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CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


SECCIÓN CUARTA

Magistrada ponente (E): STELLA JEANNETTE CARVAJAL


BASTO

Bogotá, 1º de junio de 2017

Ref.: Expediente Nº 11001-03-15-000-2016-03812-00


Demandante: Simón Felipe Triviño Casallas y
otro
Demandado: Subsección C de la Sección
Segunda del Tribunal
Administrativo de Cundinamarca

Sentencia de tutela de primera instancia

La Sala decide la acción de tutela interpuesta por Simón Felipe Triviño


Casallas y Miguel Ángel Triviño Beltrán contra la sentencia del 28 de
septiembre de 2016, dictada por la Subsección C de la Sección
Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que negó las
pretensiones en el proceso de nulidad y restablecimiento del derecho
promovido por Luis Alberto Triviño Daza.

ANTECEDENTES
1. Pretensiones

Simón Felipe Triviño Casallas y Miguel Ángel Triviño Beltrán, que


actúan como hijos del causante Luis Alberto Triviño Daza, pidieron la
protección de los derechos fundamentales a la igualdad y al debido
proceso, que estimaron vulnerados por la autoridad judicial
demandada. Expresamente, formularon las siguientes pretensiones 1:

SEGUNDA: Como consecuencia del AMPARO de TUTELA de los


derechos fundamentales de IGUALDAD y DEBIDO PROCESO
FAVORABILIDAD se REVOQUE la sentencia proferida por el
TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CUNDINAMARCA SECCIÓN
SEGUNDA SUBSECCIÓN C de fecha que REVOCÓ la sentencia de
primera instancia proferida por el Juzgado Administrativo de
Descongestión Oral violando los derechos fundamentales a la
IGUALDAD Y DEBIDO PROCESO, FAVORABILIDAD. Y en su lugar
confirme la sentencia de primera instancia proferida por el juzgado
administrativo de Bogotá de febrero de 2014.

TERCERO: Me sean respetados, entre otros, los derechos


fundamentales al debido proceso e igualdad –derechos adquiridos— y
se aplique a esta solicitud el principio de legalidad, absteniéndose de
aplicar normas que fueron decretadas con posterior al ingreso de mi
defendido, que tengan vicio evidente de o que estén en proyecto de
promulgación.

CUARTO: Que inaplique los decretos 4433 artículo 25 parágrafo 2 y


Decreto 1091 del 95 por haber sido retirados del ordenamiento jurídico y
el decreto 1858 por ser expedido después de haber sido retirado de la
institución, lo cual viola el principio de favorabilidad2.

2. Hechos

Del expediente, la Sala destaca los siguientes hechos relevantes:

Que, el 5 de agosto de 1996, Luis Alberto Triviño ingresó a la Policía

1
La transcripción se realiza literalmente, incluso con errores.
2
Folio 2 del expediente.
Nacional, como miembro del nivel ejecutivo.

Que, mediante Resolución 042 del 19 de julio de 2012, en ejercicio de


la facultad discrecional de la Dirección General de la Policía Nacional,
se retiró del servicio a Luis Alberto Triviño Daza, que para ese
momento ocupaba el cargo de intendente.

Que, en vista del retiro, Luis Alberto Triviño Daza solicitó a la Caja de
Sueldos de Retiro de la Policía Nacional (Casur) que le reconociera
asignación de retiro, por reunir más de 15 años de servicios. Que, sin
embargo, la entidad le negó esa petición, mediante oficio GAG – SDP
del 15 de octubre de 2013.

Que, por lo anterior, Luis Alberto Triviño Daza presentó demanda de


nulidad y restablecimiento del derecho contra Casur, con el fin de que
se reconociera la asignación de retiro, en los términos de los Decretos
1212 de 1990.

Que, por sentencia del 3 de febrero de 2015, el Juzgado 30


Administrativo de Bogotá accedió a las pretensiones de la demanda,
pues concluyó que a los miembros del nivel ejecutivo que estaban
vinculados antes del 1º de enero de 2005, indistintamente de si fueron
homologados o ingresaron de manera directa, se les debía exigir, para
ser beneficiarios de la asignación de retiro, el tiempo de servicio
previsto en el Decreto 1212 de 1990 (15 años), porque la
reglamentación de la Ley 923 de 2004, sobre ese aspecto, había sido
declarada nula.

Que Casur apeló la sentencia de primera instancia y la Subsección C


de la Sección Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca,
mediante providencia del 28 de septiembre de 2016, la revocó y, en su
lugar, denegó las pretensiones de la demanda.

Las razones del tribunal, en resumen, fueron:

 Que, en virtud de las facultades conferidas por la Ley 180 de


1995, el presidente de la República expidió el Decreto 132 de
1995, que desarrolló la carrera profesional del nivel ejecutivo de
la Policía Nacional y dispuso que el ingreso a ese nivel se haría:
i) por incorporación directa y ii) por homologación del grado de
suboficial o agente.
 Que el artículo 82 de la Ley 180 de 1995 estableció que el
ingreso al nivel ejecutivo no podía desmejorar en ningún aspecto
a quienes estaban al servicio de la Policía Nacional, lo que
denotaba una protección de derechos a favor de quienes se
venían desempeñando como suboficiales y agentes antes de la
creación del nivel ejecutivo (homologados).
 Que el Decreto 1091 de 1995 estableció las asignaciones de los
miembros del nivel ejecutivo y que el artículo 51 prescribía que
para ser beneficiario de la asignación de retiro era necesario
cumplir 20 años de servicio, si la desvinculación se producía por
voluntad de la Dirección General de la Policía Nacional.
 Que, por otra parte, el inciso segundo del numeral tercero del
artículo tercero de la Ley 923 de 2004 consagró que «a los
miembros de la Fuerza Pública en servicio activo a la fecha de
entrada en vigencia de la presente Ley, no se les exigirá como
requisito para el reconocimiento del derecho un tiempo de
servicio superior al regido por las disposiciones vigentes al
momento de la expedición de esta Ley cuando el retiro se
produzca por solicitud propia, ni inferior a 15 años cuando el
retiro se produzca por cualquier otra causal».
 Que, para la fecha de expedición de la Ley 923 de 2004, el
estatuto de personal de la Policía Nacional estaba contenido en
los siguientes decretos: i) 1212 de 1990 (oficiales y suboficiales),
que exigía 15 años de servicio para el reconocimiento de la
asignación de retiro, si el retiro se producía por disposición de la
Dirección General de la Policía Nacional; ii) 1213 de 1990
(agentes), que exigía 15 años de servicio para el reconocimiento
de la asignación de retiro, si el retiro se producía por disposición
de la Dirección General de la Policía Nacional, y iii) 1091 de
1995 (nivel ejecutivo), que exigía 20 años de servicio para el
reconocimiento de la asignación de retiro, si el retiro se producía
por disposición de la Dirección General de la Policía Nacional.
 Que, sin embargo, mediante sentencia del 14 de febrero de
2007 (1240-04), la Sección Segunda del Consejo de Estado
declaró la nulidad del artículo 51 del Decreto 1091 de 1995, que
regulaba la asignación de retiro del nivel ejecutivo, lo que
provocó: i) que los suboficiales y agentes que fueron
homologados al nivel ejecutivo quedaran sometidos a los
Decretos 1212 y 1213 de 1990, en virtud de la protección de los
derechos adquiridos, y ii) que los miembros que ingresaron al
nivel ejecutivo por incorporación directa quedaron sometidos al
inciso segundo del numeral tercero del artículo tercero de la Ley
923 de 2004, que tácitamente había incorporado el contenido del
artículo 51 del Decreto 1091 de 1995, pues era la norma vigente
para la época de promulgación de la Ley 923.
 Que, a su turno, el parágrafo 2º del artículo 25 del Decreto 4433
de 2004 estableció que los miembros del nivel ejecutivo que
estuvieren en servicio activo a la fecha de promulgación de esa
norma tendrían derecho a la asignación de retiro al cumplir 20
años de servicio, si el retiro se daba por voluntad de la Dirección
General de la Policía Nacional. Que, no obstante, la Sección
Segunda del Consejo de Estado también declaró nulo ese
precepto normativo.
 Que, posteriormente, el Decreto 1858 de 2012 reguló la
asignación de retiro, así: i) el personal que se homologó al nivel
ejecutivo (suboficiales y agentes) tendría derecho a asignación
de retiro cuando cumplieran 15 años de servicio y fueren
retirados por voluntad de la Dirección General de la Policía
Nacional (artículo 1º del Decreto 1858 de 2012), y ii) el personal
del nivel ejecutivo que se incorporó de manera directa hasta el
31 de diciembre de 2004 tendría derecho a asignación de retiro,
cuando sean retirados de la institución con 20 años de servicio
por voluntad de la Dirección General de la Policía (artículo 2º del
Decreto 1858 de 2012).
 Que si bien el artículo 2º del Decreto 1858 de 2012 fue
suspendido provisionalmente por el Consejo de Estado, lo cierto
es que esa suspensión fue revocada y, actualmente, la norma
conserva plena aplicabilidad.
 Que, en el caso concreto, como ingresó de manera directa al
nivel ejecutivo, a Luis Alberto Triviño Daza Le eran aplicables el
inciso segundo del numeral primero del artículo tercero de la Ley
923 de 2004 y el artículo 2º del Decreto 1858 de 2012, que
exigían 20 años de servicio para el reconocimiento de la
asignación de retiro, si la desvinculación se producía por
voluntad de la Dirección General de la Policía Nacional.
 Que Luis Alberto Triviño Daza solo reunió 16 años, 1 mes y 4
días de servicio, por lo que no reunía el tiempo de servicio
necesario (20 años) para ser beneficiario de la asignación de
retiro.

3. Argumentos de la tutela

En concreto, la parte actora adujo que la sentencia judicial cuestionada


desconoció el precedente del Consejo de Estado, establecido en las
siguientes providencias: i) del 12 de abril de 2012, expediente
11001032500020060001600 (1074-2007); ii) del 11 de octubre de 2012,
expediente 1100103250002007000410 (0832-2007), y iii) del 28 de
febrero de 2013, expediente 11001032500020070006100 (1238-2007).
Además, afirmó que la autoridad judicial demandada no resolvió el
caso en la misma forma que lo hizo la Subsección D de la Sección
Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca en el proceso
11001-33-35-007-2014-00258-01.

Por otra parte, los demandantes expusieron que la providencia atacada


incurrió en defecto sustantivo, porque determinó los requisitos de la
asignación de retiro con fundamento en el artículo 51 del Decreto 1091
de 1995 y en el parágrafo segundo del artículo 25 del Decreto 4433 de
2004, que fueron declarados nulos por la Sección Segunda del Consejo
de Estado, y en el artículo segundo del Decreto 1858 de 2012, que no
estaba vigente para el momento del retiro de Luis Alberto Triviño Daza.
Dijo, además, que para determinar los requisitos de la asignación de
retiro del demandante debió aplicarse el Decreto 1212 de 1990.

4. Intervención de la Subsección C de la Sección Segunda


del Tribunal Administrativo de Cundinamarca (autoridad
judicial demandada)

El magistrado ponente de la decisión cuestionada solicitó que se


desestimaran las pretensiones de la tutela. En concreto, expuso:

Que el demandante del proceso ordinario no tenía derecho a la


asignación de retiro, pues no cumplió los 20 años de servicio que se le
exige al personal vinculado de manera directa al nivel ejecutivo, de
conformidad con el numeral primero del artículo tercero de la Ley 923
de 2004.

Que la sentencia del 12 de abril de 2012, expediente


11001032500020060001600 (1074-2007), no constituía un precedente
judicial aplicable, toda vez que en esa oportunidad se analizó el
régimen de asignación de retiro que cobijó a los miembros
homologados del nivel ejecutivo (suboficiales y agentes), mas no al
personal que se incorporó de manera directa, como era el caso de Luis
Alberto Triviño Daza.

Que, además, la Sección Segunda del Consejo de Estado declaró la


nulidad del parágrafo segundo del artículo 25 del Decreto 4433 de 2004
porque esa norma no establecía un régimen de transición a favor de los
agentes y suboficiales homologados, protección de la que no gozaba el
demandante del proceso ordinario, que se incorporó de manera directa.
Que, adicionalmente, la sentencia cuestionada resolvió el asunto
conforme a la normativa y jurisprudencia aplicables.

5. Intervención de Casur (tercero con interés – demandada


en el proceso ordinario)

El director general de Casur pidió que se desestimaran las


pretensiones de la tutela. Para el efecto, dijo:

Que, de conformidad con el Decreto 4433 de 2004, para ser


beneficiario de la asignación de retiro, los miembros del nivel ejecutivo
deben acreditar 20 años de servicio cuando la desvinculación se da por
voluntad de la dirección General de la Policía Nacional. Que, de ese
modo, Luis Alberto Triviño Daza no tenía derecho a la asignación de
retiro, pues prestó los servicios a la Policía Nacional por un periodo de
16 años, 1 mes y 4 días.

Que, en ese sentido, la sentencia cuestionada estuvo fundada en los


parámetros legales y jurisprudenciales aplicables al caso concreto.

Que, en todo caso, la tutela resultaba improcedente para cuestionar el


análisis de legalidad que hizo la Subsección C de la Sección Segunda
del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, como juez natural del
proceso.

CONSIDERACIONES

1. De la acción de tutela contra providencias judiciales


La acción de tutela es un mecanismo judicial cuyo objeto es la
protección de los derechos fundamentales amenazados o vulnerados
por la acción u omisión de cualquier autoridad pública o por un
particular, en el último caso, cuando así lo permita expresamente la ley.

La tutela procede cuando el interesado no dispone de otro medio de


defensa, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable. En todo caso, el otro mecanismo de defensa
debe ser eficaz para proteger el derecho fundamental vulnerado o
amenazado, pues, de lo contrario, el juez de tutela deberá examinar si
existe perjuicio irremediable y, de existir, concederá el amparo
impetrado como mecanismo transitorio, siempre que esté plenamente
acreditada la razón para conceder la tutela.

A partir del año 20123, la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo


de esta Corporación aceptó la procedencia de la acción de tutela contra
providencias judiciales. De hecho, en la sentencia de unificación del 5
de agosto de 20144, se precisó que la acción de tutela es procedente,
incluso, para cuestionar providencias judiciales dictadas por el Consejo
3
Ver sentencia del 31 de julio de 2012.
4
Expediente (IJ) 11001-03-15-000-2012-02201-01. La Sala Plena precisó:
2.1.11.- Entonces, en virtud de lo dispuesto en el artículo 86 de la Carta, la acción de
tutela sí procede contra las providencias del Consejo de Estado, materializadas en autos y
sentencias, en la medida en que la Corporación hace parte de una de las ramas del poder
público –Rama Judicial-, conforme con los artículos 113 y 116 de la Constitución y, por
tanto, es una autoridad pública.
Aceptar la procedencia de la acción de tutela contra las providencias del Consejo de
Estado, no es otra cosa que aceptar la prevalencia de los derechos fundamentales de las
personas y, por ende, desarrollar los mandatos constitucionales contenidos en los artículos
1, 2, 4, 6, 121 y 230 Constitucionales.
2.1.12.- No puede perderse de vista que los autos y sentencias que profieren los jueces de
las distintas jurisdicciones, incluidos los órganos que se encuentran en la cúspide de la
estructura judicial, pueden vulnerar los derechos fundamentales de las personas.
de Estado, pues, de conformidad con el artículo 86 de la Constitución
Política, ese mecanismo puede ejercerse contra cualquier autoridad
pública.

Para tal efecto, el juez de tutela debe verificar el cumplimiento de los


requisitos generales (procesales o de procedibilidad) que fijó la Corte
Constitucional, en la sentencia C-590 de 2005. Esto es, la relevancia
constitucional, el agotamiento de los medios ordinarios de defensa, la
inmediatez y que no se esté cuestionando una sentencia de tutela.
Además, debe examinar si el demandante identificó y sustentó la
causal específica de procedibilidad y expuso las razones que sustentan
la violación o amenaza de los derechos fundamentales. No son
suficientes las simples inconformidades frente a las decisiones
tomadas por los jueces de instancia, sino que el interesado debe
demostrar que la providencia cuestionada vulneró o dejó en situación
de amenaza derechos fundamentales.

Una vez la acción de tutela supere el estudio de las causales


procesales, el juez puede conceder la protección, siempre que advierta
la presencia de alguno de los siguientes defectos o vicios de fondo, que
miran más hacia la prosperidad de la tutela: (i) defecto sustantivo; (ii)
defecto fáctico; (iii) defecto procedimental absoluto; (iv) defecto
orgánico; (v) error inducido; (vi) decisión sin motivación; (vii)
desconocimiento del precedente, y (viii) violación directa de la
Constitución.

Las causales específicas que ha decantado la Corte Constitucional (y


que han venido aplicando la mayoría de las autoridades judiciales)
buscan que la tutela no se convierta en una instancia adicional para
que las partes reabran discusiones jurídicas que son propias de los
procesos ordinarios o expongan los argumentos que, por negligencia o
decisión propia, dejaron de proponer oportunamente.

La tutela no puede convertirse en la instancia adicional de los procesos


judiciales, pues los principios de seguridad jurídica y de coherencia del
ordenamiento jurídico no permiten la revisión permanente y a
perpetuidad de las decisiones de los jueces y, por tanto, no puede
admitirse, sin mayores excepciones, la procedencia de la tutela contra
providencias judiciales

Es de esa manera que se estudia una providencia judicial mediante el


mecanismo excepcional de la acción de tutela.

2. Planteamiento del problema jurídico

Verificado el cumplimiento de los requisitos generales, pasa la Sala a


estudiar los requisitos específicos para la prosperidad de la acción de
tutela contra providencias judiciales.

De conformidad con lo antecedentes de esta providencia, le


corresponde a la Sala determinar si la sentencia del 28 de septiembre
de 2016, dictada por la Subsección C de la Sección Segunda del
Tribunal Administrativo de Cundinamarca, desconoció el precedente
judicial de la Sección Segunda del Consejo de Estado (providencias del
12 de abril de 2012, expediente 1074-2007; del 11 de octubre de 2012,
expediente 0832-2007, y del 28 de febrero de 2013, expediente 1238-
2007) y de la Subsección D de la Sección Segunda del Tribunal
Administrativo de Cundinamarca (11001-33-35-007-2014-00258-01).
Así mismo, la Sala deberá dilucidar si se configuró el defecto sustantivo
por aplicación indebida del artículo 51 del Decreto 1091 de 1995, del
parágrafo segundo del artículo 25 del Decreto 4433 de 2004 y del
artículo segundo del Decreto 1858 de 2012.

Para resolver el problema jurídico propuesto, la Sala se referirá a: i) el


desconocimiento del precedente, ii) el defecto sustantivo y iii) la
solución del caso.

2.1. Del desconocimiento del precedente

Cuando se hace referencia al precedente judicial se alude a la forma en


que un caso similar ya ha sido resuelto en el pasado y que sirve como
referente para que se decidan otros conflictos semejantes. Ese
precedente, por su pertinencia, debe ser considerado por el juez al
momento de decidir el nuevo caso.

La Corte Constitucional ha dicho que la aplicación del precedente


judicial implica que5: «un caso pendiente de decisión debe ser fallado de
conformidad con el(los) caso(s) del pasado, sólo (i) si los hechos relevantes
que definen el caso pendiente de fallo son semejantes a los supuestos de
hecho que enmarcan el caso del pasado, (ii) si la consecuencia jurídica
aplicada a los supuestos del caso pasado, constituye la pretensión del caso
presente y (iii) si la regla jurisprudencial no ha sido cambiada o ha
evolucionado en una distinta o más específica que modifique algún supuesto
de hecho para su aplicación».

5
Sentencia T-158 de 2006.
Ahora bien, el precedente judicial es de dos tipos: (i) el horizontal, que
incluye las decisiones que dictó el mismo juez u otro de igual jerarquía,
y (ii) el vertical, que está conformado por las decisiones de los jueces
de superior jerarquía, en especial, las decisiones de los órganos de
cierre de cada jurisdicción.

En cuanto al precedente vertical, la Corte Constitucional ha dicho que


el respeto por las decisiones proferidas por los jueces de superior
jerarquía —y, en especial, de los órganos de cierre en cada una de las
jurisdicciones— no constituye una facultad discrecional del funcionario
judicial, sino que es un deber de ineludible cumplimiento. Es decir, para
garantizar un mínimo de seguridad jurídica y el derecho a la igualdad,
los funcionarios judiciales se encuentran vinculados a la regla
jurisprudencial que haya fijado el órgano de cierre de cada jurisdicción.

Dicho de otro modo: las situaciones fácticas iguales deben decidirse


conforme con la misma solución jurídica que ha previsto el órgano de
cierre de cada jurisdicción, a menos que el juez competente exprese
razones serias y suficientes para apartarse del precedente. Cuando un
juez no aplica la misma razón de derecho ni llega a la misma
conclusión jurídica al analizar los mismos supuestos de hecho, incurre
en una vía de hecho y, de contera, viola el derecho a la igualdad.

No obstante la importancia de la regla de vinculación del precedente


judicial, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha señalado que
esa sujeción no es absoluta, pues no se puede desconocer la libertad
de interpretación que rige la actividad judicial. Simplemente se busca
armonizar y salvaguardar los principios de igualdad y seguridad jurídica
para que asuntos idénticos se decidan de la misma forma.
Por esa razón, se ha advertido que el funcionario judicial puede
apartarse de su propio precedente o del precedente fijado por el
superior jerárquico, siempre que explique de manera expresa, amplia y
suficiente las razones por las que modifica su posición, de ahí que al
juez corresponde la carga argumentativa de la separación del caso
resuelto con anterioridad.

En cuanto al precedente horizontal, y en especial al que atañe a las


providencias que dictan los jueces de igual jerarquía, conviene decir
que la observancia no es tan rigurosa como la que se predica del
precedente vertical, pues, es apenas comprensible que, en virtud de la
autonomía judicial, entre jueces de la misma jerarquía existan criterios
de interpretación y decisión distintos frente a casos análogos. Es en
ese momento, entonces, que la decisión del superior jerárquico o del
órgano de cierre, según el caso, adquiere capital importancia para
efectos de preservar la seguridad jurídica y garantizar el derecho
fundamental a la igualdad, en tanto que fija una regla jurisprudencial de
decisión frente a casos análogos y, por contera, unifica la disparidad de
criterios existente entre los inferiores jerárquicos.

Al respecto, la Corte Constitucional ha dicho que el juez puede


apartarse válidamente del precedente horizontal o vertical cuando: « (i)
en su providencia hace una referencia expresa al precedente conforme al
cual sus superiores funcionales o su propio despacho han resuelto casos
análogos, pues ‘sólo puede admitirse una revisión de un precedente si se es
consciente de su existencia’6; y (ii) expone razones suficientes y válidas a la
6
Sentencia T-688 de 2003, M.P. Eduardo Montealegre Lynett. Además, en esta oportunidad se
sostuvo: “El ciudadano tiene derecho a que sus jueces tengan en mente las reglas judiciales
fijadas con anterioridad, pues ello garantiza que sus decisiones no son producto de
luz del ordenamiento jurídico y los supuestos fácticos del caso nuevo que
justifiquen el cambio jurisprudencial, lo que significa que no se trata
simplemente de ofrecer argumentos en otro sentido, sino que resulta
necesario demostrar que el precedente anterior no resulta válido, correcto o
suficiente para resolver el caso nuevo»7.

En resumidas cuentas, para examinar la procedencia de la tutela contra


providencias judiciales, por desconocimiento del precedente judicial, se
deben observar las siguientes reglas8:

(i) El demandante debe identificar el precedente judicial que se


habría desconocido y exponer las razones por las que estima
que se desconoció9.
(ii) El juez de tutela debe confirmar la existencia del precedente
judicial que se habría dejado de aplicar. Esto es, debe
identificar si de verdad existe un caso análogo ya decidido.
(iii) Identificado el precedente judicial, el juez de tutela debe
comprobar si se dejó de aplicar.

apreciaciones ex novo, sino que recogen una tradición jurídica que ha generado expectativas
legítimas. Proceder de manera contraria, esto es, hacer caso omiso, sea de manera intencional
o por desconocimiento, introduce un margen de discrecionalidad incompatible con el principio
de seguridad jurídica, ahora sí, producto de decisiones que han hecho tránsito a cosa juzgada
y que han definido rationes decidendii, que los ciudadanos legítimamente siguen”.
7
Ver, entre otras, las sentencias T-014 de 2009, T-777 de 2008, T-571 de 2007, T-049 de 2007,
T-440 de 2006, T-330 de 2005, T-698 de 2004, T-688 de 2003 y T-468 de 2003.
8
Sobre el tema, ver entre otras, la sentencia T-482 de 2011.
9
Sobre el tema, la Corte Constitucional ha dicho: “la existencia de un precedente no depende
del hecho de que se haya dictado una sentencia en la cual se contenga una regla de derecho
que se estime aplicable al caso. Es necesario que se demuestre que efectivamente es
aplicable al caso, para lo cual resulta indispensable que se aporten elementos de juicio –se
argumente- a partir de las sentencias. Quien alega, tiene el deber de indicar que las
sentencias (i) se refieren a situaciones similares y (ii) que la solución jurídica del caso (su
ratio decidendi), ha de ser aplicada en el caso objeto de análisis. También podrá demandarse
la aplicación del precedente, por vía analógica” (se destaca).
(iv) Si, en efecto, el juez natural dejó de aplicarlo, se debe verificar
si existen diferencias entre el precedente y el conflicto que
decidió, o si el juez expuso las razones para apartarse del
precedente judicial. Si existen diferencias no habrá
desconocimiento del precedente judicial. Aunque los casos
sean similares, tampoco habrá desconocimiento del precedente
si el juez expone las razones para apartarse.
(v) El precedente judicial vinculante es aquel que se encuentra
ligado a la razón central de la decisión (ratio decidendi). La
razón central de la decisión surge de la valoración que el juez
hace de las normas frente a los hechos y el material probatorio
en cada caso concreto10.
(vi) Si no se acató el precedente judicial la tutela será procedente
para la protección del derecho a la igualdad.

2.2. Defecto sustantivo

Lo primero que conviene decir es que, en general, el defecto sustantivo es


una forma auténtica de violación directa de la ley (norma), que, a su vez,
ocurre por falta de aplicación, por indebida aplicación o por interpretación
errónea.

Por lo general, la falta de aplicación de una norma ocurre cuando el juzgador


ignora su existencia o porque, a pesar de que la conoce, no la aplica a la
solución del caso. También sucede esa forma de violación cuando el juez
acepta una existencia ineficaz de la norma en el mundo jurídico, pues no
10
Para la Corte Constitucional, la ratio decidendi es “la formulación general, más allá de las
particularidades irrelevantes del caso, del principio, regla o razón general que constituyen la
base de la decisión judicial específica. Es, si se quiere, el fundamento normativo directo de la
parte resolutiva”. Ver, por ejemplo, la sentencia T-443 de 2010.
tiene validez en el tiempo o en el espacio. En los dos últimos supuestos, el
juzgador examina la norma, pero cree, equivocadamente, que no es la
aplicable al asunto que resuelve. Ese es un evento típico de violación por
falta de aplicación, no de interpretación errónea, en razón de que la norma
por no haber sido aplicada no trascendió al caso y no se hizo valer en la
parte resolutiva de la sentencia.

La aplicación indebida, por su parte, ocurre cuando el precepto o preceptos


jurídicos, que se hacen valer, se usan o aplican, a pesar de no ser los
pertinentes para resolver el asunto que es objeto de decisión. Por ejemplo,
porque la norma empleada no se ajusta al caso, no se encuentra vigente por
haber sido derogada, o ha sido declarada inconstitucional.

Y, finalmente, la interpretación errónea sucede cuando el precepto o


preceptos que se aplican son los que regulan el asunto por resolver, pero el
juzgador los entiende equivocadamente, y así, erróneamente comprendidos,
los aplica. Es decir, ocurre cuando el juzgador le asigna a la norma o normas
un sentido o alcance que no le corresponde.

En el mismo sentido, la Corte Constitucional dice que el defecto sustantivo


se presenta cuando11: (i) la decisión judicial se sustenta en una norma
inaplicable al caso concreto; (ii) a pesar del amplio margen interpretativo que
la Constitución y la ley le reconoce a las autoridades judiciales, la
interpretación o aplicación que se hace de la norma en el caso concreto
desconoce sentencias con efectos erga omnes que han definido el alcance
de la norma; (iii) la interpretación de la norma se hace sin tener en cuenta
otras disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para efectuar

11
Ver sentencias T-804 de 1999, T-522 de 2001, T-189 de 2005, T-244 de 2007 y T-972 de
2007.
una interpretación sistemática; (iv) la norma aplicable al caso concreto es
desatendida y, por ende, inaplicada, o (v) a pesar de que la norma en
cuestión está vigente y es constitucional, no se adecúa a la situación fáctica
a la que se aplicó.

2.3. Solución del caso

2.3.1. Análisis sobre el desconocimiento del precedente


judicial

La parte actora argumenta que la sentencia cuestionada desconoció el


precedente judicial adoptado en las providencias del 12 de abril de
2012 (expediente 1074-2007), del 11 de octubre de 2012 (expediente
0832-2007) y del 28 de febrero de 2013 (expediente 1238-2007),
proferidas por la Sección Segunda del Consejo de Estado. Además,
que no se aplicó el precedente de la sentencia del 19 de noviembre de
2015 (11001-33-35-007-2014-00258-01), dictada por la Subsección D
de la Sección Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca.

De entrada, la Sala pone de presente que las sentencias del 12 de abril


de 2012 (expediente 1074-2007), del 11 de octubre de 2012
(expediente 0832-2007) y del 28 de febrero de 2013 (expediente 1238-
2007) fueron proferidas por la Sección Segunda del Consejo de Estado
en procesos de simple nulidad, así:

 La sentencia del 12 de abril de 2012 (expediente 1074-2007)


examinó la legalidad del artículo 51 del Decreto 1091 de 1995 y
el parágrafo del artículo 25 del Decreto 4433 de 2004.
 La sentencia del 11 de octubre de 2012 (expediente 0832-
2007) analizó la legalidad del parágrafo 2º del artículo 25 del
Decreto 4433 de 2004.
 La sentencia del 28 de febrero de 2013 (expediente 1238-2007)
estudió la legalidad del parágrafo segundo del artículo 11 del
Decreto 1091 de 1995 y los artículos 23, 24 y 25 del Decreto
4433 de 2004.

Esas providencias tenían como único objeto establecer si las normas


atacadas estaban ajustadas o no a determinados preceptos legales.
Así pues, dada la naturaleza de ese tipo de acción (nulidad simple), el
resuelve de esas sentencias no constituye regla jurídica que pueda ser
aplicada a casos concretos, pues simplemente definen la legalidad de
una norma en abstracto, sin tener en consideración situaciones
particulares.

Téngase en cuenta que la existencia del precedente judicial —como


regla jurídica para resolver un caso posterior— está determinada por la
similitud de los hechos y de los problemas jurídicos. Por lo tanto, los
pronunciamientos realizados en acciones de simple nulidad no pueden
tomarse como precedente judicial aplicable a casos concretos.

Por otra parte, es importante destacar que la sentencia del 19 de


noviembre de 2015 (11001-33-35-007-2014-00258-01) fue dictada por
la Subsección D de la Sección Segunda del Tribunal Administrativo de
Cundinamarca.
Esa información resulta relevante si se tiene en cuenta que la
providencia judicial acusada fue proferida por la Subsección C de la
Sección Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, es
decir, por una subsección diferente a la que decidió el caso que se
invoca como precedente.

Eso quiere decir, entonces, que existe un criterio de interpretación y


decisión diferente entre la sentencia objeto de tutela y la que se invoca
como precedente horizontal desconocido. Sin embargo, ese solo hecho
no es suficiente para endilgarle a la autoridad judicial demandada el
cargo relacionado con el desconocimiento del precedente, pues, como
se dijo, en virtud de la autonomía judicial, dos jueces de igual jerarquía,
pueden tener criterios diferentes al momento de dictar sentencia.

Al respecto, la Corte Constitucional 12 ha dicho que «cuando el término


de comparación no está dado por los propios precedentes del juez sino
por el de otros despachos judiciales, el principio de independencia
judicial no necesita ser contrastado con el de igualdad. El juez,
vinculado tan sólo al imperio de la ley (CP art. 230), es enteramente
libre e independiente de obrar de conformidad con su criterio».

En otras palabras, cuando el precedente invocado no fue proferido por


el superior funcional (precedente vertical) ni por el propio funcionario
(precedente horizontal propio), la autoridad judicial puede decidir
libremente el asunto, conforme a su criterio.

12
T-123 de 1995.
En esas condiciones, se concluye que la Subsección C de la Sección
Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca no incurrió en
desconocimiento del precedente judicial.

2.3.2. Análisis sobre el defecto sustantivo

La parte demandante señaló que la autoridad judicial demandada, por


un lado, aplicó indebidamente el artículo 51 del Decreto 1091 de 1995,
el parágrafo segundo del artículo 25 del Decreto 4433 de 2004 y el
artículo segundo del Decreto 1858 de 2012, y por el otro, dejó de
aplicar el Decreto 1212 de 1990, que era la normativa a la que debía
acudirse para resolver el caso.

En ese contexto, la Sala verificará las normas aplicadas por el tribunal


demandado para resolver el caso y luego analizará si eran aplicables y
si se aplicaron correctamente.

La sentencia del 28 de septiembre de 2016, frente al caso concreto de


Luis Alberto Triviño Daza, expresó13:

Según el contenido de la hoja de servicios No. 79866851 del 23 de


agosto de 2012, expedida por la Dirección de Talento Humano de la
Policía Nacional, el señor Luis Alberto Triviño Daza, prestó servicios en la
Policía Nacional durante 16 años, 1 mes y 4 días, así:

- Alumno del Niel Ejecutivo: del 05 de agosto de 1996 al 31 de julio de


1997.
- Nivel Ejecutivo: del 1º de agosto de 1997 al 20 de julio de 2012.

Mediante Resolución No. 042 del 19 de julio de 2012, se dispuso el


retiro del actor por voluntad de la Dirección General de la Policía
Nacional, con efectos a partir del 20 de julio de 2012.
13
Folios 78 y 79 del expediente.
De lo antes descrito, la Sala advierte que el demandante ingresó en forma
directa al Nivel Ejecutivo de la Policía Nacional en vigencia del Decreto 132
de 1995, pues su vinculación se dio el 05 de agosto de 1996, de lo que
surge que no fue homologado de los grados de Agente o Suboficial, por lo
tanto no es beneficiario del régimen de transición que consagro el Decreto
1858 de 2012, y siendo así su situación se rige por lo dispuesto el inciso
segundo del numeral 3.1. del artículo 3º de la Ley 923 de 2004 que
consagro un tiempo de servicio de 20 o 25 años, con que no cumple el
actor, pues solo prestó servicios en el Nivel Ejecutivo de la Policía Nacional
durante 16 años, 1 mes y 4 días.

En consecuencia, el acto administrativo demandado se ajusta al


ordenamiento jurídico, puesto que las normas que le son aplicables (inciso
segundo del numeral 3.1. del artículo 3º de la ley 923 de 2004 y artículo
2º del Decreto 1858 de 2012), exigen 20 años de servicio para el
reconocimiento de la asignación de retiro cuando la desvinculación del
servicio se produce por voluntad de la Dirección General de la Policía
Nacional, y el actor solo acreditó 16 años, 1 mes y 4 días de servicios.

Corolario de las consideraciones precedentes, al no probar la parte


demandante la vulneración invocada en que manifiesta se incurrió al
emitirse el acto acusado, éste conserva la presunción de legalidad que lo
cobija y en consecuencia se revocará la sentencia apelada (subrayado
fuera de texto).

Se advierte, entonces, que la Subsección C de la Sección Segunda del


Tribunal Administrativo de Cundinamarca estimó que las normas
aplicables al actor eran: i) el inciso segundo del numeral primero del
artículo tercero de la Ley 923 de 2004 y ii) el artículo segundo del
Decreto 1858 de 201214.

14
ARTÍCULO 2. Régimen común para el personal del Nivel Ejecutivo que ingresó al escalafón por
incorporación directa. Fíjase el régimen pensional y de asignación de retiro para el personal que
ingresó al Nivel Ejecutivo de la Policía Nacional por incorporación directa hasta el 31 de diciembre de
2004, los cuales tendrán derecho cuando sean retirados de la Institución con veinte (20) años o más de
Servicio por llamamiento a calificar servicios, o por voluntad del Director General de la Policía por
delegación, o por disminución de la capacidad psicofísica, y los que se retiren a solicitud propia o sean
retirados o separados en forma absoluta o destituidos después de veinticinco (25) años de servicio,
tendrán derecho a partir de la fecha en que terminen los tres (3) meses de alta, por la Caja de Sueldos
de Retiro de la Policía Nacional, se les pague una asignación mensual de retiro equivalente a un setenta
y cinco por ciento (75%) del monto de las partidas de que trata el articulo 3 del presente decreto, por
los primeros veinte (20) años de servicio y un dos por ciento (2%) más, por cada año que exceda de los
La Sala destaca que el Decreto 1858 de 2012 empezó a regir a partir
de la fecha de publicación (artículo cuarto del decreto), esto es, el 6 de
septiembre de 201215. De ese modo, para la fecha en que se produjo el
retiro de Luis Alberto Triviño Daza, 20 de julio de 2012, el Decreto 1858
de 2012 no había sido expedido y, por ende, no resulta aplicable.

Y es que la fecha de retiro determinaba la normativa aplicable en


cuanto al reconocimiento de la asignación de retiro, pues es la
desvinculacion la que, precisamente, da origen a que el derecho se
cause o no, dependiendo el cumplimiento de los requisitos establecidos
en ese momento.

De ese modo, la aplicación del artículo segundo del Decreto 1858 de


2012 implica una aplicación retroactiva de esa normativa, que, por
demás, resulta ser gravosa para el empleado, en tanto que los
requistos allí previstos no le permitían consolidar derecho alguno.

Por otra parte, el inciso segundo del numeral primero del artículo
tercero de la Ley 923 de 2004, que fue la otra norma en la que se fundó
el tribunal, dispone:

Artículo 3°. Elementos mínimos. El régimen de asignación de retiro, la


pensión de invalidez y sus sustituciones, la pensión de sobrevivientes, y
los reajustes de estas, correspondientes a los miembros de la Fuerza
Pública, que sea fijado por el Gobierno Nacional, tendrá en cuenta como
mínimo los siguientes elementos:

(…)

veinte (20), sin que en ningún caso sobrepase el cien por ciento (100%) de tales partidas.
15
http://wsp.presidencia.gov.co/Normativa/Decretos/2012/Documents/SEPTIEMBRE/06/DECRETO
%201858%20DEL%2006%20DE%20SEPTIEMBRE%20DE%202012.pdf
A los miembros de la Fuerza Pública en servicio activo a la fecha de
entrada en vigencia de la presente Ley, no se les exigirá como requisito
para el reconocimiento del derecho un tiempo de servicio superior al
regido por las disposiciones vigentes al momento de la expedición de
esta Ley cuando el retiro se produzca por solicitud propia, ni inferior a
15 años cuando el retiro se produzca por cualquier otra causal.

Como puede verse, esa disposición normativa no estableció unos


requisitos para el reconocimiento de la asignación de retiro de los
miembros de la fuerza pública. De hecho, por tratarse de una ley
marco, se limitó a dar pautas y criterios para el establecimiento del
régimen pensional y de asignación de retiro de los miembros de la
fuerza pública, régimen que debía ser expedido por el Gobierno
Nacional. En otras palabras, la finalidad del inciso segundo del numeral
primero del artículo tercero de la Ley 923 de 2004 fue la de encauzar la
potestad reglamentaria del Gobierno Nacional, mas no la resolución de
situaciones particulares.

Es por esa razón que la norma no establece un tiempo de servicio


específico para ser acreedor de la asignación de retiro. Simplemente
fijó un tope máximo (el que regía en las disposiciones vigentes a la
fecha de entrada en vigencia de la ley) y un tope mínimo (15 años),
rango en el que el Gobierno Nacional podía fijar el requisito de tiempo
de servicio.

Eso denota que el inciso segundo del numeral primero del artículo
tercero de la Ley 923 de 2004 no contenía una norma jurídica tipo
regla16 para reconocer asignaciones de retiro a los miembros de la
fuerza pública.

16
Aquellas que pueden ser aplicadas por vía de subsunción.
Ahora bien, no es cierto, como concluyó el tribunal demandado, que el
inciso segundo del numeral primero del artículo tercero de la Ley 923
de 2004 estableciera que los miembros del nivel ejecutivo que
ingresaron de manera directa debían cumplir, para ser beneficiarios de
la asignación de retiro, un tiempo de servicio de 20 años si la
desvinculación se producía por retiro discrecional de la Dirección
General de la Policía Nacional.

Esa norma no fijó —no podía hacerlo— el régimen de asignación de


retiro de los miembros de nivel ejecutivo de la Policía Nacional, pues
eso era competencia exclusiva del Gobiero Nacional, de conformidad
con el literal e) del numeral 19 del artículo 150 de la Constitución
Política.

Por otra parte, debe recordarse que, para la fecha de promulgación de


la Ley 923 de 2004, la exigencia de los 20 años de servicio para el
personal de nivel ejecutivo que sea retirado por disposición de la
Dirección General de la Policía Nacional estaba dada por el artículo 51
del Decreto 1091 de 1995.

Sin embargo, ese artículo fue declarado nulo por la Sección Segunda
del Consejo de Estado, mediante sentencia del 14 de febrero de 2007
(expediente 1240-2007). Por lo tanto, la declaratoria de nulidad removió
del tránsito jurídico esa norma e impedía que pudiera ser aplicada a
situaciones jurídicas en discusión o que se presentaran a futuro 17.
Siendo así, como la situación de Luis Alberto Triviño Daza se produjo

17
Se advierte aquí que la declaratoria de nulidad de los actos administrativos de carácter
general no puede alterar las situaciones jurídicas consolidadas.
en julio de 2012 (fecha del retiro), es evidente que el artículo 51 del
Decreto 1091 de 1995 ya se encontraba por fuera del ordenamiento
jurídico y, por ende, la regulación allí contenida no podía incidir en la
resolución del caso, pues, de lo contrario, se estaría admitiendo que la
norma produjera efectos aun después de ser declarada nula.

Lo mismo puede predicarse del parágrafo segundo del artículo 25 del


Decreto 4433 de 2004, que fue declarado nulo mediante sentencia del
12 de abril de 2012 (expediente 1074-2007), es decir, esa norma
jurídica también salió del tránsito jurídico antes de que ocurriera el
retiro del servicio de Luis Alberto Triviño Daza, 20 de julio de 2012.

Ahora, la Sala no desconoce que el artículo 82 de la Ley 180 de 1995


consagró una cláusula que impedía desmejorar a los suboficiales y
agentes que decidieran acogerse al nivel ejecutivo (personal
homologado), cláusula a partir de la cual se dedujo que el régimen de
asignación de retiro debía ser distinta para los homologados y para los
de vinculación directa al nivel ejecutivo.

Sin embargo, la imposibilidad de desmejorar a los homologados, cuyo


régimen de asignación de retiro estaba contenida en los Decretos 1212
de 1990 (para suboficiales) y 1213 de 1990 (para agentes), no
conllevaba necesariamente a que debiera exigirse un tiempo de
servicio mayor al personal de vinculación directa. No. Era
perfectamente posible que el Gobierno Nacional, en ejercicio de la
potestad reglamentaria, fijara el régimen de asignación de retiro del
personal de vinculación directa en los mismos términos que el personal
homologado (15 o 20 años de servicio, según la causal) y, en ese
evento, no se estaría infringiendo el artículo 82 de la Ley 180 de 1995.
Si bien el Gobierno Nacional, al expedir el artículo 51 del Decreto 1091
de 1995, lo que hizo fue exigir más años de servicio (20 o 25, según la
causal de retiro) a todos los miembros del nivel ejecutivo, lo cierto es
que esa norma fue declarada nula y, por ende, luego de ser expulsada
del ordenamiento jurídico, no podía ser utilizada como punto de
referencia para establecer el tiempo de servicio que el personal de
vinculación directa debía cumplir para acceder a la asignación de retiro.
Por esa misma razón, el parágrafo segundo del artículo 25 del Decreto
4433 de 2004 tampoco podía servir de referencia en la resolución del
caso de Luis Alberto Triviño Daza, pues la declaratoria de nulidad de
esa norma se produjo antes del retiro del demandante.

Lo expuesto hasta aquí demuestra que entre el 12 de abril de 2012


(fecha en que se declaró la nulidad del parágrafo segundo del artículo
25 del Decreto 4433 de 2004) y el 6 de septiembre de 2012 (fecha de
publicación del Decreto 1858 de 2012) no existía norma específica que
estableciera de manera concreta los requisitos que debía cumplir el
personal ejecutivo para ser beneficiario de la asignación de retiro.

Sin embargo, el vacío normativo que produjo la declaratoria de nulidad


de los preceptos normativos no significaba que los miembros del nivel
ejecutivo carecieran de condiciones para acceder a la asignación de
retiro.

A juicio de la Sala, durante ese periodo (12 de abril de 2012 a 6 de


septiembre de 2012), las únicas fuentes normativas que podían servir
de referente para definir la existencia o inexistencia del derecho de
asignación de retiro de los miembros del nivel ejecutivo eran el artículo
144 de Decreto 1212 de 1990 y el artículo 104 del Decreto 1213 de
1990, pues esa reglamentación nunca fue declarada nula.

Siendo así, como el retiro de Luis Alberto Triviño Daza ocurrió el 10 de


julio de 2016, la Subsección C de la Sección Segunda del Tribunal
Administrativo de Cundinamarca debió aplicar, para resolver sobre el
reconocimiento de la asignación de retiro, el artículo 144 de Decreto
1212 de 1990 o el artículo 104 del Decreto 1213 de 1990.

Vale resaltar que ambos artículos exigían un mismo tiempo de servicio


para el reconocimiento de la asignación de retiro cuando la
desvinculación se producía por disposición de la Dirección General de
la Policía Nacional: 15 años. Por ende, en la práctica, sea cual fuere la
norma aplicable al demandante del proceso ordinario, debió accederse
a las pretensiones.

En consecuencia, la Subsección C de la Sección Segunda del Tribunal


Administrativo de Cundinamarca sí incurrió en defecto sustantivo, toda
vez que resolvió el caso de Luis Alberto Triviño Daza con fundamento
en los normas que no eran aplicables (inciso segundo del numeral
primero del artículo tercero de la Ley 923 de 2004 y artículo segundo
del Decreto 1858 de 2012) y dejó de aplicar la normativa pertinente (el
artículo 144 de Decreto 1212 de 1990 y el artículo 104 del Decreto
1213 de 1990), lo que conllevó a que el sentido de la decisión fuera
completamente distinto.

3. Conclusión
Queda resuelto, entonces, el problema jurídico propuesto: la sentencia
del 28 de septiembre de 2016, dictada por la Subsección C de la
Sección Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, no
incurrió en desconocimiento del precedente judicial, pero sí en defecto
sustantivo.

Por lo tanto, la Sala amparará los derechos fundamentales invocados.


En consecuencia, dejará sin efectos la sentencia del 28 de septiembre
de 2016 y ordenará a la autoridad judicial demandada que, en el
término de 20 días, contados a partir de la notificación de esta decisión,
profiera una nueva sentencia en la que tenga en cuenta las
consideraciones de esta providencia.

En mérito de lo expuesto el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección Cuarta, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley,

FALLA

1. Amparar los derechos fundamentales invocados por Simón


Felipe Triviño Casallas y Miguel Ángel Triviño Beltrán, por las
razones expuestas en la parte motiva. En consecuencia, se
dispone:

1.1. Dejar sin efectos la sentencia del 28 de septiembre de 2016,


dictada por la Subsección C de la Sección Segunda del
Tribunal Administrativo de Cundinamarca en el proceso
11001-33-35-030-2014-00230-01.
1.2. Ordenar a la Subsección C de la Sección Segunda del
Tribunal Administrativo de Cundinamarca que, en el término
de 20 días, contados a partir de la notificación de esta
decisión, profiera una nueva sentencia en la que tenga en
cuenta las consideraciones de esta providencia.

2. Notificar la presente decisión a las partes, tal y como lo dispone


el artículo 30 del Decreto 2591 de 1991.

3. En caso de no ser impugnada esta decisión, enviar el


expediente de tutela a la Corte Constitucional para lo de su
cargo.

Cópiese, notifíquese y cúmplase.

La anterior providencia fue discutida y aprobada en sesión de la fecha.

STELLA JEANNETTE CARVAJAL BASTO


Presidenta de la Sección

MILTON CHAVES GARCÍA

JORGE OCTAVIO RAMÍREZ RAMÍREZ

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