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DEONTOLOGÍA PROFESIONAL.
Profesor: Estudiante:
Hernán Salazar Arianna La Rosa C.I. 26.089.398
Caracas, diciembre de 2018.
Contenido
Introducción ............................................................................................................. 3
Deontología profesional .......................................................................................... 4
Evolución Histórica .................................................................................................. 5
Código deontológico ................................................................................................ 6
Las profesiones ....................................................................................................... 7
Relevancia de la deontología en trabajo social .................................................... 7
Código deontológico en trabajo social .............................................................. 8
Relevancia de la ética en el periodismo ............................................................. 10
Conclusión............................................................................................................. 13
Introducción
Evolución Histórica
Código deontológico
Las profesiones
El Código Deontológico de Trabajo Social es una guía para los profesionales que
sirve para resolver los conflictos éticos que puedan surgir a lo largo de la profesión
y asegurar el buen ejercicio de ésta.
Sus objetivos, entre otros, son:
Delimitar responsabilidades profesionales.
Promover el incremento de los conocimientos científicos y técnicos.
Definir el correcto comportamiento profesional.
Evitar la competencia desleal.
Mantener el prestigio de la profesión
Perseguir el constante perfeccionamiento de las tareas profesionales.
Atender al servicio a la ciudadanía y a las instituciones
Valorar la confianza como factor importante y decisivo en las relaciones
públicas.
Servir de base para las relaciones disciplinarias.
Entre las funciones del trabajador y la trabajadora social se encuentran:
Información.
Investigación.
Prevención.
Asistencia.
Atención directa.
Promoción e inserción social.
Mediación.
Planificación.
Gerencia y dirección.
Evaluación.
Supervisión.
Docencia.
Coordinación
Dentro del Código Deontológico hay cuatro capítulos, con un total de 59 artículos,
en los que se recogen los derechos y deberes de todos los trabajadores y
trabajadoras sociales en el ejercicio de su actividad profesional.
En esta entrada se habla de los principios generales de la profesión que
corresponde al Capítulo II del Código.
El Artículo 7 establece que “el Trabajo Social está fundado sobre los valores
indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad y la igualdad tal y como
se contemplan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las
instituciones democráticas y el Estado de Derecho. En ellos se basa la actuación
profesional, por medio de la aceptación de los siguientes principios”.
Principios básicos:
Dignidad: la persona tiene valor en sí misma.
Libertad: la persona realiza todos los actos sin coacción ni impedimentos.
Igualdad: todos tenemos los mismos derechos y deberes compatibles.
Principios generales:
Respeto activo a la persona, al grupo, o a la comunidad como centro de toda
intervención profesional.
Aceptación de la persona en cuanto tal con sus singularidades y diferencias.
Superación de categorizaciones derivadas de esquemas prefijados.
Ausencia de juicios de valor sobre la persona, así como sobre sus recursos,
motivaciones y necesidades.
Individualización expresada en la necesidad de adecuar la intervención
profesional a las particularidades específicas de cada persona, grupo o
comunidad.
Personalización exige reconocer el valor del destinatario no como objeto sino
como sujeto activo en el proceso de intervención con la intencionalidad de
derechos y deberes.
Promoción integral de la persona, considerada como un todo, desde sus
capacidades potenciales y los múltiples factores internos y externos
circunstanciales. Supone superar visiones parciales, unilaterales, así como
integrar la intervención a través de la inter profesionalidad.
Igualdad de oportunidades, de derechos, de equidad y de participación.
Solidaridad, implicarse en el logro de una sociedad inclusiva, y la obligación
de oponerse a las situaciones sociales que contribuyen a la exclusión,
estigmatización o subyugación social.
Justicia social con la sociedad en general y con las personas con las que se
trabaja, dedicando su ejercicio profesional a ayudar a los individuos, grupos
y comunidades en su desarrollo y a facilitar la resolución de conflictos
personales y/o sociales y sus consecuencias.
Reconocimiento de derechos humanos y sociales y su concreción en el
ejercicio real de los mismos.
Autonomía ejercida desde la confianza en las capacidades propias de los
profesionales, sin coacciones externas.
Autodeterminación como expresión de la libertad de la persona y por lo tanto
de la responsabilidad de sus acciones y decisiones.
Responsabilidad y corresponsabilidad con la persona usuaria, con todos los
sujetos que participan en la intervención profesional y con las instituciones.
Coherencia profesional conociendo y respetando el proyecto y la normativa
de la institución donde trabaja.
Colaboración profesional de manera activa, constructiva y solidaria en
relación con los/las otros/as profesionales que participan en la intervención
profesional con la persona usuaria. Del mismo modo en lo referente a la
autoorganización de los/as profesionales del trabajo social en sus estructuras
organizativas colegiales.
Integridad exige del profesional no abusar de la relación de confianza con la
persona usuaria, reconocer los límites entre la vida personal y profesional, y
no aprovecharse de su posición para obtener beneficios o ganancias
personales.
Se exponen estos artículos ya que se considera que en muchos de ellos los
trabajadores sociales pueden llegar a experimentar conflicto y que no es tan fácil
como parece, por ello es importante conocerlos y saber cuáles son nuestras
limitaciones para que nuestra práctica profesional sea lo más eficaz posible.
La espina dorsal de la que subyacen todas las críticas del periodismo es que este
ha dejado de cumplir con su función principal y propia, es decir, acercar a los
ciudadanos la información necesaria para que puedan tomar mejores decisiones,
orientarse en la vida pública, conocer aquello que no pueden vivir de forma directa
y controlar a quienes ejercen el poder. A lo que hay que sumar, que lejos de
garantizar la salud del sistema democrático, la práctica periodística estaría incluso
poniéndolo en la cuerda floja. No es de extrañar, por tanto, que denunciar la crisis
del periodismo, e incluso, pronosticar su desaparición como lo conocemos, sea algo
habitual. Se llega afirmar que la profesión periodística se transformaría en una rama
del espectáculo y hasta su disolución en los beneficios de una tecnología que
permitiría la "autoinformación".
El periodismo presenta hoy en día una apariencia irreconocible, se ha convertido en
una actividad "ensanchada", que abarca con su nombre a varias funciones
vinculadas con la información, pero que suponen perfiles y productos periodísticos
muy diferentes (entretenimiento, política). Por este motivo, las formas de relatar los
acontecimientos y el lenguaje periodístico resultan insuficientes, o peor aún,
esconden o distorsiona la realidad. El catedrático de Periodismo de la Universidad
de Valencia Gómez Mompart asegura que “las maneras que hasta ahora habían
servido a los periodistas más competentes y a los medios de información más serios
para explicar el mundo están parcialmente oxidadas”. En este contexto Gómez
Mompart asegura que "precisamos un periodismo que se ponga al día, un
periodismo capaz de explicar un mundo más complejo, una realidad menos
aparente, unos problemas complicados pero resolubles, unas aspiraciones sociales
legítimas e inexcusables. Y todo eso no puede hacerse con una enseñanza
periodística envejecida, con unos géneros y formatos anquilosados, con un léxico y
un lenguaje tópicos, con unos mimetismos rancios ni tampoco con un inmovilismo
empresarial y profesional".
La materia prima del periodismo es, altamente sensible y frágil, y motivo de disputa
de los poderes públicos, se trata pues de una mercancía valiosa. Es, principalmente,
un bien público, es decir, aquel que corresponde a todos los ciudadanos por el solo
hecho de serlo, por lo que se encuentra al mismo nivel que la educación, la salud o
la justicia. Pero esto es así, según Bettetini y Fumagalli, siempre y cuando la
información sea "verdadera y en algún modo esencial, mientras que toque temas
relevantes, aquellos sobre los cuales es necesario decidir, tomar partido, tanto en
el ámbito público como en el privado".
La ética
Está de este modo vinculada a la práctica del periodismo ya que como se ha dicho
antes, si se concibe a la información como un bien público, cuya circulación libre y
contenido veraz e independiente garantizan la vida democrática de una comunidad,
el manejo responsable de esta sensible materia prima es condición de la actividad
periodística. Los ciudadanos son los encargados de juzgar tanto a periodistas como
a medios, ya que ante ellos deben dar cuenta de la responsabilidad que contrajeron
con la sociedad al hacerse cargo de la tarea de buscar y difundir información. Se
trata de un deber constitucional. Sin embargo, los principales dilemas éticos de los
periodistas no están ya en los valores que se enumeran en los códigos
deontológicos. Por ejemplo, la libertad de expresión puede considerarse un valor
reconocido, al menos legislativamente, en la mayoría de los países democráticos
del continente. Por el contrario, los problemas éticos fundamentales son de origen
interno y derivan de la inédita crisis de identidad que atraviesa la profesión.
Tantos condicionantes, favorecen que los periodistas eviten la reflexión, y se limiten
a cumplir la tarea con el único fin de retener el puesto de trabajo; en consecuencia,
renunciar a su responsabilidad social y seguir erosionando el único capital capaz de
protegernos en épocas turbulentas: la credibilidad de los ciudadanos.
Más que un código deontológico del periodista general, más que una declaración
de principios, los periodistas necesitan en la actualidad incorporar una conciencia
ética y un convencimiento sobre las implicancias que tiene la tarea de informar, que
oriente el trabajo cotidiano y hacer frente a las presiones a las que la profesión está
sometida. Este sentido ético para la práctica cotidiana solo sería posible si se
desarrolla y se comparte y discute con los colegas.
Intercambiar experiencias y debatir los dilemas éticos sería poner en marcha una
práctica saludable, que los periodistas suelen dejar de lado, como reflexionar sobre
la profesión.
La ética debería ser considerada el valor inamovible en un tiempo de inestabilidades
que parecen haberse vuelto la regla, pues no hay que olvidar, que por definición, la
ética profesional está constituida por el conjunto orgánico de derechos y
obligaciones morales, deriva sus finalidades y normas específicas, de la condición
básica de persona en armonía con los anexos que implican exigencias del bien
común. El objetivo de la ética en el terreno de la práctica profesional, es
principalmente, la aplicación de las normas morales, fundadas en la honradez, la
cortesía y el honor. La Ética tiene entre otros objetos, contribuir al fortalecimiento de
las estructuras de la conducta moral del individuo.
Conclusión