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De antemano, los niños pobres son considerados

delincuentes en potencia”
Impulsor de políticas económicas con rostro humano, Bernardo Kliksberg es uno de los
principales estudiosos del fenómeno de la pobreza en el continente. Desde una visión
integradora e inclusiva, aquí explica la necesidad de enfocar la seguridad ciudadana con
respuestas que no se limiten a la mano dura, sino que comprendan sus causas estructurales
y complejas.

NSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGIA INDUSTRIAL “RODOLFO


LOERO ARISMENDI”

La Delincuencia Juvenil

INTEGRANTES:

Anónimo

Ciudad Bolívar, febrero de 1997

Venezuela

ÍNDICE

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

La delincuencia se conoce como el fenómeno de delinquir o cometer actos fuera de los


estatutos impuestos por la sociedad, pero es poco lo que sobre las verdaderas causas por las
que un joven puede introducirse en este mundo.

Son diversas las causas; pueden ser orgánicos, fisiológicas, patológicas, influencias
externas como el medio en el que se desarrollan los primeros años de su vida, la carencia de
afecto y atención por parte de los padres o simplemente mala orientación.

A cerca de este tópico trata el presente trabajo de desarrollarlo de manera clara y extensa
para el mejor entendimiento del mismo, así como destacar los factores y causas que
contribuyen a la Delincuencia Juvenil.
JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA

A diario podemos observar como adolescentes, y hasta niños de muy poca edad delinquen,
dando alardes de violencia, aparentemente gratuita e injustificada, hacia los demás.

Particularmente, nos interesa saber a cerca de; las razones que conducen a estos jóvenes a
actuar de tal manera, hay quienes piensan que los jóvenes se revelan como una forma de
llamar la atención o sentirse importante ante la sociedad; pero la realidad, es que existen
muchos factores de peso que conllevan a la juventud a cometer actos bandalicos y esto es lo
que se va a demostrar.

La delincuencia juvenil es un problema más inquietante cada día.

Las estadísticas indican cifras en progresión constante, sin contar que muchos casos de
delincuencia juvenil no figuran e las estadísticas.

La edad de los jóvenes delincuentes tienden a descender. Cada vez más, el índice
porcentual (20%) se incrementa hacia las adolescentes.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La delincuencia juvenil abunda en todas partes, sin distinción de núcleos sociales, ciudad o
país, por ello nuestra investigación estará orientada a definir las causas o fuentes que
influyen o conllevan a un joven a convertirse en delincuente.

OBJETIVOS

Generales:

 Investigar las causas de la delincuencia juvenil.

Específicos:

 Ubicar los factores que influyen en dicho comportamiento.

 Comprobar que existen trastornos psiquiátricos y psicológicos que intervienen en la


actitud violenta de los jóvenes.

 Observar como la delincuencia juvenil está integrada principalmente por


marginados sociales.

 Indicar la influencia de los medios de comunicación en los jóvenes delincuentes.

MARCO TEÓRICO
Antecedentes

El Dr. Juan Martín Echeverría en su charla “La Criminalidad en Venezuela” (Fedecamaras


1.976), da cifras que van desde 7% al 8% de nacimientos en zonas marginales del País, esto
indudablemente va a repercutir en la salud fundamental y sociedad de estos menores, a esto
se suma el hecho de que en Venezuela, en los últimos treinta años, el proceso de
desintegración familiar es cada día mayor, agregándose hechos como el abandono,
orfandad, alcoholismo y drogas en general lo que está ocasionando una mutación anormal
en la conducta del joven marginal venezolano.

En estos adolescentes pueden verse reacciones transitorias y de larga duración, las cuales
son expresiones de conflictos y de la relación de éstos con el medio familiar y social
trayendo como consecuencia: conducta antisocial y delictiva.

Pero no solo la marginalidad genera delincuencia, también los medios más afortunados dan
una fuerte proporción de delincuentes juveniles. Esto es debido a ciertos dramas familiares;
y a que los niños de mucho más dinero y comodidad de todas clases de lo que es necesario,
ya que esta sociedad hace nacer nuevas necesidades que pueden ser satisfechas de momento
más que por actos reprensibles.

Por otra parte el culto o la violencia deja de convertirse en un fin en sí mismo que
identifique y confiera personalidad al grupo para convertirse en un medio por el que
obtener dinero fácil, o satisfacer impulsos instintivos cuya ejecución no es racionalizada.

BASES TEÓRICAS

 DELINCUENCIA: Se conoce como el fenómeno de delinquir.

 DELINCUENTE: Aquel que comete actos tipificados como delitos.

 ADOLESCENTE: Todo joven de ambos sexos que se halle entre 10 y 20 años.

 TRASTORNO: Desorden del sistema, puede ser mental, psicológico. Patológico,


etc.

 MARGINADO: Apartado de todo lo que lo rodeo.

 MARGINARSE: Significa “Apartarse de algo” “Salirse de lugar”.

 MARGINADO SOCIAL: Es aquel que rompe las normas establecidas por la


sociedad.

 PRECARIO: Algo o alguno de poca posibilidad, así como de poca estabilidad,


inseguro.

METODOLOGÍA
Técnica de recolección de datos

 Documentación: Textos ya existentes sobre el tema.

 Observación: Directa de los jóvenes escogidos.

 Entrevistas: A los afectados por la problemática.

Recursos

 Libros

 Guías Prácticas

 Enciclopedias.

 Manuales.

 Entrevistas.

HIPÓTESIS

 La desintegración familiar influye directamente en el comportamiento del


delincuente juvenil.

 La causa esencial de la delincuencia juvenil radica en los errores de la educación.

 La marginalidad contribuye a la formación del delincuente juvenil.

 Factores como el cine y la mala lectura, ejercen una mala influencia en el


delincuente juvenil.

DELINCUENCIA JUVENIL

Las actividades ilegales que desarrollan jóvenes, cuya conducta no discurre por unas causas
sociales aceptadas ni sigue las mismas pautas de integración que la mayoría, no surgen
repetidamente, sino que forman parte de un proceso gradual de socialización desviada que
poco a poco se va agravando. Este proceso se manifiesta más agudamente en la
adolescencia, cuando el joven está más capacitado para realizar acciones por cuenta propia.

Entre adolescentes no podemos considerar la existencia de un solo tipo de delincuente, ya


que se observan entre ellos diferentes modos de comportamiento y actos de distinta
gravedad. En algunos jóvenes, la delincuencia es algo transitoria, utilizado para llamar la
atención a falta de autodomínio, mientras que para otros se convierte en norma de vida.
Cuanto más joven sea el delincuente, más probabilidades, habrá de que reincida, y los
reincidentes, a su vez son quienes tienen más probabilidades de convertirse en delincuentes
adultos.

Es importante el aumento experimentado por la delincuencia juvenil en los últimos años.

Unas de las razones por las que la delincuencia alcanza su máxima frecuencia entre la
adolescencia media y la final es que, en esta época, muchos jóvenes son capaces de
aprender a adaptarse por sí mismos, sin el auxilio de padres o tutores.

Aunque la delincuencia continúa ligada a la miseria, su practica se ha extendido


últimamente a los grupos socioeconómicos medios y altos. Entre las nuevas delincuencia
juvenil, estudiadas actualmente en diversas zonas del País, cabe distinguir los casos que son
producto de la aparición de nuevas oportunidades de delincuencia, no difieren en lo
esencial de las formas tradicionales.

La identificación de las tendencias de la delincuencia juvenil depende en primer término


del examen de las estadísticas.

Los cambios en concepto de delincuencia contribuyen, tal vez, en el factor que más
influyen en las estadísticas de prevalencia.

Se considera que la delincuencia comienza a los 8, 13, 14 ó 15 años de edad,


respectivamente. Cuando se fija una edad más tardía con frecuencia no se dispone de datos
a cerca del número de niños que comparecen ante los Tribunales Tutelares de Menores u
otro tipo de Organismo encargado de los niños difíciles.

La delincuencia alcanza, de ordinario, su punto máximo entre los 13 y 15 años de edad;


pues, es un periodo en el cual el menor tiende particularmente a relacionarse con los otros
chicos de su edad.

La banda de adolescentes sirve a la vez como lazo social para jóvenes desarrollados y como
agente canalizador de su agresividad hacia los adultos. A semejanza del mundo animal, en
la banda juvenil se da la seguridad de un territorio. La obsesión de la seguridad se garantiza
por la integridad en el territorio y la lealtad respecto al grupo, que a menudo se convierte en
temeridad.

Existe mayor número de muchachos que de muchachas delincuentes, aunque esta diferencia
empieza a disminuir al final de la adolescencia a causa del incremento de la delincuencia
femenina en dicha etapa, también existe una diferencia entre sexos en función del tipo y de
la gravedad de los delitos cometidos. En las muchachas son más frecuentes los hurtos
menores y la prostitución, mientras que abunda entre los muchachos la agresión física, los
robos, la alteración del orden, etc.

Los menores de 13 a 14 años dirigen la mayoría de sus actos delictivos contra la propiedad;
en la adolescencia final por el contrario, los mismos afectan con más frecuencia a las
personas. En el medio rural los actos son, en su mayoría, individuales, en cambio en el
medio urbano suelen realizarse en grupo, respaldos por el apoyo mutuo que encuentran los
jóvenes en la banda.

La influencia del medio en el desarrollo de la delincuencia juvenil es también muy


importante, los niños colocados en un medio muy pobre o que viven en condiciones
difíciles están fuertemente tentados de descifrar su existencia por el robo o por la búsqueda
de consolaciones dudosas. Estas son una de las razones del enorme número de condenas
por delincuencia juvenil durante la guerra, las privaciones, los cambios del medio social, la
inquietud y el medio han ejercido una influencia disolvente y han dado un golpe a la vida
moral, de la cual todavía no se ha repuesto en los ambientes donde hay malas viviendas,
donde reina la promiscuidad y la miseria, es donde se encuentran la mayor proporción de
delincuentes juveniles.

Hoy en día los medios más afortunados son una proporción de delincuentes. Esto es debido
a ciertos dramas familiares y a que los niños disponen de mucho más dinero y comodidades
de todas clases y a que la sociedad hace nacer nuevas necesidades que pueden ser
satisfechas de momento más que por actos reprensibles.

Estos actos nos lleva naturalmente a denunciar los errores de educación como causa
esencial de la delincuencia juvenil.

En primer lugar, la severidad excesiva demuestra que cuando los padres son muy exigentes
o estropean al niño a fuerza de quererlo hacer perfecto, o hacen nacer la rebeldía en vez de
favorecer la honradez y la delincuencia. Y así vemos a estas víctimas de la disciplina fría o
brutal como aprovechen la primera ocasión favorable para liberarse de toda tutela y hacer lo
que les da la gana.

Hay padres demasiados débiles. La disciplina personal, especialmente el poder de retenerse,


de actuar o de privarse de una cosa deseada, debe ser inculcado al niño en el curso de los
dos primeros años de su existencia.

Del 70 al 80 por ciento de los delincuentes proceden de familias disociadas, (por divorcio,
muerte o abandono) o de familias cuyos padres no se entienden.

El niño que ve a su padre y a su madre disputar entre sí, juzga la sociedad en su conjunto
sobre el mismo modelo, y llega a creer que él también debe defender violentamente su
punto de vista si no quiere ser aplastado.

Puede suceder que aunque la familia este relativamente unida, las ocupaciones de los
padres dejan a los niños muchos ratos libres, y un a libertad que, al perder la vergüenza, se
vuelve libertinaje.

La delincuencia juvenil, toma un aspecto mucho más grave cuando los jóvenes forman
bandas y pandillas. Se estimulan por la audiencia tanto más buscada cuanto más esconde un
verdadero miedo y tanto más mantenida cuanto más prestigioso se hace uno de la
“pandilla”, atreviéndose a lo que los demás no se atreven.

Todos saben hasta que punto las malas lecturas y el mal cine pueden desviar a los jóvenes
del camino. El cine ejerce una verdadera fascinación, sobre todo para los que asisten a él
varias veces a la semana, esto basta para falsear su sentido de la realidad. Los filmes
peligrosos son los que representan las manifestaciones de malos rasgos del carácter,
especialmente ciando la acción se desenvuelve en medio del lujo y la vida fácil.

Los adolescentes que se han hecho culpables de delitos graves asisten a más de seis
sesiones por mes, lo cual no quiere decir que el cine sea el único responsable de la
delincuencia juvenil.

En la mayoría de los filmes las proporciones esenciales de los personajes se relacionan con
el erotismo y el crimen. Se diría que la mayor parte de las películas están destinadas a
enseñar al espectador la técnica de la seducción o de los asesinatos.

En diez grandes anuncios de un espectáculo hemos contado siete horribles del revolver y
ocho mujeres medio desnudas. Debido a la gran fuerza de sugestión de las imágenes en
movimiento, las personas que verán esas películas difícilmente escaparan a pesar de que las
acciones representadas (por exageradas que sean) son un índice de lo que sucede en la vida
corriente y que, al fin y al cabo, se puede uno inspirar un poco en esa “realidad”.

FUENTES DE LA DELINCUENCIA

Uno de los factores que se une en multitud de ocasiones a este proceso es la presión social
emanada de un medio o unas condiciones de vida atosigante, el ambiente enrarecido del
suburbio sin otras alternativas culturales o la progresiva frustración a lo largo del
desarrollo, que va generando unos niveles de respuesta violenta imposibles de contener al
llegar a la adolescencia.

Los modelos sociales, a veces presentados en la misma familia, constituyen así mismo otra
importante fuente de la delincuencia juvenil. No hay que olvidar lo susceptible que es el
muchacho a la imitación y a la influencia que está puede ejercer como método de
afirmación personal, capaz de superar al propio modelo.

Por otro lado las causas Orgánicas se hallan inscritas en la anatomía del delincuente desde
su nacimiento. La herencia no siempre es decisiva, pero ejerce constantemente una
influencia más o menos favorable, confirmada por los muchos ejemplos ofrecidos por la
misma familia. También se le atribuye culpabilidad a las alteraciones física ó
perturbaciones afectivas o de personalidad. Sin embargo, parece más oportuno tener en
cuenta el conjunto de los diversos factores que afectan a la conducta del delincuente, y
poner de relieve la inter-relación de todas las fuerzas y condiciones, internas y externas, que
intervienen en su desarrollo.

TEORÍAS QUE JUSTIFICAN ACTOS DEL DELINCUENTE JUVENIL


Teorías Biológicas:

Estas teorías atribuyen a la delincuencia a caracteres innatos del individuo, transmitidos por
herencia o debido a alteraciones en sus estructuras genéticas o a otros elementos
constitucionales, aunque no niegan que la influencia de los factores ambientales, concedan
una importancia máxima a los aspectos biológicos.

Estudios genéticos realizados con delincuentes, a fin de explicar las causas de sus trastornos
de conducta, han proporcionado datos sobre ciertas alteraciones cromosomaticas detectadas
en algunas personas. Es el caso de los síndromes de ttuner (niñas o mujeres con carencia de
un cromosoma x normal, por lo que representan una falta de desarrollo genital) y de
klinefeter (varones con dos cromosomas x frente a un y), así como de otras alteraciones
cromosomaticas sexuales que se pretende aparecen en la base de importantes problemas de
inadaptación social. Hace unos años se describió el síndrome xyy, que afectaba varones con
fuertes tendencias criminales y dotadas de gran agresividad, lo que hacia de ellos
individuos potenciales peligrosos. Otras investigaciones insisten en la influencia de factores
hereditarios sobre la disposición previa a la delincuencia; justifican su posición en estudios
realizados sobre parejas de hermanos gemelos, los cuales demostraban en la conducta
delictiva entre gemelos monocigotos (con idéntico código genético) se asemejaba mucho
más en términos cuantitativos que la de los dicigotos (gemelos con distinto código
genético).

Igualmente se citan como factores de inadaptación social diversas malformaciones


somáticas, tales como anomalías metabólicas, subnormalidad psíquicas y diversas
patológicas congénitas. Si bien es cierto que éstos trastornos pudieran estar en el origen de
dicha inadaptación, no esta demostrado de modo fehaciente que sean factores generadores
de delincuencia.

En éstas teorías se han creído ver un intento de aludir la responsabilidad social en la génesis
de la delincuencia, así como una forma de relegar el problema a un callejón sin salida.

La influencia de las teorías afecta, en definitiva, a un reducido o irrelevante número, de


individuos, y en ningún caso sirve para explicar las complejas causas que conducen a
ciertos jóvenes a la delincuencia.

Aunque sea cierto que el niño nace con unas características genéticas muy concretas que
determinan su grado de agresividad, introversión, actividad, etc. lo cierto es que los
estímulos maternos y la interacción que crean son muy importantes para la posterior
relación del niño con el medio en que se desenvuelve.

En este grupo podemos incluir también los casos en los que él yo, es puesto fuera de acción
por perturbaciones teóricas u orgánicas o trastornos funcionales de los centros nerviosos.

 Perturbaciones Tóxicas: Crímenes cometidos bajo la influencia del alcohol o de drogas.


 Perturbaciones Orgánicas: a.) Delincuencia mental y retardo, si la falta de capacidad
intelectual es favor motivante del comportamiento delictuoso. b.) tumores cerebrales,
parálisis general progresiva, traumatismo cerebral, etc. c.) Encefalitis, si se adquiere antes
de la pubertad.

 Trastorno Funcional de los Centros Nerviosos: a.) Epilepsia b.) Comportamiento


disritmo de hill.

Teorías Psicológicas

Estas teorías se centran de forma predominante en los aspectos personales del delincuente,
considerando como causas de su desviación, tales factores como el desequilibrio afectivo
del joven, la animadversión, el sentimiento de culpa o de aislamiento, así como las
deficiencias de inteligencia y otros rasgos individuales.

Desde la perspectiva de las teorías del aprendizaje y del conductivismo, la delincuencia se


considera, en cuanto a forma de conducta social desviado, como un resultado anómalo del
proceso de acondicionamiento a que la sociedad somete a sus miembros, y por medio del
cual se desarrolla en los individuos una estructura de personalidad determinada.

Así, durante la infancia los padres van asociando aprobaciones y premios para reforzar y
desarrollar las reacciones que esperan promover en el niño, y castigos o recriminaciones
para inhibir las conductas reprobables. Mediante este proceso de acondicionamiento del
niño a las costumbres sociales, el individuo es capaz de renunciar a ciertos deseos e
impulsos, ya que la ejecución o satisfacción de los mismos va aliado a sentimientos
angustiosos que se desprenden del acondicionamiento aversivo impuesto en la niñez.

Estas sensaciones de aguda malestar actúan como una poderosa resistencia psicológica que
se opone a la realización de aquellos impulsos prohibidos, y constituyen la base de la
conciencia moral.

Según ello, la persona, que, a causa de su incapacidad de acondicionamiento, no puede dar


respuestas morales y sociales (previamente establecidas), tendrá más probabilidades de
convertirse en un delincuente.

Comprobando esta teoría: Un adolescente en quién todos sus instintos agresivos (o no


permitidos) han sido reprimidos y, por tanto, no se convertirá en un delincuente, sino en un
individuo con otro tipo de síntomas neurológicos debido a su represión inconsistente. O
bien, nos encontraremos con un sujeto que “no hace nada si no a cambio de …”, lo cual se
asemeja a una variable familiar de la delincuencia, el chantaje a los padres, que el
adolescente intenta en muchos momentos con el propósito de conseguir lo que le interesa a
cambio de dar su adaptación a ciertas normas sociales a educativos.

PERTURBACIONES PSICOLÓGICAS DEL YO


El yo, no puede controlar las exigencias instintivas a causa de su incapacidad para
distinguir entre realidad y fantasía. Si no existen otros síntomas patológicos, además del
acto delictuoso inexplicable, no pueden diagnosticarse enfermedad psicótica.

TEORÍAS DESDE EL PUNTO DE VISTA PSIQUIÁTRICO

La psiquiatría tradicional ha considerado a los delincuentes como enfermos psicológicos,


individuos anormales que eran englobados en la ambigua categoría de psicópatas. Estos
últimos se caracterizan por diversos trastornos de conducta (reacciones violentas, actos
impulsivos y delictivos, alcoholismo) y por determinadas alteraciones de la afectividad y de
la capacidad para relacionarse son los demás. Al considerar la delincuencia como un tipo de
psicopatía, se ha tratado de desviar el problema social y sus diversas causas hacia un
terreno puramente individual. El delincuente presenta en general, unos síntomas o
deformaciones especiales, ni tampoco que sea un enfermo mental.

Por más que existan elementos de predisposición, nadie se atreve a negar en la actualidad
que el ambiente es un factor que cataliza y determina, con sus motivaciones, necesidades y
presiones, la realización del delito.

FACTORES SOCIALES

Dentro del conjunto de factores que afectan la conducta del individuo, existe un grupo de
causas remotas o macrosociales que forman la estructura de vida social y que condicionan
en gran medida las posibilidades, actividades y conducta de los jóvenes. La injusta
distribución de los bienes, la manipulación de la educación y la cultura. La existencia de
estructuras sociales basadas en el lucro, la organización autoritaria de la sociedad y de la
vida, son aspectos que influyen en éste sentido.

Causas que pueden facilitar la aparición de conductas inadaptadas podemos citar, la


existencia de un medio urbano deshumanizado en gran parte, donde se mezclan
inextricablemente la falta de espacios adecuados para la expansión y el ocio, por un lado, y
agitación y el ritmo de vida trepidantes de la sociedad actual por otro.

El aumento demográfico y la inmigración masiva hacia las grandes ciudades contribuyendo


a empeorar las condiciones de existencia y de trabajo de las familias proletarias.

El hacinamiento en que se ve obligado a vivir la gran masa de inmigrantes en los grandes


centros industriales le acarrea una mayor incomunicación y una progresiva pérdida de
identidad. Todas estas características negativas tienen un efecto desintegrado sobre la
familia.

De la misma manera las encuestas señalan los mayores índices de delincuencia juvenil en
las grandes ciudades, también se constata fácilmente que la mayoría de los delincuentes
pertenecen a grupos sociales en los que existen mayores dificultades económicas.
No es de extrañar, que los principales focos de delincuencia están en los barrios, en zonas
desamparadas y sin servicios, que están constituidos, en su mayor parte, por jóvenes
desarraigados del sistema.

LOS FACTORES FAMILIARES

Se ha puesto en tela de juicio los papeles de los padres. La autoridad del padre y del simple
papel de apoyo de la madre no se considera hoy validos. Los cambios en la filosofía de
valores y de vida hacen surgir un cumulo de problemas y de nuevos conflictos en el
panorama familiar.

En otro orden de ideas, la vida matrimonial y familiar se encuentra frecuentemente


desgarrada por problemas intensos de diversa índole que hacen vivir a los hijos en un
estado de abandono o temor permanente, así como descuidados en el aspecto educativo. Es
en estos casos, en los cuales las tareas y problemas de los padres repercuten necesariamente
sobre los hijos.

CARENCIAS AFECTIVAS

Gran número de los delincuentes juveniles habituales se ven expuestos a relaciones


familiares altamente conflictiva, originadas por la conducta patológica de unos padres con
frecuentes trastornos de personalidad y sobre todo por unas malas relaciones madre - hijo,
durante el primer año de vida del niño, relaciones que al tratarse de la primera experiencia
social de éste, resultan de casa a su futura adaptación social.

Esta falta de cariño y compresión puede traducirse en una fuerte hostilidad hacia los padres
y posteriormente hacia la sociedad.

ERRORES EDUCATIVOS

Los niños consentidos o semi-abandonados, así mismo no aprenden a establecer los límites
adecuados en sus relaciones con los demás, y crecen con aptitud para tolerar cualquier
frustración.

La ausencia de reglas y control puede producir indecisión e inseguridad, y la ansiedad de


éste proceso puede producir también en el niño agresividad e inadaptación; de ahí la
búsqueda ulterior de compensación y el refugio en la banda delincuente.

LA BANDA

El fenómeno de la aparición de bandas de delincuentes es típico en los grandes núcleos


urbanos, y más propio de las barriadas periféricas y suburbios marginales, donde se alcanza
un alto grado de desorganización social frente al mundo de valores considerados normales.

Las bandas delincuentes son un fenómeno cultural típico de las clases bajas, las bandas
constituirán para el adolescente el instrumento sustitutivo, a través del cual puede realizar
lo que ha sido negado a su clase social y rechazar, al mismo tiempo, los valores de las
medias a los que el delincuente responsabilizará de su marginación.

Según otra teoría, las bandas delincuentes puede derivar de los conflictos personales
sufridos por el adolescente al pasar de la infancia a la edad adulta.

La banda adquiere un sustitutivo papel de la familia, que ha fallado en los procesos de


integración inicial, el joven puede encontrar en la banda unos intereses comunes y unas
relaciones internas muy fuerte, necesarias para mantener la cohesión del grupo.

MEDIDAS DE REPRESIÓN DE LA DELINCUENCIA

Los padres solo son importantes, por lo general, para reprimir la delincuencia, y a veces son
los instigadores inconscientes. Por eso se han instituido los Tribunales para menores de
trece (13) a dieciocho (18) años de edad, aproximadamente.

Cuando estos Tribunales juzgan a un adolescente, más que establecer su culpabilidad y


castigarle, tratan de evitarle futuras caídas, de adecuarse y de reeducarle. Esta debería ser la
labor de la familia, pero como no siempre posee la autoridad y la competencia necesarias,
es bueno que personas especialmente preparadas para tal fin, reemplacen a los padres.

Otra diferencia entre los tribunales para niños y los que juzgan a los adultos consiste, en
que, en contraste con la costumbre, los jueces de niños asumen a la vez las funciones de
instrucción y de juicio. Es necesario que el niño sea juzgado por quien ha llevado la
encuesta, y que es quien conoce mejor las circunstancias en las que el delito ha sido
cometido. El juez de niños puede cumplir la doble tarea que le incumbe. El procedimiento
es sencillo, directo y el aparato judicial muy reducido, lo cual permite intervenir sin pérdida
de tiempo, lo cual quiere decir mucho más eficazmente. De este modo evita al joven
delincuente un chequeo más o menos profundo.

Los debates se prosiguen con sencillez con una atmósfera de benevolencias. No son
públicos, cuando el juez cree que ciertas disposiciones pueden ser perjudiciales para el
delincuente, puede alejarse de la sala de audiencias e incluso dispensable completamente a
comparecer.

No se da ninguna publicidad a los debates, y los periodistas no pueden decir en la prensa


más que el juicio pronunciado sin mencionar el nombre del delincuente.

Los tribunales para niños no están como los demás sometidos al carácter definitivo de cosa
juzgada. Puede reconsiderar su decisión cada vez que la educación del niño lo exija. Esto
no implica que un tribunal pueda decidir que un auditorio ha sido cometido si un juicio
anterior ha establecido que lo era. Solo la medida educativa puede ser modificada.

El juez de niños goza de un poder discrecional que podrían envidiarle, y con razón, los
jueces de los demás tribunales; cuando cree que el caso que le ha sido cometido se puede
conseguir con medios educativos sin colocar el delincuente en algún establecimiento y
gracias a la venebola vigilancia de delegados destinados a este efecto, él puede tomar por su
cuenta (sin referirse al tribunal) la decisión que le parezca mejor.

Si por estudio minucioso del caso, no se establece el hecho penal, el Juez decide la libertad
del niño. En los casos el mismo percibe las medidas necesarias. Si fuese necesario un
internamiento o si tuviese que pronunciar una condena penal, entonces el caso se envía al
tribunal de menores.

Las sanciones pronunciadas pueden ser: La libertad vigilada, la colocación en una familia
de acogimiento o en un hogar de semilibertad o un centro de reeducación.

ALTERNATIVAS SOCIALES

El ataque a la delincuencia juvenil pasa por soluciones o alternativas sociales. No bastan, y


la experiencia las confirma como claramente insuficientes, soluciones individuales que
reclutan o castiguen al delincuente juvenil. Este medio de defensa frente al delincuente por
parte de la sociedad provoca la continua reincidencia, convirtiendo al muchacho en una
autentica máquina de delinquir.

Las alternativas sociales pasan por una labor sobre el entorno del delincuente y una tarea
positiva y eficaz de reinserción social.

Se debe realizar una labor preventiva que posibilite un mayor acceso a la cultura y al
deporte en los suburbios urbanos y que a la vez sea capaz de la pobreza cultural del
delincuente.

CONCLUSIÓN

Si bien no se puede negar que se nace con unos genes, éstos no son determinantes de la
personalidad y, por consiguiente, no son ciegos depositarios de las futuras acciones, a no
ser que existe una lesión orgánica irreversible que limite el campo y el modo de la relación.

Los errores adictivos pueden ser diversos: desde la tolerancia indiscriminada o la


sobreprotección hasta el abandono, la severidad y la violencia educativa. Todos ellos
pueden constituir el caldo de cultivo de diversos trastornos, entre los que cabe contar la
conducta antisocial juvenil.

Es evidente que la labor de rescatar al delincuente juvenil debe coordinar un buen número
de campos, pero solo de esta manera puede resolverse el problema. Los centros de
formación de padres, los servicios de higiene mental, el club de ocio en el barrio y la
asistencia por medio de profesionales sociales como asistentes sociales, psicológicos,
monitores de grupo, centros excursionistas… enclavados dentro del ambiente donde el
muchacho vive, son elementos validos cuyos resultados están por probar, ya que nuestras
sociedades urbanas no lo han puesto en práctica; pero en los pocos intentos que se han
llevado a cabo en el ámbito experimental, los resultados han sido esperanzadores.

BIBLIOGRAFÍA

 TIECHE, Mauricio. Guía de educación Familiar. Tercera Edición.

 Varios autores. La Marginalidad y los Jóvenes con Trastornos de Conducta.

 Dr. ROURAT, Julián. Psicología de la Pubertad. Editorial Luis Miracles, S.A.


Barcelona.

 Enciclopedia de la Psicología OCEANO. La Adolescencia.

 Curso de Orientación Familiar. Psicología Infantil y Juvenil. OCEANO Tomo 6.

Delincuencia Juvenil

La Delincuencia Juvenil 18

La Delincuencia Juvenil

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