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GLOBALIZACIÓN Y REGIONALIZACIÓN (✴)

En una economía globalizada, el regionalismo se ha constituido en el mecanismo al que


recurren los gobiernos para orientar su integración económica, promover su desarrollo
interno e insertarse en el sistema internacional.
El "Regionalismo Abierto", aplicado a los acuerdos de integración suscriptos por
América Latina en las últimas décadas -de lo que el MERCOSUR es un ejemplo-, en los
que
la liberación regional del comercio representa sólo un primer paso hacia una liberalización
generalizada, se ha constituido en una fórmula de adecuación pasiva "frente a la creciente
vulnerabilidad del área".
Este regionalismo de "nueva generación" conjuntamente con el "modelo de ajuste
estructural" implementado por nuestros países, lejos de constituirse en un instrumento de
desarrollo y de protección de sus miembros frente a los riesgos de todo orden generados
por la globalización, maximizando su capacidad de acción a nivel mundial, resulta
funcional
a las economías de mercado y a los sectores tras nacionalizados que operan en ella,
profundizando la brecha entre los países, las regiones y los sectores más vulnerables.
Confrontando más que integrando.
El modelo MERCOSUR de integración -centrado en el mercado, sustentado
teóricamente en el neoliberalismo y encuadrado en el "regionalismo abierto", no obstante
sus avances en el comercio internacional y en el flujo de inversiones extranjeras directas,
en
la práctica, no ha contribuido a resolver los problemas de desarrollo interno ni la creciente
vulnerabilidad externa de la región. Muchos de los cuales inclusive se han agudizado con
el
transcurso del tiempo.
(✴) Este trabajo constituye un avance del Proyecto Interdisciplinario de Investigación sobre
"Vulnerabilidad de las economías regionales frente al proceso de integración del MERCOSUR"
-aprobado por Resolución del Consejo Superior de la U.N.R. Nº 284/2001-, a realizar en el bienio
2001-2002. Forman parte también del equipo a cargo de este proyecto, los investigadores Silvia
Cloquell, Irma Rosa, Juan Pablo Angelone y Gloria Cignacco, contando a su vez con la asistencia
de las Licenciadas María E. Garfi, Jorgelina Hiba, Graciela Zapata y la Est. Martina Elías.
Sextas Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y Estadística, noviembre de 2001.
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Iris Mabel LAREDO
Sergio Ramón DI PIETRO
Escuela de Graduados y Extensión Universitaria
GLOBALIZACIÓN Y REGIONALIZACIÓN.
Globalización. Orígenes y desarrollo
El proceso de globalización y de interdependencia creciente entre las naciones no
constituye en realidad un hecho nuevo, aunque sí lo es su expansión y consolidación en
las
últimas décadas, motivada fundamentalmente por la revolución tecnológico-científica sin
prececedentes operada a escala mundial y por las transformaciones generadas por ella.
Lo
que afectó decisivamente tanto a los modos de producción como de acumulación del
capital
y a la organización y gestión de las empresas y del trabajo.
Las nuevas tecnologías: electrónica, informática, biotecnología, genética,
comunicaciones, han contribuido decididamente a la unificación del mercado planetario
(vía
eliminación de las barreras al comercio de bienes y servicios y a las transferencias de
fondos externos) y, también, al fortalecimiento y expansión de las empresas
transnacionales
y a la formación de un sistema financiero mundial global (núcleo de la globalización).
Los efectos más visibles de estas transformaciones se visualizan en el aumento
exponencial del comercio internacional y de las inversiones externas directas -causadas
por
la creciente interpenetración entre las economías y las finanzas internacionales-, que
superaron ampliamente a la producción de bienes y servicios (1).
No obstante, cabe señalar, que prácticamente las 2/3 partes de ese comercio
internacional en permanente aumento se hallan en manos de las empresas
transnacionales
que lo realizan a través de transacciones intrafirma e interfirmas (representando alrededor
de 1/3 cada una), quedando sólo 1/3 restante reservado al comercio libre. Debido a este
proceso, las empresas transnacionales son las que fijan los precios.
A su vez, las inversiones directas de las empresas transnacionales en el exterior han
superado ampliamente al comercio, como factor determinante de la globalización (2).
Los cambios tecnológicos operados han afectado no sólo al comercio exterior, a las
inversiones extranjeras directas y al movimiento de capitales, sino también a la
producción,
al empleo y a la calidad de vida de franjas cada vez más amplias de población, generando
desequilibrios al interior de los países y de las empresas y entre los países y las
empresas
(3).
No sólo se globalizan los mercados y las inversiones. Esto también sucede con las
desigualdades sociales, el desempleo, la pobreza, las agresiones al ecosistema,
generando profundas asimetrías entre las distintas regiones y los distintos sectores
sociales,
difíciles de mitigar.
Las desigualdades se acentúan a medida que se avanza en el proceso de globalización,
acompañado por la adopción del paradigma neoliberal que reina en el mundo actual, en el
que el Estado baja notablemente su perfil y deja librada la producción y la distribución de
los
recursos a las fuerzas del mercado.
Tanto los condicionamientos económicos y tecnológicos, como los ideológico-políticos
predominantes contribuirán a profundizar las asimetrías por el desigual reparto de la
oferta
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educativa, de las oportunidades de trabajo y de ascenso social y de la asistencia médica.
De
ahí que se afirme que la globalización actual, al mismo tiempo que universaliza, margina;
que mientras por un lado concentra, por el otro excluye, produciendo fracturas profundas
entre quienes participan y quienes quedan al margen de la revolución tecnológico-
científica,
ensanchando la brecha entre incluidos y excluidos, y aumentando la desigualdad en los
niveles de ingreso y de bienestar entre unos y otros (4).
El Informe de Desarrollo Humano del PNUD (1999), nos dice que el 25 % de la
población mundial está por debajo de la línea de pobreza, con menos de un dólar per
cápita
por día (5).
Ahora bien, desde que existe entre las naciones un sistema económico, el marco
internacional ha influido siempre sobre el desenvolvimiento de los países. La acumulación
de capital, el avance tecnológico, la asignación de los recursos productivos, el crecimiento
económico, el empleo, el equilibrio del nivel de precios, la distribución del producto social
y
los equilibrios macroeconómicos están, efectivamente, vinculados a los avatares de la
actividad a nivel internacional.
Es decir, la existencia del nexo entre la economía de un país y el resto del mundo
equivale a resolver interrogantes específicos que establecen el crecimiento o retraso de
las
naciones. En otras palabras, el desarrollo económico interno en un universo globalizado
es
la prioridad que debe resolver la propia política económica nacional.
Visualizamos un dilema que consiste en la existencia de ciertos niveles relativos de
crecimiento de las actividades económicas de las naciones que componen el orden global
y,
por tanto, relaciones asimétricas de poder.
La historia del desarrollo y subdesarrollo puede detectarse en cada país a través de su
capacidad de inserción en el contexto mundial. Si nos basamos en Arnold Toynbee,
“incitación y respuesta” (6), en la centuria del 1900, por ejemplo, puede entenderse en
esos
términos el crecimiento industrial de los Estados Unidos, Alemania y Japón y, en
consecuencia, la supresión del retraso relativo con el país lider del mundo, Gran Bretaña.
Asimismo, después de 1950, el suceso de varias naciones asiáticas, es el resultado de
recetas adecuadas a las oportunidades y condiciones planteadas por la globalización. En
tanto, el fracaso de América Latina para superar la pobreza, la dependencia y el atraso es
consecuencia de sus pésimas respuestas a los mismos desafíos.
En concreto, la polémica actual sobre las razones y límites de la globalización no es
nada nuevo, se trata del mismo tema histórico: “cómo soluciona cada país el dilema de su
desarrollo en un mundo globalizado para no ser cautivo del sistema articulado, por los
intereses y países centros, en su propio beneficio” (7).
Se trata de conocer si dentro del nuevo orden internacional actual, las naciones
retrasadas pueden o no disponer de suficiente libertad de maniobra y de gobierno para
elegir su propio destino. Vale decir, para diseñar e implementar proyectos nacionales
viables
de crecimiento y desarrollo, que eviten la subordinación a la globalización, o por lo menos,
puedan insertarse en ella en las mejores condiciones de sustentabilidad.
CRONOLOGÍA CONTEMPORÁNEA
La corriente globalizadora mundial se produce en la actualidad por cuatro vías
fundamentales: el comercio internacional, las corporaciones transnacionales, las
corrientes
financieras y los encuadres regulatorios.
Comercio Internacional. Desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1945)
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hasta el presente, el comercio ha aumentado a un ritmo mayor que la producción. Con
grandes oscilaciones entre 1945 y 1996, el producto mundial creció, en promedio, a una
tasa anual del 4 % y el comercio internacional el 6 %. Así, en la segunda parte del Siglo
XX,
las exportaciones respecto del producto mundial crecieron de menos del 10 % al 20 % (8).
Corporaciones Transnacionales. Las inversiones del sector privado también crecieron
en los últimos cincuenta años. Actualmente, operan en el mundo más de 39000
corporaciones de carácter transnacional que poseen más de 270000 filiales que se
expanden por todo el planeta. El cúmulo de inversiones en el exterior suma casi tres
billones
de dólares generando un producto superior a los dos billones de dólares anuales.
La fuerte internacionalización de la producción se refleja en un importante comercio de
materiales, insumos intermedios, productos finales, tecnología, mercancías y servicios
entre
casas matrices y sus filiales. El avance de la electrónica y el procesamiento de datos ha
acelerado el proceso en cuanto a decisiones y organización de la producción a mayor
escala.
Corrientes Financieras. El crecimiento del comercio mundial y de las inversiones
externas directas se reducen frente a la expansión de los sectores financieros
globalizados.
Desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial, la actividad financiera ha
aumentado entre tres y cuatro veces más que las colocaciones en activos físicos y la
producción internacional (9).
Encuadres Regulatorios. Las operaciones económicas y financieras a nivel internacional
se han ido liberando progresivamente desde la finalización de dicho conflicto.
En el plano comercial, la disminución arancelaria se produjo en las manufacturas con
mayor contenido técnico. Por el contrario, los países centrales mantienen altas barreras
aduaneras y no aduaneras sobre productos agrícolas y manufacturas (como textiles),
provenientes de países en vía de desarrollo (10).
La técnica informática posibilitó la comunicación de los sectores financieros, pero lo
decisivo fue la desregulación que se generalizó y permitió el incremento de las
transacciones de mercancías y de fondos.
Este proceso fue contemporáneo a la transformación del sistema monetario
internacional, que pasó del régimen de paridades fijas a otro de tasas de cambios
flexibles,
con flotaciones perfectas e imperfectas. Los desequilibrios del balance de pagos de los
Estados Unidos y la decisión de la Administración Nixon en 1971, de eliminar la
convertibilidad del dólar-oro, provocaron ese drástico cambio.
Transformaciones estructurales de la globalización
Las tendencias en el comercio internacional, en las inversiones de las corporaciones
transnacionales, los flujos monetarios y los marcos regulatorios existen conjuntamente
con
las profundas transformaciones estructurales del orden global.
Previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial, dos tercios del comercio internacional
se efectuaban en productos de origen primario y un tercio en mercancías industriales. A
fines del Siglo XX y principios del Siglo XXI las circunstancias se han revertido. En la
actualidad, el 66 % del comercio internacional son manufacturas, bienes de capital y
productos electrónicos (11).
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Características de la globalización
En síntesis, los hechos paradigmáticos de la globalización actual son:
La revolución tecnológica, basada en la microelectrónica, la telemática, la
biotecnología, la navegación espacial, las nuevas formas de energía, que ha desatado
fuerzas que escapan al control del hombre y lo dominan. En opinión de Aldo Ferrer,
aunque
teóricamente se exprese que estamos “viviendo en una aldea global de la era
posindustrial o
de la tecnotrónica”, los actores sociales y los Estados nacionales no tienen control alguno,
ni
disfrutan de los beneficios de esa revolución.
El dominio de los recursos. En la actualidad, la casi totalidad de los recursos de la
economía internacional están bajo el dominio de corporaciones, de megaempresas y
mercados transnacionales. Las operaciones económicas se realizan más allá de los
espacios nacionales, en el mercado mundial, por la progresiva integración del planeta.
Por tanto, la decisión sobre asignación de recursos, la acumulación del capital, el
cambio tecnológico y la distribución del producto social se deciden en los centros de
poder
mundial (las decisiones no se adoptan en espacios nacionales). Son los mercados de la
globalización los que prácticamente disponen de la suerte de cada país que se inserta en
el
orden mundial. De ahí que, las autoridades de los estados son impotentes para decidir e
influir en cuestiones de suma importancia.
En el mercado planetario globalizado compiten megaempresas, más que países. Para
sobrevivir, las empresas dependen en este contexto, de su propia capacidad competitiva,
basada en su propia aptitud organizativa, recursos productivos, cambio tecnológico,
acumulación y acceso a las oportunidades que se encuentran en el mercado global. La
empresa tiene inserción en un escenario total, siendo este el campo donde se libran
verdaderas batallas por la supremacía económica.
Globalización sin antecedentes
Según algunos expertos se está en presencia de un proceso sin antecedentes. La idea
sugiere que la revolución en el plano científico y técnico actual, ha provocado una
mutación
transcendente en el proceso histórico de la humanidad y en el comportamiento del orden
mundial. Esto se presenta como una situación de alto riesgo.
Las características sobre los entramados y relaciones económicas y financieras
internacionales han conformado la idea que el problema del desarrollo económico en un
planeta globalizado, por la revolución en marcha, ha muerto. Esto sucede, simplemente,
porque el manejo de las decisiones ya no está en manos de los gobiernos nacionales sino
de las empresas transnacionales, que monopolizan los elementos de la revolución
científicotecnológica
y el manejo de los recursos financieros.
Esta situación es dramática y perversa. En apariencia, la única solución sería adoptar
posiciones acordes con los dictados de los mercados. ¿Cuáles son esas posiciones?
Aquellas que son beneficiosas a los intereses hegemónicos: la total apertura de la
economía, la desregulación de los mercados físicos y financieros, el empequecimiento del
Estado a su mínima expresión, el equilibrio fiscal y la fuerte estabilidad de precios, aún a
costa de profundas recesiones con alto desempleo.
Así, se argumenta que las “políticas adecuadas” atraerían a las empresas
transnacionales que promoverían el crecimiento económico de los países seleccionados,
siempre que el proceso responda al aumento de sus utilidades. Por el contrario, se cree
que
el no perseguir políticas favorables a los intereses transnacionales de una economía de
mercado, podría provocar la fuga de capitales, inestabilidad, quita del apoyo crediticio,
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descenso económico y marginalidad internacional.
Además, para esta concepción, la obligación del Estado es permitir la circulación libre y
sin restricciones en el mercado local sin fronteras, acompañada por la reducción de los
costos domésticos, sobre todo los laborales. La disminución de los niveles en los sistemas
de seguridad social y la flexibilización laboral son necesarios para aumentar la
competitividad y bajar costos. Esta política de achicamiento y ajuste permanente influye
no
sólo en la nación, sino también en las regiones, las provincias y/o estados.
Con esta percepción de la realidad, hemos contribuido a agravar el impacto del enfoque
clásico, que postulaba la existencia de un orden natural reflejado en la ley de la oferta y la
demanda que reina en el mercado. Actualmente, el proceso de globalización supone la
existencia de un orden natural basado en un poder transnacional, con el que
prácticamente
se ha operado el retorno al poder absoluto, y al discrecionalismo, no de los Estados
monárquicos sino de los mercados.
Cinco centurias de globalización
Aunque se piense que la globalización es un fenómeno de finales del Siglo XX, un
hecho históricamente nuevo, no es así. En la historia de la Humanidad existieron
procesos
que fueron tanto o más influyentes que los actuales en el orden planetario. Por ejemplo, la
Conquista de América y el exterminio de gran parte de la población indígena (62 millones
de
personas en 200 años de conquista española y portuguesa), la producción azucarera y la
esclavitud entre los Siglos XVI y XVIII y, con posterioridad, en el Siglo XIX, el ferrocarril, la
navegación a vapor y la revolución en las comunicaciones (telégrafo, cables submarinos y
radiotelegrafía). Todos estos acontecimientos tuvieron fuertes efectos a nivel mundial,
cambiando la escena en forma definitiva.
La diferencia con la historia de los cinco siglos anteriores, es que actualmente se
produce la aparición de las transnacionales que antes no existían. Esto se presenta como
procesos de concentración en grandes corporaciones y agentes financieros con la
multiplicación de empresas, a un nivel superior a los países, que buscan y ganan espacio
en
el orden global.
Pero existe algo más. En las dos últimas décadas del Siglo XX, la globalización coincide
con la aplicación de políticas neoliberales en todo el orbe, que crearon estabilidad de
precios, pero hicieron bajar el ritmo de crecimiento de la producción, el producto social, el
ingreso y el empleo.
Al mismo tiempo, se registró una declinación de la expansión del comercio internacional.
El crecimiento se produce hasta 1970, a partir de ese año fluctúa y vuelve a crecer en la
década de los '90. Asimismo, una gigantesca acumulación de la deuda externa, sobre
todo
en América Latina, el sudeste asiático y Africa, ocasionó un penoso proceso de ajuste
económico. La reganomic y el thatcherismo reinaron desde 1980 en adelante.
En América Latina, la deuda externa y la vulnerabilidad financiera han contribuido a una
situación delicada. Los servicios de la deuda son el factor principal del déficit del balance
de
pagos en cuenta corriente y de la permanente demanda de fondos externos. Todo ello
complica el desarrollo de los países y de las regiones latinoamericanas.
Políticas económicas nacionales neoliberales
No obstante, las críticas formuladas frente al proceso de globalización, por el desigual
reparto de los costos-beneficios entre los “globalizadores” y los “globalizados” (12), cabe
señalar la adopción generalizada de políticas nacionales neoliberales y de inserción
pasiva
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en el sistema internacional, sobre todo por parte de los países de la periferia, funcionales
al
sistema y a los intereses dominantes.
Lo que se ha denominado, la visión fundamentalista de la globalización, tan difundida
en América Latina, que supone básicamente:
la apertura irrestricta de los mercados;
el achicamiento del Estado;
la privatización de las empresas;
la desregulación de la economía;
la flexibilización laboral;
recetadas por el neoliberalismo, sobre todo a partir del Consenso de Washington (13),
ha facilitado la consolidación y la expansión de este proceso, con todas las consecuencias
derivadas de ello.
Cabe recordar que para la doctrina neoliberal, la acción del Estado debe ir dirigida
fundamentalmente al establecimiento de reglas de juego que posibiliten el funcionamiento
del sistema de libre competencia sin mayores interferencias. Lo que exigirá la creación del
marco necesario para tal fin.
Con el ascenso de gobiernos neoliberales en América Latina, prácticamente desde
mediados de los 70´ empezarían a aplicarse políticas nacionales y regionales basadas en
el
convencimiento casi mágico de las propiedades transformadoras del mercado y en la
necesidad de limitar el papel del Estado, reduciéndolo al de simple árbitro de los conflictos
económico-sociales que pudieran suscitarse (14).
A diferencia del “neoliberalismo atenuado” predominante en los países centrales (15),
en América Latina, los impulsores de una concepción neoliberal más ortodoxa,
argumentan
que una de las falencias más graves de las economías de nuestra región radica
precisamente en la excesiva participación del Estado en el proceso económico-social,
optando por asignarle un rol meramente subsidiario. Desatendiendo o subvalorando los
riesgos implícitos y los costos de su prescindencia y contribuyendo con ello a la
concentración económica y a una distribución cada vez más regresiva de la riqueza y del
poder.
En lo que respecta a Argentina, la puesta en marcha desde mediados de los '70 y
profundizada en los 90´, de una estrategia neoliberal de crecimiento, implementada
mediante el modelo de ajuste estructural, tendrá efectos regresivos sobre el país en su
conjunto, pero mucho más sobre las regiones y los sectores más vulnerables.
En la práctica, la aplicación de este modelo de ajuste, concentrador en lo económico y
excluyente en lo social, condujo a la desarticulación productiva con una marcada
regresión
social. En efecto, según Rofman (16) el crecimiento productivo operado en los 90´ no se
verá reflejado en una distribución más equitativa del ingreso y en un mayor bienestar
social,
de ahí que se lo calificara como proceso de desarrollo estructuralmente regresivo en lo
social.
La principal paradoja que se plantea, es que en la etapa de mayor crecimiento del
Producto Bruto Industrial se producen los mayores picos de desempleo (17), producto de
la
mayor concentración económica y de la producción en los sectores capital intensivos y de
la
reducción de los pequeños y medianos productores (mano de obra intensivos).
El pasaje del paradigma neofordista (18) al paradigma neoliberal, difundido
ampliamente e implementado en nuestra región y en nuestro país a partir del “Consenso
de
Washington”, con sus políticas aperturistas, desreguladoras y privatizadoras ..., sin
atender
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a sus efectos previsibles sobre la desindustrialización, el desempleo, la exclusión social,
la
especulación financiera y el endeudamiento externo, no demorarían en producir sus
efectos
sobre la economía y la sociedad. En opinión del Economista de Harvard, Dani Rodrik,
“producto de una apertura acelerada sin una previa estrategia definida de desarrollo” (19).
Coyuntura Económica Mundial de la Década de los Noventa
El receso de comienzos de la década de los '90 implicó un proceso mundial de cambio
de estructura en la actividad económica en muchos países -entre ellos en naciones del ex
bloque socialista- y de pactos a nivel internacional, que dieron lugar a procesos que desde
mediados de los '80 crearon el fenómeno de la globalización y la regionalización mundial.
La globalización tiene sus orígenes en la creciente e ininterrumpida internacionalización
de la economía –aumento del comercio mundial a una tasa mayor que la producción
mundial- desde la segunda posguerra del siglo XX (Ver cuadros 1 y 2 y gráfico 1).
El proceso de internacionalización tuvo un crecimiento cualitativo en los años '80 por la
fuerte reestructuración capitalista –basada en la revolución informática y el avance de las
comunicaciones-, y la puesta en marcha de reformas económicas, en especial la apertura
del comercio y la desregulación de los mercados financieros y la generalización de los
servicios.
En la década citada se incrementó la conexión de todos los países al proceso de
mundialización: la regionalización del mundo, como complemento a la globalización, en
tres
bloques principales, América, Europa y Asia. El primero liderado por los Estados Unidos,
el
segundo comandado conjuntamente por Alemania y Francia, el tercero regenteado por el
Japón. Europa es la que tiene más consolidada el área.
La finalidad de la formación de bloques es integrar la “masa básica” útil para responder
a las nuevas necesidades de la competencia internacional y para conseguir un acceso
especial a otras áreas integradas.
En este sentido existen las iniciativas de los Estados Unidos en el NAFTA, en la Cuenca
del Pacífico y en América Latina. Los Estados Unidos contemporáneamente a la
constitución
del NAFTA, impulsan con el Japón la Asociación para la Cooperación Económica Asia-
Pacífico (APEC). En octubre de 1994, se acordó la formación de una zona de libre
comercio
hacia el 2020. Además, Estados Unidos impulsa al ALCA (Asociación de Libre Comercio
de
las Américas).
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Por su parte, la Unión Europea ha ampliado su integración con el ingreso de Austria,
Finlandia, Suecia, y la futura incorporación de Polonia, República Checa, Eslovaquia y
Hungría.
Asimismo, se procura el acercamiento gradual y progresivo al Mercosur, en una zona de
libre comercio transatlántica, y se propone potenciar las relaciones con países del sur del
Mediterráneo.
Todos los países se anotan en la entrada a los mercados emergentes del este asiático,
del este europeo y del sur americano, y denotan la importante estrategia de los planes
expansivos de sus empresas y en la colocación de inversiones fructíferas.
En la globalización del comercio y la inversión mundial se destacan entre los países de
la periferia, aquellos capaces de nuclear, por su tamaño o grado de crecimiento, grupos
regionales de integración económica. Podemos citar China Popular, México, Colombia y
Venezuela, el eje Brasil-Argentina, para citar los más importantes. El APEC, el NAFTA, la
futura ALCA, la posible zona de libre comercio de América y la Unión Europea y el
Mercosur, son los canales vinculantes, de mayor o menor efectividad y de relativa libertad
para sus integrantes de estas naciones periféricas con las grandes áreas mundiales.
Siguiendo la opinión de expertos sobre la situación del escenario del mundo, podemos
visualizar los siguientes caminos:
unificación de mercados financieros externos y nacionales en un circuito único de
movilidad de capital. Es la “globalización financiera”, sustentada en el avance de las
comunicaciones y en la desregulación de los mercados dinerarios nacionales por el quite
de
restricciones y obstáculos a la compra de acciones de empresas nacionales por
inversores
del exterior,
integración multinacional de grandes corporaciones transnacionales. Es la
“globalización productiva”, que utiliza las oportunidades de negocios en todas las regiones
del mundo, en especial los que se dan en los países emergentes,
coordinación permanente de políticas económicas de las potencias capitalistas
(Grupo de los 7: Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Francia, Japón,
Canadá),
ante el descenso del ciclo económico mundial por la recesión,
aceleración en la constitución de bloques regionales, creados por pactos que
permiten la entrada recíproca a los mercados y generan nichos atractivos para la
inversión
externa.
La regionalización comercialista en el Mercosur
El sistema internacional al igual que el sistema social presenta desigualdades muy
marcadas entre sus componentes, producto de la desequilibrada distribución de la riqueza
y
del poder entre cima y base y entre periferia y centro. Desigualdades éstas que, en su
dinámica, en vez de reducirse han tendido a incrementarse con el transcurso del tiempo,
haciendo cada vez más ilusoria la igualdad de derecho frente a las profundas
desigualdades
de hecho en que se debaten las unidades nacionales ubicadas en la periferia. Esto es, en
la
base del sistema.
De ahí que, dadas las limitaciones intrínsecas que tiene cualquier tipo de acción
unilateral y aislada para revertir esta situación crítica y, partiendo del presupuesto que la
injusta distribución del progreso y de la riqueza de las naciones para nada es irreversible,
desde la Segunda Post Guerra se empezaron a revalorizar las estrategias integrativas (de
acción conjunta), como herramientas para posibilitar un desarrollo más equilibrado y
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progresivo de los países, un mayor bienestar social y la maximización del poder real a
nivel
internacional (20).
A partir de entonces, el proceso de integración y de regionalización creciente, con la
consecuente formación de espacios económicos multinacionales generados en la Europa
de
la Segunda Post Guerra, se extendió tanto en el mundo socialista como en el capitalista,
en
las áreas más desarrolladas e inclusive en las retrasadas (21). Cabe sin embargo hacer
notar, que aunque parezca paradójico, los procesos de integración implementados en las
áreas y entre los países más dispares del planeta acusan niveles y objetivos muy
distintos,
que van desde esquemas avanzados de integración económica y de concertación política,
como los europeos por ejemplo (C.E.E.-U.E.), hasta formas de cooperación y de
integración
comercialistas y de ampliación de mercado, como las latinoamericanas (ALALC – ALADI –
MCCA – CARICOM – MERCOSUR), sin apuntar a la instrumentación de políticas
comunes,
tendientes a la modificación de las causas estructurales generadoras del subdesarrollo
interno y de la dependencia externa.
La adopción de políticas comunes, fundada en la existencia de problemas y de
intereses comunes para lograr objetivos comunes se ha constituido en una alternativa de
recomposición de la realidad y de “agregación de poder”, cada vez más aceptada y
extendida en el mundo. La integración de que estamos hablando tiene un sentido
eminentemente positivo, puesto que no intenta fracturar al sistema internacional, sino
estructurarlo más equilibradamente, mejorar la inserción de los países integrados en el
mismo, maximizando su poder decisional real para servir a sus intereses más legítimos.
Sin embargo, conviene apuntar que la integración regional no es buena por definición,
constituye tan sólo un medio –un instrumento, que puede ser bien o mal empleado-,
dependiendo ello de la mayor o menor adecuación entre medios y fines. Esto es, entre los
objetivos perseguidos y la instrumentación y los modelos aplicados.
En la práctica, el modelo de integración elegido y su adecuación con la realidad en que
está inserto y que se quiere transformar, constituye junto con la comunidad de intereses y
la
voluntad política, uno de los prerrequisitos fundamentales a tener en cuenta (22).
Con referencia al modelo de integración aplicado en América Latina, podríamos decir
que a lo largo de más de 40 años de prácticas integracionistas en nuestra región, ha
prevalecido una visión comercialista (23) de la misma. En la que, si bien el objetivo
perseguido para lograr el desarrollo del área ha sido la integración económica, el
instrumento elegido ha sido el comercio, demostrando al cabo del tiempo no ser el más
idóneo para lograrlo, dada la realidad de subdesarrollo estructural, de retraso
tecnológicocientífico,
de marginalidad social y de vulnerabilidad externa.
La adopción de los principios clásicos como fundamento de las políticas integracionistas
de América Latina, ha merecido numerosas críticas, por sus consecuencias
desequilibradoras y desigualizantes. En tal sentido, algunos opinan que, “el mercado
puede
ser extendido, no liberalizándolo sino organizándolo” (24). Según Vacchino, las tesis
liberales, opuestas a las dirigistas, han reavivado el viejo conflicto entre el
internacionalismo
clásico y el nacionalismo autarquizante (25). A su vez, Aragao nos dice, que la situación
del
mundo actual constituye el mejor testimonio de las falencias de los postulados clásicos
respecto de una propagación automática de los beneficios del progreso a través del
comercio. Mientras que, por su parte, Harborth expresa que la teoría clásica de la
integración es una teoría de reasignación estática de los recursos, razón por la que su
aplicación conduce necesariamente al desarrollo de los más desarrollados. Esto es, a la
profundización de las brechas existentes (26).
Es que la teoría clásica de la integración así como los modelos que ella genera, han
sido concebidos para adecuarse a la situación de Europa Occidental de Post Guerra,
donde
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se buscaba el reordenamiento y el aumento de una capacidad productiva preexistente,
como así también, la rearticulación de las piezas aisladas y distorsionadas en una entidad
común, impulsado todo esto por objetivos políticos muy claros (transformar a esa región
en
una tercera fuerza mundial equidistante del poderío soviético-norteamericano dominante).
Por el contrario, en las áreas periféricas, el problema es diametralmente distinto al de
los centros, por lo que el modelo de integración aplicado no puede limitarse al
reordenamiento de los recursos existentes sino que debe apuntar al desarrollo y creación
de
los recursos, atendiendo a los problemas tanto de orden interno como externo que plantea
la
integración, cosa que no logra la teoría clásica, centrada básicamente en la promoción del
comercio y en la economía de mercado (27).
Como consecuencia de la discusión planteada sobre las limitaciones del modelo clásico
de integración implementado en nuestra región, en la que se profundizan las brechas, se
empezó a enfatizar en los fenómenos estructurales desestimados por el pensamiento
liberal
como fundamento de la integración.
A diferencia del liberalismo, aferrado a las fuerzas del mercado y la competencia
perfecta, surgiría un pensamiento estructuralista que sostiene, que para lograr un
crecimiento espacial equilibrado se requiere del establecimiento de una estrategia
espacial
de crecimiento, utilizando la acción directa y políticas de desarrollo regional y de
programación que transformen las estructuras preexistentes.
Para esta corriente de pensamiento, la integración debe conducir a la creación de un
conjunto equilibrado y a la formación de un nuevo espacio territorial caracterizado por la
existencia de una red de lazos de solidaridad.
Para los estructuralistas (28), la verdadera integración se diferencia de la integración
liberal o pseudo-integración porque refuerza los lazos de solidaridad entre las partes.
En lo que respecta a nuestra región, cabe recordar que, no obstante, los ambiciosos
objetivos perseguidos por los precursores de la integración latinoamericana, sobre todo
por
CEPAL –centrados en la promoción de un desarrollo endógeno, de una economía de
escala- para lo que proponían la estructuración de un Mercado Común como herramienta
para modificar la estructura productiva del área, América Latina recibió también la
influencia
de la Alianza para el Progreso –que apuntaba más que a su desarrollo integrado y
autonomizante, a su modernización para su posterior inserción en el área de influencia de
los Estados Unidos (29).
Confrontación ésta que, sin duda, incidió en los modelos de integración de corte
neoliberal y comercialistas adoptadas finalmente por nuestra región en 1960, tanto por la
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), que optó por la instrumentación
de
una Zona de Libre Comercio, como por el Mercado Común Centroamericano (MCCA), con
una estructuración más próxima a una Unión Aduanera.
Por nuestra parte, consideramos que no se eligieron estos modelos primarios de
integración porque se ignorara la existencia mucho más atractiva de otros, como el
Mercado
Común por ejemplo, sino que fueron los condicionamientos externos e internos operantes
sobre los actores decisionales de nuestra región los que impidieron un avance cualitativo
en
esta materia. Tanto la dependencia externa como el nacionalismo y el proteccionismo
internos actuaron combinadamente como frenos para el establecimiento de estadios mas
avanzados de integración.
Recién en 1969, por razones estratégicas y dados los inconvenientes surgidos por las
experiencias de integración precedentes –por la desigual distribución de los
costosbeneficios
en la ALALC-, se concretaría un proyecto de integración subregional más
avanzado: el Pacto Andino, que incorporó mecanismos de armonización de políticas y de
Sextas Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y Estadística, noviembre de 2001.
429
programación conjunta, creó órganos intergubernamentales (la Comisión) junto con
órganos
técnicos, representativos del interés comunitario (la Junta) (30).
Pese a las expectativas generadas por esta experiencia y, después de una fase inicial
exitosa, pasó a enfrentar largos períodos de estancamiento y retroceso, debido al
incumplimiento de las obligaciones y los plazos pactados, como así también, por los
cambios políticos ocurridos en la subregión, a lo que se sumarían los problemas
ocasionados por la crisis de la deuda externa que provocaron un verdadero proceso de
desintegración hasta llegar a la reformulación del esquema.
Ejemplo de los avances y retrocesos operados en este proceso, es lo ocurrido en 1980,
en que la ALALC fue reemplazada por la ALADI (Asociación Latinoamericana de
Integración) con una concepción más pragmática que principista, estableciendo un Area
de
Preferencias Económicas (preferencias arancelarias regionales, acuerdos de alcance
regional y parcial), ofreciendo una mayor diversidad de instrumentos y un mayor
gradualismo.
Cabe señalar, que la mayor parte del esfuerzo integrador de estas dos experiencias se
ha centrado en la desgravación arancelaria, depositando una expectativa excesiva en un
solo instrumento, descuidando otros aspectos tales como la promoción de las inversiones
y
las políticas conjuntas tendientes al incremento de la capacidad productiva y el progreso
tecnológico-científico de la región.
Un cambio a estas tendencias se producirá recién a mediados de los '80, en que se
establecieron las bases del Programa de Integración y Cooperación Económica Argentino-
Brasilero (PICAB), que aunque instrumentado económicamente respondió a un claro
proyecto político (poner fin a la hipótesis de conflicto que históricamente distanció a estos
dos países; fortalecer el poder de negociación conjunto en el escenario mundial; ampliar
la
autonomía; reducir la vulnerabilidad externa y elevar el nivel de vida de sus pueblos).
En lo económico, el propósito de este Programa Bilateral no se detuvo como gran parte
de los anteriores en el comercio, sino que apuntó a la complementación industrial y a la
cooperación técnica argentino-brasileña como instrumentos de la modernización y del
aumento de la eficiencia. Producto de esta iniciativa fueron los 24 Protocolos firmados a
partir de 1986 (31), que a su vez culminarían con el Tratado de Integración, Cooperación y
Desarrollo firmado en 1988, por el que se previó la creación de un Mercado Común
Argentino-Brasileño en un plazo de 10 años, antecedente inmediato del MERCOSUR.
Cabe señalar, que no obstante los avances conceptuales y los compromisos asumidos
por las partes en esta experiencia, la inestabilidad macroeconómica experimentada tanto
por
Argentina como por Brasil a fines de los '80 (recesión, inflación, oscilaciones cambiarias,
etc.) contribuyeron a la inoperancia de la mayoría de los Protocolos e inclusive, a la
revisión
de la estrategia inicial (32).
De ahí que a partir de 1990, el PICAB sufriera una profunda reformulación, concretando
finalmente un Acuerdo de Complementación Económica en el que se consolidan los
entendimientos bilaterales formalizados y se estipula un programa gradual de liberación
comercial para 1995.
A comienzos de los '90 y con el ascenso de gobiernos neoliberales al poder en diversos
países latinoamericanos se operará el resurgimiento de propuestas integracionistas
basadas
en las propiedades transformadoras del mercado y en la necesidad de limitar el papel del
Estado.
Es precisamente en este marco y con estas connotaciones que se estructura el
MERCOSUR, estrechamente ligado a una perspectiva de integración de mercados,
acompañada a su vez por una apertura comercial al mundo (33). Lo que se pone en
Sextas Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y Estadística, noviembre de 2001.
430
evidencia con la firma del 4 + 1 (Junio de 1991) (34).
Los 4 objetivos básicos a alcanzar por el MERCOSUR, según el artículo 1º del Tratado
de Asunción son:
1. La libre circulación de bienes, servicios y factores de la producción entre los países;
2. El establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política
comercial común frente a terceros;
3. La coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados parte
para asegurar condiciones de competitividad;
4. La armonización de legislaciones (35).
Cabe señalar, que no obstante la amplitud de las declaraciones y de la aspiraciones
contenidas en el Tratado de Asunción, que apuntan a la estructuración de un Mercado
Común para los 4 países firmantes en un plazo de 4 años, es frecuente encontrar críticas
respecto a la intencionalidad última de sus propulsores de lograr más que una integración
propiamente dicha, en un marco de “Regionalismo Abierto”, la inserción competitiva de los
países de la subregión en el mundo a partir del comercio (36).
Tal vez una de las mayores debilidades del MERCOSUR esté dada por la disminución
automática y progresiva de aranceles y trabas no arancelarias al comercio frente a las
dificultades para la armonización de las políticas macroeconómicas y sectoriales (que
requieren de negociaciones y de compromisos de los gobiernos, difíciles de lograr, y que
han conducido a la crisis del proceso a partir de fines de 1997 hasta el presente (37).
Un mejor funcionamiento del MERCOSUR exige necesariamente la coordinación y la
armonización de las políticas tendientes a la reducción o a la eliminación de las asimetrías
existentes en la subregión, que amenazan su existencia misma, al confrontar a las partes.
Es que la integración regional, reducida a la dimensión comercial y económica, librada a
las “fuerzas del mercado”, no brinda los instrumentos de protección a sus miembros
contra
los riesgos de la globalización. Y, salvo para el beneficio de unos pocos, no alcanza para
revertir las causas estructurales generadoras de nuestro subdesarrollo crónico y de la
creciente dependencia externa.
La unidireccionalidad del modelo MERCOSUR de Integración, aunque haya tenido
indiscutibles éxitos cuantitativos en el campo del comercio internacional y de las
inversiones
extranjeras directas, no ha logrado la reducción de la brecha social, beneficiando mucho
más a los “integradores” que a los integrados (38).
Prácticamente, hasta el presente, la puesta en marcha de las diferentes experiencias de
integración de nuestra región –de corte básicamente comercialistas- no han contribuido a
que estos procesos adquieran la dimensión y el ritmo que corresponde a la realidad de
crisis
estructural, subdesarrollo crónico, rezago tecnológico-científico, exclusión social y
creciente
dependencia externa; no avizorándose cambios de magnitud para la región a partir de
estas
experiencias.
La práctica de más de cuatro décadas de integración de nuestra región no ha sido
demasiado exitosa. Los instrumentos utilizados no han sido los más apropiados, ni los
resultados logrados los esperados.
En realidad, los modelos y las estrategias de integración implementados en América
Latina entre 1960 y 2000 no han demostrado su capacidad para revertir los problemas de
fondo que aquejan a los países de la región, mucho de los cuales inclusive se han
agudizado en los últimos tiempos. Nos estamos refiriendo a la insolvencia financiera, al
endeudamiento externo, al retraso tecnológico-científico, al bajo status del área en el
mundo
Sextas Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y Estadística, noviembre de 2001.
431
y a la progresiva pauperización de sus pueblos.
De ahí la necesidad de buscar una mejor adecuación entre medios y fines de la
integración y de revalorizar las interacciones entre los actores y los factores de este
proceso. Esto es, profundizar y democratizar el proceso, única vía de su legitimación
social.
Los mercados emergentes y las inversiones externas
En la última década del siglo XX se produjo el incremento explosivo de las corrientes
internacionales de capital externo a largo plazo hacia los países en vías de desarrollo
(PEVD), esencialmente en inversiones directas e inversiones financieras. Estos flujos se
triplicaron entre 1990 y 1993, pasando de 35,6 mil millones de dólares a 112 mil millones
anuales de la misma moneda. Luego crecerían, pero a menor ritmo.
En ese nuevo marco de la economía mundial, América Latina fue la segunda región en
importancia después de Asia, tanto por su capacidad de atraer capitales como por
dinámica
comercial (39), en un esquema de democratización política.
A diferencia de la década anterior, el rol más importante de los flujos externos hacia los
mercados emergentes lo cumple el capital privado. Es destacable, que no obstante la
proliferación de inversiones de cartera, éstas alcanzaron a igualar el monto anual de las
inversiones directas recién en 1993, año en que alcanzó el máximo nivel.
En una perspectiva de largo plazo (período 1974 / 1999) las transferencias netas de
recursos a América Latina, según CEPAL, FIDE, UNCTAD, crecieron entre 1974 y
1981(90,8 mil millones de Dls.); fueron negativas entre 1982 y 1990 (-223,6 mil millones
de
Dls.) y retornaron a niveles positivos entre 1991 y 1998 (177,8 mil millones de Dls.), para
comenzar un nuevo ciclo de negatividad durante el año 1999 (-5,6 mil millones de Dls.)
(ver
cuadros y gráficos 3 y 4). El saldo de veintiseis años es apenas de 39,4 mil millones de
Dls.
Por otra parte, las inversiones netas durante el período 1992-1999, en América Latina
crecieron permanentemente (ver gráfico 5), notándose a partir de 1994, una aceleración
de
las mismas, producto de las privatizaciones realizadas en la región.
Asimismo, estos movimientos explican, en parte, el desmesurado crecimiento de la
deuda externa total de América Latina (observar cuadro y gráfico 6). A su vez, el
panorama
se agudiza por la pérdida de capacidad exportadora, dado el deterioro de los términos del
intercambio y la pérdida de competitividad en la década de los '90 (ver cuadro y gráfico 7).
Finalmente, los flujos, intereses, utilidades y transferencias del MERCOSUR, pueden
visualizarse en los cuadros y gráficos 8 y 9, dos años negativos entre entradas y salidas
de
fondos, 1985 y 1990, con crecimiento posterior, que se quiebra en 1999 hacia menores
niveles.
Se observa que las transferencias netas y las inversiones directas tampoco han
contribuido a revertir los problemas del subdesarrollo de nuestra región sino que, por el
contrario, han agudizado la insolvencia financiera e incrementado notoriamente el
endeudamiento externo. Lo que exige el planteamiento de una revisión del modelo de
integración regional y de desarrollo económico tendientes a un desenvolvimiento más
equilibrado del área.
Notas
(1) OMC, El Comercio Internacional, tendencias y estadísticas (Ginebra, 1995).
CEPAL, Estudio Económico para América Latina 1996/1997 (Santiago de Chile, 1997),
citado por “Ambito Financiero”, Buenos Aires, 17/octubre/1997.
(2) CEPAL, Panorama de la inserción internacional de América Latina (Santiago de Chile,
1997), pág. 25 a 27.
(3) Mediante la utilización de robots, de procesadores microelectrónicos, de la informática

producto de la revolución tecnológica- se pasó:
􀂃de la producción en gran escala a la pequeña serie;
􀂃de la línea de montaje a la automatización flexible;
􀂃de la política de stock a la producción “just in time”;
􀂃del costo de producción al diseño y la calidad;
􀂃del consumo masivo al consumo personalizado;
􀂃de la empresa integrada a la empresa flexible;
Estos cambios han exigido recalificación laboral y reducción de la mano de obra menos
calificada.
BORREGO, Stella M., Globalización y Desempleo, publicado en “Aplicación Tributaria”
(Buenos Aires, Junio 1997), pág. 63 a 67.
(4) En los últimos 30 años se duplicó la relación entre ricos y pobres: la participación del
ingreso mundial del 20 % más pobre de la población se redujo del 2,3 % al 1,4 %;
mientras que la participación del 20 % más rico pasó del 70 % al 85 %. La desigualdad
en el ingreso per cápita entre el mundo industrializado y en desarrollo se triplicó entre
1970 y 1993 (de 5700 dólares a 15400 dólares). PNUD, Informe sobre Desarrollo
Humano (Madrid, 1996), pág. 1-2.
(5) 1500 millones de habitantes están por debajo de la línea de pobreza en el mundo.
PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano (Madrid, 1999).
(6) TOYNBEE, Arnold, Estudio de la Historia (Madrid, 1978).
(7) FERRER, Aldo, Hechos y ficciones de la globalización. Argentina y el Mercosur en el
sistema internacional (Buenos Aires, 1998) pág. 11.
(8) “Este aumento sucedió en casi todos los países. Entre 1950 y 1993, en los Estados
Unidos creció del 3,6 % a más del 7 %, en Alemania del 8,5 % al 24 %, y en Japón del
4,7 % a más del 9 %. En conjunto, los países en desarrollo, en dicho período, pasaron
del 16,5 % al 20 %. FERRER, Aldo, op. cit., pág. 15.
(9) Las inversiones financieras están compuestas por operaciones de montos de corto
plazo separados de la actividad productiva, comercial e inversora. La meta de la mayor
parte de las operaciones financieras internacionales es procurar utilidades
especulativas. Se ha estimado que el 95 % de las operaciones de los mercados
cambiarios consiste en transacciones que determinan tasas de interés, tipos de cambio
y actividades bursátiles. El cúmulo de recursos que tienen los sectores financieros
supera el nivel de las reservas externas de los países. Las empresas de fondos de
pensión y de inversión detentan recursos más grandes que los de la mayor parte de las
entidades bancarias centrales de determinados países.
Las corrientes financieras internacionales son los actores principales del proceso de
globalización. Los operadores financieros tienen una libertad total y absoluta para
trasladar fondos y generar embates especulativos. Mientras que los que comercian a
nivel mundial y dirigen las corporaciones transnacionales poseen una limitada libertad
de manejo para producir modificaciones en la asignación internacional de recursos.
Sextas Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y Estadística, noviembre de 2001.
442
(10) “De 1950 a 1990, el arancel promedio para importación de productos industriales
decrementó del 14 % al 4,8 % en los Estados Unidos, del 26 % al 5,9 % en Alemania, y
en Japón, desde niveles muy altos al 5,3 %”. FERRER, Aldo, op.cit., pág.16.
(11) “El ordenamiento global está formado, en primer término, por los países centrales.
Aproximadamente el 70 % del comercio mundial se efectúa entre los Estados Unidos,
Europa y Japón. El mismo origen tiene el 85 % de las inversiones directas de las
corporaciones, de las que el 75 % se orienta hacia los países avanzados.
Asimismo, Estados Unidos ha perdido participación en la generación del producto
mundial (1950: 60 %; actualmente el 35 %). Mientras que, han avanzado China Popular,
Corea, Taiwan. América Latina ha perdido posiciones. Otro tanto pasa con Rusia y los
países del ex bloque socialista”. FERRER, Aldo, op. cit., pág. 16.
(12) Porque, ni la conformación de una “aldea global”, en la que desaparecería el dilema
del
desarrollo y se distribuirían internacionalmente los frutos de la revolución
tecnológicocientífica;
ni el reemplazo de los mercados nacionales por los mercados globales ; ni las
inversiones extranjeras que apunten más a la producción y al empleo que a la
especulación... se han convertido en realidad. FERRER, Aldo, op. cit., en “Capítulos”,
del SELA, nª 53, Caracas, Enero-Junio 1998, págs., 157 a 173.
(13) El Consenso de Washington, producto de la reunión celebrada en Noviembre de
1989
entre funcionarios del gobierno norteamericano y de la OIC, F.M.I., Banco Mundial y
B.I.D., con asiento en Washington –especializados en asuntos latinoamericanos- junto
con economistas de nuestra región, para evaluar las reformas económicas a aplicar en
el área, recomendó la implementación de un ajuste estructural. Dicho ajuste constituye
sólo una parte de su recetario, que debía ser acompañado a su vez por el equilibrio
presupuestario, la reducción del gasto público, la apertura comercial y la liberalización
financiera.
(14) LAREDO, Iris M. - ANGELONE, Juan P., El neoliberalismo como sustento teórico del
proceso de integración en el Mercosur, en “Estado, Mercado y Sociedad en el
Mercosur" -Pautas para su viabilización-, vol. III, Rosario 1996, pág. 17.
(15) A pesar de su retórica neoliberal, los países centrales promueven deliberamente la
participación del Estado en la economía, protegiendo y subsidiando a sus producciones,
cuando lo consideran conveniente. Ibídem, pág. 45.
(16) ROFMAN, Alejandro B., Desarrollo Regional y Exclusión Social–Transformaciones y
crisis en la Argentina contemporánea, Buenos Aires 1999, pág. 17-30.
(17) Según Rofman, entre 1985 y 1994, el P.B.I. argentino aumentó un 20,3 %, mientras
que
el empleo disminuyó un 18,6 %. Ibídem, pág. 76-88.
(18) El paradigma neofordista se corresponde con el modelo industrialista sustitutivo de
importaciones con pleno empleo, que caracteriza al “estado de bienestar”.
(19) RODRIK, Dani, Crítica a la voracidad del mercado, en “Clarín”, Buenos Aires, 30 de
Julio del 2001, pág. 13.
(20) LAREDO, Iris M., América Latina en el sistema internacional. La integración regional
como herramienta de transformación de status, en “Estado, Mercado y Sociedad en el
Mercosur - Pautas para su viabilización”, Rosario, 1994, pág. 15-17.
(21) El efecto de demostración y consecuentemente la proliferación del proceso de
integración a nivel mundial estuvo motivado, fundamentalmente, por la aplicación de
formas cada vez más avanzadas de tecnología; por las ventajas que ofrecen las
economías de escala y los mercados ampliados; por la necesidad de estructurar
sistemas productivos eficientes y generadores de fuentes de trabajo y por la urgencia de
Sextas Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y Estadística, noviembre de 2001.
443
organizar sistemas de “agregación de poder” que posibiliten un mayor protagonismo
internacional. Ibidem, pág. 23.
(22) Ibídem, pág. 24-25.
(23) El pensamiento neoliberal proporcionó apoyatura a la “teoría clásica de la
integración”,
adoptada en nuestra región, fundamentada en los postulados de libre comercio –
basándose en la teoría de los costos comparativos de David Ricardo y de protección de
Federico List (referida a la supresión de impedimentos al movimiento de mercancías
dentro de determinados límites geográficos). Ibidem, págs. 25-26.
(24) André Philip citado por Bela Balassa, Teoría de la integración económica, México,
1964.
(25) VACCHINO, Juan Mario, Introducción a la teoría de la integración, Caracas, 1980.
(26) HARBORTH, Hans Jürgen, La transferencia de los modelos de integración, en
“Integración Latinoamericana, nº 14, INTAL, Buenos Aires, 1973.
(27) LAREDO, Iris M., op. cit., pág. 27.
(28) En cuanto a la finalidad perseguida, tiende a la unión progresiva de las economías
participantes y al surgimiento de una nueva entidad económica-política signada por
lazos de solidaridad; en cuanto a los mecanismos, prevee la aplicación de políticas
económicas de armonización y de coordinación y al diseño de políticas comunes y por
su naturaleza, trasciende el campo económico e incide en el social y político.
(29) LAREDO, Iris M., Posición de los Estados Unidos frente a la integración de América
Latina: afirmaciones y tendencias, en “Revista de la Integración”, nº 3, INTAL, Buenos
Aires, Noviembre 1968, págs. 58-73.
(30) LAREDO, Iris M., op. cit., pág. 30.
(31) Protocolos de: Bienes de Capital; Comercio; Empresas Binacionales; Asuntos
Financieros; Fondos de Inversión; Energía; Estudios Económicos; Cooperación
Aeronáutica; Siderurgia; Transporte; Comunicaciones; Nuclear; Cultural; Planeamiento
Económico; Alimentación; Automotriz; etc.
(32) HIRST, Mónica, Condicionantes y motivaciones del proceso de integración y
fragmentación de América Latina, en “Integración Latinoamericana”, nº 175, INTAL-BID,
Buenos Aires, Enero-Febrero, 1992.
(33) En opinión del Canciller Di Tella: “este proyecto de integración económica está
encuadrado dentro de la concepción de la Iniciativa para las Américas auspiciada por el
gobierno de los Estados Unidos”, CEI, El Mercado Común del Sur - Prólogo -, Buenos
Aires, Junio de 1992, pág. 14.
(34) El Acuerdo Marco firmado por los 4 países del MERCOSUR y los Estados Unidos el
21
de Junio de 1991, a escasos 3 meses del Tratado de Asunción, seguido de
manifestaciones entusiastas a favor de la adhesión a una futura Zona de Libre
Comercio Hemisférica, lo corroboran.
(35) Tratado de Asunción, suscripto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, Asunción
del
Paraguay, 26 de Marzo de 1991, Artículo 1.
(36) GUADAGNI, Alieto, Mercosur: una herramienta de desarrollo, en CEI, “El Mercado
Común del Sur”, Buenos Aires, Junio 1992, pág. 30.
PEÑA, Félix, El Mercosur y la inserción competitiva de sus países en la economía
internacional, en CEI, op. cit., pág. 486-499.
FERRER, Aldo, Los dilemas del MERCOSUR, en “Encrucijadas”, UBA, Buenos Aires,
Abril 1995, pág. 33.
Sextas Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y Estadística, noviembre de 2001.
444
CEPAL, El regionalismo abierto en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, 1994.
(37) LAREDO, Iris M., Reflexiones en torno al proceso MERCOSUR de Integración, en
“Anuario Argentino de Derecho Internacional”, de la AADI, Córdoba 1999, págs. 93-121.
(38) LAREDO, Iris M., HELMAN, Eugenio, ANGELONE, Juan P., ROSA, Irma,
CIGNACCO,
Gloria, Alternativas al modelo MERCOSUR de Integración: Ampliación del mercado
versus desarrollo humano sustentable, en “Estado, Mercado y Sociedad en el
MERCOSUR” – Pautas para su viabilización -, vol. V, Rosario, 1998, págs. 34-45.
(39) En el contexto de un comercio internacional inestable (que creció 3 % en 1991, 7 %
en
1992 y 3 % en 1993, International Fina
ntial Statistics), la tasa de crecimiento de
importaciones de América Latina en 1992 cuadriplicó a los países desarrollados.
La intervención en Lo Social, las Problemáticas Sociales
Complejas y las Políticas Públicas

Por:

1- Una mirada al Escenario de la Intervención

Los acontecimientos vividos en los últimos treinta años en


prácticamente todo el mundo, transformaron de manera relevante los
espacios de la Intervención en lo Social.
Desde las dificultades de sostenimiento de los lazos sociales, o el
“enfriamiento” de éstos, hasta la problemática de la fragmentación,
emergieron nuevas formas de expresión de la cuestión social, dentro de
escenarios singulares pero con algunos comunes denominadores que
muestran determinadas formas de expresión que interpelan a las
Políticas Públicas; las Instituciones Típicas de Intervención Social y a la
Intervención misma.
En este aspecto una vía de entrada posible al tema es desde el
análisis y conceptualización contextual de las situaciones que se
presentan como interrogantes o interpelaciones hacia la Intervención.
A partir de diferentes desarrollos es posible ponderar a estas
cuestiones como “Problemáticas Sociales Complejas”1. Estas surgen en
una tensión entre necesidades y derechos, la diversidad de expectativas

1
Carballeda , Alfredo J. “Políticas de Reinserción y la integración de la sociedad. Una mirada desde las
Políticas Sociales”. En Margen Nº 39. 2005.www.margen.org
sociales y un conjunto de diferentes dificultades para alcanzarlas 2
en un
escenario de incertidumbre, desigualdad y posibilidades concretas de
desafiliación. Las Problemáticas Sociales Complejas, prorrumpen en un
mundo en el cual el mercado aparece como gran disciplinador, en el que
el orden simbólico y real de la vida cotidiana se presenta como efímero
y sin sentido, dentro de un contexto donde emergen una serie de
derechos subjetivos <con grandes dificultades para alcanzarlos>, en un
marco de crisis del Imperativo Categórico Kantiano.
A su vez, la idea de futuro como incertidumbre, la incidencia de
nuevas formas de la pobreza, la pérdida de espacios de socialización y
las nuevas formas de los movimientos migratorios < más ligados a la
desesperación que a la inserción>, muestran un mundo sumamente
complejo que demanda a la Intervención Social nuevas miradas y
propuestas.

2-Intervención Lazo Social e Institución

De este modo, las relaciones sociales, en tanto construcción de


procesos de identificación y subjetivación, se dificultan a partir de
distintas formas de una crisis de pertenencia e identidad, ligada a la
caída de las formas típicas de socialización.
Desde estas cuestiones es posible, pensar que gran parte de la
población se encuentra no “al margen”, si no excluida de la sociedad, es
decir, sencillamente, no formando parte de ésta.
Desde esa perspectiva, las prácticas típicas de reinserción se
oscurecen dado que la demanda hacia la Intervención puede provenir
de sujetos que nunca estuvieron insertados en la sociedad. De allí que
la intervención deba dialogar con la inscripción o reinscripción de esos

2
.
otros que quedaron fuera, los que padecen subjetivamente la
posibilidad de estarlo o los que sencillamente nunca estuvieron.
Las Problemáticas Sociales Complejas, expresan de diferentes
formas esas cuestiones que, en definitiva atraviesan todo el escenario
de la intervención, generando nuevos guiones, papeles y tramas, donde
lo que sobresale es lo novedoso del padecimiento, especialmente desde
su heterogeneidad. Por ejemplo, ante la pérdida de la jornada de
trabajo, el tiempo social organizado desde esa esfera durante gran
parte de todo el siglo pasado, marca una variación donde el tiempo de
<<cíclico>> pasa a ser <<lineal>>, alterándose los elementos
constitutivos de la habitualidad en la vida cotidiana.
El lazo social en tanto, sufre el impacto de la crisis, genera a
pesar de todo, nuevas formas de asociación que es necesario conocer
en profundidad, con esquemas novedosos y fuertemente fragmentarios.
La “ausencia” del lazo social y su crisis forman parte de los
padecimientos de este nuevo siglo, presentándose estas cuestiones en
general dentro de los espacios típicos de intervención.
La expresión institucional de estas cuestiones se manifiesta en
una serie de inconvenientes que ponen en discusión los aspectos
fundacionales de las instituciones típicas de intervención social.
De este modo, la Escuela, el Hospital, la Acción Social, al
constituirse en relación de temas y problemas concretos una de sus
características fundacionales es su especificidad.
La complejidad de la cuestión social actual da cuenta de una
serie de problemáticas y temas que se hacen inmediatamente
transversales y sobrepasan la especificidad de cada institución desde su
comprensión y explicación hasta el sentido de la intervención.
En otras palabras, las Problemáticas Sociales Complejas, también
se caracterizan por su movilidad y permanente metamorfosis. Así de en
una internación en un hospital pueden surgir interrogantes,
inconvenientes y urgencias que trascienden la esfera institucional del
campo de la salud. Lo mismo ocurre con la Escuela, donde el espectro
de la intervención va desde la educación, pasando por la violencia
urbana, doméstica, las adicciones o la alimentación.
Estas cuestiones muestran la necesidad de pensar la Intervención
en escenarios complejos atravesados por múltiples lógicas y con la
preeminencia de una u otra desde planos muchas veces azarosos.
Otra vía de entrada a este tema es el concepto de “pérdida de
solidaridad sistémica”3 entre las instituciones. Este tema remite a
aspectos fundacionales de las mismas. En otras palabras, desde la
construcción de las instituciones típicas de intervención la que las
sostenía era una relación solidaria entre ellas. Así el sujeto que
construía o producía una institución era articulado y aceptado por la
otra, en la actualidad esta relación se presenta a la inversa, donde el
sujeto que proviene de una institución, posiblemente sea rechazado por
otra.
Es más, en una institución se pierde muchas veces la solidaridad
sistémica dentro de ella misma.
Las dificultades del Estado en las últimas décadas se observan
también en este aspecto dado que este era la garantía de la
construcción y puesta en acto de esa expresión de la relación
interinstitucional e intra institucional. De este modo se altera el
concepto de institución si es entendida como:"... una red simbólica,
socialmente sancionada, en la que se combinan, en proporción y
relación variables, un componente funcional y un componente
imaginario... la sociedad vive sus relaciones con sus instituciones a la
manera de lo imaginario, dicho de otra forma, no reconoce en el
imaginario de sus instituciones su propio producto ". (Castoriadis; 1983,
p. 227-228; Vol. I).
3
Las instituciones modernas son en definitiva una forma de
expresión de la sociedad. Pero siempre formando parte de una
maquinaria donde articula mecánicamente con otras instituciones,
coordinadas, reguladas sistematizadas y organizadas por el Estado.
“Cada institución se considera como productora exhaustiva de los
sujetos que necesita en la situación que los necesita” (Lewkowicz,
Ignacio p. 44). Ocurre en la actualidad que esa forma de relación no se
presenta, incluso la solidaridad puede ser transformada en hostilidad.
Los sujetos que produjo una institución no son <<necesitados>> por la
otra, no hay un encadenamiento y necesidad de una institución con
respecto a la otra. La fragmentación también se entromete en las
relaciones interinstitucionales y en la institución misma.
Allí, en el terreno de la intervención, es donde algunos postulados
básicos de la modernidad comienzan a mostrar algunas dificultades,
tanto desde su dimensión interior como en su expresión hacia fuera.
Pareciera que cada institución construye su propia esfera y lógica en
algunos casos con una fuerte desarticulación con las otras instituciones
o con la sociedad misma. Así, esta no produce sujetos para otra
institución, ni acepta “tomar” los sujetos que otra construye.

3-Intervención como dispositivo


De esta forma la intervención en lo social se presenta como un
instrumento de transformación no solo de las circunstancias donde
concretamente actúa, sino también como un dispositivo de integración y
facilitación del diálogo entre diferentes lógicas que surgen de distinta
forma comprensiva explicativa, no solo de los problemas sociales, sino
de las Instituciones en si mismas.
De allí que la Intervención en tanto dispositivo, entendiéndolo
desde la perspectiva de Michel Foucault, sería una trama de relaciones
que se pueden establecer entre componentes diversos. De este modo la
Intervención da cuenta de una importante capacidad para articular y
generar diálogos entre diferentes instancias, lógicas y actores
institucionales.
Teniendo en cuenta, además, que el carácter normativo de las
lógicas de las institucionales se encuentra en crisis dado que la
superposición de problemas las hace heterogéneas y muchas veces
incomprensibles. Por ejemplo a partir de la aplicación de la lógica
judicial en una institución sanitaria se genera el embate de diferentes
formas de comprender y explicar un problema. Como efecto de la
fragmentación social, el escenario institucional también se retrae y
fragmenta. Estas cuestiones, para las instituciones generan
circunstancias imprevistas, difíciles de comprender y explicar, dado que
no concuerdan con sus mandatos fundacionales.
La crisis de lo normativo, a nivel institucional interpela desde su
dificultad o imposibilidad de aplicación. Entender las relaciones intra
institucionales e interinstitucionales desde el concepto de dispositivo
puede ser útil en la medida que este permite una mirada mas amplia y
la posibilidad de hacer actuar formas de acción desde diferentes
nociones, recuperando el concepto dispositivo trama de relaciones
Las diversas expresiones de la crisis impactan en circunstancias
y cuestiones institucionales que se hace necesario abordar. La idea de
“tiempo” hoy se presenta como heterogéneo tanto desde la perspectiva
del sujeto de la práctica sobre el que se interviene como en los
diferentes espacios institucionales e interinstitucionales.
La noción de tiempo no es la misma para el sector Educación que
para el sector Salud de ahí que las expresiones conflictivas, los
reclamos y la dificultad de relación e interacción sistémica, tal vez tenga
que ver con la pérdida de una instancia que las aglutinaba, pero que,
marcaba desde un lugar de autoridad y legitimidad el sentido de éste.
Esa instancia era el Estado Nación.
Desde la Intervención se hace necesario repensar diferentes
perspectivas instrumentales desde las mismas, es posible que se
construyan en el diálogo de distintos campos de saber con una
perspectiva orientada hacia ella pero, básicamente en relación de su
“sentido”.
Es frecuente observar disímiles formas de expresión de la
intervención en lo social donde los desarrollos de esta culminan en
metas u objetivos limitados.
La intervención, si bien puede pensarse en relación a metas,
propósitos, etc, debe definirse en relación a sus fines últimos. Allí la
historia marca algunas cuestiones que pueden ser interesantes. El
surgimiento de las Ciencias Sociales, tal como las conocemos en la
actualidad, hacia fines del siglo XIX va acompañado de la aparición del
Trabajo Social, disciplina que surge con el mandato de intervenir desde
el conocimiento en lo social.
En otras palabras se intentaba conocer sistemáticamente la
sociedad para intervenir sobre ella. En ese período sobresalía la
preocupación por la integración de la sociedad por la amalgama de ésta,
agotado el modelo económico de la segunda revolución industrial y el
liberalismo.
Con el siglo XX surgen Estados que se caracterizarán por su
centralidad en la relación con la sociedad. Desde allí, se construyen
dispositivos de intervención con la forma de instituciones que comienzan
a estar en crisis a partir del desmoronamiento del Estado de Bienestar.
El origen de las intervenciones modernas en lo social, pueden ubicarse
en ese contexto donde algunos atravesamientos fundacionales ligados a
los pensamientos hegemónicos de esa época como el positivismo y el
liberalismo económico siguen aún presentes, dialogando con otras
formas de entender lo social, tal vez mas ligadas al lazo social , a una
perspectiva de comunidad.
La intervención no pude desprenderse de la sociedad a la que
pertenece de allí que en la misma se entrecrucen diferentes miradas y
discursos que, en este contexto de complejidad es conveniente analizar.
En este aspecto, desde las miradas más sencillas vinculadas con lo
epistemológico interpelan a la intervención en si misma. En otras
palabras, muchas veces la Intervención, es pensada y puesta en acto
desde una perspectiva cercana a la relación causa efecto que vincula a
esta actividad más con las ciencias naturales que con las sociales.
De esta forma se construyen determinismos subjetivos que
atraviesan a todos los actores del escenario de la intervención. De allí se
produce una visión, si se quiere “fatalista”, que anuncia el resultado o el
fracaso del programa, política o plan que se está gestando. Pensar la
intervención desde condicionantes y no determinantes, nos lleva al
terreno de lo probabilístico, donde la singularidad y la subjetividad
suben a la escena ahora con papeles relevantes. La intervención en lo
social es una acción básicamente Inter – Subjetiva y fuertemente
discursiva. De allí que la palabra, la mirada y la escucha sigan siendo
sus elementos mas sobresalientes.
Desde una perspectiva académica cabe preguntarse el “lugar” de
la intervención social como episteme en tanto si se construye como
conocimiento a priori o a posteriori. La intervención en lo social
básicamente se vincula con el conocimiento a posteriori, su saber
proviene de la práctica cotidiana, la intervención se funda en el hacer y
es desde allí de donde debe abrevar el conocimiento y especialmente
las preguntas a otros campos de saber.
De este modo, surgen algunas cuestiones relacionadas con el
acceso a la subjetividad, a pensar las representaciones sociales del
problema que se quiere abordar, y como esas representaciones
atraviesan el momento de la intervención. Tal vez una mirada a las
modalidades de registro de cuenta de cómo es tratada esa singularidad
o si ésta es ocultada detrás de casilleros que solo buscan construir
cuestiones a mensurar a cuantificar.
Una vía de acceso posible es la utilización de la noción de
“trayectoria”, como historia social de vida, en una aplicación que trate
de ubicar diferentes accidentes topológicos en la historia de ese sujeto,
entendido como sujeto histórico social. En este aspecto, la memoria
como instrumento de intervención confiere un carácter singular a ese
otro en el diálogo con el propio relato colectivo que lo rodea.
A partir de los acontecimientos ocurridos ya mencionados, y las
nuevas expresiones de la cuestión social enunciadas como
“Problemáticas Sociales Complejas”, la intervención en los escenarios
actuales se puede orientar hacia la reparación, hacia la recuperación de
capacidades y habilidades que fueron, posiblemente obturados por las
circunstancias que generaron la desigualdad.
Desde esta perspectiva, el concepto de re inscripción llevado a la
Intervención Social, implica la de - construcción de procesos de
estigmatización, desde un abordaje singular de padecimiento objetivo y
subjetivo. Pero, básicamente, re inscripción significa recuperar la
condición socio histórica del sujeto. De allí la Intervención se enuncia
como posible dispositivo de reconstrucción de subjetividades,
entendiendo a la necesidad como producto de derechos sociales no
cumplidos, considerando a la intervención como un medio y no un fin en
si misma, dado que contribuye a la integración de la sociedad desde
una perspectiva inclusiva. La Intervención se transforma en un hacer
de tipo anticipatorio, en la medida que pueda recuperar su carácter
estratégico. Dado que la principal característica de su escenario es ser
el lugar de encuentro entre lo macro y lo micro social.

4- Las Políticas Públicas


La relación Intervención – Políticas Públicas, muchas veces es
planteada como “mecánica”, donde la relación sujeto – políticas
públicas, se construye de manera automática, con muy pocas
mediaciones, en general preestablecidas y en forma programada.
Desde una mirada centrada en la intervención esta correlación se hace
mucho más compleja y da cuenta de las posibilidades de dirección de
éstas desde el terreno de la práctica.
En otras palabras, la Intervención le puede conferir singularidad
a la aplicación de las Políticas Públicas, justamente en un contexto
donde se ve la necesidad de transversalidad e integración de las
mismas.
Es posible pensar algunas orientaciones referidas a la relación
intervención y políticas públicas. En principio, en términos de sentido la
asociación entre ambas puede marcar caminos en tanto la recuperación
de ciudadanías o en relación a posibilidades de reconstrucción de éstas.
En este aspecto las políticas públicas en diálogo con la intervención
implican una estrategia de recuperación de capacidades, habilidades y
básicamente de formas constitutivas de la identidad, dando, de alguna
manera, respuesta a los efectos de la crisis mencionados mas arriba.
Desde este punto de vista, las Políticas Públicas deben ser flexibles y
tener la capacidad de adaptarse a circunstancias de índole singular, sin
perder la centralidad que les da sentido total y perspectiva en función
del Estado y la Nación.
El modelo de las prestaciones uniformes en la Política Pública,
está más relacionado con poblaciones homogéneamente constituidas y
no responde a las necesidades de respuesta relacionadas con la
heterogeneidad de lo social. De este modo, desde la Intervención es
posible definir prestaciones a partir de necesidades mas cercanas a la
constitución heterogénea de éstas.
Por otra parte, un abordaje transversal desde las Políticas
Públicas, requiere de una aproximación al conjunto de problemas,
necesidades, padecimientos, expectativas, experimentados por una
persona, surge en este punto la importancia de acceder a la trayectoria,
historia de vida, potencialidades y perspectivas del sujeto.
La intervención también abre el camino para salir del esquema
de gestión centralizada hacia la gestión participativa. Como así también
el cambio de la concentración piramidal hacia una descentralización
territorial.
Las Políticas Públicas, son en este contexto aplicables en la
medida que posean un sentido estratégico en diálogo con la sociedad
civil, articulando aquello que la crisis fragmentó. Desde esta, perspectiva
en relación con la Intervención las posibilidades de ésta son de carácter
anticipatorio, con una mirada a futuro centrada en el hacer cotidiano del
presente y una proyección al pasado como forma de búsqueda de los
perjuicios que las diferentes crisis generaron y su inscripción en la
historia, en la subjetividad, en la memoria colectiva.
5- El Sentido de la Intervención
La Intervención, implica una serie de acciones, mecanismos,
procesos que construyen representaciones y construcción de ese “otro”
sobre el que se interviene. Desde esta perspectiva, la Intervención
como campo es un lugar de construcción de creencias, hábitos, y
modalidades de hacer. La intervención es también un lugar de certezas
e incertidumbre. De ahí que la Intervención involucre un compromiso
ético. Dado que se interviene no solo sobre los problemas sociales, sino
en función del padecimiento que estos generan. En este aspecto, la
reflexión también se orienta hacia los condicionantes de la Intervención,
desde diferentes aspectos, pero esencialmente a partir de prácticas,
representaciones sociales y construcciones discursivas que la preceden.
De algún modo le imponen un orden una ley que le confiere dirección al
hacer De allí que la Intervención envuelve una reflexión ética, donde las
prácticas requieren mirarse hacia dentro, dialogar con su propia historia,
con los atravesamientos del contexto.
Analizando críticamente los argumentos que la construyen, desde
una perspectiva de “deliberación; el latín deliberatio, de librare, pesar:
acción de pesar, reflexionar. Es decir desde la reflexión acerca de las
motivaciones que se tienen en cuenta antes de tomar una decisión. n
definitiva la deliberación en tanto reflexión hace responsable a la
Intervención y ratifica o no la propia autonomía de una práctica.
Dentro de la Intervención, la reflexión ética implica una revisión
de los marcos conceptuales desde donde se actúa y de los esquemas
de justificación.
La intervención desde esta perspectiva es un lugar de
construcción de nuevas preguntas, un espacio desde donde se
construye agenda pública, teniendo en cuenta las dimensiones de lo
micro en lo macro social.
La intervención también es un “lugar” de generación de
acontecimiento, donde se rompe la dicotomía individuo sociedad, en la
posibilidad de visualizar relaciones de fuerza que se invierten, desde un
vocabulario retomado. Es decir la posibilidad de encontrar nuevos
espacios para la palabra.
La intervención, muchas veces hace visible aquello que no se
visualiza, que se encuentra naturalizado, de este modo se sale de lo
establecido.
En síntesis, la Intervención es un “hacer ver”, no agrega ni quita
nada a ese “otro” sobre el cual llevamos adelante nuestra práctica
cotidiana.

Bibliografía
Carballeda, Alfredo J. La Intervención en Lo Social. Editorial Paidós. Buenos Aires
2002.
Castoriadis, C. La Institución Imaginaria de la Sociedad; Vol. I Editorial. Tusquets;
Barcelona; 1983.
Chartier, Roger. Escribir las Prácticas. Editorial Manantial. Buenos Aires.2006
Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu Diccionario de filosofía. Editorial Herder
S.A., Barcelona. 1996
Lewkowicz, Ignacio. Pensar sin Estado. Editorial Paidós. Buenos Aires 2004

LA INFLUENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA SOCIEDAD


CONTEMPORANEA

Valentín Justel Tejedor

El influjo que ejercen los medios de comunicación de masas sobre la sociedad actual es innegable,
en unos casos esta capacidad de intervención sobre el individuo, y por ende, sobre la colectividad
social puede resultar beneficiosa, sin embargo en otras ocasiones, puede tener un efecto realmente
perjudicial. Así lo afirma Juan Pablo II al expresar en el año 1996 que “Estos medios tienen una
utilidad indiscutible, pero no deben engañarnos ni adueñarse de nuestra vida”.
Así, las sociedades modernas disponen de unos sistemas políticos principalmente basados en los
principios democráticos, de este modo, para estos entes el manejo, o gestión de la información tiene
un carácter fundamental para sus objetivos, es la llamada teledemocracia, así según el periodista
Juan Luis Cebrian “la televisión nació bajo el signo de la política”, y para el psiquiatra Luis Rojas
Marcos “la televisión hace mucho bien como fuente de información, como factor de cohesión y
como refuerzo de la democracia”, de aquí se desprende que realicemos nuestra primera
diferenciación importante entre información, desinformación y manipulación.
El primer concepto obedece a la comunicación de un hecho que por sus características propias tiene
interés para la opinión pública, la desinformación es la información errónea trasmitida por parte del
emisor, ya sea por falta de celo profesional del informador u otras causas imputables al emisor, al
canal, etc., pero a diferencia de la manipulación nunca existe intencionalidad de faltar al principio
ético por antonomasia de la comunicación: la veracidad.
La opinión pública en ocasiones recibe tal cantidad de informaciones que es incapaz de reconocer
cuales son erróneas y cuales no, cuales están manipuladas y cuales no, precisamente esta híper
información sitúa al individuo en el punto inverso al que creía estar ubicado, es decir, el receptor de
ese enorme flujo informativo no tiene capacidad suficiente como para asimilar y procesar ese
ingente material. No es capaz de discriminar lo bueno de lo malo, un ejemplo muy en sintonía con
este tema extrapolado del ámbito más general a un espacio más concreto de la información, es la
incapacidad de los servicios de inteligencia actuales para dar validez, credibilidad, o certeza a los
innumerables mensajes que reciben acerca de una determinada investigación. Precisamente por esa
imposibilidad manifiesta a la hora de diferenciar entre la información veraz, la desinformación o la
manipulación.
Ahora bien, el receptor del flujo informativo, es soberano en cuanto a su libertad de elección de
medios de comunicación, de este modo, la prensa escrita tradicionalmente se ha caracterizado por
unos niveles de prestigio mayores que los obtenidos por los medios audiovisuales, ello puede ser
debido a que la información tratada se somete a un proceso de análisis más profundo, distinto al
que puede aplicarse a los audiovisuales, quizá por encontrarnos en la era de la noticia
Xpress, predominando de esta forma la instantaneidad informativa, así el impacto producido por
una noticia en el espectador cobra mayor relevancia si es emitida de forma inmediata, incluso en
directo, de este modo, en las redacciones de los medios informativos, en ocasiones ante
determinadas noticias denominadas de alcance no hay tiempo material para contrastar las noticias
aparecidas en los teletipos y es necesario optar entre la inmediatez con el consiguiente riesgo de
faltar a la verdad o conseguir un relevante impacto visual en la audiencia del medio. Aunque el
escritor Oscar Wilde manifestara: “aquellos para quienes el presente lo constituyen las cosas
presentes, no conocen nada del tiempo en que viven”.
Por su parte, la prensa escrita tradicional, no digital se enfrenta a un grave problema: la voracidad
de la televisión, así el contenido de una noticia difundido en un periódico un día después ya es
historia
Ahora bien, cada medio tiene su forma de tratar el material informativo, así la emisión de una
noticia en televisión puede durar una media de uno o dos minutos, en ese tiempo hay que comunicar
al telespectador el que, el como el cuando y el porque de la noticia, inevitablemente el hecho se va a
ver seccionado o mutilado, ya que, por muy buena que sea la labor de síntesis, siempre van a faltar
elementos, entendemos que imprescindibles que permitan al telespectador formarse un juicio exacto
del hecho difundido.
Así mismo, existen otras teorías que justifican esta instantaneidad de la televisión en el poder que
proporciona la imagen, supliendo las carencias de esa aludida celeridad.
Por su parte la radiodifusión, se enfrenta con el reto de tener que utilizar la palabra para
proporcionar entidad visual a la noticia, objetivo que se consigue a través de descripciones o
narraciones basadas en la aportación de múltiples datos, que permiten al oyente formarse una idea
muy exacta de la noticia, a través de la sucesión de testimonios e informaciones que reemplazan esa
invisibilidad del hecho noticiable.
Pero en la actual Sociedad de la Información a diferencia de lo que venía ocurriendo anteriormente
con los medios de comunicación, tal y como expresaba el filósofo G.H. Gaudmer al decir que “a
nuestro sistema de comunicaciones le falta espontaneidad. Todos son pasivos”. Así el elemento más
característico de los medios en la nueva Sociedad de la Información es su interactividad.
Los diarios digitales, la televisión interactiva, Internet, consiguen ser medios activos, no pasivos,,
así hasta hace pocos años el ver la televisión suponía para el telespectador ser un sujeto pasivo sin
más opción interactiva que la utilización de un feedback light o zapping, en breve en España
podremos elegir contenidos, modificar el comienzo y el desenlace de la trama en las producciones
cinematográficas, condimentar el telefilme con más o menos raciones de acción, suspense, comedia,
etc. En definitiva, hablamos de una verdadera televisión interactiva o a la carta.
Otro de los aspectos importantes a tratar es si lo que difunden estos mas media, en especial la
televisión es cultura, en el sentido amplio de la palabra o por el contrario obedeciendo a intereses
cada vez mas mercantilistas se limitan a ofrecer programas que se encuadran más en la vertiente del
ocio o del entretenimiento, llegando en ocasiones a rayar en la chabacanería o la vulgaridad.
De este modo, la función social de los medios de comunicación es la de formar, informar y
entretener.
Si bien, a pesar de ser esta su función social, también es necesario tener en cuenta que no se puede
condicionar la voluntad del receptor, pues los medios ofrecen contenidos muy variados, y el
destinatario de los mismos es el que tiene la facultad de seleccionarlos o elegirlos.
Ahora bien, no es menos cierto que algunos medios de comunicación, denominados sensacionalistas
son capaces de crear elevados índices de audiencia difundiendo informaciones que rozan en algunos
casos los límites éticos de la cultura de la información, llegando a ocasionar conflictos entre el
derecho a la intimidad personal y el derecho a la libertad de comunicación.
Así, en los últimos tiempos asistimos a la irrupción en los platos de televisión de personajes, en
algunos casos vulgarmente conocidos con el nombre de frikys, a su vez también existen los
llamados vendedores de intimidad, que en tan solo unos minutos pueden acabar con la reputación de
un personaje público labrada a lo largo de muchos años de esfuerzo personal, ofreciendo versiones
inverosímiles y detalles mendaces y falaces sobre la vida personal y familiar de personas que se ven
ciertamente desprotegidas.
En definitiva, las personas públicas, -a pesar de su condición- no deberían estar expuestas a esa
denigración social gratuita, pues esa falta de rigurosidad y contraste en el tratamiento informativo
origina, en algunos casos daños irreparables en la intimidad del personaje público, que a pesar de
acudir a los tribunales de justicia para restablecer su reputación, el eco o impacto social de estos
medios, tiene un alcance mediático muy superior al que pueda tener la repercusión de la sentencia
judicial.
De lege ferenda, sería aconsejable implantar un Código Ético específico, que regulara el tratamiento
de la información vinculada con los personajes públicos, como ocurre en el Derecho Comparado, y
que no fueran los Tribunales de Justicia, a posteriori los que salvaguardaran los derechos ya
vulnerados de estos ciudadanos.
Así mismo, es necesario destacar que la televisión sigue siendo un medio omnipresente en la vida
social, a pesar de que las nuevas tecnologías avanzan de una forma vertiginosa. Sin embargo, la
necesidad de contar con unos mínimos conocimientos informáticos, junto con el coste económico
que puede suponer el adquirir un terminal informático hacen que paradójicamente hoy en España
solo 17 de cada 100 hogares tengan acceso a Internet.
La televisión viene creando desde hace décadas unos modelos, estereotipos o patrones, que son
asumidos por la colectividad como normas de conducta, así por ejemplo, la imagen difundida por
este medio del canon de belleza en las pasarelas de moda más prestigiosas del mundo, se convierte
en el modelo a seguir por millones de jóvenes en todo el mundo, llegando a crear casos de anorexia
nerviosa o bulimia por imitar ese canon de perfección, que se impone como un estereotipo de
belleza y aprobación social. Incluso se ha desarrollado una verdadera cultura del aspectismo, en el
sentido de que quien no se ajusta al estereotipo difundido como modelo por los medios esta fuera
del circulo de las oportunidades a nivel social, económico, etc.
Igualmente la posesión o uso de determinados bienes o servicios creados por la publicidad como
sinónimo de un determinado status social comporta, que si conduces tal o cual vehículo, o si vistes
esta u otra marca obtendrás grandes dosis de autosatisfacción personal y un elevado grado de
aprobación social, de este modo, se ha instalado en nuestra sociedad actual la denominada cultura
de marca, que es gestionada por parte de todos los operadores económicos que confluyen en el
mercado, así algunas empresas utilizan estos signos marcarios para proporcionar al consumidor un
plus de calidad en sus productos marcas de garantía y obtener con ello una ventaja competitiva de
orden superior con respecto al resto competidores, por su parte muchos consumidores hacen uso de
estos signos como símbolos de su poder y capacidad económica, como verdaderas referencias de su
status.
En definitiva, la televisión es una fábrica de estereotipos, para directa o subliminalmente crear en el
destinatario sensaciones de autoestima, reconocimiento, o distinción social, pero no hay que olvidar
que también puede causar el efecto inverso, en caso de que el receptor no se ajuste a esos modelos
preestablecidos.

Así desde que irrumpió la televisión en nuestro país allá por el año 1956, muchos han sido los
cambios operados en este medio hasta tal punto que en la actualidad ha llegado a convertirse para la
mayoría de los ciudadanos en la única fuente informativa y cultural, así en una encuesta realizada
por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2000, se constata que el medio que contaba
con mayor audiencia era la televisión con un 86,6 %, seguido de la radio con un 48,6% y por último
la prensa escrita con un 32% del porcentaje total.
Así haciendo un poco de historia diremos que la radio tardo 35 años en conseguir 50 millones de
oyentes, la televisión 13, e Internet los ha alcanzado en apenas 3 años.
De este modo, la coexistencia de distintos medios de comunicación , cada uno de ellos con sus
propias características, supone una lucha por la supervivencia en términos técnicos y de audiencia,
si bien la rápida implantación de Internet no es garantía de supremacía para este último medio sobre
los otros, pues existen determinados aspectos que mitigan su presunta hegemonía comunicacional,
así la carencia de una verdadera autoridad global con jurisdicción propia para impedir o evitar la
difusión de contenidos que se incardinan dentro de los tipos penales más comunes; tampoco
el denominado e-commerce ha alcanzado todavía las cotas necesarias de seguridad para permitir la
realización de transacciones económicas fiables; la amenaza constante de los potentes virus
informáticos propagados por desalmados hackers informáticos, son factores importantes a la hora
de relativizar el magno poder con que parece contar la red mundial informática (Internet).
En definitiva, la influencia ya sea positiva o negativa que ejercen los medios de comunicación sobre
nuestra sociedad actual, produce una auténtica transformación del individuo.

FUNDAMENTOS DE LA INCULTURACION
Margot Bremer rscj

I. DIALOGO COMO CAMINO DE INCULTURACION

1. Para América Latina, un continente “pluricultural, multiétnico y plurirreligioso” que


aspira a la interculturalidad, el tema de la Inculturación es apasionante, pues toca el
problema de los “etnocentrismos”, tan fuertemente presentes, sea como imposición por
parte de las culturas “inmigrantes”, o sea como resistencia por parte de las culturas
originarias.

A nivel religioso se anuncia con el tema de la Inculturación la superación del


monoculturalismo de la fe cristiana para abrir caminos nuevos en la comprensión de la
“Buena Nueva” dentro de un pluriculturalismo.

El redescubrimiento de la “unidad en la diversidad” junto con el derrumbe de los


monobloques en favor de un pluralismo, nos han liberado para una nueva comprensión de
las diferencias: no tienen que contradecirse necesariamente, sino pueden enriquecer y
complementarse. El método de llegar a esta nueva comprensión es el diálogo.

2. Hablar hoy de Inculturación de la fe es hablar de la posibilidad de poder experimentar


a Jesucristo plenamente dentro de la propia cultura. En tres diferentes ocasiones, el Papa
Juan Pablo II resaltó que “Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente
acogida, no totalmente pensada, ni fielmente vivida”1.

Para los cristianos de cultura occidental “inculturar la fe” es algo nuevo y


desacostumbrado: es aceptar que se interprete el Evangelio también en parámetros de otra
cultura que no sea europea. Se trata de una “traducción” del Evangelio desde las claves de
la cultura occidental hacia las claves culturales de otra cosmovisión, de otra visión de vida
y de convivencia, y consecuentemente de otra visión de Dios. Implica un riesgo muy
grande, pues traducir es siempre interpretar. De esta manera Inculturación es
verdaderamente un acto de “re-creación” de la fe cristiana en un nuevo contexto cultural2.
3. La “inculturación” encuentra su fundamento teológico en la Encarnación de la
Palabra de Dios. Una Palabra que está destinada al diálogo. No es por casualidad que
exista una analogía entre ambos, ya que se trata cada vez de un acto de “kénosis”, en el
sentido de “desprendimiento”3, condición sine qua non para una verdadera inculturación
en el sentido de Fil 2,6ss: “Siendo de condición divina, no consideró como presa el ser
igual a Dios, sino que se despojó (gr. ekénosen) de sí mismo tomando condición de siervo,
haciéndose semejante a los seres humanos...”.

También la fe cristiana ha de pasar por este acto de desprendimiento de su


monoculturalismo europeo, si quiere inculturarse realmente en otra cultura. Más aún, debe
pasar por el misterio pascual de Jesucristo, muriendo como “grano de trigo” (Jn 12,24) a la
idea de una homogeneidad cultural al leer y entender el Evangelio, para poder producir
vida nueva y pluriforme en las culturas diferentes. Este acto de kenosis, fiel al seguimiento
de Cristo, se realizaría en el diálogo interreligioso-intercultural entre la cultura indígena y la
cultura portadora del mensaje evangélico, hasta hoy la occidental.

4. Al asumir el Hijo de Dios la condición de los seres humanos, asumió también la


condición de pertenecer a una cultura concreta. Plenamente asumió la concreción cultural
limitada del género humano: conocido por sus vecinos como “hijo de José el carpintero”,
creció en un ámbito campesino “en sabiduría, estatura y gracia” (Lc 2,52), hablaba el
dialecto galileo, habitaba junto con sus padres una casa popular en Nazareth de Galilea,
asumió los conflictos religiosos de su época y sufrió las últimas consecuencias. Sin duda
alguna: Jesús como hombre, se hizo plenamente hijo de un pueblo, viviendo su cultura y
asumiendo su historia. Ni siquiera salió a otro país que no sea a Samaría, el antiguo reino
del Norte (Israel). Sólo ocasionalmente tuvo contacto con personas de otras culturas, las
que o estaban ya asentadas en su patria como el funcionario romano de Cafárnaum (Jn
4,47-54), o algunos samaritanos con los que se encontraba en su tránsito de Galilea a Judá y
viceversa, como p.e. la mujer samaritana (Jn 4,5-26).

No cabe duda que el gran misterio de la Encarnación se ha realizado en nuestro planeta


tierra de manera muy sencilla y cotidiana; y de la misma manera, por lo tanto, debe ser el
camino de la inculturación.

5. Hoy día, los antropólogos dan mucha importancia a la limitación que encierra cada
cultura. Queriendo entrar, sin embargo, en un “dialogo intercultural”, esta limitación, en
vez de empobrecer, puede enriquecer enormemente. El diálogo intercultural facilita
encontrarse con nuevos aspectos humanos en el otro, latentes también en uno mismo, pero
aún no-desarrollados. Cada uno, con plena conciencia de la propia especificidad y a la vez
de la propia limitación, se abre en este diálogo a lo específico del otro, ausente en uno
mismo, y en reciprocidad aporta lo específico suyo que no está presente en el otro. No se
pretende llevar a una fusión o mezcla, tampoco a una dominación del más fuerte sobre el
más débil. Todo lo contrario: ambas partes frente a lo diferente- tomarán más conciencia de
lo propio, tanto de lo específico suyo como de las lagunas propias. Esto refuerza la
identidad de cada uno y ayuda a reconocer que se necesitan mutuamente. Ambos crecen,
tanto en lo específicamente suyo como en la toma de conciencia de sus lagunas.
6. El tema de la Encarnación de la Palabra tiene consecuencias importantes para la
Inculturación. Tenemos que reconocer que la cultura judía la que Jesucristo asumió y en la
que El quiso anunciar su reino, también está sometida al principio de limitación, propio de
cada cultura. El Hijo de Dios, haciéndose uno de nosotros, necesariamente tenía que
desarrollar su personalidad humana dentro de los marcos limitados de la cultura judía. Por
lo tanto, por ser expresado su mensaje en estas pautas culturales concretas y por lo tanto
limitadas, El mismo ha llegado a nosotros abierto a enriquecimientos y complementaciones
si se incultura en pueblos con culturas no occidentales.

Mediante el dialogo interreligioso con estas culturas nos pueden ser brindadas nuevas
comprensiones del Evangelio y viceversa: el diálogo puede ayudar a aquellas culturas a
descubrir la presencia de Jesucristo en el corazón de su propia religión. Sabemos que Jesús
y su mensaje no caben ni en una sola cultura y consecuentemente no cabe tampoco en una
sola religión. Esto no quiere decir que Jesús no llegó a la plenitud de su vida humana, la
alcanzó totalmente, pero dentro de la cultura judía, limitada por ser de condición humana.

II. VOLVER A LA RAIZ COMO CAMINO DE INCULTURACION

LO NUEVO ESTA LATENTE EN LO ANTIGUO

Muy poco se ha reflexionado aún sobre el proceso de permanente enculturación que


cada pueblo con propia cultura está haciendo para ser fiel a su proyecto de vida. Mediante
una relectura del proyecto original el pueblo puede garantizar su identidad. Son los
momentos históricos de grandes cambios que exigen la necesidad de hacer relecturas.
¿Cómo habla la Biblia de este tema? y ¿qué criterios está ofreciendo para una
enculturación?

Jesús, al anunciar el reino, usaba los parámetros culturales israelita-judíos, no solamente


para hacerse entender, sino también para hacerle ver a su pueblo de que El ya estaba
presente desde el principio, antes de Abraham, la raíz fundante de su pueblo en un proceso
de constante refundación (cf. Jn 8,58 y 56).

1. ¿En qué situación histórica se encontraba el pueblo cuando Jesús anunció su mensaje?
El cambio histórico que había llevado la vuelta del exilio, bajo la dominación y aparente
“protección” del rey de Persia, traía consigo muchos problemas para un recomienzo. Única
solución parecía ser una Reforma mediante la Ley religiosa, realizada por Esdras, un gran
escriba y doctor de la Ley. Desde entonces, unos 450 años atrás, el cumplimiento de la Ley,
poco a poco, sustituía la búsqueda comunitaria de los signos de Dios en la historia y, sobre
todo, sustituía la gratuidad del reino; ahora era cuestión de “ganarse el cielo” con méritos
cumpliendo leyes y prescripciones.

Aquel proceso de búsqueda permanente del proyecto de Dios en la historia y el esfuerzo


espiritual de vivirlo comunitariamente, les había ayudado hasta entonces de renovarse
constantemente en su convivir a base de justicia. Ahora, sin embargo, la Ley había perdido
su sentido principal de indicar el camino del pueblo hacia la vida, dando criterios en el
discernimiento comunitario y personal entre el "camino de la vida y el camino de la
muerte" (Dt 30,15). Ahora, cada uno, individualmente, tenía que arreglarse en su
cumplimiento de 622 leyes para poder demostrar, delante de Dios y los demás, que fuera
“justo”; en caso contrario quedaría excluido a nivel religioso de la sociedad.

A nivel teológico se había llegado a un estancamiento total. Según la teología de


“retribución”, Dios iba a castigar con enfermedad y pobreza a los “pecadores”, mientras
que a los “justos” premiaría con salud y riqueza 4. La Institución religiosa del Sanhedrín,
base de la teocracia desde la Reforma de Esdras y Nehemías, utilizaba los criterios de
aquella teología para sus juicios. Jesús se atrevía desenmascarar todo eso como cosa
humana, no de Dios, re-estableciendo en su lugar los auténticos criterios de Dios (Mt
25,34-45).

Aquella absolutización de la Ley había congelado todo sentido dinámico que hace
posible re-descubrir y afianzarse de nuevo -en medio de las alternancias históricas- en los
sueños y en las utopías del pasado. Aquel proyecto restaurativo de Esdras, en contra de su
intención, llegó a fomentar el individualismo. Ha sido la causa principal de que el sentido
comunitario del pueblo fuera sustituido por un exagerado nacionalismo 5. El pueblo, al no
poder reactivar sus sueños del pasado, tampoco tenía perspectiva del futuro. Este
estancamiento llevaba consigo un bloqueo del sentido histórico, un parar en el caminar y en
el buscar. La Reforma con sus tres columnas Ley Raza Templo, poco a poco, encubríalo el
proyecto histórico del pueblo. Solamente en la memoria de una minoría abrahamítica se
había conservado.

2. ¿Qué hizo Jesús frente a esta alineación cultural-religiosa de su pueblo, agravada por
la situación de ser dominado y explotado por el Imperio Romano?

2.1. Jesús puso algunas contra-señas: p.e. dijo que había venido para los "pecadores"
(Mc 2,17), curaba a los enfermos muchas veces un sábado, alababa la profundidad de fe en
algunas mujeres no-judías (Mt 15,28) y puso a un no-judío (samaritano) como paradigma
de misericordia (Lc 10,30-35).

2.2. Jesús anunciaba la re-creación del hombre y de la mujer, deshumanizados y


desculturizados por la dominación sucesiva de cuatro diferentes Imperios y por aquellas
estructuras de la Ley. Hablaba de la necesidad de “nacer de nuevo” (Jn 3,3). Al decir que el
ser humano debería nacer "desde lo alto" se refería a la fuerza del Espíritu Recreador (v. 5),
presente ya en la creación desde el caos (Gen 1,3). Con eso, Jesús quiso hacer patente que
ya estaba presente en su pasado, desde el principio, pues el re-nacimiento del ser humano
acontece en El. Nunca Jesús se presentaba como destructor del pasado para comenzar algo
nuevo, sino siempre como recreador del mismo, para llevarlo a la plenitud, en esto consiste
lo nuevo.

2.3. Jesús volvió a lo más profundo de su historia, a las raíces de su cultura, una
cultura forjada por los sueños de una "Tierra Prometida" por Dios. Frente a sus
contemporáneos alienados, Jesús hizo memoria de los orígenes de su pueblo, de aquellos
tiempos en que vivían como “Pueblo de Dios”, creando la estructura histórica de una
confederación de 12 Tribus. Al reunirse Jesús conscientemente con doce discípulos, él
quería rescatar aquella época de su pueblo, en que éste estaba aproximándose al proyecto
del “Pueblo de Dios”, viviendo en Alianza con Dios. Su símbolo había sido el número 12
que Jesús estaba retomando para llevar aquel camino a la plenitud. Lo anunciaba también al
hacer una relectura de la constitución del Pueblo de Dios, los diez mandamientos sagrados:
"No crean que yo vine a suprimir la Ley y los Profetas: no vine a suprimirla, sino para
darle su forma en plenitud. Les aseguro que primero cambiarán el cielo y la tierra antes
que una coma de la Ley: todo se cumplirá" (Mt 5,17-18)

2.4. Jesús había conducido a su pueblo a las raíces de su propio proyecto de vida el que
había estimulado toda su cultura. Estas raíces estaban encubiertas en su época por el
sistema totalizante de la Ley. Jesús quería que su pueblo se re-identificara con las raíces
antiguas para poder proyectarse desde allí hacia un nuevo futuro. Les afirmaba que desde
los orígenes de la fundación ya estaba presente en su caminar hacia la plenitud, declarando:
"antes que Abraham existiera, soy Yo" y "Abraham se alegraba al ver mi día" (Jn 8,56).

Esta presencia profunda de Jesús en la historia de su pueblo, hace recordar la


declaración del Vat. II cuando retoma las palabras de S. Agustín: “Dios, inspirador y autor
de ambos Testamentos, dispuso tan sabiamente las cosas, que el Nuevo Testamento está
latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo” (DV n.16).

2.5. Vimos que la historia del pueblo de Jesús demuestra vaivenes grandes de avances,
retrocesos, equivocaciones y renovaciones. Más de una vez hizo perder su sueño antiguo de
vivir como “Pueblo de Dios”. Pero mediante un diálogo constante entre la historia del
pasado y los impactos del presente, el pueblo consiguió entender lo antiguo a la luz de lo
nuevo y lo nuevo más profundamente a la luz de lo antiguo. Este diálogo con la propia
historia acontece siempre en los parámetros de la propia cultura, un proceso de permanente
“enculturación”, ya que la cultura está sometida a un dinamismo de constantes cambios,
provocados por la coyuntura. En tiempos de Jesús, esta capacidad de diálogo se mantuvo en
una minoría, ya que la mayoría del pueblo había perdido la esperanza y con eso el rumbo de
la historia.

Existe una iluminación mutua entre raíz y tiempo presente en la búsqueda histórica del
Proyecto de Dios. De sus efectos habla el Vaticano II: “...aunque Cristo fundó en su sangre
una Nueva Alianza, los libros del Antiguo Testamento, al ser recibidos íntegramente en el
anuncio evangélico, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo
Testamento, y al mismo tiempo lo ilustran y lo explican” (ibid). El libro Apocalipsis
confirma esta interrelación con sus más de 400 imágenes de la historia del pueblo y hasta la
Creación, tomados del AT, para hacer comprender el presente y creer en el futuro.

2.6. Un ejemplo paradigmático para esta forma especial de relectura es la palabra del
prólogo de Juan: “El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1,14)
Juan remonta a las raíces de fundación del pueblo de Jesús, buscando en ellas el sueño
inicial de su pueblo. En la memoria de las primeras experiencias del pueblo hebreo con su
Dios, él encuentra las huellas de Dios. Sin embargo, en tiempos de Jesús, aquellas raíces
estaban encubiertas por la ideología religiosa de la Ley.

El evangelista Juan en su prólogo al Evangelio, intenta sintetizar aquella interrelación


entre lo antiguo y lo nuevo. Con una antigua metáfora de su cultura, él quiere expresar todo
el significado de la Encarnación de la Palabra en medio de su pueblo: “El Verbo, al hacerse
carne, acampó entre nosotros”. El término “acampar” hace alusión a la época del desierto.
El paso por el desierto ha sido uno de los más importantes en cuanto a la experiencia de
Dios y a la formación del pueblo de Israel.

Durante su caminar por el desierto, los esclavos fugitivos vivían en carpas como los
pastores y otros grupos nómadas. Habían salido de aquel sistema faraónico en pequeños
grupos, rechazando ser más la mano de obra barata (esclavos estatales) en la construcción
de nuevas ciudades. Mediante aquella construcción de palacios y casas lujosas para otros,
los que "nunca iban a habitar" (cf. Is 65,22), los hebreos fueron reprimidos profundamente
en su dignidad humana. Una vez salidos de esta situación indignante, en el desierto
transformaron aquella ideología de “estar asentado” en la utopía de “estar en camino”.
Crearon liturgias de resistencia para mantenerse firmes en su "nunca más" frente a una
sociedad de injusticia. Paso a paso, se constituían como pueblo nuevo junto con otros
grupos que se adhirieron a su proyecto alternativo. Había entre los diferentes grupos una
gran diversidad cultural pero les unía un criterio en común: el rechazo de aquel sistema de
injusticia y opresión de donde habían salido todos, gracias a una experiencia nueva de un
Dios presente en su búsqueda de más justicia. Elaboraron una cultura completamente nueva
y alternativa a la que anteriormente fueron sometidos. Nunca querían olvidar sus primeras
experiencias de un Dios Liberador ni las primeras búsquedas de su proyecto alternativo de
convivencia: con estas experiencias soñaron bajo las tiendas de campaña por las noches en
el desierto.

Símbolo de su “estar en camino” es la tienda de campaña, la que se planta de noche y se


levanta de madrugada para continuar el camino. La palabra ahel (carpa, tienda de campaña)
aparece 345 veces en el AT. Yavé, su Dios, caminaba en medio de ellos y acampaba de
noche con ellos. Por eso, hasta los tiempos de la monarquía institucionalizada, él “no ha
tenido casa, sino que iba de un lado para otro, alojado en una tienda de campaña” (2 Sam
7,6). Con Salomón se perdió este sueño al construir él un Templo, al lado de su palacio
(cuatro veces más grande que el templo), diciendo: "Aquí permanecerás para siempre" (1
Re 8,13).

Más tarde, los israelitas del Norte se negaron a proclamar rey a Roboam, hijo y heredero
de Salomón, porque no quiso entrar en la propuesta de los ancianos. Ellos habían pedido
reciprocidad de servicios: “si tu servirás al pueblo, el pueblo te servirá a ti” (1 Re 12,7).
Roboam rechazó esta propuesta y con ella rechazó el proyecto del pueblo. El prefirió
escuchar a sus compañeros que le aconsejaron demostrar su prepotencia aumentando la
opresión que había comenzado ya con su padre. El pueblo, al escuchar esta amenaza,
rompió con el sistema monárquico, clamando: “A tus tiendas, Israel”, e Israel se fue a sus
tiendas” (1 Re 12,16). En este momento decidieron volver a su proyecto antiguo de una
sociedad alternativa, sin opresión. La exclamación: “a tus tiendas” significa aquí volver a
ponerse juntos en camino, intentando re-constituirse como Pueblo de Dios en tiempos
nuevos.

Juan el evangelista, tenía presente este rico simbolismo de memoria y resistencia en su


historia, cargado de re-lecturas y re-identificaciones. Con este término quería expresar que
a partir de ahora, Dios iba a habitar otra vez en medio de su pueblo, en la persona de Jesús,
el que les iba a acompañar, ofreciéndose como Camino.

En un momento histórico muy difícil, Juan había recogido el símbolo de la primera


experiencia histórica del pueblo con su Dios: Experiencia de una presencia salvífica entre
ellos, Dios “acampando” en medio de los suyos que están en camino. Mediante este
símbolo, Juan quería acercar sus lectores al misterio inabarcable de la Encarnación del
Verbo.

Jesús abre a su pueblo un nuevo camino, por eso Juan le presenta como Camino,
iniciado por Dios en el desierto, poniendo su tiendo de campaña en medio del campamento
de su pueblo. Pero Jesús es más que la continuación de aquel camino. Mientras que el
profeta Deutero-Isaías anima a los desesperados en el exilio con una promesa de plenitud:
“Ensancha tu tienda de campaña” (Is 54,2), Jesús está recreando y plenificando la
presencia y el caminar de Dios en medio del su Pueblo.

III. RETOMAR LAS CONSTANTES COMO CAMINO DE INCULTURACION

Había momentos en la historia de Israel, en que varios proyectos coexistían a la vez y


entraron en conflicto como p.e. en la época de los reyes. Los profetas eran representantes y
defensores del proyecto originario del pueblo que chocaba con el de la monarquía.
Intentaron abrir los ojos a su gente encandilada a que tomaran conciencia de que estos dos
proyectos eran antagónicos. Insistieron mucho en discernir cuál entre ellos era el Proyecto
de Dios para poder re-optar por el mismo.

Así como los profetas, también Jesús volvió a las raíces del primer proyecto de su
pueblo. Haciendo memoria de algunas constantes, Jesús quería recuperar para su pueblo los
criterios para el discernimiento entre el camino de vida y el de muerte (Dt 30,15). Quería
que optaran libremente por el proyecto de Dios, Proyecto de Vida en Plenitud (Jn 10,10). El
ejemplo paradigmático del prólogo de Juan, arriba mencionado, refleja la metodología que
Jesús mismo usaba. El recogía y rescataba las semillas olvidadas de la casa del pueblo: las
constantes del proyecto originario de su pueblo. Son aquellas que han atravesado toda la
historia del mismo y las que han marcado profundamente su identidad cultural.

Parece que Jesús había analizado críticamente el proyecto de sociedad de su época,


fijándose en la calidad de relaciones humanas que estaba generando. Pues aquella Reforma
iniciada por Esdras, había producido -mediante un poderoso monoculturismo- una
desastrosa desintegración comunitaria y una gran individualización. Jesús cultivaba en su
memoria el proyecto original el que había producido -mediante un atrevido
pluriculturalismo (doce diferentes tribus culturales)- un fuerte sentido comunitario.
Comparando los dos proyectos, Jesús sacó algunas constantes que quedaron olvidadas por
su época; las retomaba y las puso en práctica. Son contrarios a las características del
proyecto de su época, lo que le hizo entrar en conflicto con el sistema de gobierno:

 De la casa chica a la casa grande: Jesús vive en su pequeña comunidad de 13 los


valores del nuevo Pueblo de Dios
 Estar en camino: continuamente está viajando con sus discípulos de un lado a otro.
 Fidelidad al sentido comunitario: Jesús tiene compasión del pueblo.
 Prioridad de los pobres e indefensos: son sus “hermanos pequeños” (Mt 25,34-45)
 Permanente renovación: proclamación del Año Jubilar en la sinagoga de Nazaret
como inicio de su misión: Lc 4,18, nacer de nuevo: Jn 3,3
 Ley de amor: amar a Dios y al prójimo Mc 12,28-31; Mt 22,34; Lc 20,39; Lev
19,18; Dt 6,4ss
 Vivir con lo necesario: Jesús no tenía para recostar su cabeza
 Unidad en la diversidad: Jesús anuncia el reino a las personas con las que se
encuentra, sin distinción de clases, culturas, nacionalidades, religiones, ideologías.

Jesús también retoma algunos símbolos sagrados de la época de la fundación de su


pueblo; los pone en el centro de su mensaje como p.e. el símbolo del misterio pascual, el
símbolo de la Alianza, el símbolo del maná, y otros más como la vid, el pan, el cordero, la
sangre, etc. Siguen siendo símbolos constantes en la Iglesia a lo largo de casi dos milenios.

Las constantes del proyecto de vida eran sagradas para el pueblo de Israel en tiempos de
Jesús; ellas daban garantía, identidad y esperanza en su caminar por la historia. Jesús, Hijo
de Dios e hijo de este pueblo, las rescata para el anuncio de su mensaje de Vida en
Abundancia, dándoles su sentido definitivo.

CONCLUSION

Las diversas relecturas que la Biblia hace de sí misma, provocadas por los cambios
históricos, han llevado al pueblo de Israel a la incorporación de elementos nuevos,
especialmente en el choque con otras culturas. Pero, en este proceso ha ocurrido muchas
veces, -siempre cuando el pueblo fue dominado- que su proyecto original fue encubierto
por otro. Por esa razón:

1. Jesús quiso llegar al corazón de su pueblo, quiso hacerle volver a la primera


experiencia de Dios en el Exodo y el desierto, allí donde habían interiorizado y
transformado aquella experiencia religiosa en un nuevo proyecto de convivencia, lo que
intentaron vivir como proyecto de Dios. En el anuncio del Año Jubilar, Jesús, con la
“fuerza del Espíritu que está sobre mí”, hace rebrotar y renacer toda la vida encerrada en
este proyecto original (Lc 4,18ss; Is 61,1-2). Ahora El lo rescata del olvido y lo hace
palpable con gestos de vida. A la vez le hace descubrir a su pueblo su presencia latente en
los profetas que defendieron el proyecto del pueblo. Ahora Jesús anuncia su novedad, el
cumplimiento en plenitud.

2. La Iglesia quiere continuar el camino que Jesús ha iniciado con su propio pueblo de
modo paradigmático respecto a su metodología. Ella, la Iglesia, ha heredado su método
para evangelizar a todos los pueblos.

Así como Jesús había llegado hasta el corazón de su pueblo, la Iglesia, al evangelizar a
los pueblos indígenas, debería preguntarse por el proyecto milenario de cada cultura
indígena. Descubrirá que Dios estaba presente desde los orígenes en cada pueblo. En un
diálogo interreligioso e intercultural ella ayudará a ellos a descubrir la presencia de Jesús en
sus inicios. Entonces éstos podrán reconocer que Jesús ha hecho un camino con ellos hasta
el presente, como Palabra de Dios que se ha hecho uno de ellos. El les llevará, mediante su
Evangelio, a la plenitud de vida dentro de la propia cultura, partiendo del propio proyecto
original, lo que los guaraníes llamarían “buscar la Tierra sin Mal”.

En el IV. Taller Encuentro latinoamericano de Teología India en Asunción, los indígenas


expresaron "que el Dios de Jesucristo ha estado presente y ha actuado en nuestras culturas
desde siempre. Después nos fue anunciado en el Evangelio. Con El... vamos por el camino
y en la búsqueda de la tierra sin males"6

3. Cada pueblo revela a través de su cultura, un aspecto específico de la humanidad.


Jesús asumió la encarnación con todas sus consecuencias y limitaciones. No todos los
aspectos de las otras culturas podían estar presentes al hacerse él hombre de la cultura judía.
Aun le falta asumir las facetas de las otras culturas para revelarse como hombre de toda la
humanidad.

El hecho salvífico de la Encarnación espera aún la inculturación de su Evangelio en


todas las demás culturas humanas para revelar la totalidad de los rasgos humanos del rostro
de Jesús.

Cada pueblo, a partir de lo específico de su cultura, podría aportar un rasgo nuevo al


rostro humano de Jesús. Por lo tanto, la Iglesia no ha llegado aún a su última meta, sino está
en camino. En este caminar puede contar con la compañía de todos los pueblos que están
buscando la plenitud en Cristo, conscientes de no haber llegado aún. Estando en marcha, se
encontrarán entre ellos y con Jesús, el que no dijo de sí mismo: “Yo soy la llegada”, sino el
que dijo: “Yo soy el camino” (Jn 14,6).

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