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Ananda

Ananda (del sánscrito आननद, ānanda, ‘alegría, felicidad suprema’) fue primo
hermano de Buda Śākyamuni (el Buda histórico) y uno de sus principales
discípulos.

Ananda recitando el Sutra pitaka en el Primer Concilio Budista.


Nació en la región de Kapila Vastu, en la tribu de los Śākia y
dentro de la casta de los kṣatriya; su madre fue Mriguí y su
padre, según diferentes versiones, fue Amitodana o
Sukkhodana (en todo caso, ambos fueron hermanos de
Suddhodana, el padre de Buda).
Se unió a la sangha, junto con su hermano Anuruddha y otros
nobles shakias, cuando contaba con 37 años, durante el
segundo año de predicación de Buda, quien posteriormente lo
seleccionó personalmente de entre su séquito para que fuera
su asistente personal.
Ananda estuvo de acuerdo en servir a su maestro, sin
embargo, queriendo evitar que surgiera envidia en los demás
discípulos y orgullo en él a causa de su cargo, pidió que se
cumplieran ciertas condiciones: no gozaría de privilegios tales
como regalos, comida, ropa o alojamiento especial; tampoco
acompañaría a Buda a las invitaciones personales con que
algunas personas lo agasajaban; por otro lado, pensando en
que sus ocupaciones no le apartaran del sendero espiritual,
solicitó a Buda tener la posibilidad de consultarle en cualquier
momento sobre las dudas de dharma (deber religioso) que
pudieran surgirle así como poder volver a escuchar las
enseñanzas que su maestro hubiera impartido estando él
ausente; finalmente pidió ser él personalmente quien
presentase ante su maestro a las personas de fuera que
acudiesen a verle. Buda aceptó sus condiciones y así fue
como Ananda permaneció junto a él hasta el momento de su
muerte, sirviéndole con gran dedicación durante veinticinco
años, según consta en el Canon Pali. Si embargo, fue mucho
más que un sirviente y su relación con Buda llegó a ser la de
una estrecha amistad.
Ananda era tenido en alta consideración por el resto de los
monjes, quienes a menudo, luego de que Buda hubiese
impartido una enseñanza, acudían a él en busca de
exposiciones detalladas gracias a su reputación de poder
exponer el Dharma con claridad; incluso, llegó a reemplazar a
su maestro en ciertas ocasiones, recibiendo después palabras
de admiración y regocijo por parte del mismo Buda. Según el
Anguttara-nikaya (3.78), tras una exposición de Ananda, luego
de que éste se hubiera retirado de la reunión, Buda dijo ante
los monjes: “Ananda todavía está en el sendero del
adiestramiento. Sin embargo, es difícil hallar a alguien que lo
iguale en sabiduría”.
Está escrito que, gracias a la intervención de Ananda, las
mujeres pudieron ingresar en la orden budista; se dice que
Mahāprajāpatī Gautami, tía y madre adoptiva de Buda,
habiendo tomado la decisión de abandonar la vida mundana
después de la muerte de su marido y liderando a muchas
otras esposas śākia, solicitó al maestro que les permitiera
ordenarse, a lo cual éste se negó hasta en tres ocasiones.
En una demostración de férrea voluntad, las mujeres siguieron
a Buda a pie desde Kapilavastu hasta Vesāli, presentándose
de nuevo ante él con el cuerpo cubierto de polvo y los pies
hinchados reiterando su deseo de pertenecer a la Sangha;
Ananda, conmovido, decidió interceder por ellas y planteó él
mismo la petición a Buda, recibiendo también la negativa del
maestro; sin desanimarse, Ananda insistió preguntándole si
las mujeres que decidieran abandonar la vida mundana y
vivieran según los preceptos monásticos podrían alcanzar
logros espirituales y, finalmente, el estado de Arhat, a lo cual
respondió afirmativamente; posteriormente, resaltó el hecho
que Mahāprajāpatī había cuidado de él cuando era un niño,
después de la muerte de su madre Mahamaya, argumento
que terminó por convencer a Buda quien desde ese momento
aceptó la conformación de una orden femenina.
Cuando Ananda vio que estaba cerca el paranirvāṇa de Buda,
expresó su abatimiento por no haber alcanzado aún el estado
de Arhat a pesar de haber estado tan cerca de su maestro,
ante lo cual recibió las palabras de consuelo de éste, quien le
indicó que había ganado mucha sabiduría y mérito en el
transcurso de los veinticinco años que había pasado a su
servicio, instándole a que se esforzase un poco más pues
recibiría su recompensa en poco tiempo.
Debido a su extraordinaria memoria, reconocida por el resto
de la comunidad budista, Ananda habría de desempeñar un
papel muy importante en el Primer Concilio Budista,
convocado por Mahākāśyapa en Rājagṛha después de la
muerte de Buda con el propósito de recopilar y organizar su
doctrina. Según se dice, Anuruddha propuso que, aunque la
presencia de Ananda fuera indispensable, no se le permitiera
asistir a no ser que alcanzara la liberación; así fue como
Ananda decidió entrar en retiro y aplicarse con todas sus
fuerzas en alcanzar tal objetivo; la madrugada del día del
Concilio, ante el hecho de que aún no había alcanzado lo que
se proponía, decidió irse a dormir, alcanzando el estado de
Arhat en ese momento.
Fue así que Ananda se presentó al Concilio y, gracias a sus
recuerdos, se confeccionó el Sutra Pitaka (lit.: ‘cesta de los
discursos’), la segunda de las tres partes que componen el
denominado Tripiṭaka o Canon Pali, que son las escrituras
budistas oficiales. En estas escrituras, en los cuatro primeros
Nikayas, se puede leer frecuentemente la frase: "Así oí yo
decir" antes de las palabras de Buda; ese "yo" se supone que
es pronunciado por Ananda quien se convertiría en el segundo
sucesor de Buda, después de Mahākāśyapa.
El Canon Pali no menciona la muerte de Ananda, sin embargo,
el célebre monje budista chino Fa Hsien, recogió en su
peregrinación a la India una antigua tradición según la cual,
cuando Ananda rondaba los 120 años, presintiendo su muerte,
nombró como su sucesor a Śānavāsika y decidió realizar un
viaje de Rājagṛha a Vesāli; una vez llegado allí, decidió
alojarse en una isla en medio del Ganges. Tan pronto los
príncipes y habitantes de Vesāli se percataron de la presencia
de Ananda, acudieron a verle desde una de las riberas del río;
en la otra ribera, se presentaron el rey Ajātashatru (rey de
Magadha) y su séquito, que habían ido tras Ananda desde
Rājagṛha. Unos y otros, le pedían a Ananda que fuera hacia su
lado del río para morir y él, demostrando su gentileza y
compasión, para evitar cualquier clase de disputa entre los
dos bandos a causa suya, usó sus poderes psíquicos
elevándose por los aires y haciendo que su cuerpo fuera
consumido por el fuego para, finalmente, dejar que sus
cenizas se dividieran cayendo a ambos lados del río.

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