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El mito de Aracne

Aracne era una de las mejores tejedoras de toda Grecia, sus bordados eran tan maravillosos que la
gente comentaba que sus habilidades le habían sido concedidas por
Atenea, diosa de la sabiduría y patrona de los artesanos.
Pero Aracne tenía un gran defecto, era una muchacha muy
vanidosa y decía, continuamente, que ella era la mejor tejedora.
Un día, la orgullosa Aracne, no puedo aguantar más los
comentarios de sus vecinos y llegó a compararse con Atenea. Se
paseaba el día lanzado desafíos a la diosa e invitándola a participar
en un concurso para ver cuál de las dos tejía mejor.
La diosa Atenea quiso darle una lección a Aracne y bajó desde
el Olimpo a la Tierra para aceptar su reto.
Entre la red de hilos y la gente del pueblo, comenzó el
concurso, Aracne y Atenea estuvieron tejiendo durante todo un día.
Atenea representó a los dioses en todo su esplendor. Por el
contrario la tela de la orgullosa Aracne mostraba a los dioses como
lobos y borrachos.
Cuando Atenea vio que el trabajo de Aracne insultaba a los
dioses no pudo aguantar más, se enfadó mucho y rajó la tela.
Aracne se dio cuenta que había ofendido gravemente a los dioses, sintió mucho miedo, salió corriendo e
intentó suicidarse colgándose de una viga del techo. La diosa Atenea se apiadó de ella y le salvó la vida
pero, para castigarla, la convirtió en araña y la condenó a tejer para el resto de los tiempos.

Actividades
1- ¿Qué tipo de narrador posee el texto? Ejemplifica con un fragmento.
2- ¿Quién era Aracne? ¿Cuál era su mayor defecto?
3- ¿Por qué Atenea decide bajar a la Tierra?
4- ¿Qué ocurre en el concurso?
5- ¿Cuál fue el castigo de Aracne? ¿Por qué?
6- ¿Qué tipo de mito es el que leíste? Justifica
7- ¿Qué tipo de narrador posee el texto? Ejemplifica con un fragmento.
8- Como en todo mito, en este aparecen elementos sobrenaturales, ¿cuáles son?
9- En los mitos, siempre se explica el origen o nacimiento de algo, en este caso el de
…………………………………
10- Realiza en 7 oraciones las secuencias narrativas del mito.
Otras actividades
1. ¿Quién era Aracne?
2. ¿Qué gran defecto tenía Arance?
3. ¿Con quién comenzó el concurso Aracne?
4. ¿Qué le ocurrió a Aracne cuando ofendió a los dioses?
5. ¿En qué convirtió Atenea a Aracne y qué le ocurrió?
6. Escribe un sinónimo de las siguientes palabras del texto:
a) Maravilloso:
b) Vanidosa:
c) Tela:
d) Locos:
e) Miedo:
7. Escribe un antónimo de las siguientes palabras del texto:
a) Lanzando:
b) Invitándola:
c) Comenzó:
d) Coser:
e) Diosa:
8. Escribe una oración utilizando ambas palabras:
a) Tejedoras – bordados
b) Olimpo- dioses
c) Araña – tela
d) Atenea – sabiduría
9. Completa las frases del texto:
a) Aracne era una de las mejores _____________________ de toda Grecia.
b) Se pasaba el día lanzando ____________________ a la diosa.
c) La diosa Atenea quiso darle una __________________ a Aracne.
d) Aracne se dio cuenta que había ofendido _________________ a los dioses.
e) Atenea se apiadó de ella y le salvó la _________________.
El rapto de Perséfone

Perséfone era hija de Deméter; diosa de la naturaleza y la agricultura, y era


también muy hermosa. Solía dar paseos en soledad por los campos que, en ese
tiempo, estaban llenos de flores todo el año, porque no existían ni el frío ni el
hambre.
Cierto día, Perséfone estaba recostada en el pasto cuando oyó unos pasos muy
cerca. Apenas se incorporó, vio la figura de Hades, el dios del Inframundo, quien la
raptó y la llevó a su reino de tinieblas para hacerla su esposa. La madre, al advertir
que su hija no regresaba, salió a buscarla. Recorrió todos los lugares posibles
donde podría encontrarla y preguntó por ella a quienes se cruzaban en su camino.
Sin embargo, nadie tenía noticias sobre la joven. Hasta que el Sol se apiadó de su
dolor y le contó lo sucedido. Deméter fue en busca de Zeus, padre de todos los
dioses, para que obligara a Hades a devolverla. Pero Zeus, que conocía muy bien el
carácter de su hermano, no quería tener problemas con él.
Deméter se enfureció por el desinterés de Zeus y le juró que, mientras no le devolvieran a su hija, no iba a
hacer crecer nada sobre la tierra. De manera que, a los pocos días, todo se había convertido en un verdadero
desierto. Finalmente, Zeus no tuvo otra alternativa que intervenir; mas cuando descendió al Inframundo a
pedir la libertad de Perséfone, Hades le comunicó que eso era imposible, porque la joven ya había comido el
fruto prohibido, la granada, y todos sabían que quien comiera de esa fruta no podía volver al reino de los
vivos. A pesar de esto, tanto le rogó Zeus que, por fin, llegaron a un acuerdo: Perséfone pasaría seis meses en
el mundo de los muertos, como la esposa de Hades, y seis meses volvería a la tierra para estar con su madre.
Desde entonces, durante el tiempo en que Deméter está con su hija, el suelo se vuelve fértil y todo
reverdece, pero cuando Perséfone vuelve al Inframundo, su madre se entristece y nada deja crecer sobre la
faz de la tierra.

Actividades

1. ¿Cómo era el mundo antes del rapto de Perséfone?


2. ¿Por qué Zeus no quiso intervenir en el conflicto de Deméter y Hades?
3. ¿Cuál fue la reacción de Deméter ante el desinterés de Zeus?
4. ¿Por qué motivo era imposible que Perséfone regresara al reino de los vivos?
5. ¿Cuál fue el acuerdo al que llegaron Zeus y Hades? ¿Qué consecuencia tuvo para la Tierra ese
acuerdo?
6. ¿Dentro de qué tema de los mitos lo ubicarías? ¿Por qué?
7. ¿Qué elementos sobrenaturales puedes mencionar?
8. Este mito explica el origen de ……………………………………….
“Los dos ratones”

Un ratón campesino, tan simpático como sencillo, que disfrutaba


de su vida serena, fue visitado por cierto compañero de estudio
que vivía en la gran ciudad.
Loco de contento por la visita, ofreció a su amigo en abundancia
todas las delicias que él disfrutaba: habas y garbanzos, cortezas
de jamón y un montón de manjares que había reunido para la
ocasión.
El ratón ciudadano probó con cierto remilgo un poco de cada alimento, al terminar lo miró y le dijo:
–Hombre, no sé cómo podés vivir en un lugar así, los alimentos son demasiado sencillos, no hay sociedad ni
diversión alguna, aquí lo único que consigue uno es aburrirse. Vení un día a la ciudad, a mi casa, y vas a ver
lo que es la buena vida…Dos.ratones
Confuso el ratón campesino, le prometió visitarlo y, en efecto, a la semana siguiente llegó a la puerta de su
amigo para devolverle la visita.
Lo recibió el ratón elegantemente vestido sobre una alfombra china; exquisitos pasteles, tiernas carnes,
delicadas verduras y raras frutas abundaban sobre la mesa del ratón ciudadano. Pero de pronto se oyó un
ruido alarmante, el gato siamés, experto cazador celoso de la casa, había descubierto a los amigos…
La cercanía de un enorme mueble les dio la posibilidad de esconderse. Pasado el susto el ratón de la ciudad
invita al campesino a continuar disfrutando del festín, pero éste, todavía temblando por el susto le dice:
–Te agradezco, pero no, me vuelvo a mi casa. Prefiero un mendrugo tranquilo a todas estas grandezas
rodeadas de temores y zozobras, de riesgos y peligros…

Hablar sobre lo leído


a. Comentar en grupos de cuatro lo leído. Tratamos de descubrir qué tipo de texto es. Descubrimos la
enseñanza que nos deja.
b. Opinar sobre la frase: “Las cosas no son como parecen”.
c. Exponer brevemente lo conversado en los grupos. Rescatar la moraleja y tratar de aplicarla en
situaciones concretas del ámbito escolar.
A partir del texto
1. Buscar con la ayuda del diccionario palabras o construcciones sinónimas de:
abundancia – manjares – remilgo – zozobras
2. Cambiar el título de la fábula.
Comprendemos lo leído
1. Nombrar:
Personajes:
Lugar:
Tiempo:
2. Hacer una lista comparando las características de los personajes y de los lugares donde vive cada uno.
3. Contar la cantidad de párrafos y oraciones. Marcar con distintos colores los puntos seguido, aparte y
final.
4. Escribir con un compañero la contestación que le dio el ratón de campo al de la ciudad cuando lo
invitó a su casa, completando el diálogo.
5. Cambiar el final: al ratón de campo le gustó la experiencia…
Trabajamos con el texto
Clasificación semántica de palabras
1. Los personajes no tienen nombre y tampoco los lugares. Piensen por lo menos tres para cada uno.
2. ¿Qué clase de palabras pensaste?
3. Completar el siguiente cuadro con lo visto o sentido en el campo por el ratón ciudadano durante su
visita:

Visita del ratón Lo que vio en el Lo que sintió en el


ciudadano: campo: campo:

4. Buscar en el texto los adjetivos que describen a:


El ratón de campo:
El ratón de ciudad:
La comida del campo:
La vida del campo:
La comida de la ciudad:
La vida de la ciudad:
5. Pensar con qué adjetivos podría haber descripto su visita a la ciudad el ratón de campo.
6. Subrayar por lo menos diez verbos en la fábula. Transcribirlos. Identificar a qué conjugación y tiempo
pertenece cada uno. Escribirlos en otro tiempo.
7. En el texto hay un adverbio de modo, subráyalo y escribí por lo menos otros dos que puedan
reemplazarlo (sinónimo).
Clasificación de palabras por su acentuación
8. Extraer de la fábula diez palabras.
9. Separarlas en sílabas y marcar la sílaba tónica.
10. Clasificarlas según sean: agudas, graves, esdrújulas. Justificar la clasificación.
Recordando oraciones
11. Realizar el análisis sintáctico de las siguientes oraciones:
– El ratón ciudadano probó con ciertos remilgos.
– Vení un día a la ciudad.
– Los ratones corrieron asustados.
– Prefiero un mendrugo en calma.
– El ratón de campo muy confundido y asustado se marchó.
Trabajamos con el texto
Clasificación semántica de palabras
 Los personajes no tienen nombre y tampoco los lugares. Piensen por lo menos tres para cada uno.
 ¿Qué clase de palabras pensaste?
 Completa con lo visto o sentido en el campo por el ratón ciudadano durante su visita:
Visita del ratón ciudadano:
Lo que vio en el campo:
Lo que sintió en el campo:
 Buscar en el texto los adjetivos que describen a:
El ratón de campo:
El ratón de ciudad:
La comida del campo:
La vida del campo:
La comida de la ciudad:
La vida de la ciudad:

 Pensar con qué adjetivos podría haber descripto su visita a la ciudad el ratón de campo.
 Subrayar por lo menos diez verbos en la fábula. Transcribirlos. Identificar a qué conjugación y tiempo
pertenece cada uno. Escribirlos en otro tiempo.
 En el texto hay un adverbio de modo, subráyalo y escribí por lo menos otros dos que puedan
reemplazarlo (sinónimo).
LAS RANAS

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente, dos de


ellas cayeron en un pozo profundo. Todas las demás ranas se
reunieron alrededor del pozo. Cuando vieron cuan hondo era el
pozo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos
prácticos, se debían dar por muertas.
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y
siguieron tratando de saltar fuera del pozo con todas sus
fuerzas. Las otras siguieron insistiendo que sus esfuerzos serían
inútiles.
Finalmente una de las ranas puso atención a lo que las demás
decían, y se rindió. Ella se desplomó y murió. La otra rana
continuó saltando tan fuerte como le era posible.
Una vez más la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas
para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir luchando.
Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas, hasta que finalmente logró salir del pozo. Cuando salió, las otras
ranas le dijeron: “NOS DA GUSTO QUE HAYAS LOGRADO SALIR, A PESAR DE LO QUE TE GRITÁBAMOS”.
La rana les explicó que era sorda y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del
hoyo.

Actividades
1. Mientras lees, subraya todos los sustantivos que encuentres.
2. ¿Cuál crees que fue el motivo por el cual una de las ranas se dio por vencida? Explica.
3. ¿Qué hubieras hecho en su lugar?
4. ¿Alguna vez sentiste que estabas en un pozo al igual que la rana y nadie te ayudaba a salir?
5. ¿Cuál es la enseñanza que puedes sacar de la fábula que acabas de leer? A continuación transcríbela y
explícala.
EL FLAUTISTA DE HAMELÍN

Érase una vez un precioso pueblo llamado


Hamelin. Un día, sucedió algo muy extraño. Cuando
los habitantes de Hamelin se levantaron por la
mañana, empezaron a ver ratones por todas partes.
Todos corrieron presos del pánico a cerrar las puertas
de sus graneros para que no se comieran el trigo. Pero
esto no sirvió de mucho porque en cuestión de poco
tiempo, el pueblo había sido invadido por miles de
roedores que campaban a sus anchas calle arriba y
calle abajo, entrando por todas las rendijas y agujeros
que veían. La situación era incontrolable y nadie sabía
qué hacer.
Por la tarde, el alcalde mandó reunir a todos los habitantes del pueblo en la plaza principal. Se subió a un escalón
muy alto y gritando, para que todo el mundo le escuchara, dijo:
– Se hace saber que se recompensará con un saco de monedas de oro al valiente que consiga liberarnos de esta
pesadilla.
La noticia se extendió rápidamente por toda la comarca y al día siguiente, se presentó un joven flaco y de ojos
grandes que tan sólo llevaba un saco al hombro y una flauta en la mano derecha. Muy decidido, se dirigió al alcalde y
le dijo con gesto serio:
– Señor, vengo a ayudarles. Yo limpiaré esta ciudad de ratones y todo volverá a la normalidad.
Sin esperar ni un minuto más, se dio la vuelta y comenzó a tocar la flauta. La melodía era dulce y maravillosa. Los
lugareños se miraron sin entender nada, pero más sorprendidos se quedaron cuando la plaza empezó a llenarse de
ratones. Miles de ellos rodearon al músico y de manera casi mágica, se quedaron pasmados al escuchar el sonido que
se colaba por sus orejas.
El flautista, sin dejar de tocar, empezó a caminar y a alejarse del pueblo seguido por una larguísima fila de
ratones, que parecían hechizados por la música. Atravesó las montañas y los molestos animales desaparecieron del
pueblo para siempre.
¡Todos estaban felices! ¡Por fin se había solucionado el problema! Esa noche, niños y mayores se pusieron sus
mejores galas y celebraron una fiesta en la plaza del pueblo con comida, bebida y baile para todo el mundo.
Un par de días después, el flautista regresó para cobrar su recompensa.
– Vengo a por las monedas de oro que me corresponden – le dijo al alcalde – He cumplido mi palabra y ahora
usted debe cumplir con la suya.
El mandamás del pueblo le miró fijamente y soltó una gran carcajada.
– ¡Ja ja ja ja! ¿Estás loco? ¿Crees que voy a pagarte un saco repleto de monedas de oro por sólo tocar la flauta?
¡Vete ahora mismo de aquí y no vuelvas nunca más, jovenzuelo!
El flautista se sintió traicionado y decidió vengarse del avaro alcalde. Sin decir ni una palabra, sacó su flauta del
bolsillo y de nuevo empezó a tocar una melodía todavía más bella que la que había encandilado a los ratones. Era tan
suave y encantadora, que todos los niños del pueblo comenzaron a arremolinarse junto a él para escucharla.
Poco a poco se alejó sin dejar de tocar y todos los niños fueron tras él. Atravesaron las montañas y al llegar a una
cueva llena de dulces y golosinas, el flautista les encerró dentro. Cuando los padres se dieron cuenta de que no se oían
las risas de los pequeños en las calles salieron de sus hogares a ver qué sucedía, pero ya era demasiado tarde. Los
niños habían desaparecido sin dejar rastro.
El gobernante y toda la gente del pueblo comprendieron lo que había sucedido y salieron de madrugada a
buscar al flautista para pedirle que les devolviera a sus niños.
Todos los padres y madres comenzaron a llorar desesperados y a suplicarle que por favor les devolviera a sus
niños, pero no servía de nada.
Finalmente, el alcalde se arrodilló frente a él y humildemente, con lágrimas en los ojos, le dijo:
– Lo siento mucho, joven. Me comporté como un estúpido y un ingrato. He aprendido la lección. Toma, aquí
tienes el doble de monedas de las que te había prometido. Espero que esto sirva para que comprendas que realmente
me siento muy arrepentido.
El joven NO se conmovió y aunque le rogaron, jamàs devolviò a los niños.
Desde entonces, Hammelin se convirtiò en una ciudad triste y sus habitantes aprendieron la leccion: hay que ser
agradecidos y cumplir las promesas.
PEDRO Y EL LOBO

Érase una vez un joven pastor llamado Pedro que se pasaba el


día con sus ovejas. Cada mañana muy temprano las sacaba al aire
libre para que pastaran y corretearan por el campo. Mientras los
animales disfrutaban a sus anchas, Pedro se sentaba en una roca y las
vigilaba muy atento para que ninguna se extraviara.
Un día, justo antes del atardecer, estaba muy aburrido y se le
ocurrió una idea para divertirse un poco: gastarle una broma a sus
vecinos. Subió a una pequeña colina que estaba a unos metros de
donde se encontraba el ganado y comenzó a gritar:
– ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo,
ayuda por favor!
Los habitantes de la aldea se sobresaltaron al oír esos gritos tan
estremecedores y salieron corriendo en ayuda de Pedro. Cuando llegaron junto a él, encontraron al chico
riéndose a carcajadas.
– ¡Ja ja ja! ¡LOs he engañado a todos! ¡No hay ningún lobo!
Los aldeanos, enfadados, se dieron media vuelta y regresaron a la aldea.
Al día siguiente, Pedro regresó con sus ovejas al campo. Empezó a aburrirse sin nada que hacer más
que mirar la hierba y las nubes ¡Qué largos se le hacían los días! … Decidió que sería divertido repetir la
broma de la otra tarde.
Subió a la misma colina y cuando estaba en lo más alto, comenzó a gritar:
– ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Necesito ayuda! ¡He visto un enorme lobo atemorizando a mis ovejas!
Pedro gritaba tanto que su voz se oía en todo el valle. Un grupo de hombres se reunió en la plaza del
pueblo y se organizó rápidamente para acudir en ayuda del joven. Todos juntos se pusieron en marcha y
enseguida vieron al pastor, pero el lobo no estaba por ninguna parte. Al acercarse, sorprendieron al joven
riéndose a mandíbula batiente.
– ¡Ja ja ja! ¡Me parto de risa! ¡LOs he vuelto a engañar, tontines! ¡ja ja ja!
Los hombres, realmente indignados, regresaron a sus casas. No entendían cómo alguien podía gastar
unas bromas tan pesadas y de tan mal gusto.
El verano llegaba a su fin y Pedro seguía, día tras día, acompañando a sus ovejas al campo. Las jornadas
pasaban lentas y necesitaba entretenerse con algo que no fuera oír balidos.
Una tarde, entre bostezo y bostezo, escuchó un gruñido detrás de los árboles. Se frotó los ojos y vio un
sigiloso lobo que se acercaba a sus animales. Asustadísimo, salió pitando hacia lo alto de la colina y comenzó
a chillar como un loco:
– ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ayúdenme! ¡Ha venido el lobo!
Como siempre, los aldeanos escucharon los alaridos de Pedro, pero creyendo que se trataba de otra
mentira del chico, siguieron con sus faenas y no le hicieron ni caso. Pedro seguía gritando desesperado,
pero nadie acudió en su ayuda. El lobo se comió a tres de sus ovejas sin que él pudiera hacer nada por
evitarlo.
Y así fue cómo el joven pastor se dio cuenta del error que había cometido burlándose de sus vecinos.
Aprendió la lección y nunca más volvió a mentir ni a tomarle el pelo a nadie.
Moraleja: no digas mentiras, porque el día que cuentes la verdad, nadie te creerá.
El traje del emperador
Había una vez un emperador al que le encantaban los
trajes. Destinaba toda su fortuna a comprar y comprar trajes
de todo tipo de telas y colores. Tanto que a veces llegaba a
desatender a su reino, pero no lo podía evitar, le encantaba
verse vestido con un traje nuevo y vistoso a todas horas. Un
día llegaron al reino unos impostores que se hacían pasar
por tejedores y se presentaron delante del emperador
diciendo que eran capaces de tejer la tela más extraordinaria
del mundo.
- ¿La tela más extraordinaria del mundo? ¿Y qué tiene
esa tela de especial?
- Así es majestad. Es especial porque se vuelve invisible a
ojos de los necios y de quienes no merecen su cargo.
- Interesante… ¡entonces hacedme un traje con esa tela,
rápido! Os pagaré lo que me pidáis.
Así que los tejedores se pusieron manos a la obra.
Pasado un tiempo el emperador tenía curiosidad por saber cómo iba su traje pero tenía miedo de ir y no
ser capaz de verlo, por lo que prefirió mandar a uno de sus ministros. Cuando el hombre llegó al telar se dio
cuenta de que no había nada y que lo que los tejedores eran en realidad unos farsantes pero le dio tanto
miedo decirlo y que todo el reino pensara que era estúpido o que no merecía su cargo, que permaneció
callado y fingió ver la tela.
- ¡Qué tela más maravillosa! ¡Que colores! ¡Y qué bordados! Iré corriendo a contarle al emperador que su
traje marcha estupendamente.
Los tejedores siguieron trabajando en el telar vacío y pidieron al emperador más oro para continuar. El
emperador se lo dio sin reparos y al cabo de unos días mandó a otro de sus hombres a comprobar cómo iba
el trabajo.
Cuando llegó le ocurrió como al primero, que no vio nada, pero pensó que si lo decía todo el mundo se
reiría de él y el emperador lo destituiría de su cargo por no merecerlo así que elogió la tela.
- ¡Deslumbrante! ¡Un trabajo único!
Tras recibir las noticias de su segundo enviado el emperador no pudo esperar más y decidió ir con su
séquito a comprobar el trabajo de los tejedores. Pero al llegar se dio cuenta de que no veía nada por ningún
lado y antes de que alguien se diera cuenta de que no lo veía se apresuró a decir:
- ¡Magnífico! ¡Soberbio! ¡Digno de un emperador como yo!
Su séquito comenzó a aplaudir y comentar lo extraordinario de la tela. Tanto, que aconsejaron al
emperador que estrenara un traje con aquella tela en el próximo desfile. El emperador estuvo de acuerdo y
pasados unos días tuvo ante sí a los tejedores con el supuesto traje en sus manos.
El traje nuevo del emperadorComenzaron a vestirlo y como si se tratara de un traje de verdad iban
poniéndole cada una de las partes que lo componían.
- Aquí tiene las calzas, tenga cuidado con la casaca, permítame que le ayude con el manto…
El emperador se miraba ante el espejo y fingía contemplar cada una de las partes de su traje, pero en
realidad, seguía sin ver nada.
Cuando estuvo vestido salió a la calle y comenzó el desfile y todo el mundo lo contemplaba aclamando
la grandiosidad de su traje.
- ¡Qué traje tan magnífico!
- ¡Qué bordados tan exquisitos!
Hasta que en medio de los elogios se oyó a un niño que dijo:
- ¡Pero si está desnudo!
Y todo el pueblo comenzó a gritar lo mismo pero aunque el emperador estaba seguro de que tenían
razón, continuó su desfile orgulloso.
El ruiseñor y el emperador
Había una vez un emperador que cada noche salía
a la terraza de su palacio a escuchar el canto de un
ruiseñor. Era un canto muy melodioso que alegraba al
emperador. Todo el mundo conocía esta afición por los
cantos de los pájaros del emperador, y alguien pensó
que el podía complacer.
Un día, para el cumpleaños del emperador, le
hicieron un regalo muy especial. Se trataba de un
ruiseñor mecánico. Cuando lo pusieron en marcha,
emitió unos sonidos que imitaba a la perfección al
ruiseñor de verdad. El emperador estaba encantado,
ahora podría escuchar un ruiseñor sin tener que
esperar por la noche, lo podría hacer cuando quisiera.
Día tras día, hora tras hora, el mecanismo nuevo del emperador no paraba nunca de sonar. De hecho,
dejó de acudir a su cita con el ruiseñor, ya no le hacía falta para nada.
Un día, el emperador sintió un criado que silbaba una canción que le era muy familiar.
– ¿Qué cantas, criado? – Le dijo.
– Es la canción del ruiseñor mecánico, majestad – contestó.
– ¿Cómo es que te la sabes?
– Es que siempre canta la misma. Toda la corte se la sabe.
– ¿Sabrías cantarme la canción del ruiseñor que venía cada noche?
– Oh! Eso es imposible. El ruiseñor de verdad cantaba cada día una melodía diferente.
Aquella noche, el emperador salió a la terraza, pero el ruiseñor no estaba. Decidió marcharse al ver que
ya no lo necesitaba para nada al ser sustituido por un mecanismo. El emperador aburrió el aparato mecánico
y enfermó. Los médicos dijeron que estaba deprimido, que echaba de menos algo. Pensaron que yendo a
buscar el ruiseñor el curaría, y así lo hicieron. Enviaron emisarios por todo el imperio para encontrar el
ruiseñor. Y una noche, cuando el emperador estaba más enfermo que nunca, el ruiseñor volvió y cantó para
su señor. La alegría del emperador fue tan grande que se recuperó enseguida.
El mecanismo lo rompieron y decidió volver a la vieja costumbre de escuchar a su ruiseñor por las
noches. La alegría era doble, no sólo para escuchar una melodía diferente, si no por la emoción que sentía en
la espera de que representaba la llegada de la noche. Al fin y al cabo, las cosas buenas se hacen esperar… o
no?
El mago de Oz
Dorita era una niña que vivía en una granja de
Kansas con sus tíos y su perro Totó. Un día, mientras
la niña jugaba con su perro por los alrededores de la
casa, nadie se dio cuenta de que se acercaba un
tornado. Cuando Dorita lo vio, intentó correr en
dirección a la casa, pero su tentativa de huida fue en
vano. La niña tropezó, se cayó, y acabó siendo
llevada, junto con su perro, por el tornado.
Los tíos vieron desaparecer en cielo a Dorita y a
Totó, sin que pudiesen hacer nada para evitarlo.
Dorita y su perro viajaron a través del tornado y
aterrizaron en un lugar totalmente desconocido
para ellos.
Allí, encontraron unos extraños personajes y un hada que, respondiendo al deseo de Dorita de encontrar
el camino de vuelta a su casa, les aconsejaron a que fueran visitar al mago de Oz. Les indicaron el camino de
baldosas amarillas, y Dorita y Totó lo siguieron.
En el camino, los dos se cruzaron con un espantapájaros que pedía, incesantemente, un cerebro. Dorita le
invitó a que la acompañara para ver lo que el mago de Oz podría hacer por él. Y el espantapájaros aceptó.
Más tarde, se encontraron a un hombre de hojalata que, sentado debajo de un árbol, deseaba tener un
corazón. Dorita le llamó a que fuera con ellos a consultar al mago de Oz. Y continuaron en el camino. Algún
tiempo después, Dorita, el espantapájaros y el hombre de hojalata se encontraron a un león rugiendo
débilmente, asustado con los ladridos de Totó.
El león lloraba porque quería ser valiente. Así que todos decidieron seguir el camino hacia el mago de
Oz, con la esperanza de hacer realidad sus deseos. Cuando llegaron al país de Oz, un guardián les abrió el
portón, y finalmente pudieron explicar al mago lo que deseaban. El mago de Oz les puso una condición:
primero tendrían que acabar con la bruja más cruel de reino, antes de ver solucionados sus problemas. Ellos
los aceptaron.
Al salir del castillo de Oz, Dorita y sus amigos pasaron por un campo de amapolas y ese intenso aroma
les hizo caer en un profundo sueño, siendo capturados por unos monos voladores que venían de parte de la
mala bruja. Cuando despertaron y vieron a la bruja, lo único que se le ocurrió a Dorita fue arrojar un cubo de
agua a la cara de la bruja, sin saber que eso era lo que haría desaparecer a la bruja.
El cuerpo de la bruja se convirtió en un charco de agua, en un pis-pas. Rompiendo así el hechizo de la
bruja, todos pudieron ver como sus deseos eran convertidos en realidad, excepto Dorita. Totó, como era muy
curioso, descubrió que el mago no era sino un anciano que se escondía tras su figura. El hombre llevaba allí
muchos años pero ya quería marcharse. Para ello había creado un globo mágico. Dorita decidió irse con él.
Durante la peligrosa travesía en globo, su perro se cayó y Dorita saltó tras él para salvarle.
En su caída la niña soñó con todos sus amigos, y oyó cómo el hada le decía:
- Si quieres volver, piensa: “en ningún sitio se está como en casa”.
Y así lo hizo. Cuando despertó, oyó gritar a sus tíos y salió corriendo. ¡Todo había sido un sueño! Un
sueño que ella nunca olvidaría... ni tampoco sus amigos.

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