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Fuentes:

En este momento las fuentes no están claras ni definidas. La fuente primaria de esta
entrega es La pintura Mademoiselle Rose de Eugène Delacroix. El análisis que realizo es
personal e intuitivo.
De cualquier modo, de forma paralela he leído ocasionalmente La mujer que mira a los
hombres que miran a las mujeres: Ensayos sobre feminismo, arte y ciencia, de Siri
Hustvedt. Esa lectura me ayudó a mirar de forma intuitiva pero también poco más objetiva.

Esta entrega tendrá como objetivo mostrar una obra de arte con una mujer como
representación central, y descomponerla en sus elementos simbólicos, estéticos, formales;
así como en la percepción inmediata y sensible (punctum) de mi como espectadora, para
crear un análisis crítico de la obra en términos artísticos y que vayan acompañados de una
mirada actual, la cual inevitablemente lleva en sí un carácter histórico, social y de género.

Con esto, espero lograr cuestionar la producción artística masculina con mujeres
representadas en ellas, cuestionar la forma en que se representan, y de ser posible, abrir un
debate sobre las implicaciones sociales e históricas que conllevan estas representaciones.
También, hablar de la participación femenina dentro del arte y la literatura como
productoras, y pensar en por qué el trabajo femenino en estos ámbitos no es tan difundido,
y por qué no se ha visto la necesidad (tanto institucionalmente, como individualmente) de
difundirlo y aprenderlo.

1.Percepción general e inmediata (Intuitivo)

Lo lleno-lo vacío:
¿Qué muestran las pinturas, en términos “objetivos”?
La pintura Mademoiselle Rose de Eugène Delacroix muestra el estado de una joven siendo
el centro de atención de lo que parece ser un escenario improvisado para que ella u otras
personas más posen para pintura o fotografía. Esta situación hace preguntarse cómo era
percibida la desnudez durante el S. XIX, y sobre el posible cambio perceptivo que la
desnudez sufría bajo la aplicación de algún tipo de arte, sean artes plásticas o sea la
fotografía.

También, es importante no pasar por alto que quien está representada es una mujer y no un
hombre. Este hecho puede contener en sí ciertas claves y cuestionamientos sobre en qué
ámbitos las mujeres jugaban un papel fundamental, principal y esencial, a diferencia de
aquellos ámbitos sociales, políticos, económicos y públicos de los que en su época -y aún
en la época actual- se les ha cerrado la oportunidad de formar parte. Incluso cuando las
mujeres han formado parte de tales ámbitos son cuestiones que preferiblemente se ocultan
ante los ojos de la historia.

Los signos visuales, tales como la mujer y su desnudez, el color rojo del cojín, la postura de
esta mujer, y sus gestos faciales, ponen de manifiesto la relación de las mujeres con el
ámbito privado y “subjetivo”, en contraste al ámbito público y “objetivo”. En este sentido, la
situación en que se muestra Mademoiselle Rose es privada y sólo es visibilizada -o vista de
forma pública- mediante esta pintura que, a su vez, permite imaginar que será pintada o

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fotografiada, lo cual cabe dentro de las actividades que se desarrollan a partir de la
subjetividad del autor.

Sin embargo, tal visibilización se da en un contexto que demanda que existan ciertos
elementos, actitudes y disposiciones que permitan el ejercicio de esta experiencia; por
ejemplo: limitar a esta mujer bajo ciertos estándares de rigurosas reglas, cierta privacidad y
cierta despersonalización para hacer posible esta práctica artística. De modo que, en cierta
medida, esta mujer es un sujeto, pero para fines prácticos, no puede ejercer tal
individualidad, de forma que en parte también es objeto.

Ejercer la individualidad requiere hacer una reflexión previa antes de actuar. Que nuestros
actos sean un reflejo de lo que pensamos y sentimos hacia el mundo y hacia nosotros
mismos. El hecho de que la mujer representada haya sido la modelo para Delacroix
presupone que ella se muestra bajo la mirada del artista. La principal muestra de esto es la
desnudez; es fácil dilucidar que la decisión de posar desnuda fue del artista, para fines de
su arte. Dicho de otra manera, el desnudo fue un deseo del artista y no de ella, por ello
podemos concluir que esta pintura no deja ver la individualidad de esta mujer. De manera
burda podría decirse que su individualidad se hubiera reflejado a través de la ropa que pudo
haber usado; mostrando así su gusto propio por la moda de la época, aunque sabemos que
en la moda tampoco existe gran ejercicio de individualidad.
Ella no puede ejercer individualidad porque el arte en sí es una disciplina donde la mirada y
la percepción del mundo por parte del pintor es el eje fundamental de su producción
artística. El mundo se presenta ante él, y el artista hace una representación de ese mundo a
partir de su capacidad de entendimiento del mismo y a partir de su relación con él. Esa es la
razón principal de que el artista como sujeto se antepone a la mujer que está
representando.

Lo que el título Mademoiselle Rose sugiere de manera clara es que el tema de interés en tal
pintura es Mademoiselle Rose: una mujer. Pero más allá de ser una mujer cualquiera, es
una mujer a la que se le puede/debe llamar Mademoiselle; denotando así, cierto respeto por
pertenencia a una determinada clase social. Por tanto, no son sus atributos físicos, ni sus
capacidades intelectuales las condicionantes necesarias para que ella pueda ser el centro
de una pintura; sino que es su posición socioeconómica lo que permite que su desnudez
sea representada como algo que debe ser visto por todo espectador.

1.1 Punctum
Esta es una pintura que muestra a una mujer sobre lo que parece ser un escenario para
posar. Un escenario para fotografía, o en este caso, para pintura. Está sentada sobre un
taburete que tiene encima algunas telas en colores cálidos como rojo y naranja. Esos
colores solían ser cotizados por la burguesía en aquellos años, así que debe ser una mujer
burguesa. Para decir eso también me apoyo en las características físicas de esta mujer: es
de tez blanca, su cara está colorada ya sea por maquillaje o por el rubor natural de una piel
sana, y su cuerpo desnudo se ve muy sano.

Por otro lado, los gestos de su rostro y la posición de su cuerpo, sugieren incomodidad
respecto a algo que no sabemos qué es; pero que lo podemos intuir. Sus gestos denotan
desconfianza, incomodidad, desapruebo ya sea hacia lo que no sabemos que está mirando,

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o hacia estar sentada desnuda en ese lugar sin su total aprobación. No me imagino otra
causa para que sus gestos sean tales.

Su cuerpo también dice mucho. Su cuerpo está contraído y puesto lateralmente. Muestra
sus senos, aunque de perfil, y sus genitales no los muestra. Su postura es entregada hacia
sí misma y no hacia quien esté viéndola dentro de la escena o al menos, hacia el
espectador de la obra. ¿Será la modelo del pintor? ¿Por qué posa desnuda? ¿O acaso no
está posando, sino esperando a que ocurra algo?

Sus gestos sólo los puedo entender dentro de la lógica de género y de clase del siglo XIX.
Si miro desde la actualidad, podría pensar que disfruta de estar sentada desnuda, y que su
cara es de aburrición por la espera de su amante. O quizá que sus gestos son de
desapruebo hacia algo que encargó a alguien y lo hacen mal, más allá de una mera
indignación por hacer algo que no quiere hacer. Mirando desde el S. XIX, las respuestas no
pueden ser muchas.
Entonces me doy cuenta de que esta mujer está pintada /representada desde la mirada
masculina; definida por ella. ¿Cuál es la historia que esta mujer nos contaría?

2. Análisis del contenido manifiesto


Formal-sintáctico:
Formas: Distribución de las formas orgánicas, materiales y geométricas.
Los elementos en este cuadro son de carácter orgánico e inorgánico. El elemento central y
orgánico es el cuerpo de una mujer. Los elementos restantes son un par de telas, un par de
cajas de madera, un estrado, y detrás de la mujer hay un elemento que no se distingue en
forma, pero bien podría ser una calabaza o algún artículo decorativo.

Mademoiselle Rose, al igual que el resto de la producción de Eugène Delacroix, pertenece


al periodo pictórico denominado Romanticismo. El tratamiento del cuerpo y de los gestos de
la mujer representada tienen total protagonismo en la obra. La forma relajada del cuerpo,
además de los gestos que dejan ver de forma clara que está sumergida en sus
pensamientos, son parte importante del mensaje de esta obra.

Color: Tipos de colores y a que aluden.


El tratamiento del color que Delacroix da a esta obra conserva el espíritu romántico de su
obra y de tal movimiento. El blanco luminoso de la piel de la mujer resalta frente a los
colores casi homogéneos y apagados del resto de los elementos; incluyendo el fondo. Los
colores del fondo son una mezcla de verdes, amarillos y cafés que se pierden entre sí, al
punto de crear un sentimiento de desconocimiento en el espectador, mientras que los
elementos de madera y tela que también forman parte de la obra, también son vistos como
secundarios por su pequeño contraste con el resto de los elementos.

La primera percepción que se tiene de la elección de los colores que rodean a la mujer,
recuerdan una especie de podredumbre, marchitación, muerte. Incluso evocan a la
imaginación algún olor desagradable que no es afín a la vigorosa vitalidad del cuerpo de la
joven. Sin embargo, las telas que juegan en tonos cálidos como el rojo y el naranja,
comparten la sensación de vitalidad y por supuesto, de pasión y fuerza de la joven.

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Siguiendo esa lógica, podría especularse sobre un entorno, un contexto y una forma de vivir
que no funciona para esta mujer, que la confunde, la enferma, la cansa. Sin embargo, los
tonos cálidos de las telas que están en contacto con su cuerpo podrían aludir al vehemente
deseo de permanencia con lo que ella encuentra vital, cálido, pasional, prometedor.

Movimiento: ¿Cuál es el movimiento? ¿Qué está en movimiento?


En Mademoiselle Rose no se percibe algún movimiento de forma clara. Todo parece estar
en quietud, incluso se puede pensar que ella está posando. Lo único que pareciera que
puede moverse y cambiar de posición de forma fugaz e inesperada, es la dirección de la
mirada de la joven. Incluso se podrían advertir ciertos pestañeos.

Composición: Relación entre personajes y entorno. Pautas de esta relación.


La posición del cuadro es vertical. El punto central del cuadro es la mujer, siendo la pelvis el
foco central de la composición. El cuerpo de la mujer y el espacio que ocupa en el cuadro,
da cierta sensación de espaciosidad frente a ella, esto se relaciona con la línea inclinada de
la pared. A pesar de que el espacio es reducido, la alineación hacia la izquierda en el
cuerpo de la mujer, y la ligera inclinación que tienen los cajones de madera hacia la
derecha, crea la sensación de espaciosidad. Tal espaciosidad sólo se abre paso hacia el
lado derecho, ya que falta espacio hacia arriba y hacia abajo del cuerpo de la mujer; dando
la sensación de que si la obra de arte cobrara vida, esta mujer no cabría en ese espacio
reducido, e incluso podría sacar las piernas del margen del cuadro.

Como sea, la relación más evidente que encuentro entre los elementos es el de los colores
y la luz. Los colores del fondo combinan con la piel de la mujer. Su piel se pierde un poco
con el fondo; la composición tiene escasos contrastes cromáticos. Ella está ahí posando y
de repente parece que es parte del tapiz. ¿Es ella la figura principal del cuadro? ¿O ella
forma parte de la decoración del espacio por no terminar de tener protagonismo? Otra cosa
que llama la atención son las texturas. La principal textura que llama la atención y que roba
protagonismo a la mujer es la textura de la pared. Al verla uno se puede imaginar que se
siente rugosa al tacto, y a pesar de que esta pared carece de luminosidad, la textura que
emana da la sensación de estar más cerca del espectador, que la misma mujer que se
encuentra en frente.

El cuerpo de Mademoiselle Rose por la parte superior e inferior casi toca los límites del
cuadro. Así, hay una intención clara de Delacroix de que no haya duda de que ella es el
centro de la pintura, y de poner toda la atención en ella. Su cuerpo recuerda a El David de
Miguel Ángel en varios aspectos: es un cuerpo bien proporcionado, esbelto, musculoso y
con postura relajada como la de El David. Si algo puede representar esto, sería otorgar
cierto aire de grandeza, divinidad, fortaleza y autonomía a esta mujer, aunque sin tener
claro si ella reconoce que puede ser percibida así a través de su desnudez.

Sin embargo, ¿La mujer es la protagonista de esta pintura? Y si lo es ¿Por qué los sentidos
del espectador no se centran por completo en ella, sin dejar de poder mirar la pared que se
encuentra al fondo? ¿Será muy arriesgado decir que la representación de esta mujer, así
como las mujeres del S. XIX, jamás pudieron ser totales protagonistas de el espacio que
ocupaban? ¿Las mujeres estaban en algún espacio público o privado, pero finalmente no
eran diferente que una decoración llamativa?

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Sensibilidad o impacto transmitido al espectador:
La obra es algo confusa en cuanto a la finalidad que tiene con el espectador. La
representación de la mujer desnuda sin duda quiere responder al elemento de deseo y
belleza de cualquier desnudo. Sin embargo, los colores de la composición -verde, naranja,
café, rojo- y la homogeneidad en su presentación, aluden sensaciones enfermizas, incluso
de asco. Recuerdan a algo que se marchita o que crea náuseas; es decir, no evoca los
sentimientos de belleza, frescura, vitalidad y juventud que el cuerpo de esta mujer podría
evocar por sí sólo. Es decir, los colores de la composición, así como su textura, le roban
lucidez a la joven y a su cuerpo.

Frecuencia o grado de singularidad:


El tópico de presentar a una mujer desnuda de perfil, o tapando algunas áreas eróticas de
su cuerpo, es muy común durante el Romanticismo. Pero lo particular de esta pintura es la
dificultad para descifrar el significado de los gestos que hace su rostro, y la relación que
puedan tener esos gestos con las sensaciones de confusión que surge de la paleta de
colores.

Sinestesia:
Sin duda, Mademoiselle Rose, es una obra que crea distintas sensaciones en el espectador,
y estas sensaciones traen a nuestro imaginario al sentido del gusto, del olfato, por supuesto
de la vista, ya que el espectador tiene sensaciones corporales que realistamente sólo
ocurren en el plano de la experiencia sensorial.

Género artístico al que alude la representación:


La obra de arte se realizó dentro del movimiento artístico llamado Romanticismo, pero con
referencias estéticas a la escultura del arte Clásico, y a la pintura del Neoclasicismo

Pragmático (articulación sintáctico semántica)


Impacto visual: Alto (puntuación 5/5 alto, ⅕ bajo)
Explicitud/ambigüedad: 4/5 de explicitud, ⅗ ambigüedad.

Conclusión:
La conclusión de este análisis, respecto a Mademoiselle Rose, es algo inquietante. Después
de realizar un análisis tan detallado, me he dado cuenta de que efectivamente, a pesar de
que una mujer sea el punto central de una obra de arte, no necesariamente ella es
protagonista. La mujer aparece representada, pero si vemos más allá de esa evidente
aparición, veremos que la forma en que interactúa con ella misma, con los elementos que la
rodean, y con su entorno, trata de recrear la visión masculina del pintor. La mujer está ahí
siendo tan objeto como el resto de los elementos porque se percibe rigidez en ella, más allá
de una apariencia cómoda o algún signo que muestre que el artista está reflejando a esta
mujer en específico, con ciertas características o rasgos de personalidad, más allá de poder
ser otra mujer más.

Delacroix sostiene una postura cómoda al mostrar a una mujer desnuda sabiendo que
fácilmente podrá ser deseada, admirada o simplemente estar en boca de los espectadores
de la época. Pero lo que queda en un aspecto privado, osea, para el pintor, es la
construcción misma de la pintura; las elecciones de composición que hizo para que la obra
luzca justo como luce. Esas decisiones, esas razones que se encierran en la subjetividad

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del autor, difícilmente pueden verse plasmadas; tan sólo vemos el resultado estético o
material de su razonamiento y de su sentir hacia tal obra.

Esta obra de Delacroix en específico, es difícil de relacionar con un contexto histórico,


social, cultural y de género. Lo que yo he tratado de hacer es mirarla de la manera más
objetiva posible teniendo como herramientas analíticas las facultades humanas que
comparto con cualquier otro ser humano, como es la vista, cierta sensibilidad hacia los
colores, así como leer el lenguaje corporal de la mujer retratada mediante mi propia
experiencia conmigo misma y en mi relación con los otros. De cualquier modo, me pareció
interesante analizar esta pintura que no es de las más conocidas del artista y que a
diferencia de otras de sus obras, esta podrá parecer carente de importancia; pero quiero
recalcar que es justo en las imágenes que encontramos más insignificantes, en donde
podemos encontrar elementos culturales que están naturalizados respecto a nuestra forma
de ver el mundo, pero que viendo con atención, podemos llegar a formular una reflexión que
nos ayude a entender el mundo en cierta época en específico, y muy seguramente, a
entender nuestra realidad individual y colectiva presente.

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