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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Filosofía
Preseminario de Platón
Profesor: Diego Antonio Pineda Rivera
Estudiante: Valeria Cárdenas Aguilar
20 de marzo de 2019

SÍNTESIS APOLOGÍA DE SÓCRATES

La Apología de Sócrates es un diálogo escrito por Platón. La temática


principal de este es la defensa de Sócrates frente a sus principales acusadores
Meleto, Ánito y Licón quienes lo responsabilizan de impiedad, por no creer en los
dioses de la ciudad; y de corromper a los jóvenes.

La Apología se puede dividir en tres partes; Siendo la primera la “defensa


de Sócrates” que está comprendida entre 17a y 35e; la segunda que puede llamarse
una “propuesta de condena” delimitada entre el 36a y el 38b; y la tercera su
“mensaje ante el jurado” contenida entre el 38c y el 42a. este texto también
contiene un “proemio”, el cual se ubica dentro de su defensa, sin embargo es
pertinente hacer la diferenciación; En este Sócrates explica la manera como
hablara durante toda su defensa y así mismo sintetiza de manera puntual los
crímenes de los que se le ha inculpado.

Ahora, después de haber hecho una clasificación de las partes que contiene
la Apología, Es oportuno profundizar en cada una de estas. La primera parte, como
se menciona en el párrafo anterior es la “defensa de Sócrates” la cual incluye un
proemio. Un aspecto importante a rescatar en dicho fragmento es el hecho de que
Sócrates hace una diferenciación entre el hablar de sus acusadores y la manera
como él se expresara a lo largo del diálogo. Sócrates al decir, en el numeral 17a
“No sé, atenienses, la sensación que habéis experimentado por las palabras de mis
acusadores. Ciertamente, en efecto, incluso yo mismo he estado a punto de no

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reconocerme; tan persuasivamente hablaban.” está informando al público
ateniense sobre cómo es la manera de hablar de sus acusadores, a saber,
persuasivamente. Después, en 17b, sostiene que

“En efecto, como digo, estos han dicho poco o nada verdadero. En cambio
vosotros vais a oír de mi toda la verdad; ciertamente, por Zeus, atenienses, no oiréis
bellas frases, como las de estos, adornadas cuidadosamente con expresiones y
vocablos, sino que vais a oír frases hechas al azar con las palabras que me vengan a
la boca”
Y muestra la manera como él hablará, en un lenguaje simple pero, según él,
verdadero.

A continuación, Sócrates hace una diferenciación y establece un orden


cronológico para poder hablar, primero, de sus acusadores anónimos y después de
quienes lo acusaron ante el jurado, Ánito, Meleto y Licón. Entre el 19a y el 24b
Sócrates presenta sus “delitos” asignados por la creencia general de ciertos
atenienses y de igual manera argumenta en contra de estos y da razones de porque
no son verdad.

Primero resume las acusaciones de la siguiente manera: “‘Sócrates comete


delito y se mete en lo que no debe al investigar las cosas subterráneas y celestes, al
hacer más fuerte el argumento más débil y al enseñar esas mismas cosas a otros’”
(19b). A partir de esto, Sócrates comienza a presentar sus argumentos en su
defensa. En primera instancia, él le pide el favor al público, a su jurado, que
corrobore la información que él les va a decir con la intención de que sepan, de
parte de varios testigos, que lo que dice es verdad. Seguido de esto, Sócrates
responde a la pregunta de por qué han surgido esas tergiversaciones, diciendo que
es a raíz de que posee cierta sabiduría, La sabiduría que él llama propia del
hombre, es decir la que permite que al no saber algo, también se reconozca el
hecho de que ese algo no se sabe, en otras palabras “soy más sabio que él en esta
misma pequeñez, en que lo que no se tampoco creo saberlo” (21d). Es aquí donde
se introduce el tema de la divinidad, el oráculo de Delfos, el cual le dice a
Querefonte que entre los hombres no hay nadie más sabio que Sócrates. Por esta

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afirmación Sócrates presupone lo mencionado anteriormente como verdadero
puesto que: “sin duda, no miente, no le es lícito.” (21b) dice él haciendo referencia
al oráculo.

A partir de esta afirmación de la existencia e inspiración divina, Sócrates


no sólo es informado, como se dijo anteriormente, de que es el más sabio entre los
hombres, sino también es incitado a examinar lo que esta le dice. Esto lo hace por
medio del diálogo con los ciudadanos que creen saber algo; yendo de oradores a
poetas y por último a artesanos. En esta búsqueda es donde llega a la conclusión
que la mayoría de los hombres se creen sabios respecto a todos los temas solo
porque tienen un conocimiento en relación con un tema en específico. Empero, por
querer cumplir esta labor que incluye el refutar a sus interlocutores se forja
muchas enemistades y, al tiempo, es seguido por los jóvenes, quienes son atraídos
por lo que hace y buscan imitarlo, lo que lleva a que muchas personas examinadas
se irriten con él por “enseñar sus métodos” a la juventud.

Ahora Sócrates comienza su defensa hacia sus acusadores “formales”.


Inicia enunciando el delito que Meleto le atribuye; “‘Sócrates delinque
corrompiendo a los jóvenes y no creyendo en los dioses en los que la ciudad cree,
sino en otras divinidades nuevas’”.
Para refutarlo utiliza su examen Socrático y lo lleva en ambos casos a una
conclusión contraria a la acusación inicial, es decir, a la contradicción.

Para terminar la primera parte, Sócrates elabora una reflexión sobre la


muerte, siendo que si esta es desconocida por todos los hombres entonces no hay
por qué temerle, puesto que esta puede ser en realidad el mayor bien, y que la
verdadera preocupación debería ser el obrar justamente en vida para no ser
condenado en los juicios del Hades. Con esto afirma que su condena es injusta
puesto que se le incrimina de cosas que él no ha hecho y además él solo ha estado
filosofando por obediencia al dios y por su preocupación por vivir una vida justa.
Y, desde este razonamiento, Sócrates puntualiza que entonces, su defensa es, en
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realidad, en favor de todos los atenienses, a quienes, si se deshacen de él, no les
será fácil encontrar un semejante que esté al servicio de ellos desinteresadamente,
y, de manera simultánea, los invite a examinarse y cuestionarse continuamente. Es
por esto último que Sócrates no ve necesario ni prudente traer a sus familiares ni
“causar lastima” ya que al apelar a los sentimientos de la multitud podría quedar
absuelto pero no por las razones correctas.

Como segunda sección de este dialogo se tiene la “propuesta de condena”.


Después de haberse hecho la votación y haber comprobado que la mayoría de
votos son en contra de la “inocencia” de Sócrates, él procede a proponer maneras
alternas a la condena inicial, que es, la pena de muerte, más exactamente, beber la
cicuta. Nuevamente Sócrates plantea algo bastante innovador o sorprendente;
basado en el razonamiento de que; si él se cree y se sabe justo, obediente y bueno,
resultaría absurdo para él mismo imponerse un castigo, puesto que no se considera
como alguien que haya cometido delito alguno; entonces decide proponer ante el
jurado su manutención en el Pritaneo, no por arrogancia, sino porque según
sostiene en el 36e “es preciso que yo propongo lo merecido con arreglo a lo justo,
propongo esto: la manutención en el Pritaneo”.

En esta parte también cabe resaltar que Sócrates no contempla bajo


ninguna circunstancia tomar como castigo algo como lo que se plantea en el texto
con la siguiente pregunta: “‘¿[P]ero no serás capaz de vivir alejado de nosotros en
silencio y llevando una vida tranquila?’” (37e) lo que quiere decir, en otras
palabras, que Sócrates descarta la idea de comprometerse a no filosofar jamás
principalmente por dos razones; su obediencia al dios y su creencia de que una
vida sin examen es una vida que no vale la pena vivir (38a).

En la parte final o su “mensaje ante el jurado” Sócrates les dice,


comenzando por los que lo condenaron, primero que, inevitablemente, “atenienses,
vais a tener la fama y la culpa, por parte de los que quieren difamar a la ciudad, de
haber matado a Sócrates, un sabio”. Segundo, que han sido alcanzados por la
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maldad, al condenar a un ciudadano de manera perversa e injusta. Y tercero, que
de asesinar a quien los reprocha y los hace caer en cuenta de sus contradicciones
no se sigue que se libren por completo de ello, al contrario, les recalca que tendrán
que rendir cuentas ante muchos jóvenes quienes les exhortarán a los mismo a lo
que él los dirigía; vivir rectamente.

Después, y como cierre, Sócrates habla ante sus amigos, es decir, quienes
votaron por su absolución. A estos les explica, que el dios, quien acostumbraba a
advertirle sobre los males, no le mostro advertencia alguna mientras se dirigía
hacia el juicio, ni en el transcurso de este; por esto, él considera que la muerte, y
las circunstancias en las que llego a ella, son un bien, bajo el razonamiento de que,
o bien la muerte es como un sueño profundo y placentero o es un reencuentro con
aquellos difuntos justos y admirables, como por ejemplo el poeta Homero.
Seguidamente Sócrates se despide dejándoles una inquietud bajo las siguientes
palabras: “[P]ero es ya hora de marcharnos, yo a morir y vosotros a vivir. Quién de
nosotros se dirige a una situación mejor es algo oculto para todos, excepto para el
dios”.

A manera de conclusión, me gustaría resaltar que, a lo largo de la Apología


se tratan tópicos como: la importancia de la divinidad, la obediencia, la justicia, el
lenguaje persuasivo en contraste con el de la verdad, la justificación de la vida
filosófica, entre otros. Así mismo, es un texto que contiene innumerables
respuestas a cuestiones que se podrían plantear a lo largo de la lectura y revisión
de este.

Bibliografía
Platón. (1997). Diálogos I. (J. Calonge. E. Lledo. C. García, Trad.) Madrid: Gredos.

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