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La dama duende, Pedro Calderón de la Barca

PERSONAJES:

 DON MANUEL
 COSME, gracioso
 DOÑA ÁNGELA
 ISABEL, criada
 RODRIGO, criado
 DON LUIS
 DON JUAN
 DOÑA BEATRIZ
 CLARA, criada
 CRIADOS

JORNADA PRIMERA

(Salen don Manuel y Cosme de camino)

Don Manuel se lamenta ante su criado de que se han perdido la fiesta por haber llegado
tarde y que si hubiesen llegado una hora antes no lo habrían hecho. El criado le
responde comentando cómo habría cambiado algunas de las historias más conocidas si
sus protagonistas hubiesen llegado una hora antes, como es el caso de Píramo y Tisbe,
el de Tarquino y Lucrecia, o al suicidio de Hero. También desea conocer al hombre que
les está esperando en la posada (CRIADO CULTO/CURIOSO). Conversación
informativa / alusiones y comparaciones mitológicas.

Don Manuel presenta a don Juan de Toledo, el hombre al que están esperando
(personaje informador y caracterizador). Cuenta que lo conoció en la guerra de
Piamonte, cuando luchó al lado del duque de Feria. Allí don Juan fue su alférez y una
vez le salvó la vida curándole una ‘penetrante herida’. Cuando supo que la corte, lo
invitó a hospedarse en su casa para agradecerle que le hubiera salvado la vida, pero
cómo no sabe dónde está su casa, han dejado todas las cosas en la posada.

(Salen doña Ángela e Isabel en corto, tapadas)

Doña Ángela le pide ayuda a DM por ser un caballero: que la defienda en una afrenta.
Se marcha.

Cosme le pregunta a su señor qué es lo que va a hacer y él le responde que debe ayudar
a la mujer (DM es un hombre de honor y defiende y protege a los que lo necesitan).
Cree que el afrentor de la mujer es su propio marido y quiere detenerlo con alguna
industria. Cosme le dice que él sabe una industria que les puede servir y saca una carta
de un amigo (recurso de la carta que sirve para crear enredo).
(Sale don Luis y Rodrigo, su criado)

Don Luis sale diciendo que quiere conocer más a cierta dama porque ella le esquiva. Su
criado Rodrigo le aconseja que la siga.

Mientras DM se esconde, Cosme se acerca a don Luis para pedirle que le lea una carta.
DL le dice que no tiene ganas, pero Cosme insiste de forma impertinente hasta que el
caballero empuja al criado y DM (que hasta entonces se había mantenido apartado)
llega para defender a su criado. Lo increpa tanto que al final los dos caballeros terminan
sacando sus espadas, mientras que Cosme explica que no saca la suya porque «es
doncella; y sin cédula o palabra, no puedo sacarla» (*el gracioso hace un juego de
palabras. Llama doncella a la espada porque no la ha desenvainado nunca, y continúa la
comparación grotesca diciendo que no puede esgrimirla porque no tiene cédula o
palabra, requisitos necesarios para sacar de su hogar a la núbil con intención de
matrimonio).

(Sale doña Beatriz, teniendo a don Juan y Clara, criada y gente)

Doña Beatriz intenta detener a don Juan para que no se meta en la pelea, pero él le
responde que debe defender a su hermano (anagnórisis, pues su hermano es don Luis).
Cuando se acerca a él, don Luis le pide que no se meta, porque si lo hace lo convertirá a
él en un cobarde. Se dirige a don Manuel para decirle que no quiere reñir con alguien
que muestra tanto valor, y el otro le responde que si quisiera pelear otra vez lo
encontraría donde quisiese.

Don Juan reconoce a don Manuel. El primero quiere saber por qué se peleaba con su
hermano. Don Luis cuenta que fue por el criado. Don Juan informa a su hermano que
don Manuel es el huésped al que están esperando y les dice a los dos que se convertirán
en buenos amigos porque ambos ya han demostrado su valor. Ambos hombres se
elogian mutuamente por su valor. Don Manuel lamenta la herida que ha recibido en la
mano y don Juan le dice que vayan a su casa a que se la curen. Mediante una acotación
interna don Manuel dirá «¡Qué tristeza me ha dado que me reciba con sangre Madrid!»
(*DM juzga el incidente como de mal agüero. El desenlace de la pieza presenta el
compromiso voluntario de matrimonio del militar con la hermana de su amigo,
impuesto por la fuerza de las circunstancias). Por su parte, don Luis lamenta no saber
más de aquella mujer y Cosme introduce la comicidad, comparando a su señor con don
Quijote, por salir escaldado al intentar ‘desfacer entuertos’.

(Se van los tres y llega don Luis a doña Beatriz que está aparte)

Le dice que se restablezca y ella le pregunta por don Juan. Don Luis le responde que se
ha ido con un amigo a que le curen una herida. Ella confiesa que está muerta si es a don
Juan al que han herido y don Luis le dice que no es él y que no hace falta ‘que sin que él
herida tenga, tengamos entre los dos yo el dolor y vos la pena’. Ella le agradece sus
finezas, pero le confiesa que no puede pagarlas, porque eso han de hacerlo las estrellas
(*doña Beatriz indica que los efectos del amor dependen de la influencia de las estrellas,
según la creencia popular de la época, y que a esas no hay quien les pida cuentas). Se
marcha con su criada.

Don Luis se queja ante su criado de todas las contrariedades que le han ocurrido (*don
Luis hace un recuento de las circunstancias extraordinarias de su situación, posición
muy barroca en la que se subrayan los extremos). Su criado le dice que la pena que más
siente entre toda son los celos de Beatriz. Don Luis le contesta que la que más siente es
que su hermano lleve a casa a un amigo estando en ella su hermana Beatriz, que es
viuda y moza, y que está secretamente en la casa, ‘que apenas sabe el sol que vive en la
casa’.

Retrospección y largo parlamento de Rodrigo. El criado cuenta que el esposo de


Beatriz era administrador de unas rentas reales y cuando murió, dejó enormes deudas y
por eso Beatriz vino en secreto, para intentar conseguir liquidar las deudas. Le dice que
su hermana es una mujer recatada y prudente (criado informador), hasta el punto de
que ha tapiado la puerta de su habitación que daba a la calle (*la alacena de vidrio es un
recurso típico de la farsa cómica. Por medio de él, el autor puede crear una serie de
situaciones bufas y de grotescos equívocos, cuya causa, irónicamente, el auditorio
conoce. Además, esta alacena posee un valor simbólico con respecto al concepto del
honor, ya que este, al igual que el vidrio, es quebradizo). Don Luis le responde que eso
es lo que más le preocupa, porque su honor está protegido sólo por un vidrio, que al
mínimo golpe se resquebraja y se rompe.

(Se van y salen doña Ángela e Isabel)

Doña Ángela le dice a Isabel que le vuelva a poner las tocas, que la ‘amortaje viva’. La
criada le dice que se dé prisa no sea que su hermano llegue con alguna sospecha que
pueda ser confirmada. Doña Ángela se queja amargamente de la vida retirada que está
obligada a llevar una viuda, ‘que yo entre dos paredes muera, donde apenas el sol sabe
quién soy, pues la pena mía en el término del día ni se contiene ni cabe’ (*doña Ángela,
por el profundo cambio de fortuna, acaecido con motivo de la muerte de su esposo,
relaciona su caso con la luna, cuyos cambios o influjos son bien conocidos. De acuerdo
con la técnica barroca de establecer un concepto de extremos la luna puede aprender
influjos de la dama).

La criada le responde que sus hermanos la guardan y protegen porque es una mujer
joven y bonita y cualquier exposición podría hacer que su honor se manchara. Además
le recuerda que esa mañana encargó su honor al caballero al que convirtió en su galán.

Doña Ángela expresa su temor de que hayan herido al caballero, porque cuando se
marchaban escuchó el ruido de las armas, pero Isabel le dijo que al menos consiguió que
su hermano dejara de seguirla (doña Ángela es hermana de don Luis y don Juan).
(Sale don Luis)

Don Luis le cuenta a su hermana lo que le ha ocurrió aquella mañana. Cuenta cómo
cuando llegó a la corte, un grupo de hombres estaba alrededor de una mujer tapada
riendo por todo lo que ella decía, pero que cuando él se acercó, la mujer no volvió a
pronunciar una palabra más. Cuando ella se marchó, fue tras ellas, pero el criado del que
ahora es huésped de don Juan lo detuvo y lo hizo enfadar, hasta que salió su señor a
defenderlo. Además también cuenta que la mujer les dijo algo cuando pasó por su lado.
Finalmente, no pudo alcanzar a la mujer (retrospección) (durante toda la narración,
doña Ángela teme que su hermano la haya descubierto, pues ella era la mujer tapada).

Ella le responde que muchas veces le ha advertido de que no se junte con mujeres que
son amigas de los enredos y cuando le pregunta su hermano qué es lo que ha hecho ella,
le responde que ha estado en casa llorando (*oposición apariencia – realidad, el
sentido del humor de tal aserto radica en el contraste violente entre lo que se dice y la
verdad de lo que ha sucedido). Don Luis se queja también de que su hermano les haya
metido en casa a don Manuel, a lo que ella le responde que es el hermano mayor y
comen gracias a él (*don Juan es el primogénito y por tanto, heredero del mayorazgo.
Los hermanos reciben de su generosidad la manutención y el amparo). Se va don Luis.

Isabel le dice a su señora que el hombre que la ha defendido se hospeda en aquella casa.

Ella le responde que ya lo sospechó cuando su hermano le habló de la pendencia.


Aunque no está muy segura de que un hombre llegase de Madrid y tuviese que defender
a una mujer, que después resultaría ser hermana del hombre contra quien lucha y del
amigo que está buscando (*Calderón utiliza aquí la situación dramática del forastero en
la corte, al que en un breve espacio de tiempo le ocurren una serie de cosas
trascendentales en su vida y se hace recapitulación de dichos acontecimientos).

Isabel le cuenta a su señora que podrá ver a don Manuel por la alacena de la que antes
ha hablado su hermano, porque cuando ella la estaba preparando se destrabó y ahora se
puede mover fácilmente, ya que esa alacena comunica los dos cuartos (*Isabel es la
criada urdidora, de abolengo latino por la esclava ingeniosa del teatro clásico, que
sugiere a su ama y le describe el funcionamiento del recurso de la alacena).

Doña Ángela le confiesa a su criada que quiere conocer a don Manuel para saber si es él
quien le salvó por la mañana y sabe que no contará nada de su encuentro porque es un
hombre discreto, ‘cuyo esfuerzo igualo a su gala y discreción, pues de todo ha hecho
noble experiencia en mi pecho en la primera ocasión, de valiente en lo arrestado, de
galán en lo lucido, en el modo de entendido, no me ha de causar cuidado’ (*Doña
Ángela pinta un galán muy favorecido. Sin embargo, la vivacidad e ingenio de la dama
le permiten enredar a don Manuel a su antojo. Don Manuel no descubre el secreto de la
alacena y su discreción muestra más pundonor que sagacidad. La comedia está
concebida dentro de las coordenadas de la farsa, antecedente de las comedias satíricas
de Molière. La pareja de don Manuel y si criado Cosme constituyen la típica agrupación
cómica de caballero serio y de buena apariencia y de acompañante miedoso y
bufonesco, cuyos episodios risibles se basan en el contraste de sus respectivos
caracteres).

(Se van. Salen don Juan, don Manuel y un criado con luz)

Don Juan se preocupa por la herida que tiene don Manuel, pero este reconoce que no
tiene demasiada importancia y que espera hacerse amigo de su hermano.

(Sale don Luis y un criado con un azafate cubierto y en él un aderezo de espada)

Don Luis le pide perdón por la herida y le dice que viene a ofrecerle la espada con la
que le hirió, porque nunca podría volver a utilizarla. Don Manuel la acepta y le
responde que le servirá para ser valiente. Don Juan también quiere darle otro regalo.

(Sale Cosme cargado de maletas y cojines)

El criado llega maldiciendo porque iba cargado de maletas y cojines y se ha caído en un


charco (*crítica del mal estado en el que se encontraban las calles de Madrid). Don
Manuel les pide que no le hagan caso, que debe estar borracho. Cosme le dice que no
está borracho y que ha leído en libros que ‘de mil fuentes que vuelven varias cosas sus
corrientes, no me espanto, si aquí ver determino, que nace el agua a convertirse en
vino’. Don Luis le pregunta que si sabe leer para qué lo ha detenido aquella mañana, a
lo que el criado le responde que él sabe leer en libros, pero no en cartas.

Don Manuel le pide a Cosme que meta las maletas mojadas en su habitación, pero que
saque la ropa. Don Juan le da una llave y le dice que sólo hay una puerta por la que se
puede entrar (*La falsa afirmación de don Juan de que no hay otra puerta o
comunicación en el cuarto de don Manuel, hecha con el intento de que éste desconozca
la presencia de doña Ángela en la casa, sirve para reforzar el enredo de la pieza).

(Se van y queda Cosme)

Monodiálogo. Habla consigo mismo y se dice que aunque don Manuel le haya
mandado que saque la ropa de las maletas, no hay prisa por hacerlo, ya que hay otras
cosas más importantes que hacer primero.

(Se va. Por una alacena que estará hecha con anaqueles y vidrios en ella, quitándose
goznes, como que se desencaja, salen doña Ángela e Isabel)

Las dos mujeres hablan de que han pasado por la alacena para ver si funcionaba de
verdad la alocada idea de la criada. Cuando llegan al cuarto de don Manuel ven las
maletas, y llevadas por la curiosidad las abren y van viendo todo lo que guardan en su
interior. Mientras doña Ángela le escribe una nota a don Manuel, Isabel también registra
la maleta de Cosme, quitándole el dinero y poniendo carbón en su lugar. Cuando oyen
ruido, se vuelven a meter por la alacena, dejándolo todo desordenado.
(Se van por la alacena y queda como estaba. Sale Cosme)

Al entrar en la habitación y verla toda revuelta, el criado cree que el causante de todo
ello es un duendecillo. Descubre que el dinero que tenía se ha convertido en carbón.

(Salen don Juan, don Luis y don Manuel)

Los tres acuden a los gritos del criado. Este le dice a don Juan que los ha invitado a una
casa en la que vive un duende y le dice que ese duende ha convertido su dinero en
carbón. Los tres caballeros no creen ni una palabra de lo que dice el criado y piensan
que se trata de una broma. Los hermanos se marchan.

Don Manuel le reprocha que por su culpa todos piensen que es un loco. Cosme vuelve a
reiterar su inocencia, pero don Manuel no quiere nada más que le prepare la cama. Se
va.

Vuelve don Manuel con un papel y le pide a Cosme que lo alumbre. Se trata de la carta
de doña Ángela. Don Manuel la lee y descubre que se trata de la dama que le había
pedido ayuda y deduce, por tanto, que se trata de la amada de don Luis (apariencia –
realidad). La carta le produce más extrañeza que asombro a don Manuel, porque quiere
saber cómo ha conseguido la dama hacer que la carta llegue hasta allí. En la carta, la
dama ha puesto que le responda y deje la carta donde ha encontrado la otra. Don
Manuel decide hacerlo. Caballero y criado tienen una conversación acerca de la
existencia o no de los seres sobrenaturales. El criado sí cree en ellos, pero su señor no.

JORNADA SEGUNDA

(Salen doña Ángela, doña Beatriz e Isabel)

*Beatriz, la confidente, hace recapitulación de lo que se supone que Ángela le ha


contado y que es un resumen de lo ocurrido al final del primer acto, más la noticia de la
respuesta de don Manuel, que ha acaecido en el tiempo ocurrido entre los dos actos.

*Doña Ángela lee la respuesta de don Manuel. Se dirige a ella como «la dama duende».
*Éste imita el estilo de los caballeros andantes, siguiendo el modelo cervantino como
una broma, dado el misterio que se rodea la dama a la que escribe.

La criada les dice que dejen de hablar de la carta porque se acerca don Juan.

(Sale don Juan)

El caballero le dice a Beatriz que ‘no hay mal que por bien no venga’, es decir, que se
alegra de que esté allí, aunque sea porque se ha enfadado con su padre. Ambos tienen
una conversación en la que se demuestran su amor. Don Juan se marcha para servir a
Beatriz.
Doña Beatriz le pregunta a doña Ángela cómo es posible que no la hayan visto cuando
lleva los papeles de un lado para otro. La mujer le dice que es porque tiene a un hombre
vigilando constantemente la puerta y la avisa cuando no hay nadie. Le vuelve a
preguntar cómo puede confiar en un hombre que no ha dado señales de querer contar lo
del secreto de la alacena. Ella le responde que ‘las grandes dificultades, hasta saberse lo
son; que sabido, todo es fácil’. Por último, le pregunta qué es lo que piensa conseguir
con todo aquello que está haciendo. Doña Ángela confiesa estar celosa de la dama cuyo
retrato guarda don Manuel en su maleta.

La criada informa de que se acerca don Luis. Cesan la conversación y doña Beatriz
quiere marcharse para no tener que hablar con él.

(Quiere irse y sale don Luis)

Doña Beatriz le dice que se quiere ir porque llega él. Entonces él, mediante un largo
parlamento, le confiesa que cuanto más lo esquive, mayor será su amor por ella. Le
pide que le enseñe a ser duro y él le enseñará a ser fina. *La debilidad de carácter de
don Luis se demuestra en este parlamento y en los siguientes. Su interés por la dama de
su hermano manifiesta una falla propia de la mocedad. En la representación de la obra
se le da a este personaje una perspectiva cómica para resaltar su defecto de carácter.

Doña Beatriz le dice que no detendría su dolor aunque pudiera. Se marcha.

Doña Ángela aconseja a su hermano que se olvide de Beatriz, porque ella nunca
corresponderá su amor. (Se va doña Ángela con Isabel).

(Sale Rodrigo)

El criado le pregunta la causa de su tristeza y él le responde que se debe a doña Beatriz.


Don Luis se lamenta de que sus hermanos tengan como huéspedes a dos personas que se
conjuran contra él. Rodrigo le advierte que no hable muy alto de don Manuel porque
podría escucharlo.

(Sale don Manuel)

Don Manuel les cuenta que ha estado en la corte, pero que el rey había salido y no ha
podido atenderle. Don Luis le ofrece su ayuda por si la necesita,

Don Luis le confiesa que estaba ‘llorando’ por una dama a la que ama. Le cuenta cómo
ella le pidió a una persona que lo detuviera para que dejara de perseguirla. *El
parlamento produce el equívoco en la mente de don Manuel. El público sabe que don
Luis se refiere a una persona distinta a la que don Manuel cree que se alude. Tercer
tiene como es sabido el sentido de alcahuete. Don Luis termina sus palabras con una
paradoja. Mientras los galanes buscan alcahuetes o terceros para obtener el favor de las
damas, en su caso los terceros, en el sentido numérico, son los que se oponen a su amor.
(Se van don Luis y Rodrigo).
Don Manuel habla consigo mismo y confiesa que la mujer que le pidió ayuda debe ser
aquella de la que ha hablado don Luis. Sin embargo, duda que fuera su dama, porque
don Luis no viviría despreciado si ella estuviera en su casa. (Sale Cosme)

El criado le pregunta si ha visto al duende. Éste le dice que tiene miedo del duende. Don
Manuel le dice que se deje de tonterías y que le lleve luz a la habitación porque tiene
que disponer y escribir. (Se va).

Cosme se dice a sí mismo que irá a llevarle luz al duende.

(Se va y sale Isabel por la alacena con un azafate cubierto)

Isabel no sabe dónde poner el azafate que trae y teme que la descubran, porque no es
capaz de encontrar la alacena. Escucha ruidos en la puerta y sabe que no tiene
escapatoria.

(Sale Cosme con luz)

Con la luz que trae el criado, Isabel puede ver dónde está la alacena. Se coloca detrás de
él, mientras que él le está pidiendo que no le haga daño. Viendo que no tendrá otra
oportunidad, Isabel le da un golpe a Cosme y le apaga la luz, sin haber podido llegar a la
alacena. En ese momento llega don Manuel y la agarra. Este le pide al criado que traiga
luz para que averigüen quién es.

Isabel se da cuenta de que don Manuel tiene agarrado el azafate y ella ha encontrado la
alacena, por lo que deja al hombre solo con el azafate y ella se escabulle por la alacena.

Don Manuel descubre que no está agarrando a nadie cuando llega Cosme con la luz.
Este describe al ‘duende’ como un “fraile con cucurucho”. Junto a la ropa que hay
dentro del azafate también hay una nota. Don Manuel la lee. En ella pone que le irá
dando más ropa conforme la vaya haciendo. La mujer le informa también de que no es
la dama de don Luis ni podría serlo.

Don Manuel le pide a su criado que haga las maletas mientras él le escribe la respuesta
al duende.

A pesar de lo que acaba de ocurrir, don Manuel le dice a Cosme que sigue sin creer en
los duendes, y él le responde que él sí cree. Le dice a su señor que él se está llevando la
parte mala del duende, mientras que don Manuel se está llevando la buena.

Don Manuel le pide de nuevo que haga las maletas y le dice que lo esperará en el cuarto
de don Juan.

(Se van. Salen doña Ángela, doña Beatriz e Isabel)

Isabel les cuenta a las damas lo que le acaba de suceder y cómo ha conseguido escapar
por los pelos.
*Ángela le explica a Beatriz la traza burlesca que ha ideado para entrevistarse con el
galán. Encuentro que no tendrá lugar hasta el tercer acto.

Doña Ángela sabe que si Beatriz permanece en casa, sus hermanos también lo harán.

(Sale don Luis al paño)

El caballero oye cómo doña Ángela y doña Beatriz traman el plan para que la primera
pueda salir de casa sin que sus hermanos se enteren. Don Luis, durante toda la
conversación, en la que se alude a pasar de una a otra habitación, pensará que están
hablando de Beatriz y por ello jura buscarla por todos los rincones de la casa hasta que
la encuentre. Se va.

(Sale don Juan)

Después de la conversación amorosa entre doña Beatriz y don Juan, éste les informa de
que don Manuel se marchó la noche anterior. Doña Ángela se sobresalta al escucharle y
le dice a su hermano que le da pena. Este le cuenta que volverá al día siguiente. En un
aparte doña Ángela confiesa que su esperanza ha vuelto a revivir.

Don Juan cree que a sus hermanos no les gusta que don Manuel esté allí como huésped.

Doña Ángela le dice a Isabel que esa noche irán a por el retrato, ya que pueden hacerlo
más tranquilamente. Le pide también que le tenga preparada una luz, ‘porque no ha de
tener, contra mi fama, quien me escribe, retrato de otra dama’. Se van.

Don Juan reitera su amor por Beatriz y le dice que no puede olvidarla aunque quisiera.
Ella le dice lo mismo.

(Se van y sale don Manuel tras Cosme, que viene huyendo)

Don Manuel regaña a su criado por haber olvidado los papeles más importantes y cuenta
que han tenido que dar la vuelta a mitad de camino para regresar a por ellos (*Calderón
emplea aquí el recurso del personaje que se va de viaje y regresa inesperadamente).

Don Manuel se alivia al pensar que al menos tiene la llave para entrar en la habitación y
no tiene que despertar a los demás. Mientras tanto, Cosme le está diciendo que no
recuerda dónde puso los papeles, y que es posible que el duende los haya cambiado de
lugar.

(Se van y salen por la alacena doña Ángela e Isabel)

Ahora que don Manuel se ha ido, doña Ángela quiere ir a por el retrato. Le pide a Isabel
que cierre por fuera y que la avise cuando pueda salir.

(Se va Isabel, cierra la alacena y salen a oscuras don Manuel y Cosme)

Cosme le dice a su señor que el duende podría haberles llevado luz y en ese momento
doña Ángela enciende la luz que llevaba consigo.
Ella se dirige al escritorio y Cosme cree que el duende les está facilitando el trabajo de
buscar los papeles.

Cuando don Manuel se acerca, ve que se trata de una mujer, y una mujer muy bella. La
agarra para que no se escape otra vez y le dice que le explique quién es.

Ella intenta engañarlo diciéndole que es un duende que ha tomado aquel cuerpo
humano, pero don Manuel saca la espada y la amenaza con herirla para demostrar si es
un espíritu o no. Ella, temiendo que la hiera, le dice que tenía pensado contarle toda la
verdad cuando se vieses el día siguiente, tal y como le había indicado en su nota.

Don Manuel no quiere esperar y quiere que se lo diga en aquel momento. Entonces ella
le pide que cierren la puerta, no sea que alguien vea la luz. Cuando don Manuel y
Cosme van a cerrar la puerta, Isabel la llama desde la alacena diciéndole que su
hermano está preguntando por ella. Doña Ángela aprovecha ese momento para escapar.

Cuando don Manuel y Cosme vuelven no la encuentran, y el primero promete mirar por
toda la habitación y encontrar el escondrijo por el que se ha escapado.

Cosme termina diciendo: «Que es mujer – diablo; pues que novedad no es, pues la
mujer es demonio todo el año, que una vez, por desquitarse de tantas, sea el demonio
mujer».

JORNADA TERCERA

(Sale don Manuel como a oscuras guiándole Isabel)

La criada le dice que espere en aquella sala, que después irá su señora. (Se va como
cerrando).

Con un largo parlamente, don Manuel cuenta cómo después del prodigio del que fue
testigo, la “dama duende” le dejó escrita una nota en la que lo citaba a un encuentro.
Dice que ha sido guiado por una mujer en la oscuridad, pero que ahora tiene luz y puede
ver la casa y la belleza de las mujeres que hay en ella.

(Salen todas las mujeres con toallas y conservas y agua y haciendo reverencia todas,
sale doña Ángela, ricamente vestida)

Doña Ángela le dice a Beatriz que debe ayudarla, y que no habrá problemas porque sus
hermanos creen que está en su casa. Le dice también que tiene que ser su criada y ver
desde lejos lo que le ocurre con don Manuel. Le pregunta después a don Manuel si está
disgustado por esperarla.

Mediante un largo parlamento, don Manuel le responde que no le ha importado


esperar porque estaba esperando la luz del día y ella es el sol del amanecer (juego entre
noche – día). *Este parlamento de don Manuel es un elaborado ejemplo de la retórica
cortesana, típica de la época barroca.
Doña Ángela le responde que ella no es el alba, la aurora o el sol, porque ni alumbre, ni
ríe, ni llora. «Y así os ruego que digáis, señor don Manuel, de mí, que una mujer soy y
fui, a quien vos solo obligáis al extremo que miráis».

Don Manuel le dice que lo único que siente es no conocerla. Doña Ángela le responde
que si quiere hablar con ella tiene que ser con la condición de que no le pregunte quién
es, porque «ni soy lo que parezco, ni parezco lo que soy». Teme que cuando la vea bajo
una luz la quiera, pero cuando la vea bajo otra la aborrezca. Termina reiterándole que
ella no es la dama de don Luis, pero que tendría qué perder si descubriera que ella
estaba allí. Don Manuel quiere saber cómo pasa a su habitación, pero ella no se lo dice.
Salen Beatriz y las otras mujeres fingiendo que doña Ángela es su señora. Esta las
regaña porque quieren convencer a don Manuel de que ella es una gran señora
(apariencia – realidad). Con aquella treta don Manuel cree que la mujer es una gran
señora. *Pasaje que ilustra la candidez de don Manuel, siempre dispuesto a aceptar una
situación aparentemente razonable sin mayor escrutinio y en el que se usa el recurso de
engañar con la verdad.

(Llama dentro don Juan y todas se turban)

Tanto las mujeres como don Manuel tienen miedo de que don Juan entre. Doña Ángela
le miente y le dice que don Juan es su marido. Le pide a Isabel que esconda a don
Manuel en el cuarto que ella sabe (la alacena). (Se van). También le dice a Beatriz que
se marche, mientras su hermano está amenazando con echar la puerta abajo.

Don Juan le pregunta a su hermana por el traje que lleva puesto y ella le responde que
su pena y su tristeza son la causa de que vista de luto. Don Juan le pregunta por Beatriz
porque quiere hablar con ella. Ángela le dice que está en su casa. (Don Juan se va)

(Sale Beatriz)

Las dos mujeres se esconden en el retrete para esperar a que se calme la casa. Beatriz le
dice a su amiga que si le sale bien la treta, de verdad deberían llamarla la “Dama
Duende”. (Se van).

(Salen por la alacena don Manuel e Isabel)

Isabel le pide a don Manuel que se quede allí y que no haga ruido. (Se va).

Don Manuel se lamenta de su suerte. Ve que por un lado ha entrado Cosme. El criado
cree que el duende tiene a su señor y que a él lo dejará en paz, pero se topa con don
Manuel, aunque como está oscuro no se reconocen. Don Manuel le pregunta qué casa es
aquella y el criado le responde que es en la que vive la Dama Duende, que es un
demonio en el cuerpo de una mujer. Se presenta a sí mismo como un criado que sufre
los encantos del duende y de su amo dice que «es un loco, un impertinente, un tonto, un
simple, un menguado, que por tal dama se pierde». Don Manuel reconoce a su criado
(anagnórisis) y le pregunta cómo ha entrado. Cosme le dice que aquél es su cuarto, pero
don Manuel no le cree porque dice que estaba en otra casa. El criado le dice que salga
por la puerta para desengañarse. Don Manuel se va.

Cosme pregunta al auditorio cuándo saldrán de tanto embuste aparente.

(Sale Isabel por la alacena)

Isabel le dice a Cosme (creyendo que es don Manuel) que ya se ha ido don Juan.

(Sale don Manuel)

Le confirma a su criado que efectivamente, aquel es su cuarto. Isabel, siempre creyendo


que le habla a don Manuel, le dice a Cosme que se vaya con ella y él piensa que es el
duende quien se lo está llevando. (Llévale Isabel).

Don Manuel, ante la “mágica” salida de Cosme, quiere averiguar por dónde entra el
duende y saber así la identidad de la Dama Duende. *Don Manuel, a pesar de su
ingenuidad, no abandona el deseo de esclarecer el misterio que rodea a su dama. Se
mantiene firme en sus principios racionales y no acepta la fácil solución de creer en
supersticiones.

(Se va y salen todas las mujeres, una con luces y otra con algunas cajas y otra con un
vidrio de agua)

Doña Ángela le dice a Beatriz que su hermano ha ido a buscarla y que preparen el
engaño, porque Isabel ha ido en busca de don Manuel.

(Sale Isabel, trayendo a Cosme de la mano)

Cuando descubren que es Cosme quien ha llegado y no don Manuel, doña Ángela teme
que todo haya quedado al descubierto. Doña Beatriz lo llama y le pregunta si tiene
miedo. Él le responde que no y cree que el demonio/duende ha tomado la forma de una
dama rica.

Don Luis toca llamando a Isabel y las mujeres vuelven a temer que se descubra lo que
están haciendo. Doña Beatriz se esconde y Cosme cree que ella es el duende. Isabel y
Cosme también se van.

Don Luis entra y le dice a su hermana que había visto la silla de Beatriz en la puerta y
había oído ruido en la habitación, y quería saber si ella estaba allí. Abre una antepuerta
y la encuentra. Ella le dice que volvió porque su padre seguía enfadado. Les pregunta a
las dos la causa de su turbación, y doña Ángela le responde que no es de su
incumbencia lo que traten las mujeres. (Hacen ruido en la alacena Isabel y Cosme).
Mediante una acotación interna, doña Ángela dice que va a morir. Don Luis abre la
alacena. Dice que entró allí por causa de los celos, pero que ahora tiene celos de honor.
«Luz tomaré, aunque imprudente, pues todo se halla con luz, y el honor con luz se
pierde». (Se va).

Doña Ángela expresa su temor a ser descubiertas.


(Se van y salen por la alacena Isabel y Cosme y por otra don Manuel)

Isabel le dice a don Manuel que entre rápido y se marcha. (Sale don Luis con luz).

Cosme se esconde. Don Manuel echa mano y se encuentra con don Luis. Este le dice
«mal caballero, villano, traidor, fementido huésped, que al honor de quien te estima, te
ampara y te favorece, sin recato te aventuras, y sin decoro te atreves, esgrime ese infame
acero». Él le responde que cogerá la espada sólo para defenderse, y que el dolor no le da
la muerte, sino que lo hace más valiente.

Don Luis lo acusa del agravio de haber estado pasando por la alacena, pero don Manuel
le responde que él no sabía nada (apariencia – realidad). Don Manuel le dice que estaba
allí porque esperaba a un criado y le dice también que lo han engañado sus ojos y sus
oídos. Don Luis declarar que «todos al fin mienten (*tópico del Barroco es el de que las
sensaciones son engañosas y como resultado no se debe prestar demasiado crédito a las
apariencias que pueden producir falsos testimonios. El caballero tiene frente a este
mundo resbaladiza de la realidad el dominio de la fe); tú sólo dices la verdad, y tú solo
el que...» (*Don Luis va a decir “el que mientes”, cuando don Manuel le interrumpe. El
«mentís» era una de las ofensas que manchaban el honor de un caballero y que aparecen
con frecuencia en la comedia española. Otras, más graves, eran el bofetón y la
infidelidad de la casada, agravios que suelen verse en los dramas de la época. La
venganza era el único medio para restaurar la reputación del individuo mancillado. Don
Manuel al ver el tono ofensivo de su adversario no puede evitar el duelo, pero sí la
afrenta, pues al interrumpirle evita de hecho que se pronuncie el insulto directo a su
persona y con ello que reciba el baldón que éste acarrea).

Don Manuel le dice que cierre la puerta y eche la llave al suelo, para que quien gane el
duelo abra la puerta. Cuando don Luis va a cerrar la alacena, descubre a Cosme y este
dice en una acotación interna que ya está descubierta la tramoya.

Cosme se va para que don Luis no esté en inferioridad, ya que se pondría de lado de su
señor.

Los dos caballeros comienzan a pelear y ambos admiran y elogia el valor y el arrojo del
otro. Don Manuel consigue desarmar a don Luis, pero le permite que busque otra
espada. Don Luis le reconoce su cortesía y su valor. *Don Luis se encuentra en una
situación conflictiva. De un lado los hechos parecen indicar que hay en la casa un
problema de honor y que don Manuel es el causante de esta desdicha. De otro lado, la
actitud caballerosa del militar, por la que prácticamente le ha perdonado la vida,
despierta en don Luis la deuda de agradecimiento. Ante estos dos deberes opuestos se
abstiene de tomar una decisión y difiere su comportamiento hasta que tenga más tiempo
para ponderar el caso.

Don Luis se marcha a buscar la espada y a pensar qué es lo que va a hacer.


Don Manuel cierra la puerta. *Este sigue creyendo todavía que don Luis es el amante de
la dama duende. La confusión irónica de relaciones entre los personajes continúa, como
se ve, hasta la última parte del acto tercer.

(Se asoma Cosme en lo alto)

El criado le pide ayuda a su señor porque teme que el duende vuelva a por él.

(Don Manuel se va y salen don Juan y doña Ángela con manto y sin chapines)

*Un típico acaso de comedia. Don Juan ha encontrado fuera de la casa y a horas
intempestivas a su hermana. La ha llevado al cuarto de don Manuel y allí la deja, pues
cree erróneamente que el huésped no está en él, hasta informarse de lo ocurrido.
Irónicamente la ha dejado en compañía de su amante.

Doña Ángela se lamenta de su desgracia.

(Salen don Manuel y Cosme)

Cosme teme que la mujer demonio esté en el cuarto y don Manuel le dice que no puede
entrar porque la puerta está cerrada y la alacena bloqueada con el escritorio.

Monodiálogo de doña Ángela, donde la dama le cuenta toda la verdad.

Llamó don Luis turbado,


entró atrevido, reportóse osado,
prevínose prudente,
pensó discreto y resistió valiente.
Miró la casa, ciego,
recorrióla advertido, hallóte, y luego
ruido de cuchilladas.
habló, siendo las lenguas las espadas.
Yo, viendo que era fuerza
que dos hombres cerrados, a quien fuerza
su valor y su agravio,
retórico el acero, mudo el labio,
no acaban de otra suerte
que con sólo una vida y una muerte,
sin ser vida ni alma
mi casa dejo, y a la oscura calma
de la tiniebla fría,
pálida imagen de la dicha mía
a caminar empiezo.
Aquí yerro, aquí caigo, aquí tropiezo,
y torpes mis sentidos
prisión hallan de seda mis vestidos.
Sola, triste y turbada
llego de mi discurso mal guïada
al umbral de una esfera
que fue mi cárcel, cuando ser debiera
mi puerto y mi sagrado.
Mas, ¿dónde le ha de hallar un desdichado?
Estaba a sus umbrales
—¡Cómo eslabona el cielo nuestros males!—
don Juan, don Juan mi hermano.
Que ya resisto, ya defiendo en vano
decir quién soy, supuesto
que el haberlo callado nos ha puesto
en riesgo tan extraño.
¿Quién creerá que el callar me ha hecho daño
siendo mujer? Y es cierto,
siendo mujer, que por callarme he muerto.
En fin, él esperando
a esta puerta estaba—¡ay cielo!—cuando
yo a sus umbrales llego
hecha volcán de nieve, alpe de fuego.
Él a la luz escasa,
con que la luna mansamente abrasa,
vio brillar los adornos de mi pecho.
No es la primer traición que nos han hecho
Y escuchó de las ropas el ruido.
No es la primera que nos han vendido.
Pensó que era su dama
y llegó mariposa de su llama
para abrasarse en ella
y hallóme a mí por sombra de su estrella.
¿Quién de un galán creyera
que buscando sus celos conociera,
tan contrarios los cielos,
que ya se contentara con sus celos?
Quiso hablarme y no pudo,
que siempre ha sido el sentimiento mudo,
En fin, en tristes voces
que mal formadas anegó, veloces
desde la lengua al labio
la causa solicita de su agravio.
Yo responderle intento
—ya he dicho como es mudo el sentimiento—
y, aunque quise no pude,
que mal al miedo la razón acude.
Sí, bien busqué colores a mi culpa
mas cuando anda a buscarse la disculpa
o tarde o nunca llega;
mas el delito afirma que lo niega.
«Ven,» dijo, «hermana fiera,
de nuestro antiguo honor mancha primera,
dejaréte encerrada
donde segura estés y retirada
hasta que cuerdo y sabio
de la ocasión me informe de mi agravio.»
Entré donde los cielos
mejoraron con verte mis desvelos.
Por haberte querido
fingida sombra de mi casa he sido.
Por haberte estimado
sepulcro vivo fui de mi cuidado,
porque no te quisiera
quien el respeto a tu valor perdiera,
porque no se estimara
quien su traición dijera cara a cara.
Mi intento fue el quererte,
mi fin amarte, mi temor perderte,
mi miedo asegurarte,
mi vida obedecerte, mi alma amarte,
mi deseo servirte,
y mi llanto, en efecto, persuadirte
que mi daño repares,
que me valgas, me ayudes y me ampares.

*Calderón recomendó la discreción. En estos versos, doña Ángela se queja de la


paradoja que formula su situación. El callar, como persona discreta, la ha conducido a
este mal paso. Una vez más el autor reitera mediante la paradoja, la técnica de
contrastes y acontecimientos.

*Doña Ángela, en este largo y elaborado parlamento que termina con un torrente de
anáforas, revela a don Manuel quién es y la razón de su conducta.

Don Manuel tiene un dilema y no sabe cómo actuar. Determina que «puesto de
cualquier manera mal puesto he de quedar, matando muera». * Aquí se declara no sin
ironía la compleja situación conflictiva del principal personaje masculino. Sea cual
fuere la actitud que adopte faltará a alguna de sus obligaciones como caballero. Sin
embargo, la decisión es rápida y acude a lo fundamental: guardará el honor de la dama
que pide su amparo. Lo que en el acto primero –escena en la que impide que sigan a
doña Ángela- había sido una acción superficial y en apariencia sin graves consecuencias
se ha transformado irreversiblemente en algo serio y de trascendencia que va a
determinar su vida.

(Sale don Luis)

Don Manuel le dice que piensa defender a doña Ángela y le pide que le deje marcharse
porque él antes le perdonó la vida. Don Luis le dice que la única manera de llevarse a su
hermana será convirtiéndose en su esposo. Él acepta y le da la mano a doña Ángela.

(Salen por una puerta Beatriz e Isabel y por otra don Juan)

Este último se ofrece como padrino para la boda, ya que ha estado escuchando todo lo
que decían. Cuando ve a Beatriz, esta le dice que después le contará lo ocurrido.

Ante el descubrimiento de la identidad de la Dama Duende, Cosme le pregunta a su


señor si estaba borracho. Su señor le dice que se casará con Isabel (los criados hacen lo
mismo que sus señores), pero él confiesa que no lo hará y termina la obra explicando
que no lo hace «por no malograr el tiempo que estas cosas se gasta, pudiéndolo
aprovechar en pedir de nuestras faltas perdón; y humilde el autor es le pide a vuestras
plantas».

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