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Melvin H.

Marx
Wiliiam A. Hiliix

SISTEMAS Y TEORIAS
PSICíXO G íCO S
C O N TEM PO R A N EO S

EDICION REVISADA

PAIDOS
Vexico
Buenoc AJr«s
Bvcd'cna
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Titulo original ?n inglés;


n¡>fjiíf.Víii Fmv Iíiííí/ ^ I
CirflW HJI tiools Cimiparj'. Nueva Yofk
® irt??, |<Í73, 1*163 \fv Hc Gra^v HilMinr-
tSBN;
ctlKibn

VcTíión caSítelíafl-ii: Jorge CTílapialo


SujjíH-vfMhf de esja VíriijiníastdlmB; Enrique Dutclnjisii
Piofeior de píirílcijíja ic ]ji Unrverslíad NaCLoitii do Buenoi Aines

i ‘ í^iií'i0i? fn ln caiecrii'iit PxiítiitJí^tái Jel íjjjíí’ .OI /flJiS


¡'"^¡'.'¡CMí i'n ¡ti COÍf£CÍ¿ipPí!rci}r>SÍi}; Pniijiiialria, Pv/í'iWler'i^/íI. jy y y
RsiiHpivnón. ^ÍM.C

l^iipdAii n^QniGE^eiiT^ pr.rhlbmLiJ, .-m'llii úLlix.^a^iúik ^rlpi Jí Ipt ]íírf ..£0[t>tIhJiI>\:


IriVLüiiünnet fsuhlsúliu ea Lu Iflti, U Mul MpnnrLu «[□ parojaliquimemiIip
C p N P P d k lF Í W P . üDmjnr-cnülljLTe la - ir p íU f r jL lH j pl [ lu r e illim iir iP^niklPA^'nL >' >□ d u [v ilin j-|á n de
h!jp1\phfr?F-fíf c l l i rue-d-ijnLf-alqLLJijrr □ pré jb^ rw pÜbLjCf'í-

D.R. de todas odituKin en eastellan^.


Editorial PRÍdiáíi. SAICF.
Defensa 599', Buíttos AiiVi.
Ediciones Paidoslbericu. S. A..
^■IflriBpOCtitri 9^ BanCclunj
D. R. S de illa edicé^Ei,
EdiíoriHl pflidAs MeAitÉiia. S. A.
Rubén Darío iM^
col. Wodcnia 03510
México, D. F.
Til 5Í‘''?-Í113
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í nind fpaidflii'fJpiitdits.oom.mi

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llmri rirí íTf iMCíl! * I'TIiiHihI ilu Mi k,.iL-n


ÍN D IC E

Ptefack)

PriiineTa parte

s is t e m a s
1 Sistemas pEicalógicos 15
2 La apailciún. de la pskDlogía 31
3 AsdclactotiJAmo 53
A Lstructunlítanai' S7
5 E[ funciúaalUaiD 119
6 Conduittisnia ISS
"J F\ifo1o£Ía de la Gestatt 199
S Psjcüaaalisi$ '239

Segunda porte
TEORIAS CONTEMPORANEAS
9 Teoría paicalógiiea 2S3
10 Vaiiedadesde la teor/a E-R 306
11 Variedades de la teoría del campo 353
12 Variciladu de la teoría de la pe^oittlidad 401
13 Influencia de la Ingeniería y la matemática sobre
la p ^o lo g ía 454
Epílogicí. El presente y el futuro de la psicología 4S8
iTltMSrin 491
Refeiencias bibljográScac 52S
PREFAOO

En e s u nueva edición m iaitrot propóátoi siguen siendo los miamos: presentar


al estudiante ios enfoques c ^ c o s y contemporáneos de !a den d a ¿e la psi­
cología. En la segunda edidón incorporamos material destinado a ayudar a los
estudiantes i organizar todos estos punios de vista. Sin embargo, nuestros alum­
nos nos han convencido de que no logramos hacer un trabajo óptimo en su
presentación.
En conaecuenda, una de las modificaciones más importantes que ahora con­
cretamos es la reorganizad^ de los materiales introductorios. Las e<lici<xies
previas constaban de tres partes (una primera, de carácter introductorio, coo
hes capítulos; una segunda dedicada a los sútemas, y una tercera en la que se
abordaban las teorías contemporáneas). Esta edidón incluye sólo dos partes,
una sobre los sistemas y otra sobre las teim'as contemporáneas. Los tres capí­
tulos introductorios han sido rehechos y se les ha dado una u b ic a d ^ rnás
adecuada, así lo creemos, en relación con tos materiales que presentan. Ya no
es necesario que el estudiante soporte tres capítulos sucesivos de abstr«:d(uies
carentes de íennentos. Hornos intentado, además, una preaentadón más clara
y completB de los materiales introductorios.
Los agregados a esta edidón son, fundameniabnente, de dos tipos: primero.
U acostumbrada actualizadón de las teorías ccrntemporánees, incoq>orando la
investigación histórica más reciente y procurando tambián remediar algunos
errores y cHniaiones previos. Esperamos haber corregidü aaünismo algunos erro­
res de perspectiva, aunque biñi pudiera ser que hayamos introducido otros.
Segundo, hemos tratado de iqpegar CKrta perspectiva histórica y de hacer más
interesantes algunos capítulos mediante la tndudón de infoimacióii bii^rá-
fica. No lo hemos hecho a expensas de ningún material su stu d a i, salvo aquel
que se consiüeró redundante o , en unos pocos casos, carente de ioteráa actual.
En realidad, esta edición contiene m is material, aunque esperamos que pa­
rezca menos por esu r presentado de una manera m is dara y atractiva.
No obstante, esta edicióii es más breve. Lamentablemente, hemos debido
omitir nuestros apéndices dedicados a la psicología en el extranjero, pues, a
pesar de que los conridenonos de gran valor, los costos de puUicadóa toma-
run imposible su inclusión. Nos consuela saber que Sexton y .Miaak (1976)
han publicado su Fsychology around th t world, con lo que se dispone así de
una obra actualizada que contiene muchísimo más material del que nosotros
podríamos haber ofreddo. Los estudiantes y los profesores pueden compen­
sar coo ese libro nuestro involuntario retom o ú provincialismo.
Por esta razón, nos afenamos más que nunca a nuestro constante objetivo:
proporcionar, sobre la psicología sistemática y teórica, la informadón esencial
10 hf.fach

que todo estudiante avanzado debe poseer. Este libro se propone ayudar a los
estudiantes e integrar algunos de los diferentes materiales y enfoques que han
recibido eo otros curaos. Algunos de nuestros alumnos se lameutaion por no ha«
ber tenido antes el curso sobre sistemas y teoifas> sosteoieodo que habriai
entendido mejor todo lo demás de haberio heclu> asi. Sin embargo, seguimos
pensando que e! curso pertenece al nivel avanzada. No se puede integrar bien
hasta que se tiene algo para integrar, y nuestro libro presupone cierto ^ d o
de conocimiento previo.
En la presente edídóo. la primera parte se concentra en los sistemas clisi*
eos. Los dos primeros capítulos preparan e] escenario, proporcionando un marco
de integración y ubicando la aparición de la psícologfa en un contexto histó­
rico. Los capítulos 3 ai 8 presentan las escuelas clásicas de psicología, o al me­
nos las seis que con mayor frecuencia los psic^ogos norteamericanus conado-
ran como clásicas.
En la segunda parte se examina una pequefta muestra de teorías contempo­
ráneas. Hemos procurado incluir novedades que «atisfagan el doble criterio de
ser importantes y de revelar la transición entre las escuelas nvis antiguas y los
puntos de vista actuales. Es imposible presentar más que una pequefU ftaccito
de los trabajos de trascendencia. Sin embargo, nuestro interás primordial no ra­
dica en famÜiariaar a los estudiantes con los detalles de un área dctenfiinada.
Presentamos un panorama general y tratamos de ponerlos eo contacto cem los
principios generales del desarrollo teórico.
La compilación de textos prometida, en el prefacio de la anterior edición
ya ha sido publicada (Hiliix y Marx. 1974). Servirá tambián como complemen­
to de esta edición para los profesores y alumnos que deseen leer parles más ex­
tensas de los trabajos oríginaies de los grandes autores de la psicología, a quie­
nes expresamos nuestro aprecio por hacer posible ese libio y todos los seme­
jantes.
Asimismo, deseamos expresar nuestro particular reconocimiento a Jon
Meeter, qtiten noi demostró cómo se debía organizar el libio; a John Thomas.
que nos ayudó a iniciaflo, y a David U ltíe, quien contribuyó para que lo termi­
náramos. Como es habiniaJ, nuestras esposas se encargaron <¿ poner orden en
nuestro manuscrito y en todas partes, además de ayudamos de ianunvectbles
maneras. Llegue un espedid agradecimiento a nuestro sagaz editor, lUchard
Wright, profundo conocedor de las coatumbres de los autores, quien aíenpre
dispondría de algún recurso más para ahorrar tiempo de producdóiu^de en­
contramos ante un última alazo de entrega.

Mehin tí. Marx


WiiUan A. Hülix
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SISTEM AS

En estii priíUfiii parte, despaís id» lefíilniOB en « n d o i capítidos i l*i jOatVLnjezi


de tíM ñsteniiis palcolfigieoi y aí modo como In palcolojpa emergió de im tm -
fondo general dent/fico y faosófico, pieseoteremos lí» seis pdndpflJes sülemai
ddficof de 1? HjHcipliiia. En relacióii c o i cid* uno de ellos, lEtracednreiiios pdme-
tD en el üeinpo a fin de sefldír, sometajnenle, sus arígeDCS en el pasado, un pa­
sado por lo Bcneralii fllosólim; luego aburdueinos el tema de ti fundjción deJ
siStDiiis «mío punto de vista pácoUigico, sus pdadpiles cancterístifian « cuan­
to ál contenido > ta metodalogíi, y su cvolueifio y dEstina. Se íudulrín sÉrimiimo
lis crftiCH y taa defennu de cada sistema. Se splicarin a cada uno de eDos las dl-
rnenttiBtes de R J. Witaon (196T). aHí donde sean más perticentcs Qo nusnio
se baiá con cada uno de loa puntos de viat* m is moderaos [nduidos' en la se-
gmida parte iel Ebfo).'Eiíto lyudaií a establecer con maym facffidad tas corapn-
íidones entre los aiatcmas y tal vbi dos ayude tambíéii'a decidir u t i pitóolo-
gfa medema presenta bI büu progíaso en rriHciún « m los sistemas mí* antíEinM.
El cuadro 1 (pág-1J) inuestra las prñicipites dguras asociadas con el o rip n y la
eiialudán de cada sistenta. La utácaciúii de los nombres en el cuidiü pioporcio-
na una Indicación acerca de ta época en que rEalizmon sus primeros aportes de
importancia.
Capítulo 1

SISTEMAS PSICOUXJICOS

EL ESTUDIO DE LA HISTORIA

La infoiroadón que recoge la prensa diaria ea la historia vista a través de una e&>
trecha rendija; Igual ocune con lo» noticiarios dé ía tetevisíón. la m b ió los/na-
Duaíca de psicología son historia e^edalJzada. aunque en este caso la rendija
ae ensancha hasta abarcar unos cuarenta años. Si bien hasta hace un tiempo so­
lía ser necesario demostrar que las personas dedicadas al estudio de la psicología
debían ampliar su penpectlva temporal, esto tal vez ya no sea así. Todavía a
veces pensónos en los Estados Unidos como en una nación joven y temeraria,
demsdado ocupada con el presente c ^ o para interesarse mucho en d pasado,
pero este punto ás vista es mib dírfc0 de aceptar hoy, cuando liemos celebrado
nuestro bicentenario. El libro Roots ERaíoes] de Alex Haley (1976) ha suscita­
do la necesidad de un sentido del tiempo y el espacio en la conciencíi de ne­
gros y blancos, y las genealogías aeeslin vendiendo como pan caliente. Estamos
entrando en una era en la que ya no se precisa de excusas para ocuparse de la
historia.
Durante más tiempo del que podemos recordar, loa psicólogos han citado con
cierto afecto el cmnentarío d t Ebbínghsus aegtm el cual piicciogía tiene un
largo pasado pero una historia breve". Esta afiiinacióa está perdiendo vigencia,
por cuanto la psiC(0ogí8 celebró su centenario oticid en 1979. SI bien un rigió
no es suficiente ctHUO para hablar de una historia larga, es demasiado tiempo
como p an servir de excusa a la falta de prc^reao. Creemos, afortunadamente,
que loa lectores de este libro comprobarán que hemos hecho progresos.
A la psicología de Estados Unidos le han faltado más historiadores profério*
nales que historia proptamenfe dicha, pero ae advierteft siptes de que el estu­
dio de esta materia se está convirtiendo en una disch^lina activa. Uno de estua
signos lo constituye el hecho de que 77ie Jutjnul c f rhe History o f the Behavio-
ral SderK€i inició su p u b lic a b a en 1964 y s i ^ hoy proporcionando tm ade­
cuado medio de expresión a los artículos sobre nuestra hbtoria. Otro signo es
que la International Society for the Histoiy of the Behavioral and .Social Scien­
ces, creada en 1969, celebre reunianes en la.s que aumentan, aho tras año, tanto
la caotUiad de asistentes como c! entusrásmo.
Incluso quienes no son psio^ogos están empezando a interesarae en el estudio
de la historia de esta ciencia, ^o^ ejemplo, Miehae] Sokal, un historiador e ^ c la -
Uzado en historia de la psicolt^ía, ha escrito una obre sobre lames McKeeo Ca-
ttell, uno de los primeros grandes psic^ogos de Estados Unido», d e^u és de
haber encontrado un verdadero tesoro en trabaos y documentos tie valor his­
tórico en el desván de éste (1971).
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i!
Slíleaiiíi > reorfai puíaf^giiíoi! i;iúntfinpvrújitxíi

También 01PS9 científica» qtgrgan imp<trUncia al estudio de Jald fto ñ i de 9U


dÚCÍpLifl&. Bíveticige, un físico, djc« a] respecto:

Bn los tütiinos a d » se está prestando cada viE? TniA-itBncLüci á] c^udiü


dfl U histoda de la ciencia y todoa los cientlfltos deberían tener al me-
nert cJe-rto coaoctmleato de esta msteiia. Este coñacíraiento letLllLaun
ettccíente medio paja conegirtos excescfi de uiaespecisÜaaeim en con-
tiniiú Buaicnto y pira ampliar Ji p e i^ e c tiri y ]a cuiiipzensión nue uno
tengas de La ciencia. Hay Ubroi qUe abordan este tema no egmo usa
dmple Clónica (te hechos sino con una peuetJtaciDn que peimite ^ne-
clai el desairoUo del canocimiento como un proceso tvohitiVD. Existe
una Taita blbUograffa que t« la sobre la filosofía de la ciencia y la lógi­
ca del método dentíflcú.E l que ujiose dedique le ste estudio o no, de­
pende de Ib3 biclinacioacs peisonalct, il bien, eo teimúios ^ n e i^ s ^
servirá de poco p a n l i investigiición (19£7, págs. 11-12).

Ed ctmaecuenciu, Beveddgt ve conio discipIlnsfdístáiLaBla hjstoda de la cien­


cia (a la que considfcTn útil) y la Hlosofía de 1e ciencia [sluquc considera Inteie-
saaíe. tal vez, pero no muy ódl). Sin embapgü, desde que Beveñdge expresó su
cpinlión aobie esta msteria. u han piciducídn Tundios acontecimientos eraocio-
lumtei e ineaperadoa. Atioia paieoo difidl que se puedan estudiar estes dos ie-
mai por separada, y tJ estudia de la historia cieiitífkA lia inodidcado la opinión
de muchas personas.coa m ^eoto a cÓDiD avalízala sieitclt. Muchos están empe­
zando a cicer que el ettiidlD de esta iHma de ¡3 Liiftüna tiene tanto valor p a n e l
fliósofo como Beveridg^ pen.so que tenia p a n ei cientifico.

¿COMO SE DElSERIACOírafDERAR LA PRACHCA DE LA CIENCIA?

En 1962 llian taj Kultn publkñ na libro, 3As írruciure ojsci&tt^'tcreiK^utioni,


que produjo entre los bístoiliidorES y los filcsoEos de l i cieocía una canmocián
simíLij g la que se produce entre Las avispas cuaiidu algUÍEn gulpea el avispero con
una vari. Kubn afínnábi que lo que estaba iLadeiulQ era informar sobre cómo
era la cieueda y señalaba que lo había descubierlo eeludisndo au historia. ¿Cuál
era este cuadro tan extraordlnaiñ, tan deaiancertaite y que había pejmine-
ddo oculto duranie tantos años ctdiJitc de lisnaüces de todo el mundo?
B1 cancepm funihauEnlal de K ilta t:n e l de finrtidi^a. Cou esita paltbia quo-
ría xlgniñcar muchisimii casas; bLacgaiet Hasteiman (1970) determiiió que ha­
bía ampleada lénnlnD ea pao dienos de 21 manieras cHikiienies ensulibre!
Aunque tn b n (1970) dio poitirioítnEttTje una definición más leftriDgúdi y preci-
lA del p a ra d in a , aas quedaieinúi con £u prfcnezB coacepLualizacíáa.pUiesls que
es más complcia. ráiA en conteiiióa y adEcuada 1 nuestro pmpÓElJtio de estable­
cer UD juarcú da jslerEnciiA p an él e ^ d lí^ d± lalilstoria d éla piiccilagjLB- Uit pa-
radigtiiai cu el sentidD IndusfiO de X iáir, abarcaba casi todo Lo necesrii} pam
hacer ciencia, a través de li Estancia completa qtie media ervtra un detenttilado
conjunto d)e ■iposkionei rutaO^ioa^, ■'Un la p a ra flupeóoi” , hasta loe compro-
misas con el apucaio ylofi pmxdáiüEnlos ExperiinaitaieSi "en li parte itiTeríDr'',
pfíüalágU.'Oi If

pasando ptir las teorías particulaint sobre Ja materia, que incluyen, de modo es-
peclAl, detatmiiudoi ejemplo* de probleniai»süelt(M(qenipliM paradipníticüa).
Un puadlgma ea, rin duda, un orden muy amplio. Pero Kubn exigía todavía
m is da los suyos; los logros del paradigma debían serlo bastante noiables como
paifl captar el fiel apoyo tle práctk:amenté Lodos loa pro&áotules de la ditfipll-
na correspondirnte. Pam que así ocurriera, los preblenmB que el paradigma
había lemeito tenían que ser ojemplos convincertie» de fU podsi. Lo* proce­
dimiento» debían iei coniunicadeB de mancffl chira y precisa. Las prethecin-
nes del paradigma tenían que ler evidente& e inequívocas.
Un paradigma asi sería muy útil cu verdad, pue* indicaría al dentífico qué
pioblernaa nirrcoen ser estudiados y cómo ae los debería estudiar. Cada expo-
aeute dcl paiadígma dppondrfa de utu multitud de proyectos de íavestiea-
d á n , pucalo que niogúit peradigma ofreoe soludonies para cada problema de
interés. Cunm dice Kuhn, el paradigma plantea acerüjos, muy j^ c d ilü s a Jas
palabras cruzadas que aparecen en los diadeu y en otraí publicadones, y d1 pa­
radigma, como el creador de las palabras cruzadas, ‘‘garantiza" que d prabie-
nifl tiene una solución. El cáentíBca, sin embargo, obtiene una mayor recom-
pen u cuando uno de estos acertijos es resuelto, pues locibe entonces im dac-
torario que puede facilitaile eonaeguii lui empleo o publicar unu obra, lu que
de todos modos Is serf útil para ascguraise un trabajo. Si se considera que él
problema posee gran iraportancii, la recorapciiaa quizá sea un aumento de
m ddo ü la inamovilidad cu el carago-
Como es compteriáble, Un pafadiema puede Usgar g ser visto con cierto
afecto pof sns beneficiailos. Los manuales y Iiüs libros de historia Uegjrin o
dar explicaciones lacionoles y a gluttñcaT el paradigma, aunque no de un mudo
intenciaiial. íiespués de torio. Ja bis Loria debe concentrarse an aquellos acwi-
tedmieiito* que conducen hacia nuestra actual opinión “ conecta”^ ¿no es
así? Y ¿a qlrión le preocupan las partidas en íy soí L oe manuateí risnen lam-
btón el deber de reiumif de manera eflcieaite el cnrncnrtietito aoLual, y otra
vez aquí parece lencT p^ca o ninguna utilidad Ja in fo rm a d ^ conceiuieiite a
las opinirmea inferiores o justiiutlvas.
Dados estos inteceilBnLcs, no es soiprendcnie que quienes se han íorma-
do dentro del paradigma lleguen a aceptarlo tin preocuparao mucho por los pre-
conCCptO» qut COntíenHja aceptarlo, por asi riecír, d i mfiflífainconsciente. Tam­
poco Bcrprenrie quí ao sea fádl abandonar el pandigrria; ri alguno; descubri-
mienlos ocasioiialffii no ooocuerdan con la* expectativas qtje el paiaJigiia dci-
pieita-, se loa hace a un lado, taubindolos de errores cApciimeiLtales, yerma de
übfiarvncióü o , como último itcurao. de exj;Epcianca de poca monta que no afee-
tan su exactitud.
Cuando se acepta im paradigrua y los científico* pueden realiiai su trabajo re-
cuitinado a este cómodo modo de “ resolver problemas'’ la ciencia, según K uIul,
se encuentra en lo que él Usina un período “ nonuai’’. DEsafitítunadameote para
kis ilefetuore; de la vida fúcd, e) panriigma contiene en n' lo» gétmeneE de su
propia dCEtiUMÍón. Estos gérmenís st nutran de la uBCesarin precisión del paia-
digma. Por un lado, la preciajún es Una caracíBrística absolutamente necesaria
porque ije afírroaníone» imprecisas y que no encieiran predicciones no audsu
IS S ü lc n w / Kfyiof pücol(>g¡<i\js comern^útántvv

inteicsai a los científicos. Por otra parte, jamás cuerpo ilgunci de teorías y
prjeticaa cfcntfñcai ha sido tan perfecto como para no incurrir eo errortn ile
pr^iccÍGD. Estos resultuduí inesperados, a to& q w Kiika denomina “ juionia-
lúis" se vuelven ol final tan frecuentes y tan evidentes que, no sin tener que su-
perai pdmero fuertesij^iistanuias, rennlnan por imponene a la condenda de
quienes profca&u el paradigma. En este punto, ai puiadienin entra en una fose
de “crisis". Durante la crisis, sus partidarios trataran desesperadamente de rv-
mendaf el viejo paradigma y tal vez aiegucii aiún la realidad de loa rciuitadoi
no queridos. Otros cíentifleos, la iiiavoría recjdn iLe^^dcs a 3a cifijicia o prove­
nientes de otiiu diseiplinas, empezarán a proponer puisdi^pnas sustittiüvos.
Al fui, uno de los nuevos paradigmas Iriunfará gracias al hacho de liaboi
resuelto con dxito aigunos de Jos ptubLemas planteados por Ib9 anomalías.
Puede que no resuelva todos los problemas y probable que tampoiw e5té tan
bien desarrollado, en un coimeozo, cumo lo estaba el viejo. No obstante, como
el viejo paradlgnia ya no os defendible., el nuevo r e ^ t a mucho máí proirtetednr
y aeaha por triunfetr- No es eumcial, a Ud efecto, que couvierta a todos los sos­
tenedores del antiguo; sin embarj$o, el nuevo paradigma ejetcBra su atracciúii
sobre los ledéu llegados a eale cninpo, y los viejos científicas., después de todo
irán iDurierdo uno tm i otro.
La aatranomfa toleimtica - s e ^ n Ja cual la Tierra etaci centro cte nuestro sis­
tema planetaria— ei uri ejempla paiíble de estas paradigmas, sustiluidos, pues
fue reemplazada por la ustroncmia eapcaiÚEana, que ubica al Sal en el (centro
del sistema. Otro ejemplo podifa ser la física newtonianu frente a la einstenii-
ua. Ln ambos casos hubo grandes diflciiltades para fm zsj la aceptación del
nuevo paiadlgam y aólo a causa de las aaümalías evidentes, según la opinlán de
Kuhn, se produjo el cambio de pirailítiiBi. Estos cambios en las creeociua fun-
dameotalea de toda una ciencia ci?Mliluyeii lo que Kuhn llama una rcvuludún
denti'fica; de ahí el título que egoqgiú pura su libro.
Puede ahüia verse con claridad pnr qiií la obra de Kuhn produjo tal alboiD-
to cntie los hiBüuiiedDTes de 3n ckncia. La idea que se había tenido siempre de
Is deneia es que £sia se descuvuelvi en uu nivel peifectamente objetivo. Se su­
ponía que los deutífieDs ócstenfan tus opiniartei muy a k Ügera y que las abarr
dnnabau a la primeia aefiai de emar (^Oíi, tí, veo que aus observaciones no
coneiierdan con mi tenría. Supongo que tendré que elaborar aíra nueva'*).
Cualquiera que caté familiarizado con les ásperas contraveraias cutis ios cien­
tíficos reconoceri la fiase precenenle como una parodia humorística del ver­
dadero coiuporUinijenlD de éstos, Shi «mbarga, de álguna manera,, aitlea de Kuhn
sólo unos pocos habían llegado a rsconocet lo subjetivo y conAnrador de núes-
tros procedimieritos. Atinqui todavía subaste uaa fuerte controversia, acema
de la importuicíji de esta subjetiviÉari, Karl Foppex (1970), imo de Iq? pctrici-
palea icatcnedoies de la cancepócm anterior, más idedliali, ha dedafario que
Kuha le bdzci comprender que ^go dmílar a lo que éste Eamn "cJendiiiarnial''
desempeflabh uu papel Trucho más Énporuntc de Id que él había sospeufiado
previamente.
El cuadro de la ciencii qje nos presenta Kuhn tiene lirabién otras iitiplica-
(dnes fúndame mulos. Y, lo que es m£a rm pm ante.él encuentra una grao difi'
Jüíe?7Bí pri«i/íJí?tW( ¡9

cuitad CTi definir y justificar el proceso cientfikü. Por lo general no resulta


evidente que el nuívo paradigma aea superior al que reemplaza- Es probable
que le* problemas que le enfrentaii y la naturaleza de las soluelaues propues­
tas sean tan distiiLtot que no es senciEo compaiar los parartlEmas tomando CD-
mo base su "hondad". El mundo sinipleineiite se ve de un m olo diferente.
ao mejor. . , u- -
Más adelunto, en Ja segunda parle de estt libro, Tet-omarEmos a los hiatona-
dotes que piotesUn y atenderemos ul contenido de sus quejas contra K.uliu.
Aunque éste nos haya ayudado 8 aprosimamoí a k verdad cu lo qne s* refie­
ra a la naturaleza de la búsqueda cHEtillca. muchas quejas contra ¿L Estarían
justificadas; por otra parte, dicseaitios formamos BJia opinión lo máa exacta
posible sobre la empresa científica antes de embariamos en a\ estudio de la
psiculugía luudenia. i Je cualquier modo. eJ m attrül díl libro de Kuhn uoa ofre­
ce todoj los anteceden tEj que se precisan para establecer un conjunto do pre­
guntas BObie h a cscudaa psiccdógicai tradicionales.
ficgüti hemos visto ya, Kühn consíders que, en su evolncíór. h d e n c in pa­
sa pnr dM fasta: h cienfía normai y la revoticíoniiría. Existe, sin embargo, otra
clase de cientia gcnuiiuunente diferente: la créfidflp/iepflnííírjgííiíí/íca. Para Kuhn
3c tralaba de un tipo de actividad a tientas, en h cual los profesionaJas de la cfeii'
cía buscaban Un modo a aproximarse a aui problemas, de fotmiilarios e incluso
de Ldentificarlos En consecuencia, este período preparadigmático se ve, tomo
es de prever, malogrado por los desacuerdos respecto de rodos los aspectos re-
feieutes a los furidamentios de la sotividad etentífica. Es éste un periodo de es­
cuelas durante el cuil cada tma de eUaa piDclama ser dueña de 3a luz y d esmi-
no, aunque tiinguim puede piesenlaj h s pruebas necesarias piro canveiicer a las
demás de la exactitud de sus aftrmsEioncs.
Kuhn cree que las ciedcias sociflias y lai coüduetalcs se hallan en este perío­
do preparadigmáticíí. Ea difícil lograr la suficiente penpecriva iroinu paro decir
con precisión donde está uno, pero es bastante sencillo advertir que Kuhn tisne
razón con respecto a donde eitctba la psicologío.

EL SISTEMA PKECEFnVO DE WATSON

N p es fácil contentarse eoíi reconocer el hecho cuandu alguien dice; “ Mircu lo


qiiB yu obtuve y ustedes no cemsiguioroo'", Lo mifi agradable cuando oímoB
decir "Mira mi bicicleta nueva” seria poder cor testar: “Yo también tengo im i
nuEvn, deade mucho ¡uiles, y h tengo escondida en el cuarto del fondo para
Sficarh en una ocasión corno ésta".Por desgracia,esto rara vez sucede;asi, cuan­
do Kubr señaló que lai deudas máí desarroQadas poseían paradigmas y h psico­
logía no, era difícil negarlo. Pese a todo, gradas a Watuuu aliora por lo menos
podemos decir que algo noa guía y que incluso tas ciencias pararbgmáticas ccm-
parlen todavía algunos de nuestros pioblenuifi. tVatfion aeupta d jtíifiio de Kuhn
según al cuaJ laa dencíai socfilcí y conductales no han desarrollado aún un
conjunto de creencias, lerwíaí y príctitai lo auficientetiieiiK exitoso, preciso
y unificado como para justificií la apUcadón del téirniuo paiadigma Se pte-
guiiUi ■después cómo nos abstuvimos de dispersamos en todas direccitniBi.
20 S¡fte>mi y teoríái ptícoldisitot ctmtemptMátttos

a.^afiilonái]doQOS a actividades akatotiac c infructiuiai. Hemos de adcuitli


que ' i pticolagia ha estado llena de cootroversiu, de faUas y de partídu en
falsn, parOj no ohstaole, parece que hemas hecho algún tipo de progreso y que
tenemos derta idea de lo que eatsmos hactendo. ¿Cúmo puede üer esto, en au-
senüú de un pajudtglua?
La Kspuesta de WatEon es que nuestros cañirazoE lecibeji otlentaclód iln un
conjunto de pieguatis petsísiBütes y a las que todos o casi todos 1o$ psjcdJo-
goa concedeii ímporfanena, Watsem, emno Kuim, Hegó^i esta posldún despufi
de un intenso estudio de la Jüstoiia de su discipltna, JdenttBcá dleciDchD pie-
giintas que podían ser expresadas como dimentioiies y en las que las opiniones
extremas eobie cada udb de cUns mpresentarísíi los ejLtremus pojares de l i iH'
rneiuidn, y Ies opinJonea intetmediaa, los po»dones intenuedlaa. La liita de
díiTiBDsioDn contenida en el cuadro 2 h t sldu tomada de Watson (I?6 7 , pógí.
436^37).

CliJiiiro 2 . L o i pt'eceploí d* la psicología ordenados en pares co n tra sta n u i

Mentjliiinift « d H U m en m tá U lU in tncoaicietlfe (aMüto cu Ib poroipción a can­


dencia [«Huimesf J de la crtrucuira g d? la actiñdad da la mente \fH la\w encts\

Objetivismo del eonienidO' - suhJetlvbmo del oAnteaidn tdatcH pdeolófii^i viitoi


c4fO(3 nnJocta del Lnlivldue o cwnc estructun tnoitoJ g ecttridad uientoi iJel
Individúe}

DefenniníBucHndeterinhitinic One hechos iiiu D u ei poedeo explicarle loialiaeiue en


functÓD de losanletedeolec - no puedes « p tlc a n e tatüm ente de ese modo)

£inp¡iüini>4ifaQnp]iDnii (le ñiciiv pnaeiiifll, n P4 1» únlne. del ooncKÍnicnta ei ta


expenmvlír - m )e lucn]
Functonilismo-eStnictuieliinia Q u c ate fw iai p s c a ló llc u so s ictividBdef — sen
contenidos)

IndudJYÍimn-dEdnrtivánia Oua invpitipcloiixe comflflxen eOQ Üí-ctKU í objeiw -


OiQfnH —can psasunUa m d ad es ecUblediiss}

Atacanicuna-íllalUino tías activldiidEA de loe «oes vivoi pueden exptiicuie totatinento


sobre la b u e de «eosdlui^eiitES cpiúnlctHnkológiiXH — bo p u cd ai cxpUctiw de epe
mndo)

O tjetivlinn metoccld^co^ubjetiviiinio mebodúldgico {einpied de EiétailD» que


ptiHdsn H t vuinEodos por oenv o b ^ rv a d o m eompeieMH que n a pueden sec
vuf titüidDi de esc m odo)

H D lw u lirtim p -m a lim n {los dvtm pBlnÜgicoa se desctitca de niodid iu¿a apmptS'


lio luN e Ja iiue <le aui^adee relathw nenie pequeños — d e uniJades te k llw n e n te
praiHki)
Monbiina-iluuUEDo t d prticIpiD d EutUted fiiridaniEiial «o. c] uniñiono ■ de uo Kdo
rlpo ^ «I de dos tip ct' niaV e y nuteda)
Sittmtini pdeolóficsi 2¡

CandrO 2 . Cofitinuación

n>111-1tiiCTWfi Qt jiBtmlaza. lAqulerCk peTs SU y sus


gptaBclgftci, Mdudvtftineiite principien que se caieiiBiiLiaii tlenuo de eUs ■ itequlepe
tonitim Ldu (lÁeatlcfón tnscendentB « lilU)
Nennotetfclsnvd-idíp^lficiama (K poi» ¿rtijjSÜ an e] descnbriniiiTitn de b^eS
rátei - en la expUcanidga de indlnduoB u waibledmlentgi parttculam)

pMífetiallHno-ceiitíalisiiHj (el accatu recae sobre Isi íiechoi pduDlogicDi que tienea
lugar en la pañfeiia del euapg —dentro de! cuerpo)

Puriimo^ttiitarímiD {bueca el conadmiente pw el cnnrtcimíflnta itdmiü — por SU


uiHiidid en otiae ■ctividades)

Cuantttatiiiienci-I.xia]ltulivleilú tiflliwl* on d cmociniÍEnta que se puedí contar n


modir - en el que le refleie a las dtfeTaTirieii de clase a erntcla}

P j r |i T i in 1 W n f V .ÍTm f H f llu 'H im ilY ( íf ll á s d S «1 lO S d S tO S q U I » SU pC U lí ú b C d e O U tll(»


djffttij™ iJd senUchi enMiúü y d rntebeto - ínini¿ón a dominio de los fietoira
«niDllvtii y Oímatlvoi m h tt iM proewos inlrlcctiialfcS)

Ertsticlimjo-evciilucltiüá5m.o (éefásB en al cjtamen de k itaHdad en HH moBien.tq


dcixnnDuiilu - en el de los cembiof que ic optnxii en d tlralíHj)

Estatl^iiw^íiHiiiiJiiao (énluM en los aspectos pertitatienles -• ae el ctmltía y Jn>


ÍKlOieR qne lo prndpcen)

Puesto que estos preceptoa no soii algo que se psirnila en un momento, el


lector puede volver a coiuultar este euadio cuando lo coniideie neceauio. En
el glosaiio se deñnen todas las palabras qiie describen Jos polos de los precep­
tos. En el capitulo 3 apUcuenicia cada dímen^iñn al anáUsia de la primera ea-
cuela paisológjice a csaitdiier, es decii, el asociacionisiiio, Credmos que Watson
ha proporcionado un instrumento iñuy útil para eJ estudioso de hi Idsioria de
la pSLcólDgía; sin un maico de lefeienjua los hechos histáiricaB parecen a veces
desvanecerse en una bruma de detalles incDnescs.
EsIds ptecaptofi tieueii un tono más JÍIosóÍIcd d d gue sería de esfKm dado el
hecho de que fucitMi ooncehldos para luetuplazar lo* paradigmas de las dencina
más maduiss. Sin embargo, debemoe lucckrdar que la psicología hn nacido de
la ftlofofía y que nuestroc problemas contindui teniendo cierto dejo ítlosótico.
En conSúCuancia, Watsoa se teiiioillú a- tDflBlúSúfGd del s i ^ XVIT para detentil-
niu si podía enocmtrar en sus trabajos los orígenes de los problemas que había
jdeotrircado al bacer un estudio de la psiciilogía de 1965.
Lo hizo con Í3títQ,ipiie* logró identífícai problemas muy (irniianeí en la oscu­
ra pfehislotia de nueitri eieada. Euo es excelcote ^ara nuestros propósitos,
por cuanto Sigplfíca que muy prahablemente obtengamos, buenos resultados al
usar dichos protíenus para organizar nuesiro estudio hbtúdeo. C úntodo, spe-
D u tendiEDiqs tiempo do ocupamos del siglo XVfl: los atgiíM XITÍ y XX abun­
dan tanto en historia que tolo podemos permitimos descorrer por im momento
12 Sisttimis y itoritlt pticaS^fcüt eoBlemporsUtaL

las cortinas de lut siglus XVII y XVIIÍ pata ecMr una rápida Jtuíaila a suk rasgos
irids fascin antas.
¿Loi pniceptos de Wobson son loi únicos que putdcn eAtra^iae del rcUito
hlit6rieo7 No, por stipueitu. Watson sería el primcio en negarlo. Sñsnprt fray
algo de arbitiaiiedad en cualquier lista de este tipo, y Waliuu debe haberse pre­
guntado si convenía o no agrEgar otras dimensiones. Nuestia candiiíam favori-
tu sería una duneiiüiófl roliiladu “La gente es LntrínseuauiBnte m ala-la gEnte
ea ífitrínícMinente buena", cofl uiii cxpliuaoiániientre paríntesís que dijese algo
B»f como "las personas adblcccii del pecado urigüial, g son litnatiiiíieQte iioati-
les y agresivas—las personas son nablas salv^es cíorrDimpLdjCfl por la suciedad’’.
Por cierto, los desacuerdos sobre esta ciiestión se rtm ontan a luí tiempos bíbli­
cos y la psicología ha contribuido, aportando parla menos su parte, a la contro-
veisía, 'Loe betures están en plsiia übcjlad para sugerir su propia djmensiúii la-
vorha, o todo un nuevo Mnjunto de dluiepsiianes. No obsiantH, la lista de lVs.1-
Son representa un urálisis útQ y meduloEO. Sirvo para (Urígjr nuestra utencHbn
harria algunos de los temas, pemuiiienLes t Impartiutljea, de khs que se ocupa la
psicología.

Algo in te r e ^ te que í« puede hacer con loa prEceptos de Watson 05 emplt-


arlos Como una cspcrric de perfil de la pen^onahdad pera describir a Lrtdivjdti'úa
y escuelas de importancia para la histaiía de la ptlcolcgía. Usted múmu puede
obtener el "'perfil píitclúgiieo” de su persioualidad hamendo u n t lista muñera-
da diel 1 al I R, correspondiendo cada número a una de las diedoCho doDensio-
nes preceptivas de Walsun. imagine cada dlmeriaidn camo una gama ttel 1 al
5, Por ejemplo, en el caso de la pdraeta, la creencia en que lo únii» p^culúgi-
caiúente {mportante es la ealruciuiu o octirídad mental de la que una petsema
tiene KHi-ociirriientb coiudeniE estaría reprvsfintada por un 1; jJ. por concroate,
usted creyera que los procesos incííESdentes son imporlatttes y que el conocí-
miento cousedente uuece por completo de sljínlficadD, deberá escnbii un 5 como
número de la priinera dlmcrsiúin. la a opiniones Intermedias en e&La dimenaján,
y en cuitquier otra, cotnn'an lepm entado; por los ndnnros inteimcdJos. Se tra­
ía de un Ejercicio útil para cualquier psicóiDeo, pues a la vea qua nía familíarj-
zfi con los prcccplos de Watsnn haca que uno se cié cuenta die sus prapías creen-
claa ( ¡aveces de una maulera sorprendente!).

Resulta más difícil i> probkmátícu claaificur loa apininnes de las ewudas
Según eslaS dimensianes que clasfiicai las de los individuos. £s de suponer qüc
un iadividuo tiene s ^ o una opfaiidn, aimque puede ser basiaate dtffeCI deddir
cuál es exactantenpe, inclcisa cuando el Individuo os uno mÓEina. Si el algún otro.
CQnocido sólo B través de íus escritos, e.s mucho díffed, y cuando K tiali
de daslílCAr una escuela entera sotntiueata de mucihos indívidum con drvercaiS
opiniones, ¡no habría que tarja r demasiado en sedólos («Añtmlas!
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24 SlfíemM y f*orÍMs psicotógkcf etmtempormtoi

A pesar de estas diHciUtades, Kawash y Hucha ( 1974) pidieron a varias perso­


nan conocedoras de la hiátoiia de la psicología que hicieran estos juicios, y efec­
tuaron el análisis factorial de los resultados, en piocuri ik establecer cómo x in-
terreltcionan las dimensíoRes de Watsoo. Los autores de este libro no nos toma-
moa tan en serio; lin embargo, para entretenernos y entretener al lector hemos
claaiñeade seis eictMilas psicológicas en cada una de las dimeosiaces de Watsoo.
Los resultados aparecen en el cuadro 3. Este cuadro, cm io el anteñor, no es
para una asimilación inmediata: antes bien. »e puede volver a consultar después
de leer sobre cada uua de las escuelas.

ESCUELAS Y SISTEMAS PSICOLOGICOS

**Así que ustedes han admitido que en la psicología hay algo más que el conjunto
de preceptos de Watson. ¿Qué es eso más?", ae ñus podría preguutai.
Incluso Kuhn, que llegó a negar los paradigmas, señaló que las cienciis prepa­
radigmáticas estaban guiadas por algo ism&ta a un p a ra d in a , a bien no aclaró
qué era. A esto ^‘similar a un paradigma" se le ha dado, típicamente, el nombre
de escuela psicológíc& (cuando li atencióa recaía sobre un grupo de psicólogos
asociados) o de sisiema psictdúgicu (cuando se trataba de un grupo de ideas uni­
das en una opinión coherente sobre la psicología). Estas escuelas o esto* siste­
mas, por lo tanto, guardaban gran sm illtud con loa paradignus de KuHn en lo
que se refiere a facilitar los p ^ c ip io s iodJspenaablet para dirigir Jo* esñiei7os
del psicólogo y ni estudio de la mateda de uo modo que promueva eficazmen­
te el conocinniento.
En conseoienda, una escuela de este tipo tendría que proporcionar enun­
ciados con respecto a lo que es o debería ser la materia en cuestión. Lns ded-
siooes sobre ésta se relacionarían eoo las posturas que se refienn a lu* temas
más Glosóñcos. como aquello* que in t^ ran los preceptos de Watson (consdé-
rese. por ejeropio, su segundo precepto) También será preciso decirle al psi­
cólogo cómo se debe estudiar el lema. ¿Qué organiunu* serán útEes pisn reve­
lar lo* principios generales? ¿Qué métodos generales y especfíkoi ayudarán a
descubrir sus secretos? /.Estos método* d e b e ría apEcine en el laboratodo o
en el campo? ¿Qué dase de equipe hace falta? Y continuar a ií a lo largo
de una Krie rnteTminable de preguntas y respuestas. Como en el casa del para­
digma , hay toda una gama de incenogantes que abarca desde los problemas más
iiKlafísicos liasta las preguntas m ^ triviales sobre ios tipos preferidos de diseño
experimental o d m e^r lugar paca obccncr ratones de liboralodo sanos.
Las directivas de las escuelas no están expresadas de manera tan raanifleita
como podemos haber dado a entender artes. £ 1 proceso de ssñnibáón en la psi­
cología. como en la cultura genecal, es mucho más sutil e inccsiscjeate. (U n vez,
Q nunca, se le dice al estudiante: su maestro, say fundooalista y vuy a
tratar de que usted también lo sea" EJ psicoanálisis es, por supuesto, ln excep-
cíóa a la regla, pues se trata de una escuela de pensamiento que adoctrina de m o­
do muy ex]^ícuo. Por lo general, el estudiante se limita a observar oómo se
hacen las cosas y gran parte d d enCüenaiiiiento incluye la imitsciór d u ró te una
especie de apicnJizaie. Pespué» de este ciilrenanácntu, la mayuría de losncem-
Sisíemas p^cotógicot 25

bro6 <k ia profesión se consideran simplemente psicólogos y no miembros


de una escuela determinada. Tnduio podemos pensar que la psicología está
madurando y se está volviendo demasiado ecléctica como para seguir tenien­
do escuelas.
Sí esto ha ocunridu, lia ádo hace relativantente poco tiampo. Krantz (1972)
reunió algunas pruebas que indican que los psicólogos operantes la mayo­
ría de nosotros probablemente los llamaríamos dciniterianos- forman una es­
cuela. por algo el Journal o f the Experimental Analyxtx nfHehavior con bastan­
te frecuencia se cita a sí mismo y no a cualquier otra fuente. Es una prueba,
bastante débil según lo admite el piupiu (CriinU, de que la paácologfa operan­
te está algo aislada de las demás clases de psicología. Quizá resulte m is signifi­
cativo que tanto Rrantz como casi todos loa demás supiesen ya que "el JEAB
es la revista de los operantes". Es innegable que la psiccd^ia operante posee
muchas de las características, que. debe tener una escuela, o incluso un para­
digma: tiene ley. aplicación, instrumentación, un Upo de teoría, una niuso-
ffa general y ¡hasta ha resuelto problemas! Presenta asimismo problemas adi­
cionales y por lo tanto estimula la invcstigaciém, en una medida que debe ser
cara a los sentimientos de Kuhn.
En la segunda parte de este libro volveremos ■ la psicología contemporá­
nea. Mientras tanto, echaremos una mirada a seis sistemas clásicos, cada uno
de los cuales tiene sus propias ideas respecto de cómo debe proceder la psico­
logía. Podemos expresar los principales argumentos de estos sistemas de modo
que resulte clara la función directiva de cada uno de ellos.

Aiociadnnísmí? El psicólogo debería estudiar ice principios de U asociación


de ideas (o de palabras o de las conexiones estímulo-respuesta), analizando los
Itechos más complejos para llegar a los más limpies, como la vía más directa pa­
ra lograr la comprensión.
ExtructuraUsmo. £1 psicólogo debería estudiar tos contenidos de la concien­
cia mediante el método de la introspección experúnental, buscando siempre los
elementos irreductibles que forman la condénela.
Functonotísmo. La psicología debe ocuparse prünordialmcnte de las funciones
de la mente y la conducta en la adaptación dcl organiano al medio.
Conductixmo. El psicólogo debe estudiar la conducta del organismo median­
te métodos estrictamente objetivos; la conciencia no puede ser parte de los datos
de la psicología.
Gesíaií, £] psicólogo puede llegar a formulaciones útiles y plenas de signifí-
cado sólo poi medio del estudio de los todos significativos; el análisis prematuro
es desastroso.
Psicoemálisis. La esencia de la psicología es la motivación, en gran parte In­
consciente y sexual, y 9 la debe estudiar t través (fe sus manifestadoaes en los
sueflos, tos errores, los síntomas y la asociación libre.

En cada escueta de psícologíB, ciática o contemporánea, hay una continua


interaedón enrre el contenido "preceptivo’' sistemático de índole fUosdtica de
la escuela y los descubrímiemoe empíricos que $e logran procediendo con ane-
26 S itu n c s y teoriai ptécofóficxa conttm parim oi

g)o a los principios directivos de ésta. A veces los descubrimientos incluso pie*
ceden y dan origen a esos principios y no a la inversa, l a psicolr^ia guestaltls-
ta. por ejemplo, se convirtió en una **escuela'' sólo después que los resultados
de algimoe experimentos sobre el movimiento apiircnte fueron interpretados
de modo singular por sus fundadores. Los enunciados empfrícoa, teóricos, me­
todológicos y 61osófíco» tienden a interrclacíonarse (o quizá lólo a cooftsndíisc),
de tal manera que la amalgama se convierte en el '‘sistema’'. este respecto,
el proceso parece análogo a lo que Kuhn tenia en mente cuando formuló su
primitiva concepción amplia de los paradi^nas.
Hasta ahora hemos puesto más eJ acento en los similitudes entre los sistemas
psicológicos clásicos y los paradigmas de Kuhn que en las diferendas. Para so
ofrecer una perspectiva distorsionada, debemos examinar más de cerca la jerar-
quta de compromisos, desde los más abstractos, ubicados en la parte superior,
hasta los más concretos, en la parte inferior, y observar dónde es más probable
que s u r ^ las diferencias entre los paradigmas y los sbtemas.
En !a parte superior encoatnxnot, en ambos casos, presupuestos muy gene­
rales y en los dos puede ser diffcÜ o imposible probarlos. Algunos de los presu­
puestos pueden hasta ser comunes a U física y a la psicología; por ejemplo, es
probable que los cientíHcos de ambas disciplinas crean que el universo está
gobernado por leyes que el ser humano puede ccoiocci y que estas leyes no
varían en cí e ^ c í o ni en el tiempo. No es improbable que este tipo de presu­
puesto se mantenga inconscieate, a causa de su atractivo y por set de todo
punto necesario para el trabajo ctentíflco. Hn estos casos, estos preritpnestos
recibirían el nombre de metafisicos, porque no « los puede confinriár ¿irec-
taniente mediante la obscrvaciini física y, por cicrlu, ac los Oaiiiaría tn i'ta te ü -
ricos, porque se encuentran por encuna de las teorías de cualquier campo de­
terminado. El de suponer que cada disciplina aceptaría estos presupuestos y
que b s disciplinas más maduras, que poseen paradigmas, no se diferenciarían
en lo fundamental de las rtwnos maduras en lo que a sus presupuestos as re-
ñere.
En uu nivel de abstracción ligeramente inferioi se encuentra un giupo de
presupuestos adaptados a una mau»ia determinada, pero todavía a u i nivel
demasiado elevado de abstracción como para ser parte de coalquíes teoría da
esa. materia. Los preceptos de Watson. o las posiciones adoptadas coO respec­
to a ellos, servirían como posibles ejemplos de este nivel. Una vez más. bs ríen-
cias más iiiacuraa neceSLian y emplean presupuesius áiiiilares, y los paradig­
mas y los sistemas no descrían diferir drásticamente en U “bondad" de sus
suposiciones metateórícis-
Es en el nivel teórico donde encontramos la gran dilerencia. JUis ciencias ma­
duras poseen teorías lo bastarte e ^ c íf ic a s y con el sufícieate valor predictíve
como para que |>jcdan d*rse grandes éxitos o lerdbtcs iracusua (anomalíus). Sin
estas teorías no pueden e.xbtir .*if ciencia normal ni crisis. En las ciencias menos
evolucionadas, por lo ^ n eral las teorías no son lu bastinte precisas como para
Kf refutables: por lo tanto, tampoco pueden ser correctas al raenoc de tm modc
«gnificativo.
A los ainemas no les 'altan datos Los paradigmas los crgar<izan mejor y las
Sistemas ptícológicog 27

ciencias más evolucionadas pueden recoger información más c<mñable. Sin em­
bargo, las diferencias en este nivel extremadamente concreto no son tan llama-
Üva$ CIKHÜ las que »c observan en el nivel teórico. Por lo tanto, podemos con­
cluir que los sistemas y los paradigmas se diferenciar) primordúlnicnte en que
los primeros carecen de la fuer?a uniítcaüora de las teorías bien desarrolladas,
sólidas y precisas.

ACTITUDES ORIE?^ AlX)R AS DEL ESTUDIO DE LA HIS1OKI A

Los historiadores existen desde hace largo tiempo, ya en el siglo V a. C.,c] ate­
niense Tucídides se hizo famoso por sus obras. En consecuencia, e n de esperar
que antes de Kuhn y de Watson gran cantidad de hisloriadores hubiesen desa­
rrollado ideas sobre cómo debían enfocar ni materia y sobre qué es k> que de­
termina la dirección del cambio histórico.
En lo que se refiere al enfoque, debemos distinguir tí hisiortciua del pn~
sentista. Loa historicistas están interesados en comprender cada períudu en sus
propios témúnoe, aplicando sólo los conceptos, las creencias, t u actitudes y
las posibilidades de que se disponía entorsces. EJ interés de loe presentístas se
centra, como es obvio, en el presente; lo que desean es emplear el conocimien­
to de la histoda a (in de entender el presente. I.os liistnricistas tienden a su­
poner que el enfoque presentlsta es ingenuo y que probablemente descuide ím-
poTlantes diferencias entre el pasado y el presente al hacer sus iiilcrpieluciones.
Un ejemplo extremo es el chiste sobre cl turista recién llegado de Grecia que
se jactaba de una fabulosa moneda antigua que había comprado por una bicoca
en el mercado negro de antigOedades en Atenas; la había sacado astutamente
del país guardándola en un berilio del pantalón, junto con cl dinero común.
“No tiene precio**, alardeaba, “ ¡es de oro puro y fue acuñada en el año 469
antes de Cristo?” , “ ¿Cómo puedes saber cuándo la acuñaron?” , le preguntó un
amigo escéptico. '* ¡Fácflí", fue la rápida respuesta, “ jsí tenía la fecha grabada?”
Pocos de nosotros sanos tan preaentistas como para no advertir que ningún
griego del siglo V a.C. podía saber que Cristo nacería 469 anoe de^ués. No táem-
ífse es tan f í á l . sin embargo, mauteircr las interpretaciones históricas Ubres de
error. Por ejemplo, alguien podría olvidar que Charles Daiwin experimentó
grandes problemas con la teoría de la evolución porque desconocía por com­
pleto los principios genéticos ya descubiertos por Mendel. Otros problemas de
erudición histórica pueden resultar mucho más difíciles, sobre todo cuando
un traductor se interpone entre el autor original y el historiador. Si el traductor
no es a su vez un historiador experto, al efectuar la traducción de alguua pab-
bra quizás atribuya al escritor conceptos que no fueron elaborados riño hasta
muchos años después.
Hacemos confesión de nuestro presentismo. Nuestros inicreses y nuestras
capacidades primordiales se encuentran en el presente; el verdadero historie)»-
mo es demasiado absorbente. No obstante, haremos lo posible poi no com­
prar demasiadas monedas intelectuales con la inscripción ”a.C.’*. Se puede
sostener que el historicismo cuenta con su propia trompa para incautos; no
es nada difícil dejarse seducir por lui anticuaiismo necrófOo y sumergirse en
3S S ü fe /n u }' teor/ás pacatógicos rjjntempotátte<M

e] polvoriento pasado iiasu el punto de perder de vista el presente. El erudito


ideal es, a nuestro parecer, el que acepta e interpreta correctamenre el pasa­
do en sus propios términos, tanto porque el pasado tiene su propio interés
y su propio encanto como porque es sólo entendiendo d pasado en tus pro­
pios términos que se puede tener la esperanaa de extraer enseñanzas que sirvan
para el presente. No obstante, el uso hindamental del conocimiento histórico
radica en su aplicación presente y futura. Por lo tanto, la esperanza de los pre-
sentisias reside en el historidanu, y tos usos del liistorkúamo tienen que ver
con el piesentiuno.
£ . C. Boxinj, una de las figuma más importantes y más queridas de la psico­
logía, ayudó a perpetuar otra distinción en su ciútico texfo de historia, publica­
do en 1950. Zeitgeist fue tal vez su palabra favorita, literalmente signlñci ''es­
píritu del tiempo’* o, para dar una traducción con mayor sentido. '*el e ^ íritu
de la época” . Sin embargo, al hacer U conexión histórica, se enriquece en con­
notaciones; esta palabra se refiere a una concepción do la historia que contras­
ta con la del **^n hombre**. El punto de visu del Z e i t ^ t podna comparar­
se con el deteiminismo histórico ^ l marxismo; esto es, el espíritu de los óeni-
pos decreta, por asi decirlo, que se realice cierto avance científíco en el mo­
mento que corresponde. Los grandes hrmtbres (según esta opiniúu) parecen ser
los responsables de los grandes propesos, pero es sólo apariencia. Si no surge
un gran hombre, oteo dará el paso al frente. Asi, tanto Newton como Leibniz
ínN'cntaroQ el cálculo infinitesimal, casi al mismo tiempo y de manera indepen­
díente. e importa poco a quién le corresponde la porción más grande de ^oría;
más aun. poco ímpoiUuía que ninguno de los dos lo hubiese inventado, pues
ttlgúii olru lo habría hecho casi en la misma época.
En contraste con esta opinión, un tanto deprimente, la teoría histórica del
“gran hambre” afirma que los grandes hombres si tknen importancia y que son.
de hecho, ios respotuabhs éei fvosgreso ctenUflco. Un defensor de este punto
de vista podría afírmai:” quizás sea cierto que el progreso sólo puede pioducúse
en el momento exacta, pero ¡lodu lo que ustedes proclaman se besa en la su­
posición de que siempre hay abundancia de grandes hombres! Con seguridad
Leibniz y Newlon eran hasta cierto punto inteicambiablea con respecto i un
determinado descubrimieato: pero saquen a Leibniz y Newton. a Darwin y
Wallace, a Young y Helinholtz y a tantos más. y entonces veremos si los gran­
des hombres tienen o no importancia en el avance de la ciencia*'.
boring denomina naturalisu/ la teoría de quienes ponen el acento sobre el
Zeitgeist, en opocidóa a U teoría personalista de los que hacen hincapié en los
pandes hombres Se puede declinar tomar partido en este terria. Somos Jo bas­
tante realistas como para reconocer qire el grado de desartoDo cultura] e intelec­
tual propio de una épocaallana el camino hacia cualqicer avance cieBtinco;ha3tt
somos teóricos naturaUitas. Pero, además de ser importantes para ed progreso
científico, los pandes hombros stm muy divertidos. Razón más que suOciente
para rccompenuilos con nuestro reconocimiento cuando triunfui en sus lides
contra los dragones de la ignorancia.
Dado este sentíimento. resulta redundante afirmar que apreciamos y reple­
tamos a todos aquellos que han deaempeflado ua papeJ 00 J i historia de la ^
Sittemat ptM ó g icfit 29

cologia. Coincidimos con Bering cuando dice: “ Los griegos eran tan ínteligen-
les como nosotros: no hay pruebas de qoe dos miteoios de evolución hayan me­
jorado al hombre en aquella dimensión en la que supera a los grandes monos'*
(1950, pág. 6). Ni siquiera hay pruebas de que nuestra Inteligencia k s supe­
rior 8 U del hombre de CrOnMagnon, cuyo cerebro era al menos tan grande co­
mo el nuestro. Debemos nuestra superioridad a U inteUgrncia del hombre de
Cro-Magnon y a los logros de la cultura humana resultantes de ella, el principal
de los Cuales es el progreso de la ciencia.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

El mtetés por U historia de la psicología crece día a día. incluso en momentos


como é$tos, cuando la historia pidíüca y las biografías están cvmen^nndo » ejer­
cer su fascinación sobre la cultura general. Sólo recientemente la historia de la
psicología ha alcanzado su reconocimiento como un legítimo campo do estu­
dio dentro de la psicología. Casi al mismo tiempo, se ha llegado a una aprecia­
ción más ^ncralizada de la gran importancia que tiene, para la Hlosofía de la
ciencia, el estudio de la historia, un hecho que se debe en tpaii parte a la obra
de Kuhn y a las respuestas que ha suscitado. El concepto fundamental de Kuhn
es el de p a ra d in a , un logro concreto que incluye teorís, ley, instnimentación
y aplicación y que unifica una disdpliiia dentífíca alrededor de principios con­
venidos. El carácter específico de un paradigma es tal que se sugieren proble­
mas susceptibles de investigación; la ciencia normal resuelve estos aceitijos
paradigmáticos. Como es de imaginar, en este proceso aparecen observaciones
inexorables (anomalías) que terminan por provocar la crias del paradigma. La
ciencia entra entonces en una fase revolucionaria, y un paradigma nuevo, más
prometedor, reemplaza al viejo.
Según Kuhn. la psicología y las ciencias sociales no han madurado lo sufi­
ciente Como para haber desarrollado un paradigma uníficador. Watson, un dis­
tinguido historiador de U psicoJogia, concuerda con esto, pero señala que la
psicología emplea, en un popel similar, un conjunto de problemas orientadores
(a los que rotula como “preceptos”), para indicar cómo debería proseguir la
cvoluciéNt de nuestra ciencia. Estos preceptos constituyen la preocupación do-
mioame de las diversas escuelas, o sistemas, de la psicología. En consecuencia,
se loi puede emplear como marco de referencia para comparar los compromi­
sos intelectuales de los diferentes sistemas psicológicoa clásicos, y también
para entender nuestras propias posiciones con respecto a los sistemas anterio­
res.
Los sistemas psicológicos se parecen a los paradigmas en que incluyen toda
una gama de compromisos, desde las “ concepdunes del mundo” sumanicutc
abstractas hasta las decisiones muy concretas con respecto a la mejor manera
de realizar los experimentos y con que instrumentos hacerlo. Los sistemas se
diferencian de los paradigmas en que todavía no han logrado sintetizar sm
componentes en resultados concretos e importantes.
Podemos enfocar con mayor eficacia e) estudio de la historia de la psicolo­
gía teniendo en mente las corKlusíones de Kuhn y de Watson. No debemos ol-
30 Sistefnaíji p^orisíptífüKfgicos im te T -p p fV K ^

viüar ín distiutijún enlue el piescntisniD y EHúsLadci&taOi ftue& t r u a la rnetnorlji


que a la hjfiloiia hay que «ntienderlEi ea lus pTopio; ténniiLOi a Jíil de pfule ría
afdicar al p re^afe, nJ debemúa üívidu tampoco k dUtificiÓn entre el imturBlis-
mo y personalismo, que nos TEciierda que los gmadc£ hombrei —pasados y
presentes- operan en uu qúnlexto proporcionado por otros fiombres -grandes
y pequHQüS— t)iu3 Jos [líecedieron.

Kf:TUk AlS R WMNIOAl>AS

E¡ libro de Kuhti, The jtnicíure o f scientijic rei'aiuiüjns (1^62. 1920} as tan


riindaineiUal para comprender lo que dicen Jos modernos TtldfiOj'os cieitllíicos
que todos deberían loeilo. Kulm estribe de una numera tan amina y [dam que
Qo hay excusas pita no hacerlo. La obra de WatMn* fSycAojííJ^y.-p re ic ríp tíy e
Ji'íence (1964) prupurdíHia una esplicaciúii tumpleui die U talajciún líb sus p r^
ceptos con el ^usam iento de tulin y con la p ácdogli. eqdMeones
í/t ps;í'ctio!osyt A re ü t^ i ds Llilllx y Marx (1974) m reproduce #1 articula de
Watson jr iiflo de Kutin^ “ Hiitorical strueüire of scientific Jiscomcry", junto con
otros trabajos d& g ^n importancia. Quienes Están lo bastante motivailos comu
parar querer enterarse de las poMcioties diveiiientu respecto de .diversos tópicas
dfi la filosofía de la ciencia (en tdmdnofi aproxljinados^ e¡ partido de Kuhíi y eí
de Poppci) pueden rccurni u una obra execlcntc, de nivel más elevadocom pi­
lada por Muigpave y Lakatos: Crítietsm and the growíli p f isiowleáge (1970),
lintiE utiDS artículos muy ejíimulantcs^ incluye el del Maslcrmajij qtie ya
mencionatnofi, un soberbio artículo de\aÍtatos en contra de las teorías kuhnia-
naa y la idpUcaa sus Lnídeosporel propia Kului.
C a p itu lo 2

LA ,'VPAJLICION DE L r\ PSIC O L O G ÍA

Hemos visto que Kuhrt distingue tres fisaes en la evolucidn de la d E iid a : la pr«-
paiaJigníiáUcs, la itormaJ y la revoljutiianHria En nuestro aatudlD da li paierfo-
gía TtcoQúceremos también tres fases de desairdlu que se superponen parda!-
mente: tuia píímers, durante la cual k pjácolngía no existió como dkd|:düia
de per diente; una íeguiida, cknimeate prcpaiadigindtica en «I sentido qtic da
Kühn a esa palabra, y una torcer*, iniciada td vei a fines de h Segunda Guetft
Mundial y en la que, según creernos, sc bs pfúducidtk un moviiiuBnto percep­
tible hacia el logro de algo muy pr6xtfno ■ nn pafxdjgma en algunas de las áreas
que abaiua.
Nuestras rapices se encuentran en el período mis antiguo y, en canseeuanoui.
debemo* empcz:ar nuestra lucha para en leader dónde ertomos, in v e stl^ d o pn-
rneiu 1* evolución de dertas ideas que, al pamoer, rcudlajt necesarias a finí de
que la pdcnJdgí* cmcija como una <fiicipflina independiente, Gasquejarctuos en­
to n a » al¡íunflí de los probleiiias mis específicos y concritos que motiva ron y
prestaron una fomia determinada a la nueva ciencia.

EL DESARROLLO DE LAS IDEAS CIENTIFICAS

El 0 i» d ío 4 ofTecs un resumen de la^ contribndones de algunos de loihoinb tes a


quÉeneü se debe en parte el desarrollo de las Idetu i:ku tilicas que han desembo­
cado en una dónela de k psicología. Las fechas de luduiieiiiitG y muerte euires-
pendientes a. 1* Antigüedad aou opraunudaji por cuanto lot regístroa hislóncos
lualen ser inconnpletaa. Ademáa, las múltipkr modUicaitrorLes del calen dn rio
eofiítituyen un vetdarfeTO obstácnlo para el erudito que ae pTpponga a r ic a r una
fechn precisa a los acontecímÍBntos del pasado. Aunque las puntnbudtxies de
algunos de los. humbre quo aparecen en el cuaiiro serán i;juiíttlna(lBS máx dete-
niditniente, conriene, ndEiitraií tanto, que ef lector se forme cierta penpeciiva
□ranológica anlés de exponer loa cuueeptoí fundÉamentalea.
MuehuB histoiiadores han sefiaJado que las ciencias tuvieron nn lesarmiln
gradual, suigletnlo en primer udmimD las más alejadas de lo* ^ m s humanos y a
continuación Ijs que tucán mi» tk cerca a y a sus iuteieaes inmediatos.
Í2 Siste7nas;y tpvriar i^ológlcoa canitntp^x'in^oT

CutdfO R esum en de tas principalei CQntribucioaes al desarrcito


de la pítctiiügüí

N^mbrt F-pduf ipioninndwi- de CotUlibud^n


najiiinniiiito y Piuortt;

FO oB ofít

Tüsg S í*Uj Y i #.C. 'Bxpliaciñn natuialiala; unimrsi; comiruest» da


agua
PllÉ^iwas SisTn Vr i , C- MiiHcinnn y leor&fua da
Sáuateii C .4lU -3ÍW ft,t. idBaIí»tf^cntDq.v« di^d'QctiTo
Demúcilto C, 460-3 70 a.C, Unirono campiieiitQ de átora<H¡ enpUMclón re-
chiíxídnkti de I d fetinmEnnx ccm iilqoe
Ptetón 4ZT-3d7a,C. Rdcjonataata. enfoque ijuiUata
ArináietoB 384-317 » jC. HctDdoi rapionaJiitu y otecrvadcuDaln; dita-
ntsB da claiifieaieifia p ira la l^nlojía; laye»
<k) la riDiUDrU uona.livB
L iuüdH c Jaa a ,c . t^oadoi de la feomDtfJa
R o ^ c BitCcm C L 2Í41794 FnTaHi «n la okiarviclón emp&lct tibie
Francü J^VUfti o^s¡pttnn: úíd apoyo floiófloo p la d a n -
d a n rp íiic a
DcjCafln 1Í96-1650 [TLtetaeGútiikaTD diHUatii n K a n id ita del
caBipt)
LlKto Í6 3 3 ‘17tl4 ppU f^D 4 . I ji |(]c:q|j in r u tu de Dí K ^P oíi *¡ru‘
p>e6 ioa prinápiüiaaocíacioBártaa
L dbüíí 164C-17J.6 La acdvlrlbd «■ lo bátjfio; f í ld d i de UrüciULda;
HJÉiacnli.'T del tale illio Infiiiitiesbnil
B tr t e k r 168Í.J 753 l # experiencia « a u n ín ic a fu in te d d coiHcir
iDjentci; idaalrsrno Eíi'b|etive
Li. Mjeml« 1TD5-L75L ExpUractóji lUieoanlcIsEa apUcada i la u m ú u c'
l i hiiimima
Hiima 1711-i 77Í AraSins A t i cajSBÜdari; la idcie de Dlni y k da
if TnJimn tiem n u cidjcc cfj la txpciiieiuia
Riiul í 734-19ij4 [mpoTtajncn de lu cap u id a d e! ñ u u ia t « i «1 ot-
d t a a m j e ^ dci los datos- d s la K q w ien cü

C ie a c ú

hÜpócmlBi C 4*b3Bti ajC, die !■ iwdicifla"; un eiDC^Iftild ehscfvi^


dw i «a[K«tK44ti m tuuU tU deJ 3W kuAHiio
ArcjuíiTiHlc^ (L 3^7-313 uC. PtiiiEi l¿B£a rXfsríaiEiital ccDCK^o
Siglo m ajC F rñ i« a InTfian'CÚ d«Ii iUjtüiciód.<oti$iMfFl«
Elaslilla bit fenmrigUiia r lervltM jn H«n*
Talomco Aiti¿ncfda iLejuulrJno; lu coascpdóa d t k
'j'lieiia coma omüD del'jnivEiBO seaiiniiuvicp
Jiirwiia
Caienc SIhIo Q í .C. UétUcD ¡f ■xaIddiÍxIi rÉQiD^¡nalikó Expmlniai]-
ta&(Xmnwintra
Ls eparicsáa de Is pah^dv^ía 33

Cuadro 4. Csfrilinuúdóp

Onpéíivim 1473-1543 Aitroncnno polaco qna Ütup al on d nnUCi


del iliieiiii solai; camtdó asi la cooeepci^
sofafe el lugar de 3cte$ hunum » cu eü vnl-
VMSO
Vcsolio 1311-1564 TTimer Hatada i;aitipktiü itib » iflita a iia huiría.*
na
GaljlBo 1366-1647 ReriÉJbliKiiÓ la elbiiBrviEirin caiAo ínrtafifHfl de
apdaclán última, luía dca:u.brinilciib(d oS-
uan^iinjeriii j fiacas
Kópttf 1571-1630 Dcsaipción mateniáfltia de ka orLiitss pVuio-
ElliM
fíOJTcy lJ7e-t6í7 Detnoslló k ñrcukciión de la oaicgrc
Van'LmuwenliOBt 1632-1723 primar mKrmoápdD efeittliK}: deietibrjiRjonto o
Ideutiflw idn de pnilazDsiitM, bacteilu, m-
pennai KumaiiD
Neivten 1M1-177> CoinveiiDor dsl cáJcplo tufimicaiiHal; eíiflCle^
la pauta de k finca pon las duodentPS Bnn)
stjnawKKs
XjnncU J70 7-17TB Suleimi bónujuiul de daHflHüión Idológica
Bewe] lT m B 4d Anrdnüma de Küipgiberg: elafaoiá los acuaclA-
uíi! pcKcmales y pluileó bm un problanta pa*
rn k pñookig^
Wolnt 179S-lB7a PiDiuiFD de k £ llp k ie ú : formulé l* "ley de Wc-
\3tSE "

J^Mpedo' IBdl-lBfB li(<7 ¡lriá un gian m aniul de fluldlog ÜBi do^lñna


1« las energías-alpeoílicas de Ida cjínribs
Fedtoei ISOl'lBXT Su Elemente dar PsyclHiphyQlr nunca pona aigur
PD£ b| rDmianza dn k p íic u lc g t CXpefinMin*
talt ntodiliCD la ley de WcbCi
Dorwin 18119^1387 El UE^O de lll Mpadeai tibre Junilampntal id -
biE U enoUielón
Hemitnl L81M8T8 Cuucapio de medio Interno
Hobijlw'tti 1831-1894 Flldólo^ eminente; piimcra miDdlidú'il experi­
mental de li vdacádad del únpuliri ntirvipia;
teoilM oobte la aiuUQÓn y la Tiarón
tiabcin 1832-19U Trabajó cu nigcoeda, eitedísllcu, diferencBa ln-
dividuaki'; planteó muchos problemas para
la paicokigLa
Wiudl 1S33-19Í(1 Puadader dcl [HiniDr kbcirmtorio iMl
ti Univcisdod de Lcipsig (1379)

cod el coQSágJiertc desarroUd tardío de Ja-dencie de la psict^agía. La uftiuno-


mía y Í i fi'lica fueiun las pñmeiraE eti aparecer, Arqnítnedes, en el siglo TTi i.C ,,
fus, en cierto sentida, tm físito eiperto. A pnneipioi del siglíi XV11 la Jesdrip-
d án matemilidd que efectuú Kjéplcr del movinikiUo de lo5 pl^Det^ fue Ja cul-
minaciúD de miB larga trajrectoiíj de descubrünieatuij astiunúinjcui. I*'] cuerpo
hiuiuno fue objeto de estudio mucho antea de que e^iatieia una ciotPia de la
Í4 üistemag y teorías psicotóf^coa con temporáneos

''m ente” . En 1628. Harvey describió la drculactón de U sangre, unos 250 años
antes de que Ehhinghaiu realizara su trabajo pionero sotm la memuria.
Se han dado muchas razones para este persistente desinterés de los cientí'
heos respecto de la conducta humana. Una de éstas es la inviolabilidad del ser
humano, sostenida por mudias institucioiies que se uptxn'an a considerar a una
penona como un fenómeno natural. Otra causa es la complejidad de (o« hoov
b«e&, como ki han sebalado la m ayor» de quienes han tratado de estuciailoa de
manera cientiOca. Una tercera podría ser que con turna frecuencia ei más fácil
ser objetivo con lo que nos interesa menos, y estamos muy interesados en Deso­
íros mismos. Finalmente, es fiel) creer que. siendo nosotros nusmos seres hu*
manos, ya sabemos todo lo que hace falta saber sobre la gente. D e ^ é s de to ­
do, ¿acaso DO hemos leído a los que saben sobre la humanidad, desde Shakes­
peare hasta Schulz. en cuya historieta [“ Rabanitos” ! Luey ofrece apoyo psi­
quiátrico a cambio de dinero? Por lo tanto, al afirmar que se ha descuidado el
estudio de las personas, lo único que queremos ibeir es que el estudio cicniíflco
de los hombres, como disciplina formal, empezó tarde. Veamos ahora en pane
la preparación intelectual que hizo posible el surgimienlo de esa disciplina.

Expticaáón: extema e mterna

Hubo un momento en la historia de la humanidad eu que tus ucontecimíentos se


explicaban en función de fuerzas que estaban fuera de! ámbito de los sucesos
naturales observables. Por ejemplo, la mitología escandinava explicaba tas tor­
mentas diciendo que el guerrero de los dioecs citaba enojado, y Homero c.xpli-
caba tas victorias en la guerra en términos del favoritismo de los dioses griegos.
Desdo el punto de vista científico liay dus errores muy básicos en estas exfrfi-
caciones: 1) rcGcrcn la explicación i inobserv^hles, y 2) los acontecímieniuv
ulihzadc» como expHcaziooes no encajan en el mismo contexto natural que
aquello» que deben explicarse: no existe, por lo tanto, ninguna conexión lógica
manifiesta entre las supuestas causas y «ui ccsnsecuenóa» E^ase.xphcacionesse
Iknuui entonces exácTTids, por oposicdón a las internas.
No siempre o» f^cU establecer si una explicación es interna. Los extremos no
presentan dificultades: las explicaciones tcológicu de los liechos naturales son
evidentemente externas, y las descripci:>oe« clentífícas aceptadas son, por lo gc>
netal, m tem u. Panidóttcamentc. algunas de la» explieacáuDes científicas más
elaboradas son las más difíciles de clasificar Estas complejas expheadenes de­
penden, con rrei-iiCTicia, de entidades postuladas pero inidalmente no obser­
vadas, como los genes, los elementos cunpoccntes del estíniulu u lu> de cier­
tas partículas niba:ómi:3s. La mayoría de los cicotífícos admite que las c.xplj-
caciooes formuladas en función de estos conceptos s<m internos porque tanto
ellas como sus cfecins son observables en poteíicia, son "observados” indirec-
laiiieute o conüeTOn vnfereivciaft para oaserMciones en otro nivel Sin embar­
go, surgen in teiroautes cuando no resilla evider.te que el concepto está for­
mulado de nunerx que sea potcrualm eire observable, o cuando la tu|niesti
observación indirecta se puede explicar de otra» maneras o cuando Ub inferen­
cias del sistema dedicüvo del que fnrrta norte el concepto ao son clarai.
I,Maparición de te psicología JS

Aunque hay todavía personas que explican los desastres en función de "la
ira de Dios” , la explicación cWnt/fíca no puede tecurrir a tales descripciones.
Suele atribuinw a Tales, un fllótofo griego del «glo sexto antes Cristo, la ini­
ciación de los íntcntoe por explicar los sucesos naturales en fuiición de otros su­
cesos naturales; explicó la natiiraleza de la oijuteña en térmmos de un eltinen-
to básico y único, de carácter naturaí: el agua. Poco después Demócrito explicó
la materia en términos de partículas básicas llamadas átomos, y el hombre mo­
derno sostiene todavía una concepción úinilai. Carece de importancia, sin em­
bargo. ei que esos hombres hayan ado realmente los iniciadores de la tentbncia a
la explicación interna; lo importante es que la ciencia, tal como la conocemos,
depende del uso de explicaciones que se reílecen a observables pertenecientes al
mismo marco natural que los observables a ex]dicar.
Con el tiempo, la cultura que desairoUú c su idea desapareció. Es pro­
bable que el escepUcixmo idealista de Sócrates y Platón, ingenioso como era, ha­
ya contribuido a su desaparición. La Edad Media demostró poco interés por lo*
tipos interne» de explicaciones o por los problemas cienlirico*: quizá se creye­
ra que un inttsis en \ía sucesos naiurries era m ^o para el alma. Lo que
había de ciencia durante el período medieval se lucalúaba en gran parte on
Oriente. Coiresponclió al Renacimiento, a partir de Galileo y sus contemporá­
neos (según la convención más extendida), renovar el interés europeo por la cien-
d a natural. Un ejemplo de! pensamiento externo predominante en esa época es
el típico tratamiento de las convulsiones con azotes; se pensaba que esa acción
expulsaba del cuerpo a los demonios o malos espíritus, a quienes se consideraba
responsables de la conducta convuláva. Eu la actualidad, por supuesto, no se
empica ese tratamiento, porque se considera que la conducta convulsiva está
generalmente determinada por condiciones orgánicas del cuerpo (una expli­
cación interna). Las explicaciones sobre la efícacia dcl elcctrocboque convulsí-
vanie que le emplea en el tratamiento de la psicosis son apenas más satisfac­
torias q u t los de los malos e ^ iiitu s; pero buscamos una explicación Intoma.
Al denigrar las explicaciones extemas no damos por sentado que las iinpU-
caciuiies de la ex p lic a d ^ conducen necesariamente a tratamiento* ineficaces.
La gente con frecuencia "acierta por las razones erróneas” . Por qemplo, los
trabajo* actuales demuestran que el castigo puede servir para un propósilu al
eliminar las conductas indeseables. Esto podría llevamos a creer que d trata­
miento medieval de administrar azotes toda vez que un “espíritu maligno” afec­
taba la conducta de alguiai podría cmiducii a la eliminación aparente del pre­
sunto espíritu. Watson (1963) cita uo caso muy interesante del cual se podía
extraer una conclusióa más conecta de un tipo de pruebas a las que conside-
rarántos totalmente inaeeptables. mientras que, tratándose siempre de igual pro­
blema. derivaríamos una concIuBóo inferior de un üiteato de explicación "inter­
na” basado en testimonios provenientes de la ubaervactón. Dice Wataoo. refírién-
dose a las opiniones de Aristóteles:

Al identífkar la vida con la psique y ésta, a su vez, con el cnrazco, re­


chaza asimismn la doctrina platónica según la cual el cerebro es el ói-
gano del alma. Emplea como argumento para hacerlo el hecho de que
36 Sittemag y teorías psicoldxicos contemporáneos

había descubierto que el cerebro es insensible a la estimulación direc­


ta. Resulta irónico que Platón estuviese en lo cierto por razones erró-
ueas. Piaiíxi atribuyó el intelecto al ccfcbro basándose en una serie de
argumentos no pertinentes; uno de eÓos, típico, era que el cerebro es
la parte de la anatomía humana que está más cerca del cielo. Aristó­
teles, por el cuntnrio, se equivocó empleando las razones “corroe-
tas^’, es decir, las naturalistas (1963, pág 52).

Cuando las teorías equivocadas sirven de base a algunas docisitmes correc­


tas, estas teorías tienen una mayor expectativa de vida que cuando todas las de­
cisiones resultan mal. Los frenólogos recomendaban la práctica dcl álgebra a
todoc aquellos que tenían una protuberancia inadecuada en el área responsable
-según su sistema- de la destreza algebraica. Si este “ tratamiento*’ era la con­
secuencia i ^ c a de la teoría y producía capacidad para ci álgebra, se podía
considerar que la teoría había sido “ confinuada” ; en realidad, la frenología
tardó mucho en desaparecer.
Estos ejemplos demuestran a las claras que las observaciones no pueden corro
borar de manera lógica las teorías: sólo pueden refutarlas. En la práctica cien-
tffk;a.es poco frecuente que se abandone una teoría a causa de una refutación
aislada. Casi siempre $e la puede salvar encontrando defectos en la observación
o en la relación entre la observación y la teoría. Incluso si fracasan estos modos
de rescate, la mayoría de las teorías son lo bastante complejas como para que el
cambio de una parte las haga concordar con la observación, y así m pueda sal­
var la parte principal de la teoría.
En lo que respecta a la confírmación. tampoco se siguen los dictados de la
lógica pura. El lógico sabe que al aOniuir ¿ en ima proposición de la forma ”$i
A,luego B“ no prueba con eso que el aatecedeiils, /l, sea cierto. ^ embargo,
ai se produce una observación como la teoría dice que debería producirse, la
conñanza en la utilidad de b teoría aumenta, a pesar de lo ilógico de ese aumen­
to. Por cierto que la ía lu de lógica no es del todo irrazonable; al Hn y al cabo,
se ha demostrado que la teoría es “correcta” con respecto a la observación.

Con/hnsa en le ohsenación

Paralelamente erm la ulSización de las explicacíoDes intemaa aumentó la con­


fianza en la observación. La mayoría de los primeros pensadores griegos confia­
ba más en los uiólodüs lacionahslas que los hombres de la era moderna. Fur
ejemplo, Ejclidcs dc&arroró tempránamcute una ^om etria deductiva, y Picá-
goras y sus seguidores creían de ur.a manera mística en la eñeada de los nú­
meros. 2>ócraics y Platón prestaron ni apoyo a un enfoque racionalista, Sócra­
tes con su procedim»en03 de m esbonairierto lógico y Platón con su é n ^ t s
en Ib importancia del muiidu de las Ideas, al que cccisidcraba por encima y más
allá del mundo icai. Los dos as incliiaban a sospechar de las pruebas proporcio­
nadas por los Mntkios romo fuente de b verdad > de ese modo ayudaron a cam­
biar el rumbo oponiéndose a lo que hoy se considera como un ra&gp del
método denciñeo: u u confianza primordial en b observación.
Aristóteles Coe un p enadur que empleó tanto métodos observacionales como
Lm tperieiOn de te pdcologie 37

racionalúUs Era un defensor de U ló^ca y de U racionalidad, |>ero no respeta­


ba la autoridad. Su autoridad, .^in embargo, fue aceptada durante la Edad Media,
a expensas de tos métodos ob$crvacionale$ Fue impoiiance el papel de Gatfleo
en la renovación de la actitud ctentffíca hacia la obserración y la autoridad. Por
ejemplo, confíó más en la observación dcl tiempo de caída de tus cuerpos de
peso desigual, que en la afirmación autoritaria de que los cuerpos posados caen
más cipádo que los livianos. Esto no significa, sin embargo, que Galfieo no haya
hecho uso del enfoque racionalista y deductivo. Los empirístas puros y los ra­
cionalistas puros son tan ratos como el vellocino de oro, no importa cuánto se
earuorceu por llevar hasta ei límite tos poderes de sus propios métodos.
Francis Oacon, en su Nevurrt wganum, de 1620, formuló uno de los más fa­
mosos llamados en favor del empirismo; pensaba que la ciencia debía proceder
estrictamente por induccite, apilando observación sobre observación hasta que
los hachos generales em e^eran de los Itechos específicos. Para nuestro punto de
vísta objetivista resulta bastante evidente que la posición extrema de Bacoii fue
más útil como antídoto contra el exceso de racionalismo que como descripción
completa del procedimiento científico Sin la ínteri’endón de los seres humanos
los hechos pertinaces rehúsan organizarse en teorías, leyes o índuso en los “ he­
chos geirerales" de Bacon.
Los empiristas Ingeses que vinieron después de Bacon tiauron de seguir sus
criterios hasta su concluato lógica. Locke negó las ideas innatas atribuidos al
hombre por pensadores como Sócrates y E>escartes. Berkeley negó que pudié­
ramos estar seguros de la existencia dcl mundo externo, pues s ^ tenemos la
experiencia para seguir adelante. Aunque nos devolvió el mundo externo apenas
usado, con la ayuda de la suposición de la existencia de Dios, su actitud escép­
tica resultó más ccmvinceute que su retiro, y ha tenido más infiuencia. Por fin,
Hume aplicó el pensamiento empírico a la noción de causalidad y sostuvo qitt
todo lo que realmente sabemos es que algunos sucesos son contiguos en el tiem­
po y el espado de manera invariable. Nuestra noción de causalidad se basa en es­
ta observación. (Pero véase el capítulo 3, donde se encontrará una exposicióo
m is extensa.)
En la tranquOa ciudad universitaria de Kocnigsberg, en Prusia Oriental, todo
este empirismo terminó por desencadenar un tremendo contraataque filosófi­
co. Immanuel ÍCant fue despertado, como lo confesaría más tarde, de su pro­
fundo suelto dogmático por el empirismo de Hume. El resultado flie que entró
en acción a tiempo para convertirse eu uno de los más grandes filósofos de todas
las épocas. Aunque en sus ochenta años de vida jamás se alejó más que unos
cuantos kOómetros de su nativa Kónigsbere, emprendió una gran cantidad de via­
jes con la mente. Advirtió que los empiristas tenían razón cuando afirmaban que
el conocimieoto sólo puede llegar mediante la experiencia: sin embargo^ U pecv
pectiva de tos empiristas era lamentaMemeate ioadecuada pues no ofrecía
ninguna explicación respecto de cómo U propia expetkDcia podía ser posible.
La mente humana no podía ser la tabla rasa, la hoja en Manco que los erapiris-
tas suponían. Debían existir principios organizadores o todo sería ccoifusíón.
Kant propuso un tipo de teoría de compromiso en la cual la experiencia sigue
siendo la maestra, pero necesita de un alumno que tenga ya la capacidad de oc-
3a Sui^m si y teorías psieolfígtMi am íem porirteoi

KankwU. Lus enunciaJui» ilc KaiU »(>bre lo que está dado antea de la ex()e-
ríencia —espKio, tietnpo, unidad, etc. dejaron de tener mucha importancia.
Sin embargo, el problema que planteó sigue sin solución. Lo* psicólogos como
Piaget, que trataron de determinar cómo se desarrolla la mente infantil, los otólo­
gos, que procuran dcscubiir de que manera el hombre y los anímales organizan la
experiencia, y los psicofísiólogos, que tratan de averiguar qué tipo de Informa-
cióu extraen las redes nerviosas, están todos trabajando en nuestra versión mo­
derna del problema kantiano.
Como dijimos antes, no existe un enfoque puramente racionalista o pura
mente empirísta ni tampoco hay una nítida línea de demarcación entre ambos
enfoques. Prancis Bacoo tuvo que hacer uso de los métodos racionalistas en sus
argumentos, sí bien había 'Mescartado'* el enfoque raciurialista. Aun los cien­
tíficos más ‘'realistas** y de ideas m is empíricas terminan por hacer enunciados
basados en sus observaciones, y, en consecuencia, dependen del método racioiui-
lista. Por otra parte, es más que prohaNe que tos l^ósofos racionalistaa tomen
ios supuestos piawáblea d t loa cfuc parten de alguna clase de observación empí­
rica. La utilidad dem ífíca de las conclusiones derivadas de manera radonaHsta
depende de que estén en consonancia con las ubtcrvacionei. Aunque no existe
un enfoque puro ni un método claro para clasificar como más empíricas o co­
mo más racionalistas las técnicas de determinados individuos, consideramos ra­
zonable dedr que h ciencia ha tendido a poner el acento mát sobre lo empírico
que sobre lo racional Para un científico el árbitro definiUvu de la verdad no es
lo que debería ser raciontlmcntc sino lo que es desde el punto de vista de la ob­
servación. Incluso esa afirmación es una grave sobresimpHncación, porque ja­
más existe un árbitro deünhiva de la verdad y puede haber preguntas muy se­
rías con r e c e t o a ‘lo que es**. No obstante, en alguna parte debemos teortirrar
la consideración de esta cuestión. Es evidente que la ciencia se apoya rnucho en
la observación.

Simpii/Jcaciún

Tales y Demócríto inteaouoti ámpUficar la evidente complejidad de la natura­


leza apelando a elecrventos más simples y a supuestos que les permíticraa deti-
var la complejidad ubeervada de u u simplicidad supuesta. Sus intentos eran
también reducdonísíía pues re d u c ía la CMr.plejídad mediante explicaciones
que dependían de la e.xístencia de fenóraerroseD un nivel diferente e **ínreríor” :
por ejemplo. Demócriio rapen ia que el hombre estaba cciiipucstu por partí­
culas muy semejantes a la> qi-c eumponian otras formas de materia. Los parco-
fiiiólogos formulan enunciados reduccionislas simiJaies cuando e.xplican lus
datos de U conducta eb farición de .uicescs fi&iclógicgs. que están en otro nivel
de observación. Bato no sigsifíca que una explicación reducciooisia tea tam­
bién, por fuerza, sínnple. o Icciuc la fi'iás sbiplc disponible. La ciencU b u ^ a y
acepta no sólo hipótesi» sánpks, sh u lanhicn la teoría general más simple que
explica adecuadamente las observaciocei real izad».
Im aperición de h pticoiogía 39

Las explicaciones reduccionistas ofrecen al menos una economía potencial


de conceptos, puesto que un único concepto puede servir para más de un nivel
de explicación. Estas economías pueden servir de base para elegir entre teorías
que por lo demás son equivalentes. Dice Tumer:

Cuando consideramos la idea de una jerarquía de explicaciones, com­


prendemos sobre l o ^ que hay una guía implícita en la invención cien*
tífíca. Se busca no s<^o la explicación de un determinido conjunto de
sucesos sino también una construcción teórica que provenga de alguna
ciencia todavía más básica. Las explicaciones químicas, por ejemplo,
fueron concebidas en términos absolutamente exclusivos de la propia
fenomenología química. Pero las ventajas y la guía que ofrecen las
construcciones atómicas son ahora demasiado evidentes. Los expertos
en genética podrían haber seguido pensando en tunción de las carac-
teráticas generales de tos ggooiipoe, pero el modelo molecular de la
bioquímica ofreció las explicacionos de los poderes duplicadores de loe
genes. Y la psicología puede continuar elaborando modelos hipotéti-
co-deductivos en teoría dei aprendizaje, sabiendo (quizás inconscien­
temente) que algunos problemas de las teorías suatitutivai serán resuel­
tos por los p r o ^ s o i de la neuropncología (1967, págs. 17S-179).

En una obra posterior (1971), Tumer sigue apoyando el reduccionismo pero


e.'qione los temas con mucho mayor detalle. Por ejemplo, considera varias rutas
alternativa.*» que ae podrían seguir en un programa reduccion^ta; reducción iin-
gQísüca, reducción mecánica (mediante simulación por computadoras) y reduc­
ción ueuiolóiúca. A pesar de los heroicos esfuerzos del reduccionismo, es pro­
bable que no haya un solo caso en el que se pueda explicar una conducta hu­
mana interesante mediante loe conceptos de la neurofiáit^ogía. jAl parecer no
existe peligro inmediato de que los psicólogos te queden sin tn^ajo! No esta­
mos solos en esto; no hay ninguna ciencia que en este momento pueda ser ex­
plicada por completo sobre la base de una ciencia más básica. Sin embargo, el
reduccionismo ofrece aún la posibQidad de la simf^ficación, y la búsqueda de
la simplificación es típica de la ciencia.

fit luga' de los seres humanos en la naturaleza

Le» griegos parecen haber considerado que los seres humanos no tenían ningún
status especial distinto dcl resto de la naturaleza. Muchos filósofos griegos pro­
bablemente convendrían en que la conducta de lot humanos está sujeta a leyes
y puede predecirse, de la misma manera que la conducta de la natuñaüeza inani­
mada. Sin embargo, en la Edad Media privó una perspectiva difecenLe. Se consi­
deraba a los seres humanos como criaturas con un alma, poseedores de una vo­
luntad líbre que los ponía fuera dei alcance de las leyes naturales ordinarias,
quedando sujetos sólo a su propio libre albedrío y quizás al gobierno de Dios.
Semejante criatura, dotada de Ubre albedrío, no podía ser un objeto de investi­
gación científica. Incluso se consideraba sacrosanto el cuerpo humano. Los ana­
tomistas tenían que actuar también como ladrones de tumbas, lo que hacía de
40 SitfeiTw iy ita rm i ptÍC(tlf>gii-'t‘S a>nteiiiptiráivi(rí

I9 oitAlotnia unii [m jitúún summiente líesgojd, o inti^ iJani. Lw npimas t r


luma a I0 observodón deraarofQn el progreso de lA aaBtDTm'a y la metUdna
durante ligios y penniUeTcni que se rQuituvierjui durante tn ^ de un milenki
Increibki errores de concepto. Por siipueitn, mal podfa Uorecer en tal ifmás-
feru unu eiencia lii; la paigología.
Líi preoeupici&D itetual por los derechos <k loe ví^ k ha sjpeniida los temo­
res BtipersdcioeiDs vínculodoi con loi cucipoa de los mueitosi aunque, par cx-
uxña que parezca jestos mismoi d«iei:lios constituyen a v«ee& también un abs-
táeulo para li invíistigaejon f F^adie que haya «xpemneutadn los {smbios :iuo-
cían ales de tos til timos anos respecto del tratamleiiio de Iú£ « re s humanos y
los arÍTTiales se icntiii inctúiBdo a creer que la jeali7iii:i6ii de inveitigacLoTies ya no
es un prabieins. Todavía se libran cucamL!ad4}' batallas al reepeetu en el campo
de La administración de le^U. En lajlidad, nos eitamos yendo demasiado bjos
de nue^itrii historia. Tenemos el propósito de detnoatm cámo ha surgido la to­
le rancia hacia la investigación y no ile demostrar la actuaHdnd de eate tama
liiatúrico.
Descartes inició una Lendcucia que favorflció In InveatiBadón psícuiógica. Un
sistema capaz de piedícciün es un súletaH digno de investigación. Segiüii Des­
cartes el cuerpo humaon ea una máquira, cuyos ruovnuientDs y conductas son
piídedblíS si sabemos qué “ entra" en elLi. Puso a salvo eil libre olbecifn del
hombre hadándote poseer un alma llbifi que decidía las acduuea del cuerpo. Este
punto de vista peunitió por lo menos el acceso de la Inveaitlgacjón a los cuerpos
muertos (sin alniB); los aulmaljes, que Dcscutes cousiderabi carentes de aJint,
Se hickiort taitibidn accesibles.
La idea de que el ser humano podía ser objeto de estudio dantíficu Fue de-
sarroUaLta ultcrioniiejite por La Üctliie. Litaba convencido, al parecer debido
en parte al desorden de sus propios proceaos de pensanifcnto durante una Fie­
bre, de que el hurabre ora eníeramevirc uní máquina, y que dependía —tantu
cu iu menté como wi su cuerpo- ¿é hjcsbos físiccs, A peiai de la upotidón,
sostuvo este punto de viste hasta su muerte.
La analogía deí ser humano con u n 3 máquina, a la que colaboiraroii Descar­
tes y La McttciE, constituye un buen S]tmpÍo del tipo de analogía parcial ojie
snek originar permuientes coeuovuríhs. Es índudabk que los se tea humanou
no son idénüco» b ninguna máquina Existente ni en bu constltuciári. ni en au for­
ma de operación, por la que no » puede pensar que Descortés y La Hettrlc,
ambos pensadares brlLUntas, hay tu podidn pasar por alto ^gó tan ^videule.
Lo rtkhriio vok p m otros pensajdores mecaniclstas. Todos ellos sostienen que
exilie una Lmjtada semejonim errtm ^ sei humano y la miqiiina. Las itiiqui'
nu» S4 H CütiÁtiuidaa pur loa hotubíCL quitmes Las cntiendén bástame bien y son
EopuCes de predecir su canduota. Los seres humanes, aunque no se construyen
ni ir entiíndfljv a íí miamos, p irerer cikm ras de ju producción y deberían, en
principio, Kí Ion ¡imlccibles camo las máquinas. Loa íaítienfi del ' ‘mecanicis­
mo'' atacan nm ta n a frecuencia .k onaiogía total, que nunca estuvo en D mrn-
tE iki luí itiKanicistas, cemo esta enaluffi paidaL.
La puspectiva determinista y nalurüiitB del hotubre tropezaba aún c o n n u -
die níHrt^Tiicia cuKodo Charles D a n ñ i presentó m tecvíi de lo. cvolucióit oigá-
La Bfmríci^n á í ¡a piicólffgia 41

jlica. La evolución misma uq cta una ifiea nueva, pero Darwin apuntaló la teoría
de la evolución can lajitas pruebas que tomó pur asallo a la comunidad cientí­
fica. La cvoiuciÓTi reítableció la cGntinulded entre eJ hombre y loi animales,
quc había sida negada por Descurtes cuando atribuyó alma Búlo al ser humano.
También eutió en contradicción con el relato bíblico de la creación; la opoíi-
cí&íi teológica dio lugrir a una acalorada coFitroversia que se prolongó hasta e!
siglo veinte y dio la vudla a] mujido. Hoy csül uo se discute la coirección de loa
Ebieanúenlos generales de Is teoría cvaluciuiibi<(; la evolución es un hecho pana
la comunidad" cientíñea, si no para la comunidad liegn. Su aciptación hs hecho
más admisible la ciencia de la psicología. Tambléü hÍMi del eatudío de Ins anfana-
Isí una parte importante de esa ctencia; ¡a supuesta continuidad entre airiniíles
y seres humanos sirve de apoyo n la creeudfl de que el conociiTuerito logrado en
el estudio de loe animaks tendrá significada para la conducid Iiuiuüiiü.
Dediquemua un momento a repasar la primera paite de ítte cipítuln. Hemos
visto que la psicedegía ic dcsaitolló tardíamente, quiz.ú por SU CDinplojidad. pe­
ro timbién poique la gente ha tendido a considerarse un objeto sagrado, a aer
sut^tiva y a pensar que conocía a la humanidad por el mctü hecho de ser huma­
na. La ciencia ha tendido a desarrollarse alrededor die las ideas do explicación
Interna, uuiiñanza en la observación y simpIificBdÓQ, Cuando se ubicó a loa
seres huntaro» en lá □aturtJc^a al corsíderarlqra desde un punto de vista más
ietamnoisla Jf si atribuirles mayor 'ctHitínuldad con las otras formas de vida ani­
mal, se hizo posible aplicar a su estudio las demás ideas CKiitfficas, y se limpió
de obstáculos el seudero que conducía a la psicología. Sin embaijitLi, una aiMen-
d a de obstáculos uu constituye una d enda. Tiene que haber razones para iniciar
una nueva j-Ijisp de cíludlo. Estas razones las proporcionó la exiuteoeia de un
conjunto de prohlemaí, alas que ahora nos abocaremos.

FROBIüWAS HEREDADOS POR LA PSICOLOGÍA

La psicoJagía heredó la mayor parte de sus problemas de la fünsofja y la fisio-


logíi; por til razón muchas veces se lia dicho que la filosofía es la madtfi y que la
fisiologÍEi Si el padre de la paleología, o a la inversa, según las pieferenoias sezuo-
les de cada uno en la materia. Algunos de los prablcmaJ que pasaron a la psico­
logía eran Je tal naturaleza qUe no pernutían una resolución científica imnedia-
ta. pero iino imparta ai la imposibiliiñad de la solución üo es evidente de iome-
diato. A medida que io* cieulíHcíM traiaror de hallar respiJesfasa. eiiaa ptígun-
tss elusivas se estlmuilió la iiivesiigaicídti. Examlnaiciiios aquí cuatro áreas do pro­
blemas: el problema niente-cuerpo, la iitiología de la percepcjóii, el problemu del
tiempo de reacción y las ptCBpntxa relaciooudascoiilaidjfcroiujlas kidívldnales.

£’í probleim PHeíiíir-tuíJfíJíJ

Las fantasmales aparKÍonca de los aneflos pueden hiber convííicido por piim en
vez q1 hombre de que había algo mía ds te que veían sus ojos. Le* escriMS de
42 JÍÍIírfW í> ’ lüfíríss píijiulásv-'ort-'iínlempursntnjí

RatÓD muestiim que el peasamieDtO' de su época divíd^ii g.1 humano OH düb


compottcntci. Los punios de dualistas do Descarte a no difeiíon mucLg de
las de FlatiAn. Ambos Sistemas'se adecúan a Ib. ieningía cristiana; puesto que Jas
partes obíervabies del sei bumano son mortajes, es necesario iJjüü compotieti-
tc iuubscrvable para poder sostener Je una moaera lógica k injnortaljdadl del
hombre. In c ljiah o y ,el pen u m en ta deJ lego separa il ser huiuanoCU dosOüfllpD-
nentes,
Sí una persona tiene una líiente y un cuerpo, sui)^ el inLcríogiiritc. “ ¿Ouá
relación liay entre las dos partes?" Una larga tradiciún de pensamiento bko
inevitabilc esa prcguiiLB, Antea de qLle la psitarlogia lurdcna. slqulerB un comÍEii-
'¿a fornial CDino ciencia, un físico nlemdrv Iheodor Fecitncr, coimenaió a Irtbd'
jar en el problema. Su intención era encontrar ecuaclofies que describieran las
reJaedones funcioiiBJas entit liM reinos psítjUíco y físico, lii resultado que creyó
Brtcontíar es 9a ley de Weber-Fechiisr asj llamada porque Weber había ya ex-
prcsiido ^ a n parle do esa reLaciún pslcufiúca de una nuiuoni máa simple y pii'
injtiva. Boiing (1950. pSg. 483) manifTesta dudas de que Fechtier se haya prü’
pu»tD malniienta adopLar una posidón dualista, pero lo cierto es que su prc-
blema estaba enundadci en táiminos dualistas. Por ejetirplfl-, en su E le m ^ ís
der /^^eftíJp/iyiíA: (1860), Fechiiet aJiitna que su interés radica en "La cÍBneia
exacta de las relaciones funcionales o de las rebu;iones de dependencia entre el
cuerpo y la ruenie’', A fin de demostrar estas rtiaciemes funcioiulcs c$ indis­
pensable lener dos cúsaa que puedan mediraE por separado. Feobner penE.0 que
estaba midjendci dos codas diferentes. Por una parte te nía el estírTrulo-, que ac­
tuaba sobre el organismo, y por la otra la sonsaci^, a la que consideraba un
aeontedmienUi mental, Deseaba demostrar ta identidad de los dos tipos d i
acontsCLDiieiitOi. peno resultaba difícil icank dos aspectos que habían sido » -
paiadua en base a. un supuesta, Fechner quería demostrar de tnodo Cinpúdco
una identidad quí los fllósoros, eTTiuleaitdo ui¿TúdúS zadonaliftaí, habían esta­
do CcmlimiajidD y refutan din, aJteTnadTjmeute, durante itigins.
En d cuadro 5 dastflcadas y iciuntiilaa liis piincipales pcsjcitmeif que
han adoptado los filásciifos lespecio del prohleria niciiLe-cuerpo. Corrvieac qiii;
las IcctorcaiK familiaricen ccfi d 'br^quedo general prcaeatado aquí, porque las
*'salucionea'' reaparecen e n ic j upífuíoa que siguen. L í sensato acrra opbiipor
un dertu escepdcLnuj con relación a nuEstra rla^ficaciói; no siempre está üla-
ro que las diíerenlCE posdeiones sean. leabincnlc (Mcrenti!! □ que hayamo;< toma­
do la decUíón correcta sobra U ubicarión de un deremiinado fllúsoíb. Por ejem­
plo, se corisídcia que el paraldisnu psÚDírácD da por supuestas dos clases ^
paradas de reaJiibwl subyacente,,cu nir,.i[} que lu teoría del doble aspecto da por
SUpueatul Jos '‘prowsüS” qiJ« ion aSpéctoí de uno única leoL'Jad subyacente.
Pero ¿qn¿ posa si un ;=ilfisofo íío sitá separo ifc que ambirs procesos sean Jo bas­
tante diíerentEs tom e para “deiiKistiaT'' la eustencia de dea tipos ifc rtaJidud?
Henuja aJiriItidc ajil:^ que Ja pusidún íIe Fediuie: no es ciara. Además, otrc- de
lea histmkderes de la psicologliq Sahakiui >;]9?6), scliala que Spinoza no dio
por Sentadu qite kubteru dus lealiJades separadas e indEpendientes. TaI VCK
mejor considerar nneatm esquerua ccnio u r CAzgucito de pctihiJiilades lógicBs
en d que pueden Enesjar. rnóji o ri'Ecos frenuiaiiante. las sol'.icínnet individua-
J j aperif íA » ííí ¡¿ pííitobtíía 4S

las. El caqucnas no es ni siquiera exliiustiiru: ¿quién diju que había sólo dos
rcalidedcis? ¿Qué pasaría sí hubiera coaas mnteiíaleü, mente conscieiitc y mentie
inccnscíente. raL¿ioraílas enlre ai de tedas las rnaneias poaiblea? Tal vez cua­
dre a la fantasía de algunos aleg ar la supercoiiciieDcia o uit alma íntnoruJ. Hs-
taa poslciCMCS ctm más de dos tipos de realidad recibirían el aumbre de plura-
r Íisffííis. Pero el ptobleioa ya es bástanle cumpliüudo come está, dejemos en
p02 a loa dcgniBS domudos.

Cuadro 5. íríncjpíjiej sohfnionei /i¡os¿f¡Biíi a¡ problema mente-cuerpo


(entre paréntesis se identifica ai primer expositor Unpvrtimtf,
r.fiji in fecha aptfiximadn. de .1U éfintrihutiiAn}

DUALISMO"

lateraccionismo cartesiano Poaliils das prúcesüa seporadúi e Ltiteracuiaatea


(DobmI cDh 16+1>
i^raklismo psKofísico Peatuia das proccaca E?pandt>E, indcpcndlcntea
(Spinoza, 1S65) itero perfectamente correlaciDnados
OcasionaUsrno P o ^ ta dos procesos s^oiados a hldcpeiidj(±n~
(Molebranclifl, 1675) tes, com lacionad05 mediante la ínterrenciDn de
DiCS

WONISMO**

MotetúílíSrTlO Postula una única realidad fiuidamental, de ca­


tDeTilóerttO, 400 a,C,)' rácter ffatco
Idealismo subjetivo Postula una única realidad fiifidaaieatal de ca­
IBerlíeley, I7l 0j rácter mental □ espiritual
Fenomenismo No tiay meuteü d| cuerpos; hasta donde puede
<Hiune, 1 740) CDDOceise, sólo existen loe ideas resultantes de
las innpiesiones scnsoniles

SOLUCIONES DE COMPROMISO

lio h ít aspecto S* supcrteii dos proeesoí qiie son fundón, de


<RusscU, 1515) una leilidail íuudamcntd
EpiSenifmeitisrriif Pústula que la mente es un pruüuclü yeetsuriu
(Hobbes, 16ÍS) no causal deJ cuerpo

* Cualquier pauta de zbti que hupUque uoa liTereAcia báska entre la meiiK y eJcLitrpo, y
per le TU1CHuna relaaión que debe enpU«n«.
** Cualquier punta de neta que í|rt)ic U míenle u el eucipD,a que luí Lneluye tujo un tiiüh
ino tUlHD.

De auolquifr modo, no existe niugÚD ciftodo ckntffllio canecido que pet'


mita decidir entre lai aaiuciores sug^ridu aJ problema ixlPutá-CUítpo. Nú obs­
tante, Jos ptinufos psicclogos sintiúroii Is tiecceirlflfl cIe prnrundarse sobra
44 Sisr^mM y ttoriax prieoíógieot fínnTf.mpnránf.ot

el problema. Poetériormeote. y durante varias décadas, fue moda descartarlo por


hueco y án sentido. Fíldsofot y psicólogos por Igual ‘'probaron* una y o tn
Tez que la cuestión era absurda. Sin embargo, no es fácil desechar algo que ha
exdlado la curiosidad de la humanidad durante veintidiKO úgloi por lo me­
nos. Kara vez nos darnos por satbfechoe cuando alguien responde a nuestra pre­
gunta con un: “Esa pregunta carece de importiDcia. hágame o tn .’' En la ac-
lualidad el problema mente-cuerpo, ya sea'que carezca de sentido o lo tenga,
que sea soluble o inaoluble. está retomando a la conciencia de los psicólogos
La palabra mente, que Segó virtualmente a aer tabó en muchos círculos entre
1920 y 1950, ha vuelto a tal punto al vocabulario psicológico que cad se ha
convertido en una expresión en boga Volveremos repetida.s «ecos al pioUema
mente-cuerpo en capítulos posteriores; aquf nos limitaiemos a recordar que ori­
ginariamente nos fue legado por nuestra madre, o nuestro padre, la nioaofía.

Atf físioiogia de ¡a percepción

Otros científicos, en especial los fisiólogos, se interesaron en otra relación, la


que existe entre los procesos fisiológicos y la percepct^. Henninn Ludwig
Ferdinaod von liclmholtz es el más famoso de ellos; modificó la teoría del
color de Thomas Young y desarregló su propia leona de la audidóo Hclmholtz.
al igual que los empiristas ingleses, creta que todo el conocimiento provieno de
la experiencia sensorial. Si adoptamos este supuesto, entonces el problema de
la fisiología de los sentidos es también el problema de la epistemología - e l pro­
blema de loa urfgenes, naturaleza y limitaciones del conocim iento-. Los ha­
llazgos físiológ^coe co esta área de estudio tienon consecuencias ntosóflcaa.
Helmhoitz intentó refutar la afirmación de Kant de que hay un conocimiento
iniutu. Kaot creía que los txionuu de la geoinetiia ae conocen independiente­
mente de la experiencia. Helmholt? se preguntaba si hubiéramos desarrollado
la misma geometría de haber hatñtado la superficie interior de una esfera hue­
ca. El espíritu de su exameu de las gpuiiietrLas no euclidianas es sorprenden­
temente moderno.
Sin embargo, si las concepciones do Holm hdtz y de Kant se consideran sólo
en sus lineaniíentos ^oeralet. se comprueba que difieren menos de lo que eUoa
puedeti haber cteíóo. Aunque a Kant se lo dasiñea como innatísta y a HelirJioltz
como empírista, Kant iibiiiiid de hecho e! pape) de la experiencia. Hclmholtz
reconoció la necesidad de que exhtan algunas facuiladea mentales básicas para
que la mente pueda de^arronar el cortcepto de espacio a partír de los materia­
les brutos propordonades poc la experiencia. Por supuesto, exálte una diferen­
cia considerable en el é h f a á . Los empiristas. en virtud de su filosofía, quieren
observar y, por lo tanto, desean que las cosas susceptibles de observación tengan
la mayor imporxancia posfote. £1 innatista se inclicx al raciooalixmo, y a los za*
cioaalistas les conviene que ae arígne Is menor importancia posible al elemento
incierto de la experiencia-
Resulta bastante fácC advertir la relación entre las cuestiones SosóRcaa de te
epistemología y los proM snis pfiteoióflcoi y fteioló^coa de li percepción, n
por un momento ik>s i f a i|b ia o a ser mósofot. Desearemex entonces Fáaiilear
aparici¿Bi d t ta pncoiogiá 4S

Mtá pregunta: **¿Qué clase de m iquina «cumuladora de conocimiento ci el ser


humano?” O. por otra parte: “ ¿Qué equipo de acopio de uifoimaciófi posee un
ser humano y cómo funciona?” Las respuestas a estas preguntas tuvieron que
provenir de un estudio de los sentidos especiales. CtKfio en el caso del pioblo-
ma mcnte'Cuerpo, todavía esuniKis buscando los respuestas, y algunos están
obteniendo diversión y prosperidad en esa bóiqueda.

El problema del tiempo de reacción

La nueva ctoteia de la psicología se hizo cargo de un segundo problema üe con­


secuencias epistemológicas. H1 astrónomo F. W. Bcssel se documentó sobre un
infortunado incidente que se había producido en el Observatorio do Creenwlch
en 1796 (véase Boring, 1950). Las lecturas de un asistente no coincidían con las
del astrónomo jefe. ;No es difícil imaginar cuates lecturas se consideraron erró­
neas! Maskelyne, el administrador. echó a Kinnebrook, el asisieiiie.
Bciscl reconoció, cuando ya era veinte aflos demasiado tarde para que se hi­
ciera justicia, que el incidente bien podía contener algo de misterio y mucho de
mala suerte Ver un misterio que está justo debajo de la nariz de uno es el sello
distintivo de los grandes hombres de ciencia. Bessel consideró la posibilidad de
que el error hubiese sido causado por una diferencia en el tiempo requerido por
dos observadores distintos para reaccíanar ante íafomiación presentada a dife­
rentes sentidos, pues laa lecturas eran complicadas y el observador tenía que
coordinar un sonido con el movimiento de un cuerpo celeste por delante de un
marcador.
Bessel veriCcó su conjetura comparando los tiempos en los que registró el pa­
saje de lae estrellas con los tiempos regislriidos por olios astrónonius bajo bu mis­
mas condiciones y encontró discrepancias en casi todos los casos. Intentó enton­
ces formular ecuaciones personales, o términos de correcdón, que redujeran to­
das las ieciuras a una base común. Sin em b alo , se hizo evidente que no pod/a
lograrse un estándar absoluto para las correcciones cuando intervenía un obser­
vador humano. Se demostró así, una vez más, la dependenda de nuestro cono­
cimiento cetpecio de lee observadores y de sus métodos de observación y regis­
tro. Si la determinadón del momento en que una estrella cruza una línea está
sujeta a error, parece entonces lógico que los juicios y observaciones más com­
plejos deban estar todavía más sujetos a enor. No era el aspecto fílosóíico, sin
embargo, lo importante sino el hecho de que se demostrara que los problemas
teóricos de la epistemología eran problemas prácticos y reales, que incitaron a
la acción tanto a Bessel comu a quienes le siguieron.
Es sencillo imaginar (a diferencia que existe, en lo que se refiere a premura,
entre el lamento general de los filóiofos porque no se puede estar seguro üe
nada y d pánico de los astrónomos il comprobar que ¡nadie había hecho lectu­
ras que coinddieran con las de los demás!
Ün fisiólogo holandés, Domlers, y sus discíputos desarrollaron este problema
general. Suponían que las tareas complejas estaban integradas por un conjunto
de componentes simples. Así, las ian»s auineniabán en complejidad al au­
4fí Sigtemtu y tearief pficotógfcot eontemporóneot

mentar el número de componentei requeridos pera reaH?arias. Si las operaciones


simples se cumplían una tras otra, ei tiempo que demandaba una tarea comple*
ja serta igual a la suma de los tiempos correspondientes a las operaciones más
simples de las que estaba compuesta. Los tiempos de un conjunto com pkto de
O|teracíones simples podían obtenerse restando los correspondientes a las tareas
mis simples de los de los tareas más complejas. Por ejemplo. Donders pidió a
los sujetos que respondieran lo más rápido petíbie a un único estímulo cem una
única respuesta Después les solicitó que realizaran una lu e a más com^^ja: res-
pcxider de una manera a un estímulo y üc olt<i a un segundo estímulo. Supuao
que la segunda tarca requería las mismas operaciones que la primera, más la ope­
ración de “elegir” . En consecuencia, oí tiempo destinado a la elección se podía
obtener restando el tiempo correspondiente a la reacción más simple del que
había precisado la reacción apenas más compleja.
Cuando Wundt esublecK) el primer laburaturio de paicolúgía, se hizo cargo
de este procedimiento de resta. Al igual que Donders. esperaba emplear una je­
rarquía completa de tareas de diversa complejidad y de tal modo descubrir el
tiempo requerido para operaciones iiMntales como sentir, percibir, dtscziminac,
etcétera Aunque aigima.s vecefí no coincidía con Donders en sus cceenciis res­
pecto de cuáles operacirmes estaban incluidas en una tarea compleja, no cues­
tionó la suposiedun de que las tareas complejas se ejecutan por vía de una se­
cuencia de operaciones simples. Pocos p si^ o g o s sostendrían todavía esta opi­
nión; por ejemplo, no está claro que la percepción abarque la sensación más al­
guna otra cosa. Toda la naturaleza del proceso puede cambiar a medida que la
tarea se va complicando progresivamente, o también se pueden llevar a cabo,
de manera paralela, operaciones “ elementales". En cualquiera de estos casos
el procedimiento de resta uo es válido.

Diferencias indmduales

Dos campos de estudio que han mantenido su extrema importancia hasta el pre­
sente son las diferencias individuales y la estadística, a la que en un primer mo­
mento la psicología tomó a su cargo y desanoQó como un método para estudiar
cs'tar di/erencias La aceptación de la psicología por los noneamericsuios se pue­
de atribuir en gran medida a bt efectividad de tos tests de aptitudes, que forman
parte del estudio de las diferetteias inóividielcs.
Sir PraiKss Gallón fue un pionero en el desanollo tanto de la estadística co­
mo de! estudio de ta& difeiuncias individuales. Desarrolló la técnica de U cocre-
lación, en conexión con sus estudios sobre la herencia, l o condi:jo a ella la
observación de que en general ios túhes, por comparación con sut 3)adrei, re­
gresan hacia la media en características tales como la altura y la :nteligenda;
esto es, que los hhus de padres extremadamente altos o b^oa, brillantes o es­
túpidos, tíenden a estar más cerca de la norma en esas características. La o o
TTcIaciÓQ se simboliza ntediantc una r a causa precisamente de esta vinculación
inicial con di fenómeno de la regreáóa.
El principal factor subyacente en el üosairollo de los intereses de Uaitnn fue
la teoría darviniana de U evolución. Calcen. que era primo de Darwti, estaba In­
¡■4eperictdn de te pstcotofííe 47

teresado en un problema práctico: el mejoramiento de la raza por medio de la


eugenesia. Pata poder practicar la manipulación geocüca necesitaba saber cómo
se heredan los rasgiM. Este tipo de interés de orden práctico estaba en la línea
directa de suceáón conceptual que conducía desde la cv'olucíóo hasta eí Fuoeio-
naiismo norteamericano. La adaptación del organismo ai ambiente, como con­
dición determinante de su supervivencia o desaparición, llegó a ser de interés
primordial para la psicología. El fermento intelectual producido por la tecH’ía
de la evolución hizo surgir interrogantes que llevaron directamente al interés
de Galton por las diferencias individuales, los tests mentales, la evaluaciÍHi es­
tadística de las diferencias. > a U floreciente escuela del funcionalismo en
los Estados Unidos.
La teoría de laevolución Influyó también en la opinión de la gente acerca de la
controversia titosóllca entre el racionalismo y el empirismo. Anteriormente, la ma­
yoría de ios racionalistas habían tenido que fortalecer su posición postulando
algún tipo de annouía preestablecida, bastante inverosíiiiU. entro la constitu­
ción del mundo y las ideas humanas al r e c e t o . ¿Cómo puede ser que la gente
posea ideas innatos correctas sobre el mundo en que vive? No resulta convin­
cente, desde el punto de vista científíco, sugerir que Dios otorga esas ideas a
los humanos. Desde el punto de vista evolucionista, sin embargo, podría su­
gerirse que la parte racional (¿fisiológica?) del ser humano se ha vi$Xo forzada
a armonizar con el mundo debido a las presiones de la evolución. De acuerdo
con este razonamiento, 1<» resultados del an ^sis racional son valederos porque
los seres humanos, gradas a la evolución, han llegado a concebir pensamientos
correctos sobre el planeta que habitan. Las personas que se equivocaron respec­
to del mundo presumiblemente optaron por el curso de acdón erróneo y murie­
ron. Los “ racionales” sobrevivieron La cvoludón cristaliza los efectos del
mundo sobro los humanos en una especie de racionalismo físioló^co.

EL OBJETO DE ESTUDIO INICIAL DE LA PSICOLOGIA

Kn d capítulo 4 ofreceremos un informe ccanplcto sobre ol tipo de psicología


desarrollada por Wilhelm Wundt, el primer psicólogo “ puro” , y sus discípulos.
Sin embargo, es ésta una buena oportunidad t>aia letacionar la psiedogía de
Wundt con loe {reparativos propsícológjk:os que hemos estado describiendo. Lo
que Wundt hizo no es exactamente lo que uno hubiera esperado.
Wundt era un fisíiNogo que había sido entrenado en una sédida tradidóo
científica, en parte como asistente de Helmholtz. un gran iavcstifsaóor de fama
taundiai. Com ^eraiido eslus íuitecedcntcs pei^miitles y los problemas que he­
mos estado tratando, cabía esperar que en su laboratorio Wundt estudiara loe
problemas epistemológicos, el tiempo de reacción y los problemas planteados
por la sensación y la percepción; que empleara técnicas experimentales y que co­
ronara todo con una doble porción de fisiología. La única snrpre.<ut de verdad
es U que depara ei coronandenio; aunque Wundt afirmaba que su psicología
era fisiológica y experimental, piáctican)ence no realizó expetiiiieutos Gsioló-
4S Sítfem aty eeoríés ptkxjíógk<H ^rmte^npoténtot

gícos significativos. Wauon pág. 249; 1971. págs. 275-276) observa que
Wundt verificó efccóvamenle el pulso y el dtm o respiiatorío en k» estudios
sobre la seaslhitidad; sin embargo, esus medictones oo desempeAao ningún rol
perceptible en su sistema.
Quizás la principal razón por la que en un comienzo la psict^ogía sintió ne­
cesidad de recurrir a la fisiología haya sido el prestigio de que gozaba esta úl­
tima. Con frecuencia los psicólogos han invocado a la ffsica y a la niaiemitica
por idénticas razones y se han desencadenado co n u o v ers^ acerva de si la prc^
tendida dependencia db U psicología r e c e t o de las disciplinas más antiguas
es buena o mala. En cualquier caso, Wundt parece haber hecho bien en se­
ñalar una supuesta continuidad con la fisK^ogía, m k n tn s ai mismo tiempo tra­
bajaba en problemas tan diferentes que no cabía duda de que la psicología era
una disciplina independiente.
Wundt podfa justificaise por nu hacer experimentación fisiológka debido a
su posición filosófica líente al problema mcntc-cucipo. Creía que la mente y
eJ cuerpo siguen cursos paialdos, pero que no ae puede decir que los aconted-
mientes corporales causan los acontecimientos mentaiea; sbnplemente, ios acon­
tecimientos externos hacen surgir ciertos procesos corporales y, si mismo tiem­
po, procesos meoiaJes panlelus (véase el cuadro 5). Pensaba que la tarea pri­
mordial de la psicología era descubrir los elementos constitutivos de los proce­
sos conacietues, la manera «n que esos elementos se relacionan entre sí y las le­
yes que rigen esa conexión. Puesto que la mente y el cuerpo siguen cursas paca-
telus. ia rruinera más sencilla de Devar a cabo esa tarea, según W’m dt, era hacer
un estudio diyccto de los acontecimientos mentales aplicando el niétodo de la
rntruspeccióA. Posteñormenia la jüoicolugía podría encarar la cuestión de cuá­
les son los proceso* coiporiks que acompañan a determinados procesos men­
tales, pero este problema era secundario.
Wundt incorporó así a la psicología cierto tipo de problemática dualista. Tam­
bién incorporó una fuerte creencia en el método experimental. Su investigación
se basaba en el trabato de laburaluiiu, nu en la introspección caseti. Intentó e.x-
cluir la especulación metafísica de la psicología. Coiutantcnuntc buscaba mane­
tas expeiimcntaJcs de abordar los procesos mentales. El experimentaliano de
Wundt impbcaba que había aceptado las ideas necesarias desarrolladas en el seno
de ía ciencia, ideas que detfíaa aceptarle anles de que la psfcolo^a pudiera sur­
gir como Líencia: la necesidad de explicaciones mtemas. la conflana en la ob­
servación V la ubicación del ser Lumanu dentro del reino de lo científicamente
cognoscible. Su búsqueda de elementos de la coiKiencia muestra también sus in­
tentos de simplificación, o d« reducciontmio, sí m prefiere.
El laboratorio de Leipzig^ lutidsidD oficialmente en 1879. se hizo cargo tan-
bién de muchos problemas específicos que esperaban una p s ic o ic ^ Se ha
mencionado ya el problema del üempo de reacción. Los problemas de la sea-
sación y la pcivcpcíáu se esoiisoron lomándolos de Helmhcátz, Fechnec y otros
Poco había en Leipzig que ífevura a peruur en lofi pr9C<u3txei de Ja pácolo-
gia del otr»3 lado dsi canal S-^3 por inHuencia de un impetuoso estudiosa nor­
teamericano, lames McKeen Carttell. el laboratorio se ocupó en parte del pro­
blema galloniirx) de as difereixlis indivlduaies. Con exactitud pioféUta, Wuudl
¿a ¿ipdrfcñin de ie pstcafu$U 49

decía que el ínteré» de CattcU era gani tfntcnAamísc/r (típicamente norteameri­


cano). En realidad, ha sido en los oiganiimos militares, las escuelas y las indus­
trias norteamericanas donde se ha dado importancia a la adnünbtradúu de
tests a tos individuos con vistas a una ubicación más enciente.
Sería interesante rastrear loa comienzoa de la ptieologíi más allá de lo que
pennite esta mirada al pasar, pero nuestro propósito actual ea simplemente si­
tuar el campo de U psicología dentro de algún tipo de perspecriva, en relación
con su histoiia y con su papel en la ciencia moderna.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

Diversas ideas dentifícas tuvieron que desarrollarse dentro de la ciencta antes de


que pudiera emerger la psicología. Entre las principales, figuraban las siguientes
proposiciones: que la explicadóo de un suceso debía buscarse dentro del mismo
mtema en ei que se había producido, que la obaervacióa es el árbitro de la ver­
dad científica y que loi lercs humanos son parte deí orden naruraí. ÍAe esto se
deduce que se puede estudiar científicamente la conducta humana para deter­
minar las leyes que la gobiernan.
La psicología heredó ciertos problemas, a causa de su prehistoria científica
o filosófica Inmediata. Tal et caso de la relación entre los aspectos físicos y men­
tales del ser humano, la cxpllcaci^ de la fiaiología de la percepción y de los con­
tenidos perceptuaics, la dctciminadón de la base de la ecuación personal y el
análisis de las diferencias individuales y de la herencia.
En este confáxto, Wíiheisa Wundt fundó el primer laboratorio formal de psi­
cología en la Universidad de Leipzig en 1879. Aunque se hizo cargo de todos
los problemas antea mencionados, prestó a la fisiología menos atención de lo que
podría haberse esperado. Wundt sentía una marcada predilección, hasta excesi­
va, por la experintentación y comenzó a aplicar este método al análisis de la
conciencia.

LECTURAS RECOMENDADAS

Loa libros que se mencionan a continuación son obras clásicas sobre el tema de
la historia general de la dcncia: On urulerstanding Science: A historicat approach
(1947) y iianiard case hUtories in experimental K‘/«rtce(195?)de Cooant; Orí-
gi/is o f niodem Science: 1300-1800 (1957) de Butterfield; Guide to íhe kisto»
ry o f Science (19S2) de Sarton. Como fuentes de mfoiroación sobre la historia
Je la psicología recomendamos e ^ c ialm en ie Hiswry o f experónental psycho-
¡ogy (1950), de Boring. y The great psychohgats (1971), de Wafsoo; sin em­
bargo, han aparecfdu y s^uen saliendo iiatos irábajos excelentes que el mejor
consejo sería consultar en las bibliotecas las secciones destioadas a la historia
de la paicólogía, y seleccionar los libros que uno prefiera. Los seis volúmenes de
so Sátemas y teorías psicoíúgicos contemporáneos

la H átoty o f ptycholozy in autobiography, que comenzó a publicane en 1930 y


s i^ e apareciendo periódicamente, son muy interesantes y proporcionan, ade*
m is, Inícamacito de gran valor para compieodei cómo se hace una carrera en
la pskologfa. A source book in the hislory o/psychoiogy (196S),de Hermsiein
y Bering, ofrece una selección de clásicos, desde Aristóteles hasta McDougail,
para quienes gusten una historia de primera mano. Sysícms and thecries in psy-
cholagy: A reader (1974), de Hillix y Marx, confine lecturas originales coor­
dinadas con este libro, además de breves hiogratYas de cada una de las peraor4as
alU presentadas.
Cuadro A. F ifuras im portanter de la p tico lo ifa oiodacionU ta

AsocUcionistaa
Inílueitcúis Fundador DesaxiúUadore^ Represes untes
antecedentes contemporineos
Aristóteles David Hartiey Thomas Brown WílUim K. Es-
(384-322 a.C.) (1705-1757) 0 778-1830) teB-Rockereller
Jamos MIU 0919- )
(1773-1836)
Hivraiis Hobbe« John S. MUI
(1588-1679) (1806-1873)
John Locke AJexander Bain
(1632-1704) (1818-1903)
George Berkeley Ilermann Ebbinxbaus
0685-1753) (1850-1909)
David Hume ívan P. Ptvlov
(1711-1776) (1849-1936)
Vladímir M- Bechteiev
<1857-1927)
Edsk’ard L. Tbomdike
(1874-1949)
Columbia
Edwin R. Guthhe
(1886-1959)
Washington
Capítulo 3

ASOCIACrONISMO

**A)á*\ puede usted dedr, '‘resulta que loa aut<HCS han hecho toda esta reseña
histórica que conduce hasta el primer laboratorio, iniciado evidentemente por
Wundt, y ahora, de repente, sé apartan del tema y pasan a hablar del asocia-
donum o” . Este punto está bien estudiado. En la edición aoierior abordamos
primero la escuela estructunilisu de Wundt. Sin embargo, el a&ociadonlsmo fue
anterior como fuerza unitaria y muchos de sus principios fueron adoptados
por otras escudas, sobre todo por la de Wundt. En consecuencia, llegamos a la
conclusión de que no tenía sentido hablar primero sobre Wundt, puesto que
tendríamos que hacer referencia al asociacionismo y discutirlo, a fin de expli­
car lo que Wundt estaba haciendo. Por tal razón, en esta oportunidad nos ex­
playaremos sobre el largo desarrollo histórico de la tradición asociacionista antes
de concentramos en Wundt y Leipzig.
El cuadro 6 contiene los ncxnbres de las principales figuras en esta tradición.
Más que una escuela de psicología, el asociacionismo es un principio psico­
lógico. E) principio de la asociación deriva de protriemas cdstemológicoe plan­
teados en U filosofía. A la pregunta epistemológica “ ¿cómo coaocemot?” ,
los filósofos empiristas responden “por medio de los sentidos” . Inmediata­
mente surge la preg;unta siguiente: “Entonces, ¿de dónde vienen los ideas c<Mn-
{^ejos, que no son directamente sentidas?” La respuesta a esta segunda pregun­
ta nos proporciona el primer principio de la asociación: “Las ideas complejas pro­
vienen de la asociación de otras más simples'*.
Estando así el asociacionismo am igado en la filosofía, su historia se remon­
ta a la Antigüedad; adviértase que en el cuadro 6 hemos incluido a Aristóteles
como el primer asociacionista. Mo obstante, U influencia del asociacicutlsmo se
extiende hasta el presente y algunos de sus principios orientadores sobreviven ca­
si sin cambios.
Probablemente los empiristas ingleses constituyeron lo más próximo a una
“escuela” asociacionista. aunque se trató de una escuela más filosófica que psi-
c o l ó l a . Sus intentos de explicar la actividad mental llevaron a la enunciacito
de los diversos factores que hacen a la formación de asociaciones. Al describir
el desanollo del empirismo ing^ós. trataremos de mostrar la continuidad de pen-
samknto entre el empirismo y el asociadonismo. Aunque estos filósofos esta­
ban más interesados en los problemas cpistemoló^cos que en los psicológicos,
ontídparoo categóricoanente los desarrollos psícoló^cos ulteriores en stu in­
tentos de aplicar, de manera más directa, los resultados de la observad&i em­
pírica a la serfudón de los problemas filosóficos.
Históricamente, tos conceptos asodacionistas han servido para reemplazar
teorías más detaUadas del apicrtdizaje. Entre los que contribuyeron a este as-
J-f StiteTTuií y teorísí p íím íó g íco í Cúnfemparwíem

peeto del movitnientó üsociaciniiíita, jiobresalen tres hombres, Hermajin Ebbin-


ghRTK introdujo una modiíicaotódi profunda en el modo d? trabajo dd asocla-
donismc]. Antes d# sus ostudios sobre el jprendiíiqe de silabas sin sentido, la
rendencla Jiabía sido uumEnzai e;on asodaclcmcs ya formadas y tratsi de Infe­
rir el jjí-occsn de formación. Ehbingíia.u! conaenzó ¡joi el otro es.tremo, estu­
diando Lb formaciófi de las asooiacJones; de esta inanora, le fue posibla contiD-
!ar las condiciortos bajo las cuales se formaban, y hacer un eEtudio científico
del aptetidizaje. A TP. PaTiov, el jíran ñstólngn niso. le corresponde una res-
ponsabUidad primordial' en otro cambio; el de estudiar la asociacióii no ya en
títminos de ideas sino en líííiiinuíi de conexiones £ —R (cslimuJo-respuestaJ,
Sus estudios sobre los re ñ io s condicionados coa tribuyeron a hacer objetiva
|n psicología. E. L. Thoindilce desarrolld una tenia exposición de los fenüms-
nos psicoldgicos desde una perspectiva afociaciorkista; tTataremos su sislemacon
gran deteiiiitúciitü pur ser representativo de esta escuefa.
Es difícil individualizar a los sistematizadores asoejadonistas modemoa., ya
que no pertfineoBii a una únka ueseuck coherente, A un autor se lo consldeib
aaoclócionúta en Is medida en que emplea principios euotjacioitistaa; pero es­
tos principios bar invadido Ig psicología reciente y contímporánea, de modo
que debemoa seleccionar a lija “ asociacionisitas’' de acuerdo con su tendencia
a utilizar única o fiifiJameniaiífieaíe principios asoclacdonistas.

EL EMPIRISMO INGLES

Los empiristof iugk^jr utilizaron loa raismos prttidpios de asociación qut ha­
bía sugerida Arijtótielea siglos atrás. Sc^ún ¿ate, los itein!i sirnilájus, opuestos
o cústiguos tienden a asodaisc entre sí. El últfana principio, el de Is contl*
güidfld, es el que goza de una mayor ocept&dán unlvetsaJ: si dos cosas se ex­
pe rimen tan próximas cu el tiempo, prohablcmente ambas se asocíerL La si­
militud y el contraste son aceptailús por alfunos y rechazados pnr otros. El
único prifictpiú de asodacidn que aetegaruii tu» empirísras Ingleses a la Esta
de Aiistúleki fue al de causalidad, sugerida pot Üerkeley y examinado cou
amplitud porH tune.
El cuadro resume Jos princJpkia de asoctadún aceptados pot las figuras
más impoftaalcs del movimiento ;u!aoiadoiitsta.

Ihomas Hobbes (15SS-1679) fue un Glósúfo político que canhríbuyó a


Fundar el empirismo inglés. Fiare él, ^1 factor donúnantie en U onerticióu de la
conducta humana era la razón; sin embargo,, adoptó uns posición netamente
deteiminista y mecanicista. Para cxpltuai el contenida mental recurdó súlú a
[oi datos sensoriales, cLminando la necesidad úe las ideas inoataa. Sostuvo que
iu sucesión de ba ideas, sujeta a leyes, era responsable de todo el pensamien­
to y de toda la acción. Hobbes expñcú esta suceaión en témnJnús de asocíe-
dórt por contigüidad ; si una idea ha sido previamente seguida por otra, len-
idcin nuevamente a llevar a la Ideacuntlgiui.
Ávn;iir.inKÍfmr}

Cuadra 7. FríncipiaidelasociociónisrrtO

Principinn

Autor Fcdia rus ügÜLiliid Sbniliturl Cnnlraste Causalidad

AiMétehía C, 330 i.C- X X X


Thranaj llobbes 16Í1 X
Jolm Loefee ITOO X X
Geüíge Ueiicjelck' M ii X X
úaiid 'Hume 173Í X X X
□avidiHartley 1145 X
tama" Mili X
Jolui lituart MÍIJ 1843 X X
AleXatider Bain 1S5S X X
H-crbcrt Speocti 1B5S X X

Según la opinión común, Julin Locke (1632-I7D4) “ inventó^’ una poeijción


asociadcmisía con hastgntt ¡ndependencia de Hnbhes, y, poi lo gefieffll. se lo
considefa sn fundador debido a que su pusidón era más clara y completa [véase
Doring, 1950, pág. 159). Veremos que tun IrecuLUcia el ■‘fun.Jddur” de una
escuela, o el “invEntor" de una idea, no es la piimera persona que tiene una
inspiiadón sLvü la piimeta que it^aJiza na trabajo completo con esa inapiiación.
Lücke dedicó los primeros años de su vida adulta a la política, actuó sobre
todo como secretario piivaílo de quien Uegú a ser el píimei conde de Shaftes-
bury, El conde estuvo en diversas oportunidades en el poder y fuetB de íl, y
otro tanto ocurdó con Ejkíec . N o ená éste, por cierto, un comienzo propicio
para nit ñlósafn. í!i a tos cincuetita y cuatro aflos se hubiese caído ücl cabaUo
durante una borrachera, hubiese enfermado de puJmonía y hubiese muerto,
como, según so ruínorea, ocurrió ton Sltakespcfiíie, d mundo jamás habría sa­
bido de eI, Pero al parecer Loche era un hambre prudente, adetníí de caute­
loso, y puhdcó su. grau í ’ríajK conexmifs^ hurfian «niíerj/artii/qf en i 690, cuando
ya tenia cinuienta y skte años. Esta obra tal vez no habría epaieciJo nunca
9 el conde no hubiese cardo en desgracia y muerto en el exiliD en ]6T5; de no
haber ildo s*f ¡la historia hubiera tcnidu muy poco que decir sabré el secre­
tario vitdhdo de tin cande!
Berkeley, q w fue miicbo más precoz, se preguntaba después, oon arrcígan-
Ic cundcscendcncia, cómo podía Locko haber visto tonto cuando ya era tan
viejo. En realidad, Locke había estado trabajando eit su pioblemB duiuntc 2Q
añoi antes de pubUcoila, así que no era tan riejo m aiido caaiieiizó a desarro­
llar su pnsidón.
Su principa] interés en este .É’aiüy radicaba en la validez del canocimienlo.
Lockfl afinnaba que todo conocirnieiitci proviene de 1* experiencia, sea a tra­
vés de los sentidos o a través de la reflexión ¡obre los datos sensoriales. Late eiti-
pifisnio extremo, que rio adrru.tía un coiujcirntcntu innato, representaba un ift-
54 SliTemas y teorías psicoíí>gkos coñtentporéwos

(orno 8 la noción aríscotélica de la tabula rasa (que simbolka a U **mentc" ín<


fantil, sobre Ib cusí k inscribiría la experiencia sensorial) y un ataque a la
creencia de Descartes en tas ideas innatas.
Las ideas de Locke sobre la asociación eran tambíón úmUares a las de Aris­
tóteles. Agregó un capítulo titulado “ Sobre la asociación de ideas" a la cuarta
edición del Essay, en el cual sefialaba que lus ideas se combinan en la experien­
cia de acuerdo con principios muy parecidos a los de similitud y contigüidad.
Sin embargo, no puso dnrasis en le asodocián ni tampoco hir.o hincapié en
ella como un principio univeraal sobre el que le apoya la conexión de las ideas.
Creía que las ideas están, por lo comrin, relacionadas mediante conexiones
“naturales" y claramente daba a entender que loa principios asociacíonistas
rirven ante todo para explicar las conexiones auumiüdes. Lockc inició así una
serie de opiniones sobre la aaocUción. Berkelcy hizo más completo e inclusivo
el campo de acción de b asociación; Hume la caracterizó como una “ fuerza
suave", y James Mili la convirtió en un inexorable principio de conexión. Den­
tro de la tradición del asociadonismo la mente humana empezó sendo libre,
salvo cierta determinación accidental, con Locke. y terminó por estar comple­
tamente determinada con Mili.
Locke intdó también una tendencia con su teoría e ^ c i a l sobre las cualida­
des primarias y secundarias, consideradas como la base de las “ ideas" senso­
riales. .Según esta dicotomía, las propiedades primarias son las inherentes a
los cuerpos. Ofrecen la avenida principal entre la mente y el mundo externo. Pro­
piedades tales como la solidez, la forma exterior, el movimiento y la cantidad,
son representantes de esta categoría. Las (vopiedades secundarias, tales como los
colores, los sonidos, los gustos no pertenecerían a los objetos y se consideraba
que eran funciones de la mente misma. Esta distinción fue pronto destruida por
Bctkeley (véase más adelante), pero reapareció bajo la forma del problema de
distinguir entre la psicología y la física. Como veremos después Wundt efectuó
la distinción diciendo que la fí»ca estudia la experiencia mediata y la psicolo­
gía, la inmediata Titchener. quien llevó b psic<^ogía wundtiana a Estados Uni­
dos, aíinnaba que la física estudia la experiencia como a l ^ independiente del
organismo que la experimenta, en tanto que la psicología la estudia como algo
que depende de cae organismo. Los tres hombres sustentaban una opinión muy
similar; cada uno ae ocupó de b contribución dcl cxpeiimontadoc a b expe-
liencb, pero desde una perspectiva UgieraiTtente diferente.
George Beriieloy (1685-1753) fue el sucesor intelectual de Locke. Aunque
era cincuenta y tres aíloi menor que éste, su trabajo fílosófico más importan-
le apareció s(do veinte arios de^més del de Locke. Berkeley publicó su New
theory o f visión (1709) y su Principies o f human knowledge (1710) cuando
tenía aliodcdor de 25 años.
No debemos dejar b impresíóa, a raíz del comentario de Berkeley sobre la
edad de Locke en comparación con su propia precocidad, de que Berkeley sólo
fue un Joven brillante e impetuoso, incluso su comentarlo sobre Locke quizá
sólo tenía el propósito de demostrar su admiración por ¿1. De todos mo<to,
Berkeley era dueño de una gran scnaibt&dad, religiosa y social. Quería fundar
una universidad ea d Nuevo Mundo y el rey Jorge 11 le había prometidu el di­
Asoc¿g€iOffismo J7

ñero para hacerlo. Como consecuencia de cUo. Berkeky pasó bastante tiempo
de este lado dcl Aliánlico, y durante tres años vivió en Newport, Rhode island.
Jorge II nunca pagó el dinero, de modo que Berkeley malgastó su tieropo. al
menos en lo que se refiere a sus planes ori^nales. Sin embargo, hubo quienes
se beneficiaron; Berkeley dejó su casa, sus tierras y su biblioteca en los Estados
lintdos a Yale, y sus Ubros a Harvard. La nación agradeció sus esfuerzos dando
su nombre a una ciudad de California, en la que ae levanta justamente una de
las Uiiíveisidades más grandes dol Nuevo Mundo. Berkeley llegó a ser obispo de
Cloyne, de conformidad con sus profundas convicciones religioaas, e hizo pocas
coeas de interés para la historia de la psicología después de su manifestación
inicial.
Filosóficamente. Berkeley era un idealista subjetivo. Para él, la mente era la
realidad fundamental. Tal posición está representada por la famosa frase latina
esse est percipi (ser es ser percibido). Para Berkeley el problema principal no era
la relación entre mente y materia (Descartes) o el de cómo la materia genera
la mente (Locke), sino el de cómo la mente genera la materia. Este tipo de po­
sición, llevado hasta su conclusión lógica, conduce a un solipdsmo 0* creencia
de que sólo hay una mente, la propia, en la cual todo lo demás -incluso las
otras mentes existe sólo en forma de ideas).
Berkeley fue un pensador activo e ingenioso en el tem n o cte la psicoiogla.
Utilizó las sensaciones táctiles y Idncstésícas para destruir la distmeión que
había hecho Locke entre cualidades primarias y secundarias. También señaló
que las llamadas cualidades piimariai también, en realidad, fundones de la
percepción. Este argumento es congruente con tu idealismo filosófico. Creía
que la percepción de la profundidad visual dependía de la experiencia. Desta­
có la tensacioaes táctiles y kinestéscas, y su asociación con los movimientos
oculares que ae producen al m in r objetos cercanoe y lejanos; esa comideja
asociación daba como resultado la “profundidad''. Se trataba de un intento
p slc o l^ c o espoeffico de responckr su pregunta filosófica general con respec­
to a cómo la mente genera la materia. Berkeley invierte aquí la práctica del
materialismo de prcsuponei el inundo exterior y preguntar cómo llegamos a
conocerlo. Consideraba que los datos de la crmciencia estaban más aDá de toda
dudo y que e! problema radicaba en dilucidar ideas complejas, como el espacio
y los objetos externos.
De acuerdo c<m su trasfondo teológico, Berkeley intentó explicar la estabi­
lidad, independencia y orden de los objetos externos mediante la apelación i
la mente omniperdpiente de Dios. Su posición metafíúca está expresada en los
siguientes versos humorísticos, citados por Russell, (1945 p ^ . y atribui­
dos a Ronald Knox:

Cierto hombre joven decía:


S i Dios encontrare un día
que este árbol, que nadie está viendo
c o n tm ú a skn ^,
/cuán etirañn le resultaría!
58 S]ste7msy teoriás psícolósieos contemporiiuot

Re^Mes/a:
AU estimado sef^ar:
Lo extraño, en reaiidad, es su estupor.
Yo todo lo estoy viendo:
luego, el árbol sigue siendo
pues tiene su observador.
Atentamente,
Dios

David Hume (1711-1776) fue. como Berkeley, un talcno hdllante y preoo?.


La edición en tres volúmeues de su lyealise on human nature (1886)» sobre U
<)uc 9C sustenta su reputación, apareció cuando tenía eoLie veintiocho y veinti­
nueve afiús. A diferencia de Berkeley, Hume no parece haberse íntereuJo nun*
ca en el búnestar de los demás; estaba demasiado ocupado en buscar la fama
para sf misino. Y jamás la recibió en la medida adecuada, al menos para sus altos
estándares en La materia, Imsti quisá la puijlkadóu d» vu H iitory o f Engbmd,
que obtuvo un increíble éxito. Tal vez Hume haya sido una persona irritante;
por cierto, fue un filósofo irritante. Fue su idealismo subjetivo, similar al de Ber-
keley, el que incitó al cáustico Samuel Jahruem, quien tenía dos años más que
Hume, a efectuar su famosa réplici pateandouna piedra. Cuenta Boswell que una
vez le preguntó a Jcdinson cómo podía lefutar la concepción de IJuzne, icgdn
la cual nadie podía estar seguro de la existencia d d mundo externo. La respues­
ta de Juhnson fue inmediata: '*La refuto asf’ y pateó una piedra. Hay una am­
plia variedad de opiniones sobre la pertinencia de esta respuesta, pero casi na­
die niega que se trata de una buena anécdota.
Los contra-stes entre Hume y Kerkeley. en el plano personal, a pesar de su si>
militud como filósofos, deberían inducimos a ser muy cautos antes de decidir
cómo es la gente tomando sólo como base sus concepciones cicniítlcas o filo­
sóficas. A pesar ds loa millones de ejemplos en contra, sub&iste la costumbre de
formarse prejuicios acerca de las perionas debido a sus preferencias intelectua­
les, tal como sigue Uesido común tener ptejuicloe de tipo racial o letígíoso El
lector se puede acordar, sin esfuerzo alguco, de vanos de estos ejemplos en la
psicología contemporánea, por K> que no imultanmius su áiceUgencia dándo­
los nosotros.
En sus escritos, Hume hizo una distíncrón entre las impresiones más intensas
(a las que Uamaiíamos sensaciones o percepciones) y las idea» menos vivas (a
lai que denomínaríunos im íj^ e s o recuerdos). Veremos que esta distinción
fue adoptada, de modo btsusile ¿ixtetu, por Wuiidt y loa esiricrufalisUs cuando
empezaron su “análiajs ce la menls*'. La aplicación que hkion»i de la íntrotpec-
dÓD a los procesos mecíale» complsj-:» se n i^ n ó sencillaments en la tra d id ó n
empirista y asociacionUta. La pregunta epistemológica de los dlósofo^ empiris-
cas: ‘^de dónde vienen las ideas confáejK '*', la abordaron los estructuxabslas di-
recliinieutc, porniediu de la íulxuspcccíCE.
Hume aplicó también sus teedenaba acalítu:as a uno de loe tres principios de
asodacíÓD que él ‘‘descubrió*', el prinUpeo de causa y ofecio. Determinó que
este principto estaba úitimaiasa'se ♦.ieca^da con el prisepio de cootigüidac y
Asociacionismo 59

que. en realidad, la causa y el efecio empezaban a existir como idea s ^ o si la


causa babía sido conUgiu al efecto. Además, el efecto debía scguii imaríaNe'
mente a la causa. Superficialmente, parece que Hume redujo U causa y el efec­
to a la cemtigüidad por vía de tu análisis, pero el caso no es tan simple. N. K.
Smtth ( 1 ^ 9 ) , que realizó un detallado estudio de la p o stei^ de Hume, sostie­
ne que éste creía definitivamente que el principio de causa y efecto conservaba
su independencia a pesar de su estrecha relación con la contigüidad espacial y
temporal. Sin embargo, no se advierte que existan causa y efecto en las cosas
observadas sino sildo en la mente del observador.
En consecuencia, la causa y el efecto podrían parecer una idea compleja,
que podría haber sido reducida a las ideas más simples a las que Hume era tan
propenso. Este punto de vista está también errado. Tumer ( 1 ^ 7 ) dice sobre la
posición de Hume: ''Hallamos cotonees que la caiudidad, la semejanza y la
contigüidad son las relaciones por medio de cuales asociamos ideas. Estes
relaciones, como tales, no tienen significado existencial; representan actividades
de la imaginación y no ideas que de algún modo puedan reducirse a impresio­
nes" (pág 34). l a conclusión es que Hume conservó tres principios diferentes
de asociación.
Por último, la predisposición cscéptka y antimctafírica de Hume ha ejercido
también una enomte influencia. En su famoso párrafo óeAn enquiry conccnting
human unJersianding se lee:

Cuando recorremos las bibliotecas, imbuidos de estos principios ¿qué


estragos debemos realizar? Si tomamos en nuestras manos cualquier U-
bro, de metafísica escolástica, por CMmplu, preguntémonos ¿contiene
algún razonamiento abstracto sobre la cantidad o el número? No. ¿Con­
tiene algún razonamiento experimental sobre cuestiones de hecho y
existencia? No. Encomendémoslo entonces a Us llamas, pues no puede
contener otra cosa sino sonsmas e ilusiones (1902, pág. 165; original­
mente pubUcado en 1748).

Este punto de vista es el precursor del moderno positivismo y del operacionib-


mo. Desde su conúenzo formal, )a pácología ha tenido el problcnui de liberar­
se de la filosofía, y Hume es uno de sus héroes.

EL ASOCIACIONISMO COMO ÍTOCTRINA .SISTEMATICA

El asodicicnixmo, c<»no sistema desanollado a partir del empirismo, fue "fun­


dado" en el .siglo XVI n por un médico erudito, David llartlcy (1705-1757). Re­
tomó el capítulo de L ^ k e . “ La asociación de ideas", e hizo de él su tesis.
Hariley ücsarrolln su psicología en tomo de las asociaciones,convirtiendo así el
isoctacionismo en una doctrina formal con su nombre.
En contraste con sus precursores, filóaofos activos en política, llartlcy llevó
una vida relativamente ordenada, pausada y poco excitante. Su publicacite prin­
60 Sistemes 7 teoríes pticotó^coa <otitemporá»eot

cipal fue Observatíons on man (1749). Fue muy ioUuido por \ew ton y Lccke.
Su teonzación e n algo süm kr a la especulación anterior y menos elaborada de
Hobbes sobre el movimiento como concepto explicativo de le ecrividad oeie>
bral; Hartky postulaba ia exfotonda de acciones vibraloiias en el sistema nervio­
so, que correspuuilerfan a las ideas e imágenes. Las vibraciones más intcnus se­
rian las sensaciones, y las menos inlensas las ideas. Propoedonb asi una ínter-
pietación fíaioló^ca para la distinción, introducida paz Hume, entre impresión
e idea. Como las vibraciones tardan un tan teen desaparecer, las sensaciones per­
sisten luego de la supresión del estimulo; esto se ofreció cumu una alternativa
distinta del punto de vista más corriente por entonces, que sostenía el flufo de
espíritus animales a lo largo de nervit» tubulares. Puso el énfasis en la conti­
güidad. como principio de asociación, y utilizó principios asociacionislas para
explicar la percepción de la profundidad visiial -siguiendo a Berkeley-. Loe
niíffiK» principios se emplearon para expbcar otros diversos fenómenos, cunio
el placer y el dolor en las emociones, y c! sigaiTicado de las palabras.
Luego de Hartiey, el siguiente (ksarrollo importante en el asociadonismo
ocurrió en Escocia. Thomas Brown (177B-1820) reformuló los principios de
Hartley como principios de la su^stíón, para superar li objeción de la eacue-
b escocesa ortodoxa al asociaci<mismo y sus tendencias analíticas; sin embar­
go, no había dU'erencta real entre la sustancia de lo que decía Brown, y lo que
los empiristas ingleses habfan estado diciendo respecto de los principios bá­
sicos de la actividad nienial.
El aspecto más notable de Brown es su insistencia en los principios secun­
darios de la asociación. Le interesaba el problema de b selección: ¿cómo se iie-
leccionaba, en una serie de asociaciones, la ssociacióo que ocurría realmente,
cuando h ab ú varias que podrian ocurrir? Bu este sentido, estaba interesado en
el problema de mejorar la predicdóti. Presentó virios factores susceptibles de ex­
plicar la selección de b asociación particular: el número de veces que se había
asoebdo con el cemtenido mental precedente, cuán lecientemente se había pro­
ducido la asociación con anterioridad, b vivide? de la asociación original, su
duración, y b cantidad de ideas presentes eo el momento de la selección que
tuvieran conexiones con la idea siguiente y cuntribuyeron asi a su fuerza aso­
ciativa. Principios análogoa a varios de los de Urown aparecen en teorías del
apreadizaje mucho m is recieotcs. Conceptos como el de cantidad de ensayos,
proximidad temporal, dinanrisnio de la inierKsidad del estímulo y mmn de es­
tímulos, guardan evidente similitud con los prinapiuc secundarios de Brown
lames Mili (lT73-1836ri presentó una de las pusivtuuea asociadoiiistts más
extremas. Su Anaiysá o f fhe phenamena cr/ A f hum im m inó n B Í9 ), publica­
do tras siete arios de escribir en las vacaeJotres, presenta b “mecánica mental"
de MUI. Este sostenía que la ley de asociacíór p ^ í a dar razón de la experiencia
mental más compleja. La idea de ‘'todas las cosas", por ejemplo, contiene pre-
sumiUemente todas las ideas menores y es simplemente su suma. Suponía que
las ideas simples se unían para formar las más zomplejas, las c i i k s con el uso
se consolidarían hasta el punto de parecer una idea única. Una vez así, la idea
compleja m uniría a su vez con otras ideas pora fo m ar ideas m is complejas
aun. La posición de MiJ era la. más acabada cuanto a stmpbcidad - l i no en
Ásoeíaetonismo 6¡

cuanto a ex actitud- debido a su enipteo de la simple adidón y de un único


principio de asociación: la contigüidad.
John Stuart Mili (1806-1873) y $u padre James son la combinadón padre-
hijo mis poderosa que encoatraicmof en eJ a m p o d t Ja filoaof/a. James aenta-
ba a John Stuart en la mesa junto a él mientrw escribía su /ihtory o f India,
e ínidó a su pequeño hijo en la lectura del ^ e g o a los tres años. Loslo{^os
educacionales de John Stuart. con su padre cernió único maestro, parecen algo
salido del “Créalo o no’* de Klpley; a los doce años dominaba la gcomotiía,
el álgebra y el latín, y ¡había vtácado su interés hacía la lógica escolástica! Du­
rante todo este proceso su pcrfccdonisCe padre no cesaba da señalar cómo po­
día > debía ser un mejor estudiante, y se esperaba que John Stuart instruye­
ra, además, a sus ocho hermanos y hermanas.
Con todos estes antecedentes, no es de sorprender que John Stuart no se des­
viase demasiado de las doctrinas psicoló^as del asociacionlsmo que sustenta­
ba w padre; sin embargo, probablemente sintió que sus leves cambios consti­
tuían verdaderas revoluciones. Transformó la mecánica mental de su padre en
una especie de “ química mental". De acuerdo con su coneepción, más acaba­
da, las ideas pierden su identidad original al fundirse en ideas más complejas
por medio de la asociacíór). Aceptó la noción de su padre sobre Is unión de las
ideas en la asockdún, pero creía que las combinaciones muy rápidas tenían co­
mo reniltado una pérdida de algunas partes. En sus propias p ^ b r a i:

Las leyes de los lénómenr» de la mente son a veces análogas a las me­
cánicas. pero otras veces lo son a tas químicas. Cuando están en ac­
ción muchas impresiones o ideas juntas, a veces tiene lugar un proceso
de tipo similar al de la combinacirái química. Cuando las impresio­
nes han sido experimentadas en conjunción con tanta firecucncia
que cada una de ellas provoca répicb e iastantineameníe la aparición
de todas las ideas del grupo, esas ideas suelen mezclarse y unirse en­
tre sí, apareciendo no c<»no varías ideas sino como una; de la mis­
ma manera en que, al presentar al ojo en rápida sucedóo los siete
colores dcl prisma, le produce la sensación de blanco. Pero co e&te
último caso es correcto decir que cuando los siete cdores se siguen
rápidamente los unos a los otros, eneran el Manco; de modo que.
seg^n mí parecer, cuando ia Idea Compleja formada por la mezcla
de varias ideas simplea parece realmente simple (esto es, cuando los
elementos separados no ae pueden distínguir conscientemente), debe
decirse que aquélla remita de o es ienerada por tas ideas simples, y
no que consiste en ellas. . . Estos aon casos de química mental, donde
es posible decir que las ideas simples generan, más q ^ componen, las
complejas (1956, pág. SS8;pub[tcaadn a r i^ id 1843).

El mis joven de ios Mili abordó también el problema de cómo la mente crea
la mstería, problema formulado por Berkeley. MQl estaba dispuesto a admitir el
poder que üene la expectatíva p a n la mente humana. De esto se deduce que
Uno podria llegar a esperar que ciertas sensaciones Kan posiblct, de darse otras
sensaciones que surgen de un determinado “ objeto**. Mili denominó a este coo-
Jumo de expectativas posibilidades permanentes déla sensación. bl creía que es­
62 Sistemas y teorías psicot^icos contetnpoweos

tas posibilidades explicaban adecuadamente la fe humana en el mundo mateiial.


Veremos que este mismo problema genera) vuelve a reaparecer poeteríonrMaiie,
bajo la forma del problema del significado, en la psico/ogra de Titchcnes,
Alexander Bain (1318-1903) fue nominalmente un l ó ^ o (en Aberdeen, Es­
coda), perú representa lo más próximo a un psic^ogo formal que hemos en­
contrado. Como uaiversitorío. Baúl ñie en gran parte un autodidacta, y tropezó
con dinoultades para lograr cargoa docentes en la uneversidad escocesa. Final­
mente se tradadó a los círculos londinenses, con John Smart MlD. Publicó du»
vdümenes de psiedogía. sistemáticos y amplios, de baae fuertemente asoctacio-
nista: T7ie senses and the mttWect (tS55> y The emotians and the will (1859).
Aunque su venta fiie difícil al c<Mnicnzo, estos libros terminaron por akanzar
pleno éxHo. requiriendo varias revisiones y convirt^dose en el texto p&icoló-
^co estándar para Inglaterra durante casi cincuenta ahos. La de Bain es unaespe-
de de psicología fsuolf^ica, ya que acentuaba los fenúmciioe sensoriales. Gn
1876 fundó la primera publicación periódica de pskcdogía, iHind, z la cud sos­
tuvo fínaacíetamente hasta 1892.
Uain pet^uao una serie bún desarrollada de leyes de la asociación. Había
dos principios para la formación de asociaciones: la contigüidad y la simiUtud.
Además, había una especie de efecto de suma, por el cual “ las aaociacicnes
que individualmente son demasiado débiles para hacer revivir una idea pasa­
da, pueden tener éxito en la acctún conjunta** (1886, pág. 544). Y había un
principio de creatividad, según el cual, “ por medio de la asociación, la mer^te
tiene el poder de formar nuevas combinaciones o agregados, ¿fi/érenres de cuan­
tos se le hayan presentado en el cuno de la experiencia'' (1886, pág- 370). Bain
aceptaba así el principio aecundaiiu, de que la acción conjunta de varias ideas
incrementa le tuerza asociatíva, y la noción de J. S. Mili sobre la generación de
las ideas complejas. Bain tenía también una versión de laleydelcfócto.queíia-
ce que la fuerza de las asociaciones dependa pardalmente de lar consecueiKias
que siguen a una determinada asociación. Veremos m is adelanie, co este mismo
capítulo, que Thomdike hizo de la ley del efecto ci concepto central de su psi­
cología y que Skinnet ha iierfeccionado esta ley hasta convertirla en un siste­
ma virtual de psácotc^ía.
Por lo tanto, Baie contribuyó tanto al desarrollo profesional como al intelec'
tual de la psiccdogía. Debido a que él mismo era un psic^ogo y a q-ie fundó
la primera revista sobre psicología, completó la tiaasformación del empirismo
Slosóflco en «I aauciacionismo psicológico. Esta txansfomiación fue instigada
por el puente que corutniyó entre b asociación de ideas y b piicdlogía.
El asocíacionísmo ing¡és dejó un legado de máximo significado a la púco-
logía, nueva cienda experimental en desarrolió. Un aspecto fundamental du
ese significado reside en el pumo de vista metodológico que el asociaciofusma
desinoDó y rednó. £1 pensamieato y U experimentación en términos de «i^í.
mulo y respuesta surgieren, de una manera más o menos directa, de ese p'Jnto
de vista. Esc tipo de conceptualizacLón se ha hecho carne en nuestro modo bá­
sico de pensamiento -iucliiso entre aqudioi de r.csotcos que asumenla acUtud mái
crítica ante algunos a$f«ctos del aaociacionlsmo m oderno-hasta tá punto de que
lo damos por estaUecÚo, junto con el resto de nuestra herencia cultural.
Atocktcionitmo 6J

Una parte menea importante del legado del asociaciontsmo la constituye


el contenido de la teorización asociacionista. bu última instancia, esta contri­
bución consistió en las diversas leyes referentes a la formación de asociaciones.
Oran parte del contenido histórico del asociacionismo aparece absorbido, ce
una manera más o menos directa, en los sufMiestos y preconcepios de los prime­
ros psicólogos.
Pasemos ahora al tipo de asociacionismo que surgió durante las últimas dé­
cadas del siglo XIX. En la psicutogía, la asociación de ideas fue gradualmente
reemplazada por ia asociación de estímulos y requiestas. Este cambio se rela-
ci<mó con la transformación de la psicología, que durante tanto tiempo fue
parte de U (Uotof/a, en una ciencia empírica y natural por derecho propio.

LA ASOCIACION DE ESTIMULO Y RESPUESTA

Kbbtnghmtsy ¡a invención de ia miaba sm sentido

Hermann Ebbinghaus (18S0-I909) fue un excelente cxpcrimentalista alemán


que publicó (183$) la piimeia investi^cíón sistemática de laboratorio sobre la
rnemorta. Le correspcmde el mérito de haber sido el primer pticólogo que rea­
lizó un estudio cabalmente empírico de la asociadóo. o aprendizaje, aunque su
interés primordial fuese la memoria. Estaba iutetesado en controlar el tipo de
aprendizaje cuya retención quería investigar, e ideó la silaba sin sentido en un
esfuerzo por reducir al mmimo las asociaciones previas (es decir, previas a su
(estudio en el laboratorio). La sQaba sin sentido consistía simplemente en dos
separadas por una vocal (por ejemplo WOY, XAM, CIR).
Ebbinghaus pensó que pudría obtener curvas de mennxía más coaSables si sus
materiales fueran más hoiiKigéneos que las paleras ordinarias, cuyas asocia­
ciones con las otras palabras variaban amplianKnte según el aprendizaje previo.
Una indicación del éxito alcaiurado por Ebbinghaus la con.nthiye el hecho de
que la curva de aceleración negativa que determinó para la memoria humana
(en la cual la cantidad de sílabas retenidas es una fundón de! tiempo), no ha su-
f^rído revisiones radicales en el transcurso de las décadas siguientes. Es raro que
las curvas empíricas retengan su forma a pesar de la videnta embestida del
nuevo aparato y de los métodos más refinados.
La contribudón de Ebbinghaus f\ie particularmente importante porque de­
mostró la posihilidad de obtener resultados ordenados pui medio de procedi-
rmentus objeth'os cuidadosamente controlados, aun tratándose de una función
tan compleja y variable como el aprendizaje y la memoria humanos. Esta pri­
mera aplicación de laboratorio de los prínctpioi estrictamente asociacionistas
en ct campo del aprendizaje fue un itk^ óo en la hiatorift de la psiccdogía cienti-
ftea.
Ha habido escépticas que han dicho; “ Sí, y la invención de la sílaba sin sen­
tido fue también un mojón en la lüstoria dcl aburrimiento, ¡tal vez el mismo
que Witliam James tenía en mente cuando afirmó que ese tipo de psicología
64 S isttm a»y ftvs'iaepácológieot eontemporárteat

no habría podido producirse jamás en un país cuyos naüvos pudieran aburrir­


se!” Pero los escépticos se equivocaban en ambos casos; en priiner lugar, James
se estaba refiriendo a Fevhner y no a Ebbingliaus. Eb»bbighaus sacó su idea para
cuantificar el estudio de la memoria de Fechncr (1860). que había invcolado ya
técnicas cuantitativas para el estudio de la sensación y U percepción: pero Ja­
mes admiraba a Ebbiiigham. En segundo lugar, loa escépticos aciertan sólo su­
perficialmente. E* cierto que las silabas sin sentido son abumdas. peco ¿k no
os el punto. Con frecuencia la dencia progrea en virtud de aprender algo bri­
llante de situaciones insulsas. ¿Cuánto interés despierta un acelerador lineal o
una cámara de niebla? Como cosas en ai. teimiiurían por aburrimos como os­
tras en una semana. ¿Y qué interés tiene una paloma tcnta picoteando bottmes
en una cajita? Tan sólo Andy Capp, ese personaje de historieta cuyo anux hacia
las palomas parece Uimiudo, o un defldenle rrientai podrían disfru'jr duranUr
un largo rato meramente dcl espectáculo que ofrece una paloma picoteando bo­
tones. El atractivo de todas estas situaciones, incluyendo la de las síbbas sin
sentido, ra d k i en que nos enseñan algo sobre la naturaleza que no sabíamos
con anterioridad. Y cada una de estas tituadoneR es muy nea en posibilidades
pues permite estudiar un número sorprendente de manipuledones diferentes
dentro de un único ambiente controlado. La invención de este unbknto se de­
be al genk) de Ebbínghaus y c$ su contribución a la p«c<rfogía. La siguiente fi­
gura que examinaremos efectuó una contxibudóa de similar importancia y
tuvo la buena fortuna de gozar de una larga vida, lo que le dio la oportunidad
de estudiar su situación.

Pavlov y ei déscubrimienío del reflejo condiciomdo

Ivan P. Pavlov (1849-1936) fue un distinguido fisi^ugu ruso, director del labo­
ratorio de fisiología del Instituto de Medidna Lxperimeatal desde 1890 hasta
su muerte. En 1904, ganó el premio Nobel por susinvestigacítmes sobre los fac­
tores glandulares y nerviosos en la digestión. Sin embargo, un poco antes había
hecho un deacubiímicnlo accidental, destinado a modifícai por entero la di-
iTcción de su carrera científica, y a ejercer un efecto profundo y duradero so­
bre el desarrollo de la czencia psic<^ógíca.
Pavlov había derarrollado un a p e alo que pemúria rocoftet y medir la can­
tidad de saliva segregada por nn peno bajo diferentes condiciones de aíimerrCa-
ción. En esencia, se trataba de un tubo de vidrio calibrado, insertado a través
de una fístula en el canillo del anima! Pavlov ^ g u r ó un grado muy alto de
coniml sobre los est±irjlc« amtnentaks en la situación de liboraludu; al ani­
mal se lo enjaezaba en el apaialo dentro do jna cámara experimental iclaüva-
mente aislada y pnrvieti de inslrumcntos de registro en su exterior. El descu­
brimiento de Pavlov consistió en percitarse de la ocurrencia peifistenU de un
flujo salfvál anríesparario. Esto es. :as eilímulce asociados previamente con
la alimer.tadén del animal (poi ejeoiplo, el acercamicalu JeJ asi>teflte. o b
vista del plato de k tu tu d a) tlegaben sn un m oaento dado a provocar la sali­
vación.
Aaodadonismo 65

Ahora que hemos deaciipto de qué modo Pavlov descubrió el reflejo condi­
cionado, debemos agregar que no fue la priment peraone que lo observó. Otra
de tas lecciones que nos da la historia es que casi nunca ocurre que alguien des­
cubra algo completamente nuevo. Roben Whytt (1763) había observado la
existencia de los reflejos condicionados mucho antes que Pavlov, y también los
había descubierto l\viUnyer (190S) en Estados Unidos, sólo que este pensa­
ba que carecían de interés y nunca continuó la investigación ^ su descubri­
miento. Pavlov sabía tambícu de los trabajos de Scchenov (1S29-190S), quien,
en 1863, tiabk publicado un libro, Refle/os del cuerpo, en el que explicaba
la conducta compleja de una maneta bastante sinulii a como Degó a hacerlo
Pavlov
Poi lo tanto, la grandeza de Pavlov radica, como lia ocurrido muchas ve­
ces. en gran parte en su tenacidad y en su capacidad para advertir la impor­
tancia de un feuómeno que en la superficie carecía, al parecer, de trascenden­
cia. Su juicio r e c e t o de las consecuencias de sus descubrimientos sobre la
conducta adaptatíva del anima] lo llevaron finalmente a formular un progra­
ma de investigación activa destinado fundamentalmente ■ alcanzar una nue­
va comprensión de la fisiología dcl cerebro. Habida cuenta de la naturaleza
adquirida de la relación cstímulo-icspuesta, se utilizó el ténnino reflejo con^
dkionado. El continuo interés de Pavlov per las fundemes corticales aparece
indicado en su clecctón de otroa términos referentes a los procesos que investi­
gaba; por ejemplo, el de irrodiaoión, que implicaba una presunta fuodóQ exd-
tatoiia del cerebro y que dudía a los fenómenos que en la actualidad se lla­
man más conúnm ente generalización. Dedicó todo su programa de investí-
gaciófi a un análisis exhaustivo de los factores comprendidos en el condido-
namieato, suponiendo que a través de la investigación de este tipo relativa­
mente simple de aprendizaje reflejo podría penetrar algunos de los misterios
de los llamados procesos mentales superiores.
l^vtov prosiguió la investigación del reflejo condicionado a lo largo de los
muchos años que le restaron de vida. Su énfasis sobre el medio concordaba
extremadamente bien con la ideología m arxbti, por lo que recibió continua­
mente un fuerte apoyo por parte del régimen comunista que siguió a la Revo­
lución Rusa. Pudo desarrollar un sistema de psicología muy completo, que
ccHnpiendíi induso al lenguaje como ‘V gundo sistenu de señales", siendo ol
reflejo condicionado el primero. En sus últimos años, Pavlov dirigió también
su atención hada ios problemas de la conducta anormal. Consideraba, por
ejemplo, que la esquizofrenia catatónica era una cuestión de inhibición con
fines protectores, que se prodirc/a para evitar que el organismo íueni aobrees-
ümutado. Similares explicaciones especulativas x ap/ícaroo también a otras
formas de psicosis.
Resulta algo irónico que U gran influenda de Pavlov se haya hecho sentir
en la pticología, una dhciplina hacia la cual no parece haberse sentido muy
favorablemente predispuesto (véase 1932), más que en el área de la fisiología
cerebral, que era su interés prímano. Esta ironía no fue el resultado de una de­
liberada maldad de parte de los íbiólogoa o los psic^ogoi. La razón por la cual
Pavlov fue m is reverenciado por estos últimos es senciDamente que estaba rea-
66 Siitcmai y leoriat ptlcotógk<» eonfemp0rin«H

Uzuido un tnbajo óe índole pakoldgica y decarruüando construcciones que,


aunque parecían ñstológicas, estaban basadas en observaciones conductales.
La inadíaddn, por ejemplo, puede parecer algo que ocurre en la cortera cere­
bral, pero sólo se la conoció luediante la observación de lo que ahem llama­
ríamos gCMcraiizúción de estímulos. Kimblc (1967) ha brindátlo una exposi­
ción muy clara de esta faceta del pensamiento pavloviano.
Los detaUei de su obra exceden los límites de este trabaja (pueden verse las
traducciones diversas de los trabajos de Paviov; 1927. 1928, 1941, 1955), pero
deben ser familiares -aJ meaos en forma esquemática- a todo estiKliajite de
psicoiogfa. Su investigación representa la culminación del cambio en el con­
cepto de asociación, cuya aplicación se trasladó de las í<feas a íis mlacíjnes en­
tre secredones glandulares y movimientos musculares, relaciones cuantLÍlca-
tdes que pronto interesarían al conductista. Es probable que John B. Watson,
el fundador del conductismo. haya sabido del enhajo de Pavlov a través del
artículo que ¿ate publicó en 1906 en Science, probablemente el primer artí­
culo de f^vlov sobre el reflejo condicionado que apareció en idioma inglés.
En el capítulo 6 veremos qué uso hizo Watson de la investigación de Pavlov.
IBl Interés en el cientíüco ruso perduró después del primer período del conduc-
tísmo watsaniano y coadnúa manteniendo su fuerza entre los teórxos del
aprendizaje sobre todo.
En la Unión Soviética el interés por el enfoque objetivo pavioviano no ha ce­
sado nunca- Incliiso la psicología soviética se ha **pavlovianizado" por cuanto
la psicología pavloviajia se convirtió en la psicología oficial soviética a princi­
pios de la década de 1950 (Bro¿ek. 1973). Se ha continuado con la Investíga-
ciim activa de loa reflejos comlidonadoe, )ográndc>se una gran cjuitíd^^d de de­
talles flsíoió^cas que por lo general faltaban en la investigación ce Pavlov
(para una reaefta sobre palcdogía soviética véase Colé y Maltznun. 1969). Ctsi
no hay eluda de que Pavlov hs ijispimdo mucho más investígicióa experimen­
tal que ningún otro estudioso.

Bechterev y ei caneOciorkimiento motar

La tercera tigura im portarle en el tránsito asociaclonista de las ideas %la con­


ducta minifiesm es VUdiinlr M. Bechieiev (1857-1927). Su conlrihución más
rignifleativa fue la respuesta condicionada motriz: la in>'eaiigiiaóu de P^vluv w
había limitado casi por completo a la& secreciones glandulares, cuya influen­
cia directa en la conducta manifiesta parecía algo restringida Bechtero%’, con­
temporáneo y rival ruso de Pavlov, exterició el principio del condicíciiiamieoto.
incluyencú la musculatura estriada. Su rooóeio fundamental de investigación
in d u ii la ap^csciún de un choque a la pala de un perro o a la mano de u a hom­
bre. s^jJendo I la presentación do un eslúmilo rondidonado, por ^.erapio,
un ziunbulo(J9]3).
Bcchurev había estudiado púcología con Wund-, y esab a nrrjcho más tnw-
reiado que l’a*rio^' en desaiiollar algún cipo de tistema de Ib cunducls y en rala-
donar lu mvettigacián cun otrof prohíemas de la conducta. Su Tcflexolotia
llegó a ser d :ema domínanle sn le pakrAoeÍB rust. Aunque los psJcÓlc^s ame-
Anaciacjiinigmit 67

rícanos prefirieron su coadictonamiento motor al coiidiciuDiimiento salival de


Pavlov, han encontrado más estimuJanie la experimentación y conceptualiza-
ción inclusivas do este último. Por consiguiente, Bechterev desempeñó un
papel menos importante que Pavlov en el ücsarroilo ul^rior del osociadonismu
cuuio técnica de laboratorio.

EL CONEXIOvnSMO DE THORNDIKE

La psicolugía sbtemática del estímulo-respuesta, (te Edwam Lee Thurndlke


(1874-1949), representa la aproximaciCm más cercaná a un sistema puramen­
te asociaclonista desde James MUI. Thomdíke comonzió su carrcTe púcolt^ca
estudiando en el laboratorio el aprendizaje en diversas especies animaks, pero
sus intereses pronto se trasladaron al aprendizaje humano y a muchos aspectos
de la psk^iogía educaci(Mial y social. Aunque no inició una escuela en el mis­
mo sentido en que lo hicieron Tltchcner o Watsem. su pensamiento fue cabal-
nwnte asocincionista en todas sua investigaciones en campos muy diversos. Por
la tanto, el ennexionismo de Thomdike ofrece una amplía aplicacit^ del aso-
ciacionismo a los problemas psiedógicoa.
Thomdike estudió con James en Harvard y con Cattell en Cdumbia. Co­
menzó sus invesUgaciunes sobre aprendizaje animal en Harvard, donde adies­
tró pollos para que corrieran a lo largo de laberintos improvisados (formados
con Ubrt»). Continuó este tipo de investigación en Columbía, donde trabajó
con gatos y perros en una caja de truco diseñada por él: en Columbía se doc­
toró en 1898. Tituló su tesis: Animal intelligence. An experimenial study o f
¡ht aSitK-iatxve processes in anvnals.
Esta se volvió a publicar más tarde (1911) junto con nuevos materiales so­
bre el ap ren d iz^ asociativo en pollos, peces y monu«.
Thomdike revela una aetiriid típicamente asociacignista en la descripción
de su propia cañera, una descripción que ea determinista, ambientalista y pasiva
en su concepción dcl organismo;

n motivo de mis piiineras investigaciones sobre la inteligencia animal


fue principalmente satisfacer las exigencias de las materias que cursa­
ba. Cualquier otro tema probablemente también nte hubiese servido.. .
He hecho un detallado icgistio de mis comienzos como psicólogo por­
que ejemplifica lo que es tal vez el hecho m is geircral de toda mi
carrera posterior como uü, o sea, su sensibilidad a la presión externa
y a Id oportunidad luás que a las necesidades internas. . . Evidente­
mente no he ‘llevado a cabo mi carrcfa", corno d i i ^ los biógrafos,
sino que ésta ha sido más bien un con^omerado, acumulado bajo
la presión de diferentes oportunidades y exigencias (Thonidske, 1936,
pá¿r. 265-266).

Quizás este autorretrato de “Tliomdike el pashista^ sea sólo una exagera-


ión tendiente a demostrar el perfecto ajuale de su propia cuiüucta a su teoría.
tfs SúffttUss y Kfiíiiis psií^ftlógii^vs taiileUpOtáaBOí

Boicc TEÍHiit ijd incidente t^uc muestra otra faceta üe la pctsumlidail de


ThoTndjlc^. Una vez, cuando Je faltaban diez minutan p u n empecai a dai nna
clase, a preguntó tu voz állfi Si servtrfa mejor a los inteteats de la cieitoia pro-
parando su dase en esos mínutiis o empleándulDS para cáJcnlaiT otra, correia-
cíón. “CiHo qiis calculará otra correlación", «indiió idi‘cfcndo, y procedió a
fiaoeiJo. No parece que Thomdlke se Laya dejada Tcncei siempre por las piS'
siunei exlcnias. aunque er este casq sus aJinnnm proba irkmcii le liubicseii de­
seada que lo hiucia.
En 1899, ThamdLke fue desienado docente de pakulr^iu cu d Teichers
CoSegjc tk la UnlveixídRd de Columbia. AQi permaneció al reato de su carre-
m. Se retiró en 1939 deapués de cuatro déeidasi, pero eoútititiA sus actividades
dntarite otea década hasta SU rniierte. Poen después de su desigiiaciión arigiiia]
modificó sus intereses, a suserencta de Cattcll, trasladéndolos a los problemas
dcl aprendizaje y la edacaciún humaiiott. I'iic a eslaa éreas que dedicó Ib nía-
vür parte de sus años de exito.
El ÚAtema eonuioni^ta de Thomilike, eomplatiimfinLe dosanollado, no apa­
rece en un único texto inclmivü, Bsttí es «rniptensilile: Thonidllíe no pensaba
que él fuera un sistematízaJür o qi» su pensaniieíito y sus escritoí contribu­
yeran a una escuela. Sin etnliarEo, en Sítíeeteti ^jrJrf/iffs Jnun s txtn/ieíiioriiíii
(1949) se jreúnsn algunm üe sus últiiuus eiscdlus y cap/tul-oe de li-
bius, sieudo'ipiobableiitiente é$a la íueJoi /uente aiaj(ular de su tribajo. En nues­
tro breve esbozo del sistenia de l'honidike y de cada uno de los nteoa siitcmu!
clJgicos seguiremos las ideas generales derivadas de ¡04 criterios de McGeoch
para un risUnu de psicología (J933X Hite bosqu^o, juntci cor k espnaicifin
tbial sobre ii situación de un GtslEina en Ieb dimensiones prEceptlvas de Waiíüu,
f'acititariji al lactor la tarea de compaTui sistemas.

¿jf/ífljt'idiíE £Í(! h psíeo/í^Ú!

La üpiriiún df l'homdUe sobre ks ddiniuiunes aparece reílcjada eit su afirma-


don (1949) de que “hambrea «m nocáuiuiS amullflinente díferentís respEctt»
dft Iq que la psicolojjia es y dcbéia ser pueden italizai saguranieite uiil obra
excelente; qukás la ntejor obra st iteba n hombres como Galton, que dedicó
poco o nada de síi pcnSÉrtiiento a ese lipo de problB3na5"(pá£, 9). Su pitipúi dc-
tiuiciDn de la psic-'iJofiia esli implícita en sus escritns, TJiurndüe era na fun-
donídista pur su Énfjtsis tm los aspectos utilitarios de la pskulqgra. Sin embar­
go, Je ünj manera más parqCular, la píte elogia era pana él primeru y ante todo
el eriudiq de las conexioites o vínculos eutfmnlo-íCíptesta. Pero k riianeii co-
inc ThoíiiciJ* conoehfa tales atoCildOilEi iba mucho n i^ allá de Jas simples
Cüfifixiüues entre eventos aislados, moizcuJaFes y bien localizados, que sus crí­
ticos suefcii sij poner caracterfstjcos ne su pensairLienLo. E¿ sifuient: cxiractG
indka la ampUiud de 3U interpretación da las coutcsiuiics. e íricirectimealc
nc* da una imqgen da la cue thonidikc CanaidKEuba ser el objeto de estudie
ds la psteülcEta.
Aiacáíitanftitifj 6»

El primer (érminn de la ccmexióii puede ser tanto un estado u rebral


cDTniu una siluadón extema, A mcnud'O les conexiones se dan en lu -
gas seiief, en lee cuales la respue-Eta a una situaclóil CS Otra situación
qtj8 produce la ieapuesta seguiente, y aaí ^cesivanifinte. Puede tratar­
ía üe parles o^ elementos o rasgioa de uua jutuaciórit □ l i situaciÓD co^
IT1P un todo, tjw conexiones pueden estar en ¿mu parte detemiiiia-
clas por hechos que piecedieron a sus estímulos inmediatos o por una
paite mayor ü nienoT de la actiludctiDcomiUtLte, o tnolusq por Je coiis-
tituiGÍón total del sujeta. Llevan a respueitaj de dJiposleiúu o falta
de disposición, da toma i3fi couciencia, d eaterd ó n . üe interés, de acep-
taidÚD y de rechazo, de énfasis y de reatricción, de difeiendacíón y
rekdón, de direedún y eooidinadón- Ladi cusás conectadas pueden
ser relaciones sutiles o actiTudcs e iuteticiones inasibles (1949. pá^.81).

Poítulados

Aunque eat los escrito» de ThomdíLE no pueden encontraríe enunciados expli*


ciitos de postulados, íxisten cUramentie oertos supuestos implícito». Prohable-
m enu el más fundamental sea que la laondueta puede ser analizada en ténni-
nos de asociaciones del tipo úescripto en la cita que dtabanios de tiBusoibir.
Otro fi» ol de que los procesos conductalc» ton cuantHlcahle», Thomdilce es el
leaponsablB de la proptBkión lan citada, de que ni algo exiete debe existir en
cierta cRiitidai, y si existe en eíerti cantidad entoúocs puede medijíc. Una
inteieaante indicajción incidental de la aflciúin de ThofndifcB a apEcai sus en­
señanzas sobit este toma, es la estimadón que hace en su bosquejo auto-
hiogriñoo (1949>: “ probable me nte he pagado m is de veinlE mil horas leyen­
do y estudiando ifbrcfl y puhlicaiiionea periódica» dentíílcofi" (pÍB-

P o s ic ió n J r t n t e a lp r ttb ie m a m e n te -c u e rp o

Acorde con sus rimpatías funcicinaJistas, Thomdikie no se intereió en este pro-


hleniH y no adoptó posídún fonnal aJ respecto. A&ttiabe: ‘'Probablfiiuente en
ninguna dicuiistancia bubicra podido o querido ggupamie de filosofía’ . Su
ftíOJente empleo efe las palabra» mente y mífftóí no tieue por lo tin to impli-
cadouea para el proHenia meüte-cueipo, sino que indica meiamenfe que TiiOm-
dike bacía uu uso ínfoimal de la lengua corriiente.

fíaitifülfsa de ios datos

Lo» datos de Thocndilcei |Squ predoínriiantamsnle objetivo», y muy a menudo


cono K ha hacho noiai- cuartificables. Incidefitulmenlo, se h i irmncitma-
(Jo un ejemplo de .su empleo de eatimaciones cuau tífica das, Su investigación
.mbrr la "bondad" de las ciudades ofrece una üustractón de la manera sn que
utihzaba profesicmalineíite la cuatitifícanióii y loj ditos objetivos. Veamos »u
propio íucioto te sumen de c»ti investígpiaón;
70 Sistema!; y tmiríax psfCtildsi^Ol fofiievípofinnoi

Me panccijci que un esludiu de las difereucias entre som jnidade; praba-


blemente reitul tar^A prúivcchosa pam la sociolji^ia, comci In es cJ ealiidiü
de las diíeftticias entre kidividuQíi en d ciso de la psicDlngfa.. Pítr 3a
tanto, reunf casi IncscícDtas datos coneieti:)6 acerca de cada una de lies-
d en tis diez dudadas, sfitudiú lus vaikcjones c intcrcarrelaciajics, cal-
para cada ciudad ticü puntajes -u n o para la excsIeTidá general de
la vida que ofrecía cada dudad a aua h a b i t a r ( f l ) , otra para I3&
cualidades personakf de ios residcnl&s fP) y un icncerD para el in p e ­
so pet edpítfl ([}- y estudid las causas de las dUerencios en B, eutto
lasciudadei (1.949, pígí, 10-H ).

Fiini'ipios de la conííídfl

La cuntribucióii mejof ctxiücida y que más cantraversias iig aiscitado enire to­
das ]u que tuzo Tbomdike a la tvorm psicológica es su lt!y det efecto. E r sus
primeros inyestigacíuncs con onimdes en las cojas de trucu, le hobfa Tlan arin
Ja ¡(tención d aprendizaje ^ d u a t de la rcspiiests correcto y lo clmíoacióri 310-
diial de la incoTTecta, Aunque con el tiempo se denonJná este tipo ce apren­
dizaje ensayo y error, en realidad l’homdLkE reDanocía el papel primotdíal del
éxito sscdücnbil en la fijación de las respires las. Se aMirdaron dertoe poderes
fartaJecedoiíS al sjerdeio, o frecuencia de ocurrencia; pero no tiJiTD como era
el caso euanio se añadía el éxito. Este e.s un enunciado íurmgi de Thomiiihc;
Todo acto que en una siruadón dada produce satisfacción, se asocia
cfiu esa situaciéui,. di ioüd,o que cuando la iltuadón le reproduce Ij
prubabitiddLl die uua TEpeticiíiíi d d acto es mayor que ajites. A la in­
versa, todo airto que en una sltuacjón dada praclLtco dcaplecBr se des­
liga de la snbuacfñn, da tnodo que cuando la shuadón recurre la pro­
babilidad de repetición ¿el acto es ntiijiorque ¡uiLes n 9 0 5 .p á g -203).

[juego de una amp-ia inn.'eslig^ciún del aprendizaje humare (1^31. 19323,


Tlrotndtke recüaiució que el ptpcL Dejativo del castigo o la ínsatistafición nú e it
en absoluic vompiuablE a U accióii poátlva de la reeompeiisa: el castigo serviría
íufidamenlalmcitte p an hacer que d argociauo probara jijgo distinlo, urda que
para disociar de una fr.anera directa la respuesta de la situación.
Con sus prudentes cofidusionies sobre la íneficadf. de Jos caslipiH leves (co­
mo. por eoemplo, decir '".Tial’* después do que el sujeto haya tratado de adiiii-
iiiir un númeroj, ThonidLíe, sin queiBrlo, dio nacíisdenlo u uno de loa dopnas,
peicoló^EDs mAi increíbles d d s ^ o XX: el de que d castigo es ineficaz paro
eliminar las reqiuestu indeseables. Este dogma contradice tal cúmulo da prut-
bai, tantc naruraUstat ;wnu expeiimentaÍEs, que rssult* casi tin difícil dfi
creer cútno aquel que aflmiiha que la Tierra era di ata. Sin Embargo. Fue iii
dogma auepladíj en fnnria geneidl dentro de Is oornurLidad pakológrca, par le
tnenoa Kasts fuies de la d d c^ a -le 1930, y Lovaa? ha úescriplu con mudiu
humar la diricd que le pesritñ concebit el castigo oGme- un instrumento cHul-
cu útil (véise Oinnce, I97aiy Todavía exisisri algunos psisólúgaí. qu# sostíe-
nen que el camigjo es óieiica^
71
í!KÍain<jniiitHO

A este respeclo deben fonBularsc dos abwrvaciones. La pmTicra es que el pio-


níí) ThoindiJíc (10 generalizó Id incficscia de todiaa ]qs medios punitivos; En coft-
ssciieftcíEii una lectiira cuidadoía de su ubre habrfa disipado el dugiiia eiLtfis de
que éitE hubiese lofiiain estiblcecrse. Lu segunda es que uno no debe esperar
que tiS opiniones ledtiidas sean unívensalrncnlS oorreetmi a pesor dfl todo: U
liffitoria ucs □frece ¡rtis inores juntu con íus decisiones currectas, y a nosotros
ñus loca detemninai cuál e? cufil.
Thomdíhe suBiriñ una función cerebral, la llamada reacción de eoufiima-
ción (193 3bJ, como bait fisieJófiiea para el rufuerio, |iero esta sugetenda no
5fi relaciona con su programa de invístigación estrictamcnic ctniductai. Era
tipLcu de Thomdikc nct ser tímido respecto de realizar sugerencias fisiológi­
cas. perti las Buserenems no íían lomadas precisamcnlc muy en serio ni tampo­
co expresaban críticas a sus expatimentajíiioíies o a su foimiilaciüii de teoría?.
Nü obstante, no se debe pasat por alto eJ atjudu ixmentario de Boring
bie la fácil cuiripatlbilidad entre Id teoría de las ncuronai, que aurgíó en k ül-
lima núUd del sigjn XiX, y la teoría asociacionista que Sa precedió y siguió,
llorín g dice en parte -

El Bsuueirii mental que el asociafiiotiismo postuló es una disposición


(TiEiital que se asemeja miidio a la disposición física dfil cerebro. Para
los aswiacionistas. la mente está uoinpuesU de una infliudad de idcaa
saparadas, aaí uuruo el cerebro está compuesto de unu infinidad de cé­
lulas. pero estas Ideas se unen en ideaí más complejas o en procesus
mentules superiores por luídio de una enortíie cantidad de aaocijcio-
net tal como las cdluli? nerviosas se ctraectan mediante libras. ,
La importMite es que el nuevo cuadro del íicrebro, al que se ha ilegado
de nn modo no psicológico, graciai a dcscubrimientoi cu la técnica
histológica, gunrik, sin embargo, una ertrediu semejanza con ^=1
cuadro de la mEnte que ofreceí el asociacioniamo (1950, págs. 69 fOj.

E? evidente la aplicnhüidud de los comentajitss de Boring al caso parti-


cijlur del concxinnismci de TTiümdilíe-
Eb 1933, TbomdlkÉ propuso una extensiñn de su tearíi del refuerzo. Ha­
bía deacubiérto lo que llajíló ^tena prueba sxpErtmental In d e p e n d í le para el
püscfccto fortalecedor’* í 3933 b, pig, 2). Se tnrbiba de la llamada irradiación
^1 efecto At parecer, las conexiunes estímulorespuesbi r^oriptifísadni
pero próximas a la concxioíi recompenSKia, adquieren un fortiUeamientu üd
mfijciso Cuanto más próxima se encuentre la conexión no recompensada de
la ftcompcnsudü. mayur será el fortalecimiento producido en base al ¡^eicjcm

AunqÍe los dsto? empíricos que apoyan la cslfiwncia (fel fenómeno han
sido ampüamsate verlíjcados, la interpietación Je Thomdike no tECibió una
acepiadún general (véanse Marx, 195b; Hilgard y Bov/oi 1975). Wo » d o ­
naron l3s expUaciones suatitvtivas basadas en secuencias de adivmanzrü u otros
tinos de psreiaEdad. Si TmalinciUe se demostrara ¡a existencis de uji efecto for-
taleeedor autornáüco, que no dependa de famorea cognitivüs (racionales), la
72 SisítmoM y tforios pñctAóficos comempomieos

teoría general del refuerzo de Thomdikc paiecería m4& atractiva, .^gunis m-


vextigadones publicadas han sugerido que la expUcación bddca de Thomdtke
puede, sbi embargo, resultar admisible (Marx, 19S7a, 19S7b; Postman, 1961).
A pesar de ello. Hdgard y Bower, después de revisar d Irabfl^ sobre la irnt*
diación del efecto, terminan diciendo: *Ttü vez lo que resulta lasUdioso, con-
^ e rin < M c rdro^>ertivan}ente, es que $e baya volcado tanto esfuerzo expe-
rtTTtental sobre la crmtrovenia con req>ecto a la ‘realidad’ de la irradUcii^ del
efecto*’ (1975, pág.47>.

Principios de la seiección

Las flsocjftetones cstíimilo-respuestí no sólo explican la adquisición de la con­


ducta, sino también su selección. B1 siguiente extracto de The psychoéí^ q f
learning muestra con claridad que Thomdike reconocía el probleina de la se­
lección en la conducta:

Todo el aprendizaje humano, y por derlo toda, su conducta, son se-


tactivos. 0 irorrrbrc minee absorbe, representa, refleja o copia de mo­
do uniforme, una situación, en ninguno de k>s sentidos útiles de esoi
verbos. Nunca actúa comu una tabula rasa sobre la cual las situacio­
nes externas eacrn>cn su contribución entera, o como una placa sen­
sible'que duplica indiscriminadamente todo aquello a lu cual es ex­
puesta, o como un galvanómetro al que desvian por igual todos y ca­
da uno de los integrantes de una fuerza eléctrica. Incluso cuando pa­
rece más sometido a la situación externa compe/ído i torriar roda Jo
que ésta ofrece y hacer lodo lo que le sugiere resulta evidente que
sus órganos lemoziales impiden el acceso a ciertos rasgos importantes
de ta situación, en t'a\x>r ^ oíros, y que sus tendendas de atención,
originales o adquiridas, conceden ¿ l o un poder trivial a algunos de
esos rasgos mientras magTúfican el de otros (1913. págs. 111-117).

Thomdike interpretó |m problemas de la conducta aeloctíva, tales como el


de la creatividad en el pensamientu {aprendiz-^ por in\lueneia} en términoa
de) mismo conjunto de principios que aplicaba a todo el aprendizi^; así lo
indica este extracto tomado de la rm sna fuente:

Un examen m is nmnucic40 dal peasaaOefíto saíectíyo, m o stn /i que


para explicado nu son nooosados otros principios que las leyes de dis-
posición, ejercicio y efecto; que se trata sólo de un caso extremo de
aprendizaje isodalivo; y que atribuir ciertos rasgos dcl aprendizaje a
faciil'.ades misteriosas <lc abatmedón o razonamiento no ayuda en rea­
lidad a comprenderlos c cor.lrcdarios.
Hi chrto que )s rrviduclj del hombre, al etifrciiiai problemas nose-
dosos, va más allá o .incluso contra lu$ nibitoe repxesenlados por loa
vínculos establecidus en átuadones “ gruesaa'’ totales y los sienten-
los que el usó com'jn absrrae de ellas. Sm embargo, una de las dc4 ra­
zones de que cHo ocurra, es srr.pkmenle que loa vinculoa máa r>nc«.
vutücs y preferencúUei que se ecablocen con ios elementos más su-
AiodíKionitmo n

lites y meaos ffecoeate/TWAtc abatnidi», van más dlá y a veces eu


con tra- de toa mis ‘‘gruesos" y usuales. Ambos tipos se deben igual­
mente ai ejeiufciu y el efecto. La otra rezón es que, al enfrentar pro­
blemas nuevos, la actitud o dispoación mental puede ser la de recha­
zar una respuesta tras otra, il hacen» evidente su falta de adecua­
ción para satisfacer un derlo desiderátum. Lo que pennanece, co­
mo curso evidente del pensuniento. incluye aólo unos pocos víncu­
los de los muchos que han operado pero que en su mayor paite re­
sultaron insalisiacTOfios para la actitud o adaptación rectora (1913,
págs. 112-113).

Si la eUminación del misterio es la esencia de la ciencia, vemos que Thomdi­


ke se expresa en esta cita como un ctentífico cabal. Podemos también advertir
su afinidad con sus antecesores en fa tradición asocii^ottista: Locke, con su de­
seo de eliminar los misterioi de las ideas innatas; Berkeley, con su intento de
resolver el imsterío de la percepción espacial, y Hume, que asfHraba a entregar
todos los disparates misteriosos al ft»go. Por óerto, la fuerza de la ciencia ra­
dica aquí justamente, y quizás aquí también se encuentre su debiüdtd. I)e cual­
quier modo. Thomdike y los asociacionistas k hallan en el centro mismo de la
tradición científíca.

CRITICAS AL CONEXIONISMO

Klementatimo

La esencia de una posición asociadonista es su carácter elcmentalisu. Fue me­


diante su empirismo, su elementaltsmo y su actitud analítica, como los em>
piriaias ingleses promovieron el progreso de la psicología como ciencia. Fue
a través de ni aceptación de esas actitudes —tal cuino se manifiesta en su ospe-
dneidad, su interés en los hechos, su «tendón al detalle- como Thomdike hizo
sus contribuciones más Importantes. Pero tales perspectivas están expuestas al
ataque, especialmente por parte de quienes desean que la psicología ae intere-
K inmediatamente por el “ gran cuadro".
La teoría de Thomdike sobre la transferencia del aprendizaje (Thomdike y
Woodwortíi. 190)} t i tí epitomo de su elementalismo. La teoría decía que la
eficiencia en el desempeño de una tarea, adquirida como resultado del apren­
dizaje* sólo X tiansferiría a otra tarea en la medida en que ambas tuvieron
"clementoe idénticos” . Cuantos más elementos idénticos hubiera, más se trans-
íeríríi la efidenda de una tarea a otra. Este es un punto de vista simple y es­
pecífico, que puede atacarse experímentalmcnte mediante la manipulación dd
ndmert) de ehtnentoi que son súnAiues. Por lo tamo, ha tenido ciertamente
algún valor Sin embargo, se han dado algunas ntuadones en las que el principio
•prendido podía transferirse perfectamente a otras tareas cuyos etementoa
Individuales fueran complettmente diferentes; por c<Misiguiente, la teoría re­
quiera al menos ciertas espedfkacionei antea de que pueda aceptársela como
74 Siaemas y ieorits pticoíógkot £ontettXH>ráne<Kí

una teoría compleia <le la tiansfeiencia. Gatc:( (1942). eii lu cuidinluitaniciKe


documentada defensa del conexiontsmo, ha señalado que Thomdíkc no con­
cebía sus elementos exdurivameate en Idrminos de las conexiones E -R más
esoechas; mis bien, los ‘‘elementos*’ sgmficaban cosas tales como faciodts.
rasgos, aspectos o relaciones, de modo que podrían significar cnsas tales como
los "principios''. También podría modificarse UjíenaiKiUe el concepto de Ío
"idéntico", I fin de permitir grados de rimilitud y de otorgar más flexibilidad
a la teoría.
Las teorías modernas de la transferencia (véase reseña ei] HÜgard y Kower,
1975) sem mocho más complejas y detalladas que las de Thomdike y aun así,
están equivocadas. Sin embargo, el prubkiua no es la exactitud o el error de la
teoría de los elementos idénticos. Presumibiemenie todas las teorías actuales
están equivocadas, pero si conducen al osdaream icntu, a la oxpetjnenladdn
y, en consecuencia, ai progreso, son teorías buenas. Es característica de la cien­
cia el avanzar con mayor rapidez cuando trabaja sobre problemas pequeños
y susceptibles de ser Investigados. El elem entali^o de ñionidike lleva a es­
tos problenias.

Ensayo y error

Se ha atacado a Thonidike por su énfasis en el carácter aieatoric del aprendi­


zaje, tal como lo implica su caracterización del apremlizaje en términos de un
proceso de ensayo y error. Kóhier (1947) y otros guestaltistas, especialmen­
te. han desarrollado una activa crítica de todos los aspectos del conexionív
mo de Thomdike. Los guestaltistas han sugerido que el aprendizaje en las cajas
de truco y en loa laheiintos debe necesariamente parecer azaroso, tonto y
carente de direcdón, porque el animal no puede tener una per^)ecüva general
de tuda la situación. El animal parece poco inteligente porque está en una si­
tuación tonta, y no porque carezca italmcnie de inteuvísián.
Los partidarios de 171001(111(6 podrían ofrecer vahas defensas aura esta crí­
tica. En primer lugar, la conducta del animal en la caja .ie tnicn no es en modo
alguna fortuita o tonta: ^ a n parte de las primeras conductas se dirigen a U sa­
lida más que al di^ositivo elegido arbitrariamente por el experimentador para
la liberación del animal Esa conducta no es tunta; es intclijgcnlc en témünos
de la experiencia pasada del animal. En segundo lugar, puede haber un monto
considerable de conducta de ensayo-enor que no se oteerva o icgírira en las
situaciones mis abiertas, menos concr-oladas, que permiten al animal una pers­
pectiva general del prubleiiia. B» fosíble que la situacíóu de Tiiorndike estuvie­
ra diseñada de modo tai de resalar más daxamanto la naturaleza dsl proceso
básico del aprendizaje, bn tercer y último Kipr, existen abundantes testimo­
nios fuera de la caja de truco que muestran qje el apreadizaje puede ser lento,
azaroso, ciego y continuo, más q te ráp:do, inteligente y súbito. La situación
clínica pacológdsa. o la de consejo, piopordonan muchos casos que parecen
ejemplificar los procesos de aprendizaje conaxioniaias más que los guestalüs-
tai; «ala conridenarián debieea atemperar I s críticas a la ccscripdún de Tham-
dike.
AsociackMismo 75

h'^rcicio

Los psicólogot do la (>«stslt criticaron seria y eficazmente el principio del ejer­


cicio. o de la frecuencia de ocurrencia, como principio explicativo peí se. Tamo
se ináslió cu esta crítica, que Thomdike revisó su teoría del aprendizaje l e ­
gándole un nuevo principio, el de pertenencia (1935). La prueba en contra dei
ejercicio provino en parte de los expemnentos que mostraron cómo en situa­
ciones ordinarias de «(irerulizaje los términos contiguos no se. asociaban ne­
cesariamente. Por ejemplo, supongamos que un sujeto ha aprendido un conjun­
to de pares asociados. Ules como A*1, B-2, C-3 y D-4, presentados en el orden
indicado. El sujeto responde petfeciamente con los términos de respuesta 1,2 ,
etc., a loa términos de estímulo A, B, etc. Pero si se le da uno de los términos de
respuesta -co m o 1 ó 2 a manera de estímulo, no responde prestamente con el
término de estímulo aprendido que en realidad sigue (en este caso II y C-). Ello,
aunque B sga a 1 y C a 2. con la misma proximidad temporal con que 1 sigue a
A y 2 a B. Una situación simitar se da en el caso de oraciones sucosávas, lates
como “Juan está causado; Santiago está lastimado". Aquí tas conexiones Juan-
cansado y Sanüago-lastínudo se forman y recuerdan más prestamente que la
conexión Cansado-Santiago, aunque la relación puramente física de estos dos
términos es de una mayor contigüidad Obviamente, una asociación efectiva en
estos casos requiere algo que va más allá de la contigüidad Thomdike utilizó
el concepto de pertenencia; sostenía que era una importante condición modifi­
cadora de !a fuerza de las asociaciones, peto que no era esencial para la forma­
ción de éstas.
La propia investigación de Thomdike (1932, pág. 184) propOTcionó ulterio­
res pruebas en contra del carácter suficiente de la antigua ley del ejercicio. Su­
jetos que intentaban dibujar, a ciegas, líneas de una cierta lonfdtuü especifica-
ca. au iiiostiaion progreso, a pesar de los muchos ensayos repetidos. La conclu­
sión general do Thomdike fue que el ejercicio es un marco general dentro del
cual pueden operar otras condiciones, como, por ejemplo, el efecto.

La ley del efecto

La más antigua do las contribuciones de Thomdike ha sido atacada tanto por


los conduelistas como por los guestallisUS. En primer lugar, algunos conductis-
tas objetaron lo que para ellos era un concepto mentalista y subjetivo; inter­
pretaban que el efecto significaba sensaciones placenteras o algo similar. Sin
embargo. Thomdike recogió el desafío (1913, pág. 2). señalando que. para é!,
un “estado de cosas satisfactorio” significaba simplemente un estado de cosas
que el animal no intentaba evitar, y en el que por lo contrario hacía a menudo
cosas que lo mantenían o renovaban; un estado de cosas "molesto” , sería en
cambio aquel en d que el animal hacía algo para ponerle fin. Thomdike no esta­
ba proponiendo un hedonismo; él quería decir efecto, uoafcclu.
Una vez aclarado que Thomdike definía sus términos de una manera con-
duelista, debió someterse a la acusación de que au ley era circular. Loi críticos
decían que era necesario medir la adquiiicióo de la respuesta para determinal
7tf Sisunnas y ¡eofitu pricotófico$ eonfempormeor

ai el estado de cosas era o no satísfactoiio, y la ad i^iu ^ó n eia jusum esie lo


que la ley del efecto intentaba exfHlicar. Si el c iijp fuese justíflcado, resuha-
rfa que Thomdike estaría didendo: **Si un animal aprence guindo sti conduc­
ta es seguida por un estado de cosas dado, aprenderá cuandu su conducta sea
seguida de este estado de cosas**. Esta crfdca no es totalmente justa, porque
las operadoftes que ThumdiJce especificara para la utisfaccldn y la m a'estit pu>
dieron ser diferentes de las que constituyen una prueba dd nuevo aprendizaje.
Una vez que w han determinado los "aatísfactores*' y los "molest^orcs** en
una situación estándar, se pueden emplear en obras situaciones para probar su
eHcacia como reformadores. Tales pruebas serían pruebas de la ley del efecto.
El problema, entonces, te transforma en lo siguiente; ¿cuál e se l grado de ge*
ncralidad con que un efecto dado refuerza la ccmducu? Meeh) (1950), entre
otros, ha prestado una atendón considerable a este punto.
Otra critk a ha sido que. pare fortalecer una conexión, el “satisfictor” o
ci “ molestador" tendría que actuar retroactivamente sobre ella, una vfi7 que ya
habla ocurrido. Sin embargo, es igualmente fácQ cuponer quo U acdcm se ejer*
ce sobre las huellas, activas aún. de la ocurrencia del esti'nmio y de la respuesta
que precedieron a la satisfacción o a la molestia. La teoría ncocunducliata de
Hull (1952) incluye un postulado especifico sobre las huellas de estímulos, que
supone que la acción un reforzador está en dependencia de su relación tem­
poral con éstas. La ley del efecto de Thomdike no impüca necesañantente una
retroacción.
Una última crítica K rc& re a la automaticidad del fortalecimiento que su­
puestamente ocurría. Thomdike creía que el aprendizaje podía darse indepen­
dientemente de que hubiera a l ^ a conciencia de lo que se estaba aprendiendo.
Le gratificó particulanncnte el üescutnimiento del fenómeno de irradi»cí6r> del
efecto (19S3a). ya que ni siquiera los más ardientes de sus críticos podrían in­
tentar una explicación d d fortalecimiento de los errores en térrmnos de un pro­
ceso inteligente o intencional. No so puede aún determinar en qué medida fue
conecto el énfasis puesto por Tltomdike en la automaticidad, de modo que no
podemos decir ti las críticas a su posidón se justifícan o no; existe un consi­
derable cuerpo de pruebas empíricas a favor de cada una de las dos partes. Sin
embargo, es interesante notar que la técnica de autocstimulaciún intercraiea-
na (N. E. MiOcc, 1958»',<Hda, 1955) sugiere algo muy similai a la reacción cuii-
firmatoría, o reaccióa **0. K.“ . hijratetizada por rnom dlke; la estimulación
eléctrica de ciertas áreas cerebrales ejerce esldencemenie un efecto reforzante
automático sobre las respusvss precedentes.

D e te n f}in is m o m e ca n icisa

Nuestro ejemplo final se relaaoaa oon la última crítica. E>ui se basa en el ajcplú»-
mente difundido sentiiitxnlo ic cuc Isdcnciti mecanicisiz del tipo representado
por el conextoniauo de Thomdike destruyo los valores hunuuuM. Thomdike
tenia una respuesta cacaoteiútica para este tipo de o l^ d ó n . He aquí cómo
pltnteiba él el problema
Asochcionfimo 77

Debemos considerar una objeción final al empleo de ios métodos clen-


tifk o s en el mundo de los valores. De acuerdo con una perspectiva muy
popular, la ciencia se ocupa de un mundo fatalista en el que loa hom­
bres, sus deseos e ideales, son partea de un carrete que se va devanando
afio 8 aflo, giros menores en una danza prefijada de átomos. Los va­
lores no pueden tener lugar en un mundo así. y los esfuerzos por al­
canzarlos mediante la ciencia han de fracasar.
La verdad dei asunto, que es bastante sutil, puede captarse mejor si
te considera lo que en alguna otra parte Uarné U paradoja de la cien­
cia: los hombres de ciencia descubren meesiooes ^'causales'’ y des­
criben un mundo en el cual la misma causa producirá siempre el mia-
mo efecto, a fin de cambiar el mundo, dándote una fonna más pró­
xima al (teseo de sus corazones. El hombre hace del mundo un ho­
gar mejor para el hombre, y liace de li uiíanio un morador iii& exi­
toso al descubrir sus modos de aedón ngularea e snmodificables. Pue
óe determinar el destino del mundo y su propio bien, no mediante
oraciimcs o ameuazas, sino tratando al mundo y a sf mismo con el
método de la ciencia, como fenómenos detenninados -hasta donde
puede ver por sus historias pasadas (1949 p t ^ . 34Ó 347).

y be aquí, en pocas palabras su solución:

Así, finalmente, el hombre puede transformarse tanto en su propio


gobernante como en el del resto de la naturaleza, f o r extrafio que pue­
da resultar, el hombre sólo es libre en un mundo en el cual pueda
comprender y prever la totalidad de los eventos. Scáo así puede guiar­
lo. Somos capitanes de nuestras propiái almas, sólo en la medida
en que ellas actúan de manera perfectamente legal, de modo que po­
damos comprender y prever cualquier s itu a d ^ - Solamente así po­
demos controlamos a nosotros mismos. S ^ o porque nuestros inte­
lectos y nuestras morales - la monte y el espíntu del hombre— son
parte ^ la naturaleza, podemos ser en algún sentido significativo
reqionaables de ello, orgullosos de su progreso, o confiados en su futuro
(1949. pág. 362).

LAS c o n t r ib u c io n e s DE THORNDIKE

lo s cincuenta años de actividad profesional que pasó Thomdike en el Teacticn


CoUege figuran entre los más productivos de que se tenga conocimiento, para
un solo hombre. Cuantítavamentc hablando, acumuló una tHbliograffa que a
su muerte en 1949 había alcanzado d sorprendente total de 507 ítems (Lor-
ge, 1949). Muchos de ellos fueron libros y monografías extensos, y muchos
estaban atestados de datos cuantitativos. Thomdike trabqó y puUicú en un
amplio margen de campos: inició la investigación sistemática de laboratorio
sobre el aprendázaje animal; produjo la primera teoría formalizada del apren­
dizaje en términos asociaciootetas; procedió a un exhaustivo análiás del apren­
dizaje humano, como resultado del cual revisó su teoría del aprendizaje; ae

í
7JÍ Siitrnuis y íüs¿\rjci psicofé^Cí?s Ctmfemporá/tífíS

iraQifomnú en lírfar activo en íl citnpo dic los tests mentales y nrácTicai edu­
ca áOTtal^n; fuie piunero en Is aplJcadón de irtediucnes cuüutiláüvus a cieiLos
prublicniiHs sociopsteülcgfcos, y ton tribuyó d desairolla de nuevas técnicas er el
campo de la leicicografia:. ¡Todo esto dentro de los ILiútes de una aula vida!
Thunulikc Ilevfi a todos esos campos oJ mismo lip j de enfoque directo y
r^EícD tan característico de SU persamierito, bra capaz de fr directamente t Ici
qufi él consideraba el corazúfi de un prohlEma. can muy poca de la verbOEtdad
que puede encongarse en muchos autoieS'- No úcipurU: lu que se piejise de ai-
¡iUjjas de sus ideas ni su destino ímai, no podemos dejar de admirar la frescura
y perscvemiicia de fltjuiuc que aportó a la disciplina.
Desde un punto de vista sisteni^tieo, la influencia de Tliorndike Ira 'dedi-
Ttádo, primero ante el avanOe del toaductisinOj itlSs ¡riirrerir>lo,- en la décjrria
de 1920, y «citti teniente al stirgir íi-'! vertfonea irtás cumple jas úoL ncoconduc-
tiano. l'ero su obra continúu sJendu u[i bstluartc del a&üciaciuiiánip, especiaf-
menle eti los campos cfcl aprendizaje anlnaJ y liurnaro, y e¡ de k psieoío'
gía cducajeimi&l. Todavía en Í07S, Hilgard y Bowpr dediearon si wjjutndo capí-
rulo de su popular libro sobre la teoría dcl aprEtidiv^e al coreiictoísmo de Thom-
dilcE, si bien recofiocífln la declinación, dentro de la psinulogi'a, díl intíiÉs por
d sistema. Con respocto a la importaücia de Tltonidüte :omo modelo, citan a
Tolman:

Ln pécología dcl a p i t n J i í ^ anhnal —por no mencionar la dcl apren­


día aje infantii hs sido y sigue siendo fundamentaiiiieiiteufiaouestinn
de estai o no ^ acuerdo con Thurndüte, o de li*ce: iiitenios de ratjo-
railo Loe psieálofioa de Ja GastalL, loit psicolDfiOE dei nflejo condiciona­
do, lot psicólogaí de la fieslall-üignn —todos los pfiicóloÉós norteiiiic-
ricanos oarecen biber foniaiio a ThomdjLke. ab-erta o eccubJeitaniaa'
te^ como punto ée partida (193Í, pág. i l ) .

Cuatro décídea después et cuadro se hah/b modificada. La de


B, F, Skinnicr, en especial, constituye una íuerte de monumento rivianiE al sis-
lema de TborndíkE, con el que guarda una ejrreclia seme;:anaa. 2í(ia expiaya-
ítmos itiái aislanle snbne Skinner, poro la mayoría de niiesEít* lectotes ha­
brán r&cor.GCido y t qjB la psioologfa openutlií: sa apoya ;asi abínhitameatc et)
una nrdiuiciosa Elaburaeión de la Ity dcl efecto y que las actitudcj decemoj-
nJstas de eFeclo aLtnmátieo luipregrnn la pbiLolpiiíi operaniE- En tuntc exis­
te e^ta psícolu^a, existirá también la de 'Thonidiks.

EL PAPEL CONTEMPORANEO DEL ASÜClAaOMSHO

[nlerpretado en lu sentido más am pio, el asooizcionisrno es práctkái)ien.te si-


nñnimo da una ir^p rem cióii ortocoxa d£ la drncia: es la creencia de que la
tarta prirrniia Ue Id cieiicia coriiU’je eh lE kdanar loj fcnomeiicrs, busiriir re­
laciones fuEcionales Es íjta una caniCricrlsticíi metadológLi» qm el asodado-
AfanisnimíisttiO 79

nísiiiD catipaitE con e1 funcíimaliairio. Los dos jnovLmicntúS aístcjitáticüs han


estado esiríchauiciitii; coiiicoldtiufi cu Iím Estadtja Unidos de AiTiérica, laJ como
Jo JiEniDs sugerido a k) lai]g,ü de nuestro eJíarfien. ThorntlLtc podría hiber sido
caniiJerfidu puTf&ctanidnlo como iin pionieiu Jel fiLmiiDiiiillsmo, junto con Hall
y CittBll. Pero exiite une justlficaciúti para coiuidcrur íepaiadarnente el SEocia-
oícmismo. Por una parte, es un tipó especial rie funcionaliaiiO. Y cicrtHiiiuntc,
se puede ser uii función alista sistemático sin ser asocjaclonista (James y Dewcy
son ejemplüs); a la inversa, se puede sor un aSocÍHcimiista sisEemáticu sin acep­
tar dol funcionalismo [nái que Iss característica-S metoduió^cas 1tal ccnriQ ocü’
m on mucJios nooconductistsB}. El funcioiialiGtc poiiE más el acento en la
iidaptacjón en general que el asociacioiiííta; idcmáSj los funcioniilistas pueden
estudiar esta adaplacriúr en una escala de tiempo evoJijcioííiaU, en tanto que
Ichs asociacíojtistaa tienden i limitarse a lu vida ilci organismo indivicltidl.
Asimismo, Ja mayor parte de los taociacioiiiatas licuL'ii uii puntu de vista
Tiiás reatringldo qus los funcionalístas, e intentan explicar la wndttcla me­
diante un conjunto de variables más limitadas. Loí aaociacionistiiB más aritt-
guo* intentaban explicar el penaamiento y li conducta cofinpiejos como fia-
lia miin que una asociación de ideas. Thomdüte poiiBaba también en lérminn®
lie ‘'liada unís"; Id coiiductu se explicaba sobre ]a base ds nada más que come-
xiane; estímulo-respuesta, berúdiuias o adquiridas. Los teódeos actuales de
la asociación tienden a ser niáí eauios en sus objeiivoi^ y aceptan un di;inii-
nio más resr.dngído un nistema en miniatLia—para su teoría.
En la actualidad el asociacionisniQ como Iterramicnla met[>dológica ya quE
lio cuiuo [lOáciOii iíslamátitM, se lia iiituiponidio ul cuerpo de lii psicología;
la oaociaeJór de variables e j reconocida ijsílCralrncntc como una rarea fún­
dame nial de la cienciA. Sin omhaigo. uno de los problemas críticos pHrn la
psicología sigue siendo el de qué ei esactainenle lo que bu de asodaiM. Lj
respuesta de Thorjidíke ijonía el otifasiis en la nmpUa variedad de factores dé
estímulo y de respuesta posibles, aunque Hi propio trabajo nü haya sido una
(lemostíicí™ convrticcnte (importan te como fue ide un itiodo lüiiiladu). Toda­
vía ejiá en duda a| el asociacíoilismo E-R puede apücaise efectivainente a una
mtpha de curiductis abiertas, aunque las variedades más rcíinadafl del
[-isocíAcíoniümn qus se Oitén desarrollando en la actualidad son prometadorns.
ExísLen cuatro líneas de desairrjllo actual, telaeioftadas en Lie sí. En primer
lugar, la contjiiutteíórj de lu íLvcstigadúii sobre los reflejos coadiciüoaüofi, su­
bte todo H11 la L’tiión Soviética (Colc y Malticman, 19691. El trabajo de los ni-
líOS en la tradición de Pavlüv y BecbteiEv ha aJcunzsido tul aiIUní dt peifcccio-
naftiJcflio que sorprende a la mayoría de los visitantes occidentales. En los Eb-
tnddS UnrdüS, Gregory Razran (1944) realizó ims adaptación del piocediniien-
Eo dfi Ravlov p a n aplicarlo a sujeicH humanos empleando luponcs dentales
■Jo dgoJún parí) rvcoiícr la saliva. La caniidad ríe sabvación se puede cuartiQ-
tar s i m p l e m E r t E pesando loa tapones antes y después de cada pruebai. Razian
empled ette prcHadíniienlo p an estudiar h1 eonqliciomirdcíiLD que implica
OStímidot verbales.
En segundo lugar. In tEorfa del estím uín-respueira de Midi y sus mudios se-
guirloreí y coíahoTadOT'ea, repiesetita una innuea-cia muy iinponiiits. .Aquí
80 Shtemasy leerías psícclógieos tontí^mporineot

nuevamente, el interés se ha oáentado sobre todo hada el campo del aprendi­


zaje. canto animal como humano; en ese campo, adeani» üc HvJ] inísnio, Ke-
imeU) Spence (1956. 1960) ha sido un importante adherente al aaociacicaús*
mo estricto (véase capfmio 10). En el trabajo de Neol .Míllec y John Doüard
(por ejemplo, MQler y Dollard. 1941; Ddlard y MiQer. 19S0) te hace evidente
un tipo més flexible de asociacionismo E*R; estos autores han extendido los
conceptos E-R a loa campos de la conducta social y anonnal (véase cipilu-
lo 12). MÜicr (1959) continuó entregando oemeeptos E-R también ca sus publi­
caciones más rectenies.
Una tercera línea la representa la temprana teoría asociacíonista de G jlh ik
(1935, 1952), y la más reciente maiertiatizadóf? de este tipo de pensamiento
en la teoría estadística del aprendizaje de Estes (Estes, 1950). Quizá sea aquí
donde se presenta el asouaciuni&ino en su forma más audaz, ya que como ^ y
fundamental dcl aprendizaje se utiliza solamente el principio de contigüidad
entre el estímulo y h respuesta. Dentro de la teoría del aprendizaje. GuUuie
ha sustentado, casi sin ayuda, una posición en favor de la simple contigüidad
que considera el aprandiz^e como una cuestión de asodacioitcs y aada más
La teorización matemática de Estes ha dado una expresión cuantitativa r i ^
tosa u este principio asociacionista básico. En sus últimos escritos (1959. paga
402*405), Estes ha indicado cierta aceptación del refuerzo, como concepto des
críptivo, ya que no como principio expbcalivo. Estos temas se tratarán en tos
capítulos 10 y 13.
Finalmente, hay algunius versiones dd asociacionismo que son un poco me­
nos ortodoxas que las precedenlus, perú que lum obtenido considerable éxito.
Dos ejemplos importantes son las teorías del aprendizaje de ToLman y la de Ski-
nner. El canductismo íniertciontsta de Tobnan (1932) es una teoría del apren­
dizaje de tipo cogniUvo, que postula ia asociación entre estíniulcer una teoría
de Gestafr-sígno o ágnificado-sagúa (véase capítulo 11). Hemos hatdadci ya sobre
el estrecho parentesco fílosóSco entre Thomdike y Skinner La d r f e r E r r t c é r nua
importante entre U pusklón de Skinner y la de un asocúteionisu típico con­
siste en que Skinner deposita muy poca confunza en la reladón esrímuío-fes-
puesta; está mucho m is interesado en la relación respuesU*/e.^rzo; nos ocu­
paremos con más detalle de este tema en el capítulo 10.

DESCRIPCIONES DIVfENSlONALES DbL ASOCIACIONISMO

Ahora que liemos examinado los orígenes del asoaacUmisnio y hemos aborda­
do la figura del teórico que lo ejemplificó en aa acabada versión bortcamcii-
caiiii, corresponde vet si lo podemoa describir en función dc4 sistema dimensio­
nal pxopcrctoitado por R. I. Watson. A fiti de esclarecer nuestro pensamieiitc
con respecto a cómo se deben aplicar las dimcnjiucios, ¿iscuriremot hrevemsn-
te ia clasiticación media en cada dimensión y la raoóit por la cu ¿ U consideta-
mofi ur.a c'.asifícación razocable. En cada díiiM.*o^úu la pcsócii^ ntás a la iz-
qmerdb. caraclerí/ada por ía prímere ^ahbn en lapoter.diad de Watson, recibe
\

AtociacHmipno 81

una clasificación de 1 y la que está más a la derecha, descripta por el énfasis


más extremo en la dirección opuesta, está representada por un 5.
Tropezamos con una pequeóa dificultad en la primera dimensión. Los pri­
meros asodadoniatas hicieron hincapié cu el mentalismo consdente. Esto no
resulta del lodo sorprendente; si bien el concepto del inconsciente está claro
en Leibniz. la publicación de su trabajo sobre este lema se produjo cincuenta
aflos después de su m uerte,en 1716. No se hizo mucho coa el inconsdente has­
ta que Ilerbart publicó su matemática dcl inconsciente en 1824 y 1835. Hemos
visto cómo Thoradike, más o menos un después de Herbarl, desplazó su
énfaab hacia ia acción automática - y por lo tanto inconsciente— de la ley del
efecto. Paviov hizo también escaso uso de! mentalismo conflcJeote, y su énfa­
sis objetivo probsblcmeotc tampoco (tejó m udio lugar para un interés en el
mentalisiuu inconsciente. A causa de este cambio a través óc) tiempo, hemos
elegido un 2,2 bastante conservador como cladflcación promedio, tendiendo
levemente hada el mentaiitmo consciente. Esto podría conaderarse como una
cortesía hacíalos asociacíonhtas más antiguos.
Un problema muy similar se presenta con respecto a la segunda dimen­
sión de Walscm. Hubo uii claro movimiento desde un interés de contenido sub­
jetivo la asociadón de ideas- hada un interés de contenido objetivo, cao
estímulo y respuesta manifiestos. Nos inclinamos una vez más en disección a
la concepdón más antigua, dando una clasificación de 3,2 un poco en direc­
ción al énfasis subjetivo.
No hemt» encontrado ninguno de estos problemas con el determínijDno fren­
te ai indeterminismo. Aun cuando los empiristas británicos estaban hablando
sólo sobre las ideas, las explicaban por el uso de prindpios deterministas, y
éste ha sido u a aspecto permanente d d sistema, de ahí la clasifícacióo de 13-
Casi no hace falta mendonar que el empirismo fue la característica cen­
tral del sétema: 1,1.
Con respecto al estiucturalismo frente al fundotudismo, no patece haber
un fundamento claro para asignarle una posición. La asodadóo, más antigua
y fílosóflca, tendría, al parecer, una orientación más estructuiaíüsta; k cues­
tión radicaba más en lo que hay en la monte que en para qué estaba allí. Thom-
dike y Pavlov estaban bastante interesados eu las funciones adaptativas de las
conexiones E-R. Parece otro compromiso: 2,4, y no ptensen que esa dfra re­
presenta una posición individuaJ.
La relación inductivígroo-deduclivisiiio no presenta el menor problema; des­
de Erancis Bacon hasta Skinner. ia tradidón asociacionista ha descendido en una
línea con el inductivismo; tendríamos que remontamos; hasta Ansiótcles para
encontrar un problema. Aquel genio de la filosofía empleaba procedimientos úi-
duutivos, pero también prestó su propio nombre a los procedimientos deduc­
tivos sugeridos por lo frase lógica aristotétíca. En consecuencia, un 1,5 ñrerte-
mente deductivo.
Con respecto al mecanicismo-vitalismo, una vez más ningún problema: un
l,4 m u y mecanicista.
En telación cou los métodos, entre el objetivismo y el subjetiviamo se pre­
senta e] mismo problema que se nos planteó en función del contenido: el aso-
83 5út«Tnoi y ttorUu pOcKUóflcoí co/t:empofáneo/

ciQcionismo se ha desplazado en dirección al objeti\ñinio. Sin embargo. pcn<


samoi que incluso cuando el interés estaba en e) contenkiú subjetís'o, había,
en el asociaciónitmo, una tendencia a prelorir los métodos objetivos, por lo
que ie asignamos un 15 a esta dimemión.
El asociadonismo empezó por ser molecuJar, al tn U r de explicar las ideas
comiidejas sobre la base de sus componentes y tenninó por ser moleculai, al
tratar de explicar las conductas complejas en función de sus unkíades E-R.
¡Molecular para siempre con un 1,2 !
b) problema del duaUsmo*moniuno resulta casi insolublc cuando se irara
de asignarle una clasincación represcutaiiva. Lucke insinuó con bastante cla>
rídad un dualismo con su realidad interna y exteraa, que di relacionó por vía
de sus cualidades primarías y secundarias. Berkeley y Hume, ai bien sostenían
que los contenidos mentales sólo podían conocerte de modo directo, no pim-
cían seguros en su supresión dcl mundo extemo. Paviovy Thomdike. aunque
liicicroii poco uso de la cunctencia en su pensamiento, tampoco parecían nada
seguros al eliminar el mundo interno. En coa&ecu«uci'¿, consideramos que el
uociacioiúano no está exento de dualisno y le asignamos un S,3.
Clasificamos el asociacioaiiroo tomando en cuenta que tiende más luicía
el naturalismo que il supemaniralismo y le asignamos así un 2,3. Tal vez sea
demasiado bajo; es difícil encontrar algún ^ a d o de supematuralismo en cual­
quier asociaciuiLÚQiio. sal^xi en el del obispo Berkeley.
Clasificar la dimensión nomotética-idiogtifíca no es nunca tarea rencilla >
esta ocasión es tan buena c o n o cualquier otra para cxph’cat el porqué. Exis­
ten, por supuesto, las dífícullades habituales para ponderar las posiciones de
ifidiriduos que trabajaron en épocas diferentes, y para inlerpretai, en primer
lugar, qué querían decir. Sin embargo, la dificultad que se ag te^ aquí con­
siste en que la propia iimenaión es compleja y üescoiiccrlantc. Está muy bien
decir que cl namotcticismo hace hincapié en ci descubrii'.úenlo de leyes gene­
rales y que el ktíografídsmu pone el acento en la explicación de la conducta de
determinados acontedmisutos o individuos. Pero en cuanto uno pregunta có­
mo se pueden descubrir las fe)'e$ generales, resulta que sólo se lo puede hacer
medíante el estudio de individúe» u aconiecuiúentos individuales Y cuando
uno p re ^ u ta cómo se pueden poner a prueba las leyes generales^ resolta que
sólo se lo puede hacee pot svAdvo ^ la predicción ¿e esos sucesue individuas
o de la conducta de 1 ^ indhidjoe. Bn la otra caía de la moneda, parece que
sólo se puede brindar una expiicactón cíeniíficamente satis&ctoría del acon­
tecimiento individual demostrando cómo lo explican las ¡eyes generales. Falk
(1956) cstriWü una la r» reseda soorc este tema bastante embrollado Al pa­
recer lo mejw es ver qué ss lo cue piensan tus psictiogos IndivJd'jales con res­
pecto a cómo deberán esludiaz 3o& individuos *Vente a los grupos y cómo se
proponen emplear la infiimaciór. obtenida pam expücer la conducta. Es di­
fícil, cuando ru impns:hle. encontrarle sentido a un tema tan complejo asig
nandú una posición en una sola dimensi'ón. peco hemos hecho fuerza a fm de
acordarle al sistema a»3ci¿cic>nisli eu su conjunto un 1,3 debido a que creemos
que, en naliáac. toda la cicttls es nomoiética y Is tradición aso-ciadunáta es
íundamenUlmente cieodSc^
Míoeiarionismo 8S

La del pcriterialwmo-ccntralismo constituye otra düiicjisióii •‘móvil", pues


los primeros asodacionistas hacían hincapié en los acontecimientos menta­
les "centraHítas", y los posteriores, en los estímulos y la* respuesta* perifé­
ricos. Le otorgamos un tímido 2,5, casi en la mitad.
Asignamos al asociadonismo un 1,6 a l ^ utilitarista, una posición que des­
cribiría mejor a Paviov o Thomdike que a Berkeley o Hume. Tal vez aquí ha­
yamos exagerado el caso, porque hay que admitir que existe una cierta atmós-
feni de ciencia puia en tom o a b tendencia asociacionista s descomponer las
situaciones en unidades muy pequeñas, que puede no parecer muy significa­
tiva en un nivel práctico.
Casi no hay discrepancia con respecto a que el asociacionismo propende a
ser cuantitativo. La descomposición de las idea* o de las conductas comiric-
jaa en unidades pequeñas es una inviladón al cálculo, y vemoe en Thomdike
y Paviov la culnúnadón de esta tradición: l.,9 y quizá U ciCn d th tría aer aun
menor.
Otra vez tropezamos con dificultades para asignar una posidón cuando se
trata del racionalismo o el irracionalísmo. No nos gustaría dar a entender que
existe algo de inaclonal acerca del aMKiaciouiaiiio, y por supuesto no es ¿sa
la tntertuión dcl extremo irradonalista de la dimensión. El significado con­
siste en que el sistema pone de relieve los factores irracionales al explicar la
conducta. Locke. en los comienzos de esta tradición, explicó algunas conduc­
tas peculiares en fundón de asociaciones inusuales, por ejemplo, uno podría
tener miedo a la oscuridad porque ha oído historias terroríficas sobre suce­
sos acaecidos en la noche. Thomdike destacó la importancia de estas influen-
das accidentales, en e ^ e d a l cuando afirmaba que los errores se pueden for­
talecer “ irracionalmente” por su proximidad al refuerzo. Por este tipo de ra­
zones, clasificamos al asociadonismo con un 1,9 un tanto irracionaRsca.
La propia naturaleza de una pciapectiva empirista de la epistemología de­
termina que sea evoludoniau; es decir, que los cambios se producen en el
tiempo porque c! organismo está influido por el ambiente en cl que le ha to­
cado existir. Asignamos un 3,3 en esta dimensión; |a cifra habría sido toda­
vía m is aha, pero ao «ati claro que e\ asociadonismo haya dado siempre tan­
ta importancia al evolucionismo como sus presupuestos filosóficos podrían
Indicarlo.
El último contraste, entre el estatidsmo y el dinairtismo, está intimamente
vinculado con la polaridad que acabamos de mend<mar del estaticismo y el
evoludonismo. No obstante, en cl caso precedente el punto central parece ha­
llarse más en el de.<^m3llo progresivo de los individuos frente a la opción que
consiste en tonuitos en un momcnio determinado; y en el caso dcl estatids­
mo frente al dinamismo, la atención se enfoca en la opción entre una fluidez
general o la permanencia, que se puede manifestar en cualquier dirección e in­
cluso en un bpso muy breve. Dasíflcamos aquí aJ asociacionigno con un 2,6
intermedio, puesto que. a pesar de fU evohicinnismo. parece haber, por pane
de los asociacíonistas, una tendencia estalicista (en el segundo sentido) a su­
poner que. una vez formadas, tas asociacixme* son pczuiaueiiiea,
SüUciUmos a uua clase de trcbita y tres estudiantes de nivel supcrioi que
84 Süa^moty leoriaspticológfcot contemporéneot

decidieran cuáles de b s diirienstones de Watson csuban impKcadís de iiuxlu


más critico en las tesi5 centrales del asociaciotúsniú. Escogicroo como ios tres
polos más representativos el ompíiismo, el deteiminismo y el cuantjtatívisno.
en cae orden. Estas opciemes parecen descríhir, en efecto, la esencia del asocia-
cionlsmo. aunque no $c debería olvidar el moleculariamo como otro raago do­
minante.
Así cmtduyc nuestro análisis dimensiemal del aaocaaclonismo. Ahora que
el lector está m is familiarúado con nuestras intenciones y con nuestros pro­
cedimientos ‘*iadonales'’. analizaremos los sistemas siguientes de manera mu­
cho más sucinta. La discusión explícita quedará confinadi a las dirneostones
críticas o prublcroiticss, pero esperamos que los lectores continúen asignan­
do sus propioe valores y comparándolos con los promedios acordados por los
aulures, tal como aparecen en el cuadro 2.

RESUMEN Y CQNCUíStONES

En este capitulo hemos s e ^ d o al asociaaosiismo desde sus oxigenes y desa­


rrollo eii d empirismo ni^dds donde se elaboró la importante tratUción de la
asociación de ideas-, pasando por su inodificacián más reciente en d sentido
de una asociación de conductas y Segando a su emergencia en el trabqo de
Thomdike, {llenamente desarrollado en términos de estimulo y respuesta. Tra­
tamos el conexionismo de Thomdike como el que mejor representa ai asocia-
donismo. aunque dicho autor no lo haya desarrollado como un sistema in­
clusivo. Procuramos indicar los tipos de respuestas que pueden darse a al­
gunas de las pzincipaks criticas al concxlunismo de Thoindijce, y presentamos
nuestra evaluación del signifícado de su trabajo. Hemos indicado el papel del
asociacáonismo en la pskxdogia contemporánea, sebeando que en un sentido
metodológico ampho la asociación de vanables es la tarea primaria de toda
ciencia. Fmalmente.hicimos un bosquejo de las principales lincas del desarro­
llo actual del priEteifáo aaociadoiusta básico.
Es evidente :u c al pcuvúpio aaociaciiünisu debe acordársele un papel clave
en la pcicologia, cualquiera sea el destino último de los dívetsce sistemas y teo­
rías que se fundamentan en él como |xuv=ipio necesario y suíkiente. Si no en
un serrtido sstemáticQ o teórico, en un sentido metodolótpco es necesario
cieno tipo de asociacíonismo; ei que sea cambtón suftciecte como teoría del
apiendizaie es algo mocho m is dudoso, pero aún queda por ver. En todo ca­
so, es notzbk Is panóstenda de una noción tan actigua > sci^ilc; su prolonga­
da viabilidad jie.ajaua a favor de sn vitalidad, especialmente si se consideran
las pruebas erapiriras que han venido apüclndose desde los trabajos de Ebbin-
gliaus y Faviov. Estas pruebas se han iiecho cada vez más precisas y rigurosas
en tos últimos aen p os. ya que los noddadores maieiráticos han sacado pro­
vecho iei carácter cuantitativa de les procedimicatos asociacionisias para
efectuar p:cdisc:txtcs exact». Será má> inlarcsnlc vor ai los conceptos ase-
Atocioeiof^tmo 85

cíadonistas continúan sirviendo como núcleo ccutnd de U teoría del apren­


dizaje iiiateroátícD, o no.

lectu ra s recom endadas

Es muy piobablc que el tratamientú que Bering da a este tema en su Hiu»-


ry o f íxperimenüil psychohgy (1950) constituya para siempre una recomen­
dable fuente de información sobre las importantes flguras del empirismo y el
asociacionismo biitánicm. A source book in the histofy o f psychology (1965),
compilado por Bering y Hcristein proporciona lecturas seleccionadas, bella­
mente prologadas y muy bien organizadas, pros'cnientes de empirístas bri­
tánicos y teóricos afines, de principios del siglo XX. En aueauo propio Vibro,
Syslems oná theories in psychohgy: A reader (1974) ofrecemos un conjun­
to de lecturas escogidas, espedalmente coordinadas con el presente texto. En
Fhiíosophy and the Science o f behavior (1967), Tunter ofrece un análisis sutil
y admirativo de los empirístas británicos y demuestra su si^úíicado contem­
poráneo inmediato. También se puede conniltar A handbook o f contemporary
Soviet psychohgy (1969), compilado por Colé y Mallzman, para tener acceso
a la bibliografía rusa sohóé el condicionamiento. Como ya lo hemos indicado,
la forma más sencilla de abordar el sistema de Thomdike es a través de sus
Selected wiítings from a connecSionisi'spsychohgy (1949).
Cuatíro S. f''cgiitai im p o rtiin íe sd sí estruiiturjiOrmc

Bstruc^JTBJil^

InñuencíBS Pioneros y fundadoras DiSSrroIlftdOrts


antcc^cdcnbes de p«ÍEÍorH9
afintii

Fnnz &ímLai]o Wilhílrn Watiilt Stumpr


[JB3B-1917J 1tl 8321920) (184H-1956)
{jDÍpZig BHiffl
□tjitkv Tecímíí Eduníd B. TiufiBdHr G, E, Mollar
(lSOl-1 SB7J 0 867-1927) (1850-193^)
Gotiivgq
H. L. F, vififl. Hc:ni])c4f2 Oiwak) KlII^e
tlBíl'1894) (1^62-1915)
Wünh'jrgv
P: Nife
,[ieí8-l97Cl>
CSl. Lcuií)
15'uhiAefon Uni-
vBTfflty
a G. Bútii^
(1886-1963;
Ikimurd
C api'lulo 4

ESI'RUCIL'HALISMO

La, paleología intruípectiva altamente desarrollada que reeibe el iiumbn: Je


estructuralianiu ü e^tisleiicíaiisino, está ruprescntddi en iu forma norteame-
rlcaíTi dcdriilTva p ar la obra (te F-, Titcbenar. En 1398; Titdiener agudíz6
e hizq resaltar (le tal modo la'^distinuión entre ci citructuíálíania y si fiincid-
nalúma -efectüadfi eit forma casi casual por James eh 18S4- que realmente
rdici nrambrí a aintoaa sistemas fvdase R. T Watson, I9 í8 . págs. 397-399). Tlt-
iidieiier señalo la analogía- erclstente cutre d tipoi Je pslcttJosfa por el que fl
se inclinahs y d estudio de la estmetura sn la biología. El siatfiftiadc Títebener
Fue tai fefinumiento de la psioílngfa de fu mentar, Wíthetm TVumlt, fundfldur
díl laboratorio de Leipzig. Durante los prirtreros años de la paicnlngfa, en Ale­
mania, r¿ estructural ers ííí p£ic'c^Qgia. Su fbialidad era el anílisis bilroípecü*
vo de la mente humana; la psicología había de ser una especie die química de
la conciencia.. La tarca fundarncntal del p£icúlc¡;iü et^ descubrir la naluraleifa
de tb$ ejtperienci-aa cotisdentes elemejitofeB y luego alii relacítires- rnutnas. Se
pensaba que Id hermmicntd nes'tsarls eta la rntrospección, prsclicadft por una
personn muy bieíT entra rada.
El cuudrí) 8 induye las fi£Líras más Impoftantes del estrueiuralísmo.
Treí' lian sido los aspectos máa signifTcatíyai del estrucíurdlsmo. En priraer
lugdT, dio líD fuerte ímpetu e tó ilílk a i a la |wic6loeía. Kgwdo ixsr primera víííe
nj nombra J uisa empiiesa Je tipo cieniffico, can reconaaniieiito acadenniep far-
mul y clsrameiite separada de los doi nrlncipalea cana pos paternos, la fisiología
y Id filosofía. Er sfigiimio lugir^ puso a |pnieba de una manera exhaustiva las
posibilidades del IrtrospeociQnistTio clasico como único método para una psi­
cología completa. Por últimc-i proporcionó una fuerte orlado.iia contra !a
cual pudieron or^ani/ar au reristendif las fuertas functon^istas, conductistaa
y guestadistas. X^as escuelas mis nuavas' surgieron de U rafonniilación pragre-
livft y el techarEo Imal de tos problemas estniciiíralistas bSsíeos. J’ste hctíio,
por sí solOt hace necesario el estuijio cojitemporáneci de la psicología irtms-
pectlvg aiíalíiJca Je IVurnlt y Titohener,

ANTECEDENTES DELESTRUCTLíRALISMO

/.u/íjtíjií?£íí¡ ote Wundt

iie icoítnmbra, por lo ntonos en Nnnerinnérica, citar a Titchaner cumoirBl fun­


dador de la psicología estructural. Ciertamefitfl,‘él Js día'su nomb-re, la desa-
rralld y la sostuvo contra las lenúeneias ñjndonalBtas y conductktas. Sin em-
S8 Sistemes y teorías pttcoióíieos contemporáneM

bdfgu, el scílemis <lc Tilchcticrcra básicamente igual al de Wiihelm Wundt (1S32-


1920), con quien aquel había estudiado. E! propio Wundt fue un sistematiza­
dor muy escrupuloso, y el “ padre” de la nueva psicología expcrímcnlal. Esta­
bleció el primer laboratorio formal de psicología en la Universidad de Leipzig
en lli79. A pesar de ello, continuaremos la tradición americanj y considerare­
mos a Wundt como el precursor de la escuda estiucturalista, reconociendo
al liduiio tiempo que fue más que un mero antecedente.
Aunque WUhcfm Maximiliun Wimdt 5C convirtió, de esc modo, en d padre
de la psicología en general y del estructuralísmu en particular, no le fue fácil
convertirse en padre de nada más. indu.so de nihos primer lugar, porque
en 1857. cuando no tenía todavía veinticinco años, casi murió de tuberculo­
sis. Y eu segundo lugar, imique era tan (robre que sólo al cumplir cuaienu
años, en 1872, juntó el dinero sufícicntc como para casarse con su novia de
siempre. SopbteMau (Hríngmann. Balance y Evans, 197$).
La pobreza relativa de Wundt comenzó con su nacimiento como cuarto hi­
jo de un pastor de campaña, que ejercía su ministerio en Neckarau, h peque­
ña dudad dunde Wundt nadó. £1 pequeñu WQhclm se afídunú mucho al joven
ayudante de su padre. Fríedrích Múller, quien lo ¡nstm yóy prote^ó. Aparen­
temente. de niño tuvo pocos amigos, e incluso tal vez apenas haya tenido in­
fancia. Tampoco tuvo mucho éxito en la escuela secundada, lejos de su hogar,
pues después de haber fracasado un año, la conduyó sin lograr obtener muy
buenas caiincadunes. Finalmente se hizo de amigos de su edad y empezó a
mostrar Intetésen la lectura y la vida intelectual. A causa de la falta de dinero
no pudo pagarse una cartera universitaria y en lugar de cao idstíó a una escue­
la de medicina donde, después de un triste primer año, se graduó, en lS55,con
las calificaciones más altas en los exámenes de la junta médica. Después ce rea­
lizar investigaciones, profundizar sus estudios y de desempeñar tarcas como
asistente de Helmholtz, Wundt obtuvo por fin su recompensa: en 1872 fue de­
signado para reemplazar Icmporalmeatc a Helmholtz en sus clases. La parti­
da de este hacia Berlín le dejó finalmente el campo Ubre y Wundt pudo asi
casarse.
A partir de entonces la buena lortiina comenzó a .vmreírle. Bn eso mimio
año, 1872, obtuvt) una cátedra en Zurich y al siguiente una en la Universidad
de Leipzig, más prestigiosa fUunada aclualtiieiile Universidad Katl Marx) Nu
pase mucho tiempo antes de que creara el laboratorio que lo hizo tan famoso.
Su psicología estaba destinada a se; una suerte de química mentid experinen-
tal, que nos debena recordar el cuadro de Jovin Stuart Mili del desarrollo de
las ideas complejas.
Es muy probable que la empresa de Wundt recibiera un tremendo im puso
gracias a los triunfos de la propia química, en especial a los de Mendeleicv.
b’n 1871 Mendeletev había cotregico su tabla poriódica de los elementos, publi­
cada por primera vez en 1869. y había predicho a través de ella la existencia
de tres elementos nuevos, aún no descubiertos. En 1873 se dcscubnó el pmr.e-
ro de estos tres, el ^rntaniu; en L&79 el sc^mdo, el escandio. En esc mismo
añu Wundt fundó &u liburaturlo.
Incluso a osla distancia en el tírn p o y en el espacio dcberú*mo« ser capaces
FstructuraUsmo S9

de imaginar ia gran emución y las enormes esperanzas que acumpañaroc a una


empresa que procuraba dcsanollar una verdadera tabla periódica de la men­
te. Loa estudiantes acudiercMt en tropel a Leipzig desde puntos ton lejanos co­
mo América. Inglaterra e incluso Japón. Por supuesto, una vez que se arriba­
ba al extremo oriental de Alemania era imperativo segitir el curso de Wundt.
Aunque algunos, como el cútico norteamericano George Stanley Hall, se desi-
lusionartm, la mayoría llegó con el fervor y ia iiiteiisidad de propósitos que son
de eS|K;>3i cuando se es parte de una nueva empresa de suma importancia.
Wundt vivió hasta los ochenta y ocho años y murió en 1920. Sin embargo,
es probable que nunca haya advertido hasta qué punto la nueva ciencia iba a
llevar su sello Yo (Hillix) estudié el linaje académico de! cuerpo de profesores
de la Universidad del Estado de San Diego. De las cincuenta y dos personas in­
vestigadas. veintiocho se remontaban a Wundt. En consecuencia, esta muestra
permite observar que los discípulos norteamoricanos de Wundt se adueñaron
de tal modo del campo de la psicología estadounidense que la mitad de ésta
les pertenece, en tanto que el resto se reparte entre los discípulos de Wilüam
Jamos, Cari Stum pf y otros competidores. A través de este linaje académico,
Wundt túvola ser merecedor, de manera muy directa, de su título de padre
de la psicología.
También Wundt tuvo antecedentes, algunos de los cuales fueron objeto de
examen en el capítulo 2. Otro antecedente, aunque en parle opuesto a sus ideas,
puede encontrarse en la tradidión fenomenológica de la filosofía y la pticolo-
gfa alemanas de su época. Tumer (1967, pág. 60) define la fenomenología co­
mo una filosofía según ia cual tas entidades de ia experiencia poseen una in­
tegridad irreductible que les es propia. Kant, en su Cn'tica de la razón pura.
desarrolló una parte del punto de vista fenoroenológico. Pensaba que todo lo
que se conoce eS fenómeno y que para conocer algo es occcsano que aparez­
ca en la conciencia. En consecuencia, Kant limitaba el conocimiento a las apa­
riciones. Esta Influencia todavía se siente en la fenontenología moderna; por
ejemplo, Lauer (1965) afirma: ‘*Si hemos de conocer lo que es a lg o -y es­
to es lo que el fcnomenólogo h ará- debemos examinar la conciencia que te­
nemos de ello; sí esto no nos da una respuesta, nada lo hará” (pág. 7).
En 18S6, Lazarus y Steinthal trazaron la primera distinción entre la feno­
menología y ia psicología (véase C apittta, 1967). Afirmaban que la primera
se ocupa de la descripción de los fenómenos de la vida mental, en tanto que
la segunda procura establecer las explicaciones causales de estos fenómenos.
Por lo tanto, cuando Wundt apareció en escena ya se habían expresado opi­
niones con respecto a la relación de la fenomenología con la psicología. Tem-
peralmentc Wundt oo era un fenomenólogo. Consideiaba que la psicología
requería experimentación de laboratorio efectuada por observadores capad-
udos y no simplemente las cuidadosas observaciones de los feoomenólogot.
La filosofía de Wundt no era ni materialista ni espiritualista. Se oponía a
este último tipo de concepcióo porque pensaba que se equivocaba al tratar de
establecer una ciencia de la experiencia mental sobre la base de especulacio­
nes eo torno a una “ sustancia pensante” . Se oponía al materialismo poique no
creía que una ciencia de la mente se pudiera desurullar por roedlo de las ín-
90 SísTBíHiuy /ffíJTjjfls psientógiciu conKm íO’t n v t í

v«9ti°acion 0s fíalfias del Ki^bro. Vl^undt sentía que d cítudio de Ji ftieuif tic be
ser ujia dco-cia de 1* expsiifliKia (y sn eíto co[>?oidalifl con Loa fEQumBluuiii-
gos).
Sin embalso. Wündt creía que l i psicolofila detiia ser Espeiimíiita]. achuLlz
(1^69) dice, citando a BoringL **La aplicacíún det mdíodo experinneittai el pro-
bleiria de la nmefite es un aeontecimienTo de sitigular importaniaii co k hkiode
ik la psicoJogíat un suceso que no puede compararse a ningún díid "' fcpíjiufe).
Tenemoi una fuan deLuJi con Wundt por haber instituido la psiefJfNgta coíTíO
jua ciencia eiípanmenta]. Citamos un pai^e de lo que él tieie que decir so­
bre el tema;

Es el Gxpcdmcnto, entonces, el que ha aido el oíÍ kh del decidido


avance de la eiefvcin natural, y ha pTudüuido esas rcvütiicipn.eser nues­
tras opiiiruiicsi uienliUcas. ApUquenius ahora cL experimento ü la cien­
cia de la mente. Debemos recordar que en cada tama di k brttcstiga-
ciñn el método experimental asuine una ÍTonna especial, oe acLeído
cüu la naluiaJeza óe los hechos investí^dos, Dn la psicología ejicon-
tramos que sólo ac^uellns renñmenr>t raentalei diTectaitlimk asequi-
bies a las iníljencias físicas pueden ser objeto de expcrúnenlsiclón.
No puikaios experimEntET sobre k propia loetite, sino solo lohrc La
flctlvidaJ de sus instrumentos externos: loí é tg ^ o s de los seutídos y
del movlndentú, que están reiaciniadoa fmiitiücialmeiiie cen ItH pro­
cesos mentales. (1094. pég. lU.)

El ohjetu de esludíjo ie la psicología era Ja expSTicticUí ítimcJaiis. pot op^'


síciün í ia Éjf/ífirtóticíff mfíííaríf. Para Wundi, experiencia mediata era k expe-
tienpia utüjiada come m ciio para conocer algo distinto de la cxpírknok mis­
ma. EsLe es d modo USUaI en que ntílhunnos k experienick aJ adquirir cono­
cimientos sobre el mando. EtecimjüS 'l a hoja es vflrde” ;elio implica que nues­
tro interés piimajio osli en k bnja, no en el hecho de que estemos tcnicndD
la experiicticia de lo verce, ExperiEnck intiiediata, en cjitibto, seria para Wrmdt
ta expcriencLi per se, y k Lacea de la psicología ctb. estudiar csla experienda
inmediata en sí inianna, Esta distinción bo teraonu a La que eiecluQ Locloe en-
-tie cuaJidiides prímaiiqí y secundarias, y anticipa la distinción do Tltehener
entra los objetos de estudio de la psicología y la fiBíca- SI Irtentanms dssi^-
bif lg experiencia qite tenemos en lelación coq un doler de maclaí-, nosesia-
itins ocupindo de la exparieiicía iiuncdiaui. Sin enibargio, el junio con el den­
tista. ccpfiiicn^ainos a crriple^ la expciicneia para descubrir el luiar y la itelu-
rile^ta Je k rliñcultad que Lüs lleva a tener la. experiencia del dolor ilfr mudlirS,
habrertius pamdo a la experrienciji mediata. Es cvídeiite que en caJs c,*o la
expetíe-icía es, en princhiici, k misma. Solo nuestros prupósitefi cambian, y con
éstos piosiblemeiiie los arzeetns Je la cxperieucÍLi a la que pmsUiiiios atención.
En consecucncji, el Túdito inttrresado sólo en k. cxpcrricncie medktd,
p«ro ál pEieólogo wuTidtianjü estudia k experiencia inmediatk. El mét^cn ¿e
estuálú habría de ser la Biim^Nrcción, o S^bstbtudacíituTig (aultiübKrvacióitj.
La inirospección era k nbaervEición conrroísds de los contenidos de coLcien-
d a b^i'3 condiCioDes experimentales. La irtrcspeoción no expenrasniíl era
EstntrturBbsAiO 91

inuti] p an lüs íines cieotíficos. Wundt aclgiú su posición eii el prólogo a Ptln-
íiipioi de psicohgia friw/íípicj:

Todu ubscrvaciÓFi exacta implica que dL ubjclo dc observación (en


este caso ni proceso psíquico) pueda ser finnernenic fijaio por lu
atendÚE, y que puedan seguirse atentaoiente loa eamhioa que er él se
produ?xt4n. V esta Qjacion por medio do le atención implica a su vez,
que ef objeto observado res independiente del observador. Ahora bien,
es obvio que Ll iiidependcjicia requerida no puede obtenerse en un
iniento de autoobservación directa, sin la ayuda de Is experimenta­
ción. Kl e.qfiierz.o por observarse introduce inevitahleirtentc cambioa
en el curso de los acuritcciiiiiBJitüS jLieiibJci —cambios que podrían
ito lisber ocurrido lin eao , y cuya consecitencia usual es qtie d pm-
oeso iqrie debía observarse desaparezca de ta cnnctencii. En primer lugar
(al métotíti experiincnlal) crea ks condiciones externas que upuntaa
a la pnoducciún de un determiDado proceso mental en uri momentcj
dado, lir segundo lu p r, permite al observador ta! dominio d i la sJ-
[unción general, que el csladu de conciencia qu t ■compaña a este pro-
ceso se m aníicntcaa ain cambioa. (i9U4,píg. 45.)

Wundt c itíJ que U mente y el cueipc eran sisteinaí pataklos, pero no ínte-
ractuiuilcs. De este modu la mente no dependía del cuerpo, y podía astudiir-
sela iiirectamcnrc con provecho. FocmaliheotE se hablaba de '‘psíccdogii fi-
ajoíógíica” , pero la expUcacióiTde la mente por medio del estudio de la Elsiolo-
gía vendría más larde. Wnridt no pensaba, sin embargo, que Ja inErospeccion
fuem 1,1 única fuente del conocimiento pticologicoL

rodemos agregar que, afortunadaineale para k ciendn, hay otras fuer-


rea de conocirtiionto psicológico objetivo, a las que poJeinos accedci
en el momento iitJsmo en que nos falla el oré todo expctiracnliJ. , .
Por lo taiuo, la pajcologia Expeiinieuta] y U psicclngía élnka fottiiati
lut príticipáleí departamentos ele la paicología cietilifica. Se ccítiple-
incntdn con la psiculugía iufanril y la psicología anima], que junta-
mente con la psicDlogia ¿tilica irtsntan rc'solver el p.roblema de la p-íi-
cogéneás. Por .íiipuesto., quienes tiabijan en ertoa campos pueden apru-
vechji díintru de cierros límites las ventejaa del mdtodo experimental.
Pero aquí sólo « trata de lá observación objetiva de l0( rtisultíidos dal
experimentu, y por consiguiBiitE el niítodo experímenLal píaide U si3‘
lliñcaEion peculiar que poace cumy im t rumen to de introspección.
U W .p á e 5 )

Pdi 1u tanto, Wimdt recímocia formalnMutí Uiétodos y áreas d( k psieulo-


g k diferentes de aquelloi cü los cuales sitaba niás inlcícsado. Además, fio se
llmlió a hablar sobre la psicología ítniCi: pubikó üier volúinciu:* de su Vüllxr-
pxyrhfiiúiie U900-I90Ó) ciiire l'íOO yíSu muerte en 19J0. Sf “ se limiló s ha­
blar" sobre psicülogítt íilfaiitil y anitrlíl. Su libio Vorlesungen ü ó f/ títe Mem-
í.-Aen Hfl(í ThisríÉek (2*. ed, itv. 1R92] dedica sólo 36 Je sui 4S4 p á p iu t j la
psicología Hnimal Las pnbiicracioiies de Wundt y lat de sus Jiscípulos indican
92 Sistemas y teorías ptlcoiógicof contemporáneos

que adjudicaba una imporiaucii tiiuchu menor a esos aspectos <tc la psicología.
Aunque existen algunas irregularidades en su tratamiento de la p^ulogia,
hay muchas más en el cuadro que tiene el psicólogo modcnio de la psicología
wundüana Muchas veces tendemos a estereotipar o parodiar la posición de ca­
si todas las figuras históricas, pero con Wiindl y Titchener el tratamiento ha
sido particularmente injusto. Anderson (1971) presentó una lista con enuncia­
dos de Wundt a un grupo de estudiantes de nivel avanzado y les pidió que aparea­
ran las citas a los nombres de un grupo de figuras destacadas en la historia de
la psicología, entre las cuales figuraba Wundt. Por cierto, cci ningún caso el
nombre de Wundt fue el a s ila d o con mayor Irecuencia a ninguna do las citas,
aun cuando todas le pertenecían. Era evidente que los estudiantes consldera-
baii que muchos de los enunciados eran demasiado modernos o tenían una
urícntadem demasiado experlmentai o conductista como pam provenir de di.
Wundt concebía el problema de la psicología experimental bajo lies aspec­
tos; descomponer los procesos conscientes en sus elementos, descubrir cómo
están conectados y determinar las leyes de su conexión. La actitud de Wundt
hacia la cosa analizada y hacia la conciencia daba cabida a cierta ambigüe­
dad. De manera explícita hablaba de procesfíi mentales y no de contenidos
mentales (11^44); “ Bn realidad, tas ideas, al igual que todas las demás expe­
riencias mentales, no son objetos sino procesos, acontecimientos" (pág. 2.16).
$in embargo, era difícil ver a la psicología como la a e n d a que buscaba los
elementos de un proceso. El resultado de la falta de claridad fue la acusación
de elemenialismo estático: de considerar a los contenidos de conciencia como
si fueran elementos estáticos, estructurales. Se asignó a la escuela el nombre
de "existencialismo” , porque parecía que consideraba los elementos de la con­
ciencia tan existentes como los objetos físicos. £1 uabajo experimental en Lei­
pzig parecía a veces justificar las acusaciones de ios críticos, a pesar üc la ais-
temática oposición de Wundt a esa manera de ver su psicología. No obstan­
te, la descripción que hizo Boring (1950) sobre la dononünación de la psico­
logía estntcluralista es un hermoso resumen del tratamiento general acordado
a esta psicología en los Estados Unidos: ‘l-os enemigas de esta psicología
ortodoxa la nombran, pero siempre de acuerdo con lo que más les disgusta
en ella’* (pág. 431).
Bringmann, Balance y Evans (197.5) atribuyen al último ayudante de Wimdl.
Friedrich .Sander, haber dicho que éste, en su ancianidad, era un hombre ablan­
dado pur el tiempo, cansado de controversias y afecto a las anécdotas: la cla­
se de abuelo que a todos nos hubiese pecado tener; y. hablando como psi­
cólogos, él fue el “abuelo” profesional que en efecto tuvimos. A él probable­
mente no le habrían importado las opiniones de tus críticos y cuando pensara
en el asunin, podría sentirse orgulloso del hecho de haber enseñado a 24.000
estudiantes. En el verano (te 1977, mi esposa y yo (Hillix) estábamos junto
al hermoso sepulcro de Wundt y su familia, cuando un pequeño pájaro se po­
só sobre la mano de ella. Wundt. que nos da la bienvenida” , exclamó.
¡Es de esperar que el experimentalista Wundt ^cnta se haya ablandado tanto
como para aprobar
Ktíructuralismo 93

Otros psicólogos europeos


Aunque evidentemente fue Wundt el ststematízadcff y el CNrginizador más impor­
tante en los primeros días formativos de ia pacdogfa, no fue de ninguna mane­
ra ci único psicólogo europeo que inlluyó en Titchener. Muchos siguieron m is
o menos de cerca a Wundt. pero otros sutgieton óe una línea diferente. Nin-
guiiu de cllua, 'á&\ ouibaqto, üisciepú con Wundt respecto de la importancia
central de la introspección como el método a ser empleado en psicología. Co­
mo lo ha indicado Boring (1953) en su trabajo sobre la historia de la intros­
pección. ninguno de los primeros psicólc^^s pensaba que era un introspección
nisra; simpkmeme eran psicólogos, para quienes la Importancia de la intros­
pección era absolutamente axiomática. Los únicos argumentos se referían a
los detalles dcl método.
Entre los oo-wundtíaoos, posiblemente el más influyente fue Franz Brenta-
no (1838-1917), debido a los diversos efectos que tuvo dentro de la psicolo­
gía. Formado primeramente para el sacerdocio, obtuvo también el doctorado
en filosofía y ocupó cátedras universitarias de ftlosofta primero en Wurzburgo
y luego en Viena. Renunció al sacerdocio porque no podía aceptar la doctri­
no de la infalibilidad papal. Era conocido como un gran aristotélico, e influyó
sobre ia psicología de la C esult y el psicoanálisis además de ser un competi­
dor contemporáneo de Wundt y Titchener.
El nombre de Brentano se asocia con la psicología del acto. Su tesis fun­
damenta] es que la psicología debe estudiar los actos o procesos luciUalcs, y
no los contenidos mentales. Sostenía que los actos mentales se referían siem­
pre a objetos; por ejemplo, si consideramoa el oír como un acto rocmal, ésta
siempre se refiere a algo oído. En este caso, el verdadero acontecimiento men­
tal es el oír, que es un acto y no un contenido. Si vemos un color, nuevamen­
te es el ver lo que es mentid, no la cosa vista. Su Psychologie (1874) es la más
importante de sus pufalicacioocs psicológicas. Brentano fue básicamente un
filósofo ames que un científico, y un empirista antes que un experimentalista.
Influyó sobre ia pricología osiruciuraUsta por su oposición más que por cual­
quier contribución positiva, y ejerció también una fuerte influencia sobre la
fentMnenología.
Cari Stiunpf (1848-1936) fue el principal competidor directo de Wundt.
En 1894 se le adjudicó una cátedra de psicología alemana en la Universidad
de Berlín, cuando Wundt como decano de los psicólogos alemanes- pare­
cía la elección lógica. Hubo rumores de que fue cierta oposición por parte de
Helmholtz lo que impidió que Wundt obtuviera la designación. No existe,
ata embargo, prueba alguna que respalde esta hipótesis, y las propias afinos-
dones de Wundt en su autobiografía parecen negarlo. En cousecuencia, como
la mayoría de loe rumoies, éste no debería ser lepetído, y no lo sería si no
fuese Un sabroso.
Slum pf estaba fuertemente influido por Brentano. Esta influencia puede
haber sido la causa de que aceptara un tipo de intrnapección menos riguro­
so que el que W'undt consideraba aceptable. Sus diferencias de opinión se ma­
nifestaron en una acre discusión que sosiuvieiu» a lo lajgu üc una serie de
94 Sistemas y teorías psicológicos contemporáneos

publicaciunes. El prubicma «c rciaciomiba cun Ivb lonus, y I» cucstiúii era si


debían aceptarse los resultados de los expertos en introspección (Wvmdt) o de
los expertos en músico (StumpiY Stumpf, cuyo campo especial de investiga­
ción era la audición, y cuyo amor era la música, se rehusaba a aceptar los re­
sultados obtenidos en el laboratorio de Wundt. El desacuerdo era el que se po­
dría esperar entre un hombre que adoptaba un punto de visca m js fenome-
uoiógíco y uno (Wundt) que insistia en un cipo más analítico de introspec­
ción. Es a Husserl, uno de los discípulos de Stumpf, a quien se atribuye, por
lo general, el haber iniciado la fenomenología como una doctrina formal. Sin
embargo, Husserl había estudiado previamente con Brentano, y ese asociado-
nismo sumado a sus estudios con Stumpf bien puede haber ayudado a .nutrir
sus concepciones renuincnológicas. ;Nu liabría recibido esa fonDacioti con
Wundt o Titchener!
El laboratorio de Stumpf en Berlín nunca rivalizó con ei de Wundt en cuan­
to a extensión o intensidad de la investigación, pero hubo buena cantidad
de trabajos. Berlín produjo varios hombres que estairáin destinados a tener gran
üiiporlancia para el dc&arroUu de la psicología: Werllieüner, Kóldcr y Koffea,
los tres fundadores de la psicologúj de la Gcstalt; Kurt Lewin, un importante
expositor de la teoría del campo; Max Meyer, uno de los primeros conductis-
tas. Al igual que Brentano, Sluropf tuvo más significación por sus diferencias
con Titchener que por sus similitudes, aunque aceptaba sin cuestionarlo el
empleo de la introspección.
El psicólogo cxperimeatal más capa£ y productivo de la época fue G. E. .MU-
[1er (lSSO-1934). Pasó unos cuarenta años diri^endo el laboralorto de Cdttin-
gen. Su trabajo principal fue en los campos de h memoria, de la metodología
psicofísica y la visión. Con Pilzecker desarrolló la teoría de la interlerencia co­
mo explicación del olvido, y llamaron inhibición retroeciñ'a al fenómeno de
interferencia del aprendizaje ouevu con el viejo. .MüUer también refínó ^jus
técnicas psicofísicas de Pechncr y amplió la teoría de llering sobre la visión
de los colores.
.Mulle/ tuvo más éxito que Wundt y Stumpf en su intento de liberarse de la
tiinsofía y la metafísica, que habían sido sus propios intereses en un princi­
pio. En este sencido se parecía a Titchener, que también luchó para que no le es­
torbara un interés exucaivu por la fOosofía.
Oswaid KCÜpe (1862-1915) se formó en el laboratorio de Leipzig con Wundt.
y durante un tiempo más corto en el laboratorio de G o ttín ^n oon .Muller.
Mientras estaba en Leipzig. Külpe se hizo amigo de Titcl’.ener, perc posterior­
mente los dos hombres habrían de tener desacuerdos fundamentales. Külpe
no fue un representante de la ortodoxa wundiiana, co.mo lo fue Títenener
en lo esccickj.
l a primera porte de la carrera psicológica de KUlne transcurrió enere sv
fuerzos de investigación mis o menos clásicos. Publicó un libro de texto (IS9S)
que fue rápidamente tra ju d c a por Titchener, en el cual sólo íntsrtahn infor-
m ir sobre los hechos ecKpe recentales obtenidos medíante una cuidadosa intros­
pección ezpedmental Poso después fiie a Wurzburgo, conde d irijo una serie
de iogenicMft y sugesli«c-3 expermenlns introspectivos sobre el pensit, que óe-
r
t'stTucturaUimo 9S

mostraban que la tniiu$pecci6u clásica eia iacompleia. la continuidad del pen­


sar parecía eludir el análisis introspectivo ortodoxo. La interpretación Je loa
resultados que se hizo en Wurzburgo fue que había percqíciones impalpables
[impalpable awaretiesses] que no aparecían en la conciencia a la manera usual
de los contenidos, y que debía considerárselas funciones. Había que incluirlas,
sin embargo, como genuinos dalos de la cuncicucía. Al aceptar, en su concepto
de experiencia consciente, tamo los contenidos como las funciones (actos).
Külpe adhirió por igual a los puntos de vista de Brentano y a los de Wundt.
Külpe tuvo una relación más directa con Titchener, ya que formuló la dis­
tinción entre psierdogía y física sobre una base diferente de la de Wundt; para
Kúlpc. y luego para Titchener. la psicología se distinguía por su interés en la de­
pendencia de la experiencia respecto del orgonisnto que la sufre. Parece ser
que los dos psicólogos lomaron esta distinción de los (llósoros Macli y Avena-
rius, aunque también es evidente su relación con la distinción de Locke.

EL ESTRUCTURALISMO DE TITCHENER

Edward Bradford Titchener (1867-1927) era nativo de la ciudad inglesa de Chi-


chester. Después de estudiar en su tierra natal, donde se especializó como fi­
siólogo. se untó a los estudiosos que empezaban a acudir en masa a la nueva me­
ca de la ['isicología, Leipzig Estudió allí con Wundt durante üus aitos, desde
1890 hasta 1892, cuando partió hacia los Estados Unidos. Esos dos breves años
ba.staron para que Wundt dejara en él una marca indeleble. La evidente perso­
nalidad alemana de Titchener se ha convertido en una leyenda: su actitud au-
tocrática, la formalidad de sus clases magistrales vistiendo la toga académica,
incluso su rostro barbado le daban aspecto germánico. Cada clase era casi una
representación teatral, con una escenificación cuidadosamente preparada por loa
ayudantes. La presentación comenzaba puntualmente cc»i b aparición de T it­
chener barriendo el escenario con su toga, y continuaba a través de demostra­
ciones con l'itchener escoltado por sus hábiles ayudantes, para terminar con
la última parte de la clase que casi coincidía con la finaluadón de la hora.
Todos los años que vivió en Estados Unidos los pasó en la Universidad de
ComeD. Durante la mayor parle de osos treinta y cinco años fue verdadera­
mente una autoridad a la que había que tenei en cuenta, a pesar de que su psi­
cología de cuño wundtiano nunca fue bien aceptada por los pragmáticos nor­
teamericanos. Sin embargo, la mayor popularidad de b escuela fundunalbu y
la conductista fue haciendo sentir su efecto gradualmente. En los últimos años
de su vida transfirió su interés de la psicología al campo de la numismática y
murió rolatívamenie joven en 1927. Dejó tras él metas tan altas de erudición
que Boring, el mis famoso de sus discípulos y el autor de la histona de la psico-
logíi más conocida y aprecbda en Estados Unidos, diría más tarde que ya no
quedaban eruditos en la psioología iiurteaiticrícana. Una conjetura bastante pro­
bable es que Bering se estaba midiendo a sí mismo y estaba midiendo a loe de­
más con tas pautas de Titchener
96 Ssttetm ty teoréúi pskoiógicot comtmporáneos

El intdeuto aicmáji de Titcliesier es (an loaicado como su legendaria perso-


niliüad gennana, aunque no se lo haya destacado tanto. Hubo otros estudian­
tes no alemanes cuyo contacto con Wundt fue más prolongado que el de TU-
chener, pero que mostraron una marcada dewtación de la línea ortodoxa es­
tablecida pcw Wundt. una cantidad de esos estudiantes llegó de Norteamérica
y volvió a Norieaméticii. Qui/;á la cultura iuglcsa de la cual provenía Fitclte-
ner tuya tignideado una educación mis adecuada para la psicología alemana,
que el práctico e ^ írítu norteamericano. Wundt debía muclm a los empiriatas
ingleses y sin duda Titchener había sido iniluido ya en Inglaterra por esos pre­
cursores de Wundt. Incluso es posible que gran parte de! germanismo que se
percibía en su conducta estuviese m ésen h s ojo» de quienes lo c o n te m ^ b a n
—estadounidenses prcrviiKíanos todavía los que tal voz no sabían distinguir
entre una |)ersonalidad verdaderamente alemana y una europea. De todos mo­
dos, la pñct^ogía era para Thchener algo muy parecido a lo que fue para Wundt.
L'no de loe temas principales a lo largo de (oda su obra es el de la unidad de
la ciencia. Para él era evidente que todas las ciencias se erigían sobre el mismo
fundamento: el mundo de la experiencia huiuaiid. Cuando este tttundo era ob-
servado de modos diferentes, desarroUábaiise también ciencias diferentes. Por
ejemplo, Titchener creía que del mismo modo que la física se había desarrolla­
do cuando la gente comenzó a consideTar el mundo como una vasta máquina,
así también lo estaba haciendo b psicología, a medida que la gente considera­
ba la mente como un conjunto de experiencias sujetas a leyes psicológicas.
Pura ejcmpUIicur más aun esta idea de la unkluü cIciitíGcd, en vanas ocasiones
trazó paralelos entre la entonces ciencia nádente de la psicología y ciencias
más establecidas conxila bkrfog&(1898)y la física y la química (1910).
Titchener (1910) creía que el sello distintiva ^ 1 método dentífteo era la
observación, que. en su ojHníón, incluía también la experimentación. Veía el
experimenfo como una otoervación que se podía repetir, aislar y variar, ase­
gurando de tal forma U exactitud y la claridad. Distinguid luego entre el Üpo
de observación propio de la ck n d a física (ntiiar hada afuera) y la observación
psicológica o introspecciím (mirar hacia adentro).
Los estados de conciencia eran los objetos projMos de ese estudio psicoló­
gico. Lanzó virtuabnentc la psícedogía estructuralísta en los Estados Unidos,
en su Trabajo “TIte peattUates of a structural psychology**. en el que podía
leerse.

La biología, dennida en su sentido más amplio como la ciencia de la


vida y de las cosas vivas, se divide en tres partes, o puede ser enfoca­
da d^d e tres puntos de vista. Podemos explorarla estructura de un or­
ganismo, sin preocupamos por su fundóii, determinando sus parles
componentes mediante d análisis, y exhibiendo mediante la síntesis
el modo en que se fom u a punir de sus partes. . . Encontraiiius un
paralelo con la morfología en una porción muy importante de la **pÁ-
colegía experimental” . La meta primaria del psicólogo experimen­
tal ha rido analizar la estructura de la mente, desenredar los procesos
elemenídies cjeí eatbeoüo de la «ocjsiencía. o (sí ae ooe permite cam-
Htt/ucPifalisrofl 97

biar de metáfnra) aislar los constituyentes de una formación cons-


cieutc duda. Su tarea es una vivisección, pero una vivisección que ofre­
cerá resultados estructurales y no funcionales. Intenta descubrir, ante
todo, qué hay allí y en qué cantidad, no para qué está. (1898. págs.
449-450; véase también Dennis. 1948, pig. 366.)

Es difícil decidir, en base a esta cita, qué pensaba exactamente Titchener


sobre la mente y la conciencia. Cambia de metáfora, de manera consciente,
en medio de la frase. Por el contexto parecería que el conjunto de sus escritos
y su pcnsamienlo se adapta mejor a la segunda metáfora, aunque en su escrito
más riguroso y escrupuloso habla de la conciencia como algo compuesto de
procesos más que de elem enta. Con todo, la palabra estructura y la actitud
biolópea hacia la morfoíogia, otorgan statiM de realidad a la conciencia, por
vía de uita analogíii.
No hay base alguna para suponer que el fundador de la rama norteameri­
cana del eatructuralismo haya rechazado el funcionali&mo. Respecto de este
tema, R. 1. Waison efectúa esta categórica declaración:

Algunas veces se ha simplificado en exceso la descripción del sistema


de Titchener. Següo los críticos era un cstructuralista. y con esto
querían significar que su interés se centraba en los elementos estáti­
cos de la experiencia, y no en el estudio funcional del proceso de la
experiencia al que adherían James y otros, listo sencillamente no es
verdad. No hay duda de que él utilizó material funcicmal, y es fácil
que se considere que los liallazgos de la pticofísica, que coiisUtuían
uno de los segmentos principales de su sistema, dependían de las fun­
ciones de la discrimioacii^ y el juicio. Titchener aceptaba, sin amba­
ges, la existencia de un aspecto funcional de la psicología. (1968,
pág. 393.)

Sin embargo, un crítico contumaz podría argüir que Titchener lamentaba


la existeiKiis del funcionalumo, si bien ío recomtcia,
Titchener definía la conciencia como la suma tota] de las experiencias de
una persona, tal como están en un momento dado. Encendía la mente cemo
la suma total de las experíenciia tk una persorui consideradas como algo de­
pendiente de la persona- desde su nacimiento hasta su muerte. Así, decía:

En nuestra interprciadón, ‘'mente” significa simplemente la suma total


de loe procesos mentales experimentadoa por el individuo durante su
vida, l i s ideas, los sentimientos,loa impulsos, etc., ion procesos menta­
les. la cantidad total de ideas, sentimientos, impuúoa, etc., experimen­
tados por m í durante nd vida.constiluyeand "mente” . (1899. pág. 12.)

Titcheiter señaló también tres problemas para la psiccdogía, muy similares a


los planteados por Wundt:

La meta del psicólogo es trifác: 1) analizar la experiencia mental con­


creta (real) en sus componentes más simples, 2} descubrir cómo ae com-
pff Siitcmax y íeorí^li prícvlógicoi cvnlemparán^ot

húiaD e30S elementos, cuílei son las ¡eyes que gobiernaíi su eumbina-
ci6n, y 3) coiifictíiilos con sus contlidoiifs Rsiodógicas (eorporalcsV

J'ilcharer modiücó Is distinción hedía por Wupdi entre píiwlogfa y física,


ad□piando al respecto ura pcadóti similar a la de KülpE. No podía convenli
con Wundt en que la fíy'ia estudiara la experiencia medista y la pakoloEÍa la
expciiencút inmediata; pensaba que toda experieticia debía consideraíse inme­
diata. Lb distinción estabfl nnás bian en Is sítitu d adoptada:' batía el estudio de
Is experiencia, sictnpie inmediata, til físico KStudlftiía la experiercia coma algo
jndepentilente de In persona que Ja sKperimBnta. mientras que el psicólogo la
cstudÚLTÍa en la triedtda en quo depende dc Ja persona.
PndTÍa ühjítíise que. a paríir de Hessel, los astíónomos ec ínuíresfiron mucho
£11 la de pendencia de la expedencia respecto del observador, y que lo nusmo
ocurre con los físicos. La níplíca a tal objeción sería que el Interes de los ffai-
coe por el papel del obaervádor 3* debe sólo fli deseo de que las observaciones
vuehran a ser comple timen te conriables e indepciuJicnies del ubservidoi, tra­
tándose aií de un ejemplo más de la aclilud básica de los físicos, y ro de una
excepción.
El ccmccpto de dmsr def eiíí!míito, creada por Titchener, se refacicini cor la
diEtiiiciÓD entre psicología y física. Pain i ’itchenei, el error díl esrímnlo cíjü-
sislc ún atender a fe infomiar sobre) las propiedades cnnaddas Jcl estímulo,
íuás que a la experiencia sensorial luisnia, Piobahlementí sea ¿ste el error mas
impórtame y obvio en que incurren quienes practican l i Introaptcción cuando
no están sufidcai tementÉ eturenadoe. TitchEner señaló que esta tendeneia a des­
cribir el catado consciente en términoí del estímulo más que ds Ja experiencia
per ne. es beneficiosa y oeoesaiia eo la vida cotidiana. En todos nosotros se
desarrollfln fuertes liábitos de este tipo, ys que de ordinario k i re apure slai efec­
tivas son las que se producen ante el carácter objetivo del estímulo, Pero si uno
quiere llegar a ser un observador psicológico adecuado, debe desaprender esos
[uBrtcs hábitos y U única manera de hacerln es a iravís de Jn nuevo s (sitcnsivct
esfuerza de apiíndázaje. Así, el sujeto entrenado para la üitrospccdón es al
guien que apiende a ignorar lo» ubictoa y eventos como talca, y a concejitrarBe
en canibiü en U experiencia «Hisríen'tE pura.
Uii buen ejemplo de cata si’tuación es el empico de uns p&íitslla de reilijccíón
en k invtsiigación visual. Si el experniiditadtjr pcmiilie que el sujeto vea el
objeta estímulo y también la iluminación que da sobre el, el sujeta informará
que un pedazo de papel blanco es blanco, aun cuando ejt¿ pocu iluminado y
en realidad refleje menus vnergía lumlníwa que un (ledíiiio de carbón sometido
a una iluiidnacJón bríUaiite- El juicio común de loa sujetos no entrenados es que
el papel es más ck ro que d carbón. El error del cstimuln puede eliminiiHe por
media de m u pantalla de reducción, que sólo peimitc ver una pequeíla partt
del Objeto EstíitiuJn, a travéi de una especie tic aüsbadero. El Jisposirivo im-
pidfi que d sujEtn ves la natucuJeza del objetu o la canlidüd de iluminación,
y de fisit iníjdo su juicio obedece al ‘■'v'iirtlatlEro caráciír de la experiencia
sersuital uslada; » Uamú “ grit udeuro’* a un pedazo de pap<d Naneo poco
íittmctliralixfno n

¡luiTunado, y ‘'gris claro" a un pedazo de carbón negro tluminadu briüaRlBinien'


lE. Estus líltiiiius juicios están de acuerdo con I3» eneig/as iísicas de los
estftriuioa, aunque son poco cxaeloi linnio desiíripciimcj do las refleeüvidadiea
del uarbén y el papel. Ningún tJpo de descripción sensoiial es mi£ verdadero
que Qizo. en un sentido ulünio. Lüi cstiuelnralktas buscaban la rtescripetón
que se curreladonára más estrechamente con la estimulación momertinca.
Titchener creía necesario que se construyera una especie de parilallu de leduc-
clón dentro de cada sujeto que practicara la introspeDción., rnediante un entre-
mmlenta trieíisivo. Los fídeoit y todus Jud ütios bien tíñeos cometen el error
del esLiitiulo como co.ss natural, Quieren informar sobre sus ubiervadoriies de
una manera que concueide con eí icaráctcr objEÜVü del estímiJio, pnescitidien-
do de lüs efectos monietitireoa que puedan estar detemiinajido su perteptión
del estimula cu Un momento üído. 561o los pricófngcks intiDspeccionistas quie­
ren cttnocerel earáctei puro de la expetienda pTesenle.
Titchener cn-ítñaba que la psicología debía estudiarla expericujcia tal cemtj
Ssta parece existir cuando intcitluiiiM separarla dtl aprendizaje; esto es, no de­
bemos atifltuarle significado. Eses significados se ligan a los egtímulus a [laves
dcl proceso de aprendiíajei y ntteslías íeaccímies anre los estímulo* incorparan
tan dtreclajnejite las experiencias rela.ciunadaii, que el “ prjrceptü'' deja de asr
rniproduLio del estímulo solamente.
Titchener exorcizó la psicología infantil y la psiculogm animal, apartándo­
las dfil cuerpo príueipal, coSa que segiin vinios no hizo Wundt, Titcheiiei no ne­
gaba que el estudio de k conducta de los niños y los animales piopoicíunara
jiiformación valiosa; más bkn negaba que la iitrurmación proporciortuda fuera
p!ict4dsica.
El terco experimentalismo de Wundt ttivo una expresión quizá mái exa^ru-
da En Titchener. Este no s6lo aostenía que la psicología debía ser experimen­
tal: tambüín MStenía que debía ser pura. La LÍenciii jplicadu k parecía a Til-
cliener uim contradicción. Según di lo veía, loa clentílicufi debían mantenerse
al margen de consíderacionei sobre el valor piáctiío de lo que « tán haciendo.
Iln conaecviincía, nunca aceptó que las trabajos sobre las diferencias Indivi­
duales hechns por Catlell y otros fueran una eonlribucióíi iinpuítanfe a lí píi-
colqgfu, Censiifó la noción de que líi función de la piicoíogía fuera la búsque­
da de medios pura auxilkr u las meiitci cufennas Negaba de una niítncra Cáus­
tica la puríbílídad de que alguien üeyara a psícóloio a través de un proceso de
auToexiunLnación defectuoso, na entrenada
En un principio* Titchener íictpíó el parslelismo pacofíslco de Wundt co­
mo snlucíón pric.tici para el problema mante-cuerpo. pero en realidad la filo­
sofía iiü le intereiaba. Lo aceptó porque le pemriitía continuar el estudio de la
psicología con I3 metüdologín en la cuai creía. Como Wundt. TitchiciiEr exalta­
ba la Queva libertad dc la píicofogfs fejpechr de la eapMulación filoflófíca. Por
consiguiente, advertimos en eatoa dos profesionnles de una Lriencia blsoña jua
tendencia deiltíHca, plenamente madura, a dar por ssntada la ñlosofía, conii-
djeraila Inaplicablic y llevar la actitud filosófica antinte tafJatea de Ifume i k
^váctica de laboratorio.
Seirtían que caía nucvu libcrtid —qut signifícuhii independtzotse de ¡e filo-
lOV Sísífiffwí _jí teorfax psicotógicos cottlempcrgnmí

Su JVh— fjruvcaid tn par Le ile su umpletu del iiiéludü expcruiicníal. El e;ip«n.<


IDElito psicülágúo debía ssí una instrckSpecclón conLnciiadai manteniéndose
constantes Uis estajos de concientríii mcdiínite Im eondicíanjeí eAlíriunes, y va­
riándole unn fiíir vez los factorej Jnterviniertes en Ja situación^ tu diferentes
experímertos. El experirnentador ¡;úIü necesitaba curatm ir apatatns-, pensai
y explicar el problejitii, y registrar tos conientópoíi del üittoipectoi entrenado.

LA MHTODOJjÜÜJ A DEL ESTRLCTUltALI SMO

P an Tttchener, como para Wundl, la tccDica de investi^ción era la introspet'


d ó n ; pero lid i;omo se lia indicado, la ínurospeccLÚii de Titcluiier er« mi pro-
cedímientD más formalizado y ejercitadQ que ia.SelhiítuínfJtirfifuHg ilp Wundt.
Según ritcheücr, sido los observadores excepcionalmente bien eíitrenados ím>-
díati reaEiz,ar eientfficaiiiente la introspeedín.
En un ajiálisb que liacc tic Ja fcnomcnologii, puede CDetreitrarsc im ejcmplQ
do sus opinioncj ¡«tire los observadorcj ingenuo!;

En el presente conté silo, un iniorme lénomtnolóíioo de la mcnle sig­


nifica para mí un informe que se pruponu turnar los fenErmenus men-
lales en su vnior aparente, que los registra tai como se ‘’dan" en la ex­
periencia cotidiana; el informe proporcionado por un observador iíl-
Kenuu, ilt? sfliitidu común, nu cieniíticu, que liidavia nu ha adoptado
Ib actitud E.ipecíal del psicúlogo, . , Hablando con rigor, es míls que
dudosa la posibilidad de oh temer Si^mieianle inronnje (1P12 , pág.
4R9),

Ks evidente que litchensr no favorecía el empleo de observadores no en-


inerados: tampoco en esta ocaiíún favorecía a ía fínomciiología como cacucía.
A luí ubservadüies no entrenaidoí les resulta Jiffcil decir enjctatnejite qiié
ipren.den a hacer los obscrvaiiotcs entronados. Con el transcufau de las años,
la introspeccjñii cambio en alguna inedida. Aparentemente, Titchener pensaba
que la intruipeccíóm Se iba haciéndú más rctiíiada y m is échciuJ en sus aplica­
ciones, Comentaba 0913a); "Kueairos estudiantes de los cursos superiores —es
cÍErlu Liuc culi ini ejiEeuíunienLuinuy Sü[s:rior eJ de jiqesLni netieiaciüii—se abu­
ra r a las taneai tntrospectivas con una diaposición alegre que nunca hubiéraiuns
sonado ” (pSfi. 427).
Aun así atinqun Se nos diüC qlic los-estudisoites uicjonllBin en algo leSLilta
difícil para un observador exteiloT saber con certeza en qué mejoiaban, Se ha
Jiclio que la imsLrgspeccjúii es la ubservatíon díieclH de la turiciencia, de lus
Firotcsuí iiieriEsles, Sin embaígti, Titchener decía <19126): “El eim u sísuidu
por Un (ibKnfHdor müsiraní variadoiici de delalk du acueñlü con la naturaleza
rtc los estados de conciencia ohse-rvadüs, el propósito del espeiiinento y las ins-
[riitdoiKS dadas por el cspdrimeniidof. ütLrtispeccióii es, pues, un téntiinn ge-
néricD, y cubre un grupa indefinidamente amplío de procedimientíts metedoífi-
tiÍM*»ca|it;iíffleos" (píígAKS).
¡^itruetufvltsmo ie ¡

Al mismo TitchcDer no paneüe haberle lido fSc3 encontrar una definicíári


satísfactnria rie la íntrnspecciAn. y cayó en la eipecííicacióji de Las condiciodíi
experimentales, un loable procedijniento operBiciotuI. ¿Pero no h»y enton-
DCB msgDs comunes entre las diTejenics epUcyciunEs def término? ¿JJabri segu-
rarnenfe una autocondencia acerca de U introspccciúo, un saber de la obser-
iracjon? No, acuerdo con TílchaneT (1912a): "Ai sie n d o ftnófnetto ba}ü
odííefvsción, fll obseivadoi en psígolofifa —no menos que el observador en fí­
sica— üiviíla por compléto prsíísr afátmión míyieírinQ al esiado df: ntuPTViitsdrt "
(pág- 443), Titchener, y Wundt antes que íl, neoonociú que Ifl sutocDncicncU
podía inleiicrir con las fenómenos bajo observuelúii y de cato mudo invalidar
3db resultadas (véanse las ciídcfis a la introspección que se ofieceu mas ade­
lante, en este Capitido).
SI Ja descripclúti de lo introspección hecha por Titchener es correcta y cúm-
pleta, parecería que es píKtí lo que tunemos que cuestíonar. No habría diferen­
cial entre el Lnfonne del psicólogo y el del físico sobre la misma cosa. Pero Tit­
chener estaba hablando de un sujete erííreiiíiíiy para |a Introspccdóo. ¿Qué
ocurre con las observaeioíts a medida que se vaí^ entrenando? Notamos que dan
informes verbales desde e1 principio, Np aegamos que en ffáca se pueden obte­
ner interesantes resultados aceptando Ips ínfojuioi de otroa experimentadores
que describen lo que han visto, y los demás investigadores no cuestiotiao el he-
^ 0 de que nosolfOJ hayamos visto ciertas tosas. Aceptamos los ténmiius dei
infoíTifie de otra persona, con la única reserva ds que ésta pueda decirnos exac­
tamente que quiere decir, sclíalaitdo un ejemplo, si es necesario.
Pero el observador que aprende a inLro&pccciúiiiii está en atiurdún dilBien-
tc. Cierto tipo de tenniuns, que podemos llamar “ térniinos-BgJiiiicidos" no
ía aceptan. Un paícóiogo estructur^ítta r,o k interesa dentíficamente por el
enunciarlo “veo una rnesa‘^, porque “ mesa’' es una palabra sieniGcativa, basa­
da en el ctmocimíentQ previo del agregado de seosaciones visuales / táctiles
por el cual identificamos lu nieyu. Lus paicúiluKDi esiruciuialútsj cieeri Intere-
aarsc en este agregada como algn carente de signííncado; no quieren el agrega­
do resumido en una páUbra-dgniJieadüj. porque fes intnivEaii los contenidas
directos de la experiencia, y uo las mfereDCiás que se hacen sobre la base de
los contenidos. Ue modo que. cuando un observador dice se le previe­
ne Contra *1 eriur del cstíinulu. y Lemii[ii pur excluii este tipo de palabra de
su vccabnlaHo profeaiunal, ¿Qu¿ paiabias quedan Entoncea? ¿Quedar sofe-
mente aquellas que no tinnien refereutes externcia. aín» sólo tefe rentes en la ex­
periencia? NuevameriEe. es una cuestión difídl. Wundt y Ttídiener insisifan
en que las cxmEticiunes externas debían coitrnlnrw cuidadorm ento, para po­
der (Ifiterminai ton mayor precisión los coíitenidos de concietteia y para que
la inistiia cusa pudiera ser cxperiiucntadn pur m ú de un ubservadPT, petmitLen.-
da aaí una veiiricaicjón reciproca de los resultados del expcrimentí). Scrfi en-
tom:«a posible un vocabulario apto pats la Imea, basado «n Ins aspectos camu-
nés de las experiencia^ llevadas a cabo bajo condiciones cuidadosamente con­
troladas. DesptJés de todo, ¿de qué otra maneta adoptamos una.conrencrór] pa­
re el sÉgiúficedu de li palabra mesal Una iníeníndu razgnable es la de que con-
I(Ú ¿aal’Cniaí y tsorftíi pílcol^fk^i PDvi tett^poránfos

fromamos aquella parte de due^lra esperte usta que ooune siempre cuanfío otros
emplean la palabra mexi. Por Ju tanto, párete imposible crear un lenguaje, o
uso de! Ictigiiajc, ücl tipo re querido por ios estmcturalistas. Sin eíiibargu, debe
ser íiácíl correlacionar laa pafabras cod objetos que con cxpcrÍDiidas, ya
que dentro de la a e n d i loi lenguajes de obj-etus que tenemos son mis útiles que
los lenguajes de e^periet)cias. Para quien praoticn la introspeccifin, la tarca ^Ic
aldur aquel aspecto de su müjpple experiencia al cual se aplica una palabra par­
ticular puede wr muy difícil. Ciertanieiite, Jos mlroapecLores no pueden poiicr-
íti de áüuírdq sobre el aapeeto coricspandienie mediante el expediente Je se­
ñalarlo, ct}ino í t hace eii el caso de los objetos. Los dedos de ly niaJiD no se adap-
Laidn a los alcances mús remotus del mundo de la expetícncia. No siempre hubo
acuerdo en tomo a los hallajE&os de la intruspección, íuii con un control muy
cuidadoso de laj crjudidunes. Si hubiera sido posible asegurar el suficitíute acuer-
do uíentíñcQ para los haliiTgoJ de la intiospeccirtíij la escuda estmcturalisía ae-
giiúrra siendo aún hoy una fueras vitiii.
Luego veremos que eso no fus posible. Mientras tanto, intentemos desciibu­
la infTtjspeccjúii, examinando aquellos de sus rasgos que puede compríodei un
paioólugD no introspectivo de hoy. Aunque pucJe ser inái que eso, !a intrnspei-.-
cián es por lo riicnos un tármino genérico que reúne varioi tipos de observaejón
llevados a Cabo en Ib pslcologi'a. [nvestrgadores diterentei, petr ejemplo los Je
Coriell y los (It WuizbuigO| tendieron a utOí^ai subvariedudes diferentes. La va­
riedad de ubservaclfin vigente en Cotnell se llevaba a cabo bajo condiciones de
taburdtoDu, donde el investigador determinaba cuidadosamente la situacidn es-
timulajite, iticluyendo las instrucciones. Silo se utilizaban sujetos que hubieran
sido cuidadosamente entrañados por el mismo fiiveítigador □ por atrio investi­
gador versado en el m ítado. Entre otras cosas, clcntrenamienp} incluía la admo-
nlción de observar las con ten idos de Ja experiencia e informar sobre ellos, Tam­
bién indui'a castigos cuando d observador utilizaba lo que pndrííurifis llamar
“pilabfiM-Hiptiíicada'' a “paiabros-LoaLis" tal como noíottos CQncebímos or­
dinariamente este tipo de palabraa. Sin duda, se recompensa ha el eiiipku de las
palabrexconsidínidju como descriptivas de los estados conscícntei.
Para dar al lector algo del sabor del método introspectivo tal camo lo desa­
rrolló Titchener, reproducimos parte de un informe snbre iin experimento de
intr(3specci6n. Se liabia instruido a los observadores (fís) C. y f . para que ínfor-
rnanm sobre sus im ág^et tnnéskas, los estímulos utilizadus fueron formas geo-
metticaí Jg diversos colores. El informe de Murray dice así;

1. /Hím^eCfiíwies, Modo de apanción de la iniageti. Por regln general,


fa imagen mnésíca aparece espoutáneamenie al cuinienzo del periodo
de registra, o en el período precedente de la postimagen. Luego de
csu reaparece con intervalas regulares,, que por lo general anmenlan
hada el final iJel minuto. En unas pocas ocasiones, inforimi C., lainia-
gjen era aparentemente provocada por Círtitraccianes ea&uaíes del glo­
bo Je! ojo o del parpada, por la inspiraciárt, a auíomáticanicnts, por
la presión rítmica de la llove, Ocasíunatmente también, el obaervad-or
informa sobre una rtéhtl answtJad ante la falta mofnentánEi de la Ima­
gen, Y una ten taclóji dt provocar su aparición moviendo Ing ojos fÜ.C. j.
lí's^fUCiuraUsmv 103

fijándolos de m anen firme, o rccoídandci denllp tras detalle (O.P.),


1 . L o c i i s m c i ó n d e ¡a F n a g en . La imagen ntnésica apatecí; uSKalfníiLlú en la
iiiisnia dlreccióD y a la misma distancia qtied original. P. la distingue de
la postimagcn sensorial por su posLrion hacia afuera en la pam Jlj (.mien-
i ras la postimagen aparece “en los párpados"), y destaca que "su ipariojón
se Bcompaíia a inejiudo de la sefisación de vdlverie hacia ella". Oessiunal­
ma n te pqiace catar situada "en la cabeza" pero en este taso iii carácter
distintiva Jétninuye tnaterialíinente, Hjy abundiinics tcstimoiiins de
que esta locallEaclún se correladoiia con la presencia de elementos mó­
tales, males o ideadas, C., notando que la imagen rnnésica aparece
usualmente como un objeto con relaciones espaciales,unrma qUe en es­
te caso se bace presente "la sensaeióit de acíunodación", con una “ ten­
dencia a mover luü ojos y a tocaliácar la imagen dJreciarrienie en di es­
pacio". Cuanto menos real o4 cite sentimiento fde acomodación y cüti-
vergenciu), menos distinta es ta imagen. Así, hacia et fuial del período
de registro (según informa a voces C.) Jos imágenes se hacen manos vivi­
damente "visuales", ya cs-d no tns acompaffa ningunu tendencia ala fi-
jitción, y rio Se lixallzan eii uiiu purcíón duliriidu del campo visual si­
no vaESmente “un la caberj", un tipo de imagen que f.'. describe como
'■más subjetiva” y "mis puramente mnésica'*.
Probablemente también P. se refiriera a las setiRacJOues musculdres que
acompaiñan a la tijación, en su informe (de estilo menos concreto) so
bre el recuerda semiespantáfieo de las imá^iencs. “ Parezco diiiidr mi
atención hacia el ¡ugnr en que espero que aparezcáis imagen. 5i man­
tengo mi atención en e$é lug^r, probalilemente seguirán varias imági;-
nei más," Y adenás, "mi atenciúm vaodt rcspccLo dt] fugar Je fa tahia
cti que se espem la imagpn, luego se detiene, y debajo descubre la ima­
gen, A veces de una manera indlstihla; pero a medida que la atención
su dirige más decidí dame n le haeja la imagen, ésta va aumertlaitdo su
vivídez"
3. G ardeter in t tífrip iiitu d a la imír^en, Ram vez las imágenes son com­
pletas. Lo más Frecuentie es que se pierda la porciófi inferior dcievlia,
y que se diitinga más fiitirianieiife la superior izquierda, en eorccla-
dúri pirsibieiiKJi le vuu el ugrupinriicrilu canucicrísücu de iu página im­
presa y ul hábito de atender sobre lodo a In palabm del extremo supe­
rior iu]uJeTdo. F n ¡tí.i cawt.t quf. e l p rm to m f? t>x r o fi^ p ie to , i» u y pr f f -
b a l t i a n ^ n f e baya lanudas en d cuer]#ü principal de la figuia. No impar­
ta Id enmplíta O ÉJieoniplDEa que pueda ser en relación al anginal;La
imagpn —de Dcuerdn con lns infrurties más usuales- flpare-'oé y desapa-
reoe rclampagueajido uii tudo, sin crecer ni lilleraiíc,
pág?, 230-131.)

Después de este examen de ios problemas que se }ilaiiteaii d dcUnir la iniros-


pCcción, C3 probable que uno se sienta menos incUaado s refrsie de los infiu*;:!co­
sos esfuerzos por dierínrrl!i de aquellos que todavía se imeicsan vitalmente en
ella. NatSOLiIaS (í97ü) se desembaraza del problema de esta manera; ■"Aquí'lll-
traspección' es un térra i no relativamente neutro para lelcrirsc al procesa fu loa
priicBSüs) por meclii} del cual se llega en eí acto al conocimiento introspectivo''
ípág.^0].
IQ 4 Sistfiaea y Anivj'ít pníirtíít^iíWiiníMí

PROPOSICIONES EMPIRICAS

En la ciencÍA nn jqI d Iüs observaciiinas dcíenninan la leona; tmnbíín la leofi'a


determina lüS obaervacioftCí. La i pioposícíones empincaa dcl estnJCtJralisrnQ
nos paieoon hojr meicladai cor prerupueilüS (eútifioSj peío para la i ertruetu-
ralljtfts SUS proposiciones parteeíin basane directamente en la observad&n.
Lctt ircs elementos báídcos de la candciiclaj que se reniontaji a tos filósofos
empíristas írglcíies, parreian verificarse en la$ observacioucs iniruspcerivas de
Wundt y posMTrínrmentB de Titchcacr. lisos tres elementoi eran las wnstKio-
íifí, las imágenes y los ^nU snientaí Se peniaba qm los elementos eran básicos
y no susceptibJeade iina ulterior reduccifMi malítica.
Las imágenes eran los elementos de las idesa, y las sensacioiias los de la per-
cepciftfi. Se sutKinia m^b las iniágciiea {lilerfan Je las sensaciones por ser menos
vividas, menos claras, menos Intensas, y a v e« s itiencfl prolongadas. Tarto las
imágenes como los ssnaacionM tenían cuatro atiíbutaj básteos: cuatidad, jfert-
siíiiíí, íwteFiíiíiiji y pTíiíert^idsd.
La cualidad tenía un sijgnifpcado usual —una dilereTida de clase la atensidad
e n sÍQÚqimo de claridad, ííHo que un tipo de claridad que variaba eem la atón-
don lillas que con Us caiacrerjeticas ohietivas Je los estímulos; la iniensldad te­
nía su significado usual da fuerza y la protetisitiad designábala duraeJón tempo-
Til Je lü senBíieión o la imagen. Algún as modalidades sersoriilca producían sen-
saciones con un atributo adiicicmai: la essertsidaú cu eJ espado.
Titchencr vio que no era fácil distinguir la imagen de la sansftciím, pero sos*
[uvo que había por lo menos una diferencia de tipo cuantitativo; por ejemplo,
liabría un punto en k dimensión de atensidad en el cual la iinajien se volvería
sensación, k r estpe rime uto llevudo a cabo por Perky f I910>, en ComelJ, ilus­
tra la dincdtad Je decidir qué era imagen y qué sensación: sujetos a quienes se
pidió que “ proyectamn" una birmna sobre una pantalla blanca, no Informaron
sobre la aparición de un borroso dibujo de una banana que se proyectó rcahrien-
te sobre la pantalla, sino que atribuye ton la sensición a una ratMnentánea e mu-
sual claridad Je sus imágcnca; otros sujetos a quienes se qUe Observaran
Is banana real, üu int'ormarnb cuando fue quitada, nianlenícEiio aparentemen­
te una especie de equivalenie de la oscura scnsairión, por vía de su propia for­
mación de Imágenes. Debemos advertir que PerVy distinguía sirtrc imageii y sen­
sación sobre la base de U piesencií d ausencia de uib estímulfi objetivo; esta
distinción no m hast en 1ü5 eiíOtciiiJws consciente» y parece Incatigmanle desde
el punió de vista de un estrucluralista. Con tndo, clejípetintíruo da Perky plan­
teó la dudji sobre Ea distinción entre seoiadón e imagen, y como nüíultado hubo
una tendencia a hablar mía acerca de los atributo* de las sensacioruja, y menOB
uccrca de ílu: imágenes, lioring ( I ^50, pí£, 201) íita un ÉStperrmentg posterior de
Schauh f 19| 11 que aumiuisiriríii pruebas aun más convincentes de que k s üiiá-
genes podrían aer mía intensas que las senaacíores, pero sefíida que Titchener
creía en las conelusianej de Perky.
l a escuela de Wnrz.burgo entró en una acalorada couirnversia con Titchencr
su bit el tcjjia del “ pensomieTiío an imágenes" que ajquíUa arirmaba habEr“ des-
EsiTuetursVinui 105

ciiMerto” . La adrnisdón de ifli cutídad tiubleia exigida una revisión de] ptuilo de
vista de Títclteucf (a sai>er, que las imágenes eran los eleumitos de los pensa­
mientos). De modo que Titchenei rechazó las opuiioncB de Külpe y sus discípu­
los de Wurzhurgo, a quienes se untó, an la defensa de un pensamiento sin imáge­
nes, Bincl cu Fmuda y Woodwoith. de orientadóu iunciouiilista, en la Universi­
dad de Cglumbia. TUdhener sospecliaba qi« todos estos leaultados podnaii Jia-
bcrse oiigiiiailo en una intruspeotiún imperfecta; es decir, incompleta. No en-
címirú ninguna prueba evidente de U cxísteTicií. de este eJemento advenedizo,
este pendxuuento sin imágenes. Sus sujetos no ctHifirmiifoii los hallazgos de
Woodwflrlh, El veredicto de Titcbener fue que el llamado elemento de pensa-
TUTcrto ers probablemerte un complejo no analizado de sensaciones e imágenes
Iduestiésicas. a las que sienipíe ca difícil encootiar en la conciencia. También ex­
cluyó el elerneutu de “volumad". Un acto de volun^d em simplemente un com­
plejo de bnágcncs quc forman ideas aulioipadoma dt La acción.
Titchcrer pudo incluir la steneión en au sialema, mediante el inmple espe­
diente de asimilarla a k claridad de U sensiclón. Er alguros sujetos encontró
sqIq dos tipoi de claridaíl: uno central y claro, y ot.rn periférico y nscuio. En
ouoB sujetos tiabfa uiie progresión multteBcaloiiada de lo claro a lo oscuro.
Tichener rechazó la teoría liidíiiiciiiiuiial dd «eutiiiriciitu formulada pur
Wundi, De las tms dímensioncí íplacer-disflicef, tenítón-relajacióii, txdca-
cicu-calraa) retuvo idam ente la prim en. Las otras dos las redujo a seusaciones
e imágone», sobío todo kínesiésicjis. Por lo tanto, no debíjn ecmsídcraiite como
cancterístScas especiales del sentimiento; de hecho, no eran sentimientos en
absoluto.
Posteriormente Nafe ti 927), un discípulo de Trtchenef, redujo tambiiu
eiic únicíi atributo de scntimieTitu a «uwelones: d placer era una ' ‘ptEsi5u
aguda” localizada en el tronco a un nivel superior que la "presión sorda” del
dispiacíír. Sugirió que loe responsables ele ciítas scnsacittiies pudrían ser cierio*
cambios vxseulores. Si se aceptara el piriitD de vísta de Nafe, hasta el afecto se
leduclría a la sensación.
Hasta aquí hiomos e.xaminado la» propoiicioücs mía [iireCtajnEulc crup in­
cas <euiincÍBdones de resultados expeiimentales) que aceptau generalniEute
los estnicttifaliatas; aifitiiisii de ellas son flais.temáticflí, y cualquier psicólogo
puede aceptnrlur no importan sus ciMiiieias sisiematicas, Por ejemplo, el primer
capitulo ‘•empírico” d* Titcheriei en /!« autUnñ o f ( 1899) se tltu-
Id "La cualidad Je k aeniacLún” . Allí se csainiran k a cualidades de la* scnia-
cíone» visuales, auditivas, olfativas, gustativas y otras. Dada examen de esas
cualidades .te haía en un experimento o demostríitión.

EL ESTRUCTURALISMO COMO SKTEMA

O efm kifírf d e ía p sieo h g ia

La definición es iructujalista üe U paicología era "el estudio analitíco de lamente


huiTinna. adtilta, uormal, generalizada, qut se üeva a cabo mediimie lo rntriMpee-
lOñ Sixteman y tÉOriat finieeiidffeos eontetnperáneo^

áÓTi". Estü rtsuiii*: uucsUo fiJiLiJiieii previo; el téreiiiiio "geneíalizadji” iigrega fa


opinión cte Titcherer y de Wundt antea que el- de qjc la patcDlQgia no se in-
teiBBJi báskamentó bu las ditcrencias individunlfls, y lo dii “ Tiurnisl*’ cvelnye »
inentes perturbadaa a defectuosas.

Ppítutaduí bdsitOí

La expienión “ptratiilidos" alude, (Si?mo ea imiuml, a uyuelloa emiíieiftdos ü loa


que, con algún propósito, ae coníiüera. Ini:ueEtiuiiab1a&;.eil Un tebtiilo ló ^ O foi-
mal, loSi poiitiitados Rcrvirran cte hase para dertvar ntnns enunciados a los que se
denDiiiira teoreniae. Ha$ta hace niuy poco, la psicología casino tizo uso de pus-
luluJua de caU Jase, y la psJüologia estiucttitil no fue la exeefiJóu a esta reyla.
No obstante, en algún untiilü los postulados han atraído desde liacc Lífirnpoe]
interés de los psicólogos / , una vez mili, luí eitruCturalistas no hun sido la ejf-
cepciór; rn hace falta ir más allá del trabajo publicado en I S'9fi pnr J'rtchenet,
Thefioslulates o f a structurítlpsyf-holog).', paia demostrar ese imerís,
¿Qué tipo de postulados, entounes, han interesado tradicionaliriente 4 los
psicólogos? La [nayorta han sida las suposiciones de ‘^Jto nivel" que guÍ4n |n
cüiiducts del investigador psjcoió^oo. Por ejetnplo, la defiiiiJÚQ ii> la psicolu-
gfa antes mencionada sirve para dirigir la Investigación y na ba de Ser sometida
a piueba de manera dimeta. El Isctur puede cricoritiar otros ejcmpluiíj de esta
clase en duestra exposición sobre loa objetivos y iiivétodos de Wundt y Títehener.
Hay todavía, sin embarco, atroy tipos de enunciados a los que se Uiura tam­
bién pcKtnla.d'OS. Estos enunciados parecen apoyarse neis en una base ennpidoa
que ser simples yupoúcioñes, pero eatáii universalmentc sustentados por obser­
vaciones pertineatfs. Los ejemplos estnicturallsias los tomanios dircotanienLc
del trabajo de Titchener:
liemos psrtidci de Jti punto de contutdancia univeríal. Todus aduiíten
que las ienMí’iíWiej son pruoesM rtentales dcntcntalet. Existe, es cier­
to, diversidad de opinionei Con reapecEo a la ¿ama de contenidui que
cubrirá el térmirto., , La diverfiencia, sin embarga, nu es gravie,
,Ura vez mds partimos de un puntO' de concuíJanclB universal,
'‘Itay doa factaita determinantís incUspeusables en lado elemento fí­
sico: la cuilidad y la intensidad " (1396, de acuerdo con la cita de
Shipley, iS ó l, págs. 233, 236 J.

Ya hemos vista que el propio TLtchener deseaba agregar ju ateiisidad y U pro-


tensidad a la Esta de lo* “ factores Je terminantes IndispcnSiblea". Era. cierto,
por lo tanto, que los “ ptratulados bísicos" dcl citrurtumlknio experimoulanvti
cambios. No existe níntún conjunio de suposiciones funJaniienljles ni de enun-
düdofi Bostenidoi universalmajifB qUí se puedan citar. Como ios postulaóoB que
sí eKkiíeroti no eran rormalcfl ni lógicos mi es poíible efectuar iiingiíJi enuncia­
do reí ación ido con la tam idaí. la sufiJejicia o la adcouBi-ióii de los postulados
ealructuralJiias. k este respecta, los estructunalistóí no esíín peor que loa parti-
danus Je cualquier otro sfetenia Jdsico de la psicología,
OlTM cjempltfS lie loa prindpUH orientadDrBt que ¿asi ccifl segutddadhabrían
Eitructurciám o 167

sido Síop lados por los eatructuralbtaa ¡nJuyen los doii m¿iodüS hásicoi áü In
cieDCia: ei control y el atiúlisk. Cuncedi'ín gran impcirtancii a la oxpcTinietita-
cion y exíduiMi (jiros métodos por no t*r científicos, y ruó pod/m afirmar con
tEemasiflda JlncieiiEi que .a la psicdoüj'a ¡e habían crecido íus propias alas y era ya
j^ p e n d ic n te Je Ii nietafísiia. El conocí miento era empírico, no a priori,
Besde luego, se dat* pur senUdo que la rncute y la conciencia Cían conceptos
Utiles y cunstítUÉau el cajiipo propio Jel estudio piicológico. Se su^itonía ssímií-
rao que Ta intruspección en. un rtidlodo váJidu para e » estudio-, ufimétodu que
csJgfg uu máximo de entreiiantientn para lograr uii rendimiento efieicntc. Se
presumía que la coJiereiiJa y la ley ptesfdíati el reinn de lü conciencia y que la
tltente y a| euerpg eran lútemas paralelos.

.VaiííftrJlFza da los datos

ResumitDdo el ¡xamen precedente; lltchener creíi que ¡os datas primarios de


la psieoíogia debían obtenerse por medio de la iuirofipeLctón y bajo estrictas
condiciones experinicntales, En la actualidad Uamaríamos 'subjetivos" esos
ditos, poro sju duda Tlícitener creíi que enut tan objetivos Cfinio podían ser­
lo ei^lesquiera otros. De Tlsfiar a surgir hoy una tontravei^ia respecto de k oh-
jenvidad de lot datos Je Titchener. seríamos objetivos en lo que se reflcrE a
eíectua,! la distlnctón entre b subjetivci y Jo objetivo; \os datas íserííjn enviados
a UfiH computadora p an un análiaia de cotifiabJidad. La analogía intuitiva de
tal Bitdlisís cLmriertú Jos datos introspectivos n la cttlegaría subjetiva; no es seau-
roai este JnicLíjeji particular estaba adjecu-adaraénte justlílcado,

Posk íóa frentíí p! probiertia íMirníír-cvfe/pu

Se ha examinado ya el postulado de Titchener respecto de la cutatiún mente-


cuerpo. Sin embargo, a menna qii£ acepfemos demaJiiado -fácilniente el p jtito
de vista de que Tttcheuersc Ibtritá a aceptar el paftiTelismo psicofíiieo de Wundl
debemos citar otro párrafo suyo “ La metafísica que n-ns señala la
ciencia es más bien una ritetafisica en la dual tanto la materia como el espíriiu
desaparecen, dej^rtdo l u ^ a la cancepcíón unitaria de la experferteia" (pág,
36fi). Aquí parecería [](ie Titchenef «(reptara un monismo Je Ja experientia.
Su punto de vista es aimilai al de Macli 4 quien Títíhíner era ancionado-,
que ponía énfasis eii la experiencia como base de toda cieiida. TitcJjetitr per-
feodonú posferiormente su pinidán, Seilalú que la cotiücpciófi lügica de la
mente lleva a preguntas sin solidar

Por pim plo, de acuerdo con esa opinión ¿dónde tenniria el cuerpu y
dónde empiezíi fa mente? ¿Lúa sentidos pEirtcneoefi a la raen re u ¿
cuerpo'.’ ¿La mcfUe siempre es activa y el cuerpo ea siempn: pasivo" ¿Li
liKiEti; y el cuerpo actúan siempre índependíentetrtcnta uno dej otm'^
Preguntas como dstaa iupjen de ir mediato, pero no éj nada fácil con­
testarla!; lil piTüíeUtniO no tiene cscdUcb li^ict» de este Upo flfllO
p t f £ . J 4 j.
I0£ Sfsttmaty If.nríia píir.niAgii^ íantÉ/npOfáHCOS

Fríncipitís de conejcíán

El problema de la CmieJdófi s^uiiitlarlo para Titduner; en tanto no se ela­


borara la naturaleza detallada d« 1u» cl^inciUos, lio tenía Kntido «1 intento
de cane(!taik>S. Su 0^101611 respecto a U conexión era similar a la que tenía
íespecto (íe fa liulciítnt recíitindó finalmente b necesidad de trahajar t^uti ,la!j
fuacjotiea, pero creía que prinierD debía líentr el esiiidio de la eatructuia,
llaüEa (luudc se iuLcrcaü cu lus conexiones. Las suplicaba por la jtBociació'n.
'ntciterer adnpt^i el principio de la asodacián p ar cuntiglUdad como su ley
príncipqlr

Tratemos, con todo, de obtener una f6miula desciiptiva para io*


hecJios L]ue » propone explicar la doctilria de b asodadón. Encon-
tTsreiTios cito: que toda vez que Dcun? eu b conciencia un proceso
sonsorlal o íniaginaJ, ca probable que aparezcan con e1 (por supues­
to en foima de im á^nes) tüdiK aquellos promsos setisorialcs c íma-
HÚiales que otufrieron junio a íl en algún cnomentci anterior de La
cunckndii. . . AJiom, con muy poca violencij, puede tTausformarsa
la ley de co n ti^ d iid en Ducstra ley ¿enera) de asocinciún (1910^
pig;i. ).

Su ley de asucliciíúi le proporcionó un prlndpiu de tuncxióii sucesiva-


esto es, bI ítem A tiende a provocar b aptiidún dd ítem íJ inmediaEiuuieiite
después. Subsistía el problema de In couesíóti de los ciernen los en una sección
IransverBíJ dc la conciencia. Esto iba a resolverse medien(e Is presentación de
les leyes de síntesis. Luigüi que parece no haberse completado nunca. Sú hace
evidente en mis escritos que Titchenei lícorocfa ta dlDculted de la síntesis,
que los elemsntuji no so crinaban slmpieiucntc a b expcrtcncia iiaitaríii que
estaba en primer lugar;

Si los elementos conscientes íuerau "cosas” la tarea de reconstruii una


experiencia no sería Jifídl, JiiiLlaibnios los trozjos de mente cgcid se
juntan los trazos de madera en un rompecabezas uifantil. u loa cubos
del jnrdín de infantes. Pero lüs eteincntofi conscientes son “ procesüi",
[lo ajust.an entre ai, lado con lado y úngitJo con ángulo, riño que ñu-
yen j un toe, se mezclau, se superpoOEJi, se refuerían, se inodMlcan o
íe u^laculizm , obedeciendo a ciertas leyes psicológicas Í1399, píg.
17)-

Titcbener nunca pudo dai esas leyes, peuque nunca terminó su primera
tarca de análisis,
OHT) tipo dfi coíiexión que debía explicar Titchener cm el problema d d sig­
nificado; ¿cómo llega a conectarse el significado con Ja sciisadúnl til conside-
rflba que e! problema era ajeno íl la psicdogi'a, pero de lodos modos desanoUó
una explicación: su famusa leerúi caritextitíii. Para Tilcbener, al signilicsda de
una wiisHCtón era simpltirenla el cunicxto de ctMicÍEncia en el que ocuiríi.
Uitm sensicLón simple no tieiije- si^Lficado; séJa lo adquiere de Jas otrns sepsa-
EslfuclaraUsmo }Ú 9

ciofies □ imágenes que l i acompañan, ül contexto de la wnsiicíúu, y porio lau­


to sv signiliuiidu, es iiu resvltada de la cxpcócnda pasada con Ja eensación; et
d resultado de las asodacioiica entre Aecfaciones Q ünágenes posadas. Lci que IJi-
nijuuDs signiticado «s simplemente la iatniidad seunjiial que acompofta a la sen­
sación si gniñea tiva;

Táítiguna sensación ugniflcxj una msitsucóóu biiipieiuente se da de divcT-


sos maneras, bitenenmenle, cIoranKiite, espacióJinenU!, y aeí SLicesiva-
tnente. Tudas las peiccpcitfflci íignificair. . Para nosutrüs, por lo
tanto, el si^lficodo puede ser fundainciitalmente un asuntg die scjisa-
Otones de Jos sentidos especiales, o de imigcnee, o de sentacionee kines-
téslcas y otras sensaciones orgánicas, de acuerda eon lo que demande
la naturaleza de la situacióri. lie todüu sus formas posibles, sin embar­
go, dos parecen tener una importánda especial: las kJnestésicas y Lps imá­
genes verbalsí. . . ¿Pero es aetnpre el significado un signlTioado cons­
ejante? Scguraiiiiciilc nOj el significado puede darse en támdnoa pura­
mente fisidógícos (1910, pági. 367'3(í9 )>,

Prífictpios de sciscciúií

El problema básico de explicar por qué í» seleccioiban deitos estitiiuioí er la


conciencia, nc uuuicjó mediante d ccmccptu de atención, qiae había sido redu­
cida a la claridad sensorial. Inici simen te. Titchener creía que liabfs dos grados
de dnridad, pfirü Liüu de sus esludúntcs eti CorneU —L, R. Geissler (1909)-
enconuó que los aujetus podían variar a la largo de una escala numérica con
diez gradaciones. En Leipzig, Wirtli hizo úcscubrimfentos similares (1906).
i}egÚQ Tlichener. hiy trea etapa» generales en la atención: 1) stondón pri-
uiarui Inyoluntarla, innata, dunde los factares iruutos talca como la intensidad y
la aiaüdad de k experiencia sensorial determinan la atencióir, irúentres dunt la
disposidón atentiva mveJuntatia, o quizá la novedad; 2) atendfíl secundaria
voluntaria., una vez qüt ia fiovedad ha dejado de serlo (durartte esta etapa es di­
fícil mímitnei la itenclón en un nivel elevado de daridaíl); 3) alcnuiÓD pitiiiaria
derivada, o habitual, que es el ubjeiivo último; la atención es nuevamente Jnvo-
luEilaria, esta voz debido a su flistorU de desarrolla aprendido más que a las fac-
tares innatos, do upttndtÓOS.
Como otapas, esos tres estados deben considjeraiee cojitinuoi y no ^Jaramente
separables. Un ejemplo de esta contínuidad de las etapas es el desarrolla delinu!-
tés al icor un cieito tipo de maierkJ, como puede ser el ile un tcxlu tle psicolo­
gía. OTiginaTiamcDtí;, la atención obedece a factoiei tales como la novedad y
ciertas expectativas té te rentes al temÉ. Sin embargo, ai progresar la lectura, pue­
den desarrollarse factures nagntivof O inKIbitorios como rcsidtado de que el es-
tudiantí tropieza con una femiiriülogíB tiuevg y rit» íainiliax, expúsidoatis difí­
ciles. etc., y quizas, Eambián como resultado de la fruatradón de algunas expec­
tativas. Apareoetú entóneos la segmula clapu, y al estudunte le resultará difícil,
poi ejemplo, atender cun claridad a k lactura de la£ deinoslirAcloiies. La fija-
cióa CD esta empa de ia artenclóa as un aerio problema educsdonal, y lyuda a
//ÍJ S iV ííH o r jf tetn-lc:! [ H k o l^ e o í i'nn/HPfipoíiÍJieoí

KplJcaí uiucíias dificultades atradénií^as, asT como mmihus quejas eetudíELíitiles.


Segur Titeíiener, si puede supersise esta diñeullusa «lapa, «mcrííciá li teiuerg.
BiTitonijes U /smillaridad con oi ma[erial scTá suEcientc para mantener un cierto
Eiive] de atención. EL alcajizai esta etapa de la atención involimlaria deiivada.
en relación con uíia variedad de temas, es uu importante objetivo de 1& edu­
cación .

CRÍTICAS AL ESTHUCrUKALISMO

Este era ct sis tema llamado fiíítue/uniíúiTiw. Hl7o muchas con rrihiictoittís positivas
1 la cíEticia de la psicología: la liberé d« la metafísica, le dio un fUfdadoso mé­
todo experimental y un uüdeo cu tomo al cual oigan izarse, y coiitiibuyó ctm
hechas experimentales. Perq quizá su mayor coíitrihLiCi6n 1 3apsicología fueron
las criticas que provocó,

íníH7ipceici(Wi

El ataque más severo fue dirigido al corazón mismo del estmeturaJisma, el mé­
todo intiospecrivo. Muchas de las criticss fuírim Ticonacidaa coniíi pnabletriM
p(>r Wundt y Tltchenei, quienes tomarcni medidas para astgumnie de que Las
críticaK no conservafíir su validez. Los que sisiien son problemas clave que tur.,
ruu liODSidemdas.
En realidad, la introspección debe ser siempne retrospección, ya que iiifur-
mar sobre un estado de conciencia requiere tiempo. £1 olvido es rápido, en es­
pecial LiuTKdiatarnente después de tener una experimicja, de modo que tnl vez
se pierda inadvertidaníetiEe algo esta. También es poisible que la Tificesidad de
íeirujpecciórt Heve a hacer agíegaíJoa o a criar, espeeiaJmanLe si quien practica
la Liitrospeccíún tiene algún interés en una teoría a la que pudieran afectar los
resultados experimen udei.
A esta objeción re respondió en parte utilizando solfimenu; observadores bien
entrenados que trabajan con inlervaloi de tiempo Jü íuñdentementE cortos co-
rñü para líduíilr el olvido, y en parre mediante la postulación de una
mnésica primam, una cipecle de eco mental que preserva U experiencia basta
que el introspector pueda informar aobie ella. SI se hace el iofuime dentro de
los limites de esta mEmoria inmediata, antes de que cambie la atención conscícn-
te, entonce* se pierde ptx:o que sea de valor.
Una íEgjnda dificultad reconocida por estnicturahí-tas y erftieoses que la in-
tfospección puede modificar drásticaniEiitc la Expertencia. El ejemplo clásico
nna introspección de h ira; si se presta atención al estado, ésle rápidamente
tiende a dcsintegnrse y puede Degar a desaparecer por completo, E>e iriwlu que
la técnica ds medición Interfiere con la expcricit'eíJi, tal c-miio Id hace con los
(ItcLfOties en t í caso de] iTíieo. Situación en cierto modo análoga a la dd antro-
pótí>£¡o ciiíhiral que quiere otoíefvar en detalle los hábitos y costumbíei de otiú
cultura. Su misina presencia en una familia sirve para contaminar la cimducla
de sus sujetos. Los defectos indeseable* de tal Intrusión pueden minimizarse si
i'ííTucíanifismtj Jll

el observador llega a vivir en la familia y lennina poi ser aceptado; Jfl cnniiLic-
ta de Jus sujetos, se hará progresivamente más nufjnal y su intrusión dejará de
afectarla. Pero este prtKíSO, a1 igu»t que el de cniiíjnatstí para aceptar d acto de
tntrospecciuiiar efl la familia mtmtal, sólo puede logíarse mediarte un prolon­
gado y arduo esfuerzo. En el ciso de la familia mental, el esindu de cosai^puede
verse afe-ctado por el proceso- de entre naraiento. Wundl postulaba una indepen­
dencia de la cosa observa ds. que se daría cor la experiáncta, pero Titdisjier
aparenteJTieiite no tenía una posición tan fltme; slmplernente creía que, cou la
práctirai. el observadOJ esperimentado no tenía concifincis del acto de obaer-
vación.
Una Icreera dificultad radica en que los psitólogos que practicaban el rtiélo-
do Introspectivo cii diferentes laboiíitorios, nu obtenían lestiUados compara­
bles; más bien, los científicos de un laboratorio anrmaban cosas que cuutrude-
cíbh lüs rcsullttdoa ubtenióos por cien tíficos en otra lugar fUuriiie, llíS3). En
nuestra discusión previa dijimos que d Bcuerdo sobre un lenguaje que describa
la experiencia tal como la observa el introspecLor, no e s Imposible sh yirÍHc^ío,-
sin íTiibargo, ^ólo vería posible sobre ffl hase de un crmtrol de las causas Cile-
ñores de la sensación. Parece haber sidu emp/ncamefíie. imposible elaborar un
lenguaje irtrospectivo an el que ie conviiiiers y que resultara útil. Titchener
continuó sostenKHdo que ese itcuerdo se alcanzaría a su debido tifmpo, proba-
blcmentc cuando todos los introepectores hubiesort apretidjdíj a realizar su tra­
bajo con la miama exiietílud y el miínio cuidado que él y Sus dlícípuhvt. líl
acuerdo nü llegó nunca.
El cuarto argnmeuto fue quizás ei más decisivo. Habñi cada vez más pruebas
de que existíais dalos que fiertenecíars, en sentido estricto, a Is psicologíi pero
que no atan accesibles a U ¡TítroapcLción. El propio Titciicner reconocía los !ig-
uifietidos Inconscientes. La uscuúlú de Wurzburgo piesiofió a favor dul cceuno-
cinuento de los pensamiontoE stri imágBnES. (ic carácter cícmctital; dsha torta la
apariencia de que el pBiraamientü cofitifiuaba, despreocupadamerte olvidado
del "becho*’ de que nu podfi hacerlo con independeisda de las BlEaiumtos que
el Bii-álisis iiitrLiapecTivo había tevelario. Los psicoaiiBlistas sosletiíaii que habían
demoitrado, máa aflá de cualquier duda razotsable. que las ínílueiicias irtt'rmíi-
titn tsx desenijsüíSan un papel en la madapta-ción y eo la inntivacíán cotidiana.
Ird u sa los psicólugos de Is vida aíiimal se npiisiemn. pues estaban obte­
niendo iitTe resantes resultados sin cfiipleatla tnirospeccíOn. La marea creciente
que había estado ocumetiendo el riiuto de la ortcfdoxia terminó par derribar-
lo. y Ifl íntroí]>ccci6n no fue ya el único método psicológieü aceptado.
Según parece, mueiios ériíüco» lleeaion íte un salto a la cundusíóii de que,
puesto que la ínlrospección no lu era todo, por con.qi^uietite no era nada, es
rledf, catBüíu de valor como método psiedógicü. Ya hemos visto lo difícil que
es definir la introspección. Nu deberm Jíetarse un* condena de coiáctei univex-
sal ccmtrH algo que DO está definido. Siotuprc. inclusú durante nuestra fase más
conducta], la psicolugía ha heúlici uso de datos que parecen haaaise en L in­
trospección, de acuerdo con su deímicLóti mfii (sn. Katoa datos han hécbo con
frecuencia posible aprendci alga sobre los procesos ftsiológicos c inclusa las es-
iriJCiüFaSjfl veces mucho antes de que se pudieran hacer ubservaeloiies de las jjrw-
JÍ2 ■^itícmmy íeñ¡fíí¿¡i finiit/lúidcos tC/íItfHp(iíaiii^

pías estructuras. Por ejemplo, Thomas Y ouni (130^) propuso una tíuria Je ]a
víSflón en tres c ni ores y Helmhaltz la ikaairnlIJ en dttlalt más tic ld ágia intcs
de qoe las tiJcnJcas rrútrosicJpi'Caí hahieran prjgiEsaclo lo ajíicíente ccsno pim
revelar loa inss tipos fuudiuMiitales de receptores del íc Ilf en la film a. Cana-
Járamos que la uiiKdad dt ajgün tipo tfe ¡ntrospcociún está lejos Je habeiiíe
agotado y que, en consecuencia, no se la Jebü ixlegar aJ destiníj sufridu ñor el
sistema qtie se apoyñ tanto en ella como únieg sgjtdn. Si por inlraspeeciún en­
tendemos e! empico Je li experiencia y riel tiso de ÍDfnrmesserfcales basados en
esta experiencia, entonces la intiwpecciün, tal como lo mJicñ Tirchener, tún-
pleinnoic w cwxü'cndc con la ciencia y es de suponer que sifimpre será utada.
Boríng (1^53) hiio un rísLimen de Jas disitritaa formai conieHipúrdjusaji c:e la
ifttiíJSpección, y QLroi autores perióditarrifitlle desempolvan rd tema para pre­
sentar rm nuevo aspecto.

OTRAS OBJECIONES

Advjjiús de las critican relativas at inflado, hubo otras. Se a lu d el criterio os-


trecho de la paicologia estrULlural. Titcheiití píiseii una Jiotable terdenoia a se­
parar en cgmparliirlíerios y parecía preferir ubicar un áiea Je investioáctón en
una categoría n« psicotúgica a cilrmar que se tnriabu de una iiuevrt ruma de la
psicología. No era una exclusión deíinitoria; d catHogq de la psicología de Tit-
cliencr parecía índuif una adecuada "lista de compias" en lo que a áreas se re­
fería, Eta uua cxcltiai&i conJucial, Líjs intertseí personales di T ilditner n» in­
cluían k paicülagía animaJ eü la mrantil y no alentí> a sus discípulos s efectuar
inveítigacioriBs en estas áicas. Cuaudo Watson coi nenió a publicar sus estudio*
conJucialaa, Títehíner afirmó ignorar qué emn, pera sí xahiaa la perfecciun qué
ro crun: flíjeian psicolí^jiia. Hasta U psiculogía fifiiclúgica, tal como se U too-
cíbe en la afojalidaJ, era un píüblenfiíL suhsijifliio epe debía abordar» mucho
después. Esta concepción de Ips Ifniitei J e Ja psiooltóÉia era demasiadioestrecha
como para reiisttr la pieaióft explosiva de lüs üilcieses enipíficua, rnaniJeiilajdus
pcir un grupo cada vez tnsyor de psicólogos.
El eslnicTLifalijjrno fue muy cíiticaífo por su jrtifijdilídnd y su fuem a u n to
«II el andUái*. bus que mis tiÍEoroia mente atacaron eitos detectett fue ron los
guestottistes, quienes Je ploraban la pérdida que se^íb ellos cTEenJrabz e! anili-
sis, SoTlalaroTi ls primacía Jal ludo oamo todo, un todo que no podrtft nunca re-
CübTa.'se tireJíanb: una siiitesis de elcmcntcí. Pitra los gucstaJiista::, el método
prima lio era la observación fenontCfKiJógica y ao la introspeorión Jtruúíüca de
Tilchener.
A fin de eídazícer una gbjeuóit íiniii, peiiiiíiaseme TCíofdar nn ijiciitenlB
nnenriunado, OíJd. d pasar, en el capitulo 2, Jumss McKeen CaiteN, un estidriu-
□Itíeiise que tue el primor uririeare, auloproclamadu. de Wurídl, irabfa llevada i
LwCipzig el esrjtbo cíe las diteríneJas ir.dtvíduales, Wundt babía Jed arid o el pro-
bdena: sanz Efíienkanisch, lo que p o ek tracurirse carao complemiTicnte o lí-
picgrnefilje araeiicano. Puesta qu« el pcobiemfl había aiirgijo dr l> teccía e-/ií-
Üiinjeium lium o US

iuciortista a través de Gal tan, el tonientario de Wundt no era literalmente cier­


to, pero apuntaba a uqs verdad niáa profiuida; el píagHtaÜüno dcJ tempfira-
nisnto norteairwricaiio (que por lo viato, todnvk conservamos), Cuaiido Tit-
cticiier iraio k psicolofiín de Wundt a loa Hitados Lnidos, k reflCción tendió a
ser simétrica, y así se conaíderó que k pácología wundtiíina era gans deufsck.
'J’ampoco el aspecto de "cicníia puti” del etlnJCturBlámu ejerció ima gran fa>
cüiacíón. ;,Oné importancia tienen los elemenEos de Ii expeiiencia t u l a ícicia-
dón y uricntatiún de Ja acdúcT A partir de W'llliara James, la pregunta fue;
¿Cuál es Is función de la eondencfü en la adaptaciód? Va que el estructuToJlsiED
na se proponía responder a ésta rj fl ninguna cura pregunta de orden práftleo,
k m ii logró conquistiir el LOrazún de loa norteaineiicaiios. Si lo bubiese Jiecho,
tndas tas demás críticas, todos los demás obitáciiJos |H>dría]i haber aiiJü vencl-
dtia. La objecíún fataJ fue que cJ ptogiama dul estructtiraJiímo carecía de atrac­
tivo suficiente.

EL DESTINO DEL ESTRUCTURAL ISMO

Como cualquier otro sistema, el catrucluialismo fue íensíbk a k cTÍtico y a los


resultados empíriccíS. Cohicdsó con un punto de vista ambiguo sobre su chjetQ
di EjEudio, k conciencia; rm punto de vista que en el mejor de los casos ílo^Jie-
gó a negar con la voLtuiencla necesaria ta posibilidad de consjdeTur a laconcioii-
cia comO' un existente real. Esto derivó en una designación alternativa pare la es­
cuda; cxiatenciallsino, La hdsqueda de olcmentos de la condonda llevó final-
nierite a k concluaión di qu* no había más que un elemento establecido: la wn-
sációtt- En su publicación póstuma, Syifemaiie: p^.ciiolQgy: Prakgomefía
(1929), Titíheiier concluía que k psicologífl íntiüipectivfl se ocupaba esdua-
vajnente de materiales sensoriales. Para esa dpoca, había (ido refonvniladQ el
problema del estíucturalismo, y ahora se trataba dcl examen de Ifts dimenuo-
nes de k sensación.
Puedt decirse que con esta rtfomuikciófl k psicología estructural resolvió
su pmhlema oripual y al mismo tiempo no llegó a ninguna parte. Se había eU-
minodo el probJema de k búsqueda de clernuntos, y parecía Inútil buscar leyes
de combinación de éstos, cuando sólo se podía (rabajar con un único elemen­
ta. Este lósico cafltjóci sin salida fue brlllautemente anticipado por Jsrriet en ol
oaptnilü 9 de süi Frínciptes ofpsycholflgy:

Es aorprendente qué estiagoa se hacen en k pncolngia cuindo se


admiten cn tui comifiiizo suposiciones apartDteniwmE m^xeiitoí pero
que, sin embargo, contiEncii iHi defecto. La* consecuencias iiegalivas
se desarroíbni posteriormente, y son inrmediabics, ejilrenieiciando-
sc en toda La trama del trabajo. El concepto de que Iss sensacinnes,por
ser las cosas más simples, son piimfifas por las que hay qu* empezar
en paiculogfa es una de estaS supoBicionea. La única eosa que la pereo-
togíft tiene dertcho a postukr desde el principio es rl hecho del psnsa-
114 J ü í í íí ia t Jf tenrüs p s r n it is iv ir nííTtt^píoéA^Oí

mientu m iada, y pur fí kay que ím.p?£U, aii:i]jjcáiidolo primero que to­
da. Si dtsptrés se demue&tra que lai sensuftmieB estjji esi coittira de loi
eientíntúB dd petuarníerla. EK> CsCaremOí peor que Si i¡i3 hubiésemoB
dadú por sentadas desde d eomiejiza. (ÍS9D, pág. 224,)

Evans (1972J señala que la antitud de T ltc^nei liada la descripción fenumi!-


nolúgíca sufriú también un cambíu gradual.. Á pesar de su imagen tradicional
co n » un rigido tradición alista modificó su sistema al Igual que utrus psicóhrgas
han modlñcado los suyos. En 1925, se- habra ablantUdo hasta el laiutu de decir.
*'La fenomenología üq es aún, no ts en si ntisna, psicología expeiímer íal, pe-
To proporciónB en la actualidad uri método Sólido y iseguro de eníucar el análi­
sis de nueitr-o objeto de estudio psicülúgico. y el que tecuiranios a ella, y advir­
tamos su prame-sa se puede tomar, tal vea, como un siaiio de adolescencia''
(Evans, 1972, pág, 179). De haber vivido Tildiencr, no hay modo de síthet en
qué medida podría haber Qeiado a mgiJífícar sus creencias sisLcmátlcds para
hacerlas compatibles con la psJcologia Je Ja GestslL o con el funciciuilisniio. No
eíisten indícioi. sin embargo, de que pudiera haber soportado el conductiiino,
dada la negativa de este sistema a aceptar que ia candencia pudiera ser ed obje­
to de estudie le Ja psieoíngía. Paia Tltchener, el conducUsno no fue, ríe mu­
lo alguno. Una oscucla de psicvto^a.
El tiempo se estaba agotando para el efitnicturBijíímo como se ágotó para
Titcheuer. Cnn el pasar de tos aílos. Titchencr se fue retínmdo prugresívameji-
te de k psicología. El fitacsj con que inició su producción en Éstados Uridoi
dio por resultado unos nueve traba.ios por arto duran ce siete años, pero Fue djs-
ininuycndo de ih í en más. Dejó primera la American Pg^diologicaJ Associu'
Lian y fonnó su propio grupo. Suí rdacioncir Ctín loa domíi psicólogos eran muy
cambiantes. A lia veso un período violenta en sus relaciones con Thomdika,
después de hacet trizas uit libio de éste (Joneidi, 19ó8). Lo paradójico es que
TitcJiencr admltaba a Watson. aunque entre éste y Thümdltfi no había gran­
des diferencias en la que se refiere b la impetuosidad de siu carácter ú a su ac­
titud inconoclaata. Por otra parte, fue c! gmn éxito qliC tuvo la proclamación
de Watson de 1u dúCtrina Cunduetal lo que sirvió para atiner una cantidad cada
vei maynr de psicóliqgos y acelerar asi in niuerte del estrueltiraliamu. Quizá
las batallas fueron demasiaclai; el viejo guerrero se fue alejando graduairnente,
incluso de sus Jiscípudas y de su prupiu íemenu. y se volcó a sn hof>hy de la iiu-
miamática.
El libro de E. G, fioiíng, 7^e P^j'Si'cioJ üiMiíoJfibíis o / Cansciati^tmf (1933)
fue, en efecto, la agonía final del csüTiCturtílismtí. Como'cliseípula destacado
di Titchener. y en ciertos aspectos su suceíor mjs probable, Uotlng, en 1933,
estaba er realidad interesadlo en correlacionar lúa procesíM enrscientes con los
fifiológicosj éste era el teicer proHetiia de Titohciicr. Buiing parece ahí estar
totiavíq tratan do de salvar lo que podía de la posición aratemática cstriictu-
nrljsta:

La d o ítrira Je Ins dimensiones coiiscíetitcs, que segün crat) -s ir prue­


bas-- es la manera Fiifidamentil co que ritchenci ejilregiti el desafío
de la Gestall y die los antiatamistas, me poníCe rn.uy iniportaDtB, y opi­
tftmcSufBltsmo lis

na que cael enfoque currcc-lo pura una JcscifpcLóit a-dícuadu d? la men­


te. Sin embargo, no quiero poner lanío énfasis en cRa liomo atgUJlM
de sus amigos, porque ojcd que las caLcituriaiii de ücacripción, ya sumí
las dimensiones psicológicu de cualidad e Intensidad, □ las (liirisnüio
nes físicas de espacio, masa y tiempo, mhi, desde el punto de vüta cien-
t/rioo, mbíliarli» y tenuporarJaa, asujitos de conve a leticia d econo­
mía oQ la descripción. Mo se trata de descubrir elementos conscienies,
atributos o dirncnáüncs; uno los hace y tos ttliHza de. acuerdo con las
mtigcjitlHS fcnomenológlcas (l933,pág, idi).

Aquí, Büring inteiitafaa desposar al cstíucturaitsmo con el crtoiciite rtfma-


uikiilu ciciiUTicci y lógico vigente en su época. Reconocía la arbitrariedad de
los conceptos cieitl(fíeos y la importancia de una convención verbal aun en la
camunieadón de los icsulludas iiitrospiictivc». Con to jo , |j jnfiuencta Je Trt-
cJiener era fuerte aún. y Boring luchaba por salvar n la conráencin como obje­
to apropLida de investiguciún oiientífica.
Cuatro dúos después, evidemetiietite habla abandonado la lucha. E^airilJió
la denoiclón de coivcJenclu y el papel de la experfiencia privada. Y concluyó
que la expcricnka privada no podía tener utilidad cienlíñca micntroíi no «c lií-
ciOTü pública, por lo tanto, estaba fuera de la cietida. Luego de llegar a “ una
percatadón de riña percataciún” [Jwffrwirfis o f ün üwisren^ss] como lo más
aproximado a una donnición de la conciencia, decía con respecto 3] término:

I'ienso que les pensadores rlguroscu o “ duros" querríin seguramente


abandonar para Skmprc el lémrina CunCiettCia. Difidliiienie una psi­
cología científica esté dispuesta a dar importaiicli a un acontecimien­
to fisiológico tan ttial definido como lo es utia ¡>en;atüciün Je une
percataeión. Hste concepto riiriCi hubiera salido h la lují. Si loS lioirt-
bn;s no hubictaii intentado iuterpietar s los otros en términos de sus
propias mentes “ pdvailas'', esa egocéntrica distcrsión copernicana
que Ueva Justamente a un solitario stdJpsisrrto (1937 pág 45S).

Bciríng proporcionó primero k pieJns que coronó el cdiñiJo del estcuc-


Lralisrno', y luego la que le sirvió de lápida. El estmeturaUsmo está muerdo
sn la actualidad. Pata aosolros es sólo un pálido i í cuerdo de nuestro pasado
psiccitógicci y no I3 sersacíún vibrante que atroja a brjllarites jóvenes cieiití-
ficos desde playas remotas a ¡Leipzig y despuis, durante cierto tkm pu, a Cur-
iielL TdsLe. Sin Dinbaigu, su deceso fue ctaisccucncia de un dogmatEsmo cs-
liecho, una enfermedad a la que ninguna escuela puede sobrevivir durante
miicbn tiempn en el nuirido moderno. Su muerte fue sentida por pocos.
Mientras tanto, la tradidóii fenomen(ilógica qiie suminiBtró parte de la matriz
de k que nació el e^ructutalismo, aeganJo su oriíieij riricntras eincigía, iiguc
viWcado. Husscrl había postulado el potencial del individuo para comprender la
“ esencia"’ o el ‘%úcleo certraJ'" de la realidad, que —según él—se encMntta en
Ib ctonciencia. üaítw fompleta las ideas de llusserl sobre las ejencías y llega a
la concluíióji de que los fenómenos no son aparicííities de los objetos sino
jiiús bicu luíi LüLtta que los ubjclui dcjnn al apanccer a la conciencia. {Totisldera
¡aconckncLa como Icr opuesto a la objetividad (LdUCi, 196Ó}.
jje Síítemfsy íranar pifcotósfeot corfinTaporáneoF

Residía evidentie que Im concepciones de la fenomenoíofiía y el existencia-


listno SCO muy dlfeiCDies de l3£ opiniones de nuestros "^exiatendo] islas" ^Wiindl
y Titdiener. Sin embargo, no tiebenjos olvidar que a] menos hay una iiinílítud
supefficiiil, uoa cnenoia de que la comprensii^ de la concierda es fvndumeutál
para ana comprensión de la eondkldn humana, V, pora que no Ceguemos a. la
conclusión de que éste és un problema de inteiiéx adío para fC^ofos y para psj~
cÓtofios extravagaritómente arlicuados, conidcíamoa la cita de im litó lo ^ muy
jjiudemur "La evqluciúQ de la capacidad de simular parece haber culminado en
ln, cuncieacla subjetiva. La mídti por la cual esto tuvo que haber ocurrido' cons­
tituye, pora mj, d mütErío mds pioiurido que enfrenta la bidogfl inoJcma"
(Pawklns, 1576, pág,63j.

DESCRIPCION DIMENSIONAL DEL ESTRUCTURALISMO

El esimcturalismo es lina do las escuelas más senditas de describir por medio de


las dlmccisiortóí de Wataon. Los iistemas que tienden a ubicarse en un cxtreino y
que can frecuencia son caiicaturLEadoa parque estamos poco faiTdn¡trÍ£ados con
sui detalles, resultan, al" parecer, fáciles de clasificar. Los lectores deberán
daslficár el aistenia por sj misnica, para tu que tendrán primero que consultar
las dinWnúones de Watjuti y lu u ^ comparar las clasjUcaclones coa los de los
autores, en el cuadro 2.
Los veintiliéa estudiantes de nivel superior menciúnados en el capTuilo an-
tciior, juagaron que el estructuraUsmo indinaba toda el p « ^ de It btrlaDi^a ha-
d a el mentalísmo ccasciente, d cstructurnUsmo y tí empÉiisma. Otiaa dimeii'
sienes eu las que los estructuialistas adoptaron una pouciáti fírme Induinaii el
Subjeiiviimo del cotitóaido, d subjetivismo metodolúgieo CjEsl como lo juaga-
nios iioaotroa. no ellos I), el molecularisnio, al nomoteticiBino, d ccíitralismo y
el putimiao'.

RESUMEN Y LUNLUILIONES

En d cslnictuialismo fue proclamado por Tilchcncr comü ia psicología.


Sus próblenlas eran ol descuIndniiionto da las etmneiltoG COnSCtcatús, su modo y
leyes de combinación, y su nlacidn cor el ditema nervioso. Su método era ta
introspeocióTi, que sepjir Wundt eraí el estudio de la Euperiaficia Inmediata, y
según Titchener el estudio da ta cxpcdcncia como dcpeatldíiue de ün Drsaais-
iiio que la expcriuieula. Tanto Titchenef como su maestro Wundt insistieron
en que el método experimental era Indispensable psra la psicolngLa. La escuela
eslmctural logró el rsconodniiiento ycadémlco de la psionloigía como ciencia
independiente. Tltfienfir intentó liberar a la ptíicolDgia de la mEtafísica, y cu
general U eitubleció como una cleticia empíiica, aunque el estructutalistno ctv
SttjUúíuralüftiH 117

mo csuuelj du 9« Ubeiú compktaniejite de algunos problenms que hoy consi-


dfinrfsínü* iw u fís ic o s .
Se criticó fll astnicturiiUsntú por SU nKtoilología y por su estrechen de niitas
en general. Las críticas prevolecle-ror, y la psicología madema tiende a aceptar
üoLametite la- actitud científica básica del estructiualismo y aquellos resultados
empíricos que por la manera en que han sido obtenido» reaultan independien­
tes de las piGcancepcfonca riateitiáticaa. En la actualidad siguen utilizíndose
diversos formal de iotiDspeccioa, pero fcunulnisioaeB GÍ£lemdtlca» del es-
tructuralisTno tienen solo un inteiéj histórico.

LECTURAS RECOMENDADAS

Como se ha podido ver en Las citas de este capitulo, el libro de Wuiidt CFund-
lüge títef pkvsioiogisotien J^ychoiogie (la . ed., ie73-lB7A; 6 a,cd., 1908*1911;
versión Inglesa, 1904) proporciona un buer cuadro de la posición sfetemitica
gene ral dcl cstructuralismo. EsLc libio, complementado con ’T hc postúlales of
a stnictuai paycholofiy" [1898) de Titdwner y “A lustoty of introspection”
(1953) de Boiijig, sirve adectiaddineúlie para una buena Cumpiieiisión del lenoi
d* la paicolojíía ostructuralista de principios de síeJo, Pueden también consultar­
se los números del Arf\ericait Jüumai a f /Vycíifj/esy publicados antes de La mucr-
tE de Titchenei en 1927, cuando Sea posible L;0nscgijirios. Estos núraeroa ofre-
ficrt una perspectiva objetiva de las consecucnnas experimentales cotidianas
de la rnetateoría estructuratista, que no se puede obtener fádimeirte de ningu-
na otra numera. El 2>jcr-¿íMt o/piycóo/tJigy (1910) de TitEhener, TTte pAyifíCíLÍ
dónenstofií o f conxiousnesi (1933) de Boring, y im aitíeulo breve peto de t í ­
tulo largo, “ A psychologjtít] fuJictitin is thc relation of sucoessive differen-
tiaíions nf even^ in the oiganism’' (1937), también de Boring, completarán el
cuadro, mostrando córiio « desarrolló el estmcturaliamo y por qué desapaie-
ríó. Gfe^lt píychofíJiiiJíi (197L) de R, E Watson ofrece unaievista, a vuelo de
pájaro, de cada uno de los .sisternas analiüadns en arie libro; sobre este rnúmo
tema puede couíultarse también, por supuesto, la /flsicfty o f exp^fimenmi
pfjichoiosy (1950) de Boring.
Otaiko 9. Figuras im porronue (a ptícoiogta funciona/ista norteamericana

Funcionanstas nurteuoericancH
InnuflndA*
8ncecc<l»n(6$ britinicu Fioneros Fandadores Deiarrolladores
Diferencias individiu-
ics. testa, estadísticas
Sír FriiiciiGaUon George T. Ladd John Dewey Roben S. Wood«orth
(18221VU) (1842-1921) (1859-1952) (1869-1962)
Tale Chkafo ColUfubla
Ed«vard W. Scrlpture ((bhunbia)
(1864-1945)
Vale
Jantes McKeen CatieQ
860-1944)
Cfdumbia
C. Stanley ElaJl
(1844-1924)
Clatk
Teoría evniudontsta
Chirtet Dsrwin James Mark Baldwin James R. Angel) lUrvey Car»
(1809 1882) (1861-1934) (1869-1949) 0873-1954)
Princeton Chicago ChicaBo
WjUtani Jantes
(184M910)
Haivard
Conducta animal
OeotBC Joha Romanes Ed/ard 1. Thomdike
(1848-1894) (1874-1949)
C. Uoyd M o t^ CnHimbis
(1852-1936)
Capítulo 5

EL FUNOONALISMO

El fuRcionalisnio fue el primer sistema norteamericano de psicología. Su desa­


rrollo oomenjió con William James, considerado en el ámbito de U profcsi<^
como el más grande pste^ugo nQiteamericano (Becicer, 1959), y llevó directa­
mente al conductisiiio watsoniano. La fuerza original dcl funcionalismo provi­
no en parte de su oposición al estructuraUamo, situación que Tcpciirían p<»le-
riomientelos conüuciistaa al oponerse a ambos sistemas.
El füncionalismo nunca fue una posición sistemática muy diferenciada. En
realidad. »g>in Woodwarth (1948). **Se \hm&psicoiogta fitwíonalista una psi­
cología que intenta dar una respuesta exacta y sistemática a las preguntas:
'¿que hacen los hombiesT y '¿por qué lo hacen?’ " (pág. 13). SI aceptamos los
términos de esta especiflcacíto tan débO, el funcion^sm o podría no morir
hasta tanto nuestros hábitos lingúisticos de preguntar qué, cómo y por qué fue­
ran reemplazados por otros. Pero prohahien>enle ésta es una e.qjedficación
inadecuada del funcionalismo. Aunque su definición debe ccmservir la laxitud
del sistema, podemos pur lo menos agregar que un funcíonalista se Interesa
de una manera característica en la función de adaptación al medio que tienen la
conducta y la conciencia del organismo, lis probable que también se interese en
las relacionci funcionales, o de dependencia, entre airieccdcntes y consecuen­
tes; aquí se emplea el término '^función” en su acepción matemática. La psíco-
Ic^ía naneamerícana. influida por la teoría de la evolución y pur un espíritu
práctico, se ha interesado co la utilidad de la concieacia y de la conducta. Por
eso tendió a ser funcional.
l'al como se muestra el cuaúio 9 , tres grupos de psicólogos contribuye­
ron al desairoüu dcl l'uncionalismo. I.os pinnerox son ios que pusieron los ci­
mientos pare el desarrdlo ulterior del funcionaUsmu, abriendo una amplia va­
riedad de nuevos campus de indagación, como | nm ejeniidc la conducta infan­
til y animal. Loi fiéndadores, John t^w ey y James Angelí, esiablederon el fun­
cionalismo como sistema. Y a loidesamdlodores, llarvey Carry Roben S. Woo-
dworth, se debe la maduración y elaboración ulterior del sistema.
Se muestra también, a la izquierda del cuadro 9, tres influencia.s antecedentes
primarías, todas de origen inglés. Charles Darwin (1872) comenzó el estudio de
la conducta animal, así cumu el desarrollo de la teoría moderna de la evolución
orgánica. Gallón, que recibió la influencia de la teoría cvolucicmista, Inició el
estudio dentíHco de b capacidad humana. Romanes y Morgan dieron un ímpe­
tu adicional ai e lu d ió de la conducta animal. James, HaS y Baldwin fueron in­
fluidos de una manera directa por la teoría cvofudMiista. y Hall se ocupó tam­
bién de loi tests y las dliensnclas individuales O m se interesá por los estudias
120 JiyJrmíT y ÍEnrfflí psíVofi^W Í ccfuíempoívngos

animalea, mia que su predecesor m is directo; AngeL, Se incluye a Balidivln, Ladtl y


Scríplkiit poique partidpairn] cji el montaje de la escena para el desarrollo de la
psicnlúgfa funciopalísta; na ae los eonstdeiii con impuriancia suticiente respec­
to de las aserciones bisicas del funcíoDalisniQ, y por eso no se los trata en el tex­
to. En los cotniensúfl de íu carrera E. L. Thantílika tuvo ur maicado ¡rteréipor
la investi^pioión aritnal, y estuvo cstrcdiamenie teJaeJonado oon James y C^ttefl,
Su copcxioniSTiio podría haberse tneluidu en este capítulo, corno uo tipo espedal
de íuncionalinmo y nd en el capítulo 3 sobre el asocíPCionisiii'D.
íil cuadiü y exiJuye a dos hombres que^ aunque original mente rocttiadua por
funcional istas, particípatofi desptiís en ol desartullu de otras escuelas. John B-
Wataun ae fonnó er el funcionalismo y luego Be hizo conductiatu: se ^ d u ú con
A n^ll. Beifijuanji fl956)11epi a cunaiderar u Witson cornual último y mils grart-
dc Itinciunalisla. Waltcr Huntci es atro producto de la cscueLi de GiJcagD.
aunque también él tendió a considerarse lun conduetista. Sin embaigu, su desa-
rmljo y ¿uía de un labüra torio pcqireñu pero mny productivu, en ia Lliiñcrsidad
de Brown. juítifics que por lo menos se lo menciotie en este paitormia general
La irivestig^cjón producidd duritute ubuctiüs oñosen Bruwn tuvu un fuerte saboi
íuncionaliste, y puede ciertamente comperáiscla en cuanto a excelencia geEtcml
-n o ya En cantidad a extenaión— con las de Col uní bi a y Chleojjo.
hn consecuencia, parece que casi tenemos una te da de la evcduciüfi listmiiáti-
ca: lí mayor parte de los discípulos norteamerjemos de Wnndt - lübre todo Ca-
ttell y H all- regresaron a los Estados Unidos y se hiciercm funcionallstas, o al
tnsaus avanzaron im esa dirección. Los discípulos de Jts fiindonalJstBs, como
Waison y Huntsr, se movieron més en dhecciún ai objetivismo y se corvirtteren
en corulucLisías o íii cusí conJuctistas. Poi supuesto, en cualquier BCtieracíón de
oTganismos o de per^oitaB que ttabajan de ocueido con un sistema, la mayoría
de los nulividtjüs no se alejuiá demasiado; pero, parecería haber una dirección
clara del rnoviriiientu para aquellos que sí Je hacen.

Ai^ThC^DKN li ES tíüL t’UNL'IONALlSMO

EJiadcj Darwln originó una de las contioversiiLs más grandes de la


historia inldeclUBl, una cuyos ceus todavía no se han extinguido en este año de
Nuestro Señor. Y Nuestro Sefiur tuvo, por strpuísto, mucho que ver en la polá-
juica, por cuantío la evoludón hiiio estremecer los fiindamentos de Ja religión.
JrónlCBfnente, Darwin era un d eritífico tan cauteloso, por no decir un türri-
dio y un solitario retraído, que jiniils habría publicado su!t ¡deas ni iniciado fa
tontrovtnsia, de no haberle enviado .Alfred R uí^k II Wallace (1823-1913) un In­
forme en d que bosquejaba exactamenlo la misma teoría de la evolución trn ln
que fJarwjn había estado trabajando dórente 20 años. Según relata Irvins:

La stguieiilc earta de Wallocc, conteniendo el famoso trabajo sobre li


evolución y la selección natural, tuvo el efecto de um bomba. En el
curso de una aula semana, mienirás un ataque ríe runJaria lo mantenía
E l fltfltlctiírihino 121

püsliado, eti las jnnetas de ta pefLfnsuJa malaya. Wallace había pasado


súbllaiiieiitE de su pusicióii buitEilur a laA coiidusiuites más dvaiizuüiui
de Díirwlji. Todo Lü que i Darwin le había costado dul décadas de per­
plejidad, Indagaciún. ptcocupOiCifines, ansiedad, dolor c iañrülüs sacd-
ficíos, WaDace lo investígá y u p L có cor mucha menoi peifecciún
pero ejtactaíneiite con los tnisnioa neísuitadag— en unas tres años. Laa
ideas conocidas aparee jan expresadas con una hieraa y claridad nada
daiviiiiaiiaa, como éste no pudo evliar locanocerlo, (1963, pig, 98-59).

CoTtio era típica de ÍU Darwin fue incapaz de rsBQhrer por j í mismo el dile-
ma que se te piejentó al tveítir al tiibaju''Je Wallace, Düü do sui amigos, LyeH
y Hooksr, Jo ítsoJvíertm por él mediante el recurso de leer, en una rnismaiesfór
de la Nnnenn Society, el 1iformo de Wállace y un esbozo do laa ideas Jo Daiwiu,
Es digno ds destacar q|ue tanto Darwin como Wailace fueron arnigoa toda su vida
y que d respeto mutuo emergió incólume de una situación que podría halícr lle­
gado a 3CT áspera y amarga fin extremo,
D a r™ no pudo tesponctoT pcraonaltncnií a las iracuodai; criticas qiic JíscTt-
cadenó su trabajo y que llegaron ¡, su punto cLdminante en 1859, con la publica­
ción die TTttí Of¡0n o f SfiÉCies. La batalla le cupo cu suerte a Tliomas Heury
riusley (1825-1S95), d IñóJogo que fue implacable y briliimte amigo y colega
de Darwin, E] que Huxfey term inan fioalmcDlD por g;anirla victoria para U evo­
lución (al mcnüi dentro dd marco de la comunidad cien tifies) ya es bistoría.
Cuando las cosas s'e ponían dificílES Darwin síemprE sentía la necesidad de rctj-
laise d Un balneario por ptobletnas de salud.
A pesar de sus excentricidades, este peno de presa científico fue uno de loa
imic medentes más impuibiutea J d rundoiiiilisiuu. Era un agudo ubscrvadur de In
conducta y tainhién de Ja morfoJogíi anirnai. Su teoría eatebJecia luiaccuvttruj-
dad entre los seres humaros y los aníntale& que era neoeiaría p m juitificai el
intenao esJudio de la psicologri aniiiiiJ. FinaJmeüte. el acento evclucJoniata so­
bre Ja adaptación al medio ñie introducido de modo direclú como una "expllca-
d ó r ” de la conducta por víh dcI instinto, y quizá de tnadu indirecto como prin­
cipie] de refuerzo.
Sir Fnineis CaltDii (1822-1911), inttpitudci por su primo Daiwin, estudió el
pTOblema d* la herencia en los seres humanos. Su aristocrática aspíraciór era
oantfolii Ja herencia, pero ptiimera tenía que demostrar su eficaicia ooina agen­
te de cambio. Esta necesádad lo condujo a estudiar Ja herencia de ]a inteligencia
huinaiia, justitrietite algo quít wgün se decfaj él poseía en grado sumo (w Je
eatinuba ün CI de 200; véase Boring, l9S0.pág, 461). Par supuesto, estas es­
timaciones ctiasi cuantitativas son nna tontería. Sin ennbatiga, mientras no se lís
tome demaiiado en serio resultan divertidas y nofi peimitóa rccotilai. ona vez
que si estudiar historia estamos estudiando Iqs hazaJios de personas bri­
llan tea.
ffefeditory ganítu (1869) de Gal ton contenía estudias sobre los diferencias
indisidualEs de inteligencia. Ya hemos observado, sinlitieameate, de qué modo
Usitell continuó las invesfígucionesen esta anea,poco ttempn antea de que empe­
zara i abrirse el campo de los rests mentales, para llegar a su plenitud durante ta
T
122 Sisumas y Teorías ptícológkos coaiemporéneos

IMniera Guerra Mundial, cuando se comenzaron a admüüsLmr testa a loa icciu*


(aa dol ejército de ios Estados Unidos. Este campo ha hecho muchísimo p an
justificar ante el público la existencia de la psicología durante los años de su in­
I
fancia. auntpie ahora está comenzando a importunar nuestra madurez. Por al­
guna razón y muy pronto expondremos una de las razones posibles- Gallón
no ha recibido un gran reconodmieoto por sus logros.
Romanes (184B-1894) y Morgan (1852-1936) son nombres importantes para
la psicología debido a su trabajo en el campo de la conducta animal. Cada uno
de ellos representa una actitud hacia las relaciones entre el hombre y los anima­
les inferiores. Datwln fiie duramente reprobado por ios teólogos porque opina­
ban que estaba hitcietiüu descender a la liuinauidad al nivel üc los animales, y
sólo admitieron la ascendencia antropoide con una gran resistencia, no caren­
te de arrogancia. Desde el punto de vísta conieinporánuu, sin embargo, paiecc
que tanto Darwio como Romanes pecaron de excesiva generosidad en la direc-
cito opuesta. Cada uno de ell(« estaba conciliadoramentc dispuesto a atri­
buir facultades huituinas a los animales. Morgan, que no compartía para nada
este entusiasmo infantil, exigía pruebas estrictas antes de acordar a los huma­
nos o a los animaies una facultad “superior'’ sobre la base de un determinado
desempeño. Romanes y Morgan defínierun asi una polaridad que todavía se
advierte, pero ambos dieron su apoyo al estudio de los animales.
En la década de 1970, el interés por los animales parece haber alcanzado
su punto más alto. Las series de televisión los muestran como si poseyesen ha
hUidades que hacen parecer uUraconservadoras las afitmaciones de Romanes.
En la dirección contraria tenemos multitud de libros que comparan a los huma­
nos con los monos o los antílopes, y explican nuestros problemas atribuyendo
los orígenes de nuestra agresión, de nuestra sexualidad o de nuestra leriitoiia-
lidad a nuestro pasado animal (Ardrey, 1966, 1970; Lorenz, 1966; Morris,
1967). A pesar de lo cuestionables que puedan ser estos esfuerzos, ellos indican
la profunda aceptación dentro de la conciencia popular de la perspectiva evo­
lucionista. La teoría de la evolución parece haber sido el escalón intelectual
necesario como preparación previa para vemos a nosotros mismos como parte
de la naturaleza y empezar así a inierésanios seriamente en ella.
Hcrbcrt Spcnccr (1820-1903) tenía una perspectiva algo diferente de la na­
turaleza; veta la evolución como una batalla permanente, con dientes y uñas, en
la que la victoria era para el más fuerte. Consideraba que la sociedad no debía
interfeiir con la parte h u m ^ de esta batalla auxiliando al débil: era ley de la
naturaleza que eJ débú tenía que desaparecer. Bajo una forma un tanto diferen­
te, Spcncer estaba expresando el interés eugenésico de Gallón por el mejora-
miento de la especie, lí-s probable que este aspecto de su pensamiento haya em­
peorado la reputación de ambos; ésta es la razón a la que aludimos antes, al se­
ñalar que Galton no ha recibido el reconocimiento que aparentemente mere­
ce. El concepto de eugenesia jamás fue popular en las sociedades democráti­
cas. y mucho menos después licl intento de lliüer de “mejorar la especie” ex­
terminando a millones de judfos. Por este motivo, es probable que, a la larga,
tanto Spencer como Galton hayan hecho tanto para di^cultar el desarrollo de
la psicología fundonalista como lo hicieron para que progresara
a i fiinaonalumo i23

Spencei se destacaría incluso en un catálogo de genios excéntricos. Antici­


pó a Darwin con una teoría de la evolución que tuvo la mala fortuna üo ser
íamarokiana y. en consecuencia, no tuvo influencia durante mucho tiempo. In­
fortunadamente también, Spencei no se indinaba a basar sus opiniones en un
examen minucioso de los dalos. Según Uvine.

Ningún pensador moderno ha leído tan poco a fin de escribir tanto. So


preparó para su Psychoiogy primordialmcntc mediante una lectura cui­
dadosa de íi-olegomena ¡ogicae Je Manscl, y para su Bhlogy, median­
te un examen a fondo de los Frinciples o f comporattse physioiogy de
Carpen ter. Elaboró un tratado de sociología sin leer a Comte, y un
tratado sobre ética aparentemente sin haber leído nada. . . ila b ía des­
cubierto que sus “sensaciones de cabeza” con sus ramificaciones acom­
pañantes, se debían a un deterioro en la Irrigación sanguínea al cere­
bro. . . por lo tanto. . . Algunos de los capítulos más profundos y di­
fíciles de la Psychoiogy Rieron dictados. . . durante los intervalos de
un partido de tenis jugado cerca de Londres. Su vida racional no se hizo
menos excéntrica con el paso de los años (1963, págS- 287-288).

A pesar de sus exiiavagandas, de las que lo que antecede es sólo un leve indi­
cia, Spencer produjo la primera psicología coiii|detai»enlc cvuIuünu. Darwin
menciona expresamente Tire principies o f psychoiogy (I8SS) de Spencer > seña­
la que trazó los Uneamíentos que debe seguir el desarrollo de la psicología evo­
lutiva. Lo cual es un tanto extraño puesto que Darwin hace este comentario
en ITie origin o f i^ecies (18S9), jque fiie la primer» exposición comfdela de la
pruma teoría darviniana.’
Además, como lo hemos visto, Spencer iio titubeó, como el cauto Darwin,
en hacer amplias caracteiizaciones de la teoría evolucionista y en trazar analo­
gías con la sociedad (véase Spencer, 1961; publicado por primera vez en 1863).
En consecuencia, su influencia se hizo sentir -aurique no fue siempre favora­
blemente acogida- en el pcnsajnienlo social, la sociología y la psicología social
(véase Hofstadter. 1955). Spencer vio con claridad que los tipos de cambios que
se producen oo la vida de) individuo por nwdio dcl aprendizaje podiitui ocurrir,
mediante la selección, en la vida de tas especies. Lamentablemente, decidió que
las asociaciones adquiridas por el organismo individua] se podían transnitir
genéticamente; es decir, creí» que I amarek estaba en lo exacto. Se había per­
suadido de la exactitud de Lamaick leyendo los argumentos en contra de su
teoría, lo cual indica que la testarudez de Spencer no siempre le dio lesullado.
Sí Spetreer hubiese rechazado a Lamarck. o siquiera no bubicic abierto juicio,
podría haber sido considerado un gran psicólogo en lugar de ser uno más entre
los muchos antecedentes de) funcionalismo. Aun así, la idea de atribuir los
cambios evc^uiivos y l(xs cambios con el aprendizaje a un marco de referencia
común, p)cro con una escola de tiempo diferente, es muy iiiipuriaiitc (véase en
Ftsher, 1966» un estudio de) temo). Podemos esperar que la psicología y la
biobgía modernas sean capaces de demostrar que incluso intervienen materiales
comunes -quizá con la particrpactón dematcrialesgenéticoscomoel .4DN (ácido
desoxírribonucleico) oel ARN (ácido ribonucleico) en el proceso de aprendizaje.
¡2 4 üiitem ín f ítw/fm ?ücoU>^ícQ^contimp<3r6ft^s

LA PSICOLOGÍA DE JAMES

waUam Jartirs (1 K4'2-l'í 10) fue el principal anceccdeme aorleartJiCriCitnQ dfil fun-
aonaliím o, á piererímoA no con^dsTarlD au fundador. Su obra en doj voídme-
nes, The principias o/psycholíJ£y (lR 90)jeraun dbiicü vjrtjaLncnu; antes de su
publicación, yu que gran parte de| libro habfa apuieEÍdD en forma periódiea, a
medida que se iban completindu los capítulos. Walson (19íi8) figuru entm [os
qiK? han íífialado que esta obra es todavía leída por quienes no tienen necesidad
de hacerlo, |un raro tributo para un libro de testo! Jamea ñie tamblíii tullido
coniu el más jíraiidv de luí pstcdloj^ rtorteamer]canos por sus colchasen una en­
cuesta realizada después da £950. ¡Lo que n a está nada irtol para im hombre
que oaeribíú uii aoJo libro y que no hizo nada en. pslcxrlDgi'a después de 1S90!
Parte de la popularidad de James se debe a la personalidad amable y en­
tusiasta qus aflora en sus escritos. Joncich (1968) afiFina de Janief que "elúlti­
mo libro que leía era siempre una gran obra y la última peiauna que veij, un
lioinbre iJiiaravilloso'* (pág. 434), Considerando lo que James dijo con respecto
al üpü de psieoJogía fcchncnana (algo que examinaremos con más do talle en
un nwmentó) hay que pensar que iondeh debe haber estado hablando de mnne-
ra un tanto hiperbólica. Jaotics Degh incluid r llamar a Herhert Spencer ignoran­
te, y dijo que' no tenía habilidad para elaborar nada en detalle. Pero Joncich es­
taba correcto en lo esencial; JaijiES tenía errtuáasno incluso por las cosas que
le desagradaban, y sin duda tía feliz toda ver, que encontriiba sigo sóbrelo cual
podía entusiasmurw.
Esta peiaonaúdad no le peraiitiú a Junes ser un gran experimentaliata. Su
contrihiioiún aJ Jeaarmlto de la pfSíología se riiehih a su capacidad para sinteti­
zar los principios psíDológicüs sugeridos por loi experinietitos de otros, para
efectuar conjeturas intuitivas allí donde faltaba el conocimiento y para pre-
s ín tu los resultados en un envoltorio verbal increíblemcjite atractivo. Durante
aüos, el dicho ravoríto de [os psicólogos ha sido que WíULani James era un pá-
códogo qUE escribía tom o un niwrlüla, en tanto que su hcrmtno Henry ers nn
novelista que escribía como un psiculügo.
CrumulógicaniEiLlc, James estd entre Wundt (die?, afloi mayor) y Tltcbener
(veinúciiico años menor). Como ha Btfífllado lieidbicdcr (1933), Jamos píect-
de y sucede a Titchener. en e! sentido de que sus ideas Feconoceo laíces meta­
físicas más antignas, y aJ iriiamo tiempo han perdido tan pnen de su ínescutia que
aún ahora no Sólo es agradable Je arlo sido que resulta wrpretidÉntemente mo-
demir, aunque necesariameibte paaadu de moda en muchos temas. Jantes tenía
ur talento poco usuaJ que lo hacia práctico, fácil de leer, intEicsante y popular,
imponjendt) al miümo tiempo rtípíto den tifien. De ninguna manera sus escri­
tos ñieroji una meta divulgajCióii; por el contrario, incluyeran muclio pensamien­
to &interpre tadfiai ofigínaíes.
Jantes perrenedó a una conocida EonUta de Nueva ínglarEm. Desde bastan­
te temprano curuEnzó a manifestar SU iBlcntu para descuhrii to que rio era; es­
tudió irte Jurante un arto, y decidió que no era ortisU; recogió luego especíme­
nes con el gran naturalista Louis Agassiz, y descubrió que no servía para esa, si-
El fiáocstinttis/nír

guió después estudios de medicina, ccm muchas inttsmjpdoiies a causa de su n u ­


la nlud, para deacubrir isalm en é que no era médico. Lo que sí obtuvo fus uu
nombramijejito para enseñar anatomía en Harvard, y eu realidad enseñó piicolo-
iffa rmuló^ca, para lo cual catablccEó un pequeño laboratoriQ pata demústrado-
oes en 1875, exactamerte en el inouíento en que Wiunlt estaba hadendn lo mis­
mo en Leipzig, Poco después se embarcó en su última gran aventura para íIcbcu-
brir lo que no era; empezó a CBcdblr lu gran The ptirtclples o f psychology
(1890), que lo llevó, una vez completado, q decidir que no eKtstja una ciencia de
la psicología. Se dedicú entonces cada vez mái a la filosofía {fue un filósofo de
fllina toda su virio), y pronto tuvo íxitü en lograr que Hugo Munsterberg fuem a
Harvard y asumiera las responsabilidades relacionadas con el laboratorio de
psieolngfa. Después de la Uegada de MLULstcrbai]g, en JS97, James siguió escri­
biendo prnlificainfinic, y tanto ?laí*s (o en 1399 como P arfeí/íro/re-
U ^ u s experiencie de 1901 y 1902, concitan el Interés de los psicólogos.

Janmi como tn'ííeo

James se rcbalió contra lú qtic éJ ccmsidcnibu la estrechez, aitifidBliddd y falta


de agudczii de la tradición alerrianpo wundttHnaen pácologíit, ejemplificada por
Titchener y la escuela de ComeD. James fue un factor muy im portante,que llevó
a la protesta tais geneiaJ fomuiJflda posteriormente por ios hincicmaliatas. ha
mejor que dejemos hablar a Jame;, para rnoairarla fuerza de su critiqq al mismo
Ikiupu quo la ñuidcz y el uaréclier ikisuasivci Je su cstltu litcrariu. Decía de
Fechner, por íjemplo:

Pero ssría terrible que un andajlo Ean querido pudiera en trístecar núes-
tnt cienida para sUrupre uun sus piuáente; eatiav agencias, y cd un mun­
do tan llena de objetos de itendón más outritivos rorzoraa Lodos los
estudinios futuros a tranátar las dificultades, nn sóíci de sus propios
trabajos, siró de los otros,, más áridos aun, escritos para refutarle
(1890, l,pág. 549).

Y hablando en foon» m is general de la posieríor pácologfa wundfiana:

En el espacio de unos pocos años ha surgido en .\leraanja lo qua puode


UamaiH; una püicolagfa microacópica, llevada a cabo con métodoa ex­
perimentales, que exige en todo momento datos introspectivos., pero
elimina lu incertidumhTe de éstos al opeiar en graíi escala y extraer
medias eatadíaricu. Bate método exjge al máximo a la pacdencia, y
difidJmenlc bubiera sportíddo ca un país cuyos nativea pudleian abu-
rriric. Alemania cumo Weber, Fedmer, V ieiqrjt y Wundt. evideute-
mcnte no pueden;y su éxito ha arrulrAdo a un ejército de pricólogo;
cxperimeatales m ü jóvertes, dedicados a estudiar los eiernentü^ de la
vidx mental, diauciarlus do ios retullados gruesoa donde cütán incrusta­
dos, y en lo pDiihlc reducirlo; a escolas cuantitarivaa. HabiendD agota­
do aiis posibilidades el método simple y franen [£e itBque, se fimcb* el
mpttrtlu Je l¡i pacáciiCni, lia lando de lomar la plaza por bxjnbm y por
caitbinciD] la mente debe Snpartai un aitln regular, en el cual las venta-
12^ Sistemas 7 tiOftsS (WcoíÁfiictMton temporáneos

ias minúsculai ganadas dfa y noche por Jas fiienai qutí la «rcaíi se su*
marin hasta obtener su rendiciím. Hay potu de i &¡aa e ^ o rn « to s
nuevos fdbaoftfl del prisoiEL, d p in iu lo y d ürojiúnietro. Les mlettsati
IflS jieg&cios, no Jai proezas. Lo q,'ie tío han hecho la generosa adiviita-
ciún, y esa superioridad de virtud que, cono enseñaba Liceror_, da a
un hombre la mejor Lontpfenddti de la naunrjleza, lo realizaran sm
duda algún día ín constante espiar y raspar, su teiiflffidad implacable y
su destreza casi diabólica Ii í'^^- 1'^* y sip-)-

E ! prugtantn positiva

Sería errünco suponer que James no fue itife que un críüco imelieeTite del ele-
mentalisTiio y el intiospeceionismo wundtiuiio, I»oí el contrano, formuJfi un
extenso progiairLa positivo para la psicología. Aunque personalmente prefería
no eiperimentaf, reconocíi el valor y la necesidad del mdtode experimental,
tanta para la psicología cíhiiü para las diaciplinaa iiiái antiguas. Sm embaígo,
hablando ea tíniiiitos más amplios, (a nota clave de sn prügTflmaessu acento on
d pragniatimo, que implica que la vnlidacióíi de cualquier eonoamtento debe
hacerse en términoi de sus cansecmcncías, valares o utilidad Según James, el
oonocimkntü útil para la psicología piuvcndría de estudiar pof igual la con­
dénela, las diferencias ¡ndiridudea y los primñpiua líeueialixadoa. lo emocuSn
y Ins impulsos IrraciondeSi _v las capacidades intokctualea.
En el fondamento de Ludos estos tipos de estudio, estaba el ^puesto gene­
ral de que In psicología de he estudiar/fírtc/wiei. que la psicologLa es una paite
de le ciencia biológica y el hombre debe ser ímisiderado en su adaptaci^ y tm -
daptadóti al ambiente. De acuerda coa la nueva e Influyente teoría de la evolu­
ción James opinaba que Ja rmndiictB del hombre, y especialmente su uiciiEe, e-
be tener alguna funcídtt que justifique su supervivencia. A lo largo de sus cBoli­
tas se lineen evidentes tambiín los efectos de la fonnacián médica de James,
por ejemplo cuando acentúe la importan d a de las eondimones de la menic y la
ootiductiu; para él, "condiciones" significaba "sistema nervioso . James maniu-
vo un activo ¡nterés, al menos en un nivel literario, por la tcoriaaJóu neura-
fisioiógica. Su contabuciúci original m is famosa au teoría (fe la em ocifm -ci
un buen ejemplo de esta tendencia, ya que James hace de la ríüHmentacion
sensoria] provcnifime de lai acciones corporales, el pumo central del proceso
emocional

¿di citíncfeíieiff en James

El contraste entre la amplitud de los puntos de vista de lames sobre la con­


de nda, y tos de Tlicbener, es eapecmlmente inatíuctiyo como clave paia com­
prender li dilcrcntia entre los enfoques estruclurnl y faneional, bn pnmer lu­
gar James sebaJñ las canícíe-rísiicím de fe üoiiciiMLCia, que son estudiadas sofe-
riiíTite por fe ptkologfa: es penvttsl, iodividu alista -pcric.TiCK a una arfa per­
sona ;es íiewvw cambiante- es eiencíalmente un pioueiO y Jebe ser eatud^^o
ante tDdo úL>mo taJ ( íu famíM expiesión ^^corrieníe di Ja cnncíf^ncÉa íuk
acuñada para expnüSír ests pTopiedadj; cí sgusibíemente parnntua - a pesar de
t i fltfícfonsifsmo 121

las brechas se mantiene sietnprt la identidad individual- es selectiva; elige,


pruveyeido Ln fltenQíin, tu pertinadi y la cantdnuidid de la efeceiÓH; y acurre
lauto de una iinuierti irafixiiivíi como Je una manerg susígníiytí.
Lste último punto, la dicotomía entre d contenido claro y los HarnadfM es­
tados marginales de la condénete, es uno de los puntos más dignos de atención
en la posidón de James. Eme sostenfa que los p r u c e ^ conscientes tiansitivoi;
no snr notados cun tanta facilidad, pero -son muy impurtan tej y no « les ha hs-
ni diado lo suficiente. Petisaba que todai las ideas ingresan eti la conciencia como
trassitivai, maigmales en cuanto-a k atención y a menudo evanescentes, y pue­
den o no pasar e k forma sustantlVH, un Iq eual la idea tiene más estabilidad,
més “sustancia". En todo aaso.las ideas tiunsitivas marginales (como la falta de
familiaridud, rdaciún y otrae senicjantesI explican muchos significados y con­
ductas.
hn segundo lugar, James puso énfasis en ta finglUi&d de la conciencia. .Aquí,
como se ha sugerido, recibió una grai: influencia de la nueva teoría evnfiicíoiüs-
ta; opinaba que la ctuidciida debe tener alguna utilidad biológica, o de lo con-
ifflridj nti hubiera sobrevivido. Su función es hacor <lcl ser huniunu un aniniaJ me­
jor adaptado, cipacitarlQ para elegir. La slección consciente contraste con d há­
bito. qüe Se hace Invnl uní ario e inccuisciepte. J j conciencia tiende a entrar en
juego cuando hay un problema'fWííiio. cuando se necesita unaíjiírud adaptación.
Su valor de supe tvi ven cía. de acuerdo con el razanamicnto de James, se relaciüna
con el sisteniH nervioso ílíiDO); “ La tllatiíbución de Ja eminencia muestra que
ésta es ó-tactamente como podría eaperamc ilt un órgano agregado con el nbietú
íie gobernar un sislema nenrioso que hn Uagado a ser demasiado complejo para
regularse a sí mismo" (pdg. 14d).
En tefger lugar, James pensaba que k pfiícolpgía debíi estudiar las condicio­
nes de la conciencia A diféreiicid de Titcbener, cuya pusidón al respecto era un
paralciiamo psicofísteo, JarMs opinaba que Ja conciencia no podin considerarse
aparre del cuerpo. En los Principie i a f ptycfialogy. James examinó en detoDe
las soluciúrtes de su época para el pnihlema mente-cuerpo y encontró que debía
rechazarlas en Su tutulidad. Sin einbaigo, su perspectiva funcional de la concien­
cia parecía implicar una interacción; j.cómo podría la cun ciencia “ controlar" el
Hitema nervioso si no pudieran influirse mu Luamente?
Las especnlaciones de Jamet iobre la acción ide-ointitriz parecen confirmar es­
ta rntcrpretaciáíi, James afirmaba que Ins procesos sensoriiJcs tendíar 3 expre­
sarse en pnreesus ma toras g nicnoi que algo los iiLtiibiera. en cnfiwciiejiria, ss
de sil poner que ung idcaj a incnDa que ouaa la inhibuit, condudrá mis o m*íios
directainerile a la aecián. El própio ejemplo que da James del valor de esta hipó­
tesis e í que si uno llene prublencias pam kviuitarse a la rnañaua, lo que debe hacer
es simplemente tener ati ¡nentc el levantarse y desalojar todas las ideas que se ic
opongan. De acuerdo concatahipótEsis.nü tardará-uno en encontrarse levantado,
liemos mencirioado ya que James experimentaba la clásica aversión del autor
de irmtiualta liada sü producto, cu ando dijo, al rnmiiiarlü, qae Mi libre sólo pro­
baba "que rio cNiste una denda de la pSácología" y que la patcolo^fu esLé loda-
vífl CP "una condición anterior a la cieticifl” ÍBuringj 195(J, pág, SI l). No obs­
tante, incluso en k'actualidad .t.amcs parece tener a veces una increíble moJemi-

I
Í2S Siaitima’ y lecvfeá ptieofí/yíeM ¡rtmleTrifíoranií»

dad- Hemisteín y Boriaj (1565, 4H^-41Í5J jiresentari una Eelecacm (1e í S-


critas (ie James en la qu í lo vemos refutar brillanieniEntó Ite aiiumeutos qtie
unos veinücinen años después B. Wuiauii Li-Uli^ella ctuiio rujiditínentos de
la psicología ouníluctista. Bstu demueelTa que taloi. proMcmas ya estaban en el
aire cn 1890, pero sirve también para mostrara ün James incisivo coitUD pismpw,
capaz de recDnoCer y OKÍlihir con precisión quirúrgica 3ai pnoHemas metodL'lú-
Ejcos más críticos. |Volverenicis a encontrar estas íiJsinas cíiBCterfttjcas-cuan­
do explortMiiüs los antecedentes de Ea ptnccJogía de ia Ceslnlt!
E?((iin ir aremos aliora brevemente a oito de los primen» peicíitogMJ nwtEit-
mciicanot que deacnipeñaron una parte impártanle en la tradldúa funcÍDiuilistd.
Un rasgo peculiar de la histoiifi Je la psicülojiía ea ios Estados Unid£M ei que.
después de Jantes, Ja p^cologfn funcionnlisla moatió una tendimoiii a sei cada
vez TTienus runclotial a medida que se ibs [íesarroUtiitdo. Nadie esti seguro jctT'
ca (k cuál es la causa de esto; sii; embaído, podemos aventurar una Kip6teisis
rrtzonablc. Lii psieologiu funcionnliatn e; hija de la teoríc. de la evuludón, y su
foco central conújtiría en la adeptaefún d d otguiismo a su rnedn. Ptm man-
cencr ese foco cn el centm de ruestra atencioTi es preciso qjie estudiemos el
urgauismo en sít medio. Sin eiíib^go, la mayoría de los pioneros del fundnna-
L'smo noi teonierlceon sufrieran, en cierta medida, la iniluentiA de tVimdL, cmi
sj ánfash sobre In cicnciii puia y las virtudes cosí ckcIu^ voe dei enfoque
rtitionul^ Fot conslguigate, en el período que va desdi; JEtmeshasta la época mdi
reciente, el funcdonahsmü ha Eemlido a sar una urriCm hi^tante inestable entre
una fitoiofia evolución¡stn y uua metodoinsia exporimental. Toda vez que en
este matrimunio se piudujerujj couDictLiiS', se vio que d jefe de la fatiiilia eia li
metodología.

HIONhFiOS l>KI.HIJNMONA!,lSVinNDF:TEAhíERlCAND

i7. Sísnley íía!¡

üiansifle Stanley HáU (ISíM-lflZ-li puede .servir, en algunos aspectos, de protcs-


bpn de la d o ^ do psicúlcigo hihcidcp qua combina los ratígofi de Wundt con It»
de Jamos. Un lS7fi, durante Lu ¿juta. ríe James, obturo el primer doctorado
uurtjiiaiiiericaílo en psicDÍu^tai viajó después a Leipzig para estudiar dos años
más coa Wuudi, üje vedno de Feciinai y estudió con ludisag. Poco después
de !u mgjoso, en I£32. fundó en la Uníieísidad de lohiií Hopltins. .ino de los
primeras ¡sbcft^Ccfios píitolñaicni. .Sin embargo^no debemos hacer t un laric' el
aspecto lubiido J í Hall; rro feria dentaaiadc dd éjcpcrimcnlalista y efertuó li
mayor parte ds su ctHitribacJúc, a la sicología par vía ck una ruta emEiieiite-
mente práctica y odciüiñtttatrvs: Pero antes de pitscgüir Con esa Justoriá, eche-
nos un vistaeo ■j h priruerut afluí Je su vida.
Hall OBcLó cn Aíhñeli, LlaíEchastiti. Según se iníontia eti el c?¡políniH li­
bro de DoiDtty JÍOSí fl Í? 2 J. ííI paritei pja Hall se Dedicó a as lareas agrículai des­
pués de) nacinucnio de su Lijo - imicue ames había ttabajade durante un tiptn-
¡■■'I fiiHdOrlalitmo t29

iw como Tnao«ru' de escuela- y en su granja hacia hincapié en la ínieligeTicia y


la inmovadón, Los p sd m de HuU compBrtfaJi fuertes cociviciciancí leligiosss, que
tuvieron mucho que ver con el hecho de que eJ asistiera al Williams College pani
preparaíise para el miniiteria religioao- Pasó deipuét al Union TheoJogieal Se-
minary pura Completar su preparaciún, pero allí se inclinó por la tilosoria y
no tu d ú en partir hacia Alejnania, donde estudió cn Ja (Jitlversldaid de B erl¿
hasta que, al quedarse iln dinero, tuvo que regnesar a los Estados UnidoSs don­
de Donduyó sus eatudios do teología. Sin cmbaigo, au contacto con la Rloso'
fía lo hahfa impresnndo de uu Indeleble tinte liberal y alcanzó a predicar sólo
durante diez semanas SJites do resolver Slts Conflictos leligiDSDS lo luficiente
como pita decidirse par un cartera académica.
Ketnoí visto que pasó cierto tiempo antes de que tenninarB TCdbleiido su di-
ploTtiB de manos de Jamea en Harvard, rtiomcnto on d cueiJ tenía alredodor de
tríinU y cuatro añor. Tenía ireíntii y seis cuando regjtüó a Lelpziy país enihar-
caise en la principal empresa de su vida. No obstante, la suya fue una de las ca­
rreras mis sorprenden le mente activas y vanadas p m cnatqtJdor psicSlogü pao-
fesional. En 1887 fundó el jdmeftíciíin Joumni of Psychology. En 1888 se le lla­
mó pant presidir una uuEvd escuela para graduadi»,k Uiiiverbüad de Oaili, en
Maisachusetts. En 1891 fundó el Peda^a^cal Seminsiy (actuahnente Journal
af Geneííc Psyt'híilogy). En 1892^ el misraci año en que Titchener llegó a Esta­
dos Unidos, ie planeó, durante una conferencia en su estudio, la American Piy-
¿holügical Assoeiation. y él fue su priiuftr piesidante.
El dcEarroUo de la psácología como disciplina acsdínilca dentíflea, hecho
por ttaJl en Cliik, póJee Uü consldetablc intenós: su resultado fue la inuaual li-
tuación de que la. dñcipliita cientíSca mas nueva asumiera la pa.rU más impor­
tante en esta itisfiturióii, cuyo propósito primario era el eAtrenamieiito cieitti'-
Ileo, tlfl]] trajo a E.C, Saitford. de [iDpkinS, para encabezar el laboratorio, y
imintuvo un activo Ínteres personal eib la psicología.
fue tatttbün ol respoüsahie Je la fotografía más Í eoiosb cn U historia de la
psicol0|ía . La Universidad de Clark iba a celebrar lu vigésimo onivenarto. Hall,
ukntpte ahierCó y atento a Jos avances más modemos, logró que Freud, Jung y
Fereiiczj, tros psicoartalisias subrttsaHenijes viajaran desde Europa para la cele­
bración, en 1909, Naturalmente, con seriejaitte cebo en el anzuelo, también
aásticrGn nnidios de los más famosos psicólogos de los Estados Unidos; WiiUaJii
Jomes, en el añcp anterior al de su muerte, el propio Hall y otros. El letralú que
se tomó do este grupo es uno de los más conocidoa por aquellos que sienten al-
HÜn interés por la h istoxia de la psicología,
Hall cantinuó desarrúlhiJtdü nuevaa jicos ds la psicologfa, cmnenzando por
la psiculot^ü fnfajiül —donde popularizó el empleo del cucstíoiundu enmo ín>
trujnento de investigación—, pajando por U psicología adolescenle —iobic la
cual escnbfó dufi greüdcs Vülóttienes titulados Adaíescstice, probablemente
!U! publicaciciiies mis influyentes— y tomandci por fin la poicolcigía de la ve-
(íz fpublicci SeneieeMce a una edad muy ndecuaida, ^setenta y ncho años!).
Además trabajó e r diversos campos de la pücoktgfa aplicada: paícolü-gía ndu-
fcBclonal, psicología sexual (luego de dcacubrír a Freud, en quien se Interesó
leniprariámente}, píioolopa de la religión (au hbto Jesús, rte ÍTirisf, in tfie
ISO Sisíemoi y teorías ptícoiógícos contemporáneos

tíght o f psychology icpresenU un re*urgnni«itto de sus intereses teológicos).


|c inclusosensacioaes alimentariasi
U influencia de Hall se hizo sentir «n su mayor parte de una manera in­
directa a través de la apertura de cala gnin variedad de campos de interés y
actividad. Todoe ellos tenían un sabor utilitario o funcional, en contraste con
el tntrospeccionjsmo estricto de Titchener. Aunque quienes alcanzaron el títu-
k» de doctor en fítosofía bajo la dirección de Hall en Clark fueron ochenta y
uno (en conUaste c « i loi cuarenta y cinco que lo lograron en Comell en época
de Titchener). pocos de ellos llegaron a ser prominentes en piicolugia. Quizás
el ntejor conocido es Lewu Terman, quien durante mucho tiempo fue líder en
el campo de los tests y de las diferencias individuales. Un dato sugestivo sobre
la influcDCia personal de Hall, lo constituyo el hecho de que un tercio de sus
candidatos al doctorado hayan pasado finalmente a ocupar, como él mismo,
posiciones administrativas. En lodo caso, la carrera de este hombre notabilí­
simo tuvo mucho que ver cem el matizado desairollu de la psicología nortea­
mericana de los primeros tiempos, y particularmente con la fuerza de la marca
que llevaba hada el funcionalismo.

JamesMcKeen C'^tteli

Ya hemos presentado a Junes McKcen Cattell (1&60-1944) como aquel imp<>“


tuoso joven norteamericano que se autodesignó primer ayudante de Wundt. Bso
ocurrió en 1883, el año en el que Hall había iniciado el laboratorio en Johns
Hopkins (ras regresar de leipzig. Cattell siguió mostrando su naturaleza agie-
úva. obstinada y enérgica negándose con tesón a aceptar la definición de psi­
cología de Wundt.
Después de tres años, Cattell regresó a los Estados Unidos y fundó el la­
boratorio de pticidogía en la Universidad de Fennsylvanu. En 1891, se trasla­
dó a la Universidad de Columhia y volvió a fundar un laboratorio. Allí estaba
cuando llegó Tbomdike con su cesta Ueoa de pollitos entrenados, empellados y
educados en c1 sótano de Jantes.
Cattell fue despedido de Columbia en 1917 a causa de su manifiesto pacifis­
mo; aparentemente recordaba demasiado bien a Wundt y sus colegas de Leipzig,
aun cuando tampoco había aceptado nunca los pronunciamientos autoritarios
de éstos.
No tuvo necesidad de pasar hambre después de ser despedido del mundo aca­
démico. Simplemenic dedicó su tiempo a administrar las lucrativas empresas que
ya había fundado: la Psychological Corporation, la revísta Science, que es toda
vía el órgano oficial de la American A eodatian the Advuteement o f Sctence;
la publicación biográfica periódica. American Men o f Science, y la Psychnlogirai
Revíew, que fundó en 1894 Junto con James Mark Baldwin. Todas estas empre­
sas contribuyeton de uua tuaiwr* u otra al óesairoUo de la psicología, y la Psy-
chdogical Coiporatlim en especial demostró que la psicología se podía aplicar
fuera del aula y del consultorio.
De importancia más directa para el desarrollo del funcionalismo fue la promo­
ción de los tests mentales que hizo Cattell. En la década de I89Ú, antes de que
£Vfi/ndonaliwu} I3 I

aparecieni la escala de Binet-Síjnon, Cadeil administraba tests ítteatales y físicos,


de un tipo nlaüvamente simple, a ios estudiantes de la L'nivcr^dad de Columbia.
Sin embargo, el éxito de aquella batería más amplia eclipsó el trabajo anterior
en Cedumbia. Cattell continuó con su actividad en el campo de lai diferencias
y capacidades üidividuaks (por ejemplo, en la percepción y lectura, en avxüia-
ción líbre y controlada) y trabajó en años poaterioies pránordialmente a través
de la Psycholopcal Corporation.

ESTABLECIMIENTO DEL FUNCIONALISMO

El fujicionaliamo como escuela comenzó en la Universidad de CJikago, con


John Dewey y James Angelí, quienes Uegamn en 1894, para enseñar en la nue>
va universidad. Angelí había estudiado previamente con Dowey. en la Unñvrti*
dad de Michigan, con James en Havard y con Erdmann en Halle, Alemania.

John Dewey

John Devi^ey (18S9'19S2), filósofo, educador y psic^ugo. fue uno de los nortea­
mericanos más ilustres de los últímo.s tiempos. Estudió con Hall en Hopkins, se
doctoró allí y enseñó en Mtdiigan y Minnesota antes de ir a Chicago. Huc l)ou>cy
qiticn envió a Angel! do Michigan a Harvard ))ard que estudiara con James. Algu­
nas veces nos sorprende la cantidad de interrelaciones que el estudio deiolladu
revela entre las figuras prominentes de la tüstoría de la psicología. Probable­
mente DO sea tanto así en lo qiic respecta a los hombres que acabamos de men­
cionar, que pertenecían a una tradición común, como lo eseo el caso de Watson
y Titchener, sobre loa que hablamos en ei capitulo anterior. Nuestras catego­
rías conceptuales pasecen hacemos visualizar las reuniones de la American Psy­
chological Association en ol pasado como si hubiesen tenido lugar en un enomie
salón con carteles en los que re leyera: “ Estructuralistas, inscribirse y reunirse
aquf*, "Funcioaalistas. inscribirse y reunirse aquí", etcétera. Sin embargo, en
reguida advertimos que si tal reunión se celebrara hoy. los psicólogos se harían
visitai sin tornar en cuenta, para nada, sus convicciones sistemáticas. Así lo ha­
cía la última generación; si bien los psicólogos se asociaban, lissta cierto pumo,
de manera selectiva, había mucha mezcla y tus psicólogos conueiden estaban al
tanto del trabajo de los demás.
De todos modos, nunlcner separados a los erjpos no habría ayudado a las re-
laciuiies personales. Titchener oo habría podido encontrarse con su amigo Wat-
son (dejando de lado el hecho de que Titchener no tuvo nada que ver cem la
.ónericon Psycholo¡^cal Association después de los prínieroe; años y por lo tanto
no habn'a asístído a esas reunieres que imaginamos). Dewey habría tenido que
encontrarse con G Stanley Hall, su maestro y colega funcionalista, pero ambos
se tenían una profunda aversión. Deu«y no habría tenido oportunidad de
compartir sus sentimientos con Wundt, que estaba muy orneado con Hall pues
éste había escrito una biografía sobre él. que Wuiiüi calificaba de "una inven-
132 Sbtfn^s y f^crias piicclhti^nt contcmporiaxtot

ciAn rte cabo a rabo” . ;Por lo tanto parece justo que nunca nos hayamos se­
gregado por razones de sistema’
Vítiviendo a Dewcy, en 1886 lo encontramos muy feliz por la pubHcadón
de su nueva obra, ? ^ h o \o f^ . Su felicidad oslaba justiñeada. porque el libro
fue muy popular d e s ^ el principio; aunque fue effmero, por cuanto, como sa-
bemos. en 1890 James habría de puUlcar sus /Vinc^/es, un libro contra el cual
ningún otro podía competir.
Dk/. aAu« después de ia apeiidón de su libro, Dewey hizo una contribución
m is influyente, en un breve escrito titulado “ El concepto del arco reflejo en pñ-
cotogfa” (1896). El articulo se tisnsfonnó en un clásico, y se lo considera el
mojón más significativo en el comienzo del movimiento functonaüsta. Dewey
objetó el análisis de) v eo reflejo, que cortaba la conducta en unidades de estí­
mulo y de respuesta separadas y por lo tanto suponía que los nervios sensoria­
les y motores que participaban on los leflcjos actuaban de modo separado. Se­
gún el esquema del arco reflejo, la cadena conductal puede dividirse en: 1) un
componente aferente, o sensorial, iniciado por el estímulo y mediatizado por
los nervios sensoriales; 1) un componente de control, o asociativo, mediatiza­
do por la médula espinal y el cerebro, y 3) un componente eferente, o motor,
mediatizado por lus nervios motores y que culmina en una respuesta.
Dewey tomó ejemplos de James y de Balüwín para mostrar el carácter ina­
decuado de sus formuladcmcs de la conducta en función de reflejos. Desarro­
lló una posición organísmica, entendiendo la conducta como una coordina­
ción total que adapta el organismo a una situación. Siguió el espíritu de James
cuando éste Insistía en la ccmtinujdad de la conciencia, más que cuando habla­
ba sobre ia acción refleja. Dewcy consideraba que estímulo y respuesta eran
abstracciones convenientes más que realidades, y señalaba la necesidad de tener
una respuesta antes de que podanios decir con sentido que tenemos un estímu­
lo; el reflejo total no es un compuesto formado por un estímulo y una respuesta
sucesivos, porque no existe tal relación sucesiva. La disiíndón entre estímulo y
respuesta es aftificial; es un resultado de seguir s<»teniendo el antiguo dualis­
mo mente-cuerpo. (¡Dewcy decía esto en IS9ó!) Loa doe puntos principales
de la ítHmulación de Dewey son; a) que debe considerarse la conducta tal como
funváona, y b) que deben emplearse unidades molares para prevenir un exceso
de análisis elementafista. £1 primer punto marcó el comienzo de la psicología
funcionalisia, y el segundo fue una ifiiinacíón gueatiltAtta formulada veinte
años antes de que existiera la psicología de la Geatalt.
El aspecto funcionalista del artículo de Dewey k revela en el siguiente párrafo:

El hecho es que el estímulo y la respuesta no son distinciones de la


existencia sino distinciones tcleológícas. es decir, distinciones de U
función, o parte desempeñada, con referencia a la consecución o
conservación de un Qn. . . Hay simplemente una secuencia de actos
cuidadosamente ordenada, todos adaptados en sí mismos y en el or­
den de su secuencia, para alcanzar cierto fin objetivo, la reproducción
de la especie. la preservación de la vida, la locomoción a cierto lu­
gar. El fin se ha organúado vomplctamcnte en loe nKdtos(1896,págs.
365-366 ).
fífiu w b m ^im o 133

Inforiunadamente, el trabajo sobre el arco reíkjo fue la última contribu-


odn de Dewey a la psicología propiamente dicha. Durante su permaueocia en
Chicago trabajó sobre todo en educación y filosofía. Estableció el programa
para ol movimiento de la educación progresiva en una comunicactdn sobre “ La
psicología y la práctica social'’ (1900) leída «I retirarse como presidente de la
American Psychological AssociatJon. Dewey continuó siendo la cabeza titular
de este movimiento hasta su muerte. Más que nadie fue respoitsablc de la apli­
cación del pr^m atism o a la educadón: la noción de que la educación es la vi­
da, aprender es hacer, y que U enseAanza debe centrarte en el estudiante más
que en ei tema No podemos hacer responsable a Dewey por los excesos oca-
sioaaies de sus seguidores en el movimieoto de la educación progresva. Rara
vez los seguidores les piden a sus líderes que aprueben las nuevas interpreta­
ciones y aplicadones antes de ponerlas en práctica. Dewey simplemente tuvo
que pagar el precio de la fama cargando con ios errores de otros. En 1904, fue
designado profesor de niosofía del Teachers CoUege de la Universidad de Co-
lumbia, y permaneció allí el resto de xu carrera.
Dewey, al igual que William James, fue siempre en realidad un fflósofo, no
importa cuál fuera el cvgo académico que estuviese ejerciendo en ese momen­
to. En consecuencia, su importancia dentro de la psicología no proviCDc pii-
mordialmente de sus contribuciones al objeto de estudio. Se lo recuerda por su
estímulo a los demás, sobre todo gracias al delineamiento por él efectuado de
los fundamentos filosóficos de! funcionalismo

James Rowland A ngeli

Uno de los hombres sobre los que más influyó Dewey fue J. R. Angelí (1869-
1949). H1 interés de Angelí en la vida académica se despertó por primera vez
leyendo la Fsychoiogy de Dewey, y posteriormente fue discípulo de él en la Uni­
versidad de Michigan. El padre de Angelí era presidente de esalnstitudón y fue
allí donde Angelí recibió su rm tter con e^pecialización en filosofía.
Después de estudiar con Dewey, fiie a Harvard a estudiar durante algún
tiempo con James, después de lo cual partió bada Alemania. Esperaba estudiar
con Wundt, pero el laboratorio estaba completo, por lo que cursó un semestre
en Berlín e hizo de^ués otro en Halle con Eidinann. Cuando su tesis en filo­
sofía estaba casi concluida, recibió la oferta de asumir de ínmedUto una cáte­
dra en la Universidad de Minnesota. Aceptar el cargo significaba para él poder
casarse después de cuatro aAo$ de noviazgo. En este punto Angelí demostró su
herencia realmente evoíucfanicrA, por cuanto retom ó a toda prisa a Minnesota;
nunca luvo tiempo en su vid% turbulenta de volver por eí doctorado en filoso­
fía, aunque posteriormente recibió títulos huiioiú causa. Angelí pasó uo aflo
en Minnesota antes de recibir una oferta de la Universidad de Chicago, donde
volvería a reunirse con su amado maestro, John Dewey. Se trataba natural­
mente de una oferta que no podía rechazar y una mudanza que daría por re­
sultado una escuela de paicologia.
Angelí Degó a Chicago cu 1894. Su pnmer trabajo en colaboración coo A. W
Moore (1896) apareció en el mismo volumen de \zPsychoÍoglcaÍ Review que el
134 SUienm y leorías pakológieos eontemporántot

artículo dt Dewey sobre el arco reflejo. Era un estudio experimental de los tiem­
pos de reacción. Hi trabajo de An^D y Moorc intentaba resolver la controversia
entre Titchener y Baldwin. Títchener sostenía que los tiempos de reacción
eran más ripidos cuando el sujeto se concentraba en la respuesta (condición mo­
triz)', Baldwin sostenía que, por el contrarío, eran más rápidos cuando el sujeto
se concentraba en el estímulo (condición fensorial). Angelí y Moore infonntron
que había amplias diferencias individuales en los tiempos de reacción entre su­
jetos principantes, siendo en algunos de éstos más rápidos los tiempos sensoria­
les, pero que con la práctica conunuada generalmente se luteían más rájiidos los
tíerrrpoa motofps. Esta solución schalabi la diferencia básica entre la posición es-
tnicturalista, con su énfasis en el observador muy entrenado, y la posición fuD'
donalista en desarrollo, con su aceptadón de datos de observadores tanto prin­
cipiantes como entrenados.
En el escrito en que replicó a las críticas sobre su tipo de psicología, Titche­
ner tomó prestado de James el término psicohgúz estructuralista como opuesto
a psicoiogta funcionailsta. Los térmíncrt estructural y funcional se emplearon
como base para ios recientementt definidos '"ismos” en psicología. Tticltener
fue así el responsable de la denominadón de amhos sistemas
Como ya hemos observado, Titchener estaba peleando y perdiendo la batalla.
Al tcniiinar el siglo, )os desarrollos en psícologta educadonal, psicología ani­
mal, testa mentales y campos rcladonados, ayudaban a fortalecer la posición
funcionaüsla básica. Eue James Angelí quien se transformó en el campeón de la
nueva tendencia. Pudlcó un trabajo sobre tas relaciones entre !a psicología e.s-
iructuralista y la funcionalbta (1903). un manual (1904) y nnabneme la ex­
presión más clara de la posidón funcionalista eu su discurso (1906) como pre­
sidente de la American Ptychdogical Aasociation titulado **E1 campo de la
psicología functonalista” :

La psicología liindonalista esen la actualidad poco mas que un punro de


vista, un programa, una ambición. ()uizi su vitalidad provenga ante to­
do de su protesta contra las bondades exclusivas de otro punto de parti­
da para el estudio de la mente, y por ahora disfruta al menos del peculiar
vigor que por lo común acompaña al protestantismo de cualquier clase en
sus primeros tiempo: antes de hacerse respetable y ortodoxo, £1 m o­
mento parece propicio para Intentar una caracterización algo más precisa
del campo de la psicología funcionalista. (1907, págs. 61-94).

En su discurso, Angelí procedió a delinear tres concepciones dlstrntas sobre


la psicología funcionalista. En primer lugar, pudría cunsideraisc el fundonaUs-
mo como una psicología de las operaciones mentales, por contriste con una psi-
cc^ogía de tos clemcmos mentales. Este punto de vísta presenta una antítesis
directa entre las posiciones estructuralista y funcionalista. Desde el punto de
vista fhncinnaltsta, señala Angel!, la respuesta completa a la pregunta **¿qué?**
con respecto a la mente, debe incluir respuesta a las preguntas corolarias ‘'¿có­
mo?** y “ ¿poi qué?” En sc ^ n d o lugar, podría considcTaisc el funcionalismo
como ia psicología de las utilidades fundamentales Je la conciencia. Bn relación
con esto. Angelí presenta una perspectiva muy símííar a ia de James, donde la
H¡filtuHoaalismo ISS

mente funciona como mediadora entre el organismo y su ambiente, y se hace


activa Mbiv todo eu la acomodación a una situación nueva. En tercer lugar,
podría conskleránela como la psicología de las relaciones psicofísicas. Aquí
funcíontliamo lería la psicología de ia reladón total entre el organismo y el
ambiente, incluyendo todas las funciones mentale.s-corporales. Este tercer
punb> de vista abre la perspectiva del estudio de la ccsiducta de hábito, no cons­
ciente.
Angel! creía que el primero y segundo puntos de vista eran demasiado es­
trechos; cada uno de ellos restringía el funcionaliano ai estudio de la experien­
cia consciente, y el primero ponía demasiado énfasis en la oposición al estnic-
niralisrno. El tercer punto de vista era más satisfactorio, aunque Angelí opina­
ba que las tres perspectivas dcl funcionalismo eran interde pendren tes.
En Cliicago, Angelí logró que el departamento se separara deJ de íiJosofía,
y se convirtió en su presidente cuando Dewey partió hacia Columbia. H úo de
esto departamento un centro dedicado a los estudios funcioiulistas. con la cola­
boración de estudiantes destacados como John B. Wai$on y Harvey C’arr, entre
otros, f^spués Angelí dejó Chicago para presidir, tras muchas angustias, la Car-
negie Corporation. Como había ocurrido en .Mituicsuta. recibió de nuevo una
oferta que no pudo rechazar: la presidencia de la Universidad de Vale, cargo que
dcaempehó con gran categoría desde 1921 hasta su retiro, en 1937. Fue inevi­
table que durante estos años abandonara su intensa actividad en la psicología
a causa de la presión de loa asuntos administrativos.

LA hSCLT.LA DE CHICAGO: HARVEY CARR

También resultó inevitable que la psicología perdiera el liderazgo de un honrbre


como Angelí, pero hie reemplazado por otro hombre capaz, tranquilo, modes­
to y subestimado. Harvey Can í 1873-1954). A Carr, un joven campesino pro*
N'eniente de Indiana, no fe resultó r/aJa fádJ abrirse camino en la Universidad de
Chicago. Muy gradualmente fue desarrollando intereses intelectuales; asistió pri­
mero a un curso preparatorio y tiguió luego dos años de estudios en la Universi­
dad de DePauw. Posteriormente enfermó y tuvo que suspender su cairera mien­
tras recuperaba su salud primero y su equilibrio tinancíeto después, dando cla­
ses en una escuela rural cercana. Finalmente completó sus estudios cu la Uni­
versidad de Colorado y prosiguió hasta obtener un master, ames de ir, a los 29
años, a Chicago a estudiar psic<riogía experimental. En 1905. Carr obtuvo el
doctorado en filosofía, pero el título no llegó acompañado de oiogdn trabqo.
Por fin, al concluir ese verano, consiguió empleo como profesor en una escue­
ta secundaria de Texas; de allf pasó al P ritt Institule, donde estuvo dos uilua, y
después vr^vió de nuevo a U Universidad de C-hicago para tentar «I lugar de
Waison. que acababa de marcharse. Once afios más tarde, sucedió de hecho a
Angelí como jefe del departamento de psicc^ogta, aunque su deápiación no se
formalizó hasta dos años después. Harvey Carr había encontrado un lugar y le
lo había ganadu. Ya que fue con él que el funciunalismo de Ctiicago floreció
y adquirió sus rasgos más definidos, hemos decidido examinar su sistema con
136 y teorías pticotógkot contemporáneos

cierto dolüUe, (>or cuitsklerarlo el representante mis amplio y completo del fun­
dón alismo.
La actitud de Chicago mientras Can estuvo allí fue tal que no alcni6 peque­
ñas disputas ni problemas coa respecto a los sidemas. Se consideraba que lo
que se hacía en Chicago era ia psicología de la época, y aparentemente no le
sentía la necesidad de una sistematización fonnal. Marx 0 9 6 3 , págs. 14y sigs.)
había ubicado la teorización fuiidonalista cnüe el enfoque deductivo en gran
escala, en un extremo y ei enfoque puramente inductivo en el otro, La tenden­
cia fundtmalttta ha sido la de ctmstniir teorías muy limitadas y restriñidas a
los datos. A este respecto, los funcionaUstas antíciptron la tendencia moderna
hada los sistemas nutemáticos en miniatura. Puesto que los funcionaHstas no
intentaron elaborar un sistema cohesivo, no tuvieron necesidad de in o ra r nin­
gún dato en particular ni ningún enfoque de la psicología.
Los funcionaUstas tendían también a compartir el sentimiento de que las
otras potidooes sistemáticas **nuevas” , como el conductismo, la psicología de
la Gestait y el p&ienanálisK. tenían poco que o fiec » . ^ pensaba que estos mo>
vbnlcmos eran desarrollas exagerados y muy dramatízados de aspectos relativa­
mente limitados de la pskolc^ía. Así por ejemplo el conductísta, con su insis­
tencia en el empleo de mediciones de la conducta manÜksta, estaba mcrunen-
te atacando allí donde ya loi funcionaUstas, de un modo más tranquilo, habían
abierto las trincheras. El psicólogo de la (festalt acentuaba las cuestiones rela­
tivas al campo de estimulación, que el fu n c ia n ^ ta ya había estado investigan­
do durante mucho tiempo. El psicoanalista señalaba la giyji importancia de la
motivación, un concepto que había sido básico en todo momento para la insis­
tencia funcionalísta en la conducta intencional y adaptatíva. Los funckmalis-
tas opinaban que las nuevas escuelas agregaban poco a lo que su propia psicolo­
gía onuiicomprensíva había incluido siempre.
Examinaremos sucintamente el funciunalísmu de Carr tal como fue expues­
to en su libro físycho/ogy, publicado en 1925, siguiendo una vez más el bos­
quejo derivado de los criterios de McGeoch pora los sistemas de la psictdogía.
El lema central de Carr es el de It adaptación del organismo, que lo define como
a un funcionalista en el sentido más amplio de la palabra.

de fa psicoiogia

La psicología es el estudio de la actividad mental, que a su vez es un término ge­


nérico para la conducta adiptaliva. De acuerdo con Carr (I92S, págs. 72 y sigs.).
el aciu adaptutivo es el concepto clave en la psicología. Implica tres fases esen-
ci^es; 1) un estimulo rootivador, 2) una situación sensorial, y 3) una resiniesta
que altera la situación para salisfaccr las condiciones motivantes. Et ntotivo es
un estímulo q\ie domina la conducta del organismo hasta que el organismo reac­
ciona de manera tal que el estímulo deja de ser electivo. Definidos asi, losmo-
tivoe no se consideran itecesaiios para la conducta, sino que se los concibe co­
mo fuerzas directivas que en geneial deieniüiuui lo que hacemos. Un acto adap-
tativo ptiede resolver un motivo de tres maneras distintas, L1 acto puede dim i­
m fiiHcionoHano ¡37

nar el estímulo, apartarlo mediante la introducción de un estúnuJo más fuerte,


o resolverlo mediante una adaptacióo sensorial ti estfmtilo.
Carr opinaba que la conducta udaptativa era el objeto de estudio tanto de
la psicología como de la finología. Sin embargo, las doe disciplinas debían dis­
tinguirle por los tipoe de variables estudiados. Carr hizo la siguiente distinción:

La psicología se interesa en todos los procesos que intervienen direc­


tamente en la adaptación del organtsmo a su ambiente, mientras que la
fisiología se dedica a estudiar actividades vitales tales como la circula­
ción. la digestión y el metabolismo, que concurren pilmordialmente al
mantenimiento de la integridad estructural del organismo. (1925,
píg- 7-)
Carr adoptó una posición definida con respecto al papel de una psicología
estrictamente mtiocpeciiva. Sostenía que la conciencia era una abstracción ar­
tificial. una reificactón Infortunada e inrtecesaiia; se supone que existe algo,
cuando todo lo que existe en la realidad es un conjunto de procesos. El con­
cepto de conciencia es sm ílara otros conceptos abstractos como inteligencia,
poder de la voluntad y mente colectiva, ninguno de estos conceptos existe apar­
te de los actos y procesos que les dan significado, y ninguno paede servir di­
rectamente como tema de investígadón empírica.
A este respecto, la posición de Can difiere de la de otros funcionalistas.
.Angelí, por ejemplo, insistía en que era absolutamente necesario algún tipo
de introspección para que los psicólogos llegasen a resultados significative», y ya
hemos visto el papel que James acordó a la conciencta en sus Principies. En
este punto, Carr se aproximaba más a su condiscípulo John B. Watson, un
hombre al que mucho admiraba.

Posntlados

Al igual que en los otros sistemas psicológicos de los primeros tiempos, los pos­
tulados del ñincionaliimo no se enunciaran explícitamente. embargo, se ha­
cen rridentes vanos supuestos: I) La conducta es intrínsecamente adaplativa
e intencional. 2) Todos los estímulos sensoriales afectan a la conducta, no sólo
los motivos, tal como se loe definió m is arriba. Para Carr, no había una dife­
rencia absoluta entre un motivo y cualquier otro estímulo; un motivo podría
volverse un estímulo ordinario después de haber ildo resuelto c<nno motivo.
3) Toda actividad es iniciada por algún tipo de estímulo sensorial; ninguna re.s-
poesta ocune sin su estímulo. 4) Cada respuesta modifica la situación estimu­
lante. Como lo señalara antes Dewey, la conducta es esencialmente un proceso
continuo y coordinado.
Como todos los demis listeroas, el Amdonalismo tuvo también su cuota de
preferencias metodológicas, a las que cabría considerar como cuisl postutadoa
Doi de tas que parecían características de la escuela de Chicago - aunque al pa­
recer 00 provienen de una perspectiva evolutiva- eran las que establecían que
se debía ckiamente preferir el experimento a la o b serv ad ^ naturalista y que
el aprendizaje era el área clave para el estudio. Por ccniiguieote, el fuodonalis-
138 Slstem aty nrarw pticoiógicoí contemporá»eot

mo, tai como de hecho se desarrolló históricamente en ios Estados Unidos, ten­
día hacia el ambientalistno, cuando filosóñcaroeme podiíanios haber esperado
que se Inclinara hacia ci iunatlsmo.

Posición fren » al probiema mente<ucrpo

Aquí CaiT siguió a l>^wey m is que a James, y minimizó el problema (véase en el


cuadro S el resumen de tas posiciones nieiMe-cueipo). Opinaba que no era ne­
cesaria una solución detallada, porque no existía un problema real. Simplemen­
te se suponía la integridad psicofísica o integración del organismo. Así, el fim-
cionalismo tiende a adoptar una posidán monista o bien una posición de “do­
ble-aspecto’*, pero no tiene una posición elaborada o sostenida con ÍUmeza. Los
primeros funcionalistas, como Angelí, pueden haber tendido hacia un paraleUs-
mo, o quizá tomar una posidón que implicara un aparente inieraccionísmo.
como James; pero Can opbaba que la psicología como ciencia empírica y natu­
ral no necesitaba preocuparse por problemas metafísicos. Carr sefialóla falta de
adecuación del paralelismo psicofisico adoptado por Tltchener, y la posición
general fundonaüsta fue a su vez vigorosamente atacada por Watson. para quien
en realidad era una posidón interaccíonista. Anteriumicnle, Angel! había dkho
que á se acepta la creencia timcionalisU de que b conciencia tiene valor adap-
tativo, debe rechazarse una posidón epifenomeniata; aque&a creencia parece
realmente implicar un intcraccioniamo.

Naturaleza de los datos

A pesar de que en su cnüasis en la adaptación dcl organismo al ambiente el


fundonalismo Üenc un sabor conductista, no elimina la introspecciw como
método para obtener datos. Sus datos son tanto objetivos como subjetivos,
con un acento cada vez mayor en el primer tipo, a medida que el funcionalis­
mo fue madurando como sistema
Hay amplios estudios de animaies en la bibliografía «xpcrimental funcíonalis-
ta, que ejemplifican el empteo de los datos d a tiv o s . Por otra porte, los intere­
ses de Carr relacionados con la percepción y el pensamiento ejemplifican su uti-
Itzación de conceptos que podrían no adecuarse a un marco de referencia con­
ductista. Tal como la empleaba Carr, percepción se refería a h apiehenstdi del
ambientt inmediato a través de estímulos espaciales presentes; pensamiento
se refería a la aprehensión de una situación que no estiba inmediatamente pre­
sente en el arabicate. En el estudiode ambos se aceptábanlos datos introspectivos.
A este respecto, vemos a Carr en una posidón que ha desorientado a muchos
psicólogos; está aceptando los datos introspectivos mientras nkga la utilidad de
la conciencia como concepto científico. Sin duda alguna, él resolvió la dificul­
tad dando por sentado que la üiirospección no consistía realmente en el estudio
de una “conciencia” reifícada; simpkmcotc daba parte de estados de cosas per­
fectamente objetivos, como las distancias de los objetos (en los estudios de per­
cepción espadalj o las descargas de circuitos nerviosos (en los estudios del apren­
dizaje, pensamiento, etcétera).
é!tfi4nciotudismo 139

Principios de conexión

Los pnncipios de conexión son los principios áeí aprendizaje, y cuino Udes cnin
el coisizón del programa de investigación funcionaliJla. Básicamente el sptendizz-
je era un proceso de establecer concxionei asociativas o de organizar eiemonius
de la conducta a través de la asociación en unidades nuevas y mayores. Muchos
funcionalistas, como Canr. se inclinaban a adoptar principios asociadonistas en
sus tfxplicaduiies ikl aprendizaje. La mayor parte del trabajo que continuó la
tradición de Chicago prácticamente no se diferenciaba del que siguió la tradidón
asocdacionista. Notables ejemplos de esto son el trabajo sobre aprendizaje verbal
hecho por McGeoch, Mellon y Underwood (véase después). Su trabajo sobre las
silaba* sin sentido es la consecuencia lógica dcl trabajo de Ebbinghaus, que mi­
litaba en las filas del asociadonisfno. ¡Con frecuencia resulta difícil distinguir
caire las difusas “escuelas” del íisodadtwiissmo y el funcionalismo f
Por lo general, lo* funcionalistas preferían el enfoque relativo en la inlerfire-
tsdón del aprendizaje. Evitaban lo que Carr llamaba la búsqueda de constantes
y destacaban en cambio un análisis dimensional, estructurando una situación
de aprendizaje total en continuos específicos que eventiialmentc podían medir­
se. Underwood dice ai respecto (1949): ■‘Cuando se puede demostrar confiable­
mente (ccHigrucntemente) que cualquier fenómeno varía cuantitativamente con
respecto a alguna característica específica, tenemos una dimensión” (pág. 7).
Sus libros sobre pácología experimental (1957, 1966) ejemplifican en general el
enfoque fundonalista. Un discípulo y amigo de C a rrJ . A. McGeoch (McGeoch e
Irion, 1952), proporciona también un excelente ejemplo del enfoque funcionalis-
ta de los problemas del aprendizaje. Es repreaeiitaliva la posidón adoptada ante
el problema de la curva dcl aprendizaje, tema de controversia que evidentemente
estimulaba a las primeras generaciones de psicólogos experimentales. El fundo-
nalista se indinaba a aceptar que mientras no se completara el análish dimen­
sional. ninguna curva podría llamarse la curva del aprendizaje: los resultados de­
penden demasiado de la influencia de la situación específica.
Bq una carta inédita en la que responde a una pregunta sobre grafología
(1934), McGeoch expresó una vez la vduntad fundonalista de suspender eí jui-
d o hasta conocer bien los hechos:
Ame su ansia de infonnación concerniente a la grafi^ogía, confieso mi
inorancia. . . pero hasta que lo sepa, albergaré serias y francas dudas.
Irn el ínterin, me aferraré a mi prejuicio de que, cuando haya iranscucri-
do otro siglo ds trabajo fundamental sobre las cwnplcjidadcs de esas
fundones entrelazadas que fiamameu mente, será tiempo de abordar las
regiones apartadas donde mocun la profecía motar y fa nigrtTmaffda pro-
ximaJ. Pero para ese tiempo es más que probable que Robert se haya
convertido ya en un santo y el scúor Rhóie, que hace poco esparció sal
sobre la cola de la ieiepatia,sea un arcángel, mientras que yo estaré ha­
ciendo rodar los tambores de la memoria en el iofíetno, para diversión
de ellos.
La investigación fundonalista se ocupó de loa factores que influyen en la
vetoddad y el curso del aprendizaje, mée que de la naruraleza básica del proceso;
140 Sísl&mt y /íw iflip rifflfñ g ífC 'í npntemporáneoi

tambiéiL su? csLuüJurLKa lus prubbjnüí de la retBiiclúii y Id liaiiireicucÚL, La dClitud


dd McOeoch (1942) » t ( p i i ^ de la usual poeicián ateórica: acéptala ley empírica
del efacto como un ¡principio explicativa adecuada y rehúsa definiisa sobre la ne­
cesidad teórica del efecto, Hügard (1956)y HJgjid y Bower (1966,1975) liaceit
un buen reiuiTnen cte la tenríia. e jnvesti.gacíón funcinnabsta redente sobre el
apTendLíaie.

Principios de selección

Para Carr los principales agentes de la selecdón de conductas eran la dtcncídif'r,


¡□£ mijíivds y el spfÉitdimje. La atídcrón es ooncebiila coma un acta n adap-
t^lúti sensorloitiathr prettminar, cuya principal funciún es facilltaí la percep­
ción.. Los cnotlvDS, definidos como estímulos poiaútcntcs, dirigen U acción y
desíTripeñan heí un pnpe] fiindaineiital en la detennúiacióri de cuúl conducta
ocume. £] aprendlíiye opem de Inés maneras piinCrpaleS;' 1) dertos mecanía-
Tuos adaptatívos deben adqiiíTirse necesaria mente para vivir; 2] adquiridos es­
tos mecanisnios adttpEativos, otiüs aspectos dn la sitLaciün e&tiiruilante se nao-
dan con la rcapuesia (coma el condlcionairtien(□}, y reaulUr osl cxpacea de pro­
vocarla, y ?) ciertas asocLiciotics son impucslaa por k sociedad (por ejemplo,
el miedo a la oscuridad o a las lormeotas, la aversión hacia grupos ótnicos par-
lícuJares).

E¡ piognnna espdTwiieíifliJ

Como !□ hemos sugerido, la experimentación de laboratorio fue la nota clave


de la psiooloitía fundonalista bajo La direcdóii de Carr en rhjcBgD. Un ejem­
plo de los ¡rDereses de investigadófi del mismo Carr aparece como una impor-
tanlc cuniiibuiLián par dcicdiu propia, y al itlímjkj tiempo como una interesan-
le indicaclúri del modo en que te instiumciitaii dclivamcntc loa principios fun-
cionalistas en el programa de experimeritación. L i Investigador) jobre la oricn-
taciónt □ la tutoria en el aprendizaje, era un persistente problema de laborato­
rio. lil prnhlenia principal era haj-o qué contlLdnnet y en qué matricnta debía
introducirse U DriEntaidúii, Se utUizaron inveítigacíoiiessobre el comportimien-
lu de la n ta cu un labcrinio, para dcsartuILui importantes principios de largo
iilcance. ?or ejemplo, se concluyó que, en la medida de lo posible, debía utOi-
zarsE k iniciatiyii del aníimíl, haciendo e$caso empleo de la orientación activa,
y que la orietitACÍón que te hiciera debía adminlstrane al comienzo del apren­
dizaje. Ll intento da (.iarr de aplicar esos principios a k eoMíiaitza y aprendiza­
je human oi (1930) representa un buen ejemplo de cómo, con caulek. füs re­
sultados ublcnidus en animalcB pucilen t^iciiJizaTse a prcbleinaa humanos.
Además de Can, las dcü figuras más imponoaiea en el progrLima eJtpcrimcu-
lol de Chicago fueron 5, Laahiey, un l-cmpiano conductiata cuya cauliibu-
dón mejor conocida fue su programa de extirpactOMí cerebrales an relación
Con k eíiCHtick dei aprendizaje (véase capítulo H)-,y L. L. Thurftone, corocido
más que nade por tus canliibudones al análisis kctaiiul >■ al estudio de las ha­
bilidades humaius priinruiiis. Además, prominentes psiíóJogot de todo el país fue-
£] ju/ttiónaiame Í4I

ron llevados a Chicago durante períodos breves, especiibnente durante las se­
siones de verano, de modo que durante la década de 1930 la universidad se (Jasa-
rroUó como uno de los centros lectores de psicología, si no d ceutno rector,
SI) ErtudoG Unidos.

LA ESCUELA DE CÜLUMBIA: R. S. WOODWOR7H

Robert Sessioru. WDDdwDrth (1B69-1903) fue uno de de ios humbies m isnota-


bk! de U psicología Su Caxrerg abarcó d periodo que va desde los primerM tra­
bajos da Thonidilce con gatos en cajas de truco hasta la eia presciile. Recibió
la primera medalla de oro de la American PsyclioiogíciT Poundation, en 1956;
pubbcó su libro D ynum la o f iufiavior, en 1958, y coinjenzá a revÍHir su tan di­
fundida obra ConíEmpofory sciiools a f psycfiatogy, bU) duda en medio de un
denso programa de utrsa dctividadcs. En la ccnvcnción qüc oclebió ta American
PsychologicBl Assaciation en 1956, se dijo en broma que Woodworth, que con­
taba cofi 86 años por ese entun-ces, andaba en amoríos con su flecretaria; aunque
esta anécdota no es un reílejo fiel de la conducta de Waodwortii, sí reftajacun
exactitud la admiración cordiaJ y Lena: de afecta que se sentía por Woodwoitb
y sus continuos logros. En este cootsAto, resulta pacioio que Vlurctiison con-
siguiera que W^Qd-wartii escribiera m juitobiogrefÍEi para la edieján 1932 dejd
history o f psyckoíog^' in auíobio^niphy; se supone que una antobiografía er una
mirada netimírectiva, propia de un hombre que títá ya en el final próximo al
ünul- de su carrera profesional. Evidentemente, Woodworth era un honibie que
dedicaba poco tiempo a mirar hacia atrás, y de hecho tenia casi la Tuitsd de su
cerrera todavía por delante cuooilo escribió esa prematura autobiografía. ¡Quien
escriba lu bioftefía completa de él tendri un buea
Woodworth nadó en Musachusetts; era hijo de nn niinistra pnotestante y
de una maestra. Easñ seii sflos de su infancia en lows. otres ®isen un peqticfto
pueblo de Connecticuc y el resto de su primera juventud en Boston. Estudió
matemáticas y enseñó en una escuela secundaria; estudió psicología y fDosoffa
cou Joniics y con Roycc en llirv ird , hizo al doctorado cu Slosofía cou CatbeJl
y estudió fisiología durante cinco años, por dJtviio con Shenjagton en Llvcr-
paol. aates de decidirse fuialmente por la psicología. Para esa época, 1903, tenis
34 años. Hemos visto ya que Woodworfb tenía casi 60 ailo! de activa vidÉ pro­
fesional por dcluite cuando tegiesó a la Universiclad ite Columbia y al departa­
mento dirigido por James McKetn Cattell, au amado profesor.
Lu primera expredún deJ punta de viat* sislemátíco de Vt'oodworth es s\i
namic pSyc/iale)gy (19|S}. Hay muchas y estrechas semejanzas entre la posidón
de Wüodwürth y la de los funcdonalislas tíe Chicago; sin embargo, en gran Diedi-
da desanoltú su posidcui de manera independiente, y la psicología dinámjca
podría ser considerado, una escuela indepeiidiunti:. Al incluirla como una raniu
del funcionalismo, sepiiremoi si sjemplo de Bornig ( 195(1} y de Hilgard (1956).
Woadworth comparte anteesdentea comunes con Loa PunctonaJisEas de Chíca­
lo; James y Dewey, HaU y Chttell. £n sisteina. cranü el de aquéllos, os modera­
do y nn piesLuituoio; no pretende ser definitivo o oompLetu. Ambos puntos de
vista íieuen unn orfemanirin experimental, lesimiKicndo uL máximo la supercií'
Í41 ttorias pricoU>f,tcct contemporáitf.9

trucivra teórica. Wuodworth mucMra a\ eclecÜcUmo funcioiialjsta en &u forma


extrema, tratando de adoptar los mejores rasgos de c&da astenia. Mowrer cuenta
una anécdota de Woodwoith que ejemplilica esta acürad:

Hay una anécdota, quizás apócrifa, sobre un cuiega cue cti cierta opt^<
tunidad regañó afablemente al profesor Woodwor^ haber airtuado
como un mero espectador “sentado en la cerca" durante gran parte de
su vida profesión^, en lugar de biijar»: y cuiiiprurneterse en la contiu-
versia prevafecíente. A lo cual se dice que respondió Woodworth. des­
pués (k un momento de reflexión: “Supongo que. como ustcc ¿ice.
he estado sentado roudio tiempo en la cerca. Pero debe usted admitir
que desde allí se tiene una buena perspectiva, ¡y además es más freí-
co!" (1959, pág. 129 .)

Este punto de vista puede do tener vigencia en su último libro (19^8). pero
cácnamente la tiene en cuanto d eclecticismo temprano de Woodworth; éste
tendía a aceptar contríbudonei síii. preoeupaise por sus orígenes. Iricluso en
la última obra de Woodworth (Woodworth y Sheehan, I964j se tiene la im­
presión de que evaluaba los nuevos experimentos ce la siguiente manera: “Si
el trabajo es bueno, entonces es funcim al, y si es funcicmal. es accpláble".
La psjet^ogia dinámica de Woodworth difirió del fúncíonaliamo de Chici-
go en cuanto a la fuerza de la protesta contra el estructuralismo de Titchenei.
Woodworth aceptó en mayor medida las técnicas introspectii-as, y por momen­
tos fue BSimisroo un finne defensor de la introspección. Sin embargo, recha­
zó tanto el estruclunüismu cumo d cunducUsanu en cuanto u sus posibilida­
des de proporcionar una metodología adecuada a la psicología. Fue menos
innuiiio por el asociactonismo y por los enfoques estrictos del tipo estimulo*
respuesta. Los teóricos del estímulo-respuesta sodían hablar como si el esti­
mulo llevara directamente a una respuesta, sin mediación del organismo ni
dependencia respecto de éste en k deU;rnuiaci6n de la respuesta; ésta es U
bsK de la queja de que grsi parte de la psicología se ocupa dcl “ organismo
vacio” . Woodworth acentuaba la importancia de considerar il o^arJsm c, e in­
sistía en incluirlo en la fóiniula básica que expresaba las relaciones de que se
ocupaba la pccologia. Asi, él no escribía b - R sino E - 0 R. Como cotoU*
lio a esta Icisisteaúa en e\ organ'isno, Woodwurlh dio más énfasis que les fun*
donalistas de Chicago a la motivación. Can podría definir la m otívaci^ co­
mo un estimulo persistente, pero Woodivorth insistía en considerar los even­
tos fisiológicos que mbyacen a la metívadón.
bl corazón del sistema de Wnodwnrth es el concepto de mecanivry:, que
tiene más o menos el mismo sgcificadu que el acto oíiap!aih\> de C'-arr. Para
Woodwoiüi. lus mccauiunu^ son resouests:» u conjuntos de respuestas iiiteu-
cicmales. Hacia la misma d slb c ió n que Sherringtou <1906} entre reacciones
preparatorias y leacciosies coniumalorias; las primeras preparan paralas reac­
ciones próximas, mientras ¡as últimas Eevai: a cabo la intención. A&Ú zbri-
mox nuestras bocas (acción preparatnrki} a n a s de que piidamns recibir la co­
mida y iragaria (reaccii^ oocsuniturlsl.
Según WouCworth. los áncclsos s relac.oaaban estrechamente con los me-
E l fiínrimuiismo 143

canismus. Aunque por lu general loi impulsos se ttefinen como tas condiciones
internas que activan luí mecanismos, Wouüwurth prcrcria pensar que los pro­
cesos impulsivos internos son en sí rrüsmos tipos de respuestas. También lo in­
verso era cierto; los mecanjmios, los modos conductalosnuniíiestüs que dan sa
tisfaedón a los impuisos. ipodían traasíoimaise en impulsosf Woodworth opi­
naba que prácticamente tt^ o s los mecanismos podían transformarse en impul­
sos, coriiendu por cuenta propia, pur asi decirlo, .^ p u it (1937) postularía más lar­
de una Qoción ssmüar ensu teoría sobre la “ autonomía /uncionai de los motivos” .
Una contribución posterior de W'oodworth ofrece otro ejemplo de su tipo de
pensamiento. Se trata de su sugerencia de que el acto de percibir es intrínseca-
mente reforzante, sugerencia que fue propuesta en un escrito poco pretencio­
so titulado “El reforzamiento de la percepción** (1947). La percepción es inter­
pretada aquí como una conducta adaptaüva cuya etecución exitosa es reforzada
sin que operen condiciones impulsivas o condiciones t^oiv.pcnsantescxtrinse-
css. Este cscñlo y su último libro parecen ubicarlo más en el campo cognitivo
que en el del refoivamienro estímulo-respuesra, ya qu« no ve ninguna necesi­
dad de operaciones reforzantes externas para que se mantenga la conducta.

CRITICAS AL FUNCIONALISMO

Dejinkión
Se dijo que el funcionalismo no era una posición lo suficientemente bien defi­
nida como para constituir un sistema significativo. Un psicólogo formado por
Titchener, C. A. Ruclunick (1913). objetó lo que según él era un empleo vago
y vadlitrite dei término función. Encontró que se lo utilizaba en dos sentidos;
primero, como una actividad o un uso, v segundo, en el sentido matemático,
indicando la dependencia de una variable respecto de otra (una relación funcio­
nal). Aunque puede ser cierto que hubo cierta vaguedad en el uro funcionalista
de ia palabra función, no hay en o r en emplear una palabra en dos modos dife­
rentes. en tanto ambos usos sean gcnuralmcnte aceptables y no se tos íuifttcvtv
bie Uc^íUmuwcnte. l*itA>ab\emente, los fundonalistas estaban tratando de con­
servar las mejores partes de dos mundos en sus múltiples definiciones; retuvie­
ron en efecto un punto de vista generalmente evcducioní&ta (primera definición
de arriba), pero deseaban hacer hincapié en ni ennfian/a “ científica” en la ex-
pcrimcflttción, que nos proporciona reladooes funcionales entre variables de­
pendientes e bidé pendientes (segunda definición de arriba). Can decía, y cree­
mos que correctamente, que se podfa demostrar que <1 significado matemáti­
co Induía a los demás. Este significado de Ii “fundón" en realidad es tan ge­
neral que no hay nada particularmente funcional (en el aentído de la psicología
funcional) respecto de á .

Cienc ia aplicada

El hecho de que los fundúnalistas, con sus múltiples intereses en actividades utí-
htarm . no disfinguieran cuidadosamente entre Ib esencia pum y la aplicada, per­
t*4 Sisttrms y teorías pticolágícoi contemporátiaot

turbó a ai|:unos de los primeros cn'iicus. Los psicólogos contempoiineos tienen


una posición muy similar a la <le los funcionalistas. Actualmente se acepta en
general que los procediniientos cientílicos esenciales son idéaticus, y que la cien­
cia pura y la ciencia aplicada sólo pueden distioguirse con req)ectoala inccncíOT
<lei investigador (esto es, el grado en que él está pensando en una aplicación). Mu­
chas importantes relaciones básicas han sido descuUertas como resultado de e$>
tuer708 estríctamenle aplicados, y qui2á sea más significativo que algunos de los
más importantes hallazgos aplicados hayan sido resultados incidentales de la in­
vestigación pura. De modo que la posidúii contemporánea serj'a que U distin­
ción pura aplicada nu es absoluta ni siquiera muy importante, y que el funcio­
nalismo debía ser felicitado, más que criticado, por restar impoTtanci» a Ja dis­
tinción.

Teleología

A causa de su ínteres en la utilidad y la finalidad, los funcionalistas fueron acrjsa-


dos de emplear las consecuencias últimas de la conducta para explicarla; cuando
se carece de pruebas apropiadas, tal explicación suele denominane teíeolózicü.
Esta critica puede aplicarse a algunos funcionalistas. pero no a Woodworth o a
Carr. Este úlliino tuvo parliculux cuidado en rechazar la teleología y en postular
sulainciite ios estfmulos preximaks como causas. Reconocía que una explicactán
en función de los efectos de la conducta era,en el mejor de loa casos, incompleta,
y que tendía a detener la invesi^actón antes de que se elaborara la naturaleza
detallada de las relaciones entre la situación estimulante, la nsicdogfa del organis­
mo y la conducta. Puede tomarse como ejemplo la conducta de uepamisoto de)
árbol en d e n te larvas. $u ascenso tiene el efecto de llevarlas a un tugar donde se
aJimontan de hojas. De modo que esta conducta puede ser im factor importante
en la supervK'encia de la especie; pero si decimos que las Isrv’as trepan e( áróof
para comer hojas, estamos dando una explicación teleológica que en realidad no
nos ±ce nada acerca del porqué de !a conducta del oiguiisiiio individual. Como
decía Carr (1925): “ Debe explicarse cada acto en función de la situación inme­
diata y de la organización ücl animal con respecto a eila^’ (pág. 81). De modo
que si podemos delerminar que las larvas siempra dan una respuesu pnaitiva a
la luz, y que hay un gradiente de claridad que las ortenia hada arriba >n ct ár­
bol. haoreraos escapado a la ilusoria fuialtdad de la expticación (elei^óg.ca, y es­
taremos en el camino de una explicadón de la conducta sobre la base de facto­
res proxímaks.
Existe ctecla similitud entre la acusación teleológica hecha contra eC l'urcio-
nalhmo en este contexto y la acusación formulada contra Thoenditee y otros teó­
ricos del re hierro en el sentido de que su explicación del refuerzo requiere que
una causa opere h a ^ atrás, hada un efecto que la precedió en el tiempo. En el
caso de los “uBtlIcccsr* y de las “ conductas aprsndióaj a tre*és de la «;dón do
refuerzu'*, sñ embargo, la causa actúa hada a<icUnto en el tiempo. Cuando sólo
ef t r ^ apto sobrevive, el efecto es selecdonar conductas que y» son idapiativas.
Cuaado se pruduoe el refuerzo, ol efecto en e n ^y o i potterlofea y se
El funcionalimo 245

presume que es mediatizado a través de los etéctos sobre la actividad que son
contemporáneos o siguen al refuerzo.
Puesto que el problema de la teleología se presenta con tanta frecuencia en
cudquicr discusión sobre lis adaptaciones maravillosas de los organismos a sus
ambientes, tratamos de examinar la cuestión con el empleo de una analogía
proveniente de otro campo. Supongamos que alguien que cree en la teleología
señala al cielo y nota ia prodigiosa adaptación de los planetas a su tarea de dar
vueltas alrededor del sol.“ ¿Cómo podría esto ocurrir." preguntaría tal vez esta
persona, “a menos que las órbitas estuviesen diseñadas para cumplir con ol pro­
pósito final, la revolución alrededor de una estrella central?*' La respuesta de
un no teleotólogo coherente sería fácil en este caso. Todos los planetas o todos
ios ccimpoffeflfev poíenctalmente planetarios que no Sc adaptaron a esta tarea
cayeron dentro del sol o fueron despedidos fuera de su campo de atracción.
Los planetas más apios sobrevivieron. Eran los más aptos sólo en el sentido de
que eran tos más a propósito para dar vueltas alxededc^ dd durante un largo
período; es decir, sólo dado un criterio para la adecuación y sólo dado un con­
junto de leyes de la gravitación que determinen cuál satisface el criterio
Igual ocurre con los organismos. Vemos sólo a los aiipervivientes y éstos es­
tán maravillosamente adaptados al medio; pero, una vez más. no podemos dedu­
cir que se neceritó ele uo n>ecanúutK) teleolúgicti para cundudrlos a su actual
adaptación. Los resultados indican que la mayoría de las conductas do los orga­
nismos sobrevivtentfs son o bien adaptativas o bton no totalmente inadaptadas,
pero esto es consecuencia de la selección y no de la teleqlogfa.

ECLECTICISMO

Debido a su tendencia general a aceptar tantos tipos diferentes de problemas y


técnicas de Investigación, los funcionalistas a mertudo fueron acusados de edec-
Uciamo. Ken/e (19571 cfiiicó recientemente la posición ecléctica, ocupándose
sobre todo de WoodN^^rth. Sostiene que un edéctico tiende a aceptar los rasgos
buenos do posidones contradictorias, a costa de oscurecer Us diferencias entre
ellas Sin embargo. Henie no distingue claramente entre diferentes tipos poábles
de cclecUdarnu.
Mente habla dcl eclecticismo en un nivel teórico. Sostiene que cuando Itay sis­
temas deductivos altemath'os para U deducción de enunciados empíricos no po­
demos pemútimos caer entre ellos, so pena de perder capacidad deductiva. De
modo que el ecléctico debe elegir una teoría o idear una propia. Pero hay otros
niveles de eclecticismo, y otras posiciones eclécticas respecto de las teorías aun
011 este nivel.
En primer lugar, alguien puede ser ecléctico co d nivel de las le^as para la
construcción de la teoría, tanto como en el nivel de la teoría misma. & to es.
puede aceptar tanto los pronunciamientos metodológicos guestaltistas como los
oonductistas. y hacer trabajos lipicos de ambas escuelas. Pueden aceptarse datos
de naturaleza subjetiva y de naturaleza objetiva. U m anm os eclecticismo meta-
teórico a! eclectkiamo de ntetodulogía. En d estado presente de incertldumbre
Siítumeiy ífur:'áii /yjriL'uiiííitiOi (ontempíirmeOl

fisipfcíft de lasnEspecilicaciunes de mutüdolotíii, e^píci^lfiMTiie en pijcalogja.,


un uíerto grado de eí)ECtla*«io melodológjcQ, tolerante pero esolptko. ei una
neceüitifld y nn una desventaja, riitmüs visto ya cdino unfl ritetaleoiía úfiniasii-
do «sutclia íOiitribuyo a I» ¿cadencia del estrjctiimJLmKj. En ciencia us sioin-
pfí p^ligrD^ eJ dejar de abordar problemas porque Jiu ic adeuiuin d un ftlaíto
meiDdolügíwj piflfjjadu. Súlo Ib* preniisas m ú bfcicas y geneiaiej de la cjencía
estín Id suñcÉiitements bien ciiablccidis Como, pata que se la.^ acípw. aunque
mis tío WJR de manera tentativa, y de hecho son acepíadíis en tudns los sistenuiS.
Inidusíi en un nivel teOrlco puede ser sano el ec)ecriciarnu;e^to es, el ecléctico
puede admirar mudias teorías por iirs éxJtofi y [amnitaT tus frac as ui, y en una
situauión idúaJ tiatard <k mejorarlas. El ecléctica puede no íiMpíM tEon'a j (suíw:
pinato que no pertenece a aistuma alguno, eati más Kbíc que nadif país red la ¡raí.
K1 edéetteo pierde parte de la eatimuJación de la enntrovErsia, como también de
Su aciilud;el Lempcrantcíiio personal deteimMará sleslo es bueno o qo.
Los funejDnalistas han tendico a adoptar un punta de vista m ái inductivo que
el de lus defensunís tic oims áSTemas. TeníUeron, pof le tanto, a in o rar In cems
truccion de tearras, prestando una atención releUvameilte tnayür a lus halliüíjiüs
empificos. En cüiv*cuencia, sí a uno no le gusíucl eiducticümD, le justifica una
critica al funuiünaliírtiü basada en qu( es deiiiasiadü eeláctico, Kenle perteneoí a
Este tipo lie críUtus. 3Li eiiibafigo,el eckcticJstno puede ser fuí-damenio pira un
eto^o más que para una crítica. CkitameiitC; el cdceticianio de roa ftmciQnabi-
tas de rhi.-agn y Columbúi tio debe coniidecarse camo p rae bu io m eótilidid
blanda o debilidad. Por el tuntiaidu. estos fuütñorialislas solían ser críticos muy
astutos y severos. Sobre lodo en lo. que atañe a pjfobleinas ímpíiioos,
Por lüüíno, se dispcBie de u ru defensa coragletajuertí diferente contra quie^
ijcs se liOieriTflU del eclcctitisnio. Y es que el l'uncioDdlismD no tiene por qué ser
eclflcticD. Es fádl imiigínar» Ufl csUucUttallamí) íckÍHCtico bftjü 1h ¿gidi dül triti-
qiiilo y modisñu C bjt y un rígido funcionaJasniü b ^o ül sutücr¿tíco Tííchíiiet
festo es, una vea supenidc el ocítájarlo de inia^iniir a lús dos caballcroaen cues­
tión cambiando otros aspecto* cic sus posiciones sistemáticas). El puíito es que
el eclecticismo es una función da Lis peisonalidadEi de lo® Udeiís de una eacije-
Ja, además de serlo de los picocpíuo Sislcrn¿ticos cfc esa escuela. No hay nada
en el funcjojifllia™> que lo bega permanenteTíieíití aleóreo, ri niiipoco existe
nin|una. eEtipulactóci que qstai^lessóa que dabe tiíner para siempre una gairia más
amplia de inlereses experimeri'flJes que ias otras escuelas, El edetlicismo parece
gimidar LJia relacióii en parle jUbsiUari# y en pmie acddentü cüíi l i paíríión
función aiisca-

LA a i b 'l KllíUt. l(íNJl}h l.M.Nl mNA!,í.<ÍM()

A causa de la moderaciím y modestia característicaa del funtísC'iiítFKno en tonas


sus empresas, es fácil pa=isr -jo : alto la impotlainciia du su contribución a la psico-
lovía. Es d erto , JKi coTsmr/ó ¿rudes le o ríií. tampoco tuvu nuuLu de cscuíla
o de siinéTTia. en lui sciiudu fxm al, Pero su temprana oposiciín a las sofecantos
E¡ funcbftlalisrníi i^ 7

Tiestj-icctoiicit del estructurilisnio prestó im servicio reaJ u la psictjlogia norteame-


dcana, en un ticjiipo en que justaniemc calaban suí;6H;nilo los príínctos tinea-
mientfjg de le nueva diseipUna.
Los fundanallstas htn cüntinuailo esúiijijlaudo y ejecutatido aLtivuneiití
investigacionee experimentales en todos las campos en lus que Jos priiueius fun-
donaJiatai fueron pionefos; el aprendizaje en los animales y en los seres lilíma­
nos, la psicopatolosía, los tests mentales y ía psicología genética /educactonal,
CouKJ buciius ejemplos del programa fujicionaJisla pueden dtarse dos projuc-
loa de la investigadón. □ manual Je Wuudworth Experffiii'fiíJiJ ps^cfio/ü£r
{1938; VifcKjdwurth y Schloiberg, 1954) es un clásico de este tipo. Es un mamiaJ
científico al viejo estilo, que se ocup^ de una manera iJitensiva o incJüaiva
de los datos y leon'as referen teís a uiui amplia m iedad de probltauas esperímeiT-
taJej, bl ulfu ejemplo lo consiiLuye la es tensa serie de investigaciones, que
reden temen (e llegaban a las 24 ¡ sobre Josfenóinciius de la distrib Lición de la
práctica en el aprendizaje vcibal huniano realizado por Uiidcnvootf [Llntlerwood
y Ekstrandj 1967 j. La pergíLiente y pacten le productividad dc Undersveod cu el
campo de la ínvcitigacióii ejamplifies a k perfección ?h tóndencio fiindoDalkta
a óuupaise iiiiensameiitje de la interdependends de Ina variables Empíricas (aun
oiando.desde cJpuulo de vkta te ó ü c o ,d propio Undcrwood. bien puede iier con­
siderado Lomo un yvodacionista eti ropajes fun Jonafistas.},
finiré loi fundón alistas que ae dcdicanan activamente a k inveslisatión
figuran algunos de los graduados de Chicago que trabajaron cun Caín Jnhn
McGeocli, coa su extenso prognaina de estudios sobre el apranddiaje verbal y
k retención humaiKS (y a sus propios pfotügidüs y discfpnlas, A. W Mellon,
B. J. Underwoad y A. L. Trioa); M. E. Bundi, con su amplio píogrania de in­
vestigación sobre 13 iransíeniiick y k fótifnvíóii en seres humanos y en uiimiu-
kst Fned McKinney, quien desplazó Su interés del uprendizaije a k salud mentaJ
y el consejo psicnlógico, y poslcrionnenfe a k instrucción te levisada y al pro­
blema de los valores en la enseñsiiüa, y IJcnry V. Peters, quien st sii vez pasó de
la ínveíiligadún de una teork de k cnmcióu fuiidadaen el jufdo a kupUcactún
de técnicas básicas do aprendizaje d la jnotiTaBtón de lus e^ulzorrñiicus cróri-
uns. Ninguno d£ hornbres hn pruducido algo parecido h Ja claboraik rti-
pficesLructura teórica caiucterística <fc lluU □ algunos otros, peto sf han estudia­
do prubluriiaa Empíricos de una manera CLiidailüSae intensiva.

EL RESURGIMIENTO DEL I LlNCrGKALISMO

La mejor coii^eioru en la actualidad es. al parecer, aquella gegiln k cual el fun-


ctonaLismo está resurgiendo. En 1973. Arnold Busí jacscnfó pruebas de que.esto
podría ser así mEdianiie un manual introductorio a h (psicología,/'.í}'fííoloí>';
/Van in peripectfiv, ón el cual expresaba su opinión de que k letfrÍB.cvpluctciris­
la era k Cínica que se podía organizir, qtiu abarcaba ío suficiente lotla la psico
Iqgía a üu alrededor. Lós espcdalistas en genética, etología y sodobíolüí;k Iljldi
completado tan tus piezas del roiupecaheiaa evolulivtJ que se paríríí? empezar i
¡4 S Siilem uty teüríatpiiícal¿g(aí.niínti7típ<jrántos

=rftar íin ta posibiifkd de que ^ estd aviHaluicnHi m a r» de referencia ¡ncliuivp.


Bti eJ epíloEO exanánarcnios con máí deialle esti aparición óe una paiculogia
biológica, pero por el mnniBnto nos limiiBicnioa a reí tetar no sólo que d iim-
cíonolisma vive sino tunblóa que da muestras de estarse convirtierido en el m íi
extendido de los enfoques genereiles de te psicología.

UNA DESCRIPCION DIMENSIONAL DEL FLFKGiaMAilSMO

La naturaleita eclíctlca y difusa riel íuncionalBrno, ía! como ha existido en Ea-


tactos UnidnA, podría UcvamoB a esperar dificultades al übicirlo en laa Eümensin-
ne» (le Watson, y por cierto esas expoclntivas no se vea defraudad es.. Exiatteron.
como es lógico, las diferencia habituales entre indíviduefi que luftenun la
mianift posición general; por ejemplo, parece existir una proEresián ApTusircadi
entre Las posiciaáes de James^ de Woodyi'cirtii y de Cair. Una eaiacletiatiiii ven­
tajosa de los fiincioralista* cortsiste en que. por lo » irtln , no adoptaron pcjsicio-
tres eatrerníis; en coEisecijencla, normalmente los debe Encontrar más o mc-
nus en al uiediu de la* dimensiones. Aquí de nuevo Jos estudiantes deberán ha­
cer sus propias. claiiíícaciciiKii. y coiupaiarlas con las de los autoiss. Tambün
resulta bastante eicfarecedor comparar las clBSiíicadcaics Je utia escuela con
lai de oír». Un modo muy llamativo de loErarlo es tniKindn una gráfica de to­
das las dastficaciíMies aabte una miama hoja de papel, utilizando part ello dife-
rentsa colore*.
Aunque es dJffcH ubicar a Jos fuíidOTtalif¡tas cr cuslqaier dimensión, Laa di­
ficultades no pareüeo Bcr m is pTmuncíadas con una que con otra. Se puede CCi-
rrmr al moniflm&'dualiefUO como una dimer.sJún lepresentitivat ll LUlo Opla por
Jame* ccmio repteserrtativo del sístirma, o quizás n Angíll. tntfnices la clasifi­
cación se mcUnará haci» el extremo dualista: C an. ettipero. uob conduce en la tü-
TBccíóji opuesta.
Las caráctertaticas dimEiisianBlsa que nuestros estudiantes ¡uvanz^oí Eligie­
ron como mis impoitanies fueron eI fimcicnaUímo, el utiliíarlama y el moTa-
riatní): ceta últimi cemesponde exacuuncnw a un ttiídarismo que está casi en el
centro de la polaridad, pera es probable que la mayoría de los eatudiantís con-
sidjeíaiaíL importartie «ita dinuenaión por cuanlo rtíaltaba por el contraste eos
cl estructuniismó.

RESUMEN Y CDNCLUSlONES

En isw capítulo nos hemes ocupado de loa divgrjus orfgcius y inBinfasíai:iorcs


de] funcnnaliamo en pecu4ogfa. Se lo ha Rescripto (mtno m desarrollo slsteniá-
Eicn, íbxí: e irfofrn»J,íerci cuerepresenta más ^ue cualquierotrolicoeriEiiie prin­
cipal ¿£ b psicología □uEHAsEBricana. Su>. anteceden tea y pioneros prioíapalcs
l\j<ícn 'ó'ül'am James, Cl. >ranley Hsdl y James MrBeen CaLtKlJ; su* liindAdimieE
E i fiindcinahtmct ¡•*6

fucToii Jolm Ctewey y Jame* AneeU, Bua repre unían lea madunoB fixiion Ilarvey
Can, en Ja Univoríidad <ie Chicago, dtMide se día el mayor dtEaiTúUo formal, y
Roben S. Woodworth, en 1» Univeiadad líc Columbia, donde floreció nna lá-
ma cdatcial con el nombre de patofugía dinámica. Como movJniientü sistemá-
tÍLO, ei ñmdonalisnio auigió cti opnsftióa a la paleología estiuetuialiiia de Tlt-
uhener. Puso tío fuerte acerlo en ei apiondiz^e, loa tests mentalDS y otro? te­
mas utilitarirK. La importancia sistemática del funcionalismo dedinó junto eun
ia necesidad de oponerse al estrncturaiismo. Sin embargo, sus caracleriitlcas con-
viniEron a mnblioe psicúlugüs, y p o rlo tanto el fundonalisnio tontínuó su ca-
minOj modesto en pretea$i<nies, incluso despula de su dedinadúa sistem átla.
En k actualidad existen fuertes indiclüs de que un funciDnalismp modificaiJo,
mas perfeccionado y moderno, asti resurgiendo de una manera espectacular.
Se ha caratrtetizado el funcionaifsmo, espedalnifirile tal como está reprasen-
ladu por Isa psfgqiogías de Curr y Vtmdworth. como bisjdanieiite experimen­
tal; jalertsado más en las interEeladuiies funcionales de variables que en Jas su-
perertruc turas teúiiCBS; aceptando tanta los datos introspeutivos como los con-
ductaiea, pero utilizatido sobre todo estos últimos; poniendo el énfasis en laeou-
duela sdaptativa y en la actividad lutencioiial, motivada, tanto dentro de un
marco E—R (Carr) eomo E -O —R (Woodworth), y revelando siempre un aotivo
eclecticismo sistemático en combinaición con un enfoque severo de los proble­
mas experliDc Otales. Ha hedió y caotínjará haciendo una contribudón muy
impártanle d prugrcao de la psicología como ciencia, a pesar de su ausencia de
pretensiones sis temáticas.

LECTURAS RECOMENDADAS

Nuestras dusione* favoribies d delid mo A p e a , aqgc/i, a n d FKfí3™ n s ( l 9tí3 ) de


Trvine. deben haber convEncído ya d lector de que este libro proporciona un fá­
cil acceso al mundo de loa antecedeot» ingleses del fundonaliimD. Tampoco loa
/W nc^/fí de Junes necesitan de más re comendadores como una fuente de In-
formadán con respecto a nuestro genio norteamericano. El miículo de Dewey
f 1836) tambtán es brillante y feliameDtB breve, ya que no es de fácü lectura rii
siquiera para nosnlrns, reHiiadas modernos. Para el deíBirúUo en Cdumbia son
fuentes excelentes íi DvrtoffPC piycfíú¡o¿y (1S18) de WÍDDdworth, y su n k t ré­
dente í>vflyifliíeí o f beftavíOT (13j8). Además, el manual sistemático de Wnod-
wtirth. Coniefnporary schoah o f pi^dtoiagy (1948), expMca muy bien el punto
dfl vista [iidciunatista, □ moderado,. Debe umbidn mendonarse su £jcperí>ftcn-
tal p ^ h o lü g y (1938; revisado poi Woodwarfh y SchlnAbeig, 1954) como un
enfoque experimental de los prohieinaa ritíí vúqos de l i psíctJogiii. En cruanlo a
las desarrollos niai redentcs, los dos libros de Underwaod - fx p i fii m e i ifs ^ pjiy-
cJiííítJ^ (1949) y Psyetiotogicai resasreft (1957)- Kra excelentes ejemplos de
un enfoqiia totalmente fundonalisla de Jos problEiTtaseíxperimenialesy las cues-
tiones metodoldgicat. FtycMoiogy ofhurftan ícamrng, de McGeoch {1942í levl-
jado por iícGeoch e [riofi, 1952), resume gran parte del tipo injcúJ de Investí-
ISO Sbterrma y te o rin pafeotópce» «wifewipwwicoí

Kaciún fundonalista, que utilizaba sujetos y productos verbales humanos.


concluir, ccxno lectura Hual ¿qué otra cosa podríamos sugsdr sino Ia última pa>
labra del últízno de los grandes fundonalistas. Cont&mpomy o f ptycho-
/cigK. de Woodworth (revisada por Woodworth y Sheenan, 1964)? En los •Üll-
mos c ^ ítu lo s , sugeriremos lecturas acerca del reaurgimicnto del funcionalismo.
■. *
'fA-iíf''-

vrs-r

•4+n
Cuadre 1Ü. Í''iguriís T/njHtríantes deí conduclímo

CaruluiTilsCB

EpflaBncúi
a n td b iije n tc i Fkhuefús FandadoK S DEBunoDajd'ares

T^vatucíáii y
cdiií 1j i : éii
a iim iil
D unb] J u n t s M cKeeii Jo h n 3 . W alxon A lh ert F , Wci*s
(1 8 6 0 -1 9 4 4 ) (1 3 7 5 -1 9 5 8 ) ( IB 7 5 M 9 3 J )
CclufTiliia H frp tjn : É sbfdo d t O liin
C. M ut^ t E dw B id L . T h n tn d U u V^ütBT S. K iu itu r
Í L H ld -lW ) 1 1 3 8 9 -1 9 5 1 )
C duT riíjia S m w ii
J«.£qkHi LOfli K ail 3. L u h le y
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< l í 9 e ’lS ÍQ ) (1 B 4 9 -1 9 3 * ) I l { t 8 í - J 9 6 |)
5 an F e ttx lb iU ;^ CaUfüDiB
L a M e ttiic V U ílü iif U. Bfcciiietiev E d n in tL G u th ife
l i ™ - l 7SJ> (1157-1 « 7 ) (1 3 8 6 -1 9 5 5 ')
San P e i» rib u r£ o W a i'iln i loa
CdljfnÍB J u n e : R . A ngelí
(1 T Í7 -1 S 0 S Í 11H 59J^9)
C h íc a lo
P o a itiv ism )
A ligúele C o n Be hliiK M e>ej C k jk L H u U
fl 7 5 3 -1 B5 7> (1B 73-L 567) (1 3 8 4 -1 9 5 2 )
M jssdori T n le
Jl. F . S k ía m r
(1 9 0 4 - )
U u v a rd
C a p ítu lo 6

CXDNDUCTISMO

El ilítCiiiá de psicologíi objetira cteado píU|John B- Wdtaun, que íl misTTio bau-


tieió HMi el nnmhfc (Í5 “ coriduetíarfld", el sin duda alguna >k mia inHiiyi^te J t
ks eiciietai norteimeiicaims, y U que in& conliwaislBSbn Euscíiado. El coaduo-
lísrun ha ile^arjo a díBeiJipeflar un picpel pionunente, no súlíi en k psicolDgk
siúD en tods la’'cultura norljeaiiileñcaaa. rivalizanda enn psicoanálisis impor-
laJu üi; Eucupa.
El interdi rundaincntal de k positáoii de Wauun reside un dcia pusturaa, una
poaltlvfl y otra negativa. En lo que r^sfiecta Ü aspecto positivu, ptupkiSo una
psicología compleUmeílt* obg^tivs, Qlieria aplicar taa técrilcB y !a* pilncipicHj de
la psi'Cül'DEi'a animal en su primar campo de Irabajo—^ los seres hutnattos. Esta
postura positiva del condAictisinti ha jecibido el noftiliiB de conductísmo m eto­
dológico o empírico. El principal punto de vista m e to d o l^ c o de Wat&on —la in-
siatende sobre ds piim ack de k conducUi corno fuente de datos pslcolOgitios
b i sido dominunte y goza, todavía hoy, de aceptación general; lin emtwTgpj la
recienifi apariddn de Iñ fenoTKnologfa y la pahrotogía existencial lo han devuel­
to al teneno dn k polémica.
Por otr^ paite, el aspecto ncgatjvo aparece en las invectivas wntsonianajt con­
tra los ccmceptDS mcntallstas, Watsom atacó la psicología introspectiva de Titcfie-
uer, y lo que cDuúderjikr 'inadecuado ca el ftñícdfinalisrno de Angelí; aogún Wal-
son, AngeD había COnserV'adD un prejuicÍD inteTaociceiista, por cuanto aceptaba
todavía los dato!; de la’ intrcu|ieedóií. Ajqque Watson deploraba Id icñuenck
dfi U pTObJeniiticfl luetaTísica en la psieoíogía^ adoptó una definida posidón
íl tiegíJ —pm lo menoa implícltBmente- la-exíatcniúa de la mente- Esta ncga*
dón constituye 'ci cnnductisnio rfíetnfísico o ra^csl, que nú goza de tanta
aceptación y en lom a debcaal ae ha suscitado la mayor parte dt IfiS eooLrtmir'
ñas sobic Watsun y sus Ideas.
En eíte capítulo coosíderamos en primer lugar las tres tendencias princípaJei
de ls£ que surgió el eouducUimo vyulacHUimuj las tradíciofies ÍUosdlicas deJ ob­
jetivismo psieolúgieo (cuya íníluencia directa sobre Watsoo es cueaüonabkiXthi
psicol'Ugía aoJinaJ y el funcjofisltsítio. De scilbimcs luego k Bparicicn dol Conduo-
tísmo, hocemoji mi bosquejí) del sistema de Wabon -piestjuido especial itan-
cíóri a las relakurtes entre menie y cuerpo-» abordamos algunas citiacterisrtJcas
secundarías deJ nK-iiSiujiícniu de Waison¡ V analizamos ka prAídeme? de olgiuios
'Continutdcrea,.Concluimos con ]y couiideriBián de los diversas críticas fauritila-
das ai couductisTua s^fsanjpnD, un nnjüsis de los faclores''que «Nplicaii sil acep­
tación. y flnümeiite uiia evalLioLión de k j comtribuciaaeG de V ik o n ,
En el cuadro ll] figuran lar principales peisonalidatki d d Coaductlnnc],
1
}.i4 Siilfmaiy teorin! psieiiiüfkoa COñiimporáneos

LjVS p r im e r a s t e n d e n c ia s h a c ia
EL OBJETTVTSMO EN PS [COLOCHA

Waláoii ao fjc , *;□ n ia n tn tdguTia, cl prínTcra <]uc (ícat^4 la ncccsida*! Je objeti­


vidad er Í3 pajcal-agra. Eatt>s esfuerzas cuentan can una larga histaiia, er fU
inayur parte hu invulLEkJndD a IHáSDÍuS. Pam üJ eDLposicíáD nos basaiemos tiinda-
íiieutalmeíite en la eláíica revisión de Diserens 0 ?25), para quien el objetiviaiio
püicolújíiicu incluye ""t-uiJu sisleina que ae esfuerue por sustiluir Jos da.trKsubj9ti-
voe por lüs ot^etivo!, y el nidtodo especial de la introspección por d metudo uni-
versal dt la ciencia; la oblseTvaCLán direEta" (pdg. 12 1 ).
Hemos 7i5to ya que Descartes y I j Mettrie dieíofi los p r im a s pasus hacia
el empleo lie datos objetivos en psicolúsia. al extender Ijis explinaüones meca-
nidstas al cuerpo y finalmente a Ij m erte tleJ ser Iiutthjio. Luego Cibanls |]7íi7-
1808) intentó JeTinír la mente sobre la base de fojcLorei nbklrvüs, en espctiil
funcJanlS psiculójdcaü. Se^D Jl, l09 acOütedmi^atoS 'b iien h ^s” son funciünes
riel organismo total y rir> sólo de la mente (véase Hóring, IdÓl'J),
El nombie más importimtie de ffsta serie es el.de otro francés, Air^iite Coinle
(J 798--J 857), quien creó ci mrjvimiicnta Üomado prTsrtrVjfina. Todiis Isa Tariedi-
dcs dd posittvisino dcatiicani ila importnncii del i^noaimieiito positivu (etia os,
indiscutible),,suela haber desaeueriia respecta tel tipo de prccedimíetito que
propotciorwrfa ese conoetmiento. Segiin tOTUtc sólo el conotirtuenlo lodal.
objetivamBiite obsers'able. puede ser válido; Ja inhospeocián. que depende de
una concieuda privada, uu puede ofrecer un uuuuciiriKnta vdlidu. Comte ne^
gó la importanejú de la mente indivictuaJ. y criticó vigorosamente ol mcntiiliS'
mq y la rrietqdcilngra subjetiva. Postuló que el pensamiento crCtlcp huiniino avan­
zaba SigUiendu ü u etapas O PiüduS de penianiientu: el teoLógicij, el metafi'sicu
y el positivista. Ln aslcolrtgfs tradicional seria la última fase de la etapa tenl^gi-
ca, Afifmó (1836, primera publicación, JS24) que; ‘TaTapotífir observar, vuestro
ha Delecto debe liucei una pauaa cu su sctivjdailii tsia inúmia dctivúlpLd que queréis
observar. Si no pod^E efectuar la pausa,no podnéit obteniuiBl podéis, oja habnj
rada que obEenar. Loe resultados de semejante métado son prapanJornles a su
Caréctrr abiLinia'' (ni¿. 11), Dcsdii: un punto de Viíta más constrictivo. Cumie
destacAhia dos tipos [le estudio da las fnneinnes 8fectlvs.s a inlelBctitaÍES: i) do-
tanninar con proiflsiün las cündlcionef orgánicas de Iqs c u ^ s dependen,y 2) ob^
servar tu secuencia coiiductLil, Eter tórnente, esujs Jus tipos úc esUidiu pmjpuTciu>
rarion dalcis aw p lib ltj para luí CUiulujds1o¿ ^varaniLunas.
Lu3 mateiialiátuG fránceses e ingkseí que siguieron a Eomtc eantimiaron
trlcHción. Les rttis irtiporcantes flteron Antoine CoLUfiqt. G- H- Lewas y Herjy
Mnuisley.

LA PSICOLOGIA .-^NJMAl

HeniGs visto ya lá nrinD itaiicía qiie Píto la Icoría evuiucúráfla darviniano para
el deaarrolki üe lu nticolL^'u eumo denjua, y en panncular cuona fjctnr lie tras>
Coitiiuffismii ÍJS

fonda que deteitiiLDÓ la fomia de li psicolügía fijiicicuialistfl. P&vn la teaifa dio


tanibiéii un gran impulso al «studio de la psicología animal, quí a ju vez ha sido
quizás el factor más imporidjitc cnlie los que Uevaicpn a IVatsm a farmuJaT su
pslcolopa conducial.
La psicología anima] surgid* de ruanara más o men-üS lÜítCtq, de la teoría
evoludonista. Diovli gericíó uní gran inílnencia sobre Ins intalectnales ingleses,
pero su teoría enfrentó al misiino tiempo una fucite oposiciün, partí tul amien te
de partic del cJero y los teúlogoa. Una de la& ubiecioncs fundamentales atacaba
el supuesto dirviniano de La continuidad oren tal en lit cL hombre y los animales
infeiíores. Lo mái efectivo para lesponder a esta abjedón, era demostrar dicha
continujidad, tal ctuno ya lo había hecho el propio DaTwin eti ef caso de la conti­
nuidad física, y esa lieTnostraciún requería una psícoluíJÍi animal. Por lo tanto,
una manera de defendor la teorfa de Darwin coiisifitió cu líioEtriir la presencia
de la mente en los organismos infnhumanes (por contisposidón a k tmdiciún
caitcGiaiia)y su continuidad con larne-nte humnna.
El rnijmo Charles Darwin comenzó la defenfa. Urt m ohnExpreísron o f emo~
tioni in mu» and anbnals (1873), Ja teajs funda mental era que la conducti eno-
cicmal del hambre era el resultado de ¡a hcienda de conductas que ín algún mu-
merttOi'fheron titiles para las animales, pero que en la actuaJFdad resultan inútiles
para aquél, Dapívin ofreció muchos ejemplos, tomadas de sus numerúsai o b « r'
vaciones sobre animales. Una de los máa famosos es el fruntir lit labios que CB-
niEieriza a la mueca de deapnecio; según DarvViil, Sena un remanen te del deiTB
de loe CBfliflas en los animales carnívoros ericrilEri7adas. LalerdisneiB del peno a
rotar en círculos anteí de sentarse, sería asúnisniD ua remanente evüiutivo de
una ionducta que fue iltU en los estadios más primilivos Je suí iiitwesores,
presnfnibletmeiite caniu medida de pTecaución ccmiiB las serpientes y otroscnC’
inigós, y corno preparación dcl terreno pamel descarsu.
Va hemoi visto que uno de los amigoí peiSOrlBles de Darwin, Ccorge Jolir
Rmnanes asutnió luego su defens*. Hómanea extrajo de la literatura lodo tipo
de relatos. Unto ckntífLCOs como puptilarcs, sobre La condneta animal. Acuiiiu-
lú gran cantidjid de inaleríal, que utilizó para escribir el pdmer libro de psico­
logía compararia: A ítótibÍ ínffíJííertfP (1880). El método que utiliió Romanes
para lecogci datoi es llamada en k actualiditJ JHfíiocfo ¿rKítetó/í™. A pciírr de
que había establecido re^as eyplícitns aJ respecto, Rumanes tío pudo evitar la
utilización de algunas observadenes defldentemonte coutroludas, ya que iiu
tenia medios para veriñüii las fuentes atlgirales. En su afín por demostrar
la continuidad entre el hombre y el animal^ tendió a Mitropomortlzar, es ds-
elrj * adjudicar motivoe y capacidades huimuiae i la conducta animal. Ni lu
anlroiiojTLíírfizadón ni el método aneedóttcfl sois acepta do a en i i psicaJogía
actual. Peto a pesar de las Jimítajdcaiís de sti roctodolasÍB. Roingnes tiene al
mérito de haber estímuLadu «1 dcsarroHo Inicial de k oikoicgía comparada* y
de haber preparado d camino parala merodologr'ii cjipciimcniBl,
G. Lioyd Morgan utilizó una metadalugía semíexpe tímental, y oh servad o-
nes paidalmenle cíaitrokdas, en SUS estudios sobre formas animales inferiores.
En la aétuálídaiLl te le conoce mejor príi su* cuJitribueíoiLEJ metodológicas que
par sus hall argos, adaptó la ley de paraimnniu (conixida lainutióu ton
IX Síiifmo» y leorlas pnctiiáj^cos ccmtempofúneoi

el pintotesuo nombre de ‘‘navaja de Occam” ) a la peicuJogía comparada- Expíe*


x6 su posición en un cmmeiado que se conoce como *‘canon de Uu>‘d Morgan”
(1899): **En ningún caso habremos de interpretar una acción como rcsjltadu
del ejercicio de una facultad psíquica superior, si podemos interpietaria como
resultado del ejercicio de otra facultad que sea inferior en la escala psicológi­
ca” (pág. 59). Con esto intentaba coutmrrcttlar la tendencia i anircpomorSzar.
lo cual fue bien recibido. (Un examen completo dcl c a n ^ de Llo>'d Morgan,
en sus diversas interpretaciones, se ertcunlrará en Mewbuiy, 1954.)
Si se renuncia a antropomorflzar. ¿cómo ptiede demoetrarse ¡a coodnuidad?
Ocurre que el canon de Uoyd Morgan no se aplica solamente a lo& anúTiales.
sino tambiéu a los seres humanos: eo este caso, la regla corrige nuestra tendea*
d a a “antropomorfizar” - e s decir, a adjudicar demasiada iiuporlaacía a las fun­
ciones mentales superiores cuando interpretamos la conducta de los demás.
Romanes buscaba demostrar la continuidad encontrando la monte en todas
panes; Uoyd Morgan también quena demostrar la continuidad, pero sugería
que CSC objetivo podía alcanzarse perfectamente sin encomiar la mente en par­
te alguna. Desde una perspectiva moderna, parecería que su apdación a la sim­
plicidad y su rocliazo del antropomorfismo han tonudo inevitable el desarro­
llo de un conductismo cieotfnco.
Para Morgan, el factor explicativo ñindamenlal eran los hábitos, más que
la inteligencia, destacaba la Importancia del aprendizaje por ensayo y error.
Suponía que el aprendizaje hiunano y el subhuminu eran continuos. Los ex­
perimentos de laboratorio llevados a cabo m is tarde por Thomdike guardan
una estrecha relación con el trabí^o de Morgan, tanto en su contenido como en
m pei^iectiva; la lectura de los informes de Morgan estimuló también la in­
vestigación de Watsun sobre anímales. Es interesante destacar que ios tres ten­
dieron a explicar todo aprendizaje en función de unos pocos principios simples,
aplicables por igual al btmibre y a los animales inferióles de la escala evolutiva.
Hay quienes están más próximos a Romanes: por ejemplo» los psicólt%os de
la Gesxalt» que tienden a encontrar en los animales inferiores ía introvisián
característica del aprendizaje humano.
Alg'unos psicólogos atacaron el canon tic Uoyd Morgan. Reconocen, a ouestro
juicio aocrladamcme, que en muchos casos eu que se ofrecen dos inperpreu-
clones alternativas la ctKcecU ca \% más compleja. Sin embargo, esto no inva­
lida el esnon de Morgan o el principio de parsimoróa; anbos se aplican sólo
en los casos en ifue lo^ datos disponibles apoyan por igual ambas ¿tem atí-
vas. Naturalmente, si en la explicación más simple hay una falla, esa explicación
no es aceptable. Pero incumbe a quien propone la exf^cación más compleja
mof trac por qué ha de aceptarse ésta; si no puede hacerlo, es preferible la c.xplí-
cacíún mis simple.
El siguiente nombre de importancia ea el desarrollo de la pticolog^ animal
es el do Jaeques Lneb |I859.1924), Ixwh, iin b íó lo ^ alemán, llegó a los Esu-
dos Unidos en 1891 y pasó allí la mayor porte do su carrera pioresíor^. A él
se debe la amplía accplauióu del concepto de tropisne?, o movimiento (orzado,
como factor expUcac-vo de la conducta animal. En uo tzopinno. la l e ^ c s u
es utra fincíón dxrecu c«l estímulo, y se este sentid:- es forzada. Según Loeb.
Conductimo 157

toda la conducta de las formas animales inferiores era iropiata. y también lo


era una proporción considerable de U conducta de las formas superiores. Un
ejemplo familiar de tropismo es cl movimiento aparentemente raccioico o irre-
sistíbte de ciertas polillas hada la luz (fototropismo positivo), que se produce
aun cuando el vuelo directo hacia una llama viva Deva a la autodestrucción. Por
supuesto, no todos los tropismos son tan poco adaptativos. Kn el uso moder­
no, con frecuencia se dencmiina “ laxismos” a los movimientos forzados de los
animales, para distinguirlos de los movimientos más lenlua do las t^anlas.
Loeb no reaccionaba contra el darvinismo, sino contra la tendencia antro-
pomoiftsta que hemos encontrado en Romanes. A pesar de que se^ín Loeb
los factores de tropismo podían explicar gran parte de la ctmducta en las for­
mas superiores, no se ocupó de problemas humanos. Sin embargo, centribuyó
a un proUema planteado por el sci humano: el problema de la conciencia.
Sugirió una manera objetiva de determinar al un osganisnio dado era consien­
te. Su criterio era que el organismo manifestara una inemoria asociativa. Cierta­
mente, este criterio no es muy exclusivo: se ha dicho, por ejemplo, que tos pro-
tozoarios ofrecen pruebas de un aprendizaje asociativo, aunque también ae han
expresado serias dudas respecto de estas pruebas. Cuando nos preguntamos cuá­
les organismos son conKÍcntes, sólo podemos dar una respuesta arbitraria;
nuestro criterio upcracional de condericia en los animales puede sor elegido a
voluntad, y es evidente que hay muchas elecciones posibles. Cualquier otro In­
tento de solución nos hará incurrir en antropomorfizaciones.
Por esa época comenzaba a difundirse en las ciencias bíológicai el estudio
de la conducta animal. En apoyo de la posición de Loeb. los biálogoa Thonias
Beer, Albrcchl Belhe y Jacob J. von UexküU bregaron por la eliminación de los
téniiinos psicológicos y su sustitución por otros máa objetivos. Por otra par­
te, cl biólogo H. S. Jennings obtuvo pruebas de la modiíicabilídad de la con­
ducta de un protozoarío. el paramecio, y se opuso a la interpretación mecani-
cista de la conducta animal que postulaba Loeb. También Hans Dríesch se opu­
so a Loeb, sustentando una posición vitalista (esto es, que hay algo cuaUtativa-
iiKiite diferente en los organismos vivos, y que éstos no pueden redudree a rcac-
dones flaicoqu(mica&). Sis Uubbuck hizo estudios sobre hormigas, avispas
y abejas, y los franceses Fabre y Forel estudiaron también insectos. Albrecht
BcLhe publicó una interpretación mecanicista de la vida social de las avispas y
las abejas. Ciertamente, la psicología animal suscilaba cada vez más interés. La
presión de estas diversas investigadones comenzaba a dar impulso a la psico­
logía o l^ tív a mucho vites de que apareciera la psíoologia conducüsta nortea­
mericana como escuela.
Waison, que estudió con Loeb en la Universidad de Chicago, estuvo sujeto
a la influencia de esta tradición objetirista en bioiogfa. Por esta razón, muchos
anos después, cuando encontró a Jcnniiit^ en Ji^ms HopkinSi siguió sus cursos,
aun cuando él fue allí como profesor titular.
Hemos víalo ya el trabajo aisteraáúco de E. L. Thomdilce con animales.
En esto no estaba solo. Roben M. Yeikes (1876-1956) cumenzó sus investiga­
ciones en i9(X). Yerkes hi7o estudios sobre cangrejos, tortugas, ranas, ratones,
ratas, gusanos, cuervos, palomas, cerdos, monos y por último seres hutnanus.
Í5S Sistemas)! teorías pstcológKoscfmiemporinúOi

Su investigación con monos es la más significativa: aparece resumida de una ma­


nera completa en Chintpamees: A laboratory cotony (1943). Verkes colaboró
por un tiempo con WaUon en el desarrollo de cécnicas para prueban visuales en
animales. Sin embargo, a pesar de que su trabajo en pficologia cocenparada siguió
una metoddogi'a típicamente conductista. Yerltes no era un conductista persua­
dido. Admiraba a Titcliciior, y opiiiaba que la investigación de la experiencia in­
terna era uno de los problemas psicológicos más interesantes. La om tnbudón de
Yerkes al conductísmo consistió simplemente en fortalecer la poeáción de la pal­
eología comparada, en especia) al establecer la estación experimental de chim­
pancés en Orange Parfc. Florida, cuando se retiró de U diieccián aeth^a en 1941,
la estación recibió el nombre de "Labe^atoríos Yetkes de Biología del Primate” .
Poslerioimente el laboratorio se trasladó a Atlanta, donde funciona en asocia'
d ó n con la Universidad de Emory. El gobierno federa) apoya en la actualidad
varios centros regionales independientes de primaces, diseminados por toco el
tem toiio de Estados Unidos. Yerices contribuyó también a la aiidicaciÓQ de U
psicología durante la Primera Guerra Mundía). ya que tuvo on papel destacado
en el desarrollo del programa de tests para ios reclutas del ejército.
En el mismo año en que Yerkes comentaba sua invesügadones sobre anima­
les (1900). W. S. Small diseñaba en Clark el primer laberinto para ratas. La rata
albina se adaptaba tan bien a los estudios de laberinto qtie desde entonces ha
sido el animal de laboratorio más importante ce la psicología, y la ”rata-en-el-
laberinto*’ lia llegado a ser una siluaciúii calándai para el estudio del aprendí-
z ^ . l^sdc ia década de 193Ü, se ha hecho evidente que la rata se adapta igual­
mente bien a la \ñda en la caja de Skínaer (o, como Skinnet parece preferir,
a ia \ida en la cámara operante). Entre 1900y 1911 el desarrollo del estudio de
los animales fue muy rájrido. tamo que en el ínterin se fundó éiJow noiofA ni-
nuii Behañor. Por último, una de las primeras estudiantes que se doctoraran
bajo la dirccctófi de Titchener, Mogaret F1oy Washburn, publicó un compen­
dio de paicOiOgía animal en 1908. El Ubro era esencialmente un estudio arraló-
gico de los procesos mentales humanos y animales, pero contenía una gran can­
tidad ce infonnadón fáctíca, y llegó a un clásico en su campo. De modo
que parle de! ímpeui de la psicología ounüuctista piosáno del campo .de los es*
iructuraiistas.

EL FLNCIOKALISMO XORTE.AMERJCANO: 1910

El fjnciflnilismo norteamericano f u la tercera tendencia que condujo ii


conductaaio. Varios psicólogus cuc lucrua sólo parcial o incirectamente fun-
cionalistas re mclinaron tarabién hacia una odentacióo objetrra. Ya hemos nr^n-
cionado a fattell y Thomdike; Hems*ein (^'atson, 1967, págs. I$-20)sostiene
incluso que ia posición de TlionidBce sl algunos de sus asj^*:os Coa papeles del
apiendízaje y el refuerzo) su pdrecij mis al Lunductísmó mc-demo que la de
WatMui. En 1904, C andi deedaró (según lo citan Wocdwortii y Siheehaii. 1964,
pág. i 14) *tle parece cue la -nayoi pucle dd trabajo de investigación que afee-
Cfínductismo IS9

lué u que se hizo en mi laboratorio es cari tan independíente de \n intruapcc-


ción como el trabajo en física o en zoología.. . ” William McDougall (1871-
)938), un antiguo adversario de Waeson. había definido la psicología como la
ciencia positiva de la conducta. Hizo observaciones experimentales sobre la dis­
criminación del coloren los niños pequeños, en I901,y sus libros(1905,1912)
contienen datos objetivos; el último libro, incluso, se denominó Psycholo^,
(he study o f behavior. Sin embargo, McDougall era un intencionista declarado,
aceptaba b conciencia y utilizaba datos introspectivos -e n suma, era la antíte­
sis de Watson en los aspectos más críticos que ac puede imaginar- y, en con-
accuencia, no se Jo puede considerar como un serio rival de Waison en cuanto a
la formulación du una psicología exclusivamente objetiva.
Max Meycr (1873-1967) podría ser un candidato más serio. En 1911 publicó
The fundamental lam o f htum n behavior, un libro que refleja un completo ob­
jetivismo; esto fue dos años antes de que Watson publicara sobre el tema Hacia
1921. Indicó sus inclinaciones conductistas de una manera más abierta, al titu­
lar otro libro The psychology o f the other one. Sin embargo, para esU época
las conlribuciofies de Watson habían sido ya reconocidas universalmente. Meycr
era un ^aislado crentíñeo” (Esper, 1967), que se había enemistado con su maes­
tro, Cari Stumpf, que tuvo sólo un discípulo doctorado en Olosofía. A. i’. Wciss,
y que finalmente se hizo despedir de la Universidad de Missouri, en parte a causa
de su santurrona terquedad. jLa fama no escoge a aquellos cuyas personalida­
des no son las indicadas!
Mencionamos también la escuela refíexoló^ca rusa, iniciada por 1. M. Sc-
chenov y desarrollada por Pavlov y Bechterev; el último tituló Psicología oh¡c-
(iva imo de sus principales libros, publicado en Rusia hada 1910. íSechenov
publicó Reflejos del cerebro en forma de libro en 1873 y como monografía en
1863! Lo cual resulta realmente sorprendente cuando se considera que la posi-
dón niosóPica y metodológica básica de Sechenov era casi idéntica a la de
Watson en su objetividad.
En Norteamérica, probablemente el psicólogo más profético fue James
Angelí, con quien Watson estuvo a.sociado en Chicago antes de 1908.
Ya hemos conocido a Angelí c< ^o fundador del fundundiibiiiu. Aparen-
Icineute ceconoció que la psicología, dotada ya de un carácter funcional, estaba
pronta para dar el paso decisivo hacia la objetividad. Hay dosexpresiimosde su
punto de vista, que precedieron a los prinKros pronunciamientos públicos de
Watson. En 1910, en las reuniones de la American P^chologtcal Association
en Minneapolis, dijo Angelí:
Pero, a mi Jukiu, es muy posible que el término conciencia caíga
en un desuso tan marcado como el término alma, en lo que hace a los
fines cotidianos de la psicología. Ello no significará la desaparición
de los fenómenos que llamamos conscientes, sino que el interés de la
psicología se de^azará hacia otros fenómenos, para los cuales resul­
ta más útil un término como cmiducta (1913. pág. 2S5 )
Dos años más tarde, en las reuniones de la asociación en Cleveland, presentó
un artículo sobre este tema, escrito poco antes que el primer trabajo sistemá­
tico de Watson. Aquí Anj^U hablaba con mayor extensión-
HiíiHitíii y tearianpíKalbg^os

ElesJe un DouiienM, quiénís trabuj^run tsn psitoLojiía (¡nm pira da han


trope^jdo concia diüciiltati de adKiibír a lo* animaJes proccw! cons-
dcntfs de alg^n tipo eapecífitu, on iflacl&n uün Id Lonílui;ta iuteil-
jÉeíitE._ , Es evidenu: qtie los científicos iJetÜüidt* a este ctrrpo de la
investigaoún ¿anaiíiui mucho - e n cmiviíníenoia al nenes ri pudie-
™ p feK üii'i (te In postble existencia de la ouiicienjcia y describir toda
lír conducta uimiíii objetívainente. No ha habido tampoco, liasti don­
de estoy entefadü, ninguna ob^ción eencral a este príipSíi'ro. . . Ade-
íiids es natui'al que, si el prescindir de toda lefeienciu a Ja uuitcieni'ia
en Ib psicolügfi animal reinita práctícable y conveniente e indudahie-
meute ES. asi—, se tenderá a seE’Ulr im t línea de conducta jómilar en ma-
Eciia de conducta butnsna. Esta tendencia no tepresenta tant-J uii pit^
l^ama teconocido Ibrniídniente, oomo ti di nuestros leroimaJoies rea­
listas del niLLiidth. sino más bien uji impulso EoneraJ que reconoce di-
Vfetsfls fuente^. Su uarictór infotmAl y ptKo escrupulasü indica oraba-
btemínfe una base más sustancial y duradera que la de Jos movimien­
tos ^fomoviduí más cuidadosa e ifitenLitinalmente (I9I3, pá^, 25ÍÍ y

Boring (|9S 0) bu [Csumido la situaclóii exigiente en la psicología rorieanQiC-


ricana jrmedjatamfinte antes de que Watson diera nacimiento a! oonductismo:
“América habfa neaceíonado contra la qjula ateiíiana y sí había hecho fmiíJlo
nallsta, . . £1 conductisinci tütnú del funciónBÜ^nio sólo una parte de la tiadi-
aón paterna. . . los Itetnpus estaban madutos para una rpayor objetividad en In
psicologíj, y Watson fue el agente de la época" (pág. *42).

EL ESTABLECIMIENTO DF.L CONDlíCTlSMO; JOHN B, WATSON

Joliíi Bioadus Waiaon (1K7S-I95fi) nadó certs de OieenvHIe, en CiioLni etel


Sur. Desde sdad temprana demostró su rebeldía, qut a? manifestó posterior­
mente en el cBráctír Iconoidasta de 411 ctinducósmo. su propio relato
11936), jüinjis logró más que un sprobadn fi liante sns primeros aboi de Es­
cuda y fue uincsiado en dos oportunidades, una vei por disparar un arma dp
fuego dentro de loí límites de la dudad, cu Gneenville. Después, ya eri la Uni-
^■ersídad de F u aian , uno de sua proíesowi aUrmó que si alguna vez sopren-
dia a alguien pasaüdo un pape] eseriío hacía alrís. to aplaioirii. Watsoii pasó
"atílden lülmtnte" sn papel escrito "hacía atrás" (no importa lo que esto qui-
á e tí decii), fue debidamente ap im d o y tuvo que ijiicdirse duronle otro año
escolij, a causa d< lo íubI obtuvo un m siíer en iuiar de uaa licendalura. inclu­
sa después de hübej ñindadc d conductismo, « la& ingenió pata encslsriiar tte
tai modo a Jas autotidadea del ejército de Estados Uniloí, durante e! prlrjier
conflicto m.mdíal, que lo enviaron a uno esctttla para 'TEtelígeniJia positiva",
que virtuahifiente saranüzaba la muerta rie sin brillantes gnuluados una vea lle^
^d -3S bI eoíripo Lfi batalla. El armifitido se produje niicnteiii Watsmi aguardaba
órdenes para p ird ia l rrente.
Antes ds este iricidctl-le, Watson ñie a la UnivarsidiiJ .Jt Cliliago a estudiar
fd3fIl¿árrÍE71T0 i6 J

filosofía con Deiffty. Sin enibar^o, Anj¡oll acaparó su interés y lo condujo hacia
la psicología experimental. Estudió también fisiolngfa y nenrolo^fa con H. H.
l>jnqjdion y Jaeques Loe|>. Pensó cu Ja posibilidad de liacer su tesis con Loeb,
pera este último no fue eoiisiücrado lo bástame “ seguio" por Angsll y Donald-
son, por lo que ellos tnismos supervisaron hj trabajo. Watsoa concluyó su te­
sis pitra el doctoTgrtri e i filusoiía en 1903, exactamenlr después de tros años y
ües verartoa, y se canvinió en rí graduado más joven que recibía ese título en
Chicago iiaata ese jijunicjilu (Waibun, 1936),
Aunque antes y despuís di graduarse « interesó en la filosofía, eso no du­
raría, Waíaon mianio lo explicaba brevemente,

Tomé algo de la escuela Je Ulosciííji inglesa, sobnf lüifo de Hume, un


poco de Locke, muy fjueu de Hartley, nada do Kant y, paradí^ica-
raente, mucho menos aun de Joim Oewcy. Nunca supe qué cjb lo que
Éite ültiiho decía sobre aquéllos, y lamentablemente sino oir saberlo
( 19 3 6 ,pág. 3741,

Estando en Cliicago. Wdtson Irabajó sobre todo con sujetoa animales. Línea
lies décadaa después, describía sui seníimientos al respecto:

Nunca quise «mplcur sujeten humanoa. Yo mlimo odiaba servir como


sujeto, Nü IM gustaban las, instruccionas pesadas y artífidales. Me seri-
tía IncóiTiüdü y nu actuaba con nstuialldad, Con los animales en cam-
biü estaba en m| elcrnenifj. Sentía que al estudiarlos me m¡iulciLÍi cer­
ca de la hioingta y con loa pies en la tierra. Y comencé a pensar que
observando su couducla podría descubiÍT todo lo que loa otros estudio-
Sos estaban deacultíiendü mediante el cm pko de observadotes n 9 3 ó
pág. 276 ). ^

La teas doctond de Watson. por con siguiente, versó sobre sujeios animales.
Realüada bajo la dirección conjunta de Donaldson y Aiigefl, se reté ría a la carre-
láciún entre la ctimplejidari cieciente de Je ccinduefa en la rafa albina joven y el
progreso de la medulacJón en el sistema nervicaio central. Una pieza de Ins-esiíga-
cióri tnejoi conocida, de las completadíts cii Cliicagü, es su análisis de las claves
sensoriales empleadas por Ifl rala en d apiendiraje de un laberinto. Aquí Watson
siguió las técnicas (Je Smsll, Morgan y ITiorTtdiíffl.y después de cUminDr siateinS-
ücaiitenlc los diversos seoTidos llagó q laconduíión de que la kirieslcaa Ique no
pudo eliminar complelamente) ers lo mis básico para el aptendizaje.
Eii mOtí Watson acepto un cargo ie pjrcifesur Je psicótugía^ la Unlveriidad
de Juhiij Hoplcins. Allí continuó su investigadón experúnentaJ de laboratorio
con animHki; colaboró (ion Yerke* (quien estuvo par un breve Inpsü en la es­
cuela médica de Hopl((Tu)cn la uimstrucciori de mi aparato para probarlas ca­
pacidades visuafci de lo4 animales, ijguiú cuisíis c hlra trabajo He Iahoraforio
üon Jennín^. y aparen [enteu te piogicaó de luia mane te atisfacTütia en su pro­
fesión.
Ife acuerdo con su propia arirmatión, ya en épocoa tempransi comenzó a pen­
sar tie una TTianerá cabalmentE objetiva. Sus invcstigacinnea anJjnoJes en Cbíría
it2 y teoríaspvicolóffeoK eonte.mf¡oréneiivi

Ko k ustiraularon a uns primera formulaci6n. realizada en ]9Ú3 junto con un


colega de la Universidad de Chicago(J. B. Watson, 1929, |>r6Iugo]l;en esta opor­
tunidad oo recibió aliento. Aparentemente Ii objedón principal por esa ¿poca
era que la formulación se aplicaba a los animales pero no a los seres humanos.
^ primera expresión pública ñie una ccnleccnda lerda en la Universidad de
Vale en I90B; nuevamente se le desalentó, aliora sobre la base de que su formii-
Ittciúii cía dcaciipüva y nu explicativa. Finalmente, esa 1912, en el curse de
algunas conferencias públicas dicladas en U Universidad de Culutubia, Walson
ofreció una expremón mas definitiva. U prímeia publicación polémica, un ar­
tículo titulado " l a psicología tal como la ve el conductista", apareció al aflo sd-
guiente en la Fi^choiogicai Review, y marcó la inauguración oficial de la escueta
conductista.
He aquí el resumen de la posición original de Watson:

La psicología, tal como la ve el ctmductisla, es una rama puramente


objetiva y experimental de la ciencia Su meta teórica es U pre­
moción y el control de la conducta. La introspección no constituye luia
parce esencial de sus métodoa, y el valor clentítico de sus dalos no
üepeiiik de que ^ presten a una iiilctpre{ación fácil en función de la
conciencia. En sus esfuerzos por obtener ua esquerrji unitario de la res­
puesta animal, el conductista no reconoce ninguna línea divisoria entre
el hombre y el bruto. La conducta dcl hombre^ con todo su reflnaniíeu-
(o y complejidad, no esmás que una parte del esquema total de investi­
gación d d conductista. . . Parece haber llegado el momento de que la
psicologfa descarte toda referencia a la conciencia; de que no necesi-
le ya cngartaiac al creer que su objeto de obaervadón son los estados
mentales. (1913b, pág. 158.)

£1 primer escrito sobre el ronductísmo fue seguido a corto plazo por un se­
gundo escrito sobre los conceptos de imagen y afecto 0913a). Watson reducía
las inidgcacs a respuestas verbales implícitas, y el afecto a leves cambios vascu­
lares en los genitales. Veremos más adelante que fue muy cdtícado a raíz de es­
tas reduedones. Estos dos ptámetos escritos aparecen combinados en el capítu­
lo üUroduclorio del primer libro de Watson. Behavior: An ifitroáutm n to com-
panlive piycUology, publicado en 1914. Este Uhn> Wa sido reedUado (1967) con
un prólogo de R.J.Herrnslein, que muestra con tutal claridad c¿ono Watson ig-
uoró príriero y adhirió después a Pavlov, Herrnstein Umbiéii perBla muy bicii lu
relación entre el pensamieiilo de Wíilsuii y el de Tulroan, HuU y Skinner.
En 1919 Wauon publicó otro libio, P&ychoiogy from the sumdpcint o f a
behaviorist. Este volumen CDm|i2eta el programa bosquejade en sus escritos an-
teriores. ABi extiende los mélodoe objetivos, de una manera definida, a loa pro­
blemas conducíales humanos. La conducta verbal pudo ser aceptada corno dato,
pero la introspección fue rechazaca. (Esta (LstúiciÓD I k ^ a sus críticos a formu­
larle acaloradas acusaciones de ircohsrenda). El acento recaía sobre los facioies
de desarrollo y ia revisión de 1924 ícck ia resullacos ¿eiallados del trab^o efec­
tuado p(K Wal<;cn en el Hospital c« Johm IJoplrbs sobre las emociones infan­
tiles y el condicionamiento emocional.
Coaductismo 16Í

Waisoii upiiuba que la psicología, como disciplir» ciemífíca. necesitaba rom-


per por completo con su pasado. Declaraba en ese sentido:

[La psicología] tuvo un comienzo en falso cOQ Wuuül. . . porque no


enterró su pasado. Trató de aferrarse a la tradición con una mano, mien­
tras empujaba hacia la d en d a con la otra. Antes de que la astronomía
pudiera progresar, hubo de enterrar a la astiología, la neurología debió
enterrar a la fienología. y la química a la alquimia. Pero las ciencias
sociales, h psiedogía, la sociología, las ciencias políticas y la economía,
no han enterrado aún a sus ‘*brujos” (1929, pág- 3).

Watson dejó el cuerpo académico de lohns Hoplúns antes de que se iniciara


aho escolar 1920-1921. El 20 de noviembre de 1920, ni esposa, .Maty Ickes
Watson- le inició demanda de divorcio. En el juicio se implicó a Rosalie Raymor,
la joven con la que Watson hizo su famoso experimento sobre los bebés. El I
de eneio de 1921. el Baltimore Sun informó que John B. W'atson y Rosalie
Rayuof se tuibían casado el viernes anterior. Las dos líneas que Watson dedica
en su relato a este episodio son un tanto ambiguas: "Todo este trabajo Degó
súbitamente a su fin con mi divorcio en 1920. Me pidieron la renuncia.'' (Wat-
son, 1936, pág. 279).
No importa cómo haya ocurrido exactamente, lo cierto es que Watson fue
obligado a dejar U vida académica para no regre.sar jamás Le molestó la mane­
ra en que los miembros del cuerpo académico habían dejado que sus opiniones
sobre su rida personal le arruinaran la carrera científica. Entró en el campo de
la publicidad, donde permaneció hasta su retiro de la vida actréa. Durante
muchos años, sin embargo, continuó pronunciando conferencias en Nueva
Yoric y publicando sobre temas psicolti^cos. Kn 1925 apareció Beliaviorism.
una « rie de confereucias que destacan la importancia dej arabícnley ofrecen
un programa positivo para el mejoramiento kia setes humanos. Este fue el
hbfio que suscitó más atención, tamo favorable como desfavorable, en el públi­
co lego. Watson continuó hadeodo publicaciones ocasionales, incluyendo un li­
bro sobre el cuidado infantil y nna cantidad de artículos de divulgación. Sin
embargo, tuvo el cuidado de señalar la falta de adecuación dcotíGca de estos úl­
timos en un escrito autobiográfico (1936). A partir de la mitad de la década de
1920, no prodtqo nada nuevo o signifícativo; este hombre, cuyos pronuncia-
mieatoe sssteraáticos ejercieron tanta influencia cu el desarrollo de ia psiccdo-
gía, abandonó por ccoipleto la actividad profesional. So importa cuál sea nuca-
tra posición sistemática, debemos lamentar la pérdida prematura e ínnecesaiia
de una figura cuya vitalidad y daridad de expresión impusieron tanta atención
y (según las propias prcfereiKías) vdmintdón o ascsnbro. En esencia. Walsnn
fue relegado al montón de los desechos cientíAces cuando tenia cuarenta y dos
aftús, a una edad «n la cual muchos p&icólogos famosos acaban de ulcunzor el
apogeo de sus facultades.
J64 Siiiemes y téoriai pskoiósícos cí>
h íím p tira n flo í

EL CQNDUCTJSMO WATSONlANO: CRITERIOS SISTEMATICOS

J^fin kió n íír la pskalogis

Para ffal3(5n la psicología erj (192S): "'la parte de la cienaa ratiual tuyo obje­
to de cstüilio ella condutU Ilumina, las acciones j vcibslizBeiDiKs, tanto apjitji-
didaa coma no aprendidos^ de los peisanas” (pá^. 4), Mo cj ftceeultiR ningUHi
mención de la vida psíquica o la conciencia; son **puros siipuasbos". Wat-
son incluía expresamente la verholkicián comn im tipo de enndutra (19^5)’
C9 hacer, en oua& palabias, es conchicrs, ¿labhr de una juincra maiiífíea-
ta, o hablsiTiDs a ncisatrcis misnios (penaat), es un tipo de tond'iKta Lan objetiva
como el bíiabol” (pígr 6).
El cOndlicüaiiio die Wat^'OD téDia doi atgetivüs espcciTkos: predecir la ica-
pueita, Güfiüclcíido el estimólo, y piedocií (en mdlidad, ^o:trín;ír) el Esiímulo.
CQnocietiüo la respuesta. Los términos estimula y respuesta repte sen ta han para
Wstsor conceptea más amplios que las Teconocidos por sus dsrtnlciottes usuales.
Así, decía:

La regla qua el Cunduclista titiDií Siempre ante sí es: ^uedo describir


este (ro20 de cDuducta en furctón de “estimulo y respuesta"í Esiímu-
10 sipiificH pare uoiotnus Cualquier objeto dcl ambiente cu general o
Cualquier Cambio Cn loS tejidos del itiísnio debida a la colidición íu^íq-
lágica del antnnal, como pot ejemplo el cambio q’re podeina^ obtener
cuando tmpedinioj a uri animal la actividad scxiul. Ib ilimmtacióai o
11 coosliuccióa de sil nido. Respuesta sJgniGca paJta nosatroi cualquier
tosa que el animal haga, como poi ejemplo, vol¥e[se hacia utin luz o
alejaiK dt ella, saltar ante un ruido, o las ^tivldadcs arpnizadas.
tala i como eonslrulr lul rascacielus, dlbujjir planos, tener hijas, estñ-
bír Ifhtüi.fitcétera (I97S. págs, ¡i-7).

FcíTíufaóíJS
I
Watsor formuló sua lupuesToa de ufia mwiers dilecta y cuidadosa, iutique no
uceesarfameIrte b ^o La ronna de pcstuladus. Los piizidpalts sqn los sígnieiitesr
]) La cunduela se compone de eleme/iírn de respuests, y puede ECi atkliisa-
da con íx ito mediatite Ine iTiftodois objetivos d t U ¿fcricia natumi.
La conduela se conpojic por eníera de sectvclones glandulares y ?n.í)ri-
mietfíoj musc^jlares; por lo cual es en última instanaa rcductiUe a pniueurs fí-
slco-químlCEM.
3} Anle lixlo cstíoiulo cfectiyo hay una respuestB Eiunediata de itlsCui lipo;
toda i?spue!li obedece a algún tipo de tstíirmls. H a/ entonces m estrieto
jípfíTTHíMtííio ffc r.íiasa y efecto en la conduela.
4j Loi peoresios ds b Conciencia, sí es que exfe ten, no f iioiieíi s tj estudia­
dos c íe n rtjím v fu s. Los llégalo» cunaumiftnrBs n I3 cmiziefiCLa T'Cnregerchui
tendoTicias »obrarj£.rjralos, y dado que ctrnslituyiCE icmanmccs de lea fases tro
lógica pie^nlilloa!. De la psicalogíu es ueDeuno ignorarlDE.
}

CfméuL'ti^rrKí /tfj

Existe una cantiflfld d t supuefitra secundarios, que tienen que vet con Ja na­
turaleza dcl pensanijentio, el papel del ambiente y otros temas iimilarei; se 1m
jumUzaíd er una acción ulterior, porque no aon esenciales para la aigumen-
tfeción central del conductistno.

iVflíHwíéM d e ¡ m d a ío s

En el maEciial incluido en los dos cn'terirui procedentes se ha indicadci ya el ca­


rácter de tos datos que ititeiesaii al conductiata. £ti pocas palabras; hay siem­
pre inlorines objetivos sobre inüvinüfiiiluci muscuJanes o secreciones glandula­
res que se dan en cL tiempo y el espacio; ástos deben aer, al menoi en principio,
anolizadDs cuantitathnmente. y las unidades de descripción son las ndaciunea
est.finulo.respüesta, aunque pueden ser unidades de escola ba&tinte Rrande^
como es el caso de “ toostruir un rascacieítH” — y no mersntBinte “ contiac-
dunes m usculores".

í’riTícipíai de e fm e x i^

Aquí Watson adoptó en un priitcipdo la antigua ventión del asoñacioiiísmu: las


leyes de ftceucncin y icecncia, con presclndencla del "efecLu'' que había agrega­
do ThDmdikie. Aporentertiente eiKcnlrú en el “efecto” laa viejaa actltuílei men-
tallatas, aunque, como hernuS aatajlc, e$ posible una inlerpretadám estricta­
mente ohjeliva y operacíoual. Watson decía que Lo respuesta de éxito debe lin t-
pne acaecer y'dar ténnina a la conducta; la replica de Tbomdilta era que muy a
rtenudci ciertos errores tales como el entrar tai un callejón sin salida de un
labeiinlo ■emr ntás frecuente9 que la respuesta correcta fomíspoEdicnte. Mis
tarde, WatSMl se interesó en el condicionamiento dáiico demostrado en el la-
bíiTatorln de Faviov y Bcchtemv (véase c'apítido 3), Finalmentt recúnodó en ese
condldonairtieiito la base de todo aprendizaje; los hábitCH máíi complejos serían
combLiadcines y cadenas de refliijoa in¡Is simples. Ei interesante señalar, como
lo hace Woodworth, (1943, pág. 68), que a pcsai de su eiitoslasino p ü r d eundi-
doaamicnto clásica Watsrai apuenfcineítte rtitnca tceanocüó la gran similitud
entre el refuerro pavloviano y el efeclu de ThomdiJre;continuó afeimdu a laíey
del ejeiclctü (Icm factores de fiecuenciB y ttcericia), mientras por otra parle
aicepto los principios del condicionamiento clásico e incluso los empleó en sus
experimenros sobre el condicional[ücniu emocional eh los DÍflos.

Ftíncipios de jeUcción

WatEon postulaba una gran cantidad de tendencias de reacción de carácter he-


rediraiio, así come tambíóii la rrardíatmoicJon “casi iiiinediafci’’ de csin ten-
d«nc¡a&, por eondícionamiaeto, en otias tendencias mis complicadfij y difereo-
dadaa indiñdualmente. Escribió al ít^ e c to ;
7iíft Sitíetruay teúrLi^príc.ológico¡ tfmtemporátteoi

Uuy de los probteinas del ccnductismo es la umplitud cada vez ma>TOf


de los eítitmiíofi a loa que responde im individuo, ¿stü es tan n u task .
que a piimeia vista pcrdtifl uno dudar de Ijl fonnulacióu que hsniDa he*
íüio. a sabeFj que puede predecirse la respuesta. Si obsfinrjn uitedes el
crcdmicnto y de arrollo de la conducía en el sai humaJia. enMmtraráji
que mientras uua gran cantidad de eítíniuloi provocan respuestas en el
netHiatu, muchos otros csiirntilns no lo hacen, En todo ca?o, no provo­
can Ifl ffliinut respuesta que provocaráíi despuís. Por ejcniplo, no üega-
rán ujtedes muy |«jrai si muestran a un nifio recién nacido iin Lápiz, un
pedazo díí papel, o lu partitura de una sinfonía de Ueethoven. .. Dsbd-
dci 3 que el coiidicionantlfintD lüene lugar ya desde la tempnmn infancia,
fiJ predecir una rejpuesti fletermirada es muy difícil pata el coflduoti£-
ta,(192S, pá^í, 13.)

Por lu taiiLo, Wutson sostuvo qtio la scleotlvidaíl de la icspucsra y üel eitfinujo


suficiente depende íoiamentE de las conexiones E—R innatas y adquiridai. La
Helecuión n a constituye un proble mi aparte. Las antiguos ooncepljos míLtiIistas
de inteprióoi y valor san eliminados cmhq explicaciones.

j'OSiCiON pkjl NTj ; a l p r o b l e m a m e n t e - c u e r p o

La solución propuesta por Watson para el problema merttt'Cuerpü está en el


núcleo de lo que ¡e ha dado en llamar conductismó radical o metafísicíí. Hís-
túficaníKiite. el tenta mente-cuerpo ha Tenida una importancia considerable, es-
pedalm erte en la controversia sobre el coridueiisma. Peu eso Inctarcioos el ts-
TTta con táurta cLatcn^ión. IJaiee veinte uños, parecía qut Las cqnttoversjas alre­
dedor dei lenti se habían agotado con el dontinía total de Ifi píJaJEtóii cohduc-
tísta dentio del campo de Ja psicología. Sin embargo, los hjiiinmistas, los fenorne-
nólofiios y los csiJtBnwialistas lo Irán hícho reriaicer (vdssc Wanti, 19Ó4X y una
vei mis esta ea duda el carácter absoluto d* In posición cooiductisu. Ño obi-
tan-tCj Ecincidírno! son jt punto de vísta mis débd - il coel Watsa-n y quos con-
ducti^tai adliiderof] a veces— que no existe hasta el pKsnnle ningún método
mediante el anal se pueda estudiar la menie de un modo oligetivü y diruoto.
.Muchos eonducTistaí declarados, stn embargo, sintieron la necesidad da adop­
tar uní. posición más positiva. No querían estudiar la cciwlHicia o h mente, y
(■OI io Trullo quen'llii iie^bu su nupuitaiicia; cslu sülu podían haocilu si acepta­
ban cierta pasicióc, adecuada sobre el probiema rtTente-coeipa De ks posúdo-
nCí- diJtponiblES si "Jad ío S) h a b ú dos que se adc'ruahati nie^ür n sus pro-
pÓBÍtns, Bti priiner lugar, un punto de vísta epífenomenií^ra según ¡I cual lacuu-
ciencia nu tendría ¡ncáCia causal y por lo tanto serta cIé poco interés pora la
ejercía; la eord^nicia pottfa o na acompañar a las fenárseoos corp«aks, y se­
n a tic poca Impurlartcáa. De ncueida con esta pusidón. Ib merde tendría un pa­
pel cDmpoiahk al de ima SDfnbTa: i nunudo,. pero no siempre, iiisicanañiiiía y
í'anductíjuncf

más □ menos seguiría el coriom u ttü] obieto ffsicci (cuerpoj con el cual se «Ip.
ci(wia, piüro en sí misnui no (endría suaiaacia alguna, y no ejoruería efectos cau­
sales subre Jes ol^ctoi fíucos que j» producen fesíO es. no iutcractuaríaj. Esta
analogía, cojiio todas las :5n9legíae, es imperfecta; pero sirve pata aclarar la na-
turaJuza ^neral del punto de vista epifenomenista.
^En segundo lugar, uji unjuisinu conpleíanicnte fi'sico negaría la exñtencia
misma de la mentn, de modo que wrvlrín pcrfectamenic a los fines del cor due­
lista.
LüS primeros pronunciamientos de Wafson fueron de un tipo menea extre­
mo. PoT ejemplo:

¿Abandímará la psicología el i[iuudu ite lo psíquico puro, según la ter­


minología de YerlEes? Coníleau que no lo al. En la práctica,lu que pro­
pongo es ignurat la cojiclíncia en él sentido cn que los píicólogos c<Mi
temporáneos u tiliz a el término, VirluaJmente he negado que este reino
de lo psíquico esté abíeTio 3 la investigación cxpeirnienlíd. Por el mo-
íTiento no quiero ir más alia, porque taería iuevitableraenie en la me­
ta risiea. Si coníeden. ustedes at tunduetiatii eí derecho a utjlrzsi la con­
ciencia tal ójm o Id hacen Toi Dlríii cíen tíficos naturales —esto es súr
hacer de la cunciencia un objeto especifl] dn obsem eiún habrán con-
eetlido todo lo que mi tesis requiere fi9 J3 h , pag, 174),

En los escritus de Walter Honter y A, P. Wpüs pueden encoutrane otras ex­


presiones dé estH pujitú ilc hdsta. Hnti tet, por ejenipío, decíaj

fostd una leve iospécdón de las escritcis de cualquier conducrista para


c o tiv e n c ^ de qüc éste no es ciego, sordo, anóaniicOj agdusiconj anci-
tíacD. Vive, y admite franeamejite que vive, en el fuisnio mundo de ob-
jeioa y acoiiiecuuiEntos que «euiiocen el lego y el pííoóloga no oonduc-
tiíta. Eite ülLimD no benc pea' decir, ejuoiivcs, que su oponente
mega ]s existencia de esas cosas í 1926, pig. 39).

Weiss también aceptaba Is realidad de los piocew í conscientes, aunque sólq


c™ u «pifenórnenüi. Sosten ís qiic ^la conciencia {la totidiJad de nuestras sansa-
ciüiiet, imágenps y afectos) es una expe rienda puramente personal y no tiene
ningún valor o valídéi cientíTicoí, a tiicnos que se exf¡fese en alguna forma Je
^mducta,. cniipü por ejEmplo d había y otra foTma de rípresentaclón” (19T7),
(pág. 307), La posición general enunciada aquí sólticDe que lu 5 licchos físicos
de Ifl conducta son suficíerites; Jo» coireUtoí “mentnles'- Lfc esos fiechos son po­
co confiables y superHuos.
L i aceptación de este conductisnit) luctodológico pone al conductista en L
poadóii algo incómoda de sdiiülir que la MperiEncis esisic. aunque sea de una
manera iníteíiruda. pero nu es susceptible de aborJarse rasdiarite el instruraetuil
cáeíitífiCD. Frente aJ dúema de admitir ía cxiaíencia Je dertos hcclius psicoló-
gjcos que 1m lécnieea cjcntífioaí n atúrale a ro pueden explicar, uí laninocD nc-
Kür, rf conducUsía radical -siguiendo b iVatsoji- dioe La última aíieraativa; Ix
n egiilrá explícita de que exfeta algún correlato cniTficiente para los mformea
incroapcctlvos.
1
m Sistenmy teorías psüxHógKoscúntfmporiníOi

lUcia 1924 Wat$on parec« haber llegado a «ua alternativa. Por sjcniplo. en
su debate con McDougaU (J. B. Watson y McDougaU, 1929), decía que la con­
ciencia “ nunca se ha visto, tocado, olido, gustado o movido. Es lisay llanamen­
te un supuesto, tan tnverífícable como el viejo concepta de alma'' (pig. 14)
Y .en un pasaje másexrenso:

Quien introduzca la conuieacía, ya sea como epifenómeno o como una


fuerza activa que se inserta en Jos sucesos físicos y químicos del cuerpo,
pondrá de manifiesto sus andancias e^iritualistas y vitalistas. El con-
duelista no puede encontrar a la conócncia en aa tubo lic ensayo. No
encuentra en parte alguna pruebas de una corriente de conciencia, ni
siquiera del tipo que William James describió tan convincentemente.
Encuentra, en cambio. sóKdas pruebas de una corriente de conducta en
continua expansión (pág. 2ó).

Otro de los pñmoros conductista, K. S. Lashiey, sustentaba también una po-


síciú) extrema. En su única Incuraón por el terreno de esta polémica, escribió:

El voiiüucüsia uo puede hacer ut^ciuacs válidas al método introspec­


tivo mientras no se sostenga que e'ste revela la exíitencú de algo apar­
te de la actividad corporal. . . Los atributos de la mente, tal como se los
define en base a la introspección, son piedsamentó loe altíbuios de la
compkja organización físiológica del cuerpo humano; y la enunciación
de éstos constítuye una descripción de la conciencia, tan completa y
adecuada como la que permite cualquier tipo de análisis introspectivo
ü
(1923,págs.35l-352).

Este punto de Wsta reduce por completo la mente a las funciones iisio ii^ a s,
y representa así una posídóQ conductista radical.
lYesentaremos ahora varios argumentos conductistas contra la existencia de la
conciencia, aunque no nos pronunciamos en cuanto a su validez. En primer
lugar, ios críticos preguntaban cómo podían explicarse las “ lagunas” de la con­
ciencia, tales como las que supuestamente ocurren durante el sueóo. ¿Qué es lo
que se pierde? ¿Qué es lo que vuelve? No parece haber una pérdida mensurable,
física. En cambio, hay diferencias en la conducta. Les conductistas respondían
que la inconsciencia (tal como se. da en el sueflo o en la anestesia) signíñea slm-
^ e n e n fe que ciertos senderos ncurales están bloqueados, de modo que la perso­
na no puede informar sobre la estimulación.
En segundo lugar, los conductistas sostenían que lo importante en la intros­
pección e r e los estímulos, y no sus presuntos correlatos conscientes. La intros­
pección es simplemente una manera de infunnar lo que se ha aprencido. por
medio del lenguaje. Son instnictivas al respecto las atiiacíones en (|je se
aprenden los términos “erróricos” : por ejemplo, si una persona ciega a los co­
lores llana “gris" a un estímulo “rojo” , eso es eiróneo por:;ue au concuerda cun
la mayorix. de los otros informes vocales sobre el estímulo.
Ln tercer lugar, y como argumento más importante, el supuesto de que loa
hechos ro físicos interactúan con los físicos es para los ocnductístas una clare
violación del principio de conservación de la energía. La física nos dice q'ue en
ConekiCtiamo ¡69

Io6 sistemas físicos la energía no se crea ni se destrtiye, sólo se transforma. Toda


la energía de ios sistemas físicos puede explicarse en términos físicos; no hay na­
da que se gme en un sistema no físico, o que ve pierda en él. Si los hcchi» cima-
cieotes afectaran el cuerpo o sus procesos físiológicos, deberían hacerlo median­
te la adición o sustracción de energía o masa. Pero eso, según el principio de con-
serviación de la energía - a l que difícilmente puedan derribar los viejos dogmas
ceoló^cos y ftlosóncos—, es ^posible. De modo que el hecho de experimentar
los procesos supuestamente mentales, no puede influir siquiera sobre los esfuer­
zos musculares necesarios para hablar. Y si las ideas pueden influir en los múscu­
los. entonces deben ser hechos físicos que ocurren en el sistema rtetvioso, y por
lo tanto no son mentales.
£n oíanlo a las ulteriores consecuencias de este argumento, el conductista
radical elimina las dos porciones dualistas pilndpaies. Si se acepta la mente, a
título de supueslu, entonces deberá: I) afectar la conducta (interaccionisino)o
2) no afectar la conducta (paralelismo). Pero si es cierto lo primero, entonces
se viola b ley de conservación de la ene^ía. Si es cierto lo segundo ¿cómo pue­
de alguien decir que tiene una “ ¡dea” , como no sea que la “idea” misna le induz­
ca a decirlo? (lo cual, de acuerdo con 2 no puede ser). La posibilidad de que se
trate de coincidencias muy bien coordinadas es algo que excede los líndies de
la credulidad, y el supuesto de alguna fuerza coordinadora exterior -co m o por
ejemplo Dios (ocasionalismo)- es científicamente inaceptable. De modo que
no puede probarse la existencia de las ideas s menos que afecten el alsicma ner­
vioso, pero fiara hacerlo deben estar dentro del sistema físico, y esto sería com­
pletamente satisfactorio para el conductista porque si^ificaría que las ideas no
SOI) ya “nicfUales'V
Por último, insistúin los conductistas, el principio de conservación de la ener­
gía puede aplicarse al punto de vista epifenoménico. Si se aceptan los correlatos
conscientes como sucesos estrictamente no causales, deben con todo ser produ­
cidos por sucesos físicos. Pero esto signiflca que se utiliza energía para produ­
cirlos: ¿cómo podrían sino operar los sucesos físicos? Este gasto de energía,
sin una ]>éTd¡da física de energía o de masa, es igualmente incompatible con los
principios físicos que se aceptan generalmente.
El conductista radical se vol^ó entonces hacia un estricto monismo físico,
de acuerdo con el cual lo mental es simplemente una descripción del modo en
que funcionan los sucesos físicos, y la conciencia no tiene una existencia inde­
pendiente o particular.

EL PROGRAMA EXPERIMENTAL DE WATSON

Aunque el Uabafo inicial de Watson se relacionó con problemas animales, tal


como ya hemos indicado, el mejor ejemplo de su programa conductista experi­
mental es probablemente la investigación sobre el condidoaainiento y reacon-
dicionamicnto de tas respuestas emocionales en los niños. Este trabajo represen­
ta también c) ntejor ejemplo de la técnica de condkdanamienlo abdicada por los
J70 Siifem aty t«oríaspácoiógicot contemporáneos

conductisias clásicos. La descripción más completa de las primeras mvestíga-


dones es la que hace Waisou en Psycholosies o f 1925, (1 9 2 te)y en ella se basa
fundamentalmente la exposición que s^uo
Apoyándose en el ventajoso punto de partida de sus estudios extensivos so­
bre la conducta fetal y postnatal de los animales, Watjion inició el estudio compa*
rativo de niños muy pequeños, en un esfuerzo por identífictr con precisión el ti­
po y variedad de las conductas congénitas y presuntibleniente Iterecadas. Ofcscrvú
“casi diariamente” a varios ckntos de niños a lo largo de sus primeros 30 días
de vida, y a una cantidad menor durante periodos prolongados de la primera in­
fancia. El resultado fue un catálogo del “equipo innato del ser humano joven” ,
según las propias palabras de Watson. Incluía una larga lista de conductas, con
desoipciones objetivas de cada una; pero las únicas observaciones experimen­
tales. o semiexperimentales, de esta ¿poca, coiresponditn a un inicrcsantc tra­
bajo sobre loa factores causales del predominio de una uoura mano, realizado en
20 l>cbés. La concluáón de Watson (i926a) ñie que no hay una ditecencia Gja de
respuestas para cada mano, hasta tanto el uso social comienza a estableceré! pre­
dominio de una de ellas (pág. 29).
Watson se interesó tambiéu eu el estudio geuático (luúgitttdmal) de la vida
emocional dcl beb¿ y el niño. También aquí aplicó la técnica objetiva de descrip­
ción de la conducta, en este caso a una muestra de niños ce tres años. Se encon­
tró, sin demasiada sorpresa, que la mayoría <k los nidos ds tres años tienen mu­
chísimas reacciones emocionales inútiles e incluso nocivas. Sin contentarse con
lo que consideraba la interpretación hisiMcanientc ortodoxa (según la cual ca­
la conducta emocional sería heredada), Watson reconoció la necesidad de nuevas
técnicas experimentales. Pronto descubrió que los niños pertenecientes a hoga­
res típicos no eran buenos sujetos para ol estudio del origen do las emociones,
debido 8 la necesidad evidente de trasfondo emocional controlado. Esta difi­
cultad se superó reuniciido a “niños fuertes y saludables criados por amas de
ledie en los ho^ítales, y otros niños criados en su hogar oajo la observación de
los experimentadores” Ú926a, pág. 42). Utilizó una extensa serio co tests sim­
ples. que consir.íad funcom enti^ente en la introducción de vatios tipos de ani­
males, tanto en el jardín zoológico como en el laboratodo. Watson no pudo en­
contrar indiciús de miedu, y concluyó que las cxplicacioaes sobre el carácter he­
reditario de las respuestas emocionales a esos estímulos eran falsas.
Come resultado de ulunorc» observaciones scmicAperimentalcs. Watson des­
cribió las condiciones básicas de las cuales dependería la producción del miedo,
la cólera y el amor en los bebés. Es ésta una de sus contribuciones mejor cono­
cidas, dentro de la fase dcl programa de investigación que estamos analizando.
Watson encontró c¡ue el miedo era producido por tonidos fuerces y pérdidas sú­
bitas del apc-yo, la cólera por los impedimentos al movbniento corporal, y el
amor por lis ¿oaquillas. las palmaditas.las candas y el acto de mecer
Este trabajo pionero ds Watson constituyó un adelanto y una estimulación
para la invesiigación lUterior. Bridges (1932) cuostiomü>a le capacidad del be­
bé para disciínúnar diferen^s emociones, y sus resultados meatraron que la úni­
ca dutirAÍón segura era la que existía entre un estado de exdlacíóa (^nenl y
otro de quietud. .Actualmente te acepta en general q'oe ios adultos no puecen
CondueHxmo J7J

hacer juicios confiables sobre la emoción manifestada por un bebé, a menr»


que conozcan la situación estimulante (por ejemi^o. un (dnchazo o una caricia).
A pesar de las modificaciones sugeridas por la investigación ulterior, lu coiiclu-
sión básica de Watson —a saber, que los bebés muestran muy pocas variedades
de conducta emocional innata- no ha sido desmentida.
A partir de 1918, nos dice Watson. dirigió experimentos destinados a deter­
minar algunos de los factores básicos de la adquisición y )a pérdida de las res­
puestas emocionales en los ninos. " tn un primer moraemo teníamos cierta re­
sistencia hada esos experimentos” , dijo (1926b), “ pero era tal la necesidad de
este tipo de estudio, que finalmente deddimos cxp>crintcntar la posibilidad de
fabricar miedos en los niños y estudiar luego los métodos prácticos para elimi­
narlos” (pág. 5 l).Wa(vzn encontró que era relativamente fácil establecer un mie­
do en un sujeto, mediante un simple procedimiento de condicionamiento. Este
aspecto de la investigación se completó cixi la dcuiotlraciún de que la respues­
ta cundidonada de miedo as difundía o generalizaba a tos estímulos similares
previanunte neutrales, tal como ocurría con otros tipos de respuestas condicio­
nadas desprovistas de componentes eraocionaks.
Finalmente, Watson se dedicó al problema de eliminar toa miedos condicio­
nados, Se ensayó primero experimeulalineiite cuu varias técnicas de uso común:
desuso, exhortaciones w rbaks, aplicaciones frecuentes del estímulo aterrorizan­
te, utilización de un modelo social no miedoso. Ninguna de ellas tuvo efecto so­
bre io.c .^iqelos en los que se habían producido miedos condicionados. Luego, on
un experimento ejecutado por Mary Cover Jones bajo la dirección de Watson,
la técnica de descondicionamiento o recondidunamiento demostró claramen­
te su efectividad, al ser aplicada intensivamente a uu bebé llamado Fctcr. Mien­
tras el niño comía, se colocaba cl estímulo condidonado que provocaba miedo
a cierta distancia, de modo tal que no produjera la respuesta de miedo. Después
de varios días de colocar cl estímulo (un conejo) ca<^ vez más cerca, sobre la
larga mesa del comedor, el niño pudo finalmente tomarlo sin miedo mientra.^
continuaba comiendo. Se encontró también que este procedimiento permitía
eliminar las respuestas generalizadas de miedo ante objetos similares.
Varios años más tarde, al evocar el recuerdo de Watson y de esta investiga-
d ó n . Mary Cover Jones concluía su artículo con un cálido comentario final:
“En la actualidad empleamos la expresión terapia de modificación de ¡a coH'
ducta para describir el enfoque práctico de Watson y sus seguidores. Quiero
aprovechar esta oportunidad para iccortocei. con gratitud, la deuda que tene­
mos con esta notable figura de U psicología norteamericana” (1974, pág. 583).
liay una bceclia de casi treinta años enere cl inl'oimc de Jones (1924) sobre la
afortunada eliminación dcl temor en Peter y el desarrollo de algún cueepo u'g-
nifícacivo de trabajos en el campo de la modificación de la conducta. Esto nos
propordona una buena oportunidad para deaaihrír si, dentro de la historia de
la pácología, somos teóricos del Zeitgehi o del gran hombre. ¿Jiabría habido
alguna diferencia significativa cii el ücsaiiollo de la niodificación de la conduc­
ta si John B. Watson no hubiese tenido que presentar su renuncia como profesoc
en Johas Hopkins en 1929, poco antes de empezar el semestre de otoño?
m S b tfrtw y páctüógicotconUmporÉneoi

CARACTERISTICAS SECUNDARIAS
DFX CONDUCnSMO WATSONIANO

En l8 actualidad, las caracterütícas metodoló^cas de la poslciór. ccnductisU


parecen ser las m is básicas, debido a su amplia aceptaddn y al rechazo o con­
troversia suscitados por los otros puntos. La palabra conducíisia no im ^ c a los
aspeólos secundarios del peiisajiiieiito de Wauuii. Sin embargo, gian parle del
alaque al conductUmo se ha orientado a estos puntos secundados, a los que mu­
chas veces se confunde con las caracterfOicas fundamentales (ver Koch. 1954,
pígs. 5-6).
Es conveniente distinguir las proposiciones criticas de las secundarias. Por
ejemplo, aunque es natural que un con duelista uuiuddeic el pensaiiiierito ctMiw
un proceso periférico, fidlm ente accesible a la observación conductal. no es
necesario aceptar el periferialisno de Watson para ser un **buer.** conductís-
ta metodológico. £ i este Upu de caiacterntícia el que ccMuideramot jiecunda-
rio. Como ejemplos, analivjiremos d desarmlto ctei kmgtiaje y del penomienlo,
el papel de ios factores ambientales en la conducta, y el detenninismo y la res­
ponsabilidad personal.

£ l ehatoTolIo dei lenguafe y delpemamieHío

Dado que se la utiliza como ejemplo de interpretación conductista ex un concep­


to mentalista, la teoría d d desarrollo d d lenguaje cumple un papel clave en el
pensanüenio conductista. En un pri-mer momento, el aparato vocimoior üel be­
bé humano produce, de modo natural, muchas silabas separadas. La instigación
normal para la primera de estas emisiones - p o ' ejemplo, el sonido da- es pro-
bablementt algún oscuro estímulo fUioló^co. Finalmente se establece una ret-
puexíú circular condicionada como resultado de la concurrencia entre el sonido
rio y su diedón. Esto es. el nlfio oye da al decirla, y el sonido mismo se :ran$-
fonna en estímulo condicionada para la dícdáii; li respuesta se llama drcular
porque se autoperpetúa Se desarrolla así el parloteo caraclenstico de h s primC'
ra( vocalizaciones; el nido sólo interrumpe la repetición de sílabas cuando « It
disttae cotv ú%iOi otro cidimulo más ñ ic re . o cuando se fiatiga. En un segjndú
momento, la macbe o al|?ín otro adulto o>’e este parloteo y repite el sonido,
produdendo así un estimulo ooc.<lidQ3ado y prus-ocando la repetición en el
nido. De esta mariera el bebe sprends rápidamente a imitar muchos de los so­
nidos que hac: la madre; ál menos de un modo aproximado. P o rtltü n o , li ma­
dre muestra al nifio un ohieto, po: ejemplo una muileca. al tiempo que repite
la sílaba apropiada |en inglés, Así $s eirablecen nuevas C03exk>ne& entre
los estímulos visuales y los sonidos coirespondentet. £1 proceso i¿terior de deu-
rrollo del lenguaje es tmA conlhuc. elabcrcciín y rerlnamtento de este proceso.
En apoyo de ia sobdez ce esta ic-secpceljcián aeneral. se dtaran casos de sor­
domudos: nMos sardos Je ns'Cimíettc ciryos parloteos mídales no continuaron,
y que no apiendieron a bahlar u causa presurciolemente de la ausencia de estí­

1
mulos condidcc^dos audílrvos Yu tn d terrenu de to nc-nnal, el conductista
Conductipno ¡73

puede aludir también a la media lengua que utilizan conienlemenle los padres
para comunicarse con sus hijos.
En todo esto, ínsí&te el conductista, no hay más que conexiones y recone­
xiones cerebrales; no son occcsahos loa sucesos mentales. El niño aprende a
decir 02ul, rojo o verdt, o ruidosa, a ^ d o o grave, debido al condicionamiento
de los hechos cerebrales, y no a experíeocias sensoriales. Watson prefería evitar
la vieja terminología, contaminada de connotaciones mentaüstas. pero Weiss y
otros conductislas menos radicales procuraron utilizar los viejos términos do-
UiiduloS de nuevos siguincados cuuduciisUts.
Watson extendió esta interpretación al pensamiento que sería u iu conducta
implícita o encubierta. Esta consiste en tendencias a los movimientos muscu­
lares o loa aeciedones que no se pueden observar directamente mediante las
técnicas usuales pero que desempeñan un papel importante en la activación o
mediatización de otras conductas, m is maniftesias; es d caso, por ejemplo, de
las corrienies de acción que pueden descubrirse en la musculatura mediante
recursos electrónicos, en ausencia de movimientos maiiíricataznente obscrvablca.
A medida que se dcsareollan las funcior : del lenguaje —a partir de loa dos
años—, el niño tiende a acompañar gran parte de su actividad motriz con una
descripción verbal más o menos completa. Por ejemplo, cuando come tiende a
dedi “Sarita come” o algo así. Bajo la p re si^ de tos padres y de los otros
adultos, en quierres esto provoca una reacción dcsTavuraiblc, la criatura se vv obli­
gada a reducir gradualmente la vocalización manifiesta. Esta tiende entonces
a transformarse en el habla silenciosa - o pensamiento- de la adultez.
El aprendizaje previo en forma át coodidaiam iento puede explicar tanto
las conductas corporales manifiestas como las respuestas de lenguaje manifies­
to e implícito. Sí se inhiben los aspectos manlfiestus de la conducta, pueden
subsistir las respuestas verbales implícitas. El pensamiento, de este modo, resul­
ta ser ante todo una conducta del mecantamo laríngeo, del tipo ensayo-error;
(al decir de un humorista,“ut0izando su tráquea para pensar, Watson deci­
dió que no tenía mente'*). Sin embargo, Watson señaló luego que bajo ciertas
condiciones podría no haber siquiera una crmducta verbal de este Upo, y en­
tonces el penauvúento ccmtlmuaría en forma de actividades corporales manifies­
tas o de reacciones viscerales. La posición watsoniana acría entonces que pen­
samos con todo nuestro cuerpo. Debido a las pocas conexiooes existentes entre
la serie de cambios viscerales y la de cambios musculares laríngeos, las respues­
tas de pensamiento visceral son en gran parte no verbalizadas. Por lo tanto tie­
nen fundamental importancia en el pensamiento no verbaiúado (tendencias de­
terminantes, barmntos e intuiciones, sentimientos de familiaridad, extrañeza,
cuasi fcfniliaridad, certidumbra, etc.). Aunque el pensamienco ac da fundamen-
talmeote en términos verbales, puede darse en otras formas.
La siguiente afirmación resume la posición de Wauon reelecto del control
del pensamiento no verbalizadu;

Alguna vez quisiera desanoUar la tesis de que la sociedad nunca ha po­


dido echar el guante a estas reacciones viscer^es y ^anduUres implí­
citas; de otra manera, ya las huhkra adiesindo. porque como ustedes
¡7 4 Blsi^rrutíy íFnríof píímWjjícyw f(in r^Mjwnirf(u
I
saben, la ^iocieüad gua.ta tie legularizai tcxlas niueslras negcdonei. La ma'
yoT parte de nuestms feaccíonei adultas rntuii^ertaa-nuestri}lenguajei
las mjDviiiiientDs de [tucstro& br370&, f^leífuí y tít»icü— adiestra­
das^ Peno la sociedad no puede asir l i cchudrieta vlscctsl y estab{ou:i; re­
glas para su integraciófi, debido a la naturaleza oculti <k esta eonduc-
ta, Corrto coroUrio, resulta que na tenemos nombres, palabras para des­
cribir estas reacciones. No k pus den verbali^ar ri92Sb, pig. di).

Aunque Watson StíSicnía una teorta deJ persanrienln esaTicialrtiente perjlé-


jica, poniendo el énfasis en las resticiones musculares y en las tendencias aellas,
otros tonductibtas Ikvaron el supuesto de nna pragieaíva supresión de les accio­
nes musculajee a su concluaión lógica. Esto dio poi rciulladu Una teerfa central
del pensamiento, que implica Eolamente estidos cerebrales, CuaJqpíora sea la
suludón Final a este problema, no afeetsni los postidadiyí mekidolóeícos riel oüa-
ductísmo, sino solarriente ladlaboradán watscnijaiia de éstos. Las cunsideracio­
nes que limire B. F. Skiiincr subre la cunductu verbal TI957) TjmiBstmfi que la p o
dd6n watsoriara háaicg respecto del leusuaje y el pensamiento rriamiene lu ri-
mildad. Tedos loa éxitos logra dtPS úlltniiiiieate en la enséñame a de nlgüii tipo de
a los ohiiTipuncés parecen basarse en un punto de nsta que enfoca el
lenguaje Sido como otra ennducta. Se piensa, en ExmseoUeTicia, que existe la p o
sibilidiid de ensciílar esta ccdiducta a lus arggní^os inferiares. ana v k que se cu-
cuenrre ur\a respuesm adecuada. Cabe presumir que cada orjanisno tenga al­
gunas limilaclónos práctúcíis leipcclo dr la complejidad dcl lenguaje que puede
gprerder y pnodneír

i.fl im/?nrf/7nt?¡ii ííbí síttAwnlt

Aunque en sus primems trabajos Watson aceptaba la imp>ürlajicia Je las tenclen-


das eonduetales heicdadaa, en Bu trabajia posterior adjudicú méa innporUncta al
papel del ambiente en el mol de amiento de la conducta brnmana údiáls. Declarú
qi* el ooncepto de instinto nd era p nwesário en la psicDlogíi, peno tuvo el
cuidado de especificar que no desconocía la importancia de las estructuríis
heiedaidii^. La conducta dependía, entonces del modo en que el aiibíeute acoj;í-
ba sobn; «sas catmclums. En eí ejcrnipLo aigoientB intenta aclanr' su posición:

El cunducUsla Uü dina: "Este niño heredó la capacidad o talento da cs-


grimlEta Je su padre", [Jiría: "b^te tildo es esidememente delgado
como el p&dre, ti;r.e el míame de ojos. .. Tam tidr tiraje la Egura
<lc un cijniriiisti'’ , V oondnuflíia: . .y su pariré ¡e ¿fidica runcho n él.
Cuando tem'n im uño pjsu urm peq^ueña espada en sus menos, y en
todos sus paseos le hAbiík sohr; d arte de Li o^iim g, e I ataque y la de-
tiejisfl, el cúúi| 0 d : licuor y tieiíias síniJanís^’ . Un cierto tipo de estruc­
tura más u i ericjciiajiijentc ijcmpnuio -Ig ínclinactdTi— explican, el de­
sempeña adulto (J9 ^ a ,p ¿ É - 4*1-

Al insistir en lu impurtonuB de lus faclcires ambieiitales, Watsim senalú la la-


teñid vmjedgd de rasgos y L¿bt:os h^rtrinos nsGciadus con diferentes chfiigs y
culturas. iVjitquB leccnacía Zta Lfrécacíreies de líM dalíffl dÍEpOtnibJcS, cteÍE qiic


Cun-diií'tismct 17S

todo bebé Iiuioailü uuiiajil liicm; putfludalídgjdes esenciíJmicnle siniüAjies. £&[b


rupuesLo le llevó a fcímular preílieciuncs que le vnLieron fuertes 3laques,
ajemplo, afirm& (192iaJ; "Tengo pJena confianza ei) que l4l tentativa, de criar
saludablemente a un behí roe-ido (¿''una k tg l linea de fuHeros, asesJriQE, ladró­
les y prostitutas, resultarfa en Ciltima instaida sforíimada. ¿Quién tiEne prue­
bas de lü uantiuricí?" (pág.-y), V, adinítiendü que iba más ¿la de los lieoheis,
enunció el desafío que le hizo fuiigso:

Querría dar un paso más esta noche, y decirles esto; dénme una doce­
na de niños sfliüdihles, bien formadas, y un ambiente parn cha ríos tuc
yo mismo espctiilcaió, y pnHneio loruai iniu al azar y prepirarlq para
cualquier tipo de eípeciálidad que se pueda seleccionar, sean cuales fue-
ren sus tendencias, aptiludís, vucauicnies. talenlu y ra^n dC sus ante­
pasados. . . Tonicn nota, por favor, de C|ue en caso de real izarse este
experimenLO se me pemJtLrá eapcctficai el rao-do en que se los cri&ri
y el tipo de am bien te en que habrán de vivir ( 192f5a, pág, Tü)

í>f/emíi'nisríríi y rej^flííjijilfiiiffí/ pt/rSifFíai

Er lo que hace al viejo desacuerdo entre la ciencia, que postula un m urdn na­
tural cstilctajieiite deteiminado, y lu luolugía y diversos tipos de filosofía, que
aceptnn en general el libre albedrío, no ¿áben dudes sobre la posición del cou-
ductísmo watsoíiiano-. Va que toda la conducta, ¡ncluyendo la dcncmínida
vnluii taris y las cleed tatos, se inteipreti en términos físicoa, todoa los act(»
esiJn dCEcnmiiiadus físicamente de antemano.
El irrteiés de Watson iiu cataba tmito en el problema leúrica d d cleiermínis-
mo, en sf mismo, sino en su consecuencia □ Cürulaiio: la respflnsabiUdad per-
aonll. Junto con muchos otros paleólogos y sociólogos de ¡rclüiacionica conduc-
tlstas, 5C npiiso finncrntnte al supuesto de que los indlvid-lioS son persnrslmon-
le lEspoiisabIfs de sus acciones* en el «entidu liel Mhre Blbedría. E*to adquiere
especial inipurtanuía en rclauiún con piobJemas sociales ules como el ciimen.
El con duelista aceptaría el C9i£i.igu de los ciiminales con^o parte ik uu sigutma
general de control social, pero no sobre I4 bas« dc lina teoría da la retrthuciófl.
En Jugar de un tratamiento retributivo mediante el cual a: liana pagar al JnJivi-
duo desviailo sus vinlfldones a la ley, Watsort postulaba un tratamiento basüdo
en la necesidad de reeducación dcl individuo. Concedía que encaso de que los
ciiritinalEs no pudienin ser Balvados para la sociedad esto es, si no ptidifiia In-
graiM un recojidícioniiniicnto Satisfactoria bahía qi4C mantenerlos ercerrados
o díatruiilos.
Wntson ffliiniu desarroQó un viíionariü prüsrama de progreín social, una ática
ExpertmentaJ bisada eji el condJiietismo. Así. sii temprano entrenamientc fun-
donalista {paia aplicai una conccptuáUzanón conducráta a la cairurn del propio
Watsoii) stf manifiesta particularme ntiC al Giial de lu riífftai'rfirj'ím:

ficEisD que el canductistnp establece las base} pnn LIQI vida más sana.
Debe ser ura ciejicia que prepare 1 los hombtrs y mujeres pira la corrí'
ptansiúri de los principios fiuidiriicjitdlei lic su propia tojiducta. Debe
1
176 Sfftematy ieoiiaspñt<ííógic<itnanteinpori/iÉOS

haLsr desear a Igs humhrcs y mujeres eJ raordenarnierito de sus i>rapiai


vidas, y cspecülmerte Ir crí(ai:ra soJudahie de itia bji(A. Quisiera tener
liemptí para dtsctíbií esto ítiís detalladsniietileL pura pinlailea el íiuJi-
víduu ruaravOlufiit y ritt» que pudijumus. tiMícr de tiuaJqui^ rnfio sano,
li s6]o pudiérainüS pcrmitirJB que se modeJara 4iaQereLainenie y le dié-
rainüS un UniverSti dtmde pudiera ejercitar eso ori=aniriciñn; un univer­
so que fio estuviera atado al folklore le^eiuiiitiu de toe liediufí suucdidus
cien ICES de años aírás, ni a la desdíohada híütojii p<)lftica, lü u las cos­
tumbres y ctJiivenciones tontas que no rienen ningún sienificado pcío
cercan al individuo corno una figida fajo de asero (1325,pág. 2 h*8).

OTROS CONDUmSTAS IMPORTANTES

Aunque Witsun fue, sin JiBCusiür., el prim etoy ttiAs sistemátioo de luí tonduc-
tistas, tuvo importantes defensores, slgujios de ellos muy veNemeníes. AlbertP.
l^'elsa nadó en AJcmaiiiu, perú De{56 u Eitadus Unidos u temprana celad. Fue
asistenle de Max Meyer, quien a aia vez. se hebÍR trasladado desde ía Uniuensi'
dad de Berlfr para fundar el laburatoria de psicología de la L'nivB.'itdad de
Missouri, en 190Ü. ílamos iiieüctonaíiti ya a Meyer como una de tus prinuerDi
objetivistw, cuya '‘psicalngja del ntrrii*' pre cedió al cnndiicí.istno de Watsítn.
Weiss se do cio ti en filtiaofia con Mayer en Missouri, en 1316, y desanrollo una
jcü v j carreia cii Ja üliiu State Uiiivcrsily. Su [ibiu 77iat;ep|j'üí¿ btiita o f humaft
heTioviar fue [rablicado por priniEra vea er 1925, Fiara Weias, la conducta era
un último táiminu redactibie a fírm inol fLacD'qafTiiícüs. La psicoiogfa, por
lo tanto, eri una rama de la física, t i primer Capítulu del Hbio se ■titula"'L(M
elementos riiTiciuinenlBÍe3" y corsiste en uti Bnállsis lic la «sinjcliirn J t la nía-
tena, la naturafeíA úr la Eotraía, H ioncepto de fufiriE, etcétera.
No debe pensarse qu« Wcíbí fuera un mero teuiizadur aJambicado y prKO
realista. Por el contrario, fue uno dE los más cuidadosos c ingen¡oe.os entre los
priiricTOS C'Snduclistaíi, dertamentE, mucho jtiííb Euiriadoso que Watsm en cuan­
to R la definición de lermiriaE y el de ¡arrollo de cenoeptos. Bastará un ejem-
plu para mdicir esta Cialidad de su pensamientn teñrioü. n i fTitento rta explicar
la actividad voiurtarií (un problejna cuya resolucíÉC: no iriteresó a Wationj.
Para Weiss, al problema consistía en determinar qué cipo de conducía csld COii-
dJeinuadn a le. aabhra yahiníinio. Mientras d ittenuiJistüt di« que la mente liacc
laelacción, el condiictíirta dies qtifi üperaii csladot firitilújjicos ■Tv'tebrakís y que
el tÉnnino rau n ísrío aplicB eiiando bsy algún couniclo, -il Píenos en priten-
cia. entre las tendencias a la acciÓJi asgei^das con dif^rístes grupos de estfmu-
loí, A eu tiempo, un ^ a p o de bslíeiuIus luára un canal ñiiiuliiscu uliiro y d in­
dividuo haci una '^Elwtión” . l'ct nipueitu, tilo e&ti deienumada por Ja espe-
riencia pdsitda, qjir ha modelado Tas conexiones cErebiales. El “ poder lie la vo
l'jfilad’' q j í ^uflLefftame.me se ejerceríj en lia elEZ-dcnts difíciles, no es pira
Weísi inds que ¿J ilcihorrisr rü Jas extiLL±nOiiis cerebrales en iss teíisi'.'xics nv>
frioes, íjue crecen poeque no se les permite tina fdiiLi irmediiLUi. El esiuerKo
¿E iu “ v-JuiiaiT CL^iatte ,íirii|Jcinente en ennu»cioj>f:s nrusculaics, que a su
Corubjctigito 177

vez son prtjcfiittüs jcocsoríos de b acctón Círebral De modo que la conduc­


ta voiunladti no es hásicamente diíeranie de otros tipos de conducto., pero tie-
BB asta cuiacCerística odidniial de la tetuión muscular.
Weiss corlliderahi la psicnTngía como una disciplina híosncial a cauiut de la
naiuraleia de Tís variables que le imieresan. Estableció un programa experimen-
tul de invesüg^uióii, pero Su lempioiiu muerte impidió su realización.
Edwin U. Molí (1373-1946) ejerció Influencia sobre todo a travíi de sus li­
bros. en los qüe brindó ur firme apoyo riloa6fÍco al movlínferttü eondiietía-
ta. Según Buring ÍIFSO), su influencia mis importante ba sido el haber servi­
do de estimuló pata la cumbinación conduetisla de intendonismo y tBorfa cog-
nitíva, realizada por Taiman. Hült publicó 77í í b'Tmáisn ivtsA m á írijotece ín
er/ífci, en 1915, y Animal dríne and tfie ¡eamingprocesi, en 1931. Fue un neu-
rrealísta filosórica que intentó in ic ia r las partes esenciales de los muvinlienlus
ccMiductisla y psicoanalitico “dinámico” . Se dottúró en liiiMof ía en 1901 on
Flarvard,!' podíriormente ensefió allí mismo y en Princeton.
WaJter S. Hunter (1839-1953) hiio algiJiias de laa cnrliibuCítines metodo­
lógicas m is bnputtantes en d campo dd aprendizaje atdmal. .Al Igual que Wai-
son, HufiteT ae formó como funcionalislH en Oiicago, doctorándose en filo-
soti'a en 1912 con Angelí y Can. LiKgó dc disertar en Saa universidades de Te­
xas, Kansas y Clark, estuvo en la Universidad de Brawn desde 1936 basta (u
muerte. En BtüWn desarrolló y itiiiiuuvci un pequefíu pero aictivo deparUiTLeii-
lo de exiierimentación. Sus innov'aciones metodtjlógicai ijictuyeron las tareas de
icspuEsla diferida y de dobla allcruacióu, diseñadas para in v e stid las aplitu-
des simbólicas superiores en los animales. El Interés primaiío de Hunter era Ja
investigación de laboratorioj antes que la teoría; perü intefllA impuocr un nue­
vo nombft para la cieticia de la conducta: HHlropanomiir (1926). Como la ma­
yoría de Ths iiuiovacicjnes temvinológicai. ésta no tuvo éxito.
Karl S. LasMcy (189D-1953J fue alumno de Wai&un y so doctoró en filoso­
fía en ftopklns eo 1914. rosteriormente ejtuvo en las uníveisidadej de Mitme-
sota y Chicago, luego en Harvinl y finálniente en el Laboratorio Yerfces di Bio­
logía del Primate. Lashley fue im importante psicofisíólo^. y sólo en pocas
ocasiones se aventuró en problemas sistemáticos. Se 1& ooiioce iticjor por su tra­
bajo sobre la extirpación cerebral en ratas, que demoatró los límites de Ja laca-
Uzaclón.
Lashley dcjflrtolló una arsíi canidiid de principios de acctón cerebral sobre
la base de au trabajo de extirpación. Loi dos más famosos fueron el principio
Je e;|iiipt>tÉiacialitÍJitl y el ííb función masiva. El primcTO se refería a la capaci­
dad apirente Je las partes de un área fuuciüaal para asumir la fimoián efectua­
da anlenoimciittí por la parte extirpada, ht printiviu de furicjóii iirasíva limi­
taba el principió íinterior jl sefialar que habría una pérdida de eficiencia pro-
pordonal a la extensión d d daño corebral; por lo tanto, la equipótenCLilIdad
no era complete en d sentido de que lis partía resluitEj, otelcsquiera que ís-
ras puesen, pudieron producir una ejecución completamente eficiente, por pe­
queñas que fueran.
Aunque icus piiuciplcs apuniábuii lejos de Ja lócaJizaclóti, Luilücy no negjói
de manera alguna, la ercjsteocLa dE ésta. En nEalióad, expuso laa diferencial In-
17S Siítema/ y tsfirías pgieoi^siíxm fw ífeinjJw Jníw r

divlduolea en la lucali^ACiúii en d'm ism o iJhm (14:2^) er el que se Jiicuten los


úemis pmidpiüs. En conscouenda, su cauibio do diT^ccíún hi« más c:uantita-
tivo que cuolitatÍTú.
Lashky K deapb^dd de un marci? tcrcitjida] psIímulD-nrapue^ta i otro de
leon'u del campo (véase eSpilula IJ}, en parte cnma ecnsecuendá de la slg-
nifiCHcí&ii teóncfl de s>is propios haHazgoa sobre ks funeioiies cerebralcí. No
debe ¡nteipiietaTM qne cite cambio implique uiis modlficadón cortespoudLen'
le en la acritud de l ^ ile y Jiacia la psiculoijía coiiJuuLisia básica; ináa bien,
niodílicA su poskidn icapcctu de algunos puntos secundarios de Wats un. Miau-
donú la creencia de qLie JoS análisis más iiuciiTeros eran lof qne se bacdan en
fiirclór de las cofiexiofles estíoiulO'rtspLJCStu discictas, fortalecidas por v/a de
aJgjÚQ tipo dd proceso cundioionurtte.
Floyd H- Allport (IH3U- } se iiiiiiiluú eu IDüBoría en 1?19 en Hirvaid,
y eoosa^ó jn manual de p 3Íí:ol{]^''a sodal (J? 2 4 )a U popiiUtrízaciém de loscuii'
eeptuE con duelistas (por ejemplo, la teerfa del desarrollo Jel lenguaje basado
En el reüejo (jondidunado circulaj, qiie hemos descrípto arteriotmci'icc). En 1¿
Llniversiclad de Stracxisa lia contíEiuado apHcando ptindpdos cnnductiKtas 3
!u pskoluiiia suoúd. Más redentemunte, ¡je iJedlc6 a la psicología de los prccc-
Kis sensoriales iAllporlj 1955),
Z , Y. Knq f 1^93-1970) fue un psjedloso chino que icdbi6 su preparacídn
en la í Unidos (Universidad de Cdumbia). Adapt6 una posJcJúii erttiB'
ríiflilafTiaTíte annhÉentall$ta (W22¿ 1*234), muchn- más Tndjca] aun que la de Wat-
Son. Todas lo3 Supuestos instintos debían expiiearsí; sobre la base de la estruu-
iura ÍK3!cdaila y de las iiillacudas amblenLalss. Kuo no fue un ^specirladoi de
eicrilorio. Observó d desanolio de la conducta en el embrión lüe poHo, rcejo-
plazanda parte de la cáscara del huevo con une ventonita truEparenle [1932a,
1932b, 1932c, I932d, i932e)r ¡Bncoottó que ^ran paite de la ConduCbi apa*
neritemente Eusdndva en el polla se apieudií en realítidd durante el pEn'nda em-
btioiiário, como uiia rimcidi de las candidotiss internas del huevo. Por ejem-
pJo, demurtró que la pauta de p a ^ alternados que podía ubserrarv en los po­
llos n o im ik i ledún sihilus del cascaran depe lidia de etertos inovtmicnlus al-
tEmativoS de los iTliembíOe pústerioras, inducidos nUCáaleiiOjenle den Ira del
htiavr» La onastiicciúa de La yema actuaba a menudo onmo esfínnulo para los
:novdtitlenloti. A diferencia de Wstsqr, Kuc pensaba que la expJicicJón básica de
loa cambios de la conduuLa crala condnindad de esta última, y íia el condicio-
]iantierHlc>.
En ctra fCno mostró que tai leudoncs d¿í j¡nta ante la; ratas
no tíLÍii deiennínadas eatrictainente por la herencíB, sino qne la f-otma depreda-
tuiia rormal piiedi: alterarse fácilmente mediante ajtpcriendas adecLada; 11930,
ly jti). Todoa estos resultadea cstífl acordes con ¡tu amhkiitalisiiio, Üuy cumiu-
yo que laj estmcrrias IkEmdadaS inipori^tcs, pero que auii eibs piiccen ser
m óldelas por las tnílncndas ambicntaleE. Ko crtia que huhjeta Iscvieitcúistíoa'
ductáles íébc I ds óe cuiácler innato, iná3 aM de las que nesultnri estríe tímente
de luí farrojzs estructurales.
k,Jt) vuJvlí j publicaron loa últimos afios de su vidai;l9&7), ^ate]ilem£iitE!
K tno rispccs3d ál noo^vi énfasis ctológico en las co n d u cís heredadas. Estay^z,
CciTuiactiymn

SU upiriiún subrc las conductas exó|)enas y endógienai se había morígeraiJo.coíi-


ud-aiabJcincnlie en Cuanparaiciúii cao s'j punto do vista aiiteiJur, perú nu hübm
abandonado su obstinado íritiíkmtntaliwTio y continuaba haciendo hincapié
«□ la inlluenula del aprendizaje. Sj libro resulta intcrosanic porque es el produc­
to de uno de los eonductÍJítas iculmente más antiguos, y por¿|vi« sii breve narra­
ción dfl los infortunios que padeció en eJ letiiülinu de la historia otiina de su fpo.
ca nos hauc apreciar nuestra estabdi dad.

CONUUCI'IÍITAS t'ONTEilí’OR.ANEOS

Una lista de luí psicááogol con temporáneos que sceptau el punto de vista me­
todológico d-ct conJuctJimo jeríti cicrlanicnti; muy larga. Hay ctulro tiumbiEs,
iln ertlbar^, que han servido de puente untre Watson y el picscnlc; fueron im­
porta ufes en vida (le Waísun. y Jo siguen siendo en la aotualidLid. Estos cuatro
hombres sun E. C. Tolman, E- R. Guthrie, C. L. fluQ y fl. F. .Skinner. Su impor­
tancia contEnipnfinca es i;iuillIib, lanío que ntis adelanee. en este mismo libro,
analiüaniDii sua aiatcmaa Su papel en d pasado ha sido el de discernir lo bueno
quE había en el coíiduetistno warsonlanaj v agregar sus propias cpnttibueioncs.
Adeiiiís, síáaleinos d papel importante de autanes tales como C. ll. Graham
(1951. 195S) y W. R. Gamer tUamcr. llaiie y Eriksen, I9.5fi), que aplicarou
lai iiüdrmes Líjnductutas básicas u ],a psicoJogía expcihucnctl de la pencepcitin
visual, y D. 0. Hebh (1949) y R., C. Davis (1903), que lücicroii lu prupiu en el
cninpo de Ir psiculogíu r¡siolú[(tea. La psicologÍB que ha resultado de lus ct-
fuerzos L-reativus de estes hombres ei imidlo más sutil que cualquiera Je
cojilrihucírtnei! del propio Watsen.

£L COM>UUíSMÜ WATSüNlANÜ: CRITICAS V RFPLICAS

lo s ataques críticns dirlíidos conira Watscm y su rama del cúrduetisino akaji-


zan 3 todos los aspectos diül sistema. Camo no podemos conddierarlos ea su to­
talidad, sleccIonateíU'OS los jiibS dcLisivos, referidos tanto al puiUtr dá vista me-
tüdológíCQ ccjmo al metafísica. Aderr.iis, inclijhaos las críticas ^ In ética exiieií-
mental de Watson, cunoo «pníaentativas de los ataques a los aspectos más pe-
cu lia rfti eme vvfllsoiüanos del eondLcüsjoo.

Ooni!m;iisfTKi f7j£ti/dfjiágicu

Aunque Ja. pskiologüi eataba razanablemente preparada para la ifrupción deJ.


nhjetivtsfno, no todos los plíeólogos aceptaron los protlUiiCianiientos de Witscuit
Lila objcciún inmedia-U fue que la formulación exlncirui de Walson dcjtiba Fie-
fi de la psicología [iHichus lii: sus compunenies ¡mpoiianres. Inclusa numeres™
BUtoTp* que apfiyaioD en general el ptxigj?rma objetivo, kisiatieron en ente punto.
ISO S n tetn a y teorías ptícológicat contemporme<M

Woodworth. poi ejemplo, se lu quejado de que la inicial insistencia en una ob-


jetividad cstrícu obstaculizó el dcsairoUo de Ii inv*esttgación de loe procesos
sensoriales y perceptuales, al hacer que ios investigadores jórenes no prestaran
suficiente atención a esa área La acepiación del **informe verbal" por paite
de Waison no era satisfa¿^tona. Por ejemplo. Woodworth criticaba a Watsor su
imenio de ocuparse de los fenúmezios de las postímágenes e imágenes cuose-
cutívas dentro die un marco estrictamente objetivo.

Los "fenómenoa'* que Watson encuentra tan mlcresantes y valiosos son


las propias postimágenes, y no ios movimienlos vocales del sujeto. IVw
demos concluir que el informe verbal no es un método cuiiduc Usía,
y oue su empleo por parte de Watson ei en la piicUca una confesión
de la derrota del conductismo metodológiCQ (1948. pág. 84).

Un ataque m is amplio y vigoroso vino de McDougall, quien, como hornos in­


dicado. afirmaba haber propuesto y utilirado antes cuc Watson el exper-mento
estrictaroeate condvittista. observaciones de McDougall sobre el carácter me­
todológicamente incompleto de la posicióu de Witson, pueden resumirle en la
afínnaciÓD de que el enfoque enteramente objetivo no es capaz de proporcionar
una información adecuada sobre: I) las relaciones funcionales de los sxperíen-
oias conscientes (por ejemplo, su dependencia r e c e t o de las ccndicicctes ex-
temas o corporales); 2) la exactitud del informe verbal (per ejemplo, sí un suje­
to está o no fingiendo, como puede ocurrir en el servicio militar), y 3) la signi-
ftcactón del tnrorme verbal (por ejemplo, en el análisis de los sueños). S*! críti­
ca file porticuliimente elocuente al abordar la msufíciencia del conductLuno pa­
ra describir actividades refinadas, por ejemplo, la música;

Liego a este salón y veo a un lumibrc, sobre esa pl&tafomta. rascando


las tripas de un gato con pelos de cola de caballo; y , sentados en silen­
cio y en actitudes de éxtasis, un millar de personas estallan repentina­
mente en un aplauso salvaje. ,.Cómo explicaría el cunducüsta estos ex­
traños incidentes'? ¿Cómo ex ^icaríi ^ hecho de que las sibr>:ñuncs
emitidas por las tripas de un gato estimularan a los mil a permarecer
en absoluto silencio y quietud?; el tiecho ulieríut de que laoesactón
del estimulo pareciera actuar como e^ím ulo para la actividad ruás fre-
nétíca? Ei sentido común y la psicología aceptan la explicación deque
el auditorio escuchaba la música con intenso i^acer, y dio nenJs suel­
ta a su gratitud y admiración hacia el artista mediante griioe y palmo­
teos. Ha relegado todas esas ‘'enódadet metafísicas'* al tacho de basura,
y debe buscar alguna otra ex^icadón. Dejemos que la busque. Es:olo
mantendrá inofcnsivaiDente ocupado durante algonos sigloa (Watson
y McDougall. 1929.pág. 63).

Waison solía argüir que, a pesar de .sus objeciuiies, McDougall y W’ood*'onh


deben hacer uso ce la conducta como date. Toda v*ea que su rc c ta fí^ a lo s ftace
Iritar de usar alguna otra cosa, se meten en problemas; y vemre que quienes pro­
curan usar U conciencia como dato básico « iir^lican en dítrulas inútOes sobre
lo que encuentran allí. La condenen e s irti herramienta panlosctentlfic^s.oo
ConJuctwno W

un objeto de estudio. La emplean para estudiar tanto las posttmágenescomo los


bloqueos concretos, pero no la estudian en sí.
Como un ejemplo de la actitud conductista, conatddrese el caso de una perso­
na ckga interesada en estudiar las postimigenes visuales. Sí alguien le armara el
equipo, esta persona podría efectuar con éxito la mvestlgaci^ anotando las
respuestas verbales emitidas por un ayudante y por 10$ sujetos. Incapaz de em­
plear la experiencia personal directa para obtener datos, una persona ciega ha­
ría uso de la c<xiducta de los demás. Aquellos capaces de icspOiMfci a la luz por
sí laisiiios podrían emplear sus propias respuestas como datos, pero no usarían
su propia experiencia de manera drecta. La persona c ie ^ sería enteramente
objetiva al recoger los datos, pues estos datos -q u e cualquiera podría eMudiar—
no incluirían iníormacitVn personal proveniente de la respuesta del propio in­
vestigador a la luz. Los cxpetimenTadoits escépticos podrían pu ict en duda el
que la conciencia que tienen los sujetos de vs respuesu a la Vuz se diferencie en
algún aspecto de las de los propios exsmtnidores. aunque los sujetos respondan
de modo diferente. Incluso esa creencia no modiñearía los datos. Como lo se­
ñaló antes Washbum (1908), la situación ci exactamente igual, tanto en loque se
re (rere a los animales como a las otras personas, exclusión l^chade nosotros mis­
mos; jólo podemos inferir que los demás son cunscieiilcs y esta deducción no sir­
ve desde un punto de vista cicntílicu.
Desde un nivel de argumentación algo diferente, Boring criticó también a Wat-
son su aceptación dol informe verbal:

lWaU(MiJ quería aceptar el informe verbal discriminalorio cuando era


exacto y veriíicablc como en el caso de la observación de diferencias
entre tonos- y desecharlo cuando era mvcrifrcable —porejemplo, cuan­
do consistía en añrmaciones sobre la naturaleza del sentimiento o sobre
los contenidos impalpables del pensamiento Sin imágenes—. .. La admi­
sión del Informe verbal fue una concesión dañosa, porque hizo pensar
que el conductismo pedía solamente cambios de nombres y no una re­
forma de los procedimientos científicos. (19.^0, pág. 645).

La rtstvutsia üel conductista moderno ante la objeción de Boring es simple­


mente aceptarla. £1 punto básico de coda la revolución conductista ha sido la
utilización exclusiva de datos vcrificablcs, exactos. La conducta, y sólo la con­
ducta, proporciona tales datos. La conducta v’erbal esconducta. y constituye un
dato viro so á se la puede verificar y repetir No toda le conducta, y específica­
mente no toda la conducta verbal, proporciona datos útiles; el conductista no
está obligado a aceptar Indiscriminadamente los daU» El mismo Bering (1964)
infonita sobre una absurda controversia entre Wundl y Stum pf acerca de a
un intervalo tonal percibido cs o no bisecado pskológicarnente por la media arit­
mética o geométrica de su estímulo tema!” (pág. 683). Los coaducü&tascreían,
con razón o ún ella, que estos desacuerdos surgían en parte debido al tipo de
datos empleados.
Woodworlli y .Sheehan (1964) prcaentan el enigma básico en dos párrafos
moderados, expuestos con elocuente modestia y que comunican. caJrrudamen-
te, la deaeiperanza de encontrar una resptiesta final:
SiitwTnas y tsoríiu piicollifttifn n M nfKpo.’irteci

P an in grupo rúe p^icñlngu!; el couteuiido adecuado paree fi oonsistii,


raJ-onalj[erueji[fi, uq k eApurieiitia ccinsciente de un h o n b ie .y esta, se-
glíji loneideriibaji, se pod/a iíjveatiijiir poi medio de Ja intiuspecdócn.
Es ésla un método de atJttíob*trvací6n que, coma vpjcni&i nka adelan­
te, jitufdc aduplur ujui variedad de formas, desde la sJiuple información
d« la impresÍDii sensorial IniDCÜíflta que se tiene de un estimula hasta
el snrdeft prniongjido, durante la terapia analítica, dt las experienebs
emocioiíjiea Je la penurtd. X (liferercia tfe Je que estas ' ‘üitrospeccío-
rtcs” puedan parícer. tienen en común una citafidid propia que las ¡ÍJs-
tiügüc, según se Estinia, de !ns mgtoJüs de la ñ'ska. la químíM o la hiü-
logi'a. En caías elcíicLas, cuaiquÍBi cantidad de obseryadorea puede in-
fonTiar sobre io que ve an un LUbn de enJttj'ij d a través del fnicrtisci>
pi[>, en tanln que sobre Ia "eípcrieticja" psicológica puede biformai
UE solo obsenraílOF,
En qu¿ medida esta distinción et real sigue iieridu un úumplicadci pTO-
bJenia. cpistciuolügüíí), ¿Cada observador ve en el lubo de ensayo o u
través dcl nricroscüipJo una pofcióu del mundo estem o realj o slmpla-
tírente iníomia sobre su experiencia subjetiva resultante de algunas cma-
naciones ^ 1 mundo real? Sí éste es el cuso, no se puede trayar nns dura
demarcación entre los datos de lis cJencias "Dhjítlvjjs'' y lüs dutoi sub­
jetivos de la psicología, Hn ludCíJ los casos el sujeto que observa estaría
informa do sobre d eouienido personal de su propia "onn ciencia”
fpáfis,

En época ¿Un más neciotiie. (J'Pleil (lyóS) lia procuradu estdaiiecer la posi­
ción dcl cisiductiSTa respecto de la conducta niedientE una relacJiVi etiire d ooa-
QuetisruQ y el reaJiinio en la lUusoíi'a, y efectivamente demueirtra con éxilo que
Ja ConEienda no constituye uji problema para los corductlstas riddicalea, aun­
que tal vez lo siga sferdo para los Jemis.
Los intentos inídnles de Watson por traduíir algunos cancepins íiiaütaliHtaB
dfll len^iije con duelista limi sido ciiticíiiios (tesde dos puntos dé vista. Por una
parta. hay quienes sosüfinen que la aceptación de cualquier itínníno menta lis­
ta debilita un siatema estrictaniente ubjetivu. Por otra parte. He ilibre de r obje­
ta a Watiun:

, . .una tendencia a deleitirse cii CLiéstioiues dé tiaducctór, y éa oca-


si ones a Doníldafif la traducción olkitid era explicación. Cunndo se lee
algún inrDiiTLc canductiata, se tiene la iitipicsiúii de que oara íl autor
explicar es decir que un deseo es una disposición orgánica; un kíeji ifi­
ta lio, uní actitud corporal,; los pejisaiakíitos, raécanismus dEflen-
Éunje, Mero citaa afirmacianes no agiegaii riiudijo al tonodm jeülo líc
los^ ficícüs, 1(18 rignificados y loa periíiimJentüa; después de todo, Id
único que hacen es relomar lo que ya se sobe griciaj el KUitiJii común
y 1 la píicolo£Íi anieríar, c idnar —no siempre ea base a irchoe coíio-
cidns—iiífFi posible expücadón fisiológica (1933, pdg. 275],

.^ nnqUf esliiraoí de aetiendo con llcldbnidcr en que Waisoji hoto poco con
esai traduccicniifs, peinaitiüs que puede cGnEiderérscis^ Ctcn-D punr-js di pitrlidd
e.'l \i úbjeLiiación de los pmblemaE bien es cé rto q u Watínn pe-
Cntííiiictixma J ÍJ

eú de un enTusiasmu pruiuaLiiTO, la evaluación ñnal dd éxito riel jnograma objc-


ijva ncquicrt m qplicación nks cxten^va a InvestigaukuíeB dotqlladat, como Ja
que inició Walsull tviiímo sobre e! fiondieionatnifnlo emocional ds lui luñüi.
Jin la actualidad QÍngñfli oonriuctista se eonr>nnaría con una mera IrirfnccHjn,
y prúbablfiment; ro es esu Lampoco lo que iTmentó Warsun. La cucstiCni esHjue
Jos términgG lucntalistas^ tal como x lisa uliliZiiba, carecían de sigoiÉkadD
conducul, y k traducción era cn icaJidnd una definición. No se explicaba en-
lúnces el concepto, sino que se lo definía y se bi ponta en oondidoiws de tía-
bajar con él, Los deseos y Ins pensamietitos nu requerían iraducciór; reque­
rían a lg ú n signiltcdijo que fuera útil en iin con testo de ciencia natural. La con-
líibuctón fundamental d d libio de Skinner V e rb a l te h a v é o r \ J9j7h) radica
riáa en este tipo de refonuulaoión que en N presen Unión de nuevos postula­
dos empiricoa. Este libu? présenla niuchai varioblei uidEpendÍEJitcSi lodos ellas
obsen^ables, que prometen ser útiles en la r‘xpHcaci/jri de lo conducta verbal.
Por ejemplo, no Irarfute las ideas a otros términos; sjmpleincnic, las ideas no
ibrmim parte Je la Futriíiulación, Watson misniu su contecldbi a niefiudo con
eliminar los Unidnos iucuiales, eii Eugai de traducJilos a algiin otro len guaje-
Esta elÍJrtinaciÓTi de loi conceptos infructuoso^ y una actitud inflexible hacia
los ctwiceptos, i'ueroti laa coniribuciones miSs salientes del HtonductlHuo.
Dtra línea de crítica metodológica incluye el cargo de fiue Watson abandonó
su propósito de limitarse a Iq obsuri'abfc. al incluir lúa tBndenciaa iniplfcitaSr de
condneta, que no eran Jirectamome observadas, aunqirc cu teoría eran obser­
vables. Wuudwuitli, por ejemplo, Se ha quejado de que Wataon - i posar de ha­
ber postulado Esa conducta ñnptfcjtu restringieri bu propia invcttlaaciúri de la
emoción a los aspeetos manifiesto* directattientc observables y no htcieri ü.sfuer-
/o alguno por inveítigar los componentes viscerales-, presuiriibleincntc impor­
tante*.
La reipuesta ¿ esta objeción es stmiLur ¡i la snuefior. CfenaímíEntc, en su en-
tustasrnci tmpad-mlt por lograr imn psicología nueva y plenamente objetiva.
Watson fue más allá de los dutos diepotiihles ol exlr4ier conclusiones, y no ídícIó
por íí rnismo íqda la InvestiEación necesaria para respaldar su* supuestos Sin
embargo, tío bay una iiecc sarta iricnngruencia en Lie el supoDCt tendencias uoii-
dLictalés implírrita* y d atenerse a un marco cstrlctíimente objetivu, aistcjHéti­
co y experimental. Nadie puerk? liacci todo, Se han hecho míenlos de ubservar
las respuesta* implícita* —por ejemplo, los movimientos ík In lengua, la boca y
la laringe en el lenguaje implícito v indiüo, mucho después, los potencialcB
rau-sculares en los ionJoatudoí- La invesligjiciófi (le Watann ntilijió como datos
los respuestas observables. Era natura] que el conductismo fonnulaía un íisisma
explica!ivú congruente con el sistetria de datos, y no se espeiaba qna loa respues'
tas fueran ii e m p r e iiiobservahlÉS.
Se puede advertir esta icndíneia a través ilii toda la pai-colDgía. f^or ejcimplii.
la explicación de Freud .sobre los procesos inconscifintes procede titfl tipo dú da­
tos u JisposieSón del pjicoanalista, y la teoría del aprendii&je de llut) fue loma­
da directamente de los ri^ulLados cxpcninenfalc*. La leotiaación de Watson so­
bre los tainbiui JDternDS, de l i ertiociórt sobre todo, resulta, ni pafecer, amplia-
rnenlc justificada por tos lesullatlusiiblsfiiilcis en suirdioi recientes sobre el
184 Siaicmus y teoriaj psicológicos conwnporúttcúi

aprendi2a)e d« las respuestas glandulares y viscerales (N. L. Milki, 1969). Tal es


ci éxito de este trab^o que quLcás la sociedad pueda, después de :o«Jo, regulari­
zar estas respuestas, las miañas respt^estas cuya libertad dcl control parecta es­
tar celebrando amargamente Watsún en 1926.
£ . C. Tulmao, otro conductisia> fomiuló una vigorosa ciítíca que se relacio­
na con la que acabamos de vor. Tcdman encuentra cd la conducta riuoifiesta
una intencionalidad que Watson no aceptaba. Tolman hizo unu temprana cri'ti-
ca a la investigación de Watson sotur las emociones, y enunció su posición, de
luancra suciuta, en e! párrafo que transcribimos:

En resumen, debemos concluir que Wauon utilizó en leatidad do& no­


ciones diferentes de la conducta, aunque no haya visto cen claridad esa
diferencia. Por una parte, definió la conducta en función de sxts detalles
físicos y fisiológicos subyacentes. . . Uamaremus a ésta la defifuciútt
moiecular de la conducta. Y por otra parte lleró a reconocer. . . que
la conducta, como tal. es máa que y diferente de la suma de sus partea
tlsiológicas. La conducta, como tal, es un fenómeno ^emergente'* con
propiedades descriptivas y (Jcírnitorias exclusivas. Y a esta última la
denominaremos definición molar Je la conducta (1932. págs. 6-7).

La psicología de Tolman es una prueba de sm prclcrcnc as por Is dennkión


molar, de su convicción de que es necesario introducir la intencionalidad para
contar con una psícologfa útil. En la terminología de Tdm an, la intención alu­
de por lo general a cierta influencia de la conducta del animal sobré el ambien­
te; por ejemplo, podemos decir que la intención de la conducta de un animal
es obtener una bolita de comida, y oprimir una barra Dulzor una pierna nu es
por lo general una intención, pero es una descripción intencicoal si se la emnpa-
ra con la flexión de im músculo. Tolnion sostieire que es in£s útil defínir las res­
puestas sobre la base de la conducta molar, que hacerlo en ténninos ñaiológicos
moleculares. W'ulsuii, al igual que la mayoría de los psicólogos anteriores y pos­
teriores 8 él, estaba en la pníctíca de acuerdo con esta opinión. Lo que ocune es
que, a su juicio, la conducta Intencional es en principio reducliblc en el nivel
fisiológico, aunque en la realidad no trabajó ec ese nivel. Otros conductistas,
como Guthrie (1952), intentaron trabaja; en un nivel más molecular. Si el pro­
blema de la páculugfa es explicar la conducta de un anírrial en su ambiente,
y si deCnimos U intención en función de la iriíluencía e:ercida por el inánal
sobre el ambiente, entonces parece obvio que una psicología completa deba con­
siderar la intención. De acuerdo c<»: esa deflnkión de la intención, Watson se­
ría iodudabiementc un intencíonista. El párrafo de Tolman que hemos citado
sugiere que, « i su opinión, Watson reconocía este tipo de inlencionismo, ya que
currcccamente lo acusa de utilizar el téniúiio conducta en ambos sentidos. Pero
Watson no aceptaría, como no lo baria tampoco la mayoría de lo» oonductis-
tas contemporáneos, que la intención —en el sentido de .McDougoll , sea un
concepto explicativo.
Cuniu veremos en el capítulo siguiente, les g'jesraltisias reaccionaron rio-
lentamente co n tn la supuesta rama molecular de la psicDiogi'a E- R. Pero,
una vez más. fue en el e m p o conductáta niisrio donde se ori|fai6 una atgu-
1
Oonduftsvrw iW

mentación particularmente eficaz. Como ya hemos dicho. K. S. Laahley comen­


zó su cañera profesional c<ano un crmducUsta entusiasta. Su propia investiga­
ción. sin embargo, k convenció de que algunos supuestos cunductístas eran
erróneos. £1 mismo lo cuenta:

Me inicié como un ardiente abogado de la psicología de la contracción


muscular. Adquirí práctica en formular todos los problemas de la psi­
cología sobre la base de estímulo-respuesta, y en explicar todas las
cosas como reflejos condicionados. . . Me embarqué entusiaanado
en un programa de experimentación destinado a probar b adecuación
de la teoría de la integración de la cadena motriz. Y fue como si hubie­
ra planeado un malicioso ataque contra todo el sistema. . . líl reflejo
condicionado resultó no ser un reflejo, ni tampoco U claw ampie y
básica del problema del aprendizaje.. Para que el concepto de estímu­
lo-respuesta tuviera a l^ n valor ckntiTico. Jetaría incluir una noción de
cómo un estímulo particular provoca una respuesta particular y no
otra. . . Cuando se la considera en relación c<m los problemas de la
neurología, la naturaleza intrínseca dcl estímulo y de la respuesta obli­
ga a descartar la u¡oría de una simple conexión punto por punteen los
lenejos (1931, pág 14).

Los esfuerzos de investigación del propio Watson no fueron cicrumente del


tipo "contracción muscular", con el que frecuentemente se los identifica; gran
parte del debate sobre el conducüsino ha resultado de la discrepancia entre el
programa experimental real dcl conductismo y el marco de referencia teórico.
De acuerdo con ai marco de teóricos como Watson y Wetss, toda conducta
compleja sería en último término reductihle a combinaciones y encadenamien­
tos de reflejos simples, e incluso a términos físicos y químicos. Este tipo de as­
piración es responsable de gnin parte de la oposición. Pero sería un error supo­
ner que el conductismo está atado a una perspectiva de la psicología Uiuitada
a las contracciones musculares. Sería incluso un error suponer que Lashky fue­
ra menrts condnclista a partir de sus hallazgos. En el sentido m e to d o l^ c o . se
puede SCI partidario de la teoría del campo y conúuctista al mismo tiempo; un
buen ejemplo es el niisriu Toliuan. La oposición entre los conductistas E -R
ortodoxos, por un lado, y los conducUstas L—E (Tolman) y teóricos del cam­
po, por el otro, sigue siendo una fuen» de controvertía sistemática, pero el re­
sultado de ésta debería tener poco que ver con la aceptación del conductiano.

Conductismo mela/isico

Como indicamos anteriormente, ios críticas al andintrospeccionismo de Watson


am inonron aJ aceptar éste el informe verbal como conducto; la argumentación
de que estaba desechando datos útiles perdía validez. La mayor parte del ata­
que crítico se reorientó entonces hacia el argumento esencialmente metafísko
que descartaba el Inteiaccionismu y negaba no ya la utilidad dentílíca sino la
existencia misma do la mente.
Los piimeros ataques contra la poaicióa coaductista exirema provinieron tan­
to del campo cooductistaccnio delnoconductista. AngelLporejemplo. prevenía:
Sisi^tnat y ie\?fié3p ^ e o lb ^ o t cont«mporincos

Por detrás de cuanto ae dice y hace. cy¡sic algo que corresponde a la


conciencia, en $u vago ssgniñcado común, y en su áiiibito surgen los
problemas de la ciencia. Al buscar medios perfeccionados para el co­
nocimiento de la naturaleza humana en &u totilidad. nú deísm os caer
en el absurdo de negar luda aígnincaciún práctica a su principal ca­
rácter disiintívo la presencia de algo cuc corresponde al término men­
te , lo único de lo cual puede estar tari seguro el tonto como el sabio
(1913, pág. 26T».

L)e manera similar, el conductista Hunter (1924) expresaba sus dudas sobre
la posición radical, al concluir que ‘la mera negación de que la ‘ooncicn:ia' exis-
u no puede disfrutar de una aceptación duradera entre los psicólogos^ (pág. 4).
Esta predicción de Hunter resultó bastante acertada, ya que la posición con-
duelista radical nunca ha goizado de aceptación general
Algunos de los ataques al cuaductisino metodolágicc pueden rastrearte, más
o menos directamente, hasta la Mipoúcióu subyacente de la posición metafísi­
ca monista. Un buen ejemplo es la crftica de Hcidbredcr. Ella señalaba que
d el conductisla hace una negacida Usa y lian.*) do la conctenda:

id resultara extremadamente difícil explicar qué quieren decir


algunos de los términos que emplea. Cuando dice que el pensamien­
to es cuestión de mecanismos del lenguaje, o que la emoción no es
más que respuestas viscerales y glandulares, no acierta a decimos de
d ^ d e obtiene los téniiinos “ pensajiúea(o'‘ y “emoción'*. No puede
obtenerlos del conocimiento de su propio lenguaje interior o de los la­
tidos perturbados de su coraron, porque por hipótesis ese conocimien­
to e& iraposibls. Ciertaincnic, el coiazóri y la laringe pertenecen al mun­
do físico, pero si conocimiento inmediato de su acción sólo puede ba-
i^rac on las propias sersaciones per&ociics y privadas. Entonces, ,,e)
conJucosla quiere decir que una persona no puede cortocer su propio
enojo más que por medio de los trazos de un kimógrafo, el análisis
sar.^i'nen o'3Lgu:ta otra manifestación de reacciones corporales que sea
accesible tanto a los otros como a él miamo; por q e m p b . la vts:ón de su
cara sonrojada en un espejo, o la de su puño cerrado ' (19.3.3, pág. 2X1).

lleidbreder señalaho ixnbién (1933) que . .en la práctica real el conductis-


mo rechaza el coroctmienlo que surge de (os r/rtefocep:ores y propioceptetes,
y acepta sin c.»escicaaníeiLtcis d que de lasextertKcplorcs.Encstc/iec&o
reside la davo de las acsptaciceic» y rechazos que carao^tzan d cunduclismo"
(pág. 213).
La réplica del conduclista consisllna probablemente en señalar que es difícil
para cualquiera decir edano atribuye «gatfízado a palabras tales como i>€nsat*i¡en-
to y emoctcm. En realidad, diria si conductisla^ no se arrenden pot algún tipo
de conexión con fer>órr.er>cs intemoi: aprendsinos a dedr tftVor en derlas si­
tuaciones. eteno per eieitp.o cuanco oasenrur.us saitgr: cii los uLius o en noso­
tros núsLU», > jveniawwn/o cJia d o se un problema y la persona se
o r t n u hack él Un mo't'cr^a. Ltl lealidad. Qo aprendenuis esas cosas únicamen­
te sobre la basa de les contenidos de aueslra propia conriencia. puesto que de
ser asi nuestro Isigunjs secta pc\ai>::. No debn sorpie-ider que ae rechace el
Cooíiictwno !87

conocimienco originado en los interoceptores, mientras que se acepta el que pro­


viene de extemreptores. Porque el lenguaje de los exteroceptores k basa
en acontecimientos públicos, observables por cualquiera £1 lenguaje de ios in-
leroceptores se basa en acontecimientos privados, observables solamente por
un individuo. La ciencia es una empresa pública, y sólo el lenguaje público, sólo
los acontecimieotos públicos, se adecúan a su objeto de estudio.
La crítica más reciente contia la posición metafísica extrema de Watson, la
representa la evaluación íilosóQca profesional de Berpnann (1956): "hl error
particular de Watson fue que para soatener que no hay mentes inicractuantes,
lo cual es cierto, creyó necesario afirmar que no hay wenrcí, lo que no sola­
mente es fabo sino también tonto” (pág. 266). Bcrgmann sugiere que Watson
no pudo obviarla dificultad porque se veía a li mismo como campeón de una re­
vuelta dirigida no sólo contra el estruciuraiismo, sino también contra el funcio­
nalismo; por esta razón, presumiblemente, no se contentó con las posiciones
inetarisicas más moderadas de los sútcinaUzadurcs anteriores.
El punto de vista de Bergmann es probablemente el más representativo de ta
actitud moderna hacia la metaf(sica de Watson. Este parece haber creído nece­
sario hacer algo más que divorciar a la púcología de la metafísica; esto último
había sido ya intentado por otros autores de la escuela a la que él se oponía.
Walsoii Creyó necesario destruir la existencia misma de Ja mente, para que los
psicólogos se liberaran del error metodológico de estudiar esta cntídad supues­
ta. Parte do la contribución do Watson, entonces, fue el estar equivocado en el
plano metafísico, tan corajuda y vigorosamente que pudo sacar a los psicólo­
gos de la esterilidad de una falsa premisa. (Lo dicho, por supuesto, no debe con­
siderarse una descripción liteml de b motivación de Watson).

O itia a relativas a las prppicíütchs secundartat

Ha habido una plétora de ataques contra las posiciones más especificas que
adoptó Watson ante problemas psicológicos. Hay un tema, en particular, que
tiene la generalidad y el Interés suficientes como para justificai un tratamien­
to detallado. Es el que se refiere ai dcteiuiiubmo y la responsabflidad perso­
nal, y su relación con la defensa watsoníana de la ética experimental.
En primer lugar, se diju, resulta paradójica la situación de un detexminisU
estricto que intenta decir a la gente lo que debe hacer - jcomo si la gente pu-
die/a elejw por sí misma!- Una argumentación emparentada cen ésta es la que
se refiere al supuesto de m s estricta interpretación b - R de la conducta, inter­
pretación a la que se considera mccauicísla y por lo tanto de w? valor explica­
tivo dudoao en problemas prácticos. McDougall, por ejemplo, decía;

Si todos los hombres creyeran en las enseñanzas de la paleología meca-


nicista (>' sólo las creencias que gobiernan la acción son creencias rea­
les). nadie movería un dedo para pre\*cnir la guerra, por lograr la paz o
por realizar cualquier otro Ideal. Sostengo por lo tanto que la psicolo­
gía mecanjeista c» inútil, y mucho peor que inútil: paraliza el esfuer-
humano (Watson y McDougall. 1919, págs. 71-72).
m SistÉmet y teeiriss píicotóptos cimtf itiparáne^

Antes djT flraíi7Jr la respuesta cojiclucüstsi a estos ataques. tfiJá^iacaios acla-


fji una cynfusióti usual, que aparece eii el párr^üú de McDougall, Se conftm-
J k OcUfTiiiinismo con meciuiícisniio- AKora bien, al mai^m de la ikfcTiss que me­
rezca c1 iiieeenicismQ, iiohay raaiíuea pot las cuales una posiedón báaicainasm Je-
le rm in l^ hubiera de set más macaaicista que nü mccanicistfl. Hs cierto cus
fluloies como Watsoii, que sostienen lo que parece ser un punta de vísta meca-
niclsta, spn Lanihijíu determinUtas; peiu tanibíín sun Jeterminutas la nuyoría
de lus tefukos dcl tampo, por lu menoa algunos como KohJci y -Lcwtn. Ellos
it comparten la creencia genenil de qut la conducta, canto proceso, está sujeta
a leyes, pero d ^ e r^ n abiartsmente con nespeclo al tipo de legalidad en jueüo.
El mecanisíiuj implica creer que los orjíanismos se compoctan a la ruanera de
una máquina e implica, pfli eonti^uíente, un subtipo dífinído de (tetetujuiis'
mo. El detenriuiísjno re quiere sólo que las aconlccimiicdLoi sc prodUJcan de
dCucrdo con algún tipo de ley nalutal, y en sonaecuencüi, no es netresanamente
mccfluícista.
El cunduetista diría también que la exislencÍB de diíicultsfles praoticís «imn
Ija que ntercínna McDüiJgiill, no anula el determirtsmo ni prueba eJ Ubre' al­
bedrío. Puede Sfif cierto que el hcjntue du Irabuja por su prupiu nreíoriuidLiiiiu,
por indeseable que parerca. El conductijtB diría aúúniás que Jo^ ari ti de te nuiu is­
las se e rig ía n cuando aseguran cilaí por la Ubertíid; en realidad no están por la
verdadera libertad, íilio por un detErminísinQ de lipo diitinto al que suscribe
el cientifico, En general, se traía de Ij de tí mij nación pot una ftiefM divina
(al menos en el caso de la míyorífl de los oponentes que tienen una furrüa-
cíón fündameiUBlinenw tedógica); ri individuo süIü cs Übre pira aceptar Iüij
rr^ as di Dios, abscJuíaffriente de terminadas,
Firalmente. el vonducüsta tom ará nota de un error de los qje deñendenel
Lbre idbedrCú. A míiiudo se ha invocada el princ^io Je hleisiiibei^ (principio
de iflcertidumbie o de rujensumbitidad limitada) enm ouna prueba de que el libre
albedrío existe para el ser hum uio, ya que piesurriblemeiilt existí para el elec­
trón. Pero el principio de IlBisenberg nu asegura tal cusa del diecirún. Es sin pie-
mente una demostrariótL milemáuca de que « ur.psaible medir simúllánra-
mente la parición y ls fuerza del impulso ¿e uri electrón. Loa físicae no ccin-
cíden respecto de las cotiRCtiincáas niosóncas He esta riemnsfración’ Einstein
-p o r Bjemplú- no descartará sobre la base de este principio la posibilidad de
una determinación estricta en la eunducla dd elcutión. Y aun euunikj el Cüii-
ductislB aceptzfs su piujtia medlchis poaitivíita rcrfieclD die la importancia de la
(teterminación en Igs ileutrunc-s cti e a t^ circunatancBS, le quediría ludnvía un
(Eimbio. Altes de que d prncipío pudiera aplicarse a los problemas de con­
ducta, habría que Jemostiar qíie las variables co(id'U(n:alrs iufrtn la uiíliicflcij
de la indetcrminacidn de la conducta tiel eleetTot Pudiera sar que La indsbir-
rain ación en el nírel ilúnricu dcsaiiircctera en el iintl itucha tnis n>olai de la
conthiciiiL; cfsrtamciLtií, la incettmiiiiiciün tiene efeetm míriimos e insíBniñ-
conlcs sobre los acontetarDienlDS físicos rriclaríS; o jn o por ejemplo el vudc
de una pelóla ile golf. Lt coaelusión del címóucliíita ¡tríi que no hay al pre-
ser.tt jna base cienitítca realmejite sólida que aulDcicc d aplicar el princtpÍD Je
Heisenbeig s los piot^ciníis |jdcológlcue.

i
IS9

Querrtamgfi algún aa comentariDs finales a esta dúcujíón. EL determi-


ntsmo es en 9U mayor parte utia citcatión de le, ya que en el mejor de los casos
nuestro coaocimieiiLo sólo puede ser parcial, No puede obtenerse una prueba
completa del deterníniamu. Bato no coiistiLuye en iiiuuera aiguiiu un apuyu u
I d aCrríiaciód apueit» de que existe algún tipo de líbre albedrío, Nuestra pro­

pia posición es similar a La que ya hemos enunciado en relación al viejo pro-


hlema mente-cuerpo; será ntoesafia un# gran cantidad ds datos pertinentes, mu­
chos más de ios que tenemos cn Ja actualidad o de loa que podemoi siquiera
visluitibrai, para que se pueda adoptar una poriciún dentffjcairicíite sólida.
Volvieudü si problema planteado Gríglnalmentc por la paradoja tfcl deter-
minista que intenta inñuir en las personas, debemos' rccotiDwr que en reali­
dad no Iraiy una respuesta completimcnte lógica y salisfactoiia. Prubablemaii'
te, el dctrrnnirilsta compartirá el punto de ifijta de Thomdike, que ya preaen-
tamos (capítulo 3). Esericlalrnentie, sólo aotnos librea fin La medida en que esta­
rnas dctcfininados; sólo podeiuos deierniinir U conducta de las otras personas
y construir un mundo mejor, si el mundo está sujetg a leyes. Pero si todo está
deteiminaidD,^ incluyendo nuostros Esfuerzos por mcdrflcar la DaturálezB, el con-
(luctísta sólo puede esperar que la determinacidn sea favorable y que eJ mundo
mejore. Ciertamente, la afinnación de MtDüugalL de que Jos mecanicistas (en
mahdad quiere decir dcterminislisj no moverían un dedo por impedir la guerra,
etc,, es falsa. Firmes repiiesentantes de este punto de vista, cotno Watsan y
Thoindiloe I ¡fiíefitarvn mejorar el irlkmJo, Eíto es una simple cuestión de obsci-
vacián,
OtiDi d u i íspoctos de la posición individual de W^atson sufrieron fuerte t ata­
ques. Uno fue su ambicntalismo. Aunque no hay rada mmalmenle reprochable
en ser iin amblen taliaia, pnobabJeiiientc sea cierto que los fie tone i innatos de
la conducta fueron descuidados más de lo necesario durante el período de pie-
dominjo dd ennductismo watsanlüuio. Con al surgimiento da I b etolugín y U
soclobiotogía quizás estemos presenciando un fcnórtienu común: el movinúen-
tn del pérduEn Intelectual hacia cMado opuesto. El segundo punto de ataque
se üentra cn el enipleu qtic hizo Watson del tómiiuo E -R . Sus deiiniciunes eran
demasiado aleatorias y elásticaa y se prestaban con facilidad a u ra eleiEa dosh
de ilpsión poli hoc para explicar los leuuliadiu [cualesquiera que dstos fuesen!
Este tema será discutido (;on mis detalle en el capítulo 10, donde examinite-
mns la cüntroveESiaenne Skinnít y C.’hüiii9Jt.y aubn: cl lenguaje.
Para rebatir estos argiumentoa contra Watsnti se podría aducit que uno cien­
cia un pailales debe a vaces excluii áicaa y k i un poco imdife rente respeeío
de lits detlniciones para poder zafarse dsl tertenti fiiiKóííco donde k encuen­
tra encallada. Timbién aquí « pueden defender las prescripcinnes de Watson
sobre la base de sus resultados.

LA ATRACCION DEL CONDLCTISMO

La respuesta al Dlegarn de Wataoti en favor de una objetividad completa eo loa


métodos y hechos de Ja psicología estuvo l^os de ser pi«doitnbiarteTiunte
iü o SiiSentús y ituríns pacoiápc^js cojitemptuvnsos

negativa. T ^ to deatra comd fu«ra de l i pucalo^ia, k le «aludó diHiiarasmieii-


le üüino a u n auda^ visioíiario.
Li rasdiñ pnniordúii fjc que Jos psJcúlo^oi norte aii)cdtarins esiatur d«seo-
sDs de abandonar iw sofoeajitc» cunruics del e^uidio introspectivo. EJ Hamado
de W'ataon a Favor de una a í tensión «KpUcita de la motcidaíogis de Isa i^ a -
c iu naturales jl camjvo de Ja conduela, tenia que provocar una bienvenida en-
tusksta entre los más jóvonei. Tolmin indica el gtado de ese entuaiasmo*

Este escrito debiera Jlamaree '*^1 inieiito entusiasta de un canductis-


ta por Ja concienL'ia’'. De hecho^ la doctrina que presen tari rne piiece
basianb! indemustrable, y segurameiiite al lector Je puecerá aJgo paor.
Con todo, mi fie er el triurfe ülLiiuu del cenductiamo es tan- grándit:,
que prefiero presentar CiiLa iLípúlcsrii, por dudosa que Sea. sites que
caJlaime Ta boca (1927, pág. 4 JJ).

La fidelidad de Tolman a su doctrina áemuesfin que los cKnt(R[H:i3 no siem­


pre Satisfacen los estÍTuJares ríe objetividad que fijan como idíid. En bLcaso de
Tolman, áü cm bar| 0, su honestidad cautivadorajnentohumana rns dice que h i
olcBiiaBdo, en un nivel superior, d máximo de objetlvidid que buce falta
para reconocer loa piopioB prejuidos.
bJ movimiento npe ración isla en física, que tuvo rápida aceplacióin y adap­
tación en psicología, y el nuevo positJvianio fiioMÍJCO del Círculo de Viena
pTopqiciuiiaiüii iHi fuerte apoyo suplemenlaiío a la doctrina conilüctista.
Stevsni liace un buen análisis de las K iaciones^tre estoG movimientos y el con-
ductisínfl (1939). A Rindes f^sgcB. existe una lelaciún de equivaisiicia. c o t el
cünduGtÍEiTio nietodológioj. Todos estos innvimiertos ¡nsisfeti en el ciTxplct} del
Ttiismo tipo de datos y (ii una m iS J T ia -a c t íiu d hacia eUos.
Ex ¡ate una caatidad de itíone* sccuintiudas iruia el notable dnJtp del "llamido
j Ja$ anuas” fofiimiado por Watson. McDougídl las resumió en su pcJértiíeiiewi
Watson, En primer Jugir, y por can traste con la psicologia de U GestaJl, y d
estructuraÜsnm, el conduclisreo ara íScil de comprender y emprender. SdcDou-
iinll njjiiej^ba que los pLlniDS (le de Watann:

. . .cKmiíiflji dft un &oJpe muchos ptobLcruas pénceos que los más gran­
des intelictos b ar enfrejLtsiLjn con eslto sólo parcial. . . mediante el
audaz y sírt.ple eLtpciliciitc de invitar al estudiante b cerrar los ojos,
aparLir% Je oquillai y cdviJarte de lu existencm. Naturalmente, esto
Injspiia jn sajUJin'enlo ie pioñirjla ^ t i t u d « i -el pedio de ir uchoa
jóvenes, s t esp e rií qaizás en quienes tienen que iprobatr exámenes
iWatsm y HcDougaU, 1929, pS^s. 41-áÍ).

En seg^mlu lugar, el couQucliscio walsmiano «tifa la ventaja de ser un pro­


ducto peculisimcrrlc n o r t j c a m e r i c J i n o . loque le hacia fácUoieiite comprensible
en MI psís. En tercer I I ^ . Ib poJciOfia cersonalidai de Watsun fue mt factor
ítnrsDrtinitfi e n li difbsiíiii ie su Evar.g^lk:.
McDotigal! a ^ j i p dtis tettores áJlcij(Hale&. £n primer lu ;ir, el cuuJjclLaiio
seríü aliacüvo porque a algujuB peimaiDs les t t r * lodo lo OJiCf-ii-C y ibrardo.
CamiucnfilKf 19!

En aegundü lugar, hubo qjiencs —capecf&lmente si estaban bien ¡TifotTnildQs—


se Ijgahan al conductisma por un «entímieDtu de listímu ante lo que consiiJeta’
ban cifTicríOs de sen camhi arios de Watson. Estas explicaiCioneE parecen mis di­
vertidas qje serias; McDctugall. aunque parece liiber coosideraúo excónlrlco el
cunductismu, niüítfó cjejíMuerte muy poca piedad hacia el. En este aspecto
fue un tEprcsertanTE típico de Jos apositoics al eonductismo; Iwbo [Kica cont-
pasióii en cualquiera de los dos lados,
La respuesta que obtuvo el desalío de Walsüít lucra de la psicoJugía y de la
esfera acadániica, fue en alguno; aspectos más notable. Woodworth (I94íl, págs.
93-^4J. eííia algunos interEssuitep comentarios de pciiúditoa y revistas subte
Be/iffvflT?/i'j?7j y su llamado en favor do las rtfontiaí sociales. Los n iii intere­
santes son los-del fi!ew York Time] (“ Marca una tfpoca en la historia ijitelectuaJ
del hombre ") y el Nevj York Hsrtíiü Tribune (“ QüLá sea b1 libro mía importan
le que se haya ciento nunca. Por un instaulfi, se siente uno dcsltimbtadopor m u
gran eípetanza Wrmdworth concluye que el corductismn rte Wstsnn fue
'*una religidn que intentó ocupar el lugar de la rcliglóii” .N o tiay dutk de que en
au iervor y su fe el cmiductjsmo tuvo algo de religjüri, y que ello fue en parte
responsable üc Su gmn atmmción.
Ll ambiantalismo de Watsem se ajustaba bien al mareo de nueetro sisienia
político, euyuí verdades rüanitiesras Incluyen la aSevcracJón de que todos nace­
mos iguales. El aserto de Wation. según d cual eia capaz de hacer que un nirio
sano ílsE¡uia a ser Jo que se prupusie*, respaldaba el sueño oorteamericiuio de
qUe cualquiera puede llegar a ser pieridentc. La posición d d amhientalismo
ha sido siempre más espseraiizada que la del natnásmo, puesto que es ( o al me-
nos tía sido) poco lo que podemos hacer con respecto a nuestra hereníHa.

LA CONTRI JUCION DEL CONDLICTISMO


WATSQNT ANO ALA PSICOLOGIA

A esta altura, probablemente se habrá puesto ya de manlfiesío nuestra opinión


de qut ft pesar de sui defectos Wation hizo una coíitribuctón tnuy importiuitc
al desaiTollo de la pslcologfa científica. La contribución primordial es la que ex­
plica la bienvctiida tributada por muchos piicálogos at conductiamo; su pode­
roso llamailo a favor de un esatudio estríetíunente objetivo de lit conducUi.
La influejicia del coñduetisinn watsoniAnD en Ja objetivación de la psicología,
tanto en sus aspecios metolológieo.; como terminnlógicns, hs sido enorme.
El eorductísmo metodológica ha sido tan bien incorporado a la psicología nar-
tearneiimuiti que ya no es nuuesario defciitlBrlo. Como diiu BcrgniHiin (1956),
“eJ canductisnio meloJológlco, al igual qt« el funciónaUsmo, hs gitnado el
de redro q la ín morí ali dad. También se ha transformado' ed un truismo. Virtual,
mente cualquier psicólogo norte americano de la actualidad, lo aepa o nü, ea ud
conductiüta metoilólójico" (páfi. 270)
Una cantidad apieciiblejneitte menor de autures gustaría ser incluirla en la
lista de Jüs cünduuUsluj uvutsuniauue. El cunjeiilanu lonciiilado por ^uudifrurüi
en 1924 mantiene su importancífl y puede a.plicaiw a muchos.
I
in ■SftftrfTVfí y tttjr U u f/r io jtó fé c v t v o m ffm p o r á n e o t

En resumen, si se me pregunta si soy un conductisu, he de leplicar que


no lo sé ni me preocupa demasiado. Si lo so>-» es porque cr^o en los
proyectos ae
de los
ios conductJstas.
conducustas. Si no lo soy, es en parte porque también
creo en otros proyectos que los conductistas parecen evitar y porque
no puedo ver nada que se llame **conductismo^, algo así como una ^ an
empresa que incluya los diversos proyectos dcl cooductista en una uni­
dad más intima que )a que Ies conciponde por ser, cada uno por se­
parado. línea* promisorias de trabajo psicológico <1924, pág. 264).

}nc}ii90 Ja posición metafísica extrema de Watson. que a nueitro entender era


innecesaria, fue en cierta medida una aportación. A u como c\ gran esiheuo de
Tilchener por desarrollar el estructuralismo wundliano constituyó un en u y o
completo de esa rama de la psictdogía. también la insistente elahcrración watsn-
niana de la cuestión mente-cuerpo ayudó a señala/ que el prohkma era cien­
tíficamente infructuoso. No existe una iclscíón necesaria entre la posición de
un psicólogo con respecto al problema inentc-cuorpu. y su ínvcstígacióii expe­
rimental o teórica. La posición mente-cuerpo que uno tiene per lo general no es
lo b.^*tantc específica como para dirigir las investigaciones; sin embargo, <1 tipo
de investigación on el que las personas se implican pttede ejercer influencia so­
bre su posición mente-cuerpo. Esta última, después de todo, es n á s t^ iJ de
cambiar. El mismo Titchencr pareció preocuparse poco por el probicroa, y se
comportó como ai quisiera prescindir de él y dedicarse a la imestígación más
estrictamente psicol<^icn. Watson contribuyó a que experimeotadore* ac­
tuales eliminaran el problema. Incluso en campos como la medicina psteosomi-
tica, donde la iclacióu meute-cueipo ofrece una superítcial plausibOidad. la po­
sición al respecto parece ejercer poca influencia. Por lo demás, el examen de las
operaciones reales del investigador indicaría a corto pla^o que la relación es
ilusoria
La contribución del mismo Watson. como lo acttala Boring (1950), se apoya
fundamenUlrriente en sus condicitmes de “ polemizador dramático y líder en­
tusiasta'' (j)ág. 645). Además, hemos mencionado ya varias piceas importantes
de investigación, con anímales y con bebés humanos. Es verdad, sin embargo,
que sus contribuciones personaos no fueron muy importantes en lo que hace a
una nueva técnica o urta nueva teoría sustantiva; metuso sus nociones—no muy
precisas- sobre el pensamiento y otros temas similares fueron ea su m ^ o r
parte revisiones de ideas más antiauiu». BergmanD llegó a decir de W'atson <1956):
“ jOcsde rri punto de vista, el papel de Watson consistió ante lodo en cumplo-
tor y consumar; fue el más grande de los funcionolíscos, am que cranológica-
mente no haya tido el último” (págs. 26*^-26B). Siempre es difíefl decidir si al­
guien es realmente original Mero si las afirmaciones que ^ace renihan por pri­
mera vez. claras e inequívocas - y es el caso de Watson— pjede deciiv^ cue por
lo menos en esto es un íuuovadvr. J*ocas personas han ¡nlluidu liLto como
Watson en el método y U formulación general de una cierxia.
Watson combinó tu propia personalidad, clara y enérgica, su metazYsica ex-
tfw ni y su trab^o en el laboratorio para ccmvencer a los pakólogos de que es­
tarían en mejores condiciones lealtzindo cf cipe de íisbáfo 30j d que d abo-
Conducfitmo I9S

gd>a. Era c o s o a d ^ ra ; “Es mejor encender usa vela que maldecir en la os­
curidad; es mejor hacer estudios conducíales en loa que podemos estar segu­
ros de lo que hemos encentrado que efectuar inttospecciím para tal vez no
llegar a nada” .
Como hemos visto, Bergnwin pensaba que la contribución m is importan­
te de Watson era su insistencia en que no existen mentes interactuantcs. Es­
tamos de acuerdo, pero la aflrmaciÓD de Bergmann debería ser mejor expli­
cada, pues tanto podría tígniltear que I) no hay mentes que interactilen con
1m cuerpos, como que 2) no hay mentes que se interactúen directamente unas
con otras. üerKinann y Watson coincidirían cii aiiniiar que los dos enunciados
son verdad. Incluso los críticos del conductismo probablemente aceptarían el se­
gundo; las mentes no pueden interactuar directamente salvo mediante algún
tipo de percepción extrasensortáí, que ao sería conáótnda con seriedad por
muchos psicólogos. La otra alternativa, la primera, resulta refutada cuando
consideramos el principio de conservación de la energía. En consecuencia, tal
como Etcfgmann lo expresa, en principio debe existir la posibilidad de prede­
cir la conducta de los organismos si se (icoe el suficiente conocimiento de las
tres clases de variables antecedentes; las conductalei, las fisiológicas y lai am­
bientales. Las variables “ mentales" no están incluidas.
Margaiel Washbum consideraba la conciencia un concepto útil y la intros­
pección un método útil. No obstante, habría coincidido con el punto de vis­
ta de la discusión anterior en el hecho de que reconocía que la exislencta de
la conciencia en cualquier otro organismo debe fundaiac en una analogía. Es
decir que |no hay mentes interactuantes! La mente debe seguir siendo una
inicrencia basada en observaciones conduct^es.
La gran importancia de la revolución watsoniana en la pskcdogía radica en
que e^larcció y elaboró este punto: la única interacción entre las mentes se
da por medio de acontecimientos físicos como laa palabras, u otras formas
de señales conductales manifiestas. Puesto que Wauon deseaba terminar radi-
caímcncc con lar mentes místicas, le haremos más justicia limitándonos a decir
que los organismos interactúan sido a través de procesos físicos. Ya que t h cien-
cía la hacen oiguuismos humanos y puesto que ellos la han de fbüilo como conoci-
miento púbtico, el objeto de estudio de la cienda debe ser observable por m is
de un miembro de la especie. Debe ser obfctivo.
Por último, resultan interesantes loe propios comentarios de Watson sobre
sus contribuciones. Las citas pertenecen a su primera forTmilación polémica y
a lo que probablemente es su última palabra profcstonal.

Para cuncluir, debo confesar uní marcada preferencia por estas cues­
tiones. He dedicado casi doce años a la experimeotacito con anima­
les. Es natural que haya llegado a una posición teórica que armonioe
cuo mi trabajo experimenté. Posiblemente he cemstruido un muñe­
co de paja y estoy luchando contra él. Puede no hsber uns falta ab­
soluta de armonta entre la posición ^ u í bosquejada y la de la psicolo­
gía ruociiMialiata. Sin embargo, me indico a pensar que las d rs posi­
ciones no pueden arm oniur con facilidad. Ciertamente, la ponción que
194 üistemai y teatiax p tic o lh ^o i nfmttmporéntot

deOendo es d ^ ü eun y puede ser atacada desde muchas posicinnet.


Pero aun admitiendo todo eso, si^go creyendo que las consideraciones
aquí presentadas dehieran tener gran influencia sobre el tipo de psi­
cología a desarrollar en el futuro (1913b. pág, 175).

Y concluía en su breve trabajo autobiográfico:

Sigo creyendo con la misma firmeza en ia posición conductista general


que adopté abíerlamente en 1912. Ficjiso que ha ejercido su influencia
sobre la psicología. Creo también que, parad^cam ente. sufrió una dís-
minución moraeotinea en su ritmo, porque los profesores más viejos
no la aceptaron ¿ntímamente y por consiguiente uo pudieron presen­
tarla de una manera convincente en sus dase*. La exposidón que ae
hizo a los más jóvenes no fue buena, y por ello no adoptaron una fran­
ca posición conductista; pero de todos modos no aceptan ya las cuse-
naiiras de Jomes, Titchener y Angelí. Sinceramente creo que la psico­
logía ha sido estéril durante muchos aflús, Neceátamos profesores jó­
venes que enseñen la psicología objeuva sin referencias a la mitología
inculcad a la mayoría de loa psicólogos actuales. Ctiando llegue ese
día, la psicología asistirá a un reuacíuiknto m is grande que e) que ocu­
rrió en la ciencia durante la Edad Media. Creo, c<m tanta firmeza co­
mo siempre, en el futuro del conductismo, el conductismo como un
compañero de la zoología, la fisiología, la psiquiatría y la fíaco-quí-
mica (1936, pág. 281).

PROPIEDADES DIMENSIONALES DEL CONDUCTISMO

El conductismo tiene el encanto de la claridad. Es probable que loe cunductis-


tas más recientes hayan ade^tado posiedunes nnenos extremas y. por lo tanto,
más claras que las de Jiitn WaUon desde el punto de vKta de las dimensiones
de R. I. Watson;aun así, parece existir menos desacuerdo filosófico entre lo*
conductistasque lo que hemos Násto dentro del funcionalismo.
Una vez más se recomienca a los escudicoos que ccaUcen sus propias ciad*
ficactones y la* comparen con las de los autores para descubni cualquier fuente
de desacuerdo.
SorpiendcntenientE. una dvnensión problemática es la pi^aridad menlaliano
consciente ficnte a mentalismo incoziaciente. Los cunductistas no hacen hin­
capié en ninguno, pos !o tinte, te les debe asieaar una posición leulral. Sin
embargo, si ha de fijárseles i:na nofikión. (bien podría uno decidirse a favor
de una posición aisí^ds dsl rr.ental:smo cocscíente! Los /actores inconscien­
tes. pero lio el mtnaiismci inconsciente, son los que tienen importancia en la
causación de la conducr:a.
Las dimensiones que nueetros alu-nnos eligieron como las más destacadas
íuerrm: el nbjelivistno del contenido, el objetisismo metodológico y el deter-
ininismo, en ese orde.n. Toda muestra exposición previa conflrma la ñcportaiKia
de estas dimcitsicnii».
Cóndueriamo J9S

RESUMEN Y CONCLUSIONES

Como (o d u las escuelas, el conductismo tiene una larga historia. Se remonta


directamente a Descartes, qufen consideraba el cuerpo Jel hombre como una
máquina compleja. La contribución real de Watson residió en la congruencia
y extremismo de su punto de vista básico; simplificó y objetivó el estudio
de !a psicología, al negar la utQidad científica de la mente y la conciencia. Adop­
tó una metafíaica que se adecuaba a su metodología, y creyó necesario negar
no sólo la utilidad sino también la existencia de la conciencia, o en todo caso
considerarla como un epifenómeno que no ejerce efectos causales en la con­
ducta. En ia actualidad su punto de vista metod<¿ógico es aceptado, consciente
o inconscientemente, por casi todos los psicólogos experimentales. La mayo­
ría de los otros peácóáogos soo también cunductistas metodológicos, pero todo
indica que en la actualidad la unanimidad ya no está cerca, y tal vez vaya en
disminución.
Su punto de vista metaíi'sico. como la mayoría de ios puntos de vista me-
tafísicos en la ciencia, no es aceptado ni rechazado, sino simplemente declara­
do inadecuado para fines científicos. No parvee luber pruebas de que la posi­
ción sobre las relaciones mente-cuerpo ejerza una influencia marcada sobre el
trabajo de los psicólogos. Más bien parece que los científicos tienden a adop­
tar al re^>ecio una posición que armoniza con el trabajo que ya catán hacieado.
Los puntos de visti secundarias de Watson, sobre temas tale.s como el am-
bkntalismo y el periferialismo, han servido para alentar la investigación. Sin
embargo, en la actualidad se k» considcia enunciaciones prcUininaivs, y ca­
rentes ya de utilidad o sí^ificado (ai menos en su formulación original).

Las razones que explican la aceptación del conductismo watsoniano se re­


lacionan con la claridad y la fuerza del propio Watson. La estrecha relación
entre su psicología y la tradición nurteamerícana contribuyó también a ha­
cer más deseable su credo. Los üesarrolios contemporáneos y algo posterio­
res de la física (operacioníamo) y la filosofía (positivismo) lesidtaron tan acor­
des con el conductismo, que la conjunción de los tres movimientos reforzó a
todos. l.as limitaciones del estructuralisnu, además, agregaban ímpetu a cual­
quier movimiento que se apartara de ¿I.
Las críticas al conductismo han sido y continúan siendo vehementes. Han
barrido la mayoría de los excesos dcl conductismo, y lo han cambiado de ma­
nera notable. El conductismo metafísico, muchos ¿t los postulados secunda­
rlos de Watson, y todas las penq>ectivas mecanicislas que pudieran haberse
asociado una formulaci<^ B~R demasiado rígida deí reflejo, desaparecie-
roQ en medio de la tormenta de protestas. La piedra fundamental, la meto­
dología conductista, ha resistido obstinadamente, y en la actualidad se la debe
considerar como una contiibucíón sólida y evidentemente duradera. Sin em­
bargo, una piedra no es un edificio, y una restricción metodológiva no es un
ástema; de modo que. así como no hay estructuralismo, tampoco hay en la
actualidad un sislcnia cúmplelo que x dciioitiüic vunduciijimv.
¿P(f S ítte m a t y igoríaiptícaJiigiCiyt tú n ie m p ú n í^tc ií

LECTUIIAS RECOMENDADAS

Rl estudia de DiserieTis (1925^ Sfibte ci objfitivjsmci psicoJúBico es un. exunen


clácii^ú de I ds díttaceújentc» conductista^. Lae pubJica^cHies fimdaniemiíej inds
úLiks son Jeftavtorüm, de Watson (193&) {veTiián cast.; £'/ eanductisrua, Bje-
no» Aíres, Paídós, [947]j 7At' e/" ffcr one, de Meyíir
y JJmatvífc^ óatís o f huma» ¿>^vfor, de Weisi Í1Í^S). He/iai^iür. An intro-
diteliim ID ctfmpayati'ife p syfiiú k!^, de Watsem, ha .lido leeditaJu can próloHO
de Hermstein {1961). Ptirposiife tfe/iovifwín aniínatsarnlmen. de Toloiin (1932^,
muestra na a ini]>ortai te ¡wnplLBci&n de la doetnna tanduictísta (risica Si eí bs-
tudianle desea gustar el sabor de las prirniTss palémicas, puedo euiatiLtar d
debato cn ttt Waiton y McDnugall, The haitie o f behaviprism ^1929) Evorsíón
cait.; “La batalla del cúnduotúmo", en J. S . ^fí^sxsa, E t COfis&ietiamO, B\4e-
níji Alies, Fnidús, 1B471. FeljjJ, ScílviEiy MartweLI (I9 ^ a )h in campilido un in-
tensante volnmen sobre las diversas facetas del prnbtema mente'Cuerpü. Con-
tempofOry iL-hOf>h o/p.^£'í!íJÍoj¡y, de Wondwürth (1948), SfWfi p s y c tv jtí^ i.
Je Keidbiedtir (1933) [vetsióii cast,: Í'jir’í?/í7,giffí dei j^ é? A'Jf, Buenos Atrís,
iPaidós, 1960], y ^ hisiory o f Am encm pí^chohgy^ de RobacJc (1952)^ aon
fuentes secundarias^ escritas en su mayor paírte desde una perspactlva dn'tka-
E1 ensayo clásico de Stevens, “PsycholaBy and the Science of scÍBiiice"' (1939),
relsidana la tendencia conduotisra con ol positivismú lúsica y id operacivifs-
TT10 y cnnstitjye lijij expusiciúii'liislóiiiüa muy dlil. Un trabajo cbiKciabnCiLte
interttiinte y esüiniilante, ett d que hace uso d d egrtcepto de choque de
pámd^grnos de l^Lrhii, es el de Riimliafn (J96>8). Fiaolmeiiíe, |un artículo de

J
Spetic?. “T h í methodU and postulates of beha^itMisrn'^ ( 194S). ercamina eI con-
ductismú' deaik un punto tic %1sfa muy favorable. En el capítulo 10 se citan otras
obras más recientes.

i
C ftp ^ rv 11, F lg u r ^ f irn p o rta n íe jf de Ut pneotogía. t/e ta G e s ía ll

CuaH oltistaJ

I n tlu e e d u
uitec«tl«iatei FiOucnja FututAdHin:ii U í^ n o U id o n a

Prufl* Rntnuno a , £ . MQUn Mí K W ^ th e ^ B r Xüxt Liovniii


Í1 8 3 fl-H l 1} tlS 50-1934> (1 «80^1943) (1B9ÍH 94Y J
C otinjia Fnumfwt Tteriirti
ErA9t M tch Ericli li. WHiUguig m iM oi B a ^ o i i d H. Wrhocící
r i B 3 9 - l? l íJ ÜKS3-19*ü) 0 8 S 7 -1 9 6 7 ) U ft93^L 96n
C a tin g a FjuU rfürt líinBgj
Cliiiiitian vían EhrHiTcbi rfeviii K it* Kur.t Kofi39 K u rt C oldj lAji
(1S5Í-15325 tia S 4 -1 9 5 7 ) a B 8 6 -m j) (187B -19Í3)
G o tinga Fniuclbrt do;lín
AiexiUi iME ínorj Edgar Kirliin
{ J« £ M 5 1 0 >
Gíitinga
U Kütgu[
(Ift& C l-im )
WiT]¡Jim J huicj
[í 8*2-1910)
Juhl9 Ucívcy
(1 S 5 Í 19'S2>
C u p ítu lo 7

PSIOOLOGTA de la ge ST A L T

FJ artíciJo d i M»k Wertlittirncr (l&f(ÍM943) sobre el movJiiijcnto apérente


—piiblíeaíié en 1S13— ítiartH el nacíniísnto de ta psicnlcgig E* un
infflrtnc del iribajo isalizadó pór Werthetmei, Woll^ang íiohler (1887-1967J
y Kurt Kaffka (181Ü6-1?41}, iot tres fundadores de la nueva escuela. Como la
mayoria de las nuevas escLueUs, la psicologfa de la GcstalL aduiú algunos viejas
piobJenijaB psicalcpjpcua y scílaló ol esminu a Otros imevoa. Ai lechazir la arüG-
cíiÜ d^J.aLap^EÍE p.áeolQgieo tradjejonai, protaovlj^ cola Oralmente el_interés
fiót pipbttm as m is ceccanos a I b ejsperáncia cotidiana. Destacé It impotlanda
“dé ia arBanjzaiciOT de los eTemeiitos en todos, y de las leyes de esa migatilTflcifln.
[ntroduiu un nuevo tipo^de examen y expLicacíflr de los fenúnoienús perceptna-
les, por ejemplo, ias posLim i,^es y el raoyinuentjo aparente. Los teorlzadoros
del raprtndL'aje tuvíeriaii que considerár los pTincipiOS'' |i|UC3taltütae —o i^anki'
ción, introvUlSn— en la fonn ulacidn de flUf teoiíJM, Como ejemplo de esta con­
cesión i Icís principios de Ib Gestalt hemos insreíonado ya la ' ‘pertcn&jida’'
de Thomdiks,
Hubo y liay m u leudtíneii a comprender mal cata cscuels, !3e trata de nn pro­
ducto de la cultnia eúrepea (vdan$e en el cuadro 1J luá nambíes de las Uguras
más pronunortes de esta OKuela), y su credo » pubUcó úHginnlmeiite er^dio-
ma jdentín. J^arluDudam^ctB, ida fundadores continuaron su acUvidad en la
paleología. Ei becho de que se radicsTiui en los Estados Unidos -luego de huir
del imzisniu— cuDtíibuyú a esclarecer la ppidcián de la escuela y a dlAindir sus
piincipioa en los parass de habla inglesa. Los malcnlendidos injcisles comienzan
ya ¿' disiparse; el libro d¿ Kohlflf (1947^haládp pmliciJarrfSlcite útíE en este seO’
tido. Aüf señala, por ejemplo <pág- 1ÓS>, que la psicaloflfa de la Gestalt no i ^
cha/.a d análisis en to m a general; mudhos psicúiogus noTteamericanos creye-
ruu cii alKÚu luumento que al descartu el análisis introspectivo srtlfldsil,lupsi-
colúgi'a de l4 Gestdt rechazaba todo tipo de Boálisis. Kóhler señala también que
el la Castalt opone a loi enunciadoii rmantita'tivos ello es en coniíderaetén b
U juventud de la psicnlogfa; pero no niega que cmh: e n u n c k d a s ñ u r d a m e n -
talrncnlc necesaiioS',
La mejor coniprenáóa de la posición fucstaltista,y su interacción con laaco-
rrienlea más oiuericanidadas Iul resultado en tma acuplación general de varios
ideas giKstaltlstas ruitdamcntalci, a i pesar del clima relativamente inamistosLi
de iB-psícología norteat^iicana-XJna'W z seeplsdo qu« laí totalidades pierden
¡prai parte de su identidad e importajicia al ser analizadas en nin cotnponéafei,
el estudio de lasAmiable* jjlobáles y íelalivairnsniH ro onalizndns adqitirí& una
mayor respetabilidad dentro de la psícotogfa experimental. En la adtuilícUd s
200 Sitiemasji leorfas psfcoltáfos conit ínjjuni/jeKJi

CDQad«ra que el limUñD tk ll unidad de máliaiacs arbitranio y eues^ián día con­


ve nknci a, Ealo ea inuy diatintí} a ts tendencia icddca de Wat^un que buacaba
reducir todo acto malar a cadenan de leOejoa, utilLiBndD súlci irflLil&dea de iniá-
iJsts rdattvanoeme moleculares. El üitcr^s de la psiiccilogiu no ^ limita ya al
"leducctorlsmo alomis.ta'’- Si el palcílQgo anaitu las ^líu^ioncs sobre la base
de una cantidad de variables mía Sónplcs, ceconocc la ni»:e?Jdad de lo que podn'a
Uaine.rse leyes de eomhinación. Estas eapecilícai) I4S relaclenes cnli? luí flti'ersas
variables timples, y nos dicen c6mo se combinan en la producción de la con­
ducta final. Ya no basta especificar lai relaciones entre lo variible dependientic
y cada una ds las variabks iúdapapdkDtcs, "^siendD igudes las otras cordicio-
uea” la eomprensiór contpleta de Us simadcnies tequien: un cuTiucimieiitu de
cómo imcractilan las ilivcTsaN vadables pcitlncntEs. Se acepta el punto de vma
guestalti£ta« sejjún el cual en tas si tu aniones complejas se crean lemerseJ nue­
vos fe rióme riofi-
Los psicólogos que siguen empleando la introspecciíin no pueífen ya, a causa
de La insistencia guestdtista er la fenQinenologi'a, igiiorBr lus Lunteniilus feno-
mcnolúgicos de la experíemeia, Esto es, los infurmes ingenuas de observadotes
no entrenados. Como el mfonne fenoinenolügica conrlene diiectainentc signi-
licados ya no es necesario sutilizar en tom o de Ins “eirotes det estimula" que
piESumiblemente se artginan en el cqnodmientü previo de tos tstírtiuioS. El
infoime, con su situitiicado, puede sueplanc coiau tal. Como se supone que los
todos que se dan en la experiencia fenornenolúgica ion rcnánicnos legi'tmos
por derecho propiót ya no inturesa rompEr cada todo experimentado en stu a u ­
mentos constitutivos. Se han re plan timado taiitbkn il conccplo de conitencia
perccptual. El antiguo comee pío. basado en Ia constancia de la respuesta al va­
riar laestiimiJaciDT] local (coino cuan do nos alijamos de una persona y la irnag^rirí;-
tinal se motlifica y aún sigue paitciéndafiiüí que tie n tU nüsnrji altura), perdió íu
significado. Según los guestaltietas, □ohnbrapor qmé arpernr que la eathoulación
J Í H 7 a / coincidiera
e o o la respuesta ioc-al, porque ambas son panes de un campo
total cuya fnlliiencia modüjca la respuesta i cada estimulactor, local. iDe modo
que lo prwáíbfe es que la persont censírve la misma altura pérceptual, poope
el campo del cual c$ paite conserva m ichas de su; lelaclones a pesai del uankbio
de dñ inncii.
A Id larga do tos años. J. i. Cibioi] ha troiodo. ecd imprnioniinCje detalle, la
naturaleza de lar propiedades que se rrnmlietien iiwaríabkf ante cierto tipo de
cambios. Según su punto de vísta, loi Mentidos existen para obtener iufom'a-
dúti: han svoluciDnada como sástemas eficaces psta prestar esta funciúd. Una
propíeJad deseable en uu sÉleioj du tcLiijetEión de información sería iiacei
quíExIraiga rasgos constan les del flujo de la experiencia. De ocucnlD oon esta,
dice CibíOU llíiW ): ‘'Sobro Indo, se debe recDcdar que lar variables informati­
vas de la estructura óptica rsc 1,'jiriim ctvi ios cafiijrft>£ t'H Ul iuíeníidiuí lis la iLí-
tmnación ni «vi ios c^viAior en íie Siíuáaón de! rífisenvtlnr {pAf^ H'2 )
Si ie tunadera li icfmjdaii de viríaounses de iluirínación y pimía de siluaciún
que Itonea lu£er diiiaeTe la. ^ida de tn Ki harcana. es cvidcatie que un sjsiema
que pjioíeTvasc loü ttsiulladus de esoi caatco t nc- raidarfa en oncontitrae sobre­
calzado. Desde esto pirnlo de resulli dsro que Ja ateaeJón estiucturalis-
tW twTjf r¡r de íff Ci'eirffíí ¿0¡

ta hacia lom detalles analfticua de la eslimiiJación local estuvo desencaminada si


bI interés cien tífico ha de enfocarse sobre laa mJanias cosas que son inrportannes
en la vida del oqpflriima. Pttra que el organisJTio rimciofie i lo largc de un (cr-
rnino razonable de vida, se lo debe cEnistruir de modo tal que se comcentie en las
invarianter; lr>tt^ídtitsl y catas invanwtes rostiltan ser piopiedades idacionales,
bastante cortiplejis, d t Jos fodoi. Hn corsecuectcíaj la defíritión eficaz dei tstí-
mulo dobe ser la deiinicidii molar de! Estfmula,

LOS a n t e c r d e k t e s d e l m o v im ie n t o g l ie s t a l t is t a

tuafido se habla de los urmeCEdentes de los aístemai paicolqgküs modCTmos, en


seguida surge el iioiiibn; de WuudL El fue el villaiiu cuutia el cual se rebelaruji
loE Jiveisol írsteinatizadores,, y desempeñó así un papel trece^rio. Su posición
elemertalJistíi fu^' un blancu para la p^plogÍB de laGestalt, iom o tambii^ii ió fue
’^ ara ci funtioDalisnió y el éonductisftm. Pero asteuidi acinó como aTUícedertí
en iin septldo irráa directo: Su principio d t la srirtr^sis Creadora implica cierto re-
Minódruierito de la diferencia entre los todos y la suma de sus partes. Es un con-
CBfFlo muy similar a la “ qu/mica mental” de John Stuart Mili. Ambos hombres
rsconDCiejOD que al comblntirse los elememos er totalidades podían emerger
nuevas carocterística-s. Con todo, ninguno elaboró eaia rocióri hasta el punto
de sitisfacet i los creadores de la pstcolügía gucstaltbtu.
Ftíiiz^Bfejtiano, al que mencionamos er relación con la psicología wundtla-
iia°^capítulo 4), sostenía que la pSKüiogía debiera Cunccntrarsc ce ci proteso
o afito,.dQ aprnth antes que eu la aerriación como eleinefito Utilizó la irtrospcc-
ciáii, perú una irrtrúspéCcróii qúe tcndíii a tiii tipo de ‘'feinin'ienólosíít ifigeTrua".
Sostenía que la introapeCciún de Wundt era Ertincial y furzadá. Anticipó así
ej .método íii^iüspBCclütiisita de la G estd L .y ¿o tó de respetabilidad a laespre-
stón djrecta, iirgenua, de la expeHeiroia. Süi embargo, no rcconDcíó la emergen-
¿[i. de fcnómciiDe nuavua de una comptejidBd creciente.
C artStum pf (1848-1936) fus otro antecedente de la psiíolDgía de la Ges­
ta] C°p«ÓTüStiivo una itlnciím muy especia! cotí sus fundadores, fíohlcr ( ISíOJ,
que se había recibido de doctor en filosofía, cnii di, le dedicó un libro; también
Ktiffka fuB discípulo ds StumpJ', al igual que Kuit Lcwin, que dciarrullú uu (rpu
de psicología de la Gtstalt. Werthehner obtuvo su título con Külpe en Wurzbur-
gOj p«Q estudió con Stumpf y estuvo laociado oon él durante muchos años en
Ja Universidad de Berlín. A pesar de su otrecha vineulsdón eoji estascnjifü fi-
guras rlomiíiantes de la psicología de la Gestnit. Stinnpf negó haber ejercido
influencia sistemática directa alguna sobre el nuevo iriovinuenio (Hurtmann,
19-35, pág. J2). Al parecer, Stumpf cataba posiUViiinejití; interesado en desco­
nocer cualquier ínfluancia suya. Sin embargo, tanto él coioo líülpe se apar-
laiun en puntué impottanree de la órtcujoxia cslructuralJstu. Ambri» emplea­
ron cierta vaiiacion de laa técnicas o problemas italrosfssctivcis, y es probable
que Stumpf en particulai hayí. ayudado a [ransmitir alus gucstaO listas el estila
de Introspección mas tdersune de Brentano. Borln^ 11950, pág. 595) informa
202 Sitiemos y teurias pséndituüMr ctjntttT.poriwo^

que Btcntano y Husscrl ganaron el apoyo de Slumpf para la rencincaología.


La mayor parte de los demás antecedentes tuvieron urji relactdn intelectual
algo más directa con la psicología de la Gestalt. aunque ninguno de ellos pudo
haber tenido una lebcíón más estrecha que Snunpr.Lrnst.Mach (1S38>
1916) fue un rjáco que ingiesd en la liístoiia de le psicologi'a per la puerta
trasera. Se interesó en la nueva psicología, e hizo conlríbucioncs Unto teóricas
como experimentales. Sostenía que las sensaciracs fuimaii ta base de.todq,cÍen-
cia. Esto puede decirlo >Hnto un l'ísico como un psicólogo, porque hacií al pro*
Mema general de la epistemología. Pero al c^edH car la naturaleza de las sen­
saciones, postuló la existencia de dos tipos de seasacimi ,c<^pleta¿T«uQ$ nue­
vos: la sensación de fonna espaci»! /c) caáó de un circulo o cualquier utra for­
ma geométrica) y la aeruación de.fom u^tgnipor^ (una nelodia). Marh atlr-
pjó correctamente (según los p»ic6lt>go« de la Crestali) que esa» sensaciones de
forma espacial y Turma temporal son independientes de sus elementos. l^or
ciciiipio. los circuios pueden scz tojos, acules, grandes o pequeñus. sin perder
nada Je su circularidad. I>e modo similar, las notas Je la melodía pueden ejecu­
tarse en otra clave, sin qu« haya alteraciones en la lorma temporal.
CUtristian von Ehrenfels (1859-1932) compartió el interés de Mach por la
nueva psicología. Aunque era ante lodo un füósofo. elaboró las nociones psi­
cológicas de Mach en una teoría a la que llam5~de la ‘ cualidad auetiáltica”
{Cestdtquaiitatl Ln su dnáUsis de loe nuevos elementos scnsoiitlcs abordó
el problema de si esos eleraentoa eran realmente nuevos. ¿Podían reducirse las
nuevas cualidades a conibinicioncs de las otras cualidades? l>ecidió que aun­
que las cualidades dependían de los elementos —ordenados de acuerdo con cier­
to patrón , su las experimenta de un mudo inmediato, y no son inherentes a
ninguno de los elementos componentes. Están en la mente y no ea los aconte­
cimientos físicos.
Según BoHng li9S0)^ "Al principio los psicólogos de la Gestalt no com­
prendieron qué antepasado respeuMe y competente fenóm en von Hhfenl'ch.
pero pronto lo Jcscubrieron y cuando murió, en 19.3.3. j» Psyt'hoiogische Abrs-
dtung publicó jn reconodmísntu, breve pero apropiado, ds su papel" (pág.
608). i)e rraneia síiuilar, Heiüoi <1973) añnna que los g u c ^ lis la s d c Beilín
distinguieron a von Ehrcnfcls como un importante precursor de sus propias
teorías. Sin embaigo, el desarrollo original a cargo de Wertheimer, Kóhler y
KoTlka se proJu;u. aJ parecer, jates de que tuvieran conocimiento de Ehren-
feh y su o::ra.
Estas ñjpjras pcsiukt:;jii iiuevus elementos, pero uy psjc^ogijb gues-
UÍUsyt>. No corr.pirudereznci« ta revolución guestallista si do vemos que sus
precursores, como M¿ch y von Ehrenfeb. eran en realidad coorinuadores de Íi
\ieje Iraihción avcmista N'c eviuroo e' clemcntalismo. simplemente descubrie-
rnn nuevr-s elementns. .SefiaJaron e! problema pero dieron una solucióti com-
plctunence erróiiea: ccnf*ií;aron más de lo que sinpUricaron.
Mclione 11B5-3-Í920) incurrió en el mismo error que von Ehreníels.
Fue dÍjCJLpj.i>> de. y líde: de ia.esquela, de psicolceía de Graz. E l t i»
rú las idsai ce voa Shrenrels y 'nodiiicó su icnúnologÍJ, |>eró no agrtgó nada
eienrciíraente rucee. Su /m«^<ilcei‘a tendió a la Tcnomcniilú^ca, y es asínlrn
PtkoiofiLi de ta GeMUit 203

aiiUrccdcntt! de las gue$ialU$us. La piicMogía de> acto y la de G ru


no rompieron dcl todo can ia tradición acidémica.
Helson (1969), en un artículo titulado " i f o i qué uis precursores fracasa*
ron y los psici^ogos de la Gestalt tuvieron éxito?** afirma caai lo mismo. "Pri­
mero y principal, fue un movimiento radical. Una vez me referí al grupo Benu-
ssi como el ala izquierda de la Gestalt, a rafz de su supt>sición de que los proce­
sos de más alto nivel explican las cualidades de) todo, y K ollla dqo: *No, los
radicales somos nusolrus ol rechazar esos procesos’, y. por supuesto tenia
razón’* (pág. 1007).
El grupo Benuaa del que Helson hoce mención, estaba integrado por alumnos
y asociados de Eenussi, quien a su vez era discípulo de Meinong. EDos, al igual
que otros predcccsores.nosupieron dar el paso hacíalo radical ni pudieron recha­
zar el eiemeiitaliaiio. Sin embargo, Ifónussi hizo una larga serie de experimen­
tos sobre la percepción, en un intento por aclarar la cuestión de si las propie­
dades guestilticas oran o no rcalmeme diferentes üc las senuciones. Si hubie­
se rechazado la cuestión y aceptado las Oeitallen como dadas en la percepción,
habría sido el fundador de la escuda guestaltista. Tal ccmio ocurrió, se convir­
tió en uii opositor respetado y amistoso de los guestaltistas ÍHeider. 1973).
Por lo tanto, estas escuelas no florecieron ni ganaron adhcrcnles como la
psicología de la Gestalt lo hizo posteriormente. No cumplieron con una de las
condiciones de Kuhn para tener un paradigma, y no fundaron una escuela real,
puesto que las escudas necesitan "alumnos**. Y, aunque ahora podemos tomar­
las como antecedentes en un sentido intelectual y ri&temático, no hubo una
verdadera continuidad entre sus representantes y los fundadores de la nueva es­
cuela. En consecuencia, se puede pensar que el origen de la psicología de la
Gestalt obedeció al mismo proceso que esta misma escuela sostuvo luego co­
mo base del aprendizaje. ¡una introvisión!
Entre los precursores y partidarios de la psicología guestaltista. hubo mu­
chos psicólogos de Goúnga. G. E. Múller dirigía allí el laboratorio, e impulsó
un progmma de mvestigación Intro^iectiva que leuía un marcado sabor feno-
menológico, Luego habfijí .dé afirmar (Mü0er, ¡92Sj que en U teoría percep-
tual de la Gestalt no había nada reglmeote nuevo. La investigación dé otros tres
hombres en su laboratorio prestó apoyo a su afírmacióci. Si estos hombres hu­
bieran tenido la inspiración de basar una nueva escuela en sus resultados, los
nombies de los fundadores de la Gestalt podrían haber sido Erich R. Jaensch
(1883 1940), David ^11.(1884-1957) y Edgar Rubín {1886-1951). Los tres
t|tbajaban^’j)ub1ic^u.Lnyes fenom cn^ó^cas en 1911 6 1912, cuan-
publicó sus re su liád ^ 'e ¡n au^ró Ta paicológfa de la Gestalt.
Jaensch trabajaba sobre la agudeza visual, y mostró que ptra éstíidiarla de­
bían tornarse en consideración grandes sistemu mtcraciuariles; el enfoque dc-
meñiál atomjbta nó servía Kate-había pnbtfCáiló liná'Bi^stigacjón sobre el co-
y en 1911 publicó una extensa monografía sobre el mismo tema,
una cuidadosa descripción fenomeootógica de los diferentes tipos de colores*
coIoies de superficie, colores de volumen y colores peliculares. Describió las coa-
diciudcs para poder ver cada tipo de color, y no intentó explicar los diferentes
tipos mediante la combinación de las aensaciofies de color con algunos otros
30Í SiilEmai\y ííoriaí pfKfAágicomontfmpcráníOt

elef^entos, comú hubJcTan hecho loit wuítdtíaiiCH. Ruhin no :!0rneru 6 il traba­


jo hasta 1912, el alio en que se fimdá ta escuela de [& bin su inve^iga-
ctón fónotiinDdógica d tsarro ll^la jUstíndón entre figura y londo Advirtiú
que por lo general aobicialfa hdí parte de la conltgunieióu loto] de esti'muloe,
mientras que otra parte letxoecdía y era más amaefa. O tnció divinsas demuitea-
cionoa, en las cuales la figura y el Tondo podían inverlirsa. S o puNúo sni tia-
hajos hasta 191S; !us guestaltistas loa adecuaron rápldamenle a su piopiu siste­
ma, coma otra prueba de que en ías explicaciones eia nece^ñci ooQsiderar Ja
totalidad de la e&timul3j;ióo.
Mientras tanto, otit» autores se interesaban por problemas similares si que oí
tiiunvintto postal tiste había resuelto tan ingcnkuam íntt. £it L n^leire, U. E.
Stpul (l 860-19441 presentó en 1396 una serie de prubleinas sobre la rdadón
parle-todo. Le inleréaaba especialniente la fomia. y concluía que (1902); "un
elemento que es apieliendldo prime no coma parte de un todo, y luego comn
parte de otro, se presenta bajo dos puntos de liíta diferentes, y par lo tantp
sufre una fransformadún" (pág, 71). Habla enunciado daramente el planteo
guestaltista de quo exialen todos que influyen sobre el ruado de ex ¡aterí d a de
Jas partea.
Antes de esa íecha. jca WUIiam James había desuñado el atomisínn psicoló­
gico. Decía (1890): “ El psicólogo tradiciona] habla como sj un tío nn cunsis>
Üera nids que cu cucharadas, ollas, barriles, cubue y otras fonnus niulüieailas de
agua. Aun cuando nsaJineate hubiera cubos y días en la torrietife, el agua cui-
tinuaria fluyendo libremente entre ellgs” (I, pág. 255). También la corriente de
la condeocia tenia p an Jomes una realidad independiente de pj anáUsit alo-
mística.
Oirá analogía de James resulte ciulasamcntc semejante a la que uülltarfa
Kolüet rauchiH a ñ » después:

En cierto sentid o, una burbuja de jabón tiene partes; es ima sunta de


trlénatilos esriíricos yuxiopusatos. n r o e^stos triáagidaE no son icili-
dadas separadas. Si locamos ¡a burbuja, los trlingiiloa dejan de serio-
TguaOrnente, si descartamos im pensamiento sus partes se extínguEu.
Ccustruir ua nu;vc pemBantiento eos las ideal que alguna vez nos han
servido, lería alao asi coma conitrulr una nueva bumitjt con tridngu-
loa ^iíji.oí. Cada burbuja, cada pensamiento, ü una Jiiidad t^ánica,
ñejca y sui gérteiii (1890,1, píg. 279, ngta al pie).

Si James hubieia ido m ii allá, elaboratido mejor su pumo Ce víita, la psico-


lugia de la Gcsiult poilr/a liaber tenido una .fundacibu mis temprana.
Ueatios med'iorjadc y i a olm norte americana, cuya pnoairridad ■ la Gcstalt
resulta serprendeat^O;. aunque rus formuijcionea se rtlBCáonaran cor. oirá irea
empírica. Johú De^sey, en su j r n b ^ sobre al arco lellejo se jtonun-
ciaba por un enfoque del oarTTcn, im estudio dé la dLuaoijód. Lütíl.eD.sJ mis­
ma. y UÍ13 re au n d i al ^ á ií£ s artlficiat basado en el eslfcuijo y Ja re$ppe^.
El uiou ceilejuj. p im Deuoj- ora njia uaicad argárbia que peidfa su signifi­
cado y iu realidad al anáheado (véase capítulo ñ}.
Pacologie de le Gestalr 20¡

l i atmóstera de pensamiento que precedió al surgiinicntu de la Gertalt pa-


recia impteGitaria con la noción de campos, de todos orgánicos. Y este tipo dt
pensurjícnto no ora cxduílvo Je los ptieólogus y tílÓBorofl.Forc|emplD, WUson,
□n importintfl bLídogo. decía que no de be considerarse la célula cotnc una uni-
djui indjepBndisnlx, ya que la única unidad real era el organismo,

LA CREACION DE La ESCUELA DE LA GESTALT

Wertheimer, cJ de más edad de leu fundadores, nació en Praga en 1830,


donde estudió derecho antes de dedicarse a la pskologú (Boiíng, 19^0). Fue
aJiimno. de Stumpf y Schumanfl antes de recibirse con Külpe en Wuí7.buipo.
Deqsuéi de esto, pasií inadvertidíj para Ja historia durante nnoB seis años, pues
al parecer era “ rinaiicieiaiiieiiu; niJepciidieiitc", lo que íu permitió (rabajoi sólo
dónde y cuándo quería. Volvió a aparecer en la superRcje histúrjea en 19l0,
ciinndo Degó al [nífltiitD pHíológico de Francfort del Meno, Había consegui­
do un estre-bflscüpjíi de juguete al bajar del tren, y- realizó algunas observacío
nes en stJ habitación del hotel; después fue al instituto para buscar más suje­
tos, Allí estaba Schumann, su ai]ii£ü do Berlín; él fue quien le dio un taquislos-
copio, y pronto otros dos graduados de Berlín —Kóliler y Koffka- esiabaii
ayudándolo a crtud'idr el movimiento aparente. Sin duila^ tos jóvenes asisten-
fea estaban compIacídDi de ayudar ál madura Wertheímej, quien tenía treinta
jñoa por entonces^ sirviendo de sujetos, l.ns tres scMtentan hiego largas rtiscu-
alones enri respecto a los resultados de su investigación. Durante mucho tiempo
a los p^cóiqggs I^.s Itabjfa risulíídq..difícH interpretiu' el feiiómeru ai qué debe-
nioi las pcKculM cipem|rl0Éfiillqá3 En eicrtcia. el ptoblcipia cutisialfa en cnplí-
car, usando la^jsensacionas como elniDentos, Im peicepcjói del movimiento que
su rad a'u n ajt.rie de estímulos, ninguno de los cuales se muevo.
Wérthoimer trabajó car» dos ranuras, una vertical y |a otra inclinada veinte
o [telilla j^ados respecto de líi veríical. Cuniidu * proyccmba Iu¿, primero a
través de unn ranura y luego a Lravás de la otra, la nn u rad e Iue parecía mover­
se dc una posición a ta otra. siemp« que el tiempo entre lar prCMnlacióruis de
lis d(}s luces se mantuviera dentro du los Límites idecuadcs. WerÜiemier deter­
minó estos límites. El ifltcrv.alo óptim o.ts de .60 mÜLsegjimdüjt, aprojcimada-
naeme. Si el Intervalo entre las presentaciones supera los 200 mflisegundüs, la
íúz se ve pnmcTü en una posición y luego en la otra. Si esdemaaiado corto (30
mñisciiiindos, o ineni»), se ven ambas luces ñniuléneamente. I^'crtliciniti de-
uominQ pi a iin tipo de mavinjejHBi quiío darle un nombre para destacar su
carácter indapeüdientie. Como tboónieno pn>r deieclio propio. Es un fenómeno
que nu puede resultar de U suma de las estimulaciones particulares: c ie rla ^ n -
te, el eCemenialista no puede pretEndEr que al agregt»' >iria eítimuJación ests.ti-
Cá a otra estimulación también estática Se obteup por sumBción una Ecnsocíón
de movimtentu. Los fundadores de Jo GcatEilt han tenido ¡uerte, quizás, nl tra­
bajar con este paradigma expe rimen tal, tan prupido para demostraT que iasituii-
cuui general destnnpetUun papelcriticü en la dctenninacicin de-loque se percibe.
2(K Sistemes y fío n b i pekiíióyir-er r a n i í T T p ¿ » í n í r ?5

La nnariD^raffa en la qiic Wtftheifneí dascritviú ia invesli^acJAn (1^12} con­


tiene unn í'Spl'icsciftfi déí mnviinierno apsreníe. tan ñinpk y aJ miimc Tipo
tan bl£<eojosa, que slrv(¿ como bsae pare la njeva c:-L;jcla ele psueuila^ia. En lio
esencial, la e^ipticacji^n es ;que al movlmijeiita apaients no ncucáta cjcplica'
dúnl SimpleTTicntc eaisic Come OH ícnl^miciio real por dereche propio, un fe-
nómenD que ao H pueda reducir a sensadonei más siiitplea, nti importa de
qu£ tipos * an ístai. Todo intento íle analizarlo en Pmciór ¿ e relajciunes más
simples, a Ib. manera wulidUiuia ortodoxa. desmiinA la ntaüilad daí fenúnieno
comu tal. El rnovlnnlcato apaieate no exista máa que en las siLudeiuiicíicii qijc
Lkiicii vÍKciicia deltas relacianes prcBciiptaj en tus lui elementos. Decía iVer-
tlieimeri '‘No existe ningUtia raidn ínoenia en virtud de la cual se daba dadu-
(di a piiori algo psicológicamente ’diniimuo* de algo (Wsrttieimer,
1912; en Shiple/, 1901, píg. UW2),
Este comienxo apaientemántc simple de U psicología de la GesLilt, no Fue
en naaliiltid tan simple como pudiera parcecr. Sus pcÍD ^íus crmi com^cta-
iTientB opuEstos a la majípr parte de la tradición □EMÍ¿inicá''EB-Í3.£Si^ogía
HlcmanaT^nutEiier que una expetieEda CampilEja teiuB e>ü|tL'n£Í4. £>ropit, Im­
portaba unfl revríliiciñfi. Sostener, como lo hacía WsitheiiDer. qiie ¡osllatús
pri/Tuirios de la peicepciún sop eslmetuxas lííísrirírefl L era una heiejla pata la
tradición inLc04ieccipjiiste a le m w , y p ^ a su co n ^p k rü d a que
doiecíi c o a T i tc h ^ r . Para esius psici&logDS, las catructurna erio c ó w que de­
bían dcBCumponcTSC en sus e^lementcs, sólo éstos eran p p'mm-ins
Además, WertliEimei soatduía que era Icfijtimo iniliíar en ta Tfitrnspeccicin
palabras lifsciiptiyaj, siinples. InEienuaa. Sostenía tambíétt que no dehía espe­
rara que laa sensaciones lócale» Luiiuurilascn ouii la c!i.liniij]aLÍú[i local, pilca
ambas Son parte de un campo toiiil que influye en lia partís indiiriduileE, y el
iTiDtjQ de esa.it|dcencla. d ap^de de la estnlct'JrB del todo.
Nn sólo Wertleicicr defendía « ta posición, Kühler y Kaffka I d hacían tam­
bién y dt; niruera Tebemenie. Kiohler dijo en su obítuarío de homenaje aKofíLa;

AquuUos ñicrua bAoí dt alcKt^ revuelta en la pajcglogía atemaria. To­


dos mspelábarnut m udio loa rnétodut c:eactos que urdñabanip para
tive^ñgar cíerlos datos. Personajes y hechos de la meímC'rLi, pero sen-
líunius tiiabicii que vn trabajo ilt tan cúrtú alcince nunca podjíi
damee una pnccíogía adecuad^ a los yervs humanos i4dJeS- Alguno^
creían que l.iii pxdres da la. psuológra eXperlTreitaJ habían cometido
una imve íntustieja contra las rormas supernres de In vida mental.
Dlroí sospochabar qus su la bese fniEoia de k. nue^a ciencia había
aigur.es pismita; que tcndúati a eausálizar su trabajo (1P42, páí. 9T).

Este ÚlcinrK p tu w coincide cor el expípKidlo de maners hriitaníe por James


y que h e a rs citado ca id capíijio 4 (véase pég. 114).
Estas BiiinroiOG rev-iljiiofiaiics ifeerciji impulsci al movLnie.TtB. ^ A k m -
rja, comu ofi AoBiica (por ejcrnjila IJcEun, 19ZS, J926j, había mucUaj a
«üicnoi no talJfíitcíiijt 1» artificialidul .y; eiigjriijitt <l9 Jos resullido» de la psl-
oo logia ciútica £ita> p^qqjr;'gm rípLcdtncnle a (a C eítilt MocTiót s
slegraioa i í p í J i r .(KilBr ’-£ pícJifEraricíi de ele.rnettos iJje E x íijT ^ a ^ ji5F~
dt (a ü e íts k 207

Vi estperiencia compleja, Eniendísii que no podía ya aegitse la Ic^timidad


déT linrüque fonmnenológicc], o de Ins fenftmeíicss reales efftergente'S. Este fue
d suplíoste primario de la escuela que ooiiutfiizaba e desarrollarte. Veamos aflo­
ra con m ^ o r detalle Jos piinclpias ostentados por la nueva psioolugia.

LCS J'KINCU’IOS DE LAPSÍCOLOGLA DE LA GESTALT

Parte y todo

Pjetnpiíys íífii pmbl&m. La aciitud de los guestaltiatas frenle a los todos es una
de fas mas difíciles de compiender en todo el campo de la psieoltígfa. Por Jo
taiitü, debemos dedicgile 1* m ástuldaiosa atencJúit, Cíeiiamente, ía dislJDCiún
qiue fiasen entre un todo y la suma de sua paites ro es nueva, hacia al ÓOO a.C.^
según nientaít, el labio chino L bo-T sí expresó la noción de que ia suma de
las paites ea diferente del todo (Dartmaiiri. 193S, pág. 9). También ^kinuer

Figura 1, Un cjEmplp de cómo Ja ptTisepción de am pute depqjute da la tutigguit


d ó n deT tflilo. fA d a p ia d n ^ O ibiacm , l ? 3 9 , p ^ . ^ 3 ).

[1931!, pj^. 29) lia sostenido que li cuestión de si el todo es diferente a la suma
de sus p a rt« ts un aeudoprotiJexna, Por üffm parte, Weiss (1967) ütuló un aj-
tfcula krgo y muy bien ilustrado “ ] i- 1 f= 3 (Uiui más uno no e* igual a dos>” ,
y nq cabe duda alguna de que lu eonsíiicra un problema kgDiílcaíJvD. Mudiosse
han intciesldD en él. y puede justificai tirita inveatigacíóii cücno aquel otro
enigma el problema nieiile-:iierfn>, a Jin ife detemúnai ai es o no útil plantear-
iíe esta ppegimtJ.
hfax IVerUicnDci uburáó el problemei, al Fcfetlise a la dado en la e,'tperJeJicla
(Wcrth'eimet, 1938): “L e dado está en si tiáimo eítruciunuJo [CicitahcnjeTT itb-
d?i variables; címsiste et\ todos y procesos totaks nitnicturaíkíS mis o menm
208 S i t t t m a s y t e a r i ñ t p trc o /^ ^ ro f c o i^ te m p o r á n e o i

definitivamente, con propiedades y leyes del todo, tendencias características


del todo y determinaciones de las partes por el todo. Los trozos aparecen casi
siempre como partes de procesos totales" {pi%. 14).
Por supuesto, Werthcimer esli señalando la importancia de la esiiuctura,
pero no ae limita a hacer sólo esto. Incluso un asociacionista o un estructu-
raiista podría admitirlo. Wcrthefrner está indicando una especie de prioridad
lógica de! iodo. Consideren el ejemplo que pruporciona OrbÍMm (1939) y que
icpiuducímos aqu( como fígura 1. Los dos cuadrados son '^objetivamente”
del mismo tamaño y todos sus ladoa son rectos. Sin embargo, la percepción
de la estructura del todo los hace aparecer como panes diferentes. Para un
guestalüsta carece de sentido afirmar que los dos cuadrados aparecen prime­
ro como partes y que integran luego todos diferentes. La propia naturaleza
de su existencia como partes está de leniiinada por los todos.
Son comunes las analogías provenientes de otros campos que aluden a la
importancia de la estructura y la diferencia entre lodos y sumas de partes.
Una de las más viejas y famiÚa»i «& agua, que es completamente diferen­
te de una mezcla simple de hidrógeno y oxigeno. El agua tiene cualidades emer­
gentes. esto es, cualidades que aparecen únicamente ai combinarse sus elemen­
tos. Sólo podemos conocer las características del compuesto “ agua” si estu­
diamos directamente el agua; esas caiacterísticas no podrían predecirse -a l
menos hasta hace muy poco tiempo a partir del solo conocimiento de Us ca­
racterísticas de los elernentos. Aunque loa progresos recientes en la temía y
técnica de la mecánica ondulatoria han hecho posibles tales predicciones, se
puede sostener que los avances podrían incluso no haber ocurrido eii ausen­
cia de las observaciones da los todos.
C. S. Smith, un científico de materiales, en una reseña del status de su pro­
pio campo, hace varías afirmaciones que indican que los físicos se ven cada
vez más forzados a admitir la importancia de los todos organizados en su estu­
dio de tos materiales:
La característica principal de la actual delicia de ios materialta es su
interés por las propiedades y la dependencia de estas propiedades do
la estructura. Aquí es exactamente donde comienza la historia. La
historia de los materiales ha sido un largo tn busca de) conoci­
miento a través de un territorio extraño y dínctl, para retomar final­
mente a la eacena familiar con un conocimiento vastamente superior. ..
No se puede entender la materia si no se tiene conocimiento de ios
átomos, no obstante, es altera evidente que las propiedades de los ma­
teriales que gozamos en una obra de arte o explotamos en un cohete
interplaneiario no son realmente las de los átomos sino las de los agre­
gados; en verdad, aparecen en la conducta de los electrones y los pro­
tones dentro de un marco de núcleos ordenados en una jerarquía com­
pleta de diferentes etapas de agregación. No es forzar demasiado la ana­
logía, sugerir que la e x p lic a d ^ química de la materia equivale a em ­
plear una identificación de los tipos individuales de ladrillos como
explicación de la Basílica de Santa Sofía. La loable lucha de loa cien­
tíficos por eliminar las pruebas de tos sentidos ha producido algunas
veces resultados absurdos (1968. pág. 638).
h ic clo fia de la Cestait 209

Para que no queden dudas d« que Smith está hablando sobre d problema
todo-parte, veamos un fragmento posterior;

A la cnonne comprensión que se ha logrado al aliuiidar en las cxpli-


cacionea atómicas, la ha seguido la comprensión de que algo esencial
queda afuera. En m rápido avance, la ciencia ha tenido que ignorar
el hecho de que un lodo es más que la suma de sus partes (1968,
págs. 643-6dd),

Polanyi (1968) ha sostenido con vehemencia que la biología no se puede re­


ducir a la física y la química, por cuanto la morfología existente de un orga­
nismo, que proporciona las ccmdicíonet límite dentro de las cuales operan las
leyes físicas o químicas, no se puede distinguir ni física ni activamente de otras
morfologi'as no menos probables que sólo por casualidad no han llegado acón-
etetaeso. atgumento es válido y se aplica incluso a los agregados, mucho
más simples, de la ingeniería de los materiales.
í)ie ^ysixehen Gestalten, de Kohler (1920), es uná exposición relativamente
clara del punto de vista guestaltista sobre la relación parle-todo (aunque un
problema tan complejo, cmi tantas facetas, nunca es realmente simple). Aquí
dice Kóhjer en parte;

Conáderemos las condiciones bajo las cuales ’-m sistema físico alcan­
za un estado independiente dei tiempo (esto es. un estado de equili­
brio o un estado de los llamados estacionarios). En general, podemos
decir que ese estado se alcanza cuando se satisface una cierta condi­
ción para el sistema como un todo. La energía potencial debe haber
alcanzado un mínimo, la entropía un máximo, etcétera. La solución
del problema no e x i^ que las fuerzas o potenciales alcancen valores
particulares en las regiemes individuales, sino que la disposición total
en el sistema, de unas fuerzas co relación a las otras, sea de un ckrio
tipo definido. Por lo tanto, el estado del proceso en cualquier lugar
depende en principio de las condiciones existentes en todas las otras
partes del sistema. Si para cada parte inóróróuiA pueden fomiularse
independientemente las leyes del equilíbdo o del estado eslaciona-
rio, entonces esas partes no constituyen en conjunto un sistema fí­
sico singular, sino que cada parte es un sistema en sí misma.
Un circuito eléctrico es un sistema físico, precisamente porque las
condiciones que prevalecen en cualquier punto dado están determi­
nadas por las que rigen en todas las otras parles. Por el contrario,
un grupo de circuitos eléctricos comfrietamente aidados entre sí cons­
tituye un complejo de sistemas sin^ilares Independiemes. Este com­
plejo sólo es un "todo” en la mente de quien quiera pensarlo como
tal; desde un punto de vista físico es una suma de entidades intle-
pendientes Í K ^ e r , 1920,en EJlís. 1938, pág*. 18-19).

Weiss (1967) brinda varios ejemi^oa muy sencillos de tos sistemas compleja­
mente intcricUckxuiüus m qor conaidciados como todos. Uno es la telaraña.
Los cambios que la araña realiza cerca d d centro de la tela tienen efectos que
2Jt) Siil^niety Ifarisi pBCOl&fiías rrmtnjipofiiTKüv

literaJmen<0 se puedíj: var ticvcrberaj a Lravás de n>áo eJ<tsjidn, coftio jnuidc-


ung anua de jaidín hace vibrar au teia en respuesnn a liu ínítusa. Se ^jueder
bmcar múlilíples interconejíioiiea entre todas las partes Je ]a teli para expli­
ca J su actióu, ]Mro estas bteiicnneTiu.nes desaífan ítidu Lmdüsb, por [o tanto,
"cJ iodo es difcrejite tk Jj siiiiia de las partes". ’
Como ejemplo eantrastente, coiisidL'reri un corjunlo de SÜ(] balitaa düspa-
rraitiadna pur el piso. Supcajífiinos que una bol i la que Uejta de atfticra golpea
contra una de Ig.^ del cotijuntQt Se sucederían müllíplc! ciioijucs, slfiiripnc y
cuando .la masa y Ja velociriaj de ia primera bolita fuerart lo miljidenteíneii'
te grandes, No obstanu:, este ‘sistema" es bástanlo díFerentio del prfcrxro. y
los cambios cri la poúciúii le las hoUtaa parecon'an siijctptiblís de ser ináli-
« d o s en mndón de un conjunto de bteiau;iones eutiE pares individuales de
bolitait. En ccmparacióji, la tela de arada uo da lugar a qua le hinquemos mies-
tro diente analítpcn y Constituye un siSíBma real y no b cíese de pscuJwiste-
ma quü representan las boliLas.

IiifíírettdiLi para una cw icep ci^ del mundfj

G. U. líartinaim ha señalado que hay I ce puntos le vísta c.^lremos refeddoi


al mundo ffsíeu. y ui papel de los sistenias en él, Uno es que el mundo se com­
pone <li partes aditivas jnlcpendientci, cuya Cutal toraritnye U realidad. íil otro
es que todo se relacjuaa con lodo y n u liay sisíemas índeivinliEntcs. Loa ¡uos-
t^tistas fio sostienen nineuno de lo* dos extremos, aujique se iiiLÜnan por el úl­
timo. RectffluCer qiit- hay sístcJriM que pueden coiiBÍdsraiic uidepeii(iijertes,a los
Bneí tPidctkííis (incluyendo los tire.ii prácticoB de JadErxii). iiartmmin concluye
(1935); “AmbcH nulos ae aupcian apenan reconoceinos que Im leyes de ¡adeu­
da inii iíu feyc.T de Itrs sistemas, que aor estfliciuras de üAtensitin Tmim. urra ge-
nerslLcacíén tan aplicable a la físiea camo i lapslcolosía'' ípá¡, 42).
Los BuestíiJbitas quisieroB extondui eitas ideas sobre los sdslemas físicüe a
la p s f ^ ü 'a . Sostenían que d igual que en la fínica, en li bialogía y en la psi-
Cídcgi'a runómetiüs cuyo carácter depende tfcl círáetor J bI campe totítl.
En la parcspciin visual, por sjetnplo, lo que se ve es tma ttincáión de la estimu­
lación re ti nal tota], geiurra], ináa que de la estimujacíúi de cualquier omito lo­
cal e^psciTico. Larrientableniciite, la mituralezjt dcI campo pticcitdgicü no siejn-
pre- cs clara.
Kn 1955, en la ttuní&n d t la Amcricjji Psychological .\ssadaiiori en San
FranciscD. el físico Robeit OppeuPieiiner (1956) afiriiabi no tener idea de Jo
que quena dócil psicolíigictii'’. La aíinnaiddfi airancc tisasy aplausos
Jel aiuJjlürio de pticólogas ntutÉamerteanas. Aparentéis i irte, muchos de íHoi
tgfTqrocn ¡o sabían, ni creíui que eAÍEtitüra algo así o ::t Urdoueso cousidma-
b*n qije abusaba de un ccareepto mst definido. Con I íííI dl la y i citada analo­
gía de Xnhkr pairee sufjoentiemetutf simple y rainraafcj l a enfistian real es al
puede apEcársda de mía manera slgnificaüva a Ig psicnLogía. Examinemos esta
cuésfión; „Qiid ¡igníficado pueden tener en la psímlogía Jos iodos, los sálenlas
cuyas píTtea dependen del iodo, lus campus?
Una ds (as ílarres ss detemiínar cuándo aJ(jo es un iútem a aialado. La irmía
F iic a lo g ia d e la G t í t a l t 211

dfi li Cóstílt sostiene que les campos o íiaienias están aiTipliament-o dífhnditlos
en la psicología, y que el análisis elementaiisla del estructuraLUsma o el conduc-
tinna destruye lus relaciones significativas que pudieran guardar esos campos
entre sí. Ai inñano tiempo, lo® guestaltistaa no niegan la necesidad de un anili-
sis jdecuado. ¿Clámo deienrrinar si Lm caitipo particulu puede ser objeto de
jii análiüj ulterior sb que ístó destruya ]ai relaciones miSiivM que prccuramcs
estudiar? Parccicmi rer que el único camino es intentar ambos análisis, y utEi-
T^r el caimpo no anali/sdo en la eunstmcción de tas leyes psácoldigtcas. Lit deci­
sión Sobre el tipo de análisis a emplear debe hacerse finalmeníe sobre ima base
pragmática. Si el cufoque molar, guestaJtijta, lleva a leyes más útiles, y si no es
nccesaiic fiiiigún análísii ultenor. cntmiues se adoptará ente enfoque para esos
Finen particulares Por el u-udiraiiu, sá óJC enfoque no tiene éxito, ertienees con­
vendrá efectuar nuevos análisis.
Una herramienta muy importante para determinar el grado y la dase de sis­
tema que se tiene delante es el aniüiáíH íactoríaJ. Si se pueden lojiiar varias me­
did es -de la conducta del sistema, la m atiii de íntcrconelaciones puede revelar
aspectos ¿grüficarivos de Ja esiruetura de éste. Actualmente parece eiustir en
los psicólogos alemanes un* tendencia a «Iornar algvmoj de los problemas cuar
Jitativos (le Ea (jestaJt usando el análisis multivariable. Thurstone, aunque por
cieno no era un guegiíltista, fue muy bien conocido por su análisis muliivifU-
btc. Dice de él GuUiksen:

Tampoco el experimentador puede esperar aprender mucha de un ex-


peiiTUEntti que sbaticn sólo dos o tres varlsbles. Durante les últimos
vcÍDticiüCO años de ai estudio, ?liuratone, por lo enmún, ínvesügnba
de óO a ÓO variables a la vez a fin de obtener bastante poder de aDCión
en las relaciones entre ellas. Se puede decir que date es el mayor legado
que noí dejó, el íufatis tanto wbre la ejcperimentacióji correcta co­
mo sobre loa aitáHris exactos en la .situación miihtvariable, que es esen­
cial para la pricología (Í9óS, pág. ^00),

Lus técnicas matemáticas ruodemas para estudiar sistemas dinámicol que


dbitcan muchas varlableü demuestrar que (CííMet tenía bastante ra^ón al afir-
mar que las condiciones de equilibtio dependen de jlgima cuodidíiii del sbte-
ITIH en BU totalidad. Esta! tácílicia matemátícHS resultan muy eficaces cuando
se las pueiic aplicar. Específicamente, algúnOB sístenias se pueden representar
por medio de un oonjinno de ecuacionea difercncialei lineales. Loa coeficientea
da los ecuaciones pueden, a su vo^. nepresentarse en Una matriz. Por lo tanto,
non las camcterfsticBí de la maírís en su confiinto J» qiic detenniDan si el sis-
ttins será u uo estable, y, sí io es, qué cla&e de estabüiiad manifestará, En cen-
.uL'Uencia, algunos de loa aigumentofl de Ja Gestolt poseeíi una íntErprttación
muy prccÍGa y ion úoireetos.
El pskólot^ gueslaltiria actúa con el supuesto de que es el organismo eítu-
diado quien debe elegir la imidad d t descripción; esto es. las res^estas del oi-
ganismo detfiiminflii qué es lo que constituye un lado síjpiifiieilivo. Por ejem­
plo, li en LUJ esiudio dfi 1^ peocepdón un observador iüfom a que ve un árbol,
!■ unidad de descripción « r i “ árbíJ” , y no una crérta combiiiicíóii de verdes.
2í2 Sútemat y fto rú s psicoiójaeúi conremporúntoi

fnjirrones, texturas, ctcctara. A los finca de esce paiUcuiar^ ¡te supone


que el itb o l, vai como ei percibido, «s uo ststenia ra^orubknKntc aislado,
una unidad d« análisis signjjicaüva. La acepiacióa de la descripción fcoonie-
iiulógíca implica una aceptación de las unidades escogidas por d que hace
esa descripción.
Muchas veces as elige la unidad que parece más natural al científico, que
siraplenientt decidirá feoomeRológicwscnte. Por e j^ p lo , puede elegir como
unidad de iv^uesta en una rata el acta de bajar una palanca. Esta es la unidad
de respuesta que le parece m is útil. Como los que hacen la ciencia aon seres hu­
manos, este tipo de método parece inevitable. Al aceptar voluntaxianvente la
descripción fenomenológka, el guesiallisia ha reconocido que el conocimíea-
to síempie dependerá en parte de la naturaleza del orgaiiisno perciplcjiie, y
al mismo tiempo ha decidido condescender a vivir con esa lirniiación.

PSICOLOGIA DE LA CESTALT Y FISIOLOGIA

En Al artículo de 1912, Max Wertheimer ofrece una explicación basada en los


actmtcciraientos fisiológicos presuntamente subyaccatet cuando apenas teimi-
naba de afirmar que el movimiento aparente no necesiuba ser explicado co fun­
ción de sus '‘elementos". Sugería que cuando las relaciones temporales se en­
contraban dentro del ámbito adecuado, la cxdlación provocada por un obje­
to pasaba por encima de la excitación generada por el objeto que le seauía en
presentación. Por lo tanto, la psicología de la Gestalt reveló desde un comien­
zo su profundo interés por la fisiología.
Desafortunadamente, la fisiología ha desempeñado con h iñ a frecuencia un
papel puramente hipotético. En ausencia de la observación directa, era fácil for­
mular la hipótesis del “campo fisioló^o'* que precisamente se ncccútabs pa­
ra “expricar” los resultados obaerv'ados En física un campo es sfenplsmenie
una Inferencia efectuada de manera d incta a partir de los movimientos de las
partículas dentro de una porción del espacio. De las obsen’ackmes de Oppen-
hcimct antes mencionadas, podemos deducir que campo rio siempre frign'fifa
exactamente lo mismo en psicología que en física. Sí así fuese, tendríajnos en
ambos casos una descrípei^ matemática que predeciría el fenómeno en cues-
tión, y es lodo lo que tendríamos El campo fiáco posee sólo estas propieda­
des rratemát^cas; carece de propíedadés existeociales.
En psicología puede darse átuación sknSJar Al decir campo jw « p fu « í
un psicólogo prudente se referirá jólo i ciertas reltciosss aniccedente-conse-
ctrente y a la descripción verbal o irAtemá'tica de un estadu do cusas que permi­
ta la derí«acrún de Isa observaciones. Lo más probable es que el concepto de
campo se utilice cuando el consecuente íinfoime wr'sal u otra conducia'l no de-
lanida p jo w por punto de las características locales del estímulo. Si sé utSiza
el témúr>c “can^o** en este temido estricto, como un recurso matemático para
describir lalaciones, existe un marcade parentesco entre lus campos psi:ol5g}-
C05 y lus tísicos. Por supuesto, si el campo pricdógico no permite predicciones^
carece escocitbientt d t sígniFcado. Dentro de este planteo estricto, un c m n o
r
H icclogia de O ttiá t 2IJ

P ^ólógíco resulu muchas veces m is “ i ísico'’ que un campo fisiológico; es muy


probable que cite último sea un supuesto puro, sobre todo cuando lo emplean
los psicólogos. Con esto queremos decir que a menudo no hay observaciones d<
ningún tipo en el nivel fisiológico. Si se reconoce que el campo fisiológico es un
modeló que ayuda a hacer prediccionea, so uso es perfectamente válido, por­
que en lo que hace al valor predictivo del campo es indilcrcnlc que « l« atri­
buya una localización lisiológíca o no. Lo lajncniable es que los demás pueden
equivocarse, y pensar que el campo fisiológtco se basa en alguna prueba fi­
siológica.
Hasta ahora, el cuadro de la acción cerebral es muy incompleto. Ya los tra­
bajos de ablación de Franz y Lashlcy, a los que nos referimos en el capítulo 6,
demostraron que el modo de acción del cerebro debe ser sumamente comple­
jo. y nunca se cuestionó esta conclusión. Lasñley sostuvo en general que lo
que determina la conducta es una pauta ^obal de actividad ncuial y no una k -
Üvidad neural localizada (véase en «1 capítulo 11 una exposición más detalla­
da de las opinirmes de Lashiey). Sin embargo, él, Chow y .Semnvs (1951) reali­
zaron experimentos cuyos resultados puísieror» en duda todo el punto de vista
guestaltkta^ cooforme al cuíd U actividad del campo tWctñco bei ceTebro sirve
de base a la perce|>ción. Lashlcy y sus colaboradores simplemente tomaron con
seriedad la posición guestallista y se encargaron de hacer entrar en cortocircui­
to las corrientes del campo en la corteza visual del mono colocando papel de
plata sobre la superficie cortical o alfileres metálkos en la corteza estriada. No
encontraron deterioro d« la discriminación visual y llegaron a la conclusión de
que probablemente los campos corticales no ertin relacionados con la percep­
ción visual. Este tipo de experimento se ampKó posteriormente (5petry y Miner,
1955; Sperry. Minei y Myers, 1955), sin afectar, una vez más,la discriminación

Kcdüer (1958) no creía que los procedimientos de Lashiey hubiesen sido los
adecuados para poner en corto circuito las corrientes corticales, pero de lodos
modos estaba máí interesado en la Interferencia más completa que « había pro­
ducido en los experimentos de Sperry. Sin embargo. K&hJer sostenía que estos
últimos resultados no eran congruentes con n in ^ m teoría de los mecanismos
corticales, pul cuanto la lesión había «do tan extensa que la discriminación vi­
sual se debería haber deteriorado. Sospechaba que algunas señales extrañas bien
podrían explicar estos resultados, sin que. en lo esencial, hubiera intervenido
ía discrúmnación visual.
El inlenlo de explicar la acción cerebral sin recurrir a un concepto de campo
no ha «do abandonado 0*«bb, 1949, 1959). y, no importa cuál « a ta explica­
ción final, lo cierto es que en el presente no existe ninguna explicación basada
en ese concepto que goce de aceptación. La descripción de los campea cerebra­
les ofrecida por l‘« guertaltistas depende en gran porte de los datos provistos
por los experimentos pcrceptualcs y no por lus fisiológicos. Prenticc (1959,
pág. 451) cita investigaciones fisiológicas que representan la cxocpción a la re-
gla anterior, pero hasta el momento los resultados fiáológtco* no son contun­
dentes.
Debemos concluir que los enunciados fisiológicos de ios guestaltistas son mo-
214 SiuteHiat)! teoríatpsicotógicos rnntemfyjfáneys

délos que pfesumiblcmehle pcrmitea la predicctóípi de en un nivel


psicológico (conducta!), aunque no es «vidente que esas prcdiCQcwies «can real­
mente posibles en todos ios casos.
Un ejemplo instructivo es la teon'a de las Rierzas cohesivas y resiactvas
Fuer/a cohcjiivs ea la tcadeocia de cK citaáoi»i conicüies t atraer* cnt/e
sí. cuando no hay nada que las restrinja, la s fuer/ts restricti\’as impiden ese
movimiento, y por lo generd son un rcsulisdo de la esrimulaclón presente,
(.'liando aparece una ostijnulación y luego es eliminada, las fuerzas enhesivas
pueden oiatiifestórte Uhfwwote. ürown y Voih O W ) tkim«rtrarofl los efectos
cohesivos en un e.xpcrimento sobre el movimiento aparente. Se di^usieron cua­
tro luces fomuindo un cuadrado, y .« encendieron una por ve?., sucesivamente,
siguiendo el patrón del cuadrado. Al hacer más rípida la sucesión se percibía
un fftovimitsvio a p w n ie , de una pc&icíón a la siguiente. Si se aum entibi más
aun la velocidad, U trayectoria dol movimiento se hacía curva y oof último cir­
cular. ;La trayectoria percibida tenía un diámetro dc.masiadu peqiiofío en re­
lación con el que requerían las posiciones reales de lis lucesf Para qi» un círcu­
lo pudiera oübiu las luces debería tener un diámetro considerablcímente ma­
yor 8 la trayectoria del movimiento percibido.
Para explicar este fenómeno se acudió y las fuerzas cohesivas las exdtacio-
nes originadas al encenderse las luces se atraen entre sí, it-duclendo de este modo
la tiayettoiia del movlmierito percibido. El /o<t¿s de la atracción es presumible­
mente el cerebro. .Sin embargo, es evidente que la inferencia sobre las fuerzas
colicjÉÍvas se hace a partir de la observación de una relación ejtímuliMospuesla.
y Su utilidad como concepto expUcativu nc varía si suporemox que aquéllas
ocurren en el campo de estímulos o en un campo psiculógiix:).

/jwmrv/rwm

S i los teóricos de la ü est^ t tienden a inferir fácilmente fenómenos fisiológicos


a partir de observaciones de eríraulos y recuestas, ello se debe a qze aceptan
el principio del rtomorfismo, Un isoiriorTtsmo es usa relajción I : i , que en exte
caso jc daría entre los campos cerebrales y la experiencia. Se siqxjne que
propiedades cscncturaJes de los campos cerebrales y de la experenda son to*
pográíícamemc idénticas; es decir, que en lo que se refiere aJ orden, '.s relación
entre ambos es de identidad
Kólilcr enunció así el isomorfismo con respecto al esttacio expenswcT>tado
Í1Ú47). ‘'FJ orden que experimentarnos en c/ e:q>úcio es stempre tsTructural-
mente tdtnnco oí ornen funciona* en la áistritudán dt ios p/ocesuS ce/ebra-
les subyacentes'' tpig. 6 |). Woodv.orth |l9 4 g , pág. |3<> utíKzó una analo­
gía para aclarar Ua que quieren decir los gseutltiMas tí ttsmint- de “ iso-
morfiííno” : la ^oiaclóti existente eaire un mapa y el país que representa Ei
mapa y el ntis no m lo r^lsrao, pero sus estruciura» son lüdntlcas en el ienti-
do de que podemns ieer las c ira cw írJc as dcl país en el ita p j íy viceversa).
La ideiUiduJ es pna id ead ú ri muy lestsinjjdi. Todo ’o que el gucslallisU pa­
rece plantear es que les campos fiaológion y experietcial llenen crée/a identi­
dad, quizá no tan fuerte como la que exaie entre ur mape y ua sais. Para se­
Pítcoiogia de k Gesialt 215

guir co a la analogía de Woodworth. U •'escala" qUe « uüliza al pasar de la fi­


siología a la experiencia, o viceversa, puede no ser la misma para todas las par­
tes del mapa o ei país. Además, el mapa puede plegarse o enrollarse sin destniir
el isomorfismo. Pese a todo, el guestallista sup<«u; que Hegarf un momento
en que lo que coooMamoi sobre la experiencia tips icvTormaíi w bie U fisiolo­
gía, y viceversa: sólo necesitamos más instruccÍCTies para la lectura y un acce­
so más fádl a los fenómenos fisíoló^cos.
La doctrina del isomorfiimo lleva fácilmente a otio modo de enfocare! pro­
blema todo-pane. ítecapilulando, los gueatalüstas acequiaron la& propiedadei
de los todos y un enfoque fenoménico de la percepción. Gibson demostró que
las propiedades informativas de nuestro mundo ic estímulos requiere una des­
cripción '‘holístíca" completa fistos hechos tienen su contraparte en las c*.
lervacVones fisvoló^as re^kadas aftos daspuiés de la ducuina \lel wwnw-
fismo fuera propuesta, bu sti arlíciJo, ahora clásico, Maturana, U ttvtn,
McCulJoch y l’ilts (1960) describieron unidades en el sistema óptico de la rana
que respondían cuando los estímulos presentaban ciertas coracterísticas com-
plc)a», como, poi ejemplo, un óctcninnado grado de curvatura, pero que no
respondían cuando esas características esuban ausentes. Bs evidente que a una
fklología o a una psicología que estudiase s ^ o las respuestas locales a la esti­
mulación local le resultaría imposible abordar propiedades tan complejas. Pro­
bablemente hay grandes cantidades de ejemplos de estas redes nerviosas que ex­
traen rasgos complejos de los estímulos, tanto en el hombre como en las ranas
lisias redes pueden extraer precisamente las clases de rasgos que producen Infor­
mación, que Gibson destaca.
l a doctrina del isomorfismo reDeja una concepción del valor de la inUospoc-
cíón ha.stantc diferente de la dcl conducfismo.Paralosgucstáltistas.Uc.xperien-
cia es sólo la otra cara de la fisiología y le convierte, por lo tanto, en su "cami­
no real" hacia el couociinicnto de ésla. La misma acliluil podría deducirse de
un punto de vista inieraccionista o del doble aspecto- del problema mcntc-
cuerpo. Sin embargo, el enunciado gucslaltista del isomorfismo era más claro y
específico que las nociones vagas y generales de la correspomlcncia mcntc-cucr-
po implícitas en las “ soluctones" filosóficas mente-cuerpo.

¡nnatismo-empirismo y ei principio de coniemporaneidaU

Los dos componentes del Isomorfismo de los guesUltistas existen actualmente.


Tanto la fisiología como la experiencia contlactonsda son accewbles aJ estu­
dio en nuestros díaí. La expetienda presente sólo puede explicarse sobre la base
de su relación con el estado prc«ntc dcl campo fisiológicú. Este punto de vista le-
íalivameflte altistórico explica el hecho de que los gucstaltistas, a diferencia de
lo* miembros de las otras escuelas, muestren poco interés por la experiencia
pasada. No niegan que ésta pueda desempefiar un papel en la percepción y en
la conducta, pero le conceden poca importancia. Para que la cxpericncis pasada
pueda ejercer algún efecto debe modificar la condición presente del organismo
De modo que el conocimiento completó d d presente no deja nada sin explica-
dón causal, mientra# que el estudio del p a s^ o tíeoe la deivenleja de que lo»
í i j t i m a i y te o i-ía z fiw k -a íó g ic o s cf}^ttslnp^■)t¿»eos

aucesc» poiteriores ilisturiítjnan los anteriores, y Además la parlicipaciúii dd


,efecto histérico en el campo preseale uiununts la cütnplejidad-
Kútiler fue uno -de los que ae pmnuncímion conlru la euperíetieia pasada co-
mu único principio expÜeatiVü:

Seifa muy lamentable que al Degar a este puníu ae lejani de lado el pro­
blema, como si no fuera mds que utio caso de influencia de la ekperiert-
cía pasada. Nadie duda de qm la experiencia, pasada sea mi fafteu inpor-
tante en algunpí casüs, pero el intento da explicar todas las percepcione*
en estüí términos está condenada oJ fracaso, porque es fácil masrrar casos
en ios cuales 1* experlencii pasada no influye en ahjoliito aobfe ta percep­
ción. Un ejemplo es la figura 1, Vemos un grupo de tíCtáreulos; pero lam-
bién pcdrlkn verse dos H con otras lincas agiegadas. A pesar de nuestra
extensa experiencia p:isada con la letra H, es Ja articubciún de! Qhfeiop/E-
sentado la que dtlennina lo que vanos (193ÍI, pSg. S8).
Esta es ía figura I de KüIJer;

J íp h le r no dijo que la experiencia pasada carece de importancia para la per­


cepción presente, ni que la conducta perceptual es innata, liay lies lipós dé va­
riables qne pueden ^ u l r e n .k [je.rtiíp.ciójn: genéticas, históricas y pie sen tes.
Por lo general se acepte que el ¡luiatismg es la posición qúe soatíEne que los va-
lidblés ^naticas detrirmiiian por completo la respuesta peiceptual presente. La
posición gucstaltista no es ¡nnatisía en este sentido. Los guestaJtistas han insis­
tido simplemente en que las variables históricas no determiasn por completo
las respuestas percepluaics, y concomitan temen te han puesto el énfasis en l^s
otras do? clases de variables.
Egon Bruíiswik, un psfCólo|£a con inclLnadnnEii de tipo guestaliista (véase
capttuln 11), no encontraba nada eontradlctOTio en la idea (te que las leyes ({ues-
taJtistas de |j organizadnn que tienfio que ver cor los rasgot deJ estúnulo pre­
sentado, puedan ser aprendidas. Bruriiwik y Kaniiya fl953J hiejertm un estu­
dio prelímliiar de los esLÚnulus proporctonados por fotografías de objetos na­
turales, p an ver si el hcohg de que visa aticemos Ihus cleineiUííS pioK irnos coíiio
partes del mismo objeto podk deberse a que liemos i^e n d id o que los ele­
mentos pnóximos perienecen g] mismo objeto. Si en un eatfmula dado J o s ele­
mentos próxlnoa tendieran a perteFitcer al iti¡.sítio objeto, entonces pudiera buj ll
cierto que hemos aprendido a organizar los objetos prúxlmnfl en una misiui to­
talidad^ en el eutSD de etnia experiencias que nos mostiaron que esos elementos
perceptuales provetiían del misnuj objeto. Bruniwüt y Kami ya eucuntraron una
tenderiiHa, eelativámente débil, A que los elementos próximos pertenezcan al
P ii^ f > ía g Í B d e ¡ a G e i l a l l 2 ;í

mismo objEtü. Ccuncluyeroíi que el ijidividuo podía aprcndEr el principio de


firoiiimidaid, aiíncjuí la dmitislraciór de esto requeriría ulKrlotes Liveitígacio-
tics. Debía eliniinatse la posibilidad de el sistema visual hubiera “ uprendi­
do” <1 pdnoipio en el eurto de la evulueión.

L a a c titu tl hacia e l a m iín á

La psicoíüEÍa de la Gcstalt comenzó en ja rte cotiio una revuelta u ^ ir a el aná-


Ueís intro^eceiünigta. al que cpnsidcrsbii a g iría ]. í^ro los psicóloEOí de ja
TjCstaTt no dejniuii de rsoenoeer que el análisis está en el meoUo mLimo de la
ciencia 1 Nn se objnlnba el análisis como tal. sino un tipo particiilar de mnílísifi.
KShler (1947) decía que el aiiálisíi; de lus inirospcccionístas ortodoxos cJoscui-
da la experiencia más importante. La Esperieneia común, k experiencia de h
vida cotidimai' no puede cnt'untraríc en Ja psicología del intruípecdonista.
Kobler no sostania que los hallEiz^os del introspcceioitista Jucran irreales, siiio
que su realidad era imagiiiada y íurtifn;ial._^L^ p ró lo g o s jtiesialtiitas no obje­
taron la arüJiciolidad liel laboratorio ccutno la^ sino Ja orlllJciaUdaid de un mé-
I^D~iiItlsorunte y urs concepción exlciiE,.Ltí..Qcstalt no es una psicologLii apli-
ca'íí^- sino que Iqs gucstiJUstas lian internado hacer de tila una psicología cu-
~ybs iK ultadm se apUqueiTi a U experiencia n;aL
Tainbriiii se ha considerado que lus gu'estal listas .(e^azan ia quanültcación.
En realidad no cnifaii que la cuantific^ciór fiLerj^iicjí¡trina u innecBsaria, íino
más bien prematura. Sostuvieron que Ja psicología debía dedicarse en un pii-
Ttier Ttiomento a los descubrimientos cualitativos importauirs. No se opusieron
a la cuan tifie ación como tal; tí, en cambio, n la cusntiticacíÚTi por la mantifí-
csciáti misma. KbUer (1947) resume ejta opinión al afirmar que *‘dífítdinen-
te pueda exagerarse el valor tle k iilfomiadün cualitativa, como coítlplemento
necesaffo deJ trabajo cuactitaTivü" (pái*. 49); y más adelante, a piopnsito de
su propio trabajo sobre el aprendizaje: “ Todt> cuartci hay de valioso an estas
Observaciones desaparecería si se las rtianipufara « i terminas estadístícm y abs­
tractos" (pág 50). Nü con mlidia frecuencia aparece Ja oppriuiiidaJ de señalar
una analogía entre la actitud dd psiedogo guodaltista y ladcl condicíoradcir
operimte. ¡pero he aquí una exwpciónl
KijFñía (193S, págs. i 3-1 5) utilj/ó el mismo lipo de argiuiiento* al neferirs:
a la cuantifícaición, perc lo liizo de una manera iiiiB completa y refineiJa. Deü-
tniyó la supuesta antítesis entre cantidad y cualidad, coitcluyerdo que
cripclón cuflpjtiLBtlva. matetnáiíca, de la ciencia f í ^ a . lejos de npenerse i ia cua­
lidad, no es más.qiií^uiia manera paüdiculinnfintB exacta |Je rapre^ejitai^U f iiali-
d a ^ (pig, 14). Por lo tatuó, Koffka estaría tle acuerdo en que, a m debido liem-
po, ja psicología, para akoiizai una preclslóA indHitna, deberá expresar susley&s
en formacuDntítutiva,
ENtlNthADOS EMPIRICOS
F tin c ip ía s d e o tjiu fíis a c ió n
Loa enunciados cmpíricus gucstáltlilaa mejor conncidos son losprtndplioi déla
organl/ación pírceptual, frmnuladns por Werüicímet (1923). Estoa principiixi
¿19 SísCcníQ! y t r a r i a i pxíCcflAgitOi í(W ff rwf cifJtrecii

suelen prottarse mediajite una demcjstraiilún, p/eveJente ■qut; it^initaics aquí.


Hüchberg y MtrAIister dicen dcl statja de Jas leyó? d* organjzaci&ti fiyí3>: "A
peeaf ée fu gran vafof Jneurfslicd, el ealudiu eu ip fri» de kil r^ncipios de In otga-
nizüciún per-ícptual ítsulta airténudo d ifíti, debido i lu fornuiaiciíiu subjfithia
V cuaUtativa” (pí^. 361). De modo que si el LecLOí «neüsntra diricidtadeü para
cornpwiKler li-s leyes que pTegentamos 3 conüiiuaeifin. no-debí: itectísariaruBite
sentii que Ja culpa es s61p suya, nj siquiera los faciQíespej-ceplualjcs ■ loa qje se
ctnwtde mayor impurtancla son alije tu de ujib formidación piBcisa.
1. Pn/ximidad: Tendemos a pereiblr juntos los elementos príshuos ín ;] espa­
cio o en el (iínipci. Por ejemplo, lis líneas (te la figura 3tr tienden 9 « r iiisiaa canto
tres pares de líneas, niús que de ctiiilqüier otra luiTiera
7. Similfíitd: S ie n d o las o tra s c o n d ic iu iiE s igutU e s, lo s e ls m e u to s p a rre id o s
d e n d e u a verse c o m u partes de la m is m a a s triiE tU fa < üg u ra 2 J p1
3. £>í«£‘c/ óíi.' TendenitJs a ver lia '^ u r a s de mauera tal tpjt k dlnxrióit cor-
tifiüe nuídamtfutc. Lj figura le ejemplifica asrc l'aetur.
4. Diiprjsicirin otifeiiva' f.’iiaiuío vuiuos un cierto cipo de dtgaíttíaiiifin, con-
tinuamos viéndola aun cuamlo lüa factoras de Bstiinukt que llevarofr 3 la percep-
eiftji ütigínfll dcsapuTEican, Octnsi de reinos la scriu de la figura Itf, Si edramos
los Circuios progresivamente, de iaqulcrda a derecha, ttndcmíis a eontimiar vien­
do pares de cúculos como en la izquierda, aun uuonda a la dttreclu el faetur de
pntsimidad ya no favorece esta cu¿3rtizauíán.

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i E jís ip J n lie & r™ * i p e r ip tin J e a trt b jsiinjljDe-fi.de la (l<íUH
Pdc^Iogío ds te Gttíatt 319

5. D csíino ¿•omünr Lo* elementos que se desvían de un modici aiijiUar respecta


de un grupo mayor, tífinden a su vez a agruparse (figura le),
6. PrtgmUKia: Vemos laa figuras de U "mejor'* manera posible baJolB3Comli-
clones estimulantes dadas. La ñgura buena <ís una íígUíB estable. Por ejemplo (fl-
gurn 2 f), rtecuenteineuls se ciernm las brechas- de una figura debido a que l i (i-
gura lestJtantE es más “ prcjjpanta" Ííiibprincipio del eenantíenlo). L’na buena
ñ ^ r a c s aquella que no se puede haosniiás simple o mís ordensnJaniEdiaiiic un
campo perceptual,
WertheinieT meonoefa que las leyes de oiganiirucián distabari de ser una for-
mulación final, o indueo una fünDuldclóii sompleta, Por ImpUcacián. sueirió
parte del trabajo que debía liscerse para majorarlas (1923;enEllJs. 1933)- “ ¿Qué
íucederft cuando aparezcan don de estos fajctonis en Ja misina constolaciüiiT Puo-
den CDüperai o pueden apuinerse. . . De esta manera, es posible probar la fuer­
za de Ksloa factores"'(jidss. 76-77),
Doce añoa después. Koffita podía decir (1935): "Como ys ha sugerido Wcr-
[heimer,.podría tnedlne la fuerza relntiva de loa ractoroe.vaiujidneaCasLllstaiietas
relativas'^ 1^5). En ln actualidad, a un cuarto de lijjo de la afinnación de
Knfflcfl. seguinin-s careciendo de forrauladcmcs cuantitativas sobre la fuerza rela­
tiva de los factürts en la organización.
Lanientablenienre. este tipo de situación es común en la psicología. Se cc:-
nneen Jas vadablcs efectivas, o por le fnenos algunas de eJloi, pero no se cono­
cen las relacionfs ñincipnales exactai que lUlBCiuatn. las variablesindepcjidiiciites
Efectivas con las variables dependteutEs e« cuestión. Lns guestaltistas procedie­
ron de la rnisTTia inañera qius criticarüii en otros, Consiniycíon demostracloiies
don Je podía apreciarse clarunenta li operaejón de los factores individuales, en
igualdad de tas alfas Fallabam y fallan la» leyes de combínflcLón de
Ide factores, ma fuerzas lelntívaa,e ineluio defiDiclones precisas de los sigoLfica'
dos de Lis variables.

Principios del aprefidtiitfe

El aprendizaje no ba merecido ríe les píieótogos de la t.lestalt la misma atención


quE la petcepeión. Sin embírgo, llevaron a cabo algunos estudios muy su0í3tivos.
AfmriiJIrrv o /a p e s i^ Koblei (1925), se basa sobre todo en sus csLudlui on In esta-
LÍúii ititropoide de Tenerife (Istaí Canbtus), donde quedó abandonado dursnte
Ifl Primera Guerra Mundial.
Fue muy tiitural qnr Eiohler encarara los procesos de solución de problemas
oott una perspectiva comTl&tarncote dñítmla de.la de ItJJ conduclistas-yasoctacijo-
rislas, e incluso lo» funcionaljstas. La psicología de la Gestelt se apuya bu Ja pre­
misa (fe que la percepeLófo está dclermiiuda por el caricter del csnipo como un
lodo. Es muy iiatnrnl, entonces, que el aprendizaje tenga una explicación. afdJo-
gs. Es eso ejxactsiiieiite lo qiw Itizo Kóhlerr Para ól, la solución de un pnoblenii
es una neesimctuToriivi del campo perccptuad. CuandD se presenta ud problema
falta algo, neocsaiiu para utia solución adecuada. solución llega cuando elole-
iiicnio que falta sv iiicarpara de tat modo que d campo se bacc significativo « i
220 Siaienuu y itoriat pslcolóficoí contcmflofmeos

relación al problema planteado. Por ejemplo, a uno de loa diimpancés <^un loa que
experimentaba Kóhler se le dieran dos palos que podían unirse, y que en osas
condiciones permitían alcanútar una banana que no pod/a obtenerse de ninguna
otra manera. Después de muchosintentosvanos por alcanzar la banana coo un to-
lo palo, el chimpancé desistió y se dedicó a jugar con lee palos. Cuando acciden­
talmente (o por lo menos en un momento de ocio) untó los dos palos, tomediata-
mente alcanzó y obtuvo la banana. Había suqpdu <! ingrediente perccplual que
faltaba para la solución; el campo perceptuaJ se reestnicturó.
El guestaJiista querría que advirtiésemos que el ingrediente íoltante en la so­
lución no es un elemento faltante. Todos los elementos estuvieron siempre pre­
sentes, aunque no se los '*vio** de la manera correcta Nuestro propio lenguaje,
al emplear la palabra 'Wer” en este contexto, nos dice cuin estrecha es la analo­
gía existente entre la percepción y !a solución de problemas.
Asi Como lasfíguraspefceptuaJcs**buenatí*son estables, también lo es el apren­
dizaje. una vez que se lo ha logrado mediante esta itstructuración por introvisión.
Los guestaltistas consideraban que algunos tipos üe aprendizaje requerían un úni­
co ensayo y que la ejecución era susceptible de ser repelida íácihneate sin más
práctica.
La mayor parte del trabajo de los guestaltistas se refiere a la solución Je pro­
blemas y no tanto al aprendizaje. Puede establecerse una distincióc aproximada
entre las dos áreas. La solución de problemas implica que ciertos elementos ya
conocidos se combinen de un modo tal que permiisn alcanzar la solución. El
aprendizaje por lo general se refiere a la adquisición de respuestas relativamen­
te m is sámples, m is discretas. La distinción es hasta cierto ptiiitu arbitrarid: los
experimentos de Kóhlcr c<m monos pueden considerarse como casos de apren­
dizaje o casos de solución de problemas
En Productive thinking (1945). Werlheiner sugmó métodne efectivos para
la solución de problemas. Wertheimer aplicó los principios gucstaltisias del
aprcfiJiziqe del peurainiento creador humano. Según él, debe pensarse en to­
talidades. Es necesario tener un amplio panorama general de la situación,
sin perderse en los detalles. Si no se pueden evitar los errores, serán por lo me­
nos errores buenos, errores con una posibiidad de éxito, y no errores ciegos co­
metidos sin coflsideiar las limitaciones de U situación como un todo. Así como
q u ita aprende debe tiunsitien» la sátuauóci como uii lodo. Uuiibiún el maestro
dsbc presentar la «iluación como un todo. Xa debe esconder la soIocím o el
camino correctos, ni instar al error, coeno hacia Thomdüce. A nadie debe ins­
társele a dar un solo paso a ciegas; ni siquiera se le debe permitir. Más bien hay
que instarle a no perder de vista las metas y los requistos para el éxfto.
Las técnicas más modernas de mstrucefón ptt^ramada, o individualizada,
eslin concebidas para etíminar errores, de acuerdo con la sugerencia de Werthei-
meu. Estas técnics no están basadas en la teoría gucstáltíca sino las reiteradas
experiencias con aquello que funciona mejor. Se podría señalar incluso, con un
p o tro s o esfuerso, q ix *Ta discriminación Ubre de errores” tal como U desa-
rrnUó Terrace (196ri> es u \ modo muy efecUyo de enseñar distinciones senso­
riales simples y está tsmbién concebida para élijcinar errores Se puepua un po-
deiueo esfuercu psLi relacionar esto con las sugerencias de Weiüiejntei, iMique
hicohgía d t h Gestah 27¡

la situación de Terrace es evidentemente mucho más simple que las situaciones


que Wertheimer estaba tratando.
Dunclrer (1945) realizó un amplío análisis guestaltista dcl proceso de solu-
cióíi de problemas. Analizó los facieres (de la siiuacióp y del procedimiento se­
guido para resolver los problemas) que determinan la difícultad para hallar una
solución. Como Wertheimer. creía que uno de los obstáculos más serios para un
desempeño e.xitoso es ia tendencia del sujeto a restringir el número de solucio­
nes posibles. Dedicó mucha atención al estudio de la fijación de las respuestas.
Consideraba que los errores son útiles, en el sentido de que el pcnsamiciilo uo
regresa a las ideas origÍDules sobre scáuciones posibles cuando se descubre la fal­
sedad de éstas. De modo que no hay una simple elim inaci^ de los errores, sino
que éstos dirigen tas respuestas ulteriores. Los requisitos planteados por la situa­
ción proMemática “ piden” una sducíón que incluya lo$ atributos requeridos; en
otras palabras, las respuestas son d ew m ín ad » por W átuaciOu total, el campo
Jel problema. Lu clásica monografía de Duncker contiene muchas ideas y ejem­
plos ingeniosos, pero adolece do una característica usual en ios trabajos guestat-
tistas; en su mayor parte ei programática y no experimental.
Los guestaltistas suelen acentuar el carácter dirigido de la conducta en tas
situaciones de resolución de problemas. Thomdike destacaba la Importancia del
aprendizaje por ensayo y error, cumu sí la conducta del animal en la situación
fuera ciega y azarosa. KóhJer y Wertheimer señalaron que lo ciego era la situa­
ción de Thomdike i la naiunüeza azarosa üc ia actividad no era inherente al ani­
mal sino a la síiuadón. Sólo es posible una buena solución cuando el animal dis-
p«>nc de toda la situación. Kn ia situación de la caja de truco de 7'homdike. so­
lamente el experimentador podía ver ia situación general, l a stuaciún reduce
al animal aJ ensayo y error; pero decii que el aprendizaje se realiza en general
por ensayo y error es en si mismo un error.
Thomdike, uno de los blancos ptedílecto» de las críticas de la Gestdt (véa­
se capítulo 3), había afirmado que el aprendizaje es un proceso gradual de eli­
minación de ios errores, acompañado de una fijación de la respuesta corréela.
Para los guestaltistas, el aprendizaje iiu es casi nunca g/adual. sino que más hieu
es u a proceso que ísnpUca la introviúbn. Podemos considerar la introvisión como
un cambio súbito en el campo perceptual. Aparentemente no hay una razón
teórica básica que obligue a los guestaltistas a postular el carácter súbito del
cambio perceptuai, pero las observaciones empíricas de Kohler le indicar-Dn que
hay, en efecto, un cambio súbito Generaitnente se cititn cuatro índices conduc­
íales para el apreiidizate por Introvisión la transición súbita de la incapacidad
a li disstreza, la rapidez y suavidad d d desempeño cuando se ha captado et prin­
cipio correcto, la buena retención, y la inmediata transferencia de la solución
I otras situaciones similares que implicai el mismo principio Una vez unidos
loa dos palos para alcanzar la banana, vdverán a unirse en otras situaciones
para alcanzar otrus objc(u$. siempre que haya lubidu una verdadera introvisión.
Et desacuerdo entre los sostenedores del aprendízaie coniiauo {Thomdike |
y loe del aprendizaje súbito (Gestalt), dio lugar a la controversia sobre la con­
tinuidad o discontinuidad dcl aprendizaje. Oo acuerdo con U posición conti-
nuista, cada ensayo o refuerzo aumenta la fuerza de la respuesta. Los disconti-
222 Sistemas y teoriat psicológicas contemporáneos

nuistas niegan este supuesto, y acentúan en cambio la importancia de loes incre­


mentos discontinuos y súbitos de la respuesta, que corresponden a las introvi­
siones.
Como muchas otras controversias, no espen que esta pueda contestarse
pur un 81 o un no. De hecho, en ei desempeño ise observan ambos progresos,
contínuos y discontinuos. Una teoría complctu dcl aprendizaje debe definir
U$ variables que afectan et aprendizaje, y describir sus relaciones funcionales
con d dcaciiiticriu det oiKdiiísmu. bn et iipieiidi/.«|c son posibles tanto las curvas
continuas como las discontinuas, todo depende de los valores que alcancen las
variables crectivas on el curso de sucesivos ensayos.
Spence (1940) ha mostrado que la teoría de Hull, que considera continuo
el aprendaaje. puede predecir incrementos súbitos en el desempeño si se cUgen
adecuadamente las cunsiaiitus de sus ecuacíuitcs. St entre ua ensayo y el siguien­
te hay un cambio súbito en un parámetro como **liora$ de piivacicm*’ había
un incremenio súbito en el desempeño. La afirmación guestaltista se Inníta a
indicar que esos cambios súbitos pueden ocurrir, aunque probablemente como
una hinción de otras variables y no sólo de modificaciones en la privación. La
teoría guestalUsta dcl aprendizaje enfrenta ahora la tarea de escribir las ecua-
dunes necesarias para ponerse a la altura du sus rtiiiiadas coinpeüdoras, que
actualmente pueden predecir los mismos fenómenos. Con todo, el hecho de que
la introvisión ocurra o deje de ocurrir no afecta los principios básicos de la teo­
ría gucsialiista.
l a intmvisión implica la estructuración o reeslmctiiración rtc la situación
como un todo. La teoría de la Gcstalt permite predecir, entonces, que en oca­
siones el animal uo responderá al esUmulu local, sino a wia relación entre estí­
mulos. Esto es exactamente lo que sostiene la Geslait en materia de percepción:
la percepción está más do acuerdo con el campo total que con Ij estimulación
local, elemental. La conducta, entonces, depende de la situación como un lodo.
El experimento de transposición es un ejemplo de este principio. Dadas dos
tarjetas grises, se enseña a un animal a responder a la más oscura, bajo la cual
siempre encuentra comida La e x p lic a d ^ asocíacionista tradicional diría que
la taijeia oscura se ha asociado con la recompensa, > poi lo tanto el animal se
acerca a ella; la tapeta clara carece de asociacionvs, y por lo tanto el animal no
se acerca a ella. Sin embargo, cuando se pone la iaijera oscura jjrtto a otra más
oscura aun. bajo ciertas condiciones el animal elige la ta:^ta que ahora es más
oscura, aunque su respuesta a ella nunca haya sido reforzada. Kufrka (1935)
decía que aJ mirar las dos tarjetas el animal percibe una s^*idación de la menor
claridad a la mayor claridad, y responde al grado más ba;o. De modo que al ha­
cer predicciones se debe considerar la totalidad del campo.
Spcnce (1937b) ha derivado este tipo de respuesta rclocional introduciendo
gradientes de generalización del refuerzo (de la tarjeta reforzada a oíros valores
dcl gris) y de generalización de la inJiibicióir (de la tarjeta m is clara a otros va­
lores). Si se da una forma apropiada a las cunas de generalización, el animal
responderá a la nueva tarjeta de acuerdo con los principios asociativos. £1 as­
pecto signifícativo de ia demostración de tran^oskióT; de Spenes radica no só­
lo en que tenía en cuenU la predkdOii del íenónieno gucslallisla sino también
Pskotogía de la Geatalt 22S

en que predecía y descubría fallas de transposición cuando los estúnulos dcl


test eran muy diferentes de los estímulos del entrenamiento, l a explicación
guestaliista original no podría manejar estos fracasos.
Hcar^t (1968) ha dcmuslradu que se pueden emplear gradientes de inhibi­
ción y excitación, derivados de modo empírico, para predecir con éxito la
conducta de discriminación. .Aun así. una vez más se impone el planteo gene
ral de la Géstale, la combinadón de elementos simples da por resultado una
complejidad cuya descripción requiere nuevas leyes (en este caso, nuevas ecua­
ciones que describan los gradientes de generalización y los métodos para com­
binarlos).
Krechevsky (1922) observó que los anímales tienden a pcrsovciaren una res­
puesta sistemática a lo largo de una cantidad ás ensayos. Por ejemplo, el animal
responde en función de un hábito de posición, y luego cambia bruscamente eli­
giendo el estímulo más claro. A estas tendencias congruentes las denominó
hipótem, por analogía con la situación de un ser humano que prueba varias so­
luciones alternativas hasta encontrar la correcta. E.tte hallazgo prestó cierto apo­
yo a la afírmación guestaltista de que los animales no respondían ciega o azaro­
samente en la solución de su.s problemas. Spence (1936) obaervó que el término
fdpóiesis designa una tendencia de respuesta persistente cuya historia de refuer­
zos no vouoceitios. Hailuw (1951) señaló que el paradigma típico del aprendi­
zaje por introvisión es aquel en ei que no conocemos la experiencia previa que ha
tenido el animal con las partes componentes del problema. En algunos experimen­
tos en que los sujetos eran animales sin experienciaprevia.no hubo introvisión.
Lcvinc (1970) ha demostrado que los sujetos humanos llevados a formular
hipótesix erróneas pueden persistir en el error durante cien ó más ensayos. Si
calos sujetos estuvieron respondiendo sobre la base de una simple teoría del
refuerzo, el problema se debería resolver de inmediato; las respuestas pueden
ser muy siniples. por ejemplo: **La tarjeta negra es la correcta y la blanca es
¡ncorrecla” . lx)s experimentos de Lerínc indican, de manera convincente, que
los seres humanos, por lo nKnos, se comportan con frecuencia de un modo más
acorde con una perspectiva guestaltista del aprendizaje que con altomath'as
m is cunductistas.
Kn con.secueocia. la psicología de la Gcstalt ha señalado fenómenos intere­
santes en el campo del aprendizaje, pero no elaboró muchas soluciones deta­
lladas, y la experimentación efectuada careció a menudo de un control de los
factores críticos de fondo que pudieran influir en los resultados. La teoriza-
dÓD de los guestaltistos es muy general, y sus explicaciones suelen rer explica­
ciones ad hoc.
Un e jemplo e$ Lewin. La suya ss la más refmada entre las teorías del campo
dcl aprendizaje. Aun así. el examen realizado por Estes (I9S4) sobre la teoría
de Lewiii, sefiila que su utilidad es bastante escasa a causa de su incapacidad para
hacer predicciones e^ecíHcas, susceptibles de vxriñcación o rechazo. Si esta
falta do poder predictívo se observa en la más refinada de las teorías gueslaltis-
tas del aprendiz^e, la situación de las nrenos refinadas es peor aun. La teoría
de Lewrin se examinará con más detalle en d capítulo 11. porque su Interés no es
meramente histórico sino también cootemporáneo.
224 Sííffimos y teorías psicotógicos con tfimparéneos

LA PSICOLOGIA DE LA GESTALT COMO SISTEMA

Definición de h psicotogfa

Los guestaltístas suelen definir la psicología como el estudio de la experiencia


iuincdiatB del uiganiiffnu total. Intentaron incluir todas las.áreas de la psicolo­
gía en su perspectiva, pero comenzaron por la percepción y debido » ello des­
tacaron su importancia más que la de tas otras áreas. Los guestaltistas y quie­
nes los siguieron prestaron más atención a las relaciones entre loa antecedentes
y la percepción que a las relaciones entre la percepción y la cwulucta. He aquí
un contraste notable con los conductíslas, que de^ron de lado la percepción
para estudiar directamente las relaciones entre loa antecedentes y la conducta.

Postulados

Aquí presentamos sólo unos pocos postulados, los que a nuestro entender son
h á^ o e , e incluso los dividimos en un grupu rundamcntal y otro secundario. lÜ
lector puede encontrar una lista más completa en Helson (1933) o en las fuentes
origindes.
A semejanza del conductismo. la psicología de la Gestalt parece tener sólo
un postulado realmente fundamental, que se relaciona con su nombre y que ha
terminado por imponerse. Se trata del postulado sobre las relacionen entre las
paites y el todo. Hemos tratado ya el tema en este capítulo, de modo que aquí
noe limitaicmoa a indicar la actitud guestaltísU en dos enunciados: 1) El todo
domina las partes y constituye la realidad primaría, el dalo primario de la psi­
cología. la unidad m is provechosa para el análisis; 2) £1 lodo no es la suma, ni
el producto, ai una sntiple función de sus partes, sino un campo cuyo carácter
depende príncipalmen^ de sí mismo.
Los postulados «ecuodarios, tal como ocurre con el conductúuiiu, no son
necesarios para una psicología guestallísta, aunque los fundadores hicieron de
ellos una parte de la psic<^ogía. guestaltúta que cUos habían desarrollado. El
más importante es el principio del isomoriixmo. Un principio conexo, o qui­
zá corolario dd anterior, es el de contemporaneidad. Las leyes Je organiza­
ción son principios má< específicos, relacionados con la actitud hacia el todo
y las paitos. También hemos mencionado, entre los principios secundarios,
d postulado de la discontinuidad del aprendizaje.
Ninguno de los postulados guestaltistas fue completamente nuevo. Incluso
el postulado básica había sido formulado anteriormeme. Lo que hizo de la psi­
cología gucstaltista dgo nuevo, fue precisamente una Gestalt. La oiganUación,
el patrón, la estructura de la cosas que dijeron los guestaltistas r e c e t o de la
relación parte-todo, fue lo que lo& distinguió de sus precursores fílosófícos (que
habían hablado ya de emergencia) y de nis precursores psicológícoa (que ha­
bían hablado ya de fenomendogía).
Psimtngia de la Geatalt 225

Posición frente ai probletm m€nte<uerpo

Como la mayoría de lo» psicólogos, los guestaltistas trataron de eludir este


punto, señalando la unidad del organismo y sosteniendo que en realidad «I
prohlema no existe. Sin embargo, su reconocimiento de la experíoncia y su
utükacirtn del principio de isomoiTunio implica cierto tipo de dualismo, ya
que el isomorfismo es una relación entre do» grupr» distintos de fenómenos.
Kl isoiiioirrsino, de por sí, no no» dioe nada respecto de la subvariedart parti­
cular de dualismo que debe elegirse. Puesto que los guestaltistas intentaron
restar importancia al proMcma. y que msisiieron en la emergencia de nuevos
niveles de descripción, de nuevos aspectos de lo» fenómenos coniplejos, la po­
sición que parece más coherente con su planteo general es la del “ doble as­
pecto**. Este punto de vista reconoce dos aspectos que puedoti ser isomórfi-
eos, pero admite tambidn que hay una seda realidad báiica.virti desde doapen-
pectiva»: el organismo sería en realidad unitario e integrado.
Prentice expresó ei deaeo de tos guestaltistas de evitar el problema;

Permítanme decir de una vez y para siempre que el concepto de iso-


morfismo no constituye un intento de resídver el problema mente-
cuerpo en su habitual forma metafísica. No adopta ninguna p o s k i^
con respecto e la cuestión de si la ‘hnente’’ es más o menos “ real”
que la “ materia” . No se ha planteado ningún inrerroganic sobre la
realidad o la existencia. Se ocupa de la mente y el cuerpo como de
dos fenoniciio» naturales cuyas intcrrelacíooes estamos tratando de
CQtender. . . Quizá se aproxima más a lo que se ha denominado a
veces la teoría dcl “ doble aspecto” , es decir, aquella que afirma que
los acontecimientos corticales y loa hechos fenoménicos son simple­
mente dos modos de considerar el misnx) fenómeno natural, dos ca­
ras -por así decirlo-de la misma moneda (1959, pág. 435).

Sin embargo, evidentemente a Prentice no se le permitió hacer oír su voz


“una vez y p a n siempre*’, por cnanto R. I. Watson (|9 6 8 ) afirma que: . .con
su declaración sobre el isomorfismo. Kóhlts ofiecia í » sólución particular al
vetusto problema meme-cuerpu. El Isomorfismo era »u manera de integrar h
mente con el resto del mundo" (pág. 448). Evideniomcnie, no es fácil po­
nerse de acuerdo sobre el tipo de actitud que se requiere pac» constituir una
posición mente-cuerpo.

Naturalesa de ¡os datos

La pticología de la (Jestalt recoge la mayor parte de sus datos de la experien­


cia inrpediata, no analizada, que se obtiene, mediante la introspección ingenua.
Lo “díd o ", como Damaron los guestaltistas a esa experierKia, se utiliza como
dato Se empkan también datos conducíales, sobre todo en los campos del
aprendizaje y de la solución de proWemaa, pcio su importaocia es cotnparali-
vainciite mínima debido al número m udio mayor de estudios perceptuales.
Corno los conductístaR estaban en otra cosa, y restaban importancia a l a
226 üisferruhi y teoríei pácolóficot coHttmpormtas

cxperícntia. es fácil perder de vista que ambas escuelas aceptaban los mismos ti­
pos ele dalos, y que las batideras de tas dos convergieron en un mismo criterio
de aceptabilidad para los dalos. Los conductistas, aunque rechazaban la cun*
ciencia, aceptaban U conducta verbal como dato cuando había coherencia y
acuerdo dentro de la condiciif»! experimental dada. Los Rueslaltistas, aunque
aceptaban la experiencia y la conciencia, rechazaban un cierto tipo de análi­
sis de esa exf>erieticía. Reicnisn lo dado en la conciencia. Ahora bien. “ lo da­
do" era por lo general prácticanícntc coexicnsivo con )u clase de conducta ver­
bal que aceptaba el Conductísta. Cuando Wcrlhcimct hablaba de lo dado, ha-
Waba de árboles y ventanas. Cuando Watsim quería mostrar que la conciencia
no era parte de la ciencia, la contrastaba con las cosas que s í )o eran: conte­
nidos de los tubos de ensayo, cosas que podían verse, sentirse o levamarsc. Am­
bos hombres utilizaron (irelereiiUrmcnte un lenguaje objelal. Una larga histo­
ria del uao ha demostrado que podemos coincidir con r«si>cctü al significado
de este lenguaje. De modo que aunque las dos escudas arrancaron de puntos
de vista completamente diferentes, el tipo de datos aceptados era el mismo en
ambos casos. Los guestaltisUs fiterrm m is tolerantes; reconocían cierto tipo
de realidad en los resultados de la vieja introspección; los conductlstas, cuya
existencia misma se basaba en su posición metodológica, no podían hacerlo.

fírífwiptos de seiccción

Para el psicólogo guestaltista, cada parte del campo de.sempehaba algún papel
en la estructuración perceptuai. Ln consecuencia, el problema para dJ no era
lauto cómo se seleccionaba lo dado cuanto de qué modo era estructurado.
¿Por qué, de todas las altemaiivss posibles, emergió la estructura real'^ Uno de
ioé principios dice que dado un todo perceptuai, parte de la percepción será fi­
gura y el resto fondo, la s leyes dt Ruhtn, que gobiernan la selección de la
figura, establecen a ^ ü sm o cómo se produce esta selección. En este sentido,
las leyes de organización de Wertheimer son leyes de selección: explican U
forma particular que adopta la figura. Ni Rubín ni Wcnhcimcr elaboraron en
detalle las leyes, como ya lo hemos visto en el caso de este último. £n su tra­
bajo posterior (1966), J. J. Gihson ha hecho mucho más para especificar cuá­
les son las propiedades de los estímulos que los hacen asequibles como inva­
riantes para su procesamiento por el organiiauo. Maturana y otros (1960) es­
tudiaron respuestas fisiológicas objetivas para descubrir algunas de las propie­
dades de los estímulos a los que responde ol ojo de la rana. Ctxnprobaron así
que el ojo de la rana contiene células que responden sólo a objetos curvados
pequeños en movimiento dentro de un área circunscripta de receptividad; es
decir, estas células “seleccionan" únicamente aqueOos objetos que poseen el
con/unto adecuado de propiedades complejas. Gibson sostiene que esas “ in­
variantes" tan complejas constituyen los estímulos primarios de la rnayor par­
te de la percepcíi^ humana. Esto trabajo se adecúa a la perfección a la tradi­
ción gucsialtisla. Nada de esto Ilev'a a negar el papel de la experiencia en la
determínacit^ da cuál percepción o cuÜ conducta se ha de seleccionar. Sin
Pwicohgi* d* la Cesteit 777

embargo, pone más énfasis en la situación actual y exige que se presa aten­
ción 9 las propiedades relaciónales más complejas üe la situación al deiermi-
nor la recuesta a ésta.

Frindpios de cm exión

También e! problema de la conexión adopta una forma diferente en la Gestalt.


Como esta rechaza el clemcntalismo, puede tambiéit ignorar una de las formas
del problema de la conexión. No tiene sentido tratar de recenstruúr los todoe
conectando los elementos que supuestamente serían partes del todo. Para los
gucstaltisias. la hipótesis del haz es completamente falsa. Según esa hipótesis
lar percepciones complejas servil un haz de percepciones simples, y el signiñ-
cado suiipiía de esa conjunción. De modo que uno de los princi{»o* de ta Ges­
talt se enuncia en lérminoa negativos: la hipótesis del haz oo es válida, y por
lo tanto uno de los problemas de la etmexión es un problema a rtín d ^ provo­
cado por un análisis artificial la s leyes nos dken qué estructuras surgirán, y
no qué elementos se conectarán
De esto resulta que la psíctáogía de la Gestalt tendna m is que decir con
respecto a cómo estarían relacionados los elementos en un todo determina­
do que respecto de cómo estarían conectados. El extenso trabajo de Johan-
sson (véase Hochbcrg, 1957) sobre el movimiento relativo en dos o más ob­
jetos ofrece un ejemplo interesante. El descubrimiento general, y algo sor-
prendenre. es que cuando los objetos tienen un componente común de mo­
vimiento, ese componente será completamente segregado dcl movimiento
total y se lo verá como un movimiento de un marco común; el restante com­
ponente del movimiento total se verá como movimiento relativo de los ob­
jetos aparados, es decir, de uno reqiecto del otro. Lo que hace que esto resul­
te sorprendente enfocado desde un punto de vista no guestaliista- es que
¡el moNimiento percibido dcl "marco” no existe hecesariamerite en el estí­
mulo objetivo lü ucceaTa del restante componente de movimiento relativol
Sin embargo, esto conduce a una simple dcsciipcidn de! movimiento tota/,
como sería do esperar (según dirían los guestaltistas).
Hay otra forma de problema de la conexión que ningún sistema puede evitar.
Se trata del proMema de la conexión o relación entre los antecedentes y los con­
secuentes. en las leyes. Los guestaltistas afirman que las relaciones son dinámi­
cas y que las rcUcioucs síipiificativas son las que exigen entre los campos. Sus
experimentos han ejemplificado unas pocas de estas rclacioacs, y su principio
del isomorfismo propone, anticipadamente, otra relación.

CRITIC.AS A LA TEORIA DE LA GESTALT

La leona de la Gestalt ha sido criticada sobre todo por su carácter nebuloso. Mu­
chos científicos obstinados han sostenido que en realidad esa teorfi no afinna
nada. Esta crítica parece tener al menos una Justificación parcial. La actitud de
22Ü le rn a s y íío n tu aMiít>npor¿tieiu

Hílnowtfr (una dtícifpuia de Kofflia) ante el problema de í.i delittiitión de las


íérmínoa p&ic(ilóg)£os puede considerará típioa de la escuela guestaltisia^

Se cdticñ mucho la teoría de la Geatait por el empleo que hace del tér­
mino “ otsafliZBCiún” , que hasta aiiüra ro ha tenido una detinícíún ri­
gurosa que saListaga las exigencias de muchos psicúlugoti. Y si ae ataca
la vaguedad y la a m b i c i a d de la teoría eo ol campo de la pcrecpcíán
donde hasta ahora se la ha empleado prcúorainati temar te , Klifi incipifin-
tes incjurstonea |K)i el campa de los procesos mentales supenutes están
mucho más expuestai a la crítica,
A pesír (le lodo, dejamos úelíbcradaTtiente sin dermición precíja ese
término, porque creemos con Dew?y que "las dciinjciofiesuo suu fines
en sí ttilsniaa. sino instnimcntDs que raciliian ti desarrolJo' do un con­
cepto hada formas donde pueda veiiflcifSf su iplicabifiílad a determi­
nados hechos” . Y como creemos que el concepto ya ha alcanzado una
fpima que lo hatc apiicahle a nuestrios hechos, pusltrgjimoa una defini­
ción más precisa hasta tanto la pcniiitan otros resultados experíitienla-
leí {1932, pág, 57).

Lfl fría cortesía de Harrower hacia la definición no ayuda a interpretar líis


hechos ejípenmenlalífi. Los píicólogos necesKiin saber de alg&n modo cuándo
una situación es una organización y cuándo no lo es, como requisito para poder
investigar expeiimentalmente el tema. Vimos que se ha formulado prácticamen­
te U misma cntica con njlaclón a los principios de ia organizaemn, y. en gene­
ral, Jos campea afectados por cDa represenlaii bailante adecuadamente el con­
junto de la psiculogíá gueataltlsta. Sin embargo, b s gucataltistas tienen defen­
sa: los otioi psicólogos suelen ser Igualirente oacures e Iticomplctos en sus JcB-
nicianca^ aunque presumihlemetite están mis preocupados por los pioblema.'i
de la definición. Un ejemplo lo constituyen los usos, a menudo conflictivos, de
isa palabras básicas cjffí>fííi/tJ y respuestn: Koch {1954] señala un caso de nao
conflictivo por parte de lui misrno autor, que podría apjkaiue fScilmentc a mu­
idles otros, Quizá haya sido más cauto el gucsialtísía al aguardar más resnludos
antes de formular can rigidez los significaJog do la» puiabias.
Se ha criticado la psicaLogía de la Crestali por sus aspectos teóricos y críticos
dcsproporcionadamejtte supencmes a la experimentaciófi y loa enunciados em-
pííicüfi positivos. Es cierlu que lu psicolc^gía guestallista ha sida experimental,
pero sus enUDOlados positivas no siempre han podido leparsr la devastación
provocada por las críticaa. También je lia dicho, en reJíCíóii con esto, qne los
sistemas gucstallistas no suelen tiuEr poder ptediciivo. Ai defendeí la teoría
de U trantísrencii de los elenientoe ¡dduticQi (de ThomdifceX Gaíes forrauló
una cntkü que de jUStUlcaite invalidaría la leona guestaltisla de h transfe-
rejieia:

Los giMstallistas ¡uaÍGteii en que la transftrcncia depende de la "intro­


visión” . Lo objetable de este punto de vista no es su carácter erróneo,
iino simplemente su vaguedad y limimcíÓTi. Decir que tninsfedmos
nuestro apivndiza|e cuando gcuuializamoa, no es m u ^ o más que de­
cir ‘‘gísueralizamiuí cuando eeneralizamos" o "tnmiibrímos cuando
l ‘^se«tk>sis iSe tÍB Gsstístt 219

iransfenmüs’'. Debcmus profundiíai más. Desde uii puiiLo de vista


científico, ninguna teoría de la IxaneícTiniLÚi es unit aplicaulórt com­
pleta o íinai, pero las foTrmilacinnes de-Thoraditce aluünn, por lo me*
uus, d Una cantidad de foctoieg cuya observaición y estudio ros per­
miten mtíjorar olaprtitdizajc {(942, pág, 153),

hrobabiemente la crítica de Gates pueda gcDcrolizartc a otras áreas, pero


es partículaimcRtc corrccts cn el caso del aprcndisiaje, donde ios ssocíacío-
nistas, ÍLinciDcialistas y ctmduelistas han podido presentar aigunas teorías
basfantc específicas. iKu efecto, el guesitaltísla dice: "Esa teoría suya es for­
zosamente inadecuada, pur tales y cu tiles razones; y una tcoiíu adecuada debe
ser de tal foniiq". Perú ei gticsLadlia-td np suele deciinos cuáles deben ser los
enunciados cspccínccs de esta teoría programática. De modo que el defen*
sor lie la teoría atacada puede icsponderr la-crítica dci gucstültistii ea eoiiitiCLa,
pero él ptJr SU parte no Jis, hecho «áda mejor, □ de heL±itj no ha presentado
fluir e^tse r.ntiroj!. f'larn está que lo mismo vale para la mayoría de los -críticos.
No tienen tiempo de presentar teüríQS correctos y dctalladíis, especialmente
cLiandu -esas teoría» debeu sur precedidas por uji pyekute trabuju emptrice,
A la luz (le estas dos prirneras crítieja, la psicología de la Gestátt parecería
mas nebuJosa y progiimiticu que lúe utms sistemas. Accplíaido qiiv haya al
menut un grano de verdad CU estas eríticai, ¡a te/cerft critica (a saber, que U
psicología de la t^estalt es metafísica y míictlca) ciertameTilB rn se justifica..
La Sensación de que es ^Igiu ntíaticú probablemente provenga en gran parte de
k dlírcultad p m peeseutar ckiamonte stu puntos cejitraleG, Bata djíicultád
surgió ¡níciaimeTite- en los Estados Dnjdos. por probLcmas de traducción y
porque la psiculog/a de lá Gestait nació en un cHitis cultural aigo extraho s
los norteamericafios. Cuando se la entiende adecuadamente, tiene tanto de
ciencia nabjral como el conducüsino, y con rtocu«nciB es más t&íinatk. Los
guestaltrítai rechazan el vitalrímu, que a menudo indica cierto griidu de niú-
tícismo. A veces, ciertos conductistaa que no pueden pensar en tértuiticis d>t
tintos 1 los mecónjeoe acusan de viLalrícaá a quienes rechazan las cxpticacici-
nci mecanícjjtas; y ciertamente, una parte ded paradigma de l i psicología gyei*
talüría es su rechazo de la perspectiva simple del mecanícisíiio. Heider expre­
sa con firau fue oía la verdadera actitud jjuest&itisía (1973).; “ .Aborrecían el
vitalismo porque entrujaba Ji presencia de un agente matafísico mteuñoso
que llega ¿1 mundo de Í(l naturaiezn desde ei exterior y al que re hace en parte
nesponsablÉ dul orden dtl mundo tel curtiú lo pcícibimos" (pág. óU),
Weiss resume el origen de este tipo -de objeciones, y las contesta de la s¡-
güicnte manej'a:

"Los difidentes no ortchdoxca por lo general expresan sus razonamieü-


(uJ mediante ál viejo adagio (jue ''el todo t i ttids que i a íuma de
SU& partes". Observen está e.xprciiún y dcjcuhrirán la raíz de la des­
confianza y, en verdad, del abierto rechazo hacia el principio válido
quí liay detrás, ¿Que querísr decir al íBrraar que “uri otginismcs es
mas qtie le suma dt lu* células y huntioiies"; que “une célula es más
que su contenidet en moléculas'''; que= "la función cerebral ps auij
2J0 Sistemas y teorías peieotógicos contemporáneos

que la totalidad de actividades de fUS neuronas constituyentes'*, et-


latera? Puesto que la palabra *'inás*’ connota una adición tangible, una
suma algebiaica. cualquiera, naturalmente, se preguntaría: ¿Más de
qué? ¿Dimensiones, masa, cargas eléctricas? Nada de esto, por cierto.
¿Entonces qué? ¿Tal ve2 algo insondable, ingrávido, sin carga, inma­
terial? V.n realidad se ha invocado a toda suerte de agentes en ese ca­
rácter —cntclcqula, éian vital, impulso formativo— todas palabras va­
nas, desagradables para la mayoría de los cíentífícos pues se trata só­
lo de nombres fantasiosos para una X desconocida.
Lamentablemente, en su avctsióo hacia lo sobrenatural, los puristas
ckntíllcos no se limitarua a anojar d agua del baho, sucia desde el
punto de vista intelectual, sino que también tiraitHt aJ bebé con ella
al repudiar al mismísimo a ^ c t o de la totalidad en la naturaleza que
bahía evocado esos términos encubiertos para la ignorancia (196'^,
pág. 801).

Una objeción importante y bastante común a la psicología de la Gcatalt


es la que se refiere al uso de analogías "de campo” provenientes de la física.
Estas críticas son objeto de tratamiento más extenso en el capítulo 11, donde
cl tema central es la noción de campo. .<\nticÍpamos aquí la exposición seña­
lando que los físicos (Oppcnhcimcr, 1956) y los psicólogos (Kstes, 1954; Spcncc,
1948) por igual se han preguntado seriamente si la analogía entre cl término
campo tal como se usa en física y tal como lo usan los guestaitistas en psicolo­
gía es lo bastante grande como para resultar útfl.
Una de la& objeciones específicas contra la especulación del sistema gucstal-
tista se ha orientado a sus supuestos ílsiológicos. Como ya hemos señalado, cl
principio del isomorilsmo facilita sus especulaciones. .Sin embargo, la cspccu*
lación es una parte útil de todo sistema. Los guestaitistas han admitido fran­
camente. en la mayoría de los casos, que sus incursiones por la Itsiología eran
especulativas. Ello no afecta la validez de sus resultados experimentales, y de
hecho ha estimulado o sugerido experimeiilos. Prcntkc (1959) hace una vivida
exposición de U relación entre la tcoiia y cl c.xpcrimenio. Además, la lisiologí-
zación ortodoxa (como los supuestos de Thomdike cobre los cambios sinópti­
cos producidos por cl aprendizaje) es igualmente especulativa y no tiene más
probabilidades de ser correcta.
En cuanto a la crítica de que la psicología guestaltista sería anüanalítica, la
hemos considerado ya al examinar la actitud de la Gestalt hacia el análisis.
Se critica a los psicólogos de la Cesialt que ws cxpciinxmtos estén mediocre­
mente controlado*, y no sean cuantitativos ni estadísticos. Según los críticos,
los expenmentadores guestaitistas proporcionarían claves a los sujetos, afec­
tando así cl aprendizaje de una manera no controlada; y además ignorarían los
posibles efectos de la experiencia pasada. Es cierto que el nivel de refinamien­
to de la experimentación guestaltista no ha alcanzado el de la crítica y la cons­
trucción metatcórica. Sin embargo, conscientemente creían que los resultados
cualitaiivos debían obtenerse en primer término. De modo que sus experimen­
tos han sido intencionadamente no cuantitativos y no e.stadísticos Ya que se
han explorado nuevas dtea&. o \avviejas lo han sido desde un punco de vísta cemt-
Psicología de la Cestah 2SI

pleum ente nuevo, es natuial que los experimentos realizados resulten a menu­
do de un tipo preliminar, de ensayo. De todos modos, esta crítica a la experi­
mentación. aunque válida en algunos casos individuales, no es una crítica a la
psicología de la G e^alt sino a psicólogos guestaitistas particulares. Ciertamen­
te. la psicología de la Gesdait no abogaba por un diseño experimental medio­
cre. Experimentos defectuosos se han realizado bajo U égida de todas las es­
cudas. pero sin la .sanción favorable de ninguna
Podemos considerar muy brevemente otras críticas. Una sostiene que la
psicología de la Gestalt no es nueva. Esto siempre puede deciiae pero 1) ía psi­
cología de la Gestalt es tan nueva emno puede serio cualquier exuela, y 2) la
crítica no afecta en absoluto los méritos del sistema, tal C(»no éste es actual­
mente. La crítica de que la psicología de la Gestalt erige figuras de paja para
atacar cada uno de los sistemas anteriores también está fuera de lugar; alcanza
a las posturas críticas de la Gestalt ante los otros sistemas, pero no a su progre­
so positivo.

LAS CONTRIBUCIONES DE LA PSICOLOGIA DE LA GESTALT


Y SU STATUS PRESENTE

Los experimentos de los guestaitistas constituyen una incuestionable contri­


bución a la psicología. La validez de este enunciado es absoluta, para cualquier
sistema. A menudo los psicólogos de la Gestalt han hecho experimentos que
desafiaban las creencias más apreciadas de otros psicólogos. Por ejemplo, el
aprendizaje latente y los efectoii /eigim ik (véase capítulo 11). demostrados
cxperimentolmente, mostnu'on algunas imperfecciones de las teorías asociacio-
nistas del aprendizaje y estimularon la investigación. A veces, la psicología de
la Gestalt no ha sabido predecir por sí misma los resultados, pero toda moda­
lidad de pensamiento nueva y fresca tiene el derecho de crear dificultades para
sí tniama y para lus demás.
Hochbcrg (1957) analizó una cantidad du resultados experimentales en su
informe en un simposio sobre la revolución guestiltica; ya hemos mencio­
nado los experimentos de JoJ*an«on sobre el movimiento percibido Otro con­
junto de experimentos efectuados por Ivo Kóhler en Innsbruck tiene también
especial interés. Kóhlcr civ6 varios tipos de perturbaciones a la esUmulaA:ión.
En un experimento bastante representativo, coloreó de azul la mitad izquier­
da de un par de anteojos, y de amarillo la mitad derecha. ,\1 usar ios anteojos,
los objetos blancos situados a la izquierda del centro se veían azules y los colo­
cados a la derecha, amarillos. Después de una prolongada adaptación, los obje­
tos mantenían un color constante a pesar del movimiento ocvrias. A) sacarse los
anteojos ,el mundo parecía amatólo si los ojos miraban hada la izquierda y
az.ul, iá miraban hacía la detecha! Este liecho ejemplifica una determinación
relaciona! del color que es completamente independiente de la estimulación
local. La psicología de la Gestalt no podía haberle pedido a la naturaleza una
demostración más clara de lis deficiencias de la "hipótesis det mosaico” .
2J3 Sistemat y it w iu fuacotógicoi <ottítmpor¿n€os

Se insinuó que }us rcMiltados óe tCóhier podían resumirse a fín de lograr un


máximo de xnformación por vía de una descrlpcióu que eliminara toda com­
plejidad innecesaria. Por lo tanto, en el experimento de loa anteojos con un
cristal azul y otro amarillo, era invariable que el ojo izquierdo recibiera la luz
azul y el derecho, la amarilla. Bsta parciaUdad común, hacia el amarillo o el
azul, podía filtrarse cu la percepción sin perder Información, y así lo hacía. La
percepción normal “resultante” era bastante íclaclonal y, por consiguiente, guar­
daba sufíciente armonía coa las opiniones guestalüstas más antiguas.
Kstos y otros experimentos proporcionan abundantes ejemplos de que la es­
timulación local puede no estar bien correlacionada con la sensación locaL Aun­
que las observaciones de Kóhler destacan la importancia del iqirendiTaje per-
ceptual, esta dirección en el énfasis no se opone en absoluto a los preceptos gucs-
taltistas. La posición gueitaltiste tendía al innatiimo, porque era necesario algún
antídoto. Los estructurallstas habían abusado de las asociaciones pasadas, gua­
reciéndose tras ellas toda vez que los hechos empíricos contradecían lo que su
análisis elementalista había predícho. Ahora, desparecido el estructuraliOTo y
no rindendo ya como jcfuglo las nebulosas asociaciones pasadas. la posición
guestaltists respecto det Innatismo-^mpirismo puede retajarse y tender a una po­
sición neutral, m is natural.
Las pruebas recogidas por Laúd (I95V), al parecer con independencia de cual­
quier preconcepcíón sistemitlca. brindan un apoyo adicíomü a la hipótesis
“antimosaico” de la Gestalt. Según Land, la percepción del color es en gran par­
te independíeme de la naturaleza de la estimulación de los receptores retínales;
la percepción del color depende más bien do relaciones que cubren toda la reti­
na. Land opinaba que se recoge información sobre los colores —y, en conse­
cuencia, íc ¡os ve- porque h s objetos de diferente color reflejan diferentes pro­
porciones de luz ‘‘edida" y “ fría” . Por lo tanto, los negativos expuestos a tra-
véa de cristales que filtran de manera difcicnte las ondas largas (cálidas) y cor­
tas (frías) del espectro contienen inroimación sobre los colores de los objetos
presentes.
Sigue u iu demostración muy interesante. Land expuso dos negativos de
película en blanco y negro a la misma escena, uno a través del filtro la ^ o y
el otro del Gltro corto. Después colocó cada uno de los negativos revelados en
un proyector y superpuso cuidadosamente en la pantalla las imágenes de ara­
bos proyectores. Los espectadores infomiaron haber visto una amplia gama
de colores (pese al empleo de la pclfcuia en blanco y negro! Loa resultados de
laboratorio no podrian haber ofrecido mejor ap>oyo a U hipótesis antímoaai-
co de la Gestalt si hubiesen sido preparados especialmente con ese propósilo.
Esto no signiHca que confirmaran los detalles de la teoría gucstaltísta del co­
lor, pues Land cre^ que sus resultados exigían una lefonnulación de tuda» las
leonas del color. WaUs (1960) discrepó con Land y sostuvo que las explica­
ciones tradicionales bas&ias en el cuntraste y la inducción resultaban adecuadas
para explicar tas observaciones. Dejando de lado quien es^taha más cerca de la
verdad en lo que a los detalles se leíjexc, Land, con su actitud de le d ín ^ rlá
atención hacia estos fenómenos dcl color, reivindicó el énfasis meloüolúid'
co general en los campos, propio de los gueatallistas.
f^ o to g ia d t U G tm ti 2S3

La psicología de la Gcsialt no es, como el esfructuraitcmo. un fracaso útil.


Su interés sigue siendo vigente. Bn la actualidad, es una escuela más activa que
cualquiera de ios ñstem u que hemos analizado hasta ahora. Uno de sus fun­
dadores, Woifgang Kbhler. recibió en el premio a ia Cnntríhución Di^
tinguida de la Amerícan Psychotogica! Association y en 19S9 fue su presiden­
te. Probablemente, una de las razones por las cuales la paicologfa de la Gestalt
ccHiserva su carácter de escuela es que sus contribuciones principales no han sido
aún tan corapleuunente asimiladas por U psicología como las de tas escuetas
más antiguas y las del autóctono (para ios norteamericanos) conductísno. Has­
ta la muerte de Kóhler, en 1967, todavía tenía un fundador en tom o al cual
organizarse Sus proposiciones, sobre todo las conectadas con la relación todo-
parte. implican c^nplejidades que lequieren todavía elaboración y que man­
tienen el interés de los científicos. La moderna tcoria de los sistemas está desa­
rrollando precisarnentc ahora algunas de las técnicas necesarias para abordar
los todos organizados.
Wetlck (1968), al hablar con respecto a la inmigración alemana a los Esta­
dos Unidos antes de la .S^unda Guerra Mundial, fonnuló la hipótesis de que el
imptictu de Ib psicología de la Gestalt habría sido mucho menor si esa inmigra­
ción no se hubiese producido. Quizás, atínna Wellek, no hubiera superado al
de la escuela de Wurzburgo. Consideramos que ti bien Estados Unidos se bene­
fició realmente con este flujo de mentcti brillanles. la influencia de la psicolo­
gía de la Gestalt habría sido casi igual de grande bien demorada- aunque
la inmigración no se hubiese producido. La psicología norteamericana necesi­
taba, aunque no (o quisiera, de las ideas gueslaltistas. Los guestaltistas precisa­
ban un lugar donde refutarse de los hoi-rcrcs dcl nazismo, ya sea porque eran
judíos (como i^'ertheirner) o porque c/ao demasiado valientes como para no de­
fender a sus amigos (como K í^ e r) aun a riesgo de %m propias vidas (C>annell,
1970).
Kóhler vivió para presenciar la aceptación de la actitud gucMalUsta sobre la
relación parte-todo, al menos en lo que se refiere a su corrección teórica. La psi­
cología aceptó también la corrección teórica del principio de Contemporanei­
dad. aunque muchos psicólogos siguen estudiando las variables históricas debi­
do a su mayor aaequibilidad Se aceptan, asimigno, la primacía de la percep­
ción y la dependencia metodedógica de la sensaci^ respecto de la percepción.
Además, ía psieoíogía ele la Gestalt ha sido la r/a directa a trabajos importan­
tes y significativos dentro de las áreas ortodoxas de U psicología general (por
ejemplo. Asch, Hay y DUmond, 1960, sobre el aprendizaje verbal; Katona,
1940. sobre Ib memoria).
Los puntos de vista de la psicología de la Gestalt h;in sido rápidamente asi­
milados por los psicólogos cognitívos, sobre lodo jiorlos que tr^ a ja n con mo­
delos de aprendizaje, memoria y rendimiento para computadoras. Los guestal
tiatas tienden a ser centralistas, a subrayar U organización en la memoria, y a
concentrará en el empleo de los principios más que en la influencia de los há­
bitos. Todas estas teodeocías son coherentes cc»i ios ivanccí fítcdem osen t) di­
seño de las cuaiputaüoras No podemos atribuirle dírectannente a la posición
guestaltísta el desarrollo de ioi enfoques cognitivos y orientados hacia el uso de
234 Sistemas y ttorian pñcoiógtcoscontrmporinfot

las computadoras, pero es fácil advertir las similitudes intelectuales. Por con*
siguiente, la gran actividad actual en csUs áiea¿ fortalece nuestro cunvenci-
miento de la importancia de las concepciones presentadas urigioalmente por
los KUcsCaltistas.
Por último, tas contribuciones de la Ge&tait a la psiculog/a abarcan incluso
sus principios rechazados. Sus agudas criticas obligaron a reexaminar y reha­
cer los plantcoa de todo sistema que quisiera oponerse a ellas. Señaló fenó*
menos que loa sistemas existentes no podían incorporar; la crítica y la compe­
tencia obligaron a esos sistemas a vigorizarse, cosa que de otra manera quizá
lio hubicia ocurrido.

DESCRIPCION DIMENSIONAL DE LA PSICOLOGIA DE LA GESTALT

lUauUa bastante claro que las más importantes de las dimensiones de Waison,
en lo que a la psicología de la Gestait se rcfica*, es la polaridad müIarismo>mo>
iecularlsmo. El estudio de nuestros alumnos puso el centralismo eo segundo
lugar, y por cierto es una buena elección cuando se toma en cuenta el énfasis
guestaltisia sobre la percepción, que e$ un proceso central. 1*1 purismo quedó
en tercer lugar, pero una clasifícaci^m muy moderada. O tru alecciones
razonables de dimensiones importantes podrían incluir el dinamismo fíente
a! cstaticismo, puesto que ios gu^staltistas hicieron tanto hincapié en la rees­
tructuración de tos campos como en el aprendizaje subyacente, y en la es­
tructuración dinámica que presumiblemente organiza nuestras percepciones.
Sin embargo, afírmaríamos que la psicología de la Gestait tiende hacia el es-
taticismo cuando esa dímerudón se opone al evolucionismo, por cuanto los gues-
taltistas se opusieron i contiar exdusivamenie en la experiencia pasada para
explicar de modo sufícieme la organización perceptual y la capacidad para
aprender.
Una dimensión que presenta algunas dilicultades es la compleja polaridad
nomotéticcH-idiográiieo. El enfoque idiográfico tiende a implicar cierta insis­
tencia sobre el “ realismo” por lo tanto, a eswóiaT Kituaemnes en las cuales
muchas variables tienen libertad de actuar, en contraste con una situación de
laburaturíü ajustadamente contrulaüa. La poskióu iüíogránca se inclina tam­
bién a examinar de cerca ios datos individuales, en lugar de ir rápidamente a
los resúmenes estaüfstlcos de las caraccerísticss colectivas. En estos doi sen­
tidos, la psicología de la Gestait parece idiográbea. Sin embargo, la diierencta
es que el notnoteiicismo busca leyes generales, en tanto que el idiogra-
íicismu procura explicar a loe individuos, comprenderlos en su unicidad. En
este sentido, loa gucstaltístas son tan nomotéticos como los estructuralistas con
su 'Amonte humana generalizada” , y por lo tanto, “satisfacen” loi requisitos del
nomofeticismo. Por lo tanto, il examinar el cuadro de las clasificaciones de
los autores, el lector probablemente debería cemsíderar que nuestra clarifi­
cación en esta dimensión es demasiado idkigráílca
Pticotogío de la Gttíaü 7JÍ

Por último, algunas veces surgen desacuerdos con respecto a la posteión


de la pácología de la Gestait ante la polaridad racionaliamo-irrackHialiimo.
Pensamos q^ae su énfasis en la capacidad intelectual, incluso hasta el punto en
que la introvisión [insight] llega s ser típica del aptendizaje en los chimpan­
cés, confiere a los guestaitistas una propensión racionalista muy clara Ade­
más. loe guestaitistas acusaban una ten en cia al innattsmo que generalmente
se asocia con el racionalisno, debido a que al nacer nuestra dotación debe ha­
ber evolucionado como para ofrecemos respuestas “racionales” ■ nuestro am­
biente. El libro de Wertheimer, Procbicfíve íhmking, (194S) -aJ igual que otras
publicaciones gucstaltisUis- pone el acento sobre la presentación abierta de una
situación de problema total, además de adoptar una aproximación razonable
para resolver el problema.

RESU5AEN Y CONCLUSIONES

La psicología de la Gestait se oiígmó en Francfort sobre el Meno. Alemania,


entre 19)0 y 1912. Wertheimer, Kóbler y Koffka formularon su posición bási­
ca luego de examinar sus experiencias con el movimiento aparente (fenómeno
fi). La nueva psicología era más fcnomenológica que la de Wiindt; aceptaba la
inuospección pero niudincando su carácter. Una de las objeciones básicas se
refería a la artifíciiltdad del análisis en la psicología clásica. Los guestaitistas
desocharon la búsqueda de elementos de la experiencia y señalaron que la com­
binación simple de los ekm entos no e$ adecuada para produdr los rasgos del
todo. En psicología, como en física, el todo requiere leyes propias, y la tarea
de la psicología es buscarlas.
Para los guestaitistas, las leyes de la ciencia son las leyes de los sistemas.
Comentaron a aplicar sus puntos de vista a los campos de la percepción y el
apendizaje. En el campo de la percepción, formularon las leyes de U organiza­
ción. En el campo del aprendizaje, encontrarcm el mismo tipo de principios.
Objetaron el abuso de la experiencia pasada como concepto explicativo de la
percepción y el apiendizaie. El apceadiiaje y iasulución de problemas se rela­
cionan. según la Gestait, con la reestructuración del camp>o perceptual. Para
cxpiHcar la percepción y la conducta, sólo pueden utOizarse las influencias ac­
tualmente activas en el campo. La psicología de la Gestait ha sido aceptada
parcialmente en Estados Unidos. Muchas de su^ críticas a) estructuialismo y
al conducüsiao resultaron convincentes y obligaron a reformular esas posicio­
nes teóricas. Aún en la actualidad, la psicología de la Gestait es üc pur sí una
fuerza activa.

LECTL'RAS REC(»(EKDADAS

Pora quien busque infoonacíón y evaluaciones sobre la Gestait en un misino


libro, una buena fuente es Gestait psychoiogy, de Hartmann (193S). Expone
muy bien el contexto histórico y proporciona una buena expltcadón de la
236 S iitm v i y teoriai pstcoi&ficat nnfetnpar^t^cn

jpoi^iáiñ t a t r t las íufiiles otíglnsies de los tres fmidAdores, la de rnáa


fj^cí] lectura.flíi Gestalt p^chology^ die Knlíler(l947J; no tan afOOSlble; pero más
coflipleia, esFnnciples o f Gtstatí paychoisgy, de Koffka (1935) [versiún cast,:
fíitKÍplos de pík<3to£Ís de ia fojirm. Buenos Alnes, Paidús, d-953L Por su par­
te, Werfhsinior tnme un soI d libiu tnducklD al i n ^ s : PyoduelivÉ thin^ng
'{ lí^ 5 ), p ille a d a pAstumamente^, y qu» es btcfvc e imcomploto. A soures hook
Qf G isr¿í p sj^o to g p , de Elüs (I9'3S), iiicíuye traduceiofies de los ptimecos
escritos. Coma el titulo lo suakie, es una fuente clásica para al£t>uos de los tra­
bajos básteos más Importan tes. Oua fuente útH de este tipo es el libro de Meóle,
Doeumenu o f Ceyía/í pivditíicp®^ (1961): El artfciLtq de Prenüce titulado
"Ule systematk psycliolniai o f Walf^;prg f^ohJer*' (1959) es un resumen que
puede cofiBeBULFse dn dificultail o f Géítalt psychalog^, deX6hIeT()969),
p it parado pHUl'su puUiCiiclón pústuma porSoloimcin Asch, Maiy Herde y Edwin.
Newman, presenta una amplia revísta deJ moíífniienio (ineluyíndo ur paneefriico
u CEUftu de CamuU Pratt), Henle bu ctEtudu jVLKntoinente (1971) iinii nueva cd-
de trabajos de KOliler, Hayittn articulo de Crajinell (1970) que contiSDe
Une íntEieiUnte descilpclóii del valor petsoual fk KobW anta la. pem etición nuai.
T iití Heider (1970) piaporniom también im excelente trasfoitda de la leona
¿uestaltista. que Incluye desdipejones de híeinong y Benussi. El resumen de
Moclibcrg sobre el siinposiu de Comell (19S7) es uu suciiilu aperitivo paiar.quie'
nes quieran cunoeer el tipo de trabiyo peiceptual que seiiLhrva aicabo actualmen­
te COD una nHtodolügüi de anénteciúu guastáltista, Por úitdiDO, el articulo de
Welm (1967) puede reconKndaite sin titubeo alguno a todos aqueU» que toda­
vía no crean que, en ciertas situaciones, 1 + 1 ^ 2.
Cuadro /Z , FiguiOÁ imponanlts del írfifíJejBifiillíjf.

J’siuaA iuJisla;

ÍJ iílic n c ia i E in te cc d n atu PUincrc» l'u n d ad D r PcH TIO lladO R Í

G . W„ L cítm ji Ja h a n ií F r íc d ü tll M írbgut Siernurid F m u il Alfivd. Adiec


{ 1 6 4 6 -1 7 1 5 ) 0 776-19411 U E i 6-193^1 til »7{M 9371
J a b a lín WflifsBuj!: G o e tlie X rth u r ScJiuftHiiliBjiDr C -.O . lu n jj
(1 7 4 9 -1 6 3 2 ) 11788-19601] (1 B 7 J-I9 6 Í)
Cuita-v T T tcodw F c c fin ít M k ítia C h jm » t Siántlfii l'E T rn i^
18U M S871 (la íi-ifw ? ) (1 6 7 3 -1 9 3 3 )
GlLaiiie'í G a ln in JcMepO D je u ti O tt« RánJt
(1 8 0 9 -1 9 4 2 } í i B 4 ; - J 9 2 S ’l (1 6 Í4 -1 9 3 9 )
l^ rc c H unH y
Í I 6 8 .'- 1 9 5 3 Í
HBJry S. S iillñ ^ n
(1 8 9 2 -1 9 4 9 )
F riflh Friura ra
ÍI!W ]-1 9 S 0 )
C a p ítu lo E

PSÍCO A N A LISIS

ül p3)[;ovi:ílLal£ es el Eutema p s lc a l^ c a máB conocidOi fo especial entre l u uo


Aúnejuc durante tnueho tíempü fue rechazado por algUDoí pai-
c^legris acadámica!, ha alcanzad» gran diruElón Lnfluercía en otras incBs
cleniínías y túcnícat, en los círculos lltereufioj y en los niediut Legos* En los
oIHttios añuSi está intciírsiuidu ceJa voz máis a ^|;uiios üe le» jjtrupüs aicaflé-
rtltids que en un principio habían adaptado una posícián recalcitrante,
IJ cuerpo d e l o s e s c t f f ^ peLcoaAelitlcus e i e i u > m i e ¿ Sóilu l a i o b r a s
c u ib-

pletm. de Freud, en su tTaduccLán Inglesa, abancan 24 tomos. Debemúi-, por


In lanío, lijnltamos d ofiecejr una sinopsis del sistema.
El hechu de tiiic ludo e.xainen del psiojanálisis adupte un tono critlcu,
mí itnplica ^ue niegue la contribuclün e ró m e de Fraud y sut stguidores a la
|t#lublcigía. A pe4ai de todáí Jas objeciones'a su ieciia. Los psicdlogas-nortes^
inertcanos han consagrado a Freud como el teórica de la psicología másemJ-
rienlo d t todos loa tiempos ÍCuan y Zagona, El lector no debe dvidai
eiíci ouandin lea las erdtitas que. se'incluyen «íi este capítulo. Estas críticas no
•e liun pmpuesto mlnimi£.ai la coniábución dcl p^oaníllsla, sino slmplemen-
lit Iniilcír 9U¿l«í sunjdsiraila; quei,le teoría paicuanalitica deberá climinsi autes
de (Klder ganar el consensu general de la ifntnunidad CKfttífica,
(ín ol cuadro 1'2 se iücfuyen ios nombres de Iss Itguñs más tmporisnles aso­
cie dM COPi'el psicQflnáliaís.

lAMTECEDENTES HISTORICOS DEL PSICOANALISIS

H.li pticuanílisis cayó sobre el mundo como una bomba. Ll impactíi provoca-
ikt |iur jdguíioe de sus princípiuts y cuncEptus Fue iu i grnnde, que para miichL»
rain litó cumplotameiite nufrvq. Sin embargo, también ej psicoanálisis tuvo diu-
t'liM^ jn [«USden lee, obligándDintjs a r^catiocer, una vez m is, que dJfídlinenLe
liayiB iit|;0 CQinpletiinieiite nuevo ¡jn el mundo de las ideas.
Iiri vi díutnollo d«! púcowáiisis hubo dos clases de inílucncias. For una
FmitIb, nni tmdjLiún íntehcLmi] en lu que se piicdc colucar a Freud, coitig ] o
nlglrtó Ha kan y por le otra un coi^íinto de influencias pcrs^nsles m is
dlitwfas, C'onsklarvRios el primer íijpü,
A cofitlnnzoi dal ógjo XVIIÍ^ Leibniz elaború una teoría ¡obre elemen-
Im tlp li realidad, de una clase diferente de k mayor parte du k s tcorks pi«-
vina IkTionnnú irrf/fiflttíT a sus elementos, muy dlferenteí de les itom os meca-
nlrltllKBde Otmócrltc. Ni síquidra ecin elementas maU ríale sen el sentido usubI
240 Sitíem^ty teorías pñcoldgicos eontempormeot

dcl término: eran más bien centros de coerza. Cada uno de esos centros era
independiente de Im oíros, y tenia en sí una fuenie de impulsos; podía consi­
derarse la mónada como un centro de motivación, una eniidad automoviente.
La activíclad es la condición básica i^ara ser. Kreud dio un paso decisivo en su
carrera cuando abandonó la tradición mecanicista en la que se había forma­
do y adoptó la tradición m ái dinámica representada por Lejbniz.
Leíbniz también señaló el inconsciente y los grados de conciencia. Un siglo
después. Uerbarl retomó algunas de las ideas leihní^íanas y elaboró una ma-
lemátlc) dei conflicto que se produce entre las ideas cuando pugnan por ha­
cerse conscientes. De modo que no fue Freud el primero en “ descubrir*' el
inconsciente, su contribución fue caracterúar detalUdameme el inconscien­
te y su modo de funcionar. Freud (1938, pág. 939) también reconoció que
Schoperihauer había formulado antes que él la idea de represión en el inccHis-
cíente y la de rerislcncia contra e! rtconucimiento del material reprimido;
sin embargo, aclaró que por su parte había desarrollado las mismas ideas sin
haber leído a Schopenhauer
Freud asistió a las conferencias de l-'ranz Brentano, por esa época muy po­
pular como conferenciante en Viena. Indudablemente, Brentano le introdujo
en el modo de penjuimiento Ieihni7íann, porque él mismo basaba sus propias
ideas psicológicas en la aenvijatj más que en los elementos.
La tradición científica romántica alemana desempeñó un papel algo más
directo. Dos de las fíguras más importantes de esta tradición fueron S^elling
y Goethe. Freud contaba que se había decidido por una carrera científíca
después de escuchar un poema de (inethe tiTulado “Naturaleza*'. Jones (1953)
sugiere que Freud enctrnuó d camino para su propia afírmación en una com-
piensión muy piofunda de U naiuialcza.
La preparación formal de Freud lo áluó en otra tradición completamente
distinta: la escuela de Helmholtz, mis mecanicista. En io que hace a Freud,
el representante dilecto de esta escuela fue Emst Briicke, con quien aquél
mantuvo una estrecha y duradera relaciórt en el Iirstituto F isio ló ^ o de Vie-
na. Cuando Brücke. Ludwig y Du Bois-Reymond tenían veinte años, habían
concertado un pacto antíritilista con fielntholtz (Boring, Í950, pág. 7081.
Intentaban imponer la noción de que en los cuerpos vivientes no hay otras
fuerzas que las que pueden encontrarse en los no vivientes. Parte de la mo­
tivación que llevó a llelmiroitz a escribir su primer trabajo sobre el principio
de conservación de la energía hie el deseo de mostrar que en el organismo
considerado corno un aiaicma físico no hay una energía diferente e inex­
plicada. Quizás el contacto de Freud con esa tradición contribuyó a su pos­
terior afirmación de que los sueños y fantasías, el ir a n io y los errores de
los seres humanos están determiiudos, y a que formulara su propia versión
sobre la determinación de la conducta luonaim: el cleterminismo psíquico.
bs posible que cicrio grado de familiaridad con el concepto de Helmholtz
sobre la “inferencia iucuftbcknte'', empleado para describir cr^no llegamos
a conclustones respecto de la percepción en ausencia de procesos cognitivus
ídonüfíciblcs. puede haber servido para señalar a Freud, de un modo más di­
recto, la importancia de loe procesos inconsciente»
Ptícoanálisi» 24¡

Sin duda, U tesis evolucionista de Chadcs Darwin reforzó el dcterminis'


mo de Freud. quien la leyó y discutió con sus compañeros del instituto y del
hospital donde estudió durante su carrera médica. Planteó una perspectiva
bioló^ca deJ hombre, de acuerdo con el punto de vista de Daiwin, y muchas
de sus idea» surgieron directamente de ia ttorfa evolucionista. Un ejemplo es
el instinto de muerte, que según él depende de especulaciones sobre los orí­
genes de la vida Seguramente las ideas de Freud sobre la importancia casi ex­
clusiva de loa motivos sexuales no puede haber sido independiente del pen­
samiento evolucionista, para el curi la reproducción es. forzosamente, el te­
ma central.
Hughiings Jackson combinó una perspectiva fiaioióipca con una evolutiva en
su influencia sobre Freud, pues concebía la nución de que el sistema nervioso
alcaiza, a través del desarrollo evolutivo, una estructura jerárquica en la cud
tas estructuras superiores son más complejas pero están determinadas de mane­
ra menos completa, la s precisas interconexiones de las estructuras uiperiores
se desarrollan luego durante la vida del individuo. En las enfermedades nervio-
sai se produce, según Jaeleaoa. un proceso que ^ denominó d/to/wcrdn y que
es, aproxbnadamente, lo opuesto ól desarrollo evolutivo. Freud, a su vez. al
parecer modeló su idea de la regresión sigiúendo los lineamientos de ía disolu­
ción de Jackson (Herrmlein y Boring, 1965, pág. ¿48).
Influyeron sobre Freud, entonces, dos tradiciones algo antagónicas, a las
que podemos llamar romintica y mecanícista. El fondo religioso judfo de Freud
que mcluía muchos componentes místicos, fortaleció el aspecto romántico y
místico. Los escritos judíos atribuían también un significado místico il sexo.
Bakan (1958) ha documentado esta influencia.
Un hombre. Gustav Fechner, parece haber compartido el conflicto mecaní-
cista-fomántko de Freud y haberlo resuelto fínabrroole adoptando una riguro­
sa posición científica ante un problema esencialmente místico y romántico:
el de tas relaciones mente-cuerpo. Tal parece que la clase de talento más ca­
racterística de la psicología ha sido exactamente de este tipo. Entre otros que
han “ natundizado'* alguna clase de fenómenos, hasta entonces místicos, pode­
mos mencionar a Darwin (selección natural y evolución), E bbin^aus (memo­
ria), Pa>dov (aaocúteiones de conducta) y Skiniter (conducta “supersticiosa'').
EUenberger (1956), entre otroa, ha mostrado coa cierto detalle que hubo una re­
lación directa entre Freud y Fechoer. Freud confesaba au admiración hacia
Fediner. y estaba familiarizado con sus escritos. El interés de Freud por la
intensidad de la extimuinción. la energía mental y el concepto topográfico
de la mente se relaciona coo el trabajo previo de Fecluier.

LA VIDA DE SICMUND FRELiD

Los psicólt^os. casi universalmente, consideran a Freud (I8S 6-I9J9) un gt-


gante, aunque para algunos haya aido un gigante equivocado. Por esa razón,
y a causa de que su xistenu nc basaba en gran parle en la observación de lí
242 Siaxmax y retiríts ptkoiógicvs conlemporéneot

mismo su vida merece un examen más detenido que el que hemos dedicado
a U nuyoriá de “ fundadores” .
Freud nació en lo que aciuabiicntc es Pribor (Checoslovaquia), el 6 de ma­
yo de I85Ó. Su padic, Jakob, trabajaba por entonces en el negociu Je teflir
y aprestar tejidos de lana; no exiate ninguna constancia directa de lo que húo
para mantener a su familia después, cuando se mudaron a Vicna, via Leipzig.
£n ese tiempo, Príbor se llamaba Frcibcrg y perteneefa a Auslría; la faniiiia
se estableció en Vieiia cuando el pequeho Slgmund tenía cuatro años.
Pronto resultó evidente que S i^ u n d poacía una gran capacidad pata el es­
tudio. A sil tiempo, se decidió por la medicina, aunque no Ic gustaba su prác­
tica y s\ui\ca identificó con la profeñón. Posponía sus exámenes, mientras
se dedicaba por entero a trabajar con briicke en problemas puramente cien-
lífíctM y por lo tamo más acordes c<m su tcmpeiamenco. Mis que médico,
aspiraba a ser profesor de analonua. Finalmente abandonó sus esperanzas de
una carrera académica, dio sus exámenes de medicina y se preparó en un hos­
pital para poder dedicarse a la práctica privada. Es posibie que su condidón
de judío le haya Impedido seguir adelante, pero evidentemente hubo otro fac­
tor: como académico, hubiera demorado mucho tiempo en hacerse una po-
sciótt.
Ya antes de dar sus exámenes para el doctorado en medicina. Freud se in­
teresó especialmente en neurolog/a y psiquiatría. El hospital reforzó esa in­
clinación. A partir de 1880 osciló cutre el estudio de la anatomía del sistema
nervioso y el de la psiquiatría. Publicó muchos artículo$ sobre anatomía; en-
lie eili», un nuevo método para leflir el tejido nervioso, y un escrito que con­
tenía el germen de la teoría de la neurona. En una época fe interesó la cocaína,
y sugirió su eficacia a uno de sus colegas, quien a su vez descubrió sus propie­
dades anestésicas. Freud se sintió profundamente desilusionado pues había per­
dido la oportunidad de hacer este descubrírmeato y ¿cacizar U que lo
acoiiipailaba. Freud parecía más interesado en su potencia tranquilizante, y re­
comendó utilizarla a sus amigos. Dno de estos sustituyó una adicción previa
por la adicción a la cocaína, y la actitud algo imprudente de Freud le valió re­
primendas de sus colegas, que sospechaban los peligros de la dre^S^-
Durante la década de 1870 y comierizos de la de 1890. Freud estuvo bajo
la protección de otro médico: Joiief Breuer. Kreuer dio dinero a su empobre­
cido colega, además de consejo y amistad. Estos últimos aspectos de la rela­
ción se diluyeron cuando Freud inició su tnlíma amistarl con Wílhebn Fliess.
también médico. Con él mantuvo Freud una relación inu^tadamente eslreclia,
por los años en que comenzaba a fonnular sus nociones sobre psicoanálisis.
En 1X85 Kmid obtuvo una beca para estudiar en París. Estudió con Charcot,
un famoso hipnotizadot, maestro y autoridad en cuestiones de histeria. Freud
estaba ya algo interesado en la hipnosis como método de (ratamienlo, y Char­
co! fortaleció ese interés. De vuelta a Viena, bifounó a sus colegas de lo que
había visto y aprendido sobre la histeria y la hipnosis. 8u informe no fue reci­
bido como una revelación por la Asociación Médica Je Vierta, y el joven pio­
nero se sintíó amargado. .Sin embargo. Ellenberger (1970.págs. 4 4 8 y sig$.)no
cncuentia ^nieba alguna de que Freud haya sido rechazado o aídado y ennai-
Psicoanitixis 243

Jeta que pur aqueha é(n>Cd sub kailbnientos hayan sido algo neuró­
ticos
Ei joven Freud siguió empieando la hipnosis en sus prácticas, cotio comple­
mento de los masajes, los hahoft y la electroterapia moderada, de moda por en­
tonces. Posteríomjcntc abandonó esta última, aclarando que la única razón por
la que no estaba de acuerdo con quienes airibuíun sus efectos a la sugestión era
que no observaba ningún resultado que o.xplícar. Esta suerte de aceptación iró­
nica de h realidad era típica del enfoque de Freud respecto de la vida y de sí
mismo.
Hacia habla perdido el interés por la anatomía. Junto con Breuer
[Hjblicó los Estudios sobrt la hisrena. obra que marcó el comienzo de la escue­
ta psicoanalítica. No escribió ya artículos o libros sobre neurología, a cxccp-
ción de un artículo para una enciclopedia, en 1897.
Hacia esa ¿poca, también, Freud se apartó de Breuer: Fliess pasó a ser su
mentor, a pesar de que era dos años menor que ¿I, e inferior intelectualmen­
te. Freud dependió mucho de Fliess durante este período de su vida, el más
neurótico; era excesivamente deiwmlkute, celoso, a veces dominador, excesF
vamente preocupado por la muerte, e hipocondríaco: esto último nunca llegó
a superarlo por completo.
En 1897, Freud comenzó un autoanálisis en gran escala. Gracias a él pudo,
entre otras cosas, empezar a pararse sobre sus propios pies. KlicffS y Freud tu­
vieron un entredicho en 1900. quizás a propósito de algunas ideáis muy especu­
lativas del primero, sobre la periodicidad de la cumJucla. Posteriormente. Freud
atribuyó su alejamiento a un análisis que hiciera él de la elección vocadonal
de Fliess. La separsetón final sobrevino varios arlos después: Freud había sido
indircoTamente icq>onsable de que uno de sus propios pacientes plagían las
ideas de Ríess sobre la bisexualidad. y ae uegó primeso a ttconocti cualquier
responsabdiüad y luego a disculparse.
Quizás el hilo más importante en la carrera de Freud haya sido la publica­
ción de La interpretación de los sueños, ert 1900, dos años después de la muer­
te de su padre. Según Jones (FiS3. pág. 324), y según la propia interpretación
de Freud. la necesaria liberación del inconsciente sólo puede ocurrir una vez
que el padre w: ha ido. Poco después de esa publicación comenzó a ser reco­
nocido, y pronto reunió en su tomo a un grupo de colaboradores- Su papel co­
menzó a ser el de padre, no ya el de hijo. Jung, Adler, Rank y Ferenezi fue­
ron primero discípulos y luegp wbelde». \.a «beliím comenzaba por lo general
con diversas dificultades en la interacción personal, y el joven grupo de pxtcoa-
ualbtas no toleraba el desacuerdo entre sus filas. En determinado momento se
formó un comité de los fíeles, compuesto por Abraham, Eitingon, Fereiiczá,
Rank. Jones y Sachs. Su misión consistía en promover el trabajo analítico.
Por rrtediactón del comílé y de un cuerpo de publicaciones cada vez ma­
yor. Freud alcanzó el éxito y fue ampliamente conocido. Uno de los prime­
ros indicios de reconocimientü üitcmaciooal fue la invitación que le formu­
ló G. Stanley Hall para hablar en li Universidad de Clark durante las celebra­
ciones de VI vigétitno «t\\ver%ask> en I9Q9. Además de Freud. habló también
Jung; entre los analUtas presentes figuraban Fereoezi, Jones y Brill, en canto
244 S á teínai y itorías pgicoíósicas arntam parúnfos

qi4e TiteÍLEMMf, Cailall y James se encontraban entre los famasos psicóTagos


jitadémScDs que también Bsistlerún. Por esa época. James Futnarn, profesor
de neurología en li Universidud de llmvaid, se cooirirtlíi-en un flrmt parti­
dario del psicoanUisis,
Jung regresó tnás tarde a iw tslados Unidos, para dar nuevas confcien-
cias, c inlDimó luego qu* la aceptafiím de la duettina analftica era mis fáeil ú
no se iníisíia tanto en el sexo. Esto ahondó la hrecba ya íxisiente entre- Jurg
j Freud Resulta imposible resumir con exactitud Iga Tazones que provocaron
la ruptura final entre estos dos gigantes del íTiovimientui psimanaliTico. Afor­
tunadamente, ahora se ha puMieiutó su cturespondencia y quienes estén inte­
resados en este tema faacfnfliUe pueden observar cúmo « produeo la dereceión
de Jung prácticanierttE arte sus propios r^o« fv^ase McGuire, 1974J.
El reconocúnientio y el éxito de Frtiid eontímiatcin on lumcnto, pero tus pro-
blemaí estaban lejos de haber sido superados. Tuvo que liatier frente 3 disen­
siones Bui continuas en las íUas anolfticat y que mantener a su esposa, siis seis
liijot y una cufiada, ademdt de él múmo. La Primera Guerra Mundial tr^o pri­
vaciones y angustias, puEi stm h^os Mfirttn y Em ii fueron Ilimidos al frente.
Fiero Freud siguió trabajando y su fama creció. Cuando concluyó la guerra,
atrajo a muchos estudiosos ¡nglese-s y iicirLeariierÉcanos que le ayudaran a 311b-
aifliir cuando la moitcda austrfacu se desvalotIííú. Continuó ajnpÜHndo y m«|¡-
ficando sus teurtas, y regulándola rápida expaniiiDir del pwoíUi¿liaÍ3. Uno de loa
recuiíos u tilla ndoi para ese control fue su yolutnlnosa cotiEspondencia, en k
que amonestaba y feUciraba a sus seguidores.
En el fairdíco año \9 2 i se descubrió im edneer en la boca de Freud; es muy
probable que tuviera relación con los veinte cigarros que fumaba por día. Hubo
que elúrtinar partes del paladei y de la rrundihuJa superior, e instalir una pró­
tesis para xparar la boca de la cavidad nasal, para que arj pudierti comer y ha­
blar. Freiid aceptó In serie de operaciones y el d d o r casi continuo que acom­
pañó Sus liltrmos dieciséis arlos de vida, eon su ¿aracten'stica rueríla de icaUs-
mo, pcsúiiismo y falahsmu.
Finalmente, 1938 trajo la temida invasión nazi a Austria. El propia Hítler
leaJLíó una visita triunfal a la ciudad. Los libios de Fieud hieian quemados y
sus hijos sfrejLadns t inlcrrogHdüs peu la Gestapo. Sin embaijp, Freud no qui­
so dejar su casa de Berggpjse 19. el lugar donde había creado, fundado y nutri­
do el pslcoanáUsls. Emest Jones y la princesa Mane Bonaparte, ambos querin
dos amigos suyas, lifonjearon y supEcuroo, blhi Freud en una mano y lot nazis
3n la otra, y coonguieron c1 apoyo de muuhDs, entre eUos, el del embajador
(íe Biladoft Unidos, Btillitt. Por último, ambar partes bc convencieron y los naxia
dejaron libra a Freud, dea(>Ltés de despojidó de todo aqueUo a Jó que pudie-
ror echarte el guante. Se la exigió que firmara un docunicmo absolviendo míos
nizii de toda culpa y declarando que era tulalmcntic iibie de quedarse y pro­
seguir con su trabajo,- Lo único que pidió a cambio fue agregar una frasej se
dice que escribió; "Y de todü corazón puedio recomendar aliC estopa". ¡Mun-
ca renqmctó a la ironía, ni con Icb año* ni con las adveisidadea!
Eq Inglaterra lo recibierüd enmn ji uji héroe y no tardó en ser admitido co­
mo rniEuibro de k RcyjJ Society, enlidad a k que habían pencitecido Hewtün
l's&xunsÁJiaii 245

y Darwin- Los norteamericanos pueden sentirse (Jígiillosíis del hecho de que


prominentes ciudadanos de Gleireland le enviaroii un telegrama de cuatro pági­
nas para Invitarlo a radicarse allí, fürmuUndoJe toda suerte de piomesas ai ilsj
lo hacía. No ea probable que Frend haya tomado en serio esta daa: de oferta.
Tenía un viejo pncjuiciti contra Estadal Unidos, a pesar del intenso placer que su
visita a la Universidad de Clark le había provocado. Lamentablémcate, en
aqueDa oportunidad lo aquejó una enlbimedad que atribuyó i k comida y el
alojamíentD¡ por otra parte, nunca se sintió cómodo con el lenguaje y Jos iiiu-
dales de los jtorteamerícanos.
A puco de llegar a Ingfatetra. su cáncer se volvió a manifestar, porto que tu­
vo que reemprender k lerie de opciadanes / iratamiientOE. A penar del dolor
y la incomodidad casi continuos, trabajó praccicamento hasta el final y murió
m paa y con hancu e¡ 13 de setiembre de 1939, No llegó así a saber que cuatro
de sus hermanai, que habían quedado en Austria, ierran asesinadas por los nazis.

SURGIMIENTO DEL PSICOANALISIS

El ^rm en del psicoanálisis apareció en un trabajo de Breuer y Freud, publica­


do cu JÍ595; Estudios sobre ío AjitEtM. Freud conació a Breutr, msyor qur el.
3 fines de k década de 1870, y amb<K ■campaíiieron un fuerte intotós cien­
tífico. Los dos » interesaban por ol hipnotismo como rícurso te rapé u tito.
Breuer trató un caic intcrcsantei el de Antis O.., fiaata 1882. y se lucojiiem ó
a Ereud. La muchacha, muy iatclíKeiite, había consultada a Breuer defaídD a
»us tnóltlpEes untomais, que incluj'an la psiállris de tica miienibTOs, cortraccio-
aes y téndeacks a una doble personalidad. En el curio del tratamiento, BrcuEir
descubrió que si su paciente le relataba d origen de un aitituma mientras Su­
fría una espacie de estado do traiisicióu entra las dos peisona]lciade&, d sínto­
ma podía desaparecer. Breuer comenzó entoiicti a hipnotizarla díaiiamente,
p an que pudiera Ijfararsc de Los síntomas más rápidámenle. La paciente bau­
tizó "cura de eanverjadón" o “deihoIlinadQ" d método que habían descu­
bierto. Por esa época, [a Idea de la catarsis estaba ya en el aire en Viena (Ellen-
bnrgpr, 1972), y c i muy posible que Anna O, y Breuer hayan trasladado esa
idea del teatro al cantuitorio. Ehiraata un ano, Breuer dedicó máí Je una hora
diaria a escuchar a esta packiitE. Según vna Leyenda, qi», originada en Freud
y dung. Se conoció a través de Jenes, ambas Ucgtion R tenerse un extraordi-
naiiü cariño, y cuando Bteuer debió termidar el tratam ierta. Anua O. sufrió
Jos dcdnrai de üo parto histédeo, a consecuencia de lo cual Hrctier huyó, lle­
vando a la que por eotnncfis era su ceJosiiírna esposa a uns segunda luna de
miel, Efl cuyo tTonacurso ñie cpfii:ebidji. poro eati vez de verdad, uiu de sus
Irijas.
EUcnber^er (1972) ha teSoIado q w , luna de miel o no m edkúte, k mayor
parte de la leyenda es pura ¡nvencióii. La crunoLogía ilDCumentJiik demues­
tra que ningtina dr las hijas de Bteuer fue coacóbkla eu aquella época. Y lo
246 Íüít<^n¡at y teotias pstctttógicoi contcmp^irántos

que es más impórtame. Aniu O. distaba mucho de estar curada cuando Breuer
suspentU6 el tratamiento, como se informa en una historia dú\ic« ücfconc»cv
i)a antes y que Ellenbcrgcr descubrió rccicnieuicnlc en un sanaiono de Krvuz-
lingeo. Sui7a, donde Anna O. recibió tratamiento después de que Breuer dejó
de verit. Este iiccho arroja sombras sobre los orígenes más remotos del psi-
co anátí^, por cuanto se hahia considerado a Anna O como el prototipo de
una “cura*' caiirlica.
Anna O., cuyo verdadero iiwnbcc era Bectii» PaupeniiCón. posteriormen-
te llegó 3 ser tan conocida que Alemania emitió un aello postal conineinora'
livo en reconocimientP por su labor en favor de los niños, las prosütutas y las
entidades de beneticencU judfas. Incluso, Luey Frceman (1972) ha escrito, en
idiumt inglés, una biografía algo novelAda. Por lo tanto, aunque Breuef no la cu­
ró (kl todo, mejoró después lo suficiente corno para llevar ima vida digna de sor
destacada.
Freud se interesó mucho en este caso, y uigó a Breuer a publicarlo. Sin em­
bargo. los ¡Estudios (l$9S ) completos aparecieron 13 año* después de cerrado
el caso (por Breuer), e incluso un infontie prctiininar llevó 11 años.
Mienttas tanto, en 1885, Freud pasó medio año con Charcm. Este era famo­
so por su tratamiento hipnótico de la histeria y de otras enfermedades nervio­
sas funcionales. Después de vanos Tnews, Fieroá regresó a Viena y reasumió
la práctica privada. Por esta época abandonó la cleclrolerapia También ob­
servó que no todos sus pacientes podi'an icr hipnotizados, y juzgando quizás
que su técnica era deficiente, fue a estudiar a Nancy con Bomheim durante
unas pocas semanas. Uevó consigo a un paciente en el que no hahfa podido
inducir un trance profundo, pero tanibicn Betnlieiiu fracasó. Sjn embargo, a
Freud le trapeesionó posteiWad de )a.s sugestiones posthlpnóticas, que los
sujetos no recordaban en el mojnenio; probablemente también le impresiemó
el iicchu de que el paciente pudiera recordar la sugestión ai ei hipnotizador
in.ustia lo suficiente.
Freud comenzó entonces a modífícar su técnica en los casos en que no era
posible inducir ia hipnosis. F.suba determinado a salvar !a cura de charla; in-
á ití» en q\vt z\ pácteme recordara el origen de los síntomas aun sin hipnosis,
y reforzaba esa insistencia sugiriendo que el paciente lo recorüan'a cuando
Freud presumara su frente, esta etapa. Kreud orientaba mucho Jois pro­
cesos de asociación de sus pacientes. Uno de ellos le Jijo que estaba interrum-
piendo demasiado y que debiera quedarse callado. Esta sugerencia fue lo r)ue
llevó I Freud a reemplazar el trance hipnótico por la asociación libre como
método de tratamiento.
Hacia la época en que aparecieron los Euuúios. Breuer y Freud poseían ya
muchas de las ideas que habrían de proporcionar U base para el psicoanálisis;
muchas de ellas provenían de las observaciones de Breuer en el caso de Anna O.;
otras, de lat observociones de Freud sobre pacientes histéricos. La primera de
esas ideas se refe na a la ímpúriancia de los procesos inconscieuüsx ct\ la cUolo-
gia de las neurosis. L'sta convicción se apoyaba parciatmcnce en la observa­
ción de que los síntomas parecían a menudo expresiones de sucesos que el pa­
ciente no podía iwurdar, o de impuistxv de los que no era consciente. La in­
247

fluencia de ia& sugestiones posliiipnóltc». quo el sujeto no iccorJaba por ol


momcniOi puede haber contribuido también a la misma convicción.
Por esta época. Freud estaba convencido de que el sexo desempeñaba un
paiiel predonúnaiitc en los Imsiomos psíquicos üeJ neurfiiico. Breuer no com­
partía U certidumbre de Freud en este punto, y evidentemente el tema no se
trató, en la publicación conjunla. con la cxtcniión que hubiera satisfecho a este
último. Al parecer. Charcoi había señalado en a l^ n momento que existía un
cierto upo de caso cuya base era siempre sexual. Freud afirmaba también
Breuer y un ^necólogo llamado Clirobak habían hecho observaciones siinUa-
res sobre los desórdenes nerviosoa. Bl mismo Freud observó que I» mayoría
de sus pacientes histéricas informaban sobre experiencias sexuales Iraumáti-
cus - a menudo con miembros de su5 propias familias- en su niñez Conclu­
yó que en una vida sexual nuimaJ no era posible una neurosis.
También hacia e a a época Freud tecortocía la irr.pottancU del simboUsmo.
Los SijUomas parecían ser representaciones distorsionadas, pero simbólicas,
de sucesos o voníUctos reprimidos. En el caso de Anna O., la relación simbó­
lica entre el origen del síntoma y el síntoma mismo se hizo clara parala pa­
ciente y para Breuer. cuando a(|uélla pudo recordar el origen de un síntoma
particular. De modo que los síntomas no eran aibitrark».
t.i\ todc* loa caKVs- la át.uaciós\ «ó qu« se oTi]»nab'& amloma había im­
plicado fuertes tendencias a hacer algo, a las que se habían opuesto otras fuer­
zas que impidieron a la muchacha llevar a cabo su deseo. Por ejemplo, quizás
hubiera querido llorar en presencia de su padre, debido a su pesar a causa de ia
enfennedad de éste; dn embargo, había ddo incapaz de hacerlo por temr>r a
que el 5C preocupara por su salud. El impulso reprimido se manifestaría enton­
ces en ívjmva ^nbóiVcA. tum o una intapacidaó paia ver. La existencia de ten­
dencias coniriíliciorias es un testimonio de la importancia del conflicto en la
creacióu de síntomas y en la producción de las neurosis en general.
De lo dicho se desprende que la aceptación del inconsciente se entreteje
con la noción de represión en el inccmscicntc; los impulsos y recuerdos inde­
seables son empujado» al intonscieme, se olvidan > en circunstancias ordina­
ria» no están ói»poriib'« como material consciente El paciente sólo puede cu­
rarse mediante la recuperación y elaboración de lo reprimido iahfeacción).
En su búsqueda de los orígenes de los síntomas, del material reprimido
representado por los Síntomas. Freud se vio obligado a retroceder cada vez
más en la vida del paciente y. paralelamente, u rcvoooccr la importancia de
la» e.xperíencias infantiles en la producción de las neurosis. Muchas de esas
experiencias infantiles eran sexuales: en la hisleriá particularmente, Freud
encontró informes sobre experiencias sexuales tempranas. Sin embargo, creía
que esas experiencias no adquirían fuerza traumática m ies de que el pacien­
te alcanzara la pubertad. Tudavíd no bahía llegado a sus planteos ulicrioies
sobre la génesis temprana de la sexualidad en la Infancia.
El lUtlmo descubrimiento, y posiblemente «1 más importante, fho U rola
ción de transferencia, liemos dicho ya que Breuer cobró afecto por »u pacien-
le (contratransferencla); lam^sién ella lo cobró por él. ApaTCnlcmcntc. el pa­
ciente transfería a su icripcuta Iw sentimienios que antes había experlmcn-
24é Smtmas y ttorias pticoUt/iíeos contemporáneos

tado hacia otra gente, en especial sus padres. Kn alienas etapas de U rciación
terapéutica esos sentimientos podían adoptar un signo fuertentenie positivo,
incluso sexual; más adelante, podían ser muy negativos. En cualquiera de los
dos casc« podía vivir, resolver ios impulsos que hasta entonces no habi'a podi­
do expiesar. La Transferencia tesullaba entonces una de las herramientas más
útiles del terapcuhi.
Por otra parto, la transferencia podía Uegar a hacer estremecer el conuón
de un tímido. Probablemente, la ansiedad de Breuer ante la transferencia que
había producido en Anna O. lo llevó a abandonar el csn p o que estaba comen­
tando I abrir con Freud. Existía, además, la controversia con respecto a la
importancia atribuida a ía aexuaíidad. como 3ntucr no podía decidir si real­
mente la sexualidad era importante o no. eligió dejar el psicoanálisis a Freud.

EL SISTEMA DE FREUD

Saltearemos ütora las fases dei desarrollo p v a presentar un resumen muy sin­
tético del sistema fieudiano en su forma final. E)ebemos distinguir entre la es­
tructura de las construcciones que desarrolló -q u e es lo que nos interesa pri-
moiüúlnienic y las técnicas psicoaiialíücas enfocadas como terapia o como
fuente de datos empíricos. Estas facetas del psicoanálisis deben evaluarse poi
separado; gran parle de la cunfusión respecto de la crítica al psicoanáiUis pro­
viene de no separarlas. Por ejemplo, las críticas metodológicas al sistema no
se aplican necesariamente a la lempia, y a la inversa, los resultados positivos
de la terapia no avalan necesariamente el sistema.
Debe tenerse en cuenta que Freud ao desar/cUó súbitamente sus Ideas; ni
tampoco continuó adhiriendo a una idea cuando ésta parecía contradecir las
pruebas recogidas por él mismo en su trabajo. Por ejemplo, hubo una profun­
da modificación en su posiciem sobre la histeria, cuando descubrió que en mu­
chos casos los incidentes sexuales traumáticos relatados por sus pacientes no
habían ocurrido; en cambio había resistido todos los míenlos de sus colegas
por htKerle cambiar de posición. R .!. Watson dice de este incidente;

Poco después de ccmunicai este trabajo comenzó a comprender la


liutriblc verdad: estas seducciones sufridas en la infancia en )a ma­
yoría de los casos -si bien do en todos no se habían producido en
realidad.
Un hombre inferior podría haber ocultado su error y tratado de olvi­
darlo. Un individuu menos sagay. desde el punto de vista clínico po-
d rú liabet coiifesadu ''valientemente" su eiror para dedicarse luego
a otro asunto más provechoso. Freud no hizo ni lo uno ni lo otro. . .
¿Acaso el hecho real de que sus fantasías cobraran la f'omia de mani­
festaciones de Upo sexual, no atestiguaba que había un matiz o una
bSM Kxuaí en sus peaenmimtoo y , por lo tanto, no estaba él dando
PtkoefiátíMÍM 249

ia debida importancia a la base sexual üc sus dinculiades, aun cuan­


do las situaciones que habían descripCo en realidad ou se habían pro­
ducido nunca? A pesar del revés momentáneo, este "error" llegaría
a ser considerado un avance (1968. pág. 467).

Como im^stigador cjentíHco, fue extrcmadainente insensible a la crítica


exterior; pero fue lenáble a la autocrítica, y por k» tanto su sistema resultó
flexible. Rara voz presentó sus teorías como verdades, más bien las picícn*
taba C{MDO cuncluriones de ensayo, aparentemente ^>oyadas por sus datos
dínicos. .Su reaismneia a las críticas externas y su opinión de que sus nocio­
nes no necesitaban apoyo experimental han sido en gran parte responsables <k
su /^u iacJón de dogmático y conñado en exceso.
Tenía una actitud sorprendente hacia fa realidad de sus concepciones. Cuan­
do cobraba conciencia de lo que era metodológicamente correcto, admitía
que esas concepciones eran ficciones convenientes, inventadas con fines expli­
cativos; pero su actitud usual era que se estaba ocupando de cosas reales. Por
ejemplo, una vc¿ utilizó U afitmactón de Janet de que el inconsciente era una
manera de hablar, como ejemplo del b ^ o nivel de comprensión de Janet (Jo­
nes, 1957. pág. 214). Parece ser que Freud consideraba realmente el incons­
ciente como un país que él exploraba, más que como un sistema que construía.
Tal vez sus antecedentes en el campo de la neurología favorecieron la creen­
cia de que estaba trabajando con estructuras reales.

El dfxitaíu psíquico

Como ya hemos visto, Freud creía haber encontrado dos "estados" o "pro­
vincias" en el "país": lo consciente y lo inconsciente. Diferentes cipos de le­
yes determinan lo que ocurre en esos dos estados: Lo inconsciente opera de
acuerdo c<mi lo que Freud denominó proceso primario, lo ccxisciente de acuer­
do con el proceso sccum/ario. ha Jó^ca ordinaria se a|dica a este último pero
no al primero; loa mecanismos que pueden observarte en los sueftos caraefen-
zan la acción del proceso primario. Algunos de esos mecanismos son la con-
densación de varios pensamientos en un único símbolo, el desplazamienío de
un impulso o afecto de un símbolo a otro, la caxacten'stica aiemporui de los
suchos, la conversión de un impulso en su opuesto, etcétera. La ilogicidad del
sueño es tma cancterística de todo el proceso primario.
lina parte de la energía para el aparato mental ae denomina libido, su fuen­
te está en Us tenziooes biológicas, de las cuales la m is importante para la eco-
Dcxnía mental es ctertamente la sexual. La mayor parte de la energía sexual
deriva de las zonas erógenas, áreas corporales e^cialm en te sensibles a la es-
tímulacióii. El ello es el principé reservoilo de esta energía, y siendo incons­
ciente, opera de acuerdo con el proceso primario. Los diversos instintos que
Ksideci en el ello presianan hacia la descarga de su enei^'a Hbidinal. Cada ios-
tinto, por lo tanto, tiene una Juente en las tendones biológicas, una/rnoíiz&rJ
de descargarse en a lg ^ a actividad, y un obfeto que servirá para facilitar la
descarga.
250 Sistemes y teorfas psicoU^^icós contemporáneos

El eüo opera de acuerdo con el pñnciptn del pUxcr. En general, lo placente­


ro $e (kriiie por la cliiiiiiiacióii de la tensión, aunque no siempre resulta claro
si lo que produce placer es la eliminación de toda tensión o el mantenimien­
to de un nivel de tensión constante B1 abandono de un nivel bajo de tensión,
o cualquier elevación de la tensión, resultan displacenleros. Debe recordare
que el ello 0|>era sd/o de acuerdo con el principio de placer; por ejemplo, no dis­
tingue entre la salisfaccion aJucinatoiia de una necesidad alimentaria, y su sa­
tisfacción real. Sin embargo, la tensión no se reduce m is que a tiavés de un cotí-
tacto con objetos realmente adecuados
En función de esto último se otra estructura psfquica que comple-
menU. al ctto. Se la denomina yo. Opera de acuerdo con las leyes del proceso
secundario y. por estar en contacto con la realidad, de acuerdo con el pnneU
pió de realidad; es decir, se trata de un agente evaluador que selecciona inlcJi-
gcntcmcDte la linca de conducta que reduce el dolor al mínimo, mientras per­
mite un placer máximo. El yo sigue estando al servicio dcl placer a través del
principio de realidad, pero a veces dg& momentáneamente de lado la gratíH
caciún directa de las necesidades para que la gratifícoción general sea mayor.
Como resultado del ccmtacto cun las realidades culturales, encamadas fun­
damentalmente en los padres, se Uesanolla un tercer agente mental. Este fun­
ciona como supresor de la actividad placentera, a! igual que en algún momento
lo hicieron los agentes externos. Tiene dos subsistemas, una conciencia moral
que castiga y un ideal del yo que premia la conducta. La conciencta moral in­
duce sentimientos de culpa; el íde^ del yo, sentimientos de orgullo. El super-
y<) es distinto del yo (que sirve al principio del placer y solamente pospone
la graÜitcacJón), ya que intenu detener (>ot coiiiplctu ciertas actividades pía-
cenieraa. La actividad dcl superyó es en gran parte inconsciente, y por lo tan­
to sigue sobre todo las leyes del proceso primario.
Freitd llegó a la conclusión de que los instintcK activos en el aparato psí­
quico podían dividirse en dos grupos, los instintos de vida y los instintos
destructivos. A estoa último» se los denomina más comúnmente instintos de
muerte, ya que su finalidad ea la muerte del individuo. Freud consideraba que
tos instintos son conservadores; es decir, procuran un retom o a un estado previo.
Así explicaba la compulsión de repetición que se manifíesta en algunas con­
ductas. Como la materia viviente proviene de la materia muerta, el estado pre­
vio es en última instancia un estado de completa quietud, de muerte. Los ins­
tintos de muerte buscan la desintegración dcl individuo, mientras que los ins­
tintos de vida tienden a una continua integración. El im ünto de muerte es
dentro de la teoría de Freud lo que menos aceptan otros analistas; muchos
artículos aparecidos en puUícaciones analíticas son desfavorables a esta con­
cepción freudiana (Jones, 1957. pág. 276). Los instintos de vida y de muerte
ofrecían a Freud la ventaja de una polaridad, un par de eloincnlo» opuestos
y en conllicto. Jones (1957, pág. 422) señala la afición de Freud por el modo
dualista de pensamiento, con preferencia a Itu concepciones monistas o |riu-
ralistas.
Freud llamó libido a la energía p u e iu al servicio de los instintos de vida: nu
propuso Ilia c o nombre e»f)ucia1 pata la energía que activa los insilmos de muer-
PakoaháUth 2SJ

fe. A medida que el individuo desarrolla su yo. la energía psíquica disponi-


tit va quedando cada ve/ más bajo el duminio del yo, abandonando aJ ello que
origmaliDcntc la dirige. i;l yo liga la energía a lax represontaciones psíquicas de
ios objclos exem os; a esa ligazón se la llama catexia. El cipo de ob|elo carac­
terizado depende del ínslinto que tenga energía disponible; la distribución de
la energía en los insUntos es llcxiblc. En la venión original de la teoría ana­
lítica. se que la distribución se modiñeaba gradualmente, de modo que
cada vez había más citerKta disponible para los insLüilos de autoconscrvacióu
dcl yo. y menos para los tmtiíUos icexuales del ello. Según esta versión, el con­
flicto básico se daba entre Imitíntos de autoconservación e instintos sexuales,
más que entre instintos de vida c instintos de muerto.
En el curso del desanollo de un individuo, hay una etapa en que gran par­
te de la energía libidmal catecttza al progenitor dcl sexo opuesto; en el caso
del varón, esto lleva al desarrollo dcl confliclo edípíco. Como el Edipo mítico,
d niño ama a su madre.Tambldn siente celos y resonlimientos hacía su rival,
el padre. Sus sentimientos sexuales se orientan hacia su madre, pero la expre­
sión directa de los impulsos incestuosos está bloqueada. En esta época, los
impulsos hacia la madre se reprimen en el inconscienie. con tanta fuer/a que
todos los impulsos sexuales entran en un período de latencia. Se maniflestan
nuevamente en la pubertad, cuando el aumento de las tensiones sexuales es
suflciente para trastornar la economía psíquica y picrmitir que los impulsos
superen las fucr/as represivas. Freud veía en el conflicto edípíco una contri­
bución fundamental del psicoanálisis; uno de los presupuestos necesarios pa­
ra su aceptación es que la sc.xualidad se dcsanoUa realmente en períodos muy
tempranos de la vida.

Ri rratamiento de las neurosis

Consideremos ahora las implicaciones de la posición psicoanalítica en el tra­


tamiento de los neuróticos. Al hacerlo, debemos tener en cuenta que estamos
invlrtkndo el proceso leal: de hecho, la teoría surgió de la terapia y las obser­
vaciones que acompafiaron a ésta, y no al revás como podría sugerir errónea­
mente nuestro examen.
En primer lugar, los métodos ordinarios de reunir ínfonnación sobre la gé­
nesis (te los síntomas no sirs'en Hemos visto que los recuerdos e impulsos de­
sagradables son reprimidos poi el yo a requerimiento de la realidad o el su-
peryó. No son conscientes. Ni siquiera están en la zona intennedia que Freud
denominó preconsciente, donde la simple aplicación de un esfuerzo adecuado
puede hacerlos conscientes. Todo ínteato por recordarlos tropezará con la
resistencia: de modo que se requiere un método eiqwciel, tal como la hipno­
sis o la asTKíación libre. Puesto que los suchos gobernados en medida con-
^ücrable pur d pioceso primario, proporciona si se los interpreta correcta­
m en te- un camino para el conocímicnlo dcl tnconscienic. Ahora bien, para
poder intcrpretarloi correctamente e& necesario reconocer cue la fundón de
los sueños es la satisfacción de los deseos, como el ello no reconoce la dife­
rencia entre la sattsfacctóo alucinatoria de deseos y la real, las tensiones psí­
232 Sisttnasy itorías p tícoii^os contemporinei>s

quica» exi&lcatcs puedcu buscar la descarga cu los sueilc». Para detemiinar


el signiHcado preciao del sueño esto es, para descubrir los impulsos escon­
didos Cátenles) que en él se expresan se índica al paciente que diga lo que
asocia con los elementos del sueño. De esta manera, los strntolos del sueño
se pueden relacionar con sus significados, y el material reprimido puede ac­
ceder ala conciencia.
1:1 análisis de la reststencia contra el rectseido de los materiales repriuiidos
es entonces una de las Urcas más difíciles c importantes d d analista. Si U re­
sistencia es demasiado fuerte, el paciente continúa rehusándose a reconocer
la existencia del material lepiimido aun cuando el analista pueda presentárse­
lo verbalmentc. El paciente sólo mejora cuando puede superar su renstencia
intenor y aceptar el análisis. Al superar su teslsteocla, pone sus impulsos ba­
jo el control del yo, dcmde obedecen a las leyes del proceso secundario, hii la
medida en que se amplía el dominio dcl yo, ¿sle se fortalece y el paciente
logra el control racional de sus impulsos. No se puede librar de U regulación
por el principio del placer, pero sí obtener gratificación más completa una vez
que se logra que los impulsos también se ajusten aJ principio de realidad.
La superación de la resísfeocia es posible, por lo menos en algunos casos,
gracias a que una considerable porción de la energía libidinal se transfiere al
terapeuta. Este dispone entonces de esa energía para oponer una contnfuer-
za a la resistencia. A su vez, la transferencia misma se transforma en objeto de
análisis, y dehe ser superada para que el paciente se independíce y pueda de­
cirse que está curado.
En el proceso de superación de la resistencia, y de rastreo de los matedales
significatívoi reprimidos, el paciente puede verse obligado a recordar materia­
les cada vez más antiguos. Los años de infancia son críticos para el desarrollo
de todo individuo; si éste se tija en aigunaetapa temprana del desarrollo sexual,
o sí regresa a ella al enfrentar un trauma posterior, queda m<mtada ya la es^
cena para que se desarrolle una neurosis. Las experiencias tempranos más sus-
ceptiÜes de castigo, y por lo tanto más reprimidas, se relacionan con el sexo.
Por lo tanto, el material sígnifícalivo que le recoja tendrá que ver con el sexo.
Podemos ser más específícos, y decir que el conflicto edípico y su resolución
son centrales para el análisis, y que su comprensión por parte del paciente es
esencial para su recu p erad ^.
Resulta claro de todo esto que el síntoma posee interés para el fceudiano
por su valor simbólico sobre todo, como una señal inicial que puede condu­
cir fínalmente al analista y al paciente hacia la verdadera dificultad. Investigar
los síntomas para descnbir las causas fue durante tantos años una parte de to ­
das las terapias, que ya ni falta hacía mencionado. Sólo en las dos últimas dé­
cadas, más o menos, en virtud de que loa terapeutas conductistas comenzaron
a trabajar directamente en la eliminación de los síntomas, se ha cuestionado la
actitud de Freud hacia éstos. ¿Los síntomas son en sí el protíema del neuró­
tico, o son sólo símbolos de un proUema de raíces más profundas? Ese era,
de verdad, un tema fundamenta] y una clara decisión a este respecto proba­
blemente ayudaría a resolver muchos de los conflictos existentes entre la
terapia psicoanalista y la ouiiductista.
Pticoonóliah 253

Aparentemente. Freud creía en la posibilidad de romper las férreas rejdas


del deteiminísmo cuando se podían poner los impulsos bajo el imperio del
proceso secundario. De este modo, el paciente alcanzana el ou/ocontrol, en
lugar de permanecer b ^ o el co n trd de los impulsos. Freud estaba menos in­
teresado en la cuestión del determinisno dentro del proceso scciindarío, aun­
que sus seguidores (inchiyendo a su hija Arma) han dedicado mucho tiempo al
estudio de los procesos del yo. Para Freud, la e ^ r a n z a de que la humanidad
mejorara residía en que se volviera cabalmente racional. La compren^ón no
era una condición xufíciente para la curación, pero era una condición necesa­
ria. La comprensión tenía que ser “ profunda” ; es decir, tenía que haber una
real aceptación emocional del análisis, y no una mera repetición intelectual de
las palabras.
La importancia que Freud concedió a la racionalidad se tradujo en una com­
binación algo extraña de posiciones sobre el determinismo. Desde casi todo pun­
to de vísta, era un archideterminicta. Es famoso tu trabajo sobre la determina­
ción de los errores al hablar y escribir, los olvidos e incluso las pérdidas de ob­
jetos. Presentó pruebas de que la naturaleza aparentemente casual de estos su­
cesos oculta el hecho de que el error revela la motívación inconsciente de la
persona que se ha equivocado o que ha olvidado o perdido algo. Un ejemplo
publicado (Freud, 1938, pág. ?5) es el de una representante de Us H^as Uni­
das de la Confederación, quien al concluir su elogio a Jefferson I3avis, dijo:
**EI grande y único presidente de los Estados Confederados de América:
{Abraham L in co ln r Al explicar este» ‘iapsos” . Preud ampliaba el supuesto
reino de) detemiinismo, pero al ayudar a sus pacientes a lograre! control dcl
yó, estaba tratando de liberarlos de su garra.

LOS REBELDES

Cuatro miembros im portaites del grupo inicia] de Freud ocuparon primero


una posición de privilegio a su lado y luego tuvieron desacuertlos establecien­
do facciones analíticas rivales. Fueron Adler. Jung. Rank y Feicnczi, en eac
orden. Los opositores del psicoanálisb han utilizado sus defecciones para de­
mostrar que los analistas no están todos de acuerdo, o que Freud era una es­
pecie de tirano deq>ótíco que no toleraba ninguna oposición. Los cargos, c<xno
podía esperarse, no son del todo verdaderos ni de) todo falsos. Hubo por cier­
to acuerdos y desacuerdos fundamentales entro los cinco hombres que estamos
considerando. En cuanto a k>s factores do iMraonalidad, son difíciles de evaluar:
en todo caso, probablemeate cada uno h;^'a tenido su parte de culpa. 1.a in­
vestigación de Levinson (1978) ba arrojado nueva luz - y muy interesante,
por cierto - sobre ia relación entre Freud y sus discípulos. Levinson considera
que es típico de los jóvenes encontrar un mentor, ta] como .'\dler. Jung. Raok
y Ferenezi encontraron a Freud Y también es típico que una intensa rela­
ción de este tipo concluya con un seiio ccxtllicto y resenUmienloa. El joven
Z^4 Sisiem aiy leorins fíii<;<i¡ágÍÁ:asi;iinli;mptíFsi}€.os

eoluadcia que qI me n lar -es demasíaJü ifKijjente y trítito . y la peiMma uiayar


^cu en lra at jovioa (Jenmiado auisepliblí, jcbelde e irignito. !:□ ccn^eu-ciKiiEi,
es piabablf que nos hi^yamús iiie]inado & pcnlur que las sucesivas reheliofioa
(le los diícipulos de J-'íCUd eran msúliias eu ando en realidad se ira raba de alga
que había que eaperar, tlon esta intiodiKCi6ti, nos düdieaieinüs ahora a presen-
lar una breve reseña de üstoi cuatro Mambíes y de las iiiodilicaciuiies que pro-
pusteron.

Aifreil ^dier

.Mirad A(Uer ^lS70-l‘i37), uji inúdifo víujuis, se unió al grupo que en 1903
CoiTicnüó a reunirá con Frcild (los viernes par la noche) para hablar de psi-
coaná.[¡sÍ3. Adler y Stekd fueron Los nrás anl¡|iuos Jitorpulus de Freud Uibando
namn la .sociedad en años sucesivos (JfJ 11-1912J. Stelcel hiüo coíltribucianes
Cñ el campo del simbolismo, pero según Jones Í19S5, pág. 135) rm tenía con-
cieiicia ojentíljcn y nu formó escuela después da abandonar d psicoanálisU,
El caja de Adler fue muy distinio: su contóbuciór al p$icoaiiálisii fue im-
portante, pues farmuló una teoría de la conducta hasta cierto punto indepen­
diente, y estableció una escuela rivaJ.
Las dificultades enUe Fteud y Aiiler se intensificaron luego de que b reiiij in­
sistí Eia en e1 uLHnbre de Jung como presidente de la Asücíaciüii Tmernacíonal;
loa vkncses eran celosos de sus pasiciones. ya que había It ^du los priinerus se-
giddotei. Luego, al año siguiente de Ijs leunionici intcinacianiles de 1910. se
decidió üi&curir y debatir Lis teorías de Adler. FtnaiJjiadas las didcnaiDnes, te-
Miltjmn fvidetiLes ios rfesaciierdos con respecto a la leona, y Adler abandunó
con su rancian la Saciedad de los Viernes antes de que lerniiniira el año 1911.
Formó una e.ítuda rival a la ifuc rmainienUí ¿saüíoint psicoloffia det inditiiiJiJif.
F.n un primer tnomento f'reijd lalcró c incluso dio la bietiveujila u Itócoiiiri-
hucJones de Adler. Este destacaba la htiporLancia de la Inferioridad orgánica en
los ílemóÜCos. A primera vísta, parece una poficiún rnás bialugistu aun que b
de KreinJ. üin embargo, an este caso las apaiieocias engañan, porque Adler po­
nía el acento en k leaccíóm psicológícs ante uua inferlariiLid orgánica real o
¿ittiigdujtJa, más que en Lus liccbus biulóidcas mismos. de esta
Inferinridad Mplica la naturaleía tk muchas síntaínas neurólicoa y conliibuye
a deltnñjnar el esü h de vida del individuo, U nmtwrí aumo enfronta en general
los problemas. El encamen de los mecuniianDi campen sato nos sería,, para AJIer,
la tatúa fundamental del análisis, (ajito desde el punta de vista teórica .como
práctjinr.
Aunque Adler destacaba la Lnpruiüncja deí cunílictn entre ¡a masmliiiidad
y la feminidad, sus putiitoe de vista sobre Ja sexualidad eran muy ijfbrerites de
loe df Fréud, Fara di* lo importante era la superación de 1.a feminidítd. (arta
por parte de lus hambres como ¡3c la» mujeres ‘■protesta maacLdina” )i y no
la sesujlidad en sí imam a. La voluntad de poder seria la fuerza motiva dora más
importinta cu las vidas de loE hombres^ en ocasiones, el sexo es Uñ sin turna
de esa vyluíilad, y el acto üenual reptegenta entonces k dominación de h uno-
jer maB qlie Una SXpneaión dc impulsos reabnente seniiulcs,
Psirfianúlisif

A dki, k Vo fuatad de púdei y la [icocúdad de supcriir Iji infcnuridad


resultan de la» Caíndkiones de vida que valen univEtsalmeíTuc para los nifto*.
El niño no ei un peqiiniiü xninial cuyos deseos incestuosoa deben rs-
prJíiiiTss. sino un organismo pequeño desamparada cuyas necesidades han di!
ser atendidas en jti totalidad pOt aJiillus mlatívaincnte poderosos. iMecesaria-
JitCRle, el ribo desarrolla semimientos de inferíarídaü respecta de esos adul­
tos, y debe esfonarse por Superar su Life rJ orí dad y alcanzar Uíi status inde­
pendiente. El Konflícltj cdfpica, si oKiate, es más una conquista de la madre
que una expresión direetnde la sexualidad infantil.
IV ntodo que .Adler nístd inlpurtnnfift a lüS instintos y energías biijlógícos
e innatos, y destacó las relncionfis sociales que 5C van dando en el seno de la
familia a medida que ol niño oratse; co rd ay ü que la posición en !a faniLba (hi­
jo mayot, segundo, hijo nienot} es tnuy importante para dcterinlnar fe forma
(estOo de vida) en que im Individuo afronta la neidldaj. Es foreoso que ftaya
rivalidad en (re In.H honriaiios y que ella afecte a la personalidad. En la teoría
de .Adler, Tos conflictos importantes suelen ncurrir emrc el indiylduu y Su am­
biente;, mds que dentru del Individuo, como atirmaba Freud,
Adlei presentó una concepción d d liumbie más uptimista que los pskoa-
pnliutas ortodoxos. Fd hombre no ca mi agregado de segmentoB en guerra en­
tre ai, iino más bien un individuo dininüco Integrado. No ín^Elió mucho en el
descubrimiento d d tncorscienlc y sus fueríaí^ ostuiís. El hombre de Adler es
CüiisciHiite y Creador, y vive en parte poi una “adhesióri a una ficción de futu­
ro^, roimada de preceptos en. los cuales üe dcc eii úl piegtíiilL. Esos presepios.,
aunque no Ticecsariamcnte ctcrtop, pueden sia embarga dirigir la conducta;
por ejemplo, iijl precepto "su iBcorapensa estará en eJ Cíelo” ,
Adler y su escitela practica ron ima terapiu más bntve. y por lu meno* en al­
gunas oportunidades pruscindieron del diván freudianó, i.-as apile aciones prác­
ticas de la. teoría adleriana a los problouas educaciuiiales y sodulcs ayudaron
a pupuljiri^aj Id fcoríu, tu mismü que la facilidad con que té mi inas tLÍes có­
mo tiomplejo d i inferioridati y rivsHiJad ÍUuron asimilndos an el 1er-
jíiuaje lego. En geneiál. la leñaría de Adler se acerca más at sentíJo coniiin que
k ds Freud. y probatleniejite comparte li fueria y la debilidad de este Upo
de Icarias.

Cari (jUsiiivJurm

Rilaciún co n i '^vud. Cari UiiSlav Jung i 1875-1961) fue un psiquiatrg suizo que
« ííitrrMó.en IwjC.uíí'íii dcj^teuii ^ s p u ís de l « t Cs mícrpretuciOH de h a w í-
ñi7s, que apareció en 1900. Jung viritó a Freud en su Sociedad de los Viernes
en Viens, en J,y0.7j t inrpediatanteDte si^hfcieron muy amiüüs. Jutig nó lardó
en ser, a los ojo.'! de Freud,, el príncipe del movimiento paicoanalítTco, En 19(19
atonipailú a Fteud en las amlfetcDCias de la Universidad de Clark y posteriiír-
merte regresó solíi a .Amdrica para d icur conferencias adiciunaics. En la prí-
rrteri relmíóra de La nueva Asocjaclón Fsicoanah'titra Irttsmaclonil, Freud in­
si ülíó —ffflnte^fl lá opotición vieneta- m qur le isligieru prtaidcTiie á Jup¡i. Quí-.
S iite m a i y teo ria i con(emptJr¿nev!i

ri 4 quo ol nue'fo movimiento íuese enííabezído por ini hombre joven y nojn-
di'o, porque sentía qLie la resistencin a los judíos podía impedir el progreag díl
uuuvu inuvimtejito. bii eaas condiciones, parecía la elección lúgica. Loi
vJeneses, que en su casi totalidad eran judíos, estaban celosos de su prioridad
en al movimjenio, y tambkti icsciitídoii hacía J'ing porque lo suponían ajiü'
semita. Pero Freud superó las objecigiies y Juiig fue electo,
1‘üco despuís .Cüiiienzó a dePtUtsr^ la leladón entre ambos, J uíie no dí-
sejiipeñuba sus deberes presidenciales tan bien como Freud espembís; restaba
importancia al seko en sus ootifereriejíis y. el) jSus ajióljEÍ$ terai^uticos, y mo-
díBc^elIcüiicéplo de libido, ta s fnccionus perBonalet liideioii tirantes las re-
l!(í:iones entre los dó¡ hürnbn:s¿ en privado se acusaban el uhü al otro do neu­
rótico y la rivalidad fue crecierido n medida que amboc interesmon, casi al
rnisiiio üenipü, en la psfcotogín de la religión, Bn enero de 1^13 convinkion
en interrumpir su correspondencla pefSüuaJ. Hacia 1914, Jung sé retiró por
eomploto del movimii&TUCi; nunca miniejó su ajnifUd con Freud, Prooto fun­
dó ,una nueva escuelij a li que Jlamó píícflijfw ífitalítica,
Actltuüeí büíLicifS y enelacloiagia. En los Cüniieiízos de su caritía, Jutig ha­
bí» paaluJado la existencia de algunos carnblos fískoa que explicaría el de­
sarrollo de la esquJüDlíunia. .Acentuaba así un factor cOntemporincD, en lu­
gar de los factores históricos que solía deatacár Freüd. Aunque por esa época
Freud estaba de acHerrín enn Jiing en ese punto particular, no debe de haber­
lo estado en general con la tendencia de Juits a conceder mía importancia al
presente que al pasado, cu el estudio de los nturoEísL Ln e^te aspecto, Jung
6c pRjcefu m is a los gucstaJtlítas y Frieud a tos cunductistas. lung no sólo seña-
taba la importancia del p7esrntn, sínn que también creía necesario coiiipren­
der el futuro, las potencialldadbi del hombrí, para poder hablar con áehtTdB
de él. En la dijeccióíi de la oamjuct», jiigi'm lung, lis metas i; intenciones de¡
ser huma fio tienen tanta importan cía como ai historia personal. iJej^próJa
(citdeqcia^-da.iireud a cstudÍBj la causalidad eAdu!¿vaniente_ba^diaae.cii ei pa­
sado^ y aím i^ajai le orla ación fieüdlana da red u ^v s j_Ttn;caEÍclau. Jung su­
frió* posteriormsiite (Jutig y PítIIí,~í95S] üiTprtiicipio Damado de síníTtiní-
cicíoii, que valdría .para l&s sücmqi que ocurren juntos éfi el iiériVpó“p erolio
* cansan los ijLnas .a.Lua .otros; la ledlzación de sus arquetipos (imigoncs'píi-
moidialcs que implican tendencias de respuesta heredadas! «n el mundo real
sería sunullúncamente psíquica y física, sin que Ijjs dos maciirestacioiies se
relacionen causolmentc. Esto presenta üemejartaa can la qjc sostenía Hume,
quien reducía .lu causalidad a Jn contemponmeidad, y tambié^ con la doctri­
na d d paniJebsmo paicoíTsko.
Con el transcLirsa dgl tiempo, /ung modificó su lotiiad hacia la mciodolú-
gíft científica. En un pdnier momemo, estaba inuresado en cubrir la brecha
entre la pslcolo^a académica y ci paicDiuiitisis, por vía del Experimento de aau-
ciacióii. Dü esta maneta c ioeraba hacer más científico el pricoafiiti^^. Ulta-
rlom ente. Jung perdió el interés por “ prob'ir^ el análisis a través~de experi-
mentas concebidos a la usanza tradicional. Bl.y. su ^ seguidores se dóiücaton.a[
estudlu de !a mitología y el arle, comométodq4 m arótilespara reveJ-or lu foncia
A w tjw íflftiíí 2S 7

dcl - Juitg * traíisformú en el líder analista mis icucio a los mé-


todoa tradkimiales de Ja ciencia CinpítiCB-
de [Je acuenJo con estas perspectivas bisic^: destacú me­
nos e^l. paSEid(J..dB¡ individuü, y . d ía su situiiciútL piósenle y los desegs para el
fum^o, Bl-lionlbie d ejn n g , a diferencia dal de Fieud, es mis lyi hombií crea­
dor y n i c n u s ^ jl* innuencias idibígatiiiiaj emeomitan-
tem ^ te. la pácolosífl jungiiiana es mía optimista. Para Freud, la terapia jiin-
guíanq era t|a tipo saicerrtotal, con exiiortíciones mnfítleí, apelaciures ? ia rucr-
id de la voluntad, y un intento por desarrollar loi anhelos humartos de lo divi­
no (Fficud, ItlSa, pág. 975J. Jung creía ane los inioulinis primitivos det hom-
hje pueden jCinülizaiac-JMída-JjriaJjú^uetla ;de. líi jutorreidíiaidúii o di? lo dJvi-
el yo no recottoce y utíU n adecuadamente la energía, ésta puede iraaloi'
nar su funcíonaniíeiito hasta el punto de volverla neurótico O pácótícü.
Energias e ííjíítji/íw hásicoi. L dü pimtüs^dé.iislJL.ílE.Juug lobre U energía
liujjnu]» básicu sc^ aproximan más que los de Frcud. a.ppa qonoeiiciú-n de senti-
’ad'común . La libido sería, una cne^ía_vl^_de caí-jetet biojúnicu generil. y ro
Üacesariainente ana enereía •preilomiJm itcmeiite aexual- Lo__Ljae p4ra_i_ fTeud
ora eñerpía !»xual concentrada e-u diferentes zonas corporales a lo íaigo ife eta-
^ .d jíc E u ite s (üíaJ, íiialj'Tállcaníteute, genital), p p a Jiin£.era d m p l^ e n te
energía vital, que ndQ ptaba.l^om ia m is iniportante para el oreaniarTu &n ca-
da inagi£)itu (alimentación, cÜrninaición, La coiicentnidón tempiana fte
U gratiñcaición on la. zona oral se explicit p er ta relación d i roma con La aü-
rncntación, y no por su relación con las sensaciones plíccntíras que surgen de la
estbnulaciüd oral ( b las que Frcud adjudicaba un carácter sexual en tin sentido
amplio), A Jung_iio le BUJtaha.gLie_Freu<j a^rupira todas las sensacioises pJa-
Centor^ haj_n_e! rótujg, “aiXujll” .
to m o en iu coatxpufón la energía básica no em ded todo sexual, Jung pudré
minterpietar Iss obBúrr'BcioníS andíticas que adjudicaban aigniíicaílo kkubI
a diverso* tiechus. Como Adler. re interpretó d conflicto edípico. Por esa época,
decía, las funcioucs irutñtivss adquieren ímpcirrancta en Ja actitud del niño ha­
cia su imiKlrc. A medida que el nlJfio desarrolla su funciojiamietttu sexual, esas
(úucíoTieE se rtaibcrn y cambirun con sentinilciitiaei «rxuales. Combinadas con
estos senüinjentos, hay ciertos pnedisposIdoTies a leacdouBr ante la madre, de
carácter priiciitivD e Inconsciente. Na es uieito encnnce^ que, euma smÉenia
Freud, la relación edípiCiH Se base axcíusivamenic tn la sexualidad.
Juiifi transtirió casi directaii-venta los conceptos de is fítitií 3 sus aürmncianes
sobre la energía piwquicu- Creía que U en.eigü. p^'qutca.eru tBnto_o mía fndes-
trucLible que U energía fíuca, Si se utiliza la eiurigi'a « 1 alguno funíiíón psf-
^ÜKíft','Tí"caürldad illsponible pañi esa fuciuión decrecerá, pero itoparccerá en
lonna de energía increíTieEitada dispoiuble para aljnnia otra función. Si la enfir-
jt'a desapaieoc _de aieún sistema psíquico, mepareceri en aJflún o tro. Este pim-
tp de vísta no es muy discinto del de Freud; éste tambiín hablaba de la reapA-
rición b ^ p otras formas de la Buergíu psiquina no utilizada, por ejemplo cuando
se sublima la energía sexual y se la uiüiza para U cicatividad artística, Jung no
creía que la suma de energía psíquica disptHuble se nuintuviera coiutantc, por­
que la ener;gía puede íntercambiarsÉ c«n eJ mtinila Externo a través del trabaja
25S Sistemti y teúfíni n/jntímpúrúneüs

muscular, la ir^geitiún de lamida, eteátera, Puesty que la en trsri puede fluir


do un sistema psíquico a üIío , tiende a moverse desde ios punloi más elevados
de enei]gia hacia los inái hajos. Ed reauineii, e! sjEtenia üende a alcajizíif un is-
tadE>_d^qu_flftriu, aunque esta tendencia unoea (íe^jTa reálizarse p o ic S p ie ía -
Aüfrniainfose slóvizara uq equIUtirioJite se perdería rapidanienlc. dehidn a los
intercalohios entre algún sistema psíquico y el uiíuido exterior. I’or ejemplo, si
se concentrara la mayor parte de la cnergíu diaponíble ca ci in canse lente per­
sonal, este tendería a compajlir la enargía con otros üslamas, como podría ser
ti yo. EntonCBs podría hatier un litlcfcambio con el mundo exlsrior. El yo In­
crementaría luego su pro visión da energía, v la dirección entonces se invertiría.

t'strucüti'íis píiQtiícas. Hall y Lintfzey {1957) han afiecído lín excelente


sumen de la posición de Jung;

Es persoitallded total o psique, cumo la Dama Jung, consiste en una


cantidad da aiatemas separados pero Jn leractuantes- Lus principales
iwTt el ya, el f/icfínstíeníie periotTaí y sus Cüfr^iejos, al inconseteníe
ciílectho y «13 aniuetípof, la ptriona^ el aiir?m o el animui, y la
•fijrtibru. Además de estos Bístenias interdcpendieniej, están Laa aefi-
tuties de Intrüversiúo y exuavcisión, y la? Jii/¡ciane.'i dcl pensamiento,
d scntimienLu, la sensaciún y la Intuición, f'itialmente, liay un ,tí-
m im o , que es k pcrsunáUdad plcnatuejite d&sairuHadi y unifleada
(pág. 79).

El yo de Jung es algo parecido a ta idea qUe tiene ti lego de sí mismo; es la


m entí Consciente an contado con la realidad, y Contiene Loa recuerdos coai-
cientea. Se lo siente como el centro de la identidad y Ja peninnalidad pl yo
de Jung equivale al components conscietitc dd yo Trcudlaao.
m jfiriwi^-jgi^Te oersongi es Ja repá n inmediatamente máa “tmerna’l que
el_y.g. rom o está eji contacto con «I yo, contiene los materiales leprímidoa
que provienen de ísto. EU nCanicícntc pcraanyl ‘■qniyj¿g_^ imd meaila del in-
cQqacíente y el p récense jen te fr^udianois.: Icis contenidos del ircottáffiente per-
sonjJ es(irí~a Uispoiíicióa de la cunticncía y conritiijín sólo raalerialet que lian
llegada al inconscieiilie como insultado de expe/ieuclas personales dal índivíduD.
Situado más profundamente aun que el iircunsciente periional, está el incuns-
cionte CdlECtivo. Esta inegión oscura y nebulosa contiene id eo sas que el hombre
ha heredado fílogené tic ámente. Las Cofias tieiedadas Se denuminmi arqmttipíis.
Los arqiietipoí w n predíap osleIones para percibir, actuar o pensar de un í cierta
manera. Se forman como resultaidü de laa expetieneias unlveraalEs que irán te­
nido los seres humanos en el curw de su evolución; sem tanto ífmbolosco.nio dJs-
poslc janea. Puesto quo lü supuestas expe delicias son uitlversolcs, loa arquetipos
también lo son. Jung descubrió su existencia al Bstudiarlos mitos y el arte de di­
ferentes ¿pocas y difeccnt&s culturas, Ciertos símbolos emii comunes t todas
ellas, a, pesar de la supuesta falta (is un ttitciuambio directo entre las culturas.
Ejemplos de estos arquetipos univenales son el nacimiento, la niuerie, el húroe,
oí niño. Dios.
PilcosttáUfüi

Cuatro arquetipos han ileinzada un desairDUo superior ni de cualquier otro:


k persona, el anima, el anitrnts^ y la totnbra. Están tan bien desarrollado* que
han ríígado í * t sistemas de períonalidad separadw. Ls pi?ncifm es la mUscara
que un indlviduit presenta a la sociedíul. y es femenina en laa mujeres y mascti-
Una en los hembras. Puede servir u no para ucullar la peisuuididaü real,
Contrapeando la persona está el iini/na, la parte femenina del hombre, □ el
smfniíS. 1)1 pttric nusculína de la mujer. £ríoi arquetipos uonstituyen ai reeuno-
dmíento Jungutano de Ja bisexuaiidad humana. Se desairollan, al igual que los
otros arque tipiM, como rftgujtado de ex pe rie nú Lia raciales univeraalei. El ílHilna
es el resultado de la* experiencias dd hombre con k mujer, y el ofíltnmi es el
resultado Je los cxpcrkiicias de la mujei con d hombie.
La samAm consisic ín «s3 parte dd inconitcicrite que ha sido heredada de los
antecesores prehumanos del hombre; son loa Instintos antrnales. Los impitlfos
tnmorjiles y pasionales einanan en gran pirte de la sombra. Cuando esos impuL
sos apaiccen en la conciencia, pueden expresjfse n reprimirse, y en este ñlti-
THO caso íitguncM de los materiales del inconsciente personal se origijian en la
sombra.
Un quintiJ ari|uetipo bieít deaarroQadü et el flfVnj'JFHo (alemán; Seíhst; Inglés:
x lf} . el más importan te de todos, Jung encontró este arquetipo en diversas cul­
turas. representado por un símbolo al que denotiiinó mnnJíiia o areulo rn4-
gicfí. MepTifiMiita lo* esfufirzna del hemhre pnr alcanzar Id unjitad, la totalidad,
la integración de la peraonalldaíi. Jung hizo del sf-niJsiiiü un sistenia separado,
rniKllflcando sti concepción original en la que el sí-inlsma equivalía a b psique
total. El sí-mismo munoenc juntos a todos loí otros súlcmac. Pugne p o rli uni­
dad tfel individuo con el mundo a través de las experiencias religiosas, así como
también por la unidad die los tisteinas psíquicos en el individuo. £1 Sí-misnro
sólo puede apai?cer si los utnoi ilítemas pfíqiikus se Separan lo suficiETite
comu pira requerir una in.li:gra£i6ji, cosa que itü ocurm hasta una edad me-
diarta. Parte del desacuerdo entre Jung y Fteud se biuó en caLc “ plUllu de frac-
luta” en b edad media; Jung pensaba que La motivaejún sexual podía ^ r im­
portante antas da esa edad, pero o o desptiéí de p3idr «se pLtdlo, cuamlu * ha
desaroUaúo el sj-rnisnio y al sexo se transforma en una censideración secun­
daria.
Las dos actitudes hacia el fnuado que señaló Jung -esiraversión e iiUn>
veinón » concicen mejor que cualqtiki otra parle su tíatema. En la ex­
traversión. la mayor parle de La alencjóa del individuo se dirige al mundo ex­
terior: k hitroyerítóti es d caso opuesto. Por Jo eeneral, el yo y el biconscien-
i£ personal tienen actitudes opuestas, ya que ambas actitudes aíempre están
en alguna inedjda presentes en la personalidaid. y cnioaces la actitud no d o
minDitE Iknde a jer tepiimida. Cuiiito iitáe fuerte es Le expiesión corsciente
de una actitud, m ü fuerte es el desarrollo iuconsetente de la otra- A veces
un ilesequLLibria peimite qiie la libido ligada a la actittid iitcunsciirnte supere
la teprcalón, y k actitud donninaitle rcnulta superada.
FlnelineDle, esián las funciones, cualquiera de laa cuales puede ser dnuii-
nanie. Las definiciones jungu lanas de pcnsaimciito, Knlimicnlo, scnfiaclóit
e btuicLón no liiílcreñ de me significados comunes Jung rto pensó que fuera
2«0 Sitíem úty ttoriat psicotógicos contemporáneos

arbitrario fijar el número de íuncioncs en cuatro, para ¿I, era una cuestión de
hecho. Por lo general, predontinan dos de las fundones a expensas de las otias
dos; estas últimas se desarrollan entonces en el inconscíeiilc, al igual que la ac*
ütud reprimida. Si K describe a ios individuos sobre la base de función y acti­
tud, se obtiene una especie de tipología: así, un pensador-intuitivo-introvertido
puede ser proteta o monje. Faru vivir con éxito son necesarias todas las funcio­
nes y las dos actitudes; de modo que no hay tipos puros. £1 individuo total
aiiiioiii&a tudus estos factures. En la medida en que nos acercamos a los lipes
puros, nos acercamos a la patología.
Contribución y efíduaciótt Ea particularmente difícil evaluar a Jtuig. Cuando
vivía Freud, su nombre ocultaba a Jung y a todos los demás analistas, .\demis,
con frecuencia se ha seflalido que Jung es difícd de comprender; como ha di­
cho Jones (1957); *'De modo que su mentalidad adolecía de un serio defecto;
carecía de claridad. Recuerdo que en una oportunidad me encontré con alguien
que había sido condiscípulo de Jung en la escuela y le pregunté cómohaVia
sido él de tviño. Su respuesta me impiesioAO; T enía una mente confusa’. No
era yu, cmunces, el único que había hecho c&a observación" (pág. 32).
Aunque posiblemente la afirmación de Junes haya sido un tanto parcial,
debido a su amistad C(hi Freud. parece tener cierta justificación. Recientemen­
te. alguien que revisó la traducción inglesa de las obras de Jung decía que la
afirmación de éste sobre uno de sus trabajos parecía aplicarse a muchos. Esa
aiinoadón es la siguiente (Jung, 1956); "Fue escrito a toda velocidad, en me­
dio de la prisa de mi práctica médica, sin atención al tiempo o el método. He
tenido que volcar mi material piecipitadamente, tal como lo encontré. No h u ­
bo oportunidad pard dejar que mis pensamientos maduraran. La totalidad de
la co&a vino hacia m í como un alud incontcniblG” (pág. xxiíi). Un libro es­
crito de cita luaiiera, no puede resultar fácD para el lector. Además del proble­
ma del estilo, para U mayoría do los lectores que no conocen alemán está el pro­
blema de la traducción, pues, por ejemplo, sólo en 1966 se tradujo al idioma
inglés el último de los dieciocho volúmenes de su obra.
Aun cuando se supere el difícil problema de leer y comprender a Jung, sub­
sisten muchas otros. El eseaso afecto que siente Jung por la metodología cien­
tífica tradicional hace que su tipo de exposición resulte extraña a
los p s ic d lo ^ que gustan de las pruebas estadísticas o de laboratorio. ¡>i se exi­
ge este tipo de pruebás, puede deácanarsc inmediatamente a Jung.
Incluso es difícil encontrar algún sistema lógico para evaluar, porque Jung
no fue un sistematizador. Si hay un sistema, debe destilárselo de -sus escritos
y luego acomodarlo; Jung no presentó postulados o derivaciones. Esk rasgo
lo comparte con los otros analistas.
I:n 1929 el propio Jung ofreció una evaluación del status de la psicología,
incluyendo la de su propio sistema; “NueaCia psicología es una confesión for­
mulada con mayor o menor éxito por algunos Individuos, y, en U medida en que
cada uno de ellos se ajusta más o menos a un tipo, se puede aceptar su confe­
sión cuma una descripción bastante válida de una gran cantidad de personas"
(reimpreso en llíUix y Marx, 1974, p áp . 372-373). Jung pone en claro qi*e in­
tenta aplicar este comentario tanto a) psicoanálisis como lo desairdlaron Freud
PskotmHúds 261

y Adler como a su propio sistema. Por lo tanto, habría por lo menos tres clases
de peisonas, cada una razonablemente bien dcscripU y explicada por una teo­
ría psicoaoalítica diferente
A primera visu, ésta parece ser una clase especial de ciencia, sin leyes gene­
rales Sólo hsy leyes iimíCadas que $e aptican a un conjunto adecuado de per­
sonas. Sin embargo. l>iesíng (1971) describe con exactitud este procedimiento
como uno de sus cuatro “méiudos de descubriiiiieiUo'* en las ciencias sociales.
Es parte dcl método halístico, que comienza con datos concretos, descubre
temas en los datos, constmye después tipologías (que son teorías de alcance
limitado) y termina por desarrollar una teona general que exjdíca todos los
tipos, ftentro de este contexto, se podría considerar que el psicoanálisis es
una eU])a intermedia que podría llevar Analmente a una teoría general det tipo
que la mayoría de los científicos aspiran.
Aparentemente, Jung ha cobrado mayor importancia en ios últimos años.
Sobrevivió a Preud veintidós años, y la totalidad de sus trabajos ha sido ya pu­
blicada en inglés. Las ideas de Jung son novedosas y provocativas. Su idea del
hombre pioporciona un refrescante antídoto para la de Freud: es optimista y
compatible con una per^>ectiva religiosa. Jung mismo estaba interesado tanto
en los mitos como en l u leügionea, sobre todo en las orientales. Su posici^
proporciona un lugar de descanso cómodo y compatible para quienes están ya
hartos del enfoque cíentíAco y sus resultados l.a psicologú junguiana es una
compañera agradable para el existenciaJista (variedad moderna), t i hecho tal
vez fortuito de que el interés hacia estos temas —religión orionuil, misticismo,
cxistencialismo- haya repuntado, ha fortalecido la posición de Jung.
Resulta ágniflcativo que su capacitación cientíAca no tea ni tan larga ni tan
intensa comn la de Freud. Por lo tanto, Jung pudo aceptar Analmeme un punto
de vista Qnnemente anticientinco. Preud había enfrentado muchas terribles
prueba5 de coraje —la sexualidad infantil y su propio error de creer en las his­
torias que sus pacientes le contaban sobre episodios sexuales, por ejemplo-
pero nunca concibió la posibOidad de escapar total y deliberadamente ante la
ciencia organizada. Jung lo hizo. Hrto será su salvación o tu tuina. Sung e n un
etudiío y un entutiasia, y sus seguidores eran leales y quedaban imprestonados
una vez que lo comprendían. No nos interesa apostar sobre lo que los años
por venfr harán con la popularidad de su psiculuyía.

Jta n kyferen cí/

Estos dos hombres pueden ser consideradas en conjunto, porque han publica­
do juntos y porque sus defecciones están de alguna manera relacionadas. La
separación entre Rank y Freud A»e anterior a la de Ferenezi, y también más
severa y más cmnpleia. Ninguno de ellos alcanzó la estatura de Freud, Adler
o Jung, aunque amboc han hecho sigaificativas contribuciones a la teoría o a
la práctica del psicoanálisis.
En 1922 Otto Rank (1884-1939) comenzó a presentar sus Ideas sobre «I
trauma del nacimiento Además, él y FerenezJ colaboraban en un libro titulado
The devel^ptnent o f psychot/ntdysis (1923). Freud reaccionó muy poeitlvajiwu-
262 StSKjnasy xntríu pjkvíitgicos (.-vntempfirineos

te hacia el libro co un primer momento, pero luego mostró cierta ambivaJen-


cía. La avenUón de Rank hacia Jones complicaba d cuadro: aparentenwnte
Freud no »ibt*a qué partido turnar en estos desacuerdos. Una serie de declara*
dones de amistad, culminó finalmente en su separación completa de Freud y
del muviiiMcntu anaUtko ortodoxo.
Al comienzo, Ferenezi mostró derla hoMflidad hacia los miembros del co­
mité. y se le frustraba en los congresos; nunca fue elegido presidente por un
plenario. Sin embargo, su asparación final de Freud no fue tan temprana ni
tan dramática cinno la de Rank. Simpleinente, se apartó de los otros analis­
tas, en parte a causa de sus creencias terapéuticas l'rácticamente no hubo ren­
cores reales entre él y Freud, por lo menos hasta muy poco antes de su muer­
te, en 1933; hacia esta época, posiblemente la enfennedad física Je Ferencr.i
afectara su mente (Jones, 1957, pág. 176).
Kank contribuyó a un aspecto profesional deJ psicoanálisis. Llego a la Socie­
dad de los Viernes proveniente de una escuela técnica, y se le alentó para que
asbtiera a la universidad. Su aplicación del psicoanálisis a los desarrollos cul­
turales le hizo grato a los ojos de Freud, e inclinó a éste en favor de los analis­
tas legos. Freud nunca se había identificado con la profesión médica, y no veía
necesidad alguna de estudiar medicina para practicar el psicoanálisis.
1.a contribución más directa de Rank se relaciona con el trauma del nacimien­
to. Rank llevó hasta su cunclurióu lógica á interés de Freud por los prinreros
aflús. Según aquel, las ncurusi» se originan en el trauma dcl nacimiento, cuando
se abandona la comodidad del útero al ser ekpukado violenta y dolorosamente
hacia ios terrores del mundo. Este trauma no se olvida nunca. La "angastia de
separación" que resulta del trauma del nacimiento es básica en los síntomas
neuróticos. También es impórtame el choque de voluntades entre el ñifla y su
padre, que acumpafla luego el proceso de crecimiento. La tárca del terapeuta,
entonces, es aliviar la culpa que siente el paciente por ese choque, y su angustia
ante la separación. Para lograr que el paciente trabaje realmente durante la te­
rapia, y que no caiga en una exaesivs dependencia del terapeuta, se establece
una techa definida para la separación de paciente y terapeuta. La terapia ter­
mina CQ el momento acordado, y duianle tu transcurso d paciente desarrolla
¡a capacidad necesaria para funcionHr posteriormente sin ayuda.
Hay una circunstancia meeresante a p ro p ^ ito de la teoría de Rank. Por lo
común, Freud se oponía a todo tratamiento estadística. La única excepción
ennocida es su crítica a la teoría de Rank; sugirió (Junes. 1957, pág. 68)que esa
teoría no debiera haberte propuesto sin una evaluación estadística previa de las
mentalidades de los nacidoe en primeros partos, en partos difíciles y en ope­
raciones cesáreos.
Sandor Ferenezi (1873-1933) no hizo modificaciones teóricas tan funda­
mentales como lajs de Rank. Sus divergencias principales se refieren a la técni­
ca t e r ^ u t k a . Compartió con Rank la creencia de que no siempre es necesario
exhunuu los orígenes históikoe de los síntomas neuróticos; esto permite una
terapia más breve. Fereoezi pensaba que en las vidas de la mayoría de sus pa­
cientes neuróticos había faltado una cálida relación con la madre, y que el te­
rapeuta debía proveer ese ekm eato ausente. Por (o tanto, trataba con ternura
Fiicoanilisil 763

a sus ptckntes, sentándolos en su regazo y besándolos a veces (Jones, I9S7,


págs. I63-I64J. ftira Freud, esto era abrir la puerta a técnicas terapéuticas
que acabarían por desacreditar si pskoanáiisrs, y Ferenezi se sintió tocado por
las dudas de Freud. Sin embargo, no abandonó su crvencia dt que (a exoaetua-
ción de los problemas iiiconsc-ientes era el camino para la salud mental, y con*
üiiuó empleando su singular terapia hasta que su salud se empobreció tanto
que no pudo ya trabajar. Comparados con ia terapia primaria {primal therofiy] o
los encuentros '"maratón" d« la actiiaiidad, tos proceduiiientos de Ferenezi
parecen bastante conservadores. Hn vano esperamos oír. de un nuevo Freud,
comentarios irónicos sobre estos procedbidcutos.
Con esto concluye el a ^ c l o puramente expositivo de este capítulo. De
ninguna manera es una historia completa del psicoanálisis, ni siquiera hasta
la muerte de Freud, en 1939; sólo es una muestra de sus puntos mis salien­
tes. Más adelante incluicemos ios desarrolinx recientes, pero también ellos han
de ser incompletos. El psicoanálisis es un movimiento orgánico en constante
crecimiento y modifícacíón. de modo que ninguna sección transversal puede
brindar un cuadro realista o completo. Con todo, ofreceremos ahora una cierta
evaluación de la sección transversal que hemos presentado aquí.
En vista Je las diferencias entre los sistemas usualmente considerados psi-
coanaliticos, no podemos examinar el psicuonálisis como un sistema único
Sin embargo, hay imponanies ra^os comunes que procuraremos mantener
en el foco del análisis, ürelusu entre los sistemas roas divergentei. Toda vez que
examinemos un punto en si que no lodos los sistemas estén de acuerdo, seguire­
mos el sistema de Freud con pretérencia a cualquier otro. Aunque las metas
y el contenido de la psicología p<;koanali'1ica son algo diferentes de los de los
ústemas que hemos tratado antes, continuaremos realizando nuestra expusi-
siguiendo el mismo plan general.
Definición de la patoloyiü
Aunque Freud no pertenecía a la tradición de la psicología como u í. quizás
el pticoanálisU fuera para él U única psicología digna de su nombre. Le intere­
saba desarrollar un marco sistemático, pero no enunciar deímiciuties. En este
aspecto sus seguidores no Km diferido de él Hn una época Freud diiting^ia
el psicuanálisis sobre la base de su intciés por la resistencia y la transferencia;
en otro momento dijo que )a caraclerí&bca de un analista era su interés por ios
factores sexuales. Pero éstas no son definiciones. Seguiremos un procedimien­
to simííar. describiendo algunos rasgos salientes del psicoanálisis. Se obtiene
así una suerte de definkióu iniplícíca de ia psicologfa tal como l i ven los psi-
comolisias. El psicoanáli^ e« una disciplina que se inició con el estucUo de las
neurosis por medio de Isa técnicas hipnóticos, el análisis de los suefloi y la aso­
ciación hbre, y destacó !a importancia de los condiciones motivacionalei in­
conscientes. Desde entonces ha ampliado sus campos y métodos de estudio, pa­
ra inchiif la mvesligación antropotógica, los experimentos de laboratorio, Ua
técnicas de tesis y el estudio de las personas normales, las culturas y ios docu­
mentos culturales. Rapaport (1959) pono en claro el hecho de que el paicoa*
núlíiis procura dcfmir ik psicología da manera que quede abarcada en
Sistenuu y teorfai i/jícoióxkw i,'vnrempofdne0s

Por últimu, al tinuluar las décadas de 1930, 1V40 y 1950. la influen­


cia del psicoanálisis y de la nueva pácologia psicoanalfttca del yo
se extendió a toda ta pdcoiogia, primero a la pskoJogfa clínica, a
través de las técnicas proycctivis, después a U psicologfa ch'nica ex
pcríincntal, y nnalnicntc a la psicología experlnnental propiamente
dicha. Así. gradualmente se está llevando a cabo la afinnación ori­
ginal de esta teoría respecto de su carácter inclusivo (pág. 79).

Los analistas parten de varios supuestos básicos, que se pueden incluir en


la defínlclóii de la eiicuela; para que alguien sea aceptado como analista debe
a su vc¿ aceptar una cantidad mínima de esos tupuestus. A continuación los
examinamos.

Postulados básicos

Según Munroe (1955). casi todas las variedades de analataa aceptan cuatro su­
p i s t e » básicos. Primero, la vida psíquica está determinada. Segujtdo. el in­
consciente desempefta un papel predominante en la determinación de la con
ducta del hombre (por i^osición a U creencia anterior de que el hombre seguía
patrones de determinación racionales). Tercero, los conceptos explicativos mis
importantes son mofrvacionaies (es decir, dinámicos). Muchas iiijuiífcslacio-
nes conducíales diferentes se pueden expUcai por un único concepto motiva-
cional subyacente: se pone el énfasis en la mlencionalidad de b acción, mis
que en las conexiones mecánicas dcl tipo E R. ru a rtn , la historia del orga­
nismo es de extrema importancia en la determinación de la conducta comem-
poránea.
Además de estos cuatro postulados primaríos, los analistas más ortodoxos
aceptan por lo general varios otros, I) el Impulso básico es sexual y tiene sus
bases en la biología del organismo, 2) Esta energía bídógica primoidial se ma­
nifiesta en los diversos instintos. 3) Hay un conflicto básico entre los instin­
tos de vida y de nwerlc (hemos visto ya que éste es uno de los postuladc»
menos aceptados). 4) Para explicar la actividad inconsciente es necesario up
modelo estructural, topográfico; las estructuras generalmente oceptsdas son
el ello, el yo y el superyó de Fteud. 5) Las relaciones entre el niño y sus pa­
dres explican las neurosis. 6) El individuo atraviesa diversas etapas de desa­
rrollo libidinal; oral, anal, fáüca. de latencb y genital. 7) El individuo se defien­
de del daño psicológico mediaiitc el empleo de los mecanismos de defensa que
controla el yo. 8) Por último, los sueños, los lapsus Hngme, los chistes y los
diversos errores, tienen un significado simb^ico qüc se relaciona con conte­
nidos sexuales reprimidos.
Aunque hemos incluido estos supuestos bajo b denomiiiaeiún de postu­
lados, Qo debe interpretarse esto literalmente. Freud era un pensador induc­
tivo. por lo menos en su concepción del proceso. No le veía a sí mismo for­
mulando postulados, sino simpleirtente informando o resumiendo los resul­
tados de sus observaciones. Su reacción ante b declaración de Janet de que el
ínconaciente era una manera de liaUlar, muestra que a Freud no Je agradaba
PtieoeniilsiM 265

que 5UÍ conceptos fueran clasiiícatlos como postulados. La conduela de mu­


chos de sus seguidores índica que también ellos piensan así Esto no es nc-
ccsariaiwente una crítica efectiva, porque no rnteresa cómo se consideren los
concepto» siempre que éstos desempeñen un papel útil en la teoría.

Naturaleza de los datos

Los datos básicos del psícoanáUos han tido recogidos en situaciones tCTspeú-
licas. Son datos provenientes de Infonnes verbales o de la introspección. F1
tipo de huioqiección es muy diferente al tipo clásico, pero mantiene las miv
mas dificultades, a menudo agravadas. Si se supone que b lntroH>«cción psi-
coanalíUca da infomiacíón sobre acontecimientos pasados, entonces los estí­
mulos originales para el infoime verbal lian ocurrido metes o años atrás. Mu­
chas d i las hipótesis psicoan^íticai * cefitten a relacvuwa CTitie sucesos de la
historia del páctenle y su conducta presente. De hecho algunos críticos (por
ejemplo, Skteiner, 1954) han opinado que una de las principales contrihu-
ciones del psicoanálisis radica en su acentuactón de ta importancia causal de los
sucesos de la vida dcl individuo. Pero esos sucesos no ban sido mayormente es­
tudiados de una manera directa. Los datos son las produccicnei verbales pre­
sentes dcl paciente. Freud mismo quedó perplejo cuando al cotejar los infor­
mes de sus pacientes con loa do otros miembros de la tamiJia. encontró que mu­
chos de los sucesos informados no podían haber ocurrido. Decidió que no te­
nía importancia el que hubiesen ocurrido o no; el hecho de que « loa hubie­
ra fantaseado los h ¿ ía importames para la terapia. Sobre la base de ese razo­
namiento, Eírlel (1951) ha sostenido que el análisis no es un método histórico;
lo cual parece ser conecto. En realidad el analista trabaja sobre la base del su­
puesto de que los informes sobre el pasado son importantes; en términos ope-
racionales. el analista no tiene nada que hacer con él pasado dcl paciente. Es­
tudia la personalidad dcl individuo obrervando su hiléracción con otra perso­
na (el mismo analista), y no reconstruyendo su pasado. El psicoanálisis es un
método dinámico, y no un método genético; trabaja con datoa contempori-
ireos triát que coa datos genéticos.
De modo que la relación entre los datos y la teoría psicoaoalitica está le­
jos de ser clara. SI la teoría se refiere a lo* factores genético®, entonces ta ma­
yor parte de los dalo® es muy cuestionable. Los suceso® pasado» deben inferir-
los datos recogidos. Recordamos, de la» cnticas a la psicología estructural,
que los psicólogoa no confían en Is memoria human* más allá de uno® poco*
segundos, y b ^ o condiciones estrictamente controladas Si te reconocen los
dato» por lo que ton -e s decir, si se los utiliza sólo para formular enunciados
sobre el presente - , entonces parecería necesario modificar la forma de la leo-
ríi fteudiana. Por supuesto, este tipo de crítica c* menos aplicable a Juog o
incluso a .Adier, y* que ambos reconocían más explícitamente la importan­
cia del presente. Sin em b aió , también en sus caso» la mayoría de las hipóte­
sis se reñoicn al pasada; en el caso de Jung. incluso al pasado filogenético. del
cual n o h ^ en ibr^usto datos disponihIeR.
Una segunda dificultad surge de la naturaleza de la relación terapéutica.
266 ^itíen m y reorias pacoiogíenj rontí^mporáneos

Muchos de los enuncúdos foimuJados j>or el pjKkiUe se deben mantener en


el secreto. Durante U seaón analftice, cl analista debe desempeñar el papel de
terapeuta, y sólo puede adoptar la actitud desapegada del cicnlinco una vez
terminada la sesión. Puede olvidar datos, o elegir solamente lo» confirmato­
rios. Lo que el paciente dice puede estar inilutdo por to que el analista di^o antes.
El mismo Freud enseñaba a sus pacientes algo de la teon'a psicuanalttica du­
rante el proceso terapéutico, aunque en los últimos años no lo lii¿o tanto. Las
sugerencias pueden haber inclinado a los paciente» a formular enunciados con-
firmatorkM de la teoría. El resultado neto es que por lo general no hay datos
disponibles, ni siquiera para cl público científico. Por lo tanto, los científicos
en general no pueden evaluar su calidad. El hecho de que un paciente confir­
me que el análiais de alguna de sus producciones (por ejemplo, un sueño) es co­
rrecto. tiene poco valor cicnuTico. El paciento participa de la imerprelaciún
y puede ser que el acuerdo o la verificación guanien mayor relación con algu­
na sugerencia no intencional de parte del analista que con la exactitud de la
interpretación. No hí^i' una fuente exterior q\ie pueda confirmar o negar la
correccitm del análisis.
C^izá pudiera ignorarse la necesidad de estos dato», y exigirse solamente
dato» sobre el éxito de la tera^ria. Pero incluso estos datos son difícilc» de ob­
tener. Por supuesto, hay una gran cantidad de mformes sobre pacientes que
mejoraron, pero hay pocos estudios hechos con grupos de control que sean igua­
les en otros aspectos y a los que se suministra alguna otra terapia o ninguna.
Cada amdista ve pocos pacientes, incluso a lo largo de una vida c<Mnu terapeu­
ta, de modo que es difícil obtener una muestra grande. Aun cuando pudiera
contarse con esos grupos de control y esas muestras, sería extremadamente di­
fícil mostrar que la ajrficación de la teoría hecha por el analista ha sido correc­
ta, o que no ha habido factores extraños que Contribuyeron al resultado. En
definiiiva, es muy difícU mostrar la existencia de una finne relación lógica en­
tre la teoría y cl rcmJtado de la teiapia. La situación terapéutica no parece
ser el lugar para probar una teoría científica.
Sin embargo, en un año Dittmann (1966) encontró cinco estudios de los re­
sultados de la terapia (generalmente no de la psicoanalítíca). Si bien la reseña
de Dittmann no se puede emplear para reforear ninguna afitmactóit w b rt la
teoría o la tecapii p^ooanaliüca, ofrece en cambio algunos ejemplos de loa es­
collos que esa investigación implica. Hay un estudio especialmente instructi­
vo (N a ^ , Frank, Imber y Stone, 1964). Estos investigadores enccmtraroa, se­
gún Dittmann, ”un cnonne efecto inicial del tratamiento, un efecto que em­
pezaba antes de su administración y que parecía estar relacionado con el tipo de
tratamiento, ya fuese éste medicación actka o inactiva** (págs. 55-56). Cuando
efectos de cate tipo son usuales, no resulta aorpremleuic que los terapeuta»
mejor tatenciorudo» sobrevaloren la eficacia de su propio trabajo.
Bergin y .Sulnn (197S) proporcionan información adiciojul sobre los tejul-
(ados de la terapia. SJoane y otros (1975) deienninaron que tanto la terapia
inspirada eu la leona conductista como la de orientación paicoanalitica acele­
raban Ja mejoría, en comparación con sujetos de cmitrol cuidadosamenie selec­
cionados. Sin embargo, jlos terapeutas conductisus hicicroa tantas iiiterprc-
Psicoanálisis 267

taciones Como los pskoaiuiísus! Además, L uarus (J9 7 I) halló que de veinte
conduchstaa que se hallabdu en tratamiento, diez estaban en terapia psicoana-
lítica. cinco en terapia gucslaltista, tres en bioeoerfética, cuatro en terapia
existencial y uno en dinámica de grupo. ;Ningunc> en terapia conductista!
(Puesto que las cantidades suman más de 20. es de suponer que algunos le-
lapoutss estaban en más de nna clase de terapia). Todo esto parece leroizai
nuestra opinión de que la terapia, tal como existe cu la actualidad, no puede
servir como medio de prueba de la teoría.
Hay dalos observacionalcs provenientes de otra» sitoacione». Kardiner{l939).
Mead (1950) y Malinowskt (I9S0) han tecoleclado datos perlinenie» en algu-
ñas sociedades primitiva». Esto» datos sirven de apoyo al astema en algunas
oportunidades, y en otras exigen su modificación; por ejemplo, los dalos no
conünflamn la supuesta universalidad del complejo d« Edipo (Toulrnin, 1948),
Hilgard (1952), entre otros, ha infocmado so b » algunos datos recientes,
tomados de sujetos humano» en situaciones de laboratorio o escolares. Estos
datos son forzosanvenie fragmentarios. Se relacitman con porciones aijadas
de la teoría psicoanalítíca, como corresponde a cualquier estudio bten contro­
lado que quiera realizarse en cl presente. Todavía caieceino» del estudio lon­
gitudinal meticuloso que sería necesario para apuntalar sólidamcnie lo» supuesr
los genéticos del psicoanálisis. Pumpian-MindÜn (1952) e» un representante
típico de los autores que consideran necesario crear un instituto psicoanalí-
tk o para llevar a caboesa investigación.
Sears (1943) ha revisado las investigaciones objetivas aiiierioies a 1942, que
intentan verificar los conceptos psicoanalíticos. Mucho» de esos estudio» ae
han realizado con animales, y una cantidad desproporcionadamente grande
han sido pruebas de fijación o regresión. Horwitz (1965) señala que los psi­
coanalistas muy a menudo demuestran un sublime desinterés por esos expe­
rimentos. Con harta frecuencia las hipótesis investigadas son Iríviales, o cl in­
vestigador experimental no se ha tomado la molestia de lograr algo más que
un coflociniienlo superficial de la teoría que está tratando de poner a prueba.
En esta» condickMies, la actitud del analista c», por cierto, comprensible. No
obstante, los expecimentos t^ tin reSativamente bien controlados e indican una
saludable preocupación por la aceptabilidad científica de los conceptos so­
metidos a prueba. El interés excesivo por Jos conceptos Ibniudos indica pro-
hahletnentc una debilidad de la Icoiía; la mayoría de los enunciados analíti­
cos son demasiado generales o demasiado ambiguo» como para pennitir una
prueba fácfl. Bn la mayoría de los casos no es posible someter a prueba Us
predicciones derivadas de varios postulados, porque nunca hay un enunciado
cuantitativo -y raras veces hay siquiera un enunciado cualitativo- sobre Ja
importancia relativa do tos diversos factores que podrían conducir a un re­
sultado conducta]. De modo que la* condiciones de la teoría limitan parcial­
mente ei tipo de datos y su importancia para la te o jú misma.
Posición frente ai problema mente<uerpo
Freud era moderno en este aspecto; no se preocupó dwiiasiado por d proble­
ma jones (1953. pág, 367) ha didio que se podrían citar pasaje» de Preud que
2 6 lf a/stefnai y tñnrtae Jflltosósicoi COñísTítyarin^s

k> cuiutarían ej] cualquiera Je las [íiverBas posicioiwa JüasófTcas al respecto,


Früud migiro H declaraba en favtir de un paralelismo psieofísícü. Sostenía que
tos proceso» psiqutccH no pueden oturrir en ausencia de procesos Flsidá^cos,
y que ertoa üllimos deben precedír a los primeras. .Asignaba asi una cierta prio-
lidad a lo rn aterí al, prioridad que proba blemen le ac remontara a íua'dj'as de ei'
tudianix, cuandn adoptó un mnlerialifiino radical.

PríH£-ípíiy(4c L'on-Enióíi

f.omo lo* psicoanqlisias estin fuera da la psicologr'd académijCd, lea resulta inne­
cesario ocuparse del pnobiema de la coneúón como uü. Sin embargo, su rní-
rodo tiaaico es e] de k ascciaeión libre, y podri'iainos pregunínmos edmo suce­
de que las asociaciones se conecten do manera tal que propnreinran según de­
cía Freud i proposito de los sueños— "un camino real hácra el inconsciente” .
I jos principios de ocmexíón son de dMerentei tipos.
f u primer lugar, estSit los princjpióe cMsicos de contigüidad, limilitudy oj>o-
.sicíón. Los filemerTos que han sido contiguos en Ja e^petieiijcia d d individua
liendcE Inego a conectarse en una serie asacíativ«. Los elementos ion itmila-
rca u opuesteri pora ur individuo, pueden también erocarie o sustituirse muTUa-
fnefite. aunqüt la acíptición de esios principios clásicos pemiUe disponer de
una rudimentaria teoría del aprendiz^c, Rapaporl JcRala de modo eirplfcito
(1953); -‘ÍÜ [lobemos escoger Luia limitacián notihls de la afiimacJón de este
teoría cor respecto a su campo de acción, degjríamos entonces su carencia de
un 5 teoría específica del uprundizaje" íjás, 73),
Lub principios de conexión m ái Importantea son aquellos que se relacioniin
cün fícto iís motivacjonales. En una asociacidn, la simllrtud u oposiciúu puede
Kr más de motivos o sentimientos que de estíiímlo» ubjetivos. El recanw:!.
miento de esK hecho permite al analista reennocer cop«?(itmca que no son evi­
dentes para los p>siculugos acadámiCQí. El hecho ds que Tas ssociaciones se de-
terminen por Ejtoa factorts enpllca tamblín que las asociaciones "librea" del
paciente líonteflEaU malBríal imporiante para sui problemas básicos; estos pro-
biemas suscitan motivos que a su v íi control«i Jas ajocigeiones.
Para triplicar complétame rite por qud de los problemai aurgen ciertas r/n-
tomas, y por que de ioB contenidos latente a del lueflo iuige un cierto corte-
nido manífiejto. Son necesarios aidn utnos prircipJos. más complejüs. Se trata
de Iní principios cspecldos del simbolismo, que ya hemos menciónedo; la dis­
torsión. el dcsplaífarnren(o, k orradensación. Finalmente, están Jos mecsniibnus
dft defensa del yo fracionarizacíón. proyeccián, etc.l, que explicau taa carre-
xionea entre ciertas ctmductaa minifíeitas y sus bases niutlvaciQnalfis. La con-
plcjidad de estos principios de símbotisn .0 y dcfenaa es tal. que han sida ob­
jeto de una prolongada investigaclfin pírcoandítica-

Frifíí^ípfoí de selecpíóti

La motivftcióli propujciona también la clave pflfii la selección; partceTÍa que en


la mayoría de los siatemas los principios tienden s ser simplemente (os uros d
/^rincMEndf¿f¿r

anverso di los otrus. Li>s jwi alistas- han dealacaiit) la wlectívídad en cJ movi-
fuierto de] matírial desde el pieconscifinte o írcunsciHile liacis la conciencia,
m is que la aeletcióji de eitónulDs en t í ambicütti. U selección de ui» ideo o
recuenta dapende del equilibrio diaémico entre lat fuerzas «presoraa y las fuer­
zas iflBtintivas que pugnan por la expresión del imterial leprimidp. La repre-
e16h actúa selectivamenle. filíminnfirtn material de la cariCieocia. y la» tesisLed-
ciaj niartíenen alejado el material de caiga emocional. La Latea dcl aíiallata
es lediatiíbuír la eneigía libiülnal dlspoiublc, de modo que las fuerzan repre­
soras del yo u el auperyú diatrünuyari en relación a loa Fuetzas expiesivaa, A
menudo la libido ligada al malerial reprimido es tan fuerte que impone su
propia selBCcióti, para actuar de una manera disfrazada; por ejeinplo, la hos-
tílJdad reprimida puede expresarse a través da su proyección entre oirai |>ef-
sonas, a las que acusa antiruces de hoatilEs. El yo selecciona continuamenU
materiales rcpirmidus adecuados, para esa expresión aimbólieaL También en
la selección catán implicados li» principios da conexión; el yo debe seíeício-
íKj/^ de acuerdo Can los principios de eonpjffOri. los aímholüs necesarios para
Jar salida a los impulsos reprrmidüs.
Vemos en estos ejemplos que un aspecto consitlerahle de la contribución
de Freud Fue el desarrollo detalledo de los prircipicis de cutrcxióit y «lección,
apUcados a casos en loi que antei se veíj arbitrariedad y desorden- Extendió
Jos principias al iúconsciente,. donde se requieren leyes düertntcs; esa anipSií-
ción es f u n d a m e n t a l en su sistema
Las Investigaciones rilaiciüin.adas con el denúmlnado nuevo en Foque Incrv
¡ookl de la percepción, que ya nu es lan nuevo, se han ocupado de los efectos
de la mutivatíúii sobre Is- percepción de los eslímuloa -objctrWüSj Esa jiercep-
ción selectivn se ha demostrado en el laharalurio, y representa una Extensión
del pensamiento pricoanalfticD. Aunque lá hnlerpretación que se dio i los ex-
perimentaj; está sujeta a dudas [por ejempló, Goldiamond, 1958), lo cierto
ís que actunlmeniE se estudia en la percepción un grupo de vajiahles que antes
5S consideraba inadecuado. Un ejeiiipiu de los resultados observados es el ba-
Uazgu de que re requiere más tiempo oaia percibir una palabra que suscita
culp-a. que para pemibir una palabra neutral. La interiíiietación analrticj diría
que actúa un mecanismo de defensa dsl yo. d cual tiende a repriimr cs^ per-
cepcLáiiL

CRITICAS AL PSJCOANAUSIS

lnftlí>Ta¡idiid

El público lego y el reljEiosa fucrüji muy severos para con Freud y d pskoa-
niJiais debido a su carácter irreligioso y amoral y a la peantuación de lo sexual.
Se ha dicho que Freud injurió y pmfanó ¡a religión y Ja infanclB. Freud no e n
lelJ^uio. e ñilEptó explicar la telrgÍDriilad en términos cientíticus naturídes-
Tambíén M cierto qiif extendió el concepta de sexualidad hasre Ji inFaiicíu,
7t0 Sittematy ttvriat pticótítgicot ayntemporáneos

y que tbogó en fsvor de actitudes menos represivas h ^ ia el sexo; por ejem­


plo, era partiddiiu de una educación sexual de típo realista.
Al margen de lo que Freud sintiera o dijera a propósito de esos icm tt, esos
argumentos son absolutamente inadecuados, nada lienen que ver coa la ver­
dad o falsedad de cualquier hipótesis científica. Si alguien considera que loi
prommeiamiontos de Fitud $obre esos temas son m is niosóficos que cien­
tíficos. entonces puede rechazarlos basándose en los valores, pero no sobre la
base de la verdad. Un lector al que no le guste el pesimismo de Freud como
Slosofia de vida puede rechazado y elegir una perspectiva m is optimista. La
aceptación o el rechazo no tendrán nada que vet en la ciencia.

Orígenes

Varios críticos han señalado las relaciones existentes entre la personalidad de


Kreud y la teoría que desarrolló. Por ejemplo, el libro de Bakan (195S) estudia
este aspecto del psicoanálisis, señalando de una manera ciara y erudita ia rela­
ción entre el misticismo judío y el psicoanálisis, haciendo excursiones cegatera-
les por los sentiinlentos mesiánícos de Freud y sus consecuencias para la teoría.
No es raro encontrar autores que aosticnen que la teoría cdípica se explica por
la relación del propio Freud con su Joven madre, o que su tendencia a opo­
nerse a lo^ puntos de vista tradícionaios se reduce a una reacción contra su
pertenencia a la minoría judía.
CUenbcfgex (1970) mugiere que Anua O. fue aeucíUamcatc uu caso dásku
de histeria, con lo que quiere si^iflcar que sus síntomas eran más un efecto
de la sugestión que el resultado de expresiones simbólicas de síntomas traumá
tkos. Si esto es verdad, tanto en el caso de ella como en el de otros muchos
pacientes (hemos indicado ames que la sugestionabilidad es un problema om­
nipresente), cmuiices las bases del psicoanálisis podrían ser muy ilábOes. Por
supuesto. Freud se percató sagazmente de la posibilidad de que los informes de
sus pacientes fueran invenciones, pero aparentemente no tomó en cuenta la
posibilidad de que parte de la siotomatología pudiese haber sido provocada por
cl analista.
Por lo tanto, ios datos del psicoanálisis no son tan convincentes como la
m iro n a de los datos científicos. En consecuencia, si un crítico explica una
parte de la creencia analítica como un resultado de las experiencias persona­
les del teórico, parece que correspondería al defensor del análisu demostrar
que la creencia se apoya también en alguna base más fírme de datos aceptables

Teoría

Ninguno de los sistemas que hemos expuesto hasta ahora proporciona una teo­
ría adecuada. El psicoanálisis no es la excepción. Sólo ea un sentido muy amplio
del término puede decirse que hay una teoría psicoanalfttca. Hay una gran canti­
dad de gciicraUzacioucs empíricas, y hay al^nmas partes que constituyen mode­
los rudimentarios. Walker (1957) ha delineado, de manera muy claia, la iiulu-
Ptteoanilitis 27¡

raleza del inccmsctentc como modelo científico. Rapaport (19S9) presenta cua­
tro modelos separados y un modelo combinado.
Q propio Freud se consideraba un mero Iniciador, y lo mismo pensaba de
BU «siema. Quizá la analogía enire el psicoanálisis y la frenología (vease Da-
llenbach, 1955) no « a tan desacertada como pudiera parecer a primera vista,
ambas disciplinas dieron importantes pasos iniciales en su camino hacia la cien­
cia. y Bakan (1968) ha defendido la virtud de la frenología, por lo que ya no
es más necesario sentirse ofendido por una comparación entre el psicoanálisis
y ese carácter científico de reputación cuestionable.
Puesto que ninguna teoría psicológica, cualquiera sea su campo de acción,
resulta completamente satisfactoria, las únicas preguntas razonaUes que se
pueden plantear se refieren a ^ es probable o no que una determinada teoría
flegue a ser una buena teoría. Rapaport (1959)expresó su pesimismo ponien­
do en duda que la teoría pudiera confirmarse alguna vez mediante cl expedrén-
te de generar predicciones y someterlas a prueba. Horwltz (1963) es m is opti­
mista y no advierte ninguna razón por la que esto no pueda hacerse. Ford y
Urban (1967) efecluaroo en una revisióo crítica una afíimacidn condenatoria,
de seguir skndo cierta;
De igual modo, aunque se hen examinado de treinta a cuarenta artícu­
los y libros sobre el psicoanálisis, no se hace aquí hincapié en ellos.
Nuestro examen de esa bibliografía nos da una profunda ímpiesión de
ts poco el desanoUo positivo y esencial que está en camino . .
Hay pocas n o v e d a d sustantivas en estos escritos y es probaUe que
sólo interesen a los partidarios del particular punto de vista en ellas re-
picbciitado.. . Estos libros, la bibliografía psicoanalítíca de este aAo,
y nuestra lectura de ese Upo de bibliografía durante los últimos arios,
nos llevan a la conclusión de que la energía Innovadora se ha extingui­
do en el movimiento psicoanalítico. Los principales progresos técni­
cos y teóriccM del futuro provendrán tal vez (te otras orientaciones,
aunque las contribuciones teóricas del pasado seguirán cjcKíciido in­
fluencia (pág. 333).

Como es habihjal en cl caso de sistemas como el psicoanálisis, la confirma­


ción empírica puede aplicarse a los enunciados Umitadoe, confirmables, m is
que a la teoría misma. Sin embargo, como Skinner (Hall, 1967) dice: '"No se
puede esperar que un freudiano diga; 6í, admito que la única contribución de
Freud fue haber demostrado algimas retacicxres causales poco comunes entre
las primeras experiencias y la conducta presente. El ama. . . las divcisas geo­
grafías de la mente y todas las cosas por el estilo" (pág. 69).
Farrell (1951) proporcionó una lista de piopoaictones que en eie momento
parecían confirmadas; que los niños obtienen placer de la estimulación oral
o genital, que la maxturbaci<!in manual es más frecuente entre los varanes piees-
colares que entre la.s niria.s de b múmia edad, y que el juego pregenital es muy
frecuente entre ios niños. Consióert, eo cambio, como so confirmadas otras
proposiciones; que las lUAas envidian el pene y querrían aer varones, y que to ­
dos le» niños manifiestan atracción y apego sexual hacb el padre del texo
opuesto, y celos por el padre del mismo sexo. Una tercera clase de proposício-
272 Sittemai y teorías psifíoíógicos contemporáneos

n«s esurf«n mvciifícadas o aerívu inveniicables. como por ejemplo U hipóte-


sis sobre el carácter sustiluible de las zonas crógenas.
No importa que estemos o no de acuerdo con la clasificación que hace Fu
rrell de estas pocax proposiciones; su procedimiento ilustra por lo menos la na
turaleza nece&aiiamente fragmentaria dd proceso de confínnación. Es poco rea
lista esperar una cunñniiación o rechazo cabales de la teoría al presente. Debe
mos aceptar con Farreli que “la teoría psicoanalítica. como teoría, es increíble
Otente n ula". Aunque esto vale para la mayor parte de las teorías p&iculúgicas
tos analistas parecen preocuparse menos por oste indeseable estado de cosas que
la mayoría de los psicólogos académicos. Hemos diidto ya que las teorías no
se descartan porque sean erróneas, sino porque .vmi mejoradas o reemplazadas
por otras superiores. Kuim (1962) hace el mismo tipo de afirmación en su ex*
posición de las revoluciones cientíncas. Walher (I9S7) dice que el psicoanáli­
sis llena la necesidad de un modelo que “ irá a cualquier parte, hará cualquier
cosa y será bueno en su trato c<m la gente" <pág- 122). Horwitz (1963) dice,
siguiendo estos mismos lineamieatos. que está implícito en los sentimientos de
los clínicos que ‘el psicoanálisis no es la mejor teoría de la conducta h u m a n a -
es la única" (pág. 429).
Aun de ser así, y creemos que están empezando a aparecer razones para du­
dado, estamos dispuestos a sostener que ya es tiempo de hacer a un lado la tra­
dición y dejar de preocuparse tanto por la teoría psicoanalítica, inchao sin o
hay nada con qw. reetnpiazaria
Se cuenta la historia de una madre de muchos hijos, que abandonó a uno de
ellos en el viscoso hoyo de barro en el que había caído. Todo su comentarin
fue que sería más fácil conseguir uno nuevo que limpiar ose. Quizás dste tea
el caso con el psicoanálisis. Aunque Freud fue sin duda un genio y realizó con­
tribuciones de enorme importaacia. no dejó detrás de él nada que se parezca
lo suficiente a una teoría como para que algún morral pueda hacerla funcionar.
Por tal razón, al parecer la Teoría psicoanalítica no orienta ya las investigacio­
nes psicológicas sobre la personalidad, que es lo que debería estar haciendo, de
estar haciendo algo.
IDebemos decir que algunos aconteetmientoa recientes indican un cambio en
este cuadro sombrío. Sih’ennan (1976) ha descripto dos proyectos de investi­
gación que están proporcionando pruebas experimentales en ^>oyo de la doc­
trina pácoanalítica fundamental: que la psicopatulugía es un producto de ten­
dencias líbidinafeB y agresivas inconscientes. Uno de estos prr^ectos es uu tra­
bajo realizado por el propio Süverman en la Universidad de Nueva York. Impli­
ca la presentación de estímulos relacionadoi» con el deaco o la agresión (por
eieniplu, el enunciado **£1 caníbal se come a una persona"), y la evaluación de
U b ccxiductas resultantes. Lo que es mis importante, presenta también estímu­
los do control (por ejemplo, “ 1.a gente está caminando"). Una gran cantidad
de experimentos, tanto en oí laboratorio de Silverman como en otros, ha ano-
jado resultados constantemente positivos (con seguridad, m is perturbaciones
conducíalos tras la preaenteclóa de 1<» estímulos experimentales).
El segundo proyecto está dirigido puc Reybei y lieoe tugaren laMichigao
State Univecaity. Uientras los sujetos están b ^ o la inducción hipnótica, se les
Psicotmálisit 273

narran historias que contienen estímulos para impulsos agresivos o sexuales so-
ctalmeme inaceptables, y durante la sugestión posthipnótíca se hace hincapié
en palabras clave Con posterioridad, se evalúan las perturbaciones conducta-
les como una función de la presentación de palabras-estímulo seleccionadas,
algunas de las cuales (precisamente las palabras clave) están relacionadas.cem
impulsos, en tanto que otras, las seóalea de control, no lo están. En estos es­
tudios constantemente se da cuenta de diferencias, confiables desde el punto
de vista esUdislicu, quo apoyan la proposicióu pstcoanalitica. £1 éxito conti­
nuo en esfuerzos de este tipo nos forzaría a volver a valorar el lugar de la leo­
n a psicoanalítica en la psicología.

Criticas a lot resaltados terapéuticos

Toulmin (194b) dice que “si una expiicactóu analítica muy bien dcsanullada
no es parle de una cura satisfactoria, no la consideramos una explicación 'co­
rrecta*; el fracaso terapéutico et tan fatal para una explicación psicoanalítica,
como lo es el fracaso predictivo para una explicación física" (pág. 29). ÍHs-
crepimos erm Toubnin en este punto. Aun cuando la explicadón psicoanalí-
tica sea correcta, el curso de la enfermedad puede ser irreversible, porque el
analista no siempre tiene bajo su control las variables indepenttientes cuya ma­
nipulación permitiría la curación. Sería lo mismo que desaHar at físico a modi-
ftcar la órbita de Marte y negarse a aceptar su explicación del movimiento de
los cuerpos en caso de que no sea capaz de modtfícaria. 1.a falta de remitados
terapéuticos favorables, por lo tanto, puede servir de base para criticar la prac-
tiddad o utilidad de la terapia, pero no puede ser en sí miaña una critica a la
teoría Sólo podría critkorx la teoría sobre U baie de (os resultados terapéu­
ticos si pudiera demostrarse: á) quo la teoría era aplícibltf al caso y se la apli­
có perfectamente, y b) que el terapeuta pudo manipular todas las circunstan­
cias a voluntad.

Faiía de control

Esta crítica ha estado implícita en muchas de las demás H control del que
«quf hablamos no es el control que les faltan'a a los ffúcos si quisieran mo-
díAcai la órbita de Marte; es el conliul de las variables a fin de aislar lúe fac­
tores que intervicoen en una observación dada. Es decir, en el lenguaje de la
psicología experimenUl, el analista debe trabajar con demasiadas variabies in­
controladas. No se pueden aislar una por una Us posibles inílucncias que actúan
sobre un paciente, pero se debe intentar desentrañar las relaciones de la com­
pleja matriz de la vida tal como la vivió et paciente, bl analista no puede estar
seguro de que las deacripciooes del pasado, o iacluvo óel presente, son adecua­
das, pertinentes o txactua. Resulta imposible retroceder y ver qué habría pa­
sado a Las cosas hubieran sido distintas; no se puedo probar el efecto de algu­
na manipulación singular lo b ^ la conducta lutura del paciente, porque no
hay modo de aislar a la gente de una multjmd de otras icfluencias. ;No es sor-
prendeute que se liayacaUficado de üiconirulada U ricuaciúo!
274 SiKHfnusy leor/as psicotAgiíot coHtemp<»iMos

Una r«spuc:íii ccmiún a esta crítica es que los anahstas han aplicado la valida-
den clínica. Esto parece si^ificar que las conlmnaciones sucesivas de una pre­
dicción teórica, llevadas a cabo en una situación clínica, constituyen demoS'
traciones aceptables de la exactitud de los principios en cuestión Este a l i ­
mento falla por su base. Sería necesario saber qué explicaciones alternativas
son posibles, y eliminar esas alternativas por medio de adecuados cambios
controlados de la situación. De otro modo, a pesar de una cantidad inrmita
de validaciones ciíntcas. ea posible que los resultados coherentes con las pre­
dicciones teóricas obedezcan a artificios no reconocidos. En realidad, aun cort
los recaudos indicados ei muy improbable que la validación clínica llegue al>
guna ^ z . a sei muy sistemática y cuidadosa; es difícil imaginarse a un clínico
encontrando la cantidad de casos suikiem es como para repetir una y otra vez
la prueba de alguna hipótesis clara y definida opcracionalmente.
No es fácil sugerir mejoras en los métodos para probar las proposiciones psi-
coanalíticas. Evidentemente ello se debe al estado de la teoría. Un poso previo,
que implica una cantidad inmensa de trab^o. e ingenio, es mejorarla definición
de los términos y formalizar i« leun’a. Hast^ ahora, los componentes miamos
de la teoría no parecen haber sido objeto de la verificación necesaria para que
el intento de verificar la teoría resulte provechoso. Es necesario, entonces, co­
menzar por definir irracionalm ente los términos incluidos en tas proposicio­
nes aisladas, para que éstas puedan probarse experimentalmente. Mullahy (1948.
págs. 316 y Sigs.) ha mostrado en varios ejentplos la necesidad de aclarar y eli­
minar contradicciones. Ya hemos expresado nuestra opinión con respecto a que
esto seria malgastar un esfuerzo. No obstanté, es probable que muchos deseen
hacer este esfuerzo. Para ellos, sugeriremos la dirección que la conrirmacíón o
el intento de confirmación- de la teoría podría tomar.
La teoría psicoanalítica y su verificación comprenden varios niveles de ob­
servaciones de la conducta y sus corre^ondienRs universos de discurso. La ma­
yoría de la* observaciones ortodoxas se refieren a materiales verbales. Las inves­
tigaciones en eflie nivel de observación se pueden mejorar mediante la utiliza­
ción de mediciones más objetivas do la conducta verbal del sujeto, por ejem­
plo, con tests psicológicos de diversos tipos. Stephenson (1953) ideó una téc­
nica, la dasíficaciOn Q, que es un término medio cutre la situación analítica
totalmente Ubre y un test de personalidad estrictamente objetivo, y demos­
tró que puede utilizarse para someter a prueba prupusiciones analíticas. Esta
técnica tiene la ventaja de tratar en forma cuantitativa algunas dímenriunes
actitudinaies relacionadas con la teoría psicoanalítica.
Un segundo nivel de investigación de las proporickMies psicoanalíticaa es
la conducta cotidiana. Los asistentes socíiies pueden observar las caracterís­
ticas de U vida real del individuo y relacionar sus observaciones con lo que
ocune en la terapia. Estos datos exceden lo que usualmenie tiene a su dispo­
sición el analista. Ya hemos sugerido que también son necesarias las obser­
vaciones de conductas no lelactonadfls con la terapia; aunque Freud opina­
ba que la mejor manera de obtener informacrón sobre el aparato psíquico era
estudiar los casos en que funcionaba mal. ntceaítamos m is información sobre
los hechos gAnéticoi en las vidas de la gente nomuü.
Ptkoenáíisis 27S

Eq un tercer nivel de investigación, se podrían mejorar muy bien los estu­


dios dentro de la srtuacióo terapéutica sobre la base del control y el perfeccio­
namiento del enfoque. Hoiwitz (1963) brinda el siguiente informe sobre al­
gunos de estos estudios más iniíniosos y euneiados:

La situación de tratamiento, duiante largo ikm po objeto de estudios


posdkrivos. se está convirtiendo en el ¡ocus de los estudios piedicti-
vos. Bellak y Smitli (1956) luui ínfuimado sobre un estudio cuidado-
sanreote controlado de predicciones a corto plazo referidas a los pro­
gresos que se esperan en el tratamiento analítico de pacientes cuyas
horas previas habíau sido objeto de cuidadoso estudio por parte de
un grupo de analistas-ptedktoies que no oran quienes habían estado
iralamlo a los pacientes. Wallerstein, Robbins y otros (1956, 1958.
1960) han iniciado un estudio de largo alcance, tanto dcl proceso como
del resultado, el mdtodu principal de este estudio es la formulación
de predicciones previas al comienzo del tratamiento. Un rasgo clave
de esta investigación consiste en la formulación de la piesunta base
teórica de cada predicción en un esfuerzo por validar y extender la
teoría psicoanalítica (pág. 431).

Un cuarto nivel en el que las proposkioiies requieren estudios adicionales


es el nivel plenamente experimental, en el que la abstracción dentífica y el
control alcanzan su punto máximo. Aunque muchas personas de orientación
analítica dudan de la posibilidad de someter a prueba las proposicítmes por es­
te camino, lo cierto es que nunca lo sabremos si no lo intentamos. Además,
esas investigaciones tendrían valor propio, al margen de su relación con las
proposicicHies psicoanalíticas. Sería sorprendente que los resultados de cual­
quier investigación fueran perfectamente congruentes con las especulaciones
originales que la inulivarou. !$i ésa fuese la norma general, la experímeatación
resultaría innecesaria
Todavía es demasiado pronto para saber ti la reciente investigación experi-
mental que inencionainos antes (Stlverman. 1976) refleja o no una tendencia
a la ducirína psicoanalítica hacia la apreciación y uUlizactón generalizadas de
pruebas controladas, y no los últimos estertores de la teoría fieudiana. Pero
si estos investigadocca, y otros que los sigan en el laboratorio, coocínúan po­
niendo a prueba las ideas freudtanas fundamentales, bajo condiciones debÚa-
mente controladas y encuentran un grado razonable de apoyo en ellas- pue­
de ocurrir que el futuro de la teoría psicoanalítica no sea tan oscuro como
nuestras estimaciones previas s u f r e n .

Dogmatismo y cuito

Ya heme* locado este punto en otros contextos; por ejemplo, hemos visto en
qué sentido Freud era dogmático y en qué sentido no la era Vimos que ‘‘el
comité*' se conqionía de hoiübtcs a los que casi podría llamarse discípulos;
Kítíiigim, poi ejemplo, hacía siempre una peregrinación para ver a Freud en
276 üisteiTUMy tenrüts psicotóficos contemporúwoj

SU cumpleaños. Hay otros indicios de culto. S61o los anaJs/ados pueden ana­
lizar, como fit fuera necesario iniciarse [lersuniilmenie en una prueba de fue*
go para poder (ransnlUr la palabra.
bstas características indican por qué el paicoanálisis, visto desde afuera,
parece una religión casi tanto como una ciencii. Una vez mis, este argumen­
to no tiene relación lógica con el valor <fe U teoría, pero »í la tiene con la acep­
tación de la teoría por parte de los cientíncos, quienes opinan que la ciencia no
es un culto. El acuerdo con un evangelio, o las evaluaciones subjetivas de las
personas, no deberían tener nada que ver con la evaluación de \as proposicio­
nes científicas; ai parecer, el p«co«i4fiais ba utilizado en algunas oponunida-
des aquellos ciiteiius.
Una forma interesante de dogíiiaüsmo c i la crítica de los psicoanalistas a
quienes no aceptan el psicoanálisis. Del crítico que se niega a aceptar algún as­
pecto del psicoanálisú se dice que está manifestando una “resisicncia” al res­
pecto. Podemos encontrar este dogmatismo en el mismo Freud. Cuando quiso
mostrar por qué estaba equivocado Adier dijo (Freud, 1938); **Por lo tanto,
utilizare el análisis sólo para mostrar cómo entre los aniiistas pudo haber des­
viaciones del análisis” (pág. 964). Sin duda alguna, Adlcr analizó a su vez a
Freud para mostrar por qué Freud re icsístia a las nuevas teorías.

CONTRIBUCIONliS DEL PSICOANALISIS

El psicoanálisis re encuentra en la paradójica situación de que a menudo se lo


rechaza como sistema cienlifíco aun cuando se juzguen extraordtoarias sus
contribuciones a la ciencia. A Freud re lo suele considerar un pionero, un pre-
científico más que un ctcntífíco; él mismo se consideiaha un conquistador
No importa cómo se le llame, hasta sus enemigos lo reconocen como un gran
hombre, y quizás el genio más grande de la psicología. Hizo concríbuciones en
muchos campos Veamos algunas de las que hizo en el campo de la psicología.
Estimuló el pensamiento y la observación en muchas áreas de la psicología
ha.sia entonces descuidadas: U significación de los factores Inconscientes en la
determinación de la conducta, la importancia del sexo en la conducta normal
y anormal, la importancia del conflicto, de la infancia, de lo inadonal, de lo
emocional. El personalmente hizo agudas observaciones a lo largo de una pro­
longada vida de trabajo cotidiano, y aportó hipótesis o hechos -todavía no
íKidciiios decir que son sobre muchas áreas de la conducta humana.
ExpÜcó de una manera audaz muchos tipos de conducta a los que antes
» consideraba fuera del reino do la c.xpUcación científica, por ejemplo, los erro­
res y los sueños. El hecho de exammar seriamente esas áreas, y desarrollar esas
cxf^cacicMies sería ya una contribución importante, al margen de U eventual
corrección o incluso de la utilidad de las expücaciones. Freud abrió un campo
de estudio que ero virgen para todos los fines prácticos cuando él lo abordó.
Incluso en la técnica y U metodología, dot'dt el psicoanálisis no satisface loe
criterios científicos tradicionales, Freud hizo aportaciones o reforzó las hechas
PsicomáUsü 277

por oíros Su desarrollo de la técnica de la asociactón libre y el análisis de loa


sueflos. para el estudio de los procesos incoiwcicnte», se ha comparado con la
Invención del microscopio para estudiar los procesos celulares. Igual impor­
tancia tiene su insistencia en «1 estudio de los procesos inconscientes, que pre­
cedió y reforzó las afirniacione* conducüstas y guestalüstas de gue losinétodoi
tradicionales de U Introspección eran lotalmetite maúceuados para desarrollar
una cicncU convpVeta del sor humano Puede decirse que Freud enunció inci-
dontalineute lo que sería la tesis central del cwiduetismo. En e«e sentido, el
psicoanálisis ha sido el punto de parüda para un gran optimismo; ahora se
considera la psicología como una disciplina que con toda seguridad se trans­
formará en una ciencia plenamente desarrollada y creará todas las técnicas
que sean necesarias. Sin Preutl, esta convicción quizá no hubiera crecido tan
rápidamente.
El psicoanálisia ha hecho mudiaa aportaciones al campo de la observación
empírica. U bibliografía psicoanalítíca ofrece, como ninguna otra fuente, es­
tudios intensivos de casos individuales. Freud personalmente publicó sólo cua­
tro historias de sus propios pacjcnlcs, pero ouos analistas han publicado más,
y presumiblemente co las proposiciones analíticas aparece la destilación de
estas observaciones. C. S. Hall y Lindzey (1957) creen que c! empleo de lacón-
gruencia interna, como método para verificar las hipótesis, fue una de las con­
tribuciones más importantes que hizo Freud a la estrategU de la invesügacioii.
Tal como se la aplica en el pstcoanálúüb. la congruencia interna se refiere al co­
tejo y a la verificación cruzada de una hipótesb particular por medio de una
amplia variedad de índices diferentes; se inteipreta que la homogeneidad de re­
sultados sustenta la hipótesis. Algo parecido ocurre cuando se evalúa un test
de acuerdo con la corieUción positiva entre los ítems separados. La congnicn-
cia interna sólo es importante como estrategia de ¡nvesiigaciúii, cuando hay
una gran cantidad de datos sobre un caso particular. Poábilila un tipo de con-
fiabilidad que de oUa manera no se puede obtener con facilidad.
Hay otra contribución que no se mide fícilmenle en una escala ctentífíca.
El psicoanálisis ayudó a popularizar fa psicología y la psiquiatría El hombre
medio incluye en su repertorio términos psicoanalfíleos y nociones de todas
las escuelas, y la mayona de la gente emplea algunos modos de pensamiento
analítico respecto de la conducta do loa otros, y quizás ocasionalmente respec­
to de la suya propia. El psicoanálii» ha revelado il público lego mucho más
que lo* otros sistema* la importancia de la psicología. Fuede ser que el reclu­
tamiento de dinero y talento para U psicología sea ahora más fácQ grKias a
la contribución analítica.
El psicoanálisis presenta explicaciones de la conducta normal y neurótica
en un lenguaje y cii un nivel que la gente ene c.vmpíender. Para bien o para
mal. * ocupa de situaciones prácticas, y lo hace de una manera excitante y
desafiante. Su método y su teoría contrastan notablemente con el programa
lento, cansador, minucioao que caracteriza a la mayor parte de la uivestiga-
ción cientínci y U coostnicdón teórica. En ello reside su alraetWo y su dc-
bfiidad.
^78 Súsemoi y w>riei jmccümicúi coníamporáneot

ANALISIS DIMENSIONALES DEL PSK’OANALISIS

El lector deberá volver a consultar en el cuadio3 las clasiíicacioiies que los


autores han asignado al psicoanálisis en las 18 dimensiones de Watson. No
fue lares ficS clasificar tres de cUas, como lo indican las grandes discrepan
cias entre observadores.
P an los autores, por lo menos el enfoque de Fieud es claramente mecani-
cista. Como hemos visto. exiendiC el dominio de! delenninismo. y aparettte-
mente apoyó e) punto deviata de BrCicke y los demá^ quo hicieron el pacto an>
tivitaiitta. Sin embargo, hemos de admitir que querfa estudiar la psicología
como algo totalmente mdependiente de la nsioiogia, a pesar de sus anlccc*
denles en neurología. Propuso también principios de funcionamiento f/sko
que no guardaban una clara relación con los principios “mecánico^:'' Sin du­
da estos a fe c to s de su enfoque hacen que alguno» lo consideren un tanto vi-
laüsta.
La dbntiuáón rscionáliamo-irracioftalismo constituye uno segunda fuente de
disenso. Según Watson. su intención os que esta dimensión se refiera a la medi­
da en que los factores emocionales y conatívos se importen al funcionamiento
intelectual. Si adltcrimos a esta definición, no se puede dudar de que los pun­
tos de vista freudianofi eran irraclonaiistas, de hecho, ¿ae es el verdadero n ^ le o
de su contribución. Sin embargo, algunos podrían argüir que la única contri­
bución del psicoanálisis fue que hizo racional lo aparentemente irracional al
señalar las regias mediante las cuales funciona el aparato psíquico. En este
sentido restringido, el psicoanálisis es racionalista, pero no es esto a lo que apun­
taba Watson. Se debe recordar también que Fccud puso rodo el énfasis sobre
la irracionalidad humana, un punto neurálgico para muchos de sus críticos.
Finalmente, tos autores ven en Freud un verdadero prototipo del dinamis­
mo A ntenudo se lo describe como uno de los padres o el padre- de la psi-
cok^i'a dinániiea. Hemos hallado, sin embargo, que algunos asignan al psícoa-
nálisb una clasificación neutral en esta dimensión.
Las tres dimensiones al parecer más importantes para caracteri?'.ai el psi­
coanálisis son; el mcntaltsmo mconacientc, el dcterministiio y el irrackxialiSr
mo. Sin embargo, otras danenskxves, como el ámomismo, constituyen también
elecciones razonables.

RESUMEN Y CONCXL'SIONES

bi psicoanálisis se ocupa de aspectos interesantes y misteriosos, pero prácti­


cos c imponanies, de la cAiiicncia del hombre. Sus adheientcs se han unido
en una e ^ c i c de culto; aparentemente, pocas persoiiM no analistas lo com­
prenden. Con todo, una porción considerable de su teoría y su práctica se ha
filtrado de maneta tal que sus términos enriquecen el vocabulario lego más que
los términos de cualquier olru sistema psicológico.
Ptícom ititú 279

£1 psícoanálish es más un arte, una fOosofía y una práctica, que una ciencia.
La (eofta os vaga y nebulosa, a veces hasta le autocontradice. La terapia no ha
demostrado una efectividad mayor que otros tipos dé terapia, y sOlo reciente­
mente se han acumulado pruebas suficientes como para demostrar que es me­
jor que ningún tratamiento en absoluto. Los datos y la meloüolugía que die­
ron tugar a la teoría uialfüca son evidentemente inadecuados, desde el punto
de vista de la ciencia natural tradicional. Con frecuencia los analistas han mos­
trado poco interés por mejorai !ai pruebas de la teoría- Sin embargo, la teoría
analítica ha cambiado a menudo en respuesta a las nuevas observaciones en la
terapia, y recieniemente han aparecido las primeras pruebas experimentales
de labotatorío de las ideas psicoanalfltcas fundamentales.
Muchas de las variaciones modernas de la teoría frcudiana han seguido a Adler
en su acentuación de los factores culturales, restando en cambio importancia a
los factores biológicos. Se dedicó una buena cantidad de erfuenos iBvaUticcjs a
especificar mejor )a naturaleza y génesis dd funcionamiento del yo; esta área
de estudio probablemente sea la mejor promesa de rcacercwniento a la psícolo-
gia académica. Jung es un representante típico de quienes insisten en la unidad
y el potencial creador del sionismo. El iccliazo del instinto de muerte es co­
mún entre los analistas modernos, que muestran una p e r^ c tiv a menos pesi­
mista de la naturideza humana. La leoria pstcoanaKtica ha sido una fuerza
poderosa desde 1900. y algunas de sus ideas básicas están recibiendo desde en­
tonces una aceptación cada vez. más amplia, tn ir e estas ideas se encuentran el
modelo del inconsciente y la importancia de la sexualidad. Existen todavía
mudios institutos de capacitación p an analistas en Estados Unidos Sin em­
bargo, no tallan quienes dicen que el psicoaniUiis está muerto o agoniza. Sus
defecto^ sistemáticos y científicos son muy conspicuns
Para que el psicoanálisis siga siendo una fuerza viable y unitaria dentro de
la psicología científica, deberá remediar pronto esoi defecto», de lo contrarío
será desplazado, mediante una efkaz competencia, por las teorías y terapiu
que están surgiendo del estudio de. la conducta dentro de la Iradkd^ni acadé­
mica. No obstante, hemos visto que incluso las terapias basadas en tos princi­
pios conductistas registran vaciaáonesdcl \cma anatlúco. por io que la desapa­
rición de la escuela psicoanalítica no indicaría, de modo alguno, la desapari­
ción de la uiHuencta del psicoanálisis, incluso dentro dé la psiccdogi'a.
Por cierto no menosprecumoa la contribución positiva del psicoanálisis
Abrió nuevas áreas de investigación, tale» como el inconsciente y el sexo; dio
ímpetu a la investigación motivacional; señaló la ünporlancja de la infancia
y de los factores genéticos en ta deiemiinacióii de 1» personalidad; propor­
cionó obscivaciuncs empíricas valiosas y exhaustivas, y determinó la natu­
raleza de lo» mecanismos de defensa. Todas estasconliibuciones son a menu­
do objeto de agradecida aceptación por parte de psicólogos que. por lo de­
más, nú tienen una actitud nada amistosa hacia el psicoanálisis.
2H9 SisÍEmijj ¡I Iforfttí psíi;ni6j;ictis canleaipíTr^neía

LECTURAS RECOMENDADAS

Tanto « ha escrito sobre ct psiconnilisiii, que ej tumeiafío preítnüir una lista


de fecturas, Los libros que siip:iKii son buerma, pero son súla una pequeña fi*c-
dón cteí total de libros buenos, Loí trett/obirKiiBs de Jones. Thv Ii/e(Uid work
o f S i ^ u n á F feud (J9J3-1957> [versión ca*t;í Vida y oíwn d t S i^ivm d FrtMd,
Buenos Aires, H onní, 19601, son en muchos aspectos ]■ mejor fuente sobre
el ^piícoanálialia. Estos Ebroo se pueden leer como una biogiaffa absorbente, e
inculcan grandes cantidades de etinocímientos en los tío Iniciados, sin que eOo
nesulte penoso. Lot formidables vejúmenes de Janea han sido condensador por
TnBing y Maicu* (1961)* Un librlto muy ntil es A ¿ímiieí‘Cí//'>‘(!?jí¡i'flrT psyckoh-
gy, de C. S, tlslL (1954) Iveraiíifi cast,; Cotnpendio de psicoiogia fteuSatta, Bue­
nos Aires, PiaídíSi, I964Í; prcrpoidona una s6lida intrcdnccidn básica al sistema
(te Freiid. En Tkttifiei o f persomíity, ,C. S. HíU y G, Liiilíey (1970) [veradn
cast,( Las gm tdcs teorías rie i í fwrMflíjJiíiw/, Buenos Aíieí, Paidós, 1975 J, hacer
lo rnismo con iodos |(}a teorpeadorEs pskoBn^Ij'ticcH importantes, 5íftenjíj o f
p sy c h o iK ^tia ífioufíht, de Mmiroe (1955) es una s'fsídii aniistüSa del psícon-
nálisis, hecha por un psicólogo. The disco very g f ihc uncoiuriísis, de Eflenber*
ger (1970), coloca toda la psicolagia dinánúca en uu i perspectiva histórica y
culiuraL, y sirve sobre todo para mostrar lat contribuciemes de pskalngos fian-
(Kses como Jaiict y Cliaicol, que han sido dejados de Udo en este capilulu,
Sigmund fie u d and íJie J kwííJ i ?Hyj/á:íií tniditwm, de Batan (I95S), e& un reía -
to erudita y ignidablc sobre la iclaciún entre la teoría de híéud y sus antece­
den tes culi Urales. A genistd íraíí'iPdiícfíiyH to psycihoanafyst! (1943), de Fifud,
c; probablemente d más accesible de sus esfuerzos slsternáiicos. El capítulo
dfi Rapaport, “The strudum of psychoaruiytíc theory" 1959) tversiún gaat*:
/.a fjírvcíurti de k Seorta psiC(}anaíftíca. Buenos Airee, Paidós, 1951}, pcrsl]^
el rniHno tipo de metas sistemáticas qoe nosotros en este capi'tulo, pero
Knpaport es más positiva y optimJíla respecta del psicoanálisis. Proparcioiia
un gran candil de coracimiíntQa, asf como referencias que consLitiiyen una ex-
udentB guía para quien so proponga efectuar estudios ¡idldoiriilcs sobre eI lema.
El artículo d t Silvemían (1976) Jem nesm de qué manera, con el ingenio ruficien-
te, se puede emplear 9a teoría psicoanáLtiieg pura dirigir invsBtllgaoioDes.
Segunda Parte

TEORIAS CONTEMPORANEAS

Ls segumla parte de este libro se ocupa de aigrims desarrollofi más gctualcide la


psitultigía- Procuraremos mostrar Jas relaciones existentes entre los prnhlemas
modemoj y 1) Jos sistemas históricos, y 2) la riíosufía de la dencia,
La. primera parte dcl libio ha tenido como meta preparar d csniriiante par^
compiender la primera de estas dos claaes de retacioiies. Presen tafcmo* 6bt>ra
uji mamo de referEnetS país estudiar las teorías, derivado de la Síosoffa de ia
ciencia, tal como ert la primera parte prcrpofcionamoa el marco para compren­
der los problemas más ulobalca irianteados por los íistümaa históricos de ta psi­
cología. Una de las crecnciai que nos guían es que estos problemas globales
n.0 han perdido importancia, ni aquiem en el caso de ím dEiarrollcis rnáSTnoder-
nos. pero que en la actualidad una cantidad de problemas más detallado^ y es-
pccílICOS exigen lambién mjfi.itri atención.
Después de presenlar un i perspecth'a teórica, la segunda parte brinda una se­
lección de teoffis que lian ejercido gran Iníloejicia en la psicologfs nortieame­
ricana y qUíi w relacionan mis claramcnti: con nuestros shlenrtiis histórious.
Omitimos la contidqracióii de teorías ti mudcJoíi jumamentie especializados,
como los que se ocupan de ta visión en coJorea o del aprendizaje de materiales
verbales.
Las iHDrías generales que se presentan, se dividen nkluralmentc en tres gru­
pos. que se pueden identificar rnis o tficnuí cuo el esqmma funciDnal estimu-
1q organiEino-Kjpucita de WoQdwQrtb. Así, Jas llamadas teoríaí Jet estíreulo-
respuests Se centran primo rdiatnitii tu en la jespiresta; lítí teorías del campo
desarrollaidas a pnrtit de la psfcología de la Ceiíalt, con su énfasis sobre la
percepción, se ^roxim on mis i estar centradas en el esiftmulD^ y las teorías
de Ib personalidad se concentrsu en el organisinci y sus liaranWtísticas. Este
esquema simple no" puede llevarse muy Jejos, por cuantu umgunn leorfa se
ocupa exclusivamente ds una ds isas categorías; se trata slmpleretnle dn una
cuestión de aceelo.
El cuarto capitulo de esta parte trata sobre las Inlliicndas de ios concep­
tos y pruLcdimientos matenidlJcos y de la ingeniería sobre Ja leoría psicnló-
gioa^ Cííd no hay dudas de que d rigor y la preciaiór procedentes de estas dis­
ciplinas está ejeícieiido un saludible efecto, cada vez mayor, sobre tiucstii
ciencia.
El epílogo pasa levijía a algiJTWS desarroUos stítíintriccsy teóricos nKÍ«iitei.
C a p ítu lo 9

T E O R ÍA PSICO LO G IC A

£J ípngtiajt; de ¡a teoría y (f/ ¡cUjíHoft' fOtitliOHíi

La segunda n vte de este libra se ocupa de la historia más leOiente de la psko-


Jogía, Los pskolajos han experimentado siempte el dese* apiemiame de desa-
rruliar tíotl'Sü, y las idean acerca de cóma tendría qüe * r un¿ teoría han Caniliia-
do con e1 trascurso de lüs años. En eüuseciieticJa, debemos examinar el punto
da vísta tradiciorikil respíCiü dft qutf constituye unajiuena teoría y mmbifn las
críticas (urmuiadM contra éste. A «, armados'ide m u adecuada eampi^nstón de
los pioblonas y las eontroverliaS'ide índole t í iiie í, eilanrríioí e n posición (le
entender fTiejor la<transicido áe las eicuetas m is antipas a la p&icdcigia con-
temporánea.
Casi nadie discute la üuportaflcia de la teoríb. Uno de nuestros mis sagaces
teúricoa^ Kuit Levríir. lia dícbo; “Nada es t*n pr*ctko como una buena teoría” .
$j Lewin hubiese cftadc hiblindo soblt el vilor priclico de h«CCnc fainosa,
no habría dudas de que em b a en íoi correcto. Lai fjgqrai más (amossa en cual-
{juier campo cientítico son su9 teóriem Newtcni y Einstein en física; Darwin en
binla^'a y Fítud* Hull, Shinner y el propio Lewin en pucología. I^ero no es esto
lo que Lewir estaba afirmando; lo que hacía era cuntnponer loprictlcu y con*
exeto a lo inútil y abstracto.
Laa tcorÚE son recesaiiamente abstiactas, pera las abstrae cianea no aon
inútiles', t s probable que el predominio del ser hunumo comoejpecie eité ín-
timumente vincuíado coa fiu capacidad par& Construir y usür abstracdcirtcs. El
apacible Chades Uarwln puniualiKÓ con gran fuerza su opinión con respecto a
U utilidad de las ibstraccioues ckntíficesen ana caita dirigida i llenry l'ñawcetl,
el IS de setiembre de Ifiííl; “ ¡Cuin extraño resulta que no todos adviertan
que todas tus observucionu debéo estaría favor o en cqrtira de algún»opinión
¿ es qtie han de servir pnra algo!"
Las teorías mds ic^ctahas en la mayoría de las cleocias desarrolladas
cxpjosat^ eu lenguaje lógico a mateniático. A menudo estas taoríaa cstin lan
alejadas Jcl lenguaje y la cxpcríDDCia cotidianos que sólo le las puede enten­
der despulí de mi largo período de prepaiaciún. Sin embargo, lo mismo puede
diecirae de cualquier erumciHda en cualquier idioiiiB. L'd í persona de habla ifr
glesa que desee leer, aunque ittáa 110 sea una rima infuitil, m sdriscrito fsupo-
nietido que existan rimas infaittilcí en úiucrUo}, apreciaría üe kimcdiaLu li
dificultad de inrerpi^tar cuidquier conjunto de aímbolDa abstrainiH. Sin embar'
go. debido a que upiiínctirKU mieatia lengua m item a cuando santoa pequeños,
tendemo! a oÑidor la aeumuljclón de experáencia y 4Í Eniranamíenio cypecial
que nos permite licscilrtr ai incteíbte cnnapkjidatl Las teoría i cíentíflcss pa-
2S4 Sistíjm i y isori^i pítcciójíicoa t^lE m p o riiw o í

i¥Cen más coinpiejai y abSEractas en guiri parte poique dairuis cotí ellas en
jnu etapa posterior de nuestra vida.
hxistoTi por lo tanto muchos pamleJos enlie Jas teuiias cientriicas y las
añrmaeiones urdtnarías de uno coiyiunilCilciún Cüüdiuna. £3 cocinero que cuil-
recciona, consumé y comuDÍca una nueva receta en el lenguaje de todos Leí
días tiene mucho parecido’con un cíentffico. Tanto el cocitiero como el teóri­
co aspiran a crear y compartir un nueva conociniíeiitú. EJ oonncimierito lo
cuniriarlBíi [lui riLcUiu üd lenguaje. La meeta lítii., a| ^ a l que la teona úül,
debe especificar correctamente el rtísjiljdo de ciertas ope me ion es, a.uniqtitr
eKistan algunis ditciejicka Miperficialei entre operaciones cunto djcrictir man­
teca y, digamos, crear un carupo magii^tico poderoso Casi con soguiidad en
anibos casos será necesniio nteurrit a En.rtrumentos, qttJjíás una batidora en un
caso y un ddotrori en d otro (o. un taquistüsccipio ai se trata de psicología).
Tanto cocineros ccmiú cicntílrcoe pueden necesitar ertreriannJeutu especial
en el campo de la cbservoción i^Híervi laa verduras hasta que estén tkrnaa
pero coTLsútertes todavía’' o con el eatnmiuniento hasta que la tasa de
respuesta se cstabñice"). Para quienes nti sor cocinems y para quienes no son
psicólogos estas ínstrucciartes pueden resuitat desconcertantes, aunque el ex-
pcrlo las vea como casa de rutina. Por último, tanto el tociu)cri> cuino el léo*
rico apelan a la expedeucie del observador f“ ¿No quedó de rechupe te'’’ o
“ j^Ve esa posttimflíjíii a/ul dotando a través de su caniptj yisual?*’).
Es Evidente que hay mucíiM diferencias de dutalle entre el uso teórico y
lüü deinás uios dfiE kngtiaje, y bosquejan:mos alonas de ellas más adelante. An­
tes de hacerlo, sin emlargo, exaoiíjiemus con más atención algunos de los pro­
blemas gencmJcs que se deben afrontar en cualquier estudio de la actividad
lingtiístka, y dearralleTirioa Un pequerio vocabularia que nos será úti] pora re­
ferimos alas diferen^s subáieaxdel estuJiu lingüistico.

PROBLEMAS GENERALES DEL LENGUAJE

En un articulo cláitcti, Sttveat analiza ana distinción hecha antes por


Mariis ( I9 JS ) entre tres áreas de estudio dentro del tema general del uso de lüS
signos. El tema general, que abanta las tres áreas espectlleas. recibió el nombre
de aemló'tlca, Las tres írea* eípccj'fleas fueron denominada* sintáctica, semán­
tica y pragmática.

Sprnafítlre

ríunblando eln oidrn de Stevens. procederemos a examinar ptimero la semánti­


ca, a la cua] defme como el estudio de la comeapondcncia en iit sájaos y ob-
jclo:t. A pesar de esta defÍDicici(a. SteveuB dice pasteiiannente que lea signos
Hgnifiütivofi se deíwn referir a objetoa t?fli:oiíirfííi?jJij?ntí}í. ¡Eímás que evidente
que límtfaT los términos ligpíncatlvoa b aquellos que denotan objetos noa deja-
Tecfia píítoWííffl 2S5

n a hicn poca qU4 decir! Podrranios seíIalaT un c-sciitoria y una s3Jb, pero d
sígnifiendo de wncsTw quednrfa en el niíifaña pora siempre, por cuanto sen-
taise ita e t un objeto-
Se bflfi escrito varias obras sobre el tema de la «mántica. No es sencillo aiig-
nar un signíficanio induso a una palabra aparen terne ote ton sírupl» tum o la pie-
pasicián da, aunque quienes hablon nucaliD idioma como lengua m ttem a poseen
un buen conocimiento uituidvD de lo que aigairtca. Todo un “ movinuenta” en
!tt dosuffa de la claiicia se desarrolló alrededor deJ problema ds asignar «ertifi-
calo a los conceptos cientíJieus, Esc jmovirniento recibió d nombre du ttpefa-
ríonüíní? debido a que BrídErnan (1^271 insistía en que el significado de nn con­
cepto científico se debu poder reducir a uniconjiinto de operaciones, [Unilariio
opcraciünismo, ecarici una solución propuesta «1 problema da cómo establecer
reglaí seniinticas que estftbleinan conexionea síitre lofi sígnoay los o t^ to s o los
acontEclmiBrtoi, estimuló Ifl apañeión de un torrente de libros para esdareocr-
lo, defenderlo o atacario. En la sctuaM id, probablemente la opinlún general
indica que. en el mejor de lúa Cítsos. el operaclanistvio es una solución inconi'
plata para el piobleffli de determinar el caiáeter signilicetivo de loa enunciii-
dcs, y que tal vez haya sido domaBiado restfictivo. Gran parte de la actividad
teórica se puede produílj en un nivel muy abstracto, [íianipulatido signos ca-
rentes de significado desde el punto de vista empírico. SLcl operaduoiinio li­
mitara Id Lherrad dd teórico para proceder sobre usta base, e^iar/a i>e4ullcíii-
du u le c itrd a .
Por o tn partí, se puede ampliar el concepto de optímeiéfí lissui incluir cji
él aperad anea de papel y ISpíi con stmboíot puramenle abitroctoa. Con po*-
terioridad, Bridgman {(952) puso en clara que consideraba eaaa operHciones
"al.tstractas” tan admisibles Como las íigrtiricativaí. Pero cuando te admilcn es-
te tipo de operaciones abstractas, spareji temen te es poco d contenido ejtdu-
dvü que le tjueda il opefacionismo. Nos queda el mandato de Hume de elinii-
nar todo* los libioa sobre aictafÍBica de nuestmE blbliuiccsE y conservar sólo
Los que K ocupan de la observación o del razonamiento lógica. Finalmente, el
npcracinnistno terminó por promover un gran Interés en Jos p entile cu s Semán­
ticos. Lns cientíÜiCQS tíüdieron a preocuparse m is ponjue sus té m inos tuvie­
ran un significado empírico específico, c por tetiei uo íundamicnlci rotiuniii
pam deteiider el uso, dentio de una tcona, de tennlnns csreittes de delícJción
empírica. Si hemoa ido más allá del operaclanía-.io, es porque nos hemos vk-
lo forrados a atravesado. Leu prüblfliiifis di Ift semántíea no eitin resuéUos,
pero se ItM comprende mejor, fjuíen eitudie la historia de Li psicdlogte debe
recDTioceT alguflos hechos básteos con respecto i la semániícB puesto que se re-
Laciuna con la levrla pitcclóglca en particulu.
Prime rn. 3as deíÉtíciones ctinstituyín un intento de aslgnade significados
a los términos. El djeciudotio e í un mstrumentiG semántica, y tan ótO que
hfotos llegado n pensar que nc padriamos picscindii de di* Antes íc que apuinc-
cieran lo* diccionarios, había gente que ks decía a los demfo qué significa-
batj los si|iiiüs óraleí y escritos. Hay una diteoenda entre cstm dot d o s s Je
‘^diccionario’' sobre la que Jcbemoi explayamos: d dJccionifi&csccítis es com-
pIctBiriente ñisuficiente por sí misino, y el ilieclm uio viviepta e i btiluntr sur
266 SiMtctnn y uortas ptÍcotógk<» conumpurúneos

ñciente. Las demás persúius pueden icltrar los significados de Ifts palabras
mediante toda suerte de curaciones ^ n a s a un diccionano, tales como se­
ñalar. demoeirar. etcecera. Sin referencia exterior un diccionario es bastante
inútil. Para aprecitriu, trate de usar un ilicck)naiio en un idioma extranjero
que no conozca. Aunque todas las palabras que figuran en están definidas,
a usted no le sirve para nada, por cuanto carece de los referentes externos de
cualquiera de las palabras que puedan servirle de punto de partida. Usted se
maneja fácilmente con un diccionario en su propio idioma porque ya conoce
bastantes palabras indepenttíenttímentt del diccionario, de modo tal que pue­
de eitiplearias para entender el resto.
No se pudo traducir el lenguaje de ios a n d a o s egipcios sino hasta que se des­
cubrió la piedra Rosettaen 1799. Esta piedra contiene jeroglíficos e inscripcio­
nes en griego; puesto que se conocía el griego, se pudo por fin descifrar el egip­
cio. La definición operscional es la piedra Rosettade la teorfa cientíl'ica Sin
definiciones externas, al menos de algunos de sus idtminos. la teoría parece tan
carente de significado como los jeroglíficos egipcios ames d d descubrimiento
de la piedra Rosetta. Sin embargo, no hizo falta coordinar todos los jeroglífi­
cos C(m las palabras griegas; se pudo determinar el significado de otros símbo
ios usando las relaciones internas para deducir los significados de los signos adi­
cionales. algo similar a lo que hacemos para deducir dcl contexto el significa­
do de una palabra que no Conocemos. La ciencia moderna permite la libertad
de emplear alan o s términos teóricos que no guardan relación directa con la
observación empírica, siempre y cuando otros términos conecten la teoría con
las observaciones.
Retomaremos algunos de cstiM temas más adelante. pue.sto que el estudio del
lenguaje, como la mayoría de los estudios, constituye una unidad, en cierto sen­
tido. Los problemas de la semántica están últimamente relaciixiados con los de
la p ra ^ á tic a (son quienes usan el lenguaje los que establecen conexiones entre
los símbolos y las cosas) y cem los de la sintáctica, que expondremos ahora.

Sintóciica

La sintáctica es la parte del estudio dcl le^uajc que se concentra en las relacio­
nes de los símbolos entre sí En realidad, por supuesto, ^ los ii.suarios dol len­
guaje quienes lelacioaan los símbolos entre sí; tas relaciones simbóticas que les
interesan estarán determinadas por el empleo que se pueda hacer de ellas al
comprender y controlar objetos y acontecímientoi Sin embargo» la sintáctica
procura aislar del estudio total del lenguaje una parte que incluye sólo los sím­
bolos y su manipulación.
Es decir, la sintáctica supone un intento de manejar los sistema.<i abstractos.
En cierto sentido, es un estudio que p<me cabeza abajo el mundo pues jlos ob­
jetos ^concretos*' que aborda este estudio son las '‘abstracciones'' que la cien­
cia tiene el hábito de usar pora comprender el icito del mundo! En consecuen­
cia. la sintáctica es un claro ejemplo de metaíeona. puesto que es una teoría
que se ocupa de lo que son o deberían ser las teorías como sistemas abstractos.
Tcarie ptícoiógica 267

El stcdrcz. al Igu^ que otros juegos, posee algunas de las propiedades del
sistema lógico y del matemático que se usan para desarroHar las teorías de U
ciencia. En el caso det ajedrez, no ni siquiera el intento de relacionar los
^'símbolos" del sistema, por lo general convenientemente representados median­
te piezas físicas de material, con un mundo ‘*más real*’ exterior al juego. La
representación fíatca de los símbolos dcl ajedrez carece de importancia; cuan­
do vemos problemas de ajedrez en tos diarios o en las revistas, o cuando se jue­
ga por medio de computadoras, fft los representa mediante marcas sobre el pa­
pel en lugar de usar las piezas verdaderas. El ajedrez es. en consecuencia, un
juego abstraeiu. También otros sbtciuds, conK> el álgebra de los números reates,
se pueden considerar de igual manera, como juegos simbólicos con reglas para
los “ movimientos" y cuya meta es producir combinaciones nuevas que tengan
un atractivo estético. En d caso del ajedrez, las combinaciones más caiitivanres
se agrupan bajo el Unico nombre de ¡¡aque matul En el caso de los “juegos"
matemáticos y lógicos, cualquier cuiiibbiucióii nueva tiene un atractivo [lOieii-
cial; sin embargo, lo que parece ejercer más atracción es la capacidad de hacer
una secuencia de “movimientos" legales que resulte en la “ pmeba" üc una **ccm
jetura” o de un importante “ teorema" nuevo.
Para aprender a jugar al ajedrez sólo hace falla comprarse un juego y un libro
de regias, que especificará cuáles son los ntovíntienios permitidos, hsios movi­
mientos definen, de Iwclio. qué puede hacei un “ peón", un “ caballo", etcétera.
La apariencia exterior de las piezas carece de significado para ci juego. También
es necesario detinir la naturaleza del tablero y las reglas para capturar piezas. Por
supuesto, no basta conocer las reglas para ser un buen jugador. Los "buenos"
mQvhniento& constituyen si^o una pequeila parte de los movimientos permitidos.
Similares consideraciones valen también para oíros juegos sintácticos como
el "álgebra booleana". !a “ topología diferencial", la "teoría psicológica'', et­
cétera Las reglas dcl juego se pueden encontrar en ios libros apropiados, pero
aquí tampoco conocer las reglas lo hace a uno buen jugador. En ningún caso
({uistéramos llamar científico a un manipulador de símbolos, a menos que use
las piezas del ajedrez (o los símbolos teóricos) para modelar algún aprecio del
mundo externo al luego. Lu ciencia en su esencia cslablcce nuevas relaciones
entre los símbolos y el mundo exterior a ellos. Los científicos pueden inven­
tar stmhtrics nue^'os con una nueva sintaxis, pero su tarea no queda concluida
xi sólo hocen eso. Se liinitan, » han inventado un ristema nuevo o demostrado
un nuevo teorema dentro de un sistema establecido, a ser “meros*' lógicos o ma­
temáticos. Para convertirse en un científico se debe definir símbolos, y opera-
cirvws con ellos, sobre la base de los objetos o acontcdmicDtos externes ol sis­
tema simbólico. Es decir, se debe trabajar con la semántica. Para tener éxito, un
científico debe demostrar que un nuevo sistema empíríco-sónbólícu tiene al­
guna utilidad para los “hablantes" del lensusje científico; por lo tanto, un cien­
tífico debe interesarse en la pragmática
Los estudiosos de ^ntáctica se pueden divorciar de estas preocupaciones
científicas Para ellos, “c! juego es la cosa". Lo advierta o no. quien trabaja en
un problema de ajedrez es tm especialista en «tnláctica puro. H1 problema se
presenta como unoicrioordenamicalodc la; piezas sobre el tablero, al que acom*
Sútftfm y ¡«Orias psicoióghos coníempefrántos

pana un mensaje ilgo misterioso: ‘‘Mueven las blancas y dan mate en (algún
número)’'. El mensaic y el problema se pueden dceodificar en términos ánUc-
üeos de la siguiente manera: "Se (c ha ofrecido un mücmuaicnto de sfmboioí
que podría provenir de una secuencia de movimientos slnticticdzncntc lícitos
(es decir, acordes con las reglas) dentro de este sistema simbólico. Le Coca aho-
ra a usted doniostrar una secuencia to más de una) de movimientos -legales se­
gún las reglas de la sintáctica de las blancas, de modo tal que, no importa cu¿>
les sean los movimícotos legales líc las negras, la secuencia (o secuencias) conclu­
ya dando mate a éstas” .
Rn el ajedrez, las ctmilguiaciones deseadas de símbolos generalmente tienen
la propiedad de que cualquiera de las dos partes puede dar mate. Kn los pro­
blemas :^edreetsticos, una posición dada puede transformarse en la deseada con
sólo hacer unos cuantos movimiento.^ peiiiiitidos. En lógica y en malciiiálica,
ii dasaciófí no « tcrrütiemonte diferenre en principio, pero en la práctica las
díHailtades pueden ser mucho mayores. Con frecuencia hay una solución desea­
da definida, similar al jaque mate en el ajedrez; esa solución deseada se denomina
a merjudo cow/e/uw q cs simplemente un problema que necesita solución. (I.as
conjeturas w '"pnicban" más que ae resuelven) t n cualquiera de leseases, un
matemático, o al menos el primor matemático que trata de probar una coníetura,
no recibe, cchuo el que resuelve problemas de ajedrez, una posición inlomiedia.
Ei matemático empieza desde el principio, con los elementos del sistema y las
re^as para su manipulación. Al igual que el ajedrecista, puede recuirir al cuerpo
(Ic teoremas demostrados dentro Jei sistema (el ajedrecista recurre a su conoci­
miento de partidas anteriores y problemas previos que han sido resudtois).
ü n ejemplo moderno sirve para comunicar alienas de las dificultades y el
entusiasmo que suscita fa versiOn matemAzk:» écf ¡ttego sinláctko {Koht&, 1^*77)
Un matemático húngaro. Paul Erdós. estaba Un entusiasmado con una crmjetu-
ra planteada por él y otro matemático, que ofieció 1000 dólares a qufen la pudie­
ra demostrar. Cuarenta años después, otro matemático húngaro. E, Szemerddí
cobró el dinero por su prueba, ;quc requirió 100 páginas escritas a méquinal
No resulta sorprendente que. según se infonna, muy pocos hayan leído la demos­
tración completa. Una segunda prueba inde^iendientc, basada en suposseiones hab­
lante diferentes, “sólo” requirió 85 páginas. ;y es más que probaUe que narlfc
haya verificado hasta :diora las dos prueba»!
Lo significativo es que el informe que acabamos de citar apareció en Sciertce.
lo cual parece contradecir nuestra afirmación con respecto a 4)ue quienes se inte­
resan cfl la mera "m eta'' riniáciica jio son ckmjficos. Aquí el uso no tiene ver­
daderamente irnportancia; los sistemas simbólicos »un uua parte integral de la
actividad cícntiTica. y la única razón por la que resultaría útil clasificar a los
lógicos y los tnaremálicoi indcpcndrénlertionu: de los científicos sería que la
separación puede ilu dam os a mantener en duro, desde un punto de vUta con­
ceptual. los diferentes aspectos de la actividad crentífica. Los científicos bien
pivpandos, ya x*an psicólogos u ffsicos. nu pueden permitirse dejar de lado ol
estudio de ios sistemas simbólicos desarrollados por los lógicos y los matcmáií-
COi.
Trarfa psir-olAgiea 389

l*ragmáUca

La pragmática es el estudio de las relaciones entre los signos y ms usuarios. Co­


mo ya lo hemos indicado, el estadio de )é arm intica y la sintáctica no se puede
separar del estudio de la pra^iiática, pues los signos se rclacionam entre si. y con
lo< objetos y los acontecimientos, sólo debido a la mediación de 1sk>usuarios.
Así, ei por ejemplo, Ifene un aspecto ineludiblemente pragmático, a
pesar de su carácter abstracto. Las c<^plc]as maniobras relacionadas con ias re­
glas que rigen los partidas durante los campeonatos internacionales brindan un
perfecto ejemplo de esta exigencia.
Los usuarios de los signos csiin entrenados para pensar o hacer ciertas cosas
en presencia de ciertas secuencias conexas de siguos. La sintáctica nos dice cuá­
les son tas secuencias que los usuarios deberían cemsiderar sigoilicativas. Seria
más exacto afirmar; “ La siiuictica trata de decimos, etc.” puesto que hay mu*
chie cuestiones inconclusas en ei dominio dei lenguaje. En cualquier caso, d
punto importante ei que no se pueefe comprender el lenguaje erm independen­
cia de su relación con los usuarios. Tai vez éste soa un punto incontrovertible
que « puede extraer de Verbal behuviur, de Skinner (1957). Para Skinner.el
lenguaje era evidentemente materia de estímulo (p a n un oyente) y respuesta
ípara un hablante), y se lo debía entender, al igual que a cualquier otta con­
ducta, un función de los refuerzos que acompañaban a las interacciones lin­
güísticas.
ts to pone claramente el acento sobre la pragmática, que cs donde un cien­
tífico empírico, un psicólogo por ejemplo, debería pensar que tiene que eS'
lar. Según Skinner debemos salir y estudiar cómo funciona el lenguaje si que­
remos comprender algunos de «us aspectos. Su actitud no» recuerda la de Tho-
maf Jvuhn, que estudió historia de la ciencia para aprender cómo progresan!
la ciencia, en lugar de estudiar sólo su filosofía a fín de descubrir cómo debut
progresar.
Las Icnuuas iiatumles. como el inglés, el alemán, el ruso o el chino, han pa­
sado la prueba de su utilidad durante muclios siglos. Las le n c a s, al igual que
las teorías cienu'ñcas. siguen evolucionandu. Aparecen nuevas palabras y nue­
vos usos para cubrir nuevas situaciones, y algunas palabras $c vuelven arcaicas
por no ser ya necesarias. Presumiblemente lodo oslo es asunto de la pragmáti­
ca en su sentido más restringido que cs el adoptado aquí el que au ocupa de
la relación entre los signos y sus usuarios además de serlo también de la prag­
mática en su sentido más amplio de utilidad.
Incluso las teorías cieniífréas más antiguas son nuevas si re las campara con
ías íenguas humanas /w/uxaJes. Sin embargo, están sujeias ti mismo tipo de
pruebas de utilidad. Las teoría» simples- como las oraciones oimples en ía íen
gua naturaL son tnéa fiícUcs de usar. No hay duda de que e» un interés prag­
mático muy directo el que explica la preferencia dei científico por ia más rim-
[M de dos hipótesis o teoria» sitcmalivas. Las teorías psicológicas que no per­
miten la predicción y con irol de los fcoómeaos resultan menos útiles que aque­
llas que ofrecen ii^id sumpienaión pero que además permiten la picdiccióo y el
cunte ol. Quizás la decisión más caraclcrísUco de mucho» conjuctistas m o ^ i-
290 üisitm oi y teorías contemporúneox

noi es Js de ccncenimrse exclusivamente en el descubnmicnto de variables que


íc puedan manipular a lin de cuii (rular los resultados; basan «i decisión en
la creencia de que la auténtica utilidad corresponde sólo a aquellos símbolos
que nos dicen cómo controlar los resultados.
Con esto (ennina nuestra breve introducción a las áreas de estudio en el cam­
po de la lingüística, tal como Morris las ideó y Stevens dio cuenta de ellos. Pos-
tcrionncnie Stevens (196fcl) cataclerbó a la (Ciencia como una actividad '•empí­
rico-esquemática” ; una vc¿ m is estaba transitiiucndo un cuadro de la ciencia co­
mo una actividad que establece relaciones efUre símbolos Resquemas) y obser­
vaciones empíricas, l-n este capítulo, hemos enfocado hasta aquí nuestra aten­
ción en el sim bdo. o esquema l’asaiemos ahora a reali/ar una sucinta descrip­
ción de algunos aspectos de la actividad científica que no están vinculado.*: con
el lenguaje de manera tan directa.

Rasgos no H n^isticos de ¡a ciencia

í)e alguna manera, casi todos los a.spec(06 de la actividad cíenlííica se relacio­
nan, en et fondo, con el lenguaje. Los científicos procuran Incluso describir ca­
da uno de sus procedimientos con ta n u minuciosidad que sti^ observaciones
pueden ser repelidas por cual<|uJer observador competente. Sin embargo. Kuhn
(1970) es imo de los que han señalado que los científicos, poi logeneral.no tie­
nen mucho éxito en transmitir de un modo tan completo sus actividades por me­
dio Jcl lenguaje. El estudiante no se puerle convertli en un científico simple­
mente leyendo manuales o incluso infónucs. no importa aiántos lea. Se Deca
a » r científico cijmenzando ccmio aprendiz de un clenifflco al que se pueda
observar e Imitar. El estudiante debe aprender observando y haciendo.
¿Cuáles son las cosas indescriptibles que tiene que aprender d ejentífico
treóíito'* Una es aprender a disciiminar. A$i cómo el jefe de cocina puede saber
si algo está bien cocido observando el color, la textura y d grado de blandura,
el científico debe aprender qué es lo que hay que observary cuáles ob.scrvacio-
ne.s Indican que se está logrando el resultado requerido. Al aprender qué obser­
var. se está aprendiendo a dirigir la atención a los rasgos pcrtfnenlcs e ignorar
otros que podrían parecer más importantes al no iniciado, liste tipo de spren-
dizaje se resume a veces diciendo que un científico tiene una mente “entrena­
da o “preparada” . La mente de Roentgen estaba preparada cuando vio bri­
llar un tubo eo un momento en que no tenía que estar brillando, y de inmedia­
to usó esa observación para descubrir los rayos X. jTal vez uno de los puntos
débDcs de los infonnes escritos sea c! hecho de que no pueden contener todo lo
que no debería verref
Los científicos deben aprender hábitos de manipulación y de observación.
Deben aprender qué aparatos usar y cómo hacerlo. En ocasiones necesitarán des­
trezas para la manipulación equiparables o superiores a las de un piloto de hc-
licóplcrus. Ks difícil producir fenómenos nuevos sin alguna.^ habflidades técni­
cas. y parle de las tareas de la ciencia consiste en la creación de fenómenos com­
pletamente nuevos; los biólogos probablcsnente nos surtirán con una cantidad rfc
ejemplos mediante la recombiiiacióti de genes y la producción de nuevas formas
Teoría ptiaAóeica

de vida útiles iTarnbién las menos úllks pruporcionan ejemplos fascinantes de


íenomenos nuevos.) t i mundo ya está repleto de ejemplos producidos por loa
químicos y los físicos y. en muchos casos, creados por los ingenieros. Vienen
asi' a In mente el avión de reacción, la bomba atónúca, las computadoras, la
energía nuclear y los pUslicos. ejemplos nos recuerdan una ventaja i: du­
dable de la investigación cxjierír.ienial sobre UoóseriacjüiiiialuiallRta. la obser­
vación naiuiaUsu puede ser una técnica sumamente eficaz para tkw ubrir lo que
ti pcKi sólo la investigación experimental nos puece decir con precistón 1« que
podría íer. líl fuerte impulso desaUdo alrededor de las investigaciones tendien­
tes a rceombinar material genético nos enseña que tanto sus partidurios como
sus oposilorcs comparten la idea de que la experimentación acelerará mucho el
ritmo de desarrollo de nuevas formas vilJcs.
finalmente, es probable que la ciencia, tal como la practican !t» seie» huma­
nos, tenga un carácter único que depende, de un modo (jue no podemos imagi­
nar' de nuestras propiis carácter ísücas. por cierto no lingüísticas, como seres hu­
manos. Francis «acón expresó este problema general de una manera muy bella,
aunque algo negativa, en su exposición sobre los diversos “ ídolos” a los quccslá
sometido el |>ensamicnto humiino Bacon señaló que el pensamiento no es inde­
pendiente de nuestra naturaleza como indh'iduo* y corno miembros de la i'spc-
eic humana “ Pues la mente del hombre está lejos de la naturaleza de un espe­
jo brillante y pulido, en donde los rayos emitidos por las cosas se reficjarian de
Hcuerdo con su verdadera incidencia, no. más bien es como un espejo encantado,
lleno de superstición y de impostura, si no se lo libera y reduce (IR57. parle
.1, pág. 276; puolicación original. 1605). En la actualidad es casi un lugar co-
níún agregar que nuestras pcrecpciones (y por consiguienie nuestra ciencia ba.sa-
da en esas percepciones) no son necesariamente consistentes en diferentes esta­
dos de concksnciii. Así. si las drogas o el entrenamiento en la mediladóii, (>oi
ejemplo, produjeran un estado de conciencia diferente, podría cxbtir un po­
tencial para construir una clase de ciencia diferente, adaptada a ese estado de
conciencia (Blackbum. 1971).
Resolta ya evidente que la ciencia se ha adaptado a la salisfacciím ríe las nece­
sidades huinanas. Los seres humanos precisan estar en un ambiente cálido y ne­
cesitan controlar el calor para otros fines, para lo que existe una ciencia de la
lemiüUinámica: tienen necesidad de comer, para lo que hay una ciencia de la
agronomía y una ciencia de la nutrición; deben cicatrizar sus heridas y curar sus
enfermedades, para lo que esté la medicina: precisan también socorro > conoci­
miento de sí mismos, y para eso está U cicncis de la psicología.
Aunque nucslra exposició.n sólo sjearha un poco en la superficie de estos te­
ma». no deja dudas rie que láS actividades lingüísticas de los científicos están
contrabalanceadas por una m altitudd; actividades y consideraciones que no son
nrimordialmvntc lingüísticas. Y no sólo el teórico s\ws también el observador
adora a los ídoloedí laucón, u por lo menos tanto el pikólogo como el ií'sko.
.Sinemhargo.no tiene sentido lamentar el iKíCho .1c rpic nuestra ciencia sea ex­
clusiva de la humanidad. 1.a posibilidad de otras ciencias para oirai orgunismoa,
r» Incluso para otros tiempos o lugares en el universo, no invalida nuestra cien­
cia para nuestro tícinpu, nuestro espacio y nuestra especie.
W iiftírtúy jj / c o r M í psicüló^í'nr eontamponineóir

UN ESQUKMA HE TEOlilA

Heihcrt pneseiifí upiniones ( t ‘>70j que preservan a]go del punta de vista
elásii;!) respecto dt que ínn las teon'as cienlfiléis, lunque recunütje lan tritl-
Cüj modernas al <i;iti>iuu asquema de la leona. En la ügLra 3 reproducimos el
críít];iji-s simpIJfkaíiQ Je l'cígl de la natnirale^a de b te aria cíentíñea, pues per-
sumoí que cutin l.iUjyerjnclQfftpuntotk pBrtjJd.
f.’oiisídBrumos primera la relación entre el diagrama de Foigl y las. ramas cd
estudio (Id IciijíLiaje. £1 con ¡un tu de paítuladiirs de Feij;l, mis ios teürcmas quí
de él se derivan, pcrtcDece cíaramentE al doniiuto de la sin lile tita. Loi c fruir los
y loí triángulos que reprusentan Ion elcmcnton del sistema sirtaelios ion aAto
términos o sñnbHjlos dentro dc1 Sistema sintáctiieui
M eundru que Feij:l ofrece dt la teoría fls ¡;cniiinameTite clásicu; el señal 1 que
Campbell ( desarrolló oseaeialrtrer le lo m isna apmiún ti ace algún tiempo,
Fcííd ílESuribe acertad a mente ene concepto. calirKindolu de ‘‘pintCFitsí:o"t
por ctiajito ''un cále uto iiu iíitürpietarln“ e*tá suspendido, o Üota IFhremen lo,
sobre el plano déla ohserviiciñi].

Pd-KrulALlas

Oüiieeptüí
primiriioí

ti'[jn n p lc a
dctlnirlcn

Cmi«pEoi

"Siipio"' iIe li ribseri^iín


(espcTicn^B.)

ri|jvm ?. Una. cancepenu dv Is tAjHptadodfl 1970.)'


TiOris 03i'fciMtíiOir

Lni piezas (Jd Retire?, mj crprnesponden hastante híen con los cífciilDg ert el
cálculo de I'eisd. Tanto tas pieza» como los elementos del cálculo de Feie! s
defifiefi por medio de ivjilaa relacionan a los elemento* entit sí, Ningdri
clcincDto ttecsiitsi de una definidún que lo lelsdoneeat) el m ujidoesteiiorpara
tener significado; « decir, se puede canferii srgniñeado a los elementos es,
trictamientE por víB de las deflnicionés mreríiíís. Cuando sabemos t|iie un alñl
puede moverse a To largo de laá dtagünalc!;, no puede saltar sobre las piezas de
su mismo ctdoi, puede capturar tólo la pieza tmemiga que está dentro lk^ ale Ho­
ce de SUS movljujeruos legales, puede i t r comido por cualquiei picia ttjeitii|ü
que pueda llegar hflsts m posición, b(c., aabflmoi lo que sijinifica uti alfil. No
hace falta definir las Funciones del alfil sobre la base de las guerras, las activi­
dades burtiátiles o las postirnágenea visuales pata qtre tenga significada en el ní-
vd del jOEgo. El significado es casi purameníe sintáctico. Si el ajedres fuese
üaiiífofmado en luie ceoría científica, habría que esublecer coordinopionisi
entre ios elementos del juego y los conceploa empíricos. Feig) intiíCB CílaS Mor*
dinacionci en su diagrama por medio de líiicís que enalzan el sisleraa sintác-
ticQ ñotBiite con loi concepto*empíricos
En EOíisecnencia. ios cíeme o ios y las nri^as del Juego de ajedrez se corres­
ponden etjn los eleintintoí def cálcuJo de Fejgl y con loa pDatuladoS qttí lai
concciau. Ivn ambos casos, la cbución dcl sistema ántácljcii puede ser bastan.-
te arbitrario en un principio. Con frecuencia se inventan nuivos juegos, y tam­
bién imevoB riatemas siii¿i?ticcjs que nada tienen qur: ver con el juego. La ma­
yor paite de loi juegos y de los sistemas sintácticos deipíertan muy poco íq*
terís; pero algunas veüet aparece algo como el ciílculu mCiiiteaiiiidl y deipiet-
ta tanto interés que ¡n; producen debates respecto de la pritíridad. de si la mayor
parte del m ítito iorrespunda a Ncwtoii □ a Leibniz,o talvc* al macslio de Neiv-
tan. ísaae líaiTow, .Auuque la invEnfiíón de Ilíí jutijüa y de los otros sistemas sin-
tái;tica4 pueda wr arhitraiía, estos Alomas ss sclecrfonan fundamentalntentc
sobte lí hase de conáderacioíies eatrssinticticas como el Interíi que ptBesm
o su utüídad.
EstttUiiieute lo mJjmo vale para las definiciones externas de los tdntiino» de
la teoría. Se puede;'por ejemplo, definir un alfil como una p o s tlm ^ ti viauaJ
azuJ, y la captura del alfil polría conwertlrBe en lo desapnrictóii de la poftíima-
gen. De numera siniilar, « podría definir aulas deiaís piezas en función de oíros
renómenos visuales, y el ajedrez proporcionaría así la pmtu siniáctica de una tea-
ría visual pnJiruestfl, Podríamos cucstionai Ib utilidad de tal teoría, y scn'B iie-
ccsafio cuntar Cite dcnniclone* rauy in^oiosafi ti I b teoría llegase a tener que
proporcionar pre (ticcion.es o expUcacione¡r conectas'. Sia eiubBigi>, o o debo-
IT105. ctieStionar el deTecbn del teórie-o u dieílrtii les elementos a víiluntad, Pu-
demos tEcbazai la teoría- ya coiripletada si o o s^iLisftiiu: nuestros criterios de
utilidad, iricíusv pudemíos üegaman a CollíidiftítHi si no nos latiarace la clari­
dad de sua definiciones o sus postulado». Sin sm b a i^ , no parece qtm « deba
reijflitíar u n í teoría sohie la base iLbI cíuittfiid (0 de sue postulados o de la natu-
ralv?z2 de lu» definícirtecs.
En el cuadjfo de Feigl no » raptetenta Ja íleriiiición .como tipo dE prucusu
(3e uFi solo paso suguritu aimis, cuíuidit piopualmíM definir un. oltd (un cletiiett-
294 iSsfWJfljjí Itófíat p^fAógicfHt ciintEmpfrrárxm

tü en Un ‘'cálculo'*) cguig una ptístim a^n azul (que paRce peneniicer de un


modo directa a1 “ slmId” [w/ifl de la oWrvaciiinj. Antes bien, Feigl Lllefjuuiic
conceptos empiúcus entre el sistemn abstracto y el ajielo de la obseiviiciútt.
Loi tfirmlfios tertrieos esián cuurd[fiados con los conceptos, en lugjt dft estjuio
dlreci¡míente con l^s obsiyscioncí. En consficuencta, los prapíos couiceptos
psrecoríaii tener un caiBcter abstracto. Sin embargo^ ea píEitimihle que estos
ccmcípros se deiarroUen "desde ibaiu" y nu “ desdE arriba.” en el cuadro de
Feig). En psicolo^pa podría Sarvii de ejemplo un cortcqíto como el de ‘'lasa de
pe3pueíta,a” , Cabe preiuniir que este conespío se pcrdiia desarraNar con inde­
pendencia de cualquier teoría sobre cómo deben cetnpürtarse laj íasaa de les'
pueitas. o de cualquier teoría que sugiriese que Is rasa de lesptiestas debería
sei lili cuiiüeptc útil. En este sentido, entonces, el concepto se podría desarrev
llar “ desde abajo’' , diicctamc-nte como consectnsiicia de haber descubierto que
üS útil para expíe sai loa lEful todos dfi lu cxperimetitncidn.
Para conectar el coticeptQ enipfrico, la tana de reapuestgs. con las observa­
ciones efec ludas en iin experijTieüto o un eatudio de campo, se emplean ope ra­
dones de mediciún. En consecuencia, aquí nos ocupamos de un tipo de defi-
nición Qpcraciona]. Nn es verdad que las Jefiriciímes operaelonaJes se limíten
foizosamente a este tipo básico de ape ración de incdiEióti, si bien esa el use de
mídida constituye nn claro ejemplo de un tipo de definición optraoíonal. Si se
especifican cor claridad las operaciones para establecírli tasa de respuestait, y
si a esta no se 1e da otro significado an relación con las operaciones especifica­
das, el opcracionista no parecería entonces tener raídn ¿giuiia para objetat el
□so del concepto.
Un constructor de teorías padn'fl entonces decidir que seria ventajoso defi­
nir unn ríe los elementos Js la teoría como una tasa de respuestas, o bien coor-
düiarlü cuíi ésta-. Procedería después a ct>OTdínar los demüs eicmeritos del cálcu­
lo abstracto con otiüs coitccpioii empíricos que podríais influir sobre la tasa de
tí apuestas (o ser influidos por ésta). Si el cálculo calcula de yordtjd, el construc­
tor de la teoría puede dar un nuevo paso y hacer predicciones con respecto a
cuáles deberían ser los tfectus de los otros conceptm sobre la tosíi de respues­
tas (o a cuáles deberían ser los efectos de la lasa de respuestja sobre los otros
conceptos, o imbas cusas, s e ^ n la estructura de la teoría). En este piintOiCl
teórico tendría una teoría ckiLliÜjuti que se pudría ‘ ponci a píucbn" reaUxando
expvfimcnLua u haciendo observaciones para ver sj sus predicciurjc» m otuiür-
man a no.
Aunque el diagrama de Fejgl condetie algunos detallei que bemoa amítida
en relaciófi cent si cuadra del estudio del lenguaje de StevenSi Feigj deja prác­
ticamente fuera dfl su informe una de las riRias de estudio de Stsvers; nos re-
ferimai e la pragmátíci. Pare incluirla, ne necesita en el diagrama un obsem -
dfif peníSTtva que vigile los tentáculos del cálculo en su con meto tiénudo, aun­
que indirecto, con el mundo fínptricoL En realidad, el abaorvador ee casi niás
un titiritfiro. por cuanto no aólo observa sino que tatnbkn tira de tcuJae lat cuer­
das, No debemos olvidar que lea seres humanos non los cieadores dcl íistema
abstracto, los cicadoret de los coneepien onipíricoi y que son ellos qLüeneí pro-
pancíonan al suelo ds 1i abscrvucíón. Por ccnisígnlciitc, uuiresponde que loa íiu-
TtOfis piicoióiiía 29S

manoB juzguen lambicn los piuductos lemÚTiadoa de su imaginación (□ de to ­


das las ímaginactoneB participan tea en ia conatruoción de i a teoría) y las aprue­
ben ü jflchajjcn, scgitu que satisfsgfln o no sus njcocaidadeí.
Diesmg (1971) define la tevfi'a eojiiQ “un múdele con un t o mía interpreta-
ciüncs" Su deriniciéu se reladuna muy ciimnieiilif ctui cL dla¡(iíUina ife Feigl.
El cálculo corríspooiie al “ niodalo" de Oiesirg y t&do el díagrjma a la ‘'tcórfi"
Je Díesing. Asi, la red que intenelaciotia el cáleulu de Feigl eun el auelu de la
observuciún pTiipurciona la ' ‘ifiterpreiación” de Diesirig.Por lo tanto, una teoría
pemiiíe hacer predicciones (medrante la manípülacióíi del modelo obitraiCto),
y tince lambidn posible verificar La cortecciúQ dñ las píedicdtMies (haciendo las
iiianipulaciunes Cuixespuji JicntES en Ja ''iutcipietaciúii'' y ublfcrvaiiilu los itsul-
tadosj). En este libro, empleamos Ioe términos modela y reíwrVí de acuerdo con
[>iesinE. El lactor debe saber que otros autonre puedoD ijJtar estos tdmiiníjí con
otro sen tí Jo, No hay nada de malo en definirlos de otra maniera, pero la defi­
nición de Dfasíng se adapta a la perfección a nuestra exposición gpneral y Con-
cuc'ntla con el ust) más extendido tíü las ciencias de la conducta.

GUIA PARA EL ANALlSfS LHl LAS TEORIAS

En 1954 Líi grupo de psicóloace (Batea, Koeh..MacCoiquodale. Meehi, Muellei,


Schuenfbld y Vorplanclc) presentó una büena guía para evaluar y cüinpnjndci las
teorías psicolngEcas. Esta guía, que se re produce en el cuadro 13, tuvo como fi­
nalidad unifonnar -m evaluación de las teorías del apicndiiaje, pero no hay nada
en ella que la Limite a lu ídeterminado objeto de estudio, l’údejiios usare] Jia ;^ -
ma de Fejgl como un centro alrededor del cual organjjiJLr loa preguntas más de­
talladas planteadas por Estes y aus coautores. Identíficarenrura esta guía con la
sigla MLT, ya que apareció en el lihm Módem fóeórjr (1954), Eliector
debe recurrir a elU ai leer la exposición que siguí:.

l. Estrusturs de id teoría

En esta primera parte ¡b MI.I plantea aquellas preguntas que deben conducir
a una cfescí^7díi de la empresa teórica en su conjunto. Las secciones posterio­
res se ocupan de la evaluación y Igs logros d a la teoría. Sin embaído, ya hay
cierta evaluación implícita en la manera de formulai Jas primeras preguntas,
ForejcTTiplu. la primera pregunta completa es. “ j,EJ lerlguaje de lus datuaesEX-
plícito y teóricamente neutral?” l,os autores de este Lbro, la ULT y el lector
eoLneiifin sin duda en que un lenguaje de las datos deibeiia ser explícito y
tffunque y a riu tm ta seguridad) en que uq tendría, que eítai cufitutrinad o por pre­
supuestos teóflccB, Las tres pjeguittas quE ¡d.n'jcn puEcen ealjr mis exentas
de críticas implí-situs y se cHrupiin de los niveles inferiores (JbJ dta¿ramsde Fcig),
aunque la última p te ^ r ta de esto jfivpti da u entender qut puede cxbtir Lut efcc-
to “ desde abajo” en la forma de la esituclura postulacianal que parece, en el
cuadro d t FeítL tan felizmente independiente de la realidad mumlana a la que
puede estar conectada.
O k.

ICzi.

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29S Sátemaxy leowijis ptieoUgícas c p n f e m p o f iÍF t c t jf

Md$ pairee q u í aboiadan loa casios intGrmcdji:)i «ntre la£ constnicciaiieii cao
este tipn especia] de exceso de aig^ificadc] y aquellm que "síiln cumplen una
fuDCiún compenliadoía". Si la coustrucclún raima parte de una tegría, au de-
ñnlcJÓD iuipLiciti. que la irlacigna con Lai djcméa construcciones teóricas, ]e con­
fíele un gran «xceso de slgriJicada no contenido en su condensadón de las
reUciioneí empíricas ya observadas. Cgmo niúilmo. K supone que casi todas
las cofiilnjcciones te úricas poseen ilm cualiJad atcrnpoiá] y aespacial; □ sea.
se supone que san capaces de compendiar la "misFna” relación entre observa-
idea, en cualquier tiempo y lugar en que ella exista.
Bu IsK teorías más coínpleiaa, una determinada conslrucdún puede desem-
peSai un papel en la dedticcíón de otuervacicnes de un tipo absolutamente
angina]. Tados estamos familiariíados con d hecho de que la teoría de Einstein
prudiio la ílicxióu de la luz en ius pruxiniüades dirl Sol y la posibilidad de li­
berar la energía del átomo. Al parecer, son raras las sugerencias respecto de que
las coaatrucciones de Einstein deblexon haber cumplido uólo una ñindón com­
pendiadora. Si bian « BeguTD. no resulta nada emiKignanle Limitarte a los con­
ceptos cstiictsmcnte defldidos desde el punto de vista operadnnál, aplicahias
solo u la que ya sp ha observado; eJ comenurio de Darwit), citado a coctlcnzos
de cato capítulo, lo cxpicaa mejor que lo que podríamoa hacerlo nosotros.
Al preguntar sobre las mlactones Rupuestns entre las cnnstruccionos Ja MLT
necurre a un ejsantsn pormenorizado de la estructura de la teoría, lo cual re­
quiere un estudio de LaestFuctumde loa postulados que FcigJ ha ubicado en deli­
cado equilibrio en el otro mundo abstracto. La pregunta con mapéelo a cómo
se eonatruyep tas intenielaoiünes a partir de la base de obacrvaciún de La teoría
vuelve a suponef la ccmstcucciión de la teoría desde abajo y no desde arriba.
El hecho d t que se oomtniya parcialmcate desde abajo, no debe cegsmrK hflAta
el punto de no perniLtimotj ver que ]gs teóricos se dedican a una gran cantidad
de actividades puiamente racionalístBS. Ef. decir, aprenden en efectu sistciiins
Jógicos y jnalemjiiicos, y el esfuerzo teódeo e i urui continua adaptacián de es­
tas sistemas ahstractus a litseaígeociBS déla observación empírica.
Una vez que se ha desarrollado una teoilíi, se piodui:e tumbién lo que se lla­
ma Ja corrección dcst^ utriba, en la cual el teórico puede decirle ul observador
qué deba observar y cómo debe hace río. Sin la de la leorta de la relltivl-
Jad, es difícil únagúiar U idzón por la cual io& físicas ax.perimentalct denarídn
buscar alga tan inveTusímll y aparentemente tiwíaí etjmo una ñexián mínima
de la luz en el campo gravitatoro del sql. Laicatos flÓTO) liescribe cómo New-
ton CDiregía de cuctíituo las observacjones de Flamsteod, el pdirici astrünumo
leal. Como dice Laicatos: ^'Se puede eolcndcr la humíDacióii constante y la la-
djgnarrión ea lenta aumento experimentadas por este gran oburvadai d ver
que sus datos eran critiaadgs y peTreccíonados por un hombre que, según pro­
pia confesión, no se dedicaba a hacer obseivat;iones: fue este sejitñnfcnto -aos-
pechoío— íl que desencadenó tiitalmente una viiulcntu controversia períODaJ”
tpig;;. 13íh]31), Kuhu nos dice que quienes prafesan un paradigma buscan be-
choj que dehen'iiD ayudar a revelar de acuerdo cuu el pandlgruQ—Ib naturale­
za del mundo, t'feemos q w sin la guía de umi teoría o un paradigma ei impra-
Tewidpsíatlífgics 299

bable que logieniút las obacrvaciones leveladoras. £J dcsairiDllQ tebríctJ de


mayor éxito, en psicología o eo cualquier otra disciplina, » produiic cuando
exiitc una continua interacción enrm la acthridad ompídea y la abstracta.
En La piegunta fhiol liobre la estmetuta, se duí invita a examinar las dcñni-
clcmes que coordinan loa tdimúioa teónooe dd diagrama de FeigI con los ''con­
ceptos em p íiicn" que pteaumibkirKntB se barí desarroljado de manera indo-
pCDEÜBntB (al meaos en un principio) de 1i tecnia.

U. CarScteríslicaímftOiíolágíais

Aquí la MLT procede a efeciuor todas las clases de preguntas que ur lógícn
rornial desearía piegunur con reiapectu a la parte ubstnacta de Ja teoría. Lá
primera picgunta es si h a y o no algún enunciado explícito de la estructura bá­
sica de Ja teo ría Hasta hace muy poco. Ja lespuesta a esta piegonla era, en el
caso de las teorías pisicológícas, casi siernpie un ampie do.
Los teódODs exigentes suponen por io general, al menoü apamoteniiente,
que SCO pteferlbLcs los sistemas compJetamentje axjomaüzados. Bn realidad, es
difícil estar en desacuerdo con este punto de vista, pero la axioaiutiíauión com­
pleta es rara, y pocas voces práctica.
Eara demastmj algunas de las limitactonea del enfoque axiomático, k ¡ con-
tojemos los verdaderos aventunta de Notherto, un brillante y Joven matero áti­
co que asistía a una escticJu de estudios avanzados. Su precocidad rnateroática
era objeto da admiiación por parte de todos quienes lo conocían, iaduycnduia
su amigo Claudio (por supuesto, ae han carnfaiada los nombres). En loque se re-
fieic B las TYiujues, Norberto era una planta de ñoraclon tardía. Sin emho/go,
Claudio (cuya perseveraste dciUcaclón ol bello sexo rivalizaba con la de Notber-
to a la m i temática) Ic presentó una muchacha y Norberto enfrentó el probkm a
así planteado con el mismo fervor inteoH que había reservulo previamente pa­
ro los problem itinateniétkot.
Unos ií¡a después. Claudio descTÍbÍB Ins progresos de Norberto como seduc-
toi. Aürmaba que Norberto ya había "elaborado todos los axiomas y la ma-
yorúi de los teoremas de la conducta remenlna*'. 51 la evaluación de Claudio
era correcta, algo terrible debía haber pasado con La capacidad de Norberto
pare Bontralar Iss entradas de su sistems axiomático. Noibcrtu, en lugar de lle­
var a h duna a la c ^ a , fue llevado porclU h1 a ltu y , poco después, dejó la ma­
temática para dedjcuse a la físk i aplicada, un campu que DÍrecúi mayor segu­
ridad de un buen ingreso, tonto para la nueva pareja eamo para su futura piole-
Gaudio, m ientra tanto, se djvoiuiaba de su tercera mujer, la o-ual sólo pulo
ohiencí uo acuerda respecto de los bienes, puesto que Claudio ya estaba pa­
sando alimeatOE Ansui dos primelaaesposos.
La cuestión no e« que h ^ a algo «róncD en U expUcadón de loi salemos
BxiotDBüccii siiH m ú bien que puede haber sietAmas empúiiCEu tan comple­
jos que la axñmatización do rea factible «n si laouLento. Como mateináticos,
Gaudío y Norberto hacían bien en tralai ¡le pilcar sus títnicfls a la vida leaJ
tal conio los pslcólogoi haceo bien al tratar de aplicar las suyas, incluyendo
aquellas que Ju a pedido prestidla a tos mateml^coe. Nluguao de nasoiroi de-
300 SüiemoMy leurtat pticalógtcos contempofifieos

beríamos aentírnos decepcionados si nuestros pnmeros intentos, como ios de


Clsuúio y H oibeno, no cumplen con lo que esperamos lograr. Temporalmente,
estamos fuera de nuestro ambiente con los objetos psícdógicos tibios, palpi­
tantes y proloplasmáticofl, a los que nuestras teorías deben tratar de hacer
frente. Por esta razón, los lectores descubririn en tos siguientes capítulos, co­
mo ya lo han ^ t o en los anteriores, que las teorías psicológicas rigurosas son
joyas raras y, en consecuencia, como tales deben ser atesoradas.
Si no hay ims axiosnatízacíón explícita, a qufenes estudian la teoría Ies que­
dan dos elecciones; pueden tratar de extraer por sí mismos los que parecen ser
los axiomas de la ttotU o pueden tratar de trabqar con una teoría no axiomiU-
aada. En este (dümo caso, deben “ salir del atolladero*' de manera intuitiva, tal
vez dando por supuesto que la axiamatizacíón no ea necesariamente un paso
crítico o incluso deseaUe. Debemos reconocer que, en la historia de la psi­
cología, esta “solución" ha sido la más común. En época reciente, sin em­
bargo, empieza a advertirse un creciente interés por la precisión y la claridad;
ese cambio distingue en gran medida los sistemas “clásicos", más antiguos,
de las teorías contemporáneas. Como veremos, Clark HuU fue el gran pim eio
y proseiitista que tuvo la psiccdogía en este campo; es muy probable que ni teo­
ría haya sido la princqia] inspiración para escribir Mt>dem íeommg theary.
Otro gran pionero fue Noam Rashevsky, durante largo tiempo olvidado y que
8^0 t^ora. después de su muerte, está empezando a ser apreciado.
La MLT pregunta después sobre el carácter cuantitativo de la teoría. El sig-
nifkadn general de la pregunta e l daro; sin embargo, k debe notar que aunque
una teoría puede ser. en su estructura abstracta, sumamente '^cuantitativa"
-e n el sentido que postula elementos mensurables, emplea la lógica matemá­
tica, etc.-^ es posible que los conceptos empíricos, a los cuales están ccmec-
tadoi loa términos teóricos, no estén cuantificados. La vieja teoría de Herban
sobra \as interacciones de las ideas quizás entic en esta clastíicación.
Tenía un álgebra que p re te n d í decimos a doa ideas se inhibirían entre sí o
no, Uegajian a la coociencia o no, etcétera. Lamentablemente, no hay ningún
modo evidente de cuantíficar (medir) la fuerza de una idea, y mucho menos
de varias ideas sfanultáneameate, algunas de las cuales pueden ser inconscien­
tes. También es posible la situación inversa; es decti, se podrían coordinar los
términos cualitativos de una teoría cem los conceptos empíricos cuantitativos.
Es menos probable que se presente esta situación, ya que el uso de términos
cuantitativos tierte más prestigio dentro de la leona p«i:ológb:a y «a poco fac­
tible que se deje de lado la oportunidad de ser cuantitativo
La MLT se ocupa después del análisis puramente lógico de la estnictura de
la teoría. Ningún teórico desearía que dos d« sus supoiictones fueran incdie-
rentes. A los lógicos Ies gusta seAalar que se puede derivar cualejuier cok de
un par de suposiciones coherentes. A pesar de Emerson, quien añrm tóa que
una coherencia estúpida es el duende de las mentes Intigniücantes, ¡la cohe­
rencia es algo que sa desea en teoría formal! TambíéD es de desear la indepen­
dencia, por conrideración a la nitidez; si las luposiciones oo son independien-
tea. 9M.IÁ hafoes eraría radunúvieia en la leoiia. En conaecueocia, ae e ^ r a
r Téo»te pgiccióífiee 301

q u t e\ teórico preste atención a estos problemas lógicos y el crítico está bien


justificado al seQdlai cualquier ikftciencia lógica.
La MLT pregunta luego sobre el luo de los modelos físicos o matemiticos.
Aunque no hay necesidad de usar estos modelos, su empleo generalmente
tuce posible el cómputo y la p re d k c i^ , ya que ios modelos físicos se com­
portan de maneras piedccit^es y los matemáticos, computan lambién los
aeres huiuanoa parecen “entender* nrejor tas cosas cuando hay alguna mane­
ra de visuriizar lo que está ocurriendo, y los modelos físicos pueden víauali-
zarae. Incluso un teórico aparentemente tan intuitivo como Freud hizo uso
de los modelos. Kapaport (1959) analiza la teoría de Freud sobre la base de
cuatro modelos: el arco reflejo, la entropía, el darviniano y el Jacksoniano
(o jerarquía de integración neural). Aunque estos modelos son agregados mis
imprecisos que los que la MLI tenía en ineule, ^ proponían también ayu­
dar a comprender y a visualizar.
Intenogar respecto de las técnicas de derivación implica también problemas
lógicos. Los teóricos menos explícHoe tienen poco paca elegir, salvo proceder
por medio de argumentos informales. Por ejemplo, probahiemente Freud no po­
día prtíkcir rigurosamente a partir, diganK>s, de su modelo informal d t tutio-
pía; pero, aunque no pudiese derivar consecuencias, podría, sin embargo, abo­
gar por ellas. Un tcórteo que ha presentado una teoría formal y explícita pue­
de rer capaz de proporcionar derivaciones formales. En muchos casos, será
posible hacerlo por medio de las reglas de derivación proporcionadas por el
lenguaje en el que está expresada la teoría. De haber construido una teoría
tnalemática, el teórico adoptará las técnicas de derivación apropiadas a h ma­
temática empleada. Hablando de un modo más global, las cunscscuencias em­
píricas derivadas deben set coherentes con l u re^as de gram átki y lógica,
a menos que el teórico haya proporevonado un conjunto de rendas sustitutivas.

Iff. Contenido emperico y adecuación

En esta tercera sección priucipul, la MLT procede a examiiur las ubeervacio-


nes, a las que mucha gente ha llegado t considerar como la especialidad ^real"
de la ciencia. Esta parte del esbozo desvía nuestra atención del aspecto abs­
tracto de la teorói. que por el momento podemos suponer es un producto
tenninado. Es htteresante observar que los autores de la MLT no preguntan
•Á U leona Iva ñ ó o cunEimada o rebatida; son demasiado experimentados pa­
ra ello. P re^ n ta r sobre los fracasos y las proezas ónpUca claramente que no se
espera que una teoría sea perfecta. Si estamos satisfechos con la proporción
entre éxitos y fracasos, la te o rú continuará entonces siendo usada y quizá
modificada; si bay demasiados fracasoa en relación con los éxitos, la teoría
tendrá <pje ser descartada o modilicada en rnayor medida. Incluso algunas teo­
rías bastante satisfactorias ton reemplazadas a veces por teorías aun más sa-
tifactoiias o que abarcan más, lo cual es también una manera de ser más $a-
tíifactoria.
\jn sensibUidad ante las pm ebu empíricas ha sido un tema central para
ios filósofos de la ciencia. Es muy poco probable que las teorías que no son
S02 S isu iru iy teorías pHcotóiiieoii contempofdfteai

sensibles n las pniebas e n i p ^ a i lengtni uUliüad cieDtffica. Las teorías que


realizan predicciones son sensibles a las pruebas empíricas, puesto que las pre­
dicciones se pireden verificar En consecuencia, las teorías insensibles a las
pruebas empíricas no hacen predicciones sobre lo observable. Si una teoría
efectúa predicciones sobre acnnCecimieiitos que podrían llegar a ser obser­
v ares. usualmente se la considera cíeniífícamente aceptable, aunque por el
móntente pueda ser considerada sólo como una interesante curiosidad. Si los
"acontecimientos*’ sobre los que trata la leona no son observables en prin­
cipio, es probable entonces que la teoría sea rechazada como un fragmento me-
tafísico en lugar de ser aceptada como una parte de la ciencia.
Si una teoría es meramente programática, no es una teoría sino simplemen­
te un programa para construir una. No hay nada de malo en los programas, pero
no son teorías. No se puede evaluar una "teuría" piognuiiálica con el apara­
to lógico propofcionado por este c^>ozo. Como ya lo dijimos en relación con
la axíoraatizactón explícita, la mayoría de las teorías psicológicas carecen en
realidad de integridad y por lo tanto no se las puede evduar completamen­
te como teorías. Un programa de este Upo guardaría cierto parecido con los
paradigmas de Kulm, pero no tendría el poder piedtctívo necesario para cap­
tar adherentes y convertirse así en un paradigma genuino. Sería v ia l^ que uu
programa induyera ctenprcanisos con algunas de las dimensiones preceptivas
de Watson. Probablemente pregaría compromisos más específicos con los
procedimientos experimentales y el aparato. Estos compromisos ocurren tam­
bién dentro de los paradigmas. Entre los ejemplos en la psicologia. se pue­
den citar el compromiso de Freud con el estiidio de loa pacientes neuróti­
cos por medio del método de asociaciones libres, que ya examinamos, y el
comprcHidso de Tolman con el estudio de la rata en situaciones simples, ge­
neralmente el laberinto. Dentro del programa de invesUgadóo de Skúiner, ad­
vertimos el uio extendido de la cámara operante, la tasa de respuestas como
una variable dependiente, y una cantidad de prereienciia de investigación en
cuanto al procedimiento experimental. En el nivel preceptivo Skinner y sus
seguidores establecen, entre otras cosas, un claro compromiso con ios dos
tipos de objetivismo.
Finalmente, la MLT considera una categoría que constituye una suerte de
cesto de papeles: "virtudes o limitaciones especiales", dentro de la cual ae
puede anchar los chismes divertldoe sobrantes, junto con la basura. Es factible
que estos chismes abarquen prácticamente lodo, desde las técnicas abstractas
de constnicción de la teoría hasta las téciúcaa eapecííkas de experimentación;
sin embargo, la palabra "técnica" iiuünúa que se piensa en algo más concreto
que las preferencias preceptivas. Un ejemplo podría ser los varios tipos de pro­
cedimientos desarrollados por los condiclonadores operantes, o las técnicas de
moldeamíento, o los métodos para ensefíat discriminaciones sin pcnniür que
ocurran errores.
En su conjunto, el esbozo MLT se encuentra más dentro de la tradición de
la Olosofia de la ciencia que en la de la historia de la ctencia. Implica preferen­
temente un punto de vista "nonnativo" que se ocupa de lo que deberían ser
la ciencia y la psicología, y no una opinión "descriptiva" de lo qi» la teoría
Teoría piieológiea 303

psicotógica realmente ha sido. Por consi^iente. este esbozo es el tipo de ins­


trumento lógico que suscitaría más la admiración de Kjid Popper que U de
Thomas Kuiui. Ya que existe un acuerdo tan íntimo entre ei interés expresa­
do en el esbozo y el cuadro de la teoría que nos ofrece F ei^, es evidente que
estas dos opiniones sobre la teoría se encuentran dentro de la tradición poppe-
riana. Así, cuando Feigl aJude a ias críticas de este enfoque clásico, se está
refiriendo al tipo Injhniano de crítica, con el que ya estamos familiaiizadoa.
Los críticos como Kuhn ae muestran propensos a seflalar que la ciencia no
se desarrolla a lo largo de los líneas nítidamente fonnalizadas ónplfcítas en el
cuadro de F ei^ y en la MLT. Antes bien, se desarrolla un conjunto de proce­
dimientos (sistema o paradigma) muy global e mdutivo. Los elementos pro­
minentes de este sistema consisten en compromisos para practicar la ciencia de
una determinada manera. Estos compromisos ae aproximan más a la metateo-
ría que a la teoría, pero no son todavía io sufíctentemente explícitos o forma­
les como para poder ser aceptados como metateoría.
Cualquier teoría desarrollada como parte del esfuerzo sistemitico tiende
también a ser mformal, incmnpieta y, eo muchas casos, fungft>le. Sin embar­
go. los rasgos fundamentales de un sistema suelen ser defendidos e n é ^ a m e n -
ie. Como hemos visto, los defensores dcl sistema tenderán a negar que las pre­
dicciones han fracasado. La in fo rm id ad y la imprecisión de las teorías o hi-
pótesit en cuestión pueden facDitai' ese rechazo. Son frecuentes las ititerpieta-
ciones fustítutivas de los resultados de experimentos apaientemente contra­
dictorios. £ n los casos extremadamente difieres, es probable que se niegue el
resultado det experimento, tSdándoio de frauduiento o callfic¿idolo de resul­
tado equivocado de una experimentación impropia. Todo esto demuestra lo
erróneo de la suposición corriente con respecto a que un experimento puede
refutar una teoría. Son demasiadas los años durante loa cuales ae puede "sal­
var* una teoría negando los resultados empíricos o su apUcabÜJdad a la teoría,
o efectuando pequefios ajustes ad hoc a fin de adecuarla a los datos.
A pesar de nuestra coincidencia, tanto con las críticas dcl enfoque tradi-
cierna] de la naturaleza de la teoría como con la descripción acompañante de
io que realmente ocurre a medida que la dencia avanza, consideramos que es
esencia] estar algo familiarizados con la opiMóo clásica, tal como la describe
Fei^ y ae esboza eo la MLT. Por una parte, este enfoque es el que constituyó
una suerte de "ideal platónico" de la teoría para la m ^ o r paite de los teóri­
cos m is importantes de b psicología. Por otra parte, iirétuao quienes critican
esta opintÓQ clásica no lo hacen porque crean que este tipo clásico de leorb
es indeseable; la critican porque la consideran excesivamente idealizada y, por
eso mismo, inalcanzable.

EL DESENVOLVIMIENTO DE LA TEORIA PSICOLOGICA

\ medida que la psicología avanza gradualiDente hacia su fase paradigmática,


la dirección dominante eo el campo teórico conduce a la formulación de teo­
rías más formales, explícitas y piixdsrú. Eo los capítuliis que siguen (bscríbue-
304 S if m n a x y teofiat psk<ft6gicot conttmporén*os

mos los esfueizos pioneros de Claik HuU para construir una teoría general
do U conducta, rigurosa y foimal. Aunque no logró producir una teoría du*
radera. se coostítuyó en el ‘'eslabón p er¿do‘’ mis representativo de U palco-
logia entre pensadores sistemáticos como Wundt y Titcheoer y los pensado­
res teóricos de la actualidad, de los cuales Estes es un ejemplo.
Segdo WatsoQ. e t probable que en cualqujor período histórico las posi-
clones dominantes se dividan a fkvor y en contra de muchos preceptos. Aun­
que no hay un precepto que <^>onga lo formal a lo informal, existe una opo­
sición dominante coit respecto a la conveniencia de u iu teoría focmal en esta
época. Parte de esa oposición proviene del gjrupo tidniteriaoo. En esencia, este
grupo apm» que al dedicarse excesiva atención a U teoría formal, probablemen­
te K pierda de vista la cuestión principal, el estudio empírico, que conducirá
I una teoría mejor y más confiable que un enfoque más racionalista. Skiimet
y sus seguidores aceptan un enfoque baconiano e inductivo, tanto de la ciencia
como de la construcclte de teorías.
Esta oposición a U teoría fonnal se ve complementada por una oposición
que, en su m ^ o r parte, proviene de afuera de la tradición de la pskologta aca-
^ tn tca. La ^'tercera Aterza” en patcede^a, integrada por una alianza inderinida
de humanistas, exlstencialistas y fenomcnólogoi, p rc ^ o d e a rechazar todo t^)0
formal de teoría. Opinan que los teóricos formajes están tratando de modelarse
aervflinente a imagen y semejanza de sus admirados cientíñeos físicos, cuando la
psicología debería ser tratada como algo muy diferente de la íúica. Este grupo
comidera que el ser humano es un producto cultural dinámico y en evolución
cuyas leyes de conducta están, en cierto sentido, autocoosiiuidas y $cm poten­
cialmente variables de tiempo en tiempo y de lugar a lugar. Cualquier intento
de formalizar estas leyes fluidas carece de sentido y es una pérdida de tiempo;
debemos desarrollar una ciencia menos definida y más humana.
Nuestros propios prejuicios nos Uevm a dedicar más atención a ios esfuerzos
trodkioiuks para desarroffar teorías fomtahrj y precisas, 5in embargo, creemos
que tanto el k ctor como nosotros debemos ser rmparciales y también toleran-
tea. tanto con los fracasos de los intentos por lograr una buena teoría formal co­
mo con quienes rechazan toda la empresa.

RESUMEN

La CMistruccfte de una teoría psicológica implica el uso del le n g u ^ . por eso


resulta útE entender la naturaleza general de tos proMemas de la semiótica, que
abarca U sintáctica, la «emáutica y la pragmática. Pero la ciencia requiere una co­
nexión del leoguió^ coo loi elementos do ling&ístícos (“ experiencia” o “ reali­
dad**. según el punto de vista de cada uno). El diagrama del enfoque clásico de
la teoría de Fejgl resulta útil para descnbir gráfleameate la codcxíÓo científi­
ca entre ei le n g u a (contiderado como un cálculo abstracto) y la experiencia.
En Modem leaming íheory. Estes y otros presentan un esbozo para la rerefla
de Jas teorías quo indica los rasgos principales y las preguntas más importantes
Teoría pficotógka JOS

que se pueden pUntear respecto de lis teorsai formdea. Se ha criticado la opi*


n i ^ clásica de la teoría motejándola de excesivamente idealizada, sobre todo
por su neta sepaiacióo entre la parte abstracta de la teoría y sus apuntalamien-
toa empíricos. La teoría determina y corrige la obaervadófl, y viccvcna; por
lo tanto, el coscepto de un awIo de la experiencia independiente de la teoría
es cuestionable No obstante, el enfoque clásico tir\% todavía como un ideal,
y el crecimiento histórico de la ceorte psicológica se ha orientado hacia teo­
rías m is formales, precisas y limitadas. Existe uiia tendencia dominante opues­
ta, que se ha incUimdo a rechazar toda la empresa teórica por haber sido here­
dada de Ui ciencias físicas y estar determinada por éstas. En nuestn fase pre-
paradigmática, sería prematuro rechazar cudquier tipo de opinión teórica o
sntitcóticü.

LECTURAS RECOMENDADAS

Marx y Goodscm (1976) han compilado muchos artículos útiies relacionados con
d tema de este capítulo en su Theoríes in contemponry psychology. Steveosy
Fei^ prerentan allí su enfoque clásico, y Feyerabend y Marx dos versiones de
las correcciones necesarias, a la luz de las críticas modernas y de la experiencia.
Vale la pena leer el prólogo a Modem ¡eaming theorieíi, de Estes y otros (1954),
como explicacióa adicional de su esbozo. O iticivn and the gmwth o / Jotow-
ledge, compflado por Musgrave y Laicatos (1970), aborda algunos intrincados
probkmas de la ítlosoffa de la ciencia y proporciona una clara cuooxióo entre
loa temas sútcmáticos generales y ios problemas más e^)ecíricos de la coos-
trucdési y corrección de tas teorías. Stephen Touhnhi prerenta en Human un-
derstand/^ (1972) un panorama muy atractivo de la ciencia como un proceso
evohstivo. usando las ideas de variación y selecciófi para sjrficartas, de un modo
rerio y ponneaorizado. a üt evolocjón de Jos conceptos ciealíflcos. Cada una
de estas fuentes incluye una multitud de fuentes adicionales para aquellos
que deseen iniciafM en el mundo de la fílosofía de la ciencia.
Capítulo 10
VARIEDADES DE LA TEORIA E -R

Debemos dcfínir el estímulo y la respuetia si queremos definir una psicolo­


gía del estímuio-reapuesU. Es fácil dar deflniclo&ca, pero díficQ lograr un acue^
do entre eSas. Sin embargo, podemos al menos señalar algunos de los problemas
de la deluñción y las alternativas posibles. alternativa elegida determinará
que* se considera psicología de! E -R .
Una de las cuestiones es si se debe definir el estímulo independientemen­
te de la respuesta o como “lo que produce una respuesta” . Ya hemos visto
que Dewey, en 1896, depoloró el análisis artificial del reflejo en estímulo y
respuesta. Skinner (1938) estuvo de acuerdo, en el sencido que le parecía ven*
t^oso considerar que un estfinulo y una recuesta eran cu^quiera de los as­
pectos sltuacionales y conductales de un contexto, cuya iotervenci6n en una
relación ordenadamente funcionaJ se pudiera demostrar. J J . Cibsoo (1960)
criticó este tipo de formulación y señaló la posibilidad de qoe llevara en algu*
nos casos a una suerte de círculo vicioso (o sea, el estímulo podría llegar a
ser cualquier cosa necesaria para producir la respuesta, sin dejar ningún ter­
mino in^pendíente para explicarla). Hocutt (1967) defendió el carácter sig­
nificativo de los términos relaciónales de este tipo. Entre los ejemplos que cita
de estos conceptos se hallan el del marido y la mujer, ninguno de los cuales
puede ser definido independientemente de Is relación matrimonial. A pesar
de su ralla de independeiKia, sigue teniendo sentido referirse a una esposa en
términos similares a “ la parte femenina en una relación matrimonial’*. Inclu­
so si se concepmaliza injcialmente el estímulo como algo independiente de
tas respuestas y se lo define en lérminos de energías físicas, sólo tendrá un ín-
tcids eventual si inrervieoe en alguna relación con una respuesta. Parecería en­
tonces que los psicólogos del B -R no necesitan más que asegurar» de tener
un medio de identílicar los estímulos y manipulados; pueden determinar en­
tonces si el estímulo identificado por separado establece n no relaciones con
las re^Msestas identificadas de manera in^pendiente.
La segunda cuestión importante se refiere al nivel relativo de molaxidad de
la definición del estímulo y la respuesta. Del lado del estímulo, hemos en­
contrado ima versión de este problema en el contraste entre el enfoque mo­
lecular del estímulo, adoptado por los ostructurali&tas, y el enloque molar,
propiu de los guestaltistas. El modelo de la lente de Bninswik (véase capítu­
lo 11) y su esquema del organismo en su ambiente son claras muestras de
algunas de las posibilidades para definir tanto el estímulo como la respuesta.
Hl argumento general de Bruoswik tiende hacia las definidooes molares para
la psicología, ai menos al comtenTio. £1 psicólogo del E—R Üpico proba­
blemente. más molecular de lo que BtunssvíK desearía y. a este respecto, es
desceodieate de U escuela asociackailsta. más molecular y analítica.
r V a rte d o d e r d e te te o r ía K -R m

La lerdera cuestión es la que se refiere a lo que incluyen Ua deflnidonet


del estímulo y las reqmestas. Las preguntas e ^ c ffic a s relacionadas con este
tema Incluirían: **¿La percepción es una respuesUT" "jL a privación es un
estímulo?” “ ¿Una inyección de indrógcnoi es un estímulo?” Como cree que
estas cosas no entran en el ámbito de las definiciones del estímulo y U rea-
puesta, Sicinner no se considera un psicólogo ótí E - R (Evans, 1968. pág- 20;
Skinnet, l%í>. pág. 12). Por otra parte, KImblc (1967), que usa los términos
estimuio y respuesta de un modo mis amplio, concluye: “ Asi, los hechos
de la psicología resultan ser E y R. un estado de cosas que sugiere con cierta
insistencia que las leyes psicológicas se deben poder reducir a estos términos
y que una p s ic o lc ^ del E—R <s lo inevitable” ( p ^ . 76).
En consecuencia, hay des^uerdo con respecto a sí se debe ser un psicó­
logo deJ E- R porque hay desacuerdo con respecto a qué son E y R. Cree­
mos conveniente considerar el estímulo como un acontecimiento capaz de es­
timular a un receptor. Los ónicos estímulos de inlerés son los relacionados
con las respuestas, pero deben ser estímulos identificables independientemen­
te o se convertirán en meras invenciones apropiadas para sumtotstrar una “ex­
plicación” de las respuestas. No hace falta adoptar poeición ¡dguna en el nivel
molar de definición; es simplemente un asunto de conveniencia. Ko creemos
que E y R deban ser definidos de una manera tan amplia que no m puedan (Es-
tínguir los antecedentes de los consecuentes; por consiguiente, estamos mis
cerca de Skinner que de Kimhie en este tema. Sin em b ar^, pensamos que a
veces puede resultar útil considerar los procesos Internos, la percepción por
ejemplo, como tipos de respuesta. Hasta puede ser ventigoso postular estí­
mulos internos, siempre y cuando ic tenga cuidado de avanzar hacia la iden-
tifícación objetiva de estas entidades postuladas. E)eJarem<M en este punto
los problemas de la definición, para pasar a considerar otros aspectos de tas
teorías E -R .
La teoría del E -R contemporánea ac puede dividir en dos amplias clases
que difieren en cuanto al papel acordado al proceso de refuerzo, o fortale*
cimiento, de la req>uesU. La primera de estas dos clases se puede denominar
teona E -R del refuerzo. LOS dos subtipos principales de esta teoría conce­
den un papel central al refuerzo, pero difieren en la interpretación de su na­
turaleza. Muchos psicólogos, como HuU, se han intexesadu en el mecanismo
del proceso de refuerzo; creí gran fiecuencta ae ha identificado alguna for­
ma de “reducción de la neceaidad” como la co o d k ite noce taña y suficien­
te p a n el refuerzo. Otros, por ejemplo Skinner, han destacado la importan­
cia del refuerzo sin consignar la naturaleza suby'acente del proceso. Este pun­
to de vista sería una teoría descr^tiva, ya que acepta el hecho del refijetzo
en un sentido descriptivo o teóricamente neutcál.
La aegjnda clase de teoría E - R moderoa e i la comúnmente denominada
teoría de la confinidad. Siguiendo a Gulhríe, los teóricos partidarios de la
contigüidsd sostienen que lo único esencial para el ap ren d iz^ es la co n fin i­
dad de estímalo y respuesta. H refuerzo, es decir la presentaciófi del Damado
“estimulo reforzador'* -com o el alimento o el dinero- tiene importancia por-
S08 Siftem aiy troríu ptícctóxicot coHtemporántot

que cunbia le situación de estimulo, y de ese manera preserva las asociaciones


ya estabWóúas. l>e»de un punto de vista hiatóiico. la teoría moderna de la coa-
tigOídad e t un asociadomaroo muy refinado (vdaae capítulo 3)
Por cooliguienie. el leóiico del refuerzo está haciendo hincapié en el efec­
to del refuerzo sobre una conexión que ya ha ocurádo, de similar rrK)do a lo
que hizo Thomdike. El teórico de la contigüidad ignora en grao parte este as­
pecto del refuerzo, aunque atiende, sin embargo, a Ua características del es-
ritnulo del refuerzo. Por ejemplo, Guthrie era afecto a preguntar qué catúnulo
aveitivo ponía en funcionamiento el orginiano. y él y otros teóricas de la con­
tigüidad examinaron también de cerca qué eitiínulos de lecnmpensa hacían
\o m isno.
Varios autores han sugerido combinaciones de estos dos puntos de vísta
principales. Conxideraiemos breveinente estas teorías de dos factores. A ex<
cepciÓD de la última versión de Mowrer (1960t), presentan pocas posiciones
teóricas nuevas; m is bien reordenan los puntos básicos planteados ya por las dos
posicioiies fUndamentalet.
Todas las teorías E—R tienen mucho en común, probablemente m is que las
te o ríu de ía percepción o de la personalidad. Ante lodo, todas eDas son fun­
damentalmente teorías del aptend¿afe.
Casi todas las teorías E—R distinguen ahora entre el i^ re n d íz ^ y el desem­
peño (Kimble, 1961). con algunas variaUes que afectan sólo a este último,
pero el ap ren d iz^ sigue siendo dominante. A causa del importante papel que
el aprendizsse ha desempeñado en estas teorías, a menudo es muy diffdl distin­
guir entre la teon'a del ap ren d iz^ y la teoría general de la conducta. HuU,
por ^ m p lc . se consuferaba un teórico general de la conducta, y pensaba que
sus construcciones deJ aprendizs^ eran determinantes centrales pero no ex-
cluiivos del desempeño. Sin embargo, para la mayoría de los psfeólogus Hull
ha ád o un teótíco dnl potque se interesó hrndamentábnente en las
mod(flcaeho^s de la conducta. Lo mismo podría decuso de casi todos los teó­
ricos examiitados en este ciqiítulo.
Una segunda característica conmn a todos los teóricos de la orientación
E - R es Al neoconductismo. La dUéreocia más notable entre el neoconduc-
tísmo moderno y el conductinno wat$<miano es la superior complejidad teó­
rica del primero. Watson, Wein y Hcdt hubieron de contentarse con hacer
gniesas genendizKiooes basadu en testimonios empfiicos muy limitados.
Hoy, en cambio, los neoconductistai exigen y le 1¿ e x ^ - justifkadones
ló^casy pruebas empíricas áetsdlaóas.

LA TEORIA E -R DEL REFUERZO: LA ESCUELA DE HULL-SPENCE

darle L. HuE estableció las líneas prirrcipales de la moderna teoría del refuer­
zo. Para el desaireólo de su esfuerzo sistemático contó con la lyuda de mu­
chos pflc^ogos, en especial Kenoeth Speoce y Neal Mdfer. Ambos esiurie-
Ton Viudos a Huál durante muchos tf o s en la Univoriidad de Vale, y cuntii-
Varínladef de b feorfs B-/t 309

huyeron a deierminar el modo como se desarrolló la teoría de Hull. Spence,


en partícuUr, mostró un c<mtínuo interés por la forma de la teoría; preparó
y promovió a una gran cantidad de teóricos que le fueron fieles. Por esta ra­
zón hablamos de la "escuela de Hull y Spence". MlUer no sólo trabajó direc­
tamente con la teoría, sino que también la extendió a la cxpBcación de ia per­
sonalidad. Esto le otorga un lugar en et capítulo 12, además dsl que tiene en
éste.

La carrera de Huü

Clark Hull (1884-1952) nació en Nueva York y ae cdó en Michigan. Durante


su niQez y su juventud divereas enfermedades lo acosaron y toda su vida tuvo
muy mala vista. La poliomielitis le dejó una secuela de parálisis en una pierna,
y él atribuyó gran parte de su motivacián a esta desventaja física: sin embargo,
no faltan razones para dudar que la historia se limite sólo a esto. Sus propios
'libros de ideas*' [idea booka] hacen icferencia a su esperanza de poder Begai
a destacarse, siete largos ahos antea de contraer esa enfermedad (Hays, 1962).
La educación de HuE se vio intettvuapíáa t u t o por estos pro^demas físi­
cos como por la falta de dinero; durante varios períodos tuvo que enaefiaren
escuelas rurales de un aula y en una escuela normal de Kentuck>*- No obstan­
te, logró obtener su licenciatura en la Universidad de Michigan, donde PilUbu-
ry ejercía una infiucncia dominante, y completó las investigaciones conespon-
(Éentes al doctorado en la Universidad de Wísconain. Su tesis doctoral versó so­
bre la fonnacióD de conceptos (Hull, 1920). Frisaba los treinta y cuatro aflos
cuando superó sus obstáculos personales y llegó al doctondo en filosofía.
Sus 'libros de ideas" (HuD, 1962) demuestran que con frecuencia le preocu­
paba que su comienxo tasdío pudiera rniporibEítafte lograr la fama que anhela­
ba. En un momento creía traer sólo » is añoe cieatíros por delante; después
aufwntó la estimación a once, a raíz de haber leído que hombres de edad
avanzada, como Xant y l«ibniz, habían creado grandes obras. ¡Cuándo hizo
la estimación de los once sfioi. en realidad le quedaban veinte friictíferos ahos
por delante!
Tras recibir su doctorado en filosofía, Hull permaneció en Wisoonsin co­
mo miembro de! equipo de pdcclogía. Uno de sus primeros esfuerzos de in­
vestigación abordó 1<» efectos del fumar sobre la eficiencia de la conducta.
Estos experimemn*. muy citados (Hull. 1924), se caracterizaron por el exoe-
lente control de los factores aensoriries contenidoi en e! acto de fumar (por
ejemplo, el calor del aire producido por una (ripaX El Control de la sugestí-
biEdad, ocultando si había reabneote tabaco, presagiaba el ulterior interés
de Hull por el problema general de la sugestión.
Al asi^iársde un cuno sobre tests y medickmes, Hull revisó la biblic^n-
fía en ese campo, y finalmente publicó un importante trabqo; Apam de teh
Ürxg (1928). Sin embargo, no pnaaguíó esas actividades, debido ■ lo que él
Damaba "su pesimismo r e c e t o del futuro de los tora en este campo" (19$2.
pág. 151). Aquí de nuevo HuU mismo nos ofrece un buen justiflcatlvo p an
dudar de la evaluación de sus proirios matívot, puesto que afirma, ea un "li-
SIO Ststemaa y ieofici púc<Aiigictj$ coníemporáneot

bio de ideas” de 1929, que todavía planea hacer **un gran experimento en
enonne escala** (1962, 827), con la intención de coiutm ir una batería
de aptitud uni'verui. La expotíción de HoJ} a})í ¡m sm itt Ja clara impretión
de que -timpleiTientc está posponiendo el trabajo sobre la aptitud para una fecha
posterior porque pensaba que era la clase «k trab^o que podría hacer cuan­
do fuese m is viejo y menos creativo.
Luego HuU se interesó mucho por la invettigación de la sugestibilidad. Ello
fie debió a que tuvo que dictar conferencias acadómicas ante estudiantes de
medicina, y hacer trabajos de laboratorio con ellos. Dedicó diez productívoe
afioi a la investigación de la sugestión, nipervisando una gran cantidad de tesis
uníversiiarias. Según su propia cuenta, imervinieron unas 20 personas en la in­
vestigación, sobre la cual se iufonuó cu 32 escritos. Al trasladarse a Yale, el
interés de HuU por la investigación de la hipnoiis no prosperó debido a la opo-
á c i ^ médica, con la que no había tro p ez^o en el Medio Oeste (HuU, 1952).
Su publicación del libro que resume ía investigación, ffypn<?us ¡sr<í su ^ z/fh í-
Uty (1933) marcó el fin de esta fase de su carrera de investigador.
El tercer y ülümo interés principal en materia de investigación, fue la teo­
ría dcl aprCQ(lÍ2ajc. Estudió a Pavlov en la traducción de Anrep {Conditíoned
reflexes, 1927) y se interesó cada vez más poi «I aprendizaje y la teoría gene­
ral do la conducta. En 1929 era profesor de investigacián en el Instituto de
Psicología de Yale (que a corto f^azo se transformaría en el Instituto de Re.
lacíones Humanas). De ahí en adelante se dedicó a desanoUar una teoría am­
plia de la conducta. Continuó trabajando celosa y devotamente eu ésta, su con-
tribucíM mas importante a la psicología, a pesar de su salud declinante, hasta
su muerte, ocumda en 1952. Ik jó tras de sí un grupo de discípulos tan devo­
tos a éJ como él lo había sido a ellos.

Desarroth ik l Stsiema da HuU

Hull publicó durante la década de 1930 una serie de escritos teóricos sobre
el condicioaamiento. de brfllante concepción. Quizás el mejor conocido de
todos sea su discuno presidencial ante U American Psychdogkal Aasociation,
al que tituló. ‘*Mente, mecanismo y conducta adaptatíva** (1937). El propó­
sito general de esos escritua, indicado en el título, era mostrar cómo podían
extenderse los principios básicos dcl condicionamiento a loe procesos conduc*
tales complejos. Como conductista metodológico más que metafísíco (véa*
capítulo 6), Huí) no negó la existencia de los fenómenos mentales. Sin em ­
bargo, pensaba que era necesario eypJicai-lnsy no creía que túeian útiles en sí cq.
mo mecanisnos; explicatorioa. Se propuso, en consecuencia, ofrecer una ex­
plicación de la acción lo más cunipleta posible, en la esperanza de que algún
día pudiera contribuir a explicar la conciencia. HulJ ofúnaba que el enfoque
conductista de los fenómenos mentales no había sido puesto a prueba concien-
zudamente, y deseaba hacerlo a fin de que o bien pudiera confirmarse o bien ae
demostrara que no servía.
A este temprano trabajo teórico siguió una breve excursión por el campo de)
aprendizaje verbd mecánico. Aquí HuU requirió la ayuda de un grupo de mate-
yériedatíei é t ég teorie 311

roáticcn y lógicos, además de psicólogos, e intentó un ligurooo análisis cuanti-


Utivü del tipo de aprendlzajo verbal Tneciaico que EbÚnghaus estudiara por
primera vez (véaac capítulo 3). Aunque el libro que resultó de este esfuerzo
fue saludado como un hito en el deaarrolJo de la psicología científica, se k y ó
poco, se comprendió menos y no promovió investigaciones. Así, pira la cons­
trucción de la teoría psicológica la M alhem anco^ductive theory o f rote lew-
ning (HuU. Hovland, Ros», HaU, Perkiiis y Fitch, 1940) sigue siendo un modelo
idealizado pero lelativaunenle infructuoao.
La siguiente publicación importante de H\úi, Princ^tes o/behavior {i943),
tuvo el efecto opuesto. Su aparición marcó el contieozo de una era de la inves-
t^ación pstcdógica en la que Hull se transformó en el líder íncuestionado de la
investigación sobre el aprendiz^ eo su país, y una de las figuras más contro­
vertidas en este campo. En Principies o f beÍHn'jor. Ilull intentó establecer el
marco de referencia para una teoría que abarcara toda la conducta mamíTera.
Bosquejó un conjunto de postulados y condarios, entrelazados laicam ente si­
guiendo el estilo hipotédco-deductivo que él había Hegado a considerar como
modelo de la teorización científica.
Aunque para muchos pticólogos el tibio no cumplía la giao promesa implí­
cita en tos primeros escritos teóiicua de HuD, Principies o f behopior ha ejerci­
do, sin embargo, una enorme influencU sobre la investigacióo en el ^ e a del
aprendizaje. HuU llegó • aer el autw más citado en ese campo. Una cantidad
innumerable de tesis magistrales y disertaciones doctorales puaréran a pnieba
diversas consecuencias del sistema teórico huBiano. Haata H momento de su
muerte, en 19S2, HuB siguió tiendo la figura dommante en el campo de la
te o i^ d d aprendizaje-
Un factor fuodaroentaí del éxito cíe Principlet o f b^taviop corno pnanotor de
investigaciones, fue su detdlada exposicun del grupo de postulados y coreda-
rioa. Deliberadamente. HuU d esa rr^ ó su stsiema de U mioera más explícita
pocible. para permitir una continua y persistente veiificaciún enipíiica. Pro­
bablemente esta caracteríitica sea d rasgo más importante de su esfuerzo sis­
temático.
En relación con el contenido, quizás el aspecto más importante de la teo­
rización de Hull hió'* intento de reconciliar la noción básica del efec­
to (de Thomdike) con el paradigma del ccmdicionamlento y la m ctoddogía
de Pavlov (véase capítulo 3). En esencia, lo que HuU intentó fue incorporar
el pdnciirio del efecto -actualmente denominado refuerzo- al marco refe-
resdal (¿I condicianamknto. A diferencia de Watson, él no pensaba que la
frecuencia y la receocia de recuesta tiienn príncípíoa suficáenter pera ex­
plicar el ap rendiz^. La importancia que adjucUcaba al efecto es evidente en
la última organización de su cuojunio de postulados. Hull coroonzó con los
postulados introductorios referentes a "tas cooexiones estónulo-respuesta
no aprendidas” (postulado 1} y **la recepción del estímulo” (postulado II).
Luego enunció el principio clave del refuerzo, el que primero denorainó ley
fiel refuerzo primario, de la manera siguieate:
SJ3 S h í m t i j tm ia prictMigleoi etmieiaptHÚnBut

PojaiJado m . R éfu m o primario


Toda vez q w U actividad de uo efectoi (R) eitd citiectuateqtE akxu -
d i coa el iúifiiiilo afólente de ud estíim lo coü su huella (e) y Es
cta^UDcite de amboi eatí eatiechamMite asociada oou una jdpida
ndBucibt del estímulo motivacitmal (E j^ o B jj). Jiibiri ua Iticnmen-
to ( ¿ ) eu lu teodencta de ese estímulo a evocar e u leipucita (1952,

Inmediataniienfó deipudi sij]ii«a los coroliriot que ae ocupan de la inotivacián


■ecuadini y el nñieiízo secundario, y Iuep:i el postulado IV, que enuncia la
tey de ta fom ucláo de hAbUos, utiHÉando coam variable U cantidad die leluer-

Los dhiiqos Ubnn de HuH fueron Essettlii^ o f AcAuvior (1951) y A ixitavior


^stem (1952), El últinio trabajo mfónta ampliar la aplicaciún de It» mdtodos
cuanlitatívag dentro del aiotema, y entender éste a lew probleniaa de la conducU
Individual. Nunca Uegú a Iniciar un últñno tn b ^ ü piogrejnado sobre Ja c«i-
d u c u socUl. En lealidad HuH, que estuvo muy enfeuno dirranfó n u ültiniDs
aflea, rto TÍviú p a n loar las pruebas de galera de A heAovior

La m tlodok/fía de Muü

O i^dvidad. HuU íiw, primero y ante todo, un canductUta. Reehazd el cenduc-


tivno metaEfóica y lu negación de la cuauénda (véase capítulo 6X pero m-
fnoidid plena y m tuiiutiinfiiifó d conductianio metodnláeico. En la década det
40, HoU e n cfmtderado un uchiot^tivlfita tanto por lua xguLdons, que x r -
vdabin en esta identificación, como por tus opoótoieSj que U eligfm l^(nQO pun*
to de ataque. En la pjn»$cucióu de ni programa cauductista, fluU trató de em­
plear coocéptoi nductbles, al laent» eq principio, ■ términoa fTiiCos.
Hü|l (1943) ofreció dclinlclonfi BricilfatBS del estimula y la lee^gerta; d
eatúnulo fue en parte deGnido como ''íenetBÍa d d ettlmulo en gpneial, por ejem-
pío, t i eneisfa de los ondas sanoiss, lumínicas y cotorífóru, Li pnsíón, ele."
(pig, 407). líoch (1954) cujople la excelmle labor de mostrar que loa activi-
dadea de HuU con los estíhiulDa no x gustan de modo a l ^ o s su ifótinicádin.
En la pidctica, un eitúnulo era u o | parte deJ medio que d experimentador
diaeiimliuiba y d qu« icspondia. Eo ccMuecueocia, Hull, coma la mayoría de
loa óbielMftas, oo siguió sealiaenie Ist deflniciiBie} ñskiatai en su tiab ^ b ex-
petintenlil. Sin embargo, bastí sus crítícos han reconúcido que m loiguaje
de datos c* bastante ot^etlto.
La tsoiia de HuU cciilBiifa una cantidad de variables bilcrviiijentC'S explf-
eftas. Estas vaiiablet son cm itrucdonei lógicaB postuladas para ^ d a i a ex­
plicar la lelacióo entre la *ín t™ ii” y la ‘"lallúa'', CcuiEsponden a lo* cócu-
Jw y 1 « tdicguloe ^ diagninis de Fe!^, eu el capítulo 9. Fiel b iu objetívir
dad, HuU x Bxgunó de que sus variables intervinientes fueron fliiickioes de
I u cútidiclmes antecedenles ubservabl», cooio Ja cuttMUd de pniebea ie-
fcD adu, la rnfónsidjid d d oitúnulc y l u h o n s de piíTici&i. T^is variables
bitervñtipnXs aotrufon a su vea en ecuaeiooss adtcicniaiei que defórmlnaban
Vúrtedadet de la tet/ría RH 31d

cufies (íeb«TÍ4n » i ti* propiriades dr Ja ferpueíta observada (véase figura 4).


Por lo tonto, tndai los variables de Hiril se propuDÍan anclar tanto en las con-
dicioiies anteoedentea como en tai consectierites. En la medida en que el sd-
cUje y las Intendaciones fóóricaa estuviexn d a n n u n te especlñcadoB, lai va-
daUes Intervinienlca tendrían ajcguiado un lignlGcodú claro. S Las predio-
ciemes teóricaa coincldíiin eotoncea coa loe doto* ob^rvadoe, se podía decir
qiir loa variables Intervbdentes ‘"resunifaji” las rdacianjes obaervadas.

La forma hjpotéUco-dehicttvtt. A HuU la improdomó imicbo la elegancia de tos


stuemas m ttemátjcoi y fíncoa fonodes, como por ojsmplo los desurolladios
por Huclídes y Newton. Al iftcrameatarte tu interés por deBairoUar un ástetna
genorol úa Ja conducta, decfdlú modelailoon baw a e » * ejemploa. bitentó uuna-
trulr una teoría de la conducta oltanicnio foimaLlzadu e inclunvo, deatro de
un maiCD de lefeRoicia hlpotdtico-deductivo. Ofieciiá pcntiilados y coidLuíoi
fonnáles, jiuito con teommai planteados cono cansecuenciaa deducttvai. E x
tipo de tittema es Mpo té tico-deductivo, porque comienza con hipóteais bíter,
conectadas en un sistema Idgfco, de modo Que K puedan deducir sus canse
cuencias. El teórica lelicioma las doducciones (teorema^) con enunolados $o
bre las observacionoi snipincas que deberían hacene las condicione; e ^
cífictdaB por el teoícoia. El experimento verifica luego la vnlldfiE de los eaun
ciados empíricos. SU estos enunciados cesultEa ciertos k coiixrva la hipó&sh;
9 reuihan fahos, que modifliísria o rechazada.
En P ñnc^lss o/fieAjvwr (1943), HuU planteó 16 principios, como postu­
lados, y una gran cantidad de corolarios; en ta revÍGÍójn d«] ristema (19S1) hay
un total de 18 postulados y 12 corotarios. De acuerdo con d pTOcedlarimto
blpotítico-dBdutrfivo que HuU se propuio seguir, estos priniripios primorioa dfi-
berían uülizarie deductivanieiite pata predecir principipa secundarios, como
por ejemplo d gradiente meta y el apiendfztye latente,
FotfítíiSíKián de pfntukuioi. El ndcleD dei pensamieirtD teórica de- HuU tijc
fi] leflejo conddw iado, tal cama la LonceptuiÜzó Pavlov. HuU lo consideraba
un tipo siitipliJicado de rituaclón de apinndlzaje, admkabkmcntc adecuado
para el análisis experimental. Loi imiltaidoe s podían extender entoncm a atros
fenóniienoa más complejos. Hull hi?o esta extenaón basando lo* axknuai de
su sisleria en lew resultados eaperimantales de los expeiiinciitoj sobre cotidi-
cioaamíento. P ck ejemplo, el postulado H de HuU en su Sistema fmal expresa
por medio de la ecuHÓn riguienlE el valui de lu 'qiuelbi dcl estíhiulQ ruülar”
ascendente qchtki bmeión del tkcqiú tmaKUrtldo desde la cstimulaciúii (1952,
pí*‘ S)
É' -4 6 5 .1 9 0 X 1,0

alcansaúdo É* su mixjntD ( / su Anal) cuando t e s igual a O.djCT* aproniiTiada-


loente.
HuU cflunciió sus ecuacicoes can Farinstldid, cuidado y piecisiófl. Aunque
quizá la piecítIÓQ haya liuducido a error. Los sícnbolds íueitui ciddidoatmen-
te definidos, y esta ecuacióit, cocui las óem ls del poatiáaúo n , se basú direc-
314 Siítem ásy teoría ptkaiót^íxtt eontemporáruct

um eote en las relaciooes emp/ricas observadas en loa experimentos de coa>


dicioiiamieoto.
Koch (1954, pags. 7 0 y sigs.) ciee que HuU se equjvocd al basar sus postula­
dos ^ un modo excesivamente directo sobre los datos. La hJstoria de la d ea­
cia sugiere que los postulados abstractos de más éxito distan bastante de las
fonnas funciondes vistas directameote en los datos. Por tal razón, Koch sos­
tiene que los postulados inducidos a partir de datos de experimentos indivi­
duales tienen muy poca oportunidad de ser útiles en una teoría general.
No obstante, este empleo de los experimentos de coodkíaniniiento como
fuente de axiomai constituye un cambio crítico y definido con mq)ecto a
l u prácticas conductistas previas; Witaon. por e^m plo, usó enormemente el
reflejo condicionado cesno un ckm ento que peimilía constniii en forma di­
recta conductas más complejas mediante el encadenamiento de elementos.
Ea evidente que la teorización de HuU fus un gran salto adelante en la com­
plejidad de la irtetodología teórica.

0^'fvación de ieonmas. Un ejemplo nos ayudará a comprender cómo utili­


zaba HuU ciertos conocimientos empíricos previos, uno o más principios pri­
marios (postulados o cordarius), y una derivación lógica combinada con un
poco de cuantíficaciófi, para producir teoremas que pudieran verificarse em-
píricanwnte. Se trata del proüem a del orden de elimünación de los callejones
án s ^ d a en el ap ren d iz^ -p o r parte de una ra ta - de un laberinto. Se sabía
que los caUejones sin ijJtda más pióximoi a la meta son los que ae eliminan en
primer l i ^ r . según un pcinctpk) al que HuU denominó ''hipótesis del gradien­
te meta*' (1932). HuU expresó este hecho empírico en forma lógica dando por
supuesto que el potencial de respuesta de cualquier respuesta es una función
de BU distancia temporal respecto del acontecimiento reforzante (en este caso
alcanzar el incentivo idimenticio en la c ^ a meta). Así, el corolario HI, **de-
mora del refuerzo” (f). dice (1952): "A. Cuanto mayor tea ta demora de/ re-
fuerzo de un etiabón dentro de una cadena conductai dada, mda dibü remita-
rd el potenckd de reacción de e x etlabón fre n x a ka huellas de eiri>ni4fo pre­
sentes en el momento " (pág. 126).
Este principio, cuya derivación lógica ae dio ya (1952, capítulo 5). llevó
a una cantidad de piediccionea e m p ^ a s , enunciadas b q o la forma de teore­
mas. sobre el aprendizaie de laberintos multídiieccionaJes. Se dice por ejemplo,
que un callejón sin salida Lugo será eUmlnado más rápidamente que uno corto,
ya que aqud implica una mayor demore temporal del refuerzo (teorema 104,
pág. 282), y que la tasa de loccmodón a traWs del laberinto ae irá haciendo
cada vez más rápida para las partes posteríorei, en cocnparación con las prime­
ras (teorema 110, pág. 286). Ahora bien, es importante notar que ninguna de
estas dos predicciones podrían haberse engendrado diiectantente del primer re­
sultado empírico Oa obaervación de un gradiente de eliminación del em ir),
lino que había que derivarlM lógicamente dcl principio general sobra la de­
mora temporal del refuerzo, que re desarrolló a partir de los datos em píikos.
Generalmente se considera que esa deducción lógics de muchas predicciones
empmcas nuevas y dircrentts, a partir de un pequeflo número de prindpim
Vxiédadné0kuaríéS-R 9J3

clave, es U cootzibucián fundamental de un detema hjpotdtico-deductivo.


A beharior syttem e iti colmado de eias dedvacioeei, con cflculoe cuantita-
tivoe, y por lo tanto representa una mayor aproxknacióo de HuU e la meto­
dología h^olétícoKleductíva; Principies o f teh m o r, en cemblo, ee m ái pro­
gramático.
HuU rto intentó eoeteoer un liatema estático o 1 ^ . Su peoianúeoto fue por
cierto muy fluido, y lu teoría foonal paeó por una aeiie caai continua de revi-
nones. No tomó coa exooaiva seriedad sus propios enunciados cuantitativos, y
dijo explícitamente que no podUi estar seguro del valor de uno aolo de loe pará­
metros de sus ecuackKies. De modo que utilizó ei método h ^ tétk o -d ed u ctiv o
tal como fue concebido.
Carácter cuantitativo. HuU estaba nujy cocveiicido de que el progreso teórico
en psácología llegaría como c<msecueQcia de la e x t e o i ^ s ^ ^ t o r i a de \a
cu u itificid ó n . Su propia teorfa debía mr de naturaleza fundamemalmente cuan­
titativa. £n Princíptes o f behavior, la cuantiflcadón <k HuU era en gran parte
programática. Muchos postulados ciiecían de fo m u matemática o de vrioiei
numéricas para las constantes. HuU advirtió a la perfecdóo tanto loe defectos
de su sisteme de 1943 como las dificultades asociadas con los enund^los cuan­
titativos genuinos. Inmediatamente se entregó a la urea de lograr une verdarle-
ra cuintificación y publicó cinco artículos que informaban sobre su trabajo.
El experimento básico (véase F^iinger. GUdstooe, Yamagechi y HuU. 1947;
véoK también Koch, 1954) fue un estudio de la lateneia de la respuesta a un
rnanipulandum: la lateoda se midió desde ri momeata ea que ae removió un
obturador para poder diqmaer d d numlpulandum. Se empleó el método de las
comparaciones por pares de Thurttooe para estim tt la cantidad de (po-
tenciil de reicción) que provoca la lespuesU.
Existen algunos proUemas inevitables asociadoe coo el intento de cuantifi-
car las vaiiaÑes de cualquier teoría e m n p l^ . Toda vez que variables Intervi-
oientes que no se pueden observar dhectamenie partíespan en una cadena teó­
rica, le ^ h e n efectuar decisionei racionales que eotrifian un elemento de con­
jetura en lo que se refiere • las idactones cum ütitipna entre todas las variables
de la teoría. No hay modo de eactpar a esta concluiíÓD. Las conjeturas que pro­
ducen una teoría general satisfactoria mquiereo una gran creatividad, ad^nás
de cierta dosis de suerte. Logan (1959, págs. 303-306) brinda im ejemplo con-
cisn dd método general por medio del cual HuU procedió a combinar las ob­
servaciones empíricas con conjeturas raclootiet para producir su versión de una
teoría cuantitativa de la conducta. Un rápido examen al atetenia de HuU, que
esbozaremos ahora, demuestra que habría oecesitado una cieatívidad formada-
Ne y muchísinia suerte para que sus enuaciade» cuantitativos Pegasen a tener
la mínima oportunidad de sobrevivir.

Reaunert Uei abte/na

La teoría de HuU se ocupa de t » i tipos de variables: el estímulo (el antece­


dente o la entrada: inpur), U variable interviniente (intraoigaDÍsnica)y la res-
31Í Siftantiy inrHai ptlcolótícet nsn/ernpof¿Htot

ptieEta (el c<miecueiiee a salids.; outpuí). La detcilpciÓD quE ofrecemos e ccui'


tlnuadúfl, muy ib n v b d a , t n t ^ u propordanar clga de la tuturaleza y sabor
^ncTBles d d Elatenia. El ibteiiiB bdsfcg se lepiesenta en el duparna úe la (ígi>
n 4. P an m u expoeiBláD m is detaHada puede cciaEiiltaiK alpinas de l u fuentes
iptlfiiiilee (por q e m p K HiiU, 1943,1951,1952) o de las fuentes Kcundañas eX'
püoatoflai (por ^ m p lo , HÜ^id y Bower. 1975; Kjoch, 1954; Spence, 1951a,
1951b).
Las variables de “eatrade” , o de eslímuljo, sou lajctoiei at^etírcs tales como
el número de ensayos leforzados, la piivBCÍ¿ii d d inceatívio, la inteníidad del
eatúnulc condickiaadD, U cuntidad cte la lecompensa. Estoa dlvenos facriotes
se aaocian difuctameate con los procesos leiultanties, que hlpoteUcatnente fun-
d ofun «n el oiguijamú; las variaUes intervurieatcs de pibúBi oidan. Ejemplos
de éstas seo la üierta del hdbito <pie es m u fiuidAn del número deen>
layoa (N ),e t ImpulAO (tm), como fmúnún de condlckases impulsivas ( C ^ )
tales como la pdviciúa del Lncaaiivo; el dmamismo de la Intensidad del es-
tfmulo (V), como fÚQclún de la bitensidad dal estúnulo (E). y el lefuetzo del
faieentlvo ()C), como funciún de la ckitídad de lecooipensa (w).

VuUbilBi de Vutehtel oiKftaCvfiüiit Vuiilileide


íittetulfl CirterviciiMict) ns^UBsts

N ______
A l
------------ ■*íiu
E ---------- * V
W _____ . -K

Íb 1

F ||u i. e. ñqptlA oido dst risM iu da MuiS. O n a d tu n «1 tu te lawspIlEaciúa


d* ] « •¿mbotoi y n le d aiiea
Varieiíú(íti b fw ri« S-H m

Aciuslnunte sa supone que sI ewi» de estas conitruecioncB dilectas, o de


piinief orden, se Deúnen en if*a caatidad DUniDr de variables intervinlientes de
secunda ordeo. La piincipEJ es el poteJKiaJ de reiccidn o evocación de la tes-
pueata. ( E ), que es una fundiút] ccn^imla de ^ V Tunibiéii se
[tebe Induir en «tte tilrcL el poloiciil de macciw generaJIsado (^EiiX 9**^
una funciiáD de la cantidad de simiLitud entra el estuniílo condietcnadn pre-
Ente y los ettímiilüs dKpeñmentitdoa pievíamente anta los cueles se han esta-
blecido las ftierzis de irábíto; y por úítíino, él agregado de las tendencias de
leacdAn negativa última censtiucci'úift es una fiinciAa de la Inki-
bldán leaictiva QL L y de li lahlbldún aprendida o condidaiada (^.L )<
cualea a su vez son una consecuencia directa del trabajo requerido p e rla res­
puesta.
£ u al último nivel, hay c o o f^ c d o n e s inlatvfnisntes de orden superior:
el potenciai de reocciáii neto una función de los dos faetcuBa
cxdtatiifDS y el factar tnhibrtoila ya mendimadicia. y dos coostmocioneS'múe
efipeculatlvai y no tan bi^n e ^ c lficad a s, que morUEcan la accldii de aquél.
Son la odcUaciún y umbril (^11^) del potenciBl de reaccíúrr, Fínal-
mente, del lado de ia^saUda”, h ^ cubito mediciones principales u b re la res­
puesta- la Jatencla (_to)> Ja unpUtud (A), la cantidBd de respuestas hasta la
extlnoida (tr), y la probabilidad de mapueata (p).
Otrn& oonceptCE sobre la huella del estfiniilo, como los de estimula impul-
¿vo CE]^), y de RBpuesu fracdoaal a la meta compleinentan la teoría.
Tieitiea una importoadii prünordiai, sobre todo en «dgunaa de las fomulacio-
nes teáiícaa de Spence (1956], pero fueron omitidos de nuestra descnpcián
B £n da poder presentar de im i manerH m is simpíle loa puntos esencialea de la
teoría huíñtana.
Hny también una cantidad de principie» Kcundanos o dedvadcn —de gran
importoncla aunque od ae los hay* incluido én él tesumen- que HuU desorro-
Uú en un esfuerza pur cubiir la biedia entnt lua íajmplejidattes nunnoles de la
conducta molar y la stmpUciidsd abstiKta de ai grupo de postulidos. Los mili
importantes son d d« Li ferafqfÁÜi de la [íbtíííís de hábitos y el ^ d ie n te de
tmím. Este último fue deaciipto antes; la fetarquia de ía j^i^úr de hábitos
se letierv al ardenamíento supuesto —de acuerdo con sm fuerzas lelatlvas—
de un conjunto de hibJtoa que puednu ocurrir $ri una dotcrEniuBÚa Ettttación
estímulo.

Cuestiortes lííííTmrffieai

Cualqidem que oeplre i conAnLir una teoría de la conducta como la de H iiH dC'
be hacer te n te a una cantidad de p ro b k m u muy difíciles. SI en la octuaUdad
sea muy eacsBB loa pasIbjUdadei de poder nsahier estos ptoblemao, ni hable­
mos de lo que e n cuando HuS vivíh. Sin embargo, podemos dejar pan. después
l a c rític a de las aspiraciones de Htil y coocsatramos ahora en la naturaleza
de los problem n que esa* npdracíaiiet lo Uevaion a enfrentar.
Uno de loa ptinutoa problemai es decidir cuAes varinbles dependienteH e
Independientes k utibíarin cji la teoría. La experieiicis piicti:* ptopondoiiia
íífl Shítrnaa y learíst psicolá^caa a m tfm p w in eo i

cicrUs gufai, pero de todoi m od« snbaiiiteD m uchu decütfotui. Por ejempli:),
¿cm vendii (ratir <fe piedeíir todas lia vadabtu de respueata de la ntim a leo-
ííflT HulJ hijo hlncip^ en la p tetlk d ár de !■ latencia, ti amplitud, la cantj.
dad de leupucit» hasta la extincH^ y la pmbabilklad de lesptiesta. Skimier
cree que la m qor nudida es la ta&a de feipveSita; di estudia piimordlBliiieiite las
úp^autes übios, l u respucítaj que oí mlntal tiem Kbertad de repetir "a ¥oíuu-
tad". Hull eitudló fkudimeotalmente la» operantes eontraUdas, en donde el
expeiimentador eantrola la» oportunidades pare la emjsldn de la respuesta, co­
mo en una pista de aterrdzaje. Su deciaido de telaciocinr su vahahle interíiaien-
íe ñnal —potenci»! de reacetón geutralizudu neto— tson cuatro medidas de la
respuesta hiao que fuera legitimo preguntar li estas medidas estaban de verdad
comeUokiaadu cmhq la teoría decía qu# debían estarlo. Hull pudo haber evi­
tado problemas emharazostK de este tipo hadendo piedicítiiosiei de tilo una
medicU de respuesta, pero habría perdido muchísinu generalidad de hacerlo asi.
Sirtükjra ion It» problejiii» que han de enfrentarse en eJ nivel de la» vaiia-
Ues intervínjedlta. Por ojcinplD, tomemo» el caso de ia decisión de HnH de te­
ner una única canatmcciún de aprendizaje excitador , Si un tconzidor
e»tuvle«e trabajando en este rnomeiita, podría conslderaj Scesario contar con
distintas conamiccicineB (o distintas teorías) para los diferentes tipos de apren-
d k ije ; por ejemplo. üsatiD de I» teoría se podrí» distinguir el apiendisaje mo­
tivado en la comida del aprendizaje moÜTedo en el sexo.
Un problema muy general conectado eoo las variables kitarvíiiietitea ea d
neíérida a lo que pckdríamos denoitiour ststus de realidad. Hull y rus colegas
sosturieioD sin duda multitud de discuñores con respecto a si era o no sen­
sato dar una interpretacián fÍsiolúgl£a a Iqs connrucciones de la teoría. Hemos
caractecizsdc a la» variables tntervíiijentss de Hull como "'oiganíutiicas", lo
cual implica cierto compromiao' tislológico. Una dcacnpcióa rnds neutral rería
simplemeote que las va^ble» iolervialeotea son más Intrateóricas -lo que ia-
dudaldeiiieaie son—que intrsoigadJamicu, que pueden serlo.
Incluso después de haber Birlado las construceioaes de un sistema y haber
tomado uoa decitión con respecto a su tipo general, resta todavía el pmtilema
de la detialpióp de cada una de las cunitnicciones y la especilkación de la$
reinejone» enríe lea coostrucejanes. Como qomplo de estos probleinas, po­
dríamos tomar el apateolBfneiilie úiocuo N, el número ^ easayos icfarziidas.
¿Qué 8S un e n s ^ o reforzado?
Hull especilicó pitmcro que si Uegaba a ser necesario nforzai un ensayo,
lo teaia que segirii U reducción de la necesidad. Hubo dificultades con esta
definición. En piuirei tugnr, era probable que la reducclóa db la uecesidad füe-
sc b u ta n lí lento, y , por lo tanto, na puecín ptopoicicnai la inmediata CBiti-
gliidad temporal entre li respuest» y el refuerzo que ae supúDia necesario para
un fortaleciniiieiito efectivo. En segunda lugar, no e n nada riicdl saber sí la
reducctúu de U necesidad se había producido o no. Podía lesultoj tentador
postular la redvcciás de la cecosidad tod» vez que se hsbíe furtuleLÍdo una
teapuesca. En teicsi lugar, cmuacuencias como le maiUptilación o d e«ape
fbrtalecíaii Ja» recuesto», a pesar de do poseer propiedades evidentes de re­
ducción de lanece^dod.
Vnrieáaáet * iátM üisE-S

P m eetat y quizás o ü v nzoiios, lliiU decidió posteilomiente que uo re-


foizador debía nducir un eitómiJo de impubo y na ixu Dcceiidtil. Esta de-
lliucáón puede tenrediar potoncialitienfc do» de la* dificidLades Jiotes Jijen-
c io o a lu - l a piimera y Ig tercera-, pero perible Ja posfliiUdad de caci en uo
CLTcnlo. Hud teufa ante ti' encactanneDUe d Jiiiano Upo de problema que k le
bab ú preicDtaiJú a Thomdlkid cení icapeclo a su ley d d efecto, y tuvbioo que
Reunir a la nuinia dase de solución. Cualquier vaguedad reiidual de la defi-
fijcióii d*d fcñierzo toma iftipTeclao el ooncvpto de N, y aJeota, por conaiguicn''
te, todos loe coDcept'OS atines dentro de la te o iú .
Ls cspeciJicación de la» inteiRiaciones e n tn tas construccionea oi una fuen­
te de pmblninaa casi ^ug) de fértil. La coostnicclión del hábito, H , puede
servir de ejemplo. En li teoría prímitivi de UiiU, una gnn cantl<^d^le vaiia-
bJes de entrada inñuíon en el hihito, El hábito tnihifa a su voz sobre el poten­
cial de reacción. Puesto que se considejnb* que d hibito sólo era susceptible
de un cambíci lento y continuo, no fue posfljie deúvar de la teoría lot eun-
bioB lepeptiaos eo e) dcHiripedo. Ya que talei cambioa ociutíáa en loa expe­
rimentos de apieodlzaje lakiite (HOgud y Dover, se necedCiha una
modificación de la teoría. HiiD cambió las InletrelacdiDQas de I« conatinrcción
de modo tsl que las variables de entrada Im (impulso) y K (meeotivo) iftc-
taian m is ol (potencial de n aed ó n ) que si . Eotonces la teoría pu­
do expticai e r r ^ t d o cambio en It ñierr-S de la lespBKla que, según te había
observado empírlcametiie, se producía después da los cambios eo la privación
o el iocentivo,
Ho eatsmos afirmando que Hull modificó Iru ioterrelicioiKa de la cnuotniC'
cJón s fin de explicar el a p te o d k ^ latente; aunque □□ habría nado de malo
en hacerlo, Kcich (1954) y Hlgord y Bower (19ó6) cojociden en que la modi­
ficación se hizo en íeaUdad pata que fuera más fácil euaitiricu .
El enuacLaclu preciao por parte de HuO de las telaclonei entre coDitmodo-
nea contribuyó a que suigleran nuevas contmvcrsias, Tomeizioe de nuevo como
ejcoiplo ^ idscióii matemátics com el ntimern de ensayos (K) fue pos-
UthiidB déla Siguiciite manera;

- 1 -1 0 ^
S B

Se njpooía que )o! eossyos citaban regulacmeEite espadados, y que el valnr


□uméiico de la coattontc a era apruaimaiianiente 0,03 (Hull, I9'5í, pdg, 3Z).
Este eJaro eDiutciado rrtateiTijticD impljca que u d a ensayo im paru un in-
cietueato a la fuerza de ^i. ^ consecuencia, iodiiactamente a la tendeii-
cla 3 r?qicnder. Aunque élta no « im i función verdadamnente Boollaua,
pues N (gnu valoras s i ^ disciatoa, la teoría ik HuD iveibió el nombre de teo­
ría de la confl'naídiid p a n dístiiigiiiila cH punto de vista que considera el epRn-
dizaje binjcamonts cjxno un ptoceso súbito, de lodo o Dodu. Este último pun­
to ^ vista leríB cjemplilicado por la p o c ió n guestsltista, sc«ón la cuál el
apcendjz^e es repoitrínio y se alcanza mediajile la intiaviiión, de lo que h eoiI'
ctuye que no es continuo. La tigumidAil de Los ertunciados matemático* da
J 30 Sát^tiiaí y MorítM psicolómcos ctMí^mpoyAitot

HuU hl£0 í^uc lo3 di^sacuerdqi tc^ íjubii abicrlBiiiHiití. La;i''COiiln>versi^, cttno
la dtsatajli alie dedal de la contlJi.ujded y la no continuitUd o In polémica sobre
d aprtndlz^e latanta, continimran durante añeri.

í y i t i e a i a l s iíie fn a d e H b í¡

L a críticas fueron per» ti vi tea y vehementes Ccano pionero de un neoconduc-


tútB, HulE heredó el tipo de crítlcaí que con antsiioddBd ee habían diri^do
contra Watson, Grao parte de estas entices se han basado en fundamentales di'
ferencías de gusto, metodológicas □ teóncaa. Sin e m b a r^ , los puntos critícor
lólidai presentados en su c o a tn mereceji atención.
Enfot/ue m tético. Como hemos visto, Hull intentó elabotai casi do primer
intento una descripción teórica completa e inclmÍYa de la ocHiducta de lew ma-
míferas. Tenía que unir Las piczaí de su lampecabozns autos do que se pudiera
leahzu gran parle de la investigación necenria. En deferirá de Hull, sin em­
bargo, debe Eocanocena que oamonzó con todas ]u pruebas ^ p íric a s que
pudo ercruntrar, y procuró uiástentemente crear piuebas adicionales.
HiiU deseaba emular la elssanaa de los sistemas de Euclldes y Mewton, pero
le faltaba mucho deJ traifondo de desarrollo que había precedido la constiuc-
olóu de estos sistemu foimales hermoraineate Integrados. La pulidez y la ele­
gancia del producía final ocultan las vacilacloDai en el desarrúUo real de k tea-
ría hullisna. Puede ser que una (eoria avance con mayor rapidez si Ins esfuer­
zos JiiJciales no son muy ambiciosos. En la actualidad, la opinión gieneralizada
admite qu« d cufbqUc de Ilull de Un Conjunto de problcmai eatrcmaidamciití
complepr eia demariado optirrústa.
fH/oífUt partíatiarista. Quizá Lo que mis critican los autores que' coDSidcran
con timpatía la poaiclón de Hull, ce que éste confió domasiadc} en dertoa valo­
res particukJTS de slgunas variables críticas incluidas eti clrcunríoncias experi­
mentales especiales. El problema de la geticralidad, que siempre fue un proble­
ma intrincado país Ja teoría de la conducta, fu* seUalsdo ya por Koch (1944,
pág. 283) on su icvirión de fr i/u ip k s o f behavior-, más lecientcmcntc, IlSgard
y Eowor (1966^ pág. I8ó) i* ceñricroo al mismo punto, moBtimdo qu* el sis-
terna de Hull depende rte crmitanles. psiticiilarei obtenidea en la experimenta-
eJóQ con latas que presionan unt b sm , o con el parpadeo humano.
El particularisnc extremo de ctetto; aspectos de la teorización de Hull.
su dependenda de mluacicHEos eAperimentalea pirticulBies, 3* puede apreciar
en su deflnícíóa piovisoriB üel wtrt (en hjanor a Watsony como unidad d d pH>
tcncjal d* teaccíóti:

bd wat es la desviachón estándar media del potencial d* reacción dio-


ibenlánDü ( E ^) correspondiente a ratas albinas esUndar, d* 90 días,
en situseJócF de aprender Un simple acta de manipulación que requie­
re una presión de 10 gramos, mediante ensayos ditrtrlbuLiloa en la vi-
^jémocuarta huís después de 23 huioe de tiaüibit, siendo la lecum-
penBa una boEti de 1 S 5rara oí de atiinentn saco pala panos, y tormui
de b ttorífl i - f í 321

do pSTB el cílculo de la media todos loiensayoa refcTzadoí que pio-


duxean una fuerza do hábito do 0,75 a 0,85 habs Inchisivo (1951,
pág. lOO).
Evidííiternaiite. a partU de valorea particulares tale* tom o ei pesa de la co­
mida y la ptesiúti del msnipuíundum, es impoilbk ostiblecor pincralizaciones
aplicables a olías veriahks cu la conducta de este mismo animal, y mucho me-
nos a lai fonfiionei conductnlas Jíiás cojiiplfijaa de las foíinas manu leías
ríiVfet (por ejemplo, loa ieits humanos). De modo que mieiitras la especifici­
dad de Hull es en algunos aspectos admirable, las aapiracioiies úb íu teoifa pa-
lecen hastMlie ¡dejadas de sus logros reaiea, En sus líitúnDí escfltoí el propio
Hull foifflulü reservas a Ja generalidad de su teoiia (ver Koeh, 1954, pág?. 167
y sigs.), como x puede apieeiar muy daismuDie en el tono más cauto de su tia-
bijo final (HuE, 1952). . . , <
Hay una úniía reipiiesta rfizonable a estas crftitís- ainipteinente, loa resul­
tados deteíiDirarán ío h « Ja eficitcia del enfoque. Es tHiublín la linípi respues­
ta a la crítica más general ruonuLarU contra los teóricoa putniAriosiidiíl esque­
ma E—R, la de qti* sobrBssmplificiui ios problemas coaductzlei com piejos. En
tanto no lo intnntemos, no podemos estar seguros de si un enfoque «¡mo d de
Hull es o no adecuado pím explicar l ü complejidades de la conducta de los
mamíferos-

Debitidad lógica. Frohahlemente la crítica más eficaz «fl la derroRtractón de


que La teoría de HuH no ei en absoluta d siatema Idjico ifábdamente construj-
do que pmíniid ser. y que rnuchos creyeron que era. A. vct*a Htill no pudo H-
gflr sus eadstnretos me dimite las conexioiies neceíariai desde el punto Je vijti
16ídt« Abundan, por lo tanto, los ataques críticos cnuy detallados. La ciítici
de Koch (1954) es partícularmente devastadora, debido a su minuciosa docu­
mentación y 3 su refuianiierito lógico (a pesar de ku Ectiliíd poce favorable y a
veccí Injuata). ActualmÉnts e considera que la fácil veríticabnidail de las fda-
cioruís entre constructos, ptevista por Hull, ea en gran parte flusorla. Cotton
(1955) biúida una demostiici&n convíncentu y muy bien elaborada sobre la
ímposibilidid de hacer picdiciciones usando la teoría de UuU tal como este la
presentó. Laa dificultades uibsistim incluso cuando se realizan suposiciones
“ amistosas" en un intento de hncer posible las derivaciones. Ame esto, nos
vemos forzados a cmiduir que La ttoaíB de KulI era incúmplela óesde el pun­
to ds yista lógico.
Hay du« reacciones típicas ante al crecieaite testimoniQ de que la teoriza-
d ó n de HuU e* inadecuada desde un punto de vísta lógjco: 1* primera es un
m arudo despLazatntento a un tipo de poaitivismci giurinienEe descriptivo, cooto
d que ofrece Síchmeri la segunda, una mayor itentiún hacia los llamados sís-
tfimas en iDíniatuia, en los cuiaJei » íborilaii, de una manera más compleLa,
áreas de problemai más limitados. El nfiiino HiíU limitó su enfoque en A ¡m*-
háeiür ^ s te m (1952), dundo exploró siptemáticaitifinle alpinas áreas de pro-
htemas y redujo el áiifatia eti el siitem t general.
Siit€masy teoHat pricdógicot contemporineoi

Las con mbuckmes de HuB

Terminoiogía obfetiva y metodotogía. La vida de lluO fuo la de un científico


y un erudito, una vida de la mente. Pero en su psiculogia decidió comenzar
con la acción, permanecer con la acción y ver hasta dónde podía ésta nevar­
lo. Los términos que empleó, porconsiguiertte.no eran nombres nuevos para
viejos conceptúe, tnhibicu^ reactiva, Juerza de! hábito, potencia! de reacción
son palabras que tienen algo de la vitalidad activa de su creador y que resue­
nan con la promesa de llevar a cabo el programa evangélico óel ccmducttsno.
El tipo de metodología implícito en estos términos no será olvidado, cual­
quiera miñ sea el deatino de la teoría en la que HuU los incluyó.
Creemos que la contribución más importante de Hull a la psicología fue
su demostración del valor de propunerse alcanzar la meta última de una teo­
ría de la conducta compleiamente científica y sistemática. Dedicó su propia
vida científica a la persecución de esa meta, y de este modo influyó incluso
en aquellos que manifestaron un vehemente (tosacuerdo con los detaUes de su
trabajo. Pocos psicólogos han ejercido un efecto tan profundo en la motha-
ción profesional de tantos investigadores, popularizó, como nunca ae había
logrado hacer hasta entonces, el enfoque ccKiductista estrictamente objetivo.

Muevas áreas de problemas. Hulf abrió nuevas áreas de problemas, en un senti­


do basUute peculiar. No inventó aparatos importantes, ni tampoco inkió in­
vestigaciones en áreas generales que previamente no hubieran sido tocadas.
Más bien lecuncibió los modos de visualizar los problemas, y sugirió nuevas
relaciones a ser estudiadas. Fue un pskídogo teórico, como algunos físicos
son físicos teóricos. Desafortunadamente, no fue un teórico al que pracedicran
un Einstein. un Newton, un Copémico. o tai vc¿ iochuo un Aiquímedes en
el campo de la psicología. No obstante, cuando formulaba un postulado o deri­
vaba un teorema de su conjunto de postulados, los demás investigadores es­
taban dispuestos a realizar experimentos que probaran las rtlacioncs enun­
ciadas; por ejemplo, después de que HuU afirmó sus hipótesis sobre la forma
del gradiente de generalización, se enfocó la investigación en la demostración
empírica del gradiente. El mismo inttnto de formaUxar una teoría de la con­
ducta obligó a HuU y sus aeguidorts a reconocer lo que debía saberse antes de
poder completar esa formalización. Conceptos clave como ci de estímulo, pro­
cesos clave como el de refuerzo, hubieron de someterse a un examen intenrívo.
Aunque HuU fue atacado muy fuertemente por loa teóricoc cognitlvos y
del campo (véaae capítulo 11), en un aspecto su ástema ea mia “del campo”
que la teoría del campo típica. HuU especificó tantas variables pertii»otes
como pudo razonablemente concebir, y lambidn enunció su modo hipotéti­
co de interacción (véa* figura 4 ) . Este alto grado de especificidad teórica no
sólo supera en mucho el condicionsimiento en buena parte especulativo de los
primeros cooductistaa (como Watson}; también ofrece algo baatante m is cao-
creto que cualquiera de los críticos de Hull, más inclinados a contraponer a
la eiqieculación wataonjana su propia etpec\¿teti6n. que a eifiecakar con pre­
cisión el campa pskolójpco (véa* ^ te s , 1954).
Variedadei de k teoría E-R 323

Finalmente, a la n o s psicólogos de ideas distintas criticaroo a HuU soste­


niendo que acentuaba en demasía la investigación. Los esfuerzos de Hull se
concentraron en la solución de los problemas teóricos que él creía necesario
resolver paro que la teoría de la conducta pudiera progresar de una manera
rignificativa. Sin embargo, algunos han opinado que en la actualidad oo po­
demos penmtimoa decidir la dirección <fe U úwestigación sobre la base de
consideraciones teDiicaa {orinales; más bien deberían estudiarse las iieas em-
p ío c u que producen resuludos interesantes en sí mismos. Por nuestra par­
le. creemos que ambos puntos de vista son valiosos. El hecho de que hays psi-
c^ogoa dapuestot a elegir uno u otro, es un hecho afortunado HuU hizo una
gran contribución al proporcionar una de las orientaciones.

£7 tugar de HuU en la historia

Garle HuU parece haberse asegurado ya un lugar en la historia de la pticolo-


gi'a. Quizás haya sido uno de esos horobics cuya influencia llega al punto de
reorientar una ciencia. Aunque es posible inclinane por el punto de vista opues­
to, aquel según el cual esta p á re n te influencia es una Uuñón que se produce
cuando una persona se d eslaza meramente dentro de la corriente histórica y.
de este modo, se desfdaza de hecho con la época.
Cualesquiera rpie hayan sido las causas, lo cierto es que Gark HuU encontró a
la psicología lidiando duramente con temas sistemáticos amplios, y dejó a vastos
sectores de ella lidiando con las cn'ticai a sus postulados y teoremas. En cierto
sentido, ambos tipos de lucha implican una pérdida de tiempo. Los asuotue sré-
temáticos eran adversarios escurridizos para el pricól^o, y el sistema de Hui]
reveló I la mirada del eitudiCMO brechas que hicieran casi superflua la crítica.
Con todo, Hull enseñó a la psicología un nuevo tipo de juego. Un subyugan­
te que en U actualidad todoa quieren jugar alguna de sus versiuoes. salvo, claro
está, los positivistas más estrictos.
Resulta paradójico que la preocupación de Hull por la teoría modificara la
tnetateoría. Sus precuisoies, los ptimetos conductistaa, hkieroa lo mejor que
pudieron por apartar a la psiedo^a de los temas verbales, acercándola a los pro­
blemas de mayor sigmfioado empírico Pero nunca lo l o a r o n del todo. Hull
lo hizo, con un efecto postivo. Por cierto. Hull demostró un interés profun­
do e inteligente hacia la m euteoría, y lu sistema es el más grande que baya
intetttado nunca la tradtción conducüsta. Su carácter distintivo y su influen­
cia obedecen a que no » detuvo lUf. Su intento de aventurarse en la descono­
cida maraña donde se resuelves los asuntos especiíkos fue en buena medida
un fracaso. Eso era inevitable en aquel momento. No regresó cem mapas que
pudieran ser útiles, pero nadie antes de él había dado a los exploradores psi­
cológicos una Kosación tan clara de Ío que debía ntx una teoría psicoló^ca.
Otra paradoja es b f^ ta de rigor de HuO. Su aistema tenía ia apariencu
pero no la realidad. Nunca tuvo tiempo de limar imperfecdones. En esto ae
asemeja a todos los grandes hombres de la psicdogla. Ea e s u ciencia, á al­
guien tiene demasiado temor de equivocarse, no publica una gran teoría. HuQ.
aunque se eríúizara por alcanzar una anuociacióa rigaroea. hubo de ponerse
S24 S iu n R M y Tvwlai ptícoiógkoi eontemporineot

junto a k)t que no tenían miedo. De esta manera bastante peculiar. Inscribió
su nombre en la historia, flanqueado por los sistemaiizadoies anteriores y por
los seguidores que han de construir mejores teorías de la conducta.

L ot discípulos de HuU

Kenneth W. Spence (I907>1967) íue el sucesor más importante de HuU, en lo


que al tipo de teoría que HuU estaba tratando de deaarroUar ae refiere. Se pre­
paró para el doctorado en Yale, donde recibió una fuerte influencia de su aso-
d a c ite con HuU. aunque terminó sus estudios con Yetkes, y trab^ó durante
cuatro años en los Laboratoiios Yate de Biología del Primate, en Orange Park.
Desde 1938 hasta 1964 estuvo en la Universidad de lowa donde trab^ó ac-
tívonente en la investigación sobre el aprendizaje y la motivación. En 1964
pasó a la Univertidad de Texas, donde permaneció hasta su muerte, a la relati­
vamente temprana edad de cincuenta y nueve años. Mientras estaba en lowa^
publicó una serie de trabajos teóñcoa «n colabotaci&n con Gustav Bergmann,
el filósofo. Las p rin cip a s obras de Spence son Behavior theory and condi-
tioning (1956) y Behavior theory and ieammg: Selected p<g>ers (I96Ú).<KI
primero le basaba en las Conferencias de SUliman en 1955 en Yale; Spence
fue el primer psicólogo en ser honrado con una invitación a dictar esas con-
fereocias.
Las primeras investigaciones y teorizaciones importantes de Sponce ae re­
ferían ¿ problema del aprendizaje y de la diacrimmacíón (1936; 1937a. 1937b).
Presentó una demostración clásica de cómo una teoría del condicionamiento
que incluya tendencia! de reacción positivas y negativas que interactúen alge­
braicamente puede explicar los ditoa primarios de la discriminación y la trans­
posición. Su disputa con los guestaltistas coa r e c e t o a la explicación de estos
fenómenos (véase capítulo 7) es un excelente ^ m p lo de los enfoques opues­
tos <te b explicación psicdógica. Por una parte, vemos a Spence operando del
modo reductivo caracterítiieo de la psicología asociacionista, de la ptictflogía
E R como una versión m is moderna de Hull, y del propio Spence. Para esta
tradición, el canon de Lloyd Morgan ea uno de loe primeros principios de la
teorización. La teorización de Spence sobre la discriminaciác y la ttanspoó-
clóo sirve, por su claridad y nmplicidad, como un modelo m ^irador para los
exponentes de este enfoque general. Ei trabi^o anterior de Hull sobre la deri-
vadóo de conductas complejas del condicionamieoto era sánflar en este sentido.
Aunque reconocía su deuda hacia la teorré cJisíca huUiana, Spence tuvo
cuidado en señalar las diferencias entre sus propios esfuerzos teóricos y los
de Hull (véaae especialmente su libro de I9S6). Le interesaba m is la cuantífi-
cación de las variables que b formalidad exhaustiva que Hull imprimió a su
trabi^o. No compartís el entusbsmo de HuU por las sugerencias y especula­
ciones fisiológicas, pensando que mientras la iisíoiogía no tenga algo más que
ofrecer a U pskologís. puerte que convenga más exduiila de b teoría de b
conducta. D^o (1956. pág. 57) que no aceptaba la insistencb huUiana en que
b le d u c c i^ de la neoetidad ere el ccmtponente esencial del proceso de refor-
zjDciíento; por su parte no hizo ningún supuesto flsialógico eqtecífico sobre
Veriedúdss de la teoría R~R 325

la naturaleza de la acción del reforzador. Por último, fue mucho más cauto
que HuU al no ''aiiesgar un conjunto de postulados teóricos sobre la baae de
un mínimo de datos empíricos" (1956, pág. $8). ^ n c e señaló también que,
on lo que hace a U cuestión de la generalidad, pretendía que su propio ira-
b ^o ae restringiera a las situaciones experimentales partículaies de las cua­
les provienen los datos. Spence adoptó el enfoque bulHano básico y muchas
de las construcciones teóricas, pero puso menos énfasis en el enfoque postula-
ciooal y modificó algunos de los postulados que sí aceptó.
Spence trató las variables motívacionales clave de una manera un tanto
diferente a la que lo hizo HuU. Ambos daban por sentado que existía una re­
lación multiplicativa entre la motivación y el hábito en la producción de la
r e s c a t a (potencial de reacción). Spence. sin embtigo, formuló la teoria de
que los factores del incentivo y la privación se sumaban para producir la mo­
tivación; Huí) sostenía que el inceativo y U privación estaban en una relación
multiplicativa. La fonnulactóa de Spence tomaba en consideración la p a r i­
ción <fe una respuesta aun cuando el incentivo o el impulso estuviese en cero,
siempre y cuando el otro factor no fuese cero. La relación multiplicativa de
HuU requeria un valor cero de cuando el incentivo o el impulso era cero;
sin embargo, es difícU poner en p rie to s a Hull sobre este punto, puesto que
no es fácil estar aeguro de que el impulso está ausente por completo. Tam­
poco es fácil elegir entre los supuestos aditivos y loa multiplicativoe mediante
un estudio paramétrico en el cual ae varíen bn y K. La razón es que se supo­
ne que K está relacicmado con las re.pue8tax fracciónales de anticipacito de la
meta y loe estímulos producidos por éstas. Bn consecuencia, la moüvadón tiene
un componente prendido, y la relación entre el impulsa, ei incentivo y el po­
tencial de reacción to c<RnpUca aun más. En un sentido, se ha dado a las dos
teorias una "cadena lateral’* que debe tomarse en cuenta al hacer prediccio­
nes. b$ decir, supcuigamos que computamos para una respuesta después
de varios ensayos. Su cantidad dependerá de K. U cantidad de K dependerá,
a su ve^, del de las respuestas fraccicsiales de anticipación de la meta con­
dicionadas 8 las señales presentes. Por lo tanto, debemos computar dos
veces, la primera vez en U cadena lateral teórica que determina un valor para K.
El punto de vista de Spence sobre el refuerzo era también bastante dife­
rente del de HuU. En su trabiyo posterior, dio por sentado que la fonnación
de hábitos no dependía del refuerzo. Sugirió una teoría bífactorial del prendí-
zaje que es precisamente la in^'ersa de la usual. Por lo común, se supone que
los factores de la contigüidad explican el condicionamiento clásico, y los <fel
refuerzo, el coodicioairmento instrumental. La explicación contigülsta p a n
el condicionamiento instrumental de Spence no necesita cambio alguno eo lo
forma bárica de la teoría; simplemente cambia la definición de lo que cons­
tituye un ensayo a loa fines de la teoría. Para Hult, un ensayo era un ensayo
reforzado. Para Speocer, en cambio, el refuerzo no Importaba, lo único que
importaba era que la repuesta se efectuara co la presencia del esttinulo. En
esta materia la podción de Spence era similar a la de Tolman (véase capítu­
lo 11); Spence estaba interesado en la teoria rival de Tolman y se aproxima­
ba a éste en algunas de sus actitudes metodológicaa(ICeiKfler. 1967).
m y tm rks psieoló^ot eontemporántot

Luego de pnnteros desarrollos teóricos aplicables al aptendl¿aie de la


discriminación simple. Spence d k ^ ó o supervisó proyectos de investigación
sobre el condicJonainicnio del parpadeo, el aprendlzi^ latente, la trani^oai-
cí6n. el leñ ien o secundario y la "ansiedad** medida con técnicas de cuestío-
namiento (véase Spence. 1960). Su trabajo sobre )a relación entre la ansie­
dad y el apitndizaie -gran parte de el rcaliiado en colaboración con Janet
Taylor Spence - es muy citado en ios artículos sobre la personalidad.
Una ^ las preocupaciones de Spence en su trabajo posterior fue el desen­
redo de los factores cugnltívos provenientes de los resultados de loa estudios
sobre el condicionamiento del párpado humano. El trabajo anterior había
demostrado maniíkstas diferencias cualitativas entre el coidicionafnlento del
parpadeo en ios animales inferiores y en el ser humano. Lo típico en los suje­
tos humanos era que los parpadeos condicionados se extinguieran en una can­
tidad muy pequeña de ensayos, por lo general, uno o dos, en t u t o que en
los animales tas respuesla.s condicionadas podían continuar durante cenrena-
res de ensayos. Spence y sus discípulos emplearon una ingeniosa tarea de oo-
iiiascarainiento para ocultar la verdadera uaturaleza del experimento, y, por
lo t u t o , eliminaron la mlluencia de los factores cognítivos inhibitorios y lo­
graron una conducta de extinción en los sujetos humanos comparable a la con­
ducta típica observada en los sujetos animales (véase Spence. 1966X
Esto último trabajo de Spence se relaciona con la historia de los sistemas
psicr^ógicos de una manera muy Interesante. En primer término, la situación
experimental está cspccialmeme diseñada para reducir un a^iecto del funcio­
namiento de los seres hu m u o s al nivel del funcioiuunicnto animal. Después
de Daiwin, quienes trabajaban en una tradición reductiva tuvieron c<»i fre­
cuencia que afrontar la acusactm de estar ira tu d o en general de reducir las
capacidades h u m u as ol nivel de las capacidades animales. Por lo tanto, el tra­
bajo de Spence sobre el condicionamiento dei parpadeo ejempUfica en el nivel
experimental una tendencia reductiva que con harta frecuencia tuvo sólo lu­
gar en teoría. Al mismo tiempo, la tentativa de reducción obligó a un reconoci­
miento daro de una diferencia cualitativa entre el funcionamiento humano y
el animal. Las diferencias, como las amilitudes, han seguido riendo, demasia­
do a menudo, teóricas y nebulosas. Al seguir el programa reducUvo de UuU.
Spence ccvcontió {actoiea que, al nieuos en este momento, no se pueden ex­
plicar satisfactoriamente por medio de U reduccjón. Razón por la cual, co­
mo muchos científicos honestos, efectuó una especie de contribución a aque­
llos que sostenían puntos de vista opuestos respecto de ta naturaleza humana.
Neal Miller (1909- ) es otro de los increíblemente productivos discí­
pulos y colaboradores de HuU. La reputación de Miller en el campo de la in­
vestigación empírica no ha sido emulada, peto ¿1 tampoco dejó de lado la teo­
ría limitada. Junto con John Ddlard llevó hasta el fin uno de los intereses de
Hull, integrando la teoria del iq^rendizijc con la teoría psicoanalífica. en su
libro Personality anú pBy^oíherapy (DoUard y MiUer, 19S0). Este libro fue
probablemente resultado directo de loa seminarios de Hull en 1936 y 1937
sobre las relaciones entre estas áreas de la psicología aparentemente diversas. A
su vea, no hay cari dudas de que su libro ayudó a despejar el camino para los de-
Vartedédei de I* teort* B~K 327

sanoMóS que vendrían luego en el campo de la modificación de la conducta.


Miller ha realizado también trabajo más que suficiente para consolidar una
cerreni Completa y de éxito en la pricolog/is fisioldgica. Algunos de crios criu-
dios, y muchos de sus estudios conductiles, son objeto de una reseña en su
artículo en las serles de Koch (N. fi. MiÜer, 1959).
Algunos de los experimentos de Miller han abarcado la estimulación eUc-
trica de los centros cerebrales; otros, los efectos de la alimentación a través
de una fístula. En algunos ae cargó previamente el estómago coa diferentes sus­
tancias antes de que el sujeto comiese o interviniese en conductas instrumen-
tales. Otros estudios fueron exámenes de Is aUmcntación sm ninguna conse­
cuencia nutritiva, y muchos se ocuparon de los diversos efectos conducíales
de las drogas.
No es sorprendente que MiUer haya llegado a una consideractón cuidadosa
y sutS del comleozo y la detención de U cceiducla. ? c r una parte, era cons­
ciente de que, en ciertas coadickmes, las ratas iniciarán y detendrán attema-
tivamente la estimulación eléctrica de ios centros ccrebr¿es cuando estén en
libertad de efectuar ambas acciones. Por otra paite, ishía que a veces m puede
iniciar la alimentación mediante una estimulación cerebral o detenerla car­
gando el estómago, y que la alimentación puede no detenerse cuando "de­
bería” después de lesiooes en la ceglón del hipoiálamo.
Es probable que el pensar sobre los mecanisnos de ‘‘acción" y "deten­
ción" "stop'' meehaniamx] hseyt ayudado, a su vez. a llevar a Mí-
Uer hacia su punto de vista teórico sobre la naturaleza del refuerzo. En 1954
estuvo expuesto itmbiéo a la influencia de algunas de las ideas de Sheffield
(Haber. 1966, págs. 98 y sigs.). ShefJield sugirió que un aumento eu el impul­
so, prcxlucido diroets o indirectamente por la recompensa, podría exfdicar el
aprendizaje mejor que la disminución en el impulso o en el estímulo del bn-
pubo, tal cmno lo quería Hull. En una época, tanto Hull como Miller habrían
aceptado el punto de vista que sostiene que el refuerzo es eficaz porque redu­
ce la intensidad de los estímulos del impulso.
MQler sugirió (1963) que las operaciooes de refuerzo son eficaces porque
activan un mecantano d t "acción". Las respuestas que ocunen cuando se ac­
tiva el mecanismo se intenáficao y aumentan en frecuencia, s e ^ n el punto de
vista de Mfller. El apeendizaje s^ o requiere la contigüidad entre el estímulo
y la respuesta, pero aumenta con los aumentos en La intemadad o la frecuen­
cia del apareamiento. £1 refuerzo (la activación del mecanismo de "acción” )
aumente el aprendizaje de modo indirecto al nunentar la oportunidad de que
ta contigüidad produzca apiendizaje.
Esta ingeniou propuesta es parecida a las sugerencias hechas por muchos
teóricos- Guarda una sorprendente símiijcud con la teoría de Guthrie en el
sentido de que te supone que b contigüidad basta por sí sois para el aprendi­
zaje (véase la exposicióo que sigue en este capítulo)- La "reacción de confir-
macióo” de ThomdUce es algo limflar al mecanlimo de "aedóo" de MiUer;
se supone, trn embargo, que este último afecta al aprcndizije de modo indi­
recto mediante el aumento del rendimseoto (que es la manera también en b
que Tolmaa habría visto el problema), eo lugar ds hacerlo direcbnientr por
32S leoriai ptkolAiicos contemporáneos

inedío ácí fortalecimiento de las conexkmes, u l como Thomdike lo habfa


lugerido. La Damada toorta de) refuerzo de inducción de impulsos de ShefSeld
(1954) -deoofiünada asf en contraste con la teorfa de reducción de impul­
sos de HuU- es también timilar en muchos aspectos. Todas estas ideas de re>
fuerzo comparten el rasgo distintivo de destacar al reforzador c<»no im estt>
mulo y no como una consecuencia.
En época reciente, Miller se ha dedicado a una cantidad de estudios sobre
la posibilidad de condicionar las Resueltas automáticas mediante técnicas ope­
rantes (N. E. Miller, |969). Este t r a b ^ ae ocupa de un problema que era fun>
damental para HuU; hemos visto ya que HuU aceptó el principio de Thomdí-
ke del efecto como condición báaáca para el aprendizaje. HuU habfa rechaza­
do su propio compromiso tentativo anterior por el q w habfa reconocido que
la contigüidad era (como en el condicionamiento clásico) una condición bá­
sica para el aprendizaje. El trabajo de Miller, que demuestra que el sistema
autónomo es sorprendentemente suaceptible a la modifícación por vfa del
aprendiziye del efecto, apoya - aunque Indiiectuuente'- la formülac'ihn pos-
teñor de HuB. Este tmbajo de Miller os parte de la conmoción que ha d e b i ­
tado en nuestra época la bionealimentación, puesto que de ordirurio no ad­
vertimos el estado de nuestro sistema nervioso autónomo a menos que se nos
dé resUmentsción artificial. Los intentos de ctmdicionar el sistema autónomo
de loa seres humanos pur medio de la biomalimentación han encentrado va­
riado éxito; irónicamente, las réplicas al ( r a b ^ de MOler han tenido también
lo que podrfamos definir cetno un variado éxito. (Hilgard y Bower, 197S, pág.
576). Ya no se encuentran efectos com parares en dimensión con los obte­
nidos inicialmente, sobre todo en el área de las modificaciones de la frecuen­
cia cardiaca. Todan^fa le Jdguen buscando las causas.
Cali al mismo tiempo que Mdler pareefa estar ampliando el alcance de la
conducta que se podfa modificar mediante el aprendizaje por recompensa.
Brown y Jenkíru (1968) informaban que se podfa provocar el picoteo de una
llave, tímplemente iluminando esa Dave antes de repartir la comida, sin que ae
requiricK recuesta del organismo. (O sea. que estaban condiciaoando una
respuesta voluntaria por medio de un procedimiento clásico de condiciona­
miento! Parecemos correr el riesgo de pender nuestra tiadiciunal diferencia-
ción entre el caruUcioctemjenvo «Unico y e) operante. Puede aparecer
otras apsrienciss, por ejemplo como una diferencia entre programas indepen­
dientes de la respuesta y programss dependientes de la reqniesta (Staddcoi
y Simmelhag. 1971). Puede ser que las actividades sonáticas y autónomas
del sisteme nervioso no sean nunca independientes, ni siquiera en ios anima­
les tratados con curan (GoeiÜng y Brener, 1972).
Algunos otros psicólogos han afectuado también trabaos dentro de la tra­
dición huUlana. Más adelante en este mismo capftulo, nos ocuparemos de O. H.
Mowter, un discípulo de HuU. debido a sus contribuciones a las teorías *'bí-
factoriales” del aprendizaie.
Frank Logan, discípulo de Spence y colaborador de HuU, ha r e c a d o im­
portantes eootribucioftet relacionadas con el tema de la definición de la res­
puesta (1956» 1970). HuO, como se recordará. Unía una sola corutniccióo
Voriedades de ¡a teoría E -R 329

K^E' 9 ^ ^ teona determinaba ioe valores de todas las medidas de las res­
puestas dependientes: probabilidad, amplitud, cantidad de ensayos hasta la
extinción, etedtera. Desafortunadamente, estas medidas de la respuests no
muestran, por lo ^neral, grandes correlaciones, como deberfan hacerio aegúo
la teoría. Logan propuso un enfoque **micromolar*' para resolver este pro­
blema. Sugirió la necesidad de tomar en cuenta todas las propiedades de las
respuestas, cuinu su amplitud y su velocidad, en la definición de lo que cuns-
titufa la respuesta bajo estudio. Una función de los términos {tam s function\
podría definir hiego de qué manera las propiedades de la req>u*^l* estaban
relacionadas con el refuerzo. Por ejemplo, la función de los términos podría
exigir que las respuestas tengan una amplitud bofa para ser recompensadas.
Bn tal caso, a medida que Bvanzira el aprendizaje, serfa probable que ia am­
plitud promedio de la disminuyese conforme aumenta la proba­
bilidad de la respuesta y su resistencia & la extinción. E c m lelaciones entre
las medidas de las reqiuestu dependientes serún insolubles dentro de los lí­
mites de la teoría hulliana Iradicionai, pero no constítuyemn un problems
para Logan.
También Abram Amssl (1965, por ejemplo) ha efectuado trabiqos dentro
de la tradición huUiana. El principal interés de Anisel te ha centrado en el
«nilL-d» de la extinción, para lo que propone una ex|4tcaci6n basada en loe
r a s ^ frustrantes de la no recompenu. Así. adv'ertimos en la explicacite de
Amtel cierto énfasis en los rasgos de estímulo del proceso de extinción Amwi
(1967) ha extendido también tñ e tipo geiKral de análisis al aprendizaje de
la discriminación. El, al igutil que L o ^ i . ha logrado derivar prediociunes deta­
lladas de esta teoría. Tal vez la derivación y la confirmación de estas predic­
ciones constituyan el recordatorio más bt> ptedo d^l le ^ d o de HuU.

TEORIA DEL REFUERZO: EL POSmVISMO DE SKINNER

La contra de Skinner

La cartera de B. F. Skinner (1904- ) ha sido notable. Es slmQar a la de


sir Francis Gaiton por la gran amplitud de sus intereses y el ingenio excep-
ciorul de sus realizactones empíricas. Las contribuciones de Skitmer han sido
calekioécópicas. Su vivida curiosidad tmelcciual rehusó limitarse a los estre­
chos confines de un área e^eciaUzada. Le han interesado e) análisis del apren­
dizaje verbal, la preparación de palomas para guiar pro>’ectiles, las máquinas
de enseñar, y el control de la cooducta mediante el refuerzo programado. Entre
sus ingeniosos aparatos figura un dispositivo automático para cuidar bebés,
utilizado con uno de sus propios h^os y luego comercíaisudo. Eo su tiempo
Ubre. Sidnoer se las aire^ó incluso p a n escribir una novela sobre un tema
utópico. M^alden rw o (i9 4 fó ).
Skinner k doctoró en Harvard en 1931. Luego de varios años de becas
posdoctorabs, enseñó en la Univenídad do Minnesota (1936-1945) y en la
jie Sistemas y teotúa pstíioiÁfíúOí tontemparáneos

U nivcniidad de Fndiaiia (Í94S-1947); donde tuc prcgdertte. R egrtíi a Har­


vard en 1947, DuriuttB laa dáíJadai de 1930 y J940 la inílLieiicia de Skiiuicr
fue menor qve la de HuU y la de Tolinaa, pero en Ig acliualidad es mueha xna-
yuT fCnan y Zagona, Su inOueada sobie los psjoólogoL m ái j^vanei
ha nido realmaútie inipic$ÍGiiaiite. La razún de este ascendiente se dehe eji pgi-
te a $u desiJmúón con U teoría indusiva del tipo hulliado, la$ tendencias
pD^tivistas de Shínner están en el polo Opuoito de la incliaaciún de Hull por
el desarrollo de te Drías íonnales.

Insistencia m eto d o ló iícs

SJjJaoer ^ ciracteríza por su iDiistertcia en un enfoque eslncloiuente descrip­


tivo y ateúiicu de la lnvesügací6n de la conducta. En su opinión, el estado
actual del conocimientiQ en psicología uo justifica una teorízadón formal ala-
borade. Sus parUdiuias alinitaii u uieTiudD que cuando se desairoUa y defien­
de una teoría, Us aatisfacciones p e rso n a s obtenidas de las cotifinuaoiunes
suelen ocupar el primer plano, desplazanda la adquisicióii de lieutos. Stdtiner
sostiene que medíanle una cuidadosa recopilación de da ton se puede progre­
sar m is efectivamente hacia la predicción y el control de la conducta. Su ob­
jetivo ha sido el "atiiliais fimcÍLiital de ia conducta". Para alcanzario, se deben
emplear téunlcas eicpenmeniaJes y establecer lalaciones entre las vaiiableíi.
Más adcljintc, según Sklnner, se contará con sulrcknfes relaciones empíricas
como pora justificar Id formulacióit de ilguiuiE teorías Umitadas o de genera-
lúacionís más ineluiivasj peio ástos se deben prepanir con cautelo. Hay que
pennltir que se dessrrntleu esos principios integrativo?, y no fúrzailDs pre-
rtiatUTamentE.
Skínnet no $c r^unc j tuda teoría, y tal enea que la p^colggía está co-
üi m is picpamda para la teoría ahora que hoce cuarenta aílnje, cuoudo él ín-
gíTíó en este campo. De todos modos, ha dicho (Evans, 196&): "PeTO ejpeiu
con ansia una teoría global <fe Id eatidiicta humana que reúna una cantidad
de hechos y los exprese de unj msriera más general. Tendría mucho interés
en promover ese Üpo de teoría y me considero a m í itUsmu coniD un teóri­
co” Ipág. £8). En realidad, Skiiirtoi ac pivoeupú en destacar m ínteiéi por la
teoría, subtituiondD tmo de sus libros (19&9) A rhearstÍLnl aitnfysis y deta­
llando en su piúlogu la gran cantidad de artículos teárkos qüc ha escrito. Es
liesgosD generalizar en dermuía con Sbitmer, coma lo es con un TíEchener o
Un Thomdlke,' o con cualquier otra gran figura en U hi£toiia de la paKolcgfa.
R an los hnUantes pensadores asumen posicinnes tan extremas cumo las
que les atribuyen loe tríriuc» poco prudenles.
Un argimdn punto TTirtodcririgico importante ha tlJu la insistencia de SJd-
nncf en un análisia eompieto de )a conducta de un oiganismo singular, y su re­
ticencia a utiÜEaf grupoti grandes de sujetos. Con excesiva frecuencia, dice, ae
han utdizadiú grteides canridades de si^ctos pam cubrir fallas en los contro­
les experímenColes; cdr contiukj adecuados, es suñciente un solo sujeto, a
un námcTo muy pequeáo de sujetos. El empico de gmides gmpgs. sostiene,
cmnbién conduce indirectamciite a otnu diEculfadcs. Cuando se usa un grupo
r
S'aríedsilei lie la lec/rie £-ií 33¡

grande, el experimentador tiende, poí lo general, a aleiuder luadarnentál o


exdiisivainieiite a ciertas propledadea estadísticas del grupo en lufioi d t Con-
oentratte en las conductas de los indrviiluos quc lo integran. En conaeeiKn-
cis^ es probable que se pierdan las vaiiaiciaiiüs indlviduáles, y que lai tiiicdiilafi
ejtadíiticaa no desciibait las característtcai de traaíquie™ de It» indmduDs
dentro del snipo (Sídman, 1960). Skinner no cree probable que estos expe-
rínientús conduzcan a una ckiicia en la Cual act posible la piedLcción y el
oortTol de la mnducta de luí urganiinios individuales. Por otra paite, cuan­
do lie rtcogcíi enCMTneE cantidades de datos de un solo animal en condíciioncs
riguroiojitente cantnolaidjifl, los lesultodoa se pueden repetir daramente con
otrod individúes. No habrá neciesidad de técnicai eatadíaüeas. Sldimer iUrma
que hasta donde él sabe, ninguno d t sus dissípulos “ disertó un experimento"
alguna vez (Evans, 1968, pág. 89).
En leicer lijgiu:, Sklnner ha objetado parUiCuLiiitneiite la especidaciún rtgio
lógjca disfrazarla da teoría. Se opone a lo que coasidera una flrídogizadón
ext^sira y fÜtll-; ctrafido los datos fisiológicos ofrezcan más pruitoe contrslos
$obn los cuales pueda jijearse la observaejón conúuctal, sntonces deberá
permltúseles influir en la psicología; pero no antes. Esta actitud nfiidolúgista
generalizada ha iidu compartida por Spence, y ambos contribuye ron a La lla­
mada eta del giganismo vecío, en el pensamiento paiCDlúgiCD reciente. Inclu­
so en este tema es fácil dramatizar en demaiía li actitud de Skiiuier. Su opo­
sición si evMSD de HaDlopznciíin parece ser, en gran parte, uiu cuestión de
aiitodiscipJiüa, Sertaia al respecto (Evans, 1968): “ Nunca he dicho nada coii-
tra el eatudio de la lisiolüKfa y pienso que he hecho todo Jo posible para faci-
Utailo. clarificando los problemafl de los que ee ocupa el firiélogD. Al mismo
tiempo, no quiero pedir ^ o y o prestado a la fifioloEÍB cuando nti foirmiU-
ción fracasa" (pag. 22'),
Una cuarta caracterfiliea mslodolúgica ñmdameiital « la insíiíenclB tle
Stinner en la conducta operante, con pnslierencia a Ja respondiente. Stirncr
distinguió desde uft comienzo entre las lespuestsj praduoldas diicctamcDte
ante la estimulación {como Iw respuestas condidoaudas dásicís de Pivlov)
y Lu emitidas por e) organismo sn aoseircia de cuslquiei estíinulKiáa exter­
na aparente (las operantes). El etifmula que provoca !a operante es desconc^
cido I a operante líbrt ci una opeiame cuya emisión no impide dliectamen-
te las emiíipinea ¡uoefivas de la miaña reiqrucsla; su estudio h* sido especlal-
iiiente: farorecido por los akinnedHnüS.. Loe mejoras ejemplos de la opcraitle
libra son La pTesión de una baim que lace urtu rata, y el picoteo de uoi liive
por paite de una palcaiia. Ambo* son animales de usa comúii en las c^as de
Stmnei- Estas están aiilsdas del mido; Ta temperilurn y li DuminaCiófi se con­
trolan de una manera estricta. Loa datos obtenidos bajo estas ccsndicioíiH m n-
troladas tienden a ser mia miiToniKZ que los usuales. P ar lo general, Skííntei
ha iiiilíTaitn ctunci variabk depeodicittE Li tsía de em isón de una respuesta,
la raspuesta es simple y por lo tanto s u medtcján es le latí vanen te icDcdlla.
Para registrar lo* datos, se ba ntttizu'do un regiitrsdo/ acumulilivo que produ­
ce directamente una curva BCvmuUtiva de írKuendaa de laa lespnestaa, eti
lugar de La típica curva dcl ajiieudizaie.
3S2 Siftemat y teorías pskotógicos eanfemporóneot

El o p c iu te libre como o b je^ ^ estudio, el uio de It tssa como d^t<^ pñ-


mark>, y el re ^ tre d o r acumulativo cocnu instiumento, consdtuyeo según
Skmner ana combinadóo única para coatiibuir al progreso. La tasa le con­
vierte en una medida sígaificativa sólo cuando se estudian los operantes Ubres,
y el registrador acumulativo muestra las cancterfsticas de la tasa durante un
largo peKodo. El experimentador puede ver qué ocune con la tasa tan pron­
to como ello ocurre, y puede modiíicar los procedimientos si tal cosa le pa­
rece apropiada. Skinjior (1966, pág. 16) seAala cuín importante fue para la
química utílszar el peso atómico como una medida pam poder ordenar el caoi
«o ere campo de estudio. Considera que la utxUzaüuóo d t It tata «osno una
medida puede tener efectos simUares en la psicología.

Contribuciones fimdamentaíes

Mddeamiento. Uno de loa intereses pennanentes de Skinncr fue el entiena-


ndento de los organismos. Casi a comienzos de su carrera, desanoOó la téc­
nica de entrenamiento denosniitada maldeamiento. El moldereniento depeo-
<to la presentación de recompensas il sujeto que esté siendo entrenado -sea
humano o animal- las que a su vez, dependen de una serie graduada de res­
puestas que re van aproximando a la respuesta deseada. Si, por ejemplo, de-
reamos enseftar a una rata a trepar una escalera, en un primer momento se
podré reforzar al animal simplemente poniéndolo delante de la escalera; des­
pués, se le exiglri que se aproxime a ésta; luego, que la toque, que suba y ñ-
nabnente que la trepe, dándole en cada caso una reccatipensa. Dos de los pri­
meros colaboradores de Sldnner, Kelkr y Maxian Breiand, pariiciparaa en el
desarrollo de las técnicas de moldeamienio (Sldnner, 1977). Trabqtron Jun­
to con él en lo qtse posteriormente re deoominarfa **Pfoyecto paloma**, bajo
b i auipieioi del g tn ei^ MQb en MinneapoTis. BttabaO bastante adelMtados
en el pragnona de enreñar a laé palomas t guiar una bomba hacia el blanco
cuando e) destrroQo de las aimas atómicas terminó la guerra y ^im tnó U ur­
gencia de esta InvestigacióD. Cuando se levantó el secreto que rodeaba al pro­
yecto, SUnoer (1960) escribió un fascinante relato sobre él.
Una de l u mudias aplicaciones de l u técnicas de mddeamiento se da en el
entrenamiento de animales para exhibiciones. El propio matiimooio Breiand
dejó el campo académico para convertirse en pionero del uso de las técnicas
operantes con esta finaUdid (Breiand y Breiand, 19S1. 1961). Las técnicas de
Skbmer re apbctn en U actualidad virtualmente en todos k n zoológicos y es-
pect^nilos con animales marinos, al tnenos en Estados Unidos.

Conducta tupersticiosa. Skinner descubrió que no ei necesario tecompenrer


a loa animales por determinadas ret^uestas a ñn de desarrollar conductas me-
tódicaa. Advirtió que las palomre hambrientas dcsanollabin conductas repe-
titxvas simpleineDte cuando re les daba comida a intervalos regulares, sm to­
mar en cuenta lo que hacían. Skinner Dssnó siqKnticiosas a estas conductas
(194Sa), debido a su aparente semejanza con ciertu co n d u cu i Kumanre, como
Uevar una pata de cunejo, por ejemplo. Cuando la adntioistrBCión de la reeom-
Varkümiu d t i§ teoría £-Ji 3SS

p e n a no depende de que el orgooiimo presione una barra, picotee una llave o


realice alguna otra conducta determinada, el programa se denomina no con-
tingente (o incontingentey En tal situackb f e ra lm e n te se üjari alguna íes-
puesta c o ra n te , precisamente alguna que preceda a uno de loa primeros re-
fueizoi (k la sesión, y piedominaré en el lepcrtoiio conductal del animal du>
ranre el periodo experimental. Esto ocurre porque uno o dos lefueraoi tem­
pranos aumentan la tasa de emisiÓD de la respuesta particular, haciendo así
cada vez más probable su ocurrencia inmediatamente previa a loü refuerzos si­
guientes. La respuesta partkular reforzada, como pos qem plo «letev. tiguii
el cuello, levantar oua pata, etc., varía de un animal a otro, £ s probable que el
rcMjltado de este procedimiento dependa de la interacción entre el repertorio
mida] del animal en la situación y el programa eiq>ecial de administración de
refuerzos. Heimsteai (1966) informa sobre un estudio en el cual primero ae
ensefla al animal una respuesta en un programa de intervalos ftjos y luego se
lo pasa a un programa no contingente; eíte procedimiento ofrece a los expe­
rimentadores el control del repertorio del animal, al menos en el sentido de
permitirles espedfícar cuál será la respuesta de mayor frecuencia cuando se
inicte la condición no contingente. En esta» condiciones Hermstetoi determi­
nó que la respuesta de alta frecuencia se mantuvo a una tasa muy por encima
de! nivel operante durante el transcurso de muchas sesiones. Sin e m b a ^ ,
este resultado depende probablemente de la relación entre las condldanes coa-
tíngentes y las no conlingemes, ya que Edwards, West y Jackson (1968) halla­
ron que la tasa de r e v e s t í s cafa con bastante rapidez cuando se instituían
condiciones no contingentes.
KÜIeen (1978) demostró que las palomas son capaces de distinguir entre ios
refberzos administrados sobre una base no contingente y aquello* administra­
dos v Ajtc una bate contingente. Piesumiblemeote. la modificación de conduc­
ta que re produjese el pasar de un tipo de programa al otro dependería del valor
de! cambio. Es decir, una recuesta que demande mucho etfuerzo podría ex-
pcrimemtr una decUnacíóo más rápida que una que no lo demande, cuando se
instituyen coodkdooes no contingentes.
Staddon y Simcelhag (1971) publicaron un trabajo en eJ que se demuestra
que el estudio cuidadoso de tas conductas supersticiosas puede resultar suma­
mente instniL'tivo Estudiaron las ocurrencias de varias conductas en una si­
tuación de refueoo no contíngeote. Hallaron, entre otras cosat, que se produ­
cían secuencias de conductas nwy caracier^tkas. Las partes componentes de
estas secuencias jamás re producían ‘*fuera de posición**. Su (rabqo tiende
a destacar los aspectos estimulantes del reforzador, ya que repefidamente ocu­
rrían conductas '^rovisoriis'*, aunque no en estrecha proximidad i la admi­
nistración del refuerzo.
Programas de refuerzo. No existe una diferencia absoluta entre la situación
no contingente y la contingente. Skinner ha obeervado que la conexión entre
la respuesta y el refuerzo en la mayor parte del trabajo operante es simpkctvetv-
t t una relación temporal; como él dke (19Ó6); “ La respuesta produce comida
sóio en el sentido de que la comida la s ^ e : una versión humana de la causa-
3S4 Sitíema$ y teorías psicológicoe contemporineot

ltdad” (pig. 14). Se da cuenta también de que las conductas supeisüciosas sur*
gen de relaciones respuestaKeHierzo no especificfldas por el experimentador, y
ha generalizado esta concepcidn a las condiciones contingentes (1966): “Es ca­
racterístico de la mayoria de las cooüngencias la falta de un control preciso;
en cualquier caso, sólo son eficaces en combinación con la conducta que el or­
ganismo trae al experimento" (págs. 20-21).
En consecuencia, el interés de Skinner por Is conducta supeistícioaa está re­
lacionado de manera bastante directa con su trabqo anterior y permanente so­
bre el problema de la programación de los refuerzos en el condidonainientu
operante. $u énfasis primitivo sobre el refuerzo (1938) culminó en el exhaus­
tivo Scfwduies o f rtínforcement (Ferster y Skinner. 1957). Trabajó primero con
la rata en la caja de Skinner, posteriormente con la paloma en una cámara simi­
lar y por último con sujetos humanos. El empico de niños como sujetos, en es­
tudios del condicionamicoto operante que abarcan varios programas de refuer­
zos, se ha convertido en un rasgo muy importante de la iuvesügación cunductal,
en la que participan pricólogps con una muy amplia gama de adhesión a los
principios alunne nanos.
Se puede citar una buena cantidad de ejemplos de situaciones de la vida dia­
ria p a n ejempUncar la eñcscia del lefueno intermitente en e) control de la con­
ducta. Uno de los más adecuados es el coitrol de la conchicia ejercido por el
premio ocasional de las máquinas cngamoneüas o por otros dispositivos de jue­
go. El examen de otras situaciones indica que es característico programar el re­
fuerzo de manera intermitente y no continua, como por lo general se lo ha pro­
gramado en los experimentos de aprendizaje. Asf, la crniducta del nifio produce
probación en el padre, pero no de manera invariable; el estudiante tiene éxito
en los exámenes, pero también fracasa o se equivoca en detenuinadus temas; y
el pescador típico vuelve a su casa con las manos vacias la mayor paite de
las veces.
En las investigaciones de laboratorio sobre los electos de los diferentes pro­
gramas de refUerao, se han empteado cuatro tipos principales. Son el de Inter­
valos fífos (IF), en el que se rehierza la primera respuesta producida después
de cierto período el de intervalos variables (IV). en el que se refuerza la
primera respuesta producida después de cierto período variable; el de razón
fíi'o (RF), en el que se refuerza la primera req>uesta producida después de cier­
to número de respuestas, y el de razón variable (RV), en el que se refuerza
la primera respuesta producida después de cierta cantidad variable de respues­
tas. Los dos programas variables (IV y RV), y el programa de razón fija (RF),
comparten la característica de producir tasas de respuesta altos y fumea. El
programa de IF produce idealmente curvas de desempeño acumulativo más
cfclicas, con característicos estallidos de respuest» que preceden inmediata­
mente al momento usual del refuerzo, con pautas o tasas áo respuestas muy
bajas inmediatamente después d d refuerzo. Esta pauta de respuesta confie-
r e a la curva acumulativa su aspecto "festoneado".
Schoenfeld, Cumming y Hearst (1968) han sugerido un esquema de clasi­
ficación para los programas de refuerzo basado en variables estrictamente tem­
porales; las propiedadea críticas de los programas abordados eran la duración
Vanedades de te teorie E-R 535

de) período durante e) cual se disponía de refuerzo y e) total de la "duración


dei ciclo", que incluía tanto el período de no disponibilidad como el de dis­
ponibilidad. Si el animal respondía durante el período de (fisponibilidad, le
administraba el reAieizo; durante el resto del período, la respuesta no pro­
ducía resultados. Hallaron un inciemento geneiai cu la tasa de respuestas cuan­
do se aumentaba, durante un ciclo fijo de tiempo, el tíerapo de la disponibili­
dad para e) refuerzo. A la inversa, las tasas tendían a disoiinuá cuando disni-
nuía el tiempo de disponibilidad para el refuerzo.
Este trabajo y el propio pensamiento de Skinner parecían apuntar hacia
una descripción de las conLingencias expresadas en términos más básicos que
los empleados corrientemente. El deacríbir un programa como de "intervalos
tljoa de quince segundos" deja fuera propiedades críticas de la relacióo entre
la administración del refuerzo y la contacta del organismo. Fomenta asimis-
mo una distinción entre tal programa y un programa de razón fija de 25 res­
puestas, aea esta distinción íinporiaute o no eu uu determinado cootextu. Por
último, es probable que las simÜKudes <pie puedan existir entre los programas
de refuerzo intermitentes y la Bbre administración de comida sobre una base
no contingente tiendan a hacerse menos evidentes. Una descripción general,
basada en las propiedades más básicas de los diferentes programas en su rela­
ción con las reiqruestas del organismo, debería posibilitar la descripción de to­
dos los tipos de programas en un único marco ^ referencia que abarcará tam­
bién una descripción de los programas no contingentes.
La descripción completa de un programa de refuerzos requeriría la especi­
ficación precisa de la ñinción de los términos que relaciona el tipo mictomO'
lar de dr^rípción de la respuesta de Logan con los parimclros de los refuer­
zos. Para cada respuesta de interés debería e ^ c i f k a n e la cantidad, probabi­
lidad y demora del refuerzo. La elaboración de los detalles de un marco de
leferencia tan descr^tivo para los programas exige un tremendo esfuerzo,
pero que finatmente puede ser necesario. Los programas de uso corriente cons­
tituyen, a pesar de su gran cantidad y su ccmaderable complejidad, sólo una
ínfima proporción de los programas que le podrían generar dentro de este
marco de referencia.
Conducta verbal Otro de los intereses de Skinner ha sido el peosamiemo lás-
temático sobre la conducta verba). Su conceptualización de importantes pro­
blemas conductaks del lenguaje humano ha ejercido influencia en este campo.
Este interés culminó con la publicación de un libro fundamental. Verbal baha-
vior (1957). Según la interpretacióo de Skinner. el lengua^ como conducta ver­
bal es básicamente similar al resto de la conducta, y ae lo puede comprender
mejor cuando se lo enfoca dentro de este marco de referencia conceptual general.
Skinner caracteriza la conducta verbal como una conducta cuyo refuerzo
» mediatiza por otro organiamo que ha sido específicamente condicionado
para mediatizar estos refuerzos. Lai operantes verbales, como otras operantes,
se reconocen a causa de una relacióo eco una condición aocecedenle, típica-
raenie un estímulo ccocrolanre. Un ejemplo de reiKión fúncional entre una
varióte antecedente y una respuesta verbal sería el escribir la palabra "sflla"
como respuesta ál o t^ to eo que uno ae aieata. Skiimcr denomina tacíOi a es-
SUtfTtm y itarüu psicoiógkos comtempcránMt

US respueiUs, porque su variable controlante es el contacto con un clqeto


o acontecimiento, o con una propiedad de un obieto o acontecbnieHto. Si
una penona dice **ca/i^** porque está privada de caa sustancia, esa persona -pa­
ra Skinner— esU emitiendo un mando a causa de su demanda dcl refuerzo
adecuado. Skinner cree que el curso apropiado de la investigación dei lenguaje
abarca sólo «1 anilisis funcional de la relación entre los antecedentes y la con­
duela verbal. bl organismo no efectúa ninguna contribución real a la conduc­
ta verbal, abio que se lo considera más bien como un iocus a través del cual ac­
túan la» variables.
Aunque el análisis de Skinner ha recibido criticas severas -co m o ya vere­
mos . no hay dudas de la influencia que ha ejercido. La ruptura de Skinner
con las expiraciones convencionales piecedió los diversos intentos -corona-
áoi todos pe»' el éx ito - de enseñar los ludimentos del lenguaje humano a los
chimpancés, e indudablemente fue en pane responsable de ellos. Nos refe­
riremos a estos esfuerzos m is adelante, por cuanto no son parte del propio
trabajo de Skinner.

Tecnología conductai. En su utópico Walden N. publicado en 1948. Skinner


porte de manifiesto iíu interés en aplicar la tecnología conduclal en procura
de un m^oramiento de la sociedad. Mucho después, en Beyond freedom and
(fígnity (1971). desafió a nuestra sociedad a hacer algo por sí m isna emplean­
do las técnicas conductaks descubiertas poi él y otros. Sin duda, Skinner es­
taba actuando provocativamente cuando sugirió que la libertad y ia dignidad,
dos de tas prindpales "vacas sagradas" de Estados Unidos, constituyen un
obstáculo en el progreso hacia un mundo mejor. Nos ieser>‘aremos nuestra opí-
nióD Coa respecto a si el mejor lugar para esas vacas es la calle o la mesa. Sin
embargo, sí creemos que Skhmer concitó la atención de loda la nación, pues
su libro figuró en la Ikia de los de mejor venta y provocó la airada réplica de
un personaje tan encumbrado como el entonces vicepreadente de la nación,
Spiro Agnew (Goodall. 1972). No hemos advertido ninguna prisa por aplicar
las ideas de Skinner en este coso.
Muchas otras ideas han sido tomadas con más seriedad. Pot qem plo, ge*
o er^ se atribuye a Slünner e) mérito de haber despertado el interés por el apren-
di2í ^ programado, mérito que tal vez sea suyo. Convendría tomar en cuenta
lo siguiente, citado en Boring y Uodzey (19ó7):

En una abertura del pequefio iq>arato se veía una pregunta coa cua­
tro respuestas opcionales; los estudiantes tenían que presionar la te­
cla cone2g7uadiBnle a la respuesta que cocsiderabau conecta. Si lo
e n , p arecía la siguiente pregunta, pero ai no lo era, tenían que vol­
ver a Intentarlo hasta encontrar la respuesta correcta, mientras un
contador llevaba un registro acumulativo de sus intentos. Además,
(dos rasgo* que desde entonces ningún aparato ha tenido) ai se le­
vantaba una palanca, el aparato se transformaba en una máquina
examinadora capaz de evakiai y reconpentar poc sí misma, no hn-
porta cuál teda fuera presionada, aparecía U siguiente pregunta, pero
Vertedadet de la teoría S R 337

el contador sólo contabíliziba laa respuestas conectas; Umbkn. cuan­


do se alcanzaba un punto prefijado en un cuadrante indicador de re­
compensas. aparecía automáticamente un cariuiielo.. . (pig. 322).

Esta ciU no pertenece a la atilobiografía de .Skinner sino a la de Pressey.


y la máquina descripta Are exhibida en 1925. Sin embargo, las máquinas pa­
ra enseñar no x hicieran populares sino hasta mucho más tarde. Es intere-
siuile preguntar por qué. Las máquinas en sí han sufrido cambios, pero algu­
nas de las de mayor éxito son muy sencillas, no mucho más complejas que la
máquina de Presaey, muy anterior a éstas. Los partidarios modernos del ^ren -
dizaje programado ínsiSTirían probablemente en que los materiales están aho­
ra mejor organizados y en que gran parte del éxito actual del aprendizaje pro-
j u g a d o se debe a las caiacterísticas técnicas de esta o r^ iz e c ió n .
No obstante, resulta interesante contemplar la posibilidad de que Skinner
haya tenido éxito e a populam u este enfoque del aprendizaje, aun cuando
Pressey fracasó treinta años ante^, por haber tenida mejores razones pata creer
que la técnica debía dar resultado. Lo que es más, Skinner contaba con uu gru­
po entusiasta y unido de seguidores, lo que no había ocurrido con Presaey.
Loa principios del condicionamiento operante estaban funcionando en el con­
trol de la conducta animal, y los esfuerzos concurrentes indicaban que darían
resultado en el Control de la conducta humana. En ccnsecuencia. se estaba de­
sarrollando un Zeitgeüt dentro del cual et aprendizaje programado podría pros­
perar Frobablentcute e! sino de Pressey había sido estar, en 1925, un tanto
adelantado para su época.
Iguales consideiaciones se aplican al p;^>el de Skinner en el desarrollo del mo­
vimiento de modificación de la conducta. Kalidi (1977) es uno de los que han
señalado que la mayoría de los conceptos dominantes de la modificación de la
conducta fueron desanuUados por Thorndlke.PavIov o J. B. Watson. Sin emba^
go, el uso de las técnicas de modiikación de la conducta siguió siendo infre­
cuente y no existió un ‘Movimiento** antes de que Skinner estuviese allí para
liderarlo- En la actuabdad los libros sobre el tema suinan una legirm. y son in­
contables los estudios. Ullman y Krasner (1965) suministraron uriQ de los pri-
trietot en los que se informa sobre una multitud de casos en los que
se utiHzaroa técnicas operantes pare modificar las conductas de pacientes que
comprendían desde nffioa perturbados hasta adultos paicótícos. Skinner ha
participado en este desarrollo y lo ha nutrido desde un principio; ski embargo,
su papel realmente crítico ha sido el de proporcionafte justificack^ intelectual.

Criticas a Skinner

Positivbmo. El positivismo de Skinner ic\’ita al ataque. Loa críticos han soste­


nido que Skinner se engaña tí cree que la teoría no tréne valor. La reoría ex
inevitable. Cada experimento, cada ohaerredón. e&ián de alguna manera pla­
neados. se basan en intuiciones o Ideas; por lo lanío, dicen los críticos, es me­
jor traer los presupuestos a la luz y formalizarlos. De esta manera podrán aer
reconocidos y evaluados críticamente, en lugar de permanecer ocultos. Ade­
más, en las ciencias más antiguas la teoría formal ha permitido una generalidad
S33 Sifterfi^í y teofííS pUcoíógicas caa fe m p e ió ru ^

q^u« la Soilu ieCoIi9(fclári de hechor preconizada, por SkinriSr tlD podri alcranzar
nunca.
M¿B aun, 3e lia cuestionado tarrih^n la cfirana del Cnlbqije aleóiicu. Se tía
usado el libro Schedules o / rsínfortcement (1^57) comn ejernpio de los pcli-
MIOS de un enfaque demastado Inductivo y poajtivisla. Allí se resumen aproxi-
madámente 70.CKX] honfl de conducta de paJoinas individuales —registradas
de modo cgntinun-, tiempo durante d cual las pal cenas ernLtleron aproxima-
damenfe 2H0 millones de respuestai. Estos datos se presentir en un total de
931 cuadros distintos, con una ausencia casi total de inteipretacionea n íncJiiso
rcsijineiici, Este prucedimientio annoiiiza bien con la Idea de Slcinncr il^59ai
respecta de que s; debería poner al ckntíñcc en contacto dlrecig con 1(3$ da­
tos, pera no cuncuerda tan bien con el tempe raniento djcntífjco de aquellos
para quienes el Interes Inmediato radica en los principios generales.
Stinner tiene varias ríplicas a mano. Bu primer lugar nn es gnlLfcdriCiOj
está contra cierLos tipos de teoriosH aquellas que son pneinaTUraa o la& que
únkamente se pmpunen hacer innecesaria' el trabajo empírico o la cxpUcaclAu
germina. Cree de verdad que las teorías pueden conducir a Los investigado res i
esfuerzos estériles para con fumarlas o rfbflürlaa, ctiondo sena mejor que se de­
dicaran a la cxploiaciáh de situaciones empíricas In te re ^ te s. Leu leorfas de­
berían ser inductivas ante todo, y no basane en conjetura!; I ^ ^ a s . Las teorías
[JeftpnLUT Set el producto Ünal de una empresa efentifica, pero Itabria que pro­
ponerlas sólo cuando se dispone de datos peim apoyarlas. En begundo lugar,
Skinner InsisilTÍa probablemente en la necesidad de mantener súlo im míni
mu de presupuestos. La especulación prematura, aimqiic no sea errónea nn sir­
ve para otra cosa que no sea despcnlicisu el tiempo, fin el peor de Itjs casos,
llevará a errores, baid perdei tiempu —directa c indirectamente— y cousíltiii-
r£ una fUCOtc dc disputas y dificultades personales.
feri/hrisliífno. Este tipo de argirmento contra Skjnrer liemc dos lacetas princi­
pales^ Una incluye SUS IncJlnacionea afistcdogktsa, esto es en gran parce cues­
tión de guato. Si alguien prefiere no pensar en lénEÜnos (isjulúgiccR;, cierta-
menle está en Su dEiíutio. La otra implica su rethaxo a ioi procesos intervi-
nientcs de tipo psicológico (como ta fuerza del hábito g la inbibiclófi de KulI,
la niotivación iacegdva de Spence. EScétera). Tambiía aquí se Irala de una cues-
tión de piu ferenda persuiral; la$ difiicultades Auigen cuando uno üe Los dos
biuidoi kitcnta imponer au punuo de vista al otro,
Y j bemus observado al expresar los arguLneri.tus deJ piupiu Skimici que no
L'Slá en contra de una verdadera pslcúlügíu fiuológjica. Sólo ac opone a la prác-
bCA de tefugiane en la termjhokhgía fifiiolúgíca cuando fracaann la$ explicacio­
nes conductales. Skinner desfllienta el einpleu de meras expiesionei vetbfliej,
ücan fisiotólñcaE, mentallstas o cualesquiera-ntras.
En alguitos casos, Shimter o sus stguiilores pueden haberse excedido en su
cntuH a^D por purificar el Icngu-eje pskológjkiCi eELtiinaiidu exprusionei: como
£7?j:3e»cjn, motii'acióft y percepción. Es probable que estos términos, de los que
tanto le abusa, a pesar de variar mucho eonscrvcii todavía un núcleo de
ulficado útil. De ter así. los críticos tendrían razón cuan da sostienen que v
desajídargn ciertos problemas a causa de una rndstencia pnsitis'lsta en la piiFc-
VáHeduPis dt ta ttotie E-R 339

ZM del lenguaje. Se podría Tcspondcr diciendo que los problemas de la natura­


leza insisten «n qu« nnalmente se les pieste atención. Mientraa tanta, sobran
lo* problemaí sugeridos por conceptos que poseen un Rignificoílo demoiUfado.
¿El crítico dedicará su tieinpg más bien a cueitiones cuyo significado esté más
allá de toda duda o ac ücdicurá a problemas sin lui signifteado claro?
Emrapolacián excesiva. Skinner ha ido con frecuencia más allá da 4ui datos,
tal coino ocurre con sut propuestas sobre los problemas humanos comple-
itjs conlenidas eo Science ojid ^ m o n behm>icfr fl953). Er este tema parece
algo TulnETable. Todo el capliitu de su mtíodologia parece girar en tamo de la
nucióTi de Iferrarse a los hedios ya observados. Sin embargo, sus gancrallza-
ciones con raspéelo a Is conducta humana Jlegan clarsmeni¡e mucho m is alia
de las nbaervacionE3 del lahoralorio.
Cüok (1963J tía criticado a los skinnerianqs por hacer una aplicaLibn de-
maaiado literal de las técnicas ^ropiodaji para la cámara de cundiciunariticn-
to operante al Bpicndiztqe programado. Por una parte, sobran las pruebas pa­
ra demoatraT que los seres humanos no neccailan dar una respuesta manifies­
ta para aprender, y en realidad a menudo lo hacen mejor cuando no le tequíe­
le una respuesta de e$te tipo Cllillix y Marx, 1960; Rúsenbaum y HetviU, 196Ó;
Rmienbajui y Sebutz, 1967), .además, cíhi fiecncucla se desempeñan tan bien
Cuando se les dice andcipadamenle cuál ss la respuesta corree La (respuesta
“ soplada'’J cennD cuando se les adminisua el íefucrw después de dar la res­
puesta eortecta. Estos dos enotes en la. aplkaciiÉn de las técnicas operantes a
¡os seres humanos son ejemplos específicos úc la crítica ^ n eta l a la extrapo­
lación prematura.
La más corioclda de las. críticas contra las extrapolaciones de Sldnncr cs la
de Chomsky (1959), En su famosa icwrña de 32 piginai sobrt rc ria í defu-
vior, Chüoisky análiza con sumo cuidudD k formuladón de Skinner y Ja criti­
ca con gran efBCtividad. Dedica mucha atenciófi a tos létTidnds í?jfíítíy/í5, n?t
puesiü y refijerso, ya que ístos son los términos críticos en el iafrjrme de Sld-
nner sobre la conducta verbal.. El uso de eaios términos provoca serioo pro­
blemas cuando se lo* emplea cd el niiálisls de la. conducta verbal. ApuniaremoE
aquí algunas de las dificultades que sa presentan con al uso de re/i/etzo.
Chomsky cshaerva que, eo los cxperimfiiilüfi donde !C preáont una barra,
d lefoízador es u r crtfmiilo identificahlB y, por lo tonto, los enunciadas so-
bie el lufuerzo tienen lid leleicntc: pleno de significado, que a su vez tom i stg-
niflculivo d empku del concepto de refuerzo er la ciplicacinn de la conduc­
ta, Chonsky soitienCi ain embargo, que extenderlo a la explicación de b con­
ducta verbal no se justiGca para nada. En ^ o y o de su argumento, cita una
cantidad de ejemplo*, proveniente* lodos de Slfirai&r, donde eí refue/zo no
se mladona con un earímulu idcntificabld SJeinner emplea con frecuencia el
autorcefuerzo auiainútícú (¡no idenLiCcaiile como un estímulo!) camo oxpU-
tacióo de por q j í sc tnoiiténe ta conducta verbal. Se apeln tonihíén a los ib -
fuecEos futuros, cono cuind-a Se dice que Un eaciitor le lefuerza debido aJ
efeclo qiK tendrá íu obra sobre Irs gprerocifines hituras. Lhomsky afirma
respecto de eie uso (]959): "En icalidad. se einpkía el círíiiiiio de un modo
tal que la uUrntHCtóii de que el refuerzo ea necesario para cE aprcnilizajc y ta
$40 Síilenms y itarioi piíeolitgiixa toniefnfii/ráneoí

díspoaíbflidsd continuada de Ja condiicta carece iguaknente <te oontcnldo"


^ á g . 37}.
La KEeaa de Gicunsky lecuerda la realizjuja por Koch sobic el tiabajo de
HilD. Ambas son exttemedanientie coinpiejas, cuidadioaas y acahada^.Xas dos
atacan temas c ^ c íQ o o s con gran fuerza y ezaotitud. Sin «nburgu, desde un
ptinln de vista am bu icscftaa non iajuatas. La razón es que tanto líuU coma
SkinncT estaban siendo pro£jramitküs. Sinfuno cieia tener razón «r detsülc^
en realidad, la inienicjón explfcíta dfi HulJ era'etetr lüpótesis cuya inexactitud
pudiese ser probada por los demás. Sin embargo, Chnmsky probabJ emente res­
pondería que IcHi defectos en detalle de la expJícaciiÚD de Skütner sqd tan gr&n-
dot qiic todo el programa pierde su sentido. En la actualidad puioce haber mu-
cho mds uiterfa en seguir ol programa de Chonrisky que el de SlcJúner,
Md obslante, el trabajo de Sldnner en mete tía de conduela verbal es bas­
tióte defendible. Bem y Bem aunque no lie muestran muy impresiona­
dos con el puDto de vista de Sklnoer, Imllcsn In ditecdón que podrís tomar su
defensa. Al comparzr Verbal be/tavíar de Skinner con Bíologiail fottn£la(iM¡
de Leimeberg (1967), dloen: '*Ambas obras, « i suma, constituyen aiguínenticn
plauilbles para deteiminados enfoques de le conducta verbal*' 497). 5ki-
otter estableció con claridad que ásta eia la manjera sn la que v e ^ su anállais
de la conducta verbal, y podfe extender fácilmente este argumento a sus otras
extrapolaciunes. Si se lea acepta como meras sugeiencias provenientes de su mar­
co de tefetencie conocptual, piucdon servir, por Jo menos, como un esUmulartCie
ínislectuji]. En qu^ medida se pueden apUcar piiocípioa simpies a situaciDneG y
pTücesDt mmiifiestaiaen le complejos es ya un problema empíiico y no se lo pue­
de prejuzgar sin corter aigdn riesgo.
Sfchtner confía en que el pdadulo de la opinión vatverá a cambiHT ric diree-
clúq y k concederá la victoria:'

Lo que les falta a los psicdliiigUlstas ts una coiiDepción cualqiibra de


un Euiállsís funcianal a diferejicia de un anáJsu estructural de la con­
ducta verbal. , . Se apoyan demasiado en la psicología mcntallsta, y
se van a Usvar Un diafico, pues no eidate tal psicología. Pero, corno di­
je antes, ahora están pofitulando Us ideas innatas, y eso nc sólo esind-
ül, sino hasta cómjjco. Pero eu lealiilad ua tengo prisa, ya dije Jo que
tenia que dacii. Mo «stoy interesado en la m is mífiima en dtBCutii
con eHoa. Cuando tOila su irLaquinaiia m ítica se detenga finnlmente y
quede a un lado, descartada, veicrDos entonces qué es la que bc re­
cuerda dentro de cmcuenta o cien años, cuando toda la verdad quede
al descubierto (M. H, Hall, 1967,pég, 69*70).

MacCoiqiiodale concuerda con SIdiuier. Después de fustigar a Chotnsky


por Id que considera una Inierpretecldn eiTÓnea d d propúsilo de Skínner,
MacCorqnodHle afírmaj

Desufurtunailamente pura sus piupúsitos, Chomaky no comprendió


la diíeiencia existente e n tn al ccnductíamo skimúdano y el watsa-
niano-liiiriaiin, y nis criticas, aunque efíDanea desda el punto de vista
VariÉdaáet b tsoría S-R 341

estilístico, no son aplicables, en m mavoria. a Verba! behm ior.


Simplcmentft estaba equivocadu. Este es mi grOfi libro (1969,pag 841).

A m b k n ía lis r M a .

Con ñecueacia se Tía ínterpreladD que la posiciDii de- Skinner en Tbe beha-
víof a f tjrpHíTJsntJ (1938) ea muy ambientaliata. El liízo giim [ilocapié en la
ubi£u)daid de laa euiiduelas apícndldaa, y paiccía tener tnncKa fe en el poder
de loa procedimientos operunlefl, una fe en graíi parte Juitifieadi por JübIim Jioí ,
Sin embargo, en el cuiao del entrenarnieiito de louchaa especies de animales,
el matrimonit) Bieland eíectnó algunas observatinnes que lo llevó a apar-
lame en cierta medida de loa puntos dft vista sidnnefíflnos sobre el eondíciora-
tniento operan te, Los Brelird observaron (1961) numerosos iqempJua de fin-
puBos en la enseñanza de las cGoductas operantes deseadas. Por ejemplí} (véa­
se Breland y Breland, 1966, pá^. 67-68), tanto a los m apaches como a los cer­
dos, los tilica y oltoa anim^cs les suele resuJtir difícil soltar la ficha que es-
idn aptendienílü a Insertar en un distiibuidur automático de cornída, tal cn-
mo los ieics humaiios insertan tngiiedas en ciertas máquinas. Lo? Breland creían
que las conductaa máa pTimilivus relucioiiadas con la comida se activabar eri los
pdinieTos ensayos y que estas conductas md» priinítivas interferían con la eje­
cución de la respnesti operante. Ifesciibitron este “desífeainientti hacia lo ins­
tintivo'' de la siguiente manera:

El principio general parece ser que cuando un jnirüul tiene fuertes con-
ducLu instinlivas eti el área ds la nspuosts cofldíckniada, después de
un íuneíonainliento comíinuadn el o r g a i r s e desviará hacia la con­
ducta instintiva, vn Jciiiinieiitu de la conducta condicionada, ioclustp
hasta el punto de causar la postergación del nefueino o volveflo impo­
sible (1961, pág 6Í(4>

Los üieland, aunque formados por Sldnnicr en la tradición ambientalista que


ha sido un tango Común de U- pcíipcctiva conductlsta, ocupui ud lugar pro-
mbientí entie los psicólogoE parcialmente regmiiBables del giro Jiacíi el urna-
Herrín, que ¡[lieiaaon los etólogos y que Os evidente en la paicología norteflmeri-
cara actual.
Lockard (1971)lia documentado Ja parte d e is teodencia innatista, que más
se telnciona con la conducra animal, dctáUsjido algunas de Isa ccotTibucíone!
de los Breland y de ctólogoi ctMno Loiwii y TlnberBen. Las conditaiones de
Locloiid ae deducen ffeUmBnfe de siitmBCianEE como lis li.ijuientes:

Hablando desde uir punto efe tiata cjentifioo, lólo se necesitatoi] do*
mfonuaclúnes para introdiicii la condiicta en Ja aíntteia moderria de
la Dikeva b io lo ^it el hecho de que la cmtdíieCa tenga una base gené­
tica, por lo que se puede hcíedai y está, por lo tanto, snjeta s la selec­
ción natural; y el himbo do qiK U oondúcta, o meJoT dich-u. las íon-
ductas ladlvlduáles sdo aifeptativaa, eá decir, guardan una íntima re­
lación con pojinenorei del ambiente de la. qus tesulti alptln tipo de
343 S ifte in u ty latirías fnifutúgicui ttuniirin¡mrii¡ft>!

Tentajn. Se fid üiciuoillrdik) máA aitá de tú da duda la base genéiJca


J t delitos y cientoí de conductas individúalei, y cieuto^ de ea-
su£ Se ha demustradq el üígrificddo adaptudvo de 1a$ conductas, par-
titulares (píg, 171J,

Otro discípulo de Skliuter, R. J. Heimstein (1977a, 1977b) interpretó tam-


ttién que tos josuludos de Jos Brcland contradecían el punto de vista skliuicria-
no. Afortunadanietite para SkiimCT, todavía está aquí para detener lo queHert-
ustein dciiuiaituS la "crecieiile manea de antákirtnHricino” (pág. 59J), y no
hace falta que ennjetnremos cuál sería la réplíoa de SkLrmer a los que critican
su ambientalisino.
Su primera objeriióii estubJeoc que ¡>u imbientatisma extremo no existe.
Sin duda alg|Una, la pusáción ds Sldnner en aJ tema varió Con los arlos, cDina
ocurre, □ deber/a ocunlr, con cualquier Otra persona. Sin embarco, no se pue-
Je nefiat que Sldnuer publicó liacc varios aftas un articulo baitanít exten­
so (Skinrer, 19fití) dedicado a la filogenia y la ontogenia de la cíuidLiiita, y
allf reconocía utuy ctaranieuic el papel üiipuiianre de la fllasenia en aque­
lla ¿poca. Skinnei se rehúsa, de plana a inclinarse en favor tle urta u otra di-
c^edón (1977); ‘'La filogenia y la ontogenia son livales omlstouis y ringura
gana sififtipft” (pJg. 1UÜ9).
^Skinner señala ejemplos en los que las conductas aprendidas se Imporeii
a Jas ounducluii instintivas, y conduye que “la civíUzaclófL lia prúpureianadii
una cantidad ilimitada de ejemplos de la supicsiún deJ repertorio filogeu^tlco
de !i especie humana par accióii de la conducta Aprendida. En realidad, con
frecuencia la verdadera íuiiciún de una cultura conÚEte cu eitmascanti dones
genéticos" (pág. 1007). Ms evidente que Skinnej n a necesita que Lo defenda-
ittas en este punto, pues es más que capaz de cnidarse sodo.
Dfícuido de tas esiadistKasi
Por lo g^nerAl, ni a SMnniOT ni a sus seguidores leí interesan las pruebas estadísti­
cas, Probablemente Sidjin3íi(l9ú0)esquíen mejor presenta esta actlmd. La meto-
dologia preferida dentro de esta tradición implica la investigación intensa y cuí-
dadosarticntc caatiuUda deun pequeño grupo ik mijitos. Lo que se busca sm re-
lacioneafuncionaiesconflahies, y UccniiabjÜdad 5e«aub1ece demoBlcandc] latnis-
irci relsción funcional en vaiÍDit arpanismos íHiJ/vííiHffic'í, de preferencia bajo una
gran cantidad de condiciones difertates. El enfoque estadístico emplea, de modo
típico, grupos litis gtiuiiics de suietos y exaiiima indines aiimtiíaüvus tlul reniíi-
mien to colee tíre , SJdnner no cree probable que podamos llegar a leyet que jio!
ayuden a prodecii y Cantrolarla conducta del iadlviduD, amenos que examínenlos
j los individuos. La cueatlún es, como todaslos temas jjenerales, díscuUhle, peto
es innegsble que Itrt skirtneiiaiioahaii obiigjidu a sacar alalitz muchas cuestíanea
ímpurtaiitns, peí Ln que ahnra se las puede conaiderai con niayor detenimiento,
AlGLinoa aspectos de la iiKlu JuJogía uperantí son iiicuesíionablernenle útBes,
y !e puede derriO£.tr3r que en algunos temas uoncemirntes a lat. rrleooiica entre
luí funciones tndivtdnalei y' las cókctivuj luB íkitmierlatios estin en lo cotreotú.
Ea probable qiie quiene* abúgin por un enfoque ablertaroente estadística ten-
gU3 rsiñti cuando nfirnian q i t las sklaiierianu-a deben lomar fllEunas [iecliiauÉS
Vnftfdodss d i tu teoría fi-R 343

estadísticas, por ejemplo, cnn lespecto a si la tasa de respuestas se ha estábilj-


zadü y si se ha detnostrínJo de manera coañable que tas manlpuUciüDes expe­
rimentales, han producido un erecto,

Ei papel de HkinnETe n íspsicología itistemálícacontefTipotUniia

El alcance de iss cortribuciünea slsiemáticis de Sfcinner a la psicología expe-


rirrienta] inodcma, aparece muy bien expresado en lu mención adjunta al Pic-
mio a la Contribución Científica Distif3([uida, que le otorgó la AmcriCBn Pey-
chological Aasuc^iation en 195^:

LIn hombre de ciencia imagiiiAlivo y creador, que » cuacteríza por


su gran objelivitlaíl en los probleímaa científicas y por su calidez y ea-
tusúiEino en los contactos peisoosleí. Al elegir corno tema de estudio
la conducta operante simple, ha de&aiiado loa análisis jltenutivos (fe la
conducta. inslsliiCDdo cti que la descripción debía preceder o Iv hipó­
tesis. Mediante el cuntrol cuidadoso de las condfeiones exper imeTi ta­
les, ha producido datos íelativamente librea de vaiiauóu fuituita. A
pesar de su posición rnititcórica, se fe consideriun importante sistema­
tizador y ha desairoDado mía dcscrlpci&n coherente de la conducta,
mejorando en mucho nuealTs cupocLdad paia predecir y controlíJ ia
conducta de los orguíiianofl. desde la rata hasta el hombre. Pocos psi­
cólogos nortearoeiicaiias han ejercido un impacto tan pnifuüdü sobre
el desarrollo de la paiíreJogi’u y sobre los paicólogcsm^s jóvenei (Artíe-
rican P^iihologtst, 19SKJ.

Asi' como emie 194S y 195U no hubo un grupo de psicólogos más entusias­
tas que los que trabajaban dentro del maico sdatemdtfeo de HuU y Spenoe, en
la actualidad se puede- decir lo siüsíiio de loa skinneiianos. Adcmát del gnpo
lie SkitLiier en líanfard, ha escistido durante años otro muy compiicto prepara­
do por Fted Kflfer y WUliam Schoenfeld en U Universidad de Columbia. Loi
p^Dlogos sklnnerianos, descoriten tos con las restricciones ortodcfnas de las
revistas de la American P^cbdogicál Associatiorr (en particular las tegulado-
nes no esciílaa comcemiMites al tamañu ife las muestras y s las pruebas esta­
dísticas), fundaron en 1958 su propia «vista; J oiutíoí for the Expcrímeatal
o f Behavior. Las t-foijcas skinnerianas se aceptan i:asi uon-ersalmeiitc
para cisrtoi fines, e b d u so las aceptan qiifeDes se opoíten b1 punto de vista
skinnedanu. Jóvenes pskúlisgúfl ansiosos de a^Tidar a hacer del estudio de Ja
conducta una, cienda exacta siguen reimiíndose cu luruo de la bindcra stinne-
riana, con frecuencia para desconcierto -de loa que -sostienen ideas contianai.
La prensa popular estú empezafldo a re-Krtiocer en SJrinnei al m is grande de
los ccMtductijtaa contnnipütdneos (por ejemplo. lÁrt-f, i9íí9) y a conssderai
su punto de vista leóiico cwno un serio oonipetidor del de Fieud. Ha revivi-
tioado y ampliado la paaiEJón EaLrioLiiueiiU: coüducEiata. Como se señala en
luiji reseíu (MacLeod, 1959}: *‘E espíritu ¡fe Watson es indeatiuctible. üm pio
y puriíjeado, lesptia a través de los escritos ife B. F. Sklnner" (pág. 34).
No cioetnos que SLinner eituvicra o debiera estar endesto con es» evaJuBoión.
S44 Stnem gsy leortev pñcoi^icof contemporáneos

LA TEORIA DE LA CONTIGÜÍDAD: EL ASOCIACIONISMO DB GUTHRIE

La carrero de Guátrie

Durante varias décadas. Edwln Guthiie (Í886-Í959) fue el principal exponeote


de \% como principio básico del aprendizaje. A lo largo de un ex*
tenso perfodo, mientras le desarrollaban piimero una, luego utia escuela opo­
nente, Guthrie adhirió resueltamente a un poqticflo número de principios asocia-
cionistas estrictos. Finalmente, esta paciencia rindió sus frutos en la aparición
moderna de modelos estadísticos dd aprendis^je, que se basan en gran parte
en las pautas guthrianas. Sirt e m b a ^ , d propio G uthee contribuyó como
profeta panorámico que como experimentaiisia activo o teórico escrupuloso.
Guthrift permaneció en la Dnsverádad de Washington a lo largo de toda su
carrera aca^m jea (1914 a 1956). No tuvo una preparación fom ul en psicolo-
gfa. sino en fílosof/a y matemáticas. Se doctoró en 1912 en la Uniwraidad de
Pennsylvania, luego de obtener otros títulos en la de Nebraska. Salvo una sola
excepción de importancia (Guthrie y Hurton, 1946), profirió etcríbii y argu*
mentar antes que experimentar. Sus diversos libros, en especial The pxycAo/o-
gy o f kam m g (1935, rev. 1952) y The psychoiogy o f human (1938),
UienoíS de p e n u ^ o s fundamentos anecdóticos para sus principios aso-
dacicaiiitas generales, pero contienen pocos testimonios controlados.
Las doctrinas de Watson influyeron sobre Guthrie, que fue un conductista
cabal, aunque difería de Watson en muchos puntos teóricos. Al parecer, el in­
terés de Guthrie por la psicología sut^ó mientras estudiaba con el fflóaofoE. A.
Singar. Según el mismo Guthrie, su colaboración durante un afio en un libro de
texto con el psicólo^ Stevensem &nith (Smith y Guthrie, 1921) le propordo-
aó una '^pcepasación invaiursbW* en pikedogfs- A lo largo de su carrera conser­
vó su temprano interés por loe problemas de fHoaofia de la dencla; el m is im­
portante de sus últímos trabajos (Guthrie, 1959) demuestra un interés conti­
nuado en las cuestiones metodológicas generales, como la relación entre la ló­
gica. el lenguaje y el progreso científico.

Principioi básicos de Guthrie

üuthrie creía que unos pocos prindptos bisícos bastan para explicar loa he­
chos fundamentales del ap ren d iz^. Su principio m&t famoso se conoce popu-
lamiente ctxno t^remiiza¡e por im ensayo. Guthrie sostenía que las asociacio­
nes E -R , base del aprendizaje, se establecea mediante la cemtiguidad per se en
un único apareamiento de estímulo y respuesta. Ponnuló este principio tem­
pranamente 0 9 3 5 ): **Uoa combinación de estímulos que ha acompaflado a un
movimiento, tendeci % ter tnguida pos e«e morisnvenlo toda vez que se tepita*^
(pág. 26). Un principio conexo (1942) dice: “ Una pauta de csiímiilos alcanza
su plena fuerza asociativa en ocasión de su primer apareamiento con una res­
puesta*' (pág. 30). Una última verdón sbnpliÁcada dice (1959): “ Lo que se es­
tá observando deviene una sefial para lo que se está haciendo" (pág- 186). Este
enunciado refleja su interés por el p ^ l activo del organismo (el viejo pioblc-
Variedades de h leuria E-R 345

ma de la atención). En su escrito ñnal destacó también el prol^ema de la es­


tructuración en los comptejos de estímulos (véase Guthrie, 1959, paga. 186 y
ags.).
Su prim en distinción entre actos y movimientos le permitió mantener tu
principio báúco ó t « p ien d iz^ por un ensayo >' explicar todavía el hecho de
que la modiHcación de la conducto requiere por lo general apareamientos repe­
tidos de la sefial y la respuesta antes de que sea posible predecir confiablemen­
te que la rCH>uesta ocurrirá en presencia de la seña). Según Guthrie. las cone­
xiones badeas se dan entre esu'raulos y movimientos, pero usualmente se miden
los acto* y no los movimientos. Un ejemplo de acto sería efectuar un saque en
una cancha de tenis; todos y cada uno de los movimientos musculares inde-
pefMüentits necesarios servirían como un buen ejemplo de lo que Guthrie quie­
re dar a entender cuando habla de movimiento. Aunque observables en princi­
pio. estus movimientos no se notan con facilidad y por lo general se los pasa por
alto en la formulación teórica. Sin embargo, cualquiera que alguna vez haya reci­
bido una lección de teob sabe que a veces se debe considerar y estudiar cuidado­
samente estos moviménios, sobre todo cuando implican coordinaciones com­
plejas.
Esto tto ^A lfica que loa Tntyrinúentm sean equivalentes a las contracciones
de músculos particulues. En cierto sentido, lo que Guthrie quiere decir con
movimiento es en sí mismo un Upo de resultado couduclal; es un resultado en
función de lo que le está ocurriendo a una parte del organismo, pero no es un
resultado en función del ambiente. No es el nivel más molecular de descrip­
ción el que se podría utilizar. Como Guthrie lo señala (1959): 'Hjna descrip­
ción de la acción de loe músculos individuales implicados seria una conñm óa
irremediable’* (pág. 183).
La s itu a d ^ es similar en lo que se leriere al estimulo, Guthrk consideraba
que un estimulo cimtpiejo es un conjunto de una gran cantidad de componen­
tes del estimulo, en la que no todos los componentes estaban presentes en todas
las ocasiones. £1 resultada neto de esta complejidad de los componentes de es­
tímulo y rctqmesu es que se mquiertu muchas presentaciones del escúnulo
grueso y muchas ocurrencias de U respuesta gruesa (el acto) antes de que se pue­
da encontrar una re^iUridad ia tis f^ o ria en la condacta que se está midiendo.
Esto es asf a causa de que en el proceso de condicionamiento deben incluirse
grandes cantidades de componentes de estímulo y de respuesta. Si pudieran
lograrse réplicas exactas «Je loa extímulns y las respuestas, serían suficientes
las presentaciones únicaa para producir un coadicionamkmo perfecto-
Para Guthrie. el proceso de condicjoaamicntos es éste: los aspectos de la
situacirifi toUd de estímulo presentes en un ensayo determinado x asocian con
un movimiento exitosa, es uno que x a paríe úe la secuencia constitu­
tiva del “ acto" exitoso. El movimiento exitoso causa estímulos producidos por
el movimiento que, junto con los estímulos extemos presentes ene) ambiente,
alterado coono puerfc estarlo debido al movimiento, se asocian con el siguiente
movimiento exitoso. Esta cadena de movimientos vinculados por estímulos
producidos por el movimiento constituye un acto- Cuando el acto se completa,
debe producir la suprerión de lúa eitímuios apropiados para que pueda conser-
346 SíBfeníSi y ttoríai piffletóstft'ca conítmpofánto^

De lo conirario, otíoi moviitiiEnlüS se ASocútrán con los mismos estitimlos.


En un ensayo postEríor en el que estén presentes dlfeieotes aspectos d* la
situadÓD total de est/rnulu, d atjcto » dedicai^ a conductas aleatorias hpasta
que vuelva a lailizar el acto can éxito. I ^ e movímientois que cogstituyan cL acto
en esa ocasión » asisclarin en consecuencia con el c t^ p lq o üs estimules pre-
teníc durante ti scguotlu ensayo. Este proceso asociativn se repetirá en sucesi­
vos enjiayos hasta que los movimientos exitosos se candicionjen a todcjs los
ospectoa de la siruitclóii de estímulo. Cuando k dcan£a_estc punto, el condiciu-
nicnitntu es complelD, y el ju:tu ttcuiTuá sin dificultad, cuaU|u¡eTti sea cJ as-
pectn de la situación d t estimule que estd presente.
Finslm entt, dábe advertirse qtJie Gulhrie pensaba que el Bprend¡7.aje ocuine
mediante la mera contigüidad del eatínutlo y la respuesta. Podría considerarse
que osla es un anfoque cquiracado del proceso de formación de aiíiciacjuiieSt
puesto que es evidente [juc los reforzadurea descmpeiliiD un papel importante
en el aprendizaje. Guthira no iluvo neoesldad de negar que los reforzaduits Súd
eficaces; su reorte simplemente en pilcó esra eEcacia de una manera ingeniosa
y diferente Sa suponía qué el reforzador modificaba le situación de estímulo en
la que $e acababa Je Jarla lespUBSla. Por iu tanto,no se puede desconectar la sf-
tuodón de estínmlo original (leforzador) de U respuesta recién dada y canee-
tarín a Una nueva respuesta; la Lanexióri se preserva así (kbidD a la modificn-
ciófl del estimulo provocada por la presencia del reforzador. Según Guthrie,
el desapiendizaje, -o extinción, es en realidad el aprcTidizaj* dií riíjpuestai di­
ferentes al miSRiú estímulo. En canseouenets, Guchiie puede presentar un
cuadro maravUlosanieníe par^imoaiiosu y coliercntE d d aprendizaje y la
extinción.

Evaiu^cíím de Guthfie

El punto de vista de Guthrie ha recibido apoyo directo en el laboratorio, a tra-


vci de su propia inwstigaciún sobre la estereotipia dé la conducta dé los gatos
en Lr caja de truco (Gutítrie y Horton, 1946)^ y por düá invcsiigaciancs de Vocks
fl94ü. 1954). Cuthire mismo no presenta una teoría sumociente formalizada;
declaró fl9.SÓ) que t ío creía que la psicología hiibies* avanzado lo suficiente
coitiq pira jUBiiOcar tal retiría. Yoeks (1950JI pitblicó, sin embargo, una útQ
forrnallzaclóii de la posición de Guüirie, Por ejeTinplo, su postulado de la iHjsirc-
rrddad afirma q u e sólo se coodicJoua la última respuesta dada a n t e e 1 estimula,
Guthrls había dicho lo mismt>i pero no hizo ningún esfuerza por enimciario
formalmente o combinario cor otros postulados para furniRi un sástetra del
que pnci ieran extraerse deducciones.
Aunque Guthrie no dejó nipEuna teoría abnrctitiva, resulta inteiesaute
CAaniiiLOJ algunos experimentos destinados a poner 3 prueba su eiiuriciado de
que la última resfucate dada es la que se preservará y la que volverá a dar»: ante
]r siguienle piesentacron de la m isna tehol Viteks (194B) determinó que los
sérís humancis que están aprendiendo laberirtos, en loa últimos enwycB dan
cor mucha mayor frecuencia la respuesta púsirera que la isípucsia que ante-
riuliiteote había sido le más írccucntc. En la prodlcdón de tai i^spueitas, la
V a rK iiíjle t 4 c Ir teoría £ - ñ 347

posíremidad Iríunfó In freciicQCia ea 56 de Jos S'J sut|elug, en Los cams


en que lús dos principios conducían a prediccjcmes opuesías. Seward, D¡|| y
HoJlind (1944) deacubrleron, sin embargú, que los aujetos sometidos a una
situación de clcoción múltiple dan por io geiteial, ame un determinado esti­
mula (lui catar), ia respuesta más temprana y no la máa reciente. En coiuc-
cugneia, se deduciría de estas dos estudíoii que el pEiocrpJo de postnmidad
f u n e r n n a a veces, ptri> no sieinprf; une aiiimación que resulta cieña con una

inquietante ftecuencia cuando se la aplica a loi principios pócoldgiCDS.


La crítica más iocisiva a la teoría de üutbrie ei la de Uueller y Schoenfeld
(1954); Beñalan que la ^ p lic id a d de las nociones de Gnthrle es más aparen­
te que Teal, y que sólo file alcanzada al costo de no explicitar pnoblcmaa da-
ve. También digieren que Gulhrie na desarrolló un gstema leal, contrastando
así con muchos de loa toóncoa adveisarios; * ha satisfecho con la repetición,
a lo largo de los atlos. de algunos de los supues;ius clave con los que connenzó.
Fumlmentc^ plantean serios cuestiones rcsfpectu de la interpietación de loe da­
tos de Gulhrie y llorton (1946) sobre La estereotipia de la cüoducta. Quien­
quiera se interese en la evaluación de la teoría de Guthrie, debe consujiflre»
trabajo de MucUer y Schoeofeld, junta coo ci trabqo Sníl de Guthiie (1959),
Si se tiene en cuenta la relativa insuficiencia dél apoyo experimantal raoíbi-
do por su téorfa, soiprende que Guthrie haya ínanteaido con éxito su Ude-
razgo CD la tcorizacióti sobre el apiEiidizaje. Probablemente este áxlto se baya
deHdo a una combñiación de Varioi factores. EL primero eg U simplicidad de
su te úna, comparada con las altemativaé más tmportentes, como, por ^ n ip lo ,
la de Hull. No es diffcÜ captar loa puntos de vista de Guthrie -p o r Jo meuüa
lo que es básico én ellos—, y su siniplicldad atioe a muchos psic^ogos. Un
segundo factor es la dlTicullad!' que experímentati los teórlcoa opuestos a Gu-
tbiÍE, para prescnpri pruebas que corttrudijgan daramente su teoría. Por dlti-
mo, Gutbrk y olj^unaa de sus adherentes en especial i^ieflldíd- han podido
scBálnT loa debEidades y contrathccioars de l u expEcaeiones aidversaiías. Un
blanco especial ba sido d principio de reducción de la necgjñdad, de Hull (por
ejeiuplQ, en 3iefFiield., I94B; Sbeflleld, 1949; ShefTleid y Roby* 1950; Shefireid,
Wulíl y Gacker, 195 I). El éxito de ataques te debe co gran parte a que las
expticacioaea cuestioiredas ofteeru tma mayor especificidad prediotiva, pero
ello Qo parece haber reducido Ea efectividad de aquéllos. La^ leona de Guthrie
ha seguido siendo así una foimldable alternativa:, aunque sus laureles hayan
ádo ganados cu gran parte en un terreno negatís'o.
T^ese 3 estos Umitaciones, Guthdc fi» algo onás que un mero crítico astuto
y liu propcaneniE de generalizaciones simples apoyuJas eo. fluidas naTtaciDoei
onecdóticaSr Se sostuvo como teórica gracias a sus irm ai teórlcaB, abogando
can seco entementE por un principio de conti^jidad conió base para todo el
spieodizaje. Destacó que los mavimientoá son Las dem eatos de cespuestd teó-
liccu. apoyándose en estudios expedíiieiit^sa subie la estereotipia, y inostro
también que la Estercacipia observada por otroa eiiperntKn te dones está cubier­
ta por su propio anílish teórico. Cuthiie h i dbruistradci las mlcE teóricos que
pueden desempeñar los mecBnlcnos ntadülizt-dDriss taJes conro los cstínuJoa
producidús por cL tnavtmientD. E-ste irigerdnsfi mcaanismo tiene outeho de si-
M Sic^ntaí y leoríci p í í c í J Í í j í r o i eontanpQrá^sof

milai 1 la i«3pu«íta freccional d t anticípaicióa a La meta de HutI; aiubcs sir­


ven como fnrjadoies de calabanef en la i:adina de Is conducta. Por último.
GoUinc no ha dicha mucho porque no cuera tener suficiente infannaición cu­
ma para hactxlD. Por lo tanto, aunque acertó^ el suyo fuo un blanco muy re­
ducido. En 19SS, el iñu anterior u su fjaUcdmkntü, üuthrie, el pncúlogo co-
benule, recibid la Medalla da Oro dg Ja American P ^ c h o lo ^ a l Fnundatioa,
como KCOiiDciinieiitu de sua distinguidas cunttíbuciODes. E ttat contrihirclo-
nes no se detuvieran con su muette; WÜUam R. Estes ha eatnic^urado 9U teo­
ría de la asucíadón estadística sobre luí prñicipitH de Gutlulc. EiLa temía
se expone en detalle cü el capítulo 13, junto coo otras teorías matemátioaa.

T e o r ía i d e d ú s f a c r o p e í

Durante largo üeiupo fue evidente que Inpa proi;edimientoa para estudiar el
apiundizaj« d« Thomdikc y Pavlor diferíut cu lia operecionei empleadas. En
el proccdimiCAto pavlovianOf el estíraula incondicionada idguc al condicio­
nado, no Importa ¡o que haga el suje^ cu d experimento. En el prDoedimjieiv
to thorndikiano. aíilti se presenta la recumpeitsa si el sujeto se ha dedicado
pieviaments a Ja conducta requerida por el expeiimentidar. La diferencia
básica de procedlmlieiUD implica algunas difereiicias de corolario. En el pa­
radigma pavioviano, el estímulo condiciODado, que llega a suscUgr k ftsputs-
ta condicjDn.ada si se produce el aptvndiz3j«, es un estíiruilo identiñcable y lo
manipula el experimentador. £1 estímulo incoudicJunadci provoca una rts-
pijcsta incondicianadia jdnnttílicable. En los estudios pavlovianoa, la r c ^ e s t a
íncondlcloaadB era skmpte, o casi siempre, una respuesta involuntaria me­
diatizada por el sistema ncnricto autánomo. Lo caraclerísiica es que la res-
puesta condicionada mantenga urta estrecha reJadán con la incondjjCioiiBdB,
rj na es iddnüCA s ella, tal coom Se la midió en el expeiimeritiD- El procedimien­
to thomdildano es diferente en todos lo* aspectos antes tnaneíonados. No exis­
te un estímulci condicionado identificado oxpenmenláliTiientie; la respuesta
susciiada por k tecompenaa carece de gran mterés, y Lumpoixr loa planes expe-
rimontalcs "üierZBn'’ la ojccudóti de la mspucstu incondicianada a la lecom-
pensa; Ja respuesta a ser aprendida puede no estar relacionada en fomia al­
guna con la res^iesta dada a la rtcomipenaa, y las respuesta* de úiterév est&n
íuediatjzsdasporeL sistema oendotc "*volunt9iÍD".
El examen de estas difereoclas opetuciunaks entre el Dondicionamíento pBv^
loviano (dasica) y d aprenditi^ thorndikúno finstnunentál) nos Jlova de
Una ítmnsTa casi natural a preguntar ai en l u dos shiuiBiones participan leyes
dlfcreates de k ntodifkaciÓQ de U conducta. Por ejemplo, se podría pregun­
tar si las aBocíactones de estimúlela, coma en el [^on4fciel^»ninnto pqvJovümn,
y las asodaciomes del cttím ulo-rt^uesta, tal como k& destaca el piDCednruen-
to fhomdtklama, se faruan rnedjaniie procesos básicos diferentes. Rescorla y
Salomón (1967), en bu icacna de la btbQjogiafía dedicada s laj teorías *^do dos
factores* d d apreadizaje, afiim m que quÉacs piensan que don prootsca
bisiuimetite diferentes implican, por lo gerrera), tres conjuntcis dislliitos d*
variables. Estos tms coajuntos ton la clase de respuestas aAotados por eJ pro-
f
Variedades tfe l í !*Ofía fi-fi J49

ceso, los refoizadorej efectivos mcluidos, y los resultados de] ptoceso de apren­
dizaje .La diferfiadaciOn más ooinún, basada cd las caiacleristicAS de la les-
puesta, ha üdo que el «mdicioiieiitieiito büsícd abarca Lu reipuextaE autóno-
Tififls, en tanto que di apriendiz^e mstniinetital comprenda las ruspuestúB so­
máticas (esqueléticas), pero tambiéii se han Sugerido otras distincícures. Es
más difícil hallar una base para distinguir los tipos de refoizadares, perú se
ha BUferido que las "recompensaa” utflizgdns en el aprerdiza(e instrumental
deben tcDci un carácter afectiva, lo que no ocurre con los loforzadocrs pavlo
víanos; aquí de nuEYo se han propuesto muchas bases para hacer una distin-
ciía entre los lefonadores. Por dltimo, entre las itiuchaj difenendac iones po-
sHble»entre los “prodirctoa” del aprendizaje, Figura la siiECTírcia de que eJ con-
dicloiiamJenlo clásica implics conexiaitea esiímulo-csfímulo, mientras que el
aprendizaje mstmmentsl produce cooejtlones fiitimuJo'iiespueBta, No hay prue­
bas empíriCBs r&almenta convincentes que impulsen a adherir y alguna ^ cstai
dlstinciioiiea tdoiicas, pero tampueo hay pniebu stiflciieDtes como para recha­
zarlas.
La eauutugk teórica más generalizada lia sida al intauto da redudr los dos
prücedJmientfls Dperscionalinentfi diferentes a un marco de referencia teóri-
00 común que pueda explicar emboa. HuU, por ejemplo, aceptá como báalcai
las leyes del Con-diciananiieníD pavloviano, pero m o^ficú la concepción más
común del proceso al poner el acento en la acoesldad de que se produjese la
reducción de los impulsas para que di apreudizaje tirviera éxito. La solución
más cumpicjá, y por euJe la lineaos popular, es supuuei que Jiay dos procesos
difcTEiites implicados y pioporier una teoría que los relacione. Si st opta por
este enfoque, es uatliml suponer que el CundicionaiDiento clásico abarca la coa-
tigüidad como proceso básico y que el apiejidizaje instnim eatd induye la le-
compensa cemo cmnponente básiCG.
Kíiuble (1961) infonua que Millery JComoisti presenturon uní verelún tBin-
preña de la teoría de do* factores en 192B, y losstguieian en ese campo SchJos-
boig (1937) Y Skinner (1938). La distinción de Skiuner entre condÍElnaaniitii'
to tipo E y coadjcionsmieitto tipo R se ha convertido desde entonces en parte
de Is jerga de Auestia [iiseiplina; b1 primero era esencislioente pavlovíano. y el
segundo, ihomúilüano. Stiimer estaba mucho mis interesado en la voiieílaid
operante de Tbonidilce. y socitenía que las pruebas del condldanim lcato pav-
lovÍHito puro toan CUestiDoableS.
Mowrer lleg^ a ser posteriomiínte, y hs contitmado siendo, el tcúrico mái
conocida en esta campo a causa de lo ceñidD de su TozonBmknto, el trabajo
empírico que ío«tie5i9 suü íiigíTenctas, y la extensión y niinaeto de sus publí-
cgcíortes sabie el tema 0 9 4 7 . 1951. 19S4). Mowrer contmstabs el condicíona-
iilicoto Cun. bI ypieodizaje de sulucioncs. La idqüLiKiüa ele emotiunus.
ficadüs, actitudes, eic-, st realiza í . través de k lirnple ^itttgiiidad de los estí-
niiilos (condlclonainieiilo). El ap ren d iz^ tnstrumeatsl manifleato (aprendiza­
je de sedudonas) ocurre mediiütie el reñjorzo, o U ley ttel efecto. El cambio
de Moi™r es impórtame, por cuanto origijialrieiitif ftie un decLdüdo partida­
rio del iríucizu buSíiau. Su iaterpretjia'ún fue criticuda, eiitrt: oLro&, por un
antiguD colaborador, Neal Mflloi (1951),
Siffenmt y ttariat ffsUxti^tgicus í^otUttnpotúiteüa

Bn Cdfifeiencíu úc SíUíitieii, üpcDCC (1956) sugirió un tipo diTenír^e


de teoríB de dos factores. Cwno señalara él nuamo, nía sugerendai k pueden
desarrollar en una teorífl de dos fuclures “ tvactamcnte opucsla a la conDcida
teoría de das facioits sostenida por ¡>cMü9berg,MoiHEr y ot^ui'’ ^páB. IS I) Se^
gUQ Speuct. el iefiicr¿o tendría un papel determinante en el caso de las respiieslas
coiidieioTiadas a Ifl manera c l ^ í a (a I bj que se destaca en la teorizaetón siBlcm¿-
tk a de Spence), más que en el easo da la conducta iastrumental.
Con todo, la más ambiciosa de ias teorías de dos fajctorei e i la que ha pro-
porcioTiado Mowrer (1356. 1960a, 196013). En realidad, asta leona no es ya
"lie dos fjictoníB" en el sentido original. Ahora Mowrer iwio acepta, corno iliii-
Cü proceso b¿sico de apiendizajc, el condicionaiiúcntoi o apicndizaje de signos;
d aprendizaje de soluciones aería un caco eapccial, ilcnvado d d condiciona­
miento. Sin embargo, sigue siendo una teoría de dos factores, eit el sentido de
que destaca dns tipoí de r e ^ 7 s o . K! refueno por distniftuffióti se leüeie al pro­
ceso leductor de la necesidad que Jestacaban Tbomdike y Hüll en sus teartost
el refuerzo por iiKifTnetito se refiere al anfiwino del "tentOF’\ ctai la cüiiai'
guíente conducta evitativa ante k cotímjkeión eacesiva.
Esta teoría le ha desarrollado fúndamentalmente por medlQ de una ex­
tensión del principio del refuerzo securdarlo. Mowrer supone que cuando un
animsl hambriento obtiene comida, los estímulos producidos por la lespuesta
SL cu iiJiciü Jia ii como TefoT^aduies accundaiiuü: cu niu eslímuloti ''piocnis[>
rios" que dan lugar a una ‘'e.iperanea” . En esta "teoría de teaüinentaclúft del
hábito” , coníio la [lama Mowrer, k CEpenm^a se cundiuDnii de la m isna mo^
ñera que se condiciona d miedo em el apretidjioje avereivC. Mowrer cnuACir.
el paialcliíffla (1960b); "Un estímulo condicianadD no sólo hace salivar al
sujeto: también le da eupe-mmas, así como un estímulo que se ha asociado con
el comienzú del dolor k provoca femor’’ (pág, S).
Es demuñado pronto para doeii si el aprendizaje Icnnmaiá por ser inclui­
do en un conjunto único de leyes, en dos, o en varios. Fíegeorla y Sulotnooi
(1967) citan Una Caiitidad de estudios empmilOl que demuestran las intersc-
d o re i entre d coudíjcloaainientú clásico y el insíruíneíital. Los cambioa en
La tasa de respuesui InEtiumentaJ se pueden producir mediante la. introduc­
ción de los eslíinuioí condicionadus empicados picviamcatc en el contexto
pavloviano. Evidentemente, estas dentCFStrecioncs empíricaji no píucbsri que
baya dos tipos de aprendizaje, pero demuestran que es ventajoso estudia.! loa
rekcinnes entre situaciones en las cuales se dúpoiijía una coTUigüidiid dtiL es­
tímulo (pavlovtanas) y iltiuciones eti las que se fije una contingencia nespues-
ta-refuerzü. Q ujzk las teorías de dos factores jiü resulten "correetas’", pero
tíBDoin k virtud de akntoi ct estudia de catas iclaciones.
Las teorías de dos factorei deberían también ayudamos a recordar que
es siempre el orgauísiQO, y no algCm ‘‘sistema de aprenidizaje autónomo” o
algüíi "sistema de aprendizaje aotuáiieo” , el que cstí implicado ea el ptoeeso
de aprendizaje. Kendon Snútii (19S4) fue de loe piúnerus eii sugciir que el
condiciuüarTtlcBtú aut^namo a6lo'podía ocutiij enmo subproducto del apren­
d i z ^ Somática y que, por consiguiente, en cierto ssntido es un aricracto. Teú-
rtcns como N^al MiDer trataron de elimbiar esta posiblUdid dsmostronjo que
¡''«rftdodís tfí la fenrla E-R JSl

los aniniülGS aprenden Jas lespueatas autónomas índuao cuando están bajo la
Inñuenda del curare que, según * supone, bloquea todas lüs lespuestas so-
máticaa. Pero Black (1967) infonna que también puede d uw el aprendizaje de
evjtBcicHi InatrumentHl bajo L:}a eieetop clcl curare ¡aunque el animal esté rnipoil-
bdltado d i producir la respuesta de evitación durante la seáón ifc apitndiiaje! Y
Goeáling y Breñar (1972) lian demaatradú que los efectaí del aprendizaje somátiEG
previo a 1n admin^traejón del curare se Tniniftestan en el aprendiz^ autúno-
mo ífe¥tt«ÍT de U cuiarlzsción. Contidcisndo todai catas complejidades —y
todavía falta agrega efectoi cogriftivus— en verdad parece más ccarvcniEn-
te suspender ct juicio itíspecio de la cunddad de tipos fundamentales de apren­
dizaje mieütiaí esperamoK nofl clatiftcación lutura.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

En este capítulo hemos estudiado algunas de las teorías E—K, Básicamente,


son neoconductlátas y » em eeurtan en el problema d d aprendizaje- Entre
eUaa se pueden establecer diferencias según pomo aborden d prubleiuu dd
jtfuerz □.
La teoría del refuereo de Clark L, Hull representa una combinación de
la ley del efecto de Thomdifce y el paradigma del condieionamiMito pado-
viflno, Este sistenia hJ poté tic o-deducti70 está sumaimente formalizado. Es,
ctjn mucho, el esfuerzo [eórico y sistemático más ambicioso de su tipo, CoJth
partiio con Walroii. Hull fue un teádcu más leUnadu, muy preocupado por las
especificicdunes lógtCTS y experimentalet, y por las pruebas empíricas; fue nn
coQductijta metodológico snía que metaff-jico. A pesar de ms altas atpiracio-
nea, a incluso debido en parte a eUas, la inllLioncia sistemática directa de Hull
ha decUitadu nutablemenfe en Icq años recientes. Ejta declinación ha sido una
funcidn de loa falUs fundameiitales encontradas en su sisteifii, y de ía ctecien-
fe popularidad de imu psicología estiictameiife positivista al eetAo de B. F.
SJdnner.
Skinner se inteisrú mucho menos en la teoría formal que HuL. Pierna que
la te Olí H debería tlesairoUiiTse mductivajTiEntff y estar deterriinada pot los da­
tos. en lugar de por los pofituladoa que determinan después qué datoa Jc reú-
nen. Sklnner parece haber moderado o cloiiBcado su posición, pues comenzó
con lo que poreefa set una posición antífecorica y fue evolucianando hocü
una actinid positiva respecto úe ciertos tipos limitados de leona.
Congruente con m creencias metateóncas. Skinner ha sosienidü un punto
de vista desciiptlTD y ateórico del refuerzo. Su úrvieEtlgaclón ha sido una de las
más provocativas y estimiiijiiites que se pueden ercontr&r eit pLidoologli. 5u)
intereses han recotiidü Ebiecileiite Ib amplia gama que va desde las cámaras
para bebés hasta las coununídades utúpícar.
Dcitiro del campo E -K . la oposición pjincipBl conbre los dlversiá teom s
del refueizo ba piovcnido Je los teóntuií p u tiJirtu s de la contigüidad, qule-
nCá BdlliiliTCn a algún tipo de principio lOodBciooúia. Arguyen que d re^cr-
SS2 Sistemaiy teoríasptitolb^ot contemptíriiiera

zo opera fundameDcalmeots para piotseei las uonejajone^ E—R fannadas me­


díanle la Contigüidad per se. E. R. Guthiie ha sido el mds iaíluv^Qle te úrico
de Es contigüidad, a lo largo do vamaíi ddcadas. En el cljcsd de la década pasa­
da, el principia gutltrlBna háeica de la contigljldBd ha sido itmodeludo cu rat­
ina matemática por W. ÍL Estoa y su4 cuJabaiadaTes. El empleo de modelos
matctnátiiCos ha dado un fijorte impulsa a la Irvciti^aciún empírica, así cd-
mo a los denffoDos taódccu.
Tamtnéa se desaiiolluan diversas teorías de dos facloias que han intenta­
do combinar las posicioae& "reforcístas" con las “ cuntípiistas". |ji más »■
cjante, perteneciente a 0 , H. Mowier, ofrece un «nioque novedoso; implica
doa tlpcri de lOftierzo, basados ambos en ei principio del eondicionuniiuntu o de
la oomlgdidad.
Una importan te coadusiún que se puede extraer da lu amplia variedad de
enf[>ques teóricos aquí delineadoi, es que □□ se puede garantizar de adwtttano
que Hlgdii procedimiento sea más productivo que cuidqiiier mra. En realidatl,
se deben ravunscer todos ios tipos de esfuerzos empíricos y teóricos, síeru-
pie que se respeten loi nquidtus fundamentales del procediniicnto cícdLí-
f k - D . Todo enibque que k ensaye de una manera complete ayudará a mativat

Y organizar la investigaciún. £1 veieJktG histórica decidirá qué ti|K) de Ln-


vesügaiciúa será el más significativo.

LECTURAS RECOMENJJADAS

Para compiender el ^ te o ia de HuU, sus libros más ütiiles $ori probablemente


hincipU t o f behmkyr fl9 4 3 ) y A behsvior ^sfeifi (1952). Su cH^iito de 1937
Sobre la teon'a del cofidiisianafiuento, citado en d texto, indica el desarrollo
fundamental de su pcnimnieiito, y lu relato autobiográfico (I9S2) docalk de
un iuod.0 inusuábnienle franco loa factores personales en su caiicra. Spence
presenta, su adaptaslóa de La teoría huDioita on Behaviar theory m ú coTidUio-
ning (1956) y en ffehavicM' theory aad lesfniíig (1960), un volumen que in­
cluye vulofi esentot- Entic los nucicrosas escritos y libros de Skinner^lu fuen­
tes ntáa imporlantet son au texto iniciil. S ck tu x and /iur?un hshawor (1953),
y BU coJeccióa de escritos Cumulative record (1959b). Hay do» libro» particu-
jaimentc influyente», escritos por psiitólagüs de oriencación slrinneriAn»:
á fik s o f peydtoiogy (1950), Je Kaller y Schoenfeld, que pie senta un Conjun­
to Integrado de principios basados en d cDadjciomimiento operan le, y TacíUts
o f ¡cientific íiMeíreh (1960), de Sidman. una convincente olebciación de! en-
fbque poiitiviíta en la experimeotaelúii. Gutluie está representado por sus dos
Ubras básicoa, TTie p ^.h n lo g y o f feemñJB (1935) y TTie psychoiogy o f huma»
eonfUct (1938). Fsychoiogy: 4 ^futfv ú f a adetics de üocli ívol. 2, 1959}, can-
tiene do» trabajes sobre el sistema de Hüli y sue derivisdjunej; (por Logan y MUIer),
el esfueiT:» ú&temático final de Guthric, "Cbsc hisiory In scientinciitcfhoir', de
Slcímier, y una exoalaute y detalLidu ejcpoución de las teorfas eaudítticaa, poi
Estes. Theoriei o f leamáig (1975). de HAgoid y Bower, describe con lujo de
■ktalles, todos la» ico rú i £-R mención biIbb en este capítulo.
Capítulo 1]

VARIEDADES DE LA TEORÍA DEL CAMPO

Muiiios teóricos de U psicoJogía han recibido- la Jcnofntniieíüii de redrtcíM


d e l ctpnpa a cnuia le I* analogía extstenU entre sus teoría» y ias [cotísa del
Citinpo en física. Ya hemo» visto en el capítulo 1 que Robert tlpívenheimer
(1956). que es de sipomcf comprendía muy hien Ifl naturaleza de la [eofís
dfil campo, puso en tela do juicio lu utilidad Je esta analogía. En la verrión
impresa de su discurso anla: la American P^chologíciil . \ 5sací*tjün, plantes
el asunto con baataute cortesía:

Pero entre ciencia» de carictei muy diferente, l o es doruasiado pro­


bable que 1?» analogías formales dilectas en »u estructura sliran pa­
ra ulgiD. CiertamenlE. lo que los acudonewtonianos hicieron con ia
psicología fue algio que hacia laír; y cosas simi lares Be han hecho
cofl las nDCicutós mecáitícas nespeclo de cómo se deben ezpLcai los
foDámeoos psicológico»- - cuando vbu usar la palabra “cam­
po" M física y psicología experimento una nerviosidad que ro pue­
do explicar por completo L33-134).

Por supuesto, como psicótíiEíw debemos estar prontos a conoide tai la post
hílídad de estar aquí simplentenbe ante d caso de un rísicu inTructuoso que
levanta de piisd. una defensa alrcdedai de su propio territorio. Sin ei>ihargo,
podríamos no tardar en eneootramos engrosando indebidaniente Ua Tdas de
los infoictuosos que signen apllcandn este rótulo a ícmíos aquellos que cuestio­
nan esta analogía en partteulaf. Por ejemplo, uno de lo» nuestros (fil psicólo­
go WlUiam K. Estes) dijo acerca de su análisis de U teoría de Kurl Lcwlti;

Ahora podemos preguntar ¿cuifes son Ira caiacterííticsa distintivas


de Us empTBia» que reclaman pira lí, o al metió» consiÉUtón, ta de-
nontineclón de leona del canepu? Lo que w debe ad-vertir aniesque
nada ts que la moyorfe de loa atribuco» que hacen valer los teóricos,
del campo y los nrftieos partLdatioa tiendieii a desvanecerse o al me­
nos a uo ilifyreiicitirse cnaíido se lor inspecclLma críticsmeine. Quien
cito escribe no ve uun claridad «iSI es el aentido Idciüco del támiino
teoría del campo que se puede aplicar especialmejite a los ristemas
de Lewiri, Kjuffkut, Kühler, o ToImBin lil término “ cim p o ' ha sido
tüOiadiO de la Íísiica, pero no es fácil (Jeicubrir la base para una jupuw-
ta snalofiía entre las teortas del campo de la física y la» ílamada» teo­
rías dfil cmipu en psJcolosía (195+, pdgj. 31S-319).

Estes eomtinúí purtualiiaudu que niudioí de los adjetíTOS que, segÓJi se


supone, describen ias worfaa del campo en pskítiluBÍa * apücan iguatnente
ijí y liürioi psieolósifoí cvnteaiporáneos

hifin a ias tEOfiaa E—R, por cjeinplo, tÉrmínDi como üiñániica y mülrípiemen-
tí' iitrf^mütuuío.
De las objacíonfE di Pppenhetmer y Entes so puoflcn extraer dos puntos.
Primefo, no fiay una intima relación íonnal o (doofca entre la UJotía del cam­
po en físicii y la teoría del campo en psicolD^ja. Vefemos que [.ewin desaíro
tló la IcoTÍB del campo mja romializdda de k psicología y que en ella se tiace
USD de un iistema foimal y un conjunto de vajkblcs comple turnen Le dife ten-
tei de los empleado! en cuali^uier leorfa del cunpD eslstontc en el dominio de
la física.
El segando punto radica en que d ptü^rania metateófico que sa supone di­
rige los esfuerzos de los teáricos del cumpo en psicolog/a oo produjo teorías
que UevAran el signo dúlintivo de una Tuetateoifa. Un examen a fondo de esta
cuestión noí alejaría demaaiaido de nuestros futes presentes y, por otta parte,
Este i (1954) ya ha riocutnentado «ste aserto.
Entoiioes, ¿qu¿ nos queda por discutir sobre k teoría del catripo' flay tres
cosaa. En primer lugar, fiudemua examinar la analo^a existente entre la teoría
física dd Campa y k looríu paicológici dtl campo en un nivd metaieóricG, y 3
que no parece existir ninguna analogía vóliik en un nivel más técnico. En se­
gundo lu£ar, podemos discuüi la naturaleza de las teorías que fian reeibídQ
el itombne de rtscWíiJi dei cempo en psicología, dejando dt lado el hecho de sl
realmente se parecen más a los campos (er el aeiitido de la física)que aus eoni'
petidoras. En tercer lugar, podemos revisar eJ trabajo empírico realii-ado por
los teúricüs del campo pata ver qu¿ efecto tiene su punto de vista sobre las
observaciones, Trataiemos de adoptar una actitud amiataen hacia k lEoría del
campo, y de evaluatla más sobre la base de sus propias aspiraciorca que en re-
kuiúu cun ks aspiraciones de quienes k critican dcstls afuEra, Uonsideramcis
que [os teúrkoa del campo han hecho bnpoitariea coíitribuciones teüticas,
metodnlógicBS y cmpúricaíl a b psicología, por lo que se justifica un examen
CüidadcKo tanto do sus cuntribuciones cam odo tus críticas jnecjbidas.

LAS ANALOGIAS METATEORICA5

La teoría especial de la lelalividad de Einstein, de I9D5, y su teoría general


dfi 1915 representaran un utipaclo sin precedentes en k coacepdán que te-
niian del mundo físioos y filosafos por igual. Avuncos cartexai en la te Dría
cudiitic» fian rcvulucionudu aun más esu concepción humana del mundo, Gi-
Uíspk (1960) porte de relieve el temor que se siente a veces ante estas contri­
buciones cunndo ifinnaj "Y a Loienti aá!o le ful taba e ^ cualidad fundomeit-
Ul de algo que se ajsitieja a k divinidad, presente en la mente de Eínstein,
quitu. Con k s mismas pruebas, práciicamente Imnsfciimaría k fam a del inun­
da que la física ve tn k naturaleza*' (pág. 506).
Incluso antea de que Eiústeiii fumiuLaia su tearía especial, la teoría del
campo de MaxwcU suscitó gran adminctóti. Dadas las ciicunstancdas, era nx-
turii y hasta deseable qU4 la ciencln de li psicrilogía, CD deEaEmllD todxvÍJi,
fariedíiítí d i ía teoría dti campo SS5

tfstaia ik emuJar a sus colegas cientiTicot mejor establecidos, pidifiidoks pres­


tadas ]aJ leccíoites apicndídas en La. transfomación de la fíaica clásica en ima
[Coria de la relatividad, la representante mis pieitlginsa (k la teoría det campo.
La filosofía de la teoría de la relatividad es un océano en el que cualquiera
puede naufragar. Debemoi, sin embargo, tratar de extraer de ella aqucUcs
rasgos qitó adoptaron en sus actitudes inetateórioaa los técnicos tiel campo en
psicología.
La teoría de la reLatividad de Einatoín, con la niuiJificuiüfL de Minltawslct,
coloca los aemitecimietitos en un campo espacjQ'teinpQml tetradimensioiiál.
En éiita y en nbtai teorías del etniipa, iñ dcscrípciún de los stioesos es "holíi'
tica” en el sentido de que la teoría interrelacEoTia laa variablei tie un mudo
liiex Lrlcahle al describir la “ trayectoda** de los acontecímientcis por medio
de este campo telradímensionaL Esta propiedad tolíiLíca general de lai teo-
rías del campo la. adoptan los teórlcúi del campo en psicología como parte
de su equipo metatcórtco, sea que alguna ver Se haga visible Cómo caractetís-
tíca de sus teorías □ no.
La segunda propiedad supuesta de la laoríj del campo en la f/sica, su ca­
rácter dinimjcQ, es más discutible; ci decíi, no hay aeiicido respecto de que la
teorta dn la relatividad, al menos, realmente dinámica en el sentido de que
admita modlficacjúnes en un grado mayor que lo que lo hacen las teorías más
“mtcanicistaí" de la física cLdsics. Se ha sostenido que la teorta de.la relatividad
ptopoiciona un enfoque completo y sífúrícci de k eulstencia, con el pasado y
el futuro extendid-os a Lo largo de la dtmensiúit temporal Ul como el sol y las
BsttcIlBS « oKbüen en las dirnensionos ejpacinles. Se esté de acuerdo o na ison
esta posLcSón (váanse en Fiaser, 1966, págs. 417-454, los dos handos de esta
contruveisia). es dilfciJ advertir k razón por la cual se p n d rk considerar que
k s teorías del campo en k física, sou más diDámlcas que k s restaalee tfioríaa.
En psicología, lu palabra ‘'dináiiiicu” ha llcigadu a tener una cuunotaeJún bas­
tante diferente, pues implica motivación, sobre todo incona;Ícnte, además
de su otro significado, mis próximg a k filie o, que hace hincapié en el cambia.
Lis teorías del campo, ei su acepción física,yeneralm«ate aseguran k corti-
üuldid. por ejemplo, en el espacio y el tiempo. Er consecuencia, las piópte'
dadfis del carupo se modincaii de cantiuua, y estaccmtmuíilAd fkl cambia—una
contiauidnd matemática^ puede cuiinuiai dirtaiiiiauD, de un modo y otra. Re­
sulta extraño, al msnos supcriicialrrientB, que la teoría dk k Gestait dkia lugar
4 un enfoque no canthiuUta del aprendizaje, a pesar da la estrecha relación tk
k m etatsark gueitaJtista con ms precuisom* en k k o f k física del csnpo.
|.a teoría einstemjana estabkciú límites definidos ál alcance de la causali­
dad- Los sucesos demasiado distanciados en el Hampo y el espado no podían
inleractuar, ningún factor causal podía prupa^isc a unn velocidad mayor que
k de la 1m en el vacío. Se volvió 4 concebir k trayectoria de loa planetas, n lo
largo ahora del cuno máj Corto en eJ espacio corvo producido por k presencia
de tjfroa cuorpoa. Y i no cxjBtía una atniccidn gisvitatoni per te, puesto que
en algunos Ciaos esa stracclón tendría que verLficatw instantáne anuente i dii-
t ^ c k s enoimes. Hl campo cu el que el plaireta te movía en ese momento pío-
ducía c1 unovímiento del planeta. Ya do » requería más de k acción a diitvi-
31ií Sáteinsry ptícoUsícin L'ontampnrineos

cñ- Apu«ntotn«iite, lai teórkgs dei campo eo han Bdopl^do por iu


generé una posición cahjereate con cstaa rcstriiccioiiea de relaciones caj-
sates. Acapiao el Usnado piiacipk> de cantemporaneídad. que establece que
sólo 1d9 aconteclmkiiUií que cuexúten en un miaño momentio pueden e&tai
nelBiCtcnados caussJmeniB.
Aparte de c^tas ccntiderBCiujiea m etate6ticu, ba existido un alto grado de
cariu:tcri3.ticas comunes de conteaido teúiko entre las teorúg del campa. Lo
más importante aquí es ei interés ampliamente compartido ín loa problemaE
de La perucpcibu y la cognicifm y la tendencia cotnelacionQda a utilizar los
pioccioi perccptuaka y ccgnitivus cuino factores explicativos. Lo cual casi
no sorpcendei ea vista de le e ^ e c h i itlojción existente entre bis teoría? del
campo modernas y le pncclogfa de la Gestolt clásica, primordialmentic inte-
leBéda con un cnfaali de tipo siiniiaT.
En psicciogfa,. Ja principal -aunque de ningún modo exclusiva— manjfes-
tuciúo de la teoría del campo es la ntetateorfa de Kurt l.ewiii; en consecuen­
cia, su sistemB es el primero que k describe en este capítulo. La singular com-
bñiací&n de conductlatto y patcoloBÍa de íh GestaJt aieaneada por el imencio-
nismo de E. C. Tolnran et d segunda ejemplo importante de teoría dcl campo
que EnchiUncs aquí; a contiauación expCHiemas el peniamlcnto de Egon Bruns-
cada ve?, mgs Iníluyeiite. Pasamos despuc? a examinar tas contribuciones
úc R o ^ r Barker, quien combina las ideas de l.ew1n con las de Bmrswlls cfl il'
gunas bivesliauiciupes muy particulares y orietnales. Por iUtimo, describinnoa
con algo menos de detalle i otioa sistematizadoréSÍK.. S. Ladiiey y J. R. Kanítor),
cuyo trabajo k puede iacluir dentro da algún tipo de teoría det campo

LA TEORIA v e c t o r ia l DE LEWN

Las contribuciones de Kurt Lewin (1390-19A7) a k psici^ogi's están entre la?


más aigpíncattvas de las últimas ddcsdaa. IdcIubd sus críticos más severos le
réconocen como un experimentador de gran talento; la serie de estudios experi­
mentales que dirigid mieittras estaba en la Universidad de Bcriúi en la década
de 1920, es un modelo de creulividad e imaglsaclún teúriCBS, combinadas con
una sóUda rrietodología expertmental. A lo Lsigo de toda su carrera fue un flriDé
defensor de la prirnaefa de U teoría directiva en ta investigación, y k ]« conoce
más que nads por SU désarroillo del ristema de la pricología mcdvjicíoriaJ o veC"
torta], más comúnuienle deaorninado tenria tíe¡ <np»po.
Aunque Lewln estuvo ligad.o a un centra activo de psicología guestáJríca
ds Bedúi. conseivA muy pocas tdutttillcaclones con el grupu ortodoxo, y su sif-
temaüzBClóa fue bastante mía allá de Jos confines usuales de la escuela. En rea­
lidad. nn hay relación tbunát entre sui teorías y Los dé loí guestaltístas. Bit una
carta a Kühler, que constituye el prólngiri a sn libro TTie prínciples o f tapoh-
jKiof p^chí^OQ!, Lewin ptobablemecie expresa su tdacián con la psicología
de li Gcstelt de U manera mis sucinta: “He IidcIlq todo lo posible para destruir
el mito de que lea gueitattíaias no te atacan entra r f (i93ri, ydg. vJU For lo
Virícdadct de la teoría det rampo 337

tAQta, Lewiii era un* espede de semjguestidtista. ¡y tal vsz haAtu Je haya eentidD
más íiiiembrn dol ^ i p o cuaíldo lú estaba criticando! Los primeros esJuerzoi
de Líwín Se dedicaiun en gran parte a ptohtenias rtmlivaEionaJei del sujeta in-
divldtial, ío que 1ü llisvú » interesarse en lo^ problemas de la organización de la
perEDnaLdad; sus esfueizot ulteriotes se ccdicBion fundamen calmen te a una
amplia variedad de problemas de psicalogíí social, incluyendo la ínteiacidn del'
movimtentci de la dinámica de grupo y su contribución al desarrollo dé la iflve?-
ligacióii activa (o sea. Ja investigaci&n orientada a píoctucir cambios sociales).
Eli el ínterin, « ocupó coíateralmcDte de problemas taks como la natuíaÍEZa
deJ sprerdizaje, lo» faetores cultuialea un U cstiuLtuia de la personalídadj y el
desanoDo infantil. Pero er todas cria? divoisas ¿rtas Lewin aportó el mismo en­
foque fundamental^ destocó deiupie los factorei psicológicoJ de la situación
(o can^o}, más que los rimplei factotcs ambíentaleB, Esto puede com pirust
eon la antorior distinción gpestaltiitji, forjrjulada cxplícitaínente por Koffka,
antte el ambiente "cüüductal” y el "'geográfico” . El punto central de La dis­
tinción es que el significado efectivo dn las cundidunes ambientales depende
de algo más que de los atiibutoa meramertte físicos; es decir, que una descrip­
ción hecha exchiai7amente en función de estos factoiea es inadecuada. Ej la
pnKepriñn que tíctie un individuo de los atributos físicns lo que detemiina
cómo TCiiccioiiajá.

Lú carrera de Lewin

l^iirt íjewin nicift en Pnisia y recibió su educiciún iuperitií cu las ujiivcfsidfl-


dea de Fteiburg, Munich y Berlín; se doctoiú en filosofía en 1914. De mctdo
que asistió a los primeros años del movirniín-tn guestaltista. Luego de un in­
tervalo de cinco afSufl en d servicio mUlter, regresó a Berlín, donde perniaue-
ció en divetíM ocupacione! ac adámicas hasta 1932; en este año * Iraslidú a
Estados Unidos, Pasó e a aña como niofesoi visitante en Stanford. y los dos
años ¡ágiiientes en C ütdbII. Su djeciiióo dc establecerse pertiiBJieiitCTncnte en
Estados Unidos fue una «rnsecuencis del surgimiento del nazUnnj en Alema­
nia, donde el hecho de ser judio era unu grai] dcBii:ntBja. En 193!, fue nom-
biudo profesor de psicoli>gía iafartfil en la C h ild W e lfs re S ta tio a de la Uni­
versidad Estatal de lowa. PosteriormentE, en 1944, pasó a) Instituto Tecno­
lógica de MsssachiiKtts «mno dlrtelor del Clefitm de biventígadón sobre Di-
nimica de Grupo, m0vírij«ito que apenas comenzabi él i desarroUai atan­
do le soiprartdUó la muerte en 1947.
Mbitow, en su blogtaffa T^f prachcaí thenrisi 119é9). lo describe ccano
un hombíB entuiiasti, sneantador y muy hiillints desde el punto de vüta
iaielectuid. Estaba tan alejado de la imagen dááca del profesor alemán coraD
Wundt y Titchener lo estaban de pióxínoa. Según Míttow era tan democrá­
tico que parecía imcldu eíi Estados Unidos. Estaba muy cerca de sus alumnos
y le gustaba vísUbtIos en s u casas sin aíiuEciajse previamente. A través de
elIoB, y tambtón a tmvdí ds fU piopia invaatiBacLór y t«iM ptualiz«ióa, dejó
una marca indeleble enln psacologís oacial de EstadufilJniños.
Sáterruir y teorías piñraíógíeeit rontrTnporáneot

R-oger Baric&í le contó a Marrow que Lowtn no tenía la menor Idea sohre
cuándo parar una v t í que £C zambuUiJ en una discusión e3tiniulani)i’. S ó lo h
excusa de qie teiifa que llevar a ju cspoui de vuellu u cttsa «vUó que Bar)<;er
i^a>eríj e\iiauato m ú de una vez. Quiñis ese nivel de íntenyidad explica en parte
la muerlE trágicamente prematura de Lotvüi, causada por un ataque al cora-
cóit, cuando sólo tenia cincuenta y seia a3oc.
Las publicacioties principales de Lewiii jtm bifonnes en revistas y contri-
buciunes a diversas seleccione: de escnltn. Sus prupJus escritas lian sido leco-
pilados eu cuatro votúmccies. Los dos prim en», ,d dynamic ikeiiry o f perícna-
fity (L935) y Principies a f tapoiopicíli ptychology (1936)^ representan la ffflc
europea de m carrera; las dos úitjmtu caleccúines, Rssohíttg socio/ ímíi^ ítíjí'
(194H) y F idd tkenry in süciúi seisnee {1951), corresponden a h fase aineiícana.

Tupologia y e l i s i o h o d o ló ^ a

Lewin recurrió a la (ijpología, una {¡eometría relativamente nueva, porque


le propotciofiaba un modelo matemáticoi sobre el cual pudra basar su lepiu-
ientación conceptuul du los procesos psicológicai. £ti pocas palabras, Ja tú-
pulogi'a es una gpometrfa donde las elaciones espaciales se repicBenUn de
una manera éSítrictamente du mdtriCEi. Las relaciones p osiciones entre las
áreas o regiones se muritiencn í pesar de los diversos tipos de cambias en el
tamaüo y la forma. Interesan futulamcntalmente las conexiones entre regio-
nflí. detimiiadas, y sus relacioíifis espaciales; por ejuniplo, un área puede manic-
netae dentro de otra a lu liujto de una ampUa vaiícdaJ de modificaciones (vda-
ac browu, 1936, que ufrece una introduocián relativamente simplilicada aJ em­
pleo lEvrini&no de la geometría topolúgica). Lewin opinaba que esas mlacio-
naa pusicioiiales eiuti la mejor tuaneía de conceptualizar la eatmctuia de las
relaciones paiculógjcas. ilin embargo, la copoíogía planteaba una seria timita-
ciónt su f¿ta de conceptos dlieceionaks. Pira representar el conotpttt psico-
lúglcci de dilección Lewln inventó entotictt una nuev'i geomelrfa cualitativa
(T-ewin, 1938), que denominó de) efpaüio hotk^óffctí (del griego ,íiodos; tra­
ducido como ‘‘sendero"). Efesairülló las característicaa de e » espacio que él
creyó necesarias para una repreaeTitacióii adficuaíJi de los factores dJaitnlcciS ert
las Tclacinnea paicológicaí. generalmente Uainados vet;lores.
CflíTwri^t [1959. págs. 6\-é5) infontia que los investigadoras recientes han
reemplazado la topología de Lciwñi, más tu hodología, par una nueva hetramien-
ta matemática: él gráfico lineal {Itrieargre^y En los mapas planas que Lewin
empleaba por lo general pare rennesentnr ura cspaLioa vitales, no más de cuatro
regiones podían Ifiier froinUíraa comunes. B ^o limila la contplqj)ií¿d de la es­
tructura que se puede represeotar en un mapa plano btdimcnsiunal. Bn un grá­
fico lineal, te pueden ¡DlDrconcctaT mutuamanta un nómero iodefinidu de
puntas (que reemplazan a las reglones.^en el espadio vital). El gráfico lineal per­
mite tam ban repiesentoi relBCtojtes asirnétricas. cam a cuando se producé un
niovimleiiito desde la légrón A bacía la B, peta no de regreso. !No tuiy uinguna
manera natma] de representar estos ofLuetiíuaeo el mapa.
yuriídsnles de (a tfí>rfa del ismpo 339

E ^a eío vitai

El objetiva d t Lewin, a] adaptar e incluso inventar esas gecimetría*, era clui-


ficai su ccuiceptualización del campo psicotógieo. o espacio viiai. □ espacio
vital, ep su definición mia aimple, ea la tofaUdid de factores píícoípgictM efec­
tivos pura u tu pcrsúju dsda cd algiin m&mcntD paiticular. Consiste en »in^
cantidad de regiones diferenciadas, que reptiesentaii íítuadOMi significativas
lui Í3 vida deda periona. Aunque en 1 ¿ defiñicionei como la que hemos diado
se destaca la totalidad de los factores, ea las representactoties ddagramátioas del
ospado vital sólo se incluyen los mis importarles.
Un cjontplo relativarneniie simple, tomado dn los escritos de Lewiii, nos ser-
yirí pora íhistnr la distinción aiitft Isa lepicseiilaclainca f i^ a s y psÉndógicas.
La figura 5 muestra (a) la situación fj'áea y (fi) la represen loción púcológlcu
correspordieriie a un objeto-metg (el juguete) colocado fuere del alcance, dentro
de nr área cirenJar. Eí acemaniieiito fisco directo, por vía del sendefo w . no
es posible; pero la locumocióti psicológica por vía dei scdcleto e* efectjva u
la madre puede ser persuadida para que alemce el juguete. Aunque el ejemplo
incluye una barrera física, podría obtener» k misma situación psicolágica

(ít)

(■ 'fsuja S- Sítnuciún ve quv Un nifta quiere iJi:aa)»r im juguete qne cili. dontro de una
bsftejH etreular, a) Situación tfsiu; b) situociSa pncelóalcB; N, airlo: J,Ju(wrte;D, bauvia;
C,mBilrtliM,rnrta;Wj^, (ThAue; Lewbi, pie- 147.)

con una bañera producida, por una resLfIodán veihal, sobre todo si se trata
de un nlfio Eirayor. O, en aituacioDes en parte similares, la barrera pueile consis-
tii en factores peraonalca a JatraoiganianlCDS tales coidd k “ buena educación^
en un nifio preparado para no tomar cosas sin preguntar, ola timidez, o induso
el temor en alg]ún otto nífio Kc erdos Casca el cuadro físíoo QO moscrerfa ninguna
barrera, pero la representación psicológica re parecería muchu y lu mostreda
en la figura.
En la figura 6 s muestra un «jamp]o algo mas coreplelo: aquí Lewta dea-
cribe uno relie de tocoreociones en relación con la ekccióa octjpECíaiiij de un
JovcQ. Lewin (193ó) reñala. que al hecho de aprobar Icfi exámenES d« iapeso,
aunque no constituye luia loccnnoción fjTs&a, representa un "cambio ibeiI de
Jgo S m tntúsy Icftríai ftMÍcotdiíCía ei»ttiinparínfOí

po&fcidnt en el eupacin vital. . . mioá-social. . . Ahora están a ^ ilcancs mu­


chas cosas qu« antes no lo ertaban" (pig. 43). Este tipo de pasaje de una regiúfl
a otra es d que ae d e ^ c a m d esquema d d espaeki vits!
Las CDacterísticas de temporalidad y realidad del eipacio vital sou dímer-
skHifiS impoTtautiiS de éste, según U canceptualütJiCLAn de LewLn. Al ciccer el
niño, 3u espado vital ño sólo se diferencia cade vec tn |s ou icgianies como fun-
cián de su madutez y de la expEniiAii de 1e» problemas peraonAlcB, sino quo
también desairoTla las dimeasiofiies de ie.alida<l-LneaKdad. ? ejemplo, los ni-
d t

ttot comienzBi s planear para el futuro, así como también a responder más elw-
tivamente eu uuidailjea ttuiipurales icityorea. Ademds, cotnlieiizaii a usar la ima-
ginacihn y la fantasía, y poi lo tanto a vivir por jnauientos en un n i^ l ide Irrea­
lidad; aquí gu enndueta está meaos lestdagida por Ibe bomifas udualet del mun­
do real.

Ftpiim 6. Sttuaojén de uo muihadio epe quiere ser rnédko. P, pcrscHU: M, melaLei.


CKámenes de Lugres; pu, prmnivBrsitiilo; F£a_ iacultad de mtdiidiia; i, mieniado; pr, pric-
dci. iñ4etite: Levrfai, 1 9 ^ , pjg. dfi.)

La ijimenBifiTi de realidad aparece Uiistiuda en la Sgura 7, en la que Lewlit


rduestiu tros niveles de esta variable o n d espacio vital.
L ^ í n conaideíaba que esta dimenaiún eta stmiBmenre intponante p ú a un
BnJltefa p ^ o i d ^ o , y por Jo tanto le coucodió ccmsideiable atvocián en tu tra-
bajOr Pero no ciuía que pudiera postularse una dirciciiaiÚD absoluta de realidad
o irsedidad, debido a que el campo de experiencias está en continuo cambio;
es decir. Lo que en un caso consitterBniDS realidad absoluta se puede ver altera­
do por nuevos Bcootedmíeintús y expeiieiicjas. Adeniia,>a] madirrar el iadivt-
duo, la dlmeoslún de lealidad-irmalidHd ae amplía y se hace mar diEsrenciaJii
(1936, pág, 304).
Quizá La coatribuctán mejor conocida de Lewin dentro del mjuco mftreiKial
del c^ocio vital, rea iui coaeíptuallzacíón del conflicto. Según Lewtn., hay tres
tipos básicos de conflictot que producen frustración: aprotinaciíiri-aprrreima^
ción, apioximacídn-evitaciún y evitonlón-evitaciiúEL El conHictú de aptoxiiita-
ción-aprotúntaclúcL ucurre cuando un bidlvldno deses alcanzar dos mecas que
son mutuamente iacompetiblOB (por cjctnplD, cuando oIbUíed tiene dot invi-
taciariee p an una m isna noche). El conflicto de apiüxiniBciDn-evitaEiári se
cuicteiiza por una meía qne es lieaeada y rechazada al míairo Oempo (por
ejemplo, cuando alguien desea diñe tú pefo nq el esfuerzo que implica obte-
nerlo}. Él confUdiD de cvitocióO’Oviuciúñ aparece cuando te aiiti£l¡»aii dos cun-
secuencíos altem ctivu t iguálnKU'tB indcscabtca (por ^enqtlOj cuando alguien
V a itE á n ^i d t la fearía dál campo

debe iwpcar una IpvitanÍDn que ng le atraie, u ofenderá un amjgo estimado).


Eíte tipo de cuüfUcto se coiaeteiiza por una vuuflatñóp curre Itn alternativas o
par un intciito de «capar s la situación (‘‘abandonai el cunpn").
Hay Lina n u la interpretación del espacio vital de Lewin que se produce con
la nj^KKnte fiecueocia como pata que la examinemas aquí. Según esta creo-
nea interpretación• eapacio vital es lo mismo que el mundo fencménico de
U persona que ocupa el espacio vital. £stu uo es asi. Lewin se propuso que el
fr^acio víuil fuera unu rcprcacntacíón de lo& factores que In^iuan sobre la
conducta y la percepción del Individug. Algunos da estos tactores podríim
ser bastarte incociBciente^r £n cunscoueitcia, el espacio vital es un mecanismo
conceptual al servicio del científico. La fenomeüoLagfs del individuo puede

Pigun 7. Repnauitac^ón de dltereitte» grailus dt nalJdaLl nudJiQte Uiui dimcniíón uti-


donal dd nqiaeta vital. R. nivel mñ naT;). ntret más irreal: F, pericas. En un nivieJ de tea-
Edad ntayoT las bi&tmi soci más órertca y U ^íaiuint ¿ítí parada mÍ! netamente de lu
areMeote. rñí«iíe.- Lewin, V936. ftág, ;tW J'

estar pióictrna o bastante distautE del espacio vital lál como In canCcplLializá
el psicólogo. Aunque el espacio vital se preupone representar li realidad con­
creta en la que el individuo está Inroeifo. Cüitipárte laiubién una cuabdaid ebs-
trseta con leoriits como U de Hull.

íTTíi'jíeiíiff de ¿ewín

£ u el caso de Lewiñ, imposible desedhír um único sistema integrado (como


hicñios en el c a » de tfuD], Esto K debe icbre toda a que Lewin nunca inten­
tó etaborai ese jisicma inlepaéD; cuando nu estaba interesajio en problemas
jiietudulógicua de la leu ría J d ctniapu, trelitriaLv en mía varié Jad de ptolácntiis.
Í62 ííwflwvjs> ttvrías psicolóaseon^tepipoKHein

Todoi eÜDSi implicabaji «n ajgün sentido el misinD tipo de supinestos y pswedi'


miuntos do trabajo, y en gran parte hs miatouí colUiLrtJcciones. Siti embJLqgo,
Lewin [iQ hizo ningún tnteiiLu stno por coordinar estos cmucepcos en un miur-
co rerercncial BútemátieD Ívdaíu rartwright,
La serle cuordinad^ de ¡nveatlgacloiies en tam o del supuesto le^iniano del
siscema de íensián es d mejor ejemplo de su Irabaja; en algunos aspectos se
aproAJiiia a un jistemj integrado. Una aciic continua de estudios expenmer-
tales, sJguJiOS de los cuales ie describen luego, so basó en los conseeuflitcjBS do
este concepto central. El mismo l.ewln lia pioponeioDado un Itifomic teórico
de estas iuvesiigaclones. dea tacan do los supuestos > derivaciones formales (Le-
w n , 1940, págs. J3-2Si 1944^ pigs, 4-Z0|. Nuestra exposición sigue esK litfor-
rae, 031 cam a tambi^i) ta preseiiidClÓD de Deutsch (1954, p¿g3. T99 y stgs.J;
Los antecedentes de ib eonstrucción del sistenm de leuiáóii se rsTiontan a
las piinicras utvesiígaLinrEs psicoiógicas de Lewin (1917), cuaíido estaba inte-
lesadu en nefinar algunas de las tenipranas investigaciones de Ach (1910) so­
bre la fuerr-a de voluntad. El pfDcedlnilentü geriuial consistió en estabícecr
ftsucistíunes de silabas sin senLidü a trivds de apare unientes repetidos, y luego
evaluar la fuerza del factor voluntario -m anipulada mediante ínsíniecfoncii—
oponiéndolo a La tendencia habitual (víase Hilgard, 1956, págs- 758 y lígs,, don­
de hay una descilpcióJi de estti investigación y las argumentaciones teóricas).
Fiufllnicntc. Lewin rechazó el Inteuto de Auh de agregar al lactoide aaociacióii
eonstruccioiKS ftuevai Lilis como la predisposiciÚQ y la tendencia determirrjin-
tí, según la tradición de la escuela de frurzburgo, a la que perlcnceía-Ach (véa­
se capitnlo 4). Lewin opinaba que Ach no había llegado suScíentementc lejofl
en su interpretadún. En lugar de aceptar tan/íi ins factores de asociación como
los voluntarios. Lewin ccmcluyó que lo mejor era suponer simplemente dos fac-
ture i voluntarios. Señaló que U asociación per se nu ¡Jtoporckjnaba nigün po­
der mDtiviidor.PQsteriormenlJe dltía:

Dinámicamente, una "asociación’' es algo parecido au n eslabón de una


cadeua, u sea, una pauta de fucFcas lestiictivas que no incluyen tina
tendencia intrínseca a cieai uo cambio. Esta di tima propiedad de u n í
necesidad □ cuasi necesidad puede representarse coordínándak cion
un "astema en tenstóit". Tüniandu se rumien te esta construcción, y
utilizando ciertas Jeíbueiones operiacionále^ paitlculiunicnle median­
te la cümilacióii de la "liberación de la tensión’' con una "satísfae-
ción de la neceijdfliil’’ (o “alcance de la meta” ), y d "surgíraieTito de
la tensión^' con una "iitlención'’ u con una “noocsádad en estado' de
hombre", fue posible extraer una gran cantidad de conclusiones veriiV
cable í (1940, pág. 14.}.

El primer esfuciTO fuiraol por demostrar la proposiciúr dd siatenui die leo-


siiún, asf desarmUada por l.twjn, ftre Ja investigación realizada por Zeigamlk
(1927), b ^o k stipcrvisióii de aquél, pam su disertaclóe doctoré. Sus expcri'
mentos se baaoian en los supuestos Je que 1) $e ostablecccfait sistemas de ten-
lióri eit un üujctD cuando ae le dieiitn latesi Simples pare ejecutar, y 2) si no se
eliminaran esoa sistemas de tennión, lo cual normolrtientc ocuniria al cumple^
Pafitilmlci iít ta ttorís d í í n j j í i p o

tarse las Laieas. su persütencúi resultaría en una mayor probabilidad de qiie el


sujeto recordara, lo; numbrca de lia Untas. Sus lesultailos to uiia variedad dt
experimentos totinmiaron ee lo lustaneiiJ esa piediccióo, yd que Isa taiCdS
irteirurnpídaa eran por la gene til mejor recordadaa poi loa sujetos que las com'
piel idas. Ha habida ima exieusa bibliografía experirtiental (víase Alper, iy4>i;
Deulsch, 1954) sobre este mteresante fenómeno, llamado efecto Zeigamik-
Dtra prueba e.xpeiirncntal de Ja uunstiuccióu "sistema de [tusión ’ fue lleva­
da a cabo por Ovíiankina quien mostró que los sujetos reasumían vo-
lujituixnisnte los actividades intemirnpidss con m is frscuenci# qiie lai activí'
dadas cumplí todas.
Siguiendn a loa resultados cunfinnatorios de «stos dos primeios estudios,
se leaUzorun una cantidad de prvebas expeTimentales. Entre las mejor conoci-
daB podemoa oitai loreatudioE de LisHtci (19 3 3 ) y MahJct (J9 33), sobre el pa­
pel de las actividades, sustitntivas como descargadores efectivos de la tensión;
la Hopps (19 3 0 )y J- D. Frank (19 3S ), sobre el éxito y el fracaso, y en e*pe-
cial sobre la relación de ambos con el “ nivel de agiiradón’’ manifestado por
el sujeto; y los de Kartten (19 28 ) aobie Ja “ laciedad príqiilca", que se rda-
dona ton él probloiiu de k reducción en k realiiajción de una actividad a can*
5 1 de su Continua repeticióil. Inwin O'ftece nn lesumen de estos eitudiol y otroi
afliiei a eUoi ( 1 9 3 5 .p í^ . '239 y sigs-)- -Aunque aquí no hay lugar para seguir
desarrallandu las con trihuejones del "sistema de tensión" a la investigación y
la teoría, el caiáct&r fnictífero de esta construcción lewiniana queda bien attJ-
tiguado por la manera en que los conceptos y probleinaa con ella asoctadoi
se utilizan en la teoria de la personalidad (véase De JiScK, 1954).
El itiltrés poítcfior de ÉcivíOt orientajlD a loa pioblem u tiste míticoa de la
psicología social, se puede eje-mplilifiar cüti su interesante y ügo inuaual In­
vestigación sobrt iírii hábitos alimentarios, realizada en época ds guema (Leiwín,
1943b; véaa tarabién Lewid, J951, capíTuIo 8). Lewin planteó en primer lu­
gar la cuestión de por qué la gpnte ccnie lo que come. Se investigá la rnterat-
cióir de factures pácolópcoa (por ejemplo, ú tradieLún eulturul, la preferen­
cia Individual) con factores no psicológlcoí (por ejemplo, la dispofiibilidad de
comida, el cnstn), dentro del marco de la dienaininadk "tco n a d d canil” . Se­
gún csle pumo dé vista, la mayoi parte de Ja comida que aparece sobre la mesa.
e$ rmolnierite Ingerida por uno u otro miembro del grupo feniiliar, de modo que
k cuestión principal se reduce a otra, relativa a los carrales partieiiJaiT} por me­
dio de los cuales Se obtiene k comida para el uso farníliar. Las dos fuentes prin­
cipales de enmida en loi Estados Unidos duranifi la gfJírta. eiaii las compras en
los proveeduras y la horticulturs doméstica (canales menores eran las com­
pres cu el campo, Ja elabotacián casera de pan, las conservas caseras, etcétera).
Lewin destacó el papel del "guardabarreras" —de ardinano d ama de casa—:
es dI iodlviduo que deternitna la cantirkd de materia prima alimenticia que se
obtendrá de cada canal y Se h aii piioi poi los dlveisus eafadioa de piepora-
d ó n previos a su ctMUütnición (en el ceso Ja la lioríicultuna, pof ajpueiio, es
necesHtia una lui^ur cantidad de esLadiui anlus de que se dispunga Je los pro­
ductos finales utilÍMibles en b iresa).
L* psiiotugía del gjian3al>*fferss constituye así un punto central eo esta in-
S64 SiMUma y ftorbu psicológicos coHttmporincos

vestigacim. Aunque en el curso del problema se fomiularon muchas preguntas


interesantes, nos UmiUremos a bosquejar una que fue objeto considerable
atención cmpfrica. Se trataba de hallar el procedimiento más efectivo para mo-
diñcar las opiniones, centrando U atención en una alternativa: procedimien­
tos individuales contra procedimientos gripales. Lewin señaló (19SI,cap. lO)
que muy bien pudiera esperarse que resultara máa convencer a los indi-
^duos, por ser éstos “más flexibles” , que a los grupos de personas de camión
similsu'. Sin e m b a lo , la Investigación sobre una variedad de problemas sociales
(tales como el alct^oUsmo y los prejuicios, además de los hábitos de alúneti-
tación) Heva t una conchuióo opuesta: una vez que se modlflcan las pautas
miañas del grupo (mediante discusiones grupalet más que individuales) las
opiniones individuales se alteran más fácilmente.
Podemos utilúar emno ejemplo un estudio relacionado con e! aumento
en la consumición de leche fresca. Ni en las discusiones individuales ni en las
grupales ae utilizaron preskmes, y en cada caso se dedicó el m iaño tiempo.
Los resultados mostraron claramente que las amas de casa cumplían mejor con
el cambio requerido cuando se seguía el procedimiento grupal. Resultados
similares se le c o ^ ro n con ottoa tipo* de alimentos (como por ejemplo leche
en polvo y ji^ o de naranja) y con otros problemas sociales completamen­
te diferentes (como por ejemplo un aumento en la productividad de los obre­
ros fabríks). Aparentemente, un compromiso público con un nuevo curso
de acción produce por lo general una mayor permanencia de las actitudes o
conductas modificadas. En algunos casos, el grado de cambio puede incluso
aumentar durante un período posterior a las manipulaciones experimentales;
cuando esto ocurre se habla de “efecto dormido” .
Esta investigación ea un cjen^lo del modo en que el trab^o de Lewin combi­
naba cuestiemes teóricamente importantes con problemas y procedimientos
dotados de signiflcacito práctica. La aceptación de la comida tenía importan­
cia práctica cuando Lewin inidó esta investigación en tiempo de ^ e m . y a
coíwUda que \% p<W«:V6n mundial aumenta, osle problema prcanete convertir­
se en uno de permanente sígniflcación práctica. De modo más general, los pro­
cesos grupales son importantes para el sentido de bienestar del hambre y para
su misma .«mpervivencia. El renacimiento contemporáneo del interés en activi­
dades como las de los grupos T se origina, en gran parte, directamente en e!
uabajo de Lewin (véase, por ejemplo, Bradford. Gtbb y Benne. 1964).

CVitícos a Leyvin

La mayoría de las críticas contra Lewin se han relacionado con su enfoque teó­
rico del campó- London (1944) lo ha acusado de h ^ t s e ^ro p ia d o indebida­
mente y de haber hecho mal u»o de los conceptos topolúgicoa. Lo(Ld<;m «esto­
nia que en su pretendido uso de la topología, Lewin se había limitado a tomar
prestado de esta geometría la terminología y algunas de las conceptualiza-
ciones gruesas y había sido incapaz de usar algo como el conjunta total de las
relaciones topológicas fundameotales. En respuesta a esta objeción, Lewin ha
argüido que lo único que puede exigíraele a un psicólogo que intenta aplicar el
Variedtdei de la teoría ürí campo S65

modelo nuiem ático, es que coordine algunas relaciones conceptuales con pro­
cesos empíricos (19S1): “ No puede haber otro significado ni dtni prueba de la
splicabüidad de estas gcometnas a la psicolr^ía, que el carácter fructífero de
las predicciones basadas en esá coordinación” (pág. 22). El problema entre
London y Lewin ae puede enuncUi eficreiileniente de la siguiente manera:
**¿£1 modelo topológico dcl que Lewin se apropió retiene lo suOcienie de su
estructura lógica como para conservar algún p o ^ r deductivo^* Si no lo hace,
la crítica de London tiene razón de ser, y realmente no hay predicciones basa­
das en la coordinación de la topología con la psicología. El total de las pruebas
parece indkar que las predicciones de Lewin se basaron más bien en argumen­
tos informales y en obxrvaciones previas que en deducciones dentro de la to­
pología. Sin embargo, incluso en el caso de ser conecto este juicio, la analogía
topológíca puede hat^r tenido un gran valor motívacional y heurístico para
Lewin y sus discípulos. Marrow (1969) añrma que a menudo $ostenían anima­
das discusjunes en casa de Lewin con la ayuda de papeles y lápices de colores
esparcidos por todas partes jy que usaban para hacer diagramas topológtcosl
Bate pcocedúniewto tosin duda estimable, aunque le falte rigor formal.
Otra crítica, tbrniulada tanto por algunos simpatizantes de Lewin como por
sus críticofi menos amistosos, ha sido que no ha podido especificar cuál era su
interpretación de cierlus lénninos clave (por ejemplo persona) o relaciouos cla­
vo (j>or ejemplo entre persona y espacio vital), que admitan varias interpreta­
ciones posiblea. Una crítica conexa pero mucho más fundamenUl (Estes, 1954)
ba sido la de que en general Lewin no pudo indicar la base empírica de sus
conceptos psictdógicos por ejemplo el de espacio vital— a pesar de su admi­
rable insistencia en la necesidad de definiciones opcradonales estrictas que es­
tablezcan coordinaciones entre los conceptos.
Como corolario de esta observación se objeta a Lewin que, t i destacar los
aspectos cognitivos centrales de la conducta, tendió a ignorar loa aspectos m o­
lotes^ ? n r lo general los teóricos deí campo, con su orientación perceptual y
cognitiva, han tendido a subestimar el lado de la respuesta en la foim ulací^
E - 0 - R.
En una crítica frecueotemeiite citada, Brunswik ha ido aun más lejos al
afírmar que “el cocapsulsmíento de Lewin en ci estrato central” súmilica que
su espacio vital es “posperoeptual” y “preconducttl” (1943). La réplica de
lawin a este comentario particular ha sido que él no cree que U psicología ne­
cesite estudiar los factores físicos y sociciógjcot objetivos que no tienen cooae-
cueucias para la conducta. Sto embargo, estaba dispuesto a incluir el estudio
de factores objetivos tales como loa dotenninantes potenciales del e^ a cio vi­
tal; este tipo de estudio lo denominó ecología pñcotógica (Lewin, 1943a). El
trabajo de Cartwright contiene una fomiulndón cuidadosamente detallada de
este problema de la “ zona liroítroíe” del espacio vital (I959,págs. 69ysig8.).
En Leeper (1943) y Cartwright (1959) se pueden encontrar otras evdua-
ciones críticas de los aspectos más técnicos de la teoría del c&mpo lewiniana.
Las leviticmes completas de Deutach (1954) y Eacaluua (1954) cubren las con-
tribudonee de Lewin a la psicología social y i la pticoiogía infantil, ie^>ecti-
vamenre.
3é6 Sifíemat y iroríaí pliM liglcai confetnporinsín

Por úLtíitiü, üna seria nt^eciór a L^win ha sídn Ib de que nn pudo preciigar
y especíñcar üuficNntieniEnte su sistema conceptuaJ gencisJ, de modo que pu-
diem Tohitaise mediante piuebaa experioacntiilies. Por ejemplo, dice Estes;

Este desarrolla no foiiiialÍ2ada de definjcJolies caordlriadQrqs per-


mlle al teorizadnr ofrecer eapticaciones plausibles [|e Us íñtiiacíones
líoiic:netas., pero sin ninfujia posibilidad de que la [euna sed lefuladu
por el resultado de k ¡fluaeidn de la conducta, ya que L coticspou
dcrtoia entre los térntinas tedrícos y empíricos se adapta de acuerdo
con los íiülazgos empfrlcos, y nunca se la incorpora foimalmcntc
J üiJtema. Se obtiene jlexjbilidad a «:tpansas de h vctlñeabílitlad
0 5 5 4 , pdg 3321.

AJ evsJuar a Lewin, es necesírio reconocer la impoitiuite cUstlnelón entre


su investigación experimental‘teórica iwbre problemas específicos {que se exa-
minardii en lu socciúu agiriciitc) y Sus osf'ucrcoa loüricua de Idpu usEetTiitico
(iofi que han sido criticados en el párrafo piecedeute por su Cdrcücia de espe-
ciiicación empúiea adecuada). En especial, Itre etx|uenia£ del espacio vital po-
lOten teiwt ur valor limitado en Ik ploniftcacíón de experimento!. Sirven cotno
fierrainfentas pedagógicas y prnpoTcíoniiJi un efecto general estimularte parq
el experlmentadür. Aunque rcniltu imposible identiticar cor exactitud las
fucuires de la influencia de un pensador, parece probable que la trcineuda in-
íluettcla contemporduca de Lcwiu provenga mcnaa de su teorizacJúin forniaJ
que de su teorización rnformaly el trabajo empfrico vinculado con oUa.

/jTS t'ün/jT!ñuí?jf;rrfS' de Lewtrí

ro m o conceptualizador creatlTo .y experlmeiuador talentoso, Lewiii casi iiu


tiene par. La habilidad para íiutrumeutaj sus IntuicioneB teóricas mediante
idtuaeiocies srepínesE concretas, explica en gran parte su éxito. EvidantemiBD-
fe, LewLn se basaba., aJ rriEnos en paite, en profundas observaciGnes de esce­
nas cutiüLaiiaE. Por ejemplo, su conccptusltzaidióa del sistema de tensión « i
lelación con la raemotis (véase h1 fenómeno Zeíiarnik. ya descripto) habría
sido sugerida por SU □bservacióA de que Jos mozos de loa restaurantes de Per-
Ifn tentim una memorin notablemente fxflcta pare e! monto dítnllado de cada
cüenltt, pero sólo hasta que ásta Sru abonada (G. W'. Hartirtaiii], lD35,pág. 221).
I.^s contríhiicíorics eapeci'fícaa de i^ewin a Ib tenrk psicológica fueron am-
pJius y pioñiDdas. DesarioEó conceproa y técakas expeiímentales, mies como
el riivel de aspiración, que ta n gozado de amplia Bceptación en los campos de
la personalidad y la motivEitión. Ejtiu cpritribueiones a le teoría de ia petao-
naúded haü ejercido una kOnencia inerte y cuntiuus.
Por último, los esfuerzos pioneros de Lewlit en el campo de la psicoingfa
social, aerfau auflcienics para garantizarle un penlurabJe y prontineuiie lugar
en la hJatork de k pslculogia. Sus primeras Investliacionea en psicología so­
cial as pueden ejemplificar con loí estudie a píonerDS (Lewin, 1039; Lippiit,
1940; Líppitt y lA'hite. 1943) de la cDuducta en climas sociales que se manl-
pulaban experímen taimen te Por ejemplo, se vioaror ex pertmea talmente las
t'arietJísJt!i t A A i Icut/u Jeí eumpQ 367

técnJCHí de Ed^rizgo ilaissei-faiFe, democrático, autocráüco) fil clubes juveni­


les, y SR COrrelkfiúfiarcHl divem s CúildUctaJ —tales coma la agiEsion— con los
difeienten dimas Bnciales que TcmUfibari fLippíll y Whíte, 1943). E stos e*lu-
diere no íólu abrieron una nuportante y nuevi aria de iirvesiigacibíi social, á-
uo que Lambiéu ejcrciicrüu cicrlji iiiñucncia sobie las prácticas aducadonales
y sociales (Cartwrl¿it, 1959).
En la fau ñujJ de sus Lavestigsetonea, dedicada fundameiilaliiieDle a la di-
nimjcB de grupos, Lewin desempeflú un papíi más bisa administrativo y su­
pervisor, dejando a otros la elaboiocion detallada de las hipótesis y la lecotee-
dón de dalos. En Re^ntíi/ing s x ia i cofíflicis 1194E), Lswixi mfunim subic va­
rios c&fuerzos expciiiiientales para fnodificar la conducta social en sitvaciooea
cntidlltlAS reales (^como por ^emplo los taUeivs fabriles inierFaciales), Infortu-
nidamente, su icmprkfls muerte anuid i a ponhílidad de otras contrlbudonea
n este tipo de programa de investigación.
Por cierto, l u lineas dn trabajo que comenzaiioii cun Lewin. no concluye-
run ceu Su muerte, ru é Uüu de esüS mrus iudividuos que cuJiBervaii su vigen­
cia veinticinco a cincuenta lüos después de su desapaHcíón, Los pTotdemas
relacionados con la in/lucocia scidal y e! liderazgo aon todavía objeto de es­
tudio activo. Las abservaeiceies de campo, que con tanta frecuencia lo inspi-
ramn, están ganando rápidamente respeta como una fuente de información
pslcülúglca (WUlems y Raush, 1969), El Interés demostrado, en la Qltinia par­
te de su vida, por la ecología psícologlBa debe de haber pnoponcLonado cierto
itnpctu si trabajo de Berlncr que dio por resultado un libiu sobro esc piecfso
tema (I9ÉS), Incluso su tentativa de encontrar paraleias entre los diferentes
campos, que se advierte mejor en su actitud general hacia la tacna del campo
y en su iniemo de usar el formilistuo matemático, puede haber provüco, fl-
nahiieQie, puilu del trasfondo gene tal para el desarjuUü de la teurfü Je los
sisteinas generales (véanse en Bucldey, 1966, tos trabajos en esta área). Decir
que Kurt Lewin fue una de las ñguras germinativas de la psicología moderna
es quedarse oortfi fn el elogio.
Focos pácólogüi han demostrado tanto afán como Lewjn por contribuir
a lafl soluciones de tos problemas soeUJes. Pane de su inteiés práctico se re­
monta a sua cxpeiicnciaa pctsooalea. Había estado en el ejército akm ác du­
rante la Primera Guerra Mundial y Labra expeiinientadn el desastre que fiie
k Aleunaiija d« PTO[Hs rnadie murió vfcrlma de Jos nazis duran­
te la Segunda GLierra y él dntió el peso ilel largo brazo del autisemitisniD In­
cluso eu Esiüdos Huida!. Fue un grupo religioso judío tutereiado en k eli-
mlnacjón de I ds prEjuictcis el que proveyó leía fondos para el Centro de Inves­
tigación sobre Dinámica de Grupo que Lewin fundó en el Instituto Tecnoló­
gico de Maosadiusefts. Las cirtudatancias y el temperamento parecían combi­
narle en él para fomiBr Lid ser único ccroio bcóriCD y hombre de aceiáit. No
sorprende, entonces, que sus ijitereses abarcaran el liderazgo y el prejuicio,
y que dedicara tamo atendón y tsúte kgeniu a los mátodiu pora tnndJfkai
k canducta.
L i indueneia de Lewin Come ser bumirto e investigador fue tan giailiie que
es casi Ufla hipérbole describir k psiecdogía sncial norteaintriearia como un
368 Siritmút y teorie» pticoÍ6g3cos conttmporáneo»

desanotlo lewüUano. Sin embargo, la teoría ile Lewiu y lo» primeras desarro­
llos de Berlín fíieron abandonados casi por completo. Había carnbiado sus
propios intereses «n los últimos afios, y su trabajo anterior era de difícil ac­
ceso y, ni qué decir, de difícfl comprennón en Estados Unidos. Un libro de
de Rivera (1976) puede cambiar esta situación. De Rivera ha reunido las pri­
meras dlsertadcmes <k Berlín, las ha relacionado con eJ tra&fondo teórico y ha
agregado sugerencias propias. Si se vuelve a estimular el trabajo empírico de
de Rivera o de otros, tal vez los intereses de Lcwin, antes ignorados, gocen de
un renacimiento.

LA TEORIA COCNITIV A DEL CAMPO; EL CONDUCTISMO


INTENCIONISTA DE TOLMAN

Se ha señalado ya la importante contribución de EdwardC. Tolman (1686-1959)


al desarroUu del coiiducüsnio (capítulo 6). Desde uu comienzo insistió en una
intepretacíón molar de la conducta interKional (1932), conservando esa preo­
cupación 8 lo largo de a i extensa y brÜUntc carrera. Aunque no se puede de­
cir que Tolman h ^ a desarrollado uiu teona deilnitíva, su sistema psicoló^-
co. con su posición rundamentalmente cognitiva (E -E ) en materia de apren­
d i z ^ . ha ejercido una fuerte influencia. De los conductistas más Irriportanies,
ha sido el que mejor aceptaron los psicólogos no conductistas. Su sistema es
una combinación aparentemente paradójica de conductismo y psicología de
la GestaJt. Su orientación pcímordiai ha sido cognitiva: se centró en el estímu­
lo. más que en la conexión K -R . En su» últimos escritos (por ejemplo, 1949a)
no sólo ha profesado una profunda admiración por los puntos de vista de Kurt
Lswin, áuo que además ha adoptado una posición eseuciabuente Icwiniaiu
con re lé e lo a problemas teódeos fundamentales. Por estas ranonea se }o con­
sidera en este capítulo.

La carrera de Totmmi

Edward Tolman nació en Massachuseets y se doctoró en ingeniería en el Insti­


tuto de Tecnología de la misma ciudad. Luego pasó a la psicología, recibió su
título de ‘^Master of Arts*' en 1912, y se doctoró en I91S en Harvard. Trabajó
como instructor de pdedogía en la Universidad del Noroeste, desde 1915 hasta
1918. Luego pasó a la Universidad de California, donde esiabíeció un laborato­
rio de ratas. Durante la Segiinda Guerra Mundúl prestó servicio dos años (1944
y 1945) en la Oficina de Servicio» Estratégicos. En 1950, a los sesenta y cuatro
años, Tolman demostró su patnotismo de una m ^ r a diferente.liderando la lu­
cha contra el juramento de lealtad al Estado. Durante los lies años siguientes,
mientras se resolvía el problema. Tolman trabajó en la Universidad de Chicago
y la de Harvard. Su calidad humana, que lo hizo tan querido por Kjsdiscípulus,
se desmuestra inefusoon /aparte (kuá de su última declaración publicada:
Variedadet de ta íe oríc del campo S69

Me ha gustado pensar en Is pticcdogía de utut manera que escompati*


ble conmigo. Ya que todas las ciencias, y la psicología sobre todo, se
hallan todavía inmersas en los form idable dominios de lo incierto y lo
desconocido, lo mejor que cualquier cieatínco individual, sobre todo
cualquier psicólogo, puede hacer es seguir su propio ra>'0 de hiz, su pro­
pia inclinación, no importa cuán inadecuados puedan ser. En realidad,
supongo que esto es lo que todos hacemos. En última instancia, el úni­
co cnterio seguro es dívertírae. Y yo roe he divertido (1959, pág. 1S2).

Tolman. el hombre, fue por lo tanto una m ezda de inconfomústa y disidente.


Veremos también que el sistema que ¿1 produjo rehúsa adaptarse fácilmente a
las categorías usuales.

E l sistema de Tolman

El sistema de Tolman parece ya formulado de una uuntefa v*aga en el primero


y m is importante de sus libros. Purposive behavior in anunali and men (1932).
Cuando estaba trabajando en esta obra no hizo mucho esfuerzo por oiganizar
las ideas principales en un sistema int^rado. Las predicciones sobre los resul­
tados e.xperimentales no estaban relacionadas entre sí con rigor lógico. Tolman
fue considerado durante largo tiempo un teórico programático. MacCurquodalc
y Meeh) (1954) formalizaron sus principios m is importantes con mucho mayor
rigor y detalle. En su trab^o fínal, el propio Toiman presentó un cuadro más
organizado de ni sistema (1959). Aquí presentaremos solamente un breve resu­
men de sus principios m is salientes; quienes deseen consultar una presenucLón
m is chira de un sistema tolmaniano deberán consultar el trabqo de Mac'Corquo-
dale y Meehl.
El principio fundamental eo el pensamiento sistemático de Tolman sobre la
conducta, es que en sus actividades intencionales o adiqitativas el organismo utí-
liza objetos am bientalei)' desarrolla di^osiciones medios-fin (means-end readi-
neeesf con respecto a ello y a $u papel en relación con su conducta. E su fra­
se no es más que uno de los muchos términos complicados que Tolman acuitó
al c<xnJenzo de su carrera y utilizú coostantemente en sus escritos; sobre éste
hace hincapié sobre todo en sus **rrinc^les o f purposive behavior” (1959).
El tém üno es casi línónimo de co^icicnes o expectatívas. Se refiere al tipo de
aprendiza^ que según T olman es c ^ i u l para la conducta: el aprerulizaie ^ sig­
nos. Dicho eo pocas palabras, el organismo aprende *‘qué conduce a qué"". A
semejanza de los teóricos gueataltistas, Tolman opinaba que la conducta real
tieoe reUüvameote poca importancia; los determinantes primordíaies de la ac-
(rióii son centrales, y no períférícoa, como sostendría un típico teórico E -R .
En lu exposición de 1959, Tolman presentó un esquema para cada una de
cinco situaciones repreaentativts: aproximación simple a la comida, huida sim­
ple de una descarga eléctrica, evitación simple de una descarga eléctrica, apren­
dizaje del punto de eleccióa y aprendizaje latente.
Estos cinco paradigmas sugkroo vaiit» aspectos del pensamiento posterior
de Taiman. Bn primer lugar, es evidente una cierta aímüjtud superficial con el
J70 Sistemas y teoties p ú c o lá i^ s eontemporéñto»

sútema hulliano. lUsla cierto punto, esta int^rrelación lógica de los conceptos
fue inducida por la forma de presentación que requería el compilador del libro
Esta ciase de formalización se puede haber visto alentada tam ban por el ante­
rior esfuerzo de MacCorquodale y Meehl, quienes habían expresado el pensa-
miciitu de Tolman de una manera casi huUiana Sbi embargo, Tolman había
empleado mucho antes un ordcuaiiiiento tabular similar, aunque mucho mas
sencillo (por ejemplo, 1936,1938).
En segundo lugar, y esto es m is imporunne, la formulación ñnal de Tul-
man muestra el pifiel central desempeñado en su teoría por Ia& conslrucciones
cognitivas. Aquí es necesario un pequero detalk explicativo. Dus constniccio-
lies cov;uiUv&» fundamentales están implicadas. La disposición medios-fín es
una disposición cogniüva adquirida, relativamente pura, en el sentido de que
perdura iodependicntcincnte del estado motivacional presente del organismo;
es decir, el organinno puede saber dónde hay comida, estd o no hambriciilu.
La expectativa, por otra parte, es el producto concreto de la disposición me-
dios-fín, un acontecimiento cognitivo que ^ aplica directa y específicamente
a la situación piexnte. Tolman resumió los dos conceptos:

Una disposición medíos-íin, tal como la concibo, es una condición


dei organismo, equivalente a lo que en lenguaje corriente llamamos
tina “creencia’* (una disposición) en el sentido de que u se reacciona
medíante un caso de este Upo de respuesta a un caso de este Upo de
situación estímulo, esto llevará a un caso de egte Upo de situación es-
túnulo ulterior; o (ambidn, que un caso de ese U ^ de situación es­
tímulo será simplemente acompañado, o seguido, por un caso de ese
tipo de situación estímulo. Además supongo que las diferentes dis­
posiciones o citcncias se almacenan juntas (en el sistema nervioso).
Cuando ae las activa concretamente en forma de cxpectativaa tienden
a inteiactuar o a consoiidatse entre sí. Y también afirmaría que el
“pensamiento'^ de los seres humanos no es en esencia más que una in­
teracción activada entre tas expectativas que resultan de estas disposi­
ciones previamente adquiridas, que a tu vez da lugar a nuevas expec­
tativas y a nuevas disposicioiics medios-On (L9S9. págs. 113-114).

Tolman recouucíó la debSidad de esta fonnulaci^. si se la considera sobre


la base de las mediciones empíricas específicas- Reconoció la dificultad de ins­
trumentar operacionalmente esas congtrucclones, pero al m im o tiempo seña­
ló repetidamente lo que a su Juicio era una debSidad comparable en la cons­
trucción Cg, de HuO-Spence (véase c^sítiilo 10).
Aunque el concepto de c o n d ó n es el concepto clave en el siríema de 1'ol-
man, éste ha considerado otros tipos de conceptos y otros tipos de aprendizi^.
En su esfuerzo por abarcar los tipoe principales de procesos de aprendizaje
(I949b). señaló los siguientes sets “ tipos de conexiones*’: las catexias, que re­
presentan las propiedades afectivas adquiridas por los objetos (similares a las
valencias de Lewin); las creencias de equivalencia, que son las repreaeatM.i<me$
cognitivas de submetas, refozadores secuudaños o perturbaciones iaminentes; las
expectativas de canpo (llamadas lotc» expectaUvas^esto/f-signo). que m i re-
Variedades áe la teoría del campa 371

preseiiiacioues del ambiente que hacen posible el conocimiento latente, los ata­
jos. etc.; los modos de cognición del campo, que aun las funciones de orden su­
perior que producen expectativas de campo a invés de los procesos perceptua-
les, mnéacos e inferenciabs; las diKriminacionei de impulsos^ que son l u capa­
cidades de loa animales para comportarse diferenciaimen te en diferentes condi­
ciones de pitvacitte, y lai pautas motricet. q\w son las respuestas y las combi­
naciones de las tespuestas (habUidades) mismas.
Sédo de una manera muy esquemática intentó Tolman indicar el Upo de le­
yes, o relaciones empíricas entre variables, que podrían relacionar estos diver­
sos tipos de aprendizaje. Por ejemplo, no formuló sugerencias serias sobre le­
yes para los modos de cognición del campo, ni para las discrímtnacloDes de im­
pulsos. P an las pautas motricet. aceptó un simple principio de contigüidad,
siguiendo a Gutbiie. La recbicctón de la neceádad, propuesta por HuU. sería
al menos parciabnente rc ^o o u b le de las catexias y las creencias de equiva­
lencia. No ofreció imerpretaciooes definitivas para el concepto clave de las ex­
pectativas del campo, aunque afirmó e^c ífícam en te que el principio del re­
fuerzo no tenía m is que un p ^ l incidental.
El modelo de Tobnan (l9 S lb ) incluía tres construcciones principales, el
stsíema de necesidades, estrechamente relacionado con las nociones ortodo­
xas sobre loi impulsos; el especio de la conducta, estrechamente relacionado
con el e^acio vital de Lewin. ya descrípto en este capítulo, y la matriz de
creencia-vaior, que consiste en jerarquías de expectativas aprendidas respec­
to de los objetivos ambíeutalcsy de su papel en relación con la conducta.
Estos breves esbozos del enfoque de Tolman indicarían la naturaleza caen-
cialmente experimental y preUminai de su sistema. Rara vez se sintió lo bas­
tante seguro del terreno que pisaba como para sugerir reladones legales, o si­
quiera ló ^ a s , entre las variables de su sistema El propio Tolman era muy cons­
ciente del status cuestionable de algunos de susaspec(os(l959): “ . ..Cceoquelos
días de aquellos sistemas grandiosos que todo lo cubrían en psicología, cemo
el m ío intentó ser, están ai menos por ahora- bastante anticuados. . . Tengo
una tendencia inveterada a qite mis ideas sean en extremo complicadas y exal­
tadas. de modo tal que cada vez son menos uisceptibles de prueba empírica*'
(págs. 93-94).
Tobnsi no produjo la clase de sistema que produjo a causa de sus princi­
pios metateóricoa o de su ignorancia metodológica, sino porque era la clase de
persona que era. En sus primeroa trabajos(1936, 1938), había especificado con
algún detalle las variables particulares que ¿I consideraba signincativas en la
conducta y había indicado el tipo de situación experúnentai “estándar" en
la que Se podn’an determinar n u valores. Se interesó también desde un princi­
pio en un prototipo de diseño experimental cuyo pcopó«áto era identincar U&
interrelaciones funcionales de las variaWes depecuUentes, intervinieotes e inde­
pendientes. Por lo tanto, Tobnan adoptó una metodología empírica estricta
destinada a dejar al descubieiio las relaciones legales entre las variables, pero
no siempre puso en práctica sus ideas. Bien puede ser que el tedio que este pro­
grama implica lo iiagu impracticable. Por cierto que no era la clase de diver­
sión que le gustaba a Tolman.
sn Sistemas 7 ieorist jaicól^iíeoi o c i n ( e / » í P « * i « M

i'ilvn e. UbtfiiLto lítillMdo p-aia piobii U ccmpniulóii o tatWviífÍHi [ftiíífifj en 1ü


niMa. Lí9I teaderoí k oidMUfi en >uu primqulá de acuerdo eon la kmtijTUil: el tendere 1 as
pteftotiMe iia jíé s te a lJ . S i» ciwn «¡1 itndMti 1 eqn el abetácule A, Ini ntas corten por
el lemlete 2. SI k cim i el tendero 1 dan el abitlculb laa tetu cenen por el tendero ^
si c^tan por intwvíBdn que !• Ijarmifl clfiiiB- isnio el leadeio 1 carao el 1. íTUíJtfe: TeJ-
miin y Ueiuflc. jo, pÍ e. 223J

La eipíráTtfífíof!íVi ú t robno»

Et tipo de kve&ttgaci^n expeximejita] realJsado por Tolman apareóle bien ejem-


pliHcado cu lu toiripnafio estudio sobre d apreadizaje por íntravlii6fi
en la rata (Tolmaik y Honzik, 1930), Se utÜiz6 un labeclnto elevadO:, con tees
senderos aJlemstivDS p a n i l e ^ a la caja meta (vdase flgura S). Los tieB sende­
ros eran de dlatlnca longitud, Bn et aprendizaje pneliminat se bloqveú aveces
el sendero 1 —el m is corto- y los animales apicndjeron entoriE^s a utilizar el
sendero 2, d máa corto de loa Teatuite;. Ñútese que los senderos 1 y 2 compar­
ten la parte fiad de directa a la caja nieta, Duianie loa enuyos de entrena-
miento, el nhstáculD se colocú Cfiica dnl punto d t partida, bastante antes del
segmento común 1 loa senderos 1 y 2. Para loe ensayos de la prueba,.d obs-
ticülo se Cortiú a la poskján B, bacía el ÍiubI del tegmento comúa y cerca de la
c^a meta. De acuenlo con la taorfa de U ñitrovísíún, se podrís pK dedr que d
animal vedvetia ahora si Sendero 3, y no al sandeio 2, previamente prefeddü,
porque eirtfl tambiÉn está bLoqueado. ITo pnntD de ra ía E—R sñiipie —que
no Tuviera eit cuenit la bnovlslói)—. pradeclrfa probablemenie d p e s ^ me-
V a ñ ú d ¿ ¡d es d e b te a r fa á e i t a n t p a m

cínico i k ítspuesía siguleatie en la jeiuquís de ñier¿a establecida por el eatie-


namicDto, la de comer por el sendero 2. La mayoría de los animales utilizados
en la investigacióp eBgiernn el sendero 3, apoyando BSf la poíiclófl cognitl-
vlsta □ expccladvista da Totrnaai.
Muchas veties !e ha informado sobra niodificacícines de este primci CApcri-
mentó (v¿ase Hdgard y Bowír, 1975, píg. 154), Aunque en algunos casos ae
produjo lí introvisión, aparentemente cambios mepoiieí en el aparato o los or-
dcnentienTCis ocaajonaroj] a veces que ésta ftacamm, l>eutsch (19h0) dosarroUd
ua iDoddu cstrifclurjil, ifiiperfioiiilrriciite diíCTcnte de Los múdelos pielimliia-
íes de Tolmin, que poadecía cuándo debía ocurrir □ no la introviaióii. Un ex-
penmento de Deulach y Ckrkson (3 Í59) recurrió al mismo procedimiento bá-
dco de Tobnait y Honzik, etm ensayos de famlliaiizBción seguidos del bloqueo
de los caninos hacia lai cajas meta. LnS piedicciuiiief del modelo de Deutich se
confirmaion. Esta situación recuerda mticbo un peifeccionamiento anterior, que
Spence introdujo en las piediiaiíuiics ccai lospecto a La ocuirencia o no ocurren­
cia de k transposición (véase capítulo 7). £ a ambos casos advoitiiiioa un genul-
no progresD. Otras ideas de Tolman pueden haber ayudado a indicar U direc­
ción deJ progiesó. En la condición de "ncHÍütrovisión” de Deutsch-Clarhson,
los animales eipeiimentaron frustración en la c^o meta; Tolman y G lsitour
(1949) habían demeatrado que las rata» eran capaces de evitar d camiiiD hacia
una.caja cuando habían recibido una descarga, aun cuando Ja descaiga no ai'
guie'ia a la cañera hacia la caja. Quizía, en un sástoma impreciso como el de
Tolman, podamos ilenipm encontrar otra idea u atra experírnento pera expli­
car los mievius resultados.
Aun mds cameterístieo ds la iuvestlgación de Tohnan ee eJ experimento
sobre el aprendizaje latenl¡e, originado por B lod^tt (1929) cu el laboratorio
de CaUfomifi. Aquí el problema üindamenía] es d Ja rtcúmpensa io lefuci-
zo) es esencia] para qüe ocurra el Bprendlzaje Como teórico cpgnltmata, que
definía el apnendiz^e en función de los Ihctoies perceptüBles mis que de la
respuesta. Tolman m ustia eo que el ap reu d iz^ ocurrirá en ausencia de la
lecompeum, sólo que no se domustiaiá hasta tanto existan k s condlciODeg
motivaciiOnBlDs Bpropisdas.
En un típico experimeniD de aprendizaje latente, diseGadr) para verificui k
poiÍBiÓJi cognltivlsta de ToImÉn, se peimitc el aceesa de un ardmal'hambriento
a un dispostivo para aprendiz^e - p o i ejemplo, un laberinto- sin rscompen-
saHo eod comida en k caja meta. Después de una. cierta cantidad de cimyoá,
en los cuales el aniiDol comete muchos ecrortsym uestm mi limitado aprenillüa-
je manifieslu, enLuentra comida an k caja meta por primera vese. Los ensayos
poeteiiOTies pietentaa por lo gennal un leudiuiiento uotabltmonle mejerodo,
indicador de que el animal ha estado Dprendúodo algo sobre el labciinto en
los primeTos ensayos, pero no ha sido motivsido pata desempífiarse adecuada.
nKiite (es decir, para tomar d sendero verdadero bacin k meta y evitarloi
caUejunes sin adida). Cuando x introduce la rgcompeiia. el rendimienta de ee-
tos anímales experlmeotBlei se Bproxima rápldarnenie ol de los controles, que
han tenido el nriimo aúrnero de en ay o s pero todoi ellos teFúrzadoa c m comida
Aunque exilie aóíi cierta controversiB sobre est-í punto, en especial poique
374 Shtenm y teoriat psK<^6nicot con temporáneos

» sospecha que opeiafi üivenas fuentes sutiles de refuerzo (por ejemplo, d re­
tirar iü anima) dcl laberinto), la mayor parte de los resultados parecen susten­
tar la posición origina] de Tobnan. (Véanse Kitnbb, 1961; MacCorquodak y
McehI, 1951, y TTiútlethwaite, 1951.)

Críticas a Tolman

La critica más persistente al t r a b ^ de Tolman ha sido ya indicada; la falta de


desarrollo de algo que se parezca a una teoría lógicamente integrada. En este
aspecto pueden resultar instructivos algunos de sus propios comentarios. Por
ejemplo, al negarse al pedido de que distínguárs entre .w empleo do] lengua­
je de los datos inmediatos y el del lenguaje de las construcciones, Tolman se­
ñaló (1959): “Yo miimo no puedo interesarme mucho ni comprender del to­
do esas distinciones lógicas tan retinadas” (póg. 149). Aparentemente, esta
falta de interés en los problemas de las relaciones explica, al menos en parte,
el carácter programátko de su si$temati74urión.
Una crítica particular e Importante, que Tolman ha compartido con Lewin,
C3 la de que prestó poca atención ai problema de relacionar la conducta mani-
tiesta con la cognición y otros estados centrales similares. Guthrie, por ejem­
plo, ha comentado (1935) que Tolman deja a la rata “sepultada en el pensa­
miento'' (pig. 172). Esta debilidad del sistema de Tolman se puede enmaderar
como un aspecto más de la inadecuada espocifícación, que ya hemoa tratado.
Por último, como representante de un enfoque de sentido cemúm de la con­
ducta. Tolman ha sido objeto de una variedad de criticas por parte de psicó­
logos más estrictos. Un punto de ataque obvio ha sido el de su supuesto men-
talismo. debido en gran parte al tipo de le n g u ^ utilizado por Tobnan, y a la
iiatunltza centralista de sus construcciones. Como respuesta a esos ataques,
Tobnan ha rietirr/rio vigorosa y persistentemente su conductlsmo básico. Sin
embargo, aun los cricicos más favorables han abrigado ciertas dudas sobre el'
particular. Asi, MacCorquoüale y Mcclü han encontrado (1954) “cierta afi­
nidad coa el dualismo", aun cuando no quieran “ siquiera sugerir que Tobnan
sea otra cosa que un conductista, consciente o inconscientemente" (pág. 185).
Al considerar esta crítica. Tobnan ulxeció una explicación, si no justíficaciún,
basada en su inicial formación objetivista. Afirmó (1959) que, “ aunque me
formé en el objerivlsmu y el coiiüuctismü como el m étodo de la psicología, las
únicat categorías que tenía a mano eran mcmali^as. Ele modo que cuando co­
mencé mis intentos de desarroÜar un úsioma conductista propio, lo qu« en rea­
lidad hacía era tratar de reescribir una psicología m e n ta l!^ de sentido co­
mún. . . eo términos conductisiasoperacionales" (pág. 94-).

Las contribuciones de Tolnum

A pesas del innegable carácter programático de su sistematizacióa, Tobnao ha


f r e í d o una gran influencia scihre el curso de la paicologia en las úllimai cuatro
décadas. Describiitmos varias fonnas generales de su influencia, y luego men-
cionaromos algunas conlt Jbucioites más
Variedades de ¡a teoría del campo S7S

T o b n u contribuyó signincarivamente al femientu de la levadura ctmduc-


tista, en lu período formativo temprano. Aunque algunos conductUtas nunca
aceptaron su tnrijtcncia en un punto de vista mular y su aceptación de la inten­
cionalidad. ese tipo de interpretación sirvió para que el sistema fuera m is fácil­
mente comprensible y aceptable a tos ojos de muchos otros. Tolmin sahró asi
para la consideración de la ciencia de la psicología conceptos que de otra mane­
ra se podrían haber desechado por completo porque no eran fácil de defíiür
operacionalmente. El veredicto ^ b historia lo ha favorecido claramente, so>
bre todo en el caso de la ‘'intendóc*'. la ctencb de b cibernética ha objetiviza-
do y definido con precisión lo que ex para una máquina tener una intención,
de modo tal que suu pocus ahora los que, dentro o fuera de la psicología, pue­
den sostener que el concepto no se puede objetivízar.
La influencb de su ustema c o ^ tiv o def iprcadizaje hs rido también muy
grande. Durante dos décadas la posición cogoitlvista de Tolman ofreció la al­
ternativa principal para la teoría (k reducción de la necesidad de Hull. En rea­
lidad, gran paite de la experimentación y de b bibliografía sobre el aprendiza­
je se relacionó directamente con uno u otro intento de incitar a U teoría cog-
nitíva contra la teoría del refuerzo. Así, al revisar U bibliognffa sobre apren­
dizaje para el primer ni’imero de laAnnualReríew ofP ^chofogy, Mellon (1950)
podía decir que ‘io s últimos veinte años de desarrollo teórico-experunental han
estado cada ve¿ más bajo la innueocb de los sistemas teóricos opuestos de Tol­
man y llull" (pig. 9).
Ya hemos mencionado a David Krechevsky (más tarde Krech) -durante lar­
go tiempo colaborador de Tolman en la Universidad de Califoinb como uno
de los contribuyentes a la tradición cognittva (capítulo 7). Sus h ip ó te ú sobre
las hipótesb en las ratas concordaban muy bien con el punto de vista de Tol­
man l.evinc (1970) ebboró expUcaciunes mucho más detaUadas con remeció
a cómo se debían relacionar las hjpótesis con b experiencU prevb en tos suje­
tos humanos y cómo deberían de^ués controlar b conducta. Una ingeniosa
serie <¡e experimentos armonizaba muy bien con sus predicciones, iy con el peo-
samienio tolmaniano!
Se puede atribuir una imponante influencb al permanente apoyo que brin­
dó Tolman a b ebcción de b rata como animal de laboratorio y sujeto ade­
cuado, incluso para su pensamiento centralista y de campo. El hecho de que
Tolman empleara este animal de laboratorio ha sido en gran parte responsable
de b aceptación general acordada a la "pskologfa de ratas", a pesar de U fuer­
te uporición <k muchos psic«Mogos. Su posición sobre el particular aparece cla­
ra y vigorosamente en un delicioco ensayo (1945). Aquí Tolman. siempre hu­
morista e iróniCD cooilgo mismo, está particularmente in^írado. Las frases ñ-
nales son especialmente dignas de mención:

En síntetis, ¿qué podemos decir de bs contribuciones que hacemos


nosotros, psicólogos de roedores, a Ja conducta? ¿Con qué podemos
cootríbuit loe persoguidoces de latas a la comprensión de las hazañas
y dehtos. los absurdos y tragedias de nuestro amigo Y enemigo, el
Í76 SiatfjDm y teorígi píicofágitív ixmtmHporáiitos

Hoittú sapleru^ Li leApuesta es que, ij ]oE ÍKítOí, Iae peitÍ3ton-


cias y las divei;gieiif;ÍBs socíalmeiite iaaceptabk'i del hombre -□ sea,
lu litellieiK^ia, su motiTacJúc y su inettiblllddd- estiu en Lütima in$-
taacia m oldeadu y matcritlizÁdaa por lo» culturas especificas, no es
nrt^CA cierto que la mayor parte de Ja¿ leyes rotmiJes lubyaceittei
de U inteli^nciu, ia motivacjúii y La luestabÓldBd puedan set estutÜB-
dos en las ratos tan bien como en los hombres, y etm ludd facilidad.
V, B ni anees de ironga final, pemiftaaenie seJialar que tas ratas viven
en cuovitíi que uu x van de parranda la noche antes de un experimen'
tu; que no le matan los unas a las otras en ¿uema; que no inventan
jiiiquinaa de dextruccíOri —y si lo hlcktan no serían tan ineptas para
controlartas-; que no padcctni cunfUcToa de cio« o raciales; que ei^an
la político, la economía y l u escrítoe sobre psicología. Son maiavillD-
saa, puras y deLteioeas. Y, en cuanto pueda, trepard hacia atria por esa
buena rama ñlogjendtlca y me senturi, esta veit clel lado conecto y: sin
verguenaa, meoíondo mis hí^otei ante el espectáculo de loa especf'
menea de Homo sapieni, tan tontOG y si mismo tlofflpo ton cumplica-
dcKS, a qnlenes veré pavoneíndose y desordendndirlu todo, allá abajo
eq la tierra (pág. 166y

De lis muchas contribuciones particulaies hechos poi Tolnian, es noLeinulc


mencionar dos, muy ternprDiias, Una es su invoncibn (1936) del poiadispa de
la variable íntervinjente, que luego adoptara e instnimentara HuU de manera
m is completa (véate cipifulú 10). Una variable interviaieate es una ñincldn
Intraoíganívnica (por tem p lo , el hanibie)^ que so postula por? ejtpiicat un ti­
po particular de conducta (por pícmpla, catner} ante una cierta oltuociún esti­
mulo (por ^emplo, la pn^jitaeihn de un objeto comible después de un día
de pnvadbn). Aon que apoientemente Tobnaji intentó un empleo puramente
abstractivo de la variable íntiervinlieatc, terminó por renunciar a «se empleo en
favor de la "construcción hipotética", operacioflalmeiite manos válida (véase
Maci, 1963,capítulos 1 y 5 ) .Posteriormente afloné (1959): “Mis variable» b -
lerviniejiiEs son, hablando en general, meras gcttcrálizacjanea inductivos, tnás
o meiiúi cualitativas, en Jas cubIo» se croe temporariamente, y que categorlaan
y Insumen -p ara mi uso propio— divei^s retociones encontrados empíiica-
mente” (pig. 97), Ulterioantnw observó (1959) que no son ‘'fiindamentai-
menta neutúfialoLéglcss. . . sino que dcrivim más bien de Ja irituidón. Ja expe­
riencia cornán, un poco de neurología ele roen tal, y mi propia fenamenología''
(págp. 93 y ags.).
Cener^maute! se concede a Tolman el mérito d« haber hecho la primera
dJatincidii efectiva, en la bibliografía ptlcológica, enire d aprendizaje y el len-
dim knto. Tempranamente sefloló que el aprendizaje solo no basta para produ­
cir la conducta opnndtda; también deben aer uilccuadas los condiciones motl-
vadonjiles. La distiadón entre aptendixaje y rscdimietito he sido muy impor­
tante en el deoorroila de ta teoría y la mveAtJgacij^ sobre el aprendizaje. Tol-
man adjudicó el mérito n lilodgatt. que realizó eJ primer experimento sobre
d aprendiz aje lateate, por haberle forzado a tiacer esa ilístincíón y rambién no­
tó (1959,pág. 149) que Lashloy se le había Bnüclpaúo.
AahnJsmo, se debe Koonoccr a Tolmin ol haber dcsenipcílado un papel
V tr íe ilO iíe t t l t la te o r ía d e l n s n ip o 377

fundamental en la apertura de muchas siiriificativai áFEOs de investigación. Pro-


bablemente k s más importantes lean el problema del aprendizaje latente que
trata de la iicoesidBd del principio de leftietv.o en el aprendiiaje; el problema
de la trunsposlclún, que te reflere a la dependeni^ia del aprerdizaje respecto
de ka sedalea relativas —por contraste con la» señales absolutas-, y el (emú de
la eontinLiidad-dkCDntiniijdad. que implica la cuestión de ti cada refuerzo ü
auAíTLCk de lefueizD tiene uti tíbeto en el aprerdkSQe. Cada una de estas i s a s
de protilemas * lelaciojia directamente con Je oposición teórica entre HuU y
Tolmon. Si bien ku temas ástemáticos en gran escola ploateados por erioa dne
puntos de vista ifo son ya de inteiéa primarlo paro loa teóricos del aprendizaje,
muchas de las ársis partÉcuiares de problemas desarrolladas al calor de la con-
troveisia teórica no sólo han producido muchae brvestl^kines valiosas sico
también que en Sf miañas resultan primera bnportancia para k investiga­
ción sobjc el aprendizaje. De eoic modo Tolraoii, a semejanza da Huil, fia ejer­
cido una erande y continua influencia sobre la psicología teórica-experimental.
Por últímo, debemoi nKitemúai La influeticia de Tolman a trwés de sus dia-
cípuJcia. Z. V. Kuo, ya mencionado como un oonductísta temprano, en su úl­
tima publicSiCiáu en inglés (19ó7) decía aJ habJar de Tubaun'

Mi profesor máj importante, E* C. Tolmao -y a fallecido , ejerció


sobra mr una gran ^fLuenda; aunque nunca adherí a sus puntos de
vista psleolúgicus, su tuleraitcia excepcional y la metiera en que alen­
taba a BUS discípulos a deianollar y eapresar opioioDies que se opu­
sieran a k s suyas propias fbrlalcctefDii la actitud escéptica hacia to­
do lo que k ía que Juibía adquirido previamente en China. En bro­
ma, aunque ^rohatorúm enEe, Tolman con frecueiick lea decía a loa
demús estudiantes, en mi prasencia; "Kuo tiene ua complejo de Edj-
po contra todas las auluridadei y une fberts' tendencia hacia el negar
trvisna" (pig. vrtt).

Los cum entaii» de Kuo sobte Tolman Uegonon cuarenta y cuatro arios des­
pués de haber dejado Berkeiey para retomar a China. Poco más es lo que *e pue­
de agregar con re^ecto u Ja oprnjón que sobrs Totnran tenían aus discípulos.

l A TEORIA DEL CAMPO DEL LOGRO:


EL FUNCIONALISMO PROBABlLlSTA DE BRUNSWIK

Es díTící] clasificar el funciODaliima probibUista dctarroHado y propuesto por


Egon Brunswlk (1903-1935) dentro del marco teórica simpliUcado que hemos
utíliEada a loa riues expositivos en el prasenie vdumciv. Ciertafnente, Brtmswik
Bo fue no (cgrlco E—R, aunque bajo la influencia de Tolman y otros se apen­
có muy deflnJdtmenu en diracción oJ canduccjjmo uní m que Ucjió s Estados
Unidos. £e jguatmente «erki quí no ba íldo, de una meneira abvk, uji teórico
del campo del Upo lepietentpdci por Lewin. Aunque a menudo tt ralodora su
invetUgaclúii sobre las coast ondas perceptuates con li pakalogía guestaldtta
378 íís^EUia^y íEjiFTflff fWírt3ÍÚ£ÍrtJf ClDí1í?WíWfiffí1F<tf

ortodoxa. Bnjnswüí mismo (1949, pág. 57> ha ncaailooxpÜciujiieíite cuali+ujer


TGJifi;iúii historie a o conceptual en ese sentido.
Eji 9u intento de tsUhlecEr un moieu BíitemátícQ signíflcativD dentro del
cual poder evaluar los siitemas psicD]6£Ítoa y los problemas cnnductale», Bnins-
wüt ha cor aderado persistente y exitosamente la totalidad de los factores In*
teractuantes; ísia es la razúo fundamental pur la que lu euusidcramos com onr
teóiíou dcl campo, En este aspecto stiperú incluso a Lewin, sobre todo por su
atendóu a condiciones anteeiedentas y coiiíiwíiwiitos dittalei tpor opoiiciún
u las proxiniELea), Su insistencia en tin diseño leprssentativQ para la expeiimen-
taelü'i) —en fug^f de un diseño marímifinle sistemático— indica también un p ro
fiindo interés por iodos loa factütes interactuantes en la deteniiiüacj6n de la
conduela. Estas aflímacíones se aelaiaján una vee que el lector haya captado
algunos de los puntos básicos que Brunswlk Intenta instrumentar en su propia
investigación.

L a carrars de B fu n s w tk

Egon Bfutrswik nació en Hungría, donde rícibió ujia educactón desusadaiiwii-


te vanada. Ttas seguir estudioi de ingenierfa y aprobar loi piinero* eximeneí
estatales pasó a estudisr psicología en la UriiveísidBd de Viíiia. Allí recibió
lina fuerte iníluencia de loa positivistas lógicos del Círculo thj Vlena, Estudió
psítíjlogía cori líiu:! Bdhlei, y se doctoro en 1927. Mientras tanto, aprobó loa
wsmeneB estatales para enseñar mawinótícas y física.
i^spués de vahas años de deaignadnneS a£ad¿itucas, en el añü lectivo de
1933-1934 OCUtíiÓ un vínico fundamental en la Carrera de Brunswilc. E. C. Tob
man, de visita en Vittia, lo «mociú y quedó muy imptesloniido. í>os años des­
pués Bruuawlk recibió una beca RockefeUci, y debido en gran paite a la rtcfr
mendacióit de Tolman k le invitó a actuar como catedrático vintaote s inves­
tigador asociado en la sede de Eerkeley de la Univsfüdid dfi California, En
1937, regresó a üerkeley como profesor asistente. Permaneciú allí hasta 19SS
cuando, después de varios años de enffinnedad, tcrmitió con su vida.

i a irti^cjitigecián de PrunwíA

A IJnmíVilk se le conoce eo psiculogís sobre todo por su ítivestigaciíin sobre


Icsü factores de la conslajicia visual. geíieiBlmeírte denomúisdos cous/jwcíVi í >ó-
feial. Eate programa de invEstigac.ión se tnitíó en Europa, y íue un factor fun­
damental en la attacciÓD que Bninswik ejerció sobre Tolnun. El ndden de la
investigación sobit! la conitancn abjEtal es In dicotomía entra la □aluialeíta
fijica de un objeto y su representación aensoiül, Et problema ñntdancjital
de este tipo de inveitígaición es el grado en que el efecto perceptuBl tiende a
spruJiñnarse ¡á valor físico, más remotP (dísuJJ, o ?1 valor sensorial, tnái inmú-
diato (proxJmalj. Consideremois por Ejemplo una mesa úa luailÉm. Cofiiu obje­
to (Ustal la msEa tiene, eicitamentSf Una detetminaJa longitud física; carno ob-
jeto próxino, tÍEns LSdibién uth ciertn longitud, equivalentE ■ la diBLancía fí­
sica delimitad^ en la superficie del receptor adecuado. La liitiivensióti física o dis-
y^lrlf^iM Jes J r la I t ú f i * lÍBl a m p o 379

lai pennamece iBlutivamratje estable, m ientni que U dirnennúo praiiimal ea


afectada por tina implia variedad de otra^ condicianM. tales codo la ifistancja
u el ángulo de visión.
El principal hallazgo de la Invcatigadán de Bnmswik sobre la Lunstanda ob-
jetal, fue que en la experiencia, o dicho más úpcraeionilnieiile, en el Juicio in-
formadiCh por el sujeto, hay un camprooiiso casi Inevitable entre las tUnieasioiiea
dislüles y las proxiniaies. NomntlnieiiTC, el sujeto tiende a apro«iiDaiae mJs es-
tiedmineiite a Ib* caTBCterfsticas dlsiales o reales dsl objeto, a pesar de las dh
vcisas condiciones dratarslonantes: de ahí el término ¿ciní/anLÚi vi/efa/. El
índice de la innuencia distal (la “ regrcsiúu a lo real" de ThouJets) recibe el aoni'
bre de w íón de tírufíswít IBrufiswiJt /HTibl. Esta raaiin es igual a 1 cuando la
constancia es perfecta, □ sea, cuando los factores percibidos talas como al
maño, la forma y Ja claridad son liidep«ndlentes de la distancia, el ángulo de
visión, el flujo luminoso u otras variables proxiitialea. Por otra parte, cuando el
astíinulD pnoximal (en este caso, rctúral) determina complelamente la pereep-
ción, Ja razón de Brunswik es igual a 0. De modo que la razón icdeja, en una
escala que va de cero a la unidad, el grado en que los aspeetoB distóles (objeto)
de Ib sltuaclún e&tímulo determinan la peicepción.
En la investigación siguiBuie Brunswik extendió esta metodología básica «
nuevoii problemas, que ofrecen im interés algo más amptio. En priiner lugar,
dentro del área de la percepción incluyó en aus experintenlos variablet ules
como el valor monetario. Por ejemplo, en nn experimento (Brunswik, 1934.
págR. 147-1 Stl; véase tam biín Bmíiswik, 1906. pág. 70), el experimentador
pidió a los sujetos que hicieTati comparaciones efittc láminas que presentaban
diftinias cantidades de monedas, cuyos caiiiüüos y valores eran tambléA dife­
rentes. Corrobortiido «I pttncipio básico, rcpttfdamflate demostrado en la in­
vestigación más liorpJe, los juicioB de igualdad entre Jos esttrtiulof estaban conh
prametidoí hasta cierto puntó' por eadji una de las tres variables. PosteTioi-
TiieTne. bajo la influencia de Tolman y el rveíTconduetismo norteamericano,
Bnmswik se intei^só en la canducia ¡Datruiuenul (véase el primer trabajo en
culübotaciÓTi. Tolinan y Bttmawík, 1935). Brunswik bafaiu observado que lo*
orgnnjsEJios podiBu usar diveiBU neñalea para degu al mitmu Canocimicnto del
objeto; Tobñan hibfa advertido que lot organismos podían emplear vartoa me­
dios conductalK para alcanzar los rniamos fines. Los dos unieren sus Ideas en
Un trabajo y esprefiamn el núcleo coirún de suBidCRs en et cwicepto d t/t/w ió n
f((U7ú¡, que significa qt» las señales o las conduítas pueden actuar unas en tu­
gar de otras.
Brunawík (1939b) atacó usiniíinia el pcoblema de lo que ahora se Uairia K-
^ e r j o p s /c f^ o inffwifíeíiíe. Coniidwabi que li siluacJón de recompensa del
tipo “todo o nailu". utiMíada casi Invariablsmenle hasta entcmees en la expe­
rimentación Jicurtíanieíicanft sobre el aprendizaje, no cía en ahsohjtci repreaen-
talrva de Jas siluacjones uonnjles. Por Eonaguieiite. varió la proporción de re-
compensa a los cnSíiy'DS totales en los dos cxtitioDs de un laberinto «standar
Bn T, Lafi ratas cooperaroo y moatisicin preferencias que íc carrelbdojuhan
opreximadámente con el gr^do de prababÜidBil de La recompenai en los do^ex-
treinoi. Esta. Invustigactón st relaiCiona, crroceptuaimEnte, erm el írBbi^n ante-
r
3ao Sistefnaty (oorftff pifcoWsúíw

lior lobie peiíepciÓD, eo eJ quf si interés primario & (Entraba también úti el
grado en que el BtjstD logm donnalmeiite un tipo de relación de conatancia.

E¡ sistema de Brunswik

£1 fuacÍOTalismo prohabilista que según Brungwik u^temetizana del modo


mSi adecuadú los problemas psicdógkos, fUí una etuitecuencla bastante di­
recta y lógica del progniniM ele inveslig^iún que hemos bosquejado. El sis­
tema de Bmnswik e* pwiwii/íJíii porque sostiene que les meUa perceptua-

Seatcnciu
In^tuiliniitei
de

Paaulo [Emolo Eilüimilof ktafcioDee Exitos de


del □rEHniimD pitiiimnkia pnNÜniiei laifo alcincf,
(conducta ptaducics de
Cuerpos flíq- molecular) ia acttadidad
co( muilsular Suoens y ífectdí Htal
blait (utimu- düpogi- dlitalesde las
lo» distóles) doosA ín- rcaccienea,
Coa-
liúmJiwi du Otales
tnolarni

Flauta 9. Esuuhiu del organiioio y sos ohededuias. i/)tenie: Pnnuwilc, 19'39a. pig. 37.)

les y ctmductales « i el ambiente pstural h lelacicnun por lo genefaJ de una


m anen equívoca, y raía vee de una manefa tmlVoea, con los seR oles y Isa re spiie s-
tas. El sistema es unjfiiBCÍeJw/ííímJ porque su interés fundBmen.tiil se teladooa
coo bI grado de éxito, o logrn. la percepción y la conducta mitrumental.
U q ejemplo d d pensarrientQ sistamitlco de Brungwik es su ni arco de lefe-
iSücJa conceptúa] (1939a), en el que se visualiza una sucesión de ' “niveles" o
“flitratoí’' temporal y espacialniente ordenados. Estos van desde loi m áí rano*
tos en el tiempo (eu el p ia d o del individuo) pisando por los objetos ffaicoi
maüípukbles (eaibnulos d ístik i), hasta l a írea* fisdeu cite mas d d organis^
m o (Bitfmuios proximsles) y de allf a la» funcioiies y estadtn intraoiganísmicos:
del lado de la KBpuesU, se oonceptualiza un oidenamiienta comparable, que va
daide las reacciODes pioxioiales, pasando por los ofectos distalcs (lugroa en ic-
lacióii con objetos del anibieute), hasta los dxltos de lugo alcance y los produc­
tos últidiot de la Tilda del individua, Estsa rdacíonee se tepresentan an la figure
9. Brunsvrik empleó su m uco da refeiencU conceptual en el as¿lMs, oeancte-
itzaEÍÓD,ide loa siiteinaj psicolúpcos. Por ejemplo, segúri su análisis de la situs-
cíi5ai. tanto leu psícólcigos estmctuialútas como los guestsltisías » Untitaroo
primofdlaltnente al estudio de laa trlaciuúcs eulxe les estimulas praximsles
Varindadet de ju íeoric dsi campo 3SJ

(nivel a oa el esquema) y loa vontecim ientos y dispooíwncs intraorgauísmi-


coa (nive] 0). El crniductúmo clásico estudió, en eu mayoT parte, rviacignes
a -A , Según li descnpclóa de Brunswjk. al paicoaniiisis ^ conoentrarTa en las
ítkclcHics c—0 , en tanto q\te Ja cunoentraciún de un funcionaliana o un con-
ductiame inolix {endCTía a dirigiise liKia las loladones b -A (el nivel 0 puede
oottar en casi cualquier posición BÍEtamitica),
Leepei (1966), en unn reialia crítica, en general equilibrada y amiatosa, de
la contribución de Bnmswlk, seüela que este ültlmo era propenso a adoptar er^
foques muy «mplificados r e c e t o de Lo que hacían tos demás. Por esta razón,
i;:ada uno de lo» grupos a tos que hkim ot leíeieuciu un eI párrafo anterior po­
drían encontrar algo objetable en usta desoripciüit de sus cifueizos. Sin em-
baigo. Jos CHiaeteilzacjones de Bmntwik demuestran un rasgo importante y sin­
gular de su penssmlento; integró la hístona, li teoría, la metodología y la bi-
veetigajción en una única estructura conceptuil. A este respecto quizás haga
recordar más n Fieud que a oialqule; otro do los que hemos estudiado, aun­
que la naturaleza dü luc súitcais era bastante difcreole.
El modela de la lente de Brunswik (1952), reproducido en la figura 10,
mueatra cómo un único factor focal (por ejemplo, un objeto de U sjtuaciÓn
cstúnulo en la investígación pemcptual, o algún aspecto de un problema de
aprendiere en la Investlgacióii sobre li conducta inatrumontal) puede iniciar
uaa grin variedad de procesos djferenles pero intcractuaiLieí; y también, có­
m o un caojunto diferenciedo de pnocsBo» de respuBsta mediatizadai en si oi-
ganlSDit} se puede focalizar en un úoico logro perceptuol o Lnetrumcutal. So
puede aplicar el modelo de Ja lente a la conducta de un jugador de béisbol que
intenta tomar una pelota que viene por el aire (la ‘“vatiable focal Inicia]'').
De It pelota en vuelo emanan uní Cbmdüad de seúales peiceptuoles difgretiteG
-s u velocidad, peso, etc.— que el jugador deJae tener en cuenta rápidamente
m ien tra estima su trayectoria y detm o última. Tambídn puede act rtecusaria
tener en cuenta las “cauam exlnDas” , talea como la dJreccióo y la fueraa del
viento. Del lodo die Jfl reipiicsta, el jugatior necesáta movilizar sus energias de
m odo de mgiilaj debidamente su moviruiento hacia la pelota, siti interferen­
cias de otros causas extiaflaa, tales como hjs compiíicroa de equipa, ios de­
fensas, etcétera. Ejemplos de "efectos ex.trafios'' wrfan entonces las colisío-
nei con otros jugadores, loa choques cgai Us defensas, etcétera. Un logra ios-
trumenfa! ultüuo, como por ejemplo aginrar una pelota difícil {la “rarisble
focal tarminal'’X dependería p o r Lo tanto de la tuMrdinación exitosa de una
variedad de “ detaDes de proceso” , tin to del lado percopLuai cuaua del de Jaiea-
pueata.
Leeper (1966, pSg, 423) ha (ugeridu que la mejor representación del peo-
simiento de Briinsvt'ik sería ud modelD de dos Jentea y no el modelo de ana
sola lente util.izado por él. La lente única ere excelente siempre y cuando Hruns-
wUc se interesara sólo en enfocar señolea al efectuar utu repraaeittacíón
centro] estable del objeto. Síd embargo, pura poder represeiiUj: touibkn el en­
foque de Jas diferentes conductas en la obteodóo de la. mote, se predi* una se­
gunda lente¡ ea este caso, la re^pueeta central quedará e o tn ennbaa lentes, el es
tímido dLstil a la isquierda, y el iogro dialaJ a la derecha.
S82 Süumar y ttorías psicotóf^kcn conttmporáiXKtK

Medlicióa vlctite

Flgar* 10. G modelo de U lena; coadro compueito que leprescoU la unidad fUn-
m ÍI de ta conducta. (Pumtt:
c ío m Btunnrik. 1952. pá¿. 20.)

Según brunswik. el modelo de doble conveoUón representa el modo en que


el organismo puede moviliTjr sus funciones a fie de utSóar al máxmo las se­
ñales emanadas de loa estímulos distalea, y alcanzar un éxito razonable en su
ccmtrol del ambiente. Deben estudiarse en prónej lugar los problemas de las
relaciones distalea, antes de que pueda eoca/arse el problema de la mediación
por los procesos de detalle mtiaorganísmicos. Criticó a Jos que usaban varia­
bles interviníentes. y en especia) a los guestalüstas, por desplazarse hacia e)
centro del organisno cuando él pensaba que deberían moverse hacia afuera,
hacia ^ ambienta. Posvman y Tolman (1959) pusieron en claro, sin embargo,
que Brunawili no tenía en absoluto prejuicios contra la fisiologfa, sino que
consideraba que la tafea oiiginai de la psicología debía referirse a las investí*
gaciones disiales. En esto, la posición de Brunswik se aproxímaha n o t^ e *
mente a la de Skinoer.
Hursch, Hammond y Hursch 0 9 6 4 ) siguieiuti la sugerencia de Brunswik
con respecto a que las reiaciooes representadas, en el modelo de la lente se
podían estudiar cao mayor precisión mediante el uso de los métodos de las
conelaciunea múltiple’- Sus técnicas hacen posible determinar cuin bien po­
dría desempeñarse un nijeto sobre la base de diversas señales ecológicas y lo
bien que realmente lo hace usando las señales disponibles. Demostraron cómo
se podían aplicar sus anilisH a un caso de a p ren d iz^ de probabilidades y a un
caso de inferencia clínica. Aunque algunos expeiímeotos adicionales han usa*
Yariedadet de ia teoría deí campo SS3

do este tipo de análisis (por ejenq>lo, C. R. Petersoo. Hammond y Summets,


1965; Summcit y Hammood, 1966), es probable que el empleo de esta deri­
vación del pensamiento bnmswOdano no haya alcanzado, de modo alguno, la
cima de su popfiiaridad Puesto que la ren tab ilid ad de lus estudios naturalis­
tas está en aumento y hay un enorme tmsrés hacia la ectrfogi'a en general, pare­
ce inevitable que suija una gran demanda de técnicas estadísticas aplicables.
La razón fundamental por la que Brunswik opinaba que los problemas rela­
tivos a mecanismos particulares debían aguardar hasta que se elaboraran los
principios fundamentales del logro, es el alto grado de sustítuci^ posible entre
esos mecanismos. Del lado initnimentaJ, esto se puede ejempitfkar simple­
mente mediante la variedad de respuestas particulares (hábitos) que puede utüt-
zar una rala para presionar una palanca, o un gato ol ladear una vara, y de esa
manera abrir una puerta que restringe sus movimientos, como en el experúnen-
to de Cuthrie y Hartón (1946). En etfos casos el efecto focai iermmal es el
múmo, no importa el mecanismo particular empleado.
E)el lado percepTual, se puede ejempUScar la misma relación de intercambia-
bQidad entre los mecanismos, ccxi la variedad de seflries que mediatizan la per­
cepción de la profundidad visual (véase Poeiman y Totrnan, 1959, pégs. 511 y
Bgs.). Aquí se representa el estímulo distal como un punto focal, a ¡a izquierda
del modelo lenticular de la figura 10. Diferentes tipos de energías físicax, repre­
sentadas por las lineas divergentes del modelo lenticular sirven para producir las
sefíales proximales de la distancia (disparidad retínal. acomodación, conver­
gencia, peiapectiva lineal, etcétera), que a su vez están representadas por los
círculos en el centro del m oddo. Loa procesoe medíatizadores intraorgan^
micos relacionan cada señal proximal con el suceso perceptual terminal, en
este caso el juicio sobre la distancia.
Este tipo de análisis sugiere una gran cantidad de puntos interesantes. La
validez ecológica de las señales (o hábitos) se define ccnio el grado de corre­
lación entre cada condición próxima] y el valor del estímulo distal. Porejen>-
plo. la validez ecológica da la disparidad retinal como señal para la distancia,
es generalmente superior a la de la acomodación o convergencia EstorignilV
ca rim plem tntt qise la disparidad reümü es una seña! más efectiva, que guarda
una mayor correlación cem la distancia física. Pero no es esencia): otras se­
ñales pueden sustituirla y mediatizar U percepción de la profundidad. En w
adaptación normal al flujo de loa acontecimientos en el ambiente, el organis­
mo debe ser muy flexible con respecto a las señales (o hábitos) a l u que con
mayor frecuencia concede más peso. Este anihsis indica con claridad la natu-
r^eza necesariamente probabllista de los acontecimientos focales termlnaks
^ rc e p tu a le s e instrumentales). Según Brunswik:

La pauta ^ o eia l de la estrategia noediatizadora <tei organismo se apo­


ya en la limitada validez ecológica o coofiabiJdad de las señales. . .
Esto obliga al Mganismo a una estrategia probabdísta. Para mejorar
8U8 poaibflidadei, debe acumular y com biné señales. . . No impor­
ta en cuánto mejore lua logros, la funcióo distal siempre será inhe-
leatemente probabflista (1955a, pég. 207).
Síttetiuuy ttariua p^col6gie<a eoutfntpoTiiiitof

La íníÍ3Sfticia d t ÜTimgwík en eí disen/} riepneseníatn/o

Quizút el an e cio (U mis vasto alcwce -en U foonulacjún conceptual de BnuiS'


’tvik sea fiu úiiütciicía cada vez mayor en e¡ discAo de experimenucidfl
do Ttep/vFíntvtii>(?, ep Coatrapori^iAn al lislieillitíCD (SniPEwlk, 1956). Esta llt-
siat4iiciii HUf^ diteetamente del funeinraJi^o pmbabllístg deBaordlado pnr
él. Bn la en que se practique na contrilt tijurosa de las vatiables (como
cu el diuriu iisteipátieo ortodoxo utUjiado poj la mayen parre de Los psicú-
logos) haliii setiafi Limilacioucs en el grada de Apresiiiitativjdid de los re^ul-
tadoa experimentales con r e c e t o a Lt copduirta lutural del sujeto. Para per­
mitir un mis adecuado de los logros del oigaaismo qú teJacióo con ci
ambienle -q u e para Qrunswilc, desde su posíd&n funciaualjsta, ern el proble­
ma piimailo de la paiculugCa— ec debe utilizar una muestm ntás amplia de va­
riables efectivui, aun cuando cUd dgnjíique un control me nos íiguroso ca el
sentida usual del tirnlino.
Como ccralarto de tita púaioión, laa Jeyei muy ^nersles buscadas eir la in-
vestigaciúr sistemática ortodoxa debieran ser reemplazadas por enunciados
estadíaticca ea lo» cuales sblo se «^ipiesaran valoisi de probabilidad. Tales
OQumeisdos se re& ten a la coriElaalda probable entre lu djversu condiciones
mueitrtadad y a loa logrua de na oiganismo en aituaelAn. De modo que ca los
disaños repietentativcia las técnicas de correlación reemplazan lai pruebas es-
tadfftiicas de diferencias^ usuales en loa diseflos sistemáticos.
Aunque ai lado posltlTO de estas propuestas metoddóstcais patece raziona-
blemenie darOj ya quei día.» su [gen dli^ctaineQte del propio programa de in-
vestigaciún de Bnmswik. sus criticas al tipo ortodoxo de difieao sistemático
poeden icqucilr una mayor eapeclfieación. Bnmswlk opinaba qu« cualquier
experimento que aborde una soIb. vniiabU por vaz, a la manera clásica, es iim-
oiediabliemente inndecuado p i n presentar un cuadro realista de ta conducta
del oigonisnio. Aunque la lecisnte tendencia hacia el disedo Tuulttvatiado fue
considerada como un paso co Ju dÍKCCiúa conecta, ba sido un puso pequeHo
y con seria! ÜmitBCionci, AdemiSj las vatiaJbles ttianipuladas úe ordiaano sofi
proximiilea máa que dutales (de acueido con el imuco ccRiceptual ya desciip-
to); desde el punto de vliti de Egoa Brwifwik, esto 56)0 acentúa el tipo erró­
neo de inveatigsciióii. Las variables dlstates requieton us muestre o de sftuaiño-
nes más amplio, poique U conducta lelacionada con ellas sufre k inílueicja
de muctiaa otria vaiiablcs (v6b& el múdelo lenticular y 1 dcjCiiptü}.

firuniiwik ciitkd t a m b ^ al modo en que- se "ligan" y "desligan” artlfi-


ciolmetite las vaoablas, atf (totno también su “ a n liertu z ct^ ien ta” en joI di-
sefio slsteniátiCD ortotkKO. Aunque ta específicfluión detallada de estos pro­
blemas escapa a loa alcances de auestio libio, sn general lo que 'UrvnBWlk aOr-
ma al r e c e t o es que un düeüo realmentis leprasentatÍTo peEmitiria una co-
vsiiaciún mis tibie entre loa factúMi (asu atgium^to a preunta de una ma­
nera e^eclaltnenlje clara e s Postman y Toímafi, 1959, págs. 516 y Eigs.). El
punto puede dustraree con un e|emplú raabaente aimple que desanQllü Irutis-
wtk (1955a, l ^ y aigs.) sobre U base de un pioblema sugerido anterior-
dt it tt<irí<f M csm pti 38S

VariablBA Diceño
lieadas it lB U líÜ t U

Oum.po
vetidt
M guií 11. Di»(lo H steiititko nn *1
estudio da li ccXlft4iicÍM dií la em i^C ta.
Véise U Dipücacifio en fll (cito, (fbífr
re; Brunenlk. 1955». i»Íe. 194.) Sur

mente por H d t (1915). Imagínemos unu bandada de p iaro s volando 1) sobre


un campo verde Cínea curlaik), y 1) bieía al sur Qísie^ llena). Como se miies-
tta en li fiifura 11. estas dos vanables Bitán confundidas, o Ujidai. Et sitinple
[frtoiiio de los pájeiCH p] puntü 0' <no resuelve ia coulusíAn. ni agrega nuevos su-
ietas de la m ian i población, Branítvik dEiomiim técnica dlactiíícii a la que
se iitílizfl por lo común en la expeiimentacicm MSternáticanierite diseilada
para deíliesf esas dos Viimbles. En b figura 11 se la Í n d i c a m e n t e el tntda.
do de los pájaros a una nueva posición, de modo que lai doa interpretaaiunes
alxernaüvus se puedan separai claramfints, ea decir, tengan diferentes ennse-
cuenclas (los pájaros volaiáit sobre loB campos verdes y ro díiectamcntE ha­
da el sur, o volarán hacia el suí y pOr In tanto se quedarín sin campas verdes).
Pero BrurisiVit señala:

Pronto descubrimos que la orfentación Lacia el sur sigue bgadu a fse-


toiea tales como el área general de partida, h temperatura y otras
enndicionea climáticas, las mircja topográficas, lis señales magníti
cali y sai sUCeaivEnentCí y de la lOiBria numert, el verdor deJ campo
esfi ligadú con su forma cojidrBdt o su tanw ío. ^ qiK hemoit rta-
Uzadci en el diseño' diacrilico es sapoiii o “pactít'’ el racime origi­
nal do vaiisbles ligadas, en doa subnidjucs; pero cn reaJidad ao hs-
m oi “aislado" nuestri vari&hie como pudieca parecer a primsra víc-
ta, y por lo tautu no tenemo* derecho adn a decir que logiamoí una
función COOJtani* (]95Sa, pág. 195).

Para Brunsivilt, la única sohieiAn satiafsctoiia para «rte tipo de problema


seria Lm diseño Teabnente lepreaeutilívo en el óud hiera posible un nniestico
m is adecuado 4e las variables situacloaalea. Uüft jolucíúo puutal no sería su-
SiifBfíasy tain'sj piicaíógiají caatempaiáneos

ficicjici;. Briuisivik ha mostrjdo, Sd Un ejemplo íímple, el caiicter ínoidccuadD


(Je esta dealigazún artificial úa las variables en el dlseftu abtemjtico (1956, pá^.
27]. En un experimentu sobre el juicio Je los rasgos de penonalidad, se colo­
ca e loa sujeto» en pcflcíoiics corporales ülL’nLicas y se las viste con ropa» idíii-
ticas. Si híen osle procadimicnlo cxperíTiiejiidl cantn^la la inlluerKia df estas
JoK variables, tambiín ioiposibJljta cl recorujcímicnto de cualquier inleriiiC'
dóíi nonnal etiltc los ras^oc de permnalidad ísümadoe y loa factorei tales co­
m o el tono corporal y los hábitos de vestit. Según Hninswik, este experimento
típico cali diseñado do manera inconipíeta, Para qtie eJ diseño futra completo,
sena neceEano incluir en eJ rnutstieo de conductas uiid mayor variedad d t
variahier importan te» (por ejemplo, sujetos que tomen diferentes posiciones,
utiliocn ropas (diferentes, etcétera).
El problema pfanitadíi es en realidad como el que se plan lea al encuvsta-
dor encargado de evuluaj la opinión pública. El quisiera hacer un muestreo de
toda la población, pero no es práctico. Por lo tanto, se cüjiienta con una “ mues­
tra representativa’'. Ds la misma Ttianeia, al expcrnneiitadoi le gustirfa poder
hacer un ninestieo le todas las varmblea y de todas tas interreláclemes entre
variables, a ñn de negar a leyes psícolúgitas. Eü lomees sería posible u&ar un di­
seño sistcináticD. que iadicaria todas lai relaciones existentes entre las varia­
bles. Este prücedimieüUj es lodavííi mucüiü más difícil qUe el muestiea Je una
población eontplcta, En consecuancia, el expeiiinentadoj También debe lomar
una muestra, y la rnáa útil no ea Ja elegida arbilmiiainenle sino aquella que ca­
racteriza Tas variables y sus valores e interrelaciúncs ta¡ como ocurre» en ni
smbietiíe reai Aunque pudiésemos hacer un eJiperimefitEí sistemático comple­
to, no sabiíaiito» qué hacen loa organíamos sino hasta después de estudiar las
aíluwricmes a las que están expirestcie, Por lo tanto, los diseños itpre*ntativos
sijn tan neceairios para los principios etm o para la practica.

/,Q cnn(Tibució» de Brwíswif: a Is pticoiogih

Con seguridad, el análisis de los problemAs dd diseño que realizó Bfitnswik,


ejercerá sobrfl el curso futuiu de La ciencia psicológica una ¡nPluencíB mayor
que la que es habitud para este tipo de esfueiio lógico. Hay ya testlniúiijai
de que su posición está siendD iiutrumentada ntucho más allá del aftudJo ex­
perimental de li perr:epciün, donde se originó, lin ejemplo aobresillEnte e» la
dejiiOEtración de K. R. Hammond (1954, IttSS) sobre la importancia del di-
wñü represen la livo en la pslcologífl clínica. Se critici la ijivestigsción iobie el
empleo díe^óstico de las puntajes de los te«s, poique no incluye ur rnueatreo
adeimado de la» canacterfitlcas de la personalidad de los exíitimadores ttiis-
mos, y de las variables aituacionales implicadas en Ib admini^tracióii del b»&t.
De Ftcchu. enn freaieacía se limita severamente la cantidad de exarniiudo-
res incluso a una sois pciíüna-^ con el expreso propósita de eliminar La va­
riabilidad en Ion ruauitadess, Bsta :q>Ecación del diseño aistenjátjco Iipko no
ha impedido que lo* investigaíloreí generalicen tus resultadufi. ü meAOS iio-
plf(tiiBineoic, a una gran cantidad de cxaminadoieí y situiciojiei, dcl miamo
modo que los generalizan a una población de individuos (en lo que respecia
Kíuwíiaiifs dn ¡a xoría ca/rtfo ÍÍ7

í esto últiniü. pur lo general se fionsidcra explfcitamcnie la representitividad


del muestieo). Pírecería adecuado Bstender ! « principios de ün diseAo más
repiuscntatjvo í otras situacione* experirtitnlaks y cü'aicas, aJ m argén de que
se acepien o no Jas crítieas formuladas por BruniwLk al diseño sistemático
ortodoxo
Es bastante posible aceptar la petición de Bninswüi de diseños mas repte-
sentalivus süi negar el valor de loa diseños ottodcutoi cuando estos últirtioa
nM apropiados, Leeper Í1966) considera que Brunfiwik se perjudicó a sí mis-
mo al exagerar el caso contra la cxpeTimentacióJi sistemática. En la Investí-
gaciún médica, por ejemplo, se puede esiai bastante interesado en Iw efectos
de los agentes curativos sobre dcíeimlnadas enfermedadefli y e! dlaeío aiate-
mátÍEia ea apropiado, suñcíente y eficicntí: para resptmdfir los iníerrogiuites
que suqair. Sin embargo, tanto en éste como en otros problemaB, Brutisudk
«nrideTÓ que la unllatCTalícliul de La investieacifm psktolúgica era tan exiiema,
que es probable rpie haya pensado que debía pietentar sus aignmenlu* a fa­
vor de otros prncediinieiitos de unamaucrd igualmente extrema.
Otras criticas a los puntos metodológiccH de flmriHvlle se han cm tftdn en
su -evidciHíe optiaicl&ii a la investigación da los rnecanismos mBdiatiiadores y
a flu aparento Euposición de una bisica falta de nriformidad o urdversálidad
en laa leyei conductales (véanse Hílgard., 195Í; Postman, 1955). Ya anlei nus
encíHilramfK Con el intento de Postman y Taiman (1955) de esclaiecoi le ac
Litiid de Bruiiswlk en ni estudio de los- mccanliaica mediatázadoreí. Respecto
del reguado punto, Brunswit sb ocupó de adarai que tío piensa que iai leyes
conductales sean furdomentalmente pn3babílístía+ sino que al intetitar esta­
blece rias d investifiadaT » debe limiiar itecessriamentfl a una cxpiesLón eiia-
dÍEtica o probabilisía. debido a las Uotitaciones impucatis por la gran v a ^ -
dad de factores ioteractuantes en la ctMiducta. Según sus propias palabras; “ El
punte decisivo es que, si bien Dios no puede “probar fonuoi'. los aninulfs
y loa huntliteí lo hacen, y no pueden hacer otra cosa en una ecología que en
esencia sólo c! pareüilinento accesible-1 lupnevisíóti (1955b. pig- 236).
Al -It aumentando la influencia de la etoJogía en la psicoHogia, alguti-os dí
las puntos metodológico^ de Dninswik comienzan a parecer casi profétkcH.
Sin embargo. lí etdogfa y l i psicología coniparativa muestran sjgnos de empe­
zar B ícoplaise mmóolcamente, así como creemos que loa principios ile dise-
fíD sistemáticuef y lepreseoiativoi « t i n daitinadoa a acoplarse tamblér El pén­
dulo deberá oscílai mucho más hasta alcanzar el punto que complacería a
Brunswík, pero sigue oseflando tudavíj, Podn'amo* pregimtamos por qué le
ha llevadci tanto tiempo. Hflmmnnd (1966, pág. v t) sugifiie una r a z ^ ; en
Estados Unídt», Biuniwlk tuvo sólo un alumno que completó su lesb doc­
tora] con el. Tobnain nos cuenta. £1966) que BrunswÜt tuvo que ic-stíingÍT sus
contoctoa « i ana últimoi años, y Leeper [1966) lamento elhecho de que B runt
vik. Lríbajita demasiado solo El libro conmeniDnitívü de Hammond, que con-
tíeoe, entra otros, los t i ti trabajos que acabamos de citar, ayuda a d ir i^ la
atonción do la psicología hacia las ecsnlribuHones de Bruasisik. ;Pur cierto
que los escritos condenside* y difíciles de BruuswíiJt üo fscitítim para nada la
lacen]
Sitíemcs y teofieji paltuMiíc-of cartímporMem

En su debido momento, sin embaído, sei4 reconocido como el g^an pcn-


u d o r que fue. Ümnwlk l'ue pjofLEiidairiienti: adntirjda por los estudian leí que
le conocían, aun cuando quetá no estuvieran dupuestoii —o do se atrevieran—
a hacer lu tesis doctoral con di. Aüemds de sus contübuoiiOFies rnetodolúgiúaa,
Brunswik cantdbuy'6 suEtanciiliiieute a nuestra camprenslúii de las constan'
claa peiceptudtes. íoicíú el estudio del apTBndi>.j^e de k probabilidad. Mostró
cómo puede un iovesti^adar entrelazar todo su tráb^o en una sola pieza. ^atOE
loárosle aae£tiTBJi unlu^nrptúrninente en h hjütririn de k psicología.

LAPSICOLOCIA ECOLOGICA DE BARKIiR

R o ^ r G- Barkor (1903- ) es uno de los pocos pakalogos que w han cenn-


pOT^D coiDD ai jornia hubleseu oída hablar de Egon Brurinvík. Hanutiond
( l ^ b , pdg. 317, notaj describe un trabajo de Qarkrr cDmo u m singular reeond-
Uación entre e] amblentaBoino de Brnrtswik y el interds de Lewüi por Jos proce-
ms centrales Aunque e] trabajo de Barker parece nUejar mis la metadolDgía
bruRSwikiana que li Ijewiniana, la ctraeterizaciótt parece ajuataise a su libro Eeo-
iOgic(¿l piycftolüiíy (1968). por le menos tan bien como a su trabqo anterior.
Barker parece haber cujiibinLidju la actitud de Biunswlk hacia los datos con
el tipo de interés lewirüanú. [Irunswík recogió muchos de sus duLus en el un-
híente natural, pero su intierés primordinl e n la percepción. Lewifi y sus discí­
pulos r e c o c ía n buena parte de sui datos en situaciones aitiñdales, peto su in­
terés principal radicaba en las variables sociales y motivaciotuileji. Baiker reco­
gió nis datos en ancuadrES de oaimpo natinalei. pero se cnnctiitró en las res­
puestas conductales —con fieoiencJa sociales— de sus sujetos. Y Barker, sus
discípulo* y colahoradons han encaminado de cerca no sólo el ejiibienle amo
tambíéii a b gente en el ambiente. Sus resultados son el argurnentu m¿3 con-
vincente qufi se podría presentar con leapecto al valor de procadar tal como
él lo ha hecho.

ía cmera de Barker

Barker no gozó Jamás de las ventajas que implica eer un miembro de dos cul-
tums. como lo fueron Bnuiswik y Lewin. Recibtú sus títulos acarkmloos en
la linfvcnidad de StanFord (»e doctoró en Hlqsofia en 1934). Conoció a Lewin
cuando ¿ale llegó como profesor visitante ea 1932, y poste rtonn ente estuvo
con él en lowa i mía de habar neibidD un í beca para estudias posdoctoraJos.
Su asocisción los Llevó a publkjir el cidatco estudio de laboratorio sobre la
frustroEtóa y la regterióu en loa nülos (Barker, Demboy Lewia, 1941), que eica-
Dtiniinimus más adelante, Después de actuar como instructor «n Flarvard des­
de 1937 a 1938, pcofeaoi srudlW enUDDiverfijdadLJellhnoiiideHlG 1938 a 1942,
profesor adjiunto en Stunford desde 1942 a 1945, y ptofetor titular ea k Gni-
vetsldad de rlaik deede 1945 a 1947, se estableció como prafesot ea k Uaiversi-
dad de Kjotijas. Barker y su cokga Herbert F, Wright creETon el Instituto de] Cam-
Vsriecíadi:! Je ¡i tsaria del campo

po PsicDlógícú (iel Medio Oeste. (Midwest PsychologiiJtü Fielct Statioul, en Oska-


loosa, Kansat. er 1947. F-1 lugar de Barket en este libro se base en giar paite sü
sus pTimeios vciobe iflos de trabSíjo en e l ) nstítuíD de) Modic Oeste y en ud insti­
tuto creado en 1954, que fhpcloriflba peíiOdícaitMiití enLoybuiii.YüritshíK, Jiv
glfiterra. Las coinpaiackinBs entre toa lesultDilos obtenidos en ambos nutitutoa
strveTi para aumentar el graitioteréG de los hallazgiis de Barker y sus coJabo redo rea.

La inveatigaciOn £íe Bafhir

Aunque Barker ho realizado descubran lentos nietodológiEoa y cmtiíbucíones


a nuestras actitudes teóríess éstas han surgido de una tnaneríi tan natunJ de su in-
veidígaciún que « justifica que pongarnos todo el acento ollí. justiincnte donde
él lo puso. Heinof visto que Barker teniu una vinculación conceptual y peisond
estiedti con Lewin, En algunos aspectos, sus InvestÍEacionea siguiercm también
cursos sjmilarca después que dejaron lowu. Lewin ae había visto obligado a exa-
minsf di cerca la “ecología social'’ cuando estaba efeítuando sul investigacio-
nes sobre la manera eo la que la cranida llega bajía la mesa. Sin embatge, ten­
dió a sacar a la gente de sus encuadres habituales para su estudia y mantpujB-
ciún, cosa que Barker uo hizo.
Barker coaiideraba que Bmnswit se uiclinabEi a destacar en cjcceso la natu­
raleza desordenada y probabüífitica del ambiente. Sin e m b ai^ , en otros mo-
íiteotus las evaluacioriej intuitivas de Brunswík profetizaron los rebultados em­
píreos de Harker, como cuando dice;

Por lo tanto, se debe establecer la generalidad ecológica de los resul­


tados estadísticos jiuilD con la generalidad pobluciotial. En realidad,
eí miieslrto adecuado de las átuacLones y los problemas puede tci-
Tniiiar poi ser más importarte que el muestre□ ¡nlecuado de loa sujetos.
conSiderBndü b1 hecho de que es probable qüC lü» bdíviduos en su
conjunto M parezcan mucho más que Us siliiaciones entre sí (Bruns-
wik, 1956. pág, 39).
Burkei verdAderamenie sflliú y realizó el muestreo de sitiiaclíjries y sujoLua
en las ecuLugías de Kansíi y Yarkahiiie. Cuando infomió, wLntiJós ahos des­
pula de las marrifestacioniea de Bninswik, lo que había descubieno, no tuvo
que conjeturar, como lo hizo Bruntwik, El jeaumeti de Barker fue al siguientes

Se cooBidetn que el smbjante consiste en ordenamientos mny estruc­


turados e unpiubabks de objetos y luccsoa que fuerzun U conducto
de flciierdo con sii propia pautaición. tlinÉmice.. Cuando, sn los comien­
zos de nuestro trabajo en d Tas ti luto dol .Medio Oeste efec tu afires ex-
tenaoB mgistr{>a de 1s conducta de loe niños en eocái&dres de la vida
rea], de acuerdo con un enfoque tradidonal centrado en la perio-
na. hallamos que algucns atributo* de k conducta vtirBbHü rueño i
entre loa niíua dcait» de cada encuadro que entre loa encuadres &e-
cuonlados por leu niños. Encautrainoj, en suma, que podiatnos pre-
m Sistemat y tirio s p i^ió g ie o t eontemporántos

decir algunos aspectos de )a conducta infanti] de una manera más


adecuada a partir del conocimiento que nos brindaban las caracteris*
tícaa conducíales de los tugares de expendio de golosinas, las clases
de aritmética y los juegos de baloncesto a los que acudían, que me­
diante el conocimiento de las tendencias conducíales particulares de
los niños (Ashton, 1964, Barker y Gump, 1964; Rausli y otros, 1959,
1960). h^ta experiencia nos llevó a examinar el ambiente do la vida
real en el cual ocurre la conducta, con las consecuencias metodoló­
gicas y teóricas que se informan en este libro (1968, pág. 4).

Sólo podemos agradecer que Burker y sus colaboradores se sintieran indu­


cidos a examinar de corea este '"ambiente de la vida real en el cual ocurre ta
conducta” , pues los resultados de ese trabq'o poseen ta clase de belleza loaa-
na y dcsmhibida que se advierte en tas bien alimentadas vacas llereford que se
ven en las proximidades de Oskalnosa, Kansas. Los datos presentados por Bar-
ker para ilustrar las unidades molares de fa conducta individual ejemplUrcan
oí resucito empirismo general dcl eufoque. Maud Pintner, de cinco años, está
en la tienda do refrescos de Olfford:

Mauri ft sentó fronte al mostrador d¿l bar esperando pedir el obse­


quio que su madre le habfa prometido. En el asiento funto a ella
estaba Fred, su hermano de dos afios; su madre estaba sentada al la­
do de Frcd.
14 48: Dcl bolsillo de su pantalón, Meud s«o6 ahora un crayón color
naranja. Se lo pasó por Í<Mlabioi como si fuera un Upiz labial.
Después se inclinó y deslizó los brazos a lo largo del mostrador, mien­
tras observaba cómo un hombre servía un helado de fhitülas a su h ^
de tres años, rubia y con el cabello ensortijado.
Maud parecía fascinada con ci procedimiento; no se perdió ningún
detalle de la situación (1968, pág. 146).

De aquí se extractaron dos unidades molares de conducta, Damadas epi­


sodios conductales: súnuladón de uso de iáptz labiai y ot>servedón de una niña
que come un helado. La Urea de aislar estas unidades, que a primera vista po­
dría parecer muy simple, es difícÜ y tiene una importancia cntica para realizar
un trabajo de campo eficaz. Barker (1968) dice de los episodios conductales:
**A1 igual que los cristales y las células, que también poseen atributos que los
distinguen y amplitudes limitadas, los episodios conductales tienen una posi­
ción tan clara en la jerarquía de las unidades de conducta como tos anteriores
U tienen en las jerarquías de las unidades físicas y Oi^áiüCiis** (pág. 146).

Barker se pronuncia a favor de recoger datos incontaminados por la inter­


vención del psicólogo en la situación; el psicólogo en el campo puede actuar
simplemente como un transductor (y. por consiguiente, reúne datos T en lugar
de los datos O reunidos por el psicólogo que también interviene en la situación).
Barker ejemplifica las posibles conclusiones erróneas que se pueden extraer de
los datos O. Sus reparos son doblemente impresionantes ;por el hecho de que
usa su pso]»o estudio clásico como horrible ejemplo! Dice Barker.
Varitdodea de le tecHe deí campo Í9 i

Los experimentos han suministiado infonnación b á ^ a respecto de


las cuasccueucUs de la frustración en los oifios, tal como se la defínia
y producía en los experimentos, por ejemplo, de Bariar y otros (1941).
Pero Pawl, que no creaba la frustración para sus sujetos, sino que la es­
tudiaba limitándose a registrar Ja conducta diaria de ios niños, infor­
ma (Fawi, 1963. pág. 99);
‘"Los resultados. . . lueion sorprendentes en dos aspectos, ihimero,
incluso con una interpretación liberal de la frustración se detectaron
menos incidentes que los esperados Segundo. . . no se pudieron
encontrar relaciones significativas entre la frustración . . y una con­
ducta posterior, como. - regresión. . . u otras manifestaciones con­
ductales significativas desde el punto de vista teórico/*
En otras palabras, la irustración era rara en los días de los niños, y
cuando ocurría no tenía las consecuencias conducíales observadas en
el laboratorio. Al parecer, los primeros experiinentos simularon muy
bien la frustración tal ccano se la define y prescribe en las teorías,
pero los experimentos no simularon la fru stra d ^ tal como U expe-
riraenian los niños en U vida real (I968.págs 144-145).

Sin duda a Brunswik le habrú encantado tener el comentario de Fiwl-


Barker como ejemplo de la debilidad del diseño sistemático. Sin embargo, no
debemos comparar la preferencia de Barker por los datos T con la preferencia
de Bninswik por el diseño lepiesentativo. Brunswik uo sostenía que los datos
deberían recogerse realmente en un ambiente inalterado, y su investigación no
fue de modo alguno idéntica a la de Barker. Brunswik seguía, en efecto, a los
sujetos en sus tareas diarias, pero alteraba y manipulaba esas rutinas todas fas
veces que queKa.
No obstante, las actitudes de Brunswik y Barker convergen al sugerir la ne­
cesidad de un estudio completo de la ecología en la que crecen y actúan los se­
res humanos Barl^r no ha titubeado en afirmar este punto de modo directo y
categórico. Dice que resulta extraño e irónico que conozcamos el porcentaje
de cada uno de los elementos qoe componen la corteza terrestre, pero que no
tengamos un conocimiento similar del ambiente conducfal del hombre. Bariier
contribuye a este esfuerzo catalogando los **encuadramientos conductales"
[bchavirrrsertmgs] de Oskaioosa, Kansas (el Inatitulo dcl Campo Psicológico
d d Medio Oeste). Su apéndice contiene 220 encuadres conductales. desde ofi­
cinas para el registro de títulos hasta laboratorios radidógicos. Estos son todos
encuadres conriuctates púhficosj se siente la falla, por ejemplo, de la sala de
estar de la casa de Maud Pintner y se aguarda que los Masters y los Joluison
de Oskaioosa, Kansas, cumpleteo el cuadro ecológico.
A fin de examinar los encuadres c«iductales, Barker tuvo que definirlos
primero: descubrir o inventar sus atribuiue distintivos. Enunciaiemoi sólo Vos
tres primeros (suman siete en total). Primero, un encuadre conductal consirte
en una o pautas de conducta peonaiieiites. Barker dice que estas pautas
están claramente ubicadas en el tiempo y el espado, y ofrece como ejemplo
los juegos de baloocesio, los servidos religiosos y las lecckmes de piano. Se­
gundo, un encuadre conductal consiste en pautos de conducta pennanentes
y un medio Es decir, el encuadre incluye los alrededores además de la con-
392 SbttrnBii> tei>riaí piicfjiógieoi

ducta, y los aJretledores puedon sor obra doJ haanbic (coiiid 1ü & edificios) o
iiatmaieiL (cuiqu Jus ¿rboíos, pur ejomptu). TcfLíelo, el inodici es drcunyaceii-
te a la conducta, o sea, que el loedio rodea t la eandjcta y no viceversa. IuyE'
tamos al lector biteresado a consultar en Rarkiar (196£) iai lestajites caroc-
fenstlcas detiiüturias, asi carao los detalles de los demás aspectos de sus da­
tos y su teona.
Fur últiinu, Bailier coiiáderii las üiteraooiuiics cutre lüs eacuadies coaducta-
les y las canductas de lis peraonas que los habitan. PodrianiDS cíp crij que vie-
ra el encuadre conductal corno un campo y la» persojias en él como part/cn-
la&, Sobre la basa de una analogía con la física. En lugar de e9o, tadiB prestada
de Hcidar una atialo^'a casi opuesta, y oqu^ars el encuadie conducta] a una
“cosa" y Ja gente que Ip habita a un “medio''. EjimiplD de cosa as una piedra,
que 3C puede atrojar a un estanque, el medio. El medio, aunque tiene euract£‘
iisticas propias, es más fienjbie que la cosa y por eso se adopta a eUa. La
te Se adapta en ^neroJ o Lod encuadrts CúndUCtales, en p u le graCiaJ o la in-
terveaei&a de las “unidades de fuerza ambi^ntales". Pero ésta es ya otra par­
te de la historia, y no k podeniuis contar toda. Condiilremafi con el comen-
taiiu de que el trabajo de E artei cotnbini co tara Corma el enfoque Liuagina-
tlifo del teórico del campo coa el empirismo persistente que parece haberse
coflechido con más Cncuencía a la imagen d d psicólogo asociicionista. Tanto
sus esquemas descriptivos como au teoría de los encuadres conductalea constl-
tuyeu una gran promesa de estimulan tes trabajos en los que se profundice aun
más la psfcclogfa «oolúgica. La dlapoajbllidad de categotíaa descriptivas utül-
aables Itacc de Barket uno de lu$ pocoa paleólogos lo bastante ticos como para
poder ofrecei, en una sota página, citas '*golDalnaa"', entre otras 09ÉB, pog.
141): Las perturbaciones u producen en la expe [únela ínTantí] cao una fre­
cuencia promedia de ó,4 por hora, y la mitad de ellas lai provocan loi adul­
tos; las unidades de las nidos d d Medio Oaste aon máa cortas en proiucdiiü
que las de los ñiños de “Yorediíe'’ compBrpblei; los niflos de YonedaJe reciben
de luy adultos urta eiLlroda devaluaUva cuatro veces supeiioi a la de loe niños
del Medio Oeste.

C o n ír ib u c io n íS d e B a r k e t

Seria una grave injusticia oonsideiai a Bjrker un seguidor de Lewiu y BrimiLwik


que simple mente elaboró algunos elementos do aus piopam as. Con ^ a i ñe-
cusneia cita a cala Uno de el]« para jevclor $us errutes como poriL expresar le-
conoetmientu por su gpía. Por ejemplo, uno de loa temas mis recurrentes en
Barker es el de que el ambiejite está arganisado eti pautas rinlcaa y diferentes.
Dflscribírla como caótico o probabifiata nm lleva exaciamente eti la dirección
errónea. Resulta que la textura del ambicnie c:>Lá sturiduteiilc pautada, y que
cale ambiente esttucturulo consUiñe nuestra conducta. Los seres húmenos no
argjmizan ingeniasainejite Una '*coiifu9Íón zumbante y Qotecicnte*^; respondón
de minera ^ropiada, y a veces con aparente mala gana, a una eslrticmia qiLO
los rodea.
Bsrkcr (19Ó9) i u sohcálBd.u lupctiiiLUi te c e s la c ie u c ió n de bislrunteiLiiJS udc-
y^riedgíítt d£ leona Jtt campo 393

[ruados para la larca de catudíu la interdepend«nciu de loo-setci humanos y ni


ambiente. Necesítainoa trts eüsa* de las que hay gran escasex; archivos,
centros o iiutitucíoncs de campo y léciúcas estadisticas adocitadus páralos es-
rtidios naturalista!. Todas estas cosas parecen estai empezandü a surgir actual-
meatic y se debo en parte a Bariccr.
Aunque Barkcr nu ha ptuduciJo hasta ahora una teoría amplia como p a n
abarcar los hechos, nos ha mostrada qüe lina Qilcotacióu teórica del campo no
conduce forzosaitumt!t a meros pensamientos confusos e invfiattgacicmes na
ftnpíiicas. Su estudio sobre Maud Fjntner pagándose el lápiz labial nos debe­
ría ayudar u ver que U gigantesca rueda volante de nuestra sociedad 0.0 solo es los
hábitos de James sino qüe tajubiÓD puede « r en parte los encuadres coodoc-
tales de Bsxkicr.

LA NEUROPSiCOLOG! A DE LASHLEY

KaiJ S. Lasilley {Í890-1953) no puede ser enciiadiiidü ouii facitiJad en cate-


guría alguna. Yd nos hemos cjicuatradio con di en d capAnlo ó, porque fue de
lüS primeros y m is untuslüítai Conduatistuí, Sin embargo, también pertenece
a este capítulu, porque al desairoliniae au camera Se fue troalndando coda véz
rtíjs hacÍA las teorías del campo, y podemos evic nutra rio del latió de la Gestüt
o de Is teoría del campo en muchos temas teóricos particulares.
Lastiley biica sus esLudjui de graduaciúu en Ja Universidad de Fíttshurgh y en
la de Jqhns [lopklns, en esta dliima se doctoró en psicología, en 1914. Sus ptin-
cipolci designaciones djocentes fueron en lo! L l n i v e r s í d a d c s de Minnesota y Chi­
cago, y en Ilarvard. Luego. £11 i94¿. fue director del Lato raí ario YerkiS iJe
ÜJiología de los Primales, la mundialmeiite ranombiada estación ds investiga-
ción de Orangje Flark. norida. Retuvo au profesoiado tm Harvml, porque por
esa Época los dos iustituciCKiot estaban relacionadas administretivamcrU;.
La} primeras mvestigaciones de Lissliley fue retí realizadaí en cdaboracióa
ctHj el biólogu H. S. iennings y el conductista John E. Waüan, en Johns Hop-
kiJis. Sus intereses de investlgndcí rucroti tmiy aniplios, incluyendo desde pro-
btemas sobre la herencia del laniLiria cnluei parjimccius, liastalus facture} cere­
brales en la migruña humana I^VÉa» Beflch, Hebb, Morgan y Nissen, 1960, res­
pecto de estos y muchcs qcroG escritos de Lnahley). Sin ciubargu, ci prabienla
de la funcj&i cerebral cu relación crjn la conducta fire el interés más impor­
tante yipersisteüie de I ashley. y el que le ha dalo renombre.
Ll inlierÉE de Lashley por k ñjncióa cerebril surgió rempranameniB pero
fue soto eq 1917. cuando ae asodó euii d emiiterUe neurofisialogo Fiani, que se
inició en la [nvicatigación utilfiandu la ttJaddft del cerebro de la rata como fcc-
oica p a n detetminar la locatizacián da h funciórt-
Es lairicntable que quienes no Ounocail bien el tfab^o de Laorley csii sieitl-
pre lo recuerden por dat principios vagos con nombies pegnilizos; -diDCión masivo
y eíjuipolencíiíliüad. inclusoestoa norubiesuo strii rccordalois cao ptECisión. por
lo que brindiimaSr aquí el cnuiLcLula que trizo Lashley de sua temosos prin^pias:
S04 Sñtemei y teoría* psicofógieat eontemporóneos

Equipotencalidad de ios pariex lie utilizado el témitno “equlpo-


tencialidad’’ para destgaai la capacidad manifiesta de cualquier parte
intacta de un área funcional para efectuar, con o ain reducción de lu
eficiencia, las funciones perdidas por la destrucción del todo. Esta
capacidad vana de un área a otra y con el carácter de las funciones
implicadas. Probablemente esto vale sólo para las áreas de asociación
y para flincíones más complejas <|iie la simple sensíbOidad o la coor
dinición motriz.
Función masiva. Ya he ofrecido pruebas. . . de que la cquipoterrcia'
lidad no es absoluta sino que está sometida, a una wy de acción masiva
que puede reducir U clkacta de la ejecución de una fbnción comj^eja
indivisa en proporción a la extensión de ia ksión cerebral dentro de
un área cuyas partes no están m is c ^ c iiliz a d a s p a n un componen­
te de la función que p a ra d otro (1929. pág. 25).

Una cuidadosa lectura de estos principios toma innecesario cualquier co­


mentario sobre su vaguedad (e incluso sobre algún posible Círculo vicioso).
ICrecb (1962), en su excelente crítica del problema de la localización cortical,
atribuye a I.ashiey el haber advertido su propia vaguedad al formular estos
principios; Lasldey enunció sus principios de manera imprecism ¡porque el
estado del couociiuicntu sobre los mecanismos cerebrales era vago!
¿For qué razón entonces hay que recordar u Lashiey? Pkrrc Flourens había
llegado a análogas conclusiones sobre la base de los resultados obtenidos en
ablaciones similares unos cien años antes. La contribución origina] de Lashlcy
consistió en lelaciunar técnicas conducíales mucho mejores y más analíticas
con las técnicas fisiológicas disponibles, a su alcance Lashley no se limitó al
estudio de los efectos de )a^ operaciones en conductas que ocurren de mane­
ra natural; creó expertmcntalmente conductas en laberintos y problemas de
discriminación, y estudió su retención y rcadquisición después de ablaciones
cuidadosamente planeadas. Su meiodologi'a era brillante para lo época y sus
técnicas, excelenres. Hasta cierto punto, In anticipó su maestro Franz, tal co n o
Isaac Barrow anticipó a su discípulo Isaac Nesvtan en el desarrollo del cálculo
infinitesimal; pero ambos discípulos llegamn mucho más allá que sus maestros.
Ko hay duda de que. a pesar de la vaguedad de sus enunciados, Lashley se
oponía con fuerza a la creencia común en la localización de la función. £1
proMema no ha sido resuelto en modo a l^ n o . pero la decisión “ final** pro­
bablemente favurecciá la localización más de lo que Lashley creía factible.
Todavía comprendemos muy poco de la estructura de la conducta como para
saber qué es una “ función” unitaria; por lo que sabetnos, es difícil acome­
ter el problema de la localización. Lashley efectuó una tremenda contribu­
ción en lo que se refiere a iniciar ia acometida contra el aspecto conductal
críticu Je la cuestión.
£] tributo rendido por el neurótogo Stanley Cobb sugiere hasta qué pun­
to Lashley era reconocido no sólo por los psicólogos sino también por los
fisiólogos. Cuenta Cobb (Beach y otros, 1960) que en los antiguos días de
Hopkint, lashley “ nos fascinaba con W amplitud de su interés y con su ha­
bilidad pacft la ex p erim entad^ ingeniosa y osada'* (pág. x v i i ) Agrega Cobb
Varietiadet de la leoHe del campo 395

(Beach y otios. 1960) que: “Durante los cuarenta años siguientes. Lashley
había de ser el psicólogo más frecuentemente elegido por los neurólogos y los
psiquiatras para que viniera a nuestras reuniones a leer un escrito o a discutir
ios escritos de otros" (pág. x v m ). Concluía diciendo (Beach y otros, 1960):
“Y así, al rendir nuestro homenaje a KtH Lashley, reclamamos pot (omencM
un diezmo de su trabajo para la neurologii" Ipág. x x ).
Pero pos supuesto, no es sólo por sus contribuciones neuroiógicas que se hon­
ra a Lashley en la psicología. En una introducción al volumen de obras selec­
tas de Laslüey (Beach y otros, 1960), E. G. Boring reviu sus contribuciuues
sistemáticas a la teoría psicológica. Ciertas citas seleccionadas por Boring ejem­
plifican el sabor a teoría del campo de las ínteipretaciones de Lashley. Por
ejemplo, Lashley escribió que . Jo que determina el efecto funcional es el
patrón y no la locaUzación de energía en el órgano sensorial’* (pág. 492) y
refiriÓDdose a la acción cerebral, que . todas las células del cerebro están
constantemente activas y participan, mediante una especie de suma algebraica,
en cada actividad" (pág. SOO).
La orientación de campo Je Lashley aparece también ejemplificada en su
apoyo a una interpretación reaocionsJ. o conriguracicmai. del aprendiziqe
de la transposición, por opostcicm a la actitud cemexionista, o E -R . En su
discurso presidencial ante la American Psychologícal Association en 1930,
atacó el punto de vista conexionista simple. Posteriormente presentó una al­
ternativa novedosa para la interpreuci6n E -R onodoxa del aprendizaje de
la discriminación y la generalización, l a hipótesis de Lashiey-Wade dice que
para que ocurra la generalizacíófi es necesario el entrenamiento diferencial
con varios valores de h dimensión Je esiímulos, ncgaiiJo así el supuesto co-
nexionista fundamental, de que el refuerzo de un único valor del estímulo
produce un ^ d ie n te de generalización por el cual los valores similares del
estímulo obtienen automáticamente una potencia «milar pero reducida para
provocar ía re^uei^a condicionada. La controvenúa así creada ha estimulado
una gran cantidad de invesiigacioocs. Rimble (1961, págs. 369 y liga.) presenta
una reseña del tema Tcrrace (1966) llegó en una fecha más reciente a una con­
clusión que favorece a La^diley y a Watfe: “ Se requiere un procedimiento de re­
fuerzo diferencial para que emerja el gradiente de generalización típico" (pág.
339). FInalnxjntc, Kalish Í1969) llegó a una suerte de posición de compromi­
so después de un análisis meditado y exhaustivo de las pruebas.
Lashley hizo además otras comilbuciooe& experimentales y metodológicas.
Respecto üe las primeras, su larga serie de investigaciones sobre la discrimina­
ción visual y el análisis de la corteza visual (vclsc Beach y otros. 1960), es quizás
el mejor ejemplo, en lo que hace t laa segundas, su invención del ‘‘trampolírí’,
que obliga a un animal como U rata a avanzar o saltar de un placafnnria a una
de dos puertas dücrininables. es ptobableraentie Vncontribución más impórtame.
Este nuevo d lip ^ ü v o experimentil ÍKÚlitó eoonucniente el aprendizaje de la
discriminacióQ co la rata, presinniblemente por forzar al animal a atender más
directamente las señales visuales pertinentes. Entre los muchos que utilizaron
luego este recurso, debe mencioaarse en el presente contexto a Noanm R. F.
.Maier. Xo sólo ha sido responsable de la m is ccotiovertlda utilización d d
Í9 6 y teorioa psicoiógkot conttmporáneot

*%ampolúi'’ (1938, 1949h), uno que tanihiéti ha sido un firme defensor de


la po¿ck>n de las teorías del campo (víase, por ejemplo, Maier y Sc^meirU,
I93S),
P a n concluir, citemos el (nbuto final de E. G. Bering a la perspic^ia cien­
tífica de Laddey (Beach y otros, 1960): **Lo que m is impresiona en los escri­
tos de este volumen es el modo en que el deacubiimíento conduce i la especu­
lación y no la especulación al descubrtmiento" (pig. x v i).

Ei inrerconductismo efe Kaníor

Jacob Robert Kantor (1888- ) nació en Peonsy'/vaais y se formó én la


Universidad de C^icagn, donde se doctoró en 1917. Fue instructor de filoso­
fía y psicología durante dos aAos en la Universidad de Minnesota, y luego
tres años en U Universidad de Chkago, tras haber obtenido su doctorado. En
1920 fue a enseñar a la Universidad de Indiana, y aUi actuó como profesor
de psicología desde 1923 hasta su retiro. Kantor ha sido un escritor prolífico
y coherente Hace unos cuantos años su bibliografía incluía 88 títulos, mu­
chos de los cuales ctH-respondian a libros en varios volúmenes. Su erudición es
atestiguada tambidn por la publicación de 83 reseñas de libros, y por cieno
estas cantidades han seguido en aumento. Kantor se convirtió en nuestm fi­
gura preferida como el ‘*gran viejo" de la psicología norteamericana después
de la muerte de E. G. Bering, en 1968. Crxno Boring y WoodNVorth antes que
él. Kantor ha seguido activo aún después de haberse leiirado formalmente. Por
ejen^lo, ei segundo volumen de su estudio histórico. The scientíjíc evolurion
o f psych<Aofsy, p areció en 1969. También Kantor y Smith (1975) han publi­
cado un manual general basado en su teoría.
Kantor ha sido, primero y ante todo, un analista y un crítico lógico de
la escena cieaclRcM general, con e ^ e c iil referencia a la psicología. Su inte­
rés fundamental durante mucho más de medio siglo ha sido, según sus propias
palabras, “allanar el sendero de la psicología hacia su meta de ciencia natund”
(1958, pág. 223). Sus blancos favoritos han áüu: 1) '*las ficciones mentales''
de diverso tipo, tal como aparecen repteaenudas en las construcciones teóricas
de la psicología, y 2) los postulados fundamentales de la psicología fisiológi­
ca. Atribuyó estos y otros "errores" conexos a la amplia aceptación de la he­
rencia dualista de nuestra cultura, con las cooriguientes dificultades de muchos
científicos para ver de cerca sus datos. Opinaba que tos problemas producidos
por la herencia dualista son especialmente graves en ta psicología. Skjnner, al
menos, apreció U critica de Kantor al mentaltamo sobreviviente en la psicolo­
gía (1967): "Otro conductisia cuya amistad he valorado es J. R. Kantor. £n
imschai discusiones que sostuvimos en Indiana saqué provecho de su extraor­
dinaria erudición. Me convenció de que no había exorckado por completo
lodos los ‘espectros* de mi pensamiento" (pág. 411). Este comentario puede
divertimos, mientras tratamos de imaginainos un "mejor" conductista que
Skinner. También debería servimos de enseñanza, pues nos recuerda que no exis­
te contradicción alguna en ser un conductista metodológico estricto y adoptar,
al mismo tiempo, u iu pusíctúri favoTobíe a U teoría dt) campo.
Variededex de la leofia del campo 397

Kantor no tiene un sistema en el sentido en que HuU. o incluso Tobnan o


Lewfai lo tenían. Por sobre todo, Kantor ha sido un metateórico tpte liace iiiii-
capié en un enfoque Blosófico ampHo de toi proUemas conductales y no en tai
soluciones eq>ecifi£as a esos proUemaa. Ha escrito sobre psicología íisivlógica
(1947). lenguaje (19.36). lógica (1945. 1950. 19S3) e historia (1963, 1969),
pero no ha concentrado sus esfuerzos en un solo campo, lo que le hubiese per­
mitido Ueslacaiae en una determinada área. Ha o fí^ íd o lo que llama un “ sis-
tema de lógica fotmal" (1958, pág. ix ). Este último libro fue ptepaiado, cuino
él lo advirtió, para presentar sus ideas crxi mayor eficacia y pira evitar un exceso
de duplicación de los trabatos anteriores
H1 núcleo del sistema lógico de Kantor es la noción del campo interconduc-
tal, que es una interacción entre ¡as "funciones de respuesta’* dol oíganismo y
las "funciunes de estímulo'* üc! ainbieute. Estos dos factores básicos se deben
considerar siempre juntos, desde el punto de vista de Kantor. Las propiedades
de la interacción entre organismo y estímulo se construyen en gran parte en
el cuno de la historia de la relación interconductal. Es necesario considerar tan­
to los factores biológicos como los cuUuntks.
Excepto quizás por la merma en su entusiasmo con respecto a la psicología
E R, los punios de vista criticos de Kantor han cambiado poco en el curso de
su larga carrera, que comenzó con la puUicacióc de sua FriñclpUs o f p^cholO'
gy en 1924. Kantor ha seguido destacando ta importancia del campo psicoló­
gico y sus interacciones en continuo cambio, y ésta es la razón por la que se lo
ha incluido en este capítulo. Este aspecto de sus opiniones ae relaciona con ei
punto de vista de Dewoy, tal como aparece expresado en el famoso trabajo so­
bro el arco reflejo, c incluso con la doctrina ^estaltiata de la emergencia. Sin
embargo, Kantor se preocuparía en diferenciar su punto de rista del cte los pai-
c^ogos guestaltislas y de la mayoría de loa otro* teóricos del campo, puesto que
encuentra en estas opiniones, remanentes de las ficciones mentaiistas
El acento de Kantor sobre el hoUsniO lo llevó a cntícar ía cloccrimí de la í^ali-
zación de la función <1947, págs. 80 y slgs.) y a considerar el lenguaje y la lógica
como ejemplos de los productos de Us relaciones intetconductales. participan­
tes en ellas. Vio también con claridad que los objetos ambientales tienen una
importante participacióo en las leUctonei sociales (19¿9); sus opiniones a este
resi>ecto son enheremes con las de Barker, sobre quien ya hemos hablado.

En la revista P ^ c h o fo ^a l Record, fundada por Kantor. se pueden encon­


trar muchoa trabajos de Kantor y de estudiosos simpatizantes (sobre los cuales
ha ejercico una influencia notablemente fuerte y perdurable). Hay ciertas prue­
bas de que la influenda de Kantor puede estar aumentando, a pesar de que no
pudo fundar una escuela expecimeotal activa; N. W. Smith (en una ccmiunica-
d ó q peraooal) ha encontrado que las citas del trabajo de Kantor duplicaran su
frecuencia en el período de diez años que va basta 1966, en ccraparación con
lo ocurrido en los diez años aoieciores a ese lapso. Tal vez la psicología está por
fin lisia para reconocer a erte critico viejo y tenaz.
JftS S is tr m a i y p s ic a lí^ ic o f c o n te m p iífá n íijí

ElESUMEN Y COí^CUJSíONES

En este eapíiulo heirius examlnjidQ los puntos de vista de seis teóricos deJ cam­
po, y el trabajo de varios teóricos con ajctitudes afines Estos teÓTicosporlo ge­
neral tiacen hjncqpld en las pautas de or£aiil7,aciúii uexpEuiías de lus^-canexjDTies
discretas, SigulcndG esta actitud gcnenil hiy una tendencja notable aeslndlar
las variables molares y una [endencia a recunir a las obúrvaeionei del campa a
fin dií obtener una víala global ds La conducta y de las leyes cnn-flnctslci.
El enfoque de la teona del campo revela cierta inclJnacüji a alejar a li gente
de la cuiicepciúri simple Je causa-y-efcclu a causa du la gran cantidad de varia­
bles pote riciales en Jos campos o los tados-- Algunos experlmentaduces han scit-
Lido rechazo hacia la teon'a del campo a causa úc que Liende a perderlos en un
lahcrinío de complejidad y puede paralizar las investigaclonBS emp/ricas. Esto
es consecuencia de la ioBistencia en la importancia de una cantidad tan granfie
de varialjles. con sus interatciories potenclalmEntE complejas. Ademfls, la in-
vestlgaciún puede parecer difícil debido oJ c u ic tc i irdcinlmcntc vago y no ope­
rativo do algunos concoptú^ del campn, por ejemplo loit de Lewin. Sin embar­
go. las puntos metate óticos establecidos por teóricoi cumu Lewio y Brunswlk
stui cxtrcinadamentic peistiaíivua.
En nn nivel abstracto, personas como Kanior pueden indicar cóma salir del
atciUadejiQi, pues á bien mantieneu una orientación geiiciiil de campo, sumi-
nblran también un fuerte aniídoiti contra la subjetividad y eJ dualismo que pue­
dan estar asgcJadcn con ella. Concrétamentei LeiviUj ürunswik y Bailwr hmi
mostrado la salida. Todos ellos han lievEido i cabo investígactOfleE íngeniuEas y
tructift!ras inspiradas inicialmente tn la íeoria del campo. Podríamos consídetai
que Baiker en particular adquirió cierto tipo de coloración E—R, poicuanto sus
cuidadusas y per«iatentea ubservocionra pcriericoeii nía eJuse de cusas que per lo
general vineniamos con loa investigadores asocUcioniijtaSt Willcmi picSCD'
ta una manera de pensar cun rsspceto alitit actividades de investigación que debe­
ría ayudamos a reccnicUlaj nuestm disoaancia cognitñ'a en esoj casas. Colócala
investigación on un espacio bidlmensloflal. Uoa dimensión es el grado de manipu-
laclón de los condiciones antecedentes, Ea otra, es el grado de imposición de las
unidades. Los teóricos del campo iuui leiiilido a efectuar Investigadcmes en las
cuales ambas dintcnaíones son bajas^ en tanta que los teóricciia del E -R se haD la-
cHiisdo por iuvestlgaciauea ao las que estas dos dimcnaiones son altas. El espacio
da Wülerns nos ohUga a lecanocer que existe una contiiiuidad entre teu tlp-oa de
actividades de inveitigación, y quí en el espado hidimeiiaQnjrllifly aidcíentc lu­
gar para lodos. Los lirvostigadoreE cotitemporáueos suelen ocupai mucha; Inte-
r^santes posícionos mtcrmEdlaa en el espacio, adctrii; de las ubiciudones Ira-
diiriormles.
La creciente popularidad dcI análuis multivaiiablo, que combina el rigor tí­
pico del psicólogo E -R con la tenÉativa de ocuparse de las oarnplejaa interie-
laclones que exige el teórico del campo, representa un aaercgmiejito adicio­
nal.
Brunswílc y Birirer lu c ru t los t^órieoí del campo que ínsistiei-ati de m anen
Viríedaiií^ df lo Uarii lííf J.SS

especial íii cl valor J d esludici naturalista y ecológico d d organismo tn su am­


biente. Ctértaiueate, estes csíudios pTopordonari oporlunidades únicas para
descubrir sijreniajS de variables íntnrfidaciODildas que se producen de manera
naPiral, y evitan que el inveatigador "pierda" tiempo en estudiar yariables que
no tienen gplicabiJidBLi en el itiundo tal como existe. Sin embargo, un inieidt
e x d v s h u por los estudios ratnraUaias podría impedir que lo; im^stigadoTeii
Éittidien sistetnas potencíalas pero uiexisteules que se podrían crear con gran
beneficio para la humanidad. A medida que los seres humanos canstruyen ca­
da vei mái 9u piüpjtj ambientE. la gnuiaciím dü "*!utiflEÍali(liid" que se esgrime
contrn los astudtos psicológicos se volverá cada vez menos significativa.
La primera teoria considerada fuá la que presentó Kurt Leiwbi. La contri-
bucíóu de ¿s(e ha iuilnido una bri liante serle de abordajes expejimeAtsiES s los
raciales de la motivación y la personalidad, y la ¡niciúciún Je] movimiento de
Jinimica de grupo; desde un punto üc vista leóiico, sin embaqgu, se le conoce
mejor por su eunceptuaÜzaciáu del espado vital. La yegunda teoría del campo
conáderada fue la dle. E. (L l'nlman, quien defendió un conductismo molar, tn-
cencjonista. Sus innovaciones experimentales y cnnceptüalEs promowwrtni la
doctrina conductisia y iiroporciunarun une base expeiimemal pam la psicqlq-
CügfiltivistE; durante un tiempo Tolitian favoreció loque parecíaarr un daru
contraste con las cloctdojs hulllanas, de tipo E—R. La tercera teoría fue el fuo-
cionalJsmú probabilhta de Egon Brunswík, qiie ofreció altemativis pora mu­
chos supuestos metodológiecs sobre la percepción y el aprendizaje, biíta en-
Lunces no cuestiarados.
De un modo más breve, se cousiderarmi Id tegna neurofisiológica de La^iiey,
y el intercojiducTismo de ILaDtor.
Una Je loa puejzas principales de la teoría del connpD ptovícoc del hecho
de que ha atacado rin hesitacióin alguna problciTiaí que In ortodoxa teoría del
E~R aludió. Por mm porte, ¿atoa han abaroudo fundortet centrales. Lewin,
Tqtnan y Losliley reprewntoi: este Ínteres fvéase liebb, 1949; G. A. hliller,
Cilenlcr y Pribrairii,, 196ÍI), Por otra parte, vemos que loa teúrícus d d campo se
están desplazando de la peiiferia del oi^gmiiEniei para entrar en el ambiente,
lininswik, Barkei y Rjintor represe otan esta dLrsocíóii del movimitnto.

LECTURAS RECOMENDADAS

La fomm inát Ijidolom de burodudiae :n el pensamiento de Lewin es a través


de V ie practicó theorai. de Muirow fl969). Esta obra rnsiniitú al lector a la
vez que lo entretendri y coEdudid a todas las ohris del pruplu Lewin que dú-
* e , Físíf} theoiy as fiuman ic-SÉficár Caníribittioní o f Lew in’s flenfm grcup.
de de Rivera fl976J es ti coinplemintu luái bnportaiite del trabajo de Marrorv.
Las eríticflg y las reseñas de Leeper (194.i i, Estes (1954). Deutsgh (1954) y
Cajtwtighi (1959)equilibraran «De cuadril.
Tolmaa está bien represen LaJu p(tr au tempriiici beii4ivior írt a n i­
méis and mgn (1932), sus Cotiecfedpiafan in piycholugy (JSSla). y su Infoj-
400 S iltc n w f y Xtt/rva piáeoibficot conttmporineoi

me final {1959). Vale U pena leer U fonnalización del tísteroa de Tobnaa lealt-
znda por MaoCorquodále y Meehl (19S4). en parte porque muestra al lector
cómo Cevat a cabo U enrpresa de la formalizadón.
No existe ningún modo simple de entender el pensamiento de Brunsn'ilc,
pero lo que m is conviene es eaq>ozar con 77ie ptychology o f Egon Bnm s^ik
(1966), de Hammoad. Contiene los trabajos de Brunswik y sirve como ffiía
p a n eüoi. Perception the representatkm design o f piychoíogical experi-
menís (1956X de Rrunswík, contiene ii parte esencial de su contiibuci6n me-
todoló^ca. Postman y Tolman (1959) examinan lambión en profundidad el
sistema de Brunswik. Barker se eonera en su interesante Ecohgical psychology
(1968). de lectura fddl y amena. L a ^ y está bien representado en The neu-
rop^chotogy o f L ú M ^ (1960), compilado por F. A. Beach y otros, ¡nterhdtü’
vioral p:ychotogy (1958), de Kantor, es la mejor introducción a su pensamien­
to sistemático.
Capítulo 12
VARIEDADES DE LA TEORIA DE LA PERSONALIDAD

La teoría de la personalidad es un tipo de teoría de U coiuhicia. Sin embargo,


las teorías de la personalidad poaeen algunas características que permiten dis-
tínguirlas como subvariedades especiales de la teoría de la conducta. La misma
palabra persoTtalidad indica que estas teorías se han basado fundamentalmente
en el estudio de las personas. En la mayoría de las teorías de la peisontlidad
se considera que las diÍ8recu:ia.s óidivtduales entie las personas constituyen una
sígnífíestiva fUente de varíancia en la conducía. Por consiguiente, la Informa-
eirá sobre las caracterfiticas singulares de las personas resultan necesarias para
realizar predicciones exactas sobre la conducta.
Sin embargo, Sechrest (1976) c<msidera que el dnfasis sobre las diferencias
individuales es un error. Sefiala que. paradójicamente, la mayoría de los teóri­
cos han operado a partir de teonas que postulan características universales de
todos los individuos, tal como k>s estadios de desairollo de Freud o la lucha por
la superioridad de Adlcr
Sea que el énfasis constituya o no un error, las teorías de la personalidad le
han concedido minuciosa atención a ta.s idiosincrasias individuales. Estas a su
vez arrojan sombras sobre las conductas mal adaptadas de los neuróticen y las
conductas excéntricas de los psicólicos. No sorprende el que la mayoría de
nuestras prestigiosas teorías de la petsosaUdad hayan nacido en los conmlto-
lios y en las clínicas. A veces reina confutióa respecto de dónde termina la
teoría y dónde empieza el estudia de la psicoiogía de la anormalidad. La res­
puesta 88 que la teoría de la peiaonalidad no se detiene nunca; prctentte ex­
plicar toda la conducta, normal o animnal.
En. cunaecutivcfa. la xgunda propiedad general de las teorías de la persona­
lidad es su tentativa de ser completas. En el caso de muchos de los problemas
diados de la conducta humana, las únicas teorías lo bastante completas que se
pueden aptkar son las teorías de la personalidad. Pero ninguna teoría que aspire
a ser comprensiva puede ser muy fonnal o formular predicciones muy espe­
cíficas. Por estas razones y otras similares. Levy (1973) sugiere que dejemos de
hablar sobre teorías de la pcnooilidad y empecemos a h ib lv de ^concepciones”
de la personalidad. Batamos de acuerdo con lo l ó g ^ de Levy, pero hemos
visto que la misma lógica se puede aplicar a la mayoría de las teorías psicoló­
gicas de todo (tpo. Todas nuestras llamadas teorías tienen alguna de^iencia
u otra, salvo tal vez algunas de las miniteoríaa modernas. Las teorías de la
person^dad son un tanto m is deficientes por cuanto imentanmás.
Hay una gran diversidad de opiniones respecta de diversos temas conec­
tados con el estudio de la persona, y varía mu<^o también el acento que se da a
cada uno. En primer lugar se encuentra un con)umo muy básico de opiniones
402 Sistemas y teorías psicoíófteot coñtemporóneos

referidas a ia cantídad de variancia que ae atribuye a las personas, en compa­


ración con la cantidad que se atribuye a las situaciorres. En el capitulo anterior
vtmof que Brunswik y Barker coincidieron en que la conducta se podra prede*
cir en gran medida en virtud al conocimiento de U situación, sin tom aren cuen­
ta a la persona en la situación. Rogers, que destaca la tendencia de la persona
a desarrollar capacidades ‘*desdc adentro” (llama a esto auiorrenlizaaónj.
es probablemente quien ntqur representa el extremo opuesto: es m is opti­
mista con r e c e t o a la medida en la que los individuos son capaces de de­
terminar su propio destino. A este respecto, Rogers se aproxima a los e.xis-
tencialistas, quienes creen que todos ios individuos tienen la trrevocaUe rct-
ponsabilldad de realizar sus propias elecciones. Los teóricos E -R destacan
por lo geueral la iníluencia de la druación, o estimulo, y muestran menos tn*
teréa por las características únicas de la persona individual. Estos teórKos lle­
nen una tendencia afm a negar la generalidad y pcrmarwncia de ” rasgos” de la
personalidad; por ejemplo, sena característico de los teóricos £ R negar que
la lumestidad es un r a ^ general o que es probable que sea una característi­
ca permanente de una determinada persona. Esto es c< ^rcnte con el llamado
enfoque del organismo-vicío, que tiene poca coitfíanza en las supuestas fun­
ciones fisiológicas o en las supuestas estructuras de la personalidad, tales co­
mo rasgos o actitudes. En este sentido, las leonas E -R son teorías de la con­
ducta generales, rto teorías de la personalidad en un sentido restringido Sin
embargo, expondremos ahora una teoría E R, en parte para hacer hincapié
en la continuidad eulre las teorías de la conducta y las más representativas
teorías de la personalidad.
Ha habido algunas respuestas con respecto ■ la contribución relativa de los
individuos y las situaciones. Sechrest (1076) solicita que se efectúen más expe­
rimentaciones en las que se combinen, en el mismo djscAo, el sujeto y las va­
riables experimentales, a fin de que se puedan estudiar las dos fuentes de la va-
rtabSidad y »is inieraccioues. Advierte una tendencia hada el interaccionismo
en las actuales teorías de la personalidad. Esto hace referencia a la proposi­
ción según la cual Í8 cmiducta la determinan c) individuo y la situ a c i^ en con­
junto Sechrest dice que la única dificultad reside en que no hay una taxono­
mía de Situaciones que puedan guiar este tipo de mvestígactón y de teoría. Es­
te defecto es una de las preocupaciones fundamentales del capítulo anterior,
sobre todo en relación con el trabajo de Roger Barker. La relación entre los
problemas planteados por la teoría del campo y los planteados por la teoría
de la personalidad demuestra que los diferentes enfoques de la psicología se
pueden complementar entre sí. Los problemas de la conducta humana y anL
inal son los mismos, y se los puede abordar desde diferentes puntos de vista.
Por lo tanto, e« probable que las soluciones a los problemas ayuden a todo ti­
po de teóricos.
Otro interrogante ae refiere a cuál es la medida en la que los factores inna­
tos determinan U estructura de la personalidad -cualquiera sea la forma que
ésta turne- y en qué medida la determina el aprendizaje. Es más probable que
sean los llamados "teóricos del síininno” quienes hagan un
lugar en su esqqecoa para los factoies mnatos y no ios teóricos £ - R, que —cuinu
Vrieáadssde ¡a teoría de íapenon^idad 403

es bastante natural- insisten en la imporfancta del aprendizaje Sin embargo,


el acento sobre el aprendiz^ no exduye necemriamerxte un reconocimieoto
de ios factores irmatos. Por ejemplo. Sktnner (1974) calificó de estúpido el
ambkulalisnio de J. B. Watson. Esto puede sorprender a muchos a csisa de
la propia reputación de Skinner como anibícntilista. Tal vez haya cierta ten­
dencia a estereotipar tanto a Wataon como a Skinner como antiinnatistas en
razón <k que am lKis en su trabajo atendían primordialmcntc a las influencias
ambientales. Pero la opinión moderna, aceptada por la mayoría de los teóri­
cos de todas las tendencias, considera que tanto los factores innatos como los
ambientales son skmprv críticos para todas las conductas.
El empehu de tos teóricos de la personalidad por elaborar sistemas abarca-
tivos puede llegar a convertirse cada vez m is en un rasgo característico debido
a que en la actualidad los teóricos de las otras á ie u de la pw ologís tienden
menos que en otros tiempos a desarrollar "gruidas teorías". Se limitan cada
vez más a explicaciones parciales o totales de cosas cxHno el aprendizaje con
un solo ensayo mediante el método de p an s asociados en listas de silabas sin
sentido, los efectos del umbral auditivo, o alguna otra área estrechamente cir­
cunscripta.
Las demás características distintivas de la teoría de la personalidad se rela­
cionan con su acostumbrada aspiración de Inclusividad. En primer lugar, se
debe señalar la naturaleza funcional de la personalidad. Las teorías de la perso­
nalidad centran $u atención eu la compien^ón d d desarrollo, supervivencia
y adaptación general del organismo En segundo lugar, es característico que es­
tas teorías destaquen los procesos motívacionales (“dinimicos” ). En tercer lu­
gar, el objeto de estudio es la persona total dentro de su hábitat natural. En
este aspecto, el estudio de la personalidad se aparta claramente de la tradición
expcrimeutal en psicología, la >^utd se ha caiacteiizado por su insistencia en el
estudio de aspectos más limitados de la conducta. En cuarto lugar, las teorías
do la personalidad son típicamente integradorai, mientras que grai parte de U
psicología se ha movido en dirección a los intentos explicativos más especiali­
zados. En quieto lugar, las teorías de la pemonalidad se han rebelado cen fre­
cuencia contra el pensamiento psJculógfco prevaleciente en su época. Por cier­
to, la teoría pdcoanalíüca de Freud ofrecía príocipios explicativos disidentes,
en el momento de su aparición. Más lectentemeote, Gordon AUport ha insisti­
do en la defensa de los principios básicos que crefa necesarios para una teoría
adecuada de la personalidad, aun cuando aparentemente fue el único. £1 hecho
de que gran parte de la teoría de la penonalidad » haya desanoUado fuera de
la corriente principal de la psicologís académica - frecuentemente como resul­
tado de la observadÓQ ciútica- puede explicar en parte que haya seguido el ca­
mbio real, mientras el resto de la psicología avanzabapocel común.
En contecuencia., en Ua \eo n is de la personalidad encontramos un interés
por variables que las teorías más limitadas no consideran. El psicoanálisis imció
el estudio de los determinantes mconscieDtes de la conducta y ofreció un mode­
lo de la estructura de U peraonaiidad, el capítulo 8 contiene un examen más
completo de las á te » empíricas cuyo estudio fue iniciado por «l pticosnáliMS.
404 S ifü m ssy (torios piicológicíis eonlftrtpofíínüos

y otras tieoTÍas úe la pennnslidad han señalado la necesidad' de un estu-


ü u dutatludo de Jas variables dlnjmlcBs (motivadcmales), de lae driéienclas in-
d indudet, Ii heioDCia, los factores bíolü^irgs, U paleología Jufantil y evolutí'
va, la psicalogú pnatm il y aocinl, y todas las iaterrelacionjes entre estos y otros
campos. Cada tmo de erioa campos desempeña un papel Lntponante en cuali^uiei
ifllentú de fanmilar ura teoría completa de la petaotialldad.
Este anllJsis de las caiacterístjois de la teoría de la pecsonalilad sédala aJ
mismo tiempo sus debilidades y sus fuercits, Hl teútlco de la personalidad an~
fren ti un dileina Ktmpvcato, de m u parte, por la emeiente tieoesided de prede­
cir y controlar la conducta h u n m u ; y de otra p u le , por una penosa escasez
de conocimientos sobie las leyes básicer necesaiUs para la tama. Por const-
guienfe, la SEtructura de la teoría de la personalidad tiende a apayatK en fun~
damentoa flojos, por lalta de un material sufklentninente cobeHlvú en forma
de observablot empíricas. La debÜidad principal de esta Uíoría, y el defecto
que cantáiuaineate señala la crítica, es la despioparcióii entre tos pr|r,cJpíos
explicativo^ y la Umitada cantidad de datos empfricofl disponibles. De modo
simjlar, es fiecttente que las teorías de la persatLalidaid no puedan distinguir
con claridad entre lo que ruponen y lo que puede vedflcaTse empíricamente.
Par cofuágutente, la deiivaciñn de ptetUccioues e hlpOteab empíiicss a partir
tle estas teoríat tropieza con seriot obstáculos.
A pesar de estos problemas, se produjo una gran cantidad de invesrigacio-
nes en el área ie la pei^naljdad. Adelson (19&9), ec ^u reseña de lo« trabaos
y las o b ru pubÜcadtu duranie el año, señala que una eítlmncián exttemada-
mente modesta d d volumen de la bibliografía de esc año Cíturii en los 5Q0
títulos; él cita ^10 en su trabajo. Dahlatroto, en su reseña de 1970, hace » -
ferencia a ^¿6 aitículds de un conjunto piesunriblemente mia grande. ScchresI
(1976) renuncia a cualquier intento de reseñar todas las Investigaciones reali­
zadas el allQ previo en d campo de U personalidad. Es evidente que ku pieo-
cupacL^n reside en el signinoatlo ile la invcstigictón y no oq su cantidad. Ls
mayor parte de las investigaciones podblcmicnte sean poco leídas y inenuí te-
cordadna.
H1 problenia n a es ni de falta de datos ni de carencia de perfccLÍúnamien-
to ttctiiEO en el dríoño ex.perimertal. El problema primaiiG parece ser el bajo
grado Je telaciüii entre los estudios empíríoos y cualquier rnaico de rcfcFeDCía
teúríco general; en conseeucqcla, el progreso no parece ser ajuucnujatívD. Pero
incltua a esta respecta no le debería «cr demasiadQ pesimüta. C. 5. HaE y
Lindzey (1970), degpuét de SKaminai diecisiete leoríiis de la persoaalidad, con-
duyeti que doce de ellas han sido responsabdes de generar una enottnc c u ti-
ded de investigacioniea. CaiDentaion at mspecto;

Resulta tmnquilizador que, a pesar de Us tuniUciones de Jas teorías


de la personalidad como gpneradcuaj. de investigación, la gran mayo­
ría dt estas teuríss hayaa estado aconipañBClAS por ctmsiderable canti'
dad de invCBtigaciñq. Sentí cu olea ñreteo las limiTacianes de procedi­
miento inbereitte» a esta; Invcstigacionea^ queda en pie d hecho"de que
documentan el inUréa ik luí toáciuns por c^amlnai la efkacia de
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406 Siítsrms y ílW ÍJi ptícoibticot eemtetnparánros

sui teui'ias dute lus dato^ empíricas, Resulta dirícil cneer que con el
tíempoi esta actitud no Ucvc hicis cambias piag^slvas que se tra>
dujjcati en leoríüs mis efieaces (pág, 595);

lis alenUdoi dar luh utu ítctitud optimista hacia el futuro de laj tearíai de
la pcj^nalidad, pues éstas a veces son débiles incluso en el írta. de su mayar
fuerza: su calidad Je completas, Pocaí teqrfas han intentado iiiuncjar todas
Tas ¿reas que se cansáderan eseucialea en una teoría mdusiva. El cuadro 14,
adaptado de C. S, UaU y Lmdzay. indica la evaluatiúii que éstos hacen del
¡prado de atención prestado a diferentes f'actoies por aquellos teóricos de la per­
sonalidad que abordan en su libro. Inctuso ¡as teorías mas inctusivas preíd^m
poca atención a algunai ptoblcmas,
¿Y qué hay rcapECto de las funciones positivas de la tecuíii de la peisoirali-
dad? CuriüsameutE, su fuef7a deriva a menudo de las miflnas caracterfjtiCBa
que motivan su debilidad. Gracias a sti rebeldía y i sus inremos de integraciúr
i inclusividad, ¡ifl Uariíado lu atención sobre problemas a loa que antes no se daba
Importancia. La motivacíOíi, que solo cccíeiitejTientJí recibió una amplia aten­
ción de parte de los psltólDgas, hu sido soatenida durante jnucho tiempa por
loK teóricos de la personalidad, como básica para la comprensión de Id conduc­
ta. Además, las teorias de la iiersonalídad batí generado lirvcBtl^acianes empi-
liica*. Sí nofl pemtititdüi por un momento una actitud levemente menos prác­
tica, podramos descubrir todavía otras virtudes en laa teorfas (n concepciones,
si re picik ic) de la personalidad. Cada punía de vista importante Huma algún
eleirtentiQ persuasivo a nuestro acervo de conaciiTiieDtaj sobre i a cuuduuLa fiu-
mana. iil grado de compicitsión que álcanzamoa nos ayuda a mantener nuestra
fe en la capacidad esencial de la psiedogía para hacer frerUc i importantes pro­
blemas humatios, a pesar de la frecuentE imperfección e imprecisión del enten-
dúnieiito. I'or últinich estas teurius ufrecen, para algunas preguntas, "la útiioa
respuesta disponible", y ya se ha vuelta una tradición uurteamericana rECiirrir
a este tipo de respuesta, aunque sea uu tanto cuestionable.

Teorías E -R

En el resumen d d cuadro 14 j t induyen du* posiciones H—R; la teoría de


Dollaid y Millar y la de Shinner y sus seguidores. Se dice que Skinner presta poca
atención a quince de las veintidós ¿reas que Hall y Limlíey conridcTaran impor­
tantes, en tanta que Dollard y MiUei Ignoran diiíü- De Freud se dice qua sólo Ig­
noró dos. CiBMnos qiUÉ Éslu uunstituye un indicio de que las ten rías E—K no son
realmente Teorías de la pem nalidad en el reutidu tradacioinjil; iu organismo eatá
deniasiadu vacío. No obatoctie, el bempcranieiito escéptico de nuestra ¿poca ha
llevado a nfiuchots psicólogos u preguntar si laa tacarías de le pCEaonalidad ayudan
a cumprender mejor ia personalidscl que las teoríea E -R , que se pueden aplictu
al mettoa paiuiaimente a la persocialidad. El éxito le loe rnndítlcadures de la con­
ducta al trabajar con problemas clíuicus luí prestado cierta credibilidad a este
punto de vista y ha ayudado a justiñear la inclusión de Sktuncr, espetialmoiite,
entre los teóricas de U personalidad. Spr Embargo, noa bemos ocupada de Ski-
\fañc<iod«i áe ia t^Dría de íz pew m íltiad 407

nuer y de sus opiniones en el capítulo 10, y íus punto» (te vista sobra la p e n o
naUdad w aproximan mucho i sus púnica de vista sobre la conducta en general.
P dj ccniaEtdjtínte, fiirriplcmente remitiiemui al Ifictoi a nuestra exposición pre­
via para cualquier infoirnaciún sobre la "teoría de la persoralídad de Stbinet.
lo mismo vale para Lewin. Freud y algproi otros de los prinreíos psicoanalistas.
En consecuencia, tomarenios la teuría de DoUaiJ y Miller conuj nuestra
“iiiueslra de una teoria da la penonalíJod” . E«o* autores, al igual que loa ski-
nnofianoa, han tratado de (Ljaortoflar una explicación de la poüúnsJidad basada
en los datos expeTimentalst y agregando u n cantidad mfciima. de conoeptos a
[os principios básicos ddl ^nendiisije y la conducta. Este lipo de teoría, asiiniSr
nto. se Inteicsa menos en Ja evaliiaeiñíi y más en el cambio que el tipo ctáaico de
teoría de Ja peisonaiidad.

La ieoría de Doíierd y Miílcr

John Donaid (líKlO- ) y Neal Miller <1909- ) iniciafoii su C(j3aboración


en el flamante Im tituto d* Relaciones Hujitanss de Yate, en ¡a década de 1930.
El instítulo - ima innovación en la que cooperaron distintas ciencias de U con­
ducta (psicülügía, psiquiatna, aociutogía y antiopolcrgiJi)- propQition& un
ambiente receptivo para la investigación pskoanalítica y al mismo tiempo re-
concrció una ftierte influEncia de lluU. Ya nrencionamos en el capítulo 10 que
£.] propio HuU estaba interesado en la exploración de ti relación entre sus con-
tóptos y loí de Freud, y que cuitdujo uíi Bemirario sobre el tema en el afio íca-
démlco I93Ó-L957. Dollard y Miller dirigieron investiBKianes en el mstitLitu
y no tfltdaroii en iniciar una set* de publicaciones conjutUas. El primer es­
fuerzo (cím otte* coautores) fue f>wsínítííífi and aggresainn (TtolJaid y otro».
1939), en el cual Su aplínjaron los conceptos E=R id problema de la frustración.
Poco después MJlter y DoUaid publJcaior un trabajo (1941) sobre el apren­
dizaje social, dando ptoporciotiaiMi un marto refeiendal básico, en térniinos
E -R , dentro del cual podían conceptualizarse It» pnoblamai de In conducta
compleja PosterJotmente expiiiCaroo su letjiización oofijunta en PefSünBÍity
and ps}>chatheftípy (Dollaid y Millei, I95a). DoUerd peitnaneció e r Yale.
dtnide fue nombredo profesor cmtirilo en 1969. MUlsr as trasladó óc Yale i
la UiuversidaddeRoctflfeUm'ío , ..
Apartó de su esfuerzo laóiico conjunto, Dollazd y UiUer hicieitm cotitíibu-
á a aci en difemutei áreas d# la psicoloeia. Ambos reclbteion entrar amierto
de liberatoria y clíttiCQ. Sin enibaigtJ. d trabajo de Dodlaid se ha ceníiadu rue­
ños en los piobbmas esperirnontiilcs que el de Miller. DoEard se doclpií ca
sociología eji la Uti bírsidad de ChicagD, y cnseBó antropologÍB y s o c ío l^ a
en Yalc Su formeción ulterior en el Instituto PjicMnalitKD de Bedin cnsta-
lizó su interés par el psicoinSUiis. Se dedicó coHsectientemente a la iinifica-
^.¡Ari de Ifis cietiréas socialci. y publicó CJI l#s áreas de la antroiHlogía y la so-
cjologta (pM ejemplo, 1937). Durante La Segunda Guerra Mundül Itevó a cabo
un aiiáliáb [usicoióglco de la conducta m ilitii, publitadn bajo el título de Fear
in ¡tfífif (IM S ). .
MÜler se doctoró en Yale, y poce después fue becado por b1 Sttóial Scrence
409 Sifttma t ^«orim p«É»tót<coc «mf^mporé^eo*

Research CouncQ. Durante su permanencia en B ureta, recibió preparación ana­


lítica en c\ Instituto Vienés de Psicoanálisis. [Turante la guerra, Milier dirigió
investigaciones psicológicas para la Fuerza Aárea, y luego regresó a Vale. Se
caracteriza por ser un expornnentador y teórico cuidadoso, y ha d lr^ d o nu­
merosos estudios sobre la adquisición de impulsos, el refuerzo, cl conflicto,
los efectos de las drogas y las variables {lsiól6|^aa sobre la conducta, y el condi*
cionuniento operante de las recuestas autonómicas.
En su labor, DoUard y Millei se acercaron, m is que cualquiei otro teórico
de la orientación estímulo-respuesta, a una teoría completa de la personalidad,
aunque Gutluie (1938) y Skitmer (1953) hayan generalizado librerncnte sus ha­
llazgos al caso humano. Lundin (1969, 1977) suministra una explicación total
del enfoque skinneriano de la personalidad. Mowrer (1950) se interesó también
por la personalidad, tanto cotno por el apitndixaje; sm embargo, ninguno de es­
tos hombres ha desarrollado una teo n i integrada de la personalidad sobre la
base del estímulo-fcspucsta, como lo han hecho DoUard y MiUer.
DoUard y MiUer (1950; MíUer, 1959) debieron realizar un considerable tra­
bajo de interpretación antes de que el ¿ te m a huUiano, sobre el que eo última
instancia se basa su teoría de la peisonididad, resultara adecuado para su tarea.
Ambos autores están Un interesados en la teoría psicoanalítíca como en la teo­
ría estúnulo-respucsta, y su interpreución idopU U línea de una ftdu\:ci6u de
muchos conceptos psicoanalíticos s términos de estúnulo-respucsta (por ejem­
plo, N. K Milier, 1948). Su propósito es combinar los caudales de ambos siste­
mas; neceshan la amplitud de la teoría psicoanalítica para Tener algo parecido a
la deseada cobertura de variables independientes y dependientes. ¿Hay acaso
en HuQ un análisis de la culpa o la ansiedad neurótica? Al miaiiu (iempu. pre­
fieren la ma^or precisión en los enunciados y el grado de coniumación empíri­
ca que pueden encontrarse en la teoría huUiaaa. El delvveamiento de paníelcia
precisos entre teorías tan diferentes cenno el psicoanálisis y la teoría hutliana
siempit es difícil, quizás a veces imposible. Con todo. DoUard y MQler han
hecho un intento de integración que es estimulante y valioso, aunque en su sis­
tema aea posible reconocer los Uneamicntos de dos subsistemas distintos.
Hay similitudes listemáticas entre el pakoanáliiis y la teoría huUiana, de
resultas de lo cual una amalgama parcial resulta más fácil de lo que pudiera
parecer al principio. En ambos se puede encontrar una verdón de la ley del
efecto. Freud habla del maiitenbnicntu de un nivel de tenaióo fljo, o de una
reducción d d nivel de tensión, como una meta del organlatnu. HuU habla de
reducción del impulso, o de reducción en U intetuídad dcl estímulo impulsi­
vo, como condición que fortalece ii conducta. Ambas formulaciones parecen
esencialmente idénticas en eicte punto. También hay ámflitudes en la actitud
hada el r^rendizaje. La c(»siiucción del aprendizaje básica para Hull, el
se va edifleando a trsvés de la práctica repeticU y se manitene en un n » tl túto;
una vez que se ha construido, el i]o se destnoro. Si la conducta que refle­
jaba el cesa, eOo se debe a ta existerteia de factores mhibitorios que se le
oponen, o a que no hay motívación para la conducta. Esta explicación del apren­
dizaje. que supone la permanencia de los efectes de la experiencia, es muy simi­
lar a la de Freud; también él parecía creer que las experiencias tempranas dejan
Varledédes d t k teoría de ¡a pertonatidad 4C9

efectos imitadicables, aunque eventuafanente la represión (concepto que aquí


tiene el mismo papel que la inhibición huiUana) Impida que se los vea fácilmente.
bi núcleo de li explicación de DoUard y Milier es ol apreadizaje, o la fonna-
ción de hábitos. Señalan cuatro rasgos signifícativos en el proceso del aprendí-
el Impulso, U. «añal, U respuesta y \% ftcotrifensa. Hoa dan como ejemplo
d de un niño que busca un caramelo escondido en una habitación con estantes
para libroe. £1 tmpuiio inicial son las ganas de comer caramelos; las señales suo
las üutiucciones para jugar m¿s loa ostimulos do la habitación; se producen
respuestas variadas hasta que se encuentra el caramelo debajo de un libro; y la
respuesta de desplazar el libro adecuado se refuerza por el hallazgo e ingestión
riel csrameXo-recompenaa. Si el juego continúa con el caramelo en el mismo lu­
gar cada vez> el impiUso deccece giaduabneme; la» úwKva se&alea que tieneri sig­
nificado para el niño son aquellas que lo ayudan a dar la respuesta conecta, y
ahora da la respuesta más rápido y con mayor finneza. Do esta manera se refuer­
zan los hábitos. Estos hábitos, adquiridos ambientalmontc. son considerados
como los elementos básicos y duraderos de la personalidad.
DoUard y Milier no han tomado sólo los conceptos más simples de la teoría
de Hull (1943); han encontrado utilidad a la jerarquía de respuestas, el refuerzo
secundario, el gredicatc de gpttetalúaclón. y cAra» noclonta leóiicas más com­
plejas. También han mostrado un gran ingenio para relacionar tos conceptos
complejos con loe más simples, “explicando'* de esa manera lo que está impli­
cado- Su intento de manejar los problemas de la conducta simbólica es par-
ticulamtente valioso.
Una de les contribuciones que likierou Dutlard y MQler, entcoices, es la
integración de dos teorías originalmente separadas - s i no opuestas- , de tal
manera c^ue resulta razonable aplicar los resultados de Us inoesüj^iones óe
laboratorio en animales, a los problemas humanos prácticos. Aunque HuU
proyectó su teoría para que tuviera esas aplicaciones, nunca se dedicó perso-
tiaimeiiie a mostrar cómo se podían hacer. Dos de estos problemas humanos
tratados por DoUaid y M01er son el miedo y el conflicto.
El miedo en el ser humano neurótico puede parecer una cosa irracional.
l>ollard y Mflier. sin embatgo, cieen que esta irracionalidad es sólo cuestión
de apariencia; como observadores de la conducta Uumina inacionai. llegamos
ü e m r^ d u tarde a la escena: po podemos observar el desarrollo del miedo, y
a menudo iio conocemos sufícientemeote tas leyes que detenninan el apren­
dizaje y la difuaióo del miedo. Consideiemoe, en una situación análoga, una
rata colocada en una blanca y a la que se ;^licaa descargas eléctricas. Si
se le permite escapar a través de una puerta, a una caja negra, aprenderá rá­
pidamente a temer la caja blanca. Además, continuará re ^ n d ie n d o de modo
de escapar de la caja blanca, aun cuando no existan ya Ua El n\le-
do puede Incluso (¿fundirse (gencralizanc) a cajos similares. Si no hemos ob­
servado el proceso de aprendizaje, sino sólo al animal asustado en una caja blan­
ca inofensiva, consideraremos que esie miedo es irracional. De modo similar,
si no hemoi* comprendido el proceso de geoeratizadún, encentraríamos irra­
cional el m¡(;du a una cuja de color gris claro, aun cuando hayamos observado
el proceso.
410 Siattmas y teorías psicológieot contemporáneos

DoUard y MiMer han dado una explicación igualmeme estimúlame sobre la


naturaleza del conflicto. Su enfoque analftlco implica por lo menos cinco su*
puestos derivados de la teurfa o de obserradones empíricas. Suponen que:
i ) la tendencia a acercarse a una meta aumenta a medida que disminuye la
<¿tancia de la meta; 2) la tendencia a evitar un estímulo negativo (castigo)
aumenta a medida que disminuye la dístanch respecto de di; 3) el gradiente
para los estimules negativos es más empinado que el gradiente para los eslí*
mulos positivos; 4) los cvnblos en el impulsu uumeuUn o disminuyen el nivei
(no la pendiente) de los gradientes adecuádoa; 5) si en cualquier punto compiten
dos respuestas (digamos aproximación y evitación), ocurrirá la que está asocia­
da con la tendencia más fuerte. Los estudios empíricos sobre este modelo han
incluido tatas blancas, descargas, comida y una escala espacial; pero el modelo
se ha aplicado con libertad a situaciones compleiamuntc diferentes, por ejem­
plo. a solteros que pensaban casarse. Miller ha proporcionado resúmenes de
la investigación experimental sobre este problema (1944, 1958b). Ha resofíado
también la relación entre los resultados experimentales obtenidos en situacio­
nes de conflicto y el manejo de la psicoterpía en un breve capítulo (1964) don­
de examina también otras consecuencias de la moderna teoría de la conducta
sobre la pskulcrttpfa. Finalmente, su trabajo sobre el condkionamionto ope­
rante de las rei^uestas autonómicas (1969) contiene apasionantes inferencias
sobre la adquisición y ol tratamiento de los trastornos psicosomáticos. Si los
resultados se pueden repetir, reltnar y aplicar con éxito a tos problemas huma­
nos. habrá que incorporarlos a los esquemas conceptuales de todas las teorías
déla personalidad.
Este breve resumen debiera ser suficiente para indicar que la contribución
original de DoUard y Miller comparte la fuerza y la debilidad do las teorías
estímulo-respuesta, más que las de la teoría psicoanalíUca. fhi enfoque tien­
de más al análisis y la aplicación de los principios de laboratorio a la con*
ducta humana. Adoptan la teoría hulliana como modelo metodológico; utili­
zan la teoría psicoanalítica porque se basa en el contenido, las observaciemes,
que ellos quieren explicar. Dollard y Miller parecen estar modelando el con­
tenido psicoanolítíco en forma de estímulo-respuesta. Puede argOirae que, al
hacer así, incorporan la debilidad clemcntalista de la teoría E -R . Sus *'per-
sonalidades" resultan manojos de hábitos, sin U coherencia y la intencionali­
dad que según otros teorúadores de la personalidad guían la conducta huma­
na. Al e59coger una teoría que trata el aprendizaje de una manera más comple­
ta que otros determinantes de la conducta, Dollard y .Miller adoptan una po­
sición ambientaUsta que va más allá de lo que muchos teóricos consideran jus­
tificable.
A pe.sar de estas críticas, la teoría de Dollard y Mfller se ha ganado un lu­
gar importante en la historia de las teorías de la personalidad. Skinner y el mo­
vimiento de modificación do la conducta los han seguido a través de la puerta
que ellos abrieron. En la actualidad, los t e r ^ u ta s de todas las concepciones
consideran respetable aplicar conceptos y procedimientos m o d a d o s de acuer­
do con los resultados de los experimentos de laboratorio. Dollard y Milter sos­
tenían en efecto, que no había nada sobre lo que tos pscuaualistas pudiesen
Variedadet de ia faoria de ¡a personalidad 411

hablar que ellcks no pudieran también hacerío; y íundaion su afirmación por


medio del ejemplo. Su caso convenció a muchos, sobre todo a quienes prefe­
rían el longu^c de la teoría E R del refuerzo al Icnguiqe del psicoanálisis.
Quizá la m ^ o r pane de los que accplaroo este argumento U faron a la con­
clusión de que no tenía sentido conservar el lenguaje y los procedimientos
del psicoanálisis, y (tescartaron todo junto. P a n estas personas, Mdlor y Do­
llard no fueron io bastante lejos.
bt luictéa liacia los dciaües de la teoría de Dollard y Miller ha declinado,
porque las dos teorías componentes sobre las que basaron sus esfuerzos han
caído en descrédito. La teoría de HuU no domina ya el campo dcl aprendiza­
je y la de Freud está sufriendo embates en el campo de la personalidad. Do­
llard y Miller han desviado su propia atención a otros asuntos. No se han ocu­
pado de modernizar su teoría ni se han concentrado en la demostración de su
aplkabSidad en encuadres clínicos o educacionales. En conaecuencia, el c«n-
po pertenece más a los seguidores de Skinner que a loi seguidores de Huil. No
obstante, Dollard y Miller merecen el mayor de los reconocimientos por haber
indicado el carácter, la amplitud y la faciibiLidad de sintetizar conceptos deri­
vados del laboratorio y de la clínica en una teoría de la personalidad. Perso-
nality and p^chotherapy coualiluyó un hito, aunque quizá demasiado poco
apreciado todavía, en la historia de la psicología.

TEORIAS DE LOS RASGOS Y TEORIA.S FAC TÜRlAUiS

Además de la inclusivídad, las teorías de la personalidad tienen otra caracte­


rística que generalmente las apartan de otras teorías de la conducta; casi to­
das las teorías de la personalidad incluyen un concepto que sirve para expU-
car y destacar la coherencia de la conduca per se. Las otras teorías predicen
esa coherencia sólo en la medida en que haya coherencia de circunstancias;
es decir, sólo se observará la misma respuesta si los estímulos externos son
loe múmoe, o si son cquívaicntes, porque las experiencias Ctm cada uno de
ellos fueron las mismas, o si se relacionan por vía de la. generaUzactón eo me­
dida suficiente como pica producir la misma respuesta. Evidentenrente. loa
de la oración precedMte otorgan al teórico de oríem ^tón estimulorva-
puesta la latitud suficiesite para predecir cierra coherencia en t i conducta,
poro la m ^ o r pane de los teóricos de la personalidad no se han contenUdo
con esto. Insisten en que la conducta es la misma, o es coherente porque el
individuo que se comporta es el mismo. Al comenzar este capítulo señala­
mos que los teódeos óe la personalidad de oricntacbto clásica por lo general
suetíenen que gran parte de U vtrianza de la ccmducta es atríbuífale a las dife­
rencias individuales; el corolario de esto es que gnoi parte de la coherencia de
la conducta se puede atribuir a la identidad individíai: o sea, que es el mis­
mo individuo quien se está comportando en momentos diferentes o en situa­
ciones diferentes
Dos clases generales de teorías de la personalidad, que de ordinario no se
412 Sisiffnst y teo/fes psicoióximi eontemporáneox

categonzsa juntas. » asemejan por U atención piimordia) que otorgan al pro*


blema (k la coherencia en la conducta» ai bien de modos muy diferentes Son
las toonas de los rasgos, cuyo mejor ejemplo es el punto <k vista de G. W.
Allport. y l u teorías factoiiálea, repiesentadas por el trabajo de Eyaenck y de
R. B. CatteU.
El partidario de los ‘'rasgos'* considera que la tarea d d teórico de la perso-
n;>Udad consiste en aislar y describir ciertas propiedades d d Individuo que es­
tán en la base de U conducta maniHetta y la determinan, otorgando de esta ma­
nera al comportamiento indjvidual una dirección coherente, integrada. A es­
tas propiedades x Las llama rasgos; y los rasgos pueden ser muy generdes ín-
Huyendo sobre toda o casi toda la conducta individual- o muy específicos,
en cuyo caso lólo influyen sobre la conducta en ciertos tipos de situaciones.
El partidario de los '‘factores** deriva conceptos (factores) a partir de uu
andisis estadístico de Is coherencia observada en la ejecución de diversos tests.
Al igual que loa rasgos, los factores pueden ser generales o específícoe, y pueden
estar ordenados en jerarquías «nesbexadas pov los tactores (o r a ^ s ) inclu­
sivos y con los más específicos o limitados en la parte inferior.

La teoría de los rasgos, de Allport

Gordon Wflliam Allport (1897-1967) se formó en una variedad de campos y


continuó interesándose por muchos de ellos. HÍ¿o en Harvard tu licenciatura en
economía; enseñó sociología e inglés en Estambul, regresó a Harx’ard para doc­
torarte, y luego estudió en tres universidades europeas: Berlín, Hamburgo y
Cambridge. Mientras estaba en Europa, desarrolló un persistente inrerés por los
asuntos internacionales. Como producto secundario de su permanencia en el
extranjero, Degó a ser uno de loa principales intérpretes de la pikología alema­
na en los Estados Unidos.
Allport enseñó en el Departamento de E tka Social de Harvard, cuando vol­
vió a los Estados Unidoa y luego se trasladó durante un breve período a Dart-
mouth. En 1930 volvió a Harvard, donde pecmaneció hasta su muerte. En Har­
vard colaboró en la formación del Departamento de Relaciones Sociales, en el
que combinaban sus talentos psicólogos, aoci^ogos y antropólogos. A^pon
recibió ú\i& distinciones proferionales, como cuando la American K^chnio-
gical Foundatíoa le o to r ^ la medaüi de oro en 1963. o cuando recibió, en
1964, el premio a la contribución científica distinguida que confíere la Ameri­
can P iy cholo^a) Assocíation.
Las publicaciones de Allport reflejan la diversidad de sus intereres y ui re­
conocimiento de la complejidad y unicidad de la conducta humana. Ex direc­
tor del Journal o f A bnorrnal and Sociíü Fsychology, ha escrito sobre temas que
abarcan desde The individual and his religión (Í950a) hasta The psychology
q f radio (G. W. Allpufi y Cantrü, 1935). Sus trabajos principales en el área
de la teoría de la persondidad aon Personality: A psychological interpretation
(1937), The ^ ’ature o f personality: Selected papen (1950b), Becoming: Basic
consideratíons for a psychology o f persamBity (1955), FenonaHty and socid
encounter Selective esSays (1960), y Paitem and growth in personahiy ti96l).
Varieéaties d t ¡g teorU de la pertoneíidad 413

Muchos (fe sus tr ^ q o s importantes han sido recogidos en The penon i» psy-
chtAogy: Selected essays (1968). Por último, en el áica de Ii constnicción de
tests, Allport colaboró Con su hermano Floyd en el desarrollo del A Sreacñon
smdy (1928) y con P. h. Vemon en A írwdj' o f valúes (1931).
Allport reconoció que hay muchos factores que detenninan la conducía.
Estos forman una jerarquía desde lo más específico a lo más general: reflejo
condicionado, hábito, actitud, ra s ^ , lí-mismo (ae//) y personalidad. Loa fac­
tores más generales dominan lípicamontc a los más especíñeos. El factor más
generé, la personalidad, fue definido por Allport de la siguiente manera (1937):
“ La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de los ¡áv
temas psteofísicos que determinan su singular adaptación a su ambiente” (pig.
48).
A medida que fue desarrollando ni pensamiento. Allport incorporó una
actitud cada vez más humanista, en deuwnento de u/ia actitud más funcional
con la cual había empezado. Desde uu comienzo había recibido la influencia
dcl personalismo de los psicólogos alemanes Wilhelm 6tem y Eduard Spranger.
Allport fue cu seguidor en lo que se reíiere a la importancia que dio a la unidad
y la creatividad del individuo. Con el paso del tiempo, aceptó también las ideas
de otros, como Abraham Maslow. quien hacía hincapié en la tendencia humana
a aitonealizanie y elcvan$e por encima de la naturaleza animal. Una definición
de la personalidad que puliera todo el acento sobre la ‘'mera” adaptación al
ambiente contradecía en realidad el núcleo de las ideas de Allport. En conse­
cuencia, años después (1961) reüeflnió la per^mahdad como: ‘í a organización
dinámica dentro del individuo de los sistemas pxicofísicos que determinan su
conducto y pensamiento caraciertsUcos’' (pág. 28; la bastardilla es nuestra).
Esta deOnición es, a su vez, muy culicieiite con la propia conducta y el pen­
samiento de Allport en relación con la teona de la persooilidad.
A pesar de la posición dominante de la personalidad en la jerarquía de ios
factores. Allport creía que el nivel que más fe conviene estudiar al teórico de
la personalidad es el rasgo, cuya definición mejor cixiocidi justamente fue dada
por él (1937): “Un síscema neuropsíquico (peculiar al individuo),
y focaliz«do, con la capacidad de otorgar equiviüenciB funcioiui] a muchos es-
túnulos y de inictai y guiar formas coherentes (erfuivafentes) de conducta
adaptativa o expresiva'*.
Esta dellnición, amplia, aunque vaga, señala clarainenie el papel dcl rasgo
como determinante de la coherencia en la cimducta y revela la insistencia de
Allport sobre la individualidad, así como también su interés en la conducta
adaptativa y expresiva. Sus estudios de la conducta expresiva (G. W. Allport
y Veroon, 1933) han proporcionado pruebas de la coJicrencia. La conducta
expresiva es un aspecto de la conducta que se relicioAa con un estilo de com­
portamiento propio del individuo, más que con la función de U conducía en
la adaptación; por ejemplo, dos individuos que esenben o dicen las mismas
palabras en respuesta a una pregunta, pueden bacciio de maneras muy dife­
rentes. y tus maneras individuales expresan sus propias personalidades.
.Allport y Vemon estudiaron los aspectos expresivos de varios tipos de C(xi-
ducta. y obtuvieron 38 medidas. Üeteiminuon que había una contiabilidad
414 y fforias pskclógieas conítmporánetta

satisfactoria para las medidas cuando se repetfa la conducta y cuando la mis­


ma cunducu era medida en diferentes grupos de músculos. Luego examina­
ron las íntorconelaciones de sus 38 m e ^ a s para ver si unos pocos rasgos o
factores generales podfan explicar las interconelacioncs observadas. Conclu­
yeron que tos datos indicaban (res factores generales: uno es una espete de
expansividad motriz indicada sobre todo por la exteosividad de ittp-uestas ta­
les como la escritura; un segundo factor, es el factor de grupo centrífugo, rela­
cionado con la distancia respecto üel centro del mdivlduo, y que tiene que ver
con la tendencia hacia afuera y la extraversión; el tercero alude ^ énfasis,indi­
cado por los gestos al hablar, la presión al escribir, etcétera.
Allport no se contentó con el aspecto grupal del estudio. El y Vemon proce­
dieron luego a un estudio intensivo de cuatro individuos, y concluyeron que las
medidas expresivas eran congruentes etm las estimaciones subjetivas del estudio
de personalidad. Esta parte del estudio es típica del enfoque de Allport, tanto
en lo que hace a su fuerza como a su debOidad: los resultados son sugestivos y
estimulantes, aunque en cierto modo poco convincentes debido a su subjetivi­
dad y a la falta de predicciones espccíñcas.
Aparte de su defliiición y e stu d ^ de It» raagos. hsty varios aspectos digne*
de comentario en la psicología de AUport. Este lia destacado la complejidad
e individuatidad de la conducta, junto con la multiplicidad de tus detemúnart-
tes. De acuerdo con ello, no se ha sentido atraído por los asépticodi estudios de
laboratorio que han utilizado otros en la construcción de sus teorías de la per­
sonalidad. Tciiía la fírme convicción de que la psacología norteamericana exage­
raba la importancia de los estudios de las tendencias colectivas en procura de
leyes universales; Allport denominó rtomorétkits a tales estudios. Deseaba pro­
mover el estudio intensivo de los individuos por vía de métodos que revelaran
la unicidad de ese individuo e hicieran posible, por consiguiente, predecir su
conducía; llamó idiogrdfico a este enfoque. Cuando Allport (1937) mtrodujo
esta distinción Bomotético-idio^fíca (originalmente hecha por un ülósofo,
Windclband, I9 ll> en las dicscuiiones sobre la personalidad, desencadenó con­
troversias (Skaggs, 1945) y ulteriores discusiones sobre el tema (vétu>e Beck.
19.53; Eysenck, 19S4; Falk, 1956). Allport había tocado un punto neurdl^o.
La distíncióo nom otético-idio^fica es compleja y no podemos discutir
aquí lodos sus problemas. Allport hizo valer su opinión en el sentido de que en
U actualidad se considera necesario el estudio intensivo de los individuos. He­
mos visto que incluso Skinner y sus seguidores han llegado a esta conclusión,
aunque sus razones para hacerlo son diametralinente opuestas a las do Allport.
El condicionador operante estudia con intensidad el caso individua] para ase-
gurarae de que todo individuo sigue las mumas leyes de conducta; o sea, que
el objeto del estudio de las diferenctas individuales es asegurarse de que no inter­
fieren con las relaciones funcionales levelaJas por rodos tos indmduos t n el
experimento. F.l condicionador operante estudia a los individuos para excluir­
los de las leyes; Allport nos haría estudiados para que pudiéramos ser capaces
de entenderlos en su unicidad. En su detallado estudio de *‘Jenny*’ (1965).
por ejemplo, Allport defiende su enfoque Idir^rafíco afirmando ser capaz de
predecii su conducta futura en virtud de su c<dterencia con lo que Jenny había
VarMgdes de Ig teoría óe la pertrvutiíiid 4 JS

flecho en el pasado. Aparentemente, esta limitada generalidad a través del


tiempo es todo a lo que puede aspirar el verdadero científico idiogtifico. La
ciencia tradicioRal h a buscado generalmente leyes cun un alcance de generalidad
lo más amplío posible; aunque cada una de las condiciones estudiadas posee al­
gunos ra^os únicoa, el cientí&co Ka internado extraer de las ^tuaciones i$;ne-
rales aquellos rasgos que tengan tm carácter general. Pocos psícólogoe están dis*
puestos a abandonar este punto de vista a favor de la perspectiva más idiosin­
crásica de Allport.
R. R. Holt (1962), que realizó uno de los análisis más recientes y comple­
tos de la cuestión planteada por Allport, intenta echar un manto de oMdo so­
bre todo el asunto. Primero, muestra cthno surgió la oposícián idiográfica a la
ciencia natural (caracterizada en esa época como nomotétíca) dentro del movi­
miento romántico. Holt examina h ie ^ cada suposición íd in ^ fic a de manera
sistemática y llega a U couclusióo de que la fiase ciencia idiogrí^ica es autocon-
(radíctoiia. Sin embargo, no adopta la concluiióo de que la cíeucia es, en con­
secuencia, nom otetica:

La concepción nomotétíca de la ciencia debe ser rechazada, pues cons­


tituye una caricatura de io que hace cualquier científico contemporá­
neo. La única manera de justiikar la aplicación ^ 1 término nomoté-
tica 8 la Ciencia natural es modificar la definición del término de modo
tal que ya no guarde parecido alguno con su significado otlginal, y se
tranform e en una redundaiKía innecesaria. . . En la a c ti^ d a d . el
término nomotético denota algo tan muerto como el término ídio-
gráfico, y ninguno de los dos agrega nada a la filosofía de la ciencia
contemporánea (pág?. 399-400).

El pensamiento de Allport gozó de más amplia acepladóit en otras áreas.


La leona psicoonalítica introdujo la moda de destacar la& expeñcncús pasadas
y \as infiuencias inconscientes en la determinadón de la conducta. Allport pro­
porcionó un necetario antídoto al señalar la necesidad de una detenninadón de
ja conducta presente por ínfiueincias presentes, y al insistir en que —por lo me­
nos en la ^ n te norm al- las iunuencias crnisdentes sobre la conducta son mucho
más poderosas que las inconscientes. Se sigue que el informe verbal de un indi­
viduo sobre las razones de su conducta probablemente sea la mejor fuente sin­
gular de ínformacióo sobre esas razones. Además, las intenciones conscientes
de un individua proporcionan una indtcackSn de su comportamiento fiituro,
mejor que cualquier búsqueda en ^ pasado (véase G. W. Allporf. 195S).
Las ideas de AOport sobre la autonomía funciofial de los motivos (Allport,
1937) han inspirado más críticas (véase Bertocci, 1940. donde re ofrece un tem­
prano ejemplo) que cualquiera otra idea tuya. Según tale punto úe vista, la con­
ducta p u e ¿ persistir cem independencia del motivo o ti^ alo ren te responsable
de su ocurrencia. No es necesario que otro motivo biológico o primario reempla­
ce al original; una vez que la conducta se ha hecho funciunalmente autónoma,
puede ser llevada a cabo por derecho propio. £1 astro deportivo que eo la unfver-
fldad corría por U adulación o la paga, puede continuar corriendo años des­
pués. cuando no ningún motivo externo a la conducta misma.
416 SisítmtK y re o r^u pstcoióxuos contemporáneos

Es fácil ver que este concepto invite al ataque crítico. Allport no puede decir
que toda conducta ac hace fúndonalmente autónoma; si así fuera, nunca se ob­
servaría la ex lioción. De modo que tendrú que explicar por quÓ algunas conduc*
tas o motivos se vuelven auttooinas y otros no Allport intentó hacerlo
Su explicación de las razones de la autonomía funcional parece cunsiituir una
posición nuU moderada que la que asumió origmahiiciiu;. Fara una clase de
conductas autónomas, acepta una explicación basada en mccaiiisnos bastante
tradicionales, como la resistencia inusual a la extinción. Para una segunda clase
de conductas autónomas, sostiene que las conductas continúan porque son cohe­
rentes con la estnjctura adquirida de la perécaia. Al parecer, la posición poste­
rior de M p o rt armoniza más cm las opiniones de los teóricos del aprendizaje.
Allport ha logrado una vez más Uarnar la atención sobre uu serio problema joe-
diante el expediente do exagerar sus aigumentos. La mayor parte de los psi­
cólogos aceptarían ahora que por lo menos se debe prestar alench^ a la dhiá-
mica conten^oránea de cualquier conducta; no se puede confiar exclusivamen­
te en un bilorme de ios motivos que actuaban cuando la conducta fue adqui­
rida onginaimente.
Hemos señalado los modos en que Allport se opuso a veces a la opinión pre­
valeciente . Con lodo, en muchos aspectos su teoría es un prototipo de la mayor
parte de las teonas de la personalidad. Destaca la estructura y el ordenamiento
jerárquico de la personalidad. Insiste en la complejidad e individualidad de la
personalidad y en la detenninación múltiple de la conducta. Se opone a los
métodos de laboratorio y a los estudios nomútéticoa. prcñhendú cierta laxi­
tud en la cunceptualización antes que U sobresimplíficación. Para ios más se­
veros, esto es un serio defecto; para los menos severos, las mismas actitudes
son fuentes de inspiración y sabiduna.
Después de ocuparse de la contribución de Allport, Sahakian (1977) conclu­
ye que el futuro de la psicología de la personalidad está asegurado. Esta parece
una conclusión sensata, y por cierto Allport fue un pimiero de la psicología
penonalístka en los Estados Unidos. Uegó a ser parle de la Tercera Fuerza de
psicólogos que no eran ni conductistas ni analistas fieudianos. Antes de que
fuera reconocido u ae le diera un nombre, Allport dirigía a los psícólogoi per-
son^ísticos en ta exacta dirección que el movimiento tomaría posteriormen­
te. Fue un humanista, destacó la importancia de la libertad y la creatividad
humanas, y aceptó una metodulugia gencniiincnte fenomenuiógica. En suma,
fue un líder tranquilo e involuntario de lo que se ha convertido en un gran mo­
vimiento actual. Paradójicamente, el hecho de que estudió personas normales,
no fundó ninguna escuela y de que se adaptó tan bien a la corriente del Zeilgeist,
conspiraron para hacerlo casi desaparecer como una entidad precisa y diferente.
Las ideas Innovadoras de Allport seguirán ejerciendo innuencia. pero quizás
quienes las usen lleguen a olvidar toda conexión con su nombre.

Teoriai factoriales

Las teorías factoriales se relacionan conceptualmente con la teoría de los lasgus


de Allport, aunque liistóricanicutc están más relacionadas ox i una téciiica esU-
yariedades de ¡a teorie á t ¡a penomlidad 417

dística denominada análisis foLtoríal (Speaimao, 1931X búsqueda de los psi­


cólogos que analizan factores lleva a algo parecido a los rasgos de .Allport. Sin
embargo, p>or cl ngor de su método de in^stigación. la teoría factorial tiende
a aportarse de la teoría de los rasgos y a empaientarse e<q>irítualmentc c<mi las
teorías estím ulo-recuesta (aunque las dos persiguen la meta de la precisión por
vías muy difcientos) (CatteU, 1959).
Las teorías factoríabs están lelaciontdas con un método particular de estu­
dio, más estrechamente que otras teonas de la personalidad. Para comprender­
las debemos saber sigo del razonamiento subyacente al análisis factorial como
técnica estadística Para concretar la exposicidn. relacionaremos cl análisis fac­
toría con el estudio de It inteligencia, en cuyo contexto se desarrolló.
Supongamos que hemos observado, en líneas generales, que algunas personas
ocupan lugares mis altos que otros en cierta dimensión imprecisamente defi­
nida, a ia que llamaremos inteligencia. Sabemos poco acerca de la dúnensión.
o de las razones que explican las variaciones individuales en la cantidad de in­
teligencia. Supongamos a^ora que podemos ponemos de acuerdo sobre un gran
número de mediciones de la conducta que se relacionan con esta dimensión
'inteligencia**. Ahora podemos descubrir cuáles son loa puntajes obtenidos por
cada una de un gran úmero de personasen cada una de las medidas. Si »e advier­
te una tendencia a que la gente que obtiene puntajes altos en un test los logre
también en todos los demás, es evidente qiw estas personas con putilaies altos
deben p o e e r una cantidad superior a la habitud de algún factor general que de­
sempeña un papel en la determinación de todos los puntajes de loe tests. Si los
subgiupos más pequeños de tests tienen una relación mayor que la que se puede
cxpUcar mediante el factor general, hay entonces presente un factor gnipal sub­
yacente rendimiento justamente en estos grupos de tests relacionadus. Cual­
quier variación remanente se debe atribuir a factores que resultan sólo útOes
en cl test individua] o a "errores** o circunstancias únicas que rodean la admi­
nistración del test. Burt (1941) ha proporcionado una descripción completa de
estos diversos tipos de factores.
Generalmente hay varios modos de asociar loi tests. Al elegir un factor entre
los varios que pueden explicar las correlaciones observadas, la decisión ilcbc ba­
sarse en cierta agudeza psicdógica.
Una vez determinados los factores, se pueden observar nuevamente las medi-
cionet o tests. Podemos preguntamos i^ora en que medida el valor de una medi­
da individual ha sido determinado por el factor general, en qué medida por cada
uno de los factores de grupo implicados y en qué medida por los factores espe­
cíficos y de error. El patrón de determinación para ta medición se Harria curga
factorial, o saturación de ia medicióu.
Fatalmente, podemos reexaminar el concepto de inteligencia, y contestar
preguntas sobre su coraposidún, su naturaleza y su utilidad como concepto.
1:1 resultado del análisis factorial habrá sugerido nuevos modc» de someter a
tests la mtcligeocia, y de concebirla: en esta etapa pijede parecer que U inteli­
gencia no ea lo que pensábamos que era. o que nuestra.'t mediciaiies no suii bue­
nas iiKdkiofics Je eso que queremos seguir llamando iiiietígencia.
ShtantKy reOTias cotttEmrctsnffds

Aunc{uc mfcstra e^posiciári se ha otupído del tipo más u menfis ortodoxo


de tmáliiis factorial, an el cual se anolizari puntajes de íiiudiqs indfviduoi, noad­
ra Lambiéjt posible apÜDar d análútB faetoiiaí a 1 m eoiielaeiones entre diferentes
Lestí aonqiniSLnuios íepttidai veces a un sedo índíviduD, Steptínson ( 1 9 5 3 ,19 6 1)
ha cambio ado cJ análisis factoiiaJ con su clasificación Q para obtener informa-
dón acerca de la or;gaiiizaciór aclitudínaí única de los individuos. Se pide
3 Sus sujetos que formulen juicios ¡obro sí misntüs y suhre oíros, en mía amplia
variedad de sítuadoces, a Ün de propordionar dato* pare el unáliai» factorial.
En esta aplicación del análisis factorial a un Indit/iduD, se puede tratar toa pun^
tajes sucesivüs de un solo individuo como si correspoiuljeBen a diferíJites per-
SOTtaE.
A esta aJtnrfl debe resultar cvidetite que tJ anaiíaia factorial es un método
complejo, reflrtado y faseinarito, pare eleatudio de variables jpú Jtiples. Como tal,
es einJentiíioentE aplicable al estudio de la persoiiálidad. ?cio, como cualquier
utru método dft cualquier ckiieia. no ne&mplaza al milenio ni la capaeidHd de
compiendcj. No pioduL-irá hipótesis o interpietadones Ademáis, et importante
rwordai que los lusultados ilc uu análisis factorial no pueden ser mejores qipc
los datos con que se !o nutre (véase en Aaadtui, J958. págí 335 y sigs., un aná­
lisis simple y bien fundamentudo de ctíe problema).

La Koria factorUfi da Eysenck


Hans Jurgen Eysenct {1916- ), alemán rk nacimk'Diu, abandonó su país
natal durante el aur^nilento deJ nazisvro, y pasó la mayor parte üe su vida eu
Inglaterra, Luego de doctorarse en la Univerridad de Loodrci, tnib^ó comu
psloologo cti un Jiuspilal durante la Segunda Guerra Mundial. Luego regresó
a la Líniversidpiíl de Londres y Hie director del departamento pricológíco del
Iristiluto de Psiquiatría, desde donde dirigió investígaciraies en los hespítalej
del instituir!, tysenck ssti ligado actualtncnle a la Ufilvuraidad de Londres,
y aetíia CüfiiD paitóluen jefe en dos hospitales. Durante sus visitas a los Esta­
dos Unidos ha enseiáado btes'tftientc en las Ltniversjdadei de Ponnfylvania y
CÉdifürtriü.
Las cünttihuciunes de Eyscnck a la teoría de la personalidad induyen £>r-
meminnn o/'persofia/l(j' (1947), J7íe scUniifie: study a f pífsonaUiy (1952b),
The dynumics o f urHiefy mui hyUeria: A n experimentat úp,p/j'«djcitr ofm oüern
¡eanji>}i íiieary to píychiaiiy (1957). y su trabajo coniq compilador del ampliu
HandboQk o f abnonm t pxychology {19 6 1), J7íe causes m d cures ctf neurosis
(Í9C5)| del cual Racíimaii ea coautor, y The btoiogicíl ixísis o f penoaaiity
(1967). Los Interesca de Eysenck han si do bastante amplios, y abarcan la esté­
tica, las actitudes, e1 humor y La política.
Como uno de los más impurain{#4 teóricos cjcatempuiáneos de toa faclu-
rci, Eysenc.k [iende a un enfoque estricto y operacional. No cree mucho sn
lü5 dimcnáMies de la peraoiialidud que se han iniciado fticra del maroo dei ma-
tudo cuantitulivo. Su ictitud general, cun la cual conctiCTdkn en tosías támen­
le la mayoría da loa que están en el “movimifirio d« reodiÍJCaciójii de la con­
ducta'’ aparece hícu expresado en la siguiente cita (Eyicnck y Etueiiman, 1965);
Var«ni>ilcii J í i r tta ría d t lo pcncirtsSiíSnd 419

“La teoriB úd apreadizaje no poitvik. . . eacaas '¡Dcorucientes’ ai no que eofi-


slders ItM aré tomas rciifóticos símplamcjitie coíno. hábitoei aprendidos; no hay
neurosis <nibyatente al afrtoma, sino meiacnente el BÍntoma en sí nnianoo- E U -
míHÉit d sútiorm (cüqudético y autonómico} y h a b r^ slitmnado la neuro-
sd'í" (p áe-10)
La esliuctura básica de la teoría d* Eysenck no difieie de U de AJlport, El
también recanoce un Dfdeii¡inyenlo jerárquico de las congruencias, úc lo inf-
ninit) a !o máximos la lespueata específica, U respuesta híbitual, el rasgo y el
tipo, bl rasgo es una coherencia observada de las tendencias de acciftn, rnien-
tras que cl tipo es uru uunstelación de rasgos, El intefís de Eysenck sí oriertU
sobre tüdü í Itw tipas, aunque gran parte de tu iavcstigacláu se relacione ne-
cesariamBnte con loe rasgos; n a se pueden hacer conste!seíanes de icguluida-
det en la conducta sin descubrir primera leu rasgos. Eysenck, fiel a eu orienta-
ción üperacíoiial, no acepta los rasgos a meros que hayan sido validadus opcia-
donal mente.
En su piimeia inves-tígaclór sobre 700 soidadoí neuróticos, Eysenct (1947)
descubrió do® vaiiaHIes aubyBCtntcs fVuidamjcntales. o polaridades tipo: intro-
vefsiqníxlraveTsiün y neurotismo. La primera de eltas, »gdn Eysenck, es casi
exactAfocntc igual a la Hitroverííón-eKtTavetBióii propuesta por Jung como di­
mensión básica de la pereonalidad. La diferencia fundairaital thetica en qne
Eysenck k extrajo de las inteTconel^íioiies de una grsíi cantidad de clasífi-
cacionesy calificaciones, tuTnadas sobre mucha g^ne. El resiultadu principal do
este Estudio fue que et tipo neurótico era iofciiDr tn casi todoi Jos aspectos
inteleeliial, física, eiDocionalmeote, y en especial con respecto a la capacidad
de soiteuer la niotivacióo.
Eysenck divide la penonalilad, se^ún la clásica tradición inglesa, en árefls
o sectures. el cognitivo o íntolectuai, el conatívo, el afectivo y el somático.
Eysenck sugiere fattoies generales subyacentes pata las tres primeras. El ei>
rrespandknle a la primera ea, por supútalo, la rnteligencia. El neurotismó, en
cierto sentido, es un defecto corrativo o de carácter, ya que representa laines-
pacidfld para iosiitír ftente a lo i ubsiácidos. O factof intmvetsióo-eatiavtisióii
es un factor general del área afectiva.
PostErionuente, Ey®nck (1952b) descubrifi su teicet tipo: el psicotiamo,
en uo estudio de sujetos normalís y pacientes menüiles hospitalizados. Esto
no parece sorprendente. Los psicóticoe, como loa nturóticDs, tíeriden a actuM
más pobremente que los nooiiales, aunque de nuiguna manera e n m í eh todos
tos tests. Se distinguen de los nnrmaíes y los ceuróticüs por una cantidad de
deficKiicks conducíales específicas.
Eysenck bn hreba una ccmtiibucíón metodolóelca que piumctc w rim portan­
te. Se la conoce con d nombre de tnóíodo de tnáüssí dei criieriu (1950) El
método et Blmplemente una íjlipulaeíján de que el anáHsta factorial debe co-
lueozar con dos grupos, de los cuales *e atbe que difitren m oigón ficlor sub­
yacente hipotético. Tomemos, por ejemplo, los notinales y psioótícos de
EyscQCk. Cuando se han obtenido medidas dfi los dos grupos, MÜo se puede su­
poner juatificadatnínte que se relacioQarr con el faciui hipatetizado aquella!
qutf discTiminan entre los grupos. El ctiterifl de Eyrertck aregura que el invus-
43tl Sisiona/iy luivics psiÍ:oIAgieo3 f(rrttffntp<?rÍKeiH

ti^üur dcb:i plüiiear cuidiidLKuuucritií! lu mvestigsjciún de ajitemauD: na seria


posible administra/ sfmplemenle una carretada fortuita d« tests a un inoiUáii
de sujetos wl-eticiortados al a/ar, y dejai que loi faelores caigan donde caigait,
Eysenck ha sido una figura muy déciUida. Es Ja dase de persona que, si es-
tuviese en la India, trataría de vivir cfurienJn iiam butiesas crudas. Es un pai-
CüíogQ cUniiCO que ha caiaeticrixadü a la ps¡c;qterapia como mía tdtnica impre-
eísa y ha cuestioa^dti seriairiente si sirve para algo (1952a). La conducta fran­
ca de byBcnck no le ha gianicado el afecto de todos suí colegas, quienes no
lian titubeado eit aplicarle ¡as miañas rígidas narmas que ei usa con cUos. 5c
han planteado serios íntermgantes en relación uon los aspectos empVtieos y
tfiúiicos de su investigBeión. f.nn frecuencia se ha hecho notar que las prue­
bas de sus asertos son iipicamente magras; tambiéi] sido ciiticado por ha­
ber pasado por alto las [[Uei'pielaciuiica pusibles de sus datos en ausencia de lus
controles necesanos para elbnmar esos factoies (por ejemplo, víase Jettseu,
19Sa, páa. 200),
Es probable que los en'ticas de Hyseiick a las terapias o/todoxas y 9ti insis­
tencia en las evaluaciones de resultados confiables. Junto cun su "actitud realis­
ta., le hayan volido el aprecio de quieuús adoptan el enfoque ü—R, Sin embar­
go, ístos encuentran mejios atractivo su enfoque de! análisis factoriiJ, y la ti­
pología en ¡a que faosa sus resultados. Su hisísteticia en 1| importancia de los
factores bjalógíi^QS en la personalidid resulta también una nota discoiduitc
para d psicólogo de orientación E—R. Eji suma, no esperamos que Eysenck
gane un concurso de popularidad, nc importa quienes aean los oponentes.
Aunque imaginamos que le pupulurided no ocupa los primeros puestos en su
Usta de metas.
Con lodo, la Influencia de EyscncK sobre la teoría de la personalidud hu sido
sustancial, y su investigación parece muy promete dora. Hl tendido a hacer más
estrictu el pensortijento, sin elliitinat mítodos ds observación valiosa, lis apli­
cado mdtudos cudiitiluLivos a los datos dd clíniCQ; lista es una de las nccesida.-
des imperíosos de U investigación sobne k personalidad. Se ha scnlidu titn in-
clinado.■ eliminar un concepto como a nccpiarlu; con lodo, no fue en absoluto
un antlteórrcú. Si estos cccttkjs ulcjuLean éxito eii la ulterior integración de ios
Tactures rviaíivamente fragmentarios que hasta ahora se han aislado y scimcli-
do o prueba, habrán hecho una contribución muy significativa a li teon'a de la
personalidad.

¿ií tearm fatturiat ¿íe Curtírfjf


Raymond BemardCanell (1905- > nacíd y se educó en In^aECrra, donde fue
teeunücidu cumu líder en el omipn de la investígacióó de La personalidad Bniea
de llegar i Estada! Ujlidqs. Se doctoró en la Unlvtrsidad de Londres, y ocupó
posicioties acadenticat y cLinicafi en esa institución , en rápida suceuDn. Su ca­
mera nlteriai se ha caracterizado por aus amplios inteitscs, qiie abucojon estoa
dos áreas de k psjcolGgÍB.
En Estados Unidos, CatteJI ensetiú en el fulum bia 'frachers L'üllege. en la
Universidad de C luk, en Harvard y en la Universidad de JilinoL^. Actuálmien-
yarjfdidsí dt is Teoría de la personalidad 421

te ei profesor emérito en iJlüiois y rcsiidínte cu el llepartennentíJ de l’sjcnJn-


gía de la UiiivcrsidBd de Hswají, Sua poncipales obras incluyen Fersanaliíy
siiú fUflrivffí/fJjT sfTiíL'íun: and measufií/HeíT/ Í19S7) y tres rnanuales que com­
piló y a los que «Mitrihuyó con capítulos' Handítoofr c?f mu/íi™™te wpeff-
menKd pl^chohgy (I9 í6 l, Hanítbook 9 f madem psnuTiaUty theary fl9 7 0 k
y, cón R. M. D ugsr otro tíandbCKik o f modem pum^nality íheory (1977).
Además de muchos trabajos en el campo de la teoría de la personalidad. Cattell
ouenta a su favor con imporíantsa trabajos en Ibr árefis (te la mediciñii (1936,
194(i) y de la psicología social y experimEntfll (1952). Cattell esei autor de ttes
tests muy difundidos: el Tesr de rnreít^eHcía no i-ultarsi fl944), }!i Batería
da íe m objcrtvu-anoKtKOH de la personalidad (J‘JS+) y el Clufiíícwiijríci de l i
faetores t k !a persotvtUdad (1950). Estos son sólo algunes de las tests en cu­
ya ekbonsciím intervino; Cattell y Warburton Í1967) contabilizaran ¡"400 tests
creados por el y su a discípulos!
Al igual que Eysenck, Cattell tiente una rteucla intelectual con los analistas
de factores, lü cual no es sorprendiente ya que estudió etm Speannan, quien
dcsiirTolló litfl ideas esenciales pafft el ftTiiliíis racioiial, que aplicó al estudio de
la inteligencia. La teoría general de la personalidad de Cattell muestra algu­
nas íátiiUiludes con la (fe IWcItnngall en lo qtie se rcHíre a su tenJenciá a bus­
car laí dimensiones subyacentes de la conducta; de modo más directo, Cattell
toma 1i nudún de McDuugdll subn; el scnlinikitto de autoconsideración. La
teoría (Id desarrollo de CatreI|1 es maiCHrlamentc fitudiina.
Cattell combina las cualidades de los teádeoG factoriales de mentalidad es-
trictB, como EyseneJt, con las de los EeóricQs tradicionales, que destacan la im­
portancia de la cümpiicnsión. Fot lo tanto, su teoría es al niLsinn tiempo am­
plia y, en parte, cuantitativa, en el énfasis y en el contenido, byseitck muestra
uní fuerte tendcnclB a limitarse a los conceptos derividos de Jos estudias fac-
toriflleB; CaitielJ a oblas permite iinu mayor amplilud, p ú a hacer más incluaU
va su teoná y no ígnotaf los datos provenientes de otras fUentca.
Cattell (1950) ha definido la perinnalidid como '‘aquello que permite una
pie dicción de lo que hará una persota en una sitUBCÍón dada" (pág 2), Esta
definición os congruente con nuestra aserción <fe que en realidad una teoría
de Iq personalidad ea IcidriticB a una teoría general de la conducta, ya qui> la
definición de Cattell se adecuaría a fas teorías de tu conducta. Sjii embargo,
no por eso debemos UcgaJ a la coiwlusjjón de que la teoría de Cattell es sóln
otra teoría E -K de la conducta. Caftell (1977a) manifiesta sin ambigOeiJades
que el i^uradlKiiia E -K de toda k psictáosía conductlsia es más simple pero
más vacío que el suyo, y agrega: "El uso más. anfigho dcl cltrncnto E—R por
parte de los refteycólogai, pirtíendo de Paviov y pasando por Watson, omitió
por completa ctialquier término para el orgsniytm y *iis propfedladcs” (pág
2 4 ).
Lus dcjucntofi básicos de la personalidaJ son los rasgos. Cal leí I reconoce
explícitamente que loa rasgos son cornseptos utiliza dos para explicar las ton-
giucnciaí observadas en la «onducla, y está dé acuerilo con Allpuity líysfiflcl!
en que hay muchas nivelei de generalidad de ios tasgcEi aigunos se aplican
sólo u individuas <i crmunátancias particulares, otitis se apdicaii a grjpos muy
422 Sistemas y ttcrias psicofógieoí eitrnemporéneos

grandes. Sin embargo, CaltcU se ha ocupado principalmeme de U organiza­


ción iniraindividuai délos rasgos.
Kxiste una distinción básica entre Íoi rasgos xuper/teiaies y loi rasgos /un-
damentaíes. Los primeros se basan simplemente en las conductas observadas,
mientras que los últimos subyacen a los superficiales, determinando mediaiv
te combinactútics particulares las congruencias t ^ r v a d a s en la conducta. Kxis-
tc cierta correi^ondencia entre el rasgo de Eysenck y ei r a ^ superficial de
Cattell. Esto último par es en ambos casos más estable y más geuota}, y ambos
investigadores han concentrado sus respectivos intereses en estos factores ge­
nerales.
C autil reconoce también dos tipos de rasgos según sus ongenes: ra^os cons­
titucionales y raidos m oldead» por el ambiente. Ha realizado algunas ingeniosas
investigaciones, en un intento por descubrir ha$ta qué pum o los rasgos son de­
terminados por cada una de estas dos influencias. Por ejemplo, en un estudio
(CatteU. Blewett y Bcloff, 1955) administró un test de personalidad a gemelos
it^nüeos. gemelos htovulares, a hermanos criad» juntos y separados, y a suje­
tos no emparentados. El test media rasgos que, según estudios factoriales ante­
riores, eran factores de personalidad signiilcativos. El estudio de los resultados
en estos sujetos, que diferían en diversos grados en cuanto a su similitud hete-
ditaria y ^ b ie n ta l, permitió a los inve&tigadoivs evaluar parcialmente las con­
tribuciones relativas a la herencia y el ambiente de los factores estudiados. Esta
investigación es digna de mención dentro del área de la personalidad, por su
cdierencia lógica y por su cooidinación con las investigaciones anteriores, asi
como por su ingenic^dad.
Se asignan diferentes nombres a los rasgos fundamentales que itcnen dife­
rentes orígenes. I .» rasgos fundamentales dinámicos de origen constitucio­
nal reciben el nombre de ergs en tanto que los de origen ambiental, se llaman
mefaergs. Ambos delennuuui pautas de conducta, porque consisten en predis­
posiciones molivacionales hacia loa objetos ambientales. Los metaergs se divi­
den además en actitudes, intereses y sentimientos. Los acmiraknios son la cla­
se másestable.
£1 sentimiento más poderoso e$ el sentimiento de sí. Cattell, ai igual quo
otros leúrícoa de la personalidad, introduce el sí-mismo lsclf\ para explicar la
congruencia que parece impregnar toda la conducta de un individuo. De mo­
do que el sentimiento de sí actúa sobre todos los otros seutiiuicntos y puede
fortalecer o inhibir la tendencia a la acción suscitada por otros sentimíentca.
Hay dos sí-mismos, el real y el ideal: el primero es la osümacióa m is realista
que un individuo puede hacer de sí mismo, y el segundo es el individuo tal
como idealmente le gustaría ser.
El desarrollo de la personalidad depende de la evolución de los ergs y
mctaeigs y la organización dcl sí-mismo, a Ira^'cs dei proceso de aprendizaje.
Cattell acepta la contigüidad y el refuerzo como principios del aprendizaje. Con­
sidera el aprendizaje como algo que ocurre por vía de una serie de estadios, ca­
da uno de los cuales implica resultados aliemarivos que Cattell llama em-rud-
¡üdas.
El marco de R&Tcrtcia dentro dcl cual ttein; lugar el desarrollo de Ja personali-
Variedades de. ie teoric de lo pertonottdad 42$

(Jad. es e! contexto social. Cattell ha volcado su talento en parte a la descrip­


ción de la personalidad y en parle a la descripción üe eae contexto. Las dimen-
skmei de las institudones sociales se combinan para formar algo análogo a U
personalidad individual, ia sintéidasi de las instituciones. En varios estudios (por
ejemplo. Cattell. 1949; CatteU y Wispe. I94B) ha encontrado factores qu« con­
sidera útiles para U descripción de familias y nacwnts. t i empleo de una varie­
dad de mediciones para derivar factores sociales, es otro ejemplo de la o rí^ a li-
dad y espíritu emprendedor de Cattell.
Cattell ha realizado m ayoits esfuerzos p ú a sintetizar sus conceptos de mane­
ra más explícita que la mayoría de los teóricos do la personalidad Ejemplo de
esto es .'w rran}a dinámea [dynanñc terricel (1950), que intericlaciona diagra-
málicamentc los ergs, los sentimientos y las actitudes que constituyen los ele­
mentos más importantes de una estructura de la personalidad. Esta trama re­
presenta las conexiones entre los ergs (por ejemplo, sexo, protección y segu­
ridad) y los sentimientos (por ejemplo, hacia el cónyuge), que a su vez se rela­
cionan con actitudes (por ejemplo, hacia el ti¡>o de peinado del cónyuge). Ade­
más. se pueden interrelacionar elementos en el mismo nivel (por ejemplo, senti­
mientos relacionados con el propio cónyigc y con la propia cuenta bancaria).
Por úttúnu. Cattell sugiere un modo explícito de combinar la información
sobre un individuo a fin de predecir lo que ese individuo h(uá en una situa­
ción determinada. Esto se logra mediante la ecuación de especiílcación:
R - Sj Ti ♦ S2 Ta ♦ *a ’l'a + - • - + Si T^-Aquí si representa la “ponderación"
del rasgo número l (T j) en la situaciím en cuestión, etcétera. La forma de la
ecuación es una simple suma lineal. CatteU y Buicher (1968) han (fcmostrado
cómo se puede aplicar esta ecuación a la predicción de cosas como eJ rendi-
mienlo escolar, por ejemplo, lo cual constituye un grado de espcciftcidad que
pocas - o ninguna de las teorías de la personalidad competidoras alcanzin.
Sin embargo, Calidl leconoce (1977a) que tal vez sen necesario desarrollar
más la ecuación de eqsecificación, y demuestra cómo se lo puede lograr me­
diante sucesivos análiris y estudios de los factores deiermicuntes del rendi-
rniciilü. íiiLraorganísmicos e intrasituacionales, y por medio también del re­
conocimiento dcl efecto de la conducta oo la percepción que tenga una per­
sona de la situación. Se incorpora además el efecto de la situación sobre los
r a ^ s del organismo.
Allpart, Eysenck y C a tl^ han desarrcúJado teorías que tienen una conside­
rable similitud lógica. Los tres hombres se asemejan en su vigor y en sus ten­
dencias iconoclastas, rasgo» que U psicología ncccaiia actualmente, en espe­
cial en la teoría de la personalidad. Allport era muy diferente de los otros dos
por $it actitud y su método dc estudio, y ampatizaba poco con d análisis fac­
torial o los experimento» masivos. Eysenck y CatieD han demostrado posees
actitudes poco usuales para elaborar disenos experinsentales que casen lo» mé­
todos cuanúUtívos con e) estudio de U perswialidad. En consecuencia, la de­
semejanza metodológica de lo» tres teóricos ea tan llamativa como su seme­
janza lógica. A pesar de los desacuerdos actuales c<m respecto a cuáles soo
lo» factores que realmente se han encontrado, concordamos con el juicio de
Corsini (1977b):
424 SisííTUSs y worUiz- p s ie o ^^o s íwi fíínfoninewí

. . jbI lijib^o dfi Rjiyjiioful B, Catleil, HanJi J. Eysenclír J. P. Guil-


fojd, F. C. Thoms y L, L, TTiurstone, quienes por Jiu general hon ac­
tuado Jentru de la tiadjción estadística eaiablecida par Chajleií Stpear-
man a cumienzoa de uglo, contiene una promesa de cventuaJ eon-
vorgeaeja túiuihio mayor que la que se adviene en los sistemas ch'-
nítoa (pág. 4¿7).

Entre estos psicólngnfi, Catteíl he sicto tf líiáa proliflcí:, el mis persisten-


te y también el mis sistemático. Madsen (1977) caracteriza todo cl cuerpo
de tcabaju incluido cn el último iiiip emente maüüul de Cittell como tconii
caíteiliana de la personalidad. Por lo lanto, se advierten ciertos indicios de
que ene enfoque e&tá alrayendo adlrerentei y puede praducir un progreso
BCumtJlativo aun después de que e( propio Cartell deje este campo. El hecho
de que el lecoiioclniijcnto se haya demorado tanto puede ser más un reflejo
de lo difícil que lesuUa amar un enfoque tan comptejo, que de algima debi­
lidad de frdulc coaecptuiil. Cattell y Éyjencl; están casi solos en su actitud
de haber aceptado los rigurcKos etitoriue cientillcos para la teoría de la per­
sona] idad sin ¡gnotrar las cuestionjes personalfsticis planteadas par las teorfa-i
tradición

t e o r ía s ORCANTSMICAS

Mudios tfióricoi de la peisnnaüdarf parten de una perspectiva sisTemática pró-


Kima 3 ,Í3 de los psicúlogaí gucstaltistas. Murphy. Rogéis, GaldsteLn, Angyall.
Mitiow, Lecky, Murray y Sheldon #e encuentran entre eilos. Cualquieri de
esios hombres podna ser ínclutdch entre ios tedricos □rganlsniiccs. La iluui-
Eión se debe basar en la medida en que la orieutadAn gueataltista, holuta, hecin
el individuo, es una camcterística de tos teorías de la personalidact De
una rnanera bastante acbitiaria, elegimos a Gnidsleín y a Sheldon omitijendo
ül leaio □ considerándolos en una sección iseparadu. La elección de Gcíiisteín
no necesita justiflcación; Sheldon podría ser ubicado en otra clase, porque la
caracten'SLica realmente central <k au tearia es su preocupación por las Influen­
cias eonstitucionalea sobre la persunalidad; sin embargo, adopta un punta de
vista otganfsRiicü en general, y su iuwfís por loa efectos orgínicoL lo caJificD
Cuino un le úrico orgonísmlcoen el sentido común de la palabra.

£fl íeíjfíii hoíisía de Galdstc^

Kurt (jolditcin (lS7fi-m<ií) adquirió reputación como neuropsiquiatra en Eu­


ropa. antes de llegar a Estados Unidos en 1935. hlablendo rBcibEdo su título
de mfdlCD CD la Universidad de Bteslau^ inglesó en el Hospital Psiquiátrico da
kdni^berg. A edad temprana, Goldateúi era ya profesor de neuiolugia y psi­
quiatría y director dei IriGtjtutp ^fcuTológjcQ de la Uitivciaidad de Francfort.
PúitctionneTile cscupó una poekián similareti Ja L'niwíiaidad de Berlín.
V sr< nliü t!i áe k k o rín de üf penim aHdad 42S

IhirATitc 1e Hrimera GiiBrra MundiaJ dirigió rund^fiientidús estudios sobre


soldados con lesiores ceifibraJea, que estattleciertm la base para su te m a ur-
garismUía (J943) y su pubUcacíúr más signlBcatívBr JJ)íí organism
Resulta paftículairncntc ítúnleo cl que Gcddsteín, que dedicó varios de sus pri­
meros a re s proÉétícuiflles s estudiar y cuidar soldados slírtisíicí heridos, se haya
víslü forzado a abandonar La Alemania nazi pjira dirigirse a Amsterdam prime­
ro y b Estados Unidos después.
En Estados Unidos, Guldalcin ocupó [HajciodC» acaüámícas y clfnicaa cti
una variedad de iiuritudonca. además de DontiiiuHr la práclieu privada de la
tteuropaiquiatria y lo paícoterapia en N utvj York durarle muclios afios, Dictó
las conferencias “ WiUíam James’* en Harvard, analizando la naturaleza huma­
na a la luz de la psicopatológfa (1941.1), y estuvo vinculado con el instituto Psi­
quiátrico de Nueva Y ork.la Ttifls Medical Sebool en Boston, la Univer3idad Je
Culiunbia, Is Universidad de Biandcis. i-l City Cullege de Nueva York y k New
School of Social Research, Golüstein niuiSó en 1965, y en su autubiografi'a pós-
turaa (1907) resuniié literolmefitie l i historia lic Su deiarruUo ñitclcctual desde
al c^imíanzo b aitael fm
Aparte de su trabajo teórico y clínico, Gcddstein publicó trabajos sobre las
perturbaciones del lenguaje (1948), y con üelb (192Ü) sobre el problema gues-
táHluo de las ichitioiies fui]do-figura. Aunque Galdstcín negó la posíbíHdiid
de cUBlqitier lazo directo con la piicología d* k Gcstall, hay algunas estrecbaL
analogías entre su pensamijento y cl Je los g^staJtistns. Eti el caao de las rela­
ciones fondo-fi^rg,Goldsteiu veía cada alelo L-e tm individuo como si eshtviese
influido por torio el uiganismo y a la vez influyera Sobre él en el mamento de
su ocurrencia. Esto se parece al punto de vigía gueilallisLii sobre k figura y el
fondo en la percepción. La eifticteríslíca principal y más destacadii de la acti­
vidad continua es la figura, precisaineiite' como k característica más destacarla
de la pcícepción es la figura. En Ta conducta de un organismo sobresalen aque­
llas carao te n'sliicas qiit eatáíi relacionadas con loa impulsos máa fliÉrteí.
El cirgarustno ruumal es estructurado peto Ecxiblc, capaz de adecuar su
conducta a l u neceádades do la situación de estímulQ en cureo- La conducta
sólo ac puede comprender como parte de uria unidad otgúiica, y su tigttflcftdo
sólo se puede evaluar ccuno imn conEtibuciór a las metas qu.e el organinno se
va fijfliido
Para Güldsteiri, !a meta del orginíamu os unitaria. Es la autorrealiíación.
11r oigaiüsniri ¡mpulsado sexualmenie se realiza en el coito, uno liembliento
tn líi illmcntación: pero la Burorrealización del adulto humatto complejo ae
e x p íe s en muchos actos dlrigidoB de una manera me nos argánjea.
La sutorTtalización ba llepaiJo b ser una parte extremadamente etutial de tm;
concepciones de Abraharn Maslow y Cari Rogers. Maslow fue dirECtainerte in-
fluidó por GoJdsielrr, Resulta interesante que Gal date in desarrerlbri U idea a
través dcl estudió de urgaalomas dnilados, soldados cda ksioncg cerebrales.
Maslovi' contiiiuD desarnAlantlo la idea mediante el estudio de persemas de gran
éxito y íxfraoídinsriíiriiente an torrea Üzad as. La fe tapia de Rogcrj depende
mucho de la cBpflcidad del paciente para auiomealizaree, dado uti aritbieíite
favurable.
426 Safcma» y teorías prieolt^cos contempofáneos

Coidstein creía que e! organismo ÍUertemente o i^ i2 a 4 o e $ capaz haslacier'


to punto de elegir un ambiente favorable, o manipular uno desfavorable. De
modo que no es una víctima de fuerzas ciegas, ni un pe6n en situaciones-estí­
mulo fortuitas. Pero ningún organismo está aislado do los efectos ambientales;
de modo que debe llegar a un acuerdo con su ambiente. Sólo a través de la
aceptación de aquellas conüicioues dei ambiente que no se pueden evitar o
cambiar, el o r ^ i a n o puede continuar en su intento de auiorrcalizarse. Este as­
pecto del pensamionCo de Guldstein lo aproxima a los fcnomcnólogos y a los
cxisfencialisfas, una similitud que el propio Goldsiein no (tejó de adverlte cuan­
do, ya en los ochenta, escribió sobre IóM ó4).
Lus leótícos oxganismicos tienden a evitar el análisis. Goldstcm no es una
excepción. Si es necesario estudiar cada suceso ccxiductal en el contexto del
organismo total, resulta tentador permanecer en el nivel de la ^neralidad sin
someterse al problema de la especificidad de la predicción. En esto, Goldstein
tampoco es una excepción. Su concepto central, la auioriealización, lo deja
a uno en la incertidumbre sobre las características deflnitorias de tal conduc­
ta. y preguntándose si habrá m udus conducías que no sean en algún sentido
de autorrealización.
Parece extraño que Goldstein llegara a su punto de vista holístico a través
de pacientes con lesiones cerebrales, (|ue no están totalmente completos. Peto
üesuibiió que sólo se puede entender la conducta de un paciente con algún
daño cerebral c^aminando la matriz completa de la conducta de esc paciente.
Lo que al principio parece ser un resultado directo de la lesión, podría resulur,
luego de un examen cuidadoso, una reacción bastante indirecta originada en
el intento de adecuar los resultados, de la lesión al mosaico de la vida. La mis­
ma lesión física podría llevar a una variedad de síndromes conductalcs, de­
pendiendo de las circunstancias dei paciente y la estructura de su personalidad.
Un deterioro eiq^ecífico en alguna capacidad puede hacer que el páctenle se
vuelva más sensible, menos confiado on sí mismo y más retraído, ú se ignora
todo esto, todas las mennas del rendimientu 5e pueden atribuir, de manera
acrítica, a los resultados directos do U lesión, más que a estas manifestadanes
indirectas.
este trasfondo de experiencia clínica, es natural que Goldstein haya pre­
ferido el estudio intensivo dcl individuo al enfoque grupal. \ través de ese es­
tudio. Goldscctn hizo su descubrimiento mejor conocido: la diferencia más ca-
racten'stica entre los pacientes con una lesión cerebral extensa y los individuos
nomiates. es que los primeros han perdido la actitud abstracta. Su capacidad
para hacer cosas concretas y leacciouai a siluadunes concretas puede quedar
relatívomenie intacta, pero es probable que su capacidad para abstraer se lími-
le en alio grado. Entre otras cosas, los pacientes pueden ser incapaces de for­
mular enunciados que acan evidentemente contrarios a los hechos, por ejemplo,
“la luna es verde". No pueden abstraer propiedades comunes de objetos disí­
miles, j>or ejeiiqilo, un aparato (te radio y un periótheo. Esta falta de capaci­
dad (te abstracción impregna tuda su C(onducta. Goldstem y Sclicerer (1941,
1953) han üesanolado tests para determinar el ^ dclcnoio de la conducta
abstracta; estos tests, por lo tanto, ayudan a diagnosticar lesiones cerebrales.
Vfriededet de l» teoría de te persanaUdad 427

Goldstein fue un ejemplo de teórico otganísmico doudo de las mejores


condiciones pira la observación clínica. £ ra un antiexperúncntalista conscíen*
le, que compartía la creencia organísmtca de que al restringir las condiciones
y controlar la conducta se pierde el signiJlcado i^ e pudiera tener la actividad
co su contexto natural. Pero Goldstein tuvo U agudeza y la laboriosidad ne­
cesarias para sacar ventajas de la riqueza de cnateciiales que destQabait ante él
en su práctica psiquiátrica.
Aunque fue extremadamente ingenioso en sus propias observaciones, Gclds-
icin no efectuó contribuciones metodológicas de importancia. Tampoco su
teoría holística fue lo sutlcíentementa completa como para durar largo tiem­
po como una teoría o concepción disceroíble de la personalidad. No obstan­
te, sus ideas sobre la naturaleza de la autorrealización desempeñan un pape!
tan relevante en muchas concepciones populares de la personalidad —en rea­
lidad, a través de todo el movimiento humanístico que pasará mucho tiem­
po antes de que Goldstein sea olvidado.

La tipologüi de Sheldon

WiJIiam II. Shcldon (1899- ) tiene fonnación médica, como lo ponen de


manifiesto sus esfuerzos teóricos por relacionar los comp<men(e.s conducía­
les y corporales. Después de graduarse en filosofía y en medicina en la Uni-
veiskiad de Chicago, hizo el internado eu un huspilal de niños. Slieldon en­
señó en la Universidad de Chicago, en la dcl Noroeste y en la de Wisc<»tBÍn
antes de continuar sus estudio*, con dos tflos de preparación psiquiátrica en
el extranjero. Su contacto con Jung, Freud y Kretschmer contribuyó direc­
tamente a su teorización ulterior, que debe mucho a los teóricos consütucio-
nalistas como Kretschmer y Viob, pero también muestra semejanzas con la
tcoria freudiana, y en particular con la junguiana.
En Harvard. Shcldon mantuvo una relación de colaboración con el cxpervnco-
talisu S. S. Stevens. quien aportó al trabajo de aquél nuevos refínamientos en
el procedimiento y la medicióri. Juntos publicaron trabajos básicos en psicolo­
gía constitucional: TTte varíeües o f temperament: A psycfioíogy o f constítutKh
nal (Üfferencef (1942) y The voríepies o f human physigue: A n introducTion ro
constitucionai psyáuAogy (1940).
Los escritos de Sheldon se han caracterizado por su interés en la identiii-
cación y búsqueda de lelacíaoéS entre ios factores estructurales y los tempera­
mentales, con especial aplicación al problema de la delincuencia (1949b). ü a
escrito n n i guía de somatotipos, Atlas c / men: A Ouide for sofnatotyping the
aduit m ak at ail ages (1954). Siempre laxonomiala, Sheldon se aventuró fue­
ra de la teoría de la personalidad, sólo el tiempo necesario para producir Early
American cenrx (1949a): ¡una ctasincación de reuoedasl
El camino de Sheldon oo ha aióo fácil. La psicología norteamericana ha sido
en general poco amistosa hacia la idea de que los factores constitucionales ejer­
cen innuencias importantes sobre la conducta. Nuestros ideales dcmuctátícoe,
y más cspectficamenle el ambicntalismo extremo de John B. Watson. nos han
hecho poco dese43SO& de creer que las predispoeickmes inruitas tienen eo reali
42S íüntm ai y río n 's í psicoibgictM cQntcmpoTineos.

dad utu inf]uenda dirtctriz ¡tabre nuei^tra pcjionaLd^, Aden^ás, Shitldon liji
sembrado de pkdras innee^sarlas jm propio canitno. h a sugerido que thos de be­
ldarnos asegkjrei de que s^lo se repmdujtseri aquellos que estin constitucio-
uidments dotados de las inejuies ctiaJldades dei tenapeTaitienta htimano^ La re­
producción, afirma, debena quedar en manos Je Jos espeoiaJistas. Las visiones
de les pragimnaE d¿ eKterminio nusiis y las de los ¡{TUpt» reproductivos especia-
libados, como lis reinas teimitae —penTunentemente píen arias- bastan para
que mudiQs se opnngftn a 3a íoncepciór da SJieldon sin pensado dos veces.
A pesar de esta itsisÉieiicia, ha seguida siendo evidente painel hombre Jp la
calle que hay asocíaojones cutre Jas factotes cansiitucionales y la personalidad.
Faia el abiervador ingenug, los gordos parecen alegres, > el flacuthtn con anteo­
jos sigue siendo uu retraídú tragalibros. No es sorprendente, entonces, que d
bomhTE que reforzó estas ercenCraí populares kr^jiuneme sosteiüitds sea uno de
los teóiicos mejor conocidos.
Sheldun es lam ban coñac ido por los esiudiantes de psieoíogj'a que se inician,
qukd porque sobresale cn iit los teóricos dt la personalidad ourna un hombre
que ha dicho alga comprensiblí para el piincipiajiic. Lameniahlemente, a veces
se le kan atribuida fnrmulacibnes Jocosas o imprudentes. Puede haber defendi­
do algo impopular o su5ieptibie de malaí interpretaciones, pero no algo Joeoso.
El sistema de SltelJou es una versión Tnodcirta de fonriulaciúnes que se re-
montan por la menos a HjpócratCi, quien ciefa que había asocjacianes entre
los fluid oi eorporalfií y los tempérame ritos., y que h^bía dm tipos básicos de
cuerpo: ha]01 y j^ordos o altos y delgados. Emsi Xnírachmer, muchoa años des­
pués, agregó un tercer tipo corporal, e¡ museular, entre los dus extremos, y los
degjgrtó: picniicu, bajo y gruesa; atlética, ancho y muscular, y asiéitíco. alto y
didgado. Luego estudio k icladón en [re esos tres tipos y Las variedades de psí-
cosía. La eontinuidad de Shcldon coh sus antecedentes tipoláglcus probable­
mente tainbién haya con tribuid o i sus dificultades para lograr ser o/do con
impatoklidad par li?« pácólogos de Estados Luidos. Es muy fácil rei'ise de loa
temperamentos biliosos de Hipúccatics, y algo de esta actitud hacía los humores
se transfirió también bstcia Shddon. La psicología ha desconfiado de la tipolo­
gía por eonsiderarJa una solución dennisiado sencilla; inclusu no eKtá lihns de
sospechas k descripción de k pCT3analidad basada en ks pautas de rasgcK, Quie­
nes esfán farniliarizadüs con la triste historia de la frenología rectiftaccn su
íbnilitvd tenia con la psicologfa de los rasgas como con U tlpologi'a constitu-
cíjuniü, ¿acaso la frendagLa y la tipulogía constítiicional nc evalúan k perso­
nalidad tTtcdiaíntc mediciones [ísicas'f Es fficíl comprender la razón de que ei
sendero pioresional de Shelriun estuviere sembrado de piedras. Afortunada­
mente, Slieldoo parece estar tan bien equipado para distribuiré] castigo cotiio
para ledbirln. No sólo escribió criticas mordaces contra tos demás; tambidu
defendió su propia poslctón.
Las contri bu cioiitj ifc Sbelrian han consistido fUEdíL’iiemahnerTje eri la ela­
boración y caaaoEidactón de los tipos físicos básicos ik Kretschmcr, y en un tra­
bajo empírico ulterior peía tekcionar esos tipos con variables conductales. bxis-
te una irtiportante difetvjicia entre su tiabajo y la teorización autaiior dcl tipo

1
de la de Xretschjtier, fihetdoíi ha recímneidn qiis a cualquier individuo deter-
VífifdlKifS 4^ íif ítn ™ <h fff ¡J fíW B jíü iiíÉ Í « f

luiTiadü correapoflde un citinD grado ds cada tipo, y que en ette sentido siem­
pre es una meycla de tipo* más que un tipo puno.
El intenta de Shddon por establecer una InterrelaclOn coiiitltucionaJ entre
k cuiiilucta y la estructura corporal, ae apoya en la creencia de que la aparien­
cia física cstcmHii(cl fenotipo) talá dcttrminidfl y auinda por un hipowtkg pro­
ceso bialóííico (el fnorfügenü.íipü). SliEldon utiliza Ii medición del cuerpo en
un intento por evaluar üidiiccfámente la lunciófi dcl mrtrfogptiúiitm. l os rfn-
tos ob ion idos caen en tres cotegorias de tipos corpotales: endomorfia, meso-
morfia y ectomorfia.
Esta tricotomía fue de temí ¡nada por la evaluación de cuatro mil fotogra-
IVflí egtíindarizadoa toniadas en tres ángulo!; frente, espalda y costado. Es^iU
fotografías fueron seleccionadas en 17 partes [bheldon, líJAO, pág- 55). de las
cuálós 9C poílíiTi obteirei rttedidas intrópométricas. De modn que SheJdon es el
único entre los teóricos de la pei'sonididad que ha trabajado can variable a que pue­
den ser, y fueron, medidas con una regla. L>espuds de iiialiiftí loí datos, £hel-
don concluyó qtte todas las curtctcrfeticas físicas se podían agrupar en tres
cgiíiponerites, de acuerdo con el arigpn embrionario piesurto de la mayor par­
te del tejido indivídüah en el estrato cxterkir íectomórficn). mejio (mpsomór-
llco) o ¡Ti Efirio I (bftdotn órficn).
El endomorfo tiende a ser suave, caniuso y redondo; el íiiesontofl'o es cua­
drado. sólido, muscular, denso y atlético, el ectom orfocs alto, delgado, frágil
y de huesos pequeñui. Los endomorfta son masivos en relación con au íteu de
Euperlkíel loe mesüínorfoi, ín ten medios, y Igs ectomorfos, más es puestos al
rnutTílü debido a su ajta proporción de área superficial en relociún. cun la masa.
Además de los componentci primsiios dcl tipo corporal, hay varios que se
cEBSiflcan como secundarios. Ellos son la displssia fdisamiunía entre laa partes
toipoiaics), la ginandromorfia (hisesuilidad aprsciiible en el cuerpo), y la lea-
tura (por ejemplo, la pUosidad del cuerpa)(líí40, pSg. 7).
Según Sheldon, los tres componenlcs primario a dcl cnerpu cüíiespoitden a
tres compcfíicntes dcl temperamentos la visceiotofila, la somatntonía y lacere-
brotonía. El individuo vijuerotóníca u m aii cumuílídud, la cuiiiJdi y el afee tu,
y iítqo buen humof. La persona somatotóníca es acriva, vigorosa y agresiva,
El individuo ceiebíotanko ea ud individuo esludio&o, se Drible, tímido, que
huye de tos contadlos sociales,
Suponiendo qiie existan estüs cumponcnljei idcitüflcabks de la constitu-
d&n y de la personalldíd; ¿se tielacionaíi o no7 Sheldon tlM 4í. píg. 400), ha­
lla una correlaciór notablcmccilc alta antee leu uomprncnlea qltc pUdÍEran as-
ptraríc asociados; cndomoTfia-visceíí>toiifB; fncaomQTfjí-wmatoiDiifa, y Ecto-
rnorfia-cerEbrotonía. ¡Estas corre [aciones oacHian todas alrededor de 0,RO!
Rara vez Jos teórsuD® de la períoaalidail cncuentran ur;a cfirpohnradftn tan gri-
tífiuaii te para SUS í x pect ativaa.
Es ficU que se dude de los tüinp unen tes de k personalidad que propone
Shddon, por « r tan próximoi a lo¡ caLeteotipoB legos-, feso. hasta que se dasr
cubre que loa racimos ric tssgos ñaeron dErivado! de cu idados m eetudíot uorre-
ISCInpales que utilizaran una gran cantidad ííc rfisgos originales, y uo delasuro-
(Lindidides de un rillón (Shúlriorii 1^44. pig?:. f.'ada uno de 1d! com-
4 i0 Siitenus y tforiat pticoibtícos COMtmpor^t>os

ponentes de pcnunalidad de Sheldon está defínido por veinte rasgos relacioiia*


dos (Sheldon, 1^42, pag. 26).
Sheidun parece apoyarse en terreno fírme cuando sostiene que, descriptiva*
mente, las correlaciones postuladas existen. Sin embargo, otros experimentado­
res encuentran generalmente que las correlaciones son inferiores a las obtenidas
por Sheldon (ChiJd, 1950; Línd/ey. 1967; Sanford, 1952; Seltier. Wells y
McTeman, 1948). Las correlaciones exageradas entre el temperamento y el
cuerpo podrían atribuirac a un efecto de halo, ya que atiibua grupos de califí*
cacíones fueron hechos por la miaña persona: es decir, no se Intentó un análi­
sis a ciegas. Aunque en The varieties o f temperament (1942, págs. 411-425)
Sheldon se esTuer/a por justíílcar su posición, su intento no niega en manera
alguna la posibilidad de que alguna distorsión subjetiva haya contaminado los
resultados. El procedimiento, a pesar de la posibilidad de subjetivismo, no se
modilicó.
l.iibin ha formulado una crítica adiciemal (1950); descubrió que algunos de
los coeficientes incluidos en las tabla.i de interconelación entre los rasgos tem-
pergmeotaJes (Sheldon. 1942, págs. 506*511) no eran matemáticamente poSi*
bles.
También se ha atacado a Sheldon por suponer que los factores genéticos, es*
irictaraente Mológicos, explican las correlaciones observadas. Si Sheldon sos­
tuviera realmente que esas inlluencias bidógicas dilectas son la razón de las co­
rrelaciones. estaría expuesto al ata<|ue. No lo hace ard; reconoce, como lo hacen
sus detractores, que las diferentes expectativas culturales o las recompensas di*
ferenciales relacionadas con las diferentes estructuras corporales pueden expli­
car las diferencias de personalidad observadas. Por ejemplo, un muchacho ile
natursJcea musculosa hallará probablemente más recompensas en el atletísmo,
que un tipo endomórfíco. Las recompensas del deporte aumentarían entonces
tanto la conducta competitiva activa como la acumulación éo tejido muscilsr.
Sliddan admite que si bten el morfogenotípo es invariable,el fenotípo (delcual
se toman Us medidas) fíucVóa debido a influencias culturales y de otro tipo.
Ksta admisión lo obliga a abandonar parcialmente su relación teórica básica entre
la con.stíTución y el temperamento, bl fenotipo et sólo un intento de medir el
morfogenotípO' esta medición es la mejor que tenemos, a pesar de su inexacti­
tud. Nos parece que en este caso son muy aplicables los criterios operacionales.
Opcracionalmeiite. el morfogenotipo no tiene signifícado alguno que no quede
agotado por la$ mediciones del fenotipo. Puede creerse relativamente en la no­
ción de morfogenotípo, por analogía con otras carocterisikas genéticas, pero
ninguna observación genética justifica de una manera directa el uso teórico del
morfogenotípo. Por lo tanto, y en homenaje a la panúmnnia. sugerimos que las
relaciones enunciadas se resirinjan a las que existen entre propiedades obser­
vables.
^ I d o n es más reticente a reconocer la posibilidad de que factores exetusi-
vamenle ambientales, por ejemplo, la dieta, puedan explicar la relación obser­
vada. Sin embargo, Anastasi (1958) ha s e n a d o que 'La sobrealimonlación ha­
bitual lleva a U acumulación de tejido graso. interesante conagnar. en reU-
clon con esto, que la bibliografía reciente sobre psicología atiunnal, como así
Variedadrt áe ta teoría de ta penotudided 431

también sobre medicina psicosomática. contiene muchas referencias a la 'sobre-


alimcritadón psicológica’ resultante de la frustración y otros problemas em o
ciooales” (pág. 182).
Anastasi (1958) ha afirmado también que ”La identificación original de los
tres componentes temperamentales. . . puede íguaVenente aicstionarse a causa
de la inadecuación de los datos" (pág. 177). Se refiere a que en el oatudio ori­
ginal había sólo 33 sujetos universitarias del sexo masculino, y aunque ulte-
rionuente se lucieron íntentosi de revisar los 22 rasgos originales, el procedi­
miento para hacerlo dependió claramente del estudio urigini] y sus resultados.
La aportación fundamental de la teoría de Sheldon es haber mantenido en
estado público el hecho de que liay algún tipo de relación entre el cuerpo y el
temperamento; en la actualidad, sin embargo, no podemos asegurar su dilec­
ción. ¿Es que el cuerpo dirige el temperamento, o el temperamento determina
al cuerpo, o, más claramente, hay un proceso bidireccional cuyas interrelacio-
nes exactas no han sido aún descubiertas? Muchos estudios han determinado
que los jóvenes delincuentes son con gran frecuencia, mesornorfos (Glueck y
ülueck, 1956; Epps y PameD, V942; Gíbbens, 196.3). ¿Por qué tiene que ser
así preetsameme?
Aparentemente, el veredicto de la historia señala que la teoría de .Sheldon
ae debe emplear primordialmente para proporcionar estas interesantes notas
al pie de la página; sorprendentes relaciones intrascendentes eutee el cuerpo
y el temperamento. S hontz(l977) informa que sólo pudo encontrar cuatro
estudios entre 1968 y 1975 que relacionaban los samatotipes con los perfiles
de la personalidad. Q propio Sheldon publicó una sola ver., desde 1954, una
obra importante (Sheldon. Lems y Tenney. 1969). No es probable que la
teoría ^eldoniana despierte gran interés dentro de diez años* Hay, sin embar­
go. dos factores que pueden modificar este juído. El primero es que la Hafner
Publishing C<mipany reertitó cinco de las principales o b n s de Sheldon en 1970.
B segundo es t\ Inierés generalmente renovado en la genética de la conducta,
tal como lo demuestran el creviiuiento de la etología y la soctobidogía. Noso­
tros simplemente nos limitamos a poner en duda que la tipología de Sheldon
comparta ese resurgimiento.

LAS TEORIAS NEOANALITICAS DE LA PERSONALIDAD

Hay varias leonas de la peratmalidad, estrechamente relacionadas entre sí,


que deben mucho a la teoría psicoanairtica. Aunque de ninguna manera son
i^n ticas, m sindiitud en cuanto al trasfondo y al énfasis jtu tilk a su tratamien­
to bajo un encabezamiento único. El término neoanaíttico se u tíü ia para refle­
jar su marco rcrerencial báskamente psícoanalftico, así como las distintas mo-
dificaciooes que Introducen en ese marco.
ICaren Homey, Ertch Fromm, Horry* Stack SuDlvan y lletuy Murra>' desa­
rrollaron todos sus propias teorías de la personalidad como variaciones sobre
los temas freudianos, adlerianos y junguianofi ívéaae capítulo 8). En estas teo­
rías nuevas se destacan los factores sociales, coincidiendo en e ^ c i a l con Adter.
4S2 Sluemes y itorlat pticológicoii contempofóTtecs

Al dc&tacsr d papel de loa factores sociales, ha surgido una tendeoda conco­


mitante a restar in^ortancia a loa factores b io ló ^ o s. Bate relativo descuido de
lo instintivo aparta estas teorías de la teoría analítica freudiana y, porto menos
en el caso de las tres priitieras, de la teoría junguiana.
Los cuatro teóricos, y en especid SuQívan. han contribuido a Is teoría del
ñindonamiento dd yo. Bsta preocupación ha sido considerada como un punto
fuerte por los simpatizantes del neoanilísis; por otra parte, algunos freudianos
la consideran demostrativa de que las teorías neoanaliticas representan una ela
boración de la ttoría freudiana más que una contribución realmente original.
No importa cuál sea su originalidad birica, cada uno de estos tem eos ha dicho
cosas diferentes sobre la relación del individuo con su sociedad.

La ttoria social de Homey

La preparación y las contribuciemes de Karen Homey (1885-19.52) entran to­


talmente en el campo Jel pácoanálisis, aunque tlU representó una desviación
importante de la teoría pstcoanalíüca ortodoxa. De origen alemán, llpm ey es­
tudió medicina en la Universidad de Berlín y recibió su fm nución pscoanalíUca
en el Instituto Psicoanaiítico de Berlín, donde fue analizada por Karl Abraham y
Hans Shachs, y donde permaneció desde 1918 hasta 1932. Fue una de las prime­
ras en em í^ar a Estados Unidos. Cuando llegó, durante la Depresión, descubrió
que las neurosis de los norteamericanos no se gustaban al modelo freudiano; con
frecuencia concernían más a la economía que al sexo. Ese descubrimiento cola­
boró con Sil decisicri de dejar de lado los factores biológtcoi y dedicarse a los
factores sociales de la neurosis.
En Estados Uuiilos, trabajo como directora asociada del Instituto Fsicoana-
líUco de Chicago, enschó en el Instituto Psicoanalítico de Nueva Yoric, y ejerció
la práctica privada de h psicoteriqju. Sus esfuerzos por romper con el psicoa­
nálisis ortodoxo llevaron a !a formación de la Asociación para el Avance del Psi­
coanálisis. y el Instituto Americano de PsicoanáJiris. del cual fue decana.
Las preocupaciones teóricas de Horaey se reflejan en los títulos de tres de sus
uabqos sobre la teoría de la personalidad: Neurotk penom lity o f l w time
(1937), Our inner conflicti (1 9 4 5 ),/Aeuros» and human gnoiv/A (1950). Otras
presentaciones de su teoría se incluyen en Hew wayi m psychoanaiysit (1939)
y Self-analysis (1942).
La teoría social de Homey enarbola la bandera de la ansiedad fm íca. Fsic
factor esencial on la personalidad er *el seniímienio que tiene un nifio de estar
aislado y desvalido en un mundo potcncialmcnte hostil” (Homey, 1937, pág. 79).
£1 concepto de desv^idez no tiene aquí el mismo alcance universal quü le asig­
naba Adier. Genera una predisposición para el futuro desarrollo de condicio­
nes patológkas; no lleva a una lucha por la superioridad, sino que simplemen­
te acentúa una predilección por la seguridad.
£1 antbienlc liogarcilu y la estructura social de la familia merecen una má­
xima atención en la teoría de Homey. £ n su (^inión, la clave del desanollu de
la personalidad individual reáde en esa estructura y en la reacción del nióo
ante ella. La razón predominante para que se desarrolle la ansiedad básica a
Vartedódesde la teoría de te penonalídad 433

partir de las relaciones padres-hijo, es U ausencia de amor y afecto geouinos.


y esto puede rastrearse ca&l invarlablemenre en los pacientes neuróticos. Sin
embargo, debe tenerse on cuenta que Homey defliie cofUú uvurusts cualquier
desviación de la conducta norm d, eñeiente; el tótmino no se emplea en un
contexto patcdógico. a menos que así se lo indique.
El niPo responde a su ansiedad básica mediante el desarmllode aignnacsira-
t e ^ de conducta, las tendencias neuróticas, en un intento por superarla. Esta
esuuctura de carácter que surge de la reacción a la ansiedad básica iy no coiuu
sostenía Freud, de una frustración del instinto sexual) cx(dica los síntomas neu­
róticos. Homey sostiene que <1 trastorno sexual es el resultado y no la causa
de los ctxifUctos. Además, no es una compulsión a repetir basada en las expe­
riencias infantiles inmodifleadas, reprimidas (Homey. 1939): “No existe una re-
petíctón aislada de experiencias aisladas; la totalidad de las expeiicacios inlan-
tiles se combina para formar una cierta osUuctura de casicUt, y de esta estruc­
tura emanan las dlHcultadcs posteriores" (pág. 9).
El nüio desarrolla también un concepto de sí mismo idealizado, al internali­
zar los {tl^^les de aspiración y la ética de otros miembros de su cultura. Este
concepto re desarrolla sin atender a sus propias potencialidades o limitaciones.
Por consiguiente, cuando intenta realizar esos ideales es obstaculizado por sus
propias limitaciunes y por las que le impone la cultura existente. En otras pa­
labras, existe un conflicto básico, en la persona, entre la autorreaüzación y la
autoidealtzadón. El sí-misino Iselfi idealizado se transforma en una muleta pa­
ra la persona neurótica, quien llega a creer que ella es su cuadro idealizado. Es­
ta solución acarrea una reducción temporaria de la ansiedad, pero a la larga la
incrementa. Los intentos del neurótico por vivir en conformidad con su cua­
dro idealizado, irrealtsta de sí mismo, resultan en nuevos coníliclos y por con­
siguiente en mayores tensiones. El único conflicto real que reconoce Homey
es el de I» situación presente y las exigencias que plantea ^ individuo.
Los recursos utilizados por el in^viduo para enfreiUac sus cunfliclos (ten­
dencias neuróticas) son gencralrnemc icrealistas y Devan a cierto grado de con­
ducta neurótica. Pueden clasíficarK en dos categorías: I) loa que están arrai­
gados en el período temprano de dei^TTcUo áá niño, y que muestran una etio­
logía disceroible. y 2) los que constituyen una reacción a alguna tensión sí-
luacionaJ y son por lo general transitorios (Munroe, 19SS). Una vez que se ini­
cian estas tendencias neuróticas, se desarrolla un círculo vicioso. La ansiedad
causa la conducta neurótica original, que a su vez —debido a su inadecuación—
Deva aúna ulterior ansiedad que inicia otro ciclo.
Cuando una persona intenta hallar seguridad utiliza tres tipos de pautas con­
ducíales. Puede moverse hada la gente, contra eDa o alejándose de ella (Hor-
ney, 1945). Las necesidades fundaiiu;nude$ para estos tres tipos de conducta
son la de afecto, la de «itosuQcteocia y la de explotar • la gente. Según el tipo
de conducta escogido, hay tipos de penonaltdad correspondientes: sumiso,
agresivo y desapegado. Nuevaoienre, se debe tener cuidado de no suponer que
un individuo utOíza sólo un único tipo. Vacilando de una situación a otra, una
persona utiliza el üpo más eficiente para cada situación específica. Sin embar­
go, sí se utiliza siempre con e.xclusividad una pauta, eso es índice de neurosis.
434 üistemot y ttorlas psic<rii>gtcot conumporincos

El individuo sumiso confía en la otra gente, es ostensiblemente cariñoso,


amable y leal; las críticas personales le resultan devastadoras. La personalidad
agresiva se caracteriza por el cininno. la ñlosofia de la supervivencia Je los más
aptos y una independencia extrema. Kl individuo desapegado es perfeccionis­
ta, no es creador, y tiene escasas relaciones inKrpersoruües.
Homey destacó sólo dos de ios muchos mecanismos de defensa inc<m«:Ven-
tcY. la racionalización y la cxtcmalización. La racionalización la utiliza en el
sentido freudiano, excepto que la explica en «I contexto de su teoría social;
es decir, se relaciona con el organismo total y no con los componentes mstin-
tivos de la personalidad. La extcmaJización es un tdrmino más general para
la proyección; el organismo total participa en un intento de explicar externa­
mente lodo motivo y acción, y no solo los indeseables.
Homey era optimista con respecto a U posibilidad de evitar las reaedones
neuróticas, como tiende a serlo quien cree que los factoies sociales tienen una
importancia preponderante. Un hogar que brinde seguridad y amor asegura
contra el desarrollo de una estructura de carácter neurótica. Quienes, como
h'rcud, destacan los factores biológicos, encuentran más diftcfl ser optimistas;
si el conflicto se basa en factores hereditarios, el cambio sólo puede sobreve­
nir lentamente. Los puntos de visto más optimistas do Homey han sido bien-
veoidos por muchos, como un alivio del pesimismo opresivo implícito en los
supuestos freudianos ortodoxos, hila Intentó indicar el camino hacia familias
mejores, sociedades mejores y, a través de clla.s. personas mejores. A pesar
de su larga vinculación con el euttenainieuto de los analistas. Homey nunca
formó una escuda cohesiva de seguidores, ni tampoco sus puntos de vista teó­
ricos inspiraron investigaciones do manera directa Con el pa.so del tiempo, las
importantes contribuciones de Homey irán desvinculándose gradualmente de
su nombre y pasarán a ser parto del Zeitgeist general de la inícología.

fjí teoría dei “rtuedo a la fiócitad", de Fromm

trich Fromm (I900-1980) nació y estudió en Alemania. Estudió sociología


y psicología eii las univeraidades de Municli, Francfort y Hcidelberg, donde se
doctoró en filosofía. Su preparación psicoanalítica la recibió sobre lodo en d
Instituto Psicoanslítico de Berlín.
No se puede identificar a Fromm claramente por su afiliación con algunas
instituciones, aunque dictó conferencias en el fostítuto Psicoanalítico de Chica­
go y enseñó en numerosas universidades e institutos de Estados Unidos, des­
de 1933, año cíi el que emigró a este país. Desde 1951 se desempeñó como pro­
fesor en U Universidad de México; fiie también director del Instituto Mexicano
de Psicoanálisis. Según se dice, solía pa&ar algunos meses del verano en Nueva
había fijado tos reádencia en la ciudad de México.
Escape from freedom (1941), Man for himseif (1947) y The sane socieí/
(1955) las principales contribuciones de Fromm a la teoría de U personali­
d ad - probablemente hayan concitado m is atención inierdiaetpUnaria y pú­
blica que los trabajos d« cualquier otro neofreudiano.
Varhilodfi de te teoría de ta penonaftíed 4SS

Los intereses principales <ie Fromm se orientan a grandes segmentos de la


sociedad en la medida que aTocian al individuo (Fromm, 1955, 1961b). En rea­
lidad, Fromm admira m ái a Marx (Fromm, 1961a) que a Fruud (Fromm, 1959)
y coD igual exactílud se lo podría rotular tonto de teórico maixísta de la per­
sonalidad como de teórico Éeudiano (véase C. S. HaAl y Linázey, 1970, pág.
)30). Sin embargo, esta rotuiación íoo se adectia bien al sjríema de categori-
zación de la psicología norlcdnieiicanal
No importa cómo ac lo clarifique, Fromm cree que nuestras organizaciones
políticas no proveen ya la dirección fiime y el marco refcrencial s c ^ ro que pro­
veían cuando las unidades de organización eran m is pequeñas y la gente tenía
menos libertad para determinar su propio destino. Hoy se sufre un sentimien­
to de soledad insegura, engendrado por la falta de un marco referencia!; es de-
d i . la gente desea realizar sus potencialidades y desarreglar im sentimiento de
pertenencia.
premisa básica de Fromm —todo individuo intenta huir de la libertad y
regresar a una existencia más segura tuvo difusión pública a través de su fjc tg v
frorri freedom. La coadkwSn física del niño en el momento del nacimiento y en
los inmediatamente posteriores hace que $u supervivencia dependa de su medio
co general y de su madre en particular. Pronto el niño se desvincula de sus pri­
meros aJrededoies posnatales, y gradualmente alcanza más y más independencia.
Sin embargo, carece visiblemente de la cantidad de fuerza necesaria para au­
mentar su independencia y contender con los elementos de ta sociedad. Ade­
más. sólo el ser humano tiene la capacidad de razonar e imaginar, y con la ad-
quisicióa de esta facultad ha perdido la capacidad animal de reacciemar instin­
tiva, íntima y directamente a U naturaleza. De modo que se encuentra en una
p<»ición única: está separado de sus semejantes por condiciones políticas, y del
resto de la naturaleza por ser humano. Su primera reacción ante esta situación
es un intento de recuperar su fonna anterior de seguridad. Al encontrar que es­
to Ci fm cam tüte im p o íaiey socíabnente ineficaz, intenta otros medios. Las dos
soluciones más comunes son el úutoritarismo y el humanismo.
Definido en un sentido amplio, e) autoritarixmo es lo que impone externa­
mente un conjunto de principiot a la sociedad. Puede ejemplificarse con un Es­
tado totalitario, una dictadura, o la creencia en un ser supremo. Esta sohici^
es inadecuada porque no permite a los individuos una oportunidad de realizar
sus potencialidades. Se movilizan entonces la frustración y U hostilidad contra
las condiciones impuestas.
Fromm cree que el humaniímo es una solución mejor. Todas las realidades
de la vida humana tienen U oportunidad de dcsarroDarse a través del amor al
Kmejame y U cooperación mutua. En una sociedad humanista, todos serían
hermanos y nadie estaría solo.
FscKnm iódnfificó cuatro maneras de escapar al ríalamiento y la Inseguri­
dad prevalecientes en la sociedad moderna. Se refiere a ellas ccano tipos de
orientación, o de relación Son el tipo tcceptivo. el explotador, el ahorrativo
y el luercantilista. Nadie mamllesta una orientación pura. Sin embargo, es
poriMe que un tipo subordíue a los otros.
La orientw ito receptiva (Promno, 1947) '*5© encuentra frecjenieutente en
4H Stíttmas y itoriat pslcoidgtcoí coniemporáne<?a

soctedade» en Iss cuales el dcredto de un grupo a explotar a otro eu á estable­


cido fínnemeote'* ^ á g . 79). Loe indhrkluos con este tipo de orientación sacri­
fico) todo para mantener su identificación con el grupo o eJ Ifder. B^^ran re­
cibir algo gratis, y cuando ocurren adversidades son extremadamente rebeldes
y agresivos, manifestando conductas simihues a las de un chico mimado.
La f3o»uíía de ^'la fuerza hace e) derecho” caracterúa a los individuos explo­
tadores. El valor que ellos acyudictn a un objeto es directamente proporcional
al valor que los otros adjudican a esc objeto. No sentirían ningdn remordimien­
to por tornar iJg^o objeto por b única razón de que c^to lo aprecia mucho.
La oiieatación ahorrativa es como se podría esperar: frugal, pobre y misera­
ble. La seguridad se evalúa en función de la riqueza física tangible.
La última orientación, el ineicautilismo, es relativamente nueva y está en re­
lación con ti advenimknto del capitalismo moderno. Aquí el ¿nfasis se centra
en objetivos superficiales. Ules crmio mantenerse al nivel de loa García, y el
asenso social
Fromm (1964) agregó posteriormente el tipo biófílo, enamorado de la vida.
Si el amor a la vida se frustra, la persona puede convertirse en necrófila (atraí­
da por la muerte).
Tal como está la sociedad actualmente, es absolutamente necesario desviar
al mdivióvio para satisfacer las necesidades de la sociedad. Aunque siempre el
hombre tendrá que adecuarse a la sociedad humana, hromm deposita sus e ^ -
Tanzas en una sociedad que de a cada individuo una oportu n id ^ para dc&an-o-
IJaisc como criatura humana plena. Fromm ha denoinjxiaüo ■ su sociedad Ideal
sociaíismo comuniario humorista. Su enoime inrerés en el desarreglo de tal
sociedad, nacido en parte a consecuencia de su propia fuga <bl nazismo, lo ha
puesto a la vanguardia de la ciencia de la psici^ogía, que sólo ahora está expe­
rimentando su óespettai social. Toóa concepción óel ser humano implica tam­
bién una concepción del tipo de sociedad en b que el hombre pueda vivir con­
fortablemente. Hemos visto ya el intento de Skinner de especificar la natura­
leza de una sociedad utópica, y su empeño por indicamos cómo ir ^ á s allá
de la libertad y la dignidad*'. Pocos psicólogos han dedicado un porcenti^ tan
alto de sus esfuerzos a especificar la significación de la política para las personas
y de las personas para la política, como lo ha hecho Erich Fromm. Una de nues­
tras tnískuies deb erá ser estucas tsU pToUema,y Fromm ha intentado sefialar-
nos el camino.

teoría de la "presión-necesidad'’, deMurray

Henry Murray (1S93- ) fue un biólogo productivo y de preparación rigu­


rosa antes de dedicarse a la psicología. Sus títulos académicos incluyen una li­
cenciatura en historia, en Uarvard, un dnetosado en medicina en Lolumbia y
un Mauer en biología, en Colutnbia. Luego completó un internado quirúrgico
en el H o^ital Presbiteriano de Columbia, enrefió físiologb en Harvard, diri­
gió investigaciones embriológicas en el Instituto Rockefcüer para Inveithtacio-
nes Médicas, y más tarde viajó a lo^alerra para doctorarse en bioquímica en
b Universidad de Cambridge.
VarteúoJcf de la teoría de ta perso»aHdod 437

Mientras estaba en Eurc^a, un contacto con Jung modiñcó dramáticamen­


te el interés de Murray, orientindolo hacía la psicología profunda. Poco des­
pués ocupó un cargo como psicólogo académico en Harvard, donde duigíó la
Clínica P sicoló^a. Se alejó en uso de licencia para trabajar con la OHctna de
Servicios Estratégicos durante U Segunda C u em Mundial, después de la cual
legieió 8 Harvard como profesor de !a Clínica Psicoi^ica anexa, donde per­
maneció hasta su retiro como profesor emérito en 1962. Murray recibió tu ca­
pacitación psicoanalítíca bajo la direceitei de Franz Alexander y Hans Sachs;
pagó su deuda aJ psicoanálisis colaborando c<m la fundación de la Sociedad
Psicoanalítíca de Boston y estimulando un amplio interés en la investigación
psicoanalítíca entre sus discípulos. C. S. Hall y Lindzey' (1970, pág. 166) la­
mentan que no se hayan ctmaervado los conversaciones de Murray, puesto
que en su obra publicada no se recoge toda la riqueza de Su pensamiento ni de
su contribución. iVeremos, sin embargo, que sus coolrihuctones publicad»
son considerables! Murray, al %ual que otro rebelde, Gordon Aflport, recibió
las dos más altas distinciones que ccmfierc la profeaiún: ei Premio a la Contri­
bución Científica Distinguida de la APA y la Medalla de Oro de la American
Psychologioal Foundation.
EJ Test de apercepción temática (5943), detarrollado por Murray. ha llega­
do a aer una de las herramientas empíricas más ampliamente utilizadas por los
clínicos y los teóricos de la personalidad. Su principal trabajo teórico es £xpío-
ratiom m penconatííy ( 1938). Sin embargo, Asiessment o f men {Office o f Stra-
legic Services, 1948), escrito como resultado de su trabajo en la Oficina de
Servicios Fsrratcgicos durante la Segunda Guerra Mundial, está también con­
siderado como una contribución significativa al área de la evaluación de la per­
sonalidad. Como línea intelechiaJ lateral. Murray ha estudiado durante veinti­
cinco anos al escritor Hermán Melville, y publicó un anáUris (1951) del signi-
fícado psicológico de la novela Moby Dtck.
No se puede leer a Murray (por ejemplo, 1959) sin recibir la impresión de
que ie preocupan proñindamente las nociones de proceso y crunpo. Pero Mu­
rray está demasiadio bien rodeado como para negar la importancia de un enfo­
que controlado y reductivo de la pricología. El enfoque teductivo es ciertamen­
te ex tn h o a Ja naturaleza de Munray, porque él percibe vividamente 5a& hile-
racciones que ocurren entre todos los procesos que constituyen un sistema.
Para Murray, como para el guestaltista, el sistema es la unidad a estudiar. Sólo
los sistemas conservan sus limites y ofrecen la esperanza de esa estabilidad
que es tan rara en la naturaleza pero tan necesaria para el estudio científico,
^ g ú n Murray, la ciencia no opera primordíalmente con estructuras eatabies,
sino coQ prucesus que puedan, con alguna probabdidad, ser predlctibles.
ha dkh o de ai twjbtio 0 9 5 9 ); •'Pero en ningún momento, para dis­
gusto de mfe amigos, fui un buen jungulano, un buen frvudiairo. un buen adie-
ríano, o un buen erudito en alguna orientación'' (pag 13) A pesar de su iode-
pendencia de pensamiento, Munay está próximo a Freud en muchas actitudes
básicaa. así cuanu tambiéti en algunos detalles de su teoría. Dos de estas acti­
tudes son: la creerKia en la gran ropodancia de la historia temprana del orga­
nismo, y el énfasis en los procesos fisíológicox que acompañan los sucesos de
•4J8 Síttemas y teor/ts pskológieot efmifmporáneot

la conducía que imcrcsan al psicólogo. Muiray scopt* más que Frcud Jos cam
hio» de personalidad por acontecimientos posteriores. Sin em b alo , reconoce
la posibilidad de que los efectos de Iss expcrícnctai infantiles puedan ser tan
g ra d es que lleven a complejos diversos en la adultez. Respecto del punto
filológico, Muiray coincide con Frcud al reconocer la independencia de la
ciencia psicológica respecto de la fisiologia. señalando al mismo tiempo que
hay una relación de dependencia necesaria entre los dos tipos de sucesos: sin
prr^cesos fisiológicos, no puede hobct procesos psícolúgícod. Todo proceso cons­
ciente particular ae accanpaña skmpre de alguna particular cunGguiiclón domi­
nante de los procesos cerebrales.
Otro tema de la te o riz a d ^ de Murray es su clara y recunenle formulación
de que los conceptos de su leona son constiucctones. entidades hipotéticas, y
no realidades. M u ir^ no cree que insertando un nombre en el flujo del proceso
se pueda hacer que éste se o se comporte como una estructura conveniente
y tratable para el cienti'fko. Murray es más bien cl tipo de hombre que constru­
ye un mapa transparente c<m toscas lincas y sombreados, a través del cual pue­
de ver la realidad de una manera más conveniente; construye y reconstruye sis­
temas de clasificación, analiza y reanaliza los procesos a medida que au compren­
sión se va enriqueciendo. Su teoría es una herramienta y una descripción.
Murray ha presentado una de las más elaboradas taxonomías de las necesi­
dades (19.18). No intenta hablar de las necesidades como cosas aisladas dei con­
texto de la conducta Aunque las necesidades ae relacionan con estados inter­
nos. se lelaciunan también con la presencia de estímulos e.xtemos valorados que
impelen a la acción (preaimcs). La necesidad dirige la conducta hada los ob­
jetos que pueden llevar a un estado deseado; aunque este estado puede a menu­
do implicar la reducción de la tensión, a veces puede implicar un aumento en la
tensión. Murray no cree que la persona normal busque siempre el adormecimien­
to de la no tensión. La mayor parte de las necestdfldes tienen como acompañan­
tes ciertas emociones y sentimientos.
Murray ha redefinido el término freudiano vaifxia, utilizándolo para deacri-
hir los objetos relacionados con una necesidad; un objeto puede tener una cate-
xia positiva o negativa, de acuerdo con su capacidad para presionar al individuo
hacia respuestas de acercamiento o eviración. Lo que el individuo sknte por el
objeto le llama sentimiento. La catexta y el scntimienlo se refteren por lo tanto
a la minna relación entre persona y objeto; la primera es aplicable cuando nos
interesan las propiedades del objeto, el otro cuando uos interesan las de la per­
sona. De este modo, Murray ha subdividido el coni^epto freudiano de caie.xin en
dos panes.
Las necesidades están imenelacionadas, y también enclavadas en procesos en
curso. Algunas necesidades son subsidiarias de otras necesidades supcr<Hdína-
d ts más Róbales, y la satisfacción de una necesidad subsidiaria no es una satis­
facción en sí misma sino en la medida en que representa un paso hacia ia satis­
facción mayor. En el individuo pueden ocurrir diferentes neceádades al mismo
(krnpu. lo cual engendra un conflicto; una de las necesidade.s será o devendrá
más fuerte, en cuyo caso ac llama y demandará satisfacción antes
de que se pueda atenóet a las neceádades cemcurrentes.
Variedteht teoría de la penoaatided 4S9

En estrecha relación con un* posible necesidad de aumento de ia tensión, Mu­


rray describe dos tipos de necesidades que no implican un efecto de tipo thomdi-
kiano. Agrega, al tipo de necesidad de Thomdlkc, laa mctskiaden de proceso y
las necesáadcs modaks. Las neceádades de proceso son necesidadei de hacer,
como la del adulto que ncceata hacer ejercicios o el niño que necesiU btíb^icear.
Las neceñdades modales son neceádades de períeccionar alguna conducta,
y su única difetencia reiq>ectó de las necesidades de proceso radica en que im­
plican la necesidad de mejorar.
El enfoque acabado con que Murray trata las ncceadadcs se refleja tam­
bién en su « am en exhaustivo de las unidades de conducu significativas. En-
oientra poca utilidad a una foimulación tan molecular como la de estímulo-
respuesta. Su unidad más analítica es el proceder, una interacción que impli­
ca a una persona y un objeto o a una persona y una persona; la Interacción de­
be ser k> suficientemente prolongada como para tener un significado dinámico.
No es necesario que el proceder sea manifierto; puede ser un ensueño dhimo
o un plan.
Los procederes pueden reguirse los unos a los otros coherentemente, en
cuyo caso constituyen otra unidad, una serie. La serie incluye el pUneamienio
y la orgauización, y su naturaleza impone dirección a los procederes que la cons­
tituyen. Un matrimonio es un ejemplo de serie. Los procederes, y por lo tonto
las series, se pueden superponer y entremezclar; todos nosotros nos coroprome-
temos en muchos esfuerzos en un solo día e incluso en una sola hora.
Otra de las unidades conducíales de Murray es el thema. Pone el énfaris en
la presión y la necesidad que detennína la conducta en cuestión, y por lo tanto
es una unidad m is analítica y teórica que el proceder, que por su parte es más
de.wriptivfí. El thema. como el proceder, puede citar organizado scrialmenfe;
llene una extensión menos prefijada que el pfoccckr. y puede persistir a lo l u ­
go de un período más prolongado.
.Asimismo, se puede constferar como unidad de conducta el programa aerial,
pero aquí el énfasis está puesto en los planos del individuo. £1 individuo puede
planear una meta vital, por ejemplo el u'tulo universitario, que incluye una can­
tidad muy grande de submetas antes de que pueda ser lograda. Una submeta
puede ser. por ejemplo, ^ ro b a / un curso.
En su ttoría de la personalidad, Murray antepone el reiÜamo a la precisión,
la creatividad a la coropidsión. Aunque muchas de sus ideas son báricamente
psicoanalíticas, es un pensador que no (eme modificar o innovar (oda vez que
cree que las pruebas están a su favor. TambléD ha diaeñado nuevos métodos pa­
ra obtener testimonios, como se puede apreciar en su Tevl de apercepción te­
mática tTAT) (1943) y en el ingenio de su trabajo en tiempo» de guerra^ eva­
luando hombres para misiones especiales {Assessment o f m tn, 1948).
C. S. Hall y Lindzey al evaluar la teoria de Murray y sus investí-
aacioucs, lo consideran un tanto fuera de época: “Hay mucho de poeta y poco
^ poMtivista en su naturaleza** (pág. 205X Murray nunca demoauó un gran
deaeo de estar a tono con lo época y ha tenido suficientes tecunoc independien-
tei. de modo que na le ha hecho falta estario. El haber adherido a punto» de
440 Sintmaa y teorías pticoíóffcot conieTnporáneos

vista impopulares puede haber contribuido, como di pensaba, a que tuviera que
esperar hasta los cincuenta y cinco años para alcanzar la inamovilidadenel car­
go. De todos modos, en los ültimos tíeropor le preocupaba la posibilidad de ha­
berle vuelto demasiado respetable (1967): ni debido tiempo, la práctica de
la intiuspección y el concepto de fuerza del motivo, formas ligeramente
modificadas y disfrazados con nuevos rótulos, volvieron a ganar, subrepticia­
mente, su respetabOidad perdida; y después de la Segunda Guerra Mundial, la
(eorfa fieudiana en su totalidad invadió vastas áreas de la psicología nortea­
mericana, tal como Napoleón invadió Europa. . . Munay se encontró ocupan­
do una posición de incómoda re n ta b ilid ad ” (pág. 295).
Detafortunadantents, oí aquieta la atracüvi jKÜíiíd iconoclasta de Murray
ni lo peituasívo de sus escritos inspiró muchas investlgaciuues que pusieran a
prueba su teoría. Esto uontrasta de un modo absoluto con el hecho de que su
Test de apercepción temática haya sido empleado literalmente en cieniofi de
experimenios. ¡Al menos su concepto de thema ha demostrado su valor heu-
nstico! Sin embargo, de no disponerse pronto de más investigaciones relacio­
nadas con su punto de vista general, nu debemos en e ra r que continúe duran­
te mucho tiempo el interés d e b i t a d o por el concepto de personalidad de
Murray. Cotxtni (1977b. pág. 410) informa que Murray está trabajando en su
teoría, sin embargo, y una obra de importancia podría infundii nueva vida a
su sistema.

La teoría iníerpersonal de Sullivan

Han>' !>taclc Sullivan (1892-1949) fue primero y ante todo un psiquiatra; aun­
que es innegable su contn'bución a la psicolo^a a través de su teoría de la
personalidad, fue también un influyente politícc^ogo y educador. De<q)ués de
graduarse en Chicago, Sullivan fíie médico oficia] «u el Consejo Federal de
Educación Vocactonal. Posteriormente se adscribió ai servicio de Salud Pública
de los Estados Unidos, al Hospital Saint Elizabeth en Washington, D. C. y a la
Escuela de Medicina de U Universidad de Maryland. donde dirigió investigaciones
sobre esquizofrenia.
Como politícólogo, SuQivan fiie consejero del “Sclcctivc Service System” , y
del Proyecto de Tensianes de la UNESCO. Ayudó a planear el Congreso Intema-
cim al de Salud Mental. Díripó tambiénP^chiatry. uru revista cuya publicación
fue estimulada fundamentilinente por la necesidad de dar a publicidad su teo­
ría.
El neuropsiquiatra Wiliiam Alansun White ejerció una influencia permanen­
te sobre Sullivan, qukn poeteríoimente flie pieddente de la Fundación WllUam
Ahmson White y creó y dirigió su institudón formadora. la Escuela de Psiquia­
tría de Washington. También pueden discernirse en la teoría de Sullivan las in­
fluencias psicoanalíticas de Si¿nund Freud y de .Adolph Meyer. Sullivan publi­
có sólo un libro «n el áma de la teoría de la personalidad: Conceptions o f
modem p^chiatr)’ (1947). Después de su muerte, su influencia creció; se han
publicado desde entonces cinco libros basados en sus notas y conferencias gra­
badas (Í955. Í9S4 ,1 9 S 6 ,1962, 1964).
Vtmdaiies áe la teoría de la penotuUidoU 441

La leona interperaunal Je Sullivan es menos exüuaívanienie analítica que la


de llom ey o la de Fromm. Aunque Sullivan reconocía su deuda intelectual con
Freud, su teoría reconoce un paiectdo más próximo a la d« Adler Gran parte
del pensamiento de Sullivan se relaciona con hombres que tienen uo enfoque
no analítico; por ejemplo. Wflliam Alanson White, A dol|^ Mcycr y Gcorgc hier­
ben Mead. Además, la lelacite más próxima de SuUivan con la psiquiatría y
con ios académicos (particuiarmente cientffícos sociales) ha resultado en una
mayor aocptacito de ni teoría y puede tener algo que ver con su enunciación
más completa (SuUivan. 1953); estos rasgos de su teoría, a su vez, han estímula-
do más investigaciones clínicas.
Sullivw (1953) define la personalidad como "la p a u u relativamente durade­
ra de situaciones ínterpersonates que se repiten, que caracterizan a la vida huma­
ne’* (pág. 111)- Bato es, la considera como una variable intervinientc inferida de
la conducta del individuo en relación con otra gente y con objetos. La perso­
nalidad existe lólo en las relaciones interpersonales, ie sigue que la personali­
dad no puede estudiarse a menos que estén interaciuando más de una persona,
aunque una de las personas puede no estar ffslcamente presente. Las interaccio­
nes de uoa persona pueden ser con una imagen, un sueño, un personaje ficti­
cio, etcétera. Sullivan no rechazó por completo las tafluencias de la herencia
y tos factores brológlcos; de hecho, reconoció su importancia durante la infan­
cia y U pubertad. Propuso una jerarquía de nccetidadet fuiológicas que pro^^>•
can tensión, la cual debe disiparse satisfaciendo las necesidades. Sin embargo,
sostuvo que las características distintlvamcme h u n d a s se desarrollan Interper-
sonaimente, y pueden afectar directamente las necesidades físioló^as.
SuUivan afirmó que en el desairoUo de la personalidad se manifiestan tres
procesos; el dinamismo, las personificaciones y los procesos cognith'os. Un di­
namismo es una pauta de conducta prolongadLa, que se revela en relaciones tn-
terpersonales características. Los dinaminmos cuelen describirse también Ccroo
dasea de hábiícs o ni^os de personalidad que caracterizan a un individuo;
un iudividuu puede musitar uii dinamismu de boscífidací o de am igad hacia
cierta gente, según sea su conducta habitual hacia esa gente. El dinamiano dcl
sf-lnisno [se¡fl es U imagen del propio individuo tal como éste la percibe a tra­
vés de sus interacciones sociales.
Las personiñcacionei son imágenes que tierren los mdividuoR de la otra
persona o de ellos m isnos A menudo son productos de su infancia. Si se c<m-
servan intactas como para influir su opinión futura de la kcuIc, k {laman per-
sonificaciones eidétlcas. Un ejemplo podría ser la actitud ^ un chico hacia un
padre dominante; esta penouifícación podría influir sobre las respuestas ante
otras figuras autoritarias. Sin embargo, cuando una imagen ocurre solamente
en conexión con uoi rítuación particular, se utdiza ünicamente la palabra per-
sunificadón. Un eslereutipo es cualquier personificación que sea mantenida
por un grupo de gente. Es interesante consignar que, en cierto rentído, esto
constituye una vendón socializada y consciente de los arquetipos de Jung.
Los procesos cc^tllvos re subdivíden en tres clases: protoláxkos, paratáxi-
cos y sintóxicos. En el modo prototaxico. el irxlividuo üjmplemenre experhnm-
ta de una manera directa, sm relacionar los sentimientos en si ni adscribirles sig-
442 S itie m a s jr tv<jr{as psfcfl/jigrcoj t:s}títem f>Ofúneos

diñcaio. No se diferencia da iü qjc se ha Uamado urg '"eoiriiciilí de concien.-


cíB**; IíkJos los peiisainkntos, visiones, ideas, sensaciones jh percepcioneB qiie
□cunen en cualquier momento dudo. Eslo es seguido por el modo paraláxl-
cíj, en el cual el Indiiiduu reladonLi sus ejiperlcncias a medida que ocurríii y
sin atender a sus fialacioíies lógicas; relaciones causates en lie sute sus y e^pe-
ricflcfas no relaLtUinadúa, L oe reJacJoiies Ió^ oí au logran en el modo sinláxko,
iDEdiMLie el empico de tíirtbolus vaHdadoi coTisemmaifítenfá. La validación con-
aensual es un concepto suUívaniann que alude * cualquier símbolo al cual se
hs adscripio un stgniñeadn p a r t i C E i l a r qu? bo7ü de acuerdo entre una cantidad
de personas. Se utiliza priiidpíJjiiejite p a r a Ja cDmunicjcifin, y las palabras
cottstiluycn el cjcmploiitiscQrinin de estos sílttihtiloi.
Sullivan propuso seis estadios en el desarrollo de! individuo. Estos siguen
apro^thiiadameote los LneiimientOíS de Jos grupos de ed^d cornsispoudientes a
niveles de maduración. Sin embargo, Is rmpuftancJa de la madumcíón se lími*
ta u csptieitar al individut) para alcaruiar im nuevo y superior nivel de relaciones
inisipefionaies- SuDivan nuUJ s|ue cii el desajroUo del indlvldiJO se bate evi­
dente que cicrtjij entidades están fuem dtíl rcirto de su conciencia. Para cll.o
Se pueden proponer itts rajónos fundainentalea: desatención selectiva, diso-
ciación y diatorsióri paraíáxica, La desá(eneÍQii selectiva ei stómplflnwuíe el no
querer percibir en el ambiente inmediatn aquello que contradice las propias
cieuucias. La dij-ocianióii se aproxitiia a lo que los fieudiajios Damui repre-
sióii, La distünión paiatáxJca ocurre cuando los aigiiiílcadoa perstmales y au-
natas dfil individuo, mía que los aígnificadoa vahdadcn Eodalrncnto, se incor­
poran 4 uTi símbolo e influyen sobre Su pcjisamiento..
En suma, SuFlívan sostenía que el individuo flinciona porque necesita sl-
canEsr la satisfacción; sus necesadadei básicas no son instintivas n biológicas,
tum o aürmaba Freud, sino que se basan en las interaneíonos con la gente.
La teorfh Je Sullivan no stiseitó muchas críticas. Muchos libras sobre las
teorffts Je la personalidad en Jos que m Oipone la teoría suifivankiiü no in­
cluyen critica alglina coAlra isla Ipor ejemplo, C. S. MaU y Ljhdaey, IU70;
Levy. 1970; Maddi, 19tí8}, Las c\pc.deneJas antieTinrEB con teorías que ea:a-
parcm a la crítica debcfíaji despenar U auspicacia de los lectores eaperimen-
ladcs; cí probable que tales teorías no coniengan nada susceptible di: ser puesto
a prueba o que no digan nada de particular ifilerts. Por eicrto, el ilstema de
Siillivan no contiene rasgos ínsólitarnente conspicuos (como la envidn del pere>
que ínvíLíban a la crítica en otros sistemas coma t! de Freud. SuUivim íecot-
puió asLuismo opiniores oríginalmeitte antagónicas a su sistema, y eso tai vez
Itaya niitigado las críticas. Sin ernbfUgü, coiisideramos muy factible qtiE el in­
terés hacia la teoría de .SuHívaíi simplemente vaya perdiendo fuerza, Nunca
huho un verdadem programa de Investigación empírica relaciün&do cofi la teo­
ría, y no hay razón para eqierar (|ti<; eso cambie ahora, cuando ya hace treinta
aflos que Sullivajt lUurió; no tuvo un grupo de devotns Begiiidores i|Ue conti­
nuaran su tribaio, aunque no hay duda de que m udioi fheron influidos poi éL
En suma, Suilivari ayudó a a ^ g a r la lüniejisióu social que Je faltaba a la
teoría bisicomente biológica de Frend. Fue el dnlca teóiíco pajcológico sociaJ
de su época que eitteudiiD las etapas del desflrroUo de Frtud hasta mái alJi de
T
yerieduíi^l de U tarrie ífc U pertortílüátíl 44Í

la puborfad. Al igual que otras cnncepcianes de la personalidad, Ja de Süli-


van 3CPS3 defectos en las ateas de la especifiddad y en lo que a lo cufErpleto se
íefieie. Fue, iln embargo, un Bedritu lelutivameritc integral que ejerció una
significativd icñucjisia. Su fuerza radicó e r que pudo reooncíliár lo que Fieud
decía con lo que habían estada dJctendo los Icódeos con orlcnlicíón social.
Su inOuencia seguirá sdvirtíiíndose en el trabajo de loa teár^o* de la peraona'
üdad c™ oiientiición cngnltiva y soc«]. El destino probable de la teoría de
SulTivan fue expresado cüü patetiano por C oiíirl (1977a>, quieii La caliñca
entre las teorfaj dignas de atención, pero para las que no se dispone de es­
pacio su fklcnbc.

LA TERO j RA FUERZA; MASLOW Y ROGERS

Abrabam MaaJ.ow icAxijació doa puntos de vista que liabísr predotnitiado


como doKíipciane» dnl Ser huiuanoj el □bjetivú', coriductal, mecaiúcista, y el
enfoque psicuanalítien freudtano ortodoao. Agrupó después un conjunto de
otros puntos de visiai bajo d nombic gcndiico de " tercera fuerza” tUfeian-
ciándola de las dos ajiterloies en varios sentíúua. Para abreviar denominiire’
moj a esta entidad de Madow "piic elogia T F ',
La psicolGgía TF fue Influida por díveiflis líneaa de dEsajTolio anteríoresH
R1 TTjstno Maslow reconoce las iniluejijCias de Goidstein, Fieud y di su pro­
pia foTiiiaciün experimental en la UnlversidBd de Iñíisconair. Sir embirgn, cuan­
do se Irabla de Jas Cüriicntea que üuuvcigen ejt la psicología TF, las ues que se
mcucionan Con mayor frecuíncia *on el huTrtniL3ino,la feDginenologfuy eJ exia-
(enciatismo. tín wnsecueneta, exudmariíinirs sudutajinents cada nfm de estas
corriBJitPS precursoras antes de pasar Q describir somenmenie Jas conlTÍb'uciü^
nes dtj nuestros dos ejemplos de paicólogoi Tb\
Para los fenamenólogos, la pilmiera cuestión era la naturaleza dsl ctmoci-
inJcnto humano. Por ]o tonto, se puede decir que sus intereses son fundamen­
talmente epistemológicos. Edmirad Husserl 11859-1938) y Martin UcJdc.gger
{1SS9-197Ó) aitrmaron que ia concioncia humaua era decisiva para el conoci­
miento. Su desarrollo ílosófico fue uñ ataque al probleoti de cómo enfocar
los fenómenos de La conciencia a fin de u é ^ i a u n cnnociinfcnto correcto.
El método fennmenológjco considera que los JbnótneDDS de la conciencia es­
tán mes allá de toda duda; pueden no damos Infoíauacióit cumiuta suire al­
go, peto no deben ser cucaEioDUdos cu sf mismOD.
Por talos motivos debe isiultai evjdíntí que la ftnornenologi'i prcívíeiw [fe
Li Elosofía y que posee uji l i i ^ desarrollo histónco previo a Hiiaseil. Nos be-
mcis encontrado con lite acartes y Kant, dos lUósofoi que fundaban el conoci-
miento en una base expcriiueiiiaJ, y Berlíelny, que equiparaba el sor y la expe-
nencia. llu jitrí fiie discípulo de Brentono y de Stumpf^ y su ferromenalcgta
deriva pardabneatE de sus enseilanzas. Lar cqntribucñDes de Htiised y Heide-
ggeT abate an la daboíación detallada de los red Lodos y las coasesuericiaE de
la fenomeenlcigía. Hemos visto que la psicología de la Geslaii era más fbEiGine-
444 Sitícmas y Jeoriia p s ic d ^ c o i eonumporimnu

no}6glct que ta psicología imroepectiva de Wundt y Titchener. Los guestaitii*


tas em j^aban un cofoque compatible con el de Husserl cuando inteotaban man­
tener fu estudio de la experiencia tibie de pieconcepios. Husserl deseaba lograr
la pureza en lu descripción de loe fenómenos utilizando lo que denomina n -
ducción /enomenoiógica. Se supone que la reduccitei requiere que el observa­
dor describa la cunciencia y no el mundo extemo. Esto parece una discusión
dcl error del estímulo de Titdrener, pero, por supuesto. Husserl cscaparút ■
cudquier suposácíón de que los contenidos de }» concwKia 4^t>kran se/ ana-
Ibados.
Muchos han puesto en duda que se pueda alcanzar la reducción de Husserl;
incluso Hejdegger la rechazó. Oentro de la tradición fenomenológica no se ha
cesado de debatir respecto de cómo se deben tratar loe fenómenos; pero el
acuerdo ha sido total en tom o de que los fenómenos debün ser tratados. Y real­
mente es todo lo que hace falta para esta expostcíón.
La fenomenología se proyecta en el existencialismo. Todos los existencia-
listas ion fenomenólogos. pero no a la inversa. £1 interés del fenomenólogo
está en el conocimiento humano^ el def exístencíaiísta, en las consecuencias
que tiene ese conocimiento sobre la acción del h<mibre. En consecuencia, só­
lo aquellos fenomenólogos que siguen a loe e.xistencialistas mucho más allá
de la epistemología pueden llegar a ser existenciaUstas.
Sóren Kieriregaard (1813*1855) suele ser mencionado como un pionero en
el desarrollo de la filosofía existezkial. Estaba profundamente interesado eo los
problemas planteados por la existencia humana, sobre todo en el conflicto
que plantea el deseo humano de vida eterna y la conciencia de la propia morta­
lidad. Esto lo llevó a una reflexión sobre el temor existencia], que ha sido un
concepto clave para los exlstencialúias posteriores.
Heldegger combbtó y transformó los puntos de vista de IGeriregaard y
Husserl. Su obra Sein und Zeit (1927), de enorme influencia, coadyuvó a intro­
ducir el existencialismo en la psiedogía y la psiquiatría (Miaiak y Sexton, 1973).
Heidegger sugiere que los seres humanos pueden alcanzar una existencia “ au­
téntica” sólo deq>ués de haber tomado plena conciencia de la inevitabüidad
de su propia muerte y su retom o a la nada.
Jean-Paul Sartre (190S*i981) es uno de los existencialistas más pesúnis-
m , ademii de ser quizás el mejor conocido. Su examen del significado de la
existencia humana en L ’E tre et le néani (1943) lo convenció de que no tenía
tignificido. La gente es absurda, el mundo es absurdo y no existe EHos. Sin
embargo, U gente tiene libre albedrío; en realidad, está condenada a elegir, y
en esas elecciones se crea a sí misma.
No debemos dar la impresión de que el existenciilisno es foizosainente
pesúniita o ateo. Presumibimente aquellos que encuentran razones para el
pesimisno en los fenómenos serán pcaimistai. y los que no las encuentren no
lo serán. Medow (1968) ha hablado de existencialistas que afirman y de existen-
cíafísfis que nñsg;im; las dos variedades son, por cierto, poathjidades lógicas
Hasta ahora, las muestras existentes tienden a ser algo sombtías.
La tercera corriente en la que se nutre la TF es el humanismo. Su tenden­
cia es a ser tan optimista como e) existencialismo es pesm ista. El humanismo
Varitdúdet d e ¡a teoeie d t ta pertonaUtktd 445

ha sido una antigua y difundida fHosoíía cuyo dogma principal es que el ser
humano constituye el centro de interés de nuestro universo. No inlentuno*
reseñar su historia cuma movuníeato. El humanismo ha reconocido que lacón-
ciencia parece ser una de las características más distintivas del ser humano. Por
consiguients, esta tercera corriente coincide con las otras dos al enfocar su
atención en los fenómenos de ta conciencia y su significado para la gente.

Ei humanúmo dttMasiow

Abraham Maslow <1908-1970) fue el principal responsable de que los intere­


ses de la psicología se hayan vuelto hacia la Tercera Fuerza, al menos en Es­
tados Unidos. Fue entrenado como ptícólogo investigador en Wisconsin, con
Hailow. y comenzó su vida profesioiuiJ como conductista. Aunque más tarde
abandonó el ccMiducUsmo, nunca dejó muchas de las actitudes científicas que
te fueran inculcadas durante su formación. Trató de extender las fronteras de
la ciencia, pero nunca sugirió que el estudio del ser humano pudiera tener éxi­
to sin la ayuda de aquélla.
Maslnw enseñó en et Brookfyn Co/íege entre 1937 y i951, cuando se trasla­
dó a Brandéis. Fue miembro residente de la Fundación W. Pricc U uj^lín en
MenloPark, California en 1969 y murió allí en 1970.
1954 fue un año decisivo para Maslow y para el ctesanollo de la psierdogía
humanista. En ese aflo publicó Motivation and personaüty. un libro en el que
empezó a expresar sus convicciones humanistas al gran público. Escribió tam­
bién su primer esbozo general de la psiccdogía humanista, y se lo envió a todos
los que figuraban en su lista <k correo; mantenía correspondencia regular con
una cantidad de perdonas que compartían ideas similares a las suyas.
En 1961 Maslow cumplió un pq>cí muy importante en fu creaciáa del Jour­
nal o f H um m istk Fsycholngy, y actuó como uno de sus tres directores. Al
año ¡^guíente se fundó la American Association for Huiianistlc P^chology. El
mismo afio de su muerte, la Aiiiencan pQ^chological Assoclatioo aprobó la for­
mación (le una División de Psicología Humanista, y se realizó en .<\materdam
la Primera Conferencia lotemacional sobre Psicología Humanista. Sin el lide­
razgo de Maslow. es probable que ninguno de estos acontecimientoe hubiesen
ocurrido cuando lo htc^ron.
alguna manera Maslow sirve de puente entre la antigua psicología con*
ducial y la “nueva" psicología humanista Su concepto de una jerarquía de
motivaciones simboliza a la perfección esta funcí(!ni de enlace. Maslow eonst-
dereba que loe aeres humanos tienen una jerarquía de necesidades, empezando
con las necesidades fisiedógicas en la parté inferior, para seguir con las necesi­
dades de seguridad, las de amor y pertenencia, las de estima y finalmente, en
la parle superior, las necesidades de witorreaUÚción. De acuerdo con la ex(di-
cación de Maslow, no se pasa a las necesidades superiores hasta que no se ha sa­
tisfecho las inferiores. Una persona barobrienta, o con un fuerte dolor, no se
va a interesar ca /a segundad Justa que La necesidad fisiológica domisunte se
haya calmado. La estima no sería importante hasta que U necesidad de amor
y pertenencia haya sido sausfecha. Por úlUnio. la autorrealizactón no sería una
446 teorías ptíco{()gicos cotí temporáneos

necesidad -y , por consiguiente, no ocurrirían conduelas de autorreslización-


hasta que todas las necesidades inferiores estuviesen bajo control.
Maslow derivó sus ideas del estudio de individuos superiores. Crefa que las
teorías anteriores habían sido débiles porque habían estudiado individuos dé­
biles. Decidió entonces estudiar individuos superiores, ni neuróticos ni psicótí-
cos, a fín üc formar sus concepciones sobre las potencialidades humanas. No tar­
dó en descubrir que muchoa de sus sujetos superioses informaban de ' experien­
cias cumbre*’, momentOB casi místicos que traaoendían sus experiencias ordiiu-
ria.s y producían una tremenda sensación de bienestar.
Vemos así el puente de Maslow eaite las necesidades biológicas hamanos
y anímales en la parte inferior y las experiencias cumbre, que acompañan a la
autorrcalkaclón, en la parte superior. No existe duda, sin embargo, de que los
intereses maduros de Maslow se encontraban en la parte superior de su pirá­
mide de necesidades. Los títulos de sus Kbros nos lo dicen: Taward <f psychih
0} bting (2a. ed., 1968) y Tibe fartfter reaches o f human nature (1972).
Maslow fue un optimista humanfetfco. que nviró hacia arriba y adelante, a las
potencialidades humanas y al futuro, en lugar de mirar hada atrás y Hada aba­
jo. al pasado y a la naturaleza animal del hombre.
Se advierten en Madow similitudes con la fenomenología y el existencU-
lismo. Ham él. la naturaleza de nuestra experiencia era fundamental. Si bien
consideraba que éramos realmente libres, veía nuestra libertad como una ben­
dición que nos permitía autorreaJi;?amós; y no como una maldición que nos
arrcqaba a un vacio existcncial carente de sentido. La psicología de Maslow.
cc«no la de James antes de él, parece armonizar con el temperamento nortea­
mericano. Tsd vez resulte significativo que el oxistencíalismo moderno, como
la historia de HamJel, haya tenido origen en Dinamarca. Los optimistas que
hay entre nosotros estarán esperando con ansia que el optimismo de Maslow
derrote al pesimismo de Kicrkegaard entre los defensores de nuestra Tercera
Fuerza.

Rogen. La teoría cencada en ta persona

Bn la convención de U Atnerican l'sychologlcal Associaüou üc 1977. se rea­


lizaron cuatro simposios en honor de Cari Rogers (1902- ), on ocasión
de cumplir tu íeptuagésimo quinto aflo. Según lo informa la edición de Seferree
correspondiente al 7 de octubre, Rogers, m hija Natalie y otros participantes
bajaron sus sillas del escenario para ubicarse entre el público, anunciaron que
no Iban a dar lectura a tus trabajos preparados y procedieron a efectuar un
intercambio informal con los asistentes. Todo terminó con el público aplau­
diendo de pie y cantando el “ Feliz cumpleaños'*. Así de incondiciocial es la
estima que sienten hacia Rogers ms admiradores.
No ^ m p rc fUe asi. Rogen. al igual que muchos de los teóricos citados en
este capítulo, entró a la contádcración de los psicólogos norteamericanos un
poco por la puerta de atrás. Al comienzo, se interesó en la agricultura cten-
tífica. con ta que había estado en contacto desde loa días de su infancia en una
Vwitdedfíi de lo teoría de la penonalklad 447

granja (véase en Rogers, 1959, 1967a, la información autobiográfica). Luego


asistió a la Universidad de Wisconsin y al Union Theotogícal Seminary antes <k
terminar su formación on el CohimbU Tcachers CoUege, donde se doctoró en
filosofía y rcefljió la infUienci* íntoleciual de John Dcwey. Columbia propor­
cionó también a Rogets su primera introducción a la psicología ciútica; adqui­
rió mayor información sobre este campo durante su internado en el instituto
de Orientación Infantil, de tendencia psicoanalftica. Durante su permanencia
allí percibió un definido ccmlUcto entre la teoría psícoanalíüca y la influencia
estadística thomdikiana que había prevalecido en Columbia.
Rogers ocupó el cargo de director de la Clínica de Orientación de Roebes-
ter, hallando estimulación en el ecléctico elenco de ese lugar. La constante
búsqueda, por parte de este grupo, de un tratamiento efectivo, fiie un proble­
ma que Rogen retomó en The chtiical treatment o f the prohlem chüd (1939).
Luego se dedicó a la psiculogiLa académiica, ensefib en la Ohio S u te Unlversi-
ty, en la Uiiivetsiüad de Chicago y en la Universidad de Wisconsin. pero man­
tuvo sus actividades clínicas. Recibió el Premio a la Contribución Distinguida,
de la American Psycholc^cal Associalion. en I9S6. En Wisconsin, se lúe desi­
lusionando cada vez más con lo que, a su modo de ver, eran reglas indebida­
mente frustrantes e inútiles impuestas en nombre de los altos estándares por el
departamento de psicología. En 1963, renunció al departamento y «n enero de
1964 se incorporó al Instituto de Cioncias Coinhiciales del Oeste, en San Diego,
California, como miembro residenie; en 1968 llegó a ser residente en el Centro
de Estudios sobre la Persona, de la misma ciudad.
] os principales estímulos para la teoría de la personalidad de Rogers provi­
nieron de su trabajo terapéutico, aunque recibió una fuerte influencia (h$l psi­
coanalista Otto Rank. Rogers planteó por primera vez sus puntos de vista so­
bre la personalidad en Coxmseting and psychoíherapy: AVwcr c o n c^ts in
practice (1942). Ese libro fue seguido por su principal obra teórica. Qient-cen^
tered therapy 0 9 5 1 ). Explicó aun más su posición en su capítulo en la obra
de Koch, ^ch ed o g y: A srudt’ o fa Science (1959). Varios de sus trabajos más
importantes fueron compilados y publicados en su On becomlng a person
(1961); su esfuerzo de uwestígoción más Intenso se publicó con posterioridad
(1976b). Contribuyó a un extenso manual (1975) con un capíttfio en el que
actualizó sus ideas sobre la psicoterapia centrada en el cliente; en otras muchas
publicaciones recientes, hay un resumen de su pensamiento más actual (Holda-
lück y Rogsrs. 1977). A juzgar por sus publicaciones, Rogers se está haciendo
más veloz a medida que va envejeciendo.
Un rasgo central de su teoría es U creencia en que la gente se autodirige y
autorrealiza. La terapia que Rogers elaboró se basa en la suposición de los
pacientes lienen una estructura de su sí-mismo que los propios pacientes de­
ben cambiar para que se produzca una mejoría. Rogers cree que sus observa­
ciones exigen tanto este tipo de terapia c o n o un concepto del «í-miimo simUar
al que él desarrolló.
Pars Rogers, el sí-miiino es una estructura compuesta por tas experiencias que
el individuo es capaz de atribuir a su propio cuerpo o a los resultados de su pro­
pia cortducta; el ¿T^ismo. entonces, es una represenucióo de una mismo, o un
^49 Sitremesy tgcriaa ptícoiótittvcontemporáneos

saber de uno mismo. Las experiencias vienen rotuladas valorativamente; es de­


cir. aliónos aspectos de la lepieacntación de uno miaño son posiüvos. mien­
tras oUoí son negativos. El sionismo regula la conducta, porque la conducta
no es congruente con la representación de uno mismo, o bien no ocurre o bien
no se ajusta a esa representación.
Aunque Rogara estuvo ocasionalmente sometido a influencias piicoanali-
ticas, tiende a rechazar !a iniistencia analftica en los procesos inconscientes.
Reconoce la posibilidad de que ocurran conductas incongruentes con el sí>
mismo, como resultado de Influencias inconscientci, pero con lodo cree que la
comprensión de un individuo se puede lograr más fácilmente si el terapeuta
I t ^ ingresar en el campo fenoménico que se le aparece al paciente. Para Rc^en,
la conciencia del individuo contiene la mayor parte tic lo que se necesita para
comprender su persopaKdad .Sin embargo, los pacientes nccesüan recibir ayu­
da para abrinc cada ve¿ más a sus propias experiencias. El grupo de cncueiiiro
{eneotmtef group) ha llegado a ser uno de los modos de lograr esta apertura.
No se supone que la representación del s/miismo sea algo cttitíco. 'aunque
su estructura tiene cierta ettabilidad, en algunos momentos puede asimilar nue­
vas experiencias, de modo tal que la estructura se modiflta y el tipo particular
de experiencia es subsiguientemente experimentado con más facilidad. El sí-
m iano amenazado es rígido y rechazante, pero el si-mísmo seguro es fluido y
tolerante. Este simple enunciado es la base conceptual de la “ terapia no di­
rectiva” de Rogéis. Su terapia centrada en el diente ha vuelto a ser conceptua-
lízada ahora como un enfoque centrado en la persona. En primer lugar, el te­
rapeuta debería poseer una comprensión empática exacta del paciente. En
segundo higar, el ler^euia debería cuidar verdaderamente de su pKientc. es
decir, debena tener una consideración positiva incondicional hacia él. En ter­
cer lugar, el terapeuta debe r e ^ n d e r como una persona total, no sólo como
terapeuta, y comportarse de una manera real, genuina y coherente con los «n-
liraientos que en realidad experimenta. Ha habido cierto desacuerdo respecto
de cuál de estas tres acritudes es “realmente” la más importante. Rugers ha su­
gerido que su ímporlJUida relativa depende de la situación vital del paciente,
una sugerencia que parece muy plausible
La terapia centrada en la persona establece una situación en la que los pa­
cientes pueden incorporar cambios en la csirucoira de ius sí-mismos porque
éstos no estáft nunca amenazados y en ningún momento e) terapeuta rechaza
o desvaloriza los informes sobre las experiencias. Los estudios han mostrado
que, en condiciones terapéuticas, las concepciones que tienen los pacientes de
ellos mismos y de sus si-miamoa Klcales concuerdan de manera más estrecha
(Bullcr y Haigh, 1954; Rudikoíf. 1954, págs. 85-9«). Sea que el cambio ocurra
en la representación de uno m iaño como tal o en el si'-nriano ideal los cambios
observados en la terapli «rán útiles Las experiencias dcl individuo serán asimi­
ladas con mayor ficflidad, en la medida en tiuc el tf-miano real ica aceptado
como una estructura sstisfactoria en relación con el ideal. El aí-mismo se verá
menos amenazado, y estará más sujeto a la adaptación que requieren las expe­
riencias vitales.
Rogen, en la tradición de Goldsteln y Moslow, cree que el organismo hu­
Variedades de la teoría de la personalidad 449

mano líbre y lin estorbos lucha por realizarse, superarse y sostenerse. L » li­
ncas posibles de redizaclón son establecidas por la herencia, y el organismo
tiene como parte de su dotación Innata- una necesidad de creación. Los se­
res humanos, sin embargo, no se pueden reaUzar cfectiv^enie si no simboli­
zan sus experiencias y escogen caminos que llevan a la propia superación.
La imposibilidad de simbolizar toda la experiencia nace unportante la dis­
tinción que establece Rogers entre el mundo o t^ iiv ü y el mundo tal como
lo percibe el individuo. Los individuos re.qmnden al inundo tal como lo per­
ciben y no directamente al mundo objetivo; eo consecuencia, es esencial para
su adapuciüu que estos dos mundos sean lo más similares posible.
Cad Rogsrs es un clínico de clínicos. Ha pasado gran porte de su vida pro
festona! en el papel de turapeuta. y difícilmente su teoría pudiera no estar es­
trechamente relacionada con su terapia. No esperamos que la teoría sea sim­
ple. estática, dogmática o completa. Es el opuesto de lodos estos términos.
Su icoríí es y será Inductiva.
Un aspecto sorprendente de la recría de Rogen, ea su insistencia en los pro­
cesos conscientes. Al igual que Snygg y Combs (1949). sostiene que el mundo
cxpcrienciado, tal como tiene vigencia para la conciencia del individuo, desem­
peña un papel preponderante en la determinación de su conducta. De inane-
ra que Rogers avanza, junto c<» Allport y muchos otros, contra la conienre
psicoanalítica. que en la actualidad parece orientarse con monos fuerza hacia
las profundidades de lo InconKientc. La descripción que hace Rogers de una
visita ol Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Conductales de Stanford
pone de manifiesto que sus puntos de vista sobre el status actual de la psierv
logía no difieren mucho de tos nuestros;

Olía influencia importante fue mi contacto con Erik Erikson, una


espléndida persona, con lodo el aspecto de un terapeuta, y con mu­
chos otros psicólogos, extranjeros y norteamericanos. Por cDos supe
lo que había sospechado íntimamente: el psicoanálisis, como escue­
la de pensamiento, está muerto, pero que, por lealtad y por otros mo­
tivos, nadie sah'O los anailsLas rouy vábcuies mencionan este hecho
mientras desarrollan teorías y formas de trabajo muy alejadas <lc los
puntos de vista freudianoa, o contrarias a ellos (1967a, pág. 372)

Rogéis difiere de loa psicoanalistas no sólo porque asigna un papel menor


a 1« procesos inconscientes sino también porque el sí-mismo de Rogers es
una entidad menos diferenciada que el aparato mental de los psicoanalistas.
De hecho. Rogers se ha inlcresado más en el camino de la personabdad que cu
la personáliilad propiameíite dicha. Nos parece que ha coolribuido mucho más
a la teoría lerapcutíca que a la teoría de U personalidad. Incluso cuando discu­
te sobre la personalidad, lu atención se dirige hacia el desarrollo, el trastorno
o el fiiftcicmamienlo de la personalidad (véase Rogert. 1959, págs. 221-235).
más que ■su esfrucrum.
Resulta interesante cooipacar a Rogers con Skinnei. como Jo comparamo#
con Fccud. En general « los considera polos opuestos; los psicólogos nortea­
mericanos piensan, al parecer, que tener en un mismo simposio a Rugers y
430 S í s i e j u t a y te o ría s p s ic o íá g ie o a e o n ie in p o ríirfe o s

Skinner os un deporte m qor que el íi; azuzar osos, y cualquiera que eofisíjyi ur-
ganizar este juegio tíene ya aaeguradu ufi únormfl público y un rato muy eti-
lictínido fv^anSÉ Rogers, Winn, 19&4), No obifante, el cofiira&te está
exagerado en slgunos de sus aspectíis, íí^l propio SkinnEr flice (citado en Evans,
156fl):

Todo es ciustída de método. Esto es lo esencial de mi diacunón con


Cari Rügers: ms gustaría qiic la gente fuese aprosnuadanjonte coeso
Rugpta quiere que sea. Qnicru gante indepeiiiJlcnle. y por tal entiendo
pEisonas a líj que na haya que deefries cuándü actuar y que no hagan
las cosas sdloporque íe- les ba dicho que las deben Itacer.
. . . CoincidjiiiDa en íTUestras metas; cada u ro de nosotros quiere que
la gente Ejtí libre dd control que ejercen Jos demás, lihíc de Jacduca-
d£ni que han Knido. ds modo tal que piicdiin aprovecharla pern que
no estén limitadoa porcDa, y aíf suetsivarrujutE (pitas. 67-63),

Rngeis dice a su vq7., hablando sobic el trabajo de Skiiiner:

1’ara evitar equívocos, permítanme decir ya que estoy de aciififdo con


la Idea de que lu teoría del condicionAiniento ppersiiUe, íu deajirrciUci
y su imple me nLdCtdn, ha lidn un logro eieativo. Es un instrumento
valiusu pard la piumocíím de dsrtos tipos de aprendizaje. No menos­
precio la contiíbueián que ha Jiccho. . , Pemnflaiimc liecii también
que siento un prafunrfo respeto personal por Fftd Sidnner ÍEvans
l'575,pég. 131),

RidiiiLei y Rogéis, a p e u i lifi iiiutlios desucuerdos sobte d fliíírfJiícj, tisneii


algunas actitudes en carmín incluso en esa área. Mineuno de ios dos procura
descubrir lüs detalles dcl Aparato menlol inconsaerto. Ninguna eirtá demaisia-
dn interesado fiti descubrir en el pasado los ürígenai de Los aíntumaji del pacien­
te. Atnbos prestansn atencióo a laa verbaligaciones corrientes, aunque su acti-
Tud ante éstas seríu diTenente. Ijitluso algunos de loí oneceptos di Rogers se
pueden traducir al [enguiñe operante, y li traduccjún Kría apiubadn por Skinner
Rogeií. par ejemplo, al explicar ett téfmtnüs genemleji laj cundicLones necesa­
rias para la terapia, seflaií que uao i5e los lequisitop es: "Que dos persianas estén
en contacto^'. Sklnner podría estar de acuerdo en que s6lo ti el pacÍEJite se cora-
porta En ptesencia dd tcrapeula, éste podri cambiar efactrvaincnte ki condiicli
dd paciente. Rogen. "bl terapeuta está experimentan do Lna círnsfííaíactón pii-
iifiva iíicoadioionsl hacia el clieu»” . Traducción skinusrisnd: ‘Tin orgflnjanio
que está ruoitnuido un daHeit conductal puede ser alet'.ado a camporcarae si
fl cada éondi:cta IdentincaMe eiaitida le síguE un refuEr^u libre” Por ülLmio.
tanto ÜklnrtftT como R o ^ rs son opEiraisCai con res^ectu t Ins positUidAdea do
mejurarta suerte de la huenaiijylAd
No deseamos soslayar las divisioccs exlsL?nt3& encoc Ruaeis y Skim er (>
arruinar así el espcctécilu depgtrfvo favorrtD de Icfl psic£4oK|us), ni Ienerr^Oi
ilusionet de que Skinutz y Rogáis exper inven ten i¿lilair.£rte una toníídera-
ción prcifftsioinal' positiva inc.DndicirqiaJ entre lí. Sin sinbacjo. vale I ie perra i¿-
Yofie<ÍEdef de la lÉúrtu de ta pÉrtvnatidai^ V JJ

vcriir tinto sus acuerdoi fundiimcntBlci como sua desacuetdoi jgualintriiltí! fun-
dameíítálct.
El hecho de que Rügers haya huidD espantado de la poEtuiaci^n üe estnjc-
turas internas complejas t u deteimÉnado que sus ideas estén más sujetas al ata­
que erijpírico que laa ideas de alguros otros tB&íicui de la personalidad. C. S.
HalJ y G, Líndiey (1?T0, pág. 53S) informan sobre un desíubiimienttj has-
isníe divertido qiJS se mendona en el exienso estudio de Rogéis (1967b) sobre
terapia Con esquizofrénicos. £e estaban apÜCiindD varias escalas de ela$ifjca£ián
a la interacciáii terapéutica, y se evaluaba luego su coDÍiabilidad. Una escala me­
dia la "cojijáderaciún positiva IncDiididortaJ'l una de las ecdistruccionjiis claves
de Rugera (víase, por ejemplo, 1959, pág. lOB); "Paru poner esto en téiratnos
más ampies, sentir una considcracióti positiva incondlctondl hada otro es 'apne-
dafio' [pata Usar el íénninD de Dewey, empleado nwianteraente en este sentido
porButler]” .
DesafortunadaiTientÉ, hubo una corielaciúii íje^lWíí entre la evaluaci&n de
la Interacd^u terapdullca luudia por los terapeutas y las evaluaciones de loe pa-
denteg □ de los evaluadores independientes. Esto os bástenle cmbaiirzust) por
sus cDEisecueitciJS coa respecto a la capaddadl idel terapeuta p an juzgar rl una
[elación leiapéutlca merece ser salvada, ¡pero te vuelve más ennb!ira;roiio aun si
el hecho se atribuye a las defensag inconscientes de los terapeutas!
Es mérito de Rogers y au teoría el que ss los pueda poner en apuros. Pocas
TEoríaj de la peisonalUid Sun lo suficientemente expUcitaa Gcano para ser so-
metidas a prueba, y los uu lores de aquellas que son explícitas rara vez lo hacen.
Rogera lo ha tu tentado.
Rngera ha dirigido su atenctóa piimordialrnentie hacia laa expeiienjCias gru-
pales intensivas cor Individuos nomialeí, por loque empezó así a explorar otro
carupo- Está entpJasndo el mismo enfoque existcncÍBl y fenomenolfigico que
Usaba anlEs de que estos rótulos Ocgaian a la psicología noneamericajin. Su in-
tepés en los grupos, como au trtbqjo anlerlar. se adecúa a la perfección aJaTer-
i.^Tti Fuerza. Rogers, junto Con Mufilow, fue ud líder del movimiento huniBiiista.
t™ Ir muerte de MÍilow, llegó a ser ei líder. Casi al final de au autobiografía.
Rogers confiesa (1967a): "Quiero hacer Impacto, No soy itni persona ambicip-
SB CU el seiilidn cnmúji del térm ino., . Pero para mí es importante tener inllueli­
óla. Quiarq que lo que fiaeiu valga, que produzca una difenjucia en alguna parte''
(pág. 3SC). Rogéis ha cumplido su deseo. El vale. Cuán alto lo llevará ]j histo
ría depende ahora dd destino"de nuestra Tercera Fuerza. En ntalidad, poriifa
llegar a aer muy alto.

RESUMEN V CONCLU SIONES

Hemos axairtlnado cinCB categon'as de teorías de la personnlidad: lai teorías


E -R (MiJIet' y Dollatdj, lai teorías de lo* raigo® y las teorías fsctorísleB (AUpOít.
Eysenck y Cattell), laa teorías nrganFsmíc.as ((JoldEreín y Slieldon), las íeoríai
neónantilnicas (Homey, FríatUTi, Muitfiy y SuUlvan), y laTeroera Fuerza (Mis-
Idw y Rogcra). Se onaJizamn rambJén la^ CiUButeiíitLkaa du uaJj una de eEas.
4SS Sistem ai f ttarlat psicoib^cat conttmporáneos

Con excepción de las teorías B~ R, todas las demás son típicaí teorías de la
personalidad en el sentido de que se centran en ei organismo. Todas son típicas
teorías Uc la personalidad según loque daba i entender Levy (1970) cuando decía
que realmente no existen teorías de la personalidad sino sólo conc^paonv^i de la
personalidad. Nosotros hicimus una afírmacic«) similar cuando las caracterizamos
como "puntos de vista” iWarx y Hillix. 1973, pág. 410). Ninguna de estas su­
puestas teorías ha alcanzado el carácter completo y la e^ c i/ic id a d propias
de una verdadera leona de la personalidad. Sin embargo, la mayoría de cOas
tiene cuino meta Degar a ser integrales, y han sido disecadas para hacer frente
ala cuestión práctica de entendery ayudar a la ijcule.
Lo que Conúni (1977b) descrÁió como su lista parcial comprendía un total
de 78 leonas. Nuestra lista no incluye las concepebnes asiáticas ni las suvidtv
cas, que aparecen en el propio libro de Corsini. .Sin duda hay muchas otras
omisioDes: Shakespeare. Shaw y Dostoievsky podrían haber sido incluidos jun­
to con Sarire, el que podría ílgutar muy bien como teórico existencialista. La
cuestión es que los criterios para tener una teoría de la personalidad no han si­
do claros ni restrictivos. En parte debido a cato, muchos de los puntos de vista
más antiguos van desapareciendo a medida que sus creadores envejecen, dejan
la actividad o mueren. Como a las concepciones de la persoaaiídad típicamfttv-
te les f^ta cohesión lógica, se pueden tomar prestada.^ las idea.^ .<üi adoptar la
concepción completa. En consecuencia, suele ic&uliar más sencillo tomar una
idea prestada de Adler y olvidar su origen, que tomarla de Titchenet, y olvidar
cómo se adecuaba a su marco original. En cualquier caso, es evidente que existe
un rápido movimiento de teon'as de la personaUdad, pero algunas buenas ideas
de cada una de ellas logran sobrevivir con muy pocas alteracbnes en las teorías
nuevas.
¿Cuál será el destino de las clases de teorías que hemos expuesto? Ya hemos
señalado nuestra opinión req>ec(o de la validez muy cuestionable de la teoría
psicoanaltltca. Los teórícoa oiganísmicos y los de la Tercera Fuerza tienen un
buen punto de vista en muchos a b e to s , pero sus teorías carecen de una estruc­
tura clara. Las teorías de los rasgos no le apoyan en un fundamento empírico
muy seguro, a menos que sean también teorías factoriales. I jis teorías E -R
tienen una base fírme, pero es muy poco lo que dicen sobre lapecsooa.
Conjeturamos c(»no ya lo hicimos en 1973, que la teoría de Caltdi es una de
las que tienen m ^ o re s posibilidades de sobrevivir. Ha sido cuidadosamente ela­
borada y 9C apoya en datos "firmes". Es razonablemente inclusiva y flexi­
ble. Todavía no ha tenido suficiente entrada de datos provenientes de las situa­
ciones clínicas y de terapia, pero tai vez eso llegará.
Sin ciiibaxKu, la Tercera Fuerza e$ más popular aliora como un punto de vis­
ta general. En parte se debe a que Maslow abarcó muciig cuando caracteñz.ú Vo
do, excepción hecha del conductismo y el psicoanálisis tradicional, como par­
te de su "tercera fuerza". La Tercera Fuerza está tomando prestado liberalmen-
te de tudas las fuentes, incluyendo la psicología conductal. jlndke de esto es
que en 1^73, la American Humanisi Association dio su premio ál "Humanista
de) año" a B. F. Slcinner! Este e$ uno de los sq^ios más auspiciosos de una com­
prensión y apreciación recíprocas que hemos visto en nuestro campo.
VoriCihdei <Jek teoría de la penonaildaü 4S3

La investigación de profcleinu limitados continúa en el campo de la perso­


nalidad como en tantos otros- Podn'a ser que una teon'a ccmpletamente nue­
va, o incluso un nuevo Upo de teon'a emerja de los remanentes de este empi-
riano. Confiamos en que h s teorías futuras continuarán incorporando, e inte­
grando enue si. U labor del laboratorio y la labor de la clínica. Un accccairúcn-
to de esta índole sería una señal de madurez del estudio cientíiko de la perso­
nalidad.

LECTURAS recom endadas

Hall y Undzey, TTteoir^r o f ffersonaiity (1970), sigue siendo una fuente gene­
ral muy buena, hn el texto de <^or«ni. Current perumaUty theones (1977b),
los capítulos individuales están escritos por personas que adhieren a las teo­
rías que estudian o las conocen muy bku; son buenos cjenrplos el capítulo so­
bre Rogéis, dcl cual Kogers es coautor, y el capítulo sobre teoría existencia!
de la personalidad, en el cual colabora MaddJ, quien no sólo es autor de un
manual general sobre este campo sino también un teórico existencial por dete­
cho propio No es sorprendente encontrar tina obra escrita congruentemente,
pero pocas veces ae trata de trabajos lúcidos. Los dos libios propoa'ionan un
ponoriuiia excelente y sus bibliografías coiiticiieo centenales de referencias.
En el texto hemos mencionado algunas de las fuentes más importantes de in­
formación acerca Je cada uno do los teóricús. El Handbook o f modem per-
somúity theory (1977) de Csttell y Dreger merece atención especial porque
proporciona un cuadro amplio y actual de una línea de desanudo, peco no pue­
de ser rectmtendado como lectura genera! para el no especialista. La manera
más fócQ de obtener un cuadro de casi toda la investigación contemporánea
es consultar el último volumen de la Annuai Rdview o f P^'chology, que ha si­
do publicado desde hace bastante tiempo como para poder ser considerado co­
mo una fuente histórica Sobm la investigación posterior, publicaciones como
el Journal o f Personality o el Journal o f f^ersónaiity and Social Prycholofy
le proporcionarán ai estudiante una buena base para introducirse en la otra
bibliografía periodística.
('apítulo 13

INFLUfcNCIA DE LA INGENIERIA Y LA
MATEMATICA SOBRE LA PSICOLOGIA

La psicología ha pasado por muchas revoluciones. En una ciencia, la revolu­


ción es cada \e¿ mas dificil a medida que aumenta el cuerpo de conocimien­
tos establecidos; y la psicología está ganando bistente conñanzi en su pro*
pió valor interno, de rnodu tal que puede reaedunar con mayor tranquilidad
ante los nuevos avances en otros campos del conocimiento. No obaiaite, la
psicología ha suEido, en los últimos treinta años aproximadamente, un cambio
en su punto de vista a causa de una explosión técnica en el campo de la inge­
niería. Retrospectívamente. vemos la génesis de este cambio en el campo de la
matemática, donde se produjo el primer dcsanoDo de importancia hace más
de ck n arios
Durante los últimos arios la Ingenjerla se ha ocupado cada vez más de! ma­
nejo de la información. Antes los ingenieros se interesaban sobre todo en los
aparatos cuyo producto principal era el trabajo, el calor o el material. Hoy
tos ingenieros han volcado su atención sobre los aparatos que llevan a cabo ac­
tividades simÜaivs a las humanas, aparatos para el procesamiento de datos. Estas
aparatos no son enteramente nuevos, ya que se han desarrollado a lo largo de
siglos desde el abaco hasta la máquina de sumar, pero su éxito alcanza en la
acnialidad un orden de magnitud diferente. Debemos reconocer que estamos
en la era de la autom atizaci^, mientras que ayer no era así. Los nombres de las
computitdoras se van haciendo familiares, pero mientras ello ocurre, la Eniac
ha sido superada por U Illiac, y ésta a su vez j>or la Univac. que a su tumo ?o
ha sido por la Cray-1. Hste último gigante entre las computadoras es ttu) rápido
que la velocidad de la Iu2 tuvo que ser cuidadosamente considerada como un
factor limitsTivo en su disefío, y el alambre más largo de la máquina se man­
tuvo dentro del metro de longitud a fin de minimirar los tiempos de transmi­
sión a lo largo de tos alambres. Su diserio compacto produce tanto calor en
un pcqucQo volumen que toda la computadora ha sido piácUcamenlo diseña­
da alrededor de su propio refrigerador. Aunque no se han dado cifras sobre
su velixidad (S^fenre. enero 27, 1978), se dice que supera cinco vece* la velo­
cidad de la supeiC(»nputadora que le sigue en rapíder., y sus operaciones bási­
cas se deben medir en bmuiiésimo^ de segundo.
A medida que nos hemos ido familiafizando con las computadoras, nuestras
actitudes parecen haber sufrido algún tipo de desdoblamiento. La mayoj parte
del tiempo, se considera a la computadora cem cierta tolerancia, cumo una co­
modidad o una amenaza relativamente leve a la intimidad, o a la oportunidad
de engai'lar en Id dcclaiución de impuestos. Por otra parte, la imaginación po­
pular suele aceptar ctm prontitud extender la coiiiioversia respecto de la bon­
dad o maldad úuiatas de io« pnopioa humano» a la computadora. Así, la com­
influencia de ¡a ínfenietie y la mate/fiirica sobnt la peícdogíe 4S5

putadora MAL se convterte,ca U película 2001 Odisea del espacio, en U en­


camación del mal antes de que le quiten su conciencia mediante U remoción
de algunos cricuitos críticos. Pero nadie podría pedir dos compaflen» más en-
canUdoies que los robots C3P0 y R2D2 de La guerre de las galaxias. Tanto las
computadonu buenas cumo las malas suu posibles. Ellas, como los propios
seres humanos, son lo bastante flexibles como para adoptar las características
que su construcción y su programación les dictan. Asimismo, al igual que los
humanos, se Ies puede conferir la capacidad de construir los detalles de su pro­
pia programación, jcon todas las potencialidades para d bien y para el mal
que sabemos existen en esa posibOidad!
¿Qué licoc que ver esto cuu la psicología? Quizá muchísimo, pero en este
cjpjiulo sólo trataremos algunos de los a b e t o s más limitadoa de la relación
entre los seres humanos y las cumpuudoras. Bl conUo de nuestro interés radka
en lo que el reemplazo o la simulación de la función humana por vía de la
computadora puede decimos respecto de esa función humana. Tratar de hacer
que una computadora hable o reconozca el habla probablemente nos obligue
a aprender más respecto de cómo hablan y reconocen el habla los humuioe. Si
se le ha de dar a ía computadora una memoria súnilar a la humana, debemos
comprender primero qué quiere decir “ámilar a lo humano**. Y. en realidad,
los úlUnins progresos en el campo dcl lenguaje y de la memoria son muy rápi­
dos al parecer, y pueden estarse aproximando a la etapa de una comprensión
muy rignificativa. La psicología comparada del ser humano y los aparatos ae
está desarrollando a través de la Uhea que separa !a psicología de li ingenie­
ría, así como hace aproximadamente un rigió la psíccdpgía comparada del hom­
bre y el animal se desarrolló a partir de la biología y la psicología.
La nueva psicología comparada se relaciona con el empleo de modelos ma*
temáticos, pero es más que eso. Hay un camino muy largo desde el eq>acioho
d o l^ico de Lewin (véaae capítulo 11) hasta el programa de una computadora
que reconoce dígitos a medida que se van diciendo ante un di^oritivo senii-
bie La coarideración /raímente seria y práctica de c c ^ o se puede dcsemj>e-
ñar mecánicamente una función humana, otorga intere's, urgencia y oeceri-
Jad de precisión a la tarea de describir el proceso. Los ingeiUoiua que quieren
automatizar una función obligan a los psicólogos a admitir que ellos en reali­
dad no saben cómo se lleva a cabo la fundón. La verificación de la teoría me­
diante aparatos permite un conocimiento inmediato do los resultados, lo cual
desalienta el pensamiento in.suficiememente hilvanado. Una computadora tam­
bién somete a un examen minucioso una teoría. Su velocidad y su ^'estupidez*'
se couibinan Je m oJu tal que hacen posible someter a prueba todas las coase-
cuenciai de casi cualquier sistema lógico programado para ella. En ccmsocuencía,
es probable que una oomputadora examme condiciones en las cuales un teóri­
co no pensaría, o a las que conaideraría irrelevantes. Un examen tan minucio-
«0 bien podría revelar imperfecciones > ecroies.
Nuestro énfasis en la velocidad y minuciosidad de tas computadoras no de­
bería llevamos a la conclusión de que sólo los sparafos en tí ticoen knp^Htan-
cía para la psicología. Están asociados coo una agudeza conceptual que se
ocupa de la aplicación de las computadoras a la simulación, reemplazo o me­
4S6 füttfm asy ttoria» ptkoKtgicot e<fnlemporám<o»

jora de las ñmclones humanas. Además, las computadoras no sólo son rápi­
das y minuciosas. Con una programación cunipleja x vuelven bastante flexi­
bles. En el rúvel más básico siguen siendo meras “masticadoras de números” ;
pero, en la superficie. Uegan a ler capaces de desempeños complicados y dcci-
tíones complejas que aparentemente no son nada matemáticos. Así, en la com­
posición de música, en el juego de ajedrez o en la traducción de oraciones a
alguna lengua natural, puede parecer que la computadora ha sobrepasado su
construcción fundamentalmente matemática.

EL PAPEL DE LA COMPUTADORA

Hay dos tipos de computadoras: la analógica y la digital. La computadora ana-


tóg^a está disefiada para aceptar como entrada variables continuas y produ­
cir salidas que son tambián luiciones continuas. E) ser humano puede compor­
tarse como tma computadora analógica en muchos aspectos; incluso, las cé­
lulas nerviosas individuales pueden mostrar variaciones continuas en uua gama
de valores, en lugar de comportatae estiieUmente conforme a una manera de
todo-o-nada. No obstante, ha habido un interés intelectual más general hacía
las computadoras digitales, por lo que limitaremos a ellas nuestra atención.
La computadora dhptal se llama así porque sus entradas y salidas sólo pue­
den adoptar valores digitales, sin valores fracciónales entre números. Por lo
tanto podemos especificar con exactitud el alcance de los números que puedan
representarse en el registro. Un registro representativo podría contener diez
dígitos decimales. L'na abrumadora mayona de computadoras digitales son
electrónicas. La computadora digital electrónica se puede adaptar rápidamen­
te a nuevos problemas sin mayores cambios físicos; los piogTsnas, o series óc
bistrucdODCS a ser ejecutadas, pueden cambiarse. La presencia de un programa
de operación distingue a las computadoras de las cafculadoras. Una ánpJc má­
quina calculadora recibe **instruccioQes*', una a la vez, de su operador humano,
quien a tai efecto acciona distinta.^ llaves. El operador de una computadora lo da
muchas instrucciones a U vez, escribiendo una serie de operaciones que la com­
putadora debe realizar. Luego, una vez que la coniputadun comienza, realiza
toda la tarea programada sin intervención alguna del exterior. Esta indepen­
dencia re$^cu> del operador humano permite que la computadora sea muy
ápida, por ejemplo, puede sumar un millón de números por segundo. Todas
las cifras que se dan sobre la velocidad alcanzada por las computadoras no tar­
dan en resultar demasiado conservadoras; tas computadoras lum estado cuadru­
plicando su velocidad cada cinco años, y no hay signos de que esta curva de
crecimiento vaya a estabilizarse por el momento. No es extraño que las máqui­
nas que realizan estos milagros de cómputos cautiven la imaginación.
Sin embargo, no es su velocidad lo que otorga a las computadoras una irrt-
portancia única para la psicología. Su velocidad las convierte en recursos mara­
villosos para ahorrar trab^o, y en ese sentido auxilian al psicólogo como a cual­
quier otro cientffíco. Problemas de reducción de datos que llevarían «ños, se
Infktencia de ta inim ierh y ia mútemárica tnbrt te ptteotopía 457

pueden solucionar en minutos con una computadora, aunque ahora Ío que pue­
de llevar años es escnbir el progiama. Pioblémas que antes no hubieran podido
abordaiae son estudiados ahora. Sin embargo, el hecho en sí mismo no ten­
dría m is sigoiTicación teóiica que la invención de una máquina autcwnática para
limpiar jauiai, lo que permitiría hacer más investigaciones con animales. Si la
computadora resulta tan fascinante para el psicólogo, es porque el ser huma­
no la creó a su imagen y semejanza. Por supuesto, esta semejanza tiene un sen­
tido más funcional que estructural. No uos interesa si la computadora opera
de un modo t^ e fíúcamcntc imita al ser humano; nos interesa si tas respuestas
son “ correctas'*, es decir, si son las mismas respuestas que daría un ser humano
ante las mismas preguntas. Esto último requiere que la computadora sea sámilar
a los humanos en algún sentido lógico.
N. Wiener (1948) y Vcwi Neumino (l95B j Indicaron la existencia de una si­
militud lógica entre los humanos y las computadoras incluso en los elemente»
b ájeos de sus sistemas de procesamiento de información. Es decir, según el
punto de vista ctisico las neuronas humanas respondían por completo o no
respondían para nada (la ley de ‘Modo o nada'*), exactamente como los ele­
mentos de las computadoras estaban en un estado o en otro (dcnominarhis
por lo general **conccUdo“ o “ desconectado*’ 6 “0“ ó “ I” ). Desde el punto de
vista físico, los elementos de las computadoras son más grandes, más rápidos,
menos numerosos y más simples (por el momento). La Brecque (1970) infor­
ma: “Actualmente, la micrommiaturízación ha sustituido a la miniaturización,
y es fácil uhkar ] 00.000 circuitos integradas en un disco de silicona del tama­
ño de una moneda- . otras investigaciones se proponen desarrollar mecanis­
mos integrados de modo todavía más compacto, casi tan compactos como el
sistema biocldctiico del cerebro humano” 6*ág. 8). Sin embargo, debemos in­
sistir en que cualquier similitud física entre los elementos de las computadoras
y las neuronas humanas no está rebeionada cem una similitud lógica, que es
lo que aquí nos interesa.
Hace mi& de cieu años, George Boole (1854) desanulló im álgebra que re­
sultó muy útil para el diseño de computadoras. Es wa» ¡óffca de dos valores,
basada en b noción de que los elemeaios están o bien dentro o bien fuera de
un conjunto. Koole desarrolló esta lógica como expresión de las leyes del pen-
samiento fiumano; no tenía intenciones de escribir una lógica que pudiera apli-
caree d pensamiento meeanizado. Irónicamente, lo« símbolos para o, y , no,
etc., dcl álgebra boolcana cncrMitraron sus análogos directos en las instrucciones
“0 ” , “Y” , etc., de la computadora digital Por conáguienie, el álgebra de Boole
es un modelo abstracto que se puede coordinar con los procesos de decisión
humanos o mecánicos.
Las computadoras digitales utilizan un sistema numérico de dos valores que
es compatible con el álgebra bookana y coo el carácter de dos valores de los
elementos de la computadora. Este sistema numérico, denominado binario, es
digno de atención, ya que se utiliza caá universabnenle para entender las
medidas de büórmacióa Los equivalentes binarios para los ntoneros decimales
son: 0 - 0 , I - M O - 2 . 1 1 - 3 ,1 0 0 - 4 .1 0 1 - 5 . 1 1 0 - 6 .1 1 1 - 7 .1 0 0 0 ^ 8
y 1001 - 9. Es oidente que cit una culutoiu binaria sólo pueden ocurrir dos
4SS S iste m tiy tevríot pxic^ógicos eonremporánett^

COK8S, O ó I . Lleva más espado escribir sobre el papel un número dado en noli-
ci6n binaria que en nuestra conocida notación decimal. Sin embargo, los nú­
meros binados se pueden representar flacamente con elementos más simples,
m is confiables y más baratos. ,Tal vez los cerebros animales hayan sido dise­
ñados teniendo en mente ios mismos itquisitosf Ciertameate, cao todas las
computadoras actuales funcionan intemaoicme con números binarios, aunque
el usuario no tiene por qué darse siempre cuenta de este hecho cuando está inte­
ractuando con la computadora.
La computadoia digital puede hacer cosas complejas porque las operacio­
nes complejas carentem ente no matemáticas se pueden descomponer en mUlo*
nes de operaciones elementales susceptibles de sor expresadas a través del álge­
bra boolcana. So pueden numerar posibles entradas y salidas (cursos de acción).
Estos números se pueden manipular de la manera deseada, y se pueden lomar
decisiones basadas en los resultados de estas manipulaciones. Así. una compu­
tadora dcl organismo recaudador de impuestos internos puede rechazar una
declaración de impuestos si la ínfoimación que posee sobre la renta de un in­
dividuo DO coincide con la información contenida en U declaraci^. Una oom-
(utadora militar puede apuntar una pieza de artillería contra un pum o obte­
nido mediante el cómputo de la trayectoria de un buque, un avión o un misil.
Uno de ios autores recuerda vividamente una de sus prüneraa c.xperkiicias
con la inteligencia aparente de una coropuiadora. Estaba introduciendo su
versión de un nuevo programa en una computadora que contenía ya un pro­
grama denominado un compilador. Los compiladoies traducen los nuevos
programas del lenguaje en el que están escritos a un lenguaje que la computa­
dora puede usar de manera más directa. Vcdlican que el nuevo programa se
ajuste a ciertas reglas antea de proceder a su traducción.
En el caso en consideración, se suponía que lo fecha del programa tenía
que introducirse desde el primer momento. No se había cumplido con estu.
Al apretar el botón para ponerla en hincionanüeoto. las tuces pestañearon
una fracción de segundo y entonces la computadora, casi con fastidio, escri­
bió en su máquina de escribir automática una simple pregunta: “ ¿Fecha?**
Así enmendado, este programador introdujo la fecha y apretó de nuevo el
botón de puesta en marcha. La computadora, li^ ie n d o las directivas de su
programa previo, examinó el que le había sido introducido ahora y corrxnzó
3 revelar un torrente de errores humanos, mecanografiando comentarios indig­
nados como “ Rutina indcñnida surge de la c€!iila 27624** Varias páginas des­
pués, h m áquba de escribir se detuvo en un silencio taciturno; podemos ima­
ginar que la computadora decidió esperar que un progronador más ínteli|en-
te le diera t n programa más razonable para comprar.
Después de este sjerctcáo de proyección (con la computadora “indignada**
y “ iac¡tunia*'j, ito» apTusuzamus a aclarar que la computadora no e s t^ a pro­
gramada país estar Indignada o taciturna y. en consecuencia, no propone-
mos seriamente q¡U2 la máquina cxperimectara esas emociODCs. La secuencia
de operacionei de lo a uoonutadora está totMn:ente ^ a d a por un conjunto
de operaciones rreporado por un programador humano, k ouu&a de esto, ague-
W\x> que sus.untan pur.ios ¿e vista conservadores respecto de las capacidades
Influencie de ¡e tnjfenleria y te metemátice sobre ¡a prícoiogie 4S9

iJc U$ computadoras, pueden sostenti que no son capaces de tener una con­
ducta inteligente, puesto que se limitan a a e ^ ir servilmente las instrucciones.
No deberíamos aceptar el punto de vista conservador demasiado incauta­
mente, ya que “lo que se le ordena liaccr a la computadora** suele ser algo
como “aprender a hacer esta tarca mejor**. Por ejemplo, Samuel (J963) escri­
bió un programa instruyendo a una computadora sobre cómo jugar a lai da­
mas y cómo mejorar el juego. Después de algunas piicticaá, U computadora
jugó contra Robert W. Nealy, uno de los mejores jugadores del país. Kl siguien­
te es un extracto de su comentaiio r e c e t o de esta experiencia:

Hasta la jugada 31a.. todo nuestro juego había sido publicado previa­
mente, S í^o aqueDas jugadas en las que eludí el “libro** en un vano
intento de hacer que la computadora perdiera su ritmo. En la 32-27
perdedora y en adelante, todo el juego se origina en nosotros, hasta
donde he podido determinarlo. Para mí resulta interesante observar
que la computadora tuvo que hacer numerosas movidas excepciona­
les para ir en ventaja y que yo. por otra parte, tuve numerosas t ^ r -
tunidades de empalar. Por tal razón no vacüé en s e ^ ir jugando, hn
consecuencia, la máuuina logró uii rmal perfecto sin un solo enor.
£n lo que r e a c i a a la partida fmai, no había tenido una competición
semejante con nmgún ser humano desde 1954. cuando perdí por úl­
tima vez (Wooldridge, 1968, pág. 105).

Wootdridge considera que esta conducta de la computadora es prueba sufi­


ciente do inteli^ncia. Los lectores puedeit teunar su propia decisión coo res­
pecto a si la prueba es o no suficiente. Por supuestu, las pruebas k pueden
m ultq^car con ejemplos de conductas de otros tipos -partidas de ajedrez,
composición musical, etc.- ,p ero los demás ejemplos exhiben esencialmente
los mismos principios.
Algunos han sugerido (por ejemplo, Newell. Shaw y Simón. 1958, Newell
y Simón, 1961) que los programas para las compuiaduras pueden constituir
una teoría de conducta humana inteligente. Sin embargo, hay un gran peligro
en extraer predpitadamenfc la conclusión de que si un programa para compu­
tadoras opera de una determinada manera, también lo hace así el ser humano.
El programa para las computadoras se parece más al modelo matemático tra­
dicional en este sentidoi cada uno de ellos puedo permitir qecuiar la predicción
correcta, pero probablemente ninguno describa cómo ios seres humanos logran
lo que logran.
Sin su programa, la computadora no “ sabe** nada. Si a un trabajador huma­
no se le dan Instrucciones inadecuadas o incompletas, puede arreglárselas cha­
puceando o incluso recurriendo al conocimiento o a la experiencia previos. Ess
muy probable que ni el trabajador ni ol instructor puedan decir precisa y com­
pletamente cómo se hizo la tarea. Justamente por cato, la absoluta estupidez
de una computadora puede leuiltar a veces una ventaja. Si se le pide que realice
una tarea con un programa que en algún a.^erro está incompleto, simplemente
no puede proceder. Imaginemos que algún teórico dcl aprendizaje elabora un
programa para que una computadora produzca “conducta^ que se puedan
460 S iitm a s j teoríaspsií'ológicxm eontemporáneoi
í
predecir fl partit’ de su teona. Puede descubrir que pane de su pensamiento no
esti bastante explícita como para escribUta en el programa (aunque hasta ese
momc'nío su \boria k baya parecido perfectamente clara). Puede cncontiax
que. puesto en acción el programa, los resultados no se conforman a /os ha­
llazgos empíricos en varios casos inusuales que él previamente no se había mo.
testado en examinar. En pocas palabras; la estupidez de la cemputadorano pro­
gramada exige una previsión completa de pane de cualquiera que quiera hacer,
la funcionar: probablemente, ningún operario humano exija tanta explidla-
ción en los enunciados. Pero una vez programada, la computadora es tan rápi.
da que puede permitir el examen de condiciones difíciles, y tan rfgida y minu.
cíosa que examina incluso aquellas condiciones que el ser humano dejaría de la.
do por ser ‘'evidentemente” irrelevantes para sus propósitos pre.<«ntes (pero
que podnían llegar a ser no sólo importantes sino hasta críticas).
Es probable que el psicólogo o el ingeniero que procuran simular una función
humana sigan, eti ca<ís caso, una serie particular pasos. Probablemente tam­
bién esa serie carecerá de orden, relación y dirección. Quizá sólo se reconozca
posteriormente, o quizá nunca, que se ha llevado a cabo la simulación de una
función humana. Sin embargo, si se tiene conciencia ciara del proceso, los pa­
sos pueden ocurrir de la síguteiue manera. Debe tealizaise una función; por
ejemplo, descubrir un objeto de ataque en una pantalla de radar. Se c<mside-
rs que el ser humano y el aparato son mutuamente sustituibles. Se observa có.
mo desempeña su tarea el hombre; se describe con precisión su conducta. Se es-
cribe un nuevo programa o se construye un nuevo aparato, o ambas cosas a U
vez. De^iués se puede comparar la conducta de] nuevo “ robot” con la conduc­
ta humana.
Es probable que cada uno de los pasos de este proceso resulte muy interesan­
te e instructivo para la ctencta (fe /a psk¡o/(7giá. Sin embargo, la descripcián
precisa bien pueefe ser lo más ótü. A veces el perfeccionamiento de la descrip-
ción es ei resultado obligado de los fracasos en el Intento de sim ulaci^. Por
ejemplo, las tentativas de programar las ccmiputadoras para cennprender el
lenguaje usando un enfoque E - R o gramiticat transformacionales han fraca­
sado pcrastcntcmcnic. Winograd (1972) resolvió una versión de este problema
dando a la computadora un modelo detallado del ’^mundo” particular sobra
el que debía hablar. Su experiencia en la simulación de la función humana en-
foca nuestra atención sobre la manera en que nuestra propia comprensión dci
leiiguqe depende de cunsideraciones cxUalingüisticas. cq>eciilcainente de
nuestra capacidad para comprender de algún otro modo el mundo al cual le
lenguaje hace referencia. Esto a su vez nos obligará a considerar cómo pode-
mos tener un “modelo del mundo” que no esté expresado en rérm/rros Un.
gúisticos corrientes. De este modo, nuestro pensamiento sobre nosotros mis.
mos se ve forzado a atrai^sar una serie de elaboradones y clarifícaciuiics.
Los aparatos inanimados pueden desempeñar una cantidad cada vez mayor
de funciones humanas. Las funciones más complejas las llevan a cabo menos
bien; hemos visto que las computadoras pueden jugar a las damas (un juego
lelativamenie simple) en un nivel extremadamente alto de capacidad, pero ya
no juegan tan bien ¿ ajedrez, que es un juego m is complejo. “No hay todavía
fníhtencia de lo t/uxnítria y la metcmétka sobre la pshologfe 461

ningún programa que juegue el ajedrez de los grandes maestros, nJ siquiera un


ajedrez de clase A. pero el programa de Greenblatt. quizás el más fuerte que
existe en este campo en la actualidad, ha obtenido una clasificación en la clase
C de la Federación Norteamericana de Ajedrez, basada en su sctuacUjn en lor-
neos (contra humanos). Esto lo pondría, confío en ello, muy por encima de la
í\ierza promedio de loe jugadotes de ajedrez que leen Science’’ (págs. 630-631)
¿Hasta dónde puede llegar la simulación mediante computadoras? Hay doe
clases de respuestas que se pueden dar a esta pregunta, i.a primera recuesta,
empírica, es: “ Ksperen y verán” . Por extrapolación de los primeros treinta
añc^. se podría conjeturar que la tendencia señala uii marcado avance, que tcr>
minará por incluir un ajedrez propio de expertos, buenas traducciones de las
lenguas naturales, elcótera. Hace diez años !a primera oleada de entusiasmo por
las traducciones se vio frustrada por Ím fracasen iniciales y pareció que el éxito,
de llegar a haberlo, se alcanzaría sólo en un hituro remoto. Sin embargo, ahora
ftodemos suponer que la realización de buenas máquinas traductoras será algo
rutinarioen un futuro razonablemente prevíáble.
El segundo tipo de respuesta a la pregunta “ ¿Hasta dónde puede Uegai^”
es una respuesta lógica, derivada del razonamiento matemático y lógico. Hay
tres descubrimientos lógicos clave que guardan gran reladón con la medida en
que se puede esperar que la máquina simule la actividad humana. B1 primer
descubiimieDlo se debe a Turing (1937: véase en Arbib. 1964. en una expo­
sición de este “segundo tipo de respuesta” ). Para expresado con toda crude­
za, Turing demostró que se puede simular fMoItfuier relación entrada-salida
bien definida por medio de un tipo simple de máquina (que, por supuesto,
recibió ei nombre de máquina áe Turing). En consecuencia, una máquina per­
mitiría simular cualquiera de loa descubrimientos de la psicología del E R sí
eso6 “dcscubrimicflcos” estuviesen b ^o )d forma de relaciones E -R bien defi­
nidas. El segundo descubniiiiento fue el de McCuUoch y Pitts (1943), quienes
demostraroD que las funciones de una computadora digital podían ser efectua­
das por una red nerviosa, y viceversa. Por lo tanto, es razonable suponer que
mediante una computadora se puede simular con exactitud la lógica de la ope­
ración del sistema nervioso humano. Kurt Gódel efectuó el tercer descubri­
miento en 1931 (véase Arbíb, 1964) Demostró una característica de los sis­
temas formales que Arbíb (1964) resume de la siguiente manera: “Su teorema
afirma que cualquier lógica aritmética adecuada y coherente es incompleta,
ei decir, que existen enunciados verdaderos sobre los íntegros (o números
enteros) que no se pueden probar dentro de lógica” (págs. 122'123). El teo­
rema de GOdel ha servido para probar que la posibOidaO de simular el pensa­
miento humano por medio de íss cantputadoraf iknc iísniies. 1^1 razonamien­
to afirma más o menos lo siguiente: las computadoras digitales son máquinas
lógicas. Como tales, están incluidas en el teorema de Gódcl. Los seres humanos
no son máquinas lógicas; por consiguiente, cl teorema no los abarca y, por lo
tanto, tampoco los limita En consecuencia, las máquinas no pueden simular al
hombre por completo.
No estamos de acuerdo en que cl teorema de Gódel se aplique a las computa­
doras pero DO a los seres humanos. El teorema no dice nada reqp»ecto de cómo es­
4á2 Simemos y teorías psicológicos contemporáneos

tá representadu el sistema lógico si mediante transistores o neuronas, por


ejemplo y. por lo tanto, aparentemente no tiene una fuerza que limite el al­
cance de la simulación. En cualquier caso, de conformidad con las prácticas
cíentifícas usuales, nos impresiona mucho m4s las demostraciones empíricas de
la capacidad de simular la conducta humana que las pruebas deductivas acerca
de la probabilidad o no de tal súnulación.
No h i^ indicios de que la computadora esté perdiendo su fascinación como
modelo del ser humano. 7?íc hrain as a Computer, de Ceorge (1973), es uno de
los muchos libros pu blicados en los últimos tiempos en los que se exploran algu­
nas de las facetas del modelo de la computadora. >*ask (1975) se concentra en
el aprendizayt 'i el rendimiento, pero está dentro de la misma tradición. Hil-
gard y Bower (1975) continúan con su práctica, iniciada ea 1966, de incluir un
capitulo dedicado a los modelos de procesamiento de la información en su tex­
to estándar sobre las teorías del aprendizaje.
Al considerar las limitaciones de la simulación, resulta dif/cil Ignorar una
última pregunta: ¿las computadoras pueden ser consc»ntei«? l a mayoría de los
psicólogos parecen haber ignorado este interrogante, tal vez porque recuerda
en exceso la tradición fDosóñca de (a que creemos habernos emancipado. Sin
embargo, para quienes 1c encuentran sentido, ca^ no hay una pregunta más vas­
ta que ésta. Scriven (1963) decidió que ia cuestión era Importante, y que la
respueida era Simplemente, enséñele a la computadora a entender la
pregunta; “ ¿Eres consciente?", y formúlesela. Si la computadora le responde
que 81, créale.
Es probable que a un programador de computadora le guste conocer al­
gunos detalles más antes de empezar a escribir un programa que permíta a la
computadora comprender la pregunta. Nosotros preferiríamos un enfoque al­
go diferente. Por lo general, el progreso de la ciencia ha dependido del análi-
.<ds de una pregunta en sus partes más pequeñas. Empezaríamos por pregun­
tar: “ ¿cuáles son las propiedades de las eotldaücs que Oamamos cunscienles?"
Las respuestas incluyen d contacto c<m el mundo c.xtcrior, la posesión de un
modelo interno de ese mundo, la capacidad de comunicarse, la posesión de un
modelo de &f mi.smo, la aptitud para iniciar ima conducta, y una comprensión
de las diferentes relaciones entre uno mismo, y los t ^ á s y el mundo exterior.
Probablemente e'sta no es una lista exhaustiva, y sin duda existen análisis mu­
cho mejores. Sin embargo, una entidad que posea estas propiedades podría
ser CQosctentc o estar próxima a serlo. Según lo que sabemos, nadie está tra
lando de crear una computadora coasciente. El habitual guión cinematográ­
fico de ciencia-flcción creó una vez una accidentalmente. Eso bien podría ha­
ber ocurrido, pero parece más probable que ocurra conm resultado de un hecho
premeditado (¿planilicación anticipada?). La primera computadora conscien­
te traería consigo una buena cantidad de interrogantes de tipo ético entera­
mente nuevos. ¿Estará viva? ¿Sólo estará viva cuando es consciente? ¿ ( ^ de­
rechos tendrá? ¿Se le debe dar la capacidad ác reproducirse? Podemos ima­
ginamos a las printeras computadoras filósofas especulando sobre su vacío
existencia], y a las primeras computadoras contovstadoiistas procurando con
optimismo la rodUzatiÓTi óe sus potencialidades que, de acuerdo con los indi-
influencia de la otfenieríg y la matemática sobre io psicología 463

oíos actuales, poiiríui se; redímeme enormes. Todo esto ocurrirá si la ccui-
ciencia es simplemente materia de intctcorrclactoncs lógicas entre las partes.
Si es arateria en cambio de lús constituyentes físicos de los que están hechas
las entidades, entonces las computadoras no tendrán conciencia nunca, amenos
<]ue se las construya de protoplasma. o que estén vivas, o hasta que se vierta
conciencia sobre ellas, tal como se vierte un baho azucarado sobre una tona.
Bs tiempo de volver a los dos enfoques ya formulados que se relacionan
con la ingeniería y la psicología. El primero es la teoría de ia información
(véanse Attneavo. 1959; Gamer. 1974). El segundo, es la teoría de la detec­
ción (Creen y Swets, 1974; Egan. 1975). £ n este capítulo examinaremos cada
una de estas teorías en una amplía perspectiva.
Ambas teorías se dcsanollafon en thüma relación con los problemas de la
ingeniería. Shannon (1951) realizó sus trabajos sobre la teoría de la informa­
ción en los Uboratorioa Telefónicos Bell, y es indudable que gran parte del
estímulo provino del deseo de esa empresa de desarrollar mejores aparatos pa­
ra la transnisíón de inl'ormación. i a teoría de la detección 5oirgió en gran par­
te del Grupo de Defensa Electrónica de la Universidad de Michigan, y cicr-
lajuente los aparatos de detección son productos muy deseados de este grupo.
Hasta el momento, os probable que un ser humano sea parte de tal aparato de
detección.

TEORIA DE LA ÍKFORMACION

Medidas de la información

Según Norbert Wionei, el mérito por el desarrollo de una ntedida de la infor­


mación no se puede adjudicar a nadie en particular (1948): “ Esta idea sur­
gió, apioxonadómente al miarno tiempo, de varios autores, entre ellos el esta­
dístico R. A. Fisher, el doctor Shannon de los Laboratorios Telefónicos Bell,
y el autor’' (pág. 18). Sin embargo. Shannon ha trabajado con más persistencia
en el desarrollo teórico de la teoría de la información, y la difundió amplia-
írteme por medio de sus publicaciones (por ejemplo, Shannon, 1951: Sliannon
y Weaver, 1949). Poi lo tanto adjudkaicrous a Shannon el mérito principal.
El razonamiento sobre el que se basa la deñnición de una medida de la infor­
mación se puede presentar en forma bastante simple, ai nos c o n te n ta o s con
un tratamiento apioxtroatívo e intuitivo. Como dijimos, ^ a n n o n estaba inte­
resado co los sistemas de comuotcadón, que coaiienen por lo menos un trans­
misor, un cana] de comunicación y un receptor. Lo que se deseaba era \u a
medida de la capacidad de los canales para transiporíai información. Shannon
describió este tipo de
En primcT lugar, supongamos que cualquier sistema de comunicación peinti-
le solamente la comunicación de un número Umitado de altemativas. Por ejem­
plo. supungamos que uu locutor de liabla inglesa está transmitiendo mensajes
de un conjunto de mensajes de una soU palabra limitados a lo! vocablos del
4íi4 Sistímas y tmríaE psicoldgifaoe ¿mniempofAntos

¡dícma inglés, l.n que lifloa af lubla/ es elegii, catre todas palabras posiblsí.
una pora transmitid. Masta que d hatila. la pensoim en el receptor está incierta
en cuanto a la palabra que será prorimciaJa. Súlu sabe que se Ldc^iin una pala­
bra EntfE lai que fciiTiafi eJ cofijufttD ds palahraa maesas. Puede con aiJetarse
e! piiticasci de ttanamisján de 1n infeumacióii como un procesu de FGducción de
Ifl ínCErtidumbpe Si desprias de Cüvladu y redbidD uji m e n s^ no queda íisMi-
tdúumbtc,. enioncbs La cantidad de infarmaciOfi (rananttída os igual a la canti­
dad de incerüdumbtie que esistCa Jriicúilniciilc. Paiccc razan abk auporter que
el monto de inccrlidumbie es piopcicianai al itdincro de mensajes que pueden
ser enviados: a rnái alternativas, más difícil es adivinai OuáJ Será envínela.
SJtaiinoil notA que ers poaible nUmentr tadaa las alternativas utilizando el
slsleina de núntcros binarios. Si hubiera 64 alternativa!, !a! nLímerariamos,
en notación binaria, pnrtiEndo del OOOOOO, el 000001, etc,, hasta llegar al
l i l i l í . Se necesita un añtnero binmla de sets cifras paia cubrir Jas altenmli-
vasque cuTiospDiidBrían ala notación deciniii] 00 al 62,
SÍ cenemcis .V caliinma! de números blnadai, púdemoi dságnar 2 ^ alternati­
vas diferentes. En este caso 3^ = 2 x 2 x 2 ü 2 x :í s í » 64, Kl nfimíro de cu-
lunuuis de digUoti binanus que se requiere para ntimerar los mensaje! al tema d-
vue, es í^ a l al núniero de unidades dic ioformadón. Estas nnidades de infuniu-
eión Se denominant bHí {atiimriatujEi del ingles ¿ínacy d i ^ j ) . Sí a usted le dicen
cuál de la! 64 altemativaa fusibles es la verdadera,, habrá recibido Eeis hits de
infonti ación.
RecorJeinos que esta medida de información se relaciona con Iqí logarit­
mos. En el caao que acabaítiDS de exatTtinur, 6 es el Ictí^aricmp de 54, puesto que
tomumos a 2 como 6aíe para el logaritmo. Et decir. Un logaritiuo es lafmreTtcJü
a la que elevamos una base para obtener el número en cucstióa. £stu se puede
escribir según la notccíún matemática tradidonul: lug 64 = 6; por lo tanto,^ al
logaritmo de 64 en base 2 bs igual a ó. Ouiere decir, entonces, que podemcis
encontrer el núTiiero de bits implicados en la selección de una dic un conjunto
de altematis'Bs Igunlurente probables tuiiiiuidn el log^ del número de alternati­
vas. El niimcro cI e hita generalmerite se stnihuiízn con una íf , y es{ podenuB
esetibirí/ = Iqg^A^.
El empleo de la ámple deflnicióii de la cantidad de bits, ff _ k g V. Jólo
se justifica cuando en lid conjunto de mensajeBposibles cada uno tiene^ la inia-
ma probablliílfld de ocurrir. Parece ¡niuitivámente evidenie que la ocurren-
ci* de sucesoJ no probables es más infomialiva que la ocurrencia de sueoaos
mujr probables. Así poi ejemplo, "un hombre que muerde a un perro" trs no­
ticia, mJcniras que “ un perro que muerde a un hombre" no lo es- La diferen­
cia era el contenido de la infonnación, como fúnción dc Is probabilidad de
ocurrencia de una altentitiva particular, re considEra en U fórmula mis gu-
neril J í = log^ 1/F, en la cual F es la probabilidad íIe que úcuita el 'mensaje.
Si un JHdü normal cae en 4, la ocuirencla de este suceso transmite log l.fiy*
hits = log 6 bita - 2,58 bits, Si el dado está cargado, lu ocuTrenda ^ un 4
puede QQ transmitir cRsi información. Un dado que siempre cae en 4. transmite
log. 1/1 =« 0 bitt de infODuaCión, cuando ocurre ese suceso.
La mañana anterior a escribir estas paJabrts, uno de noJotTOS puso a prue­
di ia inffenisrin y tp matttnátif)li SObrt iú ps^ioto^ía 4£S

ba la noción de que los mensajes con muy baja probabtHJad tetfiiicrcn giutides
canüidfldes de ínfomiaciún para sei tiaiismitidos. Cuando se levantó, se sentó
sobre el piso del doimiturio p ire rcalitai mjs cjcrcicius hibitujilica, □uuneliuen-
te una ocasión para emitii sólo algunos gmftidot. Sin embargo, cuando su esposa
pasó junto a él, dijo lentamente y de manera uLara: "Un león montado en una
bkideta ocaba de inur el diario''. Su ctp ú u » detuvo, giró y, sin recibit «1
mensaje como se anticipaba, preguntó: *'¿Qué?" R] repitió non más lentitud
y claridad, y sin caníblar d t eipreslóo: "Un león montado en una bicicleta
acaba de traer d diario". Esta vez una expreaión de constemaejón contenida
cruzó por el roatfo Je cUa, y exclamó: “ ¡(Juéí ¿Que quieres d e d t^ ' A.pa-
[entcmeate habÍLt recibidlo un mensaje, pero no era todavía el que estaba con­
tenido en las palabras. Muy probablemente habfa recibido el mensaje; "MI
esposo tuvo un colapso finalmente", En cate caso particiilar, d mensaje real
era; "Está de nuevo probando otra de sua hipótnsis” .
A menudo, UTIH serie de me usaje! puede presentar problemas muy simitnres
a una tiaorición gradual dti la látuación dcl "dfldo itannal^' a ll Situación Jcl
"dado cargado"; es decir, !a ixurmncla de ur mensaje parilcular en la primera
posición puEde nnodiflcai las probabltldadct en la posición siguiente, y asf a
través de toda la serie de mensajes. El lenguaje es un ejeniplg e.icelertc paraes-
lE tipo de rolaeión cnirc: los mensajes en uní s iie . En inglés, es muy probable
que ia letra " T '’ sea reguida por una “H” , y nO ea en absoluto probable que
tea íe^iida por Una "L" K1 ot'ccto de ÍOO lem s sobr^ la 101a es tiii grande,
que la lOla letra transporta entre 0,á y 13 bits in de pendientemente de in-
funiidción filo lUHlltu prácLícu liiicer detEnimiuvíuni:! cxuctos). Si uida k ira
tuviera las mismas probabilidades, la ocurrencia de una letra o un espaeifr en
Ia posición IDi tiuEEportajía log^ 21 = 4,76 bits. Ea evideote entonces que par­
le de la ¡nformación uansnUtida por vía del lengu^e inglés es cumpurtida entre
muchos iímbolos. Para decirlo da otro modo, cada Símbolo transporta en rea-
bdudtttínúr del máximo de biCormBiCión que aen'a capaz úe transpoitar.
Los sistemas de este tipo se Itaman redundantes, y el inglés parece serlo
aproaknadajnenEB en aus tres cuartas partes. La rEdundancia no es siempre
algo nsgatlvoL si la mformaciórt tra jm ritiii está comparbcLa por varias pála-
brai. puede Ser efectiva aun cuando se pie ida parte del inerisqE. Pot ejemplo,
el blanco en psícúí gia pUEde UEnarsc rádlmentf! con una ya que k s res­
tantes letras nos dan suficiente InformacJón y, en efecto^ Beguinios tenieiido
el mensaje total. Si reflexionimios sobre la fiiecuencia con que los niños res-
penden con un "'¿eh''" a un brento de camunJeación, nos scntiiemos sin duda
agradeddai por tnda la redundancia qüe Eantkiiie el idioma. Las dificultades
tic los nitíos provienen iirobablemente de una falts de nlletnativas bien npreti-
didan entre ¡as coales poiíei « l e ^ el men9a|ñ que se intenta: comunkar. Rara
vez es un probleura uuilitivo, pero oír el mensaje no es lu inijiiiu que eatcndeilu.

S^ludíos Éi?tp&¡cí}s

Luego de este breve puiorim a, pcKlcmos considieTar Ja aplicaslüci psicológica


de las medidas de la infoiniación. y Iqa puntes de vista apoiiadoj ooe la cédiíu
4(f6 Sixtftrus y reormpncotosíccw arntemporimeot

de la información. Nos podejnos preguntar cuál es la capacidad de luS canales


humanos, y ac han dado algunas respuestas. Piercc y FCarlin (1957) han señala­
do una de las tasas m¿i alu» de transmisóo continua. Sus sujetos tenían que
leer palabras de un vocabulario Gjo, en voz alta y tan rápidamente como pudie­
ran. Las secuencias de palabras eran escogidas al azar, de mudo que resultaba
fácil calcular la cantidad de infucutación implicada en la lectura de palabras,
y no se perdía infonnacián por efectos secuenciales. Se transmitierQn unos 45
bits por segundo.
Durante un tiempo se creyó que la tasa de transmisión del canal humano era
casi independiente de la naturaleza de la tarea de transnisión. pero ahora se sa­
be que no es as/. Al leei palabras la tasa de información es igual a la información
por palabra, multiplicada por las palabras por unidad de tiempu. Puesto que la
sifonnacíón por palabra es igual al log^ (tamaño del vocabulario), para que la
tasa de transmisii^ de la información se mantuviera constante sería necesario
que los vocabularios más grandes se leyeran más lentamente que los pequtñtys.
Sin embar)9j, Picrce y K atto - y anieriormcnte Sumby y PoUack (1954)— en­
contraron que la velocidad de la lectum no muestra una disminución marcada
al inctomentarse el tamaño del vocabulario. Siendo fíjo el número de silabas
por palabra, la tasa de transmisión en bits aumenta casi tan rápido como el lo­
garitmo del tamaño del vocabulario.
En la tarea de lectura, los sujetos transmiten la información continuamen­
te. Es también posible hacer que los sujetos observen una única presentación
breve de un estimulo, y luego respondan sin prisa qué observaron. Aquí loque
se mide es una e^ecíe de tasa de “absorción’*, más que lo que según nuestra mtui-
ción debería llamarse tasa de “transmisión''. Puede ser considerada como una
medida de la capacidad del canal sensorial implicado. G. A. Müler (195o) ha re­
visado una cantidad de estudios sobre la capacidad humana para discriminar en­
tre estímulos que varían en una única dimensión. Ejemplos de este tipo de ta­
reas ion ios juteioe sobre tonos, volumen, posición de un indicador o tamaño
de un cuadrado. £1 resultado fue sorprendente: la cantidad de v^orei de estí­
mulos que se pueden discriiniuar con exactitud es pequeña ( ¡el “siete mát n me­
nos dos” de Millcr!) E&ta cantidad es mucho menor que la cantidad de ditcrcncia&
aprectables a lo largo de esUs escalas. La tarca del sujeto es muy diferente en
la situación que analiza Miller y en la situación en que debe dctcimínar dife­
rencias apreciables. En este último caso, se presenta una referenaa, de modo que
el sujeto sólo necesita discernir una diferencia Al estudiarse la tranmiirióo de
iiifuniuictó». se le dice al sujeto que anuncíe cuál de las diversas alternativas
fue presentada; no hay referencias presentes y se debe hacer una discrimi-
naciím “absoluta” . Resulta sorprendente también que la cantidad de valores
discríminables de esta manera absoluta, sea en gran parte insensibic al espa-
ciamíento de los valores a lo largo de la escala (Attneave, 19S9, págs. 67 y sigs.).
Gsmer (1960) ha indicado, sin embargo, que se transmite más información
usando escalas graduadas que emplean uua cantidad mayor de valores; el to ­
tal de información tranrmitida puede aumentar con la cantidad do valores de
la escala (hasta 20 valores).
Influencia ဠU ingeniería y ía matemática tobfela peeologie 467

Varios experimentos (Klemmer y Frick, 1953; Polteck y Ficks, 1953; P<dlack


y Klemmer, I9S4) indican c^e ai aumentarse el número de dimenalones del
cslínmto, aumenta ia cantidad de hits que se pueden asimilar en una única
servación. Kkmmor y Frick, por ejemplo, obtuvieron un valor de transmisión
de 7,8 bita para estímulos de ocho dimenaione&, comparado con un valor de
3 bits para estímulos unidimensionales. Quastier. Osbome y TVeedell (1955)
investigaron la mejor combinación de escalas y canddad de divisiones, y en­
contraron que cinco o seis escalas, dividida cada una en cinco o seis posiciones
escalares, se podrían ordenar de modo de transmitir 12 bits por otnervacióo.
Al iitilizaiae tres símbe^os en conjunción con un dial- la Iranamimón aumentó
a 17,6 bits.
MacKay (1952, 1969) distinguió dos tipos de contenido de información de
los estímulos, que conviene tener en cuenta al referirse a todos estos resultados.
Denominó contenido de memmes a la infosmación transportada por los dife­
rentes valores de una sola escala, y contenido de togortes a la información trans­
portada por las diferentes dimensiones. Al parecer, el contenido de metrones
útil se limita a unos ocho valores, y !i ínfoimaciém adicional puede transpor­
tarse mejor aumentando el contenido de logones.
Las medidas de la información son útiles también en el estudio de la memo­
ria. FoUack (1954) descubrió que el alcance de la memoria inmediata es casi
constante: alrededor de siete unidades, sean éstas números binarios que contie­
nen sólo 1 bit de informadón por dígito, números decimales que coitíenen el
Ing2 ** o letras del alfabeto que contienen 4,76 bits. S. K. Sirdth
y MiUcf (1952) pensaron que se podría aumentar el akauuc de iufoimación
de las unidades m is pequeñas, si so las codiñcari en unidades que contuvieran
más infotmación; entonces se recordarían las unidades miO’otts, y se las vol-
vena a decodificar en unidades pequeñas a medida que se fueran reproducien­
do. 1-os dígitos hinarios podrían codiñearse fácilmente de a tres por vez:
000 - 0 ;0 0 l - l; 010 - 2; 011 » 3; 100 - 4; 101 5; 1 1 0 - 6 , y 111 - 7.
Se tecofUdria el código, y Rnalmeute ae lecunverUría en dígiius binarius cuan­
do fuera necesario. Por ejemplo, el estímulo I MOl nOOOlOCX)! te converti­
ría en 73421., que «s pu«d» toeordar fádámente. Sí el proceso de cMivenióo-
reconvetnón fuera perfectamente eficiente, el alcance <k la memoria para los
di'gitüs binarios ae incrementaría en (íes veces. En términos empíricos, el pro­
greso DO es muy grande.
Las medidas de información han encontrado aplicación ulterior en la des-
cripcióft del proceso pereeptual. AUncove (1954), y liochberg y McAlister
(1953) señalaron que las medidas de ínfoimactóo son aplicables a los concep­
tos guestáJticoa. Por ejemplo, advirtíeroo que las Oguras buenas contienen
menos Infoimación. Predecir la continuación de una línea a partir del conocí-
miento de sus poicioaes previas, es más fácil en una buena fíguta que en una
figura pobre. Conocieudo un arco pequofiu, se puede completar un círculo;
conociendo tica vértices, se puede completar un tdingulo. Estas figuras es­
tán altamente organizadas, son redundantes y buenas. Muchos de los princi­
pios guestaltistas de organización pueden describirse en términos informado-
nales. Las medidas de información son más precisas, y por lo tanto pueden
4ÓS S tfítm ts y reorlas psicológicos cotiíemporaneos

^ d a r i que los principios por ahora cualitativos de la Gestalt ingresert más


plenamente en el terreno de la psicología cuantitativa.
Gamer (1962) exarnina algunas de las dificultades que presenta la traduc­
ción de los conoeptos guestalüstas a términos infonnaeioiiales; el problema
nace de que se supone que los principios guestalüstas se aplican a estímulos
únicos, mientras que los conceptos informaciooales están diseñados para ser
aplicados a las caractensticas de los conjuntos de estímulos. Posteriormen­
te, Gomar (1966) ofreció una persuasiva argumentación a favor de conside­
rar a los estímulos como repiesentaüvos de los miembros de una clase. Se­
gún el percibir era análogo a conocer la estructura y la organización de los
con/unfos de estímulos- Su serle de experimentos ofrece un excelente ejemplo
de la utilidad del punto de vista que proporciona la teoría de la infunnadón,
aun cuando muy poco del aparato técnico de la teoría fue utilizado.
Posner (1964} se encuentra entre quienes han hecho un amplio uso del
punto de vista del procesamiento de la información en relación con la conduc­
ta humana. Sugiere, por ejemplo, que esas tareas se pueden categoflzar ven­
tajosamente como tarcas de conservación (en las cuaks la meta es transmitir
la información exactarnente como se la recibe, emno en las careas d« memo­
rización), tareas de reducción (como en ia suma de números en la que eí
objetivo es ordenar una multitud de estímulos en una sola respuesta) y (a
reas creativas (en las cuales el ol^etivo es dar múltiples respuestas a un solo es­
tímulo. como en las asociaciones múltiples). Posner encuentra relaciones em­
píricas susceptibles de predicción entre la cantidad de transformación de la
información requerida y la sufícíencia de la conducta, por ejemplo, el tiempo
de reacción aumenta a medida que aumenta la cantidad de reducción de la
infonnación. Fítts y Posner (1967) organizaron su libro Human performance
prácticamente alrededor del modelo informacionaL
Neisser (1964) ha realizado una serie de estudios acerca d d proceso de bús­
queda de palabras-objetivo, números-objetivo, caras-objetivo, etc.,en un conjun­
to de Ítems similares. (Encuentra que el proceso de búsqueda no demanda que
toda la ínloimación sea totalmente procesada, y también que las diferentes ca­
reas pueden exigir diferentes niveles de análisis de información, desde el muy
general hasta el extremadamente cuidadoso. Se puede llegar a esta conclusión
debido a las Usas extremadamente diferentes de examen üe la información bajo
distintas condiciones. Uno de los hallazgos más interesantes y contraiios a It
intuición realizados por Neítser es que las personas con experiencia en ia tarea
pueden buscar objetivos múltiples con la misma rapidez con que buscan uno
solo. Por ejemplo, pueden establecer si figura en una lista uno de cuatro nom­
bres con la misma rapidez con que establecen si figura un único nombre.
Stemberg (1966) ha desarrollado una ingeniosa técnica para estudiar el pro­
ceso de exploración, no ya de loa estímulos externos, sino de la memoria. Se
le pide a un sujeto que, después de haber memortzado una secuencia de símbo­
los, conteste "‘sT' cuando un símbolo recién presentado pertenece a la secuen­
cia recordada y “no" cuando no sea así. Se les solicita a los sujetos que res­
pondan lo más rápido posible. El tiempo que requkrc la respuesta aparente­
mente es una ñinción lineal en aumento de la cantidad de ítems retenidos en
Infbtendíi de (a oteemerUt y Im matemd tica totee h psíctdogia 46V

ia riiemonia, y es siempre el m isno, tanto » el símbolo forma parte del conjunto


recordado como ti no pertenece a ¿\ Stemberg concluye que el proceso de bú.v
queda consísle en comparaciones seriadas entre el “nuevo’' ítem y los que k
conservan en la memoria, y que la búsqueda es exhaustiva aun cuando se encuen­
tre uno igual.
Tov/nsend (1974) ha ampliado el trabajo de Stemberg. y ha prestado c e c i a l
atención a la interesante afirmación de que d procesamiento en la memoria a
corto plazo se daba en serte y era exhaustivo. Towntend llegó a la conclusión
de que en realidad se podná eliminar una amplia clase de modelos en serie y au-
toterminativos, pero todavía es demasiado pronto para estar seguro de cual­
quier modeio único. I.os modelos en serie y paralelo^ pueden predecir rendi­
mientos idénticos con algunos encuadres paramétricos
Hasta aquí hemos presentado una revisión sumaria del tiabajo realizado
en base a medidas o conceptos de ia in fo cm a c^ . Omitimos problemas tan
ímpoTtiuntes como la determinación de la información tranamitída cuando
el tramvnisor y ei receptor no están siempre de acuerdo. Attneave (19S9)y mu­
chos otros que han escrito libros dedicados a la teona de la infonnacíém brin­
dan métodos para calcular la información transmitida mediiuUe un conuci-
micnto de las cntndas, las salidas y su relación. No podemos ocupamos aquí
de estos problemas más técnicos, pero esperamos hater indicado la diversidad
de áreas en las que interviene la teoría de la información.
U fuerza de la teoría de la información radica en que sus medidas no espe­
cifican en absoluto La naturaleza del mensaje. Puede aplicarse a cosas tan dife­
rentes cwno números binarios, notas musicales y flujos hormonales üe una
parte del cuerpo a otra. La generalidad se basa en la comprensión, simple pero
ingeniosa, de que todo conjunto fioHo de altem itivu puede codificarse nu­
merando éstos. Esto mismo explica la variedad de habOidades que puede des­
plegar una computadora digital. La generalidad propia de la teoría de la infor­
mación la convierte en un instrumento muy útil para unificar los puntos de
vista de diferentes ciencias, por ejemplo, la psicología y la biología. Se
podría preguntar, por ejemplo, si la cantidad de información que se puede al­
macenar en un determinado n'tovert> de moléculas de ARN alcanza para repre­
sentar un cuadro de un tamafio detemninado para una icsclución dada. Antes
de que se dispusiera de las medidas ¡nformacionaies, una pregunta de este tipo
habría carecido de senlido.
Duntnte sus años formatívos, la teoría de la información fue considerada un
progreso ttemendamente importajite, y que tal vez revolucionaría la psicolo­
gía. .Ahora se la ve como uno de nuestros instrumentos matemáticos básicos,
igual que el álgebra o el cálculo infinitesimal Nuestra exposición revela a las
claras que pensamos que la teoría de la información ha demostrado su utili­
dad y que tendrá un fbturo provechoso. Además, creemos que aquellos psi­
cólogos que están organizando sus actividades alrededor de las computadoras
y la teoría de la Información te están acercando a un status próximo al para­
digmático. tal como lo están quienes se cobijan bajo la sombrilla de la “ modi­
ficación conducta)". Los psicólogos de estos dos grupos han logrado la capaci­
dad de resolver una clase im pr^ante de problemas, y ambos están atrayendo
41& Siitcmfi y íaflnes cur/íraporancoí

una gran cantidad de adliercntes a causa de la apaiunie promesa cojitenida en


SU8 respíctivijs sofoquen de la sflluciftn (ic prohlernas, Eatamos itiíj seguren de
que el aparenm paradigma de lüs modíñeadore^ de La conducta es un paradij-
ina p fk o ió ^ c j, paro los teúrLcos euipuLivuií y Jua lingüjsías podrían no coin­
cidir con flofotjnos en este punto.

TEORIA DE LA DETHttlON (DETECnON THEOít Y}

Durante la Secunda Guerra Mluí dial loa ingeníelos dt^sarruildron uns teoría
de Id dolECOiiüin. que se podía aplicar d la detección df bIdiiOos mediante re-
ceptores de radar, Tanner y Swets .{1953, I9íd) y M. Smitii y IVilsoii (1953)
adoplaron el iralaiiiienk) malomático y lo aplicaron a Ib detección huínma.
Desde emonces, estos hombres y muchos otrus han ampliado la teoría.
Egan (1973) dcsurihuí la teoría de U detección de señales (TDS) como una
Lombínación de la teoría de la decisión y de la teoiíu de La distrjbuciúu. Des*
críbireiiiios aigc del aspecto propio de la Leoría de la decisión que presentii Ja
TDS, y nos llmitaremul a esbaaar eJ aspecto itlaciunado con la (euna dr: k
disiribucián, tratando de indicar el potler y atcance de la teoría.
Ea l'DS abarca a la teoría estadí^ica rlc la decisión. Una detcceiúa implica
una decisión basada en cunsidcraiciunea estadísticas más qüe en simples Cítun-
cíudifi Jul tipo de: “Sj. oí la sellal'’, o “No, no oí la seilal". La teoría de la
de lee don considera (pJO el experimento que tntcnta deterntinar un umbral
seirsorísl es una partida a ñire eí sujeto y el experimentador. Según este punto
de vista, el sujeto afiimaría siempre haber oído la señal —la haya oído □ n o -
si supiciu de antemrinD que va a ser presentada, bsto no significa necasarte-
mente que los sujetos seaíi 1i*a y lianameute deatiunestusi sigEifica que lio exis­
te una división tajante entm la deteceióri y uo detección ds una seflal, y que
el sujeto debe efectuar siempre -p o r csla misma razón— una decisión basada
fin ínfonnaciones probabilistas más que ctertas. Los sujetos deben reallíai la
mejor decisión ponáblc sobre la base de La bfurmación dispojiible, no impnr-
tB eudl sea la fuente de esta información.
Puestp que lis decisiones deben haursc en Infarmacíoncs prebabilistos y no
iioguias, to n fiecuencia están inUoidas por lo* valores o costas que puedan es­
tar asociados con lu tomo de decisión y con el hecho de acortar o errar al ha-
cedu. Los vaJaifií y ios costos asociados cctfi estar acertado n equivocáis res­
pecto de Coda decisión posible deterniinan una nuitrií de retribatíüriss. Si
sólo huy dos decisíonsa pcmíbles ■por ejemplo, “ Sí, una señal estaba preycii-
le" ü "No, una señal no estaba presente" la mitiiz. di: rciribucjones tendrá
sólo Biitrarias. bn el cuadro 15 aparece nn ojcmplo. De acuerdo ciin esta ma­
triz, cuaiiilo Se presenta la sen al. el sujeta gana IfJ unidades (digamos 10 pesoi)
á dice que fue piestínUtda., peto pierde 3 unidades (5 pesos) si dice que no lu
luL'. Cuando no se presenta la señal, pierde 1 peso 41 tumq una dficisióii inen-
trecU, y gana 1 peso sí toms la decisión oorrecta. Dada osla matriz de lelri-
budoijeR, et intuitivámenle evidente qua loa uasosien que La probabilidad de
qufl se baya presentado la señal so a iunal a la prohabiltdad de que na k luya
!nfi^^l/ic¡s de ¡a ingrrncrfay ¡a maKinitiCa m b ti la ¡tílculafla 47i

prasentaüo, se lesolwrán por la ailmmtlva. Sí resulta ser ciarlo se eanorá más


que lo que se perdsdd si no lo fuerai para expresaiio de otro modo, se puede
ganar m is diciendo “sí” correctameiite que didendo “no” cotreclamente.
SI en nn principio esta teoría parece no aplicarse a situíicicmes de la Vida
real, conaideion estos jnteresantes ejemplos de diecísión tomada bajo cuntliciu-
nas inciertas, (ftie evidentementie implicBn costos y valores.

Ojío }. Dalfid está en una ñcata y Cree detectar uns posible señal' Je ínte­
res de parlfl de una atractiva persona del Sexo opuesto. Las circoftítaticíis son
iaics [jiie si se equivocara pasluís utk moraento muy cnibarazoSo.
CútfO 2. Á su esposa le parece haber oído un ladrón en eJ piso de abajo. Us­
ted no urec que sea un ladrón, j^odría usted examinar dÜeientcs matrteca de
valor-costo?
Casr? J . Un püoítB de un avión comercial en el momerto del ateim z^ vislum­
bra alga ádelante, a travos de una njebita de pequeñas nubes. Una nceión eva^va
atemori?áría a Tos pasajeros y a la tripulación y esparciría todo el equipaje de
marro por la cabina.

CimdrE' 1 5 . M atris d e re trib u sio jtss pfirs un rJrpsrfnfeuffl d e d e íe c c iá r

Derinán d tí íUfeiv
^Seiwl pitsenfade? SI .Vo

Íí !0 -.í

MtJ -1 I

Otro factor, se combina con la malrk de relribucloikíS un la dísiotsióíi de


las decisiojiea. Es Ja piubabilidad adelantada, o a prioii, de que se presente una
scnel. Una vez más □uestm Intuición nos dice que si sabemos de sntem ino que
la señal se pieteolaiá en nueve intervalos de cada diez, en los casos, inciertos
diremos “ » ñ al presentada” . J iititc cor la matríz de retiibucioates, la proba­
bilidad a prturi determina un c rile rio - u n nüinfto— IJamado generabnenLe
tvtn. Con el que se dEb« comparar üu riómero dierivíidrp de la. observación sen­
sorial a fin de tomar la mejoif, dec¡aún, SJ al número ileriviuío de la entrada
tertioruil supera el Criterio, el observador ideal dice “señal": h no es así, dice
"no señal”.
El valor uritciiaJ [criíerifTw tviluc) se eligí dc modo tal que alguna función
resulta favorecida al misimq. Se supone que el obseivador ideal descu turnar
decisiones que k peoniuut lograr ú mayor janaJicis, ídoptar lar decisiones
más conectas o lograr algún olio objetivo ígujlraBnte deseable. VI. Vi. Poter-
son, ÜirdBflll y Fox {19S4J han discutido loa nbjetJvm posibles y Kan desarro-
Üadü para cada uno laí ecu aciones que combinan las probabiJidadíS a piJori
enri la matriz de icthbuciooes pam de terminar d valor ctlterlal ópeimo.
4?2 Sitiettai jf AMrrár páccúápaa coiílEmptíráneos

Se djehcTi cnJisukr do* probabilidades para derivar la cantidad mái útil de


obaeivación sensorial. La prnisra es la probabilidad de que ñ ;a hubiese pie*
sentado una «eHal, se habría piudueidD U anlrada sensariaJ observada. La se­
gunda es la pirobabllidad de que la entrada sensorial observada se habría pro­
ducido aunque no ^ hub>se presentado ninguna señal. Se divide entúnoes
la pTimeTu prnhahilídad por la segunda para formar la ro3Ún Je probabilidad.
Esta razón de probabilidad te ccaiiparB con ei criterio para liegar a una deci-
rióit óptiina, como se ha bosqucfado nids arriba. Se puede dcniüstntr que la
razón de probabilidad btinda toda la infornTaciún qtic Decesha un obeervadur
para tamal decisiones óptirnaa. Este hecho úmpUfica enormemcDU; el proceso
die deeísiñn, en campanuióii, dJgsmoa, con la necesidad de recordar exacta-
mente quí eia Ja señaJ detallada.
Qujzía el lector se pregunte qu£ sentido puede teiiei cansiderat la proba-
bdided da que haya una entrada senSüríaJ na habíejido sedal. E su prohabili-
dad resulta razonable debido ol supuesto de que siempre hay esttmu¡BCí6n
casual^ o lUidos, en cuaiquiei dsteTiia sensorial En la teoría de la debecciún,
geneTahncnte ee denomina receptor a[ sistema sansorial. En lo que hace al
itceptor, hay dcks tipos de ruido. Uno proviene del mundo exterior, si otro de
las propias tareas del receptor. SI d receptor es uji observador humano, el rui­
do intemo niele ser díuomiüado mido nearaí. Aun cuando fuera posible eli­
minar completamente el ruido en la entrada del receptor, los niidos Intemos
nunca se pueden eJiminar del todc. Por lo que hade al rendimieníD del rncep-
tor, el cujeen del ruido no ea importante; cjolquier ruido rebaja el lendimicn-
to del sisteme. La iiiayoríu de la gente ha experimentado la sensación de oír
salir del televisor midus misleríosos, a 1« que responden; "¿Fue un ruido
del aparato (ruido interno) o un ruido de la eEtaclon emísore (lUidD externo)?”
Ya en este momento et Jírctor debe haber advcitido iamfatdii la posibilidad
de que el "ruido misterioso^ haya sido producido, digamos, pot un conjunto
de auLuéca rock, que nos blindaría todos los elemcutos para un problema de
detección, e$o al ae supone que los gíupus d« música rock producen seiiales.
La detenniiiación de loa probahilidadcs para el cálculo de la cazón de pii>
habilidad no es un requisito trivial. Esta determmacióa distingue a la taoiia
de U detección de la teotíi de la decisión en general. Aquí es donde entra en
juego Ja teuria de Ja diatribución. Debomi;)! deteiminor la raturalezs de Jas
diatiibuclones a partir de las cuales se ha de detenniasr U razón de piübabllt
dad- Una de las diñciiltades bistettx que se presentan cuando se trata de aso­
ciar nna razón de ptobabUidad con una entrada seostuial es que a les eu iradas
se les puede dar la forma de ondas continua», en tanto que la teoría estadio-
tica de la decisión se propone trabiijar con mediciones numéricas discietas.
Si la onda c u n t í coa ciertas propíeihiiks puede caracterizarse^ sin póidida
de iufeumaeJón, mediante una cantidad limitada de medidas. La cmUilud de
medida necesaria depende de Ig ficcueneia mía alta ptesentada en la onda
(0¡ y del t t ^ p o (Tj a lo laigp del cual debe m ediisela onda; el número de me­
did ji es exactamente 2JO, Aún deben superarse otras dificultndea antes <le que
le pucdaji compajar slgniTicativameote lu señgl y el ruido; el lector que se inte-
rese en estos detall» puede comultor a Lkldider (1959). Orcen y Swets (1974)
ínflaetids de Ifl jnsc’tieiia y k tnaeménea íúbre Icr píitxjiügía 473

ttfltan asimlsiiií) este problertiij así tomo también o a o i aspectos Importajiues


deade el punto de ™±a pajeolófiico de la uso/ía de la detección, cii su exuclea-
te libiu.
f a figura 12 es un diagrama geaeral del observador ideal, tal coma lo ve la
teoría dé la detección Junto con este díagiam» flnaiizaiemos uni sltuación
experimeTita]. para tener una idea más clara de lo que piensan los teóricoa de k
detecLTÓD sobre la detcCcaún do scualca.

Prebobili'dsUui d« Un alterrulLT»! - ComputBidrir


d¿l cntciro
U tilidad» d i Us decitioriev —

diartrlbucióti _
P X m jnctroi d t k
Coiaputad^i
d«t Tllido de k ftindón
PaiúnctTe* di k (icniil- de dktribucjón

------------ 1 Oomjnitodor de
k nzóa de —»
PEubdbiluiail de k áecídáii I
________J

Plguia i l , Dk^sma dfllilübseiVdÜGi iiti»! en k teoría de k djeieudóm. (Pikírte; Tamun,


196U

—Mñ
= d'

F l ^ i a 1 3 . Vlsu d i la c e r a de s l e m o t c o D ce p to j d e ]a teoifía de k ú e ta r c ió a de ie 3 ^ l
v á a sí iaexpUcaeldii ea ±1 teüto.

Se sirtleu presentar tkis t^ o s generales de situación- Un obiervador debe de­


cir li se piHsentó ü ití> una seflnl dentro de un único sntfifVEtlo de tiempo
n debe decir cuál inlervalo —entre vaiiúi espeñncados— conteiu'i una srlUl,
r a b i c D i i o que uno de ellos La canlcnffl. h t mita simple hablar de la primera litua
474 Siatenwy teorUi pakológicot cantemporáneot

ción. aunque e i niás ficU reiacionar la (eorí'a c(7fi l&últána. En oi caso úuar-
valo múltiple, la mejor estrategia del sujeto et elegir justamente el intervalo que
contenga el suceso sensorial con la razón de probabilidad m is alta; las probaba
lidadcs a piioii, la matriz de retríbucloncfi y. en consecuencia, el criterio son
los mismos para todos los intervalos. Por lo tanto, los errores dcl sujeto al eva'
htar o combinar ios factores relacionados con el criterio oo afectan la deciáóci.
En el o tto caso, en el cual el sujeta debe decir a la señal ocurrió o no en un
solo intervalo, puede sobrevenir una cantidad de tipos de errores. £1 sujeto p o
dría no usar las probabilidades a prior! correctas, podria no emplear la matriz
de retribuciones conecta, podria no procurar llevar al iiiáxiruo la cantidad dC'
scada, o podría no combinar los factores de la manera correcta. Además, pue*
de ocurrir que los nijetos, bajo una u otra condición, no computen bien la ra'
zón de probabilidad.
Anulizaremos el diagrama en relación con et caso de intervalo único. Hs más
xncillo suponer que se da ai computador de la función de distribución las dis­
tribuciones de “señal más ruido” y “ ruido solamente” de modo que no es ne­
cesario calcular éstas sobre la base de la experiencia. Se debe disponer de las
distribuciones de modo tal que se pueda computar la razón de probabilidad a
partir úc sus do$ probabdidades componentes, l a distribución “ señal m is rui­
do” ofrece la probabilidad de que cualquier ob$crvacióo dada ocurra en un en­
a y o de la añ al. La distribución “ raido solameiitc” brinda la posibilidad de que
cualquier obarvación dada aparezca en un ensayo de ruido solamente.
£1 computador del criterio necesüa que se le den las probabilidades a prk>ri
de que en un ensayo particular se presente “ señal más ruido” o “ ruido soh'
mente” . También es necesario, para el cómputo del criterio, la matriz de retri­
buciones. Estas cantidades se combinarían a fin de poder alcanzar algún objetivo
dcl mejor modo posible, y computar el criterio.
Con las distribuciones y el criterio en mano, el obeen*ador ideal está listo
para comenzar sus observacionos. Dentro de un intervalo se presenta una en­
trada Eí observador hace pasar la muestra poi su transóuctor, que realiza las
mediciones necesarias. La salida del transductor se suministra al computador
de la probabilidad, junto con las fundones de distribución correspondientes a
las doa distribuciones. Esta información es suficiente para que el computador
de la razón de probabilidad compute su propia salida. El computador de la de-
cirión sólo necesita, para tomar la decídón, cimtpamr la razón de probabilidad
con el criterio computado por el ccmiputador ikl criterio.
La figura 13 ilustra algunos otros conceptos de la H )S. Esta figura se basa
en la suposición <fc que los sucesos sensoriales pueden representarse a lo largo
de un “eje de observación" unidimensional. La* observaciones podn'an repre­
sentar. por ejemplo, sonidos muy débiles en el extremo izquierdo det eje, y so­
nidos muy fuertes en el derecho. Se supone que tanto los sucesos Ji (raido
so!»ncute\ como los SR (señal más mido') se distribuyen normalmente con igua­
les variancias. E$ decir, las prc^odades relativas de ocurrencia de los valores
a lo largo dcl eje de observación se representan rncdiajiíe dÁriribucloncs norma­
les de probab0idad. liemos elegido estas suposfeiones en atención a la simplj-
cidad de li exposición. El eje y las distribuciones necesarios para un determina­
In/htnck tíe la ñ|<nttrrta y U matemática tabre ¡a psicotofia 47S

do problema de detecctón dependerían de las distríbucioaea reales de lot su­


cesos 8 ser modelados.
Bn nuestro caso, la medida de perceptibilidad de la señal, d \ es U distancia
entre las medias de Us distribuciones R y 5R, tomándose las unidades de d‘
como desviación eslindac de U dUtrihucíón R. Debemos calcular también
d valor del criterio para la rt^ón de probabilidad, que -co m o recordamos—
se denomina htfta (fi). Poitemos hallar entonces algún punto a lo largo d d eje
de observadón en el cual la ordenada de la distribudón SR (a en la figura) di­
vidida por la ordenada de la distribucióo R (ó) será igual al valor del criterio de
la razón de probabilidad {fi). £n este caso, todas las observaciones a la derecha
de este punto ae dobcn'an llamar señal y todas las Observaciones a la izquierda
de ese punto, mido. Puesto que las dos distribuciones se superponen, incluso
un observador ideal y perfecto sólo “acertará” la señal cuando ésta ucu m y
cuando la obKr/ación asociada con la ocurrencia de la señal m produzca a la
derecha del límite is i establecido. De modo rimilcr. la probabBidaá de una fal­
sa alarm an el iiea debajo de la curva R que está a la derecha del límite.
El obaecvadot t t i í «n Ifoeitad ó t desplm.ar el límite a la izquierda o a la de­
recha. Al moveilo a la derecha se lendii como resultado menos falsas alannss
pero también menos aciertos. Al moverlo hacia U izquierda, se tendrán más
aciertos, pero también más falsas alarmas. Veremos en un momento de qué
m anen el movimiento del criterio describe una curva “característica de ope­
ración dcl receptor” . En este punto, debemos advertir que la teoría de la de­
tección sepan la sen&ibOidad (medida por d") del criterio ( d )• por lo tanto,
es más probable que las medidas de la sensibilidad le mantengan constantes
en cambios situaclonales que podrían afectar el encuadre del criterio del sujeto.
Un rendimiento perfecto ae definiría observando que el sujeto dijo siempre
“ señal” cuando la sefttüa estaba de hecho presente y nunca d^o “señal” cuando
se le presentó el ruido solamente. Como hemos visto, un rendimiento perfec­
to tólo %TÍa posible ^ las distribuciones R y 5R oo se superpuaieaen. La bondad
de los rendlniientos imperfectos debe describirse siempre como una cierta re­
lación entre U probabilidad de un acierto. fS/, y la probabilidad de una falsa
alarma P^ fRA Puesto que P^ /Si y P^ /RJ « pueden determinar mediante el
valor de a\ el cálculo inverso, más ciertas suposiciones, nos daría d ’ si ctmocié-
sernos a P fSj y P ffíj. Esta circunstancia es afortunada cuando el obsen-ador
humano ei el que debo calcular d \ pues en este caso no es posible medir la d)v
rribudón dcl cuido que se presenta al computador de la función de distribu­
ción o, en lo que a esto se refiere, medir la distribución “señal más ruido” . Et
ruido neural no te puede medir de modo directo. En lugar de ello, el experi­
mentador calcula qué tendría que ser a fin de (pie el observador ideal du­
plique los valores observados de P fSJ y P (R /. Entonces se p<>drüi cuiupaw
el valor requerido de d' con el valor más afto de d ' calculado para las medidas
físicas que el observador ideal uaaría, cualesquiera que éstas fuesen. Los obser­
vadores reales jamás pueden desempeñarse mejor que el observador ideal (>*
probablemente nunca tan bien como él). En coasecuencia, la ceoria es “nor­
mativa'' en el sentido de que nos permite establecer lo bien que un observador
“dehería" desccipenane. Además, la teoría dos permite posiulat que un ob-
i
476 Síícenteí y ttüfíát jüsÍCTPV&ífíoí tOHtefíiparánear

srviáúr'idea] ciTá limitado a infojiiiaci6iA m«roK que perfecta, y aaimiann com*


parar íJte icndimleüto limitado can el de un obserY^doi liuniajio; n el ideal li­
mitado es muy símibir al humano, hay cierta posibilidud de qüc el iodividifu
humano estí procesando realmente infomiaciAin sensorial baja Us mismas iáiil-
tacjoncs que bemot impuesto a nuestro observador ideal.
Loa valüirs de rf' pam observadoies huiranoa, obtenidos hasta el presente,
laueattan qüe hay bastante congruencia ea un individuo dado, a lo latEO de nna
amplia variedad de valorea de pra'babdtdad a príori y inatrices de retribuclancs.
Esta congruencia representa quizá el tiempo más impórtente de la teoría Tra-
diciunul basada en los umbrales. Se ha cncontiado qua el umbral varia según
las condiciones. Lgs correcciones de las coqjetuiaí no pueden eliminar las incon­
gruencias en el umbral. Los pajeídogos uomen/abiui a pensar que ioE umbrales
silo eran signillc3tivo& en las condiciones cipecífkas on que ae los había de-
tenninadQ. Las medidas de ¿T, dotadas de una mayor gcneralidadi escapan a
esta tbnitaciüQ. Si se ha detemiinado tí' para un cierto par de valores/' (SJ y
fP), entonces se puede dar con mayor generalidad el apareamiento*de las
détitás valares d t P fSj y P f p j (para un sujeto deteíminado, a medida que se
modifiquen loa vaTorts ftu la metrií; de retríbtidones y en iaa probabilidades
a prioii).

Figuta 14. Cuivif d> openjcii6rt dd irceptíu pua distiiitcs valores de if. ^Fuenrer Pe-
termn y otros, 19S4-.)
tnfiuiwsdg is Piienifrfir y la meiernéfíai scthn ií ^ io lfíg ÍB 477

Esto es posible porque ¡í' determina uoa a i m de c^eiacián del [toeptor


(COR). Lfl figura 14 muestra un conjunto de estas curvas. La línea diagonal
repiesenta el lendimiento por ozar; notamos que, en este caso, si el observador
no da falsa alanria tampoco puede decir nunca correctamente ''seúaJ’‘. Sin em­
bargo, un ebseivador dÍEpueato a decLr "señal" cada vez, asertará siempre si' se
prtseiila la seflal, y eiraií saempte si se presenta el ruido. La Enea diagonal ca
Jj] única COR poaible cuando d ' ea igual a Q; b medida que aumenta d', la curva
se deja de lu línea diagunoL NÚituahay tui pasaje aúbilu a un nuevo nivel de res­
puestas a) hauisa más disciimiiubloi la soñol y el itüdo, camo podría sugerir
una perspectiva ingeriua del concepto de umbral. Svvet^ i l ^ ^ l ) ba revisado
varías versiones de la tcorii del umbral, y mostiiá que las modiñcBciorics nece-
sarias para poner de acuerdo la teoría del untbril con loi fesultados empíricos
pueden compile arla taiuo que empieza a panecerse mucho a la teoría de la t!e-
tecciún. Svinets (1964) ha reunido tamhiíii [nucLos de Sus trabajos experimenta-
k a sebra la'teoría de la detección, lo que penílite contar con un conjunto de
lecturas de fácil acceso.
L i teoría de la detección ha resultado útil para pie decir li» resultados en psi­
cología sansongl, en especial en lo que se refiere a la visión y la fludíciñn (Car­
te tetle y Cüle, 1962). Lo cual ng resulta soipiendenre, por cuanto La teoríii
fue desarrollada psm manejaf problemas ‘serisorjaleaí’. Sin embargo, una bwií-
ficajción inesperada ba »do la aplicación de la teoria de la dEtección a 1bi pro­
blemas de la memoiia. que comenzó cor Egsn y continúa hasta ahora
ípor ajtmplo, Uanks, 1970; Lrvckhaii y Murdock. 1970). Lomo dijimos, la teo­
ría guarda iiria estneclta leiadón con k l e p r i e más general de las decísiories es­
tadísticas > en porte se aplica, por cunaiguienbe, a juegue y u pruebas cstadísU-
C3S. En coDKCuencia, la teoría de la dotección túrne una aplicación sorprenden-
temente amplia, y o) parecer üu futura Importareis en 1e psicología ya está ase­
gurada. Se están desarrollandonnevaa t^cni-cas que hacen píjabJe aplicarlas prue-
b ií de signíricacióít tradicionales a los parámetros de la teoría de la detección
(Doffniaji y Alf, 196®, 1969), integrándose así de manera más íDlime aun con
la csTadíatka tradicional. Gieen y Sweta (19V4J propordonoD una bibLiogra-
ffs avmamentc valiosa sobre las jnvestiBti«oa« empíricos en las que se empleó la
TDS. La bibliografía está cksificajda pgj temaa, entre ehus la atención, el diag-
nóstltD inédiCD, La memoria, la períonalidad y rmiclios oíros. Sería dilícU eo-
contrar una reseña gcneial más completa de las apticoejones ds la TDS que Ib
que se obtiene cuiiuseando a través de sata bibliografía y leoiitiándoiiDs después
a los articulps que más nos gusten.
ReBimainos ahora algunos de lot coTiceptoA pnesencadoa h u ta aquí en este
capitulo, Fl daf.p piimaria pora el teórico niienladD hacía La detección es una
ííecisHÍfT efectuada por el organismo (a equipo) que libsetva. M observador,
mia que describir una expeiicnciA sensorial, está jugando un a partida (en el sen­
tido matemático) e inteota ganarla. Si el ütgauisttíio ticric iiifonnación de que
La pmbabilitlad a prioii de la pnüBntBeión de on dgn; eb igual a 1,00, ni siquie­
ra escucha lo» estímulos preflsntes; no se inlrospecciona, ílmplcmcnte saJe co-
fíit-ndd. Según la teoría de la detección, el □tmervador en un expaiimenta pá-
CDÍísico expresa de modo sünílar k tendenctn del organismo sdapUtivo a uU-
478 üistómasy í« W m contmnpOténUK

JjiflT toda infoíinaciún qipc se pueda ralacionar cnn alguna decísián, sin per-
iificio de que toda la infurmaeión pertinenie sea brindada por un determinado
canaJ sensohal en lui ensayo paitíeiular. Este punto de vista sc OAenioju al fuii'
cinoalisno en la ntcdJda en que destaea la importaneia de la adaptación, y es
íondnedita porque acepta la decisón manifiesta corno dato experimental sig­
nificativo. t s moderno, peuquo emplea un siEtenia mstemáEiíu corao modelo;
mnoslrs el bnpaLto de otra Influencia múdemu de Lis matemáticas sobre la
psacologid, por su leiacíún con. li *'teoria de los juegijs” (víuse Birdsali,
El ámbito apropiado de ta lenria ea limitado y a menudo resulta altsmenle es­
pecifica. pero tiene suficüínte generalidad como para que resultados axperi-
nicntaies aparen teniente discordantes se puedan integrar de una manera con­
sistente y significativa. A pesar de que la teoría es específica y por fn tanto sen-
liblc a loa nesiiltadoe experimemalea, nu ea tan rígida cosno para caer ante
cualquier desviación del experimenta respecto de la teoría; puede modificarse
para acomodaf, hasta cierto punto, lasultodos nuevos t inesperadoa.
Tanto Lo teoría de la detección como la teoría de Lo infonnqción representan
lo que se podría cumidisiiir un nuevo punto tntertnedio en el comino de late(>-
ría psicolúgica. Arabos promueven un eqnfUbilü entre U especiricidad y la gene­
ra] idad. entre la sensibilidad y la flexibilidad. Ajübus cuerpos de teoría son n o
labiemente riguroíoav ^ Jus campura con Ja teoría y loe sistemao de antaño, y
lÜjiEUno considera.como sn terreno la Uitolidad del conacúnjento pslcotógice.
Las [Jna teorías tienen vástaos que se cruzan a otras jordinea, □ para ser más
exactas, «o reialidod sus raicea e^án en los joidints de la ingcitleria y sus vislagoe
en los de la psicuiugia. Pur ültúnu, no están aislada» la una de la otra ni de sus
teoría», en tárminoa de la gente que se interesa por ellas, las discipliitiui im­
plicadas o loe problemas tratado». En nn nivel ,general, tienen mucho en co­
mún. Ambas teorías estudien niatemáÜCanteQte las señale», se originaron en
el estudio del imiamento y se aplican de maners nmy satislattoria al estudio
lid huiiibn:. Las dos son densas en consideracíemes probabjlísticas ipnobabUL-
dadea de mensajes y de señales, mapecüvamente). Ninguna está divurciada del
estudio da la cibernética; aquí podemoe citar nuevamente el análÍBÍs de las me­
didas ite informacióii que hnDf Wiener en su libro Qyóírmerjjrí ^ 1 ^ 1 J, Como lie-
raos visio^ Us computadoras represen tan su papel en d pensatnieíilo de todos
aituellüs interesados en este» áreu», En cealidíiíl, en urr sentido amplip, los ter-
minos “teoría de la infaitnaciún" □ ‘‘teorías del procesainieiilo Je It ijifur-
macíóü” so pueden aplicar a aquelbi teorías que emplean conceptos prowe-
nieittes de lodos ios campos que hemos analizado baste ahoiA en este capítulo:
la teoría estadística de la comunicacióri (teoría de la infomiación en un senti­
do icstrLnKido), la üimulacjón de la función htennna por medio de computado-
laa, la teoría de la detección y la cibemetioa (que no abunlainus). Tudas calas
teorías deben convEigei en el autómata ccnnipleta. Si eidsticra inr robot o au­
tómata completo, seríB im modelo ambulante de Inconducta humana.
[nfñie¥KÍa de ii titfeitítela y Ib m a lem ijiet iaim: la pjicologla 4^

MODELOS MATTíM A MCüS EN LA TEORIA DEL ATREN DIZ AJE

Utilidad de le matemática

1.8 rTtAtemitiiCa ha sidg sietnpn una beiraniieiita del ctentílíeo. Se ha dicho


que presta a la cicrcia rigor, precisión, riqueza, lógica y otras propiedades muy
Vululadas Nosotros miamos hemos expresado muchos elogios ríqiecto de dos
desuToUos de la Tusteniátioa: la leona do La mfoimacLáii y la teoría de Ja detec-
cíáfl. Na debí sorprender que k psicología, que ha sido una suerte de píima
segunda de la denda, se vuelque cedo, vez rti^ hada la matemática, buscando
una puerta de acceso a k lespetabíhiLad. Sm embargo, no se ]>uede ^rantlzar
que la matemátrea constituya esa puerta de acceso; antes de paaax a alo n as
inupeiones adldonales de la matemática en la psicología, consideremos breve­
mente lo que se puede y lo que iiu se puede esperar da la matemática.
Hay una relación muy estrecha entre la matemática y la lógica. Podemos
decir, por lo m^nos, que los fundocientaa de todo ristema m aten iücoaon pos­
tulados foimales. Tale) postulado» permiten derivar (k ellos, púi vía de U de­
ducción lóglea. los enunciados ulteriores (teorema.»). LoS teoremai matemáti­
co® derivan entonces de los posiulados del particular sistema mateinfitico.
Supongamos un sistema matemático que se pueda utdiZar como modelu
para un sistema ríflicD. Pueden foimuLarsc nuevos enunciados, que sean válidcA
dentro del siatenia matemático. SI estos nuevo® enunciados renltan set varia-
deroa para el sistema físico, el modelo laatemático resulta —en ese punto— tjti-
toao. Si el enunciado maremátiicamente válido no se adecúa aJ sisteina físiico.
el modelo falla, La posibilidad de cuiejor enoiiclados de esta manera es la base
del enfoque hipóte tico-deductivo y es la que hace que valga la pena el esfuar-
zo de canatruir e inifirpiutar modelos de cualquier tipa. Debemos recordar que
laa ohservacionea empíricas ro ponen a prueba lo* modelos; scaneten a prueba
las teorfas, que son motlctoa más su* interpretaciones empíricas. Los modelos
3011 sólo Sistemas abstractos', y su validez, cuniu astenias ubslractoci es una cues­
tión de lógica, no de observación.
Lok leórifioe puailen llegar a relacionar un sistema aintemitíco con una
empírico a partir de do» direcdciDes opuestas Podrían aplicar la matemática
exIstenM át ristema empírico sin modificarla. No se trata de un procedimien­
to cfesu.sado; Ta teoría de la detecciúd. por ejemplo, adopta un marco de refe­
rencia matcmitíco y lo especializa a ñit de upUcadu a diversas áreas de la tn-
vestígEidóti psicológica Aun cusndo no se necesita ninguni bidovacián mate­
mática caai siempre se teqncrtrá algún grado de lespeciqlizncíóit. En cato* euo*,
el sistema raatemético es completo, con sus postulados y k mayaría de los teo­
remas cJaborad os.
Rasilevsty (por ejemplo, 1948) sagirlú mtititos ejemplos de apUcacííin ma­
temática que fucrtiii en gran perte inadvertida* por los peitiMogos mientras ól
vivió. S e restringió primordialmetitc a la aplicación lie la matemática existente
a los prubicrtiís ñrioíógicas y psiciilógieD», .Aparentettujnte nn estuvo en un eqo^
tacto ]□ sufícien tenretits estrecho con mi programa experimentál come para te-
4S0 ^ ttm a s y teorías ptícotógicot contempcránti>t

ner la oportunidad de pooer a prueba sus idea» de modo adecuado. Sólo ahora,
tardíamente, está siendo reconocido, sobre todo en el campo de la biología ma*
temática. A pesar del tiempo transcurrido desde que hiciera su contribución
fundamental, todavía es demasiado pronto para conocer la importancia que tal
contribución puede llegar a tener para la psicología.
Un teórico quizá comenzaría en Ja dirección opuesta y trataría de empezar
con un área empírica y construir cualquier modelo que se adecuara a dicha
área. Hull y sus colaboradores (HuU, Hoviand, l^oas, Hall, Porkins y Fitch, 1940)
parecen haber realizado una tentativa de este Upo. La estructura posU^ationiú
necesaria para abarcar el área del aprendizaje mecánico era tan formidable que el
modelo d e ^ t t ó más asombro que interés entre los pstcóli^os. El modelo era
demasiado com pilo y difícil de manejar como para resultar útil, incluao en el
caso de que hubiera prc^ordonado avances predtctñ'os signiUcativos por enci­
ma del margan de posibilidades de las generalizaciones empíricas más simples.
La historia parece enseñar que los modelos matemáticos viables deben ser re­
lativamente simples y estar en un intercambio íntimo y continuo con los resuJ-
lados experimentales. A medida que los psicólogos se vayan perfeccionando en
matemática, la exigencia de simplicidad puede ceder, pero no es probable que
el segundo requisito pierda su rigor durante un largo tiempo.
La matemática es útO para la ciencia porque ofrece un aparato deductivo
-adecuado y convencionaj- para la predicción y la generalización. Hay mu­
chos tipos generales de nuiem itica, así como también varios modelos posi­
bles dentro de un tipo dado. No es necesario preguntarse síes adecuado utilizar
la matemática: la capacidad de predecir y generalizar es útil, y la matemática
- e n un .sentido muy amplio constituye Justamente una técnica para llevar a
cabo esas funciones. Quedaría aún por ver si es necesario inventar nuevas herra-
inientas p a n uso de la psicología.
Un nuevo desarrollo de la matemática que ha excitado la imaginación de
los psicólogos os la llamada teoría de la catástrofe (Thom, 1975). El nombre
proviene de los cambios repentinos, catastróficos de los que se ocupa este tipo
de matemática. A fin de hablar sobre la teoría de la catástrofe, debemos trazar
una distinción entre la dinámica de un shtema y las condiciones de equilibrio
de un sistema. Una descirpcióo matemática de la dinámica del sistema nos in­
forma sobre cómo cambiaría el sistema con el tiempo. Una descripción de los
equilibrios del sistema nos habla sobre los estados en los que se a p ila ría el sis­
tema; aproximadamente, si conocemos lo.<; equilibrios estables de un sistema sa­
bemos dónde estará después de que haya tenido tiempo de ^'establecerse’'.
La tcona de U catástrofe se ocupa de modo i'uás directo de las condiciones
de equilibrio. Los equOibrtoe estables se denominan atractores, porque cuando
un sistema está en un estado en la vecindad atractiva de un equilibrio de esa
clase, se encontrará, a la larga, muy cerca del punto de equilibrio. Lo intere­
sante es que se pueden producir cambios muy llamativos en el estado eventual
de un sistema moviendo su posición inicial una distancia ínfima, si al hacerlo
resulta que se ha desplazado de las cercanías atractivas de un atractor para pa­
sar a las de otro atrsetor, tal vez bastante distante.
Thom ha descrípto cen precisón, aunque sólo desde un punto de vista cuali-
iHfluenda de kt ingeniería y te metemétlca tobrt ia psicología 4SI

Utivo, de qué manera pueden ucuiiir eslub eajiibius cutasiróíkos eu el «stadu.


De este modo, ha aumentado considerafakmente la capacidad del matemático
para abordar las discootínuidades. Por tal razón, ios psicólogos y otros cientí­
ficos están muy interesados en aplicar la matemática de Thom como modelo
para los fenómenos psicológicos y socioló^cos que con frecuencia parecen
sufrir cambios violentos y signincalivos cutnu ccvaUaúo de modiíteadonea muy
pequeñas co U c&lrada al sistema. Por ejemplo, todas las figuras reversibles pa­
recen cambiar radicalmeate de una maniiestoción a otra, sin una percepción
estable en medio. La famosa figura de la raujei vieja-mujer joven nunca se ve
como una mujer de edad mediana.
E. C. Zeeman (1976). un matemático, está a la vanguardia de los que han su-
geridu aplicar la teoría de tu catástrofe a la psicología. Ha projniesto modelos
para la agresión en penos, para los tumultos carcelarios y para la estimación
errónea del exceso do velocidad en los automovilialas a causa del alcohol, ade­
más de proponerlos para tópicos no tan inmediatamente psicológicos como el
latido cardiaco y el impulso nervioso. Las aplicaciones sugeridas hasta ahora
recuerdan un tanto las is los teóricos del campo en su vaguedad y, en cemse-
cuencia, su escasa fuerza de convicción. D e^ués de tantas decepciones pasadas
con las teorías programáticas, tos psicólogos no están de humor como para
aceptar interpretavíones de modelos cuando desconfían de las coordinaciones
entre el modelo y la.«i observaciones empíricas Sin embargo, el modelo de Thom
posee propiedades fascinantes, y Zeeman nos ha dado, al menos, un esbozo de
cómo pudría proceikr la iaterpieiación del mudelu en psicología. Será úitcrc-
sanic ver si dentro de diez años la teoría de la catástrofe llega a convertirse en
una herramienta útQ. como la teoría de la información o la de la detección, o
smplemcme en una curiosidad.
Sea cual fuete la decisión de la historia sobre el destino de la teoría de la ca­
tástrofe. creemos que todos los estudiantes de psicología que hacen a un ladu la
matemática están soeptando correr la carreni de su vida intelectual con muletas.
Platt (1962). en su análisis de la creatividad, sostiene este punto de vista: '*E1
tercer componente de la proeza intelectual es el empleo del mejor equipo dis­
ponible. Son las tiendas de campaña de nylon, los tanques de oxígeno, y todos
ios iiiedius de apoyo cii la medida de lo posible, li» que hacen la diferencia en
d escalamiento d d Everest. Un hombre no debe perder la oportunidad de me­
jorar su equipo de manojo intelectual; o sea, e) aparato simbólico con d cual
efectúa sus operaciones mentales” (pág. 123).

Matemática y medk.icin

Algunas personas confunden matemática con medición, pero ambos términos


son en gran parte independientes. La medición, en cuanto a nosotros conciet-
ne, es un proceso que establece una correspondencia entre los sistemas ma­
temáticos y los sistemas empíricos. Las manipulaciones dentro del sistema abs­
tracto (matemático) siempre son posibles, exista o no alguna correspondencia.
La m e^ d ó n tradicional estat^ció una correspondencia entre algún sistema
numérico (generalmente los números reales) y alguna piupiedad de un sis.
4S2 S H itm tty t e o ría ?psícolósicotCiMftemporáneos

tema empírico (por ejemplo el desvio de una aguja sobre un mcdídoi adecua­
do, aplicado a un punto do un sistema físico). Coombs ( 1 ^ ^ ) ha mostrado
tpic la correspondencia entre tas cantidades que resultan de las operaciones
de medición y los sucesos empíricos no resulta simple, ni directa, ni está libre
de suposiciones.
Aunque ia medición no es necesariamente parte de la iiiatciuátka per s«
es e m e n te que el p ro ^ ^ n u de U medición csti inextricablemente entrelazado
coa el problema de la construcción de modelo* matemáticos. Como veremos
ai examinar el modelo de fcsics. no ex cierto que todos los elementos abstrac­
tos X iiiidau üirectaincnte; pero la medición —en el sentido de establecer co>
rrespondencia entre el modelo y los datos empíricos-- es sin embargo una parte
absoluiamonltf esencial del proceso.

Propiedades de ios modelos matemáticos

No hay un criterio único para derlnir un modelo matemático. Se puede con­


siderar como tal una relación funcional simple entre de» variables, pues pro­
porciona un nWtcdo para deducir valores de u tu variable a partir de valores
de la otra. Ksta función Sólo puede regir para una situación muy restringida
{por ejemplo, el aprendizaje mecánico de dígitos presentados a iio ritmo fijo,
bajo coiiüícioucs rígidamente especificadas) y sólo si se dan varios parámetros
de la ecuación.
Un ol otro oxtremo, podemos considerar ‘‘modelo matemático^* a toda
la mecánica newtoníana; aquí el modelo tiene un alcance enorme y es mucho
más complejo.
Una dimensión de los modelos.entonces, c» su akance. En la psicología,
un extremo lo ocupa la curva empírica del aprendizaje, de Ebbinghaus (véase
lUlgard, 1956); y «1 otro, la teoría huUiana sobre la conducta de los mamífe­
ros (véase, por ejemplo, lluü, 1952). Una dimensión conexa es la complejidad.
Aunque la simplicidad ev deaeaUe, no criticar un modelo por
su complejidad: podria ocurrir que incluso un modelo complejo fuera el más
simple posible.
Otra dimensión de los modelos se leíkre a sus orí^oes: la pregunta más
común es si una porción dcl modelo fue derivada empírica o racionalmente.
Otras preguntas conciernen luego a la adecuación de los fundamentos presen­
tados. Todas ésta» *oa preguntas legítimas, pero no tienen que ver con la ade­
cuación del modelo. Aun cuaido el modelo le hubiera sido rimplemenre entre­
gado al teórico, como los Mandamientos, no habría fundamentos para la crí­
tica. El crítico puede abrigar un justificado escepiiciHiio u celo (dependien­
do de sus convicciones religiosas), pero el veredicto final sobre el modelo debe
depender en todos los casos de su a ^ c u ad ó n empírica y no de su origen.
O u a categoría amplia de dimensiones e$ 1a adcaiación matemática y lógica
del modelo Para que las operaciones matemátic!i& se justifiquen, el modelo de­
be satisfacer los criterios usuales, tales como independencia y ciáierencta de los
supuestos, y se debe establecer la necesaria conexpondencta entre el modelo
y los datos.
Influencia de ¡a tnfcnkríay la matemática sobrt ¡a ptieologla 4S3

No es probable que resulte fácil evaluar los relativos méritos lógicos de un


modelo o el grado de verificación empírica de las predicdones hechas median­
te el empico del modelo. La mayor parte de los modelos sólo pueden formular
predicciones particulares con una cierta probabOidad particular y otros mode­
los. rivales, pueden furmuiar la misina predicción con una prob^ílidad mayor
o menoj. No es una simple cuestión de relacionar hipótesis con resultados em­
píricos; se han dedicado algunos excelentes escritos a este problema (por ejem-
Watanabe, 1960). P a n nuestros fines, será suficiente ccvisi^aj que un modelo
de éxito debe haber predtcho, con cierta probabilidad mayor que cero, todos
los resultados a los cuales k aplica y que, en general, cuanto más alta sea la pro­
babilidad y mayor la cantidad de resultados predichos, mejor será el modelo.
Una propiedad final de los modelos matemáticos es el tipo de sistema ma­
temático o lógico utilizado. La obra de Lewin, examinada en el capítulo 11,
es un ejemplo de que el tipo usual de matemática ensebado en los cursos de
álgebra y <^cu)o no es el único tipo que se ha intentado aplicar a la psicolo­
gía. La teoría de Thom, que acabamos de analizar brevemente, es otro. Como
la teoría de L ew in.U deT hom t«uiv derivado déla topología. Como U de Lewin
tamláén. está tropezando con dificultades en cuanto a la cuantificación, las que
sin duda están relacionadas con el hecho de que la topología no ae ocupa de re­
laciones cuantitativas. Sin embargo, la matemática cuantitativa desempeña tam­
bién un papel en la tcozÍB de Thom, y las dificultades ctm la cuantificación pue­
den ser superadas. 1.a ciencia ha demostrado una innegable preferencia hacia
los modelos cuyos elementos son cuantificables. Sin embargo, pueden exiatir
fenómenos que no se presten a la cuantificación. No hay razones a priori para
preferir un tipo de matemática a otro; el tipo que deba preferirse en la psico­
logía será determinado por otra dase de razones. Es e r i^ n te que un modelo
no puede resultar satisfactorio sin un esfuerzo diligente y prolcotgado. Ni en la
matemática nueva y esotérica, Oi en la vieja y establecida^ hay panaceas fácüts.

Un m oddo reprexntativo

W. K. Estes ha tido un afortunado pionero entre los psicólogos contempoiá-


neos que intentaron desarrollar modelos matemáticos para el aprendizaje (véa­
se también el capítulo 10). La versión preliminar de su modelo estadístico de
la asociación se publicó en 1950. B1 esfuerzo dedicado al desanolln de un mo­
delo se isíleja en su completo articulo de 1959a. Aquí sólo podemos considerar
algunas de las actitudes orientadoras, loa supuestos básicos subyacentes al mode­
lo y una muestra de las técnicas.
Estes es uno de los psicólogos que en número cada vez mayor desean ser fie­
les a los métodos básicus de las ciencias más antig^jiax, «n ««peóaVH ffrica. Su
orientadón es cuantitativa, operacíonal, fisicalista: en términos generales, es­
tricta. Esto parece típico en quienes están o hin estado ocupados en la cons­
trucción de moddos matemáticos.
Estes es francamente conductúta. Su orientación geoeral en la teoría del
aprendizaje es similar a la de Guthiie. l a suya es una teoría de eatímulo-res-
pucste que consideia que uu estímulo puede descomponerse en elementos, y
484 Sitícm ai y teorías psicolbiícot ctM\enm>ofánMt

que ia terminación de una situación es un suceso reforzador; es una teoría con-


i^ü isu .
En este último aspecto, ia reciente posición de Estes es menos clara que la
inicial. Ha dicho (1959b): “En pocas palabras, nuestra respuesta a la p r e s t a
'¿refuerzo o contigüidad?' es simplemente: 'ambos*. Si podemos tener nuestra
torta y comerla, y a pesar de ello no engordar, es otra cuestión, mucho más
diric¡l" (pág. 405). A pesar de esta q>arente “esquivada*', Estes se indinó por
los supuestos contígüistas. Posteriormente (1959a, 1960; Estes, Hopkins y
Crothers, 1960) modificó radicalmente los supuestos básteos stibyacenles a
su leona estadística de la asociación. Según esa nueva versión, respaldada por
resultados experimentales sobre el aprendizaje humano de pares asociados, el
aprendizaje es un proceso de lodo*0'nadi. El patrón de estim ulaci^ que ac
debe aprender se asocia o no con ia r e p a s t a com ula, en un ensayo partteu-
lar. Hay una cierta probabilidad de que ia asociaci^ se olvidará, en cuyo caso la
respuesta correcta en una prueba será seguida por una respuesta incorrecta en
la prueba siguiente. (Hasta ahora, no se puede saber <¿wi si las series
coTTecto-incorrecto se deben atribuir sobre todo al dvido o al cambio en el pa­
trón de estimulación). Si la asociación correcta no se aprende en un solo ensa­
yo, las posibQkiades de una recuesta correcta en la prueba siguiente no pare­
cen aumentar.
A pesar de la reciente y drástica revisión de los supuestos básicos, hemos ele­
gido para su presentación la versión mas clásica de la teoría estadística de la aso­
ciación de Estes. Fue la primera de una larga serk de teorías limitadas del apren­
dizaje usando modelos matemáticos, y ejemplifica cómo estas teorías se desarro'
lian con tanta claridad como cualquier teoría posterior. Hilgard y Bower (1975)
proporcionan una de las muchas fuentes de información sobre los progresos más
recientes en el modelamiento matemático de la teoría del aprendizaje.
Estes (1950) consideró el aprendizaje como un proceso fundamentalmente
estadístico. El estímulo es concebido como un conjunto de elementos de estí­
mulo. No lodos los elementos son activos en cualquier ensayo dado; esto es, en
cada ensayo el organismo “extrae una muestra" del conjunta total de elementos.
Si un elemento es extraído en un ensayo, y alguna respuesta termina el ensayo,
ese elemento se condicionará (conectará) con esa respuesta, como resultado de
ese único apateamieato. Cada tVemento de estímalo se puede conectar con una
sola respuesta por vez. La exiincite ocurre, entonces, cuando tos elementos de
estímulo se conectan con alguna respuesta diferente j Is previameme reforzada
1.a medida de respuesta que se utiliza es la prcbatelícad de la xespuesia, que
por ciertoesti en armonía con el enfoque gencnütiienu: ssudístko.
Una pregunta crítica que hay que rc^ondor c-otKieme a cuál es U propor­
ción de estímulos que «eleccíona el organismo en un ensayo particular. Ignore­
mos por el momento el problema de cómo se dolsrrrifta esta p ro p o tei^ , y su­
pongamos que la conocemos; llamaremos a esta proporción thete I. tí ), La cues­
tión es entonces: "¿Qué efecto tendrá un ensayo particular sc^re la probabili­
dad de producir una respuesta específica?"
Para responder osle interrogante, debemos considerar ios posib-lcs "cstadoa"
de los elementos. En cuolqukr momento, cada eCeirenlu estará er. uno de dos
Influrmch de h ingeniería y Ja maiemétire toJtre lo psirotogio 48S

estados: o bien condicionado a la respuesta en cuestión, o bien condicionado a


alguna otra respuesta. Supongamos que X representa la cantidad de elementos
condicionados a la respuesta en cuestión. Si S es el itúmcro total, entonces ha­
brá S- X elementos condicionados a otros respuestas. Veamos qué implica esto
para una situación en la que la respuesta en cuestión ocurre siempre en último
término y concluye un ensayo, es decir, un procedimiento de corrección en «1
cual e) ensayo no termina hasta que el sujeto da la respuesta correcta y se re­
fuerza a ésta.
¿Qué cantidad de elementos esperamos haber condicionado como resultado
de un solo ensayo reforzado? Serfa el número total de elementos inicialmen­
te incondicionados (S X) multiplicado por la probabilidad de que cualquier
elemento fuese condicionado en un ensayo ( Q ). Para tomar un ejemplo sim-
pUílcado cufi sólo un número finito de elementos, supongamos que hay 100
elementos, de los cuales 80 no están condicLoaados y que 6 = O,OS. El número
esperado de elementos condicionados como resultado de un ensayo serta en­
tonces 4. Una "ectiacíón de la diferencia" en la cual A X representa el número
de elementos cambiados (condicionados) en cada ensayo se expresaiá, por con­
siguiente, de la siguiente manera; á X ^ ^ é ■■X).
Se toma como prt^abiltdad de recuesta al vaJor XjS. Podemos aa{ expresar
una ecuación de U diferencia basada en el cambio en la probabilidad y no en
el cambio de la cantidad de elementos ccmdicíonados, simplemente dividiendo
ambos términos de la ecuación precedente por S para obtener L* P (1 - PJ.
Con esta ecuación en mano, podremos decir siempre cuál será, en promedio,
la probabilidad de respuesta si conocemos la probabilidad de respuesta en el en­
sayo previo. Si Pfi es la probabOidad de respuesta en el ensayo n, y es la
probabilidad de respuesta en el ensayo stguienle. entonces ^ ^ p
{J - Pfif. Esta es U ecuación básica del aprendizaje que propone Estes.
Dado este marco de referencia, se puede derivar una ecuación general para
la probabilidad de la respuesta en cualquier ensayo, siempre y cuando « conoz­
can 0 y la probabilidad de respuesta en cualquier ensayo. Se puede empezar
por observar que la probabilidad de que se conecte un elemento en un ensayo
dado t s exactamente igual ■ 1 menos la probabilidad de que no se conecte. La
probabilidad de que un elemento no se conecte en ningún momento es igual a
la probabilidad de que no se conectase en el ensayo 1. y de que perdiese toda
posibilidad tie conectarse en k»s ensayos anteriores al ensayo presente. Si
representa la probabilidad de respuesta en el primer ensayo, podemos escribir
entonces — I — (1 - 1*|) (1 Por supuesto, el último término es la
probabilidad de que un elemento no logre cojiectaiae en los ensayos previos.
Esta ecuación se ha ajustado bkn a los datos de U adquiskíón obtenidos en
e.'cperimentos con ratas en senderos, laberíniofi on T, y de prcsóón Sobre barras
(véase Kstes, l9S9h)
Quedan todavía unos pocos puntos que explicar. En primer lugar, está la cues­
tión de determinar 6, ú proporción de elementos muesireados. La determi­
nación no se puede hacer directamente mediante algún tipo de observación de
un proceso de muesireo de estímulos. No hay correspondencia establecida entre
los elementos de estímulo reóricos y los ekmenlos de cualquier estímulo dcli-
486 SttXtfnss y tforfai ¡aicnth^.nt roníempofáneoi

nido cxperímemalineuio. Y uun cuando existiera esa corTespondeiici£. es diff>


cP viiua]i7.ar cómo se podn'a determinar cuál es la pioporctto de elemcn:os que
seieccioQÓ uo organismo en un ensayo dado La dctcnnxnxdón de 8, por lo
tanto, dehe ser indirecta. Se elige el valor de 6 que permita el mejor ajuste
de la curva teórica a los datos (te adquisición. Hasta aquí el modelo remita
superfluo, es decir, si i(MÍo lo que el modelo proporciona fuera el éxito en el
ajuste de la curva de datos, el teórico no estaría iiiejoj que si se ii'ubier!i dedica­
do directamente a buscar una curva. Sin embargo, si el valor de 6 obteiiiJu
sobre la base de una parte del conjunto de datos proporciona un buen ajuste pa­
ra el resto, eso significa una ganancia respecto de un simple ajuste de U curva.
Si los valores de 0 obtenidos eo una situación se aplican a otras, hay una ganan­
cia sustancial. En otra parte de este capítulo vimos que la medida de la separa­
ción d ‘ uiilirada en la feorta de Ja detección, pennite este tipo de predictibUi-
dad de situación a situación, lo cual no ocurría con el umbral. De modo sími-
iar. Kstes ha descubierto que los valores de 9 se gsoeral&an en cierta medida
a los cambios de situación.
Con esto damos Qn a nuestro esbozo de algunos desarrollos de la matemi-
tica y la ingeniería. Ei ca.mpo es ya enorme y crece casi tan rápido como las ca­
pacidades de las computadoras. Está comenzando a mostrar los signos propios
de una ciencia paradigmática, en el sentido que Kuhn le dio al término.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

Lo grupo coltereute de ideas surgidas de la ingemerta y la matemática están


sirviendo pan dar foimu a una nueva actitud hacia ciertos sectores de la psi-
cdogía. Los conceptos organizadores son U transmisión de la ínfotmación, las
teon'as de la decisión y '.a detección, la reslimentación y las ideas implicadas
en la simulación de funciores humanas por irediu de coniputacuras. Bu este
capítulo prcscntanius U<e cunceptos básicos de U teoría de la información y
la teoría de la detección, ladicamoa también las relaciones entre esos desano-
Dos teóricos y la ucnolo^fi de 1»^ computadoras.
Finalmente, esbo£amcs la teoría estadística del aprendiz^ de Estes. Esta
es un pariente lejano <j>* la isQiía de la detección y de la teoría de la informa­
ción ; sólo el empleo de rr.odelos esiudíriicos y matemáticos las relaciona.
La psicología maiemátici emergió Je su adolescencia contemporáneamente
con el desarrollo de la teonoluj^u de las computadoras en las décadas de 19SC
y IM60. En la acoialídad Üeoe su propio manaal en varios tomos (Luce, Busb
y Galanter. 1963-1965), fJs propias cofnpQaciunes de textos Ipor ejemplo.
AikbsoL. 1964), u i surklo íe rrronjales buoductorios (Cotmbs. Dawes y
Tverskj', 1970. Re&tlc y Crreco, J9*0, Lc'-far y Duricc. 1972). y íU propio
Journal o f Mathemadcat Ptyciic-icsy. .61 parecer, esta nueva cadicíón está bien
eitablerida.
In flM H d a d e ¿0 ingenieria y la m aiem én'ea t o l f f t la p sicotogfa 4S7

LECTURAS r e c o m e n d a d a s

Todavía rcsuiia difícil sugerir lecturas sobre psicología matemática para el psi­
cólogo promedio por cuanto nuestro nivel de conocimientos matemáticos si­
gue siendo bajo. Hasta que aumente, podemos muy bien empezar leyendo
Plans and ihe smtccure ofbehavtor, do MlUer, Galanter y Prihram (1960). que
muestra cómo las liazaóas üc la computadora lian dado al leóriwu üe la psico­
logía la Ebcriad de considerar nuevos tipos cognitivos de explicaciones. Wool*
dridge> cb Mechanical man (1968), se extiende aun mis allá, en un tuno toda­
vía más populas. Mathemaíics and p^chology, de G. A. Miller (1964) es un li­
bro ÓC bolsflto que contiene una selección excelente de artículos que abordan
los rasgos más amplios del tema: el análisis factorial. U teoría de la detección,
la teoría de la información y Us compuiadoraa, tslin lodos representados en
alguna medida, crano lo están también las teorías matemáticas del apr;mdí7aje
y otros lemas de larga historia. Uncertamty and stmeture as psychohgical con-
cf>pí5. de Gamer (1962), es una obra que no demanda grandes conocimjentos
matemáticos y ejempliÁca lo útil que puede resultar el punto de vista de la
teoría de la información para las teorías y los experimentos psicológicos. El li-
brilo de Attncsva, Applications o f informatíon theory topsychology: A summa-
ry o f hosic concapts, tmthods, and readts (1959), s i ^ siendo un modelo de
claridad y concisión que debena ser leído por todo estudioso especializado en
psicología. La lectura de Slgnal derection theory andpsych<^hysics (1974), de
Creen y Swets, es mucho más ardua, pero así suele ocurrir con la teoría de la de­
tección. Egan (1975) trata de facilitar el camino con su Signai delection theory
and ROCanalysis. Estes está representado en la obra de G. A. Miller antes citada.
Por último, nigertmoa agregar lecturas sobre un área que no cubrimos en este
libro, la teoría de los juegos. La razón es que el tema es importante y que Anatol
Rapopoit, el autor de Two-person gome theory (1969) y iV-peraovj ffime theory
(1970), es uno de esos pocos autores que combinad el brillo con la paciencia
necesaria para poner los temas matemáticos al alcance de los lectores que care­
cen de una fonnacioa ovatemática básica, por lo que merece toda nuestra
atención.
Epilogo

EL PRESENTE Y EL FUTURO DE LA PSICOLOGIA

PSICOLOGIA Y SOCIEDAD

Nuestras predicciones previas, generalmente optimistas» respecto del ciecímien-


to conüouado y la sahid de la psicología han demostrado, al menos hasta ahora,
ser correctas. La base de 20.000 miembros, socios y afiliados COQ que contaba
la American Psycholog^al Association en 1963, cuando i^)areció la pilmera
edición de esto Kbio» aumentó ^ 42.000 en 1^76, y estard pfdxhns s 50.000
cuando este libro m publique. En Estados Unidos. la pdcología sigue siendo
una de las asignaturas académicas m is populares. Sin embargo, nuestra tasa de
cieclniknto. expresada en fundón (fel porcentaje de nuevos sodos, ha comen­
zado a declinar levemente. Tal parece que, después de todo, hada el aíio 2000
no habrá más psicólogos gente. Conjeturamos que para entonces la profe-
sdón se habrá estabilizado, y el nómero de los que se retiran igualará el de los
que ingresan en la actividad. Esperamos que la estabilización en ene país te
cuiiipenM: con el ciucimiento en las naciones en vías de desarrollo, pero por el
momento estas esperanzas no tienen mucho fundamento.
En conaecuencia, consideramoa que la psicología, en su segundo siglo de
existencia - a partir de 1979- está entrando en un periodo de estabilidad y res­
petabilidad. Las viejas y emocionantes luchas entre la pttcolcgía y la psiquia­
tría, y el estado de guerra de aniquilación mutua entre clínicos y experimenfalis-
tas, parcoen estar perdiendo inucho de su espíritu. Incluso basta diríamos que
los psicólogos han comencado ■ granjeane el respeto de sus vecinos actdé.micos
más dolantes, como los químicos y ko íiiio ji, a medida que van siendo más
capaces de usar y criticar nts nropios métodos.
En alarnos aspectos ha itejorado también nuestra relación con la fiociedad
en general. Las actitudes entiinielectuales. antiacadémicas, anticieniíñc&s tan
extendidas hace diez afios. Lan ¿jsrrJnuido Se habla menos de las breJias gene­
racionales y de los peligros que plantean las claras dirigentes; tal vez existe toda­
vía un exseso de cooserv*ad-3rjmo > excesiva dependencia ¿e las soluciones cien-
tíñeas y tecnológicas a cuesicos prubkmas. En cualquier caso, las tendencias re­
lacionadas con el exirertismo de la década de 1960, en las que la psicología
desempeñó sj parte, no son >a una fjerza dhi':aorii signincalivi.
Esto r>c signinca que 70 '.engames problemas serios en nuestras rciaciunt-s
con la sociedad en general La pro%*isiór de fondos para las Lnívcisidades y loa
instítulofi de Investigación está tiendo restrágida, Ío cual disminuye el creci-
miemo y k productividad. Sin embargo, e* ir problema que comparten todas
las ihsc^tinas académicas y. 03n el tiempo, la provisión de fondos destinados
f í pftseníe y éi tUturo de la psico¡t>gÍe 489

1 Is psicdogía deberá irse haciendo cada vez más equitativa. Tenemos otro
problema que compartimos sólo con las cfenciai humanas, y es el que le relie
re a cómo reconciliar, de la mejor manera posible, nuestra neceádad de inves­
tigación cas la protección de los derechos de ios sujetos. Gran pane de esta
preocupación de la sociedad se remonta, según nuestra opinión, a ios experí*
mentó» de Milgram en 1963, y seguimos creyendo ^ e hubo una gran meom-
prenáón en tomo a estos experimentoa (hemos oído muchas veces que Mil­
gram administraba descargas eléctricas a sus estudiantes, cosa que no hizo).
Además, las objeciones se basaban tal vez con igual frecuencia en el panorama
poco grato de cemformismo que emergió de ellos que en los métodos que se
uiflizaron pora ponerlo en descubierto. A pesar de la extraña génesis de la ex­
tendida preocupación por los derechos de los .sujetos, el problema es real y me­
rece continuada atención. Los departamentos de psicología siguen siendo el cen­
tro de las contiwcrsias en tomo tratarmemo de Icrf sjijetos. y debemos mtui-
tenemos vigilantes si queremos evitar ccmtroles aun más estrictos.
Por último, seguBnus eafurziudutios por resolver un problema que es casi
exclusivamente nuestro. Los tests han sido una de las fuentes de sustento diario
más importantes de la psicología durante muchos años, y durante los últimos
tiempos han estado bajo ataque continuo, pues se los ha tachado de perjudi­
ciales. Un largo proceso judicial en ralifomia, en curso mientras escribimos
esto (1978) ejemplifica la gravedad del problema. Varios padres entablaron
una demanda contra el Estado por el empleo de tests de iuieligencia, íúndáu-
dose en que los alumnos pertenecientes a grupos minoritarios son ubicados
ínjustUicadameote en clares para “lentos” sobre la base de lot» resultados de
los tests. La decisión Gnal r e c e t o de este caso y de otros similares será evi­
dentemente de una importancia muy grande para nuestra profesión
Durante largo tiempo, los psicólogos han estado proporcionando una serie
de servicios a la sociedad. Además de loe tests, están los servicios clínicos y de
asesoramiento. Se han proporcionado experiencias y capacitación cdccüvaa,
que siguen siendo populares. Las oacuclas están comeozando a utSizar ahora los
Irabains psicológicos para diagnosticar las deficiencias visuaki y auditivas de
loa ntitos pequeños. La tccnolúgía conductal se está usando ampliamente con
nülos retrasados mentales y. bajo la forma de instrucción individualizada, inclu­
so con estudiantes terciarios. Se están empleando técnicas de raot&íicación de
la conducta eo clínicas especializadas -com o las que ofrecen trotomientos pora
reducir de peso o dejar de fumar- operadas total o parcialmente por no psicó­
logos y con fínes de lucro. Esta tendencia a c^italizar I » técnicas psicológicas
es muy probable que continúe e incluso $c amplíe, para abarcar tal vez el ira-
lainieuto de las tobias y, cuando prendamos mis, el tratamiento de) alcoho-
Usno y la drogadicción. Esto es lo que siempre ocurre cuando una ciencia es­
tablece algunos principios firmes, y es, por contiguieruc, un signo del progreso
de la pucologia. También los psicólogos industriales están usando las misma.s
técnicas generales; sabemos Incluso que uno de ellos garantiza ahora que. de no
cumplirse las metas contratadas con anticipación por la empresa, ao cobrará.
En consecuencia, la tendencia parece indicar que loe pttcólogoa han de ex­
tender sus intereses y servicios más allá de los individuo», a los grupo» y a las
49Q Sistemat y teartax pacot^gicos comemtH^ráneos

organizaciones, lis s li altora nuestro éxito es bastante limitado; compárense le»


ejemplos antes citados ¿on el sígnillcudo de, digamos, rehabilitar el 100 poc
ciento de la población carcelaria, devolver a todos los psicópatas aúna vida útil
y feliz, y eliminar la pobreza y la guerra. Ku podemos legar que éstas son las
metas esenciales de la humanidad, a las que sólo ahora e.<{tamos empezando a
contribuir de manera signiücativa. Esperamos y auguramoe que la psícclogia
progresará sin prisa poro rin pausa hacia la consecución de estos objetivos en los
próximos veinte años. Mi asi ocurre, podremos entrar en si siglo X.Xi con mayo­
res esperanzas.

DESARROLLOS METATEORICOS
.\parcntemente, se está extendiendo por la psicc4ogía una actitud de tolerancia
hacia la gmn variedad <fe puntos de vista. Los conductístas, los p^coanalisxas
y los teóricos do Ja Tercera Fuerza coexisten casi amigablewentt, los unos jun­
to a loa otios. Los ccm^tructoics de modelos inspirados por las c<xnpucaJoras
constituyen una cuarta fuerza, identltlcablc pero hasta ahora sin denominación,
cuyas conirihucicmes y significado aumenurán tremendamente en los próximos
veinte años. Es díficO predecir adelantos trascendentes desde el punto de vista
teórico y práctico en Ja comprensión, el lenguaje y la conducta “coiisckiiie''
de las cotnputadoras, pero la escena está monUiia para soipresas como la que
recibirlos cuando Waslioe creó oraciones utilizando un lenguaje por señas y al­
gunos chimpancés comenzaron a mirar hacia otro lado para no *'ofr*’ el pedido
de que compartieran su pitanza. El resurgimieiilu dsl inrerés en la perspectiva
evolucionista sintetizará, a la larga, todos los aspectos de la psicología, aunque
transcurra algún tiempo antet de que las relaciones entre, dgamoit, la leñóme-
noiog/a y la faimacolozfa conductal $c clarifiquen. Los signos de síntesis es­
tán apareciendo ya quizá con tunta rapidez como los signos de fragmentacióji.
Hace diez años, cvidealeineute ¿se no era e! caso.
La cofUrovereia filosófica que suscitaron las Jcchrackines de Xulm sobre loe
procedimientos cient^cos parece amainar. Sin duda se ha ganado en perfeccio­
namiento como resultado de e » intercambio. Popper, cuyos puntos de vista
generalmente difieren de los de Kuhn, admitió ipic éste lo había obligado a ver
que algo del tipo de una "ciencia normal*’ desempeñaba \in papel más imporran-
te de lo cue él previanente había conaiderudo. Si los apones de Kuhn dientan
8 los psicólogos a emprender investigaciones empíricas sobre la actividad .ácn-
tífica, podemos confiar en que por ese camino llegaremus a saber algc m ^ so­
bre “el contexto del descu-rimicnto” .

TENDENCIAS TFXDRICAS Y tM nRIC.\S

Continúa la tendencia a iesariolhr teorías más precisas. Un enfoque matsrrá-


tico y i ^ o generaimenic “estrecho” está alcanzando ce-Ja vez mayor isiper-
lancii. pero hay algunos bdscios de que podrian retomar i » teorías má^ticb-
Veamos sólo un po^irfe ejemplo.
á7 presente y el futuro de í¿¡paict^ogie 491

Rn 1973 advertimos una tendencia al lunatismo. Por aquella época, la vigo­


rosa manifestación según la cual había “frc»nteras biolí^cas” era bastante nue­
va. £n la actualidad, esa actitud general ha sido tan bien aceptada que ya no
despierta polémicas. Lo que suscita ahora controversias es en qué medida la
conducta social humana tiene una base genética. Un tema afín es el que se re­
laciona con el grado en el cual se puede integrar la psicología mediante la apli­
cación de una perspectiva evolucionista.
Lna de las obras poteaciahnente mis trascendentes publicadas en lu úllúiia
década ca Sociobiology, de Edward Wilson (1975). Wllson prcasnta una profu­
sión de pruebas que indican que las consideraciones evolucionistas están corro-
iacionadas de una manera interesante y poubiemente csclarecedon con la coi-
ducta social animal. Se sugieren extensiones plausibles, pero no probadas, a
la conducta social humana. Las tesis de Wilson son tan atractivas que no ha
tardado en aparecer la oposición ciencíticay política al enfoque sociob'iólógico.
Partee no haber duda de que tanto la herencia como el ambiente contribu­
yen a la conducta. Hn este sentido, no hay nada que discutir. No existe ningún
modo convincente de establecer que determinado porcentaje de la variancia
cu una conducta es airíbuible a la variancia ambiental y otro porcentaje a lava-
rianoia genética; las cifras cambian como cambian loa variaciones del medio y
la constitución genética. En consecuencia, no hay tan siquiera un argumento
cuantitativo que tenga sentido. ¿Qué se puede aducir?
Una h^ótesis sería que algunas de ntrestras conductas más “elevadas” parecen
excluir una explicación genética. Específicamente, podna concluirse que las cuih
ductas "egoístas” o "altruistas” no habrían evolucionado si la ley de la evolu­
ción es la " supervivencia del más apto". En un principio, aparentemente los
individuos que se comportan con mayor egoísmo, poniendo su propio potencial
reproductivo por encima de cualquier otra consideraci^, serían los c|ue cuentan
con mayores posibilidades de que sus genes estén representados en la próxima
generación y en las que le sigueu. Por conaguicnle, proogue la hipóteas, si exis­
te el altruismo, debe tratarse de una especie de función más "elevada” , que se
desarre^a a pesar de las consideraciones evcducionistas, y en conflicto con ellas.
Sin embargo, a puco que se piense se cocuentnm e.xcepcitmes a la regla dcl
egoísmo. Por ejemplo, los genes de una madre st beneficiarían todas las veces
que ella hiciese un sacrificio de su potencial reproductivo que estaría más que
compensado por un incremento en el poLertcial reproductivo de su prole. En el
balance dcl gran tenedor de libros de la evolución, la conducta altruista de esta
madre debería inscribirse en estos casos en la c<^mna del haber, y estas conduc­
tas altruistas deberían aumentar. Por consiguiente, los genes que predisponen
a un grado ^ropiado de "amor materno" tienen una ventaja, en eiq>ecíal en el
caso de madres viejas cuyo potencial reproductiva es reducido. La misma lógi­
ca se aplica, con modificaciones, a loe padres, c incluso a parientes más leja­
nos. Sin embargo, el árbitro evolucionista nos impondría penalizaciones por las
decisiones equivocadas. Si la relación entre el beneficio y el costo genéticos no
ct lo bastante alta, el jugador egoísta sena recompeosado con algunos lisos
libres.
1.0 importante aquí es que los soctobiédogos han Ádo capaces de especificar
4<f2 Saxtmas y leoriu psicotógicos contemporánens

las condiciones bajo las cuales la evolución debería propiciar el altruismo: e&to
abre la puerta a la especifícación de las condiciones en tas cuales podrían evo>
luciemar los |enes para cuaJíjuier tendencia conductal observada (eso, de exis­
tir). Se podría hipotetb^ar sobre las ciicunstondas que favorecerían el deiarro-
Uo de la ociginali^d. el martirio, la amabflidad, la curiosidad, y cualquier otra
característica que a primera vista pudiera parecer imposible de explicar desde
una pcrspcctívi cvtducionisia. Por supuesto, lo miaño se puede decir del egoís­
mo, la timidez, el canibaliimo, la codicia, o cualquier otra caracteiísuca que nos
resulte menos deseable y más coherente con la “ley de la selva". genes
no son en sí ni egoístas ni altruistas, ni codiciosos ni generosos. Están allí sim-
plemente para ser contados. Los genes que en sus combinaciones particulares
y en su ambiente particular se reproducen en mayor número son declarados
ganadores, proviaoriameiite, en cI juego de la supervivencia.
Bn consecuencia, remita factible tratar de reconciliar todas las conductas
humanas dentro de una perspectiva evoluctonista. Todavía no podemos saber
si esta tentativa tendrá éxito, pero parece probaUe que una psicología gene­
ralmente funcionalista goce de un renacimiento en los años por \enir.
Ei reciente entusiasmo suscitado por las investigaciunes de recombinación
del ADN nos ofrece otra perspectiva de las concepciones sobre el poder del de-
terminiamo genético. Las tentativas por exagerar el poder que tienen los genes
de inQuii la conducta humana encuentran una gran resístencta. ¡Al mismo tiem
po. no parece haber mucha resistencia contra la tendencia a exagerar la proba­
bilidad de que un cambio artificial en la herencia pueda producir nuevas y peli*
grotas formas de vida! Afortunadamente, pau quienes desean hacer investiga­
ciones. los temores de producir formas malignas ae ven contrarrestados por la
esperanza de poder crear organismos sumamente beneficiosos, y de poder co­
rregir, en un futuro distante, programas genéticus humanos defectuosos. Antes
de que llegue ese momento, esperamos que estas investigaciones produzcan
ínfomiación slfmincaciva x>hre los efectos genéticos en la conducta.
Seguimos creyendo también que trabajar con siateimu de modelos simples,
por ejemplo con gasterópodos, dará finalmente su recompensa y nos brindará
una ciara comprensión de los principios básicos de la actividad de los sistemas
nerviosos complejos. No es nada féefl trabajar con los varios mües dt enosmes
neuronas pntenves tn una liebre marina, pero, con lodo, es mucho más senci-
Do que tratar de indagar los principios básiieus entre miles de mDlones de neuro­
nas más pequeñas presentes en el sistema nervioso central del ser humano. Los
buenos trabajos farmacológicos, anatómicos, fisiológicos, químicos y conduc­
íales con una variedad de sistemas simples se hallan todavía en sus primeras
etapas. No vemos razón para dudar de que la retribución que se obtenga en
materia de principios de funckxiamicnlu neura! no será inferior a la cosecha
de conocimientos sobre genética logrados de la modesta mosca de la fruu.
En conclusión, cieemos advenir signos de madurez en nuestra ciencia y en
nuestra profesión. Durante las próximas décadas no faltarán trivialidades ni
errores ni exageraciones, pero puede haber un comienzo de amplia síntesis.

I
Nos estamos haciendo más tolerantes con nuestra propia diversidad, y exis­
te una creciente sospecha üe que puede haber un germen de unidad en ello.
GLOSARIO

ABACO (abacus): aparato para calcular manualmente, mediante cuentas que


se deslizan a lo largo de varillas; aunque es de origen antiguo, un experto
puede utilizarlo para algunas operaciones a la misma velocidad que una cal­
culadora de escritorio.
ABRf At'í'ION (ahreaction): proceso de liberación emocional, que ocurre cuan­
do K vuelven a vivir expecieacias. pasadas tpúcoanálisjs); c) mecanismo
básico de la catarsis (“cuia de ccxiversación").
ABSTRACCION lahstraction): proceso de despojar de propiedades concretas
a ios objetos o acontecímientofi para reducirlos conceptuabnente a sus pío-
pícdactes esenciales
ACCION IDEOMOIKIZ {kicomotor action): creencia de que una idea a me­
nos que otras ideas la inhiban- llevará directamente a la acción motriz
(James).
a c ie r t o {hit): identificación de una señal cuando ésta ocurre, en la teoría
de la detección.
a c t iv id a d MF.NTAL (mental ocHvit}-): término genérico para h conducta
adaptativa, segín Carr.
ACTO ADAPTATIVO iadapiii>e oct): unidad pninaria de la conducta, según
Círr. Incluye tics fases: I) un estímulo motivador. 2) una situación sen­
sorial y 3) una respuesta que altera la situación para satisfacer las condi­
ciones motivadoras.
AISLAMIENIXJ SENSÜKIAI. (nensnry tsoiation): privación total o casi total
de estimulación, a la que se somete a un individuo durante uti pctíod.oc«-
tahlecvlo.
ALGEBRA BOOLE.ANA (Boolcan alsebra): lógica de dos valores, basada en
la suposición de que cualquier elemento dado está dentro o fuera de iin
conjunto; es el fundamento lógico para la operación de la computación di-
git^ ÍBoote).
ALTERNACION DOBLE. TAREA DE (double-airemarion task): diseño expe­
rimental en el cual tus respuestas dehen ser AABB.
ALUCINACION (hallucination): pcrcepciím falsa, en ausencia de estímulos ex­
teriores adecuados.
AMBIENTAI.ISMO (environmenra/fsm): doctrina que atribuye a los factores
arn bientafes uu papel esencial en la detennínación de la conducta.
AMBIENTE (envi/onmenf): la totalidad de las energías, de fuente interna o
externa, que afectan a un organJyno.
ANALISIS (anaíyíis). separación de las partes constitutivas; puede « r concep-
tiul (como en el caso de Ib ciencia) o físico.
4V4 Siutmasy tforías psicoUi^os contemporimeot

ANALISIS DIMENSIONAL {dimensiorud unulysis)', estructaración de una si-


tuAcíón total en cuntinuos c^ecificos que m pucckn inedii.
ANALISIS FACTORIAL {factor técnica estadística que ucíUzacon'
juntos de cotrclaciones: se emplea para íücntiíkar las díracoaicnes o fac­
tores subyacentes que explican las relaciones observadas entre lo» puntajes.
ANALOGICO {anatüg)-. que tiene la propiedad de desarroDar funciones cooó-
nuas, como la computadora analógica.
ANCHO DE Bv\NDA {hanüwidth): la amplitud de rrecuencia efcctNa de una
señal, o a la que responde un determinado instrumento o cacal; pur ejem­
plo. un determinado ñltro puede tener un ancho d« banda de 100 ciclos por
segundo.
ANIMA arquetipo bien desairulladu. que representa las cacactensticas femeni­
nas del hombro (Jung).
ANIMUS: arquetipo bkrt desarrollado, que representa las caractcnsticaa mascu­
linas de la mu^r i Jurig),
ANSIED.AD (Aagusüi) BASICA {bosic mxtelyV el seniimúmto que tiene un ni­
ño de estar aislado y de^ívalido en un mundo potencialmente hostil Ihtonicy).
ANSIEDAD DE SEPARACION {separotfon a/vckty): emotividad exacerbada
resultante del trauma del nacimiento y básica en ios sin tomas neuróticos
(Rank).
.ANTTCUAKISMO (ontUiuarianismy. énfasis en el pasado por el pasado mismo.
.ANTROPOMORFISMO {aiUhwpümorphism): atribución de caraciensücas o
capacidades humanas a otras coeas. en c e c i a l a las especies inírahumanas.
ANTROPONOMIA {antiimportomy): término postulado por Hunter para de­
signa] la "ciencia de la conducta humana".
AI'ARATO PSIQUICO ijisychk üpparatui): las diversas estructuras ftientales
(el yu« d superyú, etc.) postuladas por Freud para explicar la conducta
aoimal y la mal aJapuda.
APERCEPCIO.V [eppcn'eptionV. percepción clara y STinda.
a p r e n d iz a je ikammjg): modificación real o poierKÚü en la conducta atri­
buida ai eacrenamiemo o la experiencia.
/\PRENDI/.AJE DE SIGNOS {sign ie a m ^ ): aprendiraie de las relaciones entre
signos; cué conduce ticué (Tolman).
/APRENDIZAJE LMENTE {lúUnt kanwtg). apreuduaje en ausencia de refuer­
zo (Tolman).
AKI'U REFLEJO {re¡Tex ate), la unidad ñincíonal más simple del sistema ner­
vioso. ccapu 2id¿ por un receptor, una únapsis y un eicetor.
ARQUETIPOS \erchetyp<si\: predisposicicner l^rcáadas para percibir o actuar
de una ckrti mansra(Jun¿).
ASOCIACION LIBRE- yj'rea association) I. atcesíón lAirc de Ideas o pensa-
mientús. 2 '.ócmcai que consiste en que ei ni^etc responda con verbiliza-
Clones no límiudíis, pora fines cl/nicos.
ASOCIACíCNISMO (arajc'w/io/i/,v7]}; punto de vista según el cual ¡a comple­
jidad m3r.~.ui se proiJicc por vía de atociacKtnes aprendidas de ^nsuciones
e ideas simples.
ASTENICO cipo corporal rdenfiikado por Kielscluuer: alto y<¿elgadcj.
Gkfgariu 495

ATENCION {attention): enfoque de lacoocienda.


ATBNSIDAD {attensity): claridad de una sensación, que depende de la atención
más que de las caracleiísticas objetivas del estímulo (Titchener).
ATRACtOR {attTQctor)-. una condición de equilibrio estable en un sistema íteo-
lía de la catástrofe).
AUTONOMIA FUNCIONAL {Junctiorud ottonomyY ejecución de una tarea por
la tarea misma; el estado impulsivo se independiza en este caso de la necesi­
dad que lo hizo surgir (Aüport).
AUTORITARISMO {authoritarianUm): imposición externa de los principios
sociales.
AUTORREALIZACION {setfactualization)i pkna realizaei&t de lu propias
potencialidades.
a x io m a {axkim): verdad autoevidente. proposición que no se puede probar
o rehitar.
BETA {beta): criterio numérico concerniente a la probabilidad a piiori de que
una seña) esté presente en una ácuación de juicio perceptual, así como a los
valores y costos de los resultados posibles.
RINAKIO ipinay): de dos valares, como en la lógica booleana en la que se ba­
sa el funclooamteDio de la computadora di^tal.
Bfl' {bu): unidad de información, en la teoría de la información; abreviatum de
**hiniTy digtr" (dígito binario).
CAJA DE SKINNER (Skinner box): cámara para condicionaraienio operante,
provista de un dispodüvo que el organismo puede accionar para producir
algún tipo de reAiorzo.
Ca ja d e t r u c o (puzzle box): espacio cerrado que impide que un organisno
alcance una meta mientras no accione cierto dispositivo (Thorndike).
CAMPO DE ESTIMULACION (stimulus fieid): la totalidad de los estímulos que
actúan sobro el organismo en un momento dado (Gestalt).
CANAI.I/ACION {ranaiization): desanoUo de un medio preferido para satis-
facer una necesidad (Murphy).
CANON Db LLOYD MORGAN {Lloyd Morgan's canon): ley de pawiroonia
aplicada a la psicología comparada: "En ningún caso hemos de ínicrpretar
una acción como el resultado del ejercicio de una facultad psíquica superior,
si puede interpretarse como el reniludo dcl ejercicio de otra facultad que
está más abajo en la escala psicológica'*.
CATARSIS (caíharsis): principio psicoaiialitito. liberación de lensiuuei y ansie­
dades a través del re-vivir emocional de experiencias; llamada originalmen­
te "cura de conversación" (Breuer y Freud).
CATEXIA (carhexUy inversión de energía psíquica en algún objeto, persona o
cosa (Freud, Tolman).
CAUSALIDAD {cmsaUty): conoeptualización de la detenulnación de los sucesos
mediante sucesos previos.
CENTRALISMO {centraUsm): punto de vfata que destaca U importancia de las
funciones cerebrales eo la explicación ds los lén^attenos pricoiógicos.
CEREBRÜTONIA {cerebrotnnia): una pauta de temperamento característica
de un individuoestudioso. túnido y sensible (Sheldon).
496 Sútrrmis y t€vrí«t pticolérticot eonumpcrátKos

CIBERNETICA icybemetíci): el eitudk) de la c<miinkacióD y el control en el


animal y la miquina (Weiner). El control se alcanza típicamente cealinen-
tando infonnación sobre los leaultados de actividades pasadas como e^iLrada,
tal como ocurre cao los tennostatos que controlan loa hornos, o como en
varios mecanismos hmneosuitícos en los animales. En el n r humano, b
trani^iraciAn y los escalofríos provocados por la temperatura son ejemplos
que presentan semejanza con la acción del tenncffUto.
CWNClA (fcÍMCe): actividad medianie la cual los hombres obtienen un conoci­
miento ordenado de los fenómenos n atiu ^ s. trabajando con una metodo­
logía particular (observación controlada y análisis) y con un coajunlo de
actitudes (escepticismo, objetividad, etc.).
CIENCIA APLICADA (applied Science): la parte de la ciencia que se ocupa en
Investigaciones que se supone tienen utilidad práctica inmediata
CIENCIA NORMAL (normal science): el tipo de ciencia que se practica du­
rante el periodo de aceptación relativamente sn cucstionamicntos ce un
marco de referencia (‘^paradigma'') con el que trabajan los científicos
(Ktiftfl).
CIENCIA PREI’ARADIGMATICA (preparedigmaílc sdence): comienzos difu*
sos y tentativos de una ciencia, antes de haberse formado un conjunto gene-
rabílente aceptado de conceptoa, supodeionesy métodos (Ruhn).
CIENCIA PURA {puré Science): la parte de la ciencia que se ocupa del descubrí-
miento de nuevos .hechos y del desarrollo de teorías, ain atender a U utili­
dad Inincdiaüi del conocmikntu.
CLASIFICACION Q (Q sorty. Inventario de personalidad que utiliza el análisis
factorial; el sujeto evalúa su propia personalidad, clasificando en diferentes
grupos una canodad de a/bmeríones tobie éfí» (Siephenson).
COCIENTE DE RRUNSWlK (/ínmswíAr ratio): rclacdón entre las itpresentacio-
nes distal (real o física) y proxbnal (sensorial) de un objeto; indica el grado
en el que los atributos físicos deternUnan cualquier percepción cada
Ct)DIFlCADO (codeo)- transformada en una forma ¿aiintadeU original; por
ejemplo, se pueden codificar las le tm del a l i s t o transformando cada una
en un único número decimal, el cual a su vez se puede codJñcai en números
binarios; y por último, éstos se pueden codificar como perforaciones en una
liijc U .
COGNinVO (eogniznv): pcrfenecieíite i los procesos menfafe^ iingUctuioseit
el proceso de perefoir o conocer un objeto.
COI ÜK DE SLiPbRFJClE (surface color): color que se percibe en la superficie
de un objeto.
COLOR DE VOLUMEN {vvlumic cdoe): color que se percibe como ocupando
un volu.*T>en. como en el caso del humo colorete.
COLOR PELlCLLAR IjVm color): color transparente, insustanci^ y carente
de localizaciúa definida.
COMPENSACION (compensatíon): desarrollo en las áreas en que un individuo
se siente infcrícr;el iaam o de superar esa Inferioridad.
COMPILAR Inducir un pregrama redactado en Icneuaje üc probte-
n a. al leoguze de k s instniccionot para la máquma; se emplea lenguaje
Giotaho 497

de problema porque para el programador es más natural que el lenguaje


do Ja máquina.
COMPLEJO {complex): un sUtemi de creencias potencialmente debilitante sus­
tentado por un individuo a pesar de la prueba ol^dva en contrario.
COMPLEJO DE INFERIORIDAD {piferiarity complex): sentimiento que tiene
un individuo como resultado de nis defkienctas, reales o tmaginarias(Adler).
COMPULSION DE REPETICION {repetitíon compidsion): deseo irresistible
Je lepetú algún acto una y otra vez (Freud).
COMPUTADORA {Computer): aparato, generalmente electrónico, que lleva a
cabo una serie de operaciones b^o el control de un programa de operación
que se le brinda.
CONATIVO {conatíve): que tiene un propósito o ñn determinado; que tiene re­
lación con la motivación.
CONCIENCIA (r<vtfribu.me53): estado en que se tiene conocimiento de las acti­
vidades mentales precias.
CONDENSACION {condensation): la representación de más de un elemento la-
teníc pos medio de un solo elemento manifiestn det suefío (psicoanálisis).
CONDICIONAMIENTO CLASICO (cUniKal cenditioning): aprendiz^ asocia­
tivo relativamente simple, en el cual el refuerzo sigue a la presentación de
un estímulo neutro, ocurra o no la respuesta que debe ser aprendida.
CONDICIONAMIENTO DE LA SALIVACION {saÜvary conditlonmg)'. proceso
por el cual la respuesta de la salivación se une a algún »rtimtilo ínicialmente
ineficaz.
CONDICIONAMIENTO ÍNSTRUMENT.AL {instrumental comUtionuig): apren­
dizaje en el cual la oportunidad de incurrir en una conducta (por ejemplo,
comer, obscrev, o tcnej actividad aejicui)) depende de la e|ecución de la
respuesta que debe ser aprendida (por ejemplo, pretionar una barra o apro­
bar un examen). Véase CONDICIONAMIENTO OPERANTE.
CONDICIONAMIENTO OPERANTE ippermi coníMtioning): cuiuUcionuinieuto
instrumental cu el cual el sujeto “emite** la respuesta aprendida en ausencia
de cualquier estímulo particular que pudiera provocada (Skinner); la ope­
rante libre es una respuesta cuya emisióa deja al sujeto en posición de repe­
tirla luego (por ejemplo, la presión de una palanca en una a diferencia
de lo que ocune con la respuesta de correr por un sendero).
CONDíCÍONAM/tWTO RESPONDIENTE (rcspoftdeni cortdiJjonifig): coodi-
cionomkflto clásico, en el cual hay un estimulo provocador y el refuerzo
ocune independientemente de la ejecuoióo de la retuesta.
CONDIX^TA {Mtaviory. respíieras corporales, manifiestas y encubiertas; cons­
tituye el objeto primordial de la psicología, según se la detme corriente­
mente en Eslados Uaidoa.
CONDUCTA EXPRESIVA (expresme behttvlor): aspecto de la conducta que se
relaciona con la manera de cmiducine característica de un individuo mis
que con la función adaptativa de la conducta (Allpoit).
CONDUCTA OPERANTE (operant itehavfor): respuestas cafacferfzadas'por
efecto sobre el medio y para tas cuales generalmente no existe ningún es­
tímulo conocido o manipulado (Skmner).
¥98 5trremof>’ teo ría p t^o ló g i^ contemporáneos

CONDUCTA RESPONDIENTE (respondem behavior): resp^icsla que se carac*


terÍ7B por su idcmincad^n con un estimulo es|:«cfrico que la provoca.
CONDUCTA SUPERSTICIOSA (supentitinus iJe/tavifír): respuestas aprendidas
cuya fuer:¿a depende de la cont^Qidad adventicia Je la conducta y el esti*-
mulo reforzador (Sicinner).
CC^DUCTISMO (hchoMorísm): en (general, la poádón sisteinátícu que sostie­
ne que todas las funciones pskoiógícas se pueden explicar sobre la bese de
reacciones musculares y secreciones ^andúlares, y ¥¡ada más, por lo canto,
es el estudio objetivo de los aspectos de estimulo y de rcspiier.a en la con­
ducta (Watson). Más específicamente; 1) cunductiano tnetodotógico (em-
pfríco): punto de vista según el cual la conducta es lo único cue pueden es­
tudiar loa hombres de ciencia, tcquiriéndoee por lo tanto tdccucas estricta­
mente ob)«tWaA, como en todas las otrascienciasnalujaIes;2)caoducltsmo
meta/ixico (radical): poaicffm fifosAtica qiir niega la exíitenciade lamente;
un tipo de monismo físico.
CONEXIONISMO (conHíctionísm); escuela de psculogía que cofU^idera la co-
nexiófl o vínculo cstimulo-icspucsta como la base de tuda o U mayor par­
te de la conducta.
CONP'Lin'O (con/lict): acctdn rimultánea de dos o nris tendencias cootradii:-
torias; condsciúQ tesuktanto de ello.
CONFLICTO DE Al»ROXlMAClON-A?ROXIMACION (approoch-úpproac/i
con/Ncí): conQícto que ocurre cuando un individuo desea alcanzar dos me­
tas de cuales sólo puede obtener una (Lev^in).
CONFLICTO DE APROXlMACIOX-EVITAClON (approach-avúidance con^
flict)'. conflicto que se caracteriza por la anticipaciÓD <k una meta deseada
y no deseada ^ mismo tiempo (Le>^in).
CONFLICTO DE EVITACION-EVITACION Í8voídímcc.<r»«<ii«ce vonfíwt').
conflicto que surge cuando so prevdo dos consecuencias alternativas igual­
mente indeserdiles.
CONFLICTO EDIFICO ipedipcii rwrjTicf); sentimiento Infantil de hostilidad
hacia el padre del mismo sexo y amor hacia el del sexo opuesto (FTeiidi
CONSCIENTE iconxíous): cem conochnieDto de la actividad mcniai propia.
c o n s t a n c ia OBJLTAL ithing constaney): principio según el cual las caiac-
teristicas ceccepbifiiea ^ un objeto se mintknci. esenctalinente e^ables
aunque varíe ampliamente su ^presentación sensorial (Bmnri^ikl.
CON-STRUCCIÜN »o CÜNSTRUCTO) (ftwisfriícr): concepto que representa
relaciones cnlre objetos o sucesoL
CONSTRUCCION H1P0TETK.’A íhypoihetíca cemstruet): conffrLcciófl in-
tnorganísmica rjyo dgniflcaco va más aBá de la relaci^ enere las cendido-
nes antecedentes (estúnulo') y ccasetnienles (respuesta) que represente.
CONTENIDO LOGQNiCO (íojíon cenrenf)*. íntownactot que propotciunan las
diferentes escalas o dimensiones(.VtacKay)
CONTENIDO METRCM^ICÜ (rrxirjft lyaienít: Información que proporcionan
ios valeres qje varían a lo largo ¿e una escala (MacKay )
CONTIGÜIDAD \cc-titíguityy, pcoxireádad en el tiempo a en el espac».
CCtSTINl'IDAD i«j/rí7rtwí>'l: pnncüpic de aprendiz^ ;uc pone «1 asento en
Ciosario 499

las modificaciones pcquefías y sostenidas de la respuesta y no en los grai-


des mciementos discontinuos
CONTINUO {continuum): una vaiiable cuyos valores son continuos, o sea,
una variable tal que siempre se puede encuiiirar otro valor entre desvalores
dado».
CONTROL {contrei): I . método por ol cual se elimina en ciencia una varíaci^
extraña, pennitiendo una asignación menos ambigua de relaciones causa-
efecto. 2. acción de influir sobre una variable o variables.
COROLARIO {coroüí^'y. una prc^txlcióQ que deriva dfiectamente de otra que
ha sido comprobada o postulada; una cousecucucia ualuta! que se sigue, sin
esfuerzo adicional, de una acción.
CORRELACION (correferion); Tcl&ción entre do» o más variabíes, de índole (al
que un Cambio en una se da junto a un cambio en U otra; el grado de esa re­
lación que existe entre dos o más variables.
CREENCIA DE EQUIVALENCIA {equfvaíence beUeJ): estado hipotético de
un orgsnisno, que lo Oeva a comportaiae como sí una submeta fuera la
meto (Tolman).
CUALIDADES GUESTALTICAS (GestoJtquaiit¿rí)' configuraciones de tiempo
y de tspacáo que « suponen iidierentes a la mente, y por lo tanto indepen­
dientes de los elementos físicos; U “teoría de las cualidades guestáitica.^'*
(von Ehrenfels) suele considerarse como precursora inmediata de la psico­
logía de la Gesta] i.
CUALIDADES HRÍMARlvVS {primory <piaUties\- cualidades que serian inhe­
rentes al objeto e independientes dcl percipknte. por ejemplo el tamaño y
la forma (Locke).
CUALIDADES SECUNDARIAS { y t c m ú a r y q u a l l t i t i i : cualidades que no serian
inherentes al o l^ to tino a quien lo percibe, como por ejemplo el color
(Locke)-
CU.ALITATIVISMO {qufáitativismy. acento sobre el conocimiento que enfoca
las diferencias en dase ocrencia (R. I. Watson).
CUALITATIVO {quatiiative)x relacionado con lo que se puede distinguir o
ideotíficar como diferente en cu«ito a clase.
CU ANTIFIC ACION (quonri/lcattonV. ptoctao poi t \ cud se establecen rela­
ciones entre los ol^ tos etTipfiicos de estudio y la matemática de los núme­
ros reales
CUANTITATIVi&VlO (quantítatívian): énfasis en el conocimiento medido
(R. I. Watsen).
CUANUTATIVÜ ( q u a n tifa tr v e ) : reladonado con lo que se puede distinguir o
identificar como diferente en cuanto a cantidad o memeo.
CURA DE COWERSACIQN (toíkíng cure): m»jora en Va adaptación lograda
presumiblemente en virtud de la descarga emocional que se alcanza al contar
ios problemas propios (Daifiada tanbién catarsis) (Freud).
CURVA CARACTERISTICA DE OPERACION DEL RECEPTOR (receiver
opercting ch^acterittk cun-e): fu n ci^ que icUctona la probabilidad de
un '^acierto*’ (informe correcto de detección) con la probabilidad de una
‘Talsa alarma*' (infomie btcorrccto de detección), en la teoría de la detec­
ción.
5Ú0 Sinemax y ttorias pticdógicot eonumporineos

CURVA EN J ( / cune): descripción gráfica de la disln'bución de respuestas,


cuando alguna institución social influye sobre la conducta en una direc­
ción particular, de modo que los puntees se acumulas preciablemente
en un extremo de la escala (F. Allport).
d' (íjy. medida de la deteciabiUdad de una sedal, en la teoría de la detección.
DARVINISMO (.darwtnlsm): principio de evolución orgánica ástemáticamenw
expuesto por Charles Darwin en 1859.
D.ATOS {data): observacicaics empericas y los itKÚtruk de dstu en prolocc^os.
DATOS O {O data): observaciones de conductas que se realizan cen la interven­
ción activa de un operador (de la O) (Bai^er).
DATOS T (T data): observaciones de conductas que se realizan directamenie,
como si fuesen las de un trantductor (de la T) y no las de un opera­
dor (Baikcr).
DEDUCCION (deitiction): un tipo de razonamiento en el que se procede a
partir de un conjtmio determinado de enunciados, mediante reglas de trans-
íotmadóo, para generar enunciados vflidoe adicionales. El ejemplo ciático
es el que parte de fas premisas “Todos los hombres sem mortales” y ••Só­
crates es un hombre” púa Uegat » U cotveluaifm “SócTites es mortal'*.
DEDUCnVISMO (deducrivism): énfasis en la primacía de las investigaciones
deductivas (R. I. Watson).
DESCODIFICAPO {decode^: vuelto a una forma original que había sido pie^
viamente codifteada; por ejemplo, si las letras dei alfabeto lueron codifk«'
das reempiaz^doJas por números, la descodifkación implica sustiiuir cada
número por la letra que representa.
DESE.MPEÑO (o EJECUCION) (performance): conducta real; puede contrastar'
se con “prendiziQe** que se refiere a una conducta potencial
DESIGUALDAD RETINAL (retirtaí diMparity): índice de la profundidad visual,
resultante de la leve diferencia entre las dos imá^nes retínales en la vitión
binocular
DESPLAZAMIENTO ydí^lecemenr): sustitución tempoiaria de una niela pri'
maria por otra secundaria ( pticoanálitis).
DETER.MINISMO (determinian): supuesto según <1 cual lodos los fetLÓmenos
pueden explicarse mediante leyes naturales e. la macera causa-efecto; punco
de vísta según el cual todos los sucesos son completamente explicables en
función de los sucesos antecedentes corre^ndiemes.
DIFERENCIAS INDIVIDUALES {wídividuai íÜfferencei): la totalidad de h
divertidad exhibida por los organismos vivientes en varias mcdicícDes bio-
lógicas, conducíales y sociales.
DÍCfTAL (^(S7/t2í)' relacionado con los valores discretos mis que con los con-
tinuoc, como en el caso de la computadora di^tal.
DIMENSION {dimenston): una variat^ ordenada cuyos valores cambiar, cu Cot'
ma conúnui l^empliflcada por cada uno ¿e los 18 preceptos úc R l.
Watson).
DINAMICO (d>Tumic): relacionado con las fuerzas noth'actcinaics suby-acentee
en la conduela, en lasque hace hincapié elpttcoanálisU, por ejemplo.
DINAMISMO: l . {dynamicivn) énfasis en el cambio y en los procesos que pro'
Gtosano 50í

ducea cambio. 2. (dynatrdsm) modo habitual de responder a otros (SuUi-


van).
DINAMISMO DE LA INTENSIDAD DEL ESTIMUI.O (stvrtuius-inrensity dy^
namim): principiu según el cual el potencial de reacción o la amplitud de la
respuesta aumenta 4c modo isnifonnc con la Intensidad del estimulo (MuH).
DISCONTINUIDAD (nonctmíinuit}')'. principio de aprendizaje que pone el acen­
to en los grandes Incrementos dscontinuos en la fuerza de la respuesta, y no
en los cambios pequeños y $)ostenklo$.
DISCRIMINACION (cUscrimínatíon): proceso de diferenciación entre objetos
o acciones,capacidad de establecer una diferencia.
DISCRIMINACION DE IMPULSOS (córve discríminaíiony: la capacidad proba­
da de los organismos para comportarse de modo diferente en diferentes
condiciones de privación.
DISEÑO DIACRITICO (diacníicd dexígny. divisidn de variables entrelazadas
cu subclases, en un intento de separarlas (Brunswik).
DISEÑO REPRESENTATIVO (represeniaitve design): enfoque experimental
que permite que Vas variables en una gran muestra representativa cambien
juntas de una manera casual pero conocida, "representando** asi mejor
los efectos de las combinaciones existentes de variables y valores (Brunsvrik).
DISEÑO SISTEMATICO (sysKmartc desígn}: metodolr^ra experimental clási­
ca, que utiliza un riguroso control de )a$ variables.
DISONANCIA COGNITIVA {cogmiive dissonance): incongruencia entre dos
conjuntos de sistemas de creencias, que da por resultado un cambio de ac­
titud o alguna otra conducta a ftn de minimizar la discrepancia.
DISPERSION DEL EFECTO ispnad o f eSfcci): hipótesis según la cual los erro­
res que se cometen en contigüidad con respuestas recompensadas también
resultan fortalecidos en algún grado por la recompensa, por cuniparadón
con los errores más alejados espacial o temporalmente esas respuestas
fVhomdjlte).
DiSPLASIA {(iyipiaiia): falta de armonía y proporción entre partes del cuerpo
(Sheidon).
DISPOSICION MEDIOS-FIN {memx-end reod¡nesi): estado de disposición se­
lectiva que continúa indepcndientemenle del estado motivaciofiaJ actual
dei organiuno, y que lleva a la adquisición de ciertas expectativas más
fácilmente que aotras<Totman).
DISPOSICION OBJETIVA {objecttve ae/): perspectiva que enfoca los objetos
y los sucesos tal como los ven los demás y no según las propias tenden­
cias subjetivas.
ORAMATIZACIOK {dramatixotion): actividades lúdicas de los niños que imitan
la conducta de los adultos (.SuUivm).
DUALISMO {duaüsm):. posíctón metafístci que supone la existencia canto del
alma como del cuerpo.
ECLECTICIS.MO {eciecíicim): scleccito de lo que parece mejor de diversos sb-
temas, teorías o procedimientos.
ECOLOGIA PSICOLOGICA {psyehologkd ecoiogy): intento de determinar el
electo del mundo físico sobre el espacio vital de un individuo (Lewin).
502 Stsítwwí y leor/oí ptícoló^lcoi conímporárteot

ECTOMORFIA (eetomorphy): üpo coiporal: alto, delgado y ce hueso) peque­


ños (Sheldon).
ECUACION DE ESPCCÍFICACION { sp e c ific a tu m e q u a tio n V técnica di combi­
nar información sobre un individuo para permilir predicciones conducta-
les espccífícas. desarroliada por R. B. CatteU en su teoría de la persi)naltüaii
ECUACION PERSONAL ipersonai cquationY corrección do las diferencias indi­
viduales en loa tienipos de reacción observables en los astrónomos que le-
gislran los (ránsilns estelares.
EFECTO ZEiOAKNIK iZeigamik e ffe c t)'. nombre que se da al descubrimiento
de que las tarcas no completadas se recuerdan mejor que las cumpleladas
(Lewin).
EFECTOS DISTAI.e s {disttd effeets): alteraciones del medio re.sultantes de las
respuestas de un onanismo.
ELEMENTALISMO (elettKntariSin): la tendencia metodológica a analizar en
la mayor medida posible los estados y procesos mentales y conducíales pa­
ra determinar sus elementos constitutivos (c&tructumUssvit>y»'.eriúe]iCia cnér-
peamente atacada por la psicología de la Gcstalt.
ELEMENTO (efemeur); unidad irreductible en que ae pueden descomponer
todos los estados conscientes (Tilchener).
ELLO {id): estructura o proceso psíquico que es el depósito original dé U ener­
gía psíquica y funciona de acuerdo con el principio dcl placer (Freuü).
EMERCENTISMO (<wérRerrn>n): opinión según la cual las coiiibinaciones
de elementos poseen propiedades únicas, que no pueden predecirse a pan
iir del conocimiento que se tenga de los elementos mismos. Según este
punto de vista, la vida y la mente no s e r ^ susceptibles de una reduc­
ción completa a ptincipios fíácos.
EMPATIA iy m p u (h y ): percepción simpática dd estado emocional en Otra per-
srma.
EMPIRICO {em p iricc l): relativo a los hechos y U experiencia sensorial; índica
confíanza en la observación.
EMPIRICO-ESOUEMATICO (schetnapirtey descripción de la ciencia corno disci­
plina dedicada a establecer relaciones entre ios símbolos iesquemas) y las
obsen'acionescmpirtcas (Stevtm)
EMPIRISMO (emp/r/crmí'l: Í.esc\»ladiepemaíuienco fBosófícoque ciecque to­
do conocimienca se origina en la expertencia. 2. metodología que destaca
la importaocia de lo^ cacos y mmániza la de la inferencia tec-nca.
ENDOMORFIA { e n d o m p r p h y ): tipo corporal: blando, gordo y redondo (Shel­
don).
ENSAYO Y ERROR {:rialandem r): tentativas para resolver un problema, apa-
rentemscce no planeadas, pero no por ello alcaLoiias.
ENTROP1.4 ientTífpy): er. física, la energía de un sisterra físico que no está di$*
pemíNe para el trabajo; en teorú ds la intomiacián, el contenido de inior-
maciÚL promedio de un símbolo cm.tido poruña fuente.
ENVIDIA DEL PENE ' íkhís cn\y.: ¿eseo feetsnino lepriimdo de petteer un
pene; forma femeníria de la a n g ^ a de castración (Hreud).
E -O R (5—D /?): eslímulo-orgiinisfuu-respuesU.

j
Oiosario

CPiFENOMCNISMO (epiphenomenalism): posición metafísica que supone que


la mente es un prometo accesorio, no causal, dcl cuerpo.
EPISODIO CONDUCTAL (behavior episode): una secuencia mdar de respues­
tas, de extenáón variable dentro de ciertos iúrtites, que Heoc constancia
de diieccióo e igual potencia en iodos sus partes (Barker).
e p ist e m o l o g ía (epistemohgy): la rama de la íílosuria que se ocupa de la
ailquisición y validez dcl COTocúnicoto.
EQUILIBRIO {equilibrium): condición de estabOídad o reposo en un sistema.
HKG (r^): ra%o motívadonaJ subyacente de origen beieditarío (Cattell).
ERROR DEL ESTIMULO (stimutus error): prestar atención a las propiedades
dcl esltniulo más que a las características de la sensación (Títcltener).
ESCALAS, CO.NSTRUCXION DE (scaling): ccmstrucción de cualquier Üpo
de recurso pan la medición ordenada, empleado para representar cual­
quier tipo de continuo.
ESCEPTICISMO {skepiicism): negativa a aceptar proposiciones que no estén
respaldadas por lo que se considera una prueba irrefutable.
ESCULLA (ichuoi): el coojuiito de los adherentes i una poslcióo sistemática
particular, con grados de variables de contigüidad temporal y et^acial.
ESPACIO CONDUCTAL (behapú/r ^ace): totalidad de los factores que afec­
tan >a cond\icta de un determinado individuo; úmilar a la construcción del
“espacio vital” de Lewin (Tolman).
ESPACIO HODOLOGICO {fiode^ogicúl space): geometría cualitativa de tela-
cienes espaciales, inventada por Lewin para utilizar vectores que represen­
tan los factores psicológicos (tínámicos.
ESPACIO VITAL (Ufis space}: totalidad de tos factores pskdógicos efectivos
para una persona dada en un momento particular.
ESQUI^'OFRENIA {schizophreniá): psicosis caracterizada por perturbaciones
en los procesos de peosamieuto y pérdida del contacto con la realidad.
ESTATICISMO (jr«t/<cism): énfasis en tos factores presentes en un mosnento de*
teimínado o en los a b e to s permanentes y no en la evolución en el tiempo
(R. 1. Watsori).
ESTILO DE VIDA {Hfe-siyie): el levado panicular óe enfrentar la realidad que
desarrolla un individuo (Adier).
ESTIMULO (srímulus): cualquier energía ambiental que causa efectos sobre al­
guno de los órganos de ios sentidos.
ESTIMULOS PÍSTALES {distal stímutí): olqetos del ambiente que producen
estímulos en las superficies receptoras dcl organismo (estos últimos estí-
malos se deauminau pruximales).
ESTIMULOS PRODUCIDOS POR EL MOVIMIENTO CEPM) (movement-
produced stimuli [mps]): estímulos que se originan en Í06 movimientos
del organismo ÍGuthrie).
ESTIMULOS PROXIM.AI.e s {proximal srimuH): los estímulos tal como sao
cuando toman contacto con el organismo (Bruoswik).
LSTRUCTÜRALJSMO {siructutalism). sistema que acentúa la importancia
de) arwilisis de la conciencia en función de sus elementos, medíanle el
método introspectivo (Wundi, Titchener).
S04 S itim e ty ttoriesptitoiáficotcontemporáneos

ETAPA ANAL (onai sugé): perfodo de] deiarroDo psicocexuaJ que * carac*
tema por el interna en It re^ón ansí; tíene dertos efectos cosa^omitan-
tes sobre la personalidad, k» cuales pueden 11^^ a ser característicos dcl
individuo adulto si se produce la fijación en esta etapa (Freud).
ETAPA FALICA (phallic stage): periodo del desarrollo pácoeexual correspoo'
diente a la vigencia del complejo de Bdipo; se caracteríTa por el inlerds en
el pene (Freud).
ETAPA GENITAL (genitai stagey penodo fínal del desanoUo ptkosexual en
el que se desean relüctones sexuales normales cao miembros dcl sexo opuei>
lo ^leud).
ETAPA ORAL {orai stagt): el primer periodo del desarrollo pstcoaexual; se ca­
racteriza por el interés en la regi<^ oral (Freud).
ETOLOGIA (eihology): estudio de la conducta animal mediante obscrvackmes
de campo.
EUGENESfA {eugenict): ciencia que trata de mejorar la eqieck humana median­
te una repro^ccióp selectiva que pennxta incrementar al máximo las ca­
racterísticas genéticas deseables.
EVOLUCION LAMARCKIANA (Lamarcteian e)foiurion): teoría según la cual
las caracttrísticaa adquiridas se transmiten por herencia, el uso o desuso
de las estructuras o r e je a s provoca cambios que el organismo transmite
a sus descendientes.
EVOLUCION ORGANICA (organk evo/u/ion)c teoría según la cual loa cambios
graduales proihicidoa en las plantas y loa animales por las influencias am­
bientales acumulativas explican la evdución de las diversas especies actua­
les. las que parten de un antepasado (o antepasados) común más simple
(Dirwtn).
EVOLUCIONISMO ideveiopmentaiám): énfasis en los cambios longitudinales
ÍR.l.Watson).
e x p e c t a t iv a {expecteneyy. anUcipactón de alguna relación. p<» ejemplo
entre dos sucesos que obran como estímulos o entre un eslúuuJo y una
respuesta (Tolman).
e x p e c t a t iv a s d e CAMPO (Jieid expecíou'ons): predisposición a esperar
que una respuesta particular a cierta sefial o estímulo produxea uctt situa­
ción o coruecuencta particulares ('rohnan).
FXPRRÍENCIA («ywriertcr): procesos (mentales) conscientes.
EXPERIENCIA CUMBRE (p ñ k experience). momento caá místico qte Cras-
cknde la condeocia nonnil y produce una sensación de extremo bienes­
tar (Maslow).
EXPERIENCIA INMEDIATA (immediate experience): procesos conscientes
consideiacos en si mismos, tal como se los estudia d¿ectamente en la psi-
cologíi estructural i^undt).
EXPERIENCIA MEDIATA {fftediíne experietice): procesos oonscientea consi­
derados cccio Via de acceso al mundo ^red'' externo ly utflizadoc sidirec-
lamecce.ac h ñísieal (Wundt).
EXPERIMENTO DE TRANSPOSICICW {TrM^-xitkw experimentU un expe-
rimeei» en el cual se entrena a un sujeto para que responda a uno de dos
Gtoaarlo SOS

estúnulos que guardan ende sí una lelación determinada (por ^ m p io , el


estímulo asociado con la recompensa es mayor ¿fue el estimulo no asocia­
do con la recompensa). En pruebas posteriores, uno de esos estímulos, tí­
picamente el que era recompensado, se presenta conjuntamente con un
nuevo estímulo, que guarda cun el primero ia misma relación que éste guar­
daba c<m el estímulo ahora excluido (es decir, el nuevo estimulo es mayor
que el estimulo previamente recompensado). Lo que se trata de establecer
ei si el sujeto responderá a la relación (mostrará transposáctón), eligiendo
el nuevo estimulo (más grande), o responderá a las propiedades absolutas
de los estímulos, prefiriendo el estímulo antiguo, previamente tecunipeii-
sailo.
EXPLICACION EXTERNA {cxtcmal cxplmation): interpretación de un fenó­
meno sobre la base de principios extrúisccos a la función que le es pn^ia.
EXPLICACION INTERNA (intemoi expimationf: interpretación de un fenó­
meno sobre la base de sus propias Ainciones Intrínsecas.
EXPLICACION MECANICISTA /mechanisric exfdanation): interpretación de
loe fenómenos sobre la base de funciones semejantes a las de una maqui­
no. supuestas o conocidas.
EXTBROCEPTOR (exlerocepior): órgano o receptor sensorial estimulado di­
rectamente por fuentes de energía exteriores al cuerpo (por ejemplo, el ojo).
EXTRAVERSION (extraversión): modo de responder al mundo, en la cual la
atención de la persona se üírigc hacia el ámbito exterior (Jung).
FACTOR (factor): variable o condición básicas que se eligen para investigar.
FACTOR DE GRUPO CENTRIFUGO (centrjfugal group faclor): tendencia a
hacer gestos con el cuerpo; un factor expresivo en la teoría de la persona­
lidad de Allport
Fa l s a a l a r m a (false alamt): identíflcacióD dcl mido como scfial, en la teo­
ría de la detección.
FENOMENÍSMO (phenomenaüsm): posición metafísica que no considera real
ni la mente ni el cuerpo; sólo existen las ideas resultantes de las imprerio-
ne-*<sensoriales
FFNCffAENO F\ pUenomenon): nombre dado por Wertheímer a la per­
cepción del movimiento párente geueiado por estímulos íljos. El fenó­
meno n puro se produce cuando se ve el moviiniento pero no se ve nin­
gún objeto en movimiento.
FENOMENOLOGIA (phenomenoiogy): método de observación que acepta
los datos expeiímeniales de una manera más o menos ingenua, sin inten­
tar aiudizarlos.
FENOTIPO (phenotype): I. característica corporal, por contraste con el fac­
tor hereditario subyacente (genotipo). 2. el cuerpo de un individuo (Su-
Ilivan).
FICCION DE FUTURO (fictuinai Juture): planes y aspiraciones de una persona
para el futuro, en los cuales se cree en el momento presente (Adler).
FIGURA FONDO (fígure^ground): propiedad generul de la percepción: la fi­
gura es lo que se destaca y aquello a lo cual se atiende, mientras que el
fondo es lo que rodea a la figura y e i secundario en relación con eDa.
506 Sistrmaa v teoriúi psicológicos c<mttmp(»’é»ccs

FIJACION ifixailon)'. l . perseverancia de una respuesta parUcalar. 2. pertía-


tencia de conductas o procesos de pensamiento ínmachirns, acompafiada
de una falta de üesarroOo normal (psicuanáltMa).
RSICALISMO iphyskjttiiany. posicidn Olosóítca según la cual todas las pro­
porciones científicas son en última iiulancú. reducti^s al lenguaje de
la ciencia física.
FISIOLOGIA (phyaology): estudio de las funciones de los diferentes siste­
mas orgánicos del cuerpo.
FISIOLOGIZAC'ION {physiologizing); proponer cxplicaclocies > conjeturas
fiiíológicai en ausencia de un conocimiento fisiológico definido.
FRF.NOl.tVOiA [j^renoíogy). creencia según la cual, examinando cl conlcmo
del cráneo, se pueden determinar las características mentales (Gall).
FUERZA P tL HABITO {habit strertgíh IgHul); variable inlervl-
nicnte que representa d aprendizaje; es función de i ) la cantidad de re­
fuerzos, 2) la magnitud del reruerr.o, 3) cl tiempo entxc el estímulo y la
respuesta, y 4) el tiempo entre la respuesta y el refuerzo (llull. I943X eo
cl sistema final de HuU (1951) sólo se crniservód determíname 1).
FUERZAS COHESIVAS {cvhesive forcesY tendencia de las excitaciones ds la
corteza a atraerse entre sí (Gcstalt).
FUERZAS RESTRICTIVAS {restraining foKes): exettadenes cerebrales que
impiden la atracción de las fuerzas cohesivas; generalmente son resulta­
do de la estimulación presente ((iesialt).
FUNCION VICARIA {vicarious fwxcdon): la süslirjción de un meció p-or otro
a fin de lograr algún resultado (Tolmaii y Brunswlk).
FUNCIONALISMO {funvtionaligm): escuela qu« acentúa la rundún o ntlidad
de la conducta en la adaptadón al medio Í.Angdl, Carr, Wood^vorth).
FUNCIONALISMO I’ROBABJLISTA {pwbábiligtic JxtíicttíMaÜsmy. posición de
Egon BrunswUc, sc)^n la cual canto la corrección de la percepción como la
eficacia de U acci^i son sólo probables. Se considera que es tarea del orga-
nisnia Felocionat funcional y adaptativameiilc los enínulos distaJesoen tos
electos distales de las respuestas en d ambiente.
GENERALIZACION {genefalization'i I. proceso de extender los resultados o
las conclusiones más allá de sus bsites obser\'acicmaJes inJcisJes. 2. la Pañ­
olón por la cual se da ana determinada respuesta condicionada a algún estí­
mulo que se aaumoja al estímulo condicionado (geneialízaciól del estínnio)
o por la cual un estímulo condicionado pruvoca. una respuesta .similar a la
respuesta ccndicionada (generalización de la respuesial.
CENbRALIZACIO.N DEL ES I'IMULO (srimwAíí generafizetiony. el proceso
por cl cual un estímub íntcialntente ineficaz - n o usa::u en el condiciona­
miento- se vuelve eficaz pura producir alguna lespacsta despuós del con-
dictunamíenni de esa respuesta a un estf.iialc que se asemeja al pdniero
en alguna dinnendon.
GEOMETRIA NO ELtCLlDlAKA \nt»%-Euc%\dtiin ;tcomci«y)í geometría que
utiliza ur. ctmjjnto de axiomas diferentes de los de la geomettía tucidia-
na; cl ejemplo i l j s famoso c& la empleada en la secría de la re­
latividad.que T5-hazi cl pusiula:uj tucUdJano raUrüvo a las paralelas.
Ciotario 507

GESTALT {Gestalt): figura o configuración que es un lodo mayor que la suma


de sus partes y que. de ser analizado en sus partes, se destruye.
GINANDROMORHA {gymnáromophy)\ la bisexualidad en «i» manifestacio­
nes corporales (Shcidon).
GRADIENTE DE CENERAUZACION {gcncraUzation gmdientY gradación
de las diferencias en la eficacia cea que estímulos no presentados con
anttivOTdaó durante cl condtcionamienio suscitan una respuesta, en fun­
ción de su similitud con el cstimulu condicionado.
GRADIENTE DE META (gotí/ gnRf/e«í); aumeuto progresivo en la fuerza de
la respuesta, en función de la proximidad de la meta.
GRAFICO LINEAL {linear grapk): gráfico que representa una ecuación de
primer grado entre dos variables.
GRUPO DE ENCUENTRO {encomier group): aquel en que se alienta a los
participantes a decir o hacer mós o n>enos lo que quieran a fin de derribar
las barreras interperaonales y facilitar la introvisión y cl desanoDo personal.
GRUPO T {Tgroup). véase GRUPO DE ENCUENTRO.
HAB (Aaó). unidad de aprendizaje creada para cuantificar la fuerza de hábito
(«H a): igual al 1 por ciento del máximo fisiológico (Hull).
HABITO (lutbit). respuesta aprendida a algún estímulo o situación.
HECHO {fact) aflrmadón verbal aceptada por un cierto grupo en un momen­
to particular.
1IE1X)NISV!0 {hedonism): creencia filosófica según la cual la conducta se diri­
ge hacia el logro del placer y la evitación del dolor.
HIPNOTISMO ihypttúsisy. técnica mediante la cual una persona respetada pue­
do manipular con tanu eficacia la atención de otra, que se desaitoUa una
condición de sugesfionabtlidad muy intensificada, similar a un estado de
tronce.
HIPOCONDRIA {hypochorM ty. neurosis que 8C caracteriza por una preocu­
pación exceáva en tomo de la propia salud.
HIPOTESIS {hypothesis)'. 1. proposición concerniente a la relación etilie va­
riables. 2. exjriicación de ensayo.
HIPOTESIS .ANTIMOSAICO {mtimosaic hypothesis): punto de visU teórico
opuesto a la ^'hipótesis del haz” cstructurálista.
HIPOTESIS DEL H A/ {bundie hypothesáy. «upue.ito sc^ n el cual la percep­
ción compleja sería un grupo de percepciones ^ p lc s .
HISTERIA ihysttria): niaiufestacióu de síniomas corporales tales como la anes­
tesia y la parálisis, como resultado de un trauma o conflicU) psíquico.
HtSTORK iSTA {historicist): el que desea comprender cada período del pasa­
do principalmente en función de los fenómenos existentes entonces, y no
sobre la base de los valores y d conocimicoto actuales
HOLISTA ihoiúHc): lefereiiic a la posición teórica que destaca que un organis­
mo se debe estvidiar como un todo, ya que cl todo C5 diferente a la suma
de sus partes.
HUELLA DEL ESTIMULO {sfimului trace): la actividad del sistema nervioso
provocada por la estimulación (HuU).
HUMANISMO {humanimY posición general «gúa la cual la^ necesidades y lus
•50S y teorías psioilfigicos conttm pofintos

valores humanos deberían determinar primordialmente el enfoque y la di*


rección de la invesüsacibn y la interpretación científícas. sobre todo eo
las ciencias conductales y sociales.
IDEALISMO SUBJETIVO {subfective idedian% posición mclafíiica que supone
una realidad básica única de carácter mental o espiritual.
lOlOGRAFICTSMO {idio$rophtcisn): énfasis en la m'^stigación intensiva de
lus individuos con el propósito de comprendcrtos como casos únicos (K. I.
Watson).
IDIOCRAFÍCO {idtoffdphicy. relacionado con un caso o suceso individual y
con la metodología que destaca la iroportancia de entender los sucesos
individuales en lugar de buscar leye.<( generales.
IMAGEN (wnage): reproducción relativamente débS de una sensadón previa
en la conciencia (Titchener).
IMAGEN CONSECUTIVA (O POSTIMACEN) iaftvrimagey. sensación urdía
que sigue a la nipiestón de la estimulación; genorabwnte en relación con
la estimulación visual.
IMAGEN MNESICA PRIMARIA {prim ay Memory onage): huella mnésca algo
prolongada que, según se postula, conserva la sensación durante un perío­
do iclatívnnente breve, permitiendo un infonne intro^ctivu adecuado
(Titchener).
IMPULSO (im) (drive construcción empleada por Hull para indicar una
condición del organismo, resultante de una privación; condición que in­
crementa la actividad del organismo ante una ciase particular de estímulos.
INCENTIVO (incenrive): objeto meta.
INCERT1DUMBRE (uncer2ai7ii>'): propiedad de un conjunto de alicniaüvss
que determina su contenido de tnfonnadón: el mentó de ir>certidumbie
en un conjunto de mensajes o alternativas es ^ual aJ monto de informa­
ción que se transmitiría si se redujera la hCiCerrJdu.mbre a cero (véase IN­
FORMACION).
INCONSCIENTE (u/rconacK>u«). ténnino genérico que designa aquellas actM*
dades mentales de las c u ^ s el individuo no tiene conocimiento (psicoa­
nálisis).
INCONSCIENTE COLECTIVO {coilecttve uncemeious): la pacte ¿el incwis-
ckale de una peraooa ipie se hereda lilogenéticamente y es romOn a lodos
los miembros de la especie (Jung).
INDETERMINISMO (¡nderermúiiim): ne^ción de que todos los sucesos sean
exfriicables en función de sucesos antecedentes í*‘cauaas").
INIXICCION (imiurtiony. método de la lógica que parte de añmaciones e^3e-
cífícas y llega a concl-isoaes generales.
INDL^TIVISMO (mUutnfum): énfasis en la primacía de las invTstigaciones
induetiv'aa (R. I. Watson).
INFERENCIA INCONSCIENTE {unconsdou$ vtference): extraer una conclu­
sión. como en la percepciór.. sm que inter>isi:4 a ningún proceso de ra¿ona-
mienlo del que se tenga ccrctencia (He mholi?.)
in f e r io r id a d ORGANICA iorgan uiferlontyl véase COMPLEJO DE INFF.-
RIORJDAD
C h tetio S09

INFORMACION (mformatíon). todo lo que reduce 1* íncertJdumbre (teoría


de la Información); la recepción de un mentjqe portador de información
reduce la incertidumbre o ia ignorancia, al reducir el número de mensajes
alternativos posibks o al inclinar las probabilidades en determinado senti­
do, de modo tal que se reduce la incertidumbre remanente
INHIBICION CONDICIONADA {conditioned inhibition}: adqulsícióii hipoté­
tica de propiedades Inhibitorias por un estímulo a causa de su asociación re­
petida con la inhibición reactiva.
INHIBICION REACTIVA {renciive inhibition)'. explicación hipotética del de-
creclnUenio de una respuesta aprendida debido al carácter esforzado de la
actividad (Hull).
INHIBICION RETROACTIVA {retroactive inhibition)'. interferencia de una
segunda tarea en la retención de otra aprendida previamente.
INNATISMO {nativism): doctrina que destaca la importancia de los factores
hereditarios más que los ambientales en el desarrollo de un organismo.
INSTINTO {imtinct)-. I modo de comportamiento Innato, complejo, estereoti­
pado. 2. necesidad (Freud).
INSTINTO DE MUERTE (death instinct). tendencia del organismo a volver a un
estado inorgánico (Freud).
INSTINTO DE VIDA {Ufe ms/mcr): tendencia del organiimo a mantener un
equilibrio entre las fucr7.a$ anab^cas y caUbólicas del cuerpo, es decir,
a niantcncr la vida (Freud).
INSTRUCCIONES {instruefioni)'. especiíkaciones de las operaciones que debe
ejecutar la computadora; le computadora típica ptiede responder aproxi­
madamente a sesenta instrucciones básicas, y todas las funciones que Ueva
a cabo -incluso las más complejas- se sintetizan a partir de esas Uistruccío-
nes básicas.
INTELIGENCIA {inttiUgcncé): 1, capacidad adaptativa de los individuos que
se aprecia a través de lo bien que se adaptan a su ambiente. 2. *1o que
miden los tests de inteligencia”.
INTENCIONISMO ipurposivism)'. doctrina quo díiniia que U cotiducU no es
merameaU mecánica, úno que por el contrario se dirige hacia algún ob­
jetivo o meta.
INTERACCION DE LOS ESTIMULOS AFERENTES (a //w « r í//muitis m/crec-
tion): postulado de lluU, según el cual los estímulos interactúan de mane­
ra tal que la conducta resultante es más que U mera suma de los efectos
conductales de tos estímulos tomados separadamente.
INTEKACCTONISMO {interactionism): posicián metafísica que suporte que la
mente y el cuerpo son dctf entidades separadas pero ínterrelacionadas.
INTERCONDUCTISMO {interbehaviorism)' teoría del campo que destaca la
importancia de la interacción entre las funciones de estímulo y de res­
puesta (Kantor).
INTEROCEPTOR {(nteroceptor)-. órgano o receptor sensorial dentro del orga­
nismo, sensible a los estímulos provenientes dcl interior dcl cuerpo.
INTROSPECCION iinnospection)-. término p.mérico para designar cualquier
método que confía en el informe subjetivo del sujeto.
SIQ Sixttnuixy tentios psitwiógúmt contemporáneos

INTROVERSION Untrovenion): modo de responder iJ mundo, en el cual la


atención de la persona se dirige hada si misma (Jung).
INTROVISION (imigkt): 1. campienaóc súbita de un problema previamen­
te bsoluble. 2. reorsanízacióa súbita del campo |>erc«ptual.
INVESTIGACION ACTIVA (action rúsearch): la investigación científica desti­
nada a producir cambios en el mundo real, por ejemplo en fábricas u or­
ganizaciones militares (Lewín).
IRRACIONALISMO aceptación de la primacía de la emoción
en el pensamiento.
IRRADIACION {irradiadoní: fenómeno de generalización, que impltci las fun­
ciones excitaiorias dcl cerebro (Paviov).
IRRADIACION DEL ELECTO {ipre^id o f ef/cct): (Koposición que afirma que
el refuerzo iwdlanto recompensa tiende a fortalecer las respuestas erró­
neas que guardan una estrecha contigüidad temporal o espacial con la te-
forzada (Thomdike).
iSOMORFlSMO {isomorpfusm): relación uro a uro. supuestamente existente
entre los campos cerebrales y la exficriciiuia (GestaltJ.
JERARQUIA DE LA FAMILIA DE HABITOS (/utórV fattúlv hifívfchyy- orde­
namiento, basado en su fuerza, de todas las respuestas que pueden ocurrir
en una aeterminada sitiiadón de estímulo (HuD).
KIMOCRAFO {kymoffTiph): tambor giratorio que hace registros gráficos de
las variaciones temporales; empleado a menudo para registrar U respira­
ción y otros procesos meiabólicos.
KINESTE5IC0 (fefncs/At’rt'c): perteneciente al sentido dcl movimiento o la po­
sición dei cuerpo.
LABORATORIO (labofatory): cualquier lugar donde se efectúan investigacio­
nes científicas, con especial consíderadón de la.$ observaciones controla­
das (expcrimufiius).
LEY (¿7w); J. enunciado de una relación regular y predecible entre variables
empíricas. 2. proposición teórica ampliamente aceptada.
LEY DE LA DISPOSICION {!aw of readiness): principio que afirma que cuan­
do una unidad de conducción está lista para conducir, la conducción a tra­
vés de ella resulta satisfactoria, siempre que nada se haga pata alteim
acción (Thoradlk^),
LEY DE LA FRECUENCIA {¡aw o f frequtrnvyY proposici/ai que afirma que
la (asa de aprendizaje es función de la frecuencia de ocurrencia de una res­
puesta.
DE LA PREGNANCIA (faw o f prognom)’. principio guestáltíco ácgún el
cual una figura se percibe en su mejor forma posible.
LEY DE La RLCENCIA {tow o f fvctncyY. principio que afirma que, en igualdad
de condiciones se recuerda mqor lo que se lia aprendido último.
Lt'.Y Dl’-L TODO 0 NADA (o//or-none law)'. principio clásico según el cual una
neurona responde completamente o no responde en absoluto.
LEY DE WbBtR {Weber’s kw): ley pacofísica que allnna que todo cambio per­
ceptible en la intensidad de un estímulo es siempre una parte proporcional
constarric dcl estímulo original.
Ghmrto 511

LEY DE WEBER-FECHNER {Webvr-F«chner /aw): en la forma más perfeccio­


nada presentada por Feclmer, ley que afirma que la intensidad de una sen­
sación es proporcionai al logaritmo de la úileimdad del estímulo.
LEY DEL DESTINO COMUN {common fate Zw): principio guestáltíco que sos­
tiene que la percepción visual tiende a ^nipar )oi objetos cuando parecen
moverse en la misma dirección.
LEY DEL EFEC r o (Anv o f effect): proposición que afirma que el fortaleci­
miento de las conexiones estímulo-respuesta, tal como cj medido poi el
auinviilo en la probabilidad de que ocurra uoa respuesta en una áluación-
estímulo particular, resulta de la acción de una recompensa a continua­
ción de la respuesta (efecto» satisfactorios, según la fonnulación de Thom­
dike); la prop^ción corolaria de que los efectos consecutivos castigadores
producen un debilitamiento en la respuesta fue descartada posterionnen-
te por Thomdike.
"LEY DEL EJERCICIO {kw o f exercisé): proposición que afirma que b eje­
cución de una respuesta mejora las ejecuciones siguientes, por medio de
la mera práctica.
LIBIDO {litiidoy. energía al servicio de los instintos de vida (Freud).
l o c u r a MANIACO-DEPRESIVA {maniac^depmssivf insoní/v): irastomo pri-
cótico que se cardclciiza imt ciclos emocionales que van de la exaltación
extrema a b depresión marcada.
LOGICA (/ogre): conjunto de reglas relativas a los procedimientos formales de
razonamiento.
MANDALA {mandala): circulo mágico que se puede encontrar en muchos cul­
tos religiosos: según Jung, simbolizaría el esfuerzo dcl hoíwbre por alcanzar
b unidad.
M.AQUINA W! TURJKC {Turing machine}: fnsímmento conceptual ideado
pa/a súnular cualquier relación **eatrada-salida” claramente definida.
m a t e r ia l is m o {metemiism): posición melatíaca <iue supone la existencia
de una realidad blsica única, de carácter fí^co.
MATRIZ DE CREENCIA-VALOR {beUef‘Value maífix): jerarquía de Ui ex­
pectativas aprendidas respecto d© los objetos del amWcnte y sus pape­
les en relación con la conducta (Tdban).
MATRÍZ DE RETRIBUCIONES ípayoff mairix): patrón de las ganancias
(valores) y pérdidas (costos) relacionaria.s con el acierto o el error en los
juicios, como por ejemplo en las respuestas perceptuajes a la» señales.
MECANICA MENT.AL {rneutai meehanics): doerrina que aoitíeoc que una idea
compleja no es más que las ideas simples que U forman, que mantienen
su identidad individual (James Mili).
MECANICISMO (mechanism): supuesto de que los procesos vitales pueden
explicarse enteramente sobre la base de b s fundones culmico-fisiológtcas
MECANISMO {mevhanism). respuesta o conjunto de respuestas intencionales
(Woodwortii).
MEC¿\NiSMO DE DEFENSA (defense mechanism): mecaniamo cooductal
adaptativo incoasdente por el que un individuo trata de adaptarse t alguna
ameuaza psicológica real o imaginada.
S12 SísMimt > beoríes pncolóficia coitiempú/vH^<^

MECANISMO DE DEFENSA DEL YO (í^o de/ínstf meclianiim]: cuílyuúfi


piDceso iiic\ínscíente ^ua proleja al indih^idua de una realidad dc& a^dabk;
minera ¡rradcüaJ de manejej la ansiedad (pdeúaiiáliaia).
MECANISMOS DE MEDIACION {medíati<?m!Í tTtecfiasísms): procesna cuidos
efecto; (sobre la toridjcta, por ejemplo) se producen de manera iodireeta
(pormeitación) y no de tiianera directa,
MEDICION (meosumtnant). empleo de los mimeíos (tuantitícición) para cK-
presar los valores de Jas vadablei y sus efectos,
MEMORIA Itnemofjr): l. letejición dfi Jofurntanón por un orEanismo o ujia
níaL|ulna, 2. sislemaque retiene la infoniiiacián,
MENTALISMO itneníítUsm): véase MENTAUSMD CONSCIENTE.
MENTALISMO CONSCIENTE (oonscíoiíi rt?enfa//srrf): liend&ji a las acüvida-
deB del penuiiiíeiito (R, I. Wotioa).
MENTALISMO INCONSCIENTE {unciínííious: falla de atención a
las acilvidadEs del pensamíenlo (R. L Watson).
MENTE ifHfnd). nuiubru tolecEvo para I3 totalidad del pecsamiemo y las acti­
vidades pe ice píllales de un intílvidijo,
MESOMORFIA {mesoíTtotpkyy tipo corporal; rieoroso, mUECulai y aüétjco
(Sheldan),
META ERO {meteergy. rsjgo motívadonal subyacente, adquirido a cansa de la
Influencia del üiibiEate (Cattell).
METAFISICA (/tietafíhyííiiy rariia de lii filosotia qire re ocupa de tildeCiTiQ-
eaei6n y enrr^rmnión de la realidad úlcimi.
META TEORIA {jmtaikeory): conjuntci de reglas generales que rtg^n k cons-
tnicefón de u n í teoría; lecíía de U teoría.
METODO ANECDOTICO ímecdoial /fíeihod}. jtiliTadón de sucesos observa-
ilos íHsualmente coma datos cient/flcos.
METODO CÍEVfIFTCO {síitfiíiflc meiiiad). proceso fuudaiiLciiiid en leda
eienck,que se eaiiitteilza por el anílisisy el coniiol,
METODO DE ANALISIS DEL CRITERIO (ííieiíici¿ o f ¿riterion tínaípjij); mé­
todo de ÉTiítiñit r,actj()fiul; se seleccionan dos gnipos, de lis cuales se sabe
que ciiicrtn an aifmo factor subyaceius bipotdticiJi k aplican entonces
baterías de tests, y ;ól(i se GometcE al análisis factorial aqueEos tesL que
establecen cirerenedas í t t r s ios ¡¡nipos lEyaerucJf).
METODO IJlPOTETICO-DEDUCnVO (fts'PO/'íirííccKÍKÍirep'w niálti'
do ce coiiítmcción de teorías, que parte de unos pocüB postuladas genera­
les de loi cual» te úrivan -m edíante un rigurosa deducción- teoremas y
cottilEriDs veríricablea. y qu« somcic luego Us derír^iuiLcs a coinprubación
ompírici.
MODELO (.viÉKÍeíj; BíDcnva abstracto con determinan leí lógict» qiw sólo se
piicdt? venfiOÉT empíricEiinente cuando f js Eleznentos lian ádci “írrjúíprt-
tados” fLíicME dé su«SM abiervaijles,
MODELO DE LA LENTE íLvir model). contUyiOEÍlicación de la inteiicción
que njüste ert:^ l u dnrersas variables fiiricoaaJea que afectan li conducta
CBcunívik).
MODELO DE TE HMl NIETA idetarmUmiti’ nmdtO; cualquier p o ^ iú n leóiica
G lo ííflo SIS

qu* sostefigd la ¿umpletfl predietibilidad de una respujcsra cuanrio sa cono-


cBii las eOluJieinnes antecadentes.
MODELO ESTOCASTICO (síocAíísriV modsry. cualqjkT modelo basado en el
Bupacslu ctttuiásUíso, a saber, que en una langa Ktífl de ensayos ]a probabi­
lidad de un reajltadn se aptoxima ft su probabfliidai veidadera.
MODELO MATEMATICO DEL APRENDIZAJE (wwíAíiftjiriej/ learrting modefy.
cualquier teoría del apruMidizaje a la que se Je haya dado una- iomiulacióii
oiatemáli-ca.
MODELOS MATEMATICOS im atkfttvtK ni modeEí: sisEoinas de uálciulu basa­
dos en alguna fnimulación matemática; se pueden ipUcat a loa problemas
enipfrícos.
MODOS DE COGNICION DEL CAMPO íjieíd-cugnítioft modei). combinación
de pensaniieiito, percepción y recuerdo en e1 uriajiiGiiia, que íla lugar a un
modo específico de cuiiccer cierta caractetística del ambienie (Tuíniun).
MOLAR {f/ioiur), referefKe a unidades de catudiü grandes.
MOLARISMO (mcHJirtJrt)i piefttencia por ías unidades dp descripeioa grindot
^ )(iB datíM psicológicos (R. 1, WaLsoti).
MOLDE.AMIENTO ííAflp!.i^); técnica empleada para producir un patrón de con­
ducta deseado, mediante el refuerro selectivo de nespuestaE que se le sprujii-
luiui ü son parte de él.
MOLECULAR (mDÍfí.uiir): referente a unidades de estudio pequeilas.
MOLECULARlíiMÜ (míJÍecuíarÍj/Ti): profpTEnda pnr Us unidades de descripción
pequeflita en los datos psicológicos (R. T. Watsdii).
MONADA ímonad)'. elemento d t todo wr, de earflCterindeatructibJe,iiimiJta'
bJe, activo i: kioicable (Leibniz).
MONISMO (mtíJU-tm)' posición mclat'ísica qite íupone ¡lólo una realidad bisica.
La iDBiite o al cuerpo.
MORFOGENOTIPO (Ffíorpfiager¡otyi>ey estadio Nolófiieo iimodiñcflble del
organismo, de laráctcr íiípotética, que determina el tipo corporal y cí tcni-
peraniciito (Slieldon).
MORFOLOGIA (morpholagy). estudie de laj formas y estructuras biológicas.
MOTIVACION (?7io Tívaíion); cundí cienes activa doras que subyacen an la coíi-
ducte y las funcioneii mentales.
NATURALISMO {nantrallsm). punto de visti que sostiene que Ins íenómEnes
naturakíi pueden 3cr cabalmente tnterpretados sobre L base de loa priiicl-
pioa deducido! dd estudio de esos mismos fcnónicuos, sbi ircurrii a nlngúu
principio esinm o (R. l. Watsíutj.
NAV.AJA DE ÜCCAM (Occam's raiof)-. véase PRINCEFÍO DE P.AR.SIMON1A.
NECESIDAD (HMiflr algún déficit o carencia en un organismo.
NECESIDAD DE l'RüCKSO {prixess ncetíj; iLcccsidad Je la actividad per se
(Murrayl.
NECESIDAD MODAL (wucciif Heed); noccsldad de pcrfecdoaai cierto tipo de
conducta (Murray).
SEOANALITICO {tieoanaiytíc): referente a Jas vetBOites rclaiivamente nuevas
del psicoanálisis, mis que i las orLodDJtaí micialcí. Cuida l i freiíiliBua por
ejemplo.
514 y ífiorfúi psicológii'O* coníempcráifeot

VEOrONJ)nC |lJfrA {neabehaviorixtic): qiic se rcíierc a las versiones relativ-a;


mente nuevas del comhictismo, en contraste con la versión prirartiva de
Watson.
NEUROSIS (neurtyxis): tipo de im lom o de la personalidad, que se caracteri­
za por una ansiedad extrema, y que gonendinente no es tan serio como
para requerir hospitalización.
NBUROTICISMO (/íei/wft¿7sm): variable fundamental de la personalidad, en
relación con la cual se puede ordenar a los individuos; d neurótico se iden­
tifica gencnlmcntc como inferior (Eysenck)-
NIVEL DE ASPIRACION (A?iíci o / aspiraríon): nivel de rendimiento que uu
individuo espera alcázar en una situadón dado, y de acuerdo con el cual
juzga «1 rendimiento como un éxito o como un fracaso (lew in).
NOMOTETICISMO (nomotheticistn): énfasis en las le>-es apbcabtes a más de
un mdivWuo(R. LWalson).
NOMOTETICO inomoíhetíc): referente aJ talento de descubrir fcyes de apli­
cación general a clases de organismos.
NtIVIliRÜ BINARIO (binary number)- número ce base doe; en cualquier lugar
el valor del coeficiente puede ser aoiamente uno de dos valores: 0 ó 1.
O (or); cunjuncitm que se emplea al escribir las ecuacirxies del álgebra booieana;
generalmente se utiliza el o inclusivo, y C ■ A ♦ B signincaría entonces “C
es cierto ñ A es cierto o si B es cierto o ri tanto A como B ton ciertos*.
OBJETIVISMO DELCÍWTENIDO (crvrtf/jíua/ ob/fcííi'/sm); concepción d® loa
datos psicológicos con o conductas del irulividuo (K. i. Watson).
OBJETIVISMO METODOLOGICO (merbodo/ogica/ uso de téc-
frica» que pueden se: veriñeedas por otros ubserpudores (R. I. Wat»Dri).
OBSERVACION (obMnaríofi): examen empírico de oiretos y sucesos.
OBSERVACION (ESTUDIO) DE C/\MPO (/retó l/n/rfyl): inves-
ligación científica llevada a cabo en una situacióc de la vida real, como por
ejemplo, en una escuela, una fábrica o un hogar.
OBSERVACION NATURALISTA (naiunrlisfic oÓKn-flrioM): estudio de los fe­
nómeno» en su estado normal, sin interferencias experimeuialcs o de otro
tipo.
OBSKKVAIXJR IDEAL (idea/ t^bsen•e^): ideal matemático abstracto en la teo­
ría de la detecdóc; la corriixta de este idea! detine k. conducta idealmen­
te alcanzabk en Iss situaciones especificadas, suscepdbles del tratamiento
matemático necesario.
0C«\SI0NAL1S.V(0 loectfs/ona/isrr*): posición filosófica que. eii nHación con el
problema mente-cuerpo, supone la existencia de eos procesos separados y
correlacionados por la intervención divina.
OPERACIOMSMO (cywafiíVHi»x): mo\':m(ento qte intenta aclarar el lengua­
je de la ciencia; ana defirucidn opcracional es una deficición en la cue el
léimino es sinónLno del conjunto de operaciones lurrespcndíentc (Btulg-
man).
OPERANTE LIBRE (riw opeza*iJ>; véase CONWCION.AMIENTO OPERANTE
ORGANISMICO iorganJsmic): concem^nte a cualquier enfoque que acentúe
el csturiiu de isi conducta del DCganismo tota!, mái qje ds «us parte».
C htario 51S

ORGANISMO (organism): el individuo considerado como una totaÜdad inte­


grada.
ORIENTACION EXPLOTADORA (exphitarivc orieniatíon): un medio de
evitar la Inseguridad, procurándose objetos valorados por lus demás
(Fromm),
ORIENTACION MEKCANTíLISTA (morkering oríentatíon): un medio de
es’itaz la Insegorldad. emulando al grupo social al que uno pertenece
(Fromm).
ORIENTACION RECEPTIVA (¡vcepíive oríentaaon): uu medio de evitar La
inseguridad identificándose fuertemente con un grupo o con su líder
(Kromm).
PANTALLA REDUCTORA (reduction srreen): pantalla opaca con uno 0 dos
orificios pequeños, a través de los cuales un lujcto pi^de ver estímulos pero
no la Quminación circundante.
PARADIGMA (jfaradigm): conjunto más o menos inclusivo de conceptos, su­
posiciones y métodos que sirve de marco a alguna empresa científica (cien­
cia “nomiaI”)(Kuhn).
PARALELISMO PSICOFISICO (pfychophysical paraUefism): posición meta­
física que sostiene que la mente y el cuerpo son entidades independientes
pero perfectamente correlacionadas.
PARAMETRO {parameter): 1. constante en una ecuación; los valoras de las
constantes ^terminan cuál de una familia de curvas icprescniará la rola-
ciem entre la variable dependiente y la variable o variables independien­
tes. Se espera que los parámetros correspondan, en las ecuaciones, a ios
valores establecidos para las variables controladas de un experimento.
2. coQ menor precisl^, un parámetio es un determinado valor de una
variable; por ejemplo, uno podría decir que el parámetro del estímulo fue
modificado a fía de producir novedades en el experimento.
PARAPSICOLCX^IA (pai^syehoiogy). rama de la psicología que estudia los
(euúuKnos extrasensoriaks. es decir, los que no caen dentro del alcance de
las modalidades sensoriales conocidas.
PARATAXICO iparataxic): 8C dice de ios aislemas cognitivos u emocionales que
no están adecuadamente relacionados coo otros sistemas; constituyen com­
partimientos impermeables a la lógica (Sullivan).
PALTAS MOTRICES {motor patterns): respuestas y combinaciones de respues­
tas.
PENSAMIENTO SIN IMAGENES (ímage/ess íhought): procesos o funciones
mentales que escapan al onáliris introspectivo.
PERCEPCION (percqíTion): apiefaeniión significativa del ambiente por medio
de los órganos de los sentidos.
PERCEPCION* EXTRASENSORJAL (PBS) (extnaensory perception \eip.\).cn-
pacidad de tcspucsia a sucesos exteriores sin que intervenga ninguna moda­
lidad sensorial conocida.
PERIKHKIAUSMO {peripherali^): explicación de los fenómenos psicoló^cos
que acentúa la importancia de la acción muscular y otros procesos distales,
por contraposición con el funcionamiento de! ástema nervioso central.
5íS ííiíiííHBl y KnrJijrfljítSpíiJjptur rnníejTtpciLnFníífll

PERMUTACIONES {permutatiotis): lodos Iüj posibles aneaos de un cierta nú-


inon) ííe ítenis ditereniei; cada aircglei se tienomínji íwnmutóCHon.
PERSONA {perífisay. arquetipo bien diesarrolltila que representa e] yo social
del hombre (Jüng).
PERSONALIDAD {p^fsofuüityy el modo singulai en que esián or^niitados los
rasgos, laa actitudes, las capaciilades, etc., en un in±'rjduLí.
PERSONIFICACION {personificítiony 1. la atrihuciún de üaracteráticas hu-
m anu a itatidndes no hemneas. 2, iinfi^nei que se tíenen dje Dina per-
ion as O de uno mistrtd fSoDivajT).
PERSONIFICACION EIÍJETICA {cidetic p^rsonffseaUony. persnníficffción que
persiste e influyB sobre Ea oplniófi que ima persona titoe de les demás
fShnivaii).
p e r s p e c t iv a l in e a l(IniHflr pfrspecíTwJ: Índice monocular de h profuTi-
dídad, en el cual lai líneas paralelas tüintlen a £Onv4-r(ter.
PICNICO {pyknicy. tipo coqroral bajo y gniíso {Sheldanl.
Pl .IJHAl.IShrlO {pluraissrtsy posicinn filosófica ín el problema merte-oierpo
que pjpane entidades o procesos múltiples.
POSITIVISMO [p&fr'iffvtsm): pu?ici5ü cíentiflcii metateórica > Beneial queacuii-
lúa la ímpoitsnciB de la paiaimom'ii y el operadonjamo en el lenpu^e de
lo i dalOE y evita la tcoriiacióti y la Infírtncia; cualquier m ítodo destinado
3 producir conocimiento poíitivti,
POSITTVIS.MO LOGICO ífetífcwf fJOíJfiVífhJl: movimiento niosótico encabezado
por SdilicJt, cue busca liderar a k rdusuíTe de la mctal'fslrra y establecer
una ciencia de la ciencia
POSTULADO 1. aupuesta fundamental qüe no se pretende orobai,
2. propotición tí ética empleada dentro de un marco dado y probada indi-
reí tamotut por medio de íu i eonsecutineiaí erapiiioas.
POSTLILADO d e La PÜSTREMIDAD (^íurMÍníe o/píJífrcTniiy): pioposícióri
cuc añnna que la última iCiput^la producida en uita lituadón-esttirulo par­
ticular El la que m is probablemenlE ocurrirá fin ia Dcsfiión sJguier.te ce esa
liUiacíón-esti'rauIo; postula Jo prirrjario en una fortnalzación ¿e lateorfa
dfil apTfindiiaje pur contigiJidaid. ds GuÜirií [VncJts).
POTENCIAL DE EÍJtACClON ( E 1 (reiiL-rifín p^irenctal [ E ]J; variable m-
lerviiJcnt)i; que indica el g r w o ^ fuerza óc una icspucsla Cuticular (liuli).
PRAGMATICA f/mj^mocrcrl; estudio de las teladoncs entro los signos y íus
LEjarros (Monis).
PRAGMA IISMO l/jntgniiiííwn): validRcióri dt un prlncirio sobre la base de su
utilidatl; posición rilD«6fi.c3i según la cuai lo que es útil ea verdadero.
PRECEPTO {jíTeíC'nf¡íiím\: la manfi-ríL en k cual un detenTirado pruno íe psi-
íófcgos tiende a rt-S|>under ka pne^ntasm js fundam eerales y permainentes
de la psicologfa como a eituvissen ordecÉdm en un cofitinuo om* caire-
midides poiaiíS, una positiva y otra ne^tE 'í.íR . I. Watson; páp. 21 j.
PRHCDNÍsriKM’E (/usívjnsriouí): aquclk íartc de k aclividad menlal que
íoriiistE en rr:aierialís no eoitscjeiites en la actualidad, pieío que son fácil-
o Ente reunrdahles*
PRCSENTISTA {preientfít) alelen qno deses: com pnndircd pasado en cuanto
Si 7

se rekciora cor los problemas présenles, para eompreridcrloa m epr y ha­


ce ries fjtiilí,
PRESION fueizas ambicjitales que actúan sabic el individuo {Murray).
PRINCIPIO DE ACCION MASIVA (/Jfiiífí’/pii? o f rnusi aclíari}: prlntípici que
afirma quí los tejidos cerabralea fuiKienan con una eficacia que depende
d« la masa de tejido inalteiado (I -ashley).
PRINCIPIO DE CONSERVACION DE LA ENERGIA [príneifls o f cottsenaiion
a f entffiy): prupuaicióii que aliinii que cí> los sisteinas físicos la energía
iiQ se crea ni se destruyE, jino sólo se tranaficic a Otras formas y, por lo
tanto, se "icoGsem” .
PRINCIPIO DE CONTEMPORANEIDAD ij>hm'0ie v f (otH'efnpúrePieí'ty')- pto-
pQ^ción que afirma que soto los Tactores presejitej influyen en la conduc­
ta preséntele] pasado influye en la cüiiJiiuta aúlu cu lu medida cit que estí
repreuntado en el presente (Lewin),
PRINCIPIO DE EQUIPOTENCIAL!DAD ijmnciple o f etntípotíntiatityy priti-
cipáo que ftTi rima que en aquellas áieas cerebrales que ejecutan la misma ñm-
ciñn, todas las partes están igualmeiite capacitadas para mantener esa
función.
PRINCIPIO DE NEISENBERG (Hsi^aberfi principie}, prueba inalejiiíticu de
que es imposible la mcdicicin simul tonca exacta de la pusicÍDn y el mo-
metitum de un único olectrón.
PRINCIPIO DE PARSIMONIA iprinctpít o f partitiwny);; principio ciciitifico
según el cual se debe aceptar, en igualdad de condicionea, la hipótesis más
simple de las propuestas, No ntuga la aceptación de explicaciones ccunpk-
jax si 104 délos las requieren THamadu Luiiibicn h fuifu/a de GuÜierfttv
OccflHí, Yí en psícolagia comparada, canon de L h y d Morga»}^
PRINCIPIO DE PERTENENCIA \ptiftcipl& o f beiürigÍt>gtKíS}i propoaiclán que
afirma que loí ítems w asocian con más facilidad si están relacionados rte
üna maneta tecotiouible (Gesta] 0 .
PRINCIPIO DEL PLACER {pieasureprincípte')'. saíisfauiáúri iiuneliafa de los de-
seos instintivos; rige el desarroVo d d ello (Fitud).
PRINCIPIO DE REALIDAD (raj/ííy principiej-. aeción ímpuostB id yo por las
demandas del ambiente, y que Uevi a la satisfacción eventual de tos impjl-
sos libidindes de modo tal que el o-iganismo sigue esislíendo {Fteud).
PROBLEMA MENTEdüLFERPO {ffíifíd-body probiany. tní£tiiB que plantea
la evtóentc coníomitencia de Ibs funcionee mentales (conscientes) y físi­
cas foorporales), y la cuestión icspcíto de cómo k pueden entender mejor
SU5 iclaciunci.
PROCEDER {proceedéigy. inteiacción de una persona con un objete! u o tn
persona, de durflcíón suficiente como para tener ngnirrcBción dinámica
(Mouay).
PROCESAMIENTO DE LA INFORMACION VrifortHapon processin^y. recep-
ción aens&rial, codificación, rttsntpulución. aliriBctaiBmicalo Icn la memo-
lia) y ractiperaciófl de seúalea y pautes de estúnulaitión ambientales por
un organismo o una máquina.
PROCESAMIENTO DE LOS DATOS {doto /jrofeíSfftff); niaiiL|>u1a<;ióii de las
518 .Sistemas y teorías psicotógicos ccNtefnpoñneos

datos, generalmente con la finalidad de hacerlos más comprensibles le-


velando relaciones ocultas.
PRÜC’t S ü PRIMARIO (primary process): proceso regico por el ello, cuyo
objetivo es la satisfacción directa c inmediata de los instintos (psicoanálisis).
Í*R(X)HíjO SliCUND.ARlO (stíamdary process): actividad consciente del yo guia­
da por U realidad externa, se (¿stíngue por lo tanto de la actividad de
proceso primario del ello (psicoanáUsís).
PROGRAMA serie de instrucciones que pueden ser seguidla por una
computadora
PROGRAMA DE LNTERVALOS FIJOS inieryal scfiedulci: progra­
ma de cefueaos en e) cual icfuurca la primera respuesta que se produce
después de cierto período fíjo.
PROGRAMA DE INTERVALOS VARIABLES (IV) (varíabie imervai xHcdule):
programa de refuerzos en el cual se refuerza la primera respuesta que se
produce después de cierto período variable.
PROGRAMA DE RAZON FIJA (RF) (Jbced rfttio scfwluley. proj^ama de re­
fuerzos en el cual $e relXietza la primera rc:spuesia que se d& después de una
cantidad fija de respuestas.
PROGRAMA DE RAZON VARIABLE (RV) (^>:^aklc n tio scheduie). programa
de refuerzos en el cual se icrucrza la primera recuesta que ae da después
de cierto número variable de respuestas.
PROGRAMA DE RJiFUERZOS {reiníorcement schedute): programa que indica
cómo se dispone la presentación de un estímulo leíurzante.
PROCRAhtA CONTINGENTE DE REFUERZOS {confingem áchedule o f
reitiforcemenl): presentación sistemática del refuerzo después de alguna res-
pue.sta espccífíca.
PROGRAMA NO CONTINGENTE DE REFUERZOS (noncontingent srAnrfu/r*
o f reinforceinenr): presenladóa dul refuerzo sn tomai sn cuenta la ocu­
rrencia de alguna respuesta e s c ític a .
PROCRAM.ATICO iprogyiPH*Katíc): carente de erpecíüddad nstemálica.
PR O ’IUCEPTÜR {proprtoceptorY árgano o receptor senscnial, sensible a la
pusidóü y cl mmimiento del cuerpo (por ^>efnpIo. el canal vesUhüar)
PROTENSIDAO (prorsnsiiy): duraciói: lem punl de una sensación o una imagen
(lilchcncr).
PROTESTA MASCLT.INA ímascuJi*te prolesi): ¿ deseo, común a hombres y
injjeres. de superar la ñrninidad í Adier).
PROTOT/\XICO iproioraxic): rctwcntc a un proceso cognirivo en cl cual cl
iiiJividuu cx(>zrüncnia en forma directa, sin adscribir s^ ific a d o a sus asn-
saciones; sLnilar a la comente de conciencia: u.-i tipo infaiittl ik percepción
(SiiHivan).
PROVnOCION (pro/ecríOfiy. mecaniuiio de dzfeiiw por el cual el individuo
inteniis extemalizar sus propios val.'^xs, culpas e ideas (psicoanálisis).
PSICOANALISIS ifiS/choa.'tsiymy. i. escueta de* psicolc^'a desarrollada por
SjgnfTjnd Freud, que destaca al laáximo b. imporcancia d : la motivación
incoriscicntc. cl conflicto y el snnbolismo. 2 *^apia qiie acentúa la técni­
ca ce asociación Ulxreyla psícolerapia profunda a largo plazo.
Oloaano SJ9

PSICOFISICA {psychaphysics)t estudio cientíñeo de la reltcióo entre estímu­


los y sensaciones.
PSICOGENESIS (ps)>cfio^eti&. el origen y el desarrollo de le mente o de la
conducta.
PSICOLOGIA .ANALM’ICA {ariatytíc psychoiogy): nombre dado a ie vertic» d t
Cari lung del psicoanálisis.
PSICOLOGIA DE LA OESTALT {Gestalt psychoiogy). sistema psicológico que
biega por el estudio fenom cnoló^o de los estímulos y unidades de res­
puesta molares, poniendo el énfasis en la primacía de los todos y en la exis­
tencia de campos cerebrales y conllguraciones (WerUieimer, Kol'ika, K.dhier).
PSICOLOGIA DEL ACTO (act psychology): escuela de psicología que acentua­
ba la Importancia de los procesos mentales m is que la de los contenidos
de la conciencia (Brentano).
PSICOLOGIA DEL ESTIM ULO-RESPUESTA (E R) {srimutus-respense [S-Ü]
psychohgy): posición cuyo marco de referencia conceptual depende de los
estímulos y las respuestas.
PSICOLOGIA EXISTENCIAL {exisítntial psychohgy): 1. nombre dado con
frecuencia al esmicturalismo, debido a que consideraba a los elementos de
la conciencta como existentes. 2. escuela de teóncoe de la perscmalidad que
acentúa la importancia de la comprensión de u mismo. £1 término proviene
del existencialismo ñlosófioo; en éste el acento recae sobre los sucesos con­
cretos de la experi^cia y sobre ia líbre voluntad de los seres humanos para
elegir t^ n o quieren vivir $ys vidas.
PSICOLOGIA INDIVIDUAL {individua! psychology): versimi deJ pstcoaoálisia
desarrollada por Alfred Adier.
PSICOMETRISTA {p^chomeírist): persona capacitada para administrar y eva­
luar tests mentales.
PSICOPATOLOCIA {psychopathohgy): conducu anormal.
PSICOTERAPIA {ps}'chothcT(^y)' iccnicas para mitigar la mala adaptación.
PSICOTICISMO {psychotidsnt}' dimensión fundamental de la personalidad
según la cual se pueden ordenar los individuos, mediante una identífica-
ción basada en diversos déncii conducíales (Eysenck).
PURISMO ipurism): búsqueda del conocimiento por cl conocimiento mismo
(R. I. Watson).
QUIMICA MENTAL (mental chemistry): doctrina que añnna que las ideas sim­
ples se juntan para formair ideas nuevas, más complejas, y entonces pierden
.su identidad individual (John Stuart MUI).
RACIONALISMO (rationalísm)- posición lUosóflca que sostiene que la verdad
súlu se puede hallar mediante la razón pura.
RACIONALIZACION (mtionaiization): mecanismo de defensa mediante el cual
el individuo intenta encontrar una causa que justl&que sos acáones (psicoa­
nálisis)
RASGO (nraif). sistema neuropsíquico generalizado y centralizado (peculiar
dcl individuo) que tiene la capacidad de hacer funcionabnente equivalen­
tes muclnos estímulos, y de iniciar y ^ i a r formas coherentes (cquivalcn-
toa) de conducta adaptativa y expresiva (Allport).
520 Sitiematy teor(eipsécoiógicoí eoniwmpofántot

RASGOS CONSTITUCIONALES (iionsíitutionoJ traiís). r«sgos que tienen un


evófen is\nMo
RASGOS FUNDAMENTALES {source n’o in): predisposiciones geneiales sub­
yacentes que expUcan las ct^icrcncias i^servudas en U conducta (Cattcll).
RASGOS MOLDEAlX)S POR EL AMBIENTE (envircnmental-moid iraiu).
coherencias eo la conducta que hao sido adquiridas por la acción de influen­
cias ambientales, en especial de l u instioiciones sociaJes f.Caciell).
RASGOS s u p e r f ic ia l e s (sur/ace traiít): coherencias obsenadas en la con­
ducta (CatteU).
RAZON Db PROBABILIDAD {lífcelihaod ratio): el resultado de dividir U
probabilidad de que se observe un suceso dada una hipótesis, poi la pro­
babilidad de que ocurra dada una segunda hipótesis; en la teoría de U
detección, las hipótesis son {p>nera]mentc que *‘sc presentó ana sohal” y
que “sólo se presentó ruido“ .
REACCION DE CONFIRMACION (coftfoynínif reacíion)'- ruiiciún cerebral
supuesta por Thomdike, que sería la base fisiológica del refuerzo mediante
recompensa,
REACCION DE ORIENTACION (RO) {oríenting reacO(?n respuesta
de la atención, perceplual, fisiológica y postural,.ante los nuevos estímulos
RbAC'CIONfcS PROXIMALES (proximat reacríons): respuestas motrices peri­
féricas del organismo, sin conajderación de las cuisecuencias en el ambien­
te (Brunawik).
REALIMBNTACION (/eedback): en un sistema de energía, la parto de h ener­
gía producida que vuelve al dstema para regular h producción ulterior
RECEPTOR (nceiver): nombre de un sistema sensorial en la teoría de la deieo
dón de sedales.
RECCMiPENSA (.reward): objeto o actividad que satisface cierta coadición mo-
tivadora; frecuentemente se la supone neceusia pata el apnndvis^ ^conio
en la ley del efecto de Thomdike o en el sislema conductal E—R de HuU)
REIHJCCfON DE LA NRCKSIDAD (need reducíion): prindpin que establece
que la satisfaedoa de una necesidad es de importar.da fundamental en e)
apreodiraje (HuU).
REDUCCIONISMO {nducríonúm): posición que sostiene que parí comprender
los fenómenos complejos es oecesatio descompcserlós en Iredudrlcs a]
sus elementos constitutivos.
r e d u n d a n t e (redundam): que repite Infocmación. los rislemas de trans-
múLón redundante son súieitvss menos ínftmnación q-jc
la que potencialmence podrían transmitir.
REFLEJO (fejlexl: respuesta tavolunlaria, estereotipada, de una parte cel
cuerpo frente a un er.ímulo.
REFLEJO CONDICIONADO (condifionea' reflex): respuesta que lle ^ a ser
provocada por un estímulo íniclalisence Ineflcsi?. después que ¿ste ha sílc
presentado junto con un estimulo inidilm cnte eficaz (no condidonaco).
REFLEXOLOGIA i/efíe:ioIogy'). escaela de psácoio^a q’us sostiene que k<s re­
flejos y tus combicadones son la ba« de toda la conducta (B ^ te re v ).
REFLÉXOLOGO V.re/Ie:rologire>: témúius empleado con a ^ tíd o de crítica pot
G lo iírh 521

quienes conúúeran (R. B. CatteB, poi ejemplo) que ia posidón E -K cons­


tituye u n t sünplincadÚD excesiva.
REFUERZO {reirtforcement): todo proceso mediante el cual se fortalece una
respuesta; generalmente se suptme que implica algo más que la mera con­
tigüidad de los elementos de estimulo y de respuesta.
REFUERZO PARCIAL {partiat reinfnrcemertt): (Kograma de refuerzo en el
cual se proporciona el refuerzo de manera intermitente y no continua
después de alguna respuesta Uetennlnada.
REFUERZO SECUNDARIO {secondary remforcemení): fortalecimiento de una
respuesta mediante la presentación de un estímulo que no tiene la precie-
dad de reducir una rtccesidad en forma directa, pero que fue presentado
antes en contigüidad con otro estímulo que sí la posee (el reforzador pri­
marlo).
REGRESION (re^resríon). retomo a un eaudo o condición anteriores.
REPRESION (repression): proceso üicortsciente por el cual se eliminan de la
conciencia los pensamientos o sucesos desagradables (Freud).
RP.5ISTENCIA (reastm ee): oposición del paciente a recordar hechos pasados,
presumihtemente dehidn a represióti íciocm&ciente
RESPUESTA iresponse): cualquier conducta resultante de algún estímulo.
RESPUESTA CONDICIONADA CIRCULAR {circular conditioned response):
serie de respuestas condicionadas, en la cual cada respuesta sucesiva sirve
como estímulo para la siguiento.
RESPUESTA DEMORADA {dehyed raspóme): respuesta otya ejecucióii sólo
se produce una vez transcuirido un lapso detenninado desde la presenta­
ción original del estímulo pertinente.
RESPUESTA FRACCIONAL DE ANTICIPACION DE LA META {fncdonal
anudating goal re^onseV- una respoesva trepUtíta a la nwta, que ocurre
cada vez más tempranamente en la cadena de respuesisis. proveyendo así
estímulos que se pueden condicionar a las respuestas sucesivas (Hull.Spen-
ce).
RESPUESTA MOTRIZ CONDICIONADA (motor eonditíoned response): res­
puesta voluntaria (del músculo estriado) que ha sido condicionada a algún
estímulo inicialmente ineficaz (véase también CONDICIONAMIENTO).
RETARDO MF.NTAL (mental reíardatíon): disminución crónica de la capaci­
dad adapiativa (intelectual) en un organismo.
RETRO^ECCION (reírospertion): Introípccdón sobre un suceso dcl pasado.
REVOLUCION CIENTIFICA {seienrtfk revolution): cambios radicales y funda­
mentales en el marco de referencia dentro del cual opera una determinada
dencia.lo que da por reuittado un nuevo '^aradi^na** (Kuhn).
r iv a l id a d FR.ATERNa (sibling rivalry): competencia entre loa hijos (Adler).
RUIDO (noise)\ cualquier cosa (por ejemplo, sutiidus sin sctiljüu) que iuterfícra
Con la señal que se está transmitiendo.
RUIDO NEURAL (neurai noise}: actividad neural interna extraña en oí obser­
vador.
HMTINA \rouim/f programa o parte de un programa para una computadora,
llamado asi porque se lo diseña para que Ueve a cato una función especítl-
532 Sistemas y teorías pxícoió^cox contsmfioránecs

ca (por ejemplo, hallar raíces cuadradas);generabnentc se eiuplea tu palabra


rutina &1 la porción del programa pertenece a au linea principal, utilizándose
la palabra xtihrutina para unidades del programa prírcípol que son requeri­
das periódicamente.
SACIEDAD PSIQUICA (pxycMcal satiationy. reducción del '«nriimiento en una
actividad a causa de la repetición continuada die esa actividad.
SEGUNDO SISTEMA DE SECALES \second 9gnai sysfem): nombre dado poi
Pavtov ai lenguaje, coruiderado como rincma ccunplcjo de sedales, siendo
el oondiciemamientu ordinario el primer «isiema de señdes.
SEMANTICA (seman/xcv): estudio de la relación entre los signos y los objetos
(Monis).
SEMIOTICA {semioíic): estudio dcl ciiipleu de los signo» y los símbolos; incluye
tres componentes fundamentales; semántica, sintáctica y pragmática (Mo­
rris).
SENSACION (sensation)' experiencia Consciente que no puede ser analizada
(Tilchenery
SENTIMIENTO isenttment): lo que experiniunta un individuo hada un deter­
minado objeto o suceso (Murray).
SERIE (seriai): grupo de procederes que se siguen los unos a k>s otros de una
manera coheionle, implicando un planeamiento por parte del organismo
y proveyendo direcdón y significado (Murray).
SKíMPICADO-SIGNO (GESTALT-SIGNO.I si^ificare [.vgn Oestait]):
objeto que da lugar a la expectativa de que una respuesta particular con­
ducirá a la meta (Toiman).
SIGNO (sign): señal que in^ca que ocurrirá algún suceso o aparecerá algún
objeto.
SILABA SIN SENTIDO (nonsensft tvíiabley. un ítem carente de significado,
compuesto generalmente de dos consonantes separadas por una vocal
(CVC): fue ideada por E bbín^aus como medio para reducir las va*
naciones en la tasa de aprendizaje que podrían resultar de las ciferencias
en la experiencia previa con los malcriaJos utilizados on los experimentos
sobre aprendizaje y memeria verbales.
SIMBOLO (jry'mAo/); cualquier cosa que “represema’* o “sipifica** alguna otra.
SI-MISMO (sel/): 1. imagen de la ccHidacia y experieuda pasadas de un indi-
viduo, tal Como él loa percibe. 2. denominación que resume un coqu.ato
de procesos psicológicos, que por lo general incluyen las funciones evalua­
doras y acritudinales, y que implican a Jn ínóivicuo y su nrladón con el
m uido. 3. coRSiruccidn desarrollada pc>r ios individúes para explicar la in*
tearídad y la ccKi'JnukJaü de sus experiencias.
SIMPLICIDAD (júripl/críy); v«a« PIÍIKCIPIO DE PARSIMONIA
SINCRONICID.^D (Q'nc/ironic;^): ocunencia de los sucesos aJ mismo tiempo
pero sin rtla:i6n causal (Jucg).
SIKlACn'iCA i ^ ’/Tfiicrics): estudio de b& redacionei liigüistkzs entre los ifm*
btiloi (Morris).
SINTAUDAD (synniíty). dinensiunes o r a ^ s de una Insiiiuciún social, aná­
logos a los rasgos de un individuo (CattcUX
d o m io 52S

SINTAXICO isynraxic): referente a un proceso cognitivo en el cual los peiisu-


m ientosy las ideas se relacionan de una manera lógica (Suflívan).
SÍNTESIS CREADORA (vreatíve syndtesix): proposición que afirma que las
caracierísticas nuevas emergen de la combinación de elementos eo lodos
(Wundt).
SINTOMA isymprom): manifestación conducta! de algún trastorno subyacen­
te, |)or ejemplo de una neurosis o psicosis.
SISTEMA (System): idealmente, una organización c interpretación de los da­
tos y teorías sobre un tema, con supuestos (postulados), deíuuciuoes
y preferencias metodológicas especiales. En psicoiogra, los actuales “sis­
temas” eran priraitivamente conjuntos de sugerencias con respecto a cómo
construir una psícoiogfa.
SISTEMA DE NECESIDADES (need ^stem ): totalidad de los factores moUva-
cionales que afectan a un individuo (Toiman).
SISTEMA DE TENSION (tenxion system): factor mottvacional en el cual cierto
acto o conjunto de actos particulares adquieren una influencia directriz
sobre la conducta hasta que se disipan (Lewin).
SISTEMA NERVIOSO AUTONOMO (autonomic nervous system): red de ner­
vios y centros nerviosos que inervan principalmontc las visceras y rigen las
actividades involuntarias.
SISTEMA NERVIOSO SOMATICO (somatic nervous system). red de nervios
y centros nerviosos que inervan la musculatura estriada del cuerpo y rigen
las actividades voluntarias.
SOLIPSlI^O (soUpsism): punto de vista filosóflco según e) cual no se puede es­
tar seguro más que de la propia experiencia, de modo tal que la existencia
de un mundo externo se transforma en una mera suposición.
SOMA I'OI IPO (Mmafírtype): relación de las medidas corporales, que represen­
ta el üpo corporal de un individuo (Sheldon).
SOMATOTONIA (somatoTonia): componente del tenipetamentu que se refle-
re a un individuo activo, v i r o s o y agresivo (Sheldon).
SOMBRA (shadow): arquetipo bien desarrollado, heredado de los precursores
piehtimanos d d hombre;los instintos animales (Jung).
SUBJETIVISMO (subj'ectívísm): tendencia a basar las creencias en la percepción
y el pciisaadciilo propios.
SUBJETIVIiSMO DEL CONTENIDO (conreníual su/ectivism): concepción de los
datos psicológicos como actividades o estructuras mentales del individuo
(R. I. Walson).
SUBJETIVISMO METODOLOGICO (methodoiogical xub^tivixm): uso de
ciertas técnicas que no pueden ser verificadas por otros observadores (R.
I. Watson).
SUBLIMACION (sublimarion): sustitución permanente de una meta primaria
por otra secundaria (Ficud).
SUCESO FOCAL TERMINAL {terminal focal event): respuesta del organismo,
que puede serperceptual o instruroeotai (Brunswik).
.SllM 4DOR (adder): dispositivo para sumar números; los sumadores de las com­
putadoras díctales electrónicas están disefíados. casi sin excepción, para
S34 Sííterrmy ttoríat ptiCüWigicoi cantetn^rsritoi

íum if númercii hinariíii^ pofqiic tratándose de la aritmética <ip h » e dos.


Id consttucciáa le hdee mticfao máG sencilla,
SUPERNATURALiSMO ísi^cí'flffntreSíflj):'poriHon segjiÍTi la ctiíJ 1m fenó*
jnenus naturales aótü « puedan inteTpKtar de manera completa dando por
serUdtis alguno» principios externes (trascendíntes) fR, I. Watscni).
SUPERYO {mperegfiy. estructura o proceso psíquico que representa Taloies
externos, sobre todo Jos inculcados por los padres. EcuivaJe aproximada-
rnente a la eonciencia ntoral (Freuii),
TABLA RASA {la h ih miflj; geneTatmentc alude a ia doclrina se^ñn la cual
]a m entí estí en blanco en el momento díl nacrmlenlo, y se desarrolla a
través de la expeiiencin semsorial.
TAXISMO (Awíf): víase TROPISMO.
TECNICO (techmcíati): persona preparada p ajj suminíslTar servicios tóeni-
eps al proferional o al científico.
TBLEQLOGTA [tfUiohgy}: explicación de la conducta cu funLÍóri de las nU-
lid ^ es últimas, sin pruebu de qne sean Tealmenle factoiíj de tí múñante s.
1EVIDENCIA DETERMINANTE (íiiítsi'Htinifig tttndency): predisposición a
comportarse de uita tnaiicra parúcuiar.
TENDENCIAS NEUROTICAS (fteuroiic tr s a d í): modos pariíciilaies de eníren-
t i r el ambiente, utüííidoa por un iiidivlduu en un intento de evitar d con-
□iCID y hadar seguridad fRomey).
TEOREMA irñrmaclón derivada de paslukdos por ijierijo de Ihi
reglas de la ^dncdfw i; en dejicia, un ennnciado que debe ser sometido
a comprahación empmca directa.
TEOWA I. grupo de leyes reíaEÍonadas deductivamente, 2. gpueia-
lizadúnes que trascienden los datos, urillzadas para rellenar lagunas en el
conocimienta y paja promover la inveatigación. i . im modelo coniplemcn-
lado por una a máa íntcrpietationes.
TEORÍA CENTRADA EN LA I'ERSÜNA ipenon-c^nTered íítfüry): creencia
según la cual tas peiscm»s tienden esencialiiítente a autodirigrw y t aiílo-
meaiizarse y se las (Isbe atentar a que ¡nriúeji pot au cuenta (RoECrs)
TEORIA CONTEXTUAL DEL SIGNIFICADO (cw ireíí tfte^rv <;/ nwanfrw);
punto de viita según el cual el significado de cualquier e o ii remita del con^
tíxlo en que se da en la concíencifl (TitcJienar).
TEORÍA CQP[7-RNJC.\NA ^CüpgfTuísn ífiecHyy- puntu de vista astroríómico
contemporáneo que K&úene que k Tierra gim alrededor i d sol.
TEORIA “ DE DOS FACTORES** DEL APRENDIZAJE {tyvo-jatípn fearmjg
¡ítffPiy}- cualquier pniición leóriafi qLi para, la adquisícibn de la cnnduc-
th considere eBenciajes dos procesos de aprendíeoje diforen;®.
TEORIA DE La CA jA SiR Ü FE {CTtesiropfig A e o iy y prcposifiionei .tials-
ntáticas conCBinlentes, a los cambioe súbitos rti iii cnndícinriei de tqiiíh*
brio de los ssleraas. ejemplriicadaj posibleinantie en los ícflónifnos ohe[>-
lügicctí íporejepipíc. ^leiiD n, juidoiüeroeptuaka. etc.}.
TEORIA ESTADISTICA DE LA DECISION (síjíítíicei deciíio/i tñeory]: letv
ríi que especifiíu córtiú deban adaptarse Jas decisones pr<ibabili(tís, como
en lo£}UKÍni neríiepiualaa, porejerríclo.
Gkríaricr

TEORIA DE LA DETECCION {dstsctíoñ thtiofyy. teoría que j* ocupa de Joa


problctujn de Iji sensibilidaíf a las sefíales. Es-una rarna (Je h (eoria esla-
dística de la decisión y con frecuencia sc la denomina teoría de la detec-
labüidittl de laa seílaleí o teoría de la detección de señales. Poj medio de
« ta teoría e» p t^ b lc separar ias consideraciones respecto del criterio de las
{ronsiJeracioneí £Óbre la ^cnribilidad.
TE-ORJA DE LA DETECCION DE SEÑALES (•sígnai detfcríon theory \: véase
i EORIA DE LA DETECCION
TEORIA DH LA DISTRIBUCION {dhinhudon thtury}. Jógfca que sirve de
base a la determinación de las piobabÜiüadcs (por ejem plo;la de una obser­
vación dada turjdda de "Befial más ruido" o **niido solamente'*), ncceta'
fia p ira calcular los cocientes de probabilidad cr la detección de señales.
TEORIA DE LA INFORMACION {jrtfomúfion theoryy. teoría matcíUátita
que ac ocupa de la codificación, de 9a deseodiñcaclím y la tiansmlííciíi de
mensaje».
TEORIA DF LA RELATIVIDAD thtoty'y. suposición de un campo
espacio-temporal tetrartímensioíiBl para lo* renÉtnicnos naturales (Binstein).
TEORIA DE LOS RASGOS itfBÜ tíieory)'. teoría de la personalidad que inten­
ta Identificar los factores que dan cuenta de la taíngiuencia e integración
de la conducta.
TEORIA DEL CAMPO ifieid dteoiy): cualquier teoría que intente utilizar
campos de fuerza análogos a Ita de la lírica, tom o explicación para tos
datos psicológicos.
TEORIA DEL DOBLE ASPECTO (douliíe-aspeet ríete); poiicián metafísica
que siipoite qnc Tanto la mente oomo el cuerpo .ion funciones de una reali­
dad subyacente
fEORJA f a c t o r i a l y á rfo r Tlmaiy)', teoría de la peisanalidad que intenm
identificar factorcí mcditeitc el análisía cstatif^cí» de los rcndJmlctito! en
|{)s tests.
TEORIA TOLEM.AiCA {Pinh^ifiak; theory)'. antigua concepciótr astronómica
según la cual la Tierra es el centro dcl univetso.
TERAPIA c e n t r a d a EN EL CLIENTE {iríferjf-cie?]fefieití íhergpy): estlniuJa-
d ó n activa a los pacfcnlca p a n que bagan y dígan lo que desean a fin de
faeñitar el cictámienlo y la au tom alizacfón (Rogers).
TERCERA FUERZA ÍTF) (TTifífíf horce}: amolgaiiia de bumanisino, fenomeno-
logÍB y cxi»tenciidisiiia imaidJiadi redentcmente fen un conDcnzo por
Maslow) como luia alteinatÉva frente jil imnductiHno y el psicoonáfiris
ortodoxo, las das fucilas históricas duminantcs en la psicología norlea-
mtiieana,
TERMINO PR]M ]TI\'0 {pfimitíi-e iermy- en una teoría, lui lémiino que no es
definido por í>fro más hÁsiCo.
TEST DE APERCEPCION TEMADC a (TAT): instruoieDiio proyectivo en
d que se piopcuw a los »ujec(3s ¡a eloboracíóit de relatos a partir de lámi­
nas y que permitE evaluar la peiíotialidad CMutray).
THLMA (rAíf?jfl); unidad que Jtixiribc; Ib eonduefn en téoninoí de la presión
y la necesidad implicadas en ella ÍM unay).
326 Sistenu» y teorías pticoíóikos co/iimporáneos

THETA iífieta) la proposición de elementos de la estbmUáción seleccionados


por UQ organismo en cualquier ensayo de aprendizaje (Estes).
riEMPO DE REACCION MOTRIZ (morpr reaction tirw): latencia de una res­
puesta cuando se atiende más a la respuesta que a la apaiioión dcl estímulo.
riEMPÜ DE REACCION SENSORIAL {senjiofy reaction time): latencía de una
respuesta cuando se atiende más a la aparición del estímulo que a la re»*
puesta.
ni*OLOülA {typology): dasíHcación sistemática de las peraonas en diversas
categorías, sobre la base de tipos o clases que w postulan.
TOPOLOGIA {topólo^): geometría de relaciones espaciaJes, no métrica y no
direccional, en la cual los factores críticos soc los límites y se puede reali­
zar una variedad de transformaciones; empleada por Lewln como modelo
para la representación de las funciones conducíales (véase también ESPA­
CIO HODOLOCICO).
TRAMA DINAMICA {dynofnic íatticey. reprcsentacicn diagramácíca de las in-
lerreiadnnes entre ergs, sentimientos y actitudes en la rforía de la perso­
nalidad de R. B. Cattell.
TRANSDUCTOR {irmsducer): disposiUvo que cambia la energía de una forma
a otra; un receptor de radio es un nansductor que transforma k energía
electromagnética en energía acústica; la retina h u m au Lransduec la ener­
gía lumínica en energía electroquímica d d impulso oer\ioso.
TRANSFERENCIA {pransference): tra.slado do la emoción, de un objeto o
persona, al psicoanalista durante la terapia (Freud).
TRAUMA DEL NACIMIENTO {bitfii irautm): experiencia emocional del nífio
que finaliza su vida prenatal (Rank deslaca su importancia en cuanto a los
efectos ulteriores en la personalidad).
TROPISMO {tropistn): movimiento forzoso que es una función directa de la
estimulación, como cuando una planta gira hada el sol. En k actualidad ol
término se emplea principalmente con referencia a las plantas, prefiriéndo­
se *iaxismo" cuando se lubla de anímales.
UTILITARISMO i}itiUtarianÍAm): búsqueda del conocimiento para su apbca-
ción a los problemas prácticos (R. I. Watson).
VALENC'IA {vtüence): propiedad de atracción de los objetos; puede ser positi­
va o negativa (Lewin).
VALIDACION CLINICA {yllniaii vaUdafion): «icmostración de un principio
icQiico por medio de co.i:lmacíone$ sucesivas, dentro de laitiktna átua-
cíón clínica de ;a cual fue derivado.
VALIDACION CONSENSU.AL {cansensual eaÜdafiofi): validación de in símbo­
lo o palabra por m edo dcl ac^Jerdo entre un grupo de personas respecto de
su significado íSuUiv'an).
VALIDEZ ECOLOGICA {evoíogtcsl vulicüty): In medida ea que las clavos ayu­
dan a un úrganisrro a lograr una interacción satisfactoria con el ambiente
(Brunsvk'ik).
VARIABLE {uvi^ble) iiabilualmsnte, cualquier condiclór o pic^kdad que
puede cambiar y a la que se le puede aisignar un númeni.
VARIABLE CONTROLADA (cwírcWeo* vurmbie): condetón cuya influcn-
Glosario 527

cía sobre la variable dependiente se elimina en un experimento. Esto se


lugn a veces eliminando todas las variaciones en las variables controladas
(por ejemplo, se elimina la influencia dcl sexo empleando sujetos dcl mismo
sexo) y en otros casos igualando los valores de la variable controlada para
cada valor de la variable independiente (por ejemplo, poniendo igual canti*
dad de hombres y mujeres en cada grupo).
VARIABLE DE ESTADO (r/«/e variable): cuiidkiúii iüpotéüca del organismo,
que es resultado de una tnleracción pasada entre el organismo y el medio,
tales como la privación o el tratamiento con drogas.
VARIABLE DEPENDIENTE {dejiendent vaiiable): variable en un experimento
cuyos valores se tratan como sí fuesen potencialmente una función de los
valores de la variable independiente; en psicc^ogia, la variable dependiente
medida c$, por lu i9;neral, algún ra ^ o de las respuestas de los sujetos.
Va r ia b l e in d e p e n d ie n t e {Independent variable): tactor cuya influencia
(sobre la variable dependiente) se determina en un experimento.
VAlUABLE INTERVd A e NTE (imervemng variable): construcción que abstrae
la relación entre las condiciones antecedentes (estimulo) y consecuentes
(respuesta), sin ningún signifleado más allá esa relación.
VECTOR (veclvr): fuerza diieccioual que se supone subyace a las relaciones
conductalei (Lewin).
VINCULO {bond): conexión de estimulo y respuesta; encadenamiento hipo­
tético que explicaría la formación de asociaciones.
VISCEROTONIA (visceratonia): una pauta de personalidad amante de la como­
didad asociada con el tipo corporid endomórfleo (Slieldon).
VISION NATURALISTA {naturaíistic view): en historia, el punto de vista según
el cual el curso de los acontecimientos está determinado por el Zeitgeúl
y las fuerzas históricas, más que por los grandes hombres (Bering).
VISION PERSONALISTA (personalistíc view): punto de vina según el cual
el curso de la historia está determinado por los grandes hombres y sus con­
tribuciones singulares (Boring).
VITALISMO {yllatism): posición fílosóflea según la cual la vida no se puede
explicar exhaustivamente sobre la base de principios físico-químicos.
VOLUNTARIO {yoluiUary): eiccniado con intención consciente.
Y (and): conjunción de uso general en el álgebra booieana; C » A ■B, puede
leerse “C es verdadero sí y sólo ri A v B son ambos verdaderos".
YO (etgo): 1. el sf-mismo {self). 2. aquella parte de la actividad mental que
es consciente y está en contacto estrecho con la realidad (psicoanálisis).
ZEITGBIST (Zeitgeist): espíritu de la época.
ZONAS ERCXIENAS (erogenous zones): diferentes zonas o regiones del cuerpo
que son e^clalm en ie sensibles al manipuleo (paicoauáUais).
I!
obras CONEXAS DEL FONDO PAJDOS

E. fieidbreder: Psicologías de¡ siglo X X


Ampliá j' mimciosÁ íxposicí&ft dc lihictoria, tiCoría, significBciúii y cTitIcs de
las escálelas psicoJrigicaii'iiias ímpurtantEí d« nuestro tiempo. Obra ye cldiica,
deslniaíta i sffívJi tanto de fuente de consulta como de guía pare quien se ini­
cia en e] estudio de la dVscjpliiHi,

G.jS Sreít: ÍJistDTÍJi de la tuico&jsia


Abare* no sólo e,l dosajToUo de la psicología desde \m tiempos m& antiguos
hasta la actualidad, abo tambíÉT] la influencJa del pcnsamieuio rciédlco, rellgfO'
so y fHosúficD sobre las teorías del hombre. Ofrece asi a] estudlosti üit caudal
de IrfoimatSón pertinente que no e-6 posible hallar en otras histoiia-s de esta
ciencia.

D. RapaporL Laesíructuradeia teoFÍa psíccftinsiitica


L ra presentación sjiterrtútina. del psicoanálisis* Está ceptrad* en el pcnsíunien-
tí) dfl Freud y utiliza smpüimente la ohíi de Hartmatin, Eiilcson, AiBor. Jung,
Raiik, IJomey, Kaitlincr y SuJlivan. Rapaport logra aquí una lúcida farmulá-
ción de aquella parte ílel psicuanáLsis qu; Freud denoininó “ metapjteolOEia"
y faedíta el estudio comparado del pilcoanálJsia con otras teorías psicológicas.

C S. í¡a¡¡y G. í.ftidT^y: Lasgnmdeí teorías efe ¡a persoaaHdod


.Analiza las conc£(>ciom;s leórlcai de veintiséis destacados autores, eonstitnyón-
doíe así en ti texto más completo que se baya dedicado a este campo [jarcicu'
lar de la psicología. En cada caso se examinan lo4 líomcepios fobiu eaiructuna,
dinámieg y desarroili) de la personalidad, y los métodos ck LuvesUgaclón utili­
zados; 8fl intluyen asiinismo una evaluacjón crítica y una lista de las fuentes
hfbliogjBficas fundamentales.

íjtit'df o b r^ relaeíonadas
M, Eícüchiíni' Hisíoría cíe la pslooioigíot K.B, MBdseni TcoítíB de ia raotivacióni
R. Fine: Uistona del psfcflHrtíSíííj; [3,W. Allport: Psicoiog!(s de ia petsoHjdiditií;
AJIport I DesarfoUa y ctpnbfot Kc KofOta: Ftincipios de pseulogís de ia
forma: K. i.ewni; La teoría del campo en le eiends sodelj C- R. R ogen:F^co-
terapia esntradsen el efíeníH',’ C R. Rogéis: El procesa de con'ifertíTse en persi­
sta; WJf. Slieldon y otro: Las vañedtsies áei ^nipemnnento: J,p. Watson: Ei
conáuctísmc?;\i^, Eysesnck: Estuíüü d&Trrj|í«J ds iapersort^dí^.

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