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ACTIVIDAD DE METACOGNICIÓN – ETAPA #2

EQUIPO 3

Diferencias y similitudes de ambos autores

 Bacon la experiencia, la razón y la fe; lo racional y la iluminación


 En Scoto, ciencia y fe; lo teorético, lo práctico y la demostración.

Roger Bacon: vida y obras

Roger Bacon, nació cerca de Ilechester, en Dorsetshire, entre el 1210 y 1214.


Estudió en Oxford; luego en París donde permaneció desde 1244 hasta 1250
o 52.

Bacon: la experiencia

Basándose en este fundamento, Bacon podía hacer poco caso o ninguno del
valor de la autoridad para el conocimiento, al lado de la razón y de la
experiencia entre los caminos por los cuales se puede alcanzar el
conocimiento, sostiene que, en realidad, la autoridad no nos hace conocer
nada, sino se da la razón de ello, que ella, por su parte, no nos da la
inteligencia, sino la credulidad, y es también una de la más comunes fuentes
de error, la demostración racional, aunque concluya y nos haga resolver las
cuestiones, no nos da la certeza ni elimina la duda, ya que el alma no
descansa en la intuición de la verdad si no la encuentra ´por el camino de la
experiencia.

La experiencia no es solamente el fundamento de la investigación natural,


sino también del conocimiento sobrenatural. La experiencia es doble: externa
e interna. La experiencia externa nos es dada de los sentidos; la experiencia
interna nos es dada a través de la iluminación divina.

Bacon une aquí a su experimentalismo el principio básico de la tradición


agustiniana: la teoría de la iluminación.
De la experiencia externa proceden las verdades naturales; de la experiencia
interna, las verdades sobrenaturales; unas y otras encaminan al hombre a su
fin último, la felicidad.

La experiencia es, pues, para Bacon, un conocimiento inmediato, por el cual


el hombre es puesto cara a cara con la realidad. Esto vale también para la
experiencia interna, la cual es más bien el modelo de qué sirve Bacon para
interpretar la misma experiencia sensible. La iluminación, en efecto, es la
típica formulación del conocimiento inmediato. Bacon distingue en la
experiencia interna una triple iluminación: la iluminación o revelación
general, común a todos los hombres; la iluminación primitiva o tradicional; la
iluminación especial.

La iluminación primitiva concierne también a las verdades de orden natural


en cuanto fueron reveladas primitivamente por Dios. La iluminación en el
sentido de la escuela agustiniana, como condición del conocimiento humano,
y consiste en el concurso divino a tal conocimiento, independientemente de
la providencia universal y del concurso especial de la gracia. La iluminación
común es el fundamento de la filosofía. “Este camino es la sabiduría de la
filosofía, la única sabiduría que está al alcance del hombre y que presupone
una iluminación divina común a todos, ya que Dios es el entendimiento que
actúa en todo conocimiento de nuestra alma”.

El primero es el de las iluminaciones puramente científicas. El segundo


consiste en las virtudes. El tercero en los siete dones del Espíritu Santo. El
cuarto en las bienaventuranzas de que nos habla el Evangelio. El quinto en
los sentidos espirituales. El sexto en los frutos, entre los cuales está la paz de
Dios, que supera todo sentido. El séptimo consiste en el arrobamiento y en
sus modalidades, porque cada uno cae en éxtasis a su manera y ve cosas que
al hombre no le es permitido expresar. Bacon lo ha vuelto a llevar al
agustinismo y lo ha interpretado a la luz de la doctrina de iluminación divina.
Pero con ello ha confirmado su carácter místico y religioso, porque le ha
reconocido un fundamento trascendente, la revelación directa de Dios, no es
posible dejar de reconocer en esta extraña figura de fraile franciscano,
alquimista y místico, experimentador y teólogo, el carácter de un precursor
de la ciencia moderna.

Juan Duns Escoto: Ciencia y fe

Aquí el contraste es evidente entre la verdad racional de la metafísica, que es


propia de la razón humana y, por tanto, válida para todos los hombres, y la
verdad de la fe, a la cual la razón puede solamente someterse y que tiene
una certeza solidísima solamente para los católicos

“La fe no es un hábito especulativo, ni el creer es un acto especulativo, ni la


visión que sigue al creer es una visión especulativa, sino práctica”.

Todo lo que traspasa los límites de la razón humana no es ya ciencia, sino


acción o conocimiento práctico, según Duns Escoto: concierne al fin al que el
hombre debe tender o a los medios para conseguirlo o las normas que en
vista del mismo, se siguen, no a la ciencia.

Y ¿por qué no puede saberlo por la razón natural? Porque no hay conexión
necesaria entre el fin sobre natural del hombre y la naturaleza humana,
como nos consta que es en esta vida. Evidentemente, se trata de un fin que
Dios ha querido libremente asignar al hombre, y por esto no puede ser
demostrado como propio de tal naturaleza, en cuanto a que la demostración
supondría la necesidad del mismo.

Lo teorético es el dominio de la necesidad, por tanto, de la demostración


racional y de la ciencia. Lo práctico es el dominio de la libertad, por
consiguiente, de la imposibilidad de cualquier demostración y de la fe. La
metafísica es la ciencia teorética por excelencia, la teología es por la
excelencia la ciencia práctica. El objeto de la teología, de hecho, no es
ahuyentar la ignorancia, sino persuadir al hombre a obrar para su propia
salvación. Su fin es, en otras palabras, no teorético, sino educativo. Repite
frecuentemente sus enseñanzas para que el hombre sea inducido más
eficazmente a ponerlas en práctica. Si por conocimiento práctico, porque
condicional y termina la voluntad y la recta acción del nombre.
Por su carácter práctico, la teología no puede llamarse ciencia en sentido
propio: sus principios no dependen, en efecto de la evidencia de su objeto.
Pero si se quiere considerarla como ciencia, es menester hacerle un sitio
especial, ya que no está subordinada ninguna ciencia y ninguna otra ciencia
subordinada a ella, porque ninguna proposición teológica es demostrable
mediante los principios del ser en cuanto tal (que es el objeto de la
metafísica), o mediante alguna razón tomada de la naturaleza del ser en
cuanto tal.

Lo que no es demostrable no es necesario, sino contingente, y por esto


arbitrario o práctico. Puesto que el único dominio de lo contingente es la
acción, lo que no es necesario es término o producto de la acción humana o
divina, o bien regla de acción esto es, fe, y por tanto, es indemostrable en sí y
absolutamente. No hay en él ninguna renuncia al conocimiento, más aún, su
ideal cognoscitivo queda ante él sólidamente establecido, una vez admitida la
doctrina de que lo que no es demostrable racionalmente es un puro objeto
de fe, esto es regla práctica sin fundamento necesario, la investigación
escolástica que desde hacía siglos renovaba su intento de reducir a un todo
compacto de doctrina lógica las verdades de la fe, debía aparecer quimérica.

Es ideal aristotélico de la ciencia demostrativa lleva aquí a rechazar


definitivamente fuera del ámbito de la investigación filosófica fundamentos
básicos de la religión católica. La escolástica se encamina a vaciar de todo
contenido su problema central
Reflexión personal

La actividad es muy interesante ya que en esta se observa que


Bacon tenía pensamiento distinto que Scoto, ya que Bacon
explicaba otros conceptos diferentes a los de Scoto, Bacon explica:
la experiencia, la razón, y la fe; lo racional y la iluminación. Scoto
hablaba sobre, ciencia y fe, lo teorético, lo práctico y la
demostración.

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