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Biblia es un término procedente de la palabra griega βιβλίον (biblíon), que significa rollo,
papiro o libro, y de la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta biblía ta hágia), que significa los
libros sagrados.
2. Explique cuáles fueron los materiales usados en la preparación de las sagradas escrituras
Los materiales usados en los manuscritos originales de la Biblia son diversos. Fueron los
mismos que se usaban comúnmente en las épocas en que se redactaron los manuscritos, y
eran copias a mano. Los siguientes eran los más empleados, tanto para la redacción del
Antiguo como del Nuevo Testamento:
Papiro. Se producía de la planta denominada papiro. “Esta caña crecía en los lugares
poco profundos de los lagos y ríos de Egipto y de Siria”.[2] Era el material para escribir
más común en la antigüedad, e incluso se usó un par de siglos después de Cristo.
Pergamino. F. F. Bruce escribe que “la palabra ‘pergamino’ proviene del nombre de la
ciudad de Pérgamo, en Asia Menor, pues la producción de este material de escritura
estuvo asociada durante algún tiempo con aquel lugar”.[3] La materia prima del
pergamino eran pieles curtidas de ovejas, cabras, antílopes, y otros animales. A estas
pieles se les quitaba el pelo y se las trataba con cepillos para producir un material de
escritura más duradero.
Vitela. Este material era el cuero de ternero. Era común que se tiñera de color
púrpura, como vemos en algunos de los manuscritos conservados hoy.
También podemos hablar de otros materiales como la Ostraca, que era alfarería sin vidriar,
también llamado tiesto o cacharro. Además, se hacían inscripciones en piedra con una pluma
de hierro. Por otro lado, también se usaron tablillas de arcilla. Se escribía en ellas con un
instrumento agudo, y luego se secaban para que el escrito quedara plasmado de forma
permanente. Era el material más barato.
En cuanto a los instrumentos utilizados para escribir, se tenían varias opciones, incluyendo el
cincel de hierro para grabar en piedra. También se usaba una punta metálica para hacer
inscripciones en arcilla y tablillas de cera. Y la pluma, que era básicamente una caña de junco,
con punta. La tinta se hacía generalmente de una combinación de carbón, goma, y agua.[4]
Papiro
Tomada del egipcio antiguo per-peraâ, que significa “flor del rey” y adaptado el nombre
original por los griegos bajo la forma pápyros, se acabó reservando el término býblos, que
a veces coexiste con el anterior, para referirse al producto material, el rollo, una vez que
había sido confeccionado. Se supone que la palabra derivó del nombre del puerto que
exportaba grandes cantidades de este material: Biblos.
En el Egipto antiguo se daba forma rectangular a las hojas obtenidas y luego estas se
unían por sus bordes hasta obtener una larga tira que luego se enrollaba para su mejor
manipulación, tanto en la escritura como en la lectura. Como cada hoja consistía en la
superposición de dos capas de tiras dispuestas perpendicularmente, las hojas para formar
el rollo se unían en forma tal que pudiera escribirse en el sentido de las fibras,
exceptuando las hojas de los extremos – las de mejor calidad - que se ponían a 90 grados
para darle al rollo mayor consistencia.
En Egipto se usaron rollos de papiro desde los primeros tiempos del Reino Antiguo. El rollo
de papiro más antiguo fue hallado en la tumba de Hemaka, (primera dinastía), en
la necrópolis de Saqqara, alrededor de 2900 a. C., pero su texto no es visible. Los rollos
escritos más antiguos de que disponemos son de la cuarta dinastía y la quinta dinastía.3
El Papiro Prisse redactado probablemente hacia el fin de la dinastía XI es uno de los mejor
coservados hallados hasta el momento y también uno de los primeros en el formato de
“rollo”.4 Este documento fue obtenido por el orientalista francés Émile Prisse en Tebas en
1856 y se preserva en la Biblioteca Nacional de Francia.
El rollo de papiro más largo llegado hasta nosotros mide 40,52 metros (Papyrus Harris –
Museo Británico). Su texto tiene 1500 líneas. Fue redactado en escritura hierática durante
el reinado de Ramsés IV – ca. 1145 a 1155 a. C. Está dividido en 5 secciones y posee 3
ilustraciones.5
Debido a la longitud normal del tallo de la planta, una hoja de 30 cm era costosa y una de
35 cm muy rara. En general un papiro de más de 23 cm de altura, era siempre algo lujoso.
Esto se vinculó estrechamente con la evolución del formato del rollo.
De ser usado exclusivamente en Egipto, el uso del papiro se extendió a Grecia en el s.
V a. C. y luego a occidente.
"El libro de la Reina Ester", siglos XIV-XV, Soporte: pergamino. Formato: volumen. Hebreo. Escritura
sefardí cuadrada.
Pergamino
Aunque los cueros y pieles fueron usados desde la antigüedad, el pergamino se comenzó
a producir en Grecia alrededor del s. II a. C. Su nombre deriva de uno de sus principales
centros de producción: el reino de Pérgamo. Este soporte era preferido por su durabilidad.
Admitía correcciones del escriba. No podía escribirse en sus comienzos (según algunos
autores) de ambos lados como a veces se hacía con rollos de papiro.6 Pero, y
principalmente por el costo de su producción, era frecuente que se raspara todo su texto
anterior (lo que dio origen al palimpsesto) para escribir uno nuevo (aunque hay menciones
de que aún los escritos de papiro se "lavaban").7
Existía una calidad especial diferenciada: la vitela (en latín, vellum). La vitela se elaboraba
con pieles de animales no natos o de pocas semanas. Era una piel mucho más fina,
blanca, flexible y transparente. No se podía distinguir la capa hielina de la carnosa, puesto
que esta estaba poco desarrollada.
Por otra parte, el papiro solo se producía en Egipto. Siendo monopolio del estado, ello
ocasionaba a otros estados una dependencia, además de mantenerse alto el precio. La
conquista de Egipto por los árabes (640 d. C.) interrumpió el comercio del papiro.8 Los
rollos de pergamino se armaban cosiendo consecutivamente las tiras obtenidas en el
proceso. El Pentateuco Hebreo de Bruselas (s. IX d. C) resultó de la unión de 57 pieles y
su longitud es de 36.5 m.9
El rollo de pergamino más largo hallado es de 9,23 m. Tiene menos de 1 décima de
milímetro de espesor.10 Pertenece al grupo de los llamados Rollos del Mar Muerto y data
aproximadamente del año 70 d. C.
El pergamino fue el soporte por excelencia a partir de los siglos III y IV, hasta la
introducción del papel por los árabes en Europa a finales del siglo VIII. Después de la
difusión de este, siguió siendo el material preferido para los códices miniados o
iluminados durante mucho tiempo.
Cueros y pieles
Los cueros y pieles de animales, curtidos y tratados con procedimientos mucho más
imperfectos que el que permitió elaborar el pergamino en el s. II a. C., sirvieron de soporte
a la escritura desde tiempos antiguos en muchas regiones. La mención más temprana del
uso de pieles como soporte se encuentra en un texto egipcio de la Dinastía IV (c. 2550 B.
C.). El texto existente más antiguo en ese material data de la dinastía XII (2000-1800 B.
C.) También se usaron en el cercano oriente, Irán, Irak y Turquestán. Los rollos más
famosos de cuero son los hallados en Qumran en 1947 (Rollos del Mar Muerto).11
Rollo manuscrito en seda. Siglo V a. C. sutra de 'La gran virtud de la Sabiduría'. Hallado en
las cuevas de Mogao.
Bambú - tablillas de madera - seda (China)[editar]
En China, antes de la invención del papel se utilizaba la seda que luego se enrollaba, y
también las tiras de bambú y tablillas de madera, unidas y acomodadas en forma de
rollo.12 Hasta alrededor del siglo II a. C., la escritura china se tallaba sobre superficies
duras. Después las inscripciones se hacían sobre bronce y más adelante se usaron
caracteres tallados en tiras estrechas de madera o bambú sujetas con correas, que eran
luego enrolladas. Cuando llegó la era de la dinastía Han (206 a. C. a 220 d. C.) comenzó a
utilizarse el pincel y los caracteres se escribían con tinta negra sobre rollos de seda. Para
el siglo II d. C., una vez inventado el papel, los libros se escribieron en rollos de este
material. Luego comenzaron a plegarse los manuscritos en forma de acordeón en el siglo
IX.1314
Otros soportes
La tela de lino fue usada en el antiguo Egipto para escribir, y entre los romanos aparece
también como material ‘para ciertos rituales’ (cf. Tito Livio, X, 38: liber uetus linteus, entre
los samnitas, etc.). Plinio habla de ‘uolumina lintea’ para documentos privados, pues las
actas públicas se hacían en plomo. El texto más largo existente en escritura etrusca (Liber
Linteus), conservado en el Museo Arqueológico de Zagreb, está escrito en un rollo de
lino.1516
Las hojas de palma como soporte de la escritura comenzaron a usarse en Asia ya en el s.
V a. C. y su uso continuó hasta el s. XIX.17
Corteza de abedul: En el área de Novgorod, Rusia, los arqueólogos han desenterrado
aproximadamente 1000 manuscritos, y continúan en ello. Muchos son cartas de estilo
coloquial y relatos tallados en rollos de corteza de abedul. La mayoría de ellos datan entre
el s. XI y XV. Los manuscritos budistas más antiguos están grabados en rollos de corteza
de abedul, y datan de los siglos I a V d. C.18 19 La arqueología en el s. XX ha confirmado la
existencia de rollos de corteza de abedul que datan probablemente del s. XVI, utilizados
por los Ojibwa, el tercer gran pueblo nativo de Norteamérica, con inscripciones de
complejos modelos geométricos e imágenes utilizados como ayuda memoria.20
La mayoría de los rollos hallados en Qumran eran de piel, aunque había algunos en papiro
y un rollo de cobre, el único existente.
En 1979 se encontraron en una tumba en Ketef Hinnom, próximo a Jerusalén, dos rollos
de plata con escrituras bíblicas.2122
Un rollo de plomo con la inscripción del Salmo 80, en griego, fue hallado en Rodas. No se
han hallado manuscrutos en este material en el antiguo Israel, pero algunos han
interpretado el términ
4. Describa la función de “Los Masoretas” y las características predominantes del “Texto
Masorético”
Gracias por su pregunta. El texto masorético. ¿Qué es? Comencemos por señalar que en
el primer siglo de la era cristiana existía el Antiguo Testamento hebreo compuesto de
39 libros. También existía el Antiguo Testamento en griego se componía de 54 libros,
porque a los 39 libros se le había incluido 15 libros apócrifos. Los libros apócrifos,
también llamados deuterocanónicos, son libros cuyos orígenes son desconocidos y por
ese motivo no se incluyen dentro del canon de los 39 libros del Antiguo Testamento.
Por otro lado, los samaritanos tenían un Pentateuco que no coincidía con el Pentateuco
de Jerusalén. Esta situación preocupó a los escribas piadosos y respetuosos de las
Sagradas Escrituras Hebreas, y decidieron tomar algunas medidas con el fin de
preservar de la mejor manera posible el texto Hebreo original del Antiguo Testamento.
Esto les condujo a adoptar un texto, o un manuscrito, fijo, normativo y autorizado de
los libros del Antiguo Testamento.
Debemos agradecer a los masoretas por su piadoso celo por la preservación y pureza
del texto original del Antiguo Testamento. Casiodoro de Reina tradujo los libros del
Antiguo Testamento del Texto Masorético, el cual es la fuente más confiable que existe
hasta el día de hoy en el mundo. En la primavera del 1948 se descubrió un tesoro de
incalculable valor con relación a la Biblia. A doce kilómetros al Sur de Jericó, en la costa
oeste del Mar Muerto, un pastor de cabras encontró en una cueva una serie de rollos
manuscritos de casi todos los libros del Antiguo Testamento. En total se encontraron,
en varias cuevas, 330 manuscritos. Cuarenta en lengua aramea. Unos cuantos en
idioma griego y los restantes en hebreo. La mayor parte eran pergaminos, es decir que
fueron escritos en piel, y los otros en papiro. Se encontraron allí:
14 copias del libro de Deuteronomio.
12 copias del libro de Isaías.
10 copias del libro de los Salmos.
8 copias del libro de Éxodo
7 copias de los Profetas Menores (que los hebreos agrupaban en un libro)
6 copias del libro de Génesis.
3 copias del libro de Samuel.
3 copias del libro de Jeremías.
3 copias del libro de Daniel.
En General
Manuscritos en Papiro:
En el Imperio Romano de los tres primeros siglos de nuestra era, el papiro era el
material de escritura ordinario. Hecho con tiras del corazón de la planta acuática
egipcia del mismo nombre, el papiro era muy frágil, quebradizo al aire, se
desmenuzaba con el uso, no resistía la fuerza desintegradora de la humedad y
muy poco practicable para la forma de libro. Todos los manuscritos en papiros
de todas clases se han perdido, excepto los enterrados en terreno
extremadamente seco, como el de Alto y Medio Egipto, donde
los ignorantes labradores destruyeron injustificadamente y de una vez grandes
cantidades de manuscritos en papiro. Los excavadores egipcios evitan ahora
esa destrucción y siguen añadiendo a la ya considerable colección de papiros.
Es más que probable que los escritores sagrados del Nuevo Testamento o sus
escribas usaran tinta y rollos de frágil papiro para sus autographa (2 Cor. 3,3;
2 Juan 12). Estos manuscritos originales probablemente perecieron hacia fines del
siglo I o principios del II. No hallamos rastros de ellos ni en los Padres Apostólicos ni
en los Padres apologéticos---a no ser que exceptuemos las palabras
de Tertuliano "las auténticas cartas de los Apóstoles mismos", que hoy se descartan
por considerarlas retóricas. Una prueba significativa de la pérdida temprana de las
copias autógrafas del Nuevo testamento es el hecho de que San Ireneo nunca apela
a los escritos originales sino sólo a las antiguas y esmeradas copias (en pasi tois
spoudaiois kai archaiois antigraphois), al testimonio de los que vieron a Juan cara a
cara (kaimartyrounton auton ekeinon ton katopsin ton Ioannen heorakoton), y a la
evidencia interna de la palabra escrita (kai tou logou didaskontos hemas).
Manuscritos en pergamino:
Egipto se adhirió a sus rollos de papiro hasta el siglo VIII y aún más tarde. El
pergamino había sido usado antes de los tiempos de Cristo (cf. Plinio, "Historia
Naturalis", XIII, 11), y durante el tiempo de los Apóstoles (2 Tim. 4,13). En el siglo III
comenzó a sustituir a los papiros fuera de Egipto; en la primera parte del siglo IV el
pergamino y el códice (o forma de libro) venció completamente al papiro y la forma
de rollo. Cuando Constantino fundó su capital del Imperio Bizantino, ordenó
a Eusebio de Cesarea que mandara a hacer cincuenta manuscritos de la Biblia en
pergamino (somatia en diphtherais) para usar en las iglesias de Bizancio (Vita
Constant., IV, 36). Los manuscritos bíblicos existentes más antiguos pertenecen al
siglo IV, pero en forma fragmentaria.
Palimpsestos:
Manuscritos Hebreos
Época:
Cantidad:
Valor:
El estudio crítico de esta rica variedad de cerca de 3400 rollos y códices masoréticos
no promete tan importantes resultados como al principio se creyó. Los manuscritos
son todos de fechas recientes si se comparan con los códices griegos, latinos y
siríacos; todos son singularmente parecidos. En copias hechas para uso privado se
hallan unas pocas variantes: las copias hechas para el servicio público de las
sinagogas son tan uniformes que no animan al crítico a compararlas. Todos los
manuscritos masoréticos nos devuelven a un solo editor---el de la tradición textual
que probablemente comenzó en el siglo II y cada vez se hizo más y más minucioso
hasta que cada detalle y título del texto quedó casi absolutamente fijado y sagrado.
Parece que fue R. Aqiba la cabeza de esta escuela judía del siglo II. Se tomaron
medidas sin precedentes para mantener el texto fijado. Los estudiosos contaron las
palabras y consonantes de cada libro, la palabra central y las consonantes centrales,
las peculiaridades del escrito etc. Hasta cuando tales peculiaridades eran
claramente debidas a un error o accidente, fueron perpetuadas e interpretadas por
un significado místico. Letras rotas o invertidas, consonantes que eran demasiado
pequeñas o grandes, puntos que estaban fuera de lugar---todas estas rarezas fueron
transmitidas como intención divina. En el Génesis 2,4 bebram (“cuando fueron
creados”), todos los manuscritos tiene una Hê, y los eruditos judíos vieron esta
peculiaridad como inspirada y la interpretaron: “En la letra Hê fueron creados” y
después se pusieron a averiguar qué quería decir aquello. Esta falta de variantes en
los manuscritos masoréticos nos deja sin la esperanza de recuperar el texto hebreo
original excepto a través de las versiones. Kittel en su espléndido texto hebreo da
tantas variantes como sugiere la versión.
Manuscritos Griegos
En General:
Los manuscritos griegos se dividen en dos clases según el tipo de escritura: uncial y
minúscula.
Pergamino en Minúsculas. Se conocen más de 300 pero sin clasificar. Los Setenta de
Cambridge intenta cotejar los principales de estos manuscritos y agruparlos con la
intención de distinguir las varias recensiones de los Setenta. Más de la mitad de estos
manuscritos son Salterios y unos pocos de ellos dan el Antiguo Testamento completo. Al
editar la Políglota de Alcalá, el cardenal Cisneros usó los minúsculos 108 y 248 del
vaticano.
a. En General: Según von Soden ("Die Schriften des N.T. in ihrer ältesten
erreichbaren Textgestalt", Berlin, 1902) existen 2328 manuscritos del Nuevo
Testamento. Sólo unos 40 contienen enteros o en parte todos los libros del Nuevo
Testamento. Hay 1716 copias manuscritas de los Evangelios, 531 de los Hechos,
628 de las Epístolas Paulinas y 219 del Apocalipsis. La numeración comúnmente
aceptada de los manuscritos del Nuevo Testamento es la de Wettstein; los unciales
se designan por mayúsculas latinas y griegas, y las minúsculas con números
arábigos. Estos manuscritos se dividen en los cuatro grupos arriba mencionados:
Evangelios, Hechos, Epístolas Paulinas, Apocalipsis. En el caso de las unciales se
usa un exponente para designar al grupo al que se refieren. D o Dev es el Códice
Bezae, un manuscrito de los Evangelios; D3 o Dpaul es el Códice Claromontano, un
manuscrito de las Epístolas Paulinas; E2 o Eact es el Códice Laudiano, un
manuscrito de los Hechos.
La nomenclatura es menos clara para las minúsculas, pues cada grupo tiene una
serie de números diferentes. Si una minúscula es un manuscrito completo del Nuevo
Testamento, se designa por cuatro números diferentes. Uno y el mismo manuscrito
en Leicester es Evan. 69, Act 31, Paul 37, Apoc 14. La lista de Wettestein de los
manuscritos del Nuevo Testamento fue completada por Birch y Schols; más tarde
Scrivener y Gregory continuaron las listas, cada uno con su propia nomenclatura.
Von Soden ha introducido una nueva numeración para indicar el contenido del
manuscrito y la fecha. Si el contenido tiene algo más que los Evangelios, se marca
delta (es decir diatheke, "testamento”); si es sólo el evangelio, eta (i.e., euaggelion,
"evangelio"); si lo demás, excepto el evangelio, alpha (es decir, apostolos). B es
delta-1; aleph es delta-2; Q es epsilon 4, etc. No se hacen distinciones entre inciales
y minúsculas. Los especialistas admiten la lógica y el valor científico de esta nueva
numeración aunque las encuentran un poco pesada e impracticable.
b. Papiros: En la colección del Archiduque Rainer, en Viena, hay algunos trozos muy
fragmentados de frases del Nuevo Testamento griego, que Wessely, el custodio de
la colección, asigna al siglo II. Las excavaciones de Grenfell y Hunt en Oxyrhyncus
sacaron a la luz varios fragmentos del Nuevo Testamento que Kenyon, el asistente
del conservador de los manuscritos del Museo Británico, asigna a la última parte del
siglo III. Sólo un papiro manuscrito del Nuevo Testamento es importante para los
críticos textuales: Oxyrhyncus Pap. 657 del siglo III-IV, porque preserva alrededor de
un tercio de la Epístola a los Hebreos, una epístola en la que el Códice B (Códice
Vaticano) es defectuoso.
Manuscritos Latinos
Los manuscritos bíblicos son mucho más uniformes en griego que en latín.
La paleografía divide el griego en unciales y minúsculas; el latino en unciales,
semiunciales, mayúsculas, minúsculas y cursivas, e incluso estas divisiones tienen
subdivisiones. Se puede seguir el tiempo, el lugar y hasta el monasterio del
manuscrito latino por la forma específica del texto escrito a mano.
Latín Antiguo:
Vulgata:
El Siríaco Curetoniano (Syr-Cur) fue descubierto en 1842, entre los manuscritos traídos al
Museo Británico del Monasterio de Santa María Deipara en el desierto de Nitria
en Egipto y fue publicado por Cureton en 1858. Contiene 5 capítulos de Juan, grandes
porciones de Mateo y Lucas y Marcos 16,17-20, suficiente para mostrar que los últimos
doce versículos estaban en el documento original
El Siríaco Sinaítico (Syr-Sin) fue encontrado por las señoras Lewis y Gibson, durante
1892, en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Este palimpsesto contiene los
cuatro Evangelios en gran parte, aunque no completos; es una recensión más antigua de
la misma versión Syr-Cur. Ambos se asignan al siglo V y representan la versión siríaca
que no puede ser posterior al año 200 d.C.
2. El Diatessaron: Esta armonía de los Evangelios fue escrita por Tatiano, un asirio
discípulo de San Justino Mártir, alrededor de 170 d.C. y fue ampliamente utilizada
en Siria. Nuestros registros manuscritos son dos versiones árabes, descubiertas una
en Roma y la otra en Egipto y publicadas en 1888. Una traducción latina de una
edición armenia del comentario de San Efrén al Diatessaron da testimonio de esta
temprana versión de los Evangelios. Los especialistas tienden a pensar que la de
Tatiano es la primera traducción siríaca de los Evangelios.
6. La versión Siríaca Palestina: Esta versión del N.T nos ha llegado por leccionarios
y otros manuscritos fragmentados descubiertos a finales del siglo XIX; los tres
principales son de 1030,1104 y 1118 d.C., respectivamente.
Manuscritos Armenios
Los manuscritos armenios datan de antes del 887 d.C. y son numerosos.
Manuscritos Coptos
2. Bohaíricos: Esta versión en el dialecto del Bajo Egipto está bien representada por
manuscritos del mismo tipo que B-alef, La Catena Curzon es el más antiguo
manuscrito bohairico existente de los Evangelios; está datado el 889 d.C. y está en
la Biblioteca Parham, otros son de los siglos XII y XIII. Ninguno es tan antiguo como
los fragmentos sahídicos.
3. Egipcio Medio: Los fragmentos del Egipto Medio en pergamino o papiro se han
encontrado en Fayum y cerca de Akhmim y Memphis. El más extenso es un
palimpsesto del siglo VI que está en el Museo Británico y tiene Juan 3 y 4.
8. ¿Qué significado tiene la palabra “canon” en relación con las Sagradas Escrituras?
Canon del Antiguo Testamento. Historia entre los judíos. Relato tradicional del
surgimiento de la colección
o La teoría de la sinagoga
o Crítica de las dos teorías
Exposición positiva. El Pentateuco; el denominado "primer canon."
o Libros histórico-proféticos y distintivamente proféticos; el "segundo
canon."
o Hagiógrafos; el "tercer canon."
o Testigos de la segunda y tercera parte del canon
o Supuesta disidencia judía sobre el canon
Historia del canon del Antiguo Testamento entre los judíos. La triple división
o Orden
o Número de los libros canónicos
El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia. Escritores patrísticos y
medievales
o Antiguas versiones orientales
o La Iglesia católica
o La Iglesia griega
o La Iglesia protestante
Canon del Nuevo Testamento. Términos usados
o Nuevo Testamento, 170-220
o Los cuatro evangelios
o Las cartas de Pablo
o Hechos de los apóstoles
o Apocalipsis
o Epístolas católicas
o Escritos estimados temporalmente como canónicos
o Resumen
El Nuevo Testamento, 140-170
o La Biblia de Marción
o La Biblia de los valentinianos
o Escritos apostólicos en Justino Mártir
Huellas más antiguas y origen de las colecciones de los escritos apostólicos
o La colección de cartas de Pablo
o El "evangelio."
o Otros escritos
Orígenes y su escuela
El Nuevo Testamento original de los sirios
Luciano y Eusebio
Atanasio
Desarrollo en el oriente hasta el tiempo de Justiniano
Asimilación en el oeste
La palabra "canon" (griego kanon) significa primariamente una vara recta, luego una
vara de medir y de ahí, figuradamente, lo que es una guía o modelo ya sea artística,
científica o éticamente; por eso en el uso cristiano primitivo (Gálatas 6:16; Filipenses
3:16; Clemente de Roma, i. 7, 41) el canon era una idea directriz, un principio
preceptivo. El siguiente cambio de significado (indicado por Clemente de
Alejandría, Strom., VII. xvi. 94) fue hacia un tipo de doctrina cristiana,
la ortodoxa opuesta a la herética. Desde el año 300 la forma plural "cánones" se ha
usado para las regulaciones eclesiásticas. Pero dado que las doctrinas cristianas
estaban basadas sobre las Escrituras, los escritos mismos fueron naturalmente
conocidos como el canon y la prueba de canonicidad de cualquier escrito particular fue
su recepción por la Iglesia. El uso más antiguo de la palabra en este sentido lo
encontramos en el canon 59 del concilio de Laodicea (363), "no se leerán salmos de
autoría privada en la iglesia, ni libros no canónicos, sino sólo los libros canónicos del
Antiguo y Nuevo Testamento" y contemporáneamente en Atanasio (Epistola festalis, i.
961, París, 1698). Unos años más tarde el uso era general.
Canon del Antiguo Testamento
Historia entre los judíos
Relato tradicional del nacimiento de la colección.
La teoría, que fue recibida casi universalmente durante 1500 años, de que
Esdras fue el autor del canon del Antiguo Testamento, procede del primer siglo
de la era cristiana; en 4 (2) Esdras xiv. 44 se dice que Esdras fue inspirado a
dictar durante cuarenta días a cinco hombres 94 libros, de los cuales 24 se
publicarían. Esos 24 evidentemente son los 24 libros del canon hebreo, según
la relación dada más abajo y los 70 restantes son los apócrifos judíos aludidos
en el evangelio de Nicodemo xxviii. Lo que los Padres tienen que decir sobre el
asunto se deriva en parte de 4 Esdras y es igualmente fabuloso.
La teoría de la sinagoga.
La teoría mencionada se ha supuesto que fue prevaleciente entre los judíos
mismos. Pero eso no tiene otro apoyo que lo que los eminentes rabinos David
Kimchi (muerto en 1240) y Elías Levita (1472–1549) especificaron sobre la obra
de Esdras y los hombres de la Gran Sinagoga, que ordenaron los 24 libros en
sus divisiones. El único pasaje del Talmud que se puede citar directamente en
su favor es Baba Bathra; las otras citas meramente demuestran el cuidado de
Esdras y los hombres de la Gran Sinagoga por la ley, no por el canon; de
hecho, principalmente por la ley oral y también algo por las alteraciones en el
texto. El pasaje es el siguiente:
"El orden de los profetas es Josué y Jueces, Samuel y Reyes, Jeremías y Ezequiel,
Isaías y los Doce. Oseas es el primero, porque está escrito, "Comienzo de la palabra
del Señor por Oseas (1:2). ¿Habló entonces Dios a Oseas primero? ¿No ha habido
muchos profetas entre él y Moisés? Rabí Johanan explicó que el significado es que
Oseas fue el primero de los cuatro profetas que profetizaron en ese tiempo: Oseas,
Isaías, Amós y Miqueas. ¿Por qué, entonces, no fue puesto primero? Porque su
profecía está con la de los últimos profetas, Hageo, Zacarías y Malaquías; él es por
tanto contado con ellos. ¿Debería este profeta haber sido insertado antes de
Jeremías? No; era tan pequeño que fácilmente se podría haber perdido. Ya que Isaías
vivió antes de Jeremías y Ezequiel, ¿no debería haber sido puesto antes que ellos?
No, porque Reyes acaba con la destrucción, Jeremías está enteramente ocupado con
ella y Ezequiel comienza con ella pero acaba con la consolación, mientras que Isaías
es todo consolación; de ahí que no podemos relacionar destrucción con destrucción y
consolación con consolación. Pero Job vivió en el tiempo de Moisés; ¿No debería
haber sido puesto el primero? No, pues no se debe comenzar con desgracia.
¿Contiene desgracia Rut? Ciertamente, pero acaba en gozo ¿y quién los escribió?
Moisés escribió su libro y la sección de Balaam y Job. Josué escribió su libro y ocho
versos en la ley (Deuteronomio 34:5-12). Samuel escribió su libro, Jueces y Rut. David
escribió los Salmos por diez ancianos. Jeremías escribió su libro, Reyes y
Lamentaciones. Ezequías y sus compañeros escribieron Isaías, Proverbios, Cantares
y Eclesiastés. Los hombres de la Gran Sinagoga escribieron Ezequiel, los Doce,
Daniel y Ester. Esdras escribió su libro y las genealogías en Crónicas hasta su tiempo.
Esto está apoyado por el dicho del Rab, pues Rabí Jehudá dice, en el nombre del Rab,
"Esdras no dejó Babilonia hasta que hubo escrito su propio registro de familia." ¿Quién
lo acabó? Nehemías, el hijo de Hacalías."
El entendimiento de este pasaje depende de la palabra "escribió" que se usa en
diferentes sentidos, de autoría verdadera, de edición y de meramente recopilación de
los libros que anteriormente no habían estado relacionados. Se percibirá que el pasaje
no dice nada sobre el cierre del canon, pero también proporciona fundamento para la
idea de que el canon se cerró en el tiempo de Esdras y la Gran Sinagoga.
Exposición positiva
El Pentateuco; el denominado "primer canon."
Los hebreos, como otros antiguos pueblos, preservaron sus escritos sagrados en
lugares sagrados. Por eso la ley fue puesta junto al arca del pacto (Deuteronomio
31:26), con sus añadiduras por Josué (Josué 24:26); Samuel colocó la ley del reino
"delante del Señor" (1 Samuel 10:25); Hilcías, el sumo sacerdote bajo Josías, encontró
el libro de la ley "en la casa del Señor" (2 Reyes 22:8). Podemos, por tanto, con
seguridad creer que desde el tiempo de Moisés los documentos y el entendimiento
sobre la ley, además de las tablas del pacto, y también todo lo que sobre ley e historia
había escrito Moisés, fue cuidadosamente preservado en el santuario (Éxodo 24:4,7;
34:27; Números 33:2). Los sacerdotes también retendrían información parcialmente
oral y parcialmente escrita respecto a muchos asuntos similares. La existencia de un
código autoritativo se demuestra (a) por el uso del "Libro del pacto" en Deuteronomio,
(b) por Oseas 8:12 y (c) por 2 Reyes 22. Los libros de Reyes, acabados durante el
exilio, mencionan por nombre el "libro de la ley de Moisés", por el que se significa solo
Deuteronomio (cf. 2 Reyes 14:6; Deuteronomio 24:16; 1 Reyes 2:3; 2 Reyes 23:25). La
mención del libro de la ley de Moisés (Josué 1:7-8; 8:31,34; 23:6) no se puede tomar
sin limitación, ya que procede del editor deuteronómico de Josué. Hageo 2:11-
13 muestra la existencia de un código sacerdotal que trata con dos estatutos de ese
código. La hipótesis de Wellhausen de que el código sacerdotal fue posesión privada
de Esdras hasta el año 445 a. C. y que Nehemías 8-10 habla de la introducción de la
ley, está en contradicción incompatible con ese pasaje. La fecha más baja para la
separación de Josué [del Pentateuco] es el tiempo de Nehemías y el cisma
samaritano.
Filón tuvo el mismo canon que nosotros (cf. C. Siegfried, Philo, p. 161, Jena, 1875) y
cita de casi todos los libros; mientras que de los apócrifos no hace extractos ni citas,
no dándoles el honor que atribuye a Platón, Hipócrates y a varios otros escritores
griegos. El Nuevo Testamento contiene citas principalmente del Pentateuco, Profetas y
Salmos, como puede conjeturarse de su alcance, pero reconoce la triple división del
canon (Lucas 24:44). En este versículo "los Salmos" no supone todos los hagiógrafos,
pues lo que nuestro Señor quería subrayar era el hecho de que los Salmos hablaban
de él. El uso de la frase "la ley y los profetas" (Mateo 5:17; Hechos 28:23) no implica
una división en dos partes. Los sirios usaron la misma expresión para todo el Antiguo
Testamento. La ausencia de citas en el Nuevo Testamento de algún libro del Antiguo
Testamento no es argumento contra su canonicidad. Y el uso por el Nuevo
Testamento de apócrifos o pseudo-epígrafos no respalda la canonicidad de los libros
citados. Josefo (Apion, 391 i. 8) aporta el testimonio más vigoroso para el canon y
evidentemente expresa la opinión nacional, no la suya privada. El pasaje en cuestión
dice así: "Tenemos 22 libros que contienen los registros de todos los tiempos pasados
y que justamente se consideran inspirados. Cinco de ellos son de Moisés. Contienen
sus leyes y las tradiciones desde el origen de la humanidad hasta su muerte. Desde
Moisés a Artajerjes los profetas componen el registro en trece libros. Los restantes
cuatro libros contienen himnos a Dios y preceptos para la conducta de la vida humana.
La historia escrita desde ese día, aunque segura, no es tan estimada, porque no ha
habido una exacta sucesión de profetas. Nadie se atreve a añadir, quitar o alterar, sino
que todos los judíos estiman que esos libros contienen doctrinas divinas y están
dispuestos a morir por ellos." Los libros mencionados no son mera literatura, sino una
colección sagrada, divina. Enumera 22 libros; los cinco libros de la ley; los trece
profetas, contando los doce profetas menores como un libro y las Lamentaciones con
Jeremías; los cuatro hagiógrafos, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares.
La triple división.
La triple división del canon hebreo está testificada en el prólogo a Sirac y en el
Nuevo Testamento (Lucas 24:44). La Septuaginta abandonó esa división en
favor de una diferente, el actual ordenamiento cristiano de los libros en historia,
poesía y profecía, e insertó los libros y las secciones apócrifas en lugares
apropiados.
Orden.
El orden de los libros en el canon hebreo es como sigue: 1. La Torah o "ley", los cinco
libros de Moisés; 2. Los Nebiim o "profetas", (a) los "profetas primeros", Josué,
Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes; (b) los "profetas postreros", Isaías, Jeremías,
Ezequiel y los doce profetas menores; 3. Los ketubim ("escritos") o hagiógrafos,
Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel,
Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas, en total 24 libros. La idea sostenida en algún
tiempo de que Rut y Lamentaciones estuvieron una vez en el canon segundo y fueron
transferidos al tercero, cuando se formó, no tiene apoyo. El principio de arreglo de los
libros histórico-proféticos es cronológico. La Mishná ordena los libros proféticos
propiamente dichos por orden de extensión: Jeremías, Ezequiel, Isaías y los Doce.
Los masoretas pusieron a Isaías primero. En algunos manuscritos del canon tercero el
libro más importante, Salmos, introducido por Rut, está al principio, luego Job y los tres
libros relacionados con el nombre de Salomón y los cuatro últimos libros al final. Los
masoretas ordenan así: Crónicas, Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantares,
Eclesiastés, Lamentaciones, Ester, Daniel y Esdras. Los manuscritos difieren
grandemente en el orden de esos libros.
Número de los libros canónicos.
La tradición judía, salvo cuando estuvo influenciada por Alejandría, unánimemente cita
el número de 24. No obstante, es usual decir que el reconocimiento original fue de 22.
Si, de alguna manera, los testigos para la segunda cifra no son contados sino
sopesados, está claro que la autoridad en la que descansan es alejandrina y esta es
de poco valor para tener el reconocimiento primitivo, porque los judíos alejandrinos no
sólo alteraron el orden y división de los libros, sino que les añadieron otros que no
estaban en el canon. Más aún, los alejandrinos llegaron al número 22 al unir Rut con
Jueces y Lamentaciones con Jeremías. Al llegar a dicho número quedaron
impresionados por su coincidencia con el número de letras en el alfabeto hebreo. Se
pensó que esta idea era importante, parte de la intención divina de hecho, con lo que
quedó grabada en la mente judía. Los Padres de la Iglesia la aceptaron en su estilo no
crítico y de esta manera ha llegado a nuestros días. Josefo menciona primero 22, pero
él hizo mayor uso de la Septuaginta que del original hebreo. Es digno de mención
que Epifanio y Jerónimo, quienes reconocen 22 libros, mencionan también 27, es
decir, las 22 letras hebreas más las cinco letras finales (letras que tienen una forma
especial al final de la palabra); para ello separan los libros dobles, Samuel, Reyes,
Crónicas y Esdras. Pero esta doble cuenta era sólo posible para judíos que usaran la
Septuaginta, ya que el original no divide esos libros. Más aún, ni en el Talmud ni en el
Midrash hay la menor huella de cualquier conocimiento del número 22, sino, al
contrario, siempre se menciona el númerp 24, no porque se corresponda con las 24
letras griegas, sino simplemente porque es el resultado general del gradual
surgimiento del canon. En la actual Biblia hebrea el número es 39, contado de manera
similar, aunque no en el mismo orden, al de las Biblias protestantes.
El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia
El libro de Ester, a causa de su contenido, a veces fue excluido del canon del
Antiguo Testamento cristiano. Melitón de Sardis 170 d. C.) lo omite de su lista
(ver Eusebio, Hist. eccl., IV. xxvi), aunque tal vez haya sido dejado después de
Esdras, en tanto en otras listas viene después de este nombre. También lo
omiten Atanasio (Epistola Festalis, i. 961, edición de Benedición), Gregorio de
Nacianzo (Carm., xxxiii) y en el siglo sexto Junilio (De partibus legis divinæ, i.
3–7). Por otro lado, está incluido en el canon por Orígenes, Cirilo de
Jerusalén y Epifanio.
La Iglesia griega.
En tiempos antiguos y en la Edad Media muchos distinguieron tres clases de
escritos: Los canónicos, los reconocidos y los apócrifos. Por ejemplo así lo
hace la "Carta Pascual" de Atanasio. Los sínodos de Constantinopla (1638),
Jassy (1642) y Jerusalén (1672) expresamente rechazaron la idea de Cirilo
Lucar, patriarca de Constantinopla, y otros, que distinguen la forma canónica
de la apócrifa. Y el tercero, que es el más importante en la historia de la Iglesia
oriental, definió su posición sobre los apócrifos en respuesta a la tercera
cuestión añadida a la Confesión de Dositeo, en la que se mencionan
expresamente Sabiduría, Judit, Tobías, la Historia de Bel y el dragón, la historia
de Susana, los Macabeos (cuatro libros) y Eclesiástico como
canónicos. Reuss (Geschichte der heiligen Schriften, § 338, Brunswick, 1878)
dice que la edición oficial moscovita de la Biblia de 1831 tenía todos los
apócrifos, Esdras, en ambas recensiones, con Nehemías y 1-4 de Macabeos al
final de los libros históricos y los profetas antes de los siete libros poéticos o
sapienciales. Pero el "Catecismo mayor" de Filareto (Moscú, 1839), la norma
doctrinal más autoritativa de la Iglesia ortodoxa greco-rusa, elimina
especialmente los libros apócrifos de su lista, porque "no existen en hebreo"
(cf. Schaff, Creeds, ii. 451).
La Iglesia protestante.
Los símbolos luteranos no proporcionan ninguna declaración expresa contra
los apócrifos. No obstante, se les niega valor dogmático. Luterolos tradujo,
aunque, no 3 y 4 Esdras y los recomendó para lectura privada, salvo Baruc y 2
Macabeos. En la primera edición completa de la Biblia (Zurich, 1530) los
apócrifos se pusieron al final. Con esto concuerdan las decisiones de las otras
iglesias reformadas: La Confesión Galicana 1559, §§ 3, 4; la Confesión
Belga 1561, §§ 4–6 y los Treinta y Nueve Artículos, 1562 § 6 (cf.
Schaff, Creeds of Christendom, iii). El Libro de Oración Común contiene
lecturas de los apócrifos y recomendación especial de porciones de la
Sabiduría y Sirac. En el sínodo de Dort (1618), Gomar y otros suscitaron una
animada discusión al demandar la exclusión de los apócrifos Esdras, Tobías,
Judit y Bel y el dragón de la Biblia. El sínodo rechazó hacerlo, aunque se
posicionó en contra de los apócrifos. Igualmente se opuso a ellos la Asamblea
de Westminster, 1647, Confession of Faith, i. 3; los arminianos, Confessio...
pastorum, qui... remonstrantes vocantur, i. 3, 6,
los socinianos(Ostorodt, Unterrichtung von den vornehmsten Hauptpunckten
der christlichen Religion, Rakau, 1604) y los menonitas (Johann
Ris, Præcipuorum Christianæ fidei articulorum brevis confessio, xxix)
concuerdan con los demás protestantes.
Apocalipsis.
Hay pruebas sólidas de la recepción del Apocalipsis por todas las secciones de
la Iglesia. Fue citado por Teófilo de Antioquía hacia el año 180 y por la Iglesia
de Lión en 177 como "Sagrada Escritura." Ni Ireneo ni el canon muratoriano
estiman necesaria ninguna defensa. Contra el alto valor asociado al libro por
los montanistas, los alogos lo criticaron acerbamente como obra
de Cerinto. Cayo de Roma también asumió esta actitud e Hipólito lo defendió
contra él. Pero el sentimiento general de la Iglesia fue que el libro era inspirado,
escrito hacia el año 95 d. C., siendo la conclusión apropiada al Nuevo
Testamento.
Epístolas católicas.
La posición de las epístolas católicas hacia el año 200 fue muy variada, aunque hacia
el 300 eran conocidas como una división del Nuevo Testamento. 2 y 3 Juan deben
haber estado asociadas a 1 Juan, si se entiende su historia en la Iglesia y su
preservación. Hay testimonios sobre 2 Juan procedentes de Ireneo y Clemente de
Alejandría; que 3 Juan no la mencione Clemente no daña realmente el caso. La duda
que se presentó al reconocimiento incondicional de 2 y 3 Juan se desvaneció
enseguida. Es casi seguro que el canon muratoriano designó a las dos cartas menores
como reconocidas. Por su brevedad se entiende la escasez de citas y su poco uso en
público, pero igualmente eso vale contra cualquier cuestionamiento serio. Judas, como
una de las epístolas católicas, fue asunto de comentario por Clemente de Alejandría.
El canon muratoriano la cita como recibida. Tertuliano la citó como un escrito
convincente de un apóstol, aunque Orígenes señaló que no fue recibida generalmente.
En el siglo cuarto estaba entre los antilegomena (Eusebio, Hist. eccl., III. xxv. 3). La
canonicidad que tuvo en los tiempos antiguos se perdió posteriormente en un amplio
círculo de la Iglesia. Santiago, aunque leída en el oeste en tiempos antiguos y
conocida probablemente tanto por Ireneo como por Hipólito, no estuvo hasta mediados
del siglo cuarto en el Nuevo Testamento en la Iglesia occidental. El canon muratoriano
guarda silencio; entre los griegos del este estuvo entre las Escrituras generalmente
reconocidas. Aunque Orígenes la colocó entre los antilegomena, en el Codex
Claromontanus está puesta antes de 1 Juan. Una nota destacable es
que Metodio equivocadamente la atribuye a Pablo. En 325 era considerada por
muchos no genuina y Eusebio la puso entre los antilegomena (Hist. eccl., III. xxv. 3). El
reconocimiento general de 1 Pedro hacia el año 200 está comprobado por Ireneo, la
carta de Lión, Clemente de Alejandría, Tertuliano e Hipólito. El silencio del canon
muratoriano habría sido inexplicable y a ello debe referirse la observación de que una
carta de Pedro es recibida como lo es el Apocalipsis. Contra 2 Pedro hubo muchas
protestas. En Roma no era desconocida, pero no estaba al mismo nivel que 1 Pedro.
Es dudoso si Ireneo la conocía. La opinión personal de Orígenes era favorable, pero
comenta que hay una opinión dividida en la Iglesia sobre la carta. En el este su
posición fue diferente de la de 1 Pedro (Eusebio, Hist. eccl., IV. xxv. 8). Ya en
380 Dídimo la consideró no canónica y los sirios la rechazaron decididamente. De la
carta de Bernabé se puede decir que Clemente de Alejandría parece haberla incluido
entre las epístolas católicas, pudiendo decirse lo mismo de Orígenes. El Codex
Claromontanus la sitúa tras las siete epístolas católicas y antes de Apocalipsis. Es
pertinente aquí destacar que la primera y segunda epístola de Clemente son puestas
por los Canones Apostolorum lxxxv, entre la epístola de Bernabé y la Didaché. 1
Clemente se considera epístola católica; en Corinto fue usada ocasionalmente en el
servicio público, uso que se esparció a Alejandría y Siria. Fue citada por Clemente de
Alejandría y por Orígenes. Pero su relación con el Nuevo Testamento fue menos firme
incluso que la de Bernabé; en el oeste no fue considerada canónica e Ireneo parece
haberla empleado como perteneciente a la edad sub-apostólica.
Resumen.
El Nuevo Testamento de las Iglesias griega y latina de 170-220 incluía como
autoridad bien definida a los cuatro evangelios, trece cartas de Pablo,
Apocalipsis, 1 Pedro, 1 Juan (a la que estaban asociadas 2 y 3 Juan) y
probablemente también Judas. Hasta el año 210 el Pastortambién estuvo
incluido. Por otro lado, hubo cuestionamientos sobre Santiago, Hebreos, 2
Pedro, Apocalipsis de Pedro, Didaché, Bernabé, 1 y 2 Clemente, Hechos de
Pablo y el Pastor. La polémica contra Marción, los gnósticos y los alogos hizo
que la discusión del canon del Nuevo Testamento fuera primordial en el tiempo
de Ireneo y de Clemente de Alejandría. El Nuevo Testamento de hacia el año
200 no fue resultado de una revolución que ocurrió entre 150 y 170, sino de un
amplio desarrollo que fue variado. El canon rígidamente limitado de Marción
había señalado el camino para una definición de canonicidad que la Iglesia iba
a emprender pronto.
La Biblia de Marción.
El conocimiento de la Biblia de Marción se debe principalmente a Tertuliano,
que echó mano del Nuevo Testamento del hereje como arma contra él. Tras
Tertuliano viene Epifanio como fuente de conocimiento (Hær., xlii) y varias citas
de griegos y sirios hasta el siglo quinto que permiten reconstruir con bastante
seguridad el canon de Marción. Éste publicó no sólo su Nuevo Testamento sino
también su Antithesiscomo defensa de su posición dogmática y de su edición
crítica del Nuevo Testamento, lo que se convirtió en base doctrinal de su Iglesia
y siendo estudiado por Tertuliano, Efrén Sirio y otros. Su Biblia consistía de un
"evangelio" y un "apóstol", ambos anónimos. Ya que Pablo le parecía el
único predicador del evangelio no adulterado, su "apóstol" abarcaba diez
epístolas de Pablo en el siguiente orden: Gálatas, 1 y 2 Corintios, Romanos, 1
y 2 Tesalonicenses, Laodicenses (es decir, Efesios), Colosenses, Filipenses y
Filemón. Por supuesto es evidente que esta colección debe haber sido recibida
por él de la Iglesia. Procuró mostrar que la carta a los Efesios era la carta a los
laodicenses mencionada en Colosenses 4:16. Apreciaba grandemente la carta
a los Gálatas por su polémica antijudía. 1 y 2 Timoteo y Tito las desecha por
ser cartas privadas. Filemón fue admitida porque era una carta dirigida a una
iglesia en una casa. Para hacer la crítica de los escritos que recibió no
dependía de la tradición histórica ni de los testimonios de historicidad. Su
fundamento era su propia concepción subjetiva de lo que era el verdadero
cristianismo y lo que el evangelio paulino era; a partir de ahí procedía toda su
crítica textual. Que reconoció el evangelio de Lucas, fundamento del suyo
propio, como obra de alguien de la escuela paulina se muestra por su
eliminación de las palabras "el médico amado" en Colosenses 4:14. Su
evangelio, hasta donde el texto se puede elaborar, demuestra que tenía ante sí
el tercer evangelio y éste, a consecuencia de su larga asociación con el primer
y segundo evangelio, había recibido ampliaciones de su texto de ellos. Pero no
hay huella que se haya podido demostrar de influencia debida a evangelios
extra-canónicos sobre Marción. De esto se deduce que el canon de los
evangelios de la Iglesia de Roma hacia el año 140 era el de los cuatro
evangelios. El canon de Marción de las epístolas coincide con el del canon
muratoriano. Es natural que no le diera valor a las cartas de Pedro, Juan o
Santiago, nombrando especialmente al último en vista de Gálatas 2:9,12.
Hechos y Apocalipsis los rechazó expresamente. En comparación con el Nuevo
Testamento eclesiástico no sólo de sus tiempos sino de los dos siglos
siguientes variando en sus límites, el canon de Marción es una rígida obra de
arte elaborada en miniatura, aunque fue la obra de un legislador arbitrario.
El "evangelio."
La palabra euaggelion, que, en 150-200, designó la colección de los cuatro
Evangelios, se encuentra tan frecuentemente en la literatura antigua que debe
entenderse por ella una exposición escrita de las palabras y hechos de Jesús
en posesión de las iglesias y conocida generalmente de las comunidades
(Didaché, viii. 2; 2 Clem., viii. 5; Ignacio, Smyrna, v. 1; Philadelphia, viii. 2). Que
"evangelio" fue el documento autoritativo. El conocimiento general de su
contenido supone su uso regular en el servicio público. Fue citado con la
fórmula "el Señor dice" con o sin la adición "en el evangelio" y con la fórmula
(usada con citas del Antiguo Testamento) "está escrito." Pero ¿cuál fue este
"evangelio" Existió un claro entendimiento de lo que era entre los escritores del
período 90-140 y sus lectores. Papías declaró que Mateo en hebreo se usó en
la provincia de Asia con la ayuda de la traducción oral hasta que lo sustituyó
una versión griega. Incluso el cuarto evangelio repite las mismas palabras de
Marcos y Lucas (T. Zahn, Einleitung, Leipzig, 1900, páginas 505–506, 520). El
pasaje de Marcos 16:9-20 se deriva de Lucas, Juan y Papías. Los primeros
evangelios de la infancia y los evangelios de Pedro y Marción retroceden a los
evangelios canónicos. En la literatura de 95-140 entre una masa de
ordenanzas para la dirección eclesiástica sólo hay cuatro citas del evangelio
que no son trazables a los cuatro evangelios (2 Clem., v. 2, 4, viii. 5, xii. 2–6;
Ignacio, Smyrna, iii. 2). Tales dichos no canónicos como esos cuatro circularon
tanto oralmente como en escrito; Papías hacia 125 recogió muchos de ellos.
Del origen de la elaboración del canon del evangelio no hay informe confiable,
ni se puede decir dónde tomó forma.
Otros escritos.
Otros escritos que se encuentran posteriormente asignados al Nuevo
Testamento no quedaron unificados en una colección como lo fueron los
evangelios y las cartas de Pablo. Aparecen primero como partes indisputables
o debatidas del Nuevo Testamento. Un uso muy amplio en círculos extendidos
de la Iglesia durante el servicio público es probable para 1 Pedro, 1 Juan,
Apocalipsis y el Pastor, no siendo ninguno de ellos originalmente dirigido a una
sola comunidad.
Orígenes y su escuela.
Durante el siglo tercero el Nuevo Testamento no experimentó cambio esencial.
El logro de Orígenes fue la comparación del contenido de la posición tradicional
de diversas comunidades. Su vida y viajes le dieron oportunidad de conocer
mediante la observación la existencia de variantes; su preparación filológica y
su decidida vocación por el saber al servicio de la Iglesia lo calificaron para
pronunciar un juicio discreto. Antes de 217 s le dio la bienvenida en Roma
como una de las rutilantes estrellas de la Iglesia; sus viajes le llevaron a
Atenas, Antioquía y Cesarea en Capadocia, mientras que sus últimos años los
pasó en Tierra Santa. Los estudiantes se congregaban a su alrededor, tanto en
Alejandría como en Tierra Santa. Pero aunque estudioso de la Biblia como era,
no fue totalmente crítico. Citó Proverbios 22:28 en referencia a la discusión del
canon; la tradición era para él la última palabra, aunque de hecho la tradición
debía ser investigada. De ahí que proclamara la distinción entre
los homologoumena, los escritos universalmente reconocidos como escritura y
los antilegomena, o aquellos que más o menos se discutían. A los primeros,
según Orígenes, pertenecían los cuatro evangelios, las trece cartas de Pablo, 1
Pedro, 1 Juan, Hechos y Apocalipsis, que cerraba el Nuevo Testamento. A los
segundos pertenecían Hebreos, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Santiago, Judas,
Bernabé, el Pastor, la Didaché y el evangelio de los Hebreos. La carta a los
Hebreos era frecuentemente citado por él como paulina y canónica,
especialmente en sus primeros escritos, defendiendo su carácter paulino a
través de un discípulo de Pablo más que de Pablo mismo. 2 Pedro fue también
frecuentemente citada por él como Escritura, en lo que le siguió Firmiliano.
Santiago también fue frecuentemente citada como Escritura y como "el apóstol
Santiago." Judas parece haber sido valorada por él, aunque no aparece
muchas veces en sus escritos. Bernabé es llamada una epístola católica y en
el Onomasticon la pone con las otras epístolas católicas. Estimó
el Pastor como una obra inspirada y útil. Parece haber citado la Didaché como
Escritura. El evangelio de los Hebreos no lo menciona en su lista de evangelios
apócrifos; por otro lado, a veces lo cita con la fórmula que usaba para tales
escritos. Claramente discriminó las comunidades judeocristianas de las
heréticas ebionitas, sobre la base de que las primeras sostenían la norma
eclesiástica de fe.
Luciano y Eusebio.
Mientras que el Nuevo Testamento de la antigua iglesia en Antioquía tuvo su
individualidad, el canon de Crisóstomo fue exactamente el de la Peshitta y
refería la exclusión de 2 y 3 Juan a la decisión de los Padres. Esto no se
puede deber a los esfuerzos de Eusebio, ya que él puso a un lado el
Apocalipsis, pero reconocía las siete epístolas católicas; para llegar a la raíz del
asunto es preciso ir al comienzo de la escuela exegética de Luciano. Los
informes dicen que Luciano nació en Samosata y que trabajó en Edesa, donde
fue sacerdote y fundador de la escuela de Antioquía. Es indudablemente cierto
que él extendió su obra crítica textual al Nuevo Testamento y que su recensión
así como la de la Septuaginta se difundió hasta Constantinopla. El texto de la
escuela antioquena de hacia 380-450 probablemente retrocede hasta Luciano y
fue un compromiso entre las tradiciones de Edesa y Antioquía. Apocalipsis
quedó excluido mientras que se recibieron Santiago, 1 Pedro y 1 Juan de las
epístolas católicas, algo que sin duda influenció a la Peshitta.
Atanasio.
La Carta Pascual de 367, en la que se da una idea del uso indiscriminado
continuo de toda clase de apócrifos como Escritura, proporciona a Atanasio
una oportunidad de establecer un canon limitado definido en el orden de libros
y en grupos. Fue el primero en nombrar los 27 libros del Nuevo Testamento
como exclusivamente canónicos. Ignoró la oposición a la que varios de ellos
habían quedado sujetos, especialmente 2 Pedro, al que Dídimo continuaba
oponiéndose. Pero para no romper completamente con la tradición alejandrina,
puso en clara distinción de los libros "canónicos" e igualmente de los apócrifos
una clase de anagignoskomena. Los Padres los habían designado para ser
presentados a los catecúmenos para su instrucción. Incluyen la Sabiduría de
Salomón, Eclesiástico, Ester, Judit, Tobías, Didaché y el Pastor.
La Didaché tuvo gran influencia sobre la liturgia de Egipto y al Pastor Atanasio
mismo le concedió gran valor. La frase en la Carta Pascual que alude a estos
libros recomendables para lectura de los catecúmenos es la siguiente:
«Existen otros libros, además de éstos, no incluidos por cierto en el canon, pero que
han sido seleccionados por los Padres para que los lean quienes acaban de
incorporarse a nosotros: la Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de Sirac, y Ester, y
Judit, y Tobías, y el libro que lleva por nombre la Doctrina de los doce Apóstoles, y el
Pastor.»
Sin embargo, el elemento sorprendente es el silencio total sobre otros escritos que al
menos en Alejandría habían sido igualmente reconocidos, con la Didaché y el Pastor,
con escritos del Nuevo Testamento. Serapión, el amigo de Atanasio, había citado a
Bernabé como "el muy honrado apóstol Bernabé", junto con la carta a los Romanos de
Pablo y en el Codex Sinaiticus está entre Apocalipsis y el Pastor. El Nuevo
Testamento de 27 libros parecía estar firmemente establecido como lo había estado el
de 26 de Eusebio. Esta idea fue la que tuvo victoria en la Iglesia, eliminando
finalmente el canon más corto de Eusebio y dejando una clase de libros meramente
para la instrucción de los catecúmenos.
Asimilación en el oeste.
La Iglesia latina no se vio inmeditamente afectada por la vacilación y los
intentos en la fijación que el canon experimentó en el este. Hasta el siglo cuarto
se excluyó a Hebreos del Nuevo Testamento, teniendo un canon incompleto de
las epístolas católicas, pero incluyendo el Apocalipsis, que fue seriamente
atacado sólo por Cayo. Los sucesos del siglo cuarto hicieron el aislamiento
imposible. La residencia de Pierio, "el nuevo Orígenes", en Roma fue un paso
importante. Luego vinieron los concilios, el exilio de Atanasio en Trier (336–
337), en Roma (340–343) y en otras partes del oeste (hasta 340), las
influencias de Hilario de Poitiers en Asia Menor (356-360), de Lucífero de
Cagliari, Eusebio de Vercelli y otros; también la larga estancia de Jerónimo
y Rufino en Tierra Santa, Egipto y Siria, además de la estrecha relación de la
literatura de la Iglesia latina, especialmente la exegética, con modelos griegos.
La conciencia ecuménica de la Iglesia traspasó todas las barreras y afectó
incluso al canon. La influencia de Atanasio en este aspecto no ha de ser
infravalorada, especialmente en relación con la producción de una recensión de
la Biblia en Roma en 340-343.
Hebreos, apreciado por los novacianos, como una elaboración de Bernabé, comenzó
tras el tiempo de Hilario y Lucífero a ser citado más y más en el oeste como paulina y,
por tanto, canónica. El crecimiento del sentimiento en favor de Santiago tuvo lugar
imperceptiblemente, como el de las epístolas católicas menores. El canon africano
(350-365), publicado por Mommsen, tiene un aire más o menos oficial; no menciona
Hebreos, Santiago ni Judas, pero incluye 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan; fue corregido por
un revisor que omitió 2 Pedro y 2 y 3 Juan. En un sínodo de c. 382 el espíritu
controlador fue Jerónimo, por lo que 2 y 3 Juan fueron recibidos como del presbítero,
mientras que el resto de las epístolas católicas fueron atribuidas a los apóstoles.
Hebreos fue reconocida como la decimocuarta carta paulina. La influencia
de Agustín fue dominante en los sínodos de Hipona (383) y Cartago (397), cuyo
pronunciamiento fue en favor de trece epístolas paulinas, a las que se añadió
Hebreos.
La historia del canon se cerró en el oeste a comienzos del siglo quinto, cien
años antes que en el este.
No toda la Biblia fue revelada por Dios a los escritores. Pero si toda la Biblia fue inspirada por
Él. Como ejemplos de las partes que fueron dadas por revelación pueden citar los primeros
capítulos del Génesis y la muerte de moisés.
4 comentarios:
Dios me siento muy arrepentida por que aveces pienso en el infierno y mi cuerpo
desea de ir hacia aya se que es un lugar muy muy malo pero no se si es que tengo
un demonio que me controla pienso en cosas malas y cuando veo algo me molesta
y quiero destruirlo cada vez que intento leer la biblia algo me dice que es aburrido
siento que estoy poseida o algo asi mis padres me hablan y siento que quiero irme
de este mundo a los 3 años intente suicidarme por que pense que haci me querrian
ayudenme denme un consejo por favor u.u
14 de octubre de 2012, 16:28
Anónimo dijo...
harold dijo...
No toda la Biblia fue revelada por Dios a los escritores. Pero si toda la Biblia fue inspirada por
Él. Como ejemplos de las partes que fueron dadas por revelación pueden citar los primeros
capítulos del Génesis y la muerte de moisés.
4 comentarios:
Dios me siento muy arrepentida por que aveces pienso en el infierno y mi cuerpo
desea de ir hacia aya se que es un lugar muy muy malo pero no se si es que tengo
un demonio que me controla pienso en cosas malas y cuando veo algo me molesta
y quiero destruirlo cada vez que intento leer la biblia algo me dice que es aburrido
siento que estoy poseida o algo asi mis padres me hablan y siento que quiero irme
de este mundo a los 3 años intente suicidarme por que pense que haci me querrian
ayudenme denme un consejo por favor u.u
14 de octubre de 2012, 16:28
Anónimo dijo...
harold dijo...
11. ¿Cuáles son los cinco principios guías que se tenían en cuenta, para determinar si un
libro era o no canónico?
1. El libro tenía que ser autoritativo. (Se valoraba que el libro viniera con un
divino).
2. El libro tenía que haber sido escrito por un hombre de Dios.(Profético).
3. Tenía que ser auténtico. Los padres de la iglesia eran partidarios de la
política: "Si está en duda deséchalo". Esto realzó la validez de su
discernimiento de los libros canónicos.
4. Debía ser dinámico. Debía reflejar el poder de Dios para transformar las
vidas de los hombres.
5. Debía ser recibido, leído y usado. El libro debía ser aceptado por el pueblo
de Dios.
Pedro reconoció las obras de Pablo como escritura al mismo nivel que la Escritura
del Antiguo Testamento.(2 Ped. 3.16).
12. Establezca las diferencias entre el Canon Hebreo y el Canon Cristiano del Antiguo
Testamento
El Antiguo Testamento es la primera sección del canon cristiano bíblico de dos partes,
que incluye los libros de la Biblia hebrea o protocanónicos y en algunas
denominaciones cristianas también incluye varios libros deuterocanónicos. Martín
Lutero, quien sostuvo a los antiguos precedentes judíos,1 excluye a los libros
deuterocanónicos del Antiguo Testamento de su traducción de la Biblia (el
denominado canon de Lutero), colocándolos en una sección que tituló «apócrifos» (no
iguales en autoridad a la Escritura, pero edificantes), diferente al canon que se
afirmaría en el concilio de Trento el año que Lutero murió (1546).2 Otras iglesias
también difirieron sobre la canonicidad de ciertos libros. Como resultado, los cristianos
ortodoxos, católicos y protestantes utilizan diferentes cánones, que difieren con
respecto a los textos que se incluyen en el Antiguo Testamento y con respecto a los
Antilegomena del Nuevo Testamento.
Las diferencias entre la Biblia hebrea y otras versiones de la Torá hebrea o Antiguo
Testamento como el Pentateuco samaritano, el siríaco, latín, griego, ge'ez y otros cánones,
son más sustanciales. Muchos de estos cánones incluyen libros e incluso secciones de
libros que los otros no hacen.
Siguiendo la doctrina de Jerónimo Veritas Hebraica (verdad del hebreo), el Antiguo
Testamento protestante se compone de los mismos libros como la Biblia hebrea, pero
con un orden y una división de los libros diferentes. Los protestantes numeran los
libros del Antiguo Testamento como 39, mientras que la numeración del judaísmo de
los mismos libros es 24. Esto se debe a que el judaísmo considera a Samuel, Reyes y
Crónicas formando un libro cada uno, el grupo de los 12 profetas menores en un solo
libro, y también considera a Esdras y Nehemías como un solo libro. Además, la Biblia
del judaísmo es específicamente el Texto Masorético. Algunas traducciones
protestantes de la Biblia hebrea a menudo traducen los textos desde la Septuaginta.
También hay controversia en cuanto a si el Canon de Trento es exactamente el mismo
que el de Cartago y Hipona.3
13. Cite algunas razones por las cuales los libros apócrifos no se consideran canónicos
Los Católicos y Protestantes están en desacuerdo con relación al número exacto de libros que
pertenecen a las Escrituras del Antiguo Testamento. La disputa entre ellos es acerca de siete
libros, parte de lo que es conocido como los Apócrifos: 1º y 2º Macabeos, Sirácides/Sirácida
(Eclesiástico), Sabiduría (Sabiduría de Salomón), Libro de Baruch, Tobit o Tobías, Judit y
adiciones a Daniel y Ester.1 Sin embargo, existe un número de razones del por qué los
Apócrifos del Antiguo Testamento no deberían ser parte del Canon o de los escritos estándares
de la Escritura.
2) Implícitamente, Jesús rechazó los Apócrifos como Escritura al referirse al Canon Judío de la
Escritura totalmente aceptado: “desde la sangre de Abel [Gn 4:8] hasta la sangre de Zacarías,
[2 Cr 24:20] que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta
generación.” (Lucas 11:51; cf. Mateo 23:35).
En el Antiguo Testamento, particularmente en el Génesis, a Abel se le considera el primer
mártir mientras que a Zacarías se le considera el último en el Libro de Crónicas. En el Canon
Hebreo, el primer libro era Génesis y el último, Crónicas. Estos contenían todos los mismos 39
libros estándares aceptados hoy día por los Protestantes, pero arreglados de forma diferente.
Por ejemplo, todos los 12 profetas menores (Desde Oseas hasta Malaquías) estaban
contenidos en un solo libro. Esta es la razón por lo que hoy la Biblia Hebrea contiene sólo 24
libros. Cuando Jesús se refirió desde Abel a Zacarías, estaba plasmando todo el Canon de las
Escrituras Hebreas el cual incluía los mismos 39 libros que hoy aceptan los Protestantes. Por lo
tanto e implícitamente, Jesús rechazó toda escritura apócrifa.
14. ¿Cuáles fueron los criterios que se tuvieron en cuenta para determinar la canonicidad del
Nuevo Testamento?
CRITERIOS DE
CANONICIDAD
El dato revelado, definido por la Iglesia, es ciertamente el
criterio supremo e infalible para conocer la inspiración y la
canonicidad de los libros de la Biblia. La proposición del
Magisterio eclesiástico es necesaria porque la inspiración y
canonicidad de un libro es un hecho sobrenatural, que sólo se
puede conocer por revelación divina, a través de la Iglesia.
15. Cite los libros apócrifos más conocidos del Nuevo Testamento.
Los evangelios apócrifos o extracanónicos son los escritos surgidos en los primeros
siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos
ni aceptados en el canon del Tanaj judío hebreo-arameo, de
la Bibliaisraelita Septuaginta griega, así como tampoco de ninguna de las versiones de
la Biblia usadas por distintos grupos de cristianos como la Iglesia católica, la Iglesia
ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias protestantes. Entre esos escritos se
encuentran los Manuscritos de Nag Hammadi.
16. El término apócrifo (griego: από 'lejos', κρυφος 'oculto'; latín: apócryphus), que
originalmente significaba "ocultar lejos", y luego fue derivando en "oculto, obscuro", ha
sido utilizado a través de los tiempos para hacer referencia a algunas colecciones de
textos y de escritos religiosos sagrados surgidos y emanados en
contextos judíos o cristianos. Con él se califican una cantidad de libros que las Iglesias
cristianas de los primeros siglos no reconocieron como parte de la Sagrada Escritura,
pero que se presentan con nombres o características que los hacen aparecer como si
fueran libros canónicos.
Cuestión distinta es la de si un determinado escrito, forma o no parte de la Biblia, de si
se considera o no un libro inspirado. Cuando un determinado escrito o libro merece ser
considerado como formando parte de la Biblia, se dice que es "canónico". El canon
consiste en un elenco de los escritos bíblicos. Católicos, cristianos no católicos y judíos
tienen distintos cánones. Cuando el carácter canónico de un escrito es reconocido
tardíamente se dice que es "deuterocanónico". En ocasiones un libro puede ser
simultáneamente apócrifo y no canónico. Tal sucede con el Evangelio de Santo
Tomás. Ni Santo Tomás es realmente su autor, ni se considera que forme parte de la
biblia. Cuestiones distintas son las de si El Libro de la Sabiduría fue o no escrito por
Salomón y la de si forma o no forma parte de la Biblia.
Evangelios apócrifos[editar]
El término apócrifos, lejos de referirse a las consabidas acepciones adversas negativas
que tiene, es una expresión que reviste otro carácter: se trata de textos cuyo acceso fue
oculto, vedado, denegado ante las grandes masas de cristianos católico-ortodoxos,
escritos revestidos en un aura de magia y misticismo.[cita requerida]
Se trata de otras palabras y enseñanzas de Jesús, que posiblemente fueron escritas por
siete, Felipe, Tomas, Bartolomé, Andrés (hermano de Simón Pedro), Judas
Iscariote, Simón el Zelote y Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el
Mayor (hermano de Juan), de los doce discípulos de Cristo, ya que de acuerdo con los
textos del Nuevo testamento, sólo aparecen compilados documentos escritos por
cinco, Mateo, Juan (hermano de Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el
Mayor), Simón Pedro (hermano de Andrés), Judas Tadeo y su hermano Jacobo hijo de
Alfeo, conocido como Santiago el Menor, de estos doce discípulos. Se trata de escritos
que alegan ser las enseñanzas ocultas de los restantes apóstoles y cuyo contenido no
respalda muchas de las ideas mesiánicas comúnmente aceptadas por grupos de
cristianos, y que fueron documentos tenidos en gran estimación.
Los apócrifos del Nuevo Testamento incluyen varios evangelios y vidas de los apóstoles.
Algunos de ellos fueron escritos evidentemente por autores gnósticos o miembros de otros
grupos posteriormente definidos como herejes. Muchos de estos textos fueron
descubiertos durante los siglos XIX y XX, generando una intensa oleada de
especulaciones en torno a su importancia en los inicios del cristianismo entre los eruditos
religiosos.[cita requerida]
Si bien los protestantes, católicos y, en general, los ortodoxos están de acuerdo acerca de
qué libros deben ser incluidos en el canon del Nuevo testamento, la Iglesia ortodoxa
etíope solía incluir las epístolas I y II de Clemente y al Pastor de Hermas. A su vez, otras
iglesias como la Copta tenían en sus pasajes escritos que describían la niñez de
Jesús.[cita requerida]
Lutero consideraba apócrifa a la epístola de Santiago, dudando y cuestionando su autoría
a manos de cualquiera de los dos apóstoles llamados por el nombre de Jacobo o Santiago,
que algunos atribuyen a otro Jacobo, Santiago el Justo. También porque la epístola
contiene una declaración que contradice aparentemente las enseñanzas de Lutero de
la salvación solo por la fe: la "fe sin obras está muerta" (2:26). Lutero, en su
propia edición de la Biblia, degradó y relegó al nivel de unos simples apéndices la Epístola
de Santiago y otros tres documentos, a saber: la Epístola a los Hebreos, la Epístola de
Judas y el libro de Apocalipsis.[cita requerida]Posteriormente se incluyeron estos libros con el
canon protestante en su Nuevo Testamento, pero los colocaron luego de esos libros. Por
lo tanto, los libros del Nuevo Testamento luterano (al menos en alemán) están ordenados
en forma diferente a otras Biblias protestantes.
Un libro apócrifo del Nuevo testamento bien conocido es el Evangelio de Tomás, el único
texto completo que fue encontrado en la ciudad egipcia de Nag Hammadien 1945. Otro
evangelio propio de las corrientes gnósticas dentro del cristianismo de los primeros siglos,
atribuido a Judas de Carioth, el Evangelio de Judas, generó expectativa entre los
seguidores de estudios y cuestiones del judeocristianismo cuando fue rescatado,
reconstruido y presentado en el año 2006, en esfuerzo conjunto de Maecenas Foundation
y National Geographic Society.[cita requerida]
Han ejercido y ejercen un enorme influjo en la piedad e iconografía cristianas. Entre las
tradiciones conservadas únicamente en los apócrifos, se cuentan los nombres de los
padres de María, (Joaquín y Ana), el episodio de la Presentación de la Virgen niña en el
templo, el número y los nombres de los Reyes Magos(Melchor, Gaspar, Baltasar), y la
presencia de un asno y un buey en el pesebre donde María dio a luz. Allí también se
encuentran los nombres y las historias del Buen Ladrón (Dimas) y del Mal
Ladrón (Gestas); la historia de Verónica (recogida inclusive en la devoción piadosa del Via
Crucis, de tradición católica); el nombre de Longinos, el centurión que atravesó el costado
de Jesús en la cruz; o la primera sugerencia explícita de la virginidad perpetua de María,
que se encuentra en el Protoevangelio de Santiago. La fuerte presencia de esas
tradiciones en la liturgia lleva con frecuencia a olvidar que ninguno de ellos ha sido incluido
entre los Evangelios canónicos.[cita requerida]
Entre los textos apócrifos se cuentan numerosos Evangelios; entre ellos hay los que
llevan nombres de personajes famosos de la iglesia primitiva a los que se atribuyen estos
escritos, como el Evangelio de Tomás, del cual se encontraron antiguas copias en copto,
manuscritas por una comunidad de cristianos gnósticos; otros fueron titulados por el
supuesto contenido de la obra (Evangelio de la Verdad), por su origen (evangelios
atribuidos a Marción, a Cerinto) o por el grupo al que estuvieron destinados (Evangelio de
los Hebreos, de los Griegos, etc.).
En el siglo XIX comenzaron a hacerse unos estudios a fondo sobre estos textos. Se
hallaron escritos "apócrifos" desde el año 300 a. C. hasta el Nuevo testamento, que
proporcionaron a los investigadores una gran riqueza como fuentes históricas, así como
posturas divergentes sobre temas como inmortalidad y resurrección, y la creencia en ellos
a través de los siglos, desde un punto de vista siempre escatológico.[cita requerida]