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WINNICOT:

La relación madre-hijo es la primera que el ser humano establece y una de las que más, sino la que
más, importancia tiene para el desarrollo del futuro hombre o mujer. Esta vinculación, que se
empieza a forjar ya durante el embarazo, va a marcar el patrón de interacción del bebé con el
mundo y su comprensión de la realidad así como la vinculación social y afectiva con los demás.

Este tipo de relaciones se ha estudiado desde diferentes perspectivas, como el psicoanálisis,


siendo Donald Woods Winnicott uno de los autores que centró su obra en ella. En este artículo
vamos a hacer un breve repaso a la biografía de este importante autor.

Biografía de Winnicott: sus primeros años

Donald Woods Winnicott nació en Plymouth durante el año 1896. Hijo de Frederick Winnicott,
comerciante y político que llegaría a obtener la consideración de sir y que transmitiría a su hijo la
importancia de no atarse a los dogmas, y de Elizabeth Martha Winnicott, fue el menor y único
varón de tres hermanos.

Winnicott comenzó a estudiar a la edad de 14 años en el Colegio Leys de Cambridge, para


posteriormente matricularse en la Universidad de Cambridge, en la carrera de medicina. Durante
la Primera Guerra Mundial fue reclutado y sirvió como cirujano. Una vez concluido su servicio
pudo terminar su carrera, especializándose en la rama de la pediatría. Durante dicha carrera ya
empieza a mostrar interés por el psicoanálisis freudiano.

En 1923 se casó con Alice Taylor, además de entrar a trabajar en el hospital de niños de
Paddington Green donde trabajaría durante alrededor de cuarenta años. Ese mismo año
empezaría a ser analizado por James Strachey mientras su carrera como pediatra se iba
consolidando.

Inicio del contacto con Melanie Klein

Una vez concluido el análisis con Strachey e interesado en continuar comprendiendo y


formándose en el psicoanálisis y especialmente en su vinculación con los niños, Winnicott recibiría
la recomendación de contactar con Melanie Klein.

Empezó a formarse con la autora, a la cual le propondría que también le analizase. Klein se negó y
propondría a su vez que Winnicott analizase a su hijo Eric, bajo su supervisión. El resultado final
fue que se aceptó el análisis de Eric pero sin la supervisión de Klein. De este modo se iniciaría una
relación un tanto convulsa entre Winnicott y Klein, que se debatían entre la amistad y el conflicto.
Asimismo, Winnicott empezó a trabajar con algunos pacientes.

Melanie Klein y Winnicott divergirian en diversos aspectos, como la necesidad o no de incluir a los
padres en el análisis (mientras que para Winnicott era imprescindible para Klein no debido a la
creencia de que la angustia es debida a la proyección e introyección que realiza el niño y ello no
tiene que ver con la figura real del progenitor) o la importancia de la provisión de estimulación
exterior.
Con el tiempo surgiría en el seno de la escuela psicoanalítica del momento una confrontación
entre los seguidores de Melanie Klein y los de Anna Freud, las cuales tenían una visión diferente
del tratamiento psicoanalítico, que si bien provenía de antiguo resurgió en esta época en la
Sociedad Psicoanalítica de Londres. En este conflicto Donald Woods Winnicott no tomaría posición
por ninguna de las dos, estableciéndose como independiente con ideas que le acercaban a ambas
posiciones.

Segunda Guerra Mundial y desarrollo psicoanalítico

Durante la Segunda Guerra Mundial Winnicott estudió los efectos de la separación de los padres
en los niños, participando también en programas de acomodación de menores en lugares de
acogida ante el riesgo de bombardeos. También se interesaría por los cambios de los menores al
volver junto a sus familiares.

Tiempo después se separaría de su esposa, en 1949. En 1951 volvería a contraer nupcias con Clare
Britton, quien sería analizada por Klein tras emigrar a Canadá su anterior terapeuta. No
conseguirían establecer una buena relación, considerando la primera que la segunda era mala
analista y la segunda que Clare era demasiado agresiva para ser analizada.

Donald Woods Winnicott trabajó también con pacientes psicóticos. Resulta conocida también la
oposición de esta autor a tratamientos como el electroshock tanto a estos como a otros tipos de
pacientes.

Durante todo ese tiempo su obra fue evolucionando, incorporando diferentes conceptos basados
tanto en la teoría de Klein, los postulados más ortodoxos de Anna Freud y la práctica pediátrica. Su
aportación fue de gran importancia en el desarrollo del psicoanálisis.

Winnicott falleció en 1971 a causa de un paro cardíaco.

Aportaciones al psicoanálisis

A lo largo de su carrera Winnicott desarrollaría un pensamiento propio de gran relevancia en el


ámbito psicoanalítico, a partir de diversos conceptos provenientes tanto de la influencia kleiniana
como de posturas más ortodoxas dentro de la obra psicoanalítica.

Su obra se centró en la relación diádica madre-hijo, considerando al padre un sostén para el


mantenimiento del núcleo familiar. La madre es una figura fundamental en el desarrollo
psicológico del menor, siendo la conducta emocional de ésta la que va a determinar si el el bebé
puede alcanzar su verdadero self al servirle de yo auxiliar.

Otro aspecto que tendría muy en cuenta es el holding o conducta de sostenimiento de la madre
hacia el bebé, que permite que este adquiera seguridad y que se siente amado permitiendo que
integre la representación de sí mismo y de los demás.

Establecería que a lo largo del desarrollo el ser humano pasa por diferentes fases en que existe en
un primer momento una dependencia absoluta del bebé hacia los progenitores en la que no es
capaz de contener la angustia, para a partir de los seis meses empezar a ser consciente de la
necesidad de éstos y sus cuidados y a expresar su necesidad, hasta que finalmente se va
avanzando hacia una independencia cada vez mayor.
Un concepto de gran importancia que Winnicott creó es el de objeto transicional como aquel que
permite establecer al menor un inicio de diferenciación entre el yo y el no yo y que le permite
reducir la ansiedad en ausencia de la madre al dotarlos de líbido narcisista y líbido objetal.
También son importantes los fenómenos transicionales como el balbuceo, fenómenos y acciones
que el niño hace con el mismo propósito y que permiten la progresiva individuación y
socialización.

ANA FREUD

Cuando se habla sobre psicoanálisis resulta casi inevitable pensar específicamente en Sigmund
Freud, un personaje histórico que, más allá de suponer el inicio de una corriente de pensamiento,
ha llegado a ser uno de los iconos más populares y reconocibles.

Sin embargo, la corriente psicodinámica, que es la rama de la psicología no científica que fundó
Freud, tuvo ya desde principios del siglo XX muchos otros representantes que defendían una visión
de la psique significativamente distinta a la del padre del psicoanálisis. Por ejemplo, este es el caso
de Anna Freud. Hoy explicamos su vida, su obra y sus teorías más relevantes.

Psicoanálisis: Freud, Jung y Adler

Alfred Adler y Carl Gustav Jung son dos de estos ejemplos. Fueron pensadores excepcionales que
no tardaron en alejarse de las propuestas de su mentor y llegaron a fundar distintas corrientes
dentro de la psicodinámica (la psicología individual y la psicología profunda, respectivamente).

Sin embargo, parte de los sucesores de Sigmund Freud reivindicaron las obras de su maestro y
trabajaron abrazando la mayor parte de los planteamientos de este, para expandir y matizar las
ideas relacionadas con el psicoanálisis "clásico". Anna Freud, la hija de Sigmund Freud, fue una de
estas personas.

Los primeros años de Anna Freud

Anna Freud nació en Viena en el año 1895, y fue la última hija del matrimonio formado entre
Sigmund Freud y Martha Bernays. En esa etapa su padre estaba ideando los fundamentos teóricos
del psicoanálisis, así que ya desde muy joven entró en contacto con el mundo de la psicodinámica.
De hecho, durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial solía asistir a las reuniones del
Círculo Psicoanalítico de Viena. Poco después, entre 1918 y 1920, empezó a psicoanalizarse con su
padre.

Es en esta época cuando Anna Freud deja de trabajar como institutriz y decide dedicarse al
psicoanálisis. En concreto, se dedicó al psicoanálisis con niños y niñas. Entre 1925 y 1930, Anna
Freud empieza a impartir seminarios y conferencias para formar a psicoanalistas y educadores,
convencida de que la práctica y teoría psicoanalítica creada por su padre podía resultar de mucha
importancia durante los primeros años de vida de las personas, que es cuando se interiorizan las
normas sociales y pueden quedar fijados traumas determinantes . También publica su libro de
Introducción al Psicoanálisis para Educadores.
Es también en esta época cuando surge uno de los choques de trenes más relevantes de los
primeros años del psicoanálisis: la batalla teórica que libraron Anna Freud y Melanie Klein, otra de
las pocas mujeres psicoanalistas europeas de principios de siglo. Ambas sostenían ideas
totalmente opuestas en muchos aspectos relacionados con la evolución de la psique con la edad y
los procedimientos que se debían seguir para tratar con niños y adolescentes, y ambas recibieron
mucha cobertura mediática. Anna Freud, además, recibió el apoyo de su padre.

Llevando más allá el psicoanálisis

En los años 30, Anna Freud empezó a revisar la teoría freudiana sobre las estructuras psíquicas del
ello, el yo y el superyó. A diferencia de Sigmund Freud, muy interesado en el ello, lo inconsciente y
los mecanismos ocultos y misteriosos que según él gobiernan la conducta, Anna Freud era mucho
más pragmática y prefería centrarse en aquello que nos hace adaptarnos a los contextos reales y
las situaciones cotidianas.

Este tipo de motivaciones hicieron que centrase sus estudios en el yo, que según Sigmund Freud y
ella misma es la estructura de la psique conectada directamente con el entorno, la realidad. Dicho
de otra forma, si Sigmund Freud proponía explicaciones sobre cómo el yo y el superyó tenían el
papel de evitar que el ello impusiera sus intereses, Anna Freud entendía el yo como lo más
importante de la psique, al ser la parte que actúa como árbitro entre el superyó y el ello. De este
planteamiento surgió poco después la llamada psicología del yo, cuyos representantes más
importantes fueron Erik Erikson y Heinz Hartmann.

Pero volvamos a Anna Freud y sus ideas sobre el yo.

Anna Freud, el yo y los mecanismos de defensa

A mediados de los años 30, Anna Freud publicó uno de sus libros más importantes: El Yo y los
mecanismos de defensa.

En esta obra intentó describir de manera más detallada el funcionamiento de las estructuras
yoicas de las que años antes había hablado su padre: el yo, el ello y el superyó. El ello, según estas
ideas, se rige por el principio del placer y busca la satisfacción inmediata de sus necesidades y
pulsiones, mientras que el superyó valora si nos acercamos o nos alejamos de una imagen ideal de
nosotros mismos que solo actúa noblemente y ajustándose a la perfección a las normas sociales,
mientras que el yo está entre las otras dos e intenta que el conflicto entre ellas no nos dañe.

Anna Freud resalta la importancia del yo como válvula de escape que hace que la tensión
acumulada por un ello que ha de ser reprimido constantemente no nos ponga en peligro. El yo,
que es la única de las tres estructuras psíquicas que tiene una visión realista de las cosas, intenta
entretener al ello para que sus exigencias se retrasen hasta el momento en el que el hecho de
satisfacerlas no nos ponga en riesgo, a la vez que negocia con el superyó para que nuestra
autoimagen no se vea seriamente dañada a la vez que hacemos esto.

Los mecanismos de defensa son, para Anna Freud, las artimañas que el yo utiliza para engañar al
ello y ofrecerle pequeñas victorias simbólicas, ya que no puede satisfacer sus necesidades en el
mundo real. Así, el mecanismo de defensa de la negación consiste en hacernos creer a nosotros
mismos que el problema que nos hace sentirnos mal, simplemente no existe; el mecanismo de
defensa del desplazamiento hace que redirijamos un impulso hacia una persona u objeto con el
que sí podemos "desquitarnos", mientras que y la racionalización consiste en sustituir una
explicación sobre lo que ha pasado por otra que nos haga sentirnos mejor (puedes ver más
mecanismos de defensa en este artículo).

Asentando las bases de la teoría freudiana

Anna Freud no destacó por ser especialmente rompedora, más bien todo lo contrario: aceptó el
grueso de las ideas de Sigmund Freud y las amplió en lo relativo al funcionamiento del ello, el yo y
el superyó.

Sin embargo, sus explicaciones sirvieron para darle un enfoque más pragmático y no tan oscuro al
psicoanálisis. Que sus planteamientos clínicos y educativos sean realmente útiles o no es un tema
totalmente distinto.

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