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ETICA
Quibdó
2010
ÉTICA 2
INTRODUCCIÓN
Si aquí y ahora hablamos de una “identidad claretiana”, que debe ser conocida por
los estudiantes que quieren beber de nuestro programas, es porque estamos
convencidos de poder ofrecer unos valores que, más allá de toda confesionalidad,
pueden ayudar al crecimiento humano de quien está cerca de la FUCLA.
Como anexo va un texto que analiza la relación entre Trabajo Social y Derechos
Humanos, el cual posibilita a los estudiantes de Trabajo Social y de las ciencias
sociales en general, situar esta reflexión en su campo específico.
a) Antonio M. Claret parte del hecho de que hay que tener claridad sobre
la propia misión, respecto de la sociedad en la que se vive. Esto da claridad
a la ética que se emplee para cumplir dicha misión.
“Al ver que Dios Nuestro Señor, sin ningún mérito mío, sino únicamente por su
beneplácito, me llamaba para hacer frente al torrente de corrupción y me escogía
para curar de sus dolencias al cuerpo medio muerto y corrompido de la sociedad,
pensé que me debía dedicar a estudiar y conocer bien las enfermedades de este
cuerpo social.1
b) Claret insiste en que crear ética no debe ser una acción improvisada,
sino fruto de investigación y compromiso.
(Pensé que me debía dedicar a estudiar y conocer bien las enfermedades de este
cuerpo social). En efecto, lo hice y hallé que todo lo que hay en el mundo es amor a
las riquezas, amor a los honores y amor a los goces sensuales.2
“Veo que nos hallamos en un siglo en el que no sólo se adora el becerro de oro,
como hicieron los hebreos (Ex 22,4 ss.), sino que se da un culto tan extremado al
oro, que se ha derribado de sus sagrados pedestales a las virtudes más generosas.
He visto ser esta una época en que el egoísmo ha hecho olvidar los deberes más
sagrados que el hombre tiene con sus prójimos y hermanos, ya que todos somos
imágenes de Dios, hijos de Dios, redimidos con la sangre de Jesucristo y destinados
para el cielo”.4
1
CLARET, Antonio María. Autobiografía. Barcelona: Editorial Claret, 1975, n. 357a.
2
Id., n. 357b
3
Id., n. 357c
4
Id., n. 358
f) Hay que buscar una ética y una moral que estén en consonancia con la
finalidad que se le quiere dar a la propia vida, o que respondan al problema
que se desea afrontar.
“Consideré que para hacer frente a este gigante formidable que los mundanos le
llaman omnipotente, debía hacerle frente con la santa virtud de la pobreza, y así
como lo conocí, lo puse por obra. Nada tenía, nada quería y todo lo rehusaba. Con
el vestido que llevaba y la comida que me daban, estaba contento. En un pañuelo
lo llevaba todo. Mi equipaje consistía en un breviario de todo el año, un vademécum
en que llevaba los sermones, un par de medias y una camisa para mudarme; nada
más”.5
“Dinero nunca llevaba, ni quería. Un día tuve una alarma. Me metí la mano en el
zurrón del chaleco y creí hallar una moneda; me espanté, la saqué, la miré y con
grande consuelo vi que no era moneda, sino una medalla, que mucho tiempo antes
me habían dado. Volví de la muerte a la vida. Tan grande era el horror que tenía al
dinero”.6
Conocía claramente que era la voluntad de Dios que no tuviese dinero, ni aceptara
cosa alguna, sino la precisa comida para aquel momento, sin recibir jamás
provisión alguna para llevar de una a otra parte”.8
“Este desprendimiento conocí que les causaba a todos grande impresión, y por lo
mismo me esforzaba yo a sostener el punto que había tomado”. 9
“Me acordaba siempre que Jesús se había hecho pobre, que quiso nacer pobre,
5
Id., n. 359
6
Id., n. 360
7
Id., n. 361a
8
Id., n. 361b
9
Id., n. 363a
10
Id., n. 362
“Algunas veces el Señor me hacía sentir los efectos de la pobreza; pero era por
poco tiempo. Luego me consolaba con lo que necesitaba, y era tanta la alegría que
sentía con la pobreza, que no gozan tanto los ricos con todas sus riquezas como
gozaba yo con mi amadísima pobreza”.12
“He observado una cosa que no puedo menos de consignarla aquí: cuando uno es
pobre y lo quiere ser y lo es de buena voluntad y no por la fuerza, entonces gusta
la dulzura de la virtud de la pobreza y, además, Dios le remedia, de una de estas
dos maneras: o moviendo el corazón a los que tienen para que den a uno, o bien
haciendo vivir sin comer. Yo he experimentado todos estos modos”.13
“En materias de política jamás me he querido meter, ni antes que era mero
sacerdote, ni ahora tampoco, siendo así que varias veces me han pinchado… Al fin
y al cabo todos los partidos no son más que jugadores que tratan de ganar el tanto,
y tener el orgullo de mandar a los demás, o el lucro de sueldo más crecido; por
manera que el móvil de la política y de los partidos no es más que la ambición, el
orgullo y la codicia”.14
“Soy de corazón tan tierno y compasivo que no puedo ver una desgracia, una
miseria que no la socorra, me quitaré el pan de la boca para dar al pobrecito, y aún
me abstendré de ponérmelo en la boca para tenerlo y darlo cuando me lo pidan, y
me da escrúpulo el gastar para mí recordando que hay necesidades para
remediar”…15
11
Id., n. 363b
12
Id., n. 363c
13
Id., n. 364
14
Id., n. 629
15
Id., n. 10
“La preferencia por la evangelización de los pobres hará que no pocos claretianos
se sientan llamados a compartir con los más pobres sus esperanzas y sus angustias
en un acercamiento creciente que les lleve a convivir materialmente con ellos y a
acompañarles eficazmente” (MCH 184).
“Aunque todavía no están claramente perfilados los rasgos que van configurando
el mundo actual, podemos indicar algunos, que nos interpelan particularmente a los
claretianos como servidores de la Palabra:
El nuevo mapa político y social de Europa, tras los cambios del Este, que va a
afectar no sólo a este continente, sino también de alguna manera, a todas las
demás partes del mundo.
Junto a estos hechos, que abren nuevos horizontes de esperanza, hay que
señalar otros verdaderamente graves y preocupantes, como:
La cultura de la muerte.
El gran abismo que se abre, cada día más, entre el Norte y el Sur.
El individualismo, que crea, entre las personas y los pueblos, una amplia y
profunda insolidaridad.
La manipulación sistemática de los Mass Media por parte de los poderes más
influyentes.
del Reino de Dios por <<ambición de poder, por afán de riquezas o por ansia
de placeres”, y a empeñarse en construir la historia prescindiendo de la
Palabra de Dios”. (SP, 1)
¿Todo esto para qué? Sencillamente para que se cumpla la doble ley de la evolución
asignada a cada ser: la de llegar, como individuo que hace parte de un grupo, a un
desarrollo perfecto que le permita llegar a una madurez individual; y como especie
que cobija a los individuos, para llegar a nuevas formas superiores de vida, en una
marcha siempre progresiva que haga mejor a los individuos que conforman la
especie. El hecho de que la realización del individuo se tenga que dar dentro de un
grupo y de una especie, nos indica que la necesidad de “compartir” la misión que
trae la especie es una programación que se hereda y que su cumplimiento significa
“humanización” en el caso de las personas y de la especie humana en general.
Si la naturaleza humana viene bien dotada para realizar una misión humanizadora
por el descubrimiento y la práctica de la justicia, también hereda realidades
contrarias a dicho proceso de humanización. Hay tres fuerzas, enraizadas en lo más
hondo de los instintos, que al mismo tiempo que se constituyen como elementos
necesarios para la vida y permanencia del ser humano como individuo y como
especie, se pueden constituir en fuerzas negativas, si no se les pone al servicio de
la humanización o de la justicia. Se trata de los instintos que satisfacen estas tres
necesidades: la de la satisfacción (el alimento), la de la seguridad (vivienda), la de
la reproducción (el sexo).
Estos tres instintos humanizan al ser humano, pues los tres contribuyen a que él
crezca en sanidad, seguridad y en número, y así no se extinga. Pero también se
constituyen en amenaza de las personas y del colectivo, cuando conducen al
atrapamiento: se puede atrapar alimento y se causa hambre y pobreza en otros; se
puede atrapar vivienda y se condena a otros a vivir indignamente o se les explota
en el alquiler de las mismas; se puede atrapar sexo y el varón o la mujer se
convierten no en un compañero-a responsable de la vida que se genera, sino en un
Este modelo de sociedad se liga con los textos claretianos, y aún con su misma
vida, dado que Claret, como obrero, pudo ser explotado aún por su mismo padre,
dueño de la fábrica, y él mismo, como director de la fábrica que le dejaba su padre,
se convertiría en explotador de los demás, dado que entraba en el mundo de la
industria capitalista, lo cual es precisamente aquello a lo que él llama sociedad sin
entrañas de misericordia, mundo lleno de la ambición del dinero, monstruo que
devora y que no se sabe cómo combatir, que por lo mismo recibe el título de
“omnipotente”…
- La doble dimensión esencial del ser humano que es ser individual y social,
ha llevado a concepciones extremas. Por un lado, está el individualismo
que antepone los derechos y fines del individuo a los de la sociedad. Se
concibe al individuo como ser independiente y que podría ser sin la
sociedad. La sociedad civil no es necesaria, sino el fruto de una opción libre
de los individuos o de un contrato. La sociedad lleva en sí siempre una
dimensión limitativa, pues restringe las libertades individuales. Viene a ser
por tanto un mal menor, para evitar peores consecuencias. Por otro lado
está el colectivismo para el cual el individuo se reduce a un elemento
dentro de la sociedad, sometido a sus fines que son de orden superior. El
individualismo no se interesa tanto en la integración social de los miembros,
cuanto en el respeto a la libertad individual. El colectivismo sojuzga la
libertad y sólo busca la fuerza y la organización del Estado.
Para entender mejor este planteamiento, es indispensable que, así sea de una
manera resumida, señalemos las bases materiales de la historia humana, o sea
aquellos aspectos materiales sobre los cuales está cimentada la historia humana
y sin los cuales no podemos hablar de historia humana.
1ª. En primer lugar, es condición básica para que haya historia humana la
existencia de individuos humanos sobre la superficie de la tierra. Antes del
ser humano existía la naturaleza, constituida por la materia orgánica e
inorgánica y por las plantas y animales que existían entonces, pero no había
historia. Al aparecer el ser humano sobre la superficie de la tierra, aparece
simultáneamente la historia. Esta es la primera base material de la historia
como ciencia que busca entender la actividad de los seres humanos, su relación
con la naturaleza y con los demás seres humanos.
Por haber ocurrido en los países situados hacia la parte de la tierra donde se
pone el sol (Occidente), se empezó a llamar “Occidente” a estos países
europeos y posteriormente a los Estados Unidos, desde finales del s. XVII. Su
sistema de pensamiento, expresado en teoría como el positivismo y el
funcionalismo, empezó a conocerse como Pensamiento Occidental y su modo de
organizar la sociedad se empezó a nombrar como Sociedad Occidental.
Debido a todo lo dicho, en América Latina conviven los reducidos grupos de poder
de la burguesía, criolla o mestiza, ejerciendo su hegemonía y colonialismo interno
sobre las grandes masas de los sectores populares mestizos, indígenas y
afroamericanos, negándoles las posibilidades de humanización, los más elementales
derechos y erigiéndose como poder dependiente y manipulado desde el mundo
capitalista desarrollado. De manera particular, dichos grupos criollos le niegan a los
grupos étnicos su carácter de tales, invisibilizándolos, marginándolos, practicando
contra ellos distintas formas de racismo, buscando integrarlo por todos los medios a
una unidad nacional forzada.
A finales del siglo XVII, para seguir aprovechando sus inmensa riquezas minerales,
los colonizadores trajeron al Chocó población negra como mano de obra esclava.
Esta, en el proceso de producción de la cultura afroamericana, poblaría -más tarde,
cuando se decreta la abolición de la esclavitud (1.851)- de manera completamente
autónoma, todo el territorio que ya habitaba, originando la mayor concentración
étnica y cultural afroamericana de Colombia.
Parte activa del sistema colonial de la fase independista, del período republicano,
de la modernidad y de la reconstrucción nacional del s. XX, el Chocó deviene
históricamente en territorio marginado, convertido por el poder dominante de cada
período en fuente inagotable de materias primas para la producción nacional, sin
ningún beneficio o reversión hacia su interior, imprimiéndole así un carácter de
enclave económico, dentro de la formación social colombiana.
Sin embargo, los pueblos negros e indígenas reproducen sus culturas y organizan
sistemas de producción en el marco de la subsistencia, que evitan su extinción y le
comunican identidad, con lo cual ejercen resistencia al modelo integracionista de la
sociedad dominante, conformándose y estructurándose como unidad étnico-cultural
claramente diferenciable dentro del país colombiano.
misma suerte, para que en este pueblo se revele el Dios de la vida ante las fuerzas
de la muerte históricamente presentes y activas, asumiendo a fondo y con sentido
evangélico todas las consecuencias de su praxis.
Por ello no hay derecho a que aún se continúe en ciertos círculos, de una manera
descontextualizada, desgastándose en discusiones acerca de la validez de un
compromiso étnico afrochocoano (incluida la acción pastoral de las iglesias), que es
clamada a gritos por los crucificados de esta tierra chocoana, mientras su
marginación y exclusión continúa ampliándose y el círculo de muerte cerrándose en
torno a la vida de los afrodescendientes, los indígenas y los mestizos empobrecidos
del Chocó.
Con este concepto se denomina a la clase social que, dentro de la estructura de una
sociedad capitalista, detenta el poder dominante y mantiene en estado de sujeción
y subordinación al pueblo.
Por lo dicho, si no hay una ética que se interponga y regule toda esta dinámica, las
relaciones entre trabajadores y capitalistas son antagónicas, de contradicción, de
explotación. Esta es, en síntesis, la esencia del modo de producción capitalista.
o A través del Intercambio: cada individuo adquiere los productos concretos que
desea. Con el salario que reciben, los obreros compran los productos que
necesitan;
Una ética correcta pide que este valor agregado beneficie también al
obrero.
El trabajo humano es capaz de producir nuevo valor, y, además, produce más valor
que el que consume, produce más que lo que necesita para reproducirse, es decir,
para recobrar la energía gastada en la producción. El trabajador, al estar obligado a
vender al capitalista su fuerza de trabajo, está impedido para apropiarse de todo lo
que produce, no puede aprovechar por cuenta propia su capacidad de trabajar. Al
venderla (o sea, al trabajar para otro) recibe a cambio, como sucede con cualquier
otra mercancía, el equivalente a lo necesario para producirla, es decir, lo
equivalente al consumo necesario para que pueda reconstruir su capacidad de
trabajar.
Este concepto está en la base del sistema financiero que se basa en la acumulación
de dinero y en su reproducción -como mercancía- de manera reglamentada y
permanente.
Hay que anotar sin embargo que los explotados no lo son en sentido absolutamente
pasivo frente al poder explotador. También los explotados continúan siendo poder,
pero les hace falta la conciencia de clase (conciencia profunda de su condición de
explotado) para buscar la transformación de la estructura en forma organizada,
como clase social.
Las clases sociales son grandes grupos sociales que se distinguen entre sí por el
lugar que ocupan en un sistema social concreto.
Uno de ellos, por la sola razón del lugar que ocupa en las relaciones sociales de
producción, se apropia de una parte del fruto del trabajo del otro. Tiene además el
poder para mantener ese estado de cosas por la promulgación de un orden jurídico
que legaliza la explotación, por la organización de un aparato administrativo y de
coacción policiaco-militar, a favor de los intereses de la clase dominante y por la
difusión de una ideología que presenta esta situación como algo bueno y natural.
Por todo esto, los grupos mencionados tienen intereses sociales distintos y
antagónicos, en torno a los cuales suelen tomar conciencia y organizarse, para
defender cada cual lo que le afecta.
Hay que tener cuidado para no confundir la teoría de las clases sociales con la de
los estratos económicos. Esta última clasifica a los grupos simplemente por el nivel
de ingresos. Habla de ricos y pobres, pero sin explicar a fondo por qué unos son
ricos y otros pobres. No saca a la luz que los ricos lo son a costa de los pobres.
Según el lugar que ocupe en las relaciones sociales de producción, cada grupo
adquiere una condición específica como clase social, cuyos intereses son
contrapuestos a los otros grupos.
Por su carácter de dominante, esta clase reproduce una estructura que sustente su
poder, la sociedad dominante.
Esta práctica es ambulatoria, o sea que cambia de lugar para su realización, al igual
que cambia con frecuencia su oferta de bienes.
Con un matiz de la misma, hay que decir que los estados capitalistas
latinoamericanos vienen organizando, desde arriba, a los miembros de la economía
del rebusque en formas asociativas, reglamentadas por el Estado. El modelo de las
llamadas microempresas de comercialización, de producción y de prestación de
servicios, es un ejemplo de lo dicho. Mediante las microempresas se realiza una
explotación aún más sutil, pues las fábricas no compran directamente la mano de
obra, sino que facilitan capital para la producción y compran los productos a un
precio muchísimo mas bajo que el que después asignarán para distribuirlo y llevarlo
al consumo.
Los que practican la economía del rebusque varían de actividad con frecuencia,
pues la consigna es “rebuscarse”, es decir, trabajar en lo que resulte, con tal de
obtener un mínimo que garantice la supervivencia.
Se caracteriza porque con ella sólo se busca producir lo necesario para subsistir, sin
generar excedentes. Es una economía familiar de reproducción simple, pues sus
actividades son realizadas por los mismos que se beneficiarán de ella, quienes sólo
producen lo necesario para reproducir la fuerza de trabajo.
Por ser una economía natural, su ciclo económico responde a las características del
3ª. Una tercera característica, que podemos deducir de las dos anteriores, es que
una estructura es algo más que las partes, incluso algo más que la suma de las
partes: es una interrelación. La razón para afirmar esto es muy simple. Si cada
elemento de la estructura se configura o es lo que es, por las relaciones en las que
se encuentra en el interior de la estructura, la estructura tendrá características que
no tienen los elementos aislados; es, pues, más que los elementos, porque cada
elemento se transforma en la relación estructurada.
8ª. Hay que mencionar, como octava característica de la estructura, que, aunque
todos los elementos se relacionan entre sí, hay un centro o matriz estructurante del
conjunto. No todos los elementos tienen la misma influencia en la configuración del
todo, que en el caso de nuestra sociedad es el nivel económico.
Las estructuras sociales de muerte se expresan como tales en las tres instancias
que estructuran al capitalismo: la económica, la política y la ideológica. En lo
económico generan enriquecimiento de unos pocos, a costa del empobrecimiento y
la explotación de las grandes mayorías de la sociedad.
Las clases sociales van tomando conciencia de sus intereses a lo largo de los
procesos de reivindicación de sus derechos. La conciencia más de fondo de aquellos
intereses que se desprenden del lugar que cada clase ocupa en la estructura de la
sociedad, es lo que se llama conciencia de clase.
Este concepto alude a aquel tipo o sistema de pensamiento que se caracteriza por
su análisis profundo, permanente y detallado (con elementos científicos, y alejado
de la especulación intuitiva) del funcionamiento y la dinámica interna de los hechos,
acontecimientos, procesos y actores sociales; todo esto para descubrir su lógica
interna y las contradicciones que contienen, y así poder tomar partido o posición
frente a ellos, identificando sus repercusiones y su influencia en el funcionamiento
de la estructura social, sea como resultante o determinante de la misma.
individuo y del grupo social, para impulsarlo a la praxis del cambio social como
meta de liberación y concreción de la estructura de la sociedad que se pretende
transformar.
Aún desde el punto de vista diferente y hasta contrario, todos los movimientos
sociales que pretenden, en algún momento de la historia, lograr la plena
humanización del ser humano, han visto la necesidad de establecer un nuevo orden
social, donde se afirme la vida, para remplazar el orden establecido que la niega e
impide la humanización por una u otra causa, según el esquema de análisis que se
utilice.
Por lo mismo, a pesar de las estigmatizaciones que se pueden sufrir por reivindicar
esta necesidad de un nuevo orden social, él mismo tiene un fundamento cristiano
expresado por Jesús y por la comunidad primitiva, donde todo es de todos, no hay
propiedad privada y se reparte a cada uno según sus necesidades, hay consenso en
torno a la dinámica de funcionamiento del grupo (colegialidad) y todos están
movidos por el mismo espíritu solidario (cf. Hch 2,42 ss.; 4, 32 ss.).
Dicho nuevo orden social se define desde todos los ámbitos que conforman la
estructura social. En el nivel económico se aspira a un nuevo orden donde las
relaciones sociales de producción estén basadas en lo comunitario y donde haya
una apropiación colectiva del ingreso nacional. En el nivel político de la estructura,
el nuevo orden busca el establecimiento de un poder colectivo, popular,
verdaderamente alternativo, con los mayores niveles posibles de participación y
consenso. En el nivel ideológico cultural, se quiere llegar al establecimiento de la
unidad nacional desde la diversidad étnica y cultural de los miembros de cada
sociedad; con base en sistemas de pensamiento y conocimiento compartidos,
donde todos los saberes sean tomados en cuenta, para generar un cuerpo de ideas
permanentemente crítico y autocrítico, que contribuya a la consolidación de un
espíritu solidario y liberador, en cada uno de los miembros de la sociedad.
empresa, sino que es el proyecto común y unitario de todas las fuerzas sociales en
conflicto con el sistema injusto, que integran el movimiento popular.
8.5 HAY QUE DAR UNA VOZ DE ALARMA PARA QUE LOS
PROYECTOS DE HUMANIZACIÓN NO CAIGAN EN
POLITIZACIÓN.
El riesgo que entrañan este tipo de proyectos consiste en que en muchos pasos los
proyectos de ordenamiento jurídico y reestructuración social pueden entrar en
contradicción con las instituciones culturales del grupo étnico, limitando así la
capacidad de articulación de dichos grupos al nuevo orden y su misma
participación.
Por todo esto, hay que evitar los extremos de la politización, al igual que su
opuesto, el culturalismo, donde se privilegia una identidad en abstracto, sin
concreción suficiente en el ámbito de lo político.
Sin perder de vista todo lo dicho, tampoco hay que dejarse demonizar por aquellas
tendencias conservaduristas que ven en todo intento de análisis estructural y de
Tal como lo señala el profesor Wim Dierckxsens hay que enfrentar la lógica del
neoliberalismo que desmanteló la ciudadanía desarrollada desde Keynes al
otorgarle derechos especiales y fundamentales a las personas jurídicas, como es el
caso de las empresas transnacionales, por encima de los derechos de las personas
naturales consagradas en normas internacionales legados del las revoluciones
liberales de los siglos XVII y XVIII. Las transnacionales aparecen como nuevos
sujetos con ciudadanía plena, mientras que los derechos de los seres humanos se
relativizan en función de los intereses de éstas o de la seguridad planetaria, “los
ciudadanos reales dejan de ser sujetos de derecho pleno” (Hinkelammert-Mora,
2001:320). “En ese sentido, el neoliberalismo convierte al mundo en humanidad sin
ciudadanía” (Wim Dierckxsens), o en otras palabras la ciudadanía se deriva sólo de
la vinculación de las personas en el mercado y su posición en éste.
De esta manera podemos acercarnos a lo que otros han llamado las ciudadanías
democráticas, donde dichas ciudadanías realmente existen y desaparece el ideal
impuesto por el modelo de ciudadano cívico donde las personas son simples y
pasivos acatadores de normas construidas desde los ejes de poder dominante. Por
el contrario, las personas conscientes de su inserción en la sociedad aportan en la
construcción de nuevos referentes interpretativos y de acción política democrática.
Esta conciencia ética del papel de la ciudadanía, que supera la idea de la simple
pertenencia al Estado nacional donde las personas tenemos obligaciones y deberes,
se centra en el reconocimiento de la participación y de los derechos, es decir que se
reconoce una ciudadanía con derechos. Vista así, la ciudadanía se vuelve una fuerza
simbólica que encarna las luchas por el reconocimiento económico, social, político y
cultural, en otras palabras el reconocimiento integral de los derechos. Se trata de
ciudadanos y ciudadanas activas en materia de derechos humanos, personas que
no sólo conocen y comprendan sus derechos sino que tienen la capacidad de
cambiar sus actitudes y comportamiento haciendo progresar la causa de los
mismos. Los ciudadanos activos se protegen a sí mismos y protegen a otros al alzar
su voz para cuestionar críticamente las prácticas y los comportamientos que
provocan o constituyen una violación de los derechos de los grupos o de los
individuos.
16
HURTADO GALEANO, Deicy y NARANJO GIRALDO, Gloria. Aprendizajes sociales y pedagogías
ciudadanas. Estudios Políticos No. 21. Medellín, julio-diciembre 2002.
“Los derechos humanos, por definición, tienden a ser universales. Aún cuando, su
característica más universal es su violación universal.” (Lienemann, 1982, p. 80).
Esta frase de Lienemann nos introduce en la realidad contradictoria de los derechos
humanos en el mundo actual donde pese al reconocimiento formal de los mismos,
cada vez es más evidente la exclusión social. Pareciera que el discurso de los
derechos humanos ha resultado ser un fracaso como lo señalan algunos
intelectuales o marxistas que han expresado que éstos requieren de unos
presupuestos materiales para garantizar su eficacia social. Sin embrago, más que
su fracaso que lo que ha quedado claro es que parecen equivocados los defensores
de las concepciones positivistas y naturalistas que manifestaban su prevalencia sólo
por su reconocimiento formal o por la existencia biológica de los seres humanos,
porque justamente es hoy más urgente la necesidad de que se hagan efectivos
para garantizar el respeto por la vida y la dignidad de la humanidad en su conjunto.
17
Oficina en Colombia de la Alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. 2007.
Hoy la tarea de luchar por el pleno reconocimiento de los derechos humanos pasa
por confrontar el concepto de democracia limitada o de baja intensidad, como
describe Boaventura de Sousa Santos los modelos políticos contemporáneos, que
se reducen a procedimientos administrativos y niegan los procesos de distribución
social y pleno reconocimiento de las garantías del conjunto de la población
empobrecida y excluida social, política y económicamente.
“El gran desafío ético que lanza un conflicto armado es la posición que se asume
frente a la violencia, frente a la guerra y frente a sus métodos. La repugnancia ética
que causa toda destrucción de vidas humanas, todo atentado contra la libertad o
contra los bienes producidos por los seres humanos, no tiene discusión. Los mismos
actores armados reconocen constantemente, en las entrevistas y discursos, que
están realizando, a su pesar, lo que les repugna.
“Esto explica que se hayan multiplicado organizaciones que propenden por la paz, y
que el discurso sobre la paz se haya centrado cada vez más en urgir un cese del
fuego. Las atrocidades de la guerra, sobre todo en el nivel de degradación en que la
vivimos hoy en Colombia, facilitan las movilizaciones masivas por la paz, que se
apoyan en sentimientos ampliamente compartidos de horror ante los efectos de la
guerra. En este clima han arraigado también ciertos discursos de reconciliación
entendida como olvido del pasado, promovidos por sectores de la Iglesia y otras
instituciones.18
18
GIRALDO, Javier. Elementos de lectura sobre la tragedia. 17 de marzo de 2001.
TAREAS:
Metodología:
BIBLIOGRAFÍA