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MARCO TEORICO

Las Reglas de Oro es un principio moral que consiste básicamente en tratar a los demás
como tú quieres ser tratado.
Este principio está presente en prácticamente todas las culturas y a menudo como una regla
fundamental. Este hecho sugiere que puede estar relacionada con aspectos innatos de la
naturaleza humana ya que un elemento clave -en la regla- es aplicarla sin discriminación
alguna, a cualquier persona sea o no de un grupo determinado.
También podríamos decir que esta es la base esencial para el concepto moderno de los
derechos humanos. Por lo antes señalado, se puede conceptuar la regla de Oro como la
“ética de la reciprocidad”.

La regla de oro no consiste en la afirmación de determinadas conductas o en la imposición


de valores afirmativos o positivos (como sucede en las doctrinas dogmáticas), sino que
preconiza una dinámica de relaciones intersubjetivas basada en el sentido común y en el
principio de no agresión.

La primera enunciación escrita de la regla de oro se encuentra en un texto narrativo del


Imperio Medio egipcio llamado Historia del campesino elocuente. En el griego Epicuro la
regla de oro se entiende como ética de la reciprocidad:minimizar el daño, de los pocos y de
los muchos, para así maximizar la felicidad de todos (véase también ética y reciprocidad).
Este concepto fue recogido por la Ilustración y el pensamiento democrático posterior a la
Revolución francesa (utilitarismo de Jeremy Bentham y John Stuart Mill). Antes de ello, John
Locke propuso los derechos a "la vida, la libertad y la propiedad". Para Locke, el propio
cuerpo es parte de los bienes de un hombre y, por tanto, sobre él se ejerce un derecho a la
propiedad que teóricamente garantiza la seguridad de las personas al igual que la de sus
posesiones.
El filósofo alemán Hans Reiner (1896-1991) distinguía diferentes formulaciones de la regla
de oro: la regla de empatía, que parte de nuestros deseos o temores (lo que tú mismo
temas, no lo hagas a los demás, lo que deseas para ti, hazlo a los demás), y la regla de la
equidad, que parte de nuestros juicios de valor (lo que reprochas a otros, no lo hagas tú
mismo; debes actuar como juzgas que los demás deben hacerlo). Thomas Nagel (1970)
propuso repensar el altruismo de forma objetiva sobre la base de la ética de la reciprocidad.
En los años 1990 Enno Winkler desarrolló un código de ética universal,en el que la regla de
oro está incluido como un mandamiento para las relaciones interpersonales en ausencia de
empatía: ¡Respeta al otro como a ti mismo!

La filosofía moderna, concretamente el racionalismo, despojó a la regla de oro de su


contexto religioso y la convirtió en fundamento de la ética entendida como sistema de
principios universales de convivencia que todos los hombres pueden compartir.
Especialmente Kant, en su Crítica de la Razón Práctica, le otorga renovado vigor en la
primera formulación del imperativo categórico: Actúa de tal modo que puedas igualmente
querer que tu máxima de acción se vuelva una ley universal.
A través de la poderosa herencia ideológica kantiana, la regla de oro está presente en las
tradiciones intelectuales del liberalismo y el iusnaturalismo racionalista, en las obras de
Humboldt, Habermas, John Stuart Mill, etc.

CLASIFICACIÓN
- La Eficacia

La eficacia, es la capacidad para lograr un fin de la manera que sea.

Es decir, la eficacia no se fija en los caminos más cortos o largos para llegar a una meta,
ella simplemente sabe que hay que llegar y lo cumple a su manera, escogiendo el camino y
el tiempo sin tener en cuenta la relevancia de las opciones.

Una persona eficaz, es la que sabe encontrar soluciones a los problemas, salidas a las
encrucijadas y puntos de llegada para cada meta.

La eficacia, debe hacer parte de las personas que buscan el éxito, porque es el
convencimiento de que hay que llegar a la cima que se anhela como sea (obviamente, por
buenos medios).

- Eficiencia

Es la que se encarga de buscar el camino más corto de llegada a una meta, y el tiempo más
corto que pueda tomarle ese cumplir de su tarea. Es hacer las cosas9 de la manera más
óptima, rápida e igualmente correcta.

La eficiencia, debe hacer parte de las personas que quieren el triunfo, porque es la que les
obliga a pensar en los medios más factibles para llegar a sus metas, en el menor tiempo
posible y con las acciones más favorables.

- Etica

1) “No quieras para los otros lo que no quieras para tí”.-


Suele conocerse, en fin, como regla de oro de la ética aquella proclama que declara: «no
quieras para los otros lo que no quieras para tí». Adviértase, primeramente, la formulación
negativa, o sea, no positiva, característica de la regla, y repárese a la vez en que a pesar de
su construcción gramatical, el referente ético (la fuerza ética) que contiene no descansa
sobre los otros sino sobre uno mismo. Sencillamente es uno el que quiere y acerca de uno
trata en rigor la verdadera voluntad. La relevancia de esta circunstancia resulta esencial
para nuestro asunto. Ocurre que si para establecer la máxima moral, o regla de oro, nos
pusiésemos en el lugar del otro, debería decirse, por el contrario, esto que sigue: «quiere
para tí aquello que los otros quieren para sí».

En este segundo caso, no sería el propio sujeto –uno mismo– el promotor y hacedor de la
reglas, de la acción y, por tanto, de la responsabilidad. Su papel quedaría reducido, en
cambio, al de mero paciente, un prójimo relegado a la pobre función de asimilador o
imitador de normas provenientes de otras instancias reguladoras de la acción. Si esto fuese
así, insisto, uno no atendería, entonces, a la esfera moral desde su singularidad y libertad,
sino, literalmente alienado o alterado, en cuanto otro, reducido a una velada y vaga otredad.
2) “Quiere para los otros lo que quieras para tí”.-
Una variante positiva de la regla de oro de la ética rezaría como sigue: «quiere para los
otros lo que tú de hecho quieres para tí». Esta exposición positiva de la regla supone una
óptima interpretación de la regla de oro por lo que contiene de respeto hacia la posibilidad y
la potencia afirmadora del ser humano en cuanto a ser capaz de erigirse como sujeto moral
con facultad volitiva, pero además por lo que implica de reconocimiento del otro sujeto sin
necesidad de traer a cuento alteraciones morales, alternativas o alternancias forzadas, ni
desplazamientos artificiosos.

Esta exposición positiva de la regla supone una óptima interpretación de la regla de oro por
lo que contiene de respeto hacia la posibilidad y la potencia afirmadora del ser humano en
cuanto a ser capaz de erigirse como sujeto moral con facultad volitiva, pero además por lo
que implica de reconocimiento del otro sujeto. No es el caso, entonces, que para que el Otro
quiera, o pueda querer, uno tenga que ponerse en su lugar. Es suficiente con que sea él
mismo quien se mantenga en su sitio, haciendo valer sus derechos, su lugar en el cosmos,
en vez de limitarse a reclamarlos.

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