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Para explicar la evolución del gasto público hasta la situación de aparente desborde
que tiene en la actualidad en Colombia, no se puede perder de vista el desarrollo de
las instituciones del país, porque su magnitud y composición son el resultado de un
consenso entre las fuerzas políticas, que expresan los intereses de diversos grupos
sociales.
En el país esa relación resulta evidente al observar las cifras de los gastos del
Estado colombiano en el mediano plazo. En ellas salta a la vista que, como afirman
Roberto Steiner y Juan Camilo Medellín, de Fedesarrollo, la Constitución de 1991
(CP) significó un punto de quiebre para las finanzas públicas en Colombia, porque
modificó de una manera radical la magnitud y composición del gasto público.
No se pierda: Con el acelerador puesto, el Gobierno presentará la adición
presupuestal
En el ordenamiento de la economía, la CP requirió a las autoridades, entre otras
cosas, disminuir la exclusión y la inequidad. Con esos propósitos consagró una
especie de Estado de Bienestar, que debe garantizar el cumplimiento de los que
consideró derechos esenciales de la población, como unos estándares mínimos de
salario, alimentación, salud, educación y habitación –vivienda, agua potable y
saneamiento básico–.
Con el fin de atender esas obligaciones, por medio de la provisión de los bienes y
los servicios para ejercer esos derechos, el Estado aumentó su tamaño respecto de
la economía. Por eso, a partir de la promulgación de la carta política vigente, el
gasto del Sector Público no Financiero (SPNF) –que incluye al Gobierno Nacional
Central (GNC), los regionales y locales, junto con las empresas públicas no
financieras– se incrementó cerca de 12% del PIB, para alcanzar 30% de él en
promedio durante la última década (Gráfico 1).
Grafico 1. Gastos del Sector Público no financiero y del Gobierno Nacional Central
(% del PIB)
Si esos derechos no se cumplieran, desde entonces los ciudadanos disponen de una
serie de mecanismos –como la tutela– para lograrlo. Su utilización desató un
intenso “activismo judicial”, mediante el cual los jueces ordenan a las autoridades
hacerlo. En consecuencia, las sentencias de los tribunales también contribuyen a
incrementar el gasto del Estado.
Como es natural, el gasto del GNC, que constituye la mayor parte del SPNF (64%),
siguió la misma tendencia ascendente, gracias a la cual se duplicó, para llegar a
18% del PIB en el mismo periodo.
Dentro de él, debido a la obligación de mejorar el bienestar ordenada por la CP, el
gasto social aumentó de una manera más dinámica que los de otros sectores, de
modo que se duplicó a cerca de 9% del PIB, con base en una notable expansión de
las erogaciones para salud y protección social (a 6%, del PIB), educación (3,6% del
PIB) y vivienda (0,5% del PIB), que grosso modo también se doblaron.
Después de esta evolución, comparado con los estándares internacionales, el
tamaño del Estado en Colombia (30% del PIB) parece haber alcanzado una
dimensión intermedia, que corresponde a su grado de desarrollo económico,
aproximado por su ingreso por habitante.