Você está na página 1de 146

Arnaldo Guedez

2
El editor en el horizonte

El editor en el Horizonte
Autor y recopilación de textos: Arnaldo Guedez

3
Arnaldo Guedez

El editor en el Horizonte
Autor y recopilación de textos: Arnaldo Guedez

Primera edición: 2016

Depósito Legal: LA2016000086


ISBN: 978-980-12-9065-0

Fotografía y diseño de portada: Frenyi Alvarado


Corrección de textos: José Santana
Diagramación: Zembla Narváez
Fotografías: Album familiar

Impresión:
Editorial Horizonte, C.A.
Calle 41 entre Av. Venezuela y Carrera 27 - Nº 26-72.
Teléfonos (0251) 446.2317 - 446.2324
e-mail: edt-horizonte@hotmail.com

4
El editor en el horizonte

Dedicatoria
A Colombia donde se encuentran mis orígenes
y a Venezuela donde encontré el amor definitivo.

5
Arnaldo Guedez

6
El editor en el horizonte

PRÓLOGO
Ser maestro es una labor diaria, donde cada acción refleja
un nivel que puede ser estudiado, tanto en el discurso como de
la praxis. Es más que la enseñanza de principios gramaticales
o aritméticos y, aunque incluye éstos, llega a la esencia misma
del ser humano. La ética, la estética, la coherencia entre el
decir y el hacer, la paciencia impaciente que sabe que las cosas
se deben tomar su tiempo pero no más del que le corresponde
porque se convierte entonces en inacción. Es saber que son
ajenas y propias las lejanas amarguras, porque se han probado...
Es sentir el dolor ajeno como propio sin dejarte manipular.
Es saber que el dolor de una enfermedad que impide mover
el cuerpo a plenitud, no debe paralizar movimiento ni el
crecimiento del alma. Es saber que la pequeñez del cuerpo no
evita la grandeza del espíritu.
Este libro es un modesto tributo a un ser humano que
dedicó su vida casi completa a los libros. La “Tipografía y
Litografía Horizonte” constituye una suerte de empresa
familiar donde se hilvana el amor por la lectura, el hacer libros,
por el diseño gráfico, por la impecabilidad de los textos, con
un amor inmenso expresado en el trato cordial y el cariño que
don Alberto Jaimes atendía a quienes le frecuentamos, ya
fuese por trabajos editoriales como por saber “cómo sigue de
los males, don Alberto”.
En diversas oportunidades fuimos a almorzar, ya sea en
el mercado Terepaima o donde un paisano. “Nadie se hace
rico trabajando –solía decir– lo que sí se debe es buscar los
medios de vivir dignamente”, aunque cada vez se hace más
difícil, los costos de papel, tinta, de las máquinas, de los gastos
operativos en general, el libro impreso va a seguir existiendo,
porque el libro es el gran repositorio de la cultura.

7
Arnaldo Guedez

Aquí se incluyen textos de Flora Ovalles, de los poetas


Jesús Enrique Barrios y Carlos Angulo, del corrector José
Santana, de los historiadores Arnaldo Guedez, Marcos Ghersi
y Armando González Segovia quien aporta junto a Carlos
Morillo su experiencia con esta familia de amigos impresores.
Sus hijos e hijas escriben sobre la infancia de don Alberto, para
lo cual su hijo recoge de su abuela paterna el testimonio de
98 años de experiencia en la ciudad de Cúcuta, quien relata
los primeros años de cruenta represión y el padecer familiar,
del sufrimiento por el desplazamiento criminal del Estado,
el tesón, la constancia y el ejemplo, constituyen una visión
general de la historia hogareña de don Alberto y doña Dulce.
Flora Ovalles, narra las disyuntivas que en general
padecemos los cultores: nunca llega el presupuesto necesario
y cuando existe no llega a tiempo; tenemos los invitados que
están por llegar o ya se hospedan y no está listo el tríptico,
el folleto o catálogo, el afiche salió con un error y la llamada
a tiempo del señor Jaimes nos salvó de hacer esa impresión,
y en ocasiones fungió como mecenas. ¿Cuántos eventos
en Venezuela salieron bajo el bondadoso crédito del señor
Alberto Jaimes?, confiado en la palabra de un amigo que
muchas veces ni venía personalmente sino que le llamaba
por teléfono y sin duda alguna el impreso que fuese llegaba
a tiempo, puede que media hora antes de la presentación,
pero llegaba. Es una misma película que vivimos muchos, con
diferentes protagonistas…
Arnaldo Guedez, por su parte, escribe sobre la historia de
la imprenta en Venezuela, en el Estado Lara y la visión del
aporte de la “Tipografía y Litografía Horizonte” a la cultura
venezolana y en particular a la larense. El poeta Barrios,
cuenta su percepción del alto sentido humano de don Alberto
Jaimes, sobre la bondad y el amor por los libros. Marcos Ghersi
describe la experiencia para la publicación de un libro y el
apoyo del señor Jaimes para resolver problemas complejos de
la investigación, enfocados de sencilla manera.
Armando González Segovia y Carlos Morillo, describen la

8
El editor en el horizonte

relación de amistad y diversas anécdotas significativas de los


grandes valores humanos de don Alberto, su posición como
Maestro del arte de la impresión, de la solidaridad y del amigo
que siempre se necesitaba, dio siempre la cara, anteponiendo
la amistad y el servicio al afán de lucro y, por encima de todas
las cosas de la inmensa humildad que tocaba con el horizonte.
Estos textos indican su inclinación en cuanto a promoción
del libro, de la lectura, de la solidaridad del homenaje al que
nunca fue muy afecto, a pesar de merecerlo. Se justifica con
creces el Premio Nacional del Libro que en seis oportunidades
le fue concedido, así como este reconocimiento de la Feria
Internacional del Libro, capitulo Lara.
Para un amigo infinito que se nos adelantó en el viaje
que algún día emprenderemos, de todos sus amigos que le
recuerdan en alta estima y aun lamentan su partida al infinito
de las estrellas…
Arnaldo Guedez

9
Arnaldo Guedez

10
El editor en el horizonte

CAPÍTULO I

"Amigos todos... el resto la selva"


Alberto Cortez

"Creo en la amistad
como el invento más maravilloso del hombre"
Aquiles Nazoa

11
Arnaldo Guedez

12
El editor en el horizonte

"Pero sobrellevaba la desgracia con la sonrisa invencible


que había aprendido de su esposa para no darle gusto
a la adversidad"
Gabo (El amor en los tiempos del cólera)

13
Arnaldo Guedez

14
El editor en el horizonte

ARTESANO DE LA PALABRA IMPRESA


ALBERTO JAIMES
Por Arnaldo Guedez
16 de Septiembre de 2016

“Voy a hacerte una casa en el aire


Solamente pa´que vivas tú.
Después le pongo un letrero bien grande
de nubes blancas que diga “adaluz”.
Rafael Calixto Escalona

“El periodismo venezolano se ha confundido con la historia misma


de la imprenta. Con la primera gran imprenta arribada al país y sobre
la cual abundan documentos históricos, se imprime el periódico:
Gaceta de Caracas. Sin embargo con anterioridad al 24 de octubre
de 1808 hay un período de importancia en relación con la evolución
cultural y por sus conexiones con la tarea tipográfica en general.”
Tulio Febres Cordero

Decía el insigne cubano José Martí que hay tres cosas


que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un
árbol, tener un hijo y escribir un libro. En este sentido, quiero
agradecer a Alberto Jaimes por ayudarnos a cumplir la meta
de publicar un libro y de esta forma contribuir con su ejemplo
a obtener el título de hombre, en el sentido de que las ideas
expresadas en un libro trascienden la temporalidad de la
vida y le dan sentido al breve espacio que nos corresponde
transcurrir en ese océano inmenso que no es otra cosa que la
vida del hombre y su cultura.

15
Arnaldo Guedez

Razón ésta, por la que si alguna vez se llegara a escribir la


historia social de la cultura en Venezuela o en el occidente del
país, se tendría que abrir un capítulo especial, para referirnos
a la imprenta; y cuando hablamos de ella, necesariamente hay
que estudiar, en la segunda mitad del siglo XX, específicamente
en sus últimos treinta años y lo transcurrido del siglo XXI, la
obra de un hombre que transitó sabiamente los caminos de la
cultura del libro: Alberto Jaimes.
Después de estas consideraciones, bien podría ser un
buen tema para un trabajo de investigación; ya que la
documentación de los hechos y procesos en general de la
cultura está en buena parte recogida en los libros publicados
por esta editorial. Estos han plasmado en sus páginas la historia
de los hombres; parafraseando a Marc Bloch, la historia: es
sencillamente el hombre y su tiempo.
Es evidente entonces, que la tradición de la imprenta en la
historia humana, ha acompañado un deseo natural del hombre:
comunicar. Y esta creación maravillosa de la prodigiosa mente
o cerebro humano dio como resultado: La imprenta, cuya
tradición es un producto de la inventiva de la milenaria cultura
china por allá en los anales de los 3500 A.C. Posteriormente fue
perfeccionada por Johannes Gutenberg (1397-1468), quien en
el año 1455 publica La Biblia convirtiéndose éste en el primer
libro impreso de la cultura occidental.
Con sus aportes Gutenberg y su imprenta permitió la
construcción de un instrumento capaz de romper con la
tradición de la inopia que caracterizó la cultura y la escritura
occidental que hasta ese momento se encontraba sumida
en una gran inercia de pobreza, debido a la tradición de una
educación escolástica. Cabe agregar que la imprenta en el siglo
XV, en la Europa renacentista, representó el mejor vehículo
para impulsar los ideales humanistas y sus alcances técnicos
16
El editor en el horizonte

científicos. Fue tal su desarrollo y su rápida difusión, que en


poco tiempo logró asentarse fundamentalmente en Francia
e Italia, para ya en 1490 Venecia se convirtió en la capital del
libro impreso, en “10 años se publican allí, unas 1.500 obras en
las 150 imprentas” de la ciudad.
Con referencia a lo anterior, se puede decir que en
sus inicios, la obra de Johannes Gutenberg revolucionó y
perfeccionó la imprenta; fue así como dejó de ser una utopía
y se hizo realidad el soñado libro. Nació de esta forma una de
las expresiones más extraordinarias de la especie humana. La
palabra impresa de la mano de la imprenta y la escritura, su
cómplice, se concreta en su expresión más acabada: el libro
impreso.
En el marco de los razonamientos anteriores, Ramón
Querales, Cronista e investigador de la historia de Barquisimeto,
en su obra “Antecedentes históricos de la literatura y
estudio de su producción en el Estado Lara” sostiene que la
imprenta en este lugar de Venezuela se desarrolló, según
sus investigaciones en la tercera década del siglo XIX: “... en
1832 don Pablo María de Unda instaló en Barquisimeto, por
primera vez una imprenta”; es decir, que las publicaciones
en serie, de acuerdo a los datos aportados por Querales,
están estrechamente ligados al proceso de emancipación y
nacimiento de la nación (1830).
Asimismo, coincidiendo con la investigación de Querales,
la historiadora, Dra. Ermila Troconis de Veracoechea en su obra
“El Tocuyo en el siglo XIX y comienzos del XX” sostiene que:
“Entre los periódicos tocuyanos de finales del siglo XIX y co-
mienzos del XX se encuentran en la hemeroteca de la Acade-
mia Nacional de la Historia un conjunto de obras impresas de
la ciudad de El Tocuyo”, lo que reafirma la tesis de Querales.

17
Arnaldo Guedez

De igual forma, el Br. Francisco Suárez hace referencia al


tema al afirmar que: “Según don Rafael Rodríguez López, la
primera imprenta tocuyana la introdujeron el Dr. José Espíritu
Santo Gil y don Carlos Lizcano”, en consecuencia procedieron
a crear un periódico de cuyo cuidado encargaron a los jóvenes
estudiantes José Gil Fortoul y Lisandro Alvarado, el periódico
impreso llevó el nombre de “El Aura juvenil” el cual fue
catalogado como adverso y hostil al régimen de época, razón
por la cual se efectuó la incautación de la máquina o imprenta
antes mencionada.
En el mismo orden de ideas, el surgimiento de la República en
Francia y luego en América con sus consecuencias inmediatas
sobre la ciudadanía y sus derechos resultantes de la proclama
francesa sobre: “Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano” que en su aparte número XI establece: “La libre
comunicación de los pensamientos y de las opiniones, es uno
de los derechos más preciosos del hombre; todo ciudadano
puede escribir e imprimir libremente, salvo la responsabilidad
por el abuso de esta libertad, en los casos determinados por
la ley.” Además, constituyen elementos políticos importantes
para comprender el derecho universal al pensamiento
escrito expresado en ideas libres y su relación inmediata con
la publicación de libros; esto quiere decir, que el proceso de
democratización del pensamiento está acompañado del libro
como el producto cultural de los procesos de lucha de los
pueblos por la independencia de los nuevos tiempos.
Desde los anales de la historia el deleite de leer y su
aprensión sólo era un privilegio de las clases adineradas y
elitistas, mejor dicho, de los gobernantes y sacerdotes; por
ello, el arte de escribir, imprimir y publicar son oficios que han
tenido sus respectivos riesgos, por su asociación al poder y ser
un derecho casi exclusivo de las clases dominantes.

18
El editor en el horizonte

Lo anterior no fue exclusivo de las sociedades europeas, en


este concepto se insertan, también, la cuestión latinoamericana,
específicamente lo que tratamos de desarrollar en este
trabajo; en particular existen dos elementos predominantes
en el mundo intelectual larense y nacional, como lo son, la
función y consolidación de la República y los apasionados
afanes de hacer de ella un país enrolado en las banderas del
siglo XIX venezolano: democracia política, progreso científico
y económico”(1999. R. Querales op.). Donde el desarrollo de la
imprenta jugó un papel importante.
Sin embargo, mucha agua ha corrido debajo del puente
de la historia; pudiésemos decir en relación a la imprenta, que
este elemento es relativamente nuevo en comparación con su
proceso histórico universal, aunque es necesario destacar, que
no siendo la intención de este trabajo detallar la historia de la
imprenta, en Venezuela la tradición de la impresión de textos
escritos sobre el papel es anterior al tiempo de la Republica,
recuérdese que el Precursor de la libertad Americana Sebastián
Francisco de Miranda siempre se hizo acompañar de una
imprenta. También Su Excelencia El Libertador de América
Simón Bolívar la utilizó en su épica hazaña a la que llamo “La
Artillería del Pensamiento”.
Ahora bien, para hablar de elementos que conforman a
mi modesto intento para realizar una reconstrucción histórica
de la imprenta en el Estado Lara, habría que tomar en cuenta
la última década del recién finalizado siglo XX y lo que ha
transcurrido del incierto e impredecible siglo XXI, tendríamos
que recurrir al legado que en esta materia ha dejado la Editorial
Horizonte.
En este orden de ideas, el libro moderno caracterizado por
elementos como: El formato, tipo de papel utilizado de acuerdo
a las peculiaridades utilitarias del texto, la encuadernación

19
Arnaldo Guedez

y su estética representativa, la carátula y sus componentes,


la presentación de las tapas de los libros, y finalmente la
impresión y su calidad, representada por supuesto en su
contenido, pero sin desdeñar aspectos como: los colores
predominantes los recursos gráficos, la imagen, fotografías y
los espacios que ocupan en el texto y su representación gráfica,
conforman aportes casi invalorables de la labor editorial en el
proceso de producción de libros; estos componentes han sido
experimentados técnicamente por don Alberto Jaimes y sus
trabajadores.
Si bien es cierto, los elementos propios de la labor
tipográfica fueron progresando, hasta arribar a la etapa de la
digitalización, siendo el libro electrónico propuesta también,
dentro de las opciones presentadas por la Editorial Horizonte,
todas estas innovaciones eran cuidadas con trabajado esmero
e infinito respeto por el señor Jaimes, como solíamos llamarlo
sus amigos. En una oportunidad le presenté una revista
educativa, editada por el equipo de trabajo de Horizonte, al Dr.
Domingo Alberto Rangel, quien al ver la calidad de la misma
no ocultó su asombró y dijo con la sinceridad que siempre lo
caracterizó: “Siempre he sostenido que en el interior del país
se hacen cosas extraordinarias como éstas, que nada tienen
que envidiarle a las producidas en la capital u otro país”.
Es evidente entonces, su maestría en la producción de
libros, pues no sólo se remitían a los recursos gráficos presentes
en el diseño del libro tales como: portadas, índices y lección,
sino en la entrega y amor por la palabra escrita, iba más allá
de estos aspectos técnicos como recursos esenciales del libro
impreso y digital; de igual manera y con infinita bondad el
maestro Alberto Jaimes se permitió corregir los libros de los
más exigentes y destacados doctores, y con una especial
delicadeza indicaba los errores cometidos por quienes fuimos
de alguna manera sus discípulos en materia de publicar el
20
El editor en el horizonte

pensamiento y la palabra, esto es, del tránsito correcto que


existe entre el hablar (fonema) y al escribirlo (grafema).
Por ello, se puede decir que el libro es un actor omnipresente
en la vida del ser humano, tiene un poderosísimo poder de
influencia en nuestra manera de comprender al mundo.
La lectura de libros de acuerdo al escritor portugués José
Saramago, detona en quien lo lee y hace la poderosa fuerza
de la imaginación “leer e imaginar son dos de las tres puertas
principales (la tercera es la curiosidad) por donde se accede
al conocimiento de las cosas; sin antes haber abierto de par
en par las puerta de la imaginación, de la curiosidad y de la
lectura, ...No se va muy lejos en la comprensión de uno mismo y
del mundo”. José Saramago (Prólogo de la edición venezolana
de Don quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes).
Según se ha citado, son seis mil años de historia, elemento
que puede darle al lector una idea de lo que representa el
libro y su hermana siamés la imprenta, el libro impreso desde
su aparición ha sido objeto de las más variadas pasiones y
discusiones del hombre; el impacto que éste tuvo sobre la
difusión del conocimiento de las ciencias y la concepción
del mundo en general, tiene efectos altamente positivos
en el desarrollo civilizatorio. Pero también, no está exento
de situaciones o episodios polémicos; cuentan que en sus
tiempos el filósofo griego Platón según la versión de Diógenes
Laercio, “destruyó las obras de Demócrito”; Descartes fue en
mi opinión más allá y osado cuando “pidió a sus lectores que
quemaran los libros anteriores a su Discurso del Método”.
En efecto, maravilloso es el mundo de los libros, como
también controvertido, creo que el editor e impresor nunca
ha estado ausente de estas pasiones muy propias del género
humano. Es por eso que Alberto Jaimes, parafraseando a
José Saramago, nos ha conducido a muchos a encontrar esa

21
Arnaldo Guedez

llave o quizá esa palabra mágica “abracadabra” para abrir una


de esas tres puertas de las que hace referencia nuestro asaz
premio novel, Él merece el más fuerte de los aplausos por su
honestidad, su cualidad de ciudadano universal, tesón, amor
por los libros, insistencia y por sobre todo, una vida que supo
vivir con dignidad.
Finalmente, sería injusto hacer un listado de escritores
que vieron luz a sus publicaciones gracias al trabajo de estos
quijotes de la palabra impresa, por ello no nos atrevemos a
mencionar algunos para no pecar por omisión, en este sentido
no me queda otra palabra que nos encuentre a todos, gracias
Sr Alberto Jaimes!
Arnaldo Guedez
a los 16 días del mes de Septiembre de año 2016.

Nota: según investigaciones realizadas por el doctor Marcos Ghersi, los


documentos de la prensa y libros impresos producidos en Barquisimeto datan de
la cuarta década del siglo XIX; la Gaceta de Barquisimeto la cual fue impresa por el
señor Pedro María Asparren.

22
El editor en el horizonte

23
Arnaldo Guedez

Alberto Jaimes Parada, a la edad de 20 años

24
El editor en el horizonte

Por Flora Ovalles

Alberto Jaimes, fue de esos seres que con ojos, oídos y


brazos solidarios, que rápidamente me abrigaron en Lara,
cuando llegué en el año 1990.
Como actriz de teatro y títeres, necesité quien imprimiera
programas de mano y el afiche de la primera obra, estructura
escénica que nacía bajo mi responsabilidad en el Estado Lara
y rápidamente me dijeron que al frente del súper bloque
Metropolitan de la 41 con Venezuela estaba Editorial Horizonte,
me acerqué y me atendió el señor Jaimes.
Lo que me dejó cercana y constante como visitante de la
editorial, fue mi amigo Jaimes…Porque desde aquella primera
visita sentí “que tenía ojos para mirar de verdad a la gente”, él se
deleitaba con las aventuras y peripecias de una mujer con dos
hijos que había caminado por tierra colombiana y ecuatoriana
haciendo Títeres, me dijo: ¿Titiritera? - ¡cuénteme!, y ese fue
el inicio de una amistad de oficio, de vida, de experiencias,
de consultas profesionales, pero también de una profunda
cercanía vital y de anécdotas frescas, amables y muchas
situaciones, recordando con cariño dos en particular.
La primera sobre una amiga que al igual que yo, tenía dos
hijos de las mismas edades de los míos, las dos niñas María de
Jesús hija de ella y María Andreina la mía, eran bien portadas,
pero tanto el hijo de mi amiga Paúl David y Alejandro el mío,
eran dinamita, inquietos, volcanes en voluntad y energía para
inventar tremenduras. Recuerdo a este ser llamado Alberto
Jaimes, preocuparse y conversar por separado con nosotras
como amigo y proponer que nuestros hijos ayudaran ahí en
25
Arnaldo Guedez

la editorial, con mi hijo resolví de otras formas, pero mi amiga


Zaida Belén si vivió la experiencia de tener al suyo un breve y
provechoso tiempo cercano al señor Jaimes, como para hoy
recordar con una gran sonrisa el paso por ahí como un juego
donde la cámara negra, impresoras, guillotina se convirtieron
en un espacio para el aprendizaje lúdico, de ese aprendizaje
del oficiante, del ejemplo y de la responsabilidad.
En otra oportunidad, Jaimes supo que yo había comprado
un terreno en Chirgua 4, lugar donde él también había
construido una especie de granja y acababa de venderla y por
supuesto vinieron las recomendaciones, “no se vaya sola con
esos muchachos tan pequeños, espere un poco, construya una
buena casa”… lo bueno para mí fue que gente como él hacen,
sin proponérselo, que las personas generen arraigo, porque
sentimos que lo único que vale la pena es trabajar para estar
contentos, lo malo es que también uno puede ilusionarse en
pensar que todo el mundo era como él, pero esta naturaleza
optimista pertenece a una manada de seres, que con dolores
físicos, emocionales, sentimentales o espirituales y también
con las circunstancias más adversas, con todo hacen abono,
nutrientes para constantemente edificar y seguir…. así sin
quejas, sin dejar un momento la cercanía afectuosa hacia su
trabajo, permitía que el mío y el de muchos y muchas tuviera
calidad no solo estética, creativa y profesional sino calidad
esencialmente humana. Y fue un honor ser su amiga...

26
El editor en el horizonte

27
Arnaldo Guedez

Nietos de sentimiento; de Izq. a Der. Felix Eduardo e Isabel Cristina con


Michelle Alejandra y Luis Alejandro, nietos sanguíneos.

28
El editor en el horizonte

El horizonte de la humildad
Por Armando González Segovia - Carlos Julio Morillo

Más allá del nunca, donde el río divide y tal vez junta dos
hermanas naciones, donde los niños juegan en las quebradas
de Paso Antiguo, La Lejía, La Rascadora o La Capacha, sin estar
pendientes en cuál lado de la raya están. Donde la esperanza
casi se la lleva la violencia y pendía del hilo de ilusión sin
límites de la bondad y la humildad, nació un muchachito,
pequeñito él, así como entre alegre y triste. No era de familia
pudiente, ni para pagarse los estudios, pese a ello y a otra serie
de vicisitudes, aprendió a leer y escribir. Pero debió trabajar,
aquello que a mediados del siglo XX se hacía en ese mundo de
fronteras donde la frontera no era para él.
Comenzó la brega a muy temprana edad en todo lo que
entonces se hacía. No fue ajeno a la agricultura, la ganadería,
el trabajo manual, hasta que llega en el afán de búsqueda a
una caja mágica: la caja de la imprenta. Entonces inicia el viaje
maravilloso de hacer realidades partiendo de las disímiles
ideas. Una prensa rotativa fue una de sus primeras escuelas
de trabajo y de vida, porque su vida fue una imprenta. En ella
los textos e imágenes se curvan sobre un cilindro, que soporta
tanto papel, como cartón o plástico, sobre los que se troquelan
en color la impresión, dejando marcas del troquel.
Fue ensayando poco a poco las diversas partes del oficio.
Empezó por el mantenimiento impecable del local. -Muchacho:
limpia aquí, después allá. Luego, observando y preguntando,
intentando hacer, equivocándose. Volviendo a hacer, aprendió

29
Arnaldo Guedez

a ordenar palabras, oraciones, párrafos, artículos completos,


capítulos y libros. No recordaba el primero, según dijo: ---¡Hace
tanto tiempo!
Estos aprendizajes eran necesarios, como el manejo de
las imágenes, el diseño de buenas presentaciones, de los
diferentes tipos de letra, según el texto. Los colores, cómo
economizar tinta o papel, el aprovechamiento máximo de los
recursos. Observaba y pensaba: ---Algún día voy a tener mi
propio negocito, no para hacerme rico sino para tener de qué
vivir y formar a mis hijos.
Viene a las tierras de los Sones de Negros donde empieza
otros horizontes de la aventura de su vida. Empieza un
negocio, con una imprenta comprada a crédito. Laborando
poco a poco, así como el ritmo de la vida se atropella, sin apuro
ninguno, ésa es la forma más apropiada de vivir: poco a poco.
Allí consigue a su compañera de vida. Allí hace y forma a sus
hijos. “Uno de padre es inconforme, –afirmaba– piensa que los
muchachos van a estar siempre con uno. Y no, no es así. Y uno
se pone a construir y construir y cuando termina la casa, tiene
ese caserón y los muchachos se le van, uno se queda solo, y
no tiene a quién meter. Así nos pasó a nosotros. Conmigo solo
está una hija, médico.
Su negocio, como su vida, lo llamó “Tipografía y Litografía
Horizonte”. Pienso que el nombre es porque abría sus propios
horizontes de esperanzas y era también una forma de abrir
los horizontes de esperanzas ajenas de aquellos que creían
en utopías. Porque un libro, un catálogo de una exposición,
un tríptico, una hoja impresa es una esperanza que está
fundamentada a veces y en ocasiones no lo está.
Por la imprenta, por el libro, se difunde el conocimiento.
Al empezar la masificación de la educación en Venezuela,
que inicia con la llegada misma de la explotación petrolera,

30
El editor en el horizonte

que requería, no mayorías analfabetas, sino que manejaran


al menos las operaciones matemáticas básicas, la lectura
y escritura elemental, sin llegar a ser crítica, más allá de
postulados legales; se van requiriendo textos. Al crearse
centros de estudios universitarios se abre un campo de
grandes proporciones, porque una de las bases de la docencia
universitaria es la investigación y ésta se vincula a la difusión
de propuestas e investigaciones.
La industrialización de Venezuela, la estabilidad que
brindaba el petróleo a la moneda, permitía la obtención de
equipos y materiales necesarios a buen precio, lo que a su
vez redundaba en beneficio del costo final del producto. El
papel, tinta, guillotinas, máquinas tipográficas y litográficas, se
podían costear, con esfuerzo, trabajo y organización.
A finales del siglo XX y comienzos del XXI, los cambios tec-
nológicos con las computadoras y la fotografía han cambiado
el mundo de la imprenta. 
El muchacho, trocado en un hombre maduro, aquejado de
una enfermedad que le impedía el buen movimiento de sus
extremidades superiores e inferiores, pero que no amilanaba
su espíritu de lucha, ni sus ansias de hacer, busca las formas de
readaptarse: “Armando –dijo en uno de los tantos encuentros–
las cosas cambian y uno cambia con ellas de buena o mala
manera, yo escojo la primera, por la otra tengo que cambiar
igual pero con más dolor. Yo he conocido muchos tipos de
máquinas de impresión, de cada una de ellas dicen que es lo
mejor, pero todas tienen beneficios y deficiencias”. La verdad
es que la máquina hecha por el ser humano, no es más que una
parte. La esencia está en los sentimientos profundos que como
ser humano se tienen. La “Tipografía y Litografía Horizonte” se
convirtió en un referente para las personas vinculadas a las
letras, a la investigación, al arte en general.

31
Arnaldo Guedez

A ella llegamos por sugerencia de dos hermanos de luchas,


Ramón Querales (Armando González Segovia) y Juan Ramón
Guzmán (Carlos Morillo). Y nos mantuvimos en una relación de
amistad, entendida como una relación de afecto, de respeto, de
ética, de simpatía con quien estaba al frente de esta empresa
que nos hacía como miembros de una hermandad de amigos
de la cultura. Era un amigo porque era un alma, un espíritu,
que compartía con muchas y muchos.

La “Nos vemos en Horizonte”, era frase común cuando


quienes no vivíamos en Barquisimeto, necesitábamos contactar
a otro amigo en plan de escritores o de editores. Se convirtió
esta empresa en un centro de creación de memoria colectiva,
que remonta a límites muchas veces lejanos, otras cercanos,
pero en todo caso como parte de las múltiples visiones de las
escritoras y escritores. Era un centro de compartir estudios
del presente, de la memoria, del pasado. Profesionales de la
sociología, antropología, arqueología, la historia, la política.
Hacedores de santos, brujos, enfermeros, médicos, abogados,
poetisas y poetas. La diversidad infinita que congrega el
gremio de las escritoras y escritores y las editoras y editores,
estaban a diario en “Horizonte”, no solamente de Barquisimeto,
sino de toda Venezuela y de otros países del continente.

En una oportunidad Armando González le dijo: “Vamos a


hacerle una entrevista, la transcribimos, la organizamos y la
difundimos”. Le respondió, con su calmada y paciente voz: 

“Sí, no hay problemas, siempre y cuando no me mencione,


yo no soy más que una persona que ha buscado la forma de
ganarse la vida honradamente; de tener con qué mantener
una familia, y que le gusta conversar con los amigos. Sí, lo
podemos hacer, si lo escribe como un cuento o una novela en
un lugar lejano, lleno de esperanzas, bondad y alegrías”.

32
El editor en el horizonte

Esa tarea era más de lo que estos servidores podíamos


hacer, ante un alma tan grande que tocaba el horizonte de la
humildad, acompañado siempre de la comprensión y dulzura
de su compañera de vida.

Por eso es pertinente reconocer, para la posteridad,


sentimientos, pensamientos y actitudes como los desplegados
por ese gigante, Alberto Jaimes, quien después de haber
conocido la caja mágica que es la imprenta, haber descubierto
el arte de la tipografía y la litografía y sobre ese descubrimiento
comprender con destreza el oficio, se convirtió para muchas y
muchos en un Maestro de la Tipografía y la Litografía, no por
lo que aprendió a hacer sino por lo que nos permitió aprender
a hacer a otras y otros.

A nuestro juicio, cada acto de Alberto Jaimes vivido por


sus amigas y amigos que se vincularon con ese maravilloso
mundo de la edición de libros y textos en general, fue un
hecho pedagógico y andragógico. Tuvo la capacidad para
hablar con propiedad y sapiencia de temas diversos, desde
autores nacionales y universales, como también podía hacerlo
sobre historia, filosofía, política, literatura, elementos básicos
de medicina, geografía y economía, por lo que cualquier
encuentro con él resultaría del agrado y provecho de las y los
visitantes.

El precio de la edición de un texto nunca fue un


impedimento para evitar el acercamiento de quienes nos
vimos en la necesidad de concretar una publicación. Siempre
buscó la forma de cooperar en una innumerable cantidad de
sueños de quienes creemos en el texto escrito como una de
las formas eficientes para difundir conocimientos propios o
ajenos para que perduren en el tiempo, buscó la forma para
no truncar esos sueños y que finalmente se concretaran.

33
Arnaldo Guedez

Definitivamente, Alberto Jaimes fue, es y seguirá siendo un


Maestro, una referencia necesaria para quienes pretendamos
mantenernos en la actividad editorial y para aquellas y
aquellos que lo vayan a hacer a corto, mediano o largo plazo.
Para ellas y ellos será importante acercarse por los espacios
donde desarrolló su actividad Alberto Jaimes y encontrarlo en
el imaginario de tantas y tantos como un apoyo permanente
en el oficio.
Para este Maestro por siempre de la Vida,
este sencillo tributo.

34
El editor en el horizonte

35
Arnaldo Guedez

36
El editor en el horizonte

Tipografía Horizonte Alberto Jaimes


Por Jesús Enrique Barrios

Bondad, pulcritud y solidaridad humanas configuraban


su quehacer. Ejerció impecablemente el oficio de poner
a leer y estudiar a la gente. Desde la Tipografía Horizonte,
donde recibía al mundo, tejió su labor en honesto silencio,
extendiéndole su ayuda y protección a quienes la requerían.
Por eso, es acertado afirmar que Jaimes hizo de la tipografía un
centro de irradiación cultural, donde educadores, escritores,
pensadores y divulgadores de la palabra, podían recurrir
a publicar sus libros; pues, Alberto Jaimes era el primero en
apoyarlos, incentivarlos y servirles de intermediario para
que hicieran posible el aparecimiento del libro. Así, en poco
tiempo, convirtió la Tipografía Horizonte en un símbolo
editorial, al que convergían de toda Venezuela, instituciones
públicas y privadas, autores y congregaciones para editar
todo tipo de obras, poesía, novelas, ensayos, teatro, textos
escolares y universitarios, libros de ciencia y religión. En fin
la obra bien cimentada, la que nos ha legado Alberto Jaimes,
constituye, sin lugar a dudas un hito impresindible en la
cultura larense y nacional de nuestra época. Recordémoslo en
su escritorio, dispuesto siempre a abonarnos el camino para
que obtuvieramos el resultado de nuestros objetivos. Abierto
al diálogo, presto a la conversación útil y la complacencia de
nuestras exigencias, con la palabra y el gesto afectuoso de la
amistad y la solidaridad, que hacen posible acortar las metas
y obtener los resultados apetecidos. El don de la bonhomía, el
optimismo y la perseverancia. Le permitieron abrir y cimentar

37
Arnaldo Guedez

las bases que son huella creciente en el ramo tipográfico y


editorial, que ha signado a la tipografía y que en adelante,
seguirá su ritmo ascendente con Luis Alberto, su hijo y nuevo
timonel de la tipografía. Más de cincuenta años de ejercicio
ininterrumpidos al frente de dicha institución, le hicieron
conocer su oficio a la cabalidad. Estaba presente en todas las
actividades propias de los menesteres tipográficos. Desde
el diseño hasta la obra acabada, Alberto Jaimes era actor
y mentor que sabía colocar el acento y el detalle, justo ahí,
donde hacían falta. Su horario consistía, responsablemente en
terminar el compromiso adquirido. Su sensibilidad artística y
muy especialmente la literaria, lo llevó a cumplir tareas de alta
y valorativa significación social. Es justo recordar, a manera de
ejemplo, que en una oportunidad motu propio y a sus solas
expensas, publicó el libro “visión cumplida, del autor Jesús
Enrique Barios, cuya presentación se realizó en la sede de la
tipografía en un acto de aquilatada significación cultural y
literaria; gestos de esta naturaleza enmarcan los atributos y la
personalidad de este artesano ejemplar, cuyo tesón y huella
nos motiva a rendirle el presente homenaje, extensivo en su
totalidad a su colaboradora esposa Dulce María (†), a su hijo
Luis Alberto y su cónyuge, quienes conjugadamente han
sustentado la valiosa producción comercial y cultural de la
tipografía Horizonte.
Septiembre, 2016.

38
El editor en el horizonte

39
Arnaldo Guedez

Paseo a la ciudad de Cúcuta con su esposa, Colombia.

40
El editor en el horizonte

ALBERTO JAIMES PARADA:


honestidad, solidaridad y trabajo
Por José Santana

Por allá por el año 1986 trabajaba yo en Diario de


Tribunales, empresa de grata recordación; en esa época
se nos presentó una emergencia con algunos materiales
que no conseguíamos en la ciudad de Barquisimeto, por lo
que alguien me recomendó que recurriera al señor Alberto
Jaimes propietario de la para ese entonces llamada Tipografía
Horizonte, a quien yo no conocía pero me aseguraron que si
estaba en sus manos auxiliarme para resolver el mencionado
trance, él no dudaría, y… así fue. Recurrí a él y con todo gusto
me prestó el auxilio que requería. Nacía así una relación de
trabajo y ayuda mutua en el campo laboral, la cual con el pasar
de los años se convertiría en una sincera y cada vez más sólida
amistad.
Del señor Alberto Jaimes hay que destacar varias facetas,
siendo la principal su condición de esposo y padre amoroso
que supo formar una familia de sólidos principios morales y
éticos, los mismos que él personalmente practicaba y además
criticaba en todos aquellos que no respetaban estos principios
tan importantes como fundamentales para la convivencia
social, sin que asumiera ínfulas de moralista o algo por el estilo.
Hay que tomar en cuenta, además, su condición de
emprendedor, que lo llevó a la consolidación, poco a poco y a
través de largos años, de una empresa no con base en el capital
monetario sino básicamente en el humano, es decir con base

41
Arnaldo Guedez

en el trabajo tesonero casi sin descanso y con una dedicación


admirable, tomando en consideración que por muchos años
estuvo aquejado por la artritis; siempre contó con el apoyo
incondicional de sus hijos y, especialmente, de su compañera
de toda la vida, la señora Dulce para llevar a cabo todos sus
proyectos.
Es de destacar su disposición a colaborar con todos aquellos
proyectos editoriales en los cuales participó como impresor de
los cuales muchos llegaron a feliz término ya que él sacrificaba
parte de la utilidad de la empresa con la finalidad de que los
mismos se pudieran realizar.
Siempre estuvo comprometido con el sector de la cultura
tanto a nivel de personas relacionadas con el mismo así como
con instituciones gestoras del hecho cultural y educativo no
solo en el estado Lara sino en otras regiones del país que so-
licitaban sus servicios para llevar a cabo sus ediciones (libros
y revistas) y publicaciones promocionales como afiches, catá-
logos, etc. En el ámbito universitario estuvo muy relacionado
con las casas de estudios superiores de la región centrocciden-
tal a través de sus direcciones de cultura.
Tal vez esta afinidad con el sector cultural y viendo la difi-
cultad de algunos escritores y poetas para publicar sus crea-
ciones, fue lo que lo motivó a pensar en la posibilidad de crear
una bienal de literatura donde concursaran los escritores la-
renses con sus obras y cuyos trabajos ganadores (uno en prosa
y otro en verso) fueran publicados por Editorial Horizonte asu-
miendo los costos de edición de dichos trabajos. Este proyecto
no se llegó a concretar debido a los cambios que se presenta-
ron en la economía del país, los cuales hicieron inviable la ma-
terialización del mismo debido a los cuantiosos recursos que
se requerirían y que las mencionadas condiciones económicas
hacían muy difícil de costear al pasar de los días.

42
El editor en el horizonte

En cuanto a su relación con las corporaciones profesionales


del estado Lara vale la pena resaltar su relación con el Colegio
de Abogados del Estado Lara a través de su unidad académica,
el Instituto de Estudios Jurídicos “Dr. Ricardo Hernández Alva-
rez”, a la que durante veintidós años le imprimió y coordinó en
los talleres de Editorial Horizonte sus libros memorias de las
nacionalmente reconocidas Jornadas “J.M. Domínguez Esco-
var” que anualmente se realizan en la ciudad de Barquisimeto.
Hay que resaltar su capacidad para relacionarse con las
personas, lo que le valió contar con el respeto y consideración
de un sinnúmero de personas a las que estuvo ligado bien
como amigo o como oferente de sus servicios. Realmente era
difícil verlo de mal humor ya que para cada situación tenía una
respuesta jocosa.
Es esta, pues, una muy sucinta reseña acerca de un
ciudadano respetable y ejemplar, y de algunos de sus logros y
actuaciones durante su tránsito vital.

43
De izquierda a derecha; Alberto, Carmen Alicia, en brazos de su madre
Fidelina su hermano Felix María (†)
El editor en el horizonte

Sr. Jaimes y la imprenta


Por Carlos Angulo,
15 de Septiembre de 2016

Canción: “Que, si yo moría primero me hacía un retrato


o, si él se moría primero le sacaba un son
Ahora prefiero esta condición
que él me hiciera el retrato y no sacarle el son”.
Rafael Escalona.
Recuerdos de Valledupar

Yo llegaría a Barquisimeto, luego de estar estudiando en


la Universidad Central de Venezuela, como en el 84. Ahí me
fui a vivir al barrio el Carmen, ya como psicólogo, a una casa
que estaba al lado de la bodega de Marcos, mi padre. Una
pequeña bodega que instaló, después de haber quebrado
unas siete bodegas más cuando vivíamos en la calle 39, cerca
de la esquina de la Casa Sindical, al lado del Club Olímpico,
donde desalojaron a varias familias porque iban a hacer una
escuela, pagamos los pobres como siempre. Después de vivir
allí unos 20 años, nos dieron por la bienhechuría una miseria y
nos fuimos a buscar alquiler, dolorosa experiencia. Del tiro, me
fui por mí mismo a buscar una mejor vida y a estudiar y que
para salvarme.
Al llegar a Barquisimeto nuevamente, empezamos a activar
cultural y políticamente. Así fui cultivando una relación con
los cuadros políticos visibles de aquel momento, podemos
nombrar a Nelson Ure, Arnaldo Guedez, Nelson Fréitez del
recordado centro de formación popular por Barrio Unión,
Roque Palma, Denis Peraza, Franco, Ángel Morán, el arlequín

45
Arnaldo Guedez

García, el poeta Rafelito, el Gordo Páez. Etc. Hicimos vida en


Guachirongo, un espacio, que albergaba casi todas las luchas
populares del momento y antes que llegáramos nosotros y
todavía.
La casa del Barrio el Carmen terminó siendo otro espacio de
confluencia de muchos compas, de los que venían de tránsito
y los de Barquisimeto mismo. Allí eran recibidos por Rosalinda
mi compañera de entonces y yo: Toño Rivero, Julio Escalona, el
comandante, Carlos Lanz, Pompilio Santeliz, Amanda, Chuma,
Lula, Ramón Mendoza, Javier Ferrini, Adelis Campos, Aldana,
Raiza Molina, Víctor Vera, Yajaira Sánchez de quien conservo
unas pinturas como de Joel Pacheco, Tanet Marín, Cachete,
Oswaldo Blanco y la fotografía, Omar Escalona y compañera,
Jasmil Mendoza y Gertrudis, el Iven de Mérida, los guitarristas
clásicos acabados de llegar de España, Darío González y
Angel Morán, Carlos Ruiz, Eduardo Sanoja, Luis Mendoza,
Gino González, Omar Pérez, Nacho, Casicura, Luis de La Cruz y
Cedeño, Carlos Lanz y tantos otros. Allí las conversas sobre la
situación política del momento, la intentona de Chávez, donde
guardábamos documentos entre ellos el plan de gobierno,
y no podían faltar las parrandas y el hospedaje, donde diluir
los dolores y celebrar los aciertos, para ese entonces había
instalado un consultorio de psicología muy marginal cerca
de la avenida Rotaria con Alexis Mujica que hacía el trabajo
con los niños, recuerdo como a los tres días murió el cantor
del pueblo, luego quebramos. Posteriormente se abrió el
consultorio un poquito más decente en la casa de la Amistad
Soviética Venezolana un tanto más allá de la avenida Vargas,
pero no se vivía de eso cuando la clientela eran los mismos
pobres conocidos o referidos por los amigos. Un día llegó la
Disip y allanaron el espacio, lo que era común en la cuarta
república, y nos reseñaron una vez más y volvimos a quebrar.
Tal vez siguiendo el modelo de Marcos. Para entonces ya había
46
El editor en el horizonte

publicado un libro Los Inversos de la Niñez 1982, en Caracas,


en la editorial Tinta papel y Vida, del cual le di un ejemplar a mi
entrañable amigo Ramón Querales, quien me contó después,
que el texto dedicado a la bicicleta le hubiese gustado haberlo
escrito él.
Ya en Barquisimeto, en esa relación con los compas, se
hablaba mucho de los problemas de parejas, el desamor, el
despecho, y Wilmer Peraza para ese tiempo era el que tenía
el record. En esos días se hizo un escrito, el Manifiesto del
Despecho que fue cobijado, revisado e intervenido por el
gran Amigo Erick Jimeno, con quien llegamos a trabajar juntos
en la Asamblea Nacional como asesores de la Comisión de
Participación Ciudadana en la discusión y creación del poder
popular, gracias a Denis Peraza. Erick hoy activo todavía con
un programa en radio Guachirongo de exquisito nombre
“conversa del caserío”. Era un tiempo duro económicamente
y de desestructuración familiar, los años 80, los de la mayor
decadencia espiritual del planeta. Yo igualmente fui dejado
por Rosalinda y seguí los pasos de Wilmer. En el transcurso iba
escribiendo el acontecer de esas pérdidas y logre conformar un
libro que fue como la compilación de varios libritos de bolsillo
que me diseñaron como lo más económico en la Tipografía
Horizonte, nombremos El Desamor, Al Borde del Olvido, Ni
luna Ni abismo que entre otros dieron origen al primer libro
realmente de porte y entereza como lo fue Tristal, un canto al
despecho y a la sobrevivencia. Digamos fueron los primeros
momentos en que me acerque a la Tipografía Horizonte. No sé
si fue el corrector de pruebas Santana que me lo sugirió, luego
compañero de Gladys, quienes siempre nos apoyaron en las
actividades culturales. Santana que me daba la oportunidad
de publicar en el diario de tribunales, de aquel entonces y la
profesora Gladys, en el básico cuando Aparicio, compañero de
estudios de libre escolaridad, era administrador.
47
Arnaldo Guedez

Allí, en la imprenta, convergíamos en diversas ocasiones


los amigos que andábamos en la escritura: Franz Ortiz,
Orlando Pichardo director de la revista Principia, gran amigo
de reciente fallecimiento físico, fundador de Sueños, El poeta
Barrios, Yeo Cruz que también cumplió el ciclo inevitable, el
mismo Santana, Alexander Moreno quien estaba a cargo
de la Idea Zuche en Venezuela, y me incluyó en un viaje de
formación a Corea del Norte, en el 89, inicio de la guerra del
golfo pérsico, caída del bloque oriental y levantamiento en
Venezuela con el caracazo, además de personalidades diversas
del territorio nacional. A veces se llenaba el pequeño recinto y
a todos atendía Alberto Jaimes, el tiempo mínimo necesario,
con una calma que sólo en él era posible. Con aquella pasmosa
tranquilidad que considerábamos que en sus adentros tenía
la prisa de atendernos a todos pero teniendo en la mente
la presión de imprimir libros a punto de salir o, revistas,
talonarios, calcomanías, periódicos. Mientras esperábamos, se
hacían los comentarios breves de rigor entre nosotros sobre
las ediciones, ya en el horno de las palabras. En algún lugar de
la ciudad, tal vez César y Barú y el director de teatro Valecillos
andaban en las profundas conversas, degustando frías
cervezas que muchas veces acompañé. Por otro lado el poeta
Ibar Varas, compañero entrañable, chileno amante de la poesía
y la andragogía, escribía en el prólogo de Para Sabernos Vivos
que me estaba editando en el Instituto Fermín Toro, gentileza
que agradecía por el hecho de visionar mi joven escritura: “Que
el poema sea la flor. La evolución de la poesía en Venezuela
habrá de mostrarnos, en un futuro no lejano, la importancia
que asume en el modo de decir poético de las nuevas
generaciones el trauma, la trizadura y también los espacios de
optimismos que dejan las condiciones sociales en que se ha
venido gestando la poesía misma”. Amigo que tengo tiempo
sin ver y que nos acompañó en aquella aventura llamada el Día

48
El editor en el horizonte

Internacional de los Sueños que todavía anda por allá, donde


hicimos en el 91 un recital poético de los sueños en el instituto
y un foro en la Pío Tamayo “Qué pasó con los sueños de los
años 60”, donde estuvieron invitados los comandantes de la
subversión. Aventura que nació 1990, en la peña poética con
Gisela y Cañizales, calle 26 con carrera 22 y 23, suscribieron
ese proyecto una cantidad de compañeros de militancia
cultural-política. Realmente era un mundo donde estábamos
bellamente ocupados, a pesar y por la decadencia, sin queja
ni amargura únicamente en la necesidad de acomodar las
condiciones objetivas y subjetivas para una revolución en este
país y que toda esa fuerza y militancia comenzaba a configurar
un vacío que habían dejado los años 60.
En ese contexto transité muchas veces por la imprenta,
donde uno encontraba en Alberto Jaimes comprensión y
orientación respecto a la pasión con que uno quería ver hecho
realidad en la calle las palabras que él acomodaba en el sitio
de sus engranajes, y que también al revisar el libro guardaba
una visión de lo que uno pensaba y de cómo económicamente
podía resolver la edición. Creo que fue condescendiente
conmigo y quizás con muchos, porque siempre pagaba como
los árabes, por fáciles y pagaderas cuotas, pero también
responsablemente le cumplí. A un ser como ese y a su
compañera de toda la vida, no era digno quedarles mal, ella
que siempre en los últimos de diciembre nos guardaba de
regalo un brindis por el año que se iba, como diciéndonos que
también éramos parte de la familia.
Hoy su hijo Luis Alberto, es fiel heredero de su moral,
honestidad y conciencia social, aunque le toca un tiempo
económico bastante inestable lo sabrá resolver con el ingenio
de las enseñanzas del señor Alberto Jaimes, sobre todo la
paciencia. Su humanidad y la dimensión empresarial solidaria,

49
Arnaldo Guedez

serán recordadas, como una lección de vivir, puesto que a


pesar de sus dolencias se enfrentó con entereza y con espíritu
fénix, sin tener que descuidar su pasión, los libros.
Todos tenemos que pasar por el final, una lógica sin
ecuación que resuelva, de ahí que la trascendencia personal
es vivir como se soñó.
Aunque siempre tendremos algo que hacer al siguiente día
de la partida para siempre, la preocupación y el temor que hay
detrás de la muerte es quizás porque nos faltan muchas cosas
por hacer y terminar, y creo que Alberto Jaimes dispuso su
vida muy respetuosamente al compromiso con los libros y su
familia, y con todos cumplió. Intuimos, que el humano editor
no piensa nunca en términos intelectuales o mercantilista,
pero sí pretende éticamente, que ninguno de sus libros deje
de llegar a las manos del autor, y menos que se desprendan las
páginas a los ojos de los lectores.
Supe de su partida estando en Guatemala, por lo que les
debo a los dos una visita, cuando también me toque entregar
lo mejor que hemos tenido, la vida.
En este instante me viene el recuerdo de Rafael Escalona,
el vallenatero que se ancló inmortal por Valledupar, autor de
aquella canción a Jaime Molina. Me toca ahora, sensiblemente,
hacer este escrito en su memoria aunque no por acuerdo,
como Rafael Escalona y Molina. Gracias por venir a este mundo
Sr. Jaimes.

50
El editor en el horizonte

51
Arnaldo Guedez

Alberto Jaimes Parada (der.) y un amigo de la juventud

52
El editor en el horizonte

Don Alberto Jaimes, impresor de los afectos


Por Alberto Pérez Larrarte
Cronista Oficial de la ciudad de Barinas

Hablar de don Alberto Jaimes, no solo es referirnos al toca-


yo afectuoso, al impresor de libros o al guaro adoptivo, sino al
amigo de los gratos afectos, al empedernido lector y conoce-
dor de una de la más loable y productiva labor: hacer libros.
Don Alberto, fue sin duda el impresor de los más caros
afectos, todos los que tuvimos la suerte de conocerle y visitar su
Editorial Horizonte, allá en Barquisimeto, fuimos merecedores
que el sol de los crepúsculos radiante de su nobleza nos
impregnara sublimemente en el horizonte afectuoso de la
amistad leal y sagrada, que gaseosamente profesara en su
hablar afable y de sabio, profesada no a un cliente, sino al amigo
que se alistaba en el santuario de sus afectos, expandiendo
sin mezquindad su trato cordial y afable, la generosidad que
destilaba el néctar de su inmensidad espiritual y humana le
hizo dueño de la más diáfana personalidad.
Nació en Cucutilla Municipio ubicado en el Departamento
de Norte de Santander, en Colombia, población de gente hu-
milde; pero honesta, emprendedora y trabajadora; para mues-
tra el recordado don Alberto Jaimes, uno de sus hijos más pre-
claros y honrosos paridos en esa tierra productiva y noble.
Esta hermosa y pequeña población productora de caña,
café y fique dista aproximadamente a cien kilómetros de
Cúcuta, gran parte de su territorio forman parte del Páramo
de Santurbán, principal fuente hídrica para el Departamento
de Santander.

53
Arnaldo Guedez

Muy seguro las aguas de los ríos Cucutilla y Zulasquilla y las


quebradas Honda, Grande, Pedregal, Caracolí y Crucesitas le
sirvieron de recreación y bañaron su infantil cuerpo.
Su afectuoso hijo, heredero de su bondad y de la más fiel
lealtad y trato expresivo y sincero, gracias Tocayo Luis Alberto,
al solicitarme escribir estas palabras, solicitud que me honra
y por contarme que don Alberto llegó desde Cucutilla a
Venezuela el seis de enero de 1958, diecisiete días antes del
célebre 23 de enero de ese año, cuando el avión presidencial
La Vaca Sagrada despega con el dictador y su familia, sellando
más de ocho años de cruel dictadura; pero sin duda años de
progreso arquitectónico para el país.
El general Marcos Pérez Jiménez es derrocado por una
rebelión cívico-militar, luego de enfrentar la crisis de liderazgo
militar que originara el levantamiento militar del primero
de enero de ese año, que aunque fue develado, colocó en
entre dicho el poder absoluto en las Fuerzas Armadas del
comandante dictador.
Todos esos hechos de significación histórica para el país que
acogió con hospitalidad a ese adolescente que contaba con
apenas quince años de edad, seguro sembraron en quien más
tarde fuese uno de los impresores de libros más reconocidos
del país y que gran parte de la intelectualidad venezolana le
recuerda con cariño, su labor de buen impresor y editor de
libros de variadísimos temas hicieron eco en el confín de la
república, reconociendo y valorándole su trabajo en los más
apartados rincones del país.
En el año 2000 tuve la honra de conocer y ganarme su
afecto, desprendimiento y solidaridad, gracias al poeta Jesús
Enrique Barrios, quien con alegría y confianza absoluta llevo
al poeta Manuel Darío Gruber y a mí a Editorial Horizonte, y

54
El editor en el horizonte

más que a Editorial Horizonte, era a donde don Alberto Jaimes,


como animosamente le nombraba cuando perfilábamos ir a
su encuentro, no quedaba duda que íbamos a conocer un
gran hombre que más que un editor de libros, era un impresor
de los afectos.
Es escasa la imaginación que podría nebular en mi mente,
puedo asegurar que desde ese grato encuentro nació de
manera reciproca y sincera una amistad que por esos largos
años perduró en el tiempo; no podía ser de otra manera, su
trato amable, su vocación de servir, de no ser un mero editor
de libros, sino un fiel servidor, fue un orientador, consejero y
un apasionado por su labor de cabal impresor.
Recuerdo que poco tiempo después siendo tesorero de
la Asociación de Escritores de Venezuela, capítulo Barinas, fui
con Leonardo Ruiz y Ana María Oviedo, quien era la presidenta
que en ese entonces reunía a los escritores de Barinas,
complacidos por su gesto y buen trabajo convenimos en la
edición de unos seis libros, desde ese instante fueron muchos
los editados a diversos escritores y amigos que iban conmigo
o nos encontrábamos allí, todos tenían la misma impresión de
este maravilloso hombre impresor de los afectos, entre ellos
recuerdo a Luis Mendoza Silva, Juan Ramón Guzmán, Tito
Núñez, Orlando Pichardo, Livio Delgado Godoy, José Esteban
Ruiz Guevara, Wilfredo Bolívar, Armando González Segovia,
Tirso Díaz Nieves, Franz Ortiz Castañeda y tantos otros que se
desvanecen en la memoria.
En el devenir del tiempo fueron surgiendo proyectos
editoriales en común, por cuantos todos nuestros proyectos,
eran también suyos que honra en ser uno de sus más cercanos
afectos y ser el editor de mi primer libro y de casi todos, hasta
ahora.
Qué suerte, honra y alegría haber sido parte de sus

55
Arnaldo Guedez

sueños, los sueños de editar, leer y corregir libros. Los vivía


con una intensidad creadora sobrehumana. Absolutamente
comprometido con el intelecto y el buen gusto.
Recuerdo cuando le lleve mi libro Palabra de amor, libro
con duda de publicar y él con toda honestidad y afecto me
dijo con cariño- Tocayo, que libro más sentimental, es para mí
lo más hermoso que usted ha publicado y como yo le debo
los aguinaldos de este año, se lo voy a regalar, se lo voy a
hacer muy bonito- Con su adaptado dialecto guaro y con el
sentimiento grato de los afectos.
Así fue su empeño de brindarme un emblemático libro que
su corazón sensible, su calidad humana y espiritual valoraba
infinitamente todos esos detalles pequeños de la vida, que
con su desgarrada alma de poeta los ubicaba en el más alto
peldaño de su más pura y sana existencia.
Con la mas cierta y valedera razón y con el agradecimiento
imperecedero por todos sus nobles gestos y generosidad
le dedicó Golosina de amor, libro que me animó a escribir
y que en cuya dedicatoria expreso sinceramente: Al señor
Alberto Jaimes, por darme la materia prima, para que palabra
de amor, saliera de imprenta y se grabara en las páginas de un
libro, que selló horizontes hasta la eternidad, animándome así a
entregarles estas Golosinas de amor que desgarran sentimientos
y nos acercan a los afectos.
Estas palabras son solo un ápice del sentimiento que nos
unió en amistad, extendida a la familia y trabajadores de
Editorial Horizonte, lamento que se fue sin avisar detrás de su
amor y compañera de siempre, doña María quien también nos
dejó y brindó el más cálido afecto y evoco una vida al lado de
su fiel y amado esposo.
Luis Alberto, tocayo y amigo quedas tu dueño de una

56
El editor en el horizonte

grandeza afectiva que no doblega y continúas con serenidad,


trabajo y empeño los pasos de tus amados viejos, como
heredad perenne de tu gran ejemplo y corazón.
Con sincero afecto, tu amigo de siempre.
Mérida, 7 de octubre 2016

57
Arnaldo Guedez

58
El editor en el horizonte

59
Arnaldo Guedez

José Ignacio "Manuel", hermano de Alberto Jaimes Parada

60
El editor en el horizonte

El ilustre editor
Por Marco A. Ghersi

El ilustre editor “señor Jaimes” como lo llamábamos los es-


critores que publicábamos en su Editorial Horizonte, nos guio
con sus sabias sugerencias por décadas y como es menester
mencionar en mi caso desde 1998 cuando me publicó con mis
propios recursos el libro “Algunas familias descendientes de
fundadores y primeros pobladores de El Tocuyo”. Este libro le
causó tal impacto al Dr. José Antonio Cordido-Freytes que en
sus pruebas le pidió al Dr. Guillermo Morón Montero, ex direc-
tor de la Academia Nacional de la Historia y nuestro mutuo
amigo que escribiera el prólogo. No solo fueron mis aportes
como investigador y amigo personal como he dicho sino la
belleza de la edición en construcción que el Dr. Morón acepta-
ra. Y a él se sumó mi querido amigo el Dr. Francisco Cañizález
Verde, que hizo la presentación.
El texto, fue escrito por mí en 1988 en Proffesional Write
y First Choice dos antiguos procesadores de palabras de la
marca Commodore y me tocó pasarlo a Word 97 a través del
programa Wordstar. Parte de la recuperación del texto lo hizo
la sobrina de doña María Hurtado de Jaimes que trabajaba con
él en la editorial en estas lides como diseñadora gráfica y como
correctora de prueba. Ella se tomó la labor muy en serio y me
convirtió el texto, corrigiendo los márgenes e hizo correcciones
del texto guiada en persona por el señor Jaimes. Su labor fue
maravillosa; el ilustre “señor Jaimes” como yo lo llamé siempre
se dio a la tarea de corregir el texto personalmente meditando
cada palabra con un cuidado y profesionalismo que sólo él

61
Arnaldo Guedez

tenía, en una palabra, rehízo el libro dada la gran cantidad de


errores de acento, ñ, mayúsculas y minúsculas que la conversión
trajeron. En un mes, el levantamiento del texto estuvo listo.
El “señor Jaimes” como yo lo llamé siempre y él a mi “Doctor
Ghersi” estuvo todo el tiempo sobre mí advirtiendome con la
delicadeza y sutileza que en suma son elegancia que él tenía,
sobre cada palabra mal escrita o fuera de lugar sobre todo en
el caso de este libro que era una creación en procesadores
obsoletos que requerían conversión y corrección posterior a
fondo.
No solo fue el texto sino la parte gráfica en lo que me ayudó
don Alberto “señor Jaimes”. El silgueteó unos escudos que
gentilmente el Dr. Guillermo Briceño Porras había facilitado
a doña Nieves Avellán de Tamayo con ayuda de un índice de
ilustraciones de los expedientes de limpiezas de sangre del
Archivo General de la Nación. Los puso en fondo blanco y me
dio una sorpresa en la edición los puso en papel glasé. Por
inspiración de sus ideas que me sugirió, hice 500 ejemplares
con dos variedades; 400 en tapa rústica que él mismo
diseñó colocando dos escudos, el de Juan de Villegas y el del
Mariscal Gutiérrez de la Peña y 100 en tapa dura plastificados
y numerados para los centros de investigación del país y del
exterior, de los que hoy solo conservo unos pocos como la
mayoría de mis libros, que por ser de ediciones antiguas tengo
muy pocos ejemplares, varios de ellos recibieron premios
internacionales.
El segundo libro que me editó el “señor Jaimes” fue La Gran
Familia García Yánez, un librito que se edito en octubre de 2002
en vísperas del paro petrolero, que financió mi familia materna.
No solo me ayudó gráficamente a diseñar las fotos y la portada
sino a corregir los textos y la numeración genealógica al igual
que en el libro anterior aunque estaba en Word 2000.

62
El editor en el horizonte

El último libro mío fue editado por el hijo del señor Jaimes,
bajo supervisión indirecta de él porque en 2013 estaba
enfermo y ya no trabajaba en la Editorial, me ayudaron Zembla
Narváez, José Antonio Yepes Azparren y doña Dulce María de
Jaimes. Su atención fue esmerada y saqué además, ambas
financiadas por mí una Fe de Erratas en forma de librillo. El
Libro se llamó La Historia de la familia Gil y su descendencia
hasta hoy y se publicó en julio de 2013. El libro es una obra
de arte, tiene genealogía, textos, documentos transcritos e
inéditos, biografías, fotos y fotografías de partidas y cartas
familiares de la familia de mi abuelo materno Dr Víctor Manuel
Gil García. Es tesoro de arte su edición.
Gracias a la familia Jaimes Hurtado por haber compartido
conmigo tan importantes momentos a lo largo de mi carrera
como escritor. Que Dios los Bendiga a todos. Que continúen su
labor tan bien como lo han hecho hasta ahora.

63
Arnaldo Guedez

64
El editor en el horizonte

65
Arnaldo Guedez

Paseo a Chinácota (Pueblo turístico del Norte de Santander, Colombia)

66
El editor en el horizonte

Alberto Jaimes: Editor para recordar


Por Cruz Ramón Galíndez

Tardíamente, lo conocí de trato y comunicación y me ganó


su amabilidad, cordialidad y diafanidad, poco común en los
seres humanos. Era y es, Alberto Jaimes, editor, que también
me ganó su amistad, como un magisterio y una enseñanza, una
lección perdurable del hombre de bien, que encarnaba con su
persona y su vida, la moral, las buenas costumbres, el trabajo
enriquecedor y la familia como el núcleo más importante de
la sociedad.

Digo que conocí tardíamente a Alberto Jaimes, porque


en 1998 estreché sus manos y una larga conversa, fue como
epílogo y corolario de un afecto y una amistad que se remonta
a las cercanías del espíritu y de la palabra. En las postrimerías
del siglo XX, yo había publicado seis libros (uno en Chile
y el resto en Venezuela, dos con el editor Alberto Jaimes,
Horizonte) y han podido haber sido diez o más de mis obras
inéditas, pero ahora su hijo homónimo, Luis Alberto, muy
parecido en lo humano a su ejemplar padre, edita mi último
libro (trece): “80 años”.

Conservo un recuerdo imborrable con Alberto Jaimes,


en 1999, cuando fui a saludarlo antes de mi último viaje y
permanencia en Europa. Recibí de él los últimos 100 ejemplares
de mi libro “Jesús y Judas a Juan Pablo II” (Horizonte, editores,
1999) y una ocurrencia de mi parte le provocó a Alberto una
risa sonora, en carcajadas.

67
Arnaldo Guedez

Alberto y yo teníamos el mismo padecimiento: artritis


gotosa, con deformaciones de las coyunturas, inflamación
y dolores infernales. Le obsequié unas pastillas francesas
(colchicina) para calmar las molestias en las articulaciones.
Alberto me dijo de su padecimiento de cuatro décadas y
el mío igual, (hoy, bodas de oro, 50 años, con mi gota artrítica,
desde 1966) a lo cual le recordé a Alberto: “Amigo mío (le dije):
Tú y yo tenemos un consuelo. Se dice que la artritis es enfermedad
de ricos y nobles, reyes y príncipes, y hasta un “pendejito” llamado
Miguel de Cervantes y Saavedra, autor del Quijote, padeció y
sufrió de artritis, a los 62 años”
años”. La risa de Alberto no se hizo
esperar. Era, Alberto, afable y de buen humor. Y, también
le recordé que, Thomas Moro, autor de la Utopía, en carta a
Erasmo de Rotterdan, autor de Elogio de la Locura, le escribió:
“Erasmo, tú tienes artritis y yo la gota con cálculos renales. Nos
hemos casado con dos primas hermanas”. Celebró Alberto mi
salida con otra carcajada.
Alberto Jaimes, un santanderiano (Colombia), liberal, llegó
a Barquisimeto el 6 de enero de 1958, para quedarse toda la
vida en la capital de Lara. Tenía, entonces, 15 años de edad.
Había nacido bajo el signo de escorpión, el 21 de noviembre
de 1942 y murió el 26 de octubre del 2015, a los 73 años de
edad.
Alberto Jaimes, insigne trabajador desde su más tierna
infancia, en varias disciplinas del quehacer humano, fue un real
convencido de la importancia del periodismo, la literatura y la
imprenta, en el juego democrático, la libertad y la soberanía
de los países. “Si la imprenta calla, las Repúblicas desaparecen;
pero si habla, su voz pone de espanto al despotismo que
huye con su grandes auxiliares: la ignorancia y la superstición”
escribió don Fermín Toro (1806-1865). Creo que así pensaba
también Alberto Jaimes, un hombre honesto, diáfano, vertical

68
El editor en el horizonte

y de una acrisolada integridad, que es el terreno de la dignidad


humana. Lo digo porque lo creo y porque es así.
En suma, Alberto Jaimes dejó una huella imperdurable
bajo su conciencia que enaltece su nombre y su legado
familiar que, a un año de su fallecimiento (26 de octubre del
2015) nos hace recordarlo como hombre de bien al servicio de
las mejores causas de Lara y del país, de la cultura y del saber.
Honor a quien honor merece. Amén.

69
Arnaldo Guedez

70
El editor en el horizonte

Entierro de su hermano Felix María

71
Arnaldo Guedez

72
“Mi hermosa Dulce María partió ante el dolor inconmensurable
de mi padre, poco tiempo después de ese roble salió un colibrí
en un vuelo vertical y sin titubeos a buscar el néctar que lo había
acompañado en sus 49 años y 7 meses...”
Extracto del texto de su hija Adriana Jaimes

“Al pajarito que siempre, lo acompañó latente en sus sueños”


Dicen los ancianos de Sanare, un pueblo del estado Lara,
que cierto día la montaña comenzó a arder en llamas. Un
incendio feroz devoraba la exuberante vegetación que se
encuentra a orillas de la fumarola. Todos los animales huían
despavoridos. Sólo uno de ellos, el más pequeño, hacía
algunos esfuerzos por sofocar el inmenso infierno en que se
había convertido la montaña. Al llegar a un lugar seguro, todos
los animales veían cómo el fuego había consumido sus nidos,
sus cuevas y las plantas con que se alimentaban. Con tristeza
miraban cómo aquel fuego destruía todos sus sueños. Pero no
hacían nada para detenerlo. Entonces, observaron que uno de
ellos, el colibrí, volaba de un lugar a otro y con su diminuto
pico, tan pequeño como su cuerpo, derramaba goticas de agua
sobre la inmensa bola de fuego en que se había transformado
la montaña, uno de los animales dijo con voz preocupada: -El
colibrí es tonto, cree que con esa gotica de agua puede detener
este infierno que nos hizo perder todo-. El colibrí sin detenerse
un segundo y volando en todas direcciones, sin dejar de
derramar aquellas gotas en las que aferraba la esperanza de
la gran montaña, respondió: -Simplemente estoy haciendo lo
que me corresponde-.
Arnaldo Guedez

73
Arnaldo Guedez

74
El editor en el horizonte

CAPITULO II
Testimonios

"Confieso que he vivido"


Pablo Neruda

75
Arnaldo Guedez

76
El editor en el horizonte

Alberto Jaimes Parada: una vida


Por Diana Jaimes

Los orígines:

Nació en Cucutilla ubicado en el Norte de Santander en la


República de Colombia, el 21 de noviembre de 1942, convir-
tiéndose en el primogénito legítimo del matrimonio entre Isi-
dro Jaimes y Fidelina Parada de Jaimes. Su padre Isidro Jaimes
se desempeñaba como comerciante y campesino dentro de
sus propias tierras de agricultura y cría de animales. Su madre
Fidelina Parada pertenecía a un núcleo de familia campesina
de formación moral idónea y religiosa, de oficios del hogar. Ac-
tualmente doña Fidelina vive, se mantiene lucida a sus 98 años
de edad y reside en la ciudad de Cúcuta.
Allí en la población de Cucutilla Alberto vio transcurrir sus
primeros años de vida junto a su hermano mayor José Ignacio
Arias (†) al cual le llamaban Manuel, hijo de su padre en una
relación antes de contraer matrimonio con su madre. Este
hermano mayor marcaría una profunda huella en su corazón.
A temprana edad al chiquillo Alberto, le obsequiaron
una pequeña pizarra portátil y tiza, la cual se convirtió en
una ventana mágica que lo introduciría en el mundo de las
letras. En sus propios relatos a sus descendientes: recuerda
el haber aprendido a leer a la edad de 3 años de edad, lo
cual le permitió el desarrollo de una memoria temprana. Su
vida como niño campesino fue muy breve y transcurrió feliz
al lado de los suyos. Recuerda que la vista no le alcanzaba
para ver las grandes extensiones de tierra de cultivo y cría
77
Arnaldo Guedez

de animales, todo lo producía la finca y de ella se sacaba la


producción para ser vendida en los mercados municipales de
la ciudad de Cúcuta. De haber permanecido su situación como
niño en su núcleo y con la estabilidad económica que poseía
su familia, se atrevió a decirle a una de sus hijas: “…Sé que yo
hubiese estudiado y lo más seguro es que hubiese estudiado para
abogado… siempre me gustó leer”. El destino tenía preparado
para Alberto y su familia otro camino muy distinto.
A Alberto Jaimes Parada le correspondió vivir un momento
histórico de terror y mucho dolor en su país natal Colombia. En
la década de 1940 se desató la violencia producto de las pug-
nas políticas, económicas y sociales entre el Partido Liberal y el
Partido Conservador. Guerra civil no declarada, que trajo con-
sigo terrorismo político, asesinatos, agresiones, persecuciones,
destrucción de la propiedad privada y migración forzosa de
los campesinos de sus territorios. Este conflicto causó muer-
tes cercanas a su familia, por la no desocupación de sus fincas.
Ante tal panorama sus padres entran en pánico y abandonan
en una fría madrugada la finca. Este episodio lo recuerda con
tristeza, el saberse huyendo en un camión de carga, escondido
con su hermano y madre entre unos sacos de café, destino a
la ciudad de Cúcuta y su corazón lleno de angustia porque su
padre se quedó en el pueblo, con la promesa que se uniría des-
pués con ellos. La violencia causó en Colombia entre 200.000
y 300.000 muertos y la migración de más de dos millones de
personas, equivalente casi a una quinta parte de la población
total de país, que para ese entonces alcanzaba los 11 millones
de habitantes.
Alberto llega a la ciudad de Cúcuta en 1944 en una fría ma-
ñana, a la edad de dos años, con su madre y hermano Manuel,
luego se le suma su padre. Deciden resolver su situación y se
residencian en el Barrio San Rafael. Barrio que se estaba dando

78
El editor en el horizonte

inicios de su fundación y no poseía las condiciones adecuadas


de agua por tubería. El niño Alberto junto con su hermano Ma-
nuel debía caminar a buscar agua en la pila comunitaria más
cercana. Fueron años duros y ver a su padre trabajar en el mer-
cado municipal con mercancía que otros producían le daba
tristeza, verlo llegar con dolores en sus articulaciones produc-
to de una artritis inicial, lo hacían querer y valorar mucho más
a su papá.
Su hermano Manuel le llevaba una diferencia de 6 años de
edad con respecto a Alberto. El mayor trabajaba en una fábrica
de carbón y su madre lavaba ropa ajena por encargo, hecho
que lo hacía lamentarse por su madre hasta los últimos días
de su vida. Para Alberto su madre era en sus propias palabras:
“Mi mamá era lo más bello. Lo más hermoso... Yo no podía
verla así, lavando para otros”. Alberto salía a vender pasteles,
repartir viandas de comida a trabajadores de las fábricas. La
familia aumenta en descendientes entre sus hermanos están:
Félix, Graciela, Carmen Alicia, Nelly y Emilce. Su hermano Félix
muere a la edad de 4 años. Alberto comprende el dolor de la
partida de un ser amado y el sufrimiento de sus padres a tierna
edad. Desarrolló desde niño el sentido de respeto hacia la
mujer, el amor a su familia y la responsabilidad. Siempre existió
una constante en la vida de Alberto: el amor a la lectura, desde
historietas, poemas y libros clásicos.
La educación que recibieron Alberto y Manuel fue
impecable y con alto valor al respeto de lo propio y ajeno.
Isidro Jaimes impartió a sus hijos educación con ejemplo para
ser hombres de bien y correctos en los procederes en la vida.
La familia paterna de Alberto Jaimes narra esta triste historia.
Un día Manuel, el hermano mayor tomó unos tomates en el
Mercado Municipal donde trabajaba su papá, para llevarlos a
la casa y fue llevado en calidad de retenido. El padre pidió se

79
Arnaldo Guedez

castigara al hijo por el delito de robo y fue puesto a solicitud


de su padre en calidad de retenido por mala conducta y puesto
por más de un año en el retén de menores. Doña Fidelina y
Alberto sufrían por Manuel, solo le llevaban ropa en las visitas
y algunos detalles. Rogaron al padre que se condoliera y no lo
hizo porque debía de dar un castigo ejemplar.
Alberto a la edad de 9 años recibe una bicicleta, que su padre
había dado la inicial. Bicicleta que le servía para ir a repartir
los almuerzos a los trabajadores y que él mismo se encargó de
pagar las cuotas, librando a su papá de esa responsabilidad. A
esta edad también compraba su ropa y calzado. La madurez
alcanzada por Alberto lo llevo a dejar sus estudios de primaria
y buscar el deseo de aprender oficios para ganarse la vida.
Entre los oficios que buscó aprender, fue el de zapatero. Este
oficio no le gustó mucho... recuerda lo siguiente: “Mientras se
hacen los zapatos…los zapateros hablan mucho... mi amiguito
y yo hablábamos mucho… a mí no me gustó el oficio, pero a mi
amigo sí le gustó y se hizo zapatero… mucho tiempo después,
ya siendo hombre supe que tenía una fábrica de zapatos”. La
inclinación de las vocaciones y oficios llevan a las personas a
recorrer su propio destino y a ocupar su propio espacio en el
universo. A esta ley Alberto Jaimes Parada no fue la excepción.
Llega a la edad de los 10 años, a trabajar a la imprenta
de don Manuel Lascano, en la ciudad de Cúcuta. Allí se
desempeña como ayudante para agilizar la tarea de limpieza
del local y arreglo de las resmas de papel, las cuales trasportaba
en su espalda a unas cuadras lejanas del recinto de trabajo.
En Alberto se despierta un interés natural por el oficio de
tipógrafo o cajista de tipógrafo y solicita al dueño de la
imprenta una oportunidad para aprender el oficio. Se le brinda
la oportunidad y no decepciona al Señor Manuel Lascano,
porque Alberto poseía una ortografía impecable y un gusto

80
El editor en el horizonte

encantador para combinar los tipos de letras. Es importante


señalar que los cajistas fueron siempre considerados personas
cultas, pues requerían una buena formación gramatical y
técnica, a pesar que Alberto abandonó sus estudios a muy
temprana edad, su auto-formación en el área de la lectura y
literatura le permitió desarrollar un amor especial hacia los
libros como fuente de conocimiento, que le abrió puertas a lo
que posteriormente sería su gran pasión en la vida.

Emigración:

A los 15 años de edad decide emigrar a Venezuela en busca


de un nuevo rumbo que le diera una mayor oportunidad de
surgir en el mundo de las artes gráficas.

La Familia

Alberto Jaimes conoce a la señorita Dulce María Hurtado


Mussett, trabajando en la imprenta del señor Luis Falcón,
llamada: Tipografía Falcón, en la ciudad de Barquisimeto
estado Lara. Jovencita que sería posteriormente el amor de
su vida. Después de sostener un año de noviazgo propone
matrimonio y se casan el 2 de julio de 1965, ella de 20 años
y el de 22 años de edad, después de vencer la resistencia de
los padres de Dulce María, quienes tenían temores porque
Alberto era extranjero y podía regresar a su país natal dejando
abandonada a su hija Dulce.
De esta unión matrimonial nacen sus hijos. En 1966 su
primogénito: Luis Alberto y sus hijas: Diana Beatriz y Carmen
Adriana. Formaron a sus hijos con la educación y amor al estu-
dio, la superación y metas de trabajo. La vida le dio a mi padre
el regalo más maravilloso de su vida: un primogénito que fue
su aliado, su gran amigo de luchas.

81
Arnaldo Guedez

Mi padre trabajaba como empleado en otras empresas


del ramo de las artes gráficas como Cajero de Tipógrafo para
sostener su familia, entre esas empresas estuvo Librería Vogue
del señor Leiva. Era un hombre económicamente organizado
y lo que ganaba le permitió tener su propia casa y sostener
el hogar. En sus años de juventud practicaba futbol que era
su deporte favorito, corría y se ejercitaba para mantenerse en
forma.
La vida familiar transcurre en el seno del amor y la
tranquilidad paternal. Mi madre tenía la batuta y dirección de
la casa. La responsabilidad de la crianza y corrección de los
hijos, que ejercía en los momentos oportunos. Papá era en
el hogar el padre consentidor de las niñas, ante la corrección
de la madre, salía el padre a hacerles cariño, pero allí estaba
mamá con una mirada directa le hacía entender a papá que no
debía hacerlo.
Como padres y pareja, eran la ecuación perfecta y el
complemento ideal. Se entendieron muy bien en la crianza de
los hijos y en los propósitos de vida, como fue el conformar
un hogar estable y educar a los hijos. Como pareja compartían
la ilusión de fundar una imprenta. Con la tenacidad y
perseverancia que les caracterizaba logran a pequeños pasos
y dentro del hogar una pequeña máquina de imprenta,
denominada “Perlita” que servía para imprimir tarjetas
de presentación, hojas de talonarios, tarjetas y sobres de
presentación, entre otros elementos de papelería en formato
pequeño.
La imprenta fundada por mis padres, nace en 1978, llamada
Tipografía Horizonte SRL y funcionaba en la carrera 24 entre
calles 27 y 28 en la ciudad de Barquisimeto. Incorpora a mi
madre en la administración de la empresa y entre tanto mi
padre estaba en la parte operativa de la misma. Su esposa fue

82
El editor en el horizonte

su aliada en el hogar y en su trabajo. Como padres siempre


estaban al corriente de ejercer los roles del hogar y el trabajo.
Al educar a sus hijos en medio de responsabilidades,
las niñas de la familia. Diana y Adriana aprendieron a llevar
las pequeñas responsabilidades de las tareas hogareñas,
mientras proseguían sus estudios. Nuestro hermano despertó
a temprana edad el amor a las Artes Gráficas. Su padre Alberto
lo llevaba los fines de semana o en los momentos que el niño
tenía tiempo a su primera imprenta que poseía en sociedad
con el señor Francisco Ortiz, llamada: Impresos FENIX S.R.L.
ubicada en la calle 28 entre carreras 19 y 18. Allí mi hermano
pasó por todos los pequeños detalles desde el barrer el local
hasta el compaginado de talonarios. Mi padre de forma
paulatina le dio ejemplo de vida a su hijo y lo llevó por el
camino de las artes gráficas.
Si se pudiera comparar la fuerza del espíritu de nuestro
padre, ésta sería la de un gran Tsunami, porque su propia vida
estuvo marcada por una secuencia de olas y de eventos a nivel
de la salud física, que provocaron en su ser una pared vertical
de energía interna de gran tamaño que le hizo levantarse
ante el gran terremoto que estremeció sus bases y pilares
que sostenían su cuerpo. A la edad de 38 años sufre de artritis
reumatoide, una enfermedad que se presentó de forma
fulminante e invalidante, con crisis de dolores constantes e
inflamación de las articulaciones, que le obligó a tomar cama,
vivió el episodio más cruel que un extranjero puede vivir, la
muerte de su padre Isidro Jaimes. No pudo asistir al funeral de
su papá por estar preso en su propio cuerpo.
La artritis tal como se le presentó a mi padre por el resto de
su vida, le forzó a estar siempre medicado con gran cantidad
de esteroides para poder tener una calidad de vida. Mi madre
le brindó el apoyo en esas crisis de dolores, fue su enfermera,

83
Arnaldo Guedez

su madre, su maravillosa esposa que con gran amor le ayudó a


sobrellevar la enfermedad.
Enfrentar la enfermedad para papá fue su gran lucha interna,
el no dejarse vencer por la propia invalidez que produce los
estragos físicos que deja la enfermedad. Quienes conocieron
a nuestro padre son testigos que en un corto tiempo sus
rasgos físicos cambiaron, mas no su espíritu. Siempre fue una
constante preocupación de mi padre, el no dejarse abatir por
la enfermedad porque de sus fuerzas dependían sus hijos
y esposa para salir adelante en la vida. Como padre quería
garantizar el futuro a su familia. En palabras textuales que
recojo, describen a mi padre de esta forma: “De mi padre puedo
decir con propiedad que aun estando en crisis intensas de dolor,
jamás cambió su carácter… no tenía mala cara con nadie, nos
hacia reír de cada ocurrencia, tal como decirse a sí mismo: “es que
como yo soy romántico (por reumático)”… no se amargó y menos
a los que tenía alrededor… supo enfocar su vida y su energía en
lo positivo. En su vida familiar era el ser más dulce y amoroso,
paciente y comprensivo”.
Mi padre trató de luchar contra la incapacitación que pro-
duce la artritis reumatoide y realizaba ejercicios físicos, para
evitar la rigidez de las articulaciones. Estando en condiciones
físicas difíciles por la deformidad de las articulaciones, se mon-
taba en una bicicleta de carrera en la salida de Barquisimeto y
pedaleando podía llegar hasta Urachiche (20 kms). Hazaña de
las cuales muchos no se atreverían a realizar estando sano. Es
digno de destacar la naturaleza de su espíritu de lucha.
A papá le gustaba disfrutar en el hogar los fines de semana
y de los platillos que le preparaba mi mamá. Decía siempre
de su amor lo siguiente: “Dulce sí cocina sabroso…”. En cambio
que su esposa decía: “Jaimes no consigue nada maluco…”, eso
era modestia de parte de su esposa.

84
El editor en el horizonte

Mi padre nos educa con la ayuda de mi madre. Se les brindó


estudios académicos a todos. Al alcanzar el título de bachiller,
dos de sus primeros hijos se inclinan por su vocación al escoger
sus carreras. Mi hermano decide irse por el mundo de las
Artes Gráficas y yo por el área de educación, posteriormente:
Carmen Adriana por el área de la salud. Años después las
hijas les dieron la gratificación a sus padres al graduarse en la
universidad. La mayor de su hija, Diana Beatriz de profesora
y la menor de las hijas: Carmen Adriana de médico cirujano.
Actualmente ejercen sus carreras.
Luis Alberto al culminar estudios de bachillerato manifiesta
a nuestro padre, que él desea incorporarse a la empresa:
Tipografía Horizonte C.A., nuestro padre recibe gustoso la
noticia. Mi hermano representó ese talento nuevo y creativo
en busca de la ampliación de las artes gráficas y la transición
de la tipografía a la litografía, la composición de libros con la
maquinaria requerida para llegar al objetivo. Mi hermano era
su orgullo, alegría y en muchas oportunidades manifestó que
no lo había defraudado. Entre los tres: mi papá, mamá y mi
hermano amplían la razón comercial en tres oportunidades:
la primera de Tipografía Horizonte a Tipografía y Litografía
Horizonte, C.A. y finalmente Editorial Horizonte, C.A.
Los sentimientos de papá siempre fueron muy claros en
cuanto al amor de pareja y a sus hijos. Su gran sueño era for-
mar una familia y verse rodeado de sus seres amados. En pa-
labras expresadas por mi madre en sus últimos años de vida a
su hija mayor fueron las siguientes: “Hija, Jaimes siempre deseó
formar un hogar y tener una familia constituida y lo logró… tu
papá es un hombre feliz, porque lo que él quizo…”.

85
Arnaldo Guedez

86
El editor en el horizonte

87
Arnaldo Guedez

Familia Jaimes Hurtado al lado de sus nietos y unión de la familia Peña


González (familiares de su nuera Diana Milena)

88
El editor en el horizonte

Por Adriana Jaimes

Recordar a mi papá seria incompleto si en ello no incluyo


a mi mamá…mis dos pilares, las dos personas a quien le debo
lo que soy. Mi infancia transcurrió como la de cualquier niña
que viene de un hogar de formación recta, donde no sobraban
las cosas pero tampoco faltaban…menos el amor y la rectitud
de esos dos seres…siempre he dicho que papá no tuvo que
ponernos carácter, pues con el de mamá sobraba! Una noche
papá venía del trabajo y después de haber descansado por un
corto periodo de tiempo, pasaba a uno de los cuartos de la
casa, donde estaba la máquina perlita; siempre me gustaba
estar allí con él, pues me contaba historias. Mi papá hizo que
estableciéramos entre él y yo un compromiso; tal situación se
debía a que yo me chupaba el dedo y no había manera de que
lo dejara, teniendo para ese entonces como 6 años, le di mi
palabra!!! Era un pacto entre él y yo por lo cual me pidió que
no lo defraudara; al día siguiente, estando papá trabajando
en la máquina y yo entretenida escuchando historias (y sin
darme cuenta, chupándome el dedo) papá me ha dado un
regaño que fue tan doloroso pues sentí que había defraudado
a mi papá y mas nunca lo hice…simplemente, mal curado!
Qué de aquellos paseos en moto…tiempos aquellos donde la
inseguridad no reinaba y uno se divertía con cosas simples, mi
viejito que para ese entonces era joven, llegaba en ese caballo
a motor así estuviera cansado a pasearnos a cada uno! por
ser la menor siempre me tocaba de último! Y qué de aquel
caballo que mi viejo quería comprarme cuando fuimos a un
bautizo en el pueblo de Soraje…mi mamá lo hizo desistir de
la compra del mismo, porque no había espacio donde tenerlo.

89
Arnaldo Guedez

Me daba tanta alegría verlo contento cuando mamá le decía


“Mira Jaime, Adriana hoy se aprendió dos lecciones de lectura
y quería que le diera más lecciones pero le dije que no! Que
son solo dos por día!…” Verle la cara de orgullosos a los dos me
hacía sentir feliz.
Los paseos domingueros a la playa, a la represa de El Tocuyo
eran cotidianos; me recuerdo de las tripas de los cauchos
inflables que se usaban para meterse uno dentro de ellos y
flotar! Esos no nos faltaron! Papá siempre decía “vamos a sacar
a los muchachos”, era un hombre muy dinámico, alegre y jovial,
de carácter no complicado, siempre le buscaba la solución a
todo, muy coherente en su pensamiento y en sus actos, con
una particularidad que siempre me llamó la atención, que
en momentos de dificultad, y con el objeto de sacarle a uno,
una expresión de alegría, le hablaba a uno cualquier cosa
relacionada con el tema, con un carácter de estricta sobriedad
que de pronto terminaba siendo un chiste que le hacía a
uno alivianar esas cargas emocionales y tornarlas en risa. En
la medida que la tipografía fue creciendo se generaban más
compromisos por lo cual la presencia de mamá dentro del
mismo era necesaria; mi madrecita hermosa salió a trabajar
estando yo en cuarto grado de primaria (hoy reconozco que
para mí en particular fue muy duro); mi mamá desempeñó un
rol muy dificultoso, pues llegar del trabajo y cumplir con las
labores que amerita un hogar eran muy fuertes y requirió de
mayor exigencia por parte de ella y colaboración por parte de
nosotros los hijos; siempre nos hizo ver el esfuerzo que los dos
como padres hacían (en mi sensibilidad de niña ya lo sabía).
Un día cualquiera teniendo yo aproximadamente 12 años y
de manera súbita, mi papá fue traído desde el trabajo a la casa
por tener un dolor si mal no recuerdo en el pecho (debió haber
sido una Osteocondritis Reactiva), fue así como se fueron

90
El editor en el horizonte

sumando todas las articulaciones una a una y así dio inicio la


historia de su enfermedad, que al año le fue concluida como
una Artritis Reumatoide, por dolores intensos pasaría, pero más
allá de eso su espíritu era de un roble, pero su alma era la de un
gran niño. Apasionado en todo y desesperado en quitarse los
dolores acudió a todos los “remedios caseros”, si le decían que
un diente de ajo por día era bueno para la enfermedad el se
comía una cabeza completa por día, si le decían que el aceite
de motor para los aviones era bueno pues él lo cumplía, que si
colocarse pringamosa en las articulaciones le quitaba el dolor
pues mi viejo hermoso una paliza en todo el cuerpo se daría
con la fulana pringamosa, error este, que le valió un año con
una fuerte Dermatitis por Contacto, así papá paso por la moda
del Agua de Mapurite, la Chuchuguaza, el Indio Desnudo,
Cartílago de Tiburón, Noni entre otros tantos.
Estando en bachillerato y siendo yo la última que aprendí a
cocinar (a los 14 años de edad) me recuerdo que hice una sopa
que era incomible, mi mamá no la comió y de paso me regaño,
pero mi papá? Me felicitó! Y hasta se comió 3 platos! Dijo que
estaba muy rica, pero yo sabía que no era así! Solo por verme
contenta…ese viejo era un ángel! Con el paso de los años y
estando en cuarto año de bachillerato empecé a trabajar por las
tardes en la tipografía, todo por iniciativa de mamá que decía:
“las muchachas tienen que aprender a trabajar… cómo es eso
que estén viendo novelas por las tardes?”; así que empecé a
trabajar en la carrera 24 con calle 28, donde está el Edificio
Doña Migue, fueron 4 años antes de entrar a la Universidad,
en esos años viví el profundo aprecio y respeto que le tenían
a mis padres, papá muy afín con la tertulia y allí muy cerca su
secretaria, su mano derecha… mi madre y mi hermano, de sol a
sol trabajando, creciendo juntos y amando lo que hacían, pues
solo con amor se puede ser próspero. Conforme el tiempo

91
Arnaldo Guedez

fue pasando, mis papás siempre tenían palabras de estímulo


en todos los momentos de dificultad propias de la juventud
la cual transitaba, me recuerdo una especial en la cual me
enfermé y hoy en día le doy profundamente gracias a DIOS
por no solo haber tenido a mis padres sino a mis hermanos
quienes para ellos fui y soy un cristal. El 15 de mayo del año
2000 en acto protocolar de mi Alma Mater (UCLA) recibí mi
titulo universitario, dirigí mi mirada a donde estaban mis
viejos y en una conexión divina con DIOS le di nuevamente las
gracias por haberme dado la bendición de tenerlos conmigo.
Mis padres orgullosos compraron las 180 fotos que tengo en
mi álbum de grado.
Un día cualquiera de un año cualquiera, fui percatándome
que mis viejos de pasos lentos (los de papá mucho más lentos
que los de mamá), se iban convirtiendo en roble…Si! En roble,
en uno solo, con sus troncos fusionados, bien enraizados;
debajo de ese único árbol que daba una gran sombra,
estábamos varios allí, protegiéndonos de la intemperie,
agarrando fresco, fui teniéndole respeto a ese gran árbol, fui
temiéndole también a que sus raíces se expusieran y lo hicieran
débil, fue así como empecé por largo tiempo a disfrutar de un
beso que le daba todas las mañanas a mamá y a papá. Tuve
la gran dicha en que aproximadamente 15 días antes que
mamá partiera hacia otros horizontes donde la dicha es eterna
y tuviera una hora de conciencia siendo aproximadamente
las 2 y 30 am y entre la pared que dividía al cuarto donde
estaba papá y el cuarto donde estaba mamá, mi viejo le dio
una hermosa Declaración de Amor y mi madrecita hermosa
le contesto con palabras cortas, un YO TAMBIEN TE AMO! Mi
hermosa Dulce María partió ante el dolor inconmensurable de
mi padre, poco tiempo después de ese roble salió un colibrí en
un vuelo vertical y sin titubeos a buscar el néctar que lo había
acompañado en sus 49 años y 7 meses exactos de casados

92
El editor en el horizonte

a celebrar las Bodas de Oro en el cielo; hoy en día quedaron


plantadas las raíces de ese roble y siguen bien enraizadas,
en nosotros los hijos y a los hijos de los futuros hijos, dando
sombra a nuestras descendencias, enseñándoles el Amor,
Humildad, Rectitud, Trabajo, Constancia y todos los valores
que nos fueron inculcados. En mi mente los imagino felices,
trabajando en el cielo, haciéndole folletos, trípticos, dípticos,
revistas y libros a la Casa de Dios.
Simplemente Gracias Dios por haber tenido a unos padres
maravillosos, gracias a ustedes quienes lo conocieron por
dedicarle un homenaje a mi padre y con ello a su fiel secretaria,
mi madrecita hermosa.

93
Arnaldo Guedez

94
El editor en el horizonte

95
Arnaldo Guedez

Familia Jaimes Hurtado en un paseo familiar

96
El editor en el horizonte

Un padre y amigo especial


Luis Alberto Jaimes Hurtado

Mi padre fue y será por siempre el hombre más noble, el


mejor ejemplo para sus hijos, el amigo incondicional y el esposo
perfecto que puede tener una mujer como mi madre.
Con mi padre compartí los mejores momentos de mi vida
tanto en la infancia, adolescencia y también ya como un hombre
adulto.
Son tantos los recuerdos y anécdotas que tengo con mi
padre que en estas breves líneas quiero compartir con ustedes.
La primera vez que entro en una imprenta fue por el año
1974 cuando apenas tenía 8 años de edad y eso fue en la
Librería Vogue, su dueño era el señor Nelson Leyva, jefe y
amigo de mi padre. Un recuerdo que tengo de esa librería es
que en la entrada del local había una vitrina que todo el tiempo
estaba llena de dulces criollos, también habían entre sus vitrinas
juguetes de los mejores que podían existir para la época y libros
tanto de estudio, como libros de lectura, en donde mi papá
trabajaba era como un mundo mágico y un niño como yo lo veía
cómo un sueño que se convertía en realidad, donde tomaba
con cariño un juguete o un libro pequeño de cuentos que me
lo suministraba el dueño para que jugara o me sentara a leer.
Cuando ya mi padre se propone junto a su compadre Fran-
cisco Ortiz un músico tocuyano a fundar la primera imprenta la
cual se llamaba Impresos Fénix, recuerdo que estaba ubicada
en la calle 29 entre 18 y 19 a media cuadra y desde ahí nos íba-
mos mi papá y yo caminando con los pliegos de papel hasta

97
Arnaldo Guedez

la carrera 21 entre 29 y 30 donde está la imprenta de razón so-


so
cial Tipografía Barquisimeto, quien la administraba era el señor
Daza, conocido por mí como el “Chuco Daza”, era donde mi pa-
dre le solicitaba el servicio de corte de papel ya que para esos
momentos no tenían maquinaria de corte para los pliegos de
papel, después de cortados los pliegos y llevados a los tamaños
que se necesitaban mi padre se llevaba en hombros la gran can-
tidad de material cortado y yo llevaba en dos bolsas los tamaños
más pequeños y de menos pesos debido a mi temprana edad.
Al tiempo de tener fundada Impresos Fénix, mi padre y su
compadre deciden separar la sociedad y es cuando mi padre
en conjunto con mi madre por allá en el año 1978 compra una
imprenta que estaba recién fundada y la cual se la vendió un
amigo de él llamado Reinaldo Mora y la imprenta se llamó
Tipografía Horizonte.
También recuerdo con mucho agrado que todos los
domingos, salíamos como a las 7:00 a.m. para las canchas de
fútbol del Liceo Javier, Politécnico, la del Básico, La Carucieña
(Garabatal), etc. a jugar las caimaneras que compartía con varios
amigos y compañeros del deporte que más le gustaba.
Una de varias anécdotas que recuerdo es que un día
veníamos y eran como las 12:30 p.m de la tarde y en donde
queda el Domo Bolivariano que fue construido para las juegos
Bolivarianos del 1982 quedaba una cancha de béisbol, ahí se
encontraba un raspadero (vendedor ambulante de raspados
a base de hielo y colorantes) donde nos comimos varios de
ellos hasta saciar nuestra sed del sol inclemente que habíamos
llevado desde muy tempranas horas en la cancha del Básico y
cuando salimos de ahí nos montamos en el carro, mi padre y yo
sí podíamos reírnos debido a que el estómago lo teníamos muy
frio de tantos raspados que comimos.

98
El editor en el horizonte

También recuerdo que no podía tener un día libre de estudios


porque no veía el momento de estar al lado de mi papá.
Para el año 1979 se fundó la Liga Empresarial de Fútbol del
estado Lara, para la cual mi padre fundó un equipo que llevaría el
nombre de Tipografía Horizonte y era donde más disfrutábamos
estar juntos él y yo todos los fines de semana.
Ya para el año 1982 me gradúo de bachiller y tomo la decisión
de irme al lado de mis padres a trabajar el arte que conocí por
ellos y del cual me enamoré con todo mi corazón.
Mi mundo se rodeaba entre la imprenta y el deporte con
mi padre, también mi papá y yo íbamos a trotar; en una época,
formó parte de un grupo de hombres mayores, donde había
un amigo que se llama Agustín Muñoz, al igual que él estaba
dedicado al mundo de las artes gráficas el poseía un fotolito
donde procesaban las planchas para la impresión, cada vez que
era la cita para trotar todos se reunían a las 6:00 a.m. para salir
desde las Colinas de Santa Rosa.
Mi padre siempre tuvo la inquietud de encaminarnos por el
lado de ser hombres y mujeres de bien, siempre nos inculcó la
honradez, el amor a la familia, el amor al prójimo y los principios
morales que debe poseer cada ser humano.
Me viene un recuerdo de muy temprana edad. Un día de
viaje con mis hermanas y mis padres para la ciudad de Cúcuta
entrando a la ciudad de Barinas, nos pregunta: ¿Quieren
almorzar? Y mi hermana Diana le responde: Sí papá porque de
aquí en adelante esto es puro monte y culebra; eso le cayó a mi
papá con mucha gracia y cada vez que íbamos para Cúcuta
siempre se acordaba y repetía la frase dicha por mi hermana.
Mi padre a pesar de sufrir a muy temprana edad (38 años) de
artritis, nunca dejó de hacer deporte y tampoco fue un hombre
que se considerara limitado por tan terrible enfermedad, al

99
Arnaldo Guedez

igual que su carácter nunca le cambió así tuviera los dolores


más intensos, siempre fue muy jocoso y con un chiste siempre
a flor de labios.
Después de que mi padre asume que no podía dedicarse al
fútbol y al trote, toma la decisión de empezar con el ciclismo y
empieza el solo a montarse en una bicicleta con ayuda de mi
mamá y mía, al igual me le sumó por unos dos o tres años y
después él se une a un grupo más grande y duró otros tres años
más con ellos y después se retira y se dedica por cuenta propia
alrededor de unos cuatro o cinco años, utilizando este medio de
distracción como fuerza para seguir adelante y no darle tregua
a la enfermedad.
De mi padre tengo muchos recuerdos y anécdotas que contar
pero no alcanzaría el tiempo para poder seguir contándoles.
Por siempre lo tendré en mi mente y mi corazón. Gracias por
tus mejores enseñanzas y al amigo que siempre tuve, siempre
fiel a nuestra amistad…
Te recordare por siempre
Bendición papá.

100
El editor en el horizonte

101
Arnaldo Guedez

Leticia Díaz, abuela de Alberto Jaimes Parada

102
El editor en el horizonte

“Cuando sepas que he muerto, di sílabas extrañas.


Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta;
No dejes que mis labios hallen mis once letras
Roque Dalton”

Fidelina Parada de Jaimes, Edad 98 años


(día 24/09/2016):

- Jaimes nació el 21 de noviembre del 1942 en Cucutilla,


en la vereda Marquesa porque esa es como contemplar
una calle actual, le digo a usted, eso es una fracción que
hay desde un puente de una quebrada, era de unos
cuatro dueños que habían en la vereda que era un señor
llamado Hermógenes Suárez, que era un vecino de
nosotros, el otro que correspondía a don Pablo Parada
y la otra era de su tío Sandalio, mi difunto esposo era de
Pamplona y yo soy de California de Santander del sur.
- Mis hijos son: Alberto(†), Alicia, Félix(†), Graciela, Nelly(†)
y Emilce y un hijo que tenía mi esposo Isidro(†) el cual
se llamaba José Ignacio (†) y que todo el mundo hasta
nosotros lo llamábamos Manuel.
- Nos dedicábamos al cultivo, agricultura en una finca
de café y cría de animales. Nos vinimos a la ciudad por
asuntos de la política, estaba gobernando Laureano
Gómez que era un hombre conservador cuando recibió
el mando se hizo un criminal y persiguidor de los que
éramos liberales, para ese tiempo el padre de la iglesia
era Fernando Cárdenas, y en ese tiempo que mandaron

103
Arnaldo Guedez

los conservadores los liberales fueron perseguidos y


hubieron 20 muertos, debajo del palo que yo le digo
a usted del chaman, lo recogieron a algunos todavía
vivos y los enterraron en un hueco, los mataron por ser
liberales, mucha gente murió…Hubo cantidad inmensa
de muertes y allá quedó la finca que papá compró.
Isidro y nosotros después, le vendimos a un hermano
de él que no pagó ni se sabe qué se hizo.
- Luego de desplazados dormíamos debajo de un pie de
una mata de plátano en una piedra que era un hábitat
de los indios, duramos dos años durmiendo debajo
de esa piedra que era muy inmensa. En ese momento
la familia eran dos Alberto Jaimes y el tío Manuel,
luego escondidos llegamos a Cúcuta a vivir porque
teníamos una plata allá producto de las ventas en la
finca, cogíamos café anual y vendíamos por cantidades,
porque esa finca botaba plátano, yuca, mejor dicho
era una finca muchísimo activa, tenía 30 gallinas que
no dejaban de poner. El abuelo se dedicó al comercio,
trabajó en la cervecería, se hizo amigo del señor don
César, era el gerente de la cervecería, entonces mi
esposo fue a trabajar la Cervecería Bavaria y ahí ganaba
como que era 2,50 o 3,50 pesos diarios o una cosa así,
pero era lo que se ganaba.
- Los niños no hacían nada porque eran muy pequeños
Manuel 5 y Alberto tenía 2, luego cuando completó
los 3 años yo lo anote en la escuela de San Miguel para
que aprendiera primero la educación pero tan de mala
que no lo pude tener ahí solo año y medio, después
por la misma sinverguensura de la política, estaban dos
muchachos, unos que liberales y otros conservadores y
se daban pescozones por eso y a él lo escalabraron y por

104
El editor en el horizonte

eso no volvió a la escuela, por la sencilla razón de que


sus padres fueran liberales. El a los 7 años se dedicaba
a estudiar había una señora que le daba unas lecciones
por ahí, le daba lecciones por ratos cortos y allí aprendió
medio. Un día él cuando ya estaba más formado como
Manuel que sí ya había estudiado en Cucutilla porque
a él lo tuvimos 2 años en estudios en colegio, allí
pagaba. Cuando ya se acabó esa sinvergüensura de ser
perseguidos por ser liberal, allí sí nos quedamos a vivir
en Cúcuta en 1947 y fue cuando compramos la casa y
ya para el año 1948 fue que ya del todo nos radicamos
en Cúcuta.
- Yo no sé a qué edad empezó a trabajar, yo no me
acuerdo, se dedicaba a hacer mandados como llevar
comida a los trabajadores a mediodía, por eso le daban
50 centavos, le llevaba el almuerzo a su papá y a un
amigo José Ulacio, porque trabajaban en la Cervecería
Bavaria. Trabajó como ayudante de mecánico pero no le
gustó y su primer trabajo fue cargando resmas de papel
estando muy niño de aproximadamente de 10 años.
Cuando ya se hizo un adolescente a los 13 años, ya tenía
3 años largos trabajando en la tipografía, él no trabajaba
en las máquinas, pero trabajaba en una banqueta
haciendo los trabajos, despachando recibos para los
que mandaban a hacer trabajos, todo eso era lo que
él hacía, ya cuando tuvo 13 años, don Manuel Lazcano
lo pasó a trabajar de aprendiz de cajista (componedor
tipográfico) y él tenía mucha agilidad con sus manitos
y entonces don Manuel lo ayudaba para que él supiera
cómo trabajar el arte de la composición tipográfica, una
de las cosas que me acuerdo fue un día que fui a visitar
a mi hijo y escuché cómo el señor Manuel le decía “no
papito, así no levante eso, mire póngase así y mire” y él

105
Arnaldo Guedez

le hacía mucho caso. Cuando él se fue de ahí de donde


don Manuel Lazcano ya él trabajaba levantando letrillas,
entonces él fue a trabajar con el señor Víctor Giménez
y fue ahí donde se hizo como profesional en ese arte.
Al cumplir los 15 era profesional en el área y sale con
el señor don Manuel Lazcano para Barquisimeto. La
picardía de él era que había una china (muchacha) que
se enamoró de él porque era inteligente, entonces don
Manuel me dijo que iba a llevarse al niño porque era
muy hábil y que él lo iba a meter en la tipografía, las
leyes no lo dejaban porque era muy niño, y de manera
que fuera lo metería en la imprenta y lo hizo pasar como
hijo de él para que él se quedara perfectamente sin que
nadie lo molestara y así fue. Él dijo que llegaba la justicia
y le preguntaban ¿y ese niño qué? Él respondía ese
niño es un maestro en la tipografía y es mi hijo. Todos
los miércoles la justicia volvía a llegar y decía lo mismo.
Cuando él pensó casar al chino con la muchacha, como
lo dijo mi hijo, ya él tenía nociones de trabajar el arte,
entonces sin que se diera cuenta don Manuel, él fue y
le dijo a la señora que le estaba enseñando en letras,
que estaba un señor planteándole no sé qué, y que
él no estaba de acuerdo porque estaba muy niño y la
muchacha estaba de 25 años y él tenía miserables 15
años y no podía cometer semejante error, entonces
¿qué más podía hacer?
- Porque ya un día antes de irse yo lloré casi todo el día
(llanto), yo lloraba y no comía nada, solo pensaba que
un niño de tan tierna edad que me lo quitaran y que
para Venezuela, cuando llegó don Manuel y me dijeron
que se iba a llevar a Alberto mañana, pero solo se lo
llevaba por unos 15 días para distraerle la atención a
don Víctor, yo le dije que el niño no se lo podían llevar

106
El editor en el horizonte

porque el niño no tenía ni carnet a su nombre. Que me


lo traerían en 15 días y yo lloré, lloré y no tenía vida,
era llorar, llorar y entonces un día llamé a don Teodoro
y le dije; ay don Teodoro que me aconsejaría usted
con esto que pasó con mi hijo Albertico, se lo llevaron
para Venezuela, dígame qué puedo hacer yo, si yo soy
una persona que para el gobierno soy perseguida y
entonces se lo tenía que entregar a ellos. Entonces lo
pasaron en una máquina de tipografía para Venezuela.
Cuando ya pasaron 2 meses le dije a un señor y le conté
todo mi drama: ¡y él que era mi único hijo, varón!

De pie su hermana Graciela, sus sobrinas Kathely, Tiany y Sandra.


Sentadas su madre Fidelina y su hermana Carmen Alicia

107
Arnaldo Guedez

108
El editor en el horizonte

109
Arnaldo Guedez

Fidelina Parada de Jaimes, madre de Alberto Jaimes

110
El editor en el horizonte

Entrevistas realizadas por Luis


Alberto Jaimes (hijo) a las hermanas
del Sr. Alberto Jaimes (padre) el día sábado
24 de septiembre de 2016 en Colombia
Grabación: Tía Chela

Entrevistador: Bueno tía, aquí está, empiece. Ya va que a mi


tía como que se le trancó la garganta un poquito, vamos a
esperar que le pase un poco, ya que ella se sienta un poco
dispuesta a hablar.

Tía Chela: Cuando yo empiezo a trabajar, mucho antes de que


él me regalara todas las semanas 50 pesos, yo le lavaba las
medias y los pañuelos y con eso compraba yo para día de
las madres los regalos. Y él era muy cumplido y yo lo veía
salir todas las mañanas temprano a trabajar, se iba a pie.
Y otro, que él llegaba en las noches y era muy casero, se
encerraba a leer esas novelas, que eran así, pequeñitas. De
puras letras. Él no era callejero ni nada, siempre encerrado
y juicioso porque yo nunca lo veía que él se reuniera con
amigos ni nada. Su amigo que él tuvo siempre era: Carlos
Aldana y el otro amigo, no me acuerdo cómo se llama este,
ah Álvaro Gallito, que le decían gallito, y otro es Chonto, el
hijo de la señora María, José Ignacio. Ellos eran sus amigos
y siempre que me lo preguntaban: y que Alberto, y que
Alberto. Y otra cosa que yo sentía mucha tristeza cuando
yo escuchaba la canción… (Sollozos)

Entrevistador: ¡Ah mundo Barquisimeto! Bueno Arnaldo,


entienda que mi tía está un poquito sentimental, pero esta

111
Arnaldo Guedez

es parte de la historia y la voy a cortar porque de verdad


está ahorita llorando mucho.
(Pausa de grabación)
Entrevistador: Bueno, en el año que mi papá llegó a Venezuela
fue el 6 de enero del año 58, unos días antes de que cayera
el gobierno de Marcos Pérez Giménez. Claro, con la persona
que estaba hablando ahorita que es una de sus hermanas
mayores no pudimos seguir la conversación. Pero entre las
cosas que me cuenta ella dice que era muy buen hermano,
el cual las quería mucho, que eran sus hermanitas. Porque
él realmente, aparte de ella mi papá tiene otros hermanos,
pero sus hermanas más allegadas fueron mi tía Alicia
y mi tía Graciela Jaimes debido a que con ellas fue que
compartió más antes de emigrar para Venezuela, Más
adelante, seguiremos grabando.
(Fin de grabación)

Grabación: Tía Chela 2

Tía Chela: Me he tropezado y he botado el almuerzo que le


llevaba a mi papá a donde él trabajaba y cuando llegué a la
casa mi mamá se ha enterado y empezó a darme una pela
y en ese momento llegó mi hermano: “Mamá, mamá no le
pegue más a mi hermana” (Entre sollozos) y él fue el que no
dejó que me pegara más. Y en una ocasión todavía estaba
soltero él. Él vino a Cúcuta, y él nos compró ropa y zapatos
a Alicia y a mí.
Entrevistador: ¿El fue buen hermano, cariñoso y siempre al
lado de ustedes?
Tía Chela: Sí claro, también buen hijo y buen amigo.

112
El editor en el horizonte

Entrevistador: Lastimosamente la familia se tuvo que


dispersar por situaciones pues, de la vida.
Tía Chela: En una ocasión me dijo: “Mire chela, pregúntele
a Víctor Jiménez que cuánto gana un cajista? Cuánto
cobra un cajista? que le recuerde que yo era un pibe que
trabajaba con él”, sí yo le pregunté a Víctor Jiménez, yo no
me acuerdo cuánto me dijo que gana un cajista, eso fue
hace muchos años. Y mi hermano, me dijo en una ocasión
que él tenía pensado venirse para Cúcuta, claro pero eso
fue antes de casarse y así nunca más él volvió a mencionar
su retorno fijo a su país.
Entrevistador: ¡Hasta que se enamoró!
Tía Chela: Hasta que se enamoró y consiguió su princesa.
Entrevistador: Gracias.
(Fin de grabación)
Sra. Dulce María, su princesa

113
Arnaldo Guedez

Grabación: Tía Alicia

Tía Alicia: Bueno, yo me acuerdo que cuando mi hermano


vino, para fecha que no me acuerdo muy bien. Él nos
compró unos vestiditos azules muy bonitos aquí con…
Entrevistador: ¿Estaban muy niñas?
Tía Alicia: Sí, niñas. Y entonces él nos mandó a hacer unos
zapatos blancos y nosotros nos pusimos eso, eso fue
mucha alegría la mía de ver que era lo que mi hermano
había comprado, pero así no me acuerdo más nada porque
cuando él vino esa vez me acuerdo que yo vendía por
Miraflores no más, pero no me acuerdo de algo más, estaba
muy niña. Y esa cosa que nos regaló él, me dio una alegría
tan grande….
Entrevistador: ¿Tendría usted cómo qué edad: 7 años, 8 años
o 10 años o más pequeña todavía?
Tía Alicia: Estaba muy pequeña, no me acuerdo sobrino.
Entrevistador: ¿Usted vio cuando mi papa se fue a los 15 años,
cuánto tiempo pasó?
Tía Alicia: ¡Uy bastante tiempo para volver a venir! y esa cosa
y cuando él vino dijo –Yo venía a quedarme con ustedes,
pero, que desilusión tan grande que me llevo, verlas a
ustedes solas con mi papá- Pero, no, más nada, eso.
Entrevistador: Bueno tía, ese aporte también es importante.
Bueno, gracias tía.
Tía Alicia: Bueno, Dios me lo bendiga.

114
El editor en el horizonte

115
Arnaldo Guedez

Isidro Jaimes, padre de Alberto Jaimes

116
El editor en el horizonte

A mi amigo
Por Germán Rojas

Quiero hacer un paréntesis en mi quehacer diario para


recordar lo que fue y significó para mí el inicio de una amistad
fraterna y sincera como fue la de Alberto Jaimes un cucuteño
insigne, amigo leal y de un corazón como ninguno: fue a
principios del año 1961 cuando él trabajaba en la Tipografía
Lazcano que nos presentaron para aquel entonces un amigo
de la familia llamado Marcos Hernández.
Todo empezó cuando éramos unos muchachos y
empezamos a jugar en el equipo de fútbol Juvenil del Liceo
Lisandro Alvarado y cuya parte de sus integrantes éramos
entre otros Member Méndez, Ricardo Longoria, los hermanos
Carrera, Rafael y Emisael y yo, ese fue el inicio de nuestra
amistad que perduró a través del tiempo, como al año le
brindamos en casa de mi familia residencia y la cual estaba
situada en la carrera 25 entre calles 24 y 25 de donde creció
nuestra hermandad y dejó tantos recuerdos y anécdotas como
cuando nos íbamos a jugar billar en el Colombo de la avenida
20 entre calles 30 y 31, regresábamos de madrugada a la casa,
otro de mis recuerdos fue cuando reforzamos al equipo de la
Técnica Industrial y fuimos a jugar con el equipo de la Colonia
Tovar, nos llevaron en un autobús del ejército y cuando
llegamos nos dijeron que no teníamos vida con el equipo
pues eran puros hijos de los alemanes dueños de las parcelas
de allá, muchachos de una estatura muy alta; más sin embargo
ganamos 2 por 1 con un gol mío y otro de Ricardo Longoria.

117
Arnaldo Guedez

Tengo muchos recuerdos y anécdotas que contar pero por


falta de tiempo no puedo escribir.
En estos momentos de tantos amaneceres nada más
oportuno para subir a esa atalaya del tiempo y mirar satisfecho
tú obra de buen ciudadano, especial esposo, padre y mejor
hijo, títulos propios del seno familiar al cual dedicaste todos
tus esfuerzos de la vida, quienes te conocimos desde hace
mucho tiempo nos sentimos orgullosos de haber contado con
tu amistad y estima, que Dios te tenga en su santa gloria junto
con tu amada esposa.
Su amigo y hermano de toda la vida

118
El editor en el horizonte

Arriba de izquierda a derecha: Dulce María Hurtado de


Jaimes,Germán Rojas y Alberto Jaimes Parada en compañía
de los padres de Germán Rojas

119
Arnaldo Guedez

120
El editor en el horizonte

En memoria de Alberto Jaimes


Por Daniel A. Duque M. y Familia

Fue mi primer encuentro a pedido de Miguel Aizpurua, con


fines comerciales, con quien tuvo una relación más estrecha ya
que participaban en la actividad deportiva del Futbol.
A primera vista la impresión que recibí fue de una atención
especial y disponibilidad para intercambiar palabras llenas
de mucho entusiasmo por la vida por las cosas que hacía
y de allí surgió la amistad sincera que une a los hombres de
buena voluntad. De la misma forma su narrativa de su vida los
caminos y su procedencia lo hizo con espontaneidad y fluidez
de sus raíces así como también la llegada a Barquisimeto.
En las palabras que intercambiamos se descubrió la Familia
de los Rojas con quien tenemos relaciones que nos llevaron
a la amistad que tenía con José Luis Rojas y su familia con
ello se hizo presente la afiliación de Estella como sobrina de
José Luis Rojas a quien bautizó Alberto todo el tiempo que
se dio el intercambio de amistad llamándola “Aurita” muy
cariñosamente.
Su jovialidad, sinceridad y sus expresiones nos condujeron
a considerarlo como un hombre bueno a cabalidad. La amistad
se extendió con la relación tan bonita con la Sra. Dulce y sus
hijos de los cuales hemos recibido expresiones de cariño y a
quienes les hemos correspondido también.
Daniel Enrique Duque Rojas, hijo mayor de la familia

121
Arnaldo Guedez

tuvo la oportunidad y con mucho agradecimiento, de


complementar su experiencia de vida en una pasantía que
realizó en el antiguo taller, donde se observó una organización
altísima con profesionalismo y camaradería entre los que allí
participaron, siendo la Sra. Dulce la madre de todos nosotros
y el apoyo de su Sr. esposo Alberto, además de sus consejos y
métodos de trabajo de quien tengo recuerdos inmemoriales.
Daniel Enrique afirma con mucha ponderación como un padre
consejero, jocoso, preocupado por todos y respetuoso.
Los recuerdos de la Sra Dulce y Alberto los tenemos vivos,
aun cuando con su ausencia, no los olvidamos, ellos están
observándonos y creyendo en cada uno de nosotros como lo
hicieron en vida.
Barquisimeto, 04 de octubre de 2016.

122
El editor en el horizonte

Anexos

123
Arnaldo Guedez

124
El editor en el horizonte

125
Arnaldo Guedez

126
El editor en el horizonte

127
Arnaldo Guedez

128
El editor en el horizonte

129
Arnaldo Guedez

130
El editor en el horizonte

Equipo de Fútbol Los Buffalos FC

Equipo de Fútbol Tipografía Horizonte, C.A. Año 1979

131
Arnaldo Guedez

La familia en el patio de su casa

132
El editor en el horizonte

De izquierda a derecha Emilce Jaimes Parada con su nieta Karen


Valentina Valencia Medrano y su hija Johanna Medrano Jaimes

133
Arnaldo Guedez

Al centro Carmen Alicia Jaimes de González con su esposo José


Inocencio González y la hija de ambos, Carmen Alicia.

134
El editor en el horizonte

135
Arnaldo Guedez

136
El editor en el horizonte

BIBLIOGRAFÍA
Acosta, Miguel (1961). Estudios de la Etnología Antigua de
Venezuela. Ediciones de la biblioteca de la UCV. Caracas-
Venezuela.
Báez, Fernando. (2004). Historia Universal de la Destrucción de
los Libros. Edi. Mervin. Caracas-Venezuela.
De Cervantes. (2005). Don Quijote de la Mancha. Edi. Alfagura.
Caracas-Venezuela.
_____Varias automonografías de El Tocuyo.
Querales, Ramón. (1998) Antecedentes Históricos y el estudio
de su producción en el Estado Lara. Edi. Horizonte.
Barquisimeto -Venezuela.
Febres, Tulio. (1959). Tres siglos de imprenta y cultura
venezolana. Edi. UCV. Caracas-Venezuela.
Flores, Germán. (2008). Apuntes de la historia y la cultura. Edit.
CEC. Caracas-Venezuela.
Guedez, Arnaldo. (1997). Valores una nueva educación. Edit.
Romor. Caracas-Venezuela.
_____TEBAS, Colección. (1995). El libro de escuela en
Venezuela. Edi. Jema. Caracas- Venezuela.
Sequera, Carmen y otros. (1997) Lunerito II. Edit. Romor.
Caracas-Venezuela.
_____Revista el País. (S/F) Así era el mundo, así éramos
nosotros. España.
Ross, Val. (2006) No puedes leer esto. Edi. CEC. Caracas-
Venezuela.

137
Arnaldo Guedez

Uslar, Arturo. (1959). Sumario de la Civilización Occidental.


Edit. Edime. Caracas-Madrid.
_____Varios autores. (1945). Monografía de El Tocuyo. Inpre.
unidos Caracas- Venezuela.
Veracoechea, Ermila. (1995). El Tocuyo en el Siglo XIX y
Comienzos XX. Italagrafica. Caracas-Venezuela.

COLABORADORES
Arnaldo Guedez
Flora Ovalles
Armando González
Carlos J. Morillo
Jesús E. Barrios
José Santana
Carlos Angulo
Alberto Pérez Larrarte
Marco A. Ghersi
Cruz Ramón Galíndez
Diana Jaimes
Adriana Jaimes
Luis Alberto Jaimes
Germán Rojas
Daniel A. Duque

ENTREVISTADOS
Fidelina Parada de Jaimes (madre del Sr. Alberto Jaimes)
Graciela Jaimes (Tía Chela, hermana del Sr. Alberto Jaimes)
Alicia Jaimes (hermana del Sr. Alberto Jaimes)

138
El editor en el horizonte

INDICE
DEDICATORIA......................................................................................5

PRÓLOGO..............................................................................................7

CAPÍTULO I
Artesano de la palabra impresa
ALBERTO JAIMES
Por Arnaldo Guedez.............................................................................15
Por Flora Ovalles....................................................................................25
El horizonte de la humildad
Por Armando González - Carlos J. Morillo.....................................29
Tipografía Horizonte
ALBERTO JAIMES
Por Jesús Enrique Barrios....................................................................37
ALBERTO JAIMES PARADA:
honestidad, solidaridad y trabajo
Por José Santana....................................................................................41
Sr. Jaimes y la imprenta
Por Carlos Angulo..................................................................................45
Don Alberto Jaimes, impresor de los afectos
Por Alberto Pérez Larrarte...................................................................53
El ilustre editor
Por Marco A. Ghersi...............................................................................61
ALBERTO JAIMES: Editor para recordar
Por Cruz Ramón Galíndez....................................................................67

139
Arnaldo Guedez

Cuento del colibrí


Por Arnaldo Guedez.............................................................................73

CAPÍTULO II
TESTIMONIOS

ALBERTO JAIMES PARADA: una vida


Por Diana Jaimes....................................................................................77
Por Adriana Jaimes.............................................................................89
Un padre y amigo especial
Por Luis Alberto Jaimes Hurtado.......................................................97
Testimonio de Fidelina Parada de Jaimes.................................103
Entrevistas a Graciela y Alicia Jaimes
Por Luis Alberto Jaimes Hurtado.....................................................111
A mi amigo
Por Germán Rojas..................................................................................117
En memoria de ALBERTO JAIMES
Por Daniel A Duque M. y Familia.....................................................121

ANEXOS...................................................................................123
BIBLIOGRAFÍA.....................................................................137

140
El editor en el horizonte

141
Arnaldo Guedez

Este libro se terminó de imprimir en el taller


de Editorial Horizonte, C.A. en la ciudad de Barquisimeto,
Estado Lara. República Bolivariana de Venezuela

142
El editor en el horizonte

141
El editor en el horizonte

141

Você também pode gostar