inane-
ra que Rogers avanza, junto c<» Allport y muchos otros, contra la conienre
psicoanalítica. que en la actualidad parece orientarse con monos fuerza hacia
las profundidades de lo InconKientc. La descripción que hace Rogers de una
visita ol Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Conductales de Stanford
pone de manifiesto que sus puntos de vista sobre el status actual de la psierv
logía no difieren mucho de tos nuestros;
Skinner os un deporte m qor que el íi; azuzar osos, y cualquiera que eofisíjyi ur-
ganizar este juegio tíene ya aaeguradu ufi únormfl público y un rato muy eti-
lictínido fv^anSÉ Rogers, Winn, 19&4), No obifante, el cofiira&te está
exagerado en slgunos de sus aspectíis, íí^l propio SkinnEr flice (citado en Evans,
156fl):
vcriir tinto sus acuerdoi fundiimcntBlci como sua desacuetdoi jgualintriiltí! fun-
dameíítálct.
El hecho de que Rügers haya huidD espantado de la poEtuiaci^n üe estnjc-
turas internas complejas t u deteimÉnado que sus ideas estén más sujetas al ata
que erijpírico que laa ideas de alguros otros tB&íicui de la personalidad. C. S.
HalJ y G, Líndiey (1?T0, pág. 53S) informan sobre un desíubiimienttj has-
isníe divertido qiJS se mendona en el exienso estudio de Rogéis (1967b) sobre
terapia Con esquizofrénicos. £e estaban apÜCiindD varias escalas de ela$ifjca£ián
a la interacciáii terapéutica, y se evaluaba luego su coDÍiabilidad. Una escala me
dia la "cojijáderaciún positiva IncDiididortaJ'l una de las ecdistruccionjiis claves
de Rugera (víase, por ejemplo, 1959, pág. lOB); "Paru poner esto en téiratnos
más ampies, sentir una considcracióti positiva incondlctondl hada otro es 'apne-
dafio' [pata Usar el íénninD de Dewey, empleado nwianteraente en este sentido
porButler]” .
DesafortunadaiTientÉ, hubo una corielaciúii íje^lWíí entre la evaluaci&n de
la Interacd^u terapdullca luudia por los terapeutas y las evaluaciones de loe pa-
denteg □ de los evaluadores independientes. Esto os bástenle cmbaiirzust) por
sus cDEisecueitciJS coa respecto a la capaddadl idel terapeuta p an juzgar rl una
[elación leiapéutlca merece ser salvada, ¡pero te vuelve más ennb!ira;roiio aun si
el hecho se atribuye a las defensag inconscientes de los terapeutas!
Es mérito de Rogers y au teoría el que ss los pueda poner en apuros. Pocas
TEoríaj de la peisonalUid Sun lo suficientemente expUcitaa Gcano para ser so-
metidas a prueba, y los uu lores de aquellas que son explícitas rara vez lo hacen.
Rogera lo ha tu tentado.
Rngera ha dirigido su atenctóa piimordialrnentie hacia laa expeiienjCias gru-
pales intensivas cor Individuos nomialeí, por loque empezó así a explorar otro
carupo- Está entpJasndo el mismo enfoque existcncÍBl y fenomenolfigico que
Usaba anlEs de que estos rótulos Ocgaian a la psicología noneamericajin. Su in-
tepés en los grupos, como au trtbqjo anlerlar. se adecúa a la perfección aJaTer-
i.^Tti Fuerza. Rogers, junto Con Mufilow, fue ud líder del movimiento huniBiiista.
t™ Ir muerte de MÍilow, llegó a ser ei líder. Casi al final de au autobiografía.
Rogers confiesa (1967a): "Quiero hacer Impacto, No soy itni persona ambicip-
SB CU el seiilidn cnmúji del térm ino., . Pero para mí es importante tener inllueli
óla. Quiarq que lo que fiaeiu valga, que produzca una difenjucia en alguna parte''
(pág. 3SC). Rogéis ha cumplido su deseo. El vale. Cuán alto lo llevará ]j histo
ría depende ahora dd destino"de nuestra Tercera Fuerza. En ntalidad, poriifa
llegar a aer muy alto.
Con excepción de las teorías B~ R, todas las demás son típicaí teorías de la
personalidad en el sentido de que se centran en ei organismo. Todas son típicas
teorías Uc la personalidad según loque daba i entender Levy (1970) cuando decía
que realmente no existen teorías de la personalidad sino sólo conc^paonv^i de la
personalidad. Nosotros hicimus una afírmacic«) similar cuando las caracterizamos
como "puntos de vista” iWarx y Hillix. 1973, pág. 410). Ninguna de estas su
puestas teorías ha alcanzado el carácter completo y la e^ c i/ic id a d propias
de una verdadera leona de la personalidad. Sin embargo, la mayoría de cOas
tiene cuino meta Degar a ser integrales, y han sido disecadas para hacer frente
ala cuestión práctica de entendery ayudar a la ijcule.
Lo que Conúni (1977b) descrÁió como su lista parcial comprendía un total
de 78 leonas. Nuestra lista no incluye las concepebnes asiáticas ni las suvidtv
cas, que aparecen en el propio libro de Corsini. .Sin duda hay muchas otras
omisioDes: Shakespeare. Shaw y Dostoievsky podrían haber sido incluidos jun
to con Sarire, el que podría ílgutar muy bien como teórico existencialista. La
cuestión es que los criterios para tener una teoría de la personalidad no han si
do claros ni restrictivos. En parte debido a cato, muchos de los puntos de vista
más antiguos van desapareciendo a medida que sus creadores envejecen, dejan
la actividad o mueren. Como a las concepciones de la persoaaiídad típicamfttv-
te les f^ta cohesión lógica, se pueden tomar prestada.^ las idea.^ .<üi adoptar la
concepción completa. En consecuencia, suele ic&uliar más sencillo tomar una
idea prestada de Adler y olvidar su origen, que tomarla de Titchenet, y olvidar
cómo se adecuaba a su marco original. En cualquier caso, es evidente que existe
un rápido movimiento de teon'as de la personaUdad, pero algunas buenas ideas
de cada una de ellas logran sobrevivir con muy pocas alteracbnes en las teorías
nuevas.
¿Cuál será el destino de las clases de teorías que hemos expuesto? Ya hemos
señalado nuestra opinión req>ec(o de la validez muy cuestionable de la teoría
psicoanaltltca. Los teórícoa oiganísmicos y los de la Tercera Fuerza tienen un
buen punto de vista en muchos a b e to s , pero sus teorías carecen de una estruc
tura clara. Las teorías de los rasgos no le apoyan en un fundamento empírico
muy seguro, a menos que sean también teorías factoriales. I jis teorías E -R
tienen una base fírme, pero es muy poco lo que dicen sobre lapecsooa.
Conjeturamos c(»no ya lo hicimos en 1973, que la teoría de Caltdi es una de
las que tienen m ^ o re s posibilidades de sobrevivir. Ha sido cuidadosamente ela
borada y 9C apoya en datos "firmes". Es razonablemente inclusiva y flexi
ble. Todavía no ha tenido suficiente entrada de datos provenientes de las situa
ciones clínicas y de terapia, pero tai vez eso llegará.
Sin ciiibaxKu, la Tercera Fuerza e$ más popular aliora como un punto de vis
ta general. En parte se debe a que Maslow abarcó muciig cuando caracteñz.ú Vo
do, excepción hecha del conductismo y el psicoanálisis tradicional, como par
te de su "tercera fuerza". La Tercera Fuerza está tomando prestado liberalmen-
te de tudas las fuentes, incluyendo la psicología conductal. jlndke de esto es
que en 1^73, la American Humanisi Association dio su premio ál "Humanista
de) año" a B. F. Slcinner! Este e$ uno de los sq^ios más auspiciosos de una com
prensión y apreciación recíprocas que hemos visto en nuestro campo.
VoriCihdei <Jek teoría de la penonaildaü 4S3
Hall y Undzey, TTteoir^r o f ffersonaiity (1970), sigue siendo una fuente gene
ral muy buena, hn el texto de <^or«ni. Current perumaUty theones (1977b),
los capítulos individuales están escritos por personas que adhieren a las teo
rías que estudian o las conocen muy bku; son buenos cjenrplos el capítulo so
bre Rogéis, dcl cual Kogers es coautor, y el capítulo sobre teoría existencia!
de la personalidad, en el cual colabora MaddJ, quien no sólo es autor de un
manual general sobre este campo sino también un teórico existencial por dete
cho propio No es sorprendente encontrar tina obra escrita congruentemente,
pero pocas veces ae trata de trabajos lúcidos. Los dos libios propoa'ionan un
ponoriuiia excelente y sus bibliografías coiiticiieo centenales de referencias.
En el texto hemos mencionado algunas de las fuentes más importantes de in
formación acerca Je cada uno do los teóricús. El Handbook o f modem per-
somúity theory (1977) de Csttell y Dreger merece atención especial porque
proporciona un cuadro amplio y actual de una línea de desanudo, peco no pue
de ser rectmtendado como lectura genera! para el no especialista. La manera
más fócQ de obtener un cuadro de casi toda la investigación contemporánea
es consultar el último volumen de la Annuai Rdview o f P^'chology, que ha si
do publicado desde hace bastante tiempo como para poder ser considerado co
mo una fuente histórica Sobm la investigación posterior, publicaciones como
el Journal o f Personality o el Journal o f f^ersónaiity and Social Prycholofy
le proporcionarán ai estudiante una buena base para introducirse en la otra
bibliografía periodística.
('apítulo 13
INFLUfcNCIA DE LA INGENIERIA Y LA
MATEMATICA SOBRE LA PSICOLOGIA
jora de las ñmclones humanas. Además, las computadoras no sólo son rápi
das y minuciosas. Con una programación cunipleja x vuelven bastante flexi
bles. En el rúvel más básico siguen siendo meras “masticadoras de números” ;
pero, en la superficie. Uegan a ler capaces de desempeños complicados y dcci-
tíones complejas que aparentemente no son nada matemáticos. Así, en la com
posición de música, en el juego de ajedrez o en la traducción de oraciones a
alguna lengua natural, puede parecer que la computadora ha sobrepasado su
construcción fundamentalmente matemática.
EL PAPEL DE LA COMPUTADORA
pueden solucionar en minutos con una computadora, aunque ahora Ío que pue
de llevar años es escnbir el progiama. Pioblémas que antes no hubieran podido
abordaiae son estudiados ahora. Sin embargo, el hecho en sí mismo no ten
dría m is sigoiTicación teóiica que la invención de una máquina autcwnática para
limpiar jauiai, lo que permitiría hacer más investigaciones con animales. Si la
computadora resulta tan fascinante para el psicólogo, es porque el ser huma
no la creó a su imagen y semejanza. Por supuesto, esta semejanza tiene un sen
tido más funcional que estructural. No uos interesa si la computadora opera
de un modo t^ e fíúcamcntc imita al ser humano; nos interesa si tas respuestas
son “ correctas'*, es decir, si son las mismas respuestas que daría un ser humano
ante las mismas preguntas. Esto último requiere que la computadora sea sámilar
a los humanos en algún sentido lógico.
N. Wiener (1948) y Vcwi Neumino (l95B j Indicaron la existencia de una si
militud lógica entre los humanos y las computadoras incluso en los elemente»
b ájeos de sus sistemas de procesamiento de información. Es decir, según el
punto de vista ctisico las neuronas humanas respondían por completo o no
respondían para nada (la ley de ‘Modo o nada'*), exactamente como los ele
mentos de las computadoras estaban en un estado o en otro (dcnominarhis
por lo general **conccUdo“ o “ desconectado*’ 6 “0“ ó “ I” ). Desde el punto de
vista físico, los elementos de las computadoras son más grandes, más rápidos,
menos numerosos y más simples (por el momento). La Brecque (1970) infor
ma: “Actualmente, la micrommiaturízación ha sustituido a la miniaturización,
y es fácil uhkar ] 00.000 circuitos integradas en un disco de silicona del tama
ño de una moneda- . otras investigaciones se proponen desarrollar mecanis
mos integrados de modo todavía más compacto, casi tan compactos como el
sistema biocldctiico del cerebro humano” 6*ág. 8). Sin embargo, debemos in
sistir en que cualquier similitud física entre los elementos de las computadoras
y las neuronas humanas no está rebeionada cem una similitud lógica, que es
lo que aquí nos interesa.
Hace mi& de cieu años, George Boole (1854) desanulló im álgebra que re
sultó muy útil para el diseño de computadoras. Es wa» ¡óffca de dos valores,
basada en b noción de que los elemeaios están o bien dentro o bien fuera de
un conjunto. Koole desarrolló esta lógica como expresión de las leyes del pen-
samiento fiumano; no tenía intenciones de escribir una lógica que pudiera apli-
caree d pensamiento meeanizado. Irónicamente, lo« símbolos para o, y , no,
etc., dcl álgebra boolcana cncrMitraron sus análogos directos en las instrucciones
“0 ” , “Y” , etc., de la computadora digital Por conáguienie, el álgebra de Boole
es un modelo abstracto que se puede coordinar con los procesos de decisión
humanos o mecánicos.
Las computadoras digitales utilizan un sistema numérico de dos valores que
es compatible con el álgebra bookana y coo el carácter de dos valores de los
elementos de la computadora. Este sistema numérico, denominado binario, es
digno de atención, ya que se utiliza caá universabnenle para entender las
medidas de büórmacióa Los equivalentes binarios para los ntoneros decimales
son: 0 - 0 , I - M O - 2 . 1 1 - 3 ,1 0 0 - 4 .1 0 1 - 5 . 1 1 0 - 6 .1 1 1 - 7 .1 0 0 0 ^ 8
y 1001 - 9. Es oidente que cit una culutoiu binaria sólo pueden ocurrir dos
4SS S iste m tiy tevríot pxic^ógicos eonremporánett^
COK8S, O ó I . Lleva más espado escribir sobre el papel un número dado en noli-
ci6n binaria que en nuestra conocida notación decimal. Sin embargo, los nú
meros binados se pueden representar flacamente con elementos más simples,
m is confiables y más baratos. ,Tal vez los cerebros animales hayan sido dise
ñados teniendo en mente ios mismos itquisitosf Ciertameate, cao todas las
computadoras actuales funcionan intemaoicme con números binarios, aunque
el usuario no tiene por qué darse siempre cuenta de este hecho cuando está inte
ractuando con la computadora.
La computadoia digital puede hacer cosas complejas porque las operacio
nes complejas carentem ente no matemáticas se pueden descomponer en mUlo*
nes de operaciones elementales susceptibles de sor expresadas a través del álge
bra boolcana. So pueden numerar posibles entradas y salidas (cursos de acción).
Estos números se pueden manipular de la manera deseada, y se pueden lomar
decisiones basadas en los resultados de estas manipulaciones. Así. una compu
tadora dcl organismo recaudador de impuestos internos puede rechazar una
declaración de impuestos si la ínfoimación que posee sobre la renta de un in
dividuo DO coincide con la información contenida en U declaraci^. Una oom-
(utadora militar puede apuntar una pieza de artillería contra un pum o obte
nido mediante el cómputo de la trayectoria de un buque, un avión o un misil.
Uno de ios autores recuerda vividamente una de sus prüneraa c.xperkiicias
con la inteligencia aparente de una coropuiadora. Estaba introduciendo su
versión de un nuevo programa en una computadora que contenía ya un pro
grama denominado un compilador. Los compiladoies traducen los nuevos
programas del lenguaje en el que están escritos a un lenguaje que la computa
dora puede usar de manera más directa. Vcdlican que el nuevo programa se
ajuste a ciertas reglas antea de proceder a su traducción.
En el caso en consideración, se suponía que lo fecha del programa tenía
que introducirse desde el primer momento. No se había cumplido con estu.
Al apretar el botón para ponerla en hincionanüeoto. las tuces pestañearon
una fracción de segundo y entonces la computadora, casi con fastidio, escri
bió en su máquina de escribir automática una simple pregunta: “ ¿Fecha?**
Así enmendado, este programador introdujo la fecha y apretó de nuevo el
botón de puesta en marcha. La computadora, li^ ie n d o las directivas de su
programa previo, examinó el que le había sido introducido ahora y corrxnzó
3 revelar un torrente de errores humanos, mecanografiando comentarios indig
nados como “ Rutina indcñnida surge de la c€!iila 27624** Varias páginas des
pués, h m áquba de escribir se detuvo en un silencio taciturno; podemos ima
ginar que la computadora decidió esperar que un progronador más ínteli|en-
te le diera t n programa más razonable para comprar.
Después de este sjerctcáo de proyección (con la computadora “indignada**
y “ iac¡tunia*'j, ito» apTusuzamus a aclarar que la computadora no e s t^ a pro
gramada país estar Indignada o taciturna y. en consecuencia, no propone-
mos seriamente q¡U2 la máquina cxperimectara esas emociODCs. La secuencia
de operacionei de lo a uoonutadora está totMn:ente ^ a d a por un conjunto
de operaciones rreporado por un programador humano, k ouu&a de esto, ague-
W\x> que sus.untan pur.ios ¿e vista conservadores respecto de las capacidades
Influencie de ¡e tnjfenleria y te metemátice sobre ¡a prícoiogie 4S9
iJc U$ computadoras, pueden sostenti que no son capaces de tener una con
ducta inteligente, puesto que se limitan a a e ^ ir servilmente las instrucciones.
No deberíamos aceptar el punto de vista conservador demasiado incauta
mente, ya que “lo que se le ordena liaccr a la computadora** suele ser algo
como “aprender a hacer esta tarca mejor**. Por ejemplo, Samuel (J963) escri
bió un programa instruyendo a una computadora sobre cómo jugar a lai da
mas y cómo mejorar el juego. Después de algunas piicticaá, U computadora
jugó contra Robert W. Nealy, uno de los mejores jugadores del país. Kl siguien
te es un extracto de su comentaiio r e c e t o de esta experiencia:
Hasta la jugada 31a.. todo nuestro juego había sido publicado previa
mente, S í^o aqueDas jugadas en las que eludí el “libro** en un vano
intento de hacer que la computadora perdiera su ritmo. En la 32-27
perdedora y en adelante, todo el juego se origina en nosotros, hasta
donde he podido determinarlo. Para mí resulta interesante observar
que la computadora tuvo que hacer numerosas movidas excepciona
les para ir en ventaja y que yo. por otra parte, tuve numerosas t ^ r -
tunidades de empalar. Por tal razón no vacüé en s e ^ ir jugando, hn
consecuencia, la máuuina logró uii rmal perfecto sin un solo enor.
£n lo que r e a c i a a la partida fmai, no había tenido una competición
semejante con nmgún ser humano desde 1954. cuando perdí por úl
tima vez (Wooldridge, 1968, pág. 105).
oíos actuales, poiiríui se; redímeme enormes. Todo esto ocurrirá si la ccui-
ciencia es simplemente materia de intctcorrclactoncs lógicas entre las partes.
Si es arateria en cambio de lús constituyentes físicos de los que están hechas
las entidades, entonces las computadoras no tendrán conciencia nunca, amenos
<]ue se las construya de protoplasma. o que estén vivas, o hasta que se vierta
conciencia sobre ellas, tal como se vierte un baho azucarado sobre una tona.
Bs tiempo de volver a los dos enfoques ya formulados que se relacionan
con la ingeniería y la psicología. El primero es la teoría de ia información
(véanse Attneavo. 1959; Gamer. 1974). El segundo, es la teoría de la detec
ción (Creen y Swets, 1974; Egan. 1975). £ n este capítulo examinaremos cada
una de estas teorías en una amplía perspectiva.
Ambas teorías se dcsanollafon en thüma relación con los problemas de la
ingeniería. Shannon (1951) realizó sus trabajos sobre la teoría de la informa
ción en los Uboratorioa Telefónicos Bell, y es indudable que gran parte del
estímulo provino del deseo de esa empresa de desarrollar mejores aparatos pa
ra la transnisíón de inl'ormación. i a teoría de la detección 5oirgió en gran par
te del Grupo de Defensa Electrónica de la Universidad de Michigan, y cicr-
lajuente los aparatos de detección son productos muy deseados de este grupo.
Hasta el momento, os probable que un ser humano sea parte de tal aparato de
detección.
TEORIA DE LA ÍKFORMACION
Medidas de la información
¡dícma inglés, l.n que lifloa af lubla/ es elegii, catre todas palabras posiblsí.
una pora transmitid. Masta que d hatila. la pensoim en el receptor está incierta
en cuanto a la palabra que será prorimciaJa. Súlu sabe que se Ldc^iin una pala
bra EntfE lai que fciiTiafi eJ cofijufttD ds palahraa maesas. Puede con aiJetarse
e! piiticasci de ttanamisján de 1n infeumacióii como un procesu de FGducción de
Ifl ínCErtidumbpe Si desprias de Cüvladu y redbidD uji m e n s^ no queda íisMi-
tdúumbtc,. enioncbs La cantidad de infarmaciOfi (rananttída os igual a la canti
dad de incerüdumbtie que esistCa Jriicúilniciilc. Paiccc razan abk auporter que
el monto de inccrlidumbie es piopcicianai al itdincro de mensajes que pueden
ser enviados: a rnái alternativas, más difícil es adivinai OuáJ Será envínela.
SJtaiinoil notA que ers poaible nUmentr tadaa las alternativas utilizando el
slsleina de núntcros binarios. Si hubiera 64 alternativa!, !a! nLímerariamos,
en notación binaria, pnrtiEndo del OOOOOO, el 000001, etc,, hasta llegar al
l i l i l í . Se necesita un añtnero binmla de sets cifras paia cubrir Jas altenmli-
vasque cuTiospDiidBrían ala notación deciniii] 00 al 62,
SÍ cenemcis .V caliinma! de números blnadai, púdemoi dságnar 2 ^ alternati
vas diferentes. En este caso 3^ = 2 x 2 x 2 ü 2 x :í s í » 64, Kl nfimíro de cu-
lunuuis de digUoti binanus que se requiere para ntimerar los mensaje! al tema d-
vue, es í^ a l al núniero de unidades dic ioformadón. Estas nnidades de infuniu-
eión Se denominant bHí {atiimriatujEi del ingles ¿ínacy d i ^ j ) . Sí a usted le dicen
cuál de la! 64 altemativaa fusibles es la verdadera,, habrá recibido Eeis hits de
infonti ación.
RecorJeinos que esta medida de información se relaciona con Iqí logarit
mos. En el caao que acabaítiDS de exatTtinur, 6 es el Ictí^aricmp de 54, puesto que
tomumos a 2 como 6aíe para el logaritmo. Et decir. Un logaritiuo es lafmreTtcJü
a la que elevamos una base para obtener el número en cucstióa. £stu se puede
escribir según la notccíún matemática tradidonul: lug 64 = 6; por lo tanto,^ al
logaritmo de 64 en base 2 bs igual a ó. Ouiere decir, entonces, que podemcis
encontrer el núTiiero de bits implicados en la selección de una dic un conjunto
de altematis'Bs Igunlurente probables tuiiiiuidn el log^ del número de alternati
vas. El niimcro cI e hita generalmerite se stnihuiízn con una íf , y es{ podenuB
esetibirí/ = Iqg^A^.
El empleo de la ámple deflnicióii de la cantidad de bits, ff _ k g V. Jólo
se justifica cuando en lid conjunto de mensajeBposibles cada uno tiene^ la inia-
ma probablliílfld de ocurrir. Parece ¡niuitivámente evidenie que la ocurren-
ci* de sucesoJ no probables es más infomialiva que la ocurrencia de sueoaos
mujr probables. Así poi ejemplo, "un hombre que muerde a un perro" trs no
ticia, mJcniras que “ un perro que muerde a un hombre" no lo es- La diferen
cia era el contenido de la infonnación, como fúnción dc Is probabilidad de
ocurrencia de una altentitiva particular, re considEra en U fórmula mis gu-
neril J í = log^ 1/F, en la cual F es la probabilidad íIe que úcuita el 'mensaje.
Si un JHdü normal cae en 4, la ocuirencla de este suceso transmite log l.fiy*
hits = log 6 bita - 2,58 bits, Si el dado está cargado, lu ocuTrenda ^ un 4
puede QQ transmitir cRsi información. Un dado que siempre cae en 4. transmite
log. 1/1 =« 0 bitt de infODuaCión, cuando ocurre ese suceso.
La mañana anterior a escribir estas paJabrts, uno de noJotTOS puso a prue
di ia inffenisrin y tp matttnátif)li SObrt iú ps^ioto^ía 4£S
ba la noción de que los mensajes con muy baja probabtHJad tetfiiicrcn giutides
canüidfldes de ínfomiaciún para sei tiaiismitidos. Cuando se levantó, se sentó
sobre el piso del doimiturio p ire rcalitai mjs cjcrcicius hibitujilica, □uuneliuen-
te una ocasión para emitii sólo algunos gmftidot. Sin embargo, cuando su esposa
pasó junto a él, dijo lentamente y de manera uLara: "Un león montado en una
bkideta ocaba de inur el diario''. Su ctp ú u » detuvo, giró y, sin recibit «1
mensaje como se anticipaba, preguntó: *'¿Qué?" R] repitió non más lentitud
y claridad, y sin caníblar d t eipreslóo: "Un león montado en una bicicleta
acaba de traer d diario". Esta vez una expreaión de constemaejón contenida
cruzó por el roatfo Je cUa, y exclamó: “ ¡(Juéí ¿Que quieres d e d t^ ' A.pa-
[entcmeate habÍLt recibidlo un mensaje, pero no era todavía el que estaba con
tenido en las palabras. Muy probablemente habfa recibido el mensaje; "MI
esposo tuvo un colapso finalmente", En cate caso particiilar, d mensaje real
era; "Está de nuevo probando otra de sua hipótnsis” .
A menudo, UTIH serie de me usaje! puede presentar problemas muy simitnres
a una tiaorición gradual dti la látuación dcl "dfldo itannal^' a ll Situación Jcl
"dado cargado"; es decir, !a ixurmncla de ur mensaje parilcular en la primera
posición puEde nnodiflcai las probabltldadct en la posición siguiente, y asf a
través de toda la serie de mensajes. El lenguaje es un ejeniplg e.icelertc paraes-
lE tipo de rolaeión cnirc: los mensajes en uní s iie . En inglés, es muy probable
que ia letra " T '’ sea reguida por una “H” , y nO ea en absoluto probable que
tea íe^iida por Una "L" K1 ot'ccto de ÍOO lem s sobr^ la 101a es tiii grande,
que la lOla letra transporta entre 0,á y 13 bits in de pendientemente de in-
funiidción filo lUHlltu prácLícu liiicer detEnimiuvíuni:! cxuctos). Si uida k ira
tuviera las mismas probabilidades, la ocurrencia de una letra o un espaeifr en
Ia posición IDi tiuEEportajía log^ 21 = 4,76 bits. Ea evideote entonces que par
le de la ¡nformación uansnUtida por vía del lengu^e inglés es cumpurtida entre
muchos iímbolos. Para decirlo da otro modo, cada Símbolo transporta en rea-
bdudtttínúr del máximo de biCormBiCión que aen'a capaz úe transpoitar.
Los sistemas de este tipo se Itaman redundantes, y el inglés parece serlo
aproaknadajnenEB en aus tres cuartas partes. La rEdundancia no es siempre
algo nsgatlvoL si la mformaciórt tra jm ritiii está comparbcLa por varias pála-
brai. puede Ser efectiva aun cuando se pie ida parte del inerisqE. Pot ejemplo,
el blanco en psícúí gia pUEde UEnarsc rádlmentf! con una ya que k s res
tantes letras nos dan suficiente InformacJón y, en efecto^ Beguinios tenieiido
el mensaje total. Si reflexionimios sobre la fiiecuencia con que los niños res-
penden con un "'¿eh''" a un brento de camunJeación, nos scntiiemos sin duda
agradeddai por tnda la redundancia qüe Eantkiiie el idioma. Las dificultades
tic los nitíos provienen iirobablemente de una falts de nlletnativas bien npreti-
didan entre ¡as coales poiíei « l e ^ el men9a|ñ que se intenta: comunkar. Rara
vez es un probleura uuilitivo, pero oír el mensaje no es lu inijiiiu que eatcndeilu.
S^ludíos Éi?tp&¡cí}s
Durante la Secunda Guerra Mluí dial loa ingeníelos dt^sarruildron uns teoría
de Id dolECOiiüin. que se podía aplicar d la detección df bIdiiOos mediante re-
ceptores de radar, Tanner y Swets .{1953, I9íd) y M. Smitii y IVilsoii (1953)
adoplaron el iralaiiiienk) malomático y lo aplicaron a Ib detección huínma.
Desde emonces, estos hombres y muchos otrus han ampliado la teoría.
Egan (1973) dcsurihuí la teoría de U detección de señales (TDS) como una
Lombínación de la teoría de la decisión y de la teoiíu de La distrjbuciúu. Des*
críbireiiiios aigc del aspecto propio de la Leoría de la decisión que presentii Ja
TDS, y nos llmitaremul a esbaaar eJ aspecto itlaciunado con la (euna dr: k
disiribucián, tratando de indicar el potler y atcance de la teoría.
Ea l'DS abarca a la teoría estadí^ica rlc la decisión. Una detcceiúa implica
una decisión basada en cunsidcraiciunea estadísticas más qüe en simples Cítun-
cíudifi Jul tipo de: “Sj. oí la sellal'’, o “No, no oí la seilal". La teoría de la
de lee don considera (pJO el experimento que tntcnta deterntinar un umbral
seirsorísl es una partida a ñire eí sujeto y el experimentador. Según este punto
de vista, el sujeto afiimaría siempre haber oído la señal —la haya oído □ n o -
si supiciu de antemrinD que va a ser presentada, bsto no significa necasarte-
mente que los sujetos seaíi 1i*a y lianameute deatiunestusi sigEifica que lio exis
te una división tajante entm la deteceióri y uo detección ds una seflal, y que
el sujeto debe efectuar siempre -p o r csla misma razón— una decisión basada
fin ínfonnaciones probabilistas más que ctertas. Los sujetos deben reallíai la
mejor decisión ponáblc sobre la base de La bfurmación dispojiible, no impnr-
tB eudl sea la fuente de esta información.
Puestp que lis decisiones deben haursc en Infarmacíoncs prebabilistos y no
iioguias, to n fiecuencia están inUoidas por lo* valores o costas que puedan es
tar asociados con lu tomo de decisión y con el hecho de acortar o errar al ha-
cedu. Los vaJaifií y ios costos asociados cctfi estar acertado n equivocáis res
pecto de Coda decisión posible deterniinan una nuitrií de retribatíüriss. Si
sólo huy dos decisíonsa pcmíbles ■por ejemplo, “ Sí, una señal estaba preycii-
le" ü "No, una señal no estaba presente" la mitiiz. di: rciribucjones tendrá
sólo Biitrarias. bn el cuadro 15 aparece nn ojcmplo. De acuerdo ciin esta ma
triz, cuaiiilo Se presenta la sen al. el sujeta gana IfJ unidades (digamos 10 pesoi)
á dice que fue piestínUtda., peto pierde 3 unidades (5 pesos) si dice que no lu
luL'. Cuando no se presenta la señal, pierde 1 peso 41 tumq una dficisióii inen-
trecU, y gana 1 peso sí toms la decisión oorrecta. Dada osla matriz de lelri-
budoijeR, et intuitivámenle evidente qua loa uasosien que La probabilidad de
qufl se baya presentado la señal so a iunal a la prohabiltdad de que na k luya
!nfi^^l/ic¡s de ¡a ingrrncrfay ¡a maKinitiCa m b ti la ¡tílculafla 47i
Ojío }. Dalfid está en una ñcata y Cree detectar uns posible señal' Je ínte
res de parlfl de una atractiva persona del Sexo opuesto. Las circoftítaticíis son
iaics [jiie si se equivocara pasluís utk moraento muy cnibarazoSo.
CútfO 2. Á su esposa le parece haber oído un ladrón en eJ piso de abajo. Us
ted no urec que sea un ladrón, j^odría usted examinar dÜeientcs matrteca de
valor-costo?
Casr? J . Un püoítB de un avión comercial en el momerto del ateim z^ vislum
bra alga ádelante, a travos de una njebita de pequeñas nubes. Una nceión eva^va
atemori?áría a Tos pasajeros y a la tripulación y esparciría todo el equipaje de
marro por la cabina.
Derinán d tí íUfeiv
^Seiwl pitsenfade? SI .Vo
Íí !0 -.í
MtJ -1 I
diartrlbucióti _
P X m jnctroi d t k
Coiaputad^i
d«t Tllido de k ftindón
PaiúnctTe* di k (icniil- de dktribucjón
------------ 1 Oomjnitodor de
k nzóa de —»
PEubdbiluiail de k áecídáii I
________J
—Mñ
= d'
F l ^ i a 1 3 . Vlsu d i la c e r a de s l e m o t c o D ce p to j d e ]a teoifía de k ú e ta r c ió a de ie 3 ^ l
v á a sí iaexpUcaeldii ea ±1 teüto.
ción. aunque e i niás ficU reiacionar la (eorí'a c(7fi l&últána. En oi caso úuar-
valo múltiple, la mejor estrategia del sujeto et elegir justamente el intervalo que
contenga el suceso sensorial con la razón de probabilidad m is alta; las probaba
lidadcs a piioii, la matriz de retríbucloncfi y. en consecuencia, el criterio son
los mismos para todos los intervalos. Por lo tanto, los errores dcl sujeto al eva'
htar o combinar ios factores relacionados con el criterio oo afectan la deciáóci.
En el o tto caso, en el cual el sujeta debe decir a la señal ocurrió o no en un
solo intervalo, puede sobrevenir una cantidad de tipos de errores. £1 sujeto p o
dría no usar las probabilidades a prior! correctas, podria no emplear la matriz
de retribuciones conecta, podria no procurar llevar al iiiáxiruo la cantidad dC'
scada, o podría no combinar los factores de la manera correcta. Además, pue*
de ocurrir que los nijetos, bajo una u otra condición, no computen bien la ra'
zón de probabilidad.
Anulizaremos el diagrama en relación con et caso de intervalo único. Hs más
xncillo suponer que se da ai computador de la función de distribución las dis
tribuciones de “señal más ruido” y “ ruido solamente” de modo que no es ne
cesario calcular éstas sobre la base de la experiencia. Se debe disponer de las
distribuciones de modo tal que se pueda computar la razón de probabilidad a
partir úc sus do$ probabdidades componentes, l a distribución “ señal m is rui
do” ofrece la probabilidad de que cualquier ob$crvacióo dada ocurra en un en
a y o de la añ al. La distribución “ raido solameiitc” brinda la posibilidad de que
cualquier obarvación dada aparezca en un ensayo de ruido solamente.
£1 computador del criterio necesüa que se le den las probabilidades a prk>ri
de que en un ensayo particular se presente “ señal más ruido” o “ ruido soh'
mente” . También es necesario, para el cómputo del criterio, la matriz de retri
buciones. Estas cantidades se combinarían a fin de poder alcanzar algún objetivo
dcl mejor modo posible, y computar el criterio.
Con las distribuciones y el criterio en mano, el obeen*ador ideal está listo
para comenzar sus observacionos. Dentro de un intervalo se presenta una en
trada Eí observador hace pasar la muestra poi su transóuctor, que realiza las
mediciones necesarias. La salida del transductor se suministra al computador
de la probabilidad, junto con las fundones de distribución correspondientes a
las doa distribuciones. Esta información es suficiente para que el computador
de la razón de probabilidad compute su propia salida. El computador de la de-
cirión sólo necesita, para tomar la decídón, cimtpamr la razón de probabilidad
con el criterio computado por el ccmiputador ikl criterio.
La figura 13 ilustra algunos otros conceptos de la H )S. Esta figura se basa
en la suposición <fc que los sucesos sensoriales pueden representarse a lo largo
de un “eje de observación" unidimensional. La* observaciones podn'an repre
sentar. por ejemplo, sonidos muy débiles en el extremo izquierdo det eje, y so
nidos muy fuertes en el derecho. Se supone que tanto los sucesos Ji (raido
so!»ncute\ como los SR (señal más mido') se distribuyen normalmente con igua
les variancias. E$ decir, las prc^odades relativas de ocurrencia de los valores
a lo largo dcl eje de observación se representan rncdiajiíe dÁriribucloncs norma
les de probab0idad. liemos elegido estas suposfeiones en atención a la simplj-
cidad de li exposición. El eje y las distribuciones necesarios para un determina
In/htnck tíe la ñ|<nttrrta y U matemática tabre ¡a psicotofia 47S
Figuta 14. Cuivif d> openjcii6rt dd irceptíu pua distiiitcs valores de if. ^Fuenrer Pe-
termn y otros, 19S4-.)
tnfiuiwsdg is Piienifrfir y la meiernéfíai scthn ií ^ io lfíg ÍB 477
JjiflT toda infoíinaciún qipc se pueda ralacionar cnn alguna decísián, sin per-
iificio de que toda la infurmaeión pertinenie sea brindada por un determinado
canaJ sensohal en lui ensayo paitíeiular. Este punto de vista sc OAenioju al fuii'
cinoalisno en la ntcdJda en que destaea la importaneia de la adaptación, y es
íondnedita porque acepta la decisón manifiesta corno dato experimental sig
nificativo. t s moderno, peuquo emplea un siEtenia mstemáEiíu corao modelo;
mnoslrs el bnpaLto de otra Influencia múdemu de Lis matemáticas sobre la
psacologid, por su leiacíún con. li *'teoria de los juegijs” (víuse Birdsali,
El ámbito apropiado de ta lenria ea limitado y a menudo resulta altsmenle es
pecifica. pero tiene suficüínte generalidad como para que resultados axperi-
nicntaies aparen teniente discordantes se puedan integrar de una manera con
sistente y significativa. A pesar de que la teoría es específica y por fn tanto sen-
liblc a loa nesiiltadoe experimemalea, nu ea tan rígida cosno para caer ante
cualquier desviación del experimenta respecto de la teoría; puede modificarse
para acomodaf, hasta cierto punto, lasultodos nuevos t inesperadoa.
Tanto Lo teoría de la detección como la teoría de Lo infonnqción representan
lo que se podría cumidisiiir un nuevo punto tntertnedio en el comino de late(>-
ría psicolúgica. Arabos promueven un eqnfUbilü entre U especiricidad y la gene
ra] idad. entre la sensibilidad y la flexibilidad. Ajübus cuerpos de teoría son n o
labiemente riguroíoav ^ Jus campura con Ja teoría y loe sistemao de antaño, y
lÜjiEUno considera.como sn terreno la Uitolidad del conacúnjento pslcotógice.
Las [Jna teorías tienen vástaos que se cruzan a otras jordinea, □ para ser más
exactas, «o reialidod sus raicea e^án en los joidints de la ingcitleria y sus vislagoe
en los de la psicuiugia. Pur ültúnu, no están aislada» la una de la otra ni de sus
teoría», en tárminoa de la gente que se interesa por ellas, las discipliitiui im
plicadas o loe problemas tratado». En nn nivel ,general, tienen mucho en co
mún. Ambas teorías estudien niatemáÜCanteQte las señale», se originaron en
el estudio del imiamento y se aplican de maners nmy satislattoria al estudio
lid huiiibn:. Las dos son densas en consideracíemes probabjlísticas ipnobabUL-
dadea de mensajes y de señales, mapecüvamente). Ninguna está divurciada del
estudio da la cibernética; aquí podemoe citar nuevamente el análÍBÍs de las me
didas ite informacióii que hnDf Wiener en su libro Qyóírmerjjrí ^ 1 ^ 1 J, Como lie-
raos visio^ Us computadoras represen tan su papel en d pensatnieíilo de todos
aituellüs interesados en este» áreu», En cealidíiíl, en urr sentido amplip, los ter-
minos “teoría de la infaitnaciún" □ ‘‘teorías del procesainieiilo Je It ijifur-
macíóü” so pueden aplicar a aquelbi teorías que emplean conceptos prowe-
nieittes de lodos ios campos que hemos analizado baste ahoiA en este capítulo:
la teoría estadística de la comunicacióri (teoría de la infomiación en un senti
do icstrLnKido), la üimulacjón de la función htennna por medio de computado-
laa, la teoría de la detección y la cibemetioa (que no abunlainus). Tudas calas
teorías deben convEigei en el autómata ccnnipleta. Si eidsticra inr robot o au
tómata completo, seríB im modelo ambulante de Inconducta humana.
[nfñie¥KÍa de ii titfeitítela y Ib m a lem ijiet iaim: la pjicologla 4^
Utilidad de le matemática
ner la oportunidad de pooer a prueba sus idea» de modo adecuado. Sólo ahora,
tardíamente, está siendo reconocido, sobre todo en el campo de la biología ma*
temática. A pesar del tiempo transcurrido desde que hiciera su contribución
fundamental, todavía es demasiado pronto para conocer la importancia que tal
contribución puede llegar a tener para la psicología.
Un teórico quizá comenzaría en Ja dirección opuesta y trataría de empezar
con un área empírica y construir cualquier modelo que se adecuara a dicha
área. Hull y sus colaboradores (HuU, Hoviand, l^oas, Hall, Porkins y Fitch, 1940)
parecen haber realizado una tentativa de este Upo. La estructura posU^ationiú
necesaria para abarcar el área del aprendizaje mecánico era tan formidable que el
modelo d e ^ t t ó más asombro que interés entre los pstcóli^os. El modelo era
demasiado com pilo y difícil de manejar como para resultar útil, incluao en el
caso de que hubiera prc^ordonado avances predtctñ'os signiUcativos por enci
ma del margan de posibilidades de las generalizaciones empíricas más simples.
La historia parece enseñar que los modelos matemáticos viables deben ser re
lativamente simples y estar en un intercambio íntimo y continuo con los resuJ-
lados experimentales. A medida que los psicólogos se vayan perfeccionando en
matemática, la exigencia de simplicidad puede ceder, pero no es probable que
el segundo requisito pierda su rigor durante un largo tiempo.
La matemática es útO para la ciencia porque ofrece un aparato deductivo
-adecuado y convencionaj- para la predicción y la generalización. Hay mu
chos tipos generales de nuiem itica, así como también varios modelos posi
bles dentro de un tipo dado. No es necesario preguntarse síes adecuado utilizar
la matemática: la capacidad de predecir y generalizar es útil, y la matemática
- e n un .sentido muy amplio constituye Justamente una técnica para llevar a
cabo esas funciones. Quedaría aún por ver si es necesario inventar nuevas herra-
inientas p a n uso de la psicología.
Un nuevo desarrollo de la matemática que ha excitado la imaginación de
los psicólogos os la llamada teoría de la catástrofe (Thom, 1975). El nombre
proviene de los cambios repentinos, catastróficos de los que se ocupa este tipo
de matemática. A fin de hablar sobre la teoría de la catástrofe, debemos trazar
una distinción entre la dinámica de un shtema y las condiciones de equilibrio
de un sistema. Una descirpcióo matemática de la dinámica del sistema nos in
forma sobre cómo cambiaría el sistema con el tiempo. Una descripción de los
equilibrios del sistema nos habla sobre los estados en los que se a p ila ría el sis
tema; aproximadamente, si conocemos lo.<; equilibrios estables de un sistema sa
bemos dónde estará después de que haya tenido tiempo de ^'establecerse’'.
La tcona de U catástrofe se ocupa de modo i'uás directo de las condiciones
de equilibrio. Los equOibrtoe estables se denominan atractores, porque cuando
un sistema está en un estado en la vecindad atractiva de un equilibrio de esa
clase, se encontrará, a la larga, muy cerca del punto de equilibrio. Lo intere
sante es que se pueden producir cambios muy llamativos en el estado eventual
de un sistema moviendo su posición inicial una distancia ínfima, si al hacerlo
resulta que se ha desplazado de las cercanías atractivas de un atractor para pa
sar a las de otro atrsetor, tal vez bastante distante.
Thom ha descrípto cen precisón, aunque sólo desde un punto de vista cuali-
iHfluenda de kt ingeniería y te metemétlca tobrt ia psicología 4SI
Matemática y medk.icin
tema empírico (por ejemplo el desvio de una aguja sobre un mcdídoi adecua
do, aplicado a un punto do un sistema físico). Coombs ( 1 ^ ^ ) ha mostrado
tpic la correspondencia entre tas cantidades que resultan de las operaciones
de medición y los sucesos empíricos no resulta simple, ni directa, ni está libre
de suposiciones.
Aunque ia medición no es necesariamente parte de la iiiatciuátka per s«
es e m e n te que el p ro ^ ^ n u de U medición csti inextricablemente entrelazado
coa el problema de la construcción de modelo* matemáticos. Como veremos
ai examinar el modelo de fcsics. no ex cierto que todos los elementos abstrac
tos X iiiidau üirectaincnte; pero la medición —en el sentido de establecer co>
rrespondencia entre el modelo y los datos empíricos-- es sin embargo una parte
absoluiamonltf esencial del proceso.
Un m oddo reprexntativo
RESUMEN Y CONCLUSIONES
LECTURAS r e c o m e n d a d a s
Todavía rcsuiia difícil sugerir lecturas sobre psicología matemática para el psi
cólogo promedio por cuanto nuestro nivel de conocimientos matemáticos si
gue siendo bajo. Hasta que aumente, podemos muy bien empezar leyendo
Plans and ihe smtccure ofbehavtor, do MlUer, Galanter y Prihram (1960). que
muestra cómo las liazaóas üc la computadora lian dado al leóriwu üe la psico
logía la Ebcriad de considerar nuevos tipos cognitivos de explicaciones. Wool*
dridge> cb Mechanical man (1968), se extiende aun mis allá, en un tuno toda
vía más populas. Mathemaíics and p^chology, de G. A. Miller (1964) es un li
bro ÓC bolsflto que contiene una selección excelente de artículos que abordan
los rasgos más amplios del tema: el análisis factorial. U teoría de la detección,
la teoría de la información y Us compuiadoraa, tslin lodos representados en
alguna medida, crano lo están también las teorías matemáticas del apr;mdí7aje
y otros lemas de larga historia. Uncertamty and stmeture as psychohgical con-
cf>pí5. de Gamer (1962), es una obra que no demanda grandes conocimjentos
matemáticos y ejempliÁca lo útil que puede resultar el punto de vista de la
teoría de la información para las teorías y los experimentos psicológicos. El li-
brilo de Attncsva, Applications o f informatíon theory topsychology: A summa-
ry o f hosic concapts, tmthods, and readts (1959), s i ^ siendo un modelo de
claridad y concisión que debena ser leído por todo estudioso especializado en
psicología. La lectura de Slgnal derection theory andpsych<^hysics (1974), de
Creen y Swets, es mucho más ardua, pero así suele ocurrir con la teoría de la de
tección. Egan (1975) trata de facilitar el camino con su Signai delection theory
and ROCanalysis. Estes está representado en la obra de G. A. Miller antes citada.
Por último, nigertmoa agregar lecturas sobre un área que no cubrimos en este
libro, la teoría de los juegos. La razón es que el tema es importante y que Anatol
Rapopoit, el autor de Two-person gome theory (1969) y iV-peraovj ffime theory
(1970), es uno de esos pocos autores que combinad el brillo con la paciencia
necesaria para poner los temas matemáticos al alcance de los lectores que care
cen de una fonnacioa ovatemática básica, por lo que merece toda nuestra
atención.
Epilogo
PSICOLOGIA Y SOCIEDAD
1 Is psicdogía deberá irse haciendo cada vez más equitativa. Tenemos otro
problema que compartimos sólo con las cfenciai humanas, y es el que le relie
re a cómo reconciliar, de la mejor manera posible, nuestra neceádad de inves
tigación cas la protección de los derechos de ios sujetos. Gran pane de esta
preocupación de la sociedad se remonta, según nuestra opinión, a ios experí*
mentó» de Milgram en 1963, y seguimos creyendo ^ e hubo una gran meom-
prenáón en tomo a estos experimentoa (hemos oído muchas veces que Mil
gram administraba descargas eléctricas a sus estudiantes, cosa que no hizo).
Además, las objeciones se basaban tal vez con igual frecuencia en el panorama
poco grato de cemformismo que emergió de ellos que en los métodos que se
uiflizaron pora ponerlo en descubierto. A pesar de la extraña génesis de la ex
tendida preocupación por los derechos de los .sujetos, el problema es real y me
rece continuada atención. Los departamentos de psicología siguen siendo el cen
tro de las contiwcrsias en tomo tratarmemo de Icrf sjijetos. y debemos mtui-
tenemos vigilantes si queremos evitar ccmtroles aun más estrictos.
Por último, seguBnus eafurziudutios por resolver un problema que es casi
exclusivamente nuestro. Los tests han sido una de las fuentes de sustento diario
más importantes de la psicología durante muchos años, y durante los últimos
tiempos han estado bajo ataque continuo, pues se los ha tachado de perjudi
ciales. Un largo proceso judicial en ralifomia, en curso mientras escribimos
esto (1978) ejemplifica la gravedad del problema. Varios padres entablaron
una demanda contra el Estado por el empleo de tests de iuieligencia, íúndáu-
dose en que los alumnos pertenecientes a grupos minoritarios son ubicados
ínjustUicadameote en clares para “lentos” sobre la base de lot» resultados de
los tests. La decisión Gnal r e c e t o de este caso y de otros similares será evi
dentemente de una importancia muy grande para nuestra profesión
Durante largo tiempo, los psicólogos han estado proporcionando una serie
de servicios a la sociedad. Además de loe tests, están los servicios clínicos y de
asesoramiento. Se han proporcionado experiencias y capacitación cdccüvaa,
que siguen siendo populares. Las oacuclas están comeozando a utSizar ahora los
Irabains psicológicos para diagnosticar las deficiencias visuaki y auditivas de
loa ntitos pequeños. La tccnolúgía conductal se está usando ampliamente con
nülos retrasados mentales y. bajo la forma de instrucción individualizada, inclu
so con estudiantes terciarios. Se están empleando técnicas de raot&íicación de
la conducta eo clínicas especializadas -com o las que ofrecen trotomientos pora
reducir de peso o dejar de fumar- operadas total o parcialmente por no psicó
logos y con fínes de lucro. Esta tendencia a c^italizar I » técnicas psicológicas
es muy probable que continúe e incluso $c amplíe, para abarcar tal vez el ira-
lainieuto de las tobias y, cuando prendamos mis, el tratamiento de) alcoho-
Usno y la drogadicción. Esto es lo que siempre ocurre cuando una ciencia es
tablece algunos principios firmes, y es, por contiguieruc, un signo del progreso
de la pucologia. También los psicólogos industriales están usando las misma.s
técnicas generales; sabemos Incluso que uno de ellos garantiza ahora que. de no
cumplirse las metas contratadas con anticipación por la empresa, ao cobrará.
En consecuencia, la tendencia parece indicar que loe pttcólogoa han de ex
tender sus intereses y servicios más allá de los individuo», a los grupo» y a las
49Q Sistemat y teartax pacot^gicos comemtH^ráneos
DESARROLLOS METATEORICOS
.\parcntemente, se está extendiendo por la psicc4ogía una actitud de tolerancia
hacia la gmn variedad <fe puntos de vista. Los conductístas, los p^coanalisxas
y los teóricos do Ja Tercera Fuerza coexisten casi amigablewentt, los unos jun
to a loa otios. Los ccm^tructoics de modelos inspirados por las c<xnpucaJoras
constituyen una cuarta fuerza, identltlcablc pero hasta ahora sin denominación,
cuyas conirihucicmes y significado aumenurán tremendamente en los próximos
veinte años. Es díficO predecir adelantos trascendentes desde el punto de vista
teórico y práctico en Ja comprensión, el lenguaje y la conducta “coiisckiiie''
de las cotnputadoras, pero la escena está monUiia para soipresas como la que
recibirlos cuando Waslioe creó oraciones utilizando un lenguaje por señas y al
gunos chimpancés comenzaron a mirar hacia otro lado para no *'ofr*’ el pedido
de que compartieran su pitanza. El resurgimieiilu dsl inrerés en la perspectiva
evolucionista sintetizará, a la larga, todos los aspectos de la psicología, aunque
transcurra algún tiempo antet de que las relaciones entre, dgamoit, la leñóme-
noiog/a y la faimacolozfa conductal $c clarifiquen. Los signos de síntesis es
tán apareciendo ya quizá con tunta rapidez como los signos de fragmentacióji.
Hace diez años, cvidealeineute ¿se no era e! caso.
La cofUrovereia filosófica que suscitaron las Jcchrackines de Xulm sobre loe
procedimientos cient^cos parece amainar. Sin duda se ha ganado en perfeccio
namiento como resultado de e » intercambio. Popper, cuyos puntos de vista
generalmente difieren de los de Kuhn, admitió ipic éste lo había obligado a ver
que algo del tipo de una "ciencia normal*’ desempeñaba \in papel más imporran-
te de lo cue él previanente había conaiderudo. Si los apones de Kuhn dientan
8 los psicólogos a emprender investigaciones empíricas sobre la actividad .ácn-
tífica, podemos confiar en que por ese camino llegaremus a saber algc m ^ so
bre “el contexto del descu-rimicnto” .
las condiciones bajo las cuales la evolución debería propiciar el altruismo: e&to
abre la puerta a la especifícación de las condiciones en tas cuales podrían evo>
luciemar los |enes para cuaJíjuier tendencia conductal observada (eso, de exis
tir). Se podría hipotetb^ar sobre las ciicunstondas que favorecerían el deiarro-
Uo de la ociginali^d. el martirio, la amabflidad, la curiosidad, y cualquier otra
característica que a primera vista pudiera parecer imposible de explicar desde
una pcrspcctívi cvtducionisia. Por supuesto, lo miaño se puede decir del egoís
mo, la timidez, el canibaliimo, la codicia, o cualquier otra caracteiísuca que nos
resulte menos deseable y más coherente con la “ley de la selva". genes
no son en sí ni egoístas ni altruistas, ni codiciosos ni generosos. Están allí sim-
plemente para ser contados. Los genes que en sus combinaciones particulares
y en su ambiente particular se reproducen en mayor número son declarados
ganadores, proviaoriameiite, en cI juego de la supervivencia.
Bn consecuencia, remita factible tratar de reconciliar todas las conductas
humanas dentro de una perspectiva evoluctonista. Todavía no podemos saber
si esta tentativa tendrá éxito, pero parece probaUe que una psicología gene
ralmente funcionalista goce de un renacimiento en los años por \enir.
Ei reciente entusiasmo suscitado por las investigaciunes de recombinación
del ADN nos ofrece otra perspectiva de las concepciones sobre el poder del de-
terminiamo genético. Las tentativas por exagerar el poder que tienen los genes
de inQuii la conducta humana encuentran una gran resístencta. ¡Al mismo tiem
po. no parece haber mucha resistencia contra la tendencia a exagerar la proba
bilidad de que un cambio artificial en la herencia pueda producir nuevas y peli*
grotas formas de vida! Afortunadamente, pau quienes desean hacer investiga
ciones. los temores de producir formas malignas ae ven contrarrestados por la
esperanza de poder crear organismos sumamente beneficiosos, y de poder co
rregir, en un futuro distante, programas genéticus humanos defectuosos. Antes
de que llegue ese momento, esperamos que estas investigaciones produzcan
ínfomiación slfmincaciva x>hre los efectos genéticos en la conducta.
Seguimos creyendo también que trabajar con siateimu de modelos simples,
por ejemplo con gasterópodos, dará finalmente su recompensa y nos brindará
una ciara comprensión de los principios básicos de la actividad de los sistemas
nerviosos complejos. No es nada féefl trabajar con los varios mües dt enosmes
neuronas pntenves tn una liebre marina, pero, con lodo, es mucho más senci-
Do que tratar de indagar los principios básiieus entre miles de mDlones de neuro
nas más pequeñas presentes en el sistema nervioso central del ser humano. Los
buenos trabajos farmacológicos, anatómicos, fisiológicos, químicos y conduc
íales con una variedad de sistemas simples se hallan todavía en sus primeras
etapas. No vemos razón para dudar de que la retribución que se obtenga en
materia de principios de funckxiamicnlu neura! no será inferior a la cosecha
de conocimientos sobre genética logrados de la modesta mosca de la fruu.
En conclusión, cieemos advenir signos de madurez en nuestra ciencia y en
nuestra profesión. Durante las próximas décadas no faltarán trivialidades ni
errores ni exageraciones, pero puede haber un comienzo de amplia síntesis.
I
Nos estamos haciendo más tolerantes con nuestra propia diversidad, y exis
te una creciente sospecha üe que puede haber un germen de unidad en ello.
GLOSARIO
j
Oiosario
ETAPA ANAL (onai sugé): perfodo de] deiarroDo psicocexuaJ que * carac*
tema por el interna en It re^ón ansí; tíene dertos efectos cosa^omitan-
tes sobre la personalidad, k» cuales pueden 11^^ a ser característicos dcl
individuo adulto si se produce la fijación en esta etapa (Freud).
ETAPA FALICA (phallic stage): periodo del desarrollo pácoeexual correspoo'
diente a la vigencia del complejo de Bdipo; se caracteríTa por el inlerds en
el pene (Freud).
ETAPA GENITAL (genitai stagey penodo fínal del desanoUo ptkosexual en
el que se desean relüctones sexuales normales cao miembros dcl sexo opuei>
lo ^leud).
ETAPA ORAL {orai stagt): el primer periodo del desarrollo pstcoaexual; se ca
racteriza por el interés en la regi<^ oral (Freud).
ETOLOGIA (eihology): estudio de la conducta animal mediante obscrvackmes
de campo.
EUGENESfA {eugenict): ciencia que trata de mejorar la eqieck humana median
te una repro^ccióp selectiva que pennxta incrementar al máximo las ca
racterísticas genéticas deseables.
EVOLUCION LAMARCKIANA (Lamarcteian e)foiurion): teoría según la cual
las caracttrísticaa adquiridas se transmiten por herencia, el uso o desuso
de las estructuras o r e je a s provoca cambios que el organismo transmite
a sus descendientes.
EVOLUCION ORGANICA (organk evo/u/ion)c teoría según la cual loa cambios
graduales proihicidoa en las plantas y loa animales por las influencias am
bientales acumulativas explican la evdución de las diversas especies actua
les. las que parten de un antepasado (o antepasados) común más simple
(Dirwtn).
EVOLUCIONISMO ideveiopmentaiám): énfasis en los cambios longitudinales
ÍR.l.Watson).
e x p e c t a t iv a {expecteneyy. anUcipactón de alguna relación. p<» ejemplo
entre dos sucesos que obran como estímulos o entre un eslúuuJo y una
respuesta (Tolman).
e x p e c t a t iv a s d e CAMPO (Jieid expecíou'ons): predisposición a esperar
que una respuesta particular a cierta sefial o estímulo produxea uctt situa
ción o coruecuencta particulares ('rohnan).
FXPRRÍENCIA («ywriertcr): procesos (mentales) conscientes.
EXPERIENCIA CUMBRE (p ñ k experience). momento caá místico qte Cras-
cknde la condeocia nonnil y produce una sensación de extremo bienes
tar (Maslow).
EXPERIENCIA INMEDIATA (immediate experience): procesos conscientes
consideiacos en si mismos, tal como se los estudia d¿ectamente en la psi-
cologíi estructural i^undt).
EXPERIENCIA MEDIATA {fftediíne experietice): procesos oonscientea consi
derados cccio Via de acceso al mundo ^red'' externo ly utflizadoc sidirec-
lamecce.ac h ñísieal (Wundt).
EXPERIMENTO DE TRANSPOSICICW {TrM^-xitkw experimentU un expe-
rimeei» en el cual se entrena a un sujeto para que responda a uno de dos
Gtoaarlo SOS
íjtit'df o b r^ relaeíonadas
M, Eícüchiíni' Hisíoría cíe la pslooioigíot K.B, MBdseni TcoítíB de ia raotivacióni
R. Fine: Uistona del psfcflHrtíSíííj; [3,W. Allport: Psicoiog!(s de ia petsoHjdiditií;
AJIport I DesarfoUa y ctpnbfot Kc KofOta: Ftincipios de pseulogís de ia
forma: K. i.ewni; La teoría del campo en le eiends sodelj C- R. R ogen:F^co-
terapia esntradsen el efíeníH',’ C R. Rogéis: El procesa de con'ifertíTse en persi
sta; WJf. Slieldon y otro: Las vañedtsies áei ^nipemnnento: J,p. Watson: Ei
conáuctísmc?;\i^, Eysesnck: Estuíüü d&Trrj|í«J ds iapersort^dí^.