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ESTRACTO DEL

LIBRO:

EL FUNDADOR
Y LA ORGANIZACIÓN
DE LA
ALIANZA CRISTIANA Y
MISIONERA

Historia de Dr. Alberto Benjamín Simpson y


el orígen de La Alianza Cristiana y Misionera

Por: Federico Kowálchuk – ( I )

1
INTRODUCCIÓN

Se comenta, y con razón, que ni enemigos, ni discípulos, ni rivales, ni parientes deben de


escribir una biografía. No tuve el privilegio de conocerle personalmente al Dr. Alberto Benjamín
Simpson - hombre usado por Dios en forma extraordinaria durante su vida; pero sí, ha sido mi
privilegio descubrir algunos datos acerca de él que quisiera compartir con mis amigos y
hermanos en la esperanza de que les sean de igual bendición como los han sido para mí.

No era hombre perfecto. La perfección es un atributo que sólo Dios posee. El hombre es
humano: aprende, crece, a veces se equivoca y tiene que enmendar caminos. La madurez es
producto de las experiencias de la vida. Las opiniones y métodos cambian; y poco a poco uno
se va convirtiendo en un vaso cada vez más útil al Señor. Así le pasó al Dr. Simpson. Siendo así,
podemos sacar aún más provecho de un estudio de su vida porque veremos que a pesar de ser
un hombre sujeto a las mismas pasiones, limitaciones y frustraciones que nos asedian a
nosotros, encontró la clave de una vida victoriosa y asombrosamente útil en la obra del Señor.
La influencia de su vida no se limitó tan sólo a la generación que servía en vida. Ha tocado y
afectado la vida mía y a lo mejor - la suya.

La obra de Dios requiere de hombres. Desde el tiempo de Adán, salvo en casos excepcionales,
Dios se ha valido de hombres para llevar a cabo Su obra en la tierra. Cada época ha tenido sus
gigantes de la fe, unos que sobresalen sobre los demás, no porque lo quieren, ni porque
buscan ubicación destacada entre los hijos de Dios. Es que en el plan de Dios han sido
preparados por El para la dirección de Su obra durante un tiempo. Nacieron para esa hora.

Para tener una idea cabal de la Alianza Cristiana y Misionera es preciso saber algo del hombre
que Dios halló, preparó y utilizó para dar principio a una obra que se desarrolla sobre seis
continentes del mundo, más las islas oceánicas. Vivió convencido de que Dios sólo buscaba
hombres dispuestos a obedecerle haciéndose cargo El de proveer todo lo necesario para
cumplir la tarea. Y no se equivocó. Dio principio a un movimiento que sigue en pos de su
Maestro hasta hoy.

Espero que el estudio de la historia y el mensaje de la Alianza no sean tan solo la adquisición de
algunos conocimientos acerca del Dr. Alberto Benjamín Simpson y la obra fundada por él; sino
que se convierta, en las manos de Dios, en un instrumento de inspiración. Al ver que Dios
honró la fe de un hombre del siglo pasado, que sepamos que está igualmente dispuesto a
honrar nuestra fe. Al ver que Dios se mostró más que suficiente para toda y cada emergencia
en la vida del Dr. Simpson; que nos demos cuenta que lo es hoy también. Al ver que Dios solo
esperaba la colaboración de un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo para hacer una obra
grande, que nos demos cuenta que no busca más hoy. Dios no pide que seamos un Alberto
Simpson. Solo espera que nosotros cumplamos nuestra tarea tal como lo hizo ese siervo de
Dios.

Federico Kowálchuk

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ALBERTO BENJAMÍN SIMPSON

Su nacimiento:

Jaime y Juana Simpson tenían su residencia en la Isla Príncipe Eduardo, una Provincia del
Canadá ubicada en el Golfo San Lorenzo. Los veranos son muy apreciados, a pesar de ser tan
cortos. El invierno es largo, frío e inclemente.

Jaime Simpson, padre de Alberto, era un hombre que proveía bien para su familia. Hombre
enérgico, se ocupaba en muchas cosas en su afán de atender a su hogar. Era comerciante,
molinero y constructor de barcos. Amaba a su esposa y a sus hijos; pero pocas fueron las veces
que dio muestras de ese amor. Los niños crecieron bajo el cuidado de un padre bastante
severo. EL PADRE DE SIMPSON ERA MUY TRABAJADOR Y AMABA A SU FAMILIA PERO NO
ERA DE DEMOSTRALO MUY A MENUDO. Y ERA MUY SEVERO

La religión era parte muy importante de su vida y logró que lo fuera para sus hijos también.
Hombre fiel a su Iglesia, servía durante muchos años como diácono. Los domingos la familia no
se ocupó en más que en las cosas de Dios. En grupo asistían a la Escuela Dominical y al Culto de
Adoración. Por la tarde, el padre reunía a sus hijos en la sala para repasar las ciento y cinco
preguntas y respuestas del Catecismo Menor, Y “ay de aquél” que no pudo contestar a una de
las preguntas que se hallaban sobre esas veinticuatro páginas amarillentas. No toleraba
ninguna bulla de parte de los hijos en el día domingo. Reírse a mandíbula suelta el día domingo
merecería su correspondiente castigo. Pero el castigo tendría que reservarse para el día lunes,
dado que el padre jamás castigaría a uno de sus hijos en el día domingo. ERA UN HOGAR
ESTRICTAMENTE RELIGIOSO.

Una hija hace referencia a momentos de alegría en el hogar; pero parece que Alberto no los
recordaba. El cuadro que él presenta de su padre es de un padre demasiado severo. Un día
domingo, por haber jugado bulliciosamente fue advertido que le esperaba un castigo el lunes
por la mañana. Su hermano le dio un consejo que le sirvió muy bien en esa ocasión. Sabiendo
que sobre todas las cosas el padre era un hombre muy religioso y que realmente se mostraba
muy complacido al ver a sus hijos mostrar interés por las cosas espirituales, aconsejó a Alberto
a que el lunes por la mañanita, se levantara y bajara a la biblioteca de su padre; y que se
pusiera a leer, con mucha devoción, los escritos de uno de los teólogos favoritos de su padre.
Dicho y hecho. La mañana siguiente, antes que rayera el día, el muchacho bajó a la biblioteca
fría, bajó uno de esos libros viejos del estante y se puso a leer. Claro está que no entendió ni
jota de lo que leía; pero eso no le importaba. La cosa era salvarse del castigo. Una media hora
más tarde escuchó los pasos de su padre bajando por la escalera.

Don Jaime no pudo esconder su sorpresa al verle a Alberto leyendo uno de sus libros
teológicos; pero no le dijo nada. Tomó asiento y como era su costumbre empezó a leer. De vez
en cuando sus ojos se levantaron de su libro para contemplar a su hijo. Alberto no tenía valor
suficiente para mirarle a su padre; de haberlo hecho habría vista una pequeña sonrisa en la
cara de su padre. Ya que don Jaime no había nacido ayer, pudo adivinar el motivo detrás de esa
demostración extraordinario de devoción de su pequeño Alberto. Pero el sacrificio rindió el
beneficio anhelado; porque su padre decidió perdonar la travesura de su hijo y Alberto se salvó
del castigo. ¡Vale la pena tener a un hermano mayor con tan buenos consejos! Dichosos los
hijos que tienen a un padre que además de ejercer una disciplina ejemplar, sabe ejercer
misericordia y demostrar el amor.

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Su madre Juana, era una mujer muy noble, de una familia de buena sangre y de la alta
sociedad. Temía a Dios de corazón y su vida lo reflejaba. Sin embargo no era tan religiosa como
su esposo. Le gustaba leer las obras clásicas. Su alma le llevaba a las alturas y no creía que por
ser hija de Dios le fuera necesario olvidarse de sus ambiciones o de sus aspiraciones. La
imaginación le ayudó a ver mucho de lo que su esposo jamás contempló. Mientras la familia
vivía en la Isla Príncipe Eduardo era feliz. Su marido gozaba de prestigio y comodidad. Cinco
preciosos hijos llegaron de Dios para alegrar su corazón. Lastimosamente el primero, Jaime
Alberto, murió en el tercer año de su vida. Con todo, gozaban de muchos amigos y la Iglesia
proveía apoyo para la vida espiritual. JUANA, LA MADRE DE A.B. SIMPSON NO ERA TAN
DEVOTA COMO LO ERA SU ESPOSO, TENIA UN PENSAMIENTO MAS AMBICIOSO DE COMO
VIVIR LA VIDA.

Al nacer Alberto el 15 de diciembre de 1843 en Canadá, le pusieron el nombre de Alberto


Benjamín. Alberto, por ser el segundo nombre de su hermano mayor fallecido; y la madre
escogió el nombre Benjamín pensando en la estrecha simpatía que hubo entre Jacobo y su hijo
menor.

Al visitar la casa para felicitar a los padres por la llegada feliz y sana de un hermoso niño, un
amigo de la familia dijo: “Es un nombre muy largo para un bebé tan pequeño. Si logra soportar
el peso de un nombre tan largo por un mes, tiene asegurada la vida.”

Siguiendo las costumbres y creencias de los Presbiterianos, el pequeño Alberto fue bautizado y
dedicado a Dios. Fue el famoso Juan Geddie, veterano misionero a las Islas del Pacífico Sur
quien intervino en la ceremonia. No fue por coincidencia que aquel hombre de Dios orara a
que el Señor le protegiera al niño a través de su vida y que le hiciera una bendición a miles y
miles de personas en todo el mundo. Su oración hizo eco en el corazón de su madre y lo guardó
en lo más profundo de su alma. DE ACUERDO A LAS COSTUMBRES PRESBITERIANAS, ALBERTO
FUE BAUTIZADO Y DEDICADO A DIOS EN SU NIÑEZ POR UN FAMOSO MISIONERO DE ESE
ENTONCES LLAMADO JUAN GEDDIE.

Sin embargo la adversidad, que no hace acepción de personas tampoco, llegó por fin a tocar la
puerta de los Simpson. El negocio quebró y les fue necesario salir en busca de horizontes más
favorables. Con su familia, Jaime emigró hacía el centro del Canadá - a un sector en esos
tiempos muy despoblado y solitario. No existían buenas carreteras y el transporte era carretas
con toldos y tiradas por varios caballos. Don Jaime, su sensible esposa y sus cuatro hijitos
salieron en un barco en busca de una nueva vida. Pasaron por el Golfo de San Lorenzo y luego
por la ruta de los Lagos Grandes. Uno de los hijos murió en el viaje y su pequeño cuerpo fue
dejado en el cementerio de un pueblito. Después de un largo viaje de más de dos mil
kilómetros, llegaron por fin a un caserío denominado Chatham en el lado oeste de la Provincia
de Ontario. Los vecinos de ese lugar se dedicaban a la agricultura. Allí Jaime compró una casa y
pensaba quedarse en el pueblo permanentemente; pero una epidemia asoló el pueblo. Doña
Juana esposa de Simpson, para proteger la vida de sus hijos, insistió en que abandonaran el
pueblo; y compraron una finca a unos 15 kilómetros del pueblo y se trasladaron allí. El padre,
buen carpintero, amplió la casita encontrada; y después construyó una casa más grande. MUY
PRONTO LA ADVERSIDAD LLEGO A LA FAMILIA SIMPSON, Y TUVIERON QUE VIAJAR EN BUSCA
DE NUEVOS HORIZONTES. CUANDO IBAN DE CAMINO AL CENTRO CANDA UNO DE SUS HIJOS
PERDIO LA VIDA.

Un día, estando yo en una gira misionera en la ciudad de Chatham fui informado que todavía
vivía un anciano en la Iglesia que conocía la ubicación de la finca de los Simpson. Le llamé por
teléfono y accedió a guiarme al lugar. Llegando, descubrí que no vivía nadie en la casa. Me
asomé a la ventana y pude ver la sala donde el padre y los hijos repasaron el Catecismo Menor

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todos los domingos por la tarde. Pude entrar a la Iglesia donde asistían y donde don Jaime
servía de diácono.

Al lado - en un pequeño cementerio - pude ver las lápidas que marcan el lugar de la sepultura
de Jaime y Juana Simpson. Fueron para mí momentos muy especiales que quedaron grabados
para siempre en mi mente y en mi corazón.

No le fue fácil para don Jaime, aquel constructor de barcos e ilustre comerciante convertirse en
agricultor. Pero lo hizo para cumplir con su deber de proveer para su familia. Para la madre de
Alberto le fue muy difícil acostumbrarse al nuevo ambiente. Alberto haciendo memoria de su
niñez escribió así: NO FUE NADA SENCILLO PARA DON JAIME SIMPSON, PARA CONVERTIRSE
DE CONSTRUCTRO DE BARCOS EN UN AGRICULTOR.
Doña Juana oraba mucho por sus hijos y oro de una manera especial por Alberto, para que
fuera en un futuro, pastor o misionero

“Uno de los primeros recuerdos de mi niñez fue el cuadro impresionante de mi madre, llorando
desconsoladamente en las horas avanzadas de la noche. Yo solía arrodillarme al lado de mi
cama y pedir a Dios por ella; aún mucho antes de conocer a Cristo como mi Salvador personal.”

Doña Juana no se dejaba vencer por el desánimo por mucho tiempo; y se animaba para poner
la nota alegre en la casa. Era muy querida por sus hijos. Además tenía unos “amigos
especiales” (los libros) que le acompañaban siempre en la casa.

Anhelaba muchas cosas buenas para su hijo, Alberto Benjamín, su “Beto” como solía llamarle.
Un hermano mayor Alberto había fallecido y la madre pedía a Dios que le diera otro varón; y
que fuera pastor o misionero. Para no ser una atrevida siempre lo pedía de acuerdo a la
voluntad de Dios con las siguientes cláusulas en su oración: “Que sea así, Padre, (1) si es Tu
voluntad, (2) si vive hasta ser adulto y (3) si él quiere serlo.” Pues, se nota que ella no quería
arriesgarse mucho.

Por poco no llegó a ser adulto. Varias veces pasó por experiencias que pudieron haberle
cegado la vida. Escribió diciendo: - “Un día, habiendo subido en el andamio de un edificio en
construcción, pisé una tabla suelta que me precipitó al espacio. Como por milagro extendí mis
manos y pude cogerme de una madera que sobresalía del andamio. Me aferré a esa madera y
a gritos pedía auxilio. Cuando se me iban las fuerzas y estaba por caer, me rescató uno de los
jornaleros de la Empresa. De haber caído corría el peligro de morir.”

“En otra ocasión iba montado y a galope cuando el caballo tropezó y me lanzó volando sobre la
cabeza del caballo. Perdí el conocimiento. Al recuperarlo el caballo estaba a mi lado
lamiéndome la cara.”“Más tarde fui pateado tan fuertemente por un caballo que no pude
respirar y perdí el conocimiento. Temí por mi vida en ese momento”.

“Por poco me muero ahogado. Salí a coger uvas silvestres con un compañero de colegio a la
orilla de un río. Mi amigo me animaba a meternos al agua para refrescamos. Yo no sabía
nadar. En un momento me encontré en agua profunda. El agua me tapaba y no pude respirar.
Toda mi vida pasó por mi mente. En mi mente vi los titulares del periódico relatando los
detalles de mi muerte y la pena que sufrían mis padres y mis amigos.

“Mi amigo no pudo ayudarme; pero sus gritos fueron oídos por dos pescadores en un pequeño
barco y me rescataron en el momento en que estaba por hundirme por última vez. Me llevaron
a la orilla y cuando pude recobrar el conocimiento me parecía que habían pasado años desde

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que pisé tierra. No dudo de que esa experiencia haya profundizado mi interés en cosas
espirituales.”

Alberto cuenta también que en un concurso en una clase recibió de premio un libro — libro
que un compañero de clase afloraba tener. A Alberto le ofreció un violín viejo en cambio - si le
diera el libro. Por fin le persuadió e hicieron el cambio. Con quererlo tocar hacía sufrir a todos y
se hizo ‘persona no grata” en casa. Sin embargo confesó que hasta el fin de su vida el violín
-bien tocado - hacía resonar cuerdas en su alma que ningún otro instrumento podía hacer
vibrar.

Muchos hilos fueron usados por Dios para tejer la lontananza de la vida de Alberto Benjamín
Simpson. No fueron casualidades. Dios, con mucha paciencia, le preparó Estrechez, pobreza,
necesidad, inteligencia, enfermedades, un espíritu guerrero, fe en Dios, lágrimas, amplias
satisfacciones, valles obscuros, conquistas que asombran, tremendas oportunidades y grandes
responsabilidades se a vida e este humilde siervo de Dios.

Desde su niñez asistía a las reuniones de la Iglesia. Creció en un hogar muy religioso donde no
se olvidaron del altar familiar, donde celebraron el culto cada mañana. Aprendía de memoria
las respuestas a las ciento y cinco preguntas del Catecismo Menor. Temprano en su vida quedó
bien convencido de la importancia de la religión en la vida del ser humano. Al llegar a los diez
años de edad ya había o en su corazón un deseo - no confesado dé ser predicador. Pero, aun a
esa edad, temía poner el pie en ese camino porque pensaba que tendría que renunciar a su
“humanidad” para ser un predicador.

A los trece años el anhelo de su corazón era conseguir una escopeta y ser cazador - cosa que le
parecía inoportuno para un ministro de Dios. Sin embargo un día tomó sus ahorros y en forma
escondida se fue al pueblo y compró una escopeta. Con la ayuda de su hermana la escondió en
el ático de la casa. Por unos días le encantaba salir al bosque a practicar. Pero un día su madre
la encontró y nunca pudo olvidarse de la pena que causó a su madre. Alberto había olvidado
que un tío, hermano de su madre, murió por la descarga accidental de una escopeta. Su madre
le obligó a devolver el arma. Perdió la escopeta y su dinero.

Por fin hizo su decisión - y eso sin ser convertido – “...de alguna manera predicaré.” En ese
momento fue guiado por tan solo un sentido de deber. Dijo “Es mi deber... y lo haré”.

En esos tiempos existía la vieja y arraigada tradición de que la vocación ministerial sería para el
primogénito de la familia. En la casa de los Simpson tendría que ser así. Su hermano, Howard,
era el mayor y sobre él tendría que recaer esa vocación. Llegó el día de definir las vocaciones y
el padre llamó a los dos varones a la sala. Alberto Simpson nos cuenta lo que pasó en las
siguientes palabras.

“Un día mis padres llamaron a mi hermano mayor y a mí a su presencia y nos explicaron que el
hijo mayor había sido apartado (como era la costumbre) para el ministerio del Señor. Y que
ahora había llegado el momento importante para que fuese al seminario para prepararse para
tal ministerio. En voz suave, pero a la vez firme, me dijo que me correspondía a mí quedarme
para trabajar en la hacienda durante el tiempo que mi hermano estuviera en el seminario.

‘Todavía siento el nudo enorme que subía a mi garganta al balbucear mi consentimiento y


conformidad al respecto. Entonces, como por Dios iluminado y animado por una mirada de
parte de mi madre, con palabras entrecortadas y la lengua tartamudeando, le rogué a mi padre
a que me diera tan solo su consentimiento y bendición; para que yo también pudiera
prepararme para el ministerio.

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“Yo sabía que la economía de la casa no podría cubrir los gastos de los dos; y prometí a mi
padre que yo mismo cubriría mis gastos en el seminario. Yo tenía un plan ya preparado para
costear esos gastos. Lo iba a hacer por medio de la enseñanza en la escuela pública; aunque en
ese entonces contaba con tan solo catorce años.

“Recuerdo bien el tono tembloroso de la voz de mi padre, lleno de amor al cederme mi


petición y darme su consentimiento y bendición para poder ausentarme del hogar. ‘Dios te
bendiga, hijo mío’, me dijo:

“Sin recursos pero con el consentimiento y bendición de mis padres, yo empecé a prepararme
a dejar el arado y el surco cual Eliseo de antaño para ir en busca de mi Dios - en busca de lo que
yo sentía que Dios tuviera para mí.
Con esta decisión empezaban las luchas, luchas muy fuertes para un muchacho de catorce
años. Dentro de poco tiempo se vio obligado a regresar a casa, víctima de una crisis nerviosa.
Así testificó de aquella experiencia tan difícil:

“Creía que me iba a morir, y por supuesto no me sentía seguro en el Señor. Pues nunca había
conocido a Jesucristo como mi Salvador personal. Aunque el Señor sabía que yo deseaba ser Su
hijo; nadie me había explicado jamás como podía llegar a ser hijo de Dios. Existía mucha
formalidad en la iglesia donde fui criado. No era nuestra costumbre hablar personalmente con
un individuo de la necesidad del arrepentimiento del pecador. En mi angustia, llamé a mi padre
para que orara por mí. Durante la oración vino una paz profunda y pude descansar por vez
primera en mucho tiempo.”

Días después, Alberto se fue a la casa del pastor de la Iglesia donde la familia asistía y donde el
padre servía de diácono. Iba en busca de ayuda espiritual. El pastor, dándose cuenta, de las
muchas preguntas e inquietudes del joven, le prestó un libro que trataba de “La Vida Con Dios”.
Ojeando el libro, Alberto encontró un párrafo que venía muy bien al caso suyo; y que en
síntesis decía lo siguiente: “Lo primordial es creer personalmente en Jesucristo para la
salvación eterna. Hasta lograr esta experiencia toda obra, todo esfuerzo en el nombre de Dios,
toda lágrima y toda determinación de ser bueno y servir a Dios es en vano. En este mismo
momento es su privilegio y su deber arrodillarse y recibir a Jesucristo como su Salvador
personal. Decirle que cree en El, según dice Su Palabra. Creer a pesar de las dudas y los temores
que pudiera tener y recibirá un corazón nuevo y la certidumbre de la vida eterna”.

En el instante vino una paz inefable que le libró de todas las tinieblas y temores que le habían
agobiado. El Dr. Simpson narra así su reacción a lo leído en esa ocasión: - “Me arrodillé allí
inmediatamente y oré al Señor con todo mi corazón deseoso de conocer verdaderamente a
Dios. Acepté a Jesucristo como mi Salvador. En ese mismo instante vino a mi corazón la
seguridad que siempre viene al corazón que cree. Porque, ‘El que cree tiene el testimonio de
que es hijo de Dios.”

Una vez recuperada la salud, Simpson volvió a la escuela. No vivían dentro de los límites la
ciudad y no era para menos asistir a la escuela en esos días. Para asistir a las clases y estudiar,
el muchacho tenía que vencer una ruta de unos 15 kilómetros de ida y otros 15 de vuelta cada
día. A veces pudo aprovechar el uso del caballo de la familia; pero si al padre le hacía falta el
animal para los trabajos del día, no le quedaba más remedio para Alberto que irse a pie. Ir a pie
no fue muy difícil en la primavera o en el otoño; pero en el invierno sacaba a relucir la
dedicación de este joven en su afán de prepararse para servir a Dios.

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A los dieciséis años comenzó a enseñar en una escuela rural. Algunos de sus alumnos contaban
con 30 veranos; pero a pesar de ello, no se registró problema en cuanto a disciplina se refiere.
Contaba con la colaboración de sus alumnos en todo momento. Se estaba preparando para
más tarde. No se habían presentado los gigantes de la oposición todavía; pero ya estaba
buscando sus piedritas.

Le encantaba predicar. Desde niño, aún antes de ser convertido, ya quería ser predicador. En
más de una ocasión, al salir sus padres de la casa para ir al pueblo, reunía a sus hermanos y
usando una silla como si fuera el púlpito predicaba a sus hermanos con todo fervor.

A los diecisiete años hizo un convenio solemne con su Dios que aparece a continuación. Es un d
rito que asombra cuando uno se da cuenta que salió del corazón de un muchacho de poca
edad. Fueron varios los factores que le llevaron a preparar y firmar un Convenio con Dios. Se
nos lo narra así:
“Los meses que siguieron mi conversión se llenaron de bendiciones espirituales. Las promesas
de Dios inundaron mi alma con una luz maravillosa; y las Palabras que antes fueron palabras
huecas se convirtieron en revelaciones divinas. “Creo haber recibido en herencia de mi madre
una yeta de imaginación que vistió las promesas refulgentes de Isaías y Jeremías con una gloria
que el lenguaje no puede expresar. Con éxtasis indescriptible leí y subrayé “...así he jurado que
no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque los montes se moverán, y los collados temblarán,
pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el
que tiene misericordia de ti. (Isaías 53:9-10) Al escuchar a otros Cristianos hablar de sus
fracasos y temores, me pregunté si vendría mi turno a perder este gozo tan maravilloso que se
siente en el primer amor al Señor. Y, me acuerdo o oraba a Dios, que en vez de permitirme
regresar a la vida antigua que el Señor me recogiera “a casa”.

Uno de los incidentes inolvidables de mi infancia en la vida cristiana, de lo cual guardo hasta
hoy el antiguo y amarillento manuscrito, fue mi convenio que hice con Dios. Mientras
enseñaba en un colegio había estado leyendo un libro que lleva por titulo El Nacimiento y El
Progreso de la Religión en el Alma.

“Era obra de un señor Doddride, donde aconseja a los Cristianos, tiernos en la fe, a entrar en
un convenio con Dios por medio de un documento escrito. Pues, decidí seguir su consejo y
aparté todo un día para orar y ayunar en preparación.”

“Después con mi letra y puño escribí con detalles un convenio por medio del cual me entregué
totalmente a Dios. Tomé para mi toda bendición prometida y le rogué especialmente que usara
mi vida en Su servicio y para su gloria.”

“Hubo una bendición especial que incluí en mis cláusulas - mitad temporal y mitad espiritual.
He tenido ocasión desde esa fecha para maravillarme de cuan literalmente Le ha complacido a
Dios contestar mi oración por medio de Su providencia gloriosa a través de mi vida. Y puedo
decir después de dos generaciones que no ha fallado en ni una de las cosas en que por Su
gracia cifré mis esperanzas. Antes del anochecer de aquel día memorable firmé y sellé aquel
convenio que he cumplido tan formalmente como lo hubiera hecho de haberlo convenido con
un ser humano; y lo he cumplido hasta hoy.”

Un Solemne Convenio

“La dedicación de mi mismo a Dios”

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“Oh Dios, eterno y Omnipotente, Gobernador de todo el universo; Tú que has creado a este
mundo y a mí, Tu criatura en ello; Tú que estás en todo lugar contemplando lo bueno y lo malo;
me ves en este momento; y conoces todos mis pensamientos. Me doy cuenta y sé que mis
pensamientos más íntimos te son conocidos; y que también comprendes lo que me impulsa a
buscarte ahora.

Te declaro, o Escudriñador de corazones, que hasta donde conozco, no es un impulso mundano


que me trae a Ti ahora. Sin embargo, “engañoso es mi corazón más que todas las cosas y
perverso” y no pretendería confiar en ello; pero Te consta que ahora mismo deseo dedicarme a
mí mismo a Ti por el tiempo y por la eternidad.

Vengo ante Ti como un pecador, perdido y arruinado por mis transgresiones; y como el más vil
de Tus criaturas. Al contemplar mi vida pasada, vergüenza y confusión embargan mi ser. Soy
rudo e ignorante y a Tu vista como una bestia. Tú, oh Señor, hiciste a Adán perfecto y feliz; y le
diste la capacidad de mantener su santidad. Fue advertido que la desobediencia atraería la
muerte; y con todo, desobedeció Tu santa Ley y se hizo acreedor de ese castigo; y yo, como uno
de sus descendientes, he heredado esta depravación y esta condenación. Reconozco lo justo de
Tu sentencia, oh Señor; y me inclino en sumisión delante de Ti.

Cómo puedes Tú, oh Señor, condescender a mirarme a mí, una criatura tan vil? Es una
condescendencia infinita que Tú Te acuerdas de mí. Verdaderamente Tu bondad es infinita y
desde siempre. Tú, oh Señor, enviaste a Tu Hijo a nuestra imagen, con un cuerpo como el mío y
con un alma razonable. En El se unieron todas las perfecciones de la Deidad con nuestra
humanidad. El es el Mediador de un Nuevo Convenio; y por medio de El todos tenemos acceso
a Ti por el mismo Espíritu. Por medio de Cristo, el único Mediador, oh Señor, me acercaría y
confiando en Sus méritos y mediación me acerco con denuedo a Tu trono de gracia. Me doy
cuenta de mi insignificancia, Oh Señor; pero fortifícame Tú por Tu Espíritu. Me acerco para
entrar en un convenio contigo. Tú en Tu Palabra nos has enseñado que es Tu voluntad a que
todos aquellos que creen en Tu Hijo tengan vida eterna y que los levantarás en el día de la
resurrección. Y nos has entregado un Nuevo Convenio y has sellado a aquel Convenio con la
sangre que Jesús derramó en la cruz.

Declaro hoy, delante de Ti y delante de mi conciencia, llamando como testigos a la tierra - obra
de las manos de Dios que acepto las condiciones de este convenio y termino con estas
declaraciones: Creo en Jesús y acepto mi salvación por medio de El - mi Profeta, Sacerdote y
Rey; hecho para mí, - mi Dios, Sabiduría, Justicia, Santificación y Salvación completa.

Tú, oh, Señor, me has atraído a Ti sin violar mi libre albedrío y has subyugado mi corazón
rebelde por medio de Tu amor.

Pues, toma mi vida y utilízala para Tu gloria. Si en ella procura erguirse algún pensamiento
rebelde, conquístalo y trae a sumisión todo lo que se opone a Tu autoridad. Me entrego a Ti
como vivo de entre los muertos por el tiempo y la eternidad. Recíbeme y utilízame para Tu
gloria.

Santifica ahora en el cielo, oh Padre mío, este Convenio. Acuérdate de ello, oh Señor, cuando
llegue al Jordán. Recuérdalo cuándo vengas con todos Tus ángeles y santos a juzgar al mundo;
y que pueda yo estar contigo para siempre en el cielo. Escribe en el cielo que soy Tuyo, sólo
Tuyo, y para siempre Tuyo. Acuérdate de mí en la hora de la tentación. No me dejas nunca
olvidarme de este Convenio. Siento, Señor mi propia debilidad y no lo formulo en mis propias
fuerzas, pues así fracasaría. Sino lo hago en Tu fortaleza, oh Capitán de mi salvación. Seré
fuerte y más que vencedor por medio de Aquel que me amó.

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Ahora, oh Señor, como lo has dicho en Tu Palabra, he convenido contigo, no para tener o recibir
honra ni fama en este mundo sino para tener la vida eterna y sé que eres veraz y que jamás
faltarás a Tu Palabra empeñada.

Concédeme ahora todas las bendiciones del Pacto Nuevo, especialmente el Espíritu Santo sin
medida en arras de mi herencia hasta la redención de la posesión comprada. Que una porción
doble de Tu Espíritu descienda sobre mí; entonces iré a proclamar Tus caminos a los
transgresores y Tus Leyes a la gente. Santifícame totalmente y hazme apto para el cielo.
Concédeme todas las bendiciones espirituales en los lugares celestiales en Cristo.

Desde hoy en adelante seré soldado de la Cruz, seguidor del Cordero. Mi lema desde hoy será
“Tengo un solo Rey, Jesucristo!” Sostenme y fortifícame, oh mi Capitán; y sé mío para siempre.

Ponme en la circunstancia de Tu voluntad; pero si es Tu voluntad, deseo que no me des ni


pobreza ni riquezas. Aliméntame con alimentos convenientes para que no sea pobre y sea
tentado a robar; ni que sea rico para luego decir ¿quién es el Señor? Que se haga en mí Tu
voluntad. Ahora, dame Tu Espíritu y Tu protección siempre; pues, entonces beberé de los ríos de
la salvación; descansaré junto a aguas de reposo; y estaré infinitamente feliz en el favor de mi
Dios. Sábado, 19 de enero del año 1861” - ¡Documento formidable de un muchacho de 17
años!

Los Años Universitarios


En el pueblo se comentaba la decisión de Alberto Simpson de entrar en el ministerio. En esos
días no faltaban obstáculos en el camino de los que tenían deseos de predicar. Tenían que
someterse a un examen - aún para entrar en el Seminario. Faltando dos meses para completar
los dieciocho años fue llamado con otros para rendir tal examen en London, Ontario. Los que
tenían la responsabilidad de supervisar el examen eran muy estrictos. De equivocarse, su
equivocación sería hacía lo bueno y lo correcto. Todo el grupo logró la aprobación y fueron
recomendados a los facultativos de Knox College.

Alberto Simpson ingresó en la Universidad de Knox en la ciudad de Canadá cuando tenía


diecisiete años de edad. Se graduó cuatro años más tarde, con honores, en el año 1865. Sus
años en la Universidad de Knox contribuyeron muchas experiencias y lecciones a su vida. Años
más tarde testificó: “Muchas fueron las veces cuando me encontré sin centavo alguno. Cuantas
veces tuve que postrarme delante de Dios en lo oscuro de la noche suplicándole a El a que
proveyera lo necesario para pagar mi pensión. No me faltó en esos tiempos ni en ningún
tiempo.”

Dios le bendijo grandemente en sus estudios desde un principio. Rindió bien en lo que a sus
estudios se refiere. Sin embargo, todos se preguntaron, ¿Podrá predicar? En casa, todos le
esperaron para las Fiestas Navideñas. También se le habían invitado a predicar en la Iglesia de
Tilbury. Llegó la fecha y el local rebosaba de gente. Muchos vinieron a curiosear; pero no así su
madre. Ella estaba muy nerviosa. No tenía valor ni para mirarle en el principio porque temía
que su presencia en la congregación pudiera afectarle adversamente. Pero su corazón sensible
se llenó de gozo al escuchar a su hijo predicar bajo la unción del Espíritu Santo, un hecho que
sorprendió a muchos y agradó a todos, incluyendo a su madre. Después de ese mensaje en la
Iglesia de Tilbury, no faltaban invitaciones para predicar en las otras Iglesias de la zona.

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Su aspecto juvenil le causó problemas en varias ocasiones. Una vez llegó a una iglesia invitado a
predicar. Cuando se dirigía hacía la plataforma, un diácono le detuvo creyendo que era un
muchacho. El hombre se sintió muy incómodo después al verle a ese “muchacho’ subir al
púlpito para traer el mensaje.

Se graduó de Knox College en el mes de abril del año 1865. Cumplió su promesa. Terminó su
educación sin ser una carga para sus padres. También terminó entre los primeros de su clase en
cuanto a notas y aprovechamiento se refiere.

Dos meses después de haber terminado sus estudios fue llamado a aparecer ante los líderes de
la Iglesia Presbiteriana del Canadá en Toronto. Los hombres experimentados le hicieron
preguntas sobre sus conocimientos del Griego, Hebreo, Teología, Historia de la Iglesia y el
Gobierno de la Iglesia. Además le examinaron muy cuidadosamente acerca de su experiencia
personal con el Señor. A ellos no les importaba que la conversión fuera requisito para
matricularse en Knox College; querían estar seguros de que fuera salvo por la sangre de Jesús.
Tenían que averiguarlo ellos mismos. Quedó aprobado.

Su Primer Pastorado
Una vez aprobado, recibió invitaciones de dos Iglesias para que se hiciera cargo del pastorado
de ellas. Una era la Iglesia en la ciudad de Hamilton, Ontario; y la otra era de una Iglesia en
Dundas.

La primera era una Iglesia grande con 20 años de existencia. Allí se movía mucho dinero y la
Iglesia siempre gozaba de los mejores predicadores como pastor de su Iglesia. Su pastor se
había retirado en el verano del año 1865. La Junta de la Iglesia decidió invitar al joven Alberto
B. Simpson a ser su pastor Alberto contaba con apenas 21 años de edad, y sin experiencia
pastoral. De aceptar la invitación estaría al frente de una de las Iglesias más prestigiosas del
Canadá.

La de Dundas era una Iglesia pequeña en un pueblo pequeño. Era una Iglesia media dormida.
La congregación se formaba de gente buena; pero su asistencia se debía más a cumplir con un
deber que por el placer de ser hijos de Dios con ansias de adorarle.

Tenía que tomar una decisión. La siguiente manera de pensar le guió en su decisión: “El
pastorado en Dundas no me va a exigir. Será fácil; sin reto y sin desafío. No tendré que
esforzarme; y a lo mejor los dones que Dios me ha dado tendrán un desarrollo mínimo. La de
Hamilton es grande y la gente está acostumbrada a un buen pastor; y eso me obligara a
esforzarme para defraudarles.” Decidió a favor de la Iglesia de Hamilton pensando
acertadamente que contribuiría más a su desarrollo como siervo de Dios.

No le era tarea difícil cumplir con las obligaciones de un pastor. Le encantaba visitar a los
hermanos y preocuparse por los necesitados. Le era un placer predicar la Palabra de Dios; y se
fue con todo gusto a la ciudad de Hamilton para asumir aquel pastorado.

Los días 11, 12, y 13 de setiembre del año 1865 fueron tres días inolvidables para Alberto
Benjamín Simpson: El día 11 fue instalado como pastor de la Iglesia Knox in Hamilton El día 12
los ancianos de la Iglesia le impusieron las manos y le separaron para el ministerio por medio
de la ordenación. El día 13 se casó con la señorita Margarita Henry en Toronto.

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Había buenos oradores en los púlpitos Canadienses en esos días - hombres con años de
experiencia en el ministerio. Pero muchos decían que el joven de 21 años “no era inferior a
ninguno de ellos.”

En el principio de su ministerio no le impresionaba tanto la obra de “la evangelización en


masa”. Cuando un pastor en la ciudad de Guelph le invitó para una campaña evangelística, el
Dr. Simpson le contestó que no podría aceptar su invitación... avisándole, “Yo creo en la obra
normal de la Iglesia.” Pero más tarde en su pastorado en Louisville, Kentucky (USA)
experimentó un cambio radical de opinión sobre el asunto.

Simpson se entregó totalmente a la obra pastoral. Era un hombre infatigable. No conoció nada
de vacaciones durante los primeros cuatro años de su ministerio en Hamilton; y fue solo a
insistencia de los hermanos de la Iglesia que decidió aceptar una oferta de unas cuatro
semanas de vacaciones. Dos años más tarde le concedieron cuatro meses para visitar y
predicar en Europa. Su visita a la casa/museo de John Knox y la tumba del famoso escritor
Escocés, Sir Walter Scott, le abrió horizontes no soñados por él.

Durante sus ocho años en Hamilton, unos 750 miembros fueron añadidos a la congregación. La
congregación canceló una deuda de ocho mil dólares y vio como los hermanos respondieron a
sus responsabilidades financieras delante del Señor a tal punto que las entradas, al finalizar su
ministerio en esa Iglesia, llegaron a la suma de cincuenta mil dólares al año - suma
impresionante en esos años. En el último año de su ministerio en Hamilton empezó a poner
algo de énfasis sobre las necesidades de otros seres humanos en el campo misionero y en ese
año los miembros ofrendaron un total de ochocientos setenta dólares para la obra misionera.

Su interés en Misiones - desde esa fecha - caracterizaba su largo y fructífero ministerio. La


influencia del joven pastor se iba extendiendo más y más. Llegó a ser muy solicitado como el
orador principal en Conferencias. Llegó a ser escritor, compositor de himnos, pastor, misionero
y estadista eclesiástico. Pero por encima de todo fue defensor del Evangelio puro y un
infatigable mensajero Predicaba de corazón a corazón; de cabeza a cabeza; de alma a alma.

A Louisville – USA
En el año 1873 participó, como uno de los oradores principales, en una magna reunión en la
Ciudad de Nueva York. La delegación de la Iglesia en Louisville, Kentucky, impresionado por el
mensaje, regresó a su Iglesia que estaba sin pastor en esos días, e informaba a los demás
miembros de la congregación acerca del Dr. Simpson. Establecieron contactos con él y le
invitaron a ser pastor de su Iglesia. En esos momentos el Dr. Simpson no tenía ningún deseo de
abandonar el pastorado en Hamilton. Pero después de repetidas llamadas de Louisville y
mucha oración, sintiéndose guiado por el Señor, decidió aceptar la invitación y se fue a
Louisville. Sus años en esa ciudad se constituyeron en otra etapa en su preparación para una
obra aún más grande que le esperaba en el futuro.

La Iglesia, ubicada en la Calle Chestnut, era la más grande de las Iglesias Presbiterianas de la
ciudad de Louisville en el Estado de Kentucky. Tomó como texto de su primer mensaje: “Y a
nadie vieron, sino sólo a Jesús. “(Mateo 17:7) Terminó su mensaje prometiendo Al venir a
pastorear a vosotros, no me avergüenza decir que este texto será el lema de mi ministerio...
hoy y en el futuro... ¡Cristo sólo!”

Como pastor joven, andaba todavía por los caminos típicos de las Iglesias Presbiterianas de su
día. Ni idea tenía de los cambios radicales que embargarían sus ideas teológicas o sus normas
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de vida. Se nota por algunas frases de ese mensaje inaugural cuando dijo, “No seré el apóstol
de nuevas revelaciones ni el exponente de alguna verdad nueva.” Sin embargo, resultaron ser
nuevas las revelaciones que Dios le concedió de la plenitud del Evangelio que llenaron su alma
cuando sus propios ojos vieron a nadie, “sino sólo Jesús”.

La ciudad no demoré mucho en darse cuenta de que un elemento nuevo había aparecido en la
escena religiosa de la urbe. La ciudad de Louisville se situaba justo en la línea divisoria entre el
Norte y el Sur durante la Guerra Civil Las Iglesia se dividieron en muchos casos sobre el asunto
de la esclavitud. Algunas congregaciones lo aprobaron y otras lo condenaron. En algunas
Iglesias unos hijos y maridos servían en las fuerzas del Norte. Otros maridos e hijos lucharon en
las fuerzas del Sur. No fueron pocas 1as familias donde un hijo vestía el uniforme azul del Norte
mientras su hermano vestía el uniforme de color gris del Sur. Y aun diez anos no fueron
suficientes para reconciliar hermano a hermano, dentro o fuera de las Iglesia.

El pastor Simpson, hondamente afectado por ese ambiente en la ciudad se dedicó a la oración,
pidiendo a Dios que obrara en Louisville para sanar esas heridas profundas. Dándose cuenta
que nada pudiera ser más efectiva en sanar esas heridas como un avivamiento, invitó a todos
los pastores de Louisville a asistir a una reunión en su Iglesia para tratar el asunto de una
campaña unida invitando a un evangelista para tales reuniones. Una vez reunidos, el pastor
Simpson les hizo recordar que el primer paso sería lograr la unidad entre ellos mismos. Los
pastores dedicaron allí mismo un tiempo de oración rogando a Dios a que derramara sobre
ellos un bautismo de amor capaz de barrer para siempre sus diferencias. Cuando se pusieron
de pie, sólo uno no estaba de acuerdo a seguir. En la segunda reunión dos pastores, que no se
habían hablado desde el principio de La Guerra se dieron la mano.

Decidieron invitar al conocido evangelista de eso tiempo, el Mayor Whittle del Ejército de
Salvación y el querido cantante evangélico, P. P. Bliss. Dios bendijo el esfuerzo y fueron cientos
los que fueron convertidos - aceptando a Cristo como su Salvador personal. Toda la ciudad
quedó afectada. La Iglesia del pastor Simpson recibió a más de cien miembros nuevos de la
campaña. Un periódico publicó un artículo sobre el efecto en la Iglesia del pastor Simpson
diciendo: - “Desde el principio el pastor Simpson ha trabajado con celo y paciencia y ahora se
goza al ver un gran número de personas salvadas por la sangre del Cordero y seguros en el
redil del Señor. Su pastorado ha sido bendecido profundamente durante los pocos meses que
ha estado en nuestra ciudad. Ciento setenta y cinco personas han sido agregando al rol de
miembros de su Iglesia. Es un pastor fiel, sensible, trabajador y la obra del Señor prospera bajo
su ministerio”

Convencido de que la obra de Dios en la ciudad de Louisville prosperaría aún más si las Iglesias
pudieran celebrar su propia reunión de Adoración los domingos por la mañana y luego seguir
con una reunión unida por las noches; el Dr. Simpson lo propuso a los pastores de la ciudad.
Pero los otros pastores no estaban de acuerdo. Propuso a su congregación la idea de salir fuera
de su propio edificio para celebrar la reunión del domingo en la noche en el Salón de la
Biblioteca Pública con una capacidad de dos mil personas - el mismo lugar donde se había
celebrado la Campaña Unida. Contagiados por el entusiasmo del pastor, lo aprobaron.

Desde la primera reunión contó con la aceptación del pueblo y muchos asistieron. Lo que
empezó como un experimento; se convirtió en costumbre. A finales de la primavera un
periodista escribió lo siguiente en un periódico: “El Salón de la Biblioteca Pública, con cabida
para más de dos mil personas se ha rebosado de gente representando todos los estratos de
nuestra sociedad. Lo fuerte del señor Simpson es su pasión. Sus conclusiones acertadas,
ilustraciones lúcidas y llamamientos persuasivos son unos de los hilos que vencen la resistencia
de la indiferencia y vitalizan a los espíritus dormidos.”

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Otro periodista hizo la siguiente observación: “El pastor Simpson ha eliminado la barrera del
púlpito y ha eliminado la reserva que existía entre el clero y los laicos. Habla como un caballero
a otro caballero. El resultado ha sido quizás sin que el pastor Simpson se haya dado cuenta-
que todos aquellos que hayan asistido a esas reuniones y que se hayan encontrado con él en la
calle, le saludan como un amigo.”

El ministerio del músico, P. P. Bliss, le convenció al Pastor Simpson del valor de la música; y en
seguida empezó a dar mayor espacio en sus reuniones para la música. En su Iglesia se formaron
coros, daba lugar a que la congregación adorara a Dios por medio de himnos. También abrió su
plataforma a solistas que deleitaron a la congregación en el uso del don que Dios les había
dado. Pero escogió con cuidado a los que cantaron en su Iglesia. Demandó de los solistas la
misma dedicación, motivación y espíritu que se manifestaba en sus prédicas.

El sabor de su ministerio pastoral se reflejó en la vida de muchas personas. Citó a dos personas
que vivían en Louisville. En una ocasión se sintió movido del Espíritu de Dios para visitar a un
ciudadano prominente de la ciudad. La idea le parecía bastante extraño dado que en esa noche
una terrible tempestad azotaba la ciudad. Tan convencido de que era la voz de Dios a su
corazón que se fue - aún en esa tempestad. Como se puede imaginar, el caballero se
sorprendió al encontrar al pastor Simpson en la puerta de su casa y le invitó a pasar a la sala. Al
darse cuenta que fue su preocupación por su vida espiritual, de la cual el dueño de casa
mostraba poco interés, le había obligado al pastor a salir a buscarle en esa tempestad; el
hombre no pudo desoír la voz de Dios y aceptó a Cristo como su Salvador esa noche.

Un joven, recién convertido, pidió permiso del pastor Simpson para pasar parte de su tiempo
libre al medio día para aprender más de las cosas de Dios. El tiempo junto al pastor empezó a
llevar fruto en la vida del joven. Un día el pastor le avisó que unos compromisos le obligaron a
salir de 1a ciudad por unos días. El joven se puso muy triste. El le preguntó, “Guillermo, ¿Te
gustaría que viniera yo a vivir contigo en lugar de tener esta media hora juntos? Claro que sí,
pastor”, respondió. Y el pastor le hizo ver que Cristo vivía en él que podría confiar en y
aprender de El directamente. Al regresar de su viaje Guillermo ya no venía a visitarle al medio
día a Simpson se fue a ver porque. Le recibió al pastor con mucha alegría diciendo “Pastor,
funciona. Ya no tendré que molestarle porque he visto que Cristo realmente vive en mi”.

La asistencia en las reuniones del domingo en la noche seguía aumentando a tal punto que el
local resultó pequeño para dar cabida a los nuevos y se decidió construir una Iglesia - estilo
“tabernáculo”. Se calculaba el costo de la construcción en unos $65,000.00. Con el dinero en la
mano empezaron a construir; pero unos miembros, deseosos de mayores lujos, alteraron los
planos y el resultado fue que el edificio costó la suma de $ 105,000.00. Tenía capacidad para
algo más de dos mil personas. Resultó ser un lujoso Tabernáculo; el más bello al oeste de
Nueva York. Sin embargo arrastraba una deuda de $50,000.00.

En el culto de apertura la Iglesia se colmó con las tres mil personas que asistieron. Fue una
reunión con mucha bendición; pero a muchos les extrañó el hecho de que no hubo ninguna
dedicación del edificio al Señor; cosa que siempre se ve al estrenar un nuevo edificio. Al
preguntar el porque fueron informados de que el pastor rehusaba dedicar a Dios un edificio
hipotecado. Dijo, “Lo dedicaremos a Dios tan pronto que se pague la deuda”. Un año después
de la salida del Dr. Simpson de Louisville se canceló la deuda; y el Dr. Simpson fue invitado a
volver a predicar el mensaje principal de la reunión de dedicación.

El pastor Simpson sirvió en Louisville unos seis años. Empezó su ministerio en el mes de
diciembre del año 1873 y sirvió hasta el mes de noviembre del año 1879. Empezó a sentir que

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su ministerio había terminado en Louisville. Durante su ministerio en esa ciudad había recibido
a más de 800 nuevos convertidos como miembros de esa congregación.

EL DESAFIO DE NUEVA YORK:

La Iglesia de la Calle Trece:


Cuando su gran amigo y colega de ministerio, el Dr. Bruchard se jubiló y dejó el pastorado de la
Iglesia Presbiteriana ubicada en la Calle Trece de la Ciudad de Nueva York, la Junta de la Iglesia
no lo pensó dos veces para invitar al Dr. Alberto Simpson a que se hiciera cargo de esa
prestigiosa Iglesia.

Por haber predicado en esa Iglesia varias veces, el Dr. Simpson tenía conocimientos de la
Iglesia; y de sus recursos humanos y financieros, Veía la posibilidad de hacer impacto en toda la
ciudad, y a través de ella al mundo. Los recuerdos de la Campaña Unida de Evangelización y las
reuniones en la Biblioteca Municipal de Louisville, Kentucky todavía soplaban sobre la llama
que ardía en su alma. Estando en la Ciudad de Nueva York, donde su propia denominación y
otras tenían sus sedes misioneras, abriría puertas para alcanzar a las masas y al mundo.

La potencialidad de esa congregación influyó mucho en la decisión del Dr. Simpson a aceptar la
invitación extendida de pastorear la Iglesia. La pasión de alcanzar a las masas con el Evangelio
ardió con fuerza en el corazón del Dr. Simpson. La idea de pastorear una Iglesia grande en la
ciudad más grande del mundo presentaba un desafío que el Dr. Simpson no podía resistir. Sabía
que la Ciudad de Nueva York daba cobija a gente de todo el mundo. Sabía que habría campos
misioneros a la misma puerta de su iglesia.

Experiencias Nuevas en Su Vida


Algunas de las verdades de Dios aparecieron sobre el horizonte de la vida del Dr. Simpson como
el rayar del sol en todo su fulgor. Poco a poco el Espíritu de Dios le iba abriendo los ojos a
verdades que no captaba antes. En Hamilton y en Louisville el Señor bendijo su ministerio a
muchas personas. Cientos de personas habían sido agregadas a esas congregaciones. Algunos
empezaron a servir al Señor con gozo y alegría. Pero el Dr. mismo sentía que le faltaba algo. Le
parecía que navegaba en el superficie del océano del amor de Dios y su alma deseaba conocer
las profundidades. Además, a veces sufría de altos y bajas en su ánimo. Anhelaba una vida más
victoriosa en todo el sentido de la palabra.

Decidió dedicar todo un mes a buscar a Dios. A veces se fue a casa a comer y a veces no. Se
postraba delante de Dios en oración y ayunos. Dejó por un tiempo su tarea de visitación y su
tarea pastoral. “Me encerré con Dios. Al finalizar la primera semana no me sentía satisfecho. Al
finalizar la segunda semana era peor. No me sentía mejor aún en la tercera semana. Al finalizar
la cuarta, clamaba al Señor en desesperación “Señor, ¿Por qué no me vienes al encuentro?
¿Qué me falta hacer?” Abriendo su Biblia pidió a Dios a que le mostrara el camino a ese
encuentro. En el último capítulo de Mateo encontró estas palabras; “No está aquí, pues ha
resucitado y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis.” (Mateo 28:6,7)

En ese momento se acordó de muchos enfermos que no había visitado durante esas cuatro
semanas; como de otros con grandes necesidades. Salió a la calle y se fue a la casa de una
enferma. Y al empezar a orar a favor de ella le parecía que los cielos se abrieron y sintió que el

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Espíritu de Dios vino sobre él en Su plenitud. Dijo de esa experiencia “Le encontré al Espíritu
de Dios cuando le recibí por fe y salí a usar la bendición recibida para la bendición de otros.”

Pero esa experiencia y sus mensajes sobre el tema le aislaron de muchos de sus amigos.
Apreciaron sus mensajes sobre la necesidad de la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús;
pero cuando empezó a hablar sobre una consagración total a Dios - permitiendo al Espíritu de
Dios a controlar la vida - hablaba de un camino no conocido todavía por muchos en la
congregación; y encontró no poca resistencia. Hizo lo posible para hacerles entender que la
vida mejora cuando es guiada por el Espíritu Santo. No fueron muchos los que se unieron con
el pastor en esa experiencia.

Su Visión Misionera:
Juan Wesley lo dijo primero “El mundo es mi parroquia.” Simpson no lo dijo; pero lo sentía en
lo más profundo de su alma. Dios le iba mostrando a los que no habían sido alcanzados con el
Evangelio de Cristo y se sentía con responsabilidad de hacer algo a su favor. Sin poder saber lo
que el futuro le reservaba, la carga misionera se hacía más evidente sobre su corazón. Ni idea
tenía de la manera en que Dios le iba a usar.

Sentía que Dios le estaba llamando a ser un misionero. Al escuchar los informes de misioneros;
al leer artículos acerca de tribus y pueblos sin conocimientos del Evangelio y al leer la Palabra
de Dios sentía el “Ay de mi, si no voy”. Sin embargo resistía la idea de decir “Sí, al Señor.”

Una noche, al acostarse, pensaba en la necesidad de los perdidos en los campos misioneros.
No dudaba del destino de esas personas si murieran sin haber aceptado a Cristo como
Salvador. Su corazón se llenó de emoción al pensar en la gran necesidad de ellos. Con esos
pensamientos dando vueltas en su mente se quedó dormido. El mismo cuenta lo siguiente: -
“Me desperté, todo mi cuerpo temblaba. Sentía de manera muy especial la presencia de Dios.
El sueño de momentos anteriores pasaba de nuevo por mi mente. Me parecía estar en un gran
auditorio con millones de personas sentados en mi derredor. Me daba la impresi4n que todos
los Cristianos del mundo estuvieron allí.”

“Parados sobre el plataforma estuvo una multitud de personas… caras y formas humanas.
Parecían ser de la China. No hablaban nada pero en la cara llevaban una mirada de profunda
angustia. Retorcieron las manos desesperadamente. Jamás podré olvidar la expresión de
agonía que vi en esas caras.”- Con esa visión en mi mente y temblando, me eché de rodillas y
con todo mi alma dije: “Sí, Señor, Iré.”

Esa noche empezó una nueva etapa en la vida y ministerio del Dr. Simpson. Una visión
misionera había llegado al corazón de un hombre totalmente entregado al Espíritu Santo y
dentro de poco el mundo vería el nacimiento de una entidad que Dios usaría para llevar el
Evangelio de Cristo a millones de personas.

La Sanidad Divina:
Desde su juventud, el Dr. Simpson sufría físicamente. Su espíritu robusto se encontraba
prisionero durante muchos años en un cuerpo frágil y de salud precaria. A los treinta y siete
años de edad, mientras pastoreaba la Iglesia de la Calle Trece en la Ciudad de Nueva York, se
encontró en peligro de un colapso total de cuerpo y mente. Se veía como un hombre
totalmente agotado - física y mentalmente. No podía seguir su ministerio y le dieron permiso
de dejar el pastorado por un tiempo. Con un corazón en tan malas condiciones, un médico de
renombre le dijo que los días de vida que le quedaban serían muy pocos.
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Para recuperarse física y mentalmente se fue a un lugar de retiro que contaba con médicos y un
ambiente tranquilo... a descansar. Estando allí, un día salió a pasear. Caminaba con pasos lentos
porque le faltaba aire y fuerzas. El paseo le llevó a un campamento donde se celebraba una
conferencia religiosa. No entró al pabellón pero desde afuera escuchó las voces de un cuarteto
que cantaban estas palabras: -“Mi Jesús es Señor de señores y nadie puede obrar como El.”

Estas palabras fueron como palabras del cielo que retumbaban en su alma. Se dio cuenta que
aquel Señor era su Señor también. El desaliento y las sombras que se habían apoderado de su
mente y su espíritu se esfumaron y pudo regresar al ministerio - renovado espiritualmente;
aunque todavía debilitado físicamente. Seguía con una salud muy precaria. No quería morir.
¿Qué de esa visión misionera y su deseo de ir a la China? ¿Qué de su deseo de alcanzar a las
masas en la Ciudad de Nueva York? ¿Qué de su señora y los tres hijos? ¿Qué de los planes y
sueños que abrigaba en su corazón? Tales preguntas retumbaban en su mente y en su corazón
mientras con paso lento andaba por la calles de la ciudad.

Allí por los finales del siglo diecinueve soplaron vientos de renovación en los círculos
evangélicos. Se hacía énfasis sobre la santidad en la vida del hijo de Dios. Aparecieron unos
predicadores declarando que en ese día el Señor todavía gozaba del poder y el deseo de sanar
cuerpos.

Uno de aquellos predicadores fue el Dr. Cullis. Anteriormente había servido como Director de
un sanatorio donde trataban a personas con tuberculosis. Tenía mucha compasión para tales
enfermos y siendo un buen cristiano empezó a orar por ellos. Veía una recuperación acelerada
en ellos. Pronto dejó el uso de medicamentos y se dedicó a orar por ellos; y muchos se
sanaron. Por fin dejó su profesión y se dedicó a compartir su creencia en Conferencias e
Iglesias.

Agosto, en el año 1881 Simpson estuvo en una Conferencia en el estado de Maine. El Dr. Cullis
estaba en las cercanías como uno de los oradores en una campaña que se celebraba en un
anfiteatro en una playa, no muy lejos de la Conferencia de OId Orchard. Movido por el Espíritu
de Dios, el Dr. Simpson asistió a una de esas reuniones. Estando presente, escuchó el
testimonio de muchas personas que por la fe sola fueron sanadas de varias enfermedades -
algunas de ellas muy graves.

Una pequeña esperanza nació en el corazón de este enfermo. “Si el Señor les sanó a ellos; ¿no
podrá sanarme a mi también?” Pero no quería ser engañado y se fue a la Biblia. El mismo
testifica del resultado: - “Doy gracias a Dios que no busqué a los hombres. A los pies de Cristo,
con mi Biblia abierta, quedé convencido que esto era parte del glorioso Evangelio de Cristo para
un mundo pecaminoso y sufrido. Y que estaba al alcance a todo aquel dispuesto a creer y
recibirlo.”

Teológicamente, estaba convencido de la verdad de la doctrina; sin embargo no se sentía capaz


de predicarla hasta experimentarla en su propia vida. Faltaba un encuentro con Dios donde le
sería posible probar la efectividad de la doctrina. Guiado una vez más por el Espíritu de Dios,
salió a caminar por el prado. Iba a paso lento, su corazón no daba para más. La respiración le
venía en forma agitada. Encontró un pequeño bosque de pinos y allí, a solas con Dios, se
arrodilló a buscar la realidad de la doctrina que había creído. Y ni oró ni creó en vano; porque
Dios le tocó y le rescató de una sepultura prematura.

Antes de levantarse de sus rodillas, hizo un voto triple a Dios.

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1. Aceptaría la doctrina de la Sanidad Divina como enseñanza de la Palabra de Dios y
parte del Evangelio de Cristo.

2. Recurriría sólo a Dios para la salud de su cuerpo hasta finalizar la obra que Dios le
había encomendado.

3. Usaría esta bendición para la gloría de Dios y para el bien de otros.

Unos días después se fue a un paseo y subió a una colina de unos mil metros de altura - cosa
imposible para él semanas atrás. Llegando a la cumbre sin fatiga ni debilidad no pudo menos
que dar gracias a Dios por la sanidad que gozaba.

No tardó en descubrir que no todos se regocijaban con él por la salud que disfrutaba. No
faltaban personas listas a criticarle y decir que la sanidad Divina no puede ser para los
creyentes de hoy. Querían polemizar con él sobre el tema. No cayó en aquella trampa. Las
críticas no podían lograr nada a la luz de los hechos. Sabían que antes era un hombre enfermo,
débil - que sufría del corazón. Ahora le veían bien de salud, recobrando los kilos perdidos, con
energías de sobra y andando a paso ligero. Desde aquel día entre los pinos cuando el Señor le
tocó y le sanó, gozaba de una buena salud hasta que faltara unos días para partir viaje al cielo...
unos treinta y cinco años más tarde. Lo que logró en esos años no dejaba de asombrar a
muchos. Predicó con poder. Escribió libros. Cientos de himnos salieron de su corazón. Fue muy
buscado para predicar en Conferencias, Retiros y Campamentos. Pocos fueron sus días de
descanso o recreo.

Había prometido a Dios usar esa doctrina de la Sanidad Divina para la bendición de otros; y no
se olvidó de su promesa. Por predicar aquella verdad se convirtió en blanco de parte de
muchos. Como en ese tiempo había - como los hay hoy - los extremistas en lo que a esta
doctrina se refiere, fue muy fácil para muchos procurar meterle al Dr., Simpson entre sus filas.
Aunque su ministerio no se caracterizara por ninguno de esos actos escandalosos, no faltaban
las críticas. No quedaba más remedio que aguantar la crítica y dejar que los hechos y las
personas sanadas taparan la boca de aquellos que le atacaban.

Su fuente de poder la encontró en Cristo mismo y en la plenitud del Espíritu Santo. Esta
relación íntima con su Dios le convirtió en un hombre de oración. No se sabe si pasaba muchas
horas en oración como ejercicio especial cada día; pero si se sabe que todo lo que intentaba
para Cristo fue bañado en oración.

Por medio de la oración descubrió la voluntad de Dios - igualmente por medio de la oración
descubrió el mecanismo espiritual para efectuar la voluntad de Dios. En oración descubrió el
poder para llevar adelante el mecanismo a una feliz y victoriosa realidad. Para él la oración era
mucho más que un rito. La veía como una puerta abierta al Lugar Santísimo - el Santuario del
Altísimo. Allí encontró una yeta de oro que enriqueció cada faceta de su vida y ministerio. Para
el Dr. Simpson lo de “orar sin cesar”, se logra al vivir consciente de la presencia de Dios en la
vida diaria. Lo explicó así: - “No tuve que subir al cielo para encontrar a Dios. Al más mínimo de
mis susurras, Dios me contestó con “Aquí estoy”. Que precioso es estar debajo de la sombra de
Su Presencia. La oración requiere el calor de la vida actual para dar vitalidad, realidad, y fuerza
a nuestra comunión con Dios”.

Se dice que cuando el cuerpo ya no daba para predicar o escribir, se daba a la oración día y
noche. Recordaba a sus hijos espirituales y los misioneros que estaban en el campo. Nosotros
hoy continuamos la obra que Dios le dio - obra que él empezó; pero que dejó en nuestras
manos para llevarla adelante hasta el regreso de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores.

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Allá por el año 1918, el cuerpo que había resistido durante muchos años empezó a decaer. Las
energías ya no estaban al mismo nivel de antes. La pluma no producía ni libros ni artículos para
las revistas del mundo. De Nyack bajaba a la sede de la Misión en Nueva York; pero dejó la
dirección de la obra en las manos de hombres muy capaces y de confianza.

En el año 1919 el Concilio se llevó a cabo en el Instituto Bíblico de Toccoa FalIs. Su salud no le
permitía asistir a esa reunión; pero les envió un cable animándoles a seguir adelante en la gran
tarea que Dios les había encomendado - seguir adelante con fe, con vigor y en plena confianza
en el Señor. Hacerlo en la confianza de que el Señor quería hacer cosas aún más grandes por
medio de la Alianza en Norteamérica y en el mundo.

En sus últimos días muchos le buscaron para que orara por ellos. Un día en señor Mac Arthur,
buen amigo, se presentó en su puerta. El Dr. Simpson le saludó y luego le preguntó si había
venido para orar por él. “No” le respondió, “He venido para que usted ore por mí. He andado
por varios meses predicando los mismos sermones; y quiero que Dios me unja de manera
especial y que me dé nuevos mensajes para el pueblo.”“Si es así, ven a mi despacho”, dijo el
anciano. Después de un tiempo en oración el Sr. Mac Arthur salió con un fuego que ardía en su
corazón y sus mensajes nuevos fueron de bendición para muchos y para la salvación de otros.

En el otoño del año 1919, mientras estaba descansando en la terraza de su casa, perdió el
conocimiento. Le llevaron a su cama. Un médico y algunos amigos pasaron la noche con él; y
en la mañana del 29 de octubre su espíritu y alma regresaron al Dios que amaba tanto - a
esperar con ganas el día del Señor. Su muerte no pasó desapercibida en el mundo Evangélico.
Centenas de cartas llegaron a la casa Simpson. En los funerales los de renombre en el mundo
religioso enviaron sus condolencias. Cartas expresando el aprecio de muchas entidades por la
obra y la influencia de Dr. Simpson en el movimiento Evangélico en Norteamérica y en el
mundo, llegaron a casa.
El Dr. Simpson, poco antes de su muerte refiriéndose a su propia influencia sobre el mundo
Evangélico, dijo lo siguiente: “Si alguna vez en mi vida he podido hacer algún bien a alguien, no
ha sido yo, sino Cristo en mí.”

El Sr. Lowe Fletcher, muy amigo del Dr. Simpson por más de 44 años expresó su resumen de la
vida de este hombre de Dios así: - “La historia de la vida del Dr. Alberto Simpson y su obra no se
puede relatar solamente con palabras. Hasta que los hombres y mujeres salvados a través de
su ministerio se presenten uno por uno desde el Tibet, de las orillas del Río Congo, de la China,
de la India de Sudamérica y de los lugares más remotos de la tierra; y se sienten con él en el
Reino de Dios - recién se podrá tener una idea aproximada del alcance de su ministerio en la
tierra bajo la unción del Espíritu Santo”.

Fue sepultado en los terrenos de la Missionary Training Institute, ahora Nyack College, en
Nyack, Nueva York, el primer Instituto Bíblico fundado en Norteamérica. Los alumnos pasan
por allí en camino a sus clases; y sus voces no le molestan. Su presencia sigue siendo un desafío
a los que por allí pasan a dedicar su vidas a Dios, como él lo hizo, y a esperar grandes
bendiciones de Dios.

Alberto Benjamín Simpson amaba a Dios con todo su corazón, y con toda su alma y con toda su
mente. Además amaba a su prójimo como a si mismo. Por eso el Señor le podía usar para la
bendición de muchos y para la gloria de Dios.

Nos ha dejado una herencia envidiable. Que hagamos lo mismo a las generaciones que nos
siguen para que “A Dios Sea la Gloria”.

19
Nueva York: CUNA DE ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA
Tenemos que volver a Nueva York. - El Dr. Simpson comenzó su ministerio en el mes de
noviembre del año 1879, y desde el primer día el Señor comenzó a bendecir su ministerio. La
iglesia comenzó a crecer. Personas se entregaban al Señor y muchos se afiliaban a la iglesia
como miembros.

La visión de Simpson para ir a aquella iglesia incluía a todos los pueblos del mundo. La
compasión de su corazón por alcanzar a los pueblos le llevaba cada vez más afuera de las
paredes de los edificios, aún para proclamar el mensaje a las multitudes que iban pasando.

La iglesia que pastoreaba se encontraba en una de las avenidas principales de la ciudad de


Nueva York. Era una iglesia de bastante lujo, cuyos miembros eran hombres y mujeres
económicamente pudientes. Eran generosos con su pastor y en sostener la obra de la iglesia. La
Mayoría de los miembros pagaban por el uso de los asientos de la iglesia, los cuales eran
considerados como propios. Pocas veces, a menos que no hubiera otro lugar, alguna persona
ocupaba uno de esos asientos, que era pagado por otro miembro de la iglesia.

Antes de venir a Nueva York, el Dr. Simpson habló con los dirigentes de la Iglesia, y prometieron
colaborar con él para alcanzar a las masas de la ciudad que no asistían a ninguna iglesia. Con
unos miembros que pensaron como él, salía a las calles a predicar.

Iba a las esquinas, a hogares, a teatros y otros lugares en su afán de alcanzar a los que de otra
manera no escucharían nunca aquella invitación bondadosa de Dios. Veía a la gente como
ovejas descarriadas - sin Dios, sin paz y sin pastor.

No podía estar tranquilo si no ganaba almas para el Señor. Muchos le dijeron que salir a
predicar en la calle no era una labor digna para un pastor que pastoreaba una de las iglesias
más influyentes de la ciudad. Poco le importaba tales consejos; porque había escuchado la voz
de Dios llamándole a este ministerio en las calles - la voz que no podía desoír. La mejor prueba
que era la voluntad de Dios, era el número creciente de personas que buscaban a Cristo como
su Salvador en esas reuniones que hacía en las calles.

Por el ministerio del Dr. Simpson, docenas de personas se convirtieron al Señor. Muchos eran
inmigrantes, de una apariencia humilde. No se vestían igual a los miembros de la Iglesia. Y
además, sus culturas eran muy diferentes. Y como no tenían ninguna iglesia a qué asistir;
acudían a la Iglesia de “su pastor”. Para muchos de ellos, fue su primera visita a una iglesia
Evangélica. Sus costumbres no eran de las mejores y su desconocimiento del comportamiento
que se debe tener dentro de una iglesia de esa categoría incomodaba a los “miembros” de
aquella iglesia. Los extranjeros aún no hablaban bien el inglés.

Una buena parte de las entradas de la Iglesia provenían de cuotas que los miembros pagaron
para disfrutar de asientos asignados en la Iglesia. Tendría que ser una emergencia para que uno
se sentara en un asiento asignado a otro.

En su primera visita los nuevos tomaron a los acomodadores de sorpresa. Pues, tomaron el
asiento que mejor les pareciera. Cuando algunos de los “miembros llegaron un poco tarde
encontraron que los nuevos habían ocupado “sus asientos” y no tuvieron donde acomodarse.
Estas cosas no dejaron de afectar negativamente a muchas personas en la congregación.

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Empezaron los mal entendidos. El pastor quería una Iglesia abierta a todo el mundo. Los
dirigentes deseaban una Iglesia solo para los “suyos”.

Los diáconos pidieron una entrevista con el pastor para tratar el asunto. Veían con agrado el
crecimiento de la Iglesia; y el hecho de que un buen número de personas de la sociedad se
hicieron miembros de la Iglesia después de una profesión de fe en Cristo Jesús. Pero no les
parecía bien traer a la Iglesia a esas personas que se habían convertido en la calle.
Recomendaron al pastor buscar otro sitio y otra hora para atender las necesidades espirituales
de ellos en vez de traerlos a la Iglesia.

Hubo quejas y descontentos de parte de algunos en la iglesia. Por un lado no querían perder
por nada a su pastor. Según el parecer de ellos, su pastor era el mejor de la ciudad y el mejor
orador que jamás habían oído. Era un pastor muy educado, dotado y bien conocido en todo el
continente. – Otros decían: “pero nosotros pagamos por nuestros asientos en la iglesia y no
queremos tener a esta gente inculta, ni tampoco estamos dispuestos a ceder nuestros asientos
a las masas de la calle que han comenzado a asistir a “nuestra” iglesia.

La visión del pastor y la visión de la congregación no andaban por los mismos rieles. El sentía la
voz de Dios llamándole a la calle para alcanzar las masas con el Evangelio. Para la gente bien
acomodada no faltaban pastores. Pero pocos se preocuparon de la gente pobre de la calle.
Sentado en esa reunión, con la cabeza inclinada en oración a su Dios, empezó a desfilar por su
mente las multitudes que iban y venían sin orientación espiritual. Vio a los rostros demacrados
por los vicios. Los vio en su desesperación, en su engaño y en sus ilusiones. Les vio
arrastrándose en el fango del pecado donde muy pocos estaban dispuestos a extenderles la
mano para ayudarles. En esos momentos pasaron por su mente también las caras de hombres
y mujeres que en los ayeres de la vida vivían sin Dios; pero que ahora caminaban con Cristo en
sus corazones; transformados por el poder de Dios. Vio hogares restablecidos; jóvenes y
señoritas rescatados de una vida perdida. Ahora andaban con testimonios conmovedores en
los labios y una sonrisa en la cara, hijas e hijos de Dios.

Hombre de percepciones profundas, se dio cuenta que las visiones eran irreconciliables.
Después de sopesarlo bien y buscar a Dios en oración, anunció su decisión de renunciar a la
congregación el 7 de noviembre de 1881, y pidió a la congregación a que le librara del
compromiso hecho al venir a la Iglesia. Le pidieron que reconsiderara su decisión; pero les dijo
que no les convenía ni a ellos ni a él. En esa reunión muchos lloraron. No querían que su pastor
se fuera. Muchos habían encontrado a Cristo como Salvador bajo su ministerio. Otros habían
crecido mucho en su vida espiritual. “Que no se vaya, pastor”.

Tres factores le llevaron a tomar ese paso.

1. La actitud de la Iglesia para con los que venían de la calle.

2. La mayoría de la Iglesia no aceptó la doctrina de la Sanidad Divina.

3. Convencido ya de que el bautismo era para los que usando de la razón aceptaron a Cristo
como Salvador; ya no se sentía libre para bautizar a los recién nacidos.

Decidieron darle un tiempo para reflexionar sobre su decisión. Al renunciar, comprendió que
estaba en una ciudad grande sin recursos económicos, sin una iglesia u organización que le
respaldara. Además tenía una familia grande que sostener. Sus amigos más íntimos
pronosticaron el fracaso rotundo de su “sueño”. Juan Hall, uno de los líderes de la iglesia, dijo a
Simpson cuando abandonó la casa pastoral: “No le diremos Adiós, porque de aquí a unos días

21
usted va a volver con nosotros”. Debía haberle dicho “Adiós!”; porque nunca volvió a pastorear
esa Iglesia. Según Simpson la decisión que tomó, caía dentro de la voluntad de Dios para él.

La salida del pastor se logró sin recriminaciones ni acusaciones; y los años venideros mostraron
la relación calurosa y amistosa que se mantenía entre ellos. En más de una ocasión le invitaron
a ocupar el púlpito en reuniones especiales.

No fue una decisión fácil. Gozaba de una recompensa generosa como pastor de esa Iglesia. La
casa pastoral era buena y cómoda. Sus beneficios incluían un mes de vacaciones. Al salir de la
Iglesia, renunciaba a esas entradas económicas. Tendría que desocupar la casa pastoral.
Todavía tendrían que proveer casa y sostén para su familia. Ni duda tenía de que eso era la
voluntad de Dios y que no le quedaba más remedio que hacer lo que hizo.

Pastores que le conocían opinaron que había perdido el uso de la razón. Si confiar en Dios para
la salud de su cuerpo era para ellos una tontería; confiar en Dios para las necesidades de la
familia sería el colmo. Algunos de los ancianos de la Iglesia vinieron a la casa pastoral para
ofrecer sus condolencias a la señora Margarita, esposa del Dr. Simpson. “Nos parece que
estamos presentes en sus funerales.”

No es siempre fácil ser la esposa de un hombre como el Dr. Simpson. El Dr. Tozer hablando de
esta situación comentó que una esposa no tiene otra alternativa que seguir a su marido - tener
o no la misma visión. Tenía que andar por fe y eso a veces por la fe de su marido. De un día a
otro dejó de ser una mujer afluente y bienvenida en los círculos altos de la sociedad, a estar sin
casa y sin los recursos necesarios para dar de comer a su familia de siete.

¿Qué fue? ¿Una locura o un tremendo paso de fe? ¡Veremos!

No pasó mucho tiempo para que los Simpson se hallaran en grandes dificultades económicas.
Una cosa es confiar en Dios cuando toda va bien y no hay necesidades que preocupan; otra
cosa es confiar en El cuando falta el pan de cada día. Una cosa es confiar en Dios cuando se
trata de uno mismo y no se ha comprometido a otras personas; otra cosa es cuando hay siete
bocas más que de ti dependen.

La cosa se puso más grave aún cuando la familia, acostumbrada a una vida cómoda, se
encontraba sin esas comodidades. Antes no tenía que preocuparse por asuntos económicos. El
Dr. Simpson había pastoreado Iglesias grandes que pagaban bien a sus pastores. Pero las cosas
habían cambiado. Ya no gozaban de entradas fijas. Los ahorros rápidamente se esfumaron y la
familia no estaba dispuesta a vivir a base de sacrificios.

Simpson no tenía más recursos que buscar a Dios. Buscó a Dios en oración, a solas; y entregó
esa carga a Dios. No abrigaba ninguna duda de haber hecho la voluntad de Dios al salir de esa
Iglesia para dedicarse a predicar el evangelio a la gente de la Ciudad de Nueva York. El mismo
admite que la prueba fue dura; pues afectó el bienestar de su esposa y sus hijitos. No es fácil
seguir confiando en Dios sin tener ninguna solución a la vista. Llegó al extremo cuando su
familia manifestó su oposición a él; y se opuso a sus convicciones y el paso “mal pensado” de
dejar la Iglesia.

Así, con la familia y casi todos sus amigos en contra, soportó la recia lucha con tranquilidad.
Sabía que el Señor cuidaría de él y de su familia. Su castillo fue el aposento alto, donde con la
puerta cerrada, a solas con su Dios, descubrió una vez más que la fe en un Dios todopoderoso
le aseguraría la victoria.

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NACE LA ALIANZA
El Dr. Simpson era un hombre de acción y no tardó en poner en marcha el plan que tenía para
alcanzar a la gente de la ciudad. Quería tener un ministerio tanto entre los pobres como entre
los afluyentes.

Los periódicos siempre tenían interés en las actividades del Dr. Simpson. Algunos publicaron el
sermón del domingo en su edición de lunes. Aprovechó de esta buena voluntad para poner un
anuncio en el periódico invitando a la gente a asistir a una reunión el próximo domingo por la
tarde en el local conocido como Caledonia Hall. Antes de salir de la Iglesia advirtió a la
congregación de la Calle Trece que no quería que asistieran a sus reuniones y que
permanecieran fieles a su propia Iglesia. De los más de 700 que se presentaron esa noche,
solamente dos de la Calle Trece desoyeron su súplica y aparecieron. No se sabía si fuera por
interés sincero o tan solo para curiosear.

Al final de la reunión anunció su plan de organizar una campaña evangelística para alcanzar a
los no convertidos e invitó a los interesados a reunirse con el después de la reunión para un
tiempo de oración y planificación.

Fueron solo siete los que se presentaron para unir fuerzas con él. Se reunieron en los altos de
un teatro viejo llamado “Calendonian Hall” en la ciudad de Nueva York. Pero lejos de
desanimarse, dieron gracias a Dios en oración y encomendaron esa obra a las manos de Dios.
Dado que empezaron con un número tan reducido, sabían que si de esto saliera un movimiento
útil para Dios, tendría que ser obra de Dios y no de los hombres.

Uno de los siete se llamaba José Pulís, un borracho transformado. De él el Dr. Simpson decía
que era el peor pecador de la ciudad; pero que después de aceptar a Cristo, era el santo más
simpático que había encontrado en toda la ciudad. Desde esa primera reunión hasta que el
Señor le llevó a Su presencia allí por el año 1914, el señor Pulís no se apartó de esta obra y se
dio íntegro a trabajar, hombro a hombro, con aquel hombre que le halló en el fango del pecado
y le llevó a los pies de Cristo Jesús donde encontró perdón y vida eterna.

Era un día de noviembre del año 1881. Sin que se dieran cuenta, habían presenciado en esa
tarde el nacimiento de una entidad ungida - evangelística de naturaleza y con visión
misionera que con el tiempo llegó a ser La Alianza Cristiana y Misionera. Un movimiento que
predica el evangelio en seis de los siete continentes del mundo.

Más tarde, refiriéndose a ese principio tan humilde de la obra, el Dr. Simpson escribió así:

“Recuerdo bien aquella tarde fría, de un cielo gris, cuando un grupo de ocho personas se reunió
en un aposento alto para empezar una obra para Dios. Abrimos nuestras Bíblias y leímos las
siguientes palabras aquella tarde: - “Quién ha despreciado el día de las cosas pequeñas? No
con ejércitos ni con fuerza, sino con mi Espíritu ha dicho Jehová de los Ejércitos.’ (Zacarías
4:6,10) Nos arrodillamos en oración delante del Señor para alabarle porque éramos humildes,
éramos pocos, éramos débiles y que allí mismo entregamos nuestro todo al poder del Espíritu
Santo y El jamás nos ha fallado.”

23
Fue un paso de fe comprometerse a pagar los alquileres de la Academia de Música. Parecía un
paso insólito dado el número reducido y la falta de recursos financieros; pero a la medida que
avanzaron, el Señor proveía lo necesario.

En el principio no existía ninguna organización formal. Los creyentes interesados empezaron a


unirse en el trabajo y los convertidos necesitaban de una Iglesia hogar. Pues Dios estaba
guiando a los hermanos a asociarse para formar una Iglesia Cristiana para llevar a cabo una
obra especial según los principios y ejemplo de la Palabra de Dios. Después de mucha oración,
el 10 de febrero del año 1882, un pequeño grupo se reunió en la casa del pastor para dar algo
de formalidad a la obra. En esa reunión se recibió un grupo de 35 hermanos que formaron el
núcleo de la obra. Un año más tarde el número de personas en la congregación había superado
los 700 que se reunía los domingos por la noche.

Una Campaña evangelística con el bien conocido predicador, Jorge Pentecostés resultó en la
conversión de muchas personas. Tantos se convirtieron que hacía falta un lugar más amplio y
pasaron a reunirse en Steinway Hall, ubicada en la Calle Catorce.

En el mes de mayo del 1882 pasaron al local de la Gran Opera en la Avenida Ocho de la ciudad
donde seguían con campañas y reuniones dominicales por el espacio de dos años. Durante el
verano de ese mismo año un hombre de negocios de la ciudad de Newark, Nueva Jersey, donó
una carpa para la obra evangelística en la ciudad. Sin que lo solicitaran, el dueño de un terreno
en la Calle Veintitrés ofreció el uso del sitio para la instalación de la carpa.

El sitio resultó ser ideal y muchas personas recibieron a Cristo como su Sa1vadory hubo
muchos casos en que el Señor extendió Su mano para sanar. Corresponsales de distintos
periódicos visitaron a los “sanados” para comprobar la veracidad de los hechos. Hablaron
con vecinos y médicos. Después tuvieron la gentileza de publicar en sus periódicos los
resultados de sus investigaciones corroborando la veracidad de los hechos.

Dios bendijo las distintas campañas realizadas. Y a los dos años de haber comenzado esta obra,
tuvieron fe para organizar una campaña a lo grande en la Ciudad. En el centro de la ciudad
estaba el famoso Madison Square Garden - lugar de actos célebres en la historia de la ciudad.
La campaña resultó ser otro gran éxito de muchas profesiones de fe. Después de la Campaña
volvieron al auditorio de La Gran Opera.

En la primavera del año 1884, se instalaron en lo que llegó a ser conocido como el ‘Tabernáculo
de la Calle Veintitrés”. Al inaugurarlo, Dr. Simpson relató la siguiente historia: - “Deseábamos
usar este edificio cuando servía todavía como un cuartel abandonado. Al indagar sobre el
asunto descubrimos que un señor lo había tomado en arriendos con un contrato de quince
años. Su plan era de transformarlo en un gran teatro para presentar en ello una obra blasfema
de teatro titulada, “La Pasión.”

“Seguimos en oración a que el Señor nos diera ese sitio. Una noche escuché a una mujer orar
de esta manera: ‘Señor, que los carpinteros preparen ese edificio para nosotros. Que la
compañía de teatro lo amueble y lo ordene especialmente para nosotros; porque a nosotros
nos falta el dinero para hacerlo.” Dios contestó la oración de esa mujer y de muchos más.
Después de gastar la suma de setenta mil dólares en arreglar y equipar el edificio, la compañía
se fue a la quiebra. Nos ofrecieron vender las mejoras hechas por cinco mil dólares.”

“Con esta oferta entre manos buscamos el rostro de Dios en oración; y el Señor puso freno a
nuestro entusiasmo. Por fin, el edificio fue ofrecido en subasta y un caballero lo compró y nos lo
ofreció en alquileres bien reducidos. De manera que pudimos entrar en este edificio sin tener

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que gastar ni un centavo en mejoras.” – Parecería que Dios se complacía en proveerle a
Simpson teatros, aquellas sinagogas de Satanás, para que fueran convertidos en lugares de
salvación de almas para Cristo. El tabernáculo, que por tantos años sirvió de centro de
actividades de Simpson y sus colaboradores era antes un teatro, rodeado de muchos otros.

La manifiesta bendición del Señor sobre este esfuerzo en la ciudad les obligó a formar una
Alianza de los muchos creyentes que se plegaban a él. Todos con la misma meta, la misma
visión y la misma compasión para un mundo que se perdía sin Dios y sin Su amor.

También en el año 1882 empezó a enseñar a los que querían dedicar todo su tiempo a la obra -
tanto en los Estados Unidos como en el campo misionero. El Instituto Bíblico se organizó
formalmente en el año 1883; convirtiéndose así en el primer Instituto Bíblico del Nuevo
Mundo.

Como en la primera Iglesia Cristiana, la visión misionera ocupó un lugar importante en este
movimiento. Había que llevar este mensaje de Cristo, cuanto antes, a diferentes ámbitos de la
tierra. Con ese fin se organizó en el año 1883 una entidad llamada La Unión Misionera, para
poner su grano de arena en bien de la evangelización del mundo.

Además, el Dr. Simpson aceptó el desafío de editar y circular dos revistas misioneras (El
Evangelio en el Mundo y la Palabra, La Obra y el Mundo con la esperanza de despertar la
conciencia del pueblo Cristiano a su responsabilidad para con los perdidos que andan en las
tinieblas - sin Dios y sin esperanza en este mundo - esclavos del enemigo de sus almas.

La peregrinación del grupo les llevó a ocupar once locales en los primeros diez años de su
existencia antes de poder ubicarse finalmente en el ‘Tabernáculo del Evangelio” en la Avenida
Octava entre las calles 43 y 44 de La Ciudad de Nueva York - el hogar permanente de la Iglesia
durante unas nueve décadas.

Propósitos de la Alianza Misionera Evangélica:

La visión misionera se cristalizó en la organización de La Alianza Misionera Evangélica en el año


1887. Sus propósitos se delinearon claramente en la forma siguiente:

1. Será evangélica.

2. Se preocupará de la evangelización rápida de los sectores más olvidados de los campos


misioneros.

3. Se utilizará únicamente hombres y mujeres totalmente consagrados - tanto laicos como


ministros preparados.

4. Se mantendrá los principios de una economía austera. No se ofrecerá salarios fijos.

5. Dependerá únicamente de Dios para la adquisición de los fondos necesarios para la obra por
medio de ofrendas voluntarias.

6. Hará lo posible para educar a los cristianos a ofrendar en forma generosa y sistemática para
el sostenimiento de esta obra importante de la Iglesia de Dios.

7. Formará Iglesias y grupos para promover y extender sus actividades.

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8. Se gobernará por una Junta de Directores elegidos anualmente. Esta Junta nombrará y
dirigirá las actividades de los misioneros sostenidos por la entidad.

9. Permitirá a las Iglesias Nacionales, establecidas en el campo misionero, organizar y


administrar sus propios asuntos con entera libertad; requiriendo únicamente que sus
métodos y enseñanzas sean Bíblicos.

Es interesante notar que aún antes de organizarse formalmente, la Alianza había enviado varios
al campo misionero para predicar el Evangelio.
Propósitos de la Alianza Cristiana:

En ese mismo año se organizó legalmente la Alianza Cristiana para proveer la organización
necesaria para los grupos que se iban formando en distintas ciudades de Los Estados Unidos y
el Canadá. Estos grupos se formaron para evangelizar su comunidad y apoyar la visión y obra
misionera. - Sus propósitos principales fueron:

1. Predicar el Evangelio en Norteamérica y en las naciones del mundo.

2. Promover esfuerzos misioneros domésticos y foráneos.

3. Preparar ministros y misioneros para esta obra.

De esta manera, en la última década del siglo diecinueve se formaron las bases del movimiento
de la Alianza. No solo se logró la formación legal de la Alianza en esa época; sino también se
formaron muchos de los Departamentos que dirigían las distintas actividades auspiciadas por la
Entidad.

En un informe que el Dr., Simpson leyó al Concilio Anual de la Alianza en el año 1897 - o sea
diez años después de la organización formal de la obra encontramos lo siguiente:

“Es un poco difícil medir la fuerza y extensión actual de la obra aquí en los Estados
Unidos y el Canadá. Sin embargo hay unas 300 congregaciones en estos dos países y en
Europa. Además estamos alcanzando a cientos de miles de personas cada año por
medio de nuestras publicaciones y los cientos de Convenciones que se celebran.”

Dos de las Convenciones más bendecidas fueron aquellas que se llevaron a cabo en la Ciudad
de Nueva York y la de Old Orchard, en la costa del Estado de Maine. En Nueva York se
celebraban las Convenciones anualmente con la participación de los oradores más destacados
de la época. La gente venía desde lejos para sentarse a la mesa y servirse de este banquete
espiritual. El Dr. Simpson dirigió personalmente la Convención de Oid Orchard también y varias
miles de personas asistieron tanto de los Estados Unidos como del Canadá.

Grandes sumas de dinero fueron recogidas en las famosas “Ofrendas Misioneras”. Estas
ofrendas despertaron enorme interés en el mundo religioso; y también en la prensa secular.
Los periódicos enfocaron su atención en lo extraordinario de ofrendas de joyas, relojes, anillos
y muchas otras cosas de valor que fueron entregadas para la obra misionera. Jamás se había
contemplado cosa semejante en los Estados Unidos.

Dentro de poco, las Convenciones comenzaron a celebrarse en otras ciudades como Cleveland,
Ohio; Philadelphia, Scranton y Pittsburg en el estado de Pennsylvania. Iglesias
denominacionales solicitaron al Dr. Simpson a que viniera para organizar Convenciones en sus
Iglesias, ofreciendo todo el dinero recaudado en esas Convenciones para la obra misionera de

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la Alianza. De esta manera la obra creció rápidamente y atrajo amigos a su causa la obra
misionera.

La Fusión de las Dos Entidades:

Durante la primera década de existencias la Entidad Misionera y la que administraba la obra en


los Estados Unidos funcionaron en forma independiente. Sin embargo estaba a la vista que
para la mejor marcha de las dos entidades que sería deseable unir las dos entidades en una.

En su informe anual del año 1896 el Dr. Simpson dijo: - “Se cree que la proyectada unión de las
dos entidades simplificará notablemente la eficacia de ambas; y la unión reducirá los gastos.
Los objetivos reales de las dos entidades son en gran parte idénticos.” - “Pues, en realidad la
una complementa la otra. La Alianza Cristiana es la entidad que sostiene la Alianza Misionera;
y la Alianza Misionera es el desaguadero de la Alianza Cristiana. Mano a mano han andado y
trabajado juntos en su afán de dar testimonio para Cristo en los Estados Unidos y predicar el
Evangelio a los olvidados del mundo.”

Fue el dos abril de 1897 que las dos entidades se incorporaron bajo una nueva Constitución; y
de acuerdo con las leyes del Estado de Nueva York Desde esa fecha es el movimiento conocido
como LA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA. - Es un nombre largo; pero a la vez, un nombre
que nos identifica. Nos identifica como una Alianza de seguidores de Cristo Jesús, unidos y
dedicados a la proclamación del Evangelio a todo el mundo.

Política y los Ideales de la Alianza:


Cinco años antes de su muerte, Simpson definió la política y los ideales de la Alianza en las
siguientes palabras:

“PRIMERO: Y esto es lo mejor. La Alianza es un movimiento evangélico. Y en estos días de duda


y negaciones en lo que a la Biblia y la sangre de Cristo se refiere, defendemos la
fe una vez entregada a los santos; y creemos firmemente que si no estamos en
condiciones de dar un mensaje claro y divino a este mundo, mejor sería no dar
mensaje alguno.”

“SEGUNDO: Es un movimiento evangelístico. No tiene por meta instituciones ostentosas ni


edificios lujosos; sino la predicación del Evangelio al mundo tan pronto que nos
sea posible y así dar a todos por lo menos una oportunidad de alcanzar a la vida
eterna.”

“TERCERO: Es un movimiento espiritual que procura enviar a los campos misionero los que
han sido bautizados con el Espíritu Santo y que están capacitados para
desarrollar una vida Cristiana y ejemplar entre las personas a quienes ministran
la Palabra de Dios.”

“CUARTO: Es un movimiento internacional. Por lo inmenso de esta tarea que abarca a todo el
mundo cuenta con la colaboración de hombres y mujeres preocupados por el
bienestar espiritual de cada raza y lengua.”

“QUINTO: Es un movimiento pionero. No nos interesa duplicar lo que se está haciendo; sino
procura alcanzar a aquellos lugares olvidados del mundo perdido, En la China los
de La Alianza fueron los primeros en entrar en las Provincias de Hunan y Kwangsi.
En Palestina la Alianza edificó la primera capilla evangélica en Jerusalén En
27
Vietnam la Alianza estableció la primera Iglesia evangélica. En Venezuela, como
también en el Ecuador las primeras iglesias evangélicas que se construyeron
fueron de la Alianza. Detrás del Gran Muro de la China descansan los cuerpos de
33 mártires de la Alianza. Cuesta ser un pionero. Muchos de los nuestros han
muerto por querer llevar el Evangelio de Cristo a toda criatura.”

SEXTO: Es un movimiento que practica la economía. Evita establecimientos costosos, y hace las
mil maravillas con cada dólar. Envía al campo como misioneros sólo aquellos que
están dispuestos a dar sus vidas en servicio; y a estar contentos con recibir
apenas lo suficiente para cubrir los gastos elementales de la vida.”

“SEPTIMO: es un movimientos premilenial. No se ilusiona creyendo que va a convertir a todo el


mundo; más bien trabaja para cosechar de entre las naciones a un pueblo para
Su Nombre mientras que espere la venida del Señor.”

La médula de la Alianza es la obra misionera. Esa obra es un fiel reflejo de la pasión que se
encontraba en el corazón del Sr. Simpson.

Estando un día en su despacho, tomó un mapa del mundo en forma de globo y apretándolo
contra un pecho que vibraba con la pasión de Cristo, con las lágrimas corriendo por su mejillas
exclamó: “Oh Dios, mío, úsame a mí para la salvación de hombres y mujeres que por el mundo
yacen en tinieblas espirituales sin ningún rayo de luz.”

Dios oyó su oración y le usó poderosamente. La obra por él empezado hace más de 110 años
atrás abarca hoy a más de 61 países del mundo y arroja los siguientes datos en los campos
misioneros:
Iglesias establecidas…………..………….. ….14.433
Miembros bautizados…………………… 1.273.172
Comunidad Aliancista……………… …...2.500.000
Pastores y obreros nacionales…..…………17.570
Estudiantes en Institutos teológicos…... 24.393

Si tomamos en cuenta las congregaciones en los Estados Unidos y el Canadá, sobradamente


pasamos la cifra de dos millones de miembros que asisten a las Iglesias de la Alianza en la
actualidad. El hecho de que hay más miembros en el extranjero que en los Estados Unidos
resalta la pasión misionera de La Alianza.

Es difícil cubrir todas las facetas de la vida del Dr. Simpson. Los 70 libros que escribió hicieron
un impacto apreciable en la comunidad evangélica, tanto en Norteamérica como en otros
países del mundo, Cientos de artículos salieron de su corazón vía su pluma y aparecieron en
muchas revistas religiosas. Miles de sus sermones fueron publicados en los periódicos.
Compuso veintenas de himnos que hasta hoy se cantan en distintas naciones del mundo. Los
obreros Aliancistas predican el Evangelio en más de 61 países del mundo usando muchos
idiomas.

Empezar con ocho personas y crecer hasta pasar la cifra de los dos millones, no es del todo
mal. Pues, refleja la bendición de Dios que convirtió lo que era solo una visión en el corazón de
un hombre, en una realidad a la vista de todos. - ¡A Dios Sea la Gloria!

DOCTRINA DE LA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA

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Problema Doctrinal:
La segunda década de la Alianza no registró el mismo ritmo de crecimiento como la primera.
Fue un tiempo de pruebas y de consolidación. En los primeros años del siglo veinte los que
abogaban por el hablar en lenguas causaron muchas dificultades en la obra. El Dr. Simpson
insistía en que los dones del Espíritu mencionados en la epístola de Pablo a los Corintios no se
limitaron tan sólo a la Edad Apostólica; pero también insistía en que el orden en las reuniones -
exigido igualmente por el Apóstol Pablo - tenía que cumplirse también. Fue muy firme en
declarar su oposición a la enseñanza que el “hablar en lenguas” fuera la prueba de haber
recibido el bautismo del Espíritu Santo. A causa de su posición firme sobre este asunto, algunos
pastores y algunas congregaciones se separaron de la Alianza para formar iglesias
“Pentecostales”, incluyendo toda la obra de la Alianza ya existente en Venezuela.

Pero la obra de la Alianza seguía adelante para cumplir con la misión encomendada por el
Señor. Ayer como hoy, la Alianza ha centralizado todo en Cristo y no en una mera experiencia. A
través de los años ha habido varios cambios en la constitución sin afectar ni el mensaje ni el
objetivo de la entidad. Los cambios eran de orden administrativo.

Eventualmente habrían de sufrir oposición y conocer pruebas severas, como cualquier


sociedad religiosa nueva, tocante a la pureza de su doctrina. La Alianza Cristiana y Misionera
tampoco se libró de ello. Apenas iniciando su obra, el fenómeno de hablar lenguas extrañas
inquietó a toda la comunidad cristiana en América. En muchos avivamientos había
manifestación de lenguas. Inicialmente aquello no representaba un problema para la Alianza.
Sin embargo comenzaron los líderes de este movimiento a enseñar que no se podía ser lleno
del Espíritu sin que también acompañe el don de hablar “lenguas”. Esta enseñanza fue
conocida como la doctrina de la evidencia. Se decía que hablar en lenguas era la evidencia
física de haber sido bautizado en el Espíritu Santo. Con la invasión de esta enseñanza en el seno
de la Alianza, Dr. Simpson y otros líderes aliancistas se preocuparon por el efecto de esto sobre
la organización. Dr. Henry Wilson, ministro anglicano y co-pastor con el Dr. Simpson en el
Tabernáculo Evangélico de Nueva York, fue a visitar a las iglesias donde la cuestión de lenguas
llegó a ser problema. Fue encargado a evaluar esta manifestación y determinar si las
costumbres obedecían a la enseñanza bíblica. El Dr. Wilson informó que hallaba algo de Dios en
todo ello, pero que no se convenció que obedecía en todo a la Escritura.

El consenso entre los hermanos fue que la Alianza no podía aprobar esta llamada “doctrina de
la evidencia”. Todos estuvieron de acuerdo que los dones del Espíritu Santo son aún hoy para la
iglesia y que en Su soberanía Dios podía y efectivamente reparte a cualquier de ellos según Su
voluntad. Pronunciada esta decisión se produjo una división en las filas de la Alianza Cristiana y
Misionera. Varios ministros, como también congregaciones enteras se separaron de la Alianza.
Muchos miembros también dejaron de asistir, Esta pequeña organización había pasado por un
“bautismo de fuego”. La importancia de la contienda aconsejaba la celebración de un Concilio
General para considerar la postura doctrinal sobre el tema y confirmar una declaración
definitiva. Se organizó lo que fue llamado “La Conferencia Sobre La Verdad y Testimonio
Aliancista” en 1906 para considerar el problema. Varios de los líderes presentaron estudios
monográficos ante la asamblea y se dedicó mucho tiempo a la oración. Se terminó la
Conferencia afirmando nuevamente la ya anunciada postura doctrinal.. Quedó así confirmada
la convicción original de los fundadores de la Sociedad. Aquella declaración de fe sigue siendo
hasta hoy la verdad que predica la Alianza Cristiana y Misionera.

Doctrina de la Alianza:

29
A.W. Tozer comenta que ninguna historia de un movimiento pueda estar completa sin referirse
a sus doctrinas. La Declaración de Fe de la Alianza es breve; pero completo. Los detalles de las
doctrinas que sostenemos se encuentran delineadas en un libro escrito por el Dr., Jorge
Pardington titulado “La Crisis de la Vida Santificada”. El Dr. Simpson los resume en las
siguientes palabras:

“Preeminentemente, somos testigos de Cristo. Gozosamente testificamos de El antes de hablar


de las bendiciones o dones que ofrece a los hombres. Presentamos a Cristo como una realidad
viviente - Hombre Supremo de la historia y tema de nuestro testimonio. Dentro de poco
aparecerá en la revelación vívida y gloriosa de Su majestad personal llenando con ella toda la
tierra.”

“Mientras tanto proyecta Su personalidad, sobre esta y todas las generaciones; sobre los
pensamientos y los corazones de la gente y también sobre nuestras vidas individuales. Desea
que Le conozcamos, que Le representemos y que testifiquemos del El a los hombres.”

“Sobre todo, la Alianza es un movimiento que se levanta sobre la Roca que es Cristo. Si es que
somos salvos, es porque Cristo nos ha salvado. Si es que somos santificados, es porque Cristo
nos ha sido hecho santificación. Si hemos sido sanados, es por tener Su vida en nosotros. La
esperanza del futuro no es la gloria que El ha de revelar; sino el regreso del Rey de la gloria,
nuestro Amigo y nuestro amado Salvador.”

La declaración de Fe de la Alianza:
Los fundadores de la Alianza Cristiana y Misionera venían de una variedad de denominaciones
y, por ende, sostenían una variedad de posiciones doctrinales, pero tenían en común una cosa
importante: todos ellos fueron creyentes evangélicos de una sana fe bíblica. Debido a esta
variedad de posiciones doctrinales, sin duda, no se pronunciaron al principio del movimiento
aliancista sobre una declaración de fe. Los escritos del Dr. Simpson, junto con los del Dr. George
Pardington y Frederick Fan constituían el patrón para la instrucción doctrinal.

El primer libro doctrinal escrito por un profesor de la Alianza se tituló “A Manual of Christian
Doctrine” (Un Manual de Doctrina Cristiana), por F. W. Farr, un instructor en el Instituto de
Preparación de Nueva York, conocido más tarde como Nyack Missionaiy Training Institute
(Instituto para Preparación de Misioneros de Nyack). Fue un tratado sencillo de los temas
principales teológicos tomados de los populares teólogos evangélicos del día. El libro contiene
una mezcla de teología Bíblica y sistemática y refleja claramente los distintivos doctrinales de la
Alianza: Cristo nuestro Salvador, Santificador, Sanador y Rey que viene. El texto teológico fue
escrito por el Dr. George Pardington, titulado “Outiine Studies in Christian Doctrine”, es muy
útil y goza de amplia aceptación tanto en el ámbito aliancista como fuera de la denominación.

No fue hasta el año 1927 que apareció un libro nuevo de teología. El desorden teológico en
Norte América impulsó al cuerpo administrativo a publicar un tratado doctrinal breve titulado,
“El Mensaje de la Alianza Cristiana y Misionera”. Los señores W. m. Turnbull y C. H. Chrisman
fueron llamados para compilar el librito. Ocupa la mayor parte del libro un énfasis sobre el
Evangelio Cuádruple, pero el capítulo inicial trata la posición de la Alianza Cristiana y Misionera
sobre la mayoría de los temas doctrinales.

Llegado al año 1965 se hizo evidente la necesidad de tener en la Alianza una formal declaración
de fe. Quería el Concilio General ponerla por escrito y afirmar su posición como un cuerpo
eclesiástico evangélico. Aquella declaración de fe fue ratificada por el Concilio General en el
año 1966 y ha permanecido como la declaración oficial de la Alianza Cristiana y Misionera.
30
Durante la reorganización de la Alianza, dicha declaración de fe fue constituida como Artículo I
de los Estatutos de la Constitución General.

La declaración de fe oficial de la Alianza contiene once artículos. Los temas incluidos son los
siguientes: La Doctrina de Dios; La Trinidad; La Deidad, Encarnación, Muerte y La Resurrección
de Cristo; La Doctrina del Espíritu Santo; Las Escrituras; El Hombre; La Salvación; La
Santificación; La Sanidad; La Doctrina de la Iglesia; La Resurrección de Los Muertos; El Juicio y
El Segundo Advenimiento de Cristo:

Artículos de la Declaración de Fe:


DEL AÑO 1965 DE LA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA

Artículo 1: Hay un Dios, infinitamente perfecto, existiendo eternamente en tres personas:


Padre, Hijo, y Espíritu Santo.

Artículo 2: Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre. Fue concebido por el


Espíritu Santo y nacido de la Virgen María. Murió sobre una cruz, el Justo por
los injustos como sacrificio propiciatorio, y todos los que creen en El son
justificados en virtud de la sangre que El derramó. Fue resucitado de entre los
muertos, según las Escrituras. Ahora está a la diestra de la Majestad en las
alturas como nuestro Sumo Sacerdote. Vendrá otra vez a esta tierra para
establecer su reino de justicia y paz.

Artículo 3: El Espíritu Santo es una persona divina, enviado para morar en, guiar, enseñar,
y dar poder al creyente, a convencer al mundo del pecado, de justicia y de
juicio.

Artículo 4: Los Antiguo y Nuevo Testamentos, inerrables en su forma original, fueron


inspirados verbalmente por Dios y constituyen una revelación completa de su
voluntad para la salvación de la humanidad. Constituyen la regla única y divina
de fe y práctica cristiana.

Artículo 5: El hombre en su creación original fue hecho a imagen y semejanza de Dios;


cayó por su desobediencia, acarreándose, por lo tanto, la muerte física y
espiritual. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa, se hallan
apartados de vida de Dios, y pueden ser redimidos únicamente por la obra
expiatoria del Señor Jesucristo. La muerte de los impenitentes e incrédulos es
una existencia eterna en tormenta consciente; no así la del creyente que será
de dicha sempiterna.

Artículo 6: La salvación se ha provisto para toda la humanidad por medio de Cristo Jesús; y
nacen de nuevo por el Espíritu Santo todos los que se arrepienten de su pecado
y creen en El; reciben el don de la vida eterna, y son hechos hijos de Dios.

Artículo 7: Es la voluntad de Dios que cada creyente sea llenado del Espíritu y que se
santifique completamente, siendo separado del pecado y del mundo y
dedicado completamente a la voluntad de Dios, de tal modo que recibe poder
para el santo vivir y el servicio efectivo. Esta es una experiencia de crisis
posterior a la conversión que continúa en forma progresiva en la vida del
creyente.
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Artículo 8: Se hace provisión en la obra redentora del Señor Jesucristo para la sanidad del
cuerpo mortal. La oración por los enfermos y el ungir con aceite se enseñan en
las Escrituras y son privilegios para la iglesia de este tiempo presente.

Artículo 9: La iglesia se compone de todos los que creen en el Señor Jesucristo, y son
redimidos por su sangre, y nacidos del Espíritu Santo. Es Cristo la Cabeza del
cuerpo, el cual es la Iglesia, que ha sido encomendado por el Señor a llevar
testimonio en todo el mundo, predicando el Evangelio a todas las naciones.

Artículo 10: Ha de haber una resurrección corporal de los justos e injustos: para los
primeros una resurrección para vida eterna, para los últimos, una resurrección
para condenación

Artículo 11: La segunda venida del Señor Jesucristo es inminente y será corporal, visible y
premilenial. Esta es la bendita esperanza del creyente y es una verdad vital que
es un incentivo para vivir en santidad y en servicio fiel.

LA EXPANSION DE LA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA


(Esta parte es un extracto del libro “El fundador y Organización de la Alianza Cristiana y
Misionera, escrito por el Rev. Federico Kowálchuk; si desea conocer más ampliamente
deberá leer todo el documento)

En las lecciones anteriores hemos contemplado a grandes rasgos la vida del fundador de la
Alianza como también a la Alianza. En esta la tercera lección es nuestro propósito considerar la
expansión de una obra que ahora (1970) abarca 38 países.

Los siervos del Señor, unidos en este movimiento trabajan en las ciudades más grandes del
mundo. En nuestras iglesias se predica el Evangelio en ciudades como Lima, Buenos Aires,
Santiago, Asunción, Montevideo, Guayaquil, Bogotá, Ciudad de México, Ciudad de Guatemala,
San Juan, Nueva York, Filadelfia, Chicago, San Francisco, Los Angeles, Miami, Tokio, Saigón.
Hong Kong, Bangkok, Djakarta, Sydney, Toronto, Hamilton, Hue, Banmethuet, Damasco, Beirut,
Ahmedabad, Sukamapur, Zamboanga, Akoka, Mouila, Bouaké, Vientiane, Brasilia, Curitiba y
muchas más. Algunos nombres desafían a la agilidad de la lengua humana porque son difíciles
de pronunciar. –

No me ha de ser posible detallar la obra en cada uno de estos países donde la Alianza funciona.
Seria imposible tratarlo en dos clases como tenemos que hacerlo. Sin embargo espero
proveerles suficientes datos para darle una idea de la obra en cada país. Recomiendo a la vez
que en su preparación personal que se valga de los libros disponibles para aprender de los
países que aquí se mencionan. - En la última página de esta lección se encontrará una lista de
los países donde durante años la Alianza ha trabajado. Además de ser motivo de alabanza a
Dios, lo será para la oración.

LA ARGENTINA: La obra de la Alianza en la Argentina comenzó a fines del siglo 19 en el año


1897. Los misioneros de la Alianza encontraron a un país seguro y autosuficiente en el
optimismo de un éxito material en sus riquezas materiales al llegar en el año 1897.
Reconociendo la gran potencial de esa nación los misioneros Aliancistas pensaron hacer de ella
el centro de mucha actividad evangelística para alcanzar a las demás naciones. Por eso los
misioneros se dedicaron a un esfuerzo intensivo dentro del mismo país.
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Durante 70 años la Alianza mantenía un solo centro misionero en Buenos Aires. Recién en el
año 1967 una obra fue destacada a la ciudad de Mar de Plata conocido como “Miami de
Argentina”. - Según los últimos informes (1967) la iglesia en la Argentina goza de 26 iglesias
debidamente organizadas, 22 iglesias no organizadas, 1301 miembros bautizados, y 53
pastores y empleados. La responsabilidad es de evangelizar a 1, 500, 000 personas.

AUSTRALIA: En Australia, como en el resto del mundo, la obra de la Alianza despertó interés en
el corazón de muchas personas. De ese continente llegaron muchas cartas a la sede en Nueva
York pidiendo más informes sobre el movimiento y ofreciendo ayuda para la obra de la Alianza
en Australia. Fue precisamente en el año 1969 que una pareja de misioneros llegaron para
comenzar la obra de la Alianza en Australia. Una segunda pareja recién ha viajado para
incorporarse a la obra de la Alianza en ese país y con la ayuda de Dios se proponen dedicar sus
esfuerzos para establecer una obra de la Alianza en la ciudad de Sydney.

BRASIL: La obra de Alianza en Brasil es nueva, habiendo comenzado en el año 1961. Después
de varias investigaciones se decidió hacerlo y el Sr. Barnes y su señora se fueron en compañía
con una pareja nueva para abrir obra. No ha sido fácil pero Dios está bendiciendo. Los
misioneros de la Alianza están ubicados entre las muchas ciudades del Brasil, ocupando las
ciudades de Brasilia, Curitiba y Taguatinga. Hay cinco grupos no organizados, unos 30
miembros bautizados y solo un pastor brasileño. Siendo que el grupo es tan pequeño, todavía
no se ha organizado una iglesia nacional.

CAMBOYA: La Alianza comenzó su obra en este país en el año 1923. La religión principal del
país es el Budismo y la Alianza tiene la responsabilidad de evangelizar a unos 4 millones de sus
habitantes. En Camboya, país lejano, la Alianza cuenta con mas de 47 iglesias y grupos y más de
1.000 hombres bautizados. - En el año 1965 todos los misioneros tuvieron que abandonar el
país. A base de un arreglo especial por medio del gobierno francés se logró permiso para un
misionero francés quien pudo visitar la obra de vez en cuando para ayudarles y animarles.

CONGO: En el otoño del año 1884 cinco jóvenes de la iglesia del Dr. Simpson en Nueva York
partieron para el Congo. Fueron pioneros de la Unión Evangélica y Misionera del Mundo. En
camino se detuvieron un tiempo en Londres donde les aguardo el gran privilegio de compartir
la plataforma con misioneros tan notables como Studd, Stanley, Smith y Cassels. - Hoy en el
Congo la Iglesia Alianza tiene unas mil iglesias y casi 40,000 miembros bautizados.

COLOMBIA: Colombia es el país más católico en el continente. La obra de la Alianza comenzó


en Colombia en el ano 1923 cuando unos misioneros trabajando en el Ecuador sintieron el
deseo de alcanzar a la hermana república con el mensaje del Evangelio. Existe un Instituto
Bíblico en Armenia. La sede de la Misión está en Cali. La Iglesia Nacional tiene su propia
organización y es administrada por los mismos colombianos. En la actualidad se constituye de
131 iglesias y grupos, tiene 2,890 miembros bautizados.

COSTA DE MARFIL- EL AFRICA: Misioneros de la Alianza hicieron una investigación de las


posibilidades de una obra en la Costa de Marfil en el año 1929 y al ver que había grandes áreas
sin obra alguna decidieron recomendar a la Misión a que comenzara obra en el interior del país
entre los de las tribus BaouIi y Gouro. Se estableció una sede en Bouaké donde más tarde se
estableció un Instituto Bíblico que funciona hasta hoy. En la Costa de Marfil la Alianza tiene 392
iglesias con más de 7.000 bautizados. La iglesia lleva sobre sus hombros la solemne
responsabilidad de llevar el evangelio a más de 1.200.000 personas. Debemos apoyarles con
nuestras oraciones.

33
CHILE: En el año 1896 el Rvdo. Weiss y su señora presentaron una solicitud a la Alianza
ofreciéndose como misioneros para Chile. En ese tiempo la Alianza no tenía obra en la América
Latina y la junta lo consideró con mucha cautela. Seguro de la voluntad de Dios en este asunto,
los esposos Weiss con otro, un Sr. Dawson, decidieron sufragar sus propios gastos y levantaron
ancla con dirección a Chile. - Hoy día hay iglesias de la Alianza en ciudades como Santiago,
Temuco, Viña del Mar, Concepción, Osorno, Puerto Mont, Castro, Ancud, Villa Alegre y muchas
más. - El instituto Bíblico establecido hace años en la ciudad de Temuco goza de mucha fama
en todo el país. En total la Iglesia Alianza de Chile tiene más de 126 iglesias y grupos con unos
2.800 miembros bautizados.

ECUADOR: Los primeros misioneros de la Alianza llegaron en el año 1897 y se establecieron en


las ciudades de Quito y Montecristo. Sobraba la persecución y la oposición de los católicos.
Mayor aceptación, encontraron en la costa, fue muy natural que la obra se extendiera hacia
Guayaquil. Fue en esa ciudad que la iglesia conoció el poder de Dios en una forma muy
especial. - En el Ecuador la Alianza trabaja en ciudades como Milagros, Los Cerros, Cuenca,
Loja, Quito, Manta, Portoviejo, Otavalo. En el Ecuador la Alianza se compone de 66 iglesias y
grupos con 2.250 miembros bautizados.

FRANCIA: Cuando los misioneros canadienses y norteamericanos de la Alianza tuvieron que


abandonar a Camboya debido a que el gobierno rehusó extender su permiso de residencia, se
estableció una sede en Francia y se nombró una pareja para atender la obra en Camboya desde
Paris. Luego se acordó organizar iglesias en Francia. Por el año 1969 ya existía una iglesia con
grupo de jóvenes muy entusiastas.

GUATEMALA: El 22 de julio del año 1969 fue día singular para la Alianza en Guatemala. - “En la
plataforma del Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de Guatemala, se encontraron
el Rvdo. Felipe Ibáñez, representando 25 iglesias de la Misión Evangélica Internacional de
Guatemala y el Rvdo. Pablo Alford, representando a la Alianza Cristiana y Misionera. Fue una
ceremonia para completar la unión de las dos entidades. Será conocida como la Iglesia Alianza
Cristiana y Misionera de Guatemala.

La Expansión Cronológica de la Alianza Cristiana y Misionera

1881 Los Estados Unidos


1882 E1 Canadá
1884 El Congo, África
1887 La India - Maharashta
1890 La Tierra Santa
1891 E1 Japón
1893 La India - Gujarati
1897 Argentina, El Ecuador
1898 Chile
1902 Las Islas Filipinas
1911 Vietnam
1918 Guinea, África
1921 Líbano, Siria
1923 Camboya; Colombia; Mali – Volta Alta, Africa
1921 (1893-1897) El Perú
1929 Indonesia, Laos, Tailandia
1930 Costa de Marfil, África
1933 Hong Kong
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1934 Gabon, África
1939 Irian Oeste
1950 Méjico, Puerto Rico
1952 Taiwán (Formosa)
1960 Holanda
1961 Paraguay y Uruguay
1962 Brasil
1965 Francia
1968 Singapur
1969 Australia, Guatemala, Suiza.

Antes que cayeron bajo control comunista, la Alianza trabajaba en los siguientes países
también: 1888-1949, La China (347 grupos e iglesias); 1895-1 949 en el Tibet. Creemos que
Dios ha mantenido a la iglesia con vida en estos dos países a pesar de las dificultades mil que
les azotan. Debemos de orar por ellos.

GUINEA. EL AFRICA: Por un tiempo todo el territorio francés estaba cerrado a los misioneros
del evangelio. Allá por el año 1896 el Dr. Simpson hacía mención de las grandes necesidades
espirituales de esta región, y decía que para poderlo cubrir con el evangelio se hacía falta cien
hombres consagrados a Dios y dispuestos a entregar sus vidas a la causa de Cristo. Después de
establecer un centro misionero en Baro, misioneros fueron enviados a ciudades como Kankan,
Siguiri, Mamou, Dalaba, Labé, Telekoro, Macenta y Koulé.

Pronto establecieron un Instituto Bíblico para la preparación de los mismos africanos, que ya
son líderes de la Alianza en Guinea. Ya se tiene 1.473 miembros bautizados, y 60 obreros
nacionales que dedicaban su tiempo a la obra de Dios.

HOLANDA: La Alianza no entró en Holanda con el propósito de establecer iglesias sino para
proveer a hermanos el privilegio de cooperar con nosotros en la propagación del Evangelio. - La
obra Aliancista tuvo su principio en Holanda con el retomo a su patria de un misionero de la
Alianza el hermano Konemaun. Quien dedicó a fomentar interés en a obra misionera de la
Alianza entre sus amigos allí en Holanda. Ahora hay jóvenes en varios campos misioneros de a
Alianza que son fruto del labor del centro Aliancista que se mantiene en la ciudad Wassenaar,
cerca de Amsterdam.

HONG KONG: Los miembros de la Alianza hicieron uso del puerto de Hong Kong en el ano 1892
cuando penetraron hasta la provincia de Kwangtung y Kwangsi y fueron muchas las ocasiones
cuando pasaron por sus calles en compra de provisiones. En el año 1933 destacaron una
pareja misioneros para abrir obra en Kowloon (nombre que significa los nueve dragones). Tanto
ha crecido la obra que además de la iglesia central cuenta con otras 16 iglesias organizadas y
unas 11 iglesias no organizadas en Hong Kong.

Entre el 15 de agosto y el 4 de octubre de 1969 cuatro de esas iglesias inauguraron sus nuevos
templos. Asistiendo a estas 27 iglesias hay más de 3,500 creyentes bautizados.

LA INDIA: En el año 1892 misioneros llegaron para trabajar en la india de parte de la Alianza y
se abrieron 12 centros misioneros. Durante los siguientes cinco años 27 misioneros más
llegaron para juntar dones, su visión y su labor a la de los que ya estaban trabajando en la
India. La ubicación de los centros misioneros permanece hasta el día de hoy. En el sector donde
se habla el idioma Gudjarati, la Alianza cuenta hoy (1969) con 18 iglesias organizadas, 3 no
organizadas, 1.808 miembros bautizados, y 26 pastores y obreros. –

35
En el sector donde se habla el Marati hay 36 iglesias organizadas, 15 iglesias no-organizadas,
1,740 miembros bautizados y 63 pastores y obreros.

INDONESIA: Nuestros misioneros llegaron a esa región en el año 1929. Durante los primeros
dos años se vio poco fruto. Pero esos siervos del Señor seguían orando y sembrando la semilla
seguros de que el Señor de la mies sabría dar el fruto prometido. Fue sorprendente la
conversión de nadie menos que el temible jefe Jalong Ipoy, Rey del distrito Pujungan. Al ver
que su jefe aceptó a Cristo 225 personas más lo hicieron. A finalizar el año su número aumentó
a 278. Para el año 1932 se convirtieron otros 700. En el año 1933, 500 entregaron sus
corazones a Cristo. En el año 1934 nada menos de 1,100 fueron bautizados. Al finalizar el año
1938 el número de bautizados ya habla superado la cifra de 4.000.

IRÍAN OESTE: Cinco misioneros en un vuelo accidentado de avioneta llegaron para iniciar una
obra que requirió de Dios milagros aun más grandes. Pero Dios les ayudó en forma maravillosa
y ese día se plantó una semilla que cayó en tierra tan buena. Hoy nos informa que afines del
año 1967 ya existían a lo largo y a lo ancho de aquellos valles más de 237 iglesias organizadas,
98 grupos no organizadas con un total de 18.000 miembros bautizados.

Y todo eso, mis hermanos, en menos de 25 años. A Dios sea la honra y la gloria.

ISLAS FILIPINAS: La obra de la Alianza en las islas se remonta hasta el año 1902 cuando un
misionero llegó a la isla de Mindanao. Pero la obra se suspendió por la muerte de nuestro
único misionero en el mes de agosto de 1903. Se hizo nuevo intento en el año 1908, esta vez
en la ciudad de Zamboanga. Durante vanos años trabajaron tan solo dos parejas. A partir del
año 1923 se agregaron hasta un total de 19 misioneros hasta el año 1940. El cuerpo misionero
llego a la cifra de 30 adultos. A fines de 1948 ya habían regresado 28 misioneros ubicados en 8
centros misioneros ayudando en la obra entre 49 iglesias organizadas y 260 puntos de predica.
Los graduados del Instituto Bíblico están sirviendo en muchos campos. –

La Iglesia Alianza de las Islas Filipinas cuenta con 430 iglesias organizadas, 193 grupos con 398
pastores y obreros.

ISRAEL: Cristo dijo a sus discípulos que era su deber predicar el Evangelio primeramente en
Jerusalén. Hoy día la Alianza tiene una obra en Jerusalén; pero es una lástima ver que no es
una obra entre los judíos sino a los de habla inglesa. Poca simpatía tienen los judíos para los
seguidores de Jesucristo. Allí me encontré con unos 18 hermanos todos redimidos por la
sangre preciosa de Cristo Jesús. Tuvimos un lindo servicio don de un ciego me sirvió de
intérprete. Todos los domingos por la mañana se celebra en la sede de la misión un servido
para los de habla inglesa. Unos 15 a 20 se reúnen en este servicio y se mantiene este ministerio
para ayudar a los muchos turistas y comerciantes que allí se encuentran a tener su oportunidad
de escuchar en Evangelio, algunos por primera vez.

JAPON: La obra de la Alianza en el Japón difiere de las actividades normales en un campo


misionero. Cuando llegaron a las Isla en el año 1891 aprendieron a apreciar estas cualidades en
los nuevos convertidos. Como resultado de estas aptitudes la obra de la Alianza fue organizada
en una iglesia Nacional en el año 1931. El instituto Bíblico de la Alianza abrió las puertas en el
año 1923y sigue hasta hoy preparando a los jóvenes del Japón que han entregado sus vidas a
Dios para ser útiles en la obra de evangelizar y consolidación. En la estadística correspondiente
al año 1967 la iglesia Alianza en el Japón informa que existen actualmente 31 iglesias
organizadas, 7 iglesias no organizadas y un total de 2,669 miembros bautizados.

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JORDANIA: Difícil ha sido la obra. No hay mucho fruto. No hay muchos que doblan la rodilla
delante de Jesús de entre los Jordanos. Fue mi privilegio conocer a dos siervos de Dios en la
conferencia de Bangkok. El pastor Hashweh y su yerno, llenos de entusiasmo y fe que habrá
una visitación de parte del Espíritu Santo entre los suyos que dará como resultado la salvación
de muchos de sus conciudadanos. - Después de muchos años de trabajo hay solo 3 iglesias en
Jordania con un total de 91 miembros bautizados. ¿Será posible, hermanos, que a falta del
riego de nuestras oraciones la tierra se ha mantenido tan seca que la semilla tiene tanta
dificultad para crecer y dar su fruto?

LAOS: La Alianza abrió su obra misionera en Luang Prabang en el año 1929. Desde ese centro
los misioneros de la Alianza avanzaron con el Evangelio hacia los distritos montañosos. Muchos
de las que viven en esos sectores pertenecen a varias tribus. Fue entre ellos que Dios tuvo a
bien mandar un gran movimiento del Espíritu Santo que resultó en la salvación de miles y miles
de paganos. Pueblos enteros se entregaron al Señor. Los misioneros tuvieron que enfrentar el
gran problema de instruir a tantas almas nuevas que nacieron de nuevo. No fue fácil fundar un
Instituto Bíblico donde prepararon a algunos quienes en su turno instruyeron a muchos más.
Existen en Laos ahora 65 iglesias Aliancistas organizadas, 17 iglesias no organizada y unos 5.550
miembros bautizados -nuestros hermanos en la fe!. Oremos mucho por los 35 pastores y
obreros.

LIBANO Y SIRIA: Comenzamos una obra aliancista en la dudad mas antigua del mundo,
Damasco, en el año 1947 pero la Alianza comenzó su obra en los países árabes en el año 1921.
A raíz de la guerra última entre los judíos y árabes, los sirios han expulsados todos los
americanos de su territorio y por lo tanto no queda ni un misionero en territorio sirio por el
momento. Pero la obra de Dios sigue adelante en las manos de los mismos sirios y permanece
fiel a su Señor. El nuevo templo en Damasco dedicado en el año 1968 sirve corno centro de
testimonio para los que aman a Cristo más que a sus propias vidas.

MALI EL AFRICA: Cuando los misioneros de la Alianza llegaron al África en los primeros años
de este sigo, poco se hacia para la educación de los nativos que allí vivían. Pues en muchos
casos no gozaban de un idioma escrito. Los misioneros aprendieron muchos idiomas en el
África y algunos se decidieron a traducir las escrituras al idioma local.

Todo parecía perdido en el año 1930 cuando de los cuatro misioneros enfermaron con la fiebre
amarilla y murieron. Solo uno sobrevivió. Pero la muerte de los tres siervos de Dios produjo un
gran impacto en toda la zona entre los creyentes y 20 jóvenes se ofrecieron para predicar el
evangelio. La otra conocida Sikasso “La sede de Satanás’ se convirtió en un centro de
predicación de la Palabra de Dios. De allí la obra se extendió a varias ciudades y se fundó un el
Instituto Bíblico Central con muchos alumnos. Hoy entre las dos campos de Mali y Volta Alta
hay 161 iglesias organizadas, 200 iglesias no organizadas, unos 5.000 miembros bautizados con
más de 200 pastores y obreros que ministrar la Palabra de Dios en más de 30 idiomas distintos.

MEXICO Y PUERTO RICO: Hacen varios años que en el Departamento Doméstico de la alianza
se formó un Departamento que se hizo cargo de la obra en la gente de habla española en Norte
y Centro América y también las islas del Caribe. Durante la existencia de este departamento (o
sean 4 años) se ha visto un crecimiento fenomenal en esta obra. En 4 años el número de
iglesias ha aumentado desde 36 hasta 69. En Estados Unidos ya hay 26 iglesias esparcidas
desde Nueva York hasta California. En México hay 14 y en la isla de Puerto rico ya hay 29
iglesias. Recién 25 iglesias más se unieron con la Alianza en Guatemala y lo hizo también otra
en Santo Domingo.

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PARAGUAY Y URUGUAY: Allá por el año 1962 la Iglesia Alianza en Argentina decidió enviar
misioneros (argentinos) a trabajar por las fronteras de sus países hermanos para llevarles el
Evangelio de nuestro Señor. Escogieron lo mejor de sus predicadores para enviarles a esos
campos. En menos de 10 años se ha levantado una congregación en esa ciudad de más de 250
personas y ellos ya tienen un templo propio. La congregación que se formó bajo el ministerio
del pastor Terranova también se ha organizado. La iglesia en Rivera contribuye para el esfuerzo
que se lleva a cabo ahora en la dudad de Montevideo donde el pastor Pérez ha tenido servidos
con más de 100 personas presentes.

TAILANDIA: La obra de la Alianza tuvo su principio en Tailandia en el año 1929 cuando algunos
misioneros sirviendo en el vecino país de Camboya, vieron la gran necesidad espiritual de esta
nación. La Iglesia Alianza decidió enviar misioneros a ese campo. Llegaron en el año 1929. Las
Sociedades Bíblicas tuvieron algunos colaboradores trabajando en el sector este del país y el
encargado suplicó a la Alianza a que se hiciera responsable por la evangelización de toda esa
área. El trabajo fue bien difícil, en los primeros 12 años se bautizaron tan solo 85 personas o
sea menos de 8 al año. Pero después de la guerra, muchos se convirtieron al Señor y hoy
existen 17 centros misioneros, 56 iglesias organizadas, 61 iglesias no organizadas y 1,775
miembros bautizados.

SUIZA: Recién en el año 1969 se formó un grupo de amigos Aliancistas en ese país con la
finalidad de buscar fondos y misioneros para trabajar en los campos misioneros de la Alianza.
Ya (1969) han enviado a una pareja a trabajar en Camboya.

TAIWAN: La obra de la Alianza en la isla data tan sólo del año 1952, y tuvo su principio en la
capital Taipei. Desde un principio se encomendó la administración de la obra en las manos de
los mismos creyentes y los misioneros se dedicaron a evangelizar, enseñar y aconsejar. Así ha
seguido hasta el día de hoy.- Es preciso reconocer nuestra responsabilidad de orar por la obra
en Taiwán. Hay 322 miembros bautizados y la Iglesia Alianza tiene la responsabilidad de
evangelizar a unos 150,000 habitantes.

LA CHINA: La China comunista ha cerrado sus puertas a los misioneros y siervos de Jesucristo.
Cuando los misioneros tuvieron que abandonar el país en el año 1949 la Iglesia Alianza contaba
con 187 iglesias organizadas y 160 iglesias no organizadas. Hermanos, oremos por nuestros
hermanos que han quedado detrás de la cortina de bambú. Muchos sin duda ya habrán sellado
su testimonio con su sangre; pero oremos por aquellos que aún testifican de una nueva vida en
Dios.

VIETNAM: Fue en el año 1911 que los primeros misioneros de la Alianza llegaron al puerto de
Tourane y compraron el terreno que nos sirvió durante muchos años como sede de la Misión
en Vietnam. Cuatro años más tarde misioneros se ubicaron en Haiphong y pasaron a Hanoi
pero aún allí se dejó sentir los efectos de la Primera Guerra Mundial y los franceses limitaron
las actividades de los misioneros prohibiéndoles el privilegio de hacer la obra de
evangelización. - Hoy la Iglesia Alianza en Vietnam se compone de 331 iglesias organizadas, tan
solo 11 iglesias no organizadas, con un total de más de 45,000 miembros bautizados. Damos
gradas a Dios por cada uno de estos hermanos que han sido redimidos por la sangre de Cristo;
pero no nos olvidemos de los 15 millones que todavía viven sin Cristo y sin su perdón.

CONCLUSIONES: Lamento mucho, hermanos, que no me ha sido posible compartir con


ustedes todo lo que he leído acerca de la historia de la obra de la Alianza en tantos y diferentes
países. Me ha llenado de gran gozo estar contemplando las obras tan grandes de Dios - a veces
con verdaderos milagros en el establecimiento de la obra misionera en tantos sitios.

38
Qué lindo ha sido contemplar como la semilla tan preciosa de la Palabra de Dios ha caído, vez
tras vez, en buena tierra para producir fruto para la honra y la gloria de Dios. – Somos
miembros de esa gran familia. Tenemos hermanos con los mismos sentimientos, visión,
propósito y anhelos alrededor del mundo. La gran mayoría nunca los veremos en esta tierra
pero algún día nos daremos la mano en el cielo y tendremos tiempo para sentamos y escuchar
con más calma y con mayor gozo el relato de los pormenores que adornan la obra y la historia
de este movimiento alrededor del mundo. Dios nos ha bendecido durante los pasados 81 años.
Si Cristo tarda su venida, que los próximos años registren bendiciones mayores aún en el
cumplimiento de la labor que el Señor nos ha confiado.

LA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA


INFORME ESTADÍSTICO DEL 1999

Número de países donde hay Iglesias Aliancistas 61


Misioneros sirviendo bajo D. Ministerios Ultramar 1,108
Países donde estos misioneros ministran 49
Iglesias, grupos no-organizadas y puntos de prédica 15,514
Iglesias organizadas 8,821
Miembros bautizados 1, 444,704
Comunidad Aliancista 2,5 17,635
Bautismos en 1998 50,141
Decisiones por Cristo en 1998 108,533
Pastores/obreros 17,754
Instituciones Teológicas (tiempo completo) 106
Estudiantes en instituciones teológicas 10,912
Estudiantes de E.T.E. 16,272
Ministerios por Radio: Programas semanales 302
Idiomas y dialectos utilizados 45
Ministerios Médicos: Doctores 10
Enfermeras y técnicos 135
Hospitales 2
Dispensarios y Clínicas 38
Total visitas a clínicas y hospitales 209.510

Países Donde Hay Ministerios de La Alianza Cristiana y Misionera:

Argentina Gabon Nueva Zelandia Congo-Kinshasa


Australia Alemania Nigeria Costa Rica
Bahamas Gran Bretaña África del Norte Cote d’Ivoire
Bolivia Guatemala Paraguay Cuba
Bosnia Guinea Perú Rep. Dominicana Brasil
Hungría Filipinas Ecuador Burkina Faso
India Polonia Francia Camboya
Indonesia Rusia Guiana Francés
Canadá Israel España Líbano
Chile Japón Surinam Liberia
China/Hong Kong Jordania Siria Malaysia
Colombia Korea Taiwan Mali
Congo-Brazza Laos Tailandia Méjico
Mongolia Myanmar Holanda Ucrania
Estados Unidos Uruguay Venezuela Vietnam
Yugoslavia.

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Nota muy importante: El número de iglesias, de miembros, de pastores que se mencionan en
el resumen histórico de cada país y en la estadística corresponden al año que fue escrito este
documento histórico; no son cifras actuales. //.

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