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El video de la audiencia trata fundamentalmente sobre una apelación a una

sentencia sobre información posesoria. En esta audiencia el Estado reclama ante el


tribunal de apelaciones de lo contencioso administrativo y civil de hacienda, una
invasión en terreno que forma parte la Zona Marítimo Terrestre en Cahuita, es
considerada como un bien demanial que conforma parte del dominio público.
El Estado alega en esta apelación, que hay un inmueble que se encuentra en Zona
Marítimo Terrestre, la cual es considerada únicamente propiedad del Estado y solo
puede ser explotado mediante concesión o permiso por parte del la Administración
Pública.
En esta audiencia se presenta nuevamente una prueba, que se rechazó en la
anterior, la cual consiste en un oficio del Instituto Demográfico Nacional (IDN) donde
se afirma que la construcción del inmueble se encuentra en territorio demanial. En
este oficio presentado por la representación estatal se hizo la rectificación del error
material y se comprobó que efectivamente el inmueble se encontraba en la Zona
Marítimo Terrestre. Respecto a esto, el Estado solicita se aplique el principio del
paralelismo de las competencias, el cual establece que salvo norma expresa en
contrario, todo órgano que tenga la competencia de emitir un acto, también tiene la
competencia para extinguirlo o modificarlo.
Para este caso en concreto, el acto que se solicitaba modificar, es el Derecho
posesorio que se le otorgó a la dueña del inmueble.
Aunado a lo anterior, se presentó como prueba fotografías aéreas, aportadas por el
IDN, las cuales reflejan la ubicación del inmueble en la zona determinada como
restringida.
Asimismo, el Estado alega que una de las características de los bienes de dominio
público, es que estos gozan de imprescriptibilidad, lo cual significa que los mismos
no se pueden usucapir. Además estos bienes de dominio público son bienes extra
comercio, lo cual significa que están fuera del comercio de los hombres, por tanto no
pueden negociar, comprarse ni transferirse.
El Estado protege el dominio público mediante su característica de inalienabilidad, la
cual establece que estos bienes están protegidos y no pueden ser sujetos de
acuerdos privados.
En la audiencia, el Estado utilizó como base de sus argumentos jurisprudencia de la
Sala Constitucional y del Tribunal Contencioso Administrativo sobre la cual se
establecía una línea doctrinal de improcedencia de la posesión particular de bienes
de dominio público.
Se usa como fundamento legal también los artículos 1 y 7 de la Ley 6043 (Ley sobre
la Zona Marítimo Terrestre), en los que se establece que esta zona es de patrimonio
nacional, su uso y aprovechamiento están sujetos a las disposiciones de la Ley y, en
el numeral 7 se establece claramente que estos terrenos no pueden ser objeto de
informaciones posesorias.
Los bienes de dominio público, se crean mediante una afectación únicamente
realizable mediante la ley. De igual manera, la única manera de desafectar un bien
para que ya no sea propiedad del Estado es mediante otra ley que lo desafecte. Por
tanto, a pesar de que exista una negociación de compra venta respecto al terreno,
este no puede desafectarse mediante una simple negociación.
Durante el proceso, se puede decir que no se muestra buena fe por parte de la parte
demandante, esto desde el punto de vista del principio de publicidad intrínseco en
mismo dominio público. Esto quiere decir que, en bien público es de conocimiento
total de la sociedad y a pesar de esto, se realizó una negociación por parte de la
demandante sobre el terreno.
Motivado por los alegatos anteriores, el Estado interpuso un recurso de apelación
solicitando revocar la sentencia recurrida e improbar la información posesoria del
inmueble.
La parte poseedora del inmueble, alegó que la situación de compra-venta sucedió
en los años 60, cuando tal inmueble fue adquirido por el hermano de su
representada, dado que en ese momento, el terreno se encontraba dentro del
comercio de los hombres, debido a que fue hasta años posteriores que el mismo se
incluyó dentro de la Zona Marítimo Terrestre mediante ley. Al ser esta ley posterior a
la compra del terreno, la parte alega que no puede haber mala fe y que se debe
respetar su derecho adquirido.
En relación con esto, la parte afectada también planteó el hecho de que el inmueble
en cuestión se encuentra dentro de 600 metros de linderos conformados por varios
propietarios, cuyas propiedades se encuentran debidamente inscritas en el Registro
Nacional.
Como pretensión, la parte demandada solicitó se reitera la sentencia previa y se
aprobara la información posesoria.
El Tribunal cuestionó el argumento de que el inmueble se encontrara dentro del
comercio del hombre en los años 60, interesado en saber si contaba con algún
fundamento normativo que afirmara tal alegato.
La parte demandada negó tener conocimiento sobre la ley de ese momento. Por
otra parte, manifestó que tenía conocimiento respecto a la jurisprudencia de la Sala
Constitucional y los fallos que habían realizado en materia de derechos posesorios.
Además, la parte demandada alegó que sería un trato inadecuado y poco justo que
se expropie únicamente a ellos y no a los demás habitantes de la zona.
El Estado se contrapuso indicando que la titulación de los inmuebles de los demás
propietarios no es un hecho probado y que aunque sí lo fuere no es necesario
invocar a los terceros en el proceso.
La parte demandada insistió en que si es necesario realizar la notificación a los
propietarios colindantes.
El Tribunal rectificó que le bien es propiedad del Estado y que desde 1928
pertenece a la zona protegida. Es por esto que, al ser un bien de dominio público,
no es posible hablar de posesión, ni justo título ni de buena fe de posesión.
La prueba aportada por el estado fue declarada admitida como prueba
complementaria a la ya existente, y gracias a la misma se prueba que el inmueble
pertenece a la franja de la Zona Marítimo Terrestre.
Basado en esto, se aclaró que no existe la posibilidad de que, comprobado el hecho
de que la propiedad se encuentra en terreno de dominio público, se otorguen los
derechos posesorios respecto a estas tierras.
Asimismo, el Tribunal determinó que no existe prueba de que los terrenos aledaños
y colindantes tuvieran propietario registral pero que el el caso de que esto fuere
comprobado, el Estado puede interponer el mismo proceso contra los supuestos
propietarios.
Finalmente, el Tribunal decidió revocar la resolución previa y denegó el
otorgamiento de derechos posesorios a la titulante.
Figuras destacables

Dentro de esta audiencia, se puede destacar que el Estado recurrió a figuras como
la inalienabilidad y la imprescriptibilidad de los bienes de dominio público para
fundamentar sus pretensiones.
De igual forma, resalta el uso de los siguientes principios:
Principio del paralelismo de las competencias, en virtud de este principio, el órgano
que tiene potestad para decretar un acto tiene potestad para modificarlo o
extinguirlo.
Principio de buena fe el cual establece que ellos estaban en la obligación de
conocer que la zona estaba protegida, además de que nunca hicieron el trámite
para titular la propiedad el cual es muy sencillo, por tanto bajo estos supuestos no
se puede presumir la buena fe.
Principio de publicidad legal que rige el dominio público: la parte actora alegó que en
el momento que se adquiere el bien, ellos no sabían que este pertenecía al dominio
público, o que esta zona estuviese restringida; sin embargo dentro de la audiencia
se menciona el principios de publicidad legal, dando a entender que la parte actora
no podía alegar eso debido a que es un deber identificar las áreas restringidas

Criterio Personal.

Considero que los alegatos del Estado están bien fundamentados, debido a que se
basan en pruebas fidedignas y atinentes al caso en particular, Asimismo, hacen
referencia a estructuras jurídicas aplicables a resguardar el bienestar de los bienes
demaniales.
Me parece pertinente el uso de figuras como la inalienabilidad y la imprescriptibilidad
para proteger los bienes que poseen esta afectación. Asimismo, el manejo de
principios se hizo de manera correcta.
Por el contrario, la parte demandante tuvo una escasa presentación de pruebas y no
lograron ratificar sus alegatos. También, el representante de esta parte carecía de
conocimientos legales necesarios para la adecuada fundamentación del caso.
Finalmente, en mi opinión, el Tribunal falló adecuadamente al no otorgarle el
reconocimiento de los derechos posesorios a la parte demandante, debido a que
existen figuras como la inalienabilidad y la imprescriptibilidad que prohíben
expresamente situaciones de este tipo.

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