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Iglesia de Atlántida Cristo Obrero y

Nuestra Señora de Lourdes (1958)


Eladio Dieste

 “La forma es un lenguaje, y ese lenguaje debe sernos inteligible;


estamos ansiosos de inteligibilidad y, por lo tanto, de expresión. Parte
del desasosiego moderno se debe a la ausencia de expresividad
legítima, a que nos rodean cosas que ostentan un hermetismo que es
la negación de lo que supondría la fraternidad que damos por supuesta
y que naturalmente debería leerse en la obra del hombre en el
espacio.”
 Este arquitecto desarrolló una interesante manera de utilizar el ladrillo,
el material básico y accesible, llevándolo a la máxima liviandad, a partir
de superficies curvas que resultaron en su nueva tecnología: la
cerámica armada, verdaderas bóvedas de ladrillo, acero y un mínimo
de hormigón.
 A partir de este sistema constructivo, logró diseñar finas láminas
combinando módulos de ladrillo, hierro y mortero, construidas sobre un
encofrado móvil. Estas láminas son estructuras capaces de resistir las
distintas fuerzas ejercidas sobre ellas gracias a su forma de doble
curvatura y no a su masa, ayudando al ahorro del material y mayor
liviandad.

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Basta ingresar a la Iglesia de Atlántida para comprender que la arquitectura es capaz de
emocionar. El expresivo movimiento de las curvas en paredes y techo, el sutil manejo de
la luz y la maestría en la disposición del ladrillo, nos regalan una experiencia diferente en
la contemplación y uso del espacio.

Esta obra temprana de Dieste, fue creada desde su más íntima convicción religiosa y
busca expresar, arquitectónicamente, el contenido mismo del ritual, respondiendo de un
modo claro y sentido a las necesidades de los fieles: "En el proyecto de esta iglesia,
…procuré un estilo a la vez severo y amable de piedad, con una gran confianza en el
espíritu cristiano de los humildes que han de usarla … Que la iglesia como arquitectura,
no
fuera un obstáculo para una piedad verdadera sino su manifestación primera."

El proyecto es entonces, mucho más que la solución a un problema constructivo o


funcional. Las connotaciones del uso del edificio le preocupan personalmente, por lo que
todos y cada uno de los gestos de su arquitectura, son reflejo directo de sus ideas sobre
la vivencia de la fe y la participación de la comunidad en la ceremonia.

"Me parecía -y lo es- una aberración, que la iglesia fuera sólo cosa de curas, de
'especialistas'; o era de todos, o traicionaba su esencia comunitaria… La iglesia fue
pensada de modo que todos se sintieran comunitariamente actores de la liturgia."

Dieste propone entonces un espacio único calificado por la luz; donde destaca el muro
curvo detrás del altar que “recibe visualmente al pueblo cuando entra a la iglesia y lo
rodea en el momento principal de la misa”;
y la matizada unión entre nave y presbiterio, a través de la eliminación del comulgatorio y
la ubicación de escalones que vinculan ambos sectores sin perder cada uno su
especificidad. Asimismo, bautisterio, sacristía,
confesionarios y capillas laterales, todos fueron igualmente diseñados para expresar y
significar el ritual.
El ladrillo es protagonista. Además de su función resistente, es el gesto expresivo que
genera múltiples texturas jerarquizando cada sector: al fondo del presbiterio, una pared
muy rugosa de ladrillos trabados e iluminados desde abajo, limita el espacio interior
evitando un corte abrupto. En el mismo sentido, el muro calado que cierra el coro y
define la fachada, relaciona el interior y el exterior a través de sutiles juegos de luz.

"La iglesia de Atlántida fue 'mi Facultad de Arquitectura'…Y una obra que ha tenido
consecuencias importantes. Me cambió la vida."

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