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La moralidad como fenómeno social

La moral se construye desde determinados experiencias cotidianas de las que


aprendemos que nuestras acciones son malas o buenas, y que de ellas se
desprenden respuestas y consecuencias, condicionando en buen parte nuestra
conducta. Nuestras conductas se ven cada vez más condicionadas hasta que se
teorizan en las normas y se practican en la vida cívica.

Las normas y reglas que la sociedad construye están regidas por unas instituciones
bien diferenciadas como la policía, la iglesia, las escuelas, los sanatorios; y cada
una de ellas se encarga de premiar y castigar la mayoría de conductas del sujeto,
siendo la iglesia la institución con mayor influencia en la moral y la conducta de la
mayoría del mundo. El mundo entero ha creado un sistema bastante complejo para
moralizar las acciones y comportamientos de las personas, distinguiendo de ellas lo
bueno y lo malo, lo castigable y lo premiable, lo verdadero y lo falso. En esta medida
la libertad esta mediada por estas instituciones y lo que permiten y no permiten
hacer y ser al sujeto dentro de la sociedad.

El objeto de la moral social es la aplicación de las leyes morales a la producción y


conservación del bien social.

Adam Smith y la moral como fenómeno social:

En su libro La “Teoría de los sentimientos morales”, Smith trata la moral no como la


enumeración de unas recetas racionales o divinas sino como la forma de capturar
la interacción de los sentimientos, emociones u opiniones humanas en los
escenarios reales de la vida. Eso significa que debemos entender que las
sociedades y los individuos funcionan no como compartimentos separados sino
como parte de un todo complejo. Él se opone a la visión de que toda la moralidad o
virtud se puede reducir al interés personal, como si los individuos operaran aislados
preocupados solamente de su propio bienestar.

Max Weber y la moral como fenómeno social:

Weber entiende al sujeto como un agente que se mueve guiado por un cálculo
racional de costo-beneficio, de generar expectativas con sus acciones y
consecuencias externas a él, pero que lo beneficien directa o indirectamente.

Un sujeto capitalista que debe orientar sus esfuerzos individuales al logro de una
ganancia, de lo contrario está condenado al fracaso. Movido por un afán de lucro
permanente para provecho personal.
Implica un racionalismo en la conducta y en la moral que significa que quienes no
guíen sus prácticas y conductas por estas máximas de estar en permanente
movimiento y producción, descienden socialmente y son propensos al fracaso.

Weber destaca la infinitud de los hechos sociales en las relaciones del hombre en
el devenir histórico de la humanidad, por lo que entiende que es imposible
establecer axiomas que puedan explicar en forma homogénea y universal el
comportamiento humano. Estos comportamientos deben segmentarse para ser
objeto de estudio

Hans Kelsen y la moral como fenómeno social:

En la construcción doctrinal de Hans Kelsen, el mayor de los juristas del siglo XX,
se puede advertir que la «moral» sería el conjunto de normas sociales autónomas
y la disciplina que las estudia es la «ética». Para él, la ciencia ética, al igual que la
ciencia jurídica, se constituyen como «ciencias normativas» en el entendido de que
sus objetos son normas y no hechos causales

Kelsen distingue el ámbito individual y el ámbito social de la moral, pues considera


que al lado de la moral social, existe un ámbito de la moral referido al individuo «con
respecto a sí mismo» que le mandan deberes contenidos en normas que prohíben
el suicido, mandan la valentía o la castidad, aunque reconoce que la
individualización sólo se da a través de procesos de socialización.

Ejemplos:

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