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y la mujerzuela asustada, por decir algo: -¿Con que vas rumbiando pa el alto Cuyuní?

Si
no me lo impiden .los mirones, porque me sigue molestando la mosquita. ¿Será que estoy
güeliendo a podrío? Pero yo como que todavía no estoy muerto, ¿verdá, Gallineta? [... ] sereno,
espantosamente impávido, recostado contra el mostrador, con los codos apoyados sobre éste
y la diestra péndula, sin la más leve vibración de nervios, ya con el hueco donde cabría justa
la empuñadura del revolver al cinto. Marcos Vargas no perdía la vista de las manos del asesino
ambidextro -particularidad que no le era desconocida-, quien al darle de nuevo la espalda sólo
lo había hecho para prepararse la revuelta impetuosa, ya con el arma esgrimida. -Déjate de eso,
chico -insistió la ramera al verlo sacar el revolver. Pero ya el hombrón estaba de pie, desatada la
revuelta asesina ... Que fue la última ... Se le desprendió el arma de la zurda, se llevó la diestra al
corazón, dio un pujido y balbució, ya desplomándose, cenicienta la faz sombría: -Me andó alante
el joven.

-y FUE Así COMO MARCOS VARGAS


Momentos después le decía el jefe civil: -No se preocupe, amigo. Usted no era un particular
en esa hora y punto. Sino un agente o por lo menos un representante de la autoridad que fue
a impedir que se fugara ese bandido [... ] usted no entró al botiquín sino a cerrarle el paso si
intentaba escaparse antes de que llegara la policía, en busca de la cual envió a su amigo Arteaguita,
como lo prueba la declaración del botiquinero. Por otra parte, tanto este como "La Gallineta" han
declarado que fue Parima el primero en hacer armas [...] -Lo único que lamentar -continuó el
jefe civil- es que CholoParima se haya llevado consigo al otro mundo todo lo que habría podido
declarar contra los Ardavines; pero de todos modos ya les estamos latiendo en la cueva a los tigres
del Yuruari, y ya se le presentará a usted ocasión de repetir con éxito ante el juez competente lo
que dijo en San Félix ante el coronel López, perdiendo su tiempo. Pero Marcos Vargas repuso:
-Ya no me interesa. [... ]
-Sin embargo -prosiguió su interlocutor-, algo tiene usted que cobrarle a los Ardavines,
pues, aún no le he contado que esta noche, por los lados de "Yaqrumallto" han sido asaltados sus
carros por gente armada de ellos [ ... ] pero lo cierto es que era gente de los Ardavines y que lo han
dejado a usted en la ruina; mataron las mulas, saquearon las mercancías, quemaron los carros,
después de haberlos rociado con el mismo kerosene que traían para los Vellorinis, y machetearon
a los peones que no tuvieron tiempo de coger el monte [... ] momentos después recostado en su
chinchorro{ ... ] el pensamientofundidoen la sensación integral desi mismo-única cosa existente
para su conciencia, libre y solitaria realidad dentro de la nebulosa de un mundo desvanecido-
cuando llegó Arteaguita acompañado de José Vellorini [ ]

-¿Sabe ya lo de"Yagrumalito"? -¿Lo de los carros? [ ] esos bandidos no podían perdonarte


que te hubieras atrevido contra ellos Pero el mundo da vueltas, Marcos Vargas, y lo que hoy
está de pie mañana estará de cabeza además tu tienes la vida por delante para rehacerte de
esa pérdida ... Por lo de nuestras mercancías no te preocupes [... ] Hay para ti un buen negocio
en nuestra empresa purgüera [ ... ] tendré que hacer una reorganización en la empresa que me
permite ofrecerte desde luego un buen negocio para ti como encargado general. ¿Quién mejor
que tú para defender nuestros intereses? Este año se espera sacar mucha goma y podrás ganar
mucho dinero [... ] Acepta muchacho. No es un favor que quiera hacerte, sino un negocio que
te propongo, conveniente para nosotros tanto como para ti. Y Marcos, cediendo a la emoción
de bondad humana: -Acepto don José. Cuente conmigo. Y fue así como Arteaguita se quedó
al margen de la aventura y Marcos Vargas se vio lanzado a ella.

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