Você está na página 1de 3

REFLEXIÓN SOBRE LA ESPERANZA

CURSO: Escatología
DOCENTE: Manuel David Gómez.
ESTUDIANTE: Jesús Orlando Bedoya González
FECHA: 03/abril/2019
UNIVERSIDAD CATOLICA LUIS AMIGÓ

Ante un horizonte tan desesperanzador como el que se dibuja frente a la realidad de tantas
personas, a quienes la vida perece más un sacrificio que un privilegio, en muchas ocasiones
vacío de sentido y razón, el cual se contempla sumido en un oscuro, estrecho y profundo
agujero que parece no terminar; donde incluso las personas jóvenes, vitales y con años de
existencia por delante, reniegan de lo que tienen y anhelan lo que no pueden alcanzar. Una
realidad como esta, que se percibe en muchos escenarios y a la que cantidad de personas
observan de cerca, inmersas en ella, parecería expresar con gran fuerza, que no hay nada
más que hacer, que la esperanza se ha perdido y que solo queda permanecer allí sin
remedio alguno.

Todas las formas y medios de comunicación nos hablan de guerras, actos violentos
desigualdad, catástrofes, falta de solidaridad de unos con otros, pueblos que explotan a
otros y les empobrecen más cada día, grupos extremistas y fundamentalistas que imponen
su ley con inmolaciones y persecuciones, grupos armados y revolucionarios que siembran
cada vez más la cultura de la muerte, bandas delincuenciales capaces de atraer hacia sí
niños, adolescentes y jóvenes que terminan perdidos en la delincuencia y la drogadicción,
realidades de violencia que acrecientan los desplazamientos forzados al interior de las urbes
y de un territorio a otro, incluso de una nación a otra.

Todas estas son realidades que hacen parte de la cultura actual y que han ido ganando
terreno cada vez más. Incluso podríamos contar también a tantos hombres, mujeres,
jóvenes y niños que habiendo perdido el sentido pleno de la existencia deciden terminar
con su vida a través de un acto suicida, evidenciando con ello la desesperanza que anida en
lo profundo del corazón humano. Frente a ello la Iglesia tiene un gran reto y está llamada
desde siempre, a acompañar al hombre en el transcurso de la historia, donde los gozos y
las esperanzas, las tristezas y las angustias y todo lo humano, encuentre eco en su interior.

¿Será entonces que, frente a tal panorama, aún continúa vigente la acción esperanzadora
de la Iglesia, o por el contrario, su presencia en los diferentes ambientes debe reevaluarse
y proponerse un acompañamiento diferente, e incluso un mensaje que transmita al hombre
algo diferente a la esperanza que parece ya perdida? Personalmente estoy convencido que
este interrogante no es nuevo en el trasegar del ser humano, ya que hoy como ayer,
también el hombre se ve rodeado de situaciones adversas en las que sus fuerzas parecen
acabarse, o se extinguen por completo. Sin embargo la acción de Dios, del Dios que se ha
hecho historia y que hace historia con el hombre, deja ver en medio de tan oscuro
panorama, su luz. Una luz que ciertamente y por muy tenue que sea, emana un tanto de
claridad. Quisiera referirme a una mujer bíblica que a mi juicio considero, puede ser un
referente claro sobre la manera de vivir con esperanza, aunque todo se le tornaba cada vez
más oscuro.
Creo que Rut (su suegra y la esposa de su cuñado) no fue ajena a los momentos angustiosos
de la desesperanza que se alzaba en frente suyo, sin embargo, pese a todo ello, la confianza
prevalece y al final del sendero aparece la luz como promesa siempre presente de la
permanencia de Dios en dicha realidad. Esto lo percibe Rut constantemente, quien a pesar
de no pertenecer al pueblo de Israel se convence plenamente de la obra que el Todo
Poderoso realiza con ella y en ella.

Esta actuación que parte de Dios, exige en muchas ocasiones replantear los proyectos del
hombre para dar paso pleno a lo que Dios pretende realizar. Rut y Noemí lo comprenden
bien y por tanto asumen el desafío de retornar al lugar primero bajo circunstancias muy
diferentes: sin apoyo, solitarias y con el gran temor de ser excluidas o rechazadas. En ellas
se manifiesta el llamado y la interpelación constante a los hombres y mujeres de hoy, para
que abriéndose a la voluntad de quien todo lo puede, reconozcan su proyecto, lo asuman y
trabajen en su construcción, de tal manera que al final la bendición sea incesantemente
plena.

Bajo estas condiciones será un reto enorme para Rut el involucrarse en la vida judía, de tal
forma que encaminarse hacia Israel, implica más que trasladar el domicilio, conocer la
cultura, sus costumbres, su lengua y su mentalidad. De hecho, el ser una mujer moabita
implicaba un rechazo de entrada, que impedía su participación activa en la dinámica de la
comunidad. Por tanto, Noemí parece resignada y no intenta convencer a Rut de regresar a
su pueblo; sólo guarda silencio y no menciona el tema nuevamente.

Pero con Boaz, la desesperanza que anidaba en la mujer se encuentra por primera vez con
la esperanza que este encarna. Por fin el trágico panorama que se cernía sobre las solitarias
mujeres logra entrever un claro de luz. La esperanza no muere, se mantiene firme y con el
pasar del tiempo se alimenta del deseo siempre vivo por encontrar el favor de Dios.

Rut se presenta y sin más pronuncia su nombre y con ello la identidad que este le asigna;
ya no es la simple segadora del campo que aprovecha los restos de los granos para
sobrevivir junto a su suegra, sino que se llama así misma sierva, su sierva (cf. Rt 3, 9c), la
que está disponible para el amo; quien se muestra dispuesta para seguir la instrucción del
señor. Aun con esta condición, Boaz comprende la intención de Rut y sin emitir rechazo a la
propuesta de rescate, la bendice y resalta su gran lealtad. Ciertamente Boaz le alaba sus
actos que van más allá del simple deber.

En este momento se percibe con mayor claridad la acción de Dios, quien en toda la trama
ha figurado como un personaje oculto y ausente; es aquí donde la recompensa no se hace
esperar y la esperanza de Noemí y Rut se aviva. Boaz la conforta y le imprime un ímpetu
nuevo al anhelo de las mujeres. Con su respuesta a la petición de Rut, Boaz fortalece el
espíritu de quienes habían perdido todo, su reconocimiento, su tierra, su derecho a
participar en la vida de la comunidad. Él es la esperanza para retomar el camino y volver a
la dinámica del pueblo. Aquí las grandes virtudes de la mujer son un escalón más que le
acerca a su cometido, pues el hombre las conoce y las tiene presente, por lo cual no se
permite mancharlas y dañar la buena fama de Rut frente al pueblo.

Al final del relato se puede observar cómo la vida infecunda de ambas mujeres se llena
nuevamente de gozo y esperanza, la soledad, el abandono y la marginación son temas que
se diluyen en la narración y en la historia. Ya no se pasa hambre y la abundancia de bienes
y comida son la marca característica de la nueva prosperidad que abraza a Rut y Noemí.
Dios muchas veces se vale de personas extrañas para realizar su plan. Quizá el sentimiento
de pertenencia al pueblo de Dios, la extremada confianza y la ruptura con la tradición
terminan separando al ser humano del plan divino. Aún con todo ello, no hay obstáculo
mayor que no pueda ser superado por el amor, la bondad y la misericordia de Dios.

Así mismo el llamado constante del texto a mantener viva la esperanza pese a las
situaciones adversas de la vida continúa resonando hoy a lo largo y ancho de nuestra
geografía. Esta invitación aviva el corazón de quien desfallece y anima al decaído, para
mostrar la presencia viva y eficaz de un Dios que acompaña el sufrimiento, valiéndose de
intereses personales y comunes para conducir a la plena realización de la vida, donde todos
lleguemos a la felicidad completa.

Esta esperanza que procede de Dios es tan fuerte que se abre camino en las adversidades
humanas y supera lo irrealizable, lo impensable. Es una esperanza que se efectúa en el
presente de la historia humana, en el aquí y ahora. No es una realidad que aguarda su
momento, sino que se va haciendo a la par con el hombre. Tampoco es algo metafísico,
alejado del alcance de cada individuo, por el contrario, está siempre presente en la historia
de cada persona, tan real y palpable como la vida misma.

Você também pode gostar