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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA

se aplicará sobre la parte restante, es decir, sobre la mitad legi-


timaria propiamente tal; pero si la disposición ha sido solo de parte
de esas cuartas, como la mitad legitimaria se ve aumenta-da con el
acrecimiento a que se hará referencia más adelante y de que trata el
art. 1191 (vid. Nº 937), la porción del cónyuge, como la de los hijos
se aplica sobre todo el resto de la herencia, que adquiere la calidad
de legítima, y la porción de cada hijo se denomina legítima efectiva
(art. 1191 inc. 2º).
En suma, si hay cónyuge sobreviviente, su porción es variable,
pues depende del número de hijos del causante que concurran con
él: un cuarto de la herencia o de la mitad legítimaria (aumentada si
corresponde), en su caso; el doble de lo que corresponda a cada hijo;
o lo mismo que corresponda al único hijo que concurre.

702.2. Sucesión mixta. Por último, el art. 988 inc. final agrega que
“La aludida cuarta parte se calculará teniendo en cuen-ta lo
dispuesto en el art. 996”. Con ello se alude a una regla aplicable a
una sucesión parte testada y parte intestada y en la que el causante
ha dispuesto en su testamento de alguna asignación para el cónyuge.
En ese caso, lo que se ha asignado por la disposición testamentaria
se imputa a la cuarta parte mí-nima que debe recibir el cónyuge
sobreviviente. Este no recibe así la cuarta parte de la mitad
legitimaria más la asignación testamentaria, sino que dentro de la
cuarta parte se considera comprendida la asignación. Pero esta regla
tiene dos excep-ciones: a) si la asignación testamentaria es mayor a
la cuarta que le corresponde como mínimo, el cónyuge puede
retener todo lo que se le asignó en el testamento; b) también puede
sumarse la cuarta parte garantizada a la asignación testamen-taria
sin imputación, si el causante así lo hubiere dispuesto expresamente
en su testamento.

Sección II
ORDEN DEL CÓNYUGE Y DE LOS ASCENDIENTES

703. Cuándo tiene lugar. Se presenta no habiendo descendientes.


Dispone el art. 989, inciso 1º, que “si el difunto no ha dejado pos-
teridad, le sucederán el cónyuge sobreviviente y sus ascendientes de
grado más próximo”.

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DERECHO SUCESORIO

704. Algunas consideraciones sobre este orden. Antes de tratar


sobre la distribución de los bienes relictos, algunas consideraciones
sobre este orden conviene tener presente:
a) Que el art. 989 salva, por así decirlo, la omisión del art. 988.
Este sólo se refiere a los “hijos”, debiendo haberse referido a los
“descendientes”, o la “posteridad”, como lo hace el art. 989. Luego,
los “hijos” del art. 988 es la “posteridad” del causante. Pero se trata
sólo de una precisión técnica sin mayor importan-cia, porque
“dando la lei este derecho exclusivo a los hijos, lo da por
consiguiente a los nietos, los bisnietos, etc.” (nota de Bello al art. 11,
del Proyecto 1841-1845). Luego este segundo orden se presenta si el
causante fallece sin descendientes;
b) Los llamados a suceder son los ascendientes de “grado más
próximo” al causante. Por ello, “habiendo un solo ascendiente en el
grado más próximo, sucederá éste en todos los bienes, o en toda la
porción hereditaria de los ascendientes” (art. 989, inc. 3º). Es que los
ascendientes suceden personalmente. No hay lugar a la
representación (vid. Nº 681).
c) El cónyuge supérstite, para suceder abintestato, no debe estar
separado judicialmente por su culpa (art. 994 inc. 1º) (vid. Nº 699).

d) En lo que concierne a los padres, si la paternidad o la ma-


ternidad ha sido determinada luego de ejercitarse por el hijo una
acción de reconocimiento en que el progenitor demandado sostuvo
oposición, aquellos no podrán suceder al causante, a menos de
mediar restablecimiento en los términos del art. 203. Se trata de una
sanción civil para el padre o madre que no quiso reconocer al hijo,
de modo que su paternidad o maternidad resulta de una contienda en
que el demandado fue condenado como progenitor
(art. 994 inc. final). Ya el art. 203 ordena que si la filiación ha sido
“determinada judicialmente contra la oposición del padre o madre,
aquél o ésta quedará privado de la patria potestad y, en general, de
todos los derechos que por el ministerio de la ley se le confieren
respecto de la persona y bienes del hijo o de sus descendientes. El
juez así lo declarará en la sentencia y de ello se dejará constancia en
la subinscripción correspondiente”. La regla sucesoral no es sino
una precisión de la regla general del art. 203 y se constituye en una
verdadera causal de indignidad. Pero esa misma regla manda que
pueda existir restablecimiento en los derechos del padre o madre,
cuando el hijo, alcanzada que sea su plena capacidad, manifiesta por
escritura pública o por testa-

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mento su voluntad de restablecerle en ellos. El restablecimiento


produce efectos, cuando consta de escritura pública, desde que ésta
se subinscriba al margen de la inscripción de nacimiento del hijo y si
consta de testamento, desde la muerte del causante (art. 203 inc.
final). Técnicamente, habría sido más exacto ordenar que si se
contiene en acto testamentario, produzca sus efectos desde que éste
queda perfecto y no desde la muerte del testador, pues no se trata
aquí de un contenido dispositivo del acto. Y ello resulta más
evidente si se tiene presente que el restablecimiento es siempre
irrevocable (art. 203 inc. final).
Entendemos que la sanción es sólo aplicable al padre o ma-dre
que sostuvo oposición efectiva. Por lo mismo, no se aplica al que,
demandado, sin negar el vínculo, señaló estarse a la prueba
biológica que se produzca, ni al que fue condenado en rebeldía por
no haber comparecido al juicio. Por otra parte, como toda sanción es
de interpretación restrictiva, atendidos los términos del art. 994, la
regla sólo es aplicable al padre o madre que hizo oposición y no a
los otros ascendientes que no son contempla-dos en ella. Así, no rige
para los abuelos, solución que pudiera ser discutida; pero que nos
parece clara si se considera que los abuelos no tienen por qué cargar
con las culpas de los padres. Una redacción más cuidadosa de la
regla habría sido deseable, puesto que el art. 1182 inc. 2º, tratando
de los legitimarios, res-pecto de la misma situación, adopta una
decisión diversa y ex-tiende la privación de la calidad de
legitimarios no sólo al padre o madre opositor, sino a todo otro
ascendiente de que se derive el respectivo parentesco.

704.1. Doctrina. La extensión de la regla del art. 904 inc. 2º ha sido


tratada por la doctrina. Se ha sostenido que ella no se extiende a los
demás ascendientes, a pesar que en el art. 1182 se adopte otra solución
para el caso de la legítima (así, F. Elorriaga, aunque sin ser terminante,
ob. cit., Nº 152; P. Rodríguez G., ob. cit., vol. 1, pág. 268; R. Abeliuk,
La filiación y sus efectos, cit., pág. 590; H. Corral Talciani,
“Determinación de la filiación y acciones de estado en la reforma de la
Ley Nº 19.585”, en Documentos de Trabajo, Univ. de los Andes, Nº 25,
1988, pág. 71). También, como lo entendemos antes, la doctrina
comparte la idea que cuando la regla se refiere a un reconocimiento
obtenido contra la “oposición” del padre o madre, ha de tratarse de una
oposición efectiva, es decir de un demandado que niega su paternidad o
maternidad y defiende su oposición en el juicio.

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DERECHO SUCESORIO

Así, no hay “oposición” para esos efectos, si el demandado es sólo


rebelde por no comparecencia y con mayor razón si se allana a la
demanda (así, H. Corral Talciani, ob. cit., pág. 69; P. Rodríguez G.,
ob. cit., vol. 1, págs. 312 y 313 ); pero sí la hay si el padre o madre,
durante el juicio, responde afirmativamente ser padre o madre al ser
llamado a absolver posiciones en el juicio (así, F. Elorriaga, ob. cit.,
pág. 135, nota 181), solución esta que nos parece por lo demás
discutible, pues en la sentencia se considerará, seguramente, como
prueba relevante esa confesión. También se ha sostenido que el
restablecimiento en los derechos sucesorales del padre o madre
indignos por haber sostenido oposición, no requiere de términos
sacramentales, por lo cual no sólo resulta de una voluntad explícita
contenida en escritura pública o en acto testamentario, sino que
también de una voluntad implícita contenida en un testamento por el
hecho de hacerse asignación, aun a título singular al indig-no. En
ese evento cabría aplicar el mismo principio del art. 973 que impide
alegar las causales de indignidad establecidas en los artículos
precedentes en contra de disposiciones testamentarias posteriores a
los hechos que producen la indignidad, opinión que nos parece
plenamente acertada (así, P. Rodríguez G., ob. cit., vol. 1, pág. 268;
F. Elorriaga, ob. cit., Nº 152, in fine).

705. Distribución de la herencia. Se pueden presentar varias situa-


ciones:
a) Concurren todos los que forman el orden. Si al fallecer el
causan-te, concurren a recoger su herencia el cónyuge sobreviviente
y al menos un ascendiente, la herencia se divide en tres partes: dos
tercios son para el cónyuge y un tercio para el o los ascendientes,
que si son varios, dividen esa tercera parte en porciones. Es lo que
ordena el art. 989: “En este caso, la herencia se dividirá en tres
partes, dos para el cónyuge y una para los ascendientes”.
b) Concurre sólo el cónyuge sobreviviente. Si no concurren
ascen-dientes, el cónyuge lleva toda la herencia. “A falta de éstos,
llevará todos los bienes el cónyuge”, manda el art. 989 inc. 2º.
c) Concurren sólo ascendientes. Si sólo hay ascendientes y no
cónyuge sobreviviente, sea porque no existe, sea porque no pue-de
suceder, toda la herencia se divide entre los ascendientes por iguales
partes y si sólo hay un ascendiente de grado más próximo, éste lleva
toda la herencia (art. 898 incs. 2º y 3º).
706-711. Suprimidos.

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