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AUTORES, TEXTOS YEMAS Maurice Halbwachs

(;IENCIA~S S;OCIALES

Colección dirigida por Josetxo Beriain

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LOS ,COS SOlCIALES
DE LJ~ MEM()RJA-1.

Postjacio de Gérard Namer


Traducción de Manuel Antonio Baeza y Michel Mujiea

Esta obra se beneficia del apoyo del Servicio Cultural de la Embajada


de Francia en España y del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, en el marco
del programa de Participación en la Publicación (P.A.P. GARetA LORCA)

Ouvrage publie avec le concours du Ministére [rancais


chargé de la Culture - Centre National du Livre

Universidad de Concepción
Facultad de Ciencias Sociales
I~:: marcos sociales de la memoria f Maurico Halbwachs ; postfac~:-~:---1
¡ Gérard Namer; traducción de Manuel A. Baeza y Míchel Mujica. _. Rubí
(Barcelona) : .~nth:üpos Editorial; Concepción: Universidad de la Concepción
; Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2(J04 I
I

J
431 p. ; 20 cm. - (Autores, Textos y Temas. Ciencias Sociales; 39)

Tít. original: "Les cadres sociaux de la rnérnoira"


ISBN: 84-7658-692-2

t. Mcmoría - Aspectos sociales 2. Psicología social 3. Usos y cosí umbrcs -


I
As!,ecto.s SOCiO. J~~ic. os 4. Historia s,?cial I. Universidad d.e.' la Concepción. Pacode
CCSS (Concepción) II. Universidad Central de Venezuela. Fac, de CCEE y SS
(Caracas) Ifl. Narner, Gérard, post. IV. Bacza, Manuel A., trad. V. Mujica, Michel,
trad. VI. Título VII. Colección
30!.í51
L -_ _

Recientemente, cuando hojeábamos un viejo volumen del


Magasin Pittoresque, leímos una singular historia de una niña
de 9 o 10 años que encontrada en los bosques, en las inme-
diaciones Chálons, en 1731. Nunca se supo ni de dónde
venía ni en qué lugar había y, además, ella no guardó
ningún de isu infancia. Relacionando los detalles
dados por diversas etapas de su
que nació en el norte y, sospechar, donde los
y que fue nevada para las Antillas y finalmente
Titulo Oliginal:Le:s cadres sociaux de la inémoire
para Francia. EUa aseguraba haber atravesado dos veces con-
Primera edición en Anthropos Editorial: 200L] siderables extensiones mar; y cuando se le
mostraban imágenes que y embarca-
Ü Éditions Albín Michel, S.A., París, 1994 ciones del país de los esquimales, o focas, o caña de azúcar u
© Anthropos Editorial, 2004 otros productos de islas de Arnérica. creía recordar
Edita: Anthropos Editorial. Rubí (Barcelona)
www.editorial-anthropos.com con muchísima nitidez que de una señora
En coedición con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad que la estimaba pero que amo, no pu-
de Concepción, Chile, y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales diendo soportada" la había 1
de la Universidad Central de Venezuela , Si reproducimos este del oue desconocemos su a1.1-
ISBN: 84-7658-692-2
liilnül:::il:!"ld y que sólo conocemos mano, es porque
Depósito legal: B. 29.243-2004
~r'~'~"'A comprender en podemos decir que
Diseño, realización y coordinación: Plm'81, Servicios Editoriales
(Nariño, S.L), Rubí. Tel. y fax 936972296 del i\.. los 9 o 10 años, un
Impresión Novagrafik. Vivaldi, 5. Monteada i Reixac niño posee numerosos recientes y tarnbien tejanos,
Impreso en España - Printed in Spain
l. Magasin Pittoresque, 1849, p. 18. Corno referencias el autor expresa: «Escribí
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ~CI~ reproducida, ní en todo ni en
parte. ni registrada en, o trausruitida pOI', un sistema de recuperación de información, en sobre este tema un artículo en el Mercure de France, septiembre 173. (la última
ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico. magnético, elec- ..ifra está en blanco), y un breve opúsculo en 1755 (del que no indica el título) del
troóptico, por fotocopia: o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial. fU al tomamos este relato".

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¿Qué pasaría si lo separaran bruscamente de los suyos, trans- No hay que averiguar si se encuentran o se conservan en mi
portándolo a un país donde no se habla su lengua, en donde cerebro o en una recóndita parte de mi espíritu, donde yo
ni el aspecto de sus habitantes, ni de los lugares, ni de sus sería, por lo demás, el único que tendría acceso. Puesto que
hábitos y costumbres, no tienen nada que le resulte familiar los recuerdos son evocados desde afuera, y los grupos de los
para ese entonces? El niño ha abandonado una sociedad para que formo parte me ofrecen en cada momento los medios de
pasar a otra. Parece que en un primer momento haya perdido reconstruirlos, siempre y cuando me acerque a ellos y adopte,
la facultad de recordar en esta última todo lo que ha hecho, al menos, temporalmente sus modos de pensar. ¿Pero real-
todo lo que le impresionaba y que recordaba, sin ningún es- mente es así en todos los casos?
fuerzo, en la sociedad de origen. Para que ciertos recuerdos Es en este sentido queexistiría una memoria colectiva y
inciertos e incompletos reaparezcan, es necesario que en la los marcos sociales de-ht memoria, y es en la medida en que
sociedad donde se encuentra en el momento presente, se le .nuestro pensamiento individual se reubica en estos marcos
muestre al menos imágenes que reconstruyan el grupo y el y participa en esta memoria que sería capaz de recordar. Así
medio de donde él ha sido arrancado. se comprenderá que nuestro estudio se inicie por uno e in-
El ejemplo anterior no es más que un caso extremo. Pero clusive dos capítulos consagrados al sueño.? si. se observa
si examinamos más de cerca el modo como recordarnos, reco- que el hombre que duerme se encuentra durante cierto tiem-
noceremos -indudablemente- que la mayoría de nuestros po en un estado de aislamiento parecido, al menos, a una
recuerdos se manifiestan en el momento que nuestros parien- situación que viviría si no estuviera en contacto y en rela-
tes, amigos u otras personas los evocan. Muchas veces nos ción con ninguna sociedad. En ese momento no es capaz y
asombramos cuando leemos en los tratados de psicología don- no tiene ninguna necesidad de apoyarse en esos Il1a!(,:ºs de
de se estudia el tema de la memoria, que el hombre pueda ser la memoria colectiva, aunque es posible sopesar la acción de
estudiado como un ser aislado. Parece que para comprender esos marcos, observando lo que llega a ser Jla memoria indi-
nuestras operaciones mentales, debemos partir del individuo vidual cuando esta acción no se ejerce más.
y cortar todos los lazos que lo unen con la sociedad de sus Ahora bien, cuando explicamos de este modo la memoria
semejantes. Sin embargo, es en la sociedad donde normal- de un individuo por la memoria de los otros. ¿No estaríamos
mente el hombre adquiere sus recuerdos, es allí donde los evo- girando alrededor de un círculo viciosó P En efecto, sería ne-
ca, los r,econoce y los localiza. Contemos en una jornada el cesario explicar cómo los otros recuerdan, y el mismo proble-
número de recuerdos que hemos revivido, de momentos en ma parecería plantearse de nuevo en los mismos términos.
que hemos tenido relaciones directas o indirectas con otros Si el pasado reaparece, importa muy poco saber si reapa-
hombres. En esos casos, nos daremos cuenta que la mayoría rece en mi conciencia o en las conciencias de otros. ¿Por qué
de las veces utilizamos el recurso de nuestra memoria para reaparece? ¿Reaparecería si no se conservaba? No es por ca-
responder a preguntas que otras personas nos plantean, o que sualidad que en la Teoría Clásica de la Memoria, tras estudiar
suponemos podrían hacérnosJlas, y que además, para respon- la adquisición de Jlos recuerdos, se estudia su conservación,
derlas, tenemos que colocarnos en su lugar, haciéndonos ver antes de dar cuenta de su evocación. Ahora bien, si no quere-
corno parte del mismo grupo o de grupos semejantes. Pero mos explicar la adquisición de los recuerdos por medio deJl
podemos preguntarnos si aquello que es cierto para un gran mecanismo de los procesos cerebrales (explicación que por
número de nuestros recuerdos no podría serlo para todos. Lo otra parte es bastante confusa y que plantea serias objecio-
más usual es que yo me acuerdo de aquello que los otros me
inducen a recordar, que su memoria viene en ayuda de la mía,
2. El primer capítulo, que ha sido el punto de partida de nuestra investigación.
que la mía se apoya en la de ellos. Al menos, en estos casos, la fue publicado bajo forma de artículo, un poco más o menos en los mismos térmi-
manifestación de mis recuerdos no tiene nada de misterioso. nos en que lo reproducimos en la Revue Philosophique (enero-febrero 1923).

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nes), parece que no existe otra alternativa que admitir que los Después del estudio de los capítulos anteriores, en buena
recuerdos, en tanto que estados psíquicos, subsisten en el es- parte crítico, y en donde la intención era, sin embargo, crear
pírítu bajo forma inconsciente, para llegar a ser conscientes las bases de una Teoría Sociológica de la Memoria, no nos
cuando se les recuerda. Así, sólo en apariencia el pasado se quedaba más que estudiar de modo directo y en sí misma a la
destruiría y desaparecería. Cada espíritu individual tendría memoria colectiva. No era suficiente demostrar que los indio
detrás de sí toda la sucesión de sus recuerdos. Desde ahora, se viduos cuando recuerdan utilizan siempre los marcos socia-
puede reconocer si se desea, que las diversas memorias se les. Es desde el punto de vista.del grupo o de los grupos donde
entreayudan y se prestan recíproco apoyo. Pero eso que lla- era forzoso colocarse. Además, los dos problemas no sólo son
mamos los marcos colectivos de la memoria serían el resulta- solidarios sino que no son más que uno. Asimismo, podemos
do, la suma, combinación de los recuerdos individuales de perfectamente decir el individuo cuando asume
muchos miembros de una misma sociedad. Estos marcos ayu- punto de grupo y la memoria del grupo se
darían, en el mejor de los casos, a clasificar, a ordenar los manifiesta y se en las memorias individuales. Es por
recuerdos de los unos en relación con los de los otros. Sin eso que los tres últimos capítulos están dedicados a las me-
embargo, no explicarían la memoria misma, puesto que la morias colectivas de las tradiciones familiares, de los grupos
darían por existente. religiosos y de las clases sociales. También es cierto que exis-
El del sueño nos había ya procurado argumentos ten otras formas de sociedad y de memoria social, pero como
consistentes en contra de tesis permanencia de los estamos obligados a nuestro campo de trabajo,
recuerdos en el estado inconsciente. Sin embargo, era necesa- mos escogido aquellas formas sociedad y memoria social
rio mostrar que sueño, pasado, en no que nos más a aquellas que en
se cual es y que parece indicar investigaciones anteriores nos el estu-
sino CIne era desde 1111. más IJÜr esta úl tima
mismo modo, era afirmar que los marcos colectivos razón que nuestro capítulo clases supera a
la memoria no están luego un proceso los otros en extensión. reencontrado e intentado
binación Estos marcos colecti- desarrollar algunas que entrevisto y maníres-
vos de memoria no son simples formas vacías los tado en otras partes.
recuerdos que vienen de otras partes se encajarían corno en
un 10 contrario, estos rnarcos son
instrumentos que memoriacolectiva
utiliza para reconstruir una imagen del pasado acorde con
cada época y en sintonía con los de
la sociedad. Los capítulos 3 y 4 este estarán dedtca-
dos a estudiar [a reconstrucción del pasado y la localización
de los

3. Claro que no planteamos poner en entredicho que nuestras impresiones se


mantengan algún tiempo. y algunas veces, mucho tiempo después ele que ellas se
produjeran. Pero esta «resonancia» de las impresíoncs no debe confundirse con lo
que corr'ierucrncnto se entiende por «conservación de los recuerdos). Ella varía de
un individuo a otro y, por qué no plantearlo de especie a especie, de modo indepen-
diente de toda influencio social. Este es un campo de conocirn iento propio de la
psíco-Iisíología, como la psicología sociológica tiene el suyo. >

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CAPÍTIJLO 1

EL SUEÑO Y LAS IMÁGENES-RECUERDOS

«Muy a menudo, dice Durkheirn,' nuestros sueños nos co-


nectan con acontecimientos pasados; revemos lo que ya he-
rnos visto o hecho estando despiertos, ayer, anteayer, durante
nuestra juventud, etc.; y esta especie de sueños son frecuentes
y tienen un lugar bastante considerable en nuestra vida noc-
turna.» Precisa, enseguida, lo que entiende por «sueños que
Se remiten a acontecimientos pasados»: se trata de «revertir
el curso del tiempo», de «imaginar que se ha vivido durante el
sueño una vida que se sabe ya transcurrida desde hace mucho
tiempo» y, en síntesis, de evocar «recuerdos tal como se tie-
nen durante el día, aunque de una particular intensidad». A
primera vista, esta indicación no sorprende. En el sueño, los
estados sicológicos más diversos, los más complicados, aque-
Ilos mismos que suponen actividad, un cierto gasto de energía
espiritual, pueden presentarse. ¿Por qué, en las reflexiones,
en las emociones, en los razonamientos, no se mezclarían re-
cuerdos? No obstante, cuando examinamos los hechos desde
más cerca, esta proposición parece menos evidente.
Preguntémonos si, entre las ilusiones de nuestros sueños,
no se intercalan recuerdos que toman10S por realidades. A esto
se responderá quizá diciendo que toda la materia de nuestros
sueños proviene de la memoria, que los ensueños son precisa-
mente recuerdos que no r'econocemos en el momento, pero
que, en muchos casos, es posible al despertar el reencuentro
con la naturaleza y el origen. Nos lo creemos, sin dificultad.

1. Durkheim, Les [ormes elémentaires de la vie religieuse, p. 79.

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Pero lo que se necesitaría establecer (y es exactamente lo que taría? Existen casos en los cuales, al continuar soñan-
está dicho en el fragmento que hemos citado) es qué aconteci- do, tenemos el sentimiento que soñamos, e incluso hay algu-
mientos completos, escenas enteras de nuestro pasado, se re- nos en que recomenzamos varias veces exactamente el mismo
producen tal cual en el sueño, con todas sus particularidades, sueño, con intervalos de vigilia más o n:lC110S largos, con tal
sin ninguna mezcla de elementos que se remitan a otros acon- nitidez que en el momento en que reaparece tenemos pálida-
tecimientos, a otras escenas, o que sean puramente ficticios, mente conciencia de que no es más que una repetición: y sin
de tal modo que al despertar podamos decir, no solamente: embargo no nos despertamos. Por otra parte, ¿es verdadera-
ese sueño se explica por lo que he hecho o visto en tales cir- mente inconcebible que un recuerdo propiamente tal, que re-
cunstancias, sino: ese sueño es el recuerdo exacto, la reproduc- produce una parte de nuestro pasado íntegramente, sea evo-
ción pura y simple de lo que he hecho o visto en tal momento cado sin que lo reconozcamos? La cuestión consiste en saber
y en tal lugar. Es eso, yeso que puede significar: si, en esta disociación entre el recuerdo y el reconoci-
«revertir curso del tiempo» y «revivir» una parte de l~ vida. miento se realiza: el sueño podría ser respecto una expe-
Pero, ¡:no somos demasiado exigentes? Y planteado en es- riencia «crucial», si nos revelara que el recuerdo no reconoci-
tos términos, ¿no es que el problema se resuelve de inmediato do se produce a veces durante sueño. Hayal menos una
por el absurdo, o más bien dicho ni siquiera se plantea, en concepción de la memoria de cual se desprendería que el
tanto la solución es evidente? Si evocáramos en el sueño re- recuerdo puede ser reproducido sin ser reconocido. Suponga-
cuerdos de tal ¿cómo no los recono- mos que pasado se conserva sin cambios y sin lagunas en el
durante el sueño mismo? Entonces la ilusión se fondo de la memoria, es decir que nos resulte posible en todo
derrumbaría súbitamente, y cesaríamos de soñar; Pero supon- instante revivir cualquier acontecimiento nuestra
gamos que Pc1$,;¡Oa se reproduzca con algunos CaJ:Tl- esos reaparecerán
, .
fOlOS muy aunque lo suficientemente n-'-""'.Ari··;,Y·'_ \1 C>' Al".L como, en el momento en los evocare-
tes para que nos llenemos de desconfianza. El recuerdo está mos, permaneceremos en contacto con.
recuercío preciso y concreto; pero hay algo así como una no podremos reconocer pasado.
actividad latente que interviene para desmarcarlo, durante mientras que ese contacto está interrumni
y que es como una defensa inconsciente de! sueño contra do, supongamos que los recuerdos invaden nuestra concien-
despertar: Por ejemplo, me veo frente a una mesa en torno a la cia: ¿c6mo los reconoceríamos nosotros en tanto que recuer-
cual hay jóvenes personas: uno . pero en el lugar de un dos? No hay ya más un presente remitirse para
estudiante, se encuentra un mío, que no tiene mngu- h<:'r(~rI0C oposición; puesto que son el pasado no tal cual se
na razón para estar allí. Ese simple detalle basta para irnpe- revé a distancia sino tal cual se llevó a cabo cuando era pre-
cnrme acercar ese sueño cual es la reproduc- sente, no hay nada en que revele que no se presentan
cion. ¿:no tendría yo despertar, y cuando a nosotros por vez. De este H'U'cC'''-',
yo hubiese efectuado ese acercamiento, de decir que aquel opone, teóricamente, para que nuestros recuerdos ejerzan
sueño no era más que un recuerdo? - nosotros una suerte de acción durante el
Esto conduce a decir que no revivir nuestro '"'U''''leleV, sin que necesidad, para )]0 ser reconocidos,
pasado en el sueño sin reconocerlo, y que de hecho todo acon- o desfigurarse.
tece como si reconociéramos de antemano esos sueños nues-
tros que no son o que no a ser más que recuerdos
realizados, puesto que los modificamos inconscientemente con
fin de mantener nuestra ilusión. Pero de entrada, ¿por Desde un poco más
un aun siendo vagamente reconocido, nos desper- enero 1920) hernos examinado nuestros sueños

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punto de vista que nos interesa, es decir con el propósito de Calkins menciona dos sueños que reproducían exactamente
descubrir si contenían escenas completas de nuestro pasado. un acontecimiento de la víspera, y yo mismo tendría la oca-
El resultado ha sido claramente negativo. Nos ha sido posi- sión de citar un ejemplo que conozco de la reproducción exacta
ble, muy a menudo, reencontrar tal pensamiento, tal senti- en sueño de un acontecimiento de la infancia». Freud no pa-
miento, tal actitud, tal detalle de un acontecimiento de la vís- rece haber observado directamente ningún sueño de ese tipo.
pera que había entrado en nuestro sueño, pero nunca hemos Examinemos estos ejemplos. He aquí cómo Delboeuf co-
realizado en sueño un recuerdo. menta el sueño que le ha sido contado por su amigo y antiguo
Nos dirigimos a ciertas personas que se habían ejercitado colega, el célebre cirujano Gussenbauer, en adelante profesor
en observar sus visiones nocturnas. Kaploun nos escribe: «Ja- de la Universidad de Praga." «Él había.recorrido un día en co-
más sucedió que yo sueñe una escena vivida. En sueño, la par- che un camino que une dos localidades de las cuales he olvida-
te de agregados y de modificaciones debidas al hecho de que do los nombres que, en un cierto tramo, presenta una pendien-
el sueño es una escena que se realiza, es considerablemente, te rápida y una curva peligrosa. El cochero habiendo azotado
más grande que la parte de elementos recogidos de lo real demasiado vigorosamente a los caballos, éstos se encabritaron,
vivido recientemente o, si se quiere, de lo real de donde son y vehículo y viajero estuvieron a punto cien veces de rodar en
extraídos los elementos integrados en la escena soñada». De un precipicio, o de estrellarse contra las rocas que se levanta-
una carta que nos dirigió Henri Piéron destacamos el siguien- ban al otro lado del camino. Últimamente el Sr. Gussenbauer
te fragmento: «No he revivido, en mis sueños -que he anotado soñó que rehacía mismo trayecto y, una vez llegado a ese
sistemáticamente durante un tiempo- periodos de vida de la lugar, recordó en sus más ínfimos detalles el accidente del cual
víspera bajo una forma idéntica: he reencontrado a veces sen- bien pudo ser víctima.. Resulta de este texto que Freud lo en-
tiI:Qientos, imágenes, episodios más o menos modificados, sin tendió bastante mal, o conservó un recuerdo inexacto: por cuan-
más». H. Bergson nos ha dicho que soñaba bastante, y que no to el profesor en cuestión rehace sin duda en sueño el mismo
seacordaba de ningún caso en el que haya reconocido, aldes- trayecto (no nos dice por 10 demás si va en coche, si se trata del
pertar; en algunos de sus sueños lo que él llama un recuerdo. mismo coche, etc.), pero no la misma excursión en donde es-
Agregó, no obstante, que tenía a veces el sentimiento de que, caparía de nuevo al mismo accidente. Se extrema, en sueño,
durante el sueño profundo, había descendido hacia su pasa- en recordar el accidente, una vez llegado al lugar en donde se
do: volveremos más tarde al tratamiento de esta reserva. produjo. Ahora bien, es una cosa distinta que soñar que se re-
Hemos leído, por último, la mayor cantidad que nos ha cuerda de un acontecimiento de la víspera, y de encontrarse,
sido posible leer de descripciones de sueños, sin encontrar en sueño, en la misma situación de asistir o de participar en
exactamente lo que buscábamos. En un capítulo dedicado a los mismos acontecimientos que cuando se estaba despierto.
la «Litteratur. de los problemas del sueño- Freud escribe: «El Esta confusión es, por decir lo menos, extraña.
sueño no reproduce sino fragmentos del pasado. Es la regla Podemos sustituir este ejemplo por aquel que es menciona-
general. No obstante, hay excepciones: un sueño puede repro- do por Foucault, igualmente de segunda mano, y que Freud no
ducir un acontecimiento tan exactamente ivollstdndig) como podía por supuesto conocer;" Se trata de un médico que, ha-
la memoria durante el estado de vigilia. Delboeuf nos habla biendo estado muy afectado por una operación en la cual ha
de uno de sus colegas de universidad (actualmente profesor debido mantener las piernas del paciente al cual no se podía
en Viena): éste, durante el sueño, ha rehecho una peligrosa administrar el cloroformo, vuelve a ver durante una veintena
excursión en coche en la cual escapó a un accidente sólo por de noches el mismo acontecimiento: «Yo veía el cuerpo dis-
milagro; todos los detalles se encontraban reproducidos. Miss
3. Delboeuf, "Le sornmcíl ct les reves», Revue Philosophique (1880), p, ó40.
2. Frcud, Die Traurndeulung, 1." edición 1900, p. 13. 4. Foucault, Le réve,. etu.des el observaiion , París, 190ó, p. 210.

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puesto sobre una mesa y los médicos COIYlO en el momento de una suma de 6 libras esterlinas. Había varias personas que le
una operación». Después, al despertar, la imagen permanecía precedían y que esperaban su turno; pero metía tanto ruido y,
en el espíritu, no alucinatoria, sino extremadamente viva. Ape- sobre todo, era tan insoportable por su tartamudeo que uno
nas comenzaba a quedarse dormido y la misma visión le des- de los asistentes rogó al cajero que le pagara y así poder desli-
pertaba. La imagen regresaba también algunas veces durante garse de él. Éste otorgó derecho a la demanda con un gesto de
el día, aunque entonces ésta era menos viva. El cuadro imagi- impaciencia y sin tomar nota de este asunto [en lugar de este
nativo era siempre e] mismo, y presentaba un recuerdo exacto último segmento de la frase, encontramos en Abercrombie: "y
del acontecimiento. Al fin, obsesión cesó de producirse. Po- no pensó más en este asunto"]. A fin de año, es decir ocho o
demos preguntarnos si el hecho en cuestión, después del mo- nueve meses después, el balance de las libras no pudo ser ce-
mento en que se produjo, y antes de que se le haya revisto en nado; había siempre un error ó libras. Mi amigo pasó inú-
sueño por la primera vez, no se ha impuesto muy poderosa- tilmente varias noches y varios días intentando la causa
mente en la mente del sujeto para que reemplace al recuerdo de ese déficit; vencido por cansancio, regresó a su domici-
una imagen tal vez reconstruida en parte, de tal manera que lio, se fue a la cama, y soñó que estaba en su oficina, que
no quedamos enfrentados al acontecimiento en sí mismo, sino tartamudo se presentaba y, de pronto, todos los detalles de
a una o a varias reproducciones sucesivas del acontecimiento este asunto se rediseñaron fielmente en su mente. Despertó
y que han podido alimentar durante algún tiempo la imagina- con la cabeza impregnada de su sueño y con la esperanza de
ción que vuelve a ver en sueño. Desde momento, descubrir lo que había buscado en vano. Tras examina..
en efecto, que un recuerdo se ha reproducido varias veces, no do sus libros, reconoció en que esta suma no
corresponde ya más a serie cronológica de acontecimientos inscrita en su libro diario y que esto correspondía exactamen-
que no tienen te error.» Eso es todo lo que dice Brierre de Boismont. Aho-
(admitiendo Cl~Je C01110 en se superpo- Abercrornbie, 'vernos Cr~J.e
nen una o varias representaciones, pero éstas no correspon- extraorcnnarro es que el ca-
den ya a un acontecimiento que no se ha visto sino una-vez, jero haya podido en sueño un detalle que en su mo-
puesto que se ha vuelto a ver varias veces en pensamiento. mento no había dejado ninguna impresión en su merite, y que
Así es que hay en distinguir del de una ni siquiera lo había sospechado, el hecho de que no había regis-
persona, vista en un lugar y en un momento determinado, la trado el pago. Pero he aquí lo que ha podido suceder. El cajero,
imagen de esta persona, tal como la imaginación podido los días anteriores sueño, se acordó de esta escena que
reconstruirla (si no se vuelto a ver), o tal corno ella había sorprendido: recuerdo, a menudo evocado, sobre el
ta de varios recuerdos sucesivos de misma persona. Tal ima- cual ha reflexionado varias veces, se convirtió en una simple
gen puede reaparecer en sueño" sin que se que se imagen. Ha debido suponer, por otra que había omitido
evoca entonces un recuerdo propiamente tal. inscribir un pago. Es natural que esta imagen, y esta super-
Podemos acercar a esta observación aquella que entrega posición que le preocupaba, se hayan reunido en el sueño. Pero
Brierre de Boismont, según Abercrombíe.> «Uno de mis ami- ni una ni otra eran en propiedad recuerdos. Esto no explica,
gas, dice Abercrombie, empleado en uno de los evidenternente, que el hecho así en sueño
bancos de Glasgow en calidad de cajero, estaba en su despa- reconocido como exacto. Pero existen coincidencias extrañas.
cho cuando un individuo se presentó reclamando el pago de En cuanto a la observación de Miss Calkins," ésta es direc-
ta. Aunque todo lo que nos dice se a esto: ,<c. (es
5. Brierre de Boisrnont, en su Iibro, Des hallucinations (3." edición 1852. p. 259)
según Abcrcrombie, Inquiries concerning the intellcctual powers , Londres, 11.a edi- 6. Calkíns, «Statistics of drcarns», The American Iournal of Psychology, vol. V
ción 1841 (la l." edición es de 1830). No hemos podido consultar sino la 120a edición. (1893), p. 323.

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que se designa de este modo) soñó dos veces el detalle exacto indica si esta representación era un recuerdo definido que se
de un acontecimiento que precedía inmediatamente (al sue- conectara con una noche determinada, con un acontecimien-
ño). Es un caso de la especie más simple de imaginación mecá- to en donde el soñador no hubiese sido testigo no más de una
nica». Ella añade, en nota, es verdad: «es inexacto llamarlo, vez, o más bien una asociación de ideas de un carácter más
como hace Maury, "recuerdo ignorado", o "memoria... no cons- general. No dice tampoco que la escena se haya reproducido
ciente". La memoria se distingue de la imaginación en cuanto en todos sus detalles. El hecho, si es exacto, no es menos inte-
el acontecimiento es llevado conscientemente al pasado y al resante. Podemos aproximarlo a ejemplos del mismo tipo, to-
yo». Pero no discutamos acerca de términos y de definicio- mados de otros autores.
nes. Lo que importa es que los sueños a los cuales se alude Maury cuenta lo siguíente:" «Pasé mis primeros años en
sean aquellos que hemos buscado en vano hasta ahora. Des- Meaux, y yo me dirigía a menudo a un lugar próximo llamado
graciadamente, ninguno de ellos nos es descrito. Es tanto o Trilport». Su padre construía un puente. «Una noche, me en-
más lamentable por el hecho de que este estudio ha sido reali- cuentro soñando que estoy en los días de mi infancia, y jugan-
zado, en poco tiempo, con una gran cantidad de sueños. Miss do en ese pueblo de Trilport». Ve un hombre que lleva un uni-
Calkins ha tomado nota durante cincuenta y cinco noches, forme, y que le dice su nombre. Al despertar, no tiene ningún
sobre 205 sueños, a razón de cerca de cuatro sueños por no- recuerdo que le vincule a ese nombre. Pero pregunta a una
che; el segundo observador, S ... " ha observado, durante cua- vieja mucama, quien le dice que así se llamaba el vigilante del
renta y seis noches, 170 sueños, sin advertir aquellos que nos puente que su padre había construido. Uno de sus amigos le
interesan. La encuesta ha durado entre seis y ocho semanas. ha dicho que, a punto de regresar a Montbrisson, en donde
Tqlys condiciones son algo anormales. Se necesitaría por 10 había vivido, siendo niño, veinticinco años atrás, soñó que se
demás que supiéramos, por un lado, lo que Miss Calkins en- encontraba cerca de esta ciudad con un desconocido, que le
tiende por «el detalle exacto de un acontecimiento», por otra había dicho que era un amigo de su padre, y que se llamaba
parte en qué consistía el acontecimiento que precedía y, por T... El soñador sabía que había conocido a alguien con ese
último, si no había existido realmente ningún intervalo entre nombre, pero no se acordaba de su aspecto: encontró efectiva-
eLq's:;ontecimiento y la noche en la cual ella ha soñado. mente a ese hombre, parecido a la imagen de su sueño, aun-o
Nos queda el sueño del cual Freud tuvo conocimiento. No que algo más viejo.
indica la página de su libro en la cual hace referencia. Este Hervey de Saint-Denis? cuenta que una noche se vio en
solamente, entre todos los que ha descrito, corresponde más sueño en Bruselas, frente a la iglesia de Saint-Gudule. «Yo me
o menos a lo que deja prever: uno de sus colegas le ha contado paseaba tranquilamente, recorriendo una calle muy concurri-
que había visto en sueño, poco tiempo antes, a su antiguo pre- da, bordeada de numerosas tiendas cuyos letreros llamativos
ceptor en una actitud inesperada. Estaba acostado cerca de estiraban sus largos brazos por encima de los transeúntes>
una mucama (que había permanecido en la casa hasta que ese Como se da cuenta que está soñando, y se acuerda, en el sue-
colega cumpliera 11 años de edad). El lugar en donde aconte- ño, de no haber estado nunca en Bruselas, se pone a examinar
cía la escena aparecía en sueño. El hermano del soñador, de con atención extrema una de las tiendas, con el fin de poder
mayor edad, le confirmó la realidad de lo que había visto en reconocerla más tarde. «Era la de una sombrerería... Me lla-
sueño. «Tenía un recuerdo nítido, pues él tenía entonces seis mó la atención primero el letrero en donde habían dos brazos
años. La pareja le hacía beber cerveza para emborracharle, y cruzados, uno rojo y otro blanco, saliendo sobre la calle, y
no se preocupaba del más pequeño, de tres años, que dormía, sobrepuesto como si se tratase de una corona, había un enor-
sin embargo, en la habitación de la mucama.»? Freud no nos
8. Maury, Le sommeil el les réves , 4." edición 1878, p. 92.
7. Frcud, op. cit., p. 129. 9. Hervcy de Saint-Denis, Les réves el les moyel1s de les diriger, París, 1867, p. 27.

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me bonete de algodón rayado. Leí varias veces el nombre del los casos en los cuales reaparecen, se trata una
comerciante para poder retenerlo: distinguí el número de la una parcela de nuestro lejano pasado que sube a la. sup~r~c~e?
casa, así como la forma ojival de una pequeña puerta, adorna- No estarnos convencidos que esas reminiscencias de la H1-
da en lo alto con una cifra enlazada.» Unos meses después, fancia correspondan a lo que llamamos recuerdos. Si no nos
visita Bruselas, y busca en vano «la calle de los letreros multi- acercamos
• oc
'1 IlaJ-!3~ ese periooo
' . 0 ce Vi' vrgu. ~:r¡" a,. es pO'-"'UC
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colores V de la tienda soñada», Varios años pasan. Se encuen- que podernos reencontrar se reduce a impresiones d r emasiaco
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tra aho~a en Frankfurt, ciudad a la cual había viajado ya «du- ., d
vagas! a ]lnagen(";;s,eIl1a~laQO ~. ill4 "'1 d~ e.a.fi,
1 . u1. idas ~.()'~ c~ ofrecer
... ()I..J~ nara
rante sus más jóvenes años». Entra en la Judengasse. «Todo gún contacto con memoria ! La
un conjunto de indefinibles reminiscencias comenzó vagamen- .
ciente 1 111noS
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aueñ""v'~s.. o-c: ""'cer r "' ) en
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aspectos
te a ampararse de mi mente. Me esforzaba por descubrir hombre que sueña, y si conservarnos
causa esta singular,» Y se entonces D;~}COS vez: por' esta rnisrna razón: ám-
sus inútiles búsquedas en Bruselas. La calle en donde se en.. b.itos, aquél la y aquél del sueño, esa can~l··
cuentra es la calle de su 5ue110: los mismos dad de recuerdos que constituyen excepción, oponen el mis-
ros caprichosos, el mismo público, el mismo movimiento. rno obstáculo a nuestras miradas: son Jos únicos períodos en
Descubre la casa, «tan exactamente igual a aquélla de mi antí- los cuales los acontecimientos no están comprendidos en la
guo sueño que me parecía haber efectuado un retorno seis serie cronológica eIl donde nuestros
años atrás y no haberme todavía despertado» Es entonces
Todos esos sueños tienen un carácter
recuerdos de mI:3J:J.Cla, completamente oívídados

mezclados a nuestras y se reouicre ::;er


ot1'03, o nevar a cabo una p!;~S'C¡l~U"
errtrcacion nt.,i¡c;t¡v:,,_ para constatar que correspon-
su rmazen.
brumosa?
~~ple ca..s a
de nuestra vista en sueños porque,
que no nos extrañamos
,.."'''--'''''',..,-, ..ve-
uccU:U"C;" con gran, precisión. Lo que dEebel-Í8lHI0S
estado fragmentario, en nuestros suenos, visto.. Si más ióvenes
porque son o porque sabemos que despiertos entre los 5 y 6 años, parece cuestionable
seernos sobre ellos un cierto control, porque en definitiva podido conservar un recueruo el ttan Üe¡a~
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muchas razones para que entren en la C'Ü(::g:OlrÍ8 edad no se más que aspecto dé -~ fLobietos."
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duetos de nuestra No DO'S por que, cuando se
se requeriría admitir que los recuerdos remitido a su dibujo: pero, de inmediato, qtie se
han estereotipado, que son, desde el comienzo, y permane-
cen, como Hervey de
de las cuales nuestra conciencia no tenido conocimiento de •.- - - - . . , F' - - . ·c;. 'le indicar vacíos de
10. Es a los '"1 años solamente. segun. .B rnet, q,Lle un nn . . o p.:j~( ......-< • .-;;d. " 1~ -~-.. ,"')
nada más a partir del momento en que se han «en los fiq;ura, es decir que destaca por ejemplo en un dibujo que le: ta.La u n ojov o «iJ::-'_;
o e>los brazos, o reconoce la la f.igurr, QC
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V"~"q~p./lrtrlée
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registros de nuestra memoria». ,::Cómo cuestionar que, en 1908. I-:1CJ110S verificado ese test negativo p8:ca 13 edad de 6 8.110S.

22
encontraba exactamente en el mismo estado que cuando so- rnos, o bien que reflexionamos, o que proyectamos sobre lo que
ñaba anteriormente: esa seguridad de memoria no deja de sor- vemos el matiz particular de nuestra disposición del momento,
prender. En realidad, admitimos que entre la impresión de terror, inquietud, asombro, molestia, curiosidad, interés, etc.
infancia y la imagen del sueño haya habido un estrecho pare- Muy instructivos al respecto son dos ejemplos, consigna-
cido, que esta última haya reproducido exactamente la prime- dos por Maury, a propósito de sueños en donde aparecen per-
ra, pero no que una y otra hayan sido reproducciones detalla- sonas que se sabe están muertas: «Hace quince años, una se-
das de la casa, es decir recuerdos verdaderos. Todo acontece mana había transcurrido desde la muerte de lVLL.., cuando lo
como en esos sueños en que revemos 10 que se ha visto duran- vi muy claramente en sueño... Su presencia me sorprendió
te sueños anteriores. Y ciertamente se necesitaría explicar por mucho, y yo le pregunté con una viva curiosidad cómo, ha-
qué esas imágenes no se reproducen sino en sueño, por qué la biendo sido sepultado, había podido regresar a este mundo.
memoria del estado de vigilia no las alcanza directamente. Eso M.L... me dio una explicación que, podemos adivinar, no te-
se debe, sin duda, al hecho de que se trata de representaciones nía sentido común, yen la cual se mezclaban teorías vitalistas
demasiado gruesas, y que nuestra memoria es, relativamente, que yo había recientemente estudiado»" Esta vez, él tiene el
un instrumento demasiado preciso, y que no controla normal- sentimiento de que sueña. Pero, en otra oportunidad, está
mente sino aquello que se ubica en su campo, es decir sobre convencido de que no sueña y, no obstante, le vuelve a ver y le
aquello únicamente que puede ser localizado. pregunta cómo es que se encuentra allí." Señala, en otra par-
Por otra parte, cuando incluso se representase a nosotros te, que en sueño no nos asombramos con las más increíbles
un rostro, un objeto, un hecho visto con anterioridad, con to- contradicciones, que nos causamos con personas que sabe-
dos.sus~etalles,a partir del momento en que nosotros mismos mos están muertas, etc. 13 En todo caso, aun cuando nosotros
nosapajeecemos en sueño tal como somos hoy día, el cuadro en no buscamos resolver la contradicción, la destacamos, tene-
su conjunto se ha modificado. No podemos decir que hay aquí mos al menos el sentimiento. Miss Calkins señala que «en los
un-recuerdo real y del sentimiento que tene- 375 casos observados por ella y otro sujeto, no hay ningún
nuestro yo, pero estos dos elementos se ejemplo de un sueño en donde sean vistos en otro momento
funderJl;I;~rcorno no podemos representarnos a nosotros mis- que en el tiempo presente" Cuando el sueño evocaba la casa
mos al margen de lo que somos, se requiere que el rostro, el en donde habían pasado su infancia, o una persona que no
objeto, el hecho, se vean alterados ara que los miremos como habían visto desde hace muchos años, la edad aparente del
presentes. Sin duda, se podría concebir que nuestra persona soñador no había disminuido en nada con miras a evitar un
no solamente pasa a un trasfondo, sino que se desvanece casi anacronismo; cualesquiera fuesen el lugar o carácter del
enteramente, que nuestro rol llegue a ser pasivo en este punto sueño, el sujeto tenía siempre su edad actual, y sus condicio-
para que resulte anodino, que se reduzca a reflejar, como un nes generales de vida no estaban alteradas»" 14
espejo que no tendría edad, las imágenes que se suceden enton- Sergueiev, ciego desde hace muchos años, se ve en sueño en
ces unas tras otras.'! Pero uno de los rasgos característicos del San Petersburgo, en el Palacio de Invierno." El emperador Ale-
sueño es que nosotros intervenirnos siempre, ya sea que actua-
12. Maury, op. cit., p. 166.
13. Ibid., p. 46.
11. Miss Calkins destaca que, en algunos casos, el «sentimiento de la identidad 14. Calkins, op. cit., p. 33l.
personal puede desaparecer explícitamente. Nos imaginamos que somos otro, o 15. S. Sergeuiev, Le sommeil et le systéme nerveux, Physiologie de la veille el du
que somos el doble de sí mismo, y entonces hay un segundo yo que se ve y que se sommeil, París. 1892,2.° vol., pp. 907 Ys. Se podría agregar a este ejemplo el caso tan
escucha» (op. cit., p. 335). Maury dice: «He creído un día, en el sueño, ser una curioso, descrito por H. Bergson (<<De la simulación inconsciente en el estado de hip-
mujer, y.Io que es más, estar embarazada» (op. cit., p. 141. nota). Pero entonces, el notismo», Revue Philosophique [noviembre de 1886]), de una mujer en estado de
recuerdo está todavía más desnaturalizado, pueslo que se representan los hechos hipnosis que, con miras a ejecutar una orden que supone cn ella facultades anorma-
tal como otro habría podido verlos. les, usa un subterfugio, porque ella siente muy bien que DO posee dichas facultades.

24 25
jandro H se entrevista con él y le invita a regresar a su regimien- verdad que se puede responder: entre el momento en el cual
to. Éste obedece y luego se dirige a su coronel, quien le que alguien comienza a despertar, y aquél en donde está despierto
podrá retomar su servicio al día siguiente. «-Pero yo no he efectivamente, se ha escurrido un intervalo de tiempo. Pues
tenido tiempo de conseguirme un caballo... --Yo le prestaré uno bien, por pequeüo que sea, éste último basta, dada la rapidez
de mi caballeriza. -Pero mi salud. está muy frágil. -El médico con cual se desarrollan los sueños, para que se hayan pro-
le eximirá de servicio.» Entonces solamente, es decir en último ducido en este intervalo, que corresponde a un estado inter-
lugar, da a conocer al coronel un obstáculo radical, y le recuero medio entre sueño profundo y estar despierto, traslados
da que siendo ciego es absolutamente incapaz de dirigir un es- erróneos de sueños sueño profundo que ha precedido. Si se
cuadrón. Nunca tuvo, ni desde el comienzo, el sentimiento de hace contener así en una duración infinitesimal sueños de una
una imposibilidad, es decir que, desde comienzo y en todos duración aparentemente muy larga, nada prueba, en efecto,
los momentos sueño, su personalidad intervenía. que no hayamos nunca los sueños del sueño pro-
De este modo, jamás en sueño nos despojamos enteramente fundo propiamente tal. Pero se requiere quizás desconfiar de
nuestro yo actual, y esto bastaría para que las imágenes del sue- las observaciones clásicas en donde el sujeto cree haber parti-
fío, si éstas reprodujeran casi idénticamente un cuadro-de nues- cipado, en sueño, en acontecimientos que demandarían, para
tro pasado, serían a pesar de todo diferentes de los recuerdos. producirse en realidad, mucho tiempo, varios días e incluso
Pero, hasta aquí, no hemos hablado sino de sueños de los varias semanas, y que no obstante han desfilado ante su mira-
cuales nos acordamos ¿1',[0 existen otros? Yade- en pocos ¿Hasta qué ha asistido a los acon-
más de todos aquellos de los cuales no nos acordamos, por tecirnientos? ¿Hasta qué punto no ha tenido más que una vis-
razones quizás en parte accidentales, ¿no existen aquéllos cuya ta esquemática? Kaploun dice que le sucedido «constatar
naturaleza es tal que no Pues bien, si varias veces no solamente que no se sueña más de 10
tales en donoe que se estando despierto, sino que sueño es Tí'..íatrva-
de la personalidad actual desaparece absolutamente. mente lento». Su velocidad le parece ser «cercana a la la
revisto pasado exactamente corno acción re ah . 17 Hervey de que, habiendo teni-
que hay en efecto sueños en uoncte despertar a menudo-a que
zan, pero que se les olvida cuando se manifiestamente, tan bien que esa persona le daba así,
soñar. Es lo que entiende justamente H. Bergson, cuando atri.. miendo, puntos de y había «constantemente
buye al sueño liviano los sueños que y promueve observado, interrogándole de acerca de lo que aca~
a creer que, en el sueño profundo, los a ser soñar, que sus no jamás más allá de
objeto único o, al menos, un objeto posible de nuestros sueños, un lapso de cinco a seis minutos». En todo caso no estamos
Sin embargo, cuando Hervey Saint-Denis, juzgando más lejos de algunos segundos que «Un gran
o menos en profundidad su sueño según grado de mayor o número de veces, agrega el mismo autor." he encontrado
menor dificultad que tiene en despegarse de él, destaca que. hilo conductor que había seguido la asociación de mis ideas
en el sueño profundo, el sueño es más «vivo», más «lúcido» y.
nl.iSH10 tiempo, «más seguido»; por un contartarnos
así con la prueba de que nos acordamos de sueños nrorun- cluyó en que tenernos sueños muy vivos y que los recordamos mejor cuando dormi-
dos, por otro nada indica que haya más recuerdos, y recuerdos mos ordinariamente con un sueño liviano. Pero las mujeres serian la excepción.
Para otros temas, las preguntas estaban planteadas en términos muy vagos.
más exactos en, éstos que en los sueños del soñar liviano. 16 Es 17. Kanloun, Psycho!ogie genérale tiree de l'étude du réve, 1919, p. 126. Véase
también la'crítica del «sueño de Maury», en Yves Dclagc, Le réve, Nantes, 1920, pp.
460 Y ss. Delage no cree, al menos en general, en la «velocidad fulminante» de los
16. Friedr; Hecrwagen, en Statistische Untersuchungen uber Tiiiurnne und Schla], sueños.
Phi/os. Studien de H/¿mdl., V, ¡ 889, de una encuesta con cerca de 500 sujetos, con- 18. Hervey de Saint-Denis, op. cir., p. 266.

26 27
durante un período de cinco a seis minutos, transcurridos entre de los pies, y da la impresión que emprenderá vuelo, no se
el momento en que había comenzado a quedarme dormido y sustrae de ninguna manera a las leyes de la gravedad. No po-
aquél en que yo había sido sacado de un sueño ya formado, es demos pues concluir, de cuanto hay sueños que se parecen más
decir desde el estado de vigilia absoluta hasta el del sueño que otros a nuestros recuerdos, que habría sueños que son re-
completo.» De este modo. a las observaciones acerca de la ra- cuerdos puros. Pasar de unos a otros sería saltar de un orden
pidez de los sueños, de donde se conduye que no se recuer- de cosas a otro cuya naturaleza es totalmente diferente.
dan los sueños del sueño profundo, es fácil oponer otras que Si, en el sueño profundo, la actividad por excelencia del
tenderían a probar lo contrario. espíritu consistía en la evocación de los sueños, sería bastante
Podríamos, ahora, razonar acerca de los datos menos dis- extraño que antes de quedarse dormido se requiriese desviar
cutibles. Entre nuestros sueños, hay algunos que son combí- su atención no solamente del presente ir de los recuerdos in-
naciones de imágenes fragmentarias, de los cuales no podría-- mediatos que nos lo representan, sino también de toda espe..
mas sino mediante un esfuerzo de interpretación a menudo cie de recuerdos, y suspender, al mismo tiempo que sus per-
incierto reencontrar el origen, al despertar, en una o varias cepciones, la actividad de la memoria. Ahora bien, es lo que
regiones de nuestra memoria. Otros son simplemente recuerdos se realiza. Kaploun cree haber observado que al comienzo del
desvinculados. Entre unos y otros hay bastantes intermediarios. adormecimiento se atraviesa por un estado de ensoñación en
¿Por qué no se supondría que la serie no se termina allí, que donde da evocación de los recuerdos es fácil, continua y fér-
más allá de esos recuerdos desvinculados hay otros que no lo til». Pero, en seguida, se necesita «doblegar la energía del es-
son, que enseguida viene una categoría de sueños que canten.. tar despierto», a lo cual se llega «ocupándolo mediante un
drían recuerdos puros y simples (realizados)? Se interpretaría trabajo que produce un vacío, un empobrecimiento: una me-
esto dit.iendo que lo que impide al recuerdo reaparecer lodía, o cualquier otra imagen rítmica». Enseguida el mismo
integralmente son sensaciones orgánicas que, por muy vagas autor señala un estado singular, que no ha logrado captar, dice,
que fueren, penetran sin embargo en el sueño, y nos mantie- sino después de un largo recorrido, y que precedería inmedia..
nen en contacto con el mundo exterior: el hecho de que este tamente al verdadero sueño. «Todo motivo rítmico desapare-
contactó se reduzca cada vez más, al fin y al cabo.jnada del ce, y nos encontramos como el espectador pasivo de una
exterior intervendría para componer el orden en el cual se su- germinación incesante y rápida de imágenes simples y cor-
ceden, permanecerá solamente el orden cronológico antiguo tas... claramente objetivas, independientes y exteriorizadas...
según el cual la serie de recuerdos se desarrollará de nuevo. Parece que se asiste a la dislocación del sistema latente parti-
Pero, aun cuando podríamos clasificar así las imágenes de los cular (conciencia de lo real en el estado de vigilia), en donde
sueños, nada nos autorizaría para admitir que se pasa por tran- las partes actúan vigorosamente antes de desaparecer. Los ele-
siciones insensibles de la categoría de los sueños a aquélla de mentos de este sistema (noción de la orientación, de las per-
los recuerdos puros. Se puede decir del recuerdo, tal como se sonas que nos rodean, o que hemos visto) lanzan de alguna
le define en esta concepción, que no contiene grados: un esta- manera su último destello.»!? De este modo, «los casilleros»
do es un recuerdo, u otra cosa: no es en parte un recuerdo, en en los cuales repartimos las imágenes del estado de vigilia
parte otra. Sin duda, hay recuerdos incompletos, pero no hay, deben desaparecer, para que se haga posible un nuevo modo
en un sueño, mezcla de recuerdos Incompletos con otros ele- de sistematización, aquél del suefio.t? Pero esos casilleros son
mentos, pues un recuerdo aun incompleto, cuando se le evoca,
se opone a todo el resto como el pasado al presente, mientras
que el sueño, en todas sus partes" se confunde para nosotros 19. Kaploun,op. cit., p. 180.
20. M. Delacroix ha definido exitosamente el modo de organización de las imá-
con el presente. El sueño no escapa más a esta condición que genes de nuestros sueños: "Una multitud desagregada de sistemas psíquicos", en
una bailarina, incluso cuando no toca el suelo con las puntas La structure logique du reve, Rcvue de Metaphysique et de Mora/e (J 904), p. 934.

28 29
también aquellos en los cuales se elabora, en estado de vigilia, distantes, Maury y Freud. Cuando Maury acerca el sueño a
la evocación de Ios recuerdos. Parece pues que el sistema ge- ciertas formas de alienación tiene el sentimiento de
neral de las percepciones y de los recuerdos de la víspera sea que, en ambos casos, el sujeto vive en un medio que le es pro-
un obstáculo para la entrada en el sueño. - pio, en donde relaciones se establecen entre las personas, los
De manera inversa, si vacilamos a veces al entrar a la víspe- objetos, las palabras, que no tienen sentido sino para él. Sali-
ra, si nos quedamos a veces en el despertar; algunos instantes, do del mundo real, olvidando las leyes físicas al igual que las
en un estado intermedio que no es exactamente ni el sueño ni convenciones sociales, el soñador, como el alienado, prosigue
la vigilia, es porque no llegamos a separar los casilleros en los sin duda un monólogo interior: pero al mismo tiempo crea un
cuales se han distribuido las últimas imágenes vistas en sueño, mundo físico y social en donde nuevas leyes, nuevas conven-
y que los marcos del pensamiento despierto no concuerdan ciones aparecen, que cambian por 10 demás sin cesar. Empe-
con los del sueño. Transcribimos aquí un sueño en donde nos ro, asigna a las visiones los sueños el valor
parece que ese desacuerdo aparece claramente: «Sueño triste. ele signos de los cuales busca en las preocupaciones
Estoy con un joven que se asemeja a uno de mis estudiantes, escondidas del sujeto, no dice en el fondo otra cosa. Si nos
en una sala que es como la antecámara de una prisión. Soy su mantenernos, en efecto, en los da tos literales del sueño, resulta
abogado, y debo redactar con él (P), Se me ha dicho: registre la sorprendente su insignificancia y su incoherencia. Pero lo que
mayor cantidad de detalles que pueda. Ha de ser ahorcado por carece de interés para nosotros no lo es por cierto para aquel
no sé qué crimen cometido. Yo lo consuelo, en sus - que sueña, y una lógica sueño que todas esas
dres, quisiera que pudiese escapar. Al despertar, estoy aún tan contradicciones. Sin duda, Freud no se queda allí; él se es-
triste y preocupado que busco cómo poder ayudarle a salvarse fuerza por dar cuenta del contenido aparente del sueño por
(si se encontrara en situación). hile imagino que estoy en preocupaciones escondidas del que imagina in-
una gran y n1e en el a para en sueño el
extendidos en donde hay grandes conjuntos de casas con in- miento sus deseos, debe no obstante disimular la naturale-
cH.lstación galerías, de etc. (tal como me suce.. za, por respeto a un yo, que ejerce en ese teatro
dió ver a menudo en sueño, siempre los mismos, a los ',"U,CH>";', interior una especie de censura, y de es menester bur-
no corresponde ningún recuerdo de víspera). No obstante, la y alejar sospechas; de el carác-
yo sé al mismo tiempo que en la ciudad en la cual estoy en ter simbólico de los SUC:fIOS. Ahora
realidad no he visitado jamás tales lugares, y que no están in- que propone son a la vez HIUY complicadas y muy inciertas: se
?icad~~en el pl~no»~ Ese estado se explicaba, sin duda, por la para conectar tal acontecimiento de víspera y
intensidad emotiva del sueño, tanto que, una vez despierto, yo incidente del sueño, hacer intervenir asociaciones de ideas a
estaba todavía bajo el imperio del sentimiento vivido en sue.. menudo bastante inesperadas y, por lo demás, no se 'luc-
fío. Me creía pues, a vez, en dos ciudades diferentes, las en en una traducción: unos a otros
cuales una era aquélla de 111i sueño, y me esforzaba en vano dos, tres o cuatro sistemas de interpretación y, en el momento
por encontrar en una lo que había visto en otra. en que se detiene, deja entender que entrevé varias otras rela-
ciones y que no las en sino porque
que extremarse. Es decir que, mientras que en el estado de vigi-
* * *
lia las imágenes que percibimos son lo que son, mientras que
Entre el pensamiento del sueño y el de la vigilia en cada una no representa más que una persona, que un objeto no
efecto, esa diferencia fundamental de que uno y otra no se está más que en un lugar, que una acción no tiene más que un
desarrollan en los mismos marcos. Es lo que parecen haber resultado, que una palabra no tiene más que un sentido, sin
visto dos autores, cuyas concepciones son por lo demás lTlUY cual los hombres no se reencontrarían en medio de las cosas, y

30 31
durante un período de cinco a seis minutos, transcurridos entre de los pies, y da la impresión que emprenderá vuelo, no se
el momento en que había comenzado a quedarme dormido y sustrae de ninguna manera a las leyes de la gravedad. No po-
aquél en que yo había sido sacado de un sueño ya formado, es dernos pues concluir, de cuanto hay sueños que se parecen más
decir desde el estado de vigilia absoluta hasta el del sueño que otros a nuestros recuerdos, que habría sueños que son re-
completo» De este rnodo, a las observaciones acerca de la ra- cuerdos puros. Pasar de unos a otros sería saltar de un orden
pidez de los sueños, de donde se concluye que no se recuer- de cosas a otro cuya naturaleza es totalmente diferente.
dan los sueños del sueño profundo, es fácil oponer otras que Si, en el sueño profundo, la actividad por excelencia del
tenderían a probar lo contrario. espíritu consistía en la evocación de los sueños, sería bastante
Podríamos, ahora, razonar acerca de los datos menos dis- extraño que antes de quedarse dormido se requiriese desviar
cutibles. Entre nuestros sueños, hay algunos que son combi- su atención no solamente del presente y de los recuerdos in-
naciones de imágenes fragmentarias, de los cuales no podría- mediatos que nos lo representan, sino también de toda espe-
mos sino mediante un esfuerzo de interpretación a menudo cie de recuerdos, y suspender, al mismo tiempo que sus per-
incierto reencontrar el origen, al despertar; en una o varias cepciones, la actividad de la memoria. Ahora bien, es lo que
regiones de nuestra memoria. Otros son simplemente recuerdos se realiza. Kaploun cree haber observado que al comienzo del
desvinculados. Entre unos y otros hay bastantes intermediarios. adormecimiento se atraviesa por un estado de ensoñación en
¿Por qué no se supondría que la serie no se termina allí, que donde «la evocación de los recuerdos es fácil, continua y fér-
más allá de esos recuerdos desvinculados hay otros que no lo til». Pero, en seguida, se necesita «doblegar la energía del es..
son, que enseguida viene una categoría de sueños que conten- tal' despierto», a lo cuaJl se llega «ocupándolo mediante un
drían recuerdos puros y simples (realizados)? Se interpretaría trabajo que produce un vacío, un empobrecimiento: una me-
esto diciendo que lo que impide al recuerdo reaparecer lodía, o cualquier otra imagen rítmica». Enseguida el mismo
integralmente son sensaciones orgánicas que, por muy vagas autor señala un estado singular, que no ha logrado captar, dice,
que fueren, penetran sin embargo en el sueño, y nos mantie- sino después de un largo recorrido, y que precedería inmedia-
nen en contacto con el mundo exterior: el hecho de que este tamente al verdadero sueño. «Todo motivo rítmico desapare-
contactó se reduzca cada vez más, al fin y al cabo.inada del ce, y nos encontrarnos como el espectador pasivo de una
exterior intervendría para componer el orden en el cual se su- germinación incesante y rápida de imágenes simples y C01"-
ceden, permanecerá solamente el orden cronológico antiguo tas... claramente objetivas, independientes y exteriorizadas...
según el cual la serie de recuerdos se desarrollará de nuevo. Parece que se asiste a la dislocación del sistema latente parti-
Pero, aun cuando podríamos clasificar así las imágenes de los cular (conciencia de lo real en el estado de vigilia), en donde
sueños, nada nos autorizaría para admitir que se pasa por tran- las partes actúan vigorosamente antes de desaparecer. Los ele-
siciones insensibles de la categoría de los sueños a aquélla de mentos de este sistema (noción de la orientación, de las pero
los recuerdos puros. Se puede decir del recuerdo, tal como se sanas que nos rodean, o que hemos visto) lanzan de alguna
le define en esta concepción, que no contiene grados: un esta- manera su último destello.» 19 De este modo, «los casilleros»
do es un recuerdo, u otra cosa: no es en parte un recuerdo, en en los cuales repartimos las imágenes del estado de vigilia
parte otra. Sin duda, hay recuerdos incompletos, pero no hay, deben desaparecer, para que se haga posible un nuevo modo
en un sueño, mezcla de recuerdos incompletos con otros ele- de sistematización, aquél del sueño." Pero esos casilleros son
mentos, pues un recuerdo aun incompleto, cuando se le evoca,
se opone a todo el resto como el pasado al presente, mientras
que el sueño, en todas sus partes. se confunde para nosotros 19. Kaploun, op, cit., p. 180.
20. M. Delacroíx ha definido exitosamente el moclo de organización de las imá-
con el presente. El sueño no escapa más a esta condición que genes de nuestros sueños: H Una multitud desagregada de sistemas psíquicos», en
una bailarina, incluso cuando no toca el suelo con las puntas La structure logique du réve, Revue de Métaplrysique et de Morale (1904), p. 934.

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también aquellos en los cuales se elabora, en estado de vigilia, distantes, Maury y Cuando Maury acerca sueño a
la evocación de los recuerdos. Parece pues que el sistema ge- ciertas formas de alienación mental, tiene el sentimiento de
neral de las percepciones y de los recuerdos de la víspera sea que, en ambos casos, el sujeto vive en un medio que le es pro-
un obstáculo para la entrada en el sueño. - pio, en donde relaciones se establecen entre las personas, los
De manera inversa, si vacilamos a veces al entrar a la víspe- objetos, las palabras, que no tienen sentido sino para él. Sali-
ra, si nos quedamos a veces en el despertar; algunos instantes, do del mundo real, olvidando las leyes físicas al igual que las
en un estado intermedio que no es exactamente ni el sueño ni convenciones sociales, el soñador, como el alienado, prosigue
la vigilia, es porque no negamos a separar los casilleros en los sin duda un monólogo interior: pero al mismo tiernpo crea UI1
cuales se han distribuido las últimas imágenes 'vistas en sueño, mundo físico y social en donde nuevas leyes, nuevas conven-
y que los marcos del pensamiento despierto no concuerdan ciones aparecen, que cambian por lo sin cesar. Empe-
con los sueño. 'Iranscríbímos aquí un sueño en donde nos ro, asigna a las visiones los sueños el valor
parece que ese desacuerdo aparece claramente: «Sueño triste. signos de los cuales sentido en las preocupaciones
Estoy con un joven que se asemeja a uno de mis estudiantes, escondidas sujeto, no dice en el fondo otra cosa. Si nos
en una sala que es como la antecámara de una prisión. Soy su mantenernos, en efecto, en los datos literales del sueño, resulta
abogado, y debo redactar con él (?). Se me ha dicho: registre la sorprendente su insignificancia y su incoherencia. Pero lo que
mayor cantidad de detalles que pueda. Ha de ser ahorcado por carece de interés para nosotros no lo es por cierto para aquel
no sé crimen cometido. Yo lo consuelo, pienso en sus );X'L"" que y una lógica sueño que todas esas
dres, quisiera que pudiese escapar: Al despertar, estov aún tan contradicciones. Sin duda, Freud no se queda allí; él se es-
triste y preocupado que busco cómo poder ayudarle ~ salvarse fuerza por dar cuenta del contenido aparente del sueño por
(si se encontrara en tal situación). Me imagino que estoy en escondidas del que imagina in··
una gran ciudad, y me en el a para
extendidos en donde hay grandes conjuntos de casas con in-- no obstante dísírnular
crustación de galerías, de restaurantes; etc. (tal como me suce.. za, por respeto a un segundo yo, que ejerce en ese teatro
dió ver a menudo en sueño, siempre los mismos, a cuales interior una especie de censura, y de la cual es menester bur-
no correspondo ningún víspera). No obstante, vigilancia y carac-
yo sé al mismo tiempo que en la ciudad en la cual estoy en ter simbólico de los sueños. Ahora bien, las mteror..etacíones
realidad no visitado jamás tales lugares, y no están in- que propone son a la vez muy complicadas y muy inciertas: se
dicados en plano». Ese estado Se explicaba, sin duda, por para conectar tal acontecimiento vísnera <r
intensidad emotiva del sueño, tanto que, una vez despierto, yo incidente 'del sueño, hacer intervenir asociaciones de .J a
estaba todavía bajo el imperio sentimiento vivido en sue- menudo bastante y, por lo demás, no se que-
ño. Me creía pues, a la vez, en dos ciudades diferentes, de da en en una unos a otros
cuales una era aquélla de mi sueño, y me esforzaba en vano dos, tres o cuatro sistemas de interpretación y, en el mornento
por encontrar en una lo que había visto en la otra. en que se detiene, deja entender que él entrevé varias otras
ciones )1 <ID. e no las deja e11 sino porque
que extremarse. Es que, mientras que en el estado de
ha las imágenes que percibimos son lo que son, mientras que
Entre el pensamiento del sueño y de la vigilia en cada una no más que una persona, que un objeto no
. f está más que en un lugar, que una acción no tiene más que un
pf
ec t O, esa curerencra
_ .a,
!. e 1 .. ]
.undamental ue que uno y otra no se
desarrollan en los mismos marcos. Es lo que parecen haber resultado, que una no tiene más que un SIn

visto dos autores, cuyas concepciones son por lo demás muy cual los hombres no se reencontrarían en medio de cosas,y

30 31
no se entenderían entre ellos, en el sueño símbolos se substi- ronces se impone en nosotros el sentimiento profundo
tuyen a las realidades y a aquellos no se aplican todas esas paradójico que hay en tal acto de la memoria. En la"ir.rlaf!:er"
reglas, precisamente porque no estamos ya en relación con misrrla, ni más ni menos que en lo que sigue, no se CtlSP01-:aa
los objetos exteriores, ni con otros hombres, y no tenemos de ningún punto de apoyo para ir así hacia un momento ante-
encuentro sino con nosotros mismos: de allí que todo lengua- rior: entre la imagen y lo que precede (y es por eso que se nos
je exprese y todo forma represente todo lo que tenemos en ese aparecía como un comienzo) no existía ninguna relación inte-
momento en mente, puesto que nadie ni ninguna fuerza física ligible. ¿Cómo es que pasamos entonces de esto a aquello? La
se interpone. imagen y lo que la acompaña, lo que forma con ella un cuadro
Habría desde entonces entre el mundo del sueño y el de la más o menos coherente, pero cuyas partes se vinculan y se
vigilia tal desacuerdo que no se comprende siquiera cómo se sostienen, parece un mundo cerrado: no comprendemos, cuan-
puede guardar; en uno, el menor recuerdo de lo que se ha he- do se está en situación de encierro, y cuando-todos los cami-
cho y pensado en el otro. ¿Cómo es que un recuerdo de la nos que le atraviesan devuelven al comienzo, que se pueda
víspera, entiéndase un recuerdo completo de una escena exac- salir, y penetrar en otro. Es tan poco lo que comprendemos
tamente reproducida, encontraría un lugar en esta serie de aquel paso de un plano a otro, para quien parece estar sujeto
imágenes-fantasmas que llamamos el sueño? Es como si se a iTIOVerSe sólo en el primero: esto es tan oscuro para nosotros
pretendiera fusionar, con un ordenamiento de hechos reales como la existencia de una nueva dimensión del espacio.
sometido a las leyes físicas y sociales. Pero, al revés, ¿cómo Pero, ¿se trata de la memoria que interviene, cuando evo-
conservamos, al despertar, un recuerdo cualquiera de nuestros camos nuestros sueños? Los psicólogos que han tratado de
sueños? ¿Cómo es que esas visiones fugitivas e incoherentes describir las visiones del sueño reconocen que esas imágenes
encuentran algún acceso hacia la conciencia despierta? son de tal modo inestables que se requiere anotarlas desde el
Algunas veces, al despertar, mantenemos en mente una despertar: si no, corremos el riesgo de sustituir sueño por
imagen determinada de un sueño, retenida por la memoria algo que no es más que una reconstrucción y sin en
no sabernos muy bien por qué: tal corno esos lagos minúscu- rnuchos aspectos, una deformación. He ahí, en síntesis, que
19§que surgen entre los roqueríos una vez que elrnar se ha parece suceder. Cuando al despertar nos volvemos hacia
retirado. La imagen, algunas veces, no está separada sino de sueño, tenemos la impresión que una secuencia de imágenes,
lo que.Ia precede: ella inaugura toda una historia, ella es el desigualmente vivas, ha quedado en suspenso en la mente, de
primer anillo de toda una cadena de otras imágenes; a veces misma manera que una sustancia colorante en un 1HIUKl<O
ella se desprende hacia un tiempo vado: ni antes, ni después, que acabamos de revolver. La mente se encuentra, en cierto
nada se distingue que se pueda adjuntar. En todo caso si, des- modo, impregnada. Si no nos extremarnos en fijar sobre esas
pués, se siguen vagamente los pasos de lo que se han desarro- imágenes nuestra atención, se sabe que poco a poco van a
llado en la conciencia a partir de la imagen, con anterioridad, desaparecer; sentimos que una parte
no se percibe más nada. No obstante, sabemos que ella no ha ya, y que ningún esfuerzo permitiría rescatarlas.
nacido de la nada: tenemos el sentimiento, tras la pantalla pues, considerándolas más o menos corno objetos exteriores
que la separa del pasado, de que permanecen muchos recuer- que se y es en ese momento que se entrar
dos en el fondo de la memoria. Pero no disponemos de nin- en la conciencia de la vigilia. En cuando se reCOF·
gún medio de capturarlos. Cuando, a pesar de todo, se logra dará, se evocará. no las imágenes tal como aparecían en el sue-
ver más allá de la pantalla, cuando, en la imagen misma, de ño, sino percepción que se ha tenido entonces. Y podremos
partida opaca, y que poco a poco se hace transparente, cuan- creer que la memoria alcanza sueño: en realidad,
do a través de ella se distinguen los contornos de objetos o de rectamente, por de 10 q+ue se podido fijar
acontecimientos que, en nuestro sueño, la han precedido, en- esta manera, que se conocerá; es una imagen de la víspera

32 33
que la rrlCI1IOrJa Sin • o. ., 1
pues no están «localizadas en un momento Clellm~O.úe ~mes.
que en medio de que sigue al sueño, o más
tro pasado». Sin duda, los localizamos con postenondact;,po-
t~rde, ciertas partes del.sueño que no se habían fijado <:1St en el demos decir; en el momento en que despertamos, que se nan
, ,... 1i
despertar reaparecen. Pero el proceso sera el mismo: euas
producido en el curso de la noche que~acabade concluir. _ . ~
bfan ouedado nresentes en la mente que, por UJ1a razón u otra, ;en oué momento? No Jo sabemos. Supongarnos que omiti-
no se habían puesto de manifiesto, y se percibirá que si, en el \... s.
mos definir los Iímites de tiempo entre los cmue~ se nanFroou..
"ll 11 1 .11.

momento en que se les percibe, no se hace el esfuerzo necesa- cido, V (como acontece excepcionalmente) que 10 evocasernos
rio para ~ desaparecerán también, definitivamente. sin embargo luego de varios días transcurridos, o varias se..
. entonces oertinencia en distinguir, en el proceso manas, no tendríamos medio para reencontrar la fecha.
cual se '. lo que podemos llamar el recuerdo No contamos en efecto, aquí, con los puntos de ,.."'¡:"'n~nri;?,
diterentes. La. segunca es un acto sin los cuales tantos recuerdos acontecimientos en la con..
se 'Uil se C011~
ciencia despierta nos también. Es el porqué no nos
se le localiza al momento acordamos de éstos la misma manera, y tampoco de las
despertar, en dónde se obtenido, e indirectamente en imázenes del sueño. Si tenemos el sentimiento (quizás
período sueño precedente, durante se sabe que se do) ~le que nuestros recuerdos (y entiendo estos últimos como
hecho tal aunque sin poder decir en momento aquellos que se relacionan con la vida consciente del estado
preciso; la nrímera . vis-ili :...-0 e .. , dispuestos en un orden Inmutable en
'"'J' están
"'"b1- "-""_ i¡,...i

había en algunas irnagenes que flotaban en mente do de nuestra secuencia de imágenes pa-
y que no eran nos parece, al tan, objetiva como la secuencia
El'1 este último """,1'1"', que insistir un poco, Por cuanto ", o virtuales que uamamos
tm ene, es eso: una COi) H:!8lCJ:ó:n
es porque
tos
p'iS;:l.dO, y que sir} embargo No obstante, nuestro resorte excíusrvo y
cnsnncion propuesta por 1-'[. Bergson entre recuerdos-ha- Los r'e C u C:.J"(J,C' s , eri
que se rmponen
ecuerdos-movímíentos, que corresponden a estados
circunstancias que r'eproouccn srmpies estados
C()JC>glCOS reproducidos más o menos re-
!)or _o. más
_ rar'os, y;.- los 111.e.n.()S tidarnerue n,',,-'''j,,'
corresponden a estados que no se han zados), pero todo reflejan los acontecimientos
producido sino una vez, y en donde uno tiene una fecha, es n-uestra vida, 110 11()S porleXl eIl COl}
nl""'"p ser en un D10ITJ,ento nuestro sino que nos con una época, nos
]X'-ScHl,), no vemos que
reubican en un esr.auo de en donde existen,
una. u otra nosotros, otros que <:u.¡....'vJo'''.'0
descubrimos en nosotros nÜSlTIOs.
vez: cuando De la misma manera que precisamos nuestras sensaciones
los nues-
jetos o por lo menos en en
tros
tes." sin e11110;:,TJgo No es s610 porque a medida en que
m emo rié:1
tiempo pasa, se entre período de Dues-
21. Kaplouno». cit., pp. 34 Y 133, dice que «reconocemos» los objetos y las per-
tra existencia y el momento presente, que muchos recuerdos
sonas, tanto en d! sueño corno en la vigilia, es decir que comprendemos todo 10 que se nos escapan: sino que no vivimos más entre mismas
vernos. Es exacto.. Pero no resulta 10 mismo con las escenas del sueño en su conjunto: personas: muchos testigos qtre n,nr.r¡",n habernos recor-
cada una de ellas nos parece al contrario, en sueño, enteramente nuevo, actual.
dado los eventos a veces, que

34 3· e, "
cambiemos de lugar; de profesión, que pasemos de una fami- hacerme olvidar por algunos instantes mis sufrimientos.» Aho-
lia a otra, que algún evento tal como una guerra o una revolu- ra bien, vemos a menudo en el conjunto de imágenes pasadas
ción transforme profundamente el medio social que nos ro- con las cuales entraríamos así en contacto la parte más íntima
dea, para que, de periodos enteros de nuestro pasado no nos de nuestro yo, aquella que más huye a la acción del mundo
queden más que algunos recuerdos. Por el contrario, un viaje exterior, y en particular de la sociedad. Y vemos también, en
en el país donde pasamos nuestra juventud, el encuentro re- los recuerdos así entendidos, estados que son si no inmóviles,
pentino con un amigo de infancia, tiene como efecto desper- al menos inmutables, depositados a lo largo de nuestra dura-
tar y «refrescar» nuestra memoria: nuestros recuerdos no ha- ción según un orden que no podemos ya modificar, y que re-
bían sido suprimidos; pero sí se conservaban en la memoria aparecen tal como estaban cuando les hemos atravesado por
de otros, y en el aspecto intacto de las cosas. No es sorpren- primera vez, sin que hayan sido sometidos, en el intervalo, a
dente que podamos evocar de la misma manera imágenes que una elaboración cualquiera. Es, por lo demás, porque creemos
sólo nosotros podemos percibir, por lo menos en el orden en que los recuerdos están dados así de una vez por todas que
que el sueño nos las presenta. rehusamos toda actividad intelectual a la mente que recuerda.
Así se explicaría aquel hecho que retuvo nuestra atención, Entre soñar despierto y recordar no se ve sino un matiz. Los
saber que en nuestros sueños no se introduzca jamás un re- recuerdos serían rnuy ajenos a la conciencia orientada hacia el
cuerdo real y completo, tal como nos los recordamos en esta- presente, y, cuando esta última vuelca su atención hacia aqué-
do de vigilia, pero que nuestros sueños sean fabricados con llos entonces desfilarían bajo nuestra mirada o la invadirían
fragmentos de recuerdos mutilados o confundidos con otros solicitando tan poco esfuerzo de su parte como para los obje-
para que podamos reconocerlos. No hay de qué sorprenderse, tos reales, cuando la mente se distiende y no los capta bajo un
no más que del hecho de que no descubramos tampoco en ángulo práctico. Admitiríamos fácilmente que se trata de una
nuestros sueños sensaciones verdaderas tales COlTIO aquellas facultad especial, inutilizada en tanto estamos sobre todo pre-
que sentimos cuando no dormirnos, que reclaman un cierto ocupados por actuar, y que interviene en el ensueño como en
grado de atención reflexionada, y que concuerdan con el orden el recuerdo; sería simplemente la facultad de dejarse impre-
de lasTylaciones naturales de que, nosotros y los demás, tene·· sionar sin reaccionar; o reaccionando apenas lo suficiente para
mos la experiencia. De la misma manera, si la serie de imáge- que esta impresión se haga consciente. Entonces no se ve en
nes de nuestros sueños no contiene recuerdos propiamente qué los recuerdos se distinguirían de las imágenes de nuestros
dichos, es que, para acordarse, hay que ser capaz de razonar y sueños, y no se comprende por qué no se introducirían.
de comparar, y sentirse en relación con una sociedad de hom- Pero el acto que evoca el recuerdo, ¿es aquél que nos hace
bres que puede garantizar la fidelidad de nuestra memoria, y entrar de modo más completo en nosotros mismos? Nuestra
todas éstas son un conjunto de condiciones que evidentemente memoria, ¿es nuestro ámbito propio? cuando nos refugia-
no son cumplidas cuando dormimos. mos en nuestro pasado, ¿podemos decir que nos evadimos de
Esta manera de comprender la memoria plantea al rrienos la sociedad para encerrarnos en nuestro «yo»? ¿Cómo resul-
dos objeciones. En efecto, evocamos a veces nuestro pasado, taría posible esto, cuando todo recuerdo está vinculado a imá-
no para reencontrar acontecimientos que nos puede ser genes (en circunstancias que no constituyen el contenido) que
conocer; sino con miras a sentir el placer desinteresado de re- representan otras personas distintas de nosotros mismos? Sin
vivir en pensamiento un período transcurrido de nuestra duda, podemos acordarnos de los acontecimientos de los cua-
existencia. «A menudo, dice Rousseau, me distraigo de mis les hemos sido los únicos testigos, del aspecto del paisaje que
aflicciones presentes añorando diversos acontecimientos de hemos recorrido solos y, sobre todo, de los sentimientos y de
rni vida, y los arrepentimientos, los recuerdos agradables, las los pensamientos que no hemos comunicado jamás a nadie, y
lamentaciones, enternecimiento, se reparten la atención por de los cuales conservamos el secreto. Pero no conservamos un

36 37
recuerdo preciso de los objetos vistos en el transcurso de un búsqueda de los estados de ánimo vividos en el pasado, fan-
paseo solitario sino en la medida en que los hemos localizado, tasmas inalcanzables de igual modo que aquello; de nuestros
en que hemos determinado su forma, en que los hemos n01TI- sueños desde el momento en que no se encuentran ya más
brado, en que han dado la ocasión para nevar a cabo alguna bajo nuestra mirada, No hay que imaginarse que el aspecto
reflexión, Pues bien, todo esto, lugar, forma, nombre, reflexión, puramente personal de nuestros anteriores estados de con-
son los instrumentos gracias a los cuales nuestra inteligencia ciencia se conserva en el fondo de la memoria, y que basta
tiene poder de captura sobre los datos del pasado del cual no con «girar la cabeza de este lado» para recapturarlos. En la
nos quedaría sin ellos sino una vaga reminiscencia indi- medida en que dichos estados tenido vínculo con imáge-
ferenciada. Un explorador está obligado a tomar notas acerca nes de significación social, y que nos los representamos fre-
de diversas etapas de su viaje; fechas, marcas hechas en cuenten1ente por el hecho exclusivo que somos miembros
" > rl ., ,
los mapas geográficos, palabras necesariamente generales, oc socieuad, por ejernpio, esos «grandes y ruidosos carrua-
croquis esquemáticos; he ahí los clavos con los cuales se fijan jes que regresan de jornada», o «la en donde
sus recuerdos que, otra manera, se escaparían corno sacristán ha vaciado nuestros bolstllos», es que guardamos
mayor parte de las apariciones de la vida nocturna. algún contacto con nuestras disposiciones internas, y que po-
Que no se nos reproche el hecho de mantenernos e1.1. lo que demos reconstituirlas al menos en parte.
hay de externo er: los recuerdos, y de detenernos en la superfi- Hay una concepción de la memoria según la cual los esta-
CIe memoria. todas esas dos de conciencia, a del momento en que se
forma impersonal no extraen su valor sino ciclo, adquieren en cierto modo un derecho indefinido a sub-
él reencontrar y a un interno desva- sistir: corno tales, agregados a aquellos
W::CK!O. En. sí mismas no poseen una virtud evocadora. Cuan-
HclUla.[! precedido en Entre ellos y «el plan o
totogratias, o bien personas que CILle decirse
éstas representan amigos, que jugado un los casos, no bastaría con imáaenes, y retíexío-
rol en nuestra y entonces cada una se nes actuales para reconstituir los días transcurri-
anima y llega a ser punto de perspectiva nos dos. No habría más que un mecno para evocar «los recuerdos
uscamente de uno o varios nuestro puros»: consistiría en el presente, en distender
pasado; o bien se trata de desconocidos, y entonces nuestras resortes pensamiento racional yen dejarnos reconducir
miradas se deslizan con esos rostros borra- pasado, que entrásemos en contacto con esas realidades
dos yesos vestuarios pasados de que no nos """""H"yl~ de CUIl<U'U, dejadas intactas cuando se triaron en una
ma existencia que debía encerradas para ~",·,,~·,v~.·~ Entre
No es rncnos cierto que el recuerdo de los sentimientos
plan de esos recuerdos ·e",ni,",.·..-t interrne-
no despegarse de aquél circunstancias en cua-
les los hemos tenido. No hay vía interna que nos per- en donde
mita ir al encuentro de un dolor o de una ya abolidos. sentarían c~n estado
En la Tristeza de Olimpio el poeta busca algún.
modo, los trozos sus que se col-
gando los de las barreras, de las del camino, meorcra en
~
antes ,~
ne ' 'l'
acercarseies, y el e ]nacer surgrr
. 1ia pasion oe antaño
»Ó»

por su realidad. Si quisiéramos las per- cuanto se constata es que la mente, en la


SOllas y de c-uyas imágenes permanentes e inmóvi- un intervalo de con
les se encuentran tan fácilmente que son como marcos gene- en contacto, lo que ese
intervalo todos esos q1..1e U':;U'::U ·'~,éy",,,,,,,·¡·};d,, señalar .J'7
del y de la actividad, irfarnos en vano en

38
dibujar el contorno y el trazado, pero que el pasado mismo no tal matiz de las figuras o de los acontecimientos pasados, y, en
alcanza nada. Entonces, ¿cuál es el sentido de suponer que los general, de nuestros estados de conciencia de antaño. Aunque
recuerdos subsisten, puesto que nada nos otorga una prueba esta reconstrucción no es nunca algo más que una aproxima-
de aquello, y que se puede explicar que se les reproduzca, sin ción. Sentimos que existen elementos personales de nuestras
que sea necesario admitir que ellos han permanecido intactos? impresiones antiguas que no podemos evocar mediante este
El acto (pues se trata de un acto) mediante el cual la men- método. Hay un vacío en la impresión, que mide el defecto de
te se esfuerza por reencontrar un recuerdo en el interior de adaptación de la comprensión social a las condiciones de nues-
una memoria, nos parece precisamente lo contrario de aquél tra vida consciente personal del ayer.
mediante el cual tiende a exteriorizar sus estados internos ac- Pero, ¿cómo explicar, entonces, que a veces seamos sor-
tuales. La dificultad en uno y otro caso es en efecto inversa prendidos por el hecho de que este vacío se llene bruscamen-
igualmente y, en todo caso, distínta. Cuando expresamos lo te, de que un recuerdo, que creíamos extraviado, se descubra
que pensamos o lo que sentimos, nos contentamos a menudo en un momento en el cual no lo esperábamos? En el curso de
con términos generales del lenguaje corriente; a veces utiliza- una ensoñación, triste o feliz, tal período de nuestra existen-
mos comparaciones; nos esforzamos, asociando palabras que cia, tales figuras, tales pensamientos del ayer; que correspon-
designan ideas generales, en ir cada vez más cerca de los con- den con nuestra disposición actual, parecen revivir bajo nues-
tornos de su estado de conciencia. Empero, entre la impre- tra mirada interior: no son esquemas abstractos, esbozos de
sión y la expresión hay siempre una distancia. Bajo la influen- dibujos, seres transparentes, incoloros; tenemos, al contrario,
cia de las ideas y de las maneras de pensar generales, la Ia ilusión de reencontrar ese pasado inalterado, porque nos
conciencia individual adopta el hábito de desviar su atención reencontramos nosotros mismos en el estado en el cual lo atra-
delo excepcional que hay en ella y que no puede traducirse vesábamos. ¿Cómo dudar de su realidad, puesto que entramos
sin dificultad en el lenguaje corriente. Se ha explicado así: el en contacto inmediato con él del mismo modo que 10 hace-
carácter inexacto de las descripciones que ciertos enfermos mos con los objetos exteriores, que podemos recorrerlo y que,
hacen de lo que sienten: a medida en que se intensifican en lejos de no encontrar sino lo que buscábamos, nos descubre
ellos ciertas sensaciones orgánicas que apenas existen, o que en él muchos detalles acerca de los cuales no teníamos la me-
DO existen en hombres normales, a medida también en que se nor idea? Esta vez no es ya más de nuestra mente que partiría
impone la obligación de usar ciertos términos impropios para el llamado al recuerdo: es el recuerdo que nos llamaría, que
traducirlos, por cuanto no existen aquellos que sean adapta- nos urgiría en reconocerlo, y nos reprocharía el haberlo olvi-
dos.P Pero lo mismo sucede con un gran número de otros dado. Es, pues, desde el fondo de nosotros mismos, como desde
casos. Hay un vacío en la expresión, que mide el defecto de el final de un corredor en el cual, solos, podríamos aventu-
adaptación de las conciencias individuales a las condiciones rarnos, que los recuerdos retornarían a nosotros o que noso- .
de la vida normal. tros avanzaríamos hacia ellos.
En sentido inverso, cuando recordamos, partimos del pre- No obstante, ¿de dónde viene esta especie de savia que da
sente, del sistema de ideas generales que está siempre a nues- volumen a algunos de nuestros recuerdos, hasta otorgarles la
tro alcance, del lenguaje y de los puntos de referencia adopta- apariencia de la vida real? ¿Es la vida de antaño que han con-
dos por la sociedad, es decir de todos los medios de expresión servado, o es una vida nueva que les hemos comunicado, aun-
que pone a nuestra disposición, y nosotros los combinamos que una vida artificial, sacada del presente, y que no durará
de manera que podamos reencontrar ya sea tal detalle, ya sea más de lo que dure nuestra sobrexcitación pasajera o nuestra
disposición afectiva del momento? Cuando nos dejamos ne-
var a reproducir en imaginación una secuela de acontecimien-
220 Ch. Blondel, La coriscience morbide, 19140 tos para los cuales el pensamiento nos enternece respecto de

40 41
nosotros luismos o respecto otros, sobre todo cuando se consisten en esto: se llega por primera vez a una ciudad, se ve
regresado a los lugares en donde se desarrollaron, o bien que por primera vez una persona y, sin embargo se les reconoce
se cre~ captar vestigios de las fachadas de las casas que Jhe- como si se les hubiera ya visto. La ilusión que queremos exa-
mos VIsto al pasar en el ayer; los troncos de árboles, de las minar es 10 contrario de ésta: se trata de saber si, regresando
miradas de los andanas cargados de años mismo tiempo o imaginándose estar en una ciudad en la cual hemos estado,
que ~OS?t~os, pero que conservan los rasgos y quizás el re- podemos creer estar en el momento en que llegábamos por
cuerciod " C1 mismo pasado,¡ o b ien que se destaque sobre todo
< primera vez, y volver a pasar por los mismos sentimientos de
has~a qué punto todo ha cambiado, cuán poca cosa ha perrna- curiosidad, de asombro que entonces, sin darse cuenta que se
necido del antiguo aspecto que nos era familiar; y que enton- les ha tenido antes. De modo más general, mientras los sue-
ces, se es sensible en especial a inestabilidad d~ las cosas, v ños son ilusiones truncas quizás (si no se sueña siempre) por
se tenga menos dificultad en abolir por ~ intervalos en conciencia está vacía, ¿no inte-
Has que ocupan hoy día el lugar de decoración desaparecido rrumpiendo los conciencia la
de nuestras pequeñas o grandes pasiones, sucede que el estre- vigilia, ilusiones determinadas por la memada y que nos
mecimien~ocomunicado a nuestro organismo psicofísíco, por cen confundir el pasado revivido con la realidad?
esos
t
parecidos, esos contrastes, nuestras reflexiones , nuestros Ahora bien, ha habido seguramente hombres que desea-
aeseos, nuestros pesares, nos da la ilusión de volver a pasar ban procurarse ilusiones de este tipo, y que han creído alean-
por emociones. un zarlas. Los místicos que se rememoran sus visiones parecen
intercambio recíproco, las imágenes que reconstruímos arlop- revivir su pasado. Queda por saber si lo que se reproduce es
t an' oc ernOClOnes
o
ese de ~
"Uf' recuerdo mismo, o una imagen deformada que lo sustituí-
"ro c>C'" '"'~,n. ~t .
..........'-

rransrorma anre riuestros


_ .. .f,.

en objetos aún existentes,


--.,1

do poco a poco. Si esos casos, en oonue


mientras que nación SIn si consideramos
genes, se con las emociones que les Ilos en donde, voluntaria () evocamos un.
ñado y se encuentran aa mismo recuerdo que ha bien conservado su integridad primitiva, es
provistas de su aspecto estados actuales. Así creemos decir en donde hemos extraído ya otras pruebas, nos parece
sírnultaneamente que pasado revive en el presente, y que inconcebible que se tome el de una percepción ()
abandonamos el presente para regresar pasado. 1\[0 obstan- un sentimiento por esa percepción o por ese sentimiento como
te, ni lo uno ni lo otro es verdadero: todo cuanto podemos tales. Noes que esos recuerdos, surgidos durante la vigilia, se
,
uecir °
es que 1os recuerdos,
1
tanto corno las otras enfrenten a nuestras percepciones actuales que jugarían, con
imitan a veces nuestros presentes, cuando nuestros respecto a ellos, el rol de reductores. Pues se podría concebir
sentimicntos vienen a su encuentro y se rncorpor'an, que nuestras sensaciones se atenúan y se debilitan bastante
como para que pasado, más se Im-
pongan en la mente y parezcan más reales que el
Pero esto no sucede. incluso, prueba que el debilita-
pasado puede ser miento nuestras sensaciones sea U,D:a condicrón
¿Sucede que los recuerdos imponen a la conciencia el senti- para reactivación de los Se que, en los
miento de su realidad como ciertas imágenes alucinatorias ancianos, memoria se despierta en la medida en que sus
que solemos confundir con sensaciones? Hemos abordado este sensaciones Pero basta, para explicar que evo-
problema a pronósito de de! S11e1"10 ni pTn se necesita
• ..>. Á _.>_. <A ".. horr
" !.
"-~- -' -, J .-'" ,-,-",-",""", Jt. (:.q .A. <C:.'.
can mas a que otros una cantidad mayor de
plantearlo en toda su extensión. Hay ~nfermedades o exalta~ recuerdos, con destacar que su interés se desplaza, que sus
clones de que se denomjnan qu.e retlexiones Sl:2;lJiCJl otro curso, sin que se debilite por lo Cl,)ITl8.S

42 43
en ellos el sentimiento de la realidad. Muy por el contrario, este cuadro permanezca de algún modo suspendido en el aire,
los recuerdos son tanto o más netos, precisos y completos, no es a decir verdad ni una percepción, ni un recuerdo, es una
con imágenes y colores, que nuestros sentidos son más acti- de esas imágenes del sueño que sin transportarnos al pasado
vos, que estamos más comprometidos en el mundo real, y que nos alejan, sin embargo, del mundo actual y de la realidad.
nuestra mente, estimulada por todas las excitaciones que le No se sabe lo que es sino cuando se le ha reubicado en su
vienen desde fuera, tiene más vigor, y dispone plenamente de entorno, es decir cuando se ha salido del campo estrecho que
todas sus energías. La facultad de acordarse está en relación delimitaba, que nos ha representado el conjunto del cual for-
estrecha con el conjunto de las facultades de la mente despier- ma parte, y que se ha determinado su lugar y su rol en este
ta: aquélla disminuye al mismo tiempo que éstas flaquean. No conjunto. Pero para pensar una serie, un conjunto, tratándo-
es entonces sorprendente que no confundiésemos nuestros se del pasado o del presente, una operación puramente sensi-
recuerdos con sensaciones reales, puesto que nosotros no los ble, que no implicaría ni comparación, ni ideas generales, ni
evocamos sino cuando somos capaces de reconocerles, y de representación de un tiempo con períodos definidos, jalonado
ponerles en oposición con estas últimas. con puntos de referencia, ni representación de una sociedad
Todo no se reduce, en el caso de la memoria, a una simple en donde tiene lugar nuestra vida, esto no bastaría. recuer-
lucha entre sensaciones e imágenes; pero toda la inteligencia do no es completo, no es real (en la medida en que puede
está allí y, si no interviniese, no se recordaría. Voltaire hubie- serlo) sino cuando la mente integralmente se vuelca hacia él.
se podido, en uno de sus Cantes, imaginar un rey caído, a Que esta representación implícita de una especie de plan <O
merced de sus enemigos, encerrado en un calabozo, al cual, esquema general en donde las imágenes que se suceden en
por una cruel fantasía, aquel que le ha reducido a la esclavi- nuestra men te tomarían lugar, sea una condición más necesa-
tud quisiera darle por algún tiempo la ilusión de que todavía ria todavía de la memoria que de la percepción, es lo que re-
es rey, y que todo cuanto ha sucedido desde que ya no lo es no sulta del hecho de que las sensaciones se de sí mis-
es más que un sueño. Será colocado, por ejemplo, durante su mas antes de haberlas adosado a nuestras percepciones
sueño, en habitación de su palacio en donde tenía el hábito anteriores, antes de haberlas iluminado con la luz de nuestra
de.descansar, y en donde reencontrará al despertar IQs objetos reflexión, mientras que muy a menudo la reflexión precede
y lós rostros acostumbrados. Se prevendría así todo conflicto evocación de los recuerdos." En circunstancias que un recuer..
posible entre las representaciones de la víspera y del recuerdo, do surge de pronto, se presenta primero en estado bruto, ais-
puesto que se confundirían. Sin embargo, ¿en qué condición lado, incompleto y es, sin duda, la ocasión para nosotros de
se logrará que no descubra de inmediato esta maquinación? reflexionar, de manera de conocerles mejor y, como se dice, a
Se requerirá que no se le permita el poder reconocerse, que «localizarles»; pero en tanto que esta reflexión no ha tenido
músicas, aromas, luces encandilen y confundan sus sentidos, lugar, nos podernos preguntar si, más que un recuerdo, no es
es decir que se necesitará mantenerlo en un estado tal que sea una de esas imágenes fugitivas que cruzan por mente sin
incapaz tanto de percibir exactamente lo que le rodea como dejar huellas.
de evocar exactamente el tiempo al cual se ha querido que él En el sueño, al contrario, haya veces un esbozo de sistema-
crea ser transportado. Desde momento en que la atención tización; pero los marcos lógicos temporales, espaciales, en
podrá fijarse, en que reflexionará, estará cada vez más aleja-
do de confundir esta ficción que se le pretende hacer tornar 23. Según M. Kaploun tPsychologic génárale tirée de l'étude du n?ve, 1919. p. 83,
por su estado presente con la realidad de su pasado tal como § 86) «un recuerdo no retorna de partida despegado del pasado, para ser reconocí-
se la representará su memoria No es en efecto en el espectácu-
o
do y localizado con posterioridad; el reconocimiento y la localización preceden su
imagen. Le vemos venir». En efecto, para reconocer y localizar, se requiere que se
lo que ve hoy en día, que ha visto, casi exactamente idéntico, posea, en estado latente, "el sistema general de su pasado». Un recuerdo no recono-
ayer, que encontraría un principio de distinción. En tanto que cido no es más que un conocimiento incompleto.

44 45
donde se desarrollan visiones del sueño son n1UY inestables.
estremecimiento que, con motivo de No u velle
Podemos apenas hablar de marcos: es más una atmósfera
Héloise, abrió la sociedad siglo XVIII a una comprensión
especial, de donde pueden brotar los pensamientos más quimé-
, j ' amplia de estuvo determinado en realidad y antes
ricos, pero a los cuales los recuentos no rogran acomouarse.
oue nada nor el novelesco de esa novela
Tal vez deberíamos estudiar aquí más específicamente •.
rrusma, y .que
'. "'. d~' .1' ~~
SIlOS lectores e Kousseau pucneron contempiai
,Ir ~ L - -

recuerdo de los sentimientos. El recuerdo de un pensamiento


sin animadversión, tristeza o tedio, con simpatía, enternecí-
o de una sensación, si se les separa de las emociones que han
miento y entusiasmo, cuadros de montañas, de bosques, de
podido adjuntarse, no se casi de un pensamiento o
lagos salvajes y solitarios, es porque su imaginación les col-
de una sensación nueva: el presente se tal manera al
de nersonaies que el autor del libro había creado, y que
,:;.h-
pasado que todo acontece como si el más -A

aquellos se habituaban a encontrar, como él mismo, relacio-


que U11a repetición )1 I10 tilia reaparición
nes entre material y los sentí-
No es igual para los sentimientos,
mientes o situaciones humanas.
cuales nos parece que nuestra personalidad, y un momento,
por otra las Confesiones son a evoca-
un estado de ésta se ha expresado de una manera única. e ini-
doras, '¿no es porque autor nos cuenta, siguiendo el orden
mitable. Para que se les recuerde, se necesita que renazcan en
de su sucesión, los grandes y pequeños hechos su vida, nos
persona, y no bajo los rasgos de algún sustituto. Si la memo-
nombra y nos los personas, y que, cuan-
ria sentimientos existe es porque 110 rnuer'en y
do precisa así que ser, basta con que nos mcnoue
nuestro pasado.
en -ténninos generales los sentimientos que tuvieron
sentimientos, así C01110 nuestros otros estados
tanda para para que sepamos que todo cuanto oermanecía

que forman palie


en un tragmento
otros pensaban
maestro y el niño se encuentran en juicio emítido por aímmo
la el se que el niño rJO es en esto que surge COlno "~",~.~r.új"
situarse a naturaleza de 10s sentimientos,
bién como de ellos. Esas diferencias mismas se ex-
buye sino sensaciones para que sentimiento ~ R..()usscau. siente
presan con a.
za se será menester que asociar
nevado más eme otros algunos vicios y algunas virtu-
que tiene ahora a sus ojos con el recuerdo de acoriteci-
des, ciertas y ciertas que 1lOS para cono-
mientes en los cuales ha estado y que éstos se re-
mirar en torno nuestro y en nosotros mismos, Cierta-
pero estos acontecimientos lo ponen en con
mente, nos cada vez más su punto de vista esta
hombres: no habla pues a nuestro corazón sino
sociedad y, a partir de ella, es sobre él mismo que somos
porgue ella está, para nuestra imaginación, íntegramente pe-
relanzados: pero C01TIO,
humanidad, POJe una curiosa autor que
zamos es por que
presentado en el de la natura-
hecho de los hombres en rnedio o lejos de los cuales ha
y enemigo de que ense-
que podemos hacernos una de lo que ha sido él rnisrno.
ñado a Jos hombres a llevar viera hacia un campo En cuanto a sus no existían ya más el}
más y si vibrado en el. contacto con
/,
es que en y eX1 torno a teJ seres
24. Mornet, Le sentirnent de la nature en Francc de ].-J.-,l~ousseau r1 Bernardin de
capaces sentir y que se podía' amar, Se 11::1 lilU'" ,., ,cc·_""y
Saint-Pierre, Parrs, 1907.

46
momento en que los describía: ¿cómo entonces conoceríamos fu.ndirse? En otras palabras, una fecha o un lugar adquieren
algo más que el cuadro que nos presenta, y dónde lo ha en ese momento para nosotros una significación que no po-
reconstituido sin tener bajo su mirada un modelo? dría tener para otros. Es por la reflexión, a condición
Se podría objetamos que no tenemos el derecho de reducir de aislarla de nuestros otros estados, que los pensaríamos de
la operación de la memoria a tal reconstrucción. Nos remiti- manera abstracta, y que se identificarían con lo que son para
rnos a los medios que nos permiten, partiendo del presente, nuestro grupo. Pero, precisamente, cuando evocamos así nues-
preparar el sitial que ocupará el pasado, orientar nuestra mente tros recuerdos, nos abstenemos de reflexionar acerca de ellos,
de manera general hacia tal período de ese pasado. Pero esos v también de plantearnos cada uno de ellos de manera aisla-
medios puestos en acción, cuando los recuerdos aparecen, tal da. Habría, en otros términos, una continuidad de recuerdos
vez no será ya más indispensable reunir unos y otros, median- que sería incompatible con la discontinuidad de los marcos
teun mental comparable a nuestros razonamientos. reflexión o del pensamiento discursivo.
Se supone que una vez que el flujo de recuerdos ha penetrado Se necesita, no obstante, elegir aquí entre dos concepcio-
en el canal que le hemos abierto, se interna y se de~ra¡na por nes. Si se. entiende, por: recordarse, no reconstruir el pasado,
su propio movimiento. La serie de recuerdos es continua. Se pero además, e incluso en forma exclusiva, revivido, es uno
dice con frecuencia que nos dejamos llevar a través de la co- por uno al contrario, y aisladamente, que los diversos aconte-
rriente de nuestros recuerdos, por el hilo de la memoria. En dmientos del pasado deberían aparecer de nuevo en nuestra
lugar utilizar en ese momento nuestras facultades intelec- conciencia. Aun cuando no se admitiría que hay de uno al otro
tuales, parece preferible que las dejáramos dormir, Toda re- una solución de continuidad, ¿cómo cuestionar, en efecto, que
flexión correría el riesgo de desviar nuestro pensamiento y cada uno de ellos ha ocupado en realidad un momento, uno
nuestra atención: vale más entonces estar pasivos, la solo, de duración? Si es conservado en memoria y si pue-
actitud de un simple espectador; y escuchar las respuestas que de reaparecer tal como es en sí mismo y por lo que es,
vienen solas al encuentro de preguntas que no tenemos ni si- no en razón y por el medio de sus relaciones con los otros, que
quiera el tiempo de plantear. ¿Qué habría de asombroso, por lo evocamos. Pero entonces, ¿qué diferencia habría entre uno
lo demás, si pasando así revista a toda una serie de actos y de de esos recuerdos, y tales imágenes que reaparecen en sueños,
acontecimientos que han llenado años, meses, días transcu- y que están manifiestamente desvinculados de la serie de aque-
rridos,en el hecho de encontrarnos con rasgos y caracteres llos que conserva la memoria'? Y, ¿por qué los recuerdos no
por los cuales superan el momento considerado, y nos invitan provocarían las mismas ilusiones que los sueños? Lo que hace
a reubicarlos en conjuntos más generales, a la vez más durables precisamente que sueño sea confundido con la realidad, es
e impersonales? ¿CÓIllO podría ser de otra manera puesto que las imágenes que lo componen, aunque pertenecientes al
que tomarnos conciencia, en cada momento, al mismo tiem- pasado, están desvinculadas; sin importar que se trate de
po que de aquello que sucede en el interior de nuestro yo, y imagen una persona conocida, de un lugar o de una parte
que no es conocido sino por nosotros, de todo cuanto nos inte- de un lugar en donde se ha permanecido alguna vez, de un
resa de la vida de los grupos o de las sociedades de los cuales sentimiento, de una actitud, de una palabra, esto termina linlpo~
formamos parte? ¿Constituye una razón para creer que no po·- niéndosenos, y creemos en su realidad, porque ella está sola,
dríamos abordar nuestro pasado sino por esa vía, y no estamos porque no se une en nada a nuestras representaciones es-o
. sorprendidos, al contrario, por el hecho de que a medida en que tado de vigilia, es decir a nuestras percepciones, y al cuadro
nuestros recuerdos son más precisos y numerosos, no sean ellos de conjunto de nuestro pasado. Es muy distinto tratándose de
los que reubicamos en un marco general y exterior; sino esos recuerdos. Éstos no se presentan de manera aislada. En cir-
rasgos y caracteres sociales que tornan lugar en la serie de cunstancias mismas que nuestra atención y nuestro interés se
nuestros estados internos, no para desprenderse, sino para con- concentran en uno de ellos, sentimos muy bien que otros es-

48 49
tán también alh, que se ordenan siguiendo grandes direc- tienen un alcance general, preguntémonos cómo nos repre-
ciones y los principales puntos de nuestra me- sentamos, después que se ha producido, un hecho que no in-
moria, exactamente como tal línea, tal figura se desprenden t~res~ sino a nosotros mismos, que quizás no ha dejado hue-
de un cuadro cuya composición general nos es conocida. llas SIno en nosotros, la muerte de una persona que nos es
Es posible, entonces, escoger además entre dos concepcio- querida. Entonces, si deseamos recordarnos la tristeza, el do-
nes, para explicar por qué, cómo se pasa de un recuerdo a lor, de una intensidad y de una atenuación determinada, sen-
otro. Si, cuando recordamos, revivimos los acontecimientos tida por nosotros, no podremos evocarla en forma aislada, sin
~aber efectuado un rodeo: no partiremos de aquello que hay
pasados, tendríamos que admitir que nos transportamos efec-
tivamente a la época en la cual tuvieron lugar, y comprende- de personal en el acontecimiento, de nuestra reacción afectiva,
ríamos pues que las mismas razones que determinado pero sí nosotros pensaremos primero en la secuencia de la
antes la sucesión de esos momentos, aparición de uno con- enfermedad, en los últimos momentos, en los funerales, en
secutivo a otro, pudieron ser invocadas para explicar la re- duelo, o en los yen los amigos moribun-
aparición, en el mismo orden, los mismos estados. Puesto do, o también en el lugar en donde habitaba, en ciudad a la
que no examinaríamos esos estados desde puesto que cual debimos ir para verle antes de su fin y, para evocar mejor
estaríamos en ellos, no tendríamos más que abandonar al aun a él mismo, pensaremos en su edad, en su profesión, en
bre juego espontaneidad interna que hace emerger unos los rasgos generales de su carácter y de su existencia; lo que
otros, y no supone, en efecto, mientras no se trate re- no por supuesto, que talo cual
flexiones o de razonamientos antiguos y que se reproduciría detalle más íntimo, por ejemplo que nos había platicado poco
una
1
aCUVla3D. raciona1yae
c· "" " ] genera1es. Pero antes acerca de esto o aquello, o más concreto e individual,
si no revivimos pasado, no nos en recons- ejemplo qlIe había sobre rnesa una carta suya inacabada,
se que es ya no tilla reproducción y que se reveía todavía su en orden o en el desor-
existencia, sino una Ahora bien, para den que allí reinaba, etc.: pero ese detalle no tomará su
que una reproducción acontecimientos v sucesi- valor sino cuando .nos representemos lugar y la y
vos lugar en un orden determinado, se nec;sita o~e pensemos en sus relaciones con el acontecimiento: por cuan-
tengamos siernpre en mente idea ese orden, en cir- to, en sí mismo, insignificante: ahora ' se sue-
ñan bastantes detalles insignificantes, pero no los recordamos.
cunstancias que vamos en búsqueda las representaciones
que se En, otras palabras, para que recordemos No nos damos cuenta de todo el trabajo mental oue
una seguidilla de acontecimientos, por ejemplo aquellos que el hecho traer presente un Se cree que basta
han ocupado para nosotros el primer mes guerra, se re- con que haga de una serie cronológica para que la apa-
quiere que nos preguntas como éstas: es- rición aquellos que lo han precedido ]0 llame al escenario
taba yo antes de la movilización en el momento en que conciencia. Hasta qué punto esto sería in SlÜJl CJle n t 'E': ,
mos el resultado de la batalla de Charleroi, cuando París estaba corno lo prueba lo que resulta del sueño. Soñamos en abun-
amenazado, etc. '? Y se necesita que nuestros recuerdos con- dancia; pues bien, [cuántas personas creen que no suefian
cuerden con esas fechas, que tienen una significación social, ¡ y cuántos nuestros sueños en
mismo modo que nuestros desplazamientos, nuestras damos sino de algunos sus imá-
estadías aquí y allá, próximas tales o cuales parientes, de genes del sueño obedecen quizás, cuando se asocian, a una
tales o cual amigos, o lejos de ellos, concordar con la lógica especial: en todo caso, éstas no son reu en el
distribución general lugares, como se la representa mismo tiempo y en mismo espacio que los objetos que per-
en nuestra sociedad. O bien, si se reprocha a este ejemplo de cibimos cuando estarnos despiertos, y no están adosadas
que conjunto de nuestras ideas, que determina a momento

50
nuestra concepción del mundo y de la sociedad. Sí no las Resumamos todo este análisis y los resultados a los cuales
situamos en el tiempo de la vigilra. no es menos cierto que éste nos ha conducido. Aquél descansa íntegramente sobre un
ocupan la duración, y que se suceden. Pero si las imágenes hecho, que opone a una teoría. Ese hecho es que somos inca-
se dispusieran en la memoria unas tras otras a medida en paces de revivir nuestro pasado durante el sueño," es que, si
que se producen, resultaría lo mismo que con las imágenes nuestros sueños ponen en evidencia imágenes que tienen toda
del sueño, y podríamos reencontrarlas dispuestas unas des- Jla apariencia de recuerdos, es en estado de fragmentos, de
pués de otras, solamente preguntándonos: ¿qué soñamos miembros despegados de los escenarios realmente vividos por
antes, o después? Pero es precisamente porque casi no hay nosotros, que se introducen: jamás un acontecimiento acom-
entre las imágenes del sueño un vínculo de sucesión cro- pañado de todas sus particularidades y sinmezcla de elemen-
nológica que, en la mayoría de las veces, las imágenes se nos tos extraños, jamás una escena completa de antaño reaparece
escapan. Pareciera, al contrario, que aquellas que recorda- a los ojos de la conciencia durante el sueño. Hemos examina-
mos nos esconden otras, y que sea menester separarnos de do los ejemplos que probarían lo contrario. Unos casos esta-
unas, olvidarlas, modificar la orientación de nuestros pensa- ban demasiado inexacta o incompletamente informados para
mientos, para reencontrar, por azar, otra serie de cuadros de que hayamos podido captar el sentido. En otros casos, está-
nuestra vida nocturna. Se requiere pues que, si no es lo mis- bamos autorizados a suponer que entre el acontecimiento y el
mo que con las imágenes de la vigilia, si nos acordamos de sueño la mente había reflexionado sobre los recuerdos, y, por
un número tan si no hay realmente en nuestra hecho de que se los había evocado una o varias veces, se los
vida una laguna que no podamos llenar, nos guiemos con res- había transformado en imágenes. Pues bien, ¿es la imagen, es
pecto a otros aspectos distintos la sucesión en el tiempo, el recuerdo que le había precedido y que le había brindado la
para pasar de un recuerdo a otro. ocasión, que reaparecía en el sueño? Uno parecía tan verosí-
¿CÓIUO recordaríamos de misma manera esas imáaenes mil como el otro. Se invocaba, en fin, recuerdos de primera
vistas en sueño, si podemos recorrer en el pensamiento todas infancia, olvidados durante la vigilia, y que atravesarían algu-
las partes del espacio en donde se han enmarcado los aconte- nos sueños: pero se trataba de representaciones seguramente
cimientos más recientes de nuestra experiencia, sin encon- demasiado vagas en el niño para que hayan podido dar lugar
trar en ninguno de ellos algún segmento de esas imágenes, ni a recuerdos verdaderos. Para lo demás, en todos esos casos, y
nada que parezca estar en relación con nuestro sueño? Al con- en todos los sueños imaginables, como la personalidad actual
trario, cuando evocamos una ciudad, sus barrios, sus calles, y no la de antaño está activamente mezclada al sueño, no se
sus casas, ¡qué cantidad de recuerdos emergen, muchos puede decir que el aspecto general de los acontecimientos y
los cuales nos parecían desaparecidos para siempre, y que nos de las personas reproducidas no se encuentre alterado.
ayudan a su vez a descubrir otros! Es así como ValTIOS hacia Aquí nos encontraríamos con la teoría de H. Bergson, quien,
nuestros recuerdos describiendo algún modo en torno a nos ha parecido, no admite que haya una incompatibilidad
ellos curvas concéntricas cada vez más aproximadas y~ lejos tan marcada entre el recuerdo y el sueño, que, bajo la deno-
de que la serie cronológica esté determinada eon antelación, minación de imágenes-recuerdos, designa nuestro pasado
es a menudo después de muchas idas y venidas entre tales mismo, conservado en el fondo de nuestra memoria, y
puntos de referencia en el curso de las cuales nos reencon- donde la mente, en circunstancias que ella no estaría ya críen-
t1'an10S con unas y otras, que ordenamos nuestros recuerdos
en el orden de sucesión en el cual todo indica que han debido 25. Lucrecio había observado ya este hecho. Durante el sueño dice: «I ... ]
producirse. mcrninisse jacet, languetque soporc». La memoria es a tal punto inerte y adormecida
que el soñador no recuerda, a veces. que una persona que se le aparece viva en
realidad ha muerto desde hace largo tiempo. De natura rerurn, IV, 746. Este frag-
*: ,,;'; '* mento nos ha sido señalado gentilmente por M. Pradincs.

52
hacia el presente, y que la actividad la vigilia se hubie- vemos por la primera vez, si nos brinda espectáculo de una
ra relajado, debería naturalmente re-descender. Esto es una creación incesantemente continua? Cuando H. Bergson aproxi-
consecuencia de tal manera necesaria en su concepción de la ma los dos términos: sueño v ensoñación, sabe muy bien que
memoria, que H. Bergson, al constatar que de hecho los re- . palabra «soñar» designa dos operaciones diferentes, pero
cuerdos-imágenes no reaparecen en los sueños, destaca no estima que el lenguaje tiene razón puesto que, según en los
obstante: «Cuando se duerme profundamente, se realizan sue- dos casos, la mente procede de igual manera, por cuanto re-
ños de naturaleza distinta, d~ lo cual no queda nada impor- cordar es soñar despierto, dado que soñar es acordarse du-
tante despertar Me inclino por creer --aunque por razones rante el sueño. Sin embargo, este acercamiento, por delibera-
sobre todo teóricas, y por consiguiente hipotéticas- que te- do que sea, no escapa a una confusión, Con que la mente se
nemos entonces una visión más extendida y más deta- observe cuando pasa de la vigilia sueño, del sueño al pensa-
llada nuestro pasado»;" Es que, en efecto, según yo miento de vigilia, basta para que éste se desarrolla
de los sueños, es la «totalidad de mi pasado»;" por otra en de marcos sin relación con aquellos pensa-
parte, no escasean los fragmentos de texto en donde el mismo miento nocturno, no obstante no cómo, una vez
autor, imaginando la primera de las dos memorias que él dis- despierto, se pueden recordar los sueños.
tingue, aquella que registraría bajo la forma de imágenes-re- Hemos mostrado que, en efecto, si queremos hablar con
cuerdos, todos los acontecimientos de nuestra vida cotidiana" entero rigor hay que decir que no recordamos, o más que
y a y su fecha,
sólo lo que se
aproxima pasado bajo de despertar. La operación la memoria supone,
acción hay erectívamente, una actividad a la vez constructiva y racronai
esta últírna es mcapaz de LC:¿UiL,<:U durante

del
y las }~ranae:s direcciones.
~r.~'_",~,+r_

sonal que sea, incluso aquellos


los únicos testigos, lHCllLISO ó:'J'H~:"U''''
y su coloración afectiva, samientos y de nociones quemuchos otros también
son las imágenes de la ensoñación o sueño». C(Dn personas, gI'11pOS,
« Un ser que soñase 51.1 existencia en lenguaje, con razonamientos e
duda así: mirada, en todo mo- material y ruara! de las SO'CleC(éH1es
mento, su historia pasada» 29 Cuando evocarnos un recuerdo,
Pero nor transición
y cuando precisamos localizándolo, es en resumen.
insensible recuerdo-imagen. ""-"-'H"Y es que sue- cuando lo completamos, se dice a veces que lo adosamos a
incluso se confundiría con recuer- que le o en es porque otros
que 110S estremece, pensamos, es (iU3:: contie-
'--'CM_'H'C"'-1
en relación con éste subsisten a nuestro aueueuor;
los caracteres de nuevo, que
jetos, en los seres pertenecientes
en nosotros luismos: de referencia
tiempo, nociones históricas,
26. !-1. Bergson, L'energie spirituelle, París, 7.:1 edición 1922 r p~ 1 lS.
27. iu«, p. 110. caSi datos de corriente y maneras ele ver familiares,
28. 11. Bergson. Ivlatiére el rnérnoire , París, 2.;:! edición 1900, pp. 78 Y ss. todo aquello que no era de partida sino el esquema vacío
29, Ibtd., p. "169_
de un acontecimiento ;r que estarnos é::n condiciones
54
determinar con una precisión creciente. Empero, puesto que CAPÍTULO [][
el recuerdo debe ser reconstruido así, no se puede decir; sino
mediante metáfora, que en el estado de vigilia lo revivimos: EL LENGUAJE Y LAl\¡1El\AORIA
no hay tampoco razón para admitir que todo cuanto hemos
vivido, visto y hecho, subsiste tal cual, y que nuestro presente
acarrea tras él todo nuestro pasado.
No es en la memoria, es en el sueño, que la mente se en-
cuentra lo más alejado de la sociedad, Si la psicología pura-
mente individual busca un ámbito en donde la conciencia se
encuentra aislada y abandonada a sí misma, es en la vida noc-
turna; es allí solamente donde ella tendrá más posibilidades
de encontrarlo. Pero, lejos entonces de haberse ampliado, des-
embarazado de las limitaciones de la vigilia, y de ganar en
extensión lo que pierde en coherencia y en precisión, la con- Señalábamos en el capítulo precedente que cuando el horn-
ciencia parece pues encontrarse singularmente reducida y bre sueña deja de estar en contacto con la sociedad de sus
encogida: despegadas casi enteramente del sistema de repre- semejantes. Sin ir tan lejos, podríamos preguntarnos: ¿duran··
sentaciones sociales, las imágenes no son más que materiales te sueño una parte de nuestras creencias y convenciones
en bruto, capaces de entrar en toda suerte de combinaciones, grupales en las que vive no se le imponen? No cabe la menor
y entre ellas no se establecen sino relaciones fundadas en el duda que debe existir un gran número de nociones comunes
azar, en realidad en el juego desordenado de las rnodificacio- tanto para el sueño como para la víspera. Si no existiese nin-
nes'corporales. Sin duda, ellas se despliegan según un orden guna comunicación entre esos dos mundos, si el espíritu no
cronológico: pero entre la fila de imágenes sucesivas del sue- tuviese los mismos instrumentos para comprender 10 que per:
ño, y serie de recuerdos, hay tantas diferencias como las cibe en uno u otro mundo, el sueño se reduciría, posiblemen-
hay entre una ruma de materiales en grueso, cuyas partes so- te, a un tipo de actividad consciente parecida a la de ciertos
brepuestas se deslizan una encima de otra, o permanecen en animales y tal vez a la de los niños pequeños, en tal caso, el
equilibrio sólo por accidente, y los muros de un edificio man- hombre durante el sueño no daría a los objetos, a las personas
tenidos por toda una armazón, y expandidos por lo demás o ya las situaciones, más o menos, los mismos nombres, no les
reforzados por aquéllos de los edificios vecinos. Es que sue- daría el mismo sentido que cuando los encuentra en víspe-
ño no descansa sino sobre sí mismo, mientras que nuestros ra, y no estaría tampoco en condiciones de narrarlos.
recuerdos se apoyan en aquellos de todos los otros, y en los Examinemos desde esa perspectiva el análisis detallado
grandes marcos de la memoria de la sociedad. de un sueño bastante complejo que se encuentra en una obra
Freud: 1 sólo tomaremos las partes que nos interesan y nos
detendremos en el momento en que las hipótesis del autor
nos parezcan un poco aventuradas, es decir" que se encuen-

1. Frcud, Die Traumdeutung, La edición 1900, p. 67. Aquí encontraremos ex-


puesto el sueño mencionado que se ciñe muy de cerca al texto de Freud y reprodu-
ce lo esencial de su análisis. Puede verse en el libro del Dr. eh" Blondel, El psicoaná-
lisis, París, Alean, 1924, pp. 160-192. Ese capítulo estaba escrito cuando ya lo
habíamos leído, y nos permitió, por lo menos, darle mayor precisión a un cierto
número de expresiones de los pasajes de Frcud que nosotros habíamos traducido.

56 57
es a partir de lugares transversales donde se juzgará a los hom- ÍNDICE
bres en nombre del valor de los individuos -aquí puede pen-
sarse que, Halbwachs, rememora el célebre lugar donde ha
luchado (la Liga de los derechos del hombre)-, será desde la
familia y del «mundo» que podrían inventarse la evaluación y
la unificación jerárquicas de las memorias de mañana.
En conclusión, Halbwachs cimentará el progreso en una
ontología vinculada al pensamiento colectivo; el progreso será
como Jano (el dios de los dos rostros): por un lado, incorpora
una memoria fiel a la tradición que es examinada por ella, y
por el otro, una razón vigilante tanto a los valores del mundo
presente como a las determinaciones de ese presente: ese es-
quema vale como respuesta a la oposición de Bergson entre
Prólogo ,. . 7
la memoria figurada y la memoria conceptual. * Ese esquema
no sólo tiene validez para la realidad psicológica sino tam-
CAPÍTULO l. El sueño y las imágenes·-recuerdos . 13
bién para la realidad social: resulta tan perdurable como el
trabajo reiterado de la razón. La actualización del progreso No podemos evocar durante el sueño escenas completas
es la última palabra de Los marcos: Halbwachs vincula con la o cuadros detallados de nuestra vida pasada . 13
memoria del siglo XIX tanto la memoria del progreso saint- Diferencia entre los marcos del pensamiento
simóniano como la del progreso de Auguste Comte o la de de la víspera y los del sueño " . 30
Durkheím: la memoria del progreso socialista; la memoria La memoria no hace revivir el pasado, pero lo reconstruye . 42
del progreso republicano contra los peligros que la amena-
zan.La memoria es casi el espíritu de un progreso, en ese CAPÍTULO n. El lenguaje y la memoria " . 57

libl;? que anticipa la catástrofe, un libro que pareceescrito Bajo qué formas 10s marcos del pensamiento social
paranuestra postrnodernidad... penetran en el sueño: el tiempo y el espacio . 57
El rol del lenguaje en el sueño " . 72
La afasia y la inteligencia. Las experiencias de Head
sobre las perturbaciones del pensamiento
convencional en los afásicos . 83

CAPÍTULO In. La reconstitución del pasado 105


La deformación de los recuerdos de infancia
en los adultos . 105
Los marcos del pensamiento y de la memoria en el niño
yen el hombre." ··..·..··· · ···· ··· . 115
Cómo los marcos de la memoria permiten reconstituir
los recuerdos . 122
La memoria en los ancianos y la nostalgia del pasado .. 127
;, Namer utiliza el término «rnérnoire en image» que traslado al español como
«memoria figurada» y «mérnoire en raison» que traduzco como "memoria concep-
tual». (N. del T.)

428 429
CAPÍTULO IV La localización de los recuerdos " . 139 Espacio de la actividad técnica y espacio
de las relaciones personales. Técnica y función . 309
El reconocimiento y la localización de los recuerdos.
El rol del razonamiento en la localización. 317
Conclusión , .
Los puntos de referencia colectivos . 139
Vivacidad y familiaridad de los recuerdos más recientes. Percepción y recuerdos colectivos. Los marcos sociales
Por qué los retenemos casi todos " ". 155 de la memoria . 317
La asociación de las ideas y la localización. Los recuerdos colectivos son simultáneamente nociones
Los diversos grupos colectivos son los soportes generales y representaciones de hechos y personas . 324
correspondientes a las memorias colectivas . 169 La memoria y la razón. Las tradiciones y las ideas . 336

CAPÍTULO V. La memoria colectiva de la familia . 175 Postfacio, por Gérard Namer .. 345
Los marcos de la vida colectiva y los recuerdos de familia ... 175
La familia y el grupo religioso. La familia y el grupo
campesino. Naturaleza específica de los sentimientos
de familia . 184
Las relaciones de parentesco y la historia de la familia.
Los nombres " . 193
La creación de nuevas familias, La familia
y los otros grupos . 200

CAPÍTULO VI. La memoria colectiva religiosa .. 211


La religión es la reproducción mítica de la historia
primitiva de los pueblos. Los vestigios de las antiguas
creencias subsisten en las nuevas religiones ' 211
En qué otro sentido la religión es una conmemoración
del pasado. La religión cristiana y la pasión de Cristo.
La sociedad cristiana primitiva. La Iglesia y el siglo.
Clero y laicos , , .. 222
La tradición dogmática de la Iglesia
y las corrientes místicas . 2.37

CAPÍTULO VII. Las clases sociales y sus tradiciones .. 261


El sistema de los valores nobiliarios y las tradiciones de
las familias nobles. Títulos y funciones. Nobleza
de sangre y nobleza de toga .. 261
Vida profesional y vida social. En qué parte del cuerpo
se transmiten las tradiciones de clase. Memoria
de las funciones y de las fortunas. La apreciación
social de la riqueza. Clase burguesa tradicional
y ricos progresivos ..

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