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“La presunción de que si sos feminista sos lesbiana o de que nunca el beso de un hombre te
«rescató» siguen vigentes”, dice la filósofa Diana Maffía. Muchos interpretan al feminismo
como rechazo a los varones. Es rechazo, sí, pero no al varón sino al machismo y a la violencia
de los varones, algo que compartimos todas las personas feministas. También los varones
feministas”.
Maffía (65) nació dos días antes de la primavera y cuenta que el pap á rogó a todos los astros
que su primera niña viniera al mundo el 21 de septiembre en lugar del 19. No lo logró, pero ella
no parece haber heredado nada de aquella frustración paterna.
Está en pareja con el mismo hombre desde hace años, con quien tiene dos hijos. Y es abuela
de dos nietos. Diana Maffía reconoce que tuvo que trabajar críticamente para comprender que
eso, tener marido e hijos, que parecía espontáneo era en realidad un privilegio. “Si yo hubiera
amado a una mujer me habría visto en dificultades que no viví porque amo profundamente a un
varón”, afirma. “Por haber tenido hijos no me vi en las dificultades de muchas mujeres que no
los tuvieron. Haber entendido que esto es un privilegio me fuerza mucho más a trabajar”,
agrega.
A días de un nuevo Paro Internacional Feminista previsto para el 8 de marzo, esta mujer de
serenos ojos azules, tan activa como lúcida, repasa algunas de las principales di ficultades que
enfrentamos las mujeres.
“En la Argentina existe una enorme brecha salarial: nosotras ganamos el 27% menos que los
varones por igual trabajo”
“Un problema importante es que no hemos salido todavía de una situación de tutela que se
expresa de múltiples maneras —reflexiona—. En 1921, cuando se sancionó el Código Penal,
las mujeres no podíamos votar, ni tener la Patria Potestad de nuestros hijos ni ser testigos en
un juicio o decidir solas un aborto porque se nos concebía como menores de edad pe rpetuas,
tuteladas por un varón que podía ser el padre, el marido, un hermano. Es un problema que
cuestiona nuestra capacidad para comprender y aplicar una norma. Y sigue vigente, por
ejemplo, cuando analizamos la capacidad de las mujeres de hacer ciencia y vemos que en el
Conicet ingresan la misma cantidad de varones y mujeres pero se llega a una meseta justo
cuando ellas están por tener acceso a su propio proyecto de investigación y a su propio
financiamiento. Mientras están al servicio de otro proyecto, está bien”.
Leyes en vano
—¿Cómo operan estas desigualdades en el terreno político?
—Ahora varones y mujeres iremos en paridad y cremallera en los cargos públicos. Pero ¿quién
decide cómo se cubren esos lugares? Los cupos hay que ponerlos en práctica. En los
sindicatos, donde existen, no están vigentes y lo peor es que nadie lo exige. El Ministerio de
Trabajo no cita a los dirigentes diciéndoles que deben ir un hombre y una mujer. Recuerdo
muy bien la foto al inicio de la gestión de (Mauricio) Macri sentado con todos los sindicalistas.
Todos varones. Hay ejemplos, como el de Ushuaia. Ahí se aprobó una Ley Electoral Paritaria
en la gestión de la primera gobernadora mujer, Fabiana Ríos. Pero después se votó con boleta
electrónica y quedó formado un Concejo Deliberante totalmente masculino. El juez electoral
dice que sería complicado volver a votar. Ahí están, atornillados, pese a los reclamos.
—¿Subyace en este tipo de situaciones la idea de que las mujeres estamos por debajo,
que somos “subalternas”?
—Absolutamente. Y esto es un error categorial porque además de ser tratadas como una
minoría que no somos nos tratan como minoría subalterna. Hay una subalternidad de género
acompañada por muchas otras formas de subalternidad: una mujer blanca, una negra; una
rica, otra pobre; una capaz, la otra discapacitada; una migrante, una nativa. Estas
subalternidades se dan también en varones pero en la mujer es peor. Entonces en política te
dicen, por ejemplo: “Hay problemas más graves que las cuestiones de género, como la
pobreza”. Sí, pero están peor las mujeres, que son el 70% de los pobres del mundo.
“Se discutió si en el país se haría como un paro contra el gobierno de Macri —dice—. El paro
de mujeres es internacional, contra un sistema explotador e inhumano como el patriarcado, no
contra un político equis. Es a la vez menor y expulsivo plantearlo así, incluso con los
retrocesos en políticas públicas y presupuesto que le reclamemos a este gobierno”. Por otro
lado, detalla, hay un enfrentamiento dentro del movimiento feminista en relación a la
prostitución. Hay abolicionistas (que luchan contra la explotación sexual y el sistema
prostituyente) y reglamentaristas (que demandan que la prostitución se reconoz ca como
trabajo como vía para reclamar derechos).
“Soy abolicionista porque creo que el reglamentarismo protege al sistema prostituyente que
transforma el cuerpo de las mujeres en una mercancía -puntualiza Maffía-. Me parece una
argumentación individualista y que pierde de vista el sistema de explotación en el que están
encerradas muchas compañeras, sostenido sobre la supuesta idea liberal de que el cuerpo es
mío y con él hago lo que quiero. Algo similar se aplicaría en la subrogación de vientres, que
pondría en marcha otro proceso de explotación de la capacidad de gestar de las mujeres,
especialmente de las más pobres”. Otro problema que ha generado fuertes discusiones en la
preparación del 8 M es si incluir a todas aquellas que se autoperciben como mujeres más allá
de su sexo biológico, como las travestis y mujeres trans.
La filósofa explica que esta postura de grupos radicales que reivindican una marcha
“únicamente de mujeres” cristalizan una molestia que existe “desde que se empezó con los
derechos de la diversidad en los 90, algo que conozco bien porque tuve el privilegio de trabajar
20 años con Lohana Berkins”. “Para algunas, incluir a las trans haría invisibilizar décadas de
lucha porque si están ellas ya nadie habla de las mujeres biológicas, como un escenario donde
si se sube una trans se tiene que bajar una mujer. El retorno al biologicismo es un problema
grave. Se interpreta que ser mujer es tener vagina. Como si alguna vez nos hubi eran hecho un
tacto antes de una marcha”, dice.
https://diariofemenino.com.ar/mujeres-la-rebelion-que-no-
cesa/?fbclid=IwAR35dmSN943iE2HxQKDn78LSy1Njc7VZhGKcCAjMmDNI4pR0XpdOOw1qLR8