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PRIMERA PARTE
La Constitución de Bolivia y la protección de los derechos
Es así que, el originario concepto liberal de Constitución fue puesto en claro por el
artículo 16 de la Déclaration des droits de l’homme et du citoyen (1789), que
estableció lo siguiente: “Una sociedad en la que no esté asegurada la garantía de
los derechos ni reconocida la división de poderes, no tiene Constitución”. En este
contexto, evidentemente, el término “Constitución” denota no ya una organización
política cualquiera, sino una organización política liberal y garantista. La
Constitución es concebida aquí como límite al poder político (precisamente porque
establece los derechos de las personas y las formas idóneas de garantizarlos).
(∗)
Algunas de las ideas desarrolladas en este trabajo –escrito originalmente en ocasión del quinto aniversario
de la Constitución Boliviana–, fueron brevemente expuestas en el Seminario: “Consideraciones necesarias
para el inicio de la gestión legislativa 2015”, organizado por la Brigada Parlamentaria del Departamento de
La Paz, y que se llevó a cabo el día 8 de enero del presente año 2015, en dependencias de la Vicepresidencia
del Estado Plurinacional de Bolivia.
(**)
El autor es Abogado Maestrante en Derecho Constitucional por la Universidad Mayor de San Andrés.
Actualmente es miembro de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales (ABEC). Responsable del
Blog Jurídico: Tren Fugitivo Boliviano (http://alanvargas4784.blogspot.com/)
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En este sentido, el ámbito de los derechos fundamentales, se perfila como uno de
gran interés, más aún si se considera el enorme catálogo que prevé la Constitución
boliviana, cuya importancia radica en que constituye un parámetro para asegurar
los límites al ejercicio del poder político para así lograr una pacífica convivencia en
sociedad, es decir, en una sociedad donde se tenga seguridad y certeza sobre los
derechos que debe respetar y proteger el Estado.
En este contexto, los derechos fundamentales, pueden ser definidos como aquella
porción de los derechos humanos, que se encuentran garantizados y tutelados de
manera expresa o implícita por el ordenamiento constitucional de un Estado, y su
denominación responde al carácter básico o esencial que tienen, dentro de todo el
ordenamiento jurídico, más aún si se considera que “Una sociedad en la que no
esté asegurada la garantía de los derechos ni reconocida la división de poderes,
no tiene Constitución”.
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La Constitución de Fráncfort de 1849, conocida en alemán como Paulskirchenverfassung —"Constitución
de la Paulskirche"—, fue la primera constitución de un imperio alemán (nótese que el término "Imperio
Alemán" se asocia generalmente con el fundado en 1871 por Otto von Bismarck, pero que éste no fue el
primero). El título real del documento era Verfassung des Deutschen Reiches, "Constitución del Imperio
Alemán". Fue proclamada por el parlamento reunido en la Paulskirche de Fráncfort el 27 de marzo de 1849 y
entró en vigor el 28 de marzo, cuando fue publicada en el boletín del estado Reichs-Gesetz-Blatt 1849,
páginas 101 a 147. Mayor información y detalles sobre esta Constitución, pueden verse en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Constituci%C3%B3n_de_Fr%C3%A1ncfort_de_1849
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ámbitos de su vida, se realiza y desarrolla su comportamiento, dentro de los límites
establecidos por el ordenamiento jurídico estatal.
Por otro lado, es notable que las fuentes del Derecho en la actualidad, muestran
una diversidad conceptual entre las expresiones: “derechos humanos”, “derechos
fundamentales”, y “derechos constitucionales”, aunque en muchos casos, dichos
términos son utilizados con carácter equivalente.
Sin embargo, es posible precisar que los derechos humanos, aparecen como
expresión de reconocimiento y compromiso de los Estados, para su respeto,
promoción y vigencia en los tratados internacionales suscritos para ese efecto; en
tanto que los derechos fundamentales fluyen del contenido de los textos
constitucionales que rigen la vida de los Estados democráticos, y asimismo, los
derechos constitucionales se entienden como aquellos insertos y reconocidos en la
misma Constitución, como Ley Fundamental, y sujetos a distintos mecanismos de
protección interna.
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b) Poseen máxima fuerza jurídica, lo que implica descartar la lectura
simbólicamente programática de estos derechos, dado que los distintos
niveles de organización del Estado (Legislativo, Ejecutivo, Judicial y
Electoral en el caso de Bolivia), así como en los diversos actos del ámbito
privado, deben observarlos, promoverlos y tutelarlos.
Luigi Ferrajoli, en su obra sobre: “Derechos y Garantías. La ley del más débil”,
propone una definición teórica, puramente formal o estructural de “derechos
fundamentales”, y dice que son todos aquellos derechos subjetivos que
corresponden universalmente a “todos” los seres humanos en cuanto dotados del
status de personas, de ciudadanos o personas con capacidad de obrar; entendiendo
por “derecho subjetivo” cualquier expectativa positiva (de prestaciones) o negativa
(de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto por una norma jurídica; y por “status” la
condición de un sujeto, prevista asimismo por una norma jurídica positiva, como
presupuesto de su idoneidad para ser titular de situaciones jurídicas y/o autor de
los actos que son ejercicio de éstas.
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derecho subjetivo, lo que implica que su titular tiene la facultad de exigir su
respeto y observancia, pudiendo acudir al órgano jurisdiccional competente para
reclamar, a través de los recursos que establece el respectivo orden jurídico, la
protección de tales derechos y la reparación del menoscabo sufrido.
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Los derechos fundamentales en el Estado Constitucional
La igualdad jerárquica de los derechos, supone básicamente que ninguno está por
encima de otro, sino que todos son fundamentales, y se encuentran tan
estrechamente relacionados en un plano de igualdad, que no pueden ser
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El principio de aplicación directa y eficaz de derechos fundamentales en el orden constitucional
vigente.- El régimen constitucional vigente a partir del referendo constitucional de 2009, diseña un nuevo
modelo de Estado, cuyo sustento estructural, encuentra razón de ser en el respeto a los derechos
fundamentales insertos en el bloque de constitucionalidad, reconocido por el art. 410 de la CPE, en ese
contexto, este pilar esencial del Estado Plurinacional de Bolivia encuentra validez material en el
reconocimiento expreso del principio de aplicación directa de derechos fundamentales el cual se encuentra
taxativamente reconocido por el art. 109.I de la CPE, cuyo tenor señala: “Todos los derechos reconocidos en
la Constitución son directamente aplicables y gozan de iguales garantías para su protección”. El principio de
aplicación directa de la Ley Fundamental, que además por antonomasia comprende a la aplicación eficaz de
derechos, está íntimamente ligado con el valor axiomático de la Constitución, postulado a partir del cual, el
fenómeno de constitucionalización o de irradiación del contenido de la Constitución en el orden jurídico y
social, no se realizará solamente en cuanto a las normas positivas de rango constitucional, sino también en
relación a las directrices axiomáticas rectoras del orden jurídico e institucional del Estado Plurinacional de
Bolivia, como ser los valores justicia e igualdad, razón por la cual, solamente a partir de esta concepción
puede sustentarse la eficacia del valor normativo de la Constitución. En el marco de lo señalado, el valor
normativo de la Constitución axiomática, como es el caso del texto aprobado en 2009, asegura la aplicación
directa y eficaz de los derechos fundamentales a través de la labor interpretativa o hermenéutica de las
autoridades jurisdiccionales, cuyas decisiones deben enmarcarse en los valores justicia e igualdad, como
postulados esenciales del principio de razonabilidad de las decisiones, el que a su vez, irradiará el contenido
esencial de los derechos fundamentales y consolidará la vigencia plena del Estado Constitucional de Derecho.
(Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0121/2012, 2 de mayo de 2012).
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perjudicados en su libre ejercicio; así, en caso de conflicto, se deberá efectuar una
ponderación suficientemente justa y equilibrada, de tal forma que no se llegue a
desnaturalizar la esencia de ninguno de ellos. Actuar en sentido contrario, sería
consentir una injusticia y significaría una afrenta a la misma Constitución.
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El análisis, revisión y resolución de los conflictos tutelares, supone una evaluación
integral del estado de situación del derecho vulnerado, para analizar el grado de su
afectación y las posibilidades de su restitución inmediata, que también debe ser
oportuna en caso de que el derecho hubiese sido dañado por una acción de hecho
ejecutada en forma ilegal, a cuyo efecto deberá analizarse también la conveniencia
de aplicación de una medida cautelar en el caso concreto, para salvaguardar a la
persona.
En todo caso, la protección de los derechos no se agota con la utilización de las vías
procesales que se encuentren previstas en nuestro sistema constitucional, sino que
además, las puertas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se
encuentran abiertas y accesibles para denunciar la vulneración de nuestros
derechos. Este, no es un dato menor, sino más bien uno de mucha importancia, en
tiempos en que algunos países deciden privar a sus ciudadanos de este medio de
defensa, cuando renuncian a la jurisdicción de esta Corte que, con sus bemoles y
tropiezos, es una garantía de no impunidad frente al eventual ataque de los
detentadores del poder.
SEGUNDA PARTE
La Constitución y los Tratados Internacionales como fuentes de
protección de los derechos
En otras palabras –dice Carbonell–, la Corte deja atrás un viejo concepto con el que
nos formamos la mayor parte de los abogados mexicanos: el de jerarquía
normativa. A partir de la citada Sentencia de la Corte, esa jerarquía no existe entre
la Constitución y los tratados internacionales.
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Finalmente, Carbonell agrega que la segunda cuestión relevante que resuelve la
Sentencia 293/2011, es el valor de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos; y es que hace algunos años, la Corte mexicana había dicho que
solamente eran obligatorias las sentencias interamericanas que se hubieran dictado
en casos en los que México hubiera sido la parte demandada. Ahora, ese criterio
cambia, y se señala que todas las sentencias interamericanas son obligatorias para
los jueces mexicanos, de modo que deben aplicar los criterios en ellas contenidos a
menos que encuentren un criterio jurisprudencial de carácter nacional que resulte
más protector.
Es así que la Constitución boliviana (en su artículo 410, parágrafo II), además de
proclamarse como la norma suprema del ordenamiento jurídico boliviano –
gozando de primacía frente a cualquier otra disposición normativa–, establece el
Principio de Jerarquía Normativa, por el cual, la Constitución ocupa el primer
lugar dentro de la estructura jurídica del Estado Plurinacional de Bolivia; es decir,
se sitúa en la cúspide de nuestra pirámide jurídica, como principio y fundamento
de todas las demás normas; y en segundo lugar se encuentran los Tratados
Internacionales, que pueden ser suscritos en cualquier materia por las autoridades
legitimadas al efecto, respondiendo a los fines del Estado “en función de la
soberanía y de los intereses del pueblo” (artículo 255 parágrafo I constitucional),
dado que una vez ratificados, también llegan a formar parte del ordenamiento
jurídico con rango de Leyes (artículo 257 parágrafo I constitucional).
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aplicarán de manera preferente sobre ésta”, vale decir, que los derechos
reconocidos en la Constitución “serán interpretados de acuerdo a los tratados
internacionales de derechos humanos cuando éstos prevean normas más
favorables” (artículo 256 constitucional, que consagra el Principio pro homine).
Sin embargo, esta disposición tiene una indudable fuente jurisprudencial, dado que
constituye una reivindicación de los criterios jurisprudenciales sobre el “Bloque de
Constitucionalidad” (un conjunto de normas, no sólo constitucionales, que
complementan y desarrollan los derechos, principios y valores de la Constitución),
expresados con bastante anticipación por el ahora extinto Tribunal Constitucional
de Bolivia (me refiero al que fue creado por la reforma constitucional de 1994),
cuya labor jurisprudencial ha sido determinante para entender cuál la posición
jerárquica que debieran tener los Tratados Internacionales en materia de Derechos
Humanos, y su tratamiento especializado en nuestro país.
Es así que, desde el año 2001, el Tribunal Constitucional, asumiendo una posición
de activismo judicial respecto a la protección de los derechos humanos, ha definido
que los tratados, convenciones o pactos internacionales sobre derechos humanos
forman parte del bloque de constitucionalidad, por lo que, los derechos humanos
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Respecto al tenor del art. 410.II, que dispone: “El bloque de constitucionalidad está integrado por los
Tratados y Convenios internacionales en materia de Derechos Humanos…”, la jurisprudencia constitucional
reciente, ha entendido que: “la Constitución se integra por normas de carácter formal insertas expresamente
en el texto de la Constitución -normas que están en el texto constitucional- y otras normas de carácter
material que si bien no aparecen en el texto constitucional pueden utilizarse como parámetro de
constitucionalidad por su contenido -normas que por su valor axiológico o principista como los Derechos
Humanos deben considerarse como constitucionales-, en este sentido, cuando la segunda parte del art. 410.II
de la CPE, establece que: “La aplicación de las normas jurídicas se regirá por la siguiente jerarquía, de
acuerdo a las competencias de las entidades territoriales: 1. Constitución Política del Estado. 2. Los tratados
internacionales…”, debe entenderse bajo una interpretación pro homine, sistemática e histórica que el
concepto de Constitución Política del Estado implica y conglomera a los Tratados de Derechos Humanos que
tienen un trato preferencial en el contexto constitucional en referencia al resto de Tratados Internacionales”
(Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional Nº1250/2012, de fecha 20 de septiembre de 2012).
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consagrados en dichos instrumentos forman parte del catálogo de derechos
fundamentales previsto por la Constitución; de manera que en ese contexto pueden
ser invocados por las personas y tutelados por las autoridades. (Cfr. Sentencias
Constitucionales: SC 95/01, SC 1662/2003-R17 y SC 0102/2003).
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declaración, convención o instrumento internacional es parte del bloque de
constitucionalidad, sino sólo aquellos que estén destinados a la promoción,
protección y vigencia efectiva de los derechos humanos.
En efecto, el Pacto de San José de Costa Rica, como norma componente del bloque
de constitucionalidad, está constituido por tres partes esenciales, estrictamente
vinculadas entre sí: la primera, conformada por el preámbulo, la segunda
denominada dogmática y la tercera referente a la parte orgánica. Precisamente,
el Capítulo VIII de este instrumento regula a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en consecuencia, siguiendo un criterio de interpretación constitucional
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“sistémico”, debe establecerse que este órgano y por ende las decisiones que de él
emanan, forman parte también de este bloque de constitucionalidad (…)”.
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interpretación sistémica, extensiva y acorde con el valor axiomático de la
Constitución, se establece además que el Bloque de Constitucionalidad, debe estar
conformado por un compartimento adicional: los principios y valores plurales
supremos inferidos del carácter intercultural y del pluralismo axiomático
contemplado en el orden constitucional imperante. Ahora bien, en este estado de
cosas, de acuerdo a los compartimentos antes referidos, corresponde precisar que
este bloque de constitucionalidad es directamente aplicable en cuanto a la parte
dogmática de la Constitución, los derechos humanos insertos en Tratados
Internacionales y los principios plurales supremos; empero, la parte orgánica de
la Constitución, comprendida como elemento del bloque de constitucionalidad, no
es directamente aplicable, sino que para su materialización, se necesitan leyes
orgánicas de desarrollo” (el subrayado me corresponde).
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