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UN ENFOQUE
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HERMENÉUTICO
INTRODUCCIÓN
Las causas justificadoras del cambio, deben ser analizadas cuidadosamente y en forma
permanente, para reducir la resistencia al proceso, anticipando las acciones requeridas
a fin de minimizar la radicalidad en su aplicación. Ello conlleva una situación de
equilibrio dinámico. Esas causas se pueden agrupar en factores: ambientales, sociales,
tecnológicos, organizacionales internos y administrativos. Los tres primeros son de
carácter exógeno, no controlables por la propia organización. Por otra parte, las
organizaciones empresariales, se comportan como organismos complejos, de allí la
imposibilidad de anticipar con certeza los cambios necesarios, más aún cuando
debemos considerar su relación con el entorno, en escenarios altamente dinámicos. No
afrontar el proceso de cambio organizacional, manteniendo la “parálisis
paradigmática” conlleva situaciones disfuncionales de las empresas, en un contexto
competitivo. Ahora bien, un proceso de cambio organizacional orientado hacia una
situación presente, implica desperdicio. Las acciones de cambio deben tener un
enfoque estratégico en correspondencia con lo que Drucker (1994) denomina sociedad
post-capitalista, donde el recurso básico es a su juicio, el conocimiento, de manera que,
en esta sociedad capitalista, el reto económico, lo constituye la productividad y
potenciar el trabajador del conocimiento. En cuanto al reto social, Drucker (1994)
plantea que este consistirá en lograr la dignidad social de los trabajadores de servicios.
Enfrentar estos retos implica sin duda cambios que obvien un enfoque mecanicista de
la organización y se adecuen a su complejidad. En cuanto al factor ambiental, como
generador de cambios, este ha cobrado una alta importancia. El concepto
holoecológico asocia hombre y naturaleza para lograr un desarrollo sostenible. Sobre
ello, Capra (1981), en su obra: El punto crucial, enfoca la crisis mundial, escenario para
los cambios organizacionales y plantea en el prólogo: “… alcanzar este estado de
equilibrio dinámico se necesitará una estructura económica y social radicalmente
diferente. Una revolución cultural en el verdadero sentido de la palabra. La
supervivencia de toda nuestra civilización podría depender de nuestra capacidad para
efectuar este cambio” (p. 20). Él analiza los cambios relativos a la visión del mundo,
pasando de una visión mecanicista cartesiana y newtoniana a la holística y ecológica.
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Al no adecuar los organismos empresariales complejos e impredecibles por su
naturaleza, a un medio ambiente también complejo, podría producirse lo que Sérieyx
(1993) expresa de manera dramática en su obra: El Big Bang de las Organizaciones. Él
expone que las organizaciones han sido diseñadas para desarrollarse en un mundo en
que la estabilidad sería la regla y el cambio la excepción. La dinámica de los últimos
años ha determinado lo contrario, siendo el cambio la regla y la estabilidad, una
condición de excepción. Ante esta nueva realidad. Muchas organizaciones literalmente
“estallan”, desapareciendo algunas y otras con mayor capacidad de cambio,
rediseñándose.
Beer, Eisenstat y Spector (1990) dan una orientación preliminar sobre la aplicación del
proceso de cambio. Según estos autores un cambio corporativo efectivo, se inicia desde
la base, mediante acciones informales tendentes a solucionar problemas del negocio.
Aseguran que para tener éxito en el cambio se debe modificar el modo de cambiar, y
aportan los resultados de estudio de diversas organizaciones sujetas a cambio que
indican la necesidad de aplicar las siguientes acciones: generación de compromisos;
desarrollo de una visión compartida; obtener consenso sobre la visión, misión, objetivo
y otros aspectos de la administración; lograr la competencia y cohesión grupal
necesarias; no imponer los cambios, más bien generarlos a nivel departamental, con el
apoyo de la alta gerencia; formalizar el cambio mediante el diseño e implantación de
políticas, sistemas y estructura; controlar los avances y tendencias del proceso de
cambio, para corregir las desviaciones. Aplicarlas implica para ellos, que se evidencien
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los siguientes factores: coordinación; alto grado de compromiso y las competencias
necesarias, como capacidad de negociación, relaciones interpersonales, etc. Sin
embargo, se debe tener presente que las organizaciones tienen un carácter complejo e
interactúan con un entorno dinámico de cada vez mayor complejidad. No se puede
pretender en este contexto, con procesos enfocados bajo el paradigma mecanicista,
originar los cambios requeridos, de allí que la aplicación de las citadas metodologías
requiere de su adecuación a las características propias de la organización, con una
visión holística del proceso, considerando como ya se planteó, la cadena de valor que
integra: clientes, empresa y proveedores. Profundizando entonces sobre la aplicación
del cambio, es pertinente, lo expresado por Fenzel (1993, c.p. De Souza, s.f.), en el
sentido que los cambios reales siempre están basados en una intencionalidad y tienen
una lógica subyacente, que se corresponde con alguno de los siguientes tipos:
Particular atención en el proceso de cambio, requieren las acciones típicas para que
“nada cambie”, como son los casos de:
• La vida permanentemente reacciona contra las órdenes. Hay que motivar, involucrar,
dialogar y negociar.
Estos principios indican la magnitud del reto gerencial para aplicar de manera eficaz el
proyecto de cambio organizacional.
• Es proactivo.
• Habilidad negociadora.
CONCLUSIÓN