Seminario de Grado

Segundo Informe de Lectura

Profesora María Elisa Fernández
Estudiante: André Barraza Reyes
Fecha:04/04/2019

En el texto de Peter Burke, es decir, “Formas de hacer la historia cultural”, queda en evidencia
el éxito que ha tenido la Nueva Historia Cultural, pero a la vez nos dice que esta carece de
una unidad estable, y es que “los historiadores culturales, al igual que los historiadores
sociales, han venido ensanchando el territorio del historiador y haciendo la historia más
accesible al gran público”1, pero también nos dice que hay un precio por esta expansión, que
en esta caso es una crisis de identidad, es entonces nos encontramos con el problema
conceptual de la cultura y que también aborda Sewell. Burke al comienzo del texto realizará
la siguiente pregunta “¿cómo se puede escribir la historia de algo que carece de identidad
estable?”2. Es entonces que nos encontramos con la nueva historia cultural aparecerá como
un gran campo del conocimiento histórico, pese a ello, le falta un concepto con la capacidad
de formar un conjunto y del que el autor intenta evidenciar al fragmentar la disciplina
histórica pero que a fin de cuentas el problema será que hay un interés por parte de los
estudiosos de trabajar en cuanto a sectores y no escribir la cultura como un todo.
Entonces nos encontraremos con el problema de que con esta nueva corriente historiográfica
es la interrogante de qué es lo que se ha entendido por cultura y que el autor nos señala al
respecto que se debe mencionar la influencia que ha recibido, en este caso es el dialogo con
la antropología y de la cual la historia ha aprendido mucho; aunque este dialogo
interdisciplinario ha dejado incertidumbres e inseguridades, puesto que el término de cultura
es apropiado de ésta disciplina y que si bien es utilizado, se recibe de forma discontinua
puesto que al momento que los historiadores toman este concepto y comienza a tener
preponderancia, los antropólogos comenzarán tener recelos hacia este término que tiene una
ambigüedad léxica no menor. Entonces la disciplina histórica se ha apropiado de este
concepto, pero no ha advertido el problema epistemológico y que Sewell intenta dar solución;
por tanto, será imperativo la articulación de un conecto de cultura valido para nuestra
disciplina y Burke, quien aborda este punto también, menciona que hay una disociación entre
la cultura de los historiadores y de los antropólogos. Pese a ello, el autor ha intentado hallar
un punto en el cual la cultura que es aplicada por los historiadores y la que es desarrollada
por los antropólogos tengan una conexión.
Es en el siglo XX cuando se produce el denominado giro antropológico, aunque la
vinculación entre la historia cultural y la antropología no era un hecho reciente, sino que ya
se había dado con la historia del arte; la cual posteriormente tendrá dos expansiones y que
son la vinculación con el materialismo histórico y posteriormente con la nueva historia

1
Burke,P. ¿Qué es la historia cultural?.Pág.153
2
Burke,P. Formas de hacer historia cultural. Pág.12
cultural. Al respecto de la primera expansión debo señalar que existía una cercanía hacia la
antropología y que en gran medida se justificaba en torno a la historiografía inglesa, donde
uno de sus grandes exponentes, como Thompson reflexiona sobre cómo el concepto de
cultura debe ser vinculado con la historia cultural, lo cual lo realiza a través de sus estudios;
y la cultura como práctica asumida por este historiador va a ser un precedente que generará
una transformación dentro de la historia cultural dado que se relaciona con los estudio de la
cultura popular, que por lo demás Thompson señalará como costumbres y no como cultura
para así no caer el reduccionismo que supondrá este término. Aquí encontramos ya la cultura
problematizada por un historiador de tendencia materialista y que había contribuido a la
historia cultural, pese a ello, la apropiación que se hace a la antropología del término ha de
generar una constante dependencia. La nueva historia cultural entonces utiliza este concepto
pero no problematizará al respecto de éste y esto se puede evidenciar en el texto de Sewell
cuando señala que “en historia, las batallas se entablaron en torno a una cuestión diferente:
la que da lugar al enfrentamiento entre los que sostienen que el cambios histórico debe
entenderse como proceso puramente cultural o discursivo, por un lado, y los que alegan la
importancia de las determinaciones económicas y sociales o la centralidad de la
“experiencia”3 concreta para la comprensión del mismo, por otro.”
La interdisciplinariedad será relevante para las ciencias sociales dado que va a permitir la
búsqueda y desarrollo de nuevos campos de estudios, aunque a su paso dejará diversas
inquietudes, sobre todo en cuanto a los estudios culturales, como los denomina Burke en
“¿Qué es la historia cultural?”, y que ya se ha mencionado, lo que ha generado un escaso
nivel de claridad al interior de la disciplina. Ahora bien, cabe preguntarnos sobre si será
posible en algún momento encontrar un concepto de cultura que sea apropiado para esta
corriente historiográfica a través de la cual deseamos inmiscuirnos en el campo de la
investigación. Además, Burke señala que dependiendo de la temática que se aborde es que
va a ser historia cultural, entonces delega a ciertas áreas y objetos lo que entenderemos cómo
cultura, lo cual resulta bastante incomodo y que en realidad debemos entender que la cultura
no es un objeto o algo en específico, sino que aún resulta ser un concepto que no hemos
podido delimitar y que inclusive intentamos evitar, utilizando así otras formas para
expresarlo. Otro punto importante es que con la historia cultural ha superado el hecho de que
las fuentes que han primado, es decir, los documentos ya no son “intocables”, sino que más
bien ha incorporado nuevas fuentes y a las que ya estaban se les ha comenzado también a
someter a un análisis, dado que un testamento, la prensa, etc tienen una intencionalidad y no
son simplemente documentos basados en la realidad.

3
Sewell, W. “The concept(s) of culture”.