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INDICE
Prólogo
PRIMERA PARTE
EUROPA OCCIDENTAL
SEGUNDA PARTE
EUROPA ORIENTAL
1. El absolutismo en el Este
2. Nobleza y monarquía: la variante oriental
3. Prusia
portada de anhelo hernández 4. Polonia
5. Austria
primera edición en español, 1979 6. Rusia
decimoquinta edición en español, 1998
7. La Casa del Islam
© siglo xxi de españa editores
en coedición con
© siglo xxi editores, s.a. de c.v CONCLUSIONES
isbn 968-23-0946-8
© nlb
título original: lineages of the absolulisl state A. El feudalismo japonés
B. El «modo de producción asiático»
derechos reservados conforme a la ley
impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico
Indice de nombres
PROLOGO
1
Passages from Antiquity to feudalism, Londres, 1974, pp. 7-9. [Tran-
siciones de la Antigüedad al feudalismo, Madrid, Siglo XXI, 1979, pp. 1-3.]
2 Prólogo Prólogo 3
EUROPA OCCIDENTAL
1. EL ESTADO ABSOLUTISTA EN OCCIDENTE
hecho, la condición f u n d a m e n t a l de su existencia f u e la «desto- técnicos decisivos, q u e echaron los f u n d a m e n t o s del Renaci-
talización» única de la soberanía en el m a r c o del p o d e r político- m i e n t o europeo, se c o n c e n t r a r o n en la segunda m i t a d del si-
glo xv, y f u e entonces, hacia 1470, c u a n d o al fin cedió en Francia
económico del feudalismo. De ahí la resistencia de las ciudades e I n g l a t e r r a la secular depresión agrícola.
d e Occidente a lo largo de la p e o r crisis del siglo xiv, q u e
• r r u i n ó t e m p o r a l m e n t e a t a n t a s familias patricias de las u r b e s E s t a f u e p r e c i s a m e n t e la época en que acaeció, en u n país
mediterráneas. Los Bardi y Peruzzi se h u n d i e r o n en Florencia, t r a s otro, u n r e p e n t i n o y simultáneo resurgimiento de la auto-
m i e n t r a s Siena y Barcelona decaían; p e r o Augsburgo, Génová ridad y la u n i d a d políticas. Desde lo m á s h o n d o del t r e m e n d o
y Valencia iniciaban precisamente su ascenso. D u r a n t e la depre- caos feudal y de las convulsiones de las guerras de las Rosas,
sión feudal se desarrollaron i m p o r t a n t e s industrias u r b a n a s , ta- de la guerra de los Cien Años y de la segunda guerra civil de
les como del hierro, el papel y los textiles. Considerada a dis- Castilla, las p r i m e r a s m o n a r q u í a s «nuevas» se irguieron, prác-
tancia, esta vitalidad económica y social actuó como u n a inter- ticamente al m i s m o tiempo, d u r a n t e los reinados de Luis XI
ferencia objetiva y constante en la lucha de clases p o r la tierra, en Francia, F e r n a n d o e Isabel en España, E n r i q u e VII en In-
y bloqueó cualquier solución regresiva que p u d i e r a n darle los glaterra y Maximiliano en Austria. Así, c u a n d o los estados
nobles. Es significativo, en efecto, q u e los años t r a n s c u r r i d o s absolutistas q u e d a r o n constituidos en Occidente, su e s t r u c t u r a
e n t r e 1450 y 1500, que presenciaron los p r i m e r o s pasos de las estaba d e t e r m i n a d a f u n d a m e n t a l m e n t e p o r el r e a g r u p a m i e n t o
m o n a r q u í a s absolutas unificadas de Occidente, f u e r a n t a m b i é n feudal c o n t r a el campesinado, t r a s la disolución de la servidum-
los años en q u e se superó la crisis larga de la economía feudal bre; p e r o estaba sobredeterminada s e c u n d a r i a m e n t e p o r el auge
gracias a u n a nueva combinación de los factores de producción, de u n a burguesía u r b a n a que, t r a s u n a serie de avances técni-
e n t r e los que, p o r vez p r i m e r a , j u g a r o n u n papel principal los cos y comerciales, estaba d e s a r r o l l a n d o ya las m a n u f a c t u r a s
•vanees tecnológicos específicamente urbanos. El c o n j u n t o de preindustriales en un volumen considerable. Este i m p a c t o se-
inventos q u e coincide con el gozne situado e n t r e las épocas c u n d a r i o de la burguesía u r b a n a sobre las f o r m a s del E s t a d o
«medieval» y «moderna» es d e m a s i a d o bien conocido p a r a vol- absolutista f u e lo que Marx y Engels i n t e n t a r o n c a p t a r con los
ver a discutirlo aquí. El descubrimiento del proceso seiger p a r a erróneos conceptos de «contrapeso» y «piedra angular». De he-
• e p a r a r la plata del mineral de cobre r e a b r i ó las m i n a s de cho, Engels expresó la v e r d a d e r a relación de fuerzas con bas-
E u r o p a central y provocó u n nuevo f l u j o de metales en la eco- t a n t e exactitud en m á s de u n a ocasión: al h a b l a r de los nuevos
nomía internacional; la producción m o n e t a r i a de E u r o p a cen- descubrimientos m a r í t i m o s y de las industrias m a n u f a c t u r e r a s
tral se quintuplicó e n t r e 1460 y 1530. El desarrollo de los caño- del Renacimiento, Engels escribió que «a esta gran transfor-
nes de bronce convirtió a la pólvora, p o r vez p r i m e r a , en el mación de las condiciones económicas vitales de la sociedad n o
a r m a de guerra decisiva, y r e d u j o a p u r o a n a c r o n i s m o las de- siguió e m p e r o en el acto u n c a m b i o correspondiente de su
fensas de los castillos señoriales. El invento de los tipos móviles articulación política. El orden estatal siguió siendo feudal
p r o d u j o la llegada de la i m p r e n t a . La construcción de galeones m i e n t r a s la sociedad se hacía cada vez m á s burguesa» 1 2 . La
de tres mástiles y con timón a p o p a hizo los océanos navega-
bles p a r a las conquistas u l t r a m a r i n a s 1 1 . Todos estos inventos
que serán, en una época posterior, los grandes temas filosóficos de la
Ilustración. . . w _ .
12
" Sobre cañones y galeones, véase Cario Cipolla, Guns and sails in Anti-Dühring, Moscú, 1947, p. 126 [Anti-Duhring, en Max y Engels,
the early phase of European expansión, 1400-1700, Londres, 1965 [Cañones Obras, vol. 35, Barcelona, Crítica, 1977, p. 108]; véanse también las pá-
A " , \ ¿ V a / ? m e r , a fase de la exP™sión europea, 1400-1700, Barcelona ginas 186-7 [p. 169], donde se mezclan formulaciones correctas e incorrec-
Ariel, 1967]. Sobre la imprenta, las reflexiones recientes más audaces tas Hill cita estas páginas en su «Comentario» para exculpar a Engels
aunque dañadas por la monomanía habitual en los historiadores de la
tecnología son las de Elizabeth L. Eisenstein, «Some conjectures about de los errores del concepto de «equilibrio». En general, es posible encon-
the impact of pnnting of Western society and thought: a preliminary trar textos de Marx y Engels en los que se define el absolutismo de forma
report», Journal of Modern History, marzo-diciembre de 1968 pp 1-56 v más adecuada que en los textos citados anteriormente. (Por ejemplo, en
«The advent of printing and the problem of the Renaissancd», Past and el mismo Manifiesto comunista hay una referencia directa al «absolutismo
Present, 45, noviembre de 1969, pp. 19-89. Los descubrimientos técnicos
más importantes de esta época pueden considerarse, en cierto sentido feudal»: Selected Works, p. 56 [Obras escogidas, I, p. 33]; véase también
como variaciones dentro de un mismo campo, el de las comunicaciones' el artículo de Marx «Die moralisierende Kritik und die kntisierende Mo-
Afectan, respectivamente, al dinero, el lenguaje, los viajes y la guerra' ral» de 1847, en Werke, vol. 4, pp. 347, 352-3.) Difícilmente podría ser de
otra forma, dado que la consecuencia lógica de bautizar a los estados
absolutistas como burgueses o semiburgueses serla negar la naturaleza
16 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 19
n o existe ninguna teoría marxista de las cambiantes funciones , i a de u n confín a o t r o del continente sin s u f r i r p o r ello
sociales de Ja g u e r r a en los diferentes modos de producción. nineuna dislocación. Los linajes angevinos podían g o b e r n a r indi-
No es éste el lugar p a r a e s t u d i a r ese tema. Con todo, puede f e r e n t e m e n t e en Hungría.. Inglaterra o Nápoles; los n o r m a n d o s
a f i r m a r s e que la guerra era, posiblemente, el m o d o más racional en Antioquía, Sicilia o Inglaterra; los borgoñones en Portugal
y m á s rápido de que disponía cualquier clase d o m i n a n t e en el o Zelanda; los luxemburgueses en las tierras del Rin o en Bo-
feudalismo p a r a expandir la extracción de excedente. Es cierto hemia" los flamencos en Artois o Bizancio; los H a b s b u r g o en
que ni la productividad agrícola ni el volumen del comercio Austria, los Países B a j o s o España. En esas variadas t i e r r a s
q u e d a r o n estancados d u r a n t e la Edad Media. Para los señores, no era preciso q u e señores y campesinos c o m p a r t i e r a n u n a len-
sin embargo, crecían muy l e n t a m e n t e en comparación con las gua común. N o existía solución de continuidad e n t r e los terri-
repentinas y masivas «cosechas» que producían las conquistas torios públicos y los dominios privados, y el m e d i o clásico p a r a
territoriales, de las que las invasiones n o r m a n d a s de Inglaterra su adquisición era la guerra, encubierta de f o r m a invariable
o Sicilia, la toma angevina de Nápoles o la conquista castellana b a j o reclamaciones de legitimidad religiosa o genealógica. La
de Andalucía f u e r o n sólo los ejemplos más espectaculares. E r a guerra n o era el «deporte» de los príncipes, sino su destino. Más
lógico, pues, que la definición social de la clase d o m i n a n t e allá de la limitada diversidad de caracteres e inclinaciones
feudal fuese militar. La específica racionalidad económica de la individuales, la guerra les atraía inexorablemente como u n a ne-
guerra en esa formación social es la maximización de la rique- cesidad social de su estado. Para Maquiavelo, c u a n d o estudia
za, y su papel no puede c o m p a r a r s e al que desempeña en las la E u r o p a de comienzos del siglo xvi, la última n o r m a de su
f o r m a s desarrolladas del m o d o de producción que le sucede, ser era u n a verdad tan obvia e inevitable como ta existencia
d o m i n a d o p o r el ritmo básico de la acumulación del capital y del cielo p o r encima de sus cabezas: «Un príncipe, pues, n o
p o r el «cambio incesante y universal» (Marx) de los f u n d a m e n - debe tener o t r o o b j e t o ni o t r o pensamiento, ni cultivar o t r o
t e s económicos de toda formación social. La nobleza f u e u n a arte m á s q u e la guerra, el o r d e n y la disciplina de los ejércitos,
clase t e r r a t e n i e n t e cuya profesión era la guerra: su vocación p o r q u e éste es el único a r t e que se espera ver ejercido p o r el
social n o era u n m e r o añadido externo, sino u n a función intrín- que m a n d a »
seca a su posición económica. El medio normal de la competen-
Los estados absolutistas r e f l e j a b a n esa racionalidad arcaica
cia intercapitalista es económico, y su e s t r u c t u r a es típicamente
en su m á s íntima e s t r u c t u r a . E r a n m á q u i n a s construidas espe-
aditiva: las p a r t e s rivales pueden expandirse y p r o s p e r a r —aun-
cialmente p a r a el c a m p o de batalla. Es significativo que el pri-
que de f o r m a desigual— a lo largo de u n a misma confrontación,
m e r i m p u e s t o regular de á m b i t o nacional establecido en Fran-
p o r q u e la producción de mercancías m a n u f a c t u r a d a s es ilimita-
da p o r naturaleza. Por el contrario, el medio típico de la con- cia, la taille royale, se r e c a u d a r a p a r a financiar las p r i m e r a s
frontación interfeudal era militar y su e s t r u c t u r a siempre era, unidades militares regulares de E u r o p a , las compagnies d'or-
potencialmente, la de un conflicto de s u m a nula en el c a m p o donnance de mediados del siglo xv, cuya p r i m e r a u n i d a d estaba
de batalla, p o r el que se perdían o ganaban cantidades fijas compuesta p o r aventureros escoceses. A mediados del siglo XVI,
de tierras. E s t o es así p o r q u e la tierra es un monopolio n a t u r a l : el 80 p o r 100 de las r e n t a s del E s t a d o español se destinaban
sólo se puede redividir, pero no extender indefinidamente. El a gastos militares. Vicens Vives p u d o escribir que: «el impulso
o b j e t o categorial de la dominación nobiliaria era el territorio, hacia la m o n a r q u í a administrativa a la m o d e r n a se inicia en el
independientemente de la comunidad que lo habitase. Los perí- occidente de E u r o p a con las grandes operaciones navales em-
m e t r o s de su p o d e r estaban definidos p o r la tierra como tal, y prendidas p o r Carlos V c o n t r a los turcos en el Mediterráneo
no p o r el idioma. La clase d o m i n a n t e feudal era, pues, esencial- occidental en 1535»27. Hacia mediados del siglo x v n , los desem-
m e n t e móvil en u n sentido en que .a clase d o m i n a n t e capitalista bolsos anuales de los principados del continente, desde Suecia
n u n c a p u d o serlo después, p o r q u e el m i s m o capital es par exce-
24
llence internacionalmente móvil y p e r m i t e que sus propietarios Niccoló Machiavelli, II Principe e Discorsi, Milán, 1960, p. 62 [El
estén fijos nacionalmente; pero la tierra es nacionalmente in- Principe, Barcelona, Bruguera, 1978. p. 140],
" J. Vicens Vives, «Estructura administrativa estatal en los siglos xvi
móvil y los nobles tienen que v i a j a r p a r a t o m a r posesión de y xvn», XI Congrés International des Sciences Historiques. Rapports, iv,
ella. Cualquier b a r o n í a o dinastía podía, así, t r a n s f e r i r su resi- Gotemburgo, 1960; ahora reimpreso en Vicens Vives, Coyuntura económica
y reformismo burgués, Barcelona, Ariel, 1968, p. 116.
16 29
16 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente
cieron los r e c a u d a d o r e s de impuestos y a r r a m b l a r o n con todo metales preciosos y de moneda, en la creencia de que existía
lo q u e pudieron encontrar. Los señores r e c o b r a b a n en último una cantidad f i j a de comercio y de riqueza en el m u n d o . Por
t é r m i n o de sus h o m b r e s el i m p o r t e de la «ayuda» q u e ellos decirlo con la f a m o s a f r a s e de Hecksher: «el E s t a d o era a la
mismos e s t a b a n obligados a p r e s t a r a su soberano. Es indudable vez el s u j e t o y el o b j e t o de la política económica mercantilis-
q u e de todos los males que afligían a los campesinos, los q u e M
t a » . Sus creaciones m á s características f u e r o n , en Francia, las
s u f r í a n con más dolor y menos paciencia eran los que provenían m a n u f a c t u r a s reales y los gremios regulados p o r el Estado, y en
de las cargas de la guerra y de los r e m o t o s impuestos» 32. Prác- Inglaterra, las compañías privilegiadas. La genealogía medieval
ticamente en todas partes, el t r e m e n d o peso de los i m p u e s t o s y corporativista de los p r i m e r o s apenas necesita comentario;
—la taille y la gabelle en Francia, los servicios en E s p a ñ a - la reveladora fusión de los órdenes político y económico en las
cayó sobre los pobres. No existía ninguna concepción del «ciu- segundas escandalizó a Adam Smith. El m e r c a n t i l i s m o represen-
dadano» jurídico, s u j e t o al fisco p o r el m i s m o hecho de perte- taba exactamente las concepciones de u n a clase d o m i n a n t e feu-
necer a la nación. La clase señorial, en la práctica y en todas dal q u e se había a d a p t a d o a u n m e r c a d o integrado, p e r o pre-
partes, estaba r e a l m e n t e exenta del i m p u e s t o directo. Porshnev servando su visión esencial sobre la u n i d a d de lo que Francis
h a bautizado con razón a las nuevas contribuciones impuestas Bacon llamaba «consideraciones de abundancia» y «considera-
p o r el E s t a d o absolutista con el n o m b r e de «renta feudal cen- ciones de poder». La clásica doctrina b u r g u e s a del laissezfaire,
tralizada», p a r a oponerlas a los servicios señoriales q u e forma-
con su rigurosa separación f o r m a l de los sistemas políticos y
b a n la «renta feudal local» 3 3 : este doble sistema de exacción
económico, estaría en sus antípodas. El m e r c a n t i l i s m o era, pre-
c o n d u j o a u n a t o r m e n t o s a epidemia de rebeliones de los pobres
cisamente, u n a teoría de la intervención coherente del E s t a d o
en la Francia del siglo x v n , en las q u e los nobles provincianos
político en el f u n c i o n a m i e n t o de la economía, en interés a
c o n d u j e r o n m u c h a s veces a sus propios campesinos c o n t r a los
la vez de la p r o s p e r i d a d de ésta y del p o d e r de aquél. Lógica-
recaudadores de impuestos c o m o m e j o r m e d i o p a r a extraerles
después sus cargas locales. Los funcionarios del fisco tenían mente, m i e n t r a s la teoría del laissez faire sería siempre «paci-
q u e ser custodiados p o r unidades de fusileros p a r a c u m p l i r su fista», b u s c a n d o q u e los beneficios de la paz e n t r e las naciones
misión en el c a m p o : reencarnación en f o r m a modernizada de i n c r e m e n t a r a n u n comercio internacional m u t u a m e n t e venta-
la u n i d a d inmediata e n t r e coerción político-legal y explotación joso, la teoría mercantilista (Montchrétien, Bodin) e r a p r o f u n -
económica constitutiva del m o d o de producción feudal en cuan- d a m e n t e «belicista» al h a c e r hincapié en la necesidad y renta-
to tal. bilidad de la guerra 3 S . A la inversa, el objetivo de u n a economía
s S t . S K a r s í » RSSÍ
lista. Las razones p o r las que p u d o llevar a cabo esa función aneció E r a uii E s t a d o b a s a d o en la supremacía s o c a de la
«dual» residen en la naturaleza específica de los capitales mer-
cantil y m a n u f a c t u r e r o : como ninguno de ellos se b a s a b a en
la producción en m a s a característica de la industria maquini-
zada p r o p i a m e n t e dicha, t a m p o c o exigían u n a r u p t u r a radical
con el orden agrario feudal que todavía e n c e r r a b a a la vasta
mayoría de la población (el f u t u r o t r a b a j o asalariado y mer-
cado de c o n s u m o del capitalismo industrial). Dicho de o t r a for-
ma, esos capitales podían desarrollarse d e n t r o de los límites
establecidos p o r el m a r c o feudal reorganizado. E s t o n o quiere
decir que siempre ocurriera así: los conflictos políticos, reli-
SiiSSpSrSl
giosos o económicos podían f u n d i r s e en explosiones revolucio-
narias contra el absolutismo, en coyunturas específicas, t r a s u n
después de l a « de Pombal; los especuladores parisinos
d e t e r m i n a d o p e r í o d o de maduración. En este estadio, sin em-
bargo, había siempre u n potencial terreno de compatibilidad
e n t r e la naturaleza y el p r o g r a m a del E s t a d o absolutista y las
operaciones del capital mercantil y m a n u f a c t u r e r o . En la com-
petencia internacional e n t r e clases nobles que p r o d u j o el endé- del E s t a d o absolutista f u e la dominación de la nobleza f e u ü *
mico estado de guerra de esa época, la amplitud del sector en la éooca de la transición al capitalismo. Su final señalaría
mercantil d e n t r o de cada p a t r i m o n i o «nacional» tuvo siempre L crisis del p o d e r de esa clase: la llegada de las revoluciones
u n a i m p o r t a n c i a decisiva p a r a su relativa fuerza militar y po- burguesas y la aparición del E s t a d o capitalista.
lítica. E n la lucha c o n t r a sus rivales, todas las m o n a r q u í a s te-
nían, pues, u n gran interés en a c u m u l a r metales preciosos y
p r o m o v e r el comercio b a j o sus propias b a n d e r a s . De ahí el
c a r á c t e r «progresista» que los historiadores posteriores h a n
a t r i b u i d o tan f r e c u e n t e m e n t e a las políticas oficiales del abso-
lutismo. La centralización económica, el proteccionismo y la
expansión u l t r a m a r i n a engrandecieron al ú l t i m o E s t a d o feudal
a la vez que beneficiaban a la p r i m e r a burguesía. Incrementa-
ron los ingresos fiscales del p r i m e r o al p r o p o r c i o n a r oportuni-
dades de negocio a la segunda. Las máximas circulares del mer-
cantilismo, p r o c l a m a d a s p o r el E s t a d o absolutista, dieron elo-
cuente expresión a esa coincidencia provisional de intereses.
E r a m u y lógico q u e el d u q u e de Choiseul declarase, en las
últimas décadas del ancien régime aristocrático en Occidente:
«De la a r m a d a dependen las colonias; de las colonias el co-
mercio; del comercio la capacidad de u n E s t a d o p a r a m a n t e n e r
n u m e r o s o s ejércitos, p a r a a u m e n t a r su población y p a r a h a c e r
posibles las e m p r e s a s m á s gloriosas y m á s útiles» 4 1 .
" Citado por Gerald Graham, The politics of naval supremacy, Cam-
bridge, 1965, p. 17.