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FISIOLOGIA HUMANA

Alejandro Steiner - Samuel Middleton

Con la colaboración de

Greti Aguilera
Víctor Fernández
Elisa Marusic

Edición Digital reproducida con autorización de los autores

Año 2001

ÍNDICE

INDICE

Introducción

Teoría de Control

Cuestionario: Teoría de Control.

Líquidos Corporales

Concepto de medio interno.


Estructura y funciones de la célula.

Membrana celular.
Equilibrio de la concentración de iones intra y extracelulares.
Bomba de sodio.

Distribución y composición de los líquidos corporales.


Metabolismo del agua.
Sistema linfático.
Liquido cefalorraquídeo.
Sangre.
Propiedades físico-químicas del plasma.
Proteínas plasmáticas.
Elementos figurados de la sangre.
Coagulación.
Inmunidad.
Grupos sanguíneos.
Factor Rh.

Cuestionario: Líquidos corporales.

Aparato Respiratorio.

Mecánica respiratoria.
Volúmenes y capacidades respiratorias.
Intercambio gaseoso a nivel pulmonar.
Regulación de la respiración.
Alteraciones del ritmo respiratorio.
Transporte de gases por la sangre.
Cuestionario: Aparato respiratorio.

Aparato Circulatorio

Corazón.

Estructura.
Generación y propagación de los impulsos en el corazón.
Contractibilidad del miocardio.
Ciclo cardíaco.
Mecanismo del llene ventricular.
Ruidos cardíacos.
Cambios eléctricos durante el ciclo cardíaco.
Aleteo (flutter) y fibrilación.
Insuficiencia cardíaca.
Trabajo cardíaco.
Metabolismo del corazón.
Requerimientos energéticos del corazón.
Regulación nerviosa de la actividad cardíaca.

Hemodinámica.

Circulación periférica.
Función de las arterias en la regulación del flujo sanguíneo.
Presión arterial.
Pulso arterial.
Velocidad del flujo sanguíneo.
Circulación capilar.
Circulación venosa.
Pulso venoso.
Regulación del flujo sanguíneo.

Regulación nerviosa.
Regulación humoral.

Centros reguladores del corazón y del tono vascular.


Circulación pulmonar.
Circulación coronaria.
Irrigación de la musculatura esquelética.
Circulación hepática.
Circulación renal.
Circulación de la piel.
Circulación cerebral.

Cuestionario: Aparato circulatorio.

Función Renal.

Anatomía funcional del riñón.


Función del nefrón.
Regulación de la filtración.
Métodos de estudio de la función glomerular.
Función de los túbulos renales.

Mecanismo de secreción y absorción tubular.


Reabsorción de proteínas.
Excreción tubular.
Mecanismo de concentración de la orina.

Regulación renal de la composición y volumen del plasma y del líquido extracelular.


Fisiología de la micción.

Cuestionario: Función renal.

Digestión.

Motilidad

Digestión bucal.
Función de la faringe y del esófago.
Estómago.
Intestino delgado.
Intestino grueso.
Defecación.

Secreciones en el tubo digestivo

Bucal.
Gastrica.
Regulación de la secreción gastrica.
Intestinal.

Absorción intestinal.

Agua y sales.
Hidratos de carbono.
Proteínas.
Grasa.

Hígado.
Vesícula biliar.

Cuestiónario: Digestión.
Nutrición.

Cuestionario: Nutrición.

Vitaminas.

Hidrosolubles:

Grupo B.
Vitamina C.

Liposolubles:

Vitamina A.
Vitamina D.
Vitamina E.
Vitamina K.

Cuestionario: Vitaminas.

Metabolismo.

Metabolismo basal.
Regulación de la ingestión de agua.
Requerimientos energéticos del organismo.

Cuestionario: Metabolismo.

Regulación de la temperatura corporal.

Cuestionario: Termorregulación.

Sistema Endocrino.

Generalidades.
Regulación de la secreción hormonal.
Sistema hipotálamo-hipofisario.

Hipófisis anterior.
Hormona del crecimiento.
Regulación de la secreción.
Prolactina.
Hormona tireoestimulante.
Hormona adrenocorticotropa.
Gonadotrofinas.
Lóbulo intermedio.
Lóbulo posterior.
Hormona antidiurética.
Ocitocina.

Tiroides.

Biosíntesis de las hormonas tiroideas.


Acciones de las hormonas tiroideas.
Regulación hormonal del metabolismo del Ca y P.

Paratiroides.
Tirocalcitonina.
Vitamina D.

Regulación hormonal del metabolismo de los hidratos de carbono.

Insulina.
Acciones de la insulina.
Regulación de su secreción.
Factores hiperglucemiantes.

Glándula suprarrenal.

Médula suprarrenal.

Regulación de la secreción de las catecolaminas.

Corteza suprarrenal.

Diferenciación sexual y gónadas

Determinación del sexo.


Aspectos embriológicos.
Gónadas masculinas.

Regulación de la función testicular.


Espermatogénesis.
Función endocrina.
Caracteres sexuales secundarios.
Acciones metabólicas.

Gónadas femeninas.

Ciclo menstrual.
Ciclo ovárico.
Ciclo uterino.

Regulación de la función ovárica.


Hormonas del ovario.

Estrógenos.
Progesterona.

Prostaglandinas.

Cuestionario: Sistema endocrino.

Sistema Nervioso Autónomo.

Músculo Cardíaco.

Cuestionario: Sistema nervioso autónomo.


Neurofisiología

Fisiología general.
Neurona y su función.
Transmisión de los potenciales de acción en las vías nerviosas.

Transmisión sináptica.
Transmisión neuromuscular.
Transmisión estímulos de magnitud diferente.
Importancia de la organización espacial de los circuitos neuronales.

Facilitación y oclusión.
Receptores.

Transducción en los receptores.


Potenciales generadores.
Adaptación de los receptores.

Efectores.
Reflejos.
Visión.

Formación de la imagen.
Anomalías del sistema óptico.
Adaptación: a la luz, a la obscuridad.
Vías visuales.
Análisis de las informaciones visuales.
Nistagmo fisiológico.

Función acústica y vestibular.

Generación de los potenciales de acción.


Potenciales receptores y microfónicas cocleares.
Función vestibular.

Gusto y Olfato.

Gusto.
Olfato.
Adaptación del olfato.

Información sensitiva.

Representación cortical.
Dolor.

Estructura y función del sistema piramidal, extrapirarnidal y cerebelo.

Cuestionario: Neurofisiología.
SISTEMA ENDOCRINO

GENERALIDADES.

La evolución de las especies, desde los unicelulares hasta los mamíferos, significó un progresivo aumento de la
complejidad tanto estructural como funcional de los organismos. Aparecieron, para el cumplimiento de cada función, un
número creciente de órganos y tejidos especializados. Para que las condiciones de funcionamiento fueran óptimas, se
hizo indispensable un medio interno de caracteres constantes, tanto en lo que se refiere a su volumen y composición,
como a su temperatura. De esta manera, la constancia del medio interno puede considerarse como la meta de la
actividad de los órganos y sistemas. La función coordinada y adecuadamente regulada de los diferentes órganos,
necesaria para la mantención de esta constancia frente al ambiente siempre cambiante, se aseguró mediante la acción
de dos grandes sistemas reguladores: el sistema endocrino y el sistema nervioso.

El sistema nervioso se encarga de la coordinación rápida de las actividades de los diferentes órganos y sistemas y de la
relación directa del organismo con el medio externo que lo rodea. La transmisión nerviosa se realiza a través de impulsos
que se propagan por vías especiales, lo que da a este sistema el carácter de acción rápida, pero al mismo tiempo
localizada y de corta duración.

El sistema endocrino, por su parte, tiene una acción generalmente más lenta. Ejerce su efecto por vía humoral, mediante
sustancias denominadas hormonas.

Las hormonas son producidas por células especializadas que las entregan a la sangre, la cual las transporta a todos los
tejidos. Actúan, sin embargo, selectivamente sobre determinados tejidos u órganos específicos, llamados efectores. La
especificidad de la respuesta de los efectores a las hormonas está genéticamente determinada. Así, por ejemplo, la
hormona adrenocorticotrófica o ACTH, secretada por la hipófisis anterior, estimula sólo determinadas células de la
corteza suprarrenal y carece de efecto sobre otras células de la misma corteza o de otros tejidos. Esto se debe a que
sólo ciertas células suprarrenales poseen receptores sensibles al ACTH.

Las hormonas, son producidas por grupos celulares o por glándulas endocrinas que se caracterizan por carecer de
conductores excretores y por estar ricamente irrigadas por capilares sinusoidales. Estos se ponen en contacto con cada
célula, permitiendo en esta forma que el producto de su secreción pase directamente a la sangre. Una vez en el plasma,
las hormonas se unen a proteínas transportadoras específicas y sólo una pequeña parte circula libremente. Esta fracción
libre es la hormona activa, que ejerce su efecto sobre los tejidos efectores. Ambas fracciones de hormonas, están en
constante equilibrio.

Las hormonas desempeñan en el organismo dos funciones fundamentales:

1. Reguladora de la constancia del medio interno (volumen, composición iónica, pH, etc.). Intervienen en la regulación de
ciertas funciones (actividad cardiaca y otras).

2. Morfogenética, mediante la cual algunas hormonas controlan el crecimiento y la aparición y el desarrollo de rasgos
fenotípicos que determinan las características de cada sexo.

Las hormonas actúan como catalizadores biológicos que modifican la velocidad de las reacciones químicas de la célula
sin contribuir material o energéticamente a su realización.

La naturaleza y estructura química de las hormonas están claramente determinadas y muchas de ellas han sido
sintetizadas. Las producidas por las glándulas endocrinas de origen endodérmico son, en general, de carácter proteico o
glicoproteico (por ejemplo, hormonas hipofisiarias, tiroideas, paratiroideas y pancreáticas). Las de origen mesodérmico,
como la corteza suprarrenal y las gónadas, secretan hormonas de naturaleza esteroidal. Finalmente, la médula adrenal y
la tiroides, ambas de origen ectodérmico, secretan catecolaminas y tiroxina, respectivamente, que son aminas derivadas
de la tiroxina.

Las teorías más aceptadas respecto a la naturaleza de los mecanismos de acción de las hormonas a nivel celular, son
las siguientes:
A. Inducción de la síntesis de enzimos en el núcleo celular, estimulando la síntesis de RNA. El RNA a su vez
incrementaría la síntesis de enzimos requeridos para una vía metabólica determinada.

B. Estimulación de la síntesis enzimática a nivel de los ribosomas.

C. Activación directa de los enzimos. Las hormonas de este grupo tendrían efectos rápidos, ya que no requieren de
previa síntesis proteica.

D. Modificación del transporte a través de la membrana celular.

Es importante notar que, al parecer, en la inducción de un efecto determinado de una hormona, pueden estar
involucrados varios de estos mecanismos de acción. También, una misma hormona puede actuar sobre varios tejidos a
través de diferentes mecanismos.

REGULACION DE LA SECRECION HORMONAL

El nivel hormonal en la sangre se ajusta continuamente a la intensidad de la función regulada por la hormona y es, por lo
tanto, fluctuante.

La función más importante de las hormonas consiste en la mantención de la constancia del medio interno. Esto se
obtiene a través de mecanismos de autorregulación (véase Teoría de Control) del tipo de retroalimentación (leed
back) positivo o negativo, en que la función regulada modifica en forma retrógrada la secreción del factor regulador.

En el sistema endocrino el tipo más simple de retroalimentación es aquel en que la función regulada inhibe
(retroalimentación negativa) directamente la secreción de la hormona reguladora. Tales son, por ejemplo, los casos de la
relación funcional insulina - glucemia , glucagón - glucemia, hormona paratiroidea - calcemia, tirocalcetonina - calcemia.

En la figura 90 se presenta esquemáticamente el mecanismo de autorregulación negativa insulina D glucemia. La


insulina estimula la entrada de glucosa desde el espacio extracelular al interior de la célula, lo que produce una
disminución de la concentración de glucosa en el espacio intersticial y ulteriormente en la sangre. La disminución del
nivel glucémico, a su vez, inhibe la secreción de insulina. Puede observarse que el aumento del nivel glucémico,
producido por la ingestión de alimentos, estimula las células ß de los islotes de Langerhans en el páncreas e induce la
secreción de insulina, que disminuye el nivel de la glucosa en la sangre. El mecanismo recién descrito entra así
periódicamente en acción.
Fig. 90. Regulación de la secreción de insulina por retroalimentación negativa a través de la función regulada.

Otra modalidad, más compleja, de autorregulación negativa se efectúa con participación del sistema hipotálamo-
hipofisiario, como sucede con la glándula tiroides, la corteza adrenal y las gónadas. En estos casos, la secreción de la
hormona está regulada mediante hormonas llamadas trofinas (tirotrofina, corticotrofina, gonadotrofina), provenientes de
la hipófisis anterior, las cuales estimulan la secreción de las respectivas glándulas. En el hipotálamo existen, a su vez,
grupos neuronales (núcleos) que secretan polipéptidos llamados liberadores o releasing factors (RF), los cuales al llegar
al lóbulo anterior de la , hipófisis, estimulan la secreción de las respectivas trofinas. Las trofinas hipofisiarias estimulan
sus glándulas efectoras y elevan el nivel sanguíneo de las hormonas correspondientes. El incremento de éstas, actúa, a
su vez, sobre el sistema hipotálamo-hipófisis, inhibiendo la secreción de los factores liberadores y consecuentemente la
de las trofinas.

Otros estímulos pueden activar la secreción de algunas hormonas. Por ejemplo, el frío aumenta la secreción de las
hormonas tiroideas y el stress la del cortisol. Estos estímulos actúan a través del sistema nervioso central sobre el
hipotálamo, induciendo el aumento de la secreción del respectivo factor liberador.

La figura 91 esquematiza un ejemplo de autorregulación de la secreción de cortisol a través del sistema hipotálamo-
hipofisiario.

SISTEMA HIPOTALAMO-HIPOFISIARIO
La hipófisis, de importancia fundamental en el control de la secreción de la casi totalidad de las glándulas endocrinas,
está ubicada en la silla turca y pesa en el hombre de 0.6 a 0.7 g. De acuerdo a su origen embriológico y a su estructura
histológica, está formada por dos glándulas separadas (Fig. 92): la adenohipófisis, que corresponde al lóbulo anterior y la
neurohipófisis, representada por el lóbulo posterior.

Entre ambas se sitúa una estructura rudimentaria, llamada lóbulo intermedio, de caracteres similares al lóbulo anterior.

La hipófisis se conecta anatómica v funcionalmente con el hipotálamo, hecho que condiciona una eficaz coordinación
entre el sistema nervioso y endocrino. La relación entre hipotálamo e hipófisis merece mención especial. A diferencia

del resto del sistema nervioso, donde las neuronas se relacionan directamente con su efector (músculo, por ejemplo), en
la hipófisis las neuronas hipotalámicas no hacen contacto directo con sus células efectoras. Estas neuronas son
anatómicamente células nerviosas pero funcionalmente células endocrinas que secretan los factores liberadores o
releasing factors. Estos factores pasan a la sangre y alcanzan la adenohipófisis a través de una abundante red capilar,
tipo sistema porta, que se extiende entre el hipotálamo y la hipófisis anterior (Fig. 93). Cabe señalar que los factores
liberadores son específicos, es decir, cada uno modifica solamente la secreción de una determinada hormona
adenohipofisiaria.

Los núcleos hipotalámicos secretores de los factores liberadores son, por lo tanto, indispensables para la función normal
de la hipófisis. Su destrucción suprime la secreción de aquellas trofinas hipofisiarias que requieren un factor liberador.
Hace excepción, a este respecto, la prolactina, cuya entrega en este caso se intensifica, ya que el factor hipotalámico
que regula su entrega es de carácter inhibitorio.

HIPOFISIS ANTERIOR
La hipófisis anterior o adenohipófisis proviene de una evaginación del techo de la faringe, es, por lo tanto, de origen
endodérmico. Histológicamente está formada por columnas de células epiteliales, sostenidas por una delicada trama de
tejido conectivo y es irrigada por abundantes capilares sinusoidales.

De acuerdo a sus propiedades tintoriales se distinguen en la hipófisis anterior tres tipos de células:

a) Células cromófobas o agranulosas, cuyo protoplasma carece de afinidad por los colorantes.
b) Células acidóficas, que se tiñen con colorantes ácidos
c) Células basófilas, que se tiñen con colorantes básicos

La adenohipófisis secreta seis hormonas, polipeptídicas o glucoproteicas: la somatotrofina, la prolactina, la


adrenocorticotrofina, la hormona tireoestimulante, la hormona luteinizante y la hormona folículo estimulante. Todas,
excepto las dos primeras, estimulan la secreción de otras glándulas endocrinas.

SOMATOTROFINA U HORMONA DEL CRECIMIENTO (G H)

La hipofisectomía en animales jóvenes detiene el crecimiento, aun cuando el resto de las funciones endocrinas se
mantenga artificialmente normal. Este efecto se debe a la falta de somatotrofina, hormona producida por las células
acidófilas de la adenohipófisis. El suministro de somatotrofina a animales jóvenes intensifica el crecimiento y conduce a
gigantismo. Suministrada a animales adultos causa el crecimiento excesivo de las regiones distales del esqueleto
(acromegalia) y de algunos órganos, hiperglucemia y glucosuria. Alteraciones similares son producidas en el hombre por
algunos tipos de tumores hipofisiarios que alteran la secreción de la hormona de crecimiento. Es así como se observan
en la patología humana casos de enanismo o gigantismo y de acromegalia.

La hormona de crecimiento ejerce cierto efecto en los siguientes procesos:

1. En el metabolismo proteico estimula la síntesis de proteínas celulares (acción anabólica proteica) a través del
incremento de la entrada de aminoácidos a la célula. A nivel de los cartílagos epifisarios del hueso en crecimiento, su
efecto anabólico se manifiesta por la estimulación de la condrogénesis y de la formación de la matriz ósea. Incrementa
así el crecimiento longitudinal de los huesos.

2. En el metabolismo de los lípidos, aumenta la lipolisis y, consecuentemente, el paso de ácidos grasos al plasma.
Estimula además la oxidación de las grasas en el hígado, con lo cual se libera una mayor cantidad de energía, que
permite ahorrar proteínas e hidratos de carbono indispensables para el crecimiento.

3. En el metabolismo de los glúcidos, produce hiperglucemia por su acción antiinsulínica (inhibe la entrada de glucosa a
la célula) y eleva el nivel glucémico.

Aumenta también, por un mecanismo aún no bien conocido, el glucógeno muscular.

4. En relación con el metabolismo mineral, produce un balance positivo (cantidad eliminada inferior a la
absorbida) de calcio, sodio, potasio y fosfatos, lo cual contribuye al anabolismo y crecimiento óseos.
PROLACTINA

Es una hormona de estructura muy similar a la somatotrofina y secretada, igual que esta última, por las células acidófilas.
Su principal acción conocida es estimular la producción de leche por la glándula mamaria. Su función fisiológica en el
sexo masculino es desconocida.

Su secreción se regula a través de un factor hipotalámico de efecto inhibidor. Lesiones de ciertas áreas hipotalámicas, al
suprimir la producción de este factor inhibidor, conducen, en ambos sexos, al aumento de la secreción de prolactina. En
algunos roedores, no así en la especie humana, la prolactina estimula el crecimiento del cuerpo lúteo y la secreción de
progesterona, por lo que se le llama también hormona luteotrófica

HORMONA TIREOESTIMULANTE O TIREOTROFINA (TSH)

Es secretada por las células basófilas. Estimula el crecimiento de la glándula tiroides e interviene en todas las etapas de
la biosíntesis de sus hormonas. Facilita la liberación de las hormonas depositadas dentro de los folículos de la glándula y
su paso a la sangre. La hipofisectomía causa atrofia y disminución de la secreción de la glándula tiroidea. La inyección
de tirotrofina aumenta su secreción y su suministro prolongado conduce a hipertrofia.

HORMONA ADRENOCORTICOTROPA (ACTH)

Es secretada por las células basófilas. Estimula el crecimiento y la secreción de las zonas fasciculata y reticularis de la
corteza suprarrenal. La hipofisectomía produce atrofia de estas zonas, que se acompaña de disminución de la secreción
de glucocorticoides y andrógenos. En dosis fisiológicas la ACTH no modifica la secreción de la zona glomerulosa de la
corteza, productora de los mineralocorticoides, pero en dosis elevadas estimula en forma transitoria su actividad.

GONADOTROFINAS
Las células basófilas secretan hormonas que reciben el nombre genérico de gonadotrofinas, debido a que regulan tanto
la función de los ovarios como de los testículos, manteniendo la secreción hormonal y la gametogénesis en ambos
sexos. Su papel fisiológico y su mecanismo de acción se analizarán en los capítulos correspondientes.

LOBULO INTERMEDIO DE LA HIPOFISIS

Secreta la hormona anocito-estimulante, MSH, cuya estructura química es similar al ACTH. Su acción en los mamíferos
no es clara. En el hombre parece aumentar la síntesis de la melanina. En algunos vertebrados inferiores (anfibios,
reptiles y otros) la melanina se encuentra en células especiales de la piel, llamadas melanóforos. La MSH produce la
dispersión de los gránulos de melanina en los melanóforos y provoca en esta forma oscurecimiento de la piel.

LOBULO POSTERIOR O NEUROHIPOFISIS

Es de origen ectodérmico y deriva de una evaginación del piso del tercer ventrículo cerebral. Histológicamente la
neurohipófisis está formada por abundantes fibras nerviosas no mielinizadas provenientes de los núcleos supraópticos y
paraventriculares del hipotálamo, por células de neuroglia y por abundantes capilares rodeados de tejido conjuntivo.

El lóbulo posterior de la hipófisis no es una glándula endocrina, ya que sus células no producen hormonas. Constituye en
realidad un reservorio en que se vierten las hormonas (ocitocina y vasopresina) secretadas por los núcleos
hipotalámicos.

HORMONA ANTIDIURETICA (ADH)

La hormona antidiurética (ADH) o vasopresina es un factor de gran importancia en la regulación del contenido de agua
del organismo. Como hemos explicado al analizar la función renal, su principal efecto consiste en permeabilizar al agua
los túbulos colectores del nefrón y aumentar el paso de agua desde estos túbulos hacia el intersticio hipertónico de la
médula renal (Fig4). Produce, por lo tanto, concentración de la orina y disminución de su volumen, retención de agua y
disminución de la presión osmótica de los líquidos corporales. Su falta causa, por el contrario, eliminación de grandes
volúmenes de orina muy diluida (diabetes insípida).
En dosis elevadas la ADH produce constricción de la musculatura lisa de los capilares e

hipertensión arterial, por lo cual se le atribuyó importancia en la mantención de la presión arterial en caso de hemorragia
aguda. Se ha demostrado, sin embargo, que la cantidad de la hormona secretada en esta condición, no es suficiente
para producir este efecto.

El control de la secreción de ADH se efectúa a través del hipotálamo, en el cual existen receptores capaces de detectar
pequeñas variaciones de la osmolaridad del liquido intersticial. Estos osmoceptores están conectados con los núcleos
supraópticos y paraventriculares del hipotálamo. Al disminuir la osmolaridad del líquido intersticial, estos receptores son
estimulados e inhiben tanto la producción, como la liberación y paso de la ADH a la sangre. Un aumento de la
osmolaridad tiene un efecto opuesto: produce un aumento del nivel plasmático de ADH que causa, como se ha dicho, en
el túbulo colector del nefrón, mayor reabsorción de agua libre de solutos hacia el intersticio . En consecuencia se diluye
el líquido extracelular y se suprime en esta forma el estímulo que motivó el aumento de la secreción de la hormona

Por su parte, los presoceptores aórticos y carotídeos, además de participar en el control del tono arteriolar (véase
capítulo Circulación), influyen en la secreción de ADH, aumentándola cuando la presión arterial desciende y viceversa.

El stress, los barbitúricos, algunos anestésicos y otros factores, estimulan por acción directa sobre el hipotálamo la
secreción de ADH. En el caso de los anestésicos, esto explica por lo menos parcialmente, la disminución del volumen de
orina eliminada después de intervenciones quirúrgicas. Similar efecto tiene la nicotina. El alcohol, por el contrario, inhibe
la producción de ADH.

Una representación esquemática de los mecanismos de secreción de esta hormona se presenta en la figura g5.
OCITOCINA

Esta hormona estimula en los mamíferos la contracción de las células mioepiteliales de los conductores galactóforos en
la glándula mamaria y produce la eyección de la leche.

Hay que recalcar que el crecimiento de la glándula mamaria y el paso de leche desde los acinos glandulares a los
conductos galactóforos no se deben a la ocitocina, sino a la acción conjunta de otras hormonas . La ocitocina provoca
solamente la eyección de la leche, o sea, su salida por el pezón.

La ocitocina es secretada por ciertos núcleos hipotalámicos. Estos son activados por impulsos que provienen de
receptores ubicados en los pezones, los cuales son estimulados por la succión del lactante.

La ocitocina desempeña un papel importante al final del embarazo y durante el trabajo de parto, por su acción
estimulante de las contracciones del útero. La sensibilidad de 14 musculatura uterina a esta hormona aumenta bajo el
efecto de los estrógenos y disminuye por acción de la progesterona. Como al final del embarazo aumenta el nivel
sanguíneo de los estrógenos y baja el de la progesterona, se intensifica la acción del estrógeno, lo que explica las
contracciones frecuentes del útero al final del embarazo. Estas contracciones dilatan el cuello uterino, lo que estimula por
vía refleja la secreción de ocitocina. Esta, a su vez, intensifica todavía más las contracciones hasta que se expulsa el
feto. El control de la secreción de la ocitocina se realiza, por lo tanto, por un mecanismo de retroalimentación positiva, en
cuanto el efecto de la hormona (contracciones uterinas y dilatación del cuello) aumenta su secreción.

Aparentemente la ocitocina juega algún papel en las contracciones uterinas que facilitan el transporte del esperma desde
la vagina a las trompas de Falopio, donde ocurre generalmente la fecundación.

TIROIDES

La glándula tiroidea está constituida por dos lóbulos unidos por un istmo y pesa en el hombre aproximadamente 20 a 25
g. Está situada en la región anterior del cuello, por delante de la tráquea. Embriológicamente se originaj1e una
evaginación del techo de la faringe en la base de la lengua. Desciende de aquí a su posición definitiva, dejando en su
trayecto el conducto tirogloso que posteriormente se atrofia.
Histológicamente está formada por folículos que contienen en su interior un material amorfo, coloidal, constituido por una
proteína, la tiroglobulina. Esta juega un papel importante en la síntesis y almacenamiento de las hormonas tiroideas.
Entre los folículos se encuentran agrupaciones celulares, llamadas parafoliculares, responsables de la secreción de la
tirocalcetonina,.

La tiroides, como todas las glándulas endocrinas, dispone de una abundante irrigación sanguínea. Las arterias tiroideas
se ramifican formando redes capilares que rodean los folículos y facilitan el paso de las hormonas a la sangre.

La glándula produce dos hormonas: la triyodotironina (T3) y la tetrayodotironina (T,4) o tiroxina. Ambas juegan un papel
importante en la regulación del metabolismo oxidativo, manteniéndolo dentro de límites adecuados para la actividad
normal del organismo. Estas hormonas, conjuntamente con la somatotrofina, tienen una participación importante en el
control del crecimiento y maduración de los tejidos.

El lóbulo anterior de la hipófisis secreta la hormona tireoestimulante o TSH, que estimula el crecimiento de los folículos y
la síntesis y secreción hormonal. La secreción de TSH es estimulada por un factor liberador proveniente del hipotálamo.

La secreción de estas hormonas depende del sistema junta de otras hormonas. La ocitocina provoca hipotálamo-
hipofisiario, cuya actividad se encuentra, a su vez, regulada a través de un sistema de retroalimentación negativa (ver
más adelante). Tanto la extirpación de la hipófisis como la lesión del hipotálamo, producen la atrofia de la glándula
tiroidea.

En condiciones fisiológicas la disminución del nivel sanguíneo de T3 y T4 estimula la secreción del factor liberador en el
hipotálamo y la entrega de TSH en la hipófisis. Esta última, al activar la glándula tiroidea, aumenta el nivel circulante de
T3 y T4. La elevación de T3 y T4, en la sangre, tiene un efecto opuesto. Este sistema de retroalimentación negativa
permite mantener constante los niveles sanguíneos de las hormonas tiroideas.

Además del mecanismo de retroalimentación negativa, recién mencionado, la secreción de factor liberador y de TSH,
está influida por la corteza cerebral y por estímulos periféricos (especialmente por la temperatura ambiental). Es así
como las emociones, el frío, etc., aumentan la secreción del 'factor liberador y de TSH. El organismo puede adaptarse en
esta forma a situaciones de emergencia que requieren mayor aporte energético. La figura 96 esquematiza los
mecanismos de regulación de la función tiroidea.
BIOSINTESIS DE LAS HORMONAS TIROIDEAS

La síntesis de T3 y T4 se inicia con la yodación de un aminoácido, la tirosina, para lo cual es indispensable un aporte
adecuado de yodo. El yodo se ingiere en forma de yoduros con los alimentos. La cantidad diaria necesaria es
aproximadamente 75 m g. Con los alimentos se ingiere normalmente, por lo menos en regiones no carentes de yodo,
aproximadamente 100 a 200 m g /dia.

La mayor parte del yoduro ingerido se absorbe en el intestino delgado y es transportado por la sangre unido a una
proteína. La glándula tiroidea capta el yodo sanguíneo mediante un mecanismo activo que requiere TSH y lo concentra
de tal modo que, en condiciones normales, hay una relación de 20:1 entre la concentración de yodo tiroideo y de yodo
plasmático. Las dos terceras partes del yodo ingerido se eliminan por la orina y el resto por la leche, la saliva y el
intestino.

El yoduro, una vez dentro de las células glandulares, es oxidado por el enzimo peroxidasa que lo convierte en yodo libre
que pasa rápidamente, como tal, al coloide folicular, donde se realiza la síntesis de las hormonas. En los folículos hay
una proteína, la tiroglobulina, que contiene gran número de radicales tirosilo. Una molécula de tiroglobulina se une
progresivamente con uno o dos átomos de yodo para formar monoyodo-tirosina (MIT) o diyodo-tirosina (DIT). Del
posterior acoplamiento de tirosina yodada con liberación de un residuo de alanina, resultan las hormonas tiroideas. Así,
de la unión de dos moléculas de DIT resulta la tetrayodotironina o tiroxina. De la de una molécula de DIT con una de MIT
se forma la triyodotironina (Fig. 97).

El paso de T3 y T, del folículo a la sangre requiere su liberación previa de la tiroglobulina, lo que se efectúa bajo el efecto
de una proteasa, enzimo que rompe la cadena de aminoácidos que forman la tiroglobulina. La síntesis, liberación y paso
a la sangre de T3 y T, son estimulados por la TSH.

Las hormonas tiroideas son transportadas por la sangre unidas a globulinas plasmáticas

específicas. Una pequeña parte circula no unida a globulinas y esta fracción constituye su forma activa. La hormona T.4,
a causa de su mayor afinidad con las proteínas transportadoras, se separa lentamente de éstas y ejerce, debido a esto,
un efecto retardado. La T3 tiene menor afinidad con las globulinas transportadoras,. por consiguiente actúa más
rápidamente que la T4.

ACCIONES DE LAS HORMONAS TIROIDEAS

Si bien los múltiples efectos de estas hormonas son bien conocidos, su mecanismo de acción no es muy claro.

Estimulan el metabolismo oxidativo y consecuentemente el consumo de oxígeno y la producción de calor a nivel de todos
los tejidos, con excepción del cerebro, útero, ganglios linfáticos, testículos y adenohipófisis. Los procesos oxidativos que
se realizan principalmente en las mitocondrias, se modifican bajo el efecto de las hormonas tiroideas en tal forma, que la
energía liberada como calor es proporcionalmente mayor que normalmente. Debido a esto, para cubrir los
requerimientos energéticos de trabajo, es indispensable ingerir mayores cantidades de alimentos. A pesar de la mayor
ingestión, los hipertiroideos pierden peso.

La acción calorigénica de las hormonas tiroideas es importante para la adaptación del organismo al frío.

Las hormonas tiroideas estimulan la absorción intestinal de glucosa y es así como en algunos casos la hiperfunción
tiroidea se acompaña de hiperglucemia. Esta tiene, sin embargo, carácter transitorio, ya que es rápidamente
compensada por aumento de la secreción de insulina y por la mayor combustión de hidratos de carbono en los tejidos
cuyo metabolismo está aumentado por efecto de hormonas tiroideas. Aunque las hormonas tiroideas aumentan
la síntesis de colesterol, el nivel sanguíneo de éste disminuye en el hipertiroidismo debido a su mayor utilización y a su
mayor eliminación por la bilis.

Referente al efecto de las hormonas tiroideas sobre el metabolismo proteico, hay que recalcar que, en dosis fisiológicas,
estas hormonas tienen una acción anabólica, especialmente durante el crecimiento. El mecanismo de este efecto es
desconocido. No parece tener relación con la acción estimulante de la glándula tiroidea sobre el metabolismo energético.
En caso de hipertiroidismo o de suministro excesivo de hormonas tiroideas exógenas, se observa un marcado
incremento del catabolismo proteico. Este incremento se debe a que el organismo recurre a las proteínas para cubrir los
mayores requerimientos energéticos, porque las reservas de hidratos de carbono y de grasas se han hecho insuficientes.

Aunque la tiroxina no intensifica el metabolismo cerebral, su déficit produce inhibición de los procesos mentales, los que
se normalizan al suministrar la hormona. El mecanismo de este fenómeno es poco conocido. Se supone que es debido a
que por el déficit de hormonas tiroideas, disminuye el efecto estimulante de las catecolaminas sobre las funciones
cerebrales.

Las hormonas tiroideas tienen una importancia fundamental en. el desarrollo normal del sistema nervioso central y
periférico en el lactante y en los niños, en que la barrera hematoencefálica aún no se ha establecido totalmente. La
mielinización de los axones y el desarrollo neuronal se ven alterados por la falta de las hormonas, produciendo
deficiencia mental. Esta se hace irreversible en caso de que no se inicie un tratamiento hormonal precozmente, antes
que la barrera hematoencefálica impida el paso de la hormona hacia las células nerviosas.

Las hormonas tiroideas son indispensables para el normal crecimiento y formación. El crecimiento en el niño hipotiroideo
es lento e incompleto (talla menor que la normal) a pesar de que los cartílagos epifisiarios se cierran tardíamente y
aunque se mantenga experimentalmente la secreción de hormona de crecimiento en forma normal.

En lo referente a su relación con otras glándulas endocrinas, las hormonas tiroideas no sólo estimulan la secreción de
catecolaminas por la médula suprarrenal, sino que tienen acciones sinérgicas con ellas, probablemente por actuar sobre
los mismos receptores tisulares. En apoyo a esta hipótesis cabe mencionar el hecho de que los bloqueadores b -
adrenérgicos (véase Sistema Nervioso Autónomo), suprimen la taquicardia del hipertiroidismo. El funcionamiento normal
de otras glándulas también requiere la presencia de hormonas tiroideas. Por ejemplo, en el hipotiroidismo disminuye
notablemente la secreción de la hormona de crecimiento y de los glucocorticoides suprarrenales. Por otra parte, las
hormonas tiroideas, aun cuando no modifican el consumo de oxígeno de las gónadas, ni del útero, son indispensables
para el desarrollo y mantención de ciclos menstruales y fertilidad normales.

REGULACION HORMONAL DEL METABOLISMO DEL CALCIO Y FOSFORO

La mantención del. nivel constante de calcio, en el líquido extracelular es indispensable para el funcionamiento normal
del organismo.

El calcio no sólo es un componente principal de los huesos y de los dientes, sino que es de importancia fundamental en
la coagulación sanguínea, la contractilidad muscular, la conducción nerviosa, la transmisión sináptica, etc. Actúa también
como cofactor en la acción de numerosos enzimos.

Su concentración en la sangre es alrededor de 10 mg % (5 mEq) y se encuentra en tres formas:

1. Unido a proteínas y, por lo tanto, no difusible (45%)


2. Libre no ionizable (5%).
3. Libre ionizable y, por lo tanto, difusible, forma en que participa constantemente en el recambio óseo (50% ).

El pH modifica el grado de ionización del calcio en el plasma: el aumento del pH sanguíneo (por ejemplo durante la
hiperventilación pulmonar), disminuye su ionización. (FIG.98)

El requerimiento de calcio en el adulto fluctúa alrededor de 50 mg/24 horas. Es mayor en el niño en crecimiento y en la
mujer durante el embarazo y lactancia. La principal fuente de calcio son los productos lácteos.

El metabolismo del calcio está íntimamente relacionado con el del fósforo, tanto en lo que se refiere a su participación en
el metabolismo del hueso, corno a su regulación.

Los fosfatos constituyen uno de los sistemas tampones del organismo (véase Sangre) y como tal intervienen en la
regulación del pH de la sangre. El fósforo participa además como fosfolípido, en la estructura del sistema nervioso y
forma parte de la molécula de ATP, que desempeña una importante función en el metabolismo energético.
La relación entre calcio y fósforo plasmático se mantiene en condiciones normales, constante y es un factor importante
para la solubilidad de los iones de calcio. El producto calcio x fósforo, expresado en mg %, es aproximadamente 40 (10
mg % de calcio x 4 mg % de P = 40). Cuando este producto aumenta,. disminuye la solubilidad de las sales de calcio,
que se precipita en forma de fosfato de calcio. Este hecho, como se verá más adelante, es de alta importancia en el
proceso de calcificación ósea.

La mantención de los niveles normales de calcio y fósforo plasmático depende del intercambio de estos iones,
fundamentalmente a tres niveles:

1. Nivel intestinal, donde se efectúa su absorción.


2. Nivel renal, que constituyera vía principal de su eliminación.
3. Nivel óseo, que constituye un reservorio de estos iones. Este reservorio, que se encuentra en constante recambio, es
uno de los factores principales en la regulación de la calcemia.

El 80 % del fósforo y el 98% del calcio del organismo se encuentra en los huesos. Estos están formados por una matriz
proteica de colágeno en la cual se depositan el calcio y el fósforo en forma de sales insolubles (hidroapatita (3Ca3(PO4)2
+ 2Ca (OH)2) y carbonato de calcio). La mantención de la estructura ósea normal requiere de un aporte adecuado de Ca
y P y, además, de un anabolismo proteico normal.

En la formación y renovación del hueso intervienen dos tipos de células: los osteoblastos y los osteoclastos.

Los osteoblastos intervienen en la formación ordenada de las fibras colágenas que constituirán la matriz ósea. Contienen
un enzimo, la fosfatasa alcalina, capaz de liberar fosfato mediante la hidrólisis de ésteres fosfóricos. La liberación de
fosfato aumenta localmente el producto Ca x P, lo que disminuye la solubilidad de estos iones, induciendo la
precipitación de fosfato de calcio en la matriz ósea.

Los osteoclastos, por su parte, producen reabsorción ósea mediante la destrucción de las fibras colágenas del hueso y la
solubilizaci6n de sus sales. Los osteoclastos contienen el enzimo llamado fosfatasa ácida que, al disminuir localmente el
pH, aumenta la solubilidad del fosfato de calcio, facilitando su paso al líquido extracelular.

El fosfato de calcio se encuentra en el hueso en dos formas:

1. Como sal estable, que se intercambia lentamente y forma un depósito muy poco activo de calcio.

2. En forma intercambiable, ubicada predominantemente en la zona superficial de las trabéculas del tejido esponjoso, en
contacto con el líquido extracelular. Esta ubicación facilita el intercambio y la mantención del equilibrio entre calcio
plasmático y óseo.

En condiciones normales sólo el 1 % del calcio óseo participa en el intercambio entre hueso y plasma, pero en algunos
estados patológicos puede intercambiarse en mayor proporción, produciéndose decalcificación del hueso.

El metabolismo del calcio y del fósforo es regulado fundamentalmente por la hormona paratiroides, por la tirocalcetonina
y por la vitamina D.

PARATIROIDES

Las glándulas paratiroides son formaciones discoidales (generalmente 2 en cada lado), situadas en la cara posterior de
la glándula tiroidea. El conocimiento de su ubicación es importante dado que, durante la extirpación quirúrgica de la
tiroides, pueden eliminarse inadvertidamente. La deficiencia de hormona, paratiroides, que este accidente acarrea,
produce generalmente graves alteraciones funcionales que, al no ser corregidas, pueden causar la muerte.

La glándula paratiroides está formada por dos tipos de células: células principales, que producen la hormona; y células
oxifilas, cuya función es desconocida.

La hormona paratiroides o parathormona es un polipéptido constituido por 75 aminoácidos, cuyo efecto consiste en el
aumento del calcio y una disminución del fósforo plasmáticos.

La extirpación de las glándulas paratiroides provoca la caída del nivel del calcio sanguíneo, lo que aumenta la
excitabilidad muscular y nerviosa y puede llegar a causar tetania, crisis convulsivas y muerte.

La parathormona eleva la calcemia actuando a tres niveles:

1. El nivel más importante es el hueso, donde estimula la actividad de los osteoclastos con la
consiguiente reabsorción ósea. A consecuencia de esto el calcio intercambiable pasa del hueso a la
sangre y se eleva la calcemia.
2. En el intestino, aumenta en forma discreta la absorción intestinal de calcio.
3. En el riñon, estimula la reabsorción de calcio filtrado, hacia el plasma.

La parathormona aumenta la excreción renal de fósforo mediante el bloqueo de su reabsorción tubular.

La figura 99, esquematiza las principales acciones de la hormona paratiroides.

La secreción de la hormona se regula a través de un sistema de retroalimentación negativa entre calcemia y paratiroides
(Fig. roo). La disminución del nivel normal de calcemia estimula directamente la secreción de su hormona. Esta, a través
de los mecanismos expuestos, retorna la calcemia a la normalidad, lo cual a su vez disminuye la secreción.

TIROCALCITONINA
El segundo factor que interviene en la mantención de la constancia del nivel calcémico es la calcitonina, que es una
hormona polipeptidica secretada por las células parafoliculares de la glándula tiroides. Su papel fisiológico no es bien
conocido. Se sabe, sin embargo,. que inhibe la reabsorción de calcio en el hueso y baja, por consiguiente, su nivel en la
sangre. La intensidad de su secreción depende de la calcemia, cuyo aumento la estimula.

VITAMINA D

Es un tercer factor regulador del metabolismo del calcio. Su acción fundamental consiste en facilitar la absorción
intestinal de calcio. En caso de carencia de esta vitamina, el organismo, para mantener el nivel calcémico, utiliza en
exceso el calcio de los huesos. Esto produce descalcificación ósea, que se manifiesta en el niño en crecimiento como
raquitismo y en el adulto como osteomalacia.

REGULACION HORMONAL DEL METABOLISMO DE LOS HIDRATOS DE CARBONO

La glucosa es el principal combustible en el metabolismo celular, especialmente en el sistema nervioso central, donde los
monosacáridos constituyen la única fuente de energía. Cabe señalar que la entrada de glucosa a la célula nerviosa
depende únicamente de su .concentración en la sangre, no siendo afectada por la insulina u otras hormonas. Este hecho
determina la gran importancia que tiene para el organismo la mantención de la glucemia a un nivel constante y suficiente
para satisfacer el alto requerimiento energético del cerebro.

La glucemia normal es aproximadamente 100 mg%. La glucosa sanguínea proviene, por una parte, de los hidratos de
carbono ingeridos con los alimentos, en los cuales constituyen la mayor proporción (glucosa exógena). Por otra parte, la
sangre recibe glucosa por vía endógena, proveniente de la degradación del glucógeno (glucogenólisis) o de la síntesis
de glucosa a partir de otras moléculas como aminoácidos o lípidos (gluconeogénesis). En el curso del metabolismo
intermedio de los hidratos de carbono, la glucosa se degrada hasta la formación de CO2 y H2O, liberando energía
térmica y química necesaria para el funcionamiento normal del organismo. Otra parte de la glucosa se acumula en el
hígado y en los músculos en forma de glucógeno, polisacárido que representa la principal reserva del organismo en
hidratos de carbono. Por último, en el hígado se efectúa la síntesis de aminoácidos, ácidos grasos y glicerol a partir de
glucosa, procesos reversibles, ya que estos compuestos pueden reconvertirse a glucosa. El balance de entradas y
salidas de glucosa hacia y desde la sangre y su papel determinante del nivel glucémico están representados en la figura
101 .

La regulación de la glucemia se efectúa a través de hormonas que modulan la actividad de las enzimas responsables de
los procesos anteriormente mencionados. De acuerdo a su acción, estas hormonas pueden ser divididas en: a)
hipoglucemiantes (insulina); b) hiperglucemiantes (glucagon, adrenalina, glucocorticoides, hormona
de crecimiento, tiroxina). La figura 102 muestra un somero esquema del metabolismo intermediario de los hidratos de
carbono y de la intervención de las diferentes hormonas.

INSULINA

Entre los factores hipoglucemiantes la insulina, secretada por el páncreas, ocupa un lugar de la mayor importancia. El
páncreas, situado en el espacio retroperitoneal, entre el estómago y el arco duodenal, es una glándula de función exo y
endocrina. Histológicamente se distinguen en él, por una parte, los acinos glandulares responsables de la secreción de
enzimos digestivos que vacían su secreción al duodeno. Por otra parte, grupos celulares ricamente vascularizados,
denominados islotes de Langerhans, de función endocrina. Estos islotes están formados por dos tipos de células: las
células secretoras del glucagon y las células B, secretoras de la insulina.

La insulina es una proteína de alto peso molecular, formada por una doble cadena de aminoácidos unidos por puentes
disulfuro. Existen pequeñas diferencias estructurales de la molécula de insulina en las diferentes especies. Estas
diferencias, aunque no significan variaciones de la actividad biológica de la hormona, le confieren carácter de antígeno al
ser suministrada en forma heteróloga. La importancia clínica de este hecho es evidente, ya que en el tratamiento de la
diabetes se utiliza insulina bovina o porcina que pueden inducir la formación de anticuerpos antiinsulínicos, con la
consiguiente resistencia al tratamiento

La insulina secretada por las células ,B pasa a la sangre, y es transportada a los tejidos efectores. Casi todos los tejidos
del organismo requieren insulina, con la ya mencionada excepción del encéfalo y los glóbulos rojos.

La insulina es inactivada principalmente en el hígado y en los riñones, órganos en que existen sistemas enzimáticos que
rompen su molécula.

Por otra parte, en la sangre circulan proteínas antagónicas a la insulina, entre las que se cuenta la sinalbúmina y las
globulinas a 1 y a 1. El significado fisiológico de estas proteínas se desconoce hasta el momento. Es probable que
algunas de ellas intervengan en el transporte plasmático de la insulina, siendo inactivadores transitorios. Otras, en
cambio, antagonizarían definitivamente las acciones de la hormona.

ACCIONES DE LA INSULINA

La insulina tiene importante participación en el metabolismo intermediario, tanto de los hidratos de carbono, como de las
proteínas y grasas. Estas acciones se ejercen especialmente a nivel del hígado, músculo y tejido graso. Su acción
fisiológica más importante consiste, sin duda, en hacer pasar la glucosa del espacio extracelular al intracelular.

Cuando el nivel glucémico sobrepasa los valores normales, aumenta la secreción de insulina y se incrementa
consecutivamente la entrada de glucosa a la célula, lo cual contribuye a la mantención de la glucemia dentro de límites
normales. El suministro de glucosa (0.75 g/kg de peso) produce en un individuo normal un aumento de la glucosa
sanguínea no superior al 50-60% de su valor inicial. Este aumento alcanza su máximo a los 20-3o minutos y desciende
posteriormente para recuperar el nivel normal al cabo de 90 a 120 minutos. Esta respuesta a la sobrecarga de glucosa
constituye la llamada curva de tolerancia a la glucosa. La curva de tolerancia se encuentra alterada, mostrando una
elevación mayor y más prolongada de la glucemia, cuando hay una deficiencia de insulina o bien un aumento de factores
hiperglucemiantes (curva diabética). Por el contrario, se hace casi plana cuando hay un exceso de insulina o un déficit de
factores hiperglucemiantes (Fig. 103).

La insulina favorece también la entrada de potasio, aminoácidos, nucleótidos y fosfatos al interior de la célula,
independientemente de su acción sobre el transporte de glucosa.

Su acción sobre el metabolismo intracelular de la glucosa consiste, por una parte, en la activación de, las enzimas que
intervienen en la glucólisis (glucoquinasa, fosfo-fructoquinasa, etc.). Por otra parte, en el incremento de la actividad
de las enzimas responsables de la formación de glucógeno. Parece ejercer, también, una acción estimulante sobre los
procesos oxidativos del ciclo de Krebs y sobre la fosforilación oxidativa.

La insulina actúa sobre el metabolismo lipídico. Estimula la síntesis de grasas, mediante el mayor aporte de acetil-
coenzimo A. requerid para la síntesis de ácidos grasos y de glicerofosfato para la síntesis de los triglicéridos. De este
modo, la insulina aumenta la acumulación de grasas en sus depósitos.

En relación con el metabolismo proteico, la insulina incrementa la incorporación de aminoácidos a la célula, indep a
través de dos mecanismos fundamentales: a) frenación del catabolismo proteico, can inhibición de la gluconeogénesis a
partir d endientemente de la entrada de glucosa ,y de la síntesis proteica intracelular. Este efecto anabólico sería
explicable e proteínas, quedando en este modo aminoácidos disponibles para la síntesis proteica; b) estimulación de la
síntesis proteica, probablemente a nivel de los ribosomas. El efecto anabólico de la insulina tiene gran importancia
durante el crecimiento, para el cual su presencia, conjuntamente con la hormona de crecimiento y las hormonas
tiroideas, es indispensable.

REGULACION DE LA SECRECION DE LA INSULINA

El principal factor regulador de su secreción es la glucemia. Cuando el nivel glucémico se eleva alrededor de un 10%
sobre su valor normal (1oo mg %), se libera insulina con una rápida depleción de los gránulos de secreción en las células
13 del páncreas. Este efecto de la glucosa ocurre 30 a 60 segundos después del alza de la glucemia. La glucosa
estimula también la síntesis de insulina, pero este efecto se produce en un lapso mayor que el requerido para la
liberación de la hormona acumulada en las células b.

Debido a la acción periférica de la insulina, disminuye la glucemia, lo que a su vez deja de estimular la liberación y
síntesis de insulina. Por otra parte, la pancrcozimina, hormona secretada por la mucosa duodenal y gástrica y que, como
hemos visto, regula la secreción enzimática del páncreas, tiene características similares al glucagon. Actúa además, al
parecer, directamente sobre las células 13 de los islotes de Langerhans y aumenta la secreción de insulina. Esto podría
explicar por qué la glucosa administrada por vía oral tiene un mayor efecto estimulante sobre la secreción de insulina que
la suministrada por vía endovenosa.
Se ha demostrado experimentalmente que la estimulación del vago aumenta y la adrenalina inhibe la secreción de
insulina. Su importancia fisiológica como regulador de la secreción no está, sin embargo, del todo aclarada. En la figura
104 se representan, en forma esquemática, los mecanismos que controlan la secreción de insulina.

FACTORES HIPERGLUCEMIANTES

Entre los factores hiperglucemiantes el glucagon es el de mayor importancia. Esta hormona es secretada por las células
« de los islotes de Langerhans.

El glucagon es hiperglucemiante por excelencia y actúa principalmente a nivel del hígado. Activa la fosforilasa y estimula,
par lo tanto, la glucogenólisis hepática y la entrega de glucosa a la circulación. Además, contrariamente a la insulina,
estimula las enzimas responsables de la gluconeogénesis hepática. En el tejido adiposo, intensifica la degradación de
las grasas a ácidos grasos y glicerol.

En cuanto a la regulación de su secreción, es sabido que la hipoglucemia la intensifica, en tanto que la hiperglicemia
tiene un efecto opuesto. juega así un papel importante en la conservación de la constancia de la glucemia. Durante el
ayuno su concentración sanguínea se eleva considerablemente y contribuye a mantener el nivel glucémico constante,
actuando coordinadamente con otras hormonas hiperglucemiantes.

Tenemos que mencionar, finalmente, en relación con la regulación del nivel glucémico, un polipéptido extraído del
hipotálamo, que tiene carácter hormonal, denominado somatostatina.

Esta hormona tiene acción inhibidora tanto sobre la secreción de glucagon, como de insulina.

Se puede concluir, por lo tanto, que la hiperglicemia puede deberse, especialmente en caso de diabetes, no sólo a la
falta de insulina, sino a la secreción aumentada de glucagon, inducida por la carencia de somatostatina.

Cabe mencionar la adrenalina que actúa sobre el metabolismo de los hidratos de carbono a través de su efecto b
adrenérgico. De manera similar al glucagon, activa la fosforilasa con la consiguiente mayor degradación' de glucógeno.
Sin embargo, la .adrenalina es más activa en el músculo y el glucagon en el hígado. La adrenalina acelera también la
degradación de las grasas depositadas en el tejido adiposo.
Los glucocorticoides, secretados por la corteza suprarrenal, elevan también la glucemia y disminuyen al mismo tiempo la
tolerancia a la glucosa ingerida. junto con el glucagon, juegan un papel importante en la mantención del nivel glucémico
durante el ayuno. En ausencia de glucocorticoides, la glucemia baja rápidamente durante el ayuno y al mismo tiempo
aumenta el efecto hipoglucemiante de la insulina.

Los glucocorticoides ejercen su acción hiperglucemiante a través de varios mecanismos: estimulan la gluconeogénesis a
partir de aminoácidos; inhiben la fosforilasa y estimulan la glucosa-6-fosfatasa, con la consiguiente mayor salida de
glucosa desde el hígado a la circulación; inhiben la utilización de glucosa por las células.

La hormona de crecimiento eleva el nivel glucémico y disminuye al mismo tiempo la tolerancia a la glucosa. El
mecanismo principal de la acción hiperglucemiante de esta hormona consiste en estimular la salida de la glucosa del
hígado y disminuir su utilización periférica.

Finalmente, las hormonas tiroideas son potentes facilitadoras de la absorción intestinal de la glucosa, por lo que
producen aumento postprandial de la glucemia. Este fenómeno es de carácter transitorio, ya que la hiperglucemia
estimula la secreción de insulina. Por otra parte, la estimulación del metabolismo oxidativo, inducida por las hormonas -
tiroideas, contribuye a un mayor consumo de glucosa.

En la figura 104 están representados esquemáticamente los mecanismos hormonales que regulan la glucemia.

GLANDULA SUPRARRENAL

Las glándulas suprarrenales (o adrenales) están, en la especie humana, ubicadas bilateralmente en el espacio
retroperitoneal de la región lumbar, ocupando el polo superior de cada riñón. Pesan en el adulto aproximadamente 7 g
cada una.

Tanto por su origen embriológico como por sus características histológicas y funcionales, cada glándula representa dos
órganos diferentes. En su parte central se encuentra la médula adrenal que secreta catecolaminas. Alrededor de ella
está la corteza, secretora de hormonas esteroidales.

MEDULA SUPRARRENAL

Proviene embriológicamente del ectodermo, a semejanza del tejido nervioso. Es en realidad un ganglio simpático
modificado, cuyas neuronas postganglionares han perdido sus axones y han adquirido propiedades secretoras.
Histológicamente está constituida por células que se tiñen con colorantes derivados del cromo, por lo que se llaman
células cromafines. Fuera de la médula adrenal, existe tejido cromafín en los ganglios simpáticos paravertebrales que
también son capaces de secretar catecolaminas.

La médula adrenal secreta dos hormonas químicamente muy semejantes, denominadas genéricamente catecolminas: la
adrenalina o epinefrina y la noradrenalina. En el hombre el 80% de la secreción de la médula suprarrenal es adrenalina y
el 20% restante es noradrenalina. La noradrenalina se libera también por las terminaciones nerviosas simpáticas
adrenérgicas. Ambas hormonas se sintetizan a partir del aminoácido fenilalanina (Fig. 105). Su inactivación se efectúa en
el hígado y los productos finales de su catabolismo son excretados por la orina. La medición de estos productos

catabólicos urinarios tiene gran importancia clínica para el diagnóstico de tumores de tejido cromafín productores de
catecolaminas.

Es interesante anotar que, si bien es cierto que las catecolaminas cumplen importantes funciones, la extirpación de la
médula adrenal no provoca mayores trastornos. Esto se debe probablemente a la secreción de cantidades adecuadas de
catecolaminas por las terminaciones nerviosas simpáticas y/o por otros núcleos de tejido cromafín.

Debido a los numerosos efectos que las catecolaminas provocan en el organismo, su sistematización es muy difícil. A
pesar de su semejanza química, la adrenalina y la noradrenalina tienen diferentes acciones. Para explicar este hecho se
ha postulado la existencia de dos tipos de receptores específicos: receptores a adrenérgicos y receptores b
adrenérgicos. El efecto hormonal dependería del tipo de receptor estimulado. La noradrenalina tendría afinidad
solamente con los receptores a y la adrenalina con ambos tipos de receptores, pero preferentemente con los de tipo b .
La acción de las catecolaminas dependería del tipo de receptores que cada efector posee.

La adrenalina actúa sobre los receptores b del miocardio produciendo aumento de su fuerza contráctil, de su
excitabilidad y de la frecuencia de sus contracciones con el consecutivo aumento del gasto cardiaco` La noradrenalina
carece de efecto directo sobre el corazón, porque el miocardio no posee receptores a. La bradicardia que se observa
cuando se suministra noradrenalina es una respuesta refleja inducida por el aumento de la presión arterial. Este aumento
es consecutivo a la vasoconstricción producida por la acción de la noradrenalina sobre los receptores a de la
musculatura lisa arteriolar.

Contrariamente al efecto de la noradrenalina, la adrenalina en dosis bajas causa una ligera vasodilatación y caída de la
presión arterial, efecto que se debe a su acción sobre los b -receptores de la musculatura arteriolar.

La noradrenalina carece de efecto sobre el aparato respiratorio. La adrenalina, por su parte, actúa sobre los b -
receptores de la musculatura bronquial y produce su relajación.

Ambas catecolaminas ejercen una potente acción estimulante sobre el sistema nervioso central. Este efecto es un factor
importante en la producción de las reacciones defensivas (huida, lucha, cólera).

Las catecolaminas tienen efectos importantes sobre el metabolismo de las grasas y de los hidratos de carbono. Estas
acciones son fundamentalmente b -adrenérgicas, o sea, mediadas por la adrenalina. Se acepta, sin embargo, una
posible acción de la noradrenalina sobre el metabolismo de las grasas.

Otras acciones importantes de la adrenalina pueden resumirse como sigue:

a) Estimulación, por un mecanismo desconocido, del metabolismo. Este efecto desaparece a consecuencia de la
extirpación de la glándula tiroides.
b) Liberación de ácidos grasos de sus depósitos y aumento de su nivel sanguíneo. Probablemente estimula su oxidación
y su utilización como fuente de energía.

c) Degradación del glucógeno a glucosa con la consiguiente hiperglucemia. a través de la activación de la fosforilasa.

Regulación de la secreción de catecolaminas

El aumento del nivel sanguíneo de las catecolaminas inhibe su secreción, por un mecanismo de retroalimentación
negativa. Este sistema de retroalimentación negativa se considera de fundamental importancia en la mantención de los
niveles basales de catecolaminas en la sangre. Por otra parte, durante la hipoglucemia. la hipoxia y especialmente en los
estados de stress, se produce un importante aumento de la secreción de catecolaminas. Estos estímulos actuarían sobre
el hipotálamo ya sea directamente o a través de la corteza cerebral. El hipotálamo, a su vez, enviaría estímulos a la
glándula adrenal a través de fibras nerviosas simpáticas. La regulación de la secreción de catecolaminas está
esquematizada en la figura 106.

CORTEZA SUPRARRENAL

La corteza constituye el 80% de la glándula adrenal y, a diferencia de la médula, su integridad funcional es indispensable
para la vida.. Entrega a la circulación una mezcla de hormonas de carácter esteroidal, integrada por:

1. Glucocorticoides
2. Mineralocorticoides
3. Andrógenos
Embriológicamente la corteza deriva del mesodermo y se diferencian histológicamente en ella tres zonas bien
delimitadas. Cada zona es responsable de 1a secreción de uno de los tipos de hormonas. La zona externa, formada por
células dispuestas en forma de ovillos, es llamada glomerulosa y secreta los mineralocorticoides. La zona media es la de
mayor extensión, se denomina zona fascicular, debido a sus células dispuestas en columnas radiadas y es responsable
de la secreción de los glucocorticoides. La zona interna, vecina a la médula, está formada por cordones celulares
entrecruzados por lo que recibe el nombre de zona reticular. Secreta los esteroides de carácter androgénico. La figura
107, muestra la estructura de la corteza suprarenal.

Biosíntesis de los esteroides

Se realiza en la corteza adrenal, a partir del colesterol, a través de una compleja serie de reacciones enzimáticas.

La acción específica de cada una de estas hormonas está dada por pequeñas diferencias en su estructura química. La
mayoría de las etapas de su síntesis son comunes para los tres tipos de hormonas, pero cada una de las zonas
corticales posee enzimos que imprimen las características específicas a las hormonas que produce

Glucocorticoides

La corteza adrenal secreta en la especie humana dos tipos de glucocorticoides: a) la corticoesterona, secretada en
pequeña cantidad por la zona glomerulosa; b) el cortisol producido por la zona fascicular, de mayor efecto fisiológico que
la corticoesterona y que representa el 9o% del total de glucocorticoides secretados.

El cortisol, una vez en la sangre, se une a una globulina plasmática llamada transcortina. Sólo una cantidad ínfima circula
libremente, representando la hormona activa. Ambas fracciones se mantienen en constante equilibrio en el plasma.

Los glucocorticoides se inactivan en el hígado, donde son convertidos en compuestos hidrosolubles y eliminados
posteriormente por la orina.
Por sus múltiples e importantes acciones, los glucocorticoides son indispensables para el funcionamiento normal del
organismo. Su falta produce alteraciones metabólicas que causan un estado de shock y aun la muerte. Son de particular
importancia en los estados de stress.

Efecto sobre el metabolismo intermediario

El nombre genérico de glucocorticoides se debe a la potente acción de estas hormonas sobre el metabolismo de los
hidratos de carbono. Tanto el cortisol como la corticoesterona tienen una acción antagónica a la insulina, ya que ambos
elevan la glucemia mediante la formación de glucosa a partir de aminoácidos (efecto gluconeogénico). Cuando las
reservas de glucógeno ya se han agotado (ayuno prolongado), la acción de los glucocorticoides es de especial
importancia para la mantención del nivel glucémico. Su falta, en este caso, produce hipoglucemia severa, que puede
causar la muerte.

Su efecto catabólico sobre las proteínas consiste en el incremento de la desaminación de los aminoácidos y su
utilización en el metabolismo energético y en la gluconeogénesis.

Los glucocorticoides movilizan las grasas desde los depósitos hacia la sangre.

La similitud de su estructura con la de los mineralocorticoides explica su efecto sobre el metabolismo de los electrólitos y
es facialmente sobre el metabolismo del Na+ y K+ . El cortisol actúa, al igual que la aldosterona, si bien en grado mucho
menor, sobre el túbulo distal del nefrón, promoviendo en éste la reabsorción de Na + y la excreción de K+.

El cortisol regula, a demás, el metabolismo del agua, especialmente su distribución entre los diversos compartimentos
del organismo. Su efecto final es antagónico al de la hormona antidiurética. Participa en la mantención de una adecuada
filtración glomerular, lo que le confiere un rol facilitador de la eliminación de agua por los riñones. En ausencia de cortisol,
el organismo elimina el agua muy lentamente, lo cual expone al organismo al peligro de intoxicación hídrica con
consecuencias graves y a veces fatales.

Referente a los efectos de los glucocorticoides sobre el tubo digestivo, es menester señalar que al estimular la secreción
de ácido hidroclórico y de pepsina e inhibir la secreción de mucus, facilitan la formación de úlceras gástricas o
duodenales. Facilitan además la absorción intestinal de las grasas y tienen efectos antagónicos a la vitamina D, en
cuanto frenan la absorción intestinal del calcio.

Actúan sobre la sangre y el sistema linfático, intensificando la neoformación de eritrocitos y neutrófilos en la médula
ósea, y aceleran el paso de estos elementos a la sangre. El cortisol inhibe la neoformación de los linfocitos; disminuye,
por lo tanto, su número en la sangre, disminución que se debe además a una mayor destrucción de éstos a nivel del
bazo. La linfopenia así producida tiene como consecuencia una menor producción de anticuerpos, lo que contraindica en
muchas enfermedades infecciosas el empleo terapéutico de estas hormonas.

El aumento de los niveles sanguíneos de los glucocorticoides durante el stress es una condición esencial para la
supervivencia del organismo. El mecanismo íntimo de esta acción protectora es desconocido. El hecho de que este
efecto protector se manifieste en animales simpatectomizados y carentes de médula suprarrenal, permite suponer que
los glucocorticoides actúan independientemente de las catecolaminas.

Interacción con otras hormonas

Los glucocorticoides ejercen un rol permisivo, en cuanto hacen posible que otras hormonas ejerzan sus efectos. Tal es el
caso para las catecolaminas, por ejemplo, cuyos efectos metabólicos y sobre la presión arterial no se manifiestan en
ausencia de cortisol.

Tanto la secreción de glucorticoides, como la conservación de la integridad anatómica y funcional de la zona fascicular
productora de estas hormonas, depende esencialmente de la hormona adrenocorticotrofa (ACTH) de la hipófisis anterior.
El control de la secreción de cortisol se efectúa a través de un sistema de retroalimentación negativa en el cual un alza
de su nivel sanguíneo inhibe directamente el hipotálamo y disminuye consecuentemente la secreción de CRF (factor
liberador de ACTH: corticotrophine releasing factor). Al disminuir el nivel plasmático de cortisol, el proceso es inverso. En
el estado de stress la secreción de cortisol se incrementaría a través de la estimulación directa del hipotálamo por
impulsos provenientes de la corteza cerebral, que aumentan la secreción de CRF, ACTH y de cortisol.
La figura 108 representa esquemáticamente la regulación de la secreción de glucocorticoides.
Meneralocorticoides

La zona glomerulosa de la corteza suprarrenal secreta dos mineralocorticoides: la desoxicorticoesterona (DOCA) y la


aldosterona. Tanto por su potencia como por la cantidad secretada, esta última es más importante.

Los mineralocorticoides son de fundamental importancia para el metabolismo hidrosalino. Su falta altera profundamente
el nivel de Na+ en la sangre: hiponatremia severa, shock y aun la muerte. La mayor parte de la aldosterona, a semejanza
del cortisol, circula unida a proteínas plasmáticas. Es inactivada en el hígado y eliminada posteriormente por la orina.

El principal efecto de los mineralocorticoides consiste en la mayor absorción de Na +, mejor dicho, intercambio de Na+ con
K+, tanto en el riñón, como también en las glándulas salivales y sudoríparas. Su acción tiene especial importancia en el
riñón, en el cual, como ya hemos explicado, el 80% del Na+ y el 100% del K+ del filtrado glomerular se reabsorben
activamente en el túbulo proximal del nefrón. La absorción del 2o% restante de Na + y su intercambio por K+ y H+ es
inducido por la aldosterona en el túbulo distal. Por consiguiente, la aldosterona aumenta la reabsorción de Na +,
disminuyendo su eliminación por la orina y estimula la excreción de K+ y de H+ (Fig109).

Regulación de la secreción de aldosterona

La secreción de esta hormona está influida por numerosos factores. La disminución del Na+ y el aumento del
K+ plasmático, la hemorragia y el stress incrementan su secreción. A pesar de que el mecanismo íntimo de regulación de
su secreción no es bien conocido, se acepta que se realiza mediante un sistema multifactorial, integrado probablemente
por un factor hipofisiario desconocido (¿ACTH?) el sistema renina-an-giotensina y el K+ y Na+ plasmática. Se ha
demostrado, por ejemplo, que la disminución experimental del Na+ plasmático produce un aumento de la secreción de
renina por el aparato yuxtamedular del nefrón. La renina es un enzimo polipeptídico que convierte el angiotensinógeno
en angiotensina. La angiotensina, a su vez, estimula la secreción de aldosterona por la zona glomerular. La absorción de
Na+ y agua que la aldosterona induce en el riñón, resulta en el incremento del Na + plasmático y se corrige así la
alteración inicial productora de la mayor secreción de renina. Se establece en esta forma un sistema de retroalimentación
negativa entre renina-angiotensina y aldosterona. Estudios experimentales han evidenciado que la disminución del nivel
plasmático de Na+ y K+ pueden también estimular la secreción de aldosterona, actuando directamente sobre la corteza
suprarenal. Pero no se conoce el rol de este mecanismo en condiciones fisiológicas. La figura 109, representa
esquemáticamente los mecanismos reguladores a que acabamos de referirnos.

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