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Santiago, tres de abril de dos mil diecinueve.

Vistos:

En estos autos Rol N° 1149-2015 del Primer Juzgado de

Letras de Quillota, sobre juicio ordinario de indemnización

de perjuicios caratulados "Vera López, Juan Domingo y otras

con Hospital San Martín de Quillota y otro”, la parte

demandante deduce recursos de casación en la forma y en el

fondo en contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones

de Valparaíso que rechaza la casación en la forma y en

cuanto a la apelación confirma la de primera instancia que

rechaza la demanda de indemnización de perjuicios por falta

de servicio en prestaciones médicas por no haberse

demostrado la concurrencia de todos los presupuestos de

procedencia, sin costas.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

I.- En cuanto al recurso de casación en la forma:

Primero: Que la recurrente sostiene que la sentencia

impugnada incurrió en la causal de casación prevista en el

artículo 768 N° 5 del Código de Procedimiento Civil, en

relación al artículo 170 N° 4 del mismo cuerpo normativo,

por omitir “Las consideraciones de hecho o de derecho que

sirven de fundamento a la sentencia”.

Afirma que la sentencia infringe los principios de la

lógica en especial el principio de no contradictorio (SIC),

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en atención que los sentenciadores no se pronuncian

respecto de la prueba testimonial de la demandada en

relación con la prueba documental acompañada por la actora

y lo expresado en la contestación de la demanda. Añade que

en la valoración de la prueba el Juez debe guiarse por

parámetros racionales, siendo anulable una sentencia que

contiene una arbitraria apreciación de la prueba. En cuanto

a la forma en que el vicio ha influido en lo dispositivo

del fallo, señala que si los jueces del fondo hubiesen

analizado tales medios probatorios habrían descartado la

alegación de la demandada y concluido que los profesionales

del Hospital demandado no respetaron los protocolos

exigibles para casos de fractura de pelvis, en especial en

cuanto a las indicaciones al momento del alta médica.

Solicita, finalmente, se invalide el fallo y se dicte,

sin nueva vista, sentencia de reemplazo que acoja la

demanda de autos por el monto pedido o lo que el tribunal

considere prudente, con costas.

Segundo: Que, para resolver el recurso, se debe tener

presente que el legislador se ha preocupado de establecer

las formalidades a que deben sujetarse las sentencias

definitivas de primera o única instancia y las de segunda

que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de

otros tribunales –categoría esta última a la que pertenece

aquella objeto de la impugnación en análisis-; las que,

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además de satisfacer los requisitos exigibles a toda

resolución judicial, conforme a lo prescrito en los

artículos 61 y 169 del Código de Procedimiento Civil, deben

contener las enunciaciones contempladas en el artículo 170

del mismo cuerpo normativo, entre las que figuran –en lo

que atañe al presente recurso- en su numeral 4, las

consideraciones de hecho o de derecho que sirven de

fundamento a la sentencia.

Tercero: Que esta Corte, dando cumplimiento a lo

dispuesto por la Ley N° 3.390 de 1918 en su artículo 5°

transitorio, dictó con fecha 30 de septiembre de 1920 un

Auto Acordado en que regula pormenorizada y minuciosamente

los requisitos formales que, para las sentencias

definitivas a que se ha hecho mención, dispone el precitado

artículo 170 del Código de Procedimiento Civil.

Refiriéndose al enunciado exigido en el N° 4 de este

precepto, el Auto Acordado dispone que las sentencias de

que se trata deben expresar las consideraciones de hecho

que les sirven de fundamento, estableciendo con precisión

aquéllos sobre que versa la cuestión que haya de fallarse,

con distinción entre los que han sido aceptados o

reconocidos por las partes y los que han sido objeto de

discusión.

Agrega que, si no hubiera discusión acerca de la

procedencia legal de la prueba, deben esas sentencias

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determinar los hechos que se encuentran justificados con

arreglo a la ley y los fundamentos que sirven para estimar

los comprobados, haciéndose, en caso necesario, la

apreciación correspondiente de la prueba de autos conforme

a las reglas legales.

Si se suscitare cuestión acerca de la procedencia de

la prueba rendida –prosigue el Auto Acordado- deben las

sentencias contener los fundamentos que han de servir para

aceptarla o rechazarla, sin perjuicio del establecimiento

de los hechos en la forma expuesta anteriormente.

Prescribe, enseguida: “establecidos los hechos, se

enunciarán las consideraciones de derecho aplicables al

caso y, luego, las leyes o, en su defecto, los principios

de equidad con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo;

agregando que, tanto respecto de las consideraciones de

hecho como las de derecho, debe el tribunal observar, al

consignarlos, el orden lógico que el encadenamiento de las

proposiciones requiera”.

Cuarto: Que la importancia de cumplir con tal

disposición la ha acentuado esta Corte Suprema por la

claridad, congruencia, armonía y lógica en los

razonamientos que deben observar los fallos. La exigencia

de motivar o fundamentar las sentencias no sólo dice

relación con un asunto exclusivamente procesal referido a

la posibilidad de recurrir, sino que también se enmarca en

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la necesidad de someter al examen que puede hacer cualquier

ciudadano de lo manifestado por el juez y hace posible,

asimismo, el convencimiento de las partes en el pleito,

evitando la impresión de arbitrariedad al tomar éstas

conocimiento del porqué de una decisión judicial.

Quinto: Que los jueces, para dar estricto cumplimiento

a lo dispuesto por el legislador, deben ponderar toda la

prueba rendida en autos, tanto aquella en que se sustenta

la decisión como la descartada o aquella que no logra

producir la convicción del sentenciador en el

establecimiento de los hechos, lo cual no se logra con la

simple enunciación de tales elementos, sino que con una

valoración racional y pormenorizada de los mismos.

Cabe, en este mismo sentido, tener presente que

"considerar" implica la idea de reflexionar detenidamente

sobre algo determinado y concreto. En consecuencia, es

nula, por no cumplir con el precepto del Nº 4 del artículo

170 del Código de Procedimiento Civil, la sentencia que

hace una estimación de la prueba y deduce una conclusión

referente a la materia debatida sin analizarla en su

totalidad, aquella que realiza tal labor en términos

generales.

Sexto: Que asentadas las ideas anteriores cabe precisar

que en estos autos demandan don Juan Domingo Vera López,

doña María Angélica Coronado Armstrong y las dos hijas de

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ambos doña Mariela Del Carmen y doña Catalina De Los

Ángeles, ambas Vera Coronado, al Hospital San Martín de

Quillota y al Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota,

fundado en que el día 5 de septiembre de 2013 don Wladimir

Vera Coronado (Q.E.P.D.) hijo y hermano de los actores,

cayó de un techo mientras realiza una instalación

eléctrica, sufriendo fractura de pelvis, siendo atendido en

el referido hospital y derivado al Hospital Gustavo Fricke

donde se le realizó un escáner constatando la lesión.

Posteriormente fue nuevamente trasladado al primer

establecimiento asistencial donde permaneció internado en

cirugía y donde se le entregaron los cuidados que

correspondían a su lesión. El día 9 del mismo mes y año

citados, fue dado de alta por un médico ayudante del

facultativo tratante, afirmando que nunca se le recetaron

anticoagulantes, siendo de suma importancia, omisión que

habría desencadenado el trombo embolismo pulmonar que causó

su deceso.

Al contestar el Consejo de Defensa del Estado

asumiendo la defensa de ambos demandados, controvirtió los

hechos, expresando que de acuerdo con los antecedentes que

obran en el Hospital San Martín de Quillota, el señor Vera

Coronado (QEPD) ingresó con politraumatismos producto de

una caída en altura, fue derivado al Hospital Fricke de

Viña del Mar y reingresado al Hospital de Quillota con el

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diagnóstico definitivo de fracturas en la rama isquio-

pubiana izquierda y observación de fractura de cotilo

izquierdo no desplazada; durante su permanencia en el

hospital se le brindaron todos los tratamientos para que

estuviera en una buena condición de salud. Agrega, que en

el control de 9 de septiembre de 2013 el paciente solicitó

el alta médica encontrándose en mucho mejor estado,

indicándosele específicamente continuar con su terapia

anticoagulante diaria y sin que ese momento presentara

síntoma alguno de tromboflebitis siendo dado de alta sin

ninguna complicación. Además, alegó que el fallecimiento se

produjo por caso fortuito toda vez que habían transcurrido

cerca de dos meses y cinco días desde su primer ingreso al

Hospital de Quillota, y porque el desarrollo de un cuadro

de trombo embolia contempla como factores inherentes la

situación de reposo prolongado, ante lo cual la profilaxis

anticoagulante permite reducir este riesgo a un tercio pero

no los elimina. En consecuencia, el fallecimiento no puede

ser atribuido a una mala praxis médica, existiendo fundadas

sospechas de que el paciente habría interrumpido

tratamiento con anticoagulantes. Asimismo, alegó ausencia

de culpa o falta de servicio imputable a los demandados y

falta de relación de causalidad en base a las mismas

consideraciones anteriores. Finalmente alega que el daño

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demandado es excesivo y en todo caso debe ser probado,

conforme al artículo 41 de la Ley N° 19.966.

Séptimo: Que la sentencia de primer grado, luego de

tener por acreditado el vínculo de los actores con el

fallecido y el dolor de los primeros con ocasión de la

muerte de su pariente, estimó que no era posible llegar a

tener la convicción que aquél dolor causado a los

demandantes sea directa consecuencia o tenga directa

relación con el actuar del personal de las instituciones

demandadas, tanto por carecer de prueba que demuestre la

existencia de mala praxis médica, como por contar con

antecedentes probatorios que demuestran la conclusión

opuesta o, al menos, diversa. Luego, reafirma que los

antecedentes probatorios no sirven para dar por establecida

la existencia de negligencia de parte de los profesionales

y técnicos que asistieron a don Wladimir Vera; y por el

contrario, que la prueba aportada por las demandadas, en

particular la testimonial y documental serían demostrativos

del hecho de haberse seguido los protocolos habituales en

casos similares. En el motivo décimo octavo, y refiriéndose

al peritaje evacuado, se limita a citar algunas

conclusiones y frases del mismo. En definitiva, concluye

que no concurren todos los elementos de responsabilidad

civil respecto de los demandados por lo que la acción no

puede prosperar.

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Octavo: Que, en tanto, la sentencia de segundo grado

rechazó el recurso de casación en la forma opuesto por los

demandantes, y en cuanto al recurso de apelación, se limitó

a confirmar la sentencia de primera instancia sin

modificaciones.

Noveno: Que, en primer lugar cabe señalar que existe

un error conceptual importante en la sentencia que se

analiza, toda vez que asimila la responsabilidad

extracontractual a la responsabilidad por falta de

servicio, cuestión que no es efectiva, toda vez que esta

última permite establecer la responsabilidad del órgano

público con prescindencia de la responsabilidad individual

del funcionario. Si bien, ambas tienen una raíz común, por

cuanto la falta de servicio tiene el carácter de subjetiva

toda vez que, para que sea procedente debe mediar una

omisión, o una actuación deficiente o tardía del servicio,

lo cierto es que no resulta procedente confundir ambos

regímenes de responsabilidad, menos aún en materia

sanitaria, en la que el estatuto normativo especial

contenido en la Ley Nº 19.966 permite incluso la acción de

repetición en contra del funcionario que incurre en

negligencia.

Ahora bien, soslayando la incongruencia jurídica que

lleva al sentenciador a referirse inadecuadamente a la

“negligencia de parte de los profesionales y técnicos que

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asistieron a don Wladimir Vera”, lo cierto es que la

sentencia carece por completo del examen de la prueba

rendida para efectos de establecer si aquélla existió o no.

En efecto, si bien hay referencia a la prueba documental y

testimonial, la alusión es totalmente genérica.

Lo anterior es trascendente toda vez que el

sentenciador estableció como hechos de la causa que el

fallecido señor Vera fue enviado a su hogar con reposo

absoluto sin poder caminar, con la indicación de tomar

tramadol, omeprazol, paracetamol y diclofenaco para dolores

musculares, lo cual consta únicamente en el carné de alta

médica, sin hacerse cargo de la circunstancia alegada por

los actores, esto es, que no se le indicó ningún tipo de

tratamiento anticoagulante al momento de egresar del

establecimiento asistencial, circunstancia que era

transcendente al momento de evaluar la existencia de la

responsabilidad demandada. En este aspecto, sostiene que no

se acreditó la existencia de mala praxis sino la conclusión

opuesta, como tampoco una mala práctica que por acción u

omisión causara el deceso del paciente, siendo demostrativa

la prueba testimonial y documental de haberse seguido los

protocolos habituales. Soslaya así el fallador las

circunstancias que en la demanda se hace referencia

expresamente a que la falta de servicio se asienta en no

haber prescrito anticoagulantes al paciente, al momento de

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ser enviado a su casa, lo que era indispensable por

tratarse de un enfermo con fractura del tren inferior con

30 días de reposo absoluto, respecto de las cuales la

sentencia guarda completo silencio, salvo cuando hace

mención al peritaje, alusión que también es errónea porque

se refiere al tratamiento con coagulante dado al señor Vera

en el Hospital, cuestión que no fue cuestionada.

Así, no puede obviarse que la falta de servicio

denunciada en el libelo tiene como línea fundamental la ya

señalada, esto es, no haber prescrito anticoagulantes al

paciente en el momento del alta médica, así lo recalcó

además la abogada de los actores en estrados.

Décimo: Que, en esta materia, se debe ser enfático en

señalar que en la especie no existió, o al menos no se

externalizó con la debida fundamentación, un análisis del

carné de alta médica, ni de la testimonial de la propia

parte demandada consistente en las declaraciones de los

médicos que se encargaron de la atención del paciente, uno

de los cuales reconoció su firma en el carné de alta y

ambos asintieron en la necesidad de la trombofilaxis o

tratamiento anticoagulante, como tampoco del peritaje

evacuado en autos que indica que la trombosis venosa

profunda tiene entre sus factores de riesgo o

predisponentes, las fracturas o traumas mayores como de

tronco o de extremidades inferiores, seguida de un reposo e

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inmovilidad muscular prolongado en cama –como el caso en

análisis- encontrándose indicado el uso de anticoagulantes

en los primeros treinta días, añadiendo que si bien consta

la administración de ellos al paciente durante la

hospitalización, no ocurre lo mismo después. De esta

forma, los supuestos fácticos que fueron esgrimidos por los

actores constan o pueden extraerse de estos medios de

prueba como hechos de la causa, por lo que era exigible que

los sentenciadores abordaran cada una de esas

circunstancias, refiriendo y explicando porqué a su juicio

no se evidenciaba la falta de servicio denunciada en autos,

sin que sea suficiente la enunciación de una conclusión

genérica. En efecto, señalar que “de los antecedentes

probatorios aportados por los demandantes, ninguno de ellos

sirve para dar por establecida la existencia de

negligencia” es una mera afirmación carente de razonamiento

concreto. Como se observa, en la conclusión expuesta en el

fallo impugnado, no existe un análisis concreto y detallado

que permita entender por qué se descartaron los medios de

prueba ya referidos para concluir que no se tuvieron por

acreditados los requisitos de la responsabilidad demandada.

Undécimo: Que la falta de ponderación efectiva de los

medios probatorios rendidos en la causa, en especial del

carné de alta, testimonial de la demandada y peritaje,

permite sostener que la sentencia recurrida no ha sido

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pronunciada en forma legal, incurriéndose en la causal de

casación formal del artículo 768 Nº5 del Código de

Procedimiento Civil en relación con el artículo 170 números

4 y 5 del mismo cuerpo de leyes, pues carece de

consideraciones de hecho y de derecho, según se razonó en

los fundamentos precedentes.

Esta omisión constituye el vicio de casación en la

forma previsto en el artículo 768 N° 5, en relación con el

artículo 170 N° 4, ambos del Código de Procedimiento Civil,

por la falta de consideraciones de hecho que sirven de

fundamento al fallo.

Décimo segundo: Que habiéndose incurrido en el vicio

denunciado, se acogerá el recurso por la causal impetrada

en el arbitrio en análisis.

Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 765,

768 y 808 del Código de Procedimiento Civil, se acoge el

recurso de casación en la forma deducido en lo principal de

la presentación de fojas 385, por la abogada doña Andrea

Sepúlveda Sepúlveda, en representación de los demandantes,

en contra de la sentencia de catorce de mayo del año dos

mil dieciocho, escrita a fojas 382 y 383, la que se

invalida y reemplaza por la que se dicta, separadamente, a

continuación y sin nueva vista.

De acuerdo con lo preceptuado en el inciso segundo del

artículo 808 del Código de Procedimiento Civil, se tiene

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por no interpuesto el recurso de casación en el fondo

deducido en el primer otrosí de fojas 385 en contra de la

sentencia antes individualizada.

Regístrese.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Arturo Prado P.

Rol Nº 13.129-2018.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema


integrada por los Ministros Sra. María Eugenia Sandoval G.,
Sr. Arturo Prado P. y Sra. Ángela Vivanco M. y los Abogados
Integrantes Sra. Leonor Etcheberry C. y Sr. Diego Munita L.
Santiago, 03 de abril de 2019.

MARIA EUGENIA SANDOVAL GOUET ARTURO JOSE PRADO PUGA


MINISTRA MINISTRO
Fecha: 03/04/2019 12:04:14 Fecha: 03/04/2019 12:04:15

ANGELA FRANCISCA VIVANCO ROSA MARIA LEONOR ETCHEBERRY


MARTINEZ COURT
MINISTRA ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 03/04/2019 12:04:16 Fecha: 03/04/2019 13:04:00

DIEGO ANTONIO MUNITA LUCO


ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 03/04/2019 12:10:53

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Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 03/04/2019 13:22:35

En Santiago, a tres de abril de dos mil diecinueve, notifiqué en Secretaría por


el Estado Diario la resolución precedente.

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 03/04/2019 13:22:35

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. JWZVJVNYBY
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Santiago, tres de abril de dos mil diecinueve.

Dando cumplimiento a lo ordenado en la sentencia de

casación precedente, se dicta el siguiente fallo de

reemplazo.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada con excepción de

sus fundamentos décimo sexto a vigésimo que se eliminan.

Y se tiene, además, presente:

1) Que, tal como lo expone el Juez a quo en el

fundamento décimo quinto, constituye un hecho de la causa

que don Wladimir Vera Coronado sufrió un accidente el día 5

de septiembre de 2013, teniendo como resultado una fractura

de pelvis, por lo que fue atendido en el Hospital San

Martín de Quillota en la unidad de emergencia y derivado al

Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar siendo nuevamente

derivado al Hospital San Martín, donde estuvo internado en

cirugía, para luego ser dado de alta, el día 9 de

septiembre del mismo año, con tratamiento impartido por el

médico Gonzalo Toledo, médico ayudante del doctor Flavio

Vargas, traumatólogo, enviado a continuación, al hogar con

reposo absoluto, sin poder caminar, con la indicación de

tomar tramadol, omeprazol, paracetamol y diclofenaco para

dolores. Asimismo, fue citado a controles debiendo iniciar

terapia kinesiológica, sin embargo, el 10 de noviembre de

2013 fue ingresado a la emergencia del Hospital demandado,

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falleciendo en horas de la madrugada, estableciéndose como

causa de la muerte una embolia pulmonar que derivó en una

insuficiencia respiratoria originada en un tromboembolismo

pulmonar.

2) Que debe tenerse presente que la demandada sostuvo

al contestar la demanda, que se le indicó al paciente

“continuar con la terapia anticoagulante diaria” (página 5

de su libelo). Luego, reconoció que el riesgo de

desarrollar un cuadro de enfermedad tromboembólica

contempla como factores inherentes las situaciones de

reposo prolongado, el traumatismo vascular y, naturalmente,

los factores propiamente individuales de cada paciente.

Añade que la profilaxis anticoagulante permite reducir este

riesgo a un tercio aproximadamente de los casos, por lo que

al paciente se le aplicaron los protocolos de prevención y

disminución de riesgo de generación de un cuadro

tromboembólico durante el período que estuvo hospitalizado,

de lo cual deduce que el paciente interrumpió la terapia de

anticoagulantes pese a que el alta médica habría sido

otorgada bajo el compromiso de cumplir con la indicación

precisa de continuar el tratamiento anticoagulante.

3) Que del análisis de la prueba rendida en autos, en

especial del carné de alta médica de fojas 100, de la ficha

clínica exhibida en autos, de las declaraciones de los

testigos de la actora y de la demandada, y del peritaje

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realizado a petición de la demandante, se establecen los

siguientes hechos:

a.- Que efectivamente consta de la ficha médica del

paciente, que durante la hospitalización del señor Vera en

el Hospital San Martín de Quillota, entre los días 6 y 9 de

septiembre de 2013, se le administró terapia anticoagulante

mediante el medicamento clexane.

b.- Que el día 9 de septiembre de 2013 se le permitió

el alta médica al paciente, la que fue solicitada por él y

su familia para controlarse en el Instituto de Seguridad

del Trabajo. En el carné del alta y en la ficha clínica del

paciente, consta que las únicas indicaciones dadas al señor

Wladimir Vera al egresar del establecimiento demandado

fueron: evaluación IST, diclofenaco 50 c/8 h. por 5 días;

paracetamol 500, c/6 h por 30 días, omeprazol 20 g. por 30

días, reposo absoluto en casa y tramadol 10 g c/8 h SOS. En

la ficha clínica del paciente de fojas 142 y siguientes

sólo consta que el paciente y familiares pidieron el alta

médica, la que fue “permitida”, señalándose “se entregan

RX- TAC y evaluación particular x IST”.

c.- Que los médicos que declararon en autos, por la

demandada, señores Gonzalo Escobar Toledo y Flavio Vargas

Jamett afirmaron la necesidad de administrar

anticoagulantes al paciente para disminuir riesgos; el

segundo fue más allá y señaló que si a un paciente se le

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indica reposo absoluto post fractura de pelvis está

recomendado el uso de anticoagulantes hasta los 28 días

post accidente. Ambos sostuvieron que el paciente habría

rechazado el tratamiento del Hospital, sin embargo, además

de no constar esta afirmación en la ficha clínica, resulta

contradictoria con lo afirmado por esa parte en cuanto a la

efectividad de haber prescrito anticoagulantes al dar el

alta médica.

d.- Que, en consecuencia, era una práctica habitual y

recomendada por la medicina, que en casos de fractura de

cadera en condiciones de reposo absoluto prolongado, debía

administrarse o indicarse tratamiento anticoagulante

durante las primeras cuatro semanas.

e.- Que el peritaje practicado por el traumatólogo

Jorge Chávez Aravena corrobora la afirmación anterior, esto

es, la indicación de anticoagulante durante los primeros 30

días lo que formaría parte de las pautas de tratamiento

AUGE.

f.- Los actores sufrieron una profunda afectación

emocional como consecuencia del fallecimiento de su hijo y

hermano.

4) Que esta Corte ha señalado reiteradamente que la

falta de servicio se presenta como una deficiencia o mal

funcionamiento del servicio en relación a la conducta

normal que se espera de él, estimándose que ello concurre

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cuando el servicio no funciona debiendo hacerlo y cuando

funciona irregular o tardíamente, operando así como un

factor de imputación que genera la consecuente

responsabilidad indemnizatoria, conforme lo dispone

expresamente el artículo 42 de la Ley N° 18.575. Pues bien,

en materia sanitaria, el 3 de septiembre de 2004 se publica

la Ley N° 19.966 que establece un Régimen de Garantías en

Salud, cuerpo normativo que introduce en el artículo 38 la

responsabilidad de los Órganos de la Administración en esta

materia –al igual que la Ley N° 18.575- la falta de

servicio como factor de imputación que genera la obligación

de indemnizar a los particulares por los daños que éstos

sufran a consecuencia de la actuación de los Servicios de

Salud del Estado.

5) Que la situación fáctica descrita en el fundamento

primero precedente admite tener por establecidos una serie

de hechos que, analizados en su conjunto, permiten tener

por configurada la falta de servicio consagrada

normativamente en el artículo 38 de la Ley N° 19.966, pues

claramente el Servicio de Salud Viña del Mar Quillota, a

través de su red hospitalaria –Hospital San Martín de

Quillota- no otorgó a su usuario, don Wladimir Vera

Coronado, la atención de salud requerida de manera

eficiente y eficaz.

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En efecto, existe en la especie una falta de servicio

evidente y directa, puesto que, a juicio de esta Corte, de

las pruebas ya referidas no resultó acreditada la

afirmación de la demandada en orden a haber prescrito

anticoagulantes al señor Vera al momento del alta, en

circunstancias que ello resultaba acorde a los protocolos

médicos habituales en el caso de fractura de cadera y

reposo absoluto prolongado, al menos durante los primeros

28 días. El perito tampoco encontró antecedentes de ello

ratificando que sólo existe constancia de la administración

del anticoagulante durante los tres días de

hospitalización, mas no después de ello.

En este aspecto, si bien es un hecho de la causa que

el propio paciente pidió el alta, ello no exime al hospital

y a sus facultativos de cumplir con entregar las

indicaciones mínimas para prevenir riesgos que coloquen en

peligro su vida. La Ley Nº 20.584 sobre derechos y deberes

del paciente, establece en su artículo 10 el derecho a ser

informado, en forma oportuna y comprensible, por parte del

médico u otro profesional tratante, acerca del estado de su

salud, del posible diagnóstico de su enfermedad, de las

alternativas de tratamiento disponibles para su

recuperación y de los riesgos que ello pueda representar.

El artículo 11 del mismo cuerpo legal establece que toda

persona tendrá derecho a recibir de su médico tratante, una

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vez finalizada su hospitalización, un informe legible que,

a lo menos, deberá contener: a) La identificación de la

persona y del profesional que actuó como tratante

principal; b) El período de tratamiento; c) Una información

comprensible acerca del diagnóstico de ingreso y de alta,

con sus respectivas fechas, y los resultados más relevantes

de exámenes y procedimientos efectuados que sean

pertinentes al diagnóstico e indicaciones a seguir, y d)

Una lista de los medicamentos y dosis suministrados durante

el tratamiento y de aquellos prescritos en la receta

médica.

De lo razonado, sólo cabe concluir que el Hospital

demandado, a través de sus facultativos, no cumplieron con

el deber de entregar las indicaciones a seguir,

específicamente, la terapia anticoagulante durante los

primeros 30 días desde el accidente sufrido por el

paciente, terapia habitual en casos como el del señor Vera,

cuyo efecto era la disminución, en un importante

porcentaje, de los riesgos de presentar una enfermedad

tromboembólica, que fue la que en definitiva presentó y

causó su deceso según certificado médico de defunción.

6) Que los antecedentes de hecho asentados tienen la

connotación necesaria para ser calificados como generadores

de responsabilidad, puesto que se desarrollan en el

contexto de la prestación de un servicio público, a través

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de agentes que se desempeñan en un hospital estatal, y que

en el ejercicio de sus funciones deben proveer las

prestaciones médicas necesarias al paciente, de forma tal

de evitar su exposición a riesgos innecesarios, sin

escatimar esfuerzos para ello, sobre todo porque se cuenta

con equipo técnico y profesional para llevar a cabo tal

labor, siendo del todo exigible que se agoten las medidas

necesarias para evitar que se produzcan resultados dañosos

en la prestación del servicio de salud que se brinda a los

usuarios del sistema que no queda limitada a la

autorización del alta sino que además comprende, como se

dijo, las indicaciones necesarias e indispensables que

alerten de los riesgos posibles y la prescripción de los

medicamentos pertinentes para evitar los riesgos conocidos

y previsibles según la medicina. De tal forma, no puede

entenderse, como lo señala el médico Escobar Toledo al

entregar su testimonio, que la entrega de estas

indicaciones sea una mera forma honorable.

7) Que, establecida la falta de servicio en la que

incurrió el Hospital San Martín, cabe referirse a los

restantes requisitos de la responsabilidad demandada, esto

es a la relación de causalidad y a los daños.

8) Que para que se genere la responsabilidad por falta

de servicio es necesario que entre aquélla y el daño

producido exista una relación de causalidad, la que exige

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un vínculo necesario y directo. En materia sanitaria la

certidumbre sobre la relación causal es difícil de

establecer, por lo que en estos regímenes de

responsabilidad en la mayoría de los casos sólo será

posible efectuar una estimación de la probabilidad de que

el daño se deba a un hecho o, al incumplimiento de un deber

de atención eficaz y eficiente, por el cual el demandado

deba responder.

En el caso concreto, está claro y es pacífico que

existían serios y ciertos riesgos de una enfermedad

tromboembólica por falta de profilaxis anticoagulante

durante los primeros 30 días, pero existen dificultades

para establecer el vínculo causal, atendido los grados de

incertidumbre. En efecto, una vez establecido que el

servicio prestado al paciente Wladimir Vera Coronado fue

deficiente, no debe perderse de vista que, en definitiva,

el reproche que se formula a la Administración es no haber

prescrito al paciente en forma oportuna y por el tiempo

necesario, el anticoagulante, sin embargo, el remedio

omitido tiene la virtud de reducir los riesgos de la

enfermedad más no de suprimir su ocurrencia pues en ello

pueden influir otras circunstancias, como la edad del

paciente, la hipertensión arterial, el tabaquismo, la

obesidad, razón por la que no es posible establecer el

vínculo de causalidad entre la falta de servicio asentada y

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la muerte del paciente, pues no se puede determinar que

habiéndosele prescrito el anticoagulante durante los

treinta primeros días, se hubiera impedido que éste

sufriera la enfermedad tromboembólica; no obstante aquello,

indudablemente que tal prescripción con la advertencia

oportuna de los riesgos al paciente, sí le habría otorgado

una posibilidad clara de sobrevida porque el porcentaje de

riesgo habría disminuido, mejorando las alternativas de

tratamiento ante su detección. Así, resulta pertinente,

traer a colación la teoría de la pérdida de la chance para

efectos de determinar la relación de causalidad.

9) Que, respecto de la pérdida de la chance o pérdida

de oportunidad, la doctrina extranjera ha referido que:

“Enseñaba Cazeaux que ‘entre lo actual y lo futuro, lo

cierto y lo incierto, lo hipotético y lo seguro, hay zonas

limítrofes o zonas grises, como las llama la doctrina’, y

tal es el caso de la ‘chance’. El mismo autor añadía: ‘Se

trata de una situación en que hay un comportamiento

antijurídico que ha interferido en el curso normal de los

acontecimientos, de manera que ya no puede saberse si el

afectado por ese comportamiento…, habría o no obtenido

cierta ganancia o evitado cierta pérdida. Es decir, que

para un determinado sujeto había probabilidades a favor y

probabilidades en contra de obtener o no cierta ventaja

patrimonial, pero un hecho cometido por un tercero le ha

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11

impedido tener la oportunidad de participar en la

definición de esas probabilidades” (Félix Trigo Represas,

“Pérdida de chance”. Editorial Astrea, Buenos Aires, 2008.

Pág. 25).

Entre nosotros se ha sostenido que: “La pérdida de una

chance se encuentra entre estas últimas hipótesis (cuando

no se sabe lo que habría ocurrido en el futuro de no

haberse cometido el hecho ilícito), esto es, incide en la

frustración de una expectativa de obtener una ganancia o de

evitar una pérdida. Pero, a diferencia del daño eventual,

en los casos de pérdida de una oportunidad puede concluirse

que efectivamente la víctima tenía oportunidades serias de

obtener el beneficio esperado o de evitar el perjuicio, tal

como ya se ha mencionado”, destacando enseguida que se

trata del caso de “una víctima que tenía oportunidades de

obtener un bien ‘aleatorio’ que estaba en juego (ganar un

proceso, recobrar la salud, cerrar un negocio, acceder a

una profesión, etcétera) y el agente, al cometer el hecho

ilícito, destruyó ese potencial de oportunidades (olvidó

apelar, no efectuó un examen, omitió certificar un

documento, lesionó al postulante, etcétera). La victima en

todos estos casos se encontraba inmersa en un proceso que

podía arrojarle un beneficio o evitarle una pérdida

(tratamiento médico, apelación de una sentencia,

preparación de un examen, etcétera), y el agente destruyó

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12

por completo con su negligencia las chances que la víctima

tenía para lograr tal ventaja” (Mauricio Tapia Rodríguez,

“Pérdida de una chance: ¿un perjuicio indemnizable en

Chile?”, en “Estudios de Derecho Civil VII”. Jornadas

Nacionales de Derecho Civil. Viña del Mar, 2011. Fabián

Elorriaga de Bonis (Coordinador). Legal Publishing Chile,

pág. 650).

Asimismo, se ha reseñado: “Las chances por las chances

no se indemnizan. Estas deben representar para el demandado

la posibilidad de estar mejor. No es la privación de una

chance en sí lo que la hace indemnizable, sino la

concatenación de ésta a un resultado eventualmente más

beneficioso para la víctima. Lo que se sanciona con la

pérdida de chance no es el hecho de que la víctima no haya

podido optar, elegir, escoger, decidir (un análisis como

ese sería incompleto); antes bien, la pérdida de la chance

se hace indemnizable sólo cuando las chances representan

para la víctima de su privación una probabilidad de quedar

en mejores condiciones, sea porque se podría obtener algo

mejor o mayor, sea porque se suprime un riesgo existente

[...]En pocas palabras, no es el derecho a optar lo que se

indemniza, sino el derecho a optar por algo mejor” (Ignacio

Ríos Erazo y Rodrigo Silva Goñi. “Responsabilidad Civil por

pérdida de la oportunidad”. Editorial Jurídica de Chile,

Santiago, 2014, pág. 267).

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13

En términos que son directamente aplicables al caso

concreto, se ha sostenido que: “En cuanto a la pérdida de

chance de supervivencia, Chabas ha dicho que, ‘cuando el

paciente pierde, por ejemplo, una chance de supervivencia,

el perjuicio no es la muerte, es la eliminación de un

simple potencial de chances…, la pérdida de una chance se

caracteriza por el álea intrínseca al perjuicio; lo que

estaba en juego aparecía afectado por un álea..., el álea

está en la base; es un elemento constitutivo de lo que está

en juego. El perjuicio, de hecho, no es la pérdida de la

vida, sino la pérdida de las chances que le quedaban cuando

el médico intervino’ [...] El perjuicio no es la vida, sino

la pérdida de la chance que le quedaba de continuar

viviendo, cuando intervino el médico” (Félix Trigo

Represas, op. cit. Pág. 191 y 192).

10) Que, en el caso concreto, el vínculo de

causalidad, se relaciona estrechamente con la teoría en

análisis, pues aplicando las ideas expuestas en los

considerandos anteriores se concluye que la relación causal

no se vincula con la muerte del paciente -pues existen

grados de incertidumbre que impiden establecer el nexo

causal-, sino que con la circunstancia de privarlo de una

oportunidad de disminuir el riesgo de presentación de la

enfermedad tromboembólica y de un tratamiento con mayor

grado de eficacia.

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14

En efecto, la omisión de una indicación de tratamiento

farmacológico habitual e indispensable sólo puede

relacionarse causalmente con la pérdida de la oportunidad

de una posible sobrevida que le habría entregado al

paciente un tratamiento oportuno, pues de no mediar la

falta de servicio establecida en autos, aquél habría tenido

la opción de haber disminuido el riesgo de presentación de

la enfermedad vascular tantas veces referida, chance de la

que fue privado por la actuación negligente de los

funcionarios pertenecientes a los servicios demandados. Tal

chance, también la tenían las demandantes de estos autos,

quienes demandan en calidad de víctimas directas –pues no

demanda por el daño sufrido por el paciente- sino que su

propio daño, por la pérdida temprana e irrecuperable de

Wladimir Vera Coronado, quien era hijo y hermano de los

actores, daño que, como se señaló, sólo puede vincularse a

una oportunidad de contar con su pariente por un tiempo

mayor.

Así, lo relevante es que la falta de servicio, esto el

mal funcionamiento del Servicio de Salud Viña del Mar

Quillota -Hospital San Martín-, privó no sólo al paciente

de la posibilidad de un tratamiento oportuno que hubiera

disminuido los riesgos de presentación de la enfermedad

tromboembólica, sino que también a los actores, pues sólo

este es el daño que puede atribuirse a los demandados. En

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15

esta perspectiva, la pérdida de la chance, en cuanto

aquella determina la rebaja de la indemnización es

aplicable al caso concreto, pues no puede serles

indemnizado el daño relacionado con la muerte del paciente,

porque respecto de aquello no es posible establecer el

vínculo de causalidad.

11) Que, como se señaló, los demandantes revisten la

calidad de víctimas directas del daño causado por la falta

de servicio del personal dependiente de los servicios

demandados desde que han padecido un perjuicio personal

constituido por la privación a que fueron sometidos, en

cuanto se trata de los padres y hermanos de don Wladimir

Vera Coronado, de haber contado con la presencia de su

familiar durante un tiempo mayor.

12) Que las declaraciones de los testigos contestes

presentados por los demandantes como el informe de atención

sicológica recibida por la madre del fallecido, sirven para

tener por acreditado el daño moral sufrido por los actores,

de modo que en lo que atañe a la regulación del monto de la

indemnización a cuyo pago serán condenados los demandados,

cabe destacar que, como se ha dicho, la “doctrina en este

sentido es unánime. La oportunidad es lo que se debe

indemnizar, y no lo que estaba en juego. Si es que se debe

reparar la pérdida de la oportunidad de sobrevivir, ‘(…) el

juez no puede condenar al médico a pagar una indemnización

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16

igual a la que se debería si él hubiera realmente matado al

enfermo’. Por eso se ha dicho que la indemnización o el

valor es parcial, pues nunca debe ser igual a la ventaja

esperada o a la pérdida sufrida” (Ríos Erazo y Silva Goñi,

op. cit. Pág. 268).

13) Que, atendido a que, como se señaló, la falta de

servicio no privó de la vida al señor Wladimir Vera

Coronado, sino que de la opción de tener un tratamiento que

eventualmente le habría puesto en una posición de luchar

por su vida, oportunidad de la que también fueron privados

sus familiares directos, actores de estos autos, quienes no

pudieron contar por un tiempo mayor con la presencia de un

hijo y hermano, se regula el monto de la indemnización que

el demandado deberá pagar en una suma considerablemente

inferior a la solicitada por los actores, pues se estima

que no resulta posible avaluar el monto en relación a la

pérdida por la muerte del paciente sino sólo la pérdida de

la chance en los términos que han sido explicados.

14) Que, en consecuencia, se establece prudencialmente

el monto de la precitada indemnización por concepto de daño

moral en la suma de $20.000.000 en favor de cada uno de los

padres del fallecido y $5.000.000.- para cada una de sus

hermanas.

Por estas consideraciones y teniendo además presente

lo dispuesto en los artículos 144 y 186 y siguientes del

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17

Código de Procedimiento Civil, se revoca el fallo de primer

grado de ocho de septiembre de dos mil diecisiete y, en su

lugar, se condena a los demandados a pagar la suma de

$20.000.000 (veinte millones de pesos) a cada uno de los

padres de don Wladimir Vera Coronado, esto es, a don Juan

Domingo Vera López y a doña María Angélica Coronado

Armstrong, y $5.000.000.- (cinco millones de pesos) para

cada hermana del fallecido, esto es, a doña Mariela Del

Carmen Vera Coronado y a doña Catalina De Los Ángeles,

todas de apellidos Vera Coronado, sumas que deberán ser

reajustadas desde la fecha en que la presente sentencia

quede ejecutoriada y pagadas con intereses a contar de la

fecha en que el demandado incurra en mora, si ello

aconteciere.

Regístrese y devuélvase.

Redacción a cargo del Ministro señor Arturo Prado P.

Rol N° 13.129-2018.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema


integrada por los Ministros Sra. María Eugenia Sandoval G.,
Sr. Arturo Prado P. y Sra. Ángela Vivanco M. y los Abogados
Integrantes Sra. Leonor Etcheberry C. y Sr. Diego Munita L.
Santiago, 03 de abril de 2019.

MARIA EUGENIA SANDOVAL GOUET ARTURO JOSE PRADO PUGA


MINISTRA MINISTRO
Fecha: 03/04/2019 12:04:17 Fecha: 03/04/2019 12:04:17

FKTKJVXZBY
ANGELA FRANCISCA VIVANCO ROSA MARIA LEONOR ETCHEBERRY
MARTINEZ COURT
MINISTRA ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 03/04/2019 12:04:18 Fecha: 03/04/2019 13:04:01

DIEGO ANTONIO MUNITA LUCO


ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 03/04/2019 12:10:54

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Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 03/04/2019 13:22:36

En Santiago, a tres de abril de dos mil diecinueve, notifiqué en Secretaría por


el Estado Diario la resolución precedente.

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 03/04/2019 13:22:37

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. FKTKJVXZBY

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