volante y sintiendo todo su cuerpo latir al unísono con el
motor potente, trepidante, sumiio. Las luces de un hotel le guiñaron tentadoras pero logró superar el escollo y por fin decidió detenerse en una cafetería, beber un buen café doble ANDROGINO con una de las píldoras que siempre llevaba y de ese modo ahuyentar al sueño extraño que lo visitaba casi todas las lirancisco Adrados despertó con un malestar diffso noches desde hacía un mes, por lo que Francisco podía en el pecho que cnseguida se trasladó a la pierna derecha. El recordar, desde que se vio obligado a asumir la inevitabilidad dolor lo atenaceaba haciéndole apretar los dientes pero sin de la mudanza y habían comenzado los preparativos. El alarmarlo porquc desde la operación de fémur se había sueño era siempre el mismo con ligeras yariantes que é1 no habituado a convivir con ese compañero veleidoso, con el había dejado de notar. Francisco se hallaba parado de bastón de madera dura y una leve cojera. Encendió la iuz, espaldas alapizarrapara iniciar su clase tal como lo había buscó los lentes, consultó el reloj y comprobó que aún no eran hecho durante más de cuarenta años de docencia las cuatro de la mañana. En el profundo silencio de la casa inintemrmpida, sólo que no se encontraba en una dé las todavía dormida se semincorporó contra las almohadas, tantas aulas familiares por las que había trarisitado sino en un contempló sus ropas prolijamente dispuestas sobre la silla, el vasto anfiteatro abierto en abanico anté él y atestado de viejo ropero de madera oscura y las cajas que se apilaban caras borrosas, indefinibles; un sordo mmor agitaba al gentío ocupando buena parte del cuarto. Después, conjeturando hastaque depronto se hacíaun silencio profundo, expqq!.,4n1e, que no volveria a dprmirse , apagó laluz, cerró los párpados los rasgos de alguna de las siluetas que ocupaban las priñeü§ y con un profundo suspiro se puso a meditar en el sueño que filas se tornaban precisos, reconocibles -su padre, uno de §us le cerraba los párpados pero Lucio no queria aflojar,'sacudió hermano s mue rto s, algún p rofesor p arti cu I armente recordado, la cabeza, se frotó los ojos, encendió un cigarrillo y enseguida un antiguo amigo- y esa sombra se alzabapara formular una metió el cambio, hizo el rebaje y tomó la curva a más de pregunta -nunca lograba recordar lo preguntado- que sumía ochenta. El rock duro atronaba desde los parlantes del coche a Francisco en una angustia tal que lo obligaba a despertar envolviéndolo en su vértigo, ilrcitándolo a lanzarse más y más sobresaltado. La quinta o sextavez -le hubiera sido imposible hacia adelante, a devorar incesante el asfalto. Hacía ya casi precisarlo- advirtió que durante el murmullo inicial una figura veinte horas que conducía sin concederse más que breves comenzaba atomar forma en las borrosas filas últimas y cada intervalos pafa cargar nafta o satisfacer sus necesidades noche sucesiva ocupaba un lugar más cercano. Cuando vitales y retornar impaciente ai volante. Ahora dos impulsos alcanzó la presumible mitad del anfiteatro pudo distinguir por se mezciaban en é1: el deseo fisico de una ducha caliente, un fin un/una adolescente bellísimo la -el sexo era indefinible- buen vaso de leche tibia y un largo sueño reparador para sus cuya cara no podía discernir por más que se esforzara. nervios agotados luchaba con el anhelo vehemente, Guardaba absoluto silencio esa figura Lucio ya la había visto ingobernable, de prolongar el placer, de no intemrmpir aquella por lo menos dos veces antes en la carretera, a lo largo de ese sensación de plenitud surcada por escalofríos voluptuosos .,. i. viaje insomne, pensó cuando los potentes faros iluminaron de que sólo alcanzaba bien adherido al asiento, los pies en los ,' lleno a el/la adolescente que pedía pasaje al borde del camino, pedales, una mano en la palanca de cambios, la otra en el :' "'.:'. unamochilaligerapendiendo deunodeloshombros yLacara 66 : EDITORIAL PROYECCION Lucio estuvo a que aguantando el parloteo de las personas. Sus dificultades en sombras entre el pelo largo y derramado' para la comunicación humana, su creciente aislamiento no punto de detr¡nerse impresiónado por la belleza entrevista intrigado:'no pódiá éxpticarse" Labían dejado de inquietarlo en sucesivas experiencias i.- ,oUr. todo hondÁentesaltando poi encima de tantos confirmatárias pero toda preocupación, toda angusJia se estaba alli otra vez, s!ry19-gye cuando po. quilómetros l[ebrilmente devorados, §adi9 v-iaj abla "O*o trabia disipado T.fo*¡rgndió, guan-dp mayor la rutá; solo con urX jodg encajaba co¡.ng en un deli_cad9 mecanismo de relojería, Vetoci¿a¿ quo é1, nadie 1o sobrepasabá en de rih -"oáj*6, f .nr.g,'ida desechó la idea comé I como en un motor cuyos engranaJes sé'eñsarnblarü ;;iiñ; i ;;" perfecto, el día memorable en (u9]".g.,9. sYll*o9.os con el pie ya absuráa. No se detuvo. En elúltimo instante, ,'l u:.{ \ umiÉot, iii [oáta Fettári B równ, r9q.9 ató,4el olvi do aqüel- ¡-r-rito' pisar eI acelerador sobre el frencl, venció el impulso, volvió a y se alejó con un salto hacia 1de1an-t9, hoyÉ¡doJg. U -! {' "' {1'u
:tr ]¿"fü; r'¡ uui* dé slurnbraáo vá en iü*reiáfr jünttiffiiaY
sin darse Cuenta, Contrariando luz otra vez, j i¿¿"f¿O emocionado- y casi isntación de levantarse FráncisCó éiióéndió la "se molesto por la fatiga en el pecho, pero descubrió que sólo f Iiil deséós dé"§us padréi, habia encontrado estudianÚo habían tánscurrido unot veinte minutos en ese duermevela ffi";fl1 p, p lcan<ló qü drysiasmo juVérül en las aulas y contempló el aeipu-es, Fói ii. entonces pensaba que el rigor intelectual de duración,engañosa. Regresó a la penumbra, justificaban la resplandor d,e la luna en la ventana y pensó con hastío.que iu áé¿i"u"ión a una tarea elegida con amor dentro de u.n par de horas su hermana se levantaría y vida. Los años le habían ido trayetd§ la rutina repetida;r desgastante, de las clases, los montonei de tiUitji'y téorías comenzaríu ,r, áiurio trajinar en la cocina' Luego vendríasu qrrJfo habían ido sumiendo en una perplejidl{ derysiado turno de ingresar a los estrechos rituales del día y entonces primgro' que el tiempo aséptica, exce;lvamente incoldfa.jyzgada una- falta deseó con fervor qüe el amanecsr no llegara, de la¡ que- él Cootr*piuAa con un desdén indulgente después para e,ntreg*lo se dilatara $n una fantástica pirueta del tipo por último á este fina1 de olvido, decadencia y pequeñas discutía con los estudiantes e-n* su9 claSe§ de Filosofia' Lumillaciones cuyo golpe de gracia 1o constituía el desa§o pr"cm"Uai.,¿*ri¿¿¿¡l;;¿;ñ;;; crédula en el tiempo ¿.-- "sos un inminente con el cáustico comeutario de su hermana: iineal, pero había compiobado que en la cotidianid¿d el
tiempo line,al se tomaba su revancha puntual, implacable'
idiotu que se pasó la vida juntando libros."Pensó en sus de la contadás, ardientes pasiones, más soñadas que vividas' recubriendc, con un sólido empedrado los desvelos que no de los estropeadas, cercenadas por oscuros desajustes inteligencia, las audacias de la fantasía, los desvarios alcaizabaa explicarse. Pensó en su cuerpo inútil, obediente sueños ent:re los que é1 siempre había vivido según su servidor de quimeras y especulaciones, e$érit mecTll..Tl:o- hermana, maternall posesiva, inflexible y cada vez más agriada a rnedida q,r.iu, dificultades económicas los habían io.rp* de engendrar otro cuoryg' qge-Jo.,ctiryinuara e-ñ los ilo cercando. Francisco pensó que ella tenia razóú y, por ;r*é;;"; y a':iicilq dq.la carnÉ r,iéli""iarnientqv inz§o que en crerto ya' pese a t{ue quizás é}a mejói así- Pensó en su hermana enésima ver, ,o po.o a repásar su vida registraba su juventú¿, ¿ós grandes fracasos sentimentales y una : *"4" le había dedicado su vida, su reprimido amor de soltera las cuales 1u 4{,n impenitente,conlaquehabíanltegadoanecesitarsetanto cantida¿ de pequeñis frustracionss 1aúltima de que estaban más allá del agravio y del perdón' Pensó en ;Aiá á r" p.Ji¿o de pásaje, poi éso déide ese día Lucio se aqo.tto sn que siemprehabá creído, que 1o hacía sentirse había promÁtido t o ,*"ogti más a nadie en Ia ruta' decidiendo Lucio re¡ordando el aceptar qu,: se'h¿flah ¡nucho más a gusto a solas con su auto :uriinru¿o án s,, ;áüiáléiñi.pe sintió frE r il) t't'( ) t rt A L P n!lic!!o! (mejor, rodaba) a recobrar su potencia originaria y él era un palabras..le adelantado de esta trueva raza de mutantes que se dirigía mito. El nolera hotnbrc tlc libros pcro aquellas - habían quedado gnrtr:tdas, a[ mcnos :n t: sustancial: ."al irrefrenable a la conquista del mundo, é1 que tantas veces masculino' había deseado, a la manera de un centauro mitológico, principio erarl trcs los géneros de.los hombres' de estos dos' el fundirse por entero con su auto, sentirse prolongado en femenino, y utt tcrcero que partrcrpaba en su totalidad cuatro extremidades rodantes veloces poderosas, y exaltado andrógino... l, fo.*u de cada-individuo ora por la certidumbre, desaparecida la fatiga, aceleró alizorando ..¿orriu, su espalda y sus costados formaban un círculo' tenían cuatro brazos, piernas en número igual' dos rostros a ellla adolescente en la curva que se deslizaba sobre una en poslclon patineta hacia un grupo de árboles invitándolo a seguirlo y colocados en sentidos opuestos"' Caminaba quería ir más de prisa se hacia allí se lanzó on un postrer envión que le reveló por fin, erecta como ahora p.,o "uu"do miembros y avanzaba un segundo antes de convertirse en un amasijo de sangre y upoyuUu sucesivamJnte en sus ocho como los que con de chatarra, aquel rostro velado hasta entoncss que era el rápidamente por un movimiento circular' terribles por suyo aguardando se encontraba Francisco el comienzo de la los pies en eiaire hacen Ia rueda"' Eran seres a los clase en el vasto anfiteatro; el silencio era total, distinguió ell ,r, ,igo, y su fuerza.-. Ze$s decidió dividir en dos de cada mitad trató la adolescente en |a primera filay por fin se disponía a hablar hombres.. . una vez hecha esta división' De ahí cuando sintió que un objeto increíblemente pesado |e partía encontrar aquella de la que había sido separada"' los unos por los el pecho y, provocándole un dolor intolerable, lo aplastaba procede el amor que natuialmente sentimos nattraleza y hace contra el piso. El movía la mano suplicante pero todos se otros, qus nos vueive a nuestra primitiva en nuestra hallaban de pie ahora y le dirigían toda clase de preguntas en todo para reunir las dos mitades y restablecernos vivamente al medio de una confusa algarabía. De pronto percibió a su lado antigua perfección",' Francisco se sorprendió descubrirs" p".ruuoáo en ese mito leído con fervor en ia la larga cabellera, sintió la suave piel de una mano que para hundirse en apretaba la suya mientras la otra desplazaba el objeto sin adolescencia, enfocado técnicamente luego ansioso, inle¡rogante, eifuerzo y se alzó guiado por aquella mano sin temblor para el olvido por largos años y resurgir ahora que enfrentarse aI rostro dulce, sereno, confiado, de su primera ."igi."ao una e-xplicacián le pareció tan evidente a Lucio iuventud leresultabaincreiblenoselehubieraocurridoantes:laciave estaba en la rueda. Nunca había sido afectó a las acción' la vida lucubraciones, siempre habia preferido la hora; sin palpitando a ciento cincuenta quilómetros por una .*üu.go, había sentido muchas veces perplejidad -y que ridículo, sorda molestia observando el aspecto extraño, con ese andar ofrecían los hombres más- allá dál parabrisas' inestables oscilante,precario, confiado a dos extremidades superior de la más propias de un zancudo que del ser seres escindidos' Creación y ahora comprendía porqué: eran Pero incompleios, diguos de coomis"ración y de desprecio' era un slgno - ahora la incesante proliferación de vehículos no advertido todavía- de que el hombre se encaminaba