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Reflexiones
Pero comprendimos
a pesar de la tristeza infinita
nos separamos.
Emprendí mi propio camino,
y me di cuenta que no estaba solo,
que muchas personas también lo recorrían
Que también buscaban ser libres
Y que ese camino se cruzaba con otros
Uno con los que me crucé fue con el feminismo
Que más que un camino diría que es una luz
Que alumbra el camino en momentos de incertidumbre
Pero esa luz no viene sola, está siendo cargada por miles de mujeres
Que luchan contra grandes adversidades en ese camino,
Por esos momentos también comenzó algo que será recordado en la historia, el
resurgir del movimiento estudiantil, una nueva esperanza que busca el amor a la
educación, esa educación pública, gratuita, feminista y anti-patriarcal. Entramos en
paro y empezamos a avanzar en la búsqueda de una educación para todas, una
educación de la gente y para la gente y que supere la visión opresora hacia la mujer.
2 Sterling, 2006
3 Martinez S. 2017
estudiantil, su integridad corre peligro en la cotidianidad universitaria. No es posible
construir una universidad inclusiva para todas las personas, si a las mujeres se les
excluye la posibilidad de tener una vida universitaria tranquila, sin que vulneren sus
derechos. Harding (2016) dice que no existe problema alguno si no hay persona que lo
padezca, un problema es siempre un problema para alguien. Estas denuncias ponen
sobre la mesa que sí existe un problema y que es de vital importancia superarlo.
Por otro lado, el movimiento estudiantil, ha tenido grandes problemas en generar una
unidad. En su diversidad ha entrado en conflictos por formas diferentes de pensar y de
ver el sentido de lucha. Esos conflictos los he visto con las constantes pelas entre los
mismos estudiantes y profesores, peleas que han generado desunión. En una
discusión que se estaba realizando en sociología sobre el movimiento estudiantil, dos
profesores y una profesora estaban exponiendo sus ideas sobre algunas cosas que
podrían nutrir el movimiento. Uno de ellos, explicaba los movimientos estudiantiles de
Córdoba que lograron, entre otras muchas cosas, la autonomía universitaria. Este
movimiento, explicaba el profesor, se logró porque el movimiento estudiantil también se
articuló con otros movimientos sociales de la época, por ejemplo, los movimientos
sociales de izquierda. Luego la profesora empezó a hablar de cómo esta lucha
estudiantil es también una lucha para descolonizarnos de muchas opresiones que el
neoliberalismo nos ha impuesto. La más importante, decía la profesora, era la
descolonización de las mentes. Ella nos explicaba que el mayor éxito del
neoliberalismo fue la colonización de una forma de pensamiento, aquella que aludía a
la competencia como algo relacionado con la libertad, una competencia que en la
realidad genera desigualdad y marginalidad; una lógica que enseña que el consumo
está relacionado con el bienestar y entre más se consume, mejor se vive. Esa lógica
que también adora lo privado y denigra a lo público relacionándolo con “el populacho”.
Mostraba cómo la universidad pública tiene el deber de liberar las mentes, de
transformar esas lógicas y el movimiento estudiantil también debía plantearse esos
dilemas. Finalmente dijo que había asistido a una asamblea de sede y le daba tristeza
ver la desconfianza que existe entre los mismos estudiantes y los conflictos que
generan.
Con esas dos intervenciones me di cuenta la importancia del feminismo para el
movimiento estudiantil. Por un lado, los feminismos han visto la importancia de unirse a
otras formas de lucha que aboguen a la libertad (Gargallo 2009), por otro lado, las
experiencias de los feminismos como construcción colectiva y comunitarias nos
demuestran que existen formas en las que podemos unirnos generando, a su vez,
confianza y apoyo mutuo en pro a una causa. El cuidado, es una forma poderosa de
generar esa unidad, desde el principio del reconocimiento de la otra persona desde la
diversidad, un cuidado que transforma las formas de enseñar y aprender de otras y
otros, un cuidado que nos invita a liberarnos de esas nociones de competencia y
posesión privada sobre bienes y personas para replantearnos nuestro papel en el
mundo. El papel de la educación liberadora y de cuidado que implica pensar-hacer-
sentir, estando presente, siendo cuidadoso y minucioso (Bustos 2018).
Me di cuenta, en otro momento, hablando con una amiga que pertenece a un colectivo
feminista, la importancia de la lucha anti-patriarcal para el movimiento estudiantil y para
la vida en general. Discutiendo con ella comprendí que el patriarcado es toda una
estructura económica, política, social y cultural, una visión de vida que oprime y
margina otras formas de ver y concebir el mundo. Hasta en el orinar en un baño público
se encuentran estas exclusiones de género dentro del patriarcado (Preciado 2016),
hasta con la inclusión de la mujer en el mundo laboral sigue existiendo un patriarcado
que promueve las cadenas globales de cuidado, todavía marginadas (Fraser, 2017). Un
patriarcado que excluye a toda persona que no se acople a los parámetros del hombre
blanco europeo, que excluye al cuidado de una misma, de las otras personas, de la
naturaleza (Bustos 2018). Ese patriarcado también está presente en la educación, en la
forma de enseñar, un paternalismo que idealiza al profesor y pone en subordinación a
las alumnas y los alumnos, en vez de generar una construcción de conocimiento
colectiva. Un patriarcado que deja como secundario problemas muy graves tales como
la mayor cantidad de hombres con respecto a mujeres que entran cada semestre a la
universidad debido a todo un sistema educativo androcéntrico.
Discutiendo nos dimos cuenta que cosas como el representante a la cámara jugando
en el celular mientras se debatía sobre el código de infancia y adolescencia en el
consumo de drogas era también asunto del patriarcado. Mostrando total desinterés
sobre el cuidado de los y las niñas demuestra que el patriarcado es real en nuestra
sociedad, que luchar contra el patriarcado es transformar también el sistema político,
inoperante e inútil que tenemos hoy en día.
Ahora en esta reafirmación, me siento mucho más seguro para contradecir comentarios
machistas, homofóbicos y transfóbicos de muchos de mis amigos. Me di cuenta que
ese tipo de comentarios los hacen para reafirmar su posición de dominación y privilegio
como hombres y que cuestionar este tipo de comentarios no me hace menos hombre a
mí.
Bibliografía
FRASER, Nancy (2017). “Las contradicciones del capital y los cuidados”. New Left
Review 100, Segunda Época, septiembre-octubre 2016. pp. 111- 132.
MONASTERIO, Marta (2005). “¿Es el feminismo una teoría política o una ética?”.
Instituto Complutense de Estudios Internacionales. VII Mágister en Género y
Desarrollo.
WITTIG, Monique. “La categoría de sexo” [1882]. “No se nace mujer” [1981]. “El
pensamiento heterosexual” [1980]. “A propósito del contrato social” [1989]. En: El
pensamiento heterosexual y otros ensayos. Traducción de Javier Sáez y Paco Vidarte.
Editorial Egales. Madrid. 2006, pp. 21-72.