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Cumple diez años Eterna Cadencia.


Una librería transformada en centro de cultura y
ebullición
Ubicada en Palermo, fue fundada por Pablo Braun, que a partir
de ella creó una editorial y un festival literario.

No es sencillo abrir una librería. Ni una editorial. Ni armar (todos los años) un

festival de literatura. Mucho menos sencillo es que un proyecto con esos

objetivos y esas dimensiones pueda sostenerse en el tiempo. Y sin embargo,

Pablo Braun lo consiguió. Desde una vieja casona de Palermo, Eterna Cadencia

logró convertirse en una especie de madre nodriza de proyectos relacionados

con el libro y la difusión de la lectura. Ayer la librería cumplió diez años y lo

festejó del único modo que puede festejarse: con escritores que, en el lugar de

libreros, recomendaran libros. Allí estaban, en Honduras 5582, Miguel

Vitagliano, Claudia Piñeiro, Jorge Consiglio y Julián López. Después llegaron

más invitados: Gabriela Adamo, Jorge Lafforgue, Virginia Cosin, Rep, Gabriela
Cabezón Cámara y Yaki Setton, entre otros. La torta, decorada con el logo de la

librería y ejemplares de libros en miniatura, parecía obra de Buddy Valastro, el

pastelero del programa Cake Boss. Y el encargado de cortar la torta, desde


luego, fue Pablo Braun.

Hace poco más de diez años, Braun (Buenos Aires, 1976) ni siquiera se

imaginaba que pudiera suceder esto. Acababa de separarse, estaba deprimido,

sumergido en el desasosiego, como dice, y sólo quería refugiarse en la lectura

pero la cantidad de libros disponibles lo abrumaba. “Desasosiego”, repite Braun.

Esa es la palabra que se le cruzaba por la cabeza. Aunque le gustara, no pensaba


en el poeta portugués Fernando Pessoa. Pensaba en abrir una librería donde
pudiera vender esos libros que le habían gustado pero que eran difíciles de

conseguir, un lugar que pudiera convertirse en un espacio de encuentro y de

intercambio, algo así como un centro cultural donde sucedieran cosas. La

lectura, para Braun, se representaba con la palabra “cadencia” y esa “eterna

cadencia” que se le impuso un día, de repente, representaba para él la eterna


búsqueda de la sabiduría y de la felicidad.

“Empezaron a suceder cosas demasiado pronto”, cuenta Braun. Al ver unas

cajas de libros que llegaban a la librería tuvo el impulso de fundar una editorial

y, para que la inquietud no lo agarrara desprevenido, se anotó en un curso de

edición que dictaba Leonora Djament, en ese momento al frente de Norma. Le

contó de su proyecto y la convenció. De esa manera, y con el apoyo de Braun,

Djament pudo construir un catálogo de una solidez envidiable, donde conviven

desde clásicos como Walter Benjamin o Theodor Adorno hasta ensayistas como

Josefina Ludmer y Daniel Link, escritores argentinos como Ricardo Piglia,

Martín Kohan o Gabriela Cabezón Cámara, consagrados extranjeros como

Margo Glantz, Alejandro Zambra o Mario Bellatin y jóvenes nombres de la

escena latinoamericana actual como Lina Meruane y Maximiliano Barrientos.

“Intentamos editar los libros que nosotros creemos que ponen en circulación

una voz o un pensamiento interesante”, dice Braun. Desde 2008, esa circulación

de voces se puso de manifiesto en el Festival Filba, que ahora dirige junto a

Gabriela Adamo, y con el que apunta a profundizar el trabajo social en la


difusión de la lectura.

Puesto a recomendar un libro este día de festejo, Pablo Braun

recomendaría Lumbre, de Hernán Ronsino. Fue el primer autor argentino que

Braun le mencionó a Djament. Le había encantado La descomposición. “Y me

acuerdo el día que Leonora bajó la escalera de la librería/editorial y, toda

contenta, me dijo que había llegado un autor con un libro bajo el brazo para ver
si queríamos leerlo. Ese autor era Ronsino”.
https://www.tiempoar.com.ar/nota/una-editorial-independiente-cumple-diez-anos-en-medio-de-la-crisis

Eterna Cadencia: la editorial independiente


cumple diez años en medio de la crisis
Leonora Djament, su directora editorial, habla sobre la forma en que
evolucionó el proyecto, los problemas del sector y el desafío de
construir un catálogo que no esté atado a modas pasajeras ni a
cálculos coyunturales.
Por Mónica López Ocón
3 de Octubre de 2018
En 2008 nacía la editorial Eterna Cadencia. Poco antes había nacido la librería
del mismo nombre ubicada en el barrio de Palermo, que fue y continúa siendo
una muestra representativa de la tradición librera de la Argentina. En el
mismo año, a instancia de su dueño, Pablo Braun, se organizó el primer
Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) que abrirá su
nueva edición la semana que viene.

Desde ese momento hasta hoy estos proyectos se han afianzado y han crecido
de una forma que no es demasiado común en un país en que la creatividad
suele ser derrotada por la situación económica.

Como editorial, Eterna Cadencia ha logrado construir un catálogo que


sorprende tanto por la calidad como por la cantidad de los autores y títulos que
lo integran. Leonora Djament, directora editorial, es en gran parte artífice de
este éxito.

-¿Cómo vivís el hecho de que Eterna Cadencia cumpla diez años de vida
en medio de un contexto generalizado de crisis que lesiona seriamente a la
industria editorial?

-Con muchas sensaciones encontradas. Por un lado, es una alegría enorme,


porque cuando en 2007 empezamos a imaginar la editorial con Pablo Braun
pensar a diez años era como pensar en un siglo, pero esos diez años pasaron
rapidísimo. Eso me da orgullo y felicidad por lo que hemos construido. Por
otro lado, hay un mix de emociones porque estamos cumpliendo diez años en
un momento muy difícil que no se reduce sólo a este año. Hay un contexto
recesivo, la crisis económica hace que el consumo baje mes a mes de manera
sostenida desde hace dos años y medio, hay nuevos pobres y el Estado no
tiene ningún interés no sólo en estimular la lectura sino en el sector editorial
en general. De todos modos, cuando surgió la editorial en agosto de 2008,
estábamos en el comienzo de la crisis económica y financiera internacional.
Nacimos en una crisis mundial y cumplimos años al calor de una gran crisis
local.

-¿Cómo hace una editorial como Eterna Cadencia que creció tanto en una
década para sortear la sombra de los dos enormes grupos editoriales?

-Hemos crecido mucho y si nos comparamos con las editoriales


independientes más chicas, somos una editorial un poco más grande, una
editorial mediana. Pero si nos comparamos con los dos grandes grupos
editoriales, somos una editorial minúscula. Creo que lo que hemos hecho
desde el comienzo como editorial independiente –esa denominación tan
incómoda- es pensar el libro de una manera diferente de los grandes grupos.
Digo esto sin establecer oposiciones maniqueas como “los dos grandes grupos
son los malos y nosotros somos los que hacemos los libros interesantes”. Ese
tipo de oposición no me interesa y los grandes grupos también publican libros
maravillosos. Sí creo que en las editoriales independientes hay una
concepción distinta respecto del libro.

-¿Cuál esa concepción?

-Es un libro que no satisface necesariamente una demanda, que no sale de


focus groups o de modas coyunturales. Con mucho esfuerzo económico, es un
libro que va a estar mucho tiempo en las estanterías de las librerías porque lo
que hacemos es construir catálogos, no editar libros que a los seis meses
quedan saldados. Además, trabajamos con los autores a largo plazo pensando
en todos sus libros y tratando de que sean traducidos a muchos idiomas. Nos
interesa que nuestros libros lleguen al resto de América Latina y España.

-¿De qué forma llegan a otros países?

-A veces a través de exportaciones, pero también de alianzas que hacemos con


otras editoriales independientes amigas o de traducciones que hacemos de
manera compartida con editores de otros países.

-¿Cómo está constituido el catálogo de Eterna Cadencia? ¿De qué modo


lo estructuraron?

-Pensamos en cuatro colecciones. Una es la colección de crónica dirigida por


María Moreno; otra, la colección de música dirigida por Diego Fisherman.
Las otras dos son las columnas vertebrales que son ficción y ensayo. Dentro
de la ficción está la traducida, la escrita en lengua castellana, los clásicos
como Flaubert, los grandes escritores del siglo XX como Rulfo, Roa Bastos o
Felisberto Hernández y la nueva narrativa argentina y latinoamericana con
autores como Gabriela Cabezón Cámara, Hernán Ronsino, Lina Meruane,
Julián López, Liliana Colanzi, Federico Falco. En ensayo hay un rescate de
libros que quedaron fuera de circulación, nuevas traducciones y libros actuales
sobre filosofía, teoría y crítica literaria. Hay también una línea que intenta
interrogarse sobre cuestiones de géneros. Ya hace unos años sacamos el libro
de Sylvia Molloy, Poses de fin de siglo, donde interroga el concepto de género
como pose, como valor a construir, como algo que se performa. También
hemos publicado a Judith Butler.

-¿Qué tipo de lector es el que lee los libros de Eterna Cadencia?

-Es una pregunta difícil de responder. Tenemos algunas intuiciones pero no lo


conocemos al dedillo y me encanta que sea así porque si lo conociéramos a la
perfección posiblemente entraríamos dentro de una lógica del cálculo. No
publicamos para satisfacer los intereses de un lector determinado. Creo que lo
que una editorial tiene que hacer es publicar cada tanto algo inesperado tanto
para los lectores como para la editorial misma porque es la forma de no
volverse redundante. Más allá de eso, imagino al lector o lectora de Eterna
Cadencia como alguien curioso, inquieto, exigente y que acepta la literatura
que tiene cierta complejidad y a veces demanda tiempo. Lo que te voy a decir
es un deseo: me gustaría que nuestros libros, tanto de ficción como de ensayo,
les sirvan a los lectores no sólo para ser más felices, sino también para pensar,
para que se les revele algo del mundo, que les ayude a construir alguno de
esos momentos epifánicos en que uno levanta la cabeza del libro y dice “ah,
claro, así funciona el mundo”.

-¿Qué relación hay entre la librería Eterna Cadencia y la editorial?

-La librería se fundó dos años y medio antes que la editorial. Entre las dos, al
ser hermanas, hay vasos comunicantes. Es una gran ventaja tener la librería
aquí y poder observar los lectores que vienen aunque no compren nuestros
libros, y tener una exposición destacada.

-¿Tienen alguna estrategia particular para sobrevivir en estos tiempos de


crisis?

-La realidad de hoy es tan vertiginosa y cambiante que no hay estrategia que
valga. En medio de la Feria del Libro, por ejemplo, tuvimos una devaluación
importante. Eso fue en abril y hoy la situación es otra. Es muy difícil prever
en estas circunstancias. Para tener una estrategia es necesario pensar en un
mediano plazo y eso no es posible en este momento. Las reglas de juego
cambian permanentemente. Ni hablar de las retenciones a la exportación de
libros. Obviamente estamos muchos más cautos con las tiradas tanto de los
libros nuevos como de las reimpresiones, pero no hemos cambiado el plan
editorial.
-El trabajo del editor es generalmente desconocido para quienes no están
en el ámbito del libro.

-Sí. Hay familiares que preguntan ¿y vos que hacés?, ¿imprimís libros? Hay
una definición que es casi un lugar común que es que el editor es alguien que
interviene con un catálogo en una sociedad determinada. A partir de esa idea
rectora, el editor elige qué libros va a publicar en función de la forma en que
quiere intervenir en un momento determinado en esa sociedad. La elección la
hace también en función del catálogo que es el espacio en que los libros
dialogan entre sí.

-¿Y cómo se forma un editor?

-Ahora hay muchas posibilidades de formación. Yo no hice la carrera de


Edición de la UBA porque no existía cuando comencé a estudiar o quizá era
una tecnicatura. Soy licenciada en Letras. En las últimas décadas del siglo
pasado nos formamos gracias a la generosidad de los colegas que nos iban
enseñando en el día a día. Hoy hay disponibles una serie de herramientas que
permiten tener sistematizados varios saberes y eso es muy bueno a la hora de
comenzar a trabajar como editor. Los egresados de la carrera de Edición son
gente con un saber envidiable y con una reflexión muy interesante sobre el
libro y la lectura.

-¿Cuál es el balance que hace Eterna Cadencia luego de diez años de vida
y cuáles son los desafíos futuros?

-La verdad es que no nos hemos sentado a hacer un balance pormenorizado.


Pero, como decía, tanto Pablo como yo tenemos una enorme alegría. Armar
un proyecto editorial desde cero no es algo que sucede todos los días. He
trabajado en grandes editoriales, es decir que me he sumado varias veces a
proyectos que ya existían. En lo personal asistir al nacimiento de una editorial
es una experiencia única. Con Pablo hemos ido armando proyectos y
reajustándolos a la realidad. Recuerdo que cuando comenzamos dijimos que
no queríamos hacer un manifiesto porque una editorial es algo que se va
construyendo con los lectores, los autores, las librerías, el mercado. En todo
este tiempo hemos hecho muchos amigos lectores, periodistas, distribuidores,
editores de otros países y eso fue modulando el camino que hemos hecho.
Estamos muy orgullosos de cada uno de los libros que hemos publicado. En
cuanto al futuro, es difícil imaginarlo en un contexto en el que no sabemos
qué pasará de aquí a diciembre, pero nuestro deseo es seguir consolidando la
editorial, mantener nuestros autores e incorporar otros nuevos, afianzar
nuestra presencia en la Argentina y en otros países en los que ya estamos. Para
todo eso hace falta cierta calma en lo económico y lo financiero, por lo que
lograr esa calma también está dentro de nuestros deseos.
Eterna Cadencia nace como librería en el año 2015. Instalada en una casona de Palermo,
que cuenta con distintos espacios interiores repletos de libros y un espacio exterior
donde funciona un restó-bar para poder tomar algo mientras se realiza la visita.

Hacia 2008 nació el proyecto que da vida a la editorial. La directora editorial cuenta que
no quisieron realizar un manifiesto ya que con Pablo Braun, director general, creen que
la construcción se da junto a lectores, autores, librerías y mercado.

En el año 2009 nació la Fundación Filba, con Pablo Braun como presidente, una
organización sin fines de lucro dedicada a promover la literatura a través de festivales
internacionales, nacionales, para niños y escuelas. Sobre el Festival Internacional, hasta
ahora realizado en Buenos Aires, Santiago de Chile y Montevideo, dice Pablo Braun “En
el Festival Internacional reunimos a lectores ambiciosos e intentamos provocar
discusiones e intercambios que influyan concretamente en el campo literario regional.”

Si bien la fundación es la más dedicada a impulsar la lectura y la literatura, desde la


página de la editorial se puede encontrar mucho más. Por ejemplo el acceso al blog,
donde distintos escritores realizan escritos de tono editorial o ensayístico.

En la página web también encontramos variadas ofertas de talleres de lectura, prensa,


escritura para chicos, adolescentes y adultos, preparación de cuentos, entre otros, todos
esto se realiza en las instalaciones de la librería porteña.

Consultada acerca del público en el que piensan a la hora de publicar, Leonora Djament
comenta su deseo: que los libros “les sirvan a los lectores no sólo para ser más felices,
sino también para pensar, para que se les revele algo del mundo, que les ayude a
construir alguno de esos momentos epifánicos en que uno levanta la cabeza del libro y
dice ‘ah, claro, así funciona el mundo’.”

En su catálogo hay autores como Walter Benjamin o Theodor Adorno hasta ensayistas
como Josefina Ludmer y Daniel Link, escritores argentinos como Ricardo Piglia, Martín
Kohan o Gabriela Cabezón Cámara, consagrados extranjeros como Margo Glantz,
Alejandro Zambra o Mario Bellatin y jóvenes nombres de la escena latinoamericana
actual como Lina Meruane y Maximiliano Barrientos. En palabras del director general:
“Intentamos editar los libros que nosotros creemos que ponen en circulación una voz o
un pensamiento interesante”

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