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Todos hablan de libertad.

Distintas personas, diferentes


razas y distintos países luchan por la libertad en todo el
mundo. Pero ¿qué es la libertad? En Estados Unidos
decimos que vivimos en un país libre. Sin embargo, ¿somos
realmente libres? ¿Somos libres para ser quienes
realmente somos? La respuesta es no, no somos libres. La
verdadera libertad está relacionada con el espíritu
humano: es la libertad de ser quienes realmente somos.
¿Quién nos impide ser libres? Culpamos al Gobierno, al
clima, a nuestros padres, a la religión, a Dios... ¿Quién
nos impide, realmente, ser libres? Nosotros mismos. ¿Qué
significa, en realidad, ser libres? A veces nos casamos y
decimos que perdemos nuestra libertad, pero cuando nos
divorciamos, seguimos sin ser libres. ¿Qué nos lo impide?
¿Por qué no podemos ser nosotros mismos?
La libertad que buscamos es la de ser nosotros mismos, la
de expresarnos tal como somos. Sin embargo, si
observamos nuestra vida, veremos que, en lugar de vivir
para complacernos a nosotros mismos, la mayor parte del
tiempo sólo hacemos cosas para complacer a los demás,
para que nos acepten. Esto es lo que le ha ocurrido a
nuestra libertad. En nuestra sociedad, y en todas las
sociedades del mundo, de cada mil personas, novecientas
noventa y nueve están totalmente domesticadas.

El primer paso es siempre la conciencia, porque


hasta que no seas consciente no podrás hacer ningún
cambio. Hasta que no seas consciente de que tu
mente está llena de heridas y de veneno emocional,
no limpiarás ni curarás las heridas y continuarás
sufriendo.
Existen tres maestrías que llevan a la gente a
convertirse en toltecas. La primera es la Maestría
de la Conciencia: ser conscientes de quiénes somos
realmente, con todas nuestras posibilidades. La
segunda es la Maestría de la Transformación:
cómo cambiar, cómo liberarnos de la domesticación.
La tercera es la Maestría del Intento: desde el
punto de vista tolteca, el Intento es esa parte de la
vida que hace que la transformación de la energía sea
posible; es el ser viviente que envuelve toda energía, o
lo que llamamos “Dios”. Es la vida misma; es el amor
incondicional. La Maestría del Intento es, por lo
tanto, la Maestría del Amor.

Para cambiar un acuerdo, necesitamos la misma


cantidad de poder. Es imposible cambiar un acuerdo
con un poder menor del que utilizamos para
establecerlo, e invertimos la mayor parte de nuestro
poder personal en mantener los acuerdos que tenemos
con nosotros mismos. Esto sucede porque, en
realidad, nuestros acuerdos son como una fuerte
adicción.
Somos adictos a nuestra forma de ser, a la rabia, los
celos y la autocompasión. Somos adictos a las
creencias que nos dicen:
“No soy lo bastante bueno, no soy lo suficientemente
inteligente.
¿Por qué voy a molestarme en intentarlo? Si otras
personas lo hacen es porque son mejores que yo”.

Nuestro sueño del planeta es disfuncional; los seres


humanos tenemos una enfermedad mental llamada
“miedo”. Los síntomas de esta enfermedad son
todas las emociones que nos hacen sufrir: rabia,
odio, tristeza, envidia y desengaño. Cuando el
miedo es demasiado grande, la mente racional
empieza a fallar y a esto lo denominamos
“enfermedad mental”. El comportamiento psicótico
tiene lugar cuando la mente está tan asustada y las
heridas son tan profundas, que parece mejor
romper el contacto con el mundo exterior.
Si somos capaces de ver nuestro estado mental como
una
enfermedad, descubriremos que existe una cura. No
es
necesario que suframos más. En primer lugar,
necesitamos
saber la verdad para curar las heridas emocionales
por
completo: debemos abrirlas y extraer el veneno.
¿Cómo lo
podemos hacer? Hemos de perdonar a los que
creemos que se
han portado mal con nosotros, no porque se lo
merezcan, sino
porque sentimos tanto amor por nosotros mismos
que no
queremos continuar pagando por esas injusticias.
Para empezar, es necesario que perdonemos a
nuestros
padres, a nuestros hermanos, a nuestros amigos y a
Dios. Una
vez perdones a Dios, te perdonarás por fin a ti
mismo. Una vez
te perdones a ti mismo, el autorrechazo
desaparecerá de tu
mente. Empezarás a aceptarte, y el amor que
sentirás por ti
será tan fuerte, que al final acabarás aceptándote
por completo
tal como eres. Así empezamos a ser libres los seres
humanos.
El perdón es la clave.

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