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“Ratón de campo y ratón de ciudad” 7

Érase una vez un ratón llamado Samuel que vivía en una humilde 19
madriguera en el campo. Allí, no le hacía falta nada. Tenía una cama de 33
hojas, un cómodo sillón, y flores por todos los lados. 43
Cuando sentía hambre, Samuel buscaba frutas silvestres para comer. 52
Además, tenía una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre 65
los árboles, y por las tardes descansaba apoyado en algún árbol, o 77
simplemente respiraba aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz. Un 89
día, su primo ratón que vivía en la ciudad, llamado Juan, vino a visitarle. 103
Samuel lo invitó a comer sopa de hierbas. Pero al ratón Juan, no le gustó. 118
Además le decía que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la 133
vida en la ciudad era más emocionante. 140
Juan el ratón, invitó a su primo a la ciudad para comprobar que allí se vive 156
mejor. El ratón Samuel no tenía muchas ganas de ir, pero aceptó ante la 170
insistencia de su primo. 174
Al llegar a la ciudad, el ratón Samuel pudo sentir que su tranquilidad se 188
acababa. El ajetreo de la gran ciudad le asustaba. Había peligros por todas 201
partes. 202
Había ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las 217
personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba 231
en el sótano de un gran hotel. 238
Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones y finas 250
alfombras. Los muebles estaban llenos de quesos y del techo colgaba un 262
oloroso jamón. Cuando los dos ratones se disponían a darse un buen 274
banquete, vieron a un gato que se asomaba a la puerta de la madriguera. 288
Los ratones huyeron disparados por un agujero. Mientras huían, Samuel 298
pensaba en el campo cuando, de repente, oyó gritos de una mujer que, con 312
una escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con un palo, para 326
matarle. 327
Samuel, más que asustado y hambriento, volvió a la madriguera, dijo adiós 339
a su primo y decidió volver al campo lo antes posible. Los dos se abrazaron 354
y emprendió el camino de vuelta. 360
De vuelta a su casa Samuel pensó que jamás cambiaría su paz por un 374
montón de cosas materiales. FIN 379
“Ratón de campo y ratón de ciudad”
Érase una vez un ratón llamado Samuel que vivía en una humilde
madriguera en el campo. Allí, no le hacía falta nada. Tenía una cama de
hojas, un cómodo sillón, y flores por todos los lados.
Cuando sentía hambre, Samuel buscaba frutas silvestres para comer.
Además, tenía una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre
los árboles, y por las tardes descansaba apoyado en algún árbol, o
simplemente respiraba aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz. Un
día, su primo ratón que vivía en la ciudad, llamado Juan, vino a visitarle.
Samuel lo invitó a comer sopa de hierbas. Pero al ratón Juan, no le gustó.
Además le decía que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la
vida en la ciudad era más emocionante.
Juan el ratón, invitó a su primo a la ciudad para comprobar que allí se vive
mejor. El ratón Samuel no tenía muchas ganas de ir, pero aceptó ante la
insistencia de su primo.
Al llegar a la ciudad, el ratón Samuel pudo sentir que su tranquilidad se
acababa. El ajetreo de la gran ciudad le asustaba. Había peligros por todas
partes.
Había ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las
personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba
en el sótano de un gran hotel.
Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones y finas
alfombras. Los muebles estaban llenos de quesos y del techo colgaba un
oloroso jamón. Cuando los dos ratones se disponían a darse un buen
banquete, vieron a un gato que se asomaba a la puerta de la madriguera.
Los ratones huyeron disparados por un agujero. Mientras huían, Samuel
pensaba en el campo cuando, de repente, oyó gritos de una mujer que, con
una escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con un palo, para
matarle.
Samuel, más que asustado y hambriento, volvió a la madriguera, dijo adiós
a su primo y decidió volver al campo lo antes posible. Los dos se abrazaron
y emprendió el camino de vuelta.
De vuelta a su casa Samuel pensó que jamás cambiaría su paz por un
montón de cosas materiales. FIN
“La piedra casamentera de los enamorados” 6
Hace muchos años, en Constitución, una pareja de jóvenes amantes no 17
podían estar juntos por problemas entre sus familias, como Romeo y Julieta. 29
Al no soportar más esa incómoda situación, decidieron estar juntos, pero en 41
el más allá. Si no podían amarse en vida, lo harían en la muerte. 55
Una noche de invierno se dirigieron a los roqueríos y subieron a la piedra 69
más alta del sector. Una vez en la cima, se juraron amor eterno, se 83
abrazaron, se besaron y se lanzaron al vacío tomados de las manos. 95
Los cuerpos nunca fueron recuperados, como si el mar hubiera sido 106
cómplice de la pareja y los hubiera ayudado a estar juntos. Desde ese día, 120
se pueden apreciar dos perfiles en las rocas, el del hombre y el de la mujer, 136
para siempre unidos. 139
En una oportunidad, un brujo conocido en la zona, quiso volver a la vida a la 155
pareja con un hechizo, pero no pudo. Sin embargo, el hechizo (compuesto 167
por varios brebajes de amor) quedó esparcido por toda la piedra. Desde ese 180
día, se cuenta que, la pareja de enamorados que pase por debajo del arco y 195
se dé un beso, se casará en el transcurso de un año y tendrá hijos sanos.FIN 212
“La piedra casamentera de los enamorados”
Hace muchos años, en Constitución, una pareja de jóvenes amantes no
podían estar juntos por problemas entre sus familias, como Romeo y Julieta.
Al no soportar más esa incómoda situación, decidieron estar juntos, pero en
el más allá. Si no podían amarse en vida, lo harían en la muerte.
Una noche de invierno se dirigieron a los roqueríos y subieron a la piedra
más alta del sector. Una vez en la cima, se juraron amor eterno, se
abrazaron, se besaron y se lanzaron al vacío tomados de las manos.
Los cuerpos nunca fueron recuperados, como si el mar hubiera sido
cómplice de la pareja y los hubiera ayudado a estar juntos. Desde ese día,
se pueden apreciar dos perfiles en las rocas, el del hombre y el de la mujer,
para siempre unidos.
En una oportunidad, un brujo conocido en la zona, quiso volver a la vida a la
pareja con un hechizo, pero no pudo. Sin embargo, el hechizo (compuesto
por varios brebajes de amor) quedó esparcido por toda la piedra. Desde ese
día, se cuenta que, la pareja de enamorados que pase por debajo del arco y
se dé un beso, se casará en el transcurso de un año y tendrá hijos sanos.FIN
“Historia de un circo” 4
Esta historia le sucedió a mi abuelito, allá por el año 1957 más o menos. Me 20
contaba que siempre jugaban con sus primos y primas al circo, en el cual mi 35
abuelo era el que vendía las entradas, después él mismo hacía de tony, 48
trapecista o cualquier disfraz que se ponían con la ropa de toda su familia, 62
ellos invitaban a todos sus amigos con sus padres y sus vecinos a ver el 77
circo, algunos de sus primos cantaban, otros bailaban y salía mi abuelito de 90
payaso, todos se reían mucho. 95
Un día a mi abuelito se le ocurrió hacer una radio de cartón, la pintó muy 111
bien, le puso unas botellas chicas como si fueran tubos de radio, le puso 125
hilos gruesos como si fueran cables, un parlante con un palo de escoba con 139
un tarro, eso era el micrófono de la radio. Por ahí anunciaba que había 153
llegado el circo. Luego encerraba a los perros, gatos y pollos, como si fueran 167
animales del circo, junto con unos canarios que tenían, lo pasaban muy bien 180
y disfrutaban con juegos en los que no se necesitaba computador, teléfono 192
o internet, sólo un poco de imaginación. 199
“Historia de un circo”
Esta historia le sucedió a mi abuelito, allá por el año 1957 más o menos. Me
contaba que siempre jugaban con sus primos y primas al circo, en el cual mi
abuelo era el que vendía las entradas, después él mismo hacía de tony,
trapecista o cualquier disfraz que se ponían con la ropa de toda su familia,
ellos invitaban a todos sus amigos con sus padres y sus vecinos a ver el
circo, algunos de sus primos cantaban, otros bailaban y salía mi abuelito de
payaso, todos se reían mucho.
Un día a mi abuelito se le ocurrió hacer una radio de cartón, la pintó muy
bien, le puso unas botellas chicas como si fueran tubos de radio, le puso
hilos gruesos como si fueran cables, un parlante con un palo de escoba con
un tarro, eso era el micrófono de la radio. Por ahí anunciaba que había
llegado el circo. Luego encerraba a los perros, gatos y pollos, como si fueran
animales del circo, junto con unos canarios que tenían, lo pasaban muy bien
y disfrutaban con juegos en los que no se necesitaba computador, teléfono
o internet, sólo un poco de imaginación.
“LINA” 1
En los bosques del sur, 6
entre los ríos y el volcán, 12
todos hablan de Lina, 16
pero pocos la conocen de verdad. 22
Anoche robó una oveja 26
y le trataron de disparar. 31
“¡Mala Lina! ¡Qué mala eres!” 36
decían los niños alentados por el papá. 43
Solo el cóndor vio 47
lo que el humano no debe ver jamás: 55
dos cachorros pequeños 58
que Lina tiene que alimentar. 63
Entre matorrales les entrega carne 68
y también les da de amamantar. 74
“Nunca se acerquen al hombre” 79
les repite todos los días su mamá. 86
Las araucarias les muestra el camino 92
al que será su nuevo hogar. 98
Tienen que seguir subiendo 102
hasta las frías alturas 106
donde solo su piel puede aguantar. 112
Lina nunca ha dañado al hombre, 118
es lo que más miedo le da. 125
Sin embargo, por el pueblo se escucha: 132
“si encuentro a ese puma, 137
prometo que lo voy a matar”. 143
“LINA”
En los bosques del sur,
entre los ríos y el volcán,
todos hablan de Lina,
pero pocos la conocen de verdad.
Anoche robó una oveja
y le trataron de disparar.
“¡Mala Lina! ¡Qué mala eres!”
decían los niños alentados por el papá.
Solo el cóndor vio
lo que el humano no debe ver jamás:
dos cachorros pequeños
que Lina tiene que alimentar.
Entre matorrales les entrega carne
y también les da de amamantar.
“Nunca se acerquen al hombre”
les repite todos los días su mamá.
Las araucarias les muestra el camino
al que será su nuevo hogar.
Tienen que seguir subiendo
hasta las frías alturas
donde solo su piel puede aguantar.
Lina nunca ha dañado al hombre,
es lo que más miedo le da.
Sin embargo, por el pueblo se escucha:
“si encuentro a ese puma,
prometo que lo voy a matar”.
“LA BICICLETA” 2
Era bicicleta, sí. Pero de nombre no más. Porque aunque tenía pedales y 15
manubrio y cadena, le faltaba lo más importante: no tenía ruedas. Ni una. Y 29
es que era una bicicleta fija de las que se usan para hacer ejercicio. Estaba 44
en un gimnasio, justo al lado de la ventana y desde allí, podía ver pasar a 60
las otras bicicletas, las de verdad, que rodaban contentas por la calle. Y al 74
verlas ir de acá para allá, la bicicleta fija suspiraba con tristeza y con cada 89
suspiro se trababa. 92
- Esta bici no anda- protestaba la gente que iba al gimnasio. 103
Tantas protestas hubo que llamaron a un técnico para que la reparara. El 116
hombre la desarmó, le puso aceite, la armó de nuevo… no encontraba la 129
falla. Al final, compraron una nueva y a ella la dejaron entre los trastos viejos, 144
aplastada por dos colchonetas deshilachadas y una pelota pinchada. Y allí 155
se habría estropeado, si no se la hubiera llevado el señor que hacía la 169
limpieza. A upa se la llevó. Y con ella a upa se tomó el tren y fue hasta su 188
casa que quedaba lejos, lejos… Cuando llegó, el hombre desenroscó esto y 200
atornilló aquello y cambió acá y modificó allá y… Al otro día, por el barrio 215
vieron al señor andando en bici. Una bicicleta rara, eso sí, porque parecía 228
remendada con partes de otras bicis. Pero que rodaba feliz como todas las 241
bicicletas cuando salen a pasear. 246
“LA BICICLETA”
Era bicicleta, sí. Pero de nombre no más. Porque aunque tenía pedales y
manubrio y cadena, le faltaba lo más importante: no tenía ruedas. Ni una. Y
es que era una bicicleta fija de las que se usan para hacer ejercicio. Estaba
en un gimnasio, justo al lado de la ventana y desde allí, podía ver pasar a
las otras bicicletas, las de verdad, que rodaban contentas por la calle. Y al
verlas ir de acá para allá, la bicicleta fija suspiraba con tristeza y con cada
suspiro se trababa.
- Esta bici no anda- protestaba la gente que iba al gimnasio.
Tantas protestas hubo que llamaron a un técnico para que la reparara. El
hombre la desarmó, le puso aceite, la armó de nuevo… no encontraba la
falla. Al final, compraron una nueva y a ella la dejaron entre los trastos viejos,
aplastada por dos colchonetas deshilachadas y una pelota pinchada. Y allí
se habría estropeado, si no se la hubiera llevado el señor que hacía la
limpieza. A upa se la llevó. Y con ella a upa se tomó el tren y fue hasta su
casa que quedaba lejos, lejos… Cuando llegó, el hombre desenroscó esto y
atornilló aquello y cambió acá y modificó allá y… Al otro día, por el barrio
vieron al señor andando en bici. Una bicicleta rara, eso sí, porque parecía
remendada con partes de otras bicis. Pero que rodaba feliz como todas las
bicicletas cuando salen a pasear.

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