Você está na página 1de 52

1. ¿De dónde proviene la palabra Biblia y que quiere decir?

Biblia es un término procedente de la palabra griega βιβλίον (biblíon), que significa rollo,
papiro o libro, y de la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta biblía ta hágia), que significa los
libros sagrados.

2. Explique cuáles fueron los materiales usados en la preparación de las sagradas escrituras

Los materiales usados en los manuscritos originales de la Biblia son diversos. Fueron los
mismos que se usaban comúnmente en las épocas en que se redactaron los manuscritos, y
eran copias a mano. Los siguientes eran los más empleados, tanto para la redacción del
Antiguo como del Nuevo Testamento:

 Papiro. Se producía de la planta denominada papiro. “Esta caña crecía en los lugares
poco profundos de los lagos y ríos de Egipto y de Siria”.[2] Era el material para escribir
más común en la antigüedad, e incluso se usó un par de siglos después de Cristo.
 Pergamino. F. F. Bruce escribe que “la palabra ‘pergamino’ proviene del nombre de la
ciudad de Pérgamo, en Asia Menor, pues la producción de este material de escritura
estuvo asociada durante algún tiempo con aquel lugar”.[3] La materia prima del
pergamino eran pieles curtidas de ovejas, cabras, antílopes, y otros animales. A estas
pieles se les quitaba el pelo y se las trataba con cepillos para producir un material de
escritura más duradero.
 Vitela. Este material era el cuero de ternero. Era común que se tiñera de color
púrpura, como vemos en algunos de los manuscritos conservados hoy.

También podemos hablar de otros materiales como la Ostraca, que era alfarería sin vidriar,
también llamado tiesto o cacharro. Además, se hacían inscripciones en piedra con una pluma
de hierro. Por otro lado, también se usaron tablillas de arcilla. Se escribía en ellas con un
instrumento agudo, y luego se secaban para que el escrito quedara plasmado de forma
permanente. Era el material más barato.

Dios sabe preservar magistralmente su propia Palabra para nombre.

En cuanto a los instrumentos utilizados para escribir, se tenían varias opciones, incluyendo el
cincel de hierro para grabar en piedra. También se usaba una punta metálica para hacer
inscripciones en arcilla y tablillas de cera. Y la pluma, que era básicamente una caña de junco,
con punta. La tinta se hacía generalmente de una combinación de carbón, goma, y agua.[4]

3. ¿Cuáles eran las formas de los libros antiguos más usados?

Papiro
Tomada del egipcio antiguo per-peraâ, que significa “flor del rey” y adaptado el nombre
original por los griegos bajo la forma pápyros, se acabó reservando el término býblos, que
a veces coexiste con el anterior, para referirse al producto material, el rollo, una vez que
había sido confeccionado. Se supone que la palabra derivó del nombre del puerto que
exportaba grandes cantidades de este material: Biblos.
En el Egipto antiguo se daba forma rectangular a las hojas obtenidas y luego estas se
unían por sus bordes hasta obtener una larga tira que luego se enrollaba para su mejor
manipulación, tanto en la escritura como en la lectura. Como cada hoja consistía en la
superposición de dos capas de tiras dispuestas perpendicularmente, las hojas para formar
el rollo se unían en forma tal que pudiera escribirse en el sentido de las fibras,
exceptuando las hojas de los extremos – las de mejor calidad - que se ponían a 90 grados
para darle al rollo mayor consistencia.
En Egipto se usaron rollos de papiro desde los primeros tiempos del Reino Antiguo. El rollo
de papiro más antiguo fue hallado en la tumba de Hemaka, (primera dinastía), en
la necrópolis de Saqqara, alrededor de 2900 a. C., pero su texto no es visible. Los rollos
escritos más antiguos de que disponemos son de la cuarta dinastía y la quinta dinastía.3
El Papiro Prisse redactado probablemente hacia el fin de la dinastía XI es uno de los mejor
coservados hallados hasta el momento y también uno de los primeros en el formato de
“rollo”.4 Este documento fue obtenido por el orientalista francés Émile Prisse en Tebas en
1856 y se preserva en la Biblioteca Nacional de Francia.
El rollo de papiro más largo llegado hasta nosotros mide 40,52 metros (Papyrus Harris –
Museo Británico). Su texto tiene 1500 líneas. Fue redactado en escritura hierática durante
el reinado de Ramsés IV – ca. 1145 a 1155 a. C. Está dividido en 5 secciones y posee 3
ilustraciones.5
Debido a la longitud normal del tallo de la planta, una hoja de 30 cm era costosa y una de
35 cm muy rara. En general un papiro de más de 23 cm de altura, era siempre algo lujoso.
Esto se vinculó estrechamente con la evolución del formato del rollo.
De ser usado exclusivamente en Egipto, el uso del papiro se extendió a Grecia en el s.
V a. C. y luego a occidente.

"El libro de la Reina Ester", siglos XIV-XV, Soporte: pergamino. Formato: volumen. Hebreo. Escritura
sefardí cuadrada.

Pergamino
Aunque los cueros y pieles fueron usados desde la antigüedad, el pergamino se comenzó
a producir en Grecia alrededor del s. II a. C. Su nombre deriva de uno de sus principales
centros de producción: el reino de Pérgamo. Este soporte era preferido por su durabilidad.
Admitía correcciones del escriba. No podía escribirse en sus comienzos (según algunos
autores) de ambos lados como a veces se hacía con rollos de papiro.6 Pero, y
principalmente por el costo de su producción, era frecuente que se raspara todo su texto
anterior (lo que dio origen al palimpsesto) para escribir uno nuevo (aunque hay menciones
de que aún los escritos de papiro se "lavaban").7
Existía una calidad especial diferenciada: la vitela (en latín, vellum). La vitela se elaboraba
con pieles de animales no natos o de pocas semanas. Era una piel mucho más fina,
blanca, flexible y transparente. No se podía distinguir la capa hielina de la carnosa, puesto
que esta estaba poco desarrollada.
Por otra parte, el papiro solo se producía en Egipto. Siendo monopolio del estado, ello
ocasionaba a otros estados una dependencia, además de mantenerse alto el precio. La
conquista de Egipto por los árabes (640 d. C.) interrumpió el comercio del papiro.8 Los
rollos de pergamino se armaban cosiendo consecutivamente las tiras obtenidas en el
proceso. El Pentateuco Hebreo de Bruselas (s. IX d. C) resultó de la unión de 57 pieles y
su longitud es de 36.5 m.9
El rollo de pergamino más largo hallado es de 9,23 m. Tiene menos de 1 décima de
milímetro de espesor.10 Pertenece al grupo de los llamados Rollos del Mar Muerto y data
aproximadamente del año 70 d. C.
El pergamino fue el soporte por excelencia a partir de los siglos III y IV, hasta la
introducción del papel por los árabes en Europa a finales del siglo VIII. Después de la
difusión de este, siguió siendo el material preferido para los códices miniados o
iluminados durante mucho tiempo.

Cueros y pieles
Los cueros y pieles de animales, curtidos y tratados con procedimientos mucho más
imperfectos que el que permitió elaborar el pergamino en el s. II a. C., sirvieron de soporte
a la escritura desde tiempos antiguos en muchas regiones. La mención más temprana del
uso de pieles como soporte se encuentra en un texto egipcio de la Dinastía IV (c. 2550 B.
C.). El texto existente más antiguo en ese material data de la dinastía XII (2000-1800 B.
C.) También se usaron en el cercano oriente, Irán, Irak y Turquestán. Los rollos más
famosos de cuero son los hallados en Qumran en 1947 (Rollos del Mar Muerto).11

Rollo manuscrito en seda. Siglo V a. C. sutra de 'La gran virtud de la Sabiduría'. Hallado en
las cuevas de Mogao.
Bambú - tablillas de madera - seda (China)[editar]

Manuscrito en rollo de bambú. Copia de El arte de la guerra de Sun Tzu.

En China, antes de la invención del papel se utilizaba la seda que luego se enrollaba, y
también las tiras de bambú y tablillas de madera, unidas y acomodadas en forma de
rollo.12 Hasta alrededor del siglo II a. C., la escritura china se tallaba sobre superficies
duras. Después las inscripciones se hacían sobre bronce y más adelante se usaron
caracteres tallados en tiras estrechas de madera o bambú sujetas con correas, que eran
luego enrolladas. Cuando llegó la era de la dinastía Han (206 a. C. a 220 d. C.) comenzó a
utilizarse el pincel y los caracteres se escribían con tinta negra sobre rollos de seda. Para
el siglo II d. C., una vez inventado el papel, los libros se escribieron en rollos de este
material. Luego comenzaron a plegarse los manuscritos en forma de acordeón en el siglo
IX.1314

Otros soportes
La tela de lino fue usada en el antiguo Egipto para escribir, y entre los romanos aparece
también como material ‘para ciertos rituales’ (cf. Tito Livio, X, 38: liber uetus linteus, entre
los samnitas, etc.). Plinio habla de ‘uolumina lintea’ para documentos privados, pues las
actas públicas se hacían en plomo. El texto más largo existente en escritura etrusca (Liber
Linteus), conservado en el Museo Arqueológico de Zagreb, está escrito en un rollo de
lino.1516
Las hojas de palma como soporte de la escritura comenzaron a usarse en Asia ya en el s.
V a. C. y su uso continuó hasta el s. XIX.17
Corteza de abedul: En el área de Novgorod, Rusia, los arqueólogos han desenterrado
aproximadamente 1000 manuscritos, y continúan en ello. Muchos son cartas de estilo
coloquial y relatos tallados en rollos de corteza de abedul. La mayoría de ellos datan entre
el s. XI y XV. Los manuscritos budistas más antiguos están grabados en rollos de corteza
de abedul, y datan de los siglos I a V d. C.18 19 La arqueología en el s. XX ha confirmado la
existencia de rollos de corteza de abedul que datan probablemente del s. XVI, utilizados
por los Ojibwa, el tercer gran pueblo nativo de Norteamérica, con inscripciones de
complejos modelos geométricos e imágenes utilizados como ayuda memoria.20
La mayoría de los rollos hallados en Qumran eran de piel, aunque había algunos en papiro
y un rollo de cobre, el único existente.
En 1979 se encontraron en una tumba en Ketef Hinnom, próximo a Jerusalén, dos rollos
de plata con escrituras bíblicas.2122
Un rollo de plomo con la inscripción del Salmo 80, en griego, fue hallado en Rodas. No se
han hallado manuscrutos en este material en el antiguo Israel, pero algunos han
interpretado el términ
4. Describa la función de “Los Masoretas” y las características predominantes del “Texto
Masorético”

¿Cuál era su función?


Hacían copias exactas de los manosescrito. Los sorefin cambiaron el texto en más de
134 pasajes un ejemplo de ese cambio fue el nombre de Dios que proviene de las 4
consonantes hebreas (YHWH tetragramaton) para que se leyera Adonai y en otros
pasajes ELO-HIM en lugar de YHWH, los masoretas se dieron cuenta de dichas
alteraciones y las registraron en el margen o al final de cada texto hebreo con el
nombre de masora.
También agregaron vocales, acentos, y marcaciones sobre los libros escritos en prosa,
Salmos y Job y debido a que el hebreo estaba siendo sustituido por el arameo esto con
el fin de que no se perdiera su pronunciación con el pasar del tiempo.
La pregunta del día tiene que ver con lo que se conoce como el texto masorético del
Antiguo Testamento. ¿Qué es? ¿Cómo llegó a existir? ¿Es confiable?

Gracias por su pregunta. El texto masorético. ¿Qué es? Comencemos por señalar que en
el primer siglo de la era cristiana existía el Antiguo Testamento hebreo compuesto de
39 libros. También existía el Antiguo Testamento en griego se componía de 54 libros,
porque a los 39 libros se le había incluido 15 libros apócrifos. Los libros apócrifos,
también llamados deuterocanónicos, son libros cuyos orígenes son desconocidos y por
ese motivo no se incluyen dentro del canon de los 39 libros del Antiguo Testamento.
Por otro lado, los samaritanos tenían un Pentateuco que no coincidía con el Pentateuco
de Jerusalén. Esta situación preocupó a los escribas piadosos y respetuosos de las
Sagradas Escrituras Hebreas, y decidieron tomar algunas medidas con el fin de
preservar de la mejor manera posible el texto Hebreo original del Antiguo Testamento.
Esto les condujo a adoptar un texto, o un manuscrito, fijo, normativo y autorizado de
los libros del Antiguo Testamento.

Es este manuscrito de todo el Antiguo Testamento en Hebreo que llegó a llamarse


TEXTO MASORÉTICO. A los defensores o preservadores de aquel manuscrito se les
comenzó a llamar masoretas. Los masoretas asumieron la responsabilidad de sacar
copias de las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento y para evitar errores,
contaban las palabras de cada libro, y después de copiar un libro, contaban las palabras
de la copia, para estar seguros de que no habían omitido ni añadido palabra alguna a la
copia. Hasta el día de hoy, el Texto Masorético se reconoce como el más fidedigno o
digno de confianza de todos los manuscritos que existen del A.T.

Debemos agradecer a los masoretas por su piadoso celo por la preservación y pureza
del texto original del Antiguo Testamento. Casiodoro de Reina tradujo los libros del
Antiguo Testamento del Texto Masorético, el cual es la fuente más confiable que existe
hasta el día de hoy en el mundo. En la primavera del 1948 se descubrió un tesoro de
incalculable valor con relación a la Biblia. A doce kilómetros al Sur de Jericó, en la costa
oeste del Mar Muerto, un pastor de cabras encontró en una cueva una serie de rollos
manuscritos de casi todos los libros del Antiguo Testamento. En total se encontraron,
en varias cuevas, 330 manuscritos. Cuarenta en lengua aramea. Unos cuantos en
idioma griego y los restantes en hebreo. La mayor parte eran pergaminos, es decir que
fueron escritos en piel, y los otros en papiro. Se encontraron allí:
14 copias del libro de Deuteronomio.
12 copias del libro de Isaías.
10 copias del libro de los Salmos.
8 copias del libro de Éxodo
7 copias de los Profetas Menores (que los hebreos agrupaban en un libro)
6 copias del libro de Génesis.
3 copias del libro de Samuel.
3 copias del libro de Jeremías.
3 copias del libro de Daniel.

5. ¿En qué circunstancias surgió “La Septuaginta”


.1. La traducción más primitiva del Antiguo Testamento.
Algunas de las interrogantes que surgen de la lectura de la Sagrada Escritura y
particularmente del Antiguo Testamento versan sobre la antigüedad de los textos
que poseemos de la Biblia. ¿Cuál es la versión más primitiva conocida de aquellos
libros, sagrados para judíos y cristianos? ¿Cuáles fueron las versiones del Antiguo
Testamento empleadas por el Señor Jesús y los primeros cristianos? ¿Cuál fue la
fuente de las referencias del Antiguo Testamento recogidas por el Nuevo
Testamento? ¿Cuál fue la versión del Antiguo Testamento con mayor difusión entre
los primeros cristianos?
La versión en griego del Antiguo Testamento llamada "Septuaginta" constituye una
de las fuentes más importantes para adentrarse en la antigüedad de los textos de
la Sagrada Escritura, tal como los conoció el Señor Jesús. Estos escritos fueron
fundamentales para los primeros cristianos, tanto de origen hebreo como gentil. La
Septuaginta fue reconocida por la naciente Iglesia y leída con la devoción
reservada a la Revelación de Dios.
La Septuaginta constituye un testimonio de fundamental importancia para
remontarse al pasado más remoto de los textos del Antiguo Testamento. Es una
fuente privilegiada para conocer las llamadas "versiones paleohebreas", o "hebreas
antiguas", veneradas por el pueblo de Israel en épocas anteriores al Señor Jesús, e
incluso leídas, escuchadas de boca de los rabinos y maestros y estudiadas por el
mismo entorno del Salvador.
La Septuaginta conforma el conjunto de las fuentes veterotestamentarias con otros
escritos venerables como los manuscritos bíblicos de Qumrán, el "Pentateuco
Samaritano" y la "Peshitta", la traducción del Antiguo Testamento del hebreo al
idioma "siriaco", realizada por judeocristianos a finales del siglo I A. de C. La
llamada "Biblia Hebrea" o la "versión Masorética" es bastante posterior. La Biblia
Masorética fue elaborada a lo largo del primer milenio, ulterior al Señor Jesús,
publicándose recién en su forma definitiva alrededor del año 900 de la era
cristiana.
La Septuaginta o, en diminutivo, los "LXX" (Setenta), constituye la primera
traducción de la Ley Mosaica o "Pentateuco" y de los Profetas, a un idioma distinto
al hebreo, lengua considerada "sagrada" por los fieles judíos. En los decenios
posteriores se sumaron a la Septuaginta el resto de los "otros escritos" en hebreo
antiguo o "paleohebreo" de la Biblia.
Esta monumental empresa literaria fue iniciada en Alejandría de Egipto durante el
reinado de Ptolomeo II Filadelfo (285-247 A. de C.). Como documenta Julio
Trebolle, "la traducción de todo un cuerpo de literatura hebrea a la lengua griega
constituye un esfuerzo único de interpretación en todos los sentidos: ortografía,
morfología, sintaxis, semántica, teología, etc." (1).
La Iglesia cristiana primitiva adoptó la Septuaginta como "escritura sagrada", sin
reserva alguna. La mayoría de los textos del Antiguo Testamento citados por los
Evangelistas y los Apóstoles pertenecen a los LXX.
Después de la Septuaginta, la más antigua e importante traducción del Antiguo
Testamento en otro idioma fue la versión en lengua Siriaca o Aramea, llamada
"Peshitta", o "Traducción Simple". Su origen se vincula a la conversión al judaísmo
de los monarcas de Adiabene. La hebraización de la dinastía gobernante de este
reino Sirio-Helénico ocurrió alrededor del año 40 D. de C. El manuscrito de mayor
antigüedad descubierto de la "Peshitta" data del año 464 de la era cristiana. Dicho
texto contiene parte del Pentateuco, aunque falta el libro de Levítico (2).
1.2. Los "Setenta".
El Rey Ptolomeo II Filadelfo de Egipto fue un gran admirador de la cultura y las
antigüedades. A Ptolomeo se atribuye la fundación del primer "Museo" -casa en
honor de las "musas" que inspiraban a los artistas-. Según una carta atribuida a un
judío helenizado llamado Aristeas, dirigida a su hermano Filócrates, Ptolomeo
Filadelfo solicitó al Sumo Sacerdote Eleazar de Jerusalén la presencia de 72 sabios
judíos (seis por cada tribu de Israel) con el fin de traducir la Torah (los libros de la
Ley hebrea revelada por Yahvé) al griego "koiné" para enriquecer la biblioteca de
Alejandría.
El nombre de "Septuaginta" se origina en el número "redondeado" de sabios que
habrían intervenido en la traducción, o más bien en la "transposición", porque no
se "tradujeron" solamente palabras y frases de una lengua a otra, sino se expresó
con lucidez providencial el sentido auténtico de la Palabra de Dios.
A pesar del recurso a la narrativa empleado por Aristeas en su relato, la carta
parece expresar los hechos esenciales que rodearon la traducción de los textos del
Antiguo Testamento, particularmente el carácter sagrado del original hebreo, como
de la traducción de los Setenta.
El filósofo judío Aristóbulo, que vivió en Alejandría durante el reinado de Tolomeo
VI Filometor (181-145 A. d. C.), confirmó la existencia de la versión de los Setenta
con anterioridad a la carta de Aristeas. Aristóbulo atribuyó incluso a Platón el
conocimiento de la Ley Mosaica. El filósofo judío alejandrino relata en una carta al
rey Tolomeo que "la completa traducción de todos los libros de la Ley (fue hecha)
en los tiempos del Rey llamado Filadelfo, vuestro ancestro" (3).
1. 3. Un "texto" inspirado para judíos y cristianos.
Completada la transposición del Pentateuco al griego, se continuó con la traducción
del resto de los libros sagrados. El proceso concluyó alrededor del año 150 A. de C.
El texto griego de los "Setenta" fue adoptado por una significativa porción de
judíos, tanto en Palestina como en la Diáspora. Los judíos "dispersos" se contaban
en cientos de miles, exilados entre las naciones mediterráneas y del Lejano
Oriente, especialmente Mesopotamia y Alejandría. Esta porción del pueblo hebreo
hablaba griego y participaba de la cultura Helénica, extendida en Oriente desde
Egipto, Etiopía, Palestina, Arabia, Siria, Asia Menor, Babilonia, Persia, adentrándose
incluso hasta la frontera con la India.
El Pueblo Judío estimó la Septuaginta, desde sus orígenes, como "inspirada", digna
de ser leída y estudiada en las sinagogas. Tal opinión fue compartida por la
naciente Iglesia cristiana, que asumió la Septuaginta como expresión auténtica de
la Revelación divina. Los Evangelistas y los Apóstoles acudieron a los "LXX" cuando
escrutaron las antiguas escrituras en busca de los anuncios proféticos revelados
por el Padre sobre la venida redentora del Hijo.
Dejando de lado los elementos improbables o legendarios de la citada "Carta de
Aristeas" (4), la intención del Rey Filadelfo estaba de acuerdo con la política
cultural de los herederos del imperio de Alejandro Magno: emprender la
helenización de la cuenca Mediterránea y del Oriente. Con ese propósito se quiso
dotar a sus numerosos súbditos judíos con una versión de la Biblia en griego. En
este sentido coinciden testimonios muy antiguos, como el de Aristóbulo (c. 150 A.
de C.), de Filón de Alejandría, de Flavio Josefo y de Eusebio de Cesarea.
Tanto en Palestina como en la Diáspora hebrea la política del rey Ptolomeo fue
considerada estimable y conveniente por las autoridades. Ellos promovieron la
traducción del resto de los libros bíblicos para el uso de los judíos "helenizados",
escasamente versados en el idioma hebreo de sus antepasados.
En el fomento de la versión del Antiguo Testamento en un lenguaje gentil, los
líderes judíos estaban siguiendo la senda iniciada en la época de Esdras, quien fue
ministro del rey Atajerjes de Persia. Esta asimilación cultural fue conflictiva, pero
continuó su flujo, contribuyendo con influencias duraderas. Como explica Abraham
Schalit, la promoción de la traducción de las Escrituras Sagradas judías por
Tolomeo y el reconocimiento de la Torá como la "constitución legal" del Pueblo
Hebreo por reyes extranjeros como el seleúcida Antíoco III, trajo consigo la
alteración de valores entre la población de Judea, "transformación cuya
importancia histórica no es posible exagerar. Por vez primera en el período del
segundo Templo, desde la época de Esdras y Nehemías, una influyente clase social
judía, al mirar más allá de los confines de su propia cultura, descubría un mundo
desconocido, y este descubrimiento ejerció en ellos una profunda influencia
espiritual y material" (5).
¿Cuál fue la influencia espiritual del helenismo sobre los judíos? Cuando rige el
"Segundo Templo" los nuevos textos recogidos en la Biblia se alejan del estilo
rígido y excluyente del judaísmo "Pre-Exílico". Por ejemplo, el libro de Jonás
muestra una inmensa carga humana cuando manifiesta su preocupación por la
miseria del hombre como tal, sin hacer distinciones entre judíos y gentiles. En la
percepción de Jonás se descubre un enfoque universal hacia la persona y su
destino. En épocas anteriores los judíos se confirmaban, más bien, en su "razón de
existir", en su identidad como "pueblo elegido" que esperaba su redención al final
de los tiempos. Los llamados gentiles, "el resto" de la humanidad, incircuncisa y
marginada de la Ley de Yahvé, estaban al margen de la salvación.
Esta preocupación "humanista" no es excluyente a Jonás. También se descubre en
el Eclesiastés, cuando su autor se plantea el problema del fin último y sentido de la
existencia. ¿Podríamos interrogarnos si acaso esta influencia no habría retornado,
del judaísmo hacia el mundo helénico y posteriormente romano, preparando la
conciencia religiosa e intelectual a los grandes temas que serán respondidos con la
predicación de la Buena Nueva del Evangelio?
La Septuaginta es un testimonio indispensable de esta "apertura cultural" y una vía
fundamental para entrar en contacto con la fe del Pueblo Hebreo en la época del
Señor y en los primeros pasos de la Iglesia. En el año del nacimiento de Jesús
solamente en Alejandría, Egipto, la población judía sobrepasaba el medio millón de
fieles. Los judíos alejandrinos residían en sus propios barrios y estaban regidos por
Leyes especiales, diversas a las que gobernaban la población local egipcia o
"copta".
El proceso de traducción, culminado en Alejandría a finales del siglo II, A de C.,
incluyó libros considerados como sagrados e inspirados, como I Esdras, Sabiduría,
Eclesiástico, Judit, Tobías, Baruc, la "Carta de Jeremías" (contenida en el libro
profético), 1-2 Macabeos y fragmentos de Ester (10, 4-16; 24).
Los cuestionamientos a la "Canonicidad" (autoridad y fidelidad de los antiguos
libros sagrados) de la Septuaginta aparecieron tardíamente, concretamente cuando
avanzaba el siglo I de la Era Cristiana (6). Los líderes del llamado "judaísmo
fariseo" o "rabínico", la tradición dominante tras la trágica rebelión de los judíos de
Palestina contra los romanos, entre los años 68 y 70 D. de C., descartaron estos
libros "tardíos" después de la catástrofe que sufrieron bajo las armas romanas.
6. ¿Qué tipos de escritura se emplearon en los manuscritos más importantes del Nuevo
Testamento?

En General

Los manuscritos pueden ser convenientemente divididos entre los manuscritos


en papiro y en pergamino.

Manuscritos en Papiro:

En el Imperio Romano de los tres primeros siglos de nuestra era, el papiro era el
material de escritura ordinario. Hecho con tiras del corazón de la planta acuática
egipcia del mismo nombre, el papiro era muy frágil, quebradizo al aire, se
desmenuzaba con el uso, no resistía la fuerza desintegradora de la humedad y
muy poco practicable para la forma de libro. Todos los manuscritos en papiros
de todas clases se han perdido, excepto los enterrados en terreno
extremadamente seco, como el de Alto y Medio Egipto, donde
los ignorantes labradores destruyeron injustificadamente y de una vez grandes
cantidades de manuscritos en papiro. Los excavadores egipcios evitan ahora
esa destrucción y siguen añadiendo a la ya considerable colección de papiros.
Es más que probable que los escritores sagrados del Nuevo Testamento o sus
escribas usaran tinta y rollos de frágil papiro para sus autographa (2 Cor. 3,3;
2 Juan 12). Estos manuscritos originales probablemente perecieron hacia fines del
siglo I o principios del II. No hallamos rastros de ellos ni en los Padres Apostólicos ni
en los Padres apologéticos---a no ser que exceptuemos las palabras
de Tertuliano "las auténticas cartas de los Apóstoles mismos", que hoy se descartan
por considerarlas retóricas. Una prueba significativa de la pérdida temprana de las
copias autógrafas del Nuevo testamento es el hecho de que San Ireneo nunca apela
a los escritos originales sino sólo a las antiguas y esmeradas copias (en pasi tois
spoudaiois kai archaiois antigraphois), al testimonio de los que vieron a Juan cara a
cara (kaimartyrounton auton ekeinon ton katopsin ton Ioannen heorakoton), y a la
evidencia interna de la palabra escrita (kai tou logou didaskontos hemas).

Manuscritos en pergamino:

Egipto se adhirió a sus rollos de papiro hasta el siglo VIII y aún más tarde. El
pergamino había sido usado antes de los tiempos de Cristo (cf. Plinio, "Historia
Naturalis", XIII, 11), y durante el tiempo de los Apóstoles (2 Tim. 4,13). En el siglo III
comenzó a sustituir a los papiros fuera de Egipto; en la primera parte del siglo IV el
pergamino y el códice (o forma de libro) venció completamente al papiro y la forma
de rollo. Cuando Constantino fundó su capital del Imperio Bizantino, ordenó
a Eusebio de Cesarea que mandara a hacer cincuenta manuscritos de la Biblia en
pergamino (somatia en diphtherais) para usar en las iglesias de Bizancio (Vita
Constant., IV, 36). Los manuscritos bíblicos existentes más antiguos pertenecen al
siglo IV, pero en forma fragmentaria.

Palimpsestos:

Algunos sumamente importantes manuscritos en pergamino son palimpsestos (del


latín palimpsestum, griego palimpsestos, "raspado de nuevo")---es decir, habían sido
borrados con piedra pómez por segunda vez hacía tiempo y escrito sobre lo borrado.
El descubrimiento de los palimpsestos llevó a la imprudente acusación de que
los monjes habían producido una destrucción al por mayor de manuscritos bíblicos
desde muy antiguo. Se desprende que hubo algunas destrucciones del decreto de
un sínodo griego del año 691 d.C. que prohibía el uso de manuscritos palimpsestos,
ya fuera de la Biblia o de los Padres, a no ser que estuvieran completamente
inservibles (ver Wattenbach, "Das Schriftwessen im Mittelalter", 1896, p. 299). Y
también es suficientemente claro que tal destrucción no fue al por mayor, sino que
sólo tuvo que ver con manuscritos gastados o estropeados, por el hecho significativo
de que no se ha encontrado aún ninguna obra completa de cualquier clase en
ningún palimpsesto. El descifrado de un palimpsesto se puede realizar a veces
empapándolo en agua clara; generalmente hablando para recuperar la escritura
original. Tales reactivos químicos son una infusión de agallas, la tintura de Gioberti e
hidrosulfuro de amonio, los cuales dañan el manuscrito. Wattenbach, una autoridad
en el tema dice: “Los expertos experimentadores de nuestro tiempo han destruido
mucha más cantidad de preciosos manuscritos, en proporción a la cantidad
existente, que los monjes antiguos.”

Manuscritos Hebreos

Época:

a. Texto pre-masorético. El manuscrito hebreo más antiguo es el papiro Nash. Hay


cuatro fragmentos que cuando se ponen juntos dan veinticuatro líneas de un texto
pre-masoreta de los Diez Mandamientos y el shema (Éxodo 20,2-
17; Deuteronomio 5,6-19; 6,4-5). El escrito está sin vocales
y paleográficamenteparece que no es posterior al siglo II. Este es el más antiguo
manuscrito bíblico existente (vea Cook, "Un Papiro Bíblico Pre-Masorético" en
"Proced. de la Soc. de Arq. Bib.", enero 1903). A veces concuerda con la Versión de
los Setenta comparada con la Masora. Otro texto pre-masorético es
el Pentateuco Samaritano. La recensión samaritana es probablemente anterior
al Exilio; ha llegado a nosotros libre de la influencia masorética, está escrita sin
vocales y en caracteres samaritanos. El más antiguo manuscrito samaritano
existente es el de Nablus, que antes se databa anterior a los manuscritos
masoréticos, pero ahora se asigna al siglo XII o XIII d.C. Aquí hay que hacer ahora
mención de los manuscritos hebreos no-masoréticos del libro del Eclesiástico. Estos
fragmentos, obtenidos de una “genizah” de El Cairo (una caja para los manuscritos
gastados o desechados), pertenecen al siglo X u XI de nuestra era. Nos proveen con
más de la mitad del Eclesiástico y duplican ciertas partes del libro. Muchos
especialistas consideran que los fragmentos de El Cairo prueban que el hebreo fue
el idioma original del Eclesiástico (vea "Facsímiles de los Fragmentos recobrados
hasta ahora del Libro del Eclesiástico en Hebreo”, Oxford y Cambridge, 1901).

b. Texto Masorético: Todos los otros manuscritos hebreos de la Biblia son


masoréticos (Vea Masora) y pertenecen al siglo X o posterior. Algunos de estos
manuscritos están datados antes, pero los críticos textuales consideran que esas
fechas se deben a un fraude intencional o a una transcripción no-crítica de fechas de
manuscritos anteriores. Por ejemplo un códice de los profetas anteriores y
posteriores, que ahora está en la sinagoga caraíta de El Cairo, está fechado 895
d.C., pero Neubauer lo asigna al siglo XI o XIII. Califica como una obra del siglo XIII
el manuscrito # 12 de Cambridge, datado en 856 d.C. Rechaza como absolutamente
imposible la fecha 489 del Pentateuco de San Petersburgo (ver Studia Biblica, III,
22). Probablemente los manuscritos masoréticos más antiguos sean: "Prophetarium
Posteriorum Codex Bablyonicus Petropolitanus", fechado 916 d.C.; La Biblia de San
Petersburgo, escrita por Samuel ben Jacob y fechada en 1009 d.C.; el "Códice
Oriental 4445" en el Museo Británico, que Ginsburg (Introducción, p. 469) asigna a
820-50 d.C. Los críticos textuales varían mucho en las fechas que asignan a ciertos
manuscritos hebreos. De Rossi incluso piensa que sólo unos nueve o diez
manuscritos masoréticos son anteriores al siglo XII. (Variæ Lectiones, I, p. XV).

Cantidad:

Kennicott, el primer estudioso crítico del texto masorético, examinó o mandó a


examinar unos 16 manuscritos samaritanos, unos 40 textos impresos y 638
manuscritos masoréticos (ver "Dissertatio Generalis in Vetus Testam. Hebraicum",
Oxford, 1780). Los numeró en seis grupos:

 núms. 1-88, manuscritos de Oxford;


 núms. 89-144, otros manuscritos de países angloparlantes;
 núms. 145-254, manuscritos de Europa continental;
 núms. 255-300, textos impresos y varios manuscritos;
 núms. 301-694, manuscritos cotejados por Brunsio.

De Rossi (Variæ Lectiones Vet. Test.) retuvo la numeración de Kennicott y añadió


una lista de 479 manuscritos, todos de su propiedad privada, de los cuales,
desafortunadamente, 17 habían recibido ya numeración por Kennicott. De Rossi
añadió más tarde cuatro listas suplementaria de 110, 52, 37 y 76 manuscritos, y
llegó a la cifra de 1375 manuscritos masoréticos. Desde entonces nadie ha
emprendido un estudio crítico tan colosal de los manuscritos hebreos. Unos pocos
de los principales manuscritos se cotejan y comparan más exactamente en las
ediciones del texto masorético que fueron hechas por S. Baer, Fr. Delitzsch y
Ginsburg. Al vasto número de manuscritos hebreos examinado por Kennicott y De
Rossi hay que añadir unos dos mil manuscritos de la Biblioteca Imperial de San
Petersburgo que Firkowitsch cotejó en Tschufut-Kale ("Roca de los Judíos") en la
Crimea (ver Strack, "Die biblischen und massoretischen Handschriften zü Tschufut-
Kale" en "Zeits. für luth. Theol. und Kirche", 1875).

Valor:

El estudio crítico de esta rica variedad de cerca de 3400 rollos y códices masoréticos
no promete tan importantes resultados como al principio se creyó. Los manuscritos
son todos de fechas recientes si se comparan con los códices griegos, latinos y
siríacos; todos son singularmente parecidos. En copias hechas para uso privado se
hallan unas pocas variantes: las copias hechas para el servicio público de las
sinagogas son tan uniformes que no animan al crítico a compararlas. Todos los
manuscritos masoréticos nos devuelven a un solo editor---el de la tradición textual
que probablemente comenzó en el siglo II y cada vez se hizo más y más minucioso
hasta que cada detalle y título del texto quedó casi absolutamente fijado y sagrado.
Parece que fue R. Aqiba la cabeza de esta escuela judía del siglo II. Se tomaron
medidas sin precedentes para mantener el texto fijado. Los estudiosos contaron las
palabras y consonantes de cada libro, la palabra central y las consonantes centrales,
las peculiaridades del escrito etc. Hasta cuando tales peculiaridades eran
claramente debidas a un error o accidente, fueron perpetuadas e interpretadas por
un significado místico. Letras rotas o invertidas, consonantes que eran demasiado
pequeñas o grandes, puntos que estaban fuera de lugar---todas estas rarezas fueron
transmitidas como intención divina. En el Génesis 2,4 bebram (“cuando fueron
creados”), todos los manuscritos tiene una Hê, y los eruditos judíos vieron esta
peculiaridad como inspirada y la interpretaron: “En la letra Hê fueron creados” y
después se pusieron a averiguar qué quería decir aquello. Esta falta de variantes en
los manuscritos masoréticos nos deja sin la esperanza de recuperar el texto hebreo
original excepto a través de las versiones. Kittel en su espléndido texto hebreo da
tantas variantes como sugiere la versión.

Manuscritos Griegos

En General:

Los manuscritos griegos se dividen en dos clases según el tipo de escritura: uncial y
minúscula.

a. Las unciales se usaban entre los siglos IV y X, con letras grandes y


desconectadas. Estas letras no eran mayúsculas, sino que tenían una forma
característica: epsilon, sigma y omega no se escribían EPSILON, SIGMA, OMEGA,
como son esas mayúsculas en las inscripciones; rho, phi, psi, y a veces upsilon se
prolongaban sobre o por debajo de la línea. Las palabras no estaban separadas; no
se utilizaban acentos ni signos de puntuación; los párrafos se señalaban sólo con
una pequeña laguna; las letras eran uniformes y artísticas y sólo se usaban
ligaduras para las palabras más comunes---IC (Iesous), KC (Kyrios), XC (Christos),
ICL (Israel), PNA (pneuma), DLD (David), ANOC (anthropos), PER (pater), MER
(mater), OUC (pater), CER (soter), OUNOC (ouranos). En el siglo VI comenzó la
decadencia de la elegante escritura uncial; ciertas letras se torcían y se curvaban.
En el siglo VII más letras recibían esas florituras y se introdujeron acentos y pausas,
y la escritura se inclinaba hacia la derecha.

b. Minúsculas: Mientras las unciales seguían dominando en manuscritos bíblicos, en


otras obras se usaban las minúsculas. Durante el siglo IX se escribieron manuscritos
de la Biblia con unciales y con minúsculas. Esta última muestra una forma de escribir
tan desarrollada que no deja duda sobre su largo prolongado. Las letras son
pequeñas, conectadas y escritas con una mano rápida. Después del siglo X se
usaron las minúsculas hasta el siglo XV, en que los manuscritos fueron sustituidos
por impresos.

Manuscritos del Antiguo Testamento:

a. Versión de los Setenta (LXX): Hay tres familias de manuscritos de la Versión de


los Setenta: los de la Hexapla de Orígenes, los de Hesiquio y los de San Luciano de
Antioquía. San Pánfilo de Cesarea, discípulo de Orígenes, conservó en Cesarea los
manuscritos de su Hexapla y Tetrapla. Algunos manuscritos existentes (es decir,
aleph y Q) aluden en escolios a estas gigantescas obras de Orígenes. En el siglo IV,
Panfilio y su discípulo Eusebio de Cesarea reprodujeron la quinta columna de la
Hexapla, es decir, del texto de los Setenta de la Hexapla de Orígenes, con todos sus
signos críticos. Esta copia es la fuente de la familia de la Hexapla de los manuscritos
de los Setenta. Con el curso del tiempo, los escribas fueron suprimiendo los signos
críticos en parte o del todo. Pasajes que faltaban en los Setenta pero estaban en el
hebreo, y por lo tanto suministrados por Orígenes ya de Aquila o de Teodoción,
fueron irremediablemente entremezclados con pasajes de la Versión de los Setenta
disponible en ese momento. Casi al mismo tiempo se publicaron otras dos ediciones
de los Setenta: la de Hesiquio en Alejandría y la de Luciano en Antioquía. Los
manuscritos existentes han descendido de estas tres ediciones, pero de manera que
aún no se puede identificar bien. Muy pocos manuscritos se pueden asignar con
más que probabilidad a una de las tres familias; los manuscritos de la Hexapla, los
de Hesiquio y los de Luciano influyeron unos sobre los otros. La mayoría de los
manuscritos existentes de los Setenta contienen, como resultado, variantes de cada
una y de ninguna de las grandes familias. Los críticos textuales aún tienen pendiente
la tarea de seguir la pista de la influencia de estos tres grandes manuscritos.
 Papiros: Existen unos dieciséis fragmentos en papiro. Los más importantes son:
 Oxyrhyncus Papiro 656 (principios del siglo III) que contiene partes del Génesis 14 a 27,
en donde faltan la mayoría de los grandes manuscritos en pergamino.
 Museo Británico Papiro 37, a veces llamado U (siglo VII), que contiene parte de
los Salmos (Hebreo) 10 - 33.
 Un papiro en Leipzig (siglo IV) que contiene los salmos 29-54. Estos dos Salterios nos
dan el texto del Alto Egipto.
 Un papiro en Heidelberg (siglo VII) que contiene Zacarías 4,6 a Malaquías 4,5.
 Un papiro en Berlín (siglos IV o V) que contiene alrededor de treinta capítulos del
Génesis.

 Pergamino Uncial: Parsons cotejó 13 unciales y 298 manuscritos en minúsculas de los


Setenta. Designó a los primeros con números romanos, I-XIII, y los últimos con números
arábigos, 14-311 (cf. “V.T. Græcum cum Variis Lectionibus", Oxford, 1798). Legarde
designaba los unciales con mayúsculas romanas y griegas, que es la numeración
generalmente aceptada (cf. Swete, "Introducción al Antiguo Testamento en Griego",
Cambridge, 1902, 148).
 aleph: S, Códice Sinaítico (siglo IV; 43 hojas, en Leipzig, 156 junto al Nuevo Testamento
en San Petersburgo) contiene fragmentos del Génesis y Números; 1 Crón. 9,27 -
19,17; Esdras 9,9 hasta el final; Ester; Tobías; Judit; 1 y 4 Macabeos; Isaías; Jeremías.;
Lam. 1,1 - 2,20; Joel; Abdías - Malaquías; los libros poéticos, el Nuevo Testamento
completo, la Epístola de Bernabé y parte del “Pastor” de Hermas. El texto está mezclado.
En Tobías difiere mucho de A y B; su origen es dudoso. Dos correctores (Ca y Cb) son
del siglo VII. Ca nos dice al final de Ester que comparó este manuscrito con una copia
muy antigua, de la que Pánfilo testificó que había sido tomada y corregida de acuerdo a
la Hexapla u Orígenes.
 A, o Códice Alejandrino (siglo V; en el Museo Británico) contiene la Biblia completa
(excepto Salmos 1,20 - 80,11, y lagunas menores) e incluye los libros deuterocanónicos y
fragmentos, los Apócrifos 3 y 4 Macabeos y también 1 y 2 Clemente. Su origen es
egipcio y puede ser hesiquiano. Difiere mucho de B, especialmente en Jueces. El
manuscrito fue escrito por dos escribas y el corrector era aproximadamente de esa
misma época.
 B, o Códice Vaticano (siglo IV, en el Vaticano) contiene la Biblia completa; al Antiguo
Testamento le falta el Gén., 1,1 - 46,28; 1 y 2 Macabeos; porciones de 2 Samuel 2; y los
salmos, 105 - 137. El Nuevo Testamento carece de Hebreos, 9,14; 1 y 2 Timoteo;
Tito y Apocalipsis. Su origen es del Bajo Egipto. Hort piensa que es de la familia del texto
usado por Orígenes en su Hexapla.
 C, o Códice Efrén Rescripto (palimpsesto del siglo V, en la Biblioteca Nacional de París)
contiene 64 hojas del Antiguo Testamento; la mayor parte de Eclesiastés; partes
del Eclesiástico; Sabiduría; Libro de Proverbios y el Cantar; 145 de las 238 hojas del
Nuevo Testamento.
 D, o Cotton Genesis (siglo V, Museo Británico) contiene fragmentos de Génesis; fue casi
destruido por un incendio en 1731 pero había sido estudiado previamente.
 E, o Códice Bodleiano (siglos IX o X; en la Biblioteca Bodleiana, Oxford) contiene
fragmentos del Heptateuco.
 F, o Códice Ambrosiano (siglo V, en Milán) contiene fragmentos del Heptateuco.
 G, o Códice Sarraviano (siglo V, 130 hojas, en Leyden; 22 en París, una en San
Petersburgo) contiene el Octateuco de la Hexapla (fragmentos) con algunos de los
asteriscos y obeliscos de Orígenes.
 H, o Códice Petropolitano (siglo VI; en la Biblioteca Imperial, San Petersburgo) contiene
partes de Números.
 I, o Códice Bodleiano (siglo IX; Bibl. Bodl., Oxford) contiene los Salmos.
 K, o Códice Lipsiensis (siglo VII; en Univ. de Leipzig) contiene fragmentos del
Heptateuco.
 L, o Genesis de Viena (siglo VI; en la Librería Imperial, Viena) contiene un Génesis
incompleto, escrito con letras de plata sobre pergamino púrpura.
 M, o Códice Coisliniano (siglo VII; en la Biblioteca Nacional de París) contiene el
Heptateucco y Reyes.
 N-V, o Códice Basiliano-Veneto (siglos VIII o IX, parte en Venecia y parte en el Vaticano)
contiene el Génesis, Éxodo, y partes del Levítico, y se usó con B en la edición crítica de
los Setenta (Roma, 1587).
 O, o Códice Dublinense (siglo VI, en el Trinity College, Dublin) contiene fragmentos de
Isaías.
 Q, o Códice Marchaliano (siglo VI, en el Vaticano) contiene los Profetas, completo; es
muy importante y se originó en Egipto. El texto es probablemente hesiquiano. En los
márgenes hay muchas lecturas de la Hexapla; también muestra muchos signos de la
Hexapla.
 R, o Códice Veronense (siglo VI, en Verona) contiene el Psalterio en griego y latín y el
Cantar.
 T, o Códice Zuricensis, el Psalterio de Zürich (siglo VII) muestra, con R, el texto
occidental; letras de plata, iniciales doradas sobre pergamino púrpura.
 W, o Códice Parisiensis (siglo IX, en la Biblioteca Nacional, París) contiene fragmentos
de los Salmos.
 X, o Códice Vaticano (siglo nueve, en el Vaticano) contiene el Libro de Job.
 Y, o Códice Tauriensis (siglo nueve, en la Biblioteca Nacional, Turín) contiene los
Profetas Menores.
 Z, o Códice Tischendorf (siglo IX) contiene fragmentos de Reyes; publicado por
Tischendorf.
 Gamma, o Códice Cryptoferrantensis (siglo VIII o IX; en Grottaferrata) contiene
fragmentos de los Profetas.
 Delta, o Códice Bodleiano (siglos IV o V; Oxford, en Bodl. Libr.) contiene un fragmento de
Daniel.
 Theta, o Códice Washington (siglos V o VI, Instituto Smithnsoniano), contiene del
Deuteronomio a Josué, encontrado en Egipto, uno de los manuscritos de Freer. Hay
además siete Psalterios unciales (dos completos) del siglo IX o X y dieciocho fragmentos
poco importantes listados por Swete (op. cit., p. 140).

 Pergamino en Minúsculas. Se conocen más de 300 pero sin clasificar. Los Setenta de
Cambridge intenta cotejar los principales de estos manuscritos y agruparlos con la
intención de distinguir las varias recensiones de los Setenta. Más de la mitad de estos
manuscritos son Salterios y unos pocos de ellos dan el Antiguo Testamento completo. Al
editar la Políglota de Alcalá, el cardenal Cisneros usó los minúsculos 108 y 248 del
vaticano.

b. Aquila: (Ver Versiones de la Biblia). Vestigios de los manuscritos de Aquila se


encuentran en

 fragmentos de las terceras columnas de Orígenes, escritos como notas marginales en


algunos manuscritos como Q;
 el palimpsesto de Milán de la Hexapla, una copia muy importante del siglo X encontrada
por Mercati en 1896. Contiene alrededor de once salmos, no tiene columna hebrea y usa
el espacio de la misma para variantes;
 el fragmento de Cambridge, siglo VII, descubierto en una genizah de El Cairo. Contiene
partes del salmo 21 (ver Taylor, "Palimpsestos de la Genizah del Cairo", 1900). El
nombre Yahveh está escrito en letras antiguas hebreas.
 Los fragmentos de El Cairo del siglo IV y V; tres palimpsestos (contienen 1 Reyes 20,7 -
17; 2 Reyes 23,11-27) publicados por Burkitt en 1897; y cuatro porciones de salmos
(89,17 - 91,10; 95,7 - 96,12; 98,3; 101,16 - 102,13) publicados por Taylor (op. cit.).
 El fragmento de papiro del siglo IV de Gen., 1,1-5, publicado por Grenfell y Hunt en 1900.

c. Teodoción: (Ver VERSIONES DE LA BIBLIA). El libro de Daniel de Teodoción se


halla en los manuscritos de los Setenta mencionados arriba. El Palimpsesto de Milán
contiene su texto en parte.
d. Símaco (Ver Versiones de la Biblia). Las fuentes del manuscrito son los
palimpsestos de Milán, el fragmento de Cambridge y las notas marginales de la
Hexapla, todos los cuales son fuentes manuscritos de Aquila.

Manuscritos del Nuevo Testamento:

a. En General: Según von Soden ("Die Schriften des N.T. in ihrer ältesten
erreichbaren Textgestalt", Berlin, 1902) existen 2328 manuscritos del Nuevo
Testamento. Sólo unos 40 contienen enteros o en parte todos los libros del Nuevo
Testamento. Hay 1716 copias manuscritas de los Evangelios, 531 de los Hechos,
628 de las Epístolas Paulinas y 219 del Apocalipsis. La numeración comúnmente
aceptada de los manuscritos del Nuevo Testamento es la de Wettstein; los unciales
se designan por mayúsculas latinas y griegas, y las minúsculas con números
arábigos. Estos manuscritos se dividen en los cuatro grupos arriba mencionados:
Evangelios, Hechos, Epístolas Paulinas, Apocalipsis. En el caso de las unciales se
usa un exponente para designar al grupo al que se refieren. D o Dev es el Códice
Bezae, un manuscrito de los Evangelios; D3 o Dpaul es el Códice Claromontano, un
manuscrito de las Epístolas Paulinas; E2 o Eact es el Códice Laudiano, un
manuscrito de los Hechos.

La nomenclatura es menos clara para las minúsculas, pues cada grupo tiene una
serie de números diferentes. Si una minúscula es un manuscrito completo del Nuevo
Testamento, se designa por cuatro números diferentes. Uno y el mismo manuscrito
en Leicester es Evan. 69, Act 31, Paul 37, Apoc 14. La lista de Wettestein de los
manuscritos del Nuevo Testamento fue completada por Birch y Schols; más tarde
Scrivener y Gregory continuaron las listas, cada uno con su propia nomenclatura.
Von Soden ha introducido una nueva numeración para indicar el contenido del
manuscrito y la fecha. Si el contenido tiene algo más que los Evangelios, se marca
delta (es decir diatheke, "testamento”); si es sólo el evangelio, eta (i.e., euaggelion,
"evangelio"); si lo demás, excepto el evangelio, alpha (es decir, apostolos). B es
delta-1; aleph es delta-2; Q es epsilon 4, etc. No se hacen distinciones entre inciales
y minúsculas. Los especialistas admiten la lógica y el valor científico de esta nueva
numeración aunque las encuentran un poco pesada e impracticable.

b. Papiros: En la colección del Archiduque Rainer, en Viena, hay algunos trozos muy
fragmentados de frases del Nuevo Testamento griego, que Wessely, el custodio de
la colección, asigna al siglo II. Las excavaciones de Grenfell y Hunt en Oxyrhyncus
sacaron a la luz varios fragmentos del Nuevo Testamento que Kenyon, el asistente
del conservador de los manuscritos del Museo Británico, asigna a la última parte del
siglo III. Sólo un papiro manuscrito del Nuevo Testamento es importante para los
críticos textuales: Oxyrhyncus Pap. 657 del siglo III-IV, porque preserva alrededor de
un tercio de la Epístola a los Hebreos, una epístola en la que el Códice B (Códice
Vaticano) es defectuoso.

c. Pergamino en Unciales: Hay alrededor de 160 pergaminos unciales del Nuevo


Testamento; unos 110 contienen los Evangelios o partes de los mismos. Los más
importantes de esos unciales son los cuatro grandes códices de la Biblia griega
completa alef, A, B. C (ver arriba). El Vaticano (B) es el más antiguo y
probablemente el mejor manuscrito del Nuevo Testamento.

 D. o Códice Bezae (siglos V o VI, en la Biblioteca Universitaria de Cambridge) contiene


los Evangelios y Hechos en griego y latín, excepto Hechos 22,29 hasta el final; es un
espécimen único de manuscrito griego cuyo texto es occidental, es decir, el del latín
antiguo y siríaco antiguo.
 D3 o Códice Claromoniano (probablemente del siglo VI, en la Biblioteca Nacional
de París). Contiene las epístolas paulinas en griego y latín, cada texto independiente del
otro. Antes de Hebreos hay una lista de los libros del Nuevo Testamento y el número de
líneas (stichoi) de cada uno. Esta lista omite Tesalonicenses, Hebreos y Filipenses;
incluye cuatro libros apócrifos y sigue un orden
inusual: Mateo, Juan, Marcos, Lucas, Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, 1 y 2
Timoteo, Tito, Colosenses, Filemón, 1 y 2 Pedro, Santiago, 1, 2 y 3 Juan, Judas, Bernabé,
Apocalipsis, Hechos, Hermas, Hechos de Pablo, Apocalipsis de Pedro.
 E, o Códice Basileensis (siglo VIII; en la Biblioteca de la Universidad de Basilea) contiene
los Evangelios.
 E2, o Códice Laudiano (siglo VI; Oxford, en Biblioteca Bodleiana) contiene los Hechos en
griego y latín. el primero es como D.
 E3, o Códice Sangermanensis (siglo IX; en Bibl. Imperial, San Petersburgo) contiene las
epístolas paulinas en griego y latín; de la misma familia que D3.
 F, o Códice Boreeli (siglo IX, en Utrecht), contiene los Evangelios.
 F3, o Códice Augiensis (siglo IX; en el Trinity College, Cambridge), contiene las Epístolas
Paulinas en griego y latín; de la misma familia que D3, E3 y G3.
 G, o Códice Wolfii A (siglo IX o X; en Cambridge y Londres), contiene los Evangelios.
 G3, o Códice Boernerianus (siglo IX, en Dresden), contiene las Epístolas Paulinas en
griego y latín; texto de tipo D3.
 H, o Códice Wolfii B (siglo IX o X, en Dresden), contiene las Epístolas de San Pablo en
griego y latín; texto del tipo D3.
 H2, o Códice Mutinensis (siglo IX; en Módena), contiene los Hechos.
 H3, o Códice Coisliniano (siglo VI; originalmente en el Monte Athos, donde quedan 8
hojas. Otras partes fueron utilizadas para encuadernar manuscritos; 22 hojas llegaron así
a Paris; 3 fueron descubiertas en San Petersburgo, Moscú y Kiev; 1 en Turín). Este
manuscrito nos da, en gran parte, un texto del siglo IV de Eutalio de Sulca.
 K, o Códice Cyprius (siglo IX en la Biblioteca Nacional, Paris), contiene los Evangelios.
 K2, o Códice Mosquensis (siglo IX; en la Biblioteca del Santo Sínodo de Muscú), contiene
Hechos, las epístolas paulinas y católicas.
 L, o Códice Regio (siglo VIII; Biblioteca Nacional, Paris), contiene los Evangelios.
 L2, o Códice Angélico (siglo IX, en Roma), contiene Hechos y las Epístolas Católicas y
Paulinas.
 M, o Códice Campiano (siglo IX; Biblioteca Nacional, Paris), contiene los Evangelios.
 M3, o Códice Campiano (siglo IX Biblioteca Nacional, Paris), contiene los Evangelios.
 N, o Códice Purpúreo, también llamado Petropolitano (siglo VI), contiene los Evangelios
en plata sobre pergamino púrpura. Existe casi la mitad del manuscrito: 182 hojas
(encontradas en Asia Menor, 1986) están en San Petersburgo, 33 en Patmos, 6 en el
Vaticano, 4 en el Museo Británico y 2 en Viena.
 P, o Códice Guelferbitano A (siglo VI; Wolfenbüttel), contiene fragmentos de los
Evangelios.
 P2, o Códice Porfiriano (siglo IX, en San Petersburgo), contiene Hechos, y las epístolas
católicas y paulinas.
 Q, o Códice Guelferbitano B (siglo V; Wolfenbüttel), contiene fragmentos de los
Evangelios.
 R, o Códice Nitriense (siglo VI en el Museo Británico, Londres), una copia de Lucas en
palimpsesto.
 T, o Códice Borgiano (siglo V, en el Vaticano), fragmentos en griego y sahidico. Uno tiene
el doble final de Marcos; otro tiene 17 hojas de Lucas y Juan y un texto parecido a D y
Alfa.
 Z, o Códice Dublinense (siglo VI en el Colegio Trinity, Dublín), palimpsesto que contiene
295 versículos de Mateo; probablemente texto egipcio parecido a alef.
 Delta, o Códice Sangallensis (siglo IX o X, en Saint-Gall); contiene Evangelios en griego y
latín.
 Lambda, o Códice Rossanensis (siglo VI; en Rossano, Calabria), contiene Mateo y
Marcos en letras de plata sobre pergamino púrpura con ilustraciones. N, Sigma, Sigma-b,
y Phi son de la misma familia probablemente producidos en Constantinopla de un mismo
original.
 Sigma-b, o Códice Sinopensis (siglo VI; en la Biblioteca Nacional de Paris) consiste de 43
hojas (Mateo 7-24), en letras de oro sobre pergamino púrpura con 5 ilustraciones; fue
comprado por un oficial naval francés en Sinope, en 1899 y se llama también Omicron y
Hê.
 Phi, o Códice Beratino (siglo VI; en Berat, Albania), contiene Mateo y Marcos.
 Beth, o Códice Patirense (siglo V; en el Vaticano) contiene Hechos y las Epístolas
Paulinas y Católicas.
 El Manuscrito Americano de los Evangelios (siglo V) encontrado en Egipto en 1907 no se
ha publicado todavía; ni tiene los fragmentos de las epístolas paulinas (siglo VI) que
fueron encontradas al mismo tiempo.

d. Pergaminos en Minúsculas: El amplio número de testigos en minúsculas del texto


del Nuevo Testamento parecen indicar un rico campo de investigación para la crítica
textual, pero este campo no es rico en absoluto. Muchos de esos minúsculos
testigos nunca han sido estudiados por completo. El 95 por ciento son testigos del
mismo tipo de texto, el textus receptus. Sólo interesan a los críticos textuales los que
son peculiares o parientes de uno de los grandes unciales. Entre los Evangelios en
minúsculas, según la numeración de Gregorio, el tipo B-alef se ve más o menos en
33; 1, 118, 131, 209; 59, 157, 431, 496, 892. El tipo D es el de 235, 431, 473, 700,
1071; y el “Grupo Ferrar”, 13, 69, 124, 346, 348, 543, 713, 788, 826, 828. Entre los
Hechos en minúsculas, 31 y 61 muestran semejanzas a B; 137, 180, 216, 224 a D.
15, 40, 83, 205, 317, 328, 329, 393 se agrupan y se remontan hasta el texto del siglo
IV de Eutalio de Sulica. Entre los paulinos, este mismo texto, (es decir, el de H3) se
encuentra en 81, 83, 93, 379, 381.

e. Leccionarios: Hay unos 1100 manuscritos de lecturas del Evangelio (Evangelia o


Evangeliaria) y 300 manuscritos de lecturas de los Hechos y Epístolas
(Praxapostoli). Aunque más de 100 de estos leccionarios son unciales, son del siglo
IX o más tarde. Muy pocos de estos libros de las Epístolas y Evangelios han sido
examinados críticamente. Tal examen puede servir más tarde para agrupar mejor los
minúsculos del Nuevo Testamento y ayudar a localizarlos.

Manuscritos Latinos

Los manuscritos bíblicos son mucho más uniformes en griego que en latín.
La paleografía divide el griego en unciales y minúsculas; el latino en unciales,
semiunciales, mayúsculas, minúsculas y cursivas, e incluso estas divisiones tienen
subdivisiones. Se puede seguir el tiempo, el lugar y hasta el monasterio del
manuscrito latino por la forma específica del texto escrito a mano.

Latín Antiguo:

Unos 40 manuscritos nos han preservado un texto anterior a la traducción San


Jerónimo y son designados con letras minúsculas. Desafortunadamente no hay dos
de estos manuscritos que presenten el mismo texto. Las correcciones introducidas
por los escribas y la inevitable influencia de la Vulgata han hecho que sea muy difícil
agrupar los manuscritos en latín antiguo. Los críticos textuales concurren en que hay
un tipo de texto africano, uno europeo y uno italiano. El texto africano es el
mencionado por Tertuliano (c. 150-220) y usado por San Cipriano de Cartago (ca.
200-258), el cual es el más antiguo y crudo en estilo. El texto europeo es menos
crudo en estilo y vocabulario y puede ser una traducción completamente nueva. El
texto italiano es una versión del europeo y fue revisado por San Jerónimo en partes
de la Vulgata. Los manuscritos más importantes en latín antiguo son los del Nuevo
Testamento bilingüe: D, D3, E2, E3, F3, G3, Delta.

 a, o Códice Vercellensis (siglo IV, en Vercelli), contiene los Evangelios.


 b, o Códice Veronensis (siglo V, en Verona), contiene los Evangelios en un pergamino
púrpura. a y b son nuestros testigos principales del texto europeo de los Evangelios.
 e, o Códice Palatino (siglo V; en Viena, una hoja en Dublín), contiene los Evangelios. Para
los Hechos, e es latín de E2; para las epístolas de Pablo, e es latín de E3.
 f, o Códice Brixiano (siglo VI, en Brescia), contiene los Evangelios en un pergamino
púrpura; Wordsworth y White lo consideran el mejor representante existente del texto en
latín antiguo que San Jerónimo usó al revisar el Nuevo Testamento.
 ff2, o Códice Corbeiensis (siglo V, en París), contiene los Evangelios.
 g, o Códice Gigas (siglo trece, en Estocolmo), una Biblia completa; los Hechos y el
Apocalipsis están en latín antiguo y son los mejores ejemplos del tipo europeo.
 h, o Palimpsesto de Fleury (siglos IV o V, en Turín), contiene Marcos, 7 - 16,8 y Mateo 1 -
15; el más antiguo en latín antiguo, tipo africano, muy cercano al texto usado por San
Cipriano.
 q, o Códice Monacensis (siglos VI o VII, en Munich, contiene los Evangelios; tipo de texto
italiano.

Vulgata:

Se estima que existen más de 8000 manuscritos de la Vulgata. La mayoría de ellos


son posteriores al siglo XII y tiene poco valor en la reconstrucción del texto.
Tischendorf y Berger designan los principales manuscritos por abreviaciones de los
nombres: am = Amiatino; fu o fuld = Fuldense. Wordsworth y White, en su edición
crítica de los Evangelios y los Hechos (1899-1905), usan mayúsculas latinas para
anotar los 40 manuscritos de los que depende su texto. Gregory (Textkritik, II, 634)
enumera 2369 manuscritos. La forma más lógicas y útil de agrupar estos
manuscritos es genealógica y geográficamente. El trabajo de los críticos del futuro
será reconstruir el texto reconstruyendo los varios tipos, español italiano, irlandés,
francés etc. Los principales manuscritos de la Vulgata son:

 A, o Códice Amiatino (siglo VIII, en Florencia), contiene la Biblia completa, texto


probablemente italiano, es el mejor manuscrito existente de la Vulgata.
 C, o Códice Cavensis (siglo IX, en La Cava, cerca de Nápoles), una Biblia completa, la
mejor representante del tipo español.
 Delta, o Códice Dunelmensis (siglos VII u VIII, en la Catedral de Durham, Inglaterra),
Evangelios, texto de la familia de A.
 F, o Códice Fuldense ( 541-546 d.C.; en Fulda, Alemania), un Nuevo Testamento
completo: los Evangelios están como el "Diatessaron" de Tatiano. El obispo Víctor de
Capua encontró una versión latina antigua de Tatiano y sustituyó la Vulgata por el latín
antiguo.
 G, o Códice Sangermanense (siglo IX; en Paris), contiene la Biblia. En Hechos,
Wordsworth lo usa más que cualquier otro manuscrito.
 H, o Códice Hubertiano (siglo IX, en el Museo Británico, Londres), Una Biblia del tipo de
Teodulfo.
 theta, o Códice Teodulfiano (siglo IX; en Paris); una Biblia del tipo de Teodulfo.
 K, o Códice Karolinus (siglo IX; en el Museo Británico, Londres). Una Biblia del tipo
de Alcuino. Ver V.
 O, o Códice Oxoniense (siglo VII; en Oxford, en Bodl.), contiene los Evangelios; texto en
inglés afectado por influencias irlandeses.
 O2, o Códice Oxoniensis, o Selden Acts (siglo VIII; en Oxford, en Bodleian), contiene
Hechos; tipo irlandés.
 Q, o Códice Kenanensis, Libro de Kells, (siglo VIII; en el Trinity College, Dublín), contiene
los Evangelios; tipo irlandés.
 S, o Códice Stonyhurstensis (siglo siete; en el Colegio Stonyhurst, Inglaterra), contiene
el Evangelio según San Juan; texto como el de A probablemente escrito cerca de
Durham.
 V, o Códice Vallicellianus (siglo IX; en Roma, en Vallicelliana), Biblia del tipo Alcuino. Ver
K.
 Y, o Códice Lindisfarnense (siglo siete; en el Museo Británico, Londres). Evangelios.
Indicaciones litúrgicas en el texto muestran que es copia de un manuscrito escrito en
Nápoles; texto de la familia A.
 Z, o Códice Hareianus (siglos VI o VII; en el Museo Británico, Londres) contiene Epístolas
y el Apocalipsis.
Manuscritos Siríacos

1. Siríacos Antiguos: Los manuscritos siríacos sinaíticos y curetonianos representan


una versión más antigua que el Peshitto y dan testimonio de un texto anterior, uno
muy similar a aquel del que D y el latino antiguo dan testimonio

 El Siríaco Curetoniano (Syr-Cur) fue descubierto en 1842, entre los manuscritos traídos al
Museo Británico del Monasterio de Santa María Deipara en el desierto de Nitria
en Egipto y fue publicado por Cureton en 1858. Contiene 5 capítulos de Juan, grandes
porciones de Mateo y Lucas y Marcos 16,17-20, suficiente para mostrar que los últimos
doce versículos estaban en el documento original
 El Siríaco Sinaítico (Syr-Sin) fue encontrado por las señoras Lewis y Gibson, durante
1892, en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Este palimpsesto contiene los
cuatro Evangelios en gran parte, aunque no completos; es una recensión más antigua de
la misma versión Syr-Cur. Ambos se asignan al siglo V y representan la versión siríaca
que no puede ser posterior al año 200 d.C.

2. El Diatessaron: Esta armonía de los Evangelios fue escrita por Tatiano, un asirio
discípulo de San Justino Mártir, alrededor de 170 d.C. y fue ampliamente utilizada
en Siria. Nuestros registros manuscritos son dos versiones árabes, descubiertas una
en Roma y la otra en Egipto y publicadas en 1888. Una traducción latina de una
edición armenia del comentario de San Efrén al Diatessaron da testimonio de esta
temprana versión de los Evangelios. Los especialistas tienden a pensar que la de
Tatiano es la primera traducción siríaca de los Evangelios.

3. El Peshitto: El manuscrito más antiguo de esta Vulgata siríaca es


un Pentateuco datado el 464 d.C., el cual es el más antiguo manuscrito bíblico, y se
halla en el Museo Británico. Hay dos manuscritos del Nuevo Testamento del siglo V.
En todos, los manuscritos del Peshitto suman 125 de los Evangelios, 58 de los
Hechos y Epístolas Católicas y el 67 de las Epístolas Paulinas.

4. La versión Siríaca Filoxeniadel Nuevo Testamento nos ha llegado solamente en


las cuatro Epístolas Católicas menores, que no están incluidas en el Peshitto original
y un solo manuscrito del Apocalipsis que está en el Trinity College, Dublin.
5. La versión Heraclea-Siríaca: Esta versión del Nuevo Testamento está
representada por unos 35 manuscritos que datan del siglo VII y posterior; son
parecidos a la familia de D.

6. La versión Siríaca Palestina: Esta versión del N.T nos ha llegado por leccionarios
y otros manuscritos fragmentados descubiertos a finales del siglo XIX; los tres
principales son de 1030,1104 y 1118 d.C., respectivamente.

Manuscritos Armenios

Los manuscritos armenios datan de antes del 887 d.C. y son numerosos.

Manuscritos Coptos

1. Sahídicos: El Apocalipsis es el único libro del Nuevo Testamento que nos ha


llegado completo en un manuscrito en este dialecto del Alto Egipto. Muchos
fragmentos aislados han sido recobrados en las recientes excavaciones en Egipto,
con los que será posible pronto reconstruir un Nuevo Testamento en sahídico. Los
fragmentos más antiguos parecen pertenecer al siglo V. Algunos son bilingües (ver T
de los manuscritos del Nuevo Testamento).

2. Bohaíricos: Esta versión en el dialecto del Bajo Egipto está bien representada por
manuscritos del mismo tipo que B-alef, La Catena Curzon es el más antiguo
manuscrito bohairico existente de los Evangelios; está datado el 889 d.C. y está en
la Biblioteca Parham, otros son de los siglos XII y XIII. Ninguno es tan antiguo como
los fragmentos sahídicos.

3. Egipcio Medio: Los fragmentos del Egipto Medio en pergamino o papiro se han
encontrado en Fayum y cerca de Akhmim y Memphis. El más extenso es un
palimpsesto del siglo VI que está en el Museo Británico y tiene Juan 3 y 4.

7. Nombre cinco de los manuscritos más importantes del Nuevo Testamento

8. ¿Qué significado tiene la palabra “canon” en relación con las Sagradas Escrituras?

Canon de la Escritura es un término que designa los libros de la Biblia


aceptados como autoritativos.

 Canon del Antiguo Testamento. Historia entre los judíos. Relato tradicional del
surgimiento de la colección
o La teoría de la sinagoga
o Crítica de las dos teorías
 Exposición positiva. El Pentateuco; el denominado "primer canon."
o Libros histórico-proféticos y distintivamente proféticos; el "segundo
canon."
o Hagiógrafos; el "tercer canon."
o Testigos de la segunda y tercera parte del canon
o Supuesta disidencia judía sobre el canon
 Historia del canon del Antiguo Testamento entre los judíos. La triple división
o Orden
o Número de los libros canónicos
 El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia. Escritores patrísticos y
medievales
o Antiguas versiones orientales
o La Iglesia católica
o La Iglesia griega
o La Iglesia protestante
 Canon del Nuevo Testamento. Términos usados
o Nuevo Testamento, 170-220
o Los cuatro evangelios
o Las cartas de Pablo
o Hechos de los apóstoles
o Apocalipsis
o Epístolas católicas
o Escritos estimados temporalmente como canónicos
o Resumen
 El Nuevo Testamento, 140-170
o La Biblia de Marción
o La Biblia de los valentinianos
o Escritos apostólicos en Justino Mártir
 Huellas más antiguas y origen de las colecciones de los escritos apostólicos
o La colección de cartas de Pablo
o El "evangelio."
o Otros escritos
 Orígenes y su escuela
 El Nuevo Testamento original de los sirios
 Luciano y Eusebio
 Atanasio
 Desarrollo en el oriente hasta el tiempo de Justiniano
 Asimilación en el oeste

La palabra "canon" (griego kanon) significa primariamente una vara recta, luego una
vara de medir y de ahí, figuradamente, lo que es una guía o modelo ya sea artística,
científica o éticamente; por eso en el uso cristiano primitivo (Gálatas 6:16; Filipenses
3:16; Clemente de Roma, i. 7, 41) el canon era una idea directriz, un principio
preceptivo. El siguiente cambio de significado (indicado por Clemente de
Alejandría, Strom., VII. xvi. 94) fue hacia un tipo de doctrina cristiana,
la ortodoxa opuesta a la herética. Desde el año 300 la forma plural "cánones" se ha
usado para las regulaciones eclesiásticas. Pero dado que las doctrinas cristianas
estaban basadas sobre las Escrituras, los escritos mismos fueron naturalmente
conocidos como el canon y la prueba de canonicidad de cualquier escrito particular fue
su recepción por la Iglesia. El uso más antiguo de la palabra en este sentido lo
encontramos en el canon 59 del concilio de Laodicea (363), "no se leerán salmos de
autoría privada en la iglesia, ni libros no canónicos, sino sólo los libros canónicos del
Antiguo y Nuevo Testamento" y contemporáneamente en Atanasio (Epistola festalis, i.
961, París, 1698). Unos años más tarde el uso era general.
Canon del Antiguo Testamento
Historia entre los judíos
Relato tradicional del nacimiento de la colección.
La teoría, que fue recibida casi universalmente durante 1500 años, de que
Esdras fue el autor del canon del Antiguo Testamento, procede del primer siglo
de la era cristiana; en 4 (2) Esdras xiv. 44 se dice que Esdras fue inspirado a
dictar durante cuarenta días a cinco hombres 94 libros, de los cuales 24 se
publicarían. Esos 24 evidentemente son los 24 libros del canon hebreo, según
la relación dada más abajo y los 70 restantes son los apócrifos judíos aludidos
en el evangelio de Nicodemo xxviii. Lo que los Padres tienen que decir sobre el
asunto se deriva en parte de 4 Esdras y es igualmente fabuloso.

La teoría de la sinagoga.
La teoría mencionada se ha supuesto que fue prevaleciente entre los judíos
mismos. Pero eso no tiene otro apoyo que lo que los eminentes rabinos David
Kimchi (muerto en 1240) y Elías Levita (1472–1549) especificaron sobre la obra
de Esdras y los hombres de la Gran Sinagoga, que ordenaron los 24 libros en
sus divisiones. El único pasaje del Talmud que se puede citar directamente en
su favor es Baba Bathra; las otras citas meramente demuestran el cuidado de
Esdras y los hombres de la Gran Sinagoga por la ley, no por el canon; de
hecho, principalmente por la ley oral y también algo por las alteraciones en el
texto. El pasaje es el siguiente:

"El orden de los profetas es Josué y Jueces, Samuel y Reyes, Jeremías y Ezequiel,
Isaías y los Doce. Oseas es el primero, porque está escrito, "Comienzo de la palabra
del Señor por Oseas (1:2). ¿Habló entonces Dios a Oseas primero? ¿No ha habido
muchos profetas entre él y Moisés? Rabí Johanan explicó que el significado es que
Oseas fue el primero de los cuatro profetas que profetizaron en ese tiempo: Oseas,
Isaías, Amós y Miqueas. ¿Por qué, entonces, no fue puesto primero? Porque su
profecía está con la de los últimos profetas, Hageo, Zacarías y Malaquías; él es por
tanto contado con ellos. ¿Debería este profeta haber sido insertado antes de
Jeremías? No; era tan pequeño que fácilmente se podría haber perdido. Ya que Isaías
vivió antes de Jeremías y Ezequiel, ¿no debería haber sido puesto antes que ellos?
No, porque Reyes acaba con la destrucción, Jeremías está enteramente ocupado con
ella y Ezequiel comienza con ella pero acaba con la consolación, mientras que Isaías
es todo consolación; de ahí que no podemos relacionar destrucción con destrucción y
consolación con consolación. Pero Job vivió en el tiempo de Moisés; ¿No debería
haber sido puesto el primero? No, pues no se debe comenzar con desgracia.
¿Contiene desgracia Rut? Ciertamente, pero acaba en gozo ¿y quién los escribió?
Moisés escribió su libro y la sección de Balaam y Job. Josué escribió su libro y ocho
versos en la ley (Deuteronomio 34:5-12). Samuel escribió su libro, Jueces y Rut. David
escribió los Salmos por diez ancianos. Jeremías escribió su libro, Reyes y
Lamentaciones. Ezequías y sus compañeros escribieron Isaías, Proverbios, Cantares
y Eclesiastés. Los hombres de la Gran Sinagoga escribieron Ezequiel, los Doce,
Daniel y Ester. Esdras escribió su libro y las genealogías en Crónicas hasta su tiempo.
Esto está apoyado por el dicho del Rab, pues Rabí Jehudá dice, en el nombre del Rab,
"Esdras no dejó Babilonia hasta que hubo escrito su propio registro de familia." ¿Quién
lo acabó? Nehemías, el hijo de Hacalías."
El entendimiento de este pasaje depende de la palabra "escribió" que se usa en
diferentes sentidos, de autoría verdadera, de edición y de meramente recopilación de
los libros que anteriormente no habían estado relacionados. Se percibirá que el pasaje
no dice nada sobre el cierre del canon, pero también proporciona fundamento para la
idea de que el canon se cerró en el tiempo de Esdras y la Gran Sinagoga.

Crítica de las dos teorías.


Ambas teorías concuerdan al asignar la colección del Antiguo Testamento a
Esdras y sus compañeros y sucesores y también al afirmar que la división en
ley, profetas y hagiógrafos fue primitiva. Pero contra esto se levantan dos
objeciones: (1) La investigación crítica asigna la primera parte del libro de
Daniel, a causa de sus palabras griegas, a un tiempo cuando se entendía el
griego y la segunda parte a la época macabea; (2) la posición de algunos de
los libros históricos, por ejemplo Esdras y Daniel entre los hagiógrafos, es
inexplicable si el canon se hizo de una vez. Maimónides, David Kimchi
y Abarbanel explicaron el hecho por una diferencia en la inspiración. Pero
Cristo llama a Daniel profeta (Mateo 24:15; Marcos 13:14).

Exposición positiva
El Pentateuco; el denominado "primer canon."
Los hebreos, como otros antiguos pueblos, preservaron sus escritos sagrados en
lugares sagrados. Por eso la ley fue puesta junto al arca del pacto (Deuteronomio
31:26), con sus añadiduras por Josué (Josué 24:26); Samuel colocó la ley del reino
"delante del Señor" (1 Samuel 10:25); Hilcías, el sumo sacerdote bajo Josías, encontró
el libro de la ley "en la casa del Señor" (2 Reyes 22:8). Podemos, por tanto, con
seguridad creer que desde el tiempo de Moisés los documentos y el entendimiento
sobre la ley, además de las tablas del pacto, y también todo lo que sobre ley e historia
había escrito Moisés, fue cuidadosamente preservado en el santuario (Éxodo 24:4,7;
34:27; Números 33:2). Los sacerdotes también retendrían información parcialmente
oral y parcialmente escrita respecto a muchos asuntos similares. La existencia de un
código autoritativo se demuestra (a) por el uso del "Libro del pacto" en Deuteronomio,
(b) por Oseas 8:12 y (c) por 2 Reyes 22. Los libros de Reyes, acabados durante el
exilio, mencionan por nombre el "libro de la ley de Moisés", por el que se significa solo
Deuteronomio (cf. 2 Reyes 14:6; Deuteronomio 24:16; 1 Reyes 2:3; 2 Reyes 23:25). La
mención del libro de la ley de Moisés (Josué 1:7-8; 8:31,34; 23:6) no se puede tomar
sin limitación, ya que procede del editor deuteronómico de Josué. Hageo 2:11-
13 muestra la existencia de un código sacerdotal que trata con dos estatutos de ese
código. La hipótesis de Wellhausen de que el código sacerdotal fue posesión privada
de Esdras hasta el año 445 a. C. y que Nehemías 8-10 habla de la introducción de la
ley, está en contradicción incompatible con ese pasaje. La fecha más baja para la
separación de Josué [del Pentateuco] es el tiempo de Nehemías y el cisma
samaritano.

Libros histórico-proféticos y distintivamente proféticos; el "segundo


canon."
Los profetas fueron los persuasores y guías espirituales del pueblo y por tanto
fueron tenidos en alta estima por los fieles, cuyo natural deseo de tener una
colección de sus escritos es presumible que se viera pronto cumplido. En todos
los aspectos es bastante evidente, por los paralelos proféticos, que los profetas
conocían lo que otros habían escrito. La pérdida de tanta literatura sagrada en
la destrucción de Jerusalén por los caldeos hizo que la colección de los
restantes libros históricos así como de los proféticos fuera algo imperativo. La
consecución de una colección de libros históricos se vio impulsada por el hecho
de que Josué continuó la narrativa del Pentateuco. Ya que Reyes continúa la
historia de 1 y 2 de Samuel y se puede situar en la segunda mitad del período
del exilio, la estrecha relación con los primeros profetas les dio el nombre de
"profetas primeros" y les procuró una alta estima al regreso de Babilonia.

Hagiógrafos; el "tercer canon."


David y Salomón comenzaron el ordenamiento del servicio de alabanza en el templo,
añadiéndose una colección de salmos y posteriormente colecciones y salmos
individuales. El tiempo de Nehemías fue muy productivo. La división en cinco libros es
más antigua que la de Crónicas. La primera colección de los Proverbios de Salomón
(cf. Proverbios 10:1-22:16) fue tan grandemente valorada que Ezequías ordenó que se
preparara una segunda (Proverbios 25:1). El nombre del sabio fue suficiente para
recomendar Cantares; su edad y contenido al libro de Job. Lamentaciones apelaba
directamente a todo patriota judío durante el exilio y fue aceptado como sagrado. Rut,
por edad y especialmente por su genealogía de David, fue puesto en el tercer canon y
formó una introducción al Salterio. Esos primeros escritos fueron seguidos
gradualmente por otros, Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas, Eclesiastés, Ester y
finalmente Daniel. Tras ello y hasta la destrucción de Jerusalén por Tito, 70 d. C., la
nación fue tan influenciada por las costumbres griegas y se vio dividida por el
crecimiento de las facciones rivales, fariseos y saduceos, que su desarrollo religioso
se vio impedido para que cualquier obra recibiera reconocimiento universal y por tanto
fuera considerada canónica. La recepción de Daniel en el canon parece explicable
porque una narrativa de Daniel, el fundamento de Daniel 2-7, ya existía (cf. Ezequiel
14:14,20; 28:3). No mucho después de los Macabeos, la segunda colección o canon
recibió su nombre, los profetas, descriptivo no sólo de una porción de su contenido,
sino de su autoría y de este modo las tres divisiones del canon del Antiguo
Testamento, ley, profetas y hagiógrafos, proceden del siglo segundo a. C. Valentín
Löscher (De causis linguæ Hebrææ, p. 71, Leipzig, 1706) dijo correctamente: "El
canon no vino, por así decirlo, por un acto del hombre, sino gradualmente de Dios."

Testigos de la segunda y tercera parte del canon.


Jesús Sirac (Eclesiástico 46-49, especialmente 49:10) muestra conocer sólo los
profetas en el sentido amplio del "segundo canon." Su nieto testifica de la
tercera división también. El segundo libro de Macabeos, fechado por Niece
(Kritik der beiden Makkabäerbücher, Berlín, 1900) en 125-124 a. C., en la
sección i. 10–ii. 18 contiene un relato de la recuperación del fuego sagrado,
una cita de los "registros" de Jeremías (un escrito apócrifo perdido) y luego
sigue 2:13: "Y las mismas cosas también fueron relatadas en los registros, esto
es, las memorias de Nehemías [otro escrito apócrifo] y como él, al crear una
biblioteca, reunió los libros sobre los reyes y profetas y los de David y las
epístolas de los reyes sobre los dones santos." Esta referencia a las "cartas de
reyes sobre los dones santos" no puede referirse al libro de Esdras, sino sólo a
una colección de documentos sobre asuntos internacionales, tales como los
que serían de valor para un estadista como Nehemías y que tendrían conexión
con el templo y sus ofrendas. Por tanto, da testimonio de la colección de
Nehemías del segundo canon sustancialmente como la tenemos hoy, además
de los Salmos y los documentos tan importantes para la reedificación de la
ciudad. El siguiente versículo "y en semejante manera también Judas reunió
todos esos libros que habían estado dispersos por causa de la guerra que
tuvimos y están con nosotros", se aplica sólo al tercer canon. Por tanto, la
última ampliación del canon hebreo tuvo lugar bajo Judas Macabeo; aunque
probablemente la mayoría de los libros del tercer canon se habían preservado
previamente en los archivos del templo.

Filón tuvo el mismo canon que nosotros (cf. C. Siegfried, Philo, p. 161, Jena, 1875) y
cita de casi todos los libros; mientras que de los apócrifos no hace extractos ni citas,
no dándoles el honor que atribuye a Platón, Hipócrates y a varios otros escritores
griegos. El Nuevo Testamento contiene citas principalmente del Pentateuco, Profetas y
Salmos, como puede conjeturarse de su alcance, pero reconoce la triple división del
canon (Lucas 24:44). En este versículo "los Salmos" no supone todos los hagiógrafos,
pues lo que nuestro Señor quería subrayar era el hecho de que los Salmos hablaban
de él. El uso de la frase "la ley y los profetas" (Mateo 5:17; Hechos 28:23) no implica
una división en dos partes. Los sirios usaron la misma expresión para todo el Antiguo
Testamento. La ausencia de citas en el Nuevo Testamento de algún libro del Antiguo
Testamento no es argumento contra su canonicidad. Y el uso por el Nuevo
Testamento de apócrifos o pseudo-epígrafos no respalda la canonicidad de los libros
citados. Josefo (Apion, 391 i. 8) aporta el testimonio más vigoroso para el canon y
evidentemente expresa la opinión nacional, no la suya privada. El pasaje en cuestión
dice así: "Tenemos 22 libros que contienen los registros de todos los tiempos pasados
y que justamente se consideran inspirados. Cinco de ellos son de Moisés. Contienen
sus leyes y las tradiciones desde el origen de la humanidad hasta su muerte. Desde
Moisés a Artajerjes los profetas componen el registro en trece libros. Los restantes
cuatro libros contienen himnos a Dios y preceptos para la conducta de la vida humana.
La historia escrita desde ese día, aunque segura, no es tan estimada, porque no ha
habido una exacta sucesión de profetas. Nadie se atreve a añadir, quitar o alterar, sino
que todos los judíos estiman que esos libros contienen doctrinas divinas y están
dispuestos a morir por ellos." Los libros mencionados no son mera literatura, sino una
colección sagrada, divina. Enumera 22 libros; los cinco libros de la ley; los trece
profetas, contando los doce profetas menores como un libro y las Lamentaciones con
Jeremías; los cuatro hagiógrafos, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares.

Supuesta disidencia judía sobre el canon.


Esta disidencia no es real, sino sólo aparente, aunque se han hecho
apelaciones (a) a las controversias talmúdicas sobre ciertos libros, por ejemplo
Ester, aunque un examen más profundo de esas "controversias" demuestra
que son meramente intelectuales, no habiendo intención de rechazar ningún
libro. (b) Se dice que el libro de Sirac es mencionado como Escritura, pero no
hay pruebas de que fuera estimado como tal, y las dos o tres citas
son memoriter y probablemente hechas bajo un malentendido de su fuente. (c)
Se alega un alto aprecio por el libro de Baruc, pero toda la literatura judía no
proporciona pruebas. Por otro lado, el origen tardío del libro va contra esa
suposición; depende de Daniel 9 y no fue compuesto hasta después de la
captura de Jerusalén por Tito. (d) Algunos suponen que la Septuaginta muestra
que los judíos alejandrinos tenían un canon diferente al de los palestinenses,
porque hay libros añadidos a los 24 canónicos y adiciones a algunos de los
canónicos. Pero la idea palestinense de un canon (es decir, las composiciones
de profetas inspirados, una clase de hombres que entonces no existía) no era
desconocida en Alejandría, donde, por el contrario, la sentencia del libro de
Sabiduría vii:27: "[La sabiduría] en todas las edades, al entrar en las almas
santas, forma en ellas amigos de Dios y profetas" era completamente creída,
igual que por Filón (cf. De cherubim, ix) y Josefo (Guerras, I. iii. 5, II. viii. 12, III.
viii. 3, 9), quienes incluso declararon que ellos mismos habían sido a veces
realmente inspirados y otorgaron generosamente el hecho a otros. Por tanto,
para un judío alejandrino, no había nada impropio en ampliar la traducción
griega del Antiguo Testamento, no sólo por adiciones de secciones a los libros
canónicos, sino de libros totalmente nuevos. El gran respeto hacia la
Septuaginta se extendió a esas adiciones, pero sin darles a éstas ninguna
autoridad canónica. No hubo un canon alejandrino; pues ni el número ni el
orden de los libros añadidos fueron fijados.

Historia del canon del Antiguo Testamento entre los judíos

La triple división.
La triple división del canon hebreo está testificada en el prólogo a Sirac y en el
Nuevo Testamento (Lucas 24:44). La Septuaginta abandonó esa división en
favor de una diferente, el actual ordenamiento cristiano de los libros en historia,
poesía y profecía, e insertó los libros y las secciones apócrifas en lugares
apropiados.

Orden.
El orden de los libros en el canon hebreo es como sigue: 1. La Torah o "ley", los cinco
libros de Moisés; 2. Los Nebiim o "profetas", (a) los "profetas primeros", Josué,
Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes; (b) los "profetas postreros", Isaías, Jeremías,
Ezequiel y los doce profetas menores; 3. Los ketubim ("escritos") o hagiógrafos,
Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel,
Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas, en total 24 libros. La idea sostenida en algún
tiempo de que Rut y Lamentaciones estuvieron una vez en el canon segundo y fueron
transferidos al tercero, cuando se formó, no tiene apoyo. El principio de arreglo de los
libros histórico-proféticos es cronológico. La Mishná ordena los libros proféticos
propiamente dichos por orden de extensión: Jeremías, Ezequiel, Isaías y los Doce.
Los masoretas pusieron a Isaías primero. En algunos manuscritos del canon tercero el
libro más importante, Salmos, introducido por Rut, está al principio, luego Job y los tres
libros relacionados con el nombre de Salomón y los cuatro últimos libros al final. Los
masoretas ordenan así: Crónicas, Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantares,
Eclesiastés, Lamentaciones, Ester, Daniel y Esdras. Los manuscritos difieren
grandemente en el orden de esos libros.
Número de los libros canónicos.
La tradición judía, salvo cuando estuvo influenciada por Alejandría, unánimemente cita
el número de 24. No obstante, es usual decir que el reconocimiento original fue de 22.
Si, de alguna manera, los testigos para la segunda cifra no son contados sino
sopesados, está claro que la autoridad en la que descansan es alejandrina y esta es
de poco valor para tener el reconocimiento primitivo, porque los judíos alejandrinos no
sólo alteraron el orden y división de los libros, sino que les añadieron otros que no
estaban en el canon. Más aún, los alejandrinos llegaron al número 22 al unir Rut con
Jueces y Lamentaciones con Jeremías. Al llegar a dicho número quedaron
impresionados por su coincidencia con el número de letras en el alfabeto hebreo. Se
pensó que esta idea era importante, parte de la intención divina de hecho, con lo que
quedó grabada en la mente judía. Los Padres de la Iglesia la aceptaron en su estilo no
crítico y de esta manera ha llegado a nuestros días. Josefo menciona primero 22, pero
él hizo mayor uso de la Septuaginta que del original hebreo. Es digno de mención
que Epifanio y Jerónimo, quienes reconocen 22 libros, mencionan también 27, es
decir, las 22 letras hebreas más las cinco letras finales (letras que tienen una forma
especial al final de la palabra); para ello separan los libros dobles, Samuel, Reyes,
Crónicas y Esdras. Pero esta doble cuenta era sólo posible para judíos que usaran la
Septuaginta, ya que el original no divide esos libros. Más aún, ni en el Talmud ni en el
Midrash hay la menor huella de cualquier conocimiento del número 22, sino, al
contrario, siempre se menciona el númerp 24, no porque se corresponda con las 24
letras griegas, sino simplemente porque es el resultado general del gradual
surgimiento del canon. En la actual Biblia hebrea el número es 39, contado de manera
similar, aunque no en el mismo orden, al de las Biblias protestantes.
El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia

Escritores patrísticos y medievales.

Los Padres no impugnaron la autoridad Antiguo Testamento, pero, a causa del


uso universal de la Septuaginta, reconocieron como Escritura lo que nosotros
estimamos como apócrifos. Orígenes, quien cuenta sólo los libros del canon
hebreo, habla no obstante de Jeremías, Lamentaciones y la epístola como un
libro. Justino Mártir usó las adiciones a Daniel; Ireneo, Tertuliano, Clemente de
Alejandría, Cipriano y otros usaron los apócrifos con la misma fórmula de
citación que cuando usaban el Antiguo Testamento. Desde el siglo cuarto los
Padres griegos hacen cada vez menos uso de los apócrifos, mientras que en la
Iglesia latina la acción conciliar justificó y potenció su uso. Solo Jerónimo habla
decididamente del canon hebreo. Durante la Edad Media los apócrifos no
fueron reconocidos por la mayoría de los griegos, mientras que los latinos
hicieron lo opuesto, aunque algunos siguieron a Jerónimo.

El libro de Ester, a causa de su contenido, a veces fue excluido del canon del
Antiguo Testamento cristiano. Melitón de Sardis 170 d. C.) lo omite de su lista
(ver Eusebio, Hist. eccl., IV. xxvi), aunque tal vez haya sido dejado después de
Esdras, en tanto en otras listas viene después de este nombre. También lo
omiten Atanasio (Epistola Festalis, i. 961, edición de Benedición), Gregorio de
Nacianzo (Carm., xxxiii) y en el siglo sexto Junilio (De partibus legis divinæ, i.
3–7). Por otro lado, está incluido en el canon por Orígenes, Cirilo de
Jerusalén y Epifanio.

Antiguas versiones orientales.


La antigua Iglesia siria no recibió los apócrifos. No están en la Peshitta, aunque
se encuentran en una traducción siríaca posterior. Efrén Sirio († 373) no les
adjudica autoridad canónica. Afraates (siglo cuarto) cita de cada libro canónico,
pero usó los apócrifos esporádicamente y no en forma tal que puedan ser
considerados canónicos. Es perceptible una gran diferencia en la Peshitta entre
Crónicas y los otros libros. Ello suscitó la investigación de si Crónicas fue
aceptado como canónico por la Iglesia siria. Los nestorianos ciertamente lo
rechazaron y a Ester. La traducción etíope no sigue la Septuaginta totalmente y
contiene no sólo los canónicos sino también los libros apócrifos, excepto que 1
y 2 Macabeos los sustituye por dos libros propios bajo el mismo nombre y
algunos pseudo-epígrafos de los que el texto griego ahora no existe; la Iglesia
etíope hace menos diferencia que la alejandrina entre libros canónicos y no
canónicos.
La Iglesia católica.
La Iglesia católica está comprometida con el uso de los apócrifos como
Escritura por decisión del concilio de Trento en la cuarta sesión. Para
normalizar el texto, se publicó una Biblia en Roma en 1592 bajo la orden y
cuidado del papa. En la misma se menciona el comentario de Jerónimo, de que
las adiciones a Ester y Daniel no están en el texto hebreo y en un tipo
tipográfico más pequeño se hace el cándido anuncio como prefacio a la oración
de Manasés y al tercer y cuarto libros de Esdras de que, aunque es verdad que
no están en el canon de la Escritura del concilio de Trento, a pesar de ello se
incluyen porque son citados ocasionalmente por ciertos Padres, hallándose en
copias manuscritas e impresas de la Biblia latina. El decreto del concilio no fue
aprobado sin oposición y posteriores católicos, tales como Du Pin, Dissertation
préliminaire ou prolégomènes sur la Bible, París, 1699 y B. Lamy, Apparatus
biblicus, II. v. 333, Lión, 1723, se propusieron establecer dos clases de libros
canónicos: los proto-canónicos y los deutero-canónicos, atribuyendo a los
primeros una autoridad dogmáticay a los segundos sólo ética; pero esta
decisión contraviene la decisión de Trento y ha hallado poco apoyo.

La Iglesia griega.
En tiempos antiguos y en la Edad Media muchos distinguieron tres clases de
escritos: Los canónicos, los reconocidos y los apócrifos. Por ejemplo así lo
hace la "Carta Pascual" de Atanasio. Los sínodos de Constantinopla (1638),
Jassy (1642) y Jerusalén (1672) expresamente rechazaron la idea de Cirilo
Lucar, patriarca de Constantinopla, y otros, que distinguen la forma canónica
de la apócrifa. Y el tercero, que es el más importante en la historia de la Iglesia
oriental, definió su posición sobre los apócrifos en respuesta a la tercera
cuestión añadida a la Confesión de Dositeo, en la que se mencionan
expresamente Sabiduría, Judit, Tobías, la Historia de Bel y el dragón, la historia
de Susana, los Macabeos (cuatro libros) y Eclesiástico como
canónicos. Reuss (Geschichte der heiligen Schriften, § 338, Brunswick, 1878)
dice que la edición oficial moscovita de la Biblia de 1831 tenía todos los
apócrifos, Esdras, en ambas recensiones, con Nehemías y 1-4 de Macabeos al
final de los libros históricos y los profetas antes de los siete libros poéticos o
sapienciales. Pero el "Catecismo mayor" de Filareto (Moscú, 1839), la norma
doctrinal más autoritativa de la Iglesia ortodoxa greco-rusa, elimina
especialmente los libros apócrifos de su lista, porque "no existen en hebreo"
(cf. Schaff, Creeds, ii. 451).

La Iglesia protestante.
Los símbolos luteranos no proporcionan ninguna declaración expresa contra
los apócrifos. No obstante, se les niega valor dogmático. Luterolos tradujo,
aunque, no 3 y 4 Esdras y los recomendó para lectura privada, salvo Baruc y 2
Macabeos. En la primera edición completa de la Biblia (Zurich, 1530) los
apócrifos se pusieron al final. Con esto concuerdan las decisiones de las otras
iglesias reformadas: La Confesión Galicana 1559, §§ 3, 4; la Confesión
Belga 1561, §§ 4–6 y los Treinta y Nueve Artículos, 1562 § 6 (cf.
Schaff, Creeds of Christendom, iii). El Libro de Oración Común contiene
lecturas de los apócrifos y recomendación especial de porciones de la
Sabiduría y Sirac. En el sínodo de Dort (1618), Gomar y otros suscitaron una
animada discusión al demandar la exclusión de los apócrifos Esdras, Tobías,
Judit y Bel y el dragón de la Biblia. El sínodo rechazó hacerlo, aunque se
posicionó en contra de los apócrifos. Igualmente se opuso a ellos la Asamblea
de Westminster, 1647, Confession of Faith, i. 3; los arminianos, Confessio...
pastorum, qui... remonstrantes vocantur, i. 3, 6,
los socinianos(Ostorodt, Unterrichtung von den vornehmsten Hauptpunckten
der christlichen Religion, Rakau, 1604) y los menonitas (Johann
Ris, Præcipuorum Christianæ fidei articulorum brevis confessio, xxix)
concuerdan con los demás protestantes.

Nombres del Antiguo Testamento y de sus principales divisiones.


(a) Hebreo. Nehemías 8:8 tiene la expresión mikra, "lectura" que ahí puede
significar la ley. Daniel 9:10 tiene sepherim, "los libros"; kitebe hakkodesh, "los
escritos sagrados" es talmúdica. La división en tres partes es común en el
Talmud, con los nombres Torah, Nebiim y Ketubim, "ley, profetas y escritos". A
veces el conjunto está contenido en el término Torah. La primera parte se llama
también "los cinco quintos de la ley." La primera parte del canon profético se
denomina "profetas primeros"; la segunda parte "profetas postreros." La tercera
parte se conoce como "escritos" y "escritos sagrados." Cantares, Rut,
Lamentaciones, Eclesiastés y Ester están clasificados juntos como Megillot,
"rollos." La segunda y tercera parte a veces se nombran juntas como kabbalah.
(b) Griego. Se puede concluir que hacia el tiempo del traductor del Eclesiástico
las palabras "libros" ya estaban en uso, ya que él habla de "otros [libros]" y "el
resto [de los libros]." En el Nuevo Testamento son denominados "Escritura"
"Santas" o "Sagradas Escrituras"; al Pentateuco se le denomina "antiguo pacto"
en 2 Corintios 3:14. Entre los Padres griegos se usaron los siguientes nombres:
"libros del antiguo pacto", "escritos sagrados del antiguo pacto", "antiguo
pacto", "veintidós libros del antiguo pacto", "libros del pacto" y "ley y profetas".
(c) Latín. Vetus testamentum traduce el hebreo berith, "pacto";
usándose instrumentum, totum instrumentum utriusque testamenti, vetus
scriptura, vetus lex y veteris legis libri.

Canon del Nuevo Testamento


Términos usados.
Junto a la palabra canon, que expresa la idea del conjunto de las Escrituras, se usaron
los términos "pacto" (derivado del Antiguo Testamento, Éxodo 24:27), "Escritura" o
"Escrituras" con las palabras calificadoras "santa", "sagrada", "divina" o "del Señor",
también "ley y evangelio", "profetas y apóstoles." La palabra endiathekos, "contenido
del pacto" se opuso a apokryphos, "apócrifo", conteniendo a veces la primera palabra
el significado de "usado en el servicio público."

Nuevo Testamento, 170-220.


Ya que no hay informes específicos sobre el origen del Nuevo Testamento, hay
que hacer un examen de los hechos que pueda arrojar luz para descubrir su
origen. Un punto de partida se encuentran en el período de la lucha contra las
sectas gnósticas, particularmente los marcionitas y los valentinianos. El
movimiento montanista estaba ya en marcha durante este período, aunque
preocupado no tanto con el Nuevo Testamento como asunto principal. La
Iglesia ya tenía un Nuevo Testamento comúnmente denominado así, frente a la
pretensión montanista de un nuevo período de profecía ya inaugurado que
abriría el camino a un desarrollo más amplio. La Iglesia estimaba que la época
de la revelación ya había terminado con la muerte del último apóstol y que el
canon del Nuevo Testamento estaba completo, aunque había discusiones
sobre la inclusión de algunos libros en el mismo. En oposición a Marción
y Montano la Iglesia tuvo la certeza de que tenía una posesión inviolable en los
dos Testamentos y los montanistas mismos los distinguieron del cuerpo de la
"nueva profecía."

Los cuatro evangelios.


En oposición al evangelio que Marción preparó para sus comunidades, al Evangelium
veritatis usado por los valentinianos junto a los cuatro evangelios de la Iglesia, siendo
el evangelio de Juan desechado por los alogoi y otras partes de la Iglesia que usaban
exclusivamente Mateo o Marcos, está la declaración de Ireneo de que el Espíritu que
creó el mundo había dado a la Iglesia su evangelio en forma cuádruple (Hær., III. xi.
8), cuya violación era un pecado contra la revelación de Dios y el Espíritu Santo. La
unidad de los cuatro está afirmada en la designación unitaria "el evangelio" (en
singular) y en los títulos "el evangelio según Mateo", etc. Clemente de Alejandría en su
discusión sobre el origen del evangelio trata sólo con los cuatro. Pronto se perdió el
recuerdo de que un evangelio que no estaba entre los cuatro había luchado para ser
retenido en uso en el servicio público y que uno de los cuatro se había tenido que
ganar su lugar entre ellos. Pero incluso los alogos no negaron que el cuarto evangelio
perteneciera a la época de Juan y que desde entonces hubiera estado en la Iglesia. La
preparación por parte de Taciano para los sirios del Diatessaron testifica por su propio
título del hecho de que para confeccionar un libro eclesiástico de los evangelios no se
concebía otra fuente que los cuatro. El mismo permiso dado por Serapión de Antioquía
(c. 200) a ciertos de sus feligreses para leer un evangelio llamado de Pedro, que les
dio sin leer el libro y por confianza en ellos, confirma lo ya dicho, al igual que la
posterior anulación del permiso. Orígenes resume la práctica de ese periodo en el
dicho: "La Iglesia valora sólo los cuatro evangelios." (1 Hom. in Lucam).

Las cartas de Pablo.


Generalmente se recibieron trece cartas de Pablo. Si en el canon
muratoriano se justifica la recepción de cuatro cartas privadas, parece deberse
no tanto al recuerdo de una posterior introducción de ellas en el servicio público
sino a una idea del autor, que iguala en forma simbólica las siete cartas de
Pablo a las comunidades con las cartas a las siete iglesias de Apocalipsis. No
se hace declaración sobre ningún sentimiento favorable hacia las cartas a los
laodicenses y a los alejandrinos que son rechazadas. Existió gran diferencia de
opinión en cuanto a la de los Hebreos. Los alejandrinos la estimaban paulina y
Orígenes la supuso sustancialmente paulina en pensamiento, aunque escrita
por uno de los discípulos de Pablo, posición que fue ampliamente adoptada en
la Iglesia oriental. Pero la Iglesia occidental disputó su autoría paulina, aunque
teniéndola en alta estima. Éste fue el caso en Lión, Roma y Cartago. En las
iglesias montanista y novaciana hubo una decidida tendencia a atribuirla
a Bernabé.

Hechos de los apóstoles.


Del libro de los Hechos todo lo que se puede decir es que su nombre, su
reconocimiento general de Lucas como autor, su posición entre los evangelios
y las cartas paulinas en el canon muratoriano, su abundante uso por Ireneo,
Tertuliano y otros y la condenación de Tertuliano hacia Marción por rechazarlo,
hablan abundantemente de su canonicidad.

Apocalipsis.
Hay pruebas sólidas de la recepción del Apocalipsis por todas las secciones de
la Iglesia. Fue citado por Teófilo de Antioquía hacia el año 180 y por la Iglesia
de Lión en 177 como "Sagrada Escritura." Ni Ireneo ni el canon muratoriano
estiman necesaria ninguna defensa. Contra el alto valor asociado al libro por
los montanistas, los alogos lo criticaron acerbamente como obra
de Cerinto. Cayo de Roma también asumió esta actitud e Hipólito lo defendió
contra él. Pero el sentimiento general de la Iglesia fue que el libro era inspirado,
escrito hacia el año 95 d. C., siendo la conclusión apropiada al Nuevo
Testamento.

Epístolas católicas.
La posición de las epístolas católicas hacia el año 200 fue muy variada, aunque hacia
el 300 eran conocidas como una división del Nuevo Testamento. 2 y 3 Juan deben
haber estado asociadas a 1 Juan, si se entiende su historia en la Iglesia y su
preservación. Hay testimonios sobre 2 Juan procedentes de Ireneo y Clemente de
Alejandría; que 3 Juan no la mencione Clemente no daña realmente el caso. La duda
que se presentó al reconocimiento incondicional de 2 y 3 Juan se desvaneció
enseguida. Es casi seguro que el canon muratoriano designó a las dos cartas menores
como reconocidas. Por su brevedad se entiende la escasez de citas y su poco uso en
público, pero igualmente eso vale contra cualquier cuestionamiento serio. Judas, como
una de las epístolas católicas, fue asunto de comentario por Clemente de Alejandría.
El canon muratoriano la cita como recibida. Tertuliano la citó como un escrito
convincente de un apóstol, aunque Orígenes señaló que no fue recibida generalmente.
En el siglo cuarto estaba entre los antilegomena (Eusebio, Hist. eccl., III. xxv. 3). La
canonicidad que tuvo en los tiempos antiguos se perdió posteriormente en un amplio
círculo de la Iglesia. Santiago, aunque leída en el oeste en tiempos antiguos y
conocida probablemente tanto por Ireneo como por Hipólito, no estuvo hasta mediados
del siglo cuarto en el Nuevo Testamento en la Iglesia occidental. El canon muratoriano
guarda silencio; entre los griegos del este estuvo entre las Escrituras generalmente
reconocidas. Aunque Orígenes la colocó entre los antilegomena, en el Codex
Claromontanus está puesta antes de 1 Juan. Una nota destacable es
que Metodio equivocadamente la atribuye a Pablo. En 325 era considerada por
muchos no genuina y Eusebio la puso entre los antilegomena (Hist. eccl., III. xxv. 3). El
reconocimiento general de 1 Pedro hacia el año 200 está comprobado por Ireneo, la
carta de Lión, Clemente de Alejandría, Tertuliano e Hipólito. El silencio del canon
muratoriano habría sido inexplicable y a ello debe referirse la observación de que una
carta de Pedro es recibida como lo es el Apocalipsis. Contra 2 Pedro hubo muchas
protestas. En Roma no era desconocida, pero no estaba al mismo nivel que 1 Pedro.
Es dudoso si Ireneo la conocía. La opinión personal de Orígenes era favorable, pero
comenta que hay una opinión dividida en la Iglesia sobre la carta. En el este su
posición fue diferente de la de 1 Pedro (Eusebio, Hist. eccl., IV. xxv. 8). Ya en
380 Dídimo la consideró no canónica y los sirios la rechazaron decididamente. De la
carta de Bernabé se puede decir que Clemente de Alejandría parece haberla incluido
entre las epístolas católicas, pudiendo decirse lo mismo de Orígenes. El Codex
Claromontanus la sitúa tras las siete epístolas católicas y antes de Apocalipsis. Es
pertinente aquí destacar que la primera y segunda epístola de Clemente son puestas
por los Canones Apostolorum lxxxv, entre la epístola de Bernabé y la Didaché. 1
Clemente se considera epístola católica; en Corinto fue usada ocasionalmente en el
servicio público, uso que se esparció a Alejandría y Siria. Fue citada por Clemente de
Alejandría y por Orígenes. Pero su relación con el Nuevo Testamento fue menos firme
incluso que la de Bernabé; en el oeste no fue considerada canónica e Ireneo parece
haberla empleado como perteneciente a la edad sub-apostólica.

Escritos estimados temporalmente como canónicos.


El Pastor de Hermas fue usado como Escritura por Ireneo, Clemente de
Alejandría y en Antioquía. A principios del siglo tercero había en círculos
católicos y montanistas una imprecisión sobre la relación entre este libro y el
canon. Tertuliano, contrariamente a su anterior práctica, debido a la laxitud de
la disciplina atribuida a este libro, declaró que debía ser considerado apócrifo e
incluso falso. El canon muratoriano lo excluyó de la lectura regular y pública de
las Escrituras, aunque se permitió su examen e incluso fue promovido. Este fue
el primer intento de formar un canon secundario. Hay dos traducciones del libro
y un obispo romano desconocido lo citó como Escritura, mientras que
Novaciano y Comodiano lo defienden y las liturgias latinas muestran su
influencia. Pero por una decisión eclesiástica entre 200-210 el Pastor fue
sacado del canon. Aunque Clemente de Alejandría no incluyó el Pastor en su
breve comentario, sí trató el Apocalipsis de Pedro, un librito de unas 300 líneas.
Este libro cerraba al canon del Codex Claromontanus, pero la lista armenia lo
puso entre los apócrifos y Eusebio (Hist. eccl., III. xxv. 4, cf. iii. 2) declaró su
autenticidad. Sozomeno dice que fue usado hasta 430 en Tierra Santa en
Pascua. La Didaché fue citada y usada como escritura por Clemente y
Orígenes durante el siglo siguiente y tal fue su estatus en Egipto. Eusebio (Hist.
eccl., III, xxv. 4) la pone entre los antilegomena del segundo grado. Fue
conocida en las inmediaciones de Antioquía y en el oeste. Los Hechos
apócrifos de los apóstoles fueron a veces leídos en la Iglesia antigua sin
cuestionar. Los Hechos de Pablo estuvieron cerca de obtener autoridad
canónica y recibieron recomendación favorable de Clemente y Tertuliano.

Resumen.
El Nuevo Testamento de las Iglesias griega y latina de 170-220 incluía como
autoridad bien definida a los cuatro evangelios, trece cartas de Pablo,
Apocalipsis, 1 Pedro, 1 Juan (a la que estaban asociadas 2 y 3 Juan) y
probablemente también Judas. Hasta el año 210 el Pastortambién estuvo
incluido. Por otro lado, hubo cuestionamientos sobre Santiago, Hebreos, 2
Pedro, Apocalipsis de Pedro, Didaché, Bernabé, 1 y 2 Clemente, Hechos de
Pablo y el Pastor. La polémica contra Marción, los gnósticos y los alogos hizo
que la discusión del canon del Nuevo Testamento fuera primordial en el tiempo
de Ireneo y de Clemente de Alejandría. El Nuevo Testamento de hacia el año
200 no fue resultado de una revolución que ocurrió entre 150 y 170, sino de un
amplio desarrollo que fue variado. El canon rígidamente limitado de Marción
había señalado el camino para una definición de canonicidad que la Iglesia iba
a emprender pronto.

El Nuevo Testamento, 140-170


Valentín había fundado su escuela que estaba dividida en muchas secciones y
esparcida desde el Ródano al Tigris, teniendo una rica actividad literaria y un
consenso general de acción en aquel entonces. Marción fundó su Iglesia en
Roma tras separarse de la Iglesia católica probablemente hacia 147. Junto a la
polémica contra esos movimientos, los escritores cristianos se ocuparon de
la apologética de la Iglesia que había de enfrentarse a los gobernantes y
poblaciones paganas. Sin embargo, la apologética tuvo muchas menos
ocasiones de tratar con las Escrituras cristianas que con los escritos contra los
herejes.

La Biblia de Marción.
El conocimiento de la Biblia de Marción se debe principalmente a Tertuliano,
que echó mano del Nuevo Testamento del hereje como arma contra él. Tras
Tertuliano viene Epifanio como fuente de conocimiento (Hær., xlii) y varias citas
de griegos y sirios hasta el siglo quinto que permiten reconstruir con bastante
seguridad el canon de Marción. Éste publicó no sólo su Nuevo Testamento sino
también su Antithesiscomo defensa de su posición dogmática y de su edición
crítica del Nuevo Testamento, lo que se convirtió en base doctrinal de su Iglesia
y siendo estudiado por Tertuliano, Efrén Sirio y otros. Su Biblia consistía de un
"evangelio" y un "apóstol", ambos anónimos. Ya que Pablo le parecía el
único predicador del evangelio no adulterado, su "apóstol" abarcaba diez
epístolas de Pablo en el siguiente orden: Gálatas, 1 y 2 Corintios, Romanos, 1
y 2 Tesalonicenses, Laodicenses (es decir, Efesios), Colosenses, Filipenses y
Filemón. Por supuesto es evidente que esta colección debe haber sido recibida
por él de la Iglesia. Procuró mostrar que la carta a los Efesios era la carta a los
laodicenses mencionada en Colosenses 4:16. Apreciaba grandemente la carta
a los Gálatas por su polémica antijudía. 1 y 2 Timoteo y Tito las desecha por
ser cartas privadas. Filemón fue admitida porque era una carta dirigida a una
iglesia en una casa. Para hacer la crítica de los escritos que recibió no
dependía de la tradición histórica ni de los testimonios de historicidad. Su
fundamento era su propia concepción subjetiva de lo que era el verdadero
cristianismo y lo que el evangelio paulino era; a partir de ahí procedía toda su
crítica textual. Que reconoció el evangelio de Lucas, fundamento del suyo
propio, como obra de alguien de la escuela paulina se muestra por su
eliminación de las palabras "el médico amado" en Colosenses 4:14. Su
evangelio, hasta donde el texto se puede elaborar, demuestra que tenía ante sí
el tercer evangelio y éste, a consecuencia de su larga asociación con el primer
y segundo evangelio, había recibido ampliaciones de su texto de ellos. Pero no
hay huella que se haya podido demostrar de influencia debida a evangelios
extra-canónicos sobre Marción. De esto se deduce que el canon de los
evangelios de la Iglesia de Roma hacia el año 140 era el de los cuatro
evangelios. El canon de Marción de las epístolas coincide con el del canon
muratoriano. Es natural que no le diera valor a las cartas de Pedro, Juan o
Santiago, nombrando especialmente al último en vista de Gálatas 2:9,12.
Hechos y Apocalipsis los rechazó expresamente. En comparación con el Nuevo
Testamento eclesiástico no sólo de sus tiempos sino de los dos siglos
siguientes variando en sus límites, el canon de Marción es una rígida obra de
arte elaborada en miniatura, aunque fue la obra de un legislador arbitrario.

La Biblia de los valentinianos.


Lo que Marción realizó con cuchillo y borrador, los valentinianos procuraron
hacerlo por medio de la exposición. Ya que no se separaron voluntariamente
de la Iglesia, sino que meramente se distinguieron de los communes
ecclesiastici, no levantaron objeciones a la edición común de los "profetas y
apóstoles." No necesitaban una Biblia especial. Usaban los evangelios
libremente, particularmente el cuarto. Aparte del prólogo a este último, la
estructura de la serie de eones de Valentín es ininteligible. Heraclión comentó
los cuatro evangelios. En las diferentes ramas de esta secta, Efesios,
Colosenses y 1 Corintios se estimaron grandemente, aunque también se
usaron Romanos, 2 Corintios, Filipenses y Gálatas. En su crítica de los
evangelios subrayaron una tradición secreta. Usaron también un Evangelium
veritatis, un quinto evangelio, que probablemente contenía el resumen de la
tradición apócrifa, derivada, según Serapión no de los docetas sino de sus
precursores. El evangelio de Pedro puede haber surgido hacia el año 150 de la
rama oriental en Antioquía como el Evangelium veritatisentre la escuela
occidental de los valentinianos. A una rama de la escuela valentiniana de Asia
Menor perteneció Leucio, que fue el autor de los Hechos de Pedro y Juan.
Probablemente usaron también el Evangelio de la Infancia. Leucio escribió
también "Viajes de Juan", sugerido por las "cartas a las siete iglesias" de
Apocalipsis. En resumen, el fundamento del canon de las escuelas más
importantes de los gnósticos, 140-170, es el de la Iglesia del año 200, sólo que
esos "hombres del espíritu" usaron junto a los escritos canónicos una masa de
otras tradiciones y creaciones poéticas y subjetivas que no eran empleadas por
los ortodoxos.

Escritos apostólicos en Justino Mártir.


En su corta descripción del domingo tal como era observado por los cristianos
en las ciudades y en el campo, Justino menciona que en primer lugar se hacía
la lectura de las "memorias de los apóstoles", "que son denominados
evangelios "(1 Apología, lxvi-lxvii) y la "colección de los profetas". El "evangelio"
en singular lo usan también el judío Trifón y Justino como un término colectivo.
Por deferencia a sus lectores que no estaban familiarizados con el término
"evangelio", Justino comúnmente usó el término Apomnemoneumata,
"memorias." Aunque generalmente tales memorias tomaban su nombre del
autor, Justino las citó por el asunto, "las memorias de nuestro Salvador." Como
bajo el término "profetas" se incluye a todo el Antiguo Testamento, el
término memorabilia en Justino puede incluir los escritos del Nuevo
Testamento. La respuesta a la cuestión de lo que entiende por evangelios
viene de atrás, aquellos comúnmente usados hacia el año 150 en los lugares
que Justino visitó o vivió en Éfeso y Roma, en el servicio público y conocidos
como elaboración de los apóstoles o sus discípulos. Trifón (Dialogue, x) habla
del "denominado evangelio" como una totalidad, como una unidad. No puede
ser otro que el que Marción criticó y que los valentinianos emplearon
libremente. En un lugar Justino expresamente discriminó entre los apóstoles y
sus discípulos, en un pasaje que retrocede a Lucas 22:44 (Dialogue, ciii).
Llamó al segundo evangelio "los recuerdos de Pedro", una designación que
implica la antigua tradición de la relación del evangelio con el apóstol. Lo que
parcial o totalmente produjo la idea de que las "memorias" de Justino no son
los evangelios de la Iglesia es primero la ambigüedad e inexactitud de la cita y
en segundo lugar el material adicional de hechos o informes que no se
encuentran en los evangelios. Pero la exactitud de las citas de Justino no es
mayor que la que se espera de las de Clemente y mucho que a nosotros nos
parece apócrifo pudo haber sido leído en los evangelios de su tiempo. Justino
estimó al Apocalipsis como obra del apóstol Juan y un verdadero testimonio de
profecía cristiana.

La investigación de sus escritos muestra el contacto de Justino con Romanos,


1 Corintios, Gálatas, Efesios, Colosenses, 2 Tesalonicenses, Hebreos, 1 Pedro,
Hechos y la Didaché; más cuestionablemente con Filemón, Tito, 1 Timoteo y
Santiago.

Huellas más antiguas y origen de las colecciones de los escritos apostólicos

Del precedente despliegue de hechos se desprende que hacia el año 140 en


todo el círculo de la Iglesia católica la colección que comprendía los cuatro
evangelios y las trece cartas de Pablo era leída junto a los escritos del Antiguo
Testamento y que en una parte u otra de la Iglesia otros escritos tales como
Hechos, Apocalipsis, Hebreos, 1 Pedro, Santiago y las cartas de Juan eran
tenidas en alto honor.

La colección de cartas de Pablo.


La colección de cartas paulinas retrocede al siglo primero, a juzgar por 1 Clemente, las
cartas de Ignacio y Policarpo. Los obispos de Esmirna y Antioquía tienen un
conocimiento de Pablo que supone la familiaridad con sus cartas y la forma en que las
emplean muestra que las cartas eran anteriores a ellos. Policarpo aconsejó a los
filipenses que leyeran las cartas de Pablo para su edificación; Ignacio conocía Efesios
bajo el título usado posteriormente por Marción como parte de una colección
eclesiástica. Policarpo incluyó Filipenses y Tesalonicenses en un grupo dirigido a los
macedonianos, tal como Tertuliano las conoció un siglo después. Clemente parece
hacer comenzar la colección con 1 Corintios, orden que el canon muratoriano apoya,
acabando con Romanos. Esta adición, que contenía también el orden Filipenses-
Tesalonicenses y el título "A los Efesios" circuló antes del año 97. Que hubo un
intercambio de cartas entre las iglesias antes de que esta colección se hiciera se
desprende de Colosenses 4:16, pero la circulación y uso implicados en 2 Pedro
3:15 supone una colección en un manuscrito, tal vez no oficial sino privado. El pasaje
citado de 2 Pedro supone una carta paulina a los judíos cristianos y 1 Corintios
5:9 y Filipenses 3:1implica otras cartas de Pablo que no han sobrevivido. Esos hechos
sugieren una selección deliberada de las cartas disponibles de Pablo, hecha
probablemente en algún centro importante del cristianismo, que llegaron a ser de uso
general y estuvieron disponibles para el servicio público. Pero el establecimiento del
orden del arreglo supone que la colección se hizo muy pronto, poco después de la
muerte de Pablo. Dónde se hizo no puede determinarse, aunque el lugar de 1 y 2
Corintios al principio sugiere Corinto. Roma es también candidata, al cerrarse esta
colección con la epístola a los Romanos.

El "evangelio."
La palabra euaggelion, que, en 150-200, designó la colección de los cuatro
Evangelios, se encuentra tan frecuentemente en la literatura antigua que debe
entenderse por ella una exposición escrita de las palabras y hechos de Jesús
en posesión de las iglesias y conocida generalmente de las comunidades
(Didaché, viii. 2; 2 Clem., viii. 5; Ignacio, Smyrna, v. 1; Philadelphia, viii. 2). Que
"evangelio" fue el documento autoritativo. El conocimiento general de su
contenido supone su uso regular en el servicio público. Fue citado con la
fórmula "el Señor dice" con o sin la adición "en el evangelio" y con la fórmula
(usada con citas del Antiguo Testamento) "está escrito." Pero ¿cuál fue este
"evangelio" Existió un claro entendimiento de lo que era entre los escritores del
período 90-140 y sus lectores. Papías declaró que Mateo en hebreo se usó en
la provincia de Asia con la ayuda de la traducción oral hasta que lo sustituyó
una versión griega. Incluso el cuarto evangelio repite las mismas palabras de
Marcos y Lucas (T. Zahn, Einleitung, Leipzig, 1900, páginas 505–506, 520). El
pasaje de Marcos 16:9-20 se deriva de Lucas, Juan y Papías. Los primeros
evangelios de la infancia y los evangelios de Pedro y Marción retroceden a los
evangelios canónicos. En la literatura de 95-140 entre una masa de
ordenanzas para la dirección eclesiástica sólo hay cuatro citas del evangelio
que no son trazables a los cuatro evangelios (2 Clem., v. 2, 4, viii. 5, xii. 2–6;
Ignacio, Smyrna, iii. 2). Tales dichos no canónicos como esos cuatro circularon
tanto oralmente como en escrito; Papías hacia 125 recogió muchos de ellos.
Del origen de la elaboración del canon del evangelio no hay informe confiable,
ni se puede decir dónde tomó forma.

Otros escritos.
Otros escritos que se encuentran posteriormente asignados al Nuevo
Testamento no quedaron unificados en una colección como lo fueron los
evangelios y las cartas de Pablo. Aparecen primero como partes indisputables
o debatidas del Nuevo Testamento. Un uso muy amplio en círculos extendidos
de la Iglesia durante el servicio público es probable para 1 Pedro, 1 Juan,
Apocalipsis y el Pastor, no siendo ninguno de ellos originalmente dirigido a una
sola comunidad.

Orígenes y su escuela.
Durante el siglo tercero el Nuevo Testamento no experimentó cambio esencial.
El logro de Orígenes fue la comparación del contenido de la posición tradicional
de diversas comunidades. Su vida y viajes le dieron oportunidad de conocer
mediante la observación la existencia de variantes; su preparación filológica y
su decidida vocación por el saber al servicio de la Iglesia lo calificaron para
pronunciar un juicio discreto. Antes de 217 s le dio la bienvenida en Roma
como una de las rutilantes estrellas de la Iglesia; sus viajes le llevaron a
Atenas, Antioquía y Cesarea en Capadocia, mientras que sus últimos años los
pasó en Tierra Santa. Los estudiantes se congregaban a su alrededor, tanto en
Alejandría como en Tierra Santa. Pero aunque estudioso de la Biblia como era,
no fue totalmente crítico. Citó Proverbios 22:28 en referencia a la discusión del
canon; la tradición era para él la última palabra, aunque de hecho la tradición
debía ser investigada. De ahí que proclamara la distinción entre
los homologoumena, los escritos universalmente reconocidos como escritura y
los antilegomena, o aquellos que más o menos se discutían. A los primeros,
según Orígenes, pertenecían los cuatro evangelios, las trece cartas de Pablo, 1
Pedro, 1 Juan, Hechos y Apocalipsis, que cerraba el Nuevo Testamento. A los
segundos pertenecían Hebreos, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Santiago, Judas,
Bernabé, el Pastor, la Didaché y el evangelio de los Hebreos. La carta a los
Hebreos era frecuentemente citado por él como paulina y canónica,
especialmente en sus primeros escritos, defendiendo su carácter paulino a
través de un discípulo de Pablo más que de Pablo mismo. 2 Pedro fue también
frecuentemente citada por él como Escritura, en lo que le siguió Firmiliano.
Santiago también fue frecuentemente citada como Escritura y como "el apóstol
Santiago." Judas parece haber sido valorada por él, aunque no aparece
muchas veces en sus escritos. Bernabé es llamada una epístola católica y en
el Onomasticon la pone con las otras epístolas católicas. Estimó
el Pastor como una obra inspirada y útil. Parece haber citado la Didaché como
Escritura. El evangelio de los Hebreos no lo menciona en su lista de evangelios
apócrifos; por otro lado, a veces lo cita con la fórmula que usaba para tales
escritos. Claramente discriminó las comunidades judeocristianas de las
heréticas ebionitas, sobre la base de que las primeras sostenían la norma
eclesiástica de fe.

La interpretación alegórica por la cual Orígenes se propuso reconciliar los


materiales más divergentes y los escritos más variados y unirlos en una Biblia
halló oposición. La composición de Nepos, obispo de Arsinoe, "Contra los
alegoristas" promovió y difundió un milenarismo que al obispo Dionisio de
Alejandría hacia 260 le parecía insoportable. Para Orígenes el Apocalipsis fue
escrito por un hombre inspirado de la edad apostólica llamado Juan, pero la
diferencia en estilo y concepto con el cuarto evangelio no permitía su atribución
al apóstol. Era especialmente un libro para la aplicación del método alegórico.

El Nuevo Testamento original de los sirios.


Sobre los comienzos de la iglesia en Edesa hay un informe legendario en
siríaco, The Doctrine of Addai, edición de Phillips, Londres, 1876, que contiene
algunas importantes palabras sobre los libros introducidos allí para uso en el
servicio. A Addai, fundador de la iglesia de Edesa, se le hace decir
expresamente que además del Antiguo Testamento no se leerá ninguna
Escritura más que el evangelio, las epístolas de Pablo y los Hechos. Y por el
evangelio entiende sin duda el Diatessaron de Taciano. Por otro lado, Efrén
conocía bien los cuatro evangelios y un canon siríaco contenía no
el Diatessaron sino los cuatro evangelios en nuestro orden. La colección siria
de las cartas paulinas abarcaba, hacia 330-370, según los comentarios de
Afraates y Efrén, Hebreos y la apócrifa 3 Corintios, pero no Filemón. Esta
última no aparecía en el por otro lado completo comentario de Efrén. Un
registro de Sinaí sitúa Filemón al final y no contiene 3 Corintios; por otro lado
tiene 2 Filipenses, que puede ser otro nombre para 3 Corintios. Ahora se sabe
que ese escrito apócrifo no es sino una sección de los Hechos de Pablo que
pertenece al período del año 170 como muy pronto. Por tanto, no pudo
pertenecer al canon original sirio. Taciano se hizo cristiano en Roma y, según
la leyenda, el canon de las epístolas lo recibió de Roma. Eusebio (Hist. eccl.,
IV. xxix. 6) escuchó un oscuro informe de que existía una recensión de las
epístolas paulinas hecha por Taciano. El texto sirio más antiguo de las
epístolas y de los evangelios tiene una relación con el texto occidental. El
resumen de Sinaí arroja nueva luz sobre el asunto. El orden de las epístolas es
Gálatas, 1 y 2 Corintios, Romanos, Hebreos, etc., siendo el orden en el que
Efrén las comentó y el de Marción, no siguiendo nadie más probablemente las
huellas de Marción que Taciano. Es muy destacable también que en el
resumen siríaco se menciona 2 Timoteo, pero se omite 1 Timoteo. La Iglesia
siria no pudo mantener su individualidad original. Aunque antes del tiempo de
Afraates y en el siglo tercero recibió Hebreos y 1 Timoteo, no pudo excluir
todas las epístolas católicas. La traducción siríaca de la Historia Eclesiástica de
Eusebio, que Efrén diligentemente había leído, familiarizó a los sirios con la
antigua historia del Nuevo Testamento. En el siglo cuarto surgieron relaciones
entre las Iglesias griega y siria, apareciendo griegos y Biblias griegas en Edesa;
no es por tanto asombroso que Efrén estuviera familiarizado con todas las
epístolas católicas. En la Peshitta había una selección de Santiago, 1 Pedro, 1
Juan, mientras que 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis quedaron
excluidos.

Luciano y Eusebio.
Mientras que el Nuevo Testamento de la antigua iglesia en Antioquía tuvo su
individualidad, el canon de Crisóstomo fue exactamente el de la Peshitta y
refería la exclusión de 2 y 3 Juan a la decisión de los Padres. Esto no se
puede deber a los esfuerzos de Eusebio, ya que él puso a un lado el
Apocalipsis, pero reconocía las siete epístolas católicas; para llegar a la raíz del
asunto es preciso ir al comienzo de la escuela exegética de Luciano. Los
informes dicen que Luciano nació en Samosata y que trabajó en Edesa, donde
fue sacerdote y fundador de la escuela de Antioquía. Es indudablemente cierto
que él extendió su obra crítica textual al Nuevo Testamento y que su recensión
así como la de la Septuaginta se difundió hasta Constantinopla. El texto de la
escuela antioquena de hacia 380-450 probablemente retrocede hasta Luciano y
fue un compromiso entre las tradiciones de Edesa y Antioquía. Apocalipsis
quedó excluido mientras que se recibieron Santiago, 1 Pedro y 1 Juan de las
epístolas católicas, algo que sin duda influenció a la Peshitta.

En Tierra Santa a los estudios bíblicos de Orígenes siguieron los de Pánfilo y


Eusebio. Pero Eusebio fue influenciado tanto por la tradición origenista como
por la escuela antioquena, con cuyos representantes estuvo relacionado en el
debate sobre la Trinidad. En su historia eclesiástica, según su promesa,
proporcionó diligentemente los pronunciamientos de los escritores anteriores
sobre los antilegomena del Nuevo Testamento y también información
interesante sobre escritos reconocidos y dudosos. Igual que Orígenes
conceptuó dos clases, homologoumena y antilegomena; a la segunda dividió
en dos subclases, conteniendo la primera los libros que él había reconocido y
la otra los notha o "espurios." Su tabla es como sigue: (1) Homologoumena,
evangelios, Hechos, catorce epístolas paulinas, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis;
(2) Antilegomena, (a) la mejor clase, Santiago, Judas, 2 y 3 Juan y (b)
los notha, Hechos de Pablo, el Pastor, Apocalipsis de Pedro, Bernabé
y Didaché. Pero el tratamiento de Eusebio no siempre es claro ni consistente.
Usa un término endiathekos, "dentro del Nuevo Testamento" como sinónimo
de homologoumenos y por tanto parece excluir del Nuevo Testamento la
primera clase de los antilegomena. Por otro lado, al llamar a la segunda
división de los antilegomena "espurios" parece admitir la autenticidad de la
primera subdivisión. Pero para él las siete epístolas católicas son una colección
cerrada. Fue sobre Apocalipsis que Eusebio halló difícil llegar a una decisión.
Muchas veces lo cita y aduce el fuerte testimonio de su importancia eclesiástica
(Hist. eccl., IV. xviii. 8, xxiv. 1, xxvi. 2, V. viii. 5, xviii. 14, VI. xxv. 9). Pero
cuando en III. xxiv. 18 discute la vacilación de opinión sobre el libro, llama la
atención a la influencia de la escuela de Luciano. Lo cita como "el denominado
Apocalipsis de Juan" (III. xviii. 2, cf. xxxix. 6), brevemente refiere la vituperación
de Cayo (III. xxviii) y menciona la crítica más cauta de Dionisio (VII. xxiv. 5).
Expone con diligencia su conjetura de que lo escribió otro Juan y en interés de
esta hipótesis procura demostrar la existencia de un presbítero Juan distinto del
apóstol. Igualmente despoja al libro de su indumentaria apostólica y lo retira del
Nuevo Testamento, aunque nunca proclama expresamente esta decisión. A
causa de su reconocimiento bastante universal en la Iglesia deja abierta la
elección entre situarlo entre los homologoumena o entre los notha. Sin
embargo, aparte de este libro su Nuevo Testamento es el mismo que el
nuestro. La elaboración de cincuenta copias del Nuevo Testamento en
pergamino para Constantino le dio oportunidad de difundir sus opiniones,
mostrando el resultado que se inclinaba a la forma del texto de Luciano en
lugar de la de Orígenes, aunque incluyendo por tanto las epístolas católicas
menores.

Atanasio.
La Carta Pascual de 367, en la que se da una idea del uso indiscriminado
continuo de toda clase de apócrifos como Escritura, proporciona a Atanasio
una oportunidad de establecer un canon limitado definido en el orden de libros
y en grupos. Fue el primero en nombrar los 27 libros del Nuevo Testamento
como exclusivamente canónicos. Ignoró la oposición a la que varios de ellos
habían quedado sujetos, especialmente 2 Pedro, al que Dídimo continuaba
oponiéndose. Pero para no romper completamente con la tradición alejandrina,
puso en clara distinción de los libros "canónicos" e igualmente de los apócrifos
una clase de anagignoskomena. Los Padres los habían designado para ser
presentados a los catecúmenos para su instrucción. Incluyen la Sabiduría de
Salomón, Eclesiástico, Ester, Judit, Tobías, Didaché y el Pastor.
La Didaché tuvo gran influencia sobre la liturgia de Egipto y al Pastor Atanasio
mismo le concedió gran valor. La frase en la Carta Pascual que alude a estos
libros recomendables para lectura de los catecúmenos es la siguiente:

«Existen otros libros, además de éstos, no incluidos por cierto en el canon, pero que
han sido seleccionados por los Padres para que los lean quienes acaban de
incorporarse a nosotros: la Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de Sirac, y Ester, y
Judit, y Tobías, y el libro que lleva por nombre la Doctrina de los doce Apóstoles, y el
Pastor.»
Sin embargo, el elemento sorprendente es el silencio total sobre otros escritos que al
menos en Alejandría habían sido igualmente reconocidos, con la Didaché y el Pastor,
con escritos del Nuevo Testamento. Serapión, el amigo de Atanasio, había citado a
Bernabé como "el muy honrado apóstol Bernabé", junto con la carta a los Romanos de
Pablo y en el Codex Sinaiticus está entre Apocalipsis y el Pastor. El Nuevo
Testamento de 27 libros parecía estar firmemente establecido como lo había estado el
de 26 de Eusebio. Esta idea fue la que tuvo victoria en la Iglesia, eliminando
finalmente el canon más corto de Eusebio y dejando una clase de libros meramente
para la instrucción de los catecúmenos.

Desarrollo en el oriente hasta el tiempo de Justiniano.


La peculiar crítica de Teodoro de Mopsuestia no cambia esencialmente la
situación establecida por Luciano y Eusebio. El concordante testimonio del
oponente de Teodoro, Leoncio, y de su admirador Jesudad es que Teodoro
rechazó las siete epístolas católicas. Y ya que como antioqueno rechazó el
Apocalipsis, su Nuevo Testamento fue el sirio del año 340. En el ordenamiento
de las epístolas paulinas (Romanos, 1 y 2 Corintios, Hebreos, Efesios) siguió el
uso sirio tocante a Hebreos y el griego respecto a Romanos y Gálatas.
Defendió la canonicidad de Filemón, pero rechazó 3 Corintios. No es
sorprendente que, admirado como era por los nestorianos sirios, éstos
adoptaran su canon. Y el nestoriano Jesudad (siglo noveno) todavía estimó las
tres epístolas mayores católicas como una especie de antilegomena. Cuán
tenaz fue la oposición a Apocalipsis, igual que a las cuatro epístolas católicas
menores, ya se ha mostrado. No obstante, hacia el siglo sexto el Apocalipsis
había obtenido reconocimiento desde Jerusalén a Constantinopla. Si Filoxeno
de Mabug, c. 508, había traducido Apocalipsis y las epístolas católicas
menores por vez primera al siríaco, ello significa que en la provincia griega
eclesiástica contigua, en el patriarcado de Antioquía, el Apocalipsis ya no fue
ignorado como lo fue c. 400, siendo recibido de nuevo. Hacia el año
500 Andrés escribió en Cesarea su gran comentario sobre el Apocalipsis, en el
que con una cierta asiduidad mediante apelaciones a los antiguos maestros,
desde Papías a Cirilo, defendió la inspiración del libro y en una nota
sobre Apocalipsis 22:18-19 atacó las críticas. Hacia el año 530 Leoncio
designó, en alocuciones pronunciadas en el monasterio en Jerusalén, al
"Apocalipsis del Santo Juan" como el último libro canónico de la Iglesia.

Asimilación en el oeste.
La Iglesia latina no se vio inmeditamente afectada por la vacilación y los
intentos en la fijación que el canon experimentó en el este. Hasta el siglo cuarto
se excluyó a Hebreos del Nuevo Testamento, teniendo un canon incompleto de
las epístolas católicas, pero incluyendo el Apocalipsis, que fue seriamente
atacado sólo por Cayo. Los sucesos del siglo cuarto hicieron el aislamiento
imposible. La residencia de Pierio, "el nuevo Orígenes", en Roma fue un paso
importante. Luego vinieron los concilios, el exilio de Atanasio en Trier (336–
337), en Roma (340–343) y en otras partes del oeste (hasta 340), las
influencias de Hilario de Poitiers en Asia Menor (356-360), de Lucífero de
Cagliari, Eusebio de Vercelli y otros; también la larga estancia de Jerónimo
y Rufino en Tierra Santa, Egipto y Siria, además de la estrecha relación de la
literatura de la Iglesia latina, especialmente la exegética, con modelos griegos.
La conciencia ecuménica de la Iglesia traspasó todas las barreras y afectó
incluso al canon. La influencia de Atanasio en este aspecto no ha de ser
infravalorada, especialmente en relación con la producción de una recensión de
la Biblia en Roma en 340-343.

Hebreos, apreciado por los novacianos, como una elaboración de Bernabé, comenzó
tras el tiempo de Hilario y Lucífero a ser citado más y más en el oeste como paulina y,
por tanto, canónica. El crecimiento del sentimiento en favor de Santiago tuvo lugar
imperceptiblemente, como el de las epístolas católicas menores. El canon africano
(350-365), publicado por Mommsen, tiene un aire más o menos oficial; no menciona
Hebreos, Santiago ni Judas, pero incluye 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan; fue corregido por
un revisor que omitió 2 Pedro y 2 y 3 Juan. En un sínodo de c. 382 el espíritu
controlador fue Jerónimo, por lo que 2 y 3 Juan fueron recibidos como del presbítero,
mientras que el resto de las epístolas católicas fueron atribuidas a los apóstoles.
Hebreos fue reconocida como la decimocuarta carta paulina. La influencia
de Agustín fue dominante en los sínodos de Hipona (383) y Cartago (397), cuyo
pronunciamiento fue en favor de trece epístolas paulinas, a las que se añadió
Hebreos.

La historia del canon se cerró en el oeste a comienzos del siglo quinto, cien
años antes que en el este.

9. ¿Qué diferencia existe entre “Inspiración y Revelación?

Diferencia entre Inspiración, Revelación e Iluminación.


1.2.1. Diferencia entre Inspiración, Revelación e Iluminación.

Hay una diferencia entre la inspiración y la revelación. En la Inspiración el escritor relata su


propia vivencia o las cosas que son ya conocidas, como hizo Lucas. Lucas 1:1-4.Pero en la
revelación es algo más, porque en ella Dios da al hombre las cosas que se conocian antes,
cosas que él de ningún modo podría descubrir sin la obra sobrenatural del Espíritu de Dios.

Debemos distinguir también entre la inspiración y la iluminación. Hablemos de la iluminación


que recibe algún músico o poeta ilustre, pero eso no es la inspiración infalible que se daba a
los escritores de la Biblia. Nosotros mismos podemos ser iluminados por el Espíritu de Dios
cuando estamos estudiando o predicando las Sagradas Escrituras.

No toda la Biblia fue revelada por Dios a los escritores. Pero si toda la Biblia fue inspirada por
Él. Como ejemplos de las partes que fueron dadas por revelación pueden citar los primeros
capítulos del Génesis y la muerte de moisés.

La Profecía es un mensaje de Dios por medio de un profeta, no siempre de predicción pero


siempre de proclamación de la voluntad del Señor. "El Profeta era un interlocutor uno que habla
en el nombre de Dios. Su misión era la de un interprete, un testigo. "Tu hermano Aarón será tu
profeta él hablará por ti al pueblo1 (Éxodo 7:1,4: 16.). Con relación a Dios él era un escogido
para recibir una revelación de la voluntad divina y entonces proclamar a otros. Amos 3:8

Publicado por Roberto Anibal Gutierrez Carrillo en 1/25/2008

Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con


FacebookCompartir en Pinterest

4 comentarios:

elizania andrea dijo...

Dios me siento muy arrepentida por que aveces pienso en el infierno y mi cuerpo
desea de ir hacia aya se que es un lugar muy muy malo pero no se si es que tengo
un demonio que me controla pienso en cosas malas y cuando veo algo me molesta
y quiero destruirlo cada vez que intento leer la biblia algo me dice que es aburrido
siento que estoy poseida o algo asi mis padres me hablan y siento que quiero irme
de este mundo a los 3 años intente suicidarme por que pense que haci me querrian
ayudenme denme un consejo por favor u.u
14 de octubre de 2012, 16:28
Anónimo dijo...

Si eso es verdad tienes un problema muy serio


15 de octubre de 2012, 17:32

harold dijo...

Elizania,quisiera decirte algo que quizas pueda ayudarte, porque al leer tu


comentario no deja de procupar a quien lea lo que te pasa.
Primero quiero decirte que hay una diferencia entre ser POSEIDO y otra SER
INFLUENCIADO, el ser poseido es el control total de las fuerzas oscuras y de las
tinieblas que son gobernadas y dirigidas por Satanás, y las caracteristicas de este
tipo de personas son muy diferentes a las que tu estas mostrando, porque el solo
hecho de pedir ayuda, de reconocer el problema que enfrentas, el aceptar que tu
condición no esta bien, el dirigirte a un portal cristiano para exponer tu caso, son
sintomas de una persona que no esta POSEIDA por ninguna fuerza oscura ni
ningun tipo de demonio, el Rey Saul tenia un problema similar, venia unespiritu que
lo atormentaba pero eso no queria decir que estaba poseido por ese espiritu, que
hay fuerzas oscuras que te estan atormentando es verdad, pero eso no quiere
decir que estes poseida por esas fuerzas o esos espiritus.
Pero la influencia demoniaca es otra cosa, es simplemente aquello que le
permitimos a estas fuerzas para que vengan y nos atormenten haciendonos caer
en unas condiciones como las que estas viviendo y todo se debe a UNA CAUSA
TOLERADA que hay en nuestra vida bien sea por conductas, rencores, heridas,
flata de perdon y nuchas otras cosas mas, y esas fuerzas vendcran a atormentar
en la medida y hasta el día que tu lo permitas, puesto que simplemente es una
cuestion de TOMAR DECISIONES sobre aquellas cosas que estan mal en nuestro
interior y que son las que les permiten a estas fuerzas venir a atormentar.
No se que te paso desde pequeña, no se si fuiste una hija deseada, no0 se si el
anehlo de tus padres era tener una hija, o que quizas esperaban un hio varon, son
muchas las causas que pudieran presentarse, solo se que Dios quiere puede y
esta dispuesto a ayudarte.
Si quieres escribeme a mi email....
harolera46@hotmail.com o haroler49@hotmail.com quizas mis expedriencias
puedan ayudarte un poco.
Dios te bendiga,,, amate, valorate y mirate como te mira Dios y no que te miren los
hombres o como tu misma te miras a ti misma.

10. ¿Qué diferencia existe entre “Inspiración e Iluminación?

Diferencia entre Inspiración, Revelación e Iluminación.


1.2.1. Diferencia entre Inspiración, Revelación e Iluminación.

Hay una diferencia entre la inspiración y la revelación. En la Inspiración el escritor relata su


propia vivencia o las cosas que son ya conocidas, como hizo Lucas. Lucas 1:1-4.Pero en la
revelación es algo más, porque en ella Dios da al hombre las cosas que se conocian antes,
cosas que él de ningún modo podría descubrir sin la obra sobrenatural del Espíritu de Dios.

Debemos distinguir también entre la inspiración y la iluminación. Hablemos de la iluminación


que recibe algún músico o poeta ilustre, pero eso no es la inspiración infalible que se daba a
los escritores de la Biblia. Nosotros mismos podemos ser iluminados por el Espíritu de Dios
cuando estamos estudiando o predicando las Sagradas Escrituras.

No toda la Biblia fue revelada por Dios a los escritores. Pero si toda la Biblia fue inspirada por
Él. Como ejemplos de las partes que fueron dadas por revelación pueden citar los primeros
capítulos del Génesis y la muerte de moisés.

La Profecía es un mensaje de Dios por medio de un profeta, no siempre de predicción pero


siempre de proclamación de la voluntad del Señor. "El Profeta era un interlocutor uno que habla
en el nombre de Dios. Su misión era la de un interprete, un testigo. "Tu hermano Aarón será tu
profeta él hablará por ti al pueblo1 (Éxodo 7:1,4: 16.). Con relación a Dios él era un escogido
para recibir una revelación de la voluntad divina y entonces proclamar a otros. Amos 3:8

Publicado por Roberto Anibal Gutierrez Carrillo en 1/25/2008

Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con


FacebookCompartir en Pinterest

4 comentarios:

elizania andrea dijo...

Dios me siento muy arrepentida por que aveces pienso en el infierno y mi cuerpo
desea de ir hacia aya se que es un lugar muy muy malo pero no se si es que tengo
un demonio que me controla pienso en cosas malas y cuando veo algo me molesta
y quiero destruirlo cada vez que intento leer la biblia algo me dice que es aburrido
siento que estoy poseida o algo asi mis padres me hablan y siento que quiero irme
de este mundo a los 3 años intente suicidarme por que pense que haci me querrian
ayudenme denme un consejo por favor u.u
14 de octubre de 2012, 16:28

Anónimo dijo...

Si eso es verdad tienes un problema muy serio


15 de octubre de 2012, 17:32

harold dijo...

Elizania,quisiera decirte algo que quizas pueda ayudarte, porque al leer tu


comentario no deja de procupar a quien lea lo que te pasa.
Primero quiero decirte que hay una diferencia entre ser POSEIDO y otra SER
INFLUENCIADO, el ser poseido es el control total de las fuerzas oscuras y de las
tinieblas que son gobernadas y dirigidas por Satanás, y las caracteristicas de este
tipo de personas son muy diferentes a las que tu estas mostrando, porque el solo
hecho de pedir ayuda, de reconocer el problema que enfrentas, el aceptar que tu
condición no esta bien, el dirigirte a un portal cristiano para exponer tu caso, son
sintomas de una persona que no esta POSEIDA por ninguna fuerza oscura ni
ningun tipo de demonio, el Rey Saul tenia un problema similar, venia unespiritu que
lo atormentaba pero eso no queria decir que estaba poseido por ese espiritu, que
hay fuerzas oscuras que te estan atormentando es verdad, pero eso no quiere
decir que estes poseida por esas fuerzas o esos espiritus.
Pero la influencia demoniaca es otra cosa, es simplemente aquello que le
permitimos a estas fuerzas para que vengan y nos atormenten haciendonos caer
en unas condiciones como las que estas viviendo y todo se debe a UNA CAUSA
TOLERADA que hay en nuestra vida bien sea por conductas, rencores, heridas,
flata de perdon y nuchas otras cosas mas, y esas fuerzas vendcran a atormentar
en la medida y hasta el día que tu lo permitas, puesto que simplemente es una
cuestion de TOMAR DECISIONES sobre aquellas cosas que estan mal en nuestro
interior y que son las que les permiten a estas fuerzas venir a atormentar.
No se que te paso desde pequeña, no se si fuiste una hija deseada, no0 se si el
anehlo de tus padres era tener una hija, o que quizas esperaban un hio varon, son
muchas las causas que pudieran presentarse, solo se que Dios quiere puede y
esta dispuesto a ayudarte.
Si quieres escribeme a mi email....
harolera46@hotmail.com o haroler49@hotmail.com quizas mis expedriencias
puedan ayudarte un poco.
Dios te bendiga,,, amate, valorate y mirate como te mira Dios y no que te miren los
hombres o como tu misma te miras a ti misma.

11. ¿Cuáles son los cinco principios guías que se tenían en cuenta, para determinar si un
libro era o no canónico?

En la antigüedad había básicamente cinco principios guías que se usaban para


determinar si un libro era o no canónico, o de La Escritura.

1. El libro tenía que ser autoritativo. (Se valoraba que el libro viniera con un
divino).
2. El libro tenía que haber sido escrito por un hombre de Dios.(Profético).
3. Tenía que ser auténtico. Los padres de la iglesia eran partidarios de la
política: "Si está en duda deséchalo". Esto realzó la validez de su
discernimiento de los libros canónicos.
4. Debía ser dinámico. Debía reflejar el poder de Dios para transformar las
vidas de los hombres.
5. Debía ser recibido, leído y usado. El libro debía ser aceptado por el pueblo
de Dios.

Pedro reconoció las obras de Pablo como escritura al mismo nivel que la Escritura
del Antiguo Testamento.(2 Ped. 3.16).

12. Establezca las diferencias entre el Canon Hebreo y el Canon Cristiano del Antiguo
Testamento
El Antiguo Testamento es la primera sección del canon cristiano bíblico de dos partes,
que incluye los libros de la Biblia hebrea o protocanónicos y en algunas
denominaciones cristianas también incluye varios libros deuterocanónicos. Martín
Lutero, quien sostuvo a los antiguos precedentes judíos,1 excluye a los libros
deuterocanónicos del Antiguo Testamento de su traducción de la Biblia (el
denominado canon de Lutero), colocándolos en una sección que tituló «apócrifos» (no
iguales en autoridad a la Escritura, pero edificantes), diferente al canon que se
afirmaría en el concilio de Trento el año que Lutero murió (1546).2 Otras iglesias
también difirieron sobre la canonicidad de ciertos libros. Como resultado, los cristianos
ortodoxos, católicos y protestantes utilizan diferentes cánones, que difieren con
respecto a los textos que se incluyen en el Antiguo Testamento y con respecto a los
Antilegomena del Nuevo Testamento.
Las diferencias entre la Biblia hebrea y otras versiones de la Torá hebrea o Antiguo
Testamento como el Pentateuco samaritano, el siríaco, latín, griego, ge'ez y otros cánones,
son más sustanciales. Muchos de estos cánones incluyen libros e incluso secciones de
libros que los otros no hacen.
Siguiendo la doctrina de Jerónimo Veritas Hebraica (verdad del hebreo), el Antiguo
Testamento protestante se compone de los mismos libros como la Biblia hebrea, pero
con un orden y una división de los libros diferentes. Los protestantes numeran los
libros del Antiguo Testamento como 39, mientras que la numeración del judaísmo de
los mismos libros es 24. Esto se debe a que el judaísmo considera a Samuel, Reyes y
Crónicas formando un libro cada uno, el grupo de los 12 profetas menores en un solo
libro, y también considera a Esdras y Nehemías como un solo libro. Además, la Biblia
del judaísmo es específicamente el Texto Masorético. Algunas traducciones
protestantes de la Biblia hebrea a menudo traducen los textos desde la Septuaginta.
También hay controversia en cuanto a si el Canon de Trento es exactamente el mismo
que el de Cartago y Hipona.3

13. Cite algunas razones por las cuales los libros apócrifos no se consideran canónicos

Razones del por qué los Apócrifos no pertenecen a la Biblia


PorRyan Turner

Los Católicos y Protestantes están en desacuerdo con relación al número exacto de libros que
pertenecen a las Escrituras del Antiguo Testamento. La disputa entre ellos es acerca de siete
libros, parte de lo que es conocido como los Apócrifos: 1º y 2º Macabeos, Sirácides/Sirácida
(Eclesiástico), Sabiduría (Sabiduría de Salomón), Libro de Baruch, Tobit o Tobías, Judit y
adiciones a Daniel y Ester.1 Sin embargo, existe un número de razones del por qué los
Apócrifos del Antiguo Testamento no deberían ser parte del Canon o de los escritos estándares
de la Escritura.

Rechazo de estos por parte de Jesús y los


Apóstoles
1) No existen citas claras, definitivas en el Nuevo Testamento de los Apócrifos por parte de
Jesús o de los apóstoles. Mientras que pueden haber alusiones a los Apócrifos en el Nuevo
Testamento, no hay declaraciones autoritativas como “Así dice el Señor”, “Como está escrito”,
o “Así dicen las Escrituras”. Hay referencias en el Nuevo Testamento a los pseudoepígrafos o
libros con títulos falsos (Jud 14-15) y aún citas de fuentes paganas (Hch 17:22-34), pero
ninguna de estas referencias son mencionadas como Escritura inspirada y son aún rechazadas
por el Catolicismo Romano. En contraste, los escritores del Nuevo Testamento citan al Antiguo
Testamento numerosas veces (Mateo 5; Lc 24:27; Jn 10:35), y usan frases como “Así dice el
Señor”, “Como está escrito”, o “Así dicen las Escrituras”, indicando la aprobación de ellos en
cuanto a la inspiración de Dios en la Escritura del Antiguo Testamento.

2) Implícitamente, Jesús rechazó los Apócrifos como Escritura al referirse al Canon Judío de la
Escritura totalmente aceptado: “desde la sangre de Abel [Gn 4:8] hasta la sangre de Zacarías,
[2 Cr 24:20] que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta
generación.” (Lucas 11:51; cf. Mateo 23:35).
En el Antiguo Testamento, particularmente en el Génesis, a Abel se le considera el primer
mártir mientras que a Zacarías se le considera el último en el Libro de Crónicas. En el Canon
Hebreo, el primer libro era Génesis y el último, Crónicas. Estos contenían todos los mismos 39
libros estándares aceptados hoy día por los Protestantes, pero arreglados de forma diferente.
Por ejemplo, todos los 12 profetas menores (Desde Oseas hasta Malaquías) estaban
contenidos en un solo libro. Esta es la razón por lo que hoy la Biblia Hebrea contiene sólo 24
libros. Cuando Jesús se refirió desde Abel a Zacarías, estaba plasmando todo el Canon de las
Escrituras Hebreas el cual incluía los mismos 39 libros que hoy aceptan los Protestantes. Por lo
tanto e implícitamente, Jesús rechazó toda escritura apócrifa.

14. ¿Cuáles fueron los criterios que se tuvieron en cuenta para determinar la canonicidad del
Nuevo Testamento?

CRITERIOS DE
CANONICIDAD
El dato revelado, definido por la Iglesia, es ciertamente el
criterio supremo e infalible para conocer la inspiración y la
canonicidad de los libros de la Biblia. La proposición del
Magisterio eclesiástico es necesaria porque la inspiración y
canonicidad de un libro es un hecho sobrenatural, que sólo se
puede conocer por revelación divina, a través de la Iglesia.

La definición dogmática del canon bíblico se encuentra en el


Concilio de Trento, en su sesión IV del 8 de abril de 1546. En
esa sesión se condenaron los errores protestantes, porque
rechazaban la canonicidad de algunos libros pertenecientes al
canon fijado desde antiguo por la tradición apostólica. El Concilio
atiende a dos criterios fundamentales:

· 1) El uso o costumbre de leer tales libros en la Iglesia


Católica;

· 2) la presencia de esos libros en la versión latina oficial de


la Vulgata.

· En realidad ambos datos se refieren a un único criterio: la


práctica de la Iglesia.
El Magisterio posterior considera que en última instancia es
la tradición apostólica la razón última y más convincente: «Por
la misma tradición conoce la Iglesia el canon íntegro de los
libros sagrados» (DV 8). Entonces, parece razonable
preguntarnos: ¿Qué criterios usó de hecho la tradición viva de
la Iglesia?

· 1) Criterios católicos.– Resumidamente podemos destacar


tres criterios objetivos que guiaron a la Iglesia para
reconocer cuáles son los escritos inspirados del NT:
el origen apostólico, la ortodoxia y la catolicidad. Ante todo,
el criterio del origen apostólico. Se consideraron
canónicos aquellos escritos que se remontaban al círculo
de los apóstoles o de sus colaboradores próximos (Mateo,
Lucas). La canonicidad de Apc y Heb se discutió
precisamente porque se dudaba si tales escritos había que
considerarlos obra de san Juan y de san Pablo
respectivamente. Un segundo criterio fue el de
la ortodoxia, que pertenece al «sensus fidelium» de los
primeros siglos; es decir, la conformidad de los escritos en
cuestión con la predicación auténtica y con el auténtico
anuncio acerca de Cristo, de su vida y de su mensaje. Y el
tercer criterio fue el de la catolicidad de los escritos: los
libros que todas o casi todas las Iglesias consideraban
inspirados, como testimoniaba su uso litúrgico, fueron
incluidos en el canon; en cambio, los aceptados sólo por
Iglesias aisladas quedaron excluidos del mismo.

· 2) Criterios protestantes.– Los protestantes, al prescindir


de la autoridad del Magisterio, se encontraron sin un criterio
fijo y seguro a la hora de establecer el canon bíblico. Esto
condujo a la llamada “cuestión de los criterios”; es decir,
frente al criterio objetivo de la Tradición y el Magisterio de
la Iglesia católica, desarrollaron otros criterios subjetivos.
Así por ejemplo, Lutero clasificaba los libros
neotestamentarios según la importancia que dan al
mensaje de la Redención y la concordia que guardan con
la tesis luterana de la “justificación por la sola fe”; y por este
motivo rechazó la Carta a los Hebreos, la Carta de
Santiago, la de Judas y el Apocalipsis. Para Calvino, el
criterio de canonicidad era “el testimonio secreto del
Espíritu” y el “consentimiento público” del pueblo cristiano.

La canonización produjo un efecto inevitable: la exclusión de las


listas oficiales de todos aquellos escritos no considerados como
inspirados, a pesar de sus posibles argumentos para serlo, son
los llamados apócrifos de los que ya hemos hablado más arriba.

15. Cite los libros apócrifos más conocidos del Nuevo Testamento.
Los evangelios apócrifos o extracanónicos son los escritos surgidos en los primeros
siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos
ni aceptados en el canon del Tanaj judío hebreo-arameo, de
la Bibliaisraelita Septuaginta griega, así como tampoco de ninguna de las versiones de
la Biblia usadas por distintos grupos de cristianos como la Iglesia católica, la Iglesia
ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias protestantes. Entre esos escritos se
encuentran los Manuscritos de Nag Hammadi.
16. El término apócrifo (griego: από 'lejos', κρυφος 'oculto'; latín: apócryphus), que
originalmente significaba "ocultar lejos", y luego fue derivando en "oculto, obscuro", ha
sido utilizado a través de los tiempos para hacer referencia a algunas colecciones de
textos y de escritos religiosos sagrados surgidos y emanados en
contextos judíos o cristianos. Con él se califican una cantidad de libros que las Iglesias
cristianas de los primeros siglos no reconocieron como parte de la Sagrada Escritura,
pero que se presentan con nombres o características que los hacen aparecer como si
fueran libros canónicos.
Cuestión distinta es la de si un determinado escrito, forma o no parte de la Biblia, de si
se considera o no un libro inspirado. Cuando un determinado escrito o libro merece ser
considerado como formando parte de la Biblia, se dice que es "canónico". El canon
consiste en un elenco de los escritos bíblicos. Católicos, cristianos no católicos y judíos
tienen distintos cánones. Cuando el carácter canónico de un escrito es reconocido
tardíamente se dice que es "deuterocanónico". En ocasiones un libro puede ser
simultáneamente apócrifo y no canónico. Tal sucede con el Evangelio de Santo
Tomás. Ni Santo Tomás es realmente su autor, ni se considera que forme parte de la
biblia. Cuestiones distintas son las de si El Libro de la Sabiduría fue o no escrito por
Salomón y la de si forma o no forma parte de la Biblia.

Evangelios apócrifos[editar]
El término apócrifos, lejos de referirse a las consabidas acepciones adversas negativas
que tiene, es una expresión que reviste otro carácter: se trata de textos cuyo acceso fue
oculto, vedado, denegado ante las grandes masas de cristianos católico-ortodoxos,
escritos revestidos en un aura de magia y misticismo.[cita requerida]
Se trata de otras palabras y enseñanzas de Jesús, que posiblemente fueron escritas por
siete, Felipe, Tomas, Bartolomé, Andrés (hermano de Simón Pedro), Judas
Iscariote, Simón el Zelote y Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el
Mayor (hermano de Juan), de los doce discípulos de Cristo, ya que de acuerdo con los
textos del Nuevo testamento, sólo aparecen compilados documentos escritos por
cinco, Mateo, Juan (hermano de Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el
Mayor), Simón Pedro (hermano de Andrés), Judas Tadeo y su hermano Jacobo hijo de
Alfeo, conocido como Santiago el Menor, de estos doce discípulos. Se trata de escritos
que alegan ser las enseñanzas ocultas de los restantes apóstoles y cuyo contenido no
respalda muchas de las ideas mesiánicas comúnmente aceptadas por grupos de
cristianos, y que fueron documentos tenidos en gran estimación.
Los apócrifos del Nuevo Testamento incluyen varios evangelios y vidas de los apóstoles.
Algunos de ellos fueron escritos evidentemente por autores gnósticos o miembros de otros
grupos posteriormente definidos como herejes. Muchos de estos textos fueron
descubiertos durante los siglos XIX y XX, generando una intensa oleada de
especulaciones en torno a su importancia en los inicios del cristianismo entre los eruditos
religiosos.[cita requerida]
Si bien los protestantes, católicos y, en general, los ortodoxos están de acuerdo acerca de
qué libros deben ser incluidos en el canon del Nuevo testamento, la Iglesia ortodoxa
etíope solía incluir las epístolas I y II de Clemente y al Pastor de Hermas. A su vez, otras
iglesias como la Copta tenían en sus pasajes escritos que describían la niñez de
Jesús.[cita requerida]
Lutero consideraba apócrifa a la epístola de Santiago, dudando y cuestionando su autoría
a manos de cualquiera de los dos apóstoles llamados por el nombre de Jacobo o Santiago,
que algunos atribuyen a otro Jacobo, Santiago el Justo. También porque la epístola
contiene una declaración que contradice aparentemente las enseñanzas de Lutero de
la salvación solo por la fe: la "fe sin obras está muerta" (2:26). Lutero, en su
propia edición de la Biblia, degradó y relegó al nivel de unos simples apéndices la Epístola
de Santiago y otros tres documentos, a saber: la Epístola a los Hebreos, la Epístola de
Judas y el libro de Apocalipsis.[cita requerida]Posteriormente se incluyeron estos libros con el
canon protestante en su Nuevo Testamento, pero los colocaron luego de esos libros. Por
lo tanto, los libros del Nuevo Testamento luterano (al menos en alemán) están ordenados
en forma diferente a otras Biblias protestantes.
Un libro apócrifo del Nuevo testamento bien conocido es el Evangelio de Tomás, el único
texto completo que fue encontrado en la ciudad egipcia de Nag Hammadien 1945. Otro
evangelio propio de las corrientes gnósticas dentro del cristianismo de los primeros siglos,
atribuido a Judas de Carioth, el Evangelio de Judas, generó expectativa entre los
seguidores de estudios y cuestiones del judeocristianismo cuando fue rescatado,
reconstruido y presentado en el año 2006, en esfuerzo conjunto de Maecenas Foundation
y National Geographic Society.[cita requerida]
Han ejercido y ejercen un enorme influjo en la piedad e iconografía cristianas. Entre las
tradiciones conservadas únicamente en los apócrifos, se cuentan los nombres de los
padres de María, (Joaquín y Ana), el episodio de la Presentación de la Virgen niña en el
templo, el número y los nombres de los Reyes Magos(Melchor, Gaspar, Baltasar), y la
presencia de un asno y un buey en el pesebre donde María dio a luz. Allí también se
encuentran los nombres y las historias del Buen Ladrón (Dimas) y del Mal
Ladrón (Gestas); la historia de Verónica (recogida inclusive en la devoción piadosa del Via
Crucis, de tradición católica); el nombre de Longinos, el centurión que atravesó el costado
de Jesús en la cruz; o la primera sugerencia explícita de la virginidad perpetua de María,
que se encuentra en el Protoevangelio de Santiago. La fuerte presencia de esas
tradiciones en la liturgia lleva con frecuencia a olvidar que ninguno de ellos ha sido incluido
entre los Evangelios canónicos.[cita requerida]
Entre los textos apócrifos se cuentan numerosos Evangelios; entre ellos hay los que
llevan nombres de personajes famosos de la iglesia primitiva a los que se atribuyen estos
escritos, como el Evangelio de Tomás, del cual se encontraron antiguas copias en copto,
manuscritas por una comunidad de cristianos gnósticos; otros fueron titulados por el
supuesto contenido de la obra (Evangelio de la Verdad), por su origen (evangelios
atribuidos a Marción, a Cerinto) o por el grupo al que estuvieron destinados (Evangelio de
los Hebreos, de los Griegos, etc.).
En el siglo XIX comenzaron a hacerse unos estudios a fondo sobre estos textos. Se
hallaron escritos "apócrifos" desde el año 300 a. C. hasta el Nuevo testamento, que
proporcionaron a los investigadores una gran riqueza como fuentes históricas, así como
posturas divergentes sobre temas como inmortalidad y resurrección, y la creencia en ellos
a través de los siglos, desde un punto de vista siempre escatológico.[cita requerida]

Você também pode gostar